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    ISSN 0213-0181103

    La anomala deambulatoria en la antiguaIberia. Monosndalos, hroes heridos y

    jvenes danzantesIgnasi GRAUMIRAUniversitat [email protected]

    Teodoro CRESPOMASInstituto de Historiografa Julio Caro Baroja

    Universidad Carlos III de [email protected]

    RESUMEN

    En el presente artculo se analizan diversos motivos presentes en la iconografa ibrica, relacionablescon el tema ms general, muy presente en el Mediterrneo antiguo, de la anomala deambulatoria: elmonosandalismo, las heridas en la pierna del hroe y los grupos de jvenes danzantes. Se proponenhiptesis para interpretar estas representaciones presentes en el mundo ibrico a travs de diversas prc -ticas mtico-rituales que encontramos bien documentadas en el Mediterrneo antiguo. Esta relacin noshablara del profundo grado de identidad del mundo ibero con el resto de culturas mediterrneas y conuna koincultural comn.

    Palabras clave: Cultura Ibrica. Mitologa. Iconografa. Iniciacin. Anomala deambulatoria.

    Ambulatory anomaly in the ancient Iberia. Monosandals,injured heroes and young dancers

    ABSTRACT

    In this paper we analyze some elements of the Iberian iconography related to the general subject ofthe ambulatory anomaly, which are frequent in the Ancient Mediterranean. These themes are the mo-nosandals, the injuries in the leg of the hero and dances of young people. In our opinion, these Iberianrepresentations are related to ritual practices well documented in the Ancient Mediterranean. This rela-tionship illustrates the high degree of contact between the Iberian and the Mediterranean World and thefeasible existence of a common cultural character orkoin.

    Key words:Iberian Culture. Mythology. Iconography. Initiation. Ambulatory anomaly.

    Sumario: 1. Introduccin. 2. Losgutticon forma de pie calzado en Iberia. 2.1. Monosndalos en mitosy ritos mediterrneos. 3. La herida de la bestia en la pierna del hroe ibero. 3.1 El tema de la herida enla pierna y la cojera mtico-ritual en la mitologa antigua. 4. Guerreros y jvenes danzantes: versionesiberas de la Danza de la Grulla?5. Una valoracin conjunta: las evidencias de anomala deambulatoriaen el mundo mtico-ritual ibrico.

    Gerin2012, vol. 30, 103-131 http://dx.doi.org/10.5209/rev_GERI.2012.v30.41806

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    Alto! Nos ha dejado una seal! Mirad, nos ha dejado un zapato! El zapa-to es la seal, sigamos su ejemplo! Hagamos como l! Levantemos un zapatoy quede el otro en nuestro pie, porque esa es la seal!

    Monthy Python,La vida de Brian(1979)

    1. INTRODUCCIN1

    El estudio de las creencias religiosas y mticas del mundo ibrico es tan interesantecomo difcil. Los pueblos de la edad del Hierro de la franja mediterrnea y el me-dioda peninsular nos han legado un complejo conjunto de evidencias iconogrcasy arqueolgicas que ponen de maniesto la riqueza de su universo simblico. Esteimaginario ibrico deviene clave para aproximarnos al tema ante la carencia de lasreferencias literarias que avalan los estudios de otros entornos. Es bien conocido eltexto en que Estrabn nos cuenta que los turdetanos, adems de servirse de la gram-tica, posean recopilaciones escritas de la antigua memoria, as como poemas y leyessujetos a medida, de seis mil aos, como ellos arman.2En este pasaje, tradicional-mente, se ha preferido traducir nomoipor leyes, pero muy bien podra aludir a poe-mas heroicos, cantados, como se ha propuesto en algunos trabajos,3que constituiranun cdigo tico de comportamiento aristocrtico. Seran nomous, normas sometidasa la medida o norma de un verso (enmetrous).4De existir, estos poemas cantados nosremitirana una compleja serie de narraciones mitolgicas que desgraciadamente nose han preservado, pero cuya existencia podemos sin duda certicar por la rica icono-

    grafa del arte ibrico. El monumental conjunto escultrico del heroon de Porcuna,5

    los relieves de Pozo Moro, 6o las ms sencillas manifestaciones de pintura vascularcon escenas muy elaboradas slo pueden explicarse como emanadas de un mundomitolgico complejo del que apenas tenemos noticia escrita.

    Quizs uno de los principales modos de iluminacin de estas evidencias sea lasimbologa y mitologa mediterrneas reejadas en el corpus iconogrco.7Partien-do de este principio, en este artculo pretendemos plantear una hiptesis en torno atres elementos de carcter mtico-ritual presentes en el mundo ibrico, que en nuestraopinin podran ser comparados, y explicados, con paralelos presentes en el mundomediterrneo. Uno de ellos se reere al tem arqueolgico de los gutti en forma de

    1 Este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto HAR2009-13141 del MICINN. Queremos agradecerlos comentarios de los revisores annimos que en la medida de lo posible hemos incorporado al texto y que hancontribuido a renar nuestra argumentacin.

    2 Str. III.1.6.; C 139. Citamos de la traduccin de GMEZESPELOSN2007.3 OLMOS GRAU2005.4 Sobre nomosmusical, PRETAGOSTINI ROCCONI2004, 366 y n 196 (Ps-Plutarco, de msica 6, 1133 b-c)

    y n 198, Platn,Leyes 7, 799e: para nosotros los cantos son leyes, los antiguos alguna vez llamaron as,segn parece, a los cantos con ctara, citado en OLMOS GRAU2005, 96, cita 94).

    5 OLMOS2002.6 ALMAGRO-GORBEA1983.7 Esta lnea se inici hace ya dos dcadas de la mano principalmente de C. Aranegui y R. Olmos y ha

    rendido destacados resultados. Como referencias generales conviene citar OLMOSet alii, eds, 1992; OLMOS,coord., 1999; ARANEGUI, ed., et alii1997.

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    pie calzado; otro, al de la representacin de la herida en la pierna de diversos hroesibricos despus de un combate, y en ltimo lugar est el de la danza (ritual) de j-venes iberos. Son tres temas que, por su problemtica particular, exigen cada uno unanlisis y la formulacin de unas hiptesis distintas, pero que a un nivel ms general

    pueden ser englobados todos bajo el concepto de anomala deambulatoria que C.Ginzburg acu en su obra Storia notturna.8As, si bien se trata de temas formal-mente distintos, parecen poder relacionarse estructuralmente con un mismo fondomtico-ritual: todos aquellos personajes situados en una situacin liminal, entre elms all y el ms ac, y especialmente en el marco de mitos de trasfondo iniciticoo de cualesquiera ritos que exijan un contacto con el ms all, aparecen a menudomarcados por un elemento que, directa o indirectamente, se puede vincular con unaanomala en el deambular. Personajes que llevan una sola sandalia, personajes heri-dos en los pies o en la pierna por una bestia, o grupos de jvenes que practican danzas

    renqueantes, se trata de situaciones que tenemos bien representadas en muchos es-cenarios mtico-rituales del Mediterrneo antiguo (adems de en muchas otras partesdel mundo), y nuestra intencin en este trabajo es mostrar cmo estos temas comunes

    podran hallarse perfectamente representados en los complejos mtico-rituales de laantigua Iberia. La comparacin de las representaciones ibricas con el patrimoniomtico-ritual del Mediterrneo nos conducir, pues, a proponer ciertos signicados,e indirectamente a mostrarnos el profundo grado de insercin que la cultura ibricatuvo en una koin cultural comn mediterrnea.

    2. LOSGUTTI

    CON FORMA DE PIE CALZADO EN IBERIAEntre la compleja serie de objetos con clara nalidad votiva o ritual del mundo iberonos encontramos con una serie de vasos cermicos que representan un pie calzadocon sandalia. Se trata en su mayor parte de vasos de pequeo tamao, de entre 15 y 20cm, realizados tanto en cermica de barniz negro importada, como en ibrica, y querepresentan el pie izquierdo que calza sandalias de tirillas, conocindose nicamenteun caso de representacin de pie derecho (g. 1). Ya de entrada, lo primero que captanuestra atencin es que se trate justamente de un solo pie calzado y no dos, comoocurre con otras evidencias mediterrneas semejantes como las lucernas helensticas

    y romanas de pies; es este hecho el que, en nuestra opinin, no es casual, y que puedeperfectamente obedecer a la representacin de un topos mitolgico concreto bienpresente en el Mediterrneo antiguo.

    8 GINZBURG1989, cf. esp. el captulo 3.2 (Ossa e pelli, 206-275). Segn Ginzburg, quien va al otromundo o vuelve de l animal, hombre o mezcla de ambas cosas est marcado por una asimetra de lasextremidades inferiores (GINZBURG1989, 522-523; la traduccin es nuestra). Este concepto ha sido usadotambin por DELPECH1996. Sobre el trasfondo inicitico de muchos de los mitos antiguos que presentan estetipo de anomalas ambulatorias argumentado por Ginzburg teniendo como marco interpretativo las teoras deV. Propp, remitimos a MOREAU2004, que utiliza en parte tambin una especie de estructura por funcionesproppiana para analizar los mitos antiguos. Sobre la gran cantidad de valencias mtico-religiosas asociadas al

    pie en la Antigedad, vase LECLERQ1939,y KITTELet alii, 1968, 624-626.

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    Actualmente existen algunos trabajos que se han ocupado de estudiar este singu-lar tem arqueolgico, principalmente desde su perspectiva de anlisis iconogrco,cronolgico y contextual, lo que nos permite rastrear los orgenes concretos del vasoen el Mediterrneo y su forma de llegada y aceptacin en el mundo ibrico.9De estostrabajos podemos resumir las siguientes caractersticas referidas a este tipo de ma-

    teriales: se trata de unos vasos plsticos que representan un motivo helenstico propio

    del barniz negro suritlico y cuya produccin arrancara desde nales del s. IV a.C. yse desarrollara especialmente en el s. III a.C. a lo largo de la costa norte-africana o en

    territorio sardo y siciliano. Su llegada a la Pennsula Ibrica tendra lugar por transmi-sin posiblemente pnica, y su distribucin la tenemos documentada por los territoriosibricos del oriente y noroeste, estando ausentes en la parte meridional. Por otra parte,y como arma M. Cura-Morera, a pesar de que estas piezas muestran una misma tipo-loga, existen diferencias en la forma del ltro, en el tratamiento de la sandalia y en los

    barnices y arcillas que delataran la existencia de diferentes talleres (las que presentan el

    9 Para una sntesis de todos los ejemplares documentados en el Mediterrneo y en la Pennsula Ibricaremitimos a CURA-MORERA1993, 37-38; PREZBALLESTER GMEZ-BELLARD2004, y PRADOSTORREIRA2004.

    Fig. 1.Tipos deguttimonosndalos en el mundo ibrico (fuente: Prez Ballester Gmez-Bellard, 2004,9, g. 2.).

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    vertedor en forma de cabeza de len habra que relacionarlas, en todo caso y siguiendoa Morel con producciones sicilianas).10

    En lo relativo a su contextualizacin arqueolgica en el mundo ibrico, la mayor par-

    te de los ejemplares conocidos proceden de necrpolis en las que se incorporan comoparte del ajuar funerario del personaje enterrado, documentndose ejemplos que cubrenel rea desde Catalunya hasta Murcia. Aparecen indistintamente en tumbas femeninas,masculinas, o indeterminadas (Cabrera del Mar, El Cabecico del Tesoro o La Serreta),y junto con otros objetos de ajuar o como vaso nico. En algunos casos van acompaa-dos de panoplias completas, lo que lleva a pensar que se trata de tumbas de guerreros,y en otros se acompaan de terracotas y otros vasos connotados con un sentido ritualclaro, quizs relacionable con cultos ctnicos. Por otra parte, encontramos tambin es-tas piezas en contextos de hbitat, ya que han aparecido en estancias principales deviviendas o poblados, como los documentados en la casa 1 del Puntal dels Llops, en el

    departamento 11 de Los Villares, o el departamento G-34 de La Serreta. Son ejemplostodos que se reeren a habitculos singulares de sus respectivos asentamientos, lo quenos situara ante residencias de miembros destacados de la comunidad.

    Sobre su funcionalidad, se trata de vasos que reciben un lquido a travs de la cazo-leta para verterlo por el oricio situado en el taln. Se han ofrecido diversas interpreta-ciones para explicar su signicado. V. Page del Pozo,11siguiendo a Maximova, opinaque son vasos para perfumes que tendran un valor prolctico en la tumba protegiendoal difunto en el paso al ms all. Para R. Olmos el vaso en forma de pie en ambientesibricos podra aludir a un difunto noble bien calzado para afrontar el largo camino alms all, aunque el autor tambin seala su funcionalidad plurivalente en el mundo

    ibrico, segn los contextos.12J. Prez y C. Gmez-Bellard creen que los vasos ibricos en forma de pie muestranla adopcin por parte de los iberos de la imagen del pie calzado, vinculado a la funcinde vaso para libaciones o unciones con algn lquido precioso: ritos domsticos en laestancia principal de vivienda o poblado (Los Villares, Puntal dels Llops); ritos de pasoal ms all con posible heroizacin (tumba masculina de Cabrera del Mar) o ritoscomplejos en tumbas femeninas o indeterminadas (El Cabecico, La Serreta) al estilode los que se desarrollaran en las necrpolis pnicas donde son ms frecuentes. Nodescartaban la tesis de Olmos sobre la gura del pie que aludira al propio difunto, yaadan adems una aguda y sugerente posibilidad, que reproducimos a continuacin

    porque en un sentido semnticamente relacionado discurrir nuestra hiptesis:

    Permtaseme sin embargo mencionar un hermoso relato []. Aquiles, que sumer-gido por su madre en las aguas mgicas del Estige, ser vulnerable slo por el pie, porel taln, por donde se le escapar la vida, por donde penetrar la muerte que le con-nar al Hades. Para el ibero el pie, convertido en vaso, sera receptculo de un lquido

    precioso de vida? que es vertido o se escapa precisamente por el taln, o el tobillo,

    10 Este motivo, por otra parte, apenas tiene relacin con otros paralelos iconogrcos o del registromaterial ibrico.

    11 PAGEDELPOZO1984, 126-127.12 OLMOSreportado en PAGEDELPOZO1984, 297-298.

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    como memoria del paso del hroe hacia el ms all. [] Este acercamiento lolgicodebera suponer un conocimiento ms o menos directo del indgena de los relatos he-roicos mediterrneos. Otras imgenes, como la del curos desnudo representado en unvaso tico de guras rojas hallado dentro de una tumba, han sido plenamente aceptadas

    como un referente de heroizacin para con el personaje all enterrado. Por qu notambin el pie calzado?. 13

    Este ltimo prrafo sintetiza a la perfeccin el mismo problema que nos hemosplanteado en este punto, aunque en nuestra opinin la relacin de estos objetos conla heroizacin (entre otras posibles hiptesis complementarias) haya que buscarla enotro sitio (insistimos, estrechamente vinculado con el tema del taln de Aquiles).Es este tipo de relacin con signicados mticos y en el marco de mitos heroicos, enefecto, el que creemos que aporta la clave interpretativa de los gutticon forma de

    pie calzado; como veremos, tal vez haya la posibilidad de delimitar mayormente lacuestin poniendo en relacin esta clase de objetos con un culto de tipo heroico, o conotro tipo de cultos relacionados con el inframundo.

    Debemos descartar en este sentido, ya de principio, que la aparicin de estosguttise deba exclusivamente a su calidad de vasos de prestigio procedentes del comerciomediterrneo. Es cierto que su origen forneo les otorgara, como para el resto devasos importados, la categora de bien de prestigio, cuya posesin marcara el estatusen las estructuras sociales ibricas; ahora bien, la existencia de imitaciones en cer-mica local nos dice que, ms all de la caracterstica intrnseca de la pieza, su formay signicado habran sido adoptadas por las culturas locales, y tal vez incluso parallevar a cabo rituales propios del mundo ibrico. Se tratara, en este sentido, de un

    ejemplo ms de la adopcin de formas procedentes del repertorio mediterrneo, quetal vez fueran permeables a creencias semejantes en el mundo ibero. As, si en el casode las copas y platos, las formas ms frecuentemente imitadas,14su uso en el serviciode mesa explicara por s mismo la adopcin de la forma, en este caso la razn de laaceptacin de un vaso que representa un pie calzado debe ponerse inmediatamente enrelacin con algn signicado simblico, o mitolgico-ritual, con una carga semnti-ca asociada a su iconografa, y es esto lo que debemos tratar de interpretar.

    Hasta el momento, el nico punto de convergencia que presentan estos vasos esque todos parecen sealar el rango elevado de sus poseedores, pues en absoluto apa-recen asociados a mbitos o tumbas de carcter ordinario. De ello se deduce que loimportante es el estatus personal que se atribuye a la persona mediante dispositivosespeciales, en este caso el vaso pediforme, y que dicho rango acompaa al individuoincluso en la muerte. En otras palabras, se trata de vasos propios de personas des-tacadas en el mbito ritual que retienen ese carcter en su trnsito funerario, y queadems sirvieron para individuos de los dos gneros. Estos objetos se emplearan enla asignacin del estatus individual y de construccin de la persona social en el marcode la accin ritual, denida por un mensaje mitolgico. Ahora bien, cul pudo ser esemensaje mitolgico es la cuestin que hay que discutir.

    13 PREZBALLESTER GMEZ-BELLARD2004, 37.14 BONET MATA1988.

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    Como ya hemos dicho, intentar descifrar el signicado de estos vasos, si bien tieneque pasar en primer lugar por su correcta contextualizacin en el marco de la sociedadibrica, tiene que hacerse asimismo acudiendo al patrimonio de mitos, smbolos, creen-

    cias y ritos presentes en el mundo mediterrneo, ya que estos podran darnos la clavepara interpretar losguttimonosndalos que encontramos en el mundo ibero (al tiempo,por otra parte, que los del Mediterrneo, que permanecen asimismo sin una interpreta-cin adecuada). Empecemos, pues, viendo el signicado mtico-ritual mediterrneo alque podran asociarse estos vasos, y analicemos despus cmo podramos interpretarlos ejemplos presentes en el mundo ibrico.

    2.1. MONOSNDALOS EN MITOS Y RITOS MEDITERRNEOS

    Son numerosas las situaciones, tanto mticas como rituales, en las que encontramos per-

    sonajes antiguos que se descalzan un pie y que, como consecuencia, aparecen calzandoslo una sandalia, siendo denominados por ello monosndalos (monokrpides) porlas fuentes, por ser ste el elemento que los distingue. En un artculo de referencia parala cuestin, W. Deonna15document numerosos ejemplos de esta prctica en el mundoantiguo que implicaban tanto a dioses, mujeres que practicaban ciertos ritos, hroesde mitos, ejrcitos antiguos, etc., y lo puso en relacin con cultos a divinidades subte-rrneas o potencias nferas con los que se pretenda establecer una conexin a travsdel acto de descalzarse un pie.16En efecto, es el hecho de llevar un pie descalzo lo quesera realmente relevante en el rito, pero como hemos dicho lo que resulta interesanteaqu para la interpretacin de losgutticalzados es observar que a los personajes que sedescalzan un pie las fuentes los denominan monosndalos, y es en este campo semn-tico general en el que pensamos que pueden ser encuadrados de forma plausible. Eneste marco interpretativo, por lo tanto, intentaremos dar una interpretacin a los gutti

    15 DEONNA1935. Vase tambin BRELICH1955-1957; GINZBURG1989, 206-275 yMOREAU1994, 132-136.Sin una interpretacin coherente y con argumentos demasiado forzados, HRITIER-AUG1992.

    16 De la importancia del pie o la sandalia como objeto ligado al contacto con el ms all, susceptiblede ciertas connotaciones mgicas, nos estara hablando su posible perduracin en el mundo medieval eincluso contemporneo. W. DEONNA(1935) aporta algunos ejemplos de esta prctica en la cultura popularcontempornea, y para la posible cristianizacin temprana de estas prcticas podemos aportar tambin algnotro dato, pues conocemos, en las colecciones medievales de milagros de la Virgen, un episodio ligado a su

    sandalia que podra apuntar en esa direccin. En Soissons, (en la regin de Picarda, al noreste de Pars) laabadesa de una iglesia san a una nia enferma hacindole la seal de la cruz con una sandalia de la Virgen, y apartir de aquel momento el centro se convirti en un lugar de peregrinacin de enfermos (CARRERADELAREDCARRERADELARED2000, 338-343). Ahora bien, en poca altomedieval, el obispo Audoeno de Rouen (capitalde la Alta Normanda, al noroeste de Pars) adverta en el s. VII contra una prctica pagana que consista envenerar imgenes de pies: prohibid que se fabriquen esas imgenes en forma de pie que la gente pone en lasencrucijadas, y, donde las encontris, lanzadlas al fuego (Vita S. Eligii, XV: M.G.H., Script. Rer. Merov.IV,705; GIORDANO1995, 192). La prctica debi de estar muy extendida en todo el norte de Francia y de Europa engeneral porque la misma amonestacin la haca Pirmino Abad en el s. VIII, predicando a alamanes y bvaros(no honris la imagen del pie, enDe singulis libris canonum scarapsus: PL 89, 1041-1042; GIORDANO1995,184), y tambin los Capitularia regum francorum(en M.G.H., I, n 108, 223; GIORDANO1995,183), advertancontra las manos y los pies de madera segn el uso pagano). Tambin M. V. Garca y M. Santos sealaban lanoticia del obispo de Braga Martn de Dumio (s. VI) que adverta contra la costumbre de pedem observare

    (De Correctione rusticorum, 16.2; GARCAQUINTELA SANTOSESTVEZ2000, 5).

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    calzados. Ahora bien, no es nuestra intencin dar una nica interpretacin para todosellos, pues tal vez haya que pensar que, aunque se les pudiera atribuir al nal un mismosignicado o una misma funcin ritual general, se planteara al menos la posibilidad deque pudieran ser adscritos a distintos tipos de cultos o divinidades.

    Hechas estas aclaraciones, nuestro anlisis debera partir de una pregunta de tipocronolgico: qu mitos o ritos, antes o durante el s. III a.C. (fecha en la que se da-tangrosso modolosgutti calzados en Iberia) podemos encontrar en el Mediterrneoantiguo que permitan explicar el signicado de estos tems arqueolgicos? Decimosesto porque hay otro tipo de esculturas, tambin de pies calzados, con los que a me-nudo (e indiscriminadamente) se han puesto en relacin estos gutti, un hecho quecabe descartar de entrada porque tanto por la cronologa como por la tipologa for-mal se enmarcaran en un contexto diferente. Nos referimos a un tipo de esculturaso lucernas que representan pies (ms concretamente pares de pies calzados) a vecesrematados con una cabeza de Serapis, datados en poca altoimperial y que han sidoen general asociados al culto de Serapis.17As, y aunque en el fondo todo este tipo derepresentaciones de pies puedan estar haciendo referencia a creencias o rituales conun mismo valor cultual (el del pie como smbolo de poder, o como representacin dela divinidad o de hombres divinizados que puede tener, por ejemplo, poderes curati-vos, como sabemos por los casos de Pirro, 18Vespasiano19o el mismo dios Serapis 20),nuestro objetivo es intentar denir, de una forma ms precisa y acotada, los contor-nos cultuales de esosguttimonosndalos del s. III a.C. (que no pueden asociarse en

    principio al culto de Serapis), y para ello acudiremos a situaciones mtico-rituales quetengamos documentadas con anterioridad a esta fecha.

    La cuestin, por otra parte, no es sencilla, porque aunque las posibilidades de inter-pretacin ms claras que tenemos provienen del mundo griego y en efecto losguttide barniz negro tendran en principio una liacin griega, todas las piezas arqueo-lgicas de que disponemos estaran relacionadas con reas de difusin punicizante(aunque tambin es cierto que en los circuitos comerciales-culturales de la poca no

    puedan trazarse lmites culturales tan netos, ya que todos comerciaban con todos).Con todo, Acquaro21armaba que los modelos originales estaran en la zona de Cam-

    pania, y J. Prez y C. Gmez-Bellard22pensaban que las zonas de Sicilia y Cerdeapodan aportar an bastantes sorpresas. En cualquier caso, el problema principal con-tina estribando en que no conocemos los centros de produccin de estos objetos ce-rmicos, y por lo tanto no sabemos si pudieron ser producidos en alfares relacionadoscon santuarios a divinidades concretas con las que pudieran estar relacionadas, y quenos pudieran dar una pista sobre su atribucin originaria.

    Hechas estas apreciaciones, hemos planteado tres interpretaciones posibles con lasque comprender el origen de estosgutti, y poder adems relacionarlos con contextos

    17 Sobre la cuestin, vase DEONNA1927; DOW UPSON1944; LEGLAY1978; SANTOROLHOIR1983, yRODRGUEZOLIVA1987, 193.

    18 Plut., Vita Phyrri 3, I, 384.19 Tac.,Hist., IV, 81; Suet., Vesp., 7,2.20 DEONNA1927; LEGLAY1978; KITTELet alii1968, 625.21 ACQUARO1974.22 PREZBALLESTER GMEZ-BELLARD2004, 34.

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    diversos y concretos: a)su relacin con una divinidad psicopompa; b)su vinculacina mitos de hroes o prcticas de ejrcitos antiguos, lo que nos hablara de un hecholigado a la mentalidad aristocrtica guerrera, y c)que pudiera estar hablndonos deritos femeninos de contacto con el inframundo, lo que podra explicar su aparicin entumbas femeninas. Veamos ahora el desarrollo de estas tesis caso por caso:

    a)La posible relacin de estosgutticon una divinidad relacionada con el viaje delos muertos al ms all, asociado al dios Hermes en el mundo griego. Es cierto quelosgutti con forma de pie calzado no aparecen nunca con alas o nada que permitaidenticarlos como una sandalia de este dios, pero si quisiramos relacionarlos conuna representacin suya podramos pensar, tal vez, que su presencia en las tumbas

    podra haber respondido al deseo del difunto de asegurar el paso al ms all: el diospsicopompo, representado como la parte por el todo en la tumba, sera el encargadode guiar a las almas al Hades. En este sentido, la representacin de Hermes comomonosndalo en este contexto no sera extraa si pensamos que esta divinidad fuedescrita en las fuentes antiguas como monokrpide. Artemidoro23lo deni as, pues-to que le haba dado una de sus sandalias a Perseo, y esta identicacin vendra refor-zada por algunas de sus representaciones (si bien del s. I a.C.) en gemas en las que selo muestra como un pie con una sandalia alada (g. 2). Asimismo, es bien conocidoel tipo escultrico de Lisipo del Hermes descalzo atndose una sandalia, que tal vez

    podra estar incidiendo en su dimensin de monosndalo.

    b)Su relacin con cultos de carcter heroico o prcticas rituales de ejrcitos anti-guos, en cualquier caso asociados a una mentalidad de tipo aristocrtico-guerrera li-gada al eposheroico mediterrneo. En el primer caso podramos vincularlos a perso-najes monosndalos como Jasn o Perseo, y en el segundo caso a noticias de distintosejrcitos de la Antigedad que se descalzaban un pie para ir a la guerra.

    La noticia ms antigua que tenemos sobre un hroe monosndalo se reere, sibien indirectamente, a Perseo, y est asociado adems a la hierofana y el culto a unasandalia del (posible) hroe griego. Herdoto 24nos cuenta una curiosa noticia segn

    23 Artem. I, IV, 63.24 Her. II, 91.

    Fig. 2.Gemas representando el pie de Hermes (fuente:LIMC VI.2: 283, n 160-163).

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    la cual, en el mundo egipcio, cerca de una ciudad llamada Nepolis en el nomo deTebas, haba una ciudad llamada Chemmis (Khem-mn), en la que haba un santua-rio dedicado a Perseo y en cuyo recinto haba un templo con una estatua del hroe.

    Los habitantes de la villa, segn Herdoto, armaban que Perseo se manifestaba amenudo en su campo o en el interior del santuario, y que como consecuencia de esaaparicin se sola encontrar una de sus sandalias, del tamao de dos codos. Cuando lasandalia apareca, todo Egipto gozaba de prosperidad. Los habitantes, adems, insti-tuyeron unos juegos a la moda griega en honor de Perseo, en los que tenan lugar todotipo de competiciones. Herdoto les pregunt por qu Perseo tena la costumbre deno manifestarse ms que a ellos solos, y por qu se distinguan de los dems egipciosinstituyendo unos juegos gimnsticos, a lo que ellos le respondieron que Perseo eraoriginario de su villa, y que sus antepasados Danaos y Linkeus haban sido chemmi-tas que se haban embarcado hasta Grecia. ste, adems, cuando fuera a Libia a por

    Medusa, habra pasado por Chemmis y habra reconocido a sus parientes, y que erapor orden suya por lo que se celebraban los juegos gimnsticos.La noticia de un culto a Perseo en Egipto ha sido muy discutida, entre otras cosas

    porque no hay conrmacin arqueolgica de tal hecho en Chemmis.25Para Ph.-E.Legrand, la divinidad principal de Chemmis, el dios itiflico Min, no tendra nadaen comn con Perseo, pero arga si uno de los ttulos del dios, Peh-resou, habra

    podido recordar a odos griegos el nombre de Perseo. A. B. Lloyd, por su parte, haplanteado la sugerente hiptesis de identicar a Perseo, no con Min como se ha hechotradicionalmente sino con Horus, puesto que al igual que Horus venci a un monstruocomo Seth, Perseo venci a la Gorgona y a un monstruo marino; del mismo modo,

    relacionaba el relato de la sandalia con una leyenda de una ciudad cercana a Chem-mis, Antaeopolis, segn la cual Horus habra confeccionado un par de sandalias conla piel de su enemigo. Respecto al sincretismo entre estos dos personajes, Legranddeca que los informadores de Herdoto habran podido ser egipcios helenizados ogriegos egipcianizados, que habran realizado un sincretismo entre dioses griegosy egipcios. Asimismo, pensaba el autor que la cercana Nepolis sera un estableci-miento griego,26y que los griegos que vivan all o en la villa vecina de Chemmisconoceran la leyenda de Perseo, y que despus cualquier detalle del culto o de laonomstica locales les habra sugerido la posibilidad de encontrar all la cuna de sufamilia, de imaginar su viaje a esos lugares y de identicarlo con el dios egipcio de la

    villa. Lloyd, de modo similar, defenda la helenizacin de las poblaciones egipcias ola mezcla entre poblaciones griegas y egipcias.

    No hay razones para dudar del proceso de helenizacin o sincretismo cultural quedebi tener lugar en la ciudad egipcia. En cualquier caso, lo que nos importa destacaraqu es que tenemos, para el s. V a.C., la noticia de un culto relacionado con una san-

    25 Sobre la cuestin del culto a Perseo en Chemmis, vase LEGRAND1948, 123, n. 2; LDDECKENS1954,338, n. 33; SAUNERON1962, y especialmente LLOYD1969. Por otra parte, sobre la importancia y el signicadode las sandalias en la cultura egipcia (vinculadas en los jeroglcos a los conceptos de prosperidad ypuricacin) vase CERSSIMO2001.

    26 La ciudad que ms tarde se convertira en Ptolemais dHermias (hoy Menchiyeh) a 10 km de Achmin,

    la antigua Chemmis (LEGRAND1948,123, n. 2).

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    dalia en Egipto, posiblemente en honor al dios Horus, pero y lo ms importante quepudo ser asociado sin problemas a un hroe como Perseo (pensemos en este sentidoque tambin l fue un monosndalo, porque calzaba una de las sandalias aladas deHermes, y que esto pudo converger con un culto egipcio a una sandalia divina).

    Que este tipo de cultos pudieron no haber sido desconocidos en el mundo griego loconrmara, por otra parte, la importancia que pareci adquirir la sandalia de Jasn,otro personaje bien conocido en la mitologa griega y, quizs, paradigma de hroemonosndalo, ya que esta caracterstica le fue sealada ni ms ni menos que por elorculo de Delfos:

    De los dioses haba un presagio de que Pelias a manos de los esclarecidos Elidasmorira o por sus aagazas inexible. Y llegle, escalofriante, a su nimo astuto elvaticinio proferido en el centro del ombligo (Dlco) de la madre tierra, de rbolesrica: que contra el de una sola sandalia" por todos los medios se mantuviera en vigi-

    lancia grande.27Y [Pelias] se qued al punto pasmado, inquieto mirando la muy famosa sandalia

    sola en aquel pie derecho.28

    Como vemos, tambin en el s. V, de la mano de Pndaro, tenemos el relato de otrofamoso hroe monosndalo, y esta vez con toda seguridad para el mundo griego. Laimportancia que adquiri ya tempranamente este tema nos la indica una serie de mo-nedas, dracmas y bolos, que fueron acuados a principios del s. V a.C. en la ciudadtesalia de Larissa con el motivo de la sandalia de Jasn, (g. 3),29lo que nos dice queera un smbolo cuanto menos pantesalio, no restringido nicamente a Yolcos, ciudad

    de origen del hroe. Estas acuaciones, en cualquier caso, nos demuestran que el mo-tivo trascendi la ancdota puramente literaria y debi tener un signicado especialen la Grecia antigua, y quizs con relacin incluso a algn tipo de culto heroico. A.Moreau,30en este sentido, ha formulado la hiptesis de que Jasn pudo haber sido undios local de Yolcos, paredro de una posible diosa-madre Medea, y si fuera as no se-ra desdeable pensar, como para el culto de Horus-Perseo en Chemmin, que la san-dalia de Jasn habra podido jugar un rol importante en su posible culto. Por su parte,Moreau31trataba tambin el tema de lo que Estrabn denomin la oceanizacin 32del mito de Jasn, que habra tenido lugar paralelamente a los esfuerzos de las ciu-dades colonizadoras por anexar la epopeya de Jasn. El autor argumentaba que el

    mito de los Argonautas pudo haber sido asociado de distintas formas a la expansincolonial griega tanto de oriente como de occidente, sirviendo como epopeya nacional

    27 Pnd.,PticaIV, 70-75. Citamos de la traduccin de ORTEGA2002.28 Pnd.,PticaIV, IV, 94-95.Apolonio de Rodas nos reere tambin esta noticia: Pues tal orculo haba

    escuchado Pelias: que en el futuro un cruel destino le aguardaba, ser abatido por las intrigas de aquel hombrede su pueblo al que viera con una sola sandalia (). Jasn, al atravesar a pie el curso del torrencial Anauro,salv una del lobo, mas perdi all en el fondo la otra sandalia, retenida en la corriente (Apol. I, 5-12; citamosde la traduccin de VALVERDE2000).

    29 Vase por ejemplo SGN Cop. 3, plate 2, n 89 y 90, yGARDNER1883, 24, Pl. IV, 4, 5, 6.30 MOREAU1994, 113, 163.31 ID., 160-161.32 Str.I, 2, 40.

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    a la poltica de colonizacin de distintas ciudades griegas como por ejemplo Mileto.Este hecho, pues, podra estar hablndonos tal vez de una posible difusin del motivode la sandalia de Jasn por todo el Mediterrneo, paralelo a la expansin de su mito.

    Estos ejemplos, por lo tanto el culto a la sandalia de Horus-Perseo en Chemmis

    y la importancia de la sandalia de Jasn en Grecia, nos demuestran que el tema delmonosandalismo mtico-ritual era bien conocido en todo el mundo griego (y medi-terrneo, habra que pensar) ya al menos desde el s. V a.C., y que en consecuenciahabra podido estar, perfectamente, en la base de las primeras producciones de gutticon forma de pie calzado. Estos hroes nos daran, pues, un primer contexto cultual

    para la produccin de esos primerosguttimonosndalos del Mediterrneo.En otro mbito cercano al heroico, pero inserto en el contexto de ciertas activida-

    des militares o de caza antiguos, tenemos ejemplos de la prctica de descalzarse unpie. Los etolios, por ejemplo, calzaban una sola sandalia,33y los platenses, en unaincursin nocturna contra Esparta en el invierno de 428, iban, en n, pertrechadoscon armas ligeras y slo llevaban calzado el pie izquierdo por precaucin contra el

    barro.34Eurpides35nos dice asimismo que entre los hroes que cazaban el jabalde Calidn, los hijos de Testio slo llevaban una sandalia en el pie derecho. Final-mente, el ejrcito de Caculo, fundador de Praeneste, acostumbraban a llevar el pieizquierdo descalzo, el otro lo protege el spera abarca.36Estos ejemplos, igual queel monosandalismo de Jasn o Perseo, han sido vinculados a ritos en los que se inten-tara entrar en contacto directo con el inframundo para beneciarse de su potencia.37

    Todos estos casos, en denitiva, podran hacer pensar que cultos o ritos de tipoheroico o guerrero extendidos por el Mediterrneo, ya fueran del mundo griego o delmundo fenicio, pudieron estar en los orgenes de losguttimonosndalos fabricadosen el Mediterrneo. Estas piezas habran podido llegar despus al mundo ibricoconservando su signicado de la mano de la extensin de los mitos a los que hacanreferencia, o incluso entrando en relacin sincrtica o entroncando con prcticas yadifundidas en las sociedades indgenas; recordemos que tambin existe una produc-cin local de este tipo de objetos. En el primer caso, quizs podramos traer a cola-cin los conocidos dracmas del s. IV de Emporionque presentan un Pegaso en eldorso: este hecho nos podra estar hablando de un buen conocimiento del mito dePerseo en la zona (pensemos que los iberos terminaran acuando un siglo despus elmismo motivo de Pegaso en sus propias monedas), e indirectamente, por lo tanto, dela llegada del motivo de los hroes monosndalos al mundo ibrico.

    33 Schol. Pind. IV, 75.34 Tuc. II, 22. Citamos de la traduccin de TORRESESBARRANCH2000.35 Eur.,Mel. 530 N2.36 Virg.,AenVII, 688-690. Citamos de la traduccin de ECHAVE-SUSTAETA2000.37 DEONNA1935. Este descalzado ritual se ha relacionado tambin con los petroglifos podomorfos de

    Galicia y los rituales de investidura real celta (GARCAQUINTELA SANTOSESTVEZ2000; SANTOSESTVEZGARCAQUINTELA2000), en los que tendra lugar un contacto de los aspirantes a reyes con el inframundo (ysus antepasados) que legitimara su posicin, establecindose as la relacin piedra-soberana, piedra comosmbolo de la continuidad de la realeza o de la dinasta. Otras noticias modernas, en este sentido, dicen queel rey de Castilla, cuando visitaba a los vizcanos (que le eran vasallos), deba cumplir un rito incluido en lasleyes del pas consistente en ir a Guernica a pie, con el pie izquierdo descalzo (DELPECH1997, 66; GARCA

    QUINTELA SANTOSESTVEZ2000).

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    c)Finalmente, tenemos otro tipo de personajes monosndalos relacionados conrituales femeninos que, en principio, pretenderan entrar en contacto con el mundonfero por motivos relacionados a menudo con rituales amorosos. La noticia msfamosa en este sentido es el pasaje de la Eneida en el que Dido, abandonada por elhombre al que ama, Eneas, decide suicidarse, hacindolo del siguiente modo:

    La misma Dido est junto al altar; con las manos puras ofrece el don de la harinasagrada. Descalzo un pie, la veste desceida, invoca por testigos a punto de morir a losdioses y a los astros que saben su destino.38

    Esta nueva dimensin ritual del monosandalismo ha sido puesta en relacin con lamagia de amor por F. Delpech. Este autor interpret magistralmente el signicado delconjunto escultrico de Afrodita, Pan y Eros de Delos (s. I a.C.; g. 4), que muestraa una Afrodita calzando una sola sandalia y llevando la otra en la mano, a travs de

    prcticas de brujera (encantamientos de tipo amoroso) documentados en algunosprocesos inquisitoriales del s. XVI en Espaa.39Esta dimensin amorosa podra talvez relacionarse, asimismo, con relatos antiguos como el de la Rodopis egipcia, unaCenicienta antigua cuya sandalia, robada por un guila, fue a parar al palacio delfaran, que desde ese momento busc a su duea y se cas con ella.40Estamos, por

    38 Virg.,Aen. IV, 516-519.39 DELPECH1996.40 Str. XVII, I, 33. El motivo del descalzado lo encontramos tambin, como es bien sabido, en el mundo

    de los cuentos maravillosos, a menudo relacionados con un trasfondo inicitico. El tema es conocidoprincipalmente por el cuento de Cenicienta, pero lo encontramos tambin en otros tipos Arnee-Thompson-Uther, como el nmero 720, en el que los hermanos, cuando vuelven a casa despus de ir al bosque, pierdensucesivamente uno de sus zapatos.

    Fig. 3.Moneda de Larissa con la sandalia de Jasn (fuente: Gardner 1883, 29, PL. IV, 4).

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    lo tanto ante un ritual relacionado con el amor que exige una monosndalo, elparadigma de las cuales parece ser, y no por casualidad, la diosa del amor Afrodita.As pues, cuando encontramosgutti monosndalos en tumbas femeninas podramoslegtimamente preguntarnos: podran estar representando de algn modo ritos rela-cionados con un culto a una diosa del amor del tipo de Afrodita?

    Como hemos podido comprobar, el Mediterrneo antiguo est lleno de mitos yritos que nos ofrecen una jaula semntica muy especca en la que poder encuadrarunos objetos arqueolgicos como losguttimonosndalos. Adems, las diferentes di-mensiones de signicado de este complejo mtico-ritual haran que el objeto pudieraadquirir diversas valencias segn los distintos contextos en los que se hallara. Comorepresentacin de un dios psicopompo como Hermes, como elemento que caracteriza hroes bien conocidos en el Mediterrneo, o como objeto relacionado con ritualesfemeninos, losgutti con forma de pie calzado podran estar hablndonos de la nece-sidad de facilitar el paso al ms all, de su relacin con una mentalidad aristcrata yguerrera de tipo heroico, o de prcticas para contactar con potencias nferas y llevar acabo distintos tipos de rituales. De las tres posibilidades presentadas, optamos quizscomo hiptesis ms plausible y mejor fundamentada la que vincula a losgutti mono-sndalos con prcticas y rituales de carcter heroico o de exaltacin del guerrero, a te-nor del peso de la ideologa heroica en las representaciones iconogrcas del mundoibrico. Una opcin que se vera, cuanto menos, reforzada con las representacionesde la otra serie de temas que a continuacin presentamos.

    3. LA HERIDA DE LABESTIA EN LA PIERNA DEL HROE IBERO

    Entre el rico universo iconogrco del mundo ibrico contamos con algunas manifes-taciones de carcter escultrico y pictrico con una poderosa consistencia en cuantoal ciclo mtico que narran. Nos referimos a esculturas datadas en los siglos V-IVa.C. y pinturas que, a nes del s. III a.C., muestran claramente los valores heroicosde la aristocracia ibrica. Los guerreros de Porcuna, por ejemplo, o el conjunto delPajarillo, ambos en Jan, son un testimonio de primer orden en poca clsica parareferirnos al universo mtico en el que se plasman los valores del joven aristcratay sus funciones: la guerra y la caza. Ciclos mticos semejantes se reproducen unasgeneraciones despus en los programas pictricos de los estilos del rea oriental dela Pennsula Ibrica, principalmente en los mbitos edetano y contestano. De nuevoencontramos aqu los ciclos mticos de la iniciacin heroica plasmados en algunosvasos singulares como el Vaso de los Guerreros de Alcoy 41o el combate del jovencontra el lobo de la tinaja deIlici.42

    Y de nuevo aqu, algunos detalles en apariencia casuales que aparecen en estas re-presentaciones cobran sentido cuando se relacionan con casos similares muy frecuen-tes en mitos mediterrneos. Lo observamos, concretamente, en aquellos combatesheroicos entre el hombre y la bestia en los que, en el fragor de la batalla, de incierto

    41 OLMOS GRAUMIRA2005.42 OLMOSet alii, eds., 1992, 145.

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    desenlace, el joven hroe recibe una herida en la pierna. Dos claros ejemplos ilustranel motivo que acabamos de describir y recorren el tiempo y la geografa de los iberosa lo largo de ms de dos siglos, hecho del cual se deduce el arraigo y la no casualidaddel motivo.

    La primera muestra la encontramos en el heroon de Porcuna (g. 5). En la escul-tura conocida como lagriphomaquia, en realidad la lucha singular a brazo desnudoentre un joven y un grifo, la era clava su garra en el muslo del prncipe. Este motivoha sido interpretado como la transferencia de la energa vital del animal al joven queest a punto de derrotarlo. De hecho, la torsin de la testuz del grifo, con la lenguafuera, hace prever el desenlace nal.43

    La segunda muestra procede de un vaso gurado del mbito edetano, en concretose trata de un vaso de la necrpolis del Corral de Saus, Valencia, datado en el s. IIa.C. (g. 6).44Se trata de una tinaja en la que se representan dos imgenes consecu-tivas en las que se plasma la secuencia de ataque de un joven guerrero a una esnge.

    Nos encontramos ante un recurso narrativo como si de un cmic se tratara, en el quela segunda secuencia supone el contacto entre los contendientes: mientras el jovenclava su lanza en el muslo del animal, ste a su vez est clavando su garra en el muslodel hroe. De nuevo el desenlace parece claro y ser el prncipe el que acabar ven -

    43 OLMOS2002.44 IZQUIERDO1995.

    Fig. 4.Grupo escultrico de Afrodita, Pan y Eros (fuente:LIMC II.2: 50, n 514).

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    ciendo, pero en la lidia recibir la misma herida que se representaba en piedra en laescultura anterior.

    Es casual el detalle de la herida en el muslo? En nuestra opinin, la recurrenciadel mismo motivo en el arte ibero en dos regiones y dos pocas distintas no se puededeber slo a una feliz coincidencia, sino que debi ser un tema comn con tal im-

    portancia en el desarrollo de ambas narraciones que habra que hacerlo explcito enla representacin iconogrca. Esta repeticin cobra un signicado mayor cuando loponemos en relacin con otros ejemplos semejantes del mundo mediterrneo antiguo,y con el tema ms general de la cojera mtico-ritual. Porque, en efecto, el resultadode la lucha del hroe ser con toda probabilidad una herida que le dicultar andarcon normalidad, o al menos una cicatriz que hablar de su hazaa, y que lo marcare identicar de por vida. Este motivo, como ahora veremos, es bien conocido en lashistorias mticas del Mediterrneo antiguo.

    Fig. 5.Guerrero de Porcuna luchando contra el grifo (fuente: CAAI).

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    3.1 EL TEMA DE LA HERIDA EN LA PIERNA Y LA COJERA MTICO-RITUALEN LA MITOLOGA ANTIGUA

    Le lleg al animal ya de cerca el rumor de los pasos de varones y canes y, al punto,sali de las frondas a su encuentro, erizadas las cerdas, los ojos en llamas; se de-tuvo ante ellos y Ulises, primero de todos, se lanz levantando la pica en su manorobusta deseoso de herirle, mas antes la era, de anco, le alcanzaba en el muslo.Gran trozo de carne en sus dientes, sin llegar hasta el hueso, arrancada llev, masUlises a su vez le acert en el costado derecho: la punta de la lanza brillante salial otro lado, la bestia sobre el polvo mugiendo cay y escapsele el alma.45

    Al frotar con sus manos notle esta mella la anciana, conocila en el tacto ysolt conmovida la pierna [ ] Cierto t eres Ulises, mi nio querido, y no supeconocerte yo misma hasta haberte palpado las carnes.46

    Acaso pudiera ser ste el texto que nos permitiera entender, comparativamente,las imgenes ibricas que acabamos de ver en el punto anterior. Se trata, como esbien sabido, de la parte de la Odisea en la que, estando el joven Ulises de caza enel monte Parnaso con su abuelo materno Autlico y los hijos de ste, fue heridoen la pierna por un jabal. Esta herida, que le permitira ser reconocido por la an-ciana Euriclea mucho tiempo despus, a la vuelta de su larga travesa, se aparecea todas luces como la marca, recurrente en mltiples mitos y cuentos de trasfondoinicitico, que permite identicar al hroe al regreso de su largo viaje.47

    El motivo de los hroes heridos en una pierna o en un pie, en el transcursode una lucha u otra prueba relacionada con su viaje inicitico, es muy frecuente

    no slo en la mitologa antigua, sino tambin en relatos mticos del resto delmundo, y se suele asociar al tema ms general de la cojera mtico-ritual y/o delmonopodismo.48Las heridas en la pierna, que en principio conduciran tam-

    bin al desequilibrio deambulatorio, han sido puestas en relacin semntica conel tema de la malformacin en los pies que encontramos en multitud de hroesantiguos como Aquiles (cuyo punto dbil era el taln por no haber sido baadoen la laguna Estigia, o segn otra versin, su taln quemado que fue sustituido

    por la taba del gigante Dmiso, clebre por su velocidad) o Edipo (herido en elpie cuando fue abandonado en el Monte Ida, y cuyo nombre signica pie hin-chado). Otros personajes mticos presentaban asimismo malformaciones en pies

    y piernas: Tetis, madre, de Aquiles, tena un pie de plata; Melampo, el adivinotesalio, tena los pies quemados, Vulcano era un dios cojo... 49Otro ejemplo lotenemos en el Tobas bblico, quien durante el transcurso de su viaje (inicitico),cuando fue al ro a limpiarse los pies, fue atacado (cual Tezcatlipoca azteca!)

    45 Od. XIX, 444-454. Citamos de la traduccin de PABN1998.46 Od. XIX, 467-475.47 MOREAU2004, 27-28. MOREAU1994, 121-122.48 El tema, en efecto, presenta una difusin mundial, y ha sido ampliamente estudiada por autores de las

    ms diversas disciplinas. Para el mundo del Mediterrneo antiguo, GINZBURG1989, 207-275; para Amricalatina, LEHMANN-NITSCHE1924-1925; GALINIER1984; ORTIZ1986; CRDOBA1999; en Asia, GROSSATO1987, ysobre la dimensin astrolgica del fenmenoID. 1989; LULL2006a, e ID.2006b.

    49 Para estos y muchos otros ejemplos y su signicado histrico, vase GINZBURG1989, 207-275.

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    por un pez que intent devorarle el pie, un pez que el ngel que lo acompaabapara protegerlo le dijo que guardara porque sera utilizado como objeto mgicoen sus aventuras. 50As, todos los personajes que se encuentran en una situacinliminal entre el ms ac y el ms all hroes, semidioses, iniciados, etc. suelen

    presentar de un modo u otro problemas en los pies o piernas que les impiden, enprincipio, andar de forma normal, y que les lleva por lo tanto a deambular an-malamente.

    En este marco, y para el caso que aqu nos interesa, el de la herida en la piernadel hroe por parte de animales mticos, en el mundo antiguo tenemos diversos

    ejemplos que ilustran bien este tema. Hemos visto ya el fragmento, paradigm-tico, del Odiseo que era herido en una pierna por un jabal. Hrcules, de formasimilar, fue mordido en una pierna por la cola de serpiente de Cerbero.51A Zeus,Tifn le cort los nervios de las manos y los pies y se los escondi en una caver-na, y de la lucha nocturna en el ro Yaboc contra un ser sobrenatural desconoci-do (Iahv?) Jacob sali cojeando, con la articulacin del fmur dislocada y unnombre nuevo, Israel. 52

    50 Tobas6, 2-4.51 Apolod. II, 5, 12.52 Gen.32: 23-32. Sobre este pasaje resulta an interesante, al menos desde un punto de vista historiogrco,

    el anlisis que hizo R. Barthes partiendo de las teoras de V. Propp ( BARTHES1971).

    Fig. 6.Escena de lucha del hroe ibero contra la esnge (fuente: Izquierdo 1995, 44, g. 5).

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    Por otro lado, tambin encontramos en el Mediterrneo antiguo tipos iconogr-cos que podran estar hablndonos de la enorme difusin del motivo de la heridaen la pierna, y que pudieron servir de modelo para la iconografa ibrica. As, deHrcules existe una representacin iconogrca muy comn en estatuillas, vasosy monedas en la cual el len de Nemea se le abalanza y le est araando la pierna(g. 7) tal y como hace el grifo o la esnge con los guerreros iberos. Y tal vez po-dramos ver el mismo tema en una escena en la que se estn enfrentando Perseo yel monstruo Cefeo, que aparece mordindole la pierna al hroe arglida (g. 8). 53

    53 Uno de los evaluadores de este artculo apuntaba, no sin razn, que el tema de la herida en el muslo pudovenir de Oriente a travs de las pteras fenicias y otros objetos, elementos que habran tenido un fuerte pesoen la formalizacin de la iconografa ibrica. Y aunque reconoca que en el artculo ya llambamos la atencinsobre la fuerte relacin de todos estos elementos arqueolgicos con el mundo pnico, lamentaba que los para-lelismos se buscaran casi exclusivamente en el mundo griego, lo que, aunque fuera inevitable, introduca unsesgo a la investigacin probablemente excesivo. Agradecemos la sugerente crtica al evaluador, y, con todo yestar de acuerdo, hemos de sealar que en el contexto mediterrneo los mitos e iconografas circulan sin lmi-tes tnicos tan denidos, y un navo pnico pudo estar transportando cermicas ticas con la representacindel mito de Heracles o del mito de Jasn. Los ejemplos pnicos pueden aportar, ciertamente, un contexto msconcreto, pero tampoco el ejemplo exacto a partir del cual se formaliz el motivo ibrico. Lo que interesa aqu,en cualquier caso, es poner de relieve el contexto mtico, ya sea a travs de un motivo griego, fenicio o pnico,que permita encuadrar y comprender el motivo ibrico como parte recurrente de un relato mtico ms amplio

    y por otra parte como un mitema o funcin mtica presente cuanto menos en todo el Mediterrneo antiguo.

    Fig. 7.Hrcules contra el len de Nemea (fuente:LIMC V.2, 38, n 1811).

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    Estos ejemplos, en denitiva, permiten interpretar los motivos iberos de la heridaen la pierna del hroe como un elemento no casual. Al igual por lo tanto que en tantosmitos mediterrneos, hay que pensar que lo que en principio se nos aparecen como me-

    ros detalles iconogrcos en las representaciones ibricas jugaran en cambio un papelmuy importante en el relato de los mitos iberos que les serviran de soporte. Sera unelemento, con toda seguridad, altamente signicativo en el conjunto del mito, puestoque el artesano que los represent se preocup de sealar maniestamente el particular:tal vez la herida que permitira identicar, al igual que la anciana Euriclea a Ulises, alhroe ibrico que regresaba de sus hazaas.

    4. GUERREROS Y JVENES DANZANTES: VERSIONES IBERAS DE LADANZA DE LA GRULLA?

    Para nalizar este recorrido por el tema de la anomala deambulatoria en el mundo ibe-ro, queramos hacer una propuesta interpretativa de dos conocidas representaciones delmundo ibrico para ponerlas en relacin con posibles danzas de tipo inicitico: el Vasode los Guerreros del Cigarralejo, y el Clato de los Danzantes de Llria. En el primercaso se trata de un vaso con una procesin de guerreros de una tumba de El Cigarralejo(Murcia). Constituye una imitacin ibrica de un vaso de beber colectivo, una crtera(g. 9) en la que se representa un desle de guerreros que avanzan hacia su derecha conun elemento curioso, el pie izquierdo levantado del suelo.54En el vaso tenemos la repre-sentacin de personajes con edad y estatus distinto, y en un contexto en el que aparecen

    tambin unos msicos, concretamente con la lira y el diauls. Los msicos acompaancon sus sones a los guerreros, que danzan o deslan con el pie izquierdo levantado.La segunda representacin, la del Clato de Llria,55pone en escena una danza en la

    que participan tres jvenes muchachos (a la derecha) y tres doncellas (a la izquierda),unidos por una mujer presuntamente ms mayor y precedidos por una auletris tocandola doble auta y un auleter con una auta individual (g. 10).

    Sobre el signicado de esta escena se han formulado diversas teoras. J. M. Blz-quez la interpretaba a partir de un pasaje de Estrabn56en el que se relatan danzas baste-tanas, que l equiparaba a la escena edetana.57R. Lucas, por otra parte, vea en ella unaceremonia nupcial, identicando a la esposa como la que llevaba un distintivo de mayor

    categora que el resto de sus compaeras.58Se trata sta ltima de una interpretacininteresante, aunque pensamos que si hubiera que sealar a los esposos tal vez habraque hacerlo identicndolos con los dos jvenes que se distinguen del resto porque nollevan ningn tipo de collar (la mujer del medio, en apariencia ms mayor y que osten-ta en efecto signos de prestigio, ocupara otro papel en el rito, tal vez de mediadora).

    54 Sobre el vaso, vase OLMOS(coord.) 1999, n 36,3, con bibliografa anterior; CUADRADO1990 y BLZQUEZMARTNEZ 2003.

    55 BONET1995,g. 217.56 Str. III, 3, 7.57 BLZQUEZMARTNEZ1977.58 LUCAS1979, 252.

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    Por otra parte, est la interpretacin de C. Aranegui Gasc que, aunque al nal seguala interpretacin del rito matrimonial, queremos destacarla aqu porque aportaba otra

    posibilidad que nos parece muy sugerente:

    Dans le cas de dls de guerriers, on peut penser des manifestations publiquesdiverses, loccasion, par exemple, des honneurs funbres rendus des personnagesillustres; pour les cortges de jeunes gens des deux sexes, en revanche, liconographiecompare oriente vers la clbration de rites de passages et de danses de mariages.La cramique de Llria reprsente diverses danses qui se relient tantt la consciencehistorique de la collectivit, tantt lidologie des lites de la ville, structures en

    groupes dge et de sexe, comme on le voit dans les communauts urbaines de la M-diterrane antique.59

    La idea de que en esta escena, y asimismo en la anterior del Cigarralejo, se puedanestar celebrando ritos de paso de grupos de edad nos resulta muy interesante, y mssi atendemos a dos elementos que aparecen en ellas. En primer lugar, nos llama laatencin la gura de los auleter y auletris en ellas, ya que podra estar dando a esta

    procesin el valor de desle colectivo de un grupo de edad de jvenes iniciados. En

    59 ARANEGUIGASC1997, 201-202; en la p. 217, en la que se reproduce la imagen en cuestin (g. 7), es

    descrita como Dance de noces.

    Fig. 8.Perseo mordido en la pierna por Cefeo (fuente:LIMC VI.2, 9; g. 15a).

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    este sentido, R. Olmos e I. Grau han observado la importancia de esta msica en otroclaro contexto de iniciacin de un guerrero ibero como el representado en el Vaso delos Guerreros de La Serreta.60Por otra parte, hay otro elemento signicativo de estasescenas que, si lo comparamos con otras representaciones que encontramos en el Me-diterrneo antiguo, tal vez podra estar apuntando tambin en esta direccin: se tratadel hecho de que a los jvenes se les represente levantando el pie izquierdo del suelo,lo que se ha solido interpretar como un baile. En efecto, este tipo de danza podraestar hablndonos perfectamente de contextos iniciticos, y que desde este punto de

    vista podramos poner en relacin (que no identicar totalmente) con el tema msgeneral, y bien conocido en el mundo antiguo, de la Danza de la Grulla, un baile decarcter inicitico que hicieron Teseo y sus compaeros cuando volvan del laberintodel Minotauro, y que conocemos bien por las fuentes escritas:

    Desde Creta poniendo rumbo a Delos, all se detuvo y, despus de celebrar un sa-cricio en honor del dios y de dedicarle el Afrodsion que recibi de Ariadna, ejecutcon los jvenes una danza que, segn dicen, todava ahora practican ritualmente losdelios, y que, a imitacin de las revueltas y salidas del Laberinto, se interpreta en unritmo formado por alternancias y rodeos. Este estilo de danza se llama por los delios

    grulla.61

    Este episodio mtico fue bien conocido en todo el Mediterrneo, y lo hallamosasimismo pintado en distintos vasos cermicos. Uno de ellos, tal vez el ms conoci-do, es el etrusco Oinocoe de Tragliatella, datado en el s. VII a.C., en el que apareceTeseo seguido de sus compaeros representados como guerreros, lo que delata el

    60 OLMOS GRAUMIRA2005. En el caso del Vaso del Cigarralejo, por otra parte, la lira y el diaulsestndeniendo dos grupos de edad diferentes, el nio y el joven respectivamente, que participan en la procesinde guerreros pero su edad no les permite an llevar armas. Al primero, de mayor altura, el auletr, le sigueel nio con la lira-tortuga, instrumento fcilmente transportable y que requiere menos esfuerzo que el soplar.

    61 Plut., Teseo, 21, 1. Citamos de la traduccin de PREZ2001.

    Fig. 9.Vaso de los guerreros de El Cigarralejo (fuente: Olmoset alii,eds., 1992, n 3, 3).

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    carcter inicitico del viaje al Laberinto, bailando la danza de la grulla (g. 11). Estebaile, formado por alternancias y rodeos ha sido puesto en relacin tambin con eltema ms general del desequilibrio deambulatorio, puesto que est caracterizando a

    personajes y situaciones de carcter liminal, y en el caso concreto del Laberinto delMinotauro relacionndolo con un mito de trasfondo inicitico que muestra la ida y lavuelta del ms all por parte de un grupo de jvenes guerreros atenienses.62

    En este marco interpretativo, nuestra hiptesis pasara por interpretar las escenasiberas que hemos visto como una danza inicitica de jvenes guerreros del mundoibero, como una especie de baile de la grulla ibero que los jvenes danzaran des-

    pus de su iniciacin. Es ms, nos atreveramos incluso a lanzar la hiptesis de que,al igual que en el mundo etrusco podemos encontrar una pieza como el Oinocoe deTragliatella representando un mito griego, que en el mundo ibero el grado de hele-nizacin no hubiera sido menor y que el Clato de Llria estuviera rememorando elmismo mito de Teseo con la danza de la grulla (recordemos, en este sentido, que allaberinto cretense no fueron slo muchachos, sino tambin doncellas, un dato que noaparece en el Oinocoe de Tragliatella y s en el Clato de Llria, aunque no sean exac-tamente siete muchachos y siete doncellas). Sea como sea, y en denitiva, la idea que

    planteamos es que esta danza de la juventud pudiera estar hablndonos de rituales ini-citicos mediterrneos semejantes tanto en el mundo ibrico como el mundo griego.

    Tambin en este caso, y aunque a ttulo hipottico, podramos encontrar una seriede representaciones iberas susceptibles de ser interpretadas al calor de situacionesmtico-rituales bien presentes en el Mediterrneo antiguo, y relacionables asimismocon el tema ms general de la anomala deambulatoria.

    62 Sobre la danza de la grulla y el carcter inicitico del mito de Teseo, MOREAU1988; ID. 1989; DETIENNE1989; MENICHETTI1994, 6-62.

    Fig. 10.Danzantes del Clato de Llria (fuente: Bonet 1995, 54, g. 217).

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    5. UNA VALORACIN CONJUNTA: LAS EVIDENCIAS DE ANOMALA

    DEAMBULATORIA EN EL MUNDO MTICO-RITUAL IBEROEl recorrido realizado hasta el momento nos ha llevado a interpretar y a unir elemen-tos presentes en la iconografa ibrica que cobraran sentido al hacerlos convergercon el tema ms universal de la anomala deambulatoria, principalmente a travs dela comparacin con otros ejemplos mediterrneos. Somos conscientes, no obstante,de que la unin de estas representaciones parte de algunas premisas que no gozan deunanimidad entre los investigadores y que conviene, por tanto, rearmar esta deci-sin en estas lneas nales.

    En primer lugar, y como ya establecimos en la introduccin del artculo, el hecho

    de haber interpretado todos estos elementos bajo el paraguas comn de la anomaladeambulatoria ha partido, en primer lugar, de la conviccin de que estamos ante se -ales, o marcas, que distinguen a determinados personajes ibricos que consideramos

    principalmente como iniciados o protagonistas en mitos de trasfondo inicitico, y quese encontraran por lo tanto en una situacin de liminalidad. El testimonio de su paso

    por rituales iniciticos determinara precisamente la forma como anduvieron tras laprueba como monosndalos, hroes con la pierna herida o jvenes bailando una po-sible danza inicitica y es este hecho el que nos ha llevado a integrar de forma mso menos coherente todos estos elementos en el mundo simblico ibero.

    Esta decisin, por otra parte, se enmarca tambin, y fundamentalmente, en un con-

    texto historiogrco preciso en el que, recientemente, diversos estudios han tendidocada vez con mayor intensidad a relacionar muchas representaciones que conocemosdel mundo ibero con situaciones iniciticas o mitos de trasfondo inicitico. As pues,muchas representaciones se han puesto en relacin con fratras guerreras del mundoindoeuropeo, en las que cobrara especial importancia la gura del lobo, 63o se ha

    propuesto que las iniciaciones seran los principales rituales desarrollados en algunascuevas-santuario,64por citar algunos de los temas tratados. No hay duda, con todo,de que futuros estudios debern profundizar mucho ms en el signicado de estos

    63 ALMAGRO-GORBEA1997.64 GONZLEZ CHAPA1993.

    Fig. 11.Oinocoe de Tragliatella (fuente: Menichetti, 1994, lm. 36).

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    rituales y en el papel que tuvieron en la conguracin de las sociedades ibricas y susdesarrollos histricos. La propuesta interpretativa que hemos formulado en este art-culo, nuestra decisin de agrupar bajo el tema de la anomala deambulatoria diversasmanifestaciones del arte ibero, ha ido justamente en la direccin de intentar aportarun poco ms de luz, y cierta coherencia estructural, a la reconstruccin de estos com-

    plejos mtico-rituales inicitico iberos de los que, hasta el momento, poco se sabe, yde los que slo recientemente se ha empezado a atisbar su signicado.

    Para todo ello, el estudio del mundo simblico ibero no puede prescindir del re-curso a la comparacin con otras culturas mediterrneas, una idea que no siempre es

    bien recibida. Las intensas interacciones de la cultura ibrica con los pueblos circun-mediterrneos han quedado bien patentes en la investigacin histrico-arqueolgicadesarrollada en las ltimas dcadas, pero todas las teoras que aceptan sin discusinintensas relaciones para las esferas sociales y econmicas parece que encuentran ms

    reparos cuando se trata de asumir que se alcanz tambin un alto grado de inte-rrelacin en el mundo simblico y ritual. Nuestro enfoque metodolgico ha partidojustamente de la idea de que es posible encontrar convergencias profundas en na-rrativas y esquemas mtico-rituales comunes el mundo ibero como consecuencia desu profunda participacin en una koinmediterrnea que fue progresivamente uni-formando culturalmente, con tiempos, ritmos y resultados diversos, las poblacionesdel Mediterrneo antiguo, incluso en el terreno mtico-ritual. No estamos hablando,naturalmente, de una identidad absoluta en lo que se reere a mensajes e interpre-taciones (ya que si la relacin con el Mediterrneo es fundamental, no menos im-

    portante es la profunda originalidad de la sociedad ibrica que model conceptos y

    creencias a partir de su propia idiosincrasia), pero s de la participacin en un marcocultural comn en el que se compartiran gran cantidad de elementos simblicos,mticos o rituales. Precisamente es la dicultad de contar con referencias literarias el

    principal obstculo que limita el avance de nuestro conocimiento, y buena parte de lainvestigacin con frecuencia renuncia a profundizar en las narrativas ante la escasaelocuencia de las fuentes textuales. Sin embargo, estamos convencidos del caudal in-formativo que proporciona la iconografa y la arqueologa en un marco comparativoque ofrezca las coordenadas interpretativas adecuadas. Estos enfoques pueden abrir,cuanto menos, vas interesantes a la investigacin para realizar lecturas convergentesy dar sentido a una serie fragmentaria y en principio inconexa de evidencias icono-

    grcas y arqueolgicas que, de otra manera, quedaran como elementos totalmenteaislados, y sin ningn punto de referencia a partir del cual la investigacin pudieraseguir avanzando.

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  • 7/23/2019 Artculo Herodoto

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