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CARTHAGO NOVA 89 SIMULACRA ROMAE Cartagena está situada hacia el punto medio del litoral español, en un golfo orientado hacia el Sudoeste. La pro- fundidad del golfo es de unos veinte estadios y la distan- cia entre ambos extremos es de diez; el golfo, pues, es muy semejante a un puerto. En la boca del golfo hay una isla (Escombreras) que estrecha enormemente el paso de pene- tración hacia dentro, por sus dos flancos.... En el fondo del golfo hay un tómbolo, encima del cual está la ciudad, rodeada de mar por el Este y por el Sur, aisla- da por el lago al Oeste y en parte por el Norte, de modo que el brazo de tierra que alcanza al otro lado del mar; que es el que enlaza la ciudad con la tierra firme (Plaza de Bastarreche) no alcanza una anchura mayor que dos esta- dios. El casco de la ciudad es cóncavo; en su parte meri- dional presenta un acceso más plano desde el mar. Unas colinas ocupan el territorio existente, dos de ellas muy montuosas y escarpadas, y tres no tan elevadas, pero abruptas y difíciles de escalar. La colina más alta (Cerro de la Concepción) está al Este de la ciudad y se precipita en el mar; en su cima se levanta un templo a Asclepio. Hay otra colina frente a ésta (Cerro del Molinete) de disposición muy similar; en la cual se edificaron magníficos palacios reales, construidos, según se dice, por Asdrúbal.... Las otras elevaciones del terreno, simplemente unos altoza- nos, rodean la parte septentrional de la ciudad. De estos tres, el orientado hacia el Este se llama el de Hefesto (Despeñaperros), el que viene a continuación, el de Aletes (San José).... el tercero de los altozanos lleva el nombre de Cronos (Monte Sacro). Se ha abierto un cauce artificial entre el estanque y las aguas más próximas, para facilitar el trabajo a los que se ocupan en cosas de la mar. Por enci- ma de este canal que corta el brazo de tierra que separa el lago y el mar se ha tendido un puente para que carros y acémilas puedan pasar por aquí, desde el interior del país, los suministros necesarios.” (Polibio X, 10, 1-12) Cartagena es una de las pocas ciudades de la Hispania antigua que dispone de un abundante y variado conjunto de fuentes literarias que hacen referencia a ella,entre las que debemos destacar la espléndida descripción de su topografía que reali- zó el escritor griego Polibio, cuando visitó la ciu- dad hacia el año 144 a.C. La ciudad estaba situada en una península rodeada al sur y al oeste por el mar Mediterráneo, al norte por una laguna o este- ro y al este estaba unida al continente por una pequeña franja de terreno que constituía práctica- mente la única comunicación con tierra firme. Esta entrada estaba flanqueada por dos elevaciones lla- madas Aletes, el moderno cerro de San José y Hefesto, el actual cerro de Despeñaperros, a conti- nuación el cerro más elevado Mons Esculapi (Cerro de la Concepción), frente a este el Arx Asdrubalis (Molinete) y Cronos (Monte Sacro). Está singular topografía condicionó la evolución de su urbanis- mo a lo largo de toda su historia. De Qart-Hadasch a Nova Carthago Un importante punto de referencia histórica es la fundación de la ciudad por Asdrúbal, sobre un asentamiento indígena anterior, acontecimiento sucedido hacia el año 230 o 228 a. C. Cuando Asdrúbal fundó Cartagena dejó bien claro en su nombre, Qart-Hadasch, que deseaba crear “la nueva ciudad” con vocación de capital del dominio púni- co en la Península Ibérica y un nuevo centro mer- cantil de los cartagineses en Occidente. En este breve periodo se construyó la imponente muralla descubierta en el Hogar-Escuela de la Milagrosa, cuyo trazado debió estar condicionado por la topografía natural de la ciudad. Precisamente en el lugar que corresponde al istmo y que coincide con la entrada de la ciudad, entre los actuales cerros de San José y Despeñaperros, se descubrió en 1987 los restos de la muralla púnica, de cuya naturaleza y estructura existen numerosas referencias escritas en los textos antiguos. Entre ellos podemos destacar a Polibio, Tito Livio y Apiano, y en especial a Polibio que nos habla de su impresionante envergadura y nos describe como se llevó a cabo el asalto a la muralla por las tropas del general romano Escipión. La conquista de Escipión en el 209 a.C. supone el inicio de una nueva etapa en la historia de la ciu- dad que se incorporó ahora al Estado Romano. La Carthago Nova. Estado de la cuestión sobre su patrimonio arqueológico Maria José MADRID, Antonio MURCIA y Elena RUIZ

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CARTHAGO NOVA

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SIMULACRA ROMAE

“Cartagena está situada hacia el punto medio del litoralespañol, en un golfo orientado hacia el Sudoeste. La pro-fundidad del golfo es de unos veinte estadios y la distan-cia entre ambos extremos es de diez; el golfo, pues, es muysemejante a un puerto. En la boca del golfo hay una isla(Escombreras) que estrecha enormemente el paso de pene-tración hacia dentro, por sus dos flancos....

En el fondo del golfo hay un tómbolo, encima del cual estála ciudad, rodeada de mar por el Este y por el Sur, aisla-da por el lago al Oeste y en parte por el Norte, de modoque el brazo de tierra que alcanza al otro lado del mar;que es el que enlaza la ciudad con la tierra firme (Plaza deBastarreche) no alcanza una anchura mayor que dos esta-dios. El casco de la ciudad es cóncavo; en su parte meri-dional presenta un acceso más plano desde el mar. Unascolinas ocupan el territorio existente, dos de ellas muymontuosas y escarpadas, y tres no tan elevadas, peroabruptas y difíciles de escalar. La colina más alta (Cerro dela Concepción) está al Este de la ciudad y se precipita enel mar; en su cima se levanta un templo a Asclepio. Hayotra colina frente a ésta (Cerro del Molinete) de disposiciónmuy similar; en la cual se edificaron magníficos palaciosreales, construidos, según se dice, por Asdrúbal....

Las otras elevaciones del terreno, simplemente unos altoza-nos, rodean la parte septentrional de la ciudad. De estostres, el orientado hacia el Este se llama el de Hefesto(Despeñaperros), el que viene a continuación, el de Aletes(San José).... el tercero de los altozanos lleva el nombre deCronos (Monte Sacro). Se ha abierto un cauce artificialentre el estanque y las aguas más próximas, para facilitarel trabajo a los que se ocupan en cosas de la mar. Por enci-ma de este canal que corta el brazo de tierra que separa ellago y el mar se ha tendido un puente para que carros yacémilas puedan pasar por aquí, desde el interior del país,los suministros necesarios.” (Polibio X, 10, 1-12)

Cartagena es una de las pocas ciudades de laHispania antigua que dispone de un abundante yvariado conjunto de fuentes literarias que hacenreferencia a ella, entre las que debemos destacar laespléndida descripción de su topografía que reali-zó el escritor griego Polibio, cuando visitó la ciu-dad hacia el año 144 a.C. La ciudad estaba situada

en una península rodeada al sur y al oeste por elmar Mediterráneo, al norte por una laguna o este-ro y al este estaba unida al continente por unapequeña franja de terreno que constituía práctica-mente la única comunicación con tierra firme. Estaentrada estaba flanqueada por dos elevaciones lla-madas Aletes, el moderno cerro de San José yHefesto, el actual cerro de Despeñaperros, a conti-nuación el cerro más elevado Mons Esculapi (Cerrode la Concepción), frente a este el Arx Asdrubalis(Molinete) y Cronos (Monte Sacro). Está singulartopografía condicionó la evolución de su urbanis-mo a lo largo de toda su historia.

De Qart-Hadasch a Nova Carthago

Un importante punto de referencia histórica es lafundación de la ciudad por Asdrúbal, sobre unasentamiento indígena anterior, acontecimientosucedido hacia el año 230 o 228 a. C. CuandoAsdrúbal fundó Cartagena dejó bien claro en sunombre, Qart-Hadasch, que deseaba crear “la nuevaciudad” con vocación de capital del dominio púni-co en la Península Ibérica y un nuevo centro mer-cantil de los cartagineses en Occidente.

En este breve periodo se construyó la imponentemuralla descubierta en el Hogar-Escuela de laMilagrosa, cuyo trazado debió estar condicionadopor la topografía natural de la ciudad.Precisamente en el lugar que corresponde al istmoy que coincide con la entrada de la ciudad, entrelos actuales cerros de San José y Despeñaperros, sedescubrió en 1987 los restos de la muralla púnica,de cuya naturaleza y estructura existen numerosasreferencias escritas en los textos antiguos. Entreellos podemos destacar a Polibio, Tito Livio yApiano, y en especial a Polibio que nos habla desu impresionante envergadura y nos describecomo se llevó a cabo el asalto a la muralla por lastropas del general romano Escipión.

La conquista de Escipión en el 209 a.C. supone elinicio de una nueva etapa en la historia de la ciu-dad que se incorporó ahora al Estado Romano. La

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Maria José MADRID, Antonio MURCIA y Elena RUIZ

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situación estratégica de la ciudad y su puertojunto a la riqueza de sus recursos naturales, entrelos que destaca las minas de plata donde, segúnEstrabón, trabajaban 40.000 esclavos, hicieron quepronto se convirtiera en uno de los principales

emporios del Mediterráneo Occidental y su puer-to uno de los principales factores de desarrollo.Por ello no es de extrañar que una de las prime-ras intervenciones arquitectónicas de caráctermonumental en la urbe fuera la construcción delpuerto, tal y como recuerda una de las inscripcio-nes conmemorativas, y la planificación del eje por-tuario con edificios destinados a diversas activida-des comerciales. Un ejemplo de ello hoy se puedecontemplar en la calle Morería Baja, donde se con-servan a cielo abierto restos de un porticado deorden toscano.

La concesión del estatuto colonial, probablementeotorgado en época cesariana, significó el inicio deun intenso proceso de renovación urbana que con-cluyó en época de Augusto con la construccióndel teatro y la posible monumentalización del foro.Esta transformación representó un cambio radicalde la fisonomía de la ciudad. La importancia queva a tener Cartagena a partir de este momentoaparece expresamente recogida en su nombreColonia Urbs Iulia Nova Carthago. Con el título de Urbsse le concede una distinción que sólo ostentaronCarthago Nova y Tarraco, las dos únicas colonias his-panas que lo poseen, ciudades que además debie-ron pugnar por la hegemonía en la Hispania Citerior(Figs 1-3).

En este periodo se regularizó el trazado urbanomediante una serie de calles perpendiculares pavi-mentadas con losas poligonales de caliza gris quedeterminan espacios más o menos cuadrangularesen los que se insertan los edificios públicos y pri-vados. En la parte más oriental de la ciudad se des-arrolló sobre todo un sector de viviendas privadas,algunas de ellas habitadas por familias de gran

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Fig. 1: Vista aérea actual de la bahíay puerto de Cartagena, con la ciudaden primer término y el Cerro de laConcepción a la izquierda. En elhorizonte, entre la bruma, se distin-gue la isla de Escombreras.

Fig. 2: Situación de la ciudad, al fondo de la bahía portuaria,sobre un tómbolo delimitado por la laguna interior del estero.

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poder adquisitivo como parece denunciar el ricopavimento de opus sectile de la calle Saura nº 29,donde se emplean mármoles de importación de lasprincipales canteras del imperio así como una granvariedad en el diseño y combinación de los moti-vos representados. Este sector de la ciudad tambiéncoincide con la mayor concentración de los hallaz-gos de escultura doméstica, especialmente hermae,oscillae y otros elementos ornamentales frecuentesen jardines y peristilos de las domus, así como ricascomposiciones de pintura mural como las localiza-das en la calle del Duque. Paredes que van asocia-das a pavimentos de mortero con variados esque-mas decorativos; todo ello es testimonio de la rápi-da difusión de los modelos decorativos y arquitec-tónicos itálicos vinculados probablemente a la lle-gada a la ciudad en estos momentos de artesanosy artistas que van a trabajar de forma directa eneste proceso de remodelación urbana.

La otra zona de la urbe, la occidental, parece estardestinada a albergar los espacios públicos. El foro,centro administrativo, comercial y religioso, ocupa-

ba el centro de la ciudad con una gran plaza rec-tangular que hoy coincide en parte con la actualplaza San Francisco y estaba presidido en su extre-mo norte por un templo o capitolio. En el ángulosuroriental del mismo se descubrió en 1991 la sedede un Colegio Augustal y los restos de un edificioporticado que delimita el frente meridional el foro.

En todo este proceso de transformación se insertaen época de Augusto la construcción del teatro,emblema de renovación urbana y reflejo de lanueva situación jurídica de la ciudad. El edificioteatral en sí y su decoración son el marco idóneopara la propagación de las ideas religiosas y dinás-ticas de Augusto, personificadas en el Teatro roma-no de Cartagena por los dos jóvenes príncipes,Caius y Lucius, quienes posiblemente debieron par-ticipar en la financiación del edificio y en la elec-ción de su programa ornamental. Al otro lado delcerro de la Concepción, el anfiteatro, parcialmentesituado bajo la moderna Plaza de Toros albergabaa unos 11.000 espectadores, que contemplaban lasluchas entre gladiadores.

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Fig. 3: Topografía infográfica de Carthago Nova, con situación de las colina descritas por Polibio en el siglo II a.C. y principalesmonumentos de la ciudad documentados arqueológicamente.

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Este gran desarrollo edilicio se refleja también enel ámbito funerario, donde destaca desde el puntode vista arquitectónico el monumento funerariode Tito Didio de la necrópolis de Torre Ciega, situa-da al pie de la vía que conducía a Tarraco, y dedonde procede la mayor parte de la epigrafía fune-raria de la ciudad.

El esquema urbano desarrollado tras la fundaciónde la colonia romana y en tiempos del emperadorAugusto va a continuar vigente a los largo delsiglo I y II d.C., si bien se observa a finales de esteúltimo siglo un abandono progresivo de la ciudadque afecta no solo a las áreas de viviendas priva-das sino también a los edificios públicos. A partirde este momento se modifica y reduce el espaciourbano concentrándose la ciudad hacia el puerto.

Precisamente en esta zona portuaria de la ciudad,entre los cerros de Molinete y Concepción, esdonde se desarrolla una nueva remodelación urba-na que se inicia a partir del siglo IV d.C., y en laque sin duda tuvo mucho que ver el hecho de serdesignada capital de la provincia Carthaginensis, den-tro de la nueva reestructuración del Imperio reali-zada por Diocleciano. En este contexto cronológi-co debemos insertar la construcción o reconstruc-ción del conjunto termal de la calle Honda y Plazade los tres Reyes, y la transformación del viejo tea-tro en un complejo de carácter comercial

Este edificio comercial interpretado como mercadoy almacén se superpone al teatro y reaprovechapara su construcción una buena parte del materialarquitectónico del edificio augusteo. Capitelescorintios de mármol de Carrara, fustes de traverti-

no rosa, basas, cornisas y sillares son acopladosentre las cimentaciones del nuevo edificio comer-cial, que se estructura en dos cuerpos separadospor una calle y plaza central.

El mismo proceso se puede seguir en el conjuntotermal de la calle Honda y en el vecino de la Plazade los tres Reyes, donde igualmente se aprovechamaterial reutilizado. Ejemplo de ello es el pedestaldedicado a Numisio Laetus, flamen provincial en elsiglo II d.C., embutido en una de las habitacioneslaterales de los baños. Este edificio flanqueaba unacalle con una orientación y fabrica sensiblementedistinta a los ejes viarios anteriores, y donde sereutilizan grandes losas de calizas gris de formacuadrangular.Al otro lado de la misma se desarro-lla un pórtico con tabernae donde de nuevo vemosreaprovechados basas y elementos arquitectónicosde época republicana y augustea.

A este periodo también corresponde la necrópolisde San Antón situada bajo las salas de exposicióndel Museo Arqueológico y al pie de la antigua víaromana que conducía a Complutum. En sus enterra-mientos se practica el rito de la inhumación condeposiciones en fosa, algunas recubiertas de enca-chados de piedra y donde también se reconocenvarios panteones.

Muralla púnica

En el lugar que corresponde al istmo y por tantoel único punto de acceso terrestre a la ciudad,entre los cerros de San Jose y Despeñaperros, sedescubrió en 1987 los restos de la muralla púnica,muralla referenciada en los textos de Polibio porsu impresionante envergadura (Polibio X, 12, 2) yhallada en un punto donde además según lamisma fuente histórica, se habían llevado a cabodiversos ataques de las tropas romanas que acaba-ron reiteradamente en fracaso (Polibio X, 12-14).

De esta muralla conocemos un tramo de unostreinta metros, localizada en la ladera meridionaldel cerro de San José. Está formada por dos para-mentos en opus quadratum paralelos levantados congrandes bloques almohadillados de areniscas calcá-reas, separados entre sí por cinco metros y enluci-dos por una capa de mortero blanco. El espacioentre ambos lienzos de la muralla está comparti-mentado por una serie de muros transversales rea-lizados en un aparejo mixto de bloques de arenis-ca y piedra calcárea, similar al opus africanum y a lasconstrucciones en damero de época helenística.Estos muros tienen una doble función, por unaparte servían como tirantes para dar mayor con-sistencia a los paramentos exteriores; por otra

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Fig. 4: Planimetría del tramo de la muralla púnica del siglo IIIa.C. descubierta en el Hogar-Escuela de la Milagrosa.

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parte creaban unos espacios de planta cuadrangu-lar para uso de la guarnición que defendía lamuralla (Fig. 4).

En total se han documentado nueve comparti-mentos agrupados de tres en tres con el accesosituado en el espacio central de cada uno de ellos.Estas puertas se abren en el lado interno de lamuralla y desde ellas se accede a las salas lateralesmediante vanos de un metro de anchura. Unesquema similar se ha documentado en las torresdel sistema defensivo de Lucentum, datado a finalesdel s. III a.C y en las murallas púnica de Carteia ydel Castillo de Doña Blanca. Realmente se trata deuna fortificación tipo casamata que responde auna arquitectura militar de tradición helenística,ampliamente representada en otros centros púni-cos del Mediterráneo Central, como Cerdeña,Sicilia y Magna Grecia.

La columnata de la C/ Morería Baja

Las excavaciones llevadas a cabo en 1957 en la C/Morería Baja por P. A. San Martín Moro supusie-ron la documentación y conservación de unacolumnata de orden toscano que flanquea una cal-zada romana de dirección N-S., al pie de la laderasuroccidental del cerro del Molinete.

De este pórtico se conservan in situ las zapatas decimentación de nueve columnas, cuatro basas tos-canas de plinto circular y algunos tambores defuste. Estas basas resultan de enorme interés yaque responden a modelos puramente itálicos, sinparalelos en la Península Ibérica, por lo que pue-den ser obra de algún taller local con maestros opatrones itálicos.

Este conjunto arquitectónico de marcado caráctercomercial corresponde a un pórtico toscano data-do entre los siglos II-I a.C. y situado junto a la víade salida hacia poniente, que Schulten identificócomo la porta ad stagnum et mare versa citada por TitoLivio (XXVIII, 36, 7). Estamos así, ante un vestigiode la primera arquitectura desarrollada en CarthagoNova tras la conquista por Escipión en el año 209a.C. y que quizás hemos de relacionar con la lle-gada de colonos itálicos a la ciudad.

El Foro y el Augusteum

El Foro, centro administrativo, comercial y religio-so, ocupaba el centro de la ciudad con una granplaza rectangular de 80 m de largo por 45 deancho que hoy coincide en parte con la actualplaza San Francisco. La plaza forense, a juzgar porlos restos aparecidos en la ladera meridional del

Molinete estaba presidida en su extremo norte porun templo o capitolio sobreelevado con podium res-pecto a la plaza, al que se accede por dos escalerassituadas a ambos lados. Entre ellas se articula unaserie de pequeños edículos adosados al muro deaterrazamiento del podium.

En el lado opuesto a los edificios religiosos podríaubicarse la basílica judicial, flanqueada hacia laplaza por una alineación de tabernae, localizadas en1985 bajo la actual plaza San Francisco y delimita-da hacia el sur por un decumanus, hallado en la calleSan Antonio el Pobre.

En la equina suroriental del foro se descubrió en1991 un interesante edificio de carácter religiosoque parece corresponder por su tipología a la sedede un Colegio Augustal, dirigido por los sacerdo-tes encargados del culto al emperador en la ciudad(Fig. 5).

A este se accede desde un espacio abierto flan-queado por dos galerías porticadas rematadas ensu interior por exedras semicirculares que alberga-ban dos pequeños ninfeos. En el fondo del recintoy sobreelevado respecto al patio por tres escalones,se erige un pórtico hexástilo pavimentado conlosas cuadradas colocadas en damero en blanco ynegro. Desde dicha antesala se ingresa en el aulacentral, cuyo pavimento aparece ricamente deco-rado con grandes losas rectangulares de mármolblanco veteado en azul de procedencia tunecina(greco scritto), bordeadas por listones de pórfidorojo y “pavonazzetto”, las paredes de esta estanciatambién estaban forradas con mármoles de diver-sa procedencias. El aula aparece cerrada al fondocon una exedra que albergaría la imagen delemperador. El conjunto se completa con otras

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Fig. 5: Planimetría del Augusteum situado junto al foro de laciudad. Sus restos han sido excavados y musealizados al cons-truirse sobre los mismos un nuevo edificio.

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habitaciones secundarias con acceso a una calzadaposterior.

Este singular edificio está flanqueado en su ladooccidental por otra construcción de planta basili-cal con imponentes columnas de arenisca pintadasen rojo y basas de caliza azulada.

El llamado Augusteum puede ser visitado en laactualidad. Cuenta en su recorrido con un área derecepción arropada por un pequeño museo mono-gráfico sobre El foro de Carthago Nova, donde seexplica, a través de paneles retroiluminados y laexposición de materiales arqueológicos, los edifi-cios que conocemos hasta la fecha vinculados alforo de la ciudad, así como los promotores ymagistrados que intervinieron en su monumentali-zación.

Casa de la Fortuna

A pesar del amplio registro de ambientes domésti-cos romanos localizados en la ciudad, hasta hacepoco tiempo no se había podido documentar laarquitectura completa de una vivienda romana. Laoportunidad ha venido con la excavación en el año2000 de la casa de la Fortuna (en calle del Duquenº 27), denominada así por una inscripción con-servada en el pavimento del atrio que puede inter-pretarse como un saludo de bienvenida – que lafortuna te sea propicia-.

Este hallazgo, junto a los restos hallados en unsolar colindante por P. San Martín en 1971 y actual-mente conservados bajo las oficinas de la CAM,representa la única muestra de una domus comple-ta del siglo I d. C. de la antigua ciudad de CarthagoNova. Su gran interés radica no sólo en que se con-servan los ejes viarios romanos que la enmarcansino también, y especialmente, en la propia estruc-tura de la vivienda, organizada en torno a un atrioque sirve de vestíbulo y de distribuidor a otrosespacios ricamente decorados con mosaicos y pin-turas murales, entre los que cabe destacar el tricli-nium o comedor de la casa y el tablinium o sala derecepción del dueño de la vivienda. De esta estan-cia ha llegado hasta nosotros parte de su pinturamural compuesta por un zócalo negro y una paredmedia con paneles rojos e interpaneles decoradoscon elementos figurados entre los que destacan cis-nes, pájaros y candelabros vegetales.

La Casa de la Fortuna ocupa una superficie deunos 240 m2. La puerta principal se encuentra enel cardo conservado bajo las oficinas bancarias. Através de ella se accede directamente al atrio. Elatrio de tipo testudinado o cubierto quedó confi-

gurado como la estancia más amplia de la vivien-da, funcionando como espacio centralizador y dis-tribuidor hacia los diferentes ambientes que con-formaban el conjunto doméstico, al tiempo queactuaba como una gran sala de recepción. Desdeéste se accedía a dos pequeños cubicula o salas dor-mitorio y un ala lateral que permitía la comunica-ción con un área destinada a los servicios internosde la vivienda donde pudieron encontrase la coci-na y la letrina.Al norte del atrio quedaban ubica-dos los dos ambientes más lujosos del edificio, untriclinium y posiblemente el tablinum, pavimentadoscon suelos de opus signinum decorados con teselascon motivos geométricos. Cabe destacar la presen-cia de un pequeño espacio de planta cuadrangularinterpretado como un lugar destinado al cultofamiliar y que aparece vinculado al tablinum, refor-zando de este modo la importancia de esta estan-cia como lugar de representación del status socialde su propietario. A lo largo de los años en quefue habitada, la casa fue objeto de diversas refor-mas que cambiaron la fisonomía original de suestructura.Tal vez una de las transformaciones másllamativas fuera la apertura de un segundo accesoque funcionó como puerta de servicio y que hasido interpretado como puerta secundaria o posti-cum de la vivienda con salida a otra calle posterior.

En estos momentos está en fase de adjudicación elproyecto de acondicionamiento y musealizaciónde La casa de la Fortuna y la consiguiente comu-nicación de los dos sótanos con restos arqueológi-cos, financiada por la sociedad Cartagena Puerto deCultura.

Casa romana de la calle Soledad

Bajo la sala municipal de exposiciones llamada“Muralla Bizantina”, cuya denominación hace refe-rencia a la interpretación inicial como muralla deunos importantes paramentos que hoy sabemosque corresponden a las construcciones del porticuspost scaenam del teatro, se conservan los restos deuna domus tardorepublicana.

De esta vivienda se reconocen claramente dosgrandes estancias. La estancia de mayores dimen-siones parece corresponder a un atrio de tipo tes-tudinado. Presenta un pavimento de opus signinumdecorado con teselas blancas y negras formandocon crucetas. En su zona central se introduce unbellísimo emblema de forma cuadrangular en opusscutulatum, decorados lados con motivos geométri-cos y los ángulos rematados con delfines realizadoscon teselas de mármol blanco. Los espacios vacíosse decoran con incrustaciones de pequeños frag-mentos irregulares de mármoles variados propor-

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cionando un cierto colorido al programa orna-mental. La presencia de un sumidero en el centrode la representación parece constituir el espacioapropiado para la ubicación de un surtidor deagua que, seguramente, alimentaba a una pequeñafuente de pie o labrum.

La segunda estancia interpretada como cubicula pre-senta un pavimento de características técnicas simi-lares al anterior decorado con un reticulado decuadros rematado hacia el atrio por una guirnaldade hojas y una orla de arcadas. Junto a ella se con-serva una escalera excavada en la roca que daríaacceso al piso superior, ubicado en una terrazasuperior.

Esta vivienda debió ser amortizada poco tiempodespués de su construcción, al ser proyectado elteatro, en los últimos años del s. I a.C., en la lade-ra meridional del Cerro de la Concepción. Sobregran parte de ella se edificaron las dos galerías queconfiguran el pórtico posterior del edificio teatral

Mosaico romano de la Catedral Vieja

En las obras de restauración llevadas a cabo en1876 en el interior de la Catedral Vieja se localiza-ron los restos muy parciales de una domus de épocarepublicana que hoy se conservan in situ en el inte-rior de una cripta o pequeña capilla construidapara su protección. De la vivienda romana se con-serva una estancia cuadrangular interpretadacomo triclinium cuyo pavimento, de opus signinumdecorado con teselas bancas, presenta un gran cír-culo central tapizado de rombos que forman una

estrella que queda enmarcada en un cuadrado deesvásticas. La estancia abre hacia el norte con ungran vano que da paso a una estancia pavimenta-da con mortero decorado con incrustaciones depequeños fragmentos de mármol del tipo opus scu-tulatum.

El Teatro

El hallazgo del Teatro romano de Cartagena hasido uno de los descubrimientos más sorprenden-tes de la arqueología de la ciudad en estos últimosaños ya que no hay referencias escritas sobre suexistencia ni tampoco datos arqueológicos. Este

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Fig. 6: Restos arquologicos del teatro de Cartago Nova y de laporticus post scaenam. Sobre los restos del teatro se instaló enel siglo VIII un mercado bizantino en cuyos muros ycimentaciones se reutilizaron un gran número de elementosarquitectónicos de la fachada escénica y de las gradasoriginales del edificio.

Fig. 7: Restitución planimétrica del teatro romano.

Fig. 8: Una de las tres aras cilíndricas en marmol blanco situa-bles en el proscenio de teatro, con danza de las carites comoemblema de prosperidad y símbolos de la triada capitolina.

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silencio ha sido debido, en parte, a la importantesuperposición de fases documentada sobre el espa-cio urbano que ocupa el teatro, cuya estructurafue transformada en el siglo V en un complejocomercial. Sobre el mismo posteriormente se insta-ló un barrio comercial de época bizantina, aban-donado hacia el 625 y recuperado de nuevo comosolar urbano dos siglos más tarde con viviendasislámicas pertenecientes a la Madina de Qartayanna alHalfa. En consecuencia, la mayor parte de lasestructuras del teatro se encontraban soterradasbajo 14 fases constructivas, con una potencia estra-tigráfica entre los cuatro y siete metros, que cons-tituyen el libro arqueológico más completo de lahistoria de Cartagena.

La situación del teatro en uno de los cerros máselevados de la topografía de la ciudad antigua faci-litó la construcción del graderío, que en su partecentral aparece excavado en la propia roca delmonte, mientras que los flancos laterales se apoya-rían en galerías de opus caementicium. La cavea conuna capacidad para 6.000 espectadores, se articu-la en tres sectores horizontales (moeniana), divididosa su vez por cinco escaleras radiales en la ima ymedia cavea y probablemente siete en la summa. Losprincipales accesos del público a la ima cavea se rea-lizaban a través de dos pasillos laterales (aditus)sobre cuyas puertas de entrada se localizaban sen-dos dinteles con las dedicatorias a Lucio Caesar, enla oriental, y, probablemente, Caio Caesar, en laoccidental.Ambas dedicatorias, junto a la menciónconsul designatus en el cursus de Caio de una de las

aras halladas en el foso del hyposcaenium, ha permi-tido concretar la fecha de construcción o inaugu-ración del edificio entre los años 5 y 1 a. C. (Figs.6-7-8-9).

Desde los dos corredores laterales se accedía tam-bién a la orchestra, espacio semicircular delante delcual se desarrolla el escenario o proscenium con unalongitud de 43,60 m, sobre el que intervenían losactores junto al coro, mientras que en la propiaorchestra se colocaban en tres filas los asientos dehonor (proedria) reservados a las autoridades. Elescenario estaba rematado por un frente articula-do mediante exedras, bajo el cual discurre uncolector abovedado destinado a la evacuación deaguas de lluvia, con tres sumideros en la parte cen-tral, que comunica con otros dos canales situadosen los extremos del pasillo de circulación, al pie dela ima cavea.

Los accesos a la media cavea se articulan por dosvomitoria abiertos en la fachada del edificio, mien-tras que los accesos a la summa cavea se realizan porla parte superior del edificio a la altura del pórti-co in summa gradatione.

Frente al graderío se sitúa la scaena frons o fachadaescénica que se puede restituir, a partir del análisisde las improntas y de los elementos arquitectóni-cos, con una planta articulada en tres exedras detendencia curvilínea, y un alzado de 16 m de altu-ra con dos órdenes, en los que la combinación delos tonos rojizos de las columnas, blancos de los

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Fig. 9: Capiteles corintios en mármol blanco de Carrara procedentes del primer piso del frente escénico del teatro.

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capiteles y basas, y grises del podium y entabla-mento provocaría un sugerente juego cromático.Pero además basas, cornisas y sobre todo capiteles,traducen la envergadura del edificio, y su factura,calidad y procedencia itálica de los mármolesjunto a un rico programa ornamental conviertenal teatro de Cartagena en un magnífico exponen-te de la arquitectura pública y monumental deépoca augustea.

En la parte posterior se desarrolla de forma ate-rrazada el porticus post scaenam articulado con unadoble galería porticada delimitada por un potenteparamento de sillares de arenisca que sirve demuro perimetral del pórtico y donde se abren sen-das exedras semicirculares de 12 m. de diámetro.

En la financiación del edificio debieron intervenirpersonas estrechamente vinculadas a la casa impe-rial, tal y como parece desprenderse de la dedica-ción del edificio a Lucio y Cayo Cesar, de la cali-dad del modelado y ejecución de los elementosarquitectónicos y de la elección de un programaornamental cargado de mensajes ideológicos.Destaca en este último la introducción de los cul-tos a las divinidades tradicionales del EstadoRomano a través de tres altares donde se repre-sentan los símbolos de la Triada capitolina. Otrosmensajes se vislumbran en la colocación de laescultura de Apolo presidiendo la valva regia, divi-nidad venerada por Augusto tras su Victoria enActium, y en el relieve de la Rea Silvia que remite alos orígenes de Roma, cuya iconografía fue amplia-mente promovida por el emperador en su arqui-tectura monumental.

Como en otras ciudades romanas se aprecia la par-ticipación en el teatro de miembros de las familiasmás notables de la urbe, entre los que cabe desta-

car L. Iunius Paetus, que dedicó un altar a Caio Cesary otro a la Fortuna y probablemente el magistra-do Postumius Albinus, a la luz de los nuevos hallazgosepigráficos.

El Anfiteatro

El anfiteatro se situaba en un sector periférico delrecinto urbano dada su gran masa volumétrica,destinada a alberga unos 11.000 espectadores dis-frutarían de los espectáculos gladiatorios. En laactualidad se encuentra conservado bajo lamoderna Plaza de Toros en una singular y atracti-va superposición (Fig. 10).

De las investigaciones recientes, realizadas en algu-nas zonas bajo el coso taurino y en la fachadaprincipal, se deduce un edificio de planta oval conun eje mayor de unos 103 metros y un eje menorde 78 m. La arena donde se desarrollaban los jue-gos se sitúa 4 metros por debajo de la arena de laplaza de toros. Su estructura arquitectónica apro-vecha la topografía del terreno excavando unaparte de las cimentaciones inferiores en la rocanatural mientras que los graderíos se alzaron sobremuros radiales de mampostería cubiertos porbóvedas, circundados por un grueso muro perime-tral al que se adosan distintos contrafuertes.

Calzada romana de la Plaza de los Tres Reyes

El conjunto arqueológico de la Plaza de los TresReyes es el resultado de la excavación dirigida porPedro A. San Martín Moro en 1968 con motivo dela construcción de un edificio de nueva planta enel solar que antes ocupaba el Cuartel de laGuardia Civil. Él mismo se ocupó también de laconsolidación y conservación de las estructuras en

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Fig. 10: Planta del anfiteatro situado en la periferia del recintourbano, bajo la actual Pl. de Toros.

Fig. 11: Fragmento de calzada romana enlosada y casasadyacentes excavada y musealizada bajo la actual Pl. de losTres Reyes, en la proximidad del foro de la ciudad antigua.

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semisótano, siendo en su momento uno de losejemplos pioneros en la conservación de restosarqueológicos en ciudades históricas.

Este conjunto está integrado por un decumanus ocalzada de dirección E-O. pavimentada con losasreutilizadas de piedra caliza, por debajo de la cualdiscurre una cloaca en la que desaguarían lasalcantarillas de los edificios colindates.

La calzada está flanqueada al sur por un pórticobastante irregular realizado con elementos arqui-tectónicos diversos procedentes de construccionesanteriores ya abandonadas. Esta columnata sirvecomo resguardo a una zona peatonal desde la quese accede a unas tabernae o estancias de caráctercomercial en las que se observan algunas remode-laciones, tales como la reducción del vano de acce-so que supuso la sustitución de las puertas corre-deras originales por otras de doble batiente de lasque se conservan las oquedades correspondientes alos goznes y tranca en los umbrales (Fig. 11).

Al norte del decumanus que articula toda esta arqui-tectura, encontramos algunas estructuras relacio-nadas con las termas localizadas en la vecina calleHonda. En la Plaza de los Tres Reyes se conservanlas dependencias de servicio encargadas del per-fecto funcionamiento de los baños, tales como elPraefurnium, una de las salas más interesantes ya queestaba destinada a la calefacción tanto del aguacomo del ambiente de las estancias calientes. Enella se distingue claramente una conducción reali-zada con ladrillos sesquipedalis formando un arco demedio punto que dirige el aire resultante delhorno -propigneum- hasta los hipocausta del comple-jo. Sobre el horno se localizaría la caldera quedebía proveerse del agua almacenada en un depó-sito superior. De esta forma, la sala caliente oCaldarium recibiría por un lado el aire caldeado queemanaba del horno, manteniendo así una ciertatemperatura en el pavimento y ambiente de la salay por otro lado habría una pequeña piscina obañera que se abastecería del agua caliente proce-dente de la caldera. Al Praefurnium se accede a tra-vés de un vano –tapiado en una fase posterior- quecomunica con un pasillo que pudo servir comodistribuidor para la zona de servicio de las termas,así como por otra puerta que abre directamente aldecumanus antes descrito.

Como hemos señalado anteriormente, este edificiotermal se completa con los hallazgos de la excava-ción de la calle Honda nº 11-13, donde se docu-mentó una primera sala provista de cámara subte-rránea para su calefacción -hypocaustum- que se hainterpretado como Caldarium ya que estaría en con-

tacto con el Praefurnium y por lo tanto recibiría elaire más caliente. Junto a élla se encuentra otrasala calefactada de grandes dimensiones -Tepidarium-que recibiría el aire templado. A continuación ycomunicada con la anterior, encontramos elFrigigarium, una estancia muy amplia pavimentadacon losas de mármol, sumidero central y unapequeña piscina de planta cuadrangular recubier-ta con finas placas de mármol a la que se accedepor dos escalones y por último dos habitacionesdestinadas con el baño de vapor –laconicum, suda-tio–.

Este complejo responde al tipo de termas de esque-ma lineal simple en el que las distintas salas debaño se disponen sobre un mismo eje, con parale-los en Pompeya, Lucentum y la villa de El Soldán enLeón, entre otros. En cuanto a su cronología, sedeben relacionar con las transformaciones urba-nísticas de los siglos IV-V d.C, periodo en el queprobablemente se acomete la restauración del viejoedificio termal de época altoimperial, donde seaprovecha material reutilizado como por ejemploun pedestal dedicado a Numisio Laetus, flamen pro-vincial en el siglo II d.C., embutido en una de lashabitaciones laterales de los baños.

Las necrópolis

La expansión urbana que se inicia a finales delsiglo XIX fuera del recinto amurallado construidodurante el reinado de Carlos III, ha dificultadoenormemente nuestro conocimiento sobre el áreasuburbana de Carthago Noua, y en especial deuno de sus elementos más característicos como sonlas necrópolis. Nuestra información sobre los espa-cios funerarios de época tardorrepublicana yaltoimperial es muy parcial, desconociéndose en lamayoría de los casos su delimitación precisa, latipología de los enterramientos, e incluso su marcocronológico. Un elevado número de hallazgoscasuales, fundamentalmente epígrafes y en menormedida elementos escultóricos y arquitectónicos,suscitaron a partir del siglo XVII un creciente inte-rés entre los eruditos, anticuarios e investigadoresde la ciudad. Las necrópolis de las que proveníantodos estos elementos se encontraban situadas aextramuros, tal y como disponía la legislaciónromana, flanqueando sus principales vías y cami-nos de acceso (Fig. 12).

En el extremo occidental de la ciudad se situaba,de acuerdo con la referencia de Tito Livio (XXVIII,36, 7), la porta ad stagnum et mare versa, desde lacual se iniciaba una necrópolis de la que tan soloconocemos algunos elementos escultóricos fuerade contexto, y que en un momento determinado

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se bifurcaría en dos áreas funerarias, flanqueandorespectivamente las vías que se dirigían hacia laBética y a Complutum. La primera de ellas seencuentra situada en el actual Barrio de laConcepción; de ella solo conocemos unas pocasreferencias historiográficas sobre descubrimientosocasionales, y una sepultura de incineración conurna cerámica de tradición indígena descubiertaen 1982 durante una excavación de urgencia. Esposible que los epígrafes encontrados en 1739durante las obras para el desvío de la Rambla deBenipila, correspondientes a la primera mitad delsiglo I d.C, pudieran estar relacionados con dichanecrópolis. Estos datos evidencian, por el momen-to, un periodo de uso comprendido entre el finaldel siglo II a.C y el siglo I d.C. El otro espacio seextendería entre la actual Alameda de San Antóny el barrio del mismo nombre; con él se puede aso-ciar una sepultura de incineración encontrada enla Plaza de España, diversos epígrafes que en unoscasos fueron hallados durante la construcción delalcantarillados de dicha Alameda, y en otros apa-recieron reutilizados en la necrópolis tardía de SanAntón, y finalmente un posible panteón situadoen la Fabrica de la Luz. Su datación se sitúa entreépoca augustea y el final del siglo I d.C.

A un kilómetro de la ciudad en dirección noreste,flanqueando la vía que se dirigía hacia Tarraco, seencuentra la necrópolis de la Torre Ciega. Su nom-bre proviene del apelativo popular otorgado a unmonumento funerario turriforme, que ha conser-vado hasta nuestros días buena parte de su alzado.La entidad y monumentalidad de este espaciofunerario queda atestiguada por un documento definales del siglo XVI, en el que se menciona la exis-tencia de al menos otros diez monumentos fune-rarios en los alrededores de la torre. Diversas exca-vaciones realizadas a lo largo del siglo XX handocumentado varias cimentaciones pertenecientesa estos sepulcros, además de un cierto número deenterramientos de incineración a los que se aso-cian urnas de plomo y de cerámica común, algu-nas de estas últimas decoradas con motivos pinta-dos de tradición indígena. Su periodo de máximoapogeo se sitúa entre el siglo I a.C y el I d.C.

Otra zona de la que proceden un elevado númerode hallazgos descontextualizados es el actual Barriode Santa Lucia, localizado a unos 700 m al surestede la ciudad. Esta necrópolis probablemente esta-ría flanqueando un camino secundario que conec-taría con el importante núcleo minero del Valle de

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Fig. 12: Lápidas funerarias dela amplísima colecciónepigráfica del MuseoArqueológico de Cartagena.

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Escombreras; en las cercanías de este camino y dela propia necrópolis, se encuentra el sacellumsuburbano de cronología tardorrepublicana, dedi-cado a Iuppiter Stator. Los tipos de enterramientosque conocemos a través de la historiografía, secorresponden con una sepultura de inhumación,cuyo ajuar parece situarla en el siglo I d.C, y almenos dos panteones, uno de los cuales presentaforma de hipogeo; esté último, según la descrip-ción y la planimetría realizada en 1781 por elConde de Lumiares, constaba de una galería rec-tangular abovedada que desembocaba en unpequeño vestíbulo que antecedía a la cámarasepulcral, la cual presentaba una planta cuadran-gular con rebancos adosados en forma de L a dosde sus paredes y un poyo cuadrado en el ánguloopuesto. Diversos paralelos de procedentes de losalrededores de Roma permitirían datarlo entrefinales de la república y la época augustea. Todosestos datos indican un marco cronológico paraesta necrópolis de finales de la república hastamediados del siglo I d.C.

Los importantes cambios que se producen en laciudad desde finales del siglo II d.C, inciden demanera directa en la configuración y ubicación delos espacios funerarios. El caso más evidente estárepresentado por la necrópolis de la calleMarango, situada en la ladera noreste del Cerro dela Concepción, dentro por tanto del antiguo recin-to urbano. El problema a la hora de analizar susituación, es que desconocemos por el momentolos límites exactos de la ciudad tardoantigua, loque impide determinar con exactitud si nos encon-tramos ante una necrópolis suburbana, o si por elcontrario se encuentra dentro del perímetro de laciudad. La excavación del solar puso al descubier-to un total de seis tumbas de inhumación, con unrepertorio tipológico sencillo, constituido por sim-ples fosas excavadas en el suelo, diferenciadas entresí por el tipo de materiales empleados para surevestimiento y cubrición. En el interior de las mis-mas se han encontrado diversos restos alimenti-cios, evidencias de la celebración del ritual del ban-quete funerario. Su cronología no ha podido serprecisada con exactitud, ofreciéndose un espectroamplio entre el siglo V y los inicios del siglo VII.

Otra de las necrópolis tardías de Carthago Noua sesitúa a una distancia de 1,5 km. del recinto urba-no, en el Barrio de San Antón. Fue descubierta en1967 durante la construcción de una nave indus-trial en la calle Ramón y Cajal, espacio que poste-riormente fue destinado para edificar el MuseoArqueológico Municipal. En la actualidad la mayorparte del área excavada de la necrópolis se con-serva visible en el subsuelo de dicho museo. La

tipología de los enterramientos presenta una grandiversidad: fosas rectangulares con distintos tiposde revestimientos y cubriciones, enterramientos enánfora, sepulturas tumulares con diferentes tiposde mensae para el banquete funerario, y panteo-nes de planta cuadrada y rectangular. En una deesas mensae se conserva parte de un mosaico polí-cromo en el que posiblemente aparecería el nom-bre del difunto, siendo hasta el momento la reali-zación musiva más tardía de Carthago Noua. Estanecrópolis muestra estrechas relaciones con otroscementerios del Norte de Africa y de Tarragona.Su cronología se puede centrar entre los siglos IVy VI.

Torre Ciega

Monumento funerario de tipo turriforme situadoen el margen izquierdo de la carretera local quecomunica Cartagena con La Aparecida, a una dis-tancia de 1,4 km del recinto urbano en la antigüe-dad. La referencia más antigua que conocemossobre esta construcción procede de un documentodel año 1597, donde se realiza una descripción deaquellas partes del enterramiento que no se hanconservado, y se explica el porqué de su nombre:“Pero fuera de los muros, la memoria de más con-sideración es un tumulo que llaman Torreciegaporque no tiene puerta, ni ventana, ni espiraderoninguno. Lo cual ha sido causa de sospechar quehabía allí algún tesoro o secreto memorable”.

Está constituido por un primer cuerpo o basa-mento, realizado con tres hiladas de sillares rema-tados por una moldura en forma de cyma reversa.Sobre este se levanta el cuerpo principal de plantacuadrada, ligeramente retranqueado, en cuyosparamentos se emplea un aparejo de opus reticu-latum, consistente en la utilización de pequeñaspiezas de piedra volcánica con forma piramidal ybase cuadrada, que eran incrustadas en un núcleode hormigón, a una distancia equidistante, dibu-jándose así una retícula sobre los paramentos delos muros. Este tipo de aparejo tiene su origen enlas regiones de Italia central y en Campania, sien-do muy poco frecuente en la Península Ibérica. Lasesquinas se encuentran reforzadas con pequeñossillares con uno de sus extremos apuntado paraadaptarse al reticulado, rematándose todo este pri-mer cuerpo por una cornisa. Según las descripcio-nes y dibujos conservados de los siglos XVII yXVIII, la construcción dispondría de un cuerposuperior de sección circular y forma troncocónica,del que no se ha conservado ningún vestigio, reves-tido con el mismo tipo de aparejo y rematado poruna semiesfera. El aspecto que presenta hoy en díaeste monumento se debe a la restauración de P. San

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Martín, ostentando la calificación de MonumentoNacional.

En la cara este del cuerpo principal, sobre dos hila-das de base y enmarcada por piezas del reticuladodispuestas en sentido concéntrico, se conserva unainscripción en piedra caliza, hoy día ilegible, con elnombre del personaje al que le fue dedicada latumba: T (iti) Didi P(ubli) f(ili) / Cor(nelia tribu) [TitoDidio, hijo de Publio, de la tribu Cornelia]. Los Didiiaparecen representados en otros epígrafes dellevante peninsular como Edeta y Saguntum, sien-do su pertenencia a la tribu Cornelia prueba delorigen itálico del difunto.

Los paralelos más directos para este monumento seencuentran en Italia, fundamentalmente en lasregiones de Etruria y Campania, pudiéndose fecharen base a éstos, y a las propias características delepígrafe en el siglo I aC, y más concretamente den-tro de su segunda mitad.

Las actividades mineras

Entre los autores clásicos que hacen referencia a laciudad y su territorio, la riqueza de sus minas deplata es uno de las particularidades más tratadas.Estrabón (III, 2, 10), transcribiendo al historiadorPolibio, afirma que estas minas son muy grandes,que distan de la ciudad unos veinte estadios, que

ocupan un área de cuatrocientos estadios, que enellas trabajan cuarenta mil obreros y que en sutiempo reportaban al pueblo romano veinticincomil dracmas diarios.

Todo ese sector al que se refiere Estrabón, locali-zado al este de Cartagena, se caracteriza porposeer importantes mineralizaciones de plata,plomo, hierro, cinc y en menor medida cobre, quepueden aparecer tanto en forma estratiformecomo filoniana, o bien asociadas a zonas de alte-ración hidrotermal. La riqueza de sus mineralesargentíferos propició una intensa explotaciónorientada hacia la obtención de plata, sin menos-

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Fig. 13: El territorio de Carthago Nova con indicación de las principales actividades económicas: minas de plata y plomo de La Unión,factorías de salazón, villae agrícolas y canteras de piedra arenisca.

Fig. 14: Lingote de plomo romano-republicano con cartela de losAquiini.

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cabo de otros productos como el plomo o el hie-rro. En algunas formaciones estratiformes el por-centaje medio de obtención de plata podía alcan-zar los 1.000 g por tonelada de plomo, pudiendollegar en ocasiones hasta los 1.500 g.

Esa diversidad de mineralizaciones motivó la adop-ción de diferentes sistemas de extracción; los filo-nes, que en muchos casos afloraban en superficie,dieron lugar a explotaciones a cielo abierto, mien-tras que el acceso a las formaciones estratiformessituadas a grandes profundidades, se realizómediante una compleja red de galerías y pozos cir-culares, que sobrepasaban con frecuencia los 100 mde profundidad. El trabajo en esos niveles plantea-ba el importante problema de la evacuación de lasaguas de los niveles freáticos, cuya solución requi-rió la adopción de diversos sistemas; uno de losmás simples consistía en el empleo de esportonesembreados en los que se sacaba el agua al exterior,bien manualmente o por medio de poleas, tambiénera corriente recurrir a diversos ingenios mecáni-cos, entre los que cabe destacar los restos de unabomba de plomo hallada en La Unión. Picos,mazos y cuñas de hierro constituían el utillaje bási-co para la excavación de galerías y la extraccióndel mineral, junto con las espuertas dotadas dearmazón de madera, usadas para transportar elmineral hacia el exterior; sandalias, gorros y rodi-lleras hechos con esparto completaban el equipa-miento de estos mineros (Fig 13-14).

Tras su extracción, el proceso que sigue de trata-miento de esa ganga argentífera queda muy bienexplicado en el mismo texto de Estrabon: arrastra-da por la corriente, de la que se dice, se machacay por medio de tamices se la separa del agua; lossedimentos son triturados de nuevo y nuevamentefiltrados, y separadas así las aguas, machacados aúnotra vez. Entonces, este quinto sedimento se fundey, separado el plomo, queda la plata pura.

Con relación a la propiedad de las minas, durantelos primeros momentos de la conquista estasexplotaciones debieron de estar controladas pormagistrados estatales, quienes las arrendarían aparticulares; pero pronto serían cedidas a societa-tes publicanorum, con el fin de aumentar los ingre-sos. Posteriormente el estado recuperaría el controldirecto de las mismas, arrendándolas a particulares,desapareciendo la mayoría de estas sociedades enépoca de Augusto.

En base al estado actual de nuestros conocimien-tos, el paisaje minero tardorrepublicano estaríaintegrado por un amplio número de explotacionesdistribuidas por todo el sector central de la sierra

situada entre Cartagena y Cabo de Palos, cuyaentidad y características dependerán del tipo yriqueza de las mineralizaciones. En sus cercanías,junto a las ramblas y barrancos que facilitan losaccesos a estas áreas, se sitúan enclaves de dimen-siones variables, en los que se individualizan zonasresidenciales junto a espacios destinados al lavadodel mineral y en algunos casos a la fundición. Lamayor parte de las ensenadas localizadas en la ver-tiente meridional de la sierra, así como el extremomeridional del Mar Menor, sirvieron como víapara el transporte del metal hasta Carthago Noua,desde cuyo puerto se centralizaría su comercializa-ción a gran escala. Al pie de la vertiente septen-trional de la sierra, se instalan complejos minerosde gran envergadura dedicados a explotar los filo-nes encajados en los afloramientos volcánicos definales del terciario; en ellos quedan claramentediferenciados los sectores extractivos, los pobladosmineros, así como las áreas donde se realizaba lafundición. En las cercanías de estos complejos, sehan podido documentar un gran número de villae,posiblemente dedicadas al abastecimiento de eseimportante y diseminado contingente de pobla-ción vinculado a la minería.

El estudio de las cartelas de los numerosos lingo-tes de plomo descubiertos hasta el momento, hapermitido conocer la existencia de más de unadecena de familias que en el entorno de CarthagoNoua controlaban la explotación minera, talescomo los Aquini, Messi, Planii o Atelli, muchos delos cuales ostentaban al mismo tiempo los princi-pales cargos públicos de la ciudad. La dispersión delingotes por diversas ciudades del Norte de Africa,así como en zonas de Cerdeña y Sicilia, permitesuponer la existencia de al menos dos importantesrutas de comercialización: una entre CarthagoNova y Ostia, a través del estrecho de SanBonifacio, y otra en dirección al Norte de Africa.

Todos los datos proporcionados por las excavacionesy prospecciones señalan como momento de mayorauge de la actividad minera el periodo comprendi-do entre mediados del siglo II a.C y mediados del Ia.C.A partir de ese momento se empiezan a detec-tar un abandono progresivo de yacimientos, que seprolonga hasta el siglo I d.C, momento en el cual lamayoría de las explotaciones parecen haber cesadosu actividad. En el distrito minero de Mazarrón,situado al oeste de Carthago Noua, la explotaciónparece prolongarse más en el tiempo.

Las fábricas de salazón

La proximidad de las sierras béticas al sector meri-dional del litoral de la región de Murcia, ha confi-

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gurado una costa muy abrupta, únicamente inte-rrumpida por algunas pequeñas llanuras formadaspor la colmatación de antiguos golfos, y un ciertonúmero de pequeñas calas, ensenadas, bahías e islo-tes cercanos a la costa; todos estos espacios hanresultado idóneos para el establecimiento de núcle-os de población vinculados con el comercio, lapesca y las producciones que de esta última sederivan. Sin embargo, en el sector noreste de lacosta se produce un cambio ostensible en el paisa-je, con una amplia llanura abierta hacia el MarMenor que da lugar a una costa baja; esta últimalaguna y otras de menores dimensiones que serepartían hasta fechas recientes por toda costa, seformaron tras el descenso del nivel del mar desdeinicios del Holoceno, facilitando así el desarrollode explotaciones salineras. En cuanto a sus recur-sos marinos, destacan por su abundancia ciertasespecies como la caballa o scomber, de la cualtoma su nombre la isla de Escombreras situadafrente a la bocana del puerto de Cartagena, elbonito, la melva o el estornino, sin olvidarnos delatún rojo, que durante sus movimientos migrato-rios pasa frente a nuestras costas.

Todas estos condicionantes favorecieron el desarro-llo de una destacada actividad relacionada con laproducción de salazones y de ciertos tipos de salsasde pescado, conocidas con el término de garum.Pese a la conocida referencia de Estrabon (III, 4, 6)sobre la abundancia de talleres de salazón, o la ala-banza realizada por Plinio el Viejo del garum socio-rum elaborado en las cercanías de Carthago Noua(Nat. Hist., XXXI, 94), la información arqueológicadisponible sobre esta producción durante el perio-do tardorrepublicano y altoimperial es muy escasa,reduciéndose a la identificación de un cierto núme-ro de factorías, de las que tan solo una de ellas hasido objeto de excavaciones sistemáticas. Tampocose ha podido individualizar hasta el momento nin-gún contenedor dedicado específicamente a lacomercialización del garum.

En el extremo meridional del Mar Menor se locali-zan dos de estas factorías: Los Castillitos y LasMateas; en esta última, situada junto a la actualpoblación de Los Nietos, se han podido documentardistintas partes de una instalación fundada en lasegunda mitad del siglo I a.C, entre las que cabe des-tacar varias piletas de pequeñas dimensiones, unagran balsa, y una zona de almacenamiento; otrasposibles factorías se situarían en la Bahía de Portmány Escombreras. La producción de todos estos encla-ves parece interrumpirse durante el siglo II d.C.

La demanda de pescado ocasionada por este tipode actividad industrial, debió de incidir en un rápi-

do crecimiento de este sector, propiciándose la cre-ación de asociaciones o collegia, tal y como sedocumenta en una inscripción encontrada en laciudad, en la que los pescadores y revendedores depescado consagran un monumento a Mercurio ylos Lares Augustales, a inicios del siglo I d.C. Paraeste tipo de pesca selectiva, probablemente se uti-lizó el sistema de las almadrabas, técnica que estábien documentada desde época bajomedieval ennuestras costas; en relación con ella cabe destacarla existencia de un bajorrelieve encontrado en laciudad, en el que aparecen representados toda unaserie de útiles relacionados con la pesca y la pre-paración del pescado: un bichero o larga asta,dotado de una punta de hierro provista de un gan-cho para subir los atunes al barco, una maza depescador, un hacha y una pequeña vasija de unasa, forman parte de una representación quepodría pertenecer a la decoración de un edificiopúblico o un monumento funerario, posiblementede inicios del siglo I d.C.

Durante el Bajo Imperio asistimos a un importan-te desarrollo de la industria de salazones. La mayo-ría de las factorías documentadas se localizan en eltramo costero situado al oeste de Carthago Noua,centrándose su actividad en los siglos IV y V, aun-que en algunos se prolongaría hasta el siglo VI. Enlas inmediaciones de estos enclaves industriales sesitúan los talleres destinados a proporcionar losenvases necesarios para la comercialización de susproductos, con un periodo de producción parejo alde las factorías. Hasta el momento se han diferen-ciado cinco tipos de envases, relacionados morfo-lógica mente con los tipos Keay XXV, XXVI, y LateRoman 3.

Factoría de la Playa de los Castillitos

Esta pileta pertenece a una instalación industriallocalizada en el extremo meridional del MarMenor, en concreto en la denominada Playa de losCastillitos, junto al camping de “VillasCaravaning”. En 1958, una prospección dirigida pormiembros del Instituto Arqueológico Alemán per-mitió definir su marco cronológico, trabajo que haservido de base a estudios posteriores. La docu-mentación fotográfica muestra la existencia enaquellos momentos de varias piletas revestidas deopus signinum, de las cuales sólo se conserva labalsa que vemos en la imagen, y los restos de lacimentación de otra de ellas. Los datos que pro-porcionados por las diferentes prospecciones quese han realizado hasta la fecha, permiten indivi-dualizar una primera fase tardorrepublicana cuyaentidad y dedicación no conocemos aún, siendoposiblemente de época augustea la fundación de la

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instalación, tal y como ocurre en Las Mateas. Trasel abandono de su producción durante el siglo IId.C, se detecta una fase de ocupación bajoimperialde escasa entidad entre los siglos IV y V, de la quedesconocemos su vinculación productiva.

De acuerdo con los datos que nos ofrecen las múl-tiples instalaciones que se distribuyen por buenaparte del litoral hispano, y los datos transmitidospor la fuentes clásicas, el proceso de producción deestos enclaves comenzaba con la pesca, limpieza ytroceado de los peces capturados, que eran luegointroducido en depósitos con sal para obtener lossalazones, mientras que ciertos despojos como lasangre y los intestinos eran depositados en peque-ñas pilas con salmuera donde se producía su mace-ración. Esta sustancia era posteriormente colada,obteniéndose así una salsa conocida con el nom-bre de garum.

Las villae

Los diversos trabajos de prospección que se vienendesarrollando durante las últimas décadas, hanpermitido documentar un número considerable deasentamientos de carácter agropecuario distribui-dos por buena parte de la comarca. En las inme-diaciones de la ciudad se localizan desde épocatardorrepublicana y durante buena parte del impe-rio, un cierto número de villae suburbanas, dota-das de programas decorativos muy específicos,entre los que destacan pavimentos de opus signi-num decorados con teselas, mosaicos polícromos,pinturas parietales, además de diversos elementosarquitectónicos y decorativos, que señalan la exis-tencia de importantes espacios residenciales, pro-bablemente pertenecientes a los miembros másdestacados de la oligarquía local.

La amplia llanura sedimentaria que se extiende alnorte de la ciudad, por sus características topo-gráficas y edafológicas, posee una alta potenciali-dad agrícola, frenada únicamente por un elevadodéficit hídrico característico del clima semiárido deesta zona. Esta marcada aridez, de la que tambiénse hizo eco el geógrafo Estrabón en la época delemperador Augusto, sólo pudo ser subsanadamediante un eficaz sistema de captación y aprove-chamiento de las aguas de escorrentía y subterrá-neas, junto con la potenciación de aquellos culti-vos más aptos a este medio. En relación con el tipode especies cultivadas, solo contamos con las noti-cias transmitidas por algunos autores clásicos;Plinio el Viejo, en el siglo I dC, resaltaba que lacebada más productiva se encontraba en los alre-dedores de Carthago Nova, mencionando tambiénel cultivo de ciertos productos hortícolas y fruta-

les; Estrabón al describir el Campus Spartarius, des-taca el aprovechamiento que en él se hace de lamuy abundante especie de esparto que sirve paratejer cuerdas y se exporta a todos los paises, prin-cipalmente a Italia. La existencia de algunas basesde prensa procedentes de yacimientos rurales,señala la existencia de una producción de aceite yvino destinada a cubrir la demanda de los merca-dos locales. Entre finales del siglo II a.C y la pri-mera mitad del I a.C, se produce una reorganiza-ción de este espacio rural, mediante la fundaciónde toda una serie de asentamientos de carácteragropecuario. La colonización del territorio seintensificaría a finales del gobierno de Cesar o ainicios de época augustea, momento en el cual laciudad adquiere el estatuto de colonia, lo que con-llevaría la asignación de tierras a veteranos delejército, tal y como parecen reflejar algunos de losmotivos representados en las series monetales de laciudad.

Desde mediados del siglo II, coincidiendo con lacrisis que se produce en la ciudad, se detecta elabandono de un gran número de asentamientosrurales, así como importantes remodelaciones enlos espacios productivos y residenciales de algunasvillas. Durante los siglos IV y V surgen nuevosasentamientos que en muchos casos se emplazansobre enclaves abandonados en época altoimperial,situados frecuentemente en las estribaciones de lassierras, lo que pone de manifiesto la existencia decambios importantes en los modelos de explota-ción y organización del territorio.

Mosaico de la villa de Portman

Esta villa se encuentra situada al este de CarthagoNoua, en los márgenes de una pequeña bahíaenclavada en pleno epicentro del distrito minerode La Unión. Cuenta con una primera fase tardo-rrepublicana, escasamente conocida, quizás vincu-lada con las explotaciones mineras del entorno, ala que se superpone una factoría de salazón. Afinales del siglo II dC, una vez amortizada esta ins-talación industrial, se construye un área residencialaterrazada, ornamentada con un rico programadecorativo ncompuesto por pinturas del IV estilo,esculturas, diversos elementos arquitectónicos, pla-cas de revestimiento, pavimentaciones de opus sec-tile, y un mosaico polícromo que decoraba ungran triclinium de 7,5 por 10,3 m.

Para las teselas de dicho mosaico se utiliza unavariada gama de materiales: pasta vítrea para las decolor azul, cerámica para las amarillas, basalto enlas verdes, óxidos de hierro y manganeso para lasde color negro, e intraesparita para las blancas. Su

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esquema compositivo está constituido por unaancha franja que delimita un espacio central, com-puesta de círculos secantes formando flores cua-dripétalas y cuadrados curvilíneos, así como dis-tintas orlas con líneas de peltas, triángulos escalo-nados negros, un róleo con hojas y frutos en elque se disponen aves en los espacios vacíos, y unalínea de espinas negras. El espacio delimitado poresta franja está dividido en tres recuadros; el cen-tral presenta un busto femenino enmarcado poruna trenza, en el que por encima de su cabeza apa-recen representadas dos palomas sosteniendo unacinta, mientras que en los recuadros superior einferior se disponen sendos pavos reales, de frentey con la cola desplegada.

En cuanto a su interpretación, la ausencia de atri-butos específicos en la representación femeninadificulta su identificación: si bien las palomas y lospavos pueden relacionarse con Venus y Juno, no esposible descartar que se trate de una representa-ción alegórica relacionada con la prosperidad y lafortuna, o bien de un simple retrato relacionadocon la familia del propietario. Los pavos son untema de inspiración pagana vinculado a la apoteo-sis de Juno, que son tomados como símbolo deprosperidad y fertilidad. Su datación se podríasituar en el primer tercio del siglo III dC.

Las canteras

Los relieves del entorno de Carthago Noua perte-necientes al Dominio Bético, se caracterizan portener una estructura geológica compuesta porunas litologías altamente consolidadas, idóneaspara ser empleadas como material constructivo yarquitectónico. De esta manera, rocas carbonata-das como las calizas y dolomías, o silicatadascomo ciertos mármoles, fueron objeto de unaintensa explotación en la antigüedad. Estas serieslitológicas se ven enriquecidas con otras rocas deformación más reciente, fundamentalmente detipo volcánico como las andesitas y los basaltos, olos afloramientos sedimentarios de margas y are-nisca. Esta heterogeneidad de materiales lapideospermitió cubrir las necesidades constructivas de laciudad desde época prerromana hasta los iniciosdel periodo altoimperial, proporcionando almismo tiempo algunas rocas que por su vistosidady la posibilidad de ser pulidas, fueron empleadasen la decoración de edificios de carácter públicoy privado.

Al noreste de la ciudad, a ambos lados de la víaAugusta, se concentran los afloramientos volcáni-cos más próximos a Carthago Noua, la mayoría delos cuales fueron objeto de una intensa explota-

ción. El primero de ellos es el Cabezo de la Viuda,constituido básicamente por basalto, donde seaprecian algunos frentes de cantería; los materialesde superficie permiten fijar un marco cronológicoentre época tardorrepublicana y el siglo I d.C. Losanálisis petrológicos evidencian su uso para la ela-boración de teselas de pavimentos tardorrepubli-canos, y como material constructivo en edificacio-nes domésticas. Más al norte nos encontramos conel Cabezo Beaza, compuesto por andesitas; conellas se realizaron los cubilia de la Torre Ciega y elpodium del templo del molinete. Al otro lado dela vía se encuentra el Cabezo de la Fraila, quemuestra también evidencias de una explotacióndatable entre el siglo II a.C. y el I d.C.

A una distancia de 22 km. de la ciudad, en direc-ción noreste, y ha algo menos de dos km. de lamargen izquierda de la vía Augusta, se encuentrael Cabezo Gordo, caracterizado por sus mármolesde tonos blanco-grisáceos así como rosados y roji-zos. Su empleo se ha constatado en el opus scutu-llatum de la villa de El Castillet, en el mosaico dela villa de Portmán, así como en diversos elemen-tos arquitectónicos como basas y capiteles, usán-dose asimismo como soporte del 23 % de las ins-cripciones funerarias de la ciudad.

Al noroeste de Cartagena, en la cercanía de la víade comunicación con la Bética, se sitúan unasextensas formaciones de margas y areniscas, quefueron objeto de una intensa explotación duranteépoca tardorrepublicana, para dejar de ser utiliza-das durante el siglo I d.C. Las formaciones calizasde color azul son muy frecuentes en las cercaníasde la ciudad, aunque hasta el momento se desco-nocen zonas de extracción.

Respecto a su propiedad y explotación, se planteauna evolución similar a la de las extraccionesmineras, con una propiedad inicial del estado porderechos de conquista, para pasar pronto a manosde particulares. Esta intensa actividad sin dudacontribuyó a la aparición de un amplio contin-gente de operarios y artesanos de distintos rangos,tales como el liberto M. Messius Samalo, en cuyoepígrafe funerario datado en época augustea, sehace referencia a su profesión de faber lapidarii.

Todos los datos suministrados por la prospecciónde las canteras señala una interrupción de suexplotación durante el siglo II d.C. La reactivaciónde la actividad edilicia en la ciudad durante lossiglos IV y V d.C caracterizada por la aplicación deunos criterios de funcionalidad y reutilización demateriales, implicó una simplificación del procesoconstructivo, con lo cual esas tareas sumamente

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organizadas y jerarquizadas que habíamos vistocon anterioridad, se ven ahora anuladas.

Canteras de Tabaire

A unos 4 km al oeste de Cartagena, junto a laactual población de Canteras, se extiende unimportante afloramiento de rocas sedimentarias deunos seis kilómetros de longitud por uno deanchura, compuesto fundamentalmente por mar-gas y areniscas de color amarillento formadasdurante el período Mioceno. Estas rocas fueronintensamente explotadas entre finales del siglo IIIaC y el I dC, así como durante las épocas moder-na y contemporánea. Sus propias característicasfísicas de elevada porosidad y escasa dureza quefacilitaban su extracción y labra, así como sucercanía a Carthago Noua, contribuyeron decisiva-mente a facilitar su explotación y comercializa-ción.

Este tipo de extracción a cielo abierto, tan prolon-gada en el tiempo, ha quedado extraordinariamen-te testimoniada mediante la conservación de impo-nentes frentes de cantería, muchos de los cualesconservan las trazas de las herramientas de losoperarios, intercalados entre zonas de explotación

en gradas, y áreas que fueron desprovistas de sumanto o cubierta de cantera para iniciar unaexplotación que nunca llegó a materializarse. Lastécnicas de cantería utilizadas consistieron funda-mentalmente en la realización de ranuras en laroca, con las que se delimitaba la forma y dimen-sión de los sillares que se pretendían obtener, sien-do posteriormente extraídos en hiladas horizonta-les; en otras ocasiones se recurría al empleo dehendiduras alineadas practicadas a distancias equi-distantes, en las que se introducían cuñas que alser golpeadas provocaban una línea de fracturacon la orientación deseada.

Su utilización como material constructivo se hapodido documentar en un gran número de obraspúblicas de la ciudad, con un marco cronológicobastante amplio. De esta manera, lo encontramospor ejemplo en los paramentos interior y exteriorde las casamatas de la muralla bárquida, en elpodium del templo del Molinete, en diversos sec-tores del foro de la ciudad, así como en el porticuspost scaenium y los aditus oriental y occidental per-tenecientes al teatro augusteo. Asimismo ciertoselementos arquitectónicos como basas, fustes, capi-teles y cornisas, son también realizados con estaroca.

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Bibliografía

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