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UN CARTAGENERO EN TRAFALGAR EL TENIENTE GENERAL MIGUEL GASTÓN DE IRIARTE Y FERNÁNDEZ DE NAVARRETE* POR JORGE ARIAS DE GREIFF** El 3 de febrero de 1737 zarpó de Cádiz la última flota de los galeones que con la periodicidad que permitían las circunstancias partía de la España pe- ninsular a la España americana. El convoy estaba formado por ocho naves mercantes, y dos barcos de registro con la fuerte escolta de dos navíos de línea armados, el Conquistador y el Fuerte, ambos construidos en la Havana con maderas de la España americana y con 64 y 60 cañones respectivamen- te. La escolta era especialmente fuerte en esta ocasión y estaba al mando del más fuerte hombre de la Armada en esos días: Don Blas de Lezo 1 . La armada llegó de arriba a Cartagena, su primer destino, el día 11 de marzo de ese año. Descargada la mercancía destinada a esa plaza y cargados los buques con lo que de Cartagena había que transportar a Veracruz y la Havana y más tarde a la península, partieron a cumplir el resto de itinerario, pero los navíos de línea, don Blas y sus oficiales de guerra debían permane- cer en Cartagena de Indias a la espera de ataques que se veían venir desde la * Conferencia leída en la sesión ordinaria de la Academia el 7 de febrero de 2006. Se inicia aquí una serie de semblanzas de oficiales de la Armada Real nacidos en el Virreinato de la Nueva Granada y he aprovechado para hacerlo la celebración de la famosa batalla. Deseo aquí recordar la amabilidad e interés con que el Almirante Julio Guillén Tato, entonces su director, me recibió en mi primera visita al Archivo General de la Marina del palacio de don Álvaro de Bazán en el Viso del Marqués. Este trabajo se basa en documentos consultados de los fondos “Expediciones a América”, “Independencia de Colombia”, “Corso y Presas”, del Archivo Naval y los expedientes personales de Miguel José y Miguel Gastón de Iriarte del Archivo General de la Marina. ** Miembro de Número de la Academia Colombiana de Historia. 1 Para la información sobre don Blas de Lezo véase: Quintero Saravia, Gonzalo, 2002, Don Blas de Lezo, defensor de Cartagena de Indias, Bogotá. A 200 AÑOS DE LA BATALLA DE TRAFALGAR

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UN CARTAGENERO EN TRAFALGAREL TENIENTE GENERAL MIGUEL GASTÓN DE IRIARTE Y

FERNÁNDEZ DE NAVARRETE*

POR

JORGE ARIAS DE GREIFF**

El 3 de febrero de 1737 zarpó de Cádiz la última flota de los galeones quecon la periodicidad que permitían las circunstancias partía de la España pe-ninsular a la España americana. El convoy estaba formado por ocho navesmercantes, y dos barcos de registro con la fuerte escolta de dos navíos delínea armados, el Conquistador y el Fuerte, ambos construidos en la Havanacon maderas de la España americana y con 64 y 60 cañones respectivamen-te. La escolta era especialmente fuerte en esta ocasión y estaba al mando delmás fuerte hombre de la Armada en esos días: Don Blas de Lezo1.

La armada llegó de arriba a Cartagena, su primer destino, el día 11 demarzo de ese año. Descargada la mercancía destinada a esa plaza y cargadoslos buques con lo que de Cartagena había que transportar a Veracruz y laHavana y más tarde a la península, partieron a cumplir el resto de itinerario,pero los navíos de línea, don Blas y sus oficiales de guerra debían permane-cer en Cartagena de Indias a la espera de ataques que se veían venir desde la

* Conferencia leída en la sesión ordinaria de la Academia el 7 de febrero de 2006.Se inicia aquí una serie de semblanzas de oficiales de la Armada Real nacidos en el Virreinato dela Nueva Granada y he aprovechado para hacerlo la celebración de la famosa batalla. Deseo aquírecordar la amabilidad e interés con que el Almirante Julio Guillén Tato, entonces su director, merecibió en mi primera visita al Archivo General de la Marina del palacio de don Álvaro de Bazánen el Viso del Marqués. Este trabajo se basa en documentos consultados de los fondos “Expedicionesa América”, “Independencia de Colombia”, “Corso y Presas”, del Archivo Naval y los expedientespersonales de Miguel José y Miguel Gastón de Iriarte del Archivo General de la Marina.

** Miembro de Número de la Academia Colombiana de Historia.1 Para la información sobre don Blas de Lezo véase: Quintero Saravia, Gonzalo, 2002, Don Blas

de Lezo, defensor de Cartagena de Indias, Bogotá.

A 200 AÑOS DE LA BATALLA DE TRAFALGAR

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pérfida Albión. Allí encontró don Blas uno que otro navío y luego le llega-rían otros y con ellos un nuevo virrey para un renovado virreinato, de modoque en el momento de la necesidad la plaza contaba con cinco navíos más: elSan Felipe de 80 cañones, el San Carlos, de 66, el África y el Dragón de60 cañones y el Galicia.

Con don Blas de Lezo como comandante del Apostadero de Marina, donMelchor de Navarrete2, gobernador de la plaza y jefe civil y militar local,bajo las órdenes del recién llegado virrey del reino don Sebastián de Eslava,se formó el triunvirato defensivo en Cartagena de Indias, sólo que el afán deprotagonismo del virrey y su inquina con el jefe naval y luego la beateríaalrededor de don Blas han ocultado el papel de don Melchor en la defensa dela plaza.

Salvada ya la plaza luego del asedio de Vernon, murió don Blas de Lezoal poco tiempo a causa de heridas recibidas durante el ataque, pero la escua-dra permaneció algún tiempo en Cartagena de Indias a la expectativa de unaréplica del asalto, y con la escuadra quedó un joven alférez de navío reciénascendido como resultado de su participación en el combate: era don MiguelJosé Gastón de Iriarte y Elizacoechea3. Don Miguel había ingresado deguardiamarina en 1733 y con ese grado llegó a Cartagena en alguno de losnavíos que arribaron con don Blas de Lezo. Su ascenso a Alférez de Fragatalo recibió estando en Cartagena de Indias, en abril del cuarenta, el año prece-dente al ataque histórico a la plaza y, pasado ese acontecimiento, recibió otrapromoción a Alférez de Navío, en noviembre del 1741.

Don Miguel continuó en Cartagena de Indias hasta 1743, año en quepasó a la península. Retornó a la plaza caribeña en 1753 ya como Te-niente de Navío y en la década siguiente volvió con la escuadra de donLuis de Córdoba que permaneció en Cartagena de Indias por varios añosa la espera de otro ataque de la pérfida Albión que por esos años se habíatomado a la Havana y a Manila. Ya para entonces don Miguel era Capi-tán de Navío, y esa escuadra tenía ya en la España americana un superiorjerárquico; no para otra cosa la Corona había designado como virrey deSantafé a un Teniente General de la Armada: Don Pedro Messia de la

2 Fueron padres de don Melchor de Navarrete y Bajonda, don Francisco de Navarrete y JosefaBajonda y Bañuelo.

3 Padres de don Miguel José Gastón de Iriarte fueron don Antonio Gastón de Iriarte natural deErrazú y Estefanía de Elizacoechea. Abuelos paternos fueron Juan Gastón de Iriarte y MaríaBorda y Arrocochea, dueños de la casa de Iriarte de Errazú. Abuelos maternos fueron Juan deElizacoechea y Catalina de Dorrea.

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Cartagena [1683] por Alain Manesson Mallet.Biblioteca Luis Ángel Arango

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Cerda que obviamente trasladó su gobierno a Cartagena de Indias y comocomandante de esa fuerza, debería repeler nuevos ataques a Cartagena deIndias o a Portovelo, es decir no permitir otro manoseo anglosajón al istmode Panamá. Fue en esta ocasión cuando don Gastón se casó, el 11 de no-viembre de 1765, con la hija de don Melchor de Navarrete, doña MaríaJosefa4, y fue así el padre de otro Miguel Gastón nacido en el virreinato dela Nueva Granada, y por consiguiente un hijo patrimonial de la EspañaAmericana que era una extensión territorial de Castilla. Y es este otro Mi-guel Gastón de Iriarte y Fernández de Navarrete, con madre y abuelacartagenera, el objeto de estas notas conmemorativas de los dos siglos de laBatalla de Trafalgar que se dio el 21 de octubre de 1805. Pero MiguelGastón, el padre, no será dejado del todo de lado en este relato.

El joven cartagenero fue enviado a la península para que se iniciara en lacarrera de las armas y su primer empleo fue como paje del rey Carlos III.Más tarde fue nombrado Capitán del Regimiento de Brabante pero pocodespués de entrar a comandarlo fue aceptado su traslado a la Marina Real enla que quedó homologado como Teniente de Fragata el 6 de agosto de 1883,previos los exámenes que se le exigió debía aprobar. Se le ordenó embarcar-se en la fragata Magdalena a las órdenes del Capitán de Navío don VicenteTofiño, director de la Compañía de Guardiamarinas, destinada la fragata a laformación del atlas hidrográfico de las costas de la España peninsular e islasadyacentes y a esa comisión quedó Miguel Gastón agregado. La citada co-misión se le había ordenado a Tofiño el 27 de junio de 1783 y él escogiócomo ayudantes a los oficiales destinados al Observatorio de Cádiz: José deEspinosa y Tello, Alejandro Belmonte, Julián Canelas y José Vargas Ponce5.Estos oficiales que se harían famosos en los anales de las expediciones cien-tíficas de reconocimiento hidrográfico que la corona extendería hasta cubrirla totalidad de las costas de la España americana, fueron entonces los colegasde Miguel Gastón, el cartagenero. Pero detrás de esto estaba el otro MiguelGastón, el padre, que pronto sería el nuevo comandante de la Compañía deGuardiamarinas6 y quien impulsó las tareas del observatorio de Cádiz adscri-to a esta compañía y promovió la formación de marinos astrónomos.

A los pocos días dio la vela la fragata Magdalena acompañada del bergan-tín Vivo; salieron para Alicante para trabajar la costa comprendida entre los

4 Hija de María Micaela de Lanz y la Rocha.5 Véase: Lafuente Antonio y Sellés, Miguel, 1988, El Observatorio de Cádiz (1735, 1831), p.

282.6 Miguel José Gastón fue nombrado director de esa escuela el 12 de febrero de 1779.

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cabos de Palos y San Antonio. Concluida esta tarea regresaron a Cádiz a tomarotra fragata en mejor estado y como no la consiguieron, comprobaron la mar-cha de los relojes y partieron para las Baleares a hacer el trabajo desde tierra.Cuando se finalizaron tales trabajos, regresaron a Cádiz en donde recibieron lafragata Lucía y sucesivamente la Perpetua, la Loreto, y otras en las quecontinuó su destino hasta la conclusión. Poco después se encargó a AlejandroMalaspina de la reorganización del Observatorio Astronómico de Cádiz y a élse vincularon oficiales en octubre de 1788; ellos fueron Dionisio Alcalá Galiano,Alejandro Belmonte, José de Espinosa y Tello y Joseph Lanz, ni más ni me-nos7, por ser los últimos miembros de la comisión hidrográfica, y Miguel Gastón,Juan Bernaci, Julián y José Canelas como voluntarios, pero días más tarde lanómina del observatorio se define así: Capitán de Fragata Alejandro Malaspina,Tenientes de Navío Miguel Gastón, Dionisio Alcalá Galiano, JosephO´Connock, y Alejandro Belmonte, en donde Miguel Gastón aparece comosegundo en antigüedad. Otros oficiales de menor graduación eran Julián yJosé Canelas, Sebastián Páez de la Cadena y Máximo de la Riva.

Concluidas las tareas de la Comisión Hidrográfica, Miguel Gastón fue lla-mado a hacer el curso de Estudios Mayores en la citada Compañía deGuardiamarinas. El proyecto de establecer tal curso superó unas vacilacionesprevias entre la formación del “oficial científico” y la del “piloto ilustrado”. Lamarina requería preparar un grupo, así fuera pequeño, de egresados de la com-pañía, para una más sólida formación que los capacitara para navegación ycartografía más precisa por métodos astronómicos y poder así extender a laEspaña americana y sus dilatadas costas la labor que Tofiño había iniciado enlas costas peninsulares. Pero, mientras llegaba el tiempo de realizar tales estu-dios, Miguel Gastón embarcó en el navío Bahama perteneciente a la escuadrade don Félix de Tejada, destinada a pruebas y evoluciones, las que se hicieronen el Mediterráneo con navegaciones a Nápoles y Liorna para llevar un saludodel nuevo rey Carlos IV a los soberanos de Nápoles y Etruria.

Concluidas estas navegaciones y evoluciones regresó Gastón a la Com-pañía de Guardiamarinas y, completados los Estudios Mayores, retornó a lastareas del observatorio hasta fines del 92, año en que su padre fue nombradoCapitán General del Departamento Naval de Cartagena del Levante8 y pidióel paso de su hijo de Cádiz a Cartagena, lo que Miguel Gastón realizó de

7 Lafuente y Sellés, 1988, p. 282. En tiempos de la vicepresidencia del general Santander, Lanz seencargó del Observatorio Astronómico de Bogotá.

8 Miguel José Gastón fue nombrado comandante del Departamento de Marina de Cartagena, dellevante, el 18 de diciembre de 1792.

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transporte en el navío San Isidro al mando de su padre. Pero en el año 93 sevio la corona de Castilla envuelta en guerra contra la Francia revolucionariacuando la consigna de las testas coronadas era destruir la gloriosa revoluciónfrancesa; fue entonces cuando el Teniente General don Francisco de Borjanombró a Miguel Gastón uno de sus ayudantes y así permaneció algún tiem-po hasta cuando se le entregó el mando del jabeque San Felipe que se desti-nó a la división de jabeques al mando de don Felipe O´ Nelly para auxiliar alejército que se llamó de Rosellón y a cruceros bloqueando a Pontvaindre otambién escoltando convoyes de pertrechos hasta que, dos años después, loembarcaron en la fragata Atocha en la que llevó tropa a Barcelona y pasó aMahón y Liorna por fusiles. De regreso se le confió el mando de la fragataMatilde por real orden del 4 de julio de 1795 en la que dio a la vela condu-ciendo a Mahón un millón de reales de vellón para la escuadra del TenienteGeneral don Juan de Lángara. Luego se le destacó al puerto de Liorna paratraer más fusiles. Regresó a su departamento, el de Cartagena del Levante, yfue agregado a la escuadra del Teniente General José de Mazarredo. En esas,España le declaró la guerra a la Inglaterra, algo que se le achaca a cualquiervicio o defecto de Godoy pero que era de lógica y de necesidad. De necesi-dad por el pérfido ataque en tiempo de paz a cuatro fragatas que venían deAmérica y que se opusieron a arbitraria inspección; de lógica también puesante el conflicto entre Inglaterra y la Francia posrevolucionaria era para Es-paña imposible la neutralidad. Por la expansión bonapartista en el continenteeuropeo la Inglaterra necesitaba hacerse al comercio americano, por lo pron-to en forma de contrabando, lo que implicaba roces continuos en el Atlánticoy Francia requería al sur de los Pirineos un aliado subsidiador más que unneutral y también necesitaba el apoyo de la armada española. Por otro lado elfuerte de Francia era su ejército de tierra y el de España su flota de guerra: sihabía que pelear, mejor hacerlo sobre el agua con Inglaterra y no en territoriopatrio contra Francia; y además la flota combinada hispano francesa queresultó no era poca cosa. La escuadra española, no en su mejor momento9,

9 Unos años antes, hacia 1794, la Armada Real pasó por unos de sus buenos momentos, con 76navíos de línea entre los que se encontraban los más nuevos y poderosos como el SantísimaTrinidad de 134 cañones (La Havana 1769), el Santa Ana de 114 cañones (El Ferrol, 1784), elReal Carlos de 110 cañones (La Havana, 1787), el Príncipe de Asturias de 112 cañones (LaHavana, 1794), el más nuevo de todos. Pronto esa fuerza entraría en rápida merma: en 1797, enla toma de Trinidad por los ingleses, se perdieron 4 navíos. Por uno de los tratados o conveniosde esos días se le entregaron seis a Francia. En el combate del Cabo San Vicente se perdieroncuatro, dos más en Algeciras en 1801, y otros dos en el del Cabo Finisterre. Con uno que otrodado de baja por deterioro natural y ninguno construido después del Príncipe de Asturias, sellega a la cifra disponible en vísperas de Trafalgar.

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contaba con 54 navíos disponibles antes de Trafalgar. Si se agregan los 61 dela escuadra francesa, la suma, 115, sobrepasa ligeramente a los 111 de Ingla-terra con los que la había dejado el guerrerista mister Pitt. De modo que lalógica estaba con Godoy. Ahora, ya con la escuadra de Mazarredo mandadapor el Conde de Morales, salió Gastón en su fragata para incorporar esasfuerzas a la escuadra que venía de Cádiz mandada por Lángara y que sedirigía a Tolón, a donde llegó a comienzos de noviembre, retrasada por lostemporales que la incomodaron. A mediados del siguiente mes salió de nue-vo la escuadra hacia Cartagena del Levante y frente al cabo Tiñoso, en lanoche del 19 se vieron fogonazos desde la fragata Matilde. Forzó la veladon Miguel Gastón para acudir a la zona de donde provenían tales disparosy llegó cuando los ingleses acababan de capturar a la fragata Santa Sabinapero Gastón logró reconquistarla y por determinación del 30 de diciembre sele encomendó el mando de la Sabina y entregó la Matilde al Capitán deNavío Manuel Victoria. Reparada la Sabina en el Arsenal y ya separado dela escuadra hizo un crucero acompañado de otras fragatas a Cataluña y a lasBaleares pero luego se formó una División con esas fragatas, Sabina, Flora,Soledad y Teresa al mando del Capitán de Navío Juan Pablo Lodares con elencargo de pasar al Océano Atlántico, lo que no pudieron hacer por el blo-queo de Cádiz y la Sabina quedó en el apostadero de Algeciras, frente aGibraltar, del otro lado de la bahía al occidente del peñón, bajo las órdenesdel comandante de ese lugar, el Jefe de Escuadra don Bruno de Hezeta, y enese destino permaneció don Miguel dos años. Levantado el bloqueo de Cádiz,pasó el 7 de julio de 1799 a ese Departamento en su Sabina. En mayo delaño siguiente salió de Cádiz hacia Canarias llevando tropa y artillería acom-pañando a las fragatas Hortensia y Carmen que iban hacia Lima pero unaescuadra enemiga las interceptó quedando apresadas las otras dos pues laSabina logró refugiarse de nuevo en Cádiz. Al año siguiente, 1801, fue aAlgeciras con la escuadra del Teniente General Juan Joaquín Moreno a auxi-liar las naves francesas del Almirante Linois que se habían batido en Algeciras,contra la fuerza atacante de Saumarez que intentaba apoderarse de ese apos-tadero. En la segunda fase de ese combate de Algeciras, Cádiz atendió elpedido de auxilio del almirante francés y envió cuatro navíos acompañadosde la Sabina. En la noche un navío inglés sin luces se interpuso entre el SanSalvador y el Real Carlos, españoles; sin ser notado disparó contra uno delos dos y se retiró inmediatamente. Los dos navíos españoles se cañonearonhasta el amanecer. Cuando reconocieron el error ya no había nada que hacer.Los navíos se perdieron. Los dos jefes, Moreno y Linois, regresaron en laSabina que entonces portaba esas dos insignias y así entró a Cádiz. Firmadala corta paz enrumbó Miguel Gastón hacia Cartagena de Indias con el fin de

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llevar esa noticia a Caracas y Santafé dando la vela en Cádiz el 13 de no-viembre de 1801; fondeó en su natal Cartagena de Indias el 11 de diciembredonde, además, dejó azogues y cargó de regreso caudales de registro; peroese viaje a Cartagena de Indias tuvo otra finalidad: el 25 de noviembre del 98el capitán de fragata Gastón expuso al rey desde Algeciras que habiendofallecido su señor padre el Teniente General de la Armada de su mismo nom-bre se halla constituido curador de sus hermanos menores también al serviciode la armada y le es sensible verlos reducidos a estrechez y también no estan-do satisfechas las deudas que dejó su padre por haberse perdido en el navíoSan José el producto de la almoneda hecha en Cartagena del Levante con laventa de algunos muebles y joyas que le pertenecían, y que por estar pen-diente en Cartagena de Indias la testamentaria de su abuela por diferenciascon otros herederos es precisa su presencia y no pudiendo pasar a esos luga-res por no separarse del buque de su mando experimenta el perjuicio de nopercibir la parte que pueda tocarle para satisfacer a los acreedores de su pa-dre, suplicó al rey rendidamente que se tenga presente la fragata de su mandopara destinarla en alguna comisión a Cartagena de Indias, Veracruz y LaHavana y que en caso de tenerlo a bien se ordene el paso de la fragata a unarsenal a rehabilitarla para que esté pronta en esa ocasión. En lo que como seve le dio gusto el rey con la mencionada comisión. Y con respecto a esaherencia, vale la pena recordar los haberes de don Damián de la Torre yLabarcés, segundo Conde de Santa Cruz de la Torre, que había sido propie-tario de extensas tierras en San Marcos del Carate y Nuestra Señora de losDolores de Garrapata en jurisdicción de San Benito Abad, y que murió sindescendencia en 1749 y a quien heredó su prima hermana doña MaríaMicaela, la abuela cartagenera de Miguel Gastón10.

A principios de junio de 1802 salió Gastón en la Escuadra de don Domin-go de Nava hacia las costas de Argel y Túnez, a donde ese general destacó alnavío Bahama y la fragata Sabina en comisión de corso contra los tunecinos,pero arreglado el asunto con Túnez no tuvo lugar la campaña del corso yretornó la Sabina a Cádiz a atender las ocurrencias del Departamento. Lue-go más tarde, hubo de llevar caudales a Barcelona y Mallorca, los que fuerontransbordados a la Sabina desde el navío San Pedro que los transportaba yque había perdido su palo de trinquete. Pero al llegar a Barcelona al díasiguiente de haberlo hecho Carlos IV, el rey le ordenó permaneciese allí mien-tras la corte esperaba la escuadra que venía de Italia trayendo los reyes de

10 Detalles sobre este asunto se encuentran en: Restrepo Lince, Pastor, 1993, Genealogías deCartagena de Indias, pp. 389-390.

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Etruria y los príncipes de Nápoles para unos casamientos consentidos por lapaz de Amiens a cambio de la entrega de la Lusitania a Francia11. El 6 deoctubre completó su misión a Mallorca y regresó a Cartagena del Levante yde ahí a Cádiz transportando oficiales de la escuadra que había llevado a losreyes de Liguria. El 2 de julio de 1803 retornó a su natal Cartagena de Indiasesta vez con la comisión de conducir al virrey nombrado para el Nuevo Rei-no de Granada don Antonio Amar y Borbón12 y de paso dejar pliegos enCanarias y la Guaira. De Cartagena de Indias salió para Veracruz a dondellevó azogues y de ese puerto salió con tres y medio millones y el 14 de juniodel año siguiente varó su barco en la costa de la isla de Cuba y hubo derehabilitar la fragata en la Havana. El 2 de septiembre salió hacia Cádiz y el17 fondeó en el placer de la Rota. Al entrar en la bahía de Cádiz la mañanasiguiente recibió una real orden para que desembarcara los caudales en Vigo.Se hizo a la vela hacia ese puerto pero por real licencia que le concedió el reypor motivos de salud, entregó el 11 de noviembre la fragata al capitán denavío don Francisco Salazar y salió para el Ferrol y Madrid. Regresó a Cádizluego y se hizo cargo del navío San Justo, para cuyo mando había sidodesignado el 26 de febrero anterior por el Príncipe de la Paz.

El navío San Justo de 74 cañones era de la dotación del Ferrol pero habíasido, con el San Leandro, transferido al Departamento de Cádiz; estabarecién rehabilitado pero tenía una marinería novata, inexperta y poco eficien-te. Luego de haber asistido a su armamento pasó Gastón a principios deseptiembre a la bahía.

Así quedó Miguel Gastón al mando de uno de los navíos de la fuerza com-binada hispano francesa a las órdenes de Villeneuve y, desde luego de NapoleónBonaparte aliado a la Corona de Castilla. Siguiendo un plan de Napoleón, lacombinada, pero no con todos los navíos de Gravina, el comandante del apos-tadero de Cádiz salió de allí hacia las Antillas el día 9 de abril de 1805. Laintención, a más de transportar un ejército a Martinica, era la de atraer haciamares americanos la escuadra de Nelson, dejarlo en las Antillas perdiendo tiempoen la búsqueda de la Escuadra Combinada a tiempo que ésta se unía a la escua-dra francesa que estaba en Brest al mando de Gentaume para entrar al Canal dela Mancha, dominar ese espacio y permitirle a Napoleón hacer la invasión aInglaterra con su formidable ejército acampado en Boulogne en espera de laposibilidad de pasar el mar a la otra orilla. Cuando la Escuadra Combinada

11 Lusitania era una provincia del norte de Portugal.12 Amar y Borbón fue nombrado virrey por Real Orden de 1802. Se posesionó el 17 de diciembre

de 1803.

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estaba de regreso frente al cabo Finisterre, la esquina noreste de la PenínsulaIbérica, se topó con la escuadra inglesa de Calder y se desarrolló la batalla deese nombre el 22 de julio de 1805. En ese choque se perdieron los navíosFirme y San Rafael. Se averiaron muchos otros y la escuadra debió arribar,parte a Vigo y parte a la Ría de Ares, porque Napoleón les había prohibidoarrimar al Ferrol para obligarlos a no demorar la entrada en el Canal de laMancha. Con ese percance ya era dudosa la posibilidad de despejarlo e invadira Inglaterra y, por otra parte, la nueva coalición contra Napoleón gestada porInglaterra, había reunido las fuerzas de Rusia y Austria en contra de Francia,así que Napoleón dio media vuelta para mirar hacia el sol de Austerlitz. Lasuerte de Trafalgar quedó sellada pues Nelson que no demoró mucho en lasAntillas ya estaba frente a Cádiz, al sur de la Península, y hacia ese puertoenrumbó Villeneuve desobedeciendo al ya emperador Napoleón Bonaparte.Obvio: la Escuadra Combinada, que entró a Cádiz el día de 20 de agosto,quedó bloqueada en esa bahía. La oficialidad española alegó que era mejor nosalir a presentar combate frente a un enemigo resuelto a hacerla salir, manifestólas ventajas de dejar debilitar a los casacones en tareas de bloqueo durante elmal tiempo invernal. Cuando Napoleón desistió de invadir a Inglaterra vio enla Escuadra Combinada un apoyo útil como brazo sur de su empeño contraAustria y Rusia y le exigió transportar a Italia un ejército –de ahí que Morillohubiese embarcado en esa escuadra–. Apareció entonces de nuevo la lógica deGodoy: que ese ejército lo transporte la escuadra de Salcedo, la del Departa-mento Naval de Cartagena del Levante, porque así Nelson dividiría sus fuer-zas, unas para perseguir a Salcedo y otras para el bloqueo a Cádiz y que si laescuadra francesa de Gourdon, a la sazón al occidente de la Península Ibérica,atacaba por la espalda a Nelson, entonces sí que saliera al combate la Combi-nada, pero Napoleón no lo permitió. Ya para ese momento los barómetrosindicaban aproximación de tormenta; si la escuadra combinada –argüía DonFederico Gravina–, salía inmediatamente después de la tempestad, podría, ha-biendo estado protegida en la bahía durante el evento, presentar con ventaja uncombate en el que la iniciativa no la tuviera Nelson, ocupado en reagruparnavíos zarandeados de un lado para otro mar afuera en la tormenta; peroVillenevue tenía un afán: salir de Cádiz, pasare lo que pasare, antes de que aese puerto llegara el almirante Rosilly, el enviado por Napoleón para reempla-zar al desobediente; así que el 20 de octubre zarpó la escuadra combinada deCádiz y con ella, esta vez sí, el navío San Justo13, y con él don Miguel Gastón.

13 Para el relato que viene a continuación han sido de extrema utilidad los recientes libros sobre labatalla: Cayuela Fernández, José y Pozuelo Reina, Ángel, 2004, La Batalla de Trafalgar,Barcelona y Adkins, Roy, 2005, Trafalgar, Buenos Aires.

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BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES – VOL. XCIII No. 832 – MARZO 200624

En la noche del 20 de octubre ordenó Villeneuve salir y formar con afánuna línea de combate como se pudiera. El San Justo intentó hacerse en lapopa del Bucentaure pero varios navíos franceses le disputaron ese lugar;se adelantó entonces para aprovechar un claro en la vanguardia. En la maña-na siguiente, ya con las velas inglesas a la vista, se ordenó ocupar los puestosestablecidos y el San Justo quedó en la vanguardia. La escuadra había sidoorganizada en cinco cuerpos: a la cabeza iría la escuadra de observación almando del Teniente General Don Francisco Gravina, con opción de manio-bra independiente, seis navíos españoles y seis franceses; seguía el cuerpoprincipal al mando de Villenueve con tres grupos: la vanguardia con cuatronavíos franceses y tres españoles en la que estaba el San Justo de MiguelGastón en el penúltimo lugar. Seguía el grupo central con tres navíos espa-ñoles y cuatro franceses entre los que estaba el Bucentaure de Villeneuve.Cerraba la línea el grupo de retaguardia, también de cuatro navíos francesesy tres españoles. Ya con la escuadra inglesa encima, viento en popa pues elviento le cambió a Villeneuve. Ya cayendo los casacones en dos columnas enforma de cuña con intenciones de partir por el centro a la Escuadra Combi-nada, mandó Villeneuve virar los barcos en sus puestos y poner proa endirección a Cádiz para tener al frente el refugio del puerto. Esa maniobradesorganizó la línea, apelmazó navíos en grupos y dejó claros pues no todosmaniobraron con la misma rapidez y eficiencia. Unos cuantos, por torpezainnata del navío o por poca práctica de marinerías improvisadas, quedaronsotaventados y fuera de la línea; estos navíos fueron el San Justo, el SanLeandro, el Neptune, el Indomptable, el Rayo, el San Agustín y elArgonaute.

A las 12 y 8 minutos la columna mandada por Collingwood cayó sobre elpoderoso Santa Ana, frente al cual había el claro dejado por los sotaventadosSan Leandro, San Justo e Indomptable. Minutos más tarde el Victory deNelson, luego de haberse dirigido contra el navío más grande del mundo enese entonces, el Santísima Trinidad de cuatro puentes y ese día con 134cañones, cayó sobre el que le seguía, el Bucentaure de Villeneuve al verque este almirante izaba su insignia; cortó Nelson la línea por la popa delfrancés y así pudo iniciar su destrucción, pero el siguiente navío era elRedoutable del joven capitán Lucas con sus expertos y certeros tiradores enlas cofas de los mástiles. Antes de rendir al navío de Villeneuve, un tiro demosquete lanzado desde la cofa de mesana hirió a Nelson, cuyo condecora-do casacón lo hacía blanco inconfundible. La bala mortal se alojó en su co-lumna vertebral y el genio inglés murió esa misma tarde en su navío insignia.Collingwood supo llevar a completa realización los planes de su superior,que eran una genialidad, pero arriesgadísima: la herida de Nelson, el Victory

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pronto con su mástil de trinquete desaparecido y el Royal Sovereign, casidesarbolado y abandonado por Collingwood que hubo de trasladar insigniay mando a otra nave, muestran el alto riesgo de ataque de los casacones. PeroNelson sabía que esa osada aproximación, sin poder responder al fuego ene-migo, no impediría que sus navíos se acercaran y batieran a quemarropa a lasvíctimas escogidas, pues sus adiestrados artilleros podían disparar dos o tresandanadas mientras españoles y franceses respondían con una sola, así quelos destrozos serían mucho mayores en la escuadra enemiga.

El navío que seguía al de Nelson en su columna atacante era el Temeraireque cortó la línea entre el Neptune y el Redoutable franceses; al pasar alotro lado se encontró frente a dos de los navíos sotaventados que se lanzaronsobre él y lo atacaron, el primero por el costado de babor y el segundo por elestribor. Eran el San Justo y el San Leandro, pero pronto ambos navíos sededicaron a cañonear al Royal Sovereign, por entre el boquete que ellosmismos habían dejado. El inglés había iniciado un despiadado ataque contrael Santa Ana. Los franceses Fougueux e Indomptable participaron tam-bién en este cañoneo. Luego, pasado el medio día, el Belleisle inglés se viobajo el intenso fuego del San Justo, el Fougueux y el Indomptable. Mediahora más tarde el San Justo y el San Leandro decidieron dejar de operar enla zona en la que el Royal Sovereign batía al Santa Ana, para con el Neptune,acudir en defensa de los barcos que eran atacados por la columna de Nelson.Luego encontramos al San Justo y al Neptune que acudieron a socorrer alPríncipe de Asturias, con la insignia de Federico Gravina, que con el SanHermenegildo luchaba imbatible contra grupos de barcos ingleses que sevenían relevando en el ataque. El socorro llegó oportuno cuando ya el desar-bolado Príncipe de Asturias estaba en las últimas pues el tenaz fuego de lossalvadores contra los atacantes, desilusionados con este sorpresivo refuerzo,permitió que la fragata Thémis lo sacara a remolque y así se salvó el Prínci-pe de Asturias, no así el San Hermenegildo que lo acompañaba. Con elheroico Gravina herido, pero sin haber arriado su insignia, se salvaron donAntonio Escaño Mayor de la Escuadra y su ayudante, el joven Teniente deFragata don Antonio de Villavicencio.

Ya con Villenueve rendido a los ingleses y con la batalla perdida, diocomo pudo Gravina la señal de regresar a Cádiz y la orden la cumplieronlos navíos que aún estaban en condiciones de hacerlo. Se oyó entoncesuna tremenda explosión: en el Achille en llamas había estallado la santa-bárbara. Fue el fin del combate, ya a la caída de la noche. Pocos disparosse oyeron después. Los ingleses hicieron lo imposible por rescatar náufra-gos e iniciaron el remolque hacia Gibraltar de los barcos capturados. Lue-

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go se desató la tormenta. En la noche, o en la mañana siguiente, entraron aCádiz once navíos sobrevivientes: los franceses Neptune, Indomptable,Héros, Argonaute y Plutón y los españoles Montañés, San Franciscode Asís, Rayo, San Leandro y San Justo. Salieron de nuevo algunosnavíos a rescatar aquellos capturados por los ingleses pero que no habíasido posible remolcar a Gibraltar, o que las tripulaciones sometidas los ha-bían recapturado. Fueron ellos el San Justo, el Rayo, el San Francisco yel Indomptable, pero si bien pudieron rescatar al Neptuno, al Santa Anay al Algéciras y al Aigle, franceses, el tremendo temporal estrelló contralas rocas de la costa al Indomptable y al San Francisco de Asís y no fueposible hacer entrar al Rayo a la bahía de Cádiz y el vendaval lo arrastróhasta más allá de la boca del Guadalquivir en donde se despedazó contralas rocas. A la entrada a la bahía el San Justo tocó una roca en el bajío delDiamante y retornó al arsenal para esa reparación y cambio de arboladura,pues de Trafalgar regresó con un mástil perforado14.

El 9 de noviembre fue Miguel Gastón ascendido a Brigadier. Hasta el año1808 permaneció el San Justo al mando de Miguel Gastón cuando por or-den de la Junta de Sevilla lo entregó al Marqués del Real Tesoro, para quecon él fuera a Veracruz, no sin antes haber estado un tiempo agregado a laEscuadra del Almirante Rosilly, el reemplazo de Villeneuve, y esa agrega-ción concluyó con la ruptura con Francia por la invasión napoleónica, lo queocurrió el 30 de mayo de 1808. Mandando las lanchas y cañoneras, contri-buyó Gastón a la rendición de la escuadra francesa del almirante Rosilly15.En junio la Junta de Sevilla lo comisionó para el cuidado y acantonamientode los prisioneros tomados a la fuerza del general Bedelle, pasada la batallade Bailén, para lo cual pasó por un mes a Sevilla. A su regreso a Cádiz, la

14 Los navíos que sufrieron peor castigo lo fueron por haber sido desde el comienzo objeto dedestrucción a quemarropa por los ingleses que escogieron los más grandes o que portaran lainsignia de algún comandante notable. Ellos fueron el Redoutable, con 487 muertos, elBoucentaure, el Fougueux y el Achille que, incendiado, voló luego. Entre los españoles los másdestrozados fueron el Santísima Trinidad, el San Agustín, el San Juan Nepomuceno, elMonarca y el Bahama. El San Justo fue el navío español que salió mejor librado, con algunosheridos y daños reparables. Entre los ingleses muchos quedaron desarbolados y en mal estado;entre ellos el Victory, el Royal Souvereign, el Temeraire, el Britania, el Orión, el Swiftsure yel Minotaur.

15 Esa acción fue comandada por Juan Ruiz de Apodaca que había reemplazado a Gravina en elDepartamento Naval de Cádiz y en ella tomó también parte don Pedro de Valencia y Saenz yPontón. Ruiz de Apodaca que más tarde fue Capitán General de la isla de Cuba y luego virrey deNueva España (Méjico) estaba casado con la criolla María Rosa Gastón, hermana, tambiénnacida en Cartagena de Indias, de Miguel Gastón.

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citada Junta lo llamó de nuevo a Sevilla en calidad de ayudante a órdenes delgeneral Castaños. A fines de diciembre la Junta de Sevilla le encomendó elmando del navío Plutón pero pronto lo encargaron del Algeciras con el cualllevó a Inglaterra como embajador extraordinario a don Pedro Cevallos y sucomitiva y también con la tarea de adquirir fusiles en ese país. Después dehaber entrado el navío a dique en Portsmouth para carenarlo, el embajador lodespachó a Cádiz de donde fue enviado con pertrechos para el ejército deCataluña y provisiones para Mallorca luego de lo cual regresó a Cádiz amandar el navío San Julián pero este hubo de entrar a dique por mal estadode su casco, mas al aparecer los franceses en el Puerto Real sacaron el navíopara llevarlo a flanquear una batería terrestre cerca del puente de Suarzo yallí permaneció hasta junio. Al mes siguiente retornó a mandar el Algeciras yel 16 de junio dio la vela hacia Inglaterra conduciendo prisioneros y tambiéncon la finalidad de carenar el navío. Concluida la tarea salió a fines de marzoa socorrer a Tarragona con municiones y llevar a Alicante al recién nombra-do Capitán General de Valencia y a su comitiva y pertrechos.

Continuó entonces con las tropas que debía conducir a Tarragona peroenterado que esa plaza se había rendido, procedió a dejarlas en Barcelona yfondeó en Arenis de Mar; dejó allí las municiones pero como el general deese ejército no le recibió las tropas, hubo de dejarlas en Cartagena del Levan-te, de donde continuó a Cádiz. Permaneció allí hasta septiembre en que diola vela con pliego cerrado. Abierto el pliego en alta mar encontró otro pliegoy una orden para pasar a Vigo; al llegar abrió el otro pliego que tenía unaorden de embarcar víveres para una travesía y llegado allí el Capitán generalde Galicia, embarcó el Regimiento de Asturias y dio de nuevo la vela el día19 de noviembre y habiendo salido del puerto abrió el último pliego sellado:debía llevar la tropa a Veracruz en la Nueva España, así que puso rumbo denuevo a su caribe natal llegando a su destino en enero de 1812. Desembarca-da la tropa esperó órdenes del virrey que nunca aparecieron. Entregó el man-do del navío a su segundo y, por mal estado de salud pasó en agosto a LaHavana en el barco correo de ese mes. En La Havana, donde tenía parientespues su tía mayor se había casado allí16. Restableció la salud y retornó almando del navío Algeciras al que se unió el Asia; partió con los dos navíosel 13 de abril y llegó el 17 del mes siguiente a Cádiz. Por real orden de laRegencia del 4 de junio, entregó el mando del navío Algeciras al BrigadierAgustín Figueroa. Y quedó un tiempo en el Departamento Naval de Cádiz.En octubre de 1814, reinstalado como rey absolutista Fernando VII, expidió

16 María de Navarrete y Lanz casó en la ciudad de La Habana el 7 de noviembre de 1759 con IgnacioPeñalver y Cárdenas.

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el decreto por el que Miguel Gastón ascendió a Jefe de Escuadra.17 El 12 deagosto de 1819 le fue concedida por el rey la gran cruz de San Hermenegildoy el 15 de abril del año siguiente el monarca lo nombró presidente de la Juntaconsultiva para los asuntos de la armada y con tal motivo pasó a la corte enMadrid y más tarde quedó nombrado en otra junta, la relativa a la orden deSan Hermenegildo. Por motivos de salud hubo de solicitar licencia que el reyle concedió por el tiempo que necesitase y para que pasase a Cádiz o a otropuerto que le conviniera. En diciembre se presentó de nuevo en el Departa-mento Naval de Cádiz y por real orden del 29 de junio de 1821 lo nombró suMajestad, Comandante General del Apostadero de La Havana para dondesalió el 3 de enero siguiente de transporte en el bergantín Aquiles. Llegado asu destino se posesionó de ese alto cargo el 23 de febrero. En ese mismoAquiles regresó a la península un marino oriundo de Popayán: Pedro deValencia y Sáenz de Pontón18. Durante la permanencia en La Havana, comocomandante del apostadero, ocurrió el combate del Lago de Maracaibo en elque José Padilla, que como paje de Cosme Churruca en el San JuanNepomuceno19, también había estado en Trafalgar, derrotó a la escuadra deÁngel Laborde. En mayo de 1825 se abrió en La Habana, por orden deMiguel Gastón, expediente sobre esa acción, a solicitud de Laborde.

Pero vuelto el absolutismo a España por la perfidia absolutista francesa,un real decreto del 1º de octubre de 1823 lo dejó cesante en el gobierno deese apostadero. Sin embargo, permaneció algún tiempo sin ser reemplazadopues el 18 de mayo de 1826 el duque del Infantado advierte que ha sabidoque el Teniente General de la Armada don Miguel Gastón llegó a Burdeos yque si pasa a la capital se le pregunte que si en La Havana se vigila a losextranjeros sospechosos de que se dice abunda esa ciudad. Se aclara que porreal orden del 10 de julio de 1825, ascendió Gastón a Teniente General de laReal Armada. Pero al año siguiente, en 1826, hubo de someterse al procesode purificación aplicada a todos aquellos que sirvieron al rey cuando éstejuró y ordenó jurar la Constitución de Cádiz o al gobierno de la Regencia, alcual adhirió la marina, así hubieran tenido al rey secuestrado en su corazón.Purificado, y ya también, agradecidos sus servicios por su Majestad con laGran Cruz de la Real Orden Americana de Isabel la Católica20, pasó a Cádiz

17 Esto ocurrió el 16 de octubre de 1814.18 Nacido en Popayán en 1766, ingresó a la Armada Real como guardiamarina el 24 de mayo de

1781.19 El paje o criado de un oficial no pertenecía a la Armada, era empleado personal del oficial.20 Pavía, F. de Asís, 1893, galería biográfica de los generales de Marina, Madrid. Tanto Miguel

Gastón, como su padre, ocupan espacio propio en esta galería.

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en donde permaneció hasta 1832. En ese año se le concedió licencia paraatender su salud; se reintegró al año siguiente a Cádiz donde estuvo hastacuando la Real Orden del primero de agosto de 1838, le concedió permisopara pasar sus últimos días con sus parientes en La Havana, en donde murióel 6 de julio de 1839, no muy lejos de su natal Cartagena de Indias.

Fue Gastón con el capitán de navío don Pedro de Agar y Bustillo, oriun-do de Santafé, el otro marino americano que ocupó altos cargos en el gobier-no durante el trienio liberal; el uno como Comandante General de la Marinaen La Havana y el otro como Capitán General de Galicia. Fueron MiguelGastón de Navarrete y Pedro de Valencia y Sáenz de Pontón, los dos nacidosen el Virreinato de Santafé que llegaron hasta el alto cargo de Tenientes Ge-nerales de la Armada, apenas por debajo de un Capitán General de la Arma-da, el más alto grado de la Armada. Así la idea globalizante y unificadora dela Corona abría los empleos en la metrópoli a sus españoles americanos.Ellos, más tarde verían esa unificación no como pertenencia a una gran na-ción, sino como signo de dominación.

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