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8/4/2019 5 - El Hombre Hace Cultura. Reflexiones en torno a la distincin entre cultura subjetiva y cultura objetiva en la teol
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EL HOMBRE HACE CULTURA.REFLEXIONES EN TORNO A LA DISTINCIN ENTRE CULTURA
SUBJETIVA Y CULTURA OBJETIVA EN LA TEOLOGA DEL PADRERAFAEL TELLO1
Pbro. Omar Csar Albado
Publicado en: Vida Pastoral 296 (2011) 21-26
La preocupacin por conocer la vida del hombre concreto argentino
es una constante en la teologa del padre Tello. En un artculo anterior (Vida
Pastoral, 283) mostraba cmo esta preocupacin parta de una doble
vertiente: la enseanza magisterial (principalmente la del Vaticano II y la de
Juan Pablo II) y el acercamiento a la vida real del hombre argentino, tal y
como l la organiza y la siente. All destacaba que para Tello el hombre
concreto argentino vive en una cultura popular y que el conocimiento de
esta cultura, lejos de ser accidental o secundario, pone en juego la fidelidad
de la Iglesia a la misin recibida.
Sin embargo, quedan an muchas preguntas por responder. Sin duda,
el corazn de la teologa de Tello est en el reconocimiento de la existenciade una cultura popular que es cristiana, con un cristianismo popular, porque
tiene fe verdadera. Pero esta afirmacin medular se encuentra rodeada por
una constelacin de temticas, algunas con incidencia directa sobre la
afirmacin principal y otras de orden ms secundario, que es necesario
abordar para hacerla ms inteligible. Una de las temticas con incidencia
directa que urge indagar es la categora de cultura tomada en un sentido
global. Interesa saber qu entiende Tello por cultura, a qu se refiere cuando
habla de cultura popular, qu lugar ocupa el hombre en su concepcin
cultural, cul es la diferencia entre proceso histrico y cultura, cuntas
culturas interactan en la historia
1Agradezco a la Fundacin Saracho, quien posee los derechos de autor de los
escritos del P. Rafael Tello, haberme permitido utilizar los textos inditos para escribir el
presente artculo.
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Considero que la cuestin es de una importancia gravitante para
comprender la originalidad del pensamiento de Tello, manteniendo en claro
que su propsito es ofrecer una teologa que sirva de sustento para la nueva
evangelizacin, y no exponer mi doctrina teolgica, ni mi visin, sino
buscar la intencin de lo que Dios quiere con respecto a la pastoral (R.
TELLO,Desgrabacin clase 5 de octubre de 2000, indito).
En este artculo, luego de mostrar en qu sentido el padre Tello est
interesado en la cultura, me concentrar en explicitar la distincin entre
cultura subjetiva y cultura objetiva. Es una distincin bsica pero no menos
importante, pues nos permitir gradualmente ir adentrndonos en
consideraciones ms sutiles.
1.-El inters por la cultura
Son numerosos los escritos en los cuales Tello se dedica a analizar
meticulosamente el origen y la evolucin histrica, la realidad actual y el fin
ltimo de los distintos procesos culturales que influyen hoy da en Argentina
y Amrica Latina. En ellos podemos encontrar alusiones a muchos autoresconocidos y a otros menos notorios, citas de libros en donde se expone tanto
la estructuracin de la sociedad medieval como la de la moderna y
posmoderna, anlisis de las rupturas y continuidades en estos procesos
histricosculturales, interpretacin de las consecuencias que ellos tuvieron
sobre la conformacin de los pueblos latinoamericanos en la conquista y
evangelizacin. Y, por supuesto, opiniones personales sobre el significado y
sentido de la vida del hombre argentino, bombardeado incesantemente por
propuestas que le son ajenas.
Por otra parte, la referencia al magisterio universal y latinoamericano
es permanente y explcita. En primer lugar Gaudium et spes,
particularmente el nmero 53, constituye una cita inevitable que marca la
apertura de la Iglesia contempornea a los diversos pueblos del mundo. Pero
tambin tiene un lugar Evangelii Nuntiandi de Pablo VI con la exhortacin
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apremiante del nmero 20 a evangelizar la cultura no de una manera
decorativa, como un barniz superficial, sino de manera vital, en profundidad
y hasta sus mismas races y el reconocimiento del valor especfico para la
fe cristiana de la religiosidad popular en el nmero 48, cuestin
estrechamente ligada en Amrica Latina a la vivencia cultural del
cristianismo. Asimismo realiz una recepcin amplia y fructfera de Juan
Pablo II, especialmente con la interpretacin y aplicacin de Redemptor
hominis, pero tambin con el uso de categoras tomadas de Laborem
Exercens en orden a clarificar la nocin de cultura, como tendremos ocasin
de examinar un poco ms adelante. En el orden latinoamericano el
documento de Puebla es citado es mltiples oportunidades y el texto
conclusivo de la conferencia de Santo Domingo fue ocasin de un extenso
comentario an indito titulado Cuestiones de cambio social.
Sin embargo, a pesar de la abundancia de textos no es posible
encontrar en ellos, como intencin principal, la postulacin de una teora
pastoral que se sustente y desprenda de una erudicin sistemtica. En todo
caso, la primera pregunta que Tello formula cuando indaga en la cultura es
sobre el modo de vida del hombre argentino. No habla de la cultura en un
sentido abstracto y analtico para deducir de ella al hombre, sino que su afn
por conocer al hombre lo lleva a descubrir la existencia de diversos modos
comunitarios de valorar y organizar la vida, es decir, de culturas.
En este sentido la cultura se convierte en objeto de estudio porque es
principio de la actividad humana y, por tanto, instrumento por el cual el
hombre establece una escala de valores para que la persona llegue a un nivel
verdadero y plenamente humano, tal como lo ensea el Concilio Vaticano II
en la Gaudium et Spes (cf. 53 y 55). Esta opcin metodolgica ofrece a su
vez elementos para elaborar una antropologa en donde los principios
clsicos interacten con las perspectivas que surgen del devenir histrico,
evitando centrarse en una consideracin de la cultura como realidad
abstracta y cosificada. Interesa aqu la cultura considerada no en s misma
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sino desde una perspectiva pastoral. Por eso se debe atender principalmente
al hombre y no a la cosa denominada cultura, es decir se debe mirar al
hombre desde el ngulo de la cultura. El Vaticano II elabor una amplia
doctrina sobre la cultura mirada pastoralmente y por tanto en referencia a la
persona del hombre que es la que hay que salvar y a la sociedad humana que
es la que hay que renovar (cf. GS 3) (R.TELLO,La pastoral popular. Nota
(e) Cultura y pueblo, 8-9, indito).
Hay cultura porque hay hombres: est sera la perspectiva principal
desde la que Tello parte para su reflexin. Son los hombres los que
configuran y determinan en su fin ltimo a la cultura, aunque tambin la
cultura determina en cierto punto las opciones vitales de los sujetos. Pero
esto debe afirmarse en un segundo momento, luego de haber dejado bien en
claro la primaca del hombre por sobre los objetos.
La accin humana imprime a la cultura un dinamismo que la vuelve
viva y en algunos aspectos cambiante con bastante frecuencia. Esto no
impide que haya elementos que permanezcan en el tiempo dndole su
orientacin principal. Los hombres y las culturas no cambian
constantemente en sus fines ltimos. Pero Tello seala desde un comienzo
que esos fines son buscados por cada generacin recreando con su genio
propio lo que han recibido del pasado. La cultura no es una mera repeticin
de lo hecho por los antepasados o una identificacin con los objetos dejados
por ellos, sino una incorporacin creativa de lo acontecido en la existencia
concreta para buscar la plenitud personal.
Aqu es necesario hacer un alto y alertar al lector, aunque slo sea a
modo de acotada referencia, que la bsqueda por estos caminos llev a Tello
a distinguir la existencia en nuestro continente latinoamericano de al menos
tres culturas: la moderna (propia de los grupos ilustrados), la eclesistica
(propia de la organizacin temporal de la Iglesia) y la popular (propia de los
hombres que conforman lo que podramos llamar el pueblo bajo). La
compleja relacin basadas en confrontaciones y mutuas influencias que
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nuestro telogo descubre entre ellas ser tratada en prximos artculos, pues
cada una necesita de una explicacin adecuada para evitar posibles
confusiones. Tan slo me pareci oportuno advertir brevemente la presencia
de las tres culturas, pues ellas aparecen espontneamente cuando se leen los
trabajos de Tello sobre el tema y durante el desarrollo de estos artculos me
ver obligado en ocasiones a mencionarlas sin dar mayores explicaciones.
2.- La distincin entre cultura subjetiva y cultura objetiva
Para explicar mejor su posicin Tello recurre a la distincin que Juan
Pablo II hace en Laborem Exercens 56 entre trabajo en sentido objetivo y
trabajo en sentido subjetivo. El primero se refiere al avance de la tcnica
para someter la tierra, segn el mandato del Gnesis, la cual como conjunto
de instrumentos de los que el hombre se vale para su tarea puede convertirse
en su aliada pero tambin en su adversaria, como cuando la mecanizacin
del trabajo suplanta al hombre, quitndole toda satisfaccin personal y el
estmulo a la creatividad y responsabilidad (LE 5).
El trabajo en sentido subjetivo, por su parte, rescata el carcterpersonal del esfuerzo humano, poniendo como centro y primer fundamento
del trabajo al hombre mismo. El hombre trabaja como persona y todas las
acciones que desarrolle en el proceso del trabajo, independientemente de su
contenido objetivo, tienen que servir para la realizacin de su humanidad y
para el perfeccionamiento de su vocacin como persona. Por ello, dir Juan
Pablo II, es necesario reconocer la preeminencia del significado subjetivo
del trabajo sobre el significado objetivo (LE 6), pues el trabajo est en
funcin del hombre y no el hombre en funcin de trabajo.
Tello tomar esta distincin y la aplicar anlogamente a la
problemtica de la cultura, distinguiendo entre cultura objetiva y cultura
subjetiva.
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3.- La cultura objetiva
Por cultura objetiva entiende el mundo de los objetos a travs de los
cuales el hombre plasma de un modo exterior y permanente sus experiencias
y apreciaciones existenciales. Es consecuencia de una habilidad o aptitud
operativa que el hombre adquiere con la intencin de expresar su
interioridad como as tambin la de intervenir sobre la creacin para hacerla
ms habitable o confortable. La cultura objetiva se refiere a la obra hecha
por la accin humana pero que perdura independientemente de la accin, la
subjetiva afecta al sujeto agente de la accin (R. TELLO, Anexo XI sobreJubileo, 2, indito). Es el universo de instituciones y objetos producidos por
los hombres en su convivencia social. Se trata de creaciones humanas que
estn pensadas como espacios de expresin con un fuerte componente
social. En esta lnea pertenecen a la cultura objetiva tanto una obra de arte
(como la escultura, la msica, un libro), como as tambin los mltiples
objetos tecnolgicos y las adquisiciones de las ciencias humanas. La cultura
como objeto es como un universo creado por un pueblo Un universo
cultural producido por los hombres en su convivencia social (R. TELLO,
Desgrabacin clase 27 de mayo de 1999, indito)
En toda comunidad humana existe una cierta cultura objetiva que
concretiza los usos, costumbres y anhelos de los hombres, como la lengua,
la religin, los bailes, los juegos, las reuniones o encuentros. En esta lista ya
hay una opcin sobre la manera de concebir la cultura: ella no es algo
refinado a la cual slo acceden un determinado grupo de hombres, sino
algo comn, ordinario, extendido a todos los que de algn modo
pertenecen al medio histrico y en l se insertan (R. TELLO, Pueblo,
historia y pastoral popular, 51, indito).
Este sentido objetivo lo encontramos tanto en la cultura moderna
como en la cultura popular. Tello seala que en Iberoamrica hay mucha
cultura cristiana objetiva, muchas instituciones, usos, costumbres, que han
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formado un sustrato catlico Hay tambin muchas prcticas de
religiosidad popular, algunas muy arraigadas (R. TELLO, La pastoral
popular. Nota (e): cultura y pueblo, 164, indito). Sin embargo, la presencia
estos valores no debe hacernos olvidar que la persona est antes que la
institucin, an de aquella que nos parezca constitutiva del pueblo. Tello
sostiene que esta cultura objetiva no es ni la esencia ni parte esencial de
nuestra cultura popular (R.TELLO,La pastoral popular. Nota (e): cultura y
pueblo, 165, indito).
Por tanto, Tello rechaza la primaca de la cultura objetiva a la hora
de procurar el conocimiento del hombre. En verdad, la cultura objetiva es la
expresin de la interioridad del sujeto y es en orden a l que hay que
prestarle atencin. Estudiar la cultura privilegiando los objetos es separarla
del sujeto que la crea y que por ella se expresa (R.TELLO, Cultura popular
y cultura ilustrada, 5, indito) y analizarla como una mera acumulacin de
productos culturales. Este tratamiento olvida que el hombre es el centro y el
fin de la evangelizacin y de la reflexin teolgica. La cultura objetiva es
abstracta (abstrado quiere decir separado) porque es considerada separada
del sujeto que la realiz. La Iglesia quiere atenerse ahora no al hombre
abstracto sino al hombre concreto (RH), del mismo modo hay que entender
que quiere referirse a la cultura concreta, es decir con su sujeto concreto y
real. La Iglesia se ha vuelto hacia el hombre -concreto- y por tanto, cuando
trata de la cultura, de lo que pretende tratar es del hombre y su cultura (R.
TELLO, Cultura ilustrada y cultura popular, 7, indito)
La cultura objetiva tiene as una claro aspecto negativo, sobre el cual
Tello previene abiertamente: mirar la obra de los hombres (objetos e
instituciones) sin olvidar que lo ms importante es el hombre. Tratando sin
embargo de la cultura subjetiva muchas veces hay que referirse tambin a la
objetiva, pero es siempre para determinar ms aquella (R.TELLO,Anexo XI
sobre Jubileo, 2, indito).
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4.- La cultura subjetiva
A Tello le importa sobre todo lo que l llama cultura subjetiva.
Ahora bien, qu es la cultura subjetiva? Ante todo vale aqu recordar una
vez ms que la cultura es un principio de accin humana por el cual el sujeto
genera una concepcin global de la vida. Alejndose de cualquier posicin
elitista, Tello afirma que la cultura es el modo como el hombre concreto va
gestando, mientas vive, un espacio para vivir. Por eso dir que la cultura
subjetiva es una disposicin habitual o permanente del hombre comn, de
todos, del hombre de pueblo, para obrar (R.TELLO,Desgrabacin clase 20de octubre de 1994, indito).
Disposicin habitual y obrar son las dos palabras claves de esta
cita sobre las que me quiero detener un momento. La primera nos recuerda
la definicin clsica de virtud y sugiere que, lejos ser una actitud efmera, la
cultura subjetiva es una tendencia arraigada en la memoria histrica del
sujeto que lo induce a obrar espontneamente, sin mayor esfuerzo y en
sintona con dicha memoria histrica, la cual no debe ser necesariamente
explicitada conceptualmente siempre que se acta (Memoria histrica es
un concepto muy importante para comprender la accin prudente de un
hombre, especialmente de cultura popular. Aqu tan slo lo menciono,
comprometindome a volver sobre l con ms detalle en otro momento).
La segunda palabra nos indica que estamos en el plano de la vida y
no en el de la elaboracin especulativa o en el de la produccin de objetos.
Obrar aqu tiene que ver principalmente con el bien vivir y no con el bien
pensar ilustrado o con el bien producir burgus. Sin duda que el obrar
producir algunos objetos. Pero, considerados desde la cultura subjetiva, el
objeto, lo realizado por la accin del hombre, no es ya lo principal.
Aunque siempre deba ser considerado pues l especfica la accin, hace
que ella sea tal o cual, pero dicha accin, sea tal o sea cual, pertenece a la
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cultura concreta, del hombre, y eso le da un sentido (R. TELLO, Cultura
popular y cultura ilustrada, 10, indito).
La disposicin habitual para obrar rompe con un modo elitista e
ilustrado de entender la cultura subjetiva, aunque no lo anula. Esta, dir
Tello, puede ser una cultura exquisita: es la que hacen los artistas, los
escritores, etc. Es la cultura como una evolucin artstica; pero si el que
escribe no es culto, eso no es vlido (R.TELLO,Desgrabacin clase 20 de
octubre de 1994, indito). Ese modo de comprender la cultura subjetiva ha
calado hondo, al menos en la Argentina, vinculando estrechamente la
subjetividad a la produccin de objetos en su mayora de corte individual.
Es una alternativa seductora, pues puede ubicarnos en un universo en donde
todo se resuelva en los lmites claros y distintos de una comprensin
ilustrada de la historia. De este tipo de cultura no nos ocupamos, afirmar
Tello, porque no es suficiente para explicar el modo de vida la mayora de
nuestra gente y porque explcita o implcitamente termina excluyendo. Por
el contrario, partiendo de la disposicin habitual para obrar esa accin
cultural queda incluida, aunque no sea la nica ni la principal expresin de
la cultura subjetiva.
Entindase bien: Tello no elabora su teologa sobre un prejuicio
antiintelectual, oponiendo maniqueamente inteligencia a praxis; a lo que se
resiste es a la construccin intelectual de la cultura segn los criterios de los
pases centrales (el tan mentado primer mundo) para transponerlos e
imponerlos en estas tierras sin tomarse el trabajo de atender al modo de
valorar la existencia que los hombres y mujeres de este continente tienen ya
hace quinientos aos.
La insistencia en clarificar el sentido de la cultura subjetiva hasta sus
mnimos detalles est en orden a no perder de vista bajo ninguna
circunstancia que la persona humana ocupa el primer lugar. An cuando
Tello se refiera en otros escritos a la cultura en trminos ms generales
(como cultura de la comunidad, o cultura popular, o cultura a secas) siempre
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pensar en trminos de cultura subjetiva, pues se trata de que la persona
llegue a un nivel verdadera y plenamente humano. Cultura en sentido
subjetivo sera la que le sirve al hombre a la realizacin de su humanidad,
al perfeccionamiento de esa vocacin de persona que tiene en virtud de su
misma humanidad (LE 6), para ser ms plenamente imagen de Dios (ib.),
la cultura es as un instrumento tico (ms que tcnico) de modo que la
cultura est en funcin del hombre y no el hombre en funcin de la cultura
(ib.) (R.TELLO,Nota e: cultura y pueblo, 151, indito).
5.- La cultura subjetiva es la del hombre concreto
Recalcar la primaca de lo subjetivo sobre lo objetivo implica seguir
sosteniendo, con otras palabras, la preeminencia del hombre sobre cualquier
otra realidad en la accin pastoral. Conocer los objetos que el hombre ha
creado y no preocuparse por conocerlo directamente a l en su existencia
histrica y con sus hbitos reales no es una tarea intil pero s insuficiente.
En esta concepcin la cultura deja de ser una mera consideracin erudita
sobre las creaciones objetivas (tanto del pasado como del presente) para sertenida en cuenta como la expresin histricamente dinmica de los anhelos
de los hombres. Como afirma el documento de Puebla, la cultura se va
formando y se transforma en base a la continua experiencia histrica y vital
de los pueblos; se transmite a travs del proceso de tradicin generacional
(392).
Hasta aqu llegamos por ahora. En el prximo artculo indagaremos
en algunas de las consecuencias que trae aparejada la distincin que hoy
presentamos.