giovanni sartori, reflexiones personales
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Ramírez Guzmán DanielExamen-Exposición
30-11-2014
Giovanni Sartori. “La política como ciencia”. En La política:
lógica y método de las ciencias sociales. 2ª ed., trad. de Marcos
Lara México, Fondo de Cultura Económica, 2000, pp. 201-260.
En “La política como ciencia”, Sartori establece ciertos criterios para delimitar y a
su vez marcar la separación entre filosofía y ciencia, y viceversa, diferenciando por
ende el saber filosófico del saber científico. Para lograr dicho propósito, Sartori,
parte de la enunciación y definición de criterios epistemológicos como lo son: sus
métodos, objetos de estudio, preguntas fundamentales, sus finalidades, su
lenguaje y los conceptos que lo conforman, la formulación de teorías y su posible
aplicabilidad práctica, y por último su objetividad y/o subjetividad. A continuación
expondré de forma general los aspectos abordados, ofreciendo una síntesis del
capítulo en cuestión.
En la antigüedad clásica y hasta el siglo XVI, la filosofía y la ciencia se
encontraron imbuidas en el pensamiento filosófico, sin embargo llego un punto en
el que la ciencia reclamó autonomía derivada de la construcción de una nueva
forma de pensamiento, el científico, y de un método propio en “el lapso que va de
Bacon a Galileo y por último a Newton.”1 El siglo XIX vio nacer diversas disciplinas
científicas, entre las que se contaban las fisicalistas, las naturales, así como las
llamadas ciencias del espíritu o humanas, entre ellas la ciencia política, la cual
desde poco antes había comenzado a establecer un método y la construcción de
su objeto de estudio, de forma que pudiera crear imperativos y leyes, reclamando
autonomía, perfilando una identidad particular para ella y para su estudioso, es
decir, un “modo autónomo de estudiar la política en el sentido de que el politólogo
no es filósofo, no es jurista, no es economista y no es un sociólogo.”2 La
preocupación de Sartori, parte de este hecho, es decir, de marcar la diferencia, así
como los límites entre la ciencia [política] y la filosofía [política].
1 Ibíd., p. 225. 2 Ibíd., pp. 228-229.
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30-11-2014Para Sartori la filosofía “puede ser vista como un contenido de saber y/o
como un método de adquisición de ese saber.”3 El filósofo [político] establece sus
temas de reflexión respondiendo a ciertos criterios y objetivos, los cuales son
diferentes a los del politólogo. Ambos saberes se diferencian, según Sartori, a
partir del criterio de aplicabilidad, operatividad y praxis, los cuales no están
presentes para el caso de la filosofía, a pesar de ello, entre ciencia y filosofía
existe un “puente, el cual marca la transición de la filosofía política a la ciencia
política entendida estrictamente […]”: la teoría [política].
Desde la perspectiva de Giovanni Sartori no existe la ciencia sin la teoría,
pero la “ciencia a diferencia de la filosofía, no es solamente teoría […]”: la ciencia
es operatividad, aplicabilidad, acción, transformación, es decir, la traducción de la
teoría en práctica. El papel de la filosofía es la creación de ideas, de valores, de
elaboración de visiones del mundo.4 Cuando ha renegado o ido más allá de ello,
es decir, cuando la filosofía se ha propuesto llevar a la práctica sus postulados, un
tanto a la forma enarbolada por Kant de que lo “que es verdad en teoría debe ser
verdadero también en la práctica […]”5, los resultados han dejado mucho que
desear, según él autor, siendo la prueba más fehaciente de la tesis de
inaplicabilidad del filosofar, el marxismo.6
Tanto la ciencia [política] como la filosofía [política] han desarrollado un
lenguaje particular a partir de la formulación de conceptos que parten de las
diferentes concepciones de mundo, ello en función de sus respectivas preguntas
fundamentales, las cuales para el caso del filósofo parten del por qué y del
científico del cómo, teniendo entonces que la filosofía puede caracterizarse por un
“comprender ideando”, enarbolando una explicación dada por la justificación, y la
ciencia de un comprender observando a partir de una explicación que busca las
causas.7
3 Ibíd., p. 230. 4 Ibíd., p. 244. 5 Ibíd., p. 242. 6 Para ver la crítica a la filosofía de Marx, véase. Ibíd., pp. 242-243. 7 Ibíd., p. 240.
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30-11-2014La filosofía y la ciencia, como hemos mencionado desarrollaron un lenguaje
particular, sin embargo para el caso de la ciencia dicho lenguaje debe construirse
a partir de la reflexión, de la crítica al lenguaje común, del desarrollo de un
lenguaje especializado (técnico, preciso y articulado) que permita la
acumulabilidad y repetibilidad.
El aspecto anterior permitió dar paso a la <<ciencia política>> moderna,
diferenciándose al fin de la pre-científica.8 El momento que marcó la pauta para
ello ocurrió en la década de 1950, con la “revolución behaviorista”, la cual significó
la introducción de técnicas cuantitativas, con las cuales se pretendió enarbolar
modelos “fisicalistas” que validaran la investigación mediante la
comprobación/corroboración matemática, los cuales intentaron dotar de mayor
objetividad a la ciencia política. Para Sartori la objetividad es la no valoratividad,
que define como la neutralización de valores. Al respecto Bobbio señala que
la“[…] no valoratividad es la virtud del hombre de ciencia, así como la
imparcialidad es la virtud del juez”, por lo que se concluye que la no valoratividad
es un “principio regulador” y constitutivo de imparcialidad que dota de objetividad
a la ciencia.9 Sartori califica a la “ciencia valoradora” como mala filosofía y pésima
ciencia.
Pero, ¿Cuál ha sido el efecto de las pretensiones cientificistas de la
revolución behaviorista en la ciencia política? Al respecto, Sartori señala que
conllevo el abusó de la cuantificación y los datos, la multiplicación de los
tecnicismos, lo cual derivó en operacionalismo mal dirigido que daño a la teoría,
provocando un serio problema de identidad y epistemológico a la ciencia política.
8 Véase, Ibíd., pp. 246-247. 9 Ibíd., pp. 252-253.
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30-11-2014Encuentros entre política e historia
Para la disciplina histórica la ciencia política ha servido como generadora de
conceptos que permiten elaborar un análisis más profundo de las relaciones de
poder en la sociedad, en sus distintas dimensiones, sean estas regionales,
nacionales, internacionales e inclusive globales. Para la ciencia política la historia
es una herramienta analítica que le permite observar la diacronía y sincronía de
los fenómenos que estudia, es decir su historicidad entendida como cambio y
desarrollo. Lo anterior ha contribuido a que la ciencia política amplié su objeto de
estudio y desarrolle nuevos métodos. Ejemplo de ello lo tenemos con el desarrollo
del método comparado, que permite fijar mediante el análisis sincrónico, es decir a
partir de la comparación de fenómenos que ocurran con concordancia temporal o
tengan entre sí elementos que permitan cotejarlos, examinando a la vez los
procesos y rupturas que los generaron, es decir en su diacronía.
Las aportaciones de la política a la historia, quizá sean más de índole
conceptual, desde que la política en opinión de algunos surge como “ciencia” a
partir de las reflexiones de Nicolás Maquiavelo, en el sentido recuperado por
Sartori en La política, de su distanciamiento de la filosofía, al reflexionar sobre el
actuar político desde una óptica autónoma que parte de la observación empírica,
se observado que la contribución de esta “ciencia lata” a la historia ha sido
patente, particularmente desde el desarrollo de un lenguaje propio, cuyos
conceptos han sido de utilidad para analizar el pasado aunque desde la
perspectiva histórica.
La historia durante un largo periodo de tiempo centro sus esfuerzos en el
estudio de lo político, de hecho la historia como disciplina que pretende
enarbolarse como ciencia en el siglo XIX, se volcó a elaborar historias nacionales
en las cuales su narración y análisis se enfocó en los hechos, ideas, movimientos,
personales y genealogías enmarcados en lo político, a raíz de la necesidad de
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30-11-2014legitimación e identidad que requerían los llamados Estados nacionales desde el
siglo XVI, hasta las llamadas naciones modernas en el siglo XIX.
La relación entre política e historia en el sentido comentado arriba llegó a
una crisis, producto del vuelco a otros ejes temáticos en los cuales los
historiadores centraron su atención durante la primera mitad del siglo XX,
principalmente el económico. El aspecto político se recuperó sólo hasta entrada la
segunda mitad de dicho siglo: la recuperación vino en compañía de la
interpretación marxista de la realidad, siendo lo social el objeto de estudio
preponderante desde el análisis de la relación entre el Estado, la economía y la
sociedad.
¿Pero cuál ha sido el papel de la historia y la política más allá del terreno
académico o epistemológico? Toda ciencia pretende mediante la producción de
conocimiento, primero en la forma de producción teórica, ser llevado a la práctica,
a su aplicabilidad, es decir, ejercer influencia en la realidad. La política, quizá de
una muestra más apreciable de ello, ejemplo de ello: el análisis de la realidad,
para llevar en su forma aplicabilidad la formulación de políticas públicas, que
ejerzan influencia en la realidad social. Como vemos dado que al estudiar las
relaciones de poder nos permite entender su entramado y mediante la teoría
acerarnos a la praxis.
La historia por su parte se ha dedicado más a comprender la realidad, el
presente en función del pasado, a explicar en su acepción más general, los
fenómenos sociales bajo el condicional de las coordenadas espacio-tiempo.
Debemos aclarar que existen múltiples usos para la historia entre los que se
cuentan la creación de un discurso nacionalista que legitime al Estado y a su vez
bajo la pretensión crear una consciencia y valores ciudadanos de dudosa calidad y
orientación.
Para el caso de nuestro país, la historia juega ese papel, al menos en las
escuelas públicas y el discurso oficial, y la política es entendida por una mayoría
poblacional a la forma de ejercicio deshonesto del poder, por lo que cabría
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30-11-2014replantear el papel de la política en su forma de ciencia, en su aplicación y en su
ejercicio. La finalidad del punto anterior sería la creación de políticas públicas que
realmente beneficien a la sociedad, así como la creación de mecanismos de
negociación entre la sociedad y los actores políticos, la reformulación del papel
del ciudadano como actor político y de los funcionarios públicos; el papel de la
historia en este sentido iría encaminado a dotación de las habilidades analíticas
propias de la historia, referidas al análisis de la información, del sentido y/u
orientación de un discurso. Por lo que ambos replanteamientos nos permitirían
dotar de un sentido crítico a la ciudadanía, aunado a que los posibilitaría de
elementos para exigir con razón y causa la apertura de espacios, y la orientación
para la resolución de conflictos y exigencias por medios que se sumarian a los
usuales, como la protesta desbordada en las calles y las huelgas, qua a la larga
contribuirían a mejorar nuestra democracia.
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