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    Ugo Vanni

    Apocalipsis

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    Ugo Vanni

    p o c a l i p s i sUna asamblea l itrgicainterpreta la historia

    Sexta edicin

    EDITORIA L VERBO DIVINOAvda. de Pamplona, 4131200 ESTELLA (Navarra)1998

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    6.aedicin.Cubierta: El tabernculo. Los ngeles con las siete plagas (Ap 15,5-7) .S. Beato de Libana (s. VIII).Tradujo:Alfonso Ortiz Garca.Ttulo original:Apocalis&e. EditriceQueriniana - Editorial Verbo Divino, 1994. Es propiedad. Con lasdebidas licencias. Fotocomposicion: Fonasa, Pamplona. Impreso enEspaa. Printed in Spain. Grficas Lizarra, S. L., Estella (Navarra).Depsito Legal: NA: 2.733-1997ISBN 84 7151 312 9

    Contenido

    I . S I G N I F I C A D O L I T E R A R I O Y T E O L G I C O 71. In t roducc in genera l 92. El mensaje teo lgico de l A poca l ip s i s 173. Cr i ter ios hermenu t icos de l A poca l ip s i s 23

    II . E S T R U C T U R A Y C O N T E N I D O D E L L I B R O . 2 9Prlo go (1,1-3) 31Pr imera par te de l Apoca l ip s i s . Las s ie te car tas a la siglesias (1,4-3,22) 31Segunda par te de l Apoca l ip s i s . In terp re tac in p rof-tica de la historia (4,22) 37Ep logo (22,6-21) 60

    I I I . E L A P O C A L I P S I S E N L A V I D A C R I S T IA N A .E J E M P L O S D E A C T U A L I Z A C I N 6 31. Prlogo y dilogo l i trgico inicial (1,1-8) 652. Un nuev o des cu brimie nto de Cristo (1,9-20) .. 713. El mensaje de Cristo a las siete iglesias: unitinerario de con versin (2-3) 774. El tron o, el l ibro y el co rdero (4-5) 835. El da del Seor (1,9-10) 916. La aper tura d lo s cuat ro p r imeros se l los (6 ,1-8) 977. Las oraciones de los santos (6,9-11; 8,1-6) 1038. La gran seal (12,1-6) 1099. El cn tico nuevo (14,1-5) 11710. A mn-A le luya (19,1-8) 12311 . Todo lo hago nuevo (21,5) 12912. Ven : el dilogo litrgico final (22,6-21) 135

    Orientacin bibliogrfica 143

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    ISIGNIFICADO LITERARIOY TEOLGICO

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    1Introduccin general

    1. El libroEl p r imer contac to con e l Apoca l ip s i s de ja una impres indesconcer tante . Por una par te , su lec tura ar ras t ra , e jerce unhechizo misterioso y el lector sintoniza en seguida con el escritor . Envuel to en su r i tmo es t i l s t i co , par t i c ipa de sus exper ien

    cias religiosas, sintindolas y revivindolas con l . Se t iene lac lara sensac in de que e l autor , adems de un p rofe ta , es tambin en cierto modo un escritor refinado y un verdadero artista.Pero por o t ra par te , se t iene un sent imiento de vr t igo. Nosenco ntramos ante imgenes a t revidas y comp l icadas has ta loinveros mi l ; a s i s t imos a las sacudidas csmicas ms ext raas ;seres ang l i cos o demonacos , en las ms var iadas y asombrosasac t i tudes , desf i lan cont inuamente ante nosot ros d i sputndose e lterreno en una batal la sin tregua. Se vislumbra un simbolismo,pero s in que resu l te fc i lmente ap rens ib le . Fina lmente , se p ros i

    guen a un r i tmo incesante ins t i tuc iones teo lgicas , esp lndidasli turgias celestiales, exhortaciones vibrantes. . . El autor es siempre imprevisible; su fantasa no conoce l mites.Todo es to se expresa en un id ioma gr iego sumamente peculiar. El autor no ignora la gramtica, la sintaxis, y se permiteinc luso c ier tos p r imores es t i l s t i cos , pero su lengua t iene unaext raa fuerza de choque; es la de una persona que se s ientet rabada en sus movimientos y busca , en medio de sus tens iones ,un nuevo espac io para ac tuar ; de ah la s i r regular idades gramaticales y las audac ias exp resivas qu e no dejan al lector ni un s olo

    momento de t regua.Fasc inac in y sent imiento de vr t igo es la impres in quesinti ya Dionisio de Alejandra (cf. Eusebio de Cesrea, Histo-

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    10 Apocalipsisna eclesistica, 1, 24, 4) . Hoy, como entonces , surge espontneala pregunta: qu es exactamente este l ibro? Vale la pena leerlo? Qu nos quiere decir? Y ms en general , cul es su verdadera fisonoma l i teraria?, cules sus caracterst icas teolgicas?

    2. Gnero literario del libroEl mismo t tulo est sugiriendo el gnero l i terario apocalpt i co . Lo conocemos a t ravs de una cop iosa p roducc in l i te rar ia ,que se extiende en el perodo que va del siglo II a. C. hasta elI I I d . C, desar ro l lndose p r imeramente en un ambiente judo yluego en uno judo y crist iano.Los rasgos carac ter s t icos fundamenta les de es ta l ite ra tura seref ieren ante todo a su contenido. La apoca l p t i ca se in teresapor unos hechos concre tos , que t ienen que ser in terp re tados ala luz de Dios , que conduce los acontec imientos de la h i s tor ia y

    les da un significado que trasciende su materialidad. Este signif i cado se expresa mediante un s imbol i smo comp le jo y ref inado:vi s iones ext t i cas por par te de l esc r i tor , comunicac iones de nge le s , e l uso cont inuado de animales como p rotagonis tas , unvalor arcano a t r ibuido a los nmeros , un juego de a lus ionesbas tante comp le jo y un tono genera l in tenc ionadamente hermt ico.Todo es to lo encontramos en e l Apoca l ip s i s de Juan. Pero en l hay adems ot ras cosas d i s t in tas . El autor def ine repet idame nte su obra como una profeca (1,3; 22,7.19) y se designa a s

    m i sm o c om o profeca (10,11; 22,6.9). Siente que tiene una misin que lo coloca en la l nea de los grandes profetas del Antiguo Testamento y lo l l eva en su l ibro a un contac to cont inuadocon un grupo de oyentes a los que exhor ta con urgenc ia ; todoes to es a lgo a jeno a l gnero l i te rario pura mente apoca l p t i co . ElApoca l ip s i s de Juan como e l de Danie l destaca de l n ive lmedio de la apoca l p t i ca .De un an l i s i s in terno deduc imos ot ros e lementos que p recisan mejor an el gnero l i terario del l ibro, de revelacin y deexhor tac in a l mismo t iempo. Va des t inado a una lec tura l i tr

    gica. Nos lo indica la relacin que aparece entre un lector ymuchos oyentes , que debern p reocuparse de re tener y depon er en p rc t i ca lo que escuc hen (1 ,3 ; 20,7) . '

    Significado literario y teolgico 11No es una car ta . Los datos que han ofrec ido a a lgunoscomentadores la base para una af i rmac in de es te t ipo se exp l i can per fec tamente admit iendo que es t des t inado es te l ibro auna lec tura l i trgica , mient ras que son insuf ic ientes para sos tener la forma li teraria epistolar.

    3. La estructuraQueda an por ac larar una cues t in fundamenta l : cmoest concebido el l ibro en la distribucin de su materia? Cules , en ot ras pa labras , su es t ruc tura l i te rar ia? El p roblema t ieneya sus ra ces en los c omentar ios p a t r s t icos y ha oc upad o a loserudi tos desde la mi tad de l s ig lo pasado, aunque s lo en losp r imeros decenios de l s ig lo XX asumi contornos ms p rec i sos ,ca l i f i cndose gradualmente como es t r i c tamente l i te rar io .No se ha l legado an a una frmula perfecta de solucin. Detodas formas , teniendo en cuenta las d iversas apor tac iones y lose lementos que parecen adquir idos , podemos f i jar por lo menosa lgunos puntos de referenc ia .El Apoca l ip s i s se p resenta como una obra uni tar ia , p recedidade un prlogo (1,1-3) y terminada con un eplogo (22,6-21), endonde e l autor puso la l t ima mano.La obra consta de dos partes genera les , des igua les en amp l i tud, pero fc i lmente reconoc ib les . La primera es t const i tu idapor un conjunto de s ie te car tas que , despus de una in t roduccin ms general , se desarrol la orgnicamente en las cartas a las

    siete iglesias (1,4-3,22).La segunda parte t iene una es t ruc tura ms comp le ja y des i gual. Teniendo en cuenta ciertos indicios l i terarios, cabe distinguirla en cinco secciones. La primera seccin (c. 4-5) t iene unafunc in in t roduc tor ia : p resenta los e lementos y los p er sonajesque entrarn luego en accin: Dios, la corte celestial , el cordero,el l ibro de los siete sel los. La quinta seccin (16,17-22,5) p resenta un aspecto de conclusin: la condenacin definitiva e irreversible del mal, la exaltacin suprema del bien, confluyen en las n tes i s f ina l de la Jerusa ln ce les t ia l . Ent re es tas dos secc ionestenemos un movimiento l inea l ascendente de desar ro l lo . Esemovimiento com ienza ante todo en lasegunda seccin (6,1-7,17),caracterizada por la apertura sucesiva de los sel los: es una pri-

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    12 Apocalipsismera exposic in en esbozo de los e lementos t p i cos que in ter vendrn en la lucha dialctica entre el bien y el mal, una espec ie de p lanteamiento de l p roblema. Sigue la tercera seccin(8 ,1-11,14) , carac ter izada p or la suces in s ep tenar ia de las t romp e t a s ; expresa tambin una confrontac in dia lc t i ca ent re e lbien y el mal, profundizando en la figura de los protagonistasnegat ivos y subrayando la parc ia l idad hi s tr i ca de ese c onfl i c to ; es decir , nos dice que en el curso de la historia de la salvac in habr es tancamientos , puntos muer tos , resu l tados p rovi s iona les de una y otra pa r te . La cuarta seccin (11,15-16,16), caracterizada por las tres seales ( la mujer, el dragn, los sietengeles con los cuenc os) , nos p resenta la lucha ent re e l b ien y elmal en su desar ro l lo dramt ico has ta su punto cu lminante , e lgran da (16,16).

    Pero e l desar ro l lo l inea l hac ia ade lante no es unvoco. Enefec to , adver t imos que, para le lamente a ese movimiento p rogres ivo que imp l i ca una suces in tempora l en sent ido es t r i c to , hayotros muchos e lementos que gi ran l ibremente , movindose hac ia ade lante o hac ia a t rs respec to a l e je p r inc ipa l de desar ro l lo .Este fenmeno l i te rar io , que puede observarse en todas las sec c iones , da a l movimiento p rogres ivo una f i sonoma carac ter s t i ca , que lo l ibera de l esquema de una suces in hi s tr i co-c ronic i s -ta de todo tipo y t iende a colocarlo en la zona ideal de lametahi s tor ia .4. La lengua y el estilo

    Para definir con mayor exactitud la fisonoma l i teraria delApoca l ip s i s , hemos de dec i r unas pa labras sobre su lenguaje y suesti lo.La lengua en que es t esc r i to e l Apoca l ip s i s es e l gr iego-heleni s ta ; c ier tas cur iosas coinc idenc ias con e l uso p rop io de lospap i ros nos mueven inc luso a pensar que se t ra ta de un gr iego-he leni s ta de t ipo popular . Ya a p r imera vi s ta se puede tambinobservar un sus t ra to sem t i co genera l ; bas ta observar , por e jemp l o , las repet i c iones de l p ronombre , c ier tas formas verba les , e lfenmeno de la para taxi s , para convencerse de e l lo . Pero todo

    esto no bas ta para carac ter izar la lengua de l Apoca l ip s i s ; enefec to , p resenta c ier tas pecu l iar idades p rop ias , b ien como vocabular io , o b ien como organizac in gramat ica l , has ta e l punto de

    Significado literario y teolgico 13que ha s ido pos ib le compi lar una gramt ica p rop ia de l Apoca l ip sis (cf. Charles, Alio, y sobre todo Mussies). Tambin en elaspecto l ingstico-gramatical el autor t iene su propia originalidad expresiva que raya e incluso t iende a superar los l mites delo significable.

    Es difci l dar una definicin y has ta una desc ripc in s umariade l es t i lo de l Apoca l ip s i s . Los erudi tos es tn de acuerdo enreconocer su carc ter excepc iona l . El sec re to de su hechizo es tquizs en el r i tmo interior que el autor comunica a su l ibro paraque contagie luego a l l ec tor . Por eso s te pasa de un cap tu lo aot ro , escucha, medita, reflexiona, l levado siempre hacia adelantecomo por una o la mis ter iosa y envolvente . A lgunos es tudiosos(Lohmeyer , Char les) han c re do inc luso que era pos ib le sea larun r i tmo mtr i co-pot i co y han hablado de una divi s in enes t rofas , aunque no han ofrec ido demost rac iones suf ic ientes desus af i rmac iones . Ent re las carac ter s t i cas de l es t i lo de l Apocal ip s i s se puede sea lar adems la ext raordinar ia capac idad deevocacin del autor, su complejo y refinado juego de alusiones,espec ia lmente respec to a los textos y f iguras de l Ant iguo Testamento , su p redi lecc in por frmulas repet i t ivas , por pa labras-c lave que dan un tono uni tar io a los t rozos la rgos , por los esquemas l i terarios, etc .

    Pero e l autor nunca se ve esc lavizado por sus esquemas;aunque s ienta por e l los una acusada p redi lecc in, se sa le dee l los con gran desenvol tura , var indolos a p lacer . En una pa labra , hemos de vrnos las con una p ersona l idad l i te rar ia in teresante y originalsima. Una personalidad que, si hubiera tenido elgrado de c rea t iv idad y de expres in ar t s t i ca correspondiente asus in tuic iones esta carenc ia es su mayor l imi tac in, podr ahabernos dado una Divina Comedia, o por lo menos una obra enla l nea de F. Kafka. Podemos darle a esta misteriosa personal idad un nombre concre to?5. El autor

    De los tes t imonios ant iguos que se conservan (Jus t ino, I r i -n e o , Clemente Ale jandr ino, Ter tu l iano, Or genes , e t c . ) , quedac lara la a t r ibuc in de l Apoca l ip s i s a l aps to l Juan, e l autor de lcuarto evangelio. Era sta la mentalidad corriente a partir de lasegunda mi tad de l s ig lo I I . Or genes no parece a lbergar dudas

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    14 Apocalipsisen e s te sen t ido y n i s iqu ie ra p one en d i sc us in e s ta c ues t in .Pero l a d i scus in ex i s t i . Empez con Cayo y se pro long conDioni s io A le jandr ino ( c f . Euseb io de Cesrea , Historia eclesistica , 7 , 24) ; la c r ti ca mod erna recogi amp l iamente e s ta cues t in ,desa r ro l l ndo la y profundizando en e l l a. Todava hoy nos encont ramos con la s pos tura s ms d iver sa s .

    A lgunos c r t i cos cons ideran a tendib le e l t e s t imonio an t iguo ;la s ob jec iones con t ra l a iden t idad de au tor en t re e l Apoca l i ps i sy el cuarto evangelio a part ir del anl isis interno (gramtica,est i lo, s imbolismo, doctr ina, etc .) no se consideran decisivas(Alio, Gelin, Braun, Vaganay, Behm, Michaelis , Feui l let , Me-noud , Mounce) . Ot ros c r t i cos l imi tan pa rc ia lmente e s ta pos i c in : se cons idera a Juan c omo au tor de l Ap oca l i ps i s , pe ro seniega que sea tambi n auto r del cuarto evangelio (Reuss y rec ien temente Kidd le ) . Ot ros muchos e rud i tos a sumen una pos i c in francamente negativa: e l Apocal ipsis no t iene un origenapostl ico directo ni fue escri to por e l autor del cuarto evangel io; las caracterst icas l ingst icas, l i terarias, doctr inales y la menta l idad misma de l Apoca l i ps i s son muy d i s t in ta s de l a s de l cuar to evangelio para que pueda hablarse de identidad de autor(Loi sy , Char le s , Windi sch , Wikenhauser , Boi smard , e t c . ) .

    Es dif c i l dir imir la cuest in. Entre los antiguos test imoniosque no aaden nada a lo s d iver sos e lementos sacados de linterior del l ibro y las afinidades inneg ables c on el cuartoevangelio por una parte, y la original idad irrepetible del autor ensu est i lo y en su mundo teolgico por otra, existe un vaco quedi f c i lmente se pue de co lmar .

    Una cons iderac in de ca rc te r e s t r i c tamente l i t e ra r io puedeayudar quizs a c larif icar las cosas. En toda la apocal pt ica (cf . 2Enoc , 2 Baruc , Apoca l i ps i s de Pedro , 4 Esdras , e t c . ) obse rvamosel fenmeno de la pseudonimia: e l autor se vincula idealmente auna f igura conocida de la Escri tura, con la que siente una especia l af inidad, atr ibuyndole en primera persona las visiones queesc r ibe . Quizs e s te mismo fenmeno l i t e ra r io haya ten ido tambin lugar en e l Apoca l i ps i s de Juan ; e l mi smo gnero apoca l pt i co sug ie re e s ta pos ib i l idad ; e l hecho de que Juan se nombreexp l c i t amente desde e l p r inc ip io , de que of rezca c ie r to s de ta l l e sautobiogrficos en relacin con las visiones (cf . 1,1; l ,9s) , lomismo que hacen lo s pro tagoni s ta s idea le s de lo s apoca l i ps i s

    Significado literario y teolgico 15apc r i fos , conf i rma p lenamente e s ta pos ib i l idad . De aqu sesegui r a en tonces que e l au tor de l Apoca l i ps i s un d i sc pu lomuy probab lemente se v incu la idea lmente a l aps to l Juan ,con e l que s ien te que t i ene muchos puntos en comn. Entonces ,prec i samente e l hecho de que e l au tor se pre sen te como Juany re su l ta e spontneo pensar en Juan e l aps to l como punto dereferencia y de inspiracin de toda la escuela jonea, a la quepe r tenece tam bin e l cuar to evangel io e l iminar a a Juan comoautor real del l ibro.

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    2El mensaje teolgicodel Apocalipsis

    1. Temas teolgicos generalesEl Apoca l i ps i s no e s como tampoco lo e s n ingn l ib ro de lNuevo Tes tamento un t ra tado abs t rac to , t er i co-noc iona l , deverdades re l ig iosa s , pe ro enc ie r ra muchas de e s ta s verdades ,englobndolas en su discurso que, a l ser proft ico, se dir igeesencialmente hacia la praxis.Cu le s son en tonces l a s verdades encarnadas , l a s verdades-valor , que const i tuyen la estructura teolgica fundamental delmensa je re l ig ioso de l Apoca l i ps i s? Podemos iden t i f i ca r a lgunose lementos t eo lg icos , p r imero ms genera le s y luego cada vezms de te rminados y prec i sos , que , tomados en su con jun to ,const i tuyen la trama teolgica de todo el l ibro.En pr imer lugar , Dios. E l au tor t i ene un sen t ido agudo deD i o s , que exp resa con una te rmino log a y con ca tegor a s saca das o rd inar iamente de l Ant iguo Tes tamento . Pre sen ta a s aDios como san to , b ien en sen t ido sac ra l como mora l , jus to , omnipo ten te , o b ien aque l que , sen tado en su t rono ,domina ac t ivamente sobre todo , y s implemente como Dios . ADios se l e l l ama tambin Padre de Cr i s to , adqui r iendo a s una f i sonoma inequvoca neo- te s tamenta r ia . Por o t ra pa r te , e lau tor t i ene su propia expres in ca rac te r s t i ca pa ra re fe r i r se aDios ; pa ra f ra seando e l nombre de Dios de l xodo (Ex 3 ,14) , lol lama el que es y era y ha de venir (1,4) . As pues, se ve aD i o s c o m o a q u e l q u e , e n s u t r a s c e n d e n c i a pe r m a n e n t e , po n een movimien to e l p roceso de l a sa lvac in , lo va desa r ro l l andoen e l t i empo, superando gradua lmente e l ma l . A l f ina l , supera do todo obs tcu lo , Dios lo renovar todo y se e s tab lece r en t re l y l a comu nidad sa lvada , l a Je rusa l n c e le s t i a l , una re lac in deespec ia l in t imidad .

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    18 ApocalipsisLa figura de Cristo no es para e l autor menos famil iar que lade Dios . Una se r ie de t tu lo s c r i s to lg icos , recog idos en pa r tede l con tex to re l ig ioso de l Nuevo Tes tamento , nos o f rece unapanormica variada e interesante: a Cristo se le l lama el cordero, el test igo f ie l, el Amn, el Verbo de Dios, el Hijode Dios, el lucero de la maana. El autor sintet iza su concepcin de Cristo en la visin inic ia l (1,12-20): muerto, resuci

    tado, vivo, Cristo mueve con su energa hacia adelante a suiglesia. Respecto a e l la , cumple una doble funcin: la juzga consu palabra purif icndola (c . 1-3), la ayuda a derrotar a las fuerzas host i les que la acechan, convirt indola en su esposa (c . 4-21).De e s ta manera , Cr i s to sube has ta e l t rono de Dios , p ro longando en la real izacin histrica de la iglesia lo que ser su vic toriaper sona l , ob ten ida con la re sur recc in .Los ngeles y lo s se re s sobrehumanos t i enen en e l Apoca l i ps i s un pape l impor tan te y a sumen la s ms d iver sa s fo rmas . Expre san una mani fe s tac in c onc re ta y comple ja de D ios y de suaccin, colaboran o se oponen al desarrol lo de la sa lvacin,representan toda una serie de fuerzas act ivas que se si tan idealmente p or enc ima de lo s homb res y por deba jo de Dios .La iglesia r e p r e s e n t a pa r a t o d o e l A po c a l i p s i s u n t e m a f u n damenta l . E l au tor t i ene una exper ienc ia t an v iva de e l l a queda f rancamente l a impres in de que l a ig le s ia , e spec ia lmenteen su d imens in l i t rg i ca , cons t i tuye a lgo a s como e l ambiente idea l en que se mueve . A lo l a rgo de l l ib ro , comunica e s taexper ienc ia suya y nos da a lgunas fo rmulac iones t e rmino lg i ca s y da imgenes q ue l e son ca rac te r s t i ca s . Nos ha b la de unato ta l idad de ig le s ia s , nos hab la de ig le s ia s loca le s ; se in te re sapor la vida interna de la iglesia; intenta sealar y definir lasl eyes de su compor tamien to f ren te a l a s fuerzas enemigas . Laig le s ia e s t en deveni r , con todo aque l con jun to de d i f i cu l ta des y de tens ion es qu e e s to su p one . Pero l a ig le s ia t i ene tambin una meta c la ra y def in ida : e l a spec to pe r sona l que v incu laa l a ig le s ia con Cr i s to y l a hace esposa suya , y e l a spec toex te rno y soc ia l que hacen de l a ig le s ia una c iudad , encont ra rn su s n te s i s f inal y sup rema en l a Je rus a ln ce le s t i a l , l ac iudad-esposa .

    Significado literario y teolgico 19

    2. Temas teolgicos especficos del A poc alips is:escatologa, teologa de la historiaLa esca to log a ocup a en e l A poca l i ps i s un p ape l de p r imerorden, que se divisa a primera vista . Algn comentarista (E. Fio-renza) ha querido ver en la escatologa e l ncleo fundamental deinsp i rac in de l Apoca l i ps i s inc lu so en e l p lano l i t e ra r io .Pero, si la importancia de la escatologa en el Apocal ipsispuede dar se por descontado , no lo e s t an to su in te rpre tac in .Los e rud i tos no se mues t ran de acuerdo en e l l a y sus opin ionespueden reduc i r se a l a s t re s in te rpre tac iones s igu ien te s .Escatologa cualitativa: segn esta l nea de interpretacin,todo lo que en el Apocal ipsis nos habla de un f inal , de untiempo que apremia, de la venida de Cristo, de un juic io, de unt r iunfo , e t c . , o f rece so lamente un mdulo de in te rpre tac in delos hechos que ocurren en la vida de la iglesia, s in que existani def in ido n i sobren tendido ninguna v incu lac in c rono l

    g i ca en t re e l lo s . Los hechos que se desc r iben en e l Apoca l i ps i srecapi tu lan lo s acon tec imien tos e senc ia le s de l a ig le s ia en cadapoc a . Def ienden e s ta in te rpre tac in A l io y Bons i rven , aunq uecon mat i ce s pe r sona le s .Segn o t ra in te rpre tac in , pa rc ia lmente d i s t in ta de l a pr imera , l a e sca to log a de l Apoca l i ps i s t i ene un elemento cronolgico.Se cons idera prx ima la pa rus a . Pero e s to no e s ms que unmodo semtico de subrayar que el mundo del ms al l , cual i tat ivamente d i s t in to por comple to de l nues t ro , pene t ra en nues t romun do mate r ia l y lo t ransforma desde e l mom ento de l a re sur rec cin de Cristo (Feui l let , L'Apocalypse, tat de la question, p .53) . Represen tan e s ta pos tura Cer faux y Cambier .F ina lmente , hay o t ros e rud i tos que in te rpre tan l a e sca to log ade l Apoca l i ps i s en sen t ido estrictamente cronolgico. Es decir ,hay un deveni r t empora l prop io y verdadero , un an te s y undespus , que t i enden hac ia una conc lus in f ina l cons ideradacomo prx ima. Ent re o t ros muchos au tore s , r epre sen tan e s tatendenc ia Ba ldensberger , Loi sy , Ge l in y Char le s .Encont ramos en e l Apoca l i ps i s e lementos que favorecen a

    cada una de e s ta s t re s in te rpre tac iones . Todo e l l ib ro e s t empapa do de una e sca to log a s iempre p re sen te , a c tua l y fu tura a lmismo t iempo. Bas te pensar en e l juego d ie s t ro y re f inado con

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    2 Apocalipsis

    que el autor vara los t iempos verbales (cf . Vanni, La strutturaletteraria deH'Apocalisse, p . 236-247) . Pero hay tambin comoparece demost ra r c l a ramente e l an l i s i s de l a e s t ruc tura undesarrol lo en la l nea del t iempo. En la seccin f inal se concluyen definit ivamente todos los e lementos que se fueron inic iandoa lo l a rgo de todo e l l ib ro . As pues , ex i s te un a spec to e sca to l-g i co , no meramente cua l i t a t ivo , s ino tambin en sen t ido temporal , que es esencial en la obra. Por consiguiente, nos encontramos con un di lema a primera vista insoluble: la escatologa,t ema sus tanc ia l de l l ib ro y t p i co de l mi smo, se pre sen ta comoac tua l , supra tempora l , pe ro a l mi smo t iempo aparece como ca rac te r izada por un desa r ro l lo c rono lg ico . Es to nos mueve apensar que tampoco la e sca to log a agota por s so la toda l atemt i ca t eo lg ica de l Apoca l i ps i s . La e sca to log a t i ene que encuadrar se y comprender se en e l marco ms ampl io de l a t eo log ade la historia.

    La teologa de la historia se vincula directamente a la mater ia e spec f i ca de l Apoca l i ps i s que , como hemos ind icado , e s tconst i tuida por los hechos que tienen que suceder (cf . 1,1;4 ,4 ; 26 ,6) . Pero de qu hechos se t ra ta? s te e s e l p rob lemaque , en su so luc in , encuent ra una vez ms d iver sa s pos tura sen t re lo s au tore s .Para a lgunos , lo s hechos de que se ocupa e l Apoca l i ps i s soncontemporneos a l au tor : l a guer ra de lo s jud os (Gie t ) , e l cu l toa Cibeles, a Att is , a l emperador (Touil leux), e l confl ic to de laiglesia con el judaismo y con el estado pagano (Feui l let) , e lt r iunfo del cr ist ianismo sobre el judaismo, seal del t r iunfo futu ro sobre l a Roma per seguidora (Hopkins) .Para o t ros c r t i cos , e sos hechos son n icamente fu turos . E lApocal ipsis se refiere a la historia universal de la iglesia, ar t iculada de diversas maneras (Gioacchino da Fiore, Nicol di Lira);o bien revela las grandes constantes de la historia y nos informade su desa r ro l lo evo lu t ivo en grandes pe r odos (Fre t ) .Hay f ina lmente qu ienes sos t i enen que e l A poca l i ps i s p re sc in de de toda referencia concreta a los hechos simultneos o futuros ; nos ofrece ms bien un esquema de salvacin, que hay queconsiderar sobre la base de la pre-decisin de la fe y que es

    menester apl icar a la propia historia individual , una historia queluego se proyec ta r en lo s acon tec imien tos ex te rnos que se rep i ten (Schlier) .

    Significado literario y teolgico 21

    No puede negar se que hay en e l Apoca l i ps i s ape lac iones ya lus iones a hechos con temporneos de l au tor , t an to en l a pr imera pa r te de l l ib ro como en la segunda , pe ro e l s imbol i smo conque e l au tor a r ropa e sos hechos lo s a r ranca de su conc rec inhistrica ais lada para hacer de el los una lectura teolgica paradigmtica. Surgen entonces una especie de frmulas de intel igib i l idad teo lg ica , unos con jun tos o rgn icos de e lementos t eo lg i cos que , reun idos unos con o t ros y expresados s imbl i camente , cons t i tuyen prec i samente una frmula de in te l ig ib i l idad . Estas diversas frmulas t ienen como trasfondo genrico el eje deldesarrol lo l ineal de la historia de la sa lvacin. Tomadas individua lmente , pueden desp lazar se hac ia a t r s o hac ia ade lan te re s pec to a l desa r ro l lo c rono lg ico ; pe ro tomadas en con jun to const i tuyen como un gran pa rad igma de comprens iones t eo lg ica sque hay que apl icar a la real idad concreta. Pero cules son lasmoda l idades de e s ta ap l i cac in?

    3. 1 tema teolgico de fondo:la iglesia, purificada, reconoce su horaLa comunidad ec lesia l , s i tuada en el desarrol lo l ineal de lahistoria de la sa lvacin entre e l ya y el todava no, se poneante todo en un estado de purif icacin interior , sometindose aljuic io de la palabra de Cristo (1. ap a r te ) . En e s ta s i tuac in depur i f i cac in ya conseguida e s ta r en d i spos i c in de comprender ,mediante una ref lexin de t ipo sapiencial real izada en un contexto l i trgico, cul es su hora en relacin con las fuerzas externas host i les, a f in de obrar en consecuencia (2.a pa r te ) . Es taref lexin sapiencial permitir a la iglesia apl icar a la real idadconc re ta que le se r s inc rn ica en cada momento y pe r odo desu existencia toda la serie de formas de intel igibi l idad teolgica que el autor ha condensado en su obra, revist indolas des imbol i smo.Esas formas de intel igibi l idad son para usar una terminolog a kan t iana una e spec ie de a pr io r i re spec to a l a mater ia , cons t i tu ida por cada uno de lo s e lementos h i s t r i cos concretos. El pr imer paso de la ref lexin sapiencial ser una comprens in , un desc i f ramien to de l s mbolo ; e l segundo pas o se r l aapl icacin de la frmula teolgica, que se ha obtenido de esemodo, a la materia concreta de la vida. Una vez transcurrido el

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    22 Apocalipsismomento o pe r odo h i s t r i co que se ha hecho comprens ib leteolgicamente gracias a la forma apl icada, la materia se escapa, por as decir lo, de su forma, entrando ya en el pasado ydejando su si t io para que dicha forma vuelva a dar su intel igibi l idad a un nuevo hecho concreto. 3Criterios hermenuticos

    del Apocalipsis1. El aspec to literario

    Para una hermenut i ca c or rec ta de l A poca l i ps i s , dada l a complej idad excepcional de este l ibro, es preciso tener en cuentas imul tneamente toda una se r ie de e lementos . En pr imer lugar ,e l a spec to l i t e ra r io . No e s pos ib le in te rpre ta r e l Ap oca l i ps i s s i nose t iene una c lara conciencia de los valores lexicales, gramaticale s , est i l s t icos, que le son propios.

    Adems , pa ra una comprens in de con jun to algo que pa rae l A poca l i ps i s p a rece e spec ia lmente necesa r io es menes te r definir las l neas de fondo de la estructura l i teraria del l ibro. Hasido precisamente la fa l ta , o por lo menos la insufic iencia, deestos e lementos l i terarios lo que a lo largo de los siglos hacont r ibu ido a hacer t an ex t ravagante l a in te rpre tac in de l Apocal ipsis . Para romper la espiral del subjet ivismo, que todava hoyle rodea, es necesario definir todos los e lementos l i terarios quepodrn entonces const i tuir una base sl ida y objet iva para lacons igu ien te in te rpre tac in teo lgica .2. 1 simbolismo del A pocalipsis

    El tema de l s imbol ismo de l Ap oca l i ps i s re su l ta p a r t i cu la rmente dif c i l . Esa dif icul tad se deriva de la mult ipl ic idad de imgenes empleadas, de su juego tan complejo, de la original idadmuchas veces desconcer tan te de l a s mi smas y de l desp l i egue ,siempre imprevisible, de la fantasa del autor. Por otra parte, e llenguaje simblico es tan usual en el Apocal ipsis que resul ta

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    prc t i camente impos ib le una in te rpre tac in de l l ib ro s in quehayan quedado an te s adecuadamente c la ros lo s e lementos const i tut ivos del s imbolismo. Se impone por tanto un examen deesos e lementos ; lo rea l i za remos a n ive l emp r i co , suponiendouna serie de consideraciones de f i losofa del lenguaje y de l ing s t i ca que no podremos examinar d i rec tamente .En la base de l s imbol i smo de l Apoca l i ps i s se da un fenme

    no genera l que puede observar se en todas l a s cu l tu ra s : a l l adode una expresin cabal y adecuada, de un signif icado que podramos l lamar real ista, se presenta otra que se obtiene med ian te una t ranspos i c in menta l , que podemos l l amar expres ins imbl i ca . S i , por e jemplo , dec imos que Cr i s to t i ene todopodero y r iqueza, saber y fuerza (5,12), usamos una expresinreal ista; pero si lo l lamamos len de la tr ibu de Jud (5,5) ,ut i l izamos una expresin simblica, aunque con el mismo signif i cado de fondo . Pero e l s imbol i smo de l Apoca l i ps i s no encuent ra normalmente una expres in tan senc i l l a y e spontneamenteintel igible. Sobre lo que const i tuye una intuic in bsica, e l autorva acumulando s mbolos sobre s mbolos , dando la c l a ra sensa cin de una construccin vert ical a varios niveles, dist intos entres . Pero todo esto resul ta art if ic ioso: e l paso de un plano simbl i co a o t ro rompe brus cam ente l a con t inu idad fan t s t i ca , p on iendo al lec tor en una si tuacin incmoda; e l conjunto que de estose der iva roza a menudo con e l he rmet i smo propio y verdadero ;pero como tendremos ocas in de sea la r var ia s veces , e l au torcons igue con e s to una concen t rac in excepc iona l de mate r ia lteolgico, que, una vez l iberado de su matriz simblica, se manif iesta con toda su r iqueza. Una hermenutica del s imbolismosupondr en tonces como pr imer e lemento una toma de conc ienc ia c l a ra de l t i po de s imbol i smo empleado . Por cons igu ien te , sele exigir a l lec tor un esfuerzo por identif icar la intuic in bsicade donde ha pa r t ido e l au tor , pa ra segui r luego t ranqui lamenteel desarrol lo segn los diversos niveles simblicos posibles.

    De aqu se derivar un r i tmo de lectura lento, intercalado delargas pausas de ref lexin; e l materia l bruto que ofrece el s imbo l i smo tendr que se r a s imi lado y e laborado , s in la p reocup ac in rea lmente abs urda en el A poca l i ps i s de cons t ru i r uncuadro de con jun to que con tenga v i sua lmente todos lo s d iver sose lementos s imbl i cos expre sados . Todo toque s imbl i co t i eneque ser advert ido, asimilado, descifrado y casi t raducido en su

    equivalente real ista , para que se borre cuanto antes de la fantasa, de manera que pueda dejar su lugar a nuevos y diversose lementos s imbl i cos que habrn de segui r se .Sanos pe rmi t ido ac la ra r todo lo d i cho con un e jemplo conc re to . En Ap 5 ,6 se nos pre sen ta a l Cordero que es taba de p ie ,aunque pareca degol lado; tena siete cuernos y siete ojos. Tenemos una c la ra in tu i c in de fondo , que se pone de mani f ie s to

    con la equivalencia entre e l Cordero y Cristo. Sobre esta intuic in de fondo, e l autor const i tuye su vert ical s imblica. El pr imer n ive l s imbl i co nos pre sen ta a l Cordero de p ie , aunquepareca degol lado: esta imagen no puede registrarse en la fantasa y entonces, en una pausa ref lexiva, e l lec tor o e l oyenteelabora los datos que ofrece el autor: degol lado expresa elsacrif ic io cruento de Cristo; de pie, su resurreccin; la uninforzada de los dos rasgos simblicos sugiere que los dos aspect o s , l a muer te y l a re sur recc in , c oex i s ten en e l Cordero-Cr i s to .Tena siete cuernos-, es un segundo nivel s imblico. Olvidando los e lementos del pr imer nivel , en una nueva pausa de ref lexin, se l lega a esta e laboracin: la total idad (siete) del poder (cuerno) se le atr ibuye a Cristo-Cordero. Sigue un tercernivel s imblico: siete ojos: e l mismo procedimiento uti l izadoms arr iba nos da el s iguiente resul tado: la plenitud de losdones de l Esp r i tu l e pe r tenece a Cr i s to .As , de ese Cristo-Cordero, intuic in bsica, se van resal tando la muer te y re sur recc in rede ntora , l a conc rec in de l p odermes in ico , l a p len i tud de l Esp r i tu que posee y comunica a lo sdems: ste es e l mensaje teolgico del autor, expresado en suequivalente real ista .Podemos ahora, a f in de faci l i tar la lectura, i r enumerandolas formas simblicas que se repi ten con mayor frecuencia en elApoca l i ps i s , con sus equ iva lenc ia s rea l i s t a s . Pero ind iquemos enseguida en qu sentido. El simbolismo no es una copia deformede l d i scur so rea l i s t a . T iene su propio con ten ido e spec f i co , supropia d imens in , su propio a l cance , que no pueden reduc i r seexac tamente a una equiva lenc ia rea l i s t a . Y e s prec i samente e s tecarcter irreductible lo que permite a l s mbolo expresar c iertasrea l idades que superan e l n ive l humano. Las equiva lenc ia s rea l i s t a s son por e so mismo s imple s ind icac iones , una e spec ie de

    traducciones lexicales, que faci l i tan el contacto con la imagenexpresada en el s mbolo, dejndola ta l como es. Ser luego la

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    e laborac in comple ta hecha por e l l e c to r o por e l oyente , l asntesis intuit iva que de al l habr de derivarse, lo que const i tuyela verdadera comprens in de lo s s mbolos empleados .E l con tac to tan n t imo que t i ene e l Apoca l i ps i s con e l Ant i guo Tes tamento l l eva cons igo un ampl io empleo de l simbolismobblico, e s dec i r , de e se s imbol i smo que e s pa t r imonio comn ynatural de los l ibros de la Escri tura. As , cielo indicar en el

    Apocal ipsis la zona de la trascendencia divina; t ierra indicarpor e l con t ra r io l a zona propia de l hombre , e l n ive l humano;cuerno sea la r e l poder ; vendimia , e l ju i c io e sca to lg ico ;e l monte S in , o Jerusa ln , repre sen ta rn e l lugar idea ldonde se real iza la sa lvacin, etc .Las convulsiones csmicas (sol oscurecido, luna de color desangre , e s t re l l a s que caen , t e r remotos , e t c . ) son tambin uns imbol i smo com n en e l A poca l i p s i s ; su equiva len te real i s t a e sla presencia incisiva de Dios, nico seor de la naturaleza, en lah i s to r ia de lo s se re s humanos .El simbolismo teriomorfo que in t roduce a los an ima le s com opro tagoni s ta s es t t ambin d i fundido p or e l A poca l i ps i s y ex ige una atencin especial . Se habla de Cordero, de len, decaba l lo s , de se re s v iv ien te s , de l angos ta s y e scorp iones , de dosbest ias, etc .; e l equivalente real ista de todo este conjunto simbl ico es una real idad que se despl iega en la historia del hombre,pe ro que en muchos a spec tos t ra sc iende su pos ib i l idad de ver i f icacin. El ejemplo moderno de varias obras de F. Kafka (pore jemplo , La metamorfosis) demues t ra has ta qu punto puederesu l ta r in te re san te e s te t i po de s imbol i smo.Como en toda l a apoca l p t i ca , e l simbolismo aritmtico o c u paen e l Apoca l i ps i s un lugar pr iv i l eg iado . En la base de e s te t i pode s imbol i smo es t l a pe r suas in de que l a rea l idad en todoslos n ivele s : n ive l humano y n ivel sobrehum ano p uede de a lguna manera medi r se y de te rminar se caba lmente . E l juego de lo snmeros se convie r te en tonces en un modo in te lec tua l i s t a deindicar los diversos t ipos de relacin que se verif ican en larea l idad y que s on en c ie r ta manera m ensurab le s . As , por e jemplo, e l nmero siete indica la total idad; lo mismo vale para losmlt iplos de siete. La mitad de siete, t res y medio, las fracciones, un terc io (1/3), indican por e l contrario una parte, unatotal idad demediada y por tanto algo que no alcanza la perfeccin.

    Es t f ina lmente . simbolismo cromtico. A lgunos co lore s t i e nen equiva lenc ia s conc re ta s que t ra sc ienden la mate r ia l idad de lco lor mismo. Blanco s ign i f i ca t ra scendente , sobrena tura l :rojo signif ica sangre, etc .3. Los contactos literarios y temticoscon el A ntiguo Testamento

    El Apoca l i ps i s , como es sab ido , c i t a con much s ima f recuenc ia e l Ant iguo Tes tamento . Ent re c i t a s l i t e ra le s y a lu s iones secuentan alrededor de 500. Pero, a diferencia de los otros autore s de l Nuevo Tes tamento , e l au tor de l Apoca l i ps i s no in t roducesus c i tas con una referencia expl c i ta (como: segn las Escri tura s , segn dice e l profeta Isaas, etc .) , s ino que las convierteen cuerpo de su propio d i scur so , como s i se t ra ta ra de pa labrassuyas. A veces, c iertas variantes signif icat ivas respecto al originalde l Ant iguo Tes tamento ind ican una in te rpre tac in propia de lautor y, en general , la t rabazn compleja de alusiones y dere fe renc ia s p one con t inuamente en con tac to a l A nt iguo Tes ta mento con e l Nuevo . E l Nuevo cons t i tuye su punto de l l egada ,que sin embargo no resul ta intel igible sin una comprensin adecuada de l Ant iguo . As pues , pa ra una hermenut i ca de l Apocal i ps i s se r menes te r tomar conc ienc ia de e s tos con tac tos , exp l i -c i tar los, valorar los en su signif icacin original , deducir sus consecuenc ia s y l a s nuevas ap l i cac iones q ue e l au tor hace v i s lumbrar . En una pa labra , una hermenut i ca de l Apoca l i ps i s e s engran pa r te una re lec tu ra c r i s t i ana de l Ant iguo Tes tamento .4. Hermetismo y aplicacin a la realidad conc reta

    El hermet i smo propio de l a apoca l p t i ca supone c ie r ta dos i sde inde te rminac in , de oscur idad , de in t ransparenc ia impos ib lede traspasar . La interpretacin exegtica, a l descifrar los smbolos , a l poner de rel ieve las equivalencias real istas, a l estudiar loscon tac tos con e l Ant iguo Tes tamento , a l tomar conc ienc ia detodos lo s pos ib le s da tos l i t e ra r ios , e t c . , r educe e s te margen deincomprens ib i l idad . Pero l a mayor reducc in pos ib le no se obt iene en la invest igacin ni en el estudio. El Apocal ipsis es unlibro dest inado a la lectura l i trgica. Es la asamblea ec lesia l ,adec uadame nte p reparad a y e je r c i t ada , l a que real iza de manera

    28 Apocalipsis

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    intuit iva y existencial la ms al ta sntesis posible entre la formade intel igibi l idad y la materia concreta. As es como la hermenut i ca de l Apoca l i ps i s l l ega a su c ima . Y se nos pre sen ta todava con mayor c laridad en sus dos e lementos esenciales: unelemento objet ivo, e l misterio (cf . 1,20; 17,5.7; 10,7) , que ene l A poca l i ps i s ind ica e l p lan de Dios , pe ro exp resado de formaenigmt i ca , c i f rada , en t rminos b ru tos de un s imbol i smo quehay que elaborar; y otro elem ento s ubjet ivo, la sab idura ointel igencia (cf . 13,18; 17,9) , que es la capacidad de discernimien to que supone e l desc i f ramien to adecuado de l s mbolo y suap l i cac in a l a rea l idad conc re ta de l pre sen te .

    IIESTRUCTURA Y CONTENIDODEL LIBRO

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    PRLOGO 1,1-3)Este fragmento tiene la funcin literaria que corresponde al

    prlogo. El libro se nos presenta as como una revelacin que hasido hecha por Jesucristo, pero que parte de Dios y es un donsuyo. Tiene como objeto especfico lo que tiene que suceder enbreve, es decir, los acontecimientos humanos vistos a la luz delplan salvfico de Dios que est ya en acto y se desarrolla rpidamente. El escrito de Juan va destinado a la lectura litrgica; esprecisamente en el ambiente de la asamblea litrgica uno leey los dems escuchan donde la revelacin alcanza eficazmentea cada uno de los cristianos a los que est destinada.

    PRIMERA PARTEDELA POCALIPSISLAS SIETE CARTASA LAS IGLESIAS 1,4-3,22)1. Introduccin litrgica 1,4-8)

    Ent re el lector que presenta el mensaje Juan) y su grupo deoyentes se establece en seguida un intercambio dialogal: al saludo inicial de bendicin por parte de Dios, del Espritu y deCristo l,4-5 a), responde una explosin de alabanza y de gratitud por parte de la asamblea que se siente amparada por el amorcontinuado de Cristo l,5b -6).

    Pero concreta interviniendo de nuevo el lector no setrata de un Cristo intimista: Cristo es el que lleva hacia adelantela historia de la salvacin y la sabr terminar destruyendo todaslas formas del mal 1,7).

    La asamblea acepta, tras un momento de reflexin, y convierte en objeto de su plegaria esa misma realizacin de la salvacin

    32 Apocalipsis Estructura y contenido del libro 33

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    en la que se s ien te compromet ida . Como ind ica l a in te rvenc infinal del lec tor (1,8) , todo se debe a la omnipotencia de Diosque arrastra la historia hacia su f in.

    2. La experiencia de Cris to resuc itado (1,9-20)Esta exp er ienc ia se pre s en ta segn e l e s t ilo de l a apoca l p t i cabajo el ropaje l i terario de una visin. Se la prepara de antemano con esmero: se seala e l lugar ( la is la de Patmos, unapequea i s l a de l a r ch ip i lago de l Egeo) , e l t i empo (un domingo:el da del Seor, e l da de la resurreccin que se vuelve a viviren la asamblea l i trgica) , los detal les personales (Juan entra encontacto con el Espr i tu: v. 9-10).La visin empieza y concluye con la orden de escribir a lassiete iglesias de Asia que, aunque especif icadas geogrficamente , ind ican s iempre , en v i r tud de l s imbol i smo de l nmero s ie te ,la iglesia en su totalidad (v. 11).La v i s in t i ene dos pa r te s . En un pr imer momento , se pre sen ta a Cr is to en t rminos s imbl i cos y desc oncer tan te s , s acadosen general del Antiguo Testamento (v. 12-16): nos dan unasind icac iones en bru to q ue hemos de in te rpre ta r y de jar de l adoen seguida , quedndonos con e l concepto sea lado . Se ind ica aCr i s to como pre sen te y ac tuando en su ig le s ia en orac in (lossiete candelabros de oro); e s e l Mes a s que toma poses in de sureino (una figura humana; l i t e ra lmente : uno como Hi jo de hombre, c f . Dn 7 ,13) ; su ves t idura ind ica probab lemente una func in sace rdo ta l (tnica talar, faja d orada); pe r t e n e c e a l m u n d ocelest ia l y se le atr ibuyen prerrogativas divinas (pelo blanco,etc .) . Como Mesas a nivel divino t iene en su mano a la iglesiaen te ra a segurndo le l a inmor ta l idad (siete estrellas, que ms ta r de en el v. 20 se identif icarn con los ngeles de las siete iglesias;es , en verdad , una des ignac in en igmt i ca : pa rece como s i setratara de las mismas iglesias en su dimensin terrena y trascendente a la vez), pero entre tanto le dir ige su palabra que t ieneuna fuerza de penetracin irresist ible (espada aguda de dos filos).En sntesis , se trata del Cristo glorioso de la transfiguracin (susemblante resplandeca como el sol).Luego se presenta a Cristo de manera ms real ista (v. 17-20),como e l Cr is to de l mi s te r io pa s cua l . M uer to y re suc i tado , Cr i s to

    posee ahora todas las prerrogativas para real izar la sa lvacin contodas sus impl i cac iones (tiene las llaves de la muerte y del abismo).3. Las cartas a las siete iglesias (2,1-3,22)

    Las cartas a las siete iglesias se trata ms propiamente deun nico gran mensaje art iculado en siete partes estn todasel las construidas segn un esquema l i terario refinado: direccin,au topre sen tac in de Cr i s to (esto dice el que...: recuerda al Antiguo Tes tamento : as habla Yav...), juic io sobre cada iglesia conuna valoracin de los e lementos posi t ivos y negativos (conozco tusobras), una exhortacin part icular (recuerda, no temas, a ver si teenmiendas...), una exhortacin general (quien tenga odos, oiga loque dice el Esprutu a las iglesias) y la promesa de un d on conper spec t ivas e sca to lg icas (al que salga vencedor le conceder...).

    En el las es siempre Cristo el Cristo de la experienciainic ia l el que habla en primera persona. Se dir ige a su iglesia,l a juzga y pur i f i ca con sus pa labras , ocupndose de su v idainterna. El mensaje, dir igido a cada una de las iglesias, t iene unalcance general y perenne: va dir igido a la total idad (siete) de lasig les ia s ; la s a lu s iones a s i tuac iones pa r t i cu la re s quedan un lver sa l i zadas median te e l s imbol i smo de lo s nombres ( Jezabe l , p robablemente los nicola tas. . .) . Es la palabra viva de juic io, de purif icacin, de exhortacin, que dir ige Cristo a su iglesia de todoslos t i empos .A la iglesia de Efeso (2,1-7)

    Cristo se presenta a la iglesia de Efeso en su cual idad demesas sacerdotal , que est presente en el conjunto de la iglesiaoran te (anda entre los siete candelabros de oro) y asegura con suenerga salvf ica la real izacin de la dimensin escatolgica (tiene las siete estrellas las iglesias en su diestra: v. 1). En sujuic io, Cristo a laba la constancia, la rect i tud doctr inal , la ausencia de componendas de la iglesia (v. 2-3). Pero t iene para hacerle un serio reproche: la iglesia ha descendido de ese nivel ptim o d e amor a Cristo que tena antes (v. 4) . Y es tan importantemantener e l nivel pr imero que, si la iglesia no se enmienda,tendr qu e se r apar tada de l a comun in l i trg i ca (vendr a quitarel calendario de su sitio: cf. v. 5) con la totalidad de la iglesia. El34 Apocalipsis Estructura y contenido del libro 35

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    Espritu hab la a l a s ig le s ia s con t inuamente : pa ra pe rc ib i r su vozy comprender la , se neces i ta empear se en e l d i sce rn imien to sa p ienc ia l (quien tenga odos...). A l vencedor que sup ere todas l a sdif icul tades de la vida cr ist iana, Cristo le promete como regalola plenitud de la vida divina, que, f igurada ya en el Gnesis , sereal izar a l f inal de los t iempos (v. 7) .A la iglesia de Esmima (2,8-11)

    A la iglesia de Esmirna, Cristo se presenta en la real idad desu mis te r io pa scua l : muer to y re suc i tado . Es t a l comienzo y a lfinal de la historia de la salvacin (es primero y ltimo: v. 8). Laiglesia se encuentra en una si tuacin dif c i l : es objeto de persecuc in inc lu so por pa r te de lo s jud os (v . 9 ) , y e s pobre . Y e sa sd i f i cu l tades i rn inc lu so acen tundose en un prx imo fu turo(v. 9-10). Pero Cristo asiste a su iglesia; as , su pobreza se cambiar en r iqueza, los das de la tr ibulacin estn contados (diezdas); si la iglesia sigue siendo fiel hasta la muerte, ob tendrcomo regalo la plenitud de la vida y no tendr que temer laperdicin definit iva (la muerte segunda: v. 11).

    V. 9: Satans. Los verdaderos judos son ahora los cr ist ianos pa ra e l au tor de l Apoca l i ps i s . Los jud os que se c ie r ran aCr i s to son l l amados po lm icamente s inagoga de Sa tans (v. 9 ) .Se hab la de l f recuentemente en e l Apoca l i ps i s . Los d iver sosnombres (diablo = calumniador: 2,10; 12,9.12; 20,2.10; satans = advers ario: 2,9.13.24; 3,9; 20,2.7 ; serpiente primordial:12,9; 20,2; acusador de nuestros hermanos: 12,10) lo definen ensu funcionalidad negativa. Esa funcionalidad es un hecho cent ra l en e l Apoca l i ps i s ; ms o menos d i rec tamente coa l igadas conel diablo estn todas las fuerzas host i les a Dios y que combatencont ra su pueb lo : l a guer ra , e l hambre , l a muer te . Y de maneraespec ia l lo e s tn todas l a s conc rec iones h i s t r i ca s que a sumeesta fuerza s obreh um ana: las langostas y la cabal lera infernal(c . 9) , e l dragn, las d os f ieras, los reyes d e la t ierra. Con eltr iunfo f inal de Dios, todo ese complejo monstruoso de fuerzasse ver reduc ido a l a impotenc ia .A la iglesia de Per gamo (2,12-18)

    La palabra de Cristo dir igida a la iglesia de Prgamo pone enacto toda su fuerza irresist ible ( la espada:v. 13). Prgamo , cap i-

    ta l o f i c ia l de l As ia Menor e impor tan te cen t ro cu l tu ra l , e ra pa r t i cu la rmente pagana (donde Satans tiene su trono: v. 13). Aunque la iglesia ha resist ido val ientemente a todas las presiones, e lpaganismo hace sentir su contagio en una serie de ideologass inc re t i s t a s que e l au tor des igna con t rminos ve te ro te s tamenta -rios (Balan, Balac, quizs los nicolatas: cf . Nm 31,16; 25,1-2)que recuerdan prec i samente l a con taminac in pagana de I s rae ly son una advertencia a la iglesia de todos los t iempos (v. 14-15).Es nec esaria una c onversin (v. 16). A l que vence en el esfuerzopor conseguir la , se le promete el don de la eucarist a (e l manescondido: v. 17) y una personalidad renovada gracias a la sa lvac in mes in ica (un nombre nuevo escri to en el guijarro blanco:nuevo ind ica en e l Ap oca l i ps i s l a renovac in mes in ica ; b lanco , l a pe r tenenc ia a l mundo sobrena tura l ) , que pone a cadauno de lo s c r i s t i anos en una e s t recha re lac in pe r sona l e i r repet ible con Cristo (v. 17).

    A la iglesia de Tiatira (2,18-29)Tia t i ra e s una pequea c iudad en t regada por comple to a lcomerc io , pagana y cor rompida . Cr i s to se l e pre sen ta como e lmes a s re suc i tado , exp l i c i t ando en grado sumo su t ra scendenc ia :es el Hijo de Dios (v. 18). La si tuacin de la iglesia es bastantecomple ja . Por una pa r te , se observan e lementos de fe rmentopos i t ivo amor a Cristo, vida de fe, dedicacin al servic io de losd e m s , aguante y un tono de progreso ideal (v. 19). Pero poro t ra pa r te e s tn l a s in s id ia s de un pagani smo mater ia l i s t a , com

    pues to de ex t raas t eor a s ( l a s profundidades de Satans) y dep r c t i c a s r e p r o c h a b l e s (fornicacin, en el sentido metafrico deido la t r a : v . 20 .24) . Las amenazas de e s te t i po de pagani smoes tn l igadas a c i r cuns tanc ia s y a pe r s onas c onc re ta s que ex i s tenen la iglesia de Tiat ira; pero dicha iglesia, mediante e l nombresimblico de Jezabel la esposa del rey Acab: cf . 1 Re 16,31;2 1 ; e t c . queda universal izada y convert ida en ejemplo vivopara o t ros t i empos y c i r cuns tanc ia s s imi la re s . Una in te rvenc inde Cristo dir igida a la e l iminacin del mal podr ser una cargainc lu so pa ra lo s que han permanec ido p lenamente f ie le s (v .20-24). La iglesia deber mantener su vita l idad actual hasta lameta escatolgica (v. 25). La vic toria a lcanzada pondr a laiglesia en una si tuacin de perfecta comunin con Cristo, lo cual36 Apocalipsis Estructura y contenido del libro 7

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    supondr igualmente la participacin en su victoria sobre todaslas fuerzas enemigas v. 24).

    A la iglesia de Sardis 3,16)Cristo se presenta a la iglesia de Sardis como aquel que

    posee la plenitud (siete) del Espritu, visto en sus operacionessalvficas concre tas v. 1). A la iglesia se le reprocha su vida enuna situacin contradictoria: la vitalidad externa no es ms queuna envoltura de la muer te espiritual interior v. 1). Es unasituacin lmite, de la que podr liberarse la iglesia medianteuna enrgica sacudida que la lleve a salvar lo salvable y sobretodo a enfrentarse, en un estado de vigilancia, con la palabra deDios que acogi al principio. De lo contrario, caer sobre ella laamenaza de una visita de castigo que por otra parte no seindica detalladamente por parte de Cristo v. 2-3). El quevenza, tendr como una nueva personalidad celestial (se vestirde blanco: v. 5) y su validez moral, por obra de Cristo, quedaren pie delante de Dios (ante mi Padre y sus ngeles reconocer sunombre: v. 5).

    A la iglesia de Filadelfia 3,7-13)A Filadelfia, Cristo se presenta como elsanto y como el que

    resume en s mismo y lleva a su mximo desarrollo la historia dela salvacin del Antiguo Testamento, centrada en la casa deDavid. Cristo, punto de llegada en la lnea histrica de la salvacin representada por David, tiene plenos poderes en el mbitode esa salvacin, con una fuerza irresistible capaz de derribartodos los obstculos v. 7). La situacin de la iglesia de Filadelfia es delicada: la iglesia se ha mantenido plenamente fiel, en unclima de sufrimientos y de persecucin, pero est ya llegando allmite de sus fuerzas. Cristo le da alientos; le asegura una nuevaperspectiva de apostolado {la puerta abierta: v. 8), su amor velasobre ella y se aliviar el peso de la prueba v. 10). Si manti enesu fidelidad, la iglesia alcanzar su corona celestial, entrar aformar parte de manera estable de la esfera divina (columna delsantuario de mi Dios: v. 12) y ver plenamente realizada en s

    misma la salvacin mesinica propia de Cristo resucitado (minombre nuevo: v. 12).

    A la iglesia de Laodicea 3,14-22)A Laodicea, Cristo se presenta como el amn: significa de

    este modo la fidelidad de Dios a sus promesas, atestigua suvalidez, promueve su realizacin concreta; al mismo tiempo representa (principio de la creacin de Dios: v. 14) el s pleno ytotal de la comunidad eclesial a la iniciativa divina. Laodicea seencuentra en una situacin de indiferencia, de apata moral, queparadjicamente resulta todava ms nauseabunda de lo quepodr a ser una situacin absolutamente negativa v. 15-16). Laiglesia se cree suficiente, pero se engaa; en efecto, se encuentraen un estado de enorme indigencia espiritual v. 17). Aludi endoprobablemente a las especialidades comerciales de Laodicea,Cristo se muestra dispuesto a proporcionar todo lo que seanecesario para poner el remedio oport uno: un amor ferviente eloro acendrado a fuego: v. 18), una nueva personalidad (vestidoblanco:v. 18), una capacidad de conocimiento y de discernimiento religioso y espiritual el colirio: v. 18). El juicio severo deCristo es fruto de su amor y tiende a que la iglesia logre volvera un estado defervor espiritual, convirtindose de su situacinactual v. 19). El amor de Cristo es insis tente y discreto almismo tiempo (estoy a la puerta llamando:v. 20; cf. Cant 5,2). Siel cristiano se hace desde dentro disponible a la voz de Cristo,se establecer una relacin de intimidad gozosa, que, iniciadacon la eucarista a la que probablemente se alude, concluircon la participacin ms completa propia del nivel escatolgicov. 20-21).

    SEGUNDA PARTEDEL APOCALIPSISINTERPRETACIN PROFTICA DE LA HISTORIA 4,22)

    1. La lectura de los hechos que van a suceder c. 4-5)Con el captulo 4 comienza la segunda parte del Apocalipsis,

    que se desarrolla en cinco secciones; los captulos 4 y 5 formanla primera , que tiene una funcin in trod uctor ia: nos

    38 Apocalipsis Estructura y contenido del libro 39

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    pre sen ta a Dios sen tado en e l t rono como dueo abso lu to dela historia, a l l ibro que contiene el proyecto detal lado de Diossobre toda l a real idad (p e r sonas , cos a s , a con tec imien tos) , a Cr i s to en la plenitud de su funcin mesinica, en disposic in derevelar y de l levar a cabo el proye cto de Dio s: e l Cris to c order o.

    Un personaje sentado en el trono (4,1-11)Todo e l cap tu lo pre sen ta su propia homogene idad l i t e ra r ia ,centrada en el tema l i terario del t rono. Invitado por la voz deCr i s to re suc i tado a remontar se a l c ie lo pa ra poder l ee r de e semodo, desde el punto de vista de la trascendencia divina, e lsentido de los acontecimientos que se desarrol lan en la t ierra,Juan entra as en contacto directo con el Espr i tu (v. 2) . Se leaparece en tonces e l t rono de Dios rodeado de toda una se r ie dee lementos y de pe r sona je s , que toman par te en l a rea l i zac in dela sa lvacin (v. 2-6a). Entre es tos e leme ntos y pers onajes miste

    r io sos des tacan lo s ve in t i cua t ro ancianos (v. 4) y los cuatro vi vientes (v. 6b-7). Los ancianos y los vivientes se convierten enlos pro tagoni s ta s de una ce lebrac in doxo lg ica , que se desa r rol la en dos fases sucesivas (v. 8-v. 9-11): se celebra a Dios en susan t idad inacces ib le ; l , en t rando en con tac to con e l desp l i eguede la historia humana, l leva a cumplimiento su obra creadora.Hay a lgunos de ta l l e s que merecen un comentar io .Lo que va a suceder despus (v. 2): e l objeto de la revelacinpor pa r te de Cr i s to son lo s acon tec imien tos , lo s hechos o rdenados segn un p lan de Dios . T ienen que acontecer en e l fu turo

    que , inic indose ya en el presente del autor, tendr su meta enla fase escatolgica. Un trono y alguien sentado en el trono: conuna imagen muy difundida en el ambiente judo (cf . Sal 47,8; Is6,1; E z 1,26-27), e l au tor pre sen ta con desca rnada sobr iedad aDios, inefable e indescript ible (cf . v. 3) .Veinticuatro ancianos (v . 4 ) : e s to s per sona je s mis te r io sosse encuentran en un estado de salvacin definit iva (con capasblancas) y toman par te au tor izadamente en e l desa r ro l lo de l asalvacin (sentados en los tronos). Se discute su identif icacin.En e l lo s , e l au tor ha concen t rado un con jun to de s mbolos que

    ind ican e l ar ra igo t ra scen dente de l p ueb lo de Dios . Los anc ianosson doce y doce , como la s t r ibus de I s rae l y lo s aps to le s reuni -

    d o s ; son la base , e l fundamento ce le s t i a l de todo e l pueb lo deDios. Pero, ya en un estado de salvacin, son tambin la expresin de la meta a la que t iende el pueblo de Dios. Y el los leayudan en su real izacin.Una especie de mar, transparente como cristal (v. 6): el mar enel Apocal ipsis s imboliza las fuerzas enemigas de Dios (13,1) det ipo demonaco y ab i sma l (13 ,1) , que como ta l t i ene que desa

    parecer (21,1). Cuando Dios interviene en la historia de la sa lvacin, neutral iza esa fuerza host i l cambiando su naturaleza talcomo hizo en el xodo en favor de su pueblo.Cuatro vivientes: inspirndose en Ezequiel (1,5-10) y en Isaas(6,2) , e l autor nos dice ante todo que estos vivientes estntachonados de destellos (o t ra s t raducc iones d i cen : llenos de ojos),lo cual s ignif ica en el Apocal ipsis la accin mlt iple del Espr i tu(cf . 5,6) . Otra de sus caracterst icas es la mult ipl ic idad de aspectos que pueden asumir: len, novi l lo, hombre y gui la , exactamente como los vivientes de Ezequiel . La tercera caracterst ica

    es la a labanza, que, como los serafines de Isaas, t r ibutan continuamente a Dios . A lo l a rgo de l l ib ro lo s v iv ien te s pa r t i c i panjunto con los ancianos en la a labanza divina e intervienen act ivamente en el desarrol lo de la accin salvf ica. Ms que persona je s p ropios y verdaderos nge le s , r epre s en tan te s d e l a c rea c in , e t c . son e squemas s imbl i cos que sea lan en un n ive lcelest ia l e l punto de encuentro entre la inic iat iva salvf ica deDios y l a re spues ta de todo lo c reado .El libro sellado y el Cordero (5,1-14)

    E l cap tu lo se abre con la pre sen tac in so lemne de un libro(v. 1) en donde se contiene el plan creador y salvf ico de Dios;no hay ninguna criatura, terrena o celest ia l , que sea capaz decomprender su con ten ido (v . 3 ) . No cabr a ms remedio queaceptar la ignorancia y la desorientacin si no interviniera Cristo.E l Cr i s to que in te rv iene e s des ignado por e l au tor con uns imbol i smo m uy suyo y pecu l ia r , e lcordero. Solamente l , con suvictoria sobre el mal , real izada mediante la muerte y la resurreccin, est en disposic in de leer e l l ibro y revelar su contenido.So lemnemente , como en un r i to l i t rg i co , e l Cordero en t raen posesin del l ibro sel lado (v. 6-7) . De esta forma, podr

    4 Apocalipsis Estructura y contenido del Itbro 41

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    manifestar y l levar a cabo su contenido. Este hecho se celebraen una doxologa de especial solemnidad. El Cordero es celebrado en t re s momentos : pr imero , por lo s v iv ien te s y lo s anc ianos(v . 8 -10) , luego , por una muchedumbre innumerab le de nge le s(v. 11-12) y f inalmente, por toda la creacin (v. 13-14).Un Cordero: a pa r t i r de l cordero pascua l de l xodo (12-13) ,as como del Siervo de Yav del Deuteroisaas (Is 53,7) , e l autor

    nos pre sen ta en cua t ro cuadros suces ivos a Cr i s to que ha dadosu vida en sacrif ic io por la mult i tud (pareca degollado), que hare suc i tado (estaba de pie), con la total idad de la energa mesini-ca (siete cuernos) y la plenitud del Espr i tu en accin (siete ojos).Se afirma del Cordero que, en el presente, es capaz (merece:5,9) de apropiarse del l ibro, porque en el pasado fue inmolado,pon iendo a s l as premisas y l a s base s de una sa lvac in comp le ta ,que en el futuro habr de real izarse con el reinado de Dios, delCordero y de los sa lvados en la t ierra renovada.Con tu sangre adquiriste para Dios: (5,9) la obra salvfica deCristo se define mediante la metfora de una compra: dando suvida, Cristo ha logrado que los hombres se l ibraran de la si tuacin de al ienacin respecto a Dios y se convirt ieran en posesinsuya. Un a sp ec to de e s ta pe r tenenc ia a Dios cons i s te en e l hechode que el nuevo pueblo se ve introducido en el mbito de lasacral idad cul tural divina, es un reino de sacerdotes (v. 10).

    2. La revelacin progresiva del significado de la historia:los siete sellos (c. 6-7)Con el cap tulo 6 comienza la segunda seccin de la segundapar te de l Ap oca l i ps i s , l l amada la sec c in de lo s se l lo s . En e fec to ,este septenario de los se l los es e l que, en su desarrol lo progresivo , da una art iculacin estructurada a toda la seccin. En el la senos pre sen tan lo s e lementos re l ig iosos fundamenta le s pa ra l ainterpretacin de la historia humana, pero casi como si se tratarade b loques separados : l a s i tuac in de hecho , e l impu l so de l a soraciones de los santos, la intervencin definit iva de Dios, tanto

    en e l a spec to de ca s t igo como en e l de premio , una an t i c ipac infunc iona l re sp ec to a e s ta l tima conc lus in , todo e s to cons t i tuye

    la trama teolgica de las diversas partes. A continuacin, serecogern todos estos e lementos y se vincularn entre s .

    Lo s cuatrojinetes (6,1-8)Este fragmento forma un bloque l i terario homogneo. Elsimbolismo t iene su propia carga de expresividad part icular yuna notable densidad de contenido. Una mirada a la si tuacinde hecho de l a humanidad , a la h i s to ria de lo s hombres , p e rmi teinmedia tamente sea la r a lgunos de lo s e lementos que l a ca rac terizan: la violencia, la injust ic ia social , la muerte con su cortejode ma le s . Expresados s imbl i camente por unos caba l lo s de colo re s ca rac te r s t i cos y por sus j ine te s , e s to s e lementos adquie renel re l ieve de unas fuerzas impetuosas (cabal los) , que invaden elcampo de l a h i s to r ia , devas tndo lo todo .Pero una l ec tu ra adecuada no puede de tener se aqu . A l l adode las fuerzas de signo negativo hay una de signo posi t ivo, quese les contrapone: es la fuerza mesinica de Cristo, s imbolizadaen el j inete del cabal lo blanco.Segn una in te rpre tac in probab le basada en una comparac in con Ap 19,11, se t ra ta de l propio Cr i s to . Per tenec ien te a l aesfera divina (cabal lo blanco), con la cal if icacin permanente devictorioso que acabar real izando definit ivamente en el momento f inal de la historia, dotado de armas mortferas (e l arco),Cristo se presenta aqu como una energa viva, vic toriosa detodas las fuerzas negativas.

    Los sellos del futuro (6,9-1,11)Tras una primera presentacin de las fuerzas posi t ivas ynegativas que chocan actualmente en nuestra historia, la perspect iva se va orientando poco a poco hacia e l futuro.En el quinto sel lo (6,9-11) se presentan las instancias de losmr t i re s que pre s ionan an te Dios pa ra qu e se re s tab lezca cuan toantes e l equi l ibrio perturbado en sentido negativo con su inmolacin. La impaciencia de los mrt ires no desagrada a Dios. Se

    les dice que aguarden a que se cumpla definit ivamente el nmero de sus hermanos .42 Apocalipsis Estructura y contenido del libro 43

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    Viene luego el sexto sel lo (6,12-7,14), que, en un cuadroantic ipado proft icamente, presenta e l f inal de la historia de lasalvacin: a pesar de lo que podra parecer a primera vista enuna visin superfic ia l de la historia humana, Dios y Cristo noson indiferentes ante e l mal . Hay una ant tesis dinmica, expresada en la imagen sugest iva de la clera: la clera de Dios yde Cristo caer de ta l forma sobre el mal , que quedar destruidoradicalmente (6,12-17).Pero hay tambin y sobre todo una conc lus in en sen t idoposi t ivo de la historia de la sa lvacin. El autor nos la presentaen un contexto de f iesta l i trgica: la muchedumbre salvada parece haber olvidado las dif icul tades de la gran persecucin(7 ,14) que ha a t ravesado , pa ra pe rd er se p or com pl e to en e l gozoinfinito de Dios y de Cristo (7,9-17).Entre la conclusin sobre la destruccin del mal y la de lasalvacin se inserta un episodio misterioso (7,1-8): un ngelmarca l a f ren te de un grupo de pe r sonas d i s t in to de l a muche

    dumbre . Son lo s 144 .000 que , an t i c ipando per sona lmente a lgunas caracterst icas de la si tuacin f inal de salvacin, t ienen unafunc in de ayuda y de e s t mulo re spec to a lo s dems . Encont ra mos un concepto an logo en e l re s to de I s rae l de l Ant iguoT e s t a m e n t o .Algunos detal les signif icat ivos: las convulsiones descritas en6,12-17 simbolizan una presencia divina especial . La naturaleza,en su cur so normal , mani f ies ta ind i rec tamente l a pre senc ia de l agloria de Dios. La si tuacin anormal que aqu aparece sealauna in te rvenc in de Dios que , prec i samente median te l a compa

    rac in e sp ontnea con la s i tuac in normal , se reve la como d i rec ta e inmediata. Se t iene en definit iva la seal de una presenciaact iva por parte de Dios, pero sin que se sepa todava qu efectorea l y conc re to tendr e sa pre senc ia de Dios s imbol izada de e s temodo.Ha llegado el gran da de su clera (6,17): en la tradicinproftica, e l da del Seor indica una intervencin part icularde Dios en la historia humana, que t iene como objet ivo la dest rucc in de l ma l y l a po tenc iac in de l b ien de l pueb lo de Dios(cf. Is 13,6.9; Ez 13,5; A m 5,18.20; Sof 1,7.14; Mal 3 ,23 ; e t c . ) .

    El granda (cf. Jds 6; Is 1,13) es la intervencin definitiva con laque Dios des t ruye pa ra s iempre todo e l ma l mora l y po tenc ia

    definit ivamente el bien. ste es exactamente el da del que aquse habla, que se presenta bajo el aspecto de un cast igo que esobra simultnea de Dios y de Cristo cordero (en el sentidotan comple jo que se ind ica en 5 ,6 , que recuerda con t inuamentee l t rmino cordero , verdadera pa labra c lave) .7 ,1 -8 : an te s de l g ran d a expresado aqu probab lementecon la imagen de una devas tac in un iver sa l causada por lo s

    cuatro ngeles que , segn una c reenc ia popu la r de l juda i smotard o , o r ien taban hac ia lo s cua t ro puntos ca rd ina le s e l mpe tudel viento (v. 1) se l leva a cabo una salvacin antic ipada paraalgunos f ieles (siervos de Dios: v. 3) y que se indica mediante unamarca simblica una T como Ez 9,4, la cruz, e l nombre deDios, e l bautismo? en la frente. Los siervos de Dios e s tnsacados de l a s doce t r ibus de I s rae l , pe ro probab lemente no sonlos i s rae l i t a s de l Ant iguo Tes tamento . E l hecho de que cada unade la s t r ibus se mul t i p l ique por mi l el nmero de l a to ta l idadmxima a los ojos de Dios (cf . 2 Pe 3,8) sugiere que se tratade l a s doce t r ibus que han a l canzado e l pun to mximo de sudesa r ro l lo y por cons igu ien te de l pueb lo de I s rae l de l Ant iguoTes tamento que desemboca luego en e l de l Nuevo formandocomo un n ico re su l tado .

    7,9-17: a lgunos elementos de la contraposic in l i teraria quese advierte (frente a l nmero l imitado el nmero incalculable, lamuchedumbre inmensa ; f ren te a l a s doce t r ibus , l a mul t i tud detoda nac in y raza) hacen p ens ar que la sa lvacin desc ri ta enesta escena es dist inta de la que habla la escena anterior . Setendra aqu una salvacin completa y definit iva, universal , resp ec to a una salvac in antic ipad a y l imitada. La salvacin l t imay definit iva se celebra en una doxologa solemne y precisa en suconten ido y en su pe r tenenc ia .

    3. La historia de la salvacin se po ne en movimiento:seccin de las trompetas (8,1-11,14)En la t e r ce ra sec c in de l a segunda par te de l Apoca l i ps i s queempieza en e l cap tu lo 8 comienzan a poner se en movimien tolos e lementos const i tut ivos esenciales de la sa lvacin, que se

    v ie ron an te s como b loques au tnomos y a i s l ados en t re s . Es tate r ce ra sec c in e s t fo rmada por e l sep tenar io de l a s t rompeta s44 Apocalipsis Estructura y contenido del libro 45

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    que, en su sucesin art iculada, determinan el desarrol lo delsep tenar io . Las t rompeta s preceden y anunc ian l a ven ida deDios. Se trata, de todas formas, de un movimiento inic ia l , parc ia l , que , apenas pe rcept ib le en l a s cua t ro pr imeras t rompeta s ,ir englobada a la seccin siguiente, en la que alcanzar su c imael desarrol lo inic iado.

    La apertura del sptimo sello (8,1-5)La apertura del spt imo sel lo pone de rel ieve las oracionesde los santos y e l desarrol lo sucesivo del septenario de las t rompe t a s . De esta forma, e l spt imo sel lo abarca a todo el s iguienteseptenar io y , median te e l en lace en t re l a sp t ima t rompeta y lo se lementos pos te r io re s , enc ie r ra todo lo que queda de l l ib ro .8,1: silencio en el cielo por cosa de media hora: median te e s taexpresin enigmtica, se quiere resal tar la atencin que se presta en el c ie lo a las oraciones de todos los santos: es e l si lencio

    sagrado que acompaa a la accin l i trgica.8,5: el ngel cogi entonces el incensario: median te l a sus t i tu cin del fuego que haba que echar sobre la t ierra por e l incienso unido a las plegarias, se seala e l efecto que dichas oracionest ienen sobre la t ierra de donde se e levaron.Se revive la experiencia del xodo (8,6-12)

    E l t ema fundamenta l de l a s t rompeta s e s e l anunc io de unaprxima in te rvenc in de Dios . Las cua t ro pr imeras t rompeta snos dicen que esta intervencin t iene lugar; pero, dado que ellenguaje es puramente simblico, la intervencin de Dios de quese habla se real izar en la historia de muchas formas concretas yser necesario hacer un esfuerzo de ref lexin sapiencial paraidentif icar la . De todas formas, tendr las caracterst icas teolgica s cons tan te s que se ind ican por e l au tor median te una t rabazn su t i l de tex tos de l Ant iguo Tes tamento : como en la s p lagasdel xodo (Ex 9,24), Dios interviene en favor de su pueblo,tend iendo a des t ru i r e l ma l que l e pone e s to rbos ; como nos d i ceJoel (J l 2,30), la intervencin de Dios t iene una perspect ivamarcadamente e sca to lg ica , a l a que se subord inan todos y cadauno de sus actos; f inalmente, como en Isaas (Is 14,12), estas

    in te rvenc iones d iv inas a sumen unos nombres y unas fo rmas concretas en el mbito de la historia.Lo demonaco en la historia humana: las langostas (9,1-12)

    La invasin de las langostas era en el Antiguo Testamento uncast igo terr ible por parte de Dios (cf . Is 10,12). Esta idea teolg i ca fundamenta l e s t aqu expues ta por e l au tor de l Apoca l i ps i scon una notable r iqueza de detal les. Nos dice en primer lugarque el cast igo del mal moral viene de Dios y se l leva a cabomediante unas fuerzas de naturaleza diablica (un ngel , unaestrella cada del cielo, abre el pozo del abismo, que e s prec i sa mente el lugar de las fuerzas diablicas: v. 1-2). Ese oscurodesencadenamiento de lo s e lementos d iab l i cos (e l humo queprocede del abismo: v. 2) adquiere una forma concreta: delhumo sal tan las langostas (v. 3) , un azote que sin embargoresulta l imitado en su alcance (v. 4-5). Mientras todava est enmovimiento la historia de la sa lvacin, Dios no cast iga el malcomo se lo merecer a y como podr a hacer lo Dios , des t ruyndolo por completo. Las formas del azote de Dios no son intel igib le s en su con jun to , pe ro e s pos ib le por lo menos tener unaor ien tac in ind ica t iva . Pueden e s ta r cons t i tu idas por l a guer ra(caballos, corazas,carros aparejados parala guerra), por l a op re s ina que someten unos hombres a lo s o t ros (una especie de coronadorada y la cara parece de hombre), por l a seducc in de l a smujeres (crines como pelo de mujer), por l a c rue ldad sangr ien taque lo s hombres mues t ran unos con o t ros (los dientes parecen delen), por e l engao que permite y que real iza e l mal (colas conaguijones, como el escorpin: v. 10). El que inspira todo esto esel demonio, designado como el exterminador (v. 11).La victoria provisional del mal (9,13-11,14)

    La sex ta t rompeta , que co inc ide con e l segundo ay , abarcaun fragmento bastante largo que va del 9,13 al 11,14. Estefragmento se subdivide en tres escenas la cabal lera infernal ,la entrega del l ibri to, los dos test igos que t ienen todas e l lasuna temtica unitaria de fondo: en el mbito de la historia de lasalvacin, antes de que l legue la fase definit iva, existe una acc in de Dios con un a spec to puni t ivo y o t ro a spec to de rea l iza c in pos i t iva , ambos pa rc ia le s y prov i s iona le s .

    46 Apocalipsis Estructura y contenido del libro 47

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    La pr imera e scena (9 ,13-21) nos pone d i rec tamente en contac to con la s fuerzas d iab l i ca s en toda su mons t ruos idad : procedentes de la zona del mal , del r o Eufrates (v. 14) segn laimaginac in popu la r , en t ran en acc in , aunque obedec iendo aun p lan de Dios e s tab lec ido has ta sus ms pequeos de ta l l e s (v .15). Expres an tod o e l ca rc te r incomp rens ib le de l a s fuerzas de lma l : un nmero inde te rminado , un a spec to in fe rna l impos ib lede imaginar, una extraa interiorid ad infernal y malfica q uesale de sus bocas y que resul ta mortfera para una tercera partede la humanidad (v. 18-19). La mayora de los hombres noadvie r ten e s ta s impl i cac iones t ra scendente s que se mani f ie s tanen la vida de cada da y p erm anec en en su sup erfic ia l idad,siguiendo con su conducta inmoral (v. 20-21).La segunda escena (10,1-11) de la sexta trompeta es e l juramento de l nge l . E l nge l se pre sen ta con unos ra sgos desc r ip t i vos caracterst icos que lo acercan mucho a Dios y a Cristo (v. 1) .Des emp ea una dob l e func in : p re sen ta r y en t regar a Juan unlibri to abierto y accesible, af irmar con la mayor solemnidad queel plan salvf ico de Dios se cumplir con el sonido inminente dela sp t ima t rompeta . Ent re t an to Juan , una vez rec ib ido e l l ib r i to , a s imi la su con ten ido y lo expone a lo s dems .10,9-10: cog el librito... y me lo com: se trata de una accinsimblica tomada de Ez 2,8-3,3. El l ibri to contiene la palabra deDios que se revela; e l contacto con la revelacin es dulce ysabroso para e l profeta, pero la asimilacin que el profeta ha del levar a cabo para apropiarse del mensaje divino y comunicar loadecuadamente a lo s dems , e l e s t mulo mismo por pa r te deDios pa ra que haga e s ta comunicac in , suponen una mas t i cac in

    interior laboriosa, una bsqueda dif c i l y amarga.La te r ce ra e scena , e l ep i sod io de lo s dos t e s t igos (11 ,1-13) ,p r e s e n t a u n s i m b o l i s m o c o m p l e j o y d e i n t e r p r e t a c i n m u y d i s c u t i d a . P a r e c e s e r q u e e l a u t o r q u i e r e p r e s e n t a r n o s u n e s q u e ma teo lg ico que in te re sa a l a comunidad ec le s ia l de todos lo st i e m po s y q u e p o d e m o s r e s u m i r d e e s t a m a n e r a : p a r a l a J e r u -sa ln idea l , s mbolo geogrf i co de l con jun to de l pueb lo deD i o s , h a b r m o m e n t o s e n q u e p r e v a l e z c a n l a s f u e r z a s e n e m i gas . S lo l a pa r te ms v i ta l la orac in s imbol izada en e lt emp lo y en el a l t a r p erma nec er in tac ta , p e ro inc lu so ene s o s m o m e n t o s d i f c i l e s l a c o m u n i d a d e c l e s i a l e n c o n t r a r s ufuerza de re s i s t enc ia que , basndose en l a e f i cac ia pe rmanente

    de l a pa labra de Dios y mode lada segn la imagen pascua l deCr i s to , se expre sa r y se conc re ta r en a lgunas f iguras repre senta t ivas . Es ta s f iguras los san tos de todos lo s t i empos a te s t iguarn la real idad de la comunidad ec lesia l , la eficacia de lapa labra de Dios , l a pa r t i c i pac in en e l mi s te r io pa scua l deCr i s to , in f luyendo inc lu so en l a conver s in de lo s propios enemigos .Cuarenta y dos meses (11 ,2) : t re s aos y medio , l a mi tad des ie te . Un per odo que ind ica en e l s imbol i smo a r i tmt i co de lA po c a l i p s i s u n t i e m po d e l i m i t a d o y c i r c u n s c r i t o po r D i o s .Lo mismo va le pa ra lo s dems nmeros que se usan en e s tefragmento.Mis dos testigos (11 ,3) : se han dado muchas in te rpre tac ionesde e s tos dos pe r sona je s en igmt i cos (E l ia s y Enoc , Josu yZorobab e l , E l ia s y Mois s , Pedro y Pab l o , lo s aps to le s , e t c . ) .Probab lemente se t ra ta , ms que de pe r sona je s que puedan

    identif icarse con ta l o cual f igura histrica pasada o futura, deun e squema ms genera l , que puede ap l i ca r se a var ios pe r sonaje s conc re tos . En e s te con tex to de t r ibu lac in surg i rn en e lpueb lo de Dios a lgunas f iguras repre sen ta t ivas , t p i ca s , quees ta rn ca rac te r izadas por una sac ra l idad pe rmanente , inherente a su ac c in (v . 4 ) ; encarnarn de nuevo , a te s t igundo la dees te modo a lo s dems , l a fuerza de l a pa labra de Dios , que yaac tu en E l ia s , Moi s s , Aarn y o t ros pe r sona je s de l Ant iguoTes tame nto ( cf . 1 Re 17 ,1 ; Ex 7 ,17 .19-20) y se rn tam binder ro tados por l a s fuerzas hos t i l e s , pa r t i c i pando a s de l a c ruc i f ixin de Cristo (v. 5-8); tendrn luego su tr iunfo que losa soc ia r a l a re sur recc in de l Seor . Es te e squema puede ver serea l izado en l a s g randes f iguras de san tos , mr t i re s o no mr t i re s , que e l pueb lo de Dios ha produc ido desde e l Ant iguoTes tamento y que segui r produc iendo has ta e l f ina l de lo st i e m po s .La gran ciudad (11,8): se trata de una c iudad metafrica,como e l au tor mismo nos in s ina exp l c i t amente : una expres inque simboliza geogrficamente la concentracin de las fuerzasenemigas de Dios , a le jadas de l y cor rompidas . Podan ver se

    reconoc idas en Roma, en Sodoma, en Egip to , en l a Je rusa lnque c ruc i fi c a Je suc r i s to .48 Apocalipsis Estructura y contenido del libro 49

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    4. El choque entre el bien y el mal llega a su cima:las tres seales (11,15-16,16)La cuarta seccin se prolonga hasta toda la serie septenariade lo s cuencos (16 ,16) . Tomando como base sus ind icac ionesl i terarias ms expl c i tas, podemos denominarla como la seccinde las tres seales: la mujer (12,1), e l dragn (12,3) y los sietengeles con los cuencos (15,1). Preparada ya en los captulos

    anteriores (cf . 8,13; 10,7) , esta seccin nos presenta la cumbredel desarrol lo de la historia de la sa lvacin; los e lementos caracterst icos que la const i tuyen choque dialct ico entre e l bien yel mal alcanzan aqu su expresin ms c lara y completa.Apareci el arca de su alianza (11,19): el arca de la alianza seencontraba en el santo de los santos del templo de Salomn (1 Re14,26). Si no la sacaron de all Sisac (1 Re 14,26) o Manases (2Cr 33,7) , se perdi c iertamente en la destruccin de Jerusaln delao 586 a. C. Luego surgi una leyenda segn la cual Jeremas,precisamente durante e l asedio de Jerusaln, la habra l ibrado de

    la profanacin escondindola en una caverna del monte Sina , endonde habr de permanecer hasta la restauracin de Israel (cf . 2Mac 2,4-8). La aparic in del arca en el templo celest ia l indica queya ha l legado el t iempo mesinico de la restauracin.La mujer y el dragn (12,1-18)

    Todo e s te cap tu lo e s t dominado por l a s pe r ipec ia s de l amujer (v. 1) y del dragn (v. 3) . El autor se aprovecha quizs deuna nar rac in popu la r de or igen mi to lg ico , pe ro e l s imbol i smocomple jo que recoge e s t to ta lmente empapado de l Ant iguoTes tamento . La mujer repre sen ta a l pueb lo de Dios , e l d ragn ,a l a s fuerzas d iab l i ca s ; su s pe r ipec ia s sea lan momentos y a s pec tos d iver sos de l choque en t re e l b ien y e l ma l , en donde seart icula y se desarrol la la historia de la sa lvacin.

    Una magnfica seal (12,1): se trata de un hecho extraordinar io , por ten toso , que pe r tenece de suyo a l a t r