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— Ana María Bustamante —

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Page 1: Ana María Bustamante —

— Ana María Bustamante —

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A N T E S D E S E R S I L E N C I O

Page 4: Ana María Bustamante —

Título: Antes de ser silencioPrimera edición: 2019

© Solaris Ediciones, 2019© Premio Nacional de Poesía Tomás Vargas Osorio, 2019© Ana María Bustamante, 2019

Impresión: La Bastilla Soluciones S.A.S.Coordinación Editorial: Fidel Andrés Jiménez MartínezDiseño y diagramación: Juan David HernándezPortada: Ana María BustamanteFotografías internas: Ana María Bustamante

Corporación para el Fomento Regional SolarisNit: 901.067.620-3Email: fomentoregionalsolaris@gmail.comwww.corporacionsolaris.orgBucaramanga – Colombia

ISBN: 978-958-52257-1-8

Todos los derechos reservadosHecho el depósito legal

Impreso en Colombia - Printed in Colombia

Page 5: Ana María Bustamante —

— Ana María Bustamante —

Obra ganadora del IV Premio Nacional de Poesía Tomás Vargas Osorio 2019,

con el apoyo del Ministerio de Cultura - Programa Nacional de Concertación

A N T E S D E S E R S I L E N C I O

Page 6: Ana María Bustamante —

El Inicio

El Puente

El Salto

El Regreso

07

17

43

63

Contenido

Page 7: Ana María Bustamante —

“Vivir

es la palabra y su espejo”.

María Cinta Montagut

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i

" El Inicio"

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10

Vengo al encuentro con lo antiguo,

al hondo renacer de esta ceniza.

A poblar el silencio,

el cansancio,

torpemente,

con mis huesos fundidos.

A nacer, viajera

en el indefinible milagro del alba.

A eso he venido.

Page 11: Ana María Bustamante —

11

Cuando se abra el espejo del mundo

nacerá la sombra del lenguaje

como la sombra del sol

en los árboles.

Nacerá el fantasma del tiempo

vibrando en las ramas:

La luz pedirá emprender el viaje.

el mundo es una batalla de hojas,

un oleaje de llamas sin rostros

en la piel de un roble,

y nosotros, piedras

por las que pasa el olvido.

Page 12: Ana María Bustamante —

12

Todo reverdecía en la lluvia,

en el fuego,

antes de ser la vida este misterio.

Toda mi vida fue la lluvia.

He nacido para el milagro

como una ola salvaje

que rompe la orilla y se desnuda.

La sangre bebe la lluvia para nacer

y besa la ruina para entender

la ceremonia del grito que precede la vida.

Cada hora, la boca de un lobo

construye mis latidos

y uñas largas reinventan

el ardor, porque mi juventud

espera más heridas.

La palabra dicha

es el verdadero inicio del milagro.

Page 13: Ana María Bustamante —

13

Cuando en las mañanas

amanece tu huella en la tierra,

apartas tu cuerpo de la noche

pues temes sentir el doloroso brillo del sol,

que ha sabido arder hasta apagarse.

Temes pensar que la lluvia

quebrará para siempre

la infinitud del aire,

es el revés del agua

lo que oscurece.

Es el sol, que desteje su voz para siempre.

Grande es el silencio de la tarde cuando llueve,

más doloroso que no tener voz

es no buscarla.

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14

Mi nacimiento ocurrió en la noche

antes que el día viniera,

no había pinos

ni espejos

ni sombras.

Vengo de tiempos remotos como la sal

del origen de la madera

y de los pastos.

Soy el primer movimiento,

la punta de lanza que escribió las nubes

el barro primigenio que engendró los campos.

Page 15: Ana María Bustamante —

15

Soy el silencio que sobrevive

tan lejos,

cuando la boca del mundo desaparece

y queda sólo una sombra,

un fluir inmenso de agua

donde la soledad se yergue.

En la ceguera de mi nombre

emprendo el viaje.

Page 16: Ana María Bustamante —

16

Terminará el mundo en la luz

enloquecida de siluetas rojas,

el corazón de lo dicho desaparecerá

como el fulgor de una estrella.

Hablo de futuros soñados,

instantes que encuentran su voz

en hojas de vidrio,

puntas de lanza como gritos,

que abrazan la negrura.

Hablo del corazón del fuego,

la palabra y su oscura batalla

hacia el viaje de la luz,

el diluvio del pasado

que enrojecerá el mundo.

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17

¿Cómo aparecimos de pronto ante la niebla?

Nuestra voz habla la sed

La madrugada se abre en esta fatiga amarga

de beber del lenguaje

y cargar la sed

como a un bebé en brazos

para no morir de sequía en los ojos:

sin llevársela.

Por eso este peregrinaje

sin decir a nadie

ni dónde.

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i I

" El Puente"

“Que mi inteligencia no compre mi sentido.

El tacto, el privilegio, las ganas de tirarse.”

Yolanda Castaño

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20

Camino entre sauces y montañas

bajo un diluvio encendido de cantos de aves

y canto yo también.

El sol desaparece en el agua

que se ha encendido para abrazar esta lejanía.

La infancia es este pájaro ciego

a los primeros árboles del camino,

donde hilos de luz tejerán de nuevo el sol.

Soy una mujer que se resiste a sus muertes.

Donde surge la nieve:

ahí tengo que llegar.

que ha volado

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21

Un ardor de hojas que van a caer

como palabras que van a decirse o

campanas que van a sonar.

Un temblor de ramas que van a quebrarse

como porcelanas viejas, como los huesos,

un descomponerse para que el lenguaje diga

todo lo hiriente y frágil

que guardan los párpados.

Sin embargo, escribir es otra cosa,

no tiene preludio.

Es arrancarse las uñas mientras el mundo gira.

así es la voz:

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I

Alguien amará el cielo fundido

en aliento de astros.

Alguien hallará en la ruina una tregua

que encenderá el día

Nos hemos detenido tantas veces

tejiendo ojos en las venas de los siglos,

que apenas oscurecido el día

se sienten las lágrimas pujando

el eje cardinal de las horas.

Es el refugio.

lejos de la noche.

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II

En la ruina que ataja la primavera

la flor perderá su dominio y su gloria

y será una sombra la que embista

el corazón de la rosa,

una fría y amarga silueta

quebrará la simetría de los días,

en el camino hacia la luz

antes de ser silencio

la vida que anudamos.

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III

Mi voz de madera no se quebrará

ante la visión de un árbol

ni ante un pájaro de sal sobre mi herida.

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IV

De tanto en tanto surge una voz

en cada pétalo.

De tanto en tanto mi voz

se construye en el aire.

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Cuán estrecha es la distancia que nos separa del cielo.

Nuestras cabezas se chocan con los astros

en el recuerdo de la luz.

Una mano, dulzura de la atmósfera,

dispara la lejanía en las venas del tiempo.

¿Cómo no amar todo esto hasta fundir mi silueta?

El seno de la noche embriaga esta lejanía de cuerpos

que chocan con las estrellas.

Yo renazco del diluvio de las horas

y cierro la distancia.

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27

Luz de savia

Luz

1.

Las horas de la noche

son jaulas sin pájaros,

colmillos de animal salvaje perdido

en el valle,

rastros de ceniza y miel

encendiendo caminos.

El tiempo se resiste

a su lenta cadencia

que es espina

atravesada en los huesos.

Sobre su luz incierta

la vida reverdece.

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28

2.

Construyo

en las horas de la noche

este hondo camino,

el refugio abierto para

llevar mis pasos,

un sendero de ortigas

para la infantil

viajera de sal.

El agujero de mi sombra

palpa el lenguaje:

esa es la primera gran herida.

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29

3.

Espero una guarida para

hundir mi carne

hasta abrazar la negrura

de la luna

lentamente

como quien desaparece

en el rastro de la niebla

y abraza hasta el cansancio

su espesura.

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4.

Nadie preguntó por el vacío

de la puerta abierta para siempre.

Nadie habló los pasos de

la ausencia que llega.

Nadie abrazó la mañana

hasta fundirla con la noche

en un intento sordo

de poner el mismo nombre

a todas las cosas.

nadie dijo nada

nadie dijo nunca.

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5.

Para llover

basta con aplacar la risa

luego

surge el misterio

y nos hermana

como la muerte.

Así, la lluvia se eleva

como un ave de fuego.

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32

6.

Al caminar desnudos

sobre la luz y el humo

descubrimos la claridad de la espina

que atraviesa las horas:

piedras doradas

son voces agudas de la noche

construyendo guaridas.

Hay en este mar, recuerdos sin patria

caracoles negros buscando la orilla.

Todo comienza por el final.

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7.

Después del naufragio

que una pasajera ofrece a lo desconocido,

comprendemos la soledad de los gatos,

su infinita mudez oscura,

su obstinada silueta que se yergue

con la noche

como una herida en la carne.

Lo sabemos al renacer cada día,

extraviados,

sin poder asir

el lenguaje.

No hay peor soledad que esa.

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8.

La muerte fue un sonido en la noche.

Manos doradas llenaron el cuarto,

eran los niños que fuimos.

En la mañana

voy a decir solamente lluvia,

así hará el misterio una puerta en el aire

para enviar las maletas de este viaje desierto.

La muerte es no saber decir

el nombre de la vida.

Ése es el milagro.

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Savia

9.

Un hombre atravesado

en las uñas

como una aguja

que pincha el pasado

y lo revuelve.

Me entrego a su ardor,

desnuda.

Voy a su centro mudo.

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10.

Renazco de la negrura

que apretó mis labios

como garras.

Sólo una silueta existe

bajo la lluvia,

una sombra sagrada

que embiste

la luna de mi mundo.

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37

11.

Ha de entender la sangre este misterio

de no saber qué hacer

para cubrir la transparencia

de estar desnudos.

Para alargar el tiempo

y arrancarnos las heridas

de no poder poblar

el secreto de la noche.

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12.

No saber hablar lo que nunca fue visto.

Es así el mundo cuando el invierno acontece

y cuando el silencio duerme

como un niño herido,

en los brazos del viento.

Alguien hablará tras los muros, bajo la escarcha,

en la punta de lanza que traza los cielos.

Alguien trazará el puente que anude

los fragmentos perdidos de la noche.

Arrancará su sangre

para envolver la vida.

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13.

Renacimos del humo cada día

a esta pureza de tocar la aureola de la luna

con los dedos.

Nuestra fragilidad nos hermana

en el ardor de ver quemarse los huesos,

de ver encenderse las manos

como cerillas.

En el vacío de ver arder los ojos.

Los nuestros.

Pido morir

todos los días de mi vida

si he de renacer en este incendio.

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Luz

Existe la llama.

No obstante,

este morir de frío

esta bóveda celeste,

este cansancio.

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Frío

Existe el frío.

No obstante,

este incendio,

la sed.

Yo renazco.

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Desnudez

Abrir la desnudez

al cielo

como un volcán abre

su incendio.

Eso se llama nacer.

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De tu sombra has hecho

un corazón para la muerte.

Tu existencia

consagra la mía

a la dulce alucinación

de ser ave.

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I I I

" El Salto"

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“Saltaron hacia abajo desde los pisos en llamas”

Wislawa Szymborska

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El salto

He emprendido el salto al alba

a la infinita redondez del mundo.

Sigo el origen de mis pies

que crecen hacia adentro

para impulsarme al vuelo.

Una suavidad que viaja en la voz

desfigura la herida

y la cose.

Sus manos han invadido mi sangre,

el salto ha sucedido.

Yo voy al alba.

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Cuando el salto suceda

habrá que inventar la voz de nuevo,

despertar los pies de la tierra.

Volverá a nacer la luz

intermitente

en la lluvia.

Una sonrisa aprieta el latido:

un hombre atravesado en las uñas

como soledad que ha de abrirse,

como fuego que quemará

la simetría de los días.

Vuelvo a oler la nostalgia:

dedos pinchados con los niños que fuimos.

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No hay sonido

que llueva de milagro.

Detrás del humo

el lenguaje canta

como el barro,

y está la sombra de lo dicho

en la tierra.

Sin decir,

las palabras se hacen polvo

como las manos,

y queda la vida

como el eco que excava

la herida primera

del mundo.

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Toda la desnudez del mundo

cae como la lluvia.

Es cierta la fragilidad

de todo cuanto existe.

Hasta los árboles se quiebran

con el sonido de una lágrima.

Al romper los espejos

se revelan las luces.

Hasta la voz se acaba

con recordar un nombre.

¿Cómo existir en la verticalidad de la lluvia?

La fe entristece los corazones,

sólo hay herrumbre,

hombres y mujeres cargados de siglos.

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Con esta voz estoy cosiendo el mundo.

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El silencio es un secreto

que sólo el fuego conoce

la palabra, su verdugo.

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Me despierto en la noche como quien sufre

la herida del sueño

y no sabe llegar a la mañana.

Mientras me levanto pienso

cómo la soledad puede tener tantas raíces,

tanta agua dentro de la sed.

(el recuerdo de su sangre es sólo

un relámpago

en el que se viaja)

Dentro de esta vigilia,

mis ganas de abrazar la suavidad de la lluvia,

de atarme a la blancura del vacío

que lanza para siempre

la misma piedra,

como si la vida fuera un pozo de deseos.

Falta tinta para hablar la muerte.

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Busco la sal entre las sombras

el mar, en mis ojos desiertos.

Una daga atraviesa mi corazón

como una sombra atraviesa un muro.

He quedado con la negrura espesa

pegada a los dedos.

Una oscuridad inmensa que rebasó

los bordes de mi mundo.

He quedado con toda la oscuridad de la sombra

con toda la oscuridad de la ceniza.

Sólo yo conozco la soledad del polvo

- lo he dicho tantas veces hasta casi marearme -

Sólo yo puedo hablar lo indefinible.

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Somos el olvido que nos queda

la piel congelada

la llenura oscura del sosiego.

Hay que saltar el viento que ronda la herida.

Caer

Ser la cruz y el monte

un terreno baldío

en un dios sin carne.

Somos la esperanza que transparenta la lluvia.

en el asombro

despojados

en los hemisferios.

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Toda la noche he escuchado tu llanto,

el golpear de tu quejido tras la sombra

que nos acerca a la caída.

Es el tiempo que no se detiene

el que has roto como un vidrio

y enterrado sus pedazos en tus llagas

para huir lejos del vértigo

como un pájaro sin luz.

En el recuerdo dejamos el temblor

como si vivir fuera posible

lejos de la palabra

y su vibración oscura.

Todo nos lleva a la muerte

de no saber decir nuestros nombres.

de estar cayendo

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Extraño la gris orfandad de los pájaros.

Nadie conoce su vuelo errante,

su incierto destino de montaña en montaña:

Algo se desune en la oscuridad.

Una pluma se separa de la piel del ave

y descubre su desnudez absoluta.

El pájaro friolento exhibe su desamparo

a los ojos de nadie.

La voz se aparta del viento que la transporta,

ningún oído acaricia ese soplo

ni un rincón ataja su vibración oscura.

Todo es dorado como la sangre,

oscuridad que ha de arder.

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¿A qué peligros ancestrales nos entregamos

-inmóviles-

sin saber tocar la tierra?

Descendimos de las cavernas al tacto,

al estupor naciente en el filo del viento,

a la alborada fértil de las luciérnagas

que alumbran siempre en silencio.

Comparamos los pies humanos con espigas

en el peligro ancestral de la roca en la colina

y bañados en dardos entendimos toda la sed,

menos la cordura.

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59

Vivir cargada de arena

y de melancolía

es la forma más pura de existir:

Contraer la sed

como si fuera

una enfermedad secreta

y beber la soledad ajena.

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El dolor es un rayo de nieve

que nos atraviesa.

Luz que ha de abrirse

en la punta borrosa

del espíritu.

Algo no dicho se quedará en las manos

como si el dolor fuera una isla secreta

que se palpa con la boca.

Una isla de nieve y acantilados.

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Sobre el mundo, este camino ciego

este salto vacío a lo inefable

este abrazar jaulas en vez de pájaros.

Este temblor.

Lo fascinante de tocar el agua

es estar en comunión con lo eterno.

Sin embargo,

sobre el mundo, la nieve

como agujas en la tierra.

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Algo en el aire anuncia mi encuentro con las rocas

triste oscuridad de una mañana de piedra,

como un sonido de apagados ojos

en los brazos de la tierra.

En la escritura se prueba la vida,

la soledad del eco,

que yace oscuramente en la muerte.

Al emprender el salto,

alegres de las sombras volvemos al Edén.

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i V

" El Regreso"

“Señor: es hora. Largo fue el verano.

Pon tu sombra en los relojes solares,

y suelta los vientos por las llanuras”.

Rainer Maria Rilke

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No niego la espera ni la huida.

Del humo aprendí esas dos cosas.

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67

El milagro

Habito con tempestad la ceniza.

Vivo en el milagro de

ver arder la lluvia

como ojos de gato.

Es esto lo que pasa:

la negrura de la sangre dibuja mi silueta

en la mudez del tiempo.

Un trozo de hielo que quema dulcemente

también puede tejer sueños.

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“no basta abrir los ojos

hay que abrir lo mirado

quitar las vendas

al pecho de nadie”

Hugo Mujica

Mirar al frente es rebelarse, ganar

las pequeñas revoluciones de

cada día…

Con eso no basta.

Hay que rasgar lo visto

hundir las uñas en lo mirado

y llevarse el propio cuerpo

lejos de la memoria.

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69

Nadie muere de vejez,

muere de espanto

al despertar el diluvio.

Lo que me genera este letargo

no puede ser otra cosa que belleza.

Estoy verdaderamente gris

caída bajo el humo como un astro,

rota, en mi vejez de cinco años.

Brilla en mis huesos el mar

con sus perlas suaves de azul ocre

y bocas rosadas como manos.

Es el ahora que enciende los dedos

como antorchas,

el vuelo que dibuja con frenesí la bruma

donde cae este humo ciego que antes

encendió auroras.

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70

Cada día pasa

adentro, en la pupila.

Nada puede ser tocado

ni sentido.

Llega la noche

y el día ha sucedido

adentro de los ojos.

Y nada más.

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71

He empezado a buscar en tantas muertes

llenar ese vacío

de no poder abrazar el lenguaje,

de no saber decir luz.

Sólo el tiempo cortará las horas

con su hilo infinito.

No, no es el tiempo.

Es el vientre herido de la sal

en que bebí la noche.

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72

No escribo nada

y después sueño con una nube

que se va de mí

y me lleva.

Para irse hay que haber llegado.

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73

Escuchas los gritos que te hacen ser

tan sólo tú.

Entonces detienes tu viaje por un instante

para abrazar la nada que seremos.

Para abrazar el temblor

de tu mano izquierda

como sólo los tiranos

abrazan a su reino.

Detienes tu lenta caída

porque sabes que tu piel

amará para siempre la raíz

que yace secretamente en lo hondo.

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La ruina

Entendimos el milagro de la ruina:

Volar es comprender la sutil grieta

que se abre entre la profundidad y la cima.

El milagroso deleite de amar una sombra

ahora desdibujada.

Las uñas se aferran al vacío

porque arañar el aire fue el milagro más puro,

una ceremonia de presencias divinizadas

en la que la tierra se detuvo de pronto.

En mis manos muertas el milagro existe todavía,

es la ruina, el último destino.

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El tiempo ha caído

del último escalón

al agua

con las púas del aire

en el eco que somos.

La soledad dibuja el regreso

en el camino de la lluvia

y yo me vuelvo la ensoñación del pájaro

que surca la nube

sin tocarla.

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76

He llegado a la casa de tu sangre

desnuda en la infinitud del mundo.

Nadie más que yo conoce tu latido

donde abrazas mi sombra

como un niño ahogado en la tierra.

En la boca crece la vida

como un rumor sin tiempo

un hilo de agua

en un rincón desierto.

Obedezco al abismo, al vértigo

al vacío infinito de tus manos,

espacio de alas en el pulso.

Adentro de tu luz estoy sentada.

Lo que quiero decir es que una pluma de ángel

ha dibujado mi sonrisa.

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77

A esto se reduce el recuerdo:

un dolor que sube hasta el pecho

el aire cortado con cuchillos

irse, estar aquí y allá.

No reconozco distancias,

he perdido la noche

y rojos glaciares

engendran la planta de mis pies.

Cada gota de lluvia

incendia la montaña

donde el sol se pone

por última vez.

Los que fuimos no se van nunca.

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La despedida

El mundo nos abandonó verdaderamente

en la lluvia.

En el agua se dijeron adiós

los cuerpos

que amaron tanto la herida

hasta secar su ardor.

Se dijeron adiós las manos

que palparon tantas veces la rasgadura

hasta entender su paisaje.

Todo lo nuestro se despidió en el agua,

quedamos con el temblor apenas,

con el frío desbaratando las raíces

con el miedo de nuestros ojos mojados

en el diluvio que fue una hoguera.

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79

Todo es cierto en el lenguaje:

has de construir la vida,

este misterio,

la casa vacía de tu sangre.

Abrazarás la muerte

como un niño ciego.

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El Final

La vida es una serie de momentos

que hacen el final.

Quiebran la curvatura del tiempo

de donde surge la voz

como un sol

en la sangre iluminada.

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la autora hace de la soledad un motivo sustancial para el planteamiento de su estética.

En el libro predominan imágenes de la noche como respuesta a una profunda nostalgia;

a su vez, hay una insistencia de la voz lírica por conseguir su reintegración,

su renacimiento, y lo consigue con éxito por medio de las evocaciones del alba y la medi-

tación ontológica a partir del silencio. Todo esto, en su conjunto, hace del libro ganador

una propuesta redonda en la que sobresale la comunicación del lenguaje poético.

— Francisco Trejo —J u r a d o d e l P r e m i o

Proyecto apoyado por el Ministerio de Cultura - Programa Nacional de Concertación Cultural