bestiario (c)
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Esta obra se distribuye bajo una Licencia CC BY 4.0 carlosquevedo.blogspot.com - 2012TRANSCRIPT
Bestiario
Carlos Quevedo Arteaga
2012
2da edición, 2015
Esta obra se distribuye bajo una Licencia
Creative Commons Atribución 4.0 Internacional
(CC BY 4.0)
issuu.com/cquevedoa
NOCHEFUEGO
Algunas veces el fuego
le hace el amor a la noche
la roza
con sus dedos
sus pechos montañosos
joviales del trigal
extiende un calor intenso
elevándose
sobre su monte de venus
lo vuelve
c
e
n
i
z
a
s
orgásmicas
para el recuerdo.
MY KILLER, MY LOVE
Escribo tu nombre
en el índice de búsquedas en mi portátil
la ventana blanca comienza a colgar imágenes
íconos y logotipos
mientras el resplandor del espejo
o tu recuerdo
_insistencia de esta memoria mía_
me susurraba smashing pumpkins
♫ disarm you with a smile
and leave you like they left me here
to wither in denial ♪
con el pelo ondeando
de un lado a otro
en slow motion
♫ the killer in me is the killer in you
mylove,
i send a smile over to you ♪
y sonríes
la pantalla blanca
que indexa objetos de la nada
se detiene
resultados aparecen
en el índice de mi portátil
si escribo tu nombre:
[doscientosocho]
me pregunto si
t o d a s
eres tú.
NO ERES TÚ
Los paseos y las veredas se cierran, se entrecruzan, se
intercambian, la calle del hambre se vuelve la calle de
cualquier otra cosa. Jim Carrey y Kate Winslet corren de la
mano en el eterno resplandor de todos mis recuerdos, corro
yo y detrás de mí corres tú. Algo que aún no defino viene tras
nosotros también y le huyo, pero también huyo de ti.
Surge una librería donde vendían comida china. Una señora
amable nos ofrece cotufas y antes de tomarlas se vuelve un
aviso de seguros. Apresuro mi paso y tú el tuyo. El camino
andado se borra y ya no es nada. Encontramos una salida y
ahí te encuentras gente, se saludan y se hablan, y yo
aprovecho para devolverme.
Nada es lo que era, el laberinto ha cambiado y sé que es un
sueño, pero necesito saber que puedo escapar sin
despertarme. Avanzo, corro como Mr. Nobody tras el tren,
sin moverme. Todo es confuso, como un sueño mal
recordado. La nueva salida es una cerca de alfajol nada
alta que trepo para llegar al otro lado, pero apareces y te
acercas al borde sin cruzar. ¿De verdad te ibas sin despedirte?,
sonreíste. Me acerco y en silencio intento besarte en la boca,
pero algo lo impide y no eres tú.
La escena se oscurece y lo que sea que me perseguía
reaparece y se vuelve hombre con puños que quieren
golpearme, y me dejo, pero sólo porque sé que es un sueño y
porque el laberinto ha cambiado en una estructura sin
salida. Todos los puños dan contra mí y yo doy contra todos
los puños.
Sé que hay sangre aunque no la veo y tú me dices que me
detenga aunque yo no hago nada, hasta que caigo al suelo y
soy polvo de huesos y moretones que no duelen nada y me
dices un montón de cosas que censuro en esta historia y que
no respondo para no despertar, y te acercas para levantarme,
por si no estoy bien. Y tomo con mis manos tu rostro y te
digo en voz baja las únicas palabras que pronunciaré en este
sueño: te voy a extrañar.
Intento besarte la frente y no sé si es porque es un sueño,
pero algo me lo impide (porque despierto) y no eres tú.
RETINASTILLA
Eres una astilla
incrustada
perenne
en mi pupila
no tiene caso cerrar los ojos
aún te puedo ver bailar.
“MARIANITIS”
a José De Vizia
El nombre de una mujer me delata.
J.L. BORGES
Que no sabía lo que tenía, le dijo el doctor, que él se
encontraba en una serie de casos no diagnosticados que
pasaban por lo mismo, pero que no podía hacer nada más. A
todo ese conjunto de síntomas -añadió-, recientemente lo
habían llamado marianitis, porque no podía llamarse de otra
forma. Le recetó un reposo de 7 días y benzodiazepinas una
vez por noche y gabapentina para cuando el dolor se hiciera
insoportable. Saber eso no lo tranquilizó, al contrario, darle
un nombre lo hizo pensar sistemáticamente en cada una de
las variables que condicionaban su pesar.
Pasaban las doce de la medianoche y se tomó un par de
benzodiazepinas, aunque el médico sólo le había prescrito
una. No tuvo dolor esa noche, pero tuvo un sueño:
Subía las escaleras del edificio donde vivía y en uno de los
pasillos venía, llevaba un golden retriver tirando de una
cadena marrón y ni siquiera notó que él estaba ahí. Él se
regresó sin saber hacia dónde irse a esconder. Subió un par de
pisos más y se sintió estúpido, se asomó a la casa de su vecino
y ella estaba sentada en la sala. ¿Qué es esto?. Bajó las escaleras
tan rápido que no se dio cuenta de que el escenario había
cambiado. Hacía frío y la plaza en la que se había convertido
todo habían tres chicas. Ahora sabía que todo eso no podía
ser sino otro sueño. Las chicas no las conocía pero ellas a él
sí. Cuando se volvió un instante, una de ellas le habló: "¿Estás
nervioso?". Él se detuvo y la miró, allí estaba, con su cabello
largo y suelto, sentada sobre sus piernas recogidas y con la
misma sonrisa que él nunca podría olvidar. Ella primero
sonrío, luego soltó una carcajada rápida. Lo señaló en el
corazón y dijo: "Tu corazón late muy muy rápido". Se
encontró desprotegido, desnudo, en plena plaza de noche, su
corazón podía verse latir, tras la escasa capa de fibras
musculares del pecho. "Ven y dame un beso", se burló. Se
tapó bruscamente con sus manos y estaba otra vez en su
cama. El corazón le latía rápidamente.
Recordó haber asistido a todos los médicos posibles, a
decenas de especialistas y no consiguió curarse el insomnio, ni
el dolor de barriga, ni la fatiga (y todo parecía indicar que
nada mejoraría). Mucho menos la ansiedad, o el pánico de
encontrarse desprotegido en el bus, o en un café, o en la cola
de un banco al pedirle el bolígrafo a alguien cuando había
olvidado llevar el suyo. Descubrirse expuesto con su nombre
tatuado. Frente a la gente, igual que el espejo.
Marianitis, se dijo para sí, intentando justificar lo que el sueño
que acababa de tener. Marianitis, se hizo eco. El dolor se había
hecho insoportable nuevamente y se tomó un par de pastillas.
El reloj de la mesita marcaba las 4:32 am.
Intentó dormirse de nuevo porque debía salir temprano a
hacer unas diligencias, pero no quería encontrarse con nadie
en esa ciudad tan pequeña. No quería que nadie lo notara
extraño, enfermo. Seguía con la sensación de que en cualquier
momento se quedaría desnudo, que su madre o sus amigos, o
sus compañeros de trabajo lo notarían y que terminarían
haciendo las preguntas correctas y él no sabría como ocultar
el nombre que lo delataba, ese nombre que le dolía en todo el
cuerpo.
VERSOMUJER
a Sue
¿Qué le haces a mi vida, mujer
,
que la
des
co
ces
entre un verso
y el otro?
@cquevedoa
carlosquevedo.blogspot.com
2015