castoriadis cornelius - ciencia moderna e interrogacion filosofica

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1 CIENCIA MODERNA E INTERROGACIÓN FILOSÓFICA 1 No son piedras o árboles lo que a mí me interesa, sino los hombres en la ciudad, dijo el filósofo. Al final, le resulta imposible mantenerse fiel a esta sentencia. Porque al reflexionar sobre los hombres en la ciudad fue llevado a asignarles un lugar en el mundo y a reconocer su sustancial parentesco con piedras y árboles. Lo que nos interesa a nosotros son aún los hombres en sus ciudades. Pero nosotros sabemos que ellos no pueden ser separados de las piedras y los árboles. Estamos empezando a entender también las implicaciones de tal separación. Talvez, aunque el punto es debatible y está lejos de ser obvio, nosotros sabemos más que Platón acerca de los hombres y sus ciudades. Ciertamente sabemos infinitamente más acerca de las rocas y los árboles, en un sentido banal de conocimiento. También estamos empezando a saber que este conocimiento, tan ilimitadamente eficaz en muchos aspectos, es peor que inútil en muchos otros aspectos de mucha mayor importancia. Algunos nos dirán con liviandad: nosotros nunca hemos perseguido el conocimiento sino por amor al conocimiento. No está claro que mantendrían esa línea, o que se mantendrían coherentes, si nosotros les recordáramos que el conocimiento es comprado a cierto precio, o de que hay ciertos experimentos con los que nunca soñaron comprometerse. Pero lo que por sobre todo está claro, de cualquier manera, es que ellos ya no podrían decir mejor que nosotros qué significa el conocimiento hoy. Esta fuera de duda, y de hecho fue expresamente asentado en el ocaso de la era científica moderna, que la inmensa labor llevada a cabo a través del curso de los siglos han sido también motivados en parte por la convicción de que el hombre ganaría así dominio y control sobre la naturaleza. 1 Traducción de la versión en inglés publicada en Crossroads in the labyrinth, MIT Press, trad. K. Soper y M. Ryle, Cambridge, 1984.

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analisis de la ciencia

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CIENCIA MODERNA E INTERROGACIN FILOSFICA

No son piedras o rboles lo que a m me interesa, sino los hombres en la ciudad, dijo el filsofo. Al final, le resulta imposible mantenerse fiel a esta sentencia. Porque al reflexionar sobre los hombres en la ciudad fue llevado a asignarles un lugar en el mundo y a reconocer su sustancial parentesco con piedras y rboles. Lo que nos interesa a nosotros son an los hombres en sus ciudades. Pero nosotros sabemos que ellos no pueden ser separados de las piedras y los rboles. Estamos empezando a entender tambin las implicaciones de tal separacin.Talvez, aunque el punto es debatible y est lejos de ser obvio, nosotros sabemos ms que Platn acerca de los hombres y sus ciudades. Ciertamente sabemos infinitamente ms acerca de las rocas y los rboles, en un sentido banal de conocimiento. Tambin estamos empezando a saber que este conocimiento, tan ilimitadamente eficaz en muchos aspectos, es peor que intil en muchos otros aspectos de mucha mayor importancia. Algunos nos dirn con liviandad: nosotros nunca hemos perseguido el conocimiento sino por amor al conocimiento. No est claro que mantendran esa lnea, o que se mantendran coherentes, si nosotros les recordramos que el conocimiento es comprado a cierto precio, o de que hay ciertos experimentos con los que nunca soaron comprometerse. Pero lo que por sobre todo est claro, de cualquier manera, es que ellos ya no podran decir mejor que nosotros qu significa el conocimiento hoy.Esta fuera de duda, y de hecho fue expresamente asentado en el ocaso de la era cientfica moderna, que la inmensa labor llevada a cabo a travs del curso de los siglos han sido tambin motivados en parte por la conviccin de que el hombre ganara as dominio y control sobre la naturaleza. Juzgando por los resultados de su actividad cientfica y tcnica, el hombre debera aparecer en cambio como la ms aborrecible pestilencia infligida sobre la tierra. Ante todos los eventos, estos resultados deben permanecer como recordatorios, para ser negados talvez solo bajo peligro de muerte, de que el hombre est inscripto indeleblemente en una naturaleza inigualable por ninguna de sus actividades conscientes en cuanto a su sutileza y profundidad. Esta naturaleza es de hecho para l un lugar para vivir, pero nunca ser un reino que pueda gobernar. Esta nueva patologa que caracteriza su existencia somtica y psquica hoy, tanto colectiva como individualmente, es atestiguada por el hecho de que la naturaleza reside en l tanto como l reside en la naturaleza. Este es un hecho que difcilmente valga la pena notar en estos das que a pesar del grado de la posiblemente irreversible- degradacin del medio natural que el hombre ha ejercido para el xito a travs de la aplicacin unilateral de su saber-como tcnico, se mantiene tan dbil como siempre para tratar los problemas de la organizacin colectiva humana, con los conflictos que existen en y entre las naciones, con la miseria fsica de dos tercios de la humanidad y la miseria psquica del otro tercio.Igualmente, de todos modos, no puede haber dudas de que la labor humana ha estado motivada, posiblemente incluso ms profundamente, por el deseo de conocimiento por amor al conocimiento, un deseo que fue reconocido muy tempranamente como parte de la naturaleza humana, el cual no est ms cerca de su satisfaccin hoy que hace veinticinco siglos atrs. Resolver un problema es siempre hacer surgir otros; por cada cabeza cortada de la Hydra muchas ms crecen, y nuestro cuestionamiento muestra pocos signos de agotamiento mientras el tiempo sigue corriendo. A una teora sigue otra, el xito de cada una lleva consigo las semillas de su propia destruccin qua teora. A parte de la matemtica, donde los trminos de la cuestin son diferentes, y de la pura descripcin, donde la cuestin no emerge, toda verdad cientfica es error diferido. Y aun as es algo ms que eso. Qu es, entonces? Qu es eso que buscamos en el conocimiento? Debemos decir que, como todo deseo, tambin este est condenado a ser perpetuamente defraudado respecto de su objeto, a ser ignorante de l y as perderlo? Debe este amor sufrir el mismo destino que aqul otro, el de mirar sin remedio como sus adquisiciones se escapan entre sus dedos? Pero cmo podemos pensar que el objeto de una actividad tan eminentemente racional es esencialmente imaginario? Y si fuera podramos no estar irremediablemente atrapados en un crculo vicioso? Podramos alguna vez descubrirlo a no ser por los medios de esa misma actividad racional, la cual, en esta hiptesis, continuara sobre determinndolo? Si la idea de que el conocimiento puede apropiarse de la naturaleza es en s misma una fantasa, mucho ms debe serlo la idea de que el conocimiento puede apropiarse del conocimiento. Es en otro sueo, el de un sujeto absoluto y el de una pura reflexividad, que uno podra escapar de este crculo; y este sueo incoherente por supuesto para la lgica diurna, y gobernado solamente, como deberamos esperar, por la lgica del deseo- es el sueo comn, e inconsciente, del espiritualismo absoluto y del totalitarismo cientfico.

La importancia practica y terica de estas cuestiones converge. En la cara de estos brutales contrastes entre los poderes del hombre de manipulacin cientfica y tecnolgica de las cosas y su total incapacidad para tratar con sus propios asuntos, entre el conocimiento exacto que posee de los ncleos de las estrellas y la densa oscuridad que cubre lo que sucede en el piso de la tienda, se ha vuelto comn, y de hecho un lugar comn, volverse al conocimiento con el propsito de culpar, deplorar o prohibir nuestra necesidad de superar el atraso de las disciplinas humanas en relacin a las ciencias de la naturaleza. La reaccin es entendible, y sus intenciones honorables, al menos si uno acepta, como nosotros aceptamos, que la respuesta a la coyuntura histrica no puede, y no debe, ser un retorno a un oscurantismo religioso, emocional o pseudo-poltico. Pero la lucidez de esta respuesta deja mucho que desear. Cualquiera sea la confusin, e incluso el caos, que indisputablemente reina entre las disciplinas antropolgicas, no tiene ningn sentido hablar de su atraso a menos que uno haya aceptado de antemano los procedimientos de las ciencias que llamamos exactas como modelo y standart que puede ser factiblemente aplicado fuera de su campo de origen; o lo que es igual, a menos que uno sostenga que es tanto posible como deseable para las ciencias antropolgicas proceder en conformidad con los principios y la metodologa de las ciencias naturales; a menos, en breve, que uno ya haya decidido que psique, sociedad e historia son objetos que no difieren esencialmente de los objetos fsicos y biolgicos y que son enteramente homogneos con stos. Pero esto no es evidente en manera alguna de hecho, ni siquiera est claro que las conclusiones del argumento estn en armona con sus motivos iniciales. Si el extraordinario desarrollo durante los ltimos tres siglos de un tipo dado de actividad cientfica ha llegado a una situacin de crisis, deberamos aceptar sin ms preguntas que el remedio consiste en este mismo tipo de actividad para otras reas? Y si, per impossibile, tal extensin fuera a tener lugar, Qu esperanza tendramos de ganar algo con ello? Podremos olvidar que ninguno de nuestros conocimientos de la naturaleza podra tener algn valor prctico, no nos permitimos el derecho de usar y abusar de todo objeto natural, animado e inanimado, en la prosecucin de nuestros fines? Acaso hay alguien que reclame este derecho hoy, sea para s mismo o para los futuros Fermis y Tellers del ncleo humano? Y es nuestra timidez a este respecto un caso del miedo del esclavo al amo y de la moral del esclavo, un caso de supersticin residual que desaparecer mientras progresamos hacia un espritu ms cientfico? O es la acusada e insuperable dicotoma entre teora y prctica? O la heterogeneidad entre el orden humano y el natural desde el punto de vista de la prctica? En este ltimo caso, deberamos impedir que sea posible adoptar la misma perspectiva terica en nuestro reflexionar acerca de ambos?

Hay poca duda de que, si la demanda de superar el atraso de las disciplinas antropolgicas asume esta forma, se mantiene dominada por ideas que han colaborado ellas mismas a producir esta situacin y no es ms que una manifestacin de esta situacin. En verdad, lo que necesitamos es reflexionar sobre el conocimiento cientfico contemporneo mismo, sus problemticas internas, sus races histricas y su funcin social. Tan pronto como hacemos esto, nos damos cuenta, no solo de que el conocimiento producido por las ciencias naturales no ofrece soluciones a las cuestiones arriba suscitadas, sino tambin de que este conocimiento mismo est atravesando una profunda crisis, que tiene races muy profundas y consecuencias muy extensas. Esta crisis es coextensiva con el periodo histrico que atestigua el crecimiento y la proliferacin de este conocimiento, con la forma de organizacin social que ha modelado y que lo ha modelado, con la ideologa ontolgica que ha incorporado, con un cierto, desde ahora en adelante sin duda eterno, momento del imaginario humano.La crisis de la ciencia moderna y el progresivismo cientfico

Debemos, entonces, retomar la investigacin terica del conocimiento cientfico con la precaucin de que nos llevara directamente a la colisin con la visin de la ciencia corrientemente sostenida por la mayora del pblico, letrado y no letrado por igual. De hecho, por una de esas paradojas que la historia ha hecho tan tediosamente familiar hoy da a aquellos renuentes a nadar en su presente, la poca moderna, por todas sus omnipresentes incertidumbres, gusta de pensar de que hay al menos una cosa de la que puede estar segura esta es, su conocimiento. Esto no es negar, por supuesto, aquellos extraos momentos de malestar a los cuales sucumbe cuando recuerda que su pretensin de posesin de este conocimiento descansa en la ms atrevida de las sincdoques, y que los fragmentos no totalizados, y posiblemente no totalizables, de este conocimiento existen solo como la propiedad de ciertos ramos cuyos lenguajes no tienen nada en comn con el suyo y crecientemente poco en comn con cada uno de los otros. Ni es tampoco negar que hay preguntas ocasionales y espasmdicas formuladas acerca de la relacin (significando de hecho una asombrosa falta de relacin) entre este presunto conocimiento y el desorden del mundo moderno, acerca del naufragio de todos sus fines o de las ilusiones tomando los lugares de stos, de la imposibilidad de definir la economa de un conjunto de recursos experimentando una expansin sin precedentes, de la desconcertante confirmacin de E=m c por medio de los cadveres de Hiroshima y Nagasaki, y ms recientemente, acerca del posiblemente irreparable dao que ha sido infligido en menos de una centuria a una biosfera que data de miles de millones de aos con la ayuda de este conocimiento. Pero la naturaleza, el valor, la direccin, el modo de produccin y los productos del conocimiento parecen permanecer ms all de la discusin; son dogmas tan firmemente atrincherados e incuestionablemente aceptados como los dogmas de la religin que en lo precedente mantenan poder. De hecho, as como en el pasado solo un espritu irracional o pervertido poda osar cuestionar la virginidad de la Virgen, lo cual se prueba simplemente al ser fijado, as tambin es que hoy da slo aquellos que fallan al entender el significado de las palabras que pueden disputar la cientificidad de la ciencia. Y afirmar que un compromiso es cientfico, hoy da, es proclamar su excelencia. Ambos el hombre en la calle y las luminarias del espritu moderno comparten esta simple conviccin. El yo=yo de Fichte se traduce hoy en: ciencia = ciencia.

De hecho, una paradoja de dos pliegues est implicada aqu. El triunfo de esta ideologa cientfica y su asimiento sobre la sociedad es masivo, coincide precisamente con el debilitamiento de su sostn en su pas de origen. Se ha vuelto obvio ahora para los cientficos que la ciencia est muerta la ciencia galileana, con la cual Occidente ha soado desde el 1600 y de la cual, en el 1900, se pens que casi se haba realizado. De hecho, esto no es meramente definitivo, concepciones particulares y aisladas que han sido exitosamente destruidas por la explosin de la fsica cuntica, la teora de la relatividad, el principio de incertidumbre, el resurgimiento de la cosmologa y el descubrimiento de la indecibilidad en matemtica. Hemos presenciado la disrupcin de la concepcin, el programa y la meta de la ciencia galileana, la cual ha provisto los fundamentos de la actividad cientfica y la piedra angular de su ideologa durante los ltimos tres siglos. Lo que ha sucumbido es un acercamiento al conocimiento que constituye su objeto como un proceso que evoluciona independiente del sujeto, el cual puede ser localizado en un marco espacio-temporal de validez universal y absoluta transparencia, el cual puede ser asignado a categoras univocas e incontestables (de identidad, sustancia y causalidad), el cual finalmente es expresable en un lenguaje matemtico de ilimitados poderes, cuya coherencia interna era, as ha parecido, no ms problemtica que su milagrosa pre adaptacin a su objeto. En conjuncin con la manifiesta regularidad de los fenmenos naturales de gran escala, este programa de estudio parece garantizar la existencia de un sistema nico de leyes naturales que fueran a la vez independientes del hombre e inteligibles para l. El grado en que este programa de hecho fallo en la prctica en cuanto a alcanzar su meta fue considerado reducible en principio como atribuibles o bien a las limitaciones de una base inductiva que todo el tiempo est expandindose, o bien a la constante disminucin de los errores de medida. Por lo tanto, era costumbre hablar de hecho lo es todava- del progreso asinttico del conocimiento hacia la ciencia, sin siquiera sospechar que esta expresin es carente de significado si uno no posee la asntota que evoca, lo cual sera absurdo.El progresivismo cientfico puede verse hoy en su verdadera perspectiva, como una de las grandes y frtiles ilusiones de la historia. La ciencia ha progresado indisputablemente, pero no a travs de la acumulacin de verdades, no como el trabajo de construccin en el cual labores aisladas de diferentes trabajadores, cada uno de ellos extraamente condenados a ignorar el plan maestro, felizmente combinados para producir el edificio final. Es igualmente cierto que este progreso no consiste simplemente, como algunos en su desilusin, talvez, se ven inclinados a pensar, en la mera eliminacin de errores, la falsificacin de hiptesis erradas, el crecimiento de una flota fantasmal de teoras enfermas. La cuestin acerca de qu es el progreso cientfico es, en s misma, un problema del ms alto orden y ciertamente no es un problema cientfico. Pero hay de cualquier manera ciertos errores que es posible evitar: el error de identificar proseo cientfico solamente con la suma de hiptesis rechazadas; el error de considerar la brecha de la realidad de la ciencia y la clsica idea del conocimiento como una cuestin de ciertas imperfecciones marginales, como un tipo de escoria residual. La ciencia contiene la incertidumbre como su verdadero centro, tan pronto como intenta hacer algo ms que meramente describir o coleccionar y organizar hechos en una base emprica y computacional; esto es, tan pronto como aspira a ser teora. Y cuando nos dirigimos a pensar en la naturaleza de la teora misma, parece imposible que la ciencia hubiera sido otra cosa que incertidumbre, y que el asombro es tal que ninguno hubiera persistido tanto con sus decepciones en lo contrario.Hoy no puede haber desilusin. Ya no es ms una cuestin de dudas acerca de la validez de esta o aquella teora especfica, ni de la tolerable oscuridad de conceptos bsicos lo cual continua siendo una compensacin sin aquella interferencia en el negocio real de la ciencia. Porque la incertidumbre que ha arribado al curso de la actividad cientfica misma, la cual ha dificultado y a la vez estimulado su crecimiento en cada estado de su progreso, ha venido a poner en cuestin y a representar una crisis en el marco categorial completo de la ciencia; as es como refiere explcitamente los cientficos a la interrogacin filosfica. Esta interrogacin es omniabarcante. Porque lo que esta en juego aqu no es solamente la metafsica durante ha apuntalado tres siglos de ciencia occidental y que ha provisto con su concepcin implcita e inconsciente del status ontolgico de los objetos matemtico, fsico, biolgico, psquico e histrico-social. Es tambin el marco lgico en el cual estos objetos han sido considerados; es el modelo aceptado del tipo de conocimiento a perseguir; el criterio de la presunta demarcacin entre ciencia y filosofa, y la situacin histrico social y la funcin de la ciencia y de las organizaciones y personas que la sostienen. Al mismo tiempo, debera ser obvio que tal investigacin debera incluir un no menos radical llamado a cuestionamiento a la filosofa misma. Porque una absoluta separacin entre ciencia y filosofa no puede ser imposible desde el punto de vista de la ciencia y a la vez necesaria desde el punto de vista de la filosofa. En este respecto, y a pesar de toda apariencia de lo contrario, la misma posicin es compartida: por una epistemologa positivista que mantiene que la construccin de una ciencia exacta no tiene ninguna relacin con alguna consideracin inexacta acerca de significado, valor, etc.; y por una filosofa como la de Heidegger que considera la diferencia ontolgica como absoluta, cree que es posible pensar el ser separado de los entes, y al hacer eso necesariamente permanece prisionero de una cierta concepcin de lo que los entes son, no menos que del lenguaje particular correspondiente a esa concepcin, ambos aspectos formando el nico circulo en el cual es posible pensar.Los fundamentos de las matemticas y la indecibilidad

En el caso de la matemtica, la crisis se ha desarrollado con toda la inexorabilidad de un guion de tragedia griega, hybris trayendo sobre s la inevitable nmesis, y la catarsis asumiendo la pureza de una prueba matemtica acerca de una imposibilidad radical. Pocos de hecho eran los signos del inminente colapso dentro del imponente imperio que la matemtica, a travs de sus sucesivas conquistas de nuevos territorios y su unificacin bajo leyes sistemticas, haba establecido como el giro del siglo; por el tiempo, esto es, cuando Hilbert, en 1900, con incluso menos razn que Edipo para desear el conocimiento a cualquier precio, sugiri a los matemticos del mundo reunidos en Paris que la prueba de la naturaleza no contradictoria de la matemtica era uno de los puntos problemticos que era su tarea resolver en el curso del siglo XX. Tres aos ms tardes el problema explot en sus caras cuando la paradoja de Russell fue publicada como un comentario al principal trabajo de Frege, declarando este ltimo que el trabajo de su vida yaca en ruinas. Durante el periodo de agudo conflicto que sigui, los matemticos se encontraron divididos en diferentes campos, siendo determinadas las lneas de demarcacin por las respuestas que daban a preguntas como: Qu es el objeto de la matemtica? Qu hay que entender por existencia y por prueba, y adems por verdad matemtica? Cul es la naturaleza de la actividad del matemtico? Muy pronto se vieron llevados a adoptar los trminos realismo platnico, nominalismo con el fin de caracterizar sus opiniones o las de sus adversarios, y esta nomenclatura es de hecho apta para ello.

En un esfuerzo por resolver el conflicto y por eliminar del mundo de una vez y para siempre la cuestin de los fundamentos, Hilbert fue llevado a construir la metamatemtica en reconocimiento del hecho obvio de que la cuestin de la coherencia de la matemtica no es una cuestin matemtica, y por lo tanto no puede ser discutida entre matemticos y solamente con recursos matemticos. Las ganancias formales fueron considerables, pero uno todava est inclinado a preguntar, desde un punto fundamental, si realmente hubo alguna ganancia, en tanto toda la discusin de la metamatemtica (o de un meta lenguaje de cualquier grado) puede en ltima instancia tener lugar slo dentro de la densidad y polisemia del lenguaje ordinario o lenguaje sin ms. Pero hay un gran acuerdo sobre esto, en tanto el inmenso trabajo de Hilbert forj las grandes armas con las cuales, unos aos ms tarde, un joven y por entonces desconocido matemtico iba a proveer una rigurosa prueba del hecho de que un sistema formalizado no trivial (uno lo suficientemente rico para contener la aritmtica de los enteros naturales) necesariamente incluye proposiciones indecidibles, e iba a mostrar que es imposible demostrar la naturaleza no contradictoria de tal sistema dentro de los trminos de ese mismo sistema (Gdel, 1931). Entonces se cre una situacin epistemolgica completamente nica y extremadamente paradjica. En un sentido, los teoremas de Gdel no tienen importancia real; pero en otro sentido presagian total e irremediable desastre. En el supuesto de que en algn futuro talvez nos encontremos con un teorema que contradiga otros teoremas previamente aceptados, la salida probable podra ser un reajuste tal del sistema que pueda salvaguardar el cuerpo principal al costo de algunos de sus componentes perifricos; la suposicin es en si misa altamente improbable. Pero, y este es precisamente el punto, esto no es ms que improbable. Incluso si todas las partculas elementales del universo fueran matemticos probando cada uno un nuevo teorema por segundo y continuaran as por quince mil millones de aos sin producir ni una sola contradiccin, la lgica de la situacin permanecera no afectada: podra siempre permanecer lgicamente posible que una contradiccin emerja, y que la coherencia del sistema nunca sea ms que una conjetura altamente probable. Ahora, si un voluntario matemtico se compromete en nombre de sus compaeros cientficos a calcular la probabilidad de una proposicin, basa su clculo en teoremas existentes y nunca se inclina a considerar equivalente una proposicin probable respecto de un teorema de x% probabilidad, ni tampoco a considerar equivalente un teorema respecto de una proposicin de probabilidad 1. Los principios inductivos consideran la probabilidad como mensurable a lo largo de una escala continua, pero en una disciplina deductiva hay una brecha insalvable entre una proposicin que es verdadera, o sea apodcticamente necesaria, y otra proposicin de cualquier tipo de probabilidad. S, tenemos una ciencia rigurosamente deductiva la nica que poseemos- que no debe nada a la experiencia pero que es capaz de ser falsada por un hecho de experiencia: no un hecho emprico, por cierto, sino el acto de un matemtico. Por lo tanto, los matemticos de aqu en adelante tendrn que vivir permanentemente con las preguntas acerca de los fundamentos, preguntas que son tan ineliminables de sus mundos como de este.

Sera difcil sobreestimar la importancia filosfica de esta situacin. La fascinacin que la matemtica ha despertado en la filosofa, desde Pitgoras y Platn a Kant y Husserl, no ha sido debido a, como frecuentemente se ha dicho, a la creencia de que las matemticas ofrecen un paradigma de absoluta certeza; Platn saba perfectamente bien que descansaba sobre meras hipotheses. Pero las matemticas fueron de hecho pensadas como el modelo perfecto de la certeza hipottico-deductiva: una vez que la cuestin de la verdad de estas hiptesis se ha puesto en suspenso (una cuestin que finalmente ha llegado a ser considerada sin significado en el contexto de la matemtica, lo que desde otro punto de vista genera problemas considerables), el sistema de la inferencia matemtica parece ostentar una certeza apodctica. Por lo tanto, se supona que tenamos referencia a un dominio donde solo el contenido permaneca contaminado por un status hipottico, pero donde al menos la forma el tipo de concatenacin necesaria de proposiciones- pareca ser absolutamente categrico. Los dos teoremas de Gdel, y los restantes teoremas de indecibilidad que proliferaron desde entonces, han puesto fin de una vez por todas a esta idea. Incluso algo ms importante, han sembrado dudas sobre la posibilidad de una lgica rigurosa en la nica rea donde pareca compatible con cierta fecundidad. A pesar de las innumerables discusiones que han tenido lugar desde que Gdel prob sus teoremas, la filosofa no ha afrontado realmente las implicaciones de esta situacin.Los problemas que han surgido no pueden ser solucionados por la construccin de metalenguajes y metasistemas en los cuales uno prueba la naturaleza no contradictoria del sistema del que uno ha empezado. Son reproducidos infinitamente ms grandes. Sabemos, gracias a un resultado absolutamente universal de Tarski, que podemos interpretar todas las proposiciones de un sistema formal decidible dado (y todos sus trminos definibles), si nos ubicamos provistos en un sistema ms rico. Lo que esto significa, en efecto, que el posterior incluir proposiciones indecidibles y trminos indefinibles; uno puede eludir estas dificultad recurriendo otra vez a otro meta sistema ms rico. Pero est claro que este regreso al infinito, lejos de resolver las preguntas iniciales, solo sirve para exacerbarlas; el empleo de lenguajes cada vez ms ricos es equivalente a la introduccin de hiptesis cada vez ms fuertes.Una situacin muy similar se encuentra en los varios intentos dirigidos a eliminar las paradojas encontradas en la teora de conjuntos. As, por ejemplo, y aparte de las otras objeciones a ella, la teora de los tipos, sea en la formulacin original de Russell o en la ms sofisticada de von Newman, solo pospone al infinito las preguntas formuladas por el hecho de que en el pensamiento ordinario y en los lenguajes naturales todo atributo define una clase (o, en otras palabras, toda propiedad es una coleccin). Uno puede tratar de superar esta dificultad arreglando los axiomas de la teora de conjuntos de manera tal que la expresin clase de todas las clases resulte algo sin significado, que el objeto que designa es no existente, que no todas las relaciones deben ser tomadas como reunibles en colecciones, de manera tal que no exista un conjunto en el cual todo objeto sea elemento. Pero al mismo tiempo, es claro que o bien la teora de conjuntos es una teora vaca (sin objeto), o bien que hay algo que es conjunto en general, el objeto de una teora as llamada, y los enunciados de tal teora son vlidos para todo conjunto. Si entonces se afirma el enunciado: la teora de conjuntos concierne a todos los conjuntos no pertenece a la teora misma de conjuntos (en la cual ste no tiene ningn significado), pero es el enunciado de una meta teora, el argumento es irrefutable pero ftil. Porque esta meta teora est en cambio obligada a considerar la propiedad de ser un conjunto como ser reunible en una coleccin, y a decir, por ejemplo, que un conjunto forma una clase; o bien, a afirmar que consideramos una coleccin de objetosque ser denominada un universo, siendo los conjuntos los objetos de este universo; luego, en funcin de evadir la afirmacin de que x pertenece a U, uno dice que el objeto x est en el universo U. Pero es dolorosamente obvio que la proposicin de en este contexto ya est cargada con todas las paradojas de la teora ingenua de conjuntos. Qu significa aqu decir de un objeto que est en? Qu es mentado por coleccin? Hay alguna coleccin de todas las colecciones y puede una coleccin estar en una coleccin? Si puede, estamos inmediatamente de regreso en la paradoja de Russell; si no puede, meramente se ha transferido la pregunta original a un nivel ms alto. Como Cineas lo hubiera expresado, bien nos pudiramos haber quedado tranquilos donde estbamos en la planta baja y aceptar la inicial definicin ingenua de Cantor, tan maravillosamente lucida precisamente porque sus crculos viciosos y sus trminos indefinibles son tan patentes: un conjunto es una coleccin de objetos definidos y distintos de nuestra percepcin o pensamiento.Incluso una cuestin aparentemente tan simple, y al mismo tiempo tan fundamental, y aun elemental en el sentido primario del trmino, es que el ordenamiento, la arquitectnica, las respectivas posiciones ocupadas por los varios departamentos de matemtica una pregunta respecto de la cual claramente depende la pregunta de la validez lgica- permanece largamente abierta. Desde que Cantor la cre, la teora de conjuntos ha pasado a ser considerada el departamento primario o fundamento de la matemtica, siendo derivadas de ella todas las dems ramas; y habiendo sido reformuladas, ms o menos, todas las ramas a la luz de los conceptos y resultados de la teora de conjuntos. Este es el punto de vista que, como bien es sabido, Bourbaki entroniz en sus Elementos de matemtica. Pero, sumados los problemas lgicos y filosficos que presenta, ya ha sido discutido y, talvez deberamos decir, rechazado entre los matemticos mismos. As se afirma en un trabajo reciente: El punto de vista adoptado en este trabajo talvez parezca extrao a aquellos que piensan que la teora axiomtica [nfasis del propio autor] de conjuntos ocupa el departamento primario de la matemtica (como es verdadero, quizs, en el caso de la teora ingenua de conjuntos). Que un matemtico emplee el trmino talvez respecto de una cuestin tan seria, la cuestin de la base sobre la cual uno conduce la prueba de cualquier cosa en cualquier rama de la matemtica, puede significar un estremecimiento. Pero aqu permitmonos simplemente considerar que talvez debemos permitir a una teora ingenua de conjuntos (una que en consecuencia sea no rigurosa y entrae paradojas) esta privilegiada posicin en matemticas, ser la sola base sobre la cual sea posible, siempre que no seamos tan inquisitivos, de construir buena parte de la matemtica por medio de la cual (por el empleo, esto es, los recursos estn disponibles por esta construccin) talvez podamos formular una teora axiomtica de conjuntos. Lo que es problemtico de esta exigencia no es tanto su circularidad lgica, ya que en los das de la filosofa es un vicio irremediable (pero quizs el vicio de todo lo que existe, especialmente de todo pensamiento), sino el hecho de que los defectos iniciales de la teora ingenua de conjuntos son transmitidos hereditariamente, en consecuencia contaminando la serie entera de subsecuentes construcciones.As como para las dificultades lgicas y filosficas mencionadas arriba, estas son tan numerosas que debemos contentarnos aqu con una referencia al ejemplo ms chocante. Objetos tales como el conjunto de los enteros naturales (N), o relaciones tales como la de orden, son presentados como constructos producidos en y por la teora de conjuntos, e incluso en el caso de N en un estado bastante avanzado de la misma. Es claro de cualquier manera que los correspondientes conceptos (o categoras o esquemas) estn envueltos directamente desde el principio en cualquier razonamiento matemtico, y no pueden de hecho (como, en un sentido, Kant ya haba mostrado) ser derivados de alguna otra cosa. Toda prueba, matemtica o de otro tipo, ordena sus afirmaciones de acuerdo a la relacin de orden, y de hecho, un buen ordenamiento es necesario; en la mera construccin de una afirmacin, el orden de los signos es generalmente crucial (hay un x tal que para todo y como sabemos de ninguna manera es equivalente a para todo y hay un x tal que). En un sentido similar, los enteros naturales en efecto estn siendo invocados directamente desde el principio: sin usar uno, dos y sobre todo etc. y (que significa en la practica la introduccin y uso efectivo del infinito potencial) directamente no se puede progresar. De hecho, es difcil de aceptar el argumento de Bourbaki de que en estos casos los nmeros son usados como puntos de referencia en algn sentido similar en que podran serlos los colores. Uno talvez use de hecho colores para distinguir objetos o para establecer a cul de ellos se estaba refiriendo, pero hablar al de una relacin binaria, por ejemplo, no puede haber negacin de que es la cardinalidad del nmero dos lo que est en cuestin. Bourbaki, de alguna manera, reconoce este hecho l mismo cuando enfatiza que la matemtica est envuelta desde el principio en pruebas que apelan enteramente a recursos de la matemtica misma en sus usos de enteros arbitrarios e induccin matemtica; cuando habla en este sentido del riesgo de una petitio principii (de nuevo una expresin extraa viniendo de un matemtico: se supone ahora que uno debe consultar a una agencia de seguros para establecer cundo es o no circular un argumento matemtico?), y de nuevo, finalmente, cuando admite que no podra tener sentido ensear matemtica a seres que no sepan leer, escribir y contar (nfasis nuestro), hecho que parece obvio en s mismo pero que el formalismo y el logicismo desesperadamente han procurado siempre negar. Pero, si este es el caso, no podemos continuar hablando ms de la construccin de N; es a lo sumo una cuestin de reparar y repintar su frente.La situacin de la fsica

La crisis de los fundamentos de la matemtica mantiene entonces en gran parte una cuestin abierta, y es difcil de ver cmo podra superarse excepto, claro, en el reconocimiento de que la matemtica no puede esperar ms que cualquier otra disciplina asegurarse un fundamento absoluto, ni de obtener alguna otra garanta acerca de su coherencia que la que le brinda el hacer terico de sus profesionales. Pero la matemtica es al menos capaz de aislar el rea de crisis lgicamente del resto de su prctica. Esto no reduce en ningn sentido la importancia filosfica del problema, pero permite a los matemticos proseguir sus estudios presentes, ms all de su importancia, a cierta distancia de ello. Esta situacin es un poco diferente en la fsica, donde el problema avanzan, en tanto estn relacionados a los instrumentos lgicos indispensables para la tarea del fsico, interfieren de un modo decisivo en el proceso de teorizacin. De hecho, no es solo como algunos han pretendido errneamente- la posibilidad de una representacin intuitiva que ha fracasado con los trastornos que han tenido lugar luego de 1900. Son las categoras mismas del pensamiento que se utilizan en la fsica, y la naturaleza misma de su objeto, la naturaleza de la actividad del fsico y del fsico como tal esto es, como una comprensin cientfica operando- que han sido puestas en cuestionamiento. Claramente, no hubiera sido posible aplicar el trmino de metafsica a esa parte crecientemente significativa de la reflexin con que los fsicos se han dedicado a la cuestin de las ideas ltimas presupuestas por su actividad aunque con legitima irona Heisemberg ha comentado la actitud de los positivistas lgicos, que con bastante felicidad hablan de metamatemtica o de metalgica pero entran en pnico si el prefijo meta se aplica al mundo fsico. Se podra hablar de pre fsica, en tanto los conceptos en cuestin existen con prioridad a cualquier empresa en fsica, incluso la ms elemental. Pero en realidad no es una cuestin de pre o de meta-fsica. Porque las cuestiones aqu implicadas no son anteriores o posteriores a las fsicas contemporneas: son las fsicas contemporneas. Indisociablemente ligadas a las decisiones tericas ltimas, se convierten en un artculo central del debate en todo aumento de las apuestas tericas. Si una lnea ha de ser trazada para que los fsicos puedan continuar su trabajo negando estos problemas de principios, ello no demarcara entre filosofa y fsica terica sino entre fsica terica y lo que uno debera llamar a pesar de su tremenda efectividad- el extravagante trabajo emprico-experimental.

Estos problemas han sido lo suficientemente discutidos en los ltimos sesenta aos, para justificar que nos ciamos a una lista de los ms importantes. El fsico esta conminado a cuestionarse acerca de su entendimiento de lo que es el tiempo y el espacio, y acerca de qu justifica la distincin misma. La cuestin de la frontera entre los fenmenos micro fsicos y los de un observador ampliado (el sistema formado por el observador y su aparato experimental) permanece enteramente irresuelta. Tambin esta irresuelta la antinomia epistemolgica formulada por primera vez por Heisenberg en 1935 entre el reconocimiento de la invalidez de las categoras y leyes de la fsica ordinaria en el dominio de lo micro fsico por una parte, y por la otra la prueba de esta invalidez por medio de un aparato construido en observancia de las leyes de la fsica ordinaria e interpretada de acuerdo con sus categoras normales. Sera errneo pensar que podemos resolver esta antinomia -con mayor xito que respecto de los efectos de la crisis de la categora de causalidad- meramente apelando a grandes nmeros y probabilidades, en tanto como ha sido sealado- un evento cuntico nico al cual no podemos asignar ms que un cierto grado de probabilidad- es capaz por medio de un aparato experimental apropiado- de desencadenar un evento macroscpico de un tipo que en principio esta enredado en una cadena de relaciones determinsticas. Algunos se inclinan a pensar que la discusin de estos problemas est aproximndose al punto de agotamiento. Nada puede estar ms lejos de la verdad, en cuanto los progresos fsicos constantemente reaniman tales problemas y generan otros de tipo similar. Podra tomarse como ejemplo la decadencia, como ha sido llamada, de la categora de campo, la cual durante los ltimos cien aos ha si empleada con creciente predominio en la fsica como un todo, que ha alimentado la (continuamente frustrada) esperanza de que una teora unificada pueda constituirse, pero que ahora se ha mostrado incapaz de acoger la ltima seal del fenmeno elemental. Tambin podra tomarse la reapertura del debate acerca de los principios de simetra en la naturaleza, de reversibilidad de los fenmenos elementales, e incluso de conservacin. O nuevamente, existe la persistente pero irresuelta cuestin de cmo reconciliar (o incluso establecer alguna relacin entre) la relatividad general y la mecnica cuntica. Y est tambin el cuestionamiento de la nocin misma de fenmeno fsico.

De hecho, los fsicos mismos dicen que acuerdan entre ellos acerca del uso de la mecnica cuntica, pero que estn en profundo disenso acerca de su significado y de sus conceptos fundamentales. Wigner reconoce que, al afirmar que el de un acto de observacin en otras palabras, un acto mental- se ha convertido en el concepto primario en mecnica cuntica, no se ha hecho otra cosa que explicar un acertijo por medio de un misterio. Reconoce que no hay acuerdo en la cuestin epistemolgica de si el vector estado (que describe un sistema dado desde el punto de vista de la mecnica cuntica) representa la realidad o es simplemente una herramienta matemtica a usar para calcular las probabilidades de los varios resultados posibles de las observaciones. Tambin recuerda que la naturaleza auto-contenida de la mecnica cuntica es una ilusin insostenible, y que la teora de la mecnica cuntica, si se sigue consistentemente, conduce a difciles cuestiones epistemolgicas y filosficas. En cuanto a lo que a la mecnica cuntica concierne, y en vista de las ilusiones que an prevalecen, parece til citar in extenso a uno de los fsicos contemporneos ms conocidos: la teora permanece generalmente insatisfactoria, no solo porque contiene lo que finalmente parece ser algunas contradicciones, sino tambin porque ciertamente tiene un cierto nmero de caractersticas arbitrarias que son capaces de indefinidas adaptaciones a los hechos, de algn modo evocativas del modo en que los epiciclos ptolemaicos podan acomodarse a casi cualquier dato observacional que pudiera sobrevenir en la aplicacin de tal marco descriptivo.

La controversia de la cual hemos hablado- respecto a la nocin de fenmeno fsico, es producto de cuestiones derivadas de al menos- dos puntos de vistas diferentes pero en ltima instancia convergentes. Por una parte, la idea tradicional de que los sistemas fsicos existen y tienen propiedades fsicas bien definidas independientemente de cualquier observacin de estas propiedades (hiptesis C, como B. dEspagnat la ha denominado, y en conexin con la cual J. M. Jauch ha comentado adicionalmente que es ms bien difcil, sino imposible, decir cul podra ser el significado exacto de una hiptesis as) no es sostenible por ms tiempo; en todo caso, se ha mostrado que es incompatible con el comportamiento de sistemas cunticos que interactan entre ellos y en realidad, obviamente, todos los sistemas son de este tipo. Por el otro lado, las situaciones paradjicas se encuentran en el estudio de los sistemas cunticos en interaccin llevan cada vez ms a pensar que la idea de un sistema parcial o sub-sistema es talvez incompatible con la estructura de las leyes cunticas, lo que significa decir que la idea de fenmenos aislables o separables es carente de sentido. Si este es el caso, claramente amenaza la conceptualizacin y en principio- los mtodos empleados por la fsica establecida (en el tipo moderno, no en el clsico), que es incapaz en sus ecuaciones y en su trabajo experimental de tratar con sistemas o aspectos parciales considerados como separables del todo. Si, como Bohm afirma, la teora cuntica implica la cada de la nocin de anlisis del mundo a partes relativamente autnomas, separadas pero en interaccin estamos sumidos en una interminable serie de enigmas: no podemos ya siquiera avalar conceptos como los de observador, observado y observacin; de hecho ya no es ms posible afirmar con absoluto rigor (como se sostena en la que en un momento fuera revolucionaria y ahora es la interpretacin clsica de la mecnica cuntica, sobre la cual mucha tinta ha circulado y a la cual ni Einstein ni Schrdinger ni L. de Broglie podran intentar aceptar) que lo que es observado es de hecho el producto de una interaccin entre el observador y lo observable. Las regularidades parciales que descubrimos a diferentes niveles de la realidad fsica (sin la cual, por otra parte, no podramos siquiera vivir) estn selladas por una total contingencia y se convierten en totalmente ininteligibles. El universo, en esta interpretacin, no es mas que un solo hper-fenmeno, aunque es difcil de ver cmo el trmino fenmeno podra seguir teniendo aplicacin en tales condiciones, dado que el observador para quien hay fenmeno habra quedado integrado l mismo dentro de este universo; y sera igualmente anacrnico hablar de un universo cuando la mecnica cuntica parecera de hecho afirmar que ella describe no es la realidad que acostumbramos pensar, sino una compuesta por muchos mundos.

Esta sola cuestin del universo es la ms elocuente del estado catico en que la fsica se encuentra hoy: ninguna otra rea del estudio terico ha estado sujeta por los ltimos cincuenta aos a tales violentos y continuos disturbios como la astronoma terica (o, ms exactamente, la cosmologa) la nica rea en que la ciencia moderna originalmente crea, sobre la base de la teora newtoniana, que poda encontrar pruebas triunfantes del poder de sus mtodos y de la verdad de sus resultados. Deberamos recordar que la cosmologa contempornea no es materia de especulacin gratuita, sino la inevitable consecuencia de la observacin astronmica de suprema importancia tanto como de la necesidad de encontrar leyes locales; y que su progreso ha tambaleado a cada paso, por los obstculos puestos por la inevitable necesidad de cuestionar o abandonar las categoras y medios ms elementales de conceptualizacin. La teora general de la relatividad tiene origen en la intencin de Einstein de encontrar una explicacin rigurosa dentro de los trminos de la fsica terica- de lo que hasta entonces haba permanecido como mera identidad coincidente entre la masa gravitacional y la inercial (principio de equivalencia de Mach). Todava se debate si logr este objetivo. Pero de cualquier manera triunf en vaciar los conceptos newtonianos de espacio, tiempo y materia de todo contenido; sobre todo, ha producido ecuaciones que -siendo igualmente consistentes con una singularidad en un pasado infinito, una evolucin peridica del universo o un horizonte temporal ilimitado- ha forzado a los fsicos a resucitar nociones tan misteriosas como comienzo del tiempo o tiempo cclico, y en ltima instancia a proponer la cuestin de la realidad y el significado del tiempo. De modo similar, la paradoja de Olbers (formulada en 1826, pero que permaneci desconocida no solo para el pblico educado sino para vastas mayoras de cientficos, que se vieron bien y verdaderamente sorprendidos de aprender que nadie en la Tierra era capaz de explicar por qu de noche el cielo era negro, o ms precisamente por qu no estaba a una temperatura constante de 6000) en cierto sentido ha sido resuelta por el descubrimiento del desplazamiento hacia el rojo y su explicacin en trminos de un universo en expansin. Pero ciertamente no hay unanimidad en la interpretacin teorica de esta expansin, y -lo que es ms importante- cada una de las dos teoras rivales ha debido abandonar principios fsicos que son incluso ms fundamentales (en tanto son ms abstractos) que abandonados por la mecnica cuntica. La teora del estado estacionario ha debido echar por la borda el principio de la conservacin de la materia-energa (porque postula una creacin continua de la materia en el universo) mientras que la teora de un estado hiper-denso inicial (teora del Big Bang) se ha visto obligada como Fred Hoyle ha subrayado- a abandonar nada menos que el principio de la invariancia de las leyes fsicas. Pero la cuestin principal que ha hecho sobrevenir la cosmologa contempornea es, sin duda, la cuestin de sus propios objetivos. En qu sentido puede haber una teora de un objeto nico? Cmo se podra hablar en trminos de leyes gobernando este objeto nico, el universo? Puede uno mantener la separacin entre objeto y leyes a este nivel? Los cosmlogos ms radicales argumentan que una teora construida para describir un sistema nico debera no contener ninguna caracterstica arbitraria, lo que significa en efecto que no debera contener referencia alguna a condiciones iniciales. Pero en realidad, no podemos concebir una teora fsica sin condiciones iniciales (o condiciones limites) ms de lo que podemos pensar en trminos de una distincin entre esencia y accidente en caso de un objeto absolutamente nico. Para cualquier sistema fsico parcial, asumir sus condiciones iniciales es en efecto- asumir su situacin en el tiempo y el espacio, y su estado original y es esto lo que, desde el punto de vista de la fsica terica parece ser accidental. Considerado bajo esta luz, es inmediatamente obvio que en el caso del universo como un todo nada puede permanecer accidental, como dice Sciama- excepto, como deberamos haber agregado, el universo mismo. Enfrentamos aqu la cuestin impuesta por la imposibilidad de emplear las categoras de contingencia y necesidad cuando el objeto considerado es el objeto fsico ltimo. Dar otra, pero solo aparentemente diferente, ilustracin de esta antinomia: una teora cosmolgica rigurosamente comprometida al principio de que al hablar del universo debera evitarse toda referencia a condiciones iniciales de la cual ningn sentido real puede darse en tal contexto-, estaramos en la posicin de tener que hacer una deduccin terica de todas las propiedades del universo, incluyendo el hecho de que tiene cuatro o catorce dimensiones y no dos, e incluyendo los valores numricos de las constantes fundamentales. Como se sabe, Eddington pas la ltima parte de su vida explorando esta posibilidad, sin mucho xito. Pero si suponemos, per impossibile, que ejercicio de deduccin fuera exitosamente realizado, qu se seguira epistemolgica y filosficamente entonces? El cosmos habra sido disuelto, conceptualmente, en una coleccin de determinaciones logico-matemticas, y la cuestin que hubiera sobrevenido entonces es por qu esta coleccin tendra una contrapartida real.

En casi el mismo sentido en que uno descubre referencias a la filosofa clsica resurgiendo en la discusin de la epistemologa matemtica, as tambin uno tiene la impresin de que debajo de la superficie de los debates contemporneos de cosmologa nos enfrentamos una vez ms con las antinomias de la dialctica trascendental que las investigaciones de Kant sobre los fundamentos de la unidad de la experiencia, y las reflexiones de Platn y de Leibniz acerca de la unicidad del universo y las posibles razones para ello.

El problema de la historia de la ciencia

Ligados como estn al periodo histrico presente y al estado dado en el desarrollo de la fsica, puede pensarse que estas observaciones tienen solamente un status contingente. No han faltado grandes fsicos que han pretendido que un nuevo avance de las ciencias podra posibilitarnos, al menos en ciertos casos (determinismo) y al precio de unas pocas complicaciones, volver al status quo ante. Este punto de vista, que en cualquier caso ha sido abandonado ahora, es poco sostenible. No solo porque, cuando todo se ha dicho y hecho, la crisis que afecta a la fsica del siglo XX ha servido meramente para revelar algo que ha sido siempre el caso, esto es, que toda teora fsica presupone un conjunto de categoras que no son evidentes por s mismas, no un marco de trabajo neutral, suscitando as la cuestin de sus interpretaciones, que desde entonces y en adelante interfiere necesariamente con cualquier teorizacin de la experiencia. Y es tambin porque, a la luz de esta crisis, podemos discernir otro hecho, que nuevamente debera ser percibido directamente desde el principio, pero que incluso hoy es solo parcial y superficialmente reconocido. Esto es que el carcter histrico en el sentido ms estrecho: la mera diacrona- de la ciencia crea una situacin en la cual el programa clsico se quiebra, porque es absolutamente incapaz de ser pensada en los trminos de aquel programa. La concepcin clsica no tiene medios para pensar una historia de la verdad, y este es el sello, de hecho, del cientificismo esencialmente idealista o tradicional. Este carcter diacrnico de la ciencia es una de aquellas grandes trivialidades, incluso tautologas, anloga a hechos tales como que para poder ver un electrn, uno debe iluminarlo, o que para pensar uno debe pensar algo, o que para que un sujeto pueda tener conocimiento de un mundo real debe ser l mismo real en cierto sentido de lo cual de hecho enormes consecuencias se siguen. La cuestin que despierta es la siguiente: dado que el primer cientfico no estableci de un golpe el conocimiento absoluto, respecto del cual sus sucesores no habran tenido ms que confirmar infinitamente, cmo es posible y pensable en general una sucesin de teoras fsicas?

La concepcin cientfica, que aun domina los puntos de vista de la comunidad cientfica en estos puntos, solo puede permitir que es posible o pensable por medio de una triada de nociones absolutamente inadecuadas: sucesivas aproximaciones, generalizacin y adicin. Fcilmente puede descartar la idea de sucesivas aproximaciones (aproximaciones a qu?) que slo puede ser invocada en este contexto por alguien que falla por completo al entender la naturaleza de la teora. Es el resultado predictivo de las teoras lo que puede ser ordenado de acuerdo a una mayor o menor proximidad a algo, no las teoras mismas. Diferentes teoras tienen diferentes estructuras lgicas, y no son comparables en ese sentido. Cmo, entonces, puede pensarse la sucesin de teoras? Bajo qu condiciones puede un orden temporal simultneamente constituir un orden lgico intrnseco?La inadecuacin de las interpretaciones usuales del desarrollo de la ciencia

Se habla mucho de generalizacin, en el sentido de que las teoras posteriores contienen a las anteriores como a casos particulares. Esta descripcin frecuentemente se sostiene de modo correcto para las cuestiones menores de la fsica, pero nunca es verdadera para las mayores. Est basada, tambin, en una confusin entre prediccin numrica y contenido lgico de una teora. Es imposible tomar seriamente la formulacin aceptada hoy da de acuerdo con la cual la teora newtoneana es un caso particular de la relatividad especial, el caso especial en el cual c (la velocidad de la luz en el vaco) es tomada como infinita; todo lo que se puede decir es que en la frmula de la relatividad especial, si uno asigna a c el valor de infinito, entonces arriba a resultados newtoneanos. Pero esto no debera hacernos olvidar que la teora especial de la relatividad empieza por poner como axioma lo absurdo del axioma fundamental implcito en la teora newtoneana, la existencia de seales que pueden ser propagadas a velocidad infinita. Entonces Esta uno habilitado a decir que a es una aproximacin de no-a? Como Hermann Bondi ha dicho hoy en dalos conceptos newtoneanos son tenidos como insostenibles. Presentar la teora newtoneana como si fuera la primera aproximacin de algo respecto de lo cual la teora de la relatividad es una segunda y mejorada aproximacin, es parodiar los conceptos y la estructura lgica de la teora; es admitir que uno no tiene ningn otro inters ms que los decimales predichos por ambas teoras; es pretender presentar un ideal absoluto de ciencia precisamente presentndolo como una no teora, como capaz de mezclar la ms heterognea infusin de conceptos siempre que est lo suficientemente bien servida con el jugo numrico correcto. No es posible continuar hablando de la teora cuntica como conteniendo la fsica clsica como un caso particular; esto equivaldra a la asercin de que el conjunto de los enteros contiene el conjunto de los nmeros reales como uno de sus casos particulares. Por otra parte, contrariamente a lo que se supone, es difcil, incluso en el campo de las matemticas, describir avances decisivos en trminos de generalizacin pura y simple. Ha sido bastante bien observado que es un abuso del lenguaje hablar del progreso considerable que fuera realizado para probar el ultimo teorema de Fermat. Porque este as llamado progreso ha consistido, de hecho, en la construccin de ramas enteras de matemtica completamente nuevas (notablemente la teora de los nmeros ideales) y el problema tal como se lo concibe hoy es algo de lo cual Fermat no tuvo idea y el cual le hubiera resultado totalmente ininteligible. Asimismo, slo desde el punto de vista ms vaco y formal podra considerarse como generalizacin la transicin de las geometras eucldeas a las no-eucldeas, o de geometras de tres dimensiones a geometras de n dimensiones (sea n finito o infinito). Es algo ridculo creer y estimular la creencia de que el pensamiento humano ha necesitado veinticinco siglos para pasar del nmero 3 al nmero 4, 5, cuando todo lo que se hubiera requerido era generalizar. Para hacer esta transicin lo que se requera no era una generalizacin sino una revolucin, y no solo de la categora matemtica de espacio, sino de la mera concepcin de la naturaleza de la matemtica y de su objeto. Lo que se requera, en otras palabras, era la agitacin filosfica por la cual el otrora objeto de la matemtica las relaciones entre las magnitudes naturales y sus extensiones inmediatamente directas- fuera suplantado por el estudio de relaciones formalizables entre entidades de cualquier tipo.

Estos ejemplos tambin demuestran cun imposible es describir el desarrollo de la ciencia como un proceso de adicin. Si es verdad que muy frecuentemente nuevos dominios de estudio son descubiertos, y que, inicialmente, su teorizacin toma la forma de adicionar las nuevas teoras a aquellas que ya han sido elaboradas en otros dominios, no es menos verdadero que, tarde o temprano, la cuestin de la relacin entre ellas se suscita, y que esta cuestin nunca ha sido resuelta en trminos de simple yuxtaposicin. Como regla general, la unificacin de teoras ha causado estragos con las teoras particulares ya establecidas, o ha trado una alteracin en sus significados. La verdad cientfica no es ms aditiva sincrnicamente de lo que es acumulativa diacrnicamente. Pero esto significa tambin que no podemos pensar ms los aspectos coexistentes de un objeto, que nosotros asignamos a disciplinas particulares y acomodamos entre teoras especficas, como separables y recomponibles a voluntad, que lo que podemos pensar de que las sucesivas capas que descubrimos en un objeto concuerdan entre ellas conforme a nuestra conveniencia de tal modo que podamos movernos regresivamente de los corolarios a los teoremas y de los teoremas a los axiomas. Todo fenmeno es un interfenmeno. Las fronteras entre ellos se vuelve difusa y la idea de regin reafirma el lugar central que debe acordrsele en el esquema categorial del conocimiento. Pero si este es el caso, la nica teora merecedora de tal nombre sera una teora unificada y unitaria. Las fsicas contemporneas no estn en posesin de una teora tal ni parecen ser capaces de construirla. Pero es siquiera concebible una teora semejante? La discusin de tal cuestin permanece fuera de nuestro asunto aqu e indudablemente ms all de nuestras capacidades tambin. De cualquier manera, debemos mirar un poco ms de cerca el proceso histrico de la ciencia y los problemas a los que hace emerger.

La idea defendida arriba esto es, que es imposible presentar la historia de la ciencia como un proceso de generalizacin, adicin o perfeccin en el curso del cual adquirimos nuevo conocimiento mientras dejamos intacto aquel que ya ha sido establecido; en breve, la idea de que es imposible presentar la ciencia como un proceso acumulativo- conlleva la demanda de que, a falta de mejor trmino, debemos poner a las etapas histricas de la ciencia correspondiendo a rupturas. Desde este punto, nuevas cuestiones emergen. Por ejemplo de qu son rupturas estas rupturas? O en otras palabras qu es esto que en cada etapa y a travs de todas las etapas constituye la esencia del sistema de ciencia aceptado? Cul es la relacin entre las etapas as distinguidas y entre los sucesivos conocimientos cientficos correspondientes a ellas?

La naturaleza filosfica de estas cuestiones, el hecho de que estn indisolublemente ligadas a las cuestiones relativas a la esencia del conocimiento, a su historicidad y a la naturaleza de su objeto, son inmediatamente manifiestas. As que talvez no debera sorprendernos que sean generalmente evadidas incluso en aquellos casos donde el progresivismo cientfico ingenuo ha sido aproximadamente abandonado. Limitarse a traer a la luz los sucesivos paradigmas o a enfatizar la incomensurabilidad de los criterios, la incomunicabilidad de lenguajes o la diferencia de mundos que existe entre ellos, o a hablar persistente y exclusivamente de aquello que de modo en cierto sentido extrao ha sido llamado la episteme de cada poca, aparentemente sin relacin con el de otras pocas, es pulverizar el objeto de la actividad terica humana y la actividad misma. No se ha empezado a reflexionar en el intimidante problema que presenta el hecho de que la ciencia posee una historia si se presenta esta ltima como una serie de saltos desconectados, y se rehsa a afrontar la cuestin de la relacin entre los contenidos del conocimiento cientfico en sus diferentes etapas de existencia. Lo que se ha hecho evidente por la situacin contempornea es que la cuestin filosfica es en s misma parte del contenido de la actividad cientfica positiva. El mundo macroscpico ordinario puede (y, en cierto sentido, debe) ser descrito, analizado y explicado de acuerdo con los mtodos de la fsica clsica (pre-cuntica). Pero si construir un puente entre este mundo y la descripcin del mundo de la mecnica cuntica es una tarea de la mayor urgencia, la tarea sin embargo parece lejana a nosotros y esto yace en el corazn de las dificultades que afronta la fsica contempornea. Por lo tanto, la cuestin filosfica o histrica de las relaciones entre la fsica clsica y la moderna es igual y directamente una cuestin cientfica a la cual la fsica debe dirigirse ella misma, en tanto recae sobre las diferentes capas o manifestaciones de su objeto.

Evocar estas cuestiones es involucrarse inmediatamente uno mismo en una investigacin acerca de la organizacin del contenido cientfico en cada etapa y poca de su existencia; pero claramente esto implica tambin una investigacin acerca de aquello que es conocido en cada poca, en otras palabras una investigacin acerca del contenido y la organizacin de lo que, simplemente, es. Si la cuestin no es planteada, si los sucesivos paradigmas (o epistemes) son concebidos en trminos puramente descriptivos sin ninguna investigacin acerca de sus relaciones recprocas, o acerca de qu es lo que en el objeto que les ocupa les permite existir, y qu hace que ellos se sucedan tal como se suceden y no en otro orden, enteramente arbitrario, entonces uno no est realmente reflexionando sobre la ciencia sino, a lo sumo, etnografa. Es, tal vez, el pensamiento de que tomando ese camino uno puede evitar hacer filosofa, pero a decir verdad, sus exponentes estn sobre el mango de una filosofa que no se atreve a pronunciar su nombre: la filosofa que postula que la historia de la ciencia y del conocimiento humano no es sino la sucesin de mitos equivalentes. La imposibilidad de pensar la historia de la ciencia en el marco de la filosofa tradicional

De cualquier modo, es igualmente verdadero que uno volvera en vano a la filosofa tradicional para encontrar algn medio para pensar la historia del conocimiento cientfico. Esto es porque (dejando de lado la cuestin del escepticismo y del pragmatismo) la filosofa tradicional slo ofrece dos maneras de pensar la historia, ambas insostenibles. De acuerdo con la concepcin que podemos llamar crtica (de la cual Kant es el exponente ms sistemtico, pero de ningn modo el nico representante) es el contenido del conocimiento lo que puede evolucionar ya sea, por ejemplo, porque nuevas observaciones y experimentos incrementan el rango de material fenomnico disponible, o sea porque la labor cientfica sobre el material se ve refinada y expandida. Esto implica decir que el contenido concreto de aquello que la fsica toma como leyes naturales (en un sentido secundario del trmino) en cierta etapa puede (y, de hecho, necesariamente debe) someterse a cambio; pero este cambio no puede afectar las leyes reales y ltimas de la naturaleza, las cuales se presumen categoriales e idnticas con la mera organizacin del pensamiento cientfico y con todo pensamiento de lo real. Incluso en un nivel estrictamente filosfico, este punto de vista inmediatamente conduce a aporas insuperables, de las cuales la ms importante es la imposibilidad de proveer algn reporte acerca de la relacin entre las categoras y los fenmenos materiales que garantizara que estos ltimos son de tal modo que resultan pensables y organizables por el primero. El hecho de que tal relacin existe es finalmente descrito por Kant en la Crtica de la facultad de juzgar como un afortunado accidente (glcklicher Zufall). Pero cmo se podra mantener tal punto de vista (el kantiano) hoy da? Cuando categoras fundamentales como las de sustancia y causalidad han sido puestas en cuestin, apenas podemos confinar nuestras ambiciones a un trabajo de reparacin que remplazara los conceptos de la deduccin trascendental de las categoras por otros nuevos, ms adecuadamente modernos (una tarea que en cualquier caso deberamos volver a empezar al da siguiente). Lo que precisamente esta en cuestin aqu es la idea central del criticismo kantiano, su asuncin de que se puede hacer una separacin absoluta entre material y categoras y al mismo tiempo deducir estas ltimas de la mera idea del conocimiento del primero, sea lo que esto sea. Cualquier intento de apelar simplemente a la idea de un sujeto confrontado con la tarea de establecer la unidad de un mltiple o a un factum de experiencia dado a un sujeto- con la intencin de derivar, de una vez y para siempre, el sistema necesario de formas que posibilita arribar a esta unidad, o las cuales estn implicadas en esta misma experiencia, est condenado a fallar en la estimacin de la naturaleza indeterminada y a priori indeterminable de los trminos unidad, mltiple y experiencia. Porque la unidad aqu en cuestin no es simplemente cualquier unidad, ni este mltiple es simplemente cualquier mltiple es, sobre todo, un mltiple bastante definido y no algo absolutamente catico. Y si quisiramos que la expresin unidad de un mltiple significara lo mismo para Aristteles, para Kant y para nosotros, deberamos vaciarla de su contenido y se convertira en puramente nominal y vacua.

De acuerdo con la concepcin alternativa de la ciencia, que podemos llamar panlogstica (y de la cual Hegel es el ms sistemtico, pero nuevamente no el nico representante), no hay separacin entre forma y materia. Categoras y contenido se implican mutuamente y hay una dialctica histrica del conocimiento. Sin entrar en el debate de las aporas especficamente filosficas a las que este punto de vista conduce, notemos meramente que, a lo sumo, nos presenta un programa que nunca podra ser realmente llevado a cabo. Pero esto implica decir que est en abierta contradiccin consigo mismo; porque mientras ubica la verdad absoluta en el dominio del conocimiento absoluto, esta forzado por su incapacidad para instanciar este ltimo, a volverse, declaradamente o no, otra idea kantiana infinitamente remota de cualquier conocimiento actual.

Podra proseguirse y mostrar que estas dos imposibles formas de pensar la historia del conocimiento son las nicas posibles dentro del marco de la filosofa heredada; pero esto nos llevara demasiado lejos de nuestro objetivo actual. Retornando a este, notemos, con Khun, que una teora slo alguna vez est ms o menos adaptada a los hechos. La totalidad de la historia de la ciencia est aqu para probar este menos la falla de la teora es nunca adaptarse totalmente a los hechos, su falla es nunca dar cuenta exhaustiva de ellos. Pero al ms debemos dedicarle algn pensamiento; porque hay siempre una clase de hechos respecto de la cual la teora alcanza a dar cuenta. Lo que muestra la historia de la fsica (la cual, por obvias razones, es la que ms nos interesa aqu) es que en cada etapa hay una descripcin-explicacin de una clase dada de hechos, la cual es simultneamente adecuada para el aceptado criterio de racionalidad y aun as incompleta en relacin con el conjunto de hechos conocidos, y lgicamente incoherente desde el punto de vista de la racionalidad de las etapas subsiguientes. Todo ocurre tal como si existiesen niveles o estratos del objeto fsico que fueran describibles-explicables en correlacin con un sistema categorial dado, y aun as al mismo tiempo es como ambos debieran ser, en alguna ocasin dada, esencialmente incompletos o deficientes en algn sentido. Deberamos aclarar, para evitar la confusin, que cuando hablamos de descripcin-explicacin tenemos en mente una descripcin-explicacin no trivial, una del tipo que por ejemplo permite genuina prediccin, no de eventos o de hechos sino de tipos de fenmenos hasta ahora desconocidos (una realizacin de tantas teoras que han sido subsecuentemente abandonadas). Debemos tener el coraje de enfrentar estas dos aserciones ambas irrefutables pero, de acuerdo con el pensamiento heredado, no pueden ser ambas verdaderas: el modelo newtoneano no es simplemente un constructo arbitrario; corresponde, luego de un cierto propsito, a una enorme clase de hechos, que son de todo tipo y que no tienen relacin aparente; ha permitido explicar o prever tipos de hecho de los cuales no se tena ninguna reporte en los tiempos de su construccin (por ejemplo, los movimientos regulares de los planetas o la evolucin de cmulos globulares); incluso hubiera permitido predecir, como Milne y McCrea mostraron en 1934, la expansin del universo. Y aun as, el modelo newtoneano es falso, si es que el trmino tiene algn significado en el presente contexto: no slo que falla en prever otros hechos, que solo pueden ser explicados siempre que lo rechacemos, sino que tambin contiene hiptesis y conceptos absurdos, y conduce a conclusiones absurdas. Y no podemos decir que sus deficiencias nos conducen, en un cierto y no ambiguo sentido, a un modelo ms grande en el cual estara contenido; nos conducen, de hecho, a las insondables profundidades de la cosmologa contempornea, que no puede contener el modelo newtoneano, sino que tiene que romper relaciones con l.

Entonces, al pensar acerca de lo que existe no podemos basarnos en la idea tradicional de un dominio emprico que posee una mera extensin y profundidad infinita-indefinida, ambas concebidas como meras determinaciones negativas, como un siempre ms y ms que podra ser efectuado y repetido sin lmites. Tampoco podemos basarnos en la otra idea tradicional de una organizacin articulada subyacente; donde cada nivel, como parte completa en s misma, estara bien integrado en la totalidad y como completamente determinado tal como se encuentra, refiriendo de manera necesaria y unvoca a otro nivel inferior (o, si se prefiere, superior). Si vamos a pensar lo que existe debe ser en trminos de estratificacin de algn tipo hasta ahora insospechado. Debe ser en trminos de una organizacin en capas que en parte adhieren conjuntamente, en trminos de una sucesin ilimitada de capas de ser, que estn siempre organizadas pero nunca completamente, siempre articuladas de manera conjunta pero nunca por completo.

Si esto es as, es errneo plantear y oponer una capa fenomnica y otra (hipotticamente) real. Ya que ninguna de estas capas es nica, y ninguna disfruta de un privilegio absoluto. El primer estrato, el de la percepcin cotidiana, de lo que sera el mundo material e inmediato, es en cierto sentido el menos privilegiado, el ms ilusorio de todos, en la medida en que esta acribillado

de caractersticas inexplicables, lleno de lagunas fluyendo por todas partes hacia algo ms, y no ms pronto investigado que descubierto que ineluctablemente debemos referirnos a otro estrato que d cuenta de l. Pero en otro sentido es absolutamente privilegiado, en tanto todo proceder cientfico, toda interpretacin, verificacin, reduccin y explicacin finalmente debe exhibir su evidencia en este mundo y debe ser pronunciada en el lenguaje ordinario y cotidiano. Como Wigner dijo, siguiendo a Niels Bohr, nuestra ciencia no puede mantenerse enteramente sobre sus propios piesesta profundamente anclada a los conceptos adquiridos en nuestra niez o que vienen con nosotros y que son usados en la vida diaria. Para expresar este punto de otra manera, podemos decir que no solo desde un punto de vista filosfico que, como Husserl afirmaba, la Tierra en su carcter como arco primordial no se mueve; tambin desde un punto de vista lgico, la precisin de la afirmacin de que el sol siempre sale en el Este y se pone en el oeste se presupone por la demostracin que establece el sistema heliocntrico. La verdad de la apariencia del geocentrismo es un ingrediente en la verdad del heliocentrismo.

De este modo, cada estrato es en cierto sentido coherente, y en otro sentido incompleto. Pero tambin es por supuesto verdadero que en cualquier ocasin son coherentes o incompletos, suficientes o deficientes, slo en relacin con el esquema categorial en cuestin. Podemos decir, entonces, que no son mas que el producto de tales esquemas? Ciertamente no. Una cosa es reconocer que no hay orden de lo dado que exista en s mismo y que sea necesario; que ninguna cuestin puede emerger por s misma y tener un significado independientemente de un marco teorico (como Einstein dijo: es la teora lo que primeramente decide acerca de qu es observable y agregaramos que slo en y a travs de las teoras que aparecen las lagunas y las anomalas). Pero otra cosa bastante distinta es hipotetizar implcitamente que, frente a esta teora o, ms bien, a esta interminable sucesin de teoras- slo hay un caos absolutamente amorfo, que no posee ninguna organizacin por s mismo, y que sin embargo esta dotado del impactante poder de adaptarse a cualquier orden que una teora podra imponerle. De hecho, solo hay que inspeccionar esta idea un poco ms de cerca para ver que es contradictoria; tan pronto como fuera absolutamente desorganizado, lo real sera indefinidamente organizable, y aun as sera organizado qua organizable.

Llegamos a la conclusin de que no podemos pensar ni la ciencia ni nuestro conocimiento del objeto en los modos heredados de la tradicion filosfica. Ya no podemos pensar la ciencia como una serie arbitraria o extrnseca de construcciones equivalentes, en la misma medida que no podemos pensarla como la reflexin de un orden que existe objetivamente en s mismo, asi como tampoco podemos pensarla cmo la imposicin soberana de un orden que derive de la consciencia teorica desplegada sobre el caos amorfo de lo dado. Estamos inclinados a sospechar que sabemos las razones de esto: es porque cada uno de estos modos de pensar, en una inspeccin cuidadosa, parece ser la copia, el calcado de una relacion emprica particular y parcial que se sostiene bien en una u otra rea de la actividad humana. Talvez ha llegado el tiempo de empezar a pensar la pasmosa empresa de la actividad terica humana por lo que es en su propio derecho, y no por analoga con espejos, fbricas, tiradas de dados o narracin de cuentos.

Estamos convocados a pensar acerca de lo que es, y acerca de lo que en cada etapa pensamos sobre lo que es, de un modo que no tiene anlogo o precedente en el pensamiento heredado. No hay una lgica que pueda ser imputada a lo real, pero de igual modo no podemos negar que tiene alguna lgica; en el mismo sentido, no hay una lgica que pueda ser imputada a nuestras teoras de lo real y a su sucesin; pero tampoco podemos negar toda lgica. Las ideas tradicionales de lgica y orden, si son permitidos el alcance y el poder que la filosofa ha querido darles, se revelan ellas mismas tan inadecuadas e insuficientes para adecuarse a lo real tanto como a nuestras teoras sobre ello. Ni lo real ni nuestro conocimiento de ello puede tomarse para representar la realizacin total o la completa ausencia de tales ideas. Ni tampoco pueden ser pensados como cierta combinacin de estas determinaciones y sus contradicciones, sino que ms bien deben ser vistos como algo que las excede o no las alcanza.

Las cuestiones de los fundamentos, que la filosofa ha debatido desde su origen, emergen ahora en la ciencia luego de largos aos en los cuales el pensamiento mismo de protegi de ellas. Esto muestra, incidentalmente, la desesperanzada superficialidad de las nocin de corte epistemolgico, que esta disfrutando una anacrnica moda en el preciso momento en que su vacuidad puede ser establecida. Si es verdad que las cuestiones de los fundamentos re-emergen como frtiles cuestiones, esto es porque no estn siendo simplemente repetidas en su forma filosfica desnuda y de hecho, es solamente la Academia, y no los grandes filsofos mismos, quien alguna vez pens acercarse a ellas de ese modo. Estas cuestiones re-emergen sobre la base de una experiencia propia, nueva a irremplazable; la luz bajo la cual deben ser vistas, e incluso su contenido, ha sufrido una alteracin, y cualquier discusin renovada sobre ellas esta, en ciertos aspectos, constreida previamente por los actuales procedimientos y resultados de la actividad cientfica. De q modos ya que es de esto acerca de lo cual debemos entender y pacientemente pensar- es la perspectiva del Timeo idntica y no idntica con la fsica fundamental? De qu modo es la idea que gua a Kant en la deduccin trascendental de las categoras idntica y no idntica con el postulado de la invariancia de las leyes naturales, el cual subyace a la teora de la relatividad o el principio completo de cosmologa? Es precisamente esta identidad y no identidad lo que permite estas perspectivas y estas ideas fecundarse unas a otras.

Si entonces la ciencia moderna resucita las cuestiones filosficas, y en su modo particular hace de ellas tambin algo propio, la conclusin que estamos obligados a sacar es que no podemos adherir ms a la ingenua distincin ingenuamente dada por sentada- entre ciencia y filosofa. Ciertamente que no es, salvo por accidente, la misma persona la que inventa un procedimiento experimental y piensa acerca del ente. Pero el puro experimentador como tal no es un fsico; y se podra preguntar si alguien que meramente piensa acerca del ente es an un filsofo.

Lo que debe ser entedido lo que es una novedad- no es que nmero, continuidad, iteracin, relacin, equivalencia, orden, materia, espacio, tiempo, causalidad, identidad, el individuo, las especies, vida, muerte, organismo, finalidad y evolucin mantienen problemas respecto de los cuales la ciencia debe presuponer en cada ocasin, por omisin, una pseudo solucin particular, mientras que el filosofo o el fsico disfrazado de filsofo- puede todava tener el derecho (incluso seria ms que cualquier derecho consolidado) a hablar de ellos. Es de hecho incorrecto referir estas ultimas combinaciones de realidad y pensamiento, del universal y de lo concreto, como problemas, cuando son ellas mismas las que nos permiten articular los problemas. Lo que entonces debe entenderse, y que es una novedad, es que estamos obligados a hablar de ellos sobre la base de una interrogacin que es simultneamente cientfica y filosfica, en tanto ni el cientfico ni el filosofo puede reivindicar el uso exclusivo de estos trminos, ni tampoco puede cada uno pasar sobre el otro.

Es, de hecho, escasamente posible aceptar por ms tiempo la presente teora de la demarcacin entre ciencia y filosofa tal como fue formulada y promulgada hace casi cincuenta aos atrs por el positivismo lgico y por la escuela de Viena, respecto de la cual la mayora de los filsofos parece curiosamente ligada. Cuando uno establece como criterio de cientificidad de una teora (algo ms que puramente lgico o formal) la posibilidad de sta de ser falsada por un hecho de la experiencia, uno se olvida de los inmensos problemas que son problemas filosficos- que el trmino hecho de experiencia encubre, como tambin sucede con el trmino falsacin. El criterio que el positivismo lgico promovi tan ruidosamente, es talvez vlido para las afirmaciones empricas en el nivel ms inmediatamente banal; ciertamente no es pertinente para las afirmaciones de la teora cientfica. Todos los cisnes son blancos es una afirmacin emprica tan pronto como pueda ser falsada (y lo ha sido) por la observacin de solo un no-cisne blanco. Pero una teora cientfica digna de ese nombre nunca es pura y simplemente falsable por la apariencia de un hecho de experiencia; primero, porque los hechos de experiencia con los cuales las teoras cientficas se ocupan no tienen esta curiosa propiedad que el positivismo lgico les atribuye de ser perfectamente determinados y unvocos. Un hecho de experiencia slo es tal cosa dentro de la estructura y como funcin de una teora dada; repetir: es la teora la que decide primeramente qu es observable. Por lo tanto no podemos pretender creer que existe un mundo de hechos en s mismos, los cuales son anteriores e independientes de toda interpretacin cientfica, y con los cuales podemos comparar las teoras cientficas para ver si son falsables o no por ellas. Estar seguro de que una teora no puede comportarse de un modo completamente arbitrario, o que no puede estar vaciada de todo contenido emprico; pero este contenido emprico siempre ha sufrido un alto grado de elaboracin conceptual, precisamente a manos de la teora en la cual es presentado. La relacin entre hecho y teora es infinitamente ms compleja que lo que el positivismo lgico supone, en tanto pone en juego enteramente el aparato conceptual de la ciencia, y detrs de esto, como la situacin de la fsica contempornea ha mostrado precisamente, y el sistema de categoras e incluso de formas lgicas del pensamiento racional. Tampoco podemos considerar la nocin de falsacin como auto evidente. Una teora siempre puede introducir hiptesis adicionales en la cara de un hecho que la perturba, y decir que entonces cesa de ser la misma teora es jugar con palabras en tanto nadie, despus de todo, ha estado ha estado en posicin de enumerar exactamente las hiptesis independientes de una teora de fsica implcita o explcitamente contiene. La acumulacin de hiptesis adicionales puede continuar indefinidamente (uno raramente se queda corto con las hiptesis) y cuando la teora es finalmente abandonada, la mayora de las veces no es por un hecho la falsado definitivamente, sino porque ha probado que es posible inventar una teora que es ms simple (nocin que es en s misma ms que misteriosa, pero a la cual debemos abstenernos aqu de seguir). El criterio de demarcacin se vuelve as mucho ms modesto: una teora cientfica establece una relacin, que queda por definir, con una cierta clase de eventos llamados hechos de experiencia, la cual nuevamente queda por definir. Pero estas dos definiciones no pueden ser producidas por la ciencia como tal, ni tampoco exclusivamente por una teora de la ciencia (epistemologa o filosofa) que trabaje ignorando lo que la ciencia ha hecho y lo que actualmente esta haciendo. Es en este sentido que nosotros demandamos que no puede haber demarcacin rigurosa entre ciencia y filosofa.

En este punto, cuando Heidegger escribe que es correcto que la fsica no se ocupe de la cosidad de la cosa es difcil de ver qu es lo que separa su posicin de la de Sir Karl Popper a menos que, como sabemos, la fsica no se merezca este elogio. Porque su afirmacin comparte que puede haber un conocimiento positivo de la cosa, capaz de determinarla y manipularla indefinidamente, sin encontrase nunca obligado a preguntar: Qu es una cosa? Es obviamente irrelevante que Heidegger abone este conocimiento positivo con menos (o ms) importancia que lo que lo hacen los cientficos positivistas, ya que es realmente una cuestin de preferencia subjetiva arbitraria que no tiene posible status filosfico. Lo que es importante notar aqu es la mutilacin, la ceguera a la cual se condena a la filosofa. Porque comprometerse con la filosofa no es meramente preguntarse por la cosidad de la cosa, es preguntarse tambin por la cosa misma, es tambin hablar de la cosa misma. Si hay una metafsica que esta correcta y verdaderamente hecha y terminada, es esta separacin de la cuestin de la cosidad respecto de la cuestin de la cosa, es esta ilusin de que uno puede establecer una lnea absolutamente segura de demarcacin entre ellas, que uno puede dibujar fronteras donde no puede haber bordes. Comprometerse en filosofa es cuestionar esta cosa y toda cosa y as abrir el recorrido desde ella hacia otras cosas y hacia aquello que no es una cosa. Seria difcil que para alguien que nunca ha tenido la experiencia de alguna cosa tenga sentido la cuestin de la cosidad de la cosa. Porque las cosas no son dadas de una vez y para siempre, como Heidegger piensa (prisionero como est, a travs de un curioso giro de la rueda, de la anticuada metafsica que subyace a la fsica clsica y que es ella misma el subproducto degenerado de los grandes sistemas metafsicos de la antigedad). Las cosas pragmata- son constantemente fabricadas; tambin son en parte producidas por el constante fabricar/hacer humano, incluyendo el fabricar/hacer cientfico; y esta actividad trae a la luz o a nuestra existencia aspectos de la cosidad de la cosa, que sin tal actividad permaneceran ocultos o no-existentes. Por su negacin a tomar en cuenta esto, porque se mantuvo ciego ante la fsica contempornea, el psicoanlisis o la revolucin, Heidegger se conden a s mismo a no ser capaz ms que de repetir lo que Aristteles o Kant haban sido capaces de decir (y haban dicho, de hecho) acerca de la cosidad de la cosa. Es escasamente sorprendente encontrarlo hastiado de proclamar el fin de la filosofa en el momento donde todo est llamando a una radical renovacin de la filosofa- y encontrarlo pensando sobre un coronamiento de la filosofa traido por la emancipacin de las ciencias y acerca de una descomposicin de la filosofa en el advenimiento de las ciencias tecnificadas. La filosofa es ciertamente un pensamiento no inductivo, pero no puede ser el vaco pensar del ser como tal. Es slo a travs del contacto con los entes que la cuestin de su ser puede ser alcanzada, para no mencionar de discutirla.

Si entonces estamos en lo correcto al interpretar la presente crisis de las ciencias exactas como algo que demuestra el insostenible carcter del programa galileano que depende esencialmente de distinguir entre ciencia y filosofa sobre la base de un conjunto de categoras que parecen auto evidentes a los cientficos como a Euclides le parecan sus axiomas- la cuestin que debe extraerse no debe ser que estamos reclamando renovar las cuestiones filosficas entendiendo que no puede haber una base conceptual dada de una vez y para siempre; estamos requiriendo, de hecho, negar la posibilidad de cualquier separacin entre base conceptual y resultados; estamos requiriendo reconocer la forma en que estos resultados reaccionan sobre su base; la forma en que la base se esta yendo a la deriva en el remolino de las discusiones, descubrimientos y refutaciones, de manera tal que se esta convirtiendo en objeto de un cuestionamiento perpetuo, el final de la era de la tranquilidad cientfica; estamos requiriendo, en breve, abolir la barrera entre filosofa y ciencia. Es la separacin absoluta entre diferentes dominios de estudio lo que est en cuestin aqu. Esto no es porque en ultima instancia formen un solo dominio, sino porque la articulacin entre ellos es bastante diferente de una particin, mera yuxtaposicin, de un incremento especifico o lineal, real o lgico, jerarquico. Reafirmar y hacer explcita esta articulacin como hicieron Platn, Aristteles, Descartes, Leibniz o Hegel, pero como nadie ms que ellos fueron capaces- es, en nuestra opinin, la tarea que enfrenta el pensamiento filosfico hoy.

Debe admitirse que es una tarea rara vez emprendida, aunque felizmente ms y ms cientficos se apuntan a ella. Los intratables problemas que afligen a la fsica contempornea han suscitado la cuestin de en qu consiste el objeto fsico y el objeto de la fsica (ms all de las medidas a las que es sujetado y de las frmulas matemticas en las cuales es fugazmente encapsulado). Y este cuestionamiento ha inspirado un numero creciente de escritos de fsicos que cuestionan a veces volviendo a Tales mismo- los fundamentos y el significado de su actividad cientfica. Similarmente en biologa, donde la discusin de las cuestiones de principio nunca ha mermado de hecho, los mayores descubrimientos de los ltimos quince aos han inspirado una renovada y revigorizada discusin acerca del organismo vivo y de las categoras que su estudio pone en juego. De hecho muchos de los investigadores responsables de estos descubrimientos han llegado a sentir la necesidad de formular las reflexiones ms generales a las cuales ellos se han visto conducidos. Ciertos filsofos suelen considerar estos esfuerzos unilaterales e ingenuos. Si as lo hicieran se equivocan, pues encontraran en tales esfuerzos una inagotable fuente de reflexin; pero adems seran poco elegantes, dada la total falla de la filosofa contempornea para poder enfrentarse con estas cuestiones. La filosofa contempornea se ha hecho impotente respecto de estas cuestiones desde que se ha desecado enteramente a travs de su absorcin en cuestiones como convenciones lingsticas o una epistemologa que no va ms all de la lgica formal; o si no, en una orgullosa retirada sobre las sublimes alturas del ser, ha proclamado de una vez y para siempre la radical separacin entre el pensamiento sobre el ser y el conocimiento del ser, y ha abandonado este ltimo a una ciencia que identifica con la tecnologa y expresamente etiqueta de no-pensante. En ambos casos, el resultado es el mismo: una separacin o divisin se mantiene entre o que debe ser a toda costa comprendido y pensado en conjuncin.Biologa contempornea: verdaderos y falsos problemas

Los descubrimientos de suprema importancia que se han hecho en biologa en el curso ha llevado a varios autores, incluyendo a algunos de los ms notables, a afirmar que los problemas de principio que ha dividido por siglos a bilogos y filsofos han sido finalmente liquidados. Podemos de cualquier modo cuestionar si no son los trminos en que se ha planteado la discusin de estos problemas los que han sido liquidados, y si el resultado de estos recientes avances no es de hecho el haber estimulado investigaciones ms frescas y profundas y el de forzarnos a pensar acerca de aquellos en un horizonte ms amplio que el de lo viviente como tal.

Es cierto que la biologa molecular y el modelo ciberntico-informacional han coordinado a disolucin de ciertos puntos aporticos del longevo debate entre mecanismo y finalismo. Pero han logrado esto, curiosamente, a travs de una confirmacin de la tesis esencial del mecanismo y de su refutacin finalista. En oposicin al mecanismo se ha argumentado exitosamente que hablar en trminos tales como que un organismo es una mquina es ipso facto hablar de l como teniendo una finalidad; una maquina es una maquina en la medida en que es puesta en uso para la produccin de un fin dado, y es este para lo que le provee su raison dtre en general y en el para-qu de la operacin en sus partes particulares. En modo similar, ha sido sealado que la concepcin mecanicista no puede dar cuenta de un comportamiento adaptativo y flexible; y tambin de que es incapaz de entender un desarrollo temporal caracterizado por una absoluta singularidad de orientacin que es proseguida con el mayor rigor, y aun as con la mayor plasticidad, y llevarla a su realizacin a travs de una inmensamente compleja serie de diversos medios, tal como el pasaje desde el huevo fecundado hacia el organismo completamente desarrollado.

Somos capaces ahora de considerar una clase de mquina que nosotros construimos, perfeccionamos y operamos en una escala constantemente ampliada- cuyos efectos, cuyos productos relevantes, cuyos propsitos, pueden definirse con referencia a no a un conjunto de atributos ambientales- sino a un conjunto de sus propios atributos, y cuyo funcionamiento est gobernado por una regla de auto-conservacin e incluso auto-modificacin.Una finalidad es entonces dada a una maquina como lo es a un ser vivo. Podemos dot