análisis integral de poemas de pablo neruda, ernesto cardenal y gioconda belli

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1 Risso Nieva, José María Literatura Latinoamericana II 17/11/2014 Análisis integral de poemas de Pablo Neruda, Ernesto Cardenal y Gioconda Belli Para la realización del análisis integral, se seleccionaron los siguientes poemas: a) “Ritual de mis piernas” en Residencia en la tierra de Pablo Neruda, b) “Manual para conducir” en Mi íntima multitud de Gioconda Belli y c) un epigrama de Ernesto Cardenal. a) En el poema de Neruda, “Ritual de mis piernas”, un detalle llama la atención: ese subir y bajar de las piernas, que se proponen como un territorio al que hay que descubrir mediante la percepción visual: “Largamente he permanecido mirando mis largas piernas,/ con ternura infinita y curiosa, con mi acostumbrada pasión”. Esta propuesta de exploración surge a partir de un extrañamiento (“miro mis piernas como si pertenecieran a otro cuerpo”), causado por la angustia del yo poético. El origen de este sufrimiento se encuentra en el paso del tiempo y en la ausencia de la mujer amada, lo que motiva el surgimiento de “viciosos, melancólicos pensamientos”. El yo lírico, dispuesto a recorrer sus piernas, instala como punto de referencia las rodillas, que separan las mitades de mis piernas en forma seca:

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Risso Nieva, José María

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Page 1: Análisis integral de poemas de Pablo Neruda, Ernesto Cardenal y Gioconda Belli

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Risso Nieva, José MaríaLiteratura Latinoamericana II17/11/2014

Análisis integral de poemas de Pablo Neruda, Ernesto Cardenal y Gioconda Belli

Para la realización del análisis integral, se seleccionaron los siguientes poemas: a)

“Ritual de mis piernas” en Residencia en la tierra de Pablo Neruda, b) “Manual para

conducir” en Mi íntima multitud de Gioconda Belli y c) un epigrama de Ernesto

Cardenal.

a) En el poema de Neruda, “Ritual de mis piernas”, un detalle llama la atención: ese

subir y bajar de las piernas, que se proponen como un territorio al que hay que descubrir

mediante la percepción visual: “Largamente he permanecido mirando mis largas

piernas,/ con ternura infinita y curiosa, con mi acostumbrada pasión”. Esta propuesta de

exploración surge a partir de un extrañamiento (“miro mis piernas como si pertenecieran

a otro cuerpo”), causado por la angustia del yo poético. El origen de este sufrimiento se

encuentra en el paso del tiempo y en la ausencia de la mujer amada, lo que motiva el

surgimiento de “viciosos, melancólicos pensamientos”.

El yo lírico, dispuesto a recorrer sus piernas, instala como punto de referencia las

rodillas, que

separan las mitades de mis piernas en forma seca:

y en realidad dos mundos diferentes, dos sexos diferentes

no son tan diferentes como las dos mitades de mis piernas.

Entonces, en este itinerario, las rodillas marcan el límite del espacio para señalar

diferencias. En el recorrido que se inicia subiendo por las rodillas, el sujeto percibe que

sus piernas son “cilíndricas y espesas,/ con turbado y compacto material de existencia”

y realiza una serie de asociaciones inéditas en relación a ellas:

como brutales, gruesos brazos de diosa,

como árboles monstruosamente vestidos de seres humanos,

como fatales, inmensos labios sedientos y tranquilos.

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Como se puede observar, las comparaciones buscan superar la fragmentación corporal

elegida, en tanto semejan ser labios o brazos. Asimismo se propone una ambigüedad

genérica: lo masculino se define a partir de lo femenino (diosa). A esto se suma una

analogía con el mundo vegetal, en tanto lo que podríamos identificar como muslo se

compara con árboles monstruosos. Es importante señalar en este fragmento cómo la

percepción y el registro de este espacio corporal se realiza en términos hiperbólicos:

“brutales”, “gruesos”, “fatales”, “inmensos”. Dicho reconocimiento lleva al sujeto

poético a valorar al sector rodillas-arriba como “la mejor parte de mi cuerpo”, dado que

allí se encuentra “lo puro, lo dulce y espeso de mi propia vida”.

El recorrido prosigue “Desde la rodilla hasta el pie” donde aparece “una forma dura,/

mineral, fríamente útil (…)/ una criatura de hueso y persistencia”, que podríamos

identificar como la pantorrilla, para luego llegar a los tobillos que se perciben como “el

propósito desnudo,/ la exactitud y lo necesario”. A diferencia del terreno cautivante

descrito rodillas-arriba, en este tramo las piernas se caracterizan de la siguiente manera:

“Sin sensualidad, cortas y duras, y masculinas”. Aquí la geografía corporal deja de ser

hiperbólica y se afirma en su identidad sexual (“masculinas”) a diferencia de la

ambigüedad genérica planteada en el otro hemisferio. Otra diferencia factible de señalar

es la analogía de este tramo con el mundo animal, al reconocer que allí sus piernas están

“dotadas/ de grupos musculares como animales complementarios”. No obstante, en este

otro paisaje percibido, hay “también una vida, una sólida, sutil, aguda vida” que “sin

temblar permanece, aguardando y actuando”.

Lo que resulta interesante señalar es que, en esta descripción de geografías corporales,

la mitad superior (“lo puro, lo dulce y espeso de mi propia vida”) y el tramo inferior

(“una sólida, sutil, aguda vida”) señalan realidades diferentes, pero no opuestas, porque

los términos que las definen no son antinómicos. Esto desbarata la disposición del lector

a encontrar las diferencias resueltas en oposiciones dicotómicas.

El yo poético continúa explorando la mitad inferior hasta llegar a los pies, límite donde

todo termina: “la vida termina definitivamente en mis pies”. Fuera del cuerpo, el sujeto

encuentra el origen de la angustia, en tanto el mundo se vuelve incomprensible para él:

lo extranjero y lo hostil allí comienza:

los nombres del mundo, lo fronterizo y lo remoto,

lo sustantivo y lo adjetivo que no caben en mi corazón

con densa y fría constancia allí se originan.

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Esta reconciliación con lo externo resulta una tarea imposible ya que siempre habrá

“algo tenazmente supuesto entre mi vida y la tierra”. Ese algo, “invencible y enemigo”,

se identifica específicamente con la vestimenta, puesto que entre los pies y la tierra (el

hombre y el mundo) median “Siempre,/ productos manufacturados, medias, zapatos”. El

sujeto ataca directamente la obsesión del pequeño burgués de clase media por la ropa y

su negación del cuerpo y de la vida:

Las gentes cruzan el mundo en la actualidad

sin apenas recordar que poseen un cuerpo y en él la vida,

y hay miedo, hay miedo en el mundo de las palabras que designan el cuerpo,

y se habla favorablemente de la ropa.

El poema resulta entonces un acto de resistencia dado que la enunciación rescata al

cuerpo que “vive entre y bajo tantas cosas abatido,/ con un pensamiento fijo de

esclavitud y de cadenas”. El poetizar subvierte el orden instituido destacando una

corporalidad socialmente vedada: “hay miedo, hay miedo en el mundo de las palabras

que designan el cuerpo,/ y se habla favorablemente de la ropa”. De acuerdo con lo antes

dicho, y como lo adelanta el título del texto “Ritual de mis piernas”, la poesía en Neruda

adquiere carácter profético, debido a que rescata al sujeto, frente a un mundo

angustiante, misterioso y contradictorio.

b) El poema “Manual para conducir” concibe el acto sexual como un recorrido del

hombre por el cuerpo de la mujer. En este marco, el yo femenino se presenta como una

geografía para ser explorada y su poder reside en el misterio que su cuerpo significa

para el varón: “Un cuerpo de mujer es también un acertijo siniestro/ donde puedes

estallar”.

A pesar de ser un recorrido peligroso (“Podrías sucumbir antes de ascender la última

colina/ y caer de bruces sobre el ombligo”), este “Manual” aconseja al destinatario

masculino abandonar cualquier tipo de precaución y asumir el riego de la travesía:

Para surcar mi cuerpo

sobre iluminadas autopistas,

despójate de medidas de seguridad

y avanza

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cuan largo eres

sobre mí.

El hombre es identificado con un “autonauta” que habrá de recorrer el cuerpo femenino

“como una ciudad extendida/ de barrios ensimismados”. Para este viajante indefenso

(“descalzo y desnudo”), la ciudad se presenta como un paisaje enigmático (“el perfume

de jardines ocultos”), oscuro (“las sombras solitarias/ que se esconden bajo los puentes

de mi espalda”), desconocido (“las esquinas ignotas/ de mis rodillas”) y peligroso (“las

plantas carnívoras te arrastrarán”, “las fieras salvajes de mi ciudad encendida”).

El punto culminante de dicho recorrido se identifica con el orgasmo masculino (“el

placer de infinitas revoluciones por minuto”), momento en que el conductor pierde toda

posibilidad de control ante el terreno.

Aquí la geografía, es decir, el cuerpo de la mujer demuestra superioridad sobre el

hombre, lo que lo alejaría la representación de la habitual cosificación de lo femenino.

Esta corporalidad no es entendida como un objeto de satisfacción sexual masculina, sino

que se presenta como una entidad superior (ciudad) donde el hombre, simple conductor,

se ve empequeñecido. La mujer, en el sexo, es un sujeto activo, puesto que para

concretar el acto o, como propone el poema, “permitir el recorrido”, debe perdonar la

vida del varón:

Hombre. Hombrecito mío.

Te doy mi palabra.

No te mataré.

c) En el siguiente poema de Cardenal el uso de las mayúsculas llama la atención sobre

el texto:

¿No has leído, amor mío, en Novedades:

CENTINELA DE LA PAZ, GENIO DEL TRABAJO

PALADÍN DE LA DEMOCRACIA EN AMÉRICA

DEFENSOR DEL CATOLICISMO EN AMÉRICA

EL PROTECTOR DEL PUEBLO

EL BENEFACTOR...?

Le saquean al pueblo su lenguaje.

Y falsifican las palabras del pueblo.

(Exactamente como el dinero del pueblo)

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Por eso los poetas pulimos tanto un poema

Y por eso son tan importantes mis poemas de amor.

Los versos en mayúscula reproducen un fragmento de lo que parecería ser un medio de

difusión oficial denominado “Novedades”. Este intertexto, con el género periodístico,

tiene el propósito de desenmascarar el discurso oficial que construye una imagen

positiva de una personalidad política, en la que se puede suponer la figura del dictador

Somoza. La cita sirve para contrastar este lenguaje adulador y rebuscado, con el de los

poetas. Mientras los otros “Le saquean al pueblo su lenguaje”, el sujeto lírico, que se

define como escritor, señala que los poetas pulen tanto sus trabajos, siendo por eso

“importantes” sus poemas de amor; amor que se liga a la lucha política y se concreta en

una práctica estética.

Este texto emplea un lenguaje sencillo, claro y directo, con evidentes fines políticos:

impugnar el discurso oficial, contribuyendo así a una toma de conciencia de la realidad.

El poema se inicia con una pregunta (“¿No has leído, amor mío […]?”) que recrea una

situación propia del ámbito de lo cotidiano: la lectura y el comentario del diario. Esta

apelación a un lenguaje cercano a la oralidad es propia de la poesía conversacional,

opción de la vanguardia poética frente a la lengua preciosista del modernismo

americano.