castel 2013
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E spa cio s d el S a be r
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47.
E. Carrió y D. Maffia, Búsqued as d e s en tid o p ara u na n ue va p olítica
48. P. Furbank, Un plac er i ncon fesable
49 . D. Wechsler y Y. Aznar (comps.),
La m em oria com par tida. España y la
Arge ntina en la co nstrucción de un i ma gi nario cultu ra l
50 . G. García,
E l ps icoa nál isi s y los debates cult ur ales
51. A. Giunta
y
L. Malosetti Costa, Ar te y posguer ra. Jo rge Ro mero Bre st y
la revis ta Ver y Estimar
52. L. Arfuch (comp.), Pe ns ar es te tiemp o
53. A.
Negri y
G.
Coceo,
GlobAL
54 . H. Bhabha y
J .
T. Mitchell (comps.), Edui ar d Said : C ontinuand o
la co nv ersa ción
55. ]. Copjec, E l sex o y la e ut an as ia d e la ra zón
56 . W. Bongers y T. Olbrich (comps.), Literatura cu ltu ra , e nfermedad
57. ]. Butler, V ida precaria
58 . O. Mongin,
La condi ci ón u rban a
59. M. Carman, La s tram pas de la cu ltu ra
60 .
E. Morin,
Breve historia de la b arbarie en Occiden te
61. E. Giannetti, ¿ Vi cio s privados, ben eficios públi co s?
62. T. Todorov, Introduc ción a la litera tu ra fantástica
63. P.
Engel y R. Rorty, ¿Par a qué sirve la ver dad?
64.
D. Scavino, La fil osofía actua l
65 . M. Franco y F. Levín (comps.), Historia re ciente
66 . E. Wizisla, Benjam in y Brech t, hi sto ria de u n a am is tad
67. G. Giorgi y F. Rodríguez (comps.), Ens ayos s ob re biopolít ica
68 . M. Mellino, L a crític a p o scolonial
69. D. R. Dufour,
E l a rte de re du cir cabe zas
70. S. Zizek, Có mo le er a Lacan
71.
E. Dipaola y N. Yabkowski, En tu ardo r y en tu frío
72. ]. Butler y G. C. Spivak, ¿Qu ién le can ta al E stado -nació n?
73 . G .V attimo,Eccecom u
74. ].
Kristeva,
Es a inc reib le nec esid ad de c r ee r
75. M.
Jay,
Ca nto s d e e xper ien cia
76. A. Hounie (comp.), So bre la i de a d e l comun ism o
77. S. Kracauer, L a n ov ela p olicial
78 .
L. Sabsay, Fr ont er as s ex uales
79 . B. Latour, Cog i tamus : s e is c a rt as sobre la s h um an i dade s c ie n tí ficas
80. B. Stielger, La q ui et ud e n m o vim iento
81. A. Badiou, E lo g io del am or
82. M. Augé, La vida en doble
83.
Z.
Zizek, El más su bli me de los histéricos
84. T. Eagleton, Marx ism o y crítica litera ria
85 . . Spivak, En otras palabr as, e n otros m u n do.
H I í. ,
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MUI III d, {11 t1 11 1 1 /1 /1 hit I ltII ll I/ i~d lld
11 I
1I 11r1 1l l/
Robert astel Gabriel Kessler
Denis Merlden Numa Murard
Individuación
precariedad inseguridad
D e si ns ti tu c io n a li za c ió n d e l p re se n te ?
u
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2 P olític as d el rie sg o
\ ntim iento de
insegur idad:
ROBERT CASTEL
1 1 1 11 1 , / , 0 a la Casa Argentina de París ya Denis Merklen por ha-
I 11 1 1 1 I a este intercambio sobre sentimientos y morales de la
h 11 ocinl , Me propongo abordar este tema bajo el ángulo de una
1 1 I1 obre el lugar que el riesgo y la inseguridad ocupan hoy en
I t
, 1 I
u l t u ea.Me parece, en efecto, que hay una relación profunda
1 1 I1 I
pr cupación por la inseguridad que desemboca en políticas
11 1
dll 1Yuna sensibilidad generalizada al riesgo según la cual el
11
1 iv cada vez más bajo el signo de la amenaza. Pero me gus-
t i 1 I II d er la tesis de que la manera de enfrentar esta situación es
I 1 1 1 1 1 1 1 titud crítica respecto a la inflación actual de la noción de
1 1
1 1 •
nduce a pensar nuestra sociedad como una sociedad del
11 M S que sumar y amalgamar toda clase de riesgos, una política
11 1 lit, 1 riesgos debería más bien empezar por distinguir y carac-
1 1 1 1 1 riesgo e n s u especificidad. También debería distinguir entre
I I S de afrontados. En efecto, no sepuede esperar controlar los
lile llegan a movilizar tecnologías específicas para comba-
POI
'jemplo, la desocupación eshoy un riesgo en el mundo del
11 , I
.orno el calentamiento del planeta es un riesgo que amenaza
t I uir los equilibrios ecológicos. Pero se ve bien que ladesocupa-
1 1 1 1 1
ntamiento global no se combaten con los mismos medios.
m r ía explicitar un poco esta concepción di ferencia lista de los
l / t i invita también a una concepción diferencialista de las
polí-
h n y que seguir para combatidos. En mi opinión, es la postura
11 1 1
purasuperar una concepción globalizante de los riesgos que
33
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Rob er t C a st el
. .ento eneralizado deinseguridad Yuna pre-
mantiene a la vez un.sentum g. d d perpetuamente decepcionada,
ocupación enloquecida por la S~gurl ; 'eguridad. Pero evidentemente,
y que alim:nta ~~ed:~~~:s~;i~~::: es~:s preocupaciones a fi~ también
me gustana so . . on relación a la situación argennna.
de interrogar su pertlIlenClae
SEGURIDAD E INSEGURIDAD
. recisiones sobre la relación riesgo-inse-
En pnmer lugar, algu~as p 1 1 tual Sin pretender dar una
. Cla en a cu tura ac .
guridad y su ommpresen . , uno puede decir que un riesgo es
definición erudita sobre esta cuestlOn,. nstancia más o menos pro-
la posibilidad de que sobrevenga una c:~uvida personal o social y de
bable susceptible de irru~plr en nu.es aSI'una relación fuerte con la
El nesgo mannene .
transformar su curso. . fi a que el futuro es aleatono y a
. id b Q e haya nesgos slgm e .
mcern um re. u
k
la presencia de nesga conta-
menudo es portador de unadamenaza
l
·Ydl'eseguridad acerca del futuro.
. cidades e contro .' d dmma nuestras capa , 1 ntimiento de msegun a
h Y mas aumenta e se ,
Cuantos mas nesga s a, trolable aparece el porvenir y mas
con respecto al futuro, y mas mcon
temor suscita . ,' . idad es una característica dominante
Esta conexlO~ nesgo,-~nsegural almenos en Francia, y es algo qu
del contexto SOCialy polltlco ro.Franci ás generalmente los países
d
' b En efecto rancia, ym
nos po na asom rar. 'l' d des má s seguras que hayal'
id 1 tá entre as SOClea .
de Europa OCCIenta, es ano . stro alrededor la situación
. id E d d SIuno mira a nue
jamás existí O. s ver a d 1 1 eta: es indudablemente más seguro
en las tres cuartas partes. e pan. en Bagdad o en Kabul, O
vivir en París o en una CIUdade,uropefa.que s e incluso que en vario,
d los paises a ncano, '
que en la mayor part~ e bi , to es verdad si n os volverno
paísesde América ~atlna. P.ero ~amu~e~:kuropa como en otras par
hacia el pasado, hacia una hls~onao; 1 ; violencia, los riesgos de guerl'l\
estuvo enteramente atravesa a P lizi lasviolencias de toda das'
extranjeras y c~viles~as guerras ~e Ig¡OS~ Europa está e n paz: n hn
también las epidemias y las f am run~s'de~: población tiene los ben ,
bandidos e~ los caminos y a mayo~~~aden todo caso sin parang n (1 11
cios de un cierto confort. Una segu 1 ' tanto en Europa com \1 I
las situaciones anteriores que preva ecian
resto del mu?d~.. oca de distancia, geográf ü
Por conSiguiente, SItomamos un P . Europa d '
1\ 1
b de la pregnancla en
tórica, podemos asom rarno~ bar o es inconte tabl . As
,t
t i \ I\
. de i idad que sin em g
miento e mse~r. , icular te en Francia
1 \.1
stran un Il
lll
encuesta de oprmo». partlcu armen ,
Po l ít ic a s de l r iesg o
y
se n timiento d e i ns eg ur id ad
fundainquietud acerca del futuro. Esta inquietud, que aveces se trans-
f rma en obsesión, posee asimismo incidencias políticas importantes a
tr av és de la audiencia que tienen partidos como elFrente Nacional, que
ti nuncian que los extranjeros, los inmigrantes, son los principales res-
p nsables de una inseguridad que se ha convert ido en la preocupación
ti
muchos franceses y demuchos europeos. Paradójicamente, en última
nstancia podríamos decir que cuanta más seguridad hay en la sociedad
11 la que vivimos más extendido es el sentimiento de inseguridad.
Podemos criticar esta actitud diciendo que expresa la reacción de
privilegiados que no son conscientes de sus privilegios, que se quejan de
\1 situación sin querer enterarse de que en el resto del mundo lamayo-
11 1
de la población sería feliz viviendo en estas condiciones. En efecto,
plt n o que uno puede irritarse, y personalmente me irrito a menudo
11 1 1 J s lamentos de un gran número de occidentales que viven en una
n q l l i tud casi:permanente y se apiadan de su suerte mientras que su
1 \1 \
ión es más bien envidiable comparada con la del resto del mundo.
I 1 0 ambién podemos partir de esta constatación para desprender dos
1 1 1 11
ritos que debemos tomar seriamente en cuenta para profundizar
I
( 1 1 ( )
lemática dela inseguridad y el riesgo.
I~nprimer lugar, sentir que no hay seguridad no significa necesa-
t unonte que se esté privado de protecciones como si uno viviera en
1 11 1 1 Jungla a merced de todos los peligros. Tener temor de la insegu-
d,lll I
11
de querer decir también que uno dispone de protecciones e
1 1 1 1 1 1
o de protecciones importantes, pero que estas protecciones son
It
H Yestán amenazadas, y uno tiene miedo de perderlas. Hoyes un
11 1
r u l
nto muy difundido en Francia y en Europa occidental porque,
l i t 1punto de vista social, estos países disfrutaron de un nivel muy
1 1
¡ \
pr tecciones, de una seguridad social extendida que el resto del
1 1 1 1 1 1 p día envidiarles. Sin embargo, desde hace unos treinta años,
1 11 1 1 \ 1
de la mundialización, estas protecciones están cuestionadas
1 1 1
1 1
lie ,
r n, y m uchos temen que lleguen a desaparecer. Así,lo que
1 1 1 1 t. n llamar la crisis a comienzos de los años setenta, pero que
\t . 1
tina
mutación profunda del régimen del capitalismo, tuvo un
I 1 d
i, iv bre la problemática delosriesgos alponer encuestión
1 1
H 1 1 1 11 \1 de los riesgos sociales.
Y
es evidente que la si tuación de
nllllll1( S d ur de Europa, en un primer momento, y sin dudas
ItIdI
I n
l alidad de la Unión Europea, viene a agravar este sen-
1 1 1 1 1
clt 111 rtidumbre generalizado con respecto al porvenir. En
1
1 1II,j 1\ t (
a tel, 2
O
1
O )
he hecho referencia a este aumento de
licllllllhl',
In
una característica de la época que vivimos en
11 11
I , ti 's rnbi liz in el lit ma de protección social y
u d o d t
t 1 · l I . ln J o ,
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Rober t C ast el
En segundo lugar, sentirse seguro puede querer decir tam~t ~;~:
cuando algunos riesgos fueron dominados Y ya n~r:::U:::os ries~os
sensibilidad a los riesgos se desplaza, aumenta, .ap
10
en toda la histo-
y se suscitan nu~vos tem~res. p;~al:o:a:b~~~:: d~cir, la posibilidad
ria de la humamdad elfunesgo rualidad terrible y muy extendida.
de morir de hambre, e una even 1 1
Hoy, este riesgo fue dominado,,~~ en l~da: ~:~~:s~~:::r~~~~a:b::.
r~~~:~:s~~~~:s'~~e:~~~~~~~~~ 'se~:spl:za y se podríaEdecir q':~t;~::
contemporáneos (al menos en uropa, .
~u~~os ~e :~~s;J:pón), el peligro está en la alimentación, susc~tando
el~ü~~~ aa:O
mer
productos que alteren la salud, ~e sean. cancl:~~~~:
ue nos vuelvan obesos, etc. Sin duda, se trata e un ~Jemp ,
o q 1 tr la compleJ'idad de esta problemática de los nesgos: No h~y
pero
us a ..' d d í El riesgo y la msegun-
riesgos en sí, ni segundad o insegun a en. s . . ient
e dice construcciones sOClales que por conslgu, .
dad son, como s. ' fi . s históricas sociales y pohucas
se definen y se vrven en con guraclOne .'
particulares que hay que considerar por ellas mismas.
TIPOS DE RIESGO
. .' , hay que de construir las c
n-
De esto se deduce, en
IDl opmion,
que. lecen en 1 1 1
cepciones global~za~tes del riesgo ~ed~::~:~rl:: ;~:::~:e frecu 11
actualidad. Eso slgmfica que hay q . de ri Se debería estable' \1
temente se op;ra enr.r
e
~fefent~s upos u: r~~~ ~:~ie la especificidad d
Ulldacartogra:
a
~~eqc~: s: p~:~~~~~t~er así los medios apropiado,
ca a uno, a n . . fr t dos Evidentement' I I1
diferentes que h~bría q~e mOVlhzar P;í:
a
;er~ s:U pr'etender ser exhau
puedo hacer aq~.lllseme¡ante carto ~es ~onfi~aciones de riesgos
11\\1
tivo, presentare a menos tres gr
diferentes.
r imera
es la de lo s riesgos so cia les . Son esos avatares d~
In
La ?
1
tales como los accidentes, las enfermedades, la
pérd ida
I¡III
~~~;ia (desocupación) o definitiva (vejez) del trabaj~ qu p r~ \11 1 :11
el curso de la existencia de todos aquel~os que solo uen,
nl~ ?
1,l1 I1I
1
los recursos que obtienen con su rr abajo, que corren aSl,c : 1
1
desdicha y en última instancia, en la decad
. 1 1 tu 1 11 1,
caer en a , de ri fu I d I \ I I 1 1
Históricamente es la primera clase e riesgo qu \ I
como tal y de l~ que se hicier n cargo baj la f [,'lTl : 1
1
1 II
1
I
. . d I i e rnn e
1(
1(
1 1 1
za ci 11a
trav el
la m stau r , JIU
a)
Polí ticas de l riesg o sen tim iento de insegur idad
En los países occidentales, estos sistemas desembocaron en una se-
guridad social generalizada en el marco de lo que Francois Ewald
llamó una sociedad protectora [une société assur anti elle], que re-
presenta un gran modelo de control efectivo de los riesgos por la
movilización de tecnologías de protección social. Desde los años
setenta, esta modalidad mayor de la gestión de los riesgos fue sa-
cudida por el aumento de la desocupación y de la precariedad que
comprometen el modo de financiamiento de este sistema, Además,
desde los años setenta asistimos a la aparición y al aumento de nue-
vos riesgos sociales en razón del progreso de la esperanza de vida.
Es el caso del riesgo de dependencia relacionado con la vejez de
la que se habla mucho hoy. No es que sea algo absolutamente nue-
vo sino que, con el alargamiento de la esperanza de vida y el cambio
de las estructuras familiares, sobre todo en lo que concierne a las
relacionés entre generaciones, este antiguo riesgo social relacio-
nado con la dependencia de los viejos se convirtió en un problema
rucia ' Asimismo, nuevos riesgos nacen de los efectos de la diso-
iación familiar (las familias monoparentales) que también repre-
ntan hoy un riesgo importante de pauperización, en particular
para algunas categorías de mujeres y de niños. Así se puede hablar
e l una cierta inestabilidad del sistema de mutualización de los ries-
sociales instaurado después de la Segunda Guerra Mundial y
qu suscita grandes inquietudes, que se expresaron por ejemplo el
lIt ño último en Francia en el transcurso de manifestaciones que
• pusieron masivamente a las reformas de la jubilación.' Pero al
Ini rno tiempo, se puede decir que este debate sobre los riesgos
e l
.ia les se encuentra bastante bien delimitado,
y
se ve bien lo que
\ podría hacer para controlarlos, Eso evidentemente no quiere
d, ir
que uno pueda estar seguro de resolver estos problemas de
111In ra satisfactoria, porque chocamos con obstáculos a la vez fi-
11 1 1 1 1
ieros y políticos. Por ejemplo, frente al riesgo de dependencia,
1 1
un riesgo mutualizable, ¿estamos listos para pagar el precio
t i
h(\
ernos cargo de él? ¿Estamos listos para asegurar este riesgo
,\ d '\ ndencia a través de su colectivización y su financiamiento
l oto de 2010 hubo grandes movilizaciones organizadas sobre todo por
1 11 di al s
(se estima que hubo hasta tres millones depersonas en las calles)
11 I IIIt Ilron \1 Jl ición a la reforma del sistema de jubilaciones introducida por el
1111d i I, r I 1< ; o l s FiIlon, bajo la presidencia de Nicolas Sarkozy, reforma que llevó
\ M i li t i \ jubilación
d e
60 a 62 años
y
aumentó la cantidad de años de aportes
, _ 1 1 1 1 1 1 Ib
nr
t l I1 0
j ub ilo
in a
tarifa
completa de
40
a
42
años. Bajo lapresidencia
1 11 11 1 11 1 1 1 1 1 1 1 ,d ti 2 0 1 2 , v lvió pn rcialm nt I cd a I le
60
años
para el caso
1 1 1 1 1 1 1
1I In 117m
1 1
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U
hll O I mu y
j é v
n R,
[N , d
ni
M rk l n . ]
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Robert Castel
por el impuesto, o bien preferimos financiarlo con seguridad so-
cial privada, a través de seguros privados? Ahí hay un verdadero
debate en la sociedad, con desafios políticos mayores alrededor de
este problema ligado al alargamiento de la duración de la vida y
a la vejez de la población. Pero al mismo tiempo se puede decir,
incluso si el problema no seresolvió, que conocemos sus contornos
y sabemos bastante bien lo que habría que hacer para controlar este
tipo de riesgos, incluso si es dificil.
b) Hay un segundo tipo de riesgo que apareció en torno a la noción
de p o bl ac ió n d e r ie s go . Es la idea de que existen factores de riesgo
susceptibles de producir acontecimientos indeseables y que los
portan algunos individuos o grupos sociales. Una población de
riesgo no se define en relación con personas de carne y hueso que
serían peligrosas sino con la construcción de perfiles de indivi-
duos asociados con factores de riesgo . Por ejemplo, el hecho de
identificar individuos de origen extranjero o que no tienen trabajo
o que viven en un barrio llamado sensible o que forman parte
de una familia disociada, etc., servirá para definir una población
llamada de riesgo que se piensa podría cometer actos reprensibles.
De este modo se caracteriza a poblaciones que presentan algunos
rasgos comunes que pueden hacer más o menos probable un pasaje
al acto peligroso antes incluso de que ese pasaje al acto se cumpla.
Es una diferencia muy importante porque este t ipo de dispositivo
promueve lainstauración de modos de vigilancia a distancia basa-
dos en la construcción estadística de estas poblaciones de riesg ,
incluso en ausencia de estos individuos a los que se sospecha como
potencialmente peligrosos. A comienzos de los años ochenta, en
continuidad con los trabajos que en ese entonces estaba haciendo
sobre la psiquiatría, me pareció que se podía observar ahí la emer-
gencia de una nueva modalidad de gestión de las poblaciones qu .
podía tener un alcance revolucionario respecto de las modalidad s
clásicas de la vigilancia y la intervención sobre el otro que exig 1 1
la copresencia del enfermo al que se quiere curar o del loco al qu .
se quiere encerrar o del delincuente al que se quiere detener.' Est .
modo de gestión de la población a través de la noción de riesgo
que observábamos entonces de modo precoz, conoció luego dcsn-
3. Castel hace aquí referencia a l t rabajo pionero sobre La gestió n de los i e s p ;o , I , un
libro publicado en 1981 que se convertiría luego en
L lI1
clásico. Fue recditad cn
2 0 1 1 1 1
la colección Reprises de la misma editorial, con un nuevo prcfaci qu da
lino
Id
1 1 d i
I
camino recorrido en treinta años en el s ntid de una xpnnsión d '~ln
1
noloH
1 d i
ge sti ón de I
S I
cbla i
1 1
is, [N . de D enis M rld n.]
Polí tic as d el r iesgo
se n tim ie nto d e inseguridad
rrollos vertiginosos. Gracias sobre todo a los fantásticos medios de
la informática, casi todos los acontecimientos son susceptibles de
constituir un factor de riesgo. Nuestro mundo de alguna manera se
ve duplicado en una especie dered virtual en la que pueden inscri-
birse todos los factores posibles e imaginables de riesgo. Al mismo
tiempo hay gente, no siempre sabemos quiénes son ni dónde se
encuentran, que elaboran perfi les de riesgo en su computadora.
Existe así la capacidad de calcular un número infinito de riesgos y
al mismo tiempo de detectar poblaciones virtuales que serían sus-
ceptibles de producir algún peligro, a las que hay que vigilar y de las
que hay que desconfiar. Es una instrumentalización de la noción de
riesgo que abre posibilidades inquietantes de vigilancia y de control
de las que sepodría hablar largamente.
l
Hay un tercer tipo de riesgos que en los años ochenta se empezó
a 'llamar los nuev?s riesgos , y que hoy podemos llamar los ries-
gos ecológicos , puesto que la palabra se puso de moda. Se trata
de efectos nefastos del desarrollo de las ciencias y de las técnicas
de las cuales se pensaba que iban a garantizar el progreso, el cre-
cimiento y a liberar al hombre ,de la necesidad, pero nos damos
cuenta de que pueden volverse contra el hombre y destruir las ri-
quezas del planeta. Es el caso de las catástrofes nucleares como las
de Chernobyl, de la contaminación de la atmósfera por productos
tóxicos, de la degradación del medio ambiente y de los equilibrios
naturales, del efecto invernadero y del calentamiento del planeta,
etc. En última instancia, todas estas contrafinalidades del progreso
podrían poner en juego laexistencia misma de la humanidad. Creo
que la toma de conciencia sobre este tipo de riesgos fue alimentada
por la temática de la sociedad del riesgo tal como la encontramos
en la obra de Ulrich Beck, por ejemplo. Sin duda no es por azar
que So cied ad del r ie s go haya sido escri to en 1986,el año de la catás-
trofe de Chernobyl, que puede considerarse como una ilustración
pectacular de esta nueva sensibilidad a los riesgos que al mismo
l ; mpo alimenta y multiplica el sentimiento de inseguridad. Según
, ta versión de la omnipresencia de los riesgos, el futuro de lahu-
manidad debe vivirse bajo el signo de la amenaza, pensando que
'stamos en esta tierra como sobre un asiento eyectable , tal como
di e el propio Ulrich
Beck ,
Este temor al futuro representa un
'nmbio bastante extraordinario con relación a la sensibilidad que
I(
lnv ía predominaba hace treinta años, cuando la mayoría de nues-
tI OS ntcmp ráncos p nsaba que estábamos en una trayectoria de
PI O f\ I 8
y el d
S,II
II
f
tinuo. n mi opinión, la posición de
1 1 1 r slIli, le la 11 1 d t m il qu Ir aliza I tr I liferentes tip
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R o be rt C a st el
de riesgos, lo que lo lleva a adicionar el conjunto de los mied~s que
esos distintos tipos de riesgo suscitan. El resultado es una pintura
de la sociedad en la cual estamos si tiados desde todas partes por
toda clase de riesgos, sumergidos por los riesgos y en consecuencia
reduc idos a la impotencia frente a ellos (Beck, 1998).
EL RlESGO DE CONFUNDIR LOS RlESGOS
Sin embargo, no tiene mucho sentido sumar, por ejemplo, el r iesgo
social frente a la desocupación y los riesgos provocados por e l ca~e? ta-
miento del planeta. Ambos son graves y pueden incluso ser dramáticos.
Pero no hay nada común en cuanto a las causas que los pro~ucen, y
no hay nada común tampoco en las maneras de afrontados . AsI , luchar
contra el calentamiento global exigiría instituir una política internacio-
nal enérgica de control del crec~m~ento econó,mic? que por e~momento
los Estados, en todo caso los mas ncos, no estan dispuestos a implemen-
tal'. En cambio, la lucha contra el desempleo debe llevarse adel~nte por
medio de decisiones políticas para regular el mercado del trabajo, acre-
centando el poder de los asalariados. No hay nada común en la manera
de controlar estos riesgos tan diversos, aur:que a~bos d~ban .toma.r~e
igualmente en serio. Así, siempre es necesa:IO aSOCIara la Iden~:IficacIOn
de un riesgo una reflexión sobre los medios de los que se dispone (o
de los que no se dispone) para combatido. Para alertar acerca de un
pe ligro, no basta con gritar ¡cuidado con los riesgo~ , como, ante,s se
gritaba icuidado con el lobo . Para co~trolar los ne~gos mas alla de
los miedos es necesario abordar el estudio de los medios que hay qu
movilizar para combatidos. .'
y quizás haya que llevar aún más lejos este razonamiento. EXIsten
sin duda demasiados riesgos como para que podamos ocuparnos .d
todos. Hay que abandonar la idea de que podríamos vivir e~ una SOCIe-
dad enteramente protegida, cuyos riesgos puedan ser erradicados. Esta
pretensión a una seguridad absoluta es un mito ~n la me~ida en qu~ ](1
vida tanto la vida social como la vida personal , mcluye SIempre lo
111 1 -
previSible y, por consiguiente, lo aleato~io y elr i~sgo. Si admitimos qtl -
no es posible hacerse cargo de la multltu~ d~ nesgos que nos .rod an,
eso signi fica que habría que establecer pnondades ent re los. n~sgos
\ 1
tomar en cuenta. Soy consciente de que esta es una proposIc10~ bas
tante cargada de consecuencias, pero creo que e.sindispensa~le SI qu -.
remos definir una polít ica realista frente a los nesgos. Por ejempl ~
riesgo de dependencia provocado por el envejecimi ~t de la P ~ I A 1 1
al que nos referíamos antes e nst i ruy un ti S 1 1 P rqu millon
40
Po lí ti ca s d e l r i es g o y se n ti m ie nt o d e i ns eg u ri da d
de nuestros conciudadanos van a resultar afectados por él. En cambio,
muchos recordarán la historia de la vaca loca , esas vacas portadoras
1 1 un prion que provocaba una malformación y que suscitó en algu-
11
s años una intensa movilización. Millones de vacas sospechadas de
el
portadoras de una prote ína infecciosa que se transmit ía al hombre
fueron sacrifi cadas, provocando la ruina de numerosos tropeles, parti-
-ularmente en Gran Bretaña. Eso costó fortunas a Europa por un riesgo
que resultó verdaderamente sobreestimado ya que en realidad no hubo
pidernia humana. Se pueden encontrar otros e jemplos que conducen
1 1
1
que me parece son deci siones absurdas, y dic iendo esto descubro el
londo de mi opinión. Y el colmo del despropósito es lo que se llama el
principio de precaución , que en Francia es ley, y que puede conducir a
rullejones sin salida. Porque no se puede estar absolutamente seguro por
unticipado de que un descubrimiento científico o una iniciativa nueva
no contengan riesgos; de lo contra rio habría que abstenerse de innovar,
t i
tomar iniciativas de las cuales no se puedan a priori controlar los
( r · tos. Este tipo de precauciones extremas, me parece, va en contra del
píritu de investigación, y bloquean la posibilidad de progresar.
Me tienta una vez más deci r que hay que saber a la vez tomar riesgos,
porque la vida no puede estar enteramente programada de antemano,
tnmbién porque no se pueden controlar todos los riesgos. Por consi-
1 me, habría que jerarquizar los riesgos a fin de combati r primero los
1 1 - on más importantes y para los cuales se pueden movilizar medios
1
que por cierto no es tarea fácil-o Pero habría que trabajar en eso.
1 ) . J contrario, estaremos invadidos por r iesgos cada vez más numero-
y diversos, y condenados a la impotencia frente a ellos.
ay que esta r mucho más atentos a la inf lación actual de los r iesgos ,
pu sto que esta inflación conduce a transformar profundamente el es-
p rltu de las polít icas sociales. Las polít icas sociales clásicas aseguraban
1 1 1 1 1 protección contra los principales riesgos sociales orientadas por el
1
do social o por el Estado providencia. Si estos riesgos se multiplican
IInfinito, el Estado ya no puede tener este papel protector. Y,entonces,
11 ol
rse pasa a ser una tarea del individuo, en caso de que pueda
HII' r . Pasamos así a una concepción liberal privat izada de la gestión
d lo riesgos, que un artículo de Francois Ewald y Denis Kessler (2000:
7 ) i lustra, y que resulta mucho más interesante si se tiene en cuen-
1(\1
Francois Ewald había sido, antes de convertirse al Medef, un
1 1 1 m r del Estado social, tal como se ve en su gran libro de 1986,
1, ¡lO providencia. Pero hoy, según esta nueva concepción liberal del
1, M t i
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nu pe l s do
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e 1 1 1 1vim iento de las em presas de
I lu tl ilIOlllll unlllrllll) .JN .d·J l1iNM rklen.]
- 1 /
8/17/2019 Castel 2013
http://slidepdf.com/reader/full/castel-2013 7/7
Robert Caste l
Estado, este ya no puede tener esta función general de garantía frente a
los riesgos porque ellos son muy numerosos y muy diversos. Entonces
le corresponde al individuo asegurarse y responsabilizarse frente a los
riesgos. De esta manera se pasa de una gestión colectiva y pública a una
gestión personal y privada del riesgo. Dicho de otra manera, las protec-
ciones se vuelven cada vez menos colectivas y dependen cada vez más
de la iniciativa individual y también de las empresas privadas de seguros.
Es la concepción neoliberal del individuo, que t iene que convertirse en
empresario de sí mismo [en tre pr e ne ur de SOlJ lo que quiere decir asumir
los riesgos , tomar r iesgos bajo su propia responsabilidad en lugar de
confiar les a la colectividad y al Estado la tarea de ocuparse de ellos.
El problema es que no todos los individuos poseen las mismas ar-
mas para convert irse en un amante del riesgo
[riscophile ],
como decía
Ernest-Antoine Sellier cuando era presidente del Medef.5 Es decir,
amar los riesgos y estar seguro de controlarlos. Por ejemplo, no se ve
muy bien cómo un desocupado puede volverse amante del riesgo .
Para él, el riesgo de desempleo constituye una amenaza de invalidación
social y tiene necesidad de ser protegido contra ese riesgo por el poder
público. Así, vemos que la apología neoliberal de los r iesgos es la ex-
presión de grupos sociales privi legiados que pueden sentirse cómodos
ante los riesgos porque en todo caso, como se trata de riesgos sociales,
disponen de recursos suficientes para controlarlos por sí mismos. En mi
opinión, esta es una de las razones principales para defender la posición
restrictiva que propuse de conceptualización de los riesgos. Los riesgos
deben combatirse, pero se tendrán muchas más oportunidades de ganar
este combate s ise dist inguen cuidadosamente los riesgos para movilizar
en cada caso los medios apropiados para prevenirlos, y también si se rc-
nuncia al mito de una seguridad absoluta que pasaría por la erradicación
de todos los riesgos posibles e imaginables.
Por supues to doy estas proposiciones para discutirlas, y en la medido
en que se apoyan en un análisis de la situación europea, habría qu
discutir también su pertinencia con relación a la situación en Améri
i1
Latina. Sin embargo, tengo la convicción de que esta postura crítica
q ll
propongo frente a los riesgos -distinguir cuidadosamente entre los
rics -
gos, jerarquizarlos en función del tipo de amenaza que presentan y dl
los medios de los que se dispone para afrontarlos, e incluso renunciar
i1
la ambición desmesurada de erradicarlos todos- no responde solo a
ti
n ,
preocupación especulativa que surge del análisis teórico. Tiene impli '\
ciones prácticas y políticas importantes en la medida en que es la a 1
i
l \It I
5. Erne st -A nto ine Sellie r fu e pr es id nte d 1M ed r 1 sd 1997 hnstn 200 5 . [N .
t i
1 (111
M crk íen.]
Po lí ti c as d e l riesgo
y
se ntim ie nto de in seg uridad
frente
a los riesgos la que determina la concepción que uno se hace de
In eguridad
y
de la inseguridad. Hay una relación profunda entre una
roncepción inflacionista de los riesgos que hace de nuestra sociedad
IlIIa
sociedad del riesgo y una sobredeterminación de la cuestión de
111eguridad que hace de la inseguridad la cuestión social mayor, pero
que al mismo tiempo la convierte en una cuestión imposible de resolver,
porque si vemos riesgos por todas partes somos impotentes frente a
1 I 0 s y vivimos en una inseguridad permanente.
Por otra parte, esta concepción inflacionista del r iesgo constituye el
IlIí 'leo de las polít icas de seguridad que se apoyan en una instrumenta-
1I~llciónde la noción de riesgo. A falta de poder controlar una masa de
I
isg os
diversos, se determina como poblaciones de r iesgo (los inmi-
Jo\I'nntes,os delincuentes, los jóvenes de las barriadas, por ejemplo) a los
1 [1 1
se considera como los principales responsables de la inseguridad
11
ral: Como sipara recuperar la seguridad bastara con abordar estos
/1\(' res perturbadores implementando en realidad políticas de control
.ltl
os grupos sociales vulnerables. Es un desvío de la cuestión social
I nlfticamente peligroso, pero que creo se puede criticar y combatir
IIpoyándose en una concepción realista de los riesgos en el sentido que
11 ·rí aquí.