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CONDUCTAS COOPERATIVAS, ALTRUISTAS Y DE COMPETENCIA: FORMAS DE INTERACCIÓN SOCIAL QUE EMERGEN BAJO EXPOSICIÓN A DIFERENTES RELACIONES DE CONTINGENCIA Alejandro Segura Beltrán 458529 Trabajo de grado para optar al título de Maestría en Psicología Director: Arturo Clavijo Álvarez Universidad Nacional de Colombia Facultad de Ciencias Humanas Departamento de Psicología Bogotá, D.C, 2010.

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CONDUCTAS COOPERATIVAS, ALTRUISTAS Y DE COMPETENCIA: FORMAS DE

INTERACCIÓN SOCIAL QUE EMERGEN BAJO EXPOSICIÓN A DIFERENTES

RELACIONES DE CONTINGENCIA

Alejandro Segura Beltrán

458529

Trabajo de grado para optar al título de Maestría en Psicología

Director:

Arturo Clavijo Álvarez

Universidad Nacional de Colombia

Facultad de Ciencias Humanas

Departamento de Psicología

Bogotá, D.C, 2010.

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA

MAESTRÍA EN PSICOLOGÍA

ÉNFASIS EN ANÁLISIS DEL COMPORTAMIENTO

LÍNEA DE INVESTIGACIÓN EN ELECCIÓN Y DECISIÓN

CONDUCTAS COOPERATIVAS, ALTRUISTAS Y DE COMPETENCIA: FORMAS DE

INTERACCIÓN SOCIAL QUE EMERGEN BAJO EXPOSICIÓN A DIFERENTES

RELACIONES DE CONTINGENCIA

Trabajo de grado para optar al título de Maestría en Psicología

Autor: Alejandro Segura Beltrán

Dirigido por: Arturo Clavijo Álvarez

Bogotá, D.C, Junio de 2010

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A mi Mamá, apoyo y guía incondicional.

A mi Papá, ejemplo de honestidad y amistad.

A mi hermana y mi sobrina, por su cariño.

AGRADECIMIENTOS

Al profesor Arturo Clavijo, director del proyecto, quien me orientó y apoyó durante todo el

proceso, por su disposición y enseñanza durante estos años y por todas sus sugerencias y co-

rrecciones.

A los profesores Germán Gutiérrez y Aristóbulo Pérez, quienes pacientemente me han guiado

y escuchado durante tantos años. El mayor honor ha sido, aprender de ustedes.

A los profesores de la maestría por la formación que me han brindado.

Al Laboratorio y el grupo de Aprendizaje y Comportamiento Animal. Indudablemente, mi

paso por el laboratorio ha sido, parafraseando a Darwin, el acontecimiento más importante

de mi vida y ha determinado toda mi carrera.

Mi más sincera gratitud a Lina Vásquez, Natalia Ramírez, Catalina Serrano, Diego Torres,

Yamile Fajardo y Natalia Piar. Sin su ayuda, disposición y tiempo, nada hubiese sido posible.

A Jenny Botero y Luis Quiroga, quienes, entre otras cosas, me ayudaron en la elaboración de

los instrumentos.

Un reconocimiento muy especial a Nataly Yáñez, Miguel Uribe, Juan Carlos Riveros, Camilo

Hurtado y amigos en Colombia porque me han brindado su apoyo en los momentos más difí-

ciles.

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TABLA DE CONTENIDO

AGRADECIMIENTOS 3

TABLA DE CONTENIDO 4

LISTA DE FIGURAS 6

RESUMEN 9

INTRODUCCIÓN 10

Antecedentes y Modelos en el Estudio del Comportamiento Social................................................13

Evolución y Conducta Social ........................................................................................................19

Interacciones Sociales y Aprendizaje.............................................................................................22

Aprendizaje Social 23

Cooperación, Altruismo y Competencia ........................................................................................26

JUSTIFICACIÓN Y PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA 27

OBJETIVOS GENERALES 31

OBJETIVOS ESPECÍFICOS 31

PROPUESTA METODOLÓGICA 32

Unidad de Análisis 32

Relación de Contingencia que permitiría estudiar Conductas Cooperativas 35

Relación de Contingencia que permitiría estudiar Conductas Altruistas 36

Relación de Contingencia que permitiría estudiar Conductas de Competencia 37

Experimento 1: Efectos de la Magnitud de la Recompensa sobre la Distribución de Respuestas en Alternativas Independientes (Conductas Individuales) e Interdependientes (Conductas Cooperativas)

donde los Sujetos tienen la posibilidad de observarse o no entre sí. 39

MÉTODO 42

Sujetos 42

Instrumentos 42

Procedimiento 44

Resultados Experimento 1 49

Discusión Experimento 1 60

MÉTODO 75

Sujetos 75

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Instrumentos 76

Procedimiento 78

Resultados Experimento 2 83

Discusión Experimento 2 116

Discusión General 122

Historia de interacción 123

Condiciones que dan el contexto 125

Patrón de conducta 126

Condiciones o eventos a los que se accede al responder 128

Conclusión 130

Referencias 132

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LISTA DE FIGURAS

Figura 1. Unidad de análisis. Se representan los sistemas conceptual y empírico. .............................33

Figura 2. Esquema representativo de las funciones conductuales del otro en la interacción social. ....35

Figura 3. Esquema representativo de la contingencia que permitiría estudiar conductas cooperativas.

Si ambos sujetos de la díada trabajan en la opción social es decir hacen X de forma coordinada,

obtienen más de lo que reciben en la opción individual......................................................................36

Figura 4. Esquema representativo de la contingencia que permitiría estudiar conductas altruistas. Si

uno de los sujetos de la díada trabaja en la opción interdependiente; es decir, si hace X obtiene Y, y el

otro sujeto de la díada recibe acceso a Y de mayor valor. ..................................................................37

Figura 5. Esquema representativo de la contingencia que permitiría observar conductas de

competencia. La opción de trabajo compartido provee Y, de mayor valor, para aquel sujeto que haga

primero X en esa opción, en tanto que el otro, NO obtiene nada. .......................................................38

Figura 6. Caja experimental, donde los sujetos pueden distribuir sus respuestas entre el trabajo

individual e interdependiente. En la figura A (arriba), se puede observar el instrumento con la división

transparente. La figura B (abajo), representa el instrumento con la división opaca. ...........................43

Figura 7. Fases y condiciones experimentales. .................................................................................47

Figura 8. Diagrama representativo de la sesión experimental. ..........................................................48

Figura 9. Medianas de las tasas de respuesta, individual e interdependiente. Dado que, las

ejecuciones intra-díada fueron similares se agruparon los datos por díada, sub-fases, observación o no;

y orden de exposición a las cantidades relativas de recompensa, mayor, igual o menor. Las barras

representan las medianas de los últimos ensayos de cada condición, equivalentes al 33%. .................50

Figura 10. Tasas relativas de respuesta y reforzamiento obtenidas de la ejecución de los sujetos 9 y 10

(díada 1). ..........................................................................................................................................52

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Figura 11. Tasas relativas de respuesta y reforzamiento obtenidas de la ejecución de los sujetos 3 y 4

(díada 2). ..........................................................................................................................................54

Figura 12. Tasas relativas de respuesta y reforzamiento obtenidas de la ejecución de los sujetos 2 y 7

(díada 3). ..........................................................................................................................................56

Figura 13. Tasas relativas de respuesta y reforzamiento obtenidas de la ejecución de los sujetos 1 y 6

(díada 4). ..........................................................................................................................................58

Figura 14. Caja de elección social, donde los sujetos pueden distribuir sus respuestas entre el trabajo

individual, canales laterales, e interdependiente canal central. ...........................................................77

Figura 15. Fases y condiciones a las que fueron expuestos los sujetos durante el experimento.

Distribución de los sujetos de acuerdo a experiencia social y orden de exposición (ver celdas

sombreadas) a las tres condiciones experimentales, cooperación (C), competencia (P) y altruismo (A).

.........................................................................................................................................................80

Figura 16. Matriz representativa de las contingencias y pagos en la opción interdependiente para dos

sujetos de un mismo par. ...................................................................................................................81

Figura 18. Medianas de la tasa relativa de tiempo en las alternativas individual e interdependiente. Se

calcularon las medianas de los últimos 5 ensayos de cada condición, equivalentes al 33%. Se

presentan las distribuciones de cada uno de los sujetos, ordenados por sexo, exposición a las

contingencias y contacto social o no..................................................................................................84

Figura 19. Tasas relativas de respuesta, reforzamiento y tiempo, obtenidas de la ejecución de las

hembras 2 y 3 (díada 1). ....................................................................................................................87

Figura 20. Tasas relativas de respuesta, reforzamiento y tiempo, obtenidas de la ejecución de las

hembras 4 y 7 (díada 2). ....................................................................................................................90

Figura 21. Tasas relativas de respuesta, reforzamiento y tiempo, obtenidas de la ejecución de las

hembras 5 y 10 (díada 3). ..................................................................................................................92

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Figura 22. Tasas relativas de respuesta, reforzamiento y tiempo, obtenidas de la ejecución de las

hembras 13 y 16 (díada 4). ................................................................................................................95

Figura 23. Tasas relativas de respuesta, reforzamiento y tiempo, obtenidas de la ejecución de las

hembras 11 y 12 (díada 5). ................................................................................................................99

Figura 24. Tasas relativas de respuesta, reforzamiento y tiempo, obtenidas de la ejecución de las

hembras 14 y 15 (díada 6). ..............................................................................................................101

Figura 25. Tasas relativas de respuesta, reforzamiento y tiempo, obtenidas de la ejecución de los

machos 2 y 5 (díada 1). ...................................................................................................................104

Figura 26. Tasas relativas de respuesta, reforzamiento y tiempo, obtenidas de la ejecución de los

machos 4 y 6 (díada 2). ...................................................................................................................106

Figura 27. Tasas relativas de respuesta, reforzamiento y tiempo, obtenidas de la ejecución de los

machos 1 y 3 (díada 3). ...................................................................................................................108

Figura 28. Tasas relativas de respuesta, reforzamiento y tiempo, obtenidas de la ejecución de los

machos 9 y 10 (díada 4). .................................................................................................................110

Figura 29. Tasas relativas de respuesta, reforzamiento y tiempo, obtenidas de la ejecución de los

machos 7 y 8 (díada 5). ...................................................................................................................112

Figura 30. Tasas relativas de respuesta, reforzamiento y tiempo, obtenidas de la ejecución de los

machos 11 y 12 (díada 6). ...............................................................................................................114

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RESUMEN

Se realizaron dos experimentos para evaluar cooperación, competencia y altruismo con pares de ratas jóvenes en una tarea que consistía en llevar un balín de un extremo al otro de la caja y que podían realizar de manera individual o compartida en tres condiciones de contingencia. En la condición 1, cooperación, se obtenía la recompensa si el balín era llevado por ambos sujetos de manera coordinada. En la condición 2, competencia, se obtenía si un sujeto actua-ba cuando el otro no lo hacía. Y, finalmente, en la condición 3, altruismo, por actuar en la opción compartida, un sujeto obtenía sólo una unidad de recompensa mientras que el otro obtenía 4 unidades. En el experimento 1 se evaluó si observar al otro y la magnitud de la re-compensa influían en la distribución de respuestas cooperativas e individuales. Se encontra-ron diferencias entre los pares, por lo cual se concluyó que la variación en la magnitud y la observación del otro son factores que determinan la preferencia por cooperar. En el experi-mento 2 se evaluó si la exposición a condiciones de aislamiento o contacto social y la magni-tud de la recompensa influían en la distribución de las respuestas. Se observaron diferencias entre los pares, por lo que se concluyó que la experiencia social y la magnitud de recompensa son factores que fomentan la cooperación, el altruismo y la competencia.

Palabras Clave: Contingencias, cooperación, altruismo, competencia, elección, experiencia social, contacto visual, magnitud.

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INTRODUCCIÓN

La cooperación, el altruismo y la competencia, como formas de interacción entre dos o

más organismos, son fenómenos que han sido abordados desde diferentes disciplinas como la

ecología conductual., la etología, la economía, la psicología, la sociología, la ecología

evolucionista y la antropología, entre otras. Cada disciplina ha generado diferentes modelos

metodológicos y explicativos que le han dado coherencia y organización a la forma de

estudiar estos fenómenos. Sin embargo, como señala Noë (2006), el intercambio de ideas

entre estas disciplinas es una tarea difícil “por la confusión de lenguas que recuerda la torre

de babel” (p. 1). Esta confusión resulta de las diferentes tradiciones, jergas y metas de cada

disciplina. Por ejemplo, unas disciplinas se interesan más por estudiar estas interacciones en

humanos como la antropología, la psicología y la sociología; otras, en cambio, lo hacen en

distintas especies animales como la ecología de la conducta y la psicología comparada. Unas

se concentran en explicar los mecanismos básicos que subyacen a la conducta social, por

ejemplo: la etología y la ecología, otras se interesan por distinguir las estrategias conductuales

específicas de estas formas de interacción como la psicología experimental. Finalmente, un

último grupo de disciplinas concentran sus explicaciones en los resultados generados por este

tipo de conductas; entre ellas, la biología evolucionista, el análisis de la conducta y la

economía (Noë, 2006; Schuster & Perelberg, 2004).

La divergencia en la manera de análisis, objetivos y metas al estudiar la interacción

entre dos o más organismos, ha hecho que la cooperación, el altruismo y la competencia sean

fenómenos de difícil comprensión, convirtiéndolos en enigmáticos para algunas disciplinas.

Sin embargo, en los últimos años, se han realizado esfuerzos teóricos y metodológicos que

intentan, por un lado, disminuir y aclarar los términos empleados en el estudio de la conducta

social; y así, simplificar la jerga utilizada (Arriaga et al., 2006; Noë, 2006), y por el otro,

generar modelos que permitan identificar las dimensiones sociales asociadas a las

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interacciones de dos, o más, sujetos como la coordinación y las claves conductuales cuando

los organismos interactúan (Rutte & Taborsky, 2008; Schuster & Perelberg, 2004; Segura &

Gutiérrez, 2006).

El propósito de este estudio recae en la segunda distinción; es decir, evaluar un modelo

para el estudio de la cooperación, el altruismo y la competencia; que además de identificar la

función de los resultados obtenidos por los individuos cuando interactúan entre ellos, también

permita distinguir la función que la conducta del otro tiene en este tipo de interacciones y la

forma como la conducta se organiza al interactuar con otro. Estos tres factores: (a) la conduc-

ta del otro, (b) la organización de las acciones al interactuar y (c) las consecuencias de la

interacción social, surgen como una, plausible, unidad de análisis al abordar empíricamente el

estudio de estos fenómenos de interacción.

Tradicionalmente, las distintas perspectivas interesadas por explicar las interacciones

sociales se han centrado en los beneficios tangibles obtenidos por los individuos al

interactuar; es decir el porqué, restándole valor a las condiciones reales en las cuales estas

formas de interacción ocurren y a la secuencias de acciones realizadas por los individuos al

interactuar; es decir, el cómo (Schuster & Perelberg, 2004; Segura & Gutiérrez, 2006). Como

señalan Schuster & Perelberg (2004) “la cooperación es usualmente explicada, desde una

perspectiva económica, por los resultados tangibles obtenidos por individuos que dependen

de la conducta de otros, con poca referencia a los comportamientos reales cuando se

coopera” (p. 261).

El estudio de las dimensiones sociales asociadas a este tipo de conductas, como las

claves sociales, el conocimiento del otro, la historia de trabajo conjunto, el sexo y parentesco,

la jerarquía social y distribución de tareas, la experiencia social, entre otros (Perelberg &

Schuster, 2008, 2009; Rutte & Taborsky, 2008; Schuster & Perelber, 2004, Segura &

Gutiérrez, 2006), son factores que modelos económicos y aproximaciones experimentales en

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psicología minimizan, aislando en cámaras independientes a los sujetos donde sólo pueden

responder de forma individual o, permitiéndoles resolver tareas individuales por computador

(e.g., Baker & Rachlin, 2002; Carpio, 2008; Green, Price & Hamburger, 1995; Ribes et al.,

2005; Ribes et al., 2006; Schmitt & Marwell, 1968, 1971; Skinner, 1962) como lo afirman

Segura & Gutiérrez (2006), “bajo estas condiciones, la conducta observada es discreta y

limitada y es difícil interpretar dichas conductas como respuestas auténticamente

cooperativas” (p. 244).

El énfasis por explicar el por qué los organismos interactúan entre ellos y el poco

interés por identificar cómo lo hacen, surge como una característica de las perspectivas

interesadas en el estudio de la cooperación, el altruismo y la competencia. Esta característica

se hace evidente cuando se revisan los procedimientos y metodologías que siguen las

diferentes disciplinas y se identifica el nivel y alcance de sus explicaciones. Revisar estos

aspectos es una tarea útil en la comprensión de la dicotomía del por qué y el cómo, y

permitirá entender el surgimiento de nuevos modelos en el estudio de estas formas de

conducta.

Inicialmente, se presentan los antecedentes y modelos en el estudio de las

interacciones sociales, la evolución y filogenia de la conducta social y el aprendizaje y

ontogenia de estas formas de interacción. Luego, se revisan la cooperación, el altruismo y la

competencia como formas de interacción y las condiciones bajo las cuales este tipo de

interacciones pueden emerger. Posteriormente, se presenta la propuesta metodológica y su

evaluación a través de dos experimentos y finalmente se discuten los resultados y se enmarcan

en el contexto de la discusión inicial.

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Antecedentes y Modelos en el Estudio del Comportamiento Social

La ecología de la conducta, la etología, la psicología comparada, el análisis de la con-

ducta, la economía y la biología evolucionista, entre otras, son disciplinas que se han intere-

sado por explicar la interacción entre dos, o más, organismos como un fenómeno natural.

Cooperación, altruismo y competencia son nombres que estas disciplinas le han asignado a

fenómenos regularmente observados cuando, precisamente, los organismos interactúan entre

ellos. La forma como una u otra disciplina explica estos fenómenos está relacionada con la

manera de abordar empíricamente su estudio, las preguntas que se hacen, el nivel de análisis y

la metodología empleada. Así, algunas disciplinas emplean modelos con características simi-

lares; otras en cambio, diseñan metodologías propias y emplean instrumentos originales o,

modifican algunos ya existentes. Por ejemplo, Noë (2006) señala que: “experimentos en los

cuales dos animales deben cooperar para obtener una recompensa han sido realizados por

personas con experiencia en psicología comparada, etología y ecología del comportamiento”

(p. 1). Esta característica conduce, algunas veces, a que los fenómenos naturales estudiados

sean explicados de forma similar, generando puntos de encuentro entre las disciplinas. En

contraste, metodologías específicas surgen, cuando los fenómenos estudiados son abordados

desde una perspectiva en particular; por ejemplo, Sanfey, Rilling, Aronson, Nystrom & Co-

hen (2003), emplearon la resonancia magnética funcional para estudiar el rol de las emociones

en un juego social de ultimátum.

El conocimiento que se tiene actualmente de la conducta de un organismo que depen-

de de la conducta de otro, es el resultado de décadas de investigación al interior de las disci-

plinas mencionadas anteriormente y de la metodología desarrollada por cada una de ellas.

Esta diversidad de saberes interesados por los fenómenos naturales de interacción social, con-

trario a lo que intuitivamente podría pensarse, no ha conducido a una divergencia en la meto-

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dología empleada. Al contrario, se pueden categorizar al interior de perspectivas explicativas

generales que emplean metodologías comunes.

Podemos distinguir así, cuatro aproximaciones básicas, una de ellas no experimen-

tal,etogramas; y otras tres que siguen el método experimental, dilema del prisionero, sujetos

observadores-demostradores y replicaciones controladas:

1. Observaciones conductuales en ambientes naturales o de cautiverio y el uso de

etogramas descriptivos son las herramientas comúnmente empleadas por etólogos, ecólogos

conductuales y primatólogos interesados por la conducta social (C. Boesch & H. Boesch,

1989; Brosnan & de Waal, 2004; Chapais, Girard & Primi, 1991; Hollén, Bell & Radford,

2008; Silk, Alberts, & Altmann, 2004). Un excelente ejemplo de esta metodología, no expe-

rimental, es el estudio del juego en gorilas de zoológico realizado por Hoff, Forthman & Ma-

ple (1994). Con el empleo de esta metodología, los investigadores han logrado identificar

algunas condiciones que acompañan y organizan las secuencias de acciones en las interaccio-

nes sociales. Por ejemplo, Hollén et al. (2008) encontraron que las vocalizaciones realizadas

por pájaros centinelas, especie Turtoides bicolor, funcionaban como claves conductuales que

permitían la cohesión y organización de comportamientos cooperativos en esta especie (p.

576).

2. El uso del modelo del dilema del prisionero (DP) para el estudio de la coopera-

ción, el altruismo y la competencia. Este modelo, que subyace a la aproximación experimen-

tal de teoría de juegos, ha sido ampliamente empleado por investigadores de distintas discipli-

nas interesados en explicar aquellas situaciones en las que los individuos se ven enfrentados

con elecciones entre maximizar el interés individual, “egoísmo”, o el interés grupal, “coope-

ración”, (Boyd, 1992; Komorita, Parks & Hulbert, 1992). Sin embargo, más que estudiar este

conflicto de intereses -individuales vs grupales- el modelo ha permitido aproximarse al estu-

dio de situaciones de interdependencia entre la conducta y las consecuencias (Acosta, Guala

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& Marenco, 2004; Baker & Rachlin, 2002; Colman, 2003; Hintis, Bowles, Boyd & Fehr,

2003; Sanabria, Baker & Rachlin, 2003; Sanna, Parks & Chang, 2003).

3. El empleo del modelo de los sujetos observadores y demostradores (SO-SD) en el

estudio del aprendizaje de conductas de observación e imitación en diferentes especies (Ca-

brera, Duran & Nieto, 2006; Galef, Beck & Whiskin, 1991; Galef & Whiskin, 1995; Galef &

Whiskin, 2001; Galef, Whiskin & Bielavska, 1997; McQuoid & Galef, 1992). Estas investi-

gaciones experimentales han permitido identificar conductas de observación, elección, afilia-

ción y preferencia en los sistemas de conducta sexual y alimenticia en ratas, codornices y po-

llos. Por ejemplo, Galef, et al. (1991), observaron que la interacción social afecta la elección

de alimento en ratas.

4. Estudios experimentales que reproducen, en ambientes de laboratorio, diferentes

formas de interacción entre individuos, identificando las situaciones bajo las cuales emergen y

la función que pueden tener. Así, los investigadores han evaluado patrones de comportamien-

tos sociales empleando diferentes instrumentos con manipulandos individuales y compartidos.

(Boren, 1966; Gutiérrez, 1998; Ribes et al., 2006; Schmitt & Marwell, 1968; Schuster & Pe-

relberg, 2004; Segura & Gutiérrez, 2006; Skinner, 1962; Weinner, 1977). Tradicionalmente,

esta metodología ha permitido evaluar el control que diferentes dimensiones de las conse-

cuencias (e.g., cantidad, demora) ejercen en la conducta social. Sin embargo, se han utilizado

luces o tonos que dan el contexto para que estas conductas ocurran, minimizando el empleo

de estímulos sociales (e.g., Hake & Vukelich, 1972).

El uso de etogramas, el modelo del dilema del prisionero, el modelo de los sujetos ob-

servadores-demostradores y la replicación de comportamientos sociales en ambientes de labo-

ratorio, han permitido, en conjunto, estudiar la cooperación, el altruismo y la competencia

como situaciones donde la conducta de un individuo y las consecuencias que se obtienen de

ello, no dependen única y exclusivamente de lo que el sujeto hace sino que son mediadas por

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la conducta de los otros (Carpio, 2008; Noë, 2006; Schuster & Perelberg, 2004; Segura y Gu-

tiérrez, 2006).

La explicación que las distintas disciplinas dan a estos fenómenos naturales puede ca-

tegorizarse en tres perspectivas generales: explicaciones que siguen una visión evolucionista,

explicaciones que siguen una perspectiva económica y explicaciones que se centran en el

aprendizaje de estas formas de interacción. Desde las tres perspectivas propuestas anterior-

mente, los resultados de la conducta son tangibles y generalmente, benéficos, como el acceso

a alimento, parejas, lugares de apareamiento y dinero, entre otros (Schuster & Perelberg,

2004). Sin embargo, desde una perspectiva evolucionista conductas cooperativas y altruistas,

generan, directa o indirectamente, la perpetuación de los genes o fitness, al aumentar las pro-

babilidades de supervivencia y reproducción futura en los individuos que presentan estos ras-

gos conductuales (Dugatkin, 1997, 2007; Krebs & Davies, 1993). Para las aproximaciones

que se centran en una explicación económica, los resultados generan utilidades mayores

cuando hay interdependencia en las consecuencias; sin embargo, nunca se contrasta con alter-

nativas que generen recompensas independientes (e.g., Baker & Rachlin, 2002; Green et al.,

1995). Y finalmente, desde perspectivas centradas en el aprendizaje, estas formas de interac-

ción se han abordado limitando la interacción social y manipulando las consecuencias obteni-

das. Excepto en la última década, donde se han estudiado las dimensiones sociales que

acompañan estas formas de conducta; es decir, la forma como ocurre la interacción –

coordinación- y de la función que la conducta de los otros puede tener (Schuster & Perelberg,

2004; Segura & Gutiérrez, 2006).

Tradicionalmente, las tres perspectivas se han centrado en la identificación de los be-

neficios que los individuos obtienen con estas formas de interacción, al menos en parte, por-

que se sobredimensiona el valor del por qué, minimizando la importancia que puede tener el

identificar las acciones que acompañan la cooperación y el altruismo; es decir, el cómo. Al

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respecto Schuster & Perelberg (2004) señalan: “los biólogos evolucionistas, algunas veces,

afirman que los aspectos sociales de la cooperación deben limitarse a la poco interesante

pregunta del cómo la conducta es realmente realizada” (p. 264). Algo similar ha ocurrido

con las aproximaciones económicas y las realizadas desde la psicología del aprendizaje. Am-

bas, han empleado situaciones experimentales donde los sujetos son aislados en cámaras in-

dependientes con opciones de respuesta separadas, restringiendo así las posibilidades de inter-

acción entre ellos (Baker & Rachlin, 2002; Boren, 1966; Carpio, 2008; Ribes et al. 2006; Sa-

nabria et al., 2003; Schmitt & Marwell, 1968; Skinner, 1962; Weinner, 1977).

Es, al menos, sorprendente que se minimice el valor a las condiciones en las cuales es-

tas formas de conducta ocurren, cuando se han reportado y observado estos fenómenos con-

ductuales en distintos animales (C. Boesch & H. Boesch, 1989; Scheel & Packer, 1991; Wil-

kinson, 1984). Por ejemplo, algunas especies: leones, delfines, chimpancés, entre otros, tra-

bajan en grupo identificando claves conductuales para poder cazar coordinadamente y ali-

mentarse (C. Boesch & H. Boesch, 1989; Connor, 2000; Scheel & Packer, 1991). Así, las

conductas sociales son formas de interacción que están en función de las consecuencias o be-

neficios obtenidos al realizarlas y también de las situaciones que dan el contexto para que

ocurran. En este contexto, minimizar las dimensiones sociales en las cuales se dan estos fe-

nómenos, tal como en realidad ocurre, puede llevar a una explicación incompleta de la coope-

ración y el altruismo y la competencia.

En conclusión, existen diferentes aproximaciones al estudio de las interacciones socia-

les. Algunas son normativas y formales, como la mayoría de los modelos que desde la eco-

nomía intentan explicar el fenómeno; y otras, más descriptivas, se enfocan en estudiar el fe-

nómeno como ocurre en realidad y no tanto como debería ocurrir. Desde la perspectiva eco-

nómica, la aproximación más relevante es la teoría de los juegos; en particular, por el trata-

miento que hace sobre el dilema del prisionero pues ofrece un criterio de comparación entre el

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comportamiento racional y el que no lo es. Desde la perspectiva evolucionista, estas formas

de interacción surgen como estrategias conductuales que les permiten a los individuos perpe-

tuar sus genes; centrándose así, en la historia filogenética de este tipo de conductas. Y desde

el aprendizaje, se recurre a la idea de cooperación, altruismo y competencia como una de las

posibles formas de conducta que emergen a lo largo de la historia de interacción del organis-

mo y el medio ambiente del cual hace parte, donde el medio ambiente es, esencialmente, la

conducta del otro.

Es indiscutible que lo que conocemos sobre la cooperación, el altruismo y la compe-

tencia es producto de preguntarnos por qué ocurren. La identificación de: los beneficios a

largo plazo, la utilidad de los resultados obtenidos y las consecuencias sobre las cuales estas

conductas operan, surgen como factores esenciales que dan coherencia al nivel de explicación

que sigue cada perspectiva. Sin embargo, enfatizar el por qué, cuando se cuenta con eviden-

cias empíricas de la forma como se organizan las acciones al formar coaliciones (e.g., Chapais

et al., 1991; Hollén et al., 2008) y de como éstas son sensibles a las claves emitidas por los

otros (e.g., C. Boesch & H. Boesch, 1989; Cabrera et al., 2006; Galef et al., 1991; Galef &

Whiskin, 1995; Galef et al., 1997) hace, al menos, cuestionable el alcance de estas explicacio-

nes porque hay evidencia de que las claves que acompañan estas formas de conducta y la co-

ordinación, que no es la sumatoria de acciones individuales, afectan su probabilidad de ocu-

rrencia (e.g., Rutte & Taborsky, 2008; Schuster & Perelberg, 2004; Segura & Gutiérrez,

2006). Así que, comprender cómo la conducta del individuo se organiza con relación a lo que

el otro hace, es un factor que puede ser muy útil cuando el interés es estudiar estos fenómenos

de forma similar a como ocurren en realidad.

En la última década, investigadores interesados en replicar estos fenómenos en am-

bientes controlados (Rutte & Taborsky, 2008; Schuster & Perelberg, 2004; Segura & Gutié-

rrez, 2006) han realizado procedimientos originales para estudiar el aprendizaje de conductas

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cooperativas, altruistas y de competencia. Solucionando, parcialmente, los inconvenientes

que la investigación tradicional en psicología experimental presenta, al utilizar eventos u ob-

jetos inanimados; por ejemplo luces (Schmitt & Marwell, 1968; Weinner, 1977) o, simple-

mente permitir la observación entre ellos (Skinner, 1962) como la forma funcionalmente

equivalente a las dimensiones sociales inherentes a estas interacciones. También, aislando a

los individuos en cámaras individuales y empleando operandos separados (Boren, 1966; Car-

pio, 2008; Hake, 1972; Ribes et al., 2006). En contraste, los procedimientos e instrumentos

utilizados por Rutte & Taborsky (2008), Schuster & Perelberg (2004) y Segura & Gutiérrez

(2006) han permitido identificar tanto las consecuencias tangibles al operar conjunto, como

algunas dimensiones sociales de estas formas de interacción.

Evolución y Conducta Social

¿Por qué los organismos compiten, cooperan o en algunos casos actúan de forma al-

truista? ¿Cuál es el origen filogenético de estas formas de interacción social? Estos interro-

gantes han orientado las investigaciones realizadas desde perspectivas evolucionistas, en gran

medida, porque generan un problema para la teoría de la evolución (Boyd, 1992; Chapais,

Girard & Primi, 1991; Dugatkin, 1997, 2007; Hamilton, 1964; Hintis, Bowles, Boyd & Fehr,

2003; Trivers, 1974). Por ejemplo, un caso señalado por Wilkinson (1984) es el del murcié-

lago que luego de llegar a su cueva “brinda” parte del alimento obtenido, para que sus co-

específicos se alimenten, ¿qué obtiene el murciélago al regurgitar parte del alimento? Este

comportamiento es conocido como altruismo recíproco en la medida que los demás indivi-

duos del grupo, en futuras ocasiones, realizan idéntico comportamiento. Así, a largo plazo,

son todos los individuos del grupo quienes se benefician. Un caso aún más controvertido es

el de castas estériles en algunas especies de insectos sociales (abejas, avispas y hormigas). En

estas especies se observan auténticos comportamientos altruistas porque las obreras proveen

recursos a las reinas y además, como señala Dugatkin (2007), “algunas de esas obreras esté-

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riles defienden la colmena sin cesar sacrificando, si es necesario, su propia vida” (p. 17).

Como se mencionó anteriormente, la explicación de estos fenómenos genera algunos proble-

mas para la teoría evolutiva ya que normalmente el altruismo, el altruismo recíproco y la co-

operación son comportamientos que no se observan con mucha frecuencia en la naturaleza;

sin embargo cuando se presentan, los organismos deberían obtener algún beneficio para su

supervivencia o reproducción que conductas individuales y egoístas no podrían proveer.

También, es plausible pensar que estas formas de interacción pueden emerger y organizarse

por las consecuencias proximales al realizarlas. Por ejemplo, estas estrategias conductuales

pueden ocurrir en situaciones particulares donde los organismos deben atender a las propieda-

des y relaciones del entorno y así, ajustar su comportamiento en función de estas característi-

cas a lo largo de su historia ontogenética. Distinguir, entre procesos evolutivos y de aprendi-

zaje que subyacen a comportamientos sociales no es una tarea sencilla; sin embargo, Perel-

berg & Schuster (2008) señalan que estos fenómenos pueden explicarse al “integrar los pro-

cesos conductuales próximos que gobiernan la conducta -por ejemplo, aprendizaje, reforza-

miento y emoción- con resultados a largo plazo que influyen en la selección natural” (p.

118).

Las teorías evolutivas que van a explicar –al menos parcialmente- estas formas de

conducta son la teoría de la selección de parentesco propuesta por William Hamilton (1964) y

la teoría de la inversión parental de Robert Trivers (1974). La primera, sustenta su explica-

ción en que este tipo de conductas facilitan la eficacia biológica indirecta; es decir ayudar a

parientes cercanos, genera un beneficio indirecto al compartir con ellos algún porcentaje de

genes (Maier, 2001). La teoría de la inversión parental permite explicar patrones de conducta

relacionados con la gestación, alimentación y protección de las crías. Normalmente, estas

conductas pueden ser explicadas en términos económicos de costos y beneficios; así, el cui-

dado parental se puede ver como una inversión en donde los progenitores tienden a maximizar

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el propio éxito reproductivo al equilibrar los beneficios obtenidos de la inversión presente con

los costos generados para su reproducción futura. De esta manera, “cuando los beneficios y

los costos derivados del cuidado parental varían sería de esperar que los progenitores fueran

capaces de responder flexiblemente de acuerdo a sus intereses reproductivos” (Carranza,

1994, pp. 443). Así, cuando los organismos responden flexiblemente y observamos compor-

tamientos tan extraños como el del murciélago que “brinda” su alimento para el beneficio del

grupo solo es posible explicar esta conducta si con este comportamiento el murciélago está

beneficiando a individuos con los que comparte algún parentesco. Pero y si no hay paren-

tesco alguno, ¿qué hace que se presente esta conducta si no hay un beneficio directo o indirec-

to o no hay certeza del beneficio obtenido, si es que lo hubiese?

Comportamientos como la caza cooperativa en grupos (C. Boesch & H. Boesch, 1989;

Connor, 2000; Scheel & Packer, 1991) y la defensa que hacen algunas castas estériles de in-

sectos (Dugatkin, 2007) son formas de interacción que emergen en distintas situaciones, algu-

nas de ellas, potencialmente peligrosas como la posibilidad de ser predado. Son también es-

trategias que permiten aumentar las probabilidades de capturar una presa o, en casos extre-

mos, la única estrategia posible para sobrevivir. En este contexto, desatender a cómo suceden

estas conductas en el ambiente real y los eventos que las acompañan puede llevar a una expli-

cación incompleta de la cooperación y el altruismo desde esta perspectiva.

En contraste, explicar por ejemplo ¿cómo la selección natural opera? en lobos, preda-

dores de varios animales, que compiten al presentar ciertos rasgos, fuerza, velocidad, celeri-

dad, que les permiten alimentarse eficazmente cuando la población de presas potenciales dis-

minuye, no genera mayores inconvenientes a la teoría de la evolución. Así, los rasgos se se-

leccionan en la medida que quienes los presenten van a ser aquellos individuos con mayores

probabilidades de sobrevivir y reproducirse. Como lo señala Dugatkin (2007) “nada de al-

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truista hay en este mecanismo cada lobo se las arregla mejor individualmente y la selección

opera aumentando en la población la frecuencia de esta conducta” (p. 18).

En síntesis, la cooperación, el altruismo y la competencia son fenómenos que han sido

explicados desde una perspectiva evolucionista centrándose en el por qué y el para qué. De

esta manera, los beneficios directos o indirectos que a largo plazo se obtienen por estas con-

ductas, surgen como explicaciones coherentes en términos de eficacia biológica, directa e

inclusiva, y perpetuación de la información genética. Sin embargo, entender el cómo se dan

estos comportamientos en el contexto real: los resultados inmediatos tangibles, las claves con-

ductuales, olores, contacto visual y auditivo (Boren, 1966), la familiaridad (Rutte & Tabors-

ky, 2008), entre otros factores sociales asociados a estas formas de interacción, pueden dar un

mayor alcance a las explicaciones evolucionistas; rompiendo, como lo señalan Schuster &

Perelberg (2004), con la “dicotomía entre el cómo y el por qué” (p. 264).

Interacciones Sociales y Aprendizaje

El estudio del aprendizaje social, desde la psicología experimental y el análisis de la

conducta, se ha realizado siguiendo diversos modelos y estrategias que han permitido repro-

ducir sistemáticamente interacciones entre dos o más individuos en ambientes controlados de

laboratorio y en situaciones simuladas por computador (e.g., Boren, 1966; Galef et al., 1997;

Gutiérrez, 1998; Lubinski & Thompson, 1987; Noë, 2006; Perelberg & Schuster, 2008, 2009;

Ribes et al., 2006; Sanabria et al., 2003; Skinner, 1962; Weinner, 1977). Se han observado

así conductas de cohesión, reciprocidad, observación, imitación, competencia, cooperación y

altruismo en diferentes especies: humanos, monos, delfines, ratas, pollos y palomas. Aunque,

estas investigaciones han permitido estudiar el aprendizaje social en distintas especies, no

todas siguen los mismos intereses y objetivos. Como lo señala Catania (1992), desde el

aprendizaje social, se pueden identificar tres formas de estudiar la interacción de dos o más

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organismos: (a) el aprendizaje a través de los otros, (b) el aprendizaje desde los otros y (c) el

aprendizaje acerca de uno mismo. Así, las investigaciones realizadas desde esta perspectiva

se centran más en una u otra forma de interacción social, según las características propias del

fenómeno de interacción social estudiado. Por ejemplo, si la conducta de interés es la comu-

nicación entre individuos, la cooperación, el altruismo y la competencia, las relaciones que se

aprenden están más centradas en el aprendizaje a través de los otros. Si se estudian conductas

de observación y fenómenos de imitación, el interés recae en el aprendizaje desde los otros. Y

finalmente, si el fenómeno estudiado es la organización del comportamiento con relación a la

discriminación de la propia conducta, los fenómenos a estudiar se centrarían más en el apren-

dizaje acerca de uno mismo.

Aprendizaje Social

El aprendizaje a través de los otros ocurre cuando la conducta de un organismo fun-

ciona como estímulo discriminativo para el otro. Como señala Catania (1992) “en muchas

situaciones, el estímulo discriminativo que proviene de otros organismos es más importante

que los que provienen de objetos y eventos inanimados” (p. 214). En el contexto real, las

acciones de los individuos se organizan en función de las características y acciones de los

otros, ejemplos pueden ser los gestos y señas particulares que emplean los miembros de una

pandilla para entenderse o las indicaciones que realiza un policía de tránsito para que los con-

ductores se detengan. Tanto para individuos de especies gregarias, como para individuos de

otras especies, el aprendizaje a través de los otros es particularmente relevante porque la in-

teracción y cohesión social está determinada por la correcta identificación de claves, gene-

ralmente conductuales, que permiten generar o evitar el contacto social (e.g., Boren, 1966;

Rutte & Taborsky, 2008; Schuster & Perelberg, 2004; Segura & Gutiérrez, 2006; Skinner,

1962).

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En el aprendizaje desde los otros se enfatiza la conducta que se puede aprender de otro

organismo básicamente por la observación de la conducta emitida por éste (e.g., Cabrera et

al., 2006; Galef et al., 1991; Galef y Whiskin, 1995; McQuoid y Galef, 1992). Como afirma

Catania (1992), “una cosa es aprender acerca de otro organismo; otra, es aprender algo de

ellos” (p. 215). En el aprendizaje desde los otros, los cambios en el comportamiento del indi-

viduo ocurren porque ha observado lo que otros organismos han realizado antes. Tradicio-

nalmente, esta forma de aprendizaje se ha denominado aprendizaje observacional. Por ejem-

plo, una persona está observando que en el supermercado otros están tomando unos productos

y salen sin pagarlos sin que ocurra absolutamente nada. Luego, esa persona va al supermer-

cado toma unos artículos y se va sin pagar por ello. En este tipo de aprendizaje el observador,

al identificar las consecuencias de la conducta emitida por otro individuo, puede aprender a

emitir u omitir la ejecución de dicho comportamiento.

Finalmente, en el aprendizaje acerca de uno mismo, Catania (1992) enfatiza en la dis-

criminación de propiedades de nuestra propia conducta en el contexto del aprendizaje acerca

de otros (p. 219). Esto se hace más evidente cuando; por ejemplo, a partir de nuestra conduc-

ta verbal expresamos adecuadamente nuestros estados emocionales. Así, discriminar la esti-

mulación propioceptiva o interoceptiva puede permitir expresar adecuadamente un estado

emocional y a la vez ese estado emocional es etiquetado correctamente a partir de la historia

de reforzamiento, historia que recae en la interacción con los otros. Un excelente ejemplo de

cómo se estudia esta forma de aprendizaje es el trabajo realizado por Lubinski & Thompson

(1987), donde palomas lograron comunicar su estado “interno” entre ellas.

Es importante resaltar que, estas tres formas de aprendizaje social no son mutuamente

excluyentes, simplemente es una forma de categorizar las diferentes aproximaciones al estu-

dio del comportamiento aprendido en el contexto de las interacciones con otros organismos.

La distinción propuesta por Catania (1992) puede dar coherencia y organización a los distin-

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tos estudios y modelos empleados al abordar empíricamente y sistemáticamente fenómenos,

que dada su naturaleza, no son sencillos de replicar en contextos controlados. En el contexto

real donde estas formas de interacción ocurren, se pueden estar dando procesos de aprendizaje

que se solapan entre sí. Sin embargo, es importante tener presente que con los modelos dise-

ñados se busca replicar estos fenómenos; es decir, representarlos. Ahora bien, para el análisis

de la conducta y la psicología del aprendizaje, es ideal que esas representaciones se ajusten lo

más cercano posible al fenómeno en sí.

Lo anterior, de nuevo conduce a la discusión central del porqué y el cómo estos fenó-

menos de interacción social ocurren, y la distinción realizada sobre el énfasis en los beneficios

o resultados obtenidos, con estas formas de interacción, que las perspectivas en general hacen.

Se han presentado los modelos, las perspectivas teóricas y los principales estudios rea-

lizados en los últimos 50 años. Tal vez, la razón por la cual se haya minimizado el valor de

las claves conductuales que dan el contexto para que estas formas de conducta emerjan y los

patrones de conducta que se organizan con relación a ellas se deba, en gran medida, a la difi-

cultad de representar estos fenómenos en el laboratorio. Sin embargo, en la última década y

desde una perspectiva centrada en el aprendizaje se han propuesto modelos que intentan abor-

dar estos fenómenos de una forma más amplia (Rutte & Taborsky, 2008; Schuster & Perel-

berg, 2004; Segura & Gutiérrez, 2006).

Como se mencionó unas páginas atrás, seguir una unidad de análisis al estudiar la co-

operación, el altruismo y la competencia es una ruta necesaria para lograr identificar las rela-

ciones que determinan estas formas de interacción: (a) la conducta del otro, (b) la orga-

nización de las acciones al interactuar y (c) las consecuencias de la interacción social. El pri-

mer paso, siguiendo esta línea, es entonces el diseño de un instrumento y un conjunto de ta-

reas, que permitan evaluar cada uno de los factores identificados anteriormente. Y que ade-

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más permita, comparar el modelo con la forma tradicional de abordar empíricamente su estu-

dio.

Cooperación, Altruismo y Competencia

El primer problema al estudiar la cooperación, el altruismo y la competencia es que no

existe una definición clara y aceptada por las diferentes disciplinas interesadas en estudiar

estos fenómenos. El segundo, los autores difícilmente hacen explícita su distinción acerca de

cómo entienden esos términos. En general todos tenemos una idea intuitiva de lo que la co-

operación, el altruismo y la competencia significan. Idea intuitiva que permanece en las

aproximaciones científicas sobre estos fenómenos. Así, como señala Noë (2006) “reina el

caos en la terminología empleada (p. 1).

En el diccionario de la Real Academia de la Lengua DRAE (2001) se define coope-

ración como acción y efecto de cooperar y, cooperar se define como obrar juntamente con

otro u otros para un mismo fin. Altruismo, es definido como diligencia en procurar el bien

ajeno aun a costa del propio. Finalmente, competencia es definido como disputa o contienda

entre dos o más personas sobre algo; y también como, oposición o rivalidad entre dos o más

que aspiran a obtener la misma cosa.

Al no existir consenso de lo que cooperación, altruismo y competencia significan, en

este estudio se identificará: primero, la unidad de análisis propuesta para estudiar las interac-

ciones sociales y; segundo, las relaciones de contingencia o restricciones que permitirían es-

tudiar estas formas de interacción. Las contingencias presentadas acá serán la forma como se

entenderá cooperación, altruismo y competencia en este estudio.

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JUSTIFICACIÓN Y PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

En la anterior revisión se han expuesto las distintas perspectivas que se han interesado

por estudiar y explicar la cooperación, el altruismo y la competencia como fenómenos natu-

rales. De esta revisión se puede concluir que:

1. Si bien son varias las perspectivas teóricas desde las cuales se han abordado estos

fenómenos; en general, el interés de estudio y la explicación de los fenómenos observados se

ha concentrado en los resultados tangibles obtenidos con la interacción, minimizando la forma

cómo la interacción ocurre.

2. En la última década, perspectivas centradas en el aprendizaje han reconocido la

importancia de cómo ocurre realmente la interacción social. Así, se han generado aproxima-

ciones metodológicas novedosas (Rutte & Taborsky, 2008; Schuster & Perelberg, 2004; Se-

gura & Gutiérrez, 2006) que intentan reproducir estos fenómenos de interacción social en

situaciones controladas donde sea posible identificar la función que el otro tiene y la orga-

nización de las acciones al interactuar. Sin embargo, no se cuenta aún, con un procedimiento

estándar ni con una unidad de análisis que permita organizar y clarificar los hallazgos en el

área.

3. No conocemos las relaciones de contingencia bajo las cuales estas formas de in-

teracción emergen, esto ha dificultado identificar las relaciones entre la conducta del indivi-

duo y los eventos que la anteceden, acompañan y siguen.

4. La conducta del otro y sus funciones, dar el contexto y mediar las relaciones no

han sido exhaustivamente estudiadas.

5. En cualquier forma de interacción social los individuos se ven expuestos a elegir

entre trabajar individualmente o trabajar con el otro, desafortunadamente hay muy pocas

aproximaciones que permiten la elección libre entre estas dos alternativas: individual e inter-

dependiente.

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Las distintas aproximaciones empíricas al estudio de la conducta social han procurado

reproducir diferentes conductas (e.g., colaboración, imitación, competencia) en ambientes de

laboratorio, para estudiarlas, los investigadores han diseñado situaciones “análogas” a las

condiciones naturales mediante la construcción de instrumentos, en algunos casos, originales

(Rutte & Taborsky, 2008; Schuster & Perelberg, 2004; Segura & Gutiérrez, 2006; Skinner,

1962); en otros, modificaciones de algunos ya existentes (Lubinski & Thompson, 1987; Skin-

ner, 1962). Con estos aparatos, además del diseño experimental, se ha restringido el libre

comportamiento de los organismos de forma que se han generado las conductas de interés

para los investigadores. Esta posibilidad de reproducir en un ambiente controlado los fenó-

menos que se pueden observar en ambientes naturales permite identificar con mayor claridad,

las variables que determinan la aparición, ejecución y mantenimiento de la conducta.

En la mayoría de los experimentos de interacción social se emplean instrumentos con

divisiones trasparentes que permiten el contacto visual, restringiendo el contacto entre los

sujetos (e.g., Galef et al., 1991; McQuoid & Galef, 1992; Skinner, 1962). Tradicionalmente,

el manipulando empleado es una palanca, un disco o una tecla, dispuestos separadamente para

cada uno de los sujetos. Con este arreglo se aumenta la precisión del registro, pero se pierde

claridad al no observar directamente la interacción de los organismos; además, la respuesta es

molecular. Aunque hay diseños con manipulandos separados, la operante se hace en un sólo

sentido y las respuestas son discretas; en contraste, la conducta es continua, razón por la cual

al estudiar conductas de interacción social (e.g., cooperación) es necesario tener en cuenta que

los ensayos debiesen ser continuos, también deben emplearse divisiones que permitan un

buen contacto visual y físico entre los organismos que interactúan, pero restringiendo la posi-

bilidad de conductas competitivas como agresión.

En algunas investigaciones se observó una sola conducta (Chorpita & Barlow, 1998;

Gutiérrez, 1998; Matthews & Robbins, 2003; Skinner, 1962). Sin embargo, cuando se obser-

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va a un organismo fuera del laboratorio éste normalmente está realizando alguna actividad y

esa actividad le toma alguna porción de su tiempo. Si se observa más detenidamente, o du-

rante un lapso de tiempo más largo, se encuentra que no es una sino varias, las actividades

que el organismo efectúa. En el contexto natural los organismos realizan diferentes activida-

des, deben elegir y distribuir sus respuestas entre varias alternativas (Staddon, 1995). Una

aproximación empírica al estudio de conductas sociales (e.g., competencia) debe ser análoga

al ambiente natural, razón por la cual deben diseñarse procedimientos que permitan a los or-

ganismos elegir entre respuestas sociales e individuales. Este tipo de procedimientos son em-

pleados actualmente en estudios con base en el análisis del comportamiento (Carpio, 2008;

Ribes et al., 2005; Segura & Gutiérrez, 2006).

En algunas de las investigaciones citadas los autores no se limitaron a observar la

elección de los sujetos de conductas sociales o no; también buscaron identificar las variables

que les permiten a los sujetos presentar conductas de cohesión, cooperación y reciprocidad.

El efecto motivacional producido por la privación de alimento es una de las variables identifi-

cadas en varios estudios sobre conducta social (Galef & Whiskin, 1995; Segura & Gutiérrez,

2006; Skinner, 1962). Otra variable relacionada con la aparición de conductas sociales es la

experiencia temprana; ésta, además de generar efectos comportamentales en la adultez, tam-

bién genera cambios en el desarrollo que pueden alterar la probabilidad de ocurrencia de

comportamientos sociales (Chorpita & Barlow, 1998; Matthews & Robbins, 2003; Segura &

Gutiérrez, 2006). Por ejemplo, organismos expuestos a ciertos niveles de privación ya sea

materna, de contacto social o alimenticia pueden presentar diferencias conductuales (e.g., co-

hesión social) en relación con organismos que no han sido expuestos a privación.

En un comienzo el estudio de la conducta social se concentró en observar conductas

de observación e imitación; posteriormente, se desarrollaron modelos como el dilema del pri-

sionero y el de los sujetos observadores y demostradores, se han creado diferentes instrumen-

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tos para estudiar otras conductas sociales (e.g., competencia, cooperación) y se ha permitido

que los organismos elijan entre actividades individuales y grupales. Sin embargo, la conducta

observada se ha centrado en diseños discretos y se han empleado instrumentos que limitan la

conducta al disponer manipulandos separados. El modelo del dilema del prisionero se ha

constituido en una herramienta para el estudio de la interdependencia entre respuestas y con-

secuencias en pares de sujetos, pero ha dejado a un lado la interacción entre los sujetos. En

consecuencia, conductas cooperativas, altruistas y de competencia no se han observado direc-

tamente y tampoco se ha logrado identificar un patrón que permitiría distinguirlas como fe-

nómenos naturales. Así, se hace necesario diseñar una metodología que permita reproducir

estos fenómenos sociales, pero teniendo en cuenta el contexto donde estas interacciones ocu-

rren (e.g., interacción entre individuos). Un organismo aprende muchas estrategias de acuer-

do con el contexto en el que vive, con las condiciones que ha enfrentado (historia) y con rela-

ción a las restricciones que el ambiente impone. Si algunas de las estrategias empleadas por

los individuos son mantenidas y moldeadas por las consecuencias de su conducta y además su

probabilidad de ocurrencia es determinada, en parte, por el contexto social en el que ocurren

es interesante observar e identificar cuáles son las variables que intervienen y determinan que

en situaciones específicas, los organismos elijan entre trabajar de forma individual o social

(e.g., cooperar). Es importante entonces preguntarnos, ¿qué conduce a que los organismos en

determinados momentos sean sensibles a la conducta de los otros? ¿qué función tiene la con-

ducta del otro en las interacciones sociales? ¿cómo interviene la historia individual: por ejem-

plo, el haber vivido aislado o en grupo en la ejecución de conductas cooperativas, altruistas y

de competencia? ¿cómo se organiza la conducta del individuo con relación al comportamiento

del otro en situaciones de independencia e interdependencia en las consecuencias?

Los experimentos de esta investigación se diseñaron con dos fines. Primero, abordar

empíricamente las anteriores preguntas; y segundo, evaluar una metodología orientada a iden-

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tificar los factores esenciales que determinan la ocurrencia de una interacción social: (a) la

conducta del otro, (b) la organización de las acciones al interactuar, patrón de conducta, y (c)

las consecuencias de la interacción social. Además, se buscó identificar los efectos de: la his-

toria de interacción social, la magnitud de las recompensas y el contacto visual al responder

en alternativas independientes e interdependientes.

OBJETIVOS GENERALES

Dentro de este contexto la importancia de realizar una aproximación empírica al

estudio de la ontogenia de conductas cooperativas, altruistas y de competencia radica en:

1. Diseñar una herramienta metodológica que permita manipular, en ambientes

controlados, las diferentes relaciones de contingencia que fomentarían conductas coopera-

tivas, altruistas y de competencia.

2. Observar la distribución del comportamiento ante dos alternativas de elección.

Una opción independiente y otra interdependiente. Así, se lograría identificar la preferencia

por respuestas individuales o sociales.

3. Identificar la sensibilidad de estas formas de comportamiento a las consecuencias,

el carácter discriminativo de la conducta del otro y la función mediadora que la conducta del

otro juega en la emergencia de estas conductas.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS

Para aproximarse empíricamente y cumplir los objetivos propuestos anteriormente es

necesario:

1. Evaluar los efectos de la magnitud de las recompensa sobre la distribución de

respuestas en tareas independientes e interdependientes.

2. Observar cómo influye la historia de interacción social en el aprendizaje de

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conductas sociales.

3. Distinguir las relaciones bajo las cuales conductas cooperativas, altruistas y de

competencia emergen.

PROPUESTA METODOLÓGICA

¿Cómo abordar sistemáticamente el estudio de los factores esenciales que determinan

la ocurrencia de una interacción social? Es decir, (a) la conducta del otro, (b) la organización

de las acciones al interactuar y (c) las consecuencias de la interacción social. Primero, es ne-

cesario identificar la unidad de análisis que se utilizará; y segundo, es necesario hacer explíci-

tas las relaciones o restricciones bajo las cuales la cooperación, el altruismo y la competencia

podrían emergen.

Unidad de Análisis

Como se observa en la figura 1, en este trabajo se propone un análisis funcional de las

interacciones sociales que relaciona cuatro factores:

1. La historia: está constituida por todas aquellas relaciones entre el organismo y el

medio ambiente, que ocurren en un tiempo distinto a la relación de contingencia que se esté

evaluando. Por ejemplo, condiciones no contingentes de privación o saciedad en recursos y

exposición a restricciones o contingencias anteriores.

2. Las condiciones que dan el contexto para que la conducta ocurra: son todos los

objetos o eventos que anteceden y acompañan la interacción en la relación de contingencia

que se esté manipulando. Ejemplos serían, la posibilidad o no de observarse, olores, sonidos,

y la secuencia de acciones que realiza el otro.

3. El patrón de conducta observado: hace referencia a la secuencia de acciones orga-

nizadas en el tiempo que ocurren en función de los eventos que dan el contexto y los eventos

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con los cuales se entra en contacto durante la interacción. Por ejemplo, observación y segui-

miento del otro, orientación hacia la alternativa interdependiente, inicio o seguimiento de la

respuesta y manipulación y consumo del alimento.

4. Condiciones sobre las que se opera: son todas las consecuencias obtenidas a par-

tir del patrón de conducta. Por ejemplo, cantidad de alimento, obtenerlo o no y tiempo de

acceso a él.

Figura 1. Unidad de análisis. Se representan los sistemas conceptual y empírico.

Es importante aclarar, que la historia de interacción, los eventos que dan el contexto,

el patrón de conducta y el acceso a otros eventos deben ser entendidos como constructos teó-

ricos. Es decir, la unidad de análisis propuesta, debe ser un sistema conceptual que represente

el sistema empírico. Las relaciones observadas entre las instancias de cada uno de los con-

ceptos planteados es el objetivo central de este proyecto; es decir las relaciones del sistema

empírico (ver figura 1). Para ello es necesario, exponer a los sujetos a las relaciones de con-

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tingencia que permitirían abordar empíricamente el estudio de la cooperación, el altruismo y

la competencia.

Contingencia es uno de los términos más empleados por los analistas del comporta-

miento sin embargo no hay claridad de lo que significa. Así este concepto es, como lo enfati-

za Bruner (1995), “uno de los problemas más importantes que la investigación analítico-

conductual no ha podido resolver” (p.5). Como en esta revisión sería imposible resolver este

problema; en este estudio se utilizará el término contingencia como las posibles relaciones de

condicionalidad existentes entre las respuestas y variables ambientales. Así, las contingencias

propuestas acá serán las descripciones de las relaciones entre las respuestas y los eventos que

las anteceden, acompañan y siguen. En general., describir las interacciones a las que serán

expuestos los sujetos permitirá determinar: (a) la tasa de respuesta en alternativas indepen-

dientes e interdependientes, (b) los patrones de respuestas individuales y sociales, (c) la topo-

grafía de las respuestas y (d) su función como estímulo discriminativo (Lattal, 1995).

Como señalan Carpio et al., (2008), Ribes et al., (2005) y Segura & Gutiérrez (2006),

el estudio de conductas sociales desde el análisis del comportamiento debe realizarse recrean-

do situaciones o relaciones en las cuales los organismos puedan elegir libremente entre res-

ponder de forma individual o de forma compartida con el otro. Por esta razón, en este estudio

los sujetos serán expuestos a una situación de elección entre dos alternativas, contingencias,

individual y conjunta, donde las respuestas y sus consecuencias son independientes e interde-

pendientes, respectivamente.

Por último, en las interacciones sociales, la conducta del otro puede tener tres funcio-

nes: primero, ser el contexto para que el sujeto responda; segundo, mediar la relación de con-

tingencia, en cuyo caso las probabilidades para que la conducta opere están dadas por la con-

ducta del otro y; tercero, las consecuencias de la conducta puede ser el acceso a otros. Como

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en este estudio se evaluarán las dos primeras funciones, estas son representadas en la figura

2.

Figura 2. Esquema representativo de las funciones conductuales del otro en la interacción

social.

Relación de Contingencia que permitiría estudiar Conductas Cooperativas

El arreglo medio ambiental que permitiría observar comportamientos cooperativos se-

guiría la siguiente descripción formal: En la opción individual si se hace X, se obtiene acceso

a Y. En la opción conjunta, si se hace X, se obtiene acceso a Y de mayor valor ( ) siempre y

cuando el otro sujeto también haga X de manera coordinada (ver figura 3).

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Figura 3. Esquema representativo de la contingencia que permitiría estudiar conductas coope-

rativas. Si ambos sujetos de la díada trabajan en la opción social es decir hacen X de forma

coordinada, obtienen más de lo que reciben en la opción individual.

Relación de Contingencia que permitiría estudiar Conductas Altruistas

La relación de contingencia que permitiría replicar situaciones donde emergieran con-

ductas altruistas seguiría la siguiente definición formal: En la opción individual si se hace X,

se obtiene acceso a Y. En la opción conjunta, si se hace X, también se obtiene acceso a Y; al

tiempo que el otro sujeto de la díada recibe acceso a Y de mayor valor (ver figura 4).

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Figura 4. Esquema representativo de la contingencia que permitiría estudiar conductas al-

truistas. Si uno de los sujetos de la díada trabaja en la opción interdependiente; es decir, si

hace X obtiene Y, y el otro sujeto de la díada recibe acceso a Y de mayor valor.

Relación de Contingencia que permitiría estudiar Conductas de Competencia

El arreglo medio ambiental que permitiría observar comportamientos de competencia

seguiría la siguiente definición formal: En la opción individual si se hace X, se obtiene acce-

so a Y. En la opción conjunta, si se hace X, se obtiene acceso a Y, de mayor valor, siempre y

cuando el otro sujeto NO intervenga (ver figura 5).

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Figura 5. Esquema representativo de la contingencia que permitiría observar conductas de

competencia. La opción de trabajo compartido provee Y, de mayor valor, para aquel sujeto

que haga primero X en esa opción, en tanto que el otro, NO obtiene nada.

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Experimento 1: Efectos de la Magnitud de la Recompensa sobre la Distribución de

Respuestas en Alternativas Independientes (Conductas Individuales) e Interdependientes

(Conductas Cooperativas) donde los Sujetos tienen la posibilidad de observarse o no entre sí.

Las primeras investigaciones que pretendieron determinar la relación existente entre la

interacción de dos sujetos experimentales y su desempeño bajo distintos programas de refor-

zamiento obtuvieron resultados muy interesantes. Una de las primeras aproximaciones es la

de las palomas que jugaban al “ping-pong” (Skinner, 1962). En este experimento se dispuso

la interacción de 2 palomas con un manipulando compartido (la pelota de ping pong). La ta-

rea consistió básicamente en entrenar a los sujetos a picotear el manipulando, restringiendo

cualquier otro comportamiento; de esta manera se condicionó en los sujetos la conducta de

impulsar el ping pong con el pico, desde un extremo de la mesa donde estaba ubicado uno de

los sujetos hasta el otro extremo, lugar donde estaba el “contrincante”. Los puntos “refuer-

zos” que se conseguían dependían de la conducta del otro; así cuando una paloma no lograba

responder, el sujeto que había iniciado la jugada recibía un punto (comida). En el anterior

estudio se ofrece un buen ejemplo de la influencia de la conducta a través de la conducta del

otro. “Se refuerza a un pájaro a expensas del otro. Cuando uno tiene un éxito repetido, el

otro sufre extinción” (Skinner, 1962, p. 532). De este estudio se puede destacar que la inter-

acción se hizo a través de un manipulando compartido; además, aunque los sujetos no tenían

contacto físico, tenían la posibilidad de observar la conducta del contrincante. Sin embargo,

el diseño solo permitió la observación de esta conducta de competencia, pues la restricción

del instrumento no permitía la ejecución de otras respuestas que pudieran competir con la

respuesta objetivo.

Skinner (1962) también replicó conductas de colaboración en esa misma especie.

Dispuso una caja experimental con dos compartimentos separados por un vidrio, de forma que

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dos palomas pudiesen observarse mutuamente. Los sujetos debían oprimir 1 de los 3 botones

rojos (manipulando) que estaban dispuestos de forma vertical en cada uno de los comparti-

mentos, formando pares con los del otro compartimiento. Para recibir el refuerzo las palomas

debían cumplir con 2 tareas: primero, responder sobre el par de botones que proporcionaban

refuerzo, y segundo, que dicha respuesta fuera simultánea en ambos sujetos. En este experi-

mento se logró que las palomas cooperaran para obtener el refuerzo (comida), pues solamente

cuando cumplían con los 2 criterios expuestos anteriormente, tenían acceso a la recompensa.

Adicionalmente, en este estudio se halló “una división de trabajo en relación con las dos ta-

reas” una de las palomas era quien iniciaba la exploración de los botones que permitían la

obtención del alimento, en tanto que la otra realizaba un seguimiento oprimiendo el botón

opuesto al escogido por la paloma dirigente. Finalmente, se encontró que esta división de

tareas obedecía al nivel de privación de alimento al que eran expuestas. La paloma con un

nivel mayor de privación era quien iniciaba la exploración, cumpliendo la función de dirigen-

te. Este diseño es muy interesante en la medida en que la interacción de los dos sujetos les

permitía el acceso al alimento conjuntamente, es decir los sujetos debían cooperar para obte-

ner el refuerzo. Sin embargo, las palomas respondían en manipulandos separados, situación

que puede haber ocultado algún tipo de comportamiento competitivo. Además, no tenían la

posibilidad de responder en una alternativa independiente de forma que se pudiese identificar

las preferencias por tareas interdependientes.

En un estudio realizado por Gutiérrez (1998) se estableció una interacción entre 2 ratas

que compartían un manipulando, evaluando las diferencias de ejecución individual bajo 4

diferentes programas de reforzamiento. Los sujetos estaban dispuestos en dos compartimen-

tos separados y encima de los cuales se encontraba una palanca (manipulando) soportado so-

bre una estructura circular que permitía pasar la palanca de sujeto a sujeto análogamente a una

carrera de relevos. Los sujetos debían manipular la palanca y llevarla de uno de los extremos

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del compartimiento hasta el final del mismo; lugar en el cual, el otro sujeto debía recibir la

palanca y correrla al final de su compartimiento. Esta manipulación se hizo en un solo senti-

do. Cuando la secuencia finalizaba, ambos sujetos recibían el refuerzo de acuerdo al progra-

ma que se estaba evaluando. Inmediatamente, la palanca quedaba al inicio para comenzar de

nuevo la secuencia. En este experimento fue posible observar conductas similares a las halla-

das en las palomas colaboradoras (Skinner, 1962), se identificó una división del trabajo en

los sujetos, un iniciador y un finalizador; para el primer sujeto el refuerzo ocurría tras una

demora porque dependía directamente del tiempo y la conducta del otro. Sin embargo, en

este estudio tampoco se les permitió a los sujetos responder en una opción de respuesta inde-

pendiente.

Los estudios descritos anteriormente permitieron replicar, en ambientes controlados,

conductas cooperativas y de competencia; y evaluar, instrumentos novedosos en el estudio de

estas formas de interacción social. Sin embargo, los sujetos no tenían la posibilidad de elegir

entre alternativas individuales y conjuntas; y en consecuencia, no lograron identificar la dis-

tribución (e.g., preferencia) de respuestas sociales e individuales. Por último, el uso de palan-

cas, discos o teclas, aumenta la precisión del registro, pero no permite identificar la secuencia

y organización de las respuestas sociales por el alto nivel de molecularidad en sus ejecucio-

nes.

Una primera aproximación experimental que permitió: (a) la elección entre alternati-

vas de respuesta independiente e interdependiente, (b) el uso de manipulandos individuales y

conjuntos, y (c) una respuesta más molar, fue mi investigación de pregrado (Segura & Gutié-

rrez, 2006). En ese estudio encontramos que las ratas son sensibles a la historia alimenticia

temprana y a la conducta de un co-específico cuando se permite el desarrollo de tareas con-

juntas e independientes. Específicamente, encontramos que la respuesta interdependiente se

organiza en una secuencia compleja, “coordinación”, cuando hay posibilidad de interacción

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directa entre los sujetos. Sin embargo, no logramos identificar claramente la función de la

conducta del otro, ni la sensibilidad a la magnitud de las recompensas obtenidas en ambas

opciones de respuesta.

El propósito de este experimento fue examinar la relación entre la magnitud de las re-

compensas obtenidas en dos alternativas de respuesta: una, de trabajo independiente; y otra,

donde la probabilidad de obtener la recompensa estaba mediada por la ejecución del otro.

También, se evaluó el efecto que la posibilidad de observarse o no entre ellos (contacto vi-

sual), al ejecutar las tareas, genera en la distribución y ejecución de sus respuestas.

MÉTODO

Sujetos

Se emplearon 8 ratas albinas macho wistar, Rattus norvegicus, en buen estado de salud

y de 6 semanas de edad al inicio del experimento. Los sujetos se alojaron individualmente en

viviendas de madera, cada una de las viviendas estaba compuesta por una zona semi-abierta,

un nido, un comedero y un bebedero. El ciclo luz-oscuridad fue de 12 X 12 horas, iniciando

luz a las 6:00 am, la temperatura ambiente fue de 21° centígrados y la humedad relativa osciló

entre 50 y 60%.

Instrumentos

Caja experimental. Se empleó una caja de elección de conductas individuales y co-

operativas diseñada inicialmente por Segura y Gutiérrez (2006) para el estudio de la conducta

social cooperativa. Con este instrumento los sujetos podían elegir libremente entre dos alter-

nativas, manipulando un balín de acero de 2.25cm de diámetro y 55grs de peso. Las dimen-

siones del instrumento fueron 80cm de largo, 60cm de ancho y 30cm de alto. La caja estaba

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dividida por un vidrio opaco o trasparente (ver figura 6 a y b); de esta manera, contaba con

dos compartimientos, uno para cada sujeto. Cada una de las secciones tenía contenía dos ca-

nales de aluminio de 39cm de largo y 2.4cm de ancho; dos dispensadores de alimento y dos

luces en la parte superior de los dispensador (ver figura 6). Se emplearon también tres bali-

nes.

Figura 6. Caja experimental, donde los sujetos pueden distribuir sus respuestas entre el traba-

jo individual e interdependiente. En la figura A (arriba), se puede observar el instrumento con

la división transparente. La figura B (abajo), representa el instrumento con la división opaca.

Cabina experimental. El estudio se realizó en una cabina del Laboratorio de Aprendi-

zaje y Comportamiento Animal de la Universidad Nacional de Colombia. La cabina permitió

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aislar el sonido y la luz ambiente del laboratorio, disminuyendo la posibilidad de un condicio-

namiento contextual a alguna clave externa al instrumento.

Procedimiento

El experimento se realizó en 3 fases, habituación, moldeamiento y experimental:

1. Habituación a las condiciones del laboratorio: los sujetos iniciaron esta fase a las

6 semanas de edad y fueron alojados en viviendas individuales. Las condiciones de alimento

sólido y líquido fueron iguales, libre acceso, para todos los individuos. Esta fase se prolongó

hasta que los sujetos tenían 10 semanas de edad.

2. Moldeamiento: se privó de alimento sólido a todos los sujetos. El índice de

privación máximo fue de 85% del peso corporal y se mantuvo hasta el final del experimento.

En esta fase, se moldeó la operante que consistió en el desplazamiento de un balín de un

extremo a otro en cada uno de los canales, individual y central. Para lograr esta respuesta, se

entrenaron a todos los sujetos mediante la técnica de moldeamiento por aproximaciones

sucesivas; es decir, se entregaba una recompensa por cada respuesta que se aproximara a la

respuesta final deseada, llevar el balín de un extremo del canal al otro.

Esta fase estuvo compuesta por 4 condiciones (ver figura 7): (a) entrenamiento, en el

canal individual de la respuesta de manipulación del balín de derecha a izquierda (D-I); (b)

entrenamiento de la respuesta individual de izquierda a derecha (I-D); (c) entrenamiento de la

respuesta final deseada en el canal individual; es decir, que los sujetos desplazaran el balín de

un extremo al otro del canal y viceversa. Así, en esta condición la respuesta de los sujetos fue

continua; y (d) entrenamiento de la respuesta en el canal central, la respuesta consistió en des-

plazar el balín de un extremo del canal al centro o punto de interacción (ver figura 6). Igual-

mente, se entrenó el desplazamiento del balín de este punto al extremo del canal. En esta

condición los ensayos fueron continuos. En esta fase, todos los sujetos se entrenaron en las

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cuatro condiciones, imposibilitándose observar el otro compartimiento de la caja experimen-

tal, para ello se dispuso de la división opaca en el centro de la caja.

3. Fase experimental o de elección: se asignaron aleatoriamente los sujetos por

pares, cuatro pares en total. Es importante aclarar que se empleará el término devaluación

para hacer referencia a la disminución de la cantidad de alimento obtenido en la alternativa

central, comparado con el obtenido en la alternativa de trabajo independiente. Se empleará

también el término contacto visual para hacer referencia a la posibilidad que tenían los sujetos

de observarse entre ellos al ejecutar la tarea. Finalmente, díada será el término empleado al

referirse al par de sujetos de un grupo.

En los sujetos de la díada 1 se evaluó el efecto del contacto visual y la devaluación de

la recompensa obtenida en la opción compartida (CV-D). En la díada 2, los sujetos fueron

expuestos a ausencia de contacto visual y devaluación de la opción compartida (SCV-D). La

díada 3, fue expuesta a contacto visual y aumento del valor en la opción compartida (CV-A).

Finalmente, la díada 4 permitió evaluar la ausencia de contacto visual y el aumento del valor

en la opción de trabajo conjunto (SCV-A).

La fase experimental estuvo compuesta por tres sub-fases: A, B y A'; y cada sub-fase,

por tres condiciones a-b-c (>, = y < respectivamente, ver figura 7). A las díadas 1 y 3 se les

permitió el contacto visual en la primera sub-fase (A). En la sub-fase B, no tenían contacto

visual; y en la tercera fase (A'), hay una reversión a las condiciones de la primera sub-fase; es

decir, se les permitió desarrollar la tarea de nuevo con contacto visual.

Para los sujetos de las díadas 2 y 4 en la primera sub-fase (A) no tenían contacto vi-

sual, al., en la segunda sub-fase, B, si tenían contacto visual y en la tercera fase, (C), de nuevo

no tenían contacto visual (ver figura 7). Las condiciones de cada sub-fase experimental se

realizaron siguiendo el procedimiento propuesto por Segura y Gutiérrez (2006) para el estudio

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de la conducta cooperativa en ratas en el que hay tres condiciones donde se balancean los va-

lores de las opciones al manipular la cantidad de recompensa obtenida por cada respuesta en

cada una de las alternativas.

En la condición (a), la cantidad de recompensa obtenida por cada secuencia de res-

puesta en el canal compartido fue de cuatro unidades de alimento (representado por el signo >

en la figura 7). En contraste, cada respuesta individual permitía el acceso a una unidad de

alimento.

En la condición (b), la cantidad de alimento obtenido por cada respuesta en el canal

individual y en el canal compartido fue exactamente la misma y correspondió a una unidad de

alimento (signo =, figura 7).

Finalmente, en la condición (c), se balancea la cantidad de alimento obtenido en la

condición (a); es decir, que por cada respuesta individual los sujetos recibieron 4 unidades de

alimento y por cada respuesta interdependiente, tenían acceso a 1 unidad de alimento (signo

<, figura 7).

El orden de presentación a-b-c se realizó para los sujetos de las díadas 1 y 2, es por

ello que en estas díadas se evaluó la devaluación de la opción compartida ya que el valor de

esta opción al inicio de cada fase (condición a) experimental fue mayor que el valor por su

trabajo en la opción individual. En contraste, para los sujetos de las díadas 3 y 4 el orden de

presentación de las condiciones se invirtió; es decir, la presentación fue c-b-a (< = >) respec-

tivamente (ver figura 7). De esta forma los sujetos de estas díadas fueron expuestos a un au-

mento del valor de la opción de trabajo conjunto. Al inicio de cada fase la opción de trabajo

conjunto era menor que la alternativa de respuesta individual (condición c).

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Figura 7. Fases y condiciones experimentales.

En las tres condiciones, a, b y c, de cada sub-fase, A, B y A', los sujetos respondían li-

bre y continuamente en cada una de las opciones de respuesta (canales individual y central).

Se registró como respuesta social de cooperación aquella secuencia donde uno de los sujetos

lleva el balín de un extremo del canal compartido al centro o punto de interacción, lo “entre-

gue” al otro sujeto, quien lo desplaza hasta el final del canal en su compartimiento (ver figura

6). En este momento, ambos sujetos obtenían simultáneamente acceso a recompensa alimen-

ticia en el dispensador de alimento dispuesto para cada compartimiento.

Se registró como respuesta individual la manipulación que los sujetos hacían en el ca-

nal individual, llevando el balín de un extremo al otro. Cuando los sujetos realizaban esta

respuesta, recibían contingentemente acceso a la recompensa alimenticia. Cada una de las

sesiones (ver figura 8) en las tres condiciones de cada sub-fase tuvo una duración de 20 minu-

tos: 8 minutos de ensayos forzados y 12 minutos de ensayos libres. Los ensayos forzados se

realizaron para tener la certeza que los sujetos conocían las contingencias. Los ensayos libres

permitían observar la ejecución y distribución de las respuestas de los sujetos en libre elec-

ción. Durante toda la sesión las 4 luces de la caja permanecieron encendidas.

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Figura 8. Diagrama representativo de la sesión experimental.

Cada sesión experimental estaba compuesta por 8 minutos de ensayos forzados distri-

buidos en dos bloques de 4 minutos cada uno; 2 minutos, para cada alternativa o contingencia.

La alternativa de respuesta que se habilitaba al inicio de cada bloque se realizó de forma alea-

toria. Los 12 minutos restantes de la sesión experimental era el presupuesto que tenía cada

díada para operar libremente en cualquiera de las dos alternativas de respuesta. Esta situación

de elección estaba compuesta por dos bloques: el primero, de 4 minutos, luego de la exposi-

ción al primer bloque de ensayos forzados; y el segundo, de 8 minutos, se realizaba posterior

a la finalización del segundo bloque de ensayos forzados.

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Resultados Experimento 1

Para identificar los efectos que la observación o no de la conducta del otro y el aumen-

to y disminución de la magnitud de las recompensas, disponibles entre las opciones de res-

puesta, generan en el patrón de distribución de respuestas en las opciones independiente e

interdependiente, primero se calcularon las tasas relativas de respuesta: RA / (RA + RB) en

ambas alternativas, este cálculo permite observar el patrón de conducta y la preferencia o indi-

ferencia entre las alternativas. Posteriormente, se midieron las tasas relativas de reforzamien-

to: RfA / (RfA + Rf B), cálculo que genera la distribución de alimento obtenido en cada una

de las alternativas, según la distribución de respuestas realizada por cada uno de los sujetos.

La similitud en las ejecuciones intra-díada permitió que se presentaran gráficamente ambas

tasas relativas para cada uno de los sujetos en cada una de las díadas experimentales a lo largo

toda la fase experimental.

Es importante aclarar que las tasas relativas generan valores entre 0 y 1,0. En este es-

tudio, se empleará el término indiferencia cuando la tasa observada esté entre 0,4 ≥ I ≤ 0,6.

En contraste, se empleará el termino preferencia cuando el valor observado sea P ˃ 0,6 o

˃0,4 en la otra alternativa de respuesta.

Antes de presentar las ejecuciones individuales, se calcularon y compararon las me-

dianas de las tasas de respuesta de todas las díadas y se representan en un histograma de ba-

rras.

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Figura 9. Medianas de las tasas de respuesta, individual e interdependiente. Dado que, las

ejecuciones intra-díada fueron similares se agruparon los datos por díada, sub-fases, observa-

ción o no; y orden de exposición a las cantidades relativas de recompensa, mayor, igual o me-

nor. Las barras representan las medianas de los últimos ensayos de cada condición, equiva-

lentes al 33%.

En la figura 9 se presentan las medianas de las tasas de respuesta de los últimos ensa-

yos en cada condición. Como se podrá observar en las siguientes figuras el número de ensa-

yos en cada una de las condiciones fue diferente, estabilizándose hacia el final. Por esta ra-

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zón, se tomó el 33% del último grupo de sesiones en cada condición, se calculó la mediana y

se compraron entre condiciones.

En la anterior figura se puede observar que, en general, los sujetos presentaron prefe-

rencia por la alternativa de respuesta individual; sin embargo, la distribución de las respuestas

en ambas opciones fue diferente entre las distintas díadas. También, se observa que los suje-

tos de las díadas 1 y 2 presentaron mayor número de respuestas en la alternativa interdepen-

diente que los sujetos de las díadas 3 y 4. Estas diferencias indican que la exposición a dis-

minución de la magnitud relativa de recompensa (˃ = ˃) es un factor que determina la prefe-

rencia por respuestas individuales y cooperativas. En contraste, la exposición a un aumento

de la magnitud relativa de recompensa, de menor a mayor cantidad en la alternativa conjunta,

interfirió en las distribuciones posteriores, observándose una marcada preferencia por la op-

ción individual (ver figura 9 díadas 3 y 4).

En la figura 9 es difícil observar el efecto de la segunda variable evaluada, contacto vi-

sual o no. Sin embargo, y como se discutirá más adelante, esta variable determinó, en conjun-

to con la magnitud de la recompensa, el patrón y la distribución de respuestas en ambas op-

ciones.

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Figura 10. Tasas relativas de respuesta y reforzamiento obtenidas de la ejecución de los suje-

tos 9 y 10 (díada 1).

En la figura 10, se presenta la ejecución de la díada 1. Se evaluó el contacto visual

(sub fases A y A') y la disminución de la cantidad de alimento proporcionado en la opción

interdependiente en relación con la cantidad proporcionada en la alternativa independiente

(orden > = <). En esta figura, se puede observar que las mayores tasas de respuesta y refor-

zamiento, en la alternativa de trabajo conjunto, se obtuvieron cuando la cantidad de recom-

pensa de esta alternativa era mayor que la obtenida en la opción individual (inicio de cada

sub-fase).

En estas condiciones se observaron tasas de respuesta de hasta 0,7 en algunas sesiones.

Aunque no se observa diferencia entre las ejecuciones cuando los sujetos tenían la posibilidad

de observar al otro, sub-fase A (sesiones 1 a 76) y A' (sesiones 117 a 145) o no tenían la posi-

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bilidad de contacto, sub-fase B (sesiones 77 a 116). Es importante resaltar que las mayores

tasas por cooperar se encuentran cuando los sujetos podían observarse. Las líneas divisorias

de la figura marcan el cambio en la magnitud de la recompensa al interior de cada sub-fase (>

= < de la opción interdependiente con relación a la individual). Nótese también, que la mayor

cantidad de alimento obtenido en la alternativa interdependiente (figura 10 c y d) se observa

cuando las condiciones por cooperar proporcionaban recompensas de mayor magnitud. Allí,

los sujetos presentaron tasas de reforzamiento superiores a 0,6, 0,7 y 0,8. Es decir, que entre

el 60 y 80% del alimento consumido en estas condiciones lo obtuvieron por su trabajo en la

alternativa conjunta o de cooperación.

En contraste, cuando la magnitud en la alternativa conjunta era igual o menor a la can-

tidad recibida por cada respuesta en la opción de trabajo individual (sesiones 53 a 76, 104 a

116 y 133 a 145), el porcentaje de alimento consumido por el trabajo conjunto está entre 20 y

0%. Igualmente la tasa de respuesta de los sujetos en estas sesiones (figura 10 a y b), muestra

una marcada preferencia por la alternativa individual. Sin embargo, se observan diferencias

cuando la cantidad era igual en ambas alternativas y cuando era menor en la alternativa de

trabajo conjunto.

Así, la tasa relativa de respuesta en la opción interdependiente está en el rango de 0 a

10% cuando las cantidades de alimento proporcionado en cada alternativa de respuesta era

igual, al., pero cae a 0%, cuando la magnitud proporcionada en esa opción era menor a la ob-

tenida en la opción de respuesta individual.

En síntesis, los sujetos mostraron preferencia por la opción individual cuando la canti-

dad de recompensa obtenida por cada respuesta en esa alternativa era igual o mayor a la can-

tidad obtenida por su trabajo en la opción interdependiente. Sin embargo, cuando la opción

conjunta proporcionaba recompensas de mayor magnitud se observó indiferencia y en algunas

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sesiones preferencia por esta alternativa. No se observó un efecto particular en la ejecución

cuando los sujetos tenían posibilidad de observarse o no.

Figura 11. Tasas relativas de respuesta y reforzamiento obtenidas de la ejecución de los suje-

tos 3 y 4 (díada 2).

En la figura 11, se representa la ejecución de la díada 2. En estos sujetos se evaluó la

imposibilidad de observar la ejecución del otro (sub fases A y A'), y la disminución de la

magnitud relativa de la recompensa obtenida por cada respuesta en la opción interdependiente

(orden > = <). Cuando la cantidad de la recompensa proporcionada por respuesta en la alter-

nativa de trabajo conjunto era mayor que la proporcionada en la opción individual (sesiones 1

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a 52, 78 a 104 y 117 a 132), se observó que los sujetos concentraron el mayor porcentaje de

respuestas en esta alternativa, tasas entre 0,5 a 0,75.

Igualmente, las tasas de reforzamiento en estas sesiones también son altas, alcanzando

valores de 0,93. A diferencia de lo observado en la díada 1, la ejecución de los sujetos fue

diferente cuando tenían o no la posibilidad de observar el comportamiento del otro. Nótese,

que la distribución de sus respuestas, cuando no tienen contacto visual, al., varían con relación

a las mismas condiciones (o magnitudes) de cuando si es posible observarse entre ellos (se-

siones 78 a 116).

Por ejemplo, en las sesiones 78 a 104 la tasa de respuesta para la alternativa conjunta

se concentra alrededor de 0,2 a 0,45. En contraste, valores de 0,5 a 0,75; se observaron en

condiciones análogas pero con posibilidad de contacto visual. Esta diferencia se hace más

clara si se comparan las tasas de reforzamiento (figura 11 c y d) en esos mismos grupos de

sesiones. Se puede apreciar por ejemplo que las tasas de reforzamiento para la alternativa

interdependiente se estabilizan entre 0,7 y 0,9 en las sesiones 38 a 52. Al compararlas con

tasas de 0,5 a 0,75 obtenidas en las sesiones 93 a 104, donde la única diferencia en las condi-

ciones es la posibilidad o no de observar al otro ya que la magnitud de recompensa por res-

puesta en la alternativa conjunta para esos dos grupos de sesiones es mayor a la magnitud

proporcionada en la otra alternativa.

En contraste, cuando la cantidad de alimento obtenido por cada respuesta en la opción

compartida era igual o menor al de la opción individual (sesiones 53 a 73, 105 a 116 y 133 a

145), las respuestas se concentran en la alternativa individual (tasas entre 0,9 y 1, para esa

alternativa) y no se observa efecto diferencial por el contacto visual.

En síntesis, en la díada 2 se observó preferencia por la opción individual, cuando la

magnitud de recompensa en esta alternativa era igual o mayor a la magnitud proporcionada en

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la otra opción, preferencia muy similar a la observada en la díada 1. Igualmente, se observó

indiferencia cuando el valor de la alternativa conjunta era mayor al de la opción individual y

también en algunas sesiones preferencia por esta alternativa. Sin embargo, y a diferencia de

lo hallado en los sujetos de la díada 1, la díada 2 fue más sensible a la posibilidad de observar

o no la conducta del otro al presentar diferencias en su ejecución al variar la disponibilidad de

contacto visual.

Figura 12. Tasas relativas de respuesta y reforzamiento obtenidas de la ejecución de los suje-

tos 2 y 7 (díada 3).

En la figura 12, se presenta la ejecución de la díada 3. Se evaluó el contacto visual

(sub fases A y A') y el aumento de la cantidad relativa de recompensa proporcionada por res-

ponder en la opción interdependiente (orden < = >). En esta figura se puede observar que la

distribución de las respuestas se concentró en la alternativa independiente a lo largo de toda la

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fase experimental (tasa relativa de respuesta de 1,0 en la mayoría de sesiones). Sin embargo,

se observan cambios en esa distribución cuando la alternativa interdependiente proporcionaba

recompensas de mayor magnitud, sesiones 32 a 63, 91 a 107 y 119 a 131, en estos bloques se

observan tasas mínimas para la alternativa individual de 0,86; 0,52 y 0,71 respectivamente.

Es importante resaltar que la tendencia a responder en la alternativa interdependiente

va aumentando a lo largo de la fase experimental, llegando a valores de indiferencia en las

sesiones del último bloque, que hacen parte de la condición que proporcionaba una mayor

magnitud de recompensa en esa alternativa, sesiones 119 a 131. Se observan también ejecu-

ciones diferenciales relacionadas con la posibilidad o no de contacto visual., sub-fases A y B.

Pero las tasas relativas de respuesta en la sub fase de reversión A', comparadas con las tasas

obtenidas en las otras sub-fases muestra la tendencia a un aumento progresivo por la alternati-

va interdependiente que no es explicado por la posibilidad de observar la ejecución del otro.

En relación con la tasa de reforzamiento (figura 12 c y d), se observa que casi el 100%

del alimento obtenido lo recibieron por su trabajo en la opción individual; excepto, cuando la

magnitud de la recompensa por trabajar en la opción de trabajo conjunto era mayor. En estas

condiciones, el porcentaje de alimento obtenido en la opción conjunta osciló entre el 10 y

40% para el bloque de sesiones de esta condición en la sub-fase A (sesiones 32 a 63), de 10 a

80% en el segundo bloque con esa misma condición (sub-fase B, sesiones 107 a 119) y de 10

a 61% en el tercero (sub-fase A', sesiones 119 a 131).

En síntesis, los sujetos de la díada 3 mostraron elección exclusiva por la opción indi-

vidual cuando el valor en esta alternativa era igual o mayor al de la otra opción y presentaron

preferencia por el trabajo individual cuando la opción interdependiente era de mayor valor.

Solamente se observan valores cercanos a indiferencia en la sub-fase de reversión.

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Figura 13. Tasas relativas de respuesta y reforzamiento obtenidas de la ejecución de los suje-

tos 1 y 6 (díada 4).

La figura 13, representa la ejecución de la díada 4. En estos sujetos se evaluó la impo-

sibilidad de observar la ejecución del otro (sub fases A y A') y el aumento de la magnitud re-

lativa de recompensa obtenida en la opción interdependiente (orden < = >). Se puede obser-

var que los sujetos respondieron casi exclusivamente en la alternativa independiente, excepto

en unas pocas sesiones cuando la cantidad de alimento proporcionado al responder en la op-

ción conjunta era mayor al proporcionado en la opción individual. En las sesiones 90 a 106,

se puede apreciar la mayor variabilidad en la ejecución y se registraron tasas de respuesta en-

tre 0,02 a 0,12 para la opción conjunta, en estas condiciones los sujetos podían observarse y la

cantidad de alimento obtenido por respuesta era de 4 unidades de alimento. Finalmente, en la

sesión 125 se registró la mayor tasa de respuesta para la opción conjunta con un valor de 0,28;

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sin embargo, la ejecución en las demás sesiones en esta sub-fase no presenta variabilidad y la

tasa de respuesta se mantiene en valores muy cercanos a 0 en esta alternativa.

En la figura 13 c y d, se puede observar que en general las tasas de reforzamiento son

cercanas a 1,0 para la opción independiente y de 0 para la opción conjunta; sin embargo, en la

tercera condición de cada sub-fase, cuando el valor de la alternativa interdependiente era ma-

yor al de la opción individual, se observa que las distribuciones varían. Por ejemplo, se ob-

servan tasas de reforzamiento de 0,92 a 1,0 para la alternativa individual y de 0 a 0,08 para la

opción compartida, sesiones 27 a 59. Igualmente, en las sesiones 90 a 106 se observa que las

tasas de reforzamiento varían entre 1 y 0,63 para la opción individual y entre 0 y 0,37 para la

opción conjunta.

En síntesis, la ejecución de los sujetos de la díada 4 fue la menos variable de todas las

díadas. En estos sujetos se observó elección exclusiva por la opción individual independien-

temente de la variación en las condiciones experimentales. Solamente, se observan pequeños

cambios en esa distribución cuando la magnitud de la recompensa obtenida por respuesta era

mayor a la obtenida por el trabajo en la opción individual.

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Discusión Experimento 1

El experimento 1 permitió evaluar: (a) la distribución de respuestas en alternativas in-

dependientes e interdependientes, (b) la relación entre la elección y la variación en la magni-

tud de la recompensa, y (c) la ejecución de los sujetos al observarse o no desarrollando la ta-

rea. A continuación, se discuten estos tres factores y su relación con el aprendizaje de con-

ductas sociales cooperativas.

Como se mencionó con anterioridad, es ideal que el estudio de las contingencias socia-

les se realice permitiendo a los sujetos elegir entre alternativas independientes e interdepen-

dientes (Carpio et al., 2008; Ribes et al., 2005; Segura & Gutiérrez, 2006). Bajo estas condi-

ciones es posible determinar la preferencia por alternativas individuales y sociales, factores

que otros modelos no permiten evaluar (e.g., dilema del prisionero).

El primer hallazgo de esta investigación fue que las ratas son sensibles a situaciones

donde pueden elegir entre opciones individuales e interdependientes. Igualmente, esa sensibi-

lidad está en función de las consecuencias obtenidas y del contexto en el cual la situación de

elección ocurre. Es importante aclarar que se emplea el término sensibilidad para hacer refe-

rencia a los cambios en las distribuciones de respuesta en relación a las variables evaluadas.

En general, investigadores que bajo el paradigma de elección han expuesto a los suje-

tos a contingencias individuales y sociales, reportan una preferencia por responder en la alter-

nativa individual (e.g., Carpio et al., 2008; Ribes et al 2005; Segura & Gutiérrez, 2006). Sin

embargo, la preferencia por el trabajo independiente disminuye cuando: (a) hay intercambios

verbales entre los participantes sobre la forma de desarrollar la tarea (Carpio et al., 2008; Ri-

bes et al 2005); (b) la tarea, y no solo las consecuencias, es interdependiente; y (c) cuando los

sujetos han sido expuestos a condiciones de escasez de alimento (Segura & Gutiérrez, 2006).

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El anterior experimento permitió identificar otros factores que determinan una dismi-

nución en la preferencia por la opción individual. Específicamente, se observó que: (a) la

tasa de respuesta en la alternativa conjunta aumenta si la cantidad de recompensa obtenida por

responder en ella es mayor, e inclusive igual, a la cantidad obtenida en la alternativa indepen-

diente (e.g., díadas 1 y 2); (b) la preferencia por la alternativa independiente disminuye siem-

pre y cuando la cantidad en la otra alternativa, interdependiente, sea mayor al inicio de las

condiciones experimentales; es decir, cuando los sujetos son expuestos a una disminución de

la magnitud relativa de la recompensa en la alternativa interdependiente; y (c) la preferencia

por la contingencia individual es menor si los sujetos pueden desarrollar la tarea observándose

entre ellos; siempre y cuando, la magnitud de la recompensa sea mayor en la opción conjunta

al inicio de las condiciones experimentales (comparar ejecuciones díadas 1 y 2). Sin embar-

go, la distribución de respuestas es mayor en la opción conjunta cuando los sujetos no pueden

observarse (ver ejecución díada 2).

En contraste, la preferencia por el trabajo individual se acentúa; e inclusive, se elige de

forma exclusiva cuando: (a) los sujetos son expuestos a un aumento de la magnitud relativa

de la recompensa en la alternativa interdependiente (e.g., condiciones de las díadas 3 y 4), y

(b) cuando la ejecución de las tareas se realiza sin posibilidad de observar al otro.

En general, las relaciones señaladas anteriormente indican que la conducta social co-

operativa en ratas está en función de la magnitud relativa de las recompensas en ambas opcio-

nes y del orden de exposición a ellas. También, se encontró que la conducta de los sujetos se

organiza con relación a la conducta del otro, haciendo que sea más probable bajo ciertas con-

diciones. Es importante resaltar que, responder en la alternativa interdependiente no está en

función de cada una de las variables de forma independiente sino que es el efecto de cómo

esas dos variables estaban relacionadas.

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La anterior afirmación surge de comparar, en conjunto, las distribuciones realizadas

por todos los sujetos y constituye también el hallazgo más importante de este experimento,

porque al identificar que la elección por la alternativa interdependiente está en función tanto

del contexto donde ocurre como de las consecuencias que se obtienen al hacerlo, se está

haciendo referencia a que no solo el porqué, sino también el cómo son preguntas necesarias

para orientar las investigaciones empíricas de la conducta social.

A continuación se revisan con mayor detalle las relaciones empíricas que surgen del

experimento y se discuten con relación a la afirmación anterior.

Como se observó en las ejecuciones de los sujetos 3, 4, 9 y 10 (ver figuras 9, 10 y 11),

las tasas de respuestas más altas en la alternativa conjunta se observaron cuando la cantidad

de recompensa era mayor a la obtenida en la alternativa individual. A partir de este hallazgo,

se puede afirmar que la sensibilidad de los sujetos a las contingencias sociales está determina-

da, en parte, por los beneficios obtenidos al trabajar conjuntamente. Estos datos son con-

gruentes con las explicaciones económicas y evolucionistas bajo las cuales se afirma que el

comportamiento social, y en particular la interdependencia entre el comportamiento y sus

consecuencias, ocurre porque el beneficio obtenido al realizar este tipo de comportamientos

genera un beneficio mayor al obtenido al trabajar de forma independiente.

Sin embargo, los datos obtenidos en este experimento indicarían que el acceso a bene-

ficios de mayor magnitud no es condición suficiente para que los sujetos elijan trabajar con-

juntamente. Nótese, que los sujetos 1, 2, 6 y 7 (ver figuras 9, 12 y 13) en general no coopera-

ron, aun cuando las condiciones generaban acceso a cantidades mayores de recompensa en

esa alternativa.

En síntesis, se puede afirmar que los sujetos fueron sensibles a la magnitud de la re-

compensa sólo en situaciones de disminución en la cantidad de recompensa obtenida. Es de-

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cir, los sujetos cooperan si inicialmente este tipo de comportamientos generan mayor bene-

ficio que respuestas individuales. En contraste, los sujetos que fueron expuestos a un aumen-

to en la cantidad relativa de recompensa obtenida por cooperar, mostraron insensibilidad a la

alternativa de trabajo conjunto. Es decir, bajo las condiciones del experimento, los sujetos no

cooperan aun cuando esta opción genere mayor beneficio que el trabajo independiente.

Estas relaciones estarían indicando que la conducta social cooperativa en ratas es un

fenómeno de interacción social que emerge cuando los sujetos aprenden que el trabajar con-

junto genera un mayor beneficio que el obtenido por responder de forma independiente, como

se observó en los sujetos de los pares 1 y 2. Sin embargo, los sujetos se ajustan a esta relación

si no existe una historia de aprendizaje previo en el cual cooperar genere un beneficio menor

al trabajar individualmente. Es decir, la exposición previa a contingencias sociales que gene-

ran menores beneficios interfiere en el aprendizaje posterior de conductas sociales, indistinta-

mente de la cantidad de recompensa obtenida por el trabajo interdependiente.

Pero, ¿por qué se observa esa interferencia en el aprendizaje? Para responder esta pre-

gunta es necesario observar las condiciones que dan el contexto para que las ratas trabajaran

en la opción interdependiente; es decir, la posibilidad o no de observarse al ejecutar la tarea.

Si comparamos las tasas de respuesta en el alternativa conjunta cuando ésta ofrecía

mayor cantidad de recompensas se puede observar que los sujetos de la díada 1 no presenta-

ron diferencias en sus ejecuciones cuando podían observarse, sub-fases A y A', o no, sub-fase

B. En contraste, los sujetos de la díada 2 presentaron tasas de respuesta más altas cuando no

podían observarse entre ellos, sub-fases A y A'. Además, estos sujetos presentaron tasas de

respuesta mayores a las observadas en la díada 1.

Para explicar estas diferencias en las ejecuciones es necesario identificar la función

que la conducta del otro tuvo en cada una de las díadas. En los sujetos de la díada 1 se obser-

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vó que elegían trabajar en esa opción cuando uno de ellos se acercaba o iniciaba a responder

en esa alternativa. En ese momento, el otro sujeto abandonaba la alternativa individual y or-

ganizaba su respuesta en función del otro, acompañando la respuesta y finalizando la secuen-

cia. Esta organización, o “coordinación”, se mantuvo aún cuando no podían observarse y

respondían de forma similar ante otras claves como el sonido del balín al ser desplazado en la

opción interdependiente.

En contraste, los sujetos de la díada 2 no presentaron el patrón de conducta de los suje-

tos de la díada 1. Al menos, la secuencia de acciones no se ajustaba del todo al comporta-

miento del otro. En ellos se observó un mayor tiempo de permanencia en la alternativa con-

junta indistintamente, si ambos estaban en el centro de la caja. Así, el número de respuestas

en esta opción fue más alto cuando no podían observarse. Cuando se les permitió observarse,

sub-fase B, se encontró que la tasa de respuesta en la alternativa conjunta disminuyó porque,

similar a lo observado en la díada 1, ajustaban su comportamiento a las claves conductuales

del otro.

La función de la conducta del otro en los sujetos de las díadas 3 y 4 fue diferente. En

estos sujetos la exposición a menor cantidad de alimento en la alternativa conjunta, al inicio

de las condiciones, hizo que su conducta no se ajustara a las claves conductuales del otro,

porque indicaba la probabilidad de obtener menor cantidad de alimento. Bajo estas con-

diciones se observó que el ajuste de sus acciones, o “coordinación”, emergió hacia el final del

experimento, en la díada 3 (ver figura 11, sub-fase A'). En contraste, los sujetos de la díada 4

no presentaron coordinación en sus acciones.

En conclusión, la interferencia en el aprendizaje posterior podría ser explicada como

un proceso de discriminación en el cual los individuos responden diferencialmente a las carac-

terísticas físicas y conductuales del otro cuando estas claves indican el acceso a diferente

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magnitud de recompensa. Es decir, si el otro es una clave que indica una alta probabilidad de

obtener recompensas más valiosas, aumenta la probabilidad de responder a estas claves (como

lo observado en las díadas 1 y 2); en contraste, si inicialmente indican una alta probabilidad

de obtener menores recompensas los sujetos no “atienden” a estas claves (ejecución de las

díadas 3 y 4), aún cuándo el otro indique la posibilidad de obtener recompensas de mayor

valor.

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Experimento 2: Efectos de la Historia Social sobre la Distribución de Respuestas en

Alternativas Independientes (Conductas Individuales) e Interdependientes (Conductas Coope-

rativas, Altruistas y de Competencia).

Al manipular experimental la historia temprana en la rata (Rattus norvegicus) debe te-

nerse presente el desarrollo y particularmente la sensibilidad de la especie a cambios ambien-

tales. Así, Alberts (2005) identifica los distintos periodos de infancia de la rata de la siguiente

manera: “después de 22 días de gestación la rata norvégica es inmadura, periodo que se

prolonga por 3 o 4 semanas más. El desarrollo es rápido y dramático, de los 0 a 4 días la

rata es recién nacida, del día 5 al 10 hablamos de una rata infante; juvenil, de los días 11 a

17, luego de cual viene el periodo de destete que puede durar del día 17 al 28” (p. 266).

Panksepp y Beatty (1980) estudiaron el efecto de la privación social temprana sobre

conductas de juego en ratas; para ello, necesitaban determinar el lapso de tiempo que com-

prende el destete, la juventud y la adultez en esta especie. Observaron, que a los 17 días de

nacidas, las ratas pueden ser separadas de la madre, siendo todavía infantes. También, encon-

traron que la etapa juvenil se prolonga hasta los 70 días de nacidas, al final de la cual, se ob-

serva el comportamiento social de agresión y que es tomado como punto final de la etapa ju-

venil y comienzo de la vida adulta de la rata.

Las investigaciones sobre experiencias tempranas y conductas de interacción social

han permitido observar una relación entre la elección de alimento y la aparición de conductas

de cohesión y contacto social (Galef, et al., 1991; Galef & Whiskin, 1995; Galef & Whiskin,

2001; Galef, et al., 1997; McQuoid y Galef, 1992).

Uno de los estudios del aprendizaje social relacionado con conductas de forrajeo fue el

realizado por Galef & Whiskin (1995), quienes investigaron la habilidad de los organismos

para identificar los alimentos que sus congéneres han consumido. Este tipo de conducta tiene

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la ventaja de permitir que animales omnívoros, como la rata, logren elegir alimentos necesa-

rios en su dieta que les permita desarrollarse bien y en algunos casos evitar consumir alimen-

tos nocivos para ellos.

Los autores emplearon como sujetos observadores (SO), ratas hembras jóvenes (42 dí-

as de edad) porque éstas presentan un menor grado de agresión que las ratas macho cuando

son criadas en grupo. Otro grupo, también de ratas hembras, pero de 57 días de edad, fue

asignado como ratas demostradoras (SD). La dieta de este tipo de ratas variaba en las canti-

dades de concentración de alimento, cocoa y canela. Al grupo SO se les expuso, inicialmente,

a sesiones de observación de sus congéneres (demostradores); posteriormente, se dejó interac-

tuar a ambos grupos de sujetos para observar la elección de alimento hecha por los SO en re-

lación con la elección de los SD. Los investigadores lograron identificar que si los SD prefe-

rían el alimento con mayor concentración de cocoa los SO consecuentemente elegían el ali-

mento con cocoa. Asimismo, si los SD elegían el alimento con mayor proporción de canela

los SO preferían el alimento con canela. En este estudio, los autores concluyeron que la ten-

dencia de los sujetos jóvenes a elegir aquellos alimentos que sus congéneres adultos eligen,

les permite aprender estrategias que en un futuro les servirá como selector de dietas óptimas.

Galef & Whiskin (2001), observaron los efectos producidos en la conducta de afilia-

ción en ratas por la privación de dos componentes específicos en el alimento en edades tem-

pranas (sodio y proteína). Partían, de la hipótesis de que aquellos sujetos que están privados

en algún componente alimenticio deben generar conductas de observación y afiliación con

sujetos saciados en dichos componentes; y así, escoger aquellos alimentos que les permite

superar el déficit alimenticio, pues los sujetos saciados se dirigen y escogen el alimento que a

los sujetos privados les hace falta. En este experimento hubo dos condiciones: un grupo de

ratas norvégicas asignadas como sujetos objetivo observadores (SO); en las cuales se registró

la conducta de afiliación (observación y acercamiento) hacia el segundo grupo de sujetos de-

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mostradores (SD). Los autores dividieron la caja experimental en tres secciones, ubicando en

la zona central a los sujetos objetivos y a ambos lados sujetos demostradores. Tanto para los

SO como para los SD se utilizaron grupos control, los cuales fueron expuestos a la condición

opuesta a la que fueron expuestos los SO y SD; es decir, fueron saciados con un componente

específico. Además, se asignó un tercer grupo control compuesto por sujetos privados y sa-

ciados en alimento.

Los autores encontraron que: (a) los SO privados de sodio y su grupo control lograron

discriminar (identificar) entre los SD privados de alimento y los saciados; (b) tanto los suje-

tos privados de proteína como los privados de alimento y sus respectivos controles pudieron

discriminar los SD privados y saciados de proteína, además todos evitaron la conducta de afi-

liación con los SD privados de proteína; y (c) las ratas SO, de todos los grupos privados, evi-

taron en mayor proporción el contacto con los SD privados que los grupos control.

Este trabajo es muy interesante debido a que se observó que la conducta de afiliación

en ratas está determinada por la privación alimenticia, haciendo que los sujetos tiendan a ele-

gir, observar e interactuar con sujetos que tienen acceso al alimento que ellos no tienen. Esta

conducta de afiliación puede ser mantenida por el beneficio directo o indirecto al permitir que

las ratas hallen las fuentes de comida. Aunque en este experimento no hay contacto físico di-

recto en los sujetos ésta es una investigación interesante porque permite observar la influencia

que la conducta alimentaria genera en el aprendizaje de comportamientos sociales. El manejo

de la privación de alimento realizada por los autores fue de 24 horas y en los casos de priva-

ción de sodio 72 horas y proteína 7 días. Aunque el periodo de privación fue corto, se encon-

tró una relación directa con el comportamiento de afiliación.

Como fue explicado anteriormente, las estrategias alimenticias empleadas por los or-

ganismos afectan la conducta social y hay razones para creer que la afiliación de los sujetos

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en grupos para conseguir alimento, puede ser una ventaja, en relación con aquellos orga-

nismos que buscan su alimento individualmente. En relación con ello, Bertram (1978), Ha-

milton (1971) y Sullivan (1984), afirman que “el forrajeo de aves en grupos es una ventaja

porque reduce el tiempo que las aves gastan observando potenciales depredadores y dismi-

nuye el riesgo de depredación” (citados por McQuoid & Galef, 1992). Así mismo, mediante

el forrajeo social los organismos también pueden identificar más fácilmente los parches con

mayor cantidad de recursos.

Esta última afirmación es corroborada por McQuoid & Galef (1992) quienes diseñaron

una investigación con gallos, donde hubo dos grupos de sujetos; un primer grupo de de-

mostradores quienes forrajeaban en la sección central donde se encuentra el alimento y un

segundo grupo, polluelos ingenuos, que observaban a sus congéneres. Utilizaron una caja di-

vidida en tres secciones separadas por divisiones transparentes. En una sección se ubicaron

las parejas de polluelos ingenuos, en otra se ubicó a los sujetos demostradores y en la sección

central se dispusieron 4 platos “o parches”. Uno de los platos estaba marcado. Los SO fue-

ron ubicados por parejas en la caja de observación, desde donde observaron las conductas de

los SD; los cuales, tenían acceso a la sección central y a los 4 platos, el plato marcado conte-

nía el alimento. Posteriormente, se les permitió a los sujetos observadores acceder a la zona

central durante 5 minutos explorando los 4 platos; pero, al contrario de lo dispuesto con el

grupo de demostradores, ningún plato contenía alimento.

Los investigadores hallaron que los sujetos observadores “picaban” el plato igual al

dispuesto para los sujetos demostradores, este comportamiento no cambió al invertir la posi-

ción de los platos ni al colocar alimento en un plato o “parche” similar. Con este experimento

se logró observar que los individuos de esta especie tienden a elegir aquellos parches donde

han observado a sus conspecíficos alimentarse y, en algunos casos, ignorar otras fuentes al-

ternativas de alimento.

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Los estudios de interacción social entre los organismos normalmente se han centrado

en organismos que comparten un nicho ecológico; sin embargo, dos organismos pueden llegar

a interactuar al ser de dos ambientes diferentes. Al respecto Galef et al., (1991) afirman:

“Imaginen dos ratas (a y b) la rata a es un individuo saludable que ha consumido comida

rica en proteína A; la rata b ha tenido una existencia marginal y ha logrado apenas subsistir

alimentándose de comida con proteína B y está desnutrida. Como consecuencia de la inter-

acción entre la rata a y b, es probable que b se alimente de los nutrientes de la comida A y la

rata a se alimente de alguna proporción de la comida B”.

Para corroborar esta afirmación, Galef et al., (1991) realizaron un experimento que

permitió observar la influencia que tiene la privación y deficiencia de alimento en la aparición

de comportamientos sociales y cómo estas conductas sociales intervienen en la conducta de

elección en ratas. Emplearon, como SO, ratas machos de 21 días de edad y de 150-175grs de

peso. Como SD, seleccionaron también ratas macho pero de 175-200grs de peso. Cabe ano-

tar, que tanto para los SO como para los SD había grupo control sin privación especifica de

algún alimento. La privación de alimento se hizo específicamente en proteína. Durante 7 días

consecutivos ambos grupos tuvieron libre acceso a alimento pero para el grupo privado el

alimento contenía caseína al 6% y para el grupo control el porcentaje era del 20%. Ambos

grupos fueron expuestos a la caja experimental, para los SO se dispuso 4 comederos con dife-

rentes concentraciones de proteína, para el grupo de SD sólo se dispuso 1 comedero con la

concentración de caseína de acuerdo a su condición.

Los autores encontraron que las ratas con exposición a escasez de proteína (alimento)

fueron socialmente más influenciadas que las ratas saciadas en proteína. Así mismo, los indi-

viduos “poco saludables”; es decir, aquellos expuestos a privación fueron más afectados en la

elección de alimento por aquellos que compartieron su condición que por individuos saciados.

Los datos hallados por los autores son bastante interesantes al mostrar diferencia de elección

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en organismos que han sido expuestos a dos condiciones opuestas. Se observa que aquellos

individuos con exposición a deficiencia alimenticia tienden a dirigir su conducta en relación

con la conducta del otro; especialmente, si ese otro ha compartido la misma experiencia.

En un estudio desarrollado con anterioridad (Segura & Gutiérrez, 2006) evaluamos el

efecto de la privación alimenticia temprana sobre el desarrollo de conductas cooperativas en

ratas en una etapa adulta. Empleamos ratas de 3 a 4 semanas de edad al inicio del experimen-

to. Específicamente, expusimos a los sujetos a dos historias alimenticias diferentes. Un gru-

po tenía libre acceso a alimento; en contraste, el otro grupo sólo tenía acceso 1 hora diaria al

alimento; más, una cantidad equivalente a la consumida durante este periodo. Estas condicio-

nes se prologaron por 5 meses.

En la fase de habituación se encontró que los grupos eran muy similares en su peso.

En contraste, en la fase de experiencia temprana, la situación cambia y, aunque inician con un

peso similar, las pendientes de crecimiento por grupos son diferentes. El efecto de la expe-

riencia temprana se ve reflejado en la diferencia de peso en cada uno de los grupos (ver Segu-

ra & Gutiérrez, 2006).

En síntesis, encontramos que los sujetos expuestos a condiciones alimenticias simila-

res tienen un índice de crecimiento similar; es decir, no observamos diferencias de peso entre

los sujetos del mismo grupo. Sin embargo, se observaron diferencias de peso entre los gru-

pos, lo que permite afirmar que la historia alimenticia diferencial generó las diferencias de

peso observadas.

Posteriormente, se asignaron díadas compuestas por sujetos que habían sido expuestos

a las mismas condiciones. Debían desarrollar una tarea operante que consistió en desplazar

un balín de acero y 2,25mm de diámetro por un canal de aluminio y de 39cm de longitud. Se

les permitió desarrollar esta tarea en dos opciones concurrentes; una, de trabajo independiente

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y otra, con interdependencia de respuestas y consecuencias. En la primera fase, experimental,

la cantidad de alimento obtenido por respuesta en la opción interdependiente proporcionaba 4

veces más de lo recibido, por respuesta, en la opción individual. En la segunda fase, obtenían

las mismas cantidades, un pellet, en ambas alternativas. En la tercera fase, por cada respuesta,

la opción independiente proporcionaba 4 pellets y la interdependiente sólo 1.

Bajo estas condiciones, encontramos que los sujetos expuestos escasez de alimento

presentaron tasas de respuestas interdependientes más altas que los sujetos expuestos a condi-

ciones de abundancia de alimento. Además, la interdependencia en la respuesta generó un

patrón de conducta particular. Así, se observó que los sujetos abandonaban el trabajo en la

opción independiente si el otro se acercaba a la opción interdependiente; posteriormente, se

orientaban hacia el balín lo desplazaban y lo “entregaban” al otro quien finalizaba la operante.

Esta organización de la conducta la denominamos “coordinación”.

Con este experimento logramos identificar que la conducta social cooperativa puede

ser sensible a la historia alimenticia temprana. Sin embargo, la dificultad de la tarea, el núme-

ro de sujetos empleados, sólo 4, el moldeamiento de la respuesta y lo extenso del experimen-

to, hace que la replicación del experimento no sea una tarea sencilla. Pero, si el interés es

identificar las condiciones bajo las cuales la conducta social ocurre y cómo sucede, se hace

necesario replicar este experimento evaluando, por ejemplo, otras relaciones de contingencia

que permitan observar otro tipo de conductas sociales.

Se han presentado hasta acá, investigaciones que han permitido identificar algunos

efectos de la privación alimenticia temprana sobre las interacciones sociales en edades poste-

riores. Varios pueden ser los efectos que la privación genera en la conducta de los organis-

mos; estos efectos, pueden estar determinados por el tiempo de exposición a las condiciones

de privación y por la etapa que se puede afectar en el desarrollo de los sujetos. Sin embargo,

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hay otras historias de interacción temprana que pueden determinar conductas posteriores; por

ejemplo, privación materna e historia social. Esta última, de particular interés en este estudio.

Un área que también se está estudiando es la experiencia temprana de privación ma-

terna y los efectos que genera dicha privación en varios aspectos conductuales de los orga-

nismos en etapas adultas (e.g., Chorpita & Barlow, 1998; González & Fleming, 2002; Matt-

hews & Robbins, 2003).

Por ejemplo, Matthews & Robbins (2003) estudiaron el efecto de la separación mater-

na temprana sobre las conductas adultas en ratas. Encontraron que los niveles específicos de

separación materna a la que son expuestos los neonatos producen varios efectos conductuales

en dichos sujetos en etapas adultas. Las ratas recién nacidas eran separadas a los trece días de

vida y eran ubicadas en unas viviendas donde les era suministrado alimento sólido y líquido

ad libitum, también se les controlaba la humedad y la temperatura a la que eran expuestas

permitiéndoles unas condiciones óptimas para su desarrollo; excepto, claro está, el contacto

con las ratas madre.

Los sujetos fueron asignados a 2 grupos, uno con exposición a privación materna (PM)

y otro sin privación. Cuando, superaban las 20 semanas de edad les era implantado un elec-

trodo intracraneal, debido a que la conducta a observar era la auto-estimulación cerebral. En

la línea de base se observó la cantidad de actividad de los sujetos en una rueda; ¼ de giro,

proporcionaba la estimulación cerebral cuando se les había inyectado una solución salina. En

la fase experimental se proporcionaron 4 tipos diferentes de drogas: d-anfetamina, heroína,

raclopride y SCH.

Los investigadores encontraron que la condición de PM disminuyó la responsividad

farmacológica del reforzamiento intracraneal en ratas adultas en comparación con un grupo

control sin PM. Así, las ratas del grupo PM presentaron pocas respuestas al estímulo apetiti-

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vo. Esto puede ser explicado, según afirman Matthews & Robbins (2003), porque la expe-

riencia de privación materna produce interferencias con el óptimo desarrollo del sistema neu-

ral involucrado en las respuestas a estimulación apetitiva.

Aunque en esta investigación no hay referencia a conductas cooperativas o interaccio-

nes entre los organismos, es un buen ejemplo de cómo la experiencia temprana genera cam-

bios en el desarrollo y posteriormente cambios comportamentales. Estos cambios pueden ser

observados en la etapa adulta de los organismos. Esto permite cuestionarnos hacia cuáles

pueden ser los efectos que otro tipo de experiencias de privación temprana pueden generar en

las conductas de los organismos en etapas adultas.

Como se mencionó anteriormente, otra área que se ha estudiado es la historia social

temprana. La rata presenta un repertorio, relativamente amplio, de comportamientos de inter-

acción social (conductas agresivas, cooperativas, juego social, conductas de observación, aci-

calado social, entre otras). Como se mencionó al comienzo, Panksepp & Beatty (1980), estu-

diaron los efectos de la privación social temprana sobre el juego social en ratas.

Específicamente, realizaron tres experimentos para evaluar el juego social de lucha.

En el primero, ratas de 18 días de edad se asignaron a dos grupos uno de aislamiento social al

ubicarlas en cajas individuales y otro donde los sujetos vivían en grupo. Tres días después, se

ubicaron en parejas del mismo sexo y observaron su comportamiento. Las ratas que estuvie-

ron en privación social temprana jugaron el 90% del tiempo; en contraste, las que se mantu-

vieron en grupo sólo jugaron un 30% del tiempo. En su segundo experimento, el tiempo de

privación fue de 24 horas y finalmente en el tercer experimento las ratas fueron expuestas a 0,

8 y 24 horas de privación social.

Los autores encontraron que a medida que la privación social aumentaba, mayor era la

duración y frecuencia de las luchas en ratas jóvenes. Si bien en este trabajo, los autores no

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estudiaron conductas cooperativas, altruistas o de competencia, si encontraron una relación

entre la privación social y un comportamiento gregario como el juego de lucha.

Desafortunadamente, hay poca literatura sobre el control que las características físicas

y la conducta del otro pueden ejercer en las interacciones de tipo social. Por ejemplo; el con-

tacto, la posibilidad de observación y la historia social son factores que pueden aumentar la

probabilidad de ocurrencia de comportamientos sociales. Esta idea es consistente con la pro-

puesta de Schuster & Perelberg (2004) y Segura & Gutiérrez (2006), quienes plantean que las

dimensiones sociales asociadas a este tipo de interacciones pueden ser “reforzantes” en sí

mismas. Así, hay razones para considerar que las conductas sociales no están, exclusivamen-

te, en función de los beneficios obtenidos al interactuar, sino que también las condiciones en

las cuales estas conductas ocurren y la historia de interacción previa, pueden ser factores que

determinan, que los organismos actúen socialmente.

El siguiente experimento tenía dos objetivos: (a) reproducir, en el laboratorio, tres

formas diferentes de interacción social y (b) identificar la relación entre la historia de interac-

ción social y el aprendizaje de conductas sociales.

Se comprenderá el término historia de interacción como las condiciones no contingen-

tes a las que se expusieron las ratas durante la tercera y décima semana de edad y que se pro-

longó hasta el final del experimento.

MÉTODO

Sujetos

Se utilizaron 24 ratas wistar (Rattus norvegicus), 12 ratas albinas macho y 12 hembras

en buen estado de salud. Para tener una mayor homogeneidad en los sujetos y un mayor con-

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trol desde su nacimiento se dispusieron todas las condiciones necesarias para obtenerlos en el

laboratorio. Así, los sujetos fueron dos crías de dos ratas hembras cruzadas con un mismo

macho. Luego del cruce, el macho fue retirado y las dos hembras convivieron juntas durante

la gestación y hasta el momento del destete (23 días de nacidas las crías). El día del destete se

asignaron aleatoriamente los 24 sujetos de la siguiente forma: 12 de los sujetos, 6 machos (♂)

y 6 hembras (♀), fueron alojados individualmente en viviendas de plástico translúcido con las

siguientes dimensiones: 25cm de ancho, 25cm de alto y 40cm de largo. Los otros 12 sujetos

(6 ♂ y 6 ♀), fueron alojados en grupos del mismo sexo en 1 caja habitacional por grupo. Las

cajas también eran de plástico translúcido con las siguientes dimensiones: 35cm de ancho, 30

cm de alto y 52 cm de largo. Todas las viviendas contenían dispensadores de alimento sólido

y líquido.

El ciclo luz-oscuridad fue de 12 X 12 horas, iniciando luz a las 6:00 am. La tempera-

tura ambiente fue de 21° centígrados y la humedad relativa osciló entre 50 y 60%.

Instrumentos

Se diseñaron 4 cajas experimentales de elección social. El diseño es una modificación

al instrumento utilizado en el experimento 1. Se modificó para evaluar las tres relaciones de

contingencia propuestas en esta investigación. Las dimensiones de cada caja experimental

fueron: 60cm de largo, 40cm de ancho y 30cm de alto. Las paredes y el piso de color negro

mate. Un vidrio transparente dividió la caja a la mitad en dos compartimientos, cada uno de

30cm de largo. Las caras, frontal y posterior, también eran transparentes (ver figura 14).

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Figura 14. Caja de elección social, donde los sujetos pueden distribuir sus respuestas entre el

trabajo individual, canales laterales, e interdependiente canal central.

Tres canales de aluminio fueron dispuestos a la altura del piso, dos en la parte inferior

de las caras, frontal y lateral, y uno en todo el centro de la caja, que junto con el vidrio central,

dividía el instrumento en dos compartimientos idénticos. Así, cada compartimiento tenía un

canal lateral para la respuesta individual y un canal central compartido para la respuesta en

conjunto. Todos los canales tenían 20 cm de largo y 2,7 cm de ancho.

Para la realización de la operante se dispuso un balín de acero de 2, 25cm de diámetro

y 55grs de peso en cada uno de los canales. Con este diseño los sujetos podían responder de

forma interdependiente en el canal central e independiente en el lateral. Cuatro dispensado-

res de alimento al final de los extremos de los canales y una luz en la parte superior central de

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la pared contigua a las caras frontal y posterior, fueron los otros elementos que componía cada

uno de los compartimientos (ver figura 14).

Procedimiento

El experimento se realizó en 4 fases: infancia, experiencia, moldeamiento y experi-

mental.

1. En la primera fase del experimento, infancia, los sujetos desde el momento de

nacer permanecieron con las madres quienes les proveyeron libremente el cuidado y alimento

necesario para sobrevivir. Por recomendación del técnico del bioterio, de la facultad de

Medicina Veterinaria y Zootecnia, las ratas madre permanecieron juntas durante la gestación,

nacimiento e infancia de las crías. Esta condición duró 23 días.

2. En la fase de experiencia, los 24 sujetos fueron asignados aleatoriamente a dos

grupos, a 12 de los sujetos (6 ♂ y 6 ♀) se les permitió contacto social 24 horas al día. Los

otros 12 sujetos (también 6 ♂ y 6 ♀) fueron aislados individualmente, ausencia de contacto

social, 24 horas al día. Las demás condiciones de esta fase fueron idénticas para todos los

sujetos: libre acceso a alimento sólido y líquido, temperatura de 21° y ciclo de luz-oscuridad

12 x 12 horas, como se indicó anteriormente.

La duración de esta fase fue de 37 días. Al final, los sujetos contaban con 70 días de

edad momento en el que culmina el desarrollo en la rata. Es importante recordar que a los 70

días de edad (10 semanas) las ratas comienzan a presentar comportamientos agresivos y se-

xuales y son indicadores del comienzo de la etapa adulta.

Las condiciones de aislamiento para los sujetos del grupo sin contacto social y de con-

vivencia en grupos, 6 sujetos del mismo sexo, se mantuvieron constantes hasta el final del

experimento.

3. En la tercera fase, moldeamiento, se privó de alimento sólido a todos los sujetos,

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el índice de privación máximo fue de un 85% del peso corporal y se mantuvo hasta el final del

experimento. En esta fase se moldeó la conducta de desplazamiento del balín (operando) de

un extremo a otro en cada uno de los canales, lateral y central. Para moldear esta respuesta, se

utilizó la técnica de moldeamiento por aproximaciones sucesivas.

Esta fase estuvo compuesta por 4 condiciones similares a las del experimento 1: (a)

entrenamiento de la respuesta de manipulación del balín de derecha a izquierda (D-I) en el

canal lateral; (b) entrenamiento de la respuesta individual de izquierda a derecha (I-D); (c)

entrenamiento de la respuesta final deseada en el canal individual; es decir, que los sujetos

desplacen el balín de un extremo al otro del canal y viceversa, así en esta condición la res-

puesta de los sujetos es continua; y (d) entrenamiento de la respuesta continua en el canal cen-

tral. La respuesta en este canal es idéntica a la del canal individual. Durante toda la fase to-

dos los sujetos se entrenaron individualmente en las cuatro condiciones imposibilitándose así

cualquier tipo de interacción en la caja experimental.

4. En la última fase, experimental o de elección, inicialmente los 24 sujetos fueron

asignados por pares del mismo sexo y condición: contacto social o ausencia de contacto. Así,

la distribución fue de 12 díadas, 6 díadas de ratas macho y 6 de ratas hembra. De las 6 díadas

compuestas por machos, 3 de ellas tenían contacto social y las otras tres no. Las 6 díadas de

hembras igualmente estaban distribuidas en 3 con contacto social y 3 sin contacto social (ver

figura 15).

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Figura 15. Fases y condiciones a las que fueron expuestos los sujetos durante el experimento.

Distribución de los sujetos de acuerdo a experiencia social y orden de exposición (ver celdas

sombreadas) a las tres condiciones experimentales, cooperación (C), competencia (P) y al-

truismo (A).

Todos los sujetos fueron expuestos a 15 sesiones en cada una de las tres relaciones de

contingencia o condiciones: (a) cooperación, C; (b) competencia, P; y (c) altruismo, A. El

orden de exposición a las contingencias fue contrabalanceado (ver figura 14).

Se les permitió elegir siempre entre las alternativas de respuesta en los canales lateral

y central. La relación de contingencia dispuesta en el canal lateral fue siempre la misma du-

rante todas las condiciones. La relación de contingencia en esta alternativa de trabajo indivi-

dual fue si hace X, desplazar el balín de un extremo al otro, obtiene acceso a Y, una unidad de

alimento.

En el canal central, se dispusieron las relaciones de contingencia social que fomen-

taron conductas cooperativas (C), de competencia (P) y altruistas (A): (a) condición que fo-

menta conductas cooperativas. La relación de contingencia fue si hace X, llevar el balín de un

extremo al otro en el canal central, se obtiene acceso a Y (4 unidades de alimento), siempre y

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cuando el otro sujeto también realice X coincidiendo en espacio y tiempo, “coordinación”; (b)

condición que fomenta conductas de competencia (P). Al desplazar el balín de un extremo al

otro, hacer X, en el canal central, se obtiene acceso a 4 unidades de alimento (Y), siempre y

cuando el otro sujeto NO logre hacer X en el mismo espacio y tiempo; y (c) condición que

fomenta conductas altruistas (A). La relación de contingencia fue si se hace X, llevar el ope-

rando de un extremo al otro del canal central, se obtiene acceso a Y, al mismo tiempo, el otro

sujeto obtiene acceso a 4 unidades de alimento siempre y cuando éste NO realice X al mismo

tiempo (ver figura 16).

Figura 16. Matriz representativa de las contingencias y pagos en la opción interdependiente

para dos sujetos de un mismo par.

Al igual que en el experimento 1, siempre estuvo habilitada la opción de trabajo en el

canal lateral. En contraste, la alternativa interdependiente se inhabilitaba después que los su-

jetos hubiesen dado una respuesta correcta en ella (tiempo de consumo de la recompensa).

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Esta condición permanecía así, hasta que ambos sujetos pudieran responder libremente en

ambas alternativas.

La sesión experimental tenía una duración de 10 minutos, compuesta por ensayos de

libre elección en dos bloques de 5 minutos (ver figura 17). Se realizaron también dos bloques

de ensayos forzados, antes y en la mitad de la sesión. La función de los ensayos forzados era

exponer a los sujetos a las contingencias. Los ensayos libres permitían observar la ejecución

y distribución de las respuestas de los sujetos en libre elección. Durante toda la sesión las 4

luces de la caja permanecieron encendidas.

Figura 17. Diagrama representativo de la sesión experimental.

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Resultados Experimento 2

Para identificar los efectos que la historia social y la magnitud de las recompensas,

disponibles entre las opciones de respuesta, generan en el patrón de distribución de respuestas

en las opciones independiente e interdependiente (cooperación, competencia y altruismo);

primero, se calcularon las tasas relativas de respuesta: RA / (RA + RB) en ambas alternativas,

este cálculo permite observar el patrón de conducta y la preferencia o indiferencia entre las

alternativas. Posteriormente, se midieron las tasas relativas de reforzamiento: RfA / (RfA +

RfB), cálculo que genera la distribución de alimento obtenido en cada una de las alternativas,

según la distribución de respuestas realizada por cada uno de los sujetos. Finalmente, se cal-

culó la tasa relativa de tiempo: TA / (TA + TB). Esta última medida permitió identificar có-

mo los sujetos distribuían el tiempo entre ambas alternativas de respuesta.

Para comparar más fácilmente la ejecución de los sujetos en cada una de las alternati-

vas se presentaron, en una sola gráfica, las tasas relativas de respuesta, reforzamiento y tiem-

po obtenidas en cada par de ratas.

Es importante aclarar que las tasas relativas generan valores entre 0 y 1,0. En este es-

tudio, se empleará el término indiferencia cuando la tasa observada esté entre 0,4 ≥ I ≤ 0,6.

En contraste, se empleará el termino preferencia cuando el valor observado sea, P ˃ 0,6. O

˃ 0,4 en la otra alternativa.

Al igual que en el experimento 1, antes de presentar las ejecuciones individuales, se

calcularon y compararon las medianas de las tasas de respuesta de todas las díadas y se repre-

sentan en un histograma de barras.

Luego, se presentan los datos obtenidos en los pares de ratas hembras (♀♀). Las día-

das 1, 2 y 3 estaban compuestas por hembras que vivieron en grupo. En contraste, las díadas

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4, 5 y 6 corresponden a las hembras que fueron alojadas de forma individual durante todo el

experimento.

Posteriormente, se presentan los datos obtenidos en los pares de machos (♂♂), díadas

1 a 6. Las díadas 1, 2 y 3 corresponden a los machos expuestos a contacto social. En contras-

te, los pares 4, 5 y 6 fueron alojados de forma individual, sin contacto social, durante todo el

experimento.

Es importante recordar que cada uno de los pares de ratas fue expuesto a 15 sesiones

por cada relación de contingencia a evaluar (condiciones, C, P, A).

Figura 18. Medianas de la tasa relativa de tiempo en las alternativas individual e interdepen-

diente. Se calcularon las medianas de los últimos 5 ensayos de cada condición, equivalentes

al 33%. Se presentan las distribuciones de cada uno de los sujetos, ordenados por sexo, expo-

sición a las contingencias y contacto social o no.

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En la figura 18 se comparan las medianas de las tasas de respuesta de los últimos 5

ensayos de cada condición. Si bien, la distribución de los pares por sexo se realizó como un

procedimiento de control es importante resaltar que se observaron distribuciones diferenciales

entre hembras y machos. En general, las hembras fueron más sensibles a las contingencias

sociales, presentando tiempos de permanencia mayor en la alternativa de trabajo conjunto en

las tres contingencias sociales evaluadas, cooperación, competencia y altruismo.

También, se puede identificar que las hembras expuestas a aislamiento social presen-

tan tasas más altas en la alternativa interdependiente que las expuestas a contacto social. Sin

embargo, es importante resaltar que las ejecuciones de la díada 3, expuesta a contacto social,

también presenta preferencia por la alternativa conjunta aunque un poco menor a los sujetos

expuestos al mismo orden de contingencias pero sin contacto social (díada 6).

Otra observación a resaltar es la distribución de tiempos en las hembras expuestas a la

relación de contingencia que permitía evaluar altruismo al inicio de las condiciones experi-

mentales (ver díadas 2 y 5). En estos sujetos, se pueden observar las tasas más bajas en la

opción conjunta en todas las condiciones. En particular, nótese la distribución de la díada 2.

Al observar las distribuciones de tiempo de los machos se puede identificar que pre-

sentaron preferencias más marcadas por permanecer en la alternativa de trabajo individual.

Opuesto a lo observado en las ratas hembras, los machos expuestos a contacto social presen-

taron mayores proporciones de tiempo en la alternativa conjunta que los aislados socialmente.

Similar a lo observado en las díadas hembras 3 y 6, los machos de las díadas 3 y 6

también presentan las mayores tasas de tiempo en la alternativa de trabajo conjunto, compara-

dos con las distribuciones de los demás machos. Es importante resaltar que estos sujetos fue-

ron expuestos inicialmente a condiciones que permitían competir.

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Al igual que en las hembras, los machos expuestos inicialmente a la relación de con-

tingencia que evaluaba altruismo, presentaron las tasas de permanencia más bajas en la alter-

nativa conjunta en todas las relaciones evaluadas (ver díadas 2 y 5).

Por último, se encontraron las mayores tasas de tiempo al evaluar cooperación cuando

los sujetos (díadas machos y hembras 1 y 4) eran expuestos inicialmente a esta relación de

contingencia. Sin embargo, esta relación es inversa en términos de contacto social; es decir,

se observó en las hembras expuestas a aislamiento, díada 4, y en machos expuestos a contacto

social, díada 1.

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Figura 19. Tasas relativas de respuesta, reforzamiento y tiempo, obtenidas de la ejecución de

las hembras 2 y 3 (díada 1).

En la figura 19, se presenta la ejecución de la díada 1. Se evaluó la historia de contac-

to social y la distribución de sus respuestas en las opciones individual e interdependiente. El

orden de exposición a las relaciones de contingencia fue: cooperación, competencia y al-

truismo.

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Como se puede observar en la figura 19 (a y b), la distribución de respuestas se con-

centra en la alternativa de trabajo individual a lo largo de las tres condiciones. En general, se

encontraron tasas superiores a 0,9, en 34 sesiones para el sujeto 2 y en 37 sesiones para el

sujeto 3. En contraste, las tasas de respuesta en la alternativa interdependiente, superan el 0,1

en pocas sesiones, 11 para el sujeto 2 y 8 sesiones para el sujeto 3. Sin embargo, es importan-

te resaltar que para el sujeto 2, 5 de esas sesiones se observaron cuando la contingencia era

competencia donde se encontraron tasas de 0,3 y 0,6. En contraste, el sujeto 3, presentó el

mayor número de sesiones que superan tasas de 0,1 cuando la contingencia que operaba era

cooperación.

En la figura 19 (c y d), se presentan las tasas de reforzamiento de ambos sujetos. Se

puede observar que ambos sujetos obtuvieron la mayor cantidad de alimento por su trabajo en

la opción de respuesta independiente; sin embargo, las mayores cantidades obtenidas por res-

ponder en la alternativa interdependiente no se distribuyen de igual forma en ambos sujetos.

Así, el sujeto 2, obtuvo la mayor cantidad de recompensas cuando las condiciones fomenta-

ban respuestas de competencia (ver sesiones 25 a 30). En contraste, el sujeto 3 obtuvo las

mayores cantidades de alimento bajo las condiciones de cooperación y altruismo.

Si observamos la figura 19 (e y f), se puede identificar que el tiempo parece ser la me-

dida más sensible para identificar las diferencias en la distribución entre las alternativas, inde-

pendiente e interdependiente. Podemos observar que bajo las condiciones de cooperación,

sesiones 1 a 15, el sujeto 3 distribuyó entre el 30 y 60% de su tiempo en la alternativa conjun-

ta. En contraste, el tiempo que invirtió el sujeto 2, en esta opción osciló entre el 0 y 30%,

excepto en la sesión 4 donde la tasa relativa de tiempo fue de 0,6.

Al comparar las tasas relativas de tiempo en la condición de competencia (ver sesiones

16 a 30) se puede observar que el sujeto 2 presenta distribuciones, para la alternativa conjun-

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ta, que en general varían entre 0,15 y 0,83. En contraste, la distribución observada en el suje-

to 3 va decreciendo a lo largo de esta condición. En las sesiones 16 a 18 se registraron tasas

entre 0,4 y 0,73. Sin embargo, estas tasas van disminuyendo y al final de esta condición el

tiempo que el sujeto invertía en competir llega al 10%.

En la última condición evaluada, sesiones 31 a 45, se encontró que el sujeto 2 presenta

tasas relativamente altas al comienzo pero van decreciendo a lo largo de las sesiones. Al fi-

nal, el tiempo en la alternativa conjunta oscila entre un 10 y 20%. En cambio, el sujeto 3 pre-

sentó tiempos relativos más altos en esta condición. Sin embargo, en este sujeto también se

observó un decremento en el tiempo invertido en esta opción.

En síntesis, las tasas de respuesta obtenidas (figura 19 a y b) indican que los sujetos

mostraron preferencia por la opción individual a lo largo de toda la fase experimental. Sin

embargo, esa preferencia no es tan marcada al compararlas con las tasas relativas de tiempo

en ambas opciones (ver figura 19 e y f). En general, el sujeto 3 presentó mayores tasas en las

condiciones de cooperación y altruismo que las halladas en el sujeto 2. En contraste, el sujeto

2 presentó mayores tasas, que el sujeto 3, en la opción interdependiente cuando la relación de

contingencia fomentaba competir.

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Figura 20. Tasas relativas de respuesta, reforzamiento y tiempo, obtenidas de la ejecución de

las hembras 4 y 7 (díada 2).

En la figura 20, se presenta la ejecución de la díada 2. En estos sujetos se evaluó la

historia de contacto social y la distribución de sus respuestas en las opciones individual e in-

terdependiente. El orden de exposición a las relaciones de contingencia fue: altruismo, co-

operación y competencia.

A diferencia de lo observado en la díada 1, los sujetos 4 y 7 presentaron menor varia-

bilidad entre sus ejecuciones y en la distribución de sus respuestas a lo largo de las tres condi-