la perspectiva modularista del desarrollo cognitivo
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UNIDAD 6. PROCESOS MENTALES EN LA COGNICIÓN HUMANA
La Perspectiva Modularista del Desarrollo Cognitivo
La modularidad de la mente
Según la propuesta de Fodor (1983), el funcionamiento cognitivo humano puede interpretarse y
comprenderse en referencia a la actuación de dos tipos de sistemas de procesamiento: sistemas
de entrada y sistemas centrales. Los sistemas de entrada se configuran como una serie de
módulos especialmente preparados para captar y procesar determinados tipos de información,
proporcionando determinados resultados; es decir, son específicos de dominio.
Los sistemas centrales, por el contrario, son inespecíficos y no modulares operando
simultáneamente con la información de los distintos dominios que suministran los módulos
perceptivos. Sin embargo, su acceso a esta información es solo limitada, ya que solo reciben los
productos superficiales o finales de las computaciones; dicho de otro modo, únicamente tienen
acceso al último nivel de procesamiento, no a las computaciones profundas o intermedias.
Nacer sabiendo, el desarrollo como retroceso.
La concepción modularista del funcionamiento cognitivo implica simplemente la asunción
racionalista de que el aparato cognitivo ya viene equipado de entrada con los dispositivos y el
conocimiento básico necesario para una adecuada adaptación, de manera que n requiere de
manera esencial el concurso de la experiencia o el aprendizaje en interacción con el medio.
En esta línea, quizá cabe destacar el trabajo de Mehler y Dupoux como una de las
aportaciones más completas y elaboradas hasta el momento. En referencia a estos autores, hemos
de empezar reconociendo que para este punto les hemos tomado prestado el titulo de su libro
nacer sabiendo porque, desde luego sería difícil encontrar una descripción mejor tan breve y a la
vez tan informativa sobre la concepción que hemos presentado y que estos autores defienden.
En este trabajo, Mehler y Dupoux se suscriben sin reservas a las tesis modularistas de
Fodor, entendiendo la mente como un conjunto de procesos especializados, que realizan su trabajo
automáticamente y en paralelo fuera del alcance de la introspección consciente.
Como señala Pérez Pereira (1995) resulta evidente el paralelismo de estos mecanismos con
la concepción de Fodor, como un proceso de formulación y comprobación de hipótesis, ligado a los
sistemas modulares. Aunque en este caso si se asume explícitamente la idea de un desarrollo.
Competencias cognitivo-perceptivas tempranas
Mehler y Dupoux refieren múltiples evidencias de su planteamiento innatista, tratando de demostrar
que, en efecto el equipaje genético que trae el niño es bastante competo en cuanto a
competencias, principios universales y nociones generales sobre el mundo y que esta dotación
guía su desarrollo en términos de posibilidades restringidas que hay que seleccionar y actualizar.
Tales evidencias se presentan en tres frentes: las capacidades perceptivas que poseen los bebes
(sobre los colores, las formas y configuraciones, la orientación, ritmo, etc.), la amplitud de sus
conocimientos tanto relativos al espacio y a los objetos físicos (profundidades, constancias de
forma y tamaño, correspondencia intersensoriales, habilidades aritméticas, etc.) como acerca de si
mismo y de los demás (imitación de gestos faciales, reconocimiento del rostro humano y de la
madre, representaciones sobre la mente de los otros, etc.) y las reiteradas bases biológicas del
lenguaje (incapacidad de los chimpancés para aprenderlo, presencia en niños con deficiencias,
localizaciones cerebrales de ciertas funciones lingüísticas, discriminación fonética temprana, rápido
reconocimiento de palabras de la lengua materna, etc.)
Teoría de la mente
Otro tipo de datos que se han reclamado como evidencia del conocimiento innato del niño, son los
relativos a las representaciones tempranas sobre sus propias mentes y las de los demás; lo que
entraña la habilidad para reconocerse o atribuir estados mentales (creencias e intenciones,
sentimientos y deseos, etc.) a fin de interpretar y comprender las conductas externas observadas o
predecir las que se darán. Es lo que se designa genéricamente como la formación de una teoría de
la mente y que se ha convertido en un área de investigación de gran auge desde los estudios
pioneros de Premack y Woodruff (1978) en los que se preguntan ya sobre su existencia en los
chimpancés.
Partiendo de la teoría original de Wimmer y Pertner (1983) que se conoce como falsa
creencia, Baron-Cohen (1985) la presentan como una historia entre dos muñecas, Sally y Ann:
Sally guarda una canica en su bolso a la vista de Ann y sale a dar un paseo. Entre tanto Ann coge
la canica y la pasa a su propio bolso. Cuando Sally regresa quiere jugar con su canica. En este
momento de la historia se pregunta al niño donde irá a buscar Sally su canica. Lógicamente, si el
niño se ha formado una teoría de la mente de Sally apropiada, responderá que buscara la canica
en su propio bolso porque debe creer que esta donde la dejo; no tiene otra información.
Habilidades simbólicas y comunicativas tempranas: A este respecto hay distintas propuestas, pero
aquí nos interesa destacar la explicación dada por Leslie, según la cual en línea con el análisis que
hemos presentado la capacidad de formar teorías de la mente descansa sobre un mecanismo
especial que denominan metarrepresentacional. Como su nombre sugiere, se refiere a un
mecanismo especial que permitirá representar representaciones mentalmente y que implica un
segundo nivel respecto a lo que pueden considerarse como representaciones primarias o de primer
orden, directamente referidas a los objetos del mundo que pueden percibirse.
Leslie encuentra un gran paralelismo o isomorfismo entre la actividad mentalista implicada
en la tarea de la falsa creencia y estos juegos simbólicos, por lo que implican ambos de manejo
simultaneo de representaciones correctas o ajustadas e incorrectas o falsas, es decir, la
modificación de las relaciones normales de referencia; un paralelismo que cobra especial
significación y solvencia en cuanto que la ausencia de juego simbólico es, como decíamos, uno de
los déficits característicos de los niños autistas.
La perspectiva evolucionista: El efecto y la explicación que propone Baron-Cohen sobre la teoría
de la mente y que organiza en tono la explicación del déficit autista, se apoya decididamente en
una justificación evolucionista de la modularidad fodoriana de la mente: se concibe, básicamente,
como un conjunto de sistemas de procesamiento de la información relativamente independiente,
diseñados por la selección natural para cumplir funciones adaptativas especificas.
Con este marco evolucionista de fondo, la argumentación de Baron-Cohen toma diversas
direcciones sobre la base de datos evolutivos, psicopatológicos y neurobiológicos en la misma
línea de los ofrecidos en la explicación modularista del desarrollo del lenguaje. Así, mientras que
en el caso del lenguaje como veremos la propuesta modular se apoya en cuidadosos análisis sobre
la estructura formal del resultado final, Baron-Cohen presenta más bien intuiciones basadas
únicamente en su propia fe acerca de la viabilidad y plausibilidad del programa modularista.
La idea central como veremos con más detalle en el caso del lenguaje a partir de otra
importante revisión crítica (la de Tamasello, 1995), es que no son necesarios mecanismos
modulares específicos para dar cuenta del desarrollo de habilidades psicológicas especificas y que
la modularización puede ser el resultado mas que la causa de ese desarrollo, el cual, simplemente,
se ira materializando como una progresiva especialización y canalización de recursos hacia la
solución de problemas específicos en función de objetivos concretos.
¿El instinto del lenguaje?
Siempre se ha pensado que de la misma manera que nacemos preparados para desplazarnos
erguidos sobre dos piernas pongamos por caso, también debe haber un conjunto de estructuras y
competencias universales y genéticamente previstas a partir de las cuales se hace posible el
desarrollo de la capacidad de hablar. A fin de cuentas, cualquier habilidad humana se sustenta en
un cuerpo y un cerebro biológicamente constituidos y, por tanto, al menos a ese nivel, debe hacer
uso de alguna predisposición congénita. En este sentido, como sabemos, la perspectiva
modularista se sitúa en el extremo racionalista e innatista defendiendo que esa base biológica
consiste en un completo modulo, una especie de “órgano mental”, específicamente diseñado y
programado para el procesamiento y producción del lenguaje e independiente de otras habilidades
o comportamientos inteligentes.
La teoría de Chomsky (1959, 1968) sobre la “Gramática Generativa” es la primera propuesta
moderna elaborada en esta línea. Como es bien conocido, se trata, en principio de una teoría
lingüística cuyo objetivo es precisar la “estructura común” que subyace a todas las lenguas
humanas. Dado que estas estructuras se conciben como universales y fijadas de antemano en la
mente de los individuos, desde el punto de vista epistemológico, es clara su filiación racionalista.
Argumentos y contra-argumentos a las tesis modularistas e innatistas: Posteriormente los
defensores de este punto de vista han extendido la argumentación puramente lógica al plano
empírico, apelando a una gran variedad de datos y a nuevos tipos de investigación que,
supuestamente, ponen en evidencia los precursores neonatales del lenguaje. En este contexto hay
que citar el trabajo de Pinker (1994) su libro es interesante porque al extremo que por si mismo
ocupa el enfoque modularista, se añade quizá un tono excesivamente categórico y autosuficiente.
Por un lado, el autor se adscribe al punto de vista innatista sin ningún tipo de reserva, hasta el
punto de que, en una actitud posiblemente provocadora, elige hablar del lenguaje directamente
como un instinto es, de hecho, el título del libro a fin de enfatizar su origen esencialmente biológico
y genético.
Tomasello aduce, de entrada, el incumplimiento de dos criterios básicos que definen las
competencias y conductas instintivas: primero, tienen una expresión estereotipada y segundo,
aparecen y se desarrollan aunque se aparte el individuo del medio característico de la especie o se
le prive de las experiencias habituales. Lo que ocurre como advierte Tomasello, es que el termino
lenguaje se usa de manera restringida para referirse únicamente a los que se considera una
gramática universal, la “Gramática Generativa”; esto es, el modulo especifico en el que
supuestamente residen las estructuras lingüísticas propias de la especie.
Plausibilidad psicológica: Tomasello (1995) pone en cuestión la plausibilidad psicológica en la GG
llamando la atención sobre tres aspectos de indudable interés para el psicólogo evolutivo:
1) El objetivo de Chomsky al formular la GG era formalizar las sentencias gramaticalmente
correctas del lenguaje, de manera que como modelos del lenguaje natural toma los lenguajes
formales de la lógica y de las matemáticas.
2) Curiosamente y pese a la abstracción y pretendida universalidad de las estructuras, la GG
enfatiza ciertos aspectos que solo parecen casar bien con la lengua inglesa (el orden de
componentes o ciertas categorías sintácticas, como la del sujeto).
3) El broche final a esta opción netamente racionalista es como ya hemos reiterado la negación del
desarrollo. Puesto que las estructuras son formas abstractas (se sugieren, de hecho, como formas
puras en el sentido platónico, en cuanto que se expresan matemáticamente), no se aprenden sino
que están programadas genéticamente.
Evidencia empírica: Se apela, por un lado, a la ineludible especificad y universalidad del lenguaje
como algo propio de los humanos, de todos ellos (exhaustividad) y solo de ellos (exclusividad).
Otra serie de argumentos y evidencias van dirigidos a apoyar directamente la tesis modularista. En
este sentido, se hace inventario de un amplio conjunto de fenómenos, investigaciones o casos que
sugieren una clara desconexión o disociación entre distintos aspectos del lenguaje o entre el
lenguaje y otras habilidades cognitivas; o que relacionan directamente lenguaje y cerebro: déficits
lingüísticos muy selectivos en sus manifestaciones o en sus efectos.
Por otro lado, Pinker también recuerda los consabidos argumentos en torno a la insuficiencia
de los procesos de aprendizaje ya la pobreza del estimulo, aunque añada nuevos datos: por
ejemplo, sobre casos de adquisición en ambientes especialmente empobrecidos. Pero el hecho de
que el lenguaje se aprenda en circunstancias diversas e incluso adversas, tampoco dice mucho
sobre los mecanismos involucrados. En definitiva, la estimulación lingüística no solo es un
prerrequisito sino que también condiciona de diversas formas su desarrollo.
Con respecto al desarrollo en circunstancias normales y en lo que se refiere a la insuficiencia de
aprendizaje, se destaca particularmente el hecho de que el niño llegue a evitar ciertos errores que
debería lógicamente cometer y mantener, si su aprendizaje fuese puramente inductivo; sobre todo
ante la falta de evidencia negativa, dado que no suele recibir una corrección sistemática de sus
errores.
Alternativas y convergencias: Tomasello cita en concreto un surtido grupo de lingüísticas
abiertamente en desacuerdo con el tipo de análisis que ofrece la lingüística chomskiana y su visión
modularista e innatista de las estructuras de conocimiento subyacentes. Algunos pretenden hacer
lo que denominan una “Lingüística Cognitiva”, otros una “Lingüística Funcional”, pero todos ellos
se caracterizan por rechazar el modelos de los lenguajes formales, manejando en su lugar
constructos con una base psicológica más significativa podríamos decir, dentro de una órbita más
centrada en el contexto de la actual psicología cognitiva: símbolos, imágenes, categorías,
esquemas, etc.
En definitiva más que como un modelo preprogramado, el lenguaje se concibe como un
mosaico de diferentes habilidades una nueva función hecha de viejos componentes, en los
términos de Bates (1979) algunas de las cuales pueden ser específicas del lenguaje, mientras que
otras pueden ser las mismas que el niño utiliza en otros dominios de su desarrollo social y
cognitivo. Curiosamente algunos de los autores más sobresalientes de este enfoque por ejemplo,
la propia Karmiloff-Smith, que por su tono integrador y ecléctico, hemos situado hacia el centro de
nuestro esquema organizador, parecen orientarse en la actualidad hacia la más moderna
perspectiva del conexionismo.
En definitiva y por concluir resaltando las principales críticas que se han realizado al
racionalismo, es necesario superar la innegable “vacuidad teórica” que supone apelar al innatismo
como forma de explicación, cuando no se hacen las precisiones que toda teoría científica requiere.
Argumentos como la socorrida “pobreza del estimulo” constituyen en sí mismos una interpretación
teórica y por tanto, son poco convincentes.
En esta línea es en la que el conexionismo parece tener algunas cosas que decir, en cuanto
se muestra potencialmente capaz de manejar, no solo las posibles restricciones innatas, sino
también las posibilidades del aprendizaje, y las evasivas cuestiones de la creación del significado.
Pero, para seguir un orden, hemos de ocuparnos antes de otras aportaciones cognitivistas también
importantes y de completa actualidad.
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