79243496 estudios de genealogia heraldica y nobiliaria varios autores

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    E    S    T    U    D    I    O    S    D    E    G    E    N    E    A    L    O    G     Í    A  ,    H    E    R     Á    L    D    I    C    A    Y    N    O    B    I    L    I    A    R    I    A 2006 ISBN 84 - 95215 - 29 - 2 UNIVERSIDAD COMPLUTENSE MADRID Miguel Ángel Ladero Quesada (Coordinador ) ESTUDIOS DE GENEALOGÍA, HERÁLDICA Y NOBILIARIA Universidad Complutense Madrid 2006

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Miguel ngel Ladero Quesada(Coordinador)

ISBN 84 - 95215 - 29 - 2

ESTUDIOS DE GENEALOGA, HERLDICA Y NOBILIARIA

ESTUDIOS DE GENEALOGA, HERLDICA Y NOBILIARIA

Universidad ComplutenseUNIVERSIDAD COMPLUTENSE MADRID

2006

Madrid 2006

Miguel ngel Ladero Quesada(Coordinador)

ESTUDIOS DE GENEALOGA, HERLDICA Y NOBILIARIA

Universidad Complutense Madrid 2006

Pedidos a: Servicio de Publicaciones. Universidad Complutense Obispo Trejo, n.o 2. E-28040 Madrid Telfonos: +34 913 941 128/129 Fax: +34 913 941 126 www.ucm.es/publicaciones [email protected]

Ilustracin de cubierta: Armas del Preste Juan de las Indias, segn Diego Fernndez de Mendoza (hacia 1480).

Estudios de Genealoga, Herldica y Nobiliaria, Anejos de En la Espaa Medieval, n.o 1, se edita con la colaboracin de las siguientes entidades: DIPUTACIN P ERMANENTE Y CONSEJO DE LA GRANDEZA DE ESPAA REAL MAESTRANZA DE CABALLERA DE R ONDA REAL MAESTRANZA DE CABALLERA DE SEVILLA

Miguel ngel Ladero Quesada (Coordinador) y los autores, cada uno de su texto Madrid, 2006 I.S.B.N. 10: 84-95215-29-2 Depsito Legal: M. 52.513-2006 Preimpresin e impresin: TARAVILLA Mesn de Paos, 6. 28013 Madrid E-mail: [email protected]

NDICE

INTRODUCCIN ......................................................................................... 1. 2. EL LINAJE Y SUS SIGNOS DE IDENTIDAD ....................................... Faustino Menndez-Pidal de Navascus URRACA. UN NOMBRE EGREGIO EN LA ONOMSTICA ALTOMEDIEVAL ............................................................................................. Jaime de Salazar y Acha EL PAPEL DE LOS EMBLEMAS HERLDICOS EN LAS CEREMONIAS FUNERARIAS DE LA EDAD MEDIA (SIGLOS XIII-XVI) .................... Javier Arias Nevado 4. LAS SERIES ICONOGRFICAS DE LA REALEZA CASTELLANO-LEONESA (SIGLOS XIII-XV) .................................................................... David Nogales Rincn EL ARMORIAL MORALIZADO DE ANTONIO GARCA DE VILLALPANDO: HERLDICA Y PROPAGANDA DE LOS REYES CATLICOS. Ana Isabel Carrasco Manchado 6. LOS ORGENES Y LA GEOGRAFA POLTICA DE EUROPA VISTOS HACIA 1500 POR LOS REYES DE ARMAS CASTELLANOS ............ Miguel ngel Ladero Quesada 7. IDENTIDAD Y PATRIMONIO. SALVAGUARDA Y TRANSMISIN EN LAS CASAS NOBILIARIAS CASTELLANAS A FINALES DEL MEDIEVO. LA CASA CONDAL DE LA PUEBLA DEL MAESTRE .................. Mara Concepcin Quintanilla Raso 8. LA INVENCIN COMO NECESIDAD: GENEALOGA Y JUDEOCONVERSOS ............................................................................................ Mara del Pilar Rbade Obrad

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NDICE

NOBLES Y CONVERSOS, UNA RELACIN HISTRICA DIFCIL DE SER ENTENDIDA AN HOY: EL CASO DE LOS PALOMINO, CONVERSOS GIENNENSES. .................................................................................... 203 Pedro Andrs Porras Arboledas FUENTES DOCUMENTALES PARA LA INVESTIGACIN NOBILIARIA. EN LA EDAD MODERNA .................................................................. Mara Concepcin Mendo Carmona LA CARTA EJECUTORIA DE HIDALGUA: UN ESPACIO GRFICO PRIVILEGIADO ....................................................................................... Elisa Ruiz Garca 225

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O QUAL EU VI. ESCRITURA Y MIRADA NOBILIARIAS EN EL DISCURSO NAS JORNADAS QUE FIZ A MONTSERRATE DE MANUEL DE ATAIDE, TERCER CONDE DE CASTANHEIRA (1602-1603) ............. 277 Fernando Bouza EL XIII DUQUE DEL INFANTADO, UN ARISTCRATA EN LA CRISIS DEL ANTIGUO RGIMEN ........................................................... Adolfo Carrasco Martnez A PROPSITO DE LA JURA DE LOS PRNCIPES HEREDEROS. UNA NUEVA LECTURA DEL CUADRO JURA DE DON FERNANDO (VII) COMO PRNCIPE DE ASTURIAS, DE LUIS PARET ............................. Francisco Jos Portela Sandoval 305

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INTRODUCCIN

La Universidad Complutense ha reconocido como Ttulo Propio el de Experto en Genealoga, Herldica y Nobiliaria durante los cursos 20032004 y 2005-2006. Su organizacin corri a cargo del Departamento de Historia Medieval y las enseanzas se impartieron en la Facultad de Geografa e Historia, con el aadido de visitas a archivos histricos de Madrid y Toledo cuyo contenido interesaba especialmente a los estudios desarrollados para la obtencin del Ttulo por los cuarenta y cinco alumnos que lo consiguieron a lo largo de sus dos ediciones. Este libro se publica como complemento de aquellas actividades. Colaboran en l muchos de los profesores del Titulo con muestras de sus investigaciones personales y dos de sus alumnos con los textos de las memorias que presentaron para completar las actividades acadmicas que deban llevar a cabo. Como la programacin del Titulo tiene plena vigencia y el cuadro de profesores ha demostrado gran eficacia en llevarla a cabo, es de suponer que habr pronto nuevas ocasiones para impartirlo puesto que tanto sus contenidos tericos y utilidades prcticas como la demanda profesional as lo aconsejan. Mientras tanto, la edicin de estas breves y variadas investigaciones pretende establecer un vnculo de continuidad y ser testimonio para el recuerdo: nada puede sustituir a la dimensin creadora e irrepetible de la enseanza hablada pero el escrito ayuda a su memoria y tambien a que sigan presentes, en cierto modo, quienes la ejercieron o recibieron. Permite, adems, expresar debidamente los agradecimientos. En el aspecto acadmico, a las Ilmas. Sras. Vicerrectora de Postgrado y Formacin Continua y Decana de la Facultad de Geografa e Historia y al Imo. Sr. Director del Departamento de Historia Medieval. En el de las colaboraciones y ayudas recibidas, primero, a la Diputacin Permanente y Consejo de la Grandeza de Espaa, por el espritu de iniciativa que mostraron en todo momento su

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INTRODUCCIN

presidente, el Excmo. Sr. Conde de Elda, y su vicepresidente, el Excmo. Sr. Conde de Coria, as como por la atencin asidua de su gerente, Da. Mara Aritio Saavedra. E, igualmente, a las entidades que colaboraron con el respaldo de sus representantes y con su apoyo financiero a la realizacin de los cursos: la Fundacin CaixaGalicia, en el primero de ellos, y las Reales Maestranzas de Caballera de Ronda y Sevilla, en el segundo. Todos ellos hicieron posible que existiera el Ttulo de Experto en Genealoga, Herldica y Nobiliaria, cuyo cuadro de profesores fue ste: Director del Ttulo Dr. D. Miguel ngel Ladero Quesada, Catedrtico de Historia Medieval. UCM. Numerario de la Real Academia de la Historia. Coordinacin Dra. Da. Mara del Pilar Rbade Obrad, Profesora del Departamento de Historia Medieval. UCM. Dra. Da. Ana Isabel Carrasco Manchado, Profesora del Departamento de Historia Medieval. UCM Historia de la nobleza Dra. Da. Mara Isabel Prez de Tudela. Profesora Titular de Historia Medieval. UCM. Dra. Da. Mara de la Concepcin Quintanilla Raso. Catedrtica de Historia Medieval. UCM. Dr. D. Pedro Porras Arboledas. Profesor Titular de Historia del Derecho. UCM. Dr. D. Fernando Bouza lvarez. Catedrtico de Historia Moderna. UCM. Dr. D. Adolfo Carrasco Martnez. Profesor Titular de Historia Moderna. Univesidad de Valladolid. Dra. Da. Mara de la Concepcin Bravo Guerreira. Catedrtica de Historia de Amrica. UCM. Dr. D. ngel Bahamonde Magro. Catedrtico de Historia Contempornea. UCM. Dr. D. Manuel Fuertes de Gilbert, Numerario de la Real Academia Matritense de Herldica y Genealoga. Derecho nobiliario D. Jos Miguel de Mayoralgo y Lodo, Conde de los Acevedos. Numerario de la Real Academia Matritense de Herldica y Genealoga.

INTRODUCCIN

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Herldica y Genealoga Dr. D. Faustino Menndez-Pidal de Navascus. Director de la Real Academia Matritense de Herldica y Genealoga. Numerario de la Real Academia de la Historia. Dr. D. Eduardo Pardo de Guevara Valds. Director del Instituto Padre Sarmiento del C.S.I.C., Santiago de Compostela. Dr. D. Jaime de Salazar y Acha. Numerario de la Real Academia Matritense de Herldica y Genealoga. Fuentes de estudio Dra. Da. Elisa Ruiz Garca. Catedrtica de Ciencias y Tcnicas Historiogrficas. UCM. Dra. Da. Mara de la Concepcin Mendo Carmona. Catedrtica de Archivstica y Documentacin. UCM. Dr. D. Jos Mara de Francisco Olmos. Profesor Titular de Ciencias y Tcnicas Historiogrficas. UCM. Dra. Da. Mara Teresa Prez Higuera. Catedrtica de Historia del Arte. UCM. Dr. D. Francisco Portela Sandoval. Catedrtico de Historia del Arte. UCM.

1. EL LINAJE Y SUS SIGNOS DE IDENTIDADFAUSTINO MENNDEZ PIDAL DE NAVASCUS

Desde fines del siglo XVI a fines del XVIII, eran habituales las relaciones de mritos y servicios en copias manuscritas o en ejemplares impresos que repartan a las personas influyentes adecuadas quienes pretendan un ascenso en la milicia, un mejor puesto en la administracin pblica o incluso un ttulo nobiliario. Eran algo semejante al curriculum vit que presentan hoy los aspirantes a ciertos trabajos. Pero hay una diferencia esencial: en aquellas relaciones de antao se recogen los mritos y servicios prestados no slo del pretendiente, sino tambin de su padre, de su abuelo, de sus tos y antepasados, algo que hoy dejara estupefacto a quien lo recibiese y que, sin embargo, era perfectamente normal en la poca citada. En qu estriba este diferente trato? en que aquellos destinatarios antiguos admitan que el pretendiente participaba de los mritos de sus antepasados y parientes, admitan que entre ellos exista una comunidad de merecimientos, algo parecido a la comunin de los santos en la Iglesia. Y esos merecimientos comunes se acopiaban en una entidad formada por todos los parientes y superior a ellos: su propio linaje. Esta es la base de la idea de linaje, una idea que muchos tienen hoy por fenecida, pero que un observador atento ve todava aflorar ac y all, porque es algo profundamente natural y humano. En la edad moderna, la concrecin ms generalizada del patrimonio de valores que acumula un linaje es la hidalgua, infanzona o nobleza. A su alrededor gravitaban entonces, como en un sistema planetario, todos los dems, desde la posesin de un mayorazgo hasta el ejercicio de honrosos cargos de gobierno. El linaje desplaza al individuo como sujeto de la calidad de nobleza: a la posesin de esa calidad se llegar a travs del linaje; la obtendr cada uno no aisladamente, sino como perteneciente a un linaje noble. La nobleza exclusivamente personal quedar en situacin marginal y de inferioridad frente a la hereditaria. As dirn las Partidas: Fidalgua es nobleza que viene los omes por linaje, el linaje faze que la ayan [la

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nobleza personal] los omes ass como herencia . Incorporada esta calidad al patrimonio transmisible del linaje, se redondea la idea de nobleza propia de nuestra cultura occidental, cuya caracterstica principal es sta, ser transmisible por herencia; ser llamada por eso nobleza de sangre para distinguirla claramente de las otras clases, reconocidas en el mismo cdigo. Y a partir del siglo XV, cuando la calificacin de nobleza vaya englobando situaciones de distincin social inferiores, apenas podr existir la idea de linaje, tal como aqu la definimos, sin que ste sea noble. El principio de herencia, que supone la continuidad social, es modernamente el ms denostado; no es admitido por la sociedad actual, una sociedad inquieta, inestable, y por eso propicia al cambio. Hoy, el sentido de continuidad est en proceso de prdida, slo el instante cuenta como refugio permanente; no extraar pues que no se acepte el principio de herencia para la nobleza, ni que haya desaparecido la percepcin del linaje, ni que se rechace la Historia. Pero hay ms, mucho ms, porque se reconoca a los linajes la funcin de estructurar la sociedad: los ms importantes formaban el entramado bsico en el que se apoyaban otros menores y as sucesivamente. Los linajes principales constituan pues un factor de estabilidad de la monarqua y de la sociedad, por eso los reyes se preocupan de que no se extingan. Recordar, por va de ejemplo, cmo Enrique II dio en 1368 el linaje de Villalobos es decir, su representacin a lvar Prez Osorio. Caso mucho ms llamativo es el acaecido en 1492, cuando los Reyes Catlicos dieron el extinguido linaje de los Coronel a Don Abraham Seneor tras su solemne bautismo en Guadalupe, apadrinado por los mismos Reyes. En 1534 y 1569 se dictan disposiciones prohibiendo la reunin de grandes casas en una misma persona, y su justificacin parte del mismo argumento: que no se pierda la fama de sus fundadores y de sus linajes. El ideal de la perpetuidad del linaje, expresado en la Biblia y tan vivamente deseado luego por sus representantes, fue siempre apoyado como un factor de estabilidad. Todava en el siglo XVIII, en la Real Cdula que prohbe la fundacin de mayorazgos de corta cuanta, el Conde de Campomanes defiende que la nobleza debe ser permanente, y ms rica que otras clases a esto contribuyen los vnculos cuantiosos. Es notable comprobar cmo, a partir del siglo XIV, la idea de que los linajes constituyen el elemento vertebrador aflora en esas representaciones simblicas de los reinos (de sus sociedades) mediante los escudos de armas de esas familias. A mediados del siglo, los cinco caballeros que siguen a los reyes en el cdice de la Coronacin que guarda El Escorial y llevan las armas de los cinco grandes linajes de Castilla simbolizan y resumen a toda la poblacin del reino. Lo mismo significa, en Navarra, la composicin que encabeza el Libro de armera, formada por las armas del rey en el centro con los doce ricoshombres alrededor. Y la sociedad total del Sacro Imperio se

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considera representada por los Quaternionenadlers des Heiligen Rmischen Reiches, que comienzan con los cuatro duques, columnas o pilares sobre los que se apoya el Imperio. Es la imagen que dan los llamados libros del Cardenal Otn que guarda tambin el monasterio del Escorial. El linaje, tal como aqu lo entendemos, goz de un especial aprecio y proteccin en el derecho foral todava vigente del nordeste espaol. Un reflejo o consecuencia de la idea de su patrimonio en este caso del patrimonio material es el carcter de bienes troncales admitido en algunas legislaciones regionales para la distribucin de herencias, derecho de resaca en compraventas, etc. La troncalidad, la vinculacin de los bienes a una familia, se considera derecho preferente frente a los derivados de otras causas. El retracto gentilicio en Navarra; el casamiento en casa, el acogimiento, en el derecho aragons; la institucin del hereu en Catalua, estn dirigidos a mantener unido el patrimonio, a la perpetuacin de los linajes, especialmente de los ms pequeos, evitando su disgregacin por razones econmicas. Por qu ese inters? cabe preguntarse. Porque los antiguos legisladores el pueblo, en definitiva comprendan que as se favoreca la estabilidad de la sociedad y del reino. Notemos que estas ideas subyacen tras la sabia institucin del mayorazgo, que no era en modo alguno, como alguien podra hoy pensar, un apoyo al egosmo del primognito, sino una garanta de la conservacin del linaje. El titular en cada momento del mayorazgo actuaba como administrador del comn patrimonio, tanto en lo material, pues por obligacin impuesta o por costumbre haba de dar estado a las hijas y segundones, como en la parte inmaterial del patrimonio, velando por su mantenimiento y acrecentamiento a travs de casamientos honrosos, lucidas casas con grandes armeras y atavos personales demostrativos de la calidad social. Adems, el mayorazgo aporta estabilidad al linaje en el entramado social, al fijarlo en un lugar determinado. No eran olvidados los muertos, los miembros del linaje que ya no vivan: los enterramientos suntuosos eran parte importante de estas muestras externas del nivel alcanzado, porque los muertos, los antepasados, forman parte del linaje. Cuando esto se reconoca, se mantena vivo su recuerdo y se les honraba; de aqu los sepulcros honrosos, los panteones, las capillas funerarias. Hoy, desaparecido para muchos el vnculo que los relaciona con el presente, se les quema y se les olvida. Y a los viejos, antes de morir, se les confina como a un estorbo, apartados de la sociedad. La versin romance del Fuero Juzgo y las Partidas usan la voz linaje con la significacin poco precisa de parentela o prole de una persona o incluso de raza o nacin. No se considera sino lo meramente genealgico, biolgico, que puede llevar muy diferentes contenidos sociales: as se hablar ms tarde de vil linaje, de bajo linaje. La palabra se ha empleado de hecho con acepciones diferentes; de una se ha pasado insensiblemente a

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otra prxima, de sta a otra y as sucesivamente. Lo que aqu entenderemos por linaje el linaje noble no es slo la mera serie de filiaciones, la serie simple y monda de las ascendencias y parentescos, algo que posee todo ser humano y que comparte con cualquier animal superior. Es algo mucho ms complejo, mucho ms sutil, de lmites difusos por consiguiente, exclusivo no ya del hombre, sino de algunos hombres. Su fundamento ltimo es el derecho de herencia: del mismo modo que se heredan los bienes materiales, se heredan la estima social, los honores y derechos, que llegan a un individuo desde sus antepasados y l, a su vez, transmitir a los descendientes. La creencia o admisin de la herencia inmaterial, de derechos y prerrogativas y tambin de castigos y deshonras es antiqusima y universal. Recordemos cmo la humanidad entera hereda el castigo merecido por Adn. Pero hay ms, porque todo ese prestigio y estima social de los individuos de una misma familia de alguna manera llegan a formar un acervo comn, propio no ya de una sola persona, sino de una unidad superior: el linaje. Los honores y tambin las deshonras, claro de cada uno de los componentes actuales y pasados del linaje alcanzan y recaen as sobre todos y cada uno de sus miembros. La idea de linaje nace de la conciencia de un patrimonio comn, de derechos, de honra y prestigio. La percepcin ser pues tanto ms definida y fuerte cuanto mayor entidad tenga ese patrimonio. Todava en el siglo XV, Lope Garca de Salazar en su crnica Las Bienandanzas e fortunas explica cmo nace un linaje fundado en la existencia de un patrimonio: El linaje de urbaran, su fundamento fue de unas caseras que son erca de Vilbao, que eran pecheras al seor, e de all poblaron en Vilbao, e ganaron como mercaderos, e buenos, e onrados mucha fasienda, e moltiplicaron, e ganaron fasiendas, e fisieron linaje poderoso. El linaje as entendido se ha definido como un conjunto de bienes tanto materiales como inmateriales que se perpeta mediante la transmisin de su nombre, de su fortuna y de sus ttulos por va real o imaginaria. Hay dos componentes o valores en estos patrimonios: espiritual y material, trabados e inseparables, como corresponde a la naturaleza humana. Destacaremos la primordial trascendencia del primero: son precisamente estos valores espirituales, unidos a algo tangible de muy diversa entidad desde el poder territorial a un emblema herldico los que dan trabazn a la idea de linaje. El individuo resulta as, no slo en lo biolgico, consecuencia de los antepasados. Pero la sola filiacin no basta para que un individuo pueda considerarse integrado en un linaje. Debe tambin asumir la pertenencia, tener conciencia de dnde se halla situado y voluntad de permanecer en ese puesto, ajustndose a las normas que la sociedad establece para el caso y cooperando al mantenimiento del comn patrimonio del que disfruta. Este elemento personal, puramente volitivo, es esencial en la constitucin de un linaje coherente.

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El linaje, el nacimiento de cada uno, definir el puesto que ocupar en la sociedad y tambin cmo debe comportarse, pues si quiere tomar posesin de ese puesto ha de atenerse a las pautas que a l corresponden. Sus antepasados explican su existencia, su presencia en la sociedad, y determinan el lugar que en ella le corresponde ocupar. Por eso es necesario conocerlos para saber quin es una persona; ste es el sentido de aquella pregunta que aparece en la Divina Comedia: Mi dimand: Chi fuor li maggior tui?, quines fueron tus antepasados?. Esto, naturalmente, en una sociedad estructurada, que no recibe al hombre como un simple componente ms de la masa, para lo que nada importa de dnde sali ni cabe siquiera que sea diferente de los dems. Cuando se toma conciencia de la continuidad genealgica, porque esta continuidad aporta unos valores, empieza a perfilarse la idea de linaje, ms o menos clara, ms o menos aglutinadora de las ramas laterales. Suele entonces la persona adoptar alguna marca para mostrar su pertenencia al naciente ncleo, marcas que se centran en el nombre, casi el nico signo de identidad personal en esas pocas. Gracias a ellas, principalmente, podemos hoy entrever los comienzos de la idea de linaje. En esas marcas se advierte el deseo de mantener la imagen en las sucesiones, con mayor cuidado si son conflictivas, y de buscar en la proclamada continuidad genealgica la justificacin de la situacin que se disfruta. El deseo de continuidad en la imagen de los sucesivos poseedores dar lugar a la repeticin de los nombres, a las alternancias de nombre y patronmico, a fijar un modelo especial para el sello, Paulatinamente se llegar ms tarde a frmulas elaboradas y se difundir el uso de signos especficos: el emblema herldico y el renombre o apellido estable. Tendrn como efectos mantener la cohesin dentro del linaje, manifestar a los dems que ste existe y la implantacin social que posee, y tambin ensear a otros la idea misma de linaje. Los ms antiguos testimonios del valor de los nombres como indicativo de una sucesin hereditaria, primeras muestras del nacimiento de la idea de linaje, consisten en la repeticin; es a veces el nombre que llev un antepasado famoso. La repeticin servir para marcar una continuidad genealgica, indicio de que se busca el apoyo de la sociedad en la propia ascendencia, en la herencia del prestigio. Son muy conocidos algunos nombres que tuvieron significacin de linaje en el mbito occitnico: Berenguer (Barcelona), Raymond (Tolosa), Guilln (Montpellier), Ramn Folch (Cardona), Amanieu (Labrit), Armengol (Urgel). En Castilla era ms frecuente mantener la semejanza dando cabida al patronmico: son ejemplos clsicos la alternancia Lope Daz - Diego Lpez de los seores de Vizcaya y la de Gonzalo Ruiz - Rodrigo Gonzlez de los Girones. Este valor aadido del nombre se nos muestra an con ms claridad en los casos de cambio de situacin social de una misma persona, Recordemos, por ejemplo, cmo segn algunos el hijo mayor de Ramn Berenguer

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IV dej su nombre cataln, Berenguer Ramn, para adoptar el aragons-castellano de Alfonso cuando sucedi en la corona de Aragn. El antiguo nombre convena claramente a un conde de Barcelona, pero hubiera sido disonante, por inslito, para un rey de Aragn. Y Don Alvaro de Luna se llam primero Pedro Martnez de Luna, como el Papa, cuando sus padres pensaban dedicarlo a la Iglesia. Notables ejemplos de cambios de nombres, para adecuarlos a la representacin de un linaje, hallamos todava en el paso del siglo XIV al XV en una familia que ocupaba entonces un destacado lugar en la sociedad castellana y mostraba un inigualable empuje ascensional. Nos referimos a la que fue cuna del primer Marqus de Santillana. No sabramos decir si por esto cuidaba escrupulosamente los signos externos o por cuidarlos as alcanz lugar tan alto. El primer hijo del segundo matrimonio del Almirante Don Diego Hurtado de Mendoza con Doa Leonor de la Vega futuros padres del Marqus recibi el nombre de Garci Laso, tradicional en la familia materna, porque se pensaba sin duda que en ella sucediese, mientras que la representacin de la paterna habra de recaer en el primognito, Pedro Gonzlez, nacido del primer matrimonio del Almirante. Pero pronto muri este nio Pedro Gonzlez en un accidente, lo que converta al segundo, Garci Laso, en heredero de la casa paterna. Su padre entonces (ao 1400) manda que a mi fijo Gara que le muden el nombre e le digan Iohan Furtado de Mendoa. Muy poco despus, en 1403, tambin muri este Juan Hurtado, antes Garci Laso, de edad de siete u ocho aos, y qued el siguiente hermano, igo Lpez, como primognito. Otro cambio de nombre ms nos confirma el criterio de la adecuacin explicado; son cambios justificados, no consecuencia de caprichos, como han escrito varios autores que tratan de la casa de Mendoza. Ocup entonces el puesto de segundognito el ltimo hijo del Almirante, nacido hacia 1403, que por entonces era llamado Furtado. En el testamento, su madre Doa Leonor ordena que se le cambie ese nombre, tan comn en todas las ramas de los Mendoza, por el de Gonzalo Ruiz de la Vega. La razn es bien clara: haba de suceder en los seoros de Castrillo de Villavega y Guardo y Gonzalo Ruiz es nombre de los Cisneros y Manzanedo, de quienes venan a Doa Leonor aquellas posesiones. Frmula ms elaborada es el apellido fijo, tal como hoy lo entendemos. Pero no olvidemos que el renombre o apellido, aadido al nombre y patronmico, era en general impuesto desde fuera; eran los dems los que llamaban a uno de determinada manera, porque l no se llamaba a s mismo. En el crculo de los prximos, slo se usaba el nombre y el patronmico, porque esto bastaba. Por ejemplo, en la leyenda de los sellos es habitual que slo consten esos indicativos, sin embargo de que en el texto del documento se exprese no siempre el linaje; ste se manifiesta en el sello por las armas. Las armas, los emblemas herldicos, son el inequvoco signo del lina-

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je, porque son elegidos por los interesados, quienes los muestran a los dems para que los aprendan. Los que apadrinaban conversos les daban sin empacho alguno su apellido; jams les hubieran dado las armas de su linaje. Muy conocido es el bufn del Emperador Don Francs (o Francesillo) de Ziga: parece que adoptara este apellido por ser criado del Duque de Bjar, cabeza del ilustre linaje de Ziga, a lo que el Duque no pondra el menor inconveniente. Los ejemplos son numerossimos: entre los esclavos de la casa de Medinasidonia en los ltimos aos del siglo XV hallamos nombres tan sonoros como Juan de Guzmn, Pedro Ponce, Isabel Osorio, Leonor de Guzmn, Juan de Valds, Pedro de Ziga La efectividad de estas seas de identidad del linaje: apellido y armas, queda bien patente en la sociedad florentina del trecento: los que cambiaban del grupo social de los magnati a los popolani cambiaban su apellido y sus armas, cambios que se registraban oficialmente en un libro. Tanto las armas como el nombre el nombre completo no slo expresa una individualidad diferenciada de otras, sino que expresa tambin la personalidad social: si cambia de clase no puede conservarlos. La continuidad hereditaria de un emblema, apoyada en unas u otras causas, es evidente que contribuye de modo muy eficaz a asentar la idea de continuidad genealgica, de la concepcin vertical de la familia, y, en consecuencia, de la idea de linaje. Es muy probable que algunos emblemas de tipo herldico constituyesen signos de linaje desde el momento mismo de su invencin, porque es natural que se aplicasen de modo ms o menos consciente para significar un concepto entonces emergente. Parecido efecto aglutinante tendrn, algo ms tarde, los escudos de armas que usarn como distintivo aquellas agrupaciones ciudadanas que adoptan el nombre de linajes en Soria, Segovia, Arvalo, etc. Muy difcil nos es hoy, por falta de testimonios, conocer bien las costumbres al respecto: est sin estudiar una cuestin que tanto ayudara a comprender el sistema de linajes en los siglos XII al XIV. Lo que hemos designado como linaje noble comprende bastante ms que la familia inmediata. Prescindiendo aqu de los antepasados y cindonos slo a los vivientes, el linaje noble comprende desde luego a la familia prxima, pero tambin a los parientes y, de alguna manera, a los criados. Evidentemente, lo que bajo estos trminos se entenda fue muy variable, segn pocas, niveles sociales y regiones. Una prolongacin o extensin del linaje ya fuera de lo genealgico supone el bando, la unin con otros linajes aliados. Y el sentimiento de cohesin del linaje, de copartcipes de un comn caudal, es en todo semejante al sentimiento patritico: las encendidas frases que a ste dedica Cnovas del Castillo son enteramente trasladables al linaje. La continuidad del linaje se establece a travs de la prole. La paternidad de los hijos legtimos se supone completa; no ofrece dudas, y los ilegtimos?

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Aqu vuelven a mostrarse los dos componentes de la idea de linaje: el puramente material o biolgico y el inmaterial mucho ms complejo- de races anmicas: la aceptacin y el afecto. En la filiacin ambos han de estar presentes; no es completa si el segundo falla. Esta idea asoma todava en el moderno reconocimiento por el padre de los hijos ilegtimos, aunque aqu ya casi totalmente ocultada por la paternidad simplemente natural o biolgica. De manera anloga, la naturaleza, el hecho de ser natural de un lugar, no se fiaba al mero hecho fsico del nacimiento; era mucho ms importante tener en l un arraigo, una situacin en la sociedad local, que los antepasados inmediatos el linaje, en suma formasen parte de la poblacin conocida de ese lugar. Como ejemplo, traeremos aqu lo que de s mismo escribe el Ldo. Mosquera de Barnuevo en la portada de su obra La Numantina, publicada en 1612: natural de Soria; nacido en Granada. Basta ver las pruebas de la filiacin en cualquier texto desde el siglo XV al XVIII para asegurar la exactitud de estas ideas. Los testigos declaran que tienen a fulano por hijo de sus padres porque le han visto vivir en la casa de stos, llamndoles l padres y ellos a l hijo, comer juntos en la misma mesa, etc. Slo rara vez, a falta de algo mejor, se alude a un parecido fsico. Hay una clarsima prevalencia de la apreciacin del afecto, del reconocimiento de la paternidad, como comportamiento humano, bien diferente de las modernas pruebas ADN que slo atienden a la parte biolgica. El demrito que supone ser ilegtimo en cuanto a nobleza, en sus diversas modalidades, es tema poco explorado: los hijos naturales heredaban la condicin hidalga, no as los adulterinos. Don Alonso de Castillo Solrzano en su novela La nia de los embustes, Teresa de Manzanares (Barcelona, 1632) relata cmo un hidalgo honrado y rico no tuvo inconveniente en casarse con la protagonista cuando sta le hubo dicho mintiendo que era hija natural de cierto caballero de Burgos. Hubo en la realidad muy grandes diferencias en la consideracin social de los hijos ilegtimos de las diferentes clases y sus descendientes. Don Juan Jos de Austria fue bautizado en 1629 como hijo de la tierra, o sea de padres desconocidos. El Rey cuid de su educacin, result despierto y gentil, ducho en las letras y en las armas, Decidi darle el renombre de Austria y el priorato de San Juan. Pretendi luego Don Juan Jos obtener el ttulo de infante. Por el contrario, los Austrias descendientes por varn de Felipe III mediante dos ilegitimidades (probablemente sacrlegas) no fueron bien acogidos, en cuanto a matrimonios, por la sociedad cordobesa y se situaron en bajo nivel social. Se advierte que prevalecan las situaciones de hecho apellido, acogida y proteccin del linaje, nivel econmico frente a reglas establecidas por las costumbres o por las leyes. Nos da la clave de esta situacin el Libro de los Fueros de Castilla, redactado a mediados del siglo XIII. El pasaje que dedica al asunto de si los hijos naturales heredan la hidalgua preten-

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de reducir a norma legal y centrar en una frmula la acogida por as decir del padre a los hijos habidos en barragana, reconocindolos como hijos y con derecho a la composicin de quinientos sueldos. En otras palabras: los admite en el linaje, hacindoles partcipes del comn patrimonio, en el que se cuenta, naturalmente, la calidad de hidalgos. Esta es pues la clave de la cuestin. Aquella frmula medieval queda sustituida en el Renacimiento por reglas ms precisas, expuestas en la Recopilacin. Hoy no se reconoce sino lo biolgico, prescindiendo de lo voluntario: un retroceso humano. En consecuencia, todos los hijos tienen los mismos derechos, de cualquier clase que sean qu ocurre en el caso de generacin autntica en cuanto a lo gentico pero artificiosa e incluso fraudulenta en cuanto a lo voluntario? La participacin en un patrimonio comn de honra y aprecio, de poder y de intereses en la sociedad, tiene de hecho lmites no coincidentes con el simple parentesco. Cuando los exceden, aparece lo que hemos llamado linaje amplio o bando. Pero normalmente su alcance es mucho menor. Un soneto del Abad de Jazente explica con gracejo en el siglo XVIII cmo la genealoga sola nada cuenta: Qualquer homem como eu tem quatro avs, esses quatro por fora dezasseis, sessenta e quatro a estes contareis em s trs geraes que expomos ns. Se o clculo precede, espertai vos: que pela proa vm cinquenta e seis sobre duzentos mais que lhe dareis, qual chapu de cardeal que espalha os ns! Se um homem s da tanto cabedal dos ascendentes seus, que faro mil? uma provncia? todo o Portugal? Por esta conta, amigo, ou nobre ou vil, sempre s parente do Marqus de Tal e tambm do porteiro Afonso Gil. Se puede ser, desde luego, pariente del marqus de Tal y, a la vez, del portero Afonso Gil, pero no se forma parte del linaje del primero ni el segundo puede alegar con justicia que pertenece al linaje de la persona en cuestin. El linaje no consiste slo en el vnculo carnal: el presunto criminal detenido en Pamplona en el ao 2000 Iaki Beaumont es probabilsimo que proceda de la misma varona que el Rey de Espaa; ambos descienden de San Luis por lnea de varn. En grupos de escasa extensin lugares cortos, capas rectoras que slo se unen entre s se llega pronto a lo que se ha llamado parentesco universal. En el siglo XVII, casi la mitad de los habitantes de

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ciertos valles de la Montaa llevaban el mismo apellido: en uno Coso, en otro Mier, en otro Escandn tenan conciencia de formar un solo linaje? Pudieran agregarse otros muchos ejemplos, como los apellidos de ilustre origen Betancor y sus variantes en Canarias, el de Beamonte variante de Beaumont en las tierras detrs del Moncayo, etc. El parentesco universal se dio en un grado notable en las tierras americanas, donde todas las familias distinguidas de origen espaol procedan por alguna va de un corto nmero de primitivos pobladores y en el paso del siglo XIII al XIV la alega el Conde de Barcelos para rechazar las luchas entre los grandes seores portugueses. Los lmites del linaje vienen marcados mucho ms por la voluntad de integracin que por el grado de parentesco, aunque obviamente la relacin lejana debilita los lazos. Hoy incluso parientes muy cercanos se sienten ajenos al linaje y a la comunin que supone. Como prolongacin del grupo de convivencia familiar eran considerados los criados. El vnculo de unin con los seores de la casa no era entonces el simplemente mercenario, como fue luego. No servan con el nico fin de ganar dinero; con su aproximacin al superior se sentan honrados, porque esa aproximacin les inclua en la casa y, en cierto modo, en el linaje, segn la interpretacin como grupo de poder. El trmino casa comprenda a los servidores; todava posee este sentido en la expresin casa del Rey. El criado tena all cubiertas sus necesidades pero, sobre todo, reciba proteccin en todas las circunstancias de su vida: un eco atenuado y lejano de los vnculos feudales. En las grandes casas, el nmero de criados era grandsimo y aun en muchas menores era crecido; esa legin de servidores incrementaba el prestigio del seor, pues realmente reforzaban su poder. La casa del Duque de Medinasidonia, a principios del XVI, se compona de unas 200 personas de servicio y de unos 250 esclavos. En 1623 se limita a 18 el nmero de criados de toda categora que era lcito tener. La aproximacin de los criados al linaje es un hecho conocido ya en Roma: la voz familia procede de famulus. Y la contribucin de los criados al podero del linaje hace enlazar este concepto con el de grupo de poder y adoptar la misma palabra linaje para nombrarlo, como se vio. En los siglos XVII-XVIII, unas trescientas personas acompaaban en sus viajes a una infanta. Un gran seor deba admitir y mantener a todo el que viniera a ponerse a su servicio, pues la largueza, la generosidad, era una virtud necesaria en el modelo asignado a su categora, que deba seguir so pena de perderla. En el viaje de Adriano VI desde Vitoria a Tortosa, al ser elegido Papa, se uni a la comitiva una nube de buscavidas; como no hubiera estado bien visto despedirlos, acord salir de improviso de los lugares para dejarlos atrs. Hasta entrado el siglo XVIII, se mantuvo en las familias importantes la costumbre tan generalizada en los siglos anteriores de tener como servidores a deudos. El amo de la casa era casi siempre seor o siquiera caballe-

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ro; los parientes que le servan simples hidalgos o dueas pobres. El parentesco se consideraba prximo hasta el tercer grado. Exista pues una gradacin social dentro del mismo linaje. Esta convivencia de los parientes, a veces muy lejanos, al servicio de un seor es lo que recoge el Duque de Rivas en sus conocidos versos: Hola! Hidalgos y escuderos de mi sangre y mi blasn: mirad, como bien nacidos, de mi casa y honra en pro (Un castellano leal) Y antes, en testimonio mucho ms valioso, las coplas de Jorge Manrique, que equiparan a esos parientes lejanos y de escaso relieve social con los servidores de la casa: qu qu qu qu amigo de sus amigos! seor para criados e parientes! enemigo de enemigos! maestro de esforzados e valientes!

Factor bsico de la fuerza del linaje, de su poder en la sociedad, es su cohesin interna, que todos sus miembros procuren conservar y acrecentar el patrimonio comn asumiendo cada uno el puesto y la funcin que le corresponde. Esta cohesin puede existir, evidentemente, en grados muy diferentes. El desembarco en la nutrida poltica del siglo XIX dio ocasin a muchos personajes para actuar como protectores de clanes de parientes, amigos y paniaguados. Fue quiz la ltima manifestacin de la realidad de la idea de linaje, aunque muy amortiguada y ya mutilada de proyeccin al pasado y al futuro; de lo nobiliario queda slo todava la resonancia del apellido. Esta supervivencia de la idea de linaje qued perdida luego y sustituida por la de simple parentesco (transversal, por afinidad, hasta por lazos no confesados). Base y fundamento ideolgico importantsimo de la cohesin del linaje es su memoria histrica, que recuerda a los descendientes el origen real o fantstico y las glorias verdaderas o legendarias que constituyen su patrimonio, en el que se apoya, como vimos, la propia existencia del linaje. Los signos tangibles de la realidad y del poder del linaje procuran el respeto de los extraos, el aprecio y cohesin de sus miembros y que el linaje no se pierda en el olvido. Las frmulas prcticas son variadsimas. Hacia el exterior, la casa suntuosa, el escudo de armas en la fachada, las capillas de patronato, los sepulcros de los antepasados, Pedro de Medina, en la primera mitad del siglo XVI, escribe en su Libro de la Verdad (dilogo XXXV):

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all [en la sepultura familiar] tengo blasn de mis armas y de mis antepasados, para que de ellos y de m haya perpetua memoria. Tngome en esto por bienaventurado. Objeto de especial significado es el gran repostero con grandes armeras centrando una composicin muy adornada y rica, costumbre espaola o mejor castellana; no falta en ninguno de los ajuares de gentes pudientes en el XVI. En la pequea nobleza, desde este siglo se materializ muy frecuentemente en la ejecutoria de hidalgua. Era, sobre todo, un documento jurdico probatorio de la calidad del linaje, pero cumpla al mismo tiempo el indicado papel de concrecin material de la memoria histrica, de aqu la rica presentacin, las miniaturas con escudos y retratos, etc. Frmula menos apreciada fueron las certificaciones expedidas por los reyes de armas; en ellas se echa de ver con mayor claridad su papel de memoria histrica, ya que su valor jurdico es nulo o escaso y amplifican y exageran, en cambio, las historias del linaje, generalmente carentes de veracidad y cargadas de elementos desatinados. Notemos que la ejecutoria y, si no se puede alcanzar sta, la certificacin de genealoga, nobleza y armas, de alguna manera marcan la etapa de nacimiento de un linaje. Al mismo fin de fijar la memoria histrica en una pieza duradera se dirigen las probanzas ad perpetuam rei memoriam, en las que declaran los testigos ante la autoridad local quines fueron los antepasados del solicitante. Don Garca Ozores, IV Conde de Amarante, en su memorial al Rey del ao 1708, atribuye a Leonardo Aretino la frase siguiente: Necesario es al hombre que se precie de caballero saber su genealoga, los actos y obras de ella, porque no hay cosa que obligue ms al sucesor a vivir y a obrar bien que la buena fama de los pasados, y sera accin torpe y vergonzosa aceptar el patrimonio y renunciar las virtudes. Una frmula ms perfecta de recoger la memoria histrica son los archivos familiares. En muchos linajes, incluso de la baja nobleza, se observa que ste fue el fin principal de su formacin, puesto que no se guardaron slo los papeles de trascendencia econmica. Eran entonces archivos vivos, en tiempos de difcil acceso a la documentacin, cuando era necesario muchas veces poseer los documentos que acreditan la calidad para poder probar los derechos que se poseen. Naturalmente, la formacin y conservacin de un archivo requiere ciertas circunstancias, como buen nivel cultural y fijeza de residencia. Hoy vemos cmo muchas casas de la nobleza no tienen el menor aprecio de sus archivos, ya histricos, despus de haber sido vivos; los venden y. en el mejor de los casos, los ceden al estado. Idntico itinerario que los archivos municipales: cuando eran vivos, guardados en un arca de tres llaves, tras una reja de hierro, difcilmente accesibles en el hueco de un muro; hoy, arrumbados en un desvn a merced de las ratas y la humedad, cuando no vendidos para pasta de papel. En ocasiones se percibe la creacin artificiosa del caudal ideolgico de un linaje nuevo, proporcionndole una imagen sugeridora de procedencias que

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hacen olvidar alguna mcula del verdadero origen. Es lo que hizo el Cardenal Don Pedro Gonzlez de Mendoza cuando llam a su hijo natural Don Rodrigo Daz de Bivar y obtuvo para l el ttulo de Conde del Cid. Aprovech la leyenda de proceder los Mendoza del hroe castellano para crear la imagen de un linaje nuevo, evitando que Don Rodrigo apareciese como un Mendoza ilegtimo. Sin embargo, el brillo deslumbrante de la casa del Infantado atrajo luego a los descendientes, que prefirieron retornar al patrimonio comn del linaje. Lo consigui, en cambio, un siglo antes, en circunstancias anlogas, otro excepcional personaje, consejero y amigo del rey Carlos III de Navarra, el Obispo de Pamplona Don Sancho Snchez de Oteiza. Procur a su hijo el palacio cabo de armera de Eza, del que tom apellido y armas: una imagen nueva que borra las huellas del Obispo en su descendencia que, sin embargo, prosper y brill gracias a l. Tras los cambios del siglo XIV, avanza poco a poco la idea que cifra en las armas familiares la historia del linaje. La definitiva fijacin y codificacin de los escudos de armas les daba un marcado carcter de recuerdo del pasado, de manifestacin plstica de la tradicin, de rememoracin de los ascendientes y de sus hechos, constitutivos del patrimonio espiritual del linaje. Al mismo tiempo, la vinculacin de esas composiciones con el titular se hace mucho ms estrecha, por la adicin de ornamentos exteriores puramente personales, y aquellas tradiciones y recuerdos resultan transferidos al propio contenido grfico de las armas, en virtud de la tendencia a incorporar en un significante todas las cualidades del significado, aun las que le son ajenas. En las figuras y colores de las armeras se pretendi ver representada la historia del linaje, los supuestos o reales hechos hazaosos de los antepasados, las supuestas recompensas de los reyes... Las armeras llegan a ser consideradas recuerdo del pasado y estmulo en el presente. A principios del siglo XVIII, el P. Maestro Francisco de Alessn, S.J., Cronista de Navarra, escribe: al fin principal de los blasones, que viene a ser el animar a los descendientes a la imitacin de sus mayores. Tal modo de pensar se pone en prctica, desde luego, entonces: los Alcaides de los Donceles aaden a sus armas del linaje de Crdoba la figura de Boabdil encadenado, tras vencerlo en la batalla de Lucena en 1483, y los Reyes Catlicos, nueve aos ms tarde, acrecientan las suyas para recuerdo del fin de la Reconquista. Las armas creadas durante los siglos XII y XIII no tenan, naturalmente, un origen de esta clase, pero se les supone porque se ignoraba el verdadero y se inventan entonces leyendas que las explican, todas coincidentes en interpretarlas como deliberado recuerdo destinado a las generaciones futuras de un hecho heroico o portentoso. Los ejemplos de las cadenas de Navarra y de los dedos sangrientos de Aragn son bien conocidos. Los mismos criterios presiden las creaciones, en esta poca, de tantas armeras de las regiones norteas, especialmente Cantabria; en

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sus figuras y en sus lemas todas aluden, indefectiblemente, a un hecho, pasado a la par que glorioso, del cual pretenden ser recuerdo. En general, no se ha comprendido debidamente el exacto sentido que estas leyendas tuvieron en su tiempo, en el contexto de la mentalidad de la poca. Su autntico sentido se acerca a lo simblico: estos mitos no pretenden hacer historia, sino rasgo recordable que manifiesta la excelsitud del linaje. Importaban las ideas de fondo, no los detalles, las circunstancias: la forma era anecdtica. Cumplen un papel parecido a los dilogos, arengas y cartas que se incluan en cierta manera de presentar la Historia; las palabras originales no fueron aqullas, no pretende el autor que lo creamos, pero s afirma que se era el espritu de las que dijeron o escribieron. Un lector con mentalidad diferente las tachar hoy de falsedades. Creo que es desde este punto de vista como debemos juzgar las leyendas genealgicas y herldicas: sus autores pretendan en ellas un valor apologtico, no directamente histrico. Es pues alancear molinos de viento rebatirlas con argumentaciones histricas. Cuando el cronista Beuter inventa en el siglo XVII la leyenda de los dedos tintados en la sangre del conde de Barcelona, no est descubriendo un indito hecho histrico, sino proporcionando a la cultura popular un cuadro de gran colorido que inculca la imagen de las armas reales y su aprecio y respeto exagerando los caracteres de antigedad y bravura. De modo parecido, quiz ms evidente, obraron aquellos autores que contaron cmo las lises de Francia fueron tradas por un ngel a Clodoveo o los que dijeron que las quinas portuguesas representaban las cinco llagas de Cristo. Y la eficacia de tales invenciones est probada por su persistente arraigo en la cultura popular. Su verdad no est en los detalles del hecho que relatan, sino en su mensaje. Ya a partir de fines del siglo XV, el apellido es la marca ms perceptible de pertenencia a un linaje, sobre todo en los niveles menos elevados. La imposicin de apellido en los mayorazgos corresponde por eso al deseo de perpetuacin del linaje. Se us a veces la imposicin del nombre completo en Valencia, en Galicia, ; se buscaba no slo la continuidad de la idea de linaje, sino ms: la continuidad de la misma personalidad, importante para la continuidad en la aceptacin social de los derechos inherentes. A travs del apellido, el linaje era conocido en su historia y en sus componentes actuales. Al morir el Arzobispo Valds, fundador de la Universidad de Oviedo, se hallaron unos mil parientes, beneficiarios de su legado, hasta el tercer o cuarto grado. Muy pocos podran hoy dar una lista de sus parientes de amplitud comparable, cuando ya los primos hermanos apenas se conocen entre s e incluso los hermanos muchas veces viven alejados. El comportamiento noble es producto de siglos: no se improvisa. La antigedad del linaje es prueba de estabilidad, firmeza y solidez; por eso se estiman ms los linajes antiguos. La antigedad es un timbre del linaje no-

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ble: Cuanto dende en adelante ms de luee vienen de buen linaje, tanto ms crecen en su honra y en su fidalgua, dicen las Partidas. En la conservadora Inglaterra, la gran mayora de las gentes preferira ser el vigsimo Mister Tal que reside en el mismo solar de sus mayores que el hijo o nieto de un poltico ennoblecido por un ttulo. Muchas familias no tituladas de la landed gentry conservan la conciencia de ser superiores a otras tituladas. Quiz hoy resulte difcil comprender el enorme prestigio que tena lo tradicional, lo antiguo, no meramente por serlo, sino porque su continuidad era garanta de calidad. Desde la Ilustracin, al prestigio de lo antiguo y tradicional se opone el de la modernidad y del progreso; las novedades han dejado de ser sinnimo de malas noticias y prestigian las modas en el vestir. La antigedad del origen del linaje fue apreciada desde los tiempos ms remotos. En la Espaa rabe de los reinos de taifas exista una aristocracia o clase distinguida, bien diferenciada del vulgo, en cuyas familias se haban hecho hereditarios algunos altos cargos. Un panorama, como se ve, sumamente parecido a la Europa cristiana, con una distincin social que puede equipararse a la determinada por la calidad de noble; haba, incluso, diferente trato de la ley para unos y otros. Almanzor se preciaba ya de descender de los conquistadores asentados en Guadacorte. La ascensin en la sociedad y la consolidacin del lugar alcanzado por la aceptacin de los dems son hechos profundamente naturales: lo prueba que se den en muy diversas culturas. La nobleza de inmemorial, como se deca, implica que no se conoce o no se recuerda su principio; no porque no lo tuviera, sino porque ste fue paulatino y producto acumulado de varias personas y de varias generaciones del linaje. Los dos factores esenciales sobre los que descansa la existencia de la nobleza como grupo social son la actitud de quienes la forman, manifestando pertenecer al grupo, y la aceptacin de tal posicin por los otros. Este juego dialctico da lugar a un importante aspecto: la reconstruccin continua del linaje, la atencin continuada hacia sus valores, que explica los comportamientos de la nobleza, el exquisito cuidado de las apariencias, en el buen sentido de la palabra, que excluye el engao. Como acertadamente dice una excelente historiadora actual de estas materias, Christiane Klapisch-Zuber, el linaje es el vnculo carnal y la tradicin, pero tambin la voluntad de continuarla. Por esto tambin adquieren tan gran valor los signos externos del linaje, porque ayudan a mantener y prolongar esa memoria social ante propios y extraos. Muy lejos de toda idea de nobleza o de linaje en el sentido que aqu damos a este trmino Unamuno percibe perfectamente la diferencia entre la simple derivacin biolgica y la herencia, como llama l al sentimiento de continuidad familiar. El linaje viene a saciar as el innato deseo de perpetuacin: cada uno de sus individuos morir ciertamente, pero el linaje perdurar hasta el fin de

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los tiempos. Evidentemente, nada humano es perdurable: tambin los linajes mueren, mientras que otros nacen. Es la continua renovacin nobiliaria, que tiene, naturalmente, pocas de aceleracin y de estancamiento. El deseo de perpetuar la existencia del hombre a travs de su descendencia, de su linaje, tiene orgenes antiqusimos, orientales; aparece ya en los textos bblicos: tu linaje ser perpetuo, ad perpetuitatem stabiliam semen tuum. Tal aspiracin queda desvanecida en Occidente desde el siglo XVIII con la prdida de los valores del espritu y consiguiente empobrecimiento de la persona, reducida a s misma y slo a lo material y sensible. La idea de la reconstruccin continua del linaje aparece clarsimamente expuesta en la Partidas: Fidalgua es nobleza que viene a los omes por linaje. E por ende deven mucho guardar, los que han derecho en ella, que non la daen nin la mengen. Ca pues que el linaje faze que la ayan los omes ass como herencia, non mucho agua querer el fidalgo que l aya de ser de tan mala ventura que lo que en los otros se comen e heredaron menge o se acabe en l. ste y otros textos de las Partidas reflejan una clara idea del patrimonio de honra del linaje, que constituye uno de sus esenciales elementos. Ha de existir voluntad de mantenerlo, procurando acrecentarlo y no amenguarlo en cada generacin. Tras el perodo de formacin, que es un perodo de lucha, cuando ya se ha logrado la implantacin y la estabilidad, llega la toma de conciencia de la existencia del linaje. Suele ser entonces cuando aparece un notable fenmeno: la invencin del pasado o la introduccin de elementos puramente legendarios en la historia del linaje. Es un tema por dems atractivo, porque descubre mucho las ideas dominantes en la sociedad de la poca, y tambin complejo, con muchos enlaces o relaciones, de las que no comentaremos aqu sino una pequea parte. El punto de partida de las mixtificaciones y falsedades que se tejen alrededor de los orgenes es la curiosa resistencia que se observa a admitir el hecho mismo del nacimiento, de que hay un origen, un principio, antes del cual el linaje no exista. Juega aqu la doble acepcin de la palabra linaje: la mera ascendencia, la filiacin continuada, es evidente que se podra remontar tericamente hasta los orgenes de la humanidad. Pero no el linaje entendido como la continuidad de un patrimonio de valores: esos remotsimos antepasados no formaron parte del linaje en este ltimo sentido, no aportaron y posiblemente no poseyeron ningn componente de ese patrimonio. Adems, pueden ser conocidos slo hasta un lmite, porque el rastro documental de una persona, la huella dejada en la memoria histrica, es proporcional a su relieve social. Ante la falta de testimonios cabe, claro es, inventarlos. Los que no recurren a la invencin suelen refugiarse en las tinieblas: sumergen los orgenes ignotos en la noche de los tiempos, en las nieblas del pasado. Es bien curiosa, como actitud humana, la resistencia a admitir que cier-

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tos usos e instituciones tuvieron un principio, que no existieron desde siempre. Hubo autores que atribuan la utilizacin de escudos de armas a personajes de la alta edad media e incluso de la antigedad bblica. Esta inconsciente extrapolacin al pasado de la situacin actual revela una concepcin del mundo estable, tranquilizadora: las cosas son como tienen que ser, como siempre han sido y siempre sern. La actual ansia de cambio, de evolucin rpida, no es sino muestra de insatisfaccin con el presente. Como dice el refrn, no hay rey que no venga de pastor, pero no se aceptan unos orgenes oscuros, que se ha subido desde una posicin inferior; al contrario, se pretende que se ha venido desde una posicin an ms encumbrada. De aqu las genealogas mticas, las leyendas sobre orgenes portentosos, sobre heroicos hechos de algn antepasado. Caso notable por lo moderno y consecuentemente bien conocido es el de la familia Azara: de unos modestos infanzones aragoneses saltan a personajes de fama europea. En pleno siglo XIX, los panegiristas les construyen una ascendencia fantstica, suponindolos derivados del linaje de los Azagra, seores soberanos de Albarracn en los siglos XII y XIII. El desarrollo propagandstico hacia los aos 18481856 es quiz un caso nico, en las varias y nutridas obras encomendadas a D. Basilio Sebastin Castellanos de Losada. Fue quiz el ltimo: ya a finales del siglo, el poderoso clan familiar de los Pidales se preocupa de obtener prestigio y prebendas entre ellas, tres collares del Toisn de Oro, pero no de proclamar ascendencias, si bien tienen buen cuidado en encuadernar y preservar los padrones del concejo de Villaviciosa en Asturias. Los que ascendieron en la sociedad burguesa de la revolucin industrial copiaron enseguida los modelos tradicionales de la nobleza. Aparte de los ttulos nobiliarios, ya sin asomo de poderes jurisdiccionales, no faltaron quienes construyeron suntuosos palacios y capillas funerarias, imagen del linaje que fundaban, como hizo el primer Marqus de Comillas. Naturalmente, esta manera de hacer no es nica, sino algo muy humano: como en el caso del principio de los linajes, a muchas imgenes se les procura un origen milagroso; no pueden ser simplemente labradas por un artista. Y a las ciudades, mticos fundadores ilustres Los aduladores de los poderosos aprovecharon abundantemente este registro: el Ldo. Don Juan Matute de Peafiel y Contreras, en su obra Prosapia de Cristo y origen de los linajes del mundo (Baza, 1614) expone la genealoga desde Adn a Felipe III y dice que los Duques de Lerma provienen del rey Eneas. La desmesura en esto no conoce lmites: en una moderna gua oficial del Ministerio de Justicia puede leerse que el escudo de armas del solar de Tejada fue concedido en el ao 881. Para terminar, despus del recorrido por tiempos pasados, dirigiremos una mirada muy rpida a la actualidad. Qu manifestaciones perceptibles quedan hoy de la idea de linaje? Desde luego no los emblemas herldicos, los

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escudos de armas, confinados en su tratamiento adecuado a un reducido crculo de estudiosos. Lo nico perceptible es el apellido. Pero el apellido ha cumplido su ciclo en la Historia. Para muchsimos ha perdido todo valor de referencia al pasado, un pasado que se ignora y que, adems, no interesa de veras, porque no se comprende como causa del presente. El apellido se suprime ya habitualmente en las presentaciones, en los nombres de los hijos polticos e incluso del cnyuge en las esquelas, Para estas personas, es simple formalidad administrativa, exigencia que figura en el DNI, pero manifestarlo en la vida social corriente sera tan absurdo como aadir el NIF de cada uno en las ocasiones antes sealadas. Slo en reducidos mbitos algunos apellidos conservan las significaciones tradicionales, bien que mermadsimas. Conforme a las orientaciones de la sociedad actual, que sumen al individuo en la uniforme masa, el nombre de pila, signo individual, prima sobre el apellido, signo de grupo. Cmo va a subsistir la idea de linaje si hasta hay quien pretende borrar las palabras padre y madre! Para la inmensa mayora, ha muerto la idea de linaje. Un componente ms de nuestra tradicional cultura occidental que desaparece, un componente ms de esta nuestra Europa que se disuelve. Porque Europa no es slo un espacio geogrfico, ni una red de intercambios comerciales; Europa es, ante todo, una tradicin y una cultura.

2. URRACA. UN NOMBRE EGREGIO EN LA ONOMSTICA ALTOMEDIEVALJAIME DE SALAZAR Y ACHA

Ya en otras ocasiones hemos afirmado que el anlisis de la onomstica es uno de los ms tiles indicios auxiliares para la investigacin genealgica durante la alta Edad Media1. Ciertamente no se trata de una teora original sino de un hecho aceptado por la mayor parte de los investigadores altomedievales europeos. En efecto, todos los modernos investigadores genealgicos de la alta Edad Media, reconocen la importancia decisiva del estudio de la onomstica, definindola en expresin de Szabolcs de VAJAY como uno de los mayores indicios auxiliares de la genealoga2, junto a la cronologa comparativa y al anlisis del comportamiento matrimonial de la poca3. La importancia de su estudio radica, por tanto, en que cada nombre de pila tiene su propia historia. Tiene un nacimiento aunque la mayora de las veces resulte para nosotros desconocido; tiene una transmisin que se lleva a cabo, salvo raras excepciones4, a travs de los vnculos de sangre; tiene unaVase mi trabajo La utilidad de la Genealoga para el conocimiento de la evolucin de los usos onomsticos, Actas de las Jornadas de Onomstica de la Sociedad de Estudios Histricos de Navarra, Pamplona 21.11.2003, Pamplona 2005, pp. 177-197. 2 Vase VAJAY, Szabols de: Comtesses dorigine occitane dans la Marche dEspagne aux 10 et 11 siecles. Hidalgua 1980, p. 587. 3 Estas reglas onomsticas han sido sistematizadas por el cannigo Maurice CHAUME en sus Recherches dhistoire chretienne et medievale, Dijon 1947, cap. XIV: Pour les recherches gnalogiques dans le haut moyen age. Les indices; pp. 217-227. Conclusiones parecidas se pueden ver en KLEWITZ, Hans Walter: Namengebung und Sippenbewusstsein in den deutschen Knigsfamilien des 10-12. Jahrhunderts. Grundfragen historischer genealogie, Archiv fr Urkundenforschung, tomo XVIII, Berlin 1944, pp. 23-37. Estudio ms reciente y sistemtico es el de WERNER, Karl Fernand: Liens de parent et noms de personne. Un problme historique et mthodologique, famille et parent dans lOccident mdival en Collection de lEcole Franaise de Rome, tomo 30, Roma 1977, pp. 13-18, 25-34, y 442-444. 4 La Reina Petronila de Aragn, por ejemplo, se llam as por haber nacido el da de San Pedro, como sabemos por la Crnica de San Juan de la Pea (edic. Carmen Orcastegui Gros, Zaragoza 1985, p. 57). Otro llamativo ejemplo nos lo narra la Crnica del Rey Don Jaime, en1

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popularizacin y, posiblemente, en algunos casos, una desaparicin por su falta de uso. Como ejemplo paradigmtico de estas afirmaciones, vamos a estudiar en estas pginas el caso de un nombre egregio durante nuestra alta Edad Media, el de Urraca, utilizado por numerosas reinas espaolas y por muchas otras damas de la alta nobleza peninsular. La rareza del propio nombre nos permite efectuar su estudio ya que, pese a la reiteracin de su uso entre las clases dirigentes, no adquiri una parecida divulgacin entre las populares ni lleg, desde luego, a expandirse entre las otras familias reales de Europa. Recordemos, como posible causa de esta falta de expansin, aquella curiosa ancdota cronstica5, que nos narra cmo, cuando los Embajadores de Francia vinieron a la corte de Alfonso VIII de Castilla a buscar a una de sus hijas para contraer matrimonio con su rey, Luis VIII, quedaron estupefactos ante el nombre de la Infanta, Urraca, y la rechazaron, prefiriendo a su hermana menor, Blanca, con nombre ms acorde con la prosodia francesa. Ella sera la madre de San Luis. Pues bien, sea este hecho cierto o legendario, lo que nos pone en evidencia esta ancdota es que, ya en la segunda mitad del siglo XIII, este nombre, que haba sido utilizado con orgullo por tantas soberanas de tiempos pasados, estaba alcanzando entre sus coetneos un cierto descrdito, que auguraba su pronta desaparicin. ORIGEN DEL NOMBRE Poco sabemos del origen del nombre de Urraca. Se le suele atribuir una etimologa latina como proviniente del latino furax, que viene a querer decir inclinado al hurto, al ser aplicado a este pjaro que tiene la tendencia de llevarse a su nido los objetos brillantes6. Pero no sabemos, ciertamente, si ste es su autntico origen o si le ha sido atribuido con posterioridad, mediante esa prctica tan comn de buscar una etimologa latina a cualquier nombresu captulo I, cuando nos refiere el curioso mtodo que se utiliz para elegir el nombre del que luego sera Jaime I el conquistador. Este monarca, hijo de Pedro II de Aragn, debera de haberse llamado Alfonso, como su abuelo, pero las circunstancias especiales de su nacimiento, con padres mal avenidos y en trmites de anulacin matrimonial, debieron romper por ello las prcticas onomsticas tradicionales. Para bautizarle se encendieron doce velas, cada una de ellas con el nombre de uno de los apstoles. La ltima en apagarse fue la correspondiente a Santiago el mayor, es decir, Sant Jaume en cataln, y por ello se impuso este nombre al recin nacido. Pero el hecho de que sepamos la causa de esta eleccin de nombre nos pone en evidencia lo inusual de sta, puesto que el propio cronista se crey obligado a darnos una explicacin. 5 Vase la Crnica General, edic. Florin de Ocampo, fol. 300. 6 Cf. TIBN, Gutierre, Diccionario etimolgico comparado de nombres propios, Mxico 1956, p. 530.

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de origen desconocido7. Dejo por tanto a los fillogos el estudio de sus orgenes, para lo que me faltan los conocimientos adecuados y adems, en definitiva, porque su posible etimologa es poco relevante para el propsito de nuestra exposicin. Lo cierto es que, si observamos con atencin la documentacin altomedieval, podremos comprobar de forma palmaria que el nombre de Urraca tiene su origen geogrfico en el rea onomstica vasconavarra, es decir, el primitivo Reino de Pamplona y la zona aragonesa del Pirineo. Su mbito originario es el mismo, por tanto, que el de muchos otros nombres peculiares, en ningn caso de origen germnico, cuya etimologa no se ha estudiado bien, pero cuya raz eusqurica o latina eusquerizada, queda fuera de toda duda. As Sancho, Galindo, Garca, igo, Fortn, Velasco, Lope, Aznar, Jimeno, Diego, usados por los varones, o Urraca, Oneca, Menca, Velasquita, Sancha, Jimena o Toda, por las mujeres. Como prueba de lo que afirmamos basta consultar la ms antigua documentacin altomedieval asturleonesa para comprobar la ausencia del nombre de Urraca en el mbito de este Reino con anterioridad al siglo X8. Creo que este hecho da un decisivo espaldarazo documental a nuestra hiptesis sobre el origen eusqurico de este nombre. 1. La primera Urraca documentada

El primer personaje de este nombre, documentado en el mbito dinstico medieval, es la reina Urraca, segunda mujer de Fruela II de Asturias. La encontramos el 8 de enero de 9179 como Urraca regina, y va a acompaar a su regio marido hasta la muerte de ste, en el ao 925. Su origen familiar lo hemos llegado a conocer recientemente gracias a los textos musulmanes10 y por ellos sabemos que era hija del prncipe Banu Qas, Abdallah ibn Muhammad, wal de Tudela, muerto en 915, hijo a su vez de Muhammad ibn Lubb. Esta pertenencia a la familia mulad del valle del Ebro confirma adems la hiptesis antes expuesta, ya que en este linaje de origen hispano-roLa podemos ver en la cristianizacin bajomediaval de tantos nombres de probable origen vasco, como Eneco/igo, identificado con Ignacio; Jimeno, con Simn; Diego, con Santiago, etc. etc. 8 Vase por ejemplo el ndice antroponmico de la obra de FLORIANO, Antonio C., Diplomtica espaola del perodo astur (718-910), Oviedo 1951, II, pp. 417 y ss., que no registra ningn personaje as bautizado. 9 LVAREZ, F., Monasterios de Pardomino, Archivos Leoneses IV (1950), pp. 117-119. 10 Lo sabemos por IBN HAZAM e IBN JALDN (Ajbar Maymua, Coleccin de obras arbigas de la Real Academia de la Historia I, Madrid 1867, pp. 141-142; y DOZY, Reinhard, Recherches sur lhistoire et la literature de lEspagne pendant le moyen Age, Pars 1881, I, XXVII).7

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mano11 abundaron los nombres del carcter antes citado: Fortn, Lope, igo, Garca, etc. La aparicin de esta Reina Urraca en el occidente peninsular no va a suponer sin embargo la implantacin de su nombre, ya que no va a producir descendencia, aunque sabemos que tuvo al menos dos hijos, Ordoo y Ramiro, cegados en el 932 y encerrados en el monasterio de Ruiforco. Sabemos de su existencia y filiacin por un documento de Otero de las Dueas de 97612, adems de la noticia de Ibn Hazam13. Sin embargo, el exotismo de su nombre en el reino asturleons es precisamente lo que nos permite suponer que esta Reina estuviera relacionada con otras dos Urracas que aparecen pocos aos despus en el mismo mbito geogrfico. La primera es otra reina Urraca, mujer de Ramiro, el hermano menor del citado Fruela II, que aparece en un documento de 23 de septiembre de 92614 y que confirma dos escrituras de Arlanza de 28 de enero y 1 de febrero de 92915. Estoy convencido, sin que pueda aportar prueba alguna, de que ambas Urracas son el mismo personaje. Pienso, por tanto, que la Banu Qas Urraca, viuda de Fruela II en 925, habra casado el ao siguiente con el hermano menor de su marido, prctica que corresponde con las costumbres de la poca y que nos sugiere la rareza de su nombre. La segunda Urraca, que aparece citada en un documento de 19 de febrero de 96916, figura en l casada con un conocido personaje que, por su nombre, parece tambin de estirpe pirenaica, Aznar Purcelliz, mayordomo real de Len (23.6.970, 1.5.974 y 18.1.977)17 y al que encontramos por ltima vez el 23 de abril de 97818. No tendramos ningn dato ms para la posible identificacin de esta Urraca si no fuera porque en ese mismo documento de 969, la Infanta doa Elvira, llama tio nostro a su marido, Aznar Purcelliz. TenienCuriosamente, se ha insistido siempre en definir a los Banu Qasi como godos de origen, cuando es as que en su familia no existe un solo nombre de origen godo. Todos los autores musulmanes le hacen descender del conde visigodo Casio, pero el nombre de este personaje es latino, igual que el de muchos de sus descendientes: Fortunius, Lupus, etc. Hay que deducir por tanto que nos hallamos ante un linaje de evidente raz hispano-romana. 12 RODRGUEZ FERNNDEZ, Justiniano, Ramiro II, Rey de Len, Len 1972, 90, p. 678, en que se le cita: carta de domna Urraca regina et filios suos Ordonio et Ranimiro... 13 GRANJA, Fernando de la, La marca superior en la obra de Al Udr, Estudios de Edad Media de la Corona de Aragn VIII (1967), p. 88, lo transcribe as: Urraka con la que cas el rey Furuwila ibn Idfuns, al que dio dos hijos, Rudmir y Urdunni. 14 GARCA LARRAGUETA, Santos, Coleccin de documentos de la Catedral de Oviedo, 23, p. 98. 15 S ERRANO, Luciano, Cartulario de San Pedro de Arlanza, 5 y 6, pp. 20 y 24. 16 RODRGUEZ FERNNDEZ, Justiniano, El Monasterio de Ardn, Estudio Histrico sobre los centros monsticos medievales de Cillanueva y Rozuela, Len, 1964, 56, p. 267. 17 Vase SALAZAR ACHA, Jaime de, La Casa del Rey de Castilla y Len en la Edad Media, Centro de Estudios Polticos y Constitucionales, Madrid 2000, p. 350. 18 MNGUEZ, Jos Mara, Coleccin Diplomtica del Monasterio de Sahagn, siglos IX y X, I, Len 1976; 293, p. 355.11

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do en cuenta la dificultad de que un personaje de ese nombre y apellido pudiera ser consaguineo de la casa real, imagino que lo habra de ser por su mujer Urraca y que sta sera hija de Fruela II y de su mujer del mismo nombre. La cronologa y la onomstica apoyan desde luego esta identificacin19. Pero, como ya hemos afirmado anteriormente, de estas Urracas no debi de quedar sucesin que propagara en el occidente peninsular su por entonces extrao nombre. 2. Las Urracas navarras

El siglo X va a provocar en el Reino de Len otra oleada de Urracas, pero stas ya de un comprobado origen dinstico navarro. El antecedente ms remoto de este nombre en la dinasta pamplonesa se remonta a una Urraca, mujer de Garca iguez, rey de Pamplona ( cc 882). Su existencia es algo controvertida ya que no figura citada en las Genealogas de Roda20, pero s aparece mencionada en un documento de un siglo ms tarde21. Igualmente es citada por el Toledano, que la llama ex regio semine22. Y cul puede ser el origen de esta princesa Urraca?. No tenemos naturalmente ningn dato documental para conocer cul fuera su linaje, pero la onomstica vuelve a acudir en nuestra ayuda, al menos para sealarnos una sugestiva hiptesis. Sabemos que de su matrimonio con el rey Garca iguez tuvo esta Urraca un hijo que subi al trono pamplons con el nombre de Fortn Garcs ( cc 922) y, conociendo la presencia constante de este nombre en la dinasta mulad de los Banu Qasi sera muy atrevido suponer que esta reina Urraca perteneciera tambin a la dinasta del valle del Ebro de donde sali la otra homnima, reina de Asturias, ya citada en el prrafo anterior?. En caso de ser cierta esta suposicin, esta reina pamplonesa podra haber sido hija de19 Curiosamente, existe adems otro indicio cronstico posterior. El Obispo don Pelayo de Oviedo en su versin de la crnica de Sampiro (PREZ DE URBEL, Fray Justo, Sampiro, su Crnica y la Monarqua leonesa en el siglo X. Madrid 1952, p. 318), dice que Fruela II tuvo un hijo ilegtimo, llamado Aznar. Este dato ha sido despreciado por los historiadores, aunque Salazar y Castro, sin el menor fundamento, le hace antepasado del linaje de Silva. Sin embargo, cabe que el Obispo don Pelayo hubiera tenido referencias de este Aznar Purcelliz, convirtiendo en hijo ilegtimo a quien era en realidad yerno. 20 En ellas figura el nombre de la esposa de este rey en blanco (LACARRA, Jos Mara, Textos Navarros del Cdice de Roda, Estudios de Edad Media de la Corona de Aragn 1, Zaragoza 1945, p. 230). 21 Se trata de un documento de San Juan de la Pea (UBIETO ARTETA, Antonio, Cartulario de San Juan de la Pea, Textos Medievales 6, Valencia 1962, I, p. 38) que, al tratar de una antigua donacin, concluye: et postea confirmaverunt eam rex domnus Garcia et regina domna Urraca maiore. 22 DON RODRIGO XIMNEZ DE RADA, Opera, edic. de Textos Medievales, 22, Valencia 1968, p. 112.

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Fortn ibn Musa ( 874), y prima hermana de Muhamad ibn Lubb, el abuelo de la citada reina de asturiana23. Pero, sea cierto este origen o no, el nombre de Urraca va a propagarse a partir de entonces, a travs de una nieta de Fortn Garcs, Toda Aznrez ( 970), hija de su hija la infanta Oneca y del magnate navarro Aznar Snchez de Larraun, la cual vino tambin a ser reina, por su matrimonio con el monarca de la nueva dinasta, Sancho Garcs I ( 925). La personalidad de la reina Toda Aznrez, ya fascinante de por s, posee un inters genealgico extraordinario: nieta de los reyes de Pamplona de la dinasta iga; esposa del soberano de la nueva dinasta Jimena; va a ser adems la madre del futuro rey pamplons, Garca Snchez ( 970) y de tres infantas que van a ser reinas de Len: Oneca, como mujer de Alfonso IV ( 934); Urraca, esposa de Ramiro II ( 951) y Sancha, tal vez la mayor, que casar en primeras nupcias con Ordoo II ( 924) y ser luego condesa de Castilla, como mujer de Fernn Gonzlez. No olvidemos adems que doa Toda era hermana de madre del prncipe Muhammad de Crdoba, padre del califa Abd al-Rahman III, que era por tanto su sobrino carnal. Vamos a recapitular todo lo dicho mediante un sencillo esquema genealgico, sealando con lneas descontinuas las hiptesis no comprobadas:

23 Pueden verse estos parentescos en el trabajo de LA GRANJA, La marca superior, op. cit. cuadro I.

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3.

La Infanta Sancha, Condesa de Castilla

La Infanta Sancha de Navarra, hija mayor del rey Sancho Garcs y de Toda Aznrez, va a tener una agitada vida matrimonial. Casada primeramente en marzo de 923 con Ordoo II de Len, muerto en Zamora en junio de 924, va a contraer segundo matrimonio hacia 929 con el conde lvaro Herrmeliz, de lava, muerto despus del 11 de enero de 93124 y, por fin, despus del 1 de mayo de 93225, pero antes del 5 de agosto de 93526, con Fernn Gonzlez, Conde de Castilla, que era el magnate emergente del momento. Slo le conocemos sucesin de este tercer matrimonio, que va a propagar en Castilla el nombre que estudiamos. A este matrimonio le conocemos una hija tambin llamada Urraca ( 1005), casada igualmente en tres ocasiones. Su dos primeros matrimonios estn relatados por Sampiro27; el primero contrado cc 950 (antes del 19 de febrero de 95128) con Ordoo III, Rey de Len, muerto en Zamora entre 30 de agosto y 13 de noviembre de 95629; el segundo en 958 (divorciados en 961)30 con Ordoo IV el malo, Rey de Len, muerto en Crdoba en 96231. Sampiro nos dice que despus se cas con otro hombre32, sin decirnos quin, pero ha de ser Sancho II Abarca, Rey de Pamplona, cuya mujer a partir de 10 de diciembre de 97033 se llama Urraca Fredenandi34. Adems, ella aparece en Cardea en 963 en la corte de su padre llamndose Urraca regina35. Sobre este tercer matrimonio vase tambin la opinin de Lacarra36. Urraca slo dej descendencia de este ltimo marido.

24 UBIETO ARTETA, Antonio, Cartulario de Albelda, Textos Medievales 1, Zaragoza 1981, 6, p. 17. 25 MARTNEZ DEZ, Gonzalo, Coleccin documental del Monasterio de Cardea, Burgos 1998, 22, p. 48, en esta fecha aparece soltero. 26 MARTNEZ DEZ, Cardea, op. cit. 27, p. 53. 27 P REZ DE URBEL, Sampiro,op. cit. pp. 329, 335 y 337. 28 S EZ, Emilio () y S EZ, Carlos, Coleccin Diplomtica del Monasterio de Celanova (842-1230), I Alcal de Henares 19960, 90, p. 61. 29 S EZ SNCHEZ, Emilio, Notas al episcopologio Minduniense del siglo X, Hispania VI (1946), p. 66. SEZ, Emilio () y SEZ, Carlos, Coleccin Documental del Archivo de la Catedral de Len II (953-985), Len 1990; 298, p. 67. 30 P REZ DE URBEL, Sampiro, op. cit. p. 335. 31 LACARRA, Textos Navarros, op. cit., p. 237. 32 P REZ DE URBEL, Sampiro, op. cit. p. 337: Urraca... alio se sociavit viro. 33 UBIETO ARTETA, Antonio, Cartulario de San Milln de la Cogolla I y II, Textos Medievales 48 y 80, Valencia 1976 y 1989, I, 87, p. 101. 34 MARTN DUQUE, ngel, Documentacin Medieval de Leire, siglos IX a XII, Pamplona 1983, 12, p. 27. 35 MARTNEZ DEZ, Cardea, op. cit , 110, p. 142. 36 LACARRA, Textos Navarros, op. cit., p. 219, nota 29.

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La segunda hija de doa Sancha y de Fernn Gonzlez fue Muniadomna, cuya filiacin est reseada en un documento de Sahagn37, que nos refiere que fue mujer del conde Gmez Daz, del linaje de los benigmez. Para su ubicacin cronolgica slo contamos con las fechas en que aparece su marido (964-986). Estaba ya muerta en 101538, cuando su hijo el conde Munio Gmez, hace una donacin a Santo Toribio de Libana de una propiedad que fue de su madre domna Mamadona; con sucesin. El hijo varn fue el conde Garca Fernndez ( 995), de cuyo matrimonio con Ava de Ribagorza, nacer otra Urraca, Abadesa de Covarrubias desde la donacin de sus padres de este Infantado el 24 de noviembre de 97839. Viva todava el 1 de noviembre de 1032 (Urraca Dei ancilla)40 y el 1 de enero de 1038 (Urraca Deo devota y Christi ancilla)41. La Infanta Sancha de Navarra falleci poco despus del 4 de septiembre de 95942 y su marido, el conde Fernn Gonzlez, contrajo un segundo matrimonio, antes del 5 de mayo de 96443, con otra Urraca, que era hija, con toda probabilidad, de Garca Snchez, Rey de Pamplona, y de su mujer la Reina Teresa. Era sobrina por tanto de la primera mujer. Su filiacin se basa44 en la existencia de una hija de estos monarcas pamploneses llamada Urraca, que desaparece de la corte navarra desde 96145 y vuelve a aparecer en documentos de 971 y 14 de julio de 97246. Prueba definitiva hubiera sido que, cuando confirma como mujer del conde castellano, llevara el apellido Garca, lo que no sucede, o que, en los documentos de 971 y 972, se titulara comitissa, pero slo se llama germana regis. Fernn37 HERRERO DE LA FUENTE, Marta, Coleccin Diplomtica del Monasterio de Sahagn II, 1000-1073, 444, p. 100: Surrexit comes Fredenandus Gundisalviz, Dux Castellae ... post mortem vero eius surrexit filia sua nomine domna Momadomna comitissa, habuit virum nomine comite Gomez Didaz. 38 S NCHEZ BELDA, Luis, Cartulario de Santo Toribio de Libana, Madrid 1948, 81, p. 95. 39 GARRIDO, Jos Manuel, Documentacin de la Catedral de Burgos, 2 vols, Burgos 1983, I, 9, p. 21: Garsea Fredinandez cum coniuge mea Ava ...filiamque nostram Urracam. 40 S ERRANO, Arlanza, op. cit. 28, p. 62. 41 S ERRANO, Arlanza, op. cit. 30, p. 66. 42 MARTNEZ DEZ, Cardea, op. cit., 97, p. 129, aunque LACARRA dice que la fecha tuvo que ser anterior (vase LACARRA, Textos Navarros, op. cit., p. 237, nota 14); doa Sancha, sin embargo, tambin aparece en otra escritura de 29 de junio del mismo ao (Cardea, op. cit. 96, p. 127). 43 UBIETO, San Milln, op. cit. I, 85, p. 99. Urraca aparece tambin en una escritura anterior de 955 (Ibidem, 67, p. 79), pero esta fecha es una suposicin de Ubieto, y hay que considerarla antedatada. Otros citan una escritura de Cardea (MARTNEZ DEZ, Cardea, op. cit. 110, p. 142), de 5 de julio de 963, pero quien aparece en ella es una Urraca regina, es decir, la hija del Fernn Gonzlez con su primera mujer, ya entonces reina de Pamplona. 44 P REZ DE URBEL, fray Justo, El Condado de Castilla, 3 vols. Madrid 1970, II, p. 245. 45 UBIETO, San Milln, op. cit. I, 23, p. 40. 46 UBIETO, San Milln, op. cit. I, 88 y 91, pp. 103 y 106.

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Gonzlez muri poco antes del 1 de marzo de 970 y su viuda, Urraca, contrajo un segundo matrimonio, despus del 14 de julio de 972, con Guillermo Sancho, Duque de Gascua y Conde de Burdeos ( d. 997)47. Urraca no tuvo hijos del primer matrimonio, pero s del segundo, y estaba ya muerta en 100848. 4. La condesa Urraca de Castilla, mujer del Conde Sancho Garca

Sobre la filiacin de esta condesa castellana escrib ya, hace aos49, hacindola hija de Muniadomna de Castilla y del conde Gmez Daz, citados en el prrafo anterior. Hoy veo con enorme satisfaccin que mi hiptesis de entonces ha sido plenamente aceptada por el mximo historiador de esta poca y dinasta, el padre Gonzalo Martnez, cuyos comentarios elogiosos agradezco en el alma y valoro por venir de quien vienen50. Me limito a copiar, por tanto, lo que expres entonces: Sabemos que el conde Sancho Garca, hijo de Garca Fernndez y de Ava de Ribagorza, subi al trono castellano en 995 a la muerte de su padre. Era ya adulto y estaba casado desde aquellas fechas, o poco antes, con Urraca, cuya filiacin se desconoce. Ningn documento ni crnica nos habla de la estirpe de esta condesa Urraca. Creemos, sin embargo, poder sentar una hiptesis razonable de su ascendencia, basndonos en su nombre y en el de sus hijos. La Condesa Urraca perteneca sin duda a uno de los grandes linajes de su tiempo. Su nombre no se haba hecho todava lo popular que sera ms tarde y, por tanto, nos indica que descenda, de algn modo, de la dinasta navarra, donde surge aqul. De los nombres de sus hijos, solamente uno es nuevo en la dinasta castellana y es el de su segunda hija, Tigridia, que, siendo poco usual, nos permite suponerle relacionado con la condesa Tigridia, mujer del conde de Saldaa, Diego Muoz. As sentaramos esta hiptesis genealgica:

JAURGAIN, Jean de, Vasconia, estudio histrico (s. VI-XI), 2 vols. San Sebastin 1976, II, p. 116. 48 En un acta de 1008, Bernardo Guilln de Gascua, que morira asesinado el ao siguiente, hace mencin de su madre Urraca, ya difunta. Esta referencia, tomada de los Archivos Departamentales, Landes, H-14, folio 72-75 (1008), se la debo a Szabolcs de VAJAY, y dice textualmente:sancte memoriae matre mea Urraca. 49 Cf. SALAZAR Y ACHA, Jaime de, Una hija desconocida de Sancho el Mayor, Reina de Len, I Congreso General de Historia de Navarra, Prncipe de Viana, anejo 8, 1988, Comunicaciones de Edad Media, nota 19. 50 MARTNEZ DEZ, Gonzalo, El Condado de Castilla (711-1038), Valladolid 2005, II, p. 638.47

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Esta hiptesis nos explicara, no slo el nombre de Tigridia, sino tambin el de Muniadomna dado a la primognita. Pues es ms lgico dar a sta el nombre de su abuela que no el de una hermana de su abuelo. En resumen. Seguimos creyendo, en efecto, que la condesa Urraca era hija de este matrimonio. Ella muri asesinada en Covarrubias en 103951 y fue sepultada en San Salvador de Oa. De este matrimonio de los condes Sancho y Urraca conocemos otra hija del mismo nombre, que muri en Burdeos el 12 de julio de 104152. Haba casado antes de 100853 con el conde Sancho Guillermo, Duque de Gascua (1009-1032), hijo de Guillermo Sancho, Duque de Gascua y Conde de Burdeos, y de la duquesa Urraca, viuda de Fernn Gonzlez. 6. Mas infantas navarras

Dijimos ms arriba que Toda Aznrez y Sancho Garcs fueron padres, adems de las hijas citadas, de un hijo varn, Garca Snchez, que subi alGMEZ MORENO, Manuel, Anales Castellanos, Discursos ledos ante la Real Academia de la Historia el 27 de mayo de 1917 en la recepcin de don Manuel Gmez Moreno, Madrid 1917, p. 26. Esta noticia se ha atribuido siempre a su hija, la abadesa de Covarrubias, pero en ella se le llama comitissa Urracha, y ha de ser por tanto la madre. Sin embargo en su epitafio en Oa se nos dice que muri el 20 de mayo de 1025 y segn los Anales Compostelanos en 1012 (HUICI, Ambrosio, Las Crnicas Latinas de la Reconquista, Valencia 1913. En todo caso tuvo que morir despus del 21 de diciembre de 1037, fecha en que confirma una donacin de su yerno Sancho III a la catedral de Palencia (ABAJO MARTN, Teresa, Documentacin de la Catedral de Palencia 1035-1247, Palencia 1986, 2, p. 9). 52 Esta referencia, tomada de los Archivos Departamentales, Landes, H-1, folio 33v (1041), se la debo a Szabolcs de VAJAY, y dice: III idus julii obiit Urraca comitissa ... anno Domini MXLI. 53 En un acta de 1008, antes citada, de Bernardo Guilln de Gascua, confirman su hermano el conde Sancho Guillermo, seguido de Urraca comitissa. (Archivos Departamentales, Landes, H-14, folio 72-75 (1008).51

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trono navarro en 931 y muri en 970. Contrajo este soberano dos matrimonios: el primero hacia 939 con la condesa de Aragn Andregoto Galndez, a la que repudi en 942, y el segundo, en 943, con la infanta leonesa Teresa Ramrez. Del primero naci su hijo Sancho Abarca, futuro rey, y del segundo una infanta, llamada Urraca, a la que ya hemos citado como segunda mujer de Fernn Gonzlez, viudo de su ta la infanta doa Sancha. Sancho II Abarca, rey de Pamplona entre 970 y 994, contrajo matrimonio como ya hemos dicho en un prrafo anterior, con su prima hermana Urraca Fernndez, hija de Fernn Gonzlez y de Sancha, y de ellos naci el rey Garca Snchez el trmulo (994-1004), padre de Sancho III el mayor (1004-1035) y de otra infanta Urraca, reina de Len por su matrimonio con Alfonso V ( 1028). A partir de aqu la propagacin de las Urracas en los reinos peninsulares es perfectamente conocida. Nieta de Sancho el mayor, como hija de Fernando I de Castilla y Len, ser la famossima infanta doa Urraca, la defensora de Zamora y contempornea del Cid, que falleci soltera en 1101. Su hermano Alfonso VI, el conquistador de Toledo, fue padre a su vez de la no menos famosa reina doa Urraca, nica reina titular de este nombre, casada con el conde Raimundo de Borgoa, y madre de Alfonso VII el Emperador54. ste fue padre a su vez de otra doa Urraca, reina de Navarra por su matrimonio con el rey Garca Ramrez el restaurador, y de Sancho II de Castilla, padre a su vez de Alfonso VIII, cuya hija, de su matrimonio con Leonor de Inglaterra, fue otra Urraca, la despreciada por los embajadores franceses, que fue luego reina de Portugal, por su matrimonio con Alfonso II de este reino (1223). Todo ello es muy conocido y nos libera de citas documentales y de fatigosos argumentos55. Sin embargo, como ya hemos dicho antes, en la segunda mitad del siglo XIII no nos vamos a volver a encontrar con ninguna infanta ms llamada Urraca, lo que nos pone en evidencia el poco prestigio que sus contemporneos atribuan ya a su nombre.

Hermana de la reina doa Urraca fue doa Teresa, mujer del conde Enrique de Borgoa, de quien descienden muchas Urracas portuguesas. Destaquemos entre ellas a su nieta Urraca, que fue reina de Len por su matrimonio con Fernando II (1188). La Reina doa Urraca fue tambin madre, de sus relaciones con el conde Pedro Gonzlez de Lara, de un hijo llamado Fernando Prez, a quien yo identifico con Fernn Prez cautivo, importante personaje portugus, progenitor de la estirpe de los Soverosa, una de cuyas nietas se llam Urraca. 55 Sobre esta poca he publicado unos rboles muy completos en el tomo IX de la Historia de Espaa de Ramn Menndez Pidal, Madrid 1997, pp. 56-57, 496-497, 498-499, 584585 y 730-731.54

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LAS URRACAS EN LA DESCENDENCIA DE LA REINA TODA AZNREZ

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LAS URRACAS EN LA DESCENDENCIA DE SANCHO EL MAYOR

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Las Urracas en la alta nobleza

Las prcticas onomsticas dentro de las familias de la alta nobleza fueron iguales que en las casas reinantes. Lo que ocurre es que de ellas poseemos mucha menos documentacin y nos resulta muy difcil, en la mayora de las ocasiones, llegar a establecer parentescos, slidamente documentados, que demuestren la seguridad de nuestras afirmaciones. Hace ya algunos aos publiqu un trabajo sobre el orgenes del linaje de Castro y creo que pude fundamentar con bastante certeza su filiacin de Fernando Garca de Hita, aunque ya haba sido defendida por otros autores con anterioridad56. Lo que fue ms novedoso, entre mis conclusiones, fue que este Fernando Garca fuera hijo del conde Garca Ordez de Njera, muerto en 1108 en la batalla de Ucls, y de la infanta Urraca de Pamplona57. Sin embargo, pese a que yo basaba preferentemente esta filiacin en un texto musulmn, el nombre de una hija perfectamante documentada de Fernando Garca de Hita, la condesa Urraca Fernndez, nos aade un apoyo ms de tipo onomstico a lo que para m es ms que una mera hiptesis. Esta condesa Urraca Fernndez, que habra tenido este nombre por el de su abuela la infanta navarra, cas antes del 21 de noviembre de 112958, fecha de su carta de arras, con el conde Rodrigo Martnez [Osorio], muerto en el sitio de Coria el 6 de agosto de 1138, del que no tuvo sucesin. Lueg