capitulo 4 hombres y bosques. usos ... - junta de andalucía

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50 Bianca Pitzorno, La casa en el árbol. Un árbol realmente singular, 1990 […] A primera vista podía parecer un árbol igual que los otros. Estaba en el medio de un prado ligeramen- te en cuesta. Tenía un tronco bastante grande y una copa espesa y voluminosa. El tronco estaba cubierto de una arrugada corteza marrón y las nudosas raíces afloraban por encima del suelo. Las hojas eran verdes y prietas, pero estaban dema- siado arriba para que se pudiese ver su forma. A los pies del árbol había matas de hierba, margaritas, gui- jarros y, después de la lluvia, alguna seta de sombre- ro rojo, igual que el de las ilustraciones de los libros. En las ramas había flores y frutos, mariposas, abejas, pajaritos… ¡Un árbol igual que los otros, a fin de cuentas! Pero, al mirarlo mejor, se descubría una puertecita en la parte inferior entre las raíces nudo- sas. Una puertecita bastante grande como para poder pasar por ella sin quedar atascado (con tal de no ser demasiado gordo). El tronco, en realidad, estaba hueco, y dentro había una escalerilla de caracol que CAPITULO 4 HOMBRES Y BOSQUES. USOS, GESTION Y PROBLEMAS DEL BOSQUE INTRODUCCION L a relación hombre-bosque viene dada por multitud de factores. En este capítulo se han seleccionado aquellos textos y ensayos que podían ser útiles para aprehender la complejidad de esta relación, a partir de la relación que tienen con el bosque tanto los niños y adolescentes como los adultos. Los juegos, las casas en los árboles, las cabañas, los ritos de iniciación, las verdaderas batallas entre bandas, los escondites quizás para estar a solas con el novio/a, son todas ellas experiencias que se graban en nuestra memoria de forma permanente y condicionan nuestra futura relación con este ambiente. El uso del bosque que hacen los adultos es, con frecuencia, más devastador y lleva a la destrucción de un patrimonio insustituible y del equilibrio en el que está inserto el bosque. En este capítulo, se introduce la crónica y el estilo periodístico, los artículos que podemos encontrar en los diarios, semanarios o revistas especializadas que describen y comentan los problemas y la protección. También hay ejemplos de espléndida coexistencia y formas de autolimitación y reglamentación por parte de los seres humanos… Hemos empezado esta antología con un toque un poco surrealista, el bosque erigido por las vallas publicitarias del relato de Calvino, y terminamos con un toque de fantasía: la imagen de un bosque casi tropical que se adueña de Milán. BIANCA PITZORNO, LA CASA EN EL ARBOL PAOLA BARBARO, EL BOSQUE PETRIFICADO TEOFRASTO, LOS USOS APROPIADOS DE CADA MADERA E. BAUER, USO DE LA MADERA. LA INDUSTRIA NAVAL EL TRABAJO DEL CORCHO, A CARGO DE MERCEDES RUBIO GUISEPPE DESSI, PAIS DE SOMBRAS EMILIO SCHEIBLER, GUIA POR LA NATURALEZA DEL LACIO Y DEL ABRUZZO ANTONIO JOSEPH CAVANILLES, OBSERVACIONES SOBRE LA HISTORIA NATURAL, GEOGRAFIA, AGRICULTURA, POBLACION Y FRUTOS DEL REYNO DE VALENCIA ANTONIO MACHADO, POR TIERRAS DE ESPAÑA LUCIO BIANCATELLI, INCENDIOS, OTRO VERANO DE FUEGO SMOG EN EL BOSQUE KAVALA LOUIS MERTZIOU, EL FUTURO DE LOS BOSQUES GRIEGOS J.D. HUGHES, USOS DE LOS BOSQUES EN LA ANTIGUA GRECIA EL RÍO QUE NOS LLEVA (PELICULA) TASIO (PELICULA)

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Bianca Pitzorno,La casa en el árbol. Un árbol realmentesingular, 1990

[…] A primera vista podía parecer un árbol igual quelos otros. Estaba en el medio de un prado ligeramen-te en cuesta. Tenía un tronco bastante grande y unacopa espesa y voluminosa.El tronco estaba cubierto de una arrugada cortezamarrón y las nudosas raíces afloraban por encima delsuelo.

Las hojas eran verdes y prietas, pero estaban dema-siado arriba para que se pudiese ver su forma. A lospies del árbol había matas de hierba, margaritas, gui-jarros y, después de la lluvia, alguna seta de sombre-ro rojo, igual que el de las ilustraciones de los libros.En las ramas había flores y frutos, mariposas, abejas,pajaritos… ¡Un árbol igual que los otros, a fin decuentas! Pero, al mirarlo mejor, se descubría unapuertecita en la parte inferior entre las raíces nudo-sas. Una puertecita bastante grande como para poderpasar por ella sin quedar atascado (con tal de no serdemasiado gordo). El tronco, en realidad, estabahueco, y dentro había una escalerilla de caracol que

CAPITULO 4HOMBRES Y BOSQUES. USOS,

GESTION Y PROBLEMAS DEL BOSQUEINTRODUCCION

La relación hombre-bosque viene dada por multitud de factores.En este capítulo se han seleccionado aquellos textos y ensayos que podían ser útiles paraaprehender la complejidad de esta relación, a partir de la relación que tienen con el bosquetanto los niños y adolescentes como los adultos. Los juegos, las casas en los árboles, lascabañas, los ritos de iniciación, las verdaderas batallas entre bandas, los escondites quizás

para estar a solas con el novio/a, son todas ellas experiencias que se graban en nuestra memoria deforma permanente y condicionan nuestra futura relación con este ambiente. El uso del bosque quehacen los adultos es, con frecuencia, más devastador y lleva a la destrucción de un patrimonioinsustituible y del equilibrio en el que está inserto el bosque.En este capítulo, se introduce la crónica y el estilo periodístico, los artículos que podemosencontrar en los diarios, semanarios o revistas especializadas que describen y comentan losproblemas y la protección.También hay ejemplos de espléndida coexistencia y formas de autolimitación y reglamentación porparte de los seres humanos…Hemos empezado esta antología con un toque un poco surrealista, el bosque erigido por las vallaspublicitarias del relato de Calvino, y terminamos con un toque de fantasía: la imagen de unbosque casi tropical que se adueña de Milán.

BIANCA PITZORNO, LA CASA EN EL ARBOL

PAOLA BARBARO, EL BOSQUE PETRIFICADO

TEOFRASTO, LOS USOS APROPIADOS DE CADA MADERA

E. BAUER, USO DE LA MADERA. LA INDUSTRIA NAVAL

EL TRABAJO DEL CORCHO, A CARGO DE MERCEDES RUBIO

GUISEPPE DESSI, PAIS DE SOMBRAS

EMILIO SCHEIBLER, GUIA POR LA NATURALEZA DEL LACIO

Y DEL ABRUZZO

ANTONIO JOSEPH CAVANILLES, OBSERVACIONES SOBRE LA

HISTORIA NATURAL, GEOGRAFIA, AGRICULTURA, POBLACION Y

FRUTOS DEL REYNO DE VALENCIA

ANTONIO MACHADO, POR TIERRAS DE ESPAÑA

LUCIO BIANCATELLI, INCENDIOS, OTRO VERANO DE FUEGO

SMOG EN EL BOSQUE

KAVALA

LOUIS MERTZIOU, EL FUTURO DE LOS BOSQUES GRIEGOS

J.D. HUGHES, USOS DE LOS BOSQUES EN LA ANTIGUA GRECIA

EL RÍO QUE NOS LLEVA (PELICULA)TASIO (PELICULA)

llegaba hasta arriba, hasta las ramas llenas de hojas.Además, en la parte exterior del tronco algunas pun-tas de ramas cortadas a bastante altura formaban óp-timos escalones o agarraderos para quien deseasetrepar sin pasar por la puertecita secreta.Naturalmente Aglaia prefería esta escalerilla exteriory subía velozmente como una ardilla.Aglaia tenía ocho años, y vivía en el árbol con suamiga Bianca, que sin embargo era mayor. Había su-cedido que los dos se habían cansado de estar en unapartamento de la ciudad. Se pusieron de acuerdo,buscaron un árbol apropiado y se trasladaron allíarriba.En lo alto del tronco, en la bifurcación de las ramas,había una plataforma de tablas de madera con unpretil, que no obstante desde el suelo no se veía por-que quedaba escondida por el follaje. En esta plata-forma también había una celada abierta en el suelo,a través de la cual se podía dejar caer una cuerdapara retirar cualquier cosa desde abajo, por ejemplo,un cestito lleno de cosas de comer, o también un pia-no, si hubiera sido necesario.

Para subir más arriba no había escaleras. Había quetrepar de rama en rama. El árbol era altísimo: no aca-baba nunca. Si lo mirabas desde el prado, sólo era unárbol normal, alto, pero no tanto. Llegado un puntose acababan sus ramas y más arriba sólo estaba elcielo. Pero al trepar por la parte interior, no lo cre-eréis, se podía subir y subir, hasta sufrir vértigo por-que el prado, al mirar hacia abajo, parecía lejísimos.Pero a la cima Bianca y Aglia no habían llegado nun-ca. […]

Paolo Barbaro,El bosque petrificado,de Bosques y selvas, 1995

He regresado a Venecia después de haber estado tra-bajando mucho tiempo en las montañas de mediomundo - hay mucho que hacer aquí también, entrereparaciones y restauraciones. He vuelto a encontrarlas luces de la laguna, las fachadas aéreas de los pa-lacios. Pero lo que verdaderamente me ha impresio-nado ha sido encontrarme con los árboles en el sub-suelo.En el astillero entre las islas, no lejos de San Marcos,hemos empezado a secar el canal: un trabajo ya raro,precisamente en la ciudad de los canales. Rara vezhan aparecido los cimientos del viejo palacio del quedebemos ocuparnos: largos cosos cuadrados de pie-dra de Istria, tan sólidos y compactos como las fa-chadas de allí arriba caladas y ligeras.Y ahora la excavación del fango del canal: he aquíque en las dos orillas bajo los fuertes cimientos depiedra, apenas recubiertos de una película de fango,aparecen los troncos expectantes. Una hilera de tron-cos verticales, compactos como en el bosque más es-peso. Regulares, bellísimos, elegidos con cuidado.Los troncos-portantes, desde siglos: los antiguos ár-boles de la cuenca del Cadore, plantados en el vien-tre de la laguna. Año tras año, los más bellos.El canal es ahora un gran lecho cenagoso, irregular,sin tiempo: pero los troncos recién descubiertos “tra-bajan” —nos aseguran los documentos— desde hacemás de seis siglos aquí en las orillas. Sostienen elenorme palacio encima de nosotros con todo su pesoy recuerdo; y ahora también nuestras maquinarias ya nosotros mismos. Troncos similares sostienen to-dos los palacios —siglo más o siglo menos—, las in-mensas casas grandes y pequeñas, iglesias y campa-narios, riberas y puentes, de Venecia. Bosquesenteros, bosques de troncos. Conservados y fosiliza-dos, están aquí en el fango de la laguna en perfectascondiciones, desde que Venecia sólo era un pobre re-fugio de prófugos. […]Avanzando entre el bosque y el fango podemos com-probar todo lo que se nos ha transmitido: estos ár-

HOMBRES Y BOSQUES. USOS, GESTION Y PROBLEMAS DEL BOSQUE

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MINGOTE, VIÑETASQUE HACENREFERENCIA A LOSTEMAS DE LADEFORESTACION, DELOS INCENDIOS Y DELA DEGRADACIONAMBIENTAL.SEGURAMENTE EN ELPERIODICO DE LACLASE LOSALUMNOS PODRANUTILIZAR ESTEINSTRUMENTO PARADENUNCIAR LOSPROBLEMAS DE SUBOSQUE.

- Afortunadamente, aquí estamos libres de esa plaga de los incendiosforestales. (23-7-1991).

boles son robles, encinas, pinos, alerces, pero tam-bién alisos, olmos y algún que otro chopo. Troncos,palos, palitos, hay de todo aquí en medio, jóvenes yviejos. La longitud de los troncos es de 4 o 5 metros;en algunos casos se reduce a 2 y alguna que otra vezaumenta hasta 10 o 12 metros. Ya son más largospara llegar a los estratos más sólidos y profundos, yamás cortos para “comprimir” el terreno cenagoso ycontener los aflojamientos. Su diámetro es de 20 o25 centímetros. […] por cada metro cuadrado, estánjuntos 5 o 9, siguiendo la fluidez de los terrenos fan-gosos. Por una sola forja como la nuestra, un bosquede miles de troncos. Los documentos nos dicen quea poca distancia de aquí, en el subsuelo de la Iglesiade la Salud, están aglomerados cien mil troncos detodo tipo y dimensión; bajo el puente de Rialto, docemil troncos de olmo; bajo el campanario de SanMarcos, a millares. El Palacio Ducal, la Casa de Oroy los espléndidos palacios del Estado florecen sobremillares de árboles.Gran parte de estos árboles crecían en las Dolomitas,en el Cadore o en el Alpago: venían “flotando” desdeallá arriba, llevados por los ríos a la laguna, sobretodo desde Piave. Empresas de conducción de made-ra por flotación los seguían y controlaban durante eltrayecto. Otros troncos llegaban por barco, desdeIstria, Dalmacia y Eslavonia: los muelles de desem-barque estaban en la parte sur de Venecia, precisa-mente en la Riva degli Schiavoni o Slavoni, dondedescubrimos los antiguo emblemas de piedra con losnombres de las islas y las ciudades de procedencia.Era necesaria una gran cantidad de madera paraconstruir la que entonces, entre la Edad Media y elRaenacimiento, era una metrópolis: una de las ciu-dades más grandes de Europa, con una poblacióntres veces mayor que la actual, unos 200.000 habi-tantes. Pero también sabemos que la utilización quese hacía de los bosques no era una explotación indis-criminada o casual de las montañas: se cumplíasegún las normas inderogables, que en la actualidadse llamarían ecológicas, teniendo cuidado no de des-truir, sino de perdurar el bien precioso de los árbo-les, y de proteger pueblos y comunidades de la mon-taña.Toda la ciudad, que en nuestro imaginario municipioes tan viva y vibrante “fuera del agua”, está pues fun-dada sobre un inmenso bosque subterráneo en diver-sas fases de petrificación: quizá el bosque italianomás grande, casi invisible. Quizá también el labora-torio más enorme, desde el principio de los tiempos,de transformación madera-piedra, árboles-mina, in-ducida por el hombre. En la superficie, arriba, está elmilagro Venecia. […]Es probable, aunque no seguro, que los troncos delfondo sigan con su trabajo: orillas, puentes, casas ypalacios son hoy en día relativamente sólidos y almismo tiempo diversamente móviles, dada la an-tigüedad de las construcciones, las condiciones del

suelo, las fuertes corrientes y los continuos cambios.Es cierto que los troncos de los árboles se adaptan alos movimientos y aflojamientos bastante mejor quenuestras estructuras de cemento armado: que no sonflexibles, elásticas, fosilizables: no son “naturales”.Las hemos empleado durante algunos años, peroahora estamos dejándolas a un lado. No siemprenuestras técnicas modernas son válidas, en algunoscasos han demostrado ser desastrosas aún donde lostroncos necesitaban un sencillo sostén o algún tipode refuerzo. […] Los antiguos troncos han sido losgarantes de la continuidad, de una “forma de ciudad”que cambiaba en la superficie, y al mismo tiempoconservaba en su interior una trama invisible, unamezcla constituida por aguas y bosques. La ciudadtransmitía de este modo los recuerdos históricos y losfantasmas legendarios, las crónicas documentales ylas criptas de las profundidades, sosteniendo y enla-zando con infinitas ramas las fuertes paredes y lasdelicadas estructuras, en un aire cada vez más llenode ecos. De esta mezcla ha nacido todo, y todo du-rará hasta que dure ese bosque.

Teofrasto,Los usos apropiados de cada madera(de Historia de las plantas), Libro V, cap. VII

[…] Pero es preciso considerar, en cada caso, en quécosas hay que emplear cada madera. El abeto y la pi-cea, como ya se ha dicho, son aconsejables para laconstrucción de navíos, de casas y también paraotras clases de trabajos; si bien el abeto tiene másempleos. El pino de Alepo se usa para estos mismosmenesteres, pero, sobre todo, para la construcciónde navíos, aunque se pudre pronto. El roble se usapara la construcción de casas y de navíos y paraobras en el subsuelo. El tilo para la cubierta de loslargos buques, para las cajas y para la fabricación demedidas; también la corteza se utiliza para hacer ma-romas y cestas, porque éstas a veces se hacen conella.El arce y el arce campestre se usan para hacer camasy hacer los yugos de las caballerías. El tejo, para laslabores ornamentales que conllevan las cómodas, losescabeles y cosas por el estilo. La coscoja, para losejes de las carretillas y los puentes de las liras y lospsalterios. El haya, para hacer carros y coches bara-tos. El olmo, para hacer puertas y trampas de coma-drejas y, en cierta medida, se usa también en carre-tería. El cerecino, para los ejes de los coches y paralas camas de los arados. El madroño oriental(andrákhle) lo usan las mujeres en la rueca. Se usa lasabina o cedro fenicio en trabajos de carpintería y enlabores que tienen que estar expuestas al aire o ente-rradas bajo tierra, porque no se pudren.

UN MAR QUE BOSQUES - CAPITULO 4

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De manera semejante se emplea el castaño, e inclu-so es menos vulnerable a la podredumbre, si se usaen labores subterráneas. El boj se emplea para al-gunos menesteres, pero el que crece en el monteOlimpo, porque lo hace inútil la pequeñez de lostrozos que pueden obtenerse y porque la maderaestá llena de nudos. Del terebinto o cornicabra sólose usa el fruto y la resina. El aladierno se usa sólopara pasto de ovejas, porque siempre está cubiertode hojas. El madroño híbrido se usa para hacer es-tacas y para el fuego. El acebo y el árbol del amorse emplean para fabricar bastones. Algunos emple-an también para este menester el laurel, porque deéste se hacen bastones livianos y bastones para vie-jos. El sauce se emplea para hacer escudos, cestas,canastos y otros objetos por el estilo. Podemos aña-dir nosotros, de igual manera, el uso particular delas otras maderas.Ha de distinguirse también entre maderas, según quesean utilizables para uno u otro empleo carpinteril.Así, por ejemplo, los martillos y taladros son mejo-res, si se hacen de acebuche, pero también se usan elboj, el olmo y el orno, mientras que los grandes mar-tillos se hacen de pino de Alepo. De igual manera hayun uso regular para cada una de las otras herramien-tas. Estas son las diferencias relativas a los usos delas varias maderas.

E. Bauer,Uso de la madera. La industria naval, 1980

En la época de Felipe II (s. XVI), el conjunto de laflota mercante y de la Marina de guerra alcanzaba untonelaje de aproximadamente 300.000 toneladas.Ello significaba un gigantesco bosque, pues eran tresmillones de metros cúbicos de madera labrada o seismillones de metros cúbicos en rollo. Para proveer los

astilleros con tanta madera había que talar alrededorde seis millones de árboles, y suponiendo que en unahectárea de un monte alto viejo se pueden encontra,tal vez, cincuenta árboles de buena calidad, habíaque talar ciento veinte mil hectáreas de los mejoresbosques. Generalmente se apeaban también los ár-boles menores para leña y carbón, dejando entrar elganado en pastoreo. El triste resultado final era quelos bosques quedaban arrasados”.

Como ejemplo de la cantidad de madera necesariapara la construcción de un solo barco veamos el casode un gran navío de tres puentes y cien cañones,como el Santísima Trinidad, perdido en Trafalgar,que estaba hecho a costa de 33 hectáreas de roble, esdecir, unos 2000 árboles. La vida media de las naves,si las guerras o los elementos no intervenían antes,rara vez superaba los veinte años, con lo que el des-monte se sucedió a un ritmo trepidante.

El trabajo del corcho,a cargo de Mercedes Rubio

A últimos de mayo o principios del verano puedenverse las cuadrillas de corcheros mondando las cor-tezas, con cuidado para no dañar la corteza interna o

HOMBRES Y BOSQUES. USOS, GESTION Y PROBLEMAS DEL BOSQUE

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ILUSTRACION ENDETALLE DE BARCO,CON LAS MESAS YTROZOS DE MADERAQUE SIRVIERONPARA CONSTRUIRLOY DOS IMAGENESDEL CORTE DE LAMADERA ENPOSICIONHORIZONTAL YVERTICAL. ESTAIMAGEN VA UNIDAAL TEXTO SOBRE ELUSO DE LA MADERAEN LA INDUSTRIANAVAL Y SE PUEDEVER COMO ESTAACTIVIDAD DECONSTRUCCIONCONLLEVA LA TALADE NUMEROSASPLANTAS.

casca, que es por donde circula la savia —la madredel corcho—. Para facilitar la labor se eligen díasalgo húmedos en los que se separan mejor.El trabajo se realiza por cuadrillas de obreros que ac-tuan de forma manual, como lo han hecho toda lavida. Al frente de ellos va un jefe o “manijero” y lacuadrilla la componen: “peladores” que desprendenel corcho, “zapateros” que limpian la parte baja delcorcho y “sacadores” que van recogiendo el corchoarrancado y cargándolo sobre burros y otras acémi-las para llevarlo a un apiladero. Allí, con las tradi-cionales romanas sujetas por triángulos de madera,van pesando carga tras carga y acumulándola a la in-temperie.El descorche se realiza en turnos de ocho a diez años.La primera pela, llamada “bornizo”, tiene lugar máso menos a los veinte años, cuando el árbol tiene yaun diámetro de unos cuarenta centímetros; esta cor-cha tiene una forma muy irregular, pero sus porosson muy pequeños. Los siguientes descorches daránla corcha segundera o corcho comercial. Cada árbolsuele dar por término medio de 20 a 50 Kgs. de cor-cho, siendo necesario hasta siete corcheros para ex-traer los 300 kgs. y a veces más que producen los al-cornoques más viejos.El “manijero” sabe perfectamente que parte del al-cornocal se puede tocar y que parte no. Un buenmanijero es como un artesano que a lo largo de losaños va conociendo el bosque, protegiendo con cui-dado los árboles semipelados, cortando con precau-ción para tener dentro de mucho tiempo otra buenacosecha.La calidad del corcho se mide por la cantidad de po-ros; dependiendo de esto será más o menos imper-meable y elástico. El de calidad inferior, llamado cor-cha de reflujo, se utiliza como aglomerado tras sertroceado.

Guiseppe Dessi,País de sombras, 1972

[…] Angel se habría sentido satisfecho de su pro-pia situación y su trabajo si no se hubiera sentidoculpable de colaborar con la Sociedad Minera en ladestrucción de los bosques. Al principio, cuandoaceptó ser funcionario de la Sociedad, se había he-cho ilusiones de poder impedir, con la ayuda del in-geniero, la destrucción de lo que quedaba de losbosques de Escolca y Mazzanni, unas 800 hectáre-as de bosque, en las que los habitantes de Norbioejercían sus antiguos derechos de pasto y de hacerleña. La pobreza de la gente no era tanta ni tan in-tolerable como la de casi todos los otros pueblos deParte d’Ispi. En Norbio, también los más pobres,criaban al menos un cerdo que alimentaban con hi-

gos chumbos de los setos y con las bellotas; y quienlograba reunir una piara, la llevaba a pastar al bos-que, donde cualquiera podía hacer leña. Los po-bres recogían las ramas secas y se dividían los ár-boles muertos. De este modo, hasta en la casa máspobre de adobe no faltaba el fuego en las frías no-ches invernales, ni un plato de sopa condimentadacon un trozo de tocino. Ahora, los manantiales alos pies de los montes que dominan el país sehabían empobrecido hasta el agotamiento total, amedida que los hornos de la Regia Fonderia di Lenihabían devorado los bosques. Angel sabía que des-truyéndolos había aumentado el peligro de lasinundaciones […]Una mañana, en el patio de casa, su madre le mostróla ligera columna de humo negro que se elevaba pordetrás de la cima del Monte Homo. Igual que lohabía visto Sofia, todos en Norbio reconocieron elhumo de las carboneras, todos supieron que habíaempezado también la tala del bosque de Escolca, yAngel leía en los ojos de sus paisanos un reproche ca-llado, como si la culpa de lo que estaba sucediendofuera suya. También él dependía de la Sociedad mi-nera y percibía un sueldo. Ensilló el caballo y,además de las alforjas con las provisiones que lehabía preparado su madre, cogió el fusil y la zamarrade caza. […] De vez en cuando, en aquel tumulto seoía un potente estruendo, un crujido de ramas rotas,acompañado de voces con acento extranjero: era unárbol secular que cercenado por la base caía al suelo.Para Angel, cada ruido era una imagen. Luego, vis-lumbró entre los arbustos y troncos aún intactos, elblanco de aquellas talas y los grandes tocones de losque emanaba aquel olor inconfundible de leña reciéncortada. También vio a los leñadores. Se ponían lacamisa de percal negra al estilo toscano, con la cin-tura ceñida por una faja colorada. Todos eran tosca-nos. Se acercó: trabajaban en grupos, o individual-mente, cortando con el podón o con el hocino losbrotes que crecían alrededor de los tocones. Con en-sañamiento eliminaban al bosque toda posibilidad devolver a crecer. Se paró con el caballo en un espaciolibre y alzó la voz.“¡Salud!” gritó.“¡Salud! ¡Salud!” respondieron muchos sin inte-rrumpir el trabajo, algunos no respondieron ni si-quiera. Angel desmontó, quitó el freno al caballo y loempujó a los márgenes del claro en el bosque, dondecrecía la hierba lozana e intacta. Carignosa se puso aolfatear alrededor de los fardos de los carboneros es-parcidos por la tierra y en los arbustos. Un hombrealto y delgado trabajaba solo con el hacha a los piesde un gran acebo. A cada golpe emitía un achhh! po-tente y el gran árbol vibraba hasta la cima más alta.“¿Quién manda aquí?” preguntó Angel.El hombre le miró, le observó durante un buen rato,luego escupió en las manos callosas y alzó de nuevoel hacha.

UN MAR QUE BOSQUES - CAPITULO 4

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“Cuando no está el señor Antola, soy yo el que man-do” dijo.Hizo de nuevo achhh! y las astillas blancas de made-ra volaron cerca de allí.“Hacemos también el carbón” añadió con aquelmodo suyo lacónico y sosegado.“Ya veo… pero existen normas, reglas precisas, sedebe talar un árbol de diez y jamás los árboles jóve-nes. ¿Usted cómo se llama?”“Yo me llamo Renato, Renato Graneri, y soy el capa-taz; ¿usted quién es? ¿el alcalde?”“Yo soy Angel Aras y dirijo la tala del bosque porcuenta de la Sociedad minera. ¿Está aquí el ingenie-ro?”“Yo dependo del señor Antola, no sé nada del inge-niero” dijo el hombre.“Tendré que protestar porque de esta manera el bos-que no podrá volver a crecer, es un gran perjuicio yva contra la ley”.“Lo mejor habría sido no venderlo, pero tienerazón”, dijo serio el toscano, “pero no es a mí a quientiene que protestar. Hable con el señor Antola. Ahoratenga paciencia, apártese a un lado que el árbol va acaer”.El árbol, casi cortado del todo por la base, se incli-naba de un lado y un pequeño empuje fue suficien-te para hacerlo caer. Angel se apartó de un salto, ylos leñadores lanzaron a coro un largo grito modu-lado. Fue un estruendo, un destrozo de ramas, unruido seco; luego todos se echaron sobre el árbolcon las hachas, los podones, los hocinos, y estabanalegres, como están alegres los hombres cuandodestruyen. Una bandada de palomas silvestres pasópor encima de sus cabezas rozando la copa de losárboles con un rápido revuelo de alas. Angel cargóel fusil bajo la mirada atenta y un poco incrédula deRenato.

“No me diga que dispara a las palomas al vuelo” rió.“¡Puedo probar!” dijo Angel, sosteniendo su miradaburlona.Estaban en los linderos del bosque, había un trechode terreno poco ondulado entre ellos y el matorral,donde el perro corría a saltos, entrando y volviendoa salir de los arbustos de jaras de color tabaco.La liebre salió de entre los arbustos apuntando casien la dirección de los dos hombres, luego torció a laderecha presentando un lado. Angel, tranquilo, me-tió la bala en el cargador, pasó el índice por el puntode mira, apuntó siguiendo con el fusil el trayecto ycuando la liebre estuvo a tiro disparó. La liebre,como si hubiera tropezado, se apartó de la tierra,hizo piruetas en el aire y desapareció como tragadapor la tierra.“¡Buen tiro!” dijo el toscano rompiendo la pajuelaque tenía entre los labios. Carignosa, que corría traslas huellas de la liebre, se paró de repente, la cogiócon la boca y corrió a ponerla a los pies de Angel quele acarició un buen rato. […]

Emilio Scheibler,Guía por la Naturaleza del Lacioy del Abruzzo, de Fulco Pratesi y F. Tassi

[…] En el reino animal de los Pantanos Pontinos hantenido lugar algunos episodios conmovedores: yopuedo decirlo porque he seguido de cerca la vida deaquellas pobres bestias desheredadas. Otros cazado-res se han contentado con constatar que la caza enaquellos lugares ya se ha acabado, pero pocos se handado cuenta de la lenta agonía de los jabalíes, las nu-trias y los zorros.

HOMBRES Y BOSQUES. USOS, GESTION Y PROBLEMAS DEL BOSQUE

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PAOLO UCCELLO(1397/1475), PINTORITALIANOCONOCIDO POR SUSINVESTIGACIONESEN EL CAMPO DE LAPERSPECTIVA. ELCUADRO QUEMOSTRAMOS SETITULA LA CAZA (CM.65 X 165), OXFORDASHMOLEANMUSEUM. ESTEBELLISIMO DISEÑOEN EL QUEABUNDAN LOSDETALLESNATURALES, QUIZAREPRESENTA, EN LOSPINARES CERCA DEPISA, UNA ESCENADE CAZA, ACTIVIDADHUMANA CONPROFUNDAS RAICESCULTURALES, ALMENOS EN ELPASADO.

Hace unos meses, mientras caminaba por un sen-dero blanco y recto, cruzando los que fueron nues-tros mejores puestos de caza, ví una infinidad dehuellas en el barro que gigantescas dragas han im-puesto al terreno pantanoso. Cuando bajé del au-tomóvil, constaté que eran todas huellas de nutriasque huían de los cañizales para ir a buscar refugioen otra parte. Junto a aquellas huellas, había tam-bién huellas de zorro, de marta, de mofeta y de tan-tos otros animalitos: todos huyendo, en la mismadirección, hacia el obscuro destino. Ya el año pa-sado más de un jabalí terminó su gloriosa carrerabajo las palas de los obreros, ahora le toca a las nu-trias. […]

Antonio Joseph Cavanilles,(Observaciones sobre la Historia Natural,Geografía, Agricultura, Población y Frutosdel Reyno de Valencia, 1975, Vol. I)

“Bien sé que muchos quieren cohonestar este abu-so, diciendo que les falta la leña para los usos nece-sarios, y que por esto echan mano de lo que hallanen los montes […]. He notado en mis viages sumodescuido en la conservación de árboles y montes;que el abandono en estos ramos ha llegado al col-mo, y que pide un remedio pronto y eficaz. Quierenalgunos atribuir la escasez de leña al increible au-mento de población que se observa en el reyno deun siglo a esta parte; y dicen con verdad que los ve-cinos para sustentarse han reducido á cultivo por-ciones inmensas ántes eriales, y que han talado enotras los vegetales para alimentar los hornos, de-xando pelados los montes y las lomas, que en otrotiempo negreaban por la multitud de árboles y ar-bustos. No hay duda que se cultiva hoy en el reynodoblada tierra que al principio del siglo […]. Alpaso que se multiplicaba nuestra especie y la agri-cultura, se rozaban y talaban los cerros y las faldasde los montes, sin cuidar jamás de replantarlas.Renacian cada dia las necesidades, mas no los ár-boles ni los arbustos; y no hallando al fin bastanteleña en los retoños, arrancáron hasta las raices […].Los pastores las mas veces para lograr mejores pas-tos, y algunas por malicia, quemaban y destruian enuna noche los vegetales. He visto pruebas de estamaldad en los montes de Enguera, de Peñagolosa,del Pinét, sin que los delinqüentes hayan sufrido lapena merecida. Finalmente algunos con aparienciasde utilidad pública han disminuido los bosques úti-les: piden licencia para reducir á cultivo parte deellos; luego hacen un roce general de árboles y ar-bustos, convirtiéndolos en cenizas; aran despues latierra, cogen granos por algunos años, y muy pron-

to la abandonan, resultando de allí la destrucciondel monte sin aumento de cultivo.Aunque los árboles y arbustos se crien con mas fuer-za en un suelo favorable que en otro ménos grato, nohay monte ni tierra donde no crezcan los vegetales,como no entre el ganado, ó la mano destructora delhombre. Asi vemos espesos bosques al lado de terre-nos desnudos, quando estos se abandonan, y aque-llos se guardan con vigilancia. El carrascal de Alcoy,en donde nadie puede entrar á cortar leña, está cu-bierto de carrascas, arces, fresnos y otros árboles,mientras que en los montes contiguos solamente seven peñas y tomillos. Entre Aspe y Elche apénas cre-cen xaras hasta el corto recinto de Carrús, donde seven robustos pinos, porque hay aquí guardas que loscuiden. Quantos nacen en las cercanías de aquel cotoperecen á manos de los que buscan leña para las po-blaciones.

Antonio Machado,Por tierras de España (Campos de Castilla)

El hombre de estos campos que incendia los pinaresy su despojo aguarda como botín de guerra,antaño hubo raído los negros encinares,talado los robustos robledos de la sierra.Hoy ve sus pobres hijos huyendo de sus lares;la tempestad llevarse los limos de la tierrapor los sagrados ríos hacia los anchos mares;y en páramos malditos trabaja, sufre y yerra.

Lucio Biancatelli,Incendios, otro verano de fuego,Gea, mayo-junio, 1994(datos actualizados en 1995)

Quince mil trescientos incendios, más de 200.000hectáreas de territorio que se han perdido, de lascuales 116.000 eran bosques. Estos son los datos,dramáticos, de la incidencia de los incendios enItalia en 1993, un año que ha significado un ver-dadero récord negativo, superior incluso a los ni-veles críticos alcanzados en 1990, cuando se per-dieron casi 100.000 hectáreas de bosque. En losúltimos diez años en Italia se han quemado50.000 hectáreas de bosque al año. Desde 1970 a1995 se han perdido 13.900 kms. cuadrados debosques, y esto equivale a toda la superficie de laCampania o cuatro veces la superficie del ValleD’Aosta. La furia destructora del fuego amenazaespecialmente a matorrales y bosques mediterráne-

UN MAR QUE BOSQUES - CAPITULO 4

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