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Compartiendo un silencio

Juan Pablo Valderrama Pino

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Compartiendo un silencio

Autor

© Juan Pablo Valderrama Pino

© Editorial Zenú

www.editorialzenu.com

Primera edición: 2013.

Dirección editorial

Henry Andrés Ballesteros Leal

Fotografía portada

© Juan Carlos Vásquez – Vaquerroca Media Group

Fotografía de reseña biográfica

© Santiago Villamil Bonfante

Diseño de portada

Sergio Andrés Zuleta Tovar

Dibujos

© Montserrat Magre Colorado

ISBN: 978-958-57715-7-4

Queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del

copyright, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción total o

parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la

reprografía, el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares

de la misma mediante alquileres o préstamos públicos.

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“¿Qué son las palabras? Hoy son los abrazos y besos que

no te puedo dar; son las aves mensajeras que llegan a ti y

te dicen cuánto te quiero. Las palabras son las manos con

las que te acaricio en la distancia.”

Un poema para hacerte feliz

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ÍNDICE

Me haces sonreír 11

Tu nombre 12

Juntos 13

La ilusión de tenerte 15

Tú 16

Llueves sobre mí 17

Un último baile 19

Amor 20

Espuma del recuerdo 21

Un suspiro… Un abrazo 22

Las historias de mi corazón 24

Te echo de menos 26

Se acercan las caricias inimaginables 27

Sonrisas y lágrimas bajo la lluvia 28

Yo 29

Pensando en ti mientras la noche me abraza 30

Las horas 31

Epifanía 32

Sueños 34

Un poema para hacerte feliz 35

Nuevamente son las noches de insomnio 39

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Ahora te busco 40

En el hospital 41

Aquí 43

Acércate 44

Días como hoy 45

Antes de dormir 47

Reflejo en el espejo 48

Alas muertas 49

Cicatrices 50

Hacerte el amor 51

Vida 54

Oscuridad 55

Cántico de lágrimas 56

Aliento de existencia 57

Leerte 61

Su mirada 63

Tu mirada ausente de tus ojos 65

IV 67

Contacto 68

Lejos 69

Estás en mí 70

Alma 71

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Me haces sonreír

El deseo de verte se ve truncado por la realidad…

Realidad que me golpea contra las almohadas y me obliga

a buscarte en los sueños.

Tus ojos se fijan sobre mí y lo que antes creí que ya no

existía vuelve a nacer. Después de mucho tiempo de

desventura, pensé que ya no quedaba nada de mí para

entregarle a este mundo, pero cuando acariciaste mi piel

con tu mirada me di cuenta de que en este ser-que-soy hay

cosas aún sorprendentes y sencillas.

Te veo y me envuelvo en melodías que se mezclan en mi

interior. No entiendes mis palabras, pero sabes que estoy

aquí… me miras y no entiendes mi mirada, ves a un hombre

que intenta seducirte con sus historias.

Los años me van enseñado a esperar y amar… me quedo

en silencio en el transcurrir del tiempo, y sonríes mientras

la memoria desdibuja tu silueta. Quisiera adornar tu rostro

con las marcas de mis besos… marcas que sólo tú puedas

ver cuando cierres los ojos y sientas el cosquilleo de mis

labios por tu cuello.

Tengo palabras y miradas, muchas cosas por enseñarte…

este sentimiento para envolverte en medio de momentos

que te inunden de alegría.

Ahora me iré a dormir pensando en ti, para que cuando te

sientas sola, nunca olvides que yo pienso en ti, que eres

importante y me haces sonreír.

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Tu nombre

Empiezo a recordar cada movimiento de tu cuerpo mientras

el silencio en mi habitación me hunde en un sueño profundo;

la oscuridad ilumina tu recuerdo y me retuerzo entre las

sábanas que ya no pretenden abrazarme.

Mis ojos se abren ―parpadean― tratando de ver lo que

acontece, pero sucede que te pienso y todo lo que miro

está impregnado de tu color: ausencia de tu voz, de tu

mirada y de tu caminar.

El aroma de tu cabello aún sigue acariciándome cuando

duermo… en sueños te encuentro y te abrazo, nos vamos

de paseo por las playas de todas las ciudades y nos

sentamos a ver el atardecer… un sol que se oculta y deja

crecer este sentimiento, este anhelo, deseo: Es un acontecer

en mi existencia.

Ahora camino pensando en canciones y poemas, en letras

y expresiones que llevan tu nombre.

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Juntos

Se apagan los sonidos y mi mente se deja llevar por la

imaginación.

Te veo sentada frente a mí, como aquella vez en la heladería.

Los días van pasando y la distancia aumenta, pero sigo

recordando las palabras y los deseos que nos dijimos

cuando estuvimos en la playa. Tus pies sucios de arena, tu

cabello mojado, tu sonrisa radiante. Nuestras existencias

se unieron en la memoria para hacernos inmortales en la

ausencia.

Me confundo con las palabras y no logro decirte lo que

quiero, por eso me callo y te miro a los ojos. Pongo mis

manos sobre las tuyas: ¡Mírame a los ojos!

Es en el silencio donde nos decimos las cosas más hermosas

y grandes. Es también donde no nos decimos nada.

¿Qué pasará mañana? ¿Seguirá este sentimiento?

No tengo certeza sobre el porvenir, pero sé que esto se

transformó en un estado del alma, y así será eterno, aunque

dure un instante. La huella que tu sonrisa dejó en mí se

convierte en las sonrisas que hoy le regalo al viento.

No sé si el sol saldrá después de la luna y si mi cuerpo se

moverá en medio de las calles nuevamente… estamos

cosidos al incansable presente.

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Al tocar tu piel siento que te callas sólo para sentir, para

vivir. Tus ojos me miran con fuerza, libertad, alegría,

secretos y misterios que tal vez se queden en silencio.

¿Podemos, tan sólo, estar juntos un momento? Debo decirte

algo, es un asunto entre nuestros labios.

¿Puedes acercar tu cuerpo al mío? Un abrazo nos une en

medio del amor. Estamos latiendo… respirando… viviendo.

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La ilusión de tenerte

Los sonidos de nuestro alrededor.

Creí que era algo especial, pero fue un simple momento

donde nos unimos para interpretar el baile de una canción.

¿A dónde irás? ¿Qué rostros vas a conocer?

Recuerdo ese momento donde te tuve entre mis brazos y

sólo me importaba el hecho de que tu aroma se pegaba mi

piel y te sentí tan mía, tan completamente extraña y cercana

que te reclamaba como mía.

La lluvia me golpea fuertemente y ya no reconozco quien

soy…

Nos movemos bailando bajo la luz de la noche, y esto que

siento es la ilusión de tenerte.

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El suave pasar de la brisa.

Un aroma que se desprende de las copas de los árboles.

Mucha gente camina por las calles.

Me quedo quieto, mirando a través de la ventana, recordando

tu sonrisa.

El oleaje en la bahía es delicado.

Mi corazón late como un bebé dando patadas al interior

del vientre materno.

Por la mañana despierto pensando en ti.

La angustia me persigue y me encuentra en las esquinas de

un salón con grandes ventanas.

Eres la presencia ausente.

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Llueves sobre mí

¿Es la vida realmente cruda y sin sentido?

Cada día me enfrento a la angustia y la desesperación al

encontrar la profunda banalidad de todas las cosas del

mundo.

Me escapo ―por momentos― en medio de distracciones,

pero ya me he cansado de tanto correr… me detengo y

abrazo la tristeza, deleitándome en la soledad; penetro el

sinsentido de la existencia para darme cuenta de que la

felicidad no se construye a partir de razones.

El amanecer o anochecer, la lluvia o la sequía; nacer o

morir… Todo acontece y nunca podremos justificar el por

qué. Ese es el secreto… no hay que buscar el sentido, es

necesario aceptar esa ausencia de propósito para vivir feliz.

La angustia se disuelve y surge una nueva paz, antes

desconocida, que me lleva a chocar ante la vida con otros

colores.

A lo lejos, en la profundidad del horizonte, se acerca un

aliento que se mezcla con guiños y gestos. Con cada paso

se transforma en un cuerpo. Me toca y se aleja, elevándose

entre las nubes para luego llover sobre mí y dejarlo todo

impregnado de su esencia.

¿Fue ese toque un simple acontecer?

Aquel toque fue un abrazo, un beso tierno, una conversa-

ción y un silencio. Ese toque fue sentarse en las murallas

contigo para ver el atardecer.

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Ahora que no estás, estás en todas partes y te encuentro en

cada cosa, en cada esquina, en cada mirada hacia el cielo.

¿Es la vida realmente cruda y sin sentido?

No importa… lo que importa es estar y ser capaz de estar

incluso en la ausencia que ya venía anticipada, mucho

antes de la despedida.

Al mirarte a los ojos se detiene el tiempo mientras sigo

envejeciendo y me enfrento a una sensación profunda que

trasciende a mi espíritu y me llena de tranquilidad.

Ahora que llueves sobre mí me ahogo con tu epifanía y

me levanto ante la vida con una sonrisa.

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Un último baile

Bailemos delicadamente, el viento está a nuestro favor. Las

estrellas tiemblan en el cielo y mis manos acarician la piel de

tu espalda.

Nuestros pasos se pierden en derredor, al mismo tiempo que

nuestro aliento se esparce en la distancia.

No te preocupes por lo que viene, sólo dame un abrazo

ahora, antes de que ya no estés.

Las horas confabulan para empujarnos al pasado y des-

dibujar nuestros rostros, por eso respira hondo, escapémonos

un momento de este mundo real; refugiémonos bajo la

oscuridad de la noche, en la orilla de la playa.

Miremos las estrellas.

Estaremos juntos, sentirás mis brazos a tu alrededor y sabrás

que estoy contigo.

Mientras bailamos no puedo dejar de mirarte. Algo dentro de

mí se acelera por querer decir más que una simple palabra.

El deseo de que este momento sea eterno sólo es la

pretensión de existir sobre el tiempo. Mis lágrimas se

transforman en los diamantes que adornan tu collar. Tu

mano posa sobre mi hombro y tus pies rozan los míos. El

sentimiento que te abarca es el color que pinta tus mejillas.

Antes de que te vayas déjame saber si nuestros horizontes se

volverán a cruzar.

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Amor

Simplicidad… Sencillez.

Así eres tú.

Lo que eres es profundo y pesado, pero al mismo tiempo

llano y leve.

No hay contradicción, es difícil encontrar una definición.

Un abrazo contigo no sólo es el estar de nuestros cuerpos

entrelazados, es también el latir de mi corazón junto al

tuyo. Es la liberación de las palabras cautivas, prohibidas

por el lenguaje.

Suavidad… Dulzura.

Así eres tú.

Pero también eres fuerte y cruda… Eres el Sí y el No.

Un movimiento de tu mano me saluda, pero luego me

despide. Un solo gesto, un acontecer: significaciones.

Estar contigo: Abrazarte es abrazar y estar con tu ausencia.

Amor… Atracción.

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Espuma del recuerdo

Las huellas húmedas que han marcado el suelo son el

pasado de mis pasos que se evaporaron ante ti.

Sonrío con tu recuerdo mientras mi imagen en el espejo se

demacra con el pasar del tiempo.

Las lágrimas que he derramado se secaron en el camino de

mis mejillas. Me deleito sobre la orilla de la playa donde

me desvanezco con la espuma de las olas.

Mi corazón late en armonía con el viento mientras mis

brazos se elevan por encima de las nubes; me aferro a los

sueños que alegran mi existencia durante las noches frías e

infestadas de soledad.

Contra las piedras desnudo mi aliento y entierro mis

manos en el barro. Me oculto en el silencio…

Estoy aquí, estoy allá… estoy en medio de una mirada

cazurra: La mirada que se devuelve del espejo cuando lo

veo.

Levanto las manos al cielo, agrandando mis anhelos para

que acaricien la lejanía y me lleven más allá de lo que he

imaginado.

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Un suspiro… Un abrazo

Un suspiro sale de mi boca y tu imagen se dibuja con

pequeñas nubes de cigarro que suben con lentitud al cielo

y se desvanecen con la brisa. Eres un abrazo anhelado que

se olvida con el sueño, pero que regresa con el despertar.

Camino a través de las calles perdido en mí mismo… en

las olas de mi pensar.

Acaricio las páginas imaginarias de una historia que no ha

sido contada… Eres el beso que mis labios buscan en otra

realidad. Las noches pasan y me derramo sobre el olvido

de mi almohada mientras, tú ―ya en otra realidad―, te

vistes en tu habitación.

No sé dónde estás. Sólo sé que respiras y te vas en medio

de caminos… Son tu historia, las calles de una ilusión.

Te imagino sentada a mi lado, mirando la pared así como

yo la miro, llenándola de deseos y cicatrices que se dibujan

en los labios.

Dame tu mano y déjame llevarte como si cabalgaras con

los ojos cerrados. Mira al horizonte y siente el aliento que

se pasea a nuestro alrededor.

No hay nada más en qué pensar que en ese «tú y yo», como

dos personas distintas que se mezclan por un momento y

se miran a los ojos sin nada qué decir, porque las palabras

sobran cuando tu piel toca la mía, o cuando nos damos la

espalda y caminamos alejándonos.

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Pasea tus manos sobre las paredes que te rodean y escucha

la voz que nunca te ha hablado al oído…

Soy esa voz que se escurre entre los segundos de esta noche

fría que se disfraza de poeta.

Me quedo mirando al cielo, pretendiendo ver tus ojos en

las nubes y sentir tus brazos en la brisa, anhelando sentir

tus caricias para dibujarlas en mi alma e irme a dormir

nuevamente, para despertar mañana y buscarte otra vez…

para tocar tu mano y decirte que el amor no es nada más

que esta mirada y este deseo desesperado de verte sonreír,

de escuchar tu voz y oler tu cabello.

Aunque te imagine, no te veo. Pero estás ahí mientras llueve,

y mientras llueve soy yo el que espera afuera… mojado

por la tormenta… y lo que tú eres no es otra cosa que yo

mismo escribiendo este pretexto de poema que se desliza

como las gotas de lluvia por tu ventana mientras tomas el

café de la mañana.

Si lees estas palabras no digas nada, busca en el cielo un

pequeño destello, algo que te haga sonreír y transforme el

dolor en alegría.

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Las historias de mi corazón

No hay que inventar historias, ellas nos crean.

Por mis ojos se pasea una imagen sin forma… es un deseo.

Mis historias se deslizan en los sueños que aturden mi

cerebro. Por muchos años he estado en la sombra de mi

lenguaje, limitándome a pretender ser un pintor de la

escritura… de sentimientos.

Pensé que estaba solo, pero nunca conocí la soledad.

En la arena de la playa se hunden mis pies, mojándose con

la espuma de las olas estrelladas en la orilla.

Pura expresión de dolor es lo que guardo ahora, pero

siento un suave soplo de alegría que me impulsa a desear

cosas maravillosas… Son mis ojos los que no pueden ver,

porque mi cuerpo ya no quiere moverse más entre las

calles… Mis manos ya no quieren intentar moldear

mundos donde se esconda mi espíritu.

Soy un hombre sin poderes, sólo con manchas de tinta en

mi sangre.

Ahora espero despertar cada mañana y encontrarme con el

viento, no preocuparme por cosas que me llenan de

tormento.

Quiero abrazar al silencio y decirle que ya no me destruye.

Anhelo mostrarme que no soy un vómito asqueroso, que

soy un hombre que respira y siente, que vive para construir

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caminos que tal vez lleven a otros más interesantes…

caminos que van en la misma línea que se bifurca

indeterminadamente…

Una llama consume mi mente, devora mis alientos… Mis

pasos se dirigen a ningún lugar.

En estos momentos me siento como el residuo de un jugo

que queda en el fondo de un vaso.

Pero sé que en el fondo están las cosas maravillosas que

nunca antes hubiera visto.

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Te echo de menos

¿Cómo puedo atraparte en mis palabras?

Un abrazo tuyo es lo que deseo cuando cae la noche y con

la guitarra canto las canciones que me hacen recordarte.

¿Cómo lograré llamar la atención de tus ojos?

La vida se desliza por nuestros cuerpos y el tiempo deja su

marca. Aún guardamos recuerdos y algunas lágrimas se

derramarán por nuestras mejillas.

He soñado muchas veces que te veo, y hay días en los que

duermo más de la cuenta, sólo para soñarte.

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Se acercan las caricias inimaginables

Se van formando pequeñas olas que llegan débiles a la

orilla de la bahía resignada. Encuentro un hilo de silencio

oculto entre el balbuceo de los pasos que atraviesan el

cielo.

¿Qué veo? Eso no importa. Las explicaciones ya no sirven…

No pienses más, déjate llevar por el momento que se

desarrolla. Deja a un lado las cargas mentales y mantén

los ojos abiertos.

Se acercan las caricias inimaginables… Me susurran al oído.

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Sonrisas y lágrimas bajo la lluvia

Las gotas de lluvia caen sobre la calle vacía, la van

llenando y su color cambia; ahora es más oscura y la brisa

corre con violencia… Es como un fresco murmullo que

interrumpe de golpe mi silencio.

Vuelvo y te recuerdo; ahora sonrío y le pido al cielo que te

cuide. Mientras, me mojo con estos recuerdos que caen

sobre mí.

Puedo sentir al tiempo despedirse, dejando arrugas que tal

vez no se notan aún, pero que van dibujando mi vejez.

La lluvia cae y no tengo lugar alguno para esconderme.

La tinta de mi bolígrafo se corre mientras escribo; son las

lágrimas que he escondido para fingir que soy fuerte…

pero soy como una roca débil, anhelando sonreír.

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Yo

Ya no entiendo el paso del tiempo sobre mí, las horas han

sido un amargo manjar que ha destrozado mis entrañas.

Paseo por las calles y avenidas de mi ciudad, pero cada

movimiento que hago me hace ver que no hay nada en mí,

no hay nada y estoy lleno de pensamientos vacíos.

De lo más profundo de mi alma quiere salir un grito que

fragmente esta realidad que se me presenta; quiero quebrarla

para escapar y ver una luz diferente, ya no soporto el

gemido de las olas y la constante vigilancia de las estrellas.

¿Dónde estoy?

Todos me ven, pero aunque me vean no saben dónde estoy.

Estoy como las rocas… pero también estoy en mí, en un

lugar donde nadie puede verme realmente.

Las miradas se mezclan como pincelazos mal hechos.

Cuando averigües dónde estoy, me encontrarás con los

ojos cerrados, tapando lágrimas que se evaporan debajo de

mis párpados.

Y verás mi corazón de otro color…

Ya no verás lo que pensabas… soy sólo este gesto de

sinceridad que sale de mi interior en forma de sonrisa.

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Pensando en ti mientras la noche me abraza

Hace tiempo no venía a La Soledad a escuchar el sonido

del agua de la fuente del parque.

Hace tiempo no te escribía una carta donde quiero que sepas

que te extraño.

Ahora siento al viento rozar mi piel; el peso de las horas

nocturnas se marca en mi cuerpo y me quedo hasta muy

tarde tratando de saber a dónde ir.

Mi corazón ha quedado limpio. Ya no hay ira ni rencores

que aplaquen el amor que nunca pude dar.

Hoy quisiera verte y que estés aquí a mi lado mirando la

entrada del Palacio de la Inquisición. Le pido un momento

a la vida para volver a conversar contigo y sentir la cálida

temperatura de tus manos.

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Las horas

Puede ser que no tenga nada que decir, que mañana sople

el viento y te encuentres con mi ausencia.

Puede ser que hoy duermas sola y se acaben las horas.

Hoy mis ojos tiemblan, se me escapa el aliento de la boca.

Miro por la ventana, me quedo así hasta la madrugada,

extrañando tus abrazos, deseando tocar tus labios pulidos

con fresas.

Puede pasar que me pierda en el silencio, que no encuentres

un bolígrafo para escribirme una carta con tus escasas

palabras, pero llenas del amor que late con pasión dentro

de ti.

Puede ser que me sienta un poco triste, pero es que ya se

nos están acabando las horas.

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Epifanía

Estamos muy cerca, puedo sentir los profundos latidos de

tu corazón y tu aliento que impregna mi piel de tu aire.

Nuestros ojos ya no se cruzan, están mezclados. Tus manos

tiemblan y te deslizas como un pequeño río que atraviesa

el parque donde mis pesadillas parecen historias sin fin.

Luego desapareces y quedan las huellas de tus labios en

mi rostro. La noche se revuelve como un vómito ácido y

desagradable. Miro la pared y cada grieta me grita e

insulta… ¡Pero no! Son sólo murmullos que salen de mi

mente… ¡Soy yo mismo! Como si mi reflejo me gritara

constantemente y sin espejo para verlo.

El sueño se aparta de mí como una novia decepcionada que

espera renacer en otro tiempo. Me quedo impertérrito ante

la ventana, dejando que las horas pasen… bailan como niños

traviesos que golpean todo a su alrededor.

Los recuerdos surgen y me embriagan con la tristeza. Se

acerca la soledad y me envuelve por la espalda. Miles de

lágrimas comienzan a salir: ¡Hierven! y me queman sin

piedad.

Me estrello contra tu epifanía en medio de todo el enredo

de mi mente y me absorbes con tus brazos.

Lloro como un niño sin saber qué es lo que siento.

Caigo de rodillas y nuevamente vienes y acaricias mi

cabello… Intentas decir algo pero no puedes decir nada

porque ni siquiera estás aquí. No eres más que una imagen,

una manifestación de este sentimiento… sólo eres un bello

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trazo de mi imaginación. Me hundes en la desesperación

porque tus caricias se disuelven sin ser sentidas.

Caen gotas de lluvia dentro de mi cabeza… es una lenta

tormenta que se extiende en la infinitud. Me olvido de las

cosas que debí decir y me entrego al silencio.

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Sueños

Cierro mis ojos y las estrellas empiezan a cantar. La luna

me arrulla mientras me lleva de la mano al mundo de los

sueños.

Las náuseas surgen como una sensación deliciosa, semejante

a las caricias que me dabas.

Mientras mi alma camina a través del pasillo del entre-

sueño, tu voz me abraza y me hace recordar las pasiones

que nacían después de cada «hasta luego».

La brisa del abanico acaricia mis piernas en medio de las

sábanas, y mientras se abren las puertas de mi incons-

ciente, tu nombre aparece de golpe como algo dado desde

el principio.

La duda y la incertidumbre se escurren por debajo de la

puerta de mi habitación, empiezan a plantearme preguntas

para enfermarme con la desesperación…

¿Dónde estás? ¿Volverás? ¿Iré a ti? ¿Podrán nuestros

cuerpos tocarse y fundirse en nuevos momentos?

Caigo en medio del baile de mi imaginación y esas preguntas

me causan dolor… Dolor como heridas horribles hasta que

tu epifanía, dulce y suave, viene y me acaricia con la

esperanza de rozar nuestros párpados.

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Un poema para hacerte feliz

¿Soy un poeta?

No es fácil encontrar una respuesta.

¿Cómo puedo ser tan atrevido al pretender ser poeta? La

definición no se encuentra en la letra impresa, sino en el

aliento que se respira.

Te tomo entre mis brazos y te miro a los ojos, tratando

de hacerte entender que no tienes que pensar en lo que

faltó por hacer, sino que es momento de que descanses

en medio de mis brazos.

¿Qué son las palabras? Hoy son los abrazos y besos que

no te puedo dar; son las aves mensajeras que llegan a ti

y te dicen cuánto te quiero. Las palabras son las manos

con las que te acaricio en la distancia.

Llegas cansada y te acuestas sobre la cama, tomas un

dulce suspiro y lo dejas escapar mientras caes sobre las

sábanas… no te rodea nada más que paredes y el sonido

de tu propia existencia. ¿Te has preguntado dónde estoy?

Sólo tienes que poner tu mano en tu pecho y sentir el

latido de tu corazón.

Lentamente nos hemos ido tocando con algunas miradas

que se desenvuelven como olas de alegría; tu sonrisa brilla

y me contagias… tu voz me devuelve las fuerzas que

pierdo al caminar por las calles de esta ciudad vacía.

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¿Realmente soy un poeta? Soy alguien que te quiere llevar a

vivir mejores días… el que hoy te escribe estos besos y

abrazos… estas caricias que bajan del cielo y te arrullan

para que duermas tranquila.

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Nuevamente son las noches de insomnio

Otra vez aquí… Las luces de la ciudad palidecen y mi

mente se disuelve lentamente con cada recuerdo tuyo que

aparece ipso facto.

Las noches que usé para desangrarme con lágrimas no

fueron suficientes. Ahora vienes con otro color y me

extiendes la mano…

Tal vez me preocupo tanto que no puedo disfrutar del

silencio, o tal vez el silencio es tan fuerte que no lo oigo.

Cada día ha sido como una vieja fotografía olvidada,

haciendo bulto dentro de una caja oculta en lo más oscuro

y sucio de la habitación.

En mi interior me escucho a mí mismo y escucho una

canción triste que no tiene nombre.

Tu voz me envuelve otra vez como si disfrutara del Cielo

en medio de los brazos del Creador.

¿Es sólo una fantasía? Sí, así es.

Una fantasía que no puedo vivir ni embriagándome, porque

no hay alcohol suficiente en este mundo que me lleve a

esa realidad.

Sólo hay miradas crudas dirigidas a la pared del patio bajo

la luz de la luna… Noches de insomnio me dominan y ya

no hay lágrimas que derramar.

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Ahora te busco

De nuevo miro el rostro que se refleja en el espejo sin

saber quién soy y por qué estoy aquí… ¿Para qué vivir?

Durante muchos días dibujados con silencio lloré sin saber

a dónde ir o dónde morir sin ti.

Ahora te busco y encuentro un sentido a este dolor que por

tanto tiempo me ha atormentado. Por más que intente

ocultar tu luz en mi interior, siempre brillarás en mí.

Aunque borre mi sonrisa y calle mi voz, en mis palabras tú

estarás, cambiando el color de mi mirada.

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En el hospital

¿Qué sucede en mí? ¿Qué es este dolor que se apropia de

mi cuerpo?

Algo me ha invadido y no me deja respirar. Las luces del

cielo tiemblan mientras me disuelvo. Caigo sobre mis

recuerdos y derramo lágrimas que nadie ve.

Agujas penetran mis brazos… Traen la promesa de la

salvación, pero mis ojos se han entregado al mutismo y

saborean la luz de la muerte.

El aire se me acaba y no puedo hacer nada, me ahogo en

pequeños movimientos débiles. Aparecen manchas en mi

mirada mientras veo el interior de mi soledad.

Mi cabeza explota y se desvanece en gemidos inaudibles

que forman la melodía de mi despedida.

Mi garganta cerrada atrapó mis palabras en mis entrañas,

envenenándome con sus significados.

Sentí que no podía soportar más y me entregué a lo

desconocido.

Luego de un rato me di cuenta de que estuve un momento

en la oscuridad de mi pensamiento. En la inconsciencia,

dejé de ser presente y me desvanecí un rato.

Abrí mis ojos, creyendo que había dejado este mundo.

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Desperté y el dolor había menguado, mis lágrimas se

secaban y la luz del sol me iluminaba como alguien

redimido.

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Aquí

Los árboles han crecido y en derredor se deslizan los

cánticos de la inmortalidad.

Atravieso los oscuros pasillos de mi mente y llego al

jardín de mi existencia.

Ahí vienen los recuerdos corriendo junto con el viento, se

revuelcan con las flores y manchan todos mis caminos.

Me siento en una banca de mármol y miro al horizonte. Mi

cuerpo se queda aquí, pero mi espíritu se pierde en la

distancia a través de mi mirada.

Me quedo impertérrito ante las sonrisas que descienden de

las nubes y se pudren en el suelo.

Veo a la muerte sentarse cerca de mí, me mira con tristeza

como si ella quisiera morir también… su silencio oscurece

el cielo y hace llover sangre sobre mí.

Me levanto y elevo mi aliento, tratando de escapar de aquí.

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Acércate

Acércate y mírame a los ojos, siente mi mirada recorrer tu

piel y mis manos acariciar tus suaves brazos. Entre tus

dedos se mezclan los míos, transmitiéndote toda la pasión

que he guardado durante muchas noches.

Mírame a los ojos y deja escapar ese aliento que retienes

con tantas fuerzas, ¡entrégamelo! Dame toda la energía

que tienes.

Acércate y dime lo que quieres, soñemos un momento,

veamos las estrellas y dibujemos en el cielo los garabatos

que vemos como grandes obras de arte.

¿Quieres marcharte? No te obligo a quedarte, sólo te exijo

que disfrutes este momento, que lo sientas en tu interior y

sepas que ahora estamos los dos. Al rato puedes dejarme

solo. ¿Quieres volver? Aquí estoy.

Acércate y pon tus manos sobre mi pecho, siente mi

corazón latir bajo esta piel que tocas y saboreas cuando

estamos solos en medio de la habitación.

Vete lejos y acuérdate de mí, acuérdate de estas caricias,

de los secretos que conocimos… acuérdate, y si te gusta

no lo pienses tanto, sólo acércate.

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Días como hoy

Hay días en los que por más que intente ser como una

pared, me vuelvo el cristal más débil y frágil que haya

existido.

Días como hoy, donde sólo he podido ver fragmentos de

mi corazón volando a mí alrededor. El doloroso deslizar

de la sangre coagulada bajando por mis brazos… sangre

de tristeza.

Camino enmudecido por un sendero lleno de árboles que

se evaporan con cada respirar.

Detrás de mí están las memorias que gimen y se retuercen;

delante de mí hay sombras que bailan desesperadamente…

son las sombras incoherentes de mi pensamiento, se enredan

entre ellas mismas mientras que una desagradable náusea

surge en mi interior.

Levanto mis manos, pero ya no tengo fuerzas para tomar

otro aliento que me lleve más adelante en este camino lleno

de sufrimiento. Miro al suelo pero no hay donde pueda

acostarme a descansar, mis pies sangran… ¡Tengo que

seguir!

Si me quedo aquí, en medio de esta oscuridad, quedaré

consumido en un simple aliento que se perdió en la

tristeza.

Necesito envejecer y dejar que mis lágrimas se transformen

en los tesoros más grandes de mi vida, que sean ellas las

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que me impulsen a sonreír en días como estos, días que no

deberían de ser tan lentos.

Como un canto melancólico surgen estas palabras que

salen de mí, salen sin saber a dónde ir, parece que se

quedarán pegadas en el papel… ¡Pero no!

Están alrededor de mi cabeza, dan vueltas sobre mí y

balbucean, me persiguen, me miran de lejos, se acercan y

no dicen nada, me dejan solo y luego vuelven para no

dejarme dormir.

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Antes de dormir

Contra la pared choca un sonido, se esparce y transforma

las grietas del techo en oídos sordos.

Sobre el sofá cae mi cuerpo agotado, sin fuerzas en mi

carne, pero con un dulce aliento que viene desde lo más

recóndito de mi alma, me levanto con esfuerzo para mirar

las manchas de mi mente sobre los papeles que están regados

en el suelo.

Hago sonar mi guitarra con los arpegios y melodías que

encierran los sentimientos más sublimes que he vivido.

Pero luego siento que algo no está bien…

En mi cabeza surgen ríos que fragmentan mis pensamientos,

los latidos de mi cerebro me adormecen en un suave dolor

que me obliga a cerrar los ojos.

Escucho la música de un silencio lleno de sonidos lejanos

que llegan a mis oídos.

Contra mi vida caen las coloridas gotas de la soledad.

Dejo escapar un bostezo y me entrego al sueño.

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Reflejo en el espejo

Sales de tu casa y caminas hasta sentir el peso de las horas

taladrando tus piernas. No sabes a dónde ir porque no

sabes dónde has estado.

Esas calles llenas de gente parecen ser un lugar solitario

cuando las atraviesas y recuerdas las heridas que te hacen

ver las sombras dentro de ti.

¡Tus errores no te determinan! Te muestran lo que no eres.

No te escondas en ti misma, no camines más así. La luz

del sol ilumina tu rostro, pero temes sonreír y mostrar tu

sonrisa.

El vacío en ti va creciendo cada día un poco más…

Te miras al espejo y no sabes qué es lo que ves.

Llega la noche y tus ojos se pasman de tanto llorar aquellas

lágrimas que llueven eternamente en tu corazón.

Cuando ya estás destrozada diriges tu mirada al espejo

para ver las arrugas en tu semblante, la cruda existencia de

tus labios y el rastro de los lamentos en tus mejillas.

Te miras al espejo y no sabes qué es lo que ves.

No sabes que aquel reflejo en el espejo soy yo… yo en

medio de todas tus luchas… yo mientras caminas y te

pierdes en ti misma… mientras te alejas de mí.

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Alas muertas

Caen alas muertas, son los sueños que fallecieron en el

cielo… caen como gotas de lluvia en un aguacero.

Me resbalo y caigo en un jardín lleno de bestias y monstruos.

Los maniquíes se burlan de mí. Son como voces que se

mezclan en un eterno silencio adormeciendo mis oídos.

Me vuelvo una máquina que camina sin sentido por las

calles, muchos me ven pero ya yo no veo.

Mis pasos se evaporan. Intento volar y salir del sufrimiento,

pero son tantas las espinas oprimiéndome que a duras penas

logro respirar.

Se han desbaratado mis colores, he quedado límpido en la

tristeza.

Caen alas muertas, se revuelven y se mezclan en la

inmortalidad del olvido que se desliza a través de mi

existencia.

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Cicatrices

Los días son las agujas que cosen mis heridas. Dibujan

cicatrices… la sangre se seca y los coágulos en mi cerebro

no me dejan dormir.

Me veo al espejo y mi reflejo acéfalo palpita hundido en

nerviosismo. No logro distinguir la felicidad de la tristeza,

lo oscuro de lo claro… Todo es confuso y simple.

Un punto sobre la superficie inerte del suelo, es una

estúpida mancha, una huella mal marcada… Es el paso

arrojado al olvido.

Me envuelvo en trinos inaudibles, son voces ahogadas por

el dolor. Gemidos sin aire… aliento muerto.

Mi piel me rescata de los pensamientos más absurdos,

mientras que mis ojos obnubilados se derriten por culpa de

las cicatrices insoportables que he guardado en mi interior.

El viento corre en libertad y acaricia mi existencia,

moviéndome hacia los bordes del sendero indeterminado

que es la vida.

Mis pies están cansados de vagar.

Cicatrices… no es el rastro de cada herida, es el sentimiento

evaporado que embriaga con el recuerdo… son los trazos

de este dibujo que soy.

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Hacerte el amor

La oscuridad de la noche se extiende a través del cielo,

impregnando tus ojos de un brillo diferente.

Tu cabello negro acaricia mi rostro moviéndose con el

viento. Siento un leve cosquilleo… un aroma dulce, una

perfecta expresión de seducción.

Llueve… en la ventana se deslizan pequeñas gotas cazurras

que anhelan hacer el amor antes de aglutinarse y convertirse

en un charco que se mezcla con el barro del patio de la casa.

La luz tenue de la habitación me hace verte más hermosa

y sensual que nunca. Acaricias uno de tus muslos mientras

empujas delicadamente la media de seda que envuelve la

piel de tus piernas.

Tu sonrisa, tu mirada… El conjunto de tu rostro es la

perfecta agrupación de tantas cosas que producen este

algo en mi alma.

Tus pasos son como suaves arpegios de guitarra… son

música erótica.

Por un momento cierro mis ojos y trato de imaginar una

vida diferente… una vida con amor.

La palabra amor se revuelve en mi cabeza y luego siento

tus caricias por mi espalda desnuda. Son tus manos

transmitiéndome algo más que un simple contacto. Te

miro a los ojos y te quedas en silencio. Tu respiración es

imparcial; a veces suave, a veces fuerte.

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Te acercas más y dejas reposar tus piernas sobre mí.

Ahora te siento tan cerca que tu calor me invade y tu

aroma me intoxica con excitación.

Si podemos hablar de un acto justo o una expresión de

sabiduría, no habría nada más justo y sabio que besarte.

Deleitarme en tus labios no es lujuria o fornicación… es la

liberación del amor cautivo en nuestro espíritu, en nuestra

imaginación.

Nuestras lenguas se tocan y tragamos nuestra saliva

mezclada… Nos detenemos en un hondo suspirar mientras

nuestras bocas se confunden en una sola.

Meto mis manos por debajo de tu vestido, voy sintiendo tu

piel, viendo tus ojos y tu sonrisa. Lanzo tu ropa decorada

con pequeñas florecillas rojizas y azules. Tu desnudez es

sencillamente bella… suave y leve; es tan leve que es

dulce, tan simple que es magnífica, llena de sentido y

color.

Pronuncias unas cuantas palabras y tu voz termina de

completar esta hermosa fotografía viva. Tu imagen ya no

es la composición de distintas características, sino la

abstracción total de un sentimiento… es la representación

de un deseo.

Tu boca me besa con tu existencia y mueve en mí las

pasiones que anhelan hervir en la inmediatez para luego

trascender y marcar mis recuerdos.

Tus gemidos son tan agradables… me llenan de alegría,

así como cuando un anciano escucha las carcajadas de sus

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nietos felices que corren de un lado a otro, tatuando el

momento con el sonido de sus pasos y gracia.

… El final no parece realmente el final, es más bien el

fluir unísono de nuestra energía… la combinación

maravillosa de nuestras esencias. Es la proyección de un

abrazo, una pintura de un paseo por el parque del placer.

Dime, ¿qué es el amor?

¿Qué es ser justo y sincero?

Si esto no es amor y no hay justicia y sinceridad, entonces

dime qué es, porque no puedo ver nada mejor que estar

aquí en medio de tus piernas, sintiendo tu existencia junto

con la mía, dejando mi corazón latir a través de tus

latidos… Besarte, no hay nada más sabio que besarte.

A esto le llamo hacerte el amor.

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Vida

La dulce danza de miradas y sensaciones…

La música biológica que se interpreta al desnudo, sin

vergüenza.

El universo expone el-ser y lo confronta con la existencia.

La melancolía de la tierra… sus pesares inaudibles para

nosotros, seres llorados y arrojados por nuestro creador.

El remolino fantástico de casualidades naturales que no

encuentra lugar ni en lo absurdo.

Lo metafísico derritiéndose en derredor.

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Oscuridad

Sonidos en la calle.

La luz se debilita y estoy a punto de respirar mi último

aliento.

Las paredes me ahogan y me resbalo por la esquina perdida

de la muerte que agoniza antes de caer sobre el cielo oscuro

de la noche.

Las nubes parecen coágulos de sangre… Se seca la mirada

del hombre sabio en medio de un mundo frívolo y plagado

de hipocresía.

Mi pecho vacío… estoy listo para partir.

Mi aliento se desvanece y parece que el mañana no será

más una promesa evidente. Mis cicatrices laten. Puedo

sentir la brisa arrancar lentamente mi piel.

Mis lágrimas se pudren en el suelo.

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Cántico de lágrimas

El suelo gime… palabras coloreadas con sangre.

El sol no volverá a iluminar tu rostro.

La ciudad está triste. Sus calles pierden su sentido y se

sumergen en el olvido.

La lluvia acaricia la ventana así como nos dormimos

arropados por la muerte.

Los días pasan eternamente y no estoy más a tu lado… No

hay nada en ti, tus ojos rotos dejan escapar tu identidad.

En el cielo los ángeles danzan tristes, elevan un cántico de

lágrimas… ¡Levanta tu voz! ¡Tu última palabra! ¡Di

adiós!

La humanidad se desangra por causa de su ignorancia.

Vives muerta… estamos muertos… Los ángeles claman

para que volvamos a la luz.

Cantemos el himno de los ángeles, no aguanto estas

tinieblas, no soporto mi piel podrida… Déjame decirte

adiós.

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Aliento de existencia

El tiempo ha pasado sobre mí y me ha hundido en

profundas meditaciones que lograron conmover los sedi-

mentos de mi mente.

Ahora soy menos joven y mi mirada se pasea sobre lo

inmediato.

Mis manos acarician los pétalos del ahora… pétalos que

se escurren por mis dedos, dejando arrugas en mi piel.

Por muchos días fui cautivo de la tristeza, pero hoy siento

la necesidad de proyectarme y abandonarme en el olvido

del pasado, convirtiéndome en el hombre que seguirá

escribiendo estos papeles, manchándolos de su existencia.

Con suavidad me acerco a la superficie del mar, meto mis

pies y siento cómo mi cuerpo se desbarata y se hace

viento; viento que se revuelve con el azul del cielo y

desciende hasta el suelo en forma de aliento.

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Leerte

Me dijiste que eras como un libro y al instante me llené de

dudas que, seguramente, tendrían respuestas si te leía con

atención.

Entonces analicé la portada, acaricié los relieves y admiré

cada detalle. Tus páginas, que son como tu piel, empe-

zaron a absorberme en una lectura profunda, agitada y

emocionante.

Las palabras son como tu mirada, como tu sonrisa.

Cuando me hablas al oído, me siento como un niño

disfrutando de la canción más mágica y hermosa que

nunca antes había escuchado.

Para leerte cada día debo ser paciente y cuidadoso, no

quiero perderme ni una letra, saltarme algún párrafo u

omitir un punto o una coma. Quiero sufrir la emoción de

cada capítulo.

Creyéndome siempre el intelectual que se acerca para

leerte, se me olvida que tú, como libro, existes para

enseñarme, para confrontarme, hacerme reflexionar y

hasta cambiar de opinión.

Eres experta en el suspenso y, en la medida que van

pasando las páginas, aumenta la pasión, deslumbrándome

después con un nuevo gesto.

Para leerte debo tomarte entre mis brazos y comprender lo

que me dices en silencio. Cuando cierras los ojos y el

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viento se mezcla con tu cabello… ahí es cuando debo cerrar

los ojos también y sentir tu aroma.

Me invitas a quitarme la maleta donde traigo el peso de mi

pasado para desnudarme en soledad y silencio, para

entenderme y conversar conmigo mismo.

Extiendes tus manos hacia mí y acaricias mi cabeza, no

dices nada, las palabras dejan de funcionar y lo único

importante que queda entre los dos es el contacto.

Me obligas a detenerme y contemplar lo que acontece,

vuelves y me dices: No desesperes. Me robas el aliento y

me dejas vulnerable a tu mirada, quedo sin nada más que

la pretensión de cortar tu silencio, tomar un bolígrafo y

escribir en ti una nueva página.

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Su mirada

Y cuando menos lo pienso me encuentro con una mirada

profunda, una mirada que la deja en evidencia y me

embriaga de lo más bello que un hombre podría pensar en

un instante. En ese momento siento que el lenguaje se

transforma y quedo de frente a sus hondos suspiros y

profundos latidos.

Esa mirada es la que me persigue en silencio cuando me

alejo... es la mirada que me gusta y que intento persuadir.

Varias veces he intentado hacerla sonrojar, pero basta con

que ella me mire para invertir mi movimiento, pintando en

mi rostro las huellas rojas de su alma. Trato, sin embargo,

de enamorarla sin palabras, sólo con gestos y miradas, con

el estar de nuestros cuerpos en el silencio.

Respiro y este mismo aire es respirado por ella. Luego me

voy y regreso a mi habitación, trayendo conmigo su

recuerdo, su mirada, su sonrisa.

¿Qué hay de especial en ella? ¿Qué la hace diferente y

única? Ella es lo que nunca había conocido, es lo

inimaginable, la canción que nadie más canta, el sueño

que va más allá de la inconsciencia, y se me ha aparecido,

dejándome sin palabras, sin pensamientos. He quedado

deslumbrado ante su rostro… me entrega sensaciones, me

arroja al fenómeno de su amor.

Ahora me siento cobarde por no ser capaz de penetrar su

mirada con mi silencio y hacer temblar sus labios de

nerviosismo… nervio pasional y cariñoso.

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Mi sangre hierve y se mezcla con las dulces emociones de

nuestras almas a través de un beso imaginario.

Su mirada me logra intimidar.

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Tu mirada ausente de tus ojos

Te tomo entre mis manos, siento la tersura de tus pétalos…

estás aquí conmigo y me dejas sentirte tan mía como nunca.

El viento me ataca con recuerdos y el paso del tiempo me

hunde en pensamientos de oscuros colores.

Estás aquí, me susurras al oído, no son palabras, no son

sonidos, se trata de una voz inaudible que me envuelve y

me arroja a la inmovilidad. Estoy aquí y no sé qué hacer.

Te tengo entre mis manos y me desmorono mientras te

sostengo.

Te miro a los ojos y veo que me miras, te veo verme y me

pregunto muchas cosas… me pregunto qué dices.

Tus ojos penetrantes que te ponen en evidencia, y esta

incapacidad mía de tomar tus manos.

¿Qué dices ahí cuando tu boca calla? ¿Qué dices cuando

me miras?

Tu mirada me persigue y se oculta entre mis sueños para

sembrar esta incertidumbre que llevo por dentro. Mi guitarra

llora porque ya no la toco, pero es que ya no sé qué expresar.

Estás aquí, entre mis manos. Lates con el calor de la vida

y me impregnas de tu aroma. Me abandono en el silencio

y camino largas distancias, deleitándome en las olas de mi

pensar… pensar abstracto y espeso. A lo lejos veo tu

mirada sin tus ojos… la persecución de tu presencia.

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Me esfuerzo por dar lo mejor de mí en lo que sé hacer, pero

no logro nada distinto… me frustro ante el espejo en blanco

que es este papel, me derramo con la tinta del bolígrafo y

me pierdo entre el punto y la coma.

Y mientras estás aquí me consumes como un fuego que

quema profundamente. Estoy frente a la pared mirando lo

que no puedo atravesar. El sueño huye de mí y me quedo

hasta tarde dibujando palabras… tan sólo palabras.

¿Podrás, alguna vez, escucharme y arroparme con tus

delicados brazos?

Me ilusiono con tu voz diciéndome buenas noches… voz

ausente.

Caigo roto en diminutas partes que se adhieren a este

papel… mi olor desaparece y el calor de mis manos se

transforma en letra muda.

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IV

Te veo, me acerco y me alejo… sonríes, extiendes tu

mano y me arropas con tus brazos. Mi mente inquieta se

calma cuando mis ojos se ven absorbidos por tu mirada y

tu voz mengua las cargas que llevo sobre mi espalda.

Por momentos me pregunto, como un necio, qué es el

tiempo.

Cuando te veo, no veo sólo tu silueta y tus movimiento,

siento que soy eterno mientras los segundos se desvanecen

dejando marcas en mi interior… son las marcas de tus

caricias, tatuajes delicados que adornan mi piel.

¿Quieres caminar o sentarte?

Déjame acompañarte.

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Contacto

Nuestro cuerpo trascendente, el placer de la mente, la

alegría del alma.

Nos sentamos juntos mientras llueve dentro de nosotros…

caen gotas de emociones que sonrojan nuestros rostros.

Dame un abrazo, juntemos nuestros pechos para que no

sólo sea un beso entre nuestros labios, sino los latidos de

nuestros corazones haciendo el amor en silencio.

Cierra tus ojos e imagina mi ausencia mientras te aferras a

mis brazos; estar juntos, cariño mío, es poder abrazarnos

cuando el cuerpo falta.

Tu mirada me acompaña en la noche, se desliza por mis

sueños y me despierto pensando en ti.

Busco una manera de sorprenderte. Y cuanto más busco

mi corazón se abre y las sombras salen al encuentro de la

luz, dejándome indefenso ante tu sonrisa; me seduces con

tu pensamiento y mi existencia se afina con la música de

la naturaleza.

¡Cómo me encanta verte! ¡Cómo me encanta pensarte!

Nuestros cuerpos trascendentes, los placeres de la mente,

las alegrías del alma.

Seguimos sentados… juntos, y la lluvia continúa cayendo

mientras el jardín de mi alma crece y se hermosea con la

felicidad.

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Lejos

Preso en mis pensamientos… Aliento enfermo.

Camino en medio de esta habitación infectada de tristeza,

buscando algún recuerdo para regocijarme.

Ausente en el viento, mis pasos ya no recorren las calles…

pero pronto volveré con un corazón renovado.

Tus abrazos siguen aferrando mi piel a tu calor.

Cuando estés triste y se derramen lágrimas por tu rostro

quiero estar ahí para besarte y sacarte una carcajada sincera.

Lejos de ti es una pesadilla… Quiero despertar y correr en

la realidad contigo.

Me estrello con pedazos de mí mismo que he ido regando

alrededor de la habitación… me desvanezco en la esquina

y caigo de rodillas con lágrimas que arden.

Las sombras me sumergen en el mutismo de un grito

interno, pero no demoro en darme cuenta de que el dolor

no es una razón para caer.

Dame la mano, no quiero estar lejos.

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Estás en mí

¿Cómo puedo hablar acerca de los sentimientos si ellos

mismos se escapan de los límites del intelecto humano?

Estoy condenado a las analogías, a la poesía… ¡Metáforas!

Siempre camino… Mis pasos van en medio de una calle

silenciosa. La brisa mengua el calor, creando un ambiente

fresco para el pensamiento. Los árboles se inclinan como

monjes rezando al borde del abismo del olvido.

Cada sentimiento que me atraviesa me arroja de frente a la

incertidumbre de lo indeterminado.

Para algunos es locura…

Para otros es el simple estar-abiertos.

Día a día el viento cazurro murmura los secretos de la

existencia.

Me asombro con el estar inmerso en el mundo… Cierro

mis ojos y veo cómo las nubes cambian de color y la

lluvia se torna suave y delicada.

Respiración… La sangre llena de vida, hirviendo y que-

mando.

Me detengo para descansar y en medio de todo mi silencio

me acuerdo de ti, estás presente… me rodeas y abrazas mi

espíritu.

Page 71: Compartiendo un silencio · Es en el silencio donde nos decimos las cosas más hermosas y grandes. Es también donde no nos decimos nada. ... sólo me importaba el hecho de que tu

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Alma

Ella se acerca sonriendo. Me mira y se alegra. Me toca y

me besa.

Sus manos sostienen mi rostro cuando caigo en la

recóndita oscuridad de mi tristeza.

Paseo mis labios por su piel. Siento su esencia en cada

habitación de mi corazón.

Nunca está distante… Siempre dispuesta a recibirme con

los brazos abiertos.