antologia de himelda

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Page 1: Antologia de himelda
Page 2: Antologia de himelda

LEP. 2DO SEMESTRE

JUNIO 2015.

ESCUELA NORMAL EXPERIMENTAL DE EL FUERTE.“PROFR. MIGUEL CASTILLO CRUZ”.

LAS PRÁCTICAS SOCIALES DE EL LENGUAJE.

OBSERVACION EN LA COMUNIDAD DE CHARAY.

NOMBRE DE EL MAESTRA:

LIC. RASA IMELDA AYALA RUIZ.

NOMBRE DE EL ALUMNO:

PABLO DEMETRIO VALENZUELA BACASEGUA.

GRUPO:

2-B

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EL SABINO, EL FUERTE, SIN.

09/06/15.

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ÍNDICE.

• Texto reflexivo sobre la importancia de los textos en el aula de primaria, Las actividades permanentes y su uso………………………….. 2

• Los tres cerditos y el lobo feroz……………………………………………………. 3

• El patito feroz………………………………………………………………………………. 7

• Ricitos de oro………………………………………………………………………………. 10

• El cuervo y el zorro……………………………………………………………………… 13

• El lobo y los siete cabritillos………………………………………………………….15

• Conclusión…………………………………………………………………………………… 22

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Reflexión sobre los textos en el aula.

Los textos son muy importantes ya que con ellos los maestros se pueden dar cuenta de cómo están en ortografía y de cómo se expresan los niños. Tambien se pueden dar cuenta de los sentimientos de los niños al momento de plasmar el escrito, ya que ellos al dibujar o escribir están demostrando de lo que ellos están sintiendo en ese momento.

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Los tres cerditos y el lobo feroz.En un ancho valle vivían tres pequeños cerditos, muy diferentes entre sí, aunque

los dos más pequeños se pasaban el día tocando el violín y la flauta. El hermano

mayor, por el contrario, era más serio y trabajador. 

Un día el hermano mayor del dijo: - Estoy muy preocupado por vosotros, porque

no hacéis más que jugar y cantar y no tenéis en cuenta que pronto llegará el

invierno. ¿Que haréis cuando lleguen las nieves y el frío? Tendríais que

construiros una casa para vivir. 

Los pequeños agradecieron el consejo del mayor y se pusieron a construir una

casa. El más pequeño de los tres, que era el más juguetón, no tenía muchas

ganas de trabajar y se hizo una casa de cañas con el techo de paja. El otro cerdito

juguetón trabajó un poco más y la construyó con maderas y clavos. El mayor se

hizo una bonita casa con ladrillos y cemento. 

Pasó por aquel valle el lobo feroz, que era un animal malo. Al ver al más pequeño

de los tres cerditos, decidió capturarlo y comenzó a perseguirle. El juguetón y

rosado cerdito se refugió en su casa temblando de miedo. El lobo, al ver la casa

de cañas y paja, comenzó a reírse. 

- ¡Ja,ja! Esto no podrá impedir que te agarre -gritaba el lobo mientras llenaba sus

pulmones de aire. 

El lobo comenzó a soplar con tanta fuerza que las cañas y la paja salieron por los

aires. Al ver esto, el pequeño corrió hasta la casa de su hermano, el violinista.

Como era una casa de madera, se sentían seguros creyendo que el lobo no

podría hacer nada contra ellos.

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- ¡Ja,ja! Esto tampoco podrá impedir que os agarre, pequeños -volvió a gritar el

malvado lobo. 

De nuevo llenó sus pulmones de aire y resopló con todas sus fuerzas. Todas las

maderas salieron por los aires, mientras los dos cerditos huyeron muy deprisa a

casa de su hermano mayor. 

- No os preocupéis, aquí estais seguros. Esta casa es fuerte, He trabajado mucho

en ella -afirmó el mayor. 

El lobo se colocó ante la casa y llenó, una vez más, sus pulmones. Sopló y

resopló, pero la casa ni se movió. Volvió a hinchar sus pulmones hasta estar muy

colorado y luego resopló con todas sus fuerzas, pero no logró mover ni un solo

ladrillo. 

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Desde dentro de la casa se podía escuchar cómo cantaban los cerditos: 

- ¿Quién teme al lobo feroz, al lobo, al lobo? ¿Quién teme al lobo feroz? 

Esta canción enfureció muchísimo al lobo, que volvió a llenar sus pulmones y sus

carrillos de aire y a soplar hasta quedar extenuado. Los cerditos reían dentro de la

casa, tanto que el lobo se puso muy rojo de enfadado que estaba. 

Fue entonces cuando, al malvado animal, se le ocurrió una idea: entraría por el

único agujero de la casa que no estaba cerrado, por la chimenea. Cuando subía

por el tejado los dos pequeños tenían mucho miedo, pero el hermano mayor les

dijo que no se preocuparan, que darían una gran lección al lobo. Pusieron mucha

leña en la chimenea y le prendieron fuego. Así consiguieron que el lobo huyera.

Los cerditos aprendieron después de esta aventura que: 

ES IMPORTANTE HACER EL TRABAJO CON AFICION, SI DESEAS SALIR DE

UNA DIFICIL SITUACION.

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DIDÁCTICAFICHA DIDÁCTICA.

El patito feo.

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Había una vez una señora pata que puso muchos huevos, pero uno era

completamente distinto, tenía un sinnúmero de manchitas como lunares, en

cambio los otros eran de un solo color, sin manchas ni imperfecciones.

Cuando se rompieron los cascarones, el patito que salió de ese huevo, lucia

diferente, tenía la cabeza más grande, medía un centímetro más que sus

hermanos y sus plumas eran oscuras.

Como todos se burlaban de su aspecto, hasta sus hermanos, porque no nadaba ni

caminaba como los demás, era torpe y se veía muy feo, su padre se peleaba con

todos por defenderlo y por más que corregía a sus hermanos, estos lo miraban

como a un extraterrestre.

Fue así que el patito decidió irse para que nadie se burle de él. Una mañana hizo

un atadito con su ropa y se marchó. Su madre no comprendía por qué este hijo

era diferente y lamentó mucho su partida, porque conocía su buen corazón y su

tristeza, pero también entendía que su hijo necesitaba encontrar un buen lugar en

este mundo para ser feliz.

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Así el patito feo recorrió muchos sitios y todos a su paso se burlaban de su

aspecto, hasta que se encontró con el paisaje más bello que había visto en toda

su vida y eso que había conocido muchos lugares en su recorrido. Llegó a una

laguna donde nadaban unas aves majestuosas y bellas entre flores y plantas

acuáticas de aromas dulces y colores hermosos. Eran tan admiradas por su

belleza que posaban para los pintores más famosos del lugar y curiosamente

invitaron al patito feo a nadar.

Sin pensarlo dos veces, el patito se metió en la laguna, y mientras corría al

encuentro de estos cisnes blancos como la nieve, sus feas plumas se caían y

cambiaban por plumas nuevas hasta que se transformó en otro hermoso cisne

blanco.

Y colorín colorado el patito feo, en un cisne bello se ha transformado. . .

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FICHA DIDÁCTICA.

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Ricitos de oro.

Hace muchos años atrás, en las profundidades de un bosque se

encontraba el hogar de una familia de osos, conformada por el papá oso,

la mamá osa, y el pequeño hijo oso.

Una mañana cualquiera, al desayunar los osos encontraron su leche

demasiado caliente, para esperar que se enfriara decidieron dar un

paseo por los alrededores del bosque.

Ese día, y a la misma hora, una niña, que le apodaban Ricitos de oro,

había salido a recolectar flores, y de pronto se encontró con el hogar de

los tres osos. Al que no pudo evitar entrar, por curiosidad y por el rico

aroma a comida que salía desde adentro.

Cuando entro vio 3 jarros con leche, probó primero de el más grande y estaba muy caliente. Luego probó el de tamaño regular, pero la leche en este jarro estaba helada. Y por último probó el jarro más pequeño, la temperatura de la leche era perfecta, Ricitos de Oro no pudo resistir a bebérsela toda. Siguió curioseando por la casa y en la otra sala, se

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encontró con 3 sillas, que obviamente decidió probar. La silla más grande del papá oso le quedaba incómoda. La silla de la madre osa también, hasta que se sentó en la silla más pequeña, que era perfecta. Desgraciadamente la silla no soportó el peso de la niña rubia y se quebró.

Muy cansada Ricitos de Oro avanzó hasta la última

habitación y no pudo evitar recostarse por un momento. La única cama en la que se encontró cómoda fue nuevamente en la cama del oso más pequeño.

Mientras Ricitos de Oro dormía se le pasó rápido el tiempo, y los osos ya regresaban a su hogar, encontrándose con una gran sorpresa.

-¿Quién tomó mi leche?-preguntó el pequeño oso.

Los osos siguieron registrando la casa, y se encontraron con la silla de su hijo destruida.

Estaban muy enfadados y más aún cuando vieron que la causante de los daños dormía en su casa.

Ricitos de Oro despertó de inmediato del susto y se fue corriendo, para nunca más volver.

FICHA DIDÁCTICA.

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La zorra y el cuervoUn gran cuervo negro volaba sobre un campo de maíz dorado, cuando vio a un

grupo de personas merendando a la sombra de un castaño.

“Qué suerte, pensó. “Seguramente, esta gente me dejará algún bocado sabroso.”

Con esta idea se instaló en una rama, justo encima de ellos.

Esperó y esperó, hasta que su paciencia se vio recompensada. Al irse, los

excursionistas dejaron un gran trozo de queso.

“Hice bien en esperar”, pensó el cuervo, lanzándose a recoger el queso con el

pico. “¡Qué listo soy!”

Casi sin tocar el suelo se volvió a su rama del árbol. Estaba a punto de empezar a

comer cuando una zorra salió del campo de maíz.

-¡Qué olor más bueno! -dijo, relamiéndose el hocico. Se le hacía la boca agua con

aquel tufillo que venía de las alturas. Entonces vio al cuervo con su hermoso trozo

de queso en el pico.

A la zorra le gustaba mucho el queso y era muy astuta. Así que le dijo:

-¡Qué pájaro tan bonito eres, cuervo! ¡Con tus plumas tan brillantes, tu pico tan

afilado y tus ojos tan redondos!

Al cuervo le encantaron estos halagos. Con la cabeza muy erguida, se pavoneó

por la rama, esperando recibir nuevos cumplidos. Y así fue.

-Un pájaro tan bonito como tú debe tener una voz maravillosa -le dijo la zorra

astutamente-. Si quisieras cantar para mí, me harías muy feliz.

Al escuchar esto, el cuervo sacó pecho, abrió el pico y lanzó un fuerte graznido.

El pedazo de queso se le cayó de la boca, yendo a parar a las fauces de la zorra,

que aguardaba debajo este momento.

-Gracias, querido -exclamó-. Ahora sabrás cuál es el precio de la vanidad.

Y riéndose, se zampó el queso.

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FICHA DIDÁCTICA.

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El lobo y los siete cabritos.

Había una vez una cabra que tenía siete cabritos, a los que quería tanto como

cualquier madre puede querer a sus hijos. Un día necesitaba ir al bosque a buscar

comida, de modo que llamó a sus siete cabritillos y les dijo: 

-Queridos hijos, voy a ir al bosque; tened cuidado con el lobo, porque si entrara en

casa os comería a todos y no dejaría de vosotros ni un pellejito. A veces el

malvado se disfraza, pero podréis reconocerlo por su voz ronca y por sus negras

pezuñas. 

Los cabritos dijeron: 

-Querida mamá, puedes irte tranquila, que nosotros sabremos cuidarnos. 

Entonces la madre se despidió con un par de balidos y, tranquilizada, emprendió

el camino hacia el bosque. 

No había pasado mucho tiempo, cuando alguien llamó a la puerta, diciendo: 

-Abrid, queridos hijos, que ha llegado vuestra madre y ha traído comida para todos

vosotros. 

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Pero los cabritillos, al oír una voz tan ronca, se dieron cuenta de que era el lobo y

exclamaron: 

-No abriremos, tú no eres nuestra madre; ella tiene la voz dulce y agradable y la

tuya es ronca. Tú eres el lobo. 

Entonces el lobo fue en busca de un buhonero y le compró un gran trozo de tiza.

Se lo comió y así logró suavizar la voz. Luego volvió otra vez a la casa de los

cabritos y llamó a la puerta, diciendo: 

-Abrid, hijos queridos, que vuestra madre ha llegado y ha traído comida para todos

vosotros. 

Pero el lobo había apoyado una de sus negras pezuñas en la ventana, por lo cual

los pequeños pudieron darse cuenta de que no era su madre y exclamaron: 

-No abriremos; nuestra madre no tiene la pezuña tan negra como tú. Tú eres el

lobo. 

Entonces el lobo fue a buscar a un panadero y le dijo: 

-Me he dado un golpe en la pezuña; úntamela con un poco de masa. 

Y cuando el panadero le hubo extendido la masa por la pezuña, se fue corriendo a

buscar al molinero y le dijo: 

-Échame harina en la pezuña. 

El molinero pensó: «Seguro que el lobo quiere engañar a alguien», y se negó a

hacer lo que le pedía; pero el lobo dijo: 

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-Si no lo haces, te devoraré. 

Entonces el molinero se asustó y le puso la pezuña, y toda la pata, blanca de

harina. Sí, así son las personas. 

Por tercera vez fue el malvado lobo hasta la casa de los cabritos, llamó a la puerta

y dijo: 

-Abridme, hijitos, que vuestra querida mamá ha vuelto y ha traído del bosque

comida para todos vosotros. 

Los cabritillos exclamaron: 

-Primero enséñanos la pezuña, para asegurarnos de que eres nuestra madre. 

Entonces el lobo enseñó su pezuña por la ventana y, cuando los cabritos vieron

que era blanca, creyeron que lo que había dicho era cierto, y abrieron la puerta.

Pero quien entró por ella fue el lobo. Los cabritos se asustaron y corrieron a

esconderse. El mayor se metió debajo de la mesa; el segundo, en la cama; el

tercero se escondió en la estufa; el cuarto, en la cocina; el quinto, en el armario; el

sexto, bajo el fregadero, y el séptimo se metió en la caja del reloj de pared. Pero el

lobo los fue encontrando y no se anduvo con miramientos. Iba devorándolos uno

detrás de otro. Pero el pequeño, el que estaba en la caja del reloj,

afortunadamente consiguió escapar. Una vez que el lobo hubo saciado su apetito,

se alejó muy despacio hasta un prado verde, se tendió debajo de un árbol y se

quedó dormido. 

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Muy poco después volvió del bosque la vieja cabra. Pero ¡ay!, ¡qué escena tan

dramática apareció ante sus ojos! La puerta de la casa estaba abierta de par en

par; la mesa, las sillas y los bancos, tirados por el suelo; las mantas y la

almohada, arrojadas de la cama, y el fregadero hecho pedazos. Buscó a sus hijos,

pero no pudo encontrarlos por ninguna parte. Los llamó a todos por sus nombres,

pero nadie respondió. Hasta que, al acercarse donde estaba el más pequeño,

pudo oír su melodiosa voz: 

Mamaíta, estoy metido en la caja del reloj. 

La madre lo sacó de allí, y el pequeño cabrito le contó lo que había sucedido,

diciéndole que había visto todo desde su escondite y que, de milagro, no fue

encontrado por el lobo. La mamá cabra lloró desconsoladamente por sus pobres

hijos.

Luego, muy angustiada, salió de la casa seguida por su hijito. Cuando llegó al

prado, encontró al lobo tumbado junto al árbol, roncando tan fuerte que hasta las

ramas se estremecían. Lo miró atentamente, de pies a cabeza, y vio que en su

abultado vientre, algo se movía y pateaba. «¡Oh Dios mío! -pensó-, ¿será posible

que mis hijos vivan todavía, después de habérselos tragado en la cena?»

Entonces mandó al cabrito que fuera a la casa a buscar unas tijeras, aguja e hilo.

Luego ella abrió la barriga al monstruo y, nada más dar el primer corte, el primer

cabrito asomó la cabeza por la abertura y, a medida que seguía cortando, fueron

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saliendo dando brincos los seis cabritillos, que estaban vivos y no habían sufrido

ningún daño, pues el monstruo, en su excesiva voracidad, se los había tragado

enteros. ¡Aquello sí que fue alegría! Los cabritos se abrazaron a su madre y

saltaron y brincaron como un sastre celebrando sus bodas. Pero la vieja cabra

dijo: 

-Ahora id a buscar unos buenos pedruscos. Con ellos llenaremos la barriga de

este maldito animal mientras está dormido. 

Los siete cabritos trajeron a toda prisa las piedras que pudieron y se las metieron

en la barriga al lobo. Luego la mamá cabra cosió el agujero con hilo y aguja, y lo

hizo tan bien que el lobo no se dio cuenta de nada, y ni siquiera se movió. 

Cuando el lobo se despertó, se levantó y se dispuso a caminar, pero, como las

piedras que tenía en la barriga le daban mucha sed, se dirigió hacia un pozo para

beber agua. Cuando echó a andar y empezó a moverse, las piedras de su barriga

chocaban unas contra otras haciendo mucho ruido. Entonces el lobo exclamó: 

¿Qué es lo que en mi barriga bulle y rebulle? Seis cabritos creí haber comido, 

y en piedras se han convertido. 

Al llegar al pozo se inclinó para beber, pero el peso de las piedras lo arrastraron al

fondo, ahogándose como un miserable. Cuando los siete cabritos lo vieron, fueron

hacia allá corriendo, mientras gritaban: 

-¡El lobo ha muerto! ¡El lobo ha muerto! 

Y, llenos de alegría, bailaron con su madre alrededor del pozo.

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FICHA DIDÁCTICA.

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EVIDENCIAS.

CONCLUSION:

Hoy en día los alumnos no tienen buena comprensión lectora, porque no se

adquirió habito le la lectura dentro de sus casas. En ocasiones los nada mas leen

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por cumplir con sus maestros, ya que es un requisito. Para algunos leer es muy

difícil, porque no comprenden al momento de estar leyendo.

Una de las estrategias fue que cada niño que leyera de manera personal algún

texto de su agrado, para como leía y si lo hacía de manera correcta les daría un

premio para que los demás niños se motivaran para que conforme al premio se

vayan adentrando a la lectura.

Los resultados fueron que los niños comenzaron a leer de manera más fluida, ya

que estos niños a pesar de que eran de quinto grado no sabían leer muy bien.

Luego de hacer esta actividad los niños mostraban un poco de interés por la

lectura, ya que todos querían leer al mismo tiempo.