2013 neuroética como neurociencia de la ética

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    NEUROTICA

    Introduccin

    Desde hace tiempo, se ha venido marcando un pa-

    ralelismo entre problemas que ha abordado la neu-rociencia con algunos problemas clsicos en elpensamiento filosfico, como podra ser la relacinmente-cerebro [1]. Ms an, en la actualidad se en-tiende que deben considerarse los progresos neu-rocientficos en el momento de la elaboracin delas teoras filosficas. Francis H. Crick deriv suinters de trabajo desde los aos setenta del pasadosiglo al estudio de las neurociencias. Crick propo-ne en su libroLa bsqueda cientfica del almaqueusted, sus alegras y sus penas, sus recuerdos ysus ambiciones, su propio sentido de la identidadpersonal y su libre voluntad, no son ms que el

    comportamiento de un vasto conjunto de clulasnerviosas y de molculas asociadas [2]. A esto lodenomina la hiptesis revolucionaria, o al menosesa fue la traduccin en lengua espaola, desafor-tunada por cierto. El original en lengua inglesa ha-bla de una astonishing hypothesis, es decir, una hi-ptesis asombrosa. No podra ser revolucionaria,dado que Hipcrates ya lo haba sugerido hace 25siglos con el siguiente texto: Conviene que la gentesepa que nuestros placeres, gozos, risas y juegos noproceden de otro lugar sino de ah (del cerebro), ylo mismo las penas y amarguras, sinsabores y llan-

    tos. Y por l precisamente, razonamos e intuimos,y vemos y omos y distinguimos lo feo, lo bello, lobueno, lo malo, lo agradable y lo desagradable, dis-

    tinguiendo unas cosas de acuerdo con la normaacostumbrada, y percibiendo otras cosas de acuer-do con la conveniencia; y por eso al distinguir losplaceres y los desagrados segn los momentosoportunos no nos gustan (siempre) las mismas co-sas [3].

    Crick trabaj y ejerci una influencia intelectualimportante sobre la filsofa Patricia S. Churchland,pionera en sugerir que se deben tener en cuenta losdatos de las neurociencias para el desarrollo de lafilosofa; su propuesta cristaliza en un texto de 1986donde introduce el concepto de neurofilosofa [4].Recientemente, se ha subrayado en estas mismas

    pginas el impacto del avance neurocientfico en laepistemologa y la filosofa de la ciencia [5]. Sin em-bargo, no es el nico campo filosfico que deberatener en cuenta el avance neurocientfico. En parti-cular, en la ltima dcada, la neurociencia ha trans-formado con profundidad la manera de entender elaprendizaje, la toma de decisiones, el yo y los afec-tos sociales, entre otros, de modo que se ha pro-puesto que las preguntas filosficas tradicionalesacerca de la moralidad se deben dirigir hacia nue-vas direcciones [6]. El desarrollo en este sentido haoriginado una disciplina denominada neurotica.

    Neurotica como neurociencia de la tica

    Jorge Alberto lvarez-Daz

    Introduccin.El desarrollo que han tenido las neurociencias ha avanzado de una manera rpida y espectacular. Puntosclave para ello son la introduccin de las tcnicas de neuroimagen funcional y el empuje del proyecto dcada del cere-bro. Este desarrollo tambin ha permitido que surjan nuevas disciplinas como la neurotica.

    Desarrollo.Quienes han trabajado en neurotica pueden dividirse en tres grupos (neurorreduccionistas, neuroescpticosy neurocrticos), y cada grupo tiene diferentes posturas de lo que es la neurotica, con varios alcances y limitaciones ensus propuestas.

    Conclusiones. La neurotica es una disciplina que antes del ao 2002 se entiende en exclusiva como una tica de la neu-rociencia (una rama de la biotica) y, a partir de esa fecha, se entiende tambin como una neurociencia de la tica (unanueva disciplina). El neurorreduccionismo propone que toda la vida tica tiene una base cerebral que determina los actosticos, el neuroescepticismo argumenta que no se puede considerar la neurociencia como una funcin normativa y elneurocriticismo considera que los avances neurocientficos no se pueden ignorar y se deben tomar en cuenta de algnmodo para la elaboracin de las teoras ticas.

    Palabras clave.Biotica. Humanidades. Moral. Neurociencia. Neurotica. Neurofilosofa.

    Departamento de Atencin a laSalud. Universidad Autnoma

    Metropolitana. Unidad Xochimilco.Mxico DF, Mxico.

    Correspondencia:Dr. Jorge Alberto lvarez Daz.

    Edificio A, 2. piso. rea dePosgrados en Ciencias Biolgicasy de la Salud. Calzada del Hueso,

    1100. Colonia Villa Quietud.Delegacin Coyoacn. CP 04960.

    Mxico DF, Mxico.

    E-mail:bioetica_reproductiva@

    hotmail.com

    Agradecimientos:A las valiosas opiniones y

    sugerencias de los revisoresannimos acerca de la versin

    original y a los comentariosrealizados por el Dr. Hctor Adrin

    Poblano Luna (Instituto Nacionalde Rehabilitacin, Mxico).

    Aceptado tras revisin externa:25.07.13.

    Cmo citar este artculo:lvarez-Daz JA. Neurotica como

    neurociencia de la tica.Rev Neurol 2013; 57: 374-82.

    2013 Revista de Neurologa

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    Neurotica como neurociencia de la tica

    El desarrollo en el conocimiento de las neuro-ciencias y sus repercusiones en la filosofa puededeberse en muy buena medida a dos factores. El

    primero, el enorme avance de las neurociencias enlas ltimas dcadas del siglo . El segundo, la de-cisin poltica del gobierno de los Estados Unidosen nombrar el 17 de julio de 1990 como la dcadadel cerebro a la ltima dcada del siglo [7]. Estetema es fundamental, ya que hubo una financiacinespectacular para las neurociencias en ese perodo,lo que represent solamente el inicio. En la actuali-dad, continan importantes proyectos para aumen-tar el conocimiento sobre el cerebro:BigBrain(don-de se han obtenido algo ms de 7.400 cortes de unencfalo y las imgenes se han digitalizado, a la es-pera de que esto aumente el conocimiento neuroa-

    natmico clsico) [8]; el Human Connectome Pro-ject(HCP), cuyo objetivo es construir un mapa deredes sobre la conectividad anatmica y funcionaldel cerebro humano sano, patrocinado por 16 com-ponentes de los National Institutes of Health, diri-gidos por dos consorcios, uno encabezado por laUniversidad de Washington en Saint Louis y la Uni-versidad de Minnesota, y el otro dirigido por laUniversidad de Harvard, el Hospital General deMassachusetts y la Universidad de California enLos ngeles [9], y elBlue Brain Project, cuyo objeti-vo final es estudiar la estructura enceflica del neo-crtex creando una simulacin molecular, financia-

    do por la Unin Europea [10].Hasta la dcada del cerebro, los grandes avancesen neurociencias tenan dos vertientes, fundamen-talmente. La primera era la del diagnstico de pato-logas neurolgicas y la segunda, la del tratamientode tales patologas; si bien ya se diagnosticaban y setrataban, el avance en estos temas se incrementenormemente. Por un lado como consecuencia deesto y, por el otro lado, por el desarrollo de las tec-nologas NBIC [11] (acrnimo de los prefijos en len-gua inglesa nano, bio, info y cogno), empez a ha-blarse de la posibilidad de tratar a sanos o, en otraspalabras, de intervenir en el cerebro de sujetos sin

    patologa previa demostrable con el fin de mejorar-los. Y del tema de la llamada mejora humana [12],que involucraba ideas como hablar de un transhu-manismo para pasar a un estado de poshumanismose lleg a otro punto de arranque: el intento de apli-car mtodos neurocientficos para estudiar aspectosque no tenan que ver directamente con la clnica, esdecir, ni con el diagnstico ni con el tratamiento depacientes. A partir de ah, las actividades de la vidahumana, individual y compartida empezaron a ana-lizarse desde las neurociencias, fundamentalmentea partir del desarrollo de la neuroimagen funcional.

    odo esto tuvo una repercusin sobre el lengua-je, as aparecieron una serie de neurologismos [13]como, por ejemplo, neurodeterminismo, neuropo-

    ltica, neuroderecho, neuroeducacin o neuropsi-coanlisis. Neurotica es uno de estos neologismos.En la actualidad, suele admitirse que la neuroticanace en el ao 2002; sin embargo, hay que rastrearentre los antecedentes para algunas diferencias con-ceptuales.

    El neologismo aparece por vez primera en la bi-bliografa en 1973, bajo la pluma de la neuropsi-quiatra de origen alemn, establecida en Estados Uni-dos, Anneliese A. Pontius [14], quien public antesde 2002 tres trabajos ms donde habla del trmino.No son ms de cinco los lugares donde aparece eltrmino neurotica antes del ao 2002 y fuera de

    los trabajos de Pontius. Por otra parte, Ronald E.Cranford propone en 1989 la figura del neuroeticis-ta [15], aquel neurlogo que colaborara en la reso-lucin de problemas ticos que involucraran casosneurolgicos presentados a los comits de tica.

    Se ha generalizado que el nacimiento de la neu-rotica se ubica en el ao 2002 gracias a que tienelugar una reunin organizada por la Fundacin Dana,cuyo eje fue la neurotica. Las memorias del en-cuentro se organizan y se publican con rapidez [16].Adems, un periodista que participa en la reuninplasma el trmino en un diario reconocido en todoel mundo [17]. Esto da una difusin enorme y expe-

    dita de ese pretendido nuevo saber.Neurotica se convierte en 2002 en un trminoque tiene dos acepciones de acuerdo con Adina L.Roskies [18]. La primera se refiere a una tica de laneurociencia; con esta forma de entender la neu-rotica, correspondera a una mera rama de la bio-tica (as se entiende hasta en las memorias del en-cuentro de la Fundacin Dana). Lo nico novedososera la consolidacin de una rama ms de esa ticaaplicada que ha tenido un auge importante desdelos aos setenta del pasado siglo , como lo es labiotica. El contenido de la neurotica, en tantoque rama de la biotica, se limitara a los problemas

    ticos planteados por las nuevas tecnologas en elcampo de la neurologa clnica y recogera los deba-tes en torno a la muerte cerebral, el estado vegetati-vo, los estados de mnima conciencia, entre otros.[19] Se ha cuestionado si es necesaria esta delimita-cin de subdisciplinas dentro de la biotica [20],pero el desarrollo de las mismas, incluida la neu-rotica, sigue avanzando hasta alcanzar a los comi-ts de tica [21].

    En su segunda acepcin, la neurotica corres-pondera a una neurociencia de la tica. Esto s re-sultaba una verdadera revolucin en el pensamien-

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    to en tica, ya que significaba la consideracin deldesarrollo de las neurociencias en general en labsqueda de las bases cerebrales de los razona-

    mientos ticos de los seres humanos. Muy prontose postula que se trata de una disciplina que ha lle-gado para quedarse [22] y que se trata de una nuevadisciplina [23], aunque tambin se ha cuestionadosu legitimidad [24]. Sin embargo, la neurotica seha desarrollado como una disciplina con cierta au-tonoma, fundamentalmente a partir de la aplica-cin de tcnicas no invasivas de neuroimagen comola imagen por resonancia magntica funcional (RMf);esto lo muestran varios anlisis bibliomtricos rea-lizados con publicaciones entre los aos 1991-2002[25], 2002-2007 [26] y 1999-2009 [27].

    Antecedentes de los estudiosempricos en neurotica

    Existen referencias a la relacin entre el cerebro y lamente desde el mundo helnico clsico [28]. Sinembargo, el primer intento sistemtico de localizarfunciones asociadas a diferentes regiones de la cor-teza lo constituye el mtodo creado por Franz J.Gall y que denomin fisiologa del cerebro; nuncaacept trminos como craneologa ni craneosco-pia. Se debe a su discpulo Johann G. Spurzheim eltrmino frenologa, que Gall tampoco acept. Una

    de las crticas ms agudas al sistema frenolgico fuela de Jean M.P. Fluorens. Se correlaciona la posturade Gall y Spurzheim con el localismo (o localizacio-nismo) y la de Fluorens con el holismo (o funciona-lismo) respecto de las funciones cerebrales. Se havisto en esta poca el primer intento de establecerlas bases neurobiolgicas de la tica [29].

    En este ambiente, Orson S. Fowler publica en losEstados Unidos un manual para difundir la frenolo-ga [30] (despus public otros libros relacionadoscon el tema); corra el ao 1840. Aunque se ha es-crito que para 1843 toda la comunidad cientficadel Oeste rechazaba la organologa y la frenologa

    [31], lo cierto es que los trabajos de los Fowler (Lo-renzo N., hermano de Orson, fue un apasionadodefensor de la frenologa) se reeditaron hasta bienentrada la segunda mitad del siglo .

    Con este teln de fondo, el 13 de septiembre de1848 ocurrir un hecho multicitado en la bibliogra-fa sobre neurociencias en general, y sobre neuro-tica en particular: el caso de Phineas Gage [32-34].Despus de un accidente en el que una barra demetal se le inserta en la mejilla izquierda y le salepor el crneo, Gage recibe atencin y no muere. Enuna primera publicacin, su mdico, John M. Har-

    low, habla de la recuperacin de Gage y, aunque en-cuentra cambios conductuales, resalta que no hayaperdido la memoria o el habla tras el accidente, as

    promete publicar ms adelante ms informacinacerca de los cambios mentales [35]. Harlow se au-todefina como un oscuro mdico de campo [36],por lo que su informe despert dudas en los crcu-los acadmicos. El profesor de ciruga de la Univer-sidad de Harvard, Henry J. Bigelow, acude al aosiguiente para revisar a Gage y publica sus hallaz-gos, donde destaca la prdida ocular y lo encuentraprcticamente recuperado en sus facultades menta-les [37]. Dos dcadas ms tarde, Harlow public lasobservaciones de los cambios conductuales de Gage.Harlow estuvo expuesto a la frenologa e incluso seinteres por ella [38], en tanto que Bigelow no, lo

    que pudo establecer la diferencia en la sensibilidadpara la observacin y descripcin de los cambiospresentados por Gage. En esas dos dcadas, ademsde la muerte de Gage en 1861, hay que agregar queese mismo ao Pierre P. Broca publica sus observa-ciones respecto a la localizacin cerebral del hablaen el lbulo frontal izquierdo [39-41]. Se trataba deun espaldarazo al localismo, que apoyara los ha-llazgos que Harlow pudo describir amplia y tran-quilamente en 1868 [42]. Harlow describi de ma-nera elegante en su artculo lo que hoy se llamaraun sndrome prefrontal. A mediados de la dcadadel cerebro se llev a cabo una reconstruccin para

    inferir las reas cerebrales daadas [43], lo que havuelto a llevar el caso a la palestra de la discusinuna vez ms.

    Investigacin cientficaen neurociencia de la tica

    La neurotica se ha dividido en emprica y terica[44]. La neurotica emprica se centrara en los da-tos neurocientficos relacionados con conceptosticos, datos fundados en la experiencia, es decir,en el mtodo cientfico como est concebido para

    las ciencias naturales. La neurotica terica se cen-trara en los aspectos metodolgicos y conceptua-les que permiten vincular hechos neurocientficoscon conceptos ticos en las dimensiones descripti-va y normativa.

    Aqu se presenta el primer problema inherente ala parte neuro de la neurotica, es decir, a la parteneurocientfica o, si se quiere, a la neurotica emp-rica: hay que pensar que conceptos ticos comobondad, correccin o justicia, entre otros, deben te-ner un correlato que metodolgicamente permitaexplorarse desde el punto de vista emprico.

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    Neurotica como neurociencia de la tica

    Un segundo problema radica en la naturaleza dela segunda parte de la palabra, en la tica de esaneurotica o, si se quiere, a la neurotica terica. El

    problema ahora es que no hay que perder de vistaque toda tica, en tanto que filosofa moral, tienesobre todo tres tareas [45]: aclarar qu se entiendepor el vocablo moral; intentar descubrir cules sonlos fundamentos y, junto a ello, determinar culesseran los principios de eso que se denomina comomoral, y aplicar esos principios a la vida cotidiana(tanto a la personal como a la compartida). Comopuede notarse, no es posible partir en exclusiva delos datos neurocientficos, ya que lo que se conside-ra como moral no lo dice la ciencia, sino la filosofa.

    Diego Gracia ha dividido la historia de la investi-gacin clnica en tres perodos: la investigacin cl-

    nica fortuita o casual (desde los hipocrticos hasta1900), la investigacin clnica diseada (1900-1947)y la investigacin clnica regulada (1947-actualidad)[46,47]. El caso de Gage, ocurrido en el primer pe-rodo, ejemplifica a la perfeccin lo que Gracia lla-ma el experimento fortuito o casual: la tesis clsicadefendida hasta entonces era que todo acto mdicoen seres humanos debera ser per se clnico (diag-nstico o teraputico), y que solamenteper accidenstendra un carcter investigativo. As fue de ilustra-tiva la experiencia con Gage: una vez que se presen-taba un caso, el mdico se limitaba a describir loobservado y aprender a travs de ello. La investiga-

    cin pura slo poda realizarse en animales, cad-veres y en sujetos condenados a muerte (cadverespotenciales, en algunos lugares y en algunos mo-mentos histricos). El segundo perodo recibe sunombre porque aparece el diseo experimental delensayo clnico, tal como se conoce en la actualidad,y se introducen los mtodos estadsticos. En el ter-cer y ltimo perodo, en el que nos encontramos, lainvestigacin, adems de estar tcnicamente dise-ada para que pueda hacerse, necesita estar regula-da ticamente (y, cada vez ms, legalmente).

    En este punto ya se han anudado varios proble-mas que es necesario decir cmo se han resuelto

    para poder avanzar en esa neurotica entendidacomo neurociencia de la tica: La neurotica emprica se relaciona con la parte

    neuro de la neurotica, con la parte neurocient-fica o cul es el correlato metodolgico que per-mitira indagar sobre conceptos ticos tales comobondad, correccin o justicia, entre otros? (enotras palabras, cul sera el diseo tcnicamenteadecuado para poder investigar en neurotica?).

    La neurotica prctica se relaciona con la partetica de la neurotica o cmo se entiende la fi-losofa moral?

    Cul sera la regulacin tica necesaria para in-vestigar en neurotica?

    Estas preguntas las han resuelto diferentes autorespor varias vas de argumentacin que podran orga-nizarse en tres grandes grupos: los neurorreduccio-nistas, los neuroescpticos y los neurocrticos. Losneurorreduccionistas comparten explcita o impl-citamente la hiptesis de Crick: los seres humanossomos nuestros cerebros; son las propuestas msacabadas y que llevan ms tiempo en construccin;en esta lnea, estaran posturas como las de MichaelS. Gazzaniga, Francisco Mora o Patricia S. Church-land. Los neuroescpticos han surgido como la con-traparte, de modo que aqu se encuentran pensado-res que consideran que la neurociencia no puede ni

    debe sustituir a la tica, por ejemplo om Buller oSelim Berker. Los neurocrticos no subsumen eldiscurso filosfico al cientfico (como, segn dicen,lo hacen los neurorreduccionistas), pero tampocodescartan que los avances en neurociencias se pue-dan (y se deban) tener en cuenta de algn modo; laspropuestas ms elaboradas corresponderan a lostrabajos de Marc D. Hauser [48], Neil Levy [49] yAdela Cortina [45].

    Desarrollo de la investigacinen neurociencia de la tica

    Ante la pregunta cul sera el diseo tcnicamen-te adecuado para poder investigar en neurotica?,la respuesta han sido los estudios de neuroimagenfuncional. Como es bien sabido, las principalestcnicas son la electroencefalografa cuantitativa,la tomografa por emisin de positrones, la RMf, latractografa y la magnetoencefalografa. Qu tipode resultado arrojan? No se trata de fotografas delcerebro y mucho menos de fotografas de la mente,sino que se entiende que se trata de imgenes delcerebro en accin [50]. Se asume, de diferentesmaneras, que no se trata de ver el cerebro [51] ni

    de ver la mente [52], sino que epistemolgicamen-te se trata de otra cosa que requiere un anlisis msdetallado [53]. La forma como suele trabajarse esasociar una actividad (motora, perceptual o cog-noscitiva) con la neuroimagen producida, y suelededucirse que sta indica la red neuronal donde seorigina la actividad estudiada, es decir, el correlatose asume como causa (de ah que tambin pudieradenominarse a este grupo de investigadores comoneurodeterministas). A pesar de estos comentariosy crticas, en la prctica se ha dado por buena larespuesta.

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    Frente a la pregunta de cmo se entiende la filo-sofa moral, puede encontrarse un ejemplo paradig-mtico en Gazzaniga, quien escribe juicios tales

    como estoy convencido de que es posible una ticauniversal, la cual, desde su punto de vista, tendrauna base neurobiolgica y no filosfica [54]. Mora,por su parte, dice que tica refiere a conductassiempre relacionadas con los otros, y que no esprocedente aqu considerar la diferencia entre tica(griego, thos) y moral (latn, mores) ya que ambostrminos se utilizarn [] indistintamente, en rela-cin con la idea de costumbres [55]. Sobre este tipode aseveraciones han corrido ros de tinta para cri-ticar esta forma indistinta de manejo entre moral ytica (como el trabajo de Adela Cortina). A pesar devarias crticas, tambin se ha dado por buena la res-

    puesta para poder avanzar.Por ltimo, ante la cuestin de cul sera la regu-lacin tica necesaria para investigar en neurotica,entendindose como una neurociencia de la tica,la respuesta ha sido apelar a la otra vertiente: la ti-ca de la neurociencia. Habra que recurrir a la ticapropia del trabajo desempeado en neurociencia,de modo que se tendran las aplicaciones especfi-cas relacionadas con la nocin de capacidad, expre-sin libre y voluntaria del consentimiento informa-do, respeto por la dignidad e integridad de los suje-tos de investigacin, entre otros.

    Si se trata de estudiar de un modo emprico los

    juicios morales, hay que recordar que la filosofa hapropuesto diferentes formas bajo las cuales los se-res humanos elaboran tales juicios: el intelectualis-mo moral (identifica el conocimiento con el bien yla ignorancia con el mal), el emotivismo moral(iguala la bondad o maldad con los sentimientos), elprescriptivismo moral (asemeja el cumplimiento deuna norma con el asentimiento al carcter impera-tivo de los juicios morales) y el intuicionismo moral(no considera que la razn o los sentimientos seanla base del juicio moral, sino que la conciencia mo-ral se dara cuenta de un modo inmediato o directode lo que es bueno y lo que es malo).

    El supuesto bajo el cual se han organizado las in-vestigaciones en neurociencia de la tica es asumirque los seres humanos emiten juicios morales ba-sndolos en intuiciones morales, que de algn modosera lo que ya se tiene inscrito de manera neuro-biolgica. Este supuesto surge de la propia investi-gacin emprica, ejemplificada en un trabajo de Jo-nathan Haidt, en el que se pregunta al pblico sobreun caso de incesto [56]. El trabajo de Haidt muestraque, al desmontar sistemticamente todos los argu-mentos que la gente da para explicar que el incestoes malo, la gente termina diciendo: no s por qu

    est mal, pero s que est mal. Es decir, pareceraque los seres humanos no son lo suficientementecapaces de dar razones de lo que est bien o de lo

    que est mal, precisamente porque cuentan con al-guna intuicin que les permite darse cuenta de ellode un modo inmediato. Con lo discutido (y discuti-ble) que ha sido este punto de partida, es el puntoque puede servir como hilo conductor para las in-vestigaciones que se han llevado a cabo en neuro-ciencia de la tica.

    Aunque las posturas que pueden considerarsecomo intuicionistas se han modificado en la historiade la filosofa [57], est ms o menos claro que des-pus de las propuestas de Haidt otros investigadoreshan sumado datos de investigaciones empricas,tambin con metodologas propias de la psicologa

    cognitiva, donde pretenden mostrar que la forma deelaborar los juicios morales tiene una base intuicio-nista [58]. Cuando se ha buscado sistematizar el co-nocimiento respecto de las bases neurobiolgicasde ese intuicionismo moral se ha propuesto que seencuentran en la corteza frontoinsular, del cngulo yorbitofrontal, asociadas a estructuras subcorticalestales como el septo, los ncleos basales y la amgdala[59]. Por otra parte, en filosofa suele establecerseuna distincin entre fundamentaciones de la tica,que en cierto sentido son contrapuestas entre s: ladeontologa (atender a los deberes sera el cumpli-miento del deber por el deber mismo) y el utilitaris-

    mo (o consecuencialismo, donde habra que consi-derar las consecuencias de la decisin tomada). Al-gunos investigadores han propuesto que la neuro-biologa del deontologismo y del utilitarismo com-parten los mismos circuitos [60].

    Un trabajo pionero en la investigacin empricaen neurotica empleando neuroimagen funcionales el de Joshua D. Greene, que inicia esta nueva erade la bsqueda del funcionamiento neurobiolgicoante dilemas ticos [61]. Al hacer la primera recopi-lacin sistemtica, Haidt y Greene encontraron quelas reas cerebrales implicadas en la tica corres-ponderan a las siguientes (indicamos entre parn-

    tesis las reas de Brodmann): giro frontal medial (9,10); corteza cingulada posterior, precuneal y retros-plenial (7, 31); surco temporal superior y lbulo pa-rietal inferior (39); corteza orbitofrontal y cortezafrontal ventromedial (10, 11); polo temporal (38);amgdala; corteza dorsolateral prefrontal (9, 10, 46);y lbulo parietal (7, 40) [62].

    Una revisin posterior, con estudios de neuro-imagen que intentan asociar redes neuronales conla toma de decisiones de naturaleza tica, resumelas regiones relacionadas con la tarea en corticales,subcorticales y las que encuentran con datos dudo-

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    Neurotica como neurociencia de la tica

    sos [63,64]. Las regiones corticales son la cortezaprefrontal anterior, la corteza orbitofrontal medialy lateral, la corteza prefrontal dorsolateral (sobre

    todo en el hemisferio derecho) y los sectores adi-cionales de la corteza prefrontal ventromedial, loslbulos temporales anteriores y la regin del girotemporal superior. Las estructuras subcorticales in-cluyen la amgdala, el hipotlamo ventromedial, elrea septal y los ncleos del prosencfalo basal (enespecial el cuerpo estriado ventral, el globo plido yla amgdala extendida), las paredes del tercer ven-trculo y el tegmento rostral del tallo cerebral. Lasregiones cerebrales que no se han asociado con con-sistencia con la cognicin y el comportamiento mo-ral en los estudios de pacientes son los lbulos pa-rietal y occipital, grandes reas de los lbulos fron-

    tal y temporal, el tallo cerebral, los ncleos basales yotras estructuras subcorticales adicionales.Sin embargo, para poder hacer un planteamien-

    to desde la perspectiva de una neuroanatoma fun-cional, habra que proponer no slo las redes neu-ronales involucradas en la tica, sino el modo comointeractan entre s y con otras redes neuronales.La revisin ms reciente que intenta esclarecercmo sera el circuito neuronal relacionado con latica indica que existira un centro cortical de inte-gracin relacionado con la moral en la corteza pre-frontal ventromedial, con conexiones mltiples allbulo lmbico, al tlamo y al tallo cerebral [65].

    A pesar de que suene arriesgado para algunos,de existir una base neurobiolgica que sea la causa dela conducta tica, habra que aceptar entonces el in-natismo de los juicios ticos [66]. Una parte de estaposible relacin estara en el sistema de las neuro-nas espejo descubiertas por Giacomo Rizzolatti amediados de la dcada del cerebro. Este sistema deredes neuronales activa regiones de la corteza cere-bral anlogas a la funcin cuando los seres humanosson testigos de la accin, percepcin, dolor o alegrade otro; en otras palabras, capacita neurofisiolgica-mente a sentir por empata los estados funcionalesneuronales de los semejantes [67].

    Crticas a la propuesta de unabase neurobiolgica de la tica

    Los neuroescpticos consideran que la neurocien-cia no puede ni debe sustituir a la tica. En este sen-tido, no comparten que las investigaciones llevadasa cabo tengan en realidad una repercusin en loque en filosofa se denomina tica normativa. Enese sentido, se ha propuesto que la tica puede divi-dirse en tres grandes dominios [68]: el descriptivo

    (representa la forma en la que se da el actuar tico),el analtico-metatico (indica las grandes construc-ciones tericas de la tica, por ejemplo, qu se en-

    tiende y cmo se utilizan trminos como bondad,correccin o justicia, entre otros) y el normativo(rasgo distintivo de la tica, ya que desde antiguo seha postulado que existen unas normas que se impo-ne cada uno a s mismo, que corresponderan a lasmorales, a diferencia de otras normas que puedenser impuestas y deben acatarse so pena de castigo,como las del derecho). En el fondo, lo que criticanlos neuroescpticos es que la neurobiologa pro-puesta como base de la tica pueda (o deba) teneruna consecuencia normativa.

    Buller ha dicho que Lo que la neurociencia nopuede hacer, y no debera estarle permitido hacer,

    es reemplazar las cuestiones normativas con lascientficas [69]. Fundamenta la crtica con mtodosargumentativos, filosficos, ya que establece unadistincin entre hechos (que correspondera tratara la ciencia) y valores (que correspondera tratar ala tica, en tanto que filosofa moral). As, la crticade Buller va directa a los contenidos de las propues-tas de la neurociencia de la tica.

    Otros trabajos, como el de Berker [70], han pues-to en tela de juicio la cuestin metodolgica, ya seala idoneidad de los dilemas, el uso de la neuroima-gen funcional, el anlisis estadstico llevado a cabocon los datos obtenidos, as como las interpretacio-

    nes que de ellos se desprenderan. Cuando Berkerrealiza alguna posible concesin enseguida la criti-ca, por ejemplo, dice que si se asume el intuicionis-mo moral (base de toda la construccin menciona-da) no habra por qu privilegiar una intuicin so-bre otra, lo que es crucial en la toma de decisionesde naturaleza tica. Adems, la propia experienciaemprica muestra esta divergencia en privilegiarunas intuiciones sobre otras entre diferentes sereshumanos, as como en el privilegio que un mismoser humano otorga a sus propias intuiciones antedistintos casos concretos. Berker no repara tantoen los contenidos de las propuestas de la neuro-

    ciencia de la tica; sin embargo, criticando toda estaparte da por sentado una afirmacin similar a la deBuller: la neurociencia sera insignificante desde elpunto de vista normativo.

    Otro grupo se describi aqu como los neurocr-ticos, quienes buscaran el famoso punto medio in-dicado por la prudencia de Aristteles, que evita lle-gar a los extremos: si un extremo es asumir que todala vida tica tiene una base neurobiolgica y otro ex-tremo es asumir que la neurociencia en nada impor-ta a la tica, los neurocrticos intentan decir, en todocaso, cmo es que los avances neurocientficos se

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    pueden tomar en cuenta para hacer tica? Algunosproponen que los resultados de investigacin en ma-teria de neurotica confluyen de algn modo cuan-

    do se analizan los discursos de la neurociencia cog-nitiva, de la psicologa cognitiva y de la tica; si estoes as, proponen que si los datos empricos mostra-dos por distintas investigaciones van en paralelo conlas reflexiones ticas, no es posible no atenderlos[71]. Por ello, Levy dice que en el momento actualdebe construirse un nuevo modo de hacer tica, te-niendo en cuenta, de algn modo, todas las investi-gaciones neurocientficas respecto de la tica, ya queno es posible ignorarlas, como tampoco pensar quetoda la tica est en el cerebro [72].

    Una crtica muy interesante es la vertida porAdela Cortina [45], quien afirma que es bueno se-

    guir el aforismo griego de concete a ti mismo:siempre ser mejor saber cmo funciona el cerebro,cmo pueden prevenirse, diagnosticarse, tratarse orehabilitarse padecimientos neurolgicos o neuro-psiquitricos. Sin embargo, en tanto que filsofa,recuerda una distincin fundamental en la discipli-na estableciendo una diferencia entre base y funda-mento: una cosa es que existan bases cerebrales dela moral (nadie defiende que un ser humano acfaloo en muerte cerebral pudiera ser un agente moral;le faltara la base) y otra muy distinta es que puedahablarse de un fundamento cerebral de la tica (lafundamentacin es tarea propia de la filosofa, el

    dar razn del por qu de algo). En trminos filosfi-cos, no es lo mismo condicin necesaria (la presen-cia del cerebro, neurobiologa) que condicin sufi-ciente (el acto de fundamentar, que es terreno filo-sfico). Adems, habra que agregar que Cortinarecuerda que la tica, como filosofa moral (estable-ciendo esta distincin no realizada por neurocient-ficos), no se relaciona slo con las acciones que tie-nen los seres humanos para con otro u otros (uno delos supuestos en neurociencia de la tica), sino quehay otros factores relacionados con la tica, comolas aspiraciones a una vida buena, a una vida feliz, auna vida en plenitud, donde estos ideales tienen que

    ver con cada persona. Por un lado, estara la idea debondad (personal, individual) y, por el otro lado, laidea de justicia (grupal, colectiva).

    Conclusiones

    Con la llegada de la neuroimagen funcional surgeuna concepcin neurocientfica de la tica: el cere-bro es el asiento de la mente y, en el fondo, de todaconducta humana. Esta propuesta bsica la emi-ten fundamentalmente neurocientficos (Gazzaniga,

    Mora), seguida muy de cerca por algunos filsofos(Churchland). Sin embargo, no todo el mundo esttotalmente de acuerdo, as surgen crticas en varios

    sentidos: unos expresan que la neurociencia nopuede ser normativa (Buller, Berker); otros argu-mentan que los avances neurocientficos se debentomar en cuenta (Levy, Cortina) y que habra quedejar a cada disciplina (neurociencia y filosofa) unlugar que le sea propio. al vez la postura neurocr-tica sea la ms prudente, ya que desde la propianeurobiologa hay que recordar un problema cru-cial, que va ms all de qu regiones evidencian ac-tividad en la neuroimagen funcional cuando se ex-pone a los seres humanos a dilemas ticos: desci-frar los circuitos interneuronales es fundamentalpara comprender las funciones del cerebro; sin em-

    bargo, sigue siendo una tarea desafiante en neuro-biologa [73]. Ese conocimiento se encuentra anen ciernes; cuando se avance en l, con mucha pro-babilidad podrn emitirse otro tipo de reflexiones.En el momento actual, podra decirse que el avancecientfico puede ayudar a conocer mejor las basesneurobiolgicas de la conducta (incluida la conduc-ta moral), pero la labor de una fundamentacin dela tica seguir requiriendo de la filosofa.

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    Neuroethics as the neuroscience of ethics

    Introduction. The neurosciences have developed at a stunningly fast rate. Key points accounting for this progression

    include the introduction of functional neuroimaging techniques and the boost resulting from the Decade of the Brainproject. This expansion has also allowed new disciplines such as neuroethics to appear.

    Development.Those who have worked on neuroethics can be divided into three groups (neuroreductionists, neuroscepticsand neurocritics), and each group has its own standpoint as regards what neuroethics is, with several scopes andlimitations in their proposals.

    Conclusions.Neuroethics is a discipline that, prior to the year 2002, was understood only as an ethics of neuroscience (abranch of bioethics). As of that date, however, it is also understood as a neuroscience of ethics (a new discipline).Neuroreductionism proposes that all ethical life has a basis in the brain that determines ethical actions; neuroscepticismholds that neuroscience cannot be considered a normative function; and neurocriticism considers that the neuroscientificadvances cannot be ignored and must be taken into account in some way in order to draw up ethical theories.

    Key words.Bioethics. Humanities. Morals. Neuroethics. Neurophilosophy. Neuroscience.