brodie, n. historia robada. saqueo y comercio ilícito. 2003

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    Frente a la Historia: Los museos y el patrimonio en los perodos de conflicto y post-conflicto

    Tras la retirada sovitica de Kabul en 1992, las distintas facciones demujahidines empezaron a combatir entre s por el control de la ciudad. El MuseoNacional fue repetidamente alcanzado por fuego de cohetes o artillera, y fue tambin

    intensamente saqueado. En 1996 faltaba ya ms del 70 por ciento de las colecciones delmuseo, quedando slo las piezas de menos valor, seal segura de que el expolioresponda a mviles mercantiles y no a razones de limpieza cultural3. Una vez quetomaron conciencia del potencial comercial de los restos arqueolgicos afganos, los jefes de las milicias locales tambin empezaron a patrocinar excavaciones ilegales delos yacimientos arqueolgicos y a emplear el dinero obtenido de la venta de artefactosen pagar a sus soldados o comprar municiones4.

    Pero no todo el dao perpetrado en el Afganistn se puede achacar a la bsquedade material vendible. En 1996 los talibanes fundamentalistas se hicieron con el poder enKabul y emitieron un edicto que prohiba todas las formas de representacin figurativa,pero tambin decretaron que los objetos culturales antiguos estaban exentos y deban serprotegidos. A pesar de ello, en 1997 un jefe talibn que sitiaba Bamiyn amenaz condestruir los dos Budas monumentales por los que es famosa la ciudad5. El gobiernocentral volvi a desautorizar tal vandalismo, pero en 1998 se dinamit la cabeza del mspequeo de los dos Budas, en un acto premeditado de iconoclasia. Ese hecho motivque en julio de 1999 se promulgara un nuevo decreto que declaraba ilegal la excavacinde sitios histricos, pero en marzo de 2001 el jefe de los talibanes dio orden de destruirtodos los dolos religiosos, y por tanto se procedi a la voladura con explosivos dealta potencia del mayor de los dos Budas de Bamiyn.

    En Camboya las facciones militares han saqueado templos y monumentos jemeres. Se dice que slo en Angkor Vat haba un millar de estatuas de Buda, peroahora slo quedan dieciocho6. Muchos fueron vandalizados bajo el rgimen de los

    jemeres rojos (1975-1979), pero desde entonces han sido rapiados y vendidos. En 1999se encontraron ms de veinte toneladas de material arqueolgico escondidas en elcuartel general del ltimo comandante de los jemeres rojos, y no mucho despus eltemplo de Banteay Chmar fue atacado y despojado de sus famosos bajorrelieves porunidades insurrectas del ejrcito regular. El material de Camboya se transportaclandestinamente a Tailandia y se vende en la zona River City de Bangkok para suexportacin al extranjero; los relieves de Banteay Chmar, sin embargo, fueron

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    interceptados en el lado tailands de la frontera, y en marzo de 2000 se exhibieron en elMuseo Nacional de Tailandia antes de regresar a Camboya7.

    El ejemplo de estos dos conflictos demuestra claramente que, cuando la

    autoridad central desaparece, la existencia de un mercado internacional intensifica elsaqueo, buscndose entonces y vendindose el material y aplicndose el productoobtenido a mantener soldados en campaa. La ocasional recuperacin o devolucin8 nopuede ocultar el hecho de que en tiempo de guerra el dinero inyectado en el mercadopor los coleccionistas occidentales no slo alimenta la destruccin arqueolgica, sinoque tambin contribuye a financiar el conflicto, y por lo tanto a prolongarlo.

    Pero no toda destruccin deliberada de bienes culturales en tiempos de disturbiocivil o guerra obedece a mviles comerciales. El conflicto de la antigua Yugoslavia havisto la destruccin masiva de edificios y monumentos religiosos y de otra ndole. Secalcula que en Bosnia se destruyeron en los combates ms de 12.000 mezquitas, as como 300 templos catlicos y 100 ortodoxos9, y desde los bombardeos de la OTANsobre Serbia en 1999 tambin se han daado o destruido mezquitas y templos ortodoxosen Kosovo. En 1993 un tanque croata-bosnio destruy deliberadamente el puente delsiglo XVI sobre el ro Neretva en Mostar, que durante mucho tiempo haba sido elsmbolo de un estado multitnico. Es una medida de la importancia que puede atribuirsea esa clase de smbolos arquitectnicos el que la comunidad internacional y el gobiernode Bosnia-Herzegovina hayan decidido reconstruir el puente empleando para ello laspiedras originales.

    La Convencin de La Haya sobre la proteccin de los bienes culturales en casode conflicto armadode 1954 se elabor pensando en las dos guerras mundiales, pero lamayora de los conflictos recientes han adoptado la forma de guerras civiles o accionesde guerrillas. En vista de ello se adopt en 1999 el Segundo Protocolo de la

    Convencin, para los conflictos armados sucios. Pero el hecho de que todos losestados de la antigua Yugoslavia fueran partes de la Convencin de La Haya de 1954 nofue bice para la destruccin10. Durante los bombardeos serbios de Dubrovnik en 1991-1992 parecen haberse escogido como blanco casas protegidas por la Convencin de LaHaya11. En conflictos como ste, cuando la obliteracin cultural es un objetivo de guerraprimario, se hace difcil imaginar cmo podra ser efectiva la legislacin protectorainternacional.

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    Las terminologas de la cultura

    Desde el punto de vista jurdico, Merryman (1996) ha definido tres imgenesalternativas del debate internacional sobre el material cultural, incluido el material

    arqueolgico. La primera sera la imagen nacionalista, el discurso de naciones fuenteque subraya la relacin entre los bienes culturales y un patrimonio nacional, y queespera que esa clase de bienes permanezcan en su pas de origen. La segunda sera laimagen internacionalista, que sostiene que el patrimonio cultural es internacional y quesus bienes deben poder circular libremente. La tercera, en fin, sera la imagenobjeto/contexto de los arquelogos y los etngrafos, que pone el acento principal sobrela informacin o el significado que presumiblemente reside en la relacin del objeto consu contexto.

    Ahora bien, a travs de una lente arqueolgica esas imgenes se refractan endiscursos alternativos, con diferentes conceptos que requieren diferentes terminologas.Las imgenes nacionalista e internacionalista de Merryman son en realidadmanifestaciones de un discurso de propiedad centrado en los objetos, mientras que losarquelogos y los etngrafos slo son parte de un discurso acadmico ms amplio(quiz occidental) que concede ms valor al conocimiento que a la posesin.

    Coleccionistas, marchantes, polticos y juristas ponen sus miras bsicamente(aunque no slo) en cuestiones de propiedad (como Merryman). Esto se ve muyclaramente en el uso de la expresin propiedad cultural (cultural property) parareferirse al material de que se trata. El concepto de propiedad privada tal como aparececonsagrado en lacommon lawdel Reino Unido y los Estados Unidos es un conceptoeminentemente europeo (en ltima instancia ingls), que implica derechos de propiedadirrestricta, derechos del propietario a explotar, enajenar y excluir12 sin sujecin a ningninters pblico superior. Las concepciones de la propiedad en otras tradiciones

    culturales varan, y pueden reconocer otros derechos sobre el objeto adems de los delpropietario o negar la enajenabilidad. Hay que tener en cuenta las diferencias entre lacommon lawy el derecho civil. En lacommon lawel concepto de propiedad privadaexclusiva es un concepto fuerte porque, al menos desde finales del siglo XVII, se haconsiderado fundamental para la constitucin de la sociedad liberal13, y toda apelacin alos derechos del propietario privado tiene garantizada una buena acogida.

    En contraste, como Merryman seala con acierto, muchos arquelogos (aunque

    no todos) suscriben un ideal de conocimiento, y la relacin, rica en informacin, entre

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    objeto y contexto. Vitelli ha expresado sin rodeos esta posicin: Francamente, lo queprincipalmente me interesa no ha sido nunca quin sea el propietario o el poseedor deun objeto arqueolgico, dnde resida el objeto, o, si vamos a eso, si ha pasado por una

    compraventa lcita o ilcita. Lo que realmente me interesa es la informacin, que en elcaso de los objetos arqueolgicos se deriva de su contexto original14.Vitelli habla de dos cosas. En primer lugar est expresando su insatisfaccin ante

    los conceptos vigentes de propiedad centrada en objetos, en su aplicacin a laarqueologa y a los debates sobre propiedad que llenan la literatura no arqueolgica.Pero Vitelli tambin cuestiona la propia naturaleza de la indagacin. Est subrayando laimportancia de relaciones intangibles, el contexto arqueolgico en el que reside lainformacin, y restando valor al papel de los artefactos, de los objetos materiales en s.

    Se ha propuesto la conveniencia de sustituir la expresin propiedad culturalpor la menos ideolgica patrimonio cultural, escogiendo la palabra patrimoniocomo ms expresiva de la idea del objeto cultural como algo que hay que compartir yconservar, no algo que se pueda comprar y vender, utilizar de modo exclusivo e incluso,llegado el caso, consumir15. Este cambio terminolgico se ha aplicado ya en algunossectores. La expresin propiedad cultural se emple por primera vez en laConvencin de La Haya de 1954, y posteriormente en la Convencin de la UNESCO de1970, pero ya en 1972 fue sustituida en laConvencin sobre la proteccin del patrimonio mundial, cultural y naturalde la UNESCO, y ahora tambin en laConvencin sobre la proteccin del patrimonio cultural subacuticode la UNESCO.La Convencin sobre objetos culturales robados o exportados ilcitamentede Unidroit(1995) evita ambas expresiones.

    Con todo, el discurso de la propiedad es el dominante, y los arquelogos se venobligados a entrar en el debate sobre el material cultural en unas condiciones que son

    literalmente de desventaja. Hay en circulacin enormes cantidades de antigedadesdescontextualizadas de las que slo se puede hablar como objetos, y que se categorizansobre la base de su valor monetario.

    Antigedades ilcitas

    Se cree que buena parte del pillaje de yacimientos arqueolgicos e institucionesculturales responde a mviles mercantiles. La preocupacin que despertaba ese pillaje a

    finales de la dcada de 1960 llev a elaborar laConvencin sobre las medidas que

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    deben adoptarse para prohibir e impedir la importacin, la exportacin y latransferencia de propiedad ilcitas de bienes culturales, que fue adoptada por laUNESCO en 1970, pero desde entonces la situacin se ha descontrolado totalmente. Las

    razones parecen ser dos. La primera es que los medios de destruccin son ahora muchoms poderosos. Durante milenios las herramientas del saqueador de tumbas consistieronen poco ms que sencillos tiles de cavar y varas de sondeo, pero en los dos ltimosdecenios se les han aadido bulldozers y excavadoras mecnicas, dinamita, detectoresde metales, sierras mecnicas y taladros motorizados, y, en operaciones subacuticas,deflectores de flujo. La segunda es que los avances tecnolgicos tambin han abiertoreas que hasta hace poco no eran accesibles; ahora los vehculos todoterreno seinternan en el desierto, los helicpteros planean sobre la jungla y, en las profundidadessubmarinas, los sumergibles de control remoto localizan naufragios antiguos. El accesoa los sitios se ha facilitado asimismo con el abaratamiento de los viajes internacionalesy la erosin de las barreras polticas. Esta nueva combinacin de capacidad destructiva ycomunicaciones fciles se ha revelado desastrosa para el patrimonio arqueolgico ycultural del mundo, y parece que ya no hay yacimiento o museo que pueda verse librede las atenciones de los bandidos arqueolgicos,tombarolio huaqueros, a los que seunen buscadores de tesoros, milicianos y ladrones comunes.

    Pero esta calamidad no es un fenmeno puramente tecnolgico, desligado decualquier matriz sociocultural. El material robado necesita un mercado, y en este caso elmercado lo ponen los coleccionistas privados e institucionales que consideran losobjetos arqueolgicos o etnogrficos como obras de arte, oportunidades de inversin oincluso decoraciones elegantes. El problema tiene tambin un aspecto global, undesequilibrio, ya que el mercado museos, coleccionistas y salas de subastas seconcentra en los pases de Europa y Norteamrica, lo que se denomina pases de

    demanda. Los pases cuyo patrimonio cultural se encuentra en grave peligro de saqueo,los pases llamados fuente, pertenecen en su mayora al mundo en desarrollo, aunquetampoco estn a salvo la arqueologa y la cultura de los propios pases demandantes.

    A los objetos arqueolgicos que han sido arrancados de monumentos, robadosde museos o desenterrados y/o exportados de forma ilegal se los ha bautizado comoantigedades ilcitas. No es una expresin jurdica, sino acuada por los arquelogospara poner de relieve una caracterstica singular del trfico de esta clase de material, que

    es que aunque en la mayora de los pases del mundo (con excepciones importantes,

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    como los Estados Unidos y el Reino Unido) el patrimonio arqueolgico haya pasado aser de propiedad pblica, de suerte que su exhumacin o exportacin no autorizada esilegal, su posterior venta en pas distinto del de origen no tiene por qu serlo. Por

    consiguiente, las antigedades ilcitas lo son en la medida en que lo fue el mtodo de suadquisicin original, pero eso no quiere decir nada en cuanto a la legalidad o ilegalidadde su subsiguiente comercializacin.

    Una antigedad ilcita puede cambiar de manos varias veces antes de sercomprada por un coleccionista institucional o privado, y entretanto los pormenores desu origen ilcito se pierden o se borran. Al final se vende sin procedencia, sin indicacinde quines fueron sus propietarios anteriores o dnde fue hallada. Sin embargo, una vezque se publica en un artculo cientfico o en un catlogo de exposicin, o incluso en uncatlogo de venta, adquiere un nuevo y respetable pedigr como objeto de inters eruditoo de estimacin16, y su origen ilcito se olvida tranquilamente. El material ilcito es, enefecto, blanqueado por su venta o publicacin en Europa o Norteamrica. As ocurri,por ejemplo, cuando en 1997 dos kylikes ticos que haban sido robados del Museo deCorinto en 1990 salieron a la venta en una importante casa de subastas de Nueva Yorkcomo pertenecientes a un coleccionista privado estadounidense.

    Aunque sean robadas, la mayora de las antigedades ilcitas, y en especial lasque proceden de excavaciones clandestinas, escapan a la deteccin porque no fueronregistradas en ningn inventario de museo o de excavacin con anterioridad a susustraccin y traslado. Los kylikes de Corinto estaban inventariados y eranidentificables, y por consiguiente fueron recuperados. La mayor parte del material no loest. Aun en el caso de que una pieza sea reconocida como procedente de un pas quereclama su propiedad, no se considera robada a menos que dicho pas pueda demostrarque se export en fecha posterior a la correspondiente ley del patrimonio nacional. Es

    obvio que si una antigedad ha sido desenterrada y sacada del pas clandestinamente nocabe esperar que se divulgue la fecha de su exportacin. Un ejemplo es el caso de laestatua romana de Hrcules cansado. Su mitad superior apareci en los EstadosUnidos a comienzos de la dcada de 1980, y en la actualidad es propiedad conjunta delMuseo de Bellas Artes de Boston y un coleccionista privado estadounidense. La mitadinferior fue desenterrada en 1980 cerca de la ciudad turca de Antalya. A pesar de ello,los propietarios estadounidenses de la mitad superior insisten en que no hay pruebas de

    que fuera robada, porque pudo ser sacada de Turqua muchos aos, siglos incluso, antes

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    de la correspondiente ley del patrimonio de 1906. Sin pruebas que demuestren locontrario, el gobierno turco ha desistido de su reclamacin.

    La situacin se enturbia an ms debido a lo que se ha calificado de laguna en

    la legislacin internacional. Muchas antigedades y otros objetos culturales se vendenen pases de derecho civil de la Europa continental, donde las leyes de propiedaddifieren de lacommon lawestadounidense y britnica en que el ttulo de propiedad deun objeto robado se obtiene mediante la compra de buena fe. Por lo tanto, aunque sepueda demostrar sin lugar a dudas que una antigedad fue sacada ilegalmente de su pasde origen, si despus fue comprada de buena fe en un pas como Suiza ya no se le puededar la consideracin jurdica de objeto robado.

    Las antigedades ilcitas se mueven errticamente, cruzando muchas fronteras y jurisdicciones nacionales. Ello permite blanquearlas fcilmente, pero tambin facilita laentrada de falsificaciones en el mercado. Sin una procedencia verificable, es fcil hacerpasar por autnticos objetos falsificados en todo o en parte, y la tarea de determinar suautenticidad queda para el entendido o para el anlisis cientfico; uno y otro se handemostrado falibles en el pasado. Son muchas las falsificaciones que ahora seencuentran en colecciones privadas e institucionales de todo el mundo. Probablementela cifra real no se conocer nunca, aunque se ha calculado que cerca del 80 por ciento delas estatuillas de terracota que han salido de Mali desde la dcada de 1980 pueden serfalsas17. Mientras las falsificaciones permanezcan sin detectar, quiz inclusoinsospechadas, el efecto sobre el saber es incalculable.

    Pero no todas las antigedades son ilcitas. Los marchantes suelen hacerhincapi en que grandes cantidades de antigedades salieron de sus pases de origendurante el Grand Tour o en la poca colonial, y que la prueba documental de suprocedencia original se perdi hace mucho tiempo. Tienen razn, y el quid de la

    cuestin est en esto: a falta de procedencia, cmo se puede distinguir el material lcitodel ilcito? En las subastas es muy frecuente la indicacin Procedente de una antiguacoleccin europea, pero lo mismo puede ocultar un viejo tesoro de familia que unapieza recientemente saqueada o falsa. Quin lo sabe? La nica respuesta prudente esconsiderar sustrado todo material que carezca de procedencia.

    Los malentendidos que surgen de este conflicto de terminologas slo podrn serresueltos por arquelogos que adopten una actitud ms positiva o activa hacia la

    educacin del pblico.

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    Arqueologa y participacin del pblico

    El entusiasmo del pblico por la arqueologa en los pases de demanda tiene su origenmuchas veces en la idea romntica de la caza de tesoros, y el desafo que se plantea a

    los arquelogos es reorientar ese entusiasmo, sin apagarlo, hacia una comprensin delpasado ms matizada.Aunque muchas tcnicas arqueolgicas modernas requieren capacidades o

    instrumentacin especializadas, sigue habiendo margen para la participacin activa delpblico y su empleo en el trabajo de campo, sobre todo en los llamados pases fuente.En varias ocasiones se ha demostrado que es una estrategia efectiva para combatir elpillaje. En Agua Blanca (Ecuador) se adiestr en tcnicas arqueolgicas a huaqueroslocales18, y en Sipn (Per) tambin se emple a huaqueros en la excavacin. En elReino Unido cada vez se recurre ms a la capacidad tcnica de los buscadores demetales. Hay dos razones que explican el xito de estos experimentos. La primera esque desmienten la creencia frecuente de la poblacin local en que a los arquelogos (defuera) slo les interesa llevarse su patrimonio; se revela la verdadera naturaleza delinters arqueolgico y se acepta su validez. Se ve la arqueologa como algo que hay quecomprender y cuidar ms que consumir. La segunda es que el trabajo es legal,probablemente menos arriesgado que saquear tumbas de noche, y la remuneracin estasegurada19. Tambin las interpretaciones pueden salir beneficiadas de las perspectivasmltiples que se generan a travs de estos tipos de cooperacin.

    Turismo cultural

    Est comprobado que los yacimientos y museos arqueolgicos pueden actuar comoresorte del desarrollo turstico, con los consiguientes beneficios econmicos. EnTurqua se fund un museo arqueolgico en Bodrum en 1959, cuando la ciudad

    prcticamente no reciba turistas, pero en 1990 era ya el segundo museo de Turqua pororden de popularidad y la poblacin de la ciudad se haba triplicado. En la ciudadchipriota de Kyrenia el nmero de visitantes se duplic en tres aos tras la apertura deun museo para exhibir los restos de un naufragio del siglo IV a.C20. Los diversosmuseos y monumentos del litoral de Kenya atrajeron a 167.000 visitantes extranjeros en1989, y siguen teniendo un efecto beneficioso sobre el conjunto de la economa de laregin21. En Chiclayo (Per), la ciudad importante ms prxima al yacimiento

    arqueolgico de Sipn, un sitio mochica espectacularmente rico (y en parte saqueado),

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    en los diez aos siguientes al saqueo y posterior excavacin del yacimiento el nmerode turistas aument de un puado a entre 40.000 y 70.000 al ao22.

    Los beneficios a largo plazo del turismo cultural para una economa deprimida

    rara vez se han cuantificado, aunque se ha calculado que en Sipn, tras una excavacincuidadosa, la subsiguiente exhibicin tanto de artefactos como del yacimiento generaactualmente alrededor de 14 millones de dlares al ao en ingresos por turismo, muylejos de los 250.000 dlares que se cree que ganaron los saqueadores con sus hallazgosiniciales. El Consejo de Turismo de Suecia ha calculado que los restos del buque deguerra del siglo XVIIVasa reportan cada ao varios cientos de millones de dlares parala economa sueca23. La realidad econmica es que la conservacin y la exposicinimaginativa de material arqueolgico en museos locales, as como el desarrollo de sitiosarqueolgicos para su presentacin al pblico, pueden crear un recurso que ayude aatraer el turismo y como consecuencia generar empleo sostenible.

    Es esencial que los ingresos derivados del turismo se utilicen en beneficio de lascomunidades inmediatamente vecinas de los yacimientos, y no sean desviados a ungobierno central y quiz distante, o a intereses comerciales externos. Siempre que seaposible se debera dar empleo a personas de la zona, y el desarrollo de la infraestructuranecesaria se debera hacer bajo direccin local y de acuerdo con las necesidades oaspiraciones locales.

    Comercio libre?

    Marchantes y coleccionistas que suscriben la ideologa liberal de la imageninternacionalista de Merryman exigen libertad de comercio para el materialarqueolgico y otros bienes culturales. Se desestima la idea de que el comercio tenga unefecto perjudicial sobre el patrimonio arqueolgico y cultural del mundo, y frente a ella

    se afirma que el libre comercio favorece al inters comn: lleva dinero a los bolsillos delos pobres, conserva material valioso para la posteridad y promueve la apreciacinuniversal de una variada gama de formas artsticas. A esa aseveracin se puederesponder desde la posicin terica sealando que hay desigualdades socialeshondamente arraigadas que no es tan fcil subsanar, y que el concepto de inters comncarece de fundamento en la realidad. Ahora bien, a medida que se divulgan ms estudiosde casos y se publican datos cuantificables, cada una de esas proposiciones es ms

    susceptible de anlisis emprico.

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    La primera es la aseveracin de que el comercio se justifica por razoneseconmicas. A menudo, sobre todo en los pases en desarrollo, el dinero que reporta laexcavacin ilcita puede suplementar unos ingresos modestos e inseguros. Por ejemplo,

    hace muchos aos que el cementerio de an-Naq en Jordania viene siendo saqueado porla poblacin pobre de la zona, y ese fenmeno no es nada infrecuente, pero losexcavadores se ven defraudados del valor real de sus hallazgos por los intermediariosque organizan el trfico y los marchantes que efectan la venta final. Los estudiosindican que los excavadores suelen recibir menos del 1 por ciento del precio de ventafinal de la pieza24.

    Lo que segn baremos occidentales es una pequea suma puede representar unacantidad importante para un pequeo agricultor de subsistencia. Pero es una ganancia acorto plazo. Una vez separados de su contexto original, las piezas arqueolgicas y otrosobjetos culturales pasan a ser mercanca en el mercado de arte, y presumiblemente suvalor monetario sigue subiendo, o al menos se cree que ha sido as en los tiemposrecientes. Pero tambin esa apreciacin, o beneficio, se pierde para el descubridororiginal y para la economa del pas de origen. Y tambin redunda en beneficio a largoplazo para las economas occidentales, en tanto en cuanto ese material expropiadogenera puestos de trabajo e ingresos. La realidad, pues, es que los excavadoresoriginales se ven defraudados por partida doble: primero del valor monetario inicial desu hallazgo, y despus de su potencial econmico a largo plazo. Los gobiernos queautorizan la bsqueda de tesoros en sus aguas territoriales a cambio de una parte deltesoro encontrado son vctimas de una estafa anloga, ya que ceden un recursoeconmico a largo plazo a cambio de un pago nico y escaso.

    La segunda proposicin esgrimida para justificar el libre comercio es que elmercado rescata lo que eufemsticamente se llama hallazgos accidentales,

    producidos en el transcurso de obras de desarrollo industrial o agrcola, o de ampliacino renovacin urbana. Si no existiera el mercado esas piezas se desecharan y destruiransin ms, pero su valor monetario garantiza su recuperacin, y su venta y coleccionismofinal garantiza su supervivencia.

    La ltima proposicin es la de que el comercio libre de materiales arqueolgicosy culturales de diversa ndole puede contribuir a promover una apreciacin universal dela creatividad humana y a engendrar respeto mutuo. Pero para que eso fuera verdad

    tendra que haber un intercambioequitativode materiales, mientras que en el presente el

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    intercambio es manifiestamente desigual. El material circula de los pases fuente a lospases de demanda, sin que exista un flujo inverso ni intercambio equitativo. Por lotanto el libre comercio, lejos de promover la armona internacional, no hace sino

    sostener la desigualdad econmica y crear resentimiento entre aquellos con cuya culturase trafica.Coleccionistas y marchantes sostienen que, aunque puede ser que sus acciones

    en primera instancia sean dictadas por el inters individual, acaban teniendoconsecuencias beneficiosas. Pero es difcil encontrar respaldo emprico para estaposicin. La libertad de comercio para el material arqueolgico y cultural pareceacarrear poco o ningn beneficio a largo plazo para quienes son realmente sus vctimasen los pases de origen.

    Convenciones y tica

    Ningn pas dispone de los recursos necesarios para proteger su arqueologa. Hastanaciones ricas, como los Estados Unidos y el Reino Unido, sufren el pillaje. Es intilpedir que pases grandes como Mali o la India protejan su patrimonio de lasdepredaciones inducidas por coleccionistas ricos e instituciones del extranjero. Pasescomo stos dependen de la comunidad internacional para asegurar el cumplimiento desu propia legislacin domstica, que en la prctica significa hacer cumplir instrumentoscomo laConvencin de la UNESCO sobre las medidas que deben adoptarse para prohibir e impedir la importacin, la exportacin y la transferencia de propiedad ilcitas de bienes culturales.

    Hasta el da de hoy slo dos de los pases con mercados importantes (los EstadosUnidos y Francia) han ratificado la Convencin, aunque Suiza tiene en proyecto suaplicacin legal y en marzo de 2001 el Gobierno del Reino Unido anunci su intencin

    de suscribirla. La aplicacin de la Convencin por estos dos pases har posible suparticipacin con los Estados Unidos en futuros acuerdos multilaterales, eventualidadcontemplada por los Estados Unidos en la fecha de su ratificacin25.

    Cabra sostener que el efecto principal de la Convencin de la UNESCOha sido ms moral que material. Durante mucho tiempo los museos han sostenido eltrfico al comprar material en el mercado abierto y aceptar colecciones privadas encalidad de legado. Los intereses de investigacin personales de los conservadores han

    influido en la composicin de las colecciones musesticas en el pasado, pero ahora las

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    actitudes parecen estar cambiando. Ello se debe en no pequea medida a la introduccinde cdigos ticos que exigen la adopcin de polticas de adquisicin conformes con losprincipios que establece la Convencin de la UNESCO. La seccin 3.2 del Cdigo de

    tica Profesional del ICOM, por ejemplo, declara: Un museo no debe adquirir ningnobjeto o espcimen por compra, donacin, prstamo, legado o intercambio sin que elrgano rector o el director estn seguros de poder obtener un ttulo de propiedad enregla. Se deben desplegar todos los esfuerzos necesarios para asegurarse de que dichoobjeto no ha sido adquirido o exportado ilegalmente de su pas de origen o de un pas entrnsito en el que ha podido ser posedo legalmente (incluido el pas en que se encuentrael museo). . . . Adems de las precauciones indicadas, un museo no debe en modoalguno comprar piezas si el rgano rector o el director tienen razones para pensar que sudescubrimiento ha podido causar un dao o destruccin ilegal, intencionada y nocientfica a monumentos antiguos, o sitios arqueolgicos o geolgicos y hbitatsnaturales, o que no se ha comunicado el descubrimiento de los objetos a los propietariosu ocupantes del terreno o a las autoridades jurdicas gubernamentales competentes.

    Tambin los arquelogos estn respondiendo. En 1988 el Congreso Internacionalde Arqueologa Clsica recomend, en la Declaracin de Berln, que los arquelogos nobrindaran asesora ni consejo a marchantes o coleccionistas privados. El Principio n 3de los Principios de tica arqueolgica adoptados en 1996 por la Society for AmericanArchaeology advierte que los arquelogos deben ser conscientes de que lacomercializacin de objetos arqueolgicos redunda en destruccin de sitiosarqueolgicos y de informacin contextual, y recomienda que los arquelogosdesalienten y eviten las actividades que acrecientan el valor comercial de un objeto. ElCdigo deontolgico de 1990 (corregido en 1997) del Archaeological Institute of America tambin requiere que sus miembros no alienten el trfico de antigedades de

    procedencia no especificada ni participen en el mismo. En el Reino Unido la BritishAcademy aprob en 1998 una resolucin que afirmaba su adhesin a los principiosestablecidos en la Convencin de 1970, y en 1999 el Institute of Archaeology deLondres fue el primer departamento universitario en adoptar una poltica tica basada enprincipios similares. Estos principios presiden tambin las polticas editoriales dealgunas revistas acadmicas, como la American Journal of Archaeology.

    La Convencin sobre objetos culturales robados o exportados ilcitamentede

    Unidroit (1995), concebida como extensin de la Convencin de 1970 de la UNESCO,

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    parece estar llamada a ser igualmente influyente sobre el desarrollo de cdigos dediligencia debida, cuya finalidad consiste en ayudar a impedir la compra inadvertida dematerial cultural ilcito.

    Sin embargo, y en absoluta contravencin de cualquier cdigo tico, muchosmuseos siguen coleccionando o exhibiendo material de procedencia no especificada,aunque el hacerlo los exponga al riesgo de descrdito pblico y perjuicio financiero.

    Conclusin

    Gill y Chippindale (1993) han escrito acerca de las consecuencias materiales eintelectuales del coleccionismo. Por consecuencias intelectuales entienden lacorrupcin del conocimiento fiable que resulta de la reevaluacin y reinterpretacinde los objetos descontextualizados en un marco moderno. Aqu hemos hablado ms delas consecuencias materiales, del dao que el coleccionismo irresponsable ocasiona alregistro material, y por una buena razn: porque parece que los que se benefician delcomercio ilcito, los marchantes y coleccionistas, estn en un estado de negacin. Laescala del comercio se minusvalora con frecuencia, y se pasa por alto el dao queocasiona. Por eso los testimonios de testigos oculares y los datos factuales,preferiblemente cuantitativos, tienen un valor inapreciable para lo que viene siendo undebate abierto. Recientemente la aplicacin por los Estados Unidos de la Convencin dela UNESCO fue debatida en el Senado estadounidense, y en el Reino Unido tanto elParlamento como el Gobierno han llevado a cabo investigaciones sobre el trfico dematerial ilcito. Se adoptaron el Segundo Protocolo de la Convencin de La Haya y laConvencin de la UNESCO sobre la Proteccin del Patrimonio Cultural Subacutico.Son signos positivos de la voluntad de modificar la realidad presente del pillajearqueolgico y poner fin al expolio antes de que conduzca a la extincin.

    |ReferenciasBahn, P. G., Khmer artefacts return to Cambodia, Antiquity, 74, 2000, pgs. 753754.Boylan, P. J., Illicit trafficking in antiquities and museum ethics, en K. W. Tubb (comp.), AntiquitiesTrade or Betrayed , Londres, Archetype Publications, 1995, pgs. 94-104.Brent, M., Faking African Art, Archaeology, 54, 2001, pgs. 27-32.Brodie, N. J., Pity the poor middlemen,Culture Without Context , n 3, 1998, pgs. 7-9.Burnham, B., Architectural heritage: the paradox of its current state of risk, International Journal of Cultural Property, 7, 1998, pgs. 149-165.Chapman, J., Destruction of a common heritage: the archaeology of war in Croatia, Bosnia andHercegovina, Antiquity, 68, 1994, pgs. 120-126.Clment, E., UNESCO: some specific cases of recovery of cultural property after an armed conflict, enM. Briat y J. A. Freedberg (comps.), Legal Aspects of International Trade in Art , La Haya, Kluwer LawInternational, 1996, pgs. 157-162.

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    Dodds, J. D., Bridge over the Neretva?, Archaeology, 51 (1), 1998, pgs. 48-53.Dupree, N. H., Museum under siege, Archaeology, 49 (2), 1996, pgs. 42-51.Dupree, N. H., The plunder continues, Archaeology online,http://www.archaeology.org/online/features/afghan/update.html , 1998.Gill, D., y Chippindale, C., Material and intellectual consequences of esteem for Cycladic figures, American Journal of Archaeology, 97, 1993, pgs. 601-659.Howell, C. L., Daring to deal with huaqueros, en K. Vitelli (comp.), Archaeological Ethics, WalnutCreek, AltaMira, 1996, pgs. 238-242.ICOM, Looting in Angkor , Pars, ICOM, 1993.Kouroupas, M. P., United States efforts to protect cultural property: implementation of the 1970UNESCO Convention, en K. W. Tubb (comp.), Antiquities Trade or Betrayed: Legal, Ethical and Conservation Issues, Londres, Archetype/UKIC, 1995, pgs. 83-93.Lee, D., History and art are being wiped out, Art Newspaper,n 101 (marzo), 2000a, pg. 31.Lee, D., A small step forward, Art Newspaper,n 107 (octubre), 2000b, pg. 6.Macfarlane, A., The mystery of property: inheritance and industrialization in England and Japan, en C.M. Hann (comp.),Property Relations: Renewing the Anthropological Tradition, Cambridge, CambridgeUniversity Press, 1998, pgs. 104123.Merryman, J. H., A licit international trade in cultural objects, en M. Briat y J. A. Freedberg (comps.), Legal Aspects of International Trade in Art , La Haya, Kluwer Law International, 1996, pgs. 3-46.Prott, L. V., y OKeefe, P. J., Cultural heritage or cultural property?, International Journal of Cultural Property, 1, 1992, pgs. 307-320.Rooney, S., Tomb raiders,Times Magazine, 6 de enero de 2001, pgs. 44-48.Seeden, H., Archaeology and the public in Lebanon: developments since 1986, en P. G. Stone y B. L.Molyneux (comps.),The Presented Past: Heritage, Museums and Education, Londres, Routledge, 1994,pgs. 95-108.Throckmorton, P., The worlds worst investment: the economics of treasure hunting with real lifecomparisons,Underwater Archaeology Proceedings from the Society for Historical Archaeology, 1990,pgs. 6-10; reimpreso en L. V. Prott e I. Srong (comps.), Background Materials on the Protection of theUnderwater Cultural Heritage, Pars y Portsmouth, UNESCO/Nautical Archaeology Society, 1999, pgs.179-183.Vitelli, K. D., An archaeologists response to the draft principles to govern a licit international traffic incultural property, en M. Briat y J. A. Freedberg (comps.), Legal Aspects of International Trade in Art ,La Haya, Kluwer Law International, 1996b, pgs. 109-112.Watson, P., The lessons of Sipn: archaeologists and huaqeros,Culture Without Context,n 4, 1999,pgs. 15-20.Wilson, T. H., y Omar, A. L., Preservation of cultural heritage on the East African coast, en P. R.Schmidt y R. J. McIntosh (comps.),Plundering Africas Past , Londres, James Currey, 1996, pgs. 225-249.

    |Notas 1. Este artculo es un resumen de dos publicaciones escritas por Neil Brodie: Spoils of War,

    publicado en Archeology, julio-agosto de 2003, y la introduccin al volumen colectivo Illicit Antiquities: The Theft of Culture and the Extinction of Archeology, publicado por Routledge en

    2001. Se han hecho algunas modificaciones para tomar en cuenta cambios introducidos en losprogramas de la UNESCO desde 2001.2. Vase el tratamiento especial del Afganistn en este nmero de Museum Internacional. La

    revista present un estudio pormenorizado de la situacin en Camboya en el nmero doble demayo de 2002 dedicado al sitio de Angkor.

    3. Dupree, N. H., Museum under siege, Archaeology, 49 (2), 1996, pgs. 42-51.4. Lee, D., History and art are being wiped out, Art Newspaper , n 101 (marzo), 2000a, pg. 31.5. Dupree, N. H., The plunder continues, Archaeology online,

    http://www.archaeology.org/online/features/afghan/update.html, 1998.6. Rooney, S., Tomb raiders,Times Magazine, 6 de enero de 2001, pg. 45.7. Bahn, P. G., Khmer artefacts return to Cambodia, Antiquity, 74, 2000, pgs. 753.8. La publicacin por el ICOM de la primera edicin de su Looting in Angkor en 1993 condujo a

    recuperar seis piezas, dos de las cuales se haban vendido en Sothebys de Londres y una en

    Sothebys de Nueva York (ICOM 1993: 10-11).

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    http://www.archaeology.org/online/features/afghan/update.htmlhttp://www.archaeology.org/online/features/afghan/update.htmlhttp://www.archaeology.org/online/features/afghan/update.htmlhttp://www.archaeology.org/online/features/afghan/update.html
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    9. Chapman, J., Destruction of a common heritage: the archaeology of war in Croatia, Bosnia andHercegovina, Antiquity, 68, 1994, pgs. 120-126, y Dodds, J. D., Bridge over the Neretva?, Archaeology, 51 (1), 1998, pgs. 48-53.

    10. Clment, E., UNESCO: some specific cases of recovery of cultural property after and armedconflict, en M. Briat y J. A. Freedberg (comps.), Legal Aspects of International Trade in Art , LaHaya, Kluwer Law International, 1996, pg. 159.

    11. Burnham, B., Architectural heritage: the paradox of its current state of risk, International Journal of Cultural Property, 7, 1998, pg. 153.12. Prott, L. V., y OKeefe, P. J., Cultural heritage or cultural property?, International Journal

    of Cultural Property, 1, 1992, pg. 310.13. Macfarlane, A., The mystery of property: inheritance and industrialization in England and

    Japan, en C. M. Hann (comp.),Property Relations: Renewing the Anthropological Tradition,Cambridge, Cambridge University Press, 1998, pg. 104.

    14. Vitelli, K. D., An archaeologists response to the draft principles to govern a licit internationaltraffic in cultural property, en M. Briat y J. A. Freedberg (comps.), Legal Aspects of International Trade in Art , La Haya, Kluwer Law International, 1996b, pg. 109.

    15. Prott, L. V., y OKeefe, P. J.,op. cit., pg. 311.16. Gill, D., y Chippindale, C., Material and intellectual consequences of esteem for Cycladic

    figures, American Journal of Archaeology, 97, 1993, pgs. 601-659.17. Brent, M., Faking African art, Archaeology, 54, 2001, pgs. 27-32.18. Howell, C. L., Daring to deal with huaqueros, en K. Vitelli (comp.), Archaeological Ethics,

    Walnut Creek, AltaMira, 1996, pgs. 238-242.19. Seeden, H., Archaeology and the public in Lebanon: developments since 1986, en P. G. Stone

    y B. L. Molyneux (comps.),The Presented Past: Heritage, Museums and Education, Londres,Routledge, 1994, pgs. 95-108.

    20. Throckmorton, P., The worlds worst investment: the economics of treasure hunting with reallife comparisons,Underwater Archaeology Proceedings from the Society for Historical Archaeology, 1990, pgs. 6-10; reimpreso en L. V. Prott e I. Srong (comps.), Background Materials on the Protection of the Underwater Cultural Heritage, Pars y Portsmouth,UNESCO/Nautical Archaeology Society, 1999, pgs. 179-183.

    21. Wilson, T. H., y Omar, A. L., Preservation of cultural heritage on the East African coast, en P.R. Schmidt y R. J. McIntosh (comps.),Plundering Africas Past , Londres, James Currey, 1996,pg. 241.22. Watson, P., The lessons of Sipn: archaeologists and huaqueros,Culture Without Context , 4,1999, pg. 16.

    23. Throckmorton, P.,op. cit., pg. 181.24. Boylan, P. J., Illicit trafficking in antiquities and museum ethics, en K. W. Tubb (comp.),

    Antiquities Trade or Betrayed , Londres, Archetype Publications, 1995, pg. 103, Brodie, N. J.,Pity the poor middlemen,Culture Without Context , n 3, 1998, pgs. 7-9.

    25. Kouroupas, M. P., United States efforts to protect cultural property: implementation of the 1970UNESCO Convention, en K. W. Tubb (comp.), Antiquities Trade or Betrayed: Legal, Ethicaland Conservation Issues, Londres, Archetype/UKIC, 1995, pgs. 83-93.

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    Imagen y patrimonio en Afganistn

    Por Reza

    Oriundo de Tabriz, en Irn, donde naci en 1952, Reza Deghati se gradu de arquitecto pero ha alcanzado fama mundial como reportero grfico. Desde 1990 trabaja para larevista National Geographic y en el desempeo de sus funciones de fotgrafo harecorrido el mundo, del Bsforo a la Gran Muralla de China, de Filipinas al AsiaCentral, de Lbano a Afganistn y de Rwanda a Sarajevo.

    Ms all de su compromiso como ser humano y periodista, Reza nos ofrece una visin potica del mundo. Entre otros ttulos, ha publicado recientemente Destins Croiss, en2003, Eternits Afghanes, coeditado por Editions du Chne y la UNESCO, y Le pinceaude Bouddha, en 2002. Por invitacin del Senado de la Repblica Francesa, realiz sultima exposicin, Destins Croiss, sobre la verja del Jardn de Luxemburgo, en Pars,de mayo a septiembre de 2003.

    a luna llena ilumina el acantilado de color beige, como unenorme proyector sobre un escenario cinematogrfico.

    Sobre el muro anfractuoso, esa iluminacin naturalrevela, en un efecto sutil de luz y sombra, centenares de cuevas. Algunas de ellas estnhabitadas y en su interior tambin hay luz.

    La mirada se queda prendida de una enorme concavidad que parece cortar endos el acantilado: una grieta inmensa, que simula la sombra de un gigante proyectadadesde el suelo.

    El gigante permanece irremediablemente invisible, pero podemos ver susombra. Uno recuerda entonces el mito platnico de la caverna.

    Es el 12 de septiembre y estamos en Bamiyn, ante las estatuas de Buda.Va a tener lugar otro acontecimiento histrico. Cientos de vecinos de Bamiyn y

    de las aldeas de los alrededores y otros, llegados de sitios an ms lejanos, estnreunidos frente a una pantalla gigante de 3 x 5 metros, colocada delante del acantilado.

    Un proyector y cuatro potentes altavoces van a proporcionarles a los

    espectadores un momento cumbre de su historia personal.

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    Proyeccin de una pelcula en el valle de Bamiyn. Reza

    Se va a proyectar una pelcula sobre el patrimonio cultural y los monumentoshistricos de Afganistn: Mazar, Herat, Gazni... Sitios que muchos de los presentes tanslo conocen de odas.

    En breves momentos, esas huellas de la historia van a cobrar forma y aconvertirse en realidades para los afganos presentes.

    En breve, algunos nombres clebres pero abstractos van a salir de una cajitamgica para cruzar el aire polvoriento en haces de luz ondulantes, hasta llegar a la pantalla.

    Muchos de los espectadores presencian por vez primera este acontecimientoaudiovisual.

    En lo que a m respecta, yo observo los rostros, las miradas. Examino

    detenidamente a los nios sentados en primera fila que, por fin, van a descubrir su pas,absortos por esas imgenes que llevarn para siempre grabadas en la memoria.

    De repente, el silencio invade la llanura y el acantilado. Los espectadores, nios y adultos, afganos y extranjeros, se quedan sobrecogidos y como paralizados.

    En el curso de ese paseo mgico por un pas rico en historia, surge la Bamiynde antes, tal como figura en las imgenes de archivo. Las estatuas, hoy destruidas,aparecen en la pantalla y el tiempo parece suspendido, como por ensalmo.

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    El ambiente est cargado de emocin. Se oye un suspiro, como un murmullo quesurgiera de la multitud conmovida, y el acantilado que se alza delante parece repetir eleco de una queja que habla de heridas, penas y nostalgias.

    Ese eco, a guisa de respuesta, viene dirigido a nosotros. Es un grito comn,universal, mientras imaginamos a ese hombre invisible escondido en su propiasombra.

    Este trabajo forma parte del proyecto Campaa de cine itinerante educativo,una de las iniciativas de la ONG Aina1. Ocho unidades mviles recorren el pas, desdelas aldeas ms remotas a las ciudades ms importantes, llevando consigo pelculasdidcticas, todas escritas, interpretadas y dirigidas por afganos.

    Los conocimientos difundidos gracias a estos filmes y a la educacin visualsealan el inicio de una nueva era y auguran un porvenir que ha de construirserespetando el pasado. En las condiciones actuales, la imagen es el medio ms eficaz deponer en prctica cualquier modalidad de educacin o comunicacin en Afganistn.Kabul, septiembre de 2003.

    |Nota1. La organizacin no gubernamental Aina trabaja para extender y consolidar la democracia en

    Afganistn, mediante el desarrollo de los medios de comunicacin y de expresin cultural. Sidesea informacin adicional al respecto, consulte el sitio Webwww.ainaworld.orgy lasinformaciones disponibles sobre proyectos de imagen y sonido.

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    http://www.ainaworld.org/http://www.ainaworld.org/
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    Conocimiento y salvaguardia del patrimonio

    afgano: el papel del Museo Guimet

    por Pierre Cambon

    Pierre Cambon ha sido director, a cargo el la coleccin afgana y la seccin coreana,en el Muse Guimet desde 1982. l era el coordinador de la exposicinRoute de laSoie de les Collections du Muse Guimet Paris, Chefs-doeuvres de la sculpturebouddhique sur la Route de la Soie , llevada a cabo en el museo de Idemitsi en Tokio,1996, y la exposicinAfganistn une histoire au-del du temps , sostenido en Barcelona, a Fundacin catalana La Caixa, y en Pars, al Muse Guimet, en el2001/2002. Como consultor de la UNESCO, l emprendi una misin a Kabul en 1995 y a la repblica popular democrtica de Corea en 1999/2000.

    os acuerdos concertados en 1922 a peticin del rey Amanullah entreAfganistn y Francia hicieron del Museo nacional de arte asitico Guimet unmuseo hermanado con el Museo nacional de Kabul, hermanamiento plasmado

    en las colecciones afganas del periodo preislmico del Museo Guimet. El acuerdo entreambos pases comprenda la creacin de la DAFA (delegacin arqueolgica francesa enAfganistn), con lo que la arqueologa en Afganistn se convirti en una labor conjunta,puramente franco-afgana, durante unos 30 aos. En dicho acuerdo se contemplabatambin una distribucin de los hallazgos, que iran ya sea al Museo Guimet en Pars, yasea al de Kabul -reservndose a la parte afgana los hallazgos realmente excepcionales.Al negociarse el acuerdo en los aos cincuenta se suprimi la clusula de exclusividad,

    pero se confirm la que se refiere a la distribucin (que se efectu al llevarse a cabo lasexcavaciones del yacimiento de Surkh Kotal, aun cuando no se aplicara a los resultadosde las excavaciones de Ai Khanoum porque los franceses desearon que as fuera).

    Las colecciones afganas del Museo Guimet de Pars son pues como uncomplemento de las del Museo de Kabul y corresponden al programa de excavacionesiniciado en gran medida por Alfred Foucher, fundador de la DAFA, en estrechacolaboracin con sus asociados afganos. Puede encontrarse un testimonio directo de la

    historia de las excavaciones en los archivos fotogrficos conservados en Pars, que serefieren tanto a las piezas del Museo de Kabul como a las del Museo Guimet de Pars.

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    Joseph Hackin se encargaba, en los aos treinta, tanto de la direccin del Museo Guimetcomo de las actividades de la delegacin francesa sobre el terreno. Los grandesdescubrimientos arqueolgicos efectuados en Afganistn en los aos 1920, 1930 o 1950

    se han visto pues, de hecho, distribuidos entre ambos museos: la escuela greco-afganade estucos de Hadda, el tesoro de Begram y sus marfiles indios, o la acrpolis dinsticadel sitio de Surkh Kotal de la poca de los grandes kushana (siglos I-III), y hasta, por loque respecta a la Edad del Bronce, los descubrimientos del sitio de Mundigak no lejosde Kandahar, que muestran lo que era ya la originalidad del Afganistn en los albores dela historia.

    La renovacin del Museo Guimet en Pars en enero de 2001 permiti que sereestructuraran las salas dedicadas al Afganistn y se procediera a una reconstitucin delos distintos conjuntos monumentales o arquitectnicos presentados en las salas. Conese trabajo se intentaba -aun cuando la intervencin directa sobre el terreno fueraimposible- preservar la memoria de una aventura comn entre el Museo de Kabul y elMuseo Guimet. Se ha realizado asimismo un programa de restauracin sistemtica delos marfiles y vidrios de Begram, que en su mayor parte seguan estando en el mismoestado en que se encontraban cuando fueron descubiertos en 1937 (o 1939), o bien delos bronces; se restauraron tambin los estucos y los objetos de caliza del sitio deHadda, as como los de Surkh Kotal. Irona de la historia, esta labor de restauracinfinaliz unos meses apenas antes de que el Museo de Kabul pasara a ser un rehn, enmarzo de 2001. Mientras que se valorizaban las colecciones parisinas, las de Kabulparecieron en aquel momento definitivamente perdidas. Tras una historia comn, yhaberse albergado un momento la esperanza de volver a estudiar los resultados de lasexcavaciones de la DAFA mediante la colaboracin entre ambos museos, cadainstitucin pareci entonces seguir un camino opuesto. Situacin tristemente irnica,

    que pareca poner de relieve la vanidad de los esfuerzos anteriores.Y sin embargo, durante esos aos noventa en los que el Afganistn se hundi en

    la guerra civil y las colecciones del Museo nacional fueron en gran medida saqueadas,el Museo Guimet reaccion e intent intervenir.

    Los vnculos especiales que nuestro museo mantuvo antao con el Museo deKabul, y la experiencia adquirida durante su renovacin, hicieron que el que estoescribe fuera enviado a Kabul por el Centro del Patrimonio Mundial en junio de 1995,

    bajo la autoridad de la Sra. Minja Yang. Nuestra misin tena como objetivo hacer un

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    balance, ver cul era la situacin del Museo de Kabul, que sufri mucho durante loscombates del invierno anterior, en los que parte de la ciudad qued destrozada, aloponerse distintas facciones de ex mujaidines que luchaban por el poder. Queramos

    pues, en un contexto en el que todo eran rumores o intentos de desinformacin, teneruna idea lo ms clara posible de lo que era la situacin local para poder determinarcuanto antes medidas muy concretas y, en colaboracin con las autoridades de Kabul,salvar todo lo que pudiramos de lo que quedaba del Museo nacional. Esta misin, en laque se aprovech un alto el fuego, se hizo en condiciones de emergencia; era el preludiode la segunda misin, en septiembre, en la que se intent establecer en un mes uninventario numrico de las colecciones que quedaban, con la ayuda de los colaboradoresdel Instituto afgano de arqueologa y del museo. Con la ayuda de un fotgrafo, elSr. Marco Lavelli, y del Sr. Zemaryala Tarzi, antiguo director del Instituto afgano dearqueologa, esta segunda misin vio cmo acababa bruscamente su recorrido enIslamabad, en vsperas de que saliramos hacia Kabul... Los talibn acababan de entraren Herat.

    Pese a las solicitudes que reiteradamente present el Centro del PatrimonioMundial durante los meses siguientes a fin de obtener las autorizaciones necesarias, lasegunda misin nunca pudo realizarse... La prioridad era ahora humanitaria, y todaoperacin cultural fue suspendida, tras recibirse consignas de las Naciones Unidas... Enseptiembre de 1996 los talibn entraron en Kabul y el captulo que empez entoncespareca ser enteramente nuevo, puesto que el poder de los que ahora ocupaban la capitalafgana no haba sido reconocido por la comunidad internacional, ni por lo tanto por lasNaciones Unidas.

    Durante esos aos terribles, el Museo Guimet, una vez ms, siempre estuvodispuesto a actuar en cuanto se le present la ocasin. La historia, los vnculos

    establecidos con el Museo de Kabul, hicieron que estuviera dispuesto a recibir comodepsito, y de modo temporal, con el acuerdo de las correspondientes autoridades (elMinisterio de Cultura y la Direccin de los Museos de Francia), e informando claro esta la UNESCO, las piezas del Museo de Kabul que pudo recuperar la SPACH (Societyfor the Preservation of Afghanistans Cultural Heritage) en Peshawar en 1997, ydespus en Londres en 1999, y que le fueron entregadas por el Sr. Pierre Lafrance,antiguo embajador de Francia. Se trat en el primer caso de dosemblematade yeso y de

    dos marfiles, procedentes del tesoro de Begram (losemblematallegaron en pedazos,

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    pero sin que faltara nada); en el segundo caso, de fragmentos o restos de marfil queprocedan tambin del tesoro de Begram. Se hizo pues lo mismo que ya se haba hechodurante la guerra en Camboya, cuando se decidi albergar algunas piezas del museo de

    Pnom Penh en espera de que la situacin llegara a estabilizarse.La otra iniciativa del Museo Guimet consisti en reaccionar de inmediatocuando estall la crisis de los Budas de Bamiyn en marzo de 2001: en plena crisis, elmuseo organiz una exposicin sobre el patrimonio de Afganistn, en colaboracin conla Fundacin catalana La Caixa, a partir de una idea del Sr. Luis Monreal, director de laFundacin en aquella poca, que la propuso aunque eso supusiera un trastorno para todolo que ya se haba programado. Queramos que se comprendiera lo que estaba en juegoen esa crisis que estall ante medios de comunicacin que apenas daban crdito a lo quevean y de periodistas del mundo entero. En un contexto de guerra, de manipulacin yde confusin general -acrecentada por los rumores sobre lo ocurrido en el Museo deKabul-, el objetivo de esta exposicin, de la que acept ser comisario para la Fundacincatalana La Caixa, era tomar algo de altura y presentar lo que estaba en juego.Queramos mostrar que haba un patrimonio afgano o, ms exactamente, que si seexploraban las fronteras de ese territorio que se convirti en reino en 1747, poda verseque tena una identidad propia indiscutible desde las pocas ms lejanas (la Edad delBronce) hasta los periodos ms recientes (budistas o islmicos), que se trataba de unmundo situado entre la India e Irn que no se confunda con ninguno de estos pases yque comunica con las estepas... La exposicin nos permiti tambin presentar algunasde las piezas salvadas del Museo de Kabul, tanto en Pars como en Tokio (con laFundacin Hirayama).

    Cuando la exposicin se celebr en Pars (en febrero de 2002), seis mesesdespus de la primera etapa en Barcelona (octubre de 2001), las autoridades del

    gobierno provisional del Afganistn, y en particular el Sr. Hamid Karzai, que lainaugur en compaa del Sr. Jacques Chirac, Presidente de la Repblica Francesa,manifestaron su agradecimiento, por tratarse de un planteamiento en el que, por vezprimera, no se hablaba del Afganistn solamente para hablar de guerra, de dramashumanitarios o de terrorismo, sino que se reconocan debidamente su dimensin culturaly su identidad. Por fin se planteaba la cuestin en el terreno de la cultura, de lacivilizacin o de la identidad cuestin central sta en todos los conflictos que ha vivido

    el Afganistn desde los aos ochenta.

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    La exposicin pudo organizarse durante seis meses en Barcelona, y de nuevootros seis meses en Pars, siendo presentada medio ao ms tarde en Tokio, en laUniversidad Nacional de Bellas Artes y Msica (y, de nuevo, en el museo de Bellas

    Artes de Houston, apenas seis meses despus). Pese a los imperativos que supusorespetar semejante calendario, pudimos estar a la altura de las circunstancias porque elMuseo Guimet comparta con el Museo de Kabul aquellas colecciones fruto de lasexcavaciones de la DAFA de los aos veinte hasta los aos cincuenta. Y todo fuetambin posible porque se benefici de una colaboracin inmediata tanto del Museo dearte indio de Berln como del Museo de la Universidad Harvard (coleccin Sackler) -pero tambin del Ermitage, sin olvidar, en Pars, la Biblioteca Nacional de Francia, elMuseo de Historia Natural o el Muse de lHomme. Ante circunstancias tanexcepcionales, otros coleccionistas privados aportaron tambin inmediatamente sucontribucin: la coleccin Ortiz, la coleccin Malraux, y otros que prefirieron no dar sunombre.

    El homenaje al Museo de Kabul se transform pues en una especie de museovirtual, de museo imaginario, reconstituido durante el tiempo que dur la exposicin...Se mostraba as que la exposicin, que era en cierto modo una reaccin un tanto originalante lo que estaba ocurriendo, tena un sentido cultural, poltico y humano, pese a sucarcter por lo dems muy clsico, y reconocido como tal, ya se tratara de la exposicinde Barcelona, que se realiz cuando la guerra en el Afganistn estaba a punto deestallar, o de la de Pars, que se inaugur cuando empezaba la reconstruccin. Se tratde un testimonio y de una voluntad de participar en ese momento histrico, con laparticipacin del Museo nacional de Kabul, que envi algunas piezas a la exposicin deTokio.

    No hay que olvidar, en efecto, que ese patrimonio no era slo asunto que

    interesara a expertos o especialistas: fue, ante todo, una preocupacin afgana. El reyAmanullah se dirigi espontneamente hacia Francia, con un objetivo claro, esto es, lamodernizacin de su reino y la exaltacin de su identidad, arrastrado, como lo dijoFoucher con hermosas palabras, por el contagio de la simpata ante las realizacionesfrancesas en el Cercano Oriente o en Persia. El juego de la poltica y la diplomacia hizoque las investigaciones arqueolgicas se convirtieran durante un cierto tiempo en unaaventura franco-afgana, antes de internacionalizarse en los aos sesenta. Corresponda

    pues al Museo Guimet -aunque site hoy en da su accin en un marco multilateral, en

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    el que la UNESCO desempea un papel esencial- plantear de nuevo, en un periodo decrisis como ste, la cuestin del patrimonio con toda su amplitud, volviendo a sealarcul es el marco, pero tambin el sentido, de esta aventura: en una palabra, reanudar esa

    relacin bilateral que encontramos en los inicios de esta historia.En 2002 se enviaron pues dos misiones al Afganistn, encabezadas por elSr. Jean-Franois Jarrige, director del museo. Una de ellas, patrocinada por el Ministeriofrancs de Asuntos Exteriores, a fin de volver a establecer relaciones con losresponsables afganos y restablecer una cooperacin entre ambos pases en el campo dela arqueologa y los museos; y otra misin, por encargo de la UNESCO, a fin departicipar en un seminario sobre la rehabilitacin del patrimonio afgano, organizado encolaboracin con el Ministerio de Cultura del gobierno provisional del Afganistn, a finde que la intervencin francesa se llevara a cabo en coordinacin con lo que se hicieraen el marco de la ayuda internacional.

    Esas misiones nos permitieron volver a visitar el Museo de Kabul, pero tambinir a Bamiyn y a Balkh. Permitieron asimismo establecer de nuevo contactos con elSr. Omar Khan Massoudy, director del Museo nacional, y con el Sr. Wasey Feroozi,director del Instituto arqueolgico afgano, con quienes ya tuve la posibilidad de discutirdurante aquel verano de 1995 en el que pareca que todo iba a volver a su cauce. En estaprimera misin pudimos proporcionar al museo un grupo electrgeno, que necesitabadesde la poca de mi primera visita... Las misiones tuvieron resultados muy concretos,ya que, gracias a la ayuda del Ministerio de Asuntos Exteriores, se pudo crear una nuevaDAFA en Kabul, siendo nombrado su director, el Sr. Roland Besenval, en otoo de esemismo ao; permitieron asimismo establecer un programa de cooperacin en el mbitode la restauracin, gracias a una consignacin excepcional proporcionada por elMinisterio de Asuntos Exteriores. Se decidi tambin enviar en misin a dos

    restauradores para que el taller del Museo de Kabul pudiera volver a funcionar denuevo, encargndome yo mismo de la puesta en prctica en mayo de 2003.Un ao antes, en un seminario celebrado en mayo de 2002, se presentaron lascolecciones que el equipo del Museo nacional de Kabul haba conseguido salvar,comprobndose que pese a los acontecimientos haba podido conservarse un fondoimportante (pinturas de Kakrak, modelados del Fondukistan o de Tapa Sardar). Sepresentaron tambin los restos de los objetos destruidos deliberadamente en marzo de

    2001: las dos esculturas de Surkh Kotal que se encontraban a ambos lados de la escalera

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    del recibimiento del museo, el prncipe kushana y la estatua de Kanishka, destruidas agolpe de martillo. En dos bales metlicos se conservaron los fragmentos de cada unade las estatuas, mientras que en otro bal se mezclaron los restos de ambas, ya slo

    escombros. El bodhisattva de Tapa Marendjan, que poda verse antao en elrecibimiento, fue tambin voluntariamente destrozado. En una caja podan verse losrestos informes de lo que de ella quedaba.

    De acuerdo con el director del museo, se decidi que la intervencin en el talleren mayo de 2003 estara dedicada a esas piezas martirizadas, que rendan testimonio deun vandalismo absurdo y que antao fueron el orgullo del museo. En efecto, la estatuade Kanishka era un emblema de ese imperio kushana (siglos I-III) cuyo centro estuvo enel Afganistn, un imperio nmada que logr tratar en pie de igualdad con la China delos Han o la Roma del emperador Augusto. En cuanto al bodhisattva de TapaMarendjan, era una ilustracin de lo que fue el budismo del periodo greco-afgano, en elmomento en que las poblaciones que ocuparon el sitio de Hadda produjeron sus mejoresfrutos. Se trataba, en ambos casos, de piezas encontradas durante las excavaciones dela DAFA. Una de ellas estaba hecha de caliza, y la otra con barro sin cocer; en amboscasos los destrozos parecan no tener remedio.

    Para iniciar un programa de cooperacin de modo concreto, se estim queconvena enfrentarse con los peores casos y mostrar que, con paciencia, aprovechandola experiencia de la renovacin del Museo Guimet en Pars, reuniendo los archivosdisponibles, era posible, al menos en parte, recuperar lo que pareca no poder serlo. Seescogi para esa empresa a dos restauradores que haban trabajo en el programa de lassalas de Afganistn en Pars: la Sra. Batrice Beillard, especialista de las artes delfuego, la cermica y el vidrio, pero tambin el estuco o el barro sin cocer, y elSr. Daniel Ibled, especialista de la piedra. Queramos aportar una experiencia que

    difcilmente podan tener los restauradores afganos tras diez aos de guerra y deaislamiento, y mostrar que podan hacerse cargo del relevo. Queramos por ltimolograr que el taller de Kabul pudiera volver a funcionar partiendo de bases sanas yautnomas, y ventilar los productos que haban sido conservados sin respetar a veces lasreglas ms elementales de seguridad.

    Desde el punto de vista logstico, los medios eran escasos, y el local remozadogracias al British Museum no dispona ni de agua corriente. Sin embargo, los

    restauradores supieron adaptarse al contexto local y, con la ayuda de sus colegas

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    afganos, lograron al cabo de tres semanas obtener resultados con lo que pareca ser unrompecabezas sin solucin alguna. Si bien es verdad que se necesitara una semana mspara dar los ltimos toques (tapaduras y nuevo modelado cuando los golpes han hecho

    perder formas y materia), la primera misin ha mostrado hasta qu punto es til asociarla formacin y la cooperacin a partir de un caso sumamente concreto tanto mscuanto que el bodhisattva de Tapa Marendjan planteaba otros problemas, como el de lasrestauraciones de la poca sovitica (resina insuflada en el centro de la estatua en vez debarro, a fin de mantener la coherencia del conjunto). El programa que se iniciaba as debera seguir llevndose a cabo en otoo, con una segunda misin, encargndose laDAFA de la logstica en Kabul. Est as plasmndose una intervencin coherente, en unmarco global, puesto que una misin italiana ha intervenido ya durante los meses deinvierno para encargarse de las piezas de Tapa Sardar.

    En el futuro, podran ponerse a la disposicin de los investigadores, y enparticular de los responsables del Museo de Kabul, los resultados de la informatizacinde las colecciones parisinas y las correspondientes publicaciones, a fin de permitir quepueda realizarse un programa de colaboracin ms estrecha en el mbito de lainvestigacin, los intercambios y las exposiciones -si bien es verdad que el problemams apremiante, hoy en da, es el que plantean las excavaciones ilegales y el trfico defalsificaciones.

    En la entrada de la Masjid al-Jami (gran mezquita) modificada por los timridas, puede verse ladecoracin gur primitiva de la bveda y la fachada. Flemming Aalund

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    Ms all de Afganistn y el presente: un

    panorama histrico del patrimonio islmico de la

    regin

    Por Flemming Aalund

    Flemming Aalund es doctor en arquitectura y dirige en Copenhague un estudio privadoespecializado en la conservacin del patrimonio cultural. En 1978-1979 trabaj en Herat como arquitecto restaurador, y posteriormente ha sido consultor de la UNESCO.Como miembro del Comit Cientfico Internacional sobre Turismo Cultural del ICOMOS, ha participado en la redaccin de la Carta Internacional sobre TurismoCultural del ICOMOS.

    Encrucijada de culturas

    La destruccin intencionada de patrimonio cultural tiene largos precedentes en la

    historia, pero la nueva tecnologa y la globalizacin han propiciado consecuenciasimprevistas y hechos incalificables en la estela de los conflictos internacionales. Sonms de medio centenar los pases que desde 1980 han padecido conflictos importantes,cuyo resultado en muchos casos ha sido una completa disgregacin del estado.

    El alminar de Jam, de 65 metros de altura, que data del siglo XII y estrecubierto con un aparejo de ladrillos muy elaborado, se encuentra en unprofundo valle testimonio de lo que fue la civilizacin gur. Flemming Aalund

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    Precisamente el Afganistn ha sido un escenario permanente de conflictos, oraimpuestos por potencias imperialistas, ora por rivalidades entre grupos tnicos oreligiosos locales. El historiador Arnold Toynbee utiliz la expresin encrucijada de

    culturas para describir la heterognea identidad cultural del Afganistn, donde lasinfluencias de las culturas persa, griega, budista, hind y musulmana dieron lugar a unpatrimonio arquitectnico extraordinario. Lamentablemente, el patrimonio material slose ha conservado en forma fragmentaria, y ello hace tanto ms necesario conservar loque ha sobrevivido a todos esos infortunios. La voladura de los Grandes Budas delValle de Bamiyn y la destruccin deliberada de objetos artsticos preislmicos hanvulnerado todos los principios elementales de respeto y tolerancia a la diversidadcultural, y por ende representan tambin una violacin directa de los cnones ticosinternacionales.

    Cuando Robert Byron viaj al Afganistn en 1933, escribi una crnica literariatan grfica como erudita,The Road to Oxania, saturada de una idea romntica de lasculturas perdidas del Asia Central, donde elogiaba las magnficas ruinas que habansobrevivido a la ignorancia y la destruccin. Sera en los decenios siguientes cuando seconstituyera una visin ampliamente aceptada acerca de la conservacin y restauracindel patrimonio cultural, sobre la base de la Carta de Venecia de 1964 y una sucesin decartas, convenciones y declaraciones internacionales.

    Al cabo de treinta aos de vigencia, la Convencin del Patrimonio Mundial eshoy un importante instrumento de cooperacin internacional en el mbito de laconservacin del patrimonio cultural y natural. A juzgar por el nmero de sus firmantes,un total de 175, la Convencin del Patrimonio Mundial es el acuerdointergubernamental de la UNESCO que ha tenido mejor acogida. Lo que es ms

    importante, se lleg a ese consenso sobre una definicin segn la cual el patrimoniocultural es de todos, y todas las naciones tienen la responsabilidad de proteger y cuidarel patrimonio natural y cultural existente en su territorio. Se han dedicado particularesesfuerzos a la proteccin de los monumentos y sitios sobresalientes inscritos en la Listadel Patrimonio Mundial como testimonios de grandes logros culturales en la historia dela humanidad. Menos consideracin se est prestando a la clusula que estipula quecada uno de los Estados Partes tiene el deber de garantizar la adopcin de medidasactivas y efectivas para proteger, conservar y presentar los bienes patrimoniales que seencuentren en su territorio (art. 5). Esas estipulaciones ideales slo en parte son

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    aplicables a las zonas en conflicto y posconflicto, donde el orden civil est roto y losrecursos econmicos son escasos. En esa situacin catica la primera prioridad son lasnecesidades bsicas de la poblacin, pero el restablecimiento de la sociedad civil y la

    unidad nacional tambin exige recuperar la confianza mutua de los grupos tnicos yreligiosos. Mucha de la reconstruccin que ha seguido a conflictos se ha centrado enrecomponer las infraestructuras, pero tambin es necesario ocuparse de las necesidadessociales y los valores culturales intangibles de la sociedad que venan siendo apreciadospor las comunidades locales en la esfera de la sociedad civil.

    Formalmente, el Afganistn ratific la Convencin del Patrimonio Mundial en1979, con consecuencias slo modestas durante un perodo de ocupacin y guerra civil.

    La nueva Autoridad Provisional del Afganistn, que se constituy como gobierno detransicin tras la desintegracin del rgimen talibn, ha recibido un reconocimientointernacional que ha impulsado a la UNESCO a reanudar sus actividades en el pas.Como medida inmediata, el Minarete y los restos arqueolgicos de Jam, as como elpaisaje cultural y los restos arqueolgicos del Valle de Bamiyn, fueron inscritos en laLista del Patrimonio Mundial en 2002 y 2003, respectivamente. La oportuna inclusinde estos lugares es tambin un acto simblico de llamada a la solidaridad internacionalpara la conservacin del patrimonio afgano. El ser simultneamente declarados sitiosamenazados y puestos en la Lista del Patrimonio Mundial en Peligro los habilita paraaspirar a la accin de emergencia y el posible apoyo econmico del Fondo delPatrimonio Mundial. Por lo dems, la Convencin del Patrimonio Mundial no otorgaespecial proteccin, aparte de sensibilizar sobre la importancia de esos lugares yestablecer un plan para su gestin como parte del procedimiento de candidatura

    La Convencin de La Haya de 1954 relacion con los mbitos de competenciade la UNESCO el establecimiento de normas para la proteccin del patrimonio culturalen tiempo de guerra y conflictos armados. La proteccin del patrimonio cultural esttambin integrada en el derecho humanitario internacional, por ejemplo en losConvenios de Ginebra y sus protocolos adicionales de 1977, y particularmente conarreglo a lo dispuesto en el artculo 22 de la Declaracin de Derechos Humanos de lasNaciones Unidas. El informe de la Comisin Mundial de Cultura y Desarrollo Nuestradiversidad creativa, de 1995, esclarece an ms la interdependencia entre la cultura y elfomento del desarrollo sostenible a travs de la libertad cultural y la tolerancia, sin

    excluir una perspectiva de gnero. Con esta nueva visin cabe esperar que la

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    conservacin del patrimonio cultural se site en un lugar destacado de la agenda para lareconstruccin posconflicto de la sociedad civil durante un perodo de transicin. Lasituacin es crtica y exige la solidaridad y la asistencia internacionales.

    Una larga historia de conflictos

    Una y otra vez los gobernantes despticos han manifestado su ambicin desmedidamediante la construccin de nuevos edificios y monumentos que testificaran una nuevaera histrica y asegurasen su gloria para la posteridad. Esa vanidad crea grandesmonumentos, que con el tiempo pueden llegar a ser incluidos en la Lista del PatrimonioMundial; pero a menudo el resultado de tal ambicin ha sido la destruccin insensata derealizaciones anteriores que pudieran eclipsar el brillo de lo nuevo. Hemos tenido unalarga experiencia de destruccin deliberada del patrimonio cultural para aplastar elorgullo y la autoestima y esclavizar a las poblaciones en aras de una supremacaabsoluta. El cnico razonamiento parece ser que una poblacin expoliada de supatrimonio cultural se ve privada de identidad, y por lo tanto de derecho al futuro. Losejemplos son numerosos.

    .

    Una de las Torres de la Victoria que muestran la arquitectura ornamental gaznaw que comenzdurante el siglo XI en el Jurasn. Flemming Aalund

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    La actual y trgica situacin del Afganistn es consecuencia de ms de unmilenio de imperialismo y luchas civiles en Asia Central. La destruccin msdevastadora sigui a la violenta acometida del tristemente clebre Gengis Kan y sus

    hordas, en 1221 y los aos siguientes, en toda la masa de tierra comprendida entreChina y el Mar Negro. Su efecto fue una devastacin inimaginable, ya que destruy lasmejores civilizaciones del siglo XIII y dej tras de s ciudades desiertas y pozos ycanales cegados: Shah Khoshak, Shah-i Zohak y Shah-i Gholghola son slo algunas delas localidades que nunca se recuperaron. Con el paso del tiempo, la erosin hizodesaparecer las murallas y las torres fortificadas de lo que antao fueran grandesciudades, reduciendo los muros de adobe a la misma tierra de donde haban salido ydejando nicamente los contornos ruinosos de las recias murallas como testimonio delas antiguas civilizaciones y aspiraciones humanas. De la misma manera sedesvanecieron ciudades y construcciones antiguas, y slo sobrevivieron unos pocosedificios histricos de ladrillo cocido.

    El sepulcro monumental de los samanes en Bujar se ha mantenido en pie desdeel siglo IX como memorial de la primera dinasta musulmana gracias a su slida fbricade ladrillo cocido. El intrincado dibujo ornamental de las fachadas, que imita el tejidode alfombras planas, testifica de un estilo arquitectnico nuevo, diferente de ladecoracin polcroma de estuco que generalmente se emple durante la primeraexpansin del Islam en Asia Central, con una inspiracin tomada de los palacios realesabases de Samarra.

    Esa rica arquitectura de ladrillo ornamental se extendi en los siglos siguientesdesde la cuna de los selycidas en el Jurasn y la Transoxiana. Los gures y losgaznawes fueron dos de las dinastas locales que refinaron y diseminaron aquella

    arquitectura muy sofisticada en las zonas limtrofes con sus respectivas bases de Gur, enla cordillera del Hindu Kus central, y Gazni, al sureste del Afganistn actual. Desde all emprendieron la construccin de imperios que conducira a un gran renacimiento delperodo islmico temprano, y los pocos edificios que de ellos se conservan figuran entrelos tesoros ms valiosos del Afganistn.

    Los gaznawes se haban hecho con el control del Jurasn al sur del ro Oxus enel ao 994. La expansin de su imperio alcanz al Irn, el Afganistn y la India. Un

    gran general, el sultn Mahmud, acaudill al menos diecisiete campaas victoriosascontra la India. Anex a su imperio la India noroccidental y el Panjab, y enriqueci su

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    tesoro saqueando los ricos templos hindes. Los restos arqueolgicos de LashkariBazaar no dan sino una plida idea de lo que fueron los grandiosos y lujosos palacios deverano, marco de ceremonias oficiales donde el soberano se rodeaba de un squito de

    cuatro mil hombres. En la ciudad real de Gazni, capital del imperio, se han exhumadomiles de objetos, entre ellos estatuas de mrmol de dioses hindes que se emplearoncomo escalones en los umbrales de la mezquita principal. Probablemente msproblemtico fue que muchos hindes se convirtieran al islam, poniendo en marcha unproceso que todava aflige al subcontinente1.

    Los propios gures no fueron menos destructores de otras culturas. Sumonumento ms notable, ahora inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial, se yergue a

    la orilla del Hari Rud, en la parte central del Hindu Kus. El sentido original de esteenigmtico minarete es oscuro, pero parece probable que conmemore la victoriadefinitiva sobre los gaznawes. Cabe la posibilidad de que las excavaciones futuras en elvalle circundante descubran vestigios de la capital gur. Medio siglo despus, en 1199,otro sultn gur levant el Qutb Minar en la ciudad india de Delhi con los despojos deunos veintisiete templos indios, como prueba simblica del triunfo de la islamizacin enla India septentrional. Slo el minarete de Jam ha sobrevivido, junto con unos pocosmonumentos contemporneos, gracias a su aislamiento geogrfico. Inscrito ahora en laLista del Patrimonio Mundial de monumentos en peligro, la UNESCO ha puesto enmarcha una operacin de salvamento urgente para consolidar sus cimientos y evitarnuevos daos por inundacin2.

    Otro notable edificio gur fue descubierto todava en 1970 a orillas del roMurgab, en una zona apartada del norte del Afganistn. La estructura en ruinas es unade las madrasas ms antiguas que existen en el mundo islmico. La inscripcin

    conmemorativa da como ao de construccin 571 H/1175-1176 d.C., y ensalza a sufundadora: ... en el nombre de Dios el clemente y misericordioso, ha ordenadoconstruir esta madrasa la bendita, enaltecida, afortunada, prudente ... [falta el nombre]3.No cabe duda de que todos los adjetivos estn en femenino. Sin embargo, el nombre dela fundadora ha sido borrado, como en tantas inscripciones fundacionales de edificioshistricos. Con frecuencia el mvil interesado ha sido engrandecer un determinadopoder en detrimento de logros anteriores, y en este caso quiz se trataba de ocultar quefue una mujer de alto rango la que dot el magnfico edificio.

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    Slo se conserva un puado de construcciones de los gures, todas situadas enlugares montaosos aislados y de muy difcil acceso. Otros edificios de aquel tiemposufrieron alteraciones radicales en pocas posteriores; tal fue el caso de la Masjid-i Jami

    de Herat, que afortunadamente ha resistido a nuevos daos durante los conflictosrecientes.

    Herat, la capital timur del Jurasn

    Los mongoles pusieron fin a las dinastas gur y gaznaw, pero, a diferencia de GengisKan, el reinado subsiguiente de Timur Lang (Tamerln) y sus descendientes dio origena un extraordinario renacimiento del arte y la cultura islmicos en Asia Central duranteel siglo XV. De Samarcanda, Bujar, Herat y las restantes ciudades florecientes de AsiaCentral se llam a artesanos y maestros de obras de todo el extenso imperio,aprovechando la libertad de comercio y el intercambio cultural a lo largo de las rutas decaravanas. Tamerln muri en 1405, cuando se dispona a marchar sobre China y suimperio se estaba disgregando parcialmente, pero sus sucesores fueron protectores delas artes por excelencia y encargaron edificios sobresalientes, que serviran de modelopara la arquitectura posterior de los sefeves en Persia y los mogoles en la India.

    Herat se constituy en nueva capital bajo el reinado del hijo de Tamerln, ShaRuj, y su clebre esposa Gowhar Sha. No slo acometieron un vasto programa deedificacin, sino que el rico ambiente cultural sostuvo tambin a un gran nmero deartistas famosos, de los cuales el miniaturista Bihzad es el representante ms eximio.

    En las pocas siguientes de decadencia y pobreza ya no fue posible manteneraquellos gloriosos edificios, pero medio siglo despus los restos de la madrasa delsultn Hussain Baiqara en Herat seguan siendo famosos entre los viajeros como ruinasde las ms imponentes de toda Asia Central. En 1885 lo que quedaba de ellos fuevolado en parte por el ejrcito colonial britnico, que intentaba abrir campos de tiro antela amenaza de invasin rusa de Herat. Slo quedaron en pie el mausoleo de Gowhar Shay nueve de los diez minaretes. Dos de stos se derrumbaron en los terremotos de 1931 y1951, otro se vino abajo en la dcada de 1980, y la estabilidad de otro peligra a causa dela brecha abierta en la estructura por disparos de artillera. Los cinco minaretes restantesse encuentran en estado precario, y los azulejos vidriados del siglo XV yacen dispersosen pedazos por todo el sitio.

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    Con la llegada del ejrcito sovitico en 1979 prosigui el deterioro de lo quefuera la magnfica capital timur, rival de Bujar y Samarcanda y justamente famosa a lolargo de las Rutas de la Seda que cruzaban Asia Central como el centro cultural ms

    importante en el siglo XV.Pese a los muchos cambios operados en el trazado de la ciudad histrica, Herat

    es una de las escassimas ciudades islmicas que conserva su forma cuadrada original,definida por los restos de las murallas. En la dcada de 1980 se estableci una zona deseguridad en su permetro occidental y meridional, demoliendo todos los edificios enuna franja de unos 500 metros de ancho. Desde entonces la ciudad vieja fuevirtualmente el frente entre las f