adams richard n_etnias y sociedades

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Análisis antropologico sobre étnias centroamericanas

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HISTORIA GENERALDE

CENTROAMÉRICA

•tUNU.. 'lJ...OUfUIIOf'l....SEUIlDI'L4N COMWUHma

«Inse1492-1"1

QUINTO CENTEN"Il,lOESPAÑ.....

MADRID 1993

e~

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Comisión Coordinadora:

Edelberto Torres-Rivas (coordinador general)

Robert M. Carmack (tomo 1). Julio César Pinto Soria (tomo II)

Héctor Pérez Brignoli (tomos III y V)Víctor Hugo Acuña Ortega (tomo IV)Edelberto Torres-Rivas (tomo VI)

Asistente de edición:

Luis Pedro Taracena Arriola

Comisión en España:

Luis Martínez RosAndrés Virumbrales LópezLuis Izquierdo Loyola

Diseño:

Mariella Briceño Machado

© Sociedad Estatal Quinto Centenario© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales

Producción: Ediciones Siruela, S. A.ISBN obra completa: 84-86956-28-5ISBN tomo V: 84-86956-33-1Depósito legal: M-6312-1993

Impreso en España

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DE LA POSGUERRAA LA CRISIS

(1945-1979)

edición a cargo

de

HÉCTOR PÉREZ BRIGNOLI

Tomo v

Page 3: Adams Richard N_Etnias y Sociedades

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Capítulo 3

ETNIAS Y SOCIEDADES(1930-1979) I

Richard N. Adams

Dos «TRADICIONES» DE CONQUISTA 2

Patrones precolombinos

Los pueblos modernos de Centroamérica están compuestos del re­siduo de los pueblos invasores. Pocos restos se han encontrado de lassociedades más tempranas, juntando gente cuyos ancestros vinieron através de los estrechos de Bering y cuyos descendientes pueblan Sura­mérica. Los primeros agricultores aparecieron en el Formativo Tem­prano entre 1500 y 1000 a.C. Influencias de Teotihuacán aparecen enel Clásico Temprano, entre el 200 y el 400 a.e., y se cree que apareciópoco después un importante lenguaje quiché. Es también en esta épocacuando los nahuas pudieron haber descendido a través de El Salvadorhacia Nicaragua y Costa Rica. Alrededor del 1000 a.e. invasiones gue­rreras de la costa del golfo trajeron a los ancestros de los jefes quiché,quienes se enfrentarían a los españoles 3.

Un crucial resultado de las invasiones de los pueblos mexicanos fueque la parte norte del istmo -ahora conocida como «Mesoamérica»- 4

experimentó un complejo nivel de desarrollo sociopolítico, que derivóde los reinos e imperios que llegaban hasta el norte del valle de México.Estos estados organizaron un alto grado el trabajo, como se evidenciapor las grandes construcciones que dominan esta región y por la can­tidad de producción agrícola necesaria para sostener a tal población.

La costa atlántica de Honduras, Nicaragua y de toda Costa Rica yPanamá estaba relacionada lingüísticamente con las sociedades de Su­ramérica. En contraste con los estados mesoamericanos, permanecie­ron menos desarrollados políticamente y probablemente sostenían auna población menor. Aquí, la política principal era la jefatura, organi­zaciones segmentales que variaron en tamaño y en grado de centraliza-

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ción. Aunque eran capaces de concentrar mano de obra para proyectosmayores su control sobre los trabajadores era más descentralizado queen Mesoamérica, tal como lo eran las sociedades en sí mismas.

El que la población de Mesoamérica estuvo más acostumbrada atrabajar subyugada se relaciona con el hecho de que sus estados tuvie­ron poblaciones más grandes y a menudo más densas. Las organizacio­nes más complejas de estos estados no fueron, sin embargo, un simpleproducto de la densidad. Más bien, el mantenimiento de la organiza­ción del Estado requirió tanto de las personas como del control, ambascosas tendieron a mantener a la región en un estado de guerra endémica.

Divergencias de la Conquista

Mientras que las diferencias sociales entre el norte y el sur de Cen­troamérica variaron gradualmente, estuvieron amalgamadas por el he­cho de que la naturaleza de las invasiones españolas en las dos áreastambién fueron diferentes. Las tierras altas y las porciones pacíficas deMesoamérica fueron sojuzgadas por un solo conquistador, Pedro de Al­varado. La conquista del terriotorio restante (hoy día Alta Verapaz, ElPetén, Belice, y la costa atlántica) fue postergada.

En contraste, el sureste fue invadido por diferentes conquistadores.Pedrarias envió a Francisco Hernández de Córdova desde Panamá aconquistar Nicaragua, para empatar con el avance de Alvarado desdeel norte, y luego en 1526 iría él mismo. Por otro lado, Gil GonzálezDávila exploró en 1522 la costa pacífica, desde la bahía de Fonsecahasta Nicoya, y a partir de allí siguieron una serie de esfuerzos con­flictivos que se «caracterizaron por la confusión, ya que las zonas deinfluencia estaban definidas en medio de contradicciones» 5.

Una consecuencia importante de los distintos patrones de conquistafue que las historias de despoblación de las dos regiones serían muydiferentes. Mientras que todos los pueblos nativos fueron diezmadospor las enfermedades, que a menudo les llegaban antes de tener con­tacto directo con los españoles, estos últimos rápidamente esclavizarona los pueblos sobrevivientes del sureste para enviarlos como trabaja­dores a Panamá y al Perú. Entre tanto la esclavitud que se llevó a caboen el norte no fue tan drástica y finalizó tempranamente 6. La combi­nación de diversos niveles y formas de las poblaciones precolombinasde la sociedad en Mesoamérica, con diferentes prácticas de conquista,dejó una población bastante grande, acostumbrada a estar atada alEstado. El Cuadro 3.1 expresa algo sobre la diferencia en los niveles depoblación al momento del arribo de los españoles, y cómo los distintospatrones de conquista produjeron diversos grados de supervivencia yde declinación de la población.

Cuadro 3.1

Cambios en la población maya, de la conquista a 1900, por patrones deconquista y regiones precolombinos tradicionales 7

Tamaño de las Porcentajepoblaciones aborlgenes sobreviviente

RegiónConquista ca. 1550 ca. 1800 ca. 1550 ca. 1800--

Mesoamérica: Conquista desde el norte

Chiapas ........................ 275.000 114.000 53.000 42% 19%Guatemala ................... 2.000.000 427.850 275:203 21% 14%El Salvador ................. 400.000 59.000 83.010 15% 21%Soconusco .................... 80.000 7.000 4.200 9% 5%

Mesoamérica: Conquista desde el sur

Honduras (Oeste/Cen). 600.000 32.000 32.635 5% 5%Nicaragua (Mesoam) .. 546.570 43.732 31.596 8% 6%Nicoya .......................... 62.692 2.640 650 4% 1%

Sureste de C.A.: Conquista desde el sur

Nicaragua .................... 178.838 20.738 12%Costa Rica ................... 400.000 80.000 8.281 20%Panamá ........................ 1.000.000 85.000 9%

Sureste de C.A.: No Conquistado

Nicaragua .................... 38.148 30.075 79%Este de Honduras ....... 200.000 100.000 30.037 50% 15%Conquista desde el sur 8.000 3.057No conquistado ........... 92.000 27.000

Total ......................... 5.781.248 866.622 654.425 15% 11%

Así, la destrucción de los patrones precolombinos por las diferentesformas de conquista establecieron dos tradiciones distintivas -la Me­soamericana y la del sureste- que han sobrevivido hasta el día de hoy.Curiosamente, las demarcaciones administrativas coloniales españolasreconocieron poco esta variable, y la Audiencia de Guatemala se exten­dió desde Chiapas hasta Panamá. Como lo analiza MacLeod 8, la regiónentera sufrió de una falta de recursos exportables que produjeran

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riqueza, pero el sureste específicamente nunca tuvo realmente una baseexportable para el desarrollo económico hasta el café en el siglo XIX.

La «tradición de conquista» de Mesoamérica

Los españoles en Mesoamérica desarrollaron un continuo sistemade trabajo forzado que, a pesar de una escasez de exportaciones, lespermitía un nivel de vida más alto y confortable de lo que era posibleen el sureste, donde la mano de obra era casi imposible de conseguir.Según Lutz y Lovell 9, el asentamiento español en Guatemala miró pri­mordialmente hacia el oeste y al sur de su capital, Santiago de Gua­temala. Las comunidades indígenas ubicadas en el espectro de los in­tereses españoles se encontraron desde muy temprano bajo presionesladinizantes, las que no estuvieron presentes en el noroeste de Guate­mala. De alguna manera, El Salvador fue una continuación de estetemprano interés español, y el despertar de las sociedades indígenassalvadoreñas fue resultado de esto.

La característica sobresaliente de la tradición mesoamericana enCentroamérica fue que los indígenas continuaron constituyendo unamayoría de la población total. La caída poblacional de la posconquistallevó a la importación de algunos africanos, y aunque el declive indí­gena se agudizó en el siglo XVIII, éstos continuaron llenando las nece­sidades laborales más grandes. Eso fue especialmente cierto en Chiapasyen el oeste de Guatemala y un tanto menos en el este de Guatemalay El Salvador. Como resultado, Mesoamérica reprodujo relaciones enlas que cada una de las etnias temía la violencia potencial y el terrorque la otra podía llevar a cabo.

Los indígenas acusaron profundamente la continua represión eco­nómica, política y militar, y retenían la esperanza de que el estado deconquista no fuera definitivo. Su temor a los ladinos, como aquelloscapaces de ejercer recriminaciones violentas, fue reforzado regularmen­te. La aprensión ladina hacia los indígenas partía de su absoluta de­pendencia de ellos para el trabajo, aparejada con la visión de una san­grienta revuelta indígena en la que ellos estarían en fuerte desventajanumérica. De igual manera que la preocupación de la Corona españolapor el bienestar de los indígenas estuvo unida a la necesidad del tri­buto, así el interés de los ladinos estuvo ligado a la necesidad de manode obra. Mientras que las revueltas mayas rara vez ocurrieron despuésde 1870: fueron sofocadas duramente, como se atestiguó en San JuanIxcoyen 1898 lO.

En la raíz de este temor mutuo estaba el fracaso español por asi­milar a los mayas: inevitablemente dejaron una población con identi­dades divididas. Los españoles asumieron que la hegemonía sobre Amé-

rica se había establecido de (acto por la Bula Papal de Alejandro VI en1543, que dividió la región entre España y Portugal. Bricker 11 argu­menta que esto determinó un «mito de pacificación». Los españolesasumieron que los aborígenes ya estaban subordinados a la Corona yque debían de actuar como un pueblo conquistado. El resistirse no fuevisto como una reacción natural sino como una traición calculada con­tra el soberano.

Por su parte, los mayas rechazaron la noción de que la Conquistaera un asunto acabado. Mantuvieron su amargura viva en las danzasde la Conquista y en las de Moros y Cristianos, que eran y continúansiendo repetidas anualmente en las comunidades mayas. Sin embargo,aprendieron francamente a temer la propensión española y su habili­dad por la violencia y el terror. La Independencia de España no pusofin a esto y las reformas guatemaltecas y salvadoreñas de las décadasde 1870 y 1880 incluyeron la profesionalización de los militares y, con­secuentemente, la capacidad de utilizar la fuerza para controlar la tie­rra y la mano de obra, sin importar el costo humano.

En las reformas liberales los dos estados mesoamericanos tomaronmedidas extremas para proveer los factores de producción necesariospara asegurar el desarrollo exitoso de las exportaciones de café. En ElSalvador la mano de obra era abundante y estaba disponible; el pro­blema era liberar la tenencia de esa tierra indígena, deseable para laproducción de exportación. Dos medidas legales tuvieron éxito paradestruir los controles indígenas. Como Browning 12 sugiere y Pérez Bri­gnoli 13 demuestra, esta pérdida de tierra fue sentida sobre todo porlos indígenas de Ahuachapán y Sonsonate y fueron esos pueblos losmás activos en la revuelta de 1932.

De hecho, en Guatemala por largo tiempo fue reprimida la reacciónindígena a estas pérdidas de tierras, país donde la tierra fue un pro­blema menor, las Reformas de 1870 fueron diseñadas para forzar a lapoblación maya a hacer frente a las necesidades laborales de la expor­tación cafetalera. McCreery observó que, como reacción, «violentos bro­tes ocurrieron, pero nunca de la proporción ni con el éxito de las dé­cadas de 1830 y 1840. Y aquellos que se llevaron a cabo y que puedenligarse al café, la mayoría ocurrieron... a mediados de la década de1870, antes de que el nuevo régimen consolidara su control» 14.

No podemos dejar este planteamiento introductorio sin tomar encuenta que hasta la terminología, la nomenclatura para las etnias, de­rivan de estas diferencias mesoamericanas. «Ladino» es una designa­ción étnica que es usada sólo en la región de los pueblos indígenasmesoamericanos, por ejemplo, de Chiapas a El Salvador, el oeste deHonduras y ocasionalmente en Nicaragua. No es usada en la mayorparte del sureste. Mientras que su uso colonial original se refería a losindígenas que adoptaban particularidades «latinas» -específicamente

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el lenguaje y la religión- gradualmente vino a denotar un segmentoaparte de la población, más o menos al equivalente del «mestizo». Era,sin embargo, específicamente un asunto de cultura, no de raza. Unmaya racial mente puro podia convertirse en ladino. A veces estos en­tremedias culturales eran motivo de burla tanto de los indigenas comode los blancos y legalmente eran excluidos de los derechos de uno ydel otrc. Aún hoy el término es étnicamente confuso; aquellos que sonllamados ladinos encuentran difícil definir una única identidad para lacolectividad 15.

La «tradición» del sureste

Samuel Stone 16 ha contrastado la naturaleza de los sistemas polí­ticos nacionales en estas dos regiones, argumentando que una mayorriqueza era posible en Mesoaméríca, debido tanto a que había recursosnaturales abundantes al igual que mano de obra, rápidamente accesi­ble y barata. La necesidad de controlar esta fuerza laboral favoreció aregímenes dictatoriales -hasta despóticos-o Regímenes que garanti­zaron fuerza laboral para la producción de exportación. De hecho, lareciente elección de Cristiani como presidente de El Salvador fue laprimera ruptura de esta tradición en la historia moderna salvadoreña.

En el sureste, por contraste, el sector terrateniente jugó un papelmucho más directo en el gobierno. Hasta que el café apareció en escenala producción económica era menos una base de poder de lo que erael poder político asociado con la categoría aristocrática tradicional.Así, la relación entre el trabajador y el patrono fue paralela a aquellaentre el líder político y el seguidor. El éxito tanto para patronos comopara los líderes políticos dependía de cultivar un seguimiento; el des­potismo produciría poco para cualquiera de ellos y la amenaza de lafuerza sería contraproducente.

Algunas de estas cualidades se extendieron a las relaciones étnicas.Las sociedades españolas, las criollas y las mestizas evolucionaron conpoca dependencia en la mano de obra indígena. En vez de relacionesétnicas imbuidas de un miedo sumergido, las poblaciones nacionalesde Nicaragua, Honduras, Costa Rica y Panamá vieron a los indígenassobrevivientes como gente rústica, tal vez primitiva, gente cuyos inte­reses se podían generalmente marginar o ignorar, pero cuyas vocesdebían ser escuchadas de cuando en cuando.

Un dato importante respecto de los indígenas de la costa atlánticaes que nunca .fueron conquistados. Después de la despoblación inicial,debido a enfermedades que siguieron a la llegada de los españoles, erandemasiado pocos en número y el ambiente tropical en el que vivíanpoco atractivo para el trabajo. Los esfuerzos españoles para evangeli-

zar las tierras bajas del Atlántico usualmente terminaron en un desas­tre. De hecho, los ingleses, que se acercaron a la costa del Caribe, en­contraron a la gente, especialmente a los kuna y a los miskitos, hostilesa los españoles y dispuestos a ayudar a atacar sus asentamientos.

Una importante consecuencia de este patrón histórico es que lasrevueltas de los indígenas en el sureste, tal como las de los kuna pana­meños en 1925 y de los miskitos nicaragüenses en la década de 1980,han sido resueltas por la negociación y no por represalias violentas.Esto aparece como un claro contraste con las masacres que han mar­cado las relaciones étnicas mesoamericanas en tiempos recientes-como en El Salvador en 1932, y en Guatemala en Patzicia en 1944,en Panzos en 1978, y a todo lo largo del altiplano del noroeste de Gua­temala, entre 1979 y 1984-. Las relaciones entre las poblaciones indí­genas y las no-indígenas en el resto de Centroamérica no tienen estacalidad sangrienta.

Tres contrastantes casos son especialmente expresivos. Primero, enBelice, donde hay tanto kekchi como mopán hablando maya, la rela­ción con la dominante población criolla anglohablante nada tiene dela calidad sangrienta de la conquista de dominación tan característicade Guatemala. Segundo, en la región de la costa pacífica de Nicaraguahay dos importantes barrios indígenas de tradición mesoamericana,Subtiaba en León y Monimbó en Masaya; a diferencia de los indígenasde la costa atlántica ayudaron a los revolucionarios sandinistas contrael gobierno de Somoza.

Tercero, donde los indígenas de la tradición del suroeste se hanrebelado, las relaciones étnicas subsecuentesnohan estado marcadaspor la violencia en Mesoamérica. Hasta hoy, los kuna han disfrutadopor casi tres cuartos de siglo un grado de gobierno independiente des­conocido en otros lugares de Centroamérica, y el gobierno sandinistade Nicaragua respondió a la resistencia de los miskitos con un plan deautonomía.

Finalmente, mientras que los mayas de Chiapas y Yucatán se rebe­laron varias veces durante los pasados siglos, las políticas que surgie­ron de la Revolución Mexicana sentaron la base para establecer gra­dualmente una era de relaciones étnicas completamente nueva para laregión. No es que las relaciones étnicas en Chiapas hayan encontradouna solución libre de conflictos, totalmente pacífica a sus problemas,pero es importante que en general el Estado mexicano ha visto su papelcomo mediador, al buscar soluciones sin violencia. Sin embargo, costóuna revolución hacer esto. Guatemala y El Salvador no han conocidoreformas revolucionarias permanentes.

Estos dos vastos y diferentes patrones históricos, el mesoamericanoy el del sureste, condicionan muchas de las decisiones políticas y eco­nómicas que afectan a los estados y a los indígenas descritos en lo que

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ahora sigue. Pero debe tenerse presente que cuando las tradiciones semanifiestan es porque resulta ventajoso para el bienestar de alguien.Así sucede con estas dos. Las tradiciones cambian cuando ya no hayventajas que las retengan. Así la Revolución Mexicana introdujo cam­bios que, aparentemente, ni en Guatemala ni en El Salvador se consi­deran posibles.

LA TRADICIÓN MESOAMERICANA (1930-1979)

Etnicidad y Estado en El Salvador

La situación en 1930

La década de 1920 vio una continuación de las épocas de las refor­mas liberales que se iniciaron en la década de 1870 en Guatemala y ElSalvador, y que habían evolucionado esencialmente hacia sistemas detrabajo forzado usualmente bajo regímenes dictatoriales. La meta delEstado era mantener un alto grado de orden en la población trabaja­dora que permitiera a los intereses agroexportadores -especialmentea los cafetaleros y a los beneficiadores- proseguir sus actividades eco­nómicas sin que fueran paralizadas por el malestar social. Sin embar­go, los eventos en otras partes del mundo -específicamente la Revo­lución Rusa y la depresión mundial- impusieron nuevas condicionesque tuvieron importantes consecuencias para las sociedades centro­americanas.

Antes de tratar con estos factores externos, será útil, sin embargo,revisar la naturaleza de las condiciones laborales en esta época. Enfebrero de 1932 la legación americana en San Salvador informó a Was­hington sobre las condiciones locales. Escogimos esta fuente en vez deaquellas de contemporáneos que fueron participantes más directos ycuyos puntos de vista -a favor 17 o en contra 18_ podrían por lo tantoresultar sospechosos de ser parciales. Escribió el señor McCafferty:

Se han expresado opiniones de que el verdadero comunismo no podíaprosperar en este país debido al clima benigno y a la abundancia decomida, a la ausencia de necesidad por mucha ropa y techo. Durantelas semanas recientes, sin embargo, se ha hecho más y más evidenteque los líderes comunistas, muchos de ellos extranjeros, con la ayudade la propaganda comunista impresa sobre todo en Estados Unidos,se han aprovechado del descontento creciente entre los trabajadoresde las plantaciones de café. Las condiciones que han permitido el sur-

gimiento bastante sorpresivo del así llamado comunismo son bien co­nocidas. A los trabajadores de las fincas a menudo se les ha pagadomiserablemente y han estado trabajando en condiciones ciertamenteintolerables en algunas fincas. En las fincas de muchos de los terra­tenientes más ricos de El Salvador, las condiciones han sido las peo­res. No ha habido atención médica disponible, los trabajadores hansido forzados a comprar sus pocas necesidades a precios altos en lastiendas mantenidas por los propietarios de la finca. Frecuentementese ha afirmado que un animal de la finca es mucho más valioso parael propietario que el trabajador, ya que generalmente hay una granoferta de estos últimos 19.

El café había sido durante largo tiempo la exportación central deEl Salvador y Guatemala y las condiciones descritas por McCaffertyserían, con alguna variación, aplicadas igualmente a muchas fíncasguatemaltecas de la época. En ambos países, las poblaciones de lasregiones productoras de café más importantes eran fuertemente indí­genas. En El Salvador, como se describirá, había también muchos cam­pesinos cuya identidad étnica no era clara. En Guatemala, sin duda, lainmensa mayoría de los recolectores de café eran mayas.

Pocas sugerencias hay sobre que las condiciones laborales o de vi­vienda hayan mejorado, en lo material, desde la imposición de las leyeslaborales de la reforma guatemalteca, y desde que las tierras comuna­les fueron usurpadas a los indígenas salvadoreños en la década de 1870.Sin embargo, con el éxito de la Revolución Rusa muchos latinoameri­canos, tanto del centro industrial como de las regiones agrarias, fueronatraídos por el potencial de cambio que ofrecía la experiencia rusa.Desde la incursión de Estados Unidos en Panamá para construir elcanal, el papel económico imperialista del gigante del norte se habíahecho cada vez más ostentoso, con intervenciones en Nicaragua, Haití,República Dominicana y México. Augusto César Sandino se convirtióen el ejemplo viviente de cómo un patriota centroamericano debía con­frontar la combinación del imperialismo de Estados Unidos y de lasoligarquías orientadas a la exportación local.

La matanza en El Salvador

La depresión mundial de 1930 fue catastrófica para las economíasexportadoras de Centroamérica. La demanda de café cayó a la mitady la mano de obra, tanto en Guatemala como en El Salvador, hizofrente a una caída desastrosa de lo que era ya un ingreso inadecuado.Los precios del café, durante los peores años, no podían siquiera pagarlos costos de producción de la mano de obra. De los dos países, sinembargo, fueron los trabajadores salvadoreños los que más sufrieron

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porque relativamente un número mayor de ellos habían sido separadosde sus propias tierras por más tiempo. Muchos mayas guatemaltecos,sin embargo, aún podían sobrevivir a través de su propia producciónde subsistencia.

Bajo tales condiciones, los organizadores radicales nativos, tal comoMiguel Mármol 20 y los agitadores extranjeros visitantes, como JorgeFernández Anaya 21 comenzaron a recibir una aceptación creciente, en­tre tanto que Farabundo Mart í, quien había estado aliado de Sandi no,recibió mayor atención. Comparando ambos países, Anaya observó queencontraba mucho más fácil hacer crecer el interés en El Salvadorporque a la mayoría de los mayas guatemaltecos simplemente no seles podía hablar en español 22.

Los gobiernos impuestos en ambos países a principios de la décadade los treinta fueron incapaces de ajustarse a las tensiones y demandascreadas por ía depresión mundial. En cada uno de éstos, un oficialmilitar con ambiciones políticas tomó las riendas del gobierno. Loseventos en El Salvador, sin embargo, alcanzaron un punto crítico ene! cual los líderes comunistas habían decidido que era el momento parauna rebelión contra el gobierno. Entre las áreas en que se organizaronestaban los departamentos del oeste de Auachapán y Sonsonate, dondelas comunidades indígenas habían mantenido un grado relativamentealto de solidaridad étnica.

La trayectoria de los eventos fue trágica. Los esfuerzos organizati­vos de los comunistas pronto llegaron a oídos del gobierno, y los líderesprincipales, incluyendo Martí, fueron capturados y asesinados. La re­vuelta, ahora totalmente comprometida, procedió dé todas maneras adarse en el campo. Más tarde, en ese mes, las comunidades indígenasen los dos departamentos del suroeste se rebelaron. Durante los prime­ros días capturaron siete aldeas y atacaron severamente a otras ocho.Ya alertado, el gobierno respondió despachando tropas que sistemáti­camente procedieron a asesinar a hombres, mujeres y niños indígenas,despoblando eficientemente a comunidades enteras y dejando a todala región en un estado de trauma físico y psicológico del que, simple­mente, nunca se ha recuperado.

Estimaciones de los muertos varían entre 6.000 a 35.000, y a dife­rencia de las matanzas de 1980 en Guatemala, e! gobierno salvadoreñono hizo esfuerzo serio alguno para esconder el proceso. Fue realizadala matanza tanto como una forma de deshacerse de los «comunistas»como lección para futuras generaciones de indígenas. Fue el enunciadode apertura y concluyente del general Hernández Martínez -respon­sable de la matanza y luego dictador del país- en lo concerniente alas reglas que gobernarían las relaciones étnicas en El Salvador en elfuturo predecible.

Hay algún desacuerdo sobre el pape! de las comunidades indígenas

en la revuelta. Los comunistas dan poco crédito a la etnicidad. Daltonse refiere a los participantes indígenas como componentes corruptos ysobrevivientes de la cultura indígena (nahuas ladinizados) 23. Mármolmenciona a su abuela como indígena, siendo él -dueño de una zapa­tería-- y algunos de sus compañeros trabajadores el centro de la insu­rrección. Sin embargo, al hablar sobre la revuelta se refiere sobre todo ala de campesinos, proletarios y trabajadores, nunca colectivamente deindios o indígenas. Específicamente, en lo que concierne al líder deIzaleo que fue colgado, dijo: «(Feliciano) Ama se había unido al comu­nismo y los más puros de nuestros ciudadanos habían cerrado filas conél. Pero Ama no se había unido a la lucha como indígena sino comoun hombre explotado» 24. Anderson, quien ha hecho uno de los pocosestudios inclusivos sobre la revuelta, parece sostener el punto de queel papel indígena fue orquestado por los organizadores comunistas 25.

Abelardo Torres indica un aspecto importante, al señalar que en lacampaña presidencial de 1931 uno de los partidarios de Arturo Arauja,quien subsecuentemente ganó, había sugerido que su candidato dividi­ría las tierras entre los campesinos si votaban por él. Torres ve estocomo una provocación que confundía y llevaba a un alzamiento agra­rio, ya que de hecho Arauja no hizo nada para realizarlo 26. Sin em­bargo, no atribuye este proceso a los indígenas sino a los campesinosen general.

Por su parte, Pérez Brignoli asegura que los únicos ataques activosde toda la insurrección agraria fueron llevados a cabo por los indígenasde Ahuachapán y Sonsonate, y más aún, que actuaron después de quelos líderes comunistas fueron puestos en prisión y la revuelta fuesofo­cada en las ciudades 27. Kincaid argumenta que, aunque seguramenteinfluida por los esfuerzos propagandísticos comunistas, «uno no debie­ra exagerar... el grado de control político izquierdista o ideológico so­bre los grupos indígenas», dándole más crédito a la autonomía organi­zada de las comunidades indígenas 28.

Antes de la matanza

La «matanza» de 1932 en El Salvador fue el evento aislado mássignificativo en las relaciones entre un Estado mesoamericano y unapoblación indígena en este siglo, al menos hasta que el gobierno gua­temalteco efectuó sus matanzas en 1979-1984. Ahora, más de mediosiglo después, sus consecuencias continúan sintiéndose en El Salvador,y -de otras formas- en Guatemala. En El Salvador no sólo un seg­mento importante de la población indígena fue exterminado, sino queel estigma de «comunista» fue más o menos unido permanentementea las expresiones abiertas de los intereses indígenas y campesinos.

La lección aprendida por los indígenas salvadoreños no sería sólo

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que dejaran de pensar en recuperar las tierras que perdieron en ladécada de 1880, sino que deberían probablemente dejar de ser indíge­nas. En el transcurso de la masacre ser indígena era suficiente paraasegurarle a uno la muerte. La situación de los indígenas había sidodesventajosa durante largo tiempo. Históricamente los nahuas y lospipiles de El Salvador sufrieron una ladinización más rápidamente quelos indígenas del oeste de Guatemala. Para 1807 constituían ya menosde la mitad del total de la población 29. Condición que argumenta queGuatemala puede no haber alcanzado aún o de hecho podría ser quenunca la alcance del todo. En la década de 1920 el porcentaje queaparentemente se usaba popularmente para señalar el tamaño de lapoblación indígena era de un 20% del total 30.

Antes de continuar con el estado de la sociedad y cultura indígenasde El Salvador resulta relevante un comentario sobre el material de­mográfico. El último censo salvadoreño que incluyó un censo de losindígenas fue hecho en 1930, e informó de 79.573 personas indígenas,un 5,6% de la población; casi el 70% de ellos estaba concentrado enAhuachapán y Sonsonate. El hecho de que ningún otro censo oficialfuera realizado otra vez simplemente refleja el ya antiguo punto devista oficial (véase abajo), por ejemplo, de que oficialmente no habíamás indígenas en El Salvador. En 1940, al mismo tiempo que el go­bierno estaba eliminando a los indígenas de los archivos oficiales, CÍ­

nicamente envió un representante al establecimiento del Congreso In­digenista Interamericano en Pátzcuaro, México; además, firmó y rati­ficó la Convención Internacional que fundó el Instituto IndigenistaLatinoamericano 31.

Desde la matanza hasta los años de la década de los ochenta delpresente siglo, los indígenas en El Salvador tuvieron éxito al conver­tirse en poco menos que invisibles. Los ladinos, que generalmente losconsideraban como irracionales, traicioneros, perezosos ahora cada vezmás los juzgaban como campesinos, aunque «jindio!» continúa siendoun nombre peyorativo. Marroquín 32 informa que hasta cierto punto losmismos indígenas han aceptado, de una manera gramsciana clásica,esta imagen negativa de ellos mismos y desprecian sus orígenes indí­genas. Por lo tanto, su continua invisibilidad hoy puede partir tanto dela vergüenza hacia su pobreza obvia y mala educación generalizada,como de su temor avivado por la violencia gubernamental de hacemedio siglo.

Contrastando con el punto de vista popular, los estudiosos general­mente creen que hay un número significativo de indígenas en El Sal­vador. Antes de la publicación del censo de 1930, Barón Castro estimóun 20% para 1940 33

, alrededor de 375.000 personas. Estimaciones pos­teriores (Adams en 1955 34

, Marroquín en 1960 35 , Montes en 1977 36,

Maxwell en 1978-1980 37, La Asociación Nacional Indígena Salvadore-

ña en 1985 38, Y Chapin en 1989 39) fueron todas -con excepcion deMarroquín, cuyas cifras fueron considerablemente más bajas- del rnis­mo orden de magnitud. Las cifras absolutas han crecido -las últimasllegan a 500.000 personas- pero el porcentaje de la población totalindígena ha descendido.

Como a este ensayo supuestamente le concierne la historia, debeseñalarse que poca información sobre los indígenas salvadoreños, entre1932 y finales de los cincuenta se encuentra archivada. Después de esto,comenzaron a publicarse los importantes estudios sociológicos del in­telectual salvadoreño Alejandro Marroquín 40, continuados por traba­jos posteriores de Clara de Guevara 41, Y de Segundo Montes 42. En losaños sesenta, sin embargo, el interés porIa herencia cultural comenzóa aumentar y en los setenta el gobierno patrocinó una Comisión sobrela Herencia Nacional para estudiar las raíces culturales 43.

En 1985 el Ministerio de Cultura y Comunicaciones fue establecidopara comenzar a actuar en este campo. Tal vez lo más importante hayasido la fundación en 1980 de la Asociación Nacional de Indígenas Sal­vadoreños (ANIS), que ha tenido su sede central en Sonsonate bajo ladirección de Adrián Esquino. La meta principal de la mayoría de estosesfuerzos recientes ha sido rescatar el uso del nahua, idioma que aúnse habla en unas cuantas áreas rurales, pero que ha sufrido un decliveconsiderable 44.

Etnicidad y Estado en Guatemala

El Estado de ubico

Tanto en Guatemala como en El Salvador la naturaleza de los even­tos durante esta época marcaron la tradición mesoamericana como di­ferente de la del sureste. Desde las reformas del siglo XIX ambos esta­dos se han dedicado a asegurarse de que el sector exportador tuvieralos recursos necesarios para el desarrollo económico del país, y estorequería garantizar que había mano de obra disponible. Los indígenasfueron críticos hacia arribos estados, pero en El Salvador la mayor la­dinización y la indivisibilidad que siguió a la Matanza, significó quelos campesinos ladinos rurales también tenían que compartir estacarga.

La inestabilidad de principios de los treinta en El Salvador fue con­trolada por el general Hernández Martínez después del éxito que tuvoen aplastar la revuel ta de 1932. El general Jorge Ubico tomó el poderen Guatemala en 1931. Aunque la depresión se sumó a la deplorablepobreza de la mano de obra maya y campesina, en ambos países hubodiferencias significativas. Primero, los mayas de Guatemala estaban

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más integrados y eran económicamente autosuficientes. El gobiernointencionalmente no había destruido la base de subsistencia de las co­munidades, ya que quería tanto una fuerte reserva de mano de obracomo la producción de alimentos de las comunidades. Mientras que aprincipios de la década de 1870 el Estado liberal había creado un ejér­cito ladino, como un mecanismo de control, gradualmente las unidadesmílitares se incrementaron para caer sobre las comunidades mayas.Finalmente, los mayas de Guatemala constituían más de la mitad dela población total y aún estaba presente la visión de El Salvador -larevuelta indígena era todavía más aterrorizante para los ladinos gua­temal tecas que para los salvadoreños-o Para añadir calor y color, laamenaza del bolchevismo asustaba a los sectores altos y medios deGuatemala tanto como lo hizo en El Salvador. Además, la revueltasalvadoreña sugiere que los íntentos comunistas para hacer la revolu­ción eran posibles. Después de todo, treinta y cinco blancos y ladinoshabían muerto en la Matanza.

Una de las metas de Ubico era retener la estabilidad de la poblacióncampesina. Aunque los asesinatos fueron una forma aceptable de lidiarcon las rebeliones mayas, Ubico sabía que tales excesos podían desatarreacciones más violentas de ellos y que tal violencia desestabilizaba elbienestar de la economía exportadora del país. Era mejor evitar lasolución salvadoreña y encontrar maneras más pacíficas de promoverel bienestar del Estado.

Ubico vio a los mayas como un pueblo orgulloso que no quería serexplotado. No consideró el trabajo en las fincas o en los caminos comouna explotación porque el papel apropiado de un maya era ser agricul­tor o soldado. Supuso correctamente que si permitía una autonomíaconsiderable en su vida comunitaria local no estarían muy abiertos ala propaganda comunista. En 1938 escribió a uno de sus intendentesque: « Ustedes son los verdaderos responsables de la facilidad con quepegan las ideas comunistas. El que se ve explotado, sacrificado, víctimade los abusos, tiene que buscar una tabla de salvación y no le importaacudir al delito. No volvamos al tiempo de los encomenderos españolesque es crear un positivo peligro social» 45.

Es más, estaba convencido de que si se les trataba correctamentelos mayas serían un bastión importante contra el comunismo. Hernán­dez de León describió el argumento de la siguiente manera:

Hemos considerado lo que significaría un movimiento comunista ennuestra tierra; esos indios que se presentan con las armas en la manoy que son los mismos que labran las tierras, serían la barrera insal­vable, un verdadero murallón contra el avance de la disolvencia socialy la amenaza de nuestras instituciones. El indio en esta forma vienea desempeñar el doble cometido de sostener las instituciones sociales,

mediante el trabajo; y, llegado el momento, con las armas en lamano... 46.

Ubico se preocupó mucho por crear una especie de relación popu­lista con los líderes de las comunidades mayas. Supuso que los peligrosde los levantamientos se desprendían, en parte, del hecho de que elaislamiento de las comunidades y de las fincas de exportación prote­gían eficazmente a aquellos que quisieran explotar a los mayas. Insti­tuyó un importante programa de construcción de carreteras para hacerposible que el gobierno central extendiera su alcance, e hizo viajesanuales visitando todos los puntos del país. Esto le permitió obteneruna retroalimentación directa de la gente del campo sobre los abusosy, al mismo tiempo, hacer favores benévolamente de manera directa alas comunidades locales.

El aislamiento regional existente había permitido a los líderes lo­cales y a los finqueros el convertirse en pequeños déspotas, para con­trolar elecciones locales y así perpetuar sus intereses de explotación.Por lo tanto abolió el sistema de elección de alcaldes, e instituyó unrégimen de intendentes nombrados para gobernar a nivel municipal.Nombrándolos directamente desde el gobierno federal, para asegurarseaún más de estar terminando con los abusos que se habían hecho cróni­cos.

Sus preocupaciones por la educación de los mayas estaba en armo­nía con esta posición general: «Ubico insistía en que los maestros delas escuelas de los pueblos indígenas deberían ser indios, porque losladinos ponían a los indios a sembrar sus milpas, so pretexto de tra­bajos manuales. Ubico enunciaba su política indigenista reconviniendoa los ladinos: -Es preciso que se quiten la costumbre de explotar alindio y abatirlo por malos instintos-o Es necesario, agregaba: "Sacaral indio de las filas de las bestias y que entre en la familia de loshombres"» 47. Sin embargo, también le preocupaba que los ladinos noenseñaran a los mayas a hacerse los listos en la subterfugios legales;Ubico quería que sus indígenas fueran capaces, pero no quería que sehicieran adictos del embuste legal que tanto detestaba en la poblaciónladina.

Otra ilustración de cómo Ubico llevó poder de la periferia al centrofue descrita por la manera en que manejó una disputa de tierras enSan Martín Jilotepeque durante uno de los «viajes presidenciales: « Unmaya se quejaba de que la municipalidad había usurpado tierras indí­genas comunales y que había prohibido a los mayas usarlas. Ubicopreguntó si había títulos comunales. "¿Títulos? No, tata presidente, porla costumbre". El alcalde, sin embargo, quien reclamaba las tierraspara la municipalidad y acusaba al indígena de estar mintiendo, nopodía presentar tampoco título alguno. La decisión de Ubico fue: -Ni

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bienes comunales, ni bienes ejidales. Son bienes destinados al serviciodel Estado y son parte de su patrimonio... No hay más disputa. Elgobierno resolverá la organización en la siembra de los terrenos, queharán los particulares; y el municipio quedará con su astillero, paraservicio del pueblo. Vamos a meter orden en las siembras y la Muni­cipalidad cuidará de que los vecinos saquen su leña para uso perso­nal.i.» 48. Así, evadiendo el proceso legal, tomó control de las tierraspara el Estado.

También estaba celoso de la autoridad del Estado guatemalteco ybuscó eliminar las influencias extranjeras que distrajeran al indígenade su papel asignado.

El indio se ha liberado del patrono arbitrario y despótico, se le handado calidades de ente, capaz de discernir sobre su situación econó­mica y elegir el contrato que mejor le parezca. Sin congresos, sinconferencias, sin líricos anhelos, se va realizando la empresa de reden­ción del indio, sin ese indigenismo romántico e infructuoso que se hacreado, más que por elevar la condición del indio, por colocar unabarrera a la invasión del hispanismo, deformado por cierto, a las úl­timas, por razones de política ocasional 49.

La referencia a «congresos» y «conferencias» se refiere probable­mente de manera directa al esfuerzo de la Conferencia Mexicana enPátzcuaro para establecer el Instituto Indigenista Interamericano. Elministro guatemalteco que se reunió con otros ministros latino­americanos para crear el nuevo instituto aconsejó a los presentes queGuatemala no podía unirse porque, «en Guatemala no hay problemaindígena» 50. Mientras que era difícilmente convincente la respuesta deUbico a la iniciativa fue bastante más honrada que la de HernándezMartínez en El Salvador.

Ya que Ubico quería tener a los jefes mayas como una especie declientela personal, buscó desalentar cualquier organización política in­dependiente. Visitando Patzicía en 1942, rechazó establecer un ClubLiberal Progresista de Indígenas local que lo apoyara. Explicó: «Entiempos de paz y orden, no hay más clubs que los del trabajo; júntensepara trabajar que es la mejor manera de servir a la patria y de servir­me. Cuando hayan elecciones o necesidad de defender a la patria, yase juntarán ustedes en forma política o militar. Por ahora, trabajo eslo que quiero» 51.

Ubico estaba particularmente orgulloso de haber abolido la deudade servidumbre llamada habilitaciones que había sido establecida cuan­do los mandamientos fueron derogados oficialmente en 1894. Lo hizocomo una forma de impedir que las municipalidades explotaran a lamano de obra maya y para evitar que los finqueros esclavizaran efi-

cientemente a la gente por deudas. Sin embargo, para hacerlo simul­táneamente promulgó una Ley de Vigilancia revisada, que garantizabaque cualquiera que no podía probar estar trabajando para sí mismosería requerido para trabajar en las fincas de exportación.

La naturaleza fundamental de las «mejoras» de Ubico era conseguirtrabajo más eficiente y mayor producción de la gente del país. El ob­jetivo al eliminar la corrupción, la explotación y los abusos era que lagente podía trabajar mucho mejor. Las innovaciones materialmenteprogresivas tales como el programa de construcción de carreteras eranhechas a costas de los pobres del campo, la mayoría de los cuales eraindígena. El impuesto de Vialidad que requería que todos en Guate­mala pagaran dos quetzales al año para la construcción de carreterasera para facilitar el viajar y la acción del gobierno; aquellos que notenían el dinero podían pagarlo trabajando a un quetzal por semana.Con salarios de diez centavos al día, obviamente la vasta mayoría delos mayas pobres sin tierra se encontraba construyendo carreteras. Debeseñalarse, sin embargo, que las leyes no eran tan parciales contra losmayas, aunque su pobreza común los hacía más vulnerables a los re­querimientos de la mano de obra física.

La sustitución de la ley de Vagancia por la de habilitaciones impli­caba una regulación adicional que requería que todos aquellos queeran dueños de menos de un cierto mínimo de tierra tenían que llevaruna Libreta de Jornales 52. En esta libreta se apuntaba el tipo de tra­bajo que el portador había llevado a cabo en las plantaciones y en otroslugares para probar que había cumplido con los requerimientos anua­les. Los abusos a esto eran muchos. Mientras que la historia no estádel todo clara parece ser que la institución de la libreta en Nebaj puedehaber resultado en disturbios, incluyendo la quema de fincas 53.

Sin embargo, Ubico era capaz también de ejecutar actos arbitrariosde tiranía. Encontró la «ley fuga» -por ejemplo, permitiendo a unsospechoso que escapara y luego matándolo de un tiro- un implemen­to de justicia inmensamente útil. Su odio al comunismo era tan ardien­te como el de Hernández Martínez y su visión de Guatemala como deuna familia debidamente ordenada, en la que a los mayas irrevocable­mente les eran asignados los papeles de trabajador agrícola, campesinoy soldado.

La comparación de Hernández de León de Ubico con Reyna Barrioscapta algo de esta calidad:

Fue el error del general Reina Barrios, animado de un vivo deseo deredención; pero el gobernante se fue por los campos de la fantasía y,de haber seguido su empresa, es posible que habría logrado crear úni­camente el indio metido y profesional, leído y escribido. azote en supropia familia y amenaza para el resto de la sociedad. Lo que busca

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el presidente Ubico es hacer del indio elemento indispensable en lamáquina social del país: sacar al trabajador, no al letrado. El índioes del campo; acciona en sus propios terrenos y debe hacérsele sentirel cariño con que responde la tierra a sus afanes 54.

La actitud general, concerniente a la población indígena en esteperíodo no difería grandemente de aquella de la primera parte del si­glo. Esencialmente el único tema que concernía a los mayas en losperiódicos de la época era el indigenismo. Una gran variedad de posi­ciones y argumentos aparecía en la literatura indigenista. Lo que escomún a todas es la aseveración condescendiente de que la poblaciónindígena es incapaz de desarrollar una forma de vida coherente y sa­tisfactoria, aparte de ser integrada dentro de la sociedad y cultura na­cionales del ladino. Mientras que la sociedad ladina ampliamente des­preciaba a los mayas, los indigenistas argumentaban que los mayashabían sido una vez una gran civilización, y que la población ladinade ese momento tenía la responsabilidad de levantarlos de su actualcondición depravada, de civilizarlos, y de integrados dentro de la so­ciedad nacional. Muchas de estas ideas se llevaron a cabo de una uotra manera, y de hecho, la filosofía completa de Ubico era una afir­mación indigenista bastante típica.

Uno de los tratados más influyentes fue la publicación de JuárezMuñoz que, entre otras cosas, apoyaba firmemente una ley de vaganciaya que, argumentaba, los mayas son inherentemente vagos 55. Tambiéncondenaba el uso del alcohol como un terrible vicio que era promovidopor su uso en la religión y por el hecho de que su venta era monopoliodel Estado. Concluía, sin embargo, que difícilmente podía esperarse queel Estado dejara de percibir sus ganancias simplemente porque los ma­yas bebieran demasiado 56 -de lo que podemos concluir, supongo, quemantener borrachos a los mayas era necesario para beneficio del Estado.

El indigenismo, como se ha manifestado en estos años, expresabauna filosofía ladina de culpa y esperanzas, llena de posiciones conflic­tivas y automoralizantes. Había, sin embargo, muchos asuntos sobrelos cuales, ultimadamente, prevalecían una u otra posición indigenista.Un conflicto sin fin en el Estado liberal era el asunto de cuánta aten­ción especial debía dársele a los mayas. En un extremo está la posiciónde los primeros regímenes liberales del siglo XIX, como por ejemplolas leyes promulgadas por Gálvez, que sostenían que todos debían sertratados como iguales y que nínguna atención especial debía permitir­sele legalmente a sector alguno. Contraria a ésta era la posición delgobierno colonial (renovada bajo Carrera), que consideraba, genuina­mente, que el acceso igualitario no era posible dadas las distintas pro­veniencias y que el Estado tenía que hacer esfuerzos especiales paraproveer al maya con justicia y con derechos.

El asunto apareció de nuevo en 1945 cuando se realizó un debateencarnizado sobre una propuesta constitucional para incluir en la Cons­titución los especiales «Estatutos Indígenas» que contenían provisionespara proteger las tierras mayas individuales y comunales, promovien­do cooperativas y favoreciendo instrucción intensiva en la lengua espa­ñola.

Las dos posiciones recibieron mucha atención porque eran el caba­llo de batalla de los editores de los dos periódicos de mayor circula­ción, El Imparcial y La Hora. Finalmente, la propuesta fue derrotadacon el argumento de que como la inmensa mayoría de la población eramaya en la Constitución no debería dársele especial atención, sino asig­narle la responsabilidad de manejar cualquier duda particular al Mi­nisterio de Educación 57.

Otro aspecto del indigenismo involucraba el valor del turismo y delfolklore. Fue en esta época que el hotel turístico más importante fueestablecido para centrarse en los mayas como atracción turística, elMayan Inn en Chichicastenango. Para promover el turismo fue planea­da la feria nacional en Ciudad de Guatemala con escenas vivientes dedistintas aldeas, los mayas con el traje típico completo, requerido paralucir ante los turistas extranjeros. Sin duda resultó bien hecho, los jefespolíticos departamentales fueron instruidos para seleccionar cuidado­samente cuáles mayas participarían y qué artefactos mostrarían 58. Elpapel apropiado del maya ahora se expandía de ser agricultor y solda­do para también ser objeto de interés turístico.

El indigenismo también racionalizó la práctica establecida de utilizarprincipalmente a los indígenas conscriptos para el ejército. El periódicode Ubico, El Liberal Progresista, argumentaba que el maya se haría máscivilizado a través del servicio militar. Llegaría con sombrero de paja,caites y traje; se iría con un sombrero de fieltro, un vestido entero delana y zapatos nuevos, habiendo aprendido sobre higiene y a ser letrado,...en otras palabras, «eran incorporados dentro de la civilización...» 59.

La era revolucionaria (1944-1954)

Aunque pocos mayas pensaran así en ese momento, la renuncia deUbico seguida por la Revolución de Octubre de 1944 introdujo una eracompletamente nueva. Al principio, el papel de la población maya pa­recía contradictorio. Por un lado, eran infelices con la vialidad que losobligaba a trabajar en las fincas, y cada vez eran más conscientes deque no se les proveía con las escuelas y los servicios que estaban dis­ponibles para los ladinos. Por otro lado, su experiencia había sido queel Estado, en especial el presidente, estaba en la posición de hacerfavores y de hecho éste era el único lugar del que podían esperar favo­res. Sin embargo, las cosas no funcionaron fácilmente.

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'3.1. lUAN lOSÉ ARÉVALO. PRESIDENTE DE GUATEMALA (1945·1950).

En julio de 1944 Ubico renunció y poco tiempo después un gobiernointerino fue establecido por el general Federico Ponce Vaides, uno delos generales de Ubico. Algo de la calidad de Ponce es sugerida cuandoleemos que como jefe político de Ubico en el Petén, en 1939, fue tanbrutal al forzar el trabajo de los extractores de chicle, que Ubico loremovió del puesto 60. Sin embargo, el movimiento revolucionario es­taba en manos de los más jóvenes y de los demócratas y liberales declase media, cansados de las tiranías y de las peculiaridades del man­dato de Ubico en particular. Buscaban y encontraron un candidatoadecuado en Juan José Arévalo.

Ponce, sin embargo, quería retener la presidencia y decidió transarcon el favoritismo condescendiente de Ubico; envió 'recados a los mayaspor medío de los organizadores del Partido Líberal Progresista de que,si era elegido, las fincas cafetaleras alemanas intervenidas durante laSegunda Guerra Mundial serían divididas entre ellos. Organizó unamanifestación en La Aurora, en el límite sureste de Ciudad de Gua­temala en septiembre, e hizo desfilar a los indígenas como una ame­naza a los ladinos urbanos que se le oponían. No queda claro cuán lejosgeográficamente alcanzaron sus promesas, ni cuántos mayas realmente

le creyeron. Lo que sí es evidente es que a lo largo de una parte delaltiplano occidental, especialmente en Chimaltenango, El Quiché y Que­zaltenango, los ladinos se pusieron cada vez más nerviosos en relacióncon los rumores sobre una revuelta que los mayas planeaban. Si algu­nos se daban cuenta de que las promesas de Ponce se asemejaban aaquellas de los seguidores de Araujo en la campaña salvadoreña de1931 se desconoce, pero dadas las crecientes frustraciones de los mayaspor un lado, y las aspiraciones de los ladinos de un nuevo gobierno,había razones de sobra para que crecieran las tensiones.

Dos días después de la elección de octubre, la explosión crítica ocu­rrió en. la aldea de Patzicía, donde ladinos nerviosos balearon a dosmayas. Los indígenas enardecidos perdieron el control" y masacraron acatorce ladinos con machetes, hachas y palos. Los ladinos, creyendovirtualmente que estaban siendo testigos de la revuelta indígena quehabían temido por tanto tiempo, apelaron inmediatamente a la ayudade los ladinos de aldeas cercanas. Siguió una matanza que duró tresdías y noches, durante la cual todos los mayas adultos que se encon­traron fueron muertos sumariamente. Fue, en miniatura, una réplicade la Matanza salvadoreña. Cifras del número de los mayas muertososcilan entre los ciento cincuenta y los novecientos 61; El Imparcial sóloinformó que había, «un incontable número de cadáveres indios» 62.

En los días siguientes llegaron informes de insurrecciones o amena­zas de insurrección en San Juan Ostuncalco, Chichicastenango, Quezal­tenango, Olopa, Camotán, San Juan Sacatepéquez, Villa Canales y Ra­binar. La mayoría nunca se materializó, pero una sí se llevó a cabo enSan Andrés Iztapa, dejando como saldo un muerto 63.

Con todo, el juicio de Ubico en lo concerniente al giro conservadoren los procesos políticos y en las lealtades indígenas era, en algunamedida, producto de los eventos en 1944. No es fácil descubrir, sinembargo, qué podía haber estado pensando el resto de los mayas. Parala población ladina, todo el asunto de la matanza se archivó, de ahí enadelante se hizo muy poca mención de esto.

El nuevo gobierno comenzó a trabajar como si no hubiera habidomatanza alguna, y de vez en cuando se tomaban en cuenta asuntos queconcernían directamente a los mayas. Mientras que a los mayas no seles daba ninguna categoría constitucional especial, la nueva Constitu­ción sí estipulaba permitir a las culturas indígenas existentes ciertosderechos, además de que seguiría «una política integral para el avanceeconómico, social y cultural de los grupos indígenas» 64.

Uno de los primeros hechos que sí pusieron especial atención en lapoblación maya fue revertir la política de ubico y unirse a la Conven­ción Internacional en apoyo al Instituto Indigenista Interamericano,fundando en 1945 el Instituto Indigenista Nacional (UN), en Ciudad deGuatemala, bajo la dirección de Antonio Goubaud Carrera, en ese mo-

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--.or

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3.2. PERIÓDICO SALVADOREÑO ANUNCIANDO LA CAÍDA DE MAXIMILIANO HERNÁNDEZ MARTÍNEZ (1944).

MARTINU SALIO DEL PAIS ESTA MANANAron por un tiempo, fueron ignoradas eficientemente hasta que el nuevoCódigo de Trabajo fue emitido en 1947 66

. Por primera vez en casi trescuartos de siglo, los mayas de Guatemala eran libres para cuidar desus propios intereses económicos. La principal excepción fue el conti­nuo y discriminatorio alistamiento de los jóvenes mayas en el ejército,práctica que continúa aún hoy día, casi medio siglo después.

Handy ha señalado que las reformas más importantes tomadas du­rante el gobierno de Arévalo no tendieron, de hecho, a centralizar másel poder del Estado 67. Removiendo lo que quedaba de la mano de obraforzada,instituyendo elecciones democráticas a nivel municipal, apo­yando .el sistema de competencia de partidos políticos -todo esto ten­día a distribuir el poder más ampliamente-o Es más, la mayoría delas reformas revolucionarias del gobierno que afectaba a los mayas noestaba dirigida particularmente al sector étnico, sino más bien a loscampesinos en general. Los mayas, como todo ciudadano, fueron alen­tados a participar en el gobierno local, en los sindicatos, en las orga­nizaciones campesinas y otras organizaciones de masas. El gobierno síinició esfuerzos por dar una educación bilingüe -proceso que no sellevó a cabo de manera eficiente por muchos años- y por expandir laeducación rural en general.

No hay duda, sin embargo, que uno de los pasos más importantesde la era revolucionaria -y de seguro el más controversial- y queafectaría a todos los campesinos fue el Decreto n." 900, la Ley de Re­forma Agraria que emitió el presidente Arbenz en junio de 1952 68.

Durante los dos intensos años que siguieron al paso de este decreto-que terminó con la caída de Arbenz en junio de 1954- más de 745.000-­manzanas fueron expropiadas de alrededor de ochocientas fincas pri­vadas, veinte fincas nacionales (principalmente fincas alemanas inter­venidas durante la Segunda Guerra Mundial) y 90.000 lotes de tierrafueron distribuidos a los beneficiarios, cerca de 100.000 familias. Comoseñala Handy, esto significa que tal vez 500.000 personas se beneficia-ron de un total de la población de 3.000.000 de habitantes.

Los mecanismos propuestos para llevar a cabo esta inmensa trans­ferencia de tierra se llevaron a cabo a través de los Comités Agrarios,que se establecían localmente en cada municipio y aldea donde habíatierra que cumplía con las definiciones de la Reforma Agraria. Losmiembros de la Liga Nacional Campesina aumentaron como los de lossindicatos rurales. Los partidos políticos, que se centraron en captarlas oficinas municipales locales ahora se involucraron profundamenteen promover y en ganar concursos en la transferencia de tierra. Losproblemas que emergían en esta extraordinaria época mostraban lasantiquísimas disputas territoriales y los abusos que todavía tenían queser corregidos. Los reclamos involucraron no solamente a aquellos cam­pesinos sin tierra en las propiedades de los terratenientes, sino también

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mento el único antropólogo con experiencia en Guatemala. GoubaudCarrera había trabajado durante años con antropólogos norteamerica­nos, y aunque se alejaba de alguna manera de las posiciones indigenis­tas más extremas, aún representaba claramente una orientaciónbastante conservadora que buscaba un cambio progresivo (en vez de«revolucionario») para las comunidades mayas.

En los años que inmediatamente siguieron, el UN inició estudios delas comunidades mayas, si estaban alfabetizados o no, idiomas, vivien­da, nutrición, turismo, agricultura, censos, educación, y otros. Su cartaconstitutiva estaba escrita de tal manera que permitía un grado bas­tante extensivo de ingeniería social: «Para poder modificar, dirigir ycontrolar los hábitos adquiridos en el transcurso de una vida, a fin deajustarlos a normas consideradas universalmente como más deseables:mayor rendimiento económico, mayor protección contra los elementos,un grado mayor de salud y mejor relación de identificación social, ten­dremos que saber cuáles son estos hábitos y costumbres» 65.

En un contexto mayor, las reformas más importantes rápidamenteintroducidas por el gobierno dispensarían la mano de obra de la Via­lidad, y aunque la Ley de Vagancia y la Libreta de Jornales continua-

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188 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

,TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 189

3.3. JACOBO ARBENZ GUZMÁN, PRESIDENTE DE GUATEMALA (1951-1954).

a individuos contra comunidades y municipios, a comunidades que re­clamaban tierras ilegalmente usurpadas siglos atrás y muchos otros.

Uno de los aspectos más contenciosos de la leyera que todas lastierras municipales se hacían accesibles a las comunidades. Clásica­mente, al menos desde la Reforma de 1871, los municipios estuvieroncontrolados por ladinos, y declarar a las tierras comunales indígenascomo pertenecientes al municipio era la manera clásica de desemba­razarse del control indígena. El Decreto 900 especificaba que dondehubiera una disputa por tierras entre un municipio y una comunidad,esta última automáticamente ganaría.

Aunque la revolución -y específicamente la Reforma Agraria- pro­vocó la ira de Estados Unidos hacia el gobierno de Arbenz, puso enmovimiento cambios que continuaron siendo centrales en la vida deGuatemala. Uno de éstos fue la institución de partidos políticos com­petitivos. Los sistemas electorales anteriores, donde los ladinos localesque ostentaban el poder permanecían dominantes explotando a las po­blaciones locales indefinidamente, habían sido rotos por Ubico con losintendentes. Estos últimos, sin embargo, no representaban del todo losintereses locales y eran casi siempre ladinos, a veces oficiales militares.

También, las comunidades mayas clásicamente habían permanecidobajo el control de principales, u ocasionalmente bajo caciques autoes­tilados. Las verdaderas elecciones pusieron en escena a los líderes jó­venes, y los antiguos detentadores del poder local tuvieron que hacergrandes ajustes si querían sobrevivir de alguna manera. El estudio deSilvert de 1952 encontró que de cuarenta y cinco comunidades estu­diadas por el Instituto Indigenista Nacional, para 1948 veintisiete ha­bían elegido alcaldes mayas 69. Sin embargo, el asunto siempre fuedebatido. En Quezaltenango, una ciudad importante donde existe ma­yoritariamente una población maya, los ladinos aún controlaron lospuestos. municipales hasta finales de 1965 7°.

La revolución en Guatemala fue abortada en 1954 por los esfuerzoscombinados de los intereses terratenientes y burgueses guatemaltecoscon el apoyo material de Estados Unidos. El título de Piero Gleijesessobre su defunción -"Esperanza Rota»- refleja bien el punto de vistade cientos de miles de personas que se habían beneficiado de la mismaen ese momento. El uso racional como para permitir la Matanza hacíados décadas en El Salvador, la amenaza del comunismo, fueron lasmismas excusas utilizadas para destruir a la revolución guatemalteca.Los mayas no eran los favorecidos especiales de la revolución, las re­formas beneficiaron sobre todo a los campesinos y por consiguiente ala mayoría de los mayas involucrados en aquella manera de vida. Laderrota de la revolución sugería que el largo retorno de los mayas des­de la Conquista no iba a ser fácil.

Haciéndolo solos (I954-1970)

El período entre el fin de la revolución y el comienzo de los masivosataques del Estado a las comunidades mayas en el altiplano occidental,en 1979, es uno de los más importantes en el crecimiento de la comu­nidad maya. Para los mayas, el Estado de Ubico y la Revolución teníanuna característica en común muy importante: en ambos, el Estado de­finía las reglas del juego y los mayas hacían lo que se les ordenaba.Bajo los regímenes de la Reforma Liberal los cambios se encontrabanen los detalles, pero se puede discutir si algunos de estos detalles deUbico tuvieron alguna consecuencia. La revolución, sin embargo, habíaintroducido toda una serie de nuevas posibilidades que, hasta cuandose perdieron con la "Liberación» de 1954, habían abierto los ojos y lasmentes del grueso de la población.

Mientras que el gobierno revolucionario abrió vastas oportunidadessentaba en gran medida la dirección de cómo debían hacerse las cosas.La operación de Reforma Agraria fue diseñada por el Estado; mientrasque los agraristas locales estaban dispuestos a tomar la iniciativa alformar los Comités Agrarios, el patrón de cómo y qué hacer era prepa-

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1I

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rado por el Estado. La diferencia, ahora, era que el régimen revolucio­nario prometía beneficios mucho mayores. Si Ubico mantuvo la puertaabierta un poco, la revolución la abrió de par en par e incitó a la gentea cruzarla.

Si los reformistas liberales nada les habían ofrecido a los mayassino que les exigió mucho y la revolución les ofreció más de lo quepodía sostener, el gobierno posrevolucionario ni ofreció ni demandó. Elnuevo presidente, Carlos Castillo Armas, revirtió muchas de las másimportantes reformas de los regímenes previos. Sin embargo, una vezque éstas se alcanzaron, los mayas no fueron severamente presionadospara que se conformaran con las nuevas demandas, de una u otra ma­nera. El desarrollo comunal, la educación básica, la salud, la nutrición,el saneamiento y muchos otros programas de bienestar y desarrollofueron y vinieron.

Éste fue el ritmo de las cosas a lo largo del resto de los años cin­cuenta. Aunque, inicialmente, se echaran atrás por los reveses de larevolución, los mayas aprendieron cada vez más cómo manejarse loslimitados recursos de la democracia que el Estado ponía a su disposi­ción: partidos políticos, elecciones, propaganda, el trato con la buro-

3.4. GRABADO ALEGÚRICO DE R. ROLDÁN E. (1952). 3.5. GRABADO ALEGÚRICO DE RINA LAZO (952).

cracia, etc. Fue necesario aprender hasta cómo sobornar y ser corrup­tos, ya que estas prácticas fueron severamente limitadas bajo Ubico.

Para los mayas dos desarrollos en el Estado tuvieron consecuenciasdurante este periodo. Uno de ellos fue la derogación por parte de Cas­tillo Armas de la prohibición liberal, largamente mantenida, sobre lacantidad del clero permitido en el pais. En pocos años cientos de nue­vos curas extranjeros llenaron las parroquias que no habían tenidoclero residente desde la Reforma 71. Debido a que estos curas eran casitodos extranjeros, necesariamente resultaron novedosos.

El otro fue que la revolución se había derrumbado a pesar de losmilitares y a causa de los mismos. El Ejército guatemalteco se sintióprofundamente deshonrado de estar subordinado a las fuerzas de «Ii­beración» de Castillo Armas, e intentó corregir la situación. El pensa­miento militar que prevalecía fue el de autodesarrollarse y así ser ca­paces de llegar a manejar al gobierno si fuera necesario.

Tras el asesinato de Castillo Armas se realizaron elecciones, queganó el general Ydígoras Fuentes, otro de los antiguos generales deUbico con una reputación parecida a la de Ponce Vaides; su historialcomo jefe político de Ubico estaba relacionado con una matanza demayas en Tacaná en 1937, que nunca fue oficialmente investigada 72.

Igual que gobiernos anteriores, los proyectos de bienestar social y co­munitario se iniciaron, pero una vez más con nula atención especialpara los mayas. El gobierno de Ydígoras Fuentes puede ser recordadomás por la escalada de corrupción que porque su inefectividad incitaratanto la revuelta como un golpe militar que inició un largo período deregímenes militares ..

En 1959 otro evento externo tuvo un fuerte impacto, no sólo enGuatemala sino en toda Centroamérica: Fidel Castro desplazó a unclásico dictador latinoamericano y poco después instaló un régimenabiertamente comunista en Cuba. El fantasma del comunismo que ini­ció la Matanza y que abortó la revolución guatemalteca ahora se le­vantaba a sólo unas pocas millas en el Caribe. El efecto fue electrizante.

Los nacientes revolucionarios en toda América Latina vieron queuna «revolución» podía funcionar. Mientras que en algunos países losidealistas marxistas respondieron al llamado, en Guatemala, la reac­ción provino de un pequeño grupo de oficiales de la Fuerza Aérea quese rebelaron, fracasaron y se fueron a la montaña para comenzar loque iba a ser una insurrección ladina. Los mayas de Guatemala noestaban listos para la revolución y el éxito cubano tuvo poco interésdirecto e inmediato para ellos. La derecha guatemalteca estaba listapara hacer frente al comunismo en cualquier oposición que afectara alEstado y sus propios intereses. Ahora, junto a los militares, vieron alanticuado y corrupto régimen de Ydígoras como vulnerable a la sub­versión, y decidieron que había llegado la hora de que los militares

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volvieran a ganar su honor. Un golpe de Estado desplazó a Ydígoras einstaló al general Peralta Azurdia en el poder para que diera segui­miento al asunto de los «bandidos» (nombre que le daban a las nuevasfuerzas guerrilleras).

Para Estados Unidos la Revolución Cubana representaba un peligrode amplias proporciones para el hemisferio entero e inició las accionespolíticas en tres direcciones importantes. Primero, ayuda militar y enespecial contrainsurgente fue enviada al ejército guatemalteco. Segun­do, reconocieron que la vulnerabilidad de Guatemala al comunismoestaba en la pobreza de su gente y se propusieron manejar esto a travésde un nuevo programa, la Alianza para el Progreso. Un aspecto de laAlianza era alentar a un mayor grado las inversiones privadas de Es­tados Unidos. Tercero, los proyectos bajo los programas de ayuda ex­terior, que hasta entonces habían sido diseñados en términos de nece­sidades sociales y económicas, ahora se convirtieron en una función dela seguridad nacional de Estados Unidos.

Uno de los nuevos programas que tuvo un impacto directo sobre losmayas fue una serie de proyectos apoyados por Estados Unidos de «ca­pacitación de liderazgo» para organizadores potenciales campesinos,sindicales y comunales y con suerte líderes políticos. La meta era ca­pacitar a líderes para que no se convertieran en comunistas. Los capa­citados incluían a mayas de la nueva generación cuya toma de concien­cia sobre el fracaso de la revolución de 1944 despertó tanto un deseopor obtener una voz como incorporar beneficios «modernos» para supropia gente.

Para la extrema derecha, la aparición de cualquier tipo de organi­zación laboral, de los pobres, de campesinos, de los mayas, de cual­quier clase de personas cuya solidaridad de interés podría no confor­marse con la suya, era considerada una amenaza comunista. Esto in­cluía a los «líderes», así que los hombres y mujeres que pasaron poresta capacitación comenzaron a ser asesinados, iniciando, por lo tanto,lo que iba a convertirse en un futuro cada vez más sangriento y trágicopara los líderes potenciales rurales y campesinos. De hecho, siguiendolos éxitos de la liga de sindicatos y de campesinos de la era de Arbenz,el término «líder» se había convertido en sinónimo de «comunista» oagitador, en los sectores reaccionarios.

La ideología del anticomunismo que pendió en los años de Ubicoahora prevalecía en los sectores estatales de Guatemala, y continuaríapor más décadas. Se utilizaba para condenar la mayoría de los esfuer­zos que tenía orígenes regionales o locales, y que parecía prometeralguna ayuda anual a la gente rural y campesina. Las cooperativas, lossindicatos, las ligas campesinas, las comunidades religiosas -todaseran rechazadas por subversivas-o Aquellos que fueron menos afecta­dos fueron los dedicados a las industrias locales y al comercio, inclu-

yendo a la burguesía maya de Quezaltenango, Totonicapán y Chimalte­nango.

La Alianza para el Progreso, sin embargo, tuvo algunos éxitos de­seados y éstos tuvieron mayor proyección para los mayas 73. El énfasisen el anticomunismo llevó a mayores inversiones extranjeras que a suvez expandían la producción de exportaciones y el desarrollo de laindustria dentro del nuevo Mercado Común Centroamericano. «Estosprocesos contribuyeron a una mayor diversificación social y económicaen el campo guatemalteco, procesos con un impacto particular sobrelas comunidades indígenas. En las tierras altas, las industrias textilescomenzaron a aparecer, encontrando mercados fuera del ambiente localy regional, haciendo incursiones en la ciudad capital y hasta en el mer­cado internacional. El crecimiento de la demanda de los productos arte­sanales estimuló la producción en gran escala y la comercialización, enuna escala nacional e internacional» 74. En las comunidades mayas estoprodujo que emergiera un número cada vez mayor de inversionistas enel transporte y en la comercialización de los bienes de mercado 75.

Finalmente, ya que gran parte de esta expansión se estaba llevandoa cabo dentro de la economía rural de minifundio, los pequeños fin­queras se hicieron cada vez más dependientes de nuevas contribucionestécnicas, particularmente fertilizantes, pesticidas y herbicidas quími­cos, haciéndolos vulnerables a los precios en los mercados urbanos yhasta en los mercados internacionales. Con este giro de la producciónde subsistencia en la agricultura de mercado un observador sugirió quetanto la identidad económica como la simbólica del maíz comenzó adebilitarse en las comunidades indígenas 76.

Esta expansión económica se realizó como parte de una serie deeventos que se generaron dentro de la esfera de la Iglesia católica. Enel período colonial, a la Iglesia se le asignó la mayor parte del gobiernode las comunidades mayas. Como una forma de crear y retener el con­trol de las autoridades civiles independientes ésta creó una estructuraque era eficientemente responsable sólo ante la autoridad de la misma.Cuando la Iglesia perdió gran parte de su clero debido a las reformasliberales de 1871, también perdió la mayor parte de los controles quehabía disfrutado en la época colonial.

Las comunidades, sin embargo, se encontraron con los elementosde una base autónoma de gobierno. Sumado a esto, estas comunidadessiempre habían conservado los componentes primordiales de la reli­gión y cosmología maya: muchos de estos elementos se volvieron ahoratodavía más relevantes. Cuando las formas republicanas de la estruc­tura municipal fueron introducidas, las comunidades las incorporaronde manera eficiente como parte de una sola jerarquía de oficinas reli­gioso-políticas, estructuras conocidas como sistema de cargo. Esto sehizo con la complacencia del sistema municipal del gobierno liberal 77.

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En los años cuarenta, sintiendo que se producía una apertura alcambio y buscando recuperar parte de la influencia perdida en las co­munidades mayas, la Iglesia introdujo la Acción Católica como unamanera de atraer a los mayas más jóvenes, lejanos de la dominacióny dependencia del sistema autónomo de principales y cofradías, y conel fin de volverlos a tener bajo el control del clero. A una gran partedel clero extranjero que entró al levantar Castillo Armas la prohibiciónse le asignó trabajo en Acción Católica. De hecho, este proceso habíacomenzado a finales de 1949 con el arribo del clero Maryknoll, reciénextradi tado de China 78.

Si se considera las estructuras religiosas conservadoras, entre ellasla cofradía o a la dictadura de Ubico, como inhibidoras de la moder­nización, entonces la apertura revolucionaria del gobierno civil a lospartidos políticos fue paralela en cierta manera a aquella de la Iglesiapara desarticular el sistema de cofradias. El conflicto abierto emergiógradualmente entre los revisionistas de Acción Católica y los irremovi­bles líderes de la cofradía y los principales 79. Durante los primerosaños los esfuerzos del clero tuvieron que ver con la teología y el ritual.Las enseñanzas del catecismo eran una característica central de estenuevo esfuerzo, pero también lo era la destrucción de la parafernaliaque los sacerdotes identificaban con el sistema tradicional de la cofra­día. Destruyeron las cruces gigantescas que estaban de pie frente a lasiglesias, quemaron las patenas y de hecho trataron de deshacerse de loviejo por medio de la destrucción.

Puesto que sus nombramientos se extendían durante años, muchosde estos sacerdotes se interesaron por la Teología de la Liberación ycomenzaron a participar en los moví mientas sociales, y gradualmentefueron vistos como una amenaza por los elementos reaccionarios delEstado.

El efecto liberador de Acción Católica al romper la participaciónindividual con el sistema de cofradías ayudó a muchos mayas a desa­rrollarse como negociantes y a aprovecharse del desarrollo económicoque se hacía accesible a principios de los años sesenta 80. Uno de loscomponentes más efectivos de esta expansión fue la creación de coo­perativas. Mientras, las cooperativas habían formado parte del progra­ma revolucionario de los cincuenta, ahora comenzaban a expandirseverdaderamente. La Federación Nacional de Cooperativas de Ahorro yCrédito (FENACOAC) fue fundada en 1965, y reconoció a cerca de ochen­ta cooperativas con más de 27.000 miembros que aparecieron en lossiguientes siete años, 60% de éstos se ubicaban en siete departamentos,poblados en gran parte por mayas, particularmente en Huehuetenangoy Quezaltenango 81. En los setenta, muchos de ellos fueron cooptadospor el Estado para su programa de mayor tecnificación de la agricul­tura y perdieron así su carácter de desarrollo 82.

Sin embargo, las cooperativas apoyadas por la Iglesia tuvieron pro­blemas con el Estado. Esto se debió en parte al éxito de la expansiónde los esfuerzos mayas en pro de la organización. El solo hecho de queemergieran estas nuevas organizaciones en el campo era visto comouna amenaza política, porque no estaban afirmadas dentro del controlestatal. Es más, su asociación con Acción Católica fue problemáticaporque esta última era vista como una posible amenaza subversiva. Elque muchas de las cooperativas se desarrollaran en relación cercana alPartido Demócrata Cristiano también implicaba un giro político cues­tionable. Sin embargo, había un problema adicional en el éxito de lascooperativas en vender fertilizantes y otros productos a sus miembrosa precios bajos pues los colocaba en competencia directa con la comu­nidad comercial ladina local. Las quejas de los funcionarios políticosllevaron al gobierno a poner obstáculos en el camino de un futuro pro­greso coopera ti va 83.

Los años sesenta vieron dos tendencias importantes que cambiaronprofundamente la trayectoria futura de las comunidades mayas. Mien­tras que la revolución había escindido la organización política comunalde la jerarquía religiosa, el conflicto entre Acción Católica, líderes tra­dicionales de cofradía y costumbristas dividieron profundamente a loscatólicos. Al mismo tiempo, los misioneros protestantes ganaban terre­no, y en algunas comunidades, fragmentos del desgarrado monopoliode la cofradía fueron a dar a los protestantes. Brintnell describe cómoalgunos católicos de la cofradía, cuando encontraron que su posiciónse hacía insostenible, prefirieron convertirse a la Iglesia protestanteque aliarse á. li:l odiada Acción Católica 84. En -décadas anteriores loscatólicos tendían a ver las sectas protestantes como anomalías margi­nales de mal gusto. Como Falla 85 describe con detalle, la brecha cau­sada por Acción Católica introdujo un cambio importante en la opiniónmundial; por ejemplo, que podía haber pluralismo religioso dentro dela comunidad, que uno podía convertirse rápidamente y que cada quienaún podía retener su reclamo a la identidad maya.

El otro cambio fue, que por primera vez en gran escala, muchascomunidades experimentaron un importante incremento en la produc­ción agrícola. Esto fue facilitado por los fertilizantes, por un lado, ypor las nuevas oportunidades ofrecidas por el Mercado Común Centro­americano en expansión. El incremento tenía muchas ramificaciones.El ingreso en dinero liberó a muchos de la necesidad del trabajo esta­cional, al igual que permitió la compra de radios de transistores, lomismo que de bicicletas, tractores, camiones de carga, etc. Aquí nue­vamente la opinión mundial se abrió, estas adquisiciones del mundoladino no destruyeron la identidad maya.

La incrementada libertad de acción en esta época también se reflejaen la aparición de lo que fue, quizás, la primera organización maya

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...,.-

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Cuadro 3.2

Cambios en los terrenos de minifundio por grupos étnicos departamentales(1950-1964) 89

Tierra arable en hectáreas per cápita, y porcentaje de las fincas en elminifundio (1963) por el departamento de grupos étnicos (1950 a 1980) 87

Promedio departamento maya .................................. 0,57 0,30 37,39

Promedio departamento mixto .................................. 0,84 0,43 21,68

Promedio departamento ladino ................................. 20,78 2,88 15,31

Promedio menos el Petén departamento ladino ...... 1,74 0,63 12,51

Total Nacional .......................................................... 1,17 0,79 20,38

26,6

12,7

1964

Incrementoporcentual

201.347

1964

215.994

1980

Porcentajede tierras para fincas

en minifundio (%)

1950

Cuadro 3.3

Tierra arable per cápita 88

Promedio de 16 departamentos mixtos y ladinos ... 178.029

1950

Promedio de 7 departamentos mayas....................... 170.568

Aunque había existido durante largo tiempo una burguesía maya(especialmente en la región «núcleo» de Carol Smith del altiplano, porejemplo, Totonicapán y Ouezaltenango), los años sesenta vieron unaexpansión importante de este grupo. Tendieron, especialmente entrelos recién llegados, a estar asociados con Acción Católica o con el pro­testantismo, y como tal, ampliaron la brecha con el grupo tradicionalde la cofradía. Sin embargo, también se inclinaron a ser políticamenteconservadores, una continuidad con la era maya de Ubico.

que no se basaba en una membrecía específica local, como lo eran lascooperativas de los grupos de iglesias. A principios de los sesenta, AdriánChávez fundó la Academia de la Lengua Quiché en Quezaltenango. Seconvirtió en una figura internacional en estudios quichés, tradujo elPopal Vuh, y en los setenta se le hizo un homenaje público, por ser unapersona que mostró no sólo que la celebración de la cultura maya po­día ser incluida a nivel nacional, sino que también los mayas podíanincursionar en el área intelectual, podían estudiar y aun retener suidentidad maya 86.

Aunque los años sesenta vivieron una expansión de la producciónmaya para el mercado, la situación básica de la tierra de hecho em­peoró. La historia reciente de la distribución de la tierra entre las et­nias está marcada por tres rasgos importantes. Primero, la tenencia percápita de los mayas es menor que las de los ladinos, pero ambas con­tinúan disminuyendo.

El Cuadro 3.2 muestra que el terreno arable promedio per cápitaen los departamentos mayas es menor que la mitad de aquel de losdepartamentos ladinos (menos el Petén). Aunque ambos disminuyen,entre 1950 y 1980, la cantidad absoluta que queda en los departamen­tos mayas cayó a un tercio de hectáreas en 1980. Segundo, el porcen­taje de terreno en los minifundios en los departamentos mayas es tresveces aquel de los departamentos ladinos. Esto se muestra tanto porlos porcentajes relativos en el minifundio, dados para 1964 en el Cua­dro 3.2, como por el hecho de que los minifundios están aumentandomás rápidamente en los departamentos mayas que en ningún otro lu­gar, como se muestra claramente en el Cuadro 3.3.

Una segunda diferencia entre las etnicidades es que la tierra ha sidomás equitativamente asignada en las áreas mayas que en las áreaspredominantemente ladinas. El Cuadro 3.4 muestra un índice gini sig­nificativamente más alto en las áreas ladinas, con los departamentosmixtos en el medio.

Tercero, los índices gini (Cuadro 3.4) muestran que, mientras laconcentración de tierras ha aumentado en todo el país, desde 1964hasta 1979 el incremento fue más intenso en los departamentos mayas.La cantidad de tierras disponible para esta población rural está dismi­nuyendo. Además, lo que parece ser una distribución más equitativa sedebe en buena parte al proceso continuo de minifundo.

El creciente éxito de algunos negociantes y campesinos mayas, en­tonces, se llevó a cabo en un momento de continua concentración detierras y de minifundio. La población maya se estaba involucrando enun proceso capitalista que era favorable para algunos, pero que al mis­mo tiempo necesariamente tendía a marginalizar a otros. La cantidadde tierra legalmente disponible era bastante estable o disminuía mien­tras que la población aumentaba.

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Cuadro 3.4

Índices gini 90 de concentraciones de tierra, por el departamento deetnicidad (1964-1979) 91

19ó4 1979 Cambio

Promedio departamento maya .................................. 71,41 73,02 1,61

Promedio departamento mixto .................................. 81,34 82,31 0,97

Promedio departamento ladino ................................. 84,62 84,51 -0,11

Promedio departamento ladino menos el Petén ...... 83,95 84,63 0,68

Total Nacional .......................................................... 82,42 85,05 2,63

Un camino de colisión (1970-1979)

Aunque los sesenta vieron a los mayas experimentando con nuevasformas de religión, organización y producción, un tanto libres de lainterferencia directa del Estado, este último no se estuvo inactivo. Eldesarrollo económico no sólo fortaleció a la burguesía maya sino tam­bién al sector exportador nacional. Tal vez, sin embargo, lo más im­portante entre los cambios sociales del período fue que el golpe militar,que había dado apertura a los años sesenta, no fue solamente una in­cursión en el gobierno civil, sino que inició una nueva era de regenciamilitar. Todos los gobiernos que siguieron, ya estuvieran guiados poroficiales civiles o militares, tuvieron que avenirse a los términos im­puestos por los militares.

A fines de los sesenta los militares, ahora fortalecidos con la ayudaextranjera de contrainsurgencia, aplastaron la rebelión ladina en eloriente. El general Carlos Arana Osario, el victorioso de la campaña,fácilmen te ganó la presidencia en 1970 y reafirmó el puño mili tar sobreel aparato estatal.

Otro paso tomado por el Estado en 1970 fue instituir el Plan Na­cional de Desarrollo, bajo el cual el Estado extendió su control sobrelos mecanismos de crédito. Por medio de esta estratagema el Estadousurpó la habilidad de la cooperativa para extender crédito y por lotanto sujetó a las antes organizaciones independientes bajo el controlgubernamental. Esto esencialmente ponía fin al desarrollo creativo quecaracterizó a este sector en los sesenta.

Los restos del liderazgo de la guerrilla se retiraron a la fronteranoroeste de México donde reconsideraron su estrategia. Una conclusiónfue que habían evaluado mal el papel potencial de los mayas en larebelión. Ahora, decidieron que el éxito sólo podía ser obtenido invo­lucrando al grueso de la población maya, que era, después de todo, elmayor sector marginal de la nación. Desde aquí, comenzó un procesogradual de contacto y proselitismo. Ya para 1972 las fuerzas guerrille­ras estaban operando en el interior de Guatemala, principalmente enel norte de El Quiché 92.

Hasta que se despacharon tropas en marzo de 1976 hacia Nebaj, talvez quizá la intervención más reveladora del gobierno se llevó a caboen las elecciones de 1974. De todos los puntos de vista menos del ofi­cial, el candidato demócrata cristiano, general Efraín Ríos Montt, fa­vorito de gran parte de la comunidad maya, ganó la elección. Por me­dio de un evidente fraude la presidencia fue otorgada al candidato delos militares, general Kjell Laugerud. Algunos creen que fue este frau­de, principalmente, lo que convenció a los líderes mayas de que ahorano se podían esperar acciones honradas del Estado; y con esto, comen­zó a emerger un sector maya cada vez más radicalizado.

Probablemente nada de lo que el gobierno pudiera hacer, tuvo elimpacto del embargo de los combustibles del Próximo Oriente. Ésteincrementó astronómicamente el precio del fertilizante y lo colocó fue­ra del alcance de la masa de campesinos minifundistas, quienes comen­zaban a depender de ellos en la reciente expansión de su producciónagrícola. La guerra del fútbol entre Honduras y El Salvador tambiéncontribuyó al debilitamiento del Mercado Común Centroamericano, re­duciendo la demanda de los productos que fueron producidos especí­ficamente para ese mercado en los sesenta. El minifundista maya nopodía producir cosechas para la venta ni tampoco encontrar un mer­cado. Mucho de lo que se adelantó por medio de la acción independien­te en los sesenta estaba siendo cancelado en los setenta.

Sin embargo, la capacidad y el empuje para la acción independienteentre los mayas continuó. A principios de la década los grupos basadosen la religión católica iniciaron campañas de alfabetización. Organiza­ciones tales como la Asociación Indígena Pro Maya-Quiché también seformaron alrededor de la preocupación por la identidad maya y comen­zaron a oponerse abiertamente a la continua y clásica discriminaciónladina y del Estado. En términos de desarrollo de largo plazo el co­mienzo de los setenta vio también la aparición de una primera nuevageneración de mayas con preparación universitaria. Hasta este momen­to la educación superior maya se había limitado a títulos para los maes­tros de secundaria. Siempre hubo unos pocos que buscaron capacita­ción profesional, pero usualmente se dedicaron a la práctica privadaen leyes o medicina, a menudo ladinizando y subestimando sus oríge-

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nes mayas. El nuevo grupo, sin embargo, incluía a muchos que teníanuna verdadera preocupacíón por el desarrollo de los mayas y algunostenían aspiraciones aún más ambiciosas; por el uso de los lenguajesmayas a nivel del Estado, por ejemplo, y hasta por la autonomía y unEstado maya.

La burguesía maya, sobre todo en las aldeas más grandes y en lascapitales de los departamentos del oeste, había estado activa en laspolíticas locales a nivel municipal y en las negociaciones con los go­biernos departamentales. En la fraudulenta elección presidencial de1974, unos cuantos se eligieron para el Congreso Nacional. Dos hom­bres, uno de Tecpán y otro de Comalapa, ganaron. Ésta fue, probable­mente, la primera vez que candidatos mayas que se postulaban en unaplataforma pro-maya ganaban y llegaban al Congreso. Mientras queambos lo hicieron como candidatos de los partidos políticos, en 1976uno de ellos, Tetzahuíc Tohon, hizo un intento para desarrollar un par­tido maya independiente. El Frente de Integración Nacional apareciópero no pudo ganar suficiente apoyo para poner en marcha su proyec­to. Finalmente estableció una alianza con el general Romeo Lucas Gar­cía en 1978, pero la calidad fraudulenta de esa elección lo desacreditócompletamente y gradualmente se desarticuló. Estos esfuerzos de losmayas burgueses poco hicieron por mantener la solidaridad con losmayas rurales y el liderazgo maya emergente tomó una dirección dife­rente. Desde comienzos de los setenta la guerrilla había buscado apoyoen la región norte de El Quiché, y en 1973 los mayas en contacto secomenzaron a dividir respecto de su posición con la insurgencia. Algu­nos los consideraban peligrosos y comunistas y buscaron la asistenciamilitar. Los militares evidentemente no respondieron activamente a losprimeros requerimientos, pero al arribar 1976, fueron enviadas tropasa Nebaj. Esto inició los asesinatos y los secuestros que se convertiríanen una práctica acostumbrada en posteriores años.

El terremoto que ocurrió en febrero de 1976 mató a más de 30.000personas y dejó a un millón sin hogares. Se le llamó un terremoto "declase» porque dañó primordialmente a los mayas pobres. Sus efectosfueron sentidos en las tierras del altiplano occidental medio, siendoparticularmente vulnerables los hogares mayas de adobe y teja. Losdaños fueron considerables y extensivos en muchas comunidades. Cuan­do comenzó a llegar la ayuda por el terremoto el gobierno no fue capazde manejar la logística y cada vez más organizaciones extranjeras yprivadas se hicieron cargo de la dirección local y regional del trabajode reconstrucción. Varios grupos de iglesia estuvieron tan extremada­mente activos como las guerrillas. De particular importancia fue ungrupo de líderes campesinos mayas, muchos de los cuales tenían expe­riencia con Acción Católíca y con las Comunidades Cristianas, que se

. habían estado organizando clandestinamente desde 1973. Esto dio lu-

gar a la creación del Comité de Unidad Campesina (CUe), ya que mu­chos de sus míembros se volvieron abiertamente activos como resulta­do del terremoto.

El CUC trató específicamente de articular las preocupaciones y lasolidaridad de los trabajadores y campesinos ladinos y mayas. Debidoa este interés de clase, algunos líderes mayas han afirmado que el CUCno es realmente una organización maya. Sin embargo, sí sirvió duranteeste período para movilizar a muchos mayas del altiplano occidental 93.

Movilizó a muchos el Primero de Mayo de 1977, celebración del Día delos Trabajadores, y jugó un importante papel en lograr que los campe­sinos se unieran a la gran marcha de los mineros de Ixtahuacán, ennoviembre de ese mismo año. Unas 150.000 personas de todas las clasesconvergieron en Ciudad de Guatemala en la demostración más grandehabida desde la época de 1944-1954. Las habilidades organizativas delos líderes ahora se hicieron visibles, particularmente porque una vezmás, el Primero de Mayo de 1978, lograron realizar una inmensa demos­tración.

A finales de mayo tropas militares dispararon sobre una manifesta­ción agraria de indígenas en Panzós, que buscaban el reconocimientode sus derechos a la tierra, matando a cerca de ciento cincuenta per­sonas 94. En enero de 1980, una delegación de mayas que buscaba au­diencia con el presidente fue rechazada, y se dirigió al Congreso, dondenuevamente sería rechazada, decidió ocupar la Embajada de Españapara obtener mayor atención pública a sus preocupaciones. Intentos dediálogo hechos por los intermediarios fueron infructuosos; la embajadafue quemada y el único sobreviviente, un maya, secuestrado del hospi­tal pocos días después y asesinado.

La década de los setenta se cerró con una escalada del enfrenta­miento entre los mayas, campesinos y guerrilla -lejos de estar inte­grados o siquiera en acuerdo total- haciendo frente a un enemigocomún en el Estado, ahora bajo total control militar. La sociedad maya,en sí misma, estaba lejos de estar unificada en modo alguno. En tér­minos categóricos, ahora incluía a guerrilleros radicalizados, a campe­sinos capitalistas, a artesanos y comerciantes de la aldea, a los traba­jadores agrarios, burgueses y dispersiones de otros grupos, dentro deesto conformaba un ensamblaje multifacético de actividades y comer­cios, incluyendo las organizaciones literarias e intelectuales, a los maes­tros de escuela, a los candidatos al Congreso, a los oficiales municipales,a las organizaciones campesinas de masa, a los comerciantes agrícolas, alos miembros de iglesias y sectas cada vez mayores y diversas, a losprofesionales de la medicina, de leyes, a las universidades, a los comer­ciantes del transporte, y gran variedad de negociantes, al igual que alos guerrilleros, ahora completamente involucrados y los soldados cons­críptos. Esto representó un vasto cambio sobre el espectro de las acti-

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202 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

--..or

203

vidades mayas a finales de la era de Ubico, cuando el Estado veía enel único y apropiado papel para los mayas como agricultores, campe­sinos y soldados.

La cambiante población maya

Uno de los aspectos más importantes pero menos apreciados de lahistoria contemporánea étnica en Guatemala es que hay algunos cam­bios demográficos considerables que se llevan a cabo. Primero deseoexponer el crecimiento relativo de las etnias en la población total yseguidamente mirar con mayor detenimiento las dimensiones demo­gráficas y consecuencias de estos cambios.

El crecimiento de la población maya

El crecimiento de la población maya como se ha registrado en loscensos, se expone en el Cuadro 3.5, pero resulta evidente que uno debeser un tanto escéptico sobre las cifras específicas. El censo de 1880nunca se completó; Ubico ordenó que las cifras fueran infladas, y todoslos censos sufren de un subcontea y de definiciones étnicas inciertas.Jorge Arias 95 y John D. Early 96 han hecho revisiones serias de algunasde las cifras (las del último se basaron en un cálculo cuidadoso delcrecimiento usando estadísticas vi tales, fuente que es más confiableque el conteo de los censos). Sin embargo, teniendo presente estas pre­ocupaciones no hay razón para que no se tomen en serio esas cantida­des totales. Es difícil dudar que haya más no-mayas en Guatemala hoydía de los que había en 1778 o en 1893.

La preocupación del presente ensayo se centra en el período entre1930 y 1979. Aunque los estudios de Early confirman la crítica formu­lada tantas veces 98 (especialmente por los mayas) de que ha habidoun subconteo de la población maya, también confirma que la disminu­ción relativa entre 1950 y 1964 continuó. Sin embargo, los porcentajesde los mayas en los últimos tres censos sugieren que la disminu­ción precipitada a lo largo del siglo pasado probablemente se ha nive­lado.

Hay otras razones para sostener esta suposición. Mientras que lasalud pública continúa siendo pobremente apoyada en el país, el casoes que, a través de los años, las medidas de sanidad que estuvieronprimero disponibles sólo para la población ladina y urbana se han ex­tendido gradualmente a regiones más aisladas, acercando a los mayasa aquellos porcentajes vitales del ladino. Segundo, hay razón para pen­sar que más gente puede estar reclamando su identidad maya, desdelos sesenta, que lo que quizás se daba antes, Esto es probablemente

Cuadro 3.5

Total de las poblaciones guatemaltecas, según censos 97

TotalTotal

PoblaciónTota[ Correcciones

Censopoblación

población indígenaporcentaje J. Earlv

añoaproximada

corregida aproximadaaproximada %

J. Arias indígena [974

1778 430.934 387.951 90,041880 1.188.934 1.224.602 844.744 71,051893 1.364.678 1501.145 882.733 64,681921 2.004.900 2.004.900 1.299.927 64,841940 3.283.209 2.400.000 55,461950 2.790.868 2.889.229 1.491.725 53,45 55,801964 4.287.997 1.808.942 42,19 50,40[973 5.160.221 5.728.092 2.260.024 43,80[981 6.054.227 6.054.227 2536.523 41,90

así, aun cuando el proceso cultural de ladinización por ejemplo, el adop­tar las características útiles ladinas, continúa ganando terreno 99,

Si tomamos en serio las cifras revisadas por Early para el censo de1964 y si las aplicamos de manera aproximada a aquellas de 1973 y1981, sugiere que la población total maya puede estarse nivelando aun cincuenta por ciento del total. Si, recordando el caso de El Salva­dor, admitimos que muchas personas que retienen la identidad mayahan sido censados como ladinos, simplemente por su apariencia física,entonces, el porcentaje maya es claramente más alto del que indicanlos números de los censos oficiales.

Mientras avanzamos sobre los otros aspectos de esta historia, haydos hipótesis demográficas muy importantes que debemos tener pre­sente: 1) que la población maya ya no está disminuyendo en relacióncon la no-maya; y 2) que la población total maya es, seguramente, igualen tamaño que la no-maya, y que probablemente es mayor 100. Conestos elementos, centrémonos en otros dos aspectos del cambio demo­gráfico de los mayas.

La polarización geográfica de las etnias

Mientras que las dos etnias pueden estar parejas respecto del nú­mero e índices de crecimiento, sin embargo, las consecuencias del ere-

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204

Gráfico 3.1

Distribución geográfica de la población indígena,porcentaje por municipio

(1950)

o 0,00 a 14,99El 15,00 a 49,99!1illI 49,99 a 84,99• 85,00 a 100,00

cimiento de ambas están teniendo repercusiones muy diferentes geo­gráficamente, Lutz y Lovell 101 han mostrado claramente que desde eltemprano período colonial el interés y el impacto de la colonizaciónespañola fue disparejo regionalmente. El área que consideraban el nú­cleo colonial, que se extendía desde Santiago de los Caballeros al estey por el oriente hasta El Salvador, vivió desde el comienzo un creci­miento mucho mayor de poblaciones ladinas, que lo ocurrido en lastierras del altiplano occidental.

Esta diferenciación entre las del oriente y las del altiplano occiden­tal estaba bien marcada en el censo de 1893 y está todavía más con-

~

205

Gráfico 3.2

Distribución geográfica de la población indígena,porcentaje por municipio

(1981)

Mapa 3.2. PorcientoMaya de la Poblacion Tola!

1981

O 0,00 a 14,99El 15,99 a 49,99!1illI 49,99 a 84,99• 85,00 a lOO,00

trastada en 1950. Los Gráficos 3.1 y 3.2 muestran la distribución rela­tiva de los mayas y de los no-mayas en esos dos años. Más del 50% dela población era ladina a lo largo de la mayor parte del oriente y de lacosta sur, aunque había números significativos de hablantes de poco­mán y chortí en Jalapa y Chiquimula. La población maya era claramentedominante en el altiplano occidental, aunque enclaves importantes deladinos estaban establecidos a lo largo de la frontera mexicana de Hue­huetenango y cerca de Quezaltenango.

Lo que ocurrió después puede ser visto en los Gráficos 3.3 y 3.4, quemuestran en números absolutos el crecimiento anual diferencial de las

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206

Gráfico 3.3

Crecimiento absoluto de la población indígena por municipio(1950-1981)

0--':(000 a .. O

~ O a 1.250l\liJ 1.250 a 6.000Ii 6.000 a 15.000• 15.000 a 430.000

dos poblaciones entre 1950 y 1981. El contraste en las áreas de creci­miento es quizá asombroso, pero conlleva un cuidadoso escrutinio. Conpocas excepciones, la población ladina creció fuertemente en casi todoslos municipios a lo largo de todo el arco que se forma desde el Petény la costa atlántíca hasta el oriente y la costa pacífica y México. Uncrecimiento notablemente significativo ocurre en los municipios delnorte de Alta Verapaz, El Quiché y Huehuetenango. También los ladi­nos ocupan ahora un corredor desde la ciudad de Huehuetenango a lade Quezaltenango. El Gráfico 3.3 muestra el crecimiento complemen­tario de los mayas. Es muy fuerte en el altiplano occidenal medio don-

207

Gráfico 3.4

Crecimiento absoluto de la población ladina por municipio(1950-1981)

Mapa 3.-1. CrecimientoMunicipal Absolnto de los

Ladinos 1950-1981

o -'a O~ O a 1.250l\liJ 1.250 a 6.000lIlII 6.000 a 15.000• 15.000 a 430.000

de hay poco crecimiento ladino y muy débil en la mayoría de las áreasde fuerte presencia ladina.

De particular interés son las pocas áreas donde ambas poblacioneshan sufrido un crecimiento significativo. En el Petén el crecimiento escasi completamente ladino, excepto en el sureste, donde existen comu­nidades mayas tradícionales y sirve también como ruta hacia Belice.En Izabal, mientras que los ladinos dominan al este del lago de Izabal,los mayas lo hacen al oeste y en la vecina Alta Verapaz. El crecimientoladino al oeste de Izabal no es, sin embargo, poco considerable. Otraárea que se sobreimpone es el norte de El Quiché y las áreas colindan-

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208 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 209

tes de Huehuetenango y Alta Verapaz. Ésta es la región de la FranjaTransversal del norte y de los conflictivos proyectos de colonización delos sesenta y setenta.

Mientras que los complejos eventos del pasado reciente de ningunamanera pueden reducirse a términos tan simples, probablemente no escoincidencia que estas dos regiones de inmigración étnica sobreirnpues­ta, por ejemplo, el oeste de Izabal y las tierras altas centrales del norte,también hayan sido áreas de intenso conflicto. El influjo de dos pobla­ciones bastante diferentes podría escenificar tensiones exacerbantes.

Tal vez, la fase menos apreciada de estos procesos ha sido la im­portancia del crecimiento maya en el altiplano medio occidental. Estopuede notarse al comparar la forma y el tamaño del bloque de muni­cipios en los Gráficos 3.1 y 3.2, donde la población maya compone másdel 90% del total. El incremento en el tamaño de este bloque reflejano solamente un crecimiento maya generalizado, sino el emerger deuna densa área núcleo de los pueblos mayas. La afirmación hace algu­nas décadas (incluyéndome a mí) de que habría un descenso relativo ycontinuo de la población indígena, claramente no es hoy el caso; perolo más importante es que el crecimiento está tomando una forma geo­gráfica particular.

Hay operando dos factores que producen este crecimiento diferen­cial. El primero parece ser que si los índices de crecimiento relativoson similares entonces la población más grande en cualquier zona cre­ce más rápidamente. La segunda es que ha habido una migración con­siderable y esto, por supuesto, explica el crecimiento particular en Iza­bal, el Petén y el norte -de Alta Verapaz, Huehuetenango y El Quiché.Esto probablemente también opera en la costa sur, especialmente ha­cia el lado de México, donde una importante colonización se llevó acabo, tanto durante como después de la época revolucionaria.

La migración ha sido de gran importancia en muchas formas queno se ven en los mapas, tanto en ladinos como en mayas, pero haydiferencias significativas en las razones que se dan detrás de los movi­mientos. Hasta 1944, la migración más grande fue estacional. La nece­sidad de mano de obra forzada requería gente que fuera a las fincasen las laderas de las montañas y en las costeñas. Este movimiento eracasi todo maya. Hasta las fincas en la costa sureste se valieron de lastierras del altiplano noroccidental para la mano de obra estacional, envez de los ladinos de la región inmediata. Las fincas que necesitanmano de obra estacional en el oriente son mucho menos que en elnoroeste, pero han tenido mano de obra ilegal salvadoreña como otrafuente barata.

A pesar de no quedar claro cuál pudo ser la situación antes de larevolución, Carol Smith informa que en años recientes muy poca mi­gración estacional viene del «núcleo» que ella trabajó en el altiplano

occidental (por ejemplo, las tierras altas de Totonicapán-Quezaltenan­go) 102. En los años de trabajos forzados la gente venía de los Cuchu­matanes o de la bocacosta. En su estudio de 1967, Schmidt afirmó queen ese momento había una cantidad ilimitada de mano de obra 103. Sinembargo, el flujo estacional ha cambiado sustancialmente, en especialdesde que la población ha crecido al pie de las montañas, durante lasdos pasadas décadas.

Mientras que en la época de Ubico a los dueños de las fincas de caféles parecía una necesidad el sistema de trabajo forzado, hoy el creci­miento de la población ha producido una relativa sobrepoblación, aunen medio de la región productora de café. Por ejemplo, en la actualidadmuchas fincas ubicadas al pie de las montañas en San Marcos encuen­tran tanto desempleado en el vecindario inmediato que ni se piensa entraer mano de obra de lugares distantes. En vez de eso, los campesinosmismos afrontan seriamente el desempleo durante gran parte del año.Una de las principales alternativas es trabajar en México, sobre todoen las regiones cafetaleras y en las áreas costeras de Chiapas. La mi­gración internacional de este tipo es una práctica antigua en esta re­gión; Hernández de León informó que era bien conocida en 1936 104.

Después de 1954 la migración interna se incrementó considerable­mente. La mayor presión, sin embargo, venía de los ladinos de orienteque se mudaban a la costa suroeste, Izabal y el Petén, y a Ciudad deGuatemala. Los mayas del altiplano occidental se trasladaron a todala costa sur y a las tierras del norte, fronterizas con México, al igualque a Izabal y el Petén. En un estudio que se está llevando a cabo, DeVilla ha encontrado que entre 1950 y 1981 los departamentos más im­portantes que están perdiendo inmigrantes consistentemente se encuen­tran en el oriente: El Progreso, Zacapa, Chiquimula, Santa Rosa, Ju­tiapa, Jalapa y Baja Verapaz. En contraste, los departamentos con al­tos porcentajes indígenas tienen muy poca migración (Chimaltenango,Sacatepéquez, El Quiché, Totonicapán, Alta Verapaz, Huehuetenango,San Marcos, Quezaltenango y Salolá) 105. Esta diferencia refuerza laimpresión de que la población indígena es intensiva, concentrada einmensamente estable dentro de los confines de Guatemala. Una razónpara esto es que, mientras la tierra puede ser importante para el cam­pesino maya, por ninguna razón, como lo señala Carol Smith, son cam­pesinos todos los mayas.

Smith describe la preferencia de los artesanos de Totonicapán y delos comerciantes por contratar a los mayas del mismo departamento,por salarios más altos de los que se necesitarían para traer otros deafuera 106. El mismo proceso ha estado operando en Chimaltenango. Enlos años que siguieron a la matanza de 1944, los mayas de Patzicíacomenzaron a trabajar más para otros mayas y en menor número paralos ladinos. Con el florecimiento reciente de la producción de exporta-

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cion, la demanda maya de mano de obra ha dejado efectivamente amuchos ladinos sin una fuente inmediata de trabajadores, sin duda,contribuyendo a la tendencia para que los ladinos abandonen la región.

Los ladinos comenzaron a trasladarse al altiplano occidental en nú­mero bastante elevado a finales del siglo XIX, ya que la produccióncafetalera creó una necesidad de comerciantes locales y personal ad­ministrativo. Hoy dia, los mayas cada vez más los reemplazan en todasestas tareas. La nueva generación de ladinos no tiene otra opción quebuscar trabajo en otros lugares en los departamentos, irse a la ciudado emigrar al extranjero. Muchos siguen la costumbre de otros centro­americanos, mayas y otros, de irse a Los Ángeles.

La creciente densidad de los indígenas en el centro del altiplanomedio occidental refleja un proceso muy significativo. Ésta no es laclase de solidaridad que se ve en las manifestaciones del Primero deMayo o que se vio en la formación del CUC; más bien, es claramenteuna expansión basada en cambios económicos sólidos y contribuyendoa una solidaridad local étnica creciente. Combina la realidad de lacompetencia económica superior de los mayas con una nivelada yaso­ciada discriminación consciente, ahora trabajando en sentido inverso.Discriminación que tanto ha ofendido y prejuiciado en el pasado a losmayas contra el comportamiento ladino.

Cultura indígena mesoamericana e identidad

Cultura, simbolismo e identidad

Cada etnia se caracteriza por tener una identidad propia y por laselección de algunos rasgos culturales, elementos simbólicos y prácti­cas que son valoradas por representar a esa identidad. La identidadmaya en Guatemala nunca ha estado unificada. Los estados precolom­binos claramente fueron etnias separadas, pero el proceso colonial frag­mentó y redujo el nivel de identidad al de la comunidad. A través delos siglos, sin embargo, las comunidades fueron parte de la comunidadlinguística quiché (mam o kekchí) más grande, y una sociedad másextensiva: la sociedad maya. Las características que identificaban a latradición mesoamericana fueron hablar un lenguaje maya o nahua, amenudo un estilo distintivo de ropa, conocimientos locales particularescompartidos y valores simbólicos, observar prácticas religiosas tantode origen maya como español, etcétera. Fotografías e informes sobrelos niveles de vida del siglo XIX dejan claro que la pobreza, el analfa­betismo, la falta de salud y las evidentes, a menudo toscas, prácticasdiscriminatorias fueron también características endémicas.

Desde 1930 hasta la revolución de 1944 poco sucedió para cambiar

este panorama general. Hay poca investigación respecto de la pérdida,en el siglo XIX, de las tierras comunales y ejidales en El Salvador, perohay un acuerdo general de que una reacción ante la Matanza fue dejarde lado, con rapidez, algunas características indígenas, especialmenteel vestido. Hasta el presente esto permanece sin ser debatido.

La revolución de 1944, sin embargo, no sólo abrió la puerta a unamayor participación de los mayas en una sociedad nacional/ladina, sinoque, esencialmente convirtió en prerrequisito el tomar una cultura la­dina para poder beneficiarse de las oportunidades disponibles en lassociedades. Como mínimo, por ejemplo, para obtener beneficios y paradefenderse, uno tenía que hablar el español; había recompensas paralos mayas que participaban en la sociedad ladina. Y, claramente, losmayas han escogido cuáles repertorios culturales están disponibles paraellos en las sociedades en las que se desenvuelven.

Menos se conoce de las consecuencias de la ladinización para laidentidad de los mayas guatemaltecos y de los nahuas salvadoreños.Dadas las conexiones necesariamente íntimas entre las representacio­nes simbólicas y el proceso psicológico, es inevitable que la identidaddebe cambiar. Sin embargo, parece que la dirección de la mayoría detales cambios no ha sido perder la identidad, sino solamente cambiarsu contenido. Puesto que no ha habido una verdadera investigación deesto, sólo podemos hacer hipótesis aproximativas sobre las representa­ciones simbólicas y sugerencias concernientes a la identidad.

Comunidad

Clásicamente la comunidad indígena ha sido vista como una unidadsocial, núcleo de la etnia maya. Después de la destrucción de los esta­dos nativos por la conquista el sistema colonial arraigó individualmen­te a los indígenas a su comunidad para controlar el tributo, y excluyóa otros, en especial a los ladinos, de residir allí. En Guatemala, lascomunidades del altiplano fueron menos afectadas en la época colonialque otras, debido a que producían menos productos exportables y aque estaban lo suficientemente cerca de la capital, Santiago de los Ca­balleros (Antigua) para recibir mejor protección, siendo explotados di­rectamente por la Iglesia y la Corona en lugar de los colonizadoresespañoles 107. A todo esto debe añadirse que la cultura y el clima frescodel altiplano resultaban poco atractivos para los proyectos españo­les 108.

Hacia 1930 la comunidad había sido ya por largo tiempo la máximaunidad social de la sociedad indígena 109. Aunque las tierras de la co­munidad fueron amenazadas por las reformas liberales del siglo XIX,éstas realmente no estuvieron bajo una presión destructiva. Las tierrasde la comunidad, por ejemplo, no fueron puestas totalmente a la dis-

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posición de la propiedad privada, como sí lo fueron en El Salvador enla década de 1880 110. Las relaciones con la gente foránea eran primor­dialmente defensivas y de protección, ya fuera con el Estado, con losladinos individualmente, o con otras comunidades indígenas. La iden­tidad de cada maya estaba ligada a una comunidad en particular, sinimportar si era capital municipal o no. Hasta en la aplicación de losmandamientos, en los inicios de la época de la Reforma, y las habili­taciones posteriores encontraron conveniente mantener unida a la gen­te de la misma comunidad en el trabajo estacional migratorio.

La comunidad compartía una serie de características culturales queeran formas variantes de un patrón básico. Este patrón incluía hablarun mismo lenguaje (un lenguaje maya en Guatemala, excepto en lacosta sureste, donde se hablaba xinca; y nahua o pipil en El Salvador).Las dinámicas de solidaridad residían en la cofradía y en las «costum­bres», siendo estas últimas un término ladino para los diversos com­ponentes de la religión maya. En Guatemala, el «sistema de cargo», queconstituye un régimen de responsabilidades para llevar a cabo funcio­nes de la comunidad, superponía de manera activa las tareas religiosasy municipales en un conjunto de actividades únicas e interdependien­tes. En El Salvador, las funciones políticas municipales se manteníanalgo más separadas y la solidaridad del grupo indígena se apoyabamucho más en las cofradías.

Como se relató anteriormente, los municipios en Guatemala esta­ban bajo la autoridad de alcaldes (hasta 1935 cuando Ubico se impusoy los reemplazó por intendentes), usualmente ladinos. Los gobiernosmunicipales, sin embargo, involucraron a un número de oficiales ma­yas, quienes ocupaban posiciones en la jerarquía municipal que erande menor rango, y siempre ad honorem por naturaleza. En muchascomunidades esto incluía a un «alcalde indígena» que puede o no ha­ber tenido una posición oficial como uno de los regidores en la jerar­quía municipal, pero sobre quien las autoridades ladinas dependíanpara lidiar directamente con los mayas. Aparte del gobierno formal yde la Iglesia, la mayor autoridad civil y religiosa, para los mayas, eranlos principales, ancianos experimentados en varias responsabilidadesciviles y de cofradía, a quienes se les concedía un inmenso respeto enla comunidad.

Si bien la comunidad maya sufrió un significativo cambio duranteel pasado medio siglo, hay un acuerdo general en que continúa siendoun componente importante de la sociedad y de la cultura indígenas 111.

Si durante los años de la Reforma Liberal fue refugio y reducto de losmayas, después de la Revolución de 1944 continuó siendo el mecanis­mo más importante para la adaptación y la reproducción de la socie­dad maya, además de una plataforma para lanzar individuos a la po­lítica y al profesionalismo de la sociedad nacional.

La clásica «comunidad corporativa» 112 de Eric Wolf enfatizaba laimportancia de la tenencia de tierra para la solidaridad comunitaria.Aunque no se cuestiona que la propiedad corporativa de las tierrasprovee una fuerte preocupación a los miembros de la comunidad, re­sulta claro también que muchas comunidades indígenas en Guatemalahan vivido por largo tiempo sin dichas tierras, y que la tierra comuni­taria de otras es tan reducida como para proveer una pequeña base desolidaridad para muchos de sus miembros. Es más, el incrementó dela población durante el siglo pasado ha creado demandas intolerablespor la tierra, que simplemente no podían solucionarse de manera al­guna por parte de las propiedades de la comunidad. La solidaridad queaportó la comunidad no puede ser entendida en simples términos delas dinámicas compartidas de identidad étnica. Una identidad étnicacompartida consiste en concentrarse colectivamente en alguna varie­dad de características culturales que están asociadas como únicas dela etnia. Éstas sirven como punteros para los miembros de la comuni­dad y son fácilmente reconocibles; tales características servirán tam­bién para la gente de afuera.

Los mayas de Totonicapán, dice Carol Smith, comparten «una so­lidaridad de clase contra el mundo ladino externo. Y no sólo articula­ron conciencia de clase sino que también articularon el punto de vistade que dependían de sus costumbres o de su singular identidad cultural(sus «costumbres»), algo que sería destruido si la gente de otras comu­nidades con «costumbres» diferentes llegan a residir ahí 1l3. Watanabecaracteriza el proceso de la comunidad de Santiago Chimaltenangocomo apoyado en «dos realidades irreductibles: primero, "lugar", unlugar físico con una población dada y con recursos; y segundo, "pre­misas" como las estrategias convencionales para sobrevivir en ese lu­gar» 114. Esta calidad de «lugar», tal vez, es una característica univer­sal en la definición de cada comunidad maya en Guatemala. Muchasotras características más comúnmente reconocidas, tales como el ves­tido, el lenguaje y las específicas de dialecto son reconocidas porquepertenecen a un lugar concreto.

La comunidad, por lo tanto, continúa siendo étnicamente importan­te para los mayas rurales porque, 1) provee una referencia física per­durable; tanto «lugar» como las tierras comunales son punteros impor­tantes, porque son permanentes. 2) Provee un local social protegido, enel que más efímeras características -tales como el vestido, los sonidosdel lenguaje, las comidas, los modales del comportamiento, etc.- pue­den ser practicadas constantemente, públicamente reproducidas y cam­biadas si es necesario. Un individuo que abandona la comunidad puederetener su identidad, pero gradualmente será más difícil para otrosreconocer su etnia, si él pierde la habilidad para reproducir sus carac­terísticas comunes.

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214 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 215

Desde 1954 hasta mediados de los setenta pocas amenazas tuvo laintegridad de las comunidades. Tanto los programas de desarrollo aus­piciados por el gobierno como los programas privados para el desarro­llo social fueron y vinieron, algunos dejaron un residuo de nuevosconocimientos sobre la salud, la nutrición, la agricultura, la educación,la organización comunitaria, la alfabetización, etc., pero las comunida­des escogieron separadamente el grado en que querían o estaban dis­puestos a mantener los programas y las novedades, sin importar cuánatractivos pudieran haber resultado para los expertos en desarrollo.

Sin embargo, las comunidades nunca han estado completamenteaisladas. Durante la última mitad del siglo XX estuvieron sujetas atoda una serie de nuevas presiones. El conf1icto por las tierras, siempreun tema en las relaciones intercomunitarias, creció, y tarde o tempra­no, aun con la reforma agraria, se habría mantenido vigente. Las elec­ciones presidenciales cada vez más se convirtieron en juegos privadosde los políticos y militares que se llevaban a cabo en Ciudad de Gua­temala y el maya de la provincia votaba menos y menos. El terremotode 1976 cambió la cara de muchas comunidades e infligió inmensaspérdidas de propiedad, pero los trabajadores de la reconstrucción seconvirtieron en canales para ideas nuevas, a menudo radicales, paraesparcirse más ampliamente en toda la población. Pero quizá, lo másimportante es que la población continuó creciendo; la naturaleza de lademanda de mano de obra cambió y ésta decreció. Cada vez mayornúmero de personas no tenían más remedio que emigrar, no sólo aCiudad de Guatemala o al Petén, sino también a Estados Unidos.

Hay poca evidencia de que el -trabajo forzado de los años de lareforma liberal hubiera proveído en algún momento una contribuciónde capital significativo dentro de las comunidades de origen maya 115.

Para la Revolución de 1944, sin embargo, la mano de obra estacionalse estaba convirtiendo en algo importante para la supervivencia de laspersonas con poca tierra o sin ella, permitiendo a muchos a sobrevivirdurante la época de hambre. Como la necesidad de encontrar fuentesexternas de ingreso ha aumentado, una dinámica de emigración haemergido con los envíos de dólares remitidos por los inmigrantes enEstados Unidos. Estos fondos se han convertido en un apoyo significa­tivo para sostener a los familiares en casa y contribuyen a una continuasolidaridad entre los inmigrantes distantes y la comunidad maya deorigen. Gran parte de la colonia San Cristóbal Totonicapán en Hous­ton, por ejemplo, regresan ahora anualmente para la fiesta del santopatrono y continúan apoyando las actividades sociales en la comuni­dad de .origen.

Aunque los mandamientos y las habilitaciones unieron a los mayasde distintas comunidades como víctimas comunes del sistema, no que­da nada claro que contribuyeran a una mayor o más amplia identidad

pan-indígena o pan-maya. Hoy, sin embargo, el papel clásico de la co­munidad como puntero central de identidad está siendo amenazadopor las incrementadas presiones de mirar hacia afuera y las oportuni­dades de educación, de nuevas ocupaciones y de riqueza. La interaciónincrementada entre la comunidad maya, los burgueses mayas y la in­telligentsia emergente a nivel nacional está creando un reclamo a unaidentidad más amplia, pan-maya. Está ofreciendo una nueva estrategiapara aquellos mayas que se han mudado de la comunidad y que hanaceptado el reto de ladinizarse más, un nuevo tipo de «comunidad"dentro de la que pueden adaptar y retener su identidad maya.

Los. mayas urbanizados y cosmopolitas rara vez se refieren a sí mis­mos en términos de su comunidad de origen; cada vez más piensan yse refieren a sí mismos como «mayas», reclamando la mayor unidadsocial que implica ese término. Cuando se les pregunta si los mayas deMéxico estaban incluidos puede haber un poco de duda, pero usual­mente la contestación es afirmativa. Algunos aluden a la ayuda que seles dio por parte de los mayas de Chiapas a los mayas que huían parasalvar sus vidas a principios de los ochenta 116. Sin embargo, todavíano está claro lo que los pan-maya piensan de los nahuas y de los pipilesde El Salvador o de los xinca de Guazacapán.

Lenguaje 117

Mientras que el lenguaje a menudo se considera como una caracte­rística que identifica una etnia, no necesariamente es así entre los ma­yas. Ha quedado claro en años recientes que hay unnúmero de condí­ciones en las que el lenguaje ha dejado de ser usado, pero donde losreclamos por la identidad étnica maya son reconocidos como legítimos.Quizá los reclamos más comunes proceden regionalmente de El Salva­dor y del oriente de Guatemala, pero durante las últimas dos décadaslos reclamos individuales han sido escuchados por los mayas del alti­plano occidental medio de Guatemala.

Aunque en los años de la década revolucionaria los programas bi­lingües fueron recomendados, discutidos y hasta iniciados tímidamen­te, no fue hasta los ochenta que el gobierno se involucró profundamen­te, habiéndose convencido finalmente de que ésta era la mejor manerade alfabetizar (la lógica es que uno puede aprender a escribir más fá­cilmente en su propio idioma antes que tratar de escribir en un segun­do idioma). El programa bilingüe en curso funciona a través de unaoficina gubernamental, PRONEBI, que llevó a cabo programas en cadauno de los cuatro más importantes idiomas del país: cakchiquel , quichémam y kekchí. Sin embargo, fue diseñado sólo para los años de escuelaprimaria y explícitamente como una manera para facilitar la obtencióndel alfabetismo en español. Ha encontrado dos tipos de oposición entre

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los mayas. Uno es que los niños en algunas escuelas han rehusado aaprender el maya que se enseña, a veces apoyados por sus padres quelos enviaron a la escuela a aprender español 118. El otro viene de losseguidores del pan-maya que han visto el programa bilingüe como unamanera de promover el español, o sea, dirigido a la meta «civilizadora»de los indigenistas. En contraste, lo que desean es que los lenguajesmayas sean enseñados en un contexto donde se utilicen; deberían serenseñados tanto a los ladinos como a los mayas 119, aunque esto puedaparecerles escandaloso a los ladinos guatemaltecos. Se señala que Bél­gica, Suiza y Paraguay han demostrado que el multilingüismo es posi­ble a nivel nacional.

Para muchos adultos el problema maya continúa siendo muy serio.La pérdida de lo maya no se manifiesta solamente entre los niños dela generación escolar actual sino aun entre los mayas adultos, que cre­cieron en los sesenta y los setenta, cuando la nueva filosofía pro-mayatodavía tenía que ser clara y popularmente articulada. En la economíaexpansiva de los sesenta aprender español obviamente era útil para lapropia supervivencia. Dadas estas preocupaciones, una serie de progra­mas privados han comenzado a enseñar maya a los adultos cuya basenativa es débil o no existente.

Los intelectuales pro-mayas tienen razón de preocuparse por la pér­dida de interés de parte de la generación más joven, al mismo tiempoque el gobierno continúa con sus antiquísimas políticas indigenistas de«civilizar» a los mayas de Guatemala para hacer ladinos. Sin embargo,la población maya de Guatemala tiene muchos lugares y facetas. Entre1944 y 1980 se ha visto en el altiplano dar un giro a la gente, ahora yano se refieren sólo a sí mismos como un miembro de la comunidadsino sobre todo como un grupo lingüístico y a veces hasta como «maya».Escuchar a alguien decir: «Soy quiché» es común. De hecho esto en1944 era poco común. En el Seminario Fundación FriederichEbert/FLACSO en 1988, los participantes mayas se refirieron a sí mis­mos casi exclusivamente en términos de un grupo lingüístico 120.

Vestido

Un estudio reciente de las mujeres mayas que asistían a la Univer­sidad de San Carlos 121 indicó que hay un intento específico por partede algunos de proyectar una identidad maya, pero confundiendo o res­tando importancia al nivel comunitario de identidad. Esto se hace man­teniendo un guardarropa de enaguas y huipiles de varias comunidadese intencionadamente usando combinaciones de aldeas diferentes. Lamayor parte de la intelligentsia maya no usa prendas identificables delvestido maya, pero algunos sí usan camisas bordadas para identificarsea sí mismos como mayas.

Otra faceta que reveló este estudio, sin embargo, fue que hay unnúmero de mujeres de origen indígena en la Universidad que simple­mente se negaron a participar en el estudio. No usaban el vestido mayaen su hogar y preferían no llamar la atención por ser mayas. Hasta quégrado hay un rechazo abierto hacia la identidad indígena, o meramentetimidez o vergüenza dada la baja categoría que se les asigna a losmayas tradicionalmente, no quedó claro porque las mujeres rehusabandiscutir el asunto con la investigadora -siendo ella una mujer mayaque vestía las prendas del vestido maya con orgullo.

El giro hacia el vestido pan-maya fue evidente 'en los sesenta cuandolas mujeres en muchas aldeas del altiplano central encontraron conve­niente comenzar a usar un huipil generalizado, producido en los telaresde Totonicapán, pero que no era característico de ninguna aldea enparticular. Ése fue el período cuando los mayas del altiplano se invo­lucraron cada vez más en el comercio y en la creciente producción delminifundio para el mercado. Puede ser que el tiempo necesitado paratejer un huipil completo en un telar a mano entró en competencia cadavez mayor con otras actividades potencialmente más rentables. Estopudo haber sido un factor que contribuyó a la creación de la identidadpan-maya, que se manifestó más claramente en los setenta y ochenta.

y así sucede con el vestido en general. Los cambios pueden signifi­car cualquier número de cosas y han estado sucediendo durante tantotiempo ... Las innovaciones son introducidas por razones privadas y pú­blicas, y se hacen populares o no con base en otros factores igualmenteimpredecibles. Chichicastenango ha cambiado grandemente la natura­leza de su huipil al menos tres veces durante las últimas cuatro o cincodécadas. Las aldeas han dejado de usar los cortes distintivos o hanadoptado el huipil de otra. Santa Catarina Palopó y Sololá ambas hanhecho cambios significativos en sus vestidos durante los últimos años.

Todo esto sugiere que hay dinámicas simbólicas que aún son pode­rosas a nivel comunitario, pero su significado es esencialmente local yparticular. Los hombres mayas han estado abandonando las vestimen­tas mayas en la mayor parte del altiplano, pero las comunidades alre­dedor del lago Atitlán generalmente aún están orgullosas de la distin­ción del vestido de sus comunidades. Sin embargo, estos cambiosdifieren de aquel de la mujer de la Universidad de San Carlos queintencionalmente mezcló estilos de ropa, cambio que puso toda unaserie de significados en juego. Ahí, fue una herramienta que estabasiendo usada en un esfuerzo por diseñar una nueva sociedad.

Este tipo de juego con los elementos puede no ser una amenaza ala cuestión del indigenismo o de la identidad maya, pero sí sugiere dos.cosas. Una: puede jugar o experimentar y redefinir los símbolos deidentidad sin amenazar seriamente la integridad de la identidad en símisma. La otra es que, en un mundo en el que las características la-

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dinas están siendo impuestas sobre uno, jugar con las que están bási­camente bajo control propio probablemente ayuda a reforzar la iden­tidad.

Religión

La religión maya a fines del siglo XX se ha vuelto bastante compli­cada y pluralista. Probablemente es útil, al principio, enmarcar pre­guntas teológicas e ideológicas en términos de cuatro campos de lapráctica y de las ideas: 1) el catolicismo tradicional cofradista, tambiénllamado «costumbrista»; 2) la ortodoxia católica reformada de AcciónCatólica al lado de la Teoría de la Liberación que puede incluírsele; 3)un número grande de iglesias protestantes activas y sectas; y 4) laiglesia maya. La gente se mueve de un lado al otro en este polo. Sinembargo, la membresía entre las primeras tres es mutuamente exclu­yente, pero todas coexisten con la iglesia maya.

Como se describió anteriormente, la genialidad de la cofradía hasido preservarse y adaptarse al modo de vida de la comunidad dentrode una sociedad autocrática. Fue engendrada bajo la España Imperialy continuó sirviendo a lo largo de los primeros ciento veinticinco añosde Independencia como un amortiguador crítico contra la habilidad deextracción del capitalismo liberal y de los antojos de los déspotas. Asícomo fue un obstáculo a ser cambiado durante la revolución de 1944que abrió nuevas alternativas a mediados de siglo y en los sesentacuando la persecución del comunismo distrajo al Estado. Como en mu­chos sistemas políticos atrincherados cultivó sus propias formas de co­rrupción trivial y los principales que la gobernaban no sin razón esta­ban celosos de su poder.

Por lo tanto, al evaluar hoy la cofradía uno tal vez debería exami­narla desde el punto de vista de lo que quería preservar, en vez de loque quería excluir 122. Cuando la Matanza de 1932 hizo desaparecer alos indígenas salvadoreños de la visibilidad nacional y encontraron sa­bio dispensar estilos de ropa y de cualquier otra característica que losexpusiera potencialmente a los abusos de los ladinos y del Estado, fuea la cofradía a la que recurrieron para buscar protección institucionala su identidad 123. Así como había funcionado bien bajo la Corona es­pañola, también funcionó contra el autoritarismo liberal del siglo XXde Hernández Martínez y de una sociedad que quería que los indígenasdesaparecieran.

El papel de las organizaciones religiosas más tradicionales no esta­ba limitada a El Salvador. Claramente las cofradías eran importantespara el modo de vida de los mayas de Guatemala, y al menos entradoslos años cuarenta, sus rituales, papeles y prácticas fueron un lugarcomún de identidad maya. Como ocurrió en El Salvador, a principios

de los años cincuenta las sociedades religiosas sobrevivieron en Gua­zacapán y Chiquimula como los principales lugares comunes de la iden­tidad étnica en las comunidades, donde el proceso de ladinización ha­bía dejado pocos signos indígenas 124. La asociación religiosa ha pre­servado la identidad común indígena cuando aparentemente casi todoslos demás hábitos y símbolos que diferenciaban a esa categoría étnicahabían desaparecido efectivamente.

Acción Católica se inició en los años cuarenta con sacerdotes y tra­bajadores, pero también se esparció por el papel de algunos comercian­tes. Evidentemente, comenzó a ser más efectiva bajo la dirección de unsacerdote católico italiano en Totonicapán 125. Cuando las innovacionespolíticas y los primeros sindicatos de la revolución guatemalteca rom­pieron con los sistemas de cargo de las jerarquías político-religiosaslocales 126, las cofradías no desaparecieron inmediatamente. Más tardeen los sesenta, el incrementado éxito de Acción Católica de convertir 127

a los mayas más jóvenes en comerciantes los motivó a romper con losprincipales y otros cuya identidad aún se apoyaba en el sistema anti­guo. Cuando el protestantismo comenzó incursionar más frecuentemen­te en los setenta, mayores discordias ocurrieron dentro de las organi­zaciones comunales.

Como con el idioma y el vestido, la función de identidad de la co­fradía era viable. Aquellos que abandonaban las cofradías no dejabanatrás su identidad maya; la redefinían para que el componente religio­so específico fuera menos crítico a la definición. Las nuevas religioneshan sido aceptadas ya que han prometido la adaptación de interesesde aquellos que-las aCeptan:---- -

La iglesia maya cada vez se ha hecho más abierta y pública. Eltérmino «sacerdotes mayas» puede todavía ser utilizado para referirsea un sacerdote católico que es maya. Sin embargo, entre los mayas, eltérmino se refiere cada vez más al que practica la religión maya. Hayunos cuantos estudios que tienen que ver con la importancia de estainstitución que continúa 128. Mientras que es poco entendida por losno-mayas, las prácticas de la religión maya han sido durante largotiempo componentes esenciales de gran parte de la vida de la adapta­ción cotidiana de muchas comunidades, aunque no hay como sabercuán difundida se encuentra en este momento. Provee una visión delmundo en la que el individuo es visto como parte del mismo, más quecomo una figura externa que ejerce su voluntad sobre éste 129. Proveeel marco para el trabajo agrícola y para tomar decisiones sobre la vidapropia. Su papel en la vida de los mayas obviamente debe variar deuna comunidad a otra y con aquellos que se han mudado permanen­temente a Ciudad de Guatemala o a Estados Unidos.

En los años ochenta un esfuerzo cada vez más reivindicativo parafortalecer a la iglesia maya era impulsado por dos escuelas que in ten-

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220 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 221

Cuadro 3.6

Población negra (criolla) de las llanuras de Centroamérica (1980)

Además de los indígenas y de los negros, el área había sido habitadapor los negros caribeños o caribes o garífunas, cuya distinta identidademergió en las Antillas menores en el siglo XVII, resultando de la fu­sión cultural y biológica de los indígenas que hablaban arawak con los

soberanía formal-Honduras en los años de 1860 y Nicaragua en 1894­ocurrió como parte de una transición más amplia a la dominación neo­colonial norteamericana, proveyendo una base continua para las orien­taciones culturales angloamericanas en vez de las hispanas de los pue­blos costeños. Durante las primeras tres décadas de este siglo la pre­sencia de las empresas productivas y de las casas comerciales, al igualque de los misioneros protestantes y de los marines, convirtió grandesporciones del borde del Caribe en un enclave norteamericano. Los due­ños de las compañías, especialmente de las bananeras, reclutaron ac­tivamente jamaiquinos y a otros negros caribeños para proveerse manode obra. remunerada, en el supuesto de que serían trabajadores másdisciplinados y entusiastas. Estos inmigrantes afrocaribeños engrande­cieron las comunidades existentes de los pueblos que habían llegado aser conocidos como «criollos» (gentes de descendencia africana que ha­blan inglés criollo), acentuando, aún más, esta partición cultural pací­fico-caribeña. Ya para 1930, muchos de estos criollos no tenían ciuda­danía formal alguna -mucho menos un sentido de identificación- conel Estado-nación centroamericano bajo el que vivían 133. Muchos en­viaron remesas de dinero a sus hogares en el Caribe; algunos tambiénenviaban a la escuela a sus hijos, quienes retornaban al finalizar losestudios; en caso de haber problemas recurrían al Consulado Británicomás que a las autoridades del gobierno centroamericano.

FechafFuenle

1986 134

1950IBourgois (1989:79)1980/CIOCA (1982)

13.74925.723

?

64.000

Población

Costa Rica .Nicaragua .Honduras .Guatemala ..Belice ..

sificaban la instrucción ceremonial de los sacerdotes mayas y la com­binación de la cosmovisión contemporánea con elementos de la culturaprecolombina, etcétera. El bautizo maya se está convirtiendo en unaimportante ceremonia que viene reemplazando al de las iglesias deoccidente. El esfuerzo está dirigido explícitamente a competir con lasmuchas iglesias católicas y protestantes 130. Hay poca duda de que elfortalecimiento de la iglesia maya es un esfuerzo nativista dirigido aretornar los elementos de significación histórica maya dentro de laconstrucción de la identidad maya moderna.

LAS "TRADICIONES» DEL SURESTE Y DEL CARIBE: (1930-1979)

Ningún otro pueblo en Centroamérica ha tenido éxito de sobrevivira las vicisitudes de la Conquista y de la era colonial con tanta integri­dad como lo han hecho los mayas de Guatemala. Tanto la situacióninicial del siglo XVI como la historia subsiguiente de los grupos indí­genas y sus relaciones externas han producido caminos históricos bas­tantes diferentes. Nuevos grupos étnicos han emergido en las áreas delsureste y de la costa del Caribe, dando a ese área sociedades de un tipototalmente diferente, sociedades que culturalmente deben poco a losantecedentes españoles, tan importantes en el interior y en el Pacífico.Lo más relevante es la severa reducción o virtual ausencia de los tiposde trabajos forzados y de relaciones étnicas hostiles que siguieron a laconquista de los pueblos mesoamericanos. Como se mencionó anterior­mente, hubo áreas importantes en la costa atlántica que nunca sufrie­ron la conquista española. Los pueblos de la región, sin embargo, sísoportaron las enfermedades destructivas traídas por los españoles yfueron severamente afectados por las incursiones europeas en la regióndurante los siguientes siglos.

Los pueblos indígenas de las llanuras del Caribe pertenecen al gru­po lingüístico macro-chibchá y llegaron al istmo a través de migracio­nes rumbo al norte desde las llanuras de Suramérica 131. Se asentarontanto en la costa como en las montañas del corredor central, viviendoen grupos pequeños, dispersos y relativamente acéfalos, en contrastecon los pueblos mesoamericanos de la costa pacífica hasta Nicoya enel sur (Costa Rica) 132. Las historias coloniales y del siglo XIX cambia­ron los contornos de esa partición, pero la dejaron básicamente intacta.Gran Bretaña reclamó la costa del Caribe de Nicaragua y de Honduras(conocida como la costa Mosquitia) y Belice (Honduras Británica), atra­yendo bajo su esfera de influencia a los habitantes indígenas de esasáreas -más notablemente a los indios miskitos. La transferencia de

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africanos que se rebelaron para escapar de la esclavitud. Su presenciaen Centroamérica comenzó en 1797, cuando los británicos, habiéndolosderrotado, los pusieron en dos buques de guerra y los abandonaron enla isla de Roatán. Rápidamente se dirigieron al continente, y duranteel siguiente siglo fundaron pequeñas comunidades a lo largo de granparte de la costa caribeña norte, desde Belice hasta Pearl Laggon (Ni­caragua). Aunque continuaron hablando un lenguaje derivado del ara­wak y eran fenotípicamente africanos, hasta hace poco los garífunasaún se diferenciaban tanto de los indígenas de las llanuras como de loscriollos.

Cuadro 3.7

Población garífuna de las llanuras centroamericanas

continuó aumentando. Ya para 1979 su número -tanto en Hondurascomo en Nicaragua- había sobrepasado las 100.000 personas 136.

Este logro de expansión demográfica, estabilidad territorial e inte­gridad cultural contrasta fuertemente con la experiencia de casi todoslos otros grupos indígenas de las llanuras de Centroamérica durante elmismo período. Los cinco grupos indígenas de las llanuras de CostaRica totalizaban juntos cerca de 25.000 en los años de 1980 (Cuadro 3.8),con identidades que en muchos casos han sido absorbidas por la cul­tura nacional dominante. Hoy sus cifras presentan un descenso relati­vamente drástico y probablemente absoluto también, en relación conla década de 1930.

Cuadro 3.8

Pueblos indígenas de las llanuras centroamericanas,década de los 80

Los distintos pueblos indígenas de las llanuras del Caribe son de­masiado numerosos, diversos y pobremente documentados como parapermitir un estudio adecuado. Dejando de lado a los inmigrantes ma­yas del altiplano de Guatemala hasta Belice, el área costeña está habi­tada hoy día por doce grupos indígenas distintos en lo cultural-lingüís­tico, y probablemente fue el hogar del doble de ese número en 1930 135.

El pueblo más numeroso y con mayor extensión territorial son los mis­kitos, quienes en 1930 totalizaban cerca de 15.000 y vivían en pequeñasaldeas costeñas desde las riberas del río Tinto en Honduras hasta PearlLagoon en Nicaragua. Durante los siguientes cincuenta años estas fron­teras de presencia territorial miskita permanecieron básicamente in­tactas, a pesar de que incluían un número creciente de inmigrantes delengua española del oeste. Aunque se llevó a cabo alguna asimilacióna la cultura nacional (mestiza) y criolla, en especial en las aldeas ma­yores, la identidad de los miskitos permaneció vibrante y su población

Los sumu 140, los rama, los paya (pech) y los jicaque (tolupán) deNicaragua y Honduras tienen historias similares, excepto que para lasdos primeras la asimilación ha sido hacia las dos culturas regionalesdominantes -miskita y criolla- al igual que hacia los mestizos. Amediados de los setenta, los indígenas de Costa Rica se organizaron yganaron el derecho a las tierras (llamadas «Reservas»), que podrían dealguna manera ayudar a frenar la velocidad de estas tendencias 141,

Organizaciones similares emergieron entre los indígenas no-miskitosde Honduras y Nicaragua, pero sus logros desde 1979 fueron muchomás limitados.

Nicaragua ..Honduras ..Guatemala ..Belice .

Total .

Población

1.48760.900

3.00010.600

75.987

Fecha/Fuen te

1980/cmCA (1982)1980/González (1988: 119)

1985/ibidibid

País

Costa Rica 138 .

Nicaragua 139 ..

Honduras 140 .

Grupo Indígena

GuaymíCabécarBribriBrunkaMalekus (Guatusos)Miskito .SumuRamaPaya (Pech)JicaquesSumu (Twaka)

Población

1.8249.3006.7004.164

5206.780.000

4.851650

1.5957.500

700

Fecha

1988

1980

198619841990

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Otros tres pueblos merecen breve atención para completar esta vi­sión de la composición étnica de las sociedades de las llanuras centro­americanas. Primero, como se mencionó anteriormente, la inmigraciónmestiza a las llanuras ha sido importante a lo largo de la región, espe­cialmente en la última década del período en consideración. Los mes­tizos se incorporaron a la jerarquía étnica/de clase tanto en los estratossuperiores -como elite política y económica- como en la base -comotrabajadores remunerados en compañías transnacionales y subsecuen­temente como campesinos con pequeñas propiedades. La inmigraciónhacia el este del último grupo creó lo que llegó a ser conocido en CostaRica y Nicaragua (¿Honduras?) como la frontera agrícola: una fronteraque marcaba los límites de los asentamientos mestizos y los comienzosde los bosques tropicales que servían de amortiguamiento entre lassociedades nacionales y las de la costa atlántica. Sin embargo, ya para1979 el término había perdido su sentido, pues el amortiguamientohabía desaparecido en gran parte exponiendo muchas áreas donde losdos pueblos entraban en contacto directo 142. Los mestizos ahora cons­tituyen el grupo étnico mayoritario en las regiones de las llanuras deCosta Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala. Segundo, Belice y lasllanuras de Guatemala son ahora el hogar de un creciente número demayas que han inmigrado del oeste, muchos a causa de la violenciapolítica y del desajuste económico de los ochenta, pero otros hace yamás de un siglo. Estos inmigrantes merecen atención especial, apartede las generalizaciones sobre los pueblos indígenas de las llanuras, ypor lo tanto están más allá del espectro del análisis que se presentamás adelante.

Finalmente, el enclave económico norteamericano atrajo a otros in­migrantes -sobre todo chinos-, muchos de los cuales permanecieronaún después del período de declinación de la compañía. Aunque rela­tivamente pocos en número, los chinos formaron comunidades cohesio­nadas y jugaron un importante papel en la economía regional (porejemplo, como dueños de tiendas y como capitalistas a pequeña esca­la), y en generaciones subsiguientes, también en la política 144.

Las etnias de la vertiente atlántica

En 1930, con excepción de Belice 145, la cuestión legal formal de lajurisdicción del Estado y de la soberanía sobre las llanuras de Centro­américa había sido resuelta hacía tiempo. Sin embargo, el acuerdo dela división persistía tanto en los patrones de las relaciones sociedad­Estado como en las proposiciones hacia la población de las llanuras deCentroamérica, enraizadas en las culturas nacionales dominantes. Porotro lado, como se señaló anteriormente, éstas vivían lejos de los cen-

tras de poder mestizo/español, eran relativamente pocos en número yse involucraban muy limitadamente en las relaciones coercitivas, en laproducción de explotación con España o con la elite mestiza. Conse­cuentemente, el intenso odio y el miedo mutuo interétnico, que soncomunes en Mesoamérica, y los patrones asociados de brutal violenciapolítica iniciada por el Estado, están ausentes en gran medida de laregión costeña del Caribe 146. Por otro lado, la combinación de distan­cia geográfica, ecología distintiva, radicales diferencias culturales e ini­quidad política-económica sentaron la base para entendidos estereoti­pados igualmente racistas (aunque menos virulentos) de estos «otros»que no eran mestizos. En el discurso del gobierno central las llanurasdel Atlántico eran presentadas a menudo como «vacías» y como vastasáreas que imploraban ser «colonizadas», con recursos vírgenes que es­taban esperando ser explotados. La gente de las llanuras entraba eneste discurso ya fuera como «nativos» atrasados cuyas culturas estabandeclinando inexorablemente -en el caso de los indígenas- o como«extranjeros» que no tenían lugar legítimo alguno dentro de la naciónmestiza emergente -en el caso de los negros-o Consideren, por ejem­plo, el prefacio de un documento emitido en 1966 por una recién for­mada comisión del gobierno de Somoza, encargada del «desarrollo» dela costa atlántica.

...en la costa atlántica de Nicaragua se está trabajando conforme a laconcepción moderna del desarrollo... La Patria por fin será su cuerposano y robusto, porque lo podría haber sido con sólo la mitad de sufísico vivo; pero, ¿qué será del nativo de la costa atlántica? ¿Lo deja­remos extinguirse ante la lógica absorción de los inmigrantes que ha­brán de llegar? ¿Lo iremos empujando hacia los llanos inhóspitos delNorte, tratándolos como parias nacionales? o ¿sabremos aprovecharsu potencial, capacitándolo para una reincorporación al concierto deldesarrollo nacional? 147.

En lo que concierne a los negros, en especial en tiempos de desar­ticulación económica y de agitación laboral, las elites políticas y eco­nómicas de Costa Rica, Nicaragua y Honduras recurrieron a discur­sos enlazados con el racismo y la xenofobia. Amenazas constantes dedeportación, restricciones sobre futuras inmigraciones, yen Costa Ricauna ley tácita que prohibía a los negros viajar al oeste, hacia San José,son la evidencia de este empuje centroamericano exclusionista, pocovisible, en la construcción de las naciones 148.

La presencia de Estados Unidos en la región tuvo el efecto paradó­jico de reforzar la exclusión de los pueblos de las llanuras y de amor­tiguar su capacidad para resistir la penetración del Estado mestizo yde las sociedades dominantes. Para todos, menos para la elite mestiza

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compradora, los enclaves de las compañías norteamericanas constitu­yeron una profunda afrenta a su sentido de soberanía nacional y deautodeterminación económica. Aunque los retos radicales a los privi­legios de la compañía y los abusos eran la excepción (por ejemplo,Arbenz en 1953-54), la tendencia general en este período era la de ejer­citar un mayor control, extrayendo mayores beneficios, alcanzando almenos una «nacionalización mínima de las transnacionales». Estos mis­mos esfuerzos también fueron dirigidos contra aquellas personas que,en virtud de vivir y trabajar dentro de los enclaves, tenían poca oninguna identificación con la nación. El funcionario estatal Frutos Ruizy Ruiz, cuya declaración sirve de epílogo a esta sección, se enfureciópor las escuelas de misioneros norteamericanos y por el uso ineludibledel idioma inglés entre los habitantes de la costa, así como por el hechode que los norteamericanos fueran dueños de las compañías. Eran lasafinidades de la gente con una cultura radicalmente diferente lo quelo hacían sentirse «como un extranjero en su propio país».

Al mismo tiempo, las instituciones angloamericanas con las que lagente de la costa se asociaba actuaban como contrapeso a las presionespara que se diera la asimilación. En el interés de preservar una valiosafuente de mano de obra, los dueños de las compañías se oponían regu­larmente a las restricciones de inmigración y protegían a los trabaja­dores negros de la discriminación excesiva. Las iglesias misioneras nor­teamericanas se convirtieron en una fuerte base institucional en la cuallos criollos y los indígenas afirmaban sus diferencias culturales y ase­guraban sus derechos políticos. En suma, sin las relaciones continuasmultifacéticas culturales y económicas del Caribe y de Estados Unidoslos pueblos de las llanuras atlánticas hubieran sido mucho más vulne­rables a los esfuerzos permeabilizadores que tenían los estados paraalcanzar su incorporación a la sociedad nacional. En lo que resta deesta sección se exploran algunas de las implicaciones de esta últimaafirmación, destacando un número de patrones derivados, a lo largo dela costa, de cambio étnico y de respuesta etnopolítica que serán citadascomo hipótesis muy generales que necesitan ser investigadas sistemáti­camente.

Primero, podemos hacer una distinción amplia entre dos grupos depueblos de las llanuras no-mestizos, aquellos que se involucraron acti­vamente con las instituciones angloamericanas desde el principio, fren­te a aquellos que tendían a retirarse, resistiendo categóricamente ainvolucrarse con el mundo de afuera, ya fuera «anglo» o «hispano».Aquellos que pertenecían al primer grupo -criollos, miskítos y garífu­nas- lograron expandirse demográficamente para mantener identida­des vigorosas y distintas culturalmente, además de afirmarse política­mente, hasta un punto en que los miembros de este último grupo, losotros pueblos indígenas, no podían. Mary Helms ha hecho una obser-

vación paralela de esta reticencia cultural diferencial, sugiriendo queuna característica que distingue a los dos grupos es lo parecido de sussistemas. Los miembros del primer grupo siguen patrones matrifocalesde residencia, formando en muchos casos líneas consanguíneas (porejemplo, compuestas por miembros núcleo que son parientes de san­gre). Por contraste, los miembros del segundo tienden a valorar la re­sidencia virilocal post-casamiento, que disminuye el papel de las mu­jeres en la reproducción cultural y hace más vulnerable a toda la uni­dad doméstica a las fuerzas disruptivas del exterior 149. Aunque no es­tán claros los orígenes de esta variación en los sistemas hermanos,siendo parte de fuerte debate, la importancia de la distinción ampliaestá más allá de toda duda. A fines de los años setenta, los pueblosindígenas de este último grupo eran profundamente vulnerables y enalgunos casos corrían el riesgo de desaparecer completamente. Entrelos miskitos y los garífunas, por contraste, estaba en marcha un proce­so dinámico de afirmación cultural y de militancia étnica cada vez másprofunda.

Segundo, dada la lógica de esta relación triple, la disminución post­Segunda Guerra Mundial de la presencia directa norteamericana acti­vó una nueva fase en los esfuerzos de la gente de las llanuras costeñaspor afirmar la diferencia cultural y resistir la «integración nacional».Hacia finales de los años cuarenta, los criollos, miskitos y garífunasestaban mucho más aislados e impermeables a los dictados de los go­biernos centrales bajo los que vivían. Para los años cincuenta, y todavíamás en los sesenta, la presencia del Estado en la vida continua de estasgentes se incrementó enormemente. Si bien resulta demasiado simplis­ta atribuir este cambio sólo a la menor presencia norteamericana, estaúltima ciertamente facilitó la obtención de objetivos que estos estadoshabían adoptado retóricamente por décadas. Este estado de penetra­ción post-Segunda Guerra Mundial parece haber ejercido un impactodiferencial sobre los pueblos de las llanuras, dependiendo de: 1) losrecursos (demográficos, políticos, culturales) sobre los cuales los pue­blos podían resistirse y apoyarse; y 2) el grado con el que la incorpo­ración dentro de la sociedad dominante ofrecía cambios razonablespara la movilidad social. Combinados, estos dos factores proporcionanun patrón en forma de campana, donde los más vulnerables (indígenasque se resistieron) y los relativamente privilegiados (criollos) tendíana asimilarse, mientras que aquellos, en el medio (miskitos y garífunas)fueron más dados a adoptar una militancia étnica.

Las causas de la disminución de la presencia de Estados Unidos enla región de las llanuras son bien conocidas. Las compañías frutícolasen Costa Rica, Nicaragua y Guatemala transfirieron capital a nuevasoperaciones en la región pacífica; las desarticulaciones económicas su­fridas durante la Primera Guerra Mundial provocaron drásticas caídas

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en la producción bananera, de las que las compañías se recuperaronsólo parcialmente; la sustítución tecnológica redujo el número total delos trabajadores asociados con la producción del enclave. Es más, antesdel golpe de 1954 en Guatemala, las transnacionales actuaron paraevitar problemas anticipados suavizando sus perfiles y adoptando me­dios más sutiles para alcanzar los mismos fines políticos y económicos.Las escuelas y hospitales de la compañía pasaron a manos del gobiernoy los «nacionales» (mestizos) adquirieron una incrementada presenciaen los puestos más altos de gerencia de la compañía IS0. Una cantidadde cambios paralelos se llevaron a cabo en las relaciones entre lasiglesias protestantes y el Estado. En el momento de las observacionesde Ruiz y Ruiz, a fines de los veinte, las escuelas y hospitales moravos,con personal sobre todo norteamericano y criollo, predominó en la cos­ta atlántica de Nicaragua. Cincuenta años después las escuelas diurnasmoravas no existían, mientras que las secundarias y los hospitales te­nían equivalentes del Estado y operaban nominalmente de acuerdo conla política estatal.

Esta penetración post-195ü del Estado en las llanuras atlánticas fueevidente sobre todo -y tuvo gran éxito- en Costa Rica. Durante losprimeros años del período presidencial de José «Pepe» Figueres, cua­renta y siete nuevas escuelas del gobierno se establecieron en la pro­vincia costeña de Limón. La gente criolla -que generalmente habíaapoyado a Figueres en la guerra civil del 48- adquirió ciudadaníacostarricense incondicional y empleos en la creciente burocracia esta­tal; la prohibición informal sobre sus movimientos al oeste del país fuelevantada. En este mismo período el gobierno completó la carreteramultiestacional de la capital a Limón, que permitió una gran afluenciade inmigrantes mestizos y un mayor contacto interétnico. Ya para finesde los años sesenta los criollos de Limón se habían beneficiado de unasubstancial movilidad ascendente de clase, y el español había comen­zado a reemplazar al inglés como «lengua de prestigio», dos señas desu incrementada integración con la sociedad dominante 151. La afirma­ción de Bourgois -«si no fuera por la discriminación fenotípica, losnegros ya no existirían como grupo étnico aparte en la región Bocas­Limóns->, aunque tal vez exagerada, es indicativa del grado de cam­bios étnicos desde los años treinta 152.

Un proceso similar se llevó a cabo entre los críollos de Nicaraguaaunque un poco menos intenso. En este país la decadencia de la com­pañía ocurrió antes, incitada por la campaña antiimperialista de laguerrilla de A. C. Sandino, al igual que por los otros factores mencio­nados anteriormente. Aunque la base de la economía costera se habíaderrumbado a mediados de los treinta, el desarrollismo del Estado so­mocista no comenzó seriamente hasta principios de los sesenta. Con­fortado con los fondos de la Alianza para el Progreso y otras fuen tes

internacionales, el Estado invirtió por vez primera en salud, educaciónyen la infraestructura económica, al mismo tiempo que se involucrabadirectamente en pequeñas y medianas empresas productivas (por ejem­plo, madera, camarón y langosta). Durante este período, un númeromucho mayor de criollos se educó en las universidades de la costapacífica y adquirió posiciones de nivel medio en el gobierno y en laeconomía regional. El énfasis de sus demandas giró desde la militanciaétnica y del separatismo hacia problemas de representación políticaregional y de distribución equitativa de los beneficios del desarrolloeconómico nacional 153.

Los .miskitos de Nicaragua respondieron a estas mismas fuerzas deuna manera un poco distinta. Mientras que un grupo relativamentepequeño de miskitos privilegiados se acercaron a la cultura mestiza, latendencia dominante fue la de unirse o apoyar la incipiente moviliza­ción etnopolítica contra el Estado de Somoza 154. Aunque con modera­ción y cuidado al principio, los esfuerzos de organización miskita eran,desde el comienzo, explícitamente étnicos: combinaban demandas eco­nómicas dirigidas primordialmente contra los comerciantes mestizos yla elite política, esforzándose por alcanzar la revitalización cultural yel poder político. Aun entre los líderes más moderados, estribillos como«los recursos de la Costa nos pertenecen» que eran comunes, dramati­zaban la militancia latente de la conciencia miskita y sirvieron comopresagio de la movilización antisandinista que vendría.

El pueblo miskito que vive en Honduras, sobre todo en el departa­mento del cabo Gracias a Dios, fue menos afectado por la penetracióndel Estado, y por lo tanto tenía menos contra qué movilizarse. En losaños sesenta el gobierno hondureño comenzó a abrir escuelas, muchosmaestros miskitos fueron contratados. El cabo Gracias permaneció ais­lado del resto del país, y para los años ochenta los mestizos constituíanmenos del 10% de la población del departamento. Aunque los mestizoseran económicamente dominantes en la aldea central de Lempira, losmiskitos ocuparon puestos políticos regionales, y parece ser que tuvie­ron mucho menos contacto diario con la elite mestiza que su equiva­lente nicaragüense. La debilidad crónica del fraccionalismo de las or­ganizaciones etnopolíticas de los miskitos hondureños podía esperarseque cambiara, en forma más dramática, en el caso de una amenazafrontal a su considerable autonomía de {acto 155.

Los pueblos garífunas de Nicaragua, Honduras y Guatemala fueronafectados de distintas formas por la caída económica de la posguerra,pero de una manera ampliamente consistente y acorde con la argumen­tación aquí desarrollada. Antes de la Segunda Guerra Mundial, los hom­bres garífunas habían estado extensamente involucrados en trabajosmigratorios temporales remunerados, dejando a las mujeres en las co­munidades rurales relativamente aisladas, quienes realizaban trabajos

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no remunerados y se hacían cargo del papel preponderante de la crian­za de los hijos y de la reproducción de la cultura garífuna. Con ladesarticulación y la caída económica de posguerra, los hombres se vie­ron obligados a buscar trabajo más lejos y durante períodos mayoresde tiempo, que a menudo se convertían en el preludio de una migraciónpermanente que casi siempre alteraba profundamente sus enlaces eco­nómicos y culturales con las comunidades de origen.

Resumiendo estos cambios, la antropóloga Nancie L. González con­cluye que, mientras que en la fase previa <das necesidades y deseos delos negros caribes parecían mantenerse al día con su situación local»,después de 1950, los garífunas ya no estaban en control de su propio des­tino ... <da migración debe ser abandonada», añade ella con bastantedeterminación, «si es que la cul tura va a sobrevivir» 156. Sin embargo,también hay razón para atemperar estas severas conclusiones, a la luzde la evidencia -que proveen González y otros- de un renacimiento dela cultura e identidad garífunas que se inicia hacia finales de los añossetenta 157. Paradójicamente, los emigrantes que parecía habían «aban­donado» su cultura dieron un importante impulso a esta recién encon­trada militancia étnica, regresando luego con nuevas ideas (ejemplo,poder negro) y con experiencias organizativas en el exterior (ejemplo, ungrupo de danza que daba representaciones regularmente en Los Ánge­les). Queda para investigaciones subsiguientes explorar cómo las rela­ciones con las sociedades nacionales dominantes -tanto la hondureña,la guatemalteca y la de Estados Unidos- han condicionado este resur-gimiento y transformación de la identidad garífuna. . __ ._, __

Un patrón final creado por la tríada de relaciones entre el Estadomestizo, la gente de las llanuras y la presencia norteamericana puedeencontrarse en el contenido de conciencia política que prevalecía entreaquellos que estaban involucrados con los norteamericanos. Como sedijo antes, esta participación ayudó a la gente a hacer frente a susnecesidades básicas materiales y fortaleció su capacidad para resistirel empuje de asimilación del Estado y sociedad dominantes. Al mismotiempo, al acercarse más a las instituciones norteamericanas, tendierona asimilar muchas de sus ideas clave, valores y nociones de sentidocomún de las que estas instituciones fueron creadas. El análisis de Phi­lippe Bourgois de las relaciones étnicas en un pueblo costarricense dela compañía ilustra vivamente este proceso, documentando el profundocosto psíquico colectivo de la movilidad negra ascendente: racismo in­ternalizado, una deferencia profundamente enraizada en las «relacio­nes jerárquicas entre negros y blancos», innumerables y sutiles formasde autodesprecio. Edmund T. Gordon ha observado características si­milares entre los criollos de Nicaragua y los ha situado dentro de unanálisis complejo y elaborado de la cultura criolla. Elementos de la«ideologta anglosajona», argumenta Gordon, coexisten en la manera de

ver el mundo de los criollos con otro tipo de datos que engloban susinclinaciones de resistencia y autoafirmación. Dependiendo del contex­to específico una u otra de estas facetas un tanto contradictorias pasaal frente y predomina en la conciencia y las acciones del pueblo crio­llo 158. He hecho un análisis paralelo de la «afinidad anglosajona» delpueblo miskito en Nicaragua 159.

Hay limitada evidencia que sugiere que los garífunas se ajustan auna variación de este mismo patrón. González informa que los garífu­nas, aunque no son fenotípicamente africanos, no se identifican comonegros porque reclaman «poseer una cultura única no-occidental, y enparte porque aún se consideran como un pueblo cuyo pasado no estabamanchado por la esclavitud» 160. Sin embargo, González también hacever que un hombre garífuna de setenta años comentó que, antes de unviaje a Estados Unidos donde una mujer negra <de dijo que era bienparecido y acarició su mejilla, nadie le había hablado así antes y él secreía feo» 161. González también pone mucho énfasis en el «individua­lismo omnipresente» de la cultura garífuna 162. Debido a que tanto elracismo antiafricano como el individualismo eran soportes ideológicoscentrales de las instituciones norteamericanas, con las que los garífu­nas estaban extensamente involucrados, parecería imprudente descon­tar la influencia de una «ideología anglosajona» al moldear la maneraen que articularon su identidad.

Finalmente, resulta altamente significativo que las organizacionesetnopolíticas de los garífunas, a finales de los setenta, hayan escogidoenfatizar sus orígenes africanos, por lo tanto buscando sobreponerse a..las tensiones mutuas, de hace tanto tiempo, con los otros afrocaribeños.Puede tal vez tomarse como una señal de que la militancia étnica, entrelos pueblos de las llanuras costeñas, tiene el potencial para desarrollar­se como una afrenta ante los privilegios del gobierno central y dellegado neocolonial norteamericano. En todo caso, permanece como unrecordatorio de que la asimilación y la «pérdida de cultura», aunqueson fenómenos verdaderos, a menudo resultan ser ilusorios y reversi­bles. Por lo tanto, podemos esperar que continúe la reformulación delas culturas e identidades de los pueblos de las llanuras de Centroarné­rica y que la militancia étnica sea un importante catalizador de sumovilización política en los años venideros.

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NOTAS

1. Adams reconoce una deuda especial con los trabajos anteriores de Ricardo Fa­lla, Arturo Arias, Carol Smith, Demetrio Cojtí Cux íl , Jorge Arias, Jorge Luján Muñoz,Ralph Lee Woodward, Charles Hale y Betty Hannstein Adams.

2. Esta sección sigue de cerca a Adams, Richard N. «The Conquest Tradition ofCentral Arnerica» en The Americas, vol. XLVI, n." 2 (1989), págs. 119-136; y debe muchoa Stone, Samuel Z. La dinastía de los conquistadores: la crisis del poder en la Costa Ricacontemporánea (San José, Costa Rica: EDUCA, 1975); y Stone, Samuel Z. The Heritageofthe Conquistadors: Ruling Classes in Central Anzerica, From Conquest to the Sandinis­tas (Lincoln, Nebraska: University of Nebraska Press, 1990).

3. Carmack, Robert M., The Quiché Mayas of Utatlán: the Evolution ofa HighlandGuatemalan Kingdom (Norman: University of Oklahoma Press, 1981); Fowler, WilliamR., Jr. The Cultural Evolution ofAncient Nahua Civilieations: the Pipil-Nicarao ofCentralAmerica (Norrnan: Uñiversity of Oklahoma Press, 1988); Fox, John W., Quiché Con­quest: Centralism and Regionalism in Highland Guatentalan State Developrnent (Albuquer­

que: University of New Mexico Press, 1978).

4. Citado por Paul Kirchoff en «Mesoamerica: its geographicallimits, ethnic corn­position, and cultural characterístics» en Heritage oiConquest. Sol Tax editor (Glencoe:Free Press, 1952). Mesoamérica incluye la región del norte del valle de México dondecomenzaron los chichimecas hasta una línea que corre al sureste de la parte noroestede Honduras hasta el golfo de Nicoya, y en Centroamérica incluye el oeste de Guate­mala, El Salvador, el oeste de Honduras, las tierras altas de Nicaragua y la costa

pacífica, y la península de Guanacaste.

5. Stone, 1990.

6. Fuentes para el cuadro 3.1: CHIAPAS: Peter Gerhard, La Frontera sureste (Prin­ceton University Press, 1979), pág. 25; L. Newson, "Colonial Indian Population Pat­terns» en Latin American Research Review, vol. XX, n." 3 (1985), págs. 44, 68, cita otrascifras de esta fuente que no se ajustan a éstas. Cifra de 1570 de Murdo 1. MacLeod,«Los indígenas de Guatemala en los siglos XVI y XVII: tamaño de la población, recur­sos y organización de la mano de obra» en Población y mano de obra en América Latina,Comp. de Nicolás Sánchez-Albornoz (Madrid: Editorial Alianza, 1985), pág. 55. Guate­mala: W. G. Lovell y William R. Swezey, «The Population of Southern Guatemala atSpanish Contact» en Canadian Journal ofAnthropology, vol. 111, n." 1, págs. 71-84 (1982).

Citado por G. Lovel], «Mayan Survival in Guatemala» en Latin Al1lerica Research Re­vien', vol. XXIII, n." 2 (1988), pág. 29: El Salvador: H. E. Daugherty, Man-InducedEcologic Change in El Salvador, Tesis (University of California, Los Angeles), pág. 120;citado en Newson, 1985: 44: Soconusco: P. Gerhard, sugiere que habia 1.800 contribu­yentes en 1569, y 800 en 1694; las cifras estimadas en cinco personas por contribuyente.The Southeast Frontier (Princeton University Press, 1979), págs. 158-162; citado en Newson,1985: 68. Coloca al grupo nadir a fines del siglo XVI. HONDURAS. Linda Newson, TheCost ofConquest: Indian decline ill Honduras Under Spanish Rule (Boulder: WestviewPress, 1986), págs. 91 y 330; para la población aborigen, el oeste y el centro de Hon­duras incluye Cortés, Santa Bárbara, Copán, Ocotepeque, Lcmpira, Intibucá, Cornaya­gua, La Paz, Francisco Morazán, y Choluteca; El Paraíso, OJanco, Gracias a Dios, islasde la Bahía, y medio Colón 528.970), más el área ocupada por los jicaque, por ejemplo,Atlántida, Yoro, y la otra mitad de Colón (16.528). El este de Honduras incluye algunasporciones que fueron conquistadas "desde el sur» y algunas que no fueron conquista­das. Newson no sugiere qué parte pertenece a cada una de las subregiones. Nicaragua(Mesoamérica): Linda Newson, Indian Survival in Colonial Nicaragua (Norman: Univer­sity of Oklahoma Press, 1987), cuadro 3; NICOYA: Newson, ibid., Cuadro 31: CostaRica: trabajo demográfico histórico creíble sobre los indigenas de Costa Rica casi noexiste, así que estas cifras deben tomarse con todavía más precaución que la corriente.Las cifras dadas se supone que incluyen Nicoya. Las cifras costarricenses sobre laConquista son estimaciones de William Deneven basadas en cifras comparativas deáreas vecinas; The Native Population of the American in 1492 (Madison: University ofWisconsin Press, 1976). La cifra es para 1596, de Bernardo Augusto Thiel, "Monografíade la población de la República de Costa Rica en el Siglo XIX, 1900» en Población deCosta Rica y Orígenes de los Costarricenses, presentación de Luis Demetrio Tinoco (SanJosé, Costa Rica: Editorial Costa Rica, 1977), págs. 117-214. Murdo Macl.eod, Spanish.

Central America: A Socioeconomic H istory, 1520-1720 (Berkeley: Uni versi ty of CaliforniaPress, 1973), pág. 332, da una cifra de 80.000 pararrredíados del' siglo XVI. La cifra espara 1611, de Thiel, ibid. PANAMÁ: Charles F. Bennett, "Human InfIuences on theZoogeography of Panama » en Ibero-Americana, n." 51 (Berkeley: University of Califor­nia Press, 1967), citado por Denevan, pág. 291, no da número de página de Bennett.Ornar Jaén Suárez, La población del istmo de Panamá (Panamá: Impresora de la Nación,1978) en Cuadros 3 y 4 implica una cifra de 250.000; las cifras posteriores son tomadasdel Cuadro 1, pág. 22.

7. Chamberlain, Robert S., «The Conquest and Colonization of Yucatán» en Car­negie Institution Publication 582 (Washington, D.C. 1948); Newson, 1986; Newson, 1987.

8. MacLeod, Murdo, Spanisli Central America: A Socioeconoinic History, 1520-1720.(Berkeley: University of California Press, 1973.)

9. Lutz, Christopher H., y W. George Lovell, «Core and Periphery in Colonial Gua­temala» en Carol Smith (ed.), Guatemalan Indians alld the State: 1540 to 1988. (Austin:University of Texas Press, 1990.)

10. McCreery, David, «State power, indigenous communities, and land in nine­teenth-century Guatemala, 1820-1920» en Carol Smith (ed.), Guatemalan Indians andthe State: 1540 to 1988. (Austin: University of Texas Press, 1990.)

11. Bricker, Victoria, The Indian Christ, the Indian King: the Historical SubstratasofMaya Myth and Ritual. (Austin: University of Texas Press, 1981.)

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12. Browning, David, El Salvador: Landscape aud Society (Oxford: University Press,1971); El Salvador, La tierra y el hombre, traducción de Paloma Gatesi y A. Ramirez.(San Salvador: Ministerio de Educación, 1975.)

13. Pérez Brignoli, Héctor, «Indios. comunistas y campesinos: la rebelión de 1932en El Salvador» en Cuadernos Agrarios, n." 5. UNA, Escuela de Historia (1991).

14. McCreery, 1990: 108.

15. Fundación Friedrich Ebert y Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales(FLACSO), Conierencia sobre la cuestión étnica (Guatemala: FLACSO, 1988). Inédito.

16. Stone, 1990.

17. Por ejemplo, Dalton, Roque; Miguel Mármol, Los sucesos de 1932 en El Salva­dor (San José, Costa Rica: EDUCA, 1972), traducción de Kathleen Ross y Richard Schaaf.Willimantic (Curbstone Press, 1987); y Cuenca, Abel, El Salvador, una democracia ca­fetalera (México: ARR Centro Editorial, 1962).

18. Por ejemplo, Méndez, Joaquín, Los sucesos comunistas en El Salvador (SanSalvador: Imprenta Fúndes y Ungo, 1932); y Schlesinger, Jorge. Revolución comunista(Guatemala: Editorial Unión Tipográfica. 1946); Citado en Pérez Brignoli, 1991.

19. American Legation, San Salvador. Correspondence, 1932, vol. CXI, File 800, Ge­neral Conditions Report, Despatch 57, págs. 11-13. National Archives, Washington, D.C.Citado en Pérez Brignoli , 1991.

20. Dalton, 1972.

21. Kincaid, A. Douglas, «Peasants into Rebels: Community and Class in Rural ElSalvador» en Comparative Studies in Society and History , vol. XIXXX, n." 3 (1987), págs.466-494. Para trabajos sobre Guatemala, Figueroa Ibarra, Carlos. «Entrevista a JorgeHernández Anaya (1»> en Otra Guatemala, año 1I1, n." 12 (agosto de 1990), págs. 34-35.

22. Véase capítulo de Carlos Figueroalbarra; también Figueroa Ibarra. Carlos, «Elbolchevique mexicano de la Centroamérica de los años veinte» (entrevista a Jorge Fer­nández Anaya), en Memoria, Revista del Centro de Estudios del Movimiento Obrero ySocialista (CEMOS) México, D.F. (diciembre de 1990).

23. Dalton, 1987: en el prólogo de la edición en inglés.

24. Ibid., pág. 307.

25. Anderson, T. P., Matanza: El Salvador's Communist Revolt of 1932 (Lincoln,Nebraska Press, 1971). El Salvador, 1932, traducción de 1. M. Castellanos. (San José,Costa Rica: EDUCA, 1982.)

26. Torres, Abelardo, Tierras y coloniracion (San Salvador: Instituto de EstudiosEconómicos de la Universidad de El Salvador, 1961) citado en Pérez Brignoli, Héctor.«Indios, comunistas y campesinos ...»: véase también a Browning, 1981.

27. Pérez Brignoli, op. cit.

28. Kinca id, 1987: 477.

29. Marroquín, Alejandro D. «El problema indígena en El Salvador» en AméricaIndígena, vol. XXXV, n ," 4 (1975), págs. 747-771, 754.

30. Fonseca, Pedro S., Lecciones de Estadística (San Salvador. 1927) citado en Ma­rroquín, Alejandro D., 1975: 747-77; y Rufino Paz, J., Nueva Geografía de El Salvador(San Salvador 1920).

31. Marroquín, 1975.

32. Marroquín, Alejandro D., Panchitnalco: l nvestigacion Sociológica. (Ministeriode Educación. San Salvador, 1959.)

33. Barón Castro, Rodolfo, La población de El Salvador. (Madrid, 1942.)

34. Adams, Richard N., «Cultural surveys of Panamá-Nicaragua-El Salvador-Hon­duras» en Sclentific Publication, n.v 33, Pan American Sanitary Bureau, Washington,D.e. (1955), pág. 488.

35. Marroquín, Alejandro D., Balance del Indigenismo. (México: Instituto Indige­nista Interamericano. Ediciones Especiales, 1972.)

36. Montes, Santiago, Etnohistoria de El Salvador: el guachival centroamericano,tomo 1, (San Salvador: Ministerio de Educación, Dirección de Publicaciones, 1977),pág. 19.

37. Maxwel l, Judith M., «Nahual-Pipil: "Muy Político"» en Cultural Survival Ouar­terly vol. VI, n." 1 (1982), págs. 17-18.

38. Ministerio de Cultura y Comunicaciones de El Salvador, C. A. "El Indigenismode El Salvador» en Ponencia al Noveno Congreso l ndigenista Interamericano, 28 oct. a1 de nov., 1985, Santa Fe. New Mexico (OAS/Ser.K.lXXV .l.0/ClI/NR-6/86. Original: Spa­nish 1985).

39. Chapin, Mac, «The 500.000 Invisible Indians of El Salvado!'» en Cultural Sur­vlval Ouarterly, vol. XIII, n.: 3 (1989), págs. 11-16.

40. Marroquín. 1959 y del mismo autor San Pedro Nonualco: Investigación Socio­lógica (San Salvador: Editorial Universitaria. 1964).

41. Clara de Guevara, Concepción, Exploración etnográfica: Departamento de Son-sonate. (San Salvador: Ministerio de Educación, 1975.)

42.' Montes, 1977.

43. Maxwell, 1982.

44. Ibid.

45. Hernández de León, Federico, Viajes Presidenciales, Publicaciones del PartidoLiberal Progresista, tomo I (Guatemala: Imprenta «El Liberal Progresista», 1940), págs.306-307.

46. Ibid., pág. 312.

47. Hernández Sifontes. Julio, Realidad Jurídica del Indigena Guatemalteco (Guate­mala: Editorial «José Pineda Ibarra», Ministerio de Educación, 1965), pág. 255.

48. Hernández de León, 1940: 48.

49. Hernández de León, Federico, Viajes Presidenciales. Publicaciones del PartidoLiberal Progresista. Tomo 1I (Guatemala: Imprenta «El Liberal Progresista», 1943),pág. 417.

50. Boletin del Instituto Indigenista Nacional, vol I, n." 1, Guatemala (1945), pág. 8.

51. Hernández de León, 1940: 1. 1I, pág. 329-331.

52. El 24 de septiembre de 1935; Skinner-Klée, Jorge, Legislación Indigenista deGuatemala, recopilación de Jorge Skinner-Klée. (México: Ediciones Especiales del Ins­tituto Indigenista Interamericano, 1954), págs. 118-119.

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53. Éste es un avance tentativo del trabajo que actualmente realiza Enrique Gordi­llo.

54. Hernández de León, 1940: t. Il, págs. 413.

55. Juárez Muñóz, 1. Fernando, El indio guatemalteco; ensayo de sociología nacio-nalista (Guatemala, 1913), págs. 123-132.

56. Ibid., págs. 81-85 y 159-166.

57. H. M. Vázquez, La Hora (27 de febrero de 1945).

58. El Liberal Progresista (7 de agosto de 1936). Archivo General de Centroamérica(AGCA).

59. El Liberal Progresista (3 de enero de 1938), AGCA.

60. Schwartz, Norrnan B., Forest Society: A Social History c[Petén, Guatemala (Phi­ladelphia: University of Pennsylvania Press, 1990), pág. 188.

61. Los informes publicados son pocos, sobre todo los de Hernández Sífontes, 1965,264 ff.: un estudio más detallado se está llevando a cabo en estos momentos: Adams,Richard N., «The Patzicía Massacres of 1944: a Reínterprctatíon. (1990), inédito.

62. El Imparcial, 8 de noviembre de 1944.

63. Handy, Jim, «'A Sea of Indians'. Ethnic Conflict and the Guatemalan Revolu­tion, 1944-1952» en The Americas, vol. XILVI, n." 2 (1989), págs. 189-204; y Adams,Richard N., «Ethnic Images and Strategies in 1944» en Guatemalan lndians and theState: 1540 to 1988, Carol Smith editora. (Austin: University of Texas Press, 1990), págs.143-145.

64. Artículo 137, Párrafo 15, reproducido en Silvert, Kalman. Un estudio de gobier­no: Guatemala. Seminario de Integración Social. tomo XXVI (Guatemala: Editorial«José de Pineda Ibarra», 1964) (versión original en inglés, 1954.), pág. 227.

65. Boletín del Instituto Nacional Indigenista Nacional, vol. 1, n." 1, Guatemala(1945), pág. 6.

66. Gleijeses, Piero, Shattered Hope: The Guatemalan Revolution and the United Sta­tes, 1944-1954. (Princeton University Press, 1991.)

67. Handy, Jirn, «The Corporate Community, Campesino Organizations, and Agra­rian Reforrn: 1950-1954» en Carol Smith (ed.), Guatemalan lndians and the State: 1540to 1988. (Austin: University of Texas Press, 1990), págs. 167-168.

68. Este tema se centra fundamentalmente sobre Handy, 1990.

69. Silvert, 1964.

70. Hupp, Bruce, The Urban Indians of Ouezaltenango, Guatemala, Tesis (Austin:University of Texas 1969). Inédito.

71. Holleran. Mary, Church and State in Guatemala (New York: Octagon Books.1949).; y Adarns, Richard Newbold. Crucifiction by Power: Essays on Guatemalan Na­tional Social Structure, 1944-1966 (Austin: University of Texas Press, 1970).

72. Carta al Sañor Procurador de la Nación, de once ciudadanos de Tacaná, 2 dediciembre de 1945. AGCA, Ministerio Público, gobernación. Leg. 32562.

73. Este tema se centra sobre todo en Arias, Arturo, «Changing Indian Identity:Guaternala's Violent Transition to Modernity- en Carol Stmith (ed.), Guatemalan In-

dians and the State: 1540 to 1988. (Austin: University of Texas Press, 1990); y Falla,1978, para el análisis de la época 1960-79.

74. Ja C'Arnabal I'b, «La primera gran confrontación: El movimiento campesinoindigena del altiplano guatemalteco», monografía presentada a la Subcomisión de lasNaciones Unidas sobre Minorías Étnicas (Ginebra, agosto, 1984). Citada por Arias,1990: 241.

75. Falla, Ricardo, «Hacia la revolución verde: adopción y dependencia del ferti­lizante químico en un municipio del Quiché, Guatemala» en Estudios Sociales, Guate­mala, n." 6, 1972, págs. 16-51; y Falla, Ricardo, Quiché Rebelde: Estudio de Ll/1 movi­miento de conversión religiosa, rebelde a las creencias tradicionales en San Antonio Ilote­nango. Colección "Realidad Nuestra», voL VII. (Guatemala: Editorial Universitaria deGuatemala, 1978).

76. Porras, Gustavo, «Guatemala: la profundización de las relaciones capitalistas»en Estudios Centroamericanos, n." 353 (1978), págs. 374-406. Citado por Arias, 1990.

77. Carmack, Robert M. «State and community in Nineteenth-Century Guatemala:The Momostenango Case» en Carol Stmith (ed.), Guatemalan lndians and the State:1540 to 1988. (Austin: University of Texas Press. 1990.)

78. Adams, 1970; y Calder, Bruce Johnson, «Crecimiento y Cambio de la IglesiaCatólica Guatemalteca, 1944-1966» en Estudios Centroamericanos, n." 6, Seminario deIntegración Social Guatemalteca. Guatemala (1970).

79. Falla, 1978; Brintnell, Douglas, Revolt against the Dead: the Modernization of aMayan Community in the Highlands oj Guatemala. New York: Gordon and Breach. 1979;Cabarrús, Carlos Rafael. La cosmovisión k'ekchi' en proceso de cambio (San Salvador:UCA Editores, 1979).

80. Falla, 1978.

81. Gaitán Álvarez, José Miguel, «El movimiento cooperativista de Guatemala:desarrollo de la Federación Nacional de Cooperativas de Ahorro y Crédito» en EstudiosSociales, n." 7, 1972, Universidad Rafael Landivar, págs. 33-62 y 43-45.

82. la C'Amabal I'b, 1984, citado en Arias, 1990: 235.

83. Falla, 1978: 455.

84. Bríntnell, 1979.

85. Falla, 1978: 444.

86. Ibid.

87. Fuentes para Cuadro 3.2: a) Hough, Richard, John Kelley. Steven Miller, Ru­sell DeRossier, Fred L. Mann y Michell A. Seligson, Land and Labor in Guatemala: anAssessment (U .S. Agency for International Development, report: Guatemala, 1982). b)Figueroa Ibarra, Carlos, El proletariado rural en el agro guatemalteco (Guatemala: Edi­torial Rumbos Nuevos. 1980), después del 11 Censo Agropecuario, Guatemala, 1964.

88. Ya que no hay datos específicos sobre la tenencia de la tierra para los distintosgrupos étnicos, la situación puede ser aproximada comparando las cifras de los tresdepartamentos: departamentos mayas son aquellos en los que la población indígenaes 70% del total o más, por ejemplo, Totonicapán, Sololá, Alta Verapaz, El Quiché,Chimaltenango, Huehuetenango y San Marcos. Los departamentos ladinos serán aque­llos con un 70% o más de población ladina, por ejemplo, e! Petén, Jutiapa, Zacapa,

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238 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 239

Guatemala, Escuintla, Izabal, Santa Rosa, y El Progreso. Los restantes, Jalapa, Saca­tepéquez, Retalhuleu, Baja Verapaz, Chiquimula, Suchitepéquez, y Quezaltenango sondepartamentos mixtos. Para datos útiles, es conveniente excluir el Petén de los cálculos.

89. Fuentes para Cuadro 3.3: Censos Agropecuarios de 1950 y 1980.

90. El índice Gini mide la concentración de la tenencia de la tierra; un índice deuno significa tener toda la tierra en manos de una persona. Una fracción baja indicaque la tierra está ampliamente distribuida.

91. Fuente: Hough, Richard, 1982: Cuadro 1.

92. Payeras, Mario, Los días de la selva (México: Editorial Nuestro Tiempo, 1981).

93. Burgos, Elizabeth, Me llamo Rigoberta Menchú v así me nacio la conciencia(México: Siglo XXI, 1985).

94. Mendizábel P., Ana Beatriz, «Estado y políticas de desarrollo agrario: la ma­sacre campesina de Panzós- en Política y Sociedad, n." 6 (julio-diciembre, 1978),págs. 69-121.

95. Arias, Jorge, «Historia censual de Guatemala» en Jorge Luján Muñoz, Econo­mía de Guatemala, 1750-1940, Antologia de Lecturas y Materiales. Tomo 1 (Guatemala:Universidad de San Carlos , Facultad de Humanidades, 1980), págs. 171-180.

96, Early, John D., «Revisión of Ladino and Maya Census Population of Guatema­la, 1950 and 1964» en Dentographv , n." 11 (1974), págs. 105-117; Early, John D., «TheChanging Proportion of Maya Indian and Ladino in the Population of Guatemala,1945-1969» en American Ethnologist, vol. II, n." 2 (1975), págs. 261-269; Early, John D.,«Sorne Demographic Characteristics of Peasant Systems: The Guatemalan Case» enCarrnack, R. M., J. Early and C. Lutz, eds., The Historical Demography of HighlandGuatemala, publicación n." 6 (Albany: State University of New York, Institute for Me­soamerican Studies, 1982), págs. 169-181; Early, John D., The Demographic Structyre..._and Evolution of a Peasant System: The Guatemalan Population (Boca Ratón, Florida: AFlorida Atlantic University Book, 1982).

97. Fuentes: Datos para todos los totales de poblaciones numeradas (excepto datos1981) son de Jorge Arias, 1980: 171-180. Porcentajes indígenas son calculados de cifrasde censos aproximados ya que tenemos pocas correcciones para sectores étnicos. Losdatos de 1778 y 1880 de Arias (1980). Los datos tomados de la publicación del Censodatan del 2 de febrero de 1953. Los datos de Early son de Early, John D., «Revisiónof Ladino and Maya Census Populations of Guatemala, 1950 and 1964» en Demography,n." 11 (1974), págs. 105-117.

98. Melville, Thornas, and Marjorie Melville, Guatemala: The Politics of Land Ow­nership (New York: The Free Press, 1971).

99. Este ensayo no cubre la época de la política de tierra arrasada del gobiernode 1979-1983.

100. Esto deja claro que mi afirmación sobre que habría una pérdida relativacontinua de la población indígena no está verificada. Véase a Adarns, 1957.

101. Lutz y Lovell. 1990.

102. Smith, Carol , «Class Position and Class Consciousness in an Indian Commu­nity: Totonicapán in the 1970s» en Carol Smith (ed.), Guatemalan Indians and the State:1540 to 1988. (Austin: University of Texas Press, 1990), pág. 213.

103. Schmidt, Lester, The Role o{ Seasonal Labor in the Economic Developntent ofGuatemala (Madison, Wisconsin: Land Tenure Center. 1986), pág. 88. Inédito.

104. Hernández de León, 1940: 184.

105. De Villa, Gonzalo, Estudio sobre la migración en Guatemala, 1893 a 1981 (Gua­temala: AVANCSO, 1991). Inédito.

106. Smith, Carol, 1990.

107. Smith, Carol , «Origins of the National Question in Guatemala» en Carol Smith(ed.), Guatemalan lndians and the State: 1540 to 1988. (Austin: University of TexasPress, 1990), pág. 74.

108. Lutz y Lovell, 1990.

109. Tax , Sol, «The Municipios of the Midwestern Highlands of Guatemala» enAmericall Anthropologist , vol. XXXIX, n." 3 (1937), págs. 423-444.

110. McCreery, 1990.

111. Smith, Carol, 1990; Watanabe, John M., «Enduring yet Ineffable Communityin the Western Periphery of Guatemala» en Carol Smith (ed.), Guateinalan Indians andthe State: 1540 to 1988. (Austin: University of Texas Press, 1990); Handy, Jim, 1990.

112. Wolf, Eric., «Closed Corporate Peasant Communities in Mesoamerica and Cen-tral Java» en Southwestern Jounial of Anthropology, vol. XIII, n," 1 (1957), págs. 11-18.

113. Smith, 1990: 218. Smith luego argumenta que esta unidad comunitaria esequivalente a la clase social, argumento que no encuentro convincente.

114. Watanabe, 1990: 184.

115. Swetnam, John, «What else did indians have to do with their time? Alterna­tives to Labor Migration in Prerevolutionary Guatemala» en Economic Developmentand Culture Change, vol. XXXVII, n ," 1 (1989), págs. 89-112. Véase también Schmidt,1968; Pansini, J. Jude. «Indian seasonal plantation work in Guatemala» en CulturalSurvival Ouarterly, vol. VII, n." 1 (1983), págs. 17-19.

116. Earle, Duncan, en Robert M. Carmack, editor, Harvest of Violel1ce (Norman:University of Oklahoma Press, 1988). Guatemala: cosecha de violencias, Robert M. Car­mack, compilador (San José, Costa Rica: FLACSO; 1991), págs. 417-446.

117. «Spelling of Mayan language names follows that of the Academia de las Len­guas Mayas de Guatemala», se encuentra en England, Nora C; y Stephen R. Elliot,Lecturas sobre la lingüística maya (Antigua Guatemala: CIRMA, 1990).

118. Ronald Wilhelm, comunicación personal sobre investigación que actualmentese lleva a cabo.

119. Cojtí Cuxíl, Demetrio, "Lingüística e idiomas mayas en Guatemala, 1970­1988» en Cuadernos de Lnvestigacion, n ." 4-88, Dirección General de Investigación, Uni­versidad de San Carlos de Guatemala. Guatemala, 1987; Sam Colop, Enrique, "Laeducación bilingüe y los ídiomas mayas en Guatemala». Presentado en la XIV LatinAmerican Studies Association, New Orleans (1988). Inédito.

120. Fundación Friedrich Ebert y FLACSO, 1988.

121. Otzoy, Irrna, l dentity and higher education arnong Mayan women (Universityof Iowa, 1988). Tesis inédita.

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240 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 241

122. Un tratamiento general puede encontrarse en Rojas Lima, Flavio, La cofradia:reducto cultural indigena (Guatemala: Seminario de Integración Social, 1988).

123. Montes, 1977.

124. Adarns, 1957.

125. Este material fue tomado de una presentación de Jesús Garcia Ruiz en laLatin American Studies Association, Washington, D.C. (abril de 1991).

126. Adams, Richard N., «Political Changes in Guatemalan Indian Comrnunítíes»en Middle American Researcli lnstitute, Publicatioit n: 24, New Orleans (1957), págs. 1-57.

127. Falla, 1978.

128. Cabarrús, La Cosmovision (1979); Tedlock, Barbara, Time and tlte HighlandMaya (Albuquerque: Uníversity of New Mexico Press. 1981). Tedlock da una descrip­ción detallada de la iglesia de Momostenango. En estos momentos, Jesús Garcia Ruizestá haciendo un estudio a fondo sobre el tema.

129. Una tratamiento extensivo sobre el maya puede encontrarse en la fundaciónFriedrich Ebert y FLACSO, 1988.

130. Estos datos sobre desarrollos recientes son tomados de una presentación deJesús Garcia Ruiz en la Latin American Studies Association, Washington, D.C. (abrilde 1991). El material dado aquí se aplica más a los ochenta que a los setenta. GarciaRuiz está investigando sobre el tema en estos momentos.

131. Una excepción son las colonias mesoamericanas establecidas en la costa ca­ribeña de lo que hoyes Costa Rica. Para referencias de investigaciones sobre estascolonias, véase tomo I y 11, Y a M. W. Helms, «Introduction- en Frontier Adaptations(Institute for the Study of Human Issues, 1976). Para una clasificación lingüística com­pleta de estos pueblos en el momento de la conquista española, y de un mapa muyútil, véase D. Stone, «Synthesis of Lower Central American Ethnohistory» en Handbookoi Middle American l ndians (1966).

132. Los pueblos indígenas de origen sureño que vivían en las tierras altas cen­trales calzaban más directamente bajo mandato colonial y republicano, y tenían menosrecursos para resistir el ataque asimilacionista. Sus ancestros, los chorotegas y loshuetares de Costa Rica, los matagalpas de Nicaragua, y los leneas de Honduras, para1979 sobrevivieron sólo en pequeño número, y fueron altamente asimilados porla cultura nacional dominante. No habrá más referencia a ellos en el análisis quesigue.

133. Por ejemplo, basado en el censo de Costa Rica de 1927, Michael Olien informaque el departamento (caribeño) de Limón tenía una proporción de 2,2 «extranjeros»por cada costarricense. «The Adaptation of West Indian Blacks to North American andHispanic Culture in Costa Rica» en Pescatello (ed.), Old Roots in New Lands (Grecn­wood, 1977), pág. 140.

134. Barry, T. y D. Preusch, The Central American Fact Book (Grove Press, 1986),pág.I77.

135. Por ejemplo, con base en investigaciones llevadas a cabo al este de Nicaraguay Honduras a finales de los veinte, Edward Conzemius identifica a dos tribus existentes(kukra y bawihka) que desde entonces han dejado de existir, y a seis más que recien­temente se extinguieron. Ethnographic Survey o! the Miskitu and Sumu lndians ofNi-

camgua and Honduras (Smithsonian Institution Bureau of Ethnography, Bulletin 106),págs. 14-15.

136. En el período revolucionario en Nicaragua la demografía miskito se convirtióen tema de gran controversia politica. Para consultar un esfuerzo hecho por resumirlas estimaciones de la población miskita a través del tiempo, véase Demografía Coste/In.(Managua: CIDCA, 1982.)

137. Todos los datos sobre Costa Rica vienen de CONAI.

138. Demografía Costeña, 1982. Estos datos son extrapolaciones del precenso de1980, que identificaba lugares de residencia para ser visitados luego. Aunque amplia­mente consistente con estimaciones pasadas, fueron vigorosamente cuestionados en elperíodo pos-1981, cuando la demografía se convirtió en un asunto politizado. Dada ladesarticulación causada por la guerra, la confirmación se hizo imposible. Aunque creoque éstos son los datos más exactos disponibles, es posible que estén levemente subes­timados, en especial el estimado miskito de (67.000). He informado del dato de losmiskito como un espectro para permitir una posibilidad tal.

139. El término sumu empezó a ser usado a mediados del siglo XIX para referirsecolectivamente a un grupo diferente de indios no-rniskitas. Desde 1980 tres subgrupossumu distintos permanecieron en Nicaragua -los ulwa, twahka y panamaka- quejuntos totalizaban cerca de 5.000 personas; cerca de 700 twahka sumu viven en peque­ños asentamientos a lo largo del río Patuka de Honduras.

140. Los datos sobre los jicaque y los paya son de Cruz Sandoval , F., «Los Indiosde Honduras y la Situación de sus Recursos Naturales» en América Indígena, vol. LXIV,n.: 3, pág. 427. Para un breve informe de los sumu de Honduras, véase «TawahkaSumu: A Delicate Balance in Mosquitia » en P.H. Herlihy y A.P. Lcake, Cultural SurvivalOuarterly, vol. XIV, n." 4 (1990), págs. 13-16.

141. Véase CONAI, Reservas l ndigenas de Costa Rica, 1988, y María E.Bozzoli deWillie, El Indígena costarricense y su ambiente natural (San José, Costa Rica: EditorialPorvenir, 1986).

142. Para un análisis general de la expansión de la frontera agrícola, véase Wi­lliarns, R. Export Agriculture and the Crisis in Central America (University of NorthCarolina Press, 1986).

143. Para mayor información sobre estos inmigrantes mayas en Belice. véase elnúmero especial de América Indigena dedicado a ese tema vol. LXVII, n." 1 (1987), y lapróxima disertación de Michael C. Stone Anthropologv, University of Texas.

144. No hay un intento sistemático para documentar la presencia demográfica delos inmigrantes chinos en las llanuras de Centroamérica, sin mencionar su impactodentro de estas sociedades.

145. De hecho, Belice es una excepcron para mucho de lo que sigue, ya que elEstado y la sociedad dominante no es ni mestiza, ni hasta 1981 completamente inde­pendiente. La sociedad beliceña y su gente merecen atención mucho más especificaque la que se le puede dedicar aquí.

146. Tal generalización no debería oscurecer, sin embargo, las acciones significa­tivas de violencia del Estado contra los pueblos de las llanuras durante este período.Para una breve referencia a la masacre del gobierno hondureño contra el pueblo garí-

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funa en 1937, véase González, N. Sojourners o! the Caribbean University o] Illinois Prcss(1988), pág. 137, cita n.' 9.

147. Jorge Jureidini, Presidente de CODECA (Comisión para el Desarrollo de laCosta Atlántica). Revista Conservadora del Pensamiento Centroamericano, n." 68 (mayode 1966), pág. 32.

148. En este asunto sobre Costa Rica, véase Bourgois, P. Etlinicity al Work IohnsHopkins Uuiversity Press (1989), págs. 79-110; y Olieu, M., op. cit.: para ejemplos deeste discurso en Nicaragua, véase F. Ruiz y Ruiz , l njonne sobre la costa atlántica (Ma­nagua, 1925); referencias sueltas de medidas antinegras similares en Honduras puedenencontrarse en Posas, M., Luchas del Movimiento Obrero Hondureño (San José, CostaRica: EDUCA, 1981).

149. Véase M.W. Helms, 1976: 18. El argumento referente a la importancia estra­tégica de la matrifocal idad en la reproducción cultural se desarrolla aún más en «00­mes tic Organization in Eastern Central Amcrica: The San Bias Cuna, Miskito, andBlack Carib Cornpared» en Westem Canadian Journal o[ Anthropology, vol. VI, n." 3,págs. 133-63.

150. Para detalles, véase Bulmer-Thomas. V., The political economy oiCentral Ame­rica since 1920 (Cambridge, 1987). La política económica de Centroamérica desde 1920(San José, Costa Rica: BCIE-EDUCA, 1989), cap. VIII.

1St. Olien, 1977: 147-50. Los datos de Olien también demuestran una relacióninversa entre la edad y el porcentaje de anglohablantes, que sugiere que la tendenciase acelerará.

152. P. Bourgois, 1989: 110.

153. Una tendencia contrastante que enfatizaba el orgullo y la militancia negraemergió en los años setenta; pero ya en 1979, no había ganado el apoyo de los miem­bros mayores y más establecidos de la comunidad criolla. Para mayor información,véase E. T. Gordon, «History, Identity, Consciousness, and Revolution: Afro-Nicara­guans and the Nicaraguan Revolution» en Ethnic Groups and the Nation State, Deve­lopment Study Unit (1987).

154. Este argumento se presenta en mayor detalle en C. R. Hale, ContradictoryCultures of" Resistance: Miskitu lndians and the Nicaraguan State in the Era of" U.S.Hegemony. Stanford Univcrsity Press, en preparación, capitulo V.

155. Casi no existen fuentes sobre los miskitos en Honduras. Estas pocas frasesson conjeturas derivadas de la información provista por G. T. Woodward, Gracias aDios: Change and Development in Honduran La Mosquitia (Latin American Studies,University of Texas, 1988). Tesis.

156. González, 1988: 195-207.

157. Ghidinelli, A. y P. Massajoli , «Resumen etnográfico de los caribes negros (ga­rífunas) de Honduras» en América Indígena, vol. XLIV, n." 3 (1984); Stone, M., «TheAfro-Caribbean Presence in Central Arnerica » en Belizean Studies, vol. XVIII, núms. 2y 3 (1990); Y E. T. Gordon, comunicación personal.

158. E. T. Gordon, 1987 y comunicación personal.

159. Hale, C. R., op. cit.

160. González, 1988: 211.

161. Ibid., pág. 73 (pie de pág. 15)

162. Ibid., pág. 164.

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APÉNDICE 1

EL PROBLEMA DE LA HISTORIA DE LA POBLACIÓN MAYA "

Richard N. Adams

Escribir historia en Centroamérica siempre ha estado enmarcado enfunción de la relevancia de los hechos con el desarrollo del Estado ycon aquellas personas más interesadas en él. La historia de los mayas,junto a la de las minorías étnicas y muchos otros temas, han sido su­bordinados al interés por el Estado. Los mayas aún deben escribir suhistoria; cuando lo hagan, el Estado podrá ser visto desde una pers­pectiva apropiada.

Es imposible aún evitar el prejuicio del Estado, porque hasta losconocimientos disponibles -los archivos, las fuentes donde el escritorde historia busca datos- han sido en su mayoría creados y trasladadosa nosotros por escritores orientados hacia el Estado. En ningún mo­mento esto es más evidente que con el material histórico disponiblesobre los mayas desde 1870. Nuestra época, apenas hasta ahora, co­mienza a dar estudiosos mayas que seleccionen y archiven los hechosque son significativos para su etnia. Mientras tanto, los hechos concer­nientes a los pueblos indígenas continúan llegando a los archivos his­tóricos -periódicos, informes del gobierno, diarios privados, etc.- sólocuando tienen un impacto en el Estado o en la sociedad ladina y amenudo ni siquiera eso. De hecho, esto ha significado que la informa­ción esté llena de rebeliones, insurgencia social y problemas laborales,etc., pero casi nada contiene desde la perspectiva de las sociedadesindígenas.

En la época colonial y extendiéndonos a las reformas liberales entrelas décadas de 1870 y 1880, importantes informes escritos sobre losmayas fueron guardados por el clero católico. Pero las reformas libe-

* Adams, Richard Newbold. «Internal and external ethnicities: with special refe­rence to Central Arnerica » en Estado, democratización y desarrollo en Centroamérica yPanamá. Asociación Centroamericana de Sociología (ACAS). (Guatemala: Impresa Ser­viprensa, 1989) págs. 475-499.

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246 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMÉRICA

rales incapacitaron a la Iglesia para continuarlos. La información oraly la memoria, importantes fuentes históricas para los mayas, han sidohasta el momento muy poco utilizadas por los historiadores. Para even­tos que anteceden las memorias de los vivos, sin embargo, las fuentesorales tienen una cualidad de autocorrección que a menudo los hacedifíciles de evaluar.

En ausencia de datos para proveer un balance ideal, este capítulose ocupó de eventos que los escritores creen que han afectado a latrayectoria de la sociedad maya y también sobre los que tenemos al­guna información substancial. Es, sin embargo, explícitamente un pun­to de vista «externo» 2, por ejemplo, una perspectiva fuera de lassociedades indígenas. Por las razones dadas no puede trazar las cam­biantes dinámicas internas de estas sociedades, aunque intenta dar in­trospecciones sugeridas por los datos disponibles.

APÉNDICE 2

REFLEXIONES PARA TERMINAR

Héctor Pérez Brignoli

1979 cerró un ciclo de la historia centroamericana. Aquel que seabrió hacia 1945, al terminar la Segunda Guerra Mundial, y que secaracterizó por un progreso sombrío, en que dominaron las desigual­dades y las exclusiones. Lo más vistoso de ese cierre fue la revoluciónnicaragüense, triunfante a la caída de Somoza en julio de 1979. Y enla misma cuenta hay que acreditar el ascenso de la insurgencia gue­rrillera y la lucha de masas en Guatemala, y sobre todo en El Salvador.Un segundo aspecto fue lo relativo a la crisis económica e institucional.La caída en los precios de las exportaciones y la crisis de la deudaexterna se combinaron para abrir paso a un retroceso violento, sólocomparable a la contracción de los años treinta. El agotamiento demuchas instituciones estatales fue otro elemento importante e igual­mente novedoso. Ponía en cuestión mucho de lo construido en las dé­cadas anteriores. Por debajo, como un río profundo y sordo, aparecie­ron también otros límites: lo que prodríamos llamar una crisis de losrecursos y de la energía.

Al final del recorrido podemos intentar reconstruir los horizontesmentales, que dieron sustento, en cada momento, tanto a las interpre­taciones académicas como a las interpretaciones políticas predominantes.

Durante la posguerra imperó el reformismo socialdemócrata, encar­nado en políticos como Arévalo o Figueres. Ideológica y prácticamente,esta corriente había bebido tanto en las realizaciones de la revoluciónmexicana, cuanto en las utopías del APRA de Haya de la Torre. Desdela derecha recibió la agria oposición de un conservadurismo tradicio­nal, representado por la vieja guardia de Ubico, Somoza .García, o eldominicano Trujillo. mientras que desde la izquierda, los partidos co­munistas oscilaron entre un apoyo decidido y una oposición más omenos crítica. El correlato académico de las corrientes socialdemócra­tas puede encontrarse tanto en la sociología y la antropología de lamodernización, cuanto en la prédica económica de la CEPAL.

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248 HISTORIA GENERAL DE CENTROAMERICA TOMO V. DE LA POSGUERRA A LA CRISIS (1945-1979) 249

El horizonte cambió notablemente alrededor de los años sesenta. LaRevolución Cubana, la guerra de Vietnam, y las sucesivas crisis en elPróximo Oriente colocaron los problemas del Tercer Mundo en el pri­mer plano de la atención. A ello se agregaron los movimientos de pro­testa estudiantil en Europa (mayo de 1968) y Estados Unidos. Todo estotrajo una nueva perspectiva, centrada en un antiimperialismo renova­do y un neomarxismo que dominó, durante parte de la década de 1970,casi todos los debates intelectuales. Por otra parte, los cambios en elseno de la Iglesia católica originados en el Concilio Vaticano 11, y eldesarrollo de la Teología de la Liberación, produjeron una nueva inter­pretación, cristiana y radical, de los problemas de la pobreza, el sub­desarrollo y la dominación. Académicamente, casi todas estas tenden­cias quedaron sistematizadas por las distintas versiones del conceptode dependencia (Cardoso-Faletto; Gunder Frank, sistema mundial deWaIlerstein). Desde la derecha, estas nuevas corrientes fueron desafia­das por un anticomunismo radical, unificado por los militares profe­sionales, y robustecido por las nuevas doctrinas de la « seguridad na­cional ».; En la izquierda predominaron la fragmentación y el radicalis­mo. Grupos guerrilleros de diversas filiaciones ideológicas desplazarona los viejos partidos comunistas alineados con Moscú. La idea del cam­bio revolucionario condujo a un retroceso, y en más de un caso a unllano desprecio, de los reformismos.

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5ANDINI5TA5 EN METAGALPA.

Estas tendencias persistieron, agudizadas, durante el primer quin­quenio de la década de 1980 y sólo empezaron a cambiar, en formaprogresiva, durante el segundo quinquenio; hacia 1990-91 fue evidenteque se estaba produciendo una inversión completa. Eso, sin embargo,cae fuera de las preocupaciones de este tomo y es objeto de tratamientoen el próximo, destinado a examinar la crisis centroamericana en todassus perspectivas. Me interesa destacar, sin embargo, dos o tres corrien­tes de interpretación derivadas en parte de los horizontes mentales delas décadas de 1960 y 1970, pero notoriamente reformuladas en el cur­so de la década de 1980. Me refiero a un nuevo indigenismo, valorizadoprimero por los grupos guerrilleros guatemaltecos, pero adoptado en­seguida por antropólogos, sociólogos y escritores. Me refiero tambiénal ecologismo y la defensa del medio ambiente, vinculado ahora con eltema de la paz y los derechos humanos, y al importante tema del fe­minismo. Estas tres corrientes se adicionan, por el momento, a las ten­dencias anteriores; quizás den lugar, en los próximos años, a un nuevohorizonte interpretativo.

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