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PEDRO CASALDLIGA Obispo de So Felix do Araguaia

LA MUERTE QUE DA SENTIDO A MI CREDO Diario 1975 - 1977

DESCLE DE BROUWER Coleccin TERCER MUNDO/TERCERA IGLESIA

CRNICA PROLOGO A DOS VOCES DESDE MATO GROSSO

Junio de 1977. En un lugar tranquilo de este inmenso y trgico Mato Grosso, Pedro Casaldliga escribe nuevas pginas para su libro Yo creo en la Justicia, y en la Esperanza!. Lo edita en francs Editions du Cerf y piden al autor que aada en la prim era parte (La vida que da sentido a mi credo), cuanto ha sucedido desde que cerr el relato en el verano de 1975. Han ocurrido desde entonces demasiadas cosas graves que afectan vitalmente al obispo Pedro y a toda su Iglesia, al pueblo sertanejo y al pueblo indio semb rados por las codiciadas tierras de esta Prelatura de So Flix, al entero pas brasileo y a toda esta Amrica Latina que est pasando por el fuego y por la sangre. Y que afec tan a cuantos, desde cualquier parle del mundo, se hagan sensibles a este dolor continental. Pedro refleja todas esas cosas en su nuevo relato trenzado de vivencias, c onfesiones, fragmentos de su Diario, documentos, testimonios y denuncias; escrit o, lgicamente, en el estilo de la primera parte de su citado libro. En francs sale todo en la primera edicin de su credo. En Espaa seria defraudar a los lectores de las tres ediciones de la versin original, privarles del nuevo c aptulo; y sera una falta de respeto aadir estos cincuenta folios a la cuarta edicin. He llegado junto a Pedro cuando l redacta los ltimos folios, y le parece ide al ofrecer este escrito en espaol en un nuevo libro, que abre la coleccin Tercer Mu ndo/Tercera Iglesia. Pedro Calsaldliga es hoy uno de los mejores testigos de esa T ercera Iglesia que nace en el Tercer Mundo. No sin razn confesaron y anunciaron a tod as las Iglesias, los veinte obispos brasileos que concelebraron en So Flix una Euca rista de solidaridad con su obispo y su pueblo brutalmente perseguidos: Con sencillez reconocemos y acogemos el testimonio de la Iglesia de So Flix, asumida como instrumento de Dios para alertarnos e iluminamos en la hora present e (Mensaje desde So Flix, 19 agosto 1973). Aqu, en el Brasil, arde an el tiroteo pblico que abri hace cinco meses el obis po y terrateniente Dom Geraldo Proena Sigaud, al acusar de comunistas a sus herma nos en el episcopado Toms Balduino y Pedro Casaldliga, y al pedir para ste -como si

l fuera un juez militar- la inmediata expulsin del pas. Desde la televisin y la pre nsa, y desde el sigilo diplomtico de la Nunciatura que hizo llegar las pruebas al V aticano, el debate ha saltado a la calle y al mismsimo Parlamento. Los peridicos e stn publicando las mltiples declaraciones personales y colectivas cursadas a diari o a los protagonistas y a los centros del poder militar y eclesistico: El acusado r es acusado, y los acusados estn siendo absueltos y aclamados pblicamente. Los poem as de Pedro y su libro Yo creo en la Justicia y en la Esperanza!, escritos utilizado s como flagrante cuerpo del delito, son perseguidos por unos pocos y buscados por m uchos para leer en su integridad el valiente testimonio que Dom Sigaud ha mutila do y tergiversado en un montaje indigno que termina por ser la mejor campaa de pr opaganda gratuita que se le puede hacer a un libro. Entre unas y otras cosas -el clamor popular, la presin internacional y la p rudencia de Roma rectamente informada por la autoridad del episcopado brasileo, q ue apoya decididamente a los dos calumniados- la expulsin de Pedro se hace inviab le. Qu nuevo perodo se abre ahora? Al encontrar a Pedro escribiendo las pginas de este libro, me ha dicho conf iadamente: Presiento que se me concede dejar las cosas claras por escrito. Como s i esto fuese mi testamento. Yo temo -y Pedro espera- que al cerrrsele al Enemigo la va de la expulsin, se abra una nueva oportunidad para la muerte. Aqu, el omnipotente poder injusto (el Enemigo) dispone a capricho de la ltima injusticia. El conocido escritor cristiano Arturo Paoli, Hermanito del Evangelio compr ometido con los pobres, huido de la trampa de la muerte que le tendi la represin e n Argentina, me dira das despus en las montaas venezolanas, donde ahora vive su comp romiso con la contemplacin y la liberacin: Pedro es un hombre que vive en peligro d e muerte, y hay que ayudarle alertando a la opinin pblica. Me siento cada da ms prximo a la esperada hora, escribe Pedro en su Diario. Y s igue: De hecho, la muerte rondaba, como dira Garca Lorca. Y uno la senta, sobre todo cuando llegaba la noche o por ciertos caminos o delante de ciertas miradas y un iformes. Yo s, desde hace tiempo, que Pedro vive asediado por la muerte. (Sabemos ci ertamente de tres tentativas para matarle.) Y s que l lo sabe. Y s que no teme la m uerte y que la espera. (Que te rondar, morena...) Bromeando, muy seriamente, se lo he reprochado ahora de t a t: Te va a contrariar Dios hacindote vivir noventa aos. Y tendrs que morir viejecito y con tranquilidad, bien asistido, en un silln bien cmod o o en una seora cama. l se re y repite aquello: Que te rondar, morena... He ledo de un tirn este escrito de Pedro y veo que todo l lo atraviesa la mue rte. La muerte real, desnuda, cruel, perseguida esperada- por la esperanza de Ped ro, que, nacida de la cruz de Jess, es ms implacable an que la misma muerte. Temida, llamada; vendida, comprada; sentida, mentida; callada, cantada... La muerte que le lleg, inmerecida, al jesuita Joo Bosco que cay a los pies de Pedro destrozado su cerebro por la bala dum-dum disparada a bocajarro por la mano del nmero llamado Ezy, el cual huy, fue detenido luego y ya anda suelto. La muerte que asol la aldea de los indios Bororo en Meruri, segando a balazos las vidas del misionero Rodol fo y del indio Simo. La misma muerte viene persiguiendo y alcanzando, desde antes , al pueblo de sertanejos, retirantes, peones e indios, que por eso se interpone n entre el pueblo y la muerte esos hombres -Rodolfo, Joo..- y son matados. (Escri be Pedro en este libro: La extrema derecha amenaza a varios obispos, con la muert e incluso. Es otra vez, quizs ms que nunca, hora de martirio. Y martirio es testimoni o-con-muerte. Sigue Pedro: Que el Espritu de Jess nos llene de una alegre decisin de testimonio}. Es la misma muerte que mata en el pueblo a los sin nombre. Muchas mu ertes matadas -otra vez habla Pedro- dentro de la regin de la Prelatura. No s cmo e nfrentar este doloroso misterio. Se mata exasperadamente. Sin ninguna duda, se nos impone como ttulo de este libro la frase que me as alta espontnea y absolutamente perfilada: La muerte que da sentido a mi Credo. Se l o digo a Pedro y me dice con firmeza: S, oye. S. S. Por si no hubiera bastante, provocado por mis bromas -muy en serio-, Pedro , que es poeta, crea versos sobre la muerte que ronda. Su Romancillo de la muerte es voz suya -su alma- que canta en coplas el desafo de la Esperanza a la muerte ro

ndera. Pedro cerrar as esta crnica-prlogo tramada entre los dos, entre los dos hablad a. Y, por si an fuera poco, das despus dialogamos seriamente sobre esa muerte ro ndera (preparamos el libro Dilogos , y a la pregunta Qu significan para t ahora esas m ertes, la muerte, tu propia muerte?, me responde Pedro: Recordando la expresin espao la, dira que, por un lado, esas muertes, la muerte presente as en mi vida, en mi p ueblo, me hace la pascua. No deja de ser muerte. Nunca he perdido -ni siquiera c uando pido el martirio- la sensibilidad de la muerte. La muerte contina siendo pa ra m lo ms serio de la vida. Me hace la pascua. En algunos momentos casi me ha des esperado y yo le he preguntado a Dios por qu tantas muertes estpidas, sin sentido al parecer, muertes de hambre, por distancias, por no tener un mnimo de infraestr uctura, asistencia mdica, etc.; por tanta injusticia; muertes matadas, como se di ce aqu, muertes enloquecidas. Por otra parte, claro, es la Pascua del Seor. Yo ten go fe, tengo esperanza. A ti te he dicho varias veces que aqu mi esperanza se ha agudizado, se ha afilado como una cuchilla a medida que ha ido cortando la carne de la muerte presente. Slo puedo tener esperanza; no existe otra posibilidad. Cmo podra enfrentar yo tanta muerte, en m y en los otros, en los pobres y en los pequeo s, en los inocentes, muertes causadas sobre todo por la injusticia, si no fuese a fuerza de Esperanza? Es la Pascua del Seor: en fin!: entonces es muerte pero tam bin es resurreccin. No veo muy bien cmo; costndonos mucho, al pueblo y a m, pero es r esurreccin. Veo en la Esperanza, que es tan fuerte cuanto ciega. Basta. Callo ya. Justificado y ambientado el presente libro con esta crnica -prlogo, dejo a Pedro la palabra, doy paso a sus versos y a su voz: ROMANCILLO DE LA MUERTE Ronda la muerte rondera, la muerte rondera ronda. Lo dijo Cristo antes que Lorca. Que me rondars, morena, vestida de miedo y sombra. Que te rondar, morena, vestido de espera y gloria. (Frente a qu El, fue la Vida, es tu victoria? con su Muerte, tu derrota)

T me rondas con silencio, yo te rondo en la cancin. T me rondas de aguijn, yo te rondo de laurel. Que me rondars, que te rondar. T para matar, yo para nacer. Que te rondar, que me rondars. T con guerra a muerte, yo con guerra a Paz. (Que o en o en o en me rondars en m los pobres de mi Pueblo, las hambres de los vivos las cuentas de los muertos.

Me rondars bala, me rondars noche, me rondars ala, me rondars coche. Me rondars puente, me rondars ro, secuestro accidente, tortura, martirio. Temida, llamada; vendida, comprada; sentida, mentida; callada, cantada..!) Que me rondars, que te rondar, que te rondaremos, todos, yo y l. Si con l morimos, con l viviremos. (Con l muero vivo, por l vivo muerto) T nos rondars, pero te podremos! Pedro Casldliga Yo pongo aqu mi firma como testigo de testigos. Con inmensa gratitud a Pedro, a todos los suyos del Mato Grosso, equipo y pueblos, y al Dios que da a los homb res tal poder (tal amor) como ha dado, desde Jess y por El, a los muchos profetas que ya murieron matados, a los que nos acompaan voceando el Juicio del Seor del Am or, y a los que sern profetas despus an, mientras sea necesario en este reino de la muerte, sombra tierra en que sembramos la vida (no sin morir) y la esperanza (no sin desesperarnos algunas veces), hasta que suceda que, por el amor y la justic ia (hganse ya. Seor!), la vida de cada ser humano tenga el mismo sacratsimo valor pa ra todos los nacidos. Mientras tanto, ninguno de nosotros se siente muy lejos de la muerte en esta hora. Pedro: quienes hacen su agosto a costa de la muerte que ronda a tu pueblo, se seguirn rasgando las vestiduras. Oligarcas y represores, y sus peones ciegos (siempre habr algn obispo que se les una), te seguirn llamando subversivo, violento , comunista. Ensuciarn tu nombre, tal vez las Nunciaturas pacten con tus acusador es, y, ciertamente, continuarn, algunos, matando al pueblo. Frente a todo, porque la muerte ronda, mientras ella no nos quite la voz, hay que seguir gritando, Pe dro. Que el Amor te administre la ira y la esperanza. Y la vida... No olvides mi amenaza, que yo guardo tu rplica: Si, como t me amenazas. Dios me hace vivir ms de no venta aos, si muero, como dices, en un silln bien cmodo o en una seora cama, en todo caso, la cercana de esta muerte habr sido para m un formidable sacramento. Y me sub rayaste las dos ltimas palabras... Contigo y tu pueblo, en Jess, el Cristo, para todos. Tefilo Cabestrero cmf

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En mi libro de la coleccin El credo que ha dado sentido a mi vida, Yo creo en la justicia y en la esperanza!, con el nmero 20 de la primera parte (pg. 121) daba una sntesis panormica de mis recelos acerca del Brasil, en aquel verano de 1975, sobre todo por lo que se refera a nuestra Amazonia y a la suerte amenazada de sus hombres y mujeres, olvidados por los programas oficiales. Daba tambin el estado de nimo de la Iglesia de So Flix en aquella hora de callada siembra. En Alvorada de mayo comunicbamos una novedad amarga: Coincidiendo con la Semana del Indio, los indios de nuestra regin, sobre todo los Karaj, y todos los que amamos sinceramente al Indio, hemos vivido un hecho e ntristecedor: La Hermana Mercedes, la querida Lubedero de los Karaj, enfermera del Hospital del Indio, en Santa Isabel de la Isla del Bananal, fue destituida injustificada mente de su cargo. El Presidente de la Funai, General Ismarth, declar a la propia Hermana Merc edes que esa destitucin era por orden superior de la Aeronutica; y que la Funai no t ena ningn reparo que hacer al trabajo profesional de la Hermana... En junio, y en Goinia, bajo el patriarcal auspicio de don Fernando, el arzo bispo, siempre acogedor y siempre en la brecha del compromiso con los hermanos, se celebraron dos importantes reuniones que, a mi modo de ver, marcan poca en la pastoral de la Iglesia del Brasil: - El Encuentro de Iglesias de la Amazonia Legal, sobre los problemas de Ti erra y Migracin, y - La I Asamblea Misionera Indigenista, organizada por el CIMI (Conselho Ind igenista Missionrio). En el primer encuentro se creaba la Comisin Pastoral de la Tierra (CPT), actu almente con catorce organismos regionales -adems del Secretariado central-, espar cidos por las reas ms candentes del Brasil, por lo que a Tierra se refiere, y que est dinamizando la conciencia y la responsabilidad de la Iglesia nacional y de la opinin pblica en torno a la problemtica agraria. En el segundo, se trazaban las lneas de accin y la programacin concreta de la nueva Pastoral Indigenista, con referencia a la Tierra, Cultura y Autodetermina cin del Indio; y con referencia a la Encarnacin, Concientizacin y Pastoral Global, por parte de los misioneros indigenistas y sus Iglesias. Este Documento de la I Asamblea Misionera Indigenista equivale a la Carta Magna del CIMI, vlida para un largo futuro, piedra de toque para toda pastoral re novadamente responsable -antropolgica y evanglica- entre los Pueblos indgenas. El da 7 de julio hube de publicar una Nota de esclarecimiento por las insidio sas noticias aparecidas en la TV Globo -la red nacional de Televisin con mayor au diencia en todo el Brasil- sobre una supuesta hoja Alvorada que estara firmada por m e ilustrada fantsticamente por una cruz y una hoz, con un texto de la China comun ista (!); y en la cual yo estara incitando al Pueblo a la lucha armada, por medio de los Sacramentos... Nadie en la regin de la Prelatura vio esa hoja fantasma que la TV Globo haca

ver a todo el Brasil. Sobre esa ridcula noticia -conclua yo- quiero slo recordar: 1. Hojas semejantes fueron de hecho esparcidas por las fuerzas de la Repre sin, en So Flix, el da 19 de agosto de 1973, y en otras reas del Pas, incluso dentro d e algunas iglesias. 2. No es novedad la campaa de difamacin que se est moviendo, en el Pas, contra algunos Prelados, como por ejemplo, Don Ivo Lorscheider, Secretario General de la CNBB, y don Paulo Evaristo Arns, cardenal arzobispo de So Paulo. 3. Es curioso que esa noticia de la TV Globo coincidiese con la celebracin del Encuentro Pastoral de la Amazonia sobre problemas de Tierra y Migracin. 4. Cualquier persona ms o menos informada sobre la coyuntura nacional y la relacin Iglesia-Sistema y, en este caso, sobre los intereses y vnculos de la Red G lobo, podr comprender fcilmente el significado de esa cobarde campaa. El da 17 de agosto de 1975 -cerrando la novena de la Asuncin, Patrona de So Fl ix- inaugurbamos la Catedral. La primera iglesita del lugar, hecha en parte de adobes de barro, no sopor t los tornados de aquella orilla abierta del Araguaia y tuvimos que derribarla. L a nueva iglesia, nuestra catedral, est casi en la falda del otero que ampara la c iudad, en el centro de las nuevas calles por donde So Flix se expande. Pedrito la plane y dirigi las obras. Sencilla, como un galpn funcional, pero hermosa. Doce columnas de quina, estriadas, sostienen la techumbre cruda, record ando los doce Apstoles. Unas peneiras de paja de los indios Tapirap hacen de portalmp aras y dos potes Karaj, de pila bautismal. Don Aloisio Lorscheider, Presidente de la CNBB, nos acompa en la fiesta de l a consagracin de la catedral, marcando conmigo de urucum rojo las cruces labradas e n las columnas. Y asisti a la pieza teatral que yo escrib y la muchachada represen t aquellos das, Povo de Deus no serto. Esa representacin hizo revivir, a viejos y jven s, algunos con lgrimas, el itinerario realmente vivido por los indios acorralados y por los sertanejos retirantes de la regin. Ms tarde esa especie de auto sacrament al sertanejo sera incluido en los autos de mi proceso como un documento subversiv o. No hay nada ms subversivo que la dura vida del Pueblo, efectivamente! De Espaa, en nombre de tantos amigos fieles, nos acompa Jos Mara Alsina, con su cabeza blanca luminosa y su afectuossimo corazn. La presencia de don Alosio ya era un gesto peculiar de solidaridad, porque se estaba fraguando, por aquellos meses, un nuevo intento de expulsarme del Bras il. Alvorada publicaba, el 20 de setiembre, un Comunicado urgente, firmado por el Equipo Pastoral de la Prelatura, bajo este ttulo: Querem expulsar do Pas nosso bis po Pedro. En l se subrayaba que ese proceso de expulsin pretenda considerarme como simp le ciudadano extranjero, prescindiendo de mi condicin de obispo. (Yo soy obispo ac cidentalmente, como dira ms tarde, ya en mayo de 77, un editorial de O Estado de So Paulo que tambin peda, desafiando las agallas del Gobierno, mi extradicin inmediata ). El propio Nuncio Apostlico, don Carmine Rocco, ejerciendo sus funciones de dip lomtico, barrunt junto a algn obispo muy significativo qu xito podra tener, dentro de la Iglesia brasilea, esa nominalista distincin. El Comunicado urgente recordaba: Ahora, en julio y agosto, el delegado de Polica de So Flix y otros oficiales venidos de Barra do Garas y Cuiab han buscado con insistencia fotografas de don Ped ro. Y algunos de ellos han anunciado que en breve estallara algo muy grave contra el obispo y los padres de So Flix. Elementos oficiales han alertado a don Pedro sobre el peligro que su vida corra; le han avisado que se estaba instruyendo un proceso contra l y que podra ser preso a cualquier hora. Tambin el Presidente de la Funai recientemente ha prohibido a don Pedro y a otros dos misioneros entrar en reas indgenas; dando orden de prisin en el caso de que visitasen esas reas. Deca cmo la CNBB acababa de tomar oficialmente medidas; cmo la opinin pblica y la solidaridad de la Iglesia nacional se estaban manifestando profusamente; que varios obispos, por intermedio del cardenal Arns, llevaban al Papa una palabra d e protesta contra la maniobra del Gobierno y un voto de amistad para conmigo.

El Comunicado adverta an: Aunque un da fuera expulsado, don Pedro Casaldliga, dentro o fuera del Pas, c ontinuara siendo el nico obispo legtimo de esta Prelatura de So Flix. Ningn poder de e ste mundo puede quitarle a don Pedro el carcter de obispo nuestro que el Espritu S anto le confiri en aquella consagracin del 23 de octubre de 1971 que todos nosotro s acompaamos emocionados. En octubre Alvorada reproduca el clima de amenazas que se cerna sobre el Pueb lo de la Prelatura; desmenta la desmentida de autoridades del Gobierno Federal que negaron ante la Presidencia de la CNBB la existencia de cualquier intento de exp ulsarme; y recoga la onda de adhesiones y de comunin que nos llegaba de toda la Ig lesia nacional y de otras partes del Pas y del extranjero. Y en noviembre la misma Alvorada notificaba, con la comprensible satisfaccin, con apostlica revancha, digamos, el encuentro de don Paulo Evaristo con Pablo VI : El Papa se mostr muy sensible y solidario para con el Pueblo de Dios de est os sertes y con su obispo perseguido. Al final, dijo el Papa a don Paulo Evaristo que los obispos y misioneros q ue trabajan en estas regiones son verdaderos hroes y que tocar al obispo de So Flix sera tocar al propio Papa. Esto ltimo, subrayado, como no era para menos... As las cosas, la aldea Tapirap acababa de recibir una visita amenazadora de la Dra. Giselda, geloga, del Dr. Alceu del DGPC, del Sr. Quirino, agrimensor, y del jefe del Puesto indgena local, Sr. Juraci Andrade, todos de la Funai, acompaados por el Dr. Eduardo, uno de los directores de la Compaa Tapiraguaia -que es la haci enda que les discute a los indios Tapirap el indiscutible derecho a sus tierras-. La visita fue realmente agresiva: para los indios y para la Misin. Con la a menaza incluso de transferir los Tapirap al Parque Xing o a la Isla del Bananal. A lo cual un Tapirap respondi noblemente que ellos no eran ganado de la Funai para s er llevados de un lugar para otro. Y a las insinuaciones de la Dra. Giselda sobre quin les habra dicho a los indios que aquella rea era suya, otro Tapirap replic: Noso tros tambin tenemos cabeza y sabemos pensar y sabemos lo que necesitamos. Delante de eso, pienso que no es de asombrar que se quiera expulsar del Br asil a un obispo que, al fin y al cabo, es extranjero, cuando se expulsa tan fcil mente de su habitat ancestral a los ms legtimos habitantes de esta Tierra. Era tiempo de expulsin, en todo caso. El P. Francisco Jentel, salido del Brasil en la ms inocente paz romana -para algunos-, volvi al Brasil, con todos sus derechos, al parecer, en diciembre de aq uel ao de 1975. Y en Fortaleza, husped de don Alosio, era secuestrado violentamente en plena calle por agentes del Ejrcito y trasladado a la Jefatura de la Polica de Fronteras, de Rio, desde donde fue oficialmente expulsado, el da 16. El Gobierno pretendi dar explicaciones, basndose en un supuesto pacto que habra hecho con la CNBB, en orden a la salida definitiva de Jentel; pero la CNBB -su Presidencia- lo neg rotundamente. Yo escrib una carta pblica sobre la expulsin de Francisco, bajo el clima agri dulce de aquella Navidad: Nuestro Padre Francisco acaba de ser expulsado de Brasil. El Gobierno del Pas con esta injusticia cierra toda una cerca espinosa de i njusticias con que ciertos terratenientes, polticos, militares y policas venan apre tando, hace aos, la vida y el trabajo del P. Francisco. Pero sta es, entre todas, la mayor injusticia porque es la injusticia pblica mente oficial. El decreto de expulsin del Padre fue accionado por el Ministro de Justicia, Armando Falco, y firmado personalmente por el propio Presidente de la N acin, Ernesto Geisel. Con esta expulsin del P. Francisco es el Brasil oficial quien se ensucia la s manos y el corazn en la injusticia. Porque quien expulsa al P. Francisco no es el Pueblo del Brasil. Quien lo expulsa es el poder del dinero de las grandes Empresas nacionales y extranjeras: la codicia de esas Compaas latifundistas, como la Codeara, cuya de shumanidad todos nosotros hemos sufrido en la propia carne y hasta en la vida de los hijos; la fuerza arbitraria de esos polticos, militares y policas al servicio de ese dinero y de esa codicia y no al servicio del Pueblo y de la Patria...

blo.

Para ellos la vctima nica de esa expulsin es el P. Jentel. Para nosotros, la verdadera vctima de esta injusticia es, una vez ms, el Pue

Para esos dueos del dinero, de la poltica y de la fuerza expulsar al P. Fran cisco es satisfacer una venganza y acallar una voz intrpida que los incomodaba en sus inconfesables proyectos. Para Dios y para nosotros la expulsin del Padre Francisco es un nuevo sacri ficio humano y cristiano que se junta al sacrificio libertador de Jess. Para Dios y para nosotros la expulsin del P. Francisco, ausente, ser una voz ms de justicia y de Evangelio, presentes, que nadie podr acallar. En la madrugada del da 16 de este mes de diciembre, el P. Francisco fue emb arcado hacia Francia, prohibindosele volver nunca ms al Brasil. No hemos podido an hablar con l, ni hemos recibido carta suya despus de su ex pulsin... Sabemos sin embargo lo que l piensa y lo que l siente en esta hora. Por causa del Evangelio, por amor a los Pobres, l vino a este interior del Brasil hace 21 aos. Y por la causa del Evangelio de los Pobres l fue perseguido y condenado y sufri prisin y fue ahora brutalmente secuestrado y finalmente expulsad o del Pas. Esta fue su causa. Y esta causa contina. El Evangelio de Jess debe ser para nosotros, como para el P. Francisco, la luz que nos trace el camino y la fuerza que nos comprometa hasta la prisin y la muerte en favor de los hermanos oprimidos y pobres. Esta causa contina. - porque vosotros, los indios, no sois respetados y ni siquiera se cuenta con vosotros en el llamado Desarrollo del Brasil, -y vosotros, posseiros y familias emigrantes, an no tenis tierra ni derecho y cada vez parece apagarse ms la esperanza de tenerlos un da. -y vosotros, trabajadores de esta regin sin ley, os estis quedando sin ley y sin trabajo. Las Haciendas de ganado se multiplican y se multiplica tambin su confusin y hasta su fracaso. El INCRA se siente cada vez ms impotente, y la represin sobre lo s que defienden la tierra y el derecho de los pobres, cada vez aprieta ms inhuman a. Y hasta muchos, dentro y fuera de la Iglesia, se estn cansando de gritar la ve rdad y de esperar luchando y de juntar las fuerzas de la liberacin. Nosotros, hermanos. Pueblo de Dios de esta Prelatura de So Flix, para ser fi eles al Evangelio de Jesucristo y para no dejar infecundo el sacrificio de nuest ro P. Francisco expulsado, debemos reaccionar con nuevo coraje. Dios est con nosotros. Y el verdadero Brasil tambin. Con nosotros est la Hist oria que camina hacia la Justicia, hacia la Libertad, hacia la Fraternidad. Somos el Pueblo de la Esperanza. Y la Esperanza nadie la expulsa de nuestr o corazn. Sabremos rezar. Sabremos mantenernos firmes. Sabremos plantar. Defender emos nuestra tierra y nuestros derechos. Y nos uniremos a todos los que, como no sotros, sufren y como nosotros luchan y esperan. Y vamos a celebrar esta Navidad de 1975 en compaa de nuestro P. Francisco, c ada vez ms presente en medio de nosotros. Navidad es un misterio de fe; pero es tambin un reventar de vida. Jess nace verdaderamente all donde nace un brote de justicia, donde los hombres se reconoce n y se aman como hijos de Dios, donde los oprimidos se liberan. Sea sta, para toda la Prelatura de So Flix, una Navidad de verdad, hermanos. ( SEDOC, n 89, marzo de 1976).

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Entr en 1976 por la puerta de una sala de ciruja. El da 6 de enero, fiesta de la Luz, por ser la Epifana del Seor, fui operado de catarata en el ojo izquierdo. Por la mano experta del Dr. Durval, de Goinia. Con ello consegu unos das de reposo y de oracin, al abrigo de la siempre fraterna acogida de los Claretianos de la a venida Paranaba. Escuch radio a destajo. La BBC, particularmente, que ya le es fam iliar a uno. Y pude hacer un balance de la msica (y de las necedades) que le prop orcionan al Pueblo tantas emisoras de Radio y de Televisin... De esa catarata guardo el recuerdo de un poema que escrib, ya viendo nublad amente, en el mes de agosto anterior, camino de Meruri, acompaado de cuatro indio s Tapirap y rumiando polvo, preocupaciones y carretera, al sol empaado por la huma reda rojiparda de las queimadas del Latifundio: OJOS NUEVOS Entonces ver el sol con ojos nuevos y la noche y su aldea reunida; la garza blanca y sus ocultos huevos, la piel del ro y su secreta vida. Ver el alma gemela de cada hombre en la entera verdad de su querencia; y cada cosa en su primer nombre y cada nombre en su lograda esencia. Confluyendo en la paz de Tu Mirada, ver, por fin, la cierta encrucijada de todos los caminos de la Historia y el reverso de fiesta de la Muerte. Y cebar mis ojos en Tu Gloria, para ya siempre ms ver, verme y verte! Para Semana Santa escrib otro auto sacramental sertanejo, sobre la Pasin y Mue rte del Indio entre nosotros: Paixo e Morte de Txetxui. Txetxui es el modo fontico con que los Tapirap hablan de Jess... La pasin del Indio -su Pasin- se hacan cada da ms presentes en mi vida. El da 16 de mayo la Comisin Pastoral de la Tierra publicaba un documento enrg ico apelando en favor de los posseiros de Cascalheira y Ribeiro Bonito, tantas ve ces acorralados por la arbitrariedad de los terratenientes invasores y de la pol ica y ltimamente bajo la accin, todava no descifrada, de Erlane Penalva, mitad ladrn, mitad instrumento de fuerzas mayores. El propio Dr. Francisco de Barros Lima, u n da presidente de nuestra inquisicin policial y ahora jefe de la polica Federal en el Estado de Gois, me deca ms tarde que Penalva nos haba tratado mal a todos: a los posseiros, al obispo, a la polica.... Ninguna autoridad entre tanto se preocup de cortarle los pasos, a pesar de la publicidad que el caso Penalva tuvo. Lleg el mes de julio. Y en Meruri -la entraable aldea de los indios Bororose hizo una histrica Alianza en la sangre, entre el Indio y la Misin. A las 11 de la maana del da 15 de julio, la Colonia Indgena de Meruri, al est e de Mato Grosso, fue atacada por 62 fazendeiros armados, cuyas tierras estn dent ro de la reserva Bororo que empezara a ser demarcada por la FUNAI, la antevspera. El P. Rodolfo Lunkenbein, misionero salesiano, de 37 aos de edad, y el indi o Simo Cristino fueron muertos, otros cuatro Bororo quedaron heridos. Uno de los atacantes tambin muri, alcanzado por una bala perdida de sus propios compaeros (Movi mento, julio de 1976, n. 56). Aquel mismo da 15 yo haba escrito una carta al P. Rodolfo y a su compaero, el

buen P. Ochoa, colocando en mayscula el nombre de RODOLFO, por una inconsciente distraccin que iba a ser proftica. Aquel hombre, alemn, generoso, alto de cuerpo y de espritu, limpio en sus ojos de chiquillo azules y abierto siempre en sonrisa, iba a sellar, el primero, los compromisos asumidos en la I Asamblea Misionera In digenista de Goinia. Ya el Misionero no mora matado por el Indio, como en las antiguas historias. Mora por el Indio, amado en la totalidad de su ser y de sus derechos, no visto ap enas como un alma que salvar. Mora por la Tierra del Indio que estaba siendo inva dida, demostrando as saber muy bien cmo, segn el Parlamento Indio de San Bernardino , de octubre de 74, el indio es la propia tierra. Y el Indio, en este caso el dulce y fiel SIMO, aquel que nunca zangava, mora p or el Misionero. Slo para "acudir" al Padre, como deca el viejo cacique Eugenio -Aid ji Kuguri-, Simo mora y otros cuatro Bororo quedaban heridos. Slo para socorrer al Padre: de manos limpias, de cuerpo limpio, que ni siquiera una navaja tenan consigo. Yo fui a Meruri, con Leo, tres das despus. Nunca ms olvidar aquel otero precis o en el azul, los grandes rboles temblando, el agua muda y las hojas en revuelo, la plaza, casi colonial, al sol y su improvisada campana, las Misioneras salesia nas en blanca desolacin y los Indios todos cantando en aquella misa que celebramo s por los Mrtires, con un lamento indio que sobrecoga, durante la comunin. Puse toda mi alma en aquella misa, palabra. Y entregu al cacique Eugenio el bculo -mitad borduna, mitad remo- de pau-brasil que los indios Tapirap me haban of rendado en mi consagracin episcopal. Con ello yo les daba a los Mrtires, a los Bor oro, a la Misin salesiana de Meruri, el mejor tesoro que yo tena. Aquella noche escrib en el Livro de Presena de la Misin: Esta tarde hemos celebrado, con la Muerte gloriosa de Cristo, la muerte gl oriosa de Rodolfo y de Simo; la sangre de Tereza, de Loureno, de Zezinho y de Gabr iel; la angustia y solidaridad de Ochoa, de los Bororo, de los Misioneros Salesi anos de Meruri. El 15 de julio pasa a ser una fecha histrica en la Historia de la nueva Igl esia Misionera. Rodolfo y Simo son otros dos mrtires, perfectos en el amor, segn la Palabra de Cristo; el Indio ha dado la vida por el Misionero; el Misionero ha d ado la vida por el Indio. Para todos nosotros, indios y misioneros, esta sangre de Meruri es un comp romiso y una esperanza. El indio tendr tierra! El Indio ser libre! La Iglesia ser india! Con un abrazo de la Iglesia indgena y sertaneja de So Flix... Escrib tambin, para la solemne misa funeral de la catedral de Goinia una Leta na penitencial, que reproduzco aqu porque expresa lo que siento acerca de la culpa colectiva, la obstinada ignorancia, que nos toca reparar, como Sociedad y como Iglesia, en nuestro comportamiento para con los Pueblos indgenas: - Por todos los pecados de la antigua y de la nueva Colonizacin que estn apla stando, durante siglos, los Pueblos indgenas de nuestra Amrica, os pedimos perdn... - Por los pecados de la propia Iglesia, tantas veces instrumento del antig uo y del nuevo colonialismo... - Por el orgullo y la ignorancia con que despreciamos la cultura de los Pu eblos indgenas, en nombre de una civilizacin hipcritamente llamada cristiana... - Por la expoliacin de las tierras del Indio y la destruccin de la naturalez a en que l vive, causadas por el Latifundio y los intereses de las grandes empres as nacionales o multinacionales, o por el turismo irrespetuoso... - Por la inhumana violencia con que pretendemos transformar las comunidade s indgenas en nuevas vctimas de nuestra civilizacin de lucro y de consumo, a pretex to de una ilusoria integracin... - Por la incapacidad en descubrir el Verbo sembrado, las races de Evangelio, en la vida simple y comunitaria de los Pueblos indgenas... - Por la falta de solidaridad de la conciencia nacional; por la falta de h onestidad o de eficiencia de las autoridades responsables; por la omisin de la Ig lesia; por todos los pecados del Pueblo brasileo contra los derechos de nuestros hermanos indios... - Porque tantas veces pretendemos aislar el problema indgena del problema g lobal de todos los marginados del Pas, en la ciudad y en el campo...

- Por la falta de vocaciones dispuestas a encarnarse, como Jess, en la cult ura, en el martirio y en la esperanza de los Pueblos indgenas... - Por los que mataron a nuestros hermanos, Simo y Rodolfo, por los que encu bren este crimen, por todos los que matan, da tras da, al Indio, nuestro hermano.. . - Por nuestra falta de esperanza en ese Mundo Nuevo que debemos construir, donde todos los Pueblos seremos libres y hermanos, siendo vuestro Pueblo... - Perdn, Seor, perdn.

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0ctubre. Da 2. Estoy en Santa Terezinha. Y en los das de la hermana luminosa de Lisieux. Leo Les mains vides de C. de Meester. Y la presencia ejemplar y estim ulante de Teresa me acompaa de nuevo. Las noticias del Pas son ms o menos dramticas. Don Adriano, de Nova Iguau, fue secuestrado, golpeado, humillado. La extrema derecha amenaza a otros obispos, c on la muerte incluso. Es, otra vez, quizs ms que nunca, hora de martirio. Estos das me siento como acariciado por el Espritu. Anteayer ped especialment e -y ser esta una peticin normal en adelante- la caridad, el testimonio de vida y d e palabra, la contemplacin y el martirio... Todo es posible an. Y Dios quiere dar. Sus manos estn llenas para compensar nuestras manos vacas. Dice Teresa: Au soir de cette vie, je paratrai devant Vous les mains vides... Lorsque je paratrai devant mon Epoux Bien-Aime je n'aurai que mes dsirs Lui presenter. Aquella palabra tambin de Teresa que siempre me ha confortado tanto: Le Bon Dieu ne saurait inspirer des dsirs irralisables..., es verdadera. Nuest ro Dios es el Dios de la Promesa fiel. Su Gracia es una vocacin que El mismo cump le en nosotros misericordiosamente: Dios es Amor eficaz. Jesucristo es la garanta cierta, el s de Dios. Da 7. Hemos tenido estos das -4, 5, 6-, y en la acogedora soledad de la colin a de la iglesia, el Encuentro Indigenista de la Prelatura. Con la participacin de cuatro indios Tapirap. Ha sido muy familiar y muy concreto. Y tengo la esperanza de haber dado un paso decisivo en el atendimiento a los indios Karaj. Es una uto pa, s. O sea, es Esperanza. Los Karaj son nuestros hermanos ms marginados, aqu. Por e so nos debemos ms a ellos. Da 16 Diamantino. Ha sido una semana de sangre y de testimonio. Otra vez. Tr es meses despus de la muerte del P. Rodolfo, y dentro de nuestro Regional del CIM I, el P. Joo Bosco PENIDO BURNIER, que nos compa en el Encuentro de Santa Terezinha , mora, vctima de una bala y de la Justicia. En Ribeiro Bonito. Cuando l y yo reclamb amos de la Polica por los malos tratos a que ella estaba sometiendo a dos pobres

mujeres del lugar. Cay a mis pies. Su sangre fecund nuestro suelo, nuestra vida, el futuro de nuestra Iglesia, de este Pueblo del serto -indios, posseiros, peones-. Esta muerte ha despertado la conciencia de la Iglesia nacional. Espero que sea de un modo profundo y duradero. Yo me he sentido muy prximamente afectado. Quizs el martirio est ms cerca que nunca. Que el Espritu de Jess nos llene de una alegre decisin de testimonio. Transcribo el relato que escrib para el Boletn del CIMI, noviembre de 1976: Muerte y testamento del P. Joo Bosco Encuentro indigenista Como coordinador del Regional del CIMI, en el nordest del Mato Grosso, el P. Joo Bosco vino a la Prelatura de So Flix, para acompaarnos en el Encuentro Indige nista anual de la Prelatura. Fue durante los das 4, 5 y 6 de octubre. En SantaTer ezinha, MT. En aquella Santa Terezinha de los posseiros, de la Codeara y del P. Francisco Jentel... Ya en su venida el Padre realizaba as un viejo sueo de infancia: ver el Arag uaia, el gran Araguaia de las leyendas y narraciones, deca l. De So Flix a Santa Ter ezinha viaj de voadeira, por el Berok de los Karaj, durante unas seis horas. Bajo una lluvia imponente en el ltimo trecho, en un verdadero bautismo de Araguaia. El Encuentro fue en la vieja casa, en la vieja iglesia del morro, herencia d e los misioneros dominicos de la Prelatura de Conceio. Participamos, adems de los m iembros del Equipo Pastoral de la Prelatura directamente dedicados al servicio d el Indio, otros miembros del mismo Equipo, y cuatro indios Tapirap. (Y sus esposa s y nios tambin nos acompaaron en la libre participacin que es de derecho). El Encuentro ventil los temas de la Tierra, Escuela, Choque Cultural, Pobla cin Circundante, Turismo (sobre todo, el Hotel Fluctuante), atendimiento a los Ka raj, Comunicacin entre los Tapirap y los Karaj vecinos. Bautismo y vida cristiana... En un clima de total simplicidad y realismo. El P. Joo Bosco particip a sus anchas, expansivo, feliz. Contribuyendo con o portunas acotaciones. Siempre en aquella su actitud de mediacin, pero tambin cada da ms comprometido con la Causa Indgena, cada da ms solidario con la misin del CIMI. ( Preocupado con que el CIMI fuese acogido en las Misiones tales, con que el CIMI pudiese intervenir en tal rea. Asumiendo el compromiso de concretar tema, lugar, fecha, clima para el Encuentro Regional del CIMI en el prximo ao de 77...) Se sinti feliz, sobre todo, y emocionado, en la visita a la aldea Tapirap, u na vez terminado el Encuentro. Fuimos para all en el clebre mondrongo de las Prelatu ras de la Amazonia Legal, enfrentando ramas y puentes frgiles, jugueteando con el grupo Tapirap, sudando. (Creo que el P. Joao vino a So felix para expansionarse, para rezar, para m orir. Fueron muy intensos aquellos ltimos das suyos!) Era el da 7 de octubre. Aquella noche de claro de luna -de ese claro de lun a nico que tenemos all, en el serto- hubo una charla magnfica con los hombres Tapira p, segn la costumbre de la tribu, echados o sentados sobre las esteras de paja, en los troncos. (La casa central la takana, haba sido quemada, este ao, en homenaje ri tual a uno de sus principales constructores, que haba fallecido). El P. Joo Bosco vibr con esa larga, sosegada, profunda conversacin: el alma d e la aldea aflorando, y el Bautismo, otra vez, y lo que sera ser cristiano sin de jar de ser indio, y la cultura de los indios y sus derechos... Fue una charla mar avillosa, Pedro, repeta el P. Joo Bosco. Aquella tarde y la maana siguiente visit la aldea, convers, se mezcl familiarm ente con los Tapirap, recibi un collar de presente... Y celebramos, en la casa hum ilde, igual, de las Hermanitas, una Misa conmovedora: Yo te bendigo. Padre, porqu e has escondido estas cosas a los sabios y prudentes y las has manifestado a los

pequeuelos.... En el suelo, sobre las esteras de paja, antes de la comida, una Eu carista de testimonio indgena total.

Ribeiro Bonito El Padre y yo regresamos a So Flix el da 8. Y all permaneci l conmigo un da ms, rque yo necesitaba encaminar algunas providencias en la curia. El da 11, a las 6 de la maana, tomamos el expresso Xavante de la lnea So Flix-Barra do Garas y a la una de la tarde llegamos a Ribeiro Bonito, un lugarejo, todava rea de la Prelatura, de mil y tantos habitantes. Este fue el ltimo viaje consciente del P. Joo Bosco. Por la carretera iba co mparando la tierra, las haciendas, los hombres de la regin, con la realidad, igua l y diversa, del rea de Diamantino. El P. Joo Bosco era muy observador, minucioso. El poblado celebraba las fiestas de Nuestra Seora. Aparecida, patrona del l ugar. Yo iba a Ribeiro Bonito para acompaar al Pueblo en esas fechas. Y este ao bamo s a decidir cmo construir la iglesia, pues el villarejo tiene apenas una chabola, semiabierta, de barro y paja, para sus celebraciones. El P. Joo Bosco decidi pernoctar all: conocera el personal del equipo que all t rabaja y conocera al Pueblo. Al da siguiente proseguira su viaje hacia Barra, Cuiab, Diamantino... y la lejana aldea de sus indios Bakairi. Slo que los planes de Dios eran otros. Cuando llegamos a Ribeiro, en seguida nos sentimos tocados por un cierto cl ima de terror que flotaba sobre el lugar y sus alrededores. La muerte del soldad o Flix, de la Polica Militar, muy tristemente conocido haca cinco aos, en la regin, p or sus arbitrariedades y hasta crmenes, y muerto en una ltima provocativa arbitrar iedad, trajo al lugar un gran contingente de policas, y con ellos la represin arbi traria y hasta la tortura. As y todo, el Pueblo celebraba las fiestas de la Patrona. Aquella tarde el P. Joo Bosco acompa al Pueblo, rezando y cantando, en la procesin al arroyo local (d e ah el nombre de Ribeiro Bonito) en donde se bendijo el agua del Bautismo que iba a ser administrada al da siguiente. Y en esa procesin, providencialmente, fueron fi lmadas las ltimas escenas de la vida del P. Joo Bosco. Dos mujeres, sobre todo, doa Margarita y doa Santana, estaban sufriendo en l a Comisara, impotentes, y bajo torturas, esa represin inhumana: un da sin comer ni beber, de rodillas, brazos en cruz, agujas en la garganta y debajo de las uas... Eran ms de las seis de la tarde, y sus gritos se oan desde la calle: No me gol peen! Decid ir a la Comisara, para interceder por ellas. Un muchacho de la Misin qui so acompaarme. Tem por l y no se lo permit. El P. Joo Bosco, que estaba leyendo, reza ndo, como ley y rez mucho durante esos das que convivi con nosotros en la Prelatura, se empe en acompaarme. La oscuridad que se acercaba, la arena en la calle, el terror perceptible en el aire, en el silencio, nos acompaaron. Cuando llegbamos al terreno de la pequea Comisara local, cercado de alambre, el cabo Juraci sala. Posiblemente nos vio llegar. Volvi, pocos minutos despus, con el cabo Messas y dos soldados; los tres ltimos, de uniforme. En una camioneta del B racinho -edecn de la Polica, segn el calificativo del Pueblo del Ribeiro- dirigida en aquel momento por su hijo, de 12 aos, Genivaldo Pedro Nunes. La camioneta par al lado de la Comisara. Y los policas nos esperaron en hiler a, con actitud agresiva. Pasamos la cerca de alambre que iba a ser tambin cerco d e muerte. Yo me present como el obispo de So Flix, dando la mano a los soldados. El P. Joo Bosco se present tambin. Y tuvimos aquel dilogo, de tal vez tres o cinco minutos. Sereno de nuestra parte; con insultos y amenazas, incluso de muerte, por parte ellos. Cuando el P. Joo Bosco dijo a los policas que denunciara a sus superiores las arbitrariedades q ue estaban practicando, el soldado Ezy Ramaltho Feitosa salt hasta l -tres metros apenas- dndole una bofetada fortsima en el rostro. Intilmente intent cortar ah el imp osible dilogo: Joo Bosco, vmonos.... El soldado, seguidamente, descarg tambin en el ro tro del Padre un golpe de revlver y, en un segundo gesto fulminante, el tiro fata l, en el crneo. Sin un ay, el mrtir -el mrtir, s- cay, tieso; pens que muerto. El aire se conge l, y la noche. Me inclin sobre el herido, lo llam, respondi. El cabo Juraci coment, t

al vez aliviado, tal vez irresponsable: Fue un tiro para asustarle.... Y an quiso e xplicarme el hecho, con triste superioridad de suboficial: Soldado..! Ped el coche, ped que me ayudasen a cargar en l al herido. Dos de los policas, efectivamente, me ayudaron. Y el nio conductor y yo llevamos al Padre al dispens ario que la Prelatura tiene en el lugar, a 300 metros apenas de la comisara. El Dr. Luis y la Hermana Beatriz, enfermera, ambos de nuestro equipo, inte ntaron hacer lo imposible. Y todos nosotros, all presentes, y el pueblo, los homb res sobre todo, acompaamos, ansiosos, solidarios. El Pueblo comentaba con palabra s gravsimas: Si fuera uno de nosotros, uno est acostumbrado, es cosa de cada da...; pero un Padre... Esa polica se est hundiendo mucho!.... Aquella noche, se suspendi el acto de la Novena, con Misa, a la Patrona, pa ra mayor seguridad. de todos, en primer lugar. Y se pidi al Pueblo que volviese a sus casas, para rezar, a esperar. En la primera limpieza de la sangre, coagulada, en el parietal derecho, ap arecieron hilachas de la masa enceflica. Pronstico reservado, Pedro..., me dijo, ang ustiado, el Dr. Luis. Qu hacer? Salir de noche para un lugar con recursos, en ese caso significara viajar unas 15 horas, hasta Goinia. La Polica, por otra parte, segn el comentario d el Pueblo, nos estara esperando al acecho, en la carretera de Barra do Garas, que es tambin el camino de Goinia. Hasta las 10 de la noche, imaginbamos poder llamar, por la radio local, alg una avioneta, para la madrugada siguiente.

Agona de mrtir Entre tanto, el P. Joo Bosco viva, consciente y generoso, su agona de mrtir, f uerte, sufrido, en oblacin. Invoc varias veces el nombre de Jess. Ofreci varias vece s su sufrimiento por los Indios, por el Pueblo. Por el Pueblo de nuestra Prelatu ra, por el Pueblo de su Prelatura de Diamantino. Se acord del CIMI, de don Toms Ba lduino, su presidente. Lament con nostalgia conmovedora: Siento no haber tomado no ta de lo que los indios (Tapirap) conversaron.... Recibi la Uncin, de mis manos, lcid o y fervoroso. En latn, porque l rezaba en latn su breviario, hasta el ltimo da. Le r ecord, una y otra vez, que al da siguiente era la fiesta de Nuestra Seora Aparecida , y l asenta y ofreca de nuevo su dolor. Apretaba mi mano, la mano del P. Mximo. Brome con ste, an. Nunca quiso escupir en el suelo o en la pared -ni a pedido del mdico-, siempre comedido en sus gesto s. Su ltima palabra inteligible fue la palabra, de Pablo -He acabado mi carrerao la palabra del propio Jess -Todo est consumado!-. Intent incorporarse y dijo, solem ne: Don Pedro, hemos acabado nuestra tarea!. Despus, ya ms de las diez, noche y expectativa adentro, en una camioneta esc oltada por un coche amigo, el mdico, la Hermana y yo salimos, con el padre, bajo el suero, respirando l como un motor cansado, por la carretera de So Flix, por la d esastrosa carretera del Xing, en busca de un taxiareo de la Taxi-Areo Gois que sabamos pernoctaba en una hacienda. Fueron cuatro horas de mortal ansiedad. El P. Joo Bos co fue santificando, con el resto de su vida, ofrecida al viento de la noche y a Dios, aquellas carreteras, aquellas haciendas, donde tantas vidas humanas, annim as, sufrieron y fueron sacrificadas. Fue aquel un va crucis de Redencin por los ca minos de la Amazonia Legal, por las tierras de los indios, de los posseiros, de los peones. A las cinco de la madrugada, cuando la luz todava intentaba delimitar el ho rizonte, volamos hacia Goinia, hacia el Instituto Neurolgico de la Avenida T. Todo era intil, mdicamente. El P. Joo Bosco estaba con el cerebro ya muerto, en estado de vasoplega. La noticia corri por Goinia, por el Pas, por el extranjero. Don Fernando, la CNBB, los Padres Jesuitas, el CIMI, la familia Burnier, la Prensa... Y todos sentimos luego que aquella vida inmolada se tornaba testimonio y c onmocin. Era un misionero entre los indios quien mora, y mora para libertar de la t ortura a dos pobres mujeres del Pueblo del interior. Al otro da, la capilla ardiente y, sobre todo, la Misa, en la catedral de G oinia, expresaran magnficamente ese valor de testimonio, ese martirio de Caridad y

por la Justicia. Y esa comunin de la Iglesia del Centro Oeste (Mato Grosso y Gois) y de tantos lugares del Brasil. Diamantino y So Flix, particularmente, con Guiratinga -el tringulo misionero del Nordeste del Mato Grosso- quedbamos como sellados por una alianza de compromi so y de testimonio.

La vida nace de la muerte En Diamantino, donde el P. Joo Bosco fue sepultado, por derecho incuestiona ble de Misin, el Pueblo particip de la Misa y del entierro con una fe expansiva, v ictoriosa. Un editorialista de O Estado de So Paulo no iba a entender por qu se pres entaban en la iglesia las camisas del Padre manchadas de sangre, ni por qu se tra duca remisin por Liberacin -que es para nosotros, una remisin plena-. El Pueblo es qu entiende de sus mrtires... Tampoco entenda bien esa historia aquel terrateniente que comentaba, esa misma noche, en el hotel: Esos padres... imaginan que... Slo tie nen peones con ellos!.... Un periodista llor, en la Misa, cuando alguien dijo que la Libertad se compr a con la sangre y la Vida nace de la muerte. El s que entendi. Los padres Jesuitas divulgaron un ptimo documento que, entre otras leccione s de humildad y de compromiso, agradece a los indios, a los posseiros y a los pe ones, porque educaron al P. Joo Bosco en el Evangelio. Esos Jesuitas tambin entend ieron. Cuando enterrbamos, bajo el calor del Mato Grosso, casi al medio da, el cuer po-semilla del P. Joo Bosco Penido Burnier, misionero y mrtir, junto a la alambrad a -smbolo de todas las cercas del Latifundio que oprimen el Pueblo de nuestra Ama zonia- Dios puso una seal en el cielo: el arco iris ci de Gloria y de Paz la nube o scura que flotaba entre el sol y la tierra, en aquella hora. El Pueblo planta la Cruz y derriba la crcel. Como es de tradicin en el Brasi l, el Pueblo de Ribeiro Bonito, Cascalheira y alrededores quiso celebrar la Misa del 7 dia por el querido difunto P. Joo. Convidaron a las otras comunidades de la Prelatura, con un folleto que pre sentaba dos manos traspasadas, con las sogas rompindose, las rejas al fondo y est a palabra de Jess: Ven, bendito de mi Padre, porque yo estaba preso y t me visitast e. La Misa fue el da 19 de octubre, en la choza-capilla del lugar; y los texto s, los cantos y las expresiones espontneas del Pueblo manifestaron muy al vivo lo que aquella Misa significaba: Estamos aqu hoy... para celebrar la pasin y muerte del P. Joo Bosco, en la esp eranza y en la Fe de la Resurreccin en Jesucristo. Hemos venido tambin para manifestar nuestra unin y nuestro deseo de Liberacin. Que nuestra presencia sea una protesta silenciosa contra los opresores, los explotadores, representados por la polica, responsable de tantas injusticias y t anto sufrimiento del Pueblo. Que esta celebracin nos haga ms conscientes de nuestra propia fuerza..., de q ue somos nosotros y slo nosotros que conseguiremos nuestra libertacin . Que la sangre derramada por el P. Joo Bosco nos comprometa en esta jornada. Y cantaban: Resucit, aleluya, y an estoy con vosotros, aleluya! Y luego: Gloria a Cristo que saca a su Pueblo de la esclavitud!. Se ley tambin el xodo (2, 23-25 y 3,7-10): los gritos del Pueblo que suban has ta Dios y la decisin que el Seor toma de libertarlo. Y una Carta del Pueblo del lugar a los Cristianos: Hermanos, aqu en nuestro lugar, la Pasin y Muerte de Cristo se ha hecho pres ente y se ha renovado en el Padre Joo... Como le sucedi a Jesucristo, el P. Joo fue muerto porque defenda la verdad, l a justicia y la libertad. l era una espina en los pies de los poderoso y opresores. Por eso encontrar on el modo de hacerlo callar: lo asesinaron. Como deca Loureno, indio Bororo, cuando asesinaron al P. Rodolfo, en Meruri: Las armas son el argumento de los cobardes. Esta muerte no es aislada. En otras partes del Brasil, obispos, sacerdotes , polticos, estudiantes, obreros y labradores son presos, torturados y muertos po

r la misma causa: la causa de la Justicia, la causa del Pueblo. Pero la muerte no es el fin. La muerte es paso para la Vida. Y esta muerte nos hace despertar... ...Tenemos un compromiso. Un compromiso con nuestra liberacin... ...Hay que tener fe y creer que todos somos personas, que todos somos igua les. No hay que tener miedo delante de la fuerza de los grandes. Nosotros somos fuertes. El Pueblo unido tiene a Dios consigo! Como Evangelio, se leyeron estos versculos de Juan (15,12-13; 18): Dijo Jess: Mi mandamiento es ste: amaos los unos a los otros como yo os he amado. El mayor amor que uno puede tener por sus amigos es dar la propia vida por ellos. Si el m undo os odia, recordad que primero me odi a m. Coraje: Yo he vencido al mundo. Despus de las lecturas, el celebrante, P. Mximo Paredes, convid al Pueblo a e xpresarse. Y el Pueblo habl; con una lcida pasin: Hay un gran silencio ahora, pero durante estos das no hemos vivido en silenc io y paz delante de una muerte tan injusta. El P. Joo muri en lugar nuestro, porque no tuvimos el coraje de ir juntos has ta all. Es hora de saber de qu lado uno est: si del lado del Pueblo o del lado de los "tiburones". Hemos despertado con esta muerte. No podemos seguir aguantando, apaleados c omo perros. Todos juntos somos fuertes. El P. Joo muri porque defendi la libertad de dos mujeres del Pueblo. Es bueno recordar que por esta misma causa el obispo y el personal de la Misin son llamado s comunistas y subversivos. Gente, luchamos por lo que es nuestro. No debemos tener miedo. Somos fuerte s, juntos. El P. Joo no muri, l cotina vivo entre nosotros.... Y luego cantaron: Creemos, Seor, que has de salvar a tu Pueblo. Y, en el ofer torio: ofrendamos al Seor un mundo nuevo, el futuro de su Pueblo. Y, en la comunin: N o hay mayor prueba de amor que dar la vida por el hermano. Y, al final de la Misa : Somos un Pueblo de gente, -somos el Pueblo de Dios. -Queremos tierra en la Tier ra; -ya tenemos tierra en el Cielo. Despus de la Misa, las mujeres que haban sido torturadas convidaron al Puebl o a rezar un rosario por el P. Joo y luego, siguiendo la costumbre cristiana del Pueblo, se llev una gran Cruz, de madera de candeia, incorruptible, al lugar del as esinato. En procesin, con velas encendidas y una lmpara de gas en las manos del ce lebrante, llenando la noche de destellos y de un religioso silencio de oracin. Llegando al lugar del martirio, se plant, honda, la cruz. La inscripcin de l a tablilla deca elocuentemente: Aqu el da 11-X-1976 fue asesinado por la polica el P. Joo Bosco, por defender la Libertad. De pronto el silencio se rompi y el Pueblo volvi a expresarse, incisivo: Ellos pueden sacar esta cruz, pero nosotros no olvidaremos, pondremos otra. Esta crcel slo ha servido para prender y maltratar a gente pobre: posseiros y peones. Nunca se vio en ella un rico. Maana, si un hermano nuestro es preso injustamente, tendremos el coraje de ve nir aqu todos como hoy, para libertarlo? La cruz representa nuestra liberacin; esta crcel representa la persecucin, la tortura, el asesinato y todo lo que nos aterroriza. Entre la Cruz y la crcel, es mejor echar la crcel. Varios de los presentes declararon que ya haban sido presos all injustamente y que all haban sido maltratados. Fue entonces cuando el Pueblo -dice la relacin de Alvorada, el 21 de octubre de 1976- decidi abrir las puertas de la crcel para que jams nadie fuese all preso y maltratado, injustamente. Y el Pueblo todo particip con mucha ira y sed de justic ia. Quien no poda destruir, animaba... Todo el Pueblo, all reunido, centenares de personas, particip en la destrucc in, con las manos, con palos, con piedras; fueron incluso a buscar hachas. Quien n o poda acercarse, aplauda y gritaba animando.

Ser eso violencia? (pregunt alguien y se respondi a s mismo): Violencia es ellos matar al Padre y quema nuestras casas. Alguien, en el Brasil y en el exterior, ha calificado ese gesto del Pueblo del Ribeiro como de una pequea derribada de la Bastilla. Muchos han vibrado con ese gesto. Porque eran muchedumbres del Pueblo, de los Pueblos, las que hablaban po r medio del Pueblo del Ribeiro. Conste que yo no estaba all. Estaba en Goinia y en Cuiab, en los trmites de en tierro, proceso, escritos, subsiguientes a la muerte del P. Joo Bosco. Supe de lo acontecido dos das despus. Pero en la introduccin del susodicho relato de Alvorada e xpreso bastante claramente mis sentimientos acerca del suceso: ...El Pueblo ha hecho del P. Joo Bosco un mrtir suyo. Y ha descubierto en la muerte generosa del misionero una seal del Evangelio de la Liberacin... El Pueblo celebr la Eucarista, plant la Cruz y derrib la crcel,todo en un solo gesto. Se podr discutir la tctica de los gestos del Pueblo. Sin embargo, cuanto men os tcticos, ms espontneos. Y acaso no tendr el Pueblo sus gestos profticos? Los gesto s del Pueblo son la voz del Pueblo y la voz del Pueblo es la voz de Dios. El juicio que hagamos de esos gestos y de esa voz depender de la distancia o de la proximidad en que vivamos del sufrimiento, de la angustia y de la Espera nza del Pueblo. Depender de la medida en que vivamos el Evangelio del Hijo de Dio s encarnado en la hora y en la historia de un pueblo, dentro de la Historia de l a Humanidad, y Muerto y Resucitado para transformar esa Historia en Misterio de Salvacin. Sin odio al odio y sin miedo a la Libertad, aada yo, proseguiremos nuestro cami no, seguros del Amor que nos am hasta el fin. Otros, sin embargo, se sintieron con miedo ante ese gesto de Libertad del Pueblo. Y se organiz una aparatosa represin que iba desde los interrogatorios form ales hasta las insidias y las amenazas. Lo de menos era hacer justicia. Todo el mundo sabe cmo los torturadores del Pueblo y el asesino del Padre se movieron a sus anchas y cmo, una vez presos, tr es de ellos, Ezy incluido, huyeron de la prisin, despus de arreglar sus maletas co mo quien prepara un viaje de vacaciones. Ezy contina libre y el proceso est encallado. Como est prcticamente encallado el proceso contra los asaltantes y asesinos de Meruri, del cual proceso han sido dispensados los verdaderos responsables: Joo Mineiro, Jos Antonio Miguez, Nonato Rocha. Este incluso fue elegido alcalde, despus, por el Partido del Gobierno..! La Polica Federal que estuvo luego varios das en el Ribeiro, quera arrancar de l Pueblo el falso testimonio de mi presencia e intervencin all, por ocasin de la Mi sa del 7. da y la derribada de la crcel. Pero el Pueblo -que se present voluntariame nte y en masa, para declarar- tuvo una declaracin invariable: Fuimos todos nosotros, fue el Pueblo Yo me acord muchas veces, aquellos das, de la respuesta del Pueblo de Fuente ovejuna, en el drama clsico espaol: -Quin mat al Comendador? -Fuenteovejuna, seor. -Y quin es Fuenteovejuna? -Todos a una! El Dr. Helio, presidente de la Investigacin de la Polica Federal, quiso most rar la gravedad del acontecimiento como un hecho de mbito nacional. El Pueblo fue amenazado, entonces y despus, muchas veces, en sus declaraciones, con la venida de batallones enteros, de paracaidistas incluso... Supimos de la propia Nunciatura que el Presidente Geisel se haba mostrado i rritadsimo con lo sucedido en Ribeiro Bonito, en el derribo de la crcel-comisara, y que si se demostraba mi participacin no habra fuerza que pudiese impedir mi expuls in del Brasil. Tres policas, disfrazados de periodistas, pero mal disfrazados, quisieron c ogerme por la palabra, en Goinia, mientras yo grapaba las Alvorada que llevaran a lo s amigos del Brasil la noticia evanglica de aquella gesta popular. Ellos fueron l os primeros en recibir, de mis manos, el relato, an palpitante. Surgi colectivamente una iniciativa, la mar de lgica. Haba que construir la i

glesia de Ribeiro Bonito all donde fue martirizado el P. Joo Bosco. La idea fue del Pueblo y todos la acogimos calurosamente. En el Brasil y f uera del Brasil. Menos la Polica Militar del Mato Grosso. Fue ella quien arranc la tablilla de la Cruz. Ella quien arranc la Cruz con la segunda tablilla, esta vez placa, de hierro. Y esa Cruz bendita ha pasado sem anas echada en el suelo de la Comisara provisoria de Ribeiro. Y el Pueblo ha visto cmo algunos policas la insultaban y hasta la escupan. El da 15 de abril visit en Cuiab al Coronel Geraldo de Oliveira e Silva, Coma ndante de la Polica Militar del Estado, para pedirle, en nombre del Pueblo, permi so para construir la iglesia en el lugar del martirio del P. Joo Bosco. El terren o es de la alcalda. Y el alcalde de Barra do Garas, Sr. Wilmar, no tena el menor in conveniente. La polica disfrutaba apenas derecho de posse o utilizacin de la Comisara que el propio Pueblo haba construido all. El Coronel Geraldo se cerr en banda, y neg rotundamente el tal permiso. Me d ijo que toda la Corporacin policial le presionaba en ese sentido: a no ceder. Que la Polica Militar del Estado haba sido ofendida por muchos en la ciudad y en el P as, por la Prensa sobre todo, a raz de la muerte del P. Joo Bosco. Que l mismo haba r ecibido innumerables cartas y telegramas llamndole jefe de asesinos... Era un probl ema de afirmacin de la Polica, subray, no aceptar que se construyera la iglesia en el lugar que el Pueblo quera. Yo siempre entend que la nica manera de la Polica recupe rarse un poco, frente a la opinin pblica, era precisamente aceptar. Pero cada uno t iene su punto de mira..! No hubo modo. Y me limit a decirle, para terminar: -Entonces, Sr. Coronel, el dilogo est cerrado. Vamos a dejar ese asunto para Dios y para la Historia. La iglesia, naturalmente, se construir. En otro lugar, no importa. Lo que i mporta, en todo caso, es la Iglesia viva que se est construyendo sobre los fundam entos de la sangre mrtir. Un da el lugar del martirio del P. Joo Bosco Penido Burnier ser respetado, ta mbin pblicamente. Cuando las autoridades sean otras y estn de verdad al servicio de l Pueblo... An veremos las flores y la gratitud crecer all, en un monumento. La me moria de los santos recupera sus derechos, ms tarde o ms temprano. A la Historia m e atengo. Una muerte vivida. Un clamor continental Quiero tambin recoger aqu unos fragmentos de la declaracin que prest al peridic o goiano O Popular, el da 14 de octubre de 76. En ella, con palabras mas, reproduzco el pensamiento de muchos en torno a la muerte del P. Joo Bosco Penido Burnier: La muerte del P. Joo Bosco es un sacrificio ms de la Iglesia misionera. Sacri ficio en el sentido positivo, cristiano, de la palabra. Esta tampoco fue una mue rte ni "morrida" ni matada, sino vivida. Una muerte asumida por el Evangelio y p or el Pueblo... ...Esta muerte es tambin para m una seal de la creciente oleada de la persecu cin contra la Iglesia del Pueblo, en toda esta Amrica Latina. Ninguno de nosotros se siente muy lejos de la muerte, en esta hora. En todo caso es una muerte-martirio, es decir, un testimonio y un compromi so de fe y de esperanza. Quien muere as da vida. ...Habremos de hacer que esa sangre del Padre Joo Bosco no sea intil. La san gre siempre compromete. ...La opinin de varios sectores de la Iglesia y de la poblacin en general... coincide en que no se puede minimizar el hecho considerndolo aislado o eventual. Muchos hechos semejantes estn sucediendo en este Pas y en aquella regin, concretam ente, como tambin en toda Amrica Latina. Todos ellos, de un lado, cuando envuelven a personas de la Iglesia alcanza n a aquellos cristianos -obispos, sacerdotes o seglares- comprometidos por el Ev angelio con el Pueblo. De otro lado, todos esos hechos provienen de los poderes -de la, poltica, del dinero, de las armas, del latifundio- interesados en mantene r ese mismo Pueblo en la secular dominacin. El tiro podr ser de un pistolero o de un soldado, pero ellos son apenas pie zas de un sistema inhumano de prepotencia y opresin...

...La impunidad de esos sucesivos crmenes confirma esta opinin. Esos crmenes y esa impunidad mantienen, por ahora, el Pueblo en un clima de terror e impotenc ia. Sin embargo esos mismos crmenes y esa misma impunidad, un da, maana, provocarn u na reaccin del propio Pueblo que -hipcritamente- los poderosos considerarn violenta , ilegal, subversiva. Desde un ngulo de fe y de verdadero compromiso con el Pueblo, la persecucin y el martirio no intimidan: esclarecen y confirman en la opcin y comprometen ms se riamente en la trayectoria. Toda esta sangre no es muda y se est transformando en un clamor continental por la Justicia y a favor de las justas reivindicaciones y adquisicin de todos sus derechos por parte del pueblo indio, labrador, obrero. (SEDOC, diciembre 1976, 674-675) Octubre. Da 19. Debo aadir, a esa peticin del da 2, "el don de la alegra". Amrica Latina est pasando por el fuego y por la sangre. La Iglesia de Amrica Latina ha llegado a la hora del testimonio. (Entre los muchos nombres gloriosos que yo quisiera citar aqu, debo recorda r, por lo menos, a Mjica, a Hctor, a Angelelli; a mi paisano Joan Aisina, cuya bio grafa en cataln -Xile al cor- yo prologu.) Da 12 de noviembre. La muerte del P. Joo Bosco, nuestro santo mrtir, entre otr as cosas, ha transtornado nuestros programas. Los santos siempre transtornan.

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Aquel otoo, del 24 al 27 de octubre, tuvimos un retiro espiritual en el Cen tro de Formacin de Lderes, de la dicesis de Gois -tantas veces acogedora Betania par a nuestra Iglesia de So Flix-. Al socaire de las verdes montaas silenciosas, calzad o de calles de piedra antigua donde los coches a duras penas caminan sobresaltndo se, y cercado de tradiciones arcaicas, aquel Centro, bajo el cayado pastoral de Don Toms, ayudado por sus colaboradores -criticados pero consecuentes-, se ha con vertido en un foco de irradiacin pastoral ms all incluso de las fronteras del Pas. P or sus comunidades eclesiales de labradores, conscientes y responsables, por un ancho magisterio del Pueblo de Dios en hojas multicopiadas y por la fermentadora presencia de la Iglesia de Gois en las ms significativas horas y recodos de la Ig lesia nueva del Brasil. Dicho sea en honra de Dios y de la Seora Santa Ana, madre de Nuestra Seora y Patrona de Gois Velho. El retiro fue orientado por Arturo Paoli, antiguo dirigente de Accin Catlica en Italia y amigo de Montini, Hermanito del Evangelio ahora, escritor, contempl ativo y comprometido con la verdadera Liberacin -que es la total- en esta Amrica L atina. Perseguido tambin, como es de evanglico derecho en estos casos. El 12 de noviembre, mi Diario deca as, hablando de ese retiro: En buena hora para m que, desde la muerte de Joo Bosco y por otras referencia s y acontecimientos, me siento cada da ms prximo a la esperada hora. De hecho, la muerte rondaba, como dira Garca Lorca. Y uno la senta, sobre tod o cuando llegaba la noche o por ciertos caminos o delante de ciertas miradas y u niformes. Testigos presenciales me informaron del intento de matarme, en So Flix, el m ismo da 22 de setiembre en que don Adriano era secuestrado en Nova Iguau. Queran, lo s enemigos del Pueblo, dar una leccin a la Iglesia del Pueblo, simultneamente en la ciudad y en el campo? Aquella maanita yo haba salido de So Flix para Porto Alegre, a orillas del ro Tapirap, donde el Pueblo celebraba sus fiestas de Nuestra Seora de

la Liberacin, la antigua y barcelonesa Virgen de la Merced, Libertadora de cautiv os. De ese retiro con Arturo Paoli recog un florilegio de reflexiones sobre Dio s, Jesucristo, la Iglesia, la Oracin, la Vida Religiosa. Voy a copiar algunas: Jess trae una nueva relacin (amar es relacionarse, la vida humana es relacin); - con el origen (el Padre), - con los otros (los hermanos), - con las cosas. Y nos libera de las antiguas relaciones. La Iglesia es el lugar donde se hace visible, activa y actual (sacramentalm ente) esa nueva relacin que Cristo nos ense a vivir. Jess nunca neg a Israel. Nunca acept a Israel. Ese es el misterio de la Iglesi a frente al Mundo. La Iglesia es, fue y ser siempre una tensin entre el culto y la profeca. (La t entacin de dar un culto puro a Dios. Herencia de la cultura griega, dualista, maniq uea. Falta de formacin dialctica.) Cmo hace presente la Iglesia la Liberacin de Cristo?: - por la lectura (positiva y negativa = crtica) de cada hora; - ayudando prcticamente al Hombre a realizarse, segn el plan de Dios, y a realizar el Mundo; -visibilizando la Salvacin de Cristo; celebrndola. Contemplacin es aquel descubrimiento por el cual una persona se siente profu ndamente amada del Padre, co-amada con los hermanos y amada de ellos, y entre la s cosas amadas. Orar es frecuentar el Seor Jess. Cuanto ms profundamente entro en la oracin, ms me siento polticamente compromet ido. Fui a convivir con los pobres porque ellos son el lugar privilegiado donde se manifiesta el Seor. La Vida Religiosa es anterior al Evangelio y coexiste con l, transformada po r l, en la Historia de la Iglesia. Lo que importa entonces es descubrir la vida r eligiosa evanglica. La Vida Religiosa ha fallado porque no ha presentado una alternativa a la s ociedad de hoy. La Pobreza religiosa es la comedia ms humorstica de la Historia (cito textualm ente, pero estoy de acuerdo con la cita). Durante ese retiro le los originales del libro de Fray Mateus Rocha, domini co, sobre la Vida Religiosa -Projeto de Vida Radical-, editado por Vozes y al que y o puse prlogo. El libro -que concuerda muy bien con las ideas de Arturo Paoli- es un manifiesto, inteligente y comprometedor, sobre la nueva Vida Religiosa. Su s eal, su piedra de toque, ser el Pueblo: la encarnacin socio-poltica tambin. Por el Ev angelio, claro. (Por el Evangelio, como raz, savia y plenitud esperada. No por tct ica, simplemente). El libro propone la Vida Religiosa como aquel santo desvo (o desvaro) de ayer, v ido tambin hoy. Y todo l puede sintetizarse en estos tres puntos que son tambin tre s niveles de vivencias: - conciencia revolucionaria, - actitud proftica, - vida radical. Fray Mateus es un semianacoreta de Emas, al margen de las estructuras -como l di ce-, contemplativo y activo entre los hombres y las criaturas amadas del campo y las montaas de Gois. Uno de esos maestros espirituales que han sobrevivido a tantos magisterios muertos... Diciembre. Da... (El Diario se olvid del da):

Llegu ayer a So Flix, despus de viajar cinco das, desde Goinia. El puente de los Arees, cado y la vieja balsa, hundida. Ciento cincuenta coches esperando. Todo un pueblo.

Pasamos casi dos das Maxi y yo en un "barraco" de peones. (All escuch los rel atos, vividos por ellos, de brutalidades y muertes en tantas haciendas muy conoc idas, la Codeara incluida, naturalmente. Macabras muertes en masa, incluso, tiend o el agua del lago..!). All fuera estn tensas las relaciones Iglesia-Estado. Primero y sobre todo po r la Comunicao Pastoral ao povo de Deus (que la Comisin Representativa de la CNBB p ublic el da 25 de octubre). Despus -la gota de agua- por la nota de la CPT (Comisso Pastoral da Terra) sobre el P. Maboni (misionero en la Prelatura de Conceio, al qu e la Represin atribuy unas declaraciones malvolas, forjadas bajo la tortura). La Comunicao Pastoral ao Povo de Deus es un documento extraordinario de la Igl esia del Brasil, por la oportunidad de su publicacin, por el estilo, todava nuevo, tan verdaderamente pastoral que pone el dedo del Evangelio en los hechos concre tos, con nombres y lugares y responsabilidades. Analiza esos hechos y sus races, a la luz de la Palabra de Dios, y devuelve al Pueblo cristiano el eco de comprom iso que esos hechos despertaron en los Pastores. Nuestra intencin -dice, ya en la Introduccin- es iluminar con la luz de la Pa labra de Dios los acontecimientos actuales (Meruri, don Adriano, Ribeiro Bonito, D om Hlder, Censura, Riobamba...) para que los cristianos tomen, delante de ellos, u na actitud de fe y coraje, una animacin parecida con aqulla que da el Libro del Ap ocalipsis. Al cristiano le est prohibido tener miedo. Le est prohibido estar trist e. El Diario, en ese mismo da X, interpretaba: Hay unas ciertas ganas de contener a la Iglesia "de la Tierra", a nuestra I glesia de la Amazonia. Es Adviento. Siempre es Adviento. Ven, Seor Jess. En el Encuentro del equipo de la Prelatura, Carlos Mesters nos dio unas del iciosas lecciones de Biblia. Yo me encontr otra vez con ella, con una fresca sens acin de hallazgo, de plenitud. Era el Seor que hablaba y actuaba. Era su Pueblo. E ra el luminoso Misterio de la Historia y la Esperanza humanas. 1977. Enero. Da 6. Epifana. Da de la Luz manifestada. Da de la fidelidad de la Luz. Da de la universal Evangelizacin. Da de la Fe Catlica. Da de la Salvacin de todos los Pueblos de la Tierra. Da de la Misin. Epifana del Seor. "Dios (encarnndose), dice L. Boff, no responde pero vive una respuesta." Sigo deseando la contemplacin, el desierto. Que, en todo caso, deber hacer den tro de m, a fuerza de fe y de escucha. En la oracin y en la paz conquistada y grat uita. Llueve. Llueve intensamente. Maana, Dios mediante, voy a Conceio do Araguaia, para una concelebracin de sol idaridad con las Iglesias de Conceio y de Marab, particularmente atribuladas esta t emporada ltima." (Mientras escribo estas lneas, recibo la noticia de que, otra vez, la terce ra, Don Estvo y Don Alano, obispos de Conceio y de Marab, respectivamente, han tenido que responder a Investigacin Policial Militar, en Beln, con varios de sus colabor adores. Porque esas Iglesias se han comprometido con el Pueblo en la problemtica de la tierra, sencillamente. A ambos acabo de enviar un telegrama de comunin total. Ya que nos hacen sol idarios en la sospecha y en la persecucin, seamos -antes y despus- solidarios en l a comunin fraterna, y en la Esperanza. Todo es Araguaia. Todo es un mismo Pueblo. Todo es una sola Iglesia). Anoche -sigue el Diario- hablbamos, con Pedrito, sobre el ministerio sacerdo tal. Sobre la sacramentalizacin. Sobre el pueblo-masa y las comunidades. Que el E spritu Santo nos muestre el camino. No podemos pretender hacer un gheto puritano. Tampoco debemos desvirtuar la sal, el fermento. Los Sacramentos continan siendo para los hombres; tambin para los hombres de hoy. Muchas muertes matadas, dentro de la regin de la Prelatura. No s cmo enfrenta r ese doloroso misterio. Se mata exasperadamente. Se mata porque no se vive. Est amos lejos de la Justicia que haga posible una alegre convivencia humana en la q ue la vida tenga valor central.

Febrero. Da 2. En Cristo, Dios tiene para siempre rostro humano". "Dios no justifica la permanencia sino el porvenir". Porque fue Jess y es Jess para siempre, es el Cristo Seor, ese Hijo de Dios h echo hombre que, como hombre histrico, revela al Dios verdadero y distinto, Padre de todos los hombres, Seor de todos los Pueblos. (Acabo de leer un buen libro de Christian Duquoc: Jess, Hombre libre), Martirio, el testimonio de la palabra, de la vida, de la muerte. Da 25. Copio estas reflexiones de Hctor Borrat, director que fue, en Montevid eo, de la penetrante revista Vspera, cerrada por la represin. (Estas reflexiones son de un artculo suyo: "El postconcilio desde Amrica Latina", publicado en El Ciervo): "...Suele mantenerse esa empecinada pretensin de "unidad", abstracta y por encima de las disputas, que tantos pastores confunden con la "koinonia". ...Conservadores, desarrollistas y revolucionarios comparten una desespera nzada memoria de Jesucristo. Bajo signos ideolgicos contrapuestos, sus imgenes de El quedan ancladas en el pasado. Lo recuerdan, pero no Lo esperan. Privndolo de s u futura parusa Lo privan de contemporaneidad. Lo dejan muerto, veinte siglos mue rto, y por tanto sin poderes para, convocar la asamblea de fe, sin poderes para libertar esta tierra y esta historia". Estoy leyendo el libro de Hans Kng, Ser cristiano. Me gustan el enfoque y el aliento de "Suma". Quizs el sentido socio-poltico sea demasiado "europeo"...

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Del 8 al 17 de febrero de 1977 celebramos, en Itaici, cerca de So Paulo, la XV Asamblea General de la CNBB. Fue una Asamblea notable, por varias razones. En ella se lanz el documento 'Exigncias Crists de uma Ordem Poltica' , aprobado por la casi totalidad del Episco pado, con slo tres votos en contra. Este documento completa, en la esfera de los principios, aquel documento proftico de la Comisin Representativa, Comunicao.... Pedaggico y fundamental, este documento de Itaici da, en varios apartados b reves, las lneas maestras de un orden poltico nuevo, sencillamente humano, cristia namente humano, mejor: -La Salvacin inaugurada por Cristo -La Misin de la Iglesia -El hombre, ser social - El origen de la sociedad poltica -Los Modelos -Derechos y deberes del Estado -Deberes de las personas para con el Estado -El Bien Comn -La Marginacin como negacin del Bien Comn -La Participacin

-Libertad y Seguridad -Regmenes de excepcin -El desafo del Desarrollo -La Comunidad Internacional. Hubo otras cosas buenas en la. Asamblea de Itaici. La presencia, cordial y activa, de varios observadores evanglicos, dando un aliento de Ecumenismo que confortaba. Una notable abertura del Episcopado, en m ateria de Liturgia, con la aprobacin del Directorio para la Misa con grupos popula res. El testimonio de varios obispos, perseguidos por la Represin: Don Adriano, Do n Estvo, Don Alano. La nueva conciencia del Episcopado, y lgicamente de toda la Igl esia nacional, gradativamente, frente a las Regiones Misioneras del pas. Hubo sus cositas malas. La enemiga contra el CIMI, comprada por intereses no eclesiales o alimentada por notable desconocimiento de la realidad indgena. Un a obsesiva enemiga, por parte de algunos, ciertamente no comprometidos con el In dio. Durante tres das de CIMI s, CIMI no, el CIMI estuvo en la picota como una esp ecie de adversario pblico nmero 1, causante de no s cuntas discordias diplomticas...; pero el Indio no apareci en la disputa. Casi cinco aos de CIMI, con un anlisis minucioso de la realidad indgena, por parte de los inquebrantables Egydio y Iasi; con tantos cursos y encuentros de me ntalizacin renovador; con las asambleas de los Jefes Indgenas, que el CIMI posibil it y que marcan hito en la recuperada esperanza de esos Pueblos condenados a morir; con tanta apasionada voluntad de encarnacin sincera, entre los Indios, por parte los misioneros nuevos, al estilo de Thomaz Lisboa; con los riesgos de tantos y con las muertes, recientes an, de Rodolfo, Simo y Joo Bosco..., y ... esa historia toda del CIMI se ignoraba o se olvidaba, por unas palabras ms o menos fuertes, qu e la poltica oficial justificaba de sobras. Ciertamente el nombre de Rangel Reis, Ministro del Interior, no pasar a la historia del Brasil como un nombre glorioso : por los derroteros que impuso a la FUNAI, por lo que dijo de las Misiones y po r la oscura insensibilidad que est demostrando ante la tragedia y los derechos de la Causa indgena. Tambin, a mi manera de ver, surgi como negativa la vieja obsesin por una apar iencia de unidad en el Episcopado que, como dice Borrat, no corresponde a la koin onia ni se compagina con un pluralismo adulto. Tenemos miedo de resfriarnos al ai re libre. Tenemos miedo de aparecer con nuestros defectos, que el Pueblo de Dios nos ayudara a corregir. Quizs no tenemos bastante fe en la Iglesia, llevada por e l Espritu. Y ciertamente damos muy poca audiencia a la opinin pblica dentro de la I glesia, que es Pueblo aunque tenga su Jerarqua. Por ese mismo motivo la Asamblea se port un poco quisquillosa con la Prensa y la trat, en varios momentos, como se trata a un chiquillo. Digo lo que los per iodistas dijeron. Sin embargo, parece que sobre ese particular hay un verdadero propsito de enmienda. Pero, en resumidas cuentas, la Asamblea de Itaici fue una seora Asamblea de l Episcopado brasileo. Por obra y gracia de Dios, por obra y habilidad de Don Ivo , el secretario, y porque el Episcopado del Brasil ha crecido en juventud de espr itu -y de Espritu- y en compromiso con la realidad de su Pueblo. En la Asamblea hubo sus dimes y diretes, nunca de tono mayor. Y los tuvimo s tambin Don Geraldo Sigaud, arzobispo de Diamantina, en Minas Gerais y yo. Por c ausa del prlogo de Ernesto Cardenal a mi libro "Tierra nuestra, Libertad"; por la referencia que yo tuve que hacer a un ex-presidente del CIMI, y porque Don Siga ud se permiti insinuar, hablando de un tal Prelado, que yo habra entregado a la Pr ensa el texto, an no definitivo, del Documento sobre Poltica. Pero todo eso, digo, en tono menor. Incluso le ofrend a Don Geraldo un ejemplar de Tierra Nuestra..., c on una dedicatoria cordial. Sera bueno apuntar aqu cmo las fuerzas de Seguridad acompaaron la Asamblea, am enazando con reabrir procesos si publicbamos el Documento y recogiendo, por sofis ticado montaje de captacin, lo que se deca en aquel verde cenculo. Pero eso ya ha p asado a ser rutina en el Brasil y en otras muchas partes de nuestra Amrica atenaz ada.

Asi las cosas, el da 30 de marzo escriba en mi Diario: Don Sigaud entrega al Nuncio sus pruebas contra m, dice la radio hoy. Casi inmediatamente despus de la Asamblea de Itaici, el arzobispo de Diaman tina lanz a la Prensa -el da 26 de febrero- una denuncia contra m y contra Don Toms Balduino, obispo de Gois, culpndonos de principales responsables por la tensin entr e la Iglesia y el Estado y de cmplices de la infiltracin comunista en el Brasil. T achndonos de comunistas rojos, simplemente. El arzobispo peda adems que yo fuera removido del Pas, acusaba tambin a los do minicos de comunistoides y reclamaba una intervencin gubernamental en las indefen sas Comunidades de Base. Obispos y no obispos, periodistas, humoristas, militares, polticos y Pueblo entraron en la polmica. Y entre iras y rezos y consideraciones y algunos chistes rasgados, la polmica ha venido arrastrndose hasta hoy, en pleno mes de mayo, prim avera all en mis Iberias y novena del Divino aqu, en mi Brasil. Solamente otro obispo. Don Jos Pedro Costa, arzobispo de Uberaba, tambin en Minas Gerais -donde, por contraste, tengo tan buenos amigos, adems del queso y de l dulce de leche- apoy pblicamente, sin mayores insistencias, la posicin de Don Sig aud. Muchos hermanos en el Episcopado y muchas comunidades eclesiales y organis mos de Cultura y muchos amigos de todo el Pas y del exterior nos han demostrado, a Toms y a m, su incondicional solidaridad. Han llovido cartas y telegramas, otra vez, como en los das de Jentel o de Joo Bosco o en las otras tentativas de expulsa rme. El Boletn de diocese de Gois public, el da 6 de abril de 1977, en nmero extraordi ario, una verdadera antologa de solidaridad. El Gobierno se ha mantenido a discreta y regodeada distancia. Si nosotros nos echbamos los trastos a la cabeza, dentro de casa, para qu intervenir los de fu era. Cuando mucho, el lder del Partido del Gobierno en el Senado Federal, senado r Eurico Rezende, adems de vocear que el libro -este Credo- estaba entrando cland estinamente en el Pas -cosa que me gustara que explicase-, se permiti poner las cos as en su lugar -en el lugar de l, quiero decir-: No se tratara, de un obispo comuni sta, sino de un comunista vestido de obispo...! El Nuncio, una vez ms, ha sido diplomtico. A mi Vicario General que lo visit en Brasilia, el da 10 de mayo, no le dijo ni s ni no, y le advirti formalmente que si declaraba algo a la Prensa, l, el Nuncio, dira que era mentira. Uno que no es dip lomtico, no entiende nada de nada en esas materias. De todos modos, ya el Nuncio, Don Carmine Rocco, se haba prestado a compare cer ante las cmaras de la TV Globo recibiendo de Don Sigaud las pruebas de la acusa cin... El mismo Nuncio, por otra parte, y Don Alosio, en tonos muy franciscanos -s iempre franciscano l-, nos pidieron a todos los obispos del Brasil que guardramos silencio sobre el caso, porque ya se trataba de un proceso encaminado a la insta ncia superior de la Santa Sede. Y fue en ese momento de armisticio de la cuestin, cuando el arzobispo de Di amantina, por medio de su Vicario General, Monseor Jos Augusto Ferreira, entreg al J ornal do Brasil y a la opinin pblica, el da 4 de mayo, su dossier de acusaciones. Tratbase de un conglomerado de textos, casi todos extrados de mis libros per o fuera de su contexto y truncados muchas veces en su punto esencial. Venan las a cusaciones en tres enormes pginas del peridico, por apartados. Y por apartados y e n el mismo Jornal do Brasil, el da 8 de mayo, respond yo. Transcribo esa respuesta, sinttica pero suficiente para quien la lea de bue na fe. Dije y repito que no guardo el menor resentimiento contra Don Geraldo. El ha sido usado, un poco inconscientemente, por la Represin y por los intereses de l Latifundio. Ese escndalo episcopal se ech a la calle para encubrir la luz y el gri to del Documento de Itaici y para avanzar el marco en la persecucin contra la Igl esia del Pueblo, contra nuestra Iglesia de la Amazonia. Refleja, tambin, claro, un reaccionarismo eclesistico -sobreviviente al Vati cano II y recalcitrante contra l- que quisiera mantener en su status quo el pensa miento teolgico y la vida comunitaria de la Iglesia: haciendo de la Tradicin un pa sado esttico y sirviendo al juego del status quo de nuestra Sociedad de privilegi

os y dominaciones. Porque no hay modo de separar lo uno de lo a no es una Sociedad aparte sino el fermento evanglico en la una Luz -compaera o incmoda, segn los casos- dentro de la Pero como yo creo que Dios tiene sus carambolas, pienso dia poltico-episcopal acabar siendo servicio de Redencin. D.PEDRO CONTESTA ACUSAOES DE D. GERALDO

otro, si la Iglesi masa de los Hombres, oscura Ciudad Secular. que esta tragicome

Por qu responder Me parece importante, en trminos de episcopado, por espritu de colegialidad, dejar claro que preferira no responder: el asunto est en la Santa Sede y sera mejo r dejar que las cosas siguieran su propio curso. Sin embargo, la publicidad que la Prensa ha dado al documento de denuncias de Don Sigaud me obliga a responderl o, aunque sea sumariamente. Esta respuesta me parece un deber pastoral. Yo se la debo a la Iglesia del Brasil y a la opinin pblica de todo el Pas. No tengo nada personalmente contra Don Sigaud, sinceramente. Hasta creo qu e l acta con la mejor buena voluntad eclesial y que sigue los dictados de su conci encia. Por eso mismo no he querido entrar en polmica. No voy a responder a Don Si gaud sino al documento presentado a la opinin pblica, porque este documento es sim plemente un conglomerado tendencioso de textos mutilados y que no expresan corre ctamente mi pensamiento y mi actitud. Es evidente que mis escritos slo tienen valor probatorio si se publican nteg ros y dentro de su contexto. Varios de los textos citados en el documento estn tr uncados en sus puntos ms significativos. Por otro lado no hay posibilidad de publicar en el Brasil, por ejemplo, mi libro Yo creo en la Justicia y en la Esperanza, como no tengo posibilidad de habl ar por la radio y la televisin. Esta documentacin que el Arzobispo de Diamantina ha entregado a la Prensa y ha presentado a la Santa Sede, hace mucho tiempo que est en las manos de los dif erentes rganos de la Seguridad y s, de fuentes oficiales del propio Congreso Nacio nal, que fueron los militares de la llamada lnea dura los que entregaron la documen tacin, pronta, al Arzobispo. Admito que Don Sigaud no concuerde conmigo en las ideas sociopolticas y has ta en la pastoral y en la teologa, pero en eso veo, sencillamente, una manifestac in normal del pluralismo que, afortunadamente, la Iglesia est viviendo cada vez co n ms libertad, sobre todo a partir del Concilio Ecumnico Vaticano II. Evidentement e ese pluralismo no podra sobrevivir en un clima de denuncias y sanciones. Sobre los textos Los textos citados en las denuncias son pblicos. El libro Yo creo en la Just icia y en la Esperanza tiene varias ediciones en espaol, ya fue traducido al itali ano y ahora se est traduciendo al francs. Los poemas de Tierra Nuestra, Libertad tam bin ya fueron editados en espaol y en francs y se est preparando la publicacin en ita liano. El propio Jornal do Brasil, no hace mucho, public una pequea antologa de esos poemas. En cuanto al prlogo de Tierra Nuestra, Libertad, quiero dejar bien claro que no fui yo quien lo pidi. Fue la propia editora quien convid a Ernesto Cardenal par a escribirlo. Yo no lo conozco (personalmente, a Cardenal), aunque lo admiro en su poesa y en su opcin de vida. Otros documentos citados por el Arzobispo de Diamantina fueron sacados del boletn de la Prelatura, Alvorada, cuyo tiraje es de 1.600 ejemplares mensuales y q ue tambin es remitido a la CNBB, a muchos obispos, al INCRA y a otros rganos que a ctan en la regin. El documento-denuncia hace tambin referencia a reuniones del CIMI, Consejo Indigenista Misionero, citando declaraciones, de las cuales el propio Don Sigau d tiene duda, en cuanto a sus autores: si fui yo o Don Toms, puesto que se trata de declaraciones orales...

Sobre su posicin sociolgica Decir que estoy contra todo y contra todos es una afirmacin que no necesita s er respondida. Estoy, incluso, a favor de la utopa. Ciertamente estoy a favor del Evangelio, por el cual estoy arriesgando mi vida; sobre todo, a favor del Evang elio de las Bienaventuranzas y del Anuncio de la Buena Nueva a los Pobres, a. lo s Prisioneros, a los Ciegos. Y estoy apasionadamente a favor de los indios, de l os posseiros y de los peones, como tambin de toda esta naturaleza amaznica que est siendo destruida, profanada. Estoy tambin muy a favor de la conversin de los opresores que, una vez conve rtidos, dejaran de oprimir. Sobre su posicin poltica Nunca jams dije, ni en pblico ni en particular ni en mis escritos, que fuera comunista. Categricamente, no lo soy. Puede subrayar. Don Sigaud, o su documento , confunde constantemente comunism