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42 TRIBUNA PDi: Producto Disruptivo-innovador en Educación Joaquín P. Martín Dr. en filología inglesa, coor- dinador TIC, y director de diferentes cursos A unque el uso del término "disruptivo" pueda parecer poco apropiado para refe- rirse a la PDi de forma positiva, no lo es tanto. Como bien destaca Curtis John- son, consultor educativo estadounidense, la industria se ha cimentado siempre en la introducción de nuevos inventos, auténticos revulsivos que rediseñan y redimen- sionan el mercado, permitiendo así evolucionar a la sociedad. El apelativo de disrup- tivo va asociado tradicionalmente a la imprenta, debido principalmente al cambio radical que supuso en la concepción de las ideas y del aprendizaje, en la ruptura definitiva del monopolio del conocimiento y la democratización en el acceso a la in- formación. Estas innovaciones tecnológicas no difieren mucho de lo que ocurre hoy con las TIC ya que, gracias a ellas, los usuarios se han transformado en verdaderos creadores de contenidos basados en la comunicación, en la interacción social y en el libre pensamiento. Como en el caso de la imprenta, las ya no tan nuevas tecnologías catalizan el ac- ceso al conocimiento, a la investigación, a la comunicación efectiva y automática de ideas, su análisis, su discriminación, su ampliación, su adquisición y su reutilización de una forma universal y motivadora, modificando y actualizando facetas tan dis- pares como la económica, la social, la política, etc. A pesar de que estos resultados son fácilmente rastreables, es en la Educación donde observamos que se trata de un proceso imparable y sin embargo, a diferencia de las demás, se demuestra que los modelos anteriores siguen y van a seguir presentes. Ahí reside la importancia actual de la PDi ya que, aunque el ámbito educativo está sometido a los entresijos políticos, sociales y económicos, se encuentra aún anquilosado y desvinculado del mundo real. La PDi es, por tanto, el perfecto elemento disruptivo que necesita el aula capaz de actualizar los procesos de enseñanza/aprendizaje, convirtiéndose en una ventana abierta de par en par a la realidad de los ciudadanos del siglo XXI. Gracias a ella, la información y el conocimiento ya no se encuentran focalizados en el profesor y su clase magistral, sino en los contenidos mostrados en la PDi y en la consecución y desarrollo de las destrezas y capacidades necesarias para analizar y procesar dicha información, consiguiendo así su adquisición, reutilización y produc- ción posterior. Aunque todo esto sea así, la integración curricular de la PDi no significa de ningu- na manera relegar al profesorado, sino que lo transforma en una pieza vital en este gran puzzle ya que se convierte en el director encargado de orquestar todos los ins- trumentos, tecnológicos o no, para que dichos procesos de enseñanza/aprendizaje puedan llevarse a buen puerto. La PDi, por tanto, rompe con la inflexibilidad del mo- delo educativo predominante centrado en que todos los alumnos aprendan lo mis- mo, de la misma forma, al mismo tiempo y en el mismo lugar. Adaptando la idea del modelo educativo actual de Johnson como un autobús escolar en el que todos los alumnos deben seguir la misma ruta sin capacidad de decisión, la PDi sería la ven- tanilla desde la que cada alumno puede observar la realidad que le rodea, así como el botón que al pulsar puede indicar al conductor, al profesor, que desea apearse para ampliar sus conocimientos. Con una sola pulsación personalizamos de forma radical, práctica y real nuestra respuesta docente de acuerdo a los intereses de los alumnos, sus necesidades y su experiencia educativa. Para ello, compagina lo tradi- cional y lo innovador, la comunicación síncrona y asíncrona, los materiales impresos con los multimedia, el aprendizaje presencial con el e-learning como libro digital en el aula, el trabajo individual con el colaborativo, la obligación con la motivación, lo real con lo virtual, eliminando además las barreras tanto físicas como temporales. Con todo y por todo ello, la PDi integrada curricularmente junto al resto de TIC en la ya denominada Educación 3.0 forma a los alumnos para defenderse en sociedad, poseedores de una alfabetización digital que ya se ha convertido en básica y que adquieren inconscientemente. Por añadidura, la PDI y las TIC contribuyen a dismi- nuir el fracaso escolar, que en España ronda el 28,4% en el 2011, así como erradicar la e-exclusión que dificulta la adaptación de nuestros jóvenes a los requerimientos laborales actuales, especialmente en épocas de profunda crisis económica como en la que estamos inmersos y que requieren la reformulación de los parámetros establecidos tradicionalmente. “La PDI y las TIC contribuyen a disminuir el fracaso escolar”

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Joaquín P. Martín “La PDI y las TIC contribuyen a disminuir el fracaso escolar” A unque el uso del término "disruptivo" pueda parecer poco apropiado para refe- Dr. en filología inglesa, coor- dinador TIC, y director de diferentes cursos 42

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TRIBUNA

PDi: Producto Disruptivo-innovador en Educación

Joaquín P. Martín Dr. en filología inglesa, coor-dinador TIC, y director de diferentes cursos

Aunque el uso del término "disruptivo" pueda parecer poco apropiado para refe-rirse a la PDi de forma positiva, no lo es tanto. Como bien destaca Curtis John-

son, consultor educativo estadounidense, la industria se ha cimentado siempre en la introducción de nuevos inventos, auténticos revulsivos que rediseñan y redimen-sionan el mercado, permitiendo así evolucionar a la sociedad. El apelativo de disrup-tivo va asociado tradicionalmente a la imprenta, debido principalmente al cambio radical que supuso en la concepción de las ideas y del aprendizaje, en la ruptura definitiva del monopolio del conocimiento y la democratización en el acceso a la in-formación. Estas innovaciones tecnológicas no difieren mucho de lo que ocurre hoy con las TIC ya que, gracias a ellas, los usuarios se han transformado en verdaderos creadores de contenidos basados en la comunicación, en la interacción social y en el libre pensamiento. Como en el caso de la imprenta, las ya no tan nuevas tecnologías catalizan el ac-ceso al conocimiento, a la investigación, a la comunicación efectiva y automática de ideas, su análisis, su discriminación, su ampliación, su adquisición y su reutilización de una forma universal y motivadora, modificando y actualizando facetas tan dis-pares como la económica, la social, la política, etc. A pesar de que estos resultados son fácilmente rastreables, es en la Educación donde observamos que se trata de un proceso imparable y sin embargo, a diferencia de las demás, se demuestra que los modelos anteriores siguen y van a seguir presentes. Ahí reside la importancia actual de la PDi ya que, aunque el ámbito educativo está sometido a los entresijos políticos, sociales y económicos, se encuentra aún anquilosado y desvinculado del mundo real. La PDi es, por tanto, el perfecto elemento disruptivo que necesita el aula capaz de actualizar los procesos de enseñanza/aprendizaje, convirtiéndose en una ventana abierta de par en par a la realidad de los ciudadanos del siglo XXI. Gracias a ella, la información y el conocimiento ya no se encuentran focalizados en el profesor y su clase magistral, sino en los contenidos mostrados en la PDi y en la consecución y desarrollo de las destrezas y capacidades necesarias para analizar y procesar dicha información, consiguiendo así su adquisición, reutilización y produc-ción posterior. Aunque todo esto sea así, la integración curricular de la PDi no significa de ningu-na manera relegar al profesorado, sino que lo transforma en una pieza vital en este gran puzzle ya que se convierte en el director encargado de orquestar todos los ins-trumentos, tecnológicos o no, para que dichos procesos de enseñanza/aprendizaje puedan llevarse a buen puerto. La PDi, por tanto, rompe con la inflexibilidad del mo-delo educativo predominante centrado en que todos los alumnos aprendan lo mis-mo, de la misma forma, al mismo tiempo y en el mismo lugar. Adaptando la idea del modelo educativo actual de Johnson como un autobús escolar en el que todos los alumnos deben seguir la misma ruta sin capacidad de decisión, la PDi sería la ven-tanilla desde la que cada alumno puede observar la realidad que le rodea, así como el botón que al pulsar puede indicar al conductor, al profesor, que desea apearse para ampliar sus conocimientos. Con una sola pulsación personalizamos de forma radical, práctica y real nuestra respuesta docente de acuerdo a los intereses de los alumnos, sus necesidades y su experiencia educativa. Para ello, compagina lo tradi-cional y lo innovador, la comunicación síncrona y asíncrona, los materiales impresos con los multimedia, el aprendizaje presencial con el e-learning como libro digital en el aula, el trabajo individual con el colaborativo, la obligación con la motivación, lo real con lo virtual, eliminando además las barreras tanto físicas como temporales. Con todo y por todo ello, la PDi integrada curricularmente junto al resto de TIC en la ya denominada Educación 3.0 forma a los alumnos para defenderse en sociedad, poseedores de una alfabetización digital que ya se ha convertido en básica y que adquieren inconscientemente. Por añadidura, la PDI y las TIC contribuyen a dismi-nuir el fracaso escolar, que en España ronda el 28,4% en el 2011, así como erradicar la e-exclusión que dificulta la adaptación de nuestros jóvenes a los requerimientos laborales actuales, especialmente en épocas de profunda crisis económica como en la que estamos inmersos y que requieren la reformulación de los parámetros establecidos tradicionalmente.

“La PDI y las TIC contribuyen a

disminuir el fracaso escolar”