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    EL HOMBRE HACE CULTURA.REFLEXIONES EN TORNO A LA DISTINCIN ENTRE CULTURA

    SUBJETIVA Y CULTURA OBJETIVA EN LA TEOLOGA DEL PADRERAFAEL TELLO1

    Pbro. Omar Csar Albado

    Publicado en: Vida Pastoral 296 (2011) 21-26

    La preocupacin por conocer la vida del hombre concreto argentino

    es una constante en la teologa del padre Tello. En un artculo anterior (Vida

    Pastoral, 283) mostraba cmo esta preocupacin parta de una doble

    vertiente: la enseanza magisterial (principalmente la del Vaticano II y la de

    Juan Pablo II) y el acercamiento a la vida real del hombre argentino, tal y

    como l la organiza y la siente. All destacaba que para Tello el hombre

    concreto argentino vive en una cultura popular y que el conocimiento de

    esta cultura, lejos de ser accidental o secundario, pone en juego la fidelidad

    de la Iglesia a la misin recibida.

    Sin embargo, quedan an muchas preguntas por responder. Sin duda,

    el corazn de la teologa de Tello est en el reconocimiento de la existenciade una cultura popular que es cristiana, con un cristianismo popular, porque

    tiene fe verdadera. Pero esta afirmacin medular se encuentra rodeada por

    una constelacin de temticas, algunas con incidencia directa sobre la

    afirmacin principal y otras de orden ms secundario, que es necesario

    abordar para hacerla ms inteligible. Una de las temticas con incidencia

    directa que urge indagar es la categora de cultura tomada en un sentido

    global. Interesa saber qu entiende Tello por cultura, a qu se refiere cuando

    habla de cultura popular, qu lugar ocupa el hombre en su concepcin

    cultural, cul es la diferencia entre proceso histrico y cultura, cuntas

    culturas interactan en la historia

    1Agradezco a la Fundacin Saracho, quien posee los derechos de autor de los

    escritos del P. Rafael Tello, haberme permitido utilizar los textos inditos para escribir el

    presente artculo.

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    Considero que la cuestin es de una importancia gravitante para

    comprender la originalidad del pensamiento de Tello, manteniendo en claro

    que su propsito es ofrecer una teologa que sirva de sustento para la nueva

    evangelizacin, y no exponer mi doctrina teolgica, ni mi visin, sino

    buscar la intencin de lo que Dios quiere con respecto a la pastoral (R.

    TELLO,Desgrabacin clase 5 de octubre de 2000, indito).

    En este artculo, luego de mostrar en qu sentido el padre Tello est

    interesado en la cultura, me concentrar en explicitar la distincin entre

    cultura subjetiva y cultura objetiva. Es una distincin bsica pero no menos

    importante, pues nos permitir gradualmente ir adentrndonos en

    consideraciones ms sutiles.

    1.-El inters por la cultura

    Son numerosos los escritos en los cuales Tello se dedica a analizar

    meticulosamente el origen y la evolucin histrica, la realidad actual y el fin

    ltimo de los distintos procesos culturales que influyen hoy da en Argentina

    y Amrica Latina. En ellos podemos encontrar alusiones a muchos autoresconocidos y a otros menos notorios, citas de libros en donde se expone tanto

    la estructuracin de la sociedad medieval como la de la moderna y

    posmoderna, anlisis de las rupturas y continuidades en estos procesos

    histricosculturales, interpretacin de las consecuencias que ellos tuvieron

    sobre la conformacin de los pueblos latinoamericanos en la conquista y

    evangelizacin. Y, por supuesto, opiniones personales sobre el significado y

    sentido de la vida del hombre argentino, bombardeado incesantemente por

    propuestas que le son ajenas.

    Por otra parte, la referencia al magisterio universal y latinoamericano

    es permanente y explcita. En primer lugar Gaudium et spes,

    particularmente el nmero 53, constituye una cita inevitable que marca la

    apertura de la Iglesia contempornea a los diversos pueblos del mundo. Pero

    tambin tiene un lugar Evangelii Nuntiandi de Pablo VI con la exhortacin

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    apremiante del nmero 20 a evangelizar la cultura no de una manera

    decorativa, como un barniz superficial, sino de manera vital, en profundidad

    y hasta sus mismas races y el reconocimiento del valor especfico para la

    fe cristiana de la religiosidad popular en el nmero 48, cuestin

    estrechamente ligada en Amrica Latina a la vivencia cultural del

    cristianismo. Asimismo realiz una recepcin amplia y fructfera de Juan

    Pablo II, especialmente con la interpretacin y aplicacin de Redemptor

    hominis, pero tambin con el uso de categoras tomadas de Laborem

    Exercens en orden a clarificar la nocin de cultura, como tendremos ocasin

    de examinar un poco ms adelante. En el orden latinoamericano el

    documento de Puebla es citado es mltiples oportunidades y el texto

    conclusivo de la conferencia de Santo Domingo fue ocasin de un extenso

    comentario an indito titulado Cuestiones de cambio social.

    Sin embargo, a pesar de la abundancia de textos no es posible

    encontrar en ellos, como intencin principal, la postulacin de una teora

    pastoral que se sustente y desprenda de una erudicin sistemtica. En todo

    caso, la primera pregunta que Tello formula cuando indaga en la cultura es

    sobre el modo de vida del hombre argentino. No habla de la cultura en un

    sentido abstracto y analtico para deducir de ella al hombre, sino que su afn

    por conocer al hombre lo lleva a descubrir la existencia de diversos modos

    comunitarios de valorar y organizar la vida, es decir, de culturas.

    En este sentido la cultura se convierte en objeto de estudio porque es

    principio de la actividad humana y, por tanto, instrumento por el cual el

    hombre establece una escala de valores para que la persona llegue a un nivel

    verdadero y plenamente humano, tal como lo ensea el Concilio Vaticano II

    en la Gaudium et Spes (cf. 53 y 55). Esta opcin metodolgica ofrece a su

    vez elementos para elaborar una antropologa en donde los principios

    clsicos interacten con las perspectivas que surgen del devenir histrico,

    evitando centrarse en una consideracin de la cultura como realidad

    abstracta y cosificada. Interesa aqu la cultura considerada no en s misma

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    sino desde una perspectiva pastoral. Por eso se debe atender principalmente

    al hombre y no a la cosa denominada cultura, es decir se debe mirar al

    hombre desde el ngulo de la cultura. El Vaticano II elabor una amplia

    doctrina sobre la cultura mirada pastoralmente y por tanto en referencia a la

    persona del hombre que es la que hay que salvar y a la sociedad humana que

    es la que hay que renovar (cf. GS 3) (R.TELLO,La pastoral popular. Nota

    (e) Cultura y pueblo, 8-9, indito).

    Hay cultura porque hay hombres: est sera la perspectiva principal

    desde la que Tello parte para su reflexin. Son los hombres los que

    configuran y determinan en su fin ltimo a la cultura, aunque tambin la

    cultura determina en cierto punto las opciones vitales de los sujetos. Pero

    esto debe afirmarse en un segundo momento, luego de haber dejado bien en

    claro la primaca del hombre por sobre los objetos.

    La accin humana imprime a la cultura un dinamismo que la vuelve

    viva y en algunos aspectos cambiante con bastante frecuencia. Esto no

    impide que haya elementos que permanezcan en el tiempo dndole su

    orientacin principal. Los hombres y las culturas no cambian

    constantemente en sus fines ltimos. Pero Tello seala desde un comienzo

    que esos fines son buscados por cada generacin recreando con su genio

    propio lo que han recibido del pasado. La cultura no es una mera repeticin

    de lo hecho por los antepasados o una identificacin con los objetos dejados

    por ellos, sino una incorporacin creativa de lo acontecido en la existencia

    concreta para buscar la plenitud personal.

    Aqu es necesario hacer un alto y alertar al lector, aunque slo sea a

    modo de acotada referencia, que la bsqueda por estos caminos llev a Tello

    a distinguir la existencia en nuestro continente latinoamericano de al menos

    tres culturas: la moderna (propia de los grupos ilustrados), la eclesistica

    (propia de la organizacin temporal de la Iglesia) y la popular (propia de los

    hombres que conforman lo que podramos llamar el pueblo bajo). La

    compleja relacin basadas en confrontaciones y mutuas influencias que

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    nuestro telogo descubre entre ellas ser tratada en prximos artculos, pues

    cada una necesita de una explicacin adecuada para evitar posibles

    confusiones. Tan slo me pareci oportuno advertir brevemente la presencia

    de las tres culturas, pues ellas aparecen espontneamente cuando se leen los

    trabajos de Tello sobre el tema y durante el desarrollo de estos artculos me

    ver obligado en ocasiones a mencionarlas sin dar mayores explicaciones.

    2.- La distincin entre cultura subjetiva y cultura objetiva

    Para explicar mejor su posicin Tello recurre a la distincin que Juan

    Pablo II hace en Laborem Exercens 56 entre trabajo en sentido objetivo y

    trabajo en sentido subjetivo. El primero se refiere al avance de la tcnica

    para someter la tierra, segn el mandato del Gnesis, la cual como conjunto

    de instrumentos de los que el hombre se vale para su tarea puede convertirse

    en su aliada pero tambin en su adversaria, como cuando la mecanizacin

    del trabajo suplanta al hombre, quitndole toda satisfaccin personal y el

    estmulo a la creatividad y responsabilidad (LE 5).

    El trabajo en sentido subjetivo, por su parte, rescata el carcterpersonal del esfuerzo humano, poniendo como centro y primer fundamento

    del trabajo al hombre mismo. El hombre trabaja como persona y todas las

    acciones que desarrolle en el proceso del trabajo, independientemente de su

    contenido objetivo, tienen que servir para la realizacin de su humanidad y

    para el perfeccionamiento de su vocacin como persona. Por ello, dir Juan

    Pablo II, es necesario reconocer la preeminencia del significado subjetivo

    del trabajo sobre el significado objetivo (LE 6), pues el trabajo est en

    funcin del hombre y no el hombre en funcin de trabajo.

    Tello tomar esta distincin y la aplicar anlogamente a la

    problemtica de la cultura, distinguiendo entre cultura objetiva y cultura

    subjetiva.

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    3.- La cultura objetiva

    Por cultura objetiva entiende el mundo de los objetos a travs de los

    cuales el hombre plasma de un modo exterior y permanente sus experiencias

    y apreciaciones existenciales. Es consecuencia de una habilidad o aptitud

    operativa que el hombre adquiere con la intencin de expresar su

    interioridad como as tambin la de intervenir sobre la creacin para hacerla

    ms habitable o confortable. La cultura objetiva se refiere a la obra hecha

    por la accin humana pero que perdura independientemente de la accin, la

    subjetiva afecta al sujeto agente de la accin (R. TELLO, Anexo XI sobreJubileo, 2, indito). Es el universo de instituciones y objetos producidos por

    los hombres en su convivencia social. Se trata de creaciones humanas que

    estn pensadas como espacios de expresin con un fuerte componente

    social. En esta lnea pertenecen a la cultura objetiva tanto una obra de arte

    (como la escultura, la msica, un libro), como as tambin los mltiples

    objetos tecnolgicos y las adquisiciones de las ciencias humanas. La cultura

    como objeto es como un universo creado por un pueblo Un universo

    cultural producido por los hombres en su convivencia social (R. TELLO,

    Desgrabacin clase 27 de mayo de 1999, indito)

    En toda comunidad humana existe una cierta cultura objetiva que

    concretiza los usos, costumbres y anhelos de los hombres, como la lengua,

    la religin, los bailes, los juegos, las reuniones o encuentros. En esta lista ya

    hay una opcin sobre la manera de concebir la cultura: ella no es algo

    refinado a la cual slo acceden un determinado grupo de hombres, sino

    algo comn, ordinario, extendido a todos los que de algn modo

    pertenecen al medio histrico y en l se insertan (R. TELLO, Pueblo,

    historia y pastoral popular, 51, indito).

    Este sentido objetivo lo encontramos tanto en la cultura moderna

    como en la cultura popular. Tello seala que en Iberoamrica hay mucha

    cultura cristiana objetiva, muchas instituciones, usos, costumbres, que han

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    formado un sustrato catlico Hay tambin muchas prcticas de

    religiosidad popular, algunas muy arraigadas (R. TELLO, La pastoral

    popular. Nota (e): cultura y pueblo, 164, indito). Sin embargo, la presencia

    estos valores no debe hacernos olvidar que la persona est antes que la

    institucin, an de aquella que nos parezca constitutiva del pueblo. Tello

    sostiene que esta cultura objetiva no es ni la esencia ni parte esencial de

    nuestra cultura popular (R.TELLO,La pastoral popular. Nota (e): cultura y

    pueblo, 165, indito).

    Por tanto, Tello rechaza la primaca de la cultura objetiva a la hora

    de procurar el conocimiento del hombre. En verdad, la cultura objetiva es la

    expresin de la interioridad del sujeto y es en orden a l que hay que

    prestarle atencin. Estudiar la cultura privilegiando los objetos es separarla

    del sujeto que la crea y que por ella se expresa (R.TELLO, Cultura popular

    y cultura ilustrada, 5, indito) y analizarla como una mera acumulacin de

    productos culturales. Este tratamiento olvida que el hombre es el centro y el

    fin de la evangelizacin y de la reflexin teolgica. La cultura objetiva es

    abstracta (abstrado quiere decir separado) porque es considerada separada

    del sujeto que la realiz. La Iglesia quiere atenerse ahora no al hombre

    abstracto sino al hombre concreto (RH), del mismo modo hay que entender

    que quiere referirse a la cultura concreta, es decir con su sujeto concreto y

    real. La Iglesia se ha vuelto hacia el hombre -concreto- y por tanto, cuando

    trata de la cultura, de lo que pretende tratar es del hombre y su cultura (R.

    TELLO, Cultura ilustrada y cultura popular, 7, indito)

    La cultura objetiva tiene as una claro aspecto negativo, sobre el cual

    Tello previene abiertamente: mirar la obra de los hombres (objetos e

    instituciones) sin olvidar que lo ms importante es el hombre. Tratando sin

    embargo de la cultura subjetiva muchas veces hay que referirse tambin a la

    objetiva, pero es siempre para determinar ms aquella (R.TELLO,Anexo XI

    sobre Jubileo, 2, indito).

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    4.- La cultura subjetiva

    A Tello le importa sobre todo lo que l llama cultura subjetiva.

    Ahora bien, qu es la cultura subjetiva? Ante todo vale aqu recordar una

    vez ms que la cultura es un principio de accin humana por el cual el sujeto

    genera una concepcin global de la vida. Alejndose de cualquier posicin

    elitista, Tello afirma que la cultura es el modo como el hombre concreto va

    gestando, mientas vive, un espacio para vivir. Por eso dir que la cultura

    subjetiva es una disposicin habitual o permanente del hombre comn, de

    todos, del hombre de pueblo, para obrar (R.TELLO,Desgrabacin clase 20de octubre de 1994, indito).

    Disposicin habitual y obrar son las dos palabras claves de esta

    cita sobre las que me quiero detener un momento. La primera nos recuerda

    la definicin clsica de virtud y sugiere que, lejos ser una actitud efmera, la

    cultura subjetiva es una tendencia arraigada en la memoria histrica del

    sujeto que lo induce a obrar espontneamente, sin mayor esfuerzo y en

    sintona con dicha memoria histrica, la cual no debe ser necesariamente

    explicitada conceptualmente siempre que se acta (Memoria histrica es

    un concepto muy importante para comprender la accin prudente de un

    hombre, especialmente de cultura popular. Aqu tan slo lo menciono,

    comprometindome a volver sobre l con ms detalle en otro momento).

    La segunda palabra nos indica que estamos en el plano de la vida y

    no en el de la elaboracin especulativa o en el de la produccin de objetos.

    Obrar aqu tiene que ver principalmente con el bien vivir y no con el bien

    pensar ilustrado o con el bien producir burgus. Sin duda que el obrar

    producir algunos objetos. Pero, considerados desde la cultura subjetiva, el

    objeto, lo realizado por la accin del hombre, no es ya lo principal.

    Aunque siempre deba ser considerado pues l especfica la accin, hace

    que ella sea tal o cual, pero dicha accin, sea tal o sea cual, pertenece a la

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    cultura concreta, del hombre, y eso le da un sentido (R. TELLO, Cultura

    popular y cultura ilustrada, 10, indito).

    La disposicin habitual para obrar rompe con un modo elitista e

    ilustrado de entender la cultura subjetiva, aunque no lo anula. Esta, dir

    Tello, puede ser una cultura exquisita: es la que hacen los artistas, los

    escritores, etc. Es la cultura como una evolucin artstica; pero si el que

    escribe no es culto, eso no es vlido (R.TELLO,Desgrabacin clase 20 de

    octubre de 1994, indito). Ese modo de comprender la cultura subjetiva ha

    calado hondo, al menos en la Argentina, vinculando estrechamente la

    subjetividad a la produccin de objetos en su mayora de corte individual.

    Es una alternativa seductora, pues puede ubicarnos en un universo en donde

    todo se resuelva en los lmites claros y distintos de una comprensin

    ilustrada de la historia. De este tipo de cultura no nos ocupamos, afirmar

    Tello, porque no es suficiente para explicar el modo de vida la mayora de

    nuestra gente y porque explcita o implcitamente termina excluyendo. Por

    el contrario, partiendo de la disposicin habitual para obrar esa accin

    cultural queda incluida, aunque no sea la nica ni la principal expresin de

    la cultura subjetiva.

    Entindase bien: Tello no elabora su teologa sobre un prejuicio

    antiintelectual, oponiendo maniqueamente inteligencia a praxis; a lo que se

    resiste es a la construccin intelectual de la cultura segn los criterios de los

    pases centrales (el tan mentado primer mundo) para transponerlos e

    imponerlos en estas tierras sin tomarse el trabajo de atender al modo de

    valorar la existencia que los hombres y mujeres de este continente tienen ya

    hace quinientos aos.

    La insistencia en clarificar el sentido de la cultura subjetiva hasta sus

    mnimos detalles est en orden a no perder de vista bajo ninguna

    circunstancia que la persona humana ocupa el primer lugar. An cuando

    Tello se refiera en otros escritos a la cultura en trminos ms generales

    (como cultura de la comunidad, o cultura popular, o cultura a secas) siempre

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    pensar en trminos de cultura subjetiva, pues se trata de que la persona

    llegue a un nivel verdadera y plenamente humano. Cultura en sentido

    subjetivo sera la que le sirve al hombre a la realizacin de su humanidad,

    al perfeccionamiento de esa vocacin de persona que tiene en virtud de su

    misma humanidad (LE 6), para ser ms plenamente imagen de Dios (ib.),

    la cultura es as un instrumento tico (ms que tcnico) de modo que la

    cultura est en funcin del hombre y no el hombre en funcin de la cultura

    (ib.) (R.TELLO,Nota e: cultura y pueblo, 151, indito).

    5.- La cultura subjetiva es la del hombre concreto

    Recalcar la primaca de lo subjetivo sobre lo objetivo implica seguir

    sosteniendo, con otras palabras, la preeminencia del hombre sobre cualquier

    otra realidad en la accin pastoral. Conocer los objetos que el hombre ha

    creado y no preocuparse por conocerlo directamente a l en su existencia

    histrica y con sus hbitos reales no es una tarea intil pero s insuficiente.

    En esta concepcin la cultura deja de ser una mera consideracin erudita

    sobre las creaciones objetivas (tanto del pasado como del presente) para sertenida en cuenta como la expresin histricamente dinmica de los anhelos

    de los hombres. Como afirma el documento de Puebla, la cultura se va

    formando y se transforma en base a la continua experiencia histrica y vital

    de los pueblos; se transmite a travs del proceso de tradicin generacional

    (392).

    Hasta aqu llegamos por ahora. En el prximo artculo indagaremos

    en algunas de las consecuencias que trae aparejada la distincin que hoy

    presentamos.