# prólogo

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# Prólogo......................................4# 01...........................................9# 02..........................................17# 03..........................................23# 04..........................................29# 05..........................................38# 06..........................................44# 07..........................................52# 08..........................................59# 09..........................................66# 10..........................................73# 11..........................................79# 12..........................................85# 13..........................................92

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# Prólogo

A 42 años luz de la tierra, en un pequeñocubículo de la nave de descenso, el doctorSimon observaba unas fichas con airepreocupado. Si cometía un error, toda la misiónque trasladaría a la humanidad a otro planetahabitable podía fracasar.Todo parecía ir bien. Habían descendido a unplaneta identificado como LV-314 paraabastecerse de agua y otros elementosindispensables en una última parada antes dereanudar la marcha. Siguiendo los protocolosestándar del mando único, todo el personalhabía pasado por el bio-escáner para detectarcualquier anomalía. Hostil o no, la presenciade cualquier organismo desconocido podíaresultar una amenaza para los humanos. Sinembargo el planeta no era más que una rocahelada, y como tantos otros, no parecíaalbergar ninguna forma de vida. Así que cuandollegó la hora de las comprobaciones, el doctorse limitó a hacer pasar a todos por el análisis

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sin tomar notas: porque estaba seguro que comoen las otras 101 paradas anteriores, nada sesaldría de lo normal: algo de radiación y pocomás.Sin embargo, esta vez el escáner habíaencontrado algo raro. Uno de los tripulantes dela misma nave de descenso tenía un análisistotalmente inusual. El escáner mostraba unadistribución de colores muy rara, y el análisisde sangre detectó niveles disparatados en todoslos elementos.En un principio, lo achacó a un problema desoftware en el escáner Indra. Pero aunque aveces los aparatos pudieran fallar, no eraposible que tantos análisis distintoscoincidieran en lo mismo: uno de lostripulantes no podía ser humano. Simon trató derecordar si había visto algo inusual en elloscuando pasaron de uno en uno, pero lo cierto esque nunca prestaba mucha atención en un procesoque se había convertido en una rutina. ¡Malditasea, qué estúpido! pensó.¡Ssssh!El capitán Dunnings interrumpió sustribulaciones.

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– ¿Y bien? ¿Todo correcto? Tenemos que salirya.

– Sí, todo bien pero...– Pero ¿qué? Sabe perfectamente que no podemosvolver a órbita si hay un pero Dr. Simon.Simon suspiró.– Puede que sea una tontería, pero hay uno delos análisis que me preocupa.– Bien, ¿de quién se trata?– Ese es el problema, no se a quién

corresponde.Dunnings se quedo mirando fijamente al doctor.Odiaba la incompetencia, hubiera estrangulado aese medicucho ahí mismo si no fuera porquepodía seguir siendo necesario.– Mire doctor. Tenemos que subir al USSCarpenter y unirnos al resto de la flota. Séque el protocolo impide introducir posiblesenfermos a bordo. El problema es que usted nisabe de qué enfermedad se trata, sea lo quesea, y lo que es peor, tampoco sabe de quién setrata. ¡Podría ser yo mismo! ¿Tiene algunasugerencia?– ¿No hay alguna forma de unirnos a la flotapero de forma aislada, en una nave más pequeña?

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Ahora el que suspiró largamente fue el capitán,mientras cerraba los ojos y se sujetaba lanariz con gesto de desesperación. De repentepuso los brazos en jarras y mirando nuevamentea Simon afirmó con seguridad:– Solicitaré permiso para nos trasladen a todosa otra nave. No podemos poner en riesgo alresto pero tampoco nos pueden dejar aquí. Unavez a bordo podemos repetir los análisis.– Gracias capitán. Eso será lo más seguro. Leruego que me disculpe por este error.Y dándole la mano, el doctor añadió:– Les deseo buena suerte.– No Simon. Parece que olvida el protocolo.Usted ha estado en contacto con los tripulantesasí que también debe permanecer con nosotros.Prepárese, voy a solicitar acceso a la USSSkeld.

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Blanco

La USS Skeld fue una de las primeras navesinterestelares de la corporación Mira. Era tananticuada que los tripulantes debían llevartraje para sobrevivir: el suministro de oxígenono estaba garantizado debido a los continuosfallos de los sistemas. Para poderidentificarse rápidamente, algún experto en UXhabía tenido la genial idea de utilizar trajesde distintos colores, lo cual permitía saberquién estaba detrás del traje sin necesidad deleer sus iniciales en su solapa.

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Irónicamente al doctor Simon le había tocado eltraje blanco. Muy apropiado para un médico.También poco práctico para una nave tan vieja ysucia. En fin, no se iba a quejar, y menos aúncuando probablemente, la culpa de haber tenidoque trasladarse a otra nave fuera suya. Así quetrató de centrarse en el trabajo que tenía pordelante, que no era poco.Ante él tenía las fichas de los otros 10tripulantes además del capitán, uno de loscuales podía estar infectado de algunaenfermedad. Antes de volver a llamarlos parahacer otro análisis, revisó sus expedientes.

Capitán Dunnings, un oficial de ampliaexperiencia en misiones de larga duración. Muyestricto, algo borde pero de una autoridadnecesaria en estas situaciones. Su traje era elrojo.

Richie, un irlandés fuerte como un caballo.Curtido en los conflictos del cinturón deasteroides, había sobrevivido a situacioneslímite. Pero nada parecía perturbarlo. Un

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marine espacial de manual. Su traje, escogidopor él sin dudarlo, era el verde.

Fero, una brillante científica, una eminenciaen muchos campos. Al contrario que muchosindividuos de su gremio, tenía un carácterabierto y alegre. Sus continuas migrañas lesolían fastidiar el día, aunque la compañía desu gata le aliviaba. Su traje era el naranja.

Jossy era también un hombre de ciencias, perono tenía nada que ver con Fero. Era unmatemático alto y delgado, y algo reservado. Sutraje era el Lima.

Harriett, era geólogo. Una ciencia de la que semofaban otros científicos pero necesaria paralos procesos de terraformación. Arrastrabacierto resquemor con los compañeros. Su colorno gustaba al resto pero para él resulto ideal:era el marrón.

Oihan era mecánico, el típico tipo sano y decomplexión fuerte que es capaz de arreglarcualquier cosa. No solo era ingeniero

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industrial, también era ingeniero eléctrico ymuy hábil con cualquier herramienta. Su colorera el azul.

Dan-El, el técnico de informática ytelecomunicaciones. Debía ser muy bueno por loque decían los demás, porque él no hablabamucho. Era un individuo delgaducho que dormíamuy pocas horas, lo cual le daba un aspectoenfermizo y contrastaba con el color de sutraje: el rosa.

Maddi, podría tener sesiones muy interesantescon la tripulación. La psicóloga del grupo erauna mujer alta y de aspecto imponente. Decarácter abierto y muy sociable, uno siempresentía que te analizaba cada gesto y teescaneaba de arriba a abajo. Era la cían.

Hander, el biólogo. Si alguien debía ser capazde evaluar cualquier ser viviente era él. Unade esas personas aprensivas e hipocondríacas,cosa terrible para un biólogo. Pero sin dudaesta era la misión de su vida. Su color, era elamarillo.

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Haymar, era un empleado de la compañía del quenadie sabía gran cosa. Desempeñaba tareasgenerales, pero todos intuían que probablementeera un espía de la corporación. No se quejaba,ni llamaba la atención. Su mascota, una perrallamada Nala, era muy simpática. Su color erael negro, muy apropiado en su caso.

Nicholas era todo un físico, en todos lossentidos. Un tipo sano y fuerte y un portentoen astrofísica. Si la nave quedara sinnavegación, él podría guiarla por el espacio.Su color era el púrpura.

Tras revisar las fichas, Simón se levantó ysupervisó las instalaciones del ala médica dela nave. Disponía de varias camas, un escáner yen teoría del material estándar esencial de lacompañía. Pero no se fiaba de que todoestuviera en perfecto estado, especialmente enuna nave que estuvo a punto de ser descartadapara la expedición.

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El instrumental era bastante obsoleto, yalgunas de las medicinas estaban caducadas.Aunque lo importante en principio era poderanalizar a los tripulantes. Así que trató deponer en marcha el escáner. No se sorprendió alcomprobar que no se encendía. Sacando unaherramienta del instrumental que tenía en elantebrazo, levantó la tapa que cubría loscircuitos. Se encontró con chispazos y ciertoolor a cable quemado. Uno de los circuitosintegrados había sido arrancado, y sin él eraimposible hacer funcionar el escáner. Pero lo

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que era peor es que el destrozo parecíareciente.Simon se incorporó mientras trataba de pensarsi podría arreglar el escáner. Se preguntabaqué podía haber pasado. ¿Qué motivación podríatener alguien para hacer algo así?Se giró para dirigirse a la administración yponer el asunto en conocimiento del resto,cuando se topó con una sombra que le cortaba elpaso.Al instante sintió una punzada en la frente yun pinchazo en la parte posterior de la cabeza.Trató de reaccionar y entender qué pasaba peroal instante fue consciente de que no se podíamover. Sintió como si estuviera levantado delsuelo y luego, simplemente, no sintió nada. Suúltimo recuerdo fue una visión borrosa de loque tenía delante. Una boca monstruosa llena dedientes de cuyo interior surgía un tentáculoque le atravesaba la frente.

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# 02

Azul

"Este cacharro no es una nave, es una lata deconservas espacial."Pensaba Oihan mientras trataba de reparar uncuadro eléctrico en el que todos los cablesestaban chisporroteando sueltos. Desde que pusoel pie en la USS Skeld se sentía tremendamenteinquieto. Quizá los demás solo veían unvehículo austero y poco elegante. Pero Oihanpodía percibir todos los defectos de la nave:los tubos parcheados, los cables fuera de sitioe incluso el crujido de los materiales.

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"Al menos voy a estar entretenido"

UAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAALa alarmá aulló justo sobre su cabeza dándoleun susto de muerte. Hacía tiempo que no oía unade esas viejas sirenas. En una pantallaauxiliar pudo ver el mensaje que convocaba atodos a una reunión de emergencia en lacafetería. Dejando sus herramientasdesparramadas, se dirigió hacia allá con esa

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molesta sensación de quien deja algo a mediohacer.Toda la tripulación se encontraba repartida porlas mesas, algunos sentados, otros de pie,mirando al capitán Dunnings.– ¿Y bien? Espero que sea importante, estabatratando de dormir.– Pues más vale que no lo haga Hander, de locontrario estaría desaviniendo losprocedimientos. Bien, en cualquier caso creoque les debemos una explicación.– ¿Nos van a explicar qué hacemos en estacochambre de nave?– Estamos confinados en la Skeld. Al parecer,los análisis rutinarios antes de salir delanterior planeta revelaron que uno de nosotrosparece estar afectado por un organismo oenfermedad desconocida. Como bien saben nopodemos poner en riesgo al resto de la flotaasí que solicité el traslado de todos ustedes ala USS Skeld.– ¿Pero no se sabe quién tiene esa enfermedad?¿Por qué nos trasladan a todos?– El Dr Simon no registró correctamente losresultados de los análisis así que no sabemos

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de quién se trata. En cualquier caso todosestuvimos en contacto durante la estancia enLV-314 así que entraríamos en la mismacuarentena.– Bueno, pues que nos analicen otra vez y yaestá, al menos sabremos quién o quiénes estánafectados.

En ese punto el capitán suspiró largamentey miró a todos de uno en uno.– No iba a revelarles nada de esto, pero no hetenido más remedio. En realidad les heconvocado a esta reunión por un motivo bastantemás urgente. Simon ha aparecido muerto, o mejordicho, asesinado.– ¿Qué?Las caras de sorpresa se alternaban con las dehorror mientras los tripulantes se miraban losunos a los otros.– Aparentemente ha sido atacado con un objetopunzante que le ha atravesado la cabeza. Debiómorir en el acto.– ¿Y qué vamos a hacer? ¿No podemos pedirayuda?– Debemos seguir aislados, así que nos lastendremos que apañar por nuestra cuenta. De

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momento solicitaré la ayuda de Fero para que meayude a analizar el ala médica. El resto debeprocurar que esta nave nos mantenga con vida.Así que la prioridad será comprobar todos lossistemas en todas las estancias de la Skeld. Demomento es todo lo que les puedo decir.– ¡Pero hay un asesino suelto en esta nave! –gritó Maddi.– Asesino o asesina – subrayó Jossy.– O asesinos – añadió Harriett.– Miren, quizá no debí apresurarme a decir lapalabra "asesinado". Primero vamos a investigarel lugar, pero mientras tanto hay que arreglartodos los problemas que tiene esta nave ocorreremos la misma suerte que Simon, con unasesino o sin él.Los tripulantes se dispersaron por lasdistintas galerías de la nave. Oihan por suparte volvió al mismo sitio, ya que estabahaciendo aquello para lo que les requería elcapitán. Cuando fue a dirigirse a su caja deherramientas, le pareció que estas no estabanen la misma posición en las que las habíadejado.

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De pronto algo entró en la sala y se giró. Noera más que Nala, la simpática perra de Haymar.Las mascotas se admitían en la expedición, puesellas también debían repoblar el planeta al quese dirigían. Nala olisqueó las herramientasmientras Oihan la acariciaba. Súbitamentelevantó la cabeza mirando hacia fuera, y saliócorriendo ladrando."Algo habrá olido" pensó.Puso su atención en los cables y comprobó quetenía que empalmarlos cuidadosamente. Estabatratando de conectar un cable azul cuando suvisión se volvió roja, y notó un líquidocaliente recorriéndole la frente. Y luego unsúbito dolor terrible que desapareció alinstante. Porque ya no había nada. Estabamuerto.

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Rosa

Cuando el capitán les mandó que se ocuparan demantener la nave, Dan-El no dudó en dirigirse acomunicaciones, que además estaba cerca de lacafetería. Atravesó el almacén donde alguienestaba pasando apresuradamente y entró en lasala que buscaba.Comunicaciones lucía un aspecto lamentable, conequipamiento obsoleto y poco cuidado. Sinembargo esto animó a Dan-El, un nerd y unobseso de la electrónica que también apreciabala tecnología vintage.

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Los dispositivos eran de lo más variopintos,pero de buenas marcas como Sun Microsystems,Lucent, Tyrell e incluso Weyland. Para susorpresa, el armario de parcheado tenía loscables perfectamente agrupados y unidos deforma ordenada, señal de que otro individuocomo él se había encargado de este lugaranteriormente.

Mientras encendía todos los sistemas que aún noestaban arrancados, alguien le observaba desdela puerta. Dan-El ni se enteró mientras Maddile contemplaba ahí sentado, totalmente inmerso

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en su mundo. La psicóloga reflexionaba sobre lacapacidad de aquel hombre para abstraerse de lasituación en que se encontraban y centrarse ensus tareas. Debía ser una suerte tener esapasión por su profesión, pensó.Los sistemas eran una variante de ladistribución Linux de Tesla, algo antigua, peroapreciada por los técnicos. Decían que sebasaba en NetBSD y que era muy fiable. "Bueno, al menos hay algo que no fallará aquí,eso es seguro". Pensó Dan-El.En el inicio de uno de los sistemas, aparecióun menú donde se ofrecían algunas alternativas:

- Arranque convencional.- Arranque a prueba de fallos.- Arranque en modo cuarentena.- Arranque en modo guerra.- Arranque mono-usuario.

Mientras meditaba sobre la opción correcta,observó algo en una de las paredes.Pese a que el cableado parecía estar bien,había un único manojo de cables de fibra quesalían de forma desordenada de la pared. Eso

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era lo típico que a un obseso del orden lesacaba completamente de sus casillas. Nonecesitaba a un capitán para que le dijera quepusiera las cosas en su sitio, y un cable fuerade sitio se la hacía insoportable.El caso es que el cable salía de la sala decomunicaciones por una pared, así que trató deseguirlo. Salió al pasillo y siguió por laderecha, hacia la sala de escudos. Ahí seencontró con el capitán.– Capitán, ¿me permite una pregunta? – dijoDan-El, sorprendido de oír su propia voz.– Dispare.– ¿Debería arrancar los sistemas en modo

cuarentena?El capitán Dunnings meditó un momento tras locual negó con la cabeza diciendo:– Todavía no tenemos claro si nos enfrentamos auna gripe o al algo más severo. No creo queconvenga arrancar en un modo que nos puedalimitar recursos innecesariamente.– Está bien, utilizaré el convencional. Graciascapitán.Dan-El siguió el cable que aparentemente sedirigía hacia navegación. Justo al doblar una

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de las esquinas, le pareció oír un sonido deuna trampilla a sus espaldas. No tuvo tiempopara girarse, ya que un poderoso abrazo lemantuvo inmóvil mientras dejaba caer loscables. Ni si quiera podía gritar.

A su lado sintió un aliento caliente ydesagradable que pareció masticar el manojo decables, el cual apareció ante sus ojos. Con unrápido movimiento, quien le apresaba le clavótodos los cables de fibra en la cara y con otrogesto hacia abajo partió las fibras.

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Dan-El sentía pinchazos en todas partes y eldolor era insoportable, pero había algo peor:la fibra le iba a matar. Mucha estaba yacorriendo por su sangre en forma de fragmentosletales.Sin embargo, aún se mantenía consciente. Esperóa que su atacante se fuera y tras oírnuevamente una trampilla, esperó y se arrastrócomo pudo a Navegación.Arrastrado por el suelo, utilizó una consolapara entrar en el sistema de la nave yseleccionar el modo cuarentena... Apareció uncartel de 8 horas, tras lo cual, deberíaactivarse ese modo algo extraño. Pero él ya nolo vería.De hecho, ya no veía nada.

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# 04

Púrpura

La nave rugía de forma estruendosa. No tantopor la reacción del núcleo en sí, sino portodos los sistemas de refrigeración yalimentación que tenía a su alrededor. Para unfísico como Nicholas, este era su hábitatnatural. La mayoría solían aborrecer losreactores pues seguían con esa inexplicablefobia a toda clase de energía nuclear. Locierto es que, bien empleada, podía ser una

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energía muy eficaz, y desde luego que una delas menos malas para los viajes interestelares."Bastante menos peligrosa que los patógenos deotros planetas"pensaba Nicholas mientras comprobaba elcomportamiento del reactor.

"Estos ignorantes creen que las luces sonradiactivas. Ni saben que el combustible estásepultado por varios metros de hormigón. Enfin. Más vale que se levantó el veto a loscombustibles nucleares, si no nunca saldríamosdel sistema solar"

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Hubo un intento serio de utilizar motores deAlcubierre en las naves, pero tras el famosoexperimento fallido del Dr Weir, se optó por lonuclear, aunque pudiera tener susinconvenientes.Lo cierto es que la USS Skeld tenía un sistemarazonablemente sólido, cuyo único problemapodían ser los escapes de gases que no eranprecisamente inocuos. Aunque estos estaban bienprotegidos, la única forma de provocar un errorsería un sabot...UAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAOtra nueva alarma sonó con fuerza incluso porencima del ruido ambiente de la sala demáquinas. Frunciendo el ceño Nicholas atravesólos pasillos por los que también se ibanincorporando los demás.– ¿Qué pasa ahora? – preguntó a Haymar, quesalía de otra estancia.– Pues ni idea, pero me da mala espina.Al llegar a la cafetería vieron a todos, obueno, casi todos reunidos. Hander habíapulsado el botón de reuniones y se le veía algoalterado.

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– ¿Dónde están Dan-El y Oihan? – preguntóDunnings.– ¡Están muertos! ¡Han sido asesinados y poreso os he convocado a todos! Tenemos que haceralgo.– Cálmese Hander. Richie, eche un vistazo enelectricidad y comunicaciones. – Richie afirmóy salió pitando. – ¿Por qué dice que han sidoasesinados?– Los dos estaban totalmente ensangrentados¡con los trajes reventados! Ha sido uno denosotros.– Pero eso no tiene sentido, nos conocemos haceaños, llevamos muchos de ellos en el espacio yaunque hayamos discutido, nunca ha sido comopara llegar a ese punto – dijo Haymar.– Doctora Maddi, usted es la psicóloga, unviaje largo como este ¿puede convertir aalguien en un asesino? – preguntó Dunnings.Dando un paso al frente, Maddi afirmó:– Este viaje puede provocar melancolía,tristeza, depresión profunda y obviamente todaclase de hartazgos. Esto puede llevar asuicidios, sin duda, y les aseguro que en miexperiencia ya me he topado con intenciones de

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ese tipo. ¿Pero asesinatos? De ninguna manera.Por Dios, ¡si aquí nos conocemos todos!– Entonces, que debemos pensar ¿que uno denosotros no es quien pretende ser?– ¡Es Nicholas! – Gritó Richie apareciendo porla cafetería de nuevo. – Tenía acceso directo alas zonas donde estaban los dos muertos ¡Te vasa enterar!– Richie cálmese, ¡no puede formular esaacusación basándose solo en una suposición!– ¿Y qué me dice de esto? – Respondió Richiemostrando las credenciales de Nicholas. –Estaba junto al cuerpo de Dan-El. ¡Prepáratepara morir!Todos empezaron a gritar mientras Richiearrastraba a Nicholas hacia el almacén.– Sí, hazlo, seguro que ha sido él. Se estabacomportando de forma muy rara.– Yo no quiero morir, ¡si tiene que ser alguienque sea él!– ¡Que no!¡Estáis cometiendo un error!– Richie tiene razón. Parece la explicación máscoherente, y mira ¡Tiene sangre en su traje!– ¿Pero qué vais a hacer? ¡Nooo! ¡Dejadme!

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– Tranquilo, no te vamos a matar, dijo Richie:Vas a volar libre. ¡Libre como un pájaro!Dicho lo cual, Richie empujó a Nicholas por lacompuerta de los desechos, cerró y activó laeyección. En 5 segundos, Nicholas saldría de lanave. Ya no había marcha atrás.– ¡Noooo! ¡Estáis cometiendo un grave error! Sihay un asesino todavía está...¡FLUSSSSSSssssh!

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Se hizo el silencio a su alrededor mientrassalía disparado alejándose de la nave. Lo únicoque oía era su propia respiración acelerada. El

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traje la mantenía con vida, pero no duraríamucho.– ¡Os habéis equivocado!¡Sé que podéis oírme!¿Hola?La radio debía tener alcance suficiente sinembargo no recibía respuesta. Mientras tanto,en la nave, algunos empezaron a cuestionar loque acababan de permitir.– ¿Y si no había sido él? Creo que deberíamospasar por el escáner para saber quién está sanoy quién no.– Por desgracia el escáner está roto –intervino Dunnings. – Confiemos en que fueraél.– Si no, no tardaremos en saberlo. – dijoJossy.Nicholas seguía desplazándose. No hacía faltaser físico para darse cuenta de que no podíaparar en el espacio. A menos que se propulsara,pero no tenía ningún medio para ello. A no serque... era una temeridad, pero no tenía másremedio. Utilizando una de las herramientasestándar, empezó a rascar su mochila de oxígenopara tratar de hacer un agujero. La Skeldestaba cada vez más lejos y la desesperación se

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apoderó de él mientras su respiración se volvíamás apresurada.Finalmente escuchó una pequeña explosión y unpitido de alarma del traje le reveló que habíaconseguido hacer que el oxígeno saliera de sumochila. Dejó salir bastante para tener unaespecie de propulsión que detuviera sutrayectoria. La maniobra tuvo éxito pero lecostó la mitad de su reserva.Mirando hacia la nave, que se seguíadesplazando, volvió a dejar salir el gas y tomórumbo a ella mientras hacía cálculos a todavelocidad, descartando y recalculando duranteel avance. Pero la Skeld estaba muy lejos...

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# 05

Verde

– ¿Pero qué hemos hecho? – dijo Maddi.– ¡Vuelvan todos a la cafetería! – ordenóDunnings.– Hemos hecho lo que debíamos. Librarnos delasesino – contestó firmemente Richie.– ¡No! esas evidencias no eran suficientes! –insistió Maddi – ¡Ahora los asesinos somostodos nosotros!– ¡No le hagáis ningún caso! – gritó Richie –¡Es una manipuladora!, sabe perfectamente lo

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que tiene que decirnos para controlarnos. Se lohe visto hacer muchas veces para sacarnos dequicio y luego parecer que la necesitamos.– ¡Yo no estoy manipulando! ¡Solo digo que laspruebas no bastaban para lanzar a ese hombre alespacio! ¿Quién nos asegura que no fuiste tú elasesino?– Eso también podría tener sentido – dijo Jossy– Podría ser otra forma de librarte de alguienmás. En cualquier caso, si no era Nicholas, unode nosotros sigue siendo un impostor.– ¿Pero qué enfermedad puede convertir aalguien en un asesino? Hander, usted es elbiólogo, ¿conoce algún organismo capaz de algoasí? – inquirió Dunnings.– Como bien saben, existen seres parasitariosde todo tipo, que bien podrían habitar otrosplanetas.– ¿Pero incluso que puedan imitar aparienciahumana?– Algo así no lo creo, pero sí que puedancamuflar su presencia.– ¿Y que puedan controlar la voluntad delhuésped?

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– Existen parásitos de insectos como loscordyceps, los cuales pueden manipular elcerebro de las hormigas para que estas sepongan a trepar y así poder expandirse mejordesde su cadáver. También los hay en loscaracoles, los cuales se convierten en zombies.Lo cual no me permite descartar que algo asípueda existir pero en escala humana.– ¡Eso es imposible! – dijo Richie – Nicholasera un asesino, las pruebas eran evidentes.Dejad de inventaros historias tan absurdas.UAAAAAAAAA UAAAAAAAAAAAAA– ¿Qué es eso? Parecen dos alarmas distintas.Dunnings consultó una consola y torció elgesto.– Problemas en los motores y también en elsistema de oxígeno. Fero, vaya con Hander acomprobar los motores. Jossy, diríjase alOxígeno. Harriett usted...¡¡CLANK!!– Oh no, ¿qué es ese ruido?– ¡Eso ha sido un asteroide! – aclaró Dunnings– Richie diríjase a armamento y ocúpese dedespejar el camino, yo iré a navegación.Harriett, compruebe los escudos.

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– ¿Pero qué pasa con el posible impostor?– No podemos entretenernos con nada, ¡podemoscolisionar en cualquier momento o tener unfallo en los motores! ¡Todos a sus puestos YA!

Todos se dispersaron a los puestos designadospor el capitán. Richie corrió hacia la sala dearmamento y se sentó en la silla reclinada.Encendió las pantallas y tomó los mandos. Deinmediato apareció ante él una vista delexterior, donde ya se veían algunos fragmentosde roca de distinto tamaño, unos acercándose y

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otros quedándose atrapados por la gravedad dela propia nave."No durante mi guardia" pensó Richie, y congran destreza comenzó a disparar a losasteroides. Lo ideal era no malgastar excesivaenergía en el proceso, por eso se tomaba sutiempo para apuntar correctamente y no fallarni una.

Tras un rato los asteroides dejaron deaparecer, y un único punto quedó en mitad de lapantalla. No parecía una roca, y dejaba unapequeña estela, como si fuera un cometa.

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– Amplía 34 a 46.No lo podía creer: era Nicholas. Y lo que espeor, por su forma de maniobrar parecía estarvivo. Y peor aún, su trayectoria iba hacia lanave. Richie acarició los mandos mientrasmeditaba. Tomó una determinación y actoseguido, la mira persiguió al objetivo.Fue muy simple. Apretó el dedo y vio cómo elcuerpo se quedaba rígido y a la deriva,impulsado en dirección contraria a la nave porel empuje del disparo.– ¿No podías permitir que te hiciera quedar malverdad? Dijo alguien a su espalda.Cuando se dio la vuelta no pudo replicar nada.Una boca gigante repleta de dientes de todoslos tamaños se cerró sobre su cabeza. Lo últimoque oyó Richie, fue el crujido de su propiacabeza partiéndose como una nuez.

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Negro

AUUUUUUUUUUUUUUUTodos acudieron a una nueva reunión convocadapor el capitán. Las tareas de mantenimientohabían terminado, por el momento.– ¿Qué narices ocurría en los motores? –preguntó Dunnings.– Nada, en uno de ellos había que corregir laalineación, en el otro había que dirigir

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correctamente el combustible – contestó Hander.– Por lo demás el funcionamiento es estable.– ¿Ok, y cuál es la situación en el sistema deoxígeno?– Había que limpiar el filtro – aclaró Harriett–, ahora parece funcionar bien.– Un momento. ¿Dónde está Haymar? – Preguntó elcapitán, alarmado.– Hace bastante que no le vemos – dijo Fero.– Es cierto, yo tampoco le he visto por lanave.– Ni yo.– Vaya... tenemos que peinar la nave hastaencontrarle. Ese comportamiento es muy extraño.– Con el debido respeto capitán – intervinoJossy – No sería un error táctico dispersarnoscuando podría haber un asesino a bordo.– ¡Esta si que es buena! ¿No decían que elasesino ya había sido expulsado? – grito Maddi.Jossy ignoró a la doctora, que parecía fuera desus casillas:– Propongo que vayamos en grupos de dos, almenos así nadie estará solo.– Tardaríamos mucho. Esta cafetería tiene trespuertas. Vayamos dos por cada una de ellas y

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busquemos por cada estancia. No pasa nada sirevisamos más de una vez, puede que se estéocultando.

Haymar estaba en comunicaciones. Como empleadode Mira, tenía un protocolo específico queseguir y tenía el deber de informar a lacompañía de lo que estaba sucediendo en laSkeld. El problema es que se había encontradolos equipos estropeados y no había conseguidoestablecer contacto. Al menos no todavía.Tenía otro problema añadido. No podía dejar quelos demás le vieran tratando de comunicarse conotra nave. No por el hecho de comunicarse en simismo, sino por la forma en la que lo hacía:utilizaba un cable de fibra que salia de suantebrazo y que conectaba directamente a unpuerto de los sistemas de comunicaciones. Esedetalle puede que no fuera bien recibido porlos otros tripulantes. Tampoco otros secretos,como sus sistemas para engañar a los escáneresmédicos.

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Pero tenía que intentarlo. Existía laposibilidad de que hubieran contactado con unaforma de vida alienígena, y eso tenía unaprioridad absoluta en sus atribuciones.– ¡Hey! ¡te estábamos buscando! – dijo una voza sus espaldas.UAAAAAAAAAAAAEn ese momento, las luces se apagaron encomunicaciones y volvieron a sonar alarmas.Haymar se apresuró a recoger el cable que teníaconectado y iba a darse la vuelta, cuando vioalgo brillante que se dirigía a su cuello.

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Apenas pudo esquivarlo y recibió un tajo que lehizo brotar mucha sangre.En lugar de caer, empujó a su atacante a unlado y trató de salir de comunicaciones, perocuando estaba a punto de llegar a la puertarecibió un golpe brutal en la nuca. Luego, todose volvió negro.

El golpe, en realidad había sido un cuchillomilitar clavado de forma precisa en la nuca.– Hander, ayúdeme a llevarlo a la cafetería.– Sí capitán. ¿Cómo va a explicar ahora a losdemás que acabamos de cargarnos a este hombre?– Es fácil: porque no era un hombre. Puede quehayamos encontrado al verdadero asesino.

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Las luces se restablecieron y la alarma dejó desonar. Cuando llegaron a la cafetería,depositaron el cuerpo de Haymar en una mesa yel capitán llamó a todos de nuevo.– Ha habido un fallo de electricid... ¡Pero quées esto! ¡Qué habéis hecho con Haymar! – dijoHander.El resto fue entrando de forma lenta y con elrostro aterrorizado al ver lo que había en lamesa. El capitán levantó las manos como sipidiera calma.– Escuchen, no es lo que parece.– A mí me parece un hombre muerto. Más bienasesinado. – dijo Harriett.– No está muerto. Simplemente está apagado. –contestó el capitán – Hander, haga el favor desacar el cuchillo pero no lo haga de formalimpia.Hander dudó, pero luego cogió el cuchillo confirmeza y comenzó a girarlo de forma brutal einmisericorde. Las caras de asco eranevidentes. Algunos no podían si quiera mirar,pero incluso el sonido era insoportable. Delcuello de Haymar brotó sangre, pero poco a poco

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fue sustituyéndose por un líquido negro yaceitoso.–¿Qué es eso? – preguntó Jossy.– Esta es una máquina que pertenece a lacorporación Mira. Nuestro compañero Haymar noera más que un androide que se camuflaba entrenosotros. Había oído que existía este tipo detecnología, pero no creía que fuera posible.– ¿Pero qué propósito tenía para la compañía?– Sabía por ciertos rumores que Mira habíaintroducido a estos "empleados" para vigilarsus intereses en esta misión. Querían alguienque obedecer de forma ciega sin cuestionarsenada.– Pero entonces... ¿era el verdadero asesino? –preguntó Maddi.– No descartaría que pudiera haber cometidoalguno de los asesinatos. Estos androides semantienen en secreto porque incumplen las tresleyes. En cualquier caso, teníamos queeliminarlo. Si avisaba a la compañía de lo quehabía pasado es probable que nunca nos hubieranpermitido unirnos al resto de la flota una vezllegados a nuestro destino. Nosotros ya hemos

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resuelto el problema eliminando a Nicholas.Ahora no nos aislarán más.

¡Grrrrr!

Todos miraron al suelo. Nala, la mascota deHaymar gruñía al capitán y le mostraba losincisivos con rabia.

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Cyan

– Bien, dejen que el animal gruña, a fin decuentas era su dueño. Será mejor que volvamos alas tareas de mantenimien...– ¡Disculpe capitán! No sé si se ha dado cuentade que entramos 12 personas en esta nave yahora solo quedamos la mitad.– Maddi, si a estas alturas todavía teme por laexistencia de un asesino entre nosotros, tras

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todo lo que ha pasado, creo que usted tiene unproblema.– ¡¿Perdone?!¿Qué insinúa?– Disculpe, no debí expresarme de ese modo.Está situación está poniendo a prueba misnervios y creo que los de todos.– Sé que el tiempo es un bien preciado en estascircunstancias, pero le voy a solicitar permisopara que analice a los tripulantes.– Dra. Maddi, ya no disponemos del equipamientomédico necesario para los análisis.– Me refiero a una evaluación psicológicacapitán. Quisiera realizar unas preguntas y eltest de Voight-Kampff a todos los que quedamosaquí. De uno en uno, eso le permitirá seguirasignando a los demás a otros puestos.Dunnings suspiró largamente. Esto no le gustabanada. No es que no confiara en la habilidad deMaddi, el problema es que era un mal momentopara análisis de este tipo. Pero la doctora noiba a aceptar un no por respuesta y se estabavolviendo insoportable.– Está bien, empiece conmigo mismo, luego iréllamando al resto. Los demás atiendan lastareas que requiera el sistema de la nave.

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Los tripulantes se dispersaron y Maddi yDunnings fueron a la sala de administración.– Seré sincero doctora, este tipo de test nocreo que descubra nada.– Déjeme hacer mi trabajo capitán. No le robarémucho tiempo, se lo prometo.En lo que para Dunnings fue una eternidad,Maddi le sometió a todo tipo de preguntas,algunas relacionadas, otras aparentementeinconexas, planteando situaciones conflictivas,dilemas morales de todo tipo e inclusocuestiones sin sentido. En todo momento, ladoctora observaba las reacciones fisiológicas:pupilas, sudoración, pulso y algo que lasmáquinas no pueden captar por mucho sensor o IAque tengan: la expresión, la mirada y ellenguaje no verbal del cuerpo.Cuando le despidió, mientras llegaba elsiguiente tripulante, Maddi tenía clara suconclusión. Dunnings era más frío aún que unandroide, pero desde luego era él mismo. Losandroides pueden tratar de simularsentimientos, prejuicios y otras cualidadeshumanas. Sin embargo Dunnings seguía siendo unindividuo puramente racional, práctico y

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enfocado a su deber en todo momento. Lasituación actual, lejos de descolocarlo, habíaextremado aún más sus rasgos. Por tanto,descartaba que fuera sospechoso de nada.¿Qué podría esperar del resto? ¿Una científica,un matemático, un geólogo y un biólogo?Un buen rato después, ya tenía las respuesta.¿Qué podría esperar, si todos ellos eranpersonas de ciencia, genios en sus respectivoscampos? Eran iguales, si no peores queDunnings. No estaban afectados por lo ocurrido.En sus mentes extremadamente racionales habíaun objetivo de mucha mayor importancia de loque pudiera pasar en una única nave: la misiónfinal de la flota. Y por supuesto eran unosenfermos de su trabajo. Por algo los habíaescogido la corporación.Podían mantener conversaciones más o menosagradables y correctas, pero nunca ir más allá.Se preguntaba si esas mentes tan brillantescambiarían al llegar su destino, para mostrarreacciones más humanas y algo de empatía.

Mientras pensaba en todo eso, observó distraídael mapa de la nave que había en la sala de

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administración. Cada tripulante aparecía comoun punto en el mismo, aunque no indicaba quiénera quién. Había una persona en los escudos,otra en seguridad, otra en secretaría, otra enel almacén y otra en el motor.UAAAAAAAAAAAAADe repente el motor en el que antes había unapersona apareció en rojo, pero no había nadieallí. El punto que estaba en seguridad sedesplazó hacia el motor que estaba fallando.Miró al resto de puntos, que seguían en supuesto.

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Cuando se giró, había otro punto en seguridad,mientras que otro estaba llegando ya al motor.El punto que estaba en la cafetería se empezó adesplazar y de repente... desapareció. Loachacó a un fallo del sistema, no en vano lanave era una antigualla que bastante hacía conno tener brechas en el casco. El resto depuntos permanecían en su sitio y la alarma delmotor se apagaba.En ese instante, escuchó el ruido de una placade plastiacero moverse y otro punto apareció enla sala donde ella se encontraba. No se atrevióa girarse de puro terror. Tampoco pudo. Unostentáculos sangrientos le sujetaron los brazosy la cabeza.

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Lo último que recordó fue que su cuerpo sedesplazaba de golpe a un lado y su cabeza aotro, seguido del ruido de sangre salpicando elsuelo.

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Amarillo

UAAAAAAAAAALa alarma no tardó en sonar de nuevo. Ya soloquedaban cinco tripulantes, y la situación noparecía ir a mejor.– ¿Qué ocurre ahora Hander?

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– Capitán, puede que Maddi tuviera razón, peroahora no se la podremos dar porque está muerta.Despedazada salvajemente.Las miradas se cruzaron, primero con unaincredulidad que dio paso a la preocupación.– Supongo que tendremos que empezar a culparnoslos unos a los otros entonces.– No se precipite. La forma en la que ha muertome hace pensar que no ha podido ser uno denosotros. Un humano, quiero decir. Hay quetener una fuerza descomunal para despedazar aalguien.– ¿Sugiere que hay un monstruo en esta nave? –dijo Fero incrédula.– Creo que ha visto demasiadas películas,Hander – reía Jossy.– ¡No es motivo de risa! ¿¡Y qué otraexplicación tienen!? Porque desde luego que nopodría ser un accidente.Todos quedaron en silencio. Monstruo o no, locierto es que había un muerto más en la nave.– Miren lo que había junto al cuerpo de Maddi –añadió Hander.Les mostró una especie de extremidad pegajosa,como un tentáculo. Nala, que se había acercado

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al grupo, comenzó a ladrar al oler y ver eseresto.– Parece que lo ha visto antes.– Entonces quizá sí tengamos que descartar quesea uno de nosotros. Si fuera así el perroreconocería al monstruo de alguna forma –añadió Harriett.– Capitán, propongo que peinemos la nave denuevo. Pero en un par de grupos, para que nadiese quede solo.– ¿Y por qué no todos juntos? – dijo Jossy.– Eso podría darle margen a lo que sea que estéen la nave a esconderse en la otra punta. Endos grupos separados habría más posibilidades.– De acuerdo – dijo Dunnings – cerraremos unade las puertas de la cafetería y nossepararemos por las otras dos puertas. UstedHander y Fero, vengan conmigo. Harriett y Jossyque vayan por la otra puerta.– Un momento – intervino Harriett – ¿y si loencontramos? No tenemos armas ni nada paradefendernos.En ese momento las luces se apagaron y la navequedó a oscuras. Parecía un fallo eléctrico,que por suerte no afectaba a los motores que

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seguían funcionando. Todos activaron el pequeñofrontal de luz del casco aunque era una luzinsuficiente.– Miren, sé que no tenemos armas, pero tendránque improvisar. Utilicen sus herramientasestándar o busquen alguna que sirva como bate oalguna barra pesada. Utilicen elintercomunicador para cualquier novedad.Los dos grupos se dispersaron. El grupo delcapitán por el almacén y el otro hacia losmotores. La visibilidad era escasa.RRRR...Hander oyó un ruido del dispositivo paradesalojar residuos. Parecía ser que había algoroto.RRRR...El capitán Y Fero debían estar al otro lado delalmacén.– Parece haber un problema en el almacén, voy aproceder a desatascar la salida – comunicó atodos por la radio interna.

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Pulsó los botones para cambiar al modo manual.Abrió el depósito para ver qué era lo que sehabía atascado. Un fuerte hedor lo invadiótodo, un olor podía captar incluso con eltraje. El depósito estaba lleno de restoshumanos ensangrentados, hechos un amasijoinforme.– ¡Atención a todos! He encontrado unos restosen el almacén.– ¡Vamos para allá! – replicaron Jossy yHarriett.

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Trató de distinguir los restos pero eradifícil, todo parecía caótico y la poca luz queofrecía su frontal era insuficiente.– ¡Ya estamos aquí! – dijó Harriet – ¿Dóndeestáis? No se ve nada.Justo en ese momento alguien trató de empujarledentro.Hander reaccionó de forma muy ágil,sorprendiéndose incluso a sí mismo. Tomando losbrazos de su agresor y aprovechando su propioimpulso, acabó metiéndolo en el depósito yevitó ser empujado. De forma inmediata pulsólos botones para cerrar el depósito y expulsartodo lo que había dentro al espacio.– ¡Ayuda! alguien ha intentado matarme, ¿Dóndeestáis?Otro tripulante apareció ante él, pero alapuntarle con la luz no podía ver quién era.– Soy Fero, ¿dónde esta el capitán?– No lo sé, no contesta.– ¡AAAAAAAAAH! –gritó Fero.– ¡Fero!¿Qué ocurre?– Algo me está agarrando ¡AYUDAMEEEE!

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La luz frente a él comenzó a moverse de formaextraña mientras Fero gritaba angustiada. Losobjetos almacenados caían por todas partes.– ¡¡Fero!! ¡Dame la mano!La luz de Fero había desaparecido. La mano deFero no llegó, pero en su lugar, algo atravesóa Hander por la tripa, extendiendo unostentáculos por todos sus órganos.

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Rojo

Dolor y frío extremo. Eso era lo peor, peropodía soportarlo por un tiempo y si no,hibernaría como había hecho tantas otras veces.Aquel amarillo lo había intentado expulsar alespacio, pero Dunnings seguía aferrándose a la

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nave gracias a sus tentáculos. Estabasolicitando ayuda, pero de momento no obteníarespuesta.

Él no se sentía un impostor. Él era, ante todo,un superviviente. Una forma de vida que habíaviajado por todo el universo desde el amanecerde los tiempos y que podía adaptarse a losmundos más variopintos. Y si el entorno erademasiado hostil, podía hibernar reduciendo sussignos vitales a la nada. Eso le permitíaincluso viajar por el espacio infinito, hastaque algún golpe de suerte propiciara cruzarsecon un anfitrión; un vehículo viviente. Estoacababa de ocurrir, y no iba a dejar pasar unaoportunidad que solo se produce una vez cada1000 eones.El último vago recuerdo que tenía era estarpegado a un meteoro que se desplazaba en unsistema solar con unos pocos planetas. Elmeteoro acabó desplazando su trayectoria traschocar contra otro objeto estelar y fue a parara un planeta. El planeta no era más que unaroca fría y con apenas vida microscópica.

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Necesitaría millones de años hasta que pudieraproducirse vida que pudiera serle útil.Sin embargo, pasaron unos pocos siglos y undía, el suelo se estremeció con el aterrizajede unos extraños ingenios. Alguna vez le habíantrasmitido destellos, ideas vagas sobre laexistencia de este tipo de máquinas. Era unaespecie de leyenda, que además podíantransportar materia útil.Alguna vez había conseguido asimilar algún serlimitado y muy inferior, pero no le había sidomuy práctico. Esta vez, en cambio, podíainfiltrarse en un organismo inteligente y conrecursos. Su capacidad de intrusión en otrocuerpo era sutil. Podía transformarse en unamasa prácticamente líquida y penetrar porsuperficies porosas. La piel de esos seresresultó particularmente fácil. Conocía otrosseres de su especie que eran capaces incluso detransportarse en estado gaseoso, pero su estadode madurez no era suficiente para dominar esatécnica de transporte e infiltración tansofisticada. Cuando uno de ellos se quitó losguantes y posó sus extremidades junto a él,

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apenas tardó un segundo en meterse. Y una vezen el cuerpo, el control era suyo.Era un organismo fascinante, formadobásicamente por agua pero con una maquinariaincreíble, células de todo tipo, órganos,varios sistemas de comunicaciones, etc. Notardó en dar con el sistema nervioso y de ahí ala espina dorsal donde se expandió y terminóllegando a la unidad central donde se procesabatodo, que estaba en la parte superior delcuerpo. Y entonces, fue aprendiendo yasimilando todo, como quien se descargapetabytes de información por segundo.Se trataba de humanos de la Tierra, y estosformaban parte de una expedición mucho másnumerosa que se dirigía a otro sistema solardonde encontrarían un planeta habitable quepodrían colonizar. Era una ocasión perfecta:podría infiltrarse a través de uno y tambiénpodría tener el control de un planeta enterojunto con sistemas de transporte que lepermitirían expandirse y ayudar a otros seresparásitos como él. Una vez dentro de un cuerpo,y especialmente en uno con tantos recursos comoéste, podía aprender, manipular de arriba a

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abajo y lo mejor de todo, alimentarse a costade su anfitrión. Incluso podía unirsegenéticamente a él y alterar su aparienciaprácticamente a placer. Aunque los tentáculoseran lo más rápido, si conseguía alimentarse,incluso de otros organismos como aquel, podríaseguir aumentando sus capacidades detransformación.Su nueva misión estaba clara; tenía que tratarde llegar hasta el grueso de la flota humanapara poder expandirse a placer. Pero demomento, su capacidad de duplicación estaba muylimitada, aunque no era del todo imposible. Pordesgracia, uno de los humanos había estadorealizando escáneres a todos los tripulantes yera probable que fuera descubierto. No podíanir a una nave grande, pero al menos seguiríancon la flota en otra nave pequeña. Pero loimportante era llegar a la nave grande. Y sipara esto se tenía que quitar de encima alresto de su tripulación lo haría. También pensóque quizá algo de ayuda no le fuera mal.La compuerta se volvió a abrir. Su llamada deauxilio había sido escuchada, así que sedispuso a entrar.

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Un fuerte golpe se lo impidió. Un objeto queflotaba junto a la Skeld había chocadoviolentamente contra su cuerpo y le apartódefinitivamente de la nave, lanzándolo a lanegrura infinita sin control ninguno.

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Era otro cuerpo, el de aquel desgraciadopúrpura, que se tomaba su venganza desde lafría tumba del espacio.Otra oportunidad perdida. Quién sabe sivolvería a toparse con organismos así algunaotra vez. Mientras tanto, apagó su vitalidadpaulatinamente y se preparó para otrahibernación inimaginable.

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Lima

El almacén era un caos de gritos en el que nose veía nada, pero una cosa parecía clara:alguien más había muerto y el asesino estabaahí. Jossy retrocedió hacia la cafetería no sin

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cierta dificultad, ya que además de la escasaluz empezaron a sucederse los escapes de gaspor los pasillos.En cuanto se vio en la cafetería, los gritossonaban lejanos pero no se sintió seguro. Elsiguiente iba a ser él, las probabilidades nofallaban en este caso. ¿Y sí se escondía? Nohabía buenos sitios, y no tenía la impresión deque duraría mucho sin ser descubierto. Además,si se quedaba quieto, en cuanto lo encontraranestaría muerto.De repente notó que había pisado algo que semovía. ¡Eso es! La trampilla llevaba a losconductos de servicio. Eran unos estrechostúneles que permitían hacer tareas demantenimiento en las entrañas de la nave. Sindudarlo un instante más levantó la trampilla yagachándose, se introdujo en los túneles.

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No sabía muy bien hacia dónde se dirigía,probablemente hacia administración ¿o quizá selo había pasado ya de largo? Era difícilsaberlo, el túnel era estrecho, oscuro, húmedoy encima ruidoso. Apenas podía avanzar sabiendocon certeza qué se encontraría. Lo único quepodía hacer era palpar con las manos, así queprácticamente iba a ciegas salvo por lo quetenía justo delante.Su pie se quedó trabado por un bulto que habíaen el suelo, y su mano tocó algo húmedo.Acercándose con el casco pudo descubrir, conhorror, de qué se trataba. Era un tripulantemuerto. O más bien, sus restos. Su cabezaestaba abierta y destrozada, sin el rostro ysin el cerebro. Conteniendo las náuseas, bajóla vista hacia el resto y pudo ver que elcadáver también estaba abierto por el centro,con los órganos colgando y con la espina dorsaltambién al descubierto.Parece ser que el asesino había estadoutilizando los túneles para pasardesapercibido. Quién sabe qué otros horrores sepodía encontrar por ellos... pero no tenía más

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remedio que seguir ahí. Mientras tanto elambiente se hacía cada vez más insoportable.UAAAAAAAAAAEl sonido de las alarmas llegaba a todaspartes. Los escapes de vapor se multiplicaban yel ruido era ensordecedor. Y justo en eseambiente insoportable, dos ojos brillaron en laoscuridad. Jossy quedó paralizado por elterror. El movimiento de los ojos era muyextraño, desde luego no humano. No teníaescapatoria alguna, y los ojos se acercaron aél, y entonces pudo respirar aliviado. Setrataba de Ellen, la gata de Fero, que caminabapor las tuberías con aspecto de estar tambiénasustada.Tomándola con un brazo, continuó abriéndosecamino, hasta que llegó a otra compuerta.¿Salir o seguir escondido debajo? No podíaesconderse indefinidamente. La nave estaba cadavez peor e iba a necesitar arreglarse antes deque fuera demasiado tarde. Abrió la compuerta yvio que se encontraba en administración.

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La gata salió corriendo por la puerta. “Losfelinos, siempre tan desagradecidos” pensó. Ymientras, no dudó en poner en marcha el panelde administración.Desplegó el mapa de la USS Skeld. Lo quebuscaba ahora era una salida de la propia nave.Con cualquier sistema de evacuación que almenos le permitiera llegar hasta otra nave dela flota. Numerosos puntos rojos parpadeaban enel mapa, lo que significaba que los fallos seempezaban a multiplicar a lo largo de la nave.Finalmente, encontró un mecanismo que servíacomo escape de emergencia de la nave, y esa era

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su única oportunidad para salir vivo. Justocuando se encaminó hacia la puerta, Feroentraba por ella.– ¡Estás aquí! ¡Tenemos que salir de esta navecomo sea! ¿Sabes dónde está el sistema deevacuación? ¡Tiene que haber algo!– Jossy fue a contestar pero en ese momento,reflexionó un instante y decidió permanecercallado.– ¿Qué ocurre? – dijo Fero, acercándose a él.Nala apareció en la puerta. Pero en lugar dequedarse, arqueó las orejas hacia atrás ymostró sus colmillos mientras gruñía confiereza. Y acto seguido giró y se marchóladrando. No estaba claro a quién habíagruñido.

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Marrón

La confusión en el almacén había sido total,pero lo que tenía claro era que alguien máshabía muerto y que tenía que salir de la navecomo fuera. Por suerte, sabía cómo hacerlo.

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Harriett tenía una regla de oro que cumplíaallá dónde iba:"Nunca te metas de un sitio del que no sabescómo vas a salir"Así que, en el momento que subió a bordo de lanave había buscado en una de las terminales delsistema información de la nave y de todos sussistemas auxiliares. El sistema de la USS Skeldera algo primitivo, pero eficaz y suficientepara su propósito. Ahora debía dirigirse hacianavegación.Apenas le quedaba luz, pero conocía latrayectoria que debía seguir desde el almacén:recto por el pasillo hasta la sala de escudos,luego a la izquierda otro pasillo, derecha,luego izquierda y finalmente la primera a laderecha.Las alarmas aullaban por todas partes. Habíaluces parpadeando, sirenas, escapes de gas,tuberías expulsando agua, cables echandochispas. La luz de su casco se terminóapagando. Ya solo le quedaba palpar las paredesy tratar de no perder la calma para llegarhasta su destino.

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Algo tocó su espalda. Se giró instintivamenteaunque no podía ver nada, pero al momento vioque se trataba de un tubo suelto que le habíagolpeado.Continuó avanzando. No veía lo que teníadelante. Una mano la tenía sobre la pared, y laotra la ponía delante para evitar chocar.Tropezó con algo y cayó al suelo. Lo palpo conlas manos. Parecía el cuerpo de un animal. Solopodía ser Nala. Parecía inerte, así que siguióadelante.Un pitido sonó en su traje. El oxígeno se leestaba agotando. ¿Qué más podía salir mal?Esperaba que al menos pudiera disponer dealgunos sistemas vitales en la nave deemergencia.Una tenue luz apareció al doblar una esquina:quizá la suerte no le fuera tan esquiva despuésde todo. Entró en la sala de navegación y cerróla compuerta. Levantó un panel de emergencias ysiguiendo las instrucciones, procedió a ponerencender los sistemas. Al menos estabandiseñados para poder activar todo de formafácil, cosa que no suele ser sencillo enmomentos de crisis. Las pantallas se

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encendieron mostrando información sobre elprocedimiento y se acercó al asiento. Algirarlo, se llevó una sorpresa.

Ellen estaba plácidamente dormida sobre elasiento. No pudo evitar una sonrisa... al menostendría algo de compañía. La levantócuidadosamente y la puso en el suelo mientrastomó asiento y se ató el cinturón. La gataarqueó la espalda y bostezó, totalmente ajena alo que le rodeaba. De pronto levantó lasorejas.¡POM! ¡POM! ¡POM!

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Alguien golpeaba la puerta. Todavía estaba atiempo de abrir pero... ¿debía hacerlo? Eldilema era terrorífico. Si abría la puerta yera el impostor, su vida corría serio peligro.Si no lo hacía y era alguien inocente, estaríacondenando a muerte a esa persona.– ¿Quién es? – preguntó finalmente, mientrasseguía sopesando.– ¡Soy Fero! ¡Abre por favor, no me dejes aquí!– ¿Qué ha pasado?– ¡Jossy me atacó!¡Él era otro impostor!Tuvimos una pelea en la sala de administración.Creo que está muerto, pero no lo sé, todo fuemuy confuso.– ¿No estará ahí contigo?– ¡No! Puedes verlo en la cámara de la puerta.Era cierto, la cámara de la puerta, pese a lapoca luz de emergencia de la puerta mostrabaúnicamente a Fero."Piensa, piensa... No debería dejarla aquí, sinembargo..."PURRRR Ellen caminó a la puerta ronroneando yacariciando la misma, reconociendo a su dueña.

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Eso fue suficiente para desequilibrar labalanza. Harriett abrió la puerta.

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Naranja

– ¡Oh gracias! ¡Te debo la vida! – dijo Fero,abrazando a Harriett en cuanto entró.– ¡Rápido, debo cerrar, toma asiento!

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– ¿Podemos escapar con esto? – preguntó Feromientras se abrochaba el cinturón.– Sí, por lo visto no hay cápsula desalvamento, pero la sala de navegación se puedeseparar del resto de la nave en caso deemergencia.– ¿Y luego? No podemos sobrevivir en elespacio.– En cuanto nos separemos de la USS Skeld, estapequeña nave emitirá una señal que alertará alas naves más cercanas. Con un poco de suerte,alguna de ellas debería recogernos.– Espero que así sea – dijo Fero suspirando ycerrando los ojos, mientras sujetaba a la gata.– El único problema es que el resto de lasnaves pueden estar muy lejos ahora mism...¡BOOOOOOOM!Una explosión sacudió toda la nave.– ¡Es uno de los motores! – dijo Fero – tenemosque irnos cuanto antes.– La salida debería ser ahora. En 5, 4, 3, 2,1, ...Con una sacudida, la sala de navegación seseparó definitivamente de la USS Skeld y seconvirtió en una cápsula de salvamento.

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– Atención, núcleo del reactor inestable.Evacuen la nave de inmediato.– ¿Qué es eso? – preguntó Harriett.– Son los mensajes de la computadora del Skeld– aclaró Fero – parece que llegan hasta aquí.– Fusión del núcleo inminente. Evacuen la navede inmediato.– ¿Estamos a una distancia suficiente?

Fero activo los paneles en la pantalla paratener más datos. La nave ya se había alejado unkilómetro y seguían avanzando a toda velocidad.– Aún estamos muy cerca – los números volabanen su cabeza – ¿no hay alguna forma depropulsar este cacharro?Una luz cegadora llenó el espacio. El núcleodebía haber explotado. Harriet y Fero seaferraron a sus asientos cerrando los ojos,preparándose para la sacudida.El empujón no tardó en llegar. Toda la nave seagitó y crujió, haciendo sufrir hasta el últimotornillo de la misma. Apretaron los dientesesperando lo peor, durante unos segundos queparecieron interminables.

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Poco a poco, la luz se fue atenuando y lasvibraciones se redujeron hasta que todo quedóen silencio. Cuando abrieron los ojos, lossistemas de la nave estaban apagados.– La explosión ha generado un impulsoelectromagnético descomunal, puede que lossistemas estén fritos – dijo Fero.– Pero parece que nos movemos.– Hemos recibido un impulso tremendo. Puede quenos acerque al resto de la flota, aunqueacabaremos yendo a la deriva. Ahora mismo, SirIsaac Newton está al mando de esta nave.Siguieron en silencio un rato.– Uff qué mareo. Creo que voy a desmayar – dijoHarriett.– Sería lo normal, la nave debe estarmoviéndose en rotación – dijo Fero.– Me duele la cabeza ...– Soy yo, no te preocupes.– ¿¿QUÉ??En ese momento, Harriett fue consciente de quetenía metido algo por la nuca. Un finotentáculo salía de uno de los dedos de Fero ylo tenía clavado en su cabeza.– ¿Por qué?

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– Ya que tenemos un rato, quería mostrarte laverdad. No somos unas máquinas de matar.Nosotros también queremos sobrevivir ¿sabes?– ¿Pero por qué nos tenéis que matar?– Lo siento, estamos por encima en la pirámidetrófica. Sois una herramienta más, muy útil porcierto.– ¿Qué sois?– Ssssh...Tras una especie de chispazo, las imágenes sesucedieron en su cabeza, como una películarebobinada hacia atrás. No sabía muy bien loque veía. Pareció ver escenas de lo ocurrido enla Skeld. El planeta LV-314 donde pararon aaprovisionarse, el contacto con los humanos.Años, siglos, milenios, eones de espera. Viajespor el espacio profundo pegados a rocas.Estancias en otros planetas, en otrosorganismos más simples. Caídas en meteoritos,choques con asteroides, travesías en cometas.Viajes al interior de una galaxia, el horror deun agujero negro y la salida de ese abismonegro... luego todo fue más rápido, todoparecía repetirse hasta llegar a una luz

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infinita que se apagaba en un gran colapso ydespués, todo estaba negro.– ¿D-d-de dónde venís?– Ni yo misma lo recuerdo. Pero creo que vamosa un buen lugar. Esta expedición nosproporcionará un hogar cómodo y sobre todomuchos cuerpos inteligentes para instalarnos yreproducirnos. Y de ahí, quién sabe... podemosaspirar a llegar a donde queramos.– Nooo... no quiero saber nada. Mátame ya.– Ssh, no te muevas. Tú vas a tener suerte. Vasa ser uno de nosotros, ahora mismo me estoyduplicando en ti.

Los sistemas de la nave volvieron a encenderse.Sobre las pantallas se sucedían los mensajes dearranque de sistemas, hasta que apareció unacuenta atrás.

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– ¿Qué es esto? – preguntó Fero.– Aargh... lo siento. Creo que se trata delarranque en modo cuarentena, parece que Dan-Ello dejó activado. – Harriett sonreía a pesardel dolor.– ¿Y qué se supone que va a pasar?– Que la nave se considera un peligro para laflota, y nunca llegará a ninguna parte.El fuego inundó todo el interior. Las reservasde oxígeno estallaron y la nave se convirtió enun infierno purificador que arrasó con todo.– ¡Noooooooooooooo!

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# 13

Las llamas lo consumieron prácticamente todo.Solo quedaron unos pocos restos de la nave desalvamento, flotando a la deriva, en unmovimiento que nunca se detendría. Uno de losrestos, una especie de caja se agitaba de formainusual. Finalmente se abrió, y Ellen asomó lacabeza. La flota estaba delante. Aún tendríanuna oportunidad.

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