cerca tragica, la - zane grey

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    LA CERCA TRGICAZANE GREY

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    Molly Dunn se sent esperando en el ruinoso porche del almacn de Enoch Summers,en la aldea de West Fork. Por una vez la muchacha no se dio cuenta de que se le acercaba elalto y delgado leador que, como de costumbre, estaba all con sus compaeros haraganeando

    y pasando el tiempo. Molly tena diecisis aos y estaba en vsperas de una gran aventura.Haba sido invitada a ir a Flagerstown, con los See. La muchacha haba estado all una vezhaca varios aos, y desde entonces el recuerdo persista claramente en su memoria. Ahorallevaba en el bolsillo el dinero para comprarse medias y zapatos nuevos que compensaran enparte su actitud de este momento en que se vea obligada a esconder los pies debajo del banco.Por suerte llevaba su traje y su sombrero nuevos, y aunque no completamente satisfecha-consu indumentaria, tampoco se senta avergonzada.

    Andy Stoneham, un joven alto, de lvida faz y barba mal cuidada, se haba idoacercando subrepticiamente a ella y murmur:

    -Me parece que vas muypresuma esta maana, chica!Molly estaba entretenida ahora en observar las huellas de unas balas que se vean en la

    pared. Haca muchos aos que las haba observado, y recordaba que cuando era una niasola meter los dedos en los impactos. Sabra Dios qu batalla se haba librado por aqualguna vez!

    -Qu, vas para Flag, no?-insisti el muchacho.-Te crees que me voy a vestir as para andar por West Fork?-repuso Molly con irona.-Ya eres presumida, ya!... T ests segura de estar bien guapa, verdad?... Por lo

    dems, yo mismo te he visto otras veces con este mismo traje, aqu en el pueblo...

    -No recuerdo, Andy.-Es que tienes poca memoria, mujer. No recuerdas que la ltima vez que bailamos

    juntos llevabas puesto este traje?...

    -De veras?-Y tanto! No te acuerdas que te abrac aquella noche?,-De verdad?-repuso ahora Molly con cierta petulancia.-Y tanto!-sigui diciendo el joven cazurramente-. Yo me acuerdo, muy bien!-Pues yo lo haba olvidado, ya ves t. A m me haban dicho que t, como eres tan

    desgarbado, tenas que cogerte a las chicas con las que bailas.-S, s, bromea cuanto quieras! Pero la verdad es que yo te bes en el baile, y luego,

    cuando volvamos en la galera a casa, tambin.-De veras hiciste eso?-pregunt Molly, roja de vergenza-. Y qu hice yo?-T?... Oh..., pues, t primero me devolviste el beso, y luego me diste una bofetada!-Andy, eres un embustero, y t lo sabes!-Ya, ya!... Mira, Molly, la semana prxima habr baile tambin...-Dnde?-En casa de Mill, sabes? Ven conmigo, e iremos juntos.-Andy, t sabes que a m no me gusta ir a casa de Mill. Aparte de que contigo no quiero

    ir a ninguna parte.-Por qu no quieres venir conmigo?...-Oh, t vers! Por eso que dices de que me has besado y abrazado.-Como si no fuera verdad!... Y bien que te gustaba. No han hecho todos los

    muchachos lo mismo?-No! Quin lo dice?

    -Oh, mira, el mismo Sam Wise me lo dijo a m! Y Bill Smith se sonri, aunque no dijonada.-Entonces..., entonces!-dijo Molly con nfasis esta vez-, t eres de esos muchachos que

    se vanaglorian de sus conquistas, no es as?... Y yo que te tena par tan buen muchacho!...

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    Hablar de una muchacha a sus espaldas!... Besarla... y luego decirlo!...-Oh, si no ests contenta conmigo, puedes quedarte con ese vaquero de Pleasant

    Valley, que parece que te admira tanto! II dice que t ests loca por l.-Bah, l no puede decir tal cosa!-repuso Molly, sofocada.-Pues t bailaste la otra noche mucho con l! Y por tres veces os alejasteis hacia los

    pinos. Yo os estaba observando. Y el sbado, en el bar, mientras beba, nos cont a m y a

    unos cuantos que te bes, que te abraz y que... no ha sido l slo el que lo, ha hecho!-Andy!... Y t dejas que se hable de m de ese modo?...Y por qu no he de consentirlo?... Qu me importa! En vista de que t eres tan mala

    conmigo.-Que yo soy mala contigo?-acab por decir Molly, conteniendo a duras penas la ira.Y no pudiendo reprimir por ms tiempo su indignacin, la joven volvi la espalda a

    Andy.En este momento apareci ante el almacn un jinete, y su presencia interrumpi la

    conversacin de los dos jvenes, llamando la atencin de todos los ocupantes del porche. Elrecin llegado era un vaquero ni joven ni viejo, de rudo aspecto. Su caballo llegaba cubiertode polvo y dando seales de fatiga.

    -Hola, Seth!-dijo el viejo Enoch Summers acariciando su ruda barba-. Cmo te va?Y de dnde vienes?

    -De dnde vengo?... Arch Dunn y yo hemos ido al Diamante!La atencin de Molly se despert sbitamente al or el nombre de su hermano. Seth

    Haverly era su mejor compaero; deban de haber hecho alguna de las suyas.-Entonces traers muchas noticias de all, hombre.-Algunas traigo.-Bueno, pues baja y entra, caray. Un trago no te har mal, me parece a m!-No, no, gracias. Voy a mi casa a tomar un bocado. Uno por uno, los hombres que

    estaban en el porche se unieron a Summers.

    El hecho de que Seth Haverly rehusara el beber les produca a todos asombro.Haverly, que tena un rostro sereno y unos ojos hondos e inteligentes, se decidi por fina hablar.-Enoch!dijo con voz breve-Usted recuerda aquella cerca de que nos hablaron el aopasado por aqu?

    -S, algo creo recordar!-Pues bien: ahora se vuelve a hablar de ella! Mejor dicho..., ahora la han hecho!-Que han hecho una cerca?-S. Arch y yo la hemos visto, y hemos ido siguindola en un espacio de diez millas, lo

    menos. Una cerca recta como el vuelo de una abeja. Ahora tiene tres alambres, y con espinos,adems.

    Qu dices, muchacho?... Con espinos?

    -Con espinos. Como lo oyen ustedes.-Arch tena mucho inters por saber si era verdad lo de la valla. Y al llegar a Flag vimos

    que, en efecto, all estaba.-Pero... quin diablos ha construido esa cerca?-Traft.-Caramba con Traft! Ya puede hacerlo!... Se ve que le sobra el dinero. Y qu va a

    hacer con esa valla?-Oh, una cosa que no es muy halagea para las gentes de West Fork!-repuso Seth con

    una sonrisa burlona-. Si es verdad lo que hemos odo decir, los vaqueros y las gentes de estepueblo ya estn apaados! Pero Arch y yo slo hemos hablado con algunos peones de Traft.

    Ahora hay un nuevo capataz, que es sobrino de Traft, y ha venido de Missouri, a lo que noshan dicho. Arch y yo lo encontramos, y, del modo ms corts, le preguntamos: Dganos,seor, qu van ustedes a hacer con esta valla tan larga? Y l, luego de lanzarnos una miradadespectiva, nos pregunt, sonrindose: A que no lo adivinan ustedes? Y no dijo ms. Dio

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    media vuelta y se fue.-Caramba, qu explcito!-coment uno de los que estaban al lado de Summers-. Pues,

    lo que es como sea verdad, ya estamos todos apaados!Y se march.Seth continu entonces:-Arch y yo estbamos inquietos, la verdad, al ver la cerca bamos a caballo, y hemos

    visto dnde empieza la valla, que es en las afueras de Flag; luego va hacia el Sur, y atraviesael bosque de Traft, cercando-y cogiendo todos los barrancos, hasta cerrarse cerca delDiamante.

    En Limestone, Arch y yo nos encontramos con los hombres de Traft, que llevan por allel trabajo a medio hacer, y nos dijeron que cuando se derritan las nieves todos los pradosdesde Flag hasta Black Butte quedarn encerrados dentro de la cerca. Qu les parece austedes?

    -Caray! Ms de cien millas de prados! Ms de cien millas de valla por lo tanto!-coment uno de los hombres.

    -Justo! Y el pobre ganado no tendr dnde pastar-dijo el viejo Summers.

    Haverly se despidi entonces de todos, y, picando espuelas a su caballo, se alej.Molly se qued tambin tan pensativa como todos los hombres del porche, mientras se

    alejaba el jinete. La dichosa cerca de que haba hablado Seth deba tener una gran importanciapara los pocos habitantes de esta aldea, a juzgar por el efecto que les haba causado la noticia.

    En este momento, y en opuesta direccin al sitio por donde acababa de marchar Seth,apareci la galera de los See, a la vista de la cual Molly se puso en pie de un impulso. Congran sentimiento de la muchacha, no vena John See en el carruaje con sus padres. John era elmuchacho ms agradable que Molly conoca, aunque no fuese tampoco un dechado de perfec-ciones. La galera lleg junto al almacn, detenindose.

    -Sube, Molly!-grit See alegremente-. Que se nos ha hecho muy tarde.-Buenos das!-murmur Molly, subiendo a la galera y sentndose junto a la seora See.-Buenos das, muchacha-contest la mujer del ranchero-. Qu envidia me das vindote

    saltar as!-Oh, es que estoy sobre ascuas, seora See! Nunca le agradecer a usted bastante lo

    amable que es conmigo!-Hola, Caleb!-grit el viejo Summers-. Me parece que podras entrar un minuto,

    hombre.,-Buenos das, Enoch!-. contest See haciendo al mismo tiempo un saludo que quera

    ser general-. Llevamos prisa!-Venga, hombre, entra un momento, caramba!Y para dar el ejemplo, penetr en el almacn.

    See gru un instante, mientras ataba las riendas de los caballos en el mango del freno,y trabajosamente baj a tierra. Era un hombre obeso, de cierta edad. Todos los desocupadosque estaban en el porche le siguieron al interior de la tienda, excepto Andy Stoneham, que sequed observando a Molly desde lejos.

    -Con qu ojos te mira ese muchacho, Molly!-dijo la seora See.Molly no quiso volver la cabeza y se limit a comentar:-Hace un rato me estaba diciendo cosas desagradables! Y luego, el muy idiota an

    quera que yo fuese con l al baile en casa de Mill.

    -Molly, t te haces muy mayor ya, y es preciso que te des cuenta de las cosas!-dijo laseora See con severidad.

    -Oh, ahora voy a divertirme a Flag!-repuso Molly, como si aquella excursin fuera enrealidad lo nico que le importaba a ella en el mundo.-Mira, muchacha, vas por mal camino! T eres muy bonita y muy loca... Por eso creo

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    que ya es tiempo de que te vayamos buscando un marido.

    Molly sonri, al tiempo que se pona encarnada, y coment:-Eso es lo que dice mam! Pero la verdad, yo tengo ahora muchas cosas que hacer para

    pensar en nada.Caleb See sali al fin del almacn secndose la barba, y sin pronunciar una sola palabra

    subi a la galera, fustigando a los caballos. El carruaje parti dando tumbos. Molly estabaahora recordando aquello de la cerca que les haba odo a los hombres en el atrio. Y al fin sedecidi a decir:

    -Mster See, mientras les estaba esperando a ustedes ah, en casa del seor Summers, hallegado Seth Haverly. Deca que vena del Diamante, con mi hermano Arch, y que se habanacercado hasta Flag. Y ha estado contando al seor Summers de una cerca que parece queconstruyen a campo traviesa, por all. Dijo que era una cerca movible. Qu es eso?

    El seor See, mientras su esposa y Molly le miraban, sonri y contest:

    -No me extraa que no lo sepas, muchacha, ya que en nuestra tierra no se ven estascosas. En un pas como este nuestro, el ganado puede ir por todas partes, buscando a su placerel agua de los arroyos y los prados donde crece buena hierba. Pero si es verdad que estnhaciendo esa valla movible o movediza, como dices que ha dicho Seth, las cosas variarnmucho para nosotros. Ya no sern nuestros campos, campos libres. Precisamente, en estaparte del Diamante, aunque es un pas rudo e inculto, es donde nacen casi todos los arroyos dela comarca, que luego vierten sus aguas al West Fork y al Cibeque, fecundando nuestrastierras. Esos arroyos son los que mantienen nuestros campos frtiles, siempre cubiertos depastos excelentes. Pero si se hace esa cerca o valla, o como queris llamarle, y que baje desdeFlag hasta aqu, empujara el ganado hacia el Norte, donde apenas hay pastos. Apaadosestamos si esto-es verdad!-Entonces..., de veras es una cosa tan grave?... Yo crea que unacerca as representaba un beneficio-objet Molly.

    -Oh, una cosa buena, una cosa buena!... Ser una cosa buena para Traft y para Blodgett

    y para todos los que son ricos como ellos y pueden criar mucho ganado, all en Flag; peropara nosotros, los de West Fork y los de este pas, que puede decirse que vivimos de las aguasque bajan del Diamante, eso no es nada bueno.-Oh, muchos de nosotros no podramos vivirpeor de como vivimos!-contest Molly, muy seria.

    -Ay, hija ma, y tan peor que podramos vivir! Ha habido siempre en tu casa leche ycarne en la mesa, y llevas t siempre zapatos, pequea?

    -Ay, de verdad que no, to Caleb!-contest Molly con una sonrisita triste-. Ahoramismo, por ejemplo, voy descalza... Por suerte, llevo dinero para comprarme medias yzapatos, y si no pudiera comprarlos, preferira no volver nunca al pueblo.

    -Ahora vas a tener un vestido nuevo, Molly-dijo por su cuenta la seora See-. No te hedicho que vamos a una fiesta de campo. El sbado va a ser un gran acontecimiento en Flag; niel Cuatro de julio lo superar.

    -Oh, seora See, qu alegra!-exclam Molly, radiante-. Y pensar que por poco novengo! No puedo decirle lo que le agradezco su bondad, seora See.

    El to Caleb continu, como si siguiera el curso de sus pensamientos:-Hasta ahora, querida Molly, los habitantes del valle hemos vivido con cierta

    prosperidad; pero si es verdad lo de la valla esa, las cosas van a variar del todo.- --Pero...-intervino la esposa de See-dime, Caleb, no es esta tierra del Gobierno?... No

    puede cualquiera levantar aqu su casa?-Claro que s! Y eso es lo que ms fastidia. Porque Traft no tiene derecho a hacer esa

    valla. Pero l es muy rico, y tiene la cabeza ms dura que uno de sus novillos. Pero, para qu

    sirve la ley, entonces?... Adnde iramos a parar si cada cual hiciera lo que le diese la ga-na?... Los campos comunales llegan hasta ms arriba de Flag. Y si se hace esa cerca,cualquiera lleva sus ganados ms arriba!... Costara un dineral!

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    -Eso quiere decir que se acercan malos tiempos, Caleb-coment la seora Seeconteniendo un suspiro.

    -Querida Susana, ya sabes que a nosotros no nos deben asustar los malos tiempos!Estamos acostumbrados a ellos... y ya sabramos salir adelante. Lo peor es que esa cerca mehuele a que va a traer la gorda al pas. Es una bofetada a todos los ranchos de la comarca. Ylos rancheros no se resignarn a ello..., rompern la cerca, harn entrar sus ganados hasta los

    arroyos... y Traft los acusar de ladrones... y va a haber cada una!...-Qu pasar, to Caleb?-pregunt Molly, muy seria.-Oh, chiquilla!... T recuerdas la guerra de Pleasant Valley, all, en las montaas del

    Tonto?... Har unos diez aos... T podras tener entonces cinco o seis...-S, s que me acuerdo, to Caleb. Mam no me dejaba salir del patio. Nosotros

    vivamos entonces en Lunden. Adems, pap habla constantemente de esa guerra, de modoque aunque yo no recordara...

    -Oh, hay quien dice que tu padre qued invlido en esa guerra por simpatizar con unode los bandos!

    -Pap dice que eso no es verdad. Que l fue como fueron tantos, a la fuerza, en el

    rebao... Mi hermano es de los que tambin lo dicen, y ambos se disgustan... Porque pap yArch no se llevan muy bien. Mi hermano es muy malo, la verdad...-Bah, bah, tu hermano, tu hermano!... Tu hermano es que es muy joven; pero, como

    tal, tiene cosas buenas malas... Pero, bien, volviendo a lo de la valla, yo os digo que si la talvalla llega hasta Diamante, la cortarn, ya lo creo que la cortarn! Y como las gentes de Traftparecen ser tambin gente dura, va a correr la sangre.

    Hace tiempo que se est viendo venir esto... Y los hombres de nuestro pas ya sabisvosotras cmo son...

    Estas palabras siniestras tuvieron un efecto deprimente sobre las dos pobres mujeres,que quedaron silenciosas. Todas las mujeres de esta comarca parecan adivinar el peligro.

    Abundaban por aqu las viudas y los hurfanos, producto de guerras y de calamidades sin fin.Molly pens en su hermano Arch. A pesar de que slo contaba veintids aos, el muchachohaba cometido ya ms de un asesinato, y, a fuerza de rias y trifulcas, haba adquirido unareputacin que no era precisamente el orgullo de-la familia. El caso era que Arch haba sidotiempo atrs un muchacho excelente; pero la falta de trabajo, y la bebida, y el pasarse das yms das vagando siempre por los bosques, en compaa de sujetos como Seth Haverly,habanle perdido. Desgraciadamente, el muchacho se volva cada vez peor, y esto desesperabaal pobre padre de Molly, invlido e inmvil, siempre atado a un silln en su casa.

    Molly sinti un sordo rencor contra aquel rico granjero, el tal Traft, que pretendaimponer tales humillaciones y amargar la vida a los humildes. En cuanto al nuevo capataz deTraft, que diriga un equipo de gentes rudas ocupadas en la construccin de aquella valla

    odiosa, Molly senta por l un odio infinito. Ah, si ella se echara a la cara al tal capataz!...Una suerte para los muchachos del pas, desharrapados y hambrientos en su mayora! Erapoco probable, de todos modos, que ella encontrara al capataz de Traft. Pero si tal sucediese,Molly no se iba a morder la lengua, y le iba a cantar las cosas claras.

    Molly pens, de pronto, que su hermano Arch haba visto al capataz, y podra darlenoticias. Cmo le habra sentado a Arch la llegada de aquel forastero?... Seth Haverly era unchico tan sencillo como Arch, pero muy peligroso cuando se enfadaba, y Molly parecapresentir un gran peligro...

    Para apartar de su mente estos tristes pensamientos, la joven se fij ahora en el paisajeque iban atravesando y en sus mismos compaeros de viaje, tan necesitados como ella de unpoco de alivio y de consuelo en su miseria.

    Haca mucho tiempo, aos tal vez, que Molly no haba ido tan lejos de su aldea. Norecordaba el camino ni los paisajes. Desde la puerta de su casa se disfrutaba de una vistamaravillosa del soberbio valle con las grandiosas montaas salvajes que en el pas llamaban el

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    Diamante, y una serie de oscuras y verdes colinas, extendindose suavemente hacia el Sur.Pero ahora iba en este carruaje, que arrastraban dos caballos vivos y nerviosos, a travs deltortuoso desfiladero que por esta parte formaba el lecho del ro West Fork, precipitndoseentre montaas boscosas y umbras. La vegetacin tena tonos de verde maravillosos, que seiban ensombreciendo al trepar montaas arriba. En las quince millas que llevaban recorridascuando llegaron al sitio en que el West Fork tributa sus blancas aguas al curso del Cibeque,

    slo se haban encontrado los viajeros a un hombre, un rstico jinete que montaba un tristecaballo. Aqu, el carruaje desemboc en la carretera, que trepaba y zigzagueaba montaaarriba. Milly miraba ahora con asombro y admiracin este paisaje salvaje y grandioso que erasu pas natal. Todo verde y gris, y tan inmenso! La Naturaleza tena por aqu una grandezaimponente, casi repelente, pero Molly no poda odiarla. Era su patria, su cuna! Era el sitiodonde haba transcurrido su niez, su dulce infancia, su adolescencia. Desde nia, se habaacostumbrado a jugar en los bosques sombros, en los vallecitos rientes, bajo los pinos y losabetos o junto a los arroyos de agua ambarina, a travs de esta Naturaleza salvaje, en fin, don-de ciervos, gamos, zorras y alimaas salvajes eran tan abundantes como las vacas en losprados, aquellas vacas mansas que ella conduca hacia la aldea cada tarde entre las sombrasdel crepsculo. Y pens que sera para ella una pena inmensa, algo imposible, algo muydoloroso, el tener que marcharse de este hermoso y amable pas de bosques y de valles, deriachuelos y de desfiladeros imponentes.

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    Desde las fuentes del Cibeque el camino trepaba, zigzagueaba y ondulaba a travs deuna serie de bosques, bordeando barrancos y caadas, hasta llegar, a la zona de pinos y abetos

    donde terminaban los pastizales.Durante todo el invierno, la nieve haba cubierto montes y valles, como se colega por

    la gran abundancia de grama que vease por todas partes, y ahora comenzaba a florecer bajolos ardientes rayos del sol. El ganado se vea aqu y all, como puntos blancos, rojos o negros,moteando prados y valles. Y al caer la tarde, desde cualquier altura, el paisaje se alargaba loinfinito, como un inmenso ocano verde y ondulante a causa de la abundancia de reses, que semovan en todas direcciones.

    Haban pasado varios ranchos, en la mayora de los cuales habran sido bien recibidos yhubieran podido pasar la noche; pero el to Caleb quiso aprovechar toda la luz del da, y deeste modo, cuando cerr el crepsculo haban hecho ms de la mitad del camino a Flagers-town.

    -Bueno, mujer!-dijo el to Caleb, de pronto-; aqu haremos noche, en el rancho de laviuda Keech, donde sabes que lo pasamos muy bien la ltima vez que estuvimos por aqu.

    Y, diciendo esto, gui a los caballos hacia una glorieta, una amplia plazoleta que se veaen el bosque, y que delataba la existencia de un viejo aserradero. Algunas barracas de madera,vallas de espino o de tablas, y el ladrido de los perros indicaban a todas luces que por allviva gente.

    Una vez dentro de la cabaa mayor del grupo, Molly pudo darse cuenta de que la seoraKeech era la ms amable y locuaz de todas las patronas de la comarca. Tena dos hijas yamayores y un hijo de unos catorce aos, un muchacho enormemente alto, y que atrajo desde elprimer momento las burlas y las chirigotas de Molly, a la que hacan coro las hermanas

    mayores del boy.-As, esta rapaza es nada menos que la hija de John Dunn! , no es eso?-pregunt la

    seora Keech. Y, volvindose hacia Molly, aadi amablemente-: Yo conozco muy bien a tupadre, hija ma, y a ti te conozco desde que eras as de pequea! Ahora ya ests hecha todauna mujer, que va de viaje como una seorita a la ciudad!... Vaya, vaya!...

    Molly, de todos modos, no tom parte apenas en la conversacin. Su aventura se leapareca demasiado grande para que las otras cosas tuvieran importancia junto a ella.Escuchaba en cambio con gran atencin todo lo que se hablaba, y durante la cena oy mil ymil detalles acerca de aquella misteriosa ciudad de Flagerstown hacia la que iban, y de la feriaque iba a comenzar al da siguiente y terminara el sbado, con un rodeo. La seora Seesonrea, observando la excitacin de Molly.

    El to Caleb pregunt por ltimo, encarndose con la viuda de Keech-Y..., qu sabe usted acerca de esa valla que dicen estn construyendo?-Que es cosa hecha!-respondi la viuda con disgusto-. Harry la ha visto. Los hombres

    de Traft estn acampados ahora a diez millas al norte de aqu. Pasarn por aqu este verano, ya la primavera que viene los tendris all abajo, en el Diamante.

    -Eso nos haban dicho; qu cree usted?-Pues si quiere usted que le diga la verdad, Caleb, a m me parece que hacen bien en

    hacerla. Porque todos sabemos que roban el ganado..., y al que le roban, por ejemplo, un parde terneras, no le ha de hacer ninguna gracia. Con una valla se evita todo eso.

    -Tiene usted mucho ganado ahora?-pregunt Caleb.

    -Alguno tengo. Vacas, sobre todo. Envo bastante manteca a la ciudad. En realidad,ahora vamos mejor que cuando tenamos el rancho. Mis hijos y yo cuidamos del ganado y nonecesitamos vaqueros ni msicas. Adems, como cada da viaja ms la gente por esta

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    carretera, estamos haciendo algunas barracas de madera para alquilarlas. Esto ser como unaventa, como una posada.

    -Me parece muy buena la idea-aprob See.Molly segua escuchando con gran atencin, esperando sobre todo que se hablase algo

    de aquel nuevo capataz de Traft, que diriga los trabajos de la famosa valla. Deba llevarseguramente una existencia miserable... Desgraciadamente para Molly, ya no se habl ms de

    la cerca.-Bueno, seoras-dijo al fin See-; vamos a acostarnos, que maana tenemos que

    madrugar!Molly comparti una de las nuevas alcobas con la seora See. Era una estancia

    pequeita, pero muy limpia, perfumada con el olor intenso del pino seco. La habitacin tenatres ventanas, lo cual era una grata novedad para la muchacha. Se prometa tener unasemejante, llena de luz durante el da y con aire puro y abundante durante la noche. Se sentacansada, pero no lograba conciliar el sueo. Tal vez el lecho resultaba demasiado confortablepara ella, acostumbrada a tanta miseria. De todos modos, Molly permaneca despierta en laoscuridad, pensando en lo que iba a ocurrir ahora en su vida. Este viaje a Flagerstown podarepresentar una verdadera calamidad para ella, y, sin embargo, se alegraba, aun a ese riesgo,de hacerlo. Deba disfrutar todos los momentos, aunque luego supiera Dios lo que saliese yresultare.

    Los perros ladraban a los lobos, haciendo estremecer a Molly. Lobos y coyotesabundaban en el pas, bajando a veces hasta las fuentes del Cibeque y ms all. Tambinabundaban en el pas los osos y los pumas, los jaguares y otras bestias feroces, pero a Mollyno le causaban el espanto que los lobos. El aullido de stos era tan lastimero y terrorfico!...Y a momentos los perros, al contestar a los lobos, parecan imitar la nota plaidera de lasfieras, como si echaran de menos su perdida libertad salvaje, que disfrutaban sus hermanos.

    Al fin Molly se qued dormida; y al despertar tena la sensacin de que acababa dedormirse momentos antes. Sin embargo, la seora See ya estaba levantada, y se vesta a la luz

    de una lmpara. A travs de una ventana abierta se vea una claridad lvida, y penetraba unaire fino y fuerte amaneca.

    Al fin llegaba el gran da para ella. Molly se levant contenta, y hasta tuvo palabrascariosas para el altsimo Harry, que sonrea bonachonamente. El da era fro, perodespejadsimo, y un sol radiante pareca saludar a Molly triunfalmente, unindose a su dicha,como si quisiera aumentar la alegra de la joven.

    Harry apret dulcemente el brazo de Molly cuando la ayud a subir a la galera,dicindole en voz baja:

    -Ya nos veremos en el rodeo!-As lo espero-contest la muchacha con una sonrisa.La galera parti entonces al largo trote de los caballos descansados. Los conejos

    saltaban del camino o huan a travs de los campos con sus ridculas orejas erguidas; loscoyotes corran por los bosques o pastaban la fresca hierba en la lejana, y ciervos y gamospasaban ante los ojos de los viajeros como flechas vivientes, desapareciendo tras la espesurade bosquecillos y matorrales.

    El carruaje gan, luego de haber atravesado espesos bosques de cedros y de abetos, lacima de una montaa. El terreno era despejado y ancho por aqu. Y Molly pudo descubrirahora una extensin dilatadsima, unos campos inmensos, grises y como velados por laneblina de la maana, y que eran praderas que se perdan hasta el infinito. Un perfumeintenssimo suba del valle, arrastrado por el viento.

    -Qu perfume es ste tan bueno?-pregunt Molly.

    -De la salvia, pequea-repuso la seora See-. ste es el valle del Cibeque. Cualquieradira que t no has salido nunca de nuestros valles!-Pues no he salido mucho, seora See-coment la muchacha sonriendo-; ustedes saben

    que apenas hay salvia por vuestras montaas. Yo hace mucho que no la he visto. Adems, soy

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    muy ignorante en todo.-No digas eso. Lo que te pasa es que no tienes experiencia... que ahora empiezas a vivir.

    Por eso has de tener siempre juicio, hija ma.Molly escuchaba con aire distrado. Todos callaron. La muchacha iba como en xtasis,

    admirando maravillada la hermosura de aquella maana incomparable y de aquel paisajegrandioso que se extenda ante su vista, pensando en lo inmenso y lo hermoso que es el

    mundo y lo miserable que haba sido, por contraste, su pobre existencia hasta aqu perdida allen su rincn salvaje. Luego se reproch aquel mental desprecio hacia su patria chica, re-cordando que desde el porche de su casa se disfrutaba tambin una vista soberbia, hasta lasmontaas del Diamante. Adems, qu poda compararse a la hermosura de aquellos vallesrientes de sus colinas, a la belleza grandiosa de los desfiladeros, de los barrancos, de las mon-taas boscosas y umbras, de los arroyos que saltaban entre las piedras, blancas como elmrmol, o ennegrecidas por algas y helechos?...

    De todos modos, reconoca que el paisaje que ahora se extenda ante su vista tenatambin infinita grandeza. Aqu estaban las grandes praderas del ganado, el campo libre,los campos comunales de que haba hablado el to Caleb, donde pastaban toros y vacas y

    ovejas a millares. Por estos campos era por donde cabalgaban los jinetes montaraces, como suhermano Arch y el mismo Seth Haverly, considerndolos como terreno suyo. Y, no seraentonces una infamia y una vergenza vallar aquellos inmensos pastizales cubiertos con unasuave alfombra de csped verde y tierno?... Por un instante, Molly comprendi lo quesignificaba ser un jinete montaraz de esos que el vulgo dice que han nacido a caballo, y hastasimpatiz con su hermano Arch y con Seth. Una valla de espinos, no importa la extensin quetuviera, sera un atentado a la libertad de estos campos tan hermosos, siempre cubiertos deverdura.

    -Bueno, muchacha, mira, ya se ve el humo de Flag-dijo de pronto la seora See-. All,ves?..., en el valle. Todava estamos lejos, pero ya vamos llegando.-Humo!-contest Mollyfrunciendo el ceo-; es que estn quemando rastrojo?

    -No, no, mujer. Ese humo es del tren y del aserradero.Desde all se vean los campos, jalonados de rebaos, cada uno de los cuales llevabauna marca o contrasea distinta; a lo largo del camino se vean pequeos ranchos, y aqu yall, y conforme el camino iba descendiendo hacia el valle, los cedros, los pinos y los abetosse hacan ms claros. A unas diez millas de Flagerstown, el seor See seal a una colinadistante, por cuya cima apareca, recortndose claramente contra el cielo, una valla nueva.Luego, dando un golpecito a Molly, murmur:-Aqulla es la cerca de Traft, como si lo viera.Y todo esto es un pastizal de ovejas.

    Molly comenz a recordar ahora la ciudad de Flagerstown, las montaas oscuras de lascercanas, cubiertas de bosques, el aserradero, con sus pilas inmensas de maderas y detroncos, las casitas grises en la cima de las colinas, los cottages rientes, entre verdura, y, en

    ltimo trmino, la calle principal de la ciudad, con edificios que a Molly se le antojabanmaravillosos. El seor See mir al reloj, comprobando que an no eran las cinco. El carruajebajaba ahora prestamente hacia el valle. Molly, era toda ojos.

    -Vaya, ya hemos llegado!-dijo el seor See deteniendo el carruaje ante un presuntuosoedificio de ladrillos-. ste es el Nuevo Hotel, Molly. Y ahora, t, Susana, encrgate de lachica. Llvala a que vea las tiendas y los bazares. Luego la llevaremos a que vea la feria delganado... Ahora pediremos las habitaciones... Ah! Y a las seis aqu, sabis?...

    Molly salt del carruaje, avergonzada de sus pies descalzos y sus medias rotas por milsitios.

    Pero tres horas ms tarde, la hermosa muchacha, radiante y cargada de paquetes,

    regresaba al hotel, siguiendo a la seora See, igualmente cargada. El seor See las recibi agritos:-Por Dios!, de dnde sals?... Parece que vens de robar un almacn... Hace un siglo

    que os estoy esperando para cenar.

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    -No hemos' tardado tanto, hombre!-contest su mujer-. Aydanos a subir estospaquetes a las habitaciones, y en seguida cenaremos.

    Molly tena una habitacin para ella sola. Jams haba visto una alcoba tan linda. Pocodispuesta a abandonar sus preciosas compras, permaneci all removindolo todo hasta queov que la llamaban desde el hall del hotel. La emocionaba verse mirada y contemplada porlas gentes del pueblo, tan distintas de las de su pobre aldea perdida entre montaas.

    El comedor del hotel, lejos de ser mediano, como haba anunciado el seor See,deslumbr a Molly con su hermosura jams haba visto nada igual. Y su emocin era tantaque casi no tena apetito cuando se sentaron a la mesa.

    Los See se esforzaban en obsequiarla durante la comida. Molly se dio cuenta de prontode que la miraban dos chicos, sentados a una mesa prxima. No parecan cowboys de lascercanas. Terminada la cena, la muchacha sali contentsima del comedor, subiendo luego apequeos saltitos las escaleras en direccin a su alcoba.

    Una vez all, se dedic a desatar paquetes y los, colocando las compras sobre la cama.Qupronto se haba gastado el poco dinero que trajera a la ciudad! De todos modos, habacomprado muchas ms cosas de las que pensaba. La seora See haba sido inverosmilmente

    generosa. Un vestido azul, de bella tela estampada, otro blanco, con listas, medias, guantes,cintas, todo lo ms bello y fastuoso que haba visto Molly en su vida..., todo se lo haba com-prado la buena y dulce Susana See.

    Pero no era esto slo lo que llenaba de alegra el corazn de la muchacha; era que laanimacin y el gento del pueblo habanle causado tambin infinita y grata sorpresa. Adems,en varias barracas de la feria, en tiendas y almacenes, la chica, al mismo tiempo que hacancompras, se haba ofrecido como ayudanta o dependienta. Uno de los tenderos le habaprometido tomarla para su seccin de lencera. Y, en resumen, este primer da en la ciudad,estas primeras horas, mejor dicho, llenaban a Molly de esperanza.

    -Veremos a ver si se cumplen mis ilusiones!-murmur la chica antes de meterse en lacama, y sin poder evitar un ligero estremecimiento.

    Al da siguiente, las sorpresas y el deslumbramiento-de Molly continuaron. La seoraSee tena parientes y amigos en Flagerstown, y todos obsequiaron cumplidamente a Molly.

    Pero de todas maneras, la visita ms importante de aquella maana fue la que hicieronal Banco de la ciudad, donde Molly pudo conocer a Jim Traft, el rey de los rancheros de lacomarca.

    -Mira, Molly, ah lo tienes!-dijo el seor See dando un codazo a la chica con disimulo-.se es Jim Traft, el bandido! El que va a arruinar a todos los pobres rancheros del pas consu famosa cerca!

    Molly mir. Entonces pudo ver a un hombre alto, fornido, de bastante edad, en mangasde camisa y con unas rudas botas de campo llenas de polvo. Su rostro, curtido por el sol y laintemperie, tena una expresin dura y altiva, lo mismo que el gesto de la boca. Los ojosazules eran lo nico que pona una nota de suavidad y cierta dulzura en el semblante de aquelhombre; pero a Molly no la hubieran engaado aquellos ojos, azules como el cielo.

    Cuando los See y Molly iban a salir del Banco, Jim Traft pareci reparar en ellos, y seencar con Caleb:

    -Jurara que yo le conozco a usted!-dijo.-Lo mismo que yo a usted, seor Traft-repuso el aludido-. Yo soy Caleb Sed.-Ya deca yo! Soy buen fisonomista. Usted vive all, en el Cibeque, no?... Me alegro

    de encontrarle, y, si no lleva usted prisa, voy a hacerle a usted algunas preguntas.-Estoy a su disposicin, seor Traft, y muy contento de poder servirle.Hizo una breve pausa, y aadi sealando a sus acompaantes:

    -Aqu, es mi mujer..., y esta chica es una amiguita nuestra, Molly Dunn, que hace suprimera visita a Flag desde que era nia!...Traft estrech la diestra de las dos mujeres. Era un hombre bizarro y cordial, y sus ojos,

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    vivos y sutiles, se detuvieron complacidos sobre la linda figurita de Molly.-Muy bien, muy bien!-dijo sonriente-; me alegro mucho de conocerla a usted, seorita

    Molly Dunn, del Cibeque! Yo creo recordar que conozco tambin a su padre. As, sta es suprimera visita a Flag despus de muchos aos, no es eso?

    -S, seor. Hace muchsimo tiempo que no he venido por aqu-contest Mollyamablemente.

    Cuando salieron del Banco, Molly dijo a la seora See:-Cmo me miraba el seor Traft!... No parece que le he sido muy simptica... Quiz le

    han hablado mal de mi familia.-Oh, ya sabes que a causa de tu hermanito...! Pero de todos modos, tambin puede

    haberte mirado as por el hecho de vivir all abajo.-Pero a m no se me debe confundir con mi padre ni con mi hermano Arch, seora See-

    se defendi Molly.-Claro, claro, hija ma!...Hasta el principio de la tarde, persigui a la pobre Molly el recuerdo de aquella mirada

    de Traft y el de la ignominia de su pobre apellido, el apellido de los Dunn. Pero cuandollegaron, en las primeras horas de la tarde, a los terrenos donde estaba enclavada la feria, la

    hermosa muchacha se olvid de todo. Ya no pareca la misma. Ahora era una de tantasjvenes como circulaban por all, ataviadas con trajes claros. Ella iba vestida con el traje azul,y todo el mundo la miraba. Las mujeres parecan flores, a causa de los colores de sus trajes.Luego circulaban cowboys y rancheros, ostentando en sus trajes o sus sombreros distintivos ycontraseas especiales, que delataban su rancho o la marca de su amo y de sus ganados, indioscon pintoresca indumentaria, y, llenndolo todo, los campos, las praderas y los caminos,caballos, caballos y ms caballos, tratantes, chalanes, gentes pintorescas y atrabiliarias,circulando entre toda clase de vehculos, comunicando a la feria un aspecto abigarrado yoriginal en extremo.

    Como por arte de magia, Molly se coloc aquella misma tarde en una barraca de laferia. De este modo vise separada de la compaa de la amable seora See. En la barracaconoci a otra joven, aproximadamente de su misma edad, con la que iba a compartir elfascinante trabajo de servir al pblico emparedados y caf.

    Por fortuna para Molly, su compaera de trabajo era una joven muy linda y amable, ypara colmo de suerte, no pareca conocer a los Dunn.

    Bajo su amable direccin, Molly fue aprendiendo a servir a los parroquianos. Encambio, no acababa de acostumbrarse a llevar la hermosa bata que le haban puesto paraservir las mesas, y la horrorizaba la idea de mancharla.

    Una vez Molly sirvi a tres cowboys. Jams haba visto la muchacha una indumentariatan pintoresca como la que llevaban estos muchachos, con anchos sombreros y brillantes fajaso cinturones de cuero amarillo. De todos modos, pudo observar la muchacha que los tres

    cowboys llevaban, como su hermano Arch y como Seth, pistolas al cinto, cosa que nuncacrey ver en las gentes de la feria. Uno de los jvenes miraba dulce e insistentemente a Molly.Al cabo de poco rato, los tres muchachos volvieron, en ocasin en que la compaera de

    Molly no andaba cerca. Uno de ellos, aquel que miraba tan insistentemente a Molly antes, lepregunt:

    -Miss... Miss..., cmo dijo usted antes que se llamaba, seorita?Y, diciendo esto, se sent a horcajadas en el banco que haba ante el mostrador.-Yo no he dicho nada-repuso Molly, muy seria.-Oh, perdn, excseme usted! Me he confundido!-murmur entonces el jovenzuelo,

    muy turbado, bajo la mirada burlona de sus camaradas-. Tiene usted gaseosa?-No.

    -Y cerveza de jengibre?-Tampoco. Ninguna bebida alcohlica.-Slo tienen ustedes caf y bocadillos y pasteles, no es eso?... Cake, vamos!-Eso es.

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    -Bien. Entonces dnos usted caf con unos trozos de cake-orden el cowboy.Molly les sirvi son rapidez evitando hbilmente que el joven que le haba hablado le

    cogiera los dedos cuando alarg una taza.-Vive usted aqu?-le pregunt ahora.-Usted sabe bien que soy forastera, de otro modo no se mostrara usted tan

    impertinente-contest Molly con severidad.

    -Ah, ya!-coment el cowboy, corrido.Sus camaradas comenzaron a burlarse de l nuevamente. Molly, con sus finos odos, no

    perda una palabra de la zumba. Evidentemente, el joven descarado, aquel que le hablaraantes, tena fama de castigador de mujeres, y ahora se vea en completa derrota.Finalmente, viendo que Molly no se ocupaba de l, y cansado de las bromas y la zumba de suscamaradas, arroj una moneda de plata al mostrador, y dijo con nfasis:

    -El cambio para usted, copito de nieve.En seguida se levant y se fue. Y sus amigachos le siguieron a los pocos instantes.Molly estuvo muy ocupada a partir de este instante, y slo al cabo de cierto tiempo se

    dio cuenta de que una verdadera fila de cowboys no hacan ms que ir y venir alrededor delmostrador, con el exclusivo objeto de mirarla. Ms de uno de ellos mientras le serva habalallamado, como el descarado aquel, copito de nieve. Sin embargo, ninguno de ellos le habahablado rudamente, sino al contrario. Por lo visto la tomaban por una muchacha de buenafamilia, una seorita de calidad, de paso accidentalmente en el pueblo. Esto halagabainmensamente a Molly, aunque, por otro lado, le haca pensar, con cierta melancola, que losmuchachos habran procedido de modo muy distinto, si la hubiesen sabido una humilde Dunn,de all, de su pobre aldea del Cibeque.

    Pronto vino a relevarla su compaera, miss Price, en el servicio del mostrador y de losveladores.

    -Qu? Se ha entendido usted con los chicos?-le pregunt-. A m me han mareadohasta lo increble. Le advierto a usted que apenas conozco a alguno de ellos.

    -Oh, mire..., les he servido a mi manera!-repuso Molly, sonriendo tambin.-Muy bien, s. Eso es lo que hay que hacer. Conllevarlos. Si se les hace caso, la vuelven

    a una loca. Se reir usted con ellos. Pero hay que tenerlos a raya, y para eso, no hay ms quetratarlos con frialdad. Maana por la noche ya sabr usted la viday milagros de todos.

    -Cmo maana por la noche? Por qu?-Porque hay un gran baile despus del rodeo de la feria. No se lo ha dicho a usted mi

    madre?... De todos modos, usted vendr con nosotros.-No, no me han dicho nada. Es usted muy amable conmigo, pero no podr ir. Yo soy

    una desconocida para ustedes, una extraa. Y si ustedes creen...-Vamos, no sea criatura!-la interrumpi miss Price-. Usted vendr al baile con

    nosotros, de todos modos. La seora See se lo ha prometido a mi madre.Molly experiment una honda alegra. Al acabar la tarde, volvi a la ciudad, charlandointerminablemente con la seora See acerca de todo cuanto haba ocurrido en la barraca de laferia. Aquella noche fueron a cenar a casa de unos parientes de los See; pero, desgraciada-mente, a la mesa no haba ningn otro comensal joven sino Molly, que se aburri oyendohablar a las gentes graves de los eternos asuntos de la ciudad y del campo.

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    IIIEra el sbado por la tarde, y el rodeo acababa de empezar, como poda juzgarse por el

    aspecto desierto de los campos vecinos. Molly habase quedado hoy en la barraca ms tiempoque de costumbre. La seora See la esperaba. Y ya se dispona a marchar la muchacha,

    cuando vio llegar y acercarse al mostrador un nuevo parroquiano.Era un joven que llevaba recios zahones y calzaba gruesas botas de campo, cubiertas depolvo. Al llegar junto al mostrador pidi algo para comer y beber, sin reparar para nada enMolly. Su rostro tena una expresin triste y preocupada.

    De todos los jvenes que Molly haba visto desfilar por la barraca en dos das, ste erael primero que no la

    haba mirado dos veces, y el nico tambin que no pareca alegre, ni osado, ni conganas de bromas y de zumba. Molly se sinti un poco picada, como humillada, al tiempo queexperimentaba una muy natural curiosidad, completamente femenina.

    Podra tener unos veintids o veintitrs aos, y a todas luces se vea que no era uncowboy. Pareca ms bien un desollador o pellejero de cierta categora. La punta de su nariz

    apareca casi pelada, sin duda por el exceso de sol, que curta todo su rostro; pero esto noimpeda que el joven resultase guapo. ste dej su sombrero en el mostrador, descubriendounos cabellos ondulados y una frente con profundas arrugas.

    Haba quedado algo a la izquierda de Molly, y sta le miraba de reojo, pensando quepor su trato con los jvenes durante aquellos das, era ya una experta en esto de conocer a loshombres.

    El desconocido apur su caf lentamente y luego levantando la cabeza mir a Molly. Lamuchacha tuvo ahora la sensacin de que no la haba visto hasta ahora, porque por sus ojosgrises pas como un relmpago de sorpresa, algo que traicion una emocin muy agradable.

    -Qu hara usted si yo le dijera que me gusta?-pregunt de pronto el muchacho,osadamente.

    -Seor!-contest Molly, sofocada.l repiti la pregunta con ms lentitud, como si pesara las palabras.-Pues... me enojara...y ya veramos!-As lo toma usted?-No s cmo tengo que tomarlo!...Pero al decir esto, la muchacha no pudo impedir que una sonrisa tmida apareciese en

    sus labios.El desconocido se apoy entonces de codos en el mostrador,y dijo, mirando fijamente a

    la muchacha:-Bien : ya hablaremos de ello!... Sepa usted desde ahora que me gusta... Por lo pronto,

    no me marcho porque usted me eche a empujones.Los dos sonrieron, y el joven continu:-Es la primera vez que la veo a usted! Nunca la haba visto antes...Y qu culpa tengo yo?-repuso Molly, cada vez ms turbada a pesar suyo. Porque el

    desconocido le iba gustando cada vez ms.-Pero, usted no vive aqu en Flag?-No, seor, no. No vivo aqu.-Dnde vive usted, entonces?-Yo soy del Cibeque.-El Cibeque?... Qu es eso del Cibeque?... Es una ciudad o un rancho o qu?...-Es un valle.-Nunca he odo semejante nombre. Y est muy lejos de aqu?

    -Se tarda dos das a caballo.-Entonces... ha venido usted aqu a pasar los das de feria, no es eso?-continu el

    joven, cada vez con ms inters.

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    -S. Nos vamos maana por la maana-repuso Molly, sonriendo de nuevo.Y pens que quiz no volviera jams a Flag; y aunque as fuese, se volvera a repetir

    este milagro?...-Oh! An falta un buen rato!-dijo el desconocido mirando con una expresin

    sonriente, que hizo estremecer de un modo muy dulce a la muchacha-. Yo no conozco esevalle de usted... Pero, bueno, esta noche hay un baile,y usted ir seguramente.

    Molly asinti en silencio. Comenzaba a ser ms duea de s misma.-Apostara a que todos los cowboys del rodeo le tienen pedido a usted un baile para esta

    noche-declar l en tono como celoso.-Todos no!-brome Molly.l la mir, dudando al principio, pero con una expresin de firmeza ms tarde, como si

    la creyera. Entonces, la chica pens que este joven estaba, tal vez, enterado de su .vida ymilagros, de todo lo relativo a su familia y casi dese que se abriera la tierra y se la tragara.

    -Yo no s bailar apenas estas danzas de la ciudad-continu el desconocido al cabo de unmomento-; pero ir de todos modos, si es cierto que usted no tiene comprometidos todos losbailes.

    -Pues, mire, para decirle la verdad..., an no tengo comprometido ni un solo baile.-Cmo! Entonces, es que est aqu su novio?

    -Mi novio no existe!-contest Molly, muy seria. Como los otros muchachos que habanido desfilando por la barraca, tambin ste crea que ella tena novio.

    Ah, si la hubieran sabido una Dunn, la pobre Molly Dunn de West Fork, no habransido tan amables!...

    -Bueno, escuche usted, joven! Ahora hablo en serio!-continu el muchacho con ciertagravedad.

    -Y yo le contesto tambin en serio. Yo no miento nunca.-Eso dice que es usted una chica formal. Pero... de veras no tiene usted novio?-Y tan de veras! Tengo diecisiete aos. O es que se crea usted que era ms vieja que

    Matusaln?-Yo no haba pensado en la edad que usted pudiera tener... Puesto a echarle, le habra

    echado dieciocho... Pero, bueno, eso no importa... No haba estado usted aqu en Flagltimamente?

    -No; hace muchos aos que no haba estado aqu. Desde que era muy pequea.-Y... bailar usted conmigo esta noche?-S, desde luego.-Cunto tiempo?-Oh, no s!... Yo no conozco tampoco los bailes de la ciudad.-Bien, ya lo arreglaremos entre los dos... Me tomarn, seguramente, por el novio de

    usted... Y eso me gustara mucho. Y a usted?...-Hombre, tampoco me desagradara del todo, qu caramba!-contest Molly, un tanto

    encarnada, y mirando a su interlocutor con ojos picarescos y una sonrisa llena de gracia.-Gracias! dijo entonces el joven empleando, por cierto, palabras muy distintas de las

    que Molly esperaba que pronunciase.En seguida se puso en pie, y, mirando a Molly con sus dulces ojos grises relucientes,

    murmur:-Gurdeme usted algunos bailes para esta noche. Adis, miss Cibeque!Se march con paso rpido, mont en su caballo, y se alej en direccin a los corrales y

    las cercas donde se celebraba el rodeo.Molly permaneci unos instantes inmvil y pensativa, hasta que vino a sacarla de su

    ensimismamiento la seora See.-Ha venido un ltimo parroquiano-dijo la muchacha, como si quisiera justificar suretraso.

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    -Bueno, pequea, vmonos! Todas las barracas y las tiendas se cierran a la una, y estarde... El rodeo ha empezado ya-contest la seora See-. Dmonos prisa, pero no te olvidesdel dinero... Luego habr que drselo a miss Price... Ya s que has tenido un gran xito aquen la barraca... Estoy contenta de ti, Molly.

    Entonces, las dos mujeres se dirigieron a toda prisa hacia la feria de ganado; all,alguien habales reservado sillas, y la hermosa Molly experiment en seguida una vivsima

    curiosidad por ese primer rodeo a que asista en su vida. Luego hubo carreras de caballos, quefueron muy animadas y brillantes. Molly qued ronca y rendida de tanto gritar con lamultitud. La seora See, a pesar de su gravedad, dio un golpe con su sombrilla en la cabeza aun caballero grueso que haba por all, tal era el entusiasmo de la multitud.

    Luego vino la exhibicin de habilidades y juegos de los jinetes ms diestros del pas.Molly misma mont a caballo, desfilando as ante la concurrencia, que la aplauda, pero suhazaa fue pronto oscurecida por otros jinetes ms notables: uno de ellos, sobre un caballo enpelo, lanzado al galope, fue deslizndose, hasta quedar bajo el vientre del animal. Pero estopareci menos maravilloso a la concurrencia que otro cowboy que guiaba dos soberbioscaballos de carreras, tambin en pelo, yendo erguido y apoyando un pie en el lomo de cadaanimal.

    La caza con lazo de ternerillas no era una novedad para Molly, aunque nunca pudocreer que pudiera llevarse a cabo con tanta rapidez y maestra. Despus hubo carreras degamos y de ciervos, y ms tarde un espectculo emocionante: un caballo semisalvaje, quederribaba a tres o cuatro jinetes y daba brincos de dos metros, cayendo al suelo con sus patasrgidas y firmes, como si fueran de acero. Otro derrib a un caballo, y otro an cay con elanimal, que se levant luego llevando an al jinete en la silla. El pblico le ovacion. Mollyvio que se llevaban a un muchacho, un cowboy, entre varios, aunque no se enteraron de lo quele haba ocurrido.

    -Ahora vienen los novillos bulldogs!-dijo el seor See consultando el programa.-Cmo?-pregunt Molly, asombrada-; es que los cazan con perros?

    -No digas tonteras, muchacha!-Caleb, piensa que es el primer rodeo a que asiste Molly-le reproch su mujer.Comenz la prueba. Se solt un novillo vivo y peligroso, de anchos cuernos, y un

    cowboy, montado en un soberbio caballo, avanz hacia el centro del campo. Luego picespuelas, persigui en un galope frentico al novillo, y, al alcanzarlo, se ape, cogindolo porlos cuernos heroicamente. Hombre y fiera rodaron por el polvo, mientras la multitud lanzabaun largo grito; pero el hombre se levant poco despus, inclume y victorioso, cabalgando poralgn tiempo sobre la propia cabeza del animal.

    -Qu, Molly! Qu me dices de este chico?-pregunt, entusiasmado, el seor See-.se es un cowboy!

    -Es maravilloso, pero es una locura!-contest la muchacha, toda estremecida.-Dices bien, hija ma-aprob al seora See-; yo encuentro esta prueba de los novillos

    brutal.-Como queris; pero no me negaris que el muchacho es valiente y hbil, qu caramba!Molly coment:-Un cowboy me dijo a m una vez que no tena un hueso sano en el cuerpo. Y ahora lo

    comprendo todo!De todos modos, Molly se haba divertido muchsimo. Se alegraba de todo cuanto haba

    visto, pensando que as tendra algo que contar a su hermano Arch. Por fortuna, terminaronlas carreras y los ejercicios violentos sin que hubiera que lamentar ningn herido grave. Y elresto del programa, compuesto de nmeros ms suaves y tranquilos, permiti a Molly respirar

    un poco.-Qu, pequea! Te ha gustado esto? pregunt luego el seor See.-Es lo ms maravilloso que he visto en mi vida!-contest la muchacha.-Pues todava te falta ver lo mejor, hija ma-aadi por su cuenta la seora See-. Todo

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    esto gusta mucho a los hombres; pero a las chicas, lo que las encanta de veras es el baile,donde pueden lucirse y brillar..

    Estas palabras de Susana hicieron a Molly recordar lo ocurrido en la barraca con elltimo parroquiano. Deba decrselo a la seora See?... Molly era muchacha innatamentehonrada y estaba segura que era su deber confesar lo ocurrido a la seora See; pero, por otraparte, luchaba ahora con sentimientos nuevos y encontrados. El caso era muy extrao y

    delicado. Lo mejor era esperar. Qu pensaran de ella, de todos modos, Susana y miss Price,si supieran que haba prometido bailar con un desconocido que no saba ni siquiera sunombre? Hasta este instante no haba pensado Molly en esto. Mientras habl con aquelmuchacho, slo estuvo atenta a sus propias palabras, y con la charla se olvid de todo lodems. La haba aturdido. Y eso que haba que reconocer que aquel muchacho no tena nadade cnico, ni de descarado y burln, como los otros jvenes que pululaban por la feria.

    Fuera como fuese, lo que ms preocupaba ahora a Molly era el tenerse que decir queaquel joven la interesaba demasiado. Lo quera ya?... Y si era as..., qu horror!... A undesconocido cuyo nombre ignoraba ella tambin!... Lo encontraba, eso s, muy interesante, yle pareca un joven honrado y bueno, como ella se senta.

    Molly record ahora con mayor intensidad aquellas palabras del desconocido, cuando lepregunt si tena novio. Ah, la dulzura de sus ojos en aquel momento!... Nunca podraolvidar Molly aquella mirada. Adems, habra adivinado el joven que a ella le gustaratenerle como novio?... La respuesta a esta duda atormentaba a la joven. Que dira la seoraSee si supiera todo esto?... Qu pensara de ella?...

    Estos pensamientos volvieron a atormentarla de regreso al hotel, hacia el que se iniciun verdadero xodo de rancheros de las cercanas al terminar la fiesta. Molly estuvo sentada,durante la cena, con conocidos de los See, as es que, en medio de la general animacin, nopudo dedicarse a sus meditaciones como hubiera sido su deseo.. Luego, ya a solas en sualcoba, experiment cierta delicia mezclada de temor ante lo desconocido, ante aquel misteriodel baile que ya se acercaba.

    Se quit la bata blanca dejndola sobre la cama, y procedi a cambiarse de traje. Amomentos sentase animosa; a momentos la invada un gran desasosiego, un desconocidodesaliento. Se pein varias veces ante el espejo, sin que jams le satisficieran sus peinados.Adems, la persona que retrataba el espejo le pareca otra. Quin era aquella muchacha?...Miraba sus hombros y sus brazos desnudos, y todo le causaba extraeza y temor.

    Cuando entr la seora See en la alcoba de la muchacha, prorrumpiendo enexclamaciones de asombro y dedicando a la belleza de Molly mil y mil elogios, el ltimovestigio de sensatez y serenidad desapareci del alma de la infeliz. Tuvo que hacer un granesfuerzo para decirse a s misma que no era ni ms ni menos que Molly Dunn, del Cibeque, yno una de aquellas girls elegantsimas de San Luis, como afirmaba la seora See, que estuvouna vez en la hermosa capital, y ahora declaraba que Molly merecase llevar velas encendidas

    a su alrededor.-Por Dios, seora See, me aturde usted, me confunde!-pudo decir Molly,

    encarnadsima.As, radiantes, salieron ambas poco despus hacia el baile, que se celebraba en el

    Ayuntamiento, pocas manzanas ms abajo del hotel. Los dems caminaban, pero Molly ibapor los aires. Nunca en su vida haba experimentado las sensaciones y los sentimientos que eneste instante, caminando entre la multitud de hombres y mujeres, de nios, de indios tambin,y luego, cuando entraron en el Ayuntamiento, entre dobles filas de cowboys endomingados,bien afeitados, amables... Ocurriera lo que ocurriese, ella no podra olvidar ms esto.

    En el interior vease una vistosa asamblea entre la que se contaba la seora Price, su

    hija Elena y un hermano de sta, un chico desgarbado y larguirucho, de una edad aproximadaa la de Molly. Inmediatamente, Molly se vio arrebatada por los dos jvenes, siendo ste elinstante ms violento y difcil para la muchacha. Por suerte, tambin la timidez y el recatoaadan un nuevo encanto a su belleza.

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    Alrededor de la gran sala de baile, haba mucha gente, en pie, hablando o paseando. Elsaln se iba llenando lentamente. Luego comenz a tocar la msica, no una charangacualquiera, propia para leadores y rancheros, sino una verdadera banda de msica.

    Valses y danzas del pas constituan el programa. El primer muchacho que bail conMolly fue el hermano de Elena, el chico de Price, que no bailaba muy bien, ni con mucho,pero que por suerte tampoco descompuso a la muchacha, que iba hecha una crema. Los

    intervalos entre las piezas eran frecuentes, pero muy breves, por fortuna. La gente joven enseguida aplauda, pidiendo bis. Hombres y mujeres maduros formaban varios crculosalrededor del saln, mirando y hablando.

    La pieza siguiente la bail Molly con un amigo de Elena, un joven de la ciudad, muybromista y alegre, y que bailaba bastante bien, por cierto. Y la tercera vez con el seor Priceen persona, el cual declar que iba a esmerarse, ya que bailaba con una chica tan linda comoMolly. Por cierto, el padre de Elena bailaba maravillosamente, y tena un buen humorenvidiable, que hizo rer de veras a la chica.

    Sin embargo, Molly se consuma, mientras tanto, interiormente. Ya haca un buen ratoque comenz el baile. Molly, mirara donde mirara, encontraba rostros sonrientes y ojos que lacontemplaban con dulzura. Tanta admiracin la turbaba. La extraaba el ambiente, de unaelegancia nueva para ella, as como el pblico, muy distinto, de todos modos, del que llenabala taberna de Enoch Summers o el saln de Mill en su aldea. Las gentes rean y charlaban,pero sin la grosera ni la procacidad de aquellas de su pueblo. A Molly le extraaba no ver porningn sitio ni borrachos ni peleas, inseparables de las fiestas de all.

    Al fin, luego de haber bailado cuatro o cinco veces, Molly, que descansaba cerca de lapuerta entre un grupo de amigas, vio al joven que esperaba. La muchacha no pudo evitar unhondo estremecimiento. Vena vestido de negro, y pareca ms alto y delgado. Sus ojosanhelantes, que brillaban de ansiedad, recorrieron la sala. Molly comprendi que la buscaba.Y ella a su vez no haba anhelado jams con tanto afn una cosa como este encuentro... que lahaca temblar. Al fin la vio. En seguida le sonri, saludndola con una leve inclinacin de

    cabeza. Molly volvi a estremecerse. Qu iba a hacer?... Ella estaba ahora con Elena Price ysus amigas. Se iba a acercar?... Vendra a presentarse por s mismo?... Cmo justificaraella que no saba su nombre?... Por suerte le vea alejarse y Molly respir.

    La msica comenz a tocar de nuevo, y otro joven vino a invitar a Molly. Pero mientrasbailaba, la muchacha no perda de vista a su adorador. De vez en cuando, al girar, le vea,apoyado contra el muro, all al fondo del hall. No bailaba l ni se mezclaba con nadie; encambio, se la coma con los ojos.

    Durante la pausa que sigui, Molly pudo advertir que le miraban las muchachas,cuchicheando luego entre ellas. Los mismos jvenes le miraban tambin, con cierta expresinagresiva y torva. Deba ser forastero a todas luces. El significado de las miradas femeninasdirigidas a su pretendiente no se le escapaba ni mucho menos a Molly. Al fin, en una rpida

    mirada que ellos pudieron cambiar, comprendi la muchacha que l estaba esperando unaoportunidad para acercrsele.

    Al final del otro baile, que Molly haba bailado con el joven Price, la muchacha sequej de cansancio. Encontraron una silla vaca y Molly se sent. Hablaron un instante. Luegoel joven dijo:

    -Quiere usted que la lleve con mi madre, Molly?-No, gracias-repuso ella-; voy aesperar aqu a mi pareja para este baile.

    -Ah, muy bien! Entonces, hasta luego.En seguida, Molly mir a su adorador, qu ya sonrea desde lejos. En un instante estuvo

    a su lado. Luego, inclinndose hacia ella, le pregunt con dulce voz:

    -Es ste mi baile?-S-dijo Molly, emocionada, levantndose.Comenzaron a bailar, Molly se senta aprisionada dulcsimamente entre aquellos fuertes

    brazos. El joven bailaba bastante bien, y la muchacha sentase, en cambio, torpe y aturdida

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    como nunca.-Tena miedo de que me olvidara usted, seorita!-murmur l, sonriendo.-Calle usted ahora, por favor!-repuso ella.l acentu an su sonrisa, obedeciendo. La cabeza de Molly iba junto al hombro del

    muchacho, y ella se apartaba un tanto, evitando todo contacto. Y tanto que lo deseaba!...Senta que su rostro arda, y hubiera querido esconderlo entre sus manos. Ya no saba si

    bailaba siquiera; giraba, se meca en los brazos del joven, dejndose llevar por l. Molly sesenta invadida por todos los encontrados sentimientos que la atormentaban desde haca dosdas.

    Cuando ces la msica, ellos se encontraron en el extremo del saln.-Venga usted!-le dijo el desconocido-. Salgamos un momento, antes de que la cojan

    por su cuenta esos cancerberos que no la dejan ni a sol ni a sombra!... Tengo que hablarle!

    IV

    El joven la condujo a travs de un largo corredor, que desembocaba en un jardn,desierto y sombro a la sazn. Un solo rayo de luna se filtraba entre la arboleda, yendo a dar alextremo de un banco. El joven hizo sentarse all a Molly.

    -Es usted una chica muy amable; tan amable como hermosa-comenz diciendo almismo tiempo que lanzaba un hondo suspiro, como de alivio-. Yo no la conoca a usted.

    -No me conoca usted?-repuso Molly-. No me conoce todava!Dijo esto sin saber lo que deca.-Es verdad. Ni usted a m tampoco. Pero al principio cre que s, que me conoca usted.

    Tiene gracia!... Y pensar que por poco no vengo a Flag!

    -Habra sido terrible, verdad?-murmur Molly, por decir algo tambin.-Y tanto que s! Pero, bueno, no quiero que hablemos ahora de m, sino de usted.-Huy, de m!... No quisiera hablar de m!-Por qu?... Es usted acaso una mujer misteriosa?... Y diciendo esto, le cogi una

    mano a la muchacha, retenindola entre las suyas.Molly no quera retirarla por la fuerza. As es que se dio maa para hacerlo con

    disimulo.l se la coma con los ojos. Estaba muy plido. Y sonrea de un modo inefable.-Todo est permitido en el amor y en la guerra!-dijo luego-. Y la he trado a usted aqu,

    robndola a sos, para que hablemos un instante.Molly comprendi que ahora iba a verificarse y a tomar forma aquel presentimiento que

    la haba asaltado por la tarde, de que algo muy grande iba a ocurrir en su vida...-Es algo extrao lo que me pasa con usted-prosigui el muchacho al cabo de un

    instante-. Algo que no acabo de comprender...-Qu quiere usted decir?-inquiri Molly, muy inquieta. Sera que ya la haba visto

    antes, alguna vez?...

    -Ni yo mismo lo s!... Me refiero a lo del novio ese que dice usted que no tiene.Quin sabe?... Usted tiene diecisiete aos, desde luego, como me dijo esta tarde; pero a estaedad las mujeres del pas ya se casan. Tiene usted, por casualidad, un padre o un hermanoterribles?

    -Pues s!-contest ahora Molly, muy segura de s misma-. Tengo los dos: padre y

    hermano!-Mire, me alegro. Yo me tema que estuviera usted con gentes extraas... Muy bien: assolicitar la plaza vacante.

    -La plaza?... Qu plaza?

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    -S, mujer!-sonri l-. Quiero decir que voy a esforzarme seriamente para llegar a sersu novio formal.

    -Oh..., usted no habla en serio ahora!-exclam Molly, confusa.-Que no? Ya lo creo!-murmur l acaricindose los cabellos con la diestra-. Usted no

    me conoce a m; nadie me ha presentado; pero prefiero que me acepte usted as, as mismo...-Oh, esto no es costumbre!-dijo ahora Molly esforzndose por aparecer serena, aunque

    temiendo en el fondo que l pudiera escuchar los latidos de su corazn alborotado.-Ya lo s; pero va le digo que prefiero que me acepte desde ahora. Tiene usted fe en

    m, s o no?...Fe?... En qu sentido?-Bueno, fe..., entindame usted! Yo tengo madre... Y usted, siendo una muchacha...-S, una muchacha que comienza a ser mujer...l sonri a su respuesta, traducindola por algo que quera comunicarle nimo y

    confianza. Entonces se apoder de la mano de la muchacha otra vez, tirando de ella hacia s,como si quisiera atraerla dulcemente. Molly pens que haca aquello sin darse cuenta; detodos modos, se puso ms sobre s, esperando anhelante...

    -La querr mucho, mucho..., como no puede figurarse!... Slo vivir para usted!...Dgame que s!... Molly se sinti ahora arrastrada al borde de un abismo.-Oh! Usted es... es...-pudo decir tan slo, con voz opaca.Apenas se daba cuenta de lo que ocurra. El muchacho la haba acercado tanto a s, que

    Molly casi recostaba ahora su cabeza en un hombro de l. Y ella no haba opuesto la ms leveresistencia. Se encontraba floja, blanda, inerte. Sin embargo, con un poderoso esfuerzo de suvoluntad, intentaba reaccionar.

    -Si yo le dijera que s... y usted luego me abandonara?...-Oh Dios mo! Por qu dice eso?... Dgame que s, corazn!... Dgamelo pronto, o si

    no...!Aquella declaracin le haba sofocado, y su rostro apareca encendido. Molly adivinaba

    sus deseos, e intent reaccionar; pero ya era tarde: l la tena entre sus brazos, oprimindolacontra su pecho. Molly cerr los ojos._ Comenzaba a sentirse vencida...

    Pero de pronto, reaccion de veras. Experiment una aversin inmensa hacia aquelhombre, e, irguindose, descarg una terrible bofetada en el rostro del muchacho, bofetadaque, dada a ciegas, fue a herir al osado en plena boca.

    l lanz un grito leve de sorpresa y dolor, llevndose una mano a los labios. Luego seacerc el pauelo a la boca. El golpe haba sido tan rudo, que le haba partido un labio.

    -Oh, perdneme!-dijo, contrariado-. Estaba loco!... Pero no he querido ofenderla!Entonces Molly, con un movimiento tan impulsivo e irreflexivo como el otro, acerc

    una mano temblorosa al labio herido del muchacho.-Oh, lo siento!-dijo aturdidamente-. No quise hacerle mal!...Y, en seguida, dio un beso tmido en la boca del hombre, encogida y sofocada por su

    propio atrevimiento.-Bien!-dijo entonces el joven sonriendo-. Es una dulce rectificacin por su parte! Pero

    esto... quiere decir s!?Molly se cubri el rostro con las manos, al tiempo que bajaba la cabeza, y contest:-No s lo que he hecho!'... Pero ya ve usted que no he querido decirle que s...-En ese caso, mejor hubiera usted hecho dndome una explicacin.Molly levant ahora la cabeza, extraada por el tono en que l haba pronunciado estas

    palabras. Sus ojos la miraban con una expresin de fuego, y su rostro apareca plido, casilvido, a la luz incierta de la luna.

    -Yo soy una chica buena!-acab por confesar Molly, como en una explosin desinceridad irreprimible-. Yo no soy lo que usted se cree!... Ya he dado muchas bofetadas aotros chicos... cuando ellos se tomaban ciertas libertades conmigo!... Yo les gustaba, por lo

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    visto..., pero no quiero que me toquen ni me besen... Comprendo que no he debido de darleesa bofetada, pero... no quiero que usted tambin me tome por una chica mala... Adems,usted me ve vestida de este modo, y se engaa. Yo, con este traje!... Pobre de m!... Si ustedsupiera!... Yo no quera ponrmelo, y tena miedo de no s qu...

    -No comprendo!... Usted quera que yo la creyese...? Cmo?...-pregunt ahora eljoven inclinndose hacia ella.

    -...Que usted me creyese como miss Price y sus amigas-aclar Molly, contenta de que lhubiera adivinado su pensamiento.

    Ya quisieran todas ellas parecrsele a usted!-contest entonces el muchacho-. Yo le hedicho que quera ser su novio. Y tengo la seguridad de que no se lo habra dicho a ninguna deellas...

    -Pero usted no me conoce a m!-Pero puedo verla y juzgarla, no es eso?... Y usted para m es la muchacha ms dulce

    y ms bella que yo he visto en mi vida!Molly sonri con amargura, contestando :-Oh, ya dicen que las buenas plumas hacen buenos pjaros!

    -No diga usted eso, chiquilla ma! Ya veo algo extrao en su actitud, pero tengoconfianza en usted... Adems, haba interpretado su beso como un s, porque, Dios mo!Qu otra cosa puede significar un beso, entonces?...

    -Pues no! En este caso est usted equivocado!-Cmo?... Quiere decir, entonces, que sus besos no tienen valor?-Oh! Usted es el primer hombre al que yo he besado en mi vida!-aclar ella

    rpidamente.-Eso me llena de orgullo. Pero, dgame, qu otra cosa que un s de amor puede

    significar un beso de mujer?-Oh, estaba fuera de m, se lo juro!... Estaba avergonzada..., nerviosa de ver que le

    haba hecho a usted dao. Pero ya habr visto que mi beso no ha sido un beso impuro, nimucho menos!-Antes me ha dicho usted que quera que yo la considerara igual a miss Price y sus

    amigas. No lo entiendo... Qu ms quisieran ellas que poder compararse con usted!-Oh! Usted quiere burlarse de m, verdad?-dijo ahora Molly con un sarcasmo

    doloroso.-Por qu dice eso?-Quin sabe!... Pero la verdad es que... este traje mo..., el haber venido aqu... y todo

    eso que est ocurriendo..., todo me hace pensar que est usted de broma.-Pero, criatura, y dale con el traje!... Es que cree usted que a m me importara verla

    vestida de otro modo?...

    -Y tanto que le importara!... Aunque usted no lo crea!-Pero..., chiquilla, no me he enamorado yo de usted vindola en la barraca?... Y allno iba usted vestida como ahora!

    Estas palabras encerraban una revelacin demasiado hermosa y demasiado fuerte paraque el corazn de Molly pudiera resistirla. Se consider vencida, perdida... Un poco ms, yella acabara por caer en los brazos de este hombre que le volva loco el corazn.

    -Pero usted no sabe siquiera quin soy yo!-pudo decir haciendo un gran esfuerzo.-Usted?... Usted es mi alma, mi novia, mi corazn entero!-contest l, en tono de

    triunfo.Molly se sinti envuelta en una ola de dulzura insoportable, que la exaltaba y la

    elevaba. Luego dijo:-Yo soy Molly Dunn, de .Cibeque!

    -Molly Dunn Qu bello nombre!... Y el Gibe-que?... Ah, ya! se es el nombre delvalle de que me habl usted all en la feria, verdad?

    -S. All los llaman los bosques del 'Cibeque.

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    -Dunn!... Yo he odo este nombre antes. S, s! Ahora recuerdo. Tuve una cuestin conun sujeto llamado Dunn. Dunn el Hondero, le llamaban. Pero seguramente no tena nadaque ver con su familia de usted.

    -Y por qu no poda tener relacin con nosotros?-pregunt Molly, muy serena ahora.-Cmo que por qu?... Usted no sabe qu clase de sujeto era aqul... Era un perdis, un

    vagabundo!... Todo un tipo. Le llamaban el Hondero porque llevaba siempre una pistola al

    cinto, y, por tres menos dos, la emprenda a tiros con cualquiera. Ya haba matado a varioshombres. El sheriffde aqu le tiene miedo, cralo usted, y vera con gusto que le quitaran deen medio. Yo tuve la desgracia de cruzarme una vez en su camino, y tuvimos una cuestin...,pero le cant las cuarenta. Nunca olvidar cmo me mir aquel hombre! Por suerte sucompaero, un tipo de bandido tambin, como l, se lo llev. Y ya no lo he vuelto a ver.

    -El verdadero nombre de ese sujeto es Arch-dijo Molly ponindose en pie ahora.El otro la mir algo sorprendido; pero en seguida contest:-S, ya, claro! Usted, viviendo por aqu, le habr odo nombrar.Luego aadi, en otro tono:-Claro est que ha de ser muy desagradable que un bandido semejante lleve tambin el

    apellido de ustedes, Duran. La gente puede creer que es su pariente.-Y lo es.El desconocido se puso en pie lentamente, frunciendo el ceo haciendo un gesto de

    terror.-Imposible, miss Dunn!... O ser, quizs, algn 'pariente muy lejano de ustedes?...-Es mi hermano!-Dios mo! Qu dice usted?... Su hermano?... Usted tan linda, tan elegante, tan

    bella, tan dulce!... Ahora recuerdo que lo volv a ver borracho, sucio, inmundo, de granfrancachela con mejicanos e indios!... Y... si es verdad que es individuo de su familia...,entonces ser seguramente un vagabundo, separado de ustedes, no?

    -No, no. l estaba en casa el da en que yo me vine a Flag.El hombre, entonces, al or estas palabras, pareci vacilar, no solamente ante el horror

    de la revelacin de Molly, sino tambin por la gravedad de lo que l haba revelado a la pobremuchacha.

    -Oh, cunto lo siento, seorita!-dijo medio aturdido-. La he ofendido a usted, la hehecho mucho dao, lo comprendo!... Pero, perdneme!... Yo no pude imaginar nunca... Alfin y al cabo, ustedes no tienen la culpa si su hermano...; quin iba a imaginarse semejantecosa?...

    -Lo ve usted?-murmur Molly, apasionadamente.-No, no!-rectific con viveza el joven-; yo quiero decir que era imposible que una

    muchacha tan linda y tan dulce como usted tuviera semejante hermano. Aunque le juro que a

    m, en el fondo, no me importa esto.Y se encogi de hombros, pronunciando las ltimas palabras en un tono como ligero, al

    tiempo que sonrea de un modo plido.Molly, ante la brutalidad de la revelacin, se haba quedado como una piedra. Estaba

    erguida, inmvil, fra, sorprendindose de su propia fortaleza...-Y tanto que ha de importarle! No diga usted otra cosa-pudo decir al fin gravemente la

    muchacha.-Le juro que no. Por lo dems, espero que usted sabr sostener su palabra.-Palabra?... Qu palabra?... Yo no le he dado a usted ninguna palabra.-Pero me ha dado un beso. Un beso salido-del corazn! Qu ms puede darme?Desde luego! Pero eso no era una promesa en modo alguno.-Caramba! Era ms que una promesa. A menos que me haya querido engaar...-Engaar?... Yo no le quiero engaar a usted.-Entonces... sostenga su palabra. Mire, olvidemos... eso para siempre! Ya ve, Molly,

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    que nos enamoramos antes de conocernos! No es verdad?-Pero no diga usted nos enamoramos, sino me enamor, que es muy distinto.-An discute las palabras, amiga ma?Molly no supo qu contestar ahora. Volva a sentirse vencida, desamparada, como al

    borde de un precipicio. No poda resistir a este joven, y lo peor era que comenzaba a no tenerfuerzas siquiera para disimular su vencimiento.

    -Yo le bes porque quise ser justa-dijo al fin-. Quise ser justa con usted igual queconmigo misma... Porque comprend que haba hecho mal pegndole la bofetada. Pero eso estodo.

    -Bien, bien; todo lo que quiera; pero precisamente por el hecho de besarme, unamuchacha como usted, a

    la que yo s honrada y decente, promete amor a un hombre. Qu otra cosa puedesignificar un beso de una mujer buena?... No lo comprende usted?

    Molly comenzaba a rendirse a la evidencia de lo que deca este hombre. As es que,como el que se aferra a una ltima tabla de salvacin, volvi a repetirle que ella era unamuchacha humilde, ms que humilde..., no ms que la pobre Molly Dunn del Cheque!...

    Pero en este instante, la muchacha se sinti cogida entre unos brazos vigorosos,abrazada, apretada... l la haba enlazado por el talle con toda su fuerza, aunque con ciertaprudencia, tal vez para evitar un segundo golpe.

    -Basta ya de repetir eso!-murmur el muchacho con voz fuerte-. Qu me importa a mquin es usted?... Qu me importa a m que se llame Dunn o que se llamara Jones odemonios?... Y qu le puede importar que yo me llamara, por ejemplo, Bud Applegate, envez de llamarme como me llamo, Jim Traft?..

    -En lugar de... qu?-balbuce Molly, aterrada, escapndose de entre los brazos delmuchacho.

    -Ya le digo: en lugar de James Traft! Jim, abreviando mi nombre, como me llaman deordinario.

    -Traft?... Pero ste es el nombre del rey del ganado, no es verdad?-Desde luego. Yo soy su sobrino. Mi padre es hermano del rey del ganado.-Entonces... usted es el nuevo capataz del equipo de Traft?-S, yo soy-contest l con cierta irritacin-. Esta misma fue la pregunta que me hizo su

    hermano. Slo que su hermano me insult, mientras usted... Por aqu, a las gentes del Oesteparece molestarles la idea de que yo sea capataz. Por qu?... Yo no soy ningn fantoche, meparece a m!

    -Usted es quien est construyendo entonces esa cerca tan grande?-S, yo soy, en efecto-contest l, con cierto nfasis.-Y no sabe usted que esa valla es una bofetada para todos los rancheros y las gentes

    del campo del Cibeque?-No, no lo saba. El to Jim slo me dijo que la cosa molestara a algunos colonos de lacomarca..., a gentes de la plebe...

    -Pues yo soy hija de uno de ellos... y hermana de otro-dijo Molly, en tono trgico; y,con un relmpago en sus ojos de princesa rstica, dio media vuelta y se fue, dejando allplantado a Jim.

    V

    Hasta los dieciocho aos, james Traft haba visto a menudo a su to, el colonizador ygran criador de ganado de Arizona, que haca frecuentes viajes al Este. De aqu haba nacidoun sincero afecto entre ellos. James haba crecido escuchando a su to historias de luchas entre

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    indios y granjeros, de batallas entre salteadores de caminos, cowboys y ladrones de ganado. Elto del Oeste, como le llamaban, no se haba casado nunca; en cambio adoraba a su hermano,el padre de james.

    Luego haba habido un intervalo de cuatro aos, durante los cuales Jim Traft no visital Missouri. Sus enormes intereses haban llegado a ser tan complicados, que no podaabandonarlos. Durante este tiempo quiso ser granjero, empleado de oficinas, y otras varias

    cosas, que slo sirvieron para demostrar que el chico no inventara una nueva plvora jams.Al fin, una carta del Oeste vino a cambiar el mundo y la vida para James.

    Algunos pasajes de esta ruda carta dirigida a su padre fueron muy difciles de digerirpor parte de James. Deca el to o dejaba entender en su carta que en el natural curso de losacontecimientos todo el dinero y las propiedades que posea iran a parar a manos de James;pero que era preciso saber el uso que hara de uno y de otras. Que si era el muchacho fuerte ydecidido, deba hacerse ranchero, ya que la industria del ganado adquira de ao en ao mayorimportancia. Los tiempos de los grandes terratenientes, de aquellos seores feudales queexplotaban al cowboy, haban pasado, aunque hubiera en el campo algunas plagas, como laque representaban los ladrones de ganado, etc.

    En resumen: el to vena a decir que le dola que todo su dinero y sus propiedadesfueran a parar a manos del sobrinito, sin que ste hubiera trabajado poco ni mucho en ello, yque era preciso que le dijesen con claridad si james se consideraba con valor y energassuficientes para ir a vivir y trabajar en el Oeste.

    Al principio, James habase puesto furioso, y, humillado y lleno de rencor hacia el to,no quera or hablar de su viaje a Arizona. Pero, de todos modos, la opinin de su padreprevaleci al fin. El viejo Jim era rudo y francote; pero era bueno y dulce en el fondo, y querasinceramente a James. Se ofendera y le dolera inmensamente que el sobrino rehusara ir ally jams lo perdonara.

    -Y yo temo provocar las iras de mi hermano, Jimmy!-continu diciendo su padre-.Adems, piensa que aqu no tienes porvenir ninguno, hijo mo... Yo quiero que vayas, porque

    comprendo que te conviene. Demuestra al to Jim que t eres un Traft!Convencido, al fin, y cerciorado de que, en efecto, no deba desperdiciar aquellamagnfica ocasin, James parti para el Oeste. Su primer conocimiento con las GrandesLlanuras lo haba hecho desde la ventanilla de un tren, y mucho antes de contemplar lasvertientes grises del Colorado y los altos picachos de las Montaas Rocosas, el latente espritude aventura que dorma en su corazn se haba despertado, haciendo sentir al muchacho unescalofro heroico. Luego, las inmensas mesetas boscosas de Nuevo Mjico y los vallesdorados y los desfiladeros y los paisajes grandiosos de Arizona, conquistaron por completo sucorazn para el Oeste, mucho antes de que el tren se detuviera definitivamente enFlagerstown.

    James haba telegrafiado a su to anuncindole su llegada, pero no haba nadie en la

    estacin esperndole. Qu pobre poblacin, dormida, polvorienta, de calles anchas ysilenciosas!... Salvo algn que otro edificio, todos eran de madera, y no parecan tener msque una habitacin, semejante a una cmara. l saba que su to viva fuera de la ciudad, perono muy lejos. James encontr al fin una cochera, donde alquil un carruaje, que iba a guiar unlocuaz negro, y poco despus salan de la ciudad. Por cierto que lo que el tal negro deFlagerstown le fue diciendo por el camino no halag ni tranquiliz mucho al muchacho.

    Pero a James, en cambio, le agradaron mucho los bosques inmensos de pinos, y lasllanuras verdes y grises que se extendan a ambos lados de la carretera, y las montaas negrasque se alzaban en la distancia, cerrando el paisaje grandioso. Al fin pudo contemplar la casade campo de su to Jim Traft, la gran casa de labor de su rancho. No era, ni mucho menos,como el to se la haba descrito al muchacho. El to Jim no era muy hablador, como todos losque dedican sus esfuerzos a la accin. Todas sus ilusiones eran y haban sido hacer crecer surancho y criar aqu cantidades enormes de ganado. Al fondo de un prado muy verde, la casadel to, grande y baja, mostraba su blancura de cal al sol, en la cima de una loma arbolada de

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    pinos, y ms abajo se agrupaban en montn graneros, corrales y cobertizos. El ganadomoteaba todo el valle anchsimo, y en los prados cercados de espinos o de setos pastabancaballos, potros o vacas, tan numerosos que no podan contarse.

    El camino zigzagueaba luego, subiendo a la colina, y James pudo contemplar a suantojo las inmensas propiedades de su to, todos los prados, las vegas y los bancales msinmediatos a la casa; as es que cuando llegaron a sta, el chico se senta invadido por un

    entusiasmo inmenso de su futura vivienda y el hermoso escenario que la rodeaba.Un lindo porche cubierto serva de frontis a la casa. Aqu James baj su equipaje,

    pagando al negro; luego llam a la puerta. Pero como nadie le contestara, dio la vuelta a lacasa. Una ancha plazoleta conduca a los corrales. James vio algunos hombres por all y seencamin hacia ellos.

    Pronto se tropez con tres cowboys que parecan limpiar a un caballo; y casi en seguidadescubri a su to Jim, que estaba con otro seor, y pareca vigilar el trabajo de los pastores.-Hola, to Jim!-grit 'el muchacho.

    El ranchero volvi rpidamente la cabeza, y sonri al ver a su sobrino.-Hola, Jim!-dijo en un tono completamente natural, como si hubiera visto al muchacho

    la vspera. Luego le tendi la mano, aadiendo-: Recib tu telegrama, pero se me ha olvidadoir a la estacin a esperarte.Traft no haba cambiado. Pero su traje era nuevo paraJim, lo mismo que cuanto llevaba encima; altas botas de elsticos, ancho cinturn de

    cuero al cinto, con una funda de revlver vaca, una camisa gris de campo, lisa-y suave, y unchaleco que deba contar varios aos. Era un hombre alto, fornido, de aspecto montaraz, que,a pesar de estar ya cerca de los setenta aos, todava se mantena erguido y fuerte como unroble de la montaa. Su rostro, curtido por el sol y el aire de las grandes llanuras, parecatallado con un hacha, y tena una clara expresin y un perfil soberbio de ave de presa.

    -Dale la mano aqu, a Ring Locke!-dijo luego el to sealando a su compaero, unhombre alto y delgado, cuyos ojos pequeos y vivos casi desaparecan bajo las alas de un

    viejo sombrero negro.Jim obedeci, saludando cordialmente al desconocido.-Qu tal?-dijo Locke, cuyo acento revelaba que era oriundo de Texas-. Yo tambin

    me alegro de conocerle!-ste es mi sobrino de quien le habl a usted-continu diciendo Traft-. Viene del Este, y

    va a ser el capataz de mi equipo de all, del Diamante.El otro asinti. Era un capataz de su to, que llevaba muchos aos en el rancho.-S, el to me dijo que quiere que yo sea capataz del equipo ese-aclar el sobrino-; y

    aunque no tengo miedo a nada, me temo que siendo forastero...El capataz sonri a su vez, contestando:-Bueno, basta con que tenga usted buena voluntad! Lo dems ya se lo ensear la

    prctica...-Buena voluntad no ha de faltarme. Cuando recibimos la carta del to Jim tuve miedo, la

    verdad. Me pareca la cosa una empresa superior a mis fuerzas. El to me haba contadotantas historias de cowboys rebeldes, de bandidos de las praderas, de toros y novillos salvajes,de luchas, de peleas... que, la verdad..., no saba ni acababa de decidirme! Pero, en fin, aquestoy.

    -Bueno, hombre, bueno. Ya se ir usted habituando a esta vida. Aqu hay peligros,como en todas partes; pero con nimo y valor... Adems, ya le ayudaremos entre todos...

    Jim sinti instantneamente una gran simpata por el capataz de su to. En cambio, lostres cowboys que estaban a pocos pasos, inmviles como postes, y mirndolos con ojos fijos,

    le producan muy mal efecto, la verdad. Era seguro que deban haber odo todas las palabraspronunciadas en el grupo de los Traft y el capataz. Eran unos jayanes extraos. Uno de ellos,el que sostena el caballo de la brida, llevaba un revlver al cinto. Jim miraba el extrao tro,esperando ser presentado; pero el dueo del rancho, el viejo Traft, pareci olvidarse de ello o

  • 8/2/2019 Cerca Tragica, La - Zane Grey

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    evitarlo adrede.

    -Bueno, vamos para la casa-dijo al fin-. Has tenido buen viaje, Jim?-Oh, ya lo creo! Se me ha quedado tieso el cuello de tanto mirar por la ventanilla del

    vagn. No importa lo que uno haya ledo u odo, no se forma verdadera idea de las cosas hastaque se las ve. Yo, la verdad, me imaginaba de otro modo esos paisajes grandiosos, lasllanuras, las colinas, los valles, los campos, los prados, las montaas... Todo, todo me hagustado mucho, to; pero, sobre todo, Arizona.

    -Y por qu?-No s! Quiz por esos prados dorados, tantas flores!... Y luego los desfiladeros y los

    caones de las montaas..., tan grandiosos!-Ya! Hubiera dado algo por verte en el tren, chico... Cmo est tu madre?-Muy bien. Se empeaba en venir conmigo; suerte que mi padre la pudo convencer...-Y tu padre, aquel gran comerciante, cmo va?-ltimamente no ha estado muy bien, aunque por suerte no era nada grave. Me ha dado

    una carta y algunas cosillas para usted.-Protestaba porque te venas?

    -Al contrario! l me aconsej desde el primer instante que me viniese con usted.Llegaron a la casa, y el ranchero los condujo a una amplia habitacin, llena de luz, deparedes y techo de madera de pino, de un color amarillo claro. La madera estaba sin pintarsiquiera. Unos cuantos pellejos de carnero o de venado, una estufa, una mesa con una lmparaencima, un viejo bureau y un gran espejo constituan el mobiliario de la alcoba, amn de unacamita pequea, cubierta con una colcha. La sencillez de la estancia agrad a Jim desde elprimer instante.

    El to le instal all, y luego dijo:

    -Bueno, sal despus ah al porche, y ya hablaremos.Jim extrajo de su equipaje la carta y los paquetes de que haba hablado a su to, y

    momentos despus sali a entregrselos al viejo Traft.

    -Gracias, muchacho. Luego lo mirar todo... La verdad es que has crecido!... Estshecho un chico de primera!... A propsito: montabas muc