yokozawa takafumi no baai ii

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 Volumen IIFicha Técnica

Nombre: Yokozawa Takafumi no Baai Autor: Fujisaki MiyakoIlustraciones: Nakamura Shungiku Tipo: NovelaIdioma: EspañolGénero: Yaoi Clasificación: +18Fuente: September Scanlation

Después que terminara con el corazón roto, el vendedor de MarukawaShoten, Yokozawa Takafumi, ha caído en una relación con el editor en jefe

carismático de Japun, revista de Marukawa Shoten. Yokozawa está plagadode dudas y confusión en cuanto a por qué el viudo y padre soltero lo escogióa él de todas las personas. Hay un montón de drama en esta secuela de laexitosa novela Yokozawa Takafumi no Baai vol. 1.

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Historia Corta (1)

Hiyo había estado haciendo bastante alboroto desde hacía rato frente ala televisión viendo el video reproduciéndose en la pantalla que

mostraba las anteriores festividades del día de deportes tal como fuerangrabadas con una videocámara casera que Kirishima había pedidoprestada.

-¡Ah, mira, mira! ¡Ahí estás, Oniichan!

-Sí, sí, ya veo...

 Yokozawa hizo una mueca, viendo de reojo para encontrarse a símismo en la pantalla, parado en la línea de largada. Viéndose así a símismo, era fácil notar que él era una buena década más joven que lamayoría de los demás padres quienes estuvieron parados a su lado, unhecho que resultaba aún más vergonzoso por lo inusualmenteencendido que estuvo en ese momento.

-¡Oniichan~! ¡Da lo mejor~!

-¿Qué quieres decir con da lo mejor? ¡Ya sabes cómo terminó!

-¡Oh vamos, no hace daño darte ánimos! Ah, ¿¿te estássonrojando, Oniichan??

-No. 

Claro que no lo estaba, solo que no podía soportar esto. En primer

lugar, la razón por la que Yokozawa había participado en la carrera deobstáculos para padres y tutores fue porque a Kirishima le habíanendilgado a último minuto algún trabajo del que no podía zafarse. Aunque Hiyori no había protestado ni un poco, aun luego de que supadre le hubiera informado que él no podría participar en lasactividades del día deportivo de su escuela, ella había estado más que

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contenta al saber que Yokozawa iría en su lugar.

Sin embargo, una vez que él se hubiera ofrecido participar, Yokozawahabía jurado que no se avergonzaría a sí mismo, y así, muy lejos de la

 vista de Kirishima o Hiyori, Yokozawa había estado corriendo unas vueltas todas las mañanas y haciendo un poco de entrenamientomuscular para prepararse para ese día.

 Al final, Kirishima había terminado de almorzar con su autor a tiempopara llegar al programa de la tarde, pero apenas si podía correr vestidocomo estaba con traje y zapatos, así que Yokozawa igual tuvo queparticipar.

 Al sonido de la pistola, Yokozawa había salido a la carrera, sorteado losobstáculos uno por uno, convirtiéndose fácilmente en el primero enalcanzar una pequeña mesa donde yacían varias tarjetas colocadas bocaabajo. Sin vacilar, levantó la tarjeta más próxima a sus pies, yreflexivamente miró en cierta dirección. Sin embargo, inmediatamentedespués, recobró sus sentidos y se dio vuelta para mirar en la direcciónopuesta, y salió corriendo otra vez.

-¡¡Kyaa!! ¡Oniichan, eres tan genial!

 Ahora Yokozawa había partido y corría hacia donde Hiyori estabasentada con los demás chicos de 5to grado. Agachándose levantó aHiyori de donde ella estaba sentada en la primera fila y salió de nuevohacia donde estaban apostados los maestros que hacían de juecescorriendo con todas sus fuerzas. Luego de hacer que ellos le sellaran sutarjeta como testimonio que había superado la prueba, se dirigió haciala meta, dejando a los demás participantes mordiendo el polvomientras cruzaba la línea de llegada. Hiyori, cuyos ojos se habíanabierto de par en par de la sorpresa cuando Yokozawa la había cogidoen sus brazos, era ahora toda sonrisa, encantada de que Yokozawaconsiguiera quedarse con el primer lugar.

-¡Estuviste increíble, Oniichan! ¡Pero realmente me diste un

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susto cuando me alzaste!

-No tenía mucha opción con el asunto, ¡solo tenía que agarrarte ycorrer!

-¡Je je, si! ¡Todas mis amigas estaban muertas de envidiatambién! ¡Dijeron que yo era como una princesa!

Sin embargo, justo cuando Yokozawa se permitió un momento dedescanso al ver su imagen desapareciendo de la pantalla, Kirishima secoló con la única pregunta que él absolutamente no quería tratar en esemomento:

-Eso me recuerda, ¿qué estaba escrito en esa tarjeta?

-... Eso es un secreto.

-¿Qué? ¿Qué problema hay? ¡Dime! Hey, Hiyo, ¿qué decía?

-¡No puedo decirte, papá! ¡Es el pequeño secreto de Oniichan ymío~! Y, tengo planes con Yuki-chan mañana, ¡así que me voy a

la cama! ¡Buenas noches!

-Qué demonios, ¡dime! ¿Por qué están ustedes haciéndose lostontos así? 

-Tú escuchaste a Hiyo, es un secreto. No puedo decirte. 

 Yokozawa había puesto una expresión calmada y de superioridad, peropor dentro estaba estallando en sudor frío, todo nervios.La tarjeta tenía Tu persona más importante escrito en ella.

 Yokozawa asumió que se había escrito así con la intención de que elpadre que la levantara, corriera y agarrara a su hijo, pero en elmomento en que él había leído esas palabras, sin pensar, buscó aKirishima en la multitud.

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-Sin embargo, cuando levantaste esa tarjeta, ¿no me miraste porun segundo?

-N-no. Estaba buscando a Hiyo.

-Bueno, no ibas a encontrarla mirando en los asientos de los padres.

-¡Ya sé eso! Solo cometí un error, eso es todo

No había ninguna endemoniada forma de que Yokozawa fuera apermitir que Kirishima supiera que la primera persona en quien habíapensado cuando leyó: persona más importante, fue en él. Sin embargo,ante el titubeo de Yokozawa, Kirishima no cedió en su investigación,ni un poco.

-¿Será quizás que tú no quieres que yo sepa lo que estaba escritoen esa tarjeta?

-No es eso. Te estoy diciendo, ¡no fue nada! No te salgas de tus

casillas con eso... Ah, Hiyo, ¿no es casi hora de que estés encama? No pienses que solo porque es fin de semana puedesquedarte despierta pasada tu hora de dormir. Ve a lavarte losdientes.

-¡Ya está listo! Sora-chan~ ¡vamos a la cama!

 Al escuchar su nombre, Sorata levantó su cabeza desde donde habíaestado enroscado en el sofá, luego bajó de un salto y siguió a Hiyori asu habitación. Los dos se habían vuelto bastante unidos,comportándose como si hubieran sido amigos por el tiempo más largo. Viendo a Yokozawa observar al par marcharse juntos con una levesonrisa en su rostro, Kirishima saltó en voz baja: -Intentaste escapartejusto ahora, ¿no? Pero debo decir que encuentro este titubeo tuyo untanto sospechoso...

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 Yokozawa se estremeció cuando Kirishima dio en el clavo.

-¿Por qué demonios estás tan obsesionado con esa estúpidatarjeta de todos modos? Es una prueba para un día de deportesde una escuela primaria...

-Porque ahora mis sensores se están activando.

-¿Ah? ¿Qué se supone que significa eso? No te entiendo paranada.

 Yokozawa se alejó de Kirishima, moviéndose como si fuera a agarrarsu lata de cerveza vacía, pero subsecuentemente encontró sus brazossujetos a su espalda.

-Tratando de huir, ¿no?

-Yo, ¡no lo estoy! ¡Estaba tratando de tomar mi cerveza, eso estodo...!

-Confiesa.

-De ninguna manera.

-Si no lo haces, me temo que tendré que sacártelo a besos.

-¿Qué clase de endemoniada amenaza es esa?

Girando atónito de cuanto se oían como una pareja coqueteando justoahora, Yokozawa rápidamente encontró sus labios capturados, justocomo Kirishima había jurado. Su aliento fue robado por el besomientras sus labios eran prácticamente acosados.

-¿Qué... estás haciendo?

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-Solo asumí que el no confesar era tu forma de decir que queríasque te besen.

-¡No hagas tus propias conjeturas así nomás!

-¿No te gustó?

-Eso no es algo que debes hacer aquí afuera, al descubierto.

Otra cosa sería si ellos hubieran estado en la habitación de Kirishima;pero esta era la sala de estar, donde ellos compartían las comidas yjugaban con Hiyori. Él no quería asociar nada que no fuera unaatmósfera normal, de todos los días, con este lugar.

-Ah~ está bien. Hiyori se duerme rápido.

-No está bien. Es importante hacer distinciones en este tipo desituaciones. Quizás esta noche esté bien, pero nunca se sabecuándo algo saldrá mal en el futuro.

-En serio que eres cabeza dura cuando se trata de cosas comoesta; aunque debo decir, que me encanta eso de ti.

-...

Sin embargo, justo cuando él se preguntaba si debería escapartímidamente de los labios que se habían acercado otra vez, la voz deHiyori los alcanzó:

-¡Papá!

-¿..? -

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 Yokozawa se arrancó a sí mismo lejos de Kirishima justo cuando suslabios habían estado a punto de rozarse. Afortunadamente, ellosestaban casi sentados en el piso en este punto, y así habían quedado

cubiertos de la vista por el sofá, de modo que no había forma queHiyori los hubiera descubierto.

En marcado contraste con Yokozawa, quien intentaba evitar que sucorazón se sintiera como si fuera a salir por su garganta, Kirishimapuso una expresión fresca y serena en su semblante.

-¿Qué pasa?

 Jugueteando consigo misma, Hiyori se acercó a Kirishima, quienlentamente se posicionó de nuevo en el sofá, sentándosecorrectamente.

-Hum, ¿crees que... puedas sacar una foto de Yuki-chan del video que filmamos…?

-Seguro, solo deberías llamarnos mañana y hacerme saber de

dónde sacar la imagen. Te enseñaré como usar el software de lacámara.

-¡Sí! ¡Gracias, papá! ¡Entonces, le enviaré un mensaje de texto a Yuki-chan y le haré saber! ¡Buenas noches a ustedes dos!

Sus preocupaciones se esfumaron, Hiyori les mostró una sonrisabrillante y regresó a su habitación. Yokozawa dejó salir el aliento que estuvo conteniendo ante larepentina interrupción y sintió como la tensión abandonaba su cuerpo.Se sentía como si acabara de perder unos buenos diez años de su vidapor lo sucedido en los últimos cinco minutos.

-Fiu, eso estuvo cerca~

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 Yokozawa le lanzó una mirada fulminante a Kirishima, quien a pesarde sus palabras no parecía sentirse ni un poco preocupado, en lo másmínimo.

-No me vengas con esa porquería de “estuvo cerca”. ¡Es por esoque dije que no podemos hacer ese tipo de cosas aquí! -

Él mantuvo sus quejas en un tono bajo para asegurarse de que Hiyorino los escuchara. A esto, Kirishima se encorvó para acercar su rostro al de Yokozawa,diciendo casi en un suspiro:

-Sin embargo, tú estabas totalmente dispuesto a ello.

-¡Quién estaba…!- Pero su visión se volvió borrosa al admitirse a símismo que la acusación... no era enteramente infundada. Si élrealmente no lo deseaba, fácilmente podría haber protestado másencarnizadamente.

-... ¿Y? ¿Continuamos desde donde lo dejamos?

-¡Ni de broma! -Yokozawa reaccionó con tono agudo, ignorandola mano que Kirishima había puesto en sus hombros.

 _______________________________________________________

-Muy bien entonces, eso concluye la reunión para la decisión deltiraje de este mes. Muchas gracias, y espero verlos a todos el

 próximo mes.

Cuando Yokozawa dio por terminada la reunión, todos los miembrospresentes se levantaron de sus asientos para salir. La reunión del díaterminó yendo relativamente bien, concluyendo con pocos problemaso asuntos en el camino.Echando una mirada a su reloj, Yokozawa notó que habían terminadomarcadamente temprano. Con esto, ahora podía asegurarse una

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oportunidad para hablar, y miró a Kirishima, quien estaba sentado endiagonal frente a él.

-¡..!

Pero aunque típicamente, Kirishima sería el que buscaría los ojos de Yokozawa y lo miraría fijamente hasta que él se pusiera incómodo y sediera vuelta, esta vez fue Kirishima, quien desvió su mirada; añadiendoun insulto a la injuria al salir como una flecha de la sala de reunionescon una incomprensible expresión amarga.

-... Rayos, se escapó...

-¿Dijo algo? - ante la maldición murmurada por Yokozawa, Henmi,sentado a su lado, volvió hacia él una cara llena de dudas.

-Solo, hablándome a mí mismo. ¿Puedes hacerte cargo del resto por tu cuenta?

-Bueno, sí, pero, ¿va a algún lado?

-Sí, lo siento; toma estos documentos y regresa sin mí - y con esta vaga excusa, se levantó del lugar y se puso en movimiento paraperseguir a Kirishima.

-Cuál es su maldito problema...

Kirishima había estado actuando extraño toda la mañana. Habíaaprovechado toda oportunidad que tuvo para mirar a Yokozawa; peroni una vez, había hecho por realmente darse una vuelta y molestarlo enpersona. Yokozawa había esperado que, con la reunión terminada, ellosfinalmente tuvieran una oportunidad para hablar, pero el hombre, una vez más, se había escabullido.

 Volando por el pasillo y sobrepasando a varios compañeros de trabajo,finalmente alcanzó a Kirishima, parado solo frente al ascensor.

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-¡Oi!

Kirishima se dio vuelta al oír su voz, pero su usual sonrisa no estaba nicerca de verse.

-¿Hum? ¿Qué pasa? -todo esto era bastante desconcertante.

-Necesitamos hablar.

-Entonces, ¿puede esperar? Tengo planes ahora mismo.

 Yokozawa sintió una oleada de irritación dentro suyo por el modo enque Kirishima miró su reloj a propósito.

-La reunión terminó temprano; seguramente tienes al menosdiez minutos libres.

-Acabo de recordar algo que tenía que hacer, así que...

-Dame un respiro; entra aquí - y antes de que nadie pudiera siquieraintentar detenerlos, empujó a Kirishima dentro de la sala de reuniones

libre más próxima. Cerrando la puerta detrás de ellos, se colocó a símismo directamente en frente de esta de modo que Kirishima nopudiera escapar.

-¿Por qué demonios estás siendo tan pesado?

-¡Esa es mi línea! Has estado evitándome toda la mañana...¿Acaso hice algo?

Eso era lo que realmente había estado preocupándole. Sabía queciertamente tenía una manera algo ruda de hablar y podía fácilmentelastimar a alguien sin darse cuenta. No era imposible que él hubieradicho algo hiriente sin pensar.

- Yo…no, no es... no es así...- mientras Yokozawa lo miraba

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fijamente, el rostro de Kirishima se derritió en la misma expresiónincómoda que mostrara antes, y desvió la mirada.

 Yokozawa había notado que siempre que Kirishima se sentía

acorralado, tendía a voltear sus ojos hacia arriba y a un lado; estosignificaba que estaba ocultando algo. Confirmando esto ahora,continuó presionando su caso:

-Entonces, ¿qué es?

-Solo... no es nada de lo que necesites preocuparte, ¿ok? Dehecho, diría que es mi propio problema...

-¿Por qué demonios necesitarías evitarme a mí si algo anda malcontigo?

-Realmente... no puedo explicarlo ahora mismo- el modocauteloso de Kirishima de poner excusas estaba verdaderamentecomenzando a cansar a Yokozawa. Si había hecho algo malo, élrealmente hubiera preferido que el tipo simplemente diera un paso alfrente y se lo dijera de una vez.

-¿Pero mira sino serás un genio para discutir por estúpidasnimiedades?

-Hey, no le llames discutir por pequeñeces. Llámale... demostrarmi punto, enfáticamente. Y, de todos modos, realmente no esnada. Pero, daré un paso al frente y diré esto de antemano: no lohice a propósito. Yo solo... sucede que lo vi, eso es todo- continuódándole vueltas al asunto de la conversación, ofreciendo nada más queexcusas.

Finalmente, Yokozawa no pudo soportar más la irritación, y alzó su voz:

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-Si tienes algo que decir, ¡solo escúpelo!

-¡Lo siento! ¡Realmente no pretendía verlo!

Kirishima súbitamente se cubrió la cara con ambas palmas de susmanos, en un claro gesto de disculpas. Pero, solo disculparse no hacíanada para aclarar la razón.

-... Sin embargo aun no entiendo porque te estás disculpando.

-... Es esa condenada tarjeta, del evento del día de deportes

Murmuró finalmente, pero falló en exponer más.

-¿Tarjeta...?

-Ya sabes, de cuando corriste por mí en esa carrera.

-¿De qué carrera estás...? ¡Ah!

 Y ahora, él finalmente comprendió de qué se trataba todo este asunto

de la disculpa. En el día de deportes de Hiyori, Yokozawa habíacorrido la carrera de obstáculos en lugar de Kirishima como su tutor.

Parecía que Kirishima de alguna manera había visto que estaba escritoen la tarjeta que Yokozawa había levantado en esa carrera. Yokozawa yHiyori se habían rehusado a decirle a Kirishima que estaba escrito en latarjeta, queriendo mantenerlo en secreto entre ellos, pero...

-Cuando fui a llevar la ropa limpia de Hiyori a su habitación, secayó de su libero por accidente. Fue solo después de que lalevanté que me di cuenta de que era esa tarjeta.

Probablemente él estaba balbuceando como un criminal confesandoun crimen del cual él ni siquiera había sido acusado, por purosentimiento de culpa.

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-¡Quiero decir, en serio yo solo pensé que decía “familia” o algoasí! Yo... nunca hubiera esperado que eso estuviera escrito enella...

-...

El hecho de que estuviera siendo tan implícito en su manera dehablar... quería decir que había descubierto lo que significaba que élhubiera sido la primera persona a quien Yokozawa mirara luego de verlas palabras “la persona más importante” en la tarjeta. Pensándolo aúnahora, su inconsciente acción había sido absolutamente embarazosa.

 Yokozawa abrió la boca para decir su parte antes de que Kirishimapudiera burlarse de ello, pero cuando levantó la vista, se dio cuenta deque Kirishima estaba sonrojándose. En un esfuerzo por sacudir laincómoda atmósfera, pasó una mano por su pelo.

-Diablos, ¿por qué te estás poniendo todo colorado?

-No, es solo... No puedo realmente… Verte a la cara ahoramismo.

-¿Ah?

-¡No hay remedio! Nunca hubiera imaginado que tú pensaríasasí, eso es todo...

-¿Qué estás…? - ver a Kirishima totalmente alterado por todo esteasunto terminó haciendo que la propia cara de Yokozawa lentamentese calentara. Parecía que el sentirse atípicamente avergonzado por susacciones, de un golpe había dejado a Kirishima incapacitado para mirara Yokozawa.

En circunstancias normales, este hubiera sido el punto en el que Yokozawa le hubiera ofrecido un rápido rechazo, “¿Qué demoniosestás haciendo hablando tonterías que no te van?”, pero quizás la

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 vergüenza de Kirishima era contagiosa, ya que se encontró a sí mismoincapacitado para articular palabras en ese momento.

 Al quedarse sin palabras que decir, el par solo miró fijamente a sus pies

en mutuo silencio, y el que rompió esta incómoda atmósfera entre ellosterminó siendo un pequeño entrometido sin tacto.

-¡Oh, aquí está, Yokozawa-san!

-He-Henmi...

Parecía que Henmi no había notado la extraña atmósfera impregnandola sala de reuniones y continuó con el balbuceo a su propia velocidad.

-¡Lo estuve buscando por todas partes! Necesito preguntarlesobre el... ¿eh? ¿Qué están haciendo aquí dentro? Sus caras estáncoloradas; el termostato no estará averiado, ¿o sí?

-No es nada. ¡Vayámonos Henmi!

-¿Eh? ¡Es-espere! ¡Yo fui el que vino a buscarlo a usted! 

Esta vez era el turno de Yokozawa para salir corriendo y escapar, yrápidamente se escabulló de la sala de reuniones.

Era improbable que su palpitante corazón fuera a calmarse en ningúnmomento pronto.

~Fin Historia Corta (1) ~

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Historia Corta (2)Sorata no Baai

Mi Nombre es Sorata, Soy negro con cortoscabellos blancos, creo que mi pelaje esfabuloso. Aunque debo admitir que me gustaríaser más delgado, amo la comida deliciosa asíque no puedo evitarlo.

Quien me dio este nombre fue un chicollamado Saga Masamune, quien me recogió yme llevó a su casa un día lluvioso. Bueno, Saga

era su nombre, pero debido a algunas complicadas circunstancias,ahora es conocido como “ Takano”.

El jamás me dijo porque me nombro Sorata, pero aun así me gusta.Han pasado un montón de cosas desde ese día, sin embargo, antes denotarlo, mi dueño cambió, y ahora estoy bajo el cuidado de un hombrellamado Yokozawa Takafumi.

Él es grosero y a primera vista da miedo, pero para mí es un dueñomuy amable. Aun así, es extremadamente testarudo, y la forma en quepiensa es realmente preocupante: Si hay alguna comida que me guste, élno compra nada que no sea eso por un tiempo. (¡Algunas veces megusta comer algo diferente!) Y si hay algún juguete que me divierte, unmontón de juguetes parecidos comienzan a acumularse dentro deldepartamento. (¡Hay una cosa que tiene demasiadas pelotas! Traealgunas colas de zorro de vez en cuando~).

Entonces, el otro día, el me encontró de mal humor por no haberpodido hacer un salto y había caído de la mesa y ¡dedujo que estabaenfermo! No importa cuánto intenté decirle que estaba bien,¡maldición! Aun así no escuchaba, así que termine siendo arrastradopor el nervioso chico al despacho del veterinario. ¡Carajo! No era nada

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menos que un frenético preocupón. Aunque, bueno, creo que ese esuno de los puntos buenos de Yokozawa. Además, gracias a eso, tuve la suerte de ver al veterinario que me gusta¡por primera vez en mucho tiempo! Odio las inyecciones, pero sus

manos se sienten muy bien.

 Y también, lo mejor de ese día…fue encontrarme con Hiyo.Es algo entre tú y yo, pero… en el momento en que puse mis ojossobre Hiyo, me enamore de ella.

Solía burlarme de esa idea del amor a primera vista, pero ahora sé quees verdaderamente posible. No pude apartar mis ojos de ella cuandome la presentaron, y cuando me acaricio con sus pequeñas manos, fuealgo divino.

Es gracias a Yokozawa que pude conocer a Hiyo. Cuando pienso sobreeso, me doy cuenta de que su naturaleza frenética no es tan mala.

-Sora-chan, lo siento por hacerte esperar.

Hiyo se volteó hacia a mi luego de cerrar su cuaderno en su escritorio y

guardarlo en la estantería.

-Miauu~

- ¡Apagare las luces, Sora-chan! Buenas noches~

La seguí a su cama y me acurruque en el futón junto a ella, mientrasnos acurrucamos más cerca, nos dormimos, mi diminuto corazónpalpito con fuerza por primera vez, era un amor secreto.

~Fin Historia Corta (2) ~

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Capítulo I

Luego de solucionar un asunto particularmente problemático, Yokozawa decidió dirigirse a la sala de fumadores para un descanso,cuando escuchó el ruido de una conversación.

Inicialmente intentaba solo pasar por ahí pero se congeló ante elnombre que casualmente se mencionó en la charla, y encontró que suspies iban deteniéndose hasta pararse totalmente.

-Eso me recuerda, ¡el otro día escuché que el cumpleaños deKirishima es el próximo viernes!

-¿Dónde escuchaste eso? 

Cuando furtivamente intentó fijarse en los interlocutores, descubrióque eran dos miembros femeninos del equipo de una guía deespectáculos. Reconoció a una de ellas como una cara que había vistodando vueltas alrededor de Kirishima bastante seguido recientemente;a pesar del hecho de que su departamento estaba en un pisocompletamente diferente, a menudo ella usaba la excusa de compartircualquier cosa rica que recibiera para abrirse camino hasta el piso delmanga shounen. Pasaba con la suficiente frecuencia como para queincluso el mismo Yokozawa, un miembro del departamento de ventas,lo hubiera notado, así que probablemente ella estaba haciendo visitasbastante seguido.

Las mujeres de la oficina habían estado alborotadas desde queKirishima se había sacado el anillo de boda. Los rumores habían

 volado, pero una finalmente había conseguido el coraje para ser elsacrificio y se enteró de que aunque él había estado casado con un hijo,su esposa había fallecido bastante tiempo atrás. Con eso al descubierto,las invitaciones de las mujeres habían llovido incesantemente. Algunashabían tenido incluso el descaro de intentar usar al mismísimo Yokozawa, conocido por todo Marukawa como ”el Oso Salvaje” y

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usualmente evitado, como una excusa para acercarse; las mujeres conambición eran increíbles, eso era obvio.

 Aunque al principio Kirishima había aceptado algunas de las

invitaciones con bastante facilidad, en estos días él había optado porrechazar casi todas. Pero como algunas rehusaron echarse atrás, inclusoante la excusa de que su hija se sentiría sola, no era poco comúnencontrarlo enfurruñado en irritación tras de bambalinas. Y ahí fue cuando algunas de las más perspicaces habían saltado conuna nueva teoría de porque él había cambiado súbitamente su cantar: élhabía encontrado a alguien nuevo, y esa era la razón por la que él sehabía quitado su anillo y se abstenía tanto de salir a tomar unos tragos.

La primera vez que Yokozawa había oído esa teoría en la sala dedescanso, casi escupe su café. Las mujeres a veces podían serincreíblemente agudas.

-Nuestro editor en jefe lo mencionó. Cuando comentó quedentro de aquellos de su edad, el cumpleaños de Kirishima-sanera el primero en el año, hice unas averiguaciones y...

-¡¿Qué?! ¿En serio que vas a tratar de pescarlo?

-¡Hey, él me ha gustado por un largo tiempo! Me rendí porqueasumí que tenía una esposa, pero es soltero, entonces no hayningún daño en hacer una movida, ¿cierto?

-Así que realmente hablas en serio, ¿ah? Pero, ¿no escuchasteque él tiene un niño en escuela primaria? Aun si él es soltero, esoun poco como que pone un palo en la rueda.

-Es una niña pequeña, ¿cierto? Estoy segura de que nosllevaremos de maravillas, ¡funcionará bien! Quizás yo podríaacercarme a la hija... y después estar en buenos términos con su

 padre, ¿no crees?

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 Yokozawa podía sentirse a sí mismo poniéndose irritado con suferviente charla, una cosa era tener sentimientos honestos por elmismo Kirishima, pero otra enteramente diferente era usar a su hijapara llegar a él, y la sola idea no le sentaba para nada bien.

-Hum, ¿realmente crees que sería así de fácil?

-Y, ¡hey! Su cumpleaños cae en el último día del ciclo, ¿cierto?Podría invitarlo a salir con el pretexto de tener una pequeñacelebración pos entrega, luego en nuestro camino a casa, ¡podría

 pasarle un pequeño regalo así, toda casual! Podía darme unos puntos extras a sus ojos, ¿no crees? Hey, ¿qué crees que legustaría?

Espiar de esta manera no era precisamente correcto, y no estabaexactamente disfrutando la conversación de todos modos, así que Yokozawa se esfumó en silencio.

-Aun así, su cumpleaños, ah...

Él había obtenido una llave extra y de alguna manera consiguió

convertirse prácticamente en parte de su familia, pero esta era laprimera vez que Yokozawa había oído que el cumpleaños de Kirishimaera la semana siguiente. Sus típicas conversaciones, después de todo,usualmente giraban en torno a Hiyori, o bien Sorata. Haciendomemoria, ellos casi nunca hablaban de sí mismos...

 Algunas veces habían discutido como iba el progreso de sus trabajos, ocelebrado las particularmente buenas ventas de uno de los trabajos deun autor de Kirishima, o casualmente plantearon planes futuros ypropuestas para la oficina, pero eso era más o menos todo.

Sin embargo, aunque inicialmente no fuera como si deliberadamentehubiera estado considerando el cumpleaños de Kirishima, ahora que élsabía cuándo era, no tenía fuerzas para ignorarlo. Pero, ¿qué demoniosse supone que debía regalarle al hombre?

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-Desearía no haber escuchado...

Si no lo hubiera hecho, ahora no estaría tan preocupado por esto comolo estaba. Él tenía gusto por el vino, pero no era precisamente un

bebedor copioso, y Yokozawa nunca lo había oído mencionar nada enparticular que quisiera, ya que él parecía tener pocos deseos materiales.La última cosa sobre la que recordaba al hombre diciendo ¡tengo quecomprar esto! fue probablemente algo como detergente o papelhigiénico o alguna otra cosa para el hogar. Si fuera del tipo que usatrajes, sería bastante fácil regalarle una corbata, pero las únicasocasiones en que usó corbatas fueron probablemente en fiestaslujosas.

Sin intención de permitir que Kirishima supiera cuanto se estabaalterando al intentar pensar en un regalo para él, no podía precisamentepreguntarle al hombre en cuestión.

-No hay remedio. Supongo que le tendré que preguntar a Hiyoentonces...

No había ningún sentido en devanarse los sesos, sería mejor buscar

ayuda en un consejero. Con eso en mente, rápidamente sacó suteléfono celular y buscó su dirección de mail. _______________________________________________________

Kirishima alzó su taza de café:

-Lindo estar en la misma página por una vez.

-Siempre proponemos números adecuados; es la gente de tudivisión la que siempre anda apostando.

La reunión para la decisión de la tirada que acababa de concluir habíaido relativamente bien. La mayoría las series involucradas erancontinuaciones de impresiones previas así que había sido relativamentesimple acordar los números, pero dado que ellos solían intercambiar

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opiniones sobre los temas fuera de la sala de reuniones, Yokozawaahora encontraba bastante fácil llegar a un acuerdo sobre cualquiertópico.

- Seguro que sería bueno si siempre fuera así de bien... 

Incluso Henmi, a quien se le había encargado llevar la reunión, habíaexpresado su sorpresa una y otra vez por lo increíble que resultaba queuna reunión no estallara en un griterío enojado.

-El negocio de la publicación es solo una gran apuesta de todosmodos. Nadie puede decir que venderá si ellos lo imprimen. ¿Noes suficientemente bueno que hayamos llegado a un acuerdo?

 Aunque él no podía llevarse a sí mismo a concordar completamentecon el punto de vista de Kirishima, no era como si tuviera algúnproblema con los números sobre los que eventualmente habíanacordado. Además, ahora tenía cosas mucho más complicadas quesimples mangas en su cabeza.

 Aún tenía que decidir sobre un regalo para dar a Kirishima por el

cumpleaños sobre el que acababa de enterarse, y a pesar del hecho queestaba a solo tres días ahora, no tenía la más mínima idea de quecomprar. Cuando había consultado con Hiyori, ella simplemente habíaexplicado como ella le había dado a su padre un ramo de flores, unportarretratos y una tarjeta el año anterior, ninguno de los cuales le ibaa Yokozawa en lo más mínimo.

-... 

Sorbiendo su café, lanzó una mirada tentativa sobre Kirishima,preguntándose si podría obtener alguna pista. Él no era del tipo queusaba ninguna clase de accesorios, y cualquier hobby que tuvierarealmente solo se reducía a 'leer'. Sin embargo, como él era un lectormucho más ávido que Yokozawa, había poca esperanza de que pudierarecomendarle al hombre ningún libro particularmente valioso para que

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leyera.

Notando la mirada de Yokozawa sobre él, Kirishima levantó la vista dela pantalla del celular donde había estado revisando sus llamadas: -...

¿Algo en mente?

-N-no, nada realmente -se sobresaltó ante la expresiónsospechosa dirigida en su camino. Esperando de alguna maneraescapar de los ojos que sentía como si pudieran ver exactamenteque estaba pensando, miró hacia la ventana.

Pero Kirishima eligió no perseguir más allá al ahora silencioso Yokozawa, y cerró su teléfono celular de un golpe.

-Bien, lo que sea. Pero si estás preocupado por algo, no tequedes ahí guardándolo para ti solo.

-S-sí -apenas si se contuvo de decir bruscamente tú eres la razón por la que estoy tan alterado de todos modos y en su lugar tomóotro sorbo de su café para desviar la atención.

No había manera de que pudiera discutir esto con el hombre encuestión, y contuvo un profundo suspiro, cuando de repente se oyó unsonido tintineante de metal golpeando el piso seguido de la suavemaldición de Kirishima.

-Rayos... supongo que hasta aquí llegó, ah...

-¿Qué pasa?

-El soporte de mi cartera con llavero está hecho pedazos. Obvio,sin embargo, la he tenido por años –  

Se agachó hacia el piso y levantó su cartera con llavero de cuero, y lapequeña pieza rota de metal, en la cual estaban enganchadas sus llaves.Parecía que él la había dejado caer cuando sacó algo de su bolsillo.

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-¿Estás apegado a ella o algo?

-La compré con mi primer bono, un año después de unirme a lacompañía. Era realmente fácil de usar, así que traté cuidarla

bien, pero ahora está toda hecha papilla, así que supongo que eshora de cambiar. 

 Aun explicando de esta forma, hizo un esfuerzo para reenganchar lapequeña pieza de metal a la cartera de cuero, obviamente pretendiendocontinuar su uso.

-¿Quizás deberías sacar las llaves? ¿Qué harás si se caen en algúnlugar?

-Debería aguantar un poco más si solo pudiera cerrar esta juntade aquí. Después de todo no es como si tuviera un montón detiempo como para ir de compras ni nada.

-Sí, supongo que no

Probablemente él no tendría ningún tiempo libre hasta que termine el

ciclo. Sin importar que tan rápido consiguiera terminar, siempre seríatarde como para que las tiendas estuvieran aún abiertas.

-... ¡Ah!

-¿Qué?

-Oh, no, no es nada. Solo... recordé un trabajo que tenía quehacer - masculló como una excusa, y rápidamente hizo por dejar la salade descanso. Una vez a salvo de la vista de Kirishima, aceleró su ritmo:lo tenía. La conversación de ahora lo había decidido. Le compraría alhombre una cartera con llavero para su cumpleaños. Si solo pudieraencontrar una más o menos del mismo tamaño y manufactura como laque Kirishima estaba usando ahora, no debería haber ningúnproblema.

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 Afortunadamente, el trabajo de la gente de ventas a menudo los llevabafuera del edificio, y él decidió usar su descanso del almuerzo para hacerun poco de compras. _______________________________________________________

Habiendo terminado de responder todos sus mensajes, Yokozawaapagó su computadora y comenzó a organizar su escritorio, haciendosus preparaciones para irse por el día. Fue a deslizar su carpeta detrabajo en su portafolio, pero su mano se paró justo antes de hacerlo.Si él simplemente arrojaba la cosa dentro como siempre, el protegidointerior del artículo envuelto para regalo sería aplastado. Removiendodelicadamente el regalo y colocándolo sobre el escritorio, deslizó lacarpeta dentro.

El regalo que de alguna manera había conseguido preparar, contratodas las expectativas, era para Kirishima. Se había metido en unatienda departamental entre las rondas a las librerías y finalmente vio lamarca que le gustaba a Kirishima. Había elegido una cartera queigualaba la actual de Kirishima en forma y color. Aunque había sido unpoco costosa para los gustos de Yokozawa, cuando consideraba que sesuponía que sería usada un largo tiempo, supuso que el precio no era

enteramente irracional. Ahora todo lo que quedaba era esperar que legustara a Kirishima...

-Yokozawa-san, Kirishima-san está en la línea para usted.

-Ah, cierto -por un momento flaqueó por lo espeluznantementeoportuno, pero rápidamente corrigió su imagen para no delatarse a símismo. Tomando un profundo respiro, levantó el tubo y presionó elbotón de su extensión: -Sí, aquí Yokozawa.

-Ah, ¿Yokozawa? Lo siento, parece que esta noche va a ser unalarga... ¿Vas a casa por mí? Ya le hice saber a Hiyo.

 Aunque no era inesperado, parecía que esta entrega también iba a seruna de foto-control.

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-Otra vez, ¿en serio? ¿Nunca puedes conseguir darte carta blancacon este tipo de cosas?

-Si pudiera, no sería editor en jefe por mucho tiempo. Oh, sí, veré

eso en un minuto. Déjalo aquí. De todos modos, ¿haces esto pormí?

Era obvio por su conversación que él no había parado de trabajarsiquiera el tiempo suficiente para una simple llamada telefónica.Probablemente se veía un absoluto harapo del otro lado de la línea.

-Sí, sí, tómalo con calma por ahí.

-Correcto. Te veré luego.

En cierto sentido, fue una suerte el que no pudieran salir juntos; enrealidad había estado planeando una pequeña fiesta con Hiyori, y sutrabajo era comprar, de alguna manera, un pastel sin que Kirishima lonotara. Además para la cena, había curry especial de Hiyori. _______________________________________________________

-Así que esto es lo que ustedes dos han estado haciendo ahurtadillas en los últimos días... - a pesar de lo tarde que habíaregresado a casa, los labios de Kirishima se torcieron en una sonrisadivertida ante la más esplendida, de lo usual, mesa de comedor y lasdecoraciones de Hiyori.

-¡Je je! ¡Fue duro tratar de mantenerlo en secreto de ti!

-Gracias, Hiyo. ¡Me encanta! 

-De nada~ -aunque ella típicamente se avergonzaba de que su pelo lefuera despeinado como a un niño, hoy la acción solo parecía evocaralegría en su cara. Debió estar muy complacida de que el plan de ella y Yokozawa hubiera salido tan bien.

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-¡Y Oniichan compró el pastel!

-Ya veo, bien entonces, gracias a ti también, Yokozawa.

-Es tu cumpleaños después de todo, ¿qué sería sin un pastel?Oh... también, aquí.

Había pensado en dárselo luego de que Hiyori se hubiera ido a la cama,pero al darse cuenta de que eso solo haría toda la cuestión aún másdifícil de llevar adelante, se obligó a sí mismo y empujó el regalo haciaKirishima.

-¿Ah?

-¡Solo tómalo ya!

-¿Tú... me compraste un regalo? -su sorpresa ante la caja que yacíaen la palma de Yokozawa era evidente en sus ojos.

-¡¿Qué otra cosa parece?!

-No, es solo... Yo... nunca hubiera pensado que me regalaríasalgo, así que estaba sorprendido... ¿Puedo abrirlo?

 Yokozawa desvió la mirada, avergonzado e incapaz de enfrentar laexpresión rebosante de alegría de Kirishima.

-... Rayos.

-¿Ah?

-Ayer, yo... como que compré la misma cosa -farfulló Kirishimaamargamente, sacando de su propio bolsillo una flamante nueva carteracon llavero. Era de un color diferente, pero tenía exactamente la mismaforma que la que Yokozawa había comprado.

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 Yokozawa se recuperó rápidamente de la sorpresa que lo dejó sinpalabras, lanzándose a una auténtica diatriba sin pensarlo: -¡Quédemonios... dijiste que no tenías tiempo para ir de compras! 

-Ayer tuve que ir a recoger el manuscrito de un autor, y cuandome detuve a comprar unas bebidas, eché un vistazo. Tenían unaque realmente me gustaba, así que me la quedéinmediatamente... -estaba rascándose la cabeza, viéndose él mismobastante apagado.

Si así era como esto iba a terminar, Yokozawa supuso que hubieraestado mejor preguntándole al hombre lo que quería desde unprincipio. En primer lugar, todo este lío era el resultado de que élintentara sorprender a Kirishima. “¿Por qué siempre soy tancondenadamente desafortunado...?” 

El momento era ciertamente malo, de seguro, pero no podía realmenteremediarse el hecho de que ellos hubieran doblado en los regalos.Dado que este estaba sin usar, probablemente podría regresarlo o almenos cambiarlo. Justo cuando estaba considerando sugerir que ellosregresaran juntos a la tienda para que Kirishima pudiera elegir algo por

sí mismo, la cara de Kirishima se iluminó.

-¡Hey! ¿Qué tal si tú usas el que yo compré, y entonces, yo usaréel que tú me compraste?

-¿Ah?

-Será como un intercambio de regalos. De esa forma no hay problema, ¿cierto? -con esto, desenganchó su línea de llaves de lacartera y se la pasó a Yokozawa.

-Intercambio... ¿pero por qué demonios debería yo recibir unregalo?

-Piensa en ello como un agradecimiento por cuidar de nosotros

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todo este tiempo; aquí, dame tus llaves -sin esperar por surespuesta, Kirishima arrebató el bolso de Yokozawa y revolvió dentromirando el contenido.

-¡Hey..! ¡No revises mis cosas sin preguntar! -se apresuró arecuperar el bolso, pero Kirishima encontró lo que estaba buscandoantes de eso.

-Aquí vamos... -removió las llaves de Yokozawa de su llavero ylas enganchó en los dispositivos de la cartera con llavero una poruna.

-Oh, cierto. Y mientras estamos en ello, dame también una llaveextra de tu casa.

-¿Y por qué exactamente debería darte una llave?

-Porque es útil en caso de que algo fuera a suceder alguna vez.

Él quería preguntar qué demonios era este hipotético algo, pero noquería entrar en una discusión frente a Hiyori. Sin embargo mientras se

tragaba sus protestas, Hiyori salió de atrás con un golpe fatal:

-Hombre, eso es lindo... ¡Ahora ustedes hacen juego!

-¡¿Hacer jue..?!

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Quizás estaba bien que las chicas lo hicieran, pero que dos hombrescompartieran un artículo haciendo juego era simplemente patético. Aunque ellos solo habían comprado el mismo artículo en diferentecolor por pura casualidad, tratar de hacer pasar esto como la verdad

sería, por cierto, difícil.

-¿Qué demonios haremos si alguien en el trabajo lo nota...?

-Solo diles que estamos ~locamente enamorados~. 

-Locamente en...¡¿quién demonios va a decir algo como eso?!

La voz de Yokozawa se quebró ante la inesperada y embarazosasugerencia puesta en su camino. Seguro, Kirishima probablementepodría hacerlo pasar como una broma apelando a ese tipo de cosa,pero si Yokozawa siquiera insinuaba algo como eso, la genteprobablemente solo lo vería como si estuviera afiebrado.

-Vamos, no te sonrojes.

-¡No lo estoy!

Pero Kirishima y Hiyori solo compartieron una fuerte carcajada ante sucara roja como un tomate.

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Capítulo II

En el mismo momento en el que salió de la tienda climatizada, todo elcuerpo de Yokozawa Takafumi fue envuelto en un aire pesado ypegajoso. Los días calurosos se fueron juntando uno tras otro desdeque comenzó julio, pero hoy era particularmente malo. Solo unospocos días atrás, él ya no pudo soportarlo más y cambió suguardarropa por camisas de mangas cortas para el verano, perocaminar fuera por cualquier cantidad de tiempo lo dejaba cubierto ensudor.

Saco de su traje, colgando de su brazo izquierdo, no había tocado su

cuerpo ni una sola vez en todo el día, y aunque ahora él estaba a salvodel abrasador sol con la caída de la noche, la humedad aún hacía difícilel respirar.

 A este paso, él estaba preocupado de cómo sería agosto; ya estabaharto con este calor que estaba marcando récords de temperatura adiestra y siniestra este año.

-¡Hombre, necesito una cerveza!

-¡Sí, nos demos una vuelta por un Biergärten!

Un grupo de hombres de negocios al parecer en su camino de vuelta acasa de la oficina pasaron frente a Yokozawa, siendo su conversaciónun reflejo perfecto de sus propios pensamientos. Sin embargo,tragándose la tentación, él en cambio sacó su teléfono celular e hizouna llamada a la oficina.

-Sí, este es el Departamento de Ventas de Marukawa Shoten.

La animada voz de su subordinado flotó sobre el auricular. Debido alruido de fondo, pudo adivinar que la mayoría de sus compañeros detrabajo estaban aún en la oficina.

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-¿Henmi? Es Yokozawa.

-¡Ah, excelente trabajo hoy!

-Acabo de terminar en la librería. ¿Pasó algo mientras estabafuera?

-No, no particularmente. ¿Cómo están las cosas por ahí?

-Conseguí que aceptaran ayudar con la feria. Te pasaré losdetalles temprano la próxima semana. No tengo nada más quenecesite hacer hoy, así que me voy directo a casa. ¿Te molestaríaanotarlo en la tabla?

 Ya estaba bien pasado de la hora de salida y no tenía programadaninguna sesión de tragos con sus superiores o clientes.

-¡Entendido!

-Bueno entonces, me voy -aquí cortó la llamada con Henmi y tiró desu corbata para aflojarla mientras se dirigía a la estación.

 Aunque había dicho que iría directo a casa, no estaba precisamenteyendo a su propio departamento, y mientras cerraba su teléfono de ungolpe, súbitamente recordó que le dijeron que llamara cuando hubieraterminado con el trabajo.

Ellos estaban yendo en la misma dirección, así que, honestamente, Yokozawa no veía realmente el punto de encontrarse a mitad decamino hacía allí; pero sería patético tener que negarlo cuando el tipoinevitablemente le tomaba el pelo con una sonrisita, “¿Qué,demasiado avergonzado para ir a casa juntos?”, y lo dejósintiéndose indeciso. Con un tanto de duda, marcó el número en suteléfono, y luego de unos cuantos tonos, la llamada conectó.

-Hum... soy yo.

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En estos días, siempre se preocupaba por como comenzar mejor susconversaciones telefónicas. Seguro, debió saludar al tipo al igual queharía con cualquier llamada telefónica del trabajo, pero incluso eso eratambién un poco incómodo por alguna razón. Naturalmente, él usaba

un lenguaje educado, como se esperaba, durante las reuniones y demás;nada había cambiado en la forma en que ellos hablaban el uno con elotro en esas circunstancias. Pero llamar a Kirishima por unaconversación privada como está aún lo dejaba con una sensación deinquietud.

-Buen trabajo hoy. ¿Terminaste?

-Sí; en realidad terminamos más rápido de lo que yo esperaba.

La voz al otro lado de la línea era la de Kirishima Zen, el editor en jefede Monthly Japun. Kirishima era el editor general de Ijuuin Kyou, elmangaka quien le daba vida al rimbombante éxito de ventas deMarukawa Shoten: Za Kan.

Uno no podía más que impresionarse no solo con sus proezas comoun editor en sí mismo sino también como un editor en jefe con el

carisma para llevar adelante un equipo de editores tan individualistas. Aunque Yokozawa admitía que sí pensaba que el tipo eraocasionalmente demasiado obsesivo cuando de su trabajo se trataba,probablemente era esta misma cualidad la que tenía a esosquisquillosos autores poniendo su máxima confianza en él; y aunque Yokozawa nunca pudo llevarse a sí mismo a decir tanto como esto,tenía el máximo respeto por el tipo cuando de su carrera se trataba.

La gente a menudo dice que Dios nunca le concede a nadie dos dones;pero cuando de Kirishima se trata, no solo lo había bendecido con unaética de trabajo inmaculada sino también con un igualmente agradableempaque. Con una altura que rivalizaba con la de Yokozawa, una carafresca y hermosa, y un cuerpo decentemente balanceado, él poseía unaire juvenil que a menudo hacía difícil verlo como el hombre en sustreinta que él era; y Yokozawa nunca, ni una vez, lo había visto alterado

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en el trabajo, siempre rodeado de un aire de completo control. Yúltimamente... había comenzado a darse cuenta de cuan fresca ycalmadamente hermosa era esa voz que salía de esos labios delgados;por irritante que fuera, no había discusión de que esa voz susurrando

en su oído iba directo a sus caderas.

... Aun así, el tipo estaba lejos de la perfección. De hecho, si Yokozawatenía que elegir una cosa que no podía soportar, debería ser esapersonalidad.

 Aunque raramente lo mostraba en la superficie, Kirishima tenía unospequeños hobbies molestos y era un descarado con eso de, me encantamolestar a la gente orgullosa. Yokozawa aparentemente había sido unblanco de tales burlas y ocasionalmente se encontraba a sí mismosiendo objeto de jugarretas. Aun así y a pesar de saber muy bien quesimplemente estaban jugando con él debido a como reaccionabaexageradamente, la perdición de Yokozawa era su completaincapacidad para mantener una cara de poker en tales situaciones.

Kirishima, había que reconocer, al menos parecía comprender suslímites, y nunca hacía ninguna movida o decía nada para

 verdaderamente molestar a Yokozawa, lo que esencialmente dejaba a Yokozawa como el perfecto juguete, encontrándose a sí mismoincapacitado para realmente enojarse con Kirishima.

Habían pasado cinco meses desde la primera vez que se había acercadode esta forma a Kirishima. Antes de eso, ellos ni siquiera habíanhablado fuera del trabajo, e incluso ahora Yokozawa ocasionalmentereflexionaba sobre cuán extraña era su actual relación en ese aspecto.Había sido un corazón roto el que los acercó a Kirishima y él.

Luego de que se le diera un terminante final a sus largamentesostenidos sentimientos, Kirishima había aparecido justo cuando élestaba comenzando a compadecerse de sí mismo. Aunque aún habíamucho que él no recordaba de aquella noche, creía que fue gracias aque Kirishima había estado ahí para él el que hubiera logrado salir

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adelante sin hundirse completamente. Ahora era mortificante, recordarcómo se había permitido emborracharse para intentar escapar deldolor, pero se consolaba recordándose que el hecho de que él pudierasentirse así y punto era en sí mismo una señal de cuanto se había

recuperado.

-Ciertamente se te oye feliz, ¿pasó algo bueno?

La suave voz flotando sobre el auricular embrujó su tímpano; hablarasí por teléfono con Kirishima era... extraño, casi como tener al tipojusto allí, susurrando a su oído. Nunca antes se había sentido así enconversaciones telefónicas, y no podía decidir si era porque se tratabade Kirishima hablando o el modo en el que hablaba el que lo producía. Además, difícilmente era algo sobre lo cual pudiera obtener la opiniónde alguien más, así que no podía siquiera determinar si era solo él quiense quedaba sintiéndose así o que.

-En realidad, la tienda estaba totalmente de acuerdo con larealización de esa feria. Fue todo gracias a ti el que haya salidotan bien. Realmente me ayudaste.

En efecto, la razón por la que la tienda había aceptado seguir adelantecon ello había sido todo porque había podido asegurar una firmepromesa de cooperación del autor respecto a libros autografiados,ilustraciones para ser usadas como mercancía, y nuevos fragmentos deltrabajo; e introducir todo eso en la agenda del malhumorado y súperocupado autor había sido mérito enteramente de Kirishima.

 Yokozawa sabía que aun si no hubiera intervenido para pedir por laferia, el trabajo se hubiera vendido perfectamente bien, pero como un vendedor, su prioridad era siempre vender más. Sentarse sin hacer nadacuando había lugar para el crecimiento era simplemente descuidado, asíera como el vendedor en Yokozawa lo veía.

-Yo no hice nada; todo esto está sucediendo debido a lacooperación del autor y tu trabajo duro. Bien por ti.

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-Todo... todo lo que hice fue lo que se suponía que hiciera.

La gente rara vez halagaba así a Yokozawa. Aunque sabía que trabajabados veces más duro que los demás y tenía los resultados para probarlo,

era probable él no fuera exactamente el tipo de persona que invitaratales cumplidos. Pero Kirishima tiraba comentarios como ese sinpensarlo dos veces, tan directo que en realidad hacía que la otra partese sintiera, en cambio, avergonzada. Yokozawa se preguntaba si élalgún día se acostumbraría a ese aspecto de su personalidad.

-Rayos, ¿no te he dicho que simplemente aceptes los cumplidoscomo un hombre? ¿O qué, quieres que te moleste entonces?

-¿Quién demonios dijo eso? …De acuerdo, lo que sea; tomaré loque pueda obtener.

¿Por qué no podía simplemente decir “gracias”? A veces actuaba como un pequeño niño de primaria testarudo;desafortunadamente la comprensión de esto no hacía absolutamentenada por hacerlo pasar a la acción.

 Trabajar duro era un hecho; no era como si estuviera haciendo estetrabajo porque anhelaba reconocimiento. Aun así... conseguir esereconocimiento era un tanto agradable; ¿y el que viniera de alguien aquien él mismo respetaba? Aún mejor.

-¿Así que ahora qué? ¿Vienes de vuelta para aquí? -Kirishima noparecía molesto en lo más mínimo por la respuesta contraria de Yokozawa, y aunque él a menudo se había preguntado si talesreacciones se debían a que Kirishima podía ver a través suyo hasta su verdadera naturaleza, lo había adjudicado a ser demasiado cohibido.Probablemente era un simple asunto de que no valía la pena el esfuerzode perseguir a Kirishima.

-No, me voy directo a casa ahora. Probablemente pueda llegar enuna... ¿media hora?

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-Entonces... ¿qué tal si nos encontramos en el almacén de frentea la estación cerca de mi casa? Yo mismo estoy a punto de dejarla oficina. Probablemente tú llegues allí primero así que, ¿meesperas?

-De acuerdo.

Habiendo decidido donde encontrarse, Yokozawa terminó laconversación, llegando a la estación más cercana justo cuando apagabasu teléfono. Estos días, pasaba sus fines de semana en el departamentode Kirishima, y aunque no le gustaba mucho la idea de sobrepasarsecon su bienvenida, se encontró a sí mismo siempre asintiendo con lacabeza cuando quiera que Hiyori, la hija de Kirishima, lo despidieracon un “¡Te veo la próxima vez!”.

El gato de Yokozawa, Sorata, había sido la razón por la cual él habíacomenzado a pasar tanto tiempo ahí; cuando Sorata estuvo enfermo,Hiyori de alguna manera había estado a cargo de cuidarlo, lo cualsubsecuentemente había llevado a Yokozawa a encontrarse también asu cuidado. Desde entonces, Sorata se había acomodado a Hiyoriextraordinariamente bien, y ahora era un detalle permanente en la casa

Kirishima; en estos días cuando saludaba a Yokozawa en la puerta, se veía como si tuviera total dominio del lugar.

Luego de elegir un regalo para Hiyori en el área comercial del metro, Yokozawa se dirigió a las plataformas del tren, entrando en un vagónque estaba repleto de viajeros volviendo a casa en la hora pico de lanoche. Colocándose de manera que el regalo que acababa de comprarno fuera aplastado, consiguió encontrar un lugar entre otros dos viajeros, y aunque no era un vagón lleno a más no poder, era casiimposible moverse sin empujar a alguien más, dejando a Yokozawacon la impresión de que habría sido más cómodo estar en una lata desardinas.

Probablemente el aire acondicionado estaba encendido, pero debido ala pura masa de humanidad amontonada en el vagón, estaba húmedo y

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sofocante. Yokozawa, siendo una cabeza más alto que los mayoría a sualrededor, la tenía más fácil para respirar, pero eso no hacía nada paracambiar el calor que hacía. Se estiró para agarrase de una de las manijascolgando de una tira para ayudar a evitar el balanceo con el tren, y

divisó una joven mujer, justo en diagonal a él, con una expresiónsombría.

-¿..?

Quizás ella solo se sentía descompuesta por el calor; estabaagarrándose fuertemente de la barra de al lado de la puerta, y su rostroestaba rígido. Reflexionando que hubiera estado bien, probablemente,si solo hubiera tenido un poco más de espacio para respirar alrededorde ella, Yokozawa solo tardíamente notó la verdadera razón por la cualla joven se veía tan pálida.

Un hombre, al parecer un hombre de negocios, estaba parado justodetrás de ella, recargándose en ella mucho más de lo que naturalmentese esperaría en tal situación, y con cada balanceo del tren, él serecargaba aún más, discretamente pasando sobre ella la mano quecasualmente había colocado a su lado.

Desde el ángulo de Yokozawa, era difícil ver con claridad, y ya que élobviamente no había visto un crimen, no estaba muy seguro de comolevantar su voz, hasta que pescó al hombre deslizando su manolentamente a lo largo del muslo de la joven.

-... ¿Qué demonios piensa que está haciendo?

En el momento en que presenció un acto tan cobarde, la ira seacumuló dentro de él, e hizo a un lado a los otros pasajeros pararetorcer la mano del hombre fuera del camino.

-¡¿Qu-qué significa esto?!-el vagón estalló en murmullos antes deinmediatamente volver a quedarse en silencio, y los demás pasajeroscontuvieron el aliento en silencio viendo como Yokozawa enfrentabaal hombre.

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Importándole poco sus embobadas miradas, Yokozawa entrecerró losojos y escupió:

-Eso es lo que me gustaría saber. Estaba manoseando a esta

joven, ¿no es así? 

-¡Por-por supuesto que no! ¡Le agradecería que no hiciera tanlocas acusaciones!

-¿Entonces qué tal si le preguntamos a ella? Si ese no fue el caso,con gusto me disculparé; ¿así qué? ¿Él te tocó?

-Sí, él... él lo hizo...

Su voz era un poco más fuerte que el zumbido de un mosquito, perofue una clara confesión, y ella lanzó al hombre una mirada fulminantecon ojos nublados de miedo e ira.

 Ahora era el turno del hombre de ponerse pálido, y quizás habiendodeterminado que las cosas estaban a punto de ponerse peor con laconfesión de su víctima justo ahora, el hombre comenzó a balbucear

tercas excusas, con ojos llorosos.

-El-el tren estaba realmente lleno, y yo accidentalmente la toqué,¡eso fue todo! ¡No lo hice a propósito!

-Si no fue a propósito, ¿cómo demonios conseguí divisar sumano desde donde yo estaba parado? Suena un poco extraño,¿no? De cualquier modo; usted se baja en la próxima estación.

-Como dije... había razones para...

-... Y estaré feliz de oírlas. ¿Podría hacer que usted se baje en la próxima estación también...?

-¡Por-por supuesto!

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El tren llegó a una parada un momento después, y Yokozawa arrastróal hombre a la plataforma. Sin embargo, aunque los pasajeros quefueron con ellos los eludieron cuando desembarcaron, los pasajeros de

los vagones vecinos quienes no tenían idea de la situación comenzarona aglomerarse alrededor de ellos, y Yokozawa trató de arrastrar alhombre hasta el final de la plataforma para no obstruir la corriente.

-¡¡Suélteme...!!

-¡Ayy! Hey, ¡ESPERE!

En el momento en que él se dejó distraer por la multitud alrededor deellos, el hombre aprovechó su oportunidad, rasguñando duramente eldorso de la mano de Yokozawa y soltando el brazo que lo hacíafirmemente mientras escapaba. Haciendo todo esfuerzo posible paraperderse en la multitud, rápidamente se esfumó más y más lejos de Yokozawa.

-Bastardo, ¡aún no terminamos! -. Nervioso, Yokozawa trató deperseguirlo, pero fue frustrado por la multitud y rápidamente perdió de

 vista al hombre. Trató de abrirse camino a la fuerza a través de lamultitud llegando en masa desde la dirección en la cual habíadesaparecido el hombre, pero sería imposible atraparlo en estascircunstancias.

-Demonios -. Dejó de intentar perseguir al mano larga y en cambio sedirigió de regreso a donde había dejado a la joven.

-Lo siento... Dejé que se escapara -. Quizás él era un criminalprofesional, dado lo bien que estuvo escapando. Si Yokozawa nohubiera soltado su agarre en ese momento, el tipo no hubiera podidoescapar tan fácilmente, y Yokozawa se reprimió a sí mismo en silenciopor ser tan inocente.

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-¡Oh, no! ¡Fue más que suficiente el que me haya ayudado! Es patético, pero yo simplemente no podía alzar mi voz contra él y...

-Bueno estaba asustada, estoy seguro. Solo desearía haberlonotado antes.

-No, no. En serio... ¡usted me salvó! ¡Muchísimas gracias!

Era un poco desconcertante la manera en que ella seguía inclinando sucabeza hacia él, y dado que él ni siquiera pudo aprehender alperpetrador, no sentía como si hubiera hecho algo que particularmentemereciera las gracias.

-Vamos, alce su cabeza. Probablemente debería hacer saber a losasistentes de la estación lo que sucedió. Si no se siente encondiciones de ir sola, entonces puedo ir co... ¿qué pasa? ¿Tengoalgo en la cara?

La mujer, quien había estado mirando fijamente a Yokozawa, preguntócon vacilación:

-Lo... lo lamento si estoy equivocada, pero, ¿es usted porcasualidad... Yokozawa-san de Marukawa Shoten?

Él se congeló cuando ella acertó tanto su nombre como su lugar detrabajo. -Lo soy... ¿Nos hemos conocido antes en algún lugar? -.No había forma de que él conociera una mujer tan joven. Ante su expresión de sospecha, la joven inmediatamente aclaró,nerviosa:

-¡Ah, yo trabajo a medio tiempo en Libros Marimo! En realidadlo he visto varias veces...

-Oh, ya veo.

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Siendo el líder en ventas de libros a gran escala en la ciudad, LibrosMarimo empleaba un gran número de trabajadores, incluyendoempleados a medio tiempo. Aunque Yokozawa se asociabaprincipalmente con los empleados a cargo de géneros específicos, con

poca interacción con los demás empleados, no era raro que estos otroslo reconocieran.

-¡Oh, lo siento! Soy Matsumoto. Trabajo principalmente en lacaja registradora, así que en realidad nunca hemos hablado...

-Para nada, mis disculpas.

-¡Escuché mucho de usted por Yukina-kun! ¡Él me dijo queusted era un vendedor de primera clase!

-Él-él lo hizo...

Estaba recibiendo cumplidos a diestra y siniestra hoy, y estar expuestoa algo a lo que no estaba acostumbrado lo estaba dejando perdido.Inseguro de cuál era la mejor manera de responder, sus reaccionesresultaban dudosas. Aunque estaba más que solo un poco curioso de

qué clase de rumores sobre él estaban circulando en la librería, optópor no continuar la conversación.

-Otra vez, ¡muchísimas gracias por lo de hoy! Ah... umm, si estábien, ¡por favor permítame agradecerle apropiadamente en otraocasión!

-No se preocupe por eso. Yo solo hice lo que debía.

Sin mencionar que había dejado escapar al perpetrador, lo cual no eraprecisamente algo que mereciera ser agradecido. Apreciaba elsentimiento, pero aún se sentía incómodo; sin embargo, a pesar de susesfuerzos por rechazarla amablemente, Matsumoto claramente noestaba satisfecha con dejar las cosas como estaban.

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-Pero, yo simplemente no puedo aceptar eso... Quiero decir, yono puedo hacer mucho, pero si no es un inconveniente... -ella sefue apagando, aferrándose fervientemente a un por favor, y Yokozawa

finalmente ofreció una sugerencia propia.

-Entonces, apreciaría si usted simplemente vende un montón delibros de Marukawa; de ese modo, mi rango subiría. Pero, ¿nodeberíamos ir a hacer ese reporte ahora?

-¡¡Oh, cierto!! -ella saltó directo al nuevo tópico de conversación, paraalivio de Yokozawa. Naturalmente él estaba encantado de que ellaquisiera expresar su gratitud, pero de ninguna manera podíaaprovecharse de la generosidad de una mujer más joven.

-Entonces, ¿vamos? -la plataforma se había vaciado de la mayoría dela gente mientras ellos estuvieron conversando, y junto a Matsumoto,se dirigieron a los molinetes. _______________________________________________________

-Maldición, llego tarde...

Él había dicho que solo le llevaría una media hora llegar allí, pero cercade una hora había pasado desde que hubiera hablado por teléfono conKirishima. Acompañar a Matsumoto a hacer el reporte de su incidenteal personal de la estación había llevado más tiempo de lo esperado,pero luego de explicar los detalles del incidente, fueron informados deque él tenía un gran parecido con el sospechoso de otras quejasrecientes, y que una investigación estaba actualmente en curso. Uncriminal tan bajo y cobarde merecía que lo atraparan tan rápido comofuera posible, e hizo que Yokozawa lamentara aún más el haberlodejado escapar, pero poco había para hacer aparte de dejárselo a losprofesionales.

 Yokozawa pasó volando a través de los molinetes y subió las escalerascomo un dardo, y cuando se iba acercando al almacén cercano a la

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estación, encontró a Kirishima esperándolo mientras leía en el puestode revistas.

-Lo siento, estoy tar... espera, ¿qué estás leyendo..?

-Monthly Japun. ¡El número de este mes está particularmentebueno!

-Ya leí la edición de anticipo la semana pasada. Y, tú eres una delas personas que hacen la maldita cosa; ¿cuál es el punto deleerla ahora? -ellos habían chequeado todos los rincones y rendijasque los lectores jamás considerarían siquiera antes de mandarlo a laimprenta; Yokozawa no podía ver ninguna razón para leerla en elpuesto de revistas.

-Pensé que quizás notaría algo al leerla desde una perspectivadistinta de la usual.

-¿Eso crees?

-Bueno... al menos estoy satisfecho de que no hubieran errores

de impresión. Iré a comprar algo de leche; espérame aquí -devolvió el número de Japun a su lugar y se dirigió al área de bebidas. Justo cuando pensaba que el tipo tenía un punto de vista decente...quedó un tanto impactado al darse cuenta de que él solo estababuscando errores de impresión.

Esperando a que Kirishima terminara de pagar, Yokozawa recorrió conla vista el puesto de revistas. Tal vez debido a que era la fecha delanzamiento, había una pila bastante grande de revistas relacionadas almatrimonio, alineadas con las palabras ”EDICIÓN ESPECIAL DESEGUNDAS NUPCIAS” en letras grandes. La razón por la que unarevista sobre información matrimonial picó su interés ahora, cuandoantes no le hubiera prestado atención... podría haber sido debido a lasilenciosa presión que estaba recibiendo últimamente por parte de suspadres.

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Más de la mitad de sus amigos de secundaria estaban casados ahora, yun número no pequeño de ellos también tenía hijos. Cada vez querecibía tarjetas de año nuevo con fotos, no podía evitar sorprendersede cuán rápido estaban creciendo todos. Sus padres probablemente se

habían dado por vencidos con su hijo quien no había tenido unarelación seria en su vida. Ellos no estaban presionando a Yokozawa deningún modo en particular, pero él sabía que ellos sentían un poco deenvidia cada vez que una postal llegaba haciéndoles saber que uno desus amigos había tenido un bebé.

 Y él estaba de todo menos seguro de que la razón por la cual se sentíaculpable al ver así a su madre era porque él sabía muy bien que nopodría pintar para sus padres el futuro que sabía ellos querían.Mientras soltaba un silencioso suspiro, Kirishima apareció detrás de él,habiendo terminado de pagar:

-Lamento la espera.

-Oh, no; después de todo, yo fui quien te hizo esperar. Debistesolo dejarme un mensaje y haberte dirigido a casa.

-No, no es gran cosa, viendo que yo mismo acababa de llegaraquí... ¿pero pasó algo? Tu tren no estaba atrasado ni nada,¿cierto?

-En realidad, verás...

 Yokozawa tardíamente divulgó todos los detalles de la situaciónmientras dejaban el almacén y se dirigían al departamento deKirishima. Cuando sacó a relucir las cobardes acciones del mano larga,la expresión de Kirishima se ensombreció cambiando por una deadusta ira.

-Eso es simplemente imperdonable.

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-¿Cierto? Y bueno, la sangre me subió a la cabeza y antes de queme diera cuenta, había agarrado al tipo.

-Suena como algo salido de un programa de televisión, ¿sabes? Y

aunque estaría feliz de que todos esos pervertidos se cayeranmuertos, debo admitir que desearía haber visto tu gallardafigura~

-Si hubieras estado ahí, tú probablemente te hubieras movidoantes de que yo pudiera hacer nada y le hubieras dado una buena

 paliza antes de que siquiera llegara la policía.

Kirishima definitivamente podía parecer bastante despreocupado aprimera vista, pero el hecho de que fuera un padre, con una hija propia,lo imbuía con un fuerte sentido de justicia. Fue solo luego de entrar enuna relación con Kirishima de esta manera que Yokozawa realmentenotó cuan encendido podía ponerse.

-Hey, no seas grosero; no hay forma de que yo haga algo tanestúpido como recurrir a la violencia. Probablemente yo le daríauna severa reprimenda, para asegurarme de que aprenda su

lección.

 Yokozawa se preguntaba en el fondo de su mente si “severareprimenda” de hecho significaba “amenaza”, pero lo dejó pasar.

-... Hey, ¿qué pasó ahí?

No era una herida seria, pero no era precisamente agradable queKirishima notara la prueba de la desgracia de Yokozawa, y él trató deesconderla con indiferencia, pero Kirishima estiró una mano y losujetó.

-Es solo... ese pervertido imbécil me rasguñó cuando se dio a lafuga. Lo perdí en la multitud.

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Cuando Yokozawa, a regañadientes, explicó los detalles, la expresiónde Kirishima inmediatamente se volvió peligrosa:

-Maldito bastardo... Si yo hubiera estado ahí, no hubiera tenido

las agallas de intentar escapar. Asegúrate de desinfectar esocuando lleguemos a casa. 

Un escalofrío recorrió el espinazo de Yokozawa ante las frías palabras,era difícil saber que tan serio estaba siendo Kirishima ahora mismo. Enun esfuerzo desesperado por disipar la pesada atmósfera, Yokozawadespreocupadamente cambió de tema:

-Oh, así que... ¿la chica que ayudé? Resulta que ella trabaja amedio tiempo en Libros Marimo. Aparentemente ella me vio enla tienda antes, pero yo estaba un tanto impactado al enterarmeque ella me reconocía.

-Pequeño mundo, ah.

-Bueno, yo estaba de regreso de Marimo, así que supongo queno fue tanta coincidencia -

Él había estado inquieto cuando ella dijo su nombre, pero luego de oírsu explicación, podía entenderlo. Ella probablemente acababa determinar su turno cuando Yokozawa había dejado la tienda. Dado lomucho que sobresalen los representantes de ventas de las compañíaseditoriales, no era precisamente raro que lo reconociera personal de latienda no relacionado.

-Sabes, si esto fuera un manga, eso sería una gran bandera roja.¿Seguro que no se enamoró de ti?

Él dejó escapar una risotada ante las palabras Kirishima:

-Claro que no

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Estaría en muchos problemas si la gente fuera propensa a enamorarsede él solo por cosas como esta. Ella simplemente había estadoapoyándose en su amabilidad en una situación difícil, eso era todo.

-Ella no te pidió tu número de teléfono ni nada, ¿cierto?

-No lo hizo. Solo conversamos de cosas triviales en el camino deregreso, como que está vendiendo bien ahora, sus compañerosde trabajo, ese tipo de cosas.

-¿Vinieron aquí juntos?

-Su estación más cercana estaba una estación más allá. Ellaacababa de pasar por una situación traumática, no podía dejarque subiera a un tren lleno por su cuenta.

Inicialmente ella parecía una chica realmente tranquila, pero una vezque empezaba con un libro que le gustaba, era difícil pararla. Tal vezella solo había estado emocionada de saber que uno de sus autoresfavoritos también lo era de Yokozawa, pero ella parecía haberdisfrutado bastante cuando daba su opinión sobre el más reciente

 volumen lanzado. Solo había sido una pequeña charla sin sentido, perosi consentirla un poco significaba que ella podría olvidar lo que habíapasado por tan siquiera un momento, entonces había valido la pena.

-También dijo que quería agradecerme, pero no podía permitirque una mujer más joven que yo hiciera ese tipo de cosas, asíque solo le dije que se asegurara de vender muchos títulos deMarukawa Shoten. ¿No soy el mismísimo modelo de un

 vendedor?

-Bueno estoy seguro de que ella es muy entusiasta en su trabajo y todo... pero dijiste que trabajaba en la caja registradora, ¿no?Estoy seguro de que hará su mejor esfuerzo... pero no es nadasobre lo que precisamente ella tenga poder.

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 Ante el comentario incisivo de Kirishima, Yokozawa se quedó mudo;cuando hizo la sugerencia, no había pensado en eso para nada.

-... Pero, ella podría tener su propia sección algún día -devolvió

con rencor. Seguro, si ella trabajaba allí el tiempo suficiente, era factibleque ella pudiera ser puesta a cargo de algo aparte de la caja registradora.

 Aun si no era un área relacionada a los mangas, mientras que ellapromocionara los libros de Marukawa Shoten, eso era suficiente.

-Seguro, ella podría hacer su mejor esfuerzo si es por ti.

Él frunció el ceño ante la insinuación oculta en las palabras deKirishima.

-¿Que se supone que significa eso? Si tienes algo que quierasdecir, ¡adelante, dilo! -. Quizás era solo su imaginación, pero el modode interactuar de Kirishima parecía un poco diferente de lo usual hoy.

-... No es nada. Rayos, ¡estoy famélico! Vamos, Hiyo estáesperando por nosotros, así que pongámonos en marcha.

-Hey, ¡no trates de cambiar de tema!

-¿Qué crees que habrá para cenar esta noche? -a Yokozawa lodejaron sin poder precisar la fuente de su recelo cuando se cambiórápidamente de tema. Estaba garantizado, no era precisamente raroque Yokozawa se encontrara a sí mismo a merced de la conducta deKirishima de esta manera, y si el comenzaba peleas por cada pequeñacosa, no habría final para ello. El hecho de que él hubiera cambiado detema tan abruptamente significaba que Kirishima no quería discutir elasunto más allá.

-...

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Era difícil captar los sentimientos de Kirishima, dado que él muyraramente se dejaba alterar, y Yokozawa soltó un pequeño suspiro anteel perfil de Kirishima, una perfecta cara de poker. _______________________________________________________

-Hiyo... tienes sueño, ¿no? Yo terminaré aquí, así que tú ve a lacama -urgió Yokozawa, parado en la cocina lavando los platos antesde entregárselos a Hiyori para que los secara.

-¡Todavía estoy bien! Solo queda un poco más, así que mequedaré hasta que hayamos terminado.

-Haz estado bostezando como loca desde hace ya un rato, no te presiones. Ya tienes los ojos medio cerrados -mientras sacaba estoa relucir con una risa, Hiyori alzó la mano y se restregó los ojos; pero lafatiga de un niño no puede disiparse tan fácilmente, y dejó escapar otrogran bostezo.

-¡Aah... AH! -Hiyori inmediatamente lució avergonzada ante el reflejoque no pudo contener, y la adorable manera en que ella trataba deocultar su boca abierta con ambas manos pegadas a su cara inspiro aún

más risas.

Hiyori acababa de entrar al 5° grado de la escuela primaria la primaverapasada, y dado que era la hija de un padre soltero, generalmente eramuy centrada; sin embargo, cuando hacía una cara como esa, quedabaclaro cuan niña era todavía.

-Tengo esto bajo control; busca a Sorata y ve a tu habitación.

-Mmm bien, entonces, ¿te importaría?

-Seguro, déjamelo a mí. Me aseguraré de guardar todo, así queno te preocupes.

-¡Ok! ¡Buenas noches, Oniichan!

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-Buenas noches.

Hiyori salió corriendo para recoger a Sorata, quien había estadoenroscado en el sofá, y se tambaleó sobre sus inestables pies hasta su

habitación. Yokozawa la miró partir con una leve sonrisa colocando elúltimo de los platos en el seca platos.

-Y ahora... -secó sus manos mojadas con una toalla y guardó los platosque Hiyori ya había secado en el aparador del comedor. Cerrando laspuertas correderas de vidrio del mueble, los ojos de Yokozawa fueronatraídos hacia el pequeño altar de diseño sencillo al lado del aparador.

Era un altar para la fallecida esposa de Kirishima, Sakura.

Había oído que ella falleció luego de que su salud declinara posterior alnacimiento de Hiyori, nada más, y no había modo alguno en quepudiera preguntar más tampoco. La adorable mujer de las fotos, que él veía igual a Hiyori, estaba en una junto a Kirishima, con una brillante yamplia sonrisa, mientras sostenía en sus brazos a una pequeña reciénnacida Hiyori en una habitación de hospital.

Sabía que ellos aún dejaban flores para ella, pero además de eso, nuncahabía oído ni una palabra sobre ella de boca de Kirishima, lo cual eranormal, pero él no podía descifrar qué diablos tenía él en común con lamujer sonriendo en el portarretratos.

No quería presionar sobre el pasado de Kirishima, por supuesto,pero... al ver ese altar día tras día, ahora no podía evitar la persistentecuriosidad.

-... 

Esto lo había molestado desde que él y Kirishima se habían acercadomás en su relación: ¿por qué lo había elegido a él?

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Ellos habían interactuado ocasionalmente en el trabajo cuando Yokozawa estuvo involucrado con uno de sus proyectos de mangas,pero eso era todo lo que siempre hubo. Ciertamente ellos no seconocían lo suficiente como para salir jamás a tomar unos tragos

juntos, y cada vez que se encontraban en los pasillos de Marukawa,ellos simplemente intercambiaban los saludos más básicos y seguían sucamino. Si nunca se hubieran topado el uno con el otro en ese baraquella noche en la que Yokozawa intentaba ahogar sus penas... él noestaría frecuentando la casa de Kirishima de esta forma ahora; ycuando lo pensaba así, lo dejaba sintiéndose... extraño.

En una ocasión, Kirishima le dijo que había sido porque vio algo de símismo en Yokozawa, pero aun así, ¿usualmente te involucrarías tantocon alguien solo basado en eso? Él no podía contar la cantidad de veces en que intentó preguntar “¿Realmente estás de acuerdo con quesea yo?”. La única cosa que lo había detenido antes de expresar suspreocupaciones... había sido, probablemente, que en el fondo él estabahonestamente asustado de lo que Kirishima fuera a decir. No podíaprecisar que era exactamente aquello que lo asustaba, pero las dudas ylas preguntas se atascaron en su pecho como pequeñas espinas.

-¿Qué estás haciendo ahí con la cabeza en las nubes? El bañoestá libre.

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 Yokozawa reaccionó volviendo en sí ante la voz de Kirishima que loestaba llamando.

-Oh, cierto.

-¿Lavaste los platos? Gracias

-Es solo lo normal pues tú me invitaste a cenar. Además, Hiyoestuvo ayudándome hasta hace solo un minuto; si vas aagradecerle a alguien, agradécele a ella.

-¿Ahora está durmiendo?

-Sí, se veía exhausta, así que le dije que se fuera a la cama.

-¿Y Sorata?

-En la habitación de Hiyo, con ella -

Cuando estuvo viviendo en la casa de Yokozawa, Sorata solo seacurrucó en la cama en noches frías, pero aquí, sin importar cuansofocante fuera la noche, siempre dormía con Hiyori. Ella realmentedebía gustarle...

Kirishima sacó una cerveza del refrigerador y tomó un largo trago,probablemente estaba sediento por el baño.

-¿Quieres una también?

-No, tomaré una luego de mi ba... espera, no importa. Vale,dame una.

-Aquí tienes.

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-Gracias.

Por alguna razón, él se sentía con ganas de tomar algo ahora mismo.Cogiendo la lata que Kirishima le había pasado, se acomodó en el sofá.

Quería deshacerse de algunos de estos sentimientos de duda ydesesperación con el poder del alcohol.

 Tiró de la lengüeta y llevó la lata hasta sus labios, pero esta noche nopodía disfrutar de la refrescante sensación del líquido bañando sugarganta, dejando en cambio solo un sabor amargo en su lengua.

-Últimamente ha estado tan condenadamente caluroso, todos losdías... Pero eso solo hace que la cerveza sea aún más sabrosa.

-Ah, ¡hey, no bajes la temperatura solo porque a ti te parece!

Kirishima se había acomodado al lado de Yokozawa y había tomado elcontrol remoto del aire acondicionado, ajustando la temperatura unosgrados más bajo.

-Vamos, acabo de salir del baño, está bien. Esta un horno aquí...

 Tiró de su camiseta y la dejó aletear contra u piel.

 Yokozawa se estremeció ante el aroma a jabón que impregnó el aire,reprendiendo a Kirishima para ocultar su agitación:

-Hey, no te sientes por ahí con el pelo todo mojado, mojarás essofá. 

-Estás empezando a quejarte de mí tanto como Hiyo.

-¿De quién es la culpa de que yo me sienta como si debiera?

-Sí, sí, me disculpo~ -se inclinó hacia adelante, luciendoextremadamente indignado, y comenzó a secar su enmarañado cabello

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con la toalla que traía colgada al cuello.

-... 

El corazón de Yokozawa dio un vuelco en su pecho ante la visión, ypor un momento se encontró observando cautivado... porque lerecordaba tan vivamente el momento que había comenzado toda estarelación.

Para ser precisos, su “comienzo” había ocurrido unas cuantas horasantes de ese momento, sentados uno al lado del otro en un izakaya,pero Yokozawa no tenía recuerdos claros de esa noche. Al despertar enun hotel de negocios desconocido, no pudo creer en sus propios ojoscuando Kirishima salió del baño.

Nunca había estado tan impactado en toda su vida, y aunqueeventualmente se supo que ellos no habían hecho nada indecente, unadocena de teorías descabelladas habían pasado por su mente en esepreciso momento. “Cuán lejos habían llegado, quien estuvo abajo...” Estuvo tan frustrado con su incapacidad para recordar algo siquiera. ¿Yluego tener que soportar que los eventos de esa noche fueran usados

como medio para una amenaza? Él estuvo enloquecido.

Seguro, ahora podía mirar atrás y realmente encontrar todo el asuntoun tanto divertido, pero no había manera de saber cuántos años de su vida había perdido por ese incidente.

-Unas cuantas semanas más y Hiyo comenzará sus vacacionesde verano, ah... Supongo que eso es algo que solo los niños

 pueden hacer: tomarse todo un mes de descanso. Quizás yotambién me tome unas vacaciones, ir a un resort de verano.Probablemente tenga acumulados suficientes días de vacaciones

 pagos...

-Oi, si te tomas un mes de descanso, no podrán sacar esarevistilla tuya o ninguno de tus mangas.

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Por supuesto, a Yokozawa le hubiera gustado tomarse unas largas vacaciones si pudiera, pero él se preocupaba de que no haría nada sinopensar todo el tiempo en todo el trabajo acumulándose, y el solopensar en tener que lidiar con esa montaña de trabajo le hacía retorcer

el estómago.

La gente siempre habla de los síntomas de un “adicto al trabajo”, pero Yokozawa pensaba que esa definición solo le recordaba a un típicoempleado.

-No, estaría bien; ellos se las arreglarían sin mí de algunamanera. Después de todo, mis subordinados son de lo mejor. Enrealidad, probablemente ellos puedan trabajar más cómodos ysacar un buen producto sin tener a alguien siempre encima deellos.

 Yokozawa se sobresaltó ante el frívolo comentario de Kirishima. Élestaba haciendo estas sugerencias de un modo jocoso, perociertamente no se oía como si estuviera bromeando.

-Hey, dime que en verdad no estás seriamente considerando

tomarte un mes de vacaciones, ¿cierto?

-Ciertamente sería agradable. Oh, ¿a qué hora salimos en lamañana?

 Al día siguiente estaban planeando ir juntos a una película que Hiyoriquería ver, con almuerzo y compras en la agenda, luego de eso. Yahabía pasado un tiempo desde que Yokozawa había ido a ver unapelícula; cada vez que hubo una película en la cual él estaba interesado,la habían sacado de cartelera antes de que él se diera cuenta.

-Bueno tenemos nuestros asientos reservados, así que si salimosalrededor de las nueve, deberíamos andar bien, creo. Pero,luego... Hiyo siempre se levanta temprano...

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El mayor cambio que había experimentado desde que pasaba tantotiempo alrededor de un niño estaba en el ritmo de su estilo de vida.Hiyori era del tipo “acostarse temprano, levantarse temprano”, eincluso los domingos, estaba levantada a eso de las seis. Generalmente

ella era considerada y los dejaba dormir hasta tarde, pero no podíadejársela sola sin siquiera algún desayuno. Una vez que Yokozawa sepuso el objetivo de levantarse temprano con ella, el ser alguien que selevanta temprano, incluso los fines de semana, se había convertido enparte de su rutina diaria.

-¿Entonces nosotros también deberíamos ir a dormir tempranoesta noche? Hiyo tendrá una rabieta si nos quedamos dormidos.

-Tú realmente no sacas el trasero de la cama en tus días libres,¿no? -.

 A pesar del hecho de que los días de semana lo veían levantarse inclusomás temprano que Hiyori, en sus días libres, Kirishima podía dormiraun con la aspiradora encendida en su propia habitación. En los días enque tenían planes, Hiyori típicamente tendría que sacarle su edredón ygritar en su oído para despertarlo.

-Mi interruptor simplemente no se enciende cuando sé que es finde semana, eso es todo. Aunque, estoy seguro de que podríahacer el esfuerzo de despertarme si tú... ¿me dieras un beso?

-Seguro que podrías -lanzó una fría mirada a Kirishima y se tomó sucerveza. A Kirishima le gustaba evaluar sus reacciones antecomentarios como ese; y aunque Yokozawa inicialmente habíareaccionado de manera exagerada ante las superficiales bromas, hacíano mucho, finalmente había aprendido a simplemente dejarlas correr.

-Hey, sí, ¿por qué no dormimos juntos de vez en cuando?

-¿Qu-? ¿Quién demonios haría eso? -.

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Kirishima había susurrado la sugerencia justo en su oído y Yokozawacasi escupe su cerveza. Luchando contra una tos de ahogado, dejó lalata segura sobre la mesa y alzó su voz, con la cara toda colorada, aKirishima, quien solo reía ante el espectáculo.

-Estoy honrado de que te pongas así de alterado por la simpleidea.

-¡Yo... no estoy alterado!

-¿Oh no?

-... ¿Qué se supone que significa eso?

-Nada~ -Kirishima se puso de pie con una misteriosa sonrisita en suslabios, luego se acercó y despeinó el cabello de Yokozawa.

-Hey. ¡Deja de hacer eso! No soy un niño. ¡Dije que tedetuvieras!

-Lo siento, lo siento. ¡Es un reflejo!

 Yokozawa observó mientras Kirishima regresaba a la cocina con su lataen la mano, pasándose los dedos por el cabello en un esfuerzo poracomodar sus despeinados mechones.

-... Reflejo, mi trasero -.

 A pesar de su edad, el hombre a veces podía actuar realmente como unniño, igual que los niños que, queriendo llamar la atención de Hiyori, lamolestaban a propósito.

Kirishima había estado al acecho, rehusar la acusación había sido pocomás que un show, pero no era precisamente lo suficientementeobjetivo como para hacerse cargo del hecho de que este tipo de cosaslo irritaban día y noche. Hubiera sido agradable si él pudiese esforzarse

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por ser tan honesto como Hiyori, pero eso era casi imposible dada sulargamente cultivada personalidad contraria.

-... 

 Terminó el resto de su cerveza, luego se puso de pie para tirar la lata vacía, y encontró a Kirishima agachado inspeccionando los contenidosdel refrigerador:

-¿Qué estás buscando? No estarás planeando beber más, ¿no?

-Solo estoy chequeando las fechas de vencimiento.Probablemente deberíamos pasar por el mercado en el caminode regreso mañana.

-No compres demasiado. Tú terminas cargando el carrito condemasiadas porquerías cuando vas de compras-.

 A él le gustaba comprar al por mayor solo porque algo estaba barato, ocomprar artículos sin pensarlo bien. En ese aspecto, al menos Hiyoriera mucho más centrada.

-No es como si pudiera evitarlo. Yo no cocino nada, así que noconozco mis límites.

-Me sorprende que consiguieras llegar hasta aquí.

-Bueno fue más que nada gracias a mi mamá y a Hiyo. Hiyo se parece mucho a su madre, realmente confiable, así que esoayudó.

-... Ah, ya veo.

Su madre. La mera palabra envió un escalofrío a través de su pecho.Quizás lo que Yokozawa estaba sintiendo no era simple preocupacióno aprensión... sino culpa. Una conciencia culpable nacida por sentarse

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en lugares en los que una esposa debería sentarse, que se le devolvierauna sonrisa que debía ser devuelta a una esposa.

-Bueno, lo que sea. Estoy seguro de que las cosas funcionarán si

solo le dejo las compras a Hiyo... ¿Yokozawa?

-Ah... ¿qué?

-... Yo debería estar preguntándote eso. ¿Qué pasa contigo hoy?Has estado con la cabeza en las nubes... No te estarás porenfermar, ¿no?

-Estoy bien. Acabo de estar fuera haciendo mis rondas.Probablemente solo estoy cansado -haciendo a un lado lapreocupación con una respuesta concisa, aplastó la lata, todavía en sumano, y la tiró en el tacho de los reciclables.

Comprendía bien que estos sentimientos no eran de esos que deberíaguardar para sí mismo, pero no tenía el valor de expresar laspreocupaciones que se retorcían en su pecho en este momento.

-Bueno, no te esfuerces demasiado. Es admirable, ser predispuesto y todo, pero si tú mismo te dejas exhausto noservirá de nada.

-Sí, sí, lo sé. 

-¿Qué tal si compramos una buena carne mañana? Tienesaumentar tus fuerzas así no colapsas en este calor.

-Carne, ah... Sin embargo, no he estado con ganas de carneúltimamente...

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 Tal vez se debía a la ola de calor, pero no había tenido mucho apetito,y punto. Nunca antes había experimentado cambios en su apetitodebido a las estaciones, así que quizás realmente se estaba volviendo viejo.

-¿Qué hace un tipo joven diciendo tonterías que lo hacen vercomo un viejo? ¡Todavía eres demasiado joven para que teataque el síndrome metabólico!

-Oi, ¡qué estás..! -

Kirishima deslizó sus brazos alrededor de Yokozawa desde atrás ymetió sus dedos por debajo el dobladillo de su camisa para levantarla.

-Soooolo chequeando para ver si ya tienes una pequeña barriga oalgo.

-Bueno, ya chequeaste-.

Kirishima miró hacia abajo desde donde tenía su barbilla descansandoen el hombro de Yokozawa mientras Yokozawa alejaba la mano que

Kirishima tenía trepando bajo su dobladillo, y se reacomodó su camisa,metiendo firmemente el dobladillo bajo la cintura de su pantalón paraque Kirishima no pudiera conseguir agarrarle otra vez.

-Y deja de colgarte de mí cuando está tan sofocante.

-Vamos, no te sonrojes~

-No lo estoy. Ya te dije: hace calor.

-Hum, eso me recuerda, ya ha pasado un buen tiempo, ah...¿Qué tal si te hago sentir más calor?

-¿Qué demonios estás pensando hacer? ¡Acabas de sugerir que“ vayamos a dormir temprano esta noche”! -

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 Aún no estaba acostumbrado a que Kirishima lo tocara. No era que ledisgustara, pero cualquier placer era opacado por la vergüenza y laincomodidad que venían asociados. Además, Hiyo vivía ahí. No podíaprecisamente esperarse que él se excitara en tales condiciones.

Sin embargo, Kirishima le dio poca importancia a los reparos de Yokozawa y comenzó a aflojar su cinturón deslizando una mano pordebajo de su cintura.

-Está bien... ¿solo un poco?

-¡Hng! -no pudo evitar el bobo sonido que escapó de sus labioscuando Kirishima súbitamente envolvió sus dedos con firmezaalrededor de su hombría. Si él no mantenía su voz baja a esta hora, deseguro Hiyori se despertaría.

-Tú... idiota, ¡ya basta! -bufó en advertencia a Kirishima, quienparecía estar disfrutándolo, pero quien, sin embargo, no parecía teneroídos para escucharlo. Con sus caderas atrapadas en un fuerte abrazo, Yokozawa no tenía forma de escapar fácilmente.

-Me ocuparé de ti rápidamente, no te preocupes. Además, estás a punto de entrar a la tina, ¿cierto? Así que a quien le importa cuánsudoroso te pongas...

-Ese... ¡no es el punto..!

Cogió los brazos de Kirishima y trató de tirar de ellos para soltarse,pero luego se congeló ante una amenaza expresada en tono casual:

-Sigue chillando y despertarás a Hiyo.

-Eso es... bajo...

-A palabras necias... -el divertido tono de su voz se debía claramentea que sabía que Yokozawa no podía resistirlo con su aliento fluyendo

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sobre su cuello con todas y cada una de las palabras que decía.

-... ¡Hng..!

Los dedos envueltos alrededor de él comenzaron a moversesensualmente, y Yokozawa apretó los dientes, luchando contra larespiración y los suspiros que intentaban escapar de sus labios. El calorcorporal resonando a través de él desde atrás y el aroma del champoabriéndose camino hacia su nariz solo servían para aumentar aún másla ya elevada temperatura de Yokozawa.

Kirishima dedicó largas y dulces caricias masajeando el pináculo encírculos con sus dedos. El suave deslizamiento de los dedos sobre lapiel reveló cuan húmedo estaba ahora, y aunque odiaba hacerse cargode ello, debía admitir: los dedos de Kirishima eran increíbles.

-¿Ves? Te estás excitando... -susurró Kirishima, imprimiendo unbeso justo debajo de su oreja.

-No... Necesito tu... maldito comentario... -pero la verdad de lasituación expuesta con tanta claridad puso su mente en punto de

ebullición.

Cada vez que se encontraba en los brazos de Kirishima, sentía como sisúbitamente regresara a ser un púber adolescente. Todo lo que habíaexperimentado en todos sus años parecía insignificante, dejándolo conpoco para hacer sino entregarse para que jugaran con él. No podíaevitar pensar en los momentos en que luchó con su innata naturalezainquebrantable como si fueran simplemente otra forma en la queKirishima jugaba con él.

-¿Por qué... siempre tengo que... ser yo el que…? 

-No es como si yo pudiera remediarlo. Si yo no doy el primer paso nunca haríamos cosas como esta. Si te libro a tu suerte, túsolo te sentarías por ahí balbuceando nada más que cosas sobre

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el trabajo o Hiyo o Sorata. Intenta tener un poco en cuenta laatmósfera de vez en cuando.

-Eso es... -pero cerró la boca inmediatamente ante el comentario

dicho de una manera demasiado “en tu cara”. Él nunca fue bueno paraambientar las cosas, y tampoco cuando alguien más lo hacía. Lainquietud y la incomodidad mostraban su cabeza primero, y élterminaba sin poder seguir adelante con ello.

-Así que... ¿por qué no me lo dejas a mí entonces?

-No... digas porquerías que yo no puedo compren... ¡Ah!

Kirishima aplicó más fuerza a los dedos que acariciaban a Yokozawa,haciendo que instintivamente él se encorvara hacia adelante, y en unmovimiento reflejo clavó sus uñas en los brazos que Kirishimaenvolvía alrededor de él para mantener la postura.

-Si recuerdo correctamente... este es uno de tus puntos sensibles,¿cierto? -Kirishima deslizó un dedo bruscamente a lo largo del dorso,desde la raíz a la punta, enviando una corriente al abdomen de

 Yokozawa, y él contuvo un gemido que amenazaba con escapar.

Devolvió una mirada fulminante a Kirishima, chirriando en respuesta asu descarado comentario:

-Haa... ¡ah! ¿Có-mo... demonios es esto... poner de humor..?

-Solo me estaba asegurando, nada más... Pero bueno, puedo verque la respuesta es bastante obvia.

Kirishima se echó hacia adelante y suavemente mordisqueó el lóbulode su oreja provocando una leve sacudida en sus hombros: -¡..! - lalengua repasó el contorno de su oreja antes de sumergirse brevementeen su interior, y los sonidos chapoteando justo sobre su tímpano,enviaron escalofríos por su espinazo.

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-... Nunca permitas que ese tipo te ponga una mano encima otra vez.

-¡¡!!

Estas palabras fueron pronunciadas con una voz más grave que la queKirishima había estado usando antes, y Yokozawa instintivamente bajóla mirada hacia el dorso de su mano. Parecía que Kirishima habíaestado aún más preocupado por los rasguños bajo el vendaje queHiyori había colocado, de lo que Yokozawa había estado. Enfrentandotan inesperada muestra de posesión, la temperatura de Yokozawa sedisparó y sus sentidos se aguzaron, siendo súbitamente llevado a unpunto sin retorno.

-¡Suelta...me..!

-¿Estás seguro de eso? Si yo me detengo, tú serás quien lolamente.

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Kirishima masajeó el pináculo con la punta de sus dedos, y un gemidoconsiguió liberarse de la garganta de Yokozawa: -... ¡Ah! ¡Hng...ah..! -empujado hasta el punto de quiebre, Yokozawa ya no podíamantener su voz baja.

-Deja de ser tan testarudo; solo relájate y disfruta.

-Cálla... te... -que lo sermonearan como si fuera un niño lo exasperabacomo ninguna otra cosa, pero aunque la actitud calmada y tranquila deKirishima lo irritaba, ya estaba demasiado entregado como para darmarcha atrás. Intentó apretar los dientes y soportarlo, pero la crecienteoleada de placer lo estaba despojando de toda razón, abandonándolo alinexorable ahogo de la sensación del éxtasis.

-No tienes por qué luchar. Vamos, córrete.

-Hng... ¡a-ah! -él alcanzó el éxtasis ante la incitación de Kirishima,ensuciando sus pantalones y la mano que hacía su hombría, dejando sucabeza, que había estado volando en la fiebre del momento, una vezmás, fría. 

Kirishima dejó un suave besito en su mejilla, expresando elogios quetenían como objetivo irritar a Yokozawa, quien recién recuperaba elsentido: -Buen niño. 

 Yokozawa reaccionó bruscamente ante el comentario que lo dejabasintiéndose poco más que como un niño siendo recompensado,alzando su voz con un: -Tú... -. No podía remediar la forma en queeste aspecto de Kirishima lo irritaba. Quizás solo era simple confianzaque se adquiere con los años, pero que se lo refregaran en la cara deesta forma le crispaba los nervios.

Quería echarle bronca al tipo un poco más, pero mientras lentamenterecuperaba su compostura, se avergonzó de que lo hicieran ver como siél fuera el único alterándose por esto, y su rostro lentamente comenzóa levantar temperatura otra vez.

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Kirishima devolvió una expresión serena en dirección a Yokozawamientras se enjuagaba las manos en el fregadero:

-Sin embargo, apuesto a que te sientes como nuevo ahora,

¿cierto? Me gustaría pedirte que me devuelvas el favor... pero podemos guardarlo para la próxima vez.

-¿Quién demonios dijo algo sobre devolver el favor?

-¡Shh! Mantén la voz baja.

-¡..! -

Kirishima alzó un dedo haciendo un gesto de silencio y Yokozawainmediatamente recordó donde estaban; si Hiyo se despertaba, ellostendrían que inventar alguna excusa. Yokozawa se mordió la lenguacon la intención de no cavar su tumba aún más profundo de lo que yaestaba. Odiaba escapar con la cola entre las piernas pero esta parecíaser la opción más sabia en este momento:

-... Tomaré un baño.

- Diviértete~

-Solo... ¡Suficiente con tu labia! -

Kirishima solo rio alegremente ante la réplica de Yokozawa, y él seadmitió a regañadientes que esa personalidad de Kirishima eraprobablemente la razón por la cual no podía genuinamente odiar altipo, a pesar de la burbujeante irritación a punto de ebullición dentrosuyo.

Pero la pegajosa y resbaladiza sensación era cruda e insoportable, y Yokozawa partió hacia el tocador a toda velocidad en un esfuerzo pordisipar la incomodidad.

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El tiempo había estado con sol radiante y cielos límpidos sin una nube

a la vista desde la mañana, y el sol brillaba sin misericordia, comointentando achicharrar todo en su camino, disparando la temperaturapor los cielos.

La razón por la que Yokozawa estaba fuera vestido con corbata a pesarde ser su día libre se debía a que hoy él tenía trabajo: un evento defirma de autógrafos se llevaba a cabo en Tokio, Nagoya y Osaka paracelebrar la reimpresión de un título que salía con la revista Monthly Japun. Aunque originalmente el plan había sido solo hacer el evento en Tokio, la agenda se volvió brutal en un intento de hacer escala en lastres ciudades en tan solo dos días luego de que el autor expresara sudeseo de conocer a tantos fans como fuera posible, y las tiendasenfilaron todos sus entusiastas pedidos en la misma dirección.Siempre era una bendición cuando los autores ofrecían su apoyo por supropia voluntad, tener tal respaldo del creador se traducía en verdaderoentusiasmo para hacer el trabajo por parte del equipo de ventas.

-Pero, rayos, que calor hace...

Parecía que muchos estudiantes ya habían comenzado sus vacacionesde verano, y las calles estaban llenas de jóvenes vestidos con ropaliviana. Conteniendo sentimientos de envidia ante la vista de tantosdisfrutando de su juventud, Yokozawa dirigió sus pasos hacía el recintodonde tendría lugar el primer evento de firma de autógrafos: LibrosMarimo.

 Al entrar por la conocida fachada, se enteró de que su subordinadoHenmi ya había llegado y se encontraba ayudando con los preparativospara el evento de firma de autógrafos, el cual se llevaría a cabo en unespacio próximo a las escaleras en el primer piso del edificio. Ya sehabía preparado una mesa y el área se encontraba decorada con ramos

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de flores que enviaron como felicitaciones el equipo de edición yautores amigos.

Saludando a su paso a los empleados que conocía, Yokozawa se acercó

a Henmi, quien estaba ocupado con los preparativos:

-Llegaste temprano, Henmi.

-¡Ah, buenos días, Yokozawa-san!

-Buen día. Veo que hoy no llegaste tarde.

El semblante de Henmi se volvió amargo ante el tono de admiraciónen su voz:

-¿Qué quiere decir con “hoy”? ¡Eso es injusto, Yokozawa-san!¡Yo solo llegué tarde una vez, y eso fue cuando recién empezabaa trabajar en la compañía! ¿Cuánto tiempo más seguirá sacandoa relucir eso?

-Oh, ¿así que fue en esa época?

-¡Sí, fue en esa época!

No podía evitar tomarle el pelo así a Henmi cuando el hombre sealteraba tan fácilmente. Y por un momento, consideró si quizás era asícomo se sentía Kirishima cuando le tomaba el pelo, un pensamientoque lo dejó con una sensación extraña.

-Bueno, suficiente charla sobre ti. ¿A qué hora dijo Takanashi-sensei que llegaría? Se suponía que Katou iría al hotel arecogerla, ¿cierto?

-De hecho, Takanashi-sensei ya está aquí. Parece que estabademasiado nerviosa y no podía quedarse quieta. Ya le informé

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sobre la agenda de hoy, así que la hice subir a la sala de esperade arriba.

-Iré a saludarla entonces.

El evento de firma de autógrafos del día de hoy estaría a cargo deKatou, el editor a cargo de la autora, y Hitomi, del departamento deedición, Yokozawa y Henmi del departamento de ventas, como asítambién algunos miembros del personal de la librería provistos comoayudantes.

Se suponía que los clientes con sus respectivos boletos numeradosdebían hacer cola treinta minutos antes de que el evento comenzara,pero, tal vez debido a que ellos simplemente no podían esperar, unbuen número de fans ya estaban dando vueltas por la tienda, como sihacer cola antes de tiempo fuera a molestar a los demás clientes.

Luego de una breve charla con los empleados del piso sobre este tema, Yokozawa subió a la sala de espera. Rechazó un ofrecimiento paraguiarlo ya que él había estado aquí una docena de veces antes y seapiñó en el ascensor con Henmi.

-Supongo que recordaste las tarjetas que entregaremoscomo suvenires, ¿sí?

-¡Por supuesto! ¡Terminaron viéndose bastante bien a pesar delhecho de que las mandamos a hacer a último minuto!

La autora había dibujado una ilustración con un mensaje personal a losfans en los momentos libres de su ocupada agenda, y ese dibujo fueconvertido en una tarjeta que sería distribuida como suvenir a los fansreunidos hoy aquí.

 Al acercarse a la puerta de la sala de espera, Yokozawa se puso el sacoy rápidamente llamó a la puerta. Ante el “¡Adelante!” que le siguió, élentró:

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-Disculpen las molestias.

-Ah, buenos días, Yokozawa-san.

Esperando dentro, encontró al encargado de la tienda, Okada, laestrella del show, Takanashi, y su editor a cargo, Katou, además deHitomi, quien estaba allí para brindar apoyo.

Quizás debido a que esta era su primera sesión de autógrafos, Takanashi parecía bastante nerviosa. Había oído que, contrario a suestilo de escritura bastante dinámico, la mujer era bastante tímida y deperfil bajo, y cuando le hizo la sugerencia de este evento a Katou, éladmitió “No sé si ella estará de acuerdo o no...”.

Parecía que ella había dudado bastante sobre si seguir adelante o nocon esto, pero eventualmente decidió que si ella lo iba a hacer,entonces quería ver a tantos lectores como pudiera.

 Yokozawa se abrió camino hasta ella, recordándose a sí mismo ser lomenos intimidante posible, esgrimiendo su sonrisa de vendedor

mientras hablaba:

-¿Es usted Takanashi-sensei? Mis disculpas por la espera. Yo soy Yokozawa del departamento de ventas. Muchas gracias por veniren este día tan sofocante. Estamos extremadamente agradecidosde que nos haya permitido un lugar en su ocupada agenda.

 Takanashi se puso de pie de un salto, haciendo atrás su silla con unchirrido e inclinando su cabeza profundamente:

-¡Mu-muchas gracias de mi parte también! Lamento molestarlosa todos de esta forma - sus pequeñas manos estaban temblandomientras tomaba la tarjeta de presentación de Yokozawa.

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Katou se paró a su lado, hablando en un esfuerzo por calmarla cuandose percató de la preocupación en su pálido semblante:

-¡Vamos, no hay necesidad de estar tan nerviosa! ¡Al contrario,

los fans que vinieron hoy estarán mucho más nerviosos queusted, así que cálmese!

-¿U-usted cree?

Hitomi hizo su propio aporte para reafirmar el comentario de Katou:

-¿Piensa usted realmente que alguno de sus fans sea gente queda miedo? ¡Ellos son fans de su trabajo, así que todos ellos debenser gente maravillosa!

-¡Usted ciertamente tiene muchos fans entusiastas! ¡Los boletos para el evento de hoy se agotaron en un abrir y cerrar de ojos, eincluso mientras hablamos algunos de ellos están abajo dando

 vueltas en la tienda porque no podían esperar!

El reporte de Henmi pareció hacer más daño que ayudar, y el

semblante de Takanashi se ensombreció aún más:

-¡¿E-ellos están abajo?! Oh cielos, que hago... ahora estoytodavía más nerviosa...

El carácter sencillo de Henmi generalmente ayudaba en las situacionescomo ambientador, pero hoy parecía que el tiro le salió por la culata.

-Henmi, ¿qué crees que estás haciendo preocupándola aún másde lo que estaba?

-Yo-yo-yo-yo, ¡lo siento! ¡Honestamente no era mi intención...!

-¡Oh, no, no! ¡Es mi culpa por ponerme nerviosa!

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 Takanashi parecía todavía más intranquila ante los esfuerzos de Henmipor disculparse, y Katou hizo un débil intento por calmarla:

-Solo vamos... a tomar asiento y calmarnos. Después de todo,

aún hay tiempo antes de que comience el evento.

 Justo cuando todo se estaba saliendo de control, alguien llamó a lapuerta:

-¡Disculpen la interrupción, pero traje unas bebidas para todos!

La resplandeciente figura que atravesó la puerta no era otra sino la carabonita de Libros Marimo, Yukina Kou, y la habitación quedó ensilencio en el preciso momento en que él apareció.

-... Ah, ¿vine en mal momento? - Yukina contempló cautelosamentea los silenciosos espectadores y el casi cómico comentarioinmediatamente suavizó la tensión en la habitación, tornando la rígidaexpresión de Henmi en una de alivio.

-¡No, en realidad llegó en excelente momento! -habiendo dado las

gracias, todos los demás tomaron asiento nuevamente.

-¡Bueno, realmente no entiendo que fue lo que hice, pero estoycontento de haber ayudado!

 Yukina estaba tan radiante como siempre, brillando tanto como paraigualar al resplandeciente sol de afuera. En lugar de un aire de “ ídolo”,él parecía bendecido con el de un “príncipe”, y estaba trabajando amedio tiempo aquí dedicando el resto de su tiempo a su ocupación deestudiante de arte. Él no solo se jactaba de tener un gran número de“fans” entre la clientela femenina con su inigualable apariencia y fáciltrato, no había nadie más en la tienda que pudiera competir con élcuando de conocimiento de manga shoujo se trataba. Aunquesupuestamente él había adquirido la mayoría de su conocimiento luego

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de comenzar a trabajar a medio tiempo en la librería, parecía que élsiempre había sido un ocasional fan del manga shoujo.

Usando sus innatas habilidades, él diseñaba mostradores para el

escaparate de la tienda con el nivel de un experto, y también loselementos de PLV* estaban compuestos por sus entusiastas opinionesy comentarios. No sería ir demasiado lejos decir que había variostítulos que estaban vendiendo tan bien solo por las recomendacionesde Yukina.

Él había ganado la confianza de los representantes de ventas de unbuen número de casas editoriales, y parecía que varios de ellosbuscaban su asesoramiento para la promoción de ventas.

 Tal vez él ayudaría con el evento de firma de autógrafos del día de hoy.Las cosas ciertamente irían mucho mejor con un individuo confiablecomo él a mano.

-Ahora, ¿dónde debería poner estos?

-Gracias, Yukina-kun. ¿Podrías ponerlos todos en esta mesa de

aquí?

 Ante la sugerencia de Okada, Yukina comenzó a sacar un buennúmero de botellas pequeñas de la bolsa plástica que traía consigo,alineándolas con esmero.

-¿Tomará algo, Takanashi-sensei? Como bebidas frías tenemosté y agua mineral, o si usted prefiere algo caliente, tenemos café

 y té rojo también - 

 Yukina mostró una leve sonrisa en dirección a la todavía nerviosa Takanashi, y como era de esperarse, ella se quedó boquiabierta y conlos ojos abiertos de par en par mientras asimilaba la apariencia de Yukina.

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 Yokozawa no podía precisamente envidiar su shock, cuando conoció a Yukina por primera vez, no pudo descifrar porque alguien con su pintaestaba trabajando a medio tiempo en una librería de todos los lugaresposibles.

-Ah, umm, en-entonces, ¿puedo tomar un té, por favor?

-¿Estaría bien un té verde? Aquí tiene -cuidadosamente quitó lacondensación de la botella y se la pasó, y el semblante de Takanashi serelajó un pelín mientras le agradecía.

Katou, sentado a su lado, pronto levanto su mano:

-Ah, entonces, ¿podría tomar algo de agua? ¡Estaba sofocanteafuera y estoy muerto de sed!

-Desde luego, sírvase usted mismo.

-... Yukina-kun es tan descortés conmigo –  

Carcajadas estallaron mientras Katou se desplomaba abatido en su

lugar. Yokozawa le echó una mirada a Takanashi y la encontróescondiendo su risita detrás de una mano, sus nervios parecían habersedisipado completamente para alivio de Yokozawa.

-Oh, sí. ¿Así que Kirishima-san aún no está aquí?

-¡¡!!

 Justo cuando estaba a punto de acomodarse en un asiento vacío, él sesobresaltó en atención al inesperado nombre que salió de boca delencargado de la tienda. Su semblante casi hace un tic involuntario, peropretendió como si estuviera reacomodando su silla y preguntó a Henmicon indiferencia:

-¿Hoy vendrá... Kirishima-san?

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-Por lo que escuché, sí. ¿No estaba usted al corriente?

-Su-supongo que no.

La mayoría de las reuniones para discutir los próximos eventos habíaninvolucrado solo a Katou, él se había olvidado completamente de queKirishima también estaría presente. Él era el editor en jefe, así que nohabía forma de que no fuera, por lo menos, a mostrar su cara en unevento realizado dentro de los límites de la ciudad.

 Yokozawa sabía que solo necesitaba mantener una expresión calmada yserena en su rostro, pero encontrarse con Kirishima fuera de sus vidasprivadas siempre lo dejaba con un extraño nerviosismo. Recordándosea sí mismo que las muestras de agitación solo incrementaban lassospechas, de alguna manera consiguió mantener una cara de poker.

Katou sacó su teléfono celular e hizo avanzar el texto en la pantallabuscando mensajes entrantes:

-Él me mandó un mensaje antes diciendo que las calles estaban

llenas y que llegaría un poco tarde. Estoy seguro de que estaráaquí antes de que el evento comience, pero no recibí ningunanovedad -justo en ese momento, llamaron a la puerta.

 Yokozawa se preparó para la posible llegada de Kirishima, pero lapersona que entró resultó ser una empleada de la tienda.

-... ¡Ah!

Pensó que la reconocía. Era la joven mujer que había salvado en el trenel otro día. Si recordaba correctamente, ella había dicho que su nombreera Matsumoto. Ella había mencionado que trabajaba principalmenteen la caja registradora, pero hoy había dejado su puesto y tal vez iba aayudar con el evento de firma de autógrafos.

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-¡Traje café!

-¿Eh? Pero, ¿Yukina-kun ya trajo bebidas para todos...?

 Ante las palabras del encargado, Matsumoto se ruborizó avergonzada:

-¡¿EH?! ¡¿Lo hizo?! ¡Lo-lo siento! Esto fue totalmente innecesarioah... -tal vez ella lo había hecho como un gesto de amabilidad, peroparecía que la elección del momento había sido inoportuna.

Compadeciéndose de Matsumoto quien permanecía allí de pie,hombros caídos, Henmi levantó una mano: -Bueno, ya que ustedestá aquí, ¿podría tomar un café? ¡Justo estaba pensando que megustaría tomar uno! Yokozawa-san, usted también tomará uno,¿cierto?

-Oh. Seguro.

Hacía calor afuera, y verdaderamente él hubiera preferido tomar unabebida fría, pero tomando en consideración la atmósfera en lahabitación, asintió con la cabeza.

-¿Entonces, qué tal si le sirve uno a todos?

-¡Por supuesto! -mientras pasaba vasos a todos, se detuvo ante Yokozawa

-¡Hmm, muchas gracias por lo del otro día, Yokozawa-san...!

Él comenzó a inquietarse al no haber esperado que ella sacara a relucirlo ocurrido antes en frente de todos los demás: -Oh. No, yorealmente solo hice lo que cualquiera hubiera hecho. No necesita

 preocuparse por eso.

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Pero ni Henmi ni Katou eran del tipo que solo dejaba pasar algo así:-¿Qué quiere decir con “el otro día”? -como se esperaba, Henmi fuedirecto a la raíz del asunto.

Podía sentir sus miradas sobre él, rebosantes de interés, pero él desvióla mirada y se sacudió la pregunta: -No es de su incumbencia. 

 Y luego Matsumoto habló en su lugar, con palabras levementesuavizadas: -Oh, el otro día, Yokozawa-san me salvó de un

 pervertido en el tren.

 Yokozawa masajeó sus sienes, maldición, perfecto. Ella probablementepensó que lo estaba ayudando ya que él parecía luchar por encontraruna respuesta, pero eso solo terminó avivando aún más las llamas de lacuriosidad.

-Guau, ¿en serio? ¡Como se esperaba de Yokozawa-san! ¡Quétipo tan guay~!

-En serio, no fue nada. Incluso dejé escapar al culpable.

Hitomi asintió con la cabeza: -¡Aun así, eso suena increíble!Definitivamente uno no quiere que tipos como esos se salgancon la suya, pero es cierto que uno raramente nota lo que estánhaciendo.

Estaba seguro de que todos convertirían el asunto en motivo de burla,y ante la esperada respuesta, la expresión de Yokozawa se tornóamarga: -De acuerdo, es suficiente con esta discusión.

-¡Ay, vamos! Hablemos un poco de esto... -pero la objeción deHenmi fue interrumpida por otro llamado a la puerta, y justo cuando Yokozawa se alegraba de ser salvado, se estremeció ante las palabrasdel empleado que asomó la cabeza.

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-Mis disculpas por la interrupción, pero Kirishima-san acaba dellegar.

-Lamento llegar tarde.

Una figura más que familiar entró majestuosamente en la habitación alos talones del empleado que le había mostrado el camino. Sin podersoportar la incómoda atmósfera, Yokozawa deslizó su silla hacia atrás ehizo el inútil intento de esconderse detrás de Henmi. Estaba seguro deque si Kirishima volvía la mirada directamente hacia él, terminaríahaciendo algo estúpido.

-Buenos días, Kirishima-san. ¡Estuvimos esperándolo!

-Lamento eso, Katou. Así que esta es Takanashi-sensei, ¿ah? Esun placer conocerla. Yo soy Kirishima, el editor en jefe de Japun.

Parecía que este era su primer encuentro, y Kirishima sacó de la galerauna simple presentación. Echando una mirada para comprobar si Takanashi se había dado por aludida o no, de cara al editor en jefe, Yokozawa notó que sus mejillas se sonrojaron mientras observaba

abiertamente a Kirishima.

Era fácil olvidar, dado que la mayoría de los autores de Japun eranhombres, pero al igual que con los editores de Esmeralda, lapopularidad de Kirishima con las autoras era bastante famosa. Se decíaque un buen número de autoras iban a la fiesta que organizaba una vezal año Marukawa solo por tener una oportunidad de verlos.

 Takanashi probablemente estaba sobrecogida con la pinta deKirishima, la cual estaba a la altura de los rumores. Las editoras solíandecir que él podría vivir de la industria del modelaje o del gravure*,pero parecía que hoy él tenía especial cuidado con la forma en que sepresentaba a sí mismo.

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-¡Es-es un placer conocerlo! Yo soy Takanashi... ¡Gracias porcuidar siempre de mí!

-Gracias por su esfuerzo de hoy. Mis más sinceras disculpas por

llegar tarde.

-¡Oh, no, para nada! Escuché que estuvo detenido en el tráfico,¿todo anduvo bien?

-Así es. Estuve en pánico ahí por un segundo, pero me alegro dehaber conseguido llegar a tiempo -su discreta sonrisa hubieraparecido absolutamente perfecta para cualquiera que la viera, era claroque él se comportaba con total conciencia de cómo sus espectadores lo veían. Sus compañeros de trabajo probablemente nunca hubieransiquiera imaginado que él daba grandes y fuertes carcajadas con la bocabien abierta en casa.

 A Yokozawa lo irritaba a más no poder como Kirishima fingía simpatíaaquí. Seguro, como un adulto trabajando, no era precisamente algoraro sonreír amigablemente con sus clientes y compañeros de trabajo, ysi Yokozawa se dejaba llevar por cada pequeña cosa, no habría final

para ello, y aun así, a pesar de saber esto, su corazón todavía seinquietaba en momentos así.

-Y, de hecho, traje a alguien conmigo, ¿les molestaría que se los presente?

Parecía que él había llegado con alguien más, ¿tal vez había llevado aun empleado de medio tiempo para observar?

-Desde luego, ¿otro miembro del equipo de edición?

-Vamos, entra aquí -él ignoró la pregunta de Takanashi y llamó aquien fuera que estuviera esperando afuera, pero este parecía dudar enentrar.

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-¿..?

Kirishima parecía estar en medio de una discusión con la persona, pero Yokozawa no podía alcanzar a escuchar la voz del otro desde donde se

encontraba, y después de hacer de todo menos decirle “¡deja ya deescapar!”, la persona finalmente apareció.

*PLV: publicidad en el lugar de venta.

*Gravure: género de fotografía y video japonés en el que modelos esculturales posan para revistas,calendarios o DVD en poses sugerentes.

 _______________________________________________________

-Por... por favor, disculpen mi intromisión...-¡¿?!

Pensó que era extraño que Kirishima pareciera tener la vista fijada untanto hacia abajo, hasta que el tímido rostro nervioso que se mostró alatravesar la puerta, resultó ser el de Hiyori.

Nunca hubiera pensado que vería la cara de Hiyori en un lugar como

este, y mientras permanecía allí, impactado hasta el punto de quedar sinpalabras, Kirishima comenzó a presentarles a Hiyori:

-Esta es mi hija Hiyori. Adelante, saluda a todos.

-Es-es un gusto conocerlos. Soy Kirishima Hiyori. Gracias porcuidar siempre de mi papá... Hmm, traje unos presentes paratodos, así que, ¡por favor, disfrútenlos!

Los presentes que ella extendía probablemente habían sidoseleccionados por Kirishima. Ella parecía bastante nerviosa, parada allí,ante la mirada de todos en la habitación, moviéndose tímidamente connerviosismo mientras inclinaba la cabeza, y en vista de esto, todos losadultos en la habitación inmediatamente se relajaron.

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-¡Qué adorable!

-¡No sabía que usted tenía una hija tan grande, Kirishima-san!

 Todos los adultos comenzaron a ensalzarlo a coro con sus elogios,haciendo preguntas a diestra y siniestra, y esto no parecía importarle enlo más mínimo a Kirishima.

-Espere, ¡ni siquiera sabía que usted estaba casado! ¿Cuántosaños tienes ahora, Hiyori-chan?

 Yokozawa quería advertirle a Hiyori que no se acercara demasiado a Yukina cuando él dirigió una sonrisa en su dirección, pero no podíahacer una escena aquí, y en su lugar echó su silla un poco más haciaatrás para evitar que ella lo viera.

-Tengo diez años -era adorable la forma en que ella agachaba sucabeza tímidamente cuando respondía, pero Yokozawa estaba fuera desí en pánico.

-Acaba de entrar al 5° grado este año. Ella es linda, no como yo,

¿cierto? No quería dejarla sola abajo, así que la arrastré conmigohasta aquí. En realidad, ella es una gran admiradora suya,Takanashi-sensei. Ha comprado todos sus mangas e inclusoconsiguió un boleto para el evento en secreto por su cuenta. ¡Y

 planeaba venir hoy aquí sin decirme nada!

-Espe... ¡Papá! ¡No les digas eso! -Hiyori se sonrojó vivamente, concreciente cólera ante el parloteo de Kirishima que revelaba sus secretosfrente a la autora que ella respetaba, pero los demás adultos en lahabitación evidentemente pensaron que era adorable.

-Vamos, no es nada de lo que debas avergonzarte. Usaste tu propia mesada para comprar los mangas, ¿no es así? Diciendoque querías apoyar la serie por tu cuenta.

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-¡Papá!

-Sí, sí, me callo ya. Pero, ya que estás aquí, dile tú misma.

-¡¿Y-yo?! ¿Qué hago..? ¿Qué debería decir? -Kirishima le dio unempujoncito con un “ Ve” poniendo una obviamente insegura Hiyorifrente a Takanashi. Su mano tembló en el lugar donde asía la manga dela camisa de Kirishima, aparentemente nerviosa, y sus ojos seensombrecieron con el delgado brillo de las lágrimas al levantar la vista.

-Solo di lo que siempre estás pensando, lo mismo que siempreme dices a mí.

-Hiyori-chan, ¿compras mis libros tú sola?

-¡Así es! ¡En serio, siempre los espero con ansias! Hmm, bueno, yo la estoy apoyando, a-así que, ¡por favor de lo mejor...! -suspalabras tropezaron al salir deprisa y sus mejillas se tiñeron de rojo,pero aun así ella logró expresar sus pensamientos.

 Takanashi parecía conmovida, escuchando tales palabras directamentede boca de una fan real, y sus ojos estaban brillando al igual que los deHiyori: -Muchísimas gracias, Hiyori-chan.

 Aunque no muchos podían abrirse camino hasta un evento deautógrafos, los fans de la edad de Hiyori no eran tan raros. Las obrasde Takanashi atraían un público con amplio abanico de edades, siendouna buena parte de ellos admiradoras mujeres, y aunque no habíanhecho un conteo preciso, parecía que la mayoría de los fans presentesel día de hoy eran precisamente mujeres, de acuerdo a aquellos a cargode tomar asistencia.

El manga es una forma de entretenimiento que los más jóvenes puedendisfrutar con sus propias ganancias. Yokozawa mismo había salido a

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comprar revistas de manga, con su mesada sujeta firmemente en sumano, cuando era joven.

Recordó vagamente que Kirishima alguna vez había mencionado que él

ponía todo de sí para crear obras en las que los niños pudieranperderse. Tal vez tener un lector tan entusiasta muy cerca de él habíasido la razón por la que él se sentía así.

-¡Bueno usted no puede quedarse aquí nerviosa con tan adorablefan alentándola con todo su corazón! ¡Después de todo, está a

 punto de conocer muchos más fans en un rato!

 Takanashi asintió rápidamente ante las palabras de Katou: -Así es.¡Daré lo mejor de mí hoy y mañana! -por la mirada en su rostro, laansiedad y los nervios de antes se habían disipado por completo.

-Dará lo mejor... ¿solo en el evento de firma de autógrafos?

-¡Oh, por supuesto que trabajaré duro con mi manuscritotambién!

La atmósfera en la habitación se tornó ligera con la risa que le siguió, ycuando Yokozawa se permitió dejarse llevar por las risas también,Kirishima alzó la voz dirigiéndose a él:

- A propósito, Yokozawa, ¿qué diablos estás haciendo? No hayforma alguna de que tu gran presencia pueda ocultarse tanfácilmente.

-¡..!

De alguna manera se había convencido a sí mismo de que no lonotarían, pero, no obstante, parecía que Kirishima lo había encontrado.Corrigiendo su postura a regañadientes, mantuvo sus ojos desviadoshacia un lado y dio sus saludos: -... Buenos días.

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-¿Eh? ¿Oniichan? -aparentemente Hiyori no lo había notado. Ella nodebió notar a nadie más en la odisea de conocer a su querida Takanashi. Sus ojos se abrieron ampliamente mientras miraba a Yokozawa.

-¡¿ “Oniichan”?!

-...

Henmi se inquietó ante la esa palabrita en boca de Hiyori, y sin siquieramirar, Yokozawa podía decir claramente que todos lo estabanobservando. Echó una mirada fulminante llena de ira a Kirishima enun intento por comunicar que él había tratado de no sobresalirprecisamente porque sabía que esto sucedería, pero la expresión querecibió a cambio fue una de autosatisfacción.

-¡Entonces, usted se lleva bien con Hiyori-chan, Yokozawa-san! Ya veo. Usted ha estado pasando mucho tiempo en la casa deKirishima-san últimamente, ¿no es así?

 Ante el comentario de Henmi, Katou intervino:

-Oh sí, ahora que lo menciona, eso me recuerda que Kirishima-san me mostró una foto de Yokozawa-san cocinando al...

-Una palabra más y no puedo hacerme responsable por lo que pase, ¿lo captas, Katou?

 Ante la aguda mirada que lo retaba a seguir diciendo cosas innecesarias,Katou captó la indirecta e inmediatamente se quedó paralizado: -Ohah, yo no... recuerdo los detalles realmente...

No era como si él hubiera hecho algo vergonzoso, pero ciertamente nofue algo propio de él, y por ello no quería ser el tema de conversaciónde gente que no tenía ninguna incumbencia para discutirlo.

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-Vamos, no hay nada que ocultar, Yokozawa. Todos aquí saben perfectamente bien que tú vienes a mi casa y cenas allí todo eltiempo. Eres un buen amigo de Hiyo también, ¿cierto?

 Ante la indicación de Kirishima, Hiyori asintió fuertemente con lacabeza: -¡Cierto!

 Aunque típicamente Yokozawa hubiera encontrado entrañable taldemostración, ahora estaba desesperado por evitar que ellos ventilaranalgo descuidadamente.

-Hmm, pero aun así... Yokozawa-san es un “Oniichan” ah...

-¿Tienes algún problema con eso?

-No, no realmente, yo solo... ¡guau! -

 Yokozawa no quiso poner mala cara frente a Hiyori, así que en su lugarpateó la pierna de Henmi, quien había hablado sugerentemente, pordebajo de la mesa. Kirishima simplemente miró divertido elespectáculo por un momento antes de interceder para salvarlo.

-Hiyo, ¿no es casi hora de que te dirijas abajo?

Hiyori se puso frenética cuando él le mostró su reloj: -¡Ah, tienesrazón! -sin que ella lo notara, el tiempo había avanzado hasta la horade comenzar a hacer cola como indicaban los boletos numerados.

-¿Aún tienes ese boleto que recibiste antes?

-¡Si, lo puse en mi cartera! ¡Iré abajo entonces, papá!

-¿Puedes ir abajo tú sola? ¿Quieres que baje contigo al primer piso?

-¡Estoy bien! ¡Diantres, te preocupas mucho, papá!

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Matsumoto observó la discusión entre padre e hija, y extendiendo sumano, ofreció:

-Ah, yo también voy abajo, Hiyori-chan, ¿vamos juntas?

-¿Le importaría? Lamento las molestias.

-Para nada, yo también debo ponerme en marcha. Bien entonces,¡llevaré a Hiyori-chan y me iré! Venga, Hiyori-chan, vamos

 yendo.

 Ante la invitación de Matsumoto, Hiyori asintió con entusiasmo:

-¡De acuerdo! Hmm, ¡lamento haberlos molestado en unmomento tan ajetreado!

-Te veré en un rato, Hiyori-chan -con las palabras de despedida de Takanashi, Hiyori dejó la habitación con una expresión radiante. Suspasos parecían inestables mientras salía, seguramente porque estabamuy emocionada, pero con Matsumoto a su lado, probablemente nohabía nada de qué preocuparse.

-Hiyori-chan ciertamente parecía emocionada de conocera Sensei.

 Yokozawa respondió con indiferencia el comentario de Henmi: -Seguro que sí. Esa fue la primera vez que la vi tan nerviosa, perosupongo que eso solo te demuestra cuanto la admira -estuvoimpactado cuando Hiyori apareció, pero su inocencia ayudó a calmartoda la habitación. Quizás esa había sido la intención de Kirishimadesde el vamos al traerla aquí.

-Me disculpo por la interrupción, Sensei. Muchas gracias pordarle el gusto a mi hija.

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 Takanashi sacudió la cabeza mientras Kirishima inclinaba nuevamentela suya en agradecimiento:

-¡Para nada! Gracias a ella mis nervios se fueron completamente.

Siento que ahora puedo seguir adelante con este evento con máscalma. Más tarde tendré que agradecerle adecuadamente...

-Por favor exprese esos sentimientos de gratitud a los fans queconocerá hoy y mañana. Después de todo, todos ellos han venidoaquí con los mismos pensamientos y emociones que ella.

 Ante las palabras de Kirishima la expresión de Takanashi cambió poruna de comprensión y asintió con firmeza: -Entonces, lo haré.¡Definitivamente daré lo mejor de mí hoy! -las palabras que Hiyorihabía dicho antes parecían haber sido expresadas de parte de todos losfans. Ella no había hecho nada particularmente especial, y eso eraexactamente lo que Kirishima quería confiar a Takanashi.

El incremento en las ventas invariablemente indica un aumento en elnúmero de lectores, pero resulta difícil comprender la situaciónrealmente solo con los números. Seguro, el número de personas que

ella conocería hoy y mañana era limitado, representando solo unpequeño porcentaje de todo su séquito de admiradores, pero con solointercambiar unas palabras, ella podría tener una idea de suspensamientos y emociones.

Organizar un evento de firma de autógrafos no se trata simplemente de vender mercadería y proveer un servicio a los fans, es la forma en quelos autores pueden interactuar directamente con sus fans y conocercuánto esta gente de distintas edades y estilos de vida disfrutan de lasobras que ellos crean.

Mientras Yokozawa extendía su mano para alzar el ahora frío café anteél, sonó el teléfono de la sala de espera, y por la conversación queOkada sostuvo luego de levantar el tubo, resultaba claro que la llamada

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era del personal que estuvo ocupado con los preparativos en el primerpiso.

-Bien, ¿podríamos pedirle que se aliste ahora? Es un poco

temprano, pero parece que la mayoría de los clientes ya estánaquí -con sus palabras, todos se pusieron de pie, y la mirada de Yokozawa se encontró con la de Kirishima tan solo un instantemientras corría la silla de Takanashi para escoltarla al piso inferior, pero Yokozawa rápidamente volvió su cabeza desviando su mirada lejos deél.

Resultaba difícil ignorar a un hombre como Kirishima, siempre que seencontraban en la misma habitación, Yokozawa no podía evitarlo consciente que estaba de la presencia del tipo. Pero si Kirishimaalgún día se enteraba de cuan seguido Yokozawa se dejaba llevar, nohabía forma de saber que diría.

Él se recordó a sí mismo que ambos estaban trabajando ahora e hizo elesfuerzo de mantener una conducta fresca y tranquila. La forma en quese veía actuando como un adolescente enamorado a veces lomortificaba.

-¿Qué pasa, Yokozawa-san?

-Nada. Solo... ¡en marcha! -en un esfuerzo por esconder suincomodidad, Yokozawa le dio una brusca palmada en la espalda aHenmi cuando este se volvió a mirarlo con curiosidad.

-Ayy... ¡¿para qué hizo eso?! Rayos...

Ignorando las exclamaciones de protesta de Henmi, subió al ascensorde último, manteniendo su rostro resueltamente apartado de Kirishima,quien continuó viéndolo con una mirada que demostraba saber lo quesucedía.

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El evento de firma de autógrafos terminó con gran éxito, la interacciónde Takanashi con sus admiradores transcurrió sin particulares deprincipio a fin y el tiempo pasó en un abrir y cerrar de ojos. Ver a suslectores recibiendo sus autógrafos con brillantes ojos, como que lo deja

a uno con ganas de esforzarse todavía más en su trabajo, y gracias aeso, Yokozawa se encontró libre de la fatiga que se asocia a trabajar enfin de semana.

Dado que había otro evento programado para esa noche en Nagoya, Takanashi se había apresurado a partir con Katou y Henmi, dejandoatrás a Yokozawa a cargo de la limpieza.

-Yyyyy... ahí vamos.

 Acomodó las cajas de cartón llenas de regalos de los lectores en unasola pila, dado que eran muchas más de las que podían llevarse a casa amano, decidieron enviar las cajas al domicilio de Takanashi. Él podríallevar los posters que se usaron para decorar el evento a casa con él porahora y luego simplemente devolverlos a la oficina al día siguiente.

Estaba sellando las cajas con un rollo de cinta adhesiva que recibió de

la tienda, cuando una voz lo llamó desde atrás:-Excelente trabajo elde hoy, Yokozawa-san. Me alegro de que todo haya terminadoexitosamente. Aquí, para usted.

 Agradecido, Yokozawa tomó el vaso de cartón que le ofrecía Okada:

-Ah, gracias. Usted nos atendió maravillosamente el día de hoy.

 Aunque no se sentía cansado, su garganta estaba tan seca como unahoja, ya que no había tenido ni un momento de descanso para tomaralgo desde que comenzó el evento. Tomó la fría bebida carbonatada deun solo trago, haciendo a un lado el sudor que bañaba su cuerpo con larefrescante sensación.

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-Nosotros podríamos decirle lo mismo a usted, estamosincreíblemente agradecidos de que Takanashi-sensei inclusohaya autografiado una copia de su libro para que nosotros laexhibamos en el escaparate de la tienda.

-Ella misma estaba emocionada de poder conocer a todos,después de todo, ella raramente puede interactuar directamenteno solo con los lectores sino también con los empleados de lalibrería. Ella mencionó que era un gran estímulo el poder verdonde se venden sus libros.

-Entonces todo el esfuerzo valió la pena al escuchar que ella dijocosas tan maravillosas. Por favor dele nuestros saludos.

-Efectivamente, lo haré -asintió con firmeza, pero se estremeció anteel nombre que surgió en el comentario que lo siguió inmediatamente.

-Eso me recuerda, ¿ya se ha marchado Kirishima-san? Si aúnestá por aquí, me gustaría saludarlo una vez más.

-Ah, él se fue a buscar a su hija hace un momento. Mencionó

algo sobre hacer alguna “expedición” y se fue a echarle un vistazo a la tienda. Estoy seguro de que regresará una vez que lahaya encontrado -expresó sus pensamientos haciendo un esfuerzoconsciente por no dejar que su agitación se mostrara en su cara.¿Ponerse así de nervioso ante la simple mención del nombre del tipo?La tenía mal. Nunca pensó que podría ser así de débil ante taninesperados acontecimientos.

-Ya veo, entonces probablemente tome un poco más de tiempo,ah. Me iré por ahora, pero cuando él regrese, ¿podría enviar aalguien para que me busque? -con esto Okada también salióapresurado de la sala de espera. Él había estado por allí ayudando conel evento de firma de autógrafos todo el día, así que probablementetenía mucho trabajo acumulándose.

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-¿Hum...?

Su teléfono vibró en su bolsillo trasero, y al chequear el remitente, cayóen cuenta de que era un correo electrónico de Henmi haciéndole saber

que habían abordado con bien el tren bala. Aliviado al saber que elloshabían podido abordar como programado, respondió con una nota delos comentarios de Okada. Ahora todo lo que restaba hacer era rogarque los eventos de Nagoya y Osaka salieran sin contratiempos.

-Veamos entonces... ahora necesito... -haciendo una lista mentalpara ver si había olvidado hacer algo, se dio cuenta de que se habíaolvidado de pegar la etiqueta con la dirección en las cajas que seríanenviadas. Miró alrededor buscando el papel que claramente recordabahaber usado antes para escribir la dirección, cuando Matsumoto asomóla cabeza con vacilación.

-Ah, hum, buen trabajo el de hoy.

-Oh, sí, usted también. Realmente nos ayudó hoy, gracias -recobró su postura para agradecerle, ya que ella había ayudado amantener la cola y guiar a los fans.

-Fue mi primera vez asistiendo en un evento de firma deautógrafos, pero me alegro de haber sido de ayuda. Así que,umm...

Parecía que ella aún quería decir algo, pero dudaba expresarlo, y Yokozawa esperó pacientemente a que ella continuara. Ella abrió ycerró la boca una y otra vez varias veces antes de armarse de valor parahablar, y levantando la cabeza dijo:

-Hmm, ¿tiene usted... que trabajar todavía después de esto?

-¿Eh? Oh, no, ya terminé por hoy.

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-¿Tal vez usted... tiene entonces algo de tiempo? Si le parece, megustaría...

Pero Matsumoto fue interrumpida por Hiyori que entró en la

habitación a la carrera lanzándose sobre Yokozawa envolviendo sucintura firmemente con sus brazos: -¡Oniichan!

-Hiyo... ¿terminaste tu “expedición”? -parecía que ella habíadisfrutado muchísimo explorando la librería. Al igual que a su padre, aella le gustaban las librerías y bibliotecas, y era una entusiasta lectora nosolo de mangas sino también de libros ilustrados y cuentos de hadas.

-¡Si! ¡Vi toooodo desde el mismísimo último piso hasta abajo!Hay tantos libros aquí, ¡es increíble! ¿Ya terminaste con eltrabajo, Oniichan?

-Sí, ya terminé -él podía simplemente dejar las cajas cerradas aquí.

-¿¿En serio?? ¡Entonces vamos juntos al planetario!

-No me importaría... pero, ¿le preguntaste a tu papá?

-¡Sip! ¡Dijo que nos llevaría! ¡Y nos llevará a por unos deliciosos pasteles también!

En realidad, Yokozawa tenía muy poco interés en el planetario, perono tenía objeción alguna si Hiyori quería ir.

Recordando súbitamente en este punto que Matsumoto parecía apunto de decir algo antes, miró en su dirección, pero ella simplementebatió sus manos frente a ella con una sonrisa forzada en su rostro: -Micharla puede esperar... ¡Está bien! Por favor, vaya al planetariocon Hiyori-chan. Si recuerdo correctamente, ellos estánexhibiendo un programa de verano por tiempo limitado, ¿no esasí?

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 Ante la pregunta de Matsumoto, Hiyori asintió con una brillantesonrisa: -¡Así es! Pensé en hacer mi proyecto de investigación de

 verano sobre las constelaciones, y mi papá me habló sobre el planetario.

-¿Ya estás pensando en tu proyecto de verano? Recién acabas deempezar tus vacaciones.

-¡Bueno si no me lo saco de encima, no puedo jugar sin preocuparme por eso!

-Que niña inteligente -él no pudo sino admirar su ética desde elfondo de su corazón.

 Yokozawa nunca fue del tipo que se deja estar hasta último momento,pero generalmente él pasaba la primera mitad del verano jugando todolo que quería.

-Oh, Yokozawa, ¿terminaste la limpieza? -no estaba seguro de quehabía estado haciendo el tipo, pero Kirishima entró en la habitaciónunos momentos después que Hiyori.

-Termino luego de poner esta etiqueta... ¿Dónde estabas?

-Me encontré con Okada justo afuera así que tuvimos una pequeña charla. ¿Qué, estás molesto de que estuviera hablandocon alguien más?

-¡Yo no dije ninguna maldita cosa como esa! -la lasciva burla deKirishima ocasionó su olvido de que estaban en público, y revirtió aluso del típico lenguaje que con el que hablaba en privado.

-Es extremadamente sospechoso el que te pongas como loco... Así que Hiyo, ¿Yokozawa se unirá a nosotros en la visita al planetario?

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-¡Si!

-Bien, entonces, en lo que estamos en eso, vamos a cenar. No teimporta, ¿verdad Yokozawa? -cruzó un brazo sobre el hombro de

 Yokozawa a propósito, y Yokozawa lo hizo a un lado estremeciéndose.Puede que él hubiera estado haciéndolo pasar como una broma, perotocarlo en público era solo buscarse problemas.

-Hey, ¡deja de hacer eso!

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 A pesar de notar perfectamente bien que Yokozawa estaba de losnervios, Kirishima continuó con un aire de falsa inocencia:

-Ayy, ¿para qué te estás sonrojando?

-¡No me estoy sonrojando! Aún tengo trabajo pendiente aquí, asíque solo, sienta el trasero y espera pacientemente con Hiyo.

-Vamos, sigue la corriente, ¿sí?

-Sabes, no estoy aquí para jugar.

Matsumoto estuvo viendo su intercambio en silencio, cuando una risacontenida encontró su camino fuera de su boca. A la vista de su risasacudiendo los hombros, Yokozawa apretó los dientes:

-¡Ciertamente ustedes parecen íntimos!

-No somos realmente...

-Alarmantemente íntimos.

Kirishima interrumpió con una sonrisa el precipitado intento de Yokozawa por encontrar una excusa, y aparentemente pensando que laaudaz confesión no era más que una broma, Matsumoto dejó escaparuna risa aún más fuerte.

-...

Parecía que Kirishima no hacía nada más que declaraciones sugestivasel día de hoy, tal vez solo estaba con ganas de ver a Yokozawa alteradopor los comentarios, y sin importar cuan fuerte y claro Yokozawaexpresara su descontento, solo parecía volver en su contra.

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Estaba simplemente agradecido de que Matsumoto solo hubiera reídoante todo el espectáculo. Si ella hubiera caído en cuenta de su relación,él se hubiera sentido demasiado mortificado como para volver a ponerun pie en Libros Marimo otra vez.

-¿Algún problema?

Se dio por vencido, y en lugar de expresar sus quejas, suspiró y salió alpaso con un:

-No, nada.

 _______________________________________________________

Fuera de la ventanilla del automóvil el cielo se encontraba teñido de un violeta pálido. Tal vez el día de hoy se sintió bastante más corto de lousual debido a que pasó la mayor parte de este con Hiyori.

-¿Estás cansado?

-No realmente. Solo notaba que el sol finalmente se ha puesto.

 Al dejar atrás Libros Marimo, Yokozawa y los Kirishima habían ido aun café que se preciaba de servir deliciosos pasteles antes de dirigirse alplanetario, luego de lo cual fueron de compras para conceder el deseode Hiyori de nuevas prendas de vestir y disfrutaron de una cena en lazona de los restaurantes antes de regresar a casa.

Siempre era un placer ver a Hiyori disfrutando, pero nunca se hubieraimaginado que llevar de compras a una chica podría ser tan extenuante.Se sacaba el sombrero ante todos los padres que conseguían trabajardiario y aún dedicar sus fines de semana a consentir a su familia.

-A propósito, hoy hiciste un buen trabajo como nuestro chico delos paquetes.

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-No fue la gran cosa; pero andar en ese mundo rosado fuesimplemente... ¿Por qué demonios las mujeres tienen quetardarse tanto comprando?

-Eso siempre permanecerá como un misterio para mí.

El asiento trasero estaba atiborrado con docenas de bolsas de papelllenas de ropa casual, regalos para Sorata de la tienda de animales, yHiyo misma, profundamente dormida luego de un día agotador.

-Y por supuesto, la mismísima culpable parece disfrutar en latierra de los sueños - verla dormir tan plácidamente de alguna manerahacía que Yokozawa se sintiera en paz también.

-Bueno, ella tuvo un día bastante excitante después de todo.Lamento haberte arrastrado con nosotros tanto tiempo. No teimportó ir al planetario, ¿no?

-Al menos pude tomar una buena siesta ahí -se había rendido alsueño que lo atacó en el preciso momento en que las luces se apagarony pasó la mayor parte de la exhibición entre sueños. Las sillas

reclinables eran tan cómodas que él había podido dormirextraordinariamente bien. Hiyori se horrorizó cuando lo despertóluego de que terminara el video.

-El montaje de la historia en realidad era bastante interesante.No era aburrido como antes, y también tenía buena música.

-¿A Hiyo le pareció que le va a resultar útil para su proyecto deinvestigación?

-Sí. Ella va a quedarse con sus abuelos maternos a partir de lasemana que viene, así que va a hacer un poco de observación delos astros usando todo lo que aprendió hoy.

-Ya veo... ¿Así que se va sola?

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-Parece que no está preocupada por eso, incluso está más queemocionada de poder volar en avión. Creo que yo estoy másnervioso ante la expectativa de quedarme solo en esedepartamento sin ella.

-Supongo

 Yokozawa no tenía hijos, pero gracias a Hiyo, tenía la excelenteoportunidad de probar como es ser padre. Despedirla en las mañanasrogando que no le pase nada, sentir una oleada de alivio cuando ellaestá allí por las noches para darle la bienvenida; incluso en una ocasión,cuando patéticamente ella se disculpó porque la trenza con que la habíapeinado estaba deshecha, luego de que el niño que se sienta a su ladoen la escuela se la hubiera tironeado, él seriamente había considerado ira darle una lección al pequeño bribón.

-Supongo que los niños crecen sin que sus padres se den cuenta,ah... -ella incluso a veces decía cosas que hacían que los adultos a sualrededor reaccionen con asombro, y Yokozawa recordaba que aun asu edad, no era ni remotamente así de maduro.

-Aun así, ella estaba planeando ir sola al evento; incluso reservóel boleto por su cuenta, ¿no? Me quedé boquiabierto cuando lahiciste pasar.

-Parece que las instrucciones para la reserva estaban impresas enla revista. Me dijo que los llamó en secreto y todo -ella ya estaba en5° grado, así que no tenía inconvenientes para subir al tren por sucuenta e incluso llamar a una librería para reservar un boleto. Pero, noobstante, era sorprendente que Hiyo consiguiera pasar por todo elproceso.

-Ella es igual a ti en ese aspecto. Como... la forma en que tú pones tus ideas en acción, estás lleno de sorpresas...

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-En realidad, yo mismo ni siquiera supe sobre sus planes hastaanoche. Ella me estaba preguntando detalles de mis planes parahoy, así que le di vuelta las cosas y ella confeso todo el asunto,diciendo que sería vergonzoso toparse conmigo en el lugar del

evento así que ella solo estaba haciendo una pequeñainvestigación. Maldición, pero sí que fue adorable.

-¿Por qué hubiera sido vergonzoso? -¿qué podría ser remotamente vergonzoso sobre conocer al autor que te gusta? Yokozawa no podíaentender su lógica para nada.

-Bueno aunque yo le dije que no era el editor a cargo, aun así ellasabía que yo estaba involucrado con esto por el trabajo. ¿Quizásella lo encontró vergonzoso? Después de todo, ya está casi lista

 para entrar en la segunda etapa rebelde.

-Honestamente, no puedo verla como alguien del tipo rebelde, para nada -Hiyo quería tanto a Kirishima que sus amigas usualmentese burlaban de ella diciendo que era una nena de papá. Ella nuncaadoptó ninguna actitud que pudiera considerarse como “rebelde” ytenía una personalidad honesta e inteligente.

Kirishima se rio, tanto que sus hombros se sacudieron, cuando Yokozawa ladeó la cabeza confundido:

-Guau, ahora eres un padre con todas las de la ley. No existe talcosa como un niño que no pasa por una etapa rebelde. Cuandoella era pequeña, convertía cada pequeña cosa en una pelea; fuehorrible.

-¿Aunque ahora es una niña tan buena?

-Puede ser bastante testaruda; no cede ni un centímetro si noquiere hacer algo. Y es tan picuda como yo; así que en realidad

 yo perdí una buena cuota de discusiones.

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-Supongo que si lo pones así... -acababa de recordar que a menudoHiyori reprendía a Kirishima por su holgazanería. Él asumió que erasolo un producto de su crianza, pero tal vez eso era parte de su carácterinnato.

-Pero ella es tan dulce como la miel, cuando se trata de ti.

-Eso es porque yo no hago nada para tenerla detrás de mí.

-Siempre supe que eras del tipo “maternal”, pero nunca hubiera pensado que Hiyo se apegaría tanto a ti como lo ha hecho. Ahoraestoy preocupado de que un día de estos ella venga y me declare:“¡Me casaré con Yokozawa-oniichan!” 

 Yokozawa rio suavemente ante la preocupación que le confesaban:

-¿Y qué harías si ella hace eso?

-Tendría que decirle que no le está permitido. No dejaré que secase; y tampoco te dejaré a ti.

-¿Qué demonios es eso?

-Eso es todo lo que puedo decirle por ahora, ¿no es así? - Yokozawa estaba... en realidad un tanto aliviado ante la respuesta. Tenía recelos de que Kirishima fuera a decirle a Hiyo sobre su relación,pero parecía que él no estaba interesado en ser tan franco por ahora.

-Bueno, no tienes por qué preocuparte; su complejo de Edipoestá fuertemente arraigado. Si Hiyo lleva algún muchacho acasa... te garantizo que será igual a ti.

-Si ella lleva a casa a alguien como yo, lo sacaría a patadas en lamisma puerta de entrada.

Nunca aceptaría a alguien así.

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 Ver a Kirishima tan molesto era tan divertido que Yokozawa no podíaevitar que sus hombros se sacudieran de la risa. Usualmente él era tanecuánime en todo lo que hacía, pero cuando se trataba de Hiyori, se

ponía extraordinariamente nervioso.

-Entonces, ¿qué clase de hombre aceptarías para ella? Teapuesto a que estarás llorando en un rincón cuando ella se case.

 Ante el comentario bromista, Kirishima disparó en respuesta:

-Con mil demonios; estaré llorando a moco tendido en laceremonia. Y puedes reírte todo lo que quieras... ¿pero qué hayde ti? Te ves cómo alguien que estaría peor que yo.

-Bueno seguro, puede que me ahogue, pero no soy de esos quelloran en público -se estaba riendo de todo esto, pero al mismotiempo, estaba un tanto sorprendido de que a Kirishima se le hubierametido en la cabeza que era un hecho que ellos estarían todavía juntosen un futuro tan lejano.

Para que Hiyori se casara... faltaban por lo menos unos diez años omás. Visto desde afuera, la única cosa que ellos tenían en común era elhecho de que trabajaban para la misma compañía. Asistir a unaceremonia como esa requeriría que ellos fueran bastante íntimos.

-No estoy tan seguro de eso... Dices eso ahora, pero tú probablemente estés llorando como un niño cuando llegue elmomento.

-Con un demonio, que no -le retrucó, sintiéndose vapuleado por lainesperada muestra de los sentimientos de Kirishima.

-De acuerdo, entonces hagamos una apuesta; sobre si lloras o noen la ceremonia.

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preguntando si él estaba libre o algo. Y luego de salvarla en el tren, ellapermaneció firme en su intención de agradecerle, así que tal vez ellaestuvo intentando llevar eso a cabo en ese momento...

-Bueno, tal vez fue mejor que tú no lo notaras. Probablementehubieras tartamudeado sin saber que decir si te hubieras dadocuenta de cómo se siente ella por ti.

-Eso no...

-¿No es verdad? ¿En serio puedes decir eso?

-...

Si se lo preguntaban así, tan explícitamente, pues no, no podía negarlo.No tenía forma de saber a ciencia cierta si él hubiera podidopermanecer calmado o no si ella hubiera demostrado interés en élabiertamente como estaba sugiriendo Kirishima.

-Estoy seguro de que te toparás de nuevo con ella en la tienda; pero no vayas a darle esperanzas, chico sexy. No hagas algo

estúpido como quedarte a solas con ella sin darte cuenta.

-¿Qué se supone que significa eso de “darle esperanzas”?

-Ella comenzará a pensar que quizás algo podría pasar si eresdemasiado amable con ella.

-Te estoy diciendo que eso casi nunca pasa. Ella solo se encariñóun poco conmigo, eso es todo -podía comprender que las chicas se volvieran locas por tipos como Yukina, pero eso no pasaría con alguiencomo él ni en un millón de años. Era obvio que ella estaba agradecidacon él, pero no podía imaginar que ella pudiera enamorarseperdidamente de él.

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-Si yo estuviera en su lugar, me enamoraría de ti en menos de loque canta un gallo.

Su rostro se iluminó ante el comentario que murmuró casualmente:

-... No insinúes que ella tiene el mismo mal gusto que tú.

Kirishima suspiró profundamente ante el comentario menospreciativoque Yokozawa sacó de la galera para ocultar su vergüenza: -Rayos,¿no hay algo que puedas hacer con tu incapacidad para juzgarcorrectamente cuanto vales? ¿No te has dado cuenta de que más

 y más chicas te han estado invitando a salir últimamente? 

-No es sea realmente diferente a an...

“ Antes”, estuvo a punto de protestar, pero se paró en seco. Seguro,hubo unas cuantas invitaciones abiertas a todo el departamento de ventas a través de Henmi, pero definitivamente hubo un incremento deinvitaciones dirigidas a Yokozawa personalmente en los últimostiempos.

-Quizás tú mismo no te diste cuenta, pero el aire a tu alrededorha cambiado bastante. Muchas chicas hacen comentarios sobrelo fácil que es hablar contigo ahora.

-Sí, claro; y aun si ese fuera el caso, ¿qué esperas exactamenteque yo haga al respecto? -no ayudaba en nada que simplemente sesacaran a relucir todos sus errores para examinarlos, así que él presionódirectamente intentando obligarlo a llegar al punto.

-De todos modos, ¿a dónde estás tratando de llegar?

-En resumen, aunque me alegra si este cambio tuyo es obra mía,no me gusta que te esté haciendo más popular.

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-¡¿Qu-qué demonios es eso?! -un frío helado recorrió su cuerpocuando Kirishima expresó esas palabras con tanta seriedad. Seencontró mirando el perfil de Kirishima sin pensarlo, pero el tipo noparecía estar bromeando con él esta vez.

-Tú fuiste quien me dijo que hablara.

-Sí, pero... -sin poder devolver ninguna réplica, cerró la boca y sequedó callado. Seguro, él le dijo que lo escupiera de una vez, peronunca hubiera esperado que eso saliera de su boca. Y no podía quejarsede ello tampoco, viendo que Kirishima no había estado bromeando niestaba reprendiéndolo.

Esto debe ser lo que la gente quiere decir con “cavar tu propia tumba”.

-No te sonrojes con algo como esto después de todo este tiempo. Aunque admito, es parte de tu encanto.

-Lo que sea; solo cállate.

-Sí, señor~ -los labios de Kirishima dibujaron una sonrisa cuando

 Yokozawa levantó su voz irritado. Su semblante, como si estuviera viendo a un niño haciendo un berrinche, verdaderamente molestaba,pero al menos él se conformó con solo reír y no dijo ni una palabramás.

-... Papá...

-¡¡!! -cuando el silencio se apoderó del automóvil, pudieron escuchar aHiyo hablando dormida en el asiento trasero, y la suave voz hizo que Yokozawa volviera en sí. No fue apropiado tener esa clase deconversación frente a ella. Tuvieron suerte de que ella estuvieradurmiendo, ya que ellos no se hubieran podido explicar si ella porcasualidad los escuchaba.

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Para evitar que surgieran más conversaciones innecesarias, Yokozawase quedó callado, fingiendo tener sueño, y apoyó la cabeza en el vidriocon los ojos cerrados.

La voz de Kirishima se oyó suave y reservada cuando aventuró:

-¿Vas a dormir?

-...

De acuerdo, que piense eso. Yokozawa permaneció en silencioafirmando tácitamente, y apenas si alcanzó a escuchar la suave risa quesiguió. Era difícil decir si realmente había sido engañado, o si solo leestaba siguiendo la corriente a Yokozawa.

-... Buenas noches.

-¡..!

Una mano se acercó a él y lenta y suavemente despeinó su cabeza, y éldesesperadamente contuvo aquellos sonidos que casi había dejado

escapar de su garganta sin pensar. Su corazón latía fuerte, haciendo ecoa través de su pecho con tanto fervor que estaba seguro de queKirishima podía oírlo. Endureció su semblante para evitar que suagitación se mostrara, rogando que su sueño fingido no fueradescubierto.

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Capítulo III

-¡Aquí traje sus bebidas! ¿Las cervezas son para...?

-Oh. Puede dejarlas todas juntas allí -Henmi, quien se ofreció paraordenar bebidas para todos, tomó el mando y comenzó a pasar lacerveza a todos. Claramente era el tipo de persona que se haría cargode servir el nabe en invierno

-Hmm, Yukina-kun, tú pediste... el cocktail de pomelo, ¿cierto?

-Sí, gracias -cogió el vaso que Henmi le pasó y lo colocó sobre unposavasos frente a su asiento. Un buen número de empleadas habíanestado lanzando miradas furtivas en su dirección desde hacía ya unrato; tal vez porque él estaba acostumbrado a ello, el hombre noparecía molesto por esto en lo más mínimo, pero Yokozawa no podíaevitar notarlo y seriamente lo estaba empezando a sacar de quicio. Lasáreas para sentarse estaban rodeadas por puertas shoji, pero las áreasde paso entre los compartimentos solo estaban separadas por biombos.Debieron simplemente pedir una habitación privada.

-Yukina, ¿cuánto más se tardará el supervisor?

-Pues como no podía estar seguro dijo que comencemos sin él.

-¿Ah sí? Bueno entonces, supongo que deberíamos comenzar.Hmm, bueno, todos: buen trabajo el otro día. Dejaremos lascosas breves por ahora y nos explayaremos más tarde.

-¡Buen trabajo! -los cuatro presentes levantaron sus vasos y loschocaron con un gran “clink ” para luego tomar sus cervezas. Lasensación de la bebida bañando su garganta se sintió increíble y pudosentir como se desvanecía el malestar que se fue acumulando a lo largodel día laboral.

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La reunión de hoy estaba organizada por Marukawa Shoten con elpropósito de celebrar el éxito del evento de autógrafos del otro día.Los invitados eran Yokozawa, Henmi y Katou de Marukawa Shoten, y

el supervisor Okada y Yukina de Libros Marimo. Desafortunadamente,ningún otro miembro del staff pudo hacer lugar en su agenda para lafiesta, así que esta se convirtió en una reunión bastante íntima. Okada,el invitado de honor, estaba demorado, así que la atmósfera no erarealmente muy diferente de una típica noche de tragos.

-¡Aun así, me alegra que el evento terminara sin contratiempos!

-Todo fue gracias a ti y a los demás, Yukina-kun. Verdaderamente estamos en deuda con ustedes -Henmi puso suspalmas en su regazo e inclinó profundamente su cabeza expresando suagradecimiento.

-Solo hacíamos nuestro trabajo, como todos los días. Los fans secomportaron de maravilla, así que eso ayudó mucho. ¡Ah, peronos asustamos un poco cuando pensamos que nos habíamosquedado sin tarjetas!

-Sí, eso fue enteramente culpa mía por no revisar a fondo.Lamento eso.

Las tarjetas que debían entregarse como suvenir se terminaron a mitaddel evento. Yokozawa empalideció temiendo que hubieran ordenado lacantidad equivocada cuando debieron tener muchas de sobra, perocuando echó un vistazo, se dio cuenta de que un paquete se habíamezclado con los regalos que Takanashi había recibido de los fans. Aparentemente había caído en la caja de cartas y regalos cuando tratóde moverlo.

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-Para nada; debimos estar más alertas ante la situación.Realmente no estuvimos a la altura de las circunstancias en esemomento. Pero, ahora que lo pienso, el sentido de unidad quesentimos cuando lo encontramos fue un tanto divertido.

-Al menos ahora podemos reírnos de eso, así que, a buen fin nohay mal principio.

En cualquier evento es inevitable que suceda algún que otrocontratiempo, así que todo lo que importaba era que al final lograronsalir adelante exitosamente. La razón por la que podían estar aquí,sentados charlando amigablemente, se debía a que habían conseguidollevar a cabo el evento sin que nada saliera francamente mal.

-¡Disculpen la tardanza! Aquí tengo una ensalada de verduras deestación, un plato de sashimi, y... -los platos que habían ordenadoanteriormente llegaron todos juntos de una vez y la mesainstantáneamente se transformó en una reunión animada.

-¿Cómo estuvieron los eventos de Nagoya y Osaka? ¿Con más omenos la misma cantidad de asistentes?

 Ante la pregunta de Yukina, Henmi sacó pecho en lo que aprovechabala oportunidad de pasar los platos.

-Tuvimos bastante asistencia en ambas localidades, y nada saliómal. Veamos... sin embargo, supongo que hubo más hombres enel complejo de Nagoya en comparación con Tokio.

-Pequeño mentiroso; ¡escuché que casi te pierdes en la estaciónde Osaka! ¡Tan confiado que estabas de que sabías el camino, yluego te tuvo que corregir la misma autora!

Henmi se puso nervioso ante la jocosa réplica de Yokozawa y casi tiralos palillos chinos que acababa de levantar:

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-¡¿Do-dónde escuchó eso?! -aparentemente estaba esperado que esesuceso permaneciera bien oculto.

-Pues de Katou, por supuesto. Tuviste suerte de que la autora

supiera donde estaba yendo -la razón por la que se decidió realizar elevento en Osaka el último día se debía a que Takanashi era del área deKansai y podía regresar a casa inmediatamente luego de terminar elevento de firma de autógrafos, causando relativamente pocos efectosnegativos en su trabajo; fue por ello que arreglaron un cronograma tanapretado.

-E-eso fue solo... un malentendido, eso es todo. La flecha delmapa de la estación era difícil de entender así que... -Henmimurmuró su excusa sonrojándose hasta las orejas aparentementeavergonzado de su error.

-Oh, así que fue un malentendido, ¿ah? Te veías bastanteconfiado en su momento...

-Espe... ¡¿usted también, Katou-san?! ¡Sabe, todos cometenerrores a veces! -replicó Henmi apretando los puños al verse atacado

por ambos frentes.

-Vamos, no te pongas así. Solo estábamos bromeando.

-¡Entonces por favor, no lo disfrute tanto! -al parecer se dio cuentade que seguir protestando solo avivaba las llamas y, se desplomó en suasiento y comenzó a comer solito la comida que se había servido.

 Al ver a Henmi hecho un mohín, Yokozawa recordó una experienciade su propio pasado:

-Eso me recuerda, hace ya un largo tiempo, hubo un evento defirma de autógrafos al que no llegó a tiempo un solo libro de losque habíamos ordenado para los asistentes a la librería en la queestábamos.

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El semblante de Yukina se ensombreció mientras imaginaba lasituación: -¿El día del evento? Eso debió ser terrible, ¿quéhicieron?

Como le pedían detalles de esta manera, Yokozawa meditó sobre elpasado. El pronóstico del tiempo había anunciado tormentas para latarde, y el cielo estalló en un diluvio tan pronto como ellos llegaron a lalibrería. Si ellos hubieran llegado tan solo diez minutos más tarde,probablemente todo se hubiera arruinado.

-Nosotros mismos tuvimos que acarrear doscientos libros de unatienda que tenía stock extra. Apilamos un montón de cajas en uncarrito y luego pillamos el tren bala llegando justo a tiempo parael evento. Definitivamente en ese momento estuve cubierto desudor frío.

-¿Qué pasó con los libros que se suponía que llegarían? -preguntóHenmi, al parecer con mejor humor ahora. Yokozawa recordó queesto fue el mayor enigma en ese momento.

-Parece que fueron entregados a otra sucursal por error y

estuvieron ahí tirados sin que nadie los notara. Fuedescorazonante enterarse de que los estaban enviando justocuando el evento terminó.

-Supongo que ese tipo de cosas pasan de vez en cuando, ah. Quebuen día para cometer un error en el envío...

-En serio, rayos. Pero lo que me pasó a mí no fue nada serio; a veces terminas sin suficiente mercadería de la campaña para vender, o con demasiada, debido a errores en el volumensolicitado.

Henmi se preparó, no fiándose de que Yokozawa fuera a bromear conél todavía más:

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-¡Sip, un ciervo salvaje! ¡Dio un volantazo para no chocarlo y sedio contra un árbol! Tuvo que llamar un auxilio mecánico paraque lo fuera a buscar y todo. Suena como una excusa que teinventarías cuando tienes un accidente que es solo culpa tuya,

¿cierto? Así que nadie le creyó.

-Sí... me parece recordar que pasó algo como eso -como no sepuede presentar un reclamo contra un ciervo salvaje, recordó que eltipo había contado la triste historia de cómo tuvo que pagar por lasreparaciones con dinero de su propio bolsillo.

-Se ven todo el tiempo en Hokkaido; los ciervos, así es. Yo soyun chico de Sapporo, así que no me encontré con ninguno, peromis amigos solían verlos a menudo cuando eran niños.

-Ah, así que tú eres de Hokkaido, ¿no, Yukina? ¡Podría haberjurado que te criaste en Tokio!

-Sí, viví allí hasta terminar la secundaria y luego me mudé aTokio para la universidad. ¡Soy un hombre de Hokkaido 100%

 pura raza!

Katou, quien hasta este punto solo había estado escuchando laconversación, lentamente abrió la boca:

-Si estamos hablando de Hokkaido ahora, yo también tengo unahistoria. Un tipo que fue allí en viaje de negocios estaba usandoun mapa que había conseguido de su predecesor para llegar auna librería, pero cuando llegó allí, ni la calle que se suponíadebía tomar ni la tienda misma se encontraba por ningún lado;estaba realmente confundido. Dijo que se sintió como si alguienle estuviera haciendo una jugarreta.

-Así que... ¿la tienda había cerrado o algo?

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-Probablemente; siempre se escucha que es duro manejar unnegocio en las áreas rurales. Pero, quiero decir, puedo entenderque la tienda ya no estuviera, ¿pero las calles simplementedesaparecen?

-Quien sabe... ¿quizás estaba cubierta por nieve o algo?Entonces claro que podrías perderte fácilmente como lo hizoHenmi aquí.

-Espe... ¡¿ahora tú estás con lo mismo, Yukina-kun?! -loshombros de Henmi cayeron abatidos al verse usado como remate delas bromas, y al parecer decidió abandonar la lucha.

-Estoy bromeando.

 Todos tranquilizaron a Henmi, quien sin pensarlo se estaba poniendode pie, y le pasaron unos tragos. El tipo no toleraba bien el alcohol y yaestaba empezando a dejarse llevar. Justo cuando Yokozawa serecordaba a sí mismo de que si no tenían cuidado Henmi podía volverse un borracho bastante problemático, Henmi cambió de tema.

-Eso me recuerda, Yokozawa-san, ¿cómo se volvió tan amigo deKirishima-san? Usted solía salir principalmente con Takano-sanantes, ¿no?

-... Pues simplemente nos topamos en un bar una noche, ycuando comenzamos a charlar, nos dimos cuenta de queteníamos mucho en común; eso es todo -seguro, eso dejabafuera un montón de cosas, pero ni una poca de esto era mentira. Solo...que él no iba a ventilar detalles innecesarios.

Sin embargo, Henmi aún no estaba satisfecho:

-¿Qué bar? ¡Lléveme con usted la próxima vez!

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-¿Por qué diablos tengo que arrastrarte conmigo? Si tú tambiénestás ahí, solo parecerá una extensión del trabajo; no gracias.

-¡Vamos, está bien! ¡Estuve pensando que sería lindo tener una

conversación con Kirishima-san! Él es tan guay y genial en eltrabajo, y está criando un niño por su cuenta; ¿¿no le parece queeso es increíble?? ¡Espero algún día ser un tipo tan competentecomo Kirishima-san!

 Al ver a Henmi soñando con Kirishima de esta forma, con los ojosbrillando, Yokozawa lanzó una risa: -Sí, claro, suerte con eso. Esimposible -no era ninguna empresa fácil llegar al nivel de Kirishima;no solo para Henmi, sino para cualquiera, incluso para él.

-¡Usted no sabe si es imposible o no! ¡Deme otros diez años yquizás yo esté casado con un hijo, trabajando aún más duro de loque ahora! Ah, espere, ¿¿tal vez usted está celoso, Yokozawa-san??

 Ante la sagaz pregunta de Henmi, Yokozawa casi escupe la cerveza queestaba tomando. Tosiendo con fuerza, llevó una servilleta hasta su

boca:

-¡¿Qu-quién diablos estaría celoso..?!

-¡Oh vamos, Yokozawa-san, está bien! ¡No se preocupe, aún loadmiro a usted también!

-¿Eh? Ah; oh, oh, sí... -al darse cuenta de que él y Henmi habíanestado mirando el objeto de los celos desde ángulos completamentediferentes, Yokozawa se tranquilizó. Demonios, esto era malo para sucorazón. Henmi podía ser bastante denso la mayor parte del tiempo,pero ocasionalmente también podía mostrar una onza de dolorosaperspicacia; no se lo podía subestimar.

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La vergüenza de ser confundido con alguien celoso molestaba, perosolo se estaría hundiendo aún más si intentaba corregir elmalentendido. Se tragó lo que fuere que quisiera decir y engulló untrozo de comida frita.

-Parece que las bebidas de todos se están quedando cortas,¿ordenamos más? - Yukina abrió el menú tomando en cuenta laatmósfera.

-Creo que yo voy a tomar otra cerveza. ¿Usted, Yokozawa-san?

-Hmm... creo que tomaré una shouchuu -al indicar una marcafamosa de Kyuushuu, Katou ordenó lo mismo. Luego de que losmozos se llevaran los vasos vacíos y los platos, ordenaron más comidatambién.

 Yokozawa estaba terminando solo lo último de la ensalada, cuando Yukina comenzó:

-Eso me recuerda... Matsumoto-san sigue preguntándomecuando se dará una vuelta otra vez, Yokozawa-san. Parece que

ella aún no consigue agradecerle.

-Ah. Rayos, le dije que no necesita agradecerme. Solo dile que notiene por qué preocuparse, ¿sí? -apreciaba su gratitud, pero se sentíaincómodo al tenerla continuamente adulándolo. Quizás su diferenciaen edades los estaba dejando con un vacío en lo referente a cuantoresultaba apropiado relacionarse.

-Usted debería ser quien le diga ese tipo de cosas; quiero decir,después de todo, se oye como si ella deseara verlo.

-¿Ah? - Yokozawa frunció el ceño ante el comentario de Yukina. Nopodía dilucidar porque diablos esta chica querría hacer hasta loimposible para verlo, y risas estallaron ante la expresión de confusiónen su rostro.

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-Como le dije, creo que usted le gusta. Usted es bastante denso a veces, ¿no, Yokozawa-san?

-¡¿Hablas en serio, Yukina-kun?! -Henmi se lanzó hacia adelante

mostrándose extremadamente curioso. Parecía listo y deseoso deconvertir a Yokozawa en tema de conversación ahora, posiblementecomo venganza por lo de antes.

-Bueno ella nunca me ha dicho directamente tanto como eso, pero sí, así parece. Tengo buen olfato con cosas como estas.Usted parece bastante intimidante, Yokozawa-san, pero en elfondo es en realidad muy centrado y amable. ¿No es popular ensu oficina?

-¡Claro que no! -rio evadiendo la sugerencia de Yukina y estiró suspalillos chinos en busca de un pedazo de tofu frito. Cuando llegó elmozo con sus órdenes extras de bebidas, tomó su vaso y lo pusodelante de él.

-¿Está seguro de que usted simplemente no notó que le agrada ala gente? ¿Qué piensa usted, Henmi-san?

 Ya que Yukina le había pasado la pelota, Henmi se puso a pensar, consemblante meditabundo y encorvando la espalda:

-No sé... Él es así de temible incluso en la oficina, y las mujerestienden a mantenerse lejos de él. Pero; supongo que ese no hasido el caso últimamente, ¿ah? Está con mejor humor en estosdías, y me parece que más y más gente lo está invitando a salir atomar algo.

-Rayos. Ten este tipo de conversaciones cuando yo no esté presente, ¿sí? -sin reparos se quedó mirando boquiabierto a Henmiquien inocentemente estaba parloteando de cosas que usualmente sedicen a espaldas del sujeto en cuestión.

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Cuando dirigió una mirada punzante en dirección al tipo, Henmi sedisculpó de inmediato:

-Ah. ¡Lo siento! El alcohol me dejó un poco suelto de boca,

supongo. Pero... ¿qué va a hacer? Si lo piensa, el hecho de queella supiera de usted incluso antes del incidente... significa queella ya estaba interesada en usted, ¿cierto?

 Volviendo una expresión cortante hacia Henmi, quien lo estabamirando con los ojos llenos de curiosidad, replicó con firmeza:

-¡No voy a hacer nada!

-¡Pero ella es una estudiante universitaria! Usted no tiene noviaahora, ¿verdad?

El rostro de Kirishima apareció inmediatamente en el centro de sumente y su agitación casi se plasma en su cara, pero lo ocultó llevandosu vaso hasta sus labios:

-¿Por qué demonios tengo que discutir mi vida privada contigo?

 Aun con esto, Henmi siguió presionando:

-¡¿Eh?! Espere; ¡¿así que entonces usted sí tiene novia?!

-Dios, ya cállate. Y de todos modos, ¿qué tiene que ver el que ellasea una estudiante universitaria? Esto no es un manga shoujo,¿sabes? Ella no se enamoraría de mí por una estupidez como esa.

Mientras discutía con Henmi, Yukina expresó su propia opinión:

-¿Usted cree? Yo creo que es increíble cuando alguien te salva siestás en un aprieto. Uno puede enamorarse de alguien porcualquier razón por más intrascendente que parezca.

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-... Se oye como si estuvieras hablando por experiencia.

Una sonrisa precavida se dibujó en el hermoso rostro de Yukina:

-Bueno, no más que cualquiera.

-Y viniendo de ti... hace que extrañamente quiera estar deacuerdo.

-¿En serio?

Era un consejo que venía de alguien más joven que él, pero había unextraño peso en las palabras de Yukina. Por supuesto estaba el hechode que la forma en él hablaba no sonaba como si estuviera bromeando,pero también se oía como si él hubiera pasado por algo así antes. Aunasí, no quería seguir más allá con esta conversación, y los obligó a dejarel asunto:

-Bueno, lo que sea; esta conversación se terminó. Es de malaeducación poner palabras en su boca cuando ella no está aquí

 para defenderse.

-Sí, tiene razón. Simplemente dejaremos que ustedes dosarreglen las cosas por su cuenta...

-¿Ah? -lanzó una mirada aguda a Henmi quien no parecía sabercuándo renunciar. Sin importar cuantas advertencias le diera, el tiposimplemente no la cazaba, así que era comprensible que él ya estuvieraharto de esto.

-¡Oh, nada en absoluto! Ah, lo siento, ¿¿podría traer otra cerveza para aquí?? -Henmi le hizo señas a un camarero que pasaba haciendoel intento de disipar la atmósfera de la habitación y se tomó el resto desu cerveza de un solo trago. El tipo no era exactamente un pesopesado cuando de tomar bebidas alcohólicas se trataba por lo que Yokozawa estaba empezando a preocuparse verdaderamente sobre si

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Henmi estaría bien con el ritmo que llevaba, cuando el hombre delmomento finalmente mostró su cara.

-¡Disculpen la tardanza!

Rápidamente Henmi volvió la discusión hacia el recién llegado como sifuera un salvavidas:

-¡Hey! ¡Lo estuvimos esperando, supervisor!

 Yokozawa suspiró al ver cuán fuera de control se estaba poniendo elhombre; luego levantó la vista cuando Okada continuó con un ligerotono de disculpa.

-Oh, lo siento, traje un extra, ¿está bien?

-Por supuesto, no se preoc... -llegando al final se tragó sus palabrasal darse cuenta de que Okada había traído consigo a Matsumoto.

-Re-realmente lamento irrumpir así en su reunión. Seriamenteestoy... fuera de lugar, ¿ah?

-¡Para nada, para nada! ¡Tener a una chica con nosotros hará deesta una reunión aún más animada, así que estamos contentos!Oh, epa, ¿eso cuenta como acoso sexual? -con la repentinaaparición de la persona de la cual habían estado hablando Henmiestaba de para bien. Era patente que estaba bromeando con Yokozawaquien estaba fuera de sí de la ansiedad.

-Henmi, tranquilízate. ¿No es un poco temprano para que dejesque el alcohol se te suba a la cabeza?

-¡Aún no estoy borracho~! ¡Ohh, Yukina-kun, hazte a un lado,hazte a un lado!

-Oh, seguro. Matsumoto-san, puedes sentarte aquí.

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-¿Eh? ¡Oh no, yo estaré bien aquí al final!

Ella intentó detenerlos, pero los que estaban a su alrededor parecían

tener la misma idea y dejaron vacante el espacio al lado de Yokozawa.Él quiso decirles que dejaran de lado las acciones innecesarias, perofalló en el intento y cerrando la boca, se quedó en silencio.

-Hmm, entonces... por favor disculpen la interrupción... -claramente ella estaba nerviosa, pero aun con vacilación se acomodóentre Yukina y Yokozawa. Él lanzó una mirada cortante a todos losque estaban observándolo calmadamente desde el otro lado de la mesa,pero no hizo nada más para ejercer su autoridad el día de hoy.

Usualmente él les hubiera gritado que terminaran con eso, pero conMatsumoto allí presente, no podía ponerse a levantar la voz.

-Oh, así que, ¿qué pedirá para tomar? -Okada, sentadodirectamente en frente de Yokozawa, pasó un menú de bebidas aMatsumoto.

-Hmm, creo que yo tomaré una cerveza...

-En-entonces, ¿podría tomar un ginger ale?

 Absorbiendo su expresión cuando tímidamente ella emitió su orden, Yokozawa no pudo negar que podría haber algo detrás de las palabrasde Kirishima y Yukina. Kirishima le advirtió que no hiciera nada quepudiera llevar a que ella se enamorara de él, y en ese momento él lohabía descartado con una sonrisa como algo extremadamente ridículo,pero quizás no era para nada ridículo...

No podía asegurar que clase de sentimiento era este... pero era claroque ella tenía, en alguna medida, sentimientos por Yokozawa.

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-Una cerveza y un ginger ale, ¿no? Supongo que yo tomaré otracerveza, ¿y tú, Yukina-kun?

-Creo que yo tomaré lo mismo que Yokozawa.

-Lo tengo. ¡Disculpe! ¡Queremos ordenar aquí! -Henmi, que estabasentado más cerca de la barra, hizo los pedidos, y el orden serestableció en la mesa. Cuando llegaron las bebidas, levantaron sus vasos para el segundo brindis de la noche.

-¿Todavía estaba trabajando tan tarde en la noche? -dado que ellaestaba sentada justo a su lado, no podía exactamente ignorar aMatsumoto, y por ello comenzó una conversación inocente con laevidentemente nerviosa muchacha.

-Oh, no; en realidad terminé un poco antes, pero un senpai meestaba enseñando a hacer algo así que se hizo tarde y... Pero, aunasí, debido a eso, tuve la oportunidad de venir aquí esta noche,así que supongo que en ese sentido tuve suerte.

-Bueno, sírvase tanto como guste. Todo está cubierto como parte

de los gastos esta noche, así que no se detenga; siéntase libre de probar cosas que normalmente no pediría.

-Gracias, aceptaré su oferta entonces.

 Volvió una mirada aguda a Henmi, quien miraba con malicia desde elotro lado de la mesa, y llevó hasta sus labios su vaso de shouchuu. Adecir verdad, estaba empezando a perder la noción de cuál sería lamejor manera de actuar para mantener algo de distancia entre él yMatsumoto; ¿qué era normal? Ahora mismo, no podía asegurarlo enabsoluto. Aunque no tenía ninguna intención de hacer algo sugerente,debía tener cuidado con sus palabras y acciones inconscientes.

-¿Qué está tomando allí, Yokozawa-san?

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Liberó un suspiro de alivio cuando Okada llamó su atención desde elotro lado de la mesa. Tal vez él se había dado cuenta de que algo leestaba preocupando:

-Shouchuu. Es bastante fácil de tomar y lo deja a uno sintiéndoserefrescado.

-¡Entonces creo que tomaré eso después!

Cambiando su postura, como si estuviera aferrándose a un botesalvavidas, Yokozawa repitió su agradecimiento:

-Okada-san, estamos profundamente agradecidos por su trato para con nosotros el otro día. Muchísimas gracias -inclinóprofundamente su cabeza, pero Okada solo batió sus manos.

-¡Nosotros somos quienes deberíamos agradecerle a usted! Mealegra haber pedido ese evento de autógrafos aunque sabíamosque probablemente era inútil. Aquí entre usted y yo, ¡yo estabaseguro de que nos rechazaría! Parecía que ella nunca antes habíaaparecido en público, así que pensamos que a ella no le gustaban

ese tipo de cosas.

-En realidad, muchos de nosotros en la oficina teníamos lamisma impresión. Pero decidimos confirmarlo, por si acaso, y lasondeamos. Aparentemente ella no estaba muy de acuerdo con laidea al principio, pero parece que ella genuinamente queríaconocer a sus lectores.

-Ya veo. Aparentemente hubo unos cuantos clientes que soloestaban de paso el día del evento pero que empezaron ainteresarse en sus obras, y sus trabajos anteriores están con unademanda bastante alta ahora. Incluso acabo de hacer una orden

 por más mercadería antes de venir aquí esta noche.

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-¿En serio? Eso es fantástico. Yo mismo también encuentro queesa es una serie fascinante, así que realmente quiero que vendamás -si ellos lograron alcanzar incluso a clientes que previamente noestaban interesados en sus obras, entonces definitivamente había sido

un éxito como evento de ventas.

-Se está poniendo cada vez más y más excitante con cada volumen, ¿no? No puedo siquiera imaginar que sucederádespués, así que realmente estoy esperando la entrega del

 próximo mes.

-Igual que yo. No puedo esperar por la revista del próximo mes.

Katou, quien estaba sentado al lado de Okada, intervino en este puntocon una expresión petulante en su rostro:

-¡Más les vale esperarlo! ¡El próximo número les hará saltar hastael techo! -era probable que él no pudiera abstenerse de hacercomentarios sobre el trabajo del cual él mismo estaba a cargo.

-¿Entonces qué pasa después? ¡Vamos, solo danos una pequeña

 pista!

-¡Si yo hiciera eso les quitaría parte de la diversión de leerloustedes mismos! Pero diré esto: un personaje inesperado hace suregreso, y realmente creo que todos los fans estarán emocionadoscon ello.

Okada se agarró la cabeza y gruñó ante el avance:

-Guau, ¿¿en serio?? ¡Ahora tengo aún más curiosidad!

-¡Bueno, cuando lo haya leído, asegúrese de hacerme saber quele pareció! Realmente tengo mucha curiosidad por cómo van areaccionar los lectores esta vez.

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-¡Ojo, que si me dice que lo discuta entonces lo discutiré hastaque se harte de mí! -replicó Okada fervientemente con los puñosapretados. Aunque muchos de los que trabajan en las librerías sonávidos lectores, Okada era todo un ratón de biblioteca, versado en

el manga shounen, tanto del presente como del pasado. 

-¿Cómo van los otros lanzamientos? No tengo la impresión deque estén tan mal, pero parece un tanto irregular.

-Hmm, sí, bueno, aunque hay algunos a los que les está yendoun poco peor de lo esperado, creo que las ventas van bastantebien más allá de todo. Tengo la impresión de que las campañasorientadas al público femenino que están en curso ahora mismoestán yendo particularmente bien. Tal vez veamos otro salto enlas ventas para el próximo fin de semana.

-¡Esperemos que así sea!

 A la mayor parte del mercado editorial le estaba yendo relativamentemal en este momento, y ambos, los departamentos de ventas yeditorial, estaban probando todo lo que estaba a su alcance en un

esfuerzo por conseguir aunque sea un pequeño aumento en las ventas.Sin importar cuan increíble fuera una obra, no había forma de darlo aconocer al mundo si ellos no lograban que alguien las leyera.

-Y también... ah, sí. Sé que no es su área, Yokozawa-san, pero lasnovelas de Zafiro tampoco lo están haciendo mal. Oh, y Yukinaha renovado el mostrador, así que por favor, dese una vuelta paraecharle un vistazo.

-Bien, entonces estaré por ahí para dar un vistazo al comienzo dela próxima semana, así pues lo veré luego. Probablementetambién pueda darle algunas noticias para entonces, esté atento.

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-Usted puede pedir algunas cosas exageradas de vez en cuando,así que estoy un poco preocupado, ¡pero lo estaré esperando contodos los honores! -devolvió sonriente.

-Gracias por la invitación.

-Para nada, al contrario, gracias por salir con nosotros estanoche. Espero continuemos trabajando juntos en el futuro.

La fiesta finalmente había concluido. Comenzaron discutiendo sobre eltrabajo, pero al tomar unos cuantos tragos, las conversaciones

recayeron en cosas de poco valor. En particular, Okada estuvo bastanteefusivo al discutir sobre los libros que había leído recientemente. Yokozawa disfrutó a lo grande las charlas con él ya que compartíangustos similares.

 Tal vez inconscientemente también estaba evitando hablar conMatsumoto de esa manera, preocupado por no saber cuál sería la mejortáctica para interactuar con ella. Raramente tenía la oportunidad dehablar con mujeres más jóvenes, así que no tenía claro que decir.

Con la diferencia de edad que Hiyori y él compartían no habíaproblema; pero no podía imaginarse que cosas cruzaban por la mentede las muchachas de secundaria y las estudiantes universitarias. Una vez que Hiyori alcanzara esa edad quizás tampoco podría entenderla...

-Epa... ¿se encuentra bien, Henmi-san? -la voz de preocupación deKatou alcanzó sus oídos y se dio vuelta para encontrar a Henmi

tambaleante sobre sus pies. Estaba acabado por esta noche.-Toy bieeeeen, muy bieeeen.

-¿Cómo puede esto “estar bien”? Estás tan borracho que no puede ni dar un paso.

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Henmi frunció los labios ante el comentario de Yokozawa: -¡No sstoy para nada borracho!

Pero Yokozawa no tenía intención de perder su tiempo escuchando lastonterías de un borracho. Además de arrastrar los pies, tambiénarrastraba las palabras. Yokozawa no era exactamente un inexperto eneste campo, ¿pero por qué es que ellos siempre sienten que nuncaestán lo suficientemente borrachos para estar borrachos?

-Katou, tú te diriges en la misma dirección que Henmi, ¿cierto?

-Bueno, sí, pero... espere, usted no estará pensando que yo me lolleve conmigo, ¡¿no?!

-Lo siento pero lo dejaré a tu cuidado.

-¿No podemos simplemente... dejarlo aquí? -presionó Katou consemblante abatido. Probablemente él no pensó que sacaría la paja máscorta en el juego.

-Pregúntale tú mismo.

-¡Si se preocupan por mí, yo sstoooy bien! -Henmi se oía total yabsolutamente seguro de sí mismo; y Katou soltó un largo suspiro.

-... Supongo que no.

-Gracias por hacerte cargo de él -le dio una palmada en la espalda aKatou mientras este intentaba sujetar al bamboleante Henmi, luegocogió un taxi para ambos. Asegurándose de que ellos subieran al autosin inconvenientes, abrió la portezuela del copiloto y dijo al conductor:

-Por favor llévelos; y Katou, quiero de regreso el vuelto del viaje.

-Ah... muchas gracias.

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 Vio como el automóvil aceleraba, un asunto arreglado por el momento,luego se volvió hacia Okada y Matsumoto quienes estaban esperando:

-Mis disculpas por hacerlos esperar.

-No, yo debería estar disculpándome con usted; puede que lehaya dado demasiado de beber a Henmi-san.

-Probablemente solo sea suficiente como para darle un pequeñodolor de cabeza mañana -le echó una mirada a Yukina quien seguíamirando preocupado-. ¿Qué hay de ti? ¿Estás bien? -parecía que élsolo había ordenado cocktails y otras bebidas ligeras la mayor parte dela noche, pero aun así había bebido bastante.

-Sí, yo estoy bastante bien. Acepté su oferta y comí un montón.

La despreocupada respuesta de Yukina invitó a las risas; tal como él lohabía declarado, había comido demasiado para una sola persona. Elsolo verlo comer lo dejaba a uno sintiéndose satisfecho. Yokozawatuvo esa clase de apetito en algún punto, pero hoy en día, solo learruinaría el estómago:

-Bueno, si lo disfrutaste, entonces estuvo bien.

-Bueno, ¿nos despedimos aquí? Usted toma el metro, ¿no, Yokozawa-san? Y usted también, ¿cierto, Matsumoto?

-Ah... bueno, sí... -ante la pregunta de Okada, Matsumoto asintiódócilmente con la cabeza.

-Bueno entonces, ¿puedo pedirle que acompañe a Matsumoto?Me preocupa un poco dejar que una muchacha regrese sola acasa a estas horas.

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De alguna manera, Yokozawa consiguió reprimir la agitación queamenazaba con mostrarse en su cara: -Oh. Ah, sí, por supuesto -ya sefiguraba que esto podría pasar, dado que usaban la misma línea deltren. No cabía lugar para estar sorprendido por este giro.

-Nosotros nos dirigimos en dirección contraria, así que, ¡gracias por esta noche!

Okada y Yukina se despidieron dejando a Yokozawa a solas conMatsumoto. Un incómodo silencio se estableció entre los dos, peroquizás solo Yokozawa se sentía incómodo y nervioso ahora. Despuésde todo, la razón por la que se sentía tan inusualmente consciente de lasituación se debía a que la advertencia de Kirishima estabarevoloteando dentro de su cabeza.

-Ah, umm... yo... puedo ir a casa sola, en serio...

-No hay razón para tomar distintos caminos cuando vamos en lamisma dirección. Mire, parece que el tren está llegando. Vamos.

-¡Ah, cierto!

Luchando contra la multitud que se acercaba a ellos, se apresuraron abajar las escaleras hacia la plataforma, pero al llegar, el tren acababa departir.

-Así parece... -de acuerdo al horario del tren, faltaba un rato para quellegara el próximo y Yokozawa apretó los dientes por la frustración dehaber llegado en mal momento. Inseguro sobre si una conversaciónduraría o no en un lugar tan desolado, se detuvo ante uno de los tantospuntos de embarque.

-... 

-...

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-Ah... bueno, supongo -quizás este no había sido un buen tema deconversación después de todo. Si Kirishima estuviera en sus zapatos,probablemente podría salir con un sinfín de tópicos inocentes einsignificantes para discutir, pero para Yokozawa no había remedio.

-¿A usted... le gustan los niños, Yokozawa-san?

-Supongo que no tengo problema con ellos -a pesar de suapariencia exterior, casi nunca se vio odiado por niños o animales. Leiba mejor acercándose a los niños seriamente que fingiendo sutilezascon los adultos.

-Estuve tan sorprendida; su expresión cambió completamentecuando estaba hablando con Hiyori-chan. ¡Y Kirishima-santambién me sorprendió! Él tiene tanto estilo, casi como unmodelo. Marukawa Shoten emplea tanta gente atractiva. ¡Quéenvidia!

-¿Usted cree?

-Sí, como... ese director ejecutivo que aparece en televisión y en

revistas todo el tiempo, él es realmente muy guay. Y el editor quesiempre está charlando con Yukina es adorable... ¡Oh, supongoque no es muy educado que me refiera a alguien mayor que yocomo “adorable”, ah!

-¿“Editor”...? Oh, sí está hablando de ese tipo, él definitivamente podría pasar por un estudiante universitario, ¿no…? -ante ladescripción de Matsumoto, un rostro apareció en el fondo de sumente; si ella lo estaba describiendo como “adorable” solo podríatratarse de ese tipo con cara de niño. Yokozawa mismo estuvosorprendido cuando se enteró que el hombre en realidad también eramayor que él.

El departamento de edición de la revista de manga shoujo “Esmeralda” definitivamente rebosaba de hombres atractivos. Incluso autores

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contratados por otras revistas estaban al tanto de la afamada pinta delos muchachos, y un número no pequeño de autoras asistían a fiestascon la única esperanza de poder alcanzar a echarles un pequeño vistazo.

Había rumores de que ellos contrataban basados en la apariencia, perofue, en realidad, mera coincidencia la que había juntado a un grupo dehombres tan bien parecidos. De ninguna manera alguien contrataría aun editor basado en cómo se veía. No estaba seguro de en qué sebasarían los otros negocios a la hora de contratar a sus empleados,pero tal vez el hecho de que un departamento en particular sobresalierasimplemente dejaba esa impresión.

-Probablemente solo sucedió que aquellos que se destacaron enel período de contratación resultaron ser bien parecidos. A

 propósito, usted está diciendo esto pero, ¿no le parece que Yukina es un tipo diez veces más atractivo?

Él no podía evitar sacarse el sombrero con admiración ante aquellosrasgos faciales tan empalagosamente dulces que podrían hacer que un ídolo pop se avergonzara. Aparentemente no era pequeño el número

de clientes que se daban una vuelta por la tienda solamente para poderecharle un vistazo.

-Hmm, supongo que yo como que... ¿estoy acostumbrada a Yukina-kun? Definitivamente puedo darme cuenta de que éltiene un rostro hermoso, pero él es casi... demasiado hermoso.

-Eso solo quiere decir que él no es su tipo de hombre, ¿no?

Matsumoto rio suavemente ante la conclusión que él había propuesto:-Probablemente así sea -su risa continuó por unos instantes másantes de que ella volviera a quedarse en silencio.

Una vez más Yokozawa buscó a tientas alguna idea para sacar a flote laconversación que había muerto, pero nada se le vino a la mente,

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dejándolo sin otro recurso más que maldecir su incapacidad paraproponer charlas triviales. Ellos ya habían hablado hasta por los codosacerca de libros la última vez, así que él se quedó totalmente sintópicos para proponer.

Mascotas; ese sería un tópico lo suficientemente seguro, pero antes élhabía espantado a la gente en más de una ocasión hablando de su gato,y avergonzado de parecerse demasiado a un padre amoroso, decidióque era mejor evitar el tema. Sin embargo, mientras revolvía en sucabeza frenéticamente, Matsumoto tiró una pregunta que lo lanzó a unabismo.

-Yokozawa-san... ¿tiene usted pareja ahora mismo?

-¿Ah?

En el preciso momento en que la palabra “pareja” llegó a sus oídos, elrostro de Kirishima apareció en el ojo de su mente. No era como si élestuviera a punto de exponer sus pensamientos sin pensarlo dos vecesni nada parecido, así que no había ninguna lógica para que él entrara enpánico, pero aun así su pulso se aceleró.

Supuso que no había nada de malo en llamar la relación entre elloscomo una “relación de pareja”. Esto lo dejaba sintiéndose un tantointranquilo, pero no había realmente ninguna otra palabra másapropiada para ello.

Echando una mirada a Matsumoto, notó que su expresión era un tantoansiosa. Ella había intentado formular la pregunta de manera casual,pero probablemente esto realmente la alteró.

-¡Oh, un hombre como usted debe tener una pareja maravillosa,ah! Lo lamento, esa fue una pregunta realmente extraña... -parecía que ella había malinterpretado su silencio como una afrenta,apresurándose a corregir su conducta.

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Él pudo haber cerrado el asunto y terminado la conversación ahímismo con un simple “Está bien, no me ofendí”.

Pero aunque él usualmente evitaba a toda costa decir cosas innecesarias

esforzándose en prevenir que alguien se enterara de su relación conKirishima... sintió que quedarse callado ahora no era lo másbeneficioso para él.

-... Así es.

Esto fue dicho con una voz grave y áspera, casi indescifrable ycompletamente rara en él. Probablemente esto se debía a que él sesentía atípicamente nervioso ahora mismo.

-¿Eh..? -tal vez ella no lo había oído, ya que levantó la vista con signosde pregunta pintados en sus ojos, así que Yokozawa se tragó el nudoatorado en su garganta y aclaró.

-Si usted me está preguntando si estoy en una relación conalguien, pues sí, lo estoy.

Era la primera vez que le hablaba a alguien de su relación conKirishima. El sudor comenzó a cubrir las palmas de sus puñosapretados a ambos lados de su cuerpo.

-¡Oh, claro que sí! -la voz de la muchacha temblaba levemente, pero Yokozawa pretendió que no lo notaba

-Le importaría si le pregunto... ¿qué clase de persona es?

-... Alguien por quien siento el mayor de los respetos.

El mismo Yokozawa quedó impactado ante las palabras que tanfácilmente se habían deslizado por sus labios, estas debían expresar sus verdaderos sentimientos. Seguro, Kirishima podía encabronarlo como

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ningún otro, pero Yokozawa confiaba en él, incluso más que eso, loadmiraba.

Sin embargo, no tenía ni la más mínima intención de permitir que el

sujeto jamás se enterara de esto, y a decir verdad, nunca pretendió quealguien más lo supiera tampoco. Abrumado por haber dicho cosas tan vergonzosas con la más absoluta seriedad, Yokozawa se dio cuenta deque su cara comenzaba a sentirse tibia. Ahora ya no podía exactamentehacer pasar esto como producto de una borrachera y se encontróazotado por la abrumadora urgencia de huir de la escena.

-¡Uwaah! -metió las manos en los bolsillos, sintiéndose incapaz demantener la calma, y agarró fuertemente su teléfono celular con unamano; y justo en ese momento, este comenzó a vibrar.

-¿Y-Yokozawa-san..?

-Lo siento, es mi teléfono -estaba totalmente estupefacto pues olvidópor completo que lo había dejado en modo silencioso. Cubrió el vergonzoso gañido que había dejado escapar tosiendo, y luego chequeóla llamada entrante en la pantalla.

Se trataba de Kirishima. ¿Por qué demonios tenía que llamar ahora?Por un instante, consideró ignorar la llamada, pero dado que era muytarde, podría ser que él tuviera alguna razón urgente para llamar.

-Disculpe, permítame... ¿Sí? Habla Yokozawa.

-¿Así que finalmente te dignas a contestar? ¿Dónde estás?

Bajó su tono de voz tanto como pudo, demasiado consciente de queestaba manteniendo esta conversación justo frente a Matsumoto:

-A punto de tomar el tren. ¿Necesitas algo que llamas a estashoras?

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escandalosamente “Que inocente eres”, y justo cuando estabainventando alguna mentira, Matsumoto sugirió con vacilación:

-Hmm, ¿debería... darle un poco de privacidad?

Probablemente ella se sentía incómoda pensando que estabainmiscuyéndose en una conversación privada. Por supuesto, sinimportar cuanto tratara Yokozawa de mantener la voz baja, ellaescucharía algo de su discusión al encontrarse de pie justo al lado suyo. Aun así, Yokozawa no podía negar el mal momento en que todo estoestaba sucediendo.

Estaba agradecido por la consideración de la muchacha, pero estosimplemente podría haber empeorado las cosas. Luchando contra elimpulso de masajearse las cienes, respondió sucintamente:

-No, está bien. Ya casi termino con esto.

-Parece que aún falta rato para que llegue el tren, así que, iré acomprar una bebida -con esto, ella salió disparada como una flechahacia las máquinas expendedoras. Del otro lado de la línea, Kirishima

probablemente la había escuchado.

-... Esa chica con la que estás en este momento, ¿es ella?

-Nos dirigíamos en la misma dirección -no podía remediar elhecho de que esto sonara como una excusa.

Era cierto que ellos se dirigían en la misma dirección, y que sesepararían en alguna estación del camino, así que no era como si ellosestuvieran juntos a propósito en este momento; además era muymolesto que se lo cuestionara por ello. Al contrario, él no tenía razónalguna para sentirse culpable.

Pero la voz de Kirishima sonó claramente disgustada:

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-¿Acaso no te advertí sobre esto? ¿Te olvidaste de que te dije queno la alentaras inconscientemente?

-Yo-yo no lo olvidé…-su voz flaqueó un poco llegando al final,

principalmente porque la situación había escalado justo comoKirishima predijo que sucedería. Ella no se le había declaradoexactamente, seguro, pero esa línea de preguntas de hace un momentoatrás estuvo lo suficientemente cerca. No obstante, él replicósecamente:

-No es nada de lo que tú debas preocuparte.

-Yo me pregunto si eso es así. Tú estás completamente ajeno atodo, así que no hay forma de decir que has hecho o dicho.

-¿Entonces qué demonios quieres que haga? ¿Cómo se suponeque voy a tener cuidado de algo de lo que ni siquiera me

 percato? -su cólera se disparó pues de esta manera lo estaban tratandocomo a un niño, y su voz se endureció.

-¡Pues podrías empezar por no quedarte a solas con ella, como te

dije!

-Dios que eres molesto. No es de tu maldita incumbencia conquien me relaciono. Aparte… - Yokozawa dio un vuelco a la egoístasugerencia de Kirishima- ¡quién eres tú para hablar! -sí, quizás él notuvo el suficiente cuidado, tal como Kirishima acusaba, pero él no eraprecisamente el único que estaba fallando en ese aspecto.

 Yokozawa sabía que había muchas mujeres alrededor de Kirishima consentimientos hacia él, y Kirishima era mucho más amigable con ellas delo que con él, incluso las invitaba a cenar.

-Tú y yo somos diferentes. No muchas mujeres se pondríanserias con un padre soltero, pero sí podrían hacerlo contigo sieres amable con ellas.

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-No es para nada diferente. Sabes, tú también tienes... -sabía quehabía varias editoras quienes seriamente tenían sentimientos porKirishima. Pero, no podía llegar a admitir tanto como esto, por lo quese detuvo en medio de la oración- ... Olvídalo. Ya se acerca el tren;

 voy a cortar la llamada.

-Yokozawa.

 Terminó la llamada antes de que Kirishima pudiera finalizar lo queestaba por decir y luego apagó el teléfono. Deslizando su teléfono en elbolsillo con indiferencia libero un profundo suspiro.

Últimamente parecía que no habían hecho otra cosa sino discutir.Pequeñas cosas que usualmente no les hubiera molestado a ninguno delos dos, ahora los irritaban y sin pensarlo perdían la paciencia el unocon el otro. Eran como un par de adolescentes rebeldes. Sí... así eraexactamente como se estaban comportando.

Mientras estaba muy ocupado sintiéndose disgustado consigo mismosonó una alarma anunciando el arribo del tren.

-Ah... -súbitamente recordó que no estaba solo allí, y al echar unarápida mirada a su alrededor, apareció Matsumoto, pálida ydisculpándose.

-Lo-lo lamento, ¿hubo algún malentendido por mi culpa?

La irritación presente en la voz de Yokozawa hubiera dejado claro acualquier espía que él estaba peleando con la persona al otro lado de lalínea. Sin importar cuán lejos estuviera la muchacha, no podíaremediarse el que ella hubiera escuchado algo dado el silencio reinanteen la desolada plataforma.

Sin embargo, a decir verdad, la razón por la que ellos se habíanagarrado se debía a asuntos entre los dos, y no era para nada obra deMatsumoto.

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-Lo siento, usted no tenía por qué escuchar eso. Sucede todo eltiempo entre nosotros, así que no se preocupe -explicó aMatsumoto, quien miraba con expresión de disculpa, sintiéndoseincómodo.

 Aunque lo había descartado como algo que “sucede todo el tiempo”, laactitud de Kirishima había sido un poco preocupante. Ya lo habíapensado antes también, Kirishima parecía extrañamente sensible sobreMatsumoto. Nunca antes había recibido una advertencia de ese tipo, yKirishima se consideraba a sí mismo como todo un caballero; no huboningún problema antes cuando ellos regresaron del trabajo con algunacompañera.

No podía imaginar que Matsumoto hubiera hecho algo que pudieraconsiderarse como grosero hacia Kirishima, e incluso si así fuera,Kirishima no era el tipo de persona que se pondría como loco por unproblema tan trivial. Teniendo esto en consideración, Yokozawaconcluyó que debió haber hecho algo sin darse cuenta; solo que nopodía descubrir que era aquello.

Nada de esto tenía el más mínimo sentido y ahora se encontró lidiando

más con la confusión que con la ira. _______________________________________________________

 Tenía el estómago revuelto; esto no pintaba bien. Las úlcerasrelacionadas al estrés son bastante comunes entre los asalariados, y tal vez él se estuvo comportando de manera arrogante pues últimamentele había estado yendo relativamente bien.

-Creo que bebí demasiado...

Esta noche había dejado correr el alcohol con un poco más de libertadde lo usual simplemente porque había sido muy placentero discutirsobre libros con alguien tan conocedor como Okada. Una de lasrazones por las que se dejó llevar por el entusiasmo de Okada yaumentó su cuota de bebidas. Quizás debería abstenerse del alcohol

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por un tiempo. Si llegara a enfermarse seriamente por esto, llevaría untiempo recuperarse completamente.

Pero la otra razón por la que había bebido tanto esta noche... se debía,

nada más y nada menos, que a Kirishima. Aun ahora, mientras luchabapor determinar cuál era la causa de su mal humor, no podía llegar a unaconclusión en firme.

Liberó el enésimo suspiro de la noche y salió del elevador,arrastrándose por el pasillo hacia su departamento con los piesexhaustos, cuando notó una gran silueta de pie frente a su puerta einstintivamente se preparó.

-... ¿Kirishima-san?

-Bienvenido a casa -Kirishima relajó los brazos que había cruzadosobre su pecho y se volvió en dirección a Yokozawa.

-De-demonios, no me asustes así. ¿Tienes idea de la hora? ¿Quétal si pensaba que eras un ladrón o algo así y llamaba a la

 policía? Avísame si vas a venir.

No esperaba tener que ver al tipo esta noche, y claro, estaba agitadopor ello. Cuando balbuceó su pregunta a Kirishima, este le devolvióuna respuesta que sonaba como un suspiro:

-Mi llamada no conectaba.

-¡..!

 Ante la mordaz respuesta, Yokozawa inmediatamente recordó quehabía apagado su teléfono celular. Lamentó este rechazo unilateral,pero al mismo tiempo, se quedó pensando en porque Kirishima habíasentido la necesidad de continuar con el asunto esta misma noche enlugar de dejarlo para otro momento. Tosió para disipar la incómodaatmósfera y cambió de tema a propósito:

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-Bueno, asumo que debes tener alguna razón para haber venidohasta mi casa, ¿no es así?

 A pesar de la pregunta, tenía la vaga sospecha de que la razón por laque Kirishima se encontraba allí probablemente tenía que ver con suconversación de antes; pero la respuesta que le devolvió Kirishima noera la que esperaba.

-Solo quería ver tu cara.

-¿Ah? ¿Qué demonios significa eso? Puedes verme en cualquiermomento. Rayos, puedo entender que te sientas un poco solo sinHiyo allí, pero contrólate.

-Eso no es lo que quise decir.

-Entonces explícate. Y, tú tienes mi llave, ¿cierto? Debistesimplemente entrar -él le había dado una cartera con llavero aKirishima como regalo de cumpleaños hacía no mucho, y luego de quese le rogara por una llave extra, él la había entregado, aunque a

regañadientes, unos días después.

 Y aun así, Kirishima jamás había usado esa llave, ni una sola vez, desdeque la recibió. Después de todo, ellos pasaban la mayoría de sus díasjuntos en la casa de Kirishima, y Kirishima nunca antes había tenidorazón alguna para visitar el departamento de Yokozawa.

-¿No te... hubiera molestado si yo entraba por mi cuenta?

-¿Ah?

-No puedo andar entrando sin permiso si el dueño deldepartamento no está, ¿o sí?

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-Bueno no es como si me importara tanto si se trata de ti... Comosea, entra -sus vecinos iban a quejarse si se quedaban allí afuerahablando, así que abrió la puerta y guio a Kirishima dentro. El aire enla habitación, cerrada todo el día, era caliente y pesado.

Kirishima se sacó los zapatos con el semblante congelado en unamueca hosca; era la primera vez que Yokozawa lo veía con tan bajoperfil. Inseguro sobre cómo abordar al tipo, Yokozawa mantuvo suscomentarios con una nota inocente e inofensiva:

-Solo... encenderé el aire acondicionado.

-De acuerdo...

-¿Quieres algo de beber?

-No, estoy bien.

-...

No podía entender a Kirishima esta noche. Antes, aun en los

momentos en que se quedó corto con las respuestas bajo el peso de laincómoda tensión entre los dos, nunca había mostrado su desagradocon tanto descaro como lo estaba haciendo ahora.

La distancia entre ellos no podía durar con este silencio. Abrió lapuerta del refrigerador y sacó una botella grande de té de cebada, llenóun vaso y se lo tomó de un solo trago para ayudar a sacudir el letargodel alcohol.

Mirando de reojo, encontró a Kirishima inspeccionando su casa, la cual visitaba por primera vez. Antes, cuando Kirishima lo llevó a sudepartamento luego del susto de Sorata en el hospital, Kirishima lohabía esperado en el automóvil. Resultaba un poco desconcertante elhecho de que su espacio privado fuera inspeccionado tan

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minuciosamente, pero no había nada que le avergonzara que Kirishima viera.

-Tienes un departamento bastante vacío aquí.

-Todo lo que hago al regresar a casa es dormir; es más quesuficientemente bueno para eso.

Las novelas suelen describir imágenes de habitaciones deprimentes, tanescasas de mobiliario que podrían ser confundidas con departamentosmodelos, montados solo a modo de muestra; pero el departamento de Yokozawa era aún peor. Su dormitorio consistía solamente de unlibrero y una cama, y en la sala de estar había una mesa baja, untelevisor, y la cama de Sorata.

-¿Estás seguro de que no deberías sencillamente mudarte connosotros? Sorata ya está viviendo allí, después de todo.

-¿Acaso eres un idiota? No puedo hacer eso; si así lo hiciera,tendía que notificar a la compañía. ¿Y qué les diría a mis

 padres?

 Aunque puede que él haya estado pasando más tiempo en la casa deKirishima, era toda una hazaña sugerir que vivieran juntos. Estaba elproblema de cuál era la mejor manera de explicárselo a la gente a sualrededor, pero más que eso, estaba el asunto de los sentimientos de Yokozawa sobre el tema. Si ellos fueran dos personas del sexoopuesto, probablemente no existiría ninguno de estos engorrosos ymolestos detalles por los que preocuparse. Diablos, si Kirishimaestuviera saliendo con una mujer, ellos probablemente podrían inclusoconsiderar la posibilidad de que él contrajera segundas nupcias.

-Oh sí... Supongo que sí... -murmuró Kirishima, casi para sí mismo,y sacó una silla de la mesa, acomodándose en ella con indiferencia. Alno poder permanecer dando vueltas en la cocina todo el tiempo, Yokozawa tomó asiento frente a Kirishima.

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 Takano siempre solía sentarse en esa silla. Él se sentaba allí acariciandoa Sorata en su regazo mientras esperaba a que Yokozawa terminara depreparar la cena, y cuando Yokozawa ponía sobre la mesa una cenapara dos delante de él, esta ocupaba toda la mesa.

-¿Ahí es donde duerme Sorata usualmente?

-Usualmente. En invierno duerme en mi cama.

-Para tener una actitud tan altanera, a veces sí que puededemandar atención.

-Así son los gatos.

-Solo es tsundere; como tú.

-¡¿A quién le estás llamando tsundere?!

¿En serio Kirishima pretendía sencillamente continuar con esta charlasin importancia? Estaba comenzando a irritarse con la forma en queKirishima permanecía sentado allí, rehusándose a llegar al corazón del

problema, cuando Kirishima lanzó una pregunta sorprendente.

-¿Cómo... te sientes con respecto a mí?

-¿Cómo me... por qué preguntarías algo así ahora?

-¿Entonces cuándo debería preguntarte? Las únicas cosas de lasque hablamos son: Hiyori, Sorata o el trabajo. ¿Acaso siquiera

 puedes recordar cuando fue la última vez que hablamos denosotros?

-Eso es... -casi no discutían nada respecto a ellos mismos. Yokozawaponía como excusa que simplemente no había nada de que hablar, peroen realidad él solo se desviaba de la meta por vergüenza y vacilación,

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quedándose sin el valor suficiente como para mencionar tema alguno. Así que terminaba refugiándose en las charlas sobre Hiyori o Sorata.

No se trataba de que no quisiera saber más de Kirishima, al contrario,

había docenas de cosas que quería preguntar.

Fue pura coincidencia el haberse enterado del cumpleaños del tipo, ycasi no sabía nada más sobre los datos básicos del hombre. Diablos, lossubordinados de Kirishima probablemente lo conocían mejor que Yokozawa.

Pero había algo que él necesitaba hacer antes de poder enterarse dealgo más: si no podía hacer nada respecto a ese nudo en su garganta,nunca podría enfrentar a Kirishima como era debido.

Sin palabras concretas en mente pero, no obstante, armándose de valor, Yokozawa comenzó:

-... Sin embargo, eso no es de lo que viniste a hablar, ¿o sí? Siquieres continuar con nuestra conversación de antes, ¿entonces

 por qué no hacerlo y ya?

-... Sí, probablemente tengas razón.

-¿Probablemente? -la cólera se avivó en su interior por la falta deprogreso en su conversación. ¿En serio este tipo pretendía evitar ladiscusión precisamente ahora? Harto de este sentimiento deindignación, Yokozawa llegó a su límite:

-De acuerdo; en serio no entiendo por qué pero, ¿tenías algún problema con que yo regrese a casa con esa muchacha? ¿Quésentido tenía tomar caminos diferentes a propósito cuandonuestros destinos se encontraban en la misma dirección?

-Tienes razón.

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 Aprovechando el momento, Kirishima rápidamente extendió unamano y lo agarró de las solapas jalándolo hacia adelante. La inusualrudeza hizo que sus dientes se golpearan al juntarse, y Yokozawa solopudo mirar con los ojos desorbitados ante el devorador beso que

forzaban sobre él.

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 Todos los procesos mentales se detuvieron en seco ante el repentinoataque, pero al sentir una lengua entrando bruscamente dentro de suboca, recobró sus sentidos.

El toque de sus lenguas produjo una serie de palpitantesestremecimientos, pero la ira de Yokozawa ganó por sobre todo lodemás. Indignado por el hecho de que el tipo parecía decidido asimplemente callarlo con un beso, mordió duramente los labios deKirishima y lo apartó de un empujón.

-¡Ya basta!

-¡..! -Kirishima se limpió la sangre que brotaba de sus labios con eldorso de su mano, mirando fijamente el piso y dejando a Yokozawa sinpoder decir qué clase de expresión tenía en su rostro.

 Yokozawa podía sentir el sabor del hierro en su boca: -... Vete -elpeligro latente en la voz que tuvo que arrancar de su gargantasorprendió incluso al mismo Yokozawa-Dije que te fueras de aquí -levantó la voz a Kirishima, quien permanecía allí en silencio, y volvió laespalda nuevamente.

Si dejaba que Kirishima se fuera ahora, lo lamentaría, sin lugar a dudas.Pero a pesar de esta convicción, no podía retirar sus palabras.

Luego de un prolongado silencio, Kirishima habló con calma:

-... De acuerdo. Me iré por hoy. Cuidaré de Sorata, también, asíque... no te preocupes por eso.

 Toda la ferocidad que había demostrado en su beso se había disipadopor completo, haciendo que Yokozawa se preguntara que demonioshabía sido eso y dejándolo aún más consternado y confundido ante lacambiante actitud de Kirishima.

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los viera peleando, ni tampoco quería entablar solo conversacionessuperficiales. Había sopesado la idea de recoger a Sorata y llevarlo acasa, pero eso también requeriría que fuera a la casa de Kirishima.Eventualmente consideró que sería menos estresante para Sorata

quedarse allí a estar con él y su irritación.

Él había estado soberanamente fastidiado por las cosas egoístas queKirishima había dicho esa noche, pero ahora que había tenido tiempopara calmarse e intentar ponerse en los zapatos de Kirishima, pudoentender un poco como se había sentido Kirishima en ese momento.

El mismo Yokozawa había estado indignado cuando quiera que viera aKirishima yéndose de tragos con compañeras de trabajo, e igualmentemolesto por el modo en que Kirishima se desentendía del asuntoasegurando que nadie se tomaría realmente en serio a un padre soltero.Sin importar el resultado, cualquier pareja naturalmente desearía que sucompañero fuera más cuidadoso con su modo de comportarse.

 Verse a uno mismo de forma objetiva es difícil para cualquiera, y es delo más natural enojarse si alguien no escucha tus advertencias.Kirishima probablemente lo veía como un peligro; la diferencia de

edad entre ellos probablemente determinaba una enorme diferencia enexperiencia de vida. Aun así, ansiaba desesperadamente que el tiposencillamente confiara en él.

 Y eso... requeriría una seria discusión. Cuanto más tiempo pasaba,mayor era la distancia entre ellos, y esto asustaba a Yokozawa. Y aunasí, seguía sin poder dar ese primer paso.

-Dios esto me está descolocando...

Siempre se volvía un total y completo cobarde de cara a la persona queamaba, lo que solo demostraba cuan fuerte era su atracción haciaKirishima.Quizás era justo como Kirishima le había acusado: que él teníapredisposición a ser dependiente de los demás. Cuanto más se le

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necesitaba, más atraído se sentía hacia esas personas, y aunque él fueraabsolutamente incapaz de aceptar con honestidad el afecto que se leofrecía, aún los buscaba desesperadamente y era consolado por ellos.

Pero sus sentimientos por Kirishima iban más allá de esto, nuncahubiera esperado llegar a esta edad y experimentar una aceleración desu pulso que nunca antes había sentido o sentirse tan lleno de júbilo. Todos sus romances anteriores no habían sido sino dolor; sentimientosde posesión y hostilidad creciendo en su interior y eventualmenteprivándolo de toda compostura.

Había sido divertido estar con él, pero quizás eso se debióprincipalmente a su íntima amistad. Ahora, como si un demoniohubiera sido exorcizado, finalmente se encontró con la posibilidad deevaluar calmadamente su alrededor. Quizás ese “amor”... siempre habíaestado condenado a fallar.

-¡Oh, Yokozawa-san! ¡Bi-bienvenido!

-... ¿Qué les pasa a todos ustedes que están con esas caras raras?

 Tan pronto como vieron la cara de Yokozawa, las expresiones de losempleados que estaban cerca de la entrada del edificio se tornaronextrañas. Cuando entró, las muchachas de la recepción lanzaroncautelosas miradas en su dirección.

Esto... se sentía muy familiar. Sin lugar a dudas, significaba que habíaalgún rumor de mal gusto sobre él circulando entre los empleados. PorDios, esperaba que no fuera demasiado terrible...

Probablemente debería tomar algún medicamento para el estómagouna vez que llegara a su escritorio. Con un suspiro, se paró en la colaque esperaba a por el elevador y alcanzó a escuchar la conversación delos editores parados delante de él.

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-¿Escuchaste? ¡Aparentemente a Yokozawa-san lo pescaroncaminando a solas con una mujer! ¡Parece que regresó a casa conuna empleada a medio tiempo que trabaja en una librería!

-¡¿En serio?! Si ella es una empleada de medio tiempo, entonces probablemente eso la haría una estudiante universitaria, ¿cierto?Hombre, la gente de ventas es tan suertuda, consiguen tenerencuentros como ese...

 Ante sus expresiones de curiosidad, Yokozawa fue golpeado por otraoleada de déjà vu, y profundizando las arrugas entre sus cejas, continuóescuchando su conversación en silencio.

-¡Sí, sí, ella es una estudiante universitaria! Y aparentementees muy mona también. ¡Yokozawa-san se ve realmenteconservador, pero no puedes subestimarlo, ah!

Inicialmente pensó que era una ridiculez confrontarlos, pero si noaclaraba este malentendido ahora mismo, era probable que estallarantodavía más rumores.

-No fui a casa con ella. Solo tuvimos una fiesta para reconocer suayuda con un evento de firma de autógrafos. Fue solocoincidencia que nuestras casas se encontraran en la mismadirección.

-¡¡Eek... Yokozawa-san!! -el par empalideció mientras daban media vuelta para mirarlo de frente.

 Yokozawa echó una fría y calculadora mirada a ambos y preguntó:

-¿Alguna otra pregunta?

-¡No, así está bien! ¡Oh, acabo de recordar que quería usar lasescaleras hoy! Después de todo, últimamente me he puesto un

 poco gordo en la sección media.

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-¡Oh, en-entonces iré contigo! ¡Yo también me estoy poniendoregordete!

Con una sonrisa forzada, ambos se dieron la vuelta y se dirigieron endirección opuesta.

-¡Hey, el elevador ya está aquí!

-¡Entonces por favor, suba usted! -los dos se fueron al trote,nerviosos, en dirección a las escaleras. Yokozawa no podía creer quetuvieran las agallas de conversar sobre algo de lo que se avergonzaríanque los escucharan nada más y nada menos que en la oficina.

Pero si él se deshacía en excusas, eso solo haría estallaraún más rumores. Parecía que no tenía otra opción más que esperarque el alboroto muriera por sí solo.

-... Maldición, ¿dónde está la fuga?

Incluso si alguien lo había visto caminando con Matsumoto, era ilógico

que alguien pudiera adivinar sus antecedentes solo con eso; lo cualsignificaba que alguien había develado los detalles. Y solo había dosposibles sospechosos en toda la compañía quienes podrían ser losresponsables.

Subió en el elevador hasta el piso de ventas y se dirigió a su escritorio,cuando uno de los sospechosos lo llamó despreocupadamente:

-¡Ah~ Yokozawa-san! Alguien es el protagonista de muchosrumores hoy~

-Ven conmigo.

-¿Eh? ¿Ah?

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Enfadaba todavía más a Yokozawa que el tipo pareciera tangenuinamente perplejo. Arrastrando a Henmi al área de la kitchenette, Yokozawa procedió a interrogar al hombre, quien se encontrabacompletamente asustado.

-¿Qué dijiste?

-¿Qu-qué quiere decir con “qué”?

Su voz se tornó más grave ante el evidentemente confundido Henmi:

-No te hagas el tonto cuando tú sabes perfectamente bien de queestoy hablando; ¿fuiste tú el que empezó ese maldito rumor?

-¡Por supuesto que no! ¡¡Nunca haría algo como eso!!

 A Yokozawa no se le pasó por alto la forma en que el semblante deHenmi se puso rígido por tan solo un instante, y endureció su mirada,presionando:

-¿Estás seguro?

-¡Estoy seguro! Solo... que cuando algunas de las chicas deldepartamento de edición preguntaron con quien había regresadoa casa, yo les dije que era una muchacha que trabajaba en LibrosMarimo y... ¡AYY! -antes de que Henmi pudiera terminar de hablar, Yokozawa lanzó un puño sobre su cabeza. Aunque pudiera ser que élno haya comenzado el rumor, estaba claro que si se lo mencionaba tansolo a una persona, esto se esparciría a lo largo y ancho de toda lacompañía.

-Así que tú eres la fuga... Diablos, en serio que me hiciste unabuena con esto...

-¡Todo lo que hice fue decir la verdad!

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 Yokozawa volvió su fría mirada hacia Henmi, frotando su cabeza ytodavía intentando disculpar sus acciones.

-¿Puedes decirme honestamente que tú no tenías por lo menos

un poco de curiosidad?

-Gueh, bueno... -dada la forma en que bailoteaban sus ojos, eraprobable que él no pudiera refutar completamente la acusación de Yokozawa. En realidad, Yokozawa apreciaba bastante la absolutaincapacidad de Henmi para mentir fácilmente, pero en momentoscomo este, su enfado con el tipo le ganaba a la admiración.

-Uno de estos días... voy a ventilar por correo electrónico uno detus secretos más oscuros y mejor guardados a toda la compañía.

-¡Hey, espere, no haga eso! Usted... usted está bromeando,¿cierto?

-Quien sabe -claro que estaba bromeando, pero dejó que el tipopensara que él solo lo estaba diciendo por venganza. Sabía que era unareacción bastante infantil, pero probablemente podría salirse con la

suya al menos con esto.

-¡¿Qu-qué quiere decir con mi “secreto más oscuro y mejorguardado”?!

-Si te lo dijera, perdería la gracia -a decir verdad, no sabía tal secretode Henmi, pero todos tienen al menos una o dos cosas que no quierenque nadie más sepa. Si le dices a alguien que conoces su secreto, ellosseguramente podrán pensar que podría ser eso.

Probablemente la influencia de Kirishima era responsable de que él leestuviera gastando bromas como está a Henmi últimamente. Quizás lasmañas del tipo estaban comenzando a pegársele por pasar tanto tiempojuntos.

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Dejando atrás a Henmi, agarrándose la cabeza en la kitchenette, sedirigió de regreso a su escritorio, cuando se topó con su superior quesalía de una reunión luciendo bastante angustiado:

-¿Qué sucede? Aún es bastante temprano para que esté deregreso, ¿no es así? -faltaba todavía una media hora para queterminara la reunión como lo indicaba la tabla de distribución detrabajo. Usualmente estas cosas se pasaban del tiempo asignado, asíque algo debió suceder.

-No, estamos atónitos. Yo no entiendo realmente el porqué, peroKirishima está de bastante mal humor hoy. Últimamente tú hasestado relacionándote bastante con él, ¿no? ¿Sabes algo de esto?

Se estremeció al escuchar que el nombre de Kirishima se mencionabatan casualmente en la conversación: -Oh ah, no. Ni idea.

En realidad, él tenía más que una pista, pero no había manera de quepudiera andar diciendo “probablemente sea porque nos peleamos”.

 Aun así, el que Kirishima estuviera de tan mal humor como para que

los demás empiecen a notarlo... eso era un gran acontecimiento, yprobablemente por eso su superior estaba tan impactado con lademostración.

-Parece que está de los nervios; ahora tengo dolor de estómago porque me pareció que tenía que tratarlo con pinzas. Tú tienesunos medicamentos en tu escritorio, ¿no? ¿Te importaría si tomouno?

-Oh, para nada -abrió un cajón y pasó uno de los sobrecitos demedicamento para el estómago que tenía a mano. En lo que estaba enello, guardó uno para sí en el bolsillo, haciendo una nota mental paratomarlo después:

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-¿Y al final, cómo terminó la reunión? Se suponía que presentaríaesa propuesta en la reunión de hoy, ¿no?

-Oh, eso fue de maravilla. De hecho, pudimos dar fin a la

reunión mucho más rápido de lo usual. Parecía que todosestaban con una actitud de “dejemos las cosas así” y por esonadie hizo alboroto al respecto.

-Ah, por eso es que la reunión terminó tan temprano -eragrandioso que la propuesta pasara, pero no podía dejar de preocuparsepor la actitud de Kirishima. Era más que probable que su mal humorestuviera siendo avivado por su furia y frustración con Yokozawa, y elsentido de responsabilidad hacía que le doliera el pecho.

-¿Cuál es el problema? Se ven bastante serios... -preguntópreocupado Henmi, habiendo recién llegado detrás de él. Era como sisus nervios de antes nunca hubieran siquiera ocurrido. Yokozawa nopodía menos que envidiar la habilidad del tipo para dar vuelta depágina tan fácilmente.

-Parece que esa medida pasó con éxito en la reunión.

-¡¿En serio?! ¡Eso es grandioso! Pero entonces, ¿por qué tienenesa cara?

-Ni me lo preguntes... -no tenía la menor intención de explicar justoahora y se retiró a la cocina nuevamente. Hablar ahora de Kirishimasolo lo hundiría aún más.

-Yo también me voy a tomar algo para el estómago -añadió susuperior, agachándose levemente mientras se frotaba la barriga, y salióde la habitación. Debió ser una reunión realmente tensa.

-¡¿Rayos, qué les sucede a todos?! -Henmi expresó su desagradocon fastidio cuando lo dejaron completamente solo.

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-Maldición, está retrasado...

Pasó el tiempo mientras esperaba jugando con Sorata, quien se habíaacostumbrado completamente a su nuevo hogar, pero aun a esta hora,pasadas las diez de la noche, Kirishima todavía no estaba en casa.

Ellos tenían que tener una seria charla hoy. Yokozawa se armó de valory fue directo al departamento de Kirishima después del trabajo, ya queno pudo encontrar al tipo en la oficina. Había metido la cabeza en eldepartamento de edición unas cuantas veces, tratando de encontrar unmomento oportuno para que ellos tuvieran una conversación, pero alno atreverse a interrumpir a Kirishima cuando parecía tan ocupado,eventualmente se rindió.

 Trató de convencerse a sí mismo de que el momento sencillamente noel adecuado, pero si realmente hubiera querido llamar al tipo, sabía quehubiera podido. Sin importar cuan ocupado pareciera, inclusoKirishima tenía que tomarse un descanso de vez en cuando, e inclusopodría haberlo invitado a cenar si así lo deseaba.

Lo que le detuvo... fue el miedo de que ambos terminaranagarrándoselas de nuevo como antes. Sabía perfectamente bien cuanbajo era el punto de ebullición de sus emociones, y cuando se tratabade Kirishima en particular, perdía su capacidad para escuchar razones.

Lo primero de lo que necesitaban hablar... probablemente era deaquello sucedido el viernes. Había una alta probabilidad de que eljugoso chisme que Henmi había filtrado despreocupadamente hubierallegado a los oídos de Kirishima. Si él tenía una idea equivocada, Yokozawa lo aclararía... y confesaría sobre que había estado hablandocon Matsumoto esa noche.

Preparó mentalmente lo que iba a decir, como si fuera unapresentación para una reunión, asegurándose de que todo marchara tan

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eficientemente como fuera posible, pero no podía predecir conexactitud los pensamientos de Kirishima, y esto ponía piedras en elcamino. Si tan solo viera la situación desde una perspectiva objetiva,podría pensar en algo, pero a pesar de que continuaba diciéndose esto,

pues no resultaba tan fácil.

Había aspectos de Kirishima que Yokozawa desconocía, y, de hecho,no tenía idea de cuan enojado estaba el hombre. Quizás él estaríacansado por el trabajo y no querría tener ninguna clase de discusionesmolestas. Quizás deberían esperar a que las cosas se calmaran un pocomás.

Pero cuanto más pensaba en esto, más confusa se volvía toda lasituación para Yokozawa.

-Tú no escuchaste nada sobre su agenda, ¿no? -debía estarrealmente estresado si estaba allí sentado haciéndole preguntas aalguien que sabía no le podría dar una respuesta. Luego de mirar a Yokozawa por largo rato, Sorata saltó sobre su pequeño almohadón yse acomodó haciéndose un ovillo.

Cuando Hiyori estaba en casa, sin importar cuan ocupado estuviera,Kirishima siempre se aseguraba de estar de regreso a cierta hora; perohoy no tenía ninguna razón en particular para apresurarse a volver acasa. Quizás incluso planeaba quedarse en vela toda la noche en eltrabajo. Yokozawa consideró prepararle la cena, pero si Kirishimahabía comido fuera, hubiera sido un desperdicio de ingredientes. Sin elmenor interés en preparar una cena para una sola persona, se habíaacomodado e indiferentemente miró la televisión, pero no habíapodido seguir la trama de la película de suspenso que habíaenganchado a la mitad y ninguno de los personajes le había causadomucha impresión. Levantando el control remoto de la televisión,cambió de canal por uno de noticias.

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Cuando el presentador les recordó a los televidentes que ya eran lasonce de la noche, Yokozawa dejó escapar un leve suspiro: -...Supongo que me iré a casa.

Luego de esperar todo este tiempo, lentamente se puso de pie. Seríamucho pedir que Kirishima, exhausto al regresar a casa tan tarde,hiciera tiempo para que ellos dos hablaran. Aún podría llegar a tiempopara el tren si salía ahora, y además, no podía tranquilizarse losuficiente como para pasar la noche en una casa en la que no seencontraba el dueño.

-Lo siento, Sorata. Me voy a casa por hoy. ¿Estarás bien tú solo?

Sorata levantó la cabeza cuando le hablaron, pero luego cerró sus ojosnuevamente, luciendo cansado. Probablemente estaba mucho máscómodo aquí de lo había estado cuando vivía con Yokozawa.

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-... Sí, pues te ves muy bien -replicó con una amarga sonrisa ante elmodo en que el gato siempre se tomaba las cosas a su propio ritmo, ylevantó su portafolio de la mesa ratona.

Su paso deliberadamente lento a la hora de prepararse para partir... sedebía a que él aún conservaba la esperanza de que Kirishima aparecieraaquí a último momento. Aun si no podían tener una charla decente,quería por lo menos verlo.

Pero ellos no se encontraron en el genkan, ni en el pasillo, ni en elelevador. Al salir del complejo, dio media vuelta y levantó la vista haciael departamento de Kirishima, luego, rascándose la nuca, partió rumboa la estación, cuando una fría gota cayó en su mejilla.

-¿Lluvia...?

Por un momento pensó que solo se trataba de su imaginación, cuandootra gota aterrizó en la palma de la mano que había extendido y uncálido viento del sur lo envolvió. En las noticias habían anunciado quese suponía que comenzaría a llover en la madrugada, pero parecía quelas cargadas nubes no pudieron esperar hasta el amanecer.

-... Ah, mí condenada suerte.

¿Por qué tenía que comenzar a llover justo ahora? Quiso arreglarcuentas con el cielo, pero hubiera sido inútil. Pudo regresar a por unparaguas, razonó, pero sencillamente no podía volver a esedepartamento ahora mismo. Probablemente solo sería una leve lloviznapor ahora, así es que si se apresuraba, podría llegar a casa antes de quecomenzara la tormenta.

-No hay remedio... -murmuró para sí mismo con paso firme sobre elasfalto antes de que este se mojara lo suficiente como para cambiar decolor.

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Parecía que siempre llovía en los días en que se sentía mal,probablemente estos eran los efectos del karma, y con estospensamientos en el fondo de su mente, arremetió camino a la estación.

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Capítulo IV

-¡Ah - choo!

Casi no había pegado un ojo esa noche y despertó temprano en lamañana también; sin poder regresar a dormir y sin más que hacer, seencaminó a la oficina.

Deseando hacer algo de trabajo antes de que llegaran los demás, hizosus preparativos y se sentó frente a su computadora, pero suconcentración era poca el día de hoy, debido en gran parte al dolor decabeza que lo había estado atacando intermitentemente desde la

madrugada. También se sentía un poco afiebrado, y su dolor deestómago aún lo acompañaba.

Sabía perfectamente bien que todos estos eran síntomas de unresfriado, probablemente había arruinado su salud cuando se empapóen el aguacero de la noche anterior. Todo había marchado bien desdesu corrida del departamento de Kirishima a la estación y desde allí todoel camino hasta su propia estación; en ese punto, la tormenta no habíallegado todavía hasta donde se encontraba. Las nubes se veíanamenazadoras, de seguro, pero juzgando que no era suficiente comopara ameritar la compra de un paraguas, emprendió el camino hacia sudepartamento.

Se dio cuenta de que su decisión había sido un error aproximadamentea mitad de camino a casa; súbitamente la lluvia escaló a una de gordas ypesadas gotas y luego, en cuestión de segundos, se convirtió en unalluvia a baldazos de proporciones inusitadas. Con muy mala suerte, él

ya había pasado por el último almacén. Ninguna otra tienda seencontraba abierta ya, e incluso si optaba por esperar a que la lluviaamainara, no había forma de predecir cuándo dejaría de llover. Sin másopciones, arremetió camino a casa empapándose, luciendo como unarata ahogada para cuando llegó a su edificio.

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Esto probablemente se debía a lo mucho que se enfrió en eseentonces. Se había metido de cabeza bajo la ducha caliente, pero enretrospectiva, probablemente debió optar por un chapuzón en labañadera.

Solo por si acaso, antes había tomado un medicamento que noproduce somnolencia, pero en este punto no podía decir si estabafuncionando o no.

-... Quizás tome algo de café -sabía que no era bueno intentarahuyentar este resfriado con el uso de la cafeína, pero no podíaevitarlo. El café probablemente no era la mejor de las ideas con suestómago en el deplorable estado en que se encontraba,pero necesitaba algo que encendiera su interruptor interno y lo hicieratrabajar. Aunque prefería tomar su café negro, al menos permitió queun poco de leche lo cortara esta mañana.

Cuando regresó a su escritorio sosteniendo su vaso de cartón en lamano, Henmi acababa de llegar a la oficina: -¡Buenosdías, Yokozawa-san! 

-Sí, buenas.

Sabía que Henmi había salido a tomar unos tragos con unoscompañeros de trabajo la noche anterior, pero no mostraba ni unapizca de fatiga y su estado era decente. Sintiendo rabia de la juventud y vitalidad de Henmi, puso el vaso de café en el escritorio.

-¡La de anoche sí que fue una tormenta, ah! Esa mañana salídejando la ropa aún tendida en la soga, ¡fue horrible! Si hubierasabido que comenzaría a llover en ese momento, me hubiera idoderecho a casa y no hubiera salido a tomar unos tragos.

-Sí... qué bueno... - Yokozawa dejó que la trivial charla le entrara porun oído y le saliera por el otro, y ante su tibia respuesta, prontamentese le recordó la gravedad de los daños causados.

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-¡No es para nada “bueno”! ¡Ahora tengo que lavar toda mi ropade nuevo!

 A Yokozawa honestamente no le podría haber importado menos la

ropa de Henmi en vista de que él mismo había sufrido daño físico.Eso, al menos, era mucho mejor que arruinar su salud. Y aunque estohubiera sido enteramente culpa suya por subestimar al tiempo y nocomprar un paraguas de camino a casa, no podía simpatizar demasiadocon las dificultades de Henmi.

-Espera; ¿lavas la ropa en días de semana? En realidad eresbastante trabajador, ah...

-De hecho me gusta bastante hacer la limpieza y la lavandería.Es un como... ¿supongo que una forma de descargar tensiones

 para mí? ¿Usted no hace muchos quehaceresdomésticos, Yokozawa-san?

-Solo cuando es necesario. Aunque supongo que no me importacocinar.

-Oh cierto, ¿no cocina a veces con Hiyori-chan en lo deKirishima-san? ¡Invíteme alguna vez!

-Sí, seguro. Uno de estos días.

-¿EH?

 Ante esta vaga respuesta cualquiera, Yokozawa recibió a cambio unaexpresión que lucía como si Henmi acabara de ver un fantasma. Lainesperada reacción de incredulidad hizo que Yokozawa, a cambio,dijera vacilante: -¿Qué... qué hay con esa expresión? 

-¡Bueno, usted usualmente diría “¡No tengo comida para ti!” oalgo! ¿Qué le pasa hoy? ¡¿No me diga que tiene fiebre..?!

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-Y esos tres años significan un montón. Me aseguraré de comeralgo cargado de energía en el almuerzo. Pero olvídate de mí,¿cómo va la propuesta del otro día? -cambió de tema con una vagasonrisa; si seguía con este interrogatorio, comenzaría a mostrar grietas.

-Oh, tomará un poco más. Todavía no he podido compilar todala información...

-Bueno, solo muéstrame todo lo que tienes hasta ahora.

-Entonces, de acuerdo; le enviaré un correo electrónico -Henmi voló de regreso a su escritorio y encendió su computadora. Aliviado dehaber desviado de su meta al sujeto por ahora, al menos enapariencia, Yokozawa puso su cabeza en modo de trabajo. _______________________________________________________

-Por favor deténgase aquí -indicó al taxista y sacó su cartera. Luegode pagar la tarifa del viaje, emprendió el camino a su casa con marchainestable. Sin voluntad para siquiera revisar su buzón de correo, semetió en el elevador y de alguna manera consiguió llegar a su casa,donde su resistencia lo abandonó, en la misma entrada, y se vio

obligado a apoyarse en la pared por un momento.

El día de hoy se había esforzado demasiado, y finalmente el virus lehabía ganado la partida. Quizás el modo en que su estómago le habíaestado doliendo desde la salida a por unos tragos del viernes había sidoel primer indicio de que su cuerpo estaba débil. La reciente ola de calorhabía socavado sus fuerzas dejándolo indefenso.

-Demonios, estoy mareado...

Consiguió aguantar mientras estaba en la oficina, pero en el precisomomento en que salió, la urgencia de vomitar lo había asaltado. Si sepermitía colapsar allí mismo, sin embargo, no había forma de predecirqué clase de rumores estarían dando vueltas por ahí al día siguiente, así

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que se puso una máscara de indiferencia con pura fuerza de voluntadhasta que pudiera tomar un taxi cerca de la estación de trenes.

 Aferrándose a la pared, entró en su departamento y se dirigió a la

cocina. Necesitaba comer algo antes de tratar de tomar cualquiermedicamento; no tenía apetito, pero se tragó un pote de gelatina y unacápsula de gelatina de hierbas que había comprado antes esa tarde.

Ni siquiera tenía fuerzas suficientes para darle una ducha a su cuerpotodo transpirado y lentamente se cambió la ropa por unos pijamas y semetió en la cama.

-Esto nunca sucedía antes... -murmuró sacando un termómetro dela gaveta de su mesa de luz y tomándose la temperatura. Nunca tuvoque preocuparse por arruinar su salud solo por ir un poco lejos con lascosas cuando era un niño.

 Ante el agudo pitido del termómetro, sacó el aparato de su axila yrevisó la lectura; y cuando vio que el valor estaba bien por encima delos treinta y ocho grados, sintió que su fiebre subía aún más. Sintió unapunzada de arrepentimiento pensando que probablemente debió ir

directo al hospital, pero ya era demasiado tarde para eso ahora. Si noestaba camino a recuperarse luego de un buen descanso nocturno,siempre podía llamar un taxi.

No quería admitirlo, pero sentía como si su fortaleza lo hubieraabandonado. Sus resacas también parecían durar más de lo usual, asíque quizás él solo estaba llegando a una edad en la que necesitaríacomenzar a pensar en el ritmo de su vida, antes de que fuerademasiado tarde.

 Todavía le quedaban unos cuantos años buenos, de seguro, pero nopodía sobre esforzarse como lo hacía en su adolescencia.

-... Diablos, hoy tampoco pude hablar con él...

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Honestamente había querido hablar con Kirishima hoy, pero siendo suestado tan deplorable, no había sido posible. Una vez más maldijo loinoportuno que resultaba todo esto.

 Ahora ya habían pasado cuatro días desde que habían hablado o sehabían enviado mensajes de texto, y claro, justo ahora, ni siquiera habíareuniones que los obligaran al menos a verse.

Pero... Yokozawa honestamente no estaba seguro de poder pararsefrente a Kirishima sin que toda su agitación y ansiedad se mostraraclaramente en su rostro, así que quizás esto en realidad era lo mejor.

-Tengo... que ir a verlo mañana...

No quería que esta incómoda atmósfera entre ellos continuara. Estabaarruinando su espíritu, y más que eso, él extrañaba al hombre. Quizásel estar enfermo estaba haciendo que se sintiera aún más desesperadopor compañía humana, pero cada vez que cerraba sus ojos, todo lo que veía era el rostro de Kirishima.

La medicación parecía estar haciendo efecto, y pudo sentir como su

consciencia se iba desvaneciendo. Recordó vagamente que habíaolvidado apagar las luces de la sala de estar, pero ya no le quedabanenergías para levantarse.

Podía sentir que alguien estaba cerca. Pensando por un momento quenecesitaba alimentar a Sorata, recordó vagamente que el gato seencontraba ahora en casa de Kirishima; su embotada mente no estabafuncionando bien.

La gente gusta decir que la enfermedad nos vuelve más tímidos, pero Yokozawa sentía que esto resultaba bastante apropiado para describircomo se sentía ahora. Aun si no podría precisamente depender deSorata, la mera presencia o ausencia de un gato tenía efectosmarcadamente diferentes en su nivel de ansiedad.

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-Estaba durmiendo; no es como si pudiera evitarlo - Yokozawa nohabía escuchado el timbre en absoluto. El medicamento para elresfriado que había tomado antes de meterse en la cama habíacumplido con su cometido y había dormido como un tronco.

-Bueno, es por eso que entré por mi cuenta. ¿No te alegra ahorahaberme dado esa llave extra?

-Tú la tomaste sin mi permiso, imbécil... -al disparar con sushabituales réplicas abusivas, la sonrisa de Kirishima se tornó un pocomás agradable. Se sentía como si hubieran pasado años desde la última vez que había visto esa sonrisa y sintió como sus emociones, quehabían estado en ascuas en su interior, finalmente se relajaban. Nopermitió que esto aflorara en su rostro, pero lo golpeó fuerte en elpecho.

-Si no te sentías bien, debiste llamarme, ¿qué hay de malo endepender de mí en momentos como estos? Aunque supongo que

 puedo entender porque no querrías... pero, entonces, ¿qué tal sialgo hubiera pasado?

-... Lo siento... -se había confiado demasiado pensando que mejoraríasi tan solo tomaba algún medicamento y guardaba reposo; perotambién hubo una parte de él que no había estado completamentesegura de que esto fuera algo con lo que debía ser egoísta.

-Sabes que se supone que debes ser caprichoso con los demáscuando estás enfermo. ¿Tienes sed? Compré unas bebidasdeportivas.

-Tomaré un poco -se incorporó en la cama y acercó a sus labios labotella que le ofrecieran. Habiendo estado incluso más sediento de loque esperaba, se tomó toda la botella de un solo trago.

-¿Tienes hambre?

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-No tengo apetito... -sentía que si intentaba comer algo sólido, laurgencia de vomitar, que finalmente se había calmado, regresaría.

-Bueno, si vas a tomar algún medicamento, tendrás que poner

algo en tu estómago primero. Oh sí, traje unas manzanas;¿quieres que corte unas para ti? Siempre lo hago para Hiyocuando tiene fiebre.

-¿Pensé que no podías pelar manzanas?

-¿De qué estás hablando? Puedes cortar una manzana perfectamente bien sin necesidad de pelarla. No te preocupes,las lavaré bien.

-... Paso. Ya tomé algo antes de ir a dormir.

-Entonces deberías volver a dormir. Oh, pero cámbiate la ropaantes de eso. Te enfriarás con esa ropa tan transpirada. ¿Dóndeguardas tu ropa para dormir?

Sin lugar a dudas, esto no podía ser otra cosa más que un sueño

agradable. ¿Kirishima aquí, en su casa, cuidándolo en su lecho? Era unasituación graciosa. Quizás solo estaba débil, vapuleado por su fiebre.

-... En la gaveta del medio del armario -comúnmente él hubieraprotestado diciendo que podía hacerlo solo, pero cuando consideróque esto era solo un sueño, mansamente se permitió ser un pococonsentido.

Se cambió la ropa por la que Kirishima había sacado para él y se metióde nuevo en la cama; Kirishima se acomodó a su lado y sacó eltermómetro de la mesa de luz.

-Controla tu temperatura.

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-De acuerdo... -metió el termómetro bajo su brazo y acomodó sucabeza de nuevo en la almohada. Quizás porque Kirishima estabasentado a su lado, parecía que la medición tardaba más de lo habitual. Aunque estuviera afiebrado y aturullado, no podía negar cuan

incómoda se sentía esta situación. Sería difícil incluso fingir estardormido con lo nervioso que se sentía ahora mismo.

 Yokozawa observó la larga línea de la espalda de Kirishima; dado queen este momento estaba de cara a la puerta, él no podía decir comolucía su semblante.

-Lamento... lo del otro día.

 Yokozawa se sobresaltó, pues súbitamente se encontró en medio deuna conversación dirigida a él, y dejó escapar una boba respuesta: -¿Ah? 

-Sabes perfectamente bien de que estoy hablando; me refiero a lanoche del viernes.

-...

 Yokozawa se quedó mudo; no sabía cómo responder a Kirishimacuando éste se volvió hacía él. El silencio continuó por un largo rato,hasta que finalmente fue roto por el pitido del termómetro.

-Déjame ver... 37.5, ah. Todavía un poco alta.

-Al menos mejor que antes.

-La fatiga se estuvo acumulando en ti, ¿no es así? Últimamenteha estado sofocante, y a ti te encanta sobre exigirte. ¿No tecansas al hacer las rondas?

-No realmente; es parte de mi trabajo -de hecho, desde el punto de vista de Yokozawa, era peor estar anclado detrás de un escritorio todo

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Luciendo como si se diera cuenta de que sus palabras sonaban como siestuviera tratando de justificar lo que había hecho, Kirishima se rascóla cabeza, incómodo; pero eso no era lo que preocupaba a Yokozawaen este momento.

-¿Así que tú... no estás enojado conmigo?

-¿Por qué pensarías que estaba enojado contigo? -el semblante deKirishima reflejaba confusión.

-Yo solo... pensé que quizás estabas enojado porque no escuchétu advertencia... ¿Estaba equivocado?

Debido a que había hecho caso omiso de la advertencia de Kirishima,precisamente aquella situación sobre la cual le advirtieran habíasucedido. Él asumió que el tipo había estado disgustado por ello. Peroante esta vacilante confesión de Yokozawa, Kirishima sencillamente riocon amargura.

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Si hubiera tratado de devolver la llamada luego de que él y Matsumotopartieran cada cual por su camino, las cosas probablemente no sehubieran puesto tan mal. Mirando atrás ahora, sabía que se habíacomportado como un niño.

-¿Así que en otras palabras... fui un completo idiota? ¡Ugh, quédemonios! ¡Maldición! ¡Dime estas cosas antes! -maldijo Kirishimamientras se revolvía el cabello. Probablemente estaba lamentando loque había dicho en ese entonces justo en este preciso momento.

Los dos habían sentido si todo el asunto hubiera sido un serioproblema entre ellos, pero en retrospectiva, no era más que unapequeña riña entre amantes.

Una vez que todo fuera aclarado, era algo de lo que en realidad podíanreírse.

-Aun así... pensar que tú de hecho te pones celoso...

-Por supuesto que sí; aquí estamos hablando del tipo al que amo.Incluso me envalentoné para ir a la guerra contra ella en el

evento de firma de autógrafos y todo; pero tú ni siquiera lonotaste.

-¿Envalentonado..?

 Así que por eso fue que él parecía particularmente elocuente ese día.Quizás incluso el momento en que Hiyori había entrado corriendotambién había sido obra suya...

Mientras Yokozawa permanecía allí sentado, anonadado con loinesperadamente cerrado que había sido Kirishima, éste se disculpóavergonzado:

-Yo... realmente lamento haber actuado de manera tan infantil.

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-Hmf, así que lo reconoces, ¿no?

-Supongo. Puede que tú no te hayas dado cuenta, pero yo soymucho más posesivo y más proclive a los celos que tú.

-Comienzo a tener esa impresión.

Sucede que él es particularmente bueno para mantener las apariencias,eso fue lo que Kirishima le había dicho alguna vez. Lo que en este casosignificaba, que él había estado tan agitado por la situación que nohabía podido pretender nada.

-Aun así... tú realmente le dijiste...

-Si ella lo hubiera sugerido solo al pasar eso hubiera sido unacosa; pero cuando me preguntó directamente, no fue como sihubiera tenido otra opción más que contestar. Y ni siquieramencioné tu nombre una vez.

-Y... ¿eso fue todo lo que le dijiste?

-... Eso fue todo.

-¿Qué fue esa pausa?

-Nada.

Él no había mencionado todo lo que había dicho solo porque erademasiado vergonzoso. “... Alguien a quien respeto enormemente.” Si Kirishima se enteraba de que había dicho algo así, no cabía duda deque se hubiera burlado de él sin misericordia. Incluso en un sueño, nopodía mostrarse tan abierto.

 Tal vez sintiéndose preocupado cuando Yokozawa se quedóanormalmente callado, Kirishima le preguntó con vacilación:

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-Así que... ¿completamente desilusionado conmigo ahora?

-No... No diré que no fue inesperado, pero...

La expresión de Kirishima se llenó de sospechas cuando la voz de Yokozawa se fue apagando: -¿Por qué ese “ pero”?

Luego de un momento de debate mental, Yokozawa sencillamenteexpresó las palabras tal y como se le venían a la mente: -Yo soloestaba pensando que nosotros realmente... somos tal para cual -élsolo podía reírse así de fácil porque esto era solamente un sueño.

El semblante de Kirishima demostró cuan sorprendido estaba por lasituación, pero luego de mostrar un momentáneo brillo ahogado en susojos, rio: -Supongo que sí...

Con vacilación Yokozawa apretó los dedos que casualmente seenlazaron alrededor de los suyos, y quizás esto solo se debía a su fiebre,pero las manos de Kirishima estaban frías y se sentíanmaravillosamente en su piel.

Como si ascendiera de las profundidades del mar en el que se hubierahundido, Yokozawa lentamente despertó a la consciencia, y mientrasdespertaba del sueño nocturno, se encontró mirando atontado hacia elcielo raso.

Había pasado un buen tiempo desde la última vez que durmió tan bien.Usualmente él se veía forzado a despertar de un sueño pesado, perohoy despertó sintiéndose extraordinariamente refrescado.

-... Muero de hambre -murmuró para sí mismo sin darse cuenta ylentamente se incorporó en la cama. ¿Acaso tenía algo de comer en lacocina siquiera?

-Apuesto a que sí. Buen día, ¿cómo te sientes?

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-No puedo quejarme... espera, ¿qué? ¡¿Por qué estás aquí?! -eltipo había asomado la cabeza en la habitación como si fuera la suyasobresaltando a Yokozawa.

-¿Qué, perdiste la memoria otra vez? Y después de que te cuidétoda la noche, maldito desagradecido.

-¿Eh..? -los procesos mentales de Yokozawa frenaron en seco ante elcomentario que invocaba una sensación de déjà vu. La primera vez, élhabía empalidecido del shock, pero esta vez, su cara sencillamenteardió sonrojada.

 Todas esas cosas que dijo e hizo porque pensó que todo era un sueño,todo eso había sido real. Incluso haciendo a un lado la parte del“cuidarte toda la noche para que te repongas”, había dicho tantas cosasinsoportablemente vergonzosas.

Kirishima se rio al ver al obviamente agitado Yokozawa: -Espera, nome digas que pensaste que todo era un sueño o algo, ¿o sí?

-¡..! - Yokozawa contuvo una respuesta y los hombros de Kirishima se

sacudieron con más fuerza.

-Justo en el blanco, ¿ah? Pensé que estabas siendo un tantohonesto entonces... Así que se trataba de eso, ¿ah? Bueno, lotengo todo archivado en mi memoria de largo plazo así quesupongo que no me importa cual haya sido la cuestión.

-¡Olvídalo! Ahora. Mismo.

-De ninguna~ manera; es demasiado bueno como paradesperdiciarlo.

 Ante la respuesta de Kirishima, Yokozawa se masajeó la frente. Eldolor había disminuido, pero ahora un nuevo estrés lo estaba atacando.

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 Aun así... cuando lo pensó con detenimiento, ya era un poco tarde parapreocuparse de que Kirishima lo viera en un estado vergonzoso.

Quizás ser demasiado sensible a ello solo le daba más oportunidades al

oponente. En otras palabras, si pudiera devolverle la pelota al tipo, notendría que soportar tantas burlas como ahora.

De hecho, no se veía siendo tan osado en ningún futuro cercano, peroal menos pretenderlo era el primer paso.

-... Haz lo que quieras -se levantó de la cama y pasó al lado deKirishima en dirección a la cocina, donde lleno un vaso con agua y selo tomó de un solo trago.

-Ahora, esa sí que es una respuesta inesperada. Generalmentedas más pelea que eso.

-Como si pudiera soportar lidiar contigo por cada pequeñoasunto. Y, olvídate de eso, ¿en serio has estado aquí todo eltiempo? -él ni siquiera tenía un sillón en el que el tipo hubiera podidotomar una siesta. Aunque sí tenía un futón extra para invitados,

actualmente este estaba guardado bien en el fondo de su armario, así esque el único lugar en el que alguien podría descansar era en la cama. Locual significaba que Kirishima bien podría no haber estado exagerandocuando declaró que había cuidado de Yokozawa a lo largo de toda lanoche.

-Más o menos hasta el amanecer. Me percaté que estuvieras bien y luego me di una vuelta por mi casa un rato. Oh, también measeguré de alimentar a Sorata.

-Lamento los inconvenientes; en serio -se disculpó nuevamente.

-¿Quién dijo que era un inconveniente?

-... Gracias.

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Cuando Yokozawa cambió sus palabras, Kirishima le devolvió unasonrisa que parecía decir “buen chico”: -De nada. 

 A menudo se preguntaba si en momentos como este él estaba en el

mismo nivel que Hiyori a los ojos de Kirishima. Diablos, quizás élestaba en un nivel aún más bajo en el escalafón.

-¿Qué hora es?

-Poco más de las dos de la tarde.

-¡Ah maldición, estamos totalmente atrasados! -sabía que noserviría de nada entrar en pánico, pero tenía que notificar a la oficina, ylevantó el tubo del teléfono que se encontraba sobre el escritorio en suhabitación. ¿Acaso su jefe siquiera le creería si le decía que había estadoen cama resfriado cuando él no había tomado ni un solo día de licenciapor enfermedad desde que entró en la compañía?

 Ya se encontraba más o menos bien ahora, pero probablemente seríamejor tomarse el día libre y descansar en lugar de ir a trabajar ahoramismo. Al menos hoy no tenía ninguna cita con clientes.

-¿A quién estás llamando? ¿Comida a domicilio? -interrogó concuriosidad Kirishima, observando a Yokozawa, teléfono en mano,tratando de pensar que decirle a su jefe.

-¿Acaso eres un idiota? ¡Por supuesto que estoy llamando a laoficina! Y, oye, ¿no tienes que estar allí tú también? -dijobruscamente, expresando la preocupación que se le viniera a la cabezade repente. El hecho de que Kirishima estuviera allí significaba que éltambién se estaba ausentando del trabajo. Ambos tenían un montón dedías de vacaciones pagos acumulados, pero ninguno tenía cargas detrabajo lo suficientemente ligeras como para usarlos a gusto y paladar.

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-Yo también me tomé el día libre. Ellos se las pueden arreglar sinmí por un día. Y de paso me aseguré de avisar que estabasenfermo, así que no te preocupes.

-¿Ah? ¿Por qué demonios estás tú avisando que yo estoyenfermo?

-Si no lo hacía, hubiera sido una inasistencia injustificada, ¿no?Cuando se lo dije a tu jefe, él respondió: “Supongo que inclusolos demonios se enferman de vez en cuando”.

-...

 Yokozawa solo pudo suspirar ante la respuesta expresada con totaltranquilidad. Parecía que no había escape de estar en boca de todos enla oficina. No quedaba más opción que rearmarse y devolver la jugada.

-Bueno, ahora que ya está todo dicho y hecho, ve a darte unbaño. Yo me haré cargo de cocinar.

-¿Tú te harás cargo de cocinar? -alzó la voz, pues no podía dejar

pasar eso sin hacerlo notar. ¿Qué demonios trataba de hacer Kirishima,quien era un completo fracaso en la cocina? ¿Acaso era siquiera buenaidea permitirle poner un pie en la cocina?

 Ante la obvia ansiedad de Yokozawa, Kirishima alardeó: -No te burlesde mí, yo soy un padre, lo sabes. Puedo hacer algo sencillo comounas gachas de arroz.

-¿Estás seguro de que puedo confiar en ti...?

-Solo déjamelo a mí -la confianza que tenía el tipo era, en sí misma,un tanto terrorífica. Sin embargo, a pesar de no poder sacudirse lapreocupación, no podía luchar contra su deseo de lavar su cuerpo todotranspirado.

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-Bueno, que no se te vaya la mano.

-Sí, sí, vete ya -y así, con dolorosa renuencia, Yokozawa se dirigió altocador.

Con el cuerpo libre de transpiración, la mente de Yokozawa también seaclaró. Se vistió con ropa casual y regresó a la sala de estar cuando alparecer había concluido la preparación de la comida.

-¿Terminaste?

-En realidad preparé la comida cuando todavía dormías. Noquería alardear de que podía hacerlo y luego echarlo a perder,¿sabes? -la comida sobre la mesa parecía ser una selección al azar deplatos sacados del refrigerador. Mientras acercaba una silla a la mesa,Kirishima sirvió un poco de las gachas de arroz de una cacerola y se lapasó.

-¿Es suficiente?

-Por ahora, seguro -estaba hambriento, pero si sabía mal, podría ser

que no se lo pudiera terminar todo. Alzó una cucharada colmada degachas humeantes, y miró fijamente; luego se armó de valor.

-Esto... en realidad está bastante pasable -las gachas quecautelosamente se había llevado a la boca tenían un sabor normal, nosabían ni pastosas ni quemadas.

Incluso haciendo a un lado su estómago vacío, era más que aceptable.

-¿Cierto? Conseguí que mi madre me enseñara la receta y la practiqué. Después de todo, Hiyo solía tener fiebre a menudocuando era pequeña.

-Ah, ya veo.

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Dado que no había tenido mucho apetito el día anterior, esta era suprimera comida decente en veinticuatro horas. Se terminó todo el platoy pidió un segundo, solo deteniéndose para tomar un respiro luego determinar su tercer cuenco. No estaba lleno, pero entendía que no era

una buena idea llenarse de comida cuando aún se encontraba en vías derecuperación.

-Gracias por la comida.

-Pues de nada -mientras Yokozawa se tomaba lo último de su té decebada, Kirishima agregó- Toma un poco más del medicamento.Ese resfriado volverá si bajas la guardia pensando que ya estástotalmente recuperado.

-Sí, sí - Yokozawa llevó sus platos al fregadero y se tomó la medicinaque había dejado en la cocina. Luego de lavar sus platos rápidamente,regresó a la sala de estar donde Kirishima se encontraba tomando unté.

-... ¿Te importa si te pregunto algo?

-¿Qué?

-Últimamente has estado actuando... realmente extraño. ¿Cuál esel problema?

-¡! -Yokozawa soltó un grito ahogado ante la inesperada pregunta.Ciertamente él había estado prendado de algo por hacía un tiempo...pero había tratado de evitar, de la mejor manera que pudo, queKirishima lo notara.

-No tienes que decir nada si no quieres... o bueno, eso era lo que yo estaba pensando, pero no soy un adivino, lo sabes. Tienes quedecirme si algo te está dando vueltas por la cabeza.

-...

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-Yokozawa.

 Yokozawa tomó una resolución cuando escuchó que decían su nombresuavemente; si en este punto huía, nunca superarían esto. Seguro, no

había garantías de que algo fuera a cambiar incluso si lo decía todo,pero al menos su corazón se sentiría más ligero de lo que estabamanteniendo el secreto guardado en su interior.

Se acomodó en su silla colocándose de lado y apoyando su codo en elrespaldar; no tenía las agallas de decir esto de frente, a la cara deKirishima. Abrió y cerró la boca varias veces antes de encontrarfinalmente las palabras que necesitaba y entonces habló.

-Yo solo... me estuve preguntando si tú estabas... realmente bien.Conmigo.

-... ¿Qué quieres decir?

-Tu casa es realmente agradable, y Hiyo es adorable. Pero... noes realmente un lugar en el que yo deba estar, ¿ves?

-...

Parecía como si Kirishima se hubiera quedado sin aliento;aparentemente al fin había comprendido lo que Yokozawa estabatratando de explicar.

-Tu esposa, ella... ella es realmente hermosa, y yo me sientocomo... que no tengo nada en común con ella.

 Al darle finalmente forma a las palabras, se avergonzó de lo mucho quesonaba como una maldita chica adolescente, y ahora que lo habíanotado, no podía dejar de pensar en ello.

El tiempo que pasó en la casa de Kirishima fue agradable y relajante, yquizás fue precisamente eso lo que lo había preocupado de esta

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manera. Ponerse nervioso por esta clase de cosas, sin embargo, no erala más masculina de las cualidades, y se preparó para que se rieran deél; pero Kirishima solo soltó un leve suspiro de comprensión.

-... Ahora lo entiendo. ¿Y es por eso que no te gusta que hagamosesas cosas en casa?

-... -en cualquier ocasión en que Kirishima tratara de tocarlo, en esemismo lugar en que se encontraba la foto de su esposa, sentimientosde culpa y vergüenza lo habían embargado, y por ello se encontróponiendo distancia entre los dos. Al principio había sido inconsciente,pero una vez que se dio cuenta, su actitud se tornó anormalmenteincómoda.

-Bien, en cuanto a tu primera pregunta: debes ser tú, y nadiemás.

Él no había asumido que Kirishima lo estuviera tratando como elreemplazo de nadie, solo quería saber por qué, y ante la claramentedisgustada expresión de Yokozawa, mientras permanecía sentado allíen silencio, escuchando, Kirishima murmuró entre leves risas:

-... Puedo ver que no estás satisfecho con esa respuesta.

-...

-Aunque supongo que para esta misma época el año pasado nohubiera esperado estar saliendo contigo.

-Tampoco yo -si él se hubiera dicho hace un año lo que estaríahaciendo ahora, nunca lo hubiera creído. O bien se hubiera reído deello o se hubiera recordado malhumoradamente no decir malos chistes.

-Sin embargo, te he estado prestando atención por hace yabastante tiempo.

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-¿Ah? -ante la repentina confesión, sin pensarlo, Yokozawa se volvióhacia Kirishima. Esta era la primera vez que escuchaba esto.

-Supongo que la primera vez que me percaté de ti... fue durante

una reunión. Fue algo así como “guau, ellos sí que trajeron a un verdadero novato guerrero esta vez”, y decidí mantenerte bajoobservación.

-¡¿Observación?! -dudó de su sentido de audición ante la nadaromántica palabra, pero parecía que había oído bien.

-Eras realmente mordaz y sarcástico, pero mucho más sensato delo que parecías, y trabajabas dos veces más duro que los demás.

 Además era un tanto graciosa la manera en que perdías losestribos cada vez que alguien te provocaba.

-¡Vete a la mierda, te estoy haciendo una pregunta seria aquí! – 

los comentarios de Kirishima no sonaban nada sinceros, y estabacomenzado a cabrearlo que el tipo no estuviera tomando esto en serio.

-Y te estoy dando una respuesta seria. Sin embargo, supongo que

no me di cuenta de que estaba enamorado de ti hasta que mesenté a tu lado en ese bar. Solo... que finalmente se me prendió lalamparita en cuanto a porque siempre había estado interesado enti.

-¿Qué...? -las palabras expresadas con tanta franqueza hicieron arderen llamas la cara de Yokozawa. Fue él quien demandó seriedad, pero elque Kirishima fuera así de directo y honesto sencillamente... daba vergüenza.

Entonces, cuando los ojos de Yokozawa aún nadaban en el bochorno,Kirishima lanzó otra bomba.

-Y en realidad... no fue una coincidencia, el que yo fuera a esebar en el que tú estabas esa noche.

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-¿Qué?

-Yo te vi entrar, y, en un principio lo dejé pasar, pero seguíamolestándome, así que terminé regresando. Luego tú

comenzaste a hablarme a mí.

-Es-espera… espera, espera, espera un minuto. ¡¿Por quédemonios te tomarías la molestia de regresar?! -había estadolloviendo a cántaros esa noche, un diluvio que te hubiera hecho pensardos veces antes de siquiera intentar caminar hasta la estación. No podíadilucidar porque alguien en esa situación regresaría.

-Te lo dije, ¿no? Que tú habías picado mi interés. Supongo que situviera que dar una razón, quizás diría que yo solo... tenía un

 presentimiento de que las cosas resultarían así.

-...

-Algo así como el destino, ¿verdad? Te escuché refunfuñar yquejarte, y todo lo que eso me hizo pensar fue “este tiposencillamente debería enamorarse de mí entonces”.

-Tú... en serio que tienes un mal gusto de porquería -¿enamorarsede un borracho quien lo persuadiera de que tomaran unos tragosjuntos? No era nada poco estúpido, y Yokozawa añadió una maldiciónpara ocultar su vergüenza.

-Rayos, tú sí que no puedes ser honesto, ¿verdad? Se supone queen momentos como este tú debes decirme “seguro que tú sabesescogerlos”.

-Idiota -dijo brevemente Yokozawa. Como si alguna vez él fuera apoder decir algo tan desvergonzado como eso.

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-Y bien, ¿qué más quieres saber? Probablemente deberíahablarte de Sakura, ¿ah? Supongo que nunca antes hablamosrealmente sobre ella...

 Yokozawa se estremeció; era la primera vez que escuchaba su nombresaliendo de los labios de Kirishima:

-... Sí... -asintió todo nervios, y se reacomodó - hubiera sidogrosero escuchar a alguien hablar sobre un ser querido fallecido mientras se mira hacia otro lado. 

La mirada de Kirishima se alejó, y luego de un rato, finalmente habló: -Nosotros... éramos compañeros en la secundaria. Mismo año.Ella era la presidenta de la clase, y yo era el payaso de la clase;así que al principio, nos llevábamos como perros y gatos. Ella meregañaba por cada pequeña cosa, yo no podía soportar cuanirritante era ella.

Claro que lo daba por hecho, pero cuando Yokozawa consideraba queincluso Kirishima alguna vez había sido un niño, lo dejaba con unasensación extraña. No podía imaginar qué clase de niñez había tenido

el sujeto.

-Sin embargo, supongo que comencé a pensar en ella como unamujer cuando me di cuenta que no tenía una complexiónrealmente fuerte. Ella se hacía la dura frente a todos, y cuando la

 vi jurando que ella preferiría morir antes de permitir que alguienla viera débil, eso... me tocó. Quizás yo siempre estuveinteresado en ella de alguna manera, pero bueno... yo era unmuchacho de secundaria.

El pecho de Yokozawa se encogió ante la dulce expresión que florecióen las facciones de Kirishima mientras éste se permitía perderse en losrecuerdos. No sabía bien cómo explicar la sensación; no eran celos,sino algo completamente diferente.

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simpatizar, solo aquellos que han estado allí, quienes lo hanexperimentado, podrían realmente comprender como se sentía; y él notenía idea de cuan doloroso debió ser separarse del compañero con elque había compartido su vida desde la secundaria por la muerte.

-... Puedo entender someramente lo que quieres preguntar. Estás pensando “qué tal si ella estuviera aquí ahora”, ¿cierto?

-... 

 Yokozawa, sin palabras, levantó la cabeza ante el acertado comentariode Kirishima.

-Después de todo, los humanos no pueden evitar preguntarse“¿qué tal si?”. Diablos, no puedo ni decir cuántas veces deseé

 poder simplemente... volver atrás en el tiempo. Pero ahoramismo, todo lo que tenemos es el presente.

Las palabras de Kirishima perforaron su pecho. El hombre debió pasarincontables noches agonizando por todo esto completamente solo; suspalabras guardaban el peso de los deseos y preocupaciones reprimidas

a más no poder.

-Ahora bien, no estoy negado el pasado que llevo conmigo.Incluso ahora, todavía amo a Sakura y atesoro todos losrecuerdos que tengo con ella. Pero, ya no la tengo a mi lado. No

 puedo cambiar esa realidad, y debido a que eso es parte de mi pasado, yo soy quien soy ahora... Es igual para ti, ¿cierto?

-¡! - Yokozawa se sobresaltó cuando la pregunta le fue devuelta.“ Tú no tienes que olvidar cuanto lo amaste antes.” Esas palabras... quizás ellas fueron brindadas en base a la propiasexperiencias de Kirishima. Incluso ahora, él aún no podía decir cuáleshabían sido las verdaderas intenciones de Kirishima en ese momento.

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-Como si tú necesitaras que te salven -la declaración de Kirishimade “esperar y confiar” había alejado todas las preocupaciones y laansiedad que se habían apoderado de Yokozawa.

En el ejemplo de Kirishima, él probablemente hubiera hecho hasta loimposible para salvar a Takano antes de que éste siquiera se acercara alborde del risco. Había sido por demás sobreprotector, incapaz desacudirse los recuerdos de ese período horrendo. Takano en su peormomento había necesitado con desesperación de alguien que loayudara, pero ahora era diferente. No solo podía valerse por sí mismoahora, sino que también había comenzado a ir hacia adelante por símismo. El único que se había quedado varado, parado en el mismolugar, había sido el propio Yokozawa.

 Y que él pudiera finalmente verse a sí mismo desde un punto de vistaobjetivo como ahora, fue todo gracias a Kirishima.

-Yo quiero pasar el resto de mi vida contigo, desde ahora hacia elfuturo. ¿Y tú?

-Yo...

 Yokozawa no quería decir algo a la ligera, y mientras pensaba por unmomento, eligiendo sus palabras con cuidado, Kirishima se rio conauto desprecio y le dijo irónicamente: -... Así que en serio tú

 prefieres a Takano, ah...

-¿Ah? -¿por qué había saltado ese nombre justo ahora?

 Ante esta respuesta, que denotaba confusión, Kirishima aclaróevasivamente: -Es solo que... ¿No lo recuerdas? Tú lo estabasllamando ayer...

-Oh... -en este punto recordó que cuando sintió que había alguiencerca, en su estado medio adormilado, él había mencionado el nombrede Takano sin pensarlo. Kirishima debió estar molesto por esto.

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-Supongo que cuando todo llega a un punto crítico, es a él aquien recurrirías, ¿ah? Aunque supongo que no puedesexactamente depender de alguien que apenas puede limpiar su

 propia casa...

-¡No es eso! -le interrumpió Yokozawa, refutando las infundadasespeculaciones de Kirishima en pánico. Él no había llamado a Takano,a él solo se le había escapado sin pensar el nombre del único amigo queiba con cierta regularidad por su departamento.

-¿Entonces cómo es?

 Ante la presión vagamente fastidiosa de Kirishima, Yokozawa disparóavergonzado: -Yo solo... ¡no esperaba que estuvieras aquí ayer!Después de todo, yo fui quien te echó el otro día; ¡no podía pedirque estuvieras aquí!

-Sabes que no tienes que preocuparte por ese tipo de cosasconmigo.

-... Sin embargo, yo como que tenía esperanzas de que tú vinieras

-él no había deseado admitir algo tan vergonzoso, pero si permitía queeste malentendido continuara, ellos simplemente terminaríandesencontrándose otra vez.

-... Rayos, di ese tipo de cosas de frente.

-¡..! - Yokozawa se quedó sin aliento cuando sus rostros se acercaroncon un rápido movimiento. Su corazón dio un gran vuelco, y pudosentir como se aceleraba su pulso hasta en la punta de sus dedos

- ¡Estás... demasiado cerca, demonios!

-¿Tímido?

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-¡Oye, ya basta! -incapaz de ver a Kirishima a los ojos, Yokozawadesvió la mirada.

Él solo se había dado cuenta hasta hace poco... pero a él parecían

gustarle de veras la facciones del rostro de Kirishima. No podía contarcuantas veces se había pescado a sí mismo perdido en el aspecto quemostraba el hombre con sus ojos entreabiertos mientras leía un libro ouna revista. Quizás él siempre tuvo un no sé qué por las personasatractivas y nunca lo notó siquiera.

-Vamos, mírame -gimoteó Kirishima, expresando su descontento,incapaz de soportar que Yokozawa mantuviera su cara volteada lejosde él. Se inclinó sobre la mesa y agachó su cabeza para echar un vistazodesde abajo y así encontrarse con la desviada mirada... en cuyo punto Yokozawa aprovechó su oportunidad y atacó.

-¡Dije que ya basta...!

-¡¿?!

Estiró una mano bruscamente y agarró el cuello de la camisa de

Kirishima jalándolo hacia adelante, y selló sus labios. Kirishima sequedó mirando con los ojos abiertos de par en par por el shock que leprodujo la facilidad con que Yokozawa alcanzó su objetivo.

-Solo cierra el pico por un rato -gruñó su orden Yokozawa,soltándolo inmediatamente. Aunque estuviera momentáneamentecomplacido de que su venganza hubiera salido tan bien, se encontróinmediatamente lamentando sus acciones.

-... Guau, estás bastante proactivo hoy. Nunca hubiera esperadoque tú me sedujeras a mí...

Su voz flaqueó ante la inesperada reacción:

-Sedu... ¡no interpretes las cosas a como que te plazca!

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-Vamos, no hay necesidad de ser tímido~.

-Sabes, yo no ando por ahí de tímido contigo todo el tiempo.

-¡Excelente, entonces pongamos manos a la obra ya que estamosde humor!

-¡Tienes una idea muy equivocada si crees que esto es estar dehumor en primer lugar! ¡Oye, suéltame! ¡¿Qué estás haciendo?!

-¿Tienes que preguntar? Rayos, que zopenco tan pocoromántico.

 Yokozawa continuó protestando violentamente, pero Kirishima nomostró ninguna señal de escuchar. Muy al contrario, en su lugar, agarróel brazo de Yokozawa y lo levantó de su asiento, fingiendo ignorancia alas claras. Yokozawa se encontró siendo arrastrado hacia su habitacióny lanzado al borde de la cama, luego Kirishima se le subió encimamientras él permanecía echado sobre su espalda.

-¡..! -su respiración se quedó atrapada en su garganta ante la posición;Kirishima lo mantenía tumbado bajo suyo agarrándolo por loshombros mientras lo miraba desde arriba.

-... ¿Estás nervioso?

-Ni con un demonio.

-Tomaré esa negación embroncada como un “sí”. Aún estásrecuperándote, así que solo quédate ahí y relájate. No te

 preocupes, aquí no está Hiyori, así que te lo puedes tomar concalma.

-Esta es mi casa, por supuesto que ella no está aquí.

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-Tampoco está Sorata, así que solo por hoy, puedes darte el lujode ser abierto y honesto, vamos. Oh y, ¿a propósito? No puedes

 poner como excusa eso de “no me he dado un baño” esta vez.

-...

 Ante este comentario de Kirishima, que le ganaba de mano en lacontienda, tarde vino Yokozawa a darse cuenta de que acababa de salirde la ducha.

 Aprovechando la oportunidad, ya que la voz de Yokozawa seencontraba detenida en su garganta, Kirishima selló sus labios con unbeso, deslizando su lengua por su boca derritiendo su cuerpo:

-Ngh... nn... 

Maldición, este tipo sí que era bueno besando. Si ellos hubieran estadode pie, sus piernas se hubieran rendido justo ahora. Nunca le habíadisgustado el toque de sus cuerpos, pero odiaba tener sus sentidos aldesnudo y expuestos a la vista de todos. Quizás por esto era tan gruesala armadura que siempre llevaba encima.

-Sabes... estabas bastante lindo en la agonía de la fiebre.

-... ¡Ngh, porque tú..! -se sonrojó al escuchar que le volvían arecordar un tema que debió quedar cerrado. Ya era bastante malo saberque alguien lo había visto en tal estado, con todo su buen juicio tiradopor la ventana, pero él solo quería morir recordando cómo fue que nohabía estado seguro de que era real y que era un sueño en esemomento.

-Bueno, jamás me sonríes de esa manera usualmente... Aunquelo haces para Hiyo con bastante facilidad.

-¿Cuál demonios es el punto de estar celoso de tu propia hija? Ysi fuera por ahí sonriéndote así todo el tiempo, ¡sería asqueroso!

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-No, no es así. Yo pensé que fue lindo.

-... Oh cierto. Ese es justo el tipo de persona que tú eres; loolvidaba - sus fuerzas lo abandonaron de cara al serio y honesto

hincapié de los sentimientos de Kirishima, y aventó sus miembrosexplayados en la cama. Era estúpido seguir luchando contra él en estepunto. Resultaba claro que él estaba discutiendo solo por discutir, y serirracionalmente testarudo solo hacía más feliz al tipo.

-Aun así, no puedo creer que todavía tenga que recordar a miedad eso de “guau, el amor puede ser un verdadero dolor decabeza a veces”. Sentirme preocupado y lamentar las cosasinmaduras que haya dicho o hecho, ponerme nervioso por el mássimple y pequeño de los comentarios...

 Yokozawa se encontró cautivado por la sonrisa del avergonzadoKirishima; quizás todos los comentarios francos y abiertos que hacía amenudo solo servían... para disfrazar este lado suyo.

-Quizás esto es a lo que la gente se refiere cuando dice eso de“encontrar el amor en los años dorados”.

-¿De qué diablos estás hablando? Aún no soy tan viejo -le retrucóKirishima y luego rio con fuerzas. Si el primero en enamorarse era elque estaba condenado a salir lastimado, entonces probablementeninguno de ellos saldría sin un rasguño de esto.

-... Yo me siento igual.

-¿Ah?

-Yo me pongo... nervioso por ti también, ¿sabes? Así que, hazteresponsable.

-¡¡!!

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 Yokozawa estiró su mano nuevamente y enroscó sus dedos en el cuellode la camisa de Kirishima, jalándolo hacia adelante y robando suslabios. Forzó la entrada de su lengua e inició un provocativo beso,luego deslizó su mano libre por la nuca de Kirishima, mientras él

permanecía allí atolondrado, y profundizó su beso aún más. Haciendoa un lado todo sentimiento de vergüenza, atrevidamente arrasó con laboca de Kirishima; si mostraba siquiera una pizca de timidez aquí yahora, quedaría a merced del tipo.

Lentamente se apartó y susurró: -Ahora esto... soy yo seduciéndote. Y aunque unos cuantos lamentos se quedaron merodeando en el fondode su mente, ya no había vuelta atrás.

-... ¡Hng..! -la respiración de Yokozawa se atoró en su garganta ante laindescriptible presión. Lubricado con algo de ungüento como sustitutode la loción, se deslizó tan profundo como pudo.

Esperaba que Kirishima no hubiera olvidado que él aún se estabarecuperando de su resfriado; claro que se daba cuenta de que parte deesto era su maldita culpa por incitar al tipo, pero esta posición erahonestamente bastante dolorosa como para mantenerla.

Pensó que las cosas podrían lucir diferente mirando desde lo alto, perola mirada de Kirishima, la cual parecía enroscarse a su alrededor, era lamisma de siempre. Si acaso, Yokozawa se sentía todavía másavergonzado en esta posición.

-¿Qué pasa? ¿Me vas a hacer sentir placer en algún momento?

-¡... endo eso!

Nunca hubiera imaginado que llegaría el día en que faltaría al trabajopara subirse encima de otro hombre en medio de un día de semana. Ante la insistencia de Kirishima, trató de moverse, pero no loconsiguió. Quizás había perdido todo derecho de controlar su propiocuerpo, pues había estado totalmente vapuleado.

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 Aun así, obligó enérgicamente a que su fuerza retornara a sus rodillas, yjurando en el interior de su mente hacer que Kirishima alcanzara elclímax primero, levantó sus caderas.

Dios, sí que odiaba esa sonrisa de autosatisfacción. Cada vez que seacostaban, él siempre pensaba “uno de estos días, solo espera y verás...”, pero ese día aún estaba lejos de llegar.

-Solo pon tus manos aquí y levanta tus caderas haciendo palanca...

-¡Sé lo qué tengo que hacer! -lo indignaba que se le señalara algo quesabía perfectamente bien, y no necesitaba que el imbécil que lo habíapuesto en esta posición en primer lugar, se pavoneara orgullosamentede ello.

-Todavía no llegamos a ningún lado, ah...

-... ¡Ah!

 Aparentemente incapaz de esperar un segundo más, Kirishima

súbitamente lo penetró desde abajo: -Ahora solo... mantén tuscaderas levantadas así.

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-Ngh... ha... ¡Ah! -un tenue entumecimiento recorrió su espina dorsalantelas repetidas embestidas mientras luchaba por mantenerse en pie, ycada vez que sentía que sus piernas se iban a rendir, otra fuertesacudida lo asaltaba y él gemía incoherentemente.

 Apretó los dientes ante la sensación que estaba a cerca del dolor; amerced del implacable ir y venir, dentro y fuera de su cuerpo, estabatan candente como para quemarlo desde adentro, sintiéndose como sifuera a derretirse por la intensidad.

-Haa... ah...

El movimiento eventualmente alcanzó un ritmo estable y pudo sentircomo sus entrañas se estremecían intermitentemente mientrasKirishima penetraba en él con sus piernas casi rindiéndose ante él.

-No es que no me encante la vista desde aquí, pero ya estoy casien mi límite.

-¿Qué…? 

Kirishima contrajo los músculos de su abdomen y se levantó conesfuerzo usando el impulso para tirar a Yokozawa de espaldas. Ahoraque sus posiciones se habían intercambiado, separó las piernas de Yokozawa.

-¿Qué estás...?

-Sí, así está mejor... -oyéndose bastante complacido consigo mismo,Kirishima penetró profundamente en el cuerpo de Yokozawa.Él quería protestar diciendo “quién demonios fue el que me dijo queme pusiera arriba tuyo en primer lugar”, pero el sonido que escapó desus labios fue, en cambio, por demás erótico como para pertenecerle:  -¡Hnng... ah..!

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Su hombría yacía erecta presionando sobre su abdomen esperando elmomento de máximo placer. Lo poco que le quedaba de sensatezestaba siendo tirado por la ventana de cara al duro bombeo dentro yfuera de su cuerpo, y su consciencia estaba siendo abatida,

encontrando nada más sino placer ante ella.

Llevó sus manos, que habían estado aferrándose a las sábanas,alrededor de Kirishima, asiéndolo fuertemente, y aunque las cejas deKirishima se juntaron cuando Yokozawa hundió sus uñas en él, eraimposible decir si se debía al dolor.

-... ¿Te sientes bien? -soltó Kirishima, una pregunta para la cualobviamente ya sabía la respuesta.

-No... preguntes... - Yokozawa no podía entender porque el tipopreguntaría algo que sabía perfectamente bien que no contestaría.

-Bueno, yo me siento tan increíble que podría morir...

-¡..! -junto al ronco susurro en su oído Yokozawa sintió que losmovimientos llegaban a la máxima velocidad. Kirishima presionó hacía

adentro con fuerza y la mente de Yokozawa se quedó en blanco. Sucuerpo y mente estaban siendo completamente arrasados; ni siquierapodía distinguir con certeza que estaba arriba o abajo.

-¡Ah... ah..! -empujado sin misericordia al borde del placer, la pasiónde Yokozawa se desbordó.

-¿Estás bien?-Por supuesto que no -a pesar del hecho de que él recién serecuperaba de su resfriado, ellos se habían sobrepasado. Incluso sugarganta, que no había sido afectada por su mala salud, ahora se sentía

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áspera. Quitó de manos de Kirishima el vaso que éste sostenía para él ydejó que el líquido bañara su reseca garganta.

Cuando puso el ahora vacío vaso de regreso en manos de Kirishima, el

tipo respondió con una sonrisa, riendo: -Lo siento. 

-No lo lamentas en absoluto -rugió Yokozawa, fulminando con lamirada a Kirishima, quien sonreía con una mirada lasciva en sus ojos.Realmente estaba empezando a odiar el hecho de que “mirar feo” eratodo lo que podía hacer en estos días.

-Bien... supongo que debería confesar otra cosa más. La razón por la que te saqué la ropa interior en el hotel aquella vez... fuesolo porque quería ver como reaccionarías.

-Tú... ¡¿QUÉ?!

-Pues piénsalo bien, sin importar cuánto vomitaras, no hay formade que consigas ensuciarte hasta la ropa interior, ¿cierto? Me

 partí de la risa cuando tu expresión fue exactamente como que yo esperaba.

Sus manos se ciñeron en fuertes puños con pura ira hirviendo en suinterior, y levantó la voz a Kirishima, quien se estaba riendo por elmero recuerdo del momento:

-¡Déjate de joder! ¡¿Tienes alguna idea de cómo me sentíentonces?!

Era una broma de mal gusto, aun si no había malas intenciones.Seguro, en parte era culpa del propio Yokozawa por emborracharsetanto que ni siquiera podía recordar ni la mitad de la noche, peroKirishima no tenía ningún derecho para burlarse de él de esta manera.

-Hmm, supongo que te pusiste bastante nervioso preguntándoteen qué demonios te habías metido, ¿cierto?

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-¡..!

 Yokozawa no podía decir ni una palabra, temblando de furia y vergüenza como lo estaba. Ya se había estado preguntando por un

largo tiempo como diablos podría arreglar este horrible aspecto de lapersonalidad de Kirishima. No pretendía que el tipo fuera un santo ninada parecido, pero le vendría muy bien que superara este hábito dedivertirse con tan infantiles.

-Oh... y estaba pensando... tú sabes, probablemente sea mejorque no te mudes con nosotros por ahora.

-¿Ah?

 Ante la evidente confusión de Yokozawa por el súbito cambio detema, Kirishima cruzó los brazos y asintió con la cabeza para sí mismo:

-Después de todo, nosotros necesitamos un lugar donde podamos venir y estar solos sin que nadie más nos moleste. Túsiempre te estás preocupando por Hiyo en nuestra casa, ¿cierto?

-¡No uses mi departamento como “nidito de amor”!

-No es como si tuviéramos otra opción. Después de todo, túsiempre dices que no quieres ir a un hotel. ¿O qué, acaso noquieres estar a solas conmigo?

-Eso... eso no es... -en serio que no era justo que Kirishima hicierapreguntas como esta; no le daba otra opción más que negar laacusación.

 Ante el evidente silencio de Yokozawa, quien trataba de encontrar laspalabras para responder, Kirishima se deslizó hacia adelante y susurrósuavemente a su oído: -A veces quiero tenerte todo para mí solo.

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Capítulo V

Hiyori debía estar de regreso el día de hoy. Kirishima había partido ensu automóvil al aeropuerto para esperar el arribo del avión, y mientrasaguardaba a que los dos regresaran, Yokozawa estaba preparando lacena: hoy comerían fideos chinos fríos.

Notando que ellos estarían de regreso en cualquier momento ahora, Yokozawa lavó los fideos recién hervidos en agua fría y los sirvió en unplato limpio. Justo cuando estaba condimentando los fideos conguarniciones finamente cortadas, alcanzó a oír el sonido de alguien quecorría por el pasillo de afuera.

Lavó sus manos en el fregadero y la puerta del genkan se abrió degolpe justo cuando salía a saludarlos.

-¡Oniichan, ya estoy de regreso!

-Bienvenida a casa, Hiyo.

Hiyo, quien prácticamente había volado al interior de la residencia,estaba completamente bronceada, casi morena. Sus hombros, que semostraban bajo vestido, ya estaban comenzando a pelarse, y ahora queella se había quitado los zapatos, Yokozawa podía ver claramente lalínea de las tiras de las sandalias en sus pies.

 Aparentando haberse levantado solo para saludar a Hiyori, Soratatranquilamente salió del interior de la casa, fregándose en las piernas deHiyori mientras ella arreglaba sus zapatos.

-¡Sora-chan! ¡Ya volví~! ¡Gracias por cuidar de todo mientras noestuve! -cuando Hiyori lo alzó en brazos, Sorata buscó su caraávidamente-. ¡Tengo unos recuerdos para ti! ¡Espera justo aquí, telo pondré en seguida! -revolvió los bolsillos de su bolso por unmomento antes de sacar lo que parecía ser una cinta celeste.

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-¿Eso es un collar?

-¡Sip! ¡Mi abuela me enseñó a hacer trabajos con cintas, así quehice esto!

-Guau, nada mal.

El collar se ataba por detrás, en la parte trasera del cuello, y unapequeña campanilla colgaba del frente. Indudablemente ella habíaelegido ese color porque este se asemejaba al color del cielo*.

Quitando el actual collar de Sorata, ató el nuevo a su cuello. El collardel color del cielo realmente le quedaba pintado sobre su pelaje blancoy negro.

-Aun así, mírate, ¡estás quemada como una patata! ¿Te divertisteen lo de tu abuela?

-¡Sip! ¡Un montón! ¡Incluso hice nuevas amistades allí! Ahoraseremos amigos por correspondencia. ¡Oh, y en el aeropuerto,hice que papá me comprara unos lindos papeles y sobres para

cartas!

-Ya veo -los ojos de Yokozawa se entrecerraron mientras la observabacharlar alegremente; había estado por demás tranquilo en esos pocosdías sin ella.

 Ahora finalmente se sentía como si las cosas hubieran regresado a lanormalidad.

-¡Oh, también tengo regalos para ti, Oniichan! Sin embargo, hiceque la abuela los enviara, así que no puedo dártelos sino hastamañana...

-Bueno pues será “mañana” antes de que te des cuenta. No puedo esperar a que lleguen aquí.

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-¡De acuerdo! ¡Espéralos con ansias!

Kirishima, llegando recién ahora, entró fatigosamente en la sala deestar mientras recorría la correspondencia que había recogido en el

camino:

-Ya regreseeeé. Hiyo, Yuki-chan te envió una tarjeta de saludos por el verano.

-¡¿En serio?! ¡Oh guau, tiene estampillas postales del extranjero!-

Hiyori estudió minuciosamente la postal que le entregó Kirishima conexpresión seria. Si Yokozawa recordaba correctamente, ella habíamencionado a Hiyori que su familia se iría de vacaciones al extranjero.Ella probablemente había enviado una postal a Hiyori en el mismomomento en que llegó.

-Bueno vamos a comer, esta noche tenemos fideos chinos fríos.

 Ante la descripción del menú de la noche, Hiyori alzó ambos brazosalegre.

-¿¿Cómo supiste, Oniichan?? ¡Justo antes estaba pensando quequería comer eso en la cena!

-Bueno pues yo mismo los deseaba; ahora, ustedes dos vayan alavarse antes de comer.

-Sí, señor~.

Luego de enviarla volando al tocador, Yokozawa preparó la mesa;había budín de postre en el refrigerador, pero lo sacaría luego de lacena.

-¡Guaaaaau se ve delicioso! -Hiyori expresó su emoción mientrasinspeccionaba la cena. Una audiencia tan apreciativa sin duda hacía que

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el esfuerzo valiera la pena aún más. Incluso seis meses atrás, Yokozawano hubiera esperado que sus toscas habilidades culinarias hicieran suregreso en estas circunstancias.

Mientras se acomodaba en su asiento, Hiyori preguntó inocentemente:

-Pues, ¿qué estuvieron haciendo ustedes dos mientras yo noestaba?

-... Solo, ocupados con el trabajo -nada de lo que habían hecho eraalgo que pudieran contar a Hiyori, pero a pesar de haber deslizado lamentira con sutileza, Kirishima les lanzó una bomba cuando llegócaminando lentamente desde la sala detrás de Hiyori.

-Nos divertimos un montón, los dos solitos.

-¡..!

 Yokozawa estiró una pierna para patear a Kirishima por sus sugestivaspalabras, pero esto no pareció desalentarlo en lo más mínimo, y élcontinuó a propósito: -¿De qué te estás sonrojando, Takafumi?

-Ya. Basta. ¡De eso! -su cara estalló en llamas al ser llamado por sunombre de pila por primera vez. Aun sin verse al espejo, sabía queahora debía estar rojo como un tomate.

-Oooooigan, ¿pasó algo mientras no estaba? ¡Vamos, díganme!

-No es nada; ahora, solo come. Tus fideos se pondrán pastosos.

-¡Ah, Oniichan!

Ignorando su pregunta, Yokozawa voló a la cocina, y a pesar de ventilarse fervientemente con las manos, su enardecida cara no seenfriaría.~Fin Tomo II~ 

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