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  • 7/26/2019 Baumann 6&7

    1/26

    6 .Consumirse

    la

    vida

    Montaigne recuerda una antigua historia en

    la

    que el ambiciosorey Piiro no

    se avenia a descansar hasta calmar sus ansias desmedidasde conquista, y Ci-

    neas, su hct6tum le aconsejaba rdajatse y disfrutar del descanso ni bien le

    fiera posible, evitando los dolores y azaresde la guerra.' Pascal manifestaba

    su escepticismown respecto a la practicidad del consejo, y se burlaba de Ci-

    neas por su ignorancia de la naturaleza humana2 i, es cierto que la infeli-

    cidad es producto de una sola asa. la incapacidad de los seres humanos de

    quedarsetranquilos en sus habitaciones ; pero tambitn escierto que nada es

    menos duradero que quedarse descansando, despojadodepasiones, aventuras,

    diversiones

    y

    esfuerzos . Con el descanso como meta,

    la

    gente seenfienta a

    los o b s ~ o sue les dificultan el camino: pero una

    v a

    que han sido supera-

    dos el reposo sevuelve intolerablen(como lo expres el mismo Montaigne:

    De todos los placeres conocidos,

    la

    bbqueda del placer es el ms placente-

    ro ).' La gente tiende a creer sinceramenteque loque verdaderamente desean

    s

    la

    tranquilidad,pero seengaan: loque estn buscando, en realidad esagi-

    tacibn. Lo que verdaderamenteansan es perseguir la liebre, no atraparla. El

    placer

    est

    en la cacera, no en a presa.

    Por que tendr que ser as?Por la condicin del ser humano, mfsero

    mortal , y

    por

    la absoluta imposibilidad de encontrar consuelo en

    nada

    que

    ya

    sea conocido. El linico consuelo disponible

    es

    una empresa que nos sub-

    yugue, que distraiga nuestra atencin

    y

    eviteque pensemosen lamuertey en

    la brevedad de la vida, la verdadera razn de nuestra desdicha. Disfrutamos

    ste

    capldo fuepubbcadoanteriormente

    por

    d m d a fCammerOlkure, 1:1(junio de

    2001 .

    Midiel

    de

    MontUgne,

    7 k

    CompImEwyr

    hnguin, 1991 pp. 298-299.

    Tnducci6n eM

    A.S d .

    Pasai.

    Pcmtn

    ob cit. pp. 67 70. . .'

    ontaigne, GmphE.p ob.

    cit.

    p. 85.

    .

    *)

    I

    .

    ,

  • 7/26/2019 Baumann 6&7

    2/26

    el buiiicioso ajetreon,no sus propsitos y recompensas manifiestos.

    La

    liebre

    no nos protegede ver nuestra propia miseriay muerte, pero la diversinde ca-

    zar

    una liebre s . No buscamos y encontramos el desenlaced d drama de la

    mortaidad en los logros que obtenemos, sino en el hecho de desearlos e ir en

    pos de ellos.

    d

    lbergabapocas esperanzas: no hay ms fbrma de escaparsedel des-

    tino humano que en las diversiones,y no se podra culpar a nuestros congd-

    neres mortales por desearlas. Su error no est en buscar agitacin, si lo que

    hacen les viene de un deseo de entretenerse.

    Lo

    que es errneo es buscar d-

    go pensando que el hecho de poseerlo les traer una felicidad verdadera; s-

    lo en ese caso uno no se equivoca en acusarlos de vanidad .

    Si Pascd hubiera nacido algunos siglos despues, qui& habria repetido

    con Robert Louis Stevenson: Viajar esperanzadoes mejor que l l e w a desti-

    no, y elverdadero xito est en el trabajo . Sin embargo,con toda probabili-

    dad, Pascal habrla afilado la pluma del escritor esco&, y habra apuntado

    amargamente que llegar a destino no es motivo de jbilo. Dejar de viajar es

    una

    meta

    que conduce

    a l

    abatimiento y la desesperacin,habra dicho Pas-

    d

    o hay forma de escaparse del destino humano; lo mejor que uno pue-

    -de hacer es intentar olvidarse.

    Sin embargo, otro gran exploradordel espritu humano (moderno, como

    quedar arplicitado ms adelante), Smen Kierkegaard, objetada esta ltim

    a6rmacin. Buscar divertirseen vez de enfrentarse cara a cara con el destino

    humano es, para Kierkegaard,

    el

    signo de una vida corrupta o perversa, una

    patologa del carcter.

    Y

    no hay nada inevitable en esa perversin: la corrup-

    cin es, clara y simplemente, resistible.

    El

    arquetipode esta patologa espara Kierkegaard la figura del Don Gio-

    vanni de Mozart. El goce de Don Juan no est en laposcsidn de mujeres, si-

    no en su seduccidn: no le interesan para nada las que

    ya

    ha conquistado, su

    goce sedetiene en el momento del triunfo.

    El

    apetito sexual de Don Juan no

    esnecesariamentemayor que el de cualquier hijo de vecino; el punto, n em-

    bargo, es que la cuestin de cun grande es

    ese

    apetito escompletamente irre-

    levantepara la Mrmula de vida de Don Juan, ya que la vida se trata de man-

    tener vivo l deseoms que de satisfacerlo. S610 as puede adquirirDon Juan

    carcterCpico, al terminar y recomenzar otra vez desde el principio constan-

    temente, porque su vida es una suma de momentos aislados que no tienen

    coherenciaalguna, su vida como momento es la suma de momentos, en tan

    to la suma de momentos es el momento..

    . .

    CONSUMIRSE LA VIDA

    Uno no' podra decir que Don Juan es un traidor, comenta Kierkegaard.

    O,

    para el caso, un seductor:

    Para ser un seductor se necesita

    una

    cierta dosis de reflexin y autoconcien-

    cia,

    y

    un a vez estamos en presencia de eso, se puede hablar de astucia, de

    malicia, de planes ingeniosos.

    A

    Don Juan le Mta esa conciencia. Por lo

    tan-

    to, lo que hace no s seducir. Don Juan desea,

    y

    es ese deseo el qu e acta de

    forma seductora. En ese sentido s que seduce. D i s h t a a satisfaccin del de-

    seo; una vez que la disfrut, busca un nuevo ob jeto, y as infinitamente ...N o

    necesita preparativos, ni planes, ni tiempo: siempre st preparado. Siempre

    tiene energla, y por ende tambien deseo, y slo cuando desea se encuentra

    propiamente en su elemento.'

    La vida de Don Juan se divide en momentos escindidos e inconexos,

    peto

    dl

    mismo la escindib as. Don Juan cligid. Fue decisin suya saitar de una aven-

    tura amorosa a otra, de ir a la deriia por la vida en v a de caminar con paso

    firme. Ningn destino lo oblig a ser as. Su vida podra haber sido dikren-

    te: Don Juan podrr haber sido diferente. Kierkegaard no estaba dispuesto a

    soportar sin levantar la voz la Wi dad kente a la que Pascal se rindi con me-

    lanc01fa.~

    Ssren Kierkegaard,

    Either/Or

    Prinnceton University Press, traduccin de David E Swenson

    y Lidian Marvin Swenson. Se cita aqu la edicin de David L. Norton y uy

    F

    Kille

    (comps.),

    Philorophics ofloue

    H e h Books 1971 pp. 45-48.

    Max Scheler sera el 61timo en enunciar el credo en

    el

    que Kierkegaardbuscaba motivos de

    esperanza: hay

    un

    destino comn, que ningiln ser humano puede degir libremente: y hay

    un destino individual, que es propio del individuo, a pesar de que

    sc

    lo controla con difi-

    cultad, y rara v a se lo planifica por completo [ . ]

    El

    destino individual del hombre no es

    su destino comn. S610 la suposicinde que una cosa y la otra son lo mismo merece

    ser

    lla-

    mada fataismo.

    El

    fualismo cobra peso slo en tanto y en cuanto los hombres A q w n el

    destino

    [

    .

    ]

    Sin embargo, la estructura del entorno y el destino [ ] tienen un origen na-

    tural y bhicamente comprensible

    [.

    ] El destino comn, por supuesto, no se puede elegir

    libremente [. ] Sin embargo, me

    urge

    de la vida de una persona [ ]

    El

    destino comn

    toma forma, en su mayor parte, n a vi&

    del

    individuo.

    Las presiones (sociales) del entorno no son sobrenaturales,y resistirlas no es una tara so

    brehumana. El individuo tiene que buscar su destino sobreponiCndose a muchas- ue

    pueden resultar ab~madoras , a o ciertamente

    posible

    perseguido, perseguirlo con de-

    nuedo, induso hasta

    el

    final; la disoluQ6n dcl destino individualen el destino comn no

    es en modo alguno

    una

    conclusin incluso a pesv de que por lo

    gened

    lo pa-

    rece. La posibilidad de separar

    el

    destino individualdel a m n hace de

    la

    vi&

    una

    eleccin

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    POLfnCAS DE VIDA

    El Don Juan de Kierkegwd era un monstruo, una acepci6n abominable

    y detestable, un cncer en el cuerpo de la humanidad como pddrla y debera

    ser. Pascai no habra estado de acuerdo: Don Juan era ms bien lo aue

    la w n -

    1

    o

    te comn y corriente querra ser si tuviera la oportunidad. Todos auieren

    .

    -constantemente terminar y comenzar otra v a desde el principio , para olvi-

    darse del final que habr de terminar con todo,

    m

    del

    cual ya

    no va a

    haber ms nuevos comienzos. Si el poder de seduccin de Don Juan es l ma-

    nera de vivir la vida como si fuera eterna, en vez de envenenarla con la preo-

    cupacin por una eternidad que est ms all de su alcance a causa de la fi

    nitud del futuro (o, en tdrminos de Max Scheled si ha elegido convertir el

    destino comn en un destino privado, en vez de usar su destino individual

    como un arma contra el destino comn), entonces es lo mismo que busca la

    mayora de nosotros, aunque muy pocos logran dominar el exquisito talento

    de Don Juan, y la mayora acaba siendo desviada de esa vida de desvo mu-

    cho antes de haber conseguido lo que sueiian.

    Parece que la historia ha zanjado la disputa en favor de Pascal. Pero ni

    Pas-

    c i

    ni Kierkegaard -ni siquiera

    Max

    Scheler- poan prever el advenimiento

    de la sociedad de comn o, que habra de transformar la &tracci6n, que al-

    guna vez haba sido un escondite individual para el destino comn, en un

    predio construido socialmente; una sociedad en la que constantemente

    ter

    --

    m-

    y

    e m p n r de nuevo desde el principio ya no sera

    un

    signo de mons-

    truosidad sino un modo de vida disponiblepara todos, el nico modo de

    - .

    vida tan atendido.

    Consumidores

    y

    socicdad

    de

    consumo

    Por supuesto, los contempo~&eosde Pascai y de Kierkegaard tambidn con-

    suman, como todo el mundo ha hecho siempre a lo largo de la historia. Co-

    mo toda criatura viviente, tenan que consumir para mantenerse vivos, indu-

    so a pesar de que siendo hombres y no simples animales tenan que consumir

    mod Si

    Don Juan

    esuba

    en

    opinin de Kiakegwd,

    ha

    e

    la

    morai .

    eso

    sedebfa

    a

    que no

    permita esa

    posibilidad. hre

    Max

    Sdider, *Ordo amorkm,

    i

    r k d hi ozzd-

    p ~ l b q s ,b it pp. 105-108.

    fdem.

    CONSUMIRSELA VIDA

    ms que lo que les era necesario

    para

    la mera supervivencia: vivir a la mane-

    ra bumana planteaba exigencias que superaban las necesidades de

    la

    existen-

    cia meramente bwld@can

    al

    incluir parmetros sociaks, s elaborados, de

    decencia, correccin, buena vida . Puede que esos parmetros se hayan in-

    crementado con

    el

    tiempo, pero

    el

    punto

    es

    que en

    el

    pasado

    el total de %e-

    nes consumibles que eran necesarios para iguaiar esos parmetros se mante-

    na en un nivel constante: tenia su lfmite superior

    y

    su lfmite inferior. Los

    lmites se trazaban en base a las actividades que habla que llev r a cabo: an-

    tes de que los seres humanos pudieran ponerse en accin, haba que alimen-

    tarlos, calzarlos y darles un techo, y todo eso de la manera adecuada . Tenan

    un nmero fijo de necesidadesn que deban satisficer para sobrevivir. Pero

    el

    consumo, en tanto servidor de la necesidad, tena que justificarse en otros

    tdrminos ms all de s mismo. La supervivencia (biolgica y social) era el

    propsito del consumo,

    y

    una v a que se alcanzaba esepropsito (una vez que

    las necesidades

    eran

    satiifediasn), no tena sentido seguir consumiendo.

    Quedar por debajo de los parmetros de consumo era algo que

    podia

    repro-

    chrsele ticamente

    al

    resto de la sociedad, pero ir ms all era, del mismo

    modo, una falta tica, aunque esta vez de carcter personal. Dejarsellev rpor

    los placeres de la carne, la gula

    y

    d exceso era muy mal visto, si no es que se

    lo condenaba como un pecado mortal, mientras que Thorstein Veblen, an

    en el umbral de la era del consumo,

    se

    larnentd de que el consumo conspi-

    cuo u ostentoso no tena otro objeto que la vanidad

    y

    el engreimiento.

    El rasgo distintivo de la sociedad de consumo y de su cultura consumis-

    ta no es, sin embargo, el consumo como tal; ni siquiera el elevado

    y

    cada

    vez ms creciente volumen del consumo.

    Lo

    que diferencia a los miembros

    de la sociedad de consumo de sus antepasados es la emancipacin dei con-

    sumo de la antigua insrrumentalidad que soia marcar sus limites: la desa-

    paricin de las normas

    i.

    la nueva plasticidad de las necesidades que li-

    beran

    al

    consumo de trabas funcionales y lo exoneran de la necesidad de

    justificarse en otros trminos que su capacidad de reportar placer. En la so-

    ce de consumo, el consumo

    es

    su propio

    fin y

    por ende,

    un

    fin auto-

    propulsado. La psicologa ortodoxa defina la necesidad como un estado

    de tensin que eventualmente tiende a dispersarse

    y

    desaparecer una

    vez

    que

    esa necesidad ha sido satisfecha.

    a

    necesidad que pon'e enmovimiento

    a

    los

    miembros de la sociedad de consumo es, por d contrario, la necesidad de

    mantener viva

    esa

    misma tensibn, brtaleciCndola, de ser posible,

    a

    cada pa-

    so. Nuestros antepasadospodian permitirse recomendar el aplazamiento de

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    POLITICAS DE

    VIDA

    la satisfaccin . La sociedad de consumo prodama abiertamente la imposibi-

    lidadde la satisfaccin, y mide su progreso en terminos de una demanda que

    crece exponencidmente.

    Para evitar confusiones, sera mejor continuar hablando del fatIdico carn-

    bio en la naturaleza del consumo y deshacerse por completo del concepto de

    necesidad , aceptando que la sociedad de consumo

    y

    el consumismo no tic-

    n n u

    ver

    con

    sahjfacr n e c c s i ~ ,i siquiera con las ms trascenden-

    tes

    ligadas

    a la subjetivacin, o a una *adecuada seguridad en uno mismo. El

    espritu que mueve

    la

    actividad de consumo no es una serie de necesidades

    articuladas,y mucho menos fijas, sinod deseo, un fenmeno mucho ms vo-

    ltil

    y

    eh er o , huidizo

    y

    caprichoso, y esencialmente no referencia; una mo-

    tivacin que se da origen

    y

    se perpeta a si misma, que no exige justificacibn

    o disculpa alguna, en trminos de un objetivo o de una causa.A pesar de sus

    sucesivas

    y

    siempre efmeras reificaciones, el deseo

    es

    narcisista : su objeto

    primordial

    es

    l mismo, y eso lo condena a no poder saciarse, sin importar

    cun

    alta sea la montaia de objetos (fsicos o psquicos) que

    se

    apilan para

    marcar

    su derrotero pasado. La *supervivencia que estd en juego no es la del

    cuerpo o la identidad social del consumidor, sino la del propio deseo:

    d

    de-

    seo

    que hace al consumidor, el deseo de consumir q u

    todo lo

    consume.

    Necesiah?, seo,

    anhelo

    Y sin embargo, ms

    dz

    de sus ventajas evidentes sobre otras necesidades

    mucho menos mdeables, inertes o muy lentas, el deseo le pona a la predis-

    posicin para comprar de los consumidores ms trabas que la que los distri-

    buidores

    y

    comerciantes de bienes de consumo consideraban provechosa, e

    incluso tolerable. Despus de todo, se necesita invertir tiempo, esfuerzo y

    di-

    nero para suscitar el deseo, llevarlo a la temperatura adecuada y canalizarlo

    en la direccin correcta; pero ni siquiera eso es suficiente: wmo Geoff Wi-

    lliarns les recuerda a los aspirantes a proveedores de bienes de consumo (en el

    nmero de agosto de 1999 de la revista norteamericana Enrrcpmctcr), jams

    debe permitirse que los consumidores despierten de sus suefios , por lo

    que lo proveedores de mercancas deben esforzarse por

    asegurar

    un mensaje

    consistente . Es necesario producir todo

    d

    iempo,

    y

    a un alto costo, nue-

    vos consumidores guiados por

    el

    deseo. En efecto, la produccin de consu-

    midores se come

    una

    parte intolerablemente sustancia de los costos totales

    r .

    .?

    ?

    ; :

    ?

    F V

    5

    gF

    A

    p

    \ :

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    L

    ...

    .

    .. *

    .-:.q

    .Rp

    ,

    de produccin, distribucin

    y

    oomercializan;

    una

    parte'que

    ia

    wmpeten-

    cia tiende

    a

    ensanchar

    cada vezms

    en vez de raducirla

    Pero, como sugiere Hatvie Fergison,

    J.

    consumismo en su forma

    d

    (afortunadamentepara los productores

    y

    vendedores

    debienes

    de consumo)

    no se basa

    en

    k

    egulacin (&ukcin) del

    deseo,

    sino

    n

    a

    liberacin de

    fantasas

    inciertas .

    Lar

    necesidades , terriblemente restrictivas, uvieron

    su

    poca,

    n a que constituian

    d

    motivo priicipal

    p r

    el consumo,

    pero

    ni

    siquiera los deseos que vinieron a reemplazarlas lograron hacerse con

    d

    po-

    der suficiente para mantener en marcha

    la

    sociedad de consumo.

    El

    conep-

    to de deseo, observa Ferguson,

    une el consumo a la expresi6n de

    la

    identidad,y a conceptos ligados aigusto

    y a h discrimmacibn. El individuo

    se expresa

    por medio de

    sus

    posesiones.

    Pero p r la sociedad c a p i d i avanzada, dedicada a la continua cxpansibn

    de

    la

    prducci6n,

    ste

    es

    un marco

    psicolgico danui;ido limitante, que en

    ltimo termino

    da

    origen

    a una

    economfa squica bastante diferente.

    anhelo reemplaza

    ai

    deseo como hiena que motiva ai consumo?

    La

    historia del consumismo es la historia de cmo se fueron quebrando

    y

    apartando los sucesivos olstaculos, resistentesy slidof, que

    evitaban

    que

    la fantasa volaraw n libertad absoluta, y que, en trminos de Frcud, &u-

    clan

    d

    priicipio de placer a

    la

    medida del pri~cipio

    &

    realidadR.

    La

    *ne-

    cesidad , a la que los economistas del sigloXLX consideraban

    la

    *solidez per-

    sonificada -Inflexible, eternamente cir-rita

    y

    finita-, fue descartada, y

    en

    un primer momento se

    la

    rcemplazd por l deseo, mucho s fluido

    y

    &-

    cil

    de propagar que la necesidad a causa de sus vinculo~m& o menos illci-

    tos, con pretensiones de autenticidad, plbticas

    y

    deidosas,

    y

    con

    el ser

    in-

    terior

    en

    busca

    de expresin. Ahora,

    si i

    embargo,

    le llega a l

    deseo

    su

    momento de ser descartado.

    l

    deseoy agot su vida iItil: trashaber llevado

    la adicci6n

    de

    los consumidores

    hasta d

    punto

    n

    que se encuentra,

    ya

    no

    puede mantener el

    h a . s

    necesario un

    estimulante

    ms

    poderoso, y sobre

    todo

    msdr i l

    pan mantener a dcraci6n de

    la

    demanda de consumo a

    la

    par de

    la

    crdente o b

    l

    anheloR

    es ei

    sustinito

    tan

    necesario: comple-

    ta

    h

    iberacin del principio

    de

    placer, purgando los &irnos residuos ded

    quier impedimento que Irlui pueda oponerle el principio de realidad'':

    fid

  • 7/26/2019 Baumann 6&7

    5/26

    POLfTICAs DE

    VIDA

    mente, la sustancia naturalmentegaseosa ha sido liberada de su recipiente.

    Para citar una v a ms a Ferguson:

    Mientras

    que la instigacin del deseo se fundaba en la comparacibn,

    la vani-

    &d,

    la envidia

    y

    la necesidad de aprobacin por parte de uno mismo, nada

    subyace a la inmediatez del anhelo.

    La

    compra

    es

    casuai, imprevista

    y

    espon-

    tnea Ti,ene a cualidad onfrica de expresar

    un

    anheloy a la

    vez

    cumplirlo,

    J

    como todos los anhelos, es insincera e infantil.'

    Anhelos desbocados como esos confirmarfanlos presagios de Pascal, aunque

    -

    a la v a parecen sefialar la derrota de

    las

    ambiciones modernas. Si Pascai

    -

    taba

    en lo cierto, entonces el intento moderno de encerrar los deseos huma-

    nos

    en

    una caja de metal hecha con unas pocas necesidades prefijadas iba en

    contra de la naturaleza humana, y la construccin del orden que impuls la

    modernidad era una guerra contra la naturaleza.

    La

    aversin de los seres humanos a la monotona del descanso era uno de

    los aspectos de la naturaleza humana que los arquitectos modernos del orden

    racional queran someter:

    la

    predileccin de Don Juan por constantemente

    terminar y comenzar desde el principio era el principal contrincante con el

    que se enfrentaban los encargados de construir el orden. No se podfa erigir

    un orden racional sobre las arenas movedizas del deseo, difuso y huidizo:

    donde reinaran

    las

    pasiones desatadas, la voz de la razn seria inaudible. El

    capitalismo moderno poda fundir los slidos , pero la ambicin moderna

    consistfa en reemplazar esos slidos con otros construidos a medida, que fue-

    ran todava ms slidos que cualquier cosa que los irracionales devaneos de la

    historia pasada pudieran haber dejado a su paso. La modernidad no era ene-

    miga de los dlidos, distaba mucho de serlo; pero no cualquier slido podia

    pasar la dura prueba de la razn. Los slidos heredados, como observ6 de

    Toqueville, se encontraban

    ya

    en

    un

    avanzado estado de descomposicin;

    hablan sido asignados a los hornos de fundicin no a causa de su solidez, si-

    no porque no eran lo

    +ntnnrnk

    slidos. Dado que los marcos de

    l s an

    tiguas rutinas se esmban cayendo a pedazos, haba que reemplazarlos con ur-

    gencia por otros nuevos, esta vez disefiados ms ingeniosamente, construidos

    Harvie Ferguson, 'Watching

    e

    world go round:

    auium

    ai l ture and

    the

    psydiology of

    shopping ,

    en:

    Rob

    Shields

    (comp.), @y Shopping:l S~lbjcct

    fConsumption,

    Rou

    dedge,

    1992 p.

    31.

    CONSUMIRSELAVIDA

    con minuciosidad, resistentes

    al

    desgaste, pensados para perdurar y mantener

    su forma por un largo tiempo. Desde el Panptico de Jeremy entham

    a

    la

    administracidn cientifica de Frederick Tvlor y la lnea de produccin de

    Henry Ford, no se.escatimaron esfuenos para const~ir consolidar esos

    marcos

    para

    la conducta humana que habran de suprimir detinitivamente

    as

    errticas pasiones, caprichosas por naturalezas, y eliminar todo tipo de irra-

    cionalidad, incluyendo la de los anhelos humanos.

    Los deseos

    y

    anhelos, particularmente los imprevistos y espontneos , so-

    han ser vistos con sospechas por los arquitectos del orden: del mismo modo

    en que la 'naturaleza como la retrataba la ciencia popular de la Cpoca era

    un

    sistema pe r f m e n t e cerrado, la modernidad buscaba para sun orden que

    se aviniera a los mandatos de la razn hasta sus iiltimas consecuencias: nada

    que fuera disfuncional, ni indiferente al criterio de fncionalidad, estaba per-

    mitido. No se consentan antojos ni caprichos; el comportamiento espontd-

    neo, o fato de una motivacin trascendente, se consideraba peligroso para la

    'Conservacin del orden . Cualquier libertad

    s

    all

    del reconocimiento de

    las

    necesidades era como una espina davada en el costado de la racionalidad.

    En un esquema como se, el consumo, como los dems placeres de la vida,

    no podla ;er ms que un servidor del orden racional (el diantaje que habia

    que pagarle a regaiiadientes a la irreductible irracionalidad de la condicin

    humana), o un h at ie mp o lanzado a los mrgenes del camino principal

    de

    la

    vida, donde no podra interferir con sus verdaderos asuntos.

    Elprincipio de realidad y elprincipio placer

    llegan a un acuerdo

    El principiode realidad , Ggn la clebredefinicin de Sigmund Freud, era

    el lmite que se le fijaba ai principio de placern,el lmite que quienes busca-

    ban placer podan infringir slo a rieigo personal. Los dos.principios tenan

    propsitos enfrentados; ni a los administradores de las Wricascapitalistasni

    a los predicadores de la razn moderna se

    les

    ocurra que los dos enemigos

    pudieran

    llegar

    a

    un

    acuerdo y convertirse en aliados, que

    el

    placer podrfa

    transformarse milagrosamente enel pilar de

    la

    readad y que labsqueda de

    placer podra convertirseen el instrumentopriicipal

    y

    suficiente)de la con-

    servacin del orden. En otras palabras, que la fluidezpudiera

    llegar

    a erigirse

    en la mayor solidez, la,condicinms estableque pudiera wnccbise

    p

    usta-

  • 7/26/2019 Baumann 6&7

    6/26

    mente, de eso se trata

    la

    sociedad de consumo: poner el principio de placer

    al servicio del principio de realidad , enganchar ai deseo, indmitoy voltil,

    al carro del orden social, utiizando la espontaneidad, con toda su fragilidad

    e inconsistencia, como material para construir un orden slido y duradero, a

    prueba de conmociones.

    La

    sociedad de consumo ha logrado &o que ante-

    riormente habla sido inimaginable: reconcili el principio de placer con

    el

    de

    realidad, pdniendo, por as deudo, al ladrn a cargo de la caja de seguridad.

    En vez de combatir los enojosos y obstinados, aunque probablemente inven-

    cibles, anhelos humanos, los convirti en guardianes del orden racional fieles

    y

    responsables (por ser asalariados).

  • 7/26/2019 Baumann 6&7

    7/26

    POLfTICASDEVIDA

    entre el principio de reaiidad y el de placer fuera un objetivo que pudiera per-

    seguirse sistemticamente o una estratagema utilizada constantemente, la que

    mejor se just r a sus intereses. Muchos estudios de mercado y de hbitos del

    consumidor

    guardan

    un asombroso parecido con las novelas detectivescas: en

    los relatos que cuentan el nacimiento

    y

    la

    entronizacin de

    la

    sociedad de con-

    sumo, la trama tiende a avanzar implacablemente hacia el desenmascaramien-

    to de los culpables y sus maquinaciones.

    Rara vez

    hay al@ momento en el

    que no actden villanos, se trate de una conspiraci6n de vendedores, de las

    in-

    trigas insidiosas de sus secuaces los publicistas o del

    lavado

    decerebros orques-

    tado por los b a t e s de los medios. En estos relatos, yase de manera expl-

    cita o implcita, los compradores/consumidoresaparecen como victimas de

    un

    daho cerebral colectivo, como

    vicumas

    de hipnosis masiva

    Los relatos en cuestin son equvocos, sin ser necesariamente &s. Tie-

    nen un alto contenido de verdad (ninguno de los villanos mencionados

    care-

    cedc culpa: si no como cmplice, al menos como participe naauio ), pero,

    sin embargo, una porcin fundamental de

    la

    verdad permanece sin salir a la

    luz. Lo que Inta en la trama o que se deja luen es la posibilidad de que, le-

    jos de ser engafiados

    y

    de caer en una astuta trampa, los miembros de la so-

    ciedad de consumo pongan todos sus esfuenos, wmo hacen todos los seres

    humanos, en responder con sensata las condiciones de vida que pueden, o

    no, ser razonables

    y

    adecuadas para una conducta racional, y

    g r ntiz r

    la

    &tividad de las estrategias racionales: en otras palabras, que bajo ciertas

    condiciones, el comportamiento irracionai puede tener

    la

    apariencia de una

    estrategia racional, e incluso constituir la opcidn ms racional en lo inmedia-

    to entre todas las que se presentan.

    Como sabernos por Karl Marx las condiciones en las que se elige, y que

    condicionan cules son

    las

    opciones que tienen aigfUi

    viso

    de realidad o que

    po-

    ddui

    er efectivas

    y

    cudes resultarian ab r t i w o dudosas, son algo que no pue-

    de elegirse.

    La

    gente, efectivamente,

    h ce

    la historia; pero casi nunca, o nun-

    ca, la

    historia que hacen resulta .a la medidan de ellos, y rara v a guarda a@n

    parecido con el resultado final con el que sofiabany que seesforzaban por al-

    canzar.Los soci6logos dieron en llamar a

    esa

    disparidad entre los fines wn-

    ccbidos racionamente y los tipos de r d~ dad esue surgen

    de

    la biisqueda de

    esos fines las consecuen+s imprevistas del accionar humano, sefiaiando

    que todo lo que hay en el mundo que los seres humanos habitan es conse-

    cuencia de sus actos, aunque no el tipo de consecuencia que esperaban o de-

    seaban.

    Las

    condiciones que permitieron el advenimiento de la sociedad de

    consumo e hicieron efectivo el accionar de sus priicipdes protagonistas son

    las consecirenuasimpteMstas de la historia del capitalismo moderno a lo

    lar-

    go de

    ms dc

    dos siglos. Puede que

    los

    vcndcdotes de bienes y de sus

    imge-

    nes cultiven ardorosamente

    las

    condiciones bajo las

    cuales

    su propio accionar

    y

    el

    de

    sus

    destinatarios esulta ek tivo y

    les

    trae buenos resultados,

    pero

    nadie

    planificd

    con antefacidn

    las

    condiciones con

    el

    expreso objeto*

    de

    pre-

    parar el terreno para que

    l a prcticas actuales se hicieran viables. Antes bien,

    las condiciones en cuesti6n contradijeron las proyecciones y echaron

    pof

    tie-

    rra las esperanzas de los ms agudos pensadores y hombres de accidn de la

    modernidad

    slida*.

    En su eso eptudio del modo en que los ciendficos

    sociales

    com-

    ponen

    y

    comunican sus relatos, Barbata Czarniawska considera

    as

    razones

    por

    las

    que escribir una novela del tipo *realista clsico, que hasta hace

    po-

    co se habfa identificado con la novela como

    tal

    hoy en

    dl

    se

    ha

    vuelto com-

    pletamente imposible. La novela dista, dice,

    consideraba que el holismo en

    d

    bico punto de vista posible, tanto acera

    de l sociedad como del individuo

    [...]

    Este

    tipo

    de relato ptesuponf;i, como

    escenacio

    en el que

    poda desplegarse

    el accionar ptiblico de agentes morales,

    un orden socialestable,una polticaecon6mica netamente deniida y una psi-

    wlogfa wlecciya que

    diera

    por sentado

    que d

    c rcter personal

    y

    la conducta

    piiblica eran inseparables. Cuandoes s suposiuones.sc hicieron insostcnibles,

    algunos prociamaron el fin de la novela .

    in embargo, los presupuestos holisticos respecto de los estrechos Yinculos

    entre la conducta personal y

    la

    sociedad

    en

    son ahora insostenibles,y

    escribir una novela del tipo *redistan, que

    se

    caracterizaba por trazar un lmi-

    te entre el mundo, &do y.estabk, y los

    sera

    humanos, inconstantes y pro-

    pensos al error, que buscaban desesperadamente

    salir

    del laberinto tbtando

    de elegir

    el

    camino

    correcto

    se ha

    d t o

    na t a m

    d&entadora,

    y

    quizs

    imposible. Los presupuestos holisticos no

    er n

    propiedad

    priv d

    los no-

    velistas 'realstas;

    de

    hecho, los coniparrlan con-la opinidn pdblica ilustrada

    de su poca y e m arte de l experiencia c o m b deh umodernidadsblida ),

    en particular con los psic6Iogos

    ms

    reputados, quienes con el objeto

  • 7/26/2019 Baumann 6&7

    8/26

    POL~TICASDEVIDA

    aprender ms acerca del comportamiento humano, solan enviar ratas ham-

    brientas a

    uiv

    de los corredores de algn laberinto, y apotaban

    d

    tiempo

    que les llevaba a los roedores aprender el camino ms rpido a travks de unos

    pasadizos que eran siempre los mismos, hacia la bolita de comida ubicada

    siempre en la misma celda de

    la

    construccin laberintica

    L

    comportamien-

    to de las ratas de laboratorio, en gran medida como el de los personajes de los

    Bikvnpromane [novelas de fomacidn], consista solamente en aprender, y

    aprender rpido, y en recibir una recompensa en caso de aprender correcta-

    mente y un castigo en caso de pereza o negligencia. Pero para concebir

    el

    comportamiento de esa manera, las paredes de los retorcidos pasadizos del la-

    berinto tenan que mantener su forma, si no para siempre, al menos lo s&-

    ciente como para completar el aprendizaje; y las normas e instituciones de la

    sociedad (los equivaientes de los pasadizos del laberinto) que los hdroes de las

    novelas realistas tenlan que aprender a seguir y obedecer deban ser resisten-

    tes al cambio y lo suficientemente firmes como para proyectarlos a

    un

    futu-

    ro indeterminado.

    En efecto, para mile Durkheim, era un hecho indudable que

    Ne*:esitamoscreerque las consecuenciasdenuestros actos tienenalgunascon-

    secuenciasque

    v n

    m

    all

    del instante inmediato: que no estn completa-

    niente circunscritas

    al

    punto en el tiempo

    y

    el espacioen elque seproducen,

    sinoque sus resultadosson, enal& punto, duraderos,

    y

    de

    alcance

    mis

    am-

    plio. Caso contrario,seran demasiado insignificantes: apenasun ddgadohi-

    lo los separaradel vado,

    y

    no tendran ningn interspara nosotros. Slolas

    accionesque tienen una cualidad duradera son dignas de nuestra voluntad,

    slo los placerescapacesde durar son dignos de nuestros deseos.12

    Todo el mundo, insisti Durkheim, aspira a separarse del presente . Eso

    va-

    le por igual para un nio, para un salvaje

    y

    para un hombre civilizado (de

    cultura media o ms desarrollado ); slo se diferencian en el alcance de sus

    iniras: en la extensin de ese futuro que se cierne s all del presente fu-

    gaz

    y que hace que ese presente sea digno de su inters y sus esfuerzos.

    La

    perspectim de la nada , dice Durkheim, como si repitiera con Pascal, es una

    la

    mile Durkheim,

    La

    scicnce pi t i ve de la

    mor ie

    en

    AUuri~gnce ,

    en:

    RM Pbozqhique

    1987.

    Se

    cita aqu

    la

    edicin de Anthony Giddens,mik Ddbeiinr Sckd Wntigs ob.

    cit. pp.

    93 94.

    CONSUMIRSELA VIDA

    carga intolerable . Pero a diferencia de Pascai, Durkheim crea, a tono con

    las

    esperanzas e intenciones de

    la

    modernidad dlida ,que s que intentar

    di-

    vertirnosy distraernos y ahogar nuestros temores en placens efheros, tende-

    ramos a escapar. del terror viviendo en el futuro .

    La

    diversin no es una so-

    lucin: de qud uestros placeres individuales, que son

    tan

    vados y

    fugaces? ; pero, afortunadamente, los placeres individuales no son la nica

    opcin; tenemos suerte de que las sociedades

    sean

    infinitamente ms longe-

    vas que los individuos , por lo que nos permiten disfnitar satisfacciones que

    no son meramente eh cr as n.

    Puede que seamos mseros mortales , pero las sociedades son infinita-

    mente ms longevas que cd quie t mortal: frente a nuestra breve vida indi-

    vidual, representan la eternidad. Para los mortaks, son puentes hacia la in-

    mortaiidad. Podramos confm

    en

    que las sociedades seran un refugio

    seguro para los logros de nuestras vidas.

    Al

    invertir en perpetuar la sociedad,

    estaramos participando en algo que tiene que ver con lo eterno; por medio

    de la sociedad, podemos transformar nuestra fugacidad en duracin, y as lo-

    grar que nuestra condicin de mortales deje de sernos msera Quien pueda

    decir, sinceramente, en ti, mi sociedad, he puesto mi confianza puede te-

    ner la esperanza de que

    el

    veredicto

    y

    al polvo habrs de regresarn sea anu-

    lado o aplazado.

    La contemplacin de la in rn od da d de la sociedad puede ser un pasa-

    tiempo muy gratificante para los filsofos. C m d o se

    la

    aborda desde una

    perspectiva filosfica, que tambidn desafla las

    fuerzas

    desauctoras del tiem-

    po, sigue pareciendo (y

    as

    ser mafiana, y pasado mafiana tarnbidn)

    tan

    in-

    finitamente ms longeva (inmortal, si se

    la

    mide en relacin con

    la

    breve

    existencia individual) como en la

    poca

    de Durkheim. Pero en los albores

    dd

    siglom los filsofos podian jactarsedeestar tocando una fibra sensible dela

    experiencia humana, demasiado humana . Hablaban en nombre

    deuna

    so-

    ciedad que estaba dedicada a la creacin de marcos slidos en los que inscri-

    bir las efmeras acciones de los hombres

    para haccrias

    durar por siunpre, que

    garantizaba que esos marcos mistiran cualquier embate. as palabras de

    Durkheim tuvieron lugar en una

    poca

    en a que

    en

    alabras de Alain Pey

    ~ f i t t e ) ' ~a independencia, la c o h n d otro

    y

    la seguridadde la longe-

    vidad de las instituciones sociales se combinaban

    para

    encender el coraje ne-

    cesario para la actuacin, asi comoladeterminaan a largo plazo de lim r las

    Alvn

    W t t t e

    LP d mn M e~d998, pp. 514-516.

  • 7/26/2019 Baumann 6&7

    9/26

    POLfTICAS

    DE

    VIDA

    cosashasta sus ltimas consecuencias. Por lo tanto, para sus contemporneos,

    lu paiabras

    de Durldieim

    podan

    ser cuaiquier cosa menos qbstnctas o des-

    cabelladas: repetan las creenciasque dia a dia reciban confirmacin de la ex-

    periencia c om h a todos.

    Hoy en dk,

    la

    triple tarea documentada por Peyrefitte ha esdado en

    k

    esclaropara todo

    d

    mundo (exceptoquizs para quienes sededican

    a la filosoflz el

    rte

    de extraer continuidades de la discontinuidad,esa pre-

    misa epistemolgica de la continuidad del tiempo ) que ninguna de

    esas

    tres instancias de confianza puede sobrevivir,

    y

    menos aJn desarrollarse, por

    s e p d o . a cod~anzan uno mismo, la audacia de

    h cer

    de la propia

    vida

    un proyecto y la determinacin de llevar

    ese

    proyecto hasta sus ltimas con-

    secuencias diHcilmente puedan aparecer si no las propicia y

    las

    robustece la

    confianza a largo plaza en la estabilidaddel mundo, de

    las

    exigencias y

    las

    re-

    glas que determinan, de manera endrgia cdmo manejarse para su cumpli-

    miento.

    Las

    circunstancias del tiempoen el nuevo capitalismon,observa

    Ri

    chard Sennett,

    han

    creado un conflicto entre

    d

    d e r

    h

    xperiencia, en

    m t o a experiencia del tiempodeshilvanado pone en peligro la capacidad de

    lagente para darle a su carcter una forma~ontinua .'~unque ha sido siem-

    pre un compaiiero inseparable de la existencia humana,

    dada

    a incertidum-

    bre actual,

    ese

    conflicto

    se

    hace inevitable,

    y

    adquiere nuevos rasgos, hasta el

    momento inusitados: 110). en da est arraigado a las prcticas cotidianas de

    un

    capitaismopujante.

    La

    nestabilidadest llamada a ser norma... .

    Sihubiera una lgica coherente a largo p h etrs de

    la

    experiencia frag-

    mentada de un mundo que cambia sin previo aviso, los

    seres

    humanos

    di

    cilmentepodrian inferirlade su experiencia coudiia; a dikrencia de las aves

    y de los filsofos, rara v a se aizan por sobre el suelo y se remontan lo S&-

    cientementealto como para discernirlo. La sociedad firme y compacta,

    en

    los tdrminos en que puede figurar en los estudios de las ciencias sociaics, se

    hace

    pnsente por medio de instanciasque no sehilvanan necesariamente

    en

    una experiencia coherenteyco@nua. Para la mayoria,

    por

    lo general (excep

    to cuando nos sentimos con nimos filosficos), la sociedad

    es

    la manera

    sucinta que tenemos de llamar a la gente con la que nos reunimos en nues-

    tros lugares de trabajo, las personas con las que convivimos bajo

    un

    mismo

    techo, los vecinos que nos cruzamos por

    ia

    d e las estrategias

    y

    los medios

    que creemos nos resulcun adecuados y ektivos para relacionarnos con ellos.

    Richard

    Se Thc Dmswn

    ofU~anrrtrr b

    cit.,

    p.

    31.

    CONSMiRSE

    LA

    VIDA

    Y el problema es que no podemos

    decir

    que alguno de estos componentes de

    la idea de sociedad , segn nuestra experiencia, vaya a ser idhitamente

    ms longevo que nosotros mismos, y que pueda por lo

    tanto

    garantizarnos

    que no son meramente efieros .

    acc

    Durkheim, hoy

    cada

    uno de noso-

    tros, individualmente,

    es

    el

    s

    longevon de los Lazos o de

    las

    instituciones

    conocidas, y la nica entidad cuya expectativa de vida crece sostenidamente

    ms que encogerse.

    Ciertamente, no quedan casi otros puntos de referencia de los cuales

    pueda esperarse que den una significacin ms profunda y duradera a los

    momentos que vivimos. Si la confianza es la bisagra que une lo

    mvil

    (y

    fu-

    gaz a lo firme y duradero), en vano ser que busque un marco. Yo mismo,

    mi cuerpo viviente, o el cuerpo viviente que soy, parece ser el nico ingre-

    diente constante en la composicin consabidamente inestable del mundo

    que nos rodea. Puede que mi vida sea demasiado corta como pua servir de

    consuelo, pero la extensin de la vida de cualquier otra

    cosa

    parece, por

    comparacin, desconcertantemente breve. Pocas asociaciones, o ninguna, se

    llevan a cabo con la creencia de que durarn hasta que

    la

    muerte

    las

    sepa-

    ren. Cada v a menos familias sobreviven a sus miembros. Pocas capacidades

    personales, cultivadas con esheno y con orgullo, son para toda la vida Nin-

    gn lugar de trabajo puede

    garantizar

    que seguir4 desarrollando el tipo de

    trabajo que est llevando a cabo, ni puede ofre erles a sus empleadosun em-

    pleo,

    sea

    el que fuere, que

    vayan

    a conservar hasta el momento de su jubila-

    cin. Pocos vecindarios podrn resistir por muchd tiempo los embates

    de

    los

    promotores inmobiliarios, y si son capaces de hacerlo, difcilmente puedan

    resistir

    el virus

    del lento aunque implacable deterioro

    y

    la posterior desapa-

    ricin. Pocas posesiones conseguidas trabajosamente mantenddn su atracti-

    vo por demasiado tiempo,

    al

    ser superadas, como uende a ocurrir, por nue-

    vas atracciones ms seductoras. Pocos hdbitos o estilos

    de

    vida,

    aprendidos

    con esfuerzo, seguirn reportando satisfacciones y estima por mucho tiem-

    po. En este mundo de hoy, poner todos los huevos en una misma canasta ya

    no

    s la

    mayor imprudencia. Ahora, son las

    caaastas

    como

    tales,

    las que

    sean las

    que estn bajo sospecha. nadie en

    su

    sano juicio les confiarasiquie

    ra un solo huevo.

    Cualquiera

    que

    se ate

    a mstil

    de una

    Mgil

    embarcacin c om

    d

    riesgo

    de irse a pique en cualquier momento. Por comparacin,

    el nufpve e

    ser

    una opcin ms segura.

    La

    eternidad adquiue una connotacinsiniestra, a

    menos que se

    la

    piense como

    una

    cadena ininterrumpida

    de

    episodios:

    la

    ca-

  • 7/26/2019 Baumann 6&7

    10/26

    pacidad de constantemente terminar y comenzar de nuevo desde d princi-

    pio . Sin los activos de la seguridad a largo plazo

    ,

    os c o m p r o r durade-

    ros se convienen en pasivos.

    Ei

    futuro el uturo previsible y e futurodesea-

    ble- a610 puede entenderse como

    una

    sucesin de presentes. El nico hilo

    conductor con

    d

    que pueden enhebrarsecomo un collar los sucesivos episo-

    dios,

    para

    evitar

    que queden esparcidos por ah

    y

    se pierdan, el propio

    cuerpo en sus sucesivasencarnaciones.

    Nlu uhmann escribiacerca de la sociedadmoderna que trta es mo-

    derna en tanto y en cuanto ''marca su novedad a relegar lo viejo :

    Nos guste

    o

    no, ya no somos lo queCnma

    y ya

    no seremoslo que somos

    ahora [..J Lascaractersuw de

    la

    modernidad actualnosan lasdeayer N

    as

    de

    maana

    n esoconsiste lamodernidad. Los problemas dela sociedadcon-

    temporneano son problemas ligadosai mantenimiento deuna herencia, ya

    sea en el terreno dela educacin o en otro lado. Mucho ms importantees la

    constantecreacin de alteridades.

    En d

    Lcbensweh

    que nos codea tanto como en su epicentro nim, d yo,

    h

    continuidaddiscontinua eslanica que puede adoptar

    la

    continuidad,la

    nica

    que hay, y la nica que

    es

    sensato

    que

    s razonable- buscar. En

    d

    juego de

    h ida, la sociedad ha resignado d rol de guardin, bondadosoaunqueexi

    gente, para pasar a ser un actor ms

    (yni

    siquiera unprimus intrrpans .

    Lo

    que haba sido algunavezd principrl piiar de la estabilidad y una garantade

    seguridadseha convertido en la principal furnte de sorpresay en un pdigro

    difso, temible por inescrutable. Es errtico, como todos losjugadores: man-

    tieneh artas apretadas contra el pechoy le

    gusta

    tomar a los demsdespre-

    venidos, sorprendiCndolos una y o m vez cuando menos se lo imaginan. En

    el juego de la vida,

    d

    pmigprincipal son sus reglas, que caln cambiando

    constantemente. No hay casi nada que los actores individualespuedan hacer

    para evitar jugadas sorpiesivas, con las consecuencias del caso o nico que

    pueden hacer los individuos es

    aguzar d

    ingenio, esforzarse por ganarle de

    mano a quien trata de en@arIos, hacer lo posible por mantenerse alerta y

    estar Ikms para cambiar de tctica todo d tiempo; intentar no quedar reza-

    gados ni ser tomados por sorpresa nunca

    CONSUMIRSELA

    VIDA

    39

    Mantenerse apto parece ser

    d

    nico objetivormnabl: la nica

    tarea

    de

    la que un individuo puede la-

    hacerse

    cargo,

    y cuya

    responsabilidad

    puede imputatsde. La historia dice Ulrich Be ,

    se reduce al eterno)

    pranrte

    y todo gira alrededor del eje

    dd

    propio ego ptr-

    sonai

    y

    de la propia vida

    [.

    ]

    La

    proporcin de oportunidades de

    vida

    nti-

    mamente ligadas a decisiones est decreciendo,y la proporcin de biograa

    que queda abierta y debe ser construida biograficamenteva en

    El resultado global de todo esto es la subjetivizacine individualizaci6nde

    los riesgos y contradicciones producidos por las instituciones y la sociadad .

    En resumen, los individuosseven condenadosa buscar soluciones biogriifi-

    cas

    a

    contradicciones sistkmicas . Una

    tarea

    imposible, por cierto, que con-

    tradice toda lgica,

    y que

    no puede emprenderse de manera ni remotamente

    coherentey sistemdtica.Dado que no existen estrategiaspersonales que pue-

    dan detener (ymenos an prevenir) losazares de las oportunidadesdevida ,

    o que en vez de contenerlospuedan desactivarloso amortiguarsu impacto,

    la fwmentacin de una empresa inasequiblementegrandeen una serie

    deta-

    reas ms pequeiias y manejables es la nica manera razonable de

    actuar.

    Va-

    yamos por partes, y preocupmonos por cruzar

    ese

    otro puente n la nie-

    bla una vez que la niebla se

    haya

    disipado y sepamos a ciencia cierta que

    efectivamenteahf hay

    un

    puente

    para

    cruzar.

    Esaqu, en la conducta de los individuoscodenados acompensarla irra-

    cionalidad de su

    bensweh

    acudiendo a su propia astucia e ingenio (para ci-

    tar a Beck una vez ms: *losexpertos arrojansus contradiccionesy

    con0iao s

    ante los individuos, y les dejan asf una invitacinbienintaicionada a juzgar

    criticamenteeso queha sidoarrojadosegn supropio criterio ) donde la so-

    ciedad de consumo encuentrasu esencia. Aqu esdonde

    la

    vida se transfor-

    ma en un paseo de compras, ni ms ni menos absorbentede loque son laa

    citacibn, la aventura y el desafo de la actividaddel comprador.

    Opcinpor l

    s e p r A 4 seguridad

    de opcin

    ,

    Hay una correspondenciarecfproca ,

    una

    afinidad

    electiva

    entre los dispa-

    {

    rates del mercado de consumo y

    las

    incongruenciasde la tam que sesupone

    f 3

    9L

    l

    richBeck, isk W y b.Ut., pp. 135-137.

    .

    .

  • 7/26/2019 Baumann 6&7

    11/26

    POLfTICAS

    DE VIDA

    que los individuos deben

    llevar

    a cabo por su cuenta. la responsabilidad de

    componer individualmente la continuidadque la sociedadya rjo puede, o no

    pretende, asegurar. En efecto, uno estara tentado de decir que el mauimo-

    nio entre los dos protagonistas ha tenido lugar en el cielo, y que nadie, hom-

    bre o mujer, puede romper la

    aiianza

    y menos an actuando por su cuenta.

    Hay casi un ucaiceperfmon entre las caractersticas de los productos que el

    mercado de consumo ofrece, la manera en que los ofrece y

    las

    preocupacio-

    nes y las expectativasque

    llevan

    a los individuos a vivir sus vidas como una

    cadenade expedicionesde compras.Dos irracionalidadesseencuentran, coo-

    peran y

    se

    autorreproducen por medio de la racionalidad de los clculos de

    losvendedores y de las estrategiasde vida de los compradores.

    El mercado de consumo ha consumado la increble hazafia de reconciliar

    y combinardos vaores mutuamente contradictorios que los miembrosde

    es

    ta sociedad individualizada buscan con iddntica avidez: ofrece, por el mismo

    precio, la

    segurid d

    que

    tanta f it

    hace y

    la

    garanta de la que carecen otros

    bbitos, de que sed posible devolver cl producto, de que

    se

    devolvedel di

    nem

    de

    la compra, en caso de que

    la

    seguridad buscada caduque y haya que

    reemplazarla por una nueva. El mercado de consumo promete, y suministra,

    una certidumbre tranquilizado< en relacin al presente, sin la aterradora

    perspectiva de hipotwar el futuro. Proporciona durabilidd por medio de la

    fugaadad de sus productos, una durabilidad que ya no es necesarioconstmir

    piaa

    pqr

    pieza con g m sfuerzoy eventual sacrificio. Ofrece la eternidad

    enac6modas uotas, ud porcin viene lista para usar y descartarsin culpas

    una v usada.

    El mercado de consumo establece metas lo suficientemente cercanas co-

    mo para evitarque el desea seagote antes de llegar a su objetivo; pero muy a

    menudo mbi dn para que los corredores no tengan que preocuparse jams

    por

    la

    dunbilidad del valor de los premios y para que

    el

    deseo nunca tenga

    que lidiar con la frustr cin y estC siempre listo p r empezar de nuevo y

    nunca pierda suvigoc como Pascal observhace mucho tiempo, para la gen-

    te la fClicidad est en la caceda y no en la liebre. Como essabido, las identi-

    dder emporales s61o pudu i h u i d e en una d&renciaci6n mn d pasado:

    el significado del hoy se deriva de su diferencia can un ayer . El infinito

    proceso d t h identihci6n podra continuar, sinque lo estorbe la enojosa

    re

    f l d n e que lo nico que

    a

    inc p zde proveaa a identidad s que, por

    una parte, est surgiendo

    un

    especie de fantasma de durabilidad, e induso

    de continuidad, de

    la

    rapidez con la que los distintos estados transitorios se

    CONSUMIRSE

    L VIDA

    suceden el uno al otro. Por la otra, no hay razones

    para

    preocuparse de que

    los fantasmas abusen de la hospitalidad concedida, y de que su negativa a

    abandonar

    el

    escenario

    de

    l s piezas teatrales del futuro, an por escribirse,

    arruine la diversin de la h u r a cacera

    El mercado

    de

    consumo ofiece

    la

    posibilidad de elegir, junto con la segu-

    ridad de que

    esa

    eleccin

    sed

    correcta: la autoridad de los expertos y los re-

    cnditos conocimientos que se les atribuyen, o la aplastante multitud de

    compradores satiskchos, o una enorme demanda que sobrepasa la oferta son

    motivos que, como regla, aparecen en las mismas etiquetas de los productos.

    A la v a , los vendedores no guardan en secreto el hecho

    de

    que, de manera

    inevitable, los productos que se okce n actualmente sern reemplazados por

    otros nuevos y mejorados , y los consumidores no se sienten en absoluto de-

    salentados por saber que eso

    ha

    de ocurrir en cualquier momento.Al contra-

    rio, el hecho de que lo sepan es una parte vital de la seguridad que buscan: es

    reconfortante saber que ninguna decisin es definitiva, que ninguna tiene

    consecuencias irreversibles, que se la puede tomar tranquilamente, porque

    como toda otra decisin, no afecta a quien decide sino hasta nuevo avison.

    Permtasenos hacer notar que, dado que esa conciencia es compartidapor los

    compradores

    y

    los vendedores, no hay desilusin lo suficientemente conclu-

    yente como para invalidar

    la

    racionalidad del juego y la conveniencia de ju-

    40

    l

    juego de constantemente terminar y comenzar es eel principion

    se propulsa

    y

    propagaa sf mismo, a salvo de toda comprobacin o eqerimm

    twm e su inutilidadItima

    Alimentar l incertr dumbre,

    alimentarse e

    h

    ncertidumbre

    El juego se autoperpeta por otra raz6n adicional. Es adiaivo: la participa-

    cin prolongada en el juego

    del

    c o m o

    a

    como

    resdt do a

    incapacidad de

    buscar Soluciones biogrticas a contradicciones sistdmicas por cualquier otra

    v Convertirse en consumidor si&~ca depender del mercado de consumo

    para sobrevivir, e incluso

    p r

    levar a c bo las rutinas m t i i a ~~ .ignifcaol-

    vidaro nunca aprender las capacidades necesariasparahace& frente

    a

    las de-

    safio~ e la vida, con excepcin de la capacidad para buscar y, con suerte, en-

    contrar) entre

    los

    productos que

    d

    mercado ofrece

    el

    objeto, s e ~ c i oconsejo

    adecuado (en un versidn de micUnta preparada por d h a l para ao

  • 7/26/2019 Baumann 6&7

    12/26

    POLfT1CAsDE VIDA

    nuevo,

    d

    Principe naturalmente supone que la montaa mgica en donde

    Cenicienta obtuvo su vestido de fiar debe un centro ymercial). Hay

    una sola cosa que los consumidores pueden hacer

    para

    nivelar el dfit cr-

    nico de certidumbre: recorrer las avenidas mz d s y asiltadas por Ir mera-

    dotecnia y el comercio. Vivimos en una sociedad hecha con partes de rejun-

    te (y adems, descartables), y en una sociedad as, el

    arte

    de la reparacin de

    los objetos, personalidades o vnculos humanos que no hincionan bien es in-

    necesario y obsoleto.

    GeorgeRitzer capta perfectamentela dobleatraccibndel consumismome-

    diado por el mercado en su critica de los W o n holidaysnque aconsejan y

    venden como un paquete las agenciasde viaje, i observar que la mayoria de

    los habitantes de un mundo posmoderno estarian dispuestos a comer en un

    fog6n, siempre y cuando sea una simulacinconstruida en d parque del ho-

    tdn. Los turistas de la sociedad de consumo quieren que sus vacaciones les

    permitan escapar de la rutina; pero tambin

    dd azar

    de

    la

    confusin y de la

    incertidumbre que viven da

    a

    dr

    L

    vacacionespor las que estariandispues-

    tos a pagar gustosamentedeben ser predecibles,

    CacuIabIes,

    eficientes y con-

    troladas. Las compahias de viajes, como los restaurantes McDonaldS, deben

    proporcionar, en primer lugar, un bastin de seguridady predecibilidad.

    Las

    aventurasdeben ser cuidadosamenteplaneadas

    para

    que tengan un

    final

    feliz

    las diversiones deben ser a s ~ ~ t i c d ;1lugar *lejosde la civilizacinnen

    d

    que

    transcurran debe estar lo suficientementecerca de los wmercios y los restau-

    rantes ms prdximos como para acudir rpidamente en autom6vi1,

    b

    ungla

    debe tenersaiidasbien localizadasy saiizadas, los animalesdvajesdeben ser

    o bien domados, o bien encerradosen lugares seguros, y las serpientes,en

    sode que selas encuentre, deben ser despojadas de sus colmidos venenosos.

    LO

    que hace a las vacaciones sofiadas atractivas

    para

    los buscadores de

    aventuras y emociones fuertes es la certeza (incluida en el paquete

    y

    con el

    debido segurode viaje) de que hay alguien, en

    aiguna

    parte, que sabe exacta-

    mente lo que est pasando y cmo terminarn las cosas, por lo que ninguna

    sorpresapuede ser de verdadn,esdecir una *experienciadenantes que

    la a>

    sa en si.

    ada

    verdaderamente desastrosopuede ocurrir, y menos an algo

    que no tenga vuelta atrs, y si acaso ocurre (Dios no lo permita) a causa de

    algn error o de la neggenciade alguien, totahente inconcebible que la

    R i w , 7 ~ D o d W n

    Dair

    ob

    cit . pp 146 138.

    CoNSMrRSE LA

    VIDA

    empresa piense siquiera en desentenderse, a la v a que el cliente insatisfrcho

    siemprepuede entablaruna demandacompensatoria,inclusosi ladevoluci6n

    del dinero no figuraba en el contrato. El pbliw convirtid Elpqecto Bluir

    Witchen un increlble xito de taquillas, ai asistir en tropela contemplarsus

    ms intimos temores vividamente reflejados en la pantalla: quedar aislados

    del enchufems cercanoy no poder conectar sus computadorasportulesni

    ingresar a Internet, quedarsesin sus teldfonoscelulareso que stos les fallen,

    empezar a sospecharque estava l juego vaen serio , qut el desenlacedel

    espectculo no estd arregladode antemano y que no hay ningn botn que

    pueda detener la marcha de las cosas; tales son las ms funestas

    pesadillas

    que persiguen a los consumidores entrenados para la incapacidad . Elpro-

    yccto Blair

    Witch

    le dio entidad tangiblea aquella angustia,hasta el mornen-

    to inefable; le dio forma visible a esa brumosa aparicin;puo permitasenos

    hacer notar que no lo

    hizo

    en una forma cualquiera, sino n una que colo-

    ca a la sociedad de consumo en el papel de exorcista en jefe y ltimo refu-

    gio para los confundidos y los ignorantes.

    El

    mercadode consumopuede perfkctamente cuestionaro

    tediazar

    su pa-

    ternidad sobre los temores engendrados. Como se habia dicho, las angustias

    produce la incertidumbreo k n n suelo potenciaimente

    ti1 para

    los

    profesionalesdelmercado. Pero los cultivosen si

    d

    nombre

    de

    los temoresen

    los que eventualmentehabrn de concentrarselas angustiasdispersa+ no de-

    jan de ser productosagrcolas, y como ependen de

    las

    tcnicas deculti-

    vo y los matedes utilizados por los agricultores. La selecci6n de tcnicas

    y

    materiales est a su vez determinada por lo que los agriculmres estiman que

    hace

    a

    *la mayor @an. Ad e d , ningn agricultorque seprecie de serlo

    se limitarfa a depender de h rtilidad

    naturaJ

    del suelo, y menos an permi-

    tira que ese sueloperdierasufedidad agotandode una solavez todassussus-

    tancias nutricias.Los buenos agricultores(y los probionales del mercado son

    mejores que la mayoria) seasegudande mantener y mejora wnstantemen-

    te la fknilidad del suelovalihdose de firtiliites, n a d e s

    o

    artificiales.

    La angustia que genera

    la

    incertidumbre s el f d i t e el que senutre

    la sociedad individualizada

    pan

    sus propsitos consurnistas;por lo tanto, es

    necesario cuidar bien

    de ella

    y no dejarbajo ningn punto de vista que se

    se-

    que o se evapore.

    La

    mayor parte de las veces, la produccin de consumido-

    res implica la producci6nde temores nuevos y mejoradoP. La historiade la

    supuesta falla informticadel &o 2000

    resulta un claro

    ejemplo de un paabn

    que se repite d a a da en todas partes: nadie era capaz de precisar

    a Uencia

  • 7/26/2019 Baumann 6&7

    13/26

    POLfTIC S DE VID

    cierta si

    la

    U a ra producto de la imaginacin; pero, por otra parte, tampo-

    co

    era

    posible poner en evidencia a aquellos que insistan e? conocer todos

    los detalles (msdd de que la suposicin de la que intentaban fingirse ente-

    rados

    hsen

    correa o no). Por eso, la gente ms razonable preferira seguir

    el

    consejo de Pascal de ir a lo seguro . As, se crearademanera verdaderamen-

    te divina

    6

    nihilo, una industria millonaria dedicada a la puesta a punto de

    los sistunas informaticos parael ao 2000, y

    la

    creacin seria recibida con aii-

    vio. Cuando finalmente llegara el dia de

    la

    verdad, el fracaso de la catstrofe

    pronosticada seria una nueva prueba universal, o

    casi

    de que slo se habia

    evitado

    la

    debade gracias a la asistencia anti-da idbrmtica: otra rotunda

    manifestacin de la omnipotencia de la experticia comercializable. Eventual-

    mente, el asunto caeria en el olvido al surgir nuevos temores para robarse las

    primeras planas, pero esa omnipotencia permanecera en el recuerdo, abo-

    nando actn ms el terreno para la prxima cosecha de pnico.

    Permitasenos hacer notar que, sabiamente, los mercados de consumo ra-

    ra

    v a ofrecen la cura, o a lo sumo un remedio preventivo, contra los peligros

    de la naturaleza como los terremotos, los huracanes, las inundaciones o las

    avalanchas; las promesas de proteccin

    y

    salvacin se concentran, como re-

    gla

    en pehgros creados mific iahenre &tos tienen una

    d t

    ventaja sobre

    los peligros naturales, dado que permiten crear los temores a la medida de las

    curas disponibles,y no al reds.

    La

    incapacidad para la que se entrena a los consumidores es por lejos, la

    mejor arma con la que cuentan los proveedores de bienes de consumo. os

    grandes laboratorios estadounidenses de ingeniera gendtica financian inves-

    tigaciones que prueban ms ll de toda duda que sin cultivos transgdnicos

    en breve ser imposible alimentar a ia poblacibn del mundo. Lo que los in-

    formes tienden a

    d r

    ue sus veredictos cumplen con todos los requisi-

    tos de las profecias autocumplidas; o, ms bien, Io que hacen es maquillar las

    prdcticas de quienes los patrocinan, hacidndolas ms tolerablesal invertir el

    orden de las causasy los efcctos. La introduccin de semillas *mejoradas ge-

    ncricamente precipita a muchsimos agricultores en la quiebray hace que los

    otros

    ya

    no puedan producir sus propias semillaspara el ao entrante porque

    las s e d s *mejoradas son, como regla, infkrtiles. Una v que eso ocurre,

    la afirmacin de que sin

    la

    utilizacin constante y creciente de productos

    transgdnicos ya no s r posible dimentar a

    la

    humanidad adquiere autori-

    dad de una 'berdad empricaD, y no puede cuestionrsela

    as

    prcticas de

    la industria de la ingeniera gendtia poddan, asimismo, servir como figura

    CONSUMIRSE

    L VID

    de lah c i n primordial dela sociedaddcwnsumo: a to

    es

    a produccin de

    consumidores (voluntarioso involuntarios, lo mismo da; lo que importa es

    que cooperen).

    macdoddizacin deGeorge

    Ritzer

    no tendr efectoal-

    guno sin una monsantiuci6nnque la mmplementara.

    Para concluir: las fortalezasy las debilidades, lagloriay lamiseria de laso-

    ciedad de consumo -una sociedad en la que la vida lo consume todo en una

    seriecontinua de prmcupacionede consumo dismntinm

    y

    en la que ella

    misma resulta, finamente, consumida)- estn arraigadasen una misma con-

    dicin:

    las

    angustias que la erosi6n institwiond engendn y perpeta, junto

    con una individualizacinfonosa.

    Y

    la respuestaque el mercado deconsumo

    manda adoptar ante esa condicin o que les da forma a c p ngu tk y

    h ce que sereproduzcan: la estrategiade raondicin deia irracionalidad,

    la normaliicin de ia diferencia

    y

    la obtencin de la estabilidad por medio

    de una precariedad inducida de la condicibn humana.

  • 7/26/2019 Baumann 6&7

    14/26

    7 De espectador

    a

    actor*

    El gran mdrito deStanleyCohen fue eunir como variantes de un mismo

    fe-

    nmeno, de un mismo interrogante, los dos tipos de fechodas que

    rara

    vez

    aparecen juntas en los aniisisacadmicos, a pesar de queen

    la

    vida

    real

    sue-

    len ser inseparables. La primera es hacer el maln; la segunda, abstenersede

    hacerle fmte o de evitar que se

    realice.

    Lo acostumbradoha sido, y siguesiendo, analizar el ma -infligir dolor o

    causar sutnmiento,personalmenteo por medio de tercuos- como obra deun

    autor . Resultabaevidenteque hacer el mal guardabauna relacin de causa-

    lidad con ciertas caracteristicas peculiares ( naturales o inculcadas ) de los

    malvados, o con ciertos contextos iguaimentepeculiares (otra vez, ya fueran

    naturalesn,como en

    la bellum omniurn contr omncs

    del hombre presocial de

    Hobbes, o disefiadaamficialmentecon intenciones malignas o consecuencias

    que, aunquefueran imprevistas,serian funestas ,de los cuales los potenciales

    malhechoresparticipan 5610 en parte-por su propia volurid, o acaso

    resultan

    totalmentecondicionados por stos.

    Tambidn se ha acostumbrado examinar y analizar bajo la categoria del

    espectador , la ausencia de resistencia y oposicibn al mal por parte

    de

    aque-

    llos que, no habiendo causado ellos mismos dolor o sufrimiento alguno,

    han

    sido testigos de algh mal (o sabian que se estaba por cometer).

    na

    parte

    fundamenta de

    la

    definicin del espectador , por cierto uno de sus rasgos

    distintivos, era no contarseentre los autores.

    El

    dsico triangulo que distin-

    guia los roles desempehadosen un hecho delictivoseparabaa los espectadores

    de

    los autores e

    manera

    no menos

    radical

    de laquelosseparaba

    de l s

    victimas.

    Puede que

    distinguir

    a los espectadoresde los autores

    sea

    muy razonable

    en trminos legaies (o institucionaies,en general). De hedio subyacea esa

    distincin la dihrenciafundamentalentre los actos castigados por la leyy los

    * Este capituloh

    publicado

    anteriormente n Hnmun R z ~ i s 2002.

    Vase

    S tdey Cohai

    tara 4DrniaL.Kbwing

    a wrt nrwitur ndS w n g ,

    Pdity

    2001

  • 7/26/2019 Baumann 6&7

    15/26

    POLfTICAS

    DEVIDA

    actos (o la ausencia de stos) que el c6digo penal no calificay que, por lo tan-

    to, tienen como nica consecuencia una culpa meramente tfrord y la igno-

    minia que so conlleva. er lo que fuere, el mal que subyace en

    i

    actitud del

    testigo pasivo o del espectador es ciifkrente del mal que resulta del accionar

    del autor, y lo que marcal diferencia es

    la

    presencia o

    h

    usencia de una pro-

    hibicidn legal. Trazar una llne

    para

    separar las dos actitudes reprensibles en

    d marco del hecho delictivo, sin pgnsar ya en t 4 a in ambigiiedades ni

    controversias, seria

    un

    eshen o estiril si la condena monl del mal, en vez de

    la retribucin pen a que ste atrae o deja de atraer, fuenlo que gua la mano.

    Pero incluso cuando se obedece sin chistar al hdbito comn de conferirle au-

    toridad a la letra de L.ley en v a de a la inefrble expresin de los sentimien-

    tos morales, se tiende a encontrar un mbito de arduas controversias entre el

    u>

    < .. ,

    ,. / , .-,

    f. '

    S %'\ .

    , , ,

    '

    . . .

    .i

  • 7/26/2019 Baumann 6&7

    22/26

    pulsos ticos. La red de nuestra mutua dependencia sehace ms estrecha con

    cada avance de la globaiizacin, pero la brecha entre el al-ce de las conse-

    cuencias imprevista.? (o ignoradas, o no tomadas en cuenta) de nuestras ac-

    cionesy el alcance de lo que podemos hacer consciente y deliberaamente pa-

    ra mitigar esas consecuencias no deja de crecer. Los resultados de nuestra

    accin o inaccin se extienden mucho ms d e los limites de nuestra ima-

    ginacin morai y de nuestra disposicidn para asumir la responsabilidad por las

    alegras y pesares de la gente cuya vida se vio directa o indirectamente afcta-

    a

    es la nr6 n por la que, parad6jiamente, nuestra capacidad compani-

    da para c us r daiio parece ir&nitamente ms grande que nuestra capacidad

    compartida para hacer el bien. Es como si las herramientas y s tecnologfas

    para causar (de manera colectiva, aunque sin intenci6n) desgracias tomaran la

    delantera, dejando muy atrs a las Iierramientas y tecnologaspara hacer posi-

    ble (colectiva y deiberadamente) la felicidad. Ls erramientas de la felicidad,

    a diferencia de los vehfdos de la desgracia, parecen todas demasiiuio peque-

    has, s61o aptas para el uso individuai, solamente adecuadas para

    ia

    vida priva-

    da y e1accionar individd . Lo que podemos hacer para aiiviar las penurias de

    quienes se ven afeaados parece mucho menos poderoso que lo que hacemos,

    intencionalmente o por omisin, para contribuir con su desgracia.

    Esto M quiere decir que la globaIizaci6n pmmum la insensibilidad y

    h

    indiferencia mural. No hay motivos para suponer que nos hayamos vudto, o

    nos estemos volviendo, menos sensibles al sufrimiento humano que nuestros

    antepasados. Ms bien, parece ser al revs. Cada vez somos menos tolerantes

    con el dolor, y por consiguiente, cada v a oleramos menos ver cmo s&en

    otros, humanos o animah (si estamos seguros e que el dolor es de ver-

    dad ). Muchas miserias humanas que aiguna v a haban sido aceptadas con

    resignacidn por ser inevitables u habituales, como una compaia inseparable

    de la vida humana, hoy en da han pasado a ser consideradas gratuitas e in-

    necesarias, injustificadas o directamente ofensivas, y sobre todas las cosas,

    dignas de remedio, venguin o -d e bltar esto- compensacin pecuniaria).

    Sin embargo, el problema a que, a diferencia del pasado, la magnitud de

    nuestra conciencia del destino de los otros

    y

    el alcance de nuestra capacidad

    dedecm s destino ya

    se

    para daarlo

    o

    repararlo) no se

    sapoponen

    Nues-

    tros antepasados eran testigos directos de la mayor parte de las consecuencias

    de sus actos porque estas consecuencias nunca, o casi nunca, iban ms

    all

    del

    alcance de sus ojos (y de sus pistolas). Con

    a

    n u m red global de dependen-

    cias, y habiendo tecnologa lo suficientemente poderosa como pam permitir

    E

    ESPECT DOR

    CTOR

    que las acciones teng n consecuencias igualmente globdes,

    es

    situacin mo-

    raimente reconfortante se desvanece.El saber y

    la

    accinya nosesuperponen,

    y el mbito en el que se encuentran seencoge c d

    va

    sen comparacin

    con el rpido crecimiento del re en la que disienten. Aparecen dislocados

    li

    ms de lo que confluyen.

    Esta

    nueva situaci6n podrfa representarse esquem-

    ticamente

    on

    dos dr d o s cuyas supacies coinciden dl o marginalmente:

    ccion r

    morbe te

    nformado

    S610 una parte relativamente pequea de los resultados y repercusiones de

    nuestros actos est sujeta a +i6n Ctica o

    guiada

    por sentimientos mora-

    les; pocos actos toman en considuaci6n los posibles efectos que tendrn ms

    aild

    de los destinatarios o los participantes prtsentcs. Por otra parte, son rela-

    tivamente pocos los mensajes acerca del suti-imiento de los otros que

    llegan

    a

    nosotros incluyendo informacin clara acerca de quC podemos hacer para

    aY;dar, y particularmente, para ayudar de manera decisiva.Granparte del

    co

    nocimiento con c rg moral que se nos ofrece dedienta la accin compro-

    metida porque resulta muy ificil saber qu es lo que

    se

    puede hacer (si es que

    se puede hacer algo) para cambiar l s cosas de verdad. Muchos de nuestros

    actos, quizs la mayor parte, tienen incidencia sobre la situacin

    de

    los otros,

    incluso de otros que nos son desconocidos y estn lejos, pero 3610 unos po-

    cos vienen acompafiadosdesde el principio por una reflexi6ntica

    No resulta exvafio que se faul rechazar el compromiso sin demasiado

    sufrimiento morai, y que se &cil encontrar argumentos para legitimar la

    negacin de la cuipa.Una v que se nos ha recomendado buscar (como lo

    resumi Ulrich Bcck de manera memorable) soluciones o g t f i ~ ~ ~con-

    tradicciones sU.thnicm que se nos ha sugerido cod~a rolamente en nues-

  • 7/26/2019 Baumann 6&7

    23/26

    PoLli'ICAS DE VIDA

    tros propios recursos individuaies, y que se nos ha dicho a diario -y lo ve-

    mos con nuestrospropios ojos- que todo elmundo sigueesa recomendacin

    o intenta seguirla, nos acostumbramos a la idea de que nuestro itinerario

    personal es la nica preocupacin razonabley el nico fundamento para la

    accin efectiva, Rara vez se nos ocurre que podrfa haber algn provecho (y

    alguna esperanza)en intentar reformar las condicionesms ampliasbajo las

    cualesse forjan nuestras biograffas (ylas biograffas de todo el resto de nues-

    tros congeneres humanos) y se buscan desesperadamentesolucionesbiogr-

    ficas. i se nos sugiriera que intentramos esa reforma,

    no

    le prestariamos

    crdito al consejoy desconfiaramosde quienes nos aconsejaron. echazar

    el compromiso, basndose en la supuesta infnictuosidad de la accin colec-

    tiva, y en ltimo trmino en su impotencia, parece ser una medida racional,

    laconclusin legtimapara una cvaiuacinsobriay racional de las perspec-

    tivas y las posibilidades.

    Y sin embargo por ms racionalque parezca

    rechazar

    elcompromiso,su

    elegancia lgica no siemprepodr acallar los remordimientos. La conciencia

    secaracterizapor hacer casoomiso de las razones de la Razn, y por tener ra-

    zones que

    la

    Razn no conoce. No siempre podemos desentendemos de las

    imgenes del horror. Una y otra vez queremos ayudar a las vfaimas, a pesar

    de que rara vez vamos ms de llamar al nmero telefnico para colabo-

    rar con la tarjeta de crdito,o enviar un cheque

    a

    la institucincaritativaque

    aparece en pantalla A veces, sumamosnuestras voces a la condena colectiva

    de los autores de las atrocidades (cuando se los nombra) y a la alabanza p-

    blica de quienes ayudaron a las vfctimas (si los periodistaslos sefialan y los sa-

    c n de su buscado anonimato). Casi nunca el compromiso va lo suficiente-

    mente lejos como para atacar las mismas raices dei mai. Siacaso quisiramos

    asumir ese compromiso, no sabriamosdnde empezarni qu

    hacer.

    El

    compromiso

    no es

    inconcebible;

    tampoco

    lo es el compromiso

    a

    h o

    plazo ni un compromisoa largo plazo fructffero, m, para cambiarel mun-

    do. Pero hay fbenas muy poderosas que conspiran para impedirel acceso. La

    falta de una adecuadavisin del interior del hermtb capullo de la interde-

    pendencia, en el que

    se han

    gestado los terrores conocidos,y en el que los te-

    mores larvariosy a h esconocidosseestn incubando, ca una dificuitad

    M

    cil de s iw o quitar del camino. La cadenade conexiones causalesse ramifica

    demasiado,esdemasiado intrincadacomo para que pueda seguirlagente que

    sufre apremiosy que c rece de entrenamiento;y, ademds,

    la

    mayor parte de

    sus eslabones tienden a estar sellados en compartimientossecretos cuya en-

    DE ESPECTADORA ACTOR

    trada est prohibida, y a los que no se puede acceder sin los exmenes de se

    guridad

    y

    las credenciales necesarias. Los +entos visibles de

    la

    cadena ra-

    ra vez brman un sistema coherente con puntos de

    ingreso

    daramente sefia-

    lizados y botones de instalacinn

    y

    desinscacin .

    Como es sabido, los obstcuios para d compromiso vo a largo plazo

    son muy numerosos, y muchos de

    ellos

    son imposibles

    de

    sortear. Podrfa ar

    gurnentarse, sin embargo, que la barreramsdiicil defranqueares ia desigual-

    dad del proceso de globalizaci6n.

    El

    progresivo engranaje de las dependencias

    globaies no encuentra parangn, y menos aiin control o equilibrio, en insuu-

    mentos de accin politica igualmente globales y poderosos.

    as

    protestas an-

    tiglobaliiin

    difusas

    y espordicas, por msvalientes

    y

    dedi que

    sean

    no son rival para el poder concentrad9 de las multinacionales, cuidado y pro-

    tegido a sol

    y

    a sombra por los gobiernos en busca de un premio a su hospita-

    lidad y por las fuenas armadas hasta los dientes que comandan. Para remover

    es

    barrera, no bastara con tener una visin mejor. Pero ai menos

    eso

    serfa (pa-

    ra

    usar

    la memorable fiase de Churdrill) el final del principio .

    Persiguiendo l oportunidadpoldtica9'

    en el mun o globalizado

    Hacia fines del siglom el pde r normativo de los Estados-nacin,

    y

    parti-

    cularmente su capacidad prctica para

    la

    regulacin normativa soberana, ha-

    bla sido socavado casi por completo.

    Las

    empresas y particularmentehs

    grandes empresas, las empresas que verdaderamente importan cuando se tra-

    ta de equilibrar las cuentas del Estado y asegurar la

    vida

    de sus sujetos) ha-

    blan apostado, y con xito, a independinarse

    del

    h b i t o

    la

    soberania esta-

    d

    Los cimientos econmicos de

    la

    supervivenciay el bienestar humanos son

    hoy en dfa polfticamente uextrate~itorialesn,omo solfan ser

    hace

    dos siglos,

    en el umbral de la modernidad, cuandolas empresas comerciales lograron es-

    capar

    de la estrecha supervisin

    ttica

    de

    la

    comunidad local hacia una tierra

    de-nadien que el Estado-nacin moderno todavla no habla ocupado

    ni

    adrni-

    nistrado, hacia un verdadero territorio ftonterim en

    el

    que el nexo de dine-

    ron era el finico lazo social y la competencia firoz

    a

    nica leydel pafs.

    En nuestra

    poca

    ha surgido nuevamente un espacio ticamente vado, y

    en su interior los po eres econmicos son libres

    de

    seguir sus propias reglas,

    o para el caso, de ignorar por completo toda rcgulaci6n. stenuevo vado sur-

  • 7/26/2019 Baumann 6&7

    24/26

    P O L f T I W

    DE VIDA

    gi6 como resultado de laemancipacin de los poderes econmicos de los po-

    deres legislativo y de vigilncia del mismsirno f i d - & n que dos siglos

    atrs habfa logrado ponerle f m o a las fuerzas econmicas que se haban

    za

    fado del control

    comunal

    sta va , sin embargo, la secesin no se ha visto

    acompafiada todavapor elsurgimientode poderes legislativos capacesde im-

    poner restricciones ticas a las fuerzas econmicas que nuevamente corren

    desbocadas. Las fuerzaseconmicasson libres de actuar a nivel global, pero

    la posibilidadde un sistema legal y jurdico de a p l i d n global, de una de-

    mocraciaglobal o de un cdigo ticoglobalque pueda ser efkctiwnente apli-

    cado y obedecido existe solamente en germen, como una conjetura.

    La accin global bien informada y de base tica no cuenta con instrurnen-

    tos globales adecuados.A hlta de herramientas y vehculos aecuados para la

    accin efectiva, parece que todos -cada uno de manera individual, y todos los

    individuos juntos- hemos quedado encasiliados en el papel de espectadores,

    y que estamos condenados a cargar con ese rol por un tiempo insoportable-

    mente largo. L s peridicos estallidos de protesta contra la expulsin de los

    sujetos del mbito de la toma de decisiones polticas y la produccin compul-

    siva de espectadores (uno podra sospechar, el verdadero detonador de los

    happenings antiglobalizacih de estilo guerrillero) parecen ser la nica alter-

    nativa, terriblemente inadecuada, a la pasiva aceptacin del estado de cosas

    imperante. Atraen la atencin, llaman a reflexionar sobre los riesgos que cs

    tn acechando; a veces logran torcer el bruo de los poderosos en algunas

    cuestiones en discusin. A fin de cuentas, sin embargo, con toda su vehemefi-

    cia, su incidencia en

    la

    balanza de poderes es mnima, por m& nobles que

    sean sus intenciones,

    y

    por ms valerosos que

    sean

    sus actores. Por otra par-

    te, un compromiso firme, a largo plazo, para la accin colectiva, que preten-

    da atacar las mismas races de la miseria humana, nacido en el seno de este

    nuevo vaco tico global, tiene una apariencia nebulosa.

    Es

    la misma nebulo-

    sa que envuelve a los anuncios del tipo del fin de la historian de Fukuyama

    en la bruma de la credibilidad.

    Pero slo un compmmiso como se, un compromiso firme, a largo plazo,

    merece ser llamado

    la

    oportunidad poltica por excelencian, como propone

    Luc B~ltanski,'~un acto que transforme al espectador en actorn. Ningn

    otro compromiso bastara. as otras reacciones, ms frecuentes, a la visin de

    la desgracia humana, como perseguir a los culpables particulares de fechodas

    DE ESPECTADOR

    A

    CTOR

    particulares, o alabar a los benefactores particulares de vctimas particulares,

    proporcionan por lo menos un alivio temporario y local. Por lo general, di-

    vian los sntomas ms dolorosos de la enfermedad, slo para minimizar la ur-

    gencia de su curacin. Con demasiada asiduidad, sin embargo, les ofrecen la

    tan necesaria hoja de parra -y stos la reciben gustosos- a los poderes de tur-

    no, ansiosos por desviar la corriente de repulsa moral de

    las

    genuinas fuentes

    de atrocidades tticas y por ocultar el hecho vergonzoso de que no estn ha-

    ciendo nada para combatir esas atrocidades. En el peor de los casos, advierte

    Boltanski, son capaces de causar

    m r

    desgracias, como es el caso de los po-

    derosos que explotan vctimas pasadas para tomar posesin del futuro igno-

    rando el sufrimiento del presente'' en v a de ocuparse de los desgraciados y

    desd ar directamenteal mal, sin acudir inmediatamente a benefactores y per-

    seguidores imaginarios . Citando a Kouduier y Tricaud, dos personas que Ile-

    garon a conocer ms profundamente que el comn de los mortales los pade-

    cimientos y las tribulaciones de enfrentar

    c r

    a c r a los vilanos y sus obras

    y socorrer a sus vctimas, Boltanski redama que cdq ui era que se ofrezca co-

    mo voluntario para romper el crculo vicioso de la condicin del espectador

    debe mantenerse cerca de las minoras , pero sin ilusionarse, dado que las

    mismas minoras pueden volverse opresivasn. No es slo que la puerta de la

    celda del espectador d

    la

    impresin de estar atornillada, sino que el propio

    camino parece lleno de trampas y emboscadas.

    Un compromisocapaz de apartarse de todos csos pehgras y de la magni-

    tud necesariaparaque el esfuerzo

    sea

    firme y constante (particularmente siese

    compromiso va a ser asumido por mucha gente, s que por unos pocos in-

    dividuos, con excepcional amplitud de criterio, solidaridad y dedicacin, y

    con fbertes convicciones ticas), no tiene grandes posibilidades de suscitarse

    mientras la confianza en la efectividad del discurso pblico y en su capacidad

    para

    dirigir y

    coordinar

    la

    accin colectiva siga siendo

    tan

    tenue y

    fdgd

    como

    tiende a

    ser

    hoy da en nuestra sociedad completamente individualizada. Pa-

    ra ~ o d e r

    mar

    seriamente que

    el

    discurso es Cfectizw, necesitamos

    ei

    apoyo

    de la complicada construccin poltica de la Polis. 13

    Y

    podrkmos agregar que

    es precisamente esa construccin lo que

    st

    aauaimente en

    m, en esta

    do de abandono y necesitada de

    una

    puesta a punto

    ya

    muy postergada Se

    ha

    desvanecido la c o n f i n la efectividad del discurso comprometido, y par

    ticularmente del discurso orientado a la dase de