cional del hispanismo, de raigambre franquista · faltan en realidad adjetivos para calificar con...
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LOHMANN VILLENA, Guillermo. Las minas de Huancavelica en los siglos XVI y XVII. Presentación de Franklin Pease G.Y. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial, 1999. xix + 511 pp., 9 ilustraciones. 2da. ed.
LOHMANN VILLENA, Guillermo. El corregidor de indios en el Perú bajo los Austrias. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial , 2001. 721 pp. , 1 mapa. 2da. ed.
El doctor Guillermo Lohmann Villena (Lima, 17/10/1915) es, sin lugar a dudas, el historiador peruano más prolífico de todos los tiempos. Un listado de su producción, elaborado hace más de una década, contaba casi 400 obras entre artículos, libros, ediciones y reseñas publicadas desde mediados de la década de 1930 (Guibovich 1990). Y a la cantidad de su producción se debe sumar la insuperable calidad y precisión de su trabajo de investigación en archivos peruanos y españoles-principal pero no exclusivamente. Este incansable investigador ha v1nido frecuentando con disciplinada regularidad el Archivo General de la Nación (AGN) de Lima desde 1937, y el Archivo General de Indias (AGI) de Sevilla desde 1943 (cf. Gutiérrez 1999). Faltan en realidad adjetivos para calificar con justicia el esfuerzo individual de ya
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casi 70 años de trabajo ininterrumpido del doctor Lohmann Villena.
Y, con todo, no siempre se ha apreciado positivamente este impresionante esfuerzo personal. El difunto Alberto Flores Galindo (1988:59-60, 65), desde las antípodas de la praxis historiográfica peruana, calificó con dureza a Lohmann diciendo que se había dedicado a escribir la historia de "los españoles en el Perú" . Y no se equivocaba del todo el Tito. Lo corrobora sin querer el escritor andaluz Enrique Garramiola Prieto, cronista oficial de la ciudad de Montilla y miembro de la Real Academia de Córdoba, cuando califica a Lohmann de "hispanista peruano" (1994:288 , n. 4).
Imbuido de una convicción metodológica rayana en el historicismo rankeano de mediados del siglo XIX, es relativamente difícil encontrar en su obra un manifiesto programático explícito, quién sabe quizás debido a su larga trayectoria como diplomático de carrera. Y, sin embargo, en las IV Conversaciones Internacionales de Historia, de marzo de 1988, reunidas en la Universidad de Navarra -institución íntimamente vinculada a la "Santa Mafia" del Opus Dei (cf. Ynfante 1970)-, Lohmann presentó un balance sobre "la acción de España en Hispanoamérica, siglos XVI y XVII" (Lohmann 1989) que constituye, hasta donde alcanzo, su más explícita autodefinición historiográfica. Allí defiende la versión más tradi-
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cional del "hispanismo", de raigambre franquista e incluso anterior (cf. Lohmann 1957; Pike 1971 ), en contra de la "leyenda negra" anti-hispana. Reafirma positivamente las nociones de "descubrimiento", "conquista" y "conquista espiritual", y cuestiona las de "colonia", "dominación" e incluso "América Latina" (pues minimiza la herencia española del continente). Asevera Lohmann en 1988, como se hacía en los siglos XVI y XVII, que "la obra cristianizadora" era el "eje de toda la acción de España" en América (p. 485). Vincula posturas críticas muy diversas que van desde Bartolomé de Las Casas, Karl Marx y Auguste Comte, hasta el "indigenismo", la "escuela de Berkeley", la "escuela de los Annales", la "historiografía soviética" y la "teología de la liberación", pasando por Pierre Vilar, Eric Hobsbawm, Christopher Hill, Eugene Genovese, los muralistas mexicanos Orozco y Rivera, Pablo Neruda, Amold Toynbee, Carlos Sempat Assadourian, Josep Barnadas, Edmundo O'Gorman, Sherbume Cook, Wodroow Borah, Lesley Simpson, Germán Colmenares, Noble David Cook, Virgilio Roel Pineda, Heraclio Bonilla, Karen Spalding, Enrique Dussel, Nathan Wachtel, Pierre Duviols, Miguel León Portilla, Juan José Vega, Edmundo Guillén, Carlos Daniel Valcárcel, Sergio Bagú, Michele Colin, Pierre Chaunu, Charles Gibson, Luis E. Valcárcel, Boleslao Lewin, Seymour Liebman, Carlos Contreras y Alberto Flores Galindo, señalados todos por aplicar concepciones anacrónicas e "ideologizadas" al período que él prefiere llamar "virreinal". Su lista de autores que sí habrían contribuido a un conocimiento más apropiado de la época se concentra en quienes publicaron mayormente en España en las décadas de 1950 y 1960, antes de que las ideologías marxistas o la sociología (léase Comte tan sólo, p. 524) influyeran "negativamente" en los investigadores. Llama aún más la atención el recurso a James Lockhart, Ruggiero Romano, Frani;:ois Chevalier, Jacques Lafaye, Georges Baudot, John TePaske, William Taylor, Steve Stem, Mark Burkholder, Peter Bakewell y Jeffrey Cole (no "Cook", p. 493), como autores que principalmente habrían contribuido a desvanecer tópicos anti-hispánicos. Aquí su propuesta historiográfica explícita es tratar de "alcanzar la imprescindible objetividad,( ... ) el sereno juicio exigido por Clío a sus cultores" (p. 463). Como si tal cosa fuera posible y las preferencias personales de un historiador, pese a todos sus esfuerzos -sinceros o no, implícitos o explícitos- por evitarlo, no influyeran en su producción historiográ-
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fica (cf. Finley 1977, 1982; Fontana 1982a, 1982b).
Más recientemente, y en el contexto de una serie de conferencias organizadas por Martha Hildebrandt y el penúltimo Cong_reso del fujimorismo, el doctor Lohmann (2000) cerró el evento con un texto que, en su versión impresa, sirve de llamativa introducción a una colección de ensayos que más bien apuntan a discutir los orígenes de la diversidad cultural del Perú actual. Aquí, Lohmann presenta a los principales autores de los tres siglos coloniales, a quienes entiende como el fundamento de la "cultura nacional" peruana. Pese a mencionar al hombre de Lauricocha, al Señor de Sipán y a Luis Valcárcel (p. 17), el acento está definitivamente puesto en los españoles y criollos que escribieron en el Perú entre los años del "Descubrimiento" (1527-1532) y la Ilustración que produjo en 1791 el Mercurio Peruano (pp. 18-42). Sorprende la ausencia de Juan de Espinosa Medrano, cuzqueño y, más que seguro, mestizo, afamado escritor en castellano, quechua y latín (cf. Cisneros y Guibovich 1988). Lo indígena, en efecto, aparece como temática sobre la que algunos de estos autores escribieron, o en la fugaz mención de algunos pintores cuzqueños coloniales. No se equivocaba del todo, pues, el Tito Flores.
*** El doctor Lohmann ha escrito copiosamente
sobre el teatro y la cultura coloniales, sobre virreyes, oidores, regidores, juristas y escritores, y sobre instituciones administrativas y económicas, de los siglos XVI al XVIII. Sus preocupaciones historiográficas terminan básicamente con la independencia. Quizás sus "silencios temáticos", es decir, aquellos temas de la época colonial que no ha trabajado, ayudarían a perfilarlo mejor: etnohistoria, demografía, historia social de los "sectores subalternos" andinos, historia económica, en otras palabras, los temas renovadores de la historiografía peruana de las décadas de 1960 y 1970 en adelante. Pero una evaluación así sería, me temo, no sólo injusta sino hasta anacrónica, pues Lohmann llevaba ya tres o cuatro décadas investigando y publicando para ese entonces. Los historiadores estamos sometidos, al igual que cualquier otro ser humano, a las circunstancias de nuestro propio devenir, como sujetos inmersos y actuantes en el proceso histórico y en las contradicciones sociales y políticas de las sociedades de
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las que formamos parte. El análisis crítico de las circunstancias vitales e historiográficas del doctor Lohmann, y de su lugar en la historiografía peruana del siglo XX, es una tarea pendiente (sin embargo, ver Maticorena 1995; Hampe 1998). No es este, por desgracia, el lugar donde poder hacerlo a cabalidad.
Y sin embargo, aunque nadie podría jamás considerarlo un historiador "indigenista", el doctor Lohmann ha publicado, por ejemplo , algunos artículos de indudable interés etnohistórico: los testamentos del Inca Sayri Túpac (HC, 1, 1965) y del cacique de Lima don Gonzalo Taulichusco (RAGN , 7, 1984), datos sobre los linajes de caciques de Lambayeque y Ferreñafe (RMN, 36, 1969-70), así como una carta de Guarnan Poma, dada a conocer en una época en la que nada se sabía sobre el autor de la Nueua Coránica más allá de su texto (RI, 20, 1945).
El punto aquí no es, creemos, que sus innegables preferencias ideológicas (religiosas y/o políticas) se evidencien o no en el conjunto de su vastísima obra-a pesar de las aspiraciones de "objetividad" del historicismo que la caracteriza-, sino que, y pese a ello, su producción historiográfica es esencial para un entendimiento más complejo y completo de la historia de la sociedad andina colonial. Allí se encontraría, a nuestro parecer, una buena razón para hacer accesible a los lectores del siglo XXI los aportes más relevantes de su incansable vida de investigación a lo largo del siglo XX. Como el mismo Lohmann (1989:475) dijera al citar un juicio de Octavio Paz sobre Hernán Cortés: "No es fácil amarlo, pero es imposible no admirarlo".
*** Ahora bien, la Universidad Católica del Perú
ha reeditado -muy elegantemente, por cierto- dos de las obras del doctor Lohmann que, a nuestro humilde parecer, menos necesitaban de reedición . En primer lugar, Las minas de Huancavelica en los siglos XVI y XVII (Sevilla: Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 1949; xiv + 465 pp.; 9 ilustraciones) , que es una obra elaborada mayormente con documentación de archivos españoles y limeños, y donde se desarrolla básicamente el tema de los problema,s de la administración de la producción de azogue entre 1565 y 1700. Esta edición incluye una demasiado breve presentación del difunto Franklin Pease (pp. XI-XII), con la única novedad de haber desglosado el "índice alfabético" de la edición de 1949 (pp. 457-465)
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en un "índice onomástico" (pp. 489-508) y otro "índice temático" (pp. 509-511 ). Me temo que esta reedición de 1999 no aporta mayor cosa al conocimiento de la historia económica ni de la minería del período colonial en los Andes (cf. González C. 1988; Rodríguez O. 1995), ni al funcionamiento interno de la sociedad local en la entonces llamada villa de Oropesa de Huancavelica. Como llevo dicho en otra parte, la investigación que se necesita hacer sobre este importante centro minero cuenta con valiosísimas fuentes inéditas en la propia ciudad de Huancavelica, y hacia ellas creo que deberían dirigirse los historiadores interesados (Domínguez 1998). El estudio del doctor Lohmann, pese a lo que indicara el doctor Pease en su presentación, fácilmente podía ser consultado en cualquier biblioteca especializada.
El segundo libro, reeditado en 2001 , es El corregidor de indios en el Perú bajo los Austrias (Madrid: Ediciones Cultura Hispánica, 1957; xxvii + 627 pp. ; 1 mapa). Aunque en su momento fuera una contribución significativa al estudio institucional del gobierno local colonial, este clásico muestra ya su antigüedad, más aún porque nadie en la Católica se tomó la molestia de preparar una introducción que situara la obra en el desarrollo historiográfico al que pertenece. Las nuevas corrientes en el estudio de la historia del derecho en el Perú no pasan ya más por el frío y erudito estudio institucional, sino más bien por la aplicación de las nociones de un "derecho vivo", de una cultura legal colonial -y también contemporánea- que hay que entender en una práctica y en unos mecanismos cotidianos (cf. Sánchez-Concha 1995, Guevara Gil 1998, Honores 1999). Por otro lado, el propio Lohmann editó en 1960 un texto colonial novohispano del andaluz Bartolomé de Góngora (Écija 1578-México ca. 1657), El corregidor sagaz: abisos, y documentos morales para los que lo fueren (ms. 1656), en base al manuscrito de la Biblioteca Nacional de Madrid. Bien podría alguien haber mencionado, en la introducción que aquí reclamamos, esta edición y quizás compararla con la reedición de 1978 de otra obra española fundamental al tema, la Política para corregidores y seiiores de vasallos ( 1 raed., Madrid 1597), de Castillo de Bobadilla.
Eso sí, ambos libros constituyen, sin quererlo, una suerte de catálogo de los fondos del AGI sobre el Perú de los siglos XVI y XVII . Cualquier investigador que vaya a Sevilla puede seguir las notas al pie de página del doctor Lohmann Vi llena y encontrar la documentación detallada en ellas.
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Dada la proverbial carencia de catálogos para la documentación peruana en el AGI, 1 y lo especializado de los dispersos repertorios existentes (cf. Vargas Ugarte 1935-1957, t. 2 y t. 5, pp. 69-119; Muñoz Pérez, coord. 1974; Hanke y Rodríguez 1977, t. 3; Heredia Herrera, dir. 1983-1995; Vázquez-Machicado 1989), las notas del doctor Lohmann son, qué duda cabe, "norte y guía segura de navegación en el obscuro e ignoto mar océano" de papeles que guarda el imponente archivo hispalense. Véase si no la lista de fuentes manuscritas en El corregidor de indios (ed. 1957, pp. 604-606; y ed. 2001 , pp. 693-95 , donde una errata -inexistente en la edición original- indica que la sección V del AGI es "Justicia" y no "Gobierno", como correspondería).
*** Si en realidad el Fondo Editorial de la Universi
dad Católica quiere hacerle un homenaje al doctor Lohmann Villena, pensamos nosotros, ¿por qué no empiezan más bien a publicar una compilación de sus numerosos y dispersos artículos? Con ellos bien podría llenarse varios y suculentos tomos. A modo de rápida sugerencia propondríamos reunir en un primer grupo sus estudios sobre los Pizarro, Francisco (RH, 34, 1983-84) y Gonzalo (las ideas jurídico-políticas en la rebelión de Gonzalo Pizarro, Valladolid, 1977), sobre "el proceso de Atabalipa" (en Justicia, sociedad y economía en la América Española, Valladolid, 1983), e incluir la versión castellana de ese magnífico libro sobre los negocios del licenciado Gas par de Espinoza (Les Espinosa, une famille d 'hommes d 'aff aires en Espagne et aux lndes a l 'époque de la colonisation, París, 1968), junto con su breve estudio sobre mercaderes corsos en el siglo XVI (AEA, 51 : 1, 1994).
Un segundo grupo podría referirse a cronistas del siglo XVI como Pedro Cieza de León (RH, 37, 1990-92), Pedro Pizarro (Hist., 2:1, 1978; y su introducción a la ed. de la Relación, 1978 y 1986), Rodrigo Lozano (RH, 38, 1993-95) y Gutiérrez de Santa Clara (Hist., 23 :2, 1999); su
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El catálogo "informatizado" que hoy existe no es más que una transcripción de la versión mecanográfica que en los años 40 o 50 se hizo de la lista manuscrita preparada en 1785, cuando los fondos coloniales americanos de los archivos de Madrid y Simancas fueron trasladados a Sevilla.
magistral estudio sobre "curiosos paralelismos y correspondencias" entre textos de la década de 1560 (Fénix, 16, 1966), así como sus trabajos. más bien genealógicos, sobre el Inca Garcilaso (MP, 375, 1958; Hidalg., 28 y '.?9, 1958; y su contribución en Garrido, selec., El Inca Garcilaso entre Europa y América, Córdoba, 1994).
Un tercer grupo podría corresponder a sus estudios sobre el virrey Toledo y su época (su introducción a las "Ordenanzas", ed. de María Justina Sarabia, Sevilla, 1986-1989), incluyendo sus artículos sobre el racionero Villarreal (Hist. , 5: 1, 1981 ), los licenciados Juan de Matienzo (AEA, 22, 1965), Diego Álvarez (HC, 3, 1969) y Francisco Falcón (AEA, 27, 1970), así como sus estudios sobre la "restitución" de los encomenderos y la influencia lascasiana en el Perú (AEA, 23, 1966; AHDE, 41 , 1971 ; REAA, 13, 1983). Podrían incluirse además sus breves estudios sobre el testamento de Sayri Túpac (HC, 1, 1965), la entrevista entre el oidor Matienzo y el Inca Titu Cusi Yupanqui (MP, 167, 1941) y su monografía sobre el Marquesado de Oro pesa en Yuca y (AHDE, 19, 1948-49). Por otro lado, sus estudios sobre las memorias o relaciones de los virreyes (AEA, 16, 1959) y sobre los virreyes del siglo XVIII de origen catalán: Castelldosríus, Amat y Avilés (Hidalg., vol. 1 O, 1962), así como de los testamentos de virreyes que se encuentran en el AGN en Lima (RAGN, 2, 1974) y otros documentos notariales en Madrid (RH, 25, 1960-61) constituyen un conjunto aparte.
Otro grupo podría reunir sus artículos sobre escritores de finales del siglo XVI y del siglo XVII, como Diego de Aguilar y de Córdoba (RI, 24, 1946; RH, 17, 1948; y su introducción a la ed. de El Marañón, Madrid 1990), Mateo Rosas de Oquendo (Lexis, 21: 1, 1997), Diego Dávalos y Figueroa (RUC, 15: 1, 1955), Rodrigo de Carvajal y Robles (BBN, 16, 1963; BRAE, 271 , 1997), y Juan Mogrovejo de la Cerda (BAPL, 30, 1998 y 31, 1999); sobre la ficticia "academia" del virrey Esquilache (BIRA, 13, 1984-85); sobre los di aristas Diego de Medrano (CIB , 2:3-4, 1958) y José de Mugaburu (RH, 36, 1987-89); sobre los juristas Juan de Hevia Bolaño (su tesis de Bachiller en Derecho, 1939; AHDE, 31, 1961; Hist. , 18:2, 1994), Francisco Carrasco del Saz (RH, 39, 1996-98), Gabriel Gómez de Sanabri a (en Libro homenaje a Aurelio Miró Quesada Sosa, Lima, 1987), Juan de Solórzano Pereira (AEA, 7, 1950) y Antonio de León Pinelo (RI, 19, 1945 y 50, 1952; RHA, 47, 1959 y 51, 1961 ; y su introducción a la
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edición de El gran canciller de las Indias, Sevilla, 1953); el contador Francisco López de Caravantes (su introducción a la edición de la Noticia General del Perú, Madrid 1985), el judío-portugués Pedro de León Portocarrero (RH, 30, 1967; RI, 119-1 20, 1 970) y el agustino Calancha (RPHE, 2, 1992); sus estudios genealógicos sobre los Fernández de Córdoba (AEA, 45, 1988), sobre el franciscano Córdoba Salinas (RI, 48, 1952) y sobre Francisco Fernández de Córdoba (RI, 182-183, 1988), así como sus textos sobre Juan del Valle Caviedes (RH, 5: 1, 1937; RI, 33-34, 1948 y su introducción a la ed. de la Obra completa, Lima 1990). Así mismo, sus valiosas reflexiones sobre la sátira política colonial (BAPL, 7, 1972), sobre los "libros, libreros y bibliotecas en la época virreinal" (Arbor, 2:6, 1944; Fénix, 21, 1971 ), así como la documentación por él reunida sobre la imprenta en Lima en el siglo XVII (RAGN, 12, 1995), ameritarían una sección aparte.
A otro conjunto corresponderían los escritores del siglo XVIII, como Pedro de Peralta Barnuevo (RH, 27, 1964), Victorino Montero del Águila (AEA, 31, 1974), don Diego de Vi llegas y Quevedo (RI, 15, 1944), el contador Miguel Feijoo de Sosa (RI, 174, 1984; y su estudio en la ed . de la Relación descriptiva de ... Trujillo del Perú, Lima, 1984), José Antonio Borda y Orozco (RH, 31, 1978) y el oidor Pablo de Ola vide (RI, 28-29, 1947), así como su estudio sobre "Criticismo ", Ilustración y conciencia criolla en el siglo XVIII (en Buisson, ed., Problemas de la formación del estado y de la nación en Hispanoamérica, Bonn, 1994). Finalmente, otro grupo podría dedicarse a personajes del siglo XIX como Manuel Lorenzo de Vidaurre (REP, 52, 1950; MS, 18, 1951) o Mariano Tramarría (RUC, 25, 1936; AEA, 3, 1946), y lo relativamente poco que tiene escrito sobre la independencia (p. ej. la introducción a los dos tomos que preparó para la CDIP, Lima, 1972).
*** Vinculado a la Universidad Católica desde que
inició sus estudios superiores en 1933, y de hecho dos años mayor que la propia institución, el doctor Lohmanr Villena es hasta el día de hoy uno de los más importantes egresados de esa casa de estudios limeña. ¿Habrá alguien que esté a la altura del reto que significaría editar su "opera dispersa" en justo y necesario homenaje intelec-
. tual? Esperemos que sí, y pronto.
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Abreviaturas
AEA AHDE
BAPL
BBN BIRA
BRAE
CDIP
CIB
HC Hidalg. Hist. MP MS RAGN
REAA
REP RH RHA RI RMN RPHE
RUC
Anuario de Estudios Americanos (Sevilla) Anuario de Historia del Derecho Español (Madrid) Boletín de la Academia Peruana de la Lengua (Lima) Boletín de la Biblioteca Nacional (Lima) Boletín del Instituto Ri va-Agüero (Pontificia Universidad Católica del Perú) Boletín de la Real Academia Española (Madrid) Colección Documental de la Independencia del Perú (Lima) Cuadernos de Información Bibliográfica (Lima) Historia y Cultura (Lima) Hidalguía (Madrid) Histórica (Lima) Mercurio Peruano (Lima) Mar del Sur (Lima) Revista del Archivo General de la Nación (Lima) Revista Española de Antropología Americana (Madrid) Revista de Estudios Políticos (Madrid) Revista Histórica (Lima) Revista de Historia de América (México) Revista de Indias (Madrid) Revista del Museo Nacional (Lima) Revista Peruana de Historia Eclesiástica (Lima) Revista de la Universidad Católica (Lima)
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Estos tres tomos representan una obra magna dedicada a la memoria de un hombre sin par en la historiografía peruana de la segunda mitad del siglo XX.1 Se nota claramente en cada capítulo su visión histórica del mundo andino, y su influencia profunda sobre alumnos, colegas y el público.
La obra está dividida, como un buen quipucamayo podría organizar su cuenta, en forma decimal. Diez partes principales para colgar el tejido del libro de homenaje.
La primera parte enfoca a Franklin Pease el hombre y el desarrollo de su carrera académica e intelectual. El tomo se abre con una reseña del lugar de Franklin Pease en la historiografía peruana, hecha por Javier Flores Espinoza, quien explica también por qué los editores decidieron dividir el libro en diez partes. Luego, Marco Curato la nos presenta sistemáticamente la evolución de los lazos del maestro con el pueblo andino, saliendo poco a poco de la costa limeña en dirección a la sierra en su búsqueda del pasado andino. Es la biobibliografía más completa de Pease, una que captura no solamente el desarrollo intelectual , sino también sus avances más importantes en la etnohistoria, la edición científica de los cronistas, la búsqueda de nuevas fuentes , su interés en las visitas para dar voz a la gente sin voz. En el capítulo siguiente, Pedro Guibovich delinea exhaustivamente la obra editada de Pease, desde sus inicios hasta el final de su carrera. Sin duda la parte primera podría servir como libro único para los estudiosos.
En la segunda parte nos concentramos en la historiografía. Franklin Pease siempre estuvo interesado en cómo los historiadores confeccionaban su obra, y cómo historiadores de otras perspectivas -y tradiciones distintas- vieron la historia peruana. El joven historiador Pease leyó al famoso historiador norteamericano de la primera
Este texto es, con menores cambios. el que se presentó en el auditorio del Departamento de Humanidades de la Pontificia Universidad Católica del Perú, el 5 de diciembre del 2002.
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mitad del siglo XIX William H. Prescott, y aquí Rolena Adorno reexamina la mentalidad anglosajona de Prescott y su impacto. Ephraim George Squier, un viajero en el Perú en el siglo XIX que combinó la geografía, historia y arqueología, interesó también a Franklin. Mariana Mould de Pease ha investigado el impacto de Squier, conversando horas con su esposo, y aquí tenemos una evaluación de Squier como uno de los primeros coleccionistas de artefactos peruanos. Siguen otros capítulos concretos sobre historiografía: Joseph Dager Alva ensaya sobre José Toribio Polo, José Luis Rénique escribe sobre el caso de José Carlos Mariategui (usando el apodo Juan Croniqueur) en su ruta intelectual al socialismo, Carlos Contreras escribe sobre la historiografía económica en el Perú, y Tulio Halperin Donghi diserta sobre la evolución histórica de la identidad argentina. Y Liliana Regalado de Hurtado, decana de la Facultad de Letras de la PUCP, reexamina la cuestión de identidad e interculturalidad desde una perspectiva histórica andina. En este segundo grupo de contribuyentes notamos, entre otros, varios alumnos de Franklin, ahora autores de libros de historia andina y actualmente profesores y autoridades universitarias.
Los capítulos de la tercera parte se centran en la lingüística y literatura andinas. Franklin siempre pensó que podemos aprender mucho de la sociedad a base de las palabras -el vocablo. Uno de sus proyectos favoritos era buscar en las crónicas el uso de ciertas palabras claves. Aquí Rodolfo Cerrón-Palomino en un estudio busca el sentido de hurin y hanan; Enrique Bailón Aguirre se ocupa del vocablo quechua: papa. Y Mercedes López-Baralt explora desde diversas perspectivas una anónima elegía a Atahualpa descubierta en 1942.
Franklin Pease dedicó gran parte de sus esfuerzos intelectuales a las crónicas y los cronistas, y no es sorprendente que la cuarta parte del libro de homenaje esté dedicado a este tema. Hay diez contribuyentes. Amalia Castelli, otra alumna de Pease, empieza la sección con su investigación sobre Jerez y Oviedo. El profesor Hidefuji Someda sigue con una evaluación de la posición de Las Casas ante el alzamiento de los incas. Nicanor Domínguez Faura busca los orígenes del cronista Juan Díez de Betanzos en las Indias. El maestro Guillermo Lohmann Villena examina al licenciado Polo Ondegardo. Juan Ossio nos provoca con algunas reflexiones en torno a la historicidad del cronista indio Felipe Guarnan Poma de
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Ayala. Raquel Chang-Rodríguez dibuja cómo el mismo cronista vio a las mujeres españolas en su Nueva coránica y buen gobierno. Jan Szemiñski nos presenta las posibilidades de una interpretación de fragmentos del Nuevo Oph(rde Fernando de Montesinos. Pierre Duviols nos intriga con su estudio del providencialismo histórico en la obra andina del Inca Garcilaso de la Vega. Julio Ortega se centra en el Inca Garcilaso y el tema de la abundancia. Y Bemand La vallé estudia cómo los europeos de los siglos XVI y XVII vieron los orígenes de los amerindios.
La arqueología también influyó en Franklin. La quinta parte, sobre los Andes preincaicos , como reflexión de la obra de Franklin , no es tan extensa. Los capítulos son llamativos por los nuevos resultados en el campo. Duccio Bona vi a empieza la sección con su examen de un caso de continuidad cultural de almacenamiento de productos alimenticios a lo largo de la faja costera. Heather Lechtman estudia la cultura de la tecnología en términos de tejido y metal. Mercedes Cárdenas Martín nos introduce a la arqueología de la costa central. Krzysztof Makowski tiene un capítulo interesante sobre el manto de Goteborg en Suecia y los calendarios prehispánicos. Y Peter Kaulicke termina la quinta parte con conceptos de tiempo o tiempo histórico en el Perú antiguo.
La sexta parte sobre el mundo de los incas es la más amplia del homenaje, con quince capítulos. Esta parte puede servir como buena introducción al estado de los estudios de la historia del Tawantinsuyu. Léase la lista de contribuyentes como un "quién es quién" en los estudios andinos. Albert Meyers comienza al estudiar la cuestión: ¿eran los incas bárbaros advenedizos o herederos de Tiahuanaco? Enrique González Carré delinea a los incas y sus contemporáneos en la sierra central. Julián Idilio Santillana investiga a los chancas en la historiografía inca. El profesor Shozo Masuda -quien hizo investigaciones de campo con Peaseevalúa el Sapan lnka como rey sagrado, un tema que interesó mucho a Franklin . Javier Flores Espinoza escribe sobre la metodología y la teoría de la historia y la arqueología en busca de una realidad andina. Francisco Hemández Astete estudia el poder incaico con su aproximación a la figura del Inca hurin. Marius Ziólkowski nos provoca con su examen del Inca y el breviario, o del arte de conversar con las huacas. Jorge Flores Ochoa, que también trabajó mucho con Franklin, nos induce a pensar que el "Inka histórico es el
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Enqacontemporáneo". Shigueyuki Kumai delinea las fronteras y los límites de Tahuantinsuyu como proceso. R. Tom Zuidema, en un capítulo detallado, investiga el espacio y el tiempo según Murúa y Guarnan Poma. María Rostworowski enfoca su trabajo en algunos aspectos de la tenencia prehispánica de la tierra. Mercedes del Río estudia a Pucará y el poder político y territorialidad entre los suras de Paria. Ramiro Matos Mendieta escribe sobre el awanawasi de Tarmatambo. Medardo Purizaga tiene una contribución interesante con su investigación de la danza de los pumas a la perforación de las orejas en el huarachikuy incaico. Finalmente, Catherine Julien nos lleva a España para ver cómo los españoles vieron al Punchao, transportado por el virrey Toledo a la corte.
La séptima parte sobre la sociedad andina en el virreinato es también extensa con once contribuciones. Otra vez, este tema representa gran parte del trabajo intelectual de Franklin Pease. Rafael Varón Gabai presenta un estudio sobre los cargadores indígenas, el abastecimiento de productos importados y los precios en Cuzco, en 1538. Los dos capítulos siguientes se centran en Chucuito, una provincia estudiada varias veces por Pease. Carlos Sempat Assadourian examina la política del virrey Toledo sobre el tributo, y Héctor Noejovich evalúa las visitas de Chucuito en el mismo siglo, especialmente una visita secreta. John V. Murra escribe sobre la correspondencia entre un "capitán de la mita" y su apoderado en Potosí, y Nicolás Sánchez-Albornoz busca a los indios ausentes perdidos de Chayanta. Lorenzo Huertas inspecciona el tema del proceso de concentración social en el espacio andino colonial. Ana María Presta, basándose en los testamentos y otros documentos, entra en la vida de una familia, a base de un juicio de doña Isabel Sisa contra su marido, el cacique de Santiago de Curi. Otro estudio concreto es de Susan Ramírez, ella examina a don Clemente Anto, procurador del común del pueblo de Lambayeque. Scarlett O'Phelan Godoy también examina una personalidad histórica, don Manuel Uchu Inca, y su relación con el Real Seminario de Nobles de Madrid en el siglo XVIII. Frank Salomon y Karen Spalding, usando cartas atadas con qui pus, entran en la vida de Sebastián f\.ranco de Melo, María Micaela Chinchano y la represión de la rebelión de Huarochirí de 1750. Y al final de la sección Luis Ramos Gómez investiga el choque de los incas con los chancas en la iconografía de vasijas coloniales.
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En la octava parte, con once capítulos, entramos en la república de españoles, también parte importante del trabajo de Pease. Hay un capítulo de Cook sobre Luis Jerónimo de Oré y el retorno de los franciscanos a las doctrinas del valle del Colea, un trabajo relacionado directamente con las investigaciones conjuntas en el valle iniciadas en 1974. Alejandro Málaga Núñez-Zevallos, cuyo padre era historiador y gran amigo de Franklin, y participó también en el proyecto Colea, escribe sobre el impacto en la mentalidad popular de los terremotos y erupciones en la Arequipa del siglo XVI. Fred Bronner nos presenta una visión de la temprana Lima barroca, con su población de amerindios, morenos y marranos . El francés Nathan Wachtel enfrenta los límites de la sociedad colonial con una investigación de Francisco Maldonado de Silva y la Inquisición. En un trabajo más liviano, pero no menos significativo, Teresa Gisbert presenta un estudio sobre un tópico muy importante, pero poco estudiado, los jardines en el virreinato. José de la Puente Brunke, que sigue el legado cultural de Franklin Pease como editor de la revista Histórica, escribe sobre administración pública en el siglo XVII. Margarita Suárez, una de las alumnas de Franklin que luego se doctoró en Londres, escribe sobre azogues, deudas y avíos: minería y crédito en Potosí, en la primera mitad del siglo XVII. Los últimos cuatro capítulos de la sección son sobre el siglo XVIII . Ana María Lorandi investiga el poder y ética pública en Tucumán; Inge Schjellerup sigue las huellas del obispo Martínez Compañón; Alfredo Moreno Cebrián investiga el impacto de la plata peruana y mayorazgos navarros a base de las disposiciones testamentarias del virrey Castel fuerte; y Claudia Rosas describe la imagen de los incas en la Ilustración peruana.
La iniciación de la república y el siglo XIX es el enfoque de la novena parte. José Agustín de la Puente Candamo escribe sobre las precisiones del carácter americano de la independencia. El inglés John Fisher busca las identidades regional y nacional al inicio de la república, y el significado del régimen en el Cuzco. Margarita Guerra examina el caudillismo y el poder. Juan Luis Orrego Penagos escribe sobre dos reacciones al militarismo del siglo XIX: el vivanquismo y la Semana Magna. La norteamericana Kathryn Burns entra en la vida de las monjas en el Cuzco a comienzos del siglo XIX -un momento histórico. Finalmente Nils Jacobsen estudia las autorretlexiones de una elite regional a fines del siglo XIX.
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La décima parte, la menos extensa del conjunto, es sobre el siglo XX. Tal vez es una indicación de que le interesó más a Franklin Pease estudiar la vida del pasado que el presente. Pero no es completamente verdad, porque siempre hablaba de la política, de los problemas y posibilidades de su amado país. Otro Pease, su hermano Henry Pease G., más activo en la vida política, de hecho es su carrera, presenta en la décima parte un ensayo importante sobre la institucionalidad democrática e institucionalidad del país. Para Franklin, en la política peruana, la cosa más importante era que el país funcionara como una verdadera democracia, permitiendo varias voces en el debate nacional. Terminamos el Homenaje con dos contribuciones. Efraín Trelles, un alumno de quien Franklin siempre hablaba con cariño, presenta su visión sobre el Perú en su historia. Y Teresa CañedoArgüelles termina con una evaluación de los caciques y encomenderos de Omate como actores del pasado en el imaginario de hoy.
La construcción de cualquier libro es difícil, y de libros editados aún más . Y es posible que una de las categorías más difíciles sea la del homenaje. Pero los editores de este homenaje han hecho una obra excelente en mantener la uniformidad del estilo y una alta calidad de los resultados, y tenemos unos tomos que van a servir durante muchos años como texto obligatorio para los que quieran estudiar la realidad histórica andina. Las culturas y tradiciones historiográficas de los contribuyentes son distintas; obviamente los autores de los capítulos representan varios continentes, países y disciplinas científicas. Lo importante es que los especialistas aquí reunidos en sus esfuerzos de llegar a un mejor conocimiento del pasado andino han contribuido en asegurar que la visión de la historia andina de Franklin Pease sigue viva.
Noble David Cook Florida lnternational University
FLORES ESPINOZA, Javier y Rafael VARÓN GABAI, editores. El hombre y los Andes. Homenaje a Franklin Pease G.Y. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, Instituto Francés de Estudios Andinos , Banco de Crédito del Perú, Fundación Telefónica, 2002. 3 tomos.
El hombre y los Andes. Homenaje a Franklin Pease G. Y es un libro importante para la historiografía peruana, porque trae una amplia temática
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tratada de manera erudita que se extiende desde los tiempos en que los antiguos peruanos aún no usaban la cerámica hasta los momentos en que los peruanos de hoy defendían su derecho a ser gobernados democráticamente, siendo it5í un peculiar testimonio de que en el Perú hay una continuidad cultural que nos articula como país y como nación. Esta publicación es también parte de los libros de homenaje que la Pontificia Universidad Católica del Perú hace a los historiadores, que Franklin pioneramente iniciara al publicar, en 1978, conjuntamente con Francisco Miró Quesada y David Sobrevilla, los trabajos en reconocimiento a Jorge Basadre ( 1903-1980) por su terca esperanza en el Perú del siglo XX. En los tiempos más recientes están los escritos publicados en el 2000 y el 2002 para honrar-respectivamente- a dos grandes maestros de esta casa: Félix Denegrí Luna ( 1919-1998) y José Agustín de la Puente Candamo (1922). Cada una de estas obras tiene su propia pequeña historia a partir de la manera en que sus correspondientes editores asumen la manera de hacer historia en el Perú. En el caso de los tres volúmenes en homenaje a Franklin debo decir que es el resultado de la manera en que Rafael Varón Gabai ha ejercido su profesión de historiador, para llevar a cabo el encargo que Franklin le hiciera en octubre de 1999. Es una obra monumental que emana también de la forma en que Salomón Lerner Febres se plantea a sí mismo el ser rector de la Pontificia Universidad Católica del Perú . La iniciativa de hacer un libro de homenaje a Franklin por sus sesenta años se la propuso a él mismo --el 28 de noviembre de 1998-nuestra hija Mariana Inés Pease Mould, quien ya había buscado la colaboración de Francisco Hemández Astete para convencerlo de que este libro era un hito necesario para los estudios históricos dentro de la universidad. Cuando se conversaba en la Facultad de Letras y Ciencias Humanas sobre la viabilidad de esta idea, los médicos descubrieron que Franklin tenía cáncer pancreático. Mariana hija y yo de inmediato nos entregamos a luchar para alargar su vida. En setiembre de 1999 Liliana Regalado de Hurtado, desde el decanato de la Facultad de Letras, y Juan Carlos Crespo retomaron esta idea y la convirtieron en un proyecto. Fue en esas circunstancias que Franklin le pidió a Rafael Varon Gabai que, conjuntamente con Javier Flores Espinoza, fuese el editor de cualquier publicación que se hiciera en su homenaje. Asimismo, recalcó que esta publicación debía tener las exigencias intelectuales del libro que ambos habían editado en homenaje a María Rostworowski ( 1997).
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Al fallecimiento de Franklin se dieron diversas manifestaciones y testimonios de homenaje, tanto en el país como en el extranjero. Algunos de estos escritos han sido publicados, pero la gran mayoría está aún inédita ya que son cartas, tarjetas y discursos con que personas muy diversas evidencian los esfuerzos de Franklin por la continuidad y la comprensión del Perú en la larga duración de la historia, así como su confianza absoluta en su viabilidad como nación. Además, por supuesto, de mis propios recuerdos de ese lapso de nuestras vidas que constituyen un ejemplo de cómo se escribe la historia del Perú en el tránsito entre milenios. Éste fue un momento que puso a prueba los principios y los criterios éticos de todas las personas que de una u otra manera estuvieron -están- involucradas en la conservación y el uso del legado intelectual de Franklin . Ahora nos corresponde ser conscientes de que de una u otra manera estamos pasando actitudes, decisiones y vivencias a las siguientes generaciones de peruanos, peruanas y peruanistas porque la histori a hace posible la ética y la ley de una nación.
Estos tres volúmenes son posibles porque 74 de nuestros amigos, ya fuesen maestros o alumnos de Franklin, su colegas locales o foráneos, han redactado y documentado sus trabajos inéditos sobre el Perú teniendo o no en cuenta la obra del homenajeado, es decir, con plena libertad. Artículos que, según las bien sustentadas palabras de Javier Flores Espinoza en la introducción, plasmaban los múltiples intereses de Franklin en el Perú. Consecuentemente, este libro ha sido estructurado de una manera jamás imaginada por sus editores.
Pedro Rodríguez Crespo y Raúl Zamalloa, sus amigos y maestros durante los cuarenta años que pasó en la universidad, debían formar parte del Consejo Editorial , nos precisó Franklin. Ahora entiendo que fue su manera de engarzar el libro que surgiera en su homenaje con los principios y valores éticos que quería hacer perdurar en la Universidad Católica y que observaba se estaban diluyendo allí en sus últimos tiempos, debido al oportunismo coyuntural que caracterizaba a la política nacional.
La presentación de este libro fue ocasión propicia para recordar que los profesores y administradores de la yniversidad -a propuesta de Ada Arrieta, otra de sus antiguas estudiantes- dieron un día de sus magros salarios para contribuir a proporcionar a Franklin el tratamiento más avanzado contra el cáncer que existiera en el mundo.
_ Se sumaron así a las cientos de personas que en
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esos momentos terribles nos ayudaron de muy diversas maneras. Estas expresiones de adhesión a su persona-porque él supo entrelazar singularmente su vida personal con la investigación, la docencia, la administración universitaria y cultural- conmovieron profundamente a Franklin.
Además, el presentar a pedido de Salomón Lerner el libro en el auditorio del Departamento de Humanidades fue ocasión propicia para tener en cuenta que la retórica usada para dejar atrás los recuerdos y entrar en la historiografía es parte de la formación de los jóvenes estudiantes de la Universidad que no conocieron personalmente a Franklin. Recordemos que la edificación de ese recinto es parte de la historia de la Universidad que emana de las relaciones académicas y ami cales que Franklin y Osear Mavila Marquina (1945-1999) -otro profesor que le hace mucha falta a la Católica y que también fuera ex alumno jesuitahicieron con sus colegas de la Universidad de Tokio, en sus afanes interculturales a la manera de la década de 1980.
Creo que debo decir aquí que esta obra se presentó así porque Raúl Zamalloa y Pedro Rodríguez Crespo apoyaron a Onorio Ferrero (1908-1989) para que Franklin fuera jefe de prácticas en 1965 y luego lo hicieron profesor auxiliar, asociado y principal de la Universidad. Ferrero, maestro italiano y orientalista venido al Perú en torno a la segunda guerra mundial, nos enseñó en las aulas de la Plaza Francia a los estudiantes de Estudios Generales de Letras cómo articular las diferencias y similitudes culturales, como ha dejado grabado Franklin para la historia del Universidad en la entrevista que le hiciera la licenciada Rosa Troncoso en julio de 1999. Marco Curato la prosigue ahora -como amigo y colega- afinando criterios y principios occidentales en la Universidad al itálico modo; para seguir explicando a los estudiantes que se nos unen por qué tenemos una antropología, una arqueología y una historia andina o ... ¿una etnohistoria andina? Es razón por la cual Marco Curatola integró el Consejo Editorial de El hombre y los Andes.
Jean Vacher, actual director del Instituto Francés de Estudios Andinos, al apoyar económicamente esta publicación otorga continuidad a la colaboración académica entre ambas instituciones, que se remonta a la vida estudiantil de Franklin, quien asistió al curso de etnografía que Jean Vellard, su director-fundador, dictaba en 1960 a los estudiantes de la Universidad, como me recordaba Eisa Ramírez de Zamalloa, su compañera de clase.
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Franklin respondió siempre con entusiasmo a las invitaciones para la colaboración intelectual y empresarial que el Banco de Crédito, en la presentación representado por Álvaro Carulla, le hiciera para sus hermosas publicaciones sobre el arte peruano en su larga duración histórica, a través de Luis Nieri . Ahora, siguiendo pautas de reciprocidad andina, este banco ha contribuido económicamente a que la impresión de estos tres volúmenes sea también una hermosa edición. En el apoyo de la Telefónica a esta obra propongo ver un esfuerzo empresarial español para contribuir al desarrollo de una historiografía peruana -y peruanista- que incorpore al Perú al siglo XXI con una mejor comprensión de sus orígenes hispanoandinos. Por eso me atrevo a decir que tanto nosotros como Telefónica debemos expresar nuestro reconocimiento al ejercicio profesional de Rafael Varón, historiador.
La presentación académica, humanamente generosa de David y Sasha Cook, hizo que en este acto académico tuviéramos un recuerdo de lamanera en que Franklin entrelazó nuestras vidas con la amistad personal y los intereses intelectuales, más allá de las márgenes del mundo hispanoandino.
Finalmente, debo decir que en este reconocimiento académico, así como en el profundo agradecimiento ami cal por tanto trabajo para dar continuidad al legado intelectual de Franklin que ahora expreso en nombre de nuestras hijas e hijo, de nuestras nietas y nuestros nietos, de su madre, de sus hermanos, subyace el cuestionamiento: Señor, ¿ qué quieres que yo haga? que se hiciera San Francisco Javier (1506-1552) y que la Compañía de Jesús nos recuerda en conmemoración por los 450 años de su muerte ante la gran muralla de la China. En el cotidiano preguntarme una y otra vez qué quiere el Altísimo de mí, tengo en estos momentos muy presente que el "apóstol de las Indias" consagró su vida al estudio de los pueblos no occidentales, a la colaboración intelectual con los hombres y mujeres de los pueblos "sin historia" en sus esfuerzos por Cristianizar a la Humanidad. En este agradecimiento amical y reconocimiento académico a Franklin, también les digo que en el diario responderme a mí misma el cuestionamiento javeriano, el trabajo de quienes
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han hecho posible esta publicación ocupa un espacio singular. Esta es mi manera de no traicionar al actual colectivo peruano y peruanista contenido en estos tres volúmenes que son en esencia un singular acercamiento de Occide~te y las Indias, habida cuenta de que este acercamiento viene de muy lejos y al cual me sumé al lado de Franklin hace tan solo hace poco más de cuatro décadas.
Bibliografía
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Mariana Mould de Pease
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