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    ¿Qué le puede decir el psicoanálisis a la política? ¿Qué

    le puede decir la política al psicoanálisis? Historia y presente. 

    El tema que pensamos para este encuentro y que en algún sentido forma parte de lo que queremosdiscutir y pensar tiene que ver con la relación entre psicoanálisis y la política. Así surge la preguntade ¿Qué puede aportar el psicoanálisis a la política? Y a la vez ¿Qué puede aportar la política alpsicoanálisis? Y tal vez como pregunta más especifica ¿Cuál sería el rol del psicoanálisis y enparticular de los psicoanalistas hoy en este proceso y en este momento histórico?

    Por Jorge Aleman

    Bueno en primer lugar quiero transmitirles la alegría que me da estar aquí en la sede universitariade La Cámpora, que constituye para mí, en tanto vivo hace mucho tiempo afuera, unaexperiencia, créanme, bastante especial. Probablemente nunca en los años que yo viví afuera meimagine en una situación en un local que se llamara de esta manera y en donde yo estuviera aquípresente tratando de dar cuenta de estas preguntas, así que bueno esto es en principio lo que queríatransmitir, lo particular que tiene para mí el encuentro.

    Hay distintas generaciones acá presentes, hagamos un poco de historia. Voy a evocar ahoracuestiones que atravesaron mi generación. La pregunta es ¿Qué le puede decir el psicoanálisis a lapolítica? ¿Qué le puede decir la política al psicoanálisis? Como dice el refrán, todos los caminosconducen a Roma, así que vamos a los años setenta.

    Historia de una pregunta

    En esos años tomó un énfasis especial la segunda cuestión que enunciamos ¿Qué le terminodiciendo la política al psicoanálisis? La experiencia política de aquellos años fue adquiriendo talintensidad que se transformó, en el núcleo de significación de todas las prácticas y las distintasteorías que en aquel momento estaban en curso y quedaron todas radicalmente afectadas por laexperiencia política de la época. En el caso de mi disciplina de formación, que es el psicoanálisis, elpsicoanálisis de Freud y de Lacan, en los setenta no terminó de tener una forma muy acabada, peroles puedo decir que yo trabajaba en un sindicato, el sindicato EVA PERON de Empleados deComercio en el Departamento de Psicología Social. Y lo que si adquirió en aquel entonces una

    fuerza epistemológica y clínica muy importante, fue la psicología social. Podría decir que en aquelentonces avanzó sobre el psicoanálisis, lo determinó en cada uno de sus aspectos ya que fuehaciéndose cada vez más fuerte la idea de que había una determinación social de todo lo que es laexperiencia subjetiva. El fenómeno de la experiencia subjetiva siempre debía ser captado en suhorizonte de determinación social. Hay que recordar, en aquel tiempo, los desarrollos de PichónRiviere, los trabajos de Franz Fanon, y todos los esfuerzos, que muchos de ustedes recordaran, deintentar vincular a Freud con Marx, que haciendo un balance muy rápido podríamos decir quegeneró indudablemente un beneficio. Para dar un ejemplo, en el Departamento de PsicologíaSocial, tuvimos la fortuna en aquel entonces de tener a muchísimos trabajadores que asistían a loscursos que impartíamos. Vinculábamos todos los problemas que podían tener que ver con lasubjetividad con los problemas políticos de la época y a la determinación social de esos problemas.

    La pérdida, en todo caso, estuvo ligada a desdibujar cierta especificidad que hace a la constitución

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    misma del sujeto. La especificidad que estudia la teoría psicoanalítica, la manera que el psicoanálisisde Freud y Lacan intenta aislar teóricamente para una experiencia clínica lo que es el sujeto en susingularidad más radical. Este aspecto quedó un poco borrado por la fuerza y la pregnancia quetenía toda la determinación sociológica del problema. Un ejemplo clarísimo en aquel entonces eraque la locura o la psicosis perdió su especificidad clínica prácticamente, porque era un fenómenode exclusión social y así se lo entendía o se ponía previamente el acento –  y los textos de FranzFanon, habían tenido una gran influencia en esto- en el hecho de que en el “loco” lo que había

    primero que captar como realidad era su condición de excluido social, y formaba parte de unrégimen de dominación que lo había excluido y que lo etiquetaba como loco. Podríamos decir quehubo una suerte de sociologización de la subjetividad. Hubo una suerte de reabsorción de todo elcampo de experiencia de esa singularidad subjetiva en el orden de las segregaciones sociales y susprácticas discriminatorias.

    Promediando los años ya más difíciles, apareció el Antiedipo, texto que no tuvo tiempo dedifundirse, porque ya había empezado la represión; los planteos que transmitía no tuvieron tiempode madurar teóricamente entre nosotros pero era y sigue siendo un esfuerzo teórico para llevar denuevo al psicoanálisis a una práctica anticapitalista. A pesar de mis diferencias con esa obra,reconozco su empeño particular. Reformular al psicoanálisis en su condición, según los autores

    Deleuze y Guattari, arrancarlo de su posición “familiarista”, teatral y edípica y reinscribirlo en otrotipo de modelo teórico. Recordemos fórmulas muy celebres del Antiedipo como: “el incons ciente no esun teatro es una fábrica ” , o el papel revolucionario que se le asignaba a la figura del “ezquizo”, elintento de reformular al psicoanálisis en el esquizo-análisis. Probablemente el Antiedipo fuera poraquellos años la consecuencia final de un largo recorrido que tuvo como vocación inscribir alpsicoanálisis dentro de las prácticas sociales, mostrar un campo de determinación de la emergenciade la subjetividad puesto más en el orden de la determinación de las infraestructuras económicas uotros dispositivos de poder, que en la propia constitución del sujeto.

    El impasse  en el que entró esa vía, genero una suerte de indiferencia hacia la clínica, se perdió laespecificad clínica. Al estar todo determinado desde el campo de las relaciones sociales, se fueron

    borrando las diferencias entre neurosis y psicosis. Se quedó sin resolver lo que en el sujeto hay dediferencia irreductible, de experiencia y diferencia absoluta, como dice el propio Lacan, lo que hayen el sujeto de incomparable, de irreparable, de único, y este fue el precio que se pagó por aquelesfuerzo y por aquel profundo empuje que había en aquel entonces de llevar todo el pensamiento alo social y a lo político. Así que en aquella época y para retomar las dos preguntas que formulamos,fue la política la que le dijo muchas cosas al psicoanálisis. Le dijo al psicoanálisis que eraindividualista, que era burgués, que no tenía verdaderamente una teoría de la infraestructuraeconómica, que no tenía una teoría de la ideología y de la determinación de clase, que no tenía nadarelevante para decir con respecto a los proyectos de emancipación, que estaba sofocado y asfixiadoen su terapéutica individual o familiar. Si buscamos libros o películas de aquel entonces, o trabajosliterarios, encontraremos muchas referencias a esta cuestión. Recuerdo una película, donde estaba

    un psicoanalista muy famoso, Emilio Rodrigué y hacía de paciente otro psicoanalista muy famosotambién en aquel entonces, Tato Pavlovsky. El paciente le decía “yo siento que falta algo”  y la cámaratomaba una manifestación en la calle. Estaba el pobre neurótico diciendo que le faltaba algo y elreverso de esa escena psicoanalítica era una manifestación. Evoco esta película, que se llamabaHeroína , por el solo hecho que ponía a dos psicoanalistas paradigmáticos de aquel entoncesmostrándolos atravesados por una falla esencial, que es que a ese señor le faltaba algo, y eso que lefaltaba estaba sucediendo en la calle metaforizando de buen grado lo que la política le decía alpsicoanálisis en aquella época. Hoy lo voy a decir más en términos lacanianos, porque finalmentetodos ustedes saben que soy lacaniano, “la política fue el significante amo del psicoanálisis”, en el sentidoque lo intervino, le puso condiciones, lo interpeló.

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    La continuidad de una pregunta

     Ahora me parece que la cuestión más interesante para nosotros, la más difícil, la más problemática,es este legado que, como todo legado, siempre es algo a descifrar. Uno no sabe del todo cual es sulegado, un legado es algo que nos interpela siempre, no es algo que uno pueda interpretar de una

     vez y para siempre, uno nunca sabe quién es dentro de una herencia. Uno no sabe que lugar tieneen lo que ha heredado. Así es que yo formaba parte de ese legado en donde la política interpeló al

    psicoanálisis y formó parte de ese no saber, en el sentido de que un legado se vuelve másimportante cuando con más fuerza te interpela y más elementos hay para descifrar. Ahora creo queestamos en otro momento que es más difícil en relación con este legado, que es la primerapregunta: ¿El psicoanálisis que le puede decir a la política?

    ¿Por qué se ha vuelto este aspecto más importante? Porque, finalmente, ya transcurridos aquellosaños, aquellos proyectos, una vez que se visualizaron retroactivamente, una vez que podemosestablecer algo de lo que estuvo en juego; cuáles fueron sus límites, cuáles fueron sus condiciones,que fue lo que se intentó, que fue lo que se logró, cuales fueron verdaderamente su consecuencias,empieza a tomar forma una idea que es especialmente una impronta muy decisiva en lo quepodríamos llamar genéricamente el campo “posmarxista” y el campo en el que se trata de ver a la

    política no como mera gestión ni como un subsistema de la realidad, ni como algo que tuviera que ver con una mera carrera profesional, sino la política como una experiencia transformadora, lapolítica como una experiencia radical. La política como algo que abre un interrogante acerca de¿Qué es capaz un colectivo humano y de qué somos capaces cada uno de nosotros en relación aun colectivo humano?

     Tiempo de subjetividad y política emancipatoria.

     Ahora me parece que empieza a tomar más fuerza de nuevo la cuestión de la subjetividad y elsujeto. Ahora ya no se puede, como en aquellos años, ahogar la especificidad del sujeto, sudiferencia radical, su propia constitución como sujeto singular, su propia historia como historia

    incomparable. No se la puede subsumir en un proyecto homogéneo. El desafío más apasionante,más difícil, que no encuentra fórmulas fáciles, que no encuentra rápidamente soluciones sencillas yque por lo tanto exige una invención porque no hay nada previamente definido ni articulado, esmantener la especificad del sujeto. Mantener todo lo que en las enseñanzas de Freud y de Lacan sepostula con respecto al sujeto. Y vincular esto con los proyectos emancipatorios. De tal maneraque los proyectos emancipatorios no se puedan volver una coartada para borrar la singularidad delsujeto, pero también de tal manera que esa singularidad del sujeto no lo conduzca a una nuevaforma de individualismo mas lúcida o a una nueva forma de sabiduría cínica para estar en estemundo, “que ya sabemos que no va a tener nunca arreglo”.

    “¿Qué es un proyecto emancipatorio, una experiencia transformadora de la política si a la vez se

    acepta como está hecho el sujeto?” Si aceptamos que en los 70, en muchas ocasiones, intentamosamoldar al sujeto y a la subjetividad al proyecto emancipatorio como si las piezas encajaran, habíaen aquella época –  lo voy a describir para que recordemos juntos un poco el horizonte teórico-muchas facilidades para que esto ocurriera. Primero: estábamos convencidos de que la historiatenía un sentido, segundo: pensábamos que la historia necesariamente iba a cumplir ese sentido, ytercero: pensábamos que si la historia iba a cumplir necesariamente ese sentido había lo que sepodría decir una teleología de la historia. Después, también pensábamos que esa finalidad de lahistoria tenía un sujeto ya elegido, que era la clase trabajadora, el proletariado para los marxistas, laclase trabajadora para el movimiento nacional y popular, pero en todos los casos pensábamos queese progreso era inexorable y que ese sujeto estaba destinado a cumplir el proyectoemancipatorio, y que si el sujeto no cumplía con ese proyecto emancipatorio era porque aun

    estaba alienado, porque aun no podía reconocer su propio deseo, o porque aun todavía no estaba

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    con los medios y con las condiciones para poder establecerse en ese proyecto. Había una granintención, una gran vocación, un gran esfuerzo de acomodar al sujeto a la lógica emancipadora talcomo se concebía en aquel entonces. Como una lógica que necesaria e indudablemente se iba acumplir. La historia estaba a favor de nosotros. Los obstáculos que aparecían eran nada más quemeras formas de impedir que la historia se realizara como tal. Se podía eventualmente bloquear lahistoria, pero esto era meramente circunstancial, tarde o temprano el obstáculo iba a ser superado.La historia iba a realizar su trabajo. Este era el horizonte de aquel entonces en donde la política se

     volvió como dije antes en “el significante amo del sujeto, el significante amo del psicoanálisis”. Tenían estas condiciones una idea finalista de la historia, una idea que podríamos decir querespondía a una cierta versión canónica de Hegel. La idea de un sujeto que de un modo dialecticose encarna en este proyecto histórico y realiza finalmente un fin de la historia, Ese fin de la historiadespués se polarizó bajo la versión democrática neoliberal. Pero finalmente hay un fin de lahistoria en Marx, la idea de una sociedad reconciliada sin clases. Recordemos que Marx habíaelegido al proletariado como esa clase que iba a encarnar al universal e iba hacer desaparecer alestado bajo la forma de la sociedad comunista. También estaba la idea de la liberación como unaidea redentora de la historia donde el sujeto finalmente iba a alcanzar una cierta plenitud, unacierta realización, como sujeto en la sociedad liberada. Dicho de otra manera, todos estosproyectos en aquellos años admitían fracturas, admitían rupturas, admitían procesos clínicos,

    admitían enfermedades, pero eso tarde o temprano iba a quedar reabsorbido y reintegrado en unasociedad distinta que pudiera verdaderamente eliminar, absorber y disolver esas fracturas.

    El sujeto y la política.

     Ahora es más difícil, sabemos en primer lugar que la historia carece de sentido, que está atravesadapor una contingencia radical, que no hay nada que lleve a la historia necesariamente a cumplir tal ocual proyecto. Que un proyecto se va cumplir en la medida que el deseo de ese proyecto sesostenga, en la medida que la apuesta por ese proyecto se sostenga, que a la vez esa apuesta noestá garantizada por la historia misma. Eso por el lado de la historia. Por el lado de los sujetos, yano pueden ser solamente presentados como el resultado de meras determinaciones sociales. Hay

    dimensiones del sujeto que si bien determinan todo el campo social, exigen una elaboración másfina. Me refiero al modo en que el propio Lacan teoriza como el sujeto adviene en el campo dellenguaje, y como ustedes saben muy bien, ya en los primeros debates de los Marxistas, el lenguajees una infraestructura, no es una superestructura.

    Lo que puede ser una superestructura son los códigos comunicacionales, las formas de hablar, lasformas lexicales que caracterizan una época. Pero el modo en que el sujeto emerge en el campodel lenguaje es la estructura misma. Y luego además, al sujeto le suceden muchas cosas: le sucedela neurosis, le sucede la psicosis. Eso tiene su propia especificidad, le sucede aquello que no puedenunca terminar de metabolizar simbólicamente que Lacan lo llama lo real. Le sucede la pulsión demuerte, que no es precisamente muy progresista que digamos porque esta es una instancia que

    está mas bien ligada a la compulsión a la repetición. Le suceden un montón de cosas queconviene tener el coraje de afrontarlas para decir “bueno, esta vez tratemos de pensar losproyectos políticos sin engañarnos respecto a la condición humana” sin buscar coartadas, sin estardisimulando como está hecho el sujeto.

    No es verdad que el ezquizo sea revolucionario, no es verdad que la psicosis sea el producto de unaexplotación social, no es verdad que la servidumbre voluntaria sea pura y exclusivamente elresultado de la voluntad de dominación de los opresores, no es verdad que a una sociedad lamantiene solo la represión que viene desde arriba. No es verdad eso, es todo mucho más complejo.Por ejemplo con la idea de la emancipación, se la piensa de la manera más sencilla, “Hay unafuerza exterior que nos oprime, si nos liberamos de esa fuerza nos realizamos ya plenamente”.

    Por supuesto es una condición liberarse de esa fuerza, pero después tenemos que ver qué pasa

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    con la propia experiencia subjetiva que no se va a realizar nunca plenamente. No existe ni existiráuna sociedad donde el sujeto finalmente no esté dividido y sea armónica su relación con el otro yya no se quiera suicidar y ya no quiera matar al vecino o no quiera encontrar algún tipo desolución extraña y bizarra para lo que es su propia existencia.

    Esto es lo que puede encauzar o al menos proponer unas nuevas condiciones para este dialogoentre el psicoanálisis y la política, privilegiando las tensiones. Sin llegar a la idea hegeliana de la

    integración dialéctica del todo en donde el psicoanálisis quedaría integrado finalmente en elmovimiento interno de lo social, entendiendo que estamos entre tensiones irreductibles, queestamos todo el tiempo haciendo la experiencia de algo que no encaja bien. Pensar por ejemplo,cosas que en el psicoanálisis no están ahora formuladas de una manera muy desarrollada, como sonel tema de lo común o el tema de la igualdad, pero también manteniendo rigurosamente lo que laenseñanza del psicoanálisis mantiene acerca del sujeto, es lo que intenté hacer en mi último libritoSoledad: Común.

    El psicoanálisis y lo colectivo.

    Hubo un problema que ha tenido la teoría psicoanalítica, y es que ha pensado en muchas ocasiones

    a lo colectivo siempre del lado de lo homogéneo, siempre del lado de la psicología de las masas,siempre del lado de la instancia que nos va a transformar a todos en lo mismo. Y mucho mas difícilha sido pensar a lo colectivo como un conjunto de diferencias, como algo no que unifica a todo elmundo y vuelve a todo el mundo formando parte del Uno, sino lo colectivo como un encuentrocontingente que permite el surgimiento de una voluntad colectiva transformadora que no tieneporqué necesariamente estar siempre unificada y saber a dónde va y establecerse en una dialécticade sentido progresista.

    Para el psicoanálisis no puede haber una sociedad utópica, una sociedad reconciliada consigomisma que haga desaparecer la política, la política va a existir siempre porque la fractura queconstituye a lo social es ineliminable, como la fractura que constituye al sujeto. No puede haber

    tampoco “progresismo” en el sentido que no hay una naturaleza progresista de la historia ni delsujeto. Revolucionaria, también es una palabra que hay que tomar con más prudencia porquepuede ser, como dice el propio Lacan, el retorno al mismo lugar. El problema no es la revoluciónsino el día después, lo que la organiza. El problema no está en el acontecimiento sino en el trayectode verdad que ese acontecimiento inaugura, la manera en que el acontecimiento se transforma enuna verdad colectiva. Es cierto que el acontecimiento hace al sujeto y no el sujeto alacontecimiento. El 17 de octubre constituyo una subjetividad política en este país, no fue lasubjetividad política la que invento el 17 de octubre. Pero siempre lo importante ahí es ver comoeso realiza un trayecto, en dónde eso se transforma en una idea colectiva. Una idea colectiva esuna cosa muy rara, no es una cosa permanente garantizada y que los pueblos ya saben y llevan ensu estructura.

    Por otro lado, por ejemplo, yo pienso que la experiencia kirchnerista no estaba necesariamenteincluida en el programa de la historia argentina. Consideré siempre una gran fortuna que se hubieraproducido. No pienso que necesariamente algún día iba haber un local que se llamara La Cámporaporque hubo un presidente que se llamaba Cámpora y estaba entonces ya en aquel presidente elnúcleo predeterminado de lo que iba a suceder. No. Podemos hacer una lectura retroactiva perosiempre que hacemos una lectura retroactiva lo hacemos sobre un fondo contingente, no sobre lanecesariedad de lo que obligadamente va ocurrir. En ese sentido el psicoanálisis le propondría a lapolítica pensar un modo de recordar lo que también es singular, dado que la política está obligadasiempre al “para todos”, no puede haber política pensando en cada uno, la política siemprecomparte un poco con lo que Lacan llama “el discurso del amo”, que está pensada para todos 

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    Lo que no termina de cuadrar es que el psicoanálisis defienda esta singularidad y que sedesentienda de lo que ocurre en el campo del “para todos”, porque nos interesa una sociedadigualitaria, porque solo allí aparecerían las verdaderas diferencias. Las diferencias que establece elmercado son un insulto a la diferencia verdadera, la diferencia que hay entre un sujeto y otro, no esla diferencia de que uno nació en un barrio de ricos y al otro le tocó otra historia, esa sería unadiferencia introducida por el mercado. Yo creo en una sociedad igualitaria porque creo que cuantomas igualitaria es una sociedad mas puede el sujeto surgir en su singularidad, surgir en su

    diferencia absoluta. Es me parece, una experiencia latinoamericana. Nosotros no fuimos nuncatotalitarios, las experiencias de los movimientos nacionales y populares latinoamericanos notuvieron nunca esa vocación. Pienso que aquí en Latinoamérica y en Argentina en particular, puedehaber un campo muy apropiado para precisamente pensar el inevitable “para todos” que implica lalógica colectiva de la política con la dimensión singular del sujeto y en eso el psicoanálisis es unaexperiencia interesante

    El psicoanálisis y lo contingente.

    Cuando me fui del país intente seguir pensado en aquel legado. Heidegger, Freud, Lacan y Marxfueron las cuatro formas para mí de articular un pensamiento sobre la política. La plusvalía de

    Marx, el pensamiento sobre la técnica de Heidegger, el inconsciente de Freud y el goce en Lacan. Vine en el 83 y unos amigos me invitaron a una escuela lacaniana. En aquel entonces todavía noestaba el campo freudiano y me invitaron a una conferencia y no entendí absolutamente nada. Yome había ido a un país donde nadie daba por sentado nada y había que explicar todo muyclaramente y si uno no lo explicaba bien el problema era de uno. Si no se entendía claramente, eramuy difícil sobrevivir porque uno tenía que sobrevivir gracias a que transmitía algo claro.Entonces percibí que el discurso se había vuelto autorreferente, que se había producido dentro deaquel lacanismo una suerte de referencialidad. Parecía un discurso que había emergido de la nada,que hubiera sido igual que se pronunciara en cualquier lugar del planeta, que no tenía ningunareferencia. Pero claro, la política estaba recluida, estaba rechazada del plano. Ahí me di cuenta quehabía sido una estrategia de sobrevivencia, como que el discurso se había separado de todas las

    cuestiones que hacían al campo político, social y contemporáneo. Entonces aquí me di cuenta deque aquel legado de los 70´s había quedado en suspenso, no estaba ya dentro de laspreocupaciones teóricas.

     Ahora, en cambio, creo que se dan todas la condiciones porque este país ahora sí se indagó a simismo como no lo había hecho nunca en todos los aspectos como para abrir de nuevo unaconsideración y para tener también como herencia aquellos problemas que en aquella épocaquedaron pendientes en relación a la teoría del sujeto y al campo político social, ahora disponemosde muchos instrumentos nuevos. También hay que reconocer que se ha producido un fenómenoen el mundo que es que hay muchos pensadores de la política que han incluido el problema de lasubjetividad en el modo que ellos tiene de pensar el proyecto emancipatorio. Sin ir mas lejos,

    Ernesto Laclau reformulo la teoría de la hegemonía para, precisamente, pensar los movimientosnacionales y populares. Toni Negri y su teoría de la multitud, de lo común, del devenir en multitud,de la transformación del imperio por la vía de la experiencia de lo común de la multitud, llevacomo herencia la marca deleusiana del “antiedipo”. 

    Lo que si ocurre ahora es que la cuestión del sujeto se ha vuelto absolutamente crucial. Pensar a lapolítica no como gestión, no como distribución de opiniones y de consenso; sino como unaexperiencia de la verdad. Entiendo por política una experiencia que afronte los antagonismos y noque trate rápidamente de disolverlos en el modo de las opiniones. Entiendo por política algo que lecambie la vida a los sujetos.

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    El psicoanálisis, los psicoanalistas y el neoliberalismo

     Yo creo firmemente en la diferencia entre la neurosis y la psicosis. Por supuesto entiendo a lapsicosis no desde una lógica segregativa, la entiendo desde la dignidad de una experienciasubjetiva. Aquí en Argentina, por la presencia del psicoanálisis no se percibe, pero ha desaparecidoesa diferencia en Europa, y la ha hecho desaparecer la industria farmacología y la alianza entre elcognitivismo y la neurociencia y la industria farmacológica que son una expresión acabada del

    neoliberalismo porque, por ejemplo, los niños ya están bajo dispositivos de control donde estánmedicados.

    La idea que tuvo Lacan de decir “yo soy un psicótico” o decir “la psicosis es la estructura” oconsagrarse al estudio del yo que había neologizado la lengua para construir su obra esinconcebible, es considerada como un delirio literario. En la estructura de mentes de la saludmental que rige en todas partes Freud es una obra literaria, Lacan es una especulación literariasobre otra obra literaria. Yo al revés pienso que es un hecho político de primer grado mantenerseen esa clínica, que es una clínica que está siendo erradica por un orden tecnocrático neoliberal delcapital. Hay múltiples experiencias en el campo de la neurosis y la psicosis, pero toda esamultiplicidad ha quedado cercenada, ha quedado borrada de tal manera que ya ahora no se

    distingue si el señor esta triste porque esta desesperado porque no puede mantener a su familia yno da más con esta vida, o es una depresión porque una depresión le sirve. Creo que ahí se tieneuna confusión, para los foucaultianos, son todas construcciones sociales. Ser homosexual es unaconstrucción social, ser heterosexual es una construcción social. Es un poco como pasó con lapolítica en los 70´s aquí. No es exactamente una construcción social, sigue siendo una elección delsujeto en su dimensión más radical, la de ser heterosexual u homosexual. No va haber unaconstrucción social que borre la imposibilidad de la relación sexual, habrá mil formas de responder,la muerte, hablar… y de que la relación sexual es imposible es igual en Grecia, Roma, en elcapitalismo en Argentina, en China y en Japón. Lo que es diferente es el modo de arreglarse coneso, que se hace con que uno va a morir, que se hace con que uno habla, que se hace con que larelación sexual con el otro (ahora estoy haciendo referencia a una formula lacaniana) es imposible

    si tiene en cada lugar y en cada tiempo histórico una respuesta.

    Si vemos los últimos protocolos son todos evaluadores, se van todos los días a mostrar losdeberes y la agencia de evaluación se comporta como lo que Freud dice que es el súper yo. Y dice“si pero no es suficiente”, “falta un poco más, has renunciado pero, necesitamos más renuncias,necesitamos que recortes aquí, que recortes allá”, y desde luego este recorte que ellos producen noes un recorte de goce, es un recorte al revés, que inunda de pulsión de muerte la vida de la gente.

    Bueno esos protocolos de evaluación están en todas partes y ese régimen de evaluación haborrado todas las categorías clínicas. Puedo entender que puedan ser segregativas, pero es muchomás segregativo esto que se está produciendo ahora, por ejemplo se están planteando colegios para

    los inteligentes, esto no pasó nunca, esto con el psicoanálisis no hubiera podido pasar. Se planteanestructuras educativas solo aptas para aquellos que cumplen la performance esperada según losprotocolos de evaluación, esto es el retroceso de la clínica psicoanalítica. Está desapareciendo elpsicoanálisis como desaparece la filosofía, es decir van juntos. De hecho el mundo anglosajón notiene mucha filosofía ni psicoanálisis. Por eso sería interesante que Argentina la pudiera custodiarporque les aseguro que en el mundo desaparece.

    Si los psicoanalistas es cierto que se refugian en una posición neoliberal, ya veremos si ellos quehacen, pero mi problema no es adoctrinarlos a ellos, me interesa el psicoanálisis como un elementopara pensar las cosas que hay que pensar contemporáneamente. La cuestión de la práctica, lapractica si, la práctica no, puede ser una práctica de adoctrinamiento. Porque lo que sí paso en los

    70´s fue transformar la experiencia en una práctica de adoctrinamiento. Entonces no había ni

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    psicoanálisis ni política ahí, porque si la práctica es una practica de adoctrinamiento se estáhaciendo en un lugar que no corresponde, porque se fuerza todo a un proceso identificatorio quetal vez no sea el más pertinente para lo que sea la experiencia del psicoanálisis. Ahí hay que volveral tema de las tensiones, son muchos temas que no van a encajar, no van a articular.

     Yo no impulsaría la idea de un psicoanalista que en la práctica analítica introduzca, él mismo, susideas. Me parece que ahí mismo hay algo del acto analítico que exige poner en juego cierto

    suspenso de esos significantes. Si, después los psicoanalistas como colectivo, bueno esta es otracuestión. EL PSICOANALISIS NO SON LOS PSICOANALSTAS, no coinciden, no son lomismo.

    Hay que aprovechar todos los espacios sociales en donde se pueda introducir precisamente unapráctica con el sujeto y que es más fácil condenar al psicoanalista por reaccionario que pensar en larelación psicoanálisis / política. Yo lo experimente en los años 70´s, me acuerdo cuando nosotroshacíamos el grupo operativo con todos los jóvenes que trabajan en “Casa Tía”, con todos losempleados del comercio. Nuestro interés era lógicamente el grupo operativo para renviarlos a lamilitancia a todos. Pero en el medio del grupo operativo había uno que se quería separar de lamujer, el otro que se peleaba con la madre. Entre los compañeros decíamos que estábamos

    metidos siempre en un espacio que era de muy difícil articulación porque desencadenábamosnosotros mismos, por el solo hecho de poner a hablar a un grupo de trabajadores en un espaciodeterminado, una serie de relaciones con la verdad que no se podían rescribir fácilmente en elmismo horizonte que nosotros queríamos llevar todas las cosas.

    De ahí aprendí bastante porque por un lado aquella experiencia le permitía a la personaefectivamente hacer un trabajo grupal, incorporarse a un proyecto político, vincular muchas de lascosas que le sucedían en su realidad laboral con sus proyectos personales. Pero también aparecíanelementos que no teníamos la forma de articularlos ni elaborarlos porque era el sujeto hablandomas allá de lo que estaba en ese momento como objetivo en nuestro caso. Entonces como soyheredero de esas tensiones pienso que esa articulación tiene muchas dificultades.

    Después también quería hacer otra referencia al si mismo en algunos psicoanalistas. Comoresistiríamos las funciones de la ideología que es un elemento, que para mi, sigue siendosumamente problemático. Es decir, es un método porque ahora el psicoanálisis nos permite através de la teoría del fantasma, problematizar el campo de la ideología. La cuestión de laideología, que no se puede pensar en los términos de una falsa conciencia ni creo que sea suficientepensarla a través del fetichismo de la mercancía, implicaría de nuevo a la teoría del sujeto, debe serde nuevo problematizada en todo su rigor.