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A donde nadie más puede llegar por Alexia T. Flores A gustín, de once años, comenzó la escuela secundaria en un colegio nuevo donde no conocía a nadie. Estaba muy contento con el colegio pero imprevistamente un día, llorando, pidió cambiarse. ¿El motivo? Un grupo de muchachitos lo amenazaban, lo golpeaban y lo insultaban todo el tiempo. No era la agresión de un alumno hacia otro, sino de todo un grupo hacia él y no lográbamos identificar el motivo, salvo que era «el nuevo». Él sabe defenderse y solucionar esta clase de situaciones por sí solo, pero contra todo un grupo es mucho más complicado. Hacía un mes y medio que soportaba la situación y no se atrevía a contarnos por miedo a que fuéramos a hablar con las autoridades del colegio. Sabíamos que la represalia sería peor. El instinto protector de cualquier madre se ve impotente al no poder rodear en un abrazo, proteger y cuidar a un hijo cuando es agredido de forma cobarde e injusta. Sin embargo, sabtemos que podemos contar con el abrazo y la protección de Alguien que también ama a nuestros hijos, y de forma mucho más perfecta que nosotras. Recurrí, entonces, a la oración de común acuerdo con otra mamá con la que solemos interceder por nuestros hijos. Empezamos a orar sobre la base de tres pasajes que se sugieren en el manual de Madres unidas para orar:  • Que esté a salvo de los «buscapleitos» (Sal. 31:20) • Que confíe en Dios en el día de la angustia (Sal. 50:15) • Que conozca la liberación (Sal. 34:4,6-7)  Le conté a Agustín lo que haríamos y por qué. Le leí pasajes de las Escrituras de los Salmos donde hay declaraciones de protección por parte de Dios, promesas de cuidado y expresiones de alabanza por la liberación. Fue una ocasión irrepetible para que conociera que en la Biblia no hay solo consejos, normas y prohibiciones, sino también magníficas promesas −vivas, reales, actuales−, y maravillosas palabras de consuelo para cada momento que nos toque vivir. Con gran emoción proclamo la pronta, oportuna e inmediata respuesta de nuestro Padre. Esas mismas lágrimas que me nublaban la vista al leer las tres peticiones, son las que no dejan de bañar mis ojos cada vez que relato la magnífica obra de Dios. Sé que Dios no responde a todas las peticiones de la misma manera, que muchas veces hay que orar semanas, meses y años hasta ver la respuesta esperada. De hecho, hay otras peticiones respecto de mis hijos o de mi familia que están en esa condición. Sin embargo, creo que Dios sabía que necesitaba una respuesta pronta. Y en Su infinita misericordia así lo hizo. 

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  • A donde nadie ms puede llegar

    por Alexia T. Flores

    Agustn, de once aos, comenz la escuela secundaria en un colegio nuevo donde no conoca a nadie. Estaba muy contento con el colegio pero imprevistamente un da, llorando, pidi cambiarse. El motivo? Un grupo de muchachitos lo amenazaban, lo golpeaban y lo insultaban todo el tiempo. No era la agresin de un alumno hacia otro, sino de todo un grupo hacia l y no logrbamos identificar el motivo, salvo que era el nuevo. l sabe defenderse y solucionar esta clase de situaciones por s solo, pero contra todo un grupo es mucho ms complicado. Haca un mes y medio que soportaba la situacin y no se atreva a contarnos por miedo a que furamos a hablar con las autoridades del colegio. Sabamos que la represalia sera peor.

    El instinto protector de cualquier madre se ve impotente al no poder rodear en un abrazo, proteger y cuidar a un hijo cuando es agredido de forma cobarde e injusta. Sin embargo, sabtemos que podemos contar con el abrazo y la proteccin de Alguien que tambin ama a nuestros hijos, y de forma mucho ms perfecta que nosotras.

    Recurr, entonces, a la oracin de comn acuerdo con otra mam con la que solemos interceder por nuestros hijos. Empezamos a orar sobre la base de tres pasajes que se sugieren en el manual de Madres unidas para orar:

    Que est a salvo de los buscapleitos (Sal. 31:20)

    Que confe en Dios en el da de la angustia (Sal. 50:15)

    Que conozca la liberacin (Sal. 34:4,6-7)Le cont a Agustn lo que haramos y por

    qu. Le le pasajes de las Escrituras de los Salmos donde hay declaraciones de proteccin por parte de Dios, promesas de cuidado y expresiones de alabanza por la liberacin. Fue una ocasin irrepetible para que conociera que en la Biblia no hay solo consejos, normas y prohibiciones, sino tambin magnficas promesas vivas, reales, actuales, y maravillosas palabras de consuelo para cada momento que nos toque vivir.

    Con gran emocin proclamo la pronta, oportuna e inmediata respuesta de nuestro Padre. Esas mismas lgrimas que me nublaban la vista al leer las tres peticiones, son las que no dejan de baar mis ojos cada vez que relato la magnfica obra de Dios. S que Dios no responde a todas las peticiones de la misma manera, que muchas veces hay que orar semanas, meses y aos hasta ver la respuesta esperada. De hecho, hay otras peticiones respecto de mis hijos o de mi familia que estn en esa condicin. Sin embargo, creo que Dios saba que necesitaba una respuesta pronta. Y en Su infinita misericordia as lo hizo.

  • Al primer da, cuando le pregunt a mi hijo cmo le haba ido me cont que un solo muchachito se haba acercado a insultarlo. Gloria a Dios! Ya no era un grupito sino solo uno. l lo haba mantenido a salvo bajo Su mano, a salvo de todos los conspiradores (Sal. 31:20).

    Al da siguiente, nadie lo molest. Al otro da, igual. Y despus, se pelearon entre los del grupito agresor. La agresin se volvi entre ellos mismos! Unos das ms tarde, el muchachito que ms lo agreda, le pidi un favor a Agustn. l lo hizo le prodig gracia y este nio pudo conocer, por su intermedio, la gracia de Dios.

    Hasta el da de hoy no lo han vuelto a molestar, pero seguimos firmes, levantando muros de proteccin por medio de la oracin intercesora. Sin embargo, no son muros que lo aislan, porque tiene que poder establecer vnculos que le permitan transmitirle a estos compaeros el amor de Dios que es en Cristo Jess.

    No hubo que recurrir a las autoridades temporales. No fue necesario correr riesgos innecesarios ni temer represalias. Actu el nico que tiene toda la autoridad, el que puede actuar all donde no estamos, donde nadie ms puede y sin levantar sospechas...

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  • A las tres de la tarde y a las tres de la maana

    por Carolina Galn Caballero

    A las tres de la maana se nota menos la bendicin. Esto lo deca un flamante pap que junto

    con su esposa estaba sufriendo los rigores de una paternidad reciente. Adems de contarnos las mil y una delicias que le proporcionaba su hijito, este amigo fue sincero y no ocult las frustraciones que las acompaaban.

    Por aquel entonces yo estaba lejos de ser mam, y desconoca desvelos o llantos a la medianoche, cambios de paales en los momentos ms inoportunos, rabietas, enfermedades infantiles, falta de apetito, turbulencias de la adolescencia, rivalidad entre hermanos

    Por estas razones le doy gracias a Dios por el Salmo 127, ya que me ha dado la perspectiva correcta de las cosas: en lo bueno y en lo malo los hijos son una bendicin, y el fruto del vientre es cosa de estima.

    El Salmo 127 parece ir saltando de una cosa a otra de forma inconexa, pero hay un claro hilo conductor: la mano de Dios. Jehov edifica la casa, Jehov guarda la ciudad y nos da tanto el sueo como los hijos.

    Si no incluimos al Seor en nuestros proyectos, no vale la pena que los emprendamos. El mucho esfuerzo, el madrugar, el ganar un pan de dolores no nos van a llevar muy lejos si estamos haciendo todo eso apoyndonos nicamente en nuestras propias fuerzas, en

    nuestra propia habilidad y lgica. Pero el Seor le da el sueo a Su amado,

    dice el salmista. En medio de la turbulencia de nuestras vidas, si Dios forma parte de ellas, nos permitir entrar en Su reposo y ser regenerados para enfrentar los desafos siguientes.

    Los versculos del Salmo 127 me han ayudado a comprender que Dios mira atentamente la ciudad, el hogar y nuestra familia. El Seor desea involucrarse en cada milmetro de nuestra vida comunitaria y familiar. Y entonces las cosas se vern de otra manera.

    S, los hijos son una bendicin aunque no sean los angelitos de quienes nos gustara poder presumir. Son herencia de Jehov aunque nos expriman hasta la ltima gota de nuestra paciencia.

    Los hijos son una bendicin a las tres de la tarde y a las tres de la maana, enfermos y sanos, cuando estn de acuerdo con nosotros y cuando no lo estn, cuando nos obedecen y cuando nos desafan.

    Hay nios que llegan a este mundo sin estar an listos para vivir en l. Vienen y se van prematuramente. Otros nunca llegan a pronunciar una sola palabra, ni a correr o saltar. Hay nios que hacen de los hospitales su segundo hogar. Todos ellos son herencia del Seor, cosa de estima.

    Es imposible tener hijos y no enfrentar

  • desafos, problemas, dudas. Por eso necesitamos la mano protectora de Dios. Lo has invitado a formar parte de tu familia? Se sienta en la mesa con los dems? Les explicas a tus hijos quin es su Creador?

    Los devocionales familiares, cortos o largos, son una herramienta preciosa para la buena marcha de los asuntos de nuestro hogar. Si Jehov no forma parte de nuestra familia, cmo podra entonces edificar nuestra casa?

    Si hemos educado a nuestros hijos en el temor y admonicin del Seor, ellos sern nuestro respaldo cuando encaremos a personas y situaciones difciles, cuando nos enfrentemos a quienes nos desean mal, cuando estemos en lugares de juicio y de influencia, como eran antiguamente las puertas de la ciudad.

    Este salmo me brinda adems un ejemplo maravilloso de cmo orar por tu familia y por el lugar en el que vives. Y por extensin, tambin por tu iglesia.

    Como saetas en manos del valiente son los hijos habidos en la juventud, dice el salmo.

    Si yo tuviera una saeta en la mano no sabra qu hacer con ella, no sera capaz de usarla debidamente. Pero un guerrero de la antigedad, s. Y Dios sabe usarlas! Del mismo modo, todo padre ser capacitado por Dios para cuidar bien de sus hijos.

    Al igual que las saetas no permanecen en la aljaba para siempre, tampoco los hijos se quedarn eternamente bajo nuestro techo. Porque en realidad no son nuestros, sino de Dios.

    Un da sern lanzados fuera de nuestra aljaba. A lo lejos y bien alto.

    Espero que cuando llegue ese da ellos estn listos. Y que yo tambin lo est.

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  • Agradecer y descansarpor Araceli Flores de Durazo

    Nombre y apellido: Araceli Flores de DurazoEdad: 46 aosEstado civil: casada hace 22 aosHijos: 2, de 13 y 17 aosFe: seguidora de Cristo desde hace 26 aosEstado de salud: muy buenoProblemas enfrentados: los normales

    As podra haber completado una ficha de mi vida hasta fines de marzo de 2008, cuando me diagnosticaron cncer de mama. Fue entonces cuando pens que todo lo que haba enfrentado en mi vida era nada en comparacin con lo que ahora se me presentaba.

    El mdico me explic las diferentes alternativas para enfrentar la enfermedad y me indic que decidiera qu iba a hacer. Sal del consultorio tal como haba entrado por fuera, porque interiormente estaba muy asustada. En medio del desconcierto por el impacto de la noticia, vinieron a mi mente infinidad de pensamientos. En especial, me preocupaba el futuro inmediato al no saber qu ira a suceder. La conviccin de vida eterna en el Seor Jesucristo me inundaba de paz, pero la afliccin del momento era muy intensa.

    Enseguida decid que esta situacin deba reflejar cul es mi fe y pens: Puedo ver la fortaleza de mi Dios, es tiempo de demostrar a quin he

    credo (2 Tim. 1:12). Decid llevar cautivos a Cristo aquellos pensamientos de incertidumbre y comenzar por dar gracias al Seor. De manera que me puse a pensar en los motivos para agradecer que tena. En ese momento? S, en ese preciso momento. Por eso, di gracias a mi Seor por haberme permitido conocerlo. En esa actitud de agradecimiento, comenzaron a sucederse los motivos. As fue que, a continuacin, le di gracias a Dios por haberme dado un esposo que siempre fue muy valiente, y que en esta circunstancia me brind todo su apoyo y me transmiti gran fortaleza. Juntos buscamos al Seor y no lo cuestionamos, porque somos conscientes de que mientras estemos en el cuerpo estamos expuestos a adversidades de cualquier tipo.

    Empezamos por pedir la intervencin milagrosa del Padre y, junto con un sinnmero de hermanos, clamamos para que as sucediera. Paralelamente, me somet a exhaustivos estudios clnicos, siempre con la confianza de que nuestro Seor tena todo bajo Su control. Entendemos que la verdadera confianza no es que el Seor haga lo que nosotros queremos, sino lo que l sabe que es lo mejor para nuestra vida.

    Durante este tiempo de incertidumbre, como madre, me preocupaban mis hijos de trece y diecisiete aos, pues aunque ya no eran pequeos, estaban en la etapa difcil de la adolescencia. Sin

  • embargo, as como al principio haba decidido agradecer, ahora decid descansar en el Seor porque l los ama infinitamente ms que yo. Record lo que conozco acerca de Dios. De manera que estaba segura de que l nunca los dejara ni los desamparara (Heb. 13:5).

    Transcurrieron varias semanas de exhaustivos estudios y el diagnstico fue confirmado. Entendimos y aceptamos que la voluntad del Seor no haba sido realizar un milagro como el que nosotros esperbamos. Por lo tanto, la ciruga era la alternativa que segua. Tuve que someterme a la dolorosa experiencia de una mastectoma. No haba recibido la sanidad milagrosa de mi cuerpo, pero Dios haba hecho el milagro en mi ser interior, por lo que poda declarar: Jesucristo es la fortaleza de mi vida!

    Una vez extirpado el tumor, detectaron rplicas en unos ganglios, por lo que decidieron someterme a tratamientos de quimioterapia y radioterapia, con sus conocidos efectos secundarios (agotamiento, debilidad, nuseas, prdida del cabello). El Seor nos guarda en las pruebas, pero no necesariamente nos quita el sufrimiento que conllevan. Sin embargo, no dejaba de ver Su inmensa misericordia, porque a pesar de los agresivos tratamientos, notaba que era menor mi afliccin que la que enfrentaban otros pacientes en las mismas circunstancias. Dios abri puertas para que yo pudiera transmitir a mis compaeros circunstanciales lo que significa vivir la vida tomados de la mano de Jesucristo. Me

    consolaba saber que era de bendicin para otros, ya que algunos hasta preguntaban cundo eran mis sesiones de quimioterapia y radioterapia para que les tocaran conmigo, porque sentan que algo especial irradiaba de m. Gloria al Seor por Su poder y Su gracia!

    Otra de las formas maravillosas en que vimos la misericordia del Seor durante este trance, fue la manifestacin de la generosidad, la solidaridad y el gran amor de nuestros familiares, de nuestro pastor y de los hermanos en Jesucristo. No solo nos ayudaron mucho con sus oraciones y sus palabras de aliento, sino que adems nos proveyeron con generosidad para cubrir gran parte de los gastos que ocasionaba mi enfermedad.

    Fueron tiempos muy difciles, pero en uno de esos das en que me senta especialmente agotada, el Seor me habl por medio del Salmo 18. Tambin experiment gran paz al recordar el Salmo 91:14-16, pues sent que haba alcanzado misericordia.

    Hasta el momento, no se hallaron nuevas rplicas del cncer. El Seor se glorific en mi afliccin, y como lo expresa Juan 9:3: ... para que las obras de Dios se manifiesten.

    Estoy plenamente segura de que el Seor nunca me ha abandonado y le estar eternamente agradecida. Experimento una mayor comunin con l, una unin ms estrecha con Su persona. Me ha enseado tambin a ver la vida de una manera diferente, sin darle el valor que el mundo le da porque s que esto se acaba, pero quienes somos de l

  • permanecemos para siempre. Aprend tambin a ver a los dems con mayor compasin y comprensin. Este es el Dios de amor y misericordia que tenemos: nos cuida, nos protege, nos acompaa, nos revela Su corazn y nos da oportunidades de servirlo. Qu importante es recordar que daremos cuenta de cmo reaccionamos ante las circunstancias que se nos presentan en la vida. Dios no nos llam a ser felices sino santos, y viviendo en santidad, podremos ser felices a pesar de la adversidad. Gloria a Su santo nombre!

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  • Ancianidadpor Alicia Ana Gerci de Faure

    Tan slo leer o escuchar esta palabra, ancianidad, despierta en cada persona sensaciones diferentes. En mi caso, la sola presencia de una persona de mucha edad me genera sentimientos de aprecio, afecto, admiracin y deseos de hacer algo a su favor.

    Las circunstancias de la vida hicieron que, desde mi niez, estuviera rodeada de personas grandes, y quiz esta sea la raz de mi apego a los ancianos. Tambin fueron grandes ejemplos para mi vida, que dejaron marcas imborrables por ser personas ntegras y gigantes espirituales. Si ser anciano implica ser como ellos, no me lo quiero perder!

    El paso de los aos es inevitable, pero la manera de enfrentar esta realidad depende de cada persona.

    En el ocaso de su vida, el sabio Salomn escribi: Acurdate de tu Creador en los das de tu juventud, antes que vengan los das malos, y lleguen los aos de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento (Ecl. 12:1). Sin embargo, el apstol Pablo enfoca el tema desde un aspecto espiritual: Por tanto, no desmayemos, antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de da en da (2 Cor. 4:16).

    Lamentablemente, la sociedad en que vivimos ha ido relegando a los ancianos,

    incluso hasta el punto de descartarlos por completo. Como dijo Lin Yutang: Amamos las catedrales antiguas, los muebles antiguos, las monedas antiguas, las pinturas antiguas y los libros antiguos, pero nos hemos olvidado por completo del enorme valor moral y espiritual de los ancianos.

    Una vez que una persona llega a cierta edad, parece que ya no tiene lugar en ningn lado. En cierto sentido, la actual visin secular de la ancianidad refleja el concepto expresado por el rey Salomn: Cuando uno llega a viejo, ya no se disfruta de nada; no hay razn para seguir viviendo.

    Sin embargo, desde la perspectiva divina, hay otra cara de la moneda: Dios no tiene museos! Y para comprobar esta verdad, la Biblia registra varios ejemplos de personas que, aunque tenan mucha edad, fueron instrumentos del Seor para la consumacin de los propsitos divinos para la humanidad.

    La edad de Abraham y de Sara no fue obstculo para Dios. Aunque l tena 100 aos y ella 90 (Gn. 17:17), tuvieron un hijo de cuyo linaje eventualmente llegara el Salvador del mundo, el Seor Jesucristo.

    El apstol Juan durante su exilio en la isla de Patmos, y con aproximadamente 90 aos de edad, recibi la revelacin de Jesucristo relatada

  • en Apocalipsis, que nos llena de esperanza al hablarnos de Aquel que es, que era y que ha de venir.

    Pero el ejemplo que ms me impacta es el de Caleb (Jos. 14:6-14), que cuarenta aos despus de reconocer Canan dijo: Ahora, he aqu, hoy soy de edad de ochenta y cinco aos. Todava estoy tan fuerte como el da que Moiss me envi; cual era mi fuerza entonces, tal es ahora mi fuerza para la guerra, y para salir y para entrar. Dame, pues, ahora este monte (vv. 10-11).

    Dame, pues, ahora este monte 85 aos ancianidad? No hay edad para servir al Seor!

    Recuerdo con claridad a mi abuelo, el Dr. F. Jorge Hotton, quien con ms de 80 aos haca mermeladas de frutas y cultivaba cretonas para vender y ayudar econmicamente a los misioneros, adems de orar por ellos y la obra de llevar el mensaje de Cristo. Qu ejemplo tan prctico de que no hay edad para servir al Seor y que podemos atravesar fronteras y mares sin movernos del lugar donde estamos! Quiz el paso de los aos haya hecho que nuestro mundo fsico est limitado a cuatro paredes, pero para los planes y las dimensiones divinas, nada puede impedir que tengamos parte en la obra de Dios en el mundo entero.

    El Salmo 2:8 es uno de mis favoritos: Pdeme, y te dar por herencia las naciones, y como posesin tuya los confines de la tierra. Si los aos han pasado y sientes que no puedes alcanzar multitudes con el evangelio, recuerda que el ser interior se renueva da tras da.

    l es el que sana todas tus dolencias, el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias; el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el guila (Sal. 103:1-5).

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  • As como somospor Dory Luz de Orozco

    Juan relata que Jess sali de Judea, y se fue otra vez a Galilea. Y le era necesario pasar por Samaria. Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar (4:2-5). Justo ese mismo da y a esa misma hora coincidi que una samaritana fue hasta el pozo a sacar agua.

    Pocas eran las familias que contaban con cisternas privadas que acumularan el agua de lluvia. Lo ms comn era que el agua procediera de un manantial o un pozo en el centro de la aldea. Hasta all se acercaban las mujeres con sus cntaros para conseguir agua para la familia. Pocas ciudades estaban construidas sobre manantiales subterrneos, siendo ms comn que los pozos estuvieran alejados de donde habitaban.

    Las mujeres solan levantarse temprano a fin de prender el fuego para lo cual deban procurarse la lea, los espinos y el estircol para mantenerlo. Tambin molan el grano para obtener harina con la que preparaban el pan, alimento principal de la dieta. Buscar el agua, si bien era una tarea pesada, quizs fuera la ms gratificante porque les permita tener contacto con otras mujeres y aprovechaban para conversar.

    Sin embargo, la mujer samaritana del relato fue a buscar agua en un horario no habitual, cerca del medioda. Seguramente las mujeres no queran relacionarse con ella a causa de su reputacin. Por tanto, fue sola hacia una cita de honor.

    La Biblia no nos revela su nombre, pero por la gracia sublime de Dios esta mujer tendra un encuentro inolvidable. Cristo haba planeado estar a solas con ella en aquel lugar, dispuesto a conversar. No de frivolidades cotidianas sino de verdades profundas y eternas. Verdades que cambian vidas. Fue acaso una simple coincidencia? Claro que no! sino una manifestacin del perfecto amor del Creador hacia Su criatura.

    Cuando nos encontramos hundidas bajo el peso de los problemas, agobiadas por las circunstancias, enredadas en las malas decisiones que hemos tomado, atrapadas sin ver una salida, a veces no recordamos que Jesucristo, el dador del agua de vida eterna, viene a nuestro encuentro dispuesto a saciarnos.

    Si conocieras el don de Dios (Juan 4:10). Ese es el problema. No conocemos que l est ah, ha venido a nuestro encuentro y nos espera. No para regaarnos ni juzgarnos sino para darnos el tan ansiado alivio.

    Cierto conferencista en medio de su disertacin mostr un billete de gran valor y pregunt a la audiencia quin lo querra. Todos alzaron la mano. El disertante entonces lo arrug y volvi a preguntar quin lo querra ahora. Las manos volvieron a levantarse. Acto seguido, lo tir al suelo y lo restreg con el zapato. Ajado, sucio y arrugado lo puso en alto repitiendo la

  • misma pregunta. La gente continuaba dispuesta a recibirlo, a pesar del estado en que estaba. Entonces el conferencista dijo: Todos hemos aprendido una valiosa leccin. A pesar de lo que hice con el dinero, todava lo quieren porque mantiene su valor.

    En la vida muchas veces caemos, nos arrugamos y nos revolcamos en la inmundicia por las decisiones que hemos tomado o las circunstancias que enfrentamos. Sentimos como si no valiramos nada. Sin embargo, nunca perderemos nuestro valor a los ojos de Dios. Entonces, no debemos aislarnos porque aunque nadie quiera estar con nosotros y nos hagan a un lado, podemos correr y refugiarnos en l, reconocindolo como nuestro Salvador y dueo de nuestras vidas. As podremos decir como los habitantes de Samaria: Hemos odo, y sabemos que verdaderamente este es el Salvador del mundo, el Cristo (v. 42).

    Nadie podr impedir lo que Dios haya planeado para tu vida; l solo espera que t llegues a tiempo a la cita con el Mesas y lo reconozcas como el nico Seor y Salvador.

    No importa de dnde vengas, tu raza ni tu nacionalidad, ni tu vida pasada; no importa tu nombre, si eres rica o pobre, ni el nivel de educacin que tengas. T ocupas un lugar importante en el corazn de Dios, porque l nos ha creado a todos con amor. No hay fronteras que nos puedan separar de l, fuimos creadas a Su imagen y semejanza.

    No necesitamos ocultar lo que somos para que nos acepte. l ya lo sabe y nos ama a pesar de todo. Sucios o limpios, arrugados o de aspecto impecable l nos conoce y nos acepta como somos. Y tiene agua de vida para todos.

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  • Bullicio junto al tronopor Anala Duvivier

    Y mir, y o la voz de los seres vivientes, y su nmero era millones de millones, que decan a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabidura, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza (Apoc. 5:11-12).

    o decir: Al que est sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos (Apoc. 5:13).

    Y cantaban un nuevo cntico, diciendo: t fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nacin; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes y reinaremos sobre la tierra (Apoc. 5:9-10).

    Dejad a los nios venir a m, y no se lo impidis; porque de los tales es el reino de los cielos (Mat. 19:14).

    Mi oracin por los nios

    Mi Seor y mi Dios:En estos ltimos das rele estas palabras tuyas.

    Sin pretenderlo, mientras buscaba un mensaje para m, me top con ellas. No puedo apartar esas frases de mis pensamientos. Vuelven a mi mente una y otra vez. Estn llenas de fuego, de pasin;

    parecen encender mi corazn. Padre amado, qu quieres de m?Entonces volv a escuchar tu llamado

    ardiente, ineludible, apasionado, que me impulsa a salir a buscar a los nios que desfallecen sin ti en las calles de todas las ciudades y que me inspira a hablarles de ti. Tu llamado es siempre cautivante, irresistible, ineludible.

    Tengo que ir, tengo que buscarlos y guiarlos a ti, mi amado Salvador. Que los nios se deleiten en ti como lo hago yo, que te conozcan desde los primeros aos de su vida como me sucedi a m. Que sean bendecidos desde pequeos como lo fui yo! Gracias, Seor porque en tu enorme misericordia me hiciste nacer y crecer en un hogar lleno de tu presencia.

    S que no queda mucho tiempo. Pronto llega el grandioso da en que iremos a vivir contigo. No puedo imaginar cmo ser ese momento sublime! Mi trabajo entre los nios habr terminado. Sin embargo, Seor, quisiera me concedas un ltimo deseo, un anhelo profundo que hace arder mi corazn de emocin. Pido que en tu gracia me otorgues, Pap, guiar por las calles del cielo a montones incontables de nios y llevarlos ante tu presencia. Y all verlos arrodillarse a tus pies, adorando al nico que es digno de toda nuestra adoracin. Anso entonces, Seor, que me tomes de la mano y me lleves a un lugar desde donde

  • pueda apreciar cada detalle de ese espectculo magnfico.

    Quiero ver ese da a millones de millones de nios entre la multitud, corriendo en torno al trono del gran Dios. Nios que salten por aqu y por all, que jueguen y se cuelguen de tu cuello, que te abracen rodendote con sus pequeos bracitos y te apretujen con todas sus fuerzas. Quiero ver tu rostro, tus manos y tus pies, Seor, humedecidos por tanto beso afectuoso de nios y nias expresndote todo su amor. Quiero escuchar el ensordecedor bullicio proveniente de infinidad de pequeas gargantas que proclaman su adoracin a los cuatro vientos. Quiero ver sus saltos, sus danzas, sus explosiones de alegra, vivando a su Salvador.

    Quiero que estn todos los nios. Que no falte ni uno! Que estn los nios pobres y los ricos, los enfermos y los sanos, los inteligentes y los menos dotados, los nios especiales, los sufrientes y los felices, los carentes de educacin y los educados, los abandonados y los protegidos, los limpios y los sucios, los malos y los buenos. Que estn all todos los nios de mi familia, los de mis amigos, los de mis seres queridos. Que estn todos los nios de mis hermanos en la fe, los de mi manzana, de mi barrio, de mi ciudad, de mi pas. Que estn los nios de toda raza, lengua, pueblo y nacin. Absolutamente todos.

    Quiero haber tenido algo que ver con tanto nio presente all en el cielo.

    Te necesito, mi Seor, para lograrlo.

    Necesito tu uncin, tu poder, tu autoridad, tu sabidura, tus fuerzas, tu victoria, tu gua. Necesito tus palabras en mi odo instruyndome; tu presencia en m llenndome. Necesito que vuelvas a levantarme cuando mis fuerzas y mi nimo decaigan, cuando las cosas no resulten como espero. Necesito de ti para hacer la obra que me has encomendado. Te necesito, Seor. Sin ti, no puedo. Sola no me animo y no es posible.

    Preprame para que cada da dedique mi tiempo a buscarlos, para que destine mis fuerzas y todo mi ser, no importa que los aos pasen y se me vaya la vida. Quiero permanecer fiel en clamar por los nios durante horas, y en apartar con generosidad y responsabilidad mi ofrenda para extender tu reino entre los pequeos.

    Transfrmame, para que los deje venir a ti con mis palabras, mis actitudes, mi ejemplo y mi enseanza. Que con mis palabras, y aun sin ellas, los nios que me rodean puedan conocerte a ti. Deseo aprovechar cada oportunidad sin dejar pasar ninguna de hablarles, hacer cosas por ellos y amarlos, demostrndoles tu amor.

    Sopla en m tu aliento de vida otra vez para que pueda soplarlo en los nios; para inspirarlos y atraerlos hacia ti; para ensearles a amarte por sobre todo y todos; para que slo quieran alabarte y adorarte.

    Que no los menosprecie, que no los tenga en poco, que no los ignore. Que no sea piedra de tropiezo, que nada de lo que haga les impida llegar a ti!

  • Cuando est en tu divina presencia en el cielo me rendir a tus pies y permanecer largo rato postrada, mi amado, en adoracin. Y quiero decirte: Ac estn, Seor, los nios que me has encomendado, no falta ninguno. Or por ellos, los busqu, les habl de ti, les indiqu el camino, les mostr cmo eras, les ense a amarte y aqu estn, estos son. Esta es mi ofrenda para ti, Seor.

    Hoy, Pap del cielo, te doy gracias, mil gracias! porque en este da me has dado una nueva oportunidad y otro nio a quien mostrarle tu amor. Dmela maana otra vez y tambin pasado. Llvame hacia otros nios que te necesitan, abre mis ojos para que pueda verlos, mis odos para escucharlos, mi boca para hablarles de ti. Dame de tu compasin.

    Llama a mis hermanas de todo el mundo, pon tu fuego en sus corazones, revstelas con tu Santo Espritu, dales tus dones para llevar a todos los nios a tus pies. Dulce Espritu de Dios que amas a los nios, derrmate en cada hija tuya recubrindola de ti. Que cada vez seamos ms y ms los consagrados a buscar a los nios que, junto a nosotros, te brinden eterna adoracin. Cumple tu propsito en cada uno, cumple tu propsito en m.

    En el nombre del Seor Jess, mi amado Salvador, la razn de mi vida. Amn.

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  • Cmo enfrentar la enfermedadpor Isabel Trigoso de Britton

    Algunos piensan que si la persona est cerca de Dios o consagrada a Dios, no debera sufrir enfermedades, y ante los padecimientos otros especulan diciendo que ser porque est lejos de los caminos del Seor o tiene algn pecado oculto.

    La razn principal para el sufrimiento es que vivimos en un mundo cado. Sea este provocado por alguna enfermedad o por cualquier otra circunstancia, es parte de la vida, especialmente al ser cristiano ya que nos ayuda a crecer en nuestra dependencia de Dios y entender que sin l nada somos y nada podemos hacer.

    Si nos referimos a las enfermedades en particular, estas han existido desde siempre, aun en los tiempos bblicos. El Seor Jesucristo se compadeca de los enfermos y sanaba a algunos, pero a otros no. El mismo apstol Pablo tena un aguijn en la carne. Ante esta realidad, l expres: tres veces he rogado al Seor, que lo quite de m (2 Cor. 12:8). La respuesta del Seor fue: Bstate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad (2 Cor. 12:9).

    Por varios aos he sufrido dos enfermedades que desgastaron mis fuerzas: Asma bronquial y artritis reumatoide. La falta de aire en los pulmones que produce el asma es una sensacin terrible, imposible de describir. As como tambin lo son los dolores en los hombros y las piernas

    que ocasiona la artritis, al punto de que no me permitan caminar ni atender a mis dos hijos pequeos. Mi familia sufra junto conmigo por verme en ese estado. El Seor me liber del asma; pero no de la artritis, a pesar de las mltiples operaciones a las que fui sometida.

    A travs de la Palabra de Dios el consuelo vena a mi corazn y me deleitaba con las palabras del Salmo 40:1-2: Pacientemente esper a Jehov, y se inclin a m, y oy mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperacin, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre pea, y enderez mis pasos. Fue as como el Seor puso luego en mi boca cntico nuevo, alabanza a nuestro Dios (Sal. 40:3). Cuando buscamos al Seor en medio de nuestra angustia y temor, l nos libra, como lo dice el salmista: Busqu a Jehov, y l me oy, y me libr de todos mis temores. Este pobre clam, y le oy Jehov, y lo libr de todas sus angustias (Sal. 34:4,6).

    En una oportunidad recib una carta de mi hermana donde ella citaba Jeremas 33:3,6: Clama a m, y yo te responder, y te ensear cosas grandes y ocultas que t no conoces. He aqu que yo les traer sanidad y medicina; y los curar, y les revelar abundancia de paz y de verdad. Entonces yo clam al Seor l me respondi y me ense que con esta experiencia en mi vida, yo tendra la oportunidad de ministrar a otros que estuviesen pasando por lo mismo y podra identificarme con

  • las aflicciones de los dems. En esos momentos yo no entenda lo que el Seor me estaba mostrando, ya que es difcil aceptar que llevar una vida de dolor y angustia pudiera, en algn momento, llegar a ser algo positivo. Otro versculo que me cit fue Isaas 53:5: Mas l herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre l, y por su llaga fuimos nosotros curados. Yo saba que al aceptar a Jesucristo como mi Salvador y Seor, estaba reconociendo que l haba muerto en la cruz por mis pecados y me haba limpiado, que la sangre derramada por las heridas que sufri fue la que me hizo llegar a ser Su hija. En ese momento de mi vida, en medio del dolor y el sufrimiento, pude experimentar una sanidad maravillosa: l me cur de la amargura, la desesperacin y la angustia en la que viva. Continuamente preguntaba: Por qu yo, Seor? y Dios cambi mi perspectiva a una nueva pregunta: Para qu, Seor? Pude entender que Dios tena un propsito en todo cuanto ocurra en mi vida. Nuevamente escuch las palabras de mi Padre: Bstate mi gracia.

    Qu hermoso es tener un Dios que se preocupa por nosotros! l dice que somos Su especial tesoro y, por supuesto, he visto muchas veces mi pregunta contestada en las oportunidades preciosas que el Seor me ha concedido para ministrar a personas que atraviesan experiencias dolorosas, de enfermedad y sufrimiento. Dios es fiel, misericordioso y Su gracia siempre es suficiente!

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  • La respuesta a esta pregunta la encontramos en la Palabra de Dios, porque la Biblia nos ensea cmo hemos de servir a Dios.

    - Con todo el corazn. Ahora, pues, Israel, qu pide Jehov tu Dios de ti, sino que temas a Jehov tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehov con todo tu corazn y con toda tu alma? (Deut. 10:12). Hoy tambin Dios nos pide a Sus hijos, salvados por la obra perfecta de Cristo, que lo sirvamos con todo nuestro corazn y con toda nuestra alma. Esto nos habla de una vida completamente entregada a l porque Dios acta a travs de nosotros. l quiere utilizar nuestros labios, nuestras manos, nuestros pies, todo nuestro ser, para servir a las personas que nos rodean. Pero siempre debemos estar en plena dependencia de l; porque como dijo Jess: separados de m nada podis hacer (Juan 15:5).

    - De buena gana. David le pide a su hijo Salomn: Reconoce al Dios de tu padre, y srvele con corazn perfecto y con nimo voluntario (1 Crn. 28:9). Dios escudria nuestro corazn y nuestros pensamientos. A l no lo podemos engaar, por tanto no debemos servir al Seor por obligacin ni tampoco como una carga. Si as lo hacemos, no sirve. Debemos hacerlo de todo corazn y con nuestra voluntad rendida en obediencia, buscando complacer a Dios en todo.

    - Buscando Su gloria. Pablo nos recomienda:

    Hacedlo todo para la gloria de Dios (1 Cor. 10:31). Todo lo que hagamos debe ser hecho buscando Su gloria. Jess nunca utiliz Su poder en beneficio propio sino que siempre lo hizo buscando la gloria del Padre. Nosotras tambin, siguiendo Su ejemplo, debemos buscar la gloria de Dios, el beneficio y la salvacin de todos los que nos rodean.

    - Con amor. Servos por amor los unos a los otros (Gl 5:13). Necesitamos olvidarnos de nosotras mismas y pensar en los dems. Debemos hacerlo con el mismo amor con que el Seor Jess nos am a nosotras. Hay una cancin que refleja esa enseanza:

    Muchas veces di todo mi amor y mi panPero fui defraudada y no quise dar msSin embargo no pude vivir sin amarY aprend que perder es ganar.

    Jesucristo me ensea cmo he de vivirl dio todo lo suyo sin guardar para sA pesar del desprecio Su amor entregEn la cruz el perdn me alcanz.

    Quiero vivir como Cristo lo exige de mY voy a dar aunque no tenga ms para darVoy a entregar hasta mi ltima gota de amorPues no quiero defraudar al Seor.

    Cmo quiere Dios que lo sirvamos?por Selva Martin de Calabretta

  • Experimentamos un gozo especial cuando de corazn y por amor ayudamos a la gente. Dios merece lo mejor de cada una de nosotras. Cuando servimos a los dems, servimos a Dios.

    - Con humildad. Nada hagis por contienda o vanagloria; antes bien con humildad (Fil. 2:3). La humildad debe ser para nosotras una lucha diaria. Debemos servir humildemente, no buscando el aplauso ni el reconocimiento de los dems. Servir sin egosmo ni orgullo, poniendo en primer lugar los intereses del Seor. Ninguna tarea es pequea a los ojos de Dios. La clebre frase de John Wesley lo resume a la perfeccin: Haz todo el bien que puedas, por todos los medios que puedas, de todas las maneras que puedas, en todos los lugares que puedas, en cualquier tiempo que puedas, a da la gente que puedas, cada vez que puedas.

    - Con alegra. Servid a Jehov con alegra (Sal. 100:2). Sin quejas, sin rezongos, sin crticas. Dios se fija con qu actitud servimos. Debemos hacerlo porque amamos al Seor y estamos agradecidas por Su favor. Servir al Seor produce en nosotras gozo, porque vemos que Dios obra, bendice y salva a otros por nuestro intermedio. La tarea a realizar no es fcil pero sabemos que hay recompensa. Hay alegra en la tierra: Los que sembraron con lgrimas, con regocijo segarn. Ir andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volver a venir con regocijo, trayendo sus gavillas (Sal. 126:5-6). No hay mayor gozo

    que asombrarnos ante el maravilloso milagro que Dios realiza, cuando un alma se convierte a Cristo por obra del Espritu Santo.

    - Con gratitud. Tengamos gratitud y mediante ella sirvamos a Dios (Heb. 12:28). Cmo no agradecer a Dios Su gran amor, que lo demostr entregando a Su amado Hijo Jess por todos nosotros, y as alcanzar nuestra salvacin eterna. Cunto costamos! Jess muri por nosotras para que nosotras vivamos para l.

    - Para el Seor. Y todo lo que hagis, hacedlo de corazn, como para el Seor y no para los hombres (Col. 3:23). Todo lo que hacemos cada da, debe ser una ofrenda para el Seor. La verdadera motivacin no debe ser agradar al hombre sino agradar a Dios.

    - En santidad. Mis ojos pondr sobre los fieles de la tierra, para que estn conmigo; el que ande en el camino de la perfeccin este me servir (Sal. 101:6). Fidelidad y perfeccin. El camino de la perfeccin es el camino de la santidad; solo as podremos ser tiles para l. Solo as seremos aptas para Su servicio.

    - En el Espritu. Porque nosotros somos los que en espritu servimos a Dios, y nos gloriamos en Cristo Jess, no teniendo confianza en la carne (Fil. 3:3). Como creyentes debemos vivir en el Espritu y por el Espritu. Debemos ser controladas y guiadas por el Espritu Santo que vive en cada una de nosotras, si somos de Cristo. Sin Su gua, consejo y poder todo es en vano. Por eso, en todo tiempo, debemos servir dirigidas por el Espritu. De esta manera

  • tendremos una intuicin espiritual y un discernimiento sano y verdadero. El poder de Dios se manifestar a travs de nuestras vidas, para as realizar una tarea efectiva, que d como resultado la gloria de Dios y el bien de las almas.

    Qu estamos haciendo para nuestro Seor? Un corazn salvado es un corazn que quiere amar y servir a los dems. Si no es as, algo anda mal. Todas, sin excepcin, debemos estar ocupadas en Su obra. l nos lo pide, l lo reclama; es lo menos que cada una de nosotras podemos ofrecerle: nuestra vida, nuestro corazn, nuestra voluntad y nuestro servicio. Qu mayor privilegio que servir al Rey de reyes y Seor de seores, al ms alto y sublime, al Dios eterno y misericordioso, al Soberano, al nico y verdadero Dios, al gran Yo soy?

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  • Con palabra y con ejemplopor Susana Rodrguez Fuentes

    Muchas veces pens que dada la preparacin acadmica y los aos de trabajo con nios enseando la Biblia en horas felices, clases bblicas y campamentos, cuando tuviera mis propios hijos podra con facilidad cumplir esta tarea de transmitirles la fe en Cristo.

    Durante mucho tiempo tuve presente el ejemplo de Ana (1 Sam. 1), que deseaba tanto tener un hijo y que frente a la angustia que esto le ocasionaba derram su corazn delante de Dios con sinceridad y le hizo una promesa. Cuando su oracin fue contestada, Ana entreg a Dios al pequeo Samuel, como lo haba prometido. Las palabras que ella expres a El en esa oportunidad (por este nio oraba y Jehov me dio lo que ped, 1 Sam. 1:27) martillaban mi mente y me motivaron a imitar su conducta de orar por mis hijos antes de que ellos estuvieran presentes.

    Cuando naci mi primer hijo, la pregunta que comenz a rondar mi mente era: Cmo le hablo de la fe? Me preocupaba que se volviera indiferente por or el mensaje muchas veces y de muchas formas. Pero le en Proverbios una de las promesas de Dios: Instruye al nio en su camino y an cuando fuere viejo no se apartar de l (22:6). El nfasis de este versculo est puesto en la oportunidad y el deber de los padres de instruir e impartir conocimiento. Sabemos que la mayor parte de las enseanzas se transmiten

    con el ejemplo. Por eso es tan importante la vida diaria familiar, la manera en que se enfrentan las situaciones en el hogar, la puesta en prctica de los principios de Dios. Nuestros hijos nunca olvidarn una enseanza incorporada por experiencia directa. Recuerdo haber aprendido de mi madre la importancia de un tiempo diario de lectura y oracin personal al verla cada da, antes de preparar el desayuno para todos, leyendo su Biblia y orando en un rincn de la cocina.

    Se dice que el nio promedio hace 500.000 preguntas antes de llegar a la adolescencia. Esto significa medio milln de oportunidades de ensear. Muchas de estas preguntas son: por qu? y cmo?, y las respuestas de varios de estos interrogantes nos llevan directamente a los pies de Dios.

    Una tarde, habiendo regresado de dar una clase en la iglesia sobre el pueblo de Israel en el desierto, dej el material utilizado sobre la mesa y me puse a planchar. Mi hijo, que tena cuatro aos, se acerc a jugar con las figuras que ilustraban la historia. Como de costumbre, comenz a hacer preguntas que me llevaron a relatarle la historia bblica. La plancha qued a un lado para dar lugar a un maravilloso momento de redencin. El Seor toc el corazn de mi hijo en aquel instante y l pudo comprender la necesidad de aceptar a Cristo como su Salvador.

  • El principal recurso que tenemos para cumplir con la tarea de instruir es constructivo; debemos ensear con amorosa persistencia. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarn sobre tu corazn; y las repetirs a tu hijos, y hablars de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes (Deut. 6:6-7). Dios orden el hogar como la institucin para educar a los nios en el camino que deben seguir. No slo debemos sealar ese camino sino tambin transitarlo. No basta con conocerlo y mostrarlo; hay que andar por l. Los cambios sociales y las nuevas demandas de trabajo estn provocando el alejamiento de la familia de la responsabilidad de educar y trasladndose a otras instituciones como la escuela y la iglesia. No olvides, los nios slo pueden entender a Dios, el amor, la misericordia, el perdn, la aceptacin y la verdad de Su Palabra en la medida en que los experimenten en sus relaciones, particularmente en el hogar.

    Siempre me maravill la valoracin que el apstol Pablo hace de dos mujeres: Loida y Eunice. Cuando habla de ellas y de la influencia que ejercieron sobre Timoteo, expresa: la fe no fingida que habit primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice (2 Tim. 1:5) y de l dice: desde la niez has sabido las Sagradas Escrituras (2 Tim. 3:15). La enseanza debe ser hecha con palabra y con ejemplo. No es una actividad para un momento sino que debe ser desempeada maana, tarde y noche. Pero aun as, hay acciones que podemos

    planificar para transmitir las enseanzas con intencionalidad. Con mi esposo nos propusimos realizar el culto familiar, y situaciones de distinta ndole trataban de afectar esta actividad e impedirla. Algunas veces lo lograban y otras no. Luchbamos para poder mantener este encuentro cada noche con nuestros hijos. Eran pequeitos, y antes de acostarlos les relatbamos alguna historia bblica o leamos una porcin de la Biblia y orbamos. Este ritual no poda faltar. Con el tiempo se fue ampliando en nuestras charlas de sobremesa, y la mente de nuestros hijos se fue llenando de principios y promesas de Dios que ahora, ya jvenes, los guan en su andar diario.

    Y el servicio? Qu hacer para motivarlos a servir? El ejemplo de Timoteo fue claro: acompa al apstol Pablo en sus viajes y fue formndose en la prctica. Record la ley de la enseanza que dice: Aquello que se aprende a travs de la experiencia se graba con mayor facilidad. Y as decidimos que nuestros hijos nos acompaaran en el servicio a otros: visitar a un enfermo, ayudar en forma prctica a un necesitado, acompaar a los dems en los momentos de alegra y de tristeza. Recuerdo en particular que una noche mi hija fue a la farmacia y all, en la puerta, encontr a un hombre que estaba pidiendo dinero para comprar un remedio. Haba estado toda la tarde y todava no haba logrado juntar la cantidad necesaria. Al regresar a casa mi hija nos cont la situacin vivida y surgi el

  • deseo de reunir entre todos nosotros el dinero que esta persona necesitaba. Cada uno fue a buscar sus ahorros y pudimos ayudar a este hombre, quien regres feliz a su hogar con la medicacin que necesitaba en su mano.

    Todas las personas quieren ser felices en la vida; nuestros hijos tambin. Si ellos observan que el servicio al Seor nos produce fastidio y malhumor, seguramente tratarn de no hacer aquello que result tan desagradable para sus padres. Pero si ellos observan que servir a Dios nos genera satisfaccin y alegra, querrn imitar nuestro compromiso. Si esperas tener hijos que quieran servir a Dios, mustrales tu felicidad al hacerlo, y ellos seguirn tu camino.

    Como madres tenemos una responsabilidad ante Dios por las vidas de los hijos que l nos ha confiado. En muchas ocasiones te sentirs incapaz de desempear este rol, pero no olvides que nuestro Dios que es todopoderoso, omnisciente y amoroso, para quien todo es posible, y est dispuesto a ayudarte. Recurre a l; no te defraudar.

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  • Dios me sustenta cada dapor Silvia Ins Sendn

    Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien (Rom. 8:28).Hace un par de aos, en un examen de

    rutina, me detectaron un incipiente carcinoma mamario. Como por experiencia o por referencia las vicisitudes de la enfermedad son bastante conocidas, no entrar en detalles. Hablar de las consecuencias.

    Aun despus de haber terminado con la radioterapia y otros tratamientos aleatorios con sumo xito, me senta dbil y deprimida. Haba superado la enfermedad pero la energa puesta en ello me haba agotado. Mi relacin con Dios estaba enrarecida, as como el trato con mi familia y amigos, si bien todos ellos me haban acompaado y fueron mi sostn en todo momento.

    Senta que ya no era la misma persona, que mis objetivos de desarrollo profesional, econmico y de vida en general no me completaban.

    Mi proyecto de vida haba sucumbido ante la situacin lmite, ante la posibilidad de la muerte.

    De pronto, a los 48 aos, yo, que siempre haba estado tan segura de m misma y de mi plan de vida me encontraba desorientada, vaca, desmotivada, triste, deprimida, con ataques de pnico, sin voluntad y con todos los atributos negativos imaginables.

    Si bien lea la Biblia y oraba, lo haca ms por

    costumbre que por conviccin, aunque siempre con la esperanza de encontrar algn mensaje de Dios que me llegara al corazn y me permitiera salir de ese letargo, de ese tan mentado vaco existencial.

    Hasta que un da leyendo Romanos, hubo unos versculos que me connotaron de manera especial: Y de igual manera el Espritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qu hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien (Rom. 8:26-28).

    Esto me hizo pensar que lo que me haba sucedido era para mi bien, que en mi confusin y debilidad no saba ni qu ni cmo pedirle a Dios, pero que la promesa es clara: el Espritu me ayuda en mi debilidad e intercede por m para pedir lo que me conviene.

    Y el Espritu me gui hacia la lectura de otros versculos que confirmaban lo que acababa de descubrir como: Por lo tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de da en da. Porque esta leve tribulacin momentnea produce en nosotros un cada vez ms excelente y eterno peso de gloria (2 Cor. 4:16-17).

    He aqu otra promesa: esta afliccin no sera eterna, como a m me pareca, sino temporaria y

  • con una finalidad positiva que mejorara mi vida y mi relacin con Dios.

    Y as comenc a recuperar la fe, la confianza y la esperanza que fueron la base para volver a tener paz y gozo.

    Este cambio no fue algo mgico y acabado, que dur para siempre, sino que es una tarea de cada da. Cada maana cuando me levanto, a veces con angustia, hablo con Dios, leo Su Palabra, me refugio en Sus promesas, le pido que me abrace, que me proteja de esa sensacin de desamparo y le ruego que Su poder se manifieste en este aspecto que es mi debilidad.

    Slo as siento que puedo salir a mi trabajo y hacerlo bien, estar con mi familia y amigos dando y recibiendo afecto, enfrentar los problemas cotidianos de manera positiva, tratar con las personas que conozco circunstancialmente y transmitirles un mensaje de vida, caminar por la calle sin temor y volver a la noche a casa, segura de que en cada momento Dios est conmigo.

    Entregu a Dios mi voluntad o, lo que es lo mismo, mi mente y mi corazn para que estuviera unida a la de l en todos los sucesos de mi vida.

    Tuve que pasar por esa sensacin de vaco para llenarme de Dios quien me hizo sacar del pozo de la desesperacin puso mis pies sobre pea, y enderez mis pasos. Puso luego en mi boca cntico nuevo (Sal. 40:2-3).

    Hoy tengo un nuevo proyecto de vida, redimension mis prioridades para no volver a enfermarme y puedo decir, porque lo experiment, que la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardar vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jess (Fil. 4:7).

    Para mis queridas hermanas que estn pasando por diversas dificultades les recuerdo lo que escribe el apstol San Pedro: Aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho mas preciosa que el oro sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo (1 Ped. 1:6-7). Amn.

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  • Dios nos usapor Marian Belmonte Muoz

    Alguna vez nos hemos preguntado cmo quiere Dios usarnos? Pensamos tal vez que nuestras vidas son pequeas, que no tienen mucha importancia, que no tendrn un gran impacto? O acaso creemos que nuestro mbito de influencia se reducir apenas al pequeo crculo de personas que nos rodean?

    A veces, puede que la visin que tenemos de nuestra propia vida no parezca elevarse demasiado, a medida que nos vemos inmersas en la vida cotidiana y en las responsabilidades que da tras da tenemos que atender, ya sea en el trabajo, en el hogar o en los estudios. Pero estamos en lo cierto?

    Cuando tomamos la decisin de entregar nuestra vida a Jess y ponerla en Sus manos, todos nuestros pensamientos sobre nosotras mismas nuestros planes e ideas posibles o imposibles, nuestras expectativas y aspiraciones se ven afectados por la obra del Espritu Santo. Dan un giro de 180 grados, convirtindose en posibilidades que ni nosotras mismas podramos haber imaginado.

    Necesitamos abrir los ojos espirituales para ser capaces de entender que el Seor tiene en mente cosas grandes para cada una de nosotras, y para que nuestras expectativas se amplen sin lmite alguno, sabiendo que, si nos rendimos a l, nuestra vida puede llegar a tener influencia sobre

    un incontable nmero de personas. El rea de las comunicaciones es una

    plataforma importante desde la cual poder ejercer esa influencia de un modo u otro. Eso es lo que sucedi en mi propia experiencia cuando, hace varios aos, sent el deseo de trabajar con la organizacin misionera Operacin Movilizacin. OM es una organizacin internacional cristiana que cuenta con ms de 3000 voluntarios en todo el mundo. Sus principales objetivos son dar entrenamiento y apoyo a trabajadores voluntarios para realizar trabajo social y para la comunicacin entre diferentes culturas, as como proporcionar ayuda espiritual, educativa y social. En los aos en que trabaj con OM, aparte de recibir el entrenamiento que ellos proporcionan tambin pude aportar mi trabajo como intrprete de ingls, ya fuese en conferencias internacionales, en cursos especficos y en cuestiones prcticas de la vida cotidiana. As, en varias reas pude ser un canal de influencia para muchos, haciendo posible que hubiese una comunicacin y un aprendizaje entre personas de diversos pases y culturas del mundo.

    Sabemos que Dios es el que en nosotros produce as el querer como el hacer (ver Fil. 2:13), as que debemos prestar atencin a los deseos y pensamientos que hay en nuestro corazn. No pensaba que aquello que pareca ser solamente una experiencia muy enriquecedora en mi vida

  • se convertira en un escaln que Dios usara para situarme ante miles de personas de toda raza, lengua y nacin. Como traductora e intrprete, tuve la oportunidad, formal e informal, de hablar, conocer y trabajar con personas culturas de lo ms variadas, y tambin de sembrar en sus vidas algo de m.

    Cada una de nosotras tiene su propio don de Dios, unas de un modo y otras de otro (ver 1 Cor. 7:7), y talentos y capacidades que l puso en nosotras. l quiere que ministremos a los dems, pues somos administradoras de la multiforme gracia de Dios (ver 1 Ped. 4:10). Dios har muchas cosas con los dones que nos ha dado, si estamos dispuestas a ponerlos a trabajar en las manos de l. No es que nosotras seamos algo, sino que Dios se deleita en utilizarnos tal como somos, con nuestros defectos, nuestras fortalezas y debilidades, para hacer cosas grandes.

    En mi caso, el trabajo en Operacin Movilizacin me abri la puerta para llegar a infinidad de personas, aunque estoy segura de que a muchsimas de ellas ni siquiera las conoc personalmente. A veces pienso en cuntas de esas personas con las que estuve en contacto estn o estarn en el cielo debido, en parte, a mi trabajo. Las palabras del Salmo 2:8: Pdeme, y te dar por herencia las naciones, no conforman solamente una frase bonita o un ideal que nos parece inalcanzable; pueden ser una realidad en nuestra vida all donde estemos. Utilicemos cada oportunidad que se nos presente para sembrar en otros una parte

    de nosotras, aunque nos parezca pequea. Algn da sabremos cul fue realmente la influencia que tuvo nuestra vida en otras personas mientras vivimos aqu en esta tierra.

    No pensemos que tenemos poco que aportar; desarrollemos los talentos que Dios nos ha dado y pongmoslos en Sus manos; con oracin y bsqueda de l cada da, sigamos los deseos e intereses que haya en nuestro corazn, ejercitndolos y trabajando en ellos, y Dios se agradar en usar nuestra vida para que Su Reino se extienda en esta tierra.

    Durante muchos aos trabaj en un canal de televisin cristiano detrs de cmaras. Otro escaln para poder llegar a multitudes de personas en todas las naciones. Y ahora, en mi trabajo como traductora de libros cristianos, la pgina impresa es mi medio de comunicacin para compartir con otros las verdades de Dios.

    Nunca habra podido imaginar las oportunidades que Dios ha puesto en mi camino de poder aportar algo a personas que ni siquiera conozco y que nunca llegar a conocer, pero s s que l hace cosas grandes cuando lo dejamos obrar en nuestra vida. Encomienda a Jehov tu camino, y confa en l; y l har (Sal. 37:5). Si nosotras confiamos, l har. Estemos cada da a la expectativa de oportunidades de ser una influencia positiva dondequiera que nos encontremos; Dios usar nuestras manos, nuestras palabras, nuestra sonrisa, nuestra generosidad, nuestra disposicin, nuestra ayuda

    Cada una de nosotras podemos ser

  • realmente una influencia positiva sobre las personas que todos los das forman parte de nuestro mbito, y slo Dios sabe sobre cuntas otras! Traigamos a nuestra mente con regularidad la promesa que l nos ha hecho: Pdeme, y te dar por herencia las naciones (Sal. 2:8), sabiendo que l puede hacerla realidad obrando a travs de nuestra vida y de nuestras responsabilidades cotidianas.

    Tenemos un Dios grande que cada da hace cosas grandes con nosotras!

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  • El contentamientopor G. Elisabeth Morris de Bryant

    Vivimos en un mundo materialista en que el valor o el xito de una persona se mide de acuerdo a lo que tiene, la casa en que vive, el automvil que conduce, la marca de la ropa con que viste. La Biblia habla claramente de dos aspectos en el rea de nuestras finanzas: ser buen mayordomo de aquello que Dios nos da, y aceptar aquello que tenemos sin avaricia, contentos con lo que tenis ahora (Heb. 13:5). Y, en realidad, uno va de la mano del otro. No podemos ser buenos mayordomos si siempre queremos ms y ms, y no estamos conformes con lo que tenemos. El contentamiento no es algo fcil de lograr pero es un rea que como familia debemos proponernos mejorar.

    Cmo podemos entonces ayudar a nuestra familia a apreciar lo que Dios nos da y no codiciar lo que tiene otro?

    Nuestra actitud es delatadora: El contentamiento es algo que quizs podamos fingir con nuestras amigas o en la iglesia, pero es muy difcil fingirlo en el hogar. Si estamos frustradas o descontentas porque comparamos lo que tenemos con lo que tiene otra persona, o si pasamos el tiempo mirando catlogos y ansiando tener todo lo que vemos, o si despreciamos lo que poseemos, nuestros hijos lo van a detectar. El contentamiento es algo que hay que cultivar y practicar; no es algo que venga naturalmente

    al momento de ser salvo. Aun el apstol Pablo dice en Filipenses 4:11-12: He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situacin. S vivir humildemente, y s tener abundancia: en todo y por todo estoy enseado. Lo interesante de este pasaje bblico es el versculo que sigue, uno de mis pasajes preferidos desde pequea y que todos utilizamos fuera de contexto para animarnos a tener valor y afrontar lo que nos atemoriza: Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Es la culminacin de estos versculos que nos hablan de la necesidad de contentarnos cualquiera sea nuestra situacin, y, como Dios bien sabe que no es algo fcil, l nos exhorta a hacerlo a travs de la fuerza de Cristo, no la nuestra.

    La alabanza y el agradecimiento: Una buena forma de emprender esta instruccin en contentamiento es ensearles a nuestros hijos a empezar cada da con alabanza y gratitud a Dios por todo lo que l nos ha dado y nos da, ya sea en bendiciones, respuesta a una oracin o aquello que vemos en Su naturaleza durante el devocional familiar o personal. Ser agradecidos no es algo que viene naturalmente, es un hbito que debemos aprender.

    Humildad y apreciacin: Otro aspecto del contentamiento es ensearles a no ser egostas y a estar dispuestos a compartir, a ayudar y a servir. Durante la infancia y la adolescencia nuestros

  • hijos tienden a estar obsesionados consigo mismos. Creen que el mundo gira en torno a ellos, piensan que lo que ellos quieren o necesitan es lo ms importante y esperan ser servidos en vez de servir. Un buen versculo para memorizar es Nada hagis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los dems como superiores a l mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual tambin por lo de los otros (Fil. 2:3-4). Otra importante leccin es apreciar lo que otros hacen por nosotros. No solamente debemos apreciar lo que Dios hace por nosotros, sino que tambin ellos debemos aprender a ser agradecidos por lo que los dems hacen a nuestro favor. Ser agradecidos implica decir Gracias, Por favor o dar un abrazo o un beso. Significa reconocer los grandes o pequeos esfuerzos que los dems hacen por uno. Es importante que nuestros hijos sepan que ser humilde implica estar dispuesto a ayudar sin que se lo pidan u obedecer cuando se les indica algo y no esperar que otros hagan lo que ellos pueden hacer por s mismos.

    Confiar y no preocuparnos innecesariamente: Si estamos pasando por un momento de necesidad o la familia atraviesa por una circunstancia difcil, nuestros hijos necesitan aprender a confiar en nuestro Padre celestial. Es fcil estar contento cuando todo va bien, pero es difcil aceptar nuestras circunstancias cuando hay problemas. Juan 14:27 es un buen versculo para memorizar, ya que les hablar de aquella paz que viene de confiar en

    Dios y no tener temor. Hay ocasiones en que lo que los preocupa no es tan tremendo como ellos lo ven desde su perspectiva infantil, pero no debemos ridiculizarlos ni minimizar lo que ellos sienten, sino dulcemente explicarles la importancia de poner todo en las manos de Dios en oracin y, a su vez, confiar que l nos dar la sabidura para ayudarlos con su problema. Cuando son un poco mayores, tambin es importante que sepan que Dios permite dificultades en nuestra vida para moldearnos como l quiere que seamos.

    Contentamiento contra complacencia: El contentamiento no es lo mismo que la complacencia. El contentamiento implica aceptar nuestras circunstancias, ya sea posesiones, talentos, salud, aspecto fsico, etc. como de Dios, pero eso no quiere decir que nos estanquemos y no tratemos de mejorar o esforzarnos para el Seor. La complacencia implica cierto grado de resignacin. Si mi casa est hecha un desastre no me acuesto en el sof y digo: Y bueno, igual puedo estar contenta; por el contrario me pongo a limpiar, ordenar y hacer lo necesario para que mi hogar sea un refugio del mundo exterior para mi esposo y mis hijos. A veces un poco de pintura o creatividad pueden mejorar aquello que no podemos cambiar. Lo mismo debe aprender nuestro nio. Si obtuvo una nota baja en el colegio, no debe resignarse a aceptar que eso pasa y por lo tanto puede ignorarlo y seguir jugando. Si no estudi lo suficiente, necesitar esforzarse ms la prxima vez.

  • Siempre alentmoslo a hacer lo mejor que pueda y Dios har lo dems si oramos y confiamos en l.

    El contentamiento no es algo fcil de lograr, pero no es inalcanzable. Al igual que para el apstol Pablo y muchos otros personajes bblicos, es un aprendizaje; y la victoria ser nuestra porque lo podemos lograr a travs de Cristo que me fortalece.

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  • El nido vacopor Sandra R. Leoni

    Cuando escuch hablar de este tema, me pareci tan distante que hoy me cuesta creer que ya me toca vivirlo. Como mujeres modernas, estamos inmersas en una realidad que cambia a diario, donde las formas de relacionarse se transforman en redes sociales cibernticas y la informacin se busca primero en la red antes que en el viejo diccionario de casa. As que djame ilustrarte con la definicin que encontramos en la Wikipedia.*

    El sndrome del nido vaco es una sensacin general de soledad que los padres u otros tutores pueden sentir cuando uno o ms de sus hijos abandonan el hogar. Yo agregara que es un conjunto de seales que aparecen en la conducta de los padres, generalmente de angustia y vaco, cuando los hijos dejan el hogar porque se van a la universidad, se independizan econmicamente o se casan.

    No puedo aducir desconocimiento de que esto sucedera, pero ciertamente me pareca remota y lejana la posibilidad. Sin embargo, el da lleg y s, mi hijo vol. Quiz t ests cerca de esta etapa o totalmente inmersa en ella Entonces te invito a que la exploremos juntas.

    Esta sensacin de vaco que experimentas, esta falta de no saber qu hacer ahora que nuestros jvenes hijos ya no estn en casa, nos causa dolores ms fuertes que los del mismo crecimiento. No

    obstante esta pena que nos invade nos expone que la tarea ha sido cumplida con excelencia, que estos nios crecieron... que son jvenes hombres y mujeres listos para encarar sus propios proyectos de vida para Dios.

    En mi caso, sent que haba pasado tan solo un segundo entre el da en que trajimos a Jonatn envuelto en su manta de recin nacido y el instante en que dejamos a nuestro nico hijo en su nuevo departamento a pocos metros de la universidad donde asistira durante los prximos aos. Habamos pasados unos das de intensos preparativos, entre la compra de muebles y la mudanza. An en medio del desorden de las cosas arrinconadas o desparramadas por el piso, tuvimos que marcharnos para regresar a casa. En el departamento quedaban algunas comidas ya hechas en la refrigeradora y otras provisiones en los estantes de la cocina. All parado en medio de la sala, a mis ojos ms pequeito de lo que era cuando naci, quedaba nuestro retoo y su gato Fluffy que lo acompaaba desde los ocho aos.

    Viajamos en silencio durante muchas horas y llegamos a casa exhaustos. Ahora s que no era tanto el agotamiento fsico como el pesar que senta en todo el cuerpo. Ya no poda ms, cualquier cosa que vea me produca un nudo en la garganta, hasta que llegu al cuarto de lavado donde encontr algunas ropas sucias que

  • haban quedado all por olvido. Las lgrimas me nacieron a borbotones. Cun rpido se haban pasado esos aos de crianza! Qu sensacin tan diferente al primer da que lo dej en la casa de su abuela por primera vez! Este fue el tiempo de llorar (Ecl. 3:4).

    No te asustes, ese sentimiento es normal, solo tienes que monitorearlo y observar que no interfiera de manera permanente en tu vida cotidiana. Comienza a ver todas las cosas que an Dios pone ante tus ojos. Si hemos criado saludablemente a nuestros pequeitos, si la relacin fue cercana y afectuosa durante la adolescencia, el proceso de aceptar el alejamiento de nuestros retoos ser un desafo ms que nos llevar a madurar y fortalecer esa relacin maternal. Si la convivencia con tu hijo o hija fue conflictiva, abrumadora, hostil o de una gran dependencia, y tu dolor se acrecienta an ms, arrodllate delante del Seor para que tanto t como tu hijo puedan sanar esas viejas heridas, y aprovecha esta separacin para lograr un nuevo nacimiento, el de una relacin sana y diferente con tu hijo. Aprovecha este nido vaco para edificar una casa de fin de semana donde puedan venir a vacacionar contigo y lo disfrutes.

    Cuando te hayas dado cuenta de que tu nido est vaco, intenta recanalizar tus actividades, proyectos, tiempo y energas. Intenta enfocar tus ojos en todo lo que an requiere tu atencin. Si ests casada, prstale especial atencin a tu cnyuge, que tambin se ve afectado por este sentimiento de tristeza

    y ese vaco por el vstago que se ha ido. Hablen de los sentimientos que experimentan y apyense mutuamente.

    Renueva la relacin con tu esposo, comienza a vivir esta etapa especial con una nueva perspectiva. Recobra las viejas amistades y emprende nuevas tareas que los lleven a ti y a tu esposo a compartir la experiencia con otros que tambin estn pasando por lo mismo. Invierte en buscar nuevas actividades creativas y solidarias que te pongan en contacto con otras personas. Regocjate junto a tu esposo y recuerda que las palabras de Proverbios dicen: Corrige a tu hijo, y te dar descanso, y dar alegra a tu alma (29:17). Ya han superado el tiempo de la crianza y la correccin; ahora es el momento de descansar y alegrarse.

    Aunque no tengas que llevar a tu hijo a la escuela ni salir a comprarle ropa, an puedes ocuparte de l o ella. Primero debes orar ms que antes, ahora ese o esa joven necesita ms que nunca de la presencia de Dios en su vida para que le sirva de gua. Es importante que Cristo sea su mejor amigo y aliado. Preprate para orar y ayunar ms de lo que habitualmente lo hacas.

    Idea algo especial que lo ayude en su vida independiente, como un recetario de comidas prcticas, algunas guas tiles para el manejo del dinero, tjele un abrigo que le sea cmodo... Envale sus fotos y recuerdos ms queridos para que ponga en su dormitorio. Mndale la mejor fotografa que encuentres donde est l contigo y su pap que servir como testimonio

  • vivo de su pertenencia familiar. Aprovecha la tecnologa para usar el correo electrnico, los chats y las videoconferencias para verse con ms frecuencia.

    Por ltimo, quien an no ha llegado a esta etapa, es importante que se prepare. En especial, hay que aprovechar al mximo el tiempo en que tenemos a nuestros hijos alrededor de la mesa. Es tiempo de sembrar y no hay que desaprovecharlo. Ya habr tiempo para lavar los platos, atender otras cosas o trabajar ms horas. Juega con la idea de que un da volar del nido y ocpate para que cuando llegue el momento, tu adolescente remonte vuelo lo ms equipado posible. No hay mayor dicha para el corazn de una madre que haber criado a un hijo en sujecin, que ser la honra de sus padres.

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    * Enciclopedia colaborativa de libre participacin en la red.

  • l nos hablapor Rosa Martnez

    Desde el kindergarten hasta que termin el bachillerato estudi en colegios religiosos. Las enseanzas presentadas especialmente en los ltimos aos de esta etapa de educacin, produjeron un gran impacto en mi vida, en el aspecto espiritual. Recuerdo que me sentaba a meditar y a pensar en mi relacin con Dios. Incluso permanecen en mi memoria algunas palabras de poesas repetidas durante los retiros espirituales, tales como: Tan alta vida espero, que muero porque no muero. Deseaba una unin ms ntima con el Seor, un encuentro que pareca que nunca se produca. A pesar de los momentos de meditacin y bsqueda, senta un vaco espiritual inexplicable.

    Lleg el instante cuando Dios extendi Su mano misericordiosa y un joven que era mi prometido (ahora mi esposo desde hace ms de cincuenta aos) me regal una Biblia. La acept porque era un regalo, pero en el mismo momento le comuniqu: A m no me hace falta leer la Biblia. Pensaba que tena suficiente conocimiento religioso y entrega a Dios. Adems, en aquella poca no se alentaba mucho a los fieles a que leyeran la Palabra. Fue as que, por un tiempo, aquel tesoro permaneci cerrado, sin permitir que las piedras preciosas brillaran para iluminar mi camino. Sin embargo, Dios en Su sabidura usa diferentes medios para que

    uno pueda conocerlo mejor y recibir Su gracia redentora. Un da, conversaba con una compaera de estudio y de actividades religiosas, y le cont que tena una Biblia. Se la ense y ella me dijo: Si no la quieres, reglamela. Mi reaccin fue instantnea y de asombro: No es un regalo de mi novio!. Qued con la intriga de por qu ella querra mi Biblia Qu contena ese libro? Pronto, comenc a leer los Evangelios y el libro de los Salmos. No encontraba en ninguno de los cuatro Evangelios algo especfico y directo que dijera que necesitaba sacrificios o hacer algo para tener una comunin ms ntima con Dios. En cambio, encontraba palabras como estas: Jess le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por m (Juan 14:6). No poda creerlo! Solo necesitaba a Jesucristo. Me pareca algo inverosmil. Era aceptar solamente lo que deca la Palabra de Dios lo que yo necesitaba? Llenara eso mi vaco espiritual y terminara mi bsqueda para tener una relacin ms ntima con el Seor?

    S, un da mi bsqueda termin, por fin haba encontrado el tesoro que por mucho tiempo haba estado buscando! Resaltaron en mi mente y mi corazn versculos de los Salmos tales como: Ten piedad de m, oh Dios, conforme a tu misericordia Crea en m, oh Dios, un corazn limpio, y renueva un espritu recto dentro de m

  • (Sal. 23:1,10). Jesucristo poda limpiar mis pecados; poda pedirle perdn directamente a l. Qu maravilloso, l tena poder para renovar mi espritu! Cuando hablaba de esa paz interior, de la tranquilidad espiritual y enfrentaba a los que dudaban de mi fe, les contestaba con valor y firmeza hacindome eco de lo que contest el ciego en Juan 9:25: Una cosa s, que habiendo yo sido ciego, ahora veo. Por fin pude darme cuenta de lo fcil que era tener intimidad con Dios, poder comunicarme con l en todo momento y en cualquier lugar. Sent lo que era la seguridad de la salvacin y la libertad en Cristo. Me un al cntico de Mara que dice: Engrandece mi alma al Seor; y mi espritu se regocija en Dios mi Salvador (Luc. 1:46).

    Dichos famosos escuchados en los centros educativos tales como: Para m la oracin es un impulso del corazn, una sencilla mirada al cielo, un grito de agradecimiento y de amor en las penas como en las alegras tomaron un nuevo sentido y una nueva direccin. Pude darme cuenta de que la oracin no era tan solo hablarle a Dios, sino que era comunicacin de ambas partes. La persona habla, pero tambin escucha. La Biblia, la Palabra de Dios, era el Supremo comunicndose conmigo. El Padrenuestro recobr su verdadero sentido. Mi fe y mi vida de oracin cambiaron de direccin. Cada da, mi fe se fortaleca ms al ver los milagros que Dios obraba en mi vida y en la de muchos creyentes.

    En cierta ocasin, mi esposo estaba

    pasando por una situacin difcil en su ministerio que pareca que no tena salida y varias veces cuestionaba: Qu quieres Seor?. Yo tampoco me senta satisfecha y deseaba servir en otros ministerios para los cuales Dios me haba llamado y preparado. Pareca que el tnel oscuro no tena fin. En unas de mis meditaciones diarias estaba leyendo Hebreos 11:1: Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la conviccin de lo que no se ve. Al examinar el versculo y mi fe en el Seor, dej que mi imaginacin no tuviera lmites. Me hice estas preguntas: Qu esperara yo si verdaderamente creyera lo que dice este versculo? Mi mente se traslad al lugar de servicio con el que haba soado, cmo trabajara en la via del Seor junto con mi esposo, lo que hara capacitando lderes para las iglesias. Fueron momentos de idealizar un futuro maravilloso; en realidad me sent como una nia imaginndose protagonista de los cuentos de hadas. Pude ver en mi mente lo que nunca haba pasado. Luego, me pregunt: Tengo suficiente confianza o conviccin de que eso suceder? Medit cuidadosamente, habl con el Seor dejando mis deseos de lado y or a mi Padre: S lo que deseo, pero estoy dispuesta a seguir el camino que tengas para nosotros, sea o no sea mi sueo. Hubo comunicacin de ambas partes. Al poco rato de mi conversacin con el Seor, mi esposo me llam y me dijo con un tono alegre y con mucho entusiasmo:

    Deseas recibir una buena noticia?Ya la s fue mi inmediata respuesta.

  • Perplejo, l me dijo: Cmo la sabes si acabo de hablar con el nuevo jefe y nadie

    ms lo sabe? La respuesta fue sencilla, y con una alegra que se reflejaba en mi rostro dije:

    El Seor me lo revel esta maana durante mi tiempo devocional. Te han llamado para servir en el rea en la cual Dios nos ha preparado.

    Agradecida, s, ms que agradecida al Gran Proveedor que supli una Biblia en momentos de bsqueda. Agradecida, porque me dio la fuerza para escudriar el tesoro que tena abandonado y que me ayud a abrir mi ojos a la salvacin y mi corazn a conocer la verdad que me libert. Agradecida al Seor porque en los momentos de crisis l nos habla dndonos aliento, paz y tranquilidad. Agradecida por todo lo que ha hecho por m, por lo que est haciendo y por lo que har.

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  • El silencio de Diospor Gloria Q. de Morris

    Cuntas veces en rueda de amigas se comenta con preocupacin sobre las oraciones que no reciben respuesta. Casi siempre hay alguien dentro del grupo que exclama con conviccin: Dios siempre contesta la oracin. A veces dice s, otras veces no y otras espera. Sin embargo, resignarnos a decir sencillamente que fue un no o un espera, me parece que es una forma algo superficial de tratar el problema del silencio de Dios, porque si bien es cierto que existen estas tres formas de respuesta, la Biblia ensea con toda claridad que hay momentos o circunstancias en las que Dios no oye o no contesta nuestras oraciones.

    Estas oraciones no contestadas no se deben a la incapacidad de Dios para or o responder sino que son el resultado de ciertas barreras que hemos levantado en nuestro corazn. Por tanto, el problema de las oraciones no contestadas es, en casos as, un problema nuestro y no de Dios.

    Desde nia mi fe fue absoluta en un Dios amoroso y todopoderoso a tal punto que cuando necesitaba hablar con mi Padre celestial, a cualquier hora del da, iba y me arrodillaba al lado de mi cama, conversaba con l y haca mis peticiones. Luego, me levantaba y segua jugando con mis amiguitas. Dios siempre contestaba todas mis oraciones. La comunin y mi fe aumentaban da a da. Pero crec, lleg la etapa de la adolescencia y la juventud, con sus inquietudes e interrogantes,

    y un da me enfrent al silencio de Dios. Supuse que en la Biblia habra una razn para explicarlo.

    Amados, si nuestro corazn no nos reprende, confianza tenemos en Dios; y cualquiera cosa que pidiramos la recibiremos de l, porque guardamos Sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de l (1 Jn. 3:21,22). Dicho a la inversa, todo aquello que en nuestra conciencia nos condena habr de perjudicar nuestra oracin. Por tanto, debemos inmediatamente romper con ese pecado y confesarlo al Seor, en la seguridad de que se cumplir la promesa de 1 Juan 1:9 y l nos perdonar. Entonces, la comunin ntima con Dios vuelve a restablecerse.

    Otra razn para esa falta de respuesta es nuestra fe imperfecta porque descansa sobre una base falsa. No se trata de tener fe en la oracin, sino en Dios. Tampoco tiene que ver con nuestra medida de fe. Cuando decimos, por ejemplo: Mi fe es tan pequea que no creo que Dios la pueda honrar admitimos que estamos dependiendo de la cantidad de nuestra fe, en vez de descansar en el Dios fiel para la respuesta.

    En ocasiones nos pasa que la duda golpea a nuestra puerta. Sabemos que la duda cava el sepulcro de nuestra fe, y sin fe es imposible agradar a Dios. Adems recordamos lo que nos advierte Santiago: El que duda no piense que recibir cosa alguna del Seor (1:6,7). Ms

  • an parece resonar en nuestras conciencias la pregunta inquietante del Seor a Pedro Por qu dudaste?. Cuntas veces habremos llorado por haberlo ofendido siendo que l desea cumplir Su promesa: Y todo lo que pidieres al Padre en mi nombre, lo har, pero la duda impide que recibamos esa bendicin.

    Aun nosotras que somos creyentes estamos en peligro de ser arrastradas por esta sociedad tan materialista y sufrimos las consecuencias. Peds y no recibs porque peds mal, para gastar en vuestros deleites (4:3).

    Al orar por cosas temporales deberamos examinar con cuidado nuestra motivacin. Es esta peticin para la gloria de Dios, para mi bien y el bien de otros, o es meramente para satisfacer mis propios deseos egostas? A travs de Su Palabra, Dios nos va quitando todo interrogante sobre sus silencios.

    Hay un detalle muy importante que no se suele tener en cuenta y es esencial. Cuando he tenido que aconsejar a alguna esposa que se queja porque Dios no responde su oracin, siempre le recuerdo este pasaje: Vosotros, maridos, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo (1 Ped. 3:7). Lgicamente esto se aplica de igual modo a las esposas. Cuando los esposos no se llevan bien, estn levantando barreras y barricadas que impedirn que Dios pueda contestar sus oraciones.

    El espritu en que debemos orar es un espritu perdonador que est en

    armona con Dios y los dems. Ya que Dios nos ha perdonado tanto, no podemos rehusarnos a perdonar sean cuales fueran las circunstancias, y esperar que nuestras oraciones sean contestadas. Un espritu no perdonador quiebra nuestra comunin con Dios e impide que la bendicin divina fluya hacia nosotras.

    Cada vez que Dios no contesta una oracin a pesar de nuestra insistencia, debemos preguntarnos: Cual es la leccin que Dios me quiere ensear en todo esto?, porque Dios no obra caprichosamente. Y luego: Ser que Dios desea ensearme que l es soberano?.

    Recuerdo cuando mi hermano menor al que me senta muy unida, tuvo un accidente y estuvo varios meses en cama. Mi madre, l y yo orbamos fervientemente por su recuperacin, y nos sentamos seguros de que Dios lo restablecera; pero una maana el Seor se lo llev a Su presencia. Con mucho dolor tuvimos que aceptar que Dios es soberano. Al ser omnisciente, conoce el futuro y siempre da lo mejor a Sus hijos porque cuida de cada uno de ellos.

    En muchos de los casos de oraciones no contestadas, como por ejemplo cuando tanto Moiss como Elas y Jons pidieron a Dios que les quitara la vida, es fcil comprender por qu Dios no les contest. Pero no es tan sencillo entender cmo Dios se negara a contestar la oracin reiterada de un siervo tan especial como Pablo sobre un tema tan lgico

  • como su salud fsica. Entonces, conviene recordar que las bendiciones espirituales sobrepasan las fsicas. No quiere decir esto que nuestra salud no sea importante ni que debamos descuidar nuestro cuerpo. Pero muchas veces porque el Seor es soberano, determina mantener silencio y no contestar nuestras oraciones por sanidad o alguna otra bendicin porque, de hacerlo, nos privara de una bendicin espiritual an mayor. Esto sucedi con Pablo porque Dios hizo algo mucho mejor para l que quitarle su aguijn en la carne; lo us para perfeccionar su carcter y colmarlo de Su gracia divina.

    Un ejemplo de cmo Dios puede darnos algo mejor de lo que esperamos es el de Ana. Mientras estuvimos como misioneros en Espaa, ella se puso en contacto conmigo. Me llamaba por telfono cada vez que necesitaba palabras de aliento o quera comentarme el proceso de su prueba y pedir oracin. Desde haca tiempo haba ido gradualmente perdiendo la vista de un ojo y le quedaba muy poca visin en el otro. Tanto ella como su iglesia y quienes conocemos su caso orbamos con fervor por su sanidad. La primera vez que me llam lloraba. No poda entender el porqu de ese silencio de parte de Dios, por qu no contestaba tantas oraciones que haban llegado ante el trono de la gracia. Es que Dios no la amaba?

    Esta hermana estaba casada con un mdico reacio al evangelio. Desde que ella acept a Cristo, su relacin matrimonial comenz a enfriarse, pero y aqu llega ese pero que muchas veces marca la diferencia Ana me coment:

    Cuando perd el ojo izquierdo, despus de varias operaciones, el amor de mi marido renaci. Aunque yo al principio no aceptaba mi situacin porque no poda entender el silencio de Dios, mi esposo me animaba, me mostraba su amor y su cario. Estoy perdiendo la vista del otro ojo, pero sigo orando por m misma y por mi esposo, para que se convierta.

    Le respond: Creo que tu enfermedad es el camino que

    Dios est utilizando para que tu esposo tenga un encuentro con Cristo.

    Elizabeth Elliott escribi: Cuando estamos pasando por una prueba fsica es el momento de ofrecerle a Dios nuestro cuerpo como una ofrenda en el altar.

    La ltima vez que Ana me llam, me dijo: Sigo con el mismo problema y no me quieren operar, pero tengo buenas noticias. Mi marido todas las maanas me lee el devocional y oramos juntos. Siento que pronto l aceptar a Cristo. Dios ha contestado mi oracin.

    Confa en [Dios]; y El har (Sal. 37:5b). 1

  • Esposa, madre y siervapor Viviana de Carrizo

    A los 18 aos, comenc a servir al Seor predicando a los nios en las Horas Felices. Me movilizaba la pasin de Jess por las almas, y en un Congreso Misionero en el ao 1992 Dios habl a mi corazn dicindome: Irs a las naciones. En aquel momento nada entenda, pero el desafo se haca cada vez ms fuerte. Mi esposo tena la firme conviccin de ir al campo misionero entre nuestros hermanos aborgenes wichi (o wich que significa gente; etnia indgena del Chaco, en el centro de Sudamrica que hasta fines del siglo XX eran conocidos como matacos). El Seor me llev a leer el pasaje de Ezequiel 3:1-15, pero necesitaba una confirmacin especfica y l me dijo: vestirs pies descalzos. No comprend en aquel momento, pero s cuando llegamos al paraje wich El carpintero en un viaje de exploracin que realizamos. Nuestros hermanos salieron a recibirnos con los pies desnudos. El Seor me seal: Mira sus pies, son los pies descalzos que te dije que ibas a vestir con mi Palabra. Qu maravillosa confirmacin de Su Palabra para mi vida!

    Como mam de seis hijos, en estos aos de misionera, he visto la mano poderosa de nuestro Dios manifestarse de diferentes maneras. En otra cultura, lejos de los amigos y de la familia, vi crecer a mis hijos entre araas, vboras y dengue, pero nuestro Padre amoroso estuvo siempre

    cuidndolos aun cuando nuestro hijo Isaac, en ese momento de tan solo un ao, se comenz a secar (literalmente). Desde el aspecto clnico, no tena sntomas de alguna enfermedad conocida, hasta que un aborigen nos dijo que estaba aicado (mal que usualmente se manifiesta en esa regin) y que solo un brujo poda sanarlo. Fue entonces cuando me aferr a las promesas del Seor confiando en que a ninguno de mis hijos les pasara nada. Mi grupo de intercesores or en ese sentido y no se tard Su respuesta.

    Tambin experimentamos la providencia milagrosa. Recuerdo que un da no tenamos lo suficiente para comer. Nos sentamos a la mesa, oramos, dimos gracias al Seor y en ese mismo instante alguien golpea las manos (forma habitual de llamar a una casa). Era un hermano wichi que haba ido de cacera y nos traa una pierna de corzuela (animal del monte). En otra ocasin, nos trajo verduras y miel del monte. Esta gente vive en una necesidad extrema, pero aunque parezca extrao, saben compartir con los dems.

    Conocedores de su corazn generoso y dispuesto a brindarse, los desafiamos a la obra misionera. Les propusimos ir a llevar asistencia y el evangelio a las comunidades alejadas que vivan monte adentro (en la selva chaquea). Ellos estuvieron dispuestos y all partimos con Biblias, ropas y alimentos.

  • Poco despus comprobaron que Dios no es deudor de nadie, y en su paraje se hizo una perforacin y se coloc un pozo de agua (vital en la zona); luego se edific un templo. Ellos haban abrazado la comisin de orar, dar e ir y no solo se llen de gozo su corazn sino que tambin fueron bendecidos de otras maneras viendo suplidas sus necesidades.

    Mientras contino en el servicio misionero al Seor junto a mi esposo, recuerdo siempre que tengo una aljaba con seis flechas. Mi responsabilidad es que todas sean lanzadas y que den en el blanco. Por ello, los instruyo cada da y trato de vivir tomada de la mano del Seor para que ellos sigan ese mismo camino, no se pierdan y sepan que el mejor lugar es estar en la soberana voluntad de Dios.

    El Seor nos ha enviado a cumplir Su mandato de llevar el evangelio; algunos aqu, otros all. Cuando ponemos nuestra vida en Sus manos, l nos indica dnde nos necesita. En tiempos de dificultad o prueba, l mismo nos da la salida y nos confirmar el precioso llamado que hemos de cumplir. Necesitamos conocer los tiempos de Dios y Su voluntad, para poder ser efectivas en el trabajo encomendado como esposas, como madres y como siervas.

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  • Estoy segurapor Gabriele Braun

    Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ngeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podr separar del amor de Dios, que es en Cristo Jess Seor nuestro (Rom. 8:38-39).

    Durante tres das tuve clicos pero no fui a

    consultar al mdico porque todava no contaba con seguro de salud. Haca tan solo tres meses que haba abandonado mi residencia en Londres, donde cursaba un doctorado en teologa, para mudarme a Nuremberg, Alemania, a mi casa paterna. El ao anterior haba fallecido mi madre y yo deba hacerme cargo de nuestra casa; por eso el cambio de residencia.

    Mi amiga y compaera de oracin Hanna termin llevndome a ver al mdico clnico de la familia, un afable caballero entrado en aos. l me examin y al observar con atencin la pantalla del ecgrafo, seal con preocupacin:

    Debes hospitalizarte. Yo pregunt enseguida: Cundo y por qu? A lo que l respondi: De inmediato. Observo una infeccin en tu

    abdomen. A qu hospital quieres ir?

    Sin demora, Hanna me traslad hasta el hospital metodista Martha-Mara de Nuremberg donde me internaron. Durante la hora que sigui, al menos tres mdicos se acercaron a observar la pantalla del ultrasonido y declararon que mi estado necesitaba intervencin urgente. Hablaban en clave acerca de algo que haba crecido en mi abdomen por lo que necesitaban operarme de inmediato. Encontraron un tumor en el colon del tamao del puo de mi mano. Eso haba ocasionado un absceso y, en consecuencia, una infeccin generalizada. Mi vida penda de un hilo.

    Apenas haba alcanzado a contactar a mi grupo de oracin en Inglaterra para que intercedieran, cuando enseguida me llevaron al quirfano. Me salvaron la vida. Al da siguiente, me despert en la sala de terapia intensiva envuelta por una nube de la presencia de Dios; algo claramente identificable y distinto de los efectos de la morfina que circulaba por mis venas.

    Mi querida consejera Lilot, una madre espiritual, me llam para decir que mientras oraba por m record el salmo: No morir, sino que vivir, y contar las obras de JAH (118:17). Fue como si Dios mismo pronunciara aquellas palabras directo a mi corazn impregnndolo de fe.

    Este versculo me resultaba conocido porque

  • tres aos antes de estos acontecimientos, mi viejo automvil alemn dio varios tumbos en una carretera inglesa y yo sal ilesa de ese accidente. Un poco ms tarde, un colega me cont que ms o menos a la hora del hecho, l estaba en una reunin de oracin y al interceder por m, sin tener idea de cmo ni por qu, se le haba venido a la mente ese mismo versculo de los Salmos.

    Al recordar aquel suceso, tuve la certeza de que saldra sana y salva de esta operacin as como haba salido por mis propios medio