contrato soberanía y poder
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Contrato,
soberanía y poderUna aproximación al pensamientopolítico
Francisco Tirado Serrano
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Índice
Introducción............................................................................................... 5
Objetivos....................................................................................................... 7
1. Nicolás Maquiavelo y el nacimiento de la política moderna.. 9
1.1. El príncipe: vida y necesidades ................................................... 10
1.2. La razón de Estado ...................................................................... 11
2. La tradición liberal........................................................................... 12
2.1. Las teorías del contrato social .................................................... 12
2.1.1. Thomas Hobbes ............................................................. 12
2.1.2. John Locke ..................................................................... 15
2.1.3. Jean-Jacques Rousseau ................................................... 17
2.2. La teoría del contrato social en la actualidad: John Rawls .......... 20
2.3. Valoración y críticas del pensamiento contractual ..................... 21
2.4. La doctrina liberal ....................................................................... 24
3. La tradición marxista....................................................................... 25
3.1. La crítica marxista a las teorías del contrato social .................... 253.2. El pensamiento político .............................................................. 26
3.3. El materialismo histórico ............................................................ 28
3.4. Teoría del desarrollo capitalista .................................................. 30
3.5. Valoración y crítica de la tradición marxista .............................. 31
3.6. El marxismo en el siglo XXI: Steven Lukes y la teoría crítica ..... 32
4. La ruptura con la tradición liberal y marxista: Michel
Foucault................................................................................................ 35
4.1. La reconceptualización del poder ............................................... 35
4.2. El biopoder como dispositivo de gobierno del sujetomoderno ...................................................................................... 40
4.2.1. La anatomopolítica ........................................................ 40
4.2.2. La biopolítica ................................................................. 44
5. La transformación del biopoder en la sociedad
contemporánea................................................................................... 47
5.1. Antonio Negri y la biopolítica global ......................................... 47
5.2. Giorgio Agamben y el estado de excepción como paradigma
biopolítico ................................................................................... 50
5.3. Valoración del pensamiento biopolítico ..................................... 53
Resumen....................................................................................................... 55
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Bibliografía................................................................................................. 57
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Introducción
A menudo se considera que la reflexión política es un asunto que compete ex-clusivamente a los políticos profesionales, los periodistas especializados, sin-
dicatos y otras instituciones gubernamentales, movimientos sociales más o
menos idealistas o al ciudadano de la calle cuando tiene que introducir una
papeleta en las urnas. Nada más lejos de la realidad. El pensamiento político
tiene una especificidad y una tradición tan antigua como la propia filosofía
o la mismísima ciencia. Su reflexión versa sobre los problemas de nuestro in-
mediato presente y tiene que ver, en la mayoría de los casos, con asuntos tan
importantes para nosotros como pueden ser nuestra organización cotidiana,
nuestra convivencia diaria con los demás o los recursos que tenemos a nuestro
alcance para transformar la mencionada convivencia.
En ese sentido, la tradición del pensamiento político complementa perfecta-
mente a la de la sociología porque ha respondido a preguntas sobre el naci-
miento de la sociedad civil, su mantenimiento en el tiempo y el espacio o so-
bre los recursos que sostienen y cuestionan las relaciones de poder, el control
social y el statu quo. No en vano muchos de los autores que aquí revisaremos
se consideran muy importantes en la sociología o incluso, como ocurre en el
caso de Marx, fundadores de pleno derecho de esa línea de pensamiento. Del
mismo modo, supone un acompañamiento ideal para la reflexión antropoló-gica. El pensamiento político conlleva indefectiblemente una reflexión sobre
la sociedad y nuestro vivir en común, pero también sobre las características del
individuo que tiene que habitar esas sociedades concretas. Por tanto, pensar
la política significa pensar el individuo político.
Nuestra presentación de la tradición del pensamiento político se inicia con
una figura del Renacimiento: Nicolas Maquiavelo. Sin duda alguna, existen
autores medievales y de la Grecia clásica que se pueden considerar precursores.
No obstante, con este autor la reflexión política se autonomiza, se desgaja de
la teología, comienza a desarrollar métodos propios de indagar y razonar yadquiere paulatinamente tanto un rostro como un cuerpo propio. Él forja, por
ejemplo, las nociones de soberanía y Estado que todavía perduran en nuestro
imaginario. Por tanto, hemos considerado a Maquiavelo el punto de ignición
de lo que más tarde será la reflexión política moderna.
Hemos presentado la mencionada reflexión dividiéndola en tres segmentos.
Cada uno de ellos supone la apertura de una mirada peculiar, novedosa y di-
ferente del evento político. El primero es la tradición liberal. Corriente que
se comienza a gestar con las conocidas teorías del contrato social y perdura
con fuerza y vigor hasta nuestros días. En ella se rechaza la soberanía absoluta,
se critica el intervencionismo permanente del Estado y se define el individuo
como una entidad autónoma, con capacidad de decisión y que defiende sus
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intereses particulares a partir de pactos o contratos sociales. El segundo es la
tradición marxista. Se constituye como crítica frontal a la tradición liberal y
sostiene que la no intervención estatal sólo beneficia a una clase dominante,
la que posee la propiedad de los medios de producción. Para el marxismo el
individuo es un agente absolutamente social cuya conciencia e ideología está
determinada por las relaciones de producción en las que vive inmerso. El úl-timo segmento refleja una línea de pensamiento que ha roto con la tradición
liberal y la marxista. Tal ruptura se refleja en una completa reconceptualiza-
ción de la noción de poder, la idea de Estado y la de sujeto.
Los presentes materiales no pretenden abarcar todo el elenco de autores y pro-
puestas del pensamiento político. A partir de su organización en tradiciones
y de algunos conceptos clave, aspiran simplemente a ser una guía de lectura
y profundización en interrogantes políticos más concretos que interesen al
discente.
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Objetivos
En este módulo presentamos una aproximación a la tradición del pensamientopolítico que os permitirá:
1. Conocer el origen de la reflexión política moderna.
2. Conocer y comprender las propuestas más determinantes de la menciona-
da reflexión.
3. Analizar las diferencias y similitudes entre tales propuestas.
4. Conocer las líneas de reflexión más actuales del pensamiento político.
5. Adquirir las herramientas conceptuales y la capacidad de enfoque de la
tradición del pensamiento político.
6. Conocer un elenco de autores que han sido fundamentales en la definición
del pensamiento político moderno.
7. Establecer los ejes de una mirada que permita interpretar eventos políticosque tienen lugar en nuestro presente más contemporáneo.
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1. Nicolás Maquiavelo y el nacimiento de la políticamoderna
La teoría política contemporánea hunde sus raíces en un período histórico
denominado Renacimiento. Los rasgos sociales más importantes de ese mo-
mento son cuatro:
1) La radical transformación de la estructura social del medioevo. Se desarro-
llan ampliamente los mercados, los gremios de mercaderes y el sistema fabril
de producción que subvierte las antiguas barreras que tenía la circulación de
personas y bienes. Por tanto, aparece una clase media que poco tiene que ver
con la nobleza rural y hereditaria de épocas anteriores.
2) La paulatina secularización del mundo cultural. La mentalidad religiosa
pierde fuerza y cede paso a un imaginario en el que el individuo es la medida
del mundo. Un buen ejemplo de ello es la aparición del culto a la virtus (vir-
tud, potencia) del sujeto: el ser humano lo puede casi todo en su relación con
la naturaleza. Otro sería el cambio en la concepción del tiempo de vida del
individuo. La temporalidad humana deja de ser un destino inefable dictado
por Dios y se convierte en un bien precioso de cada persona que se puede ex-
plotar, comprar y vender.
3) El desarrollo acelerado del saber técnico y experto. Frente a Dios que gobier-
na el mundo, el individuo, por su parte, interviene sobre él y lo transforma.
La técnica asume la libertad de acción del sujeto y un empirismo que se guía
a partir de experiencia y hechos observados y no a través de dogmas preesta-
blecidos.
4) La aparición del Humanismo. Éste es una doctrina acerca del saber pura-
mente humano. Rechaza la teología y se asienta en una filosofía exclusiva-
mente natural. Se recupera la Antigüedad clásica frente a la teodicea medieval.
El Humanismo
El Humanismo es una corriente educativa, filosófica, artística e intelectual cuyo origense remonta al Renacimiento italiano. Propugna frente al teocentrismo de la escolásticamedieval, un intenso antropocentrismo ligado a los studia humanitatis, una formacióníntegra del hombre en todos sus aspectos basada en una recuperación de las fuentes clá-sicas grecolatinas. El resultado es la formación de una episteme que durará hasta nuestrosdías y que se caracteriza por:
a) Considerar que toda producción de saber gira en torno al ser humano.
b) No hay nada más valioso que la razón humana.
c) Vindicar cierto valor de los sentidos.
d) Creer en la potencia de la cultura como dispositivo de perfectibilidad humana.
El Renacimiento
El Renacimiento constituye unmomento histórico difícil dedatar. La razón es que no sedesarrolla de manera uniformeen todos los países de EuropaOccidental. En unos aparecehacia finales del siglo XIV y enotros en pleno siglo XV. En ge-neral, los historiadores sostie-nen que es un fenómeno quese extiende a lo largo de los si-glos XV y XVI. Su principal ca-racterística es una renovaciónde las artes, la literatura y laciencia.
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e) Conformar el optimismo metafísico, frente al pesimismo medieval, que culminará enla idea ilustrada de progreso.
En este contexto de transformación social Nicolás Maquiavelo fundará el de-
nominado realismo político. Su pensamiento se caracteriza por dos propuestas
que rompen completamente con la tradición medieval. En primer lugar, su
obra rechaza la influencia de la teología y la moral. Le interesa la acción polí-tica aislada en tanto que representa la expresión más inmediata y evidente de
la vida social. En segundo lugar, su pensamiento se caracteriza por la ausen-
cia de teorías omnicomprensivas y por la presencia de análisis de realidades
inmediatas y fehacientes. Por tanto, su interés no es tanto descifrar la esencia
trascendental y metafísica del acto político como averiguar los mecanismos
reales que lo guían e informan. Su análisis de la acción política se glosa en el
examen de dos grandes categorías, tal y como veremos a continuación.
1.1. El príncipe: vida y necesidades
Maquiavelo revoluciona el pensamiento político con un breve tratado titula-
do El príncipe. En éste analiza qué debe hacer un jefe de Estado para adquirir
y mantener el poder. Para este autor, las repúblicas giran en un permanente
círculo. Nacen, crecen, maduran, se expanden, declinan y mueren. Tal ciclo es
la rueda de la fortuna. Y la repetición, su ley máxima. Pues bien, Maquiavelo
introduce en este esquema la posibilidad de la inestabilidad y del azar. Para
hacer tal cosa recupera la noción de virtus (virtud, de potencia). Ésta había sido
conceptualizada como una característica o regla privada de conducta práctica
para el individuo en la Grecia Clásica. La virtud era la cualidad de los héroesgriegos y se caracterizaba por desafiar al destino y lo establecido por los dioses.
Nicolás Maquiavelo
Niccolò di Bernardo dei Ma-chiavelli (1469-1527) nació en
Florencia y descendía de unafamilia acomodada. Ejerciómuchos años como diplomá-tico para la República florenti-na y entre sus principales escri-tos destacan El príncipe (1513)Discursos sobre la primera déca-da de Tito Livio, 3 volúmenes(1512-1517) y su Historia Flo-rentina , 8 libros (1520-1525).
Maquiavelo recupera la noción de virtus y plantea que la más alta expresión
de la virtus es la política. Ésta es ingenio formal, artificio que rompe el movi-
miento de las repúblicas y, por tanto, de la rueda fortuna. La política construye
la maquinaria, el instrumento artificial que es el Estado, para amortiguar los
golpes de la mencionada fortuna. El gobernante, al igual que el héroe griego,
tiene a su alcance los medios y recursos, tanto prácticos como intelectuales,
para introducir novedad en el ciclo de las repúblicas. Y por esa razón, está obli-
gado por su posición a desplegar y explotar esa potencia. El ejercicio del poder,de hecho, hace referencia a la aplicación práctica de tal virtud. El príncipe es
una figura capaz de desafiar el orden natural de las cosas y, de esa manera,
mantener su statu quo todo el tiempo que permita su habilidad y los recursos
materiales a su alcance.
Rey sentado en el trono
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1.2. La razón de Estado
Maquiavelo también es responsable del término Estado en su sentido
contemporáneo. Lo define como un aparato político distinto de la so-
ciedad general y como organización autónoma dotada de leyes internas.
Si bien la virtus es una idea determinante para comprender la actividad del
príncipe, en el Estado resulta clave la noción de necesità. La necesidad obliga
al Estado a actuar según sus intereses y a desplegar sus propias leyes. Si se re-
quieren hombres para la guerra, se reclutan o alquilan, si se necesita territo-
rio, se expande, si para mantener el orden civil hay que asesinar, se hace, etc.
El Estado es soberano, no reconoce ninguna autoridad por encima de él, ni
siquiera la religiosa. Por tanto, la violación de tratados o el engaño de Estados
aliados es algo natural si la necesidad del Estado lo requiere. Con semejanteconceptualización del Estado, Maquiavelo aísla completamente, por primera
vez desde la época de los pensadores de la Grecia Clásica, los motivos e inte-
reses políticos y los diferencia netamente de los religiosos y filosóficos. Y, de
hecho, cualquier tipo de institución es susceptible de ser manipulada u obli-
gada a plegarse a las exigencias de la acción política impuesta por el Estado.
La obra de Maquiavelo establece tres dimensiones que la convierten en pre-
cursora directa de la política moderna:
1) La diferenciación de la acción política frente a otro tipo de actividad. Sepostula que la política se debe estudiar de manera aislada y propia, examinan-
do y recogiendo las leyes que la rigen.
2) La afirmación de que el ser humano es eminentemente político y que el
ejercicio del poder pasa por un despliegue de su ingenio y de todos los recursos
necesarios para su propio mantenimiento en el tiempo y el espacio.
3) La secularización de la idea de Estado y la conceptualización de una razón
que le es propia (razón de Estado) y dicta todas sus acciones al margen del
control de cualquier otro tipo de institución o instancia.
Tales dimensiones serán las precursoras directas de las teorías del contrato so-
cial que aparecerán en el Barroco y en la Ilustración europea.
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2. La tradición liberal
Las teorías del contrato social o pensamiento contractual constituyen el de-sarrollo lógico del pensamiento de Maquiavelo y son el núcleo fundamental
a partir del que se definirá la tradición de pensamiento político liberal. La in-
mensa mayoría de pensadores de los momentos históricos mencionados más
arriba tratarán de un modo u otro la cuestión del contrato social. No obstan-
te, los tres autores que establecen las claves más importantes del mismo son
Thomas Hobbes, John Locke y Jean-Jaques Rousseau.
2.1. Las teorías del contrato social
La idea de contrato social posee una larga historia. La noción de pactum ya
aparece en algunos autores medievales como san Agustín y cobra cierta im-
portancia a finales de la Edad Media con la formulación de las Vindiciae como
contrato original entre el pueblo y el rey. Vitoria, Molina y Suárez la desarro-
llarán ampliamente y, finalmente, Hobbes la modernizará y la aplicará en el
terreno de la política práctica, convirtiéndose en el primer autor que esboza
los principales ejes de un pacto social exclusivo, propio y sin intervención di-
vina entre un soberano y sus súbditos.
2.1.1. Thomas Hobbes
Si bien se considera habitualmente que Maquiavelo abre el camino del pensa-
miento político moderno, Hobbes es el autor que establece en gran medida los
principales fundamentos de la filosofía política contemporánea. Además, es
recordado como el pensador que inaugura la reflexión sobre el Estado a partir
de la idea de contrato social.
Una de las grandes novedades de la obra de Hobbes consiste en que inicia su
reflexión sobre la sociedad a partir de los elementos pasionales y animales que
hay en el ser humano. En su libro De homine aparecen numerosas descripcio-nes de las funciones del organismo humano que lo equiparan a cualquier otro
tipo de animal. Esto rompe directamente con los postulados medievales que
establecían una diferenciación estricta y radical entre la naturaleza humana y
animal. De hecho, Hobbes ni siquiera acepta que la razón constituya la prin-
cipal dimensión que diferencia a ambos tipos de seres.
En ese sentido, los elementos que caracterizan la naturaleza humana son el
apetito natural y el principio de autoconservación. El ser humano, al igual
que todo animal, se mueve por un apetito que cubre sus necesidades más ele-
mentales. No obstante, mientras que los segundos desean satisfacer sus nece-
sidades más inmediatas, el primero las puede proyectar hacia el futuro y ex-
tenderlas a cuestiones que también satisfagan su imaginación. Tal cosa se debe
Thomas Hobbes
Thomas Hobbes (1588- 1679)nació en Inglaterra, desde muyjoven viajó por toda Europa yllegó a ser tutor del príncipede Gales. Entre sus principalesobras cabe señalar el Leviatán y De Cive (1651) o De corpore (1655).
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fundamentalmente a que el ser humano posee el don del lenguaje y es capaz
de expresarse mediante símbolos. Éstos constituyen el origen de la razón hu-
mana, le permiten conocer y hacer ciencia, diferenciándolo profundamente
del resto del mundo natural y animal. En esa medida, el principio de autocon-
servación del ser humano va mucho más allá de la mera búsqueda de alimen-
to, combate con sus iguales o se reproduce. El ser humano es capaz de crearsociedades que le protejan. Y tal acto creativo tiene lugar a través de un pacto
o contrato social.
Efectivamente, la sociedad se funda sobre un estado de naturaleza en el que
los seres humanos compiten entre sí debido a sus apetitos y pasiones naturales.
A pesar de ello, el raciocinio permite que el principio de autoconservación se
exprese a partir de pactos y acuerdos que buscan maximizar los beneficios para
todos los individuos y disminuir los riesgos.
En el Leviatán, Hobbes escribe que en el estado de naturaleza:
"cada hombre es enemigo de cada hombre...; los hombres viven sin otra seguridad que suspropias fuerzas, y su propia inventiva debe proveerlos de lo necesario. En tal condiciónno hay lugar para la industria, pues su productos son inciertos; y, por tanto, no se cultivala tierra, ni se navega, ni se usan las mercaderías que puedan importarse por mar, ni haycómodos edificios... hay un constante temor y peligro de muerte violenta; y la vida delhombre es solitaria, pobre, grosera, brutal y mezquina."
Hobbes, T. (1980). Leviatán o la materia, forma y poder de una república, eclesiástica y civil(2.ªed., p.54). México: Fondo de Cultura Económica.
El fin de este estado se alcanza a través de un contrato que permite el cese
de hostilidades y en el que se delegan los derechos de los individuos en unaúnica persona soberana. En ese momento nace la vida social y civilizada. Tal
acuerdo es por definición artificial, pues ya no se trata de vivir en la armonía
que conjugan los instintos en el reino animal, sino de un acto racional que crea
la paz y, a la vez, una persona, que la salvaguarda. Así, surgen al mismo tiempo
el Estado y el soberano. Este último puede gobernar con asesoramiento, pero
su voluntad es ley y su poder absoluto.
''El hombre es un lobo para el hombre''
Hobbes caracteriza este estado de naturaleza salvaje y descarnada como una situación en
la que homo homini lupus, 'el hombre es un lobo para el hombre', dicho de otro modo,es la guerra de todos contra todos.
El contrato social es algo más que un consentimiento o concordia, representa
una unidad real de todos los seres humanos en una única persona. El ser hu-
mano cede su derecho a gobernarse con la condición de que el resto de seres
humanos realice la misma cesión y autorice todas las acciones del gobernante.
En buena lógica, resultan posibles otros estados que finalicen con ese estado
natural de violencia, por ejemplo, los que establecen una relación entre amo
y esclavo. Por tanto, semejantes acuerdos son imperfectos puesto que no res-
petan la indiscutible individualidad de cada ser humano.
Hobbes y el estado denaturaleza
Para Hobbes el derecho natu-ral debe distinguirse de la leynatural. El primero hace refe-rencia a las necesidades del ser humano y constituye su direc-
ta expresión. Es el derecho so-berano de cada individuo a al-canzar lo que considere desea-ble y el estado que rige en lavida natural. No obstante, laley natural tiene que ver conpreceptos que existen en laspasiones del ser humano y quese pueden inferir o alcanzar apartir de la razón. Éstos lo in-clinan de manera natural a lapaz. Su hallazgo permite el es-tablecimiento de normas deegoísta prudencia (ni morales,ni metafísicas) que hacen po-sible la propia conservación yseguridad. Su hallazgo es el
objeto de la filosofía política.
Frontispicio de la primera edición del Leviatánde Hobbes
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Cuadro
El siguiente cuadro permite comparar las características y rasgos que el contrato socialotorga al soberano y a sus súbditos.
Características del poder soberano Características de los súbditos
• La soberanía emanada del contrato esinalienable. No se puede cambiar la for-ma de gobierno ni repudiar la autoridad.
• El soberano no puede ser castigado por sus súbditos.
• El poder establecido determina todas lasfacetas de la vida pública.
• La Iglesia queda totalmente subordinadaal Estado. No hay posibilidad alguna deestablecer un poder distinto al del sobe-rano.
• Los seres humanos son libres en estadonatural y, por el contrato, renuncian a susderechos.
• Una vez abandonado el estado de natura-leza la primacía de la ley representa la li-bertad de la comunidad. Por tanto, la "li-bertad" individual se limita a lo no regu-lado (la elección del domicilio, del mediode vida, la compra-venta de bienes, etc.).
En la obra de Hobbes aparecen tres formulaciones que serán piezas clave en la
posterior tradición del pensamiento político liberal:
1) La sociedad es concebida como un artefacto que resulta de un intercambio
de derechos realizado de manera voluntaria y racional. Tal acuerdo se estable-
ce entre entes soberanos que reflexionan sobre los límites y alcance de sus
derechos.
2) Los seres humanos responsables del pacto social son, por tanto, los únicos
y verdaderos responsables de sus instituciones.
3) Aunque el pacto es irreversible no anula las anteriores características del ser
humano. Éstas pasan a considerarse dimensiones definitorias de su esencia.
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2.1.2. John Locke
Las ideas de Locke constituyen el núcleo central del ideario liberal. De hecho,
multitud de comentaristas consideran su pensamiento político como el prin-
cipal impulsor de los regímenes burgueses representativos y una denuncia es-
forzada del sistema absolutista. Como veremos a continuación, sus propuestasconstituyen, al mismo tiempo, una continuación del pensamiento de Hobbes
y una ruptura.
Al igual que Hobbes, Locke analiza la sociedad partiendo de un hipotético
estado de naturaleza. No obstante, su caracterización difiere bastante de la
realizada por el primero.
El estado de naturaleza es:
"un estado de libertad perfecta por el que pueden los hombres ordenar sus acciones, ydisponer de sus posesiones y personas como quieran, dentro de los límites de la ley dela Naturaleza, sin pedir permiso ni depender de la voluntad de otro hombre. Es tambiénun estado de igualdad, donde todo el poder y jurisdicción es recíproco, y nadie tiene másque otro..."
Locke, J. (1990). Segundo tratado sobre el gobierno civil: un ensayo acerca del verdadero origen,alcance y fin del gobierno civil (p.76). Alianza Editorial.
Los rasgos fundamentales del estado de naturaleza no son la guerra y el terror.
En su lugar, la igualdad y la libertad caracterizan el estado primigenio del ser
humano. Esto no significa que no existan conflictos y violaciones contra la
propiedad privada. Todo lo contrario. De hecho, para protegerse contra tales
agresiones y que no impere la lógica de la ley del "ojo por ojo", los seres hu-
manos alcanzan un pacto que les permite pasar del estado de naturaleza a la
sociedad civil. Por tanto, ésta se constituye a través de un acuerdo entre indi-
viduos libres y que consienten sin presión alguna. El resultado es que los seres
humanos se dotan a sí mismos de reglas de juego que les permiten vivir más
seguros y en paz. Este contrato político no es idéntico al contrato mercantil o
comercial. No tiene limitación temporal y las personas que se incorporan pau-
latinamente a las sociedades civiles ya existentes deben aceptar tácitamente
sus principios contractuales y no pueden violarlos. Si la situación no resulta de
su agrado, pueden abandonar tal sociedad, pero nunca renegociar o discutirsu contrato social fundacional.
Uno de los principales productos del anterior pacto es el Estado y el Gobierno.
Ambos poseen indiscutiblemente plenos poderes. No obstante, tal afirmación
debe entenderse como que la ley social afecta por igual a todos los individuos
que aceptan vivir en una sociedad civil concreta. Pero tales poderes no afectan
a las leyes naturales. Por ejemplo, la propiedad privada es una de las grandes
características del estado de naturaleza y, por tanto, su formulación resulta
intocable e inviolable para el Gobierno. Su verdad es previa a la existencia de
la sociedad civil. La propiedad no es asunto del Estado y éste debe abstenersepor todos los medios posibles de intervenir en todo lo que afecte a la primera.
Así, en las cuestiones económicas, mercantiles, etc., el Estado debe reducir su
John Locke
John Locke (1632-1704) nacióen Inglaterra y fue un gran co-
nocedor de la obra de Descar-tes. Además de pensador po-lítico, es uno de los grandesteóricos del conocimiento ydefensor de su génesis empíri-ca. Sus dos grandes obras sonEnsayo sobre el entendimientohumano (1690) y Pensamien-tos sobre educación (1692). Noobstante, sus escritos políticosmás interesantes son Ensayosobre el gobierno civil (1660-1662), Tratados sobre el gobier-no civil (1689), Dos tratados sobre el gobierno civil (1690) y Segundo tratado sobre el go-
bierno civi (1662), este últimotexto se publicó tras su muer-te.
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intervención a su mínima expresión para que los seres humanos ejerciten una
de sus libertades más básicas. Por tanto, existen situaciones de ley natural que
están más allá de la posible acción de la ley social.
Locke formuló la conocida doctrina de la separación de poderes como garan-
tía constitucional de la limitación del poder estatal. Tal formulación se inspiraclaramente en planteamientos de autores clásicos.
Ejemplo
Aristóteles ya habló en su momento de la necesidad de discernir entre la actividad deli-berativa de las asambleas y la realización y ejecución de sus mandatos y leyes.
Pues bien, Locke diferencia entre el poder legislativo, el poder ejecutivo y el
poder federativo. El primero promulga leyes y se circunscribe a la Asamblea
soberana o Parlamento; el segundo hace referencia a los tribunales, que están
obligados a vigilar la ejecución de la ley, y el tercero tiene que ver con las rela-ciones internacionales, entre las que está la facultad de declarar la guerra o fir-
mar la paz. La separación de poderes permite que una dimensión del Gobierno
vigile al resto y ninguna adquiera mayor protagonismo o concentre recursos
de gobernabilidad. Tal doctrina será recogida posteriormente por Montesquieu
y perdurará hasta nuestros días.
Las principales aportaciones de Locke se glosan en las siguientes ideas:
1) Al contrario de lo que sucede en la obra de Hobbes, el soberano está some-
tido a dos tipos de leyes, las sociales y las naturales, y constituyen un límite
insoslayable para su actividad. En ese sentido, el ejemplo de la propiedad pri-
vada es paradigmático. De hecho, el soberano es más un garante de tales leyes
que un interventor sobre la vida de sus súbditos.
2) El Estado opera como una especie de mediador en las controversias, debates,
conflictos y diferencias de interés que exhiben los individuos en el contexto
de pluralidad y tolerancia que caracteriza sus relaciones.
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2.1.3. Jean-Jacques Rousseau
La obra de Rousseau es especialmente importante porque supone una transi-
ción en diversos sentidos. En primer lugar, normalmente es un autor caracte-
rizado como ilustrado, pero algunas de sus propuestas prefiguran el posterior
Romanticismo. En segundo lugar, su formulación del contrato social parecelegitimar el statu quo establecido en el momento histórico que vivió y, sin em-
bargo, muchas de sus ideas políticas influirán decisivamente en la Revolución
Francesa, el desarrollo de las teorías liberales y el crecimiento del nacionalis-
mo. En tercer lugar, su discurso sobre el mencionado contrato parece recoger
la estela de predecesores como Hobbes o Locke, no obstante, lo replantea de
tal modo que sienta las bases para la posterior crítica marxista.
La primera propuesta de Rousseau que entra en directa colisión con el pensa-
miento de su tiempo es su crítica de la idea de progreso. El autor rechaza
frontalmente el optimismo racionalista sobre el desarrollo de la civilización
que impera en su época. Para Rousseau, la civilización no es un camino de per-
fectibilidad y mejora del ser humano, por el contrario, lo corrompe e inunda
de deseos impuros y vicios antinatura. El aumento de conocimiento, la pro-
ducción de ciencia y arte no hacen al ser humano más libre y feliz puesto que
tal progreso material y técnico no viene acompañado de uno moral. Por tanto,
no debe confundirse progreso humano con progreso técnico. Del mismo mo-
do que la noción de progreso es puesta entre interrogantes, la noción de razón
también es valorada negativamente. Con el adagio l'homme qui médite est un
animal dépravé arremete, al mismo tiempo, contra el empirismo británico do-minante y la fría razón de los enciclopedistas franceses. Esto no significa que
Rousseau sea una especie de irracionalista. Todo lo contrario, él reivindica la
noción de idea innata y el poder de raciocinio del ser humano. Lo que sucede
es que pone por delante de éstas sus emociones y deseos.
Rousseau, al igual que Hobbes y Locke, vincula la reflexión sobre la sociedad
a la formulación de un supuesto estado de naturaleza previo a la aparición de
la primera. En éste los seres humanos no son ni buenos ni malos. Sus diferen-
cias son mínimas y se basan exclusivamente en la biología. Debido a causas
externas como el crecimiento demográfico o los peligros del ambiente, el serhumano se agrupó en familias, clanes y colectivos mayores. Comenzaron a
ayudarse en diversas actividades y empresas y apareció la sociedad. Con ésta
llegaron deseos, pasiones y voluntades que ya no tenían nada que ver con la
naturaleza humana. Así, la sociedad transforma profundamente al ser huma-
no y en su interior se convierte en un ser diferente y nuevo. La novedad de
esta perspectiva reside en que vincula un aspecto de la naturaleza humana con
la sociedad y no al contrario.
El ser humano posee un estado original de inocencia que se pierde paulati-
namente con la civilización. No obstante, persiste un residuo de moralidad
natural que abre la esperanza para la construcción de una sociedad justa. Esta
conciencia es más un sentimiento interior que un razonamiento. Consiste en
Jean-Jacques Rousseau
Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) nace en Suiza y muere
en Francia tras pasar muchosaños de su vida huyendo desus numerosos enemigos. En-tre sus obras más importantesse encuentran Emilio (1762),El contrato social (1762) y elDiscurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres (1753).
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un núcleo sentimental que la filosofía de su época ha olvidado, centrándose
exclusivamente en el examen de sus acciones. Para Rousseau no se puede sos-
layar esa innata bondad del ser humano si se aspira a conocerlo y mejorar sus
condiciones de vida.
Rousseau cree firmemente que a través de la educación se puede rescatar esabondad innata y cultivarla. Sólo una educación moral adecuada puede hacer
libre al individuo en una sociedad dominada por la desigualdad. Del mismo
modo, esa formación le permitirá dilucidar el correcto y natural comporta-
miento entre la multitud de vicios y deseos espurios que ofrece la civilización.
Emilio
Su programa pedagógico queda perfectamente delineado en una de sus principales obras,el Emilio. Este ensayo ofrece al lector la situación de un huérfano de procedencia noble.Durante los primeros años de su vida vive en un aislamiento casi completo, sólo lo acom-paña un educador y su ambiente es lo más natural que se puede establecer. La personaencargada de la formación no inculca ideas o enseñanzas morales en su discípulo. Pues-to que, como hemos visto, el ser humano está dotado de una bondad innata, hay quesortear la corrupción que proviene de las normas sociales, fundamentadas, a su vez, enprejuicios y estereotipos. Así, nada se le prohíbe a Emilio, solamente las acciones que lepueden causar algún daño físico. Tampoco se le obliga a ejercitar la razón. Para Rousseauresulta clave que Emilio llegue a razonar por su cuenta y riesgo en el momento adecuadode su evolución natural. En todo este tiempo su educador sólo le transmite una normamoral: no causar daño a otro ser humano. La religión también es anulada de su enseñan-za, Rousseau cree que igual que Emilio llegará a razonar sólo, en función de su estadonatural también logrará algún día desplegar creencias religiosas no dogmáticas y ajusta-das a la realidad de su vida cotidiana. Evidentemente, el castigo corporal no forma partedel programa de educación de Emilio. Tenemos, por tanto, que Emilio se educa como unnoble salvaje y su figura representa en la obra de Rousseau el completo anverso del serhumano occidental y civilizado, su estado originario y el horizonte al que debe aspirar el
progreso moral. El único objetivo de éste será corregir lo que ha torcido la sociedad, eseestado de la humanidad que nace tras un contrato social.
Al igual que sucede con Hobbes y Locke, el contrato social es constitutivo de
la sociedad misma. Con el contrato, el ser humano pierde su libertad natural y
gana la libertad civil y el derecho de propiedad de todo lo que posee gracias a
un pacto. Las relaciones basadas en el estado natural, que expresan cierta ar-
bitrariedad, son sustituidas por otras fundamentadas en la obediencia común
a una ley general conocida por todo el mundo.
En ese sentido Rousseau escribe en el contrato social lo siguiente:
"[...] el orden social es un derecho sagrado que sirve de base a todos los demás. Sin em-bargo, este derecho no procede de la naturaleza. Por lo tanto, está basado en las conven-ciones. Se trata de averiguar cuáles son esas convenciones."
Rousseau, J. J. (1969). El Contrato social (p.34). Madrid: Aguilar.
La fórmula del contrato social es extremadamente sencilla. Cada uno
de nosotros pone en común su persona y todo su poder bajo la direc-
ción suprema de una voluntad general y, por tanto, cada miembro es
entendido y percibido como parte indivisible de ese todo. La voluntad
general es una especie de denominador común de todas las voluntadesparticulares.
"El buen salvaje"
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Por tal razón, Rousseau recibirá la acusación de ser un simple utopista, pero él
siempre responderá que si entre un grupo de seres humanos no existiera un
interés común a todos ellos, que los una y aglutine en ciertas empresas, sería
imposible pensar la sociedad civil y mucho menos el sentido de un Estado.
A diferencia de lo que sucedía en el caso de Hobbes y Locke, en esta fórmularesulta muy importante el papel de la voluntad colectiva. No estamos ante un
contrato entre un individuo y un soberano, ni ante un acuerdo entre indivi-
duos libres, asistimos a un acuerdo con la comunidad que detentan los seres
humanos como tales. En esta original formulación, soberanía es sinónimo de
voluntad general y sólo ésta puede constituirse en ley. La propuesta de Rous-
seau se aleja de los planteamientos de Hobbes en el hecho de que la soberanía
no recae en una persona, reside en el todo, en el pueblo como totalidad. Y,
también, se distancia de Locke al considerar que la mencionada soberanía no
puede dividirse en partes (como en el caso de la partición de poderes). Además,
añade que tal voluntad es indivisible y no acepta representación alguna por
un parlamento electo porque de esa manera el hombre sería libre sólo cuando
elige a sus representantes legisladores y después tornaría a un estado de sumi-
sión y obediencia.
Para Rousseau la soberanía y el Estado son dimensiones inseparables
puesto que la principal función del segundo es mantener la primera. De
esta manera, el único principio fundacional del Estado moderno válido
y legítimo es la acción democrática: o el poder soberano es la expresión
de la voluntad general de todos los ciudadanos o pierde su cualidad de
soberanía.
Sólo en los Estados fundados democráticamente el ser humano es realmente
libre puesto que de esa manera se somete exclusivamente a la ley que él mismo
se dicta. Pero no hay que confundir este principio fundacional del Estado con
las formas de gobierno. Una cosa es la forma de Estado y otra su régimen po-
lítico. El Gobierno es el órgano encargado de ejecutar la voluntad general del
pueblo. La ley, como expresión de la anterior voluntad, debe también apuntar
siempre al todo y nunca a un particular. Por esa razón resulta necesario un
Gobierno que aplique la ley a las partes, pero éste no puede nunca enunciar-
las, solo el pueblo tiene esa potestad. En opinión de Rousseau, no existe un
régimen político ideal, el tipo de régimen dependerá de la situación geográfica
donde se asiente la sociedad civil y su consecuente estado. Así, sostendrá que
en territorios pequeños es conveniente una república, en territorios medianos,
una aristocracia y en un territorio grande, un sistema completamente liberal.
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La obra de Rousseau ejerció una gran influencia en la Revolución Fran-
cesa y en las posteriores revoluciones liberales. Curiosamente, su mayor
impronta no se observa en Europa sino en América. La idea de demo-
cracia tal y como la formula Tomás Jefferson es completamente deudora
de su pensamiento. Y, de hecho, las formulaciones rousseaunianas ins-piran directamente el pensamiento contractual tal y como se expresa
en la actualidad.
2.2. La teoría del contrato social en la actualidad: John Rawls
En 1971 un profesor de filosofía política de Harward llamado John Rawls pu-
blicó un libro titulado Teoría de la justicia que inmediatamente levantó una
tremenda polémica. Para muchos autores la obra era una importante contri-
bución para la politología, disciplina que llevaba mucho tiempo anclada endiscusiones estériles. Para otros, en cambio, el trabajo de Rawls no era convin-
cente y se presentaba como un ejercicio muy alejado de la praxis política real.
Sea como fuere, su propuesta anclaba directamente la noción de justicia en las
teorías clásicas del contrato social y suponía una documentada justificación
de la política liberal.
Él presenta el proyecto liberal en términos de una teoría de la justicia distri-
butiva aplicada a todas las instituciones (políticas, económicas y sociales) que
conforman la estructura más básica de la sociedad. Todas ellas definen nuestros
derechos individuales, oportunidades, deberes y objetivos. Su teoría pretendeformular un conjunto de principios que las regulen y las ordenen del modo
más provechoso posible para el ciudadano. En ese sentido, Rawls defiende dos
principios de justicia como mecanismos reguladores de la sociedad: la justi-
cia como equidad y la justicia distributiva. La primera opera a partir de dos
principios muy simples:
1) Cada persona debe tener un conjunto de derechos idéntico al esquema más
extenso de libertades básicas compatible con un esquema similar de libertades
para los demás.
2) Las desigualdades sociales y económicas deben resolverse de modo que be-
neficien lo más ampliamente posible a los miembros menos aventajados de la
sociedad y, además, los cargos y puestos de trabajo deben estar abiertos para
todos bajo condiciones similares de igualdad de oportunidades.
La justicia distributiva hace referencia a lo que es justo o correcto con respecto
a la asignación de bienes en una sociedad. Sus principios son normas diseña-
das para delimitar la asignación de los beneficios y las cargas de la actividad
económica y varían en función del contexto social de su aplicación. Por tanto,sus reglas deben estudiarse en cada caso y no pueden formularse a priori. Por
ejemplo, la asignación de bienes justa en EE.UU. no tiene nada que ver con la
John Rawls
John Rawls (1921-2002) nació y murió en Estados Unidos. En
1999 recibió el Premio Schockde Lógica y Filosofía y el Na-tional Humanities Medal. Susprincipales obras son: Teoría de la justicia (1971), Liberalis-mo político (1993), The Law of Peoples (1999), y Justice as Fair-ness: A Restatement (2001).
Representación clásica de la justicia
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de un país africano. Este concepto no se parece a la denominada justicia retri-
butiva o a la justicia procedimental. La primera se concentra en la proporciona-
lidad de los resultados y las consecuencias y la segunda tiene que ver con la
justicia y adecuación de los procesos.
Como decíamos hace un momento, la novedad de las propuestas de Rawls re-side en su vindicación directa de la tradición del contrato social. Así lo expresa
el propio autor en su Teoría de la justicia:
"Mi intención es presentar una concepción de la justicia que generaliza y lleva hasta unalto nivel de abstracción la familiar teoría del contrato social... Para realizar tal cosa nodebemos conceptualizar el contrato original como la entrada en una sociedad particularo la constitución de una forma particular de gobierno. Más bien, la idea directriz es quelos principios de justicia para la estructura básica de la sociedad son el objeto del acuerdooriginal. Son los principios que personas libres y racionales...en posiciones de igualdad...aceptan... tales principios regularán sus futuros acuerdos, especificarán los tipos de coo-peración social y las formas de gobierno que pueden establecerse."
Rawls, J. (1985). Teoría de la justicia (p.112). México: Fondo de Cultura Económica.
Rawls asume que los compromisos políticos y sociales sólo se legitiman
si la sociedad es concebida a partir de un esquema de cooperación social
voluntaria en la que todos los individuos son libres e iguales.
En cierto sentido, el contrato social opera en su obra como un método que
justifica su intuición sobre la prioridad que tiene la persona sobre las institu-
ciones. Y aunque él es consciente de que el contrato hace referencia a unasituación hipotética, lo utiliza como recurso intelectual para dotarnos de un
dispositivo de elección de los dos mecanismos reguladores que acabamos de
mencionar y, además, permite mostrar por qué deberíamos aceptar los térmi-
nos de asociación especificados por los mencionados principios.
Posteriormente, algunos autores que pertenecen también a la tradición liberal
han acusado a Rawls de plantear con la noción de contrato una situación ori-
ginal imposible de aceptar en la realidad. Tal imposibilidad significa que tam-
poco se pueden aceptar legítimamente los dos mecanismos reguladores que
postula Rawls.
2.3. Valoración y críticas del pensamiento contractual
El pensamiento contractual rompe completamente con la tradición medie-
val e inaugura una reflexión política en la que la elección, más o menos libre,
de los individuos crea la sociedad que habitan y el régimen de soberanía que
utilizan para gobernarse. La motivación para la elección puede ser definida
como económica, instrumental o práctica, mas, en última instancia, su prin-
cipal función es ofrecer seguridad y protección a los individuos.
Crítica a Rawls de RonaldDworkin
Ronald Dworkin es un au-tor que arguye que la fuertedependencia que la obra de
Rawls tiene de las teorías delcontrato social la convierte enun conjunto de postulados es-peculativos incapaces de fun-damentar adecuadamente losprincipios de la política liberalreal.
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Muchos autores retrotraen las teorías del contrato a la Grecia clásica, concre-
tamente a la diferencia entre lo natural y la convención. La idea de un acuer-
do como origen de la sociedad política y su organización aparece en algunos
sofistas, en Epicúreo y en alguna obra de Platón. En ese sentido, los griegos
clásicos atribuyen el origen de la justicia al deseo que todos tenemos de no
recibir daños o agresiones. La obligación, instinto o deseo de preservar la hu-manidad en general y a nosotros mismos en particular, no se puede mantener
en el estado de naturaleza, y el disfrute de nuestras propiedades como condi-
ción de auto-preservación resulta especialmente precario en ese estado. Por el
contrario, la sociedad política o civil permite remediar estos problemas y llega
a nuestra existencia cuando el poder ejecutivo de cada uno de nosotros en
el estado de naturaleza es cedido a la sociedad como totalidad. Por tanto, en
última instancia será nuestra obligación de auto-preservación, que a veces se
define como derecho contra otras personas, la que impulsa de un modo casi
lógico la creación de la sociedad civil. Conviene resaltar que ese momento de
creación es un momento de consenso. En ese instante, nuestras obligaciones
morales se convierten en políticas y será el reconocimiento de la legitimidad
del poder político al que estamos sujetos lo que permitirá nuestra obediencia
al mismo.
Las teorías del contrato también suponen un cambio radical en la imagen de
persona o ser humano que manejan. Ésta pasa de ser una estructura determi-
nada por Dios y los pecados que comete en el mundo a constituirse en ente
autónomo y reflexivo, capaz de dotarse de los órganos de Gobierno y convi-
vencia que más le interesan. En ese sentido, las teorías del contrato que hemosrevisado acaban convirtiendo, de un modo más o menos explícito, al Estado
en la principal fuente moral, a través de la cual los intereses de los individuos
se expresan. La primera obligación del ciudadano es con el Estado y viceversa.
Todos estos elementos conformarán el espacio político como un terreno inde-
pendiente y ajeno a la religión; susceptible de ser analizado a partir de las ló-
gicas que despliega y las normas que prefigura. No obstante, a pesar de la con-
siderable revolución que supone el pensamiento contractual en relación con
el pensamiento previo impregnado de consideraciones religiosas, las críticas
que ha recibido han sido numerosas. Las más importantes son las siguientes:
1) Se denuncia que el origen de la sociedad y el Gobierno no descansa en el
acuerdo de individuos naturalmente libres e iguales. Nacemos en estructuras
de autoridad predeterminadas que generan obligaciones prácticamente natu-
rales. Es decir, la condición natural del ser humano es la sociedad y no un
hipotético estado de naturaleza previo a ésta. En esa línea, algunos autores
concretan la reflexión añadiendo que el Estado no deriva de un acuerdo entre
partes iguales sino de un ancestral derecho de patriarcado.
2) También se denuncia que el consenso puede legitimar los orígenes del Go-
bierno, pero los intereses de ciertos grupos o individuos operan activamente
para mantener su continuidad y un statu quo desigual. Además, conviene tener
Lecturas recomendadas
Si se desea ampliar la infor-mación sobre el primer ar-gumento de crítica al pensa-miento contractual, puedeconsultarse:
C. Pateman (1988). The Se-xual Contract . Cambridge: Po-lity Press.
J. Plamenatz (1992). Man and Society . London: Longman.
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en cuenta que en tanto que los gobiernos aseguran la paz y ciertas comodida-
des, no es el consenso de nuestros antepasados el que garantiza su estabilidad
sino nuestro acuerdo tácito y cotidiano.
3) En tercer lugar se arguye que la idea de contrato social es redundante para
explicar nuestras obligaciones con el Gobierno y el statu quo. Si preguntamosa las mencionadas teorías por qué los individuos deberían mantener sus pro-
mesas y acuerdos, sus respuestas se dan en términos de razones utilitarias o
en términos de las consecuencias que supondría la ruptura de tal promesa.
Por ejemplo: los individuos sufrirían la desaprobación de sus conciudadanos,
no se beneficiarán de las ventajas de la cooperación social, etc. Por tanto, el
mantenimiento del acuerdo no es más que una institución o práctica social
útil a largo plazo para el ciudadano. Nos beneficiamos individualmente de que
todo el mundo mantenga esa promesa; es decir, es el interés general el que nos
beneficia particularmente. En ese caso, no es necesario apelar a un contrato
o promesa que se realizó en el pasado como base de la obligación política, se
puede simplemente apelar, de manera directa y mucho más sencillamente, a
un interés general, que se desarrolla y actualiza cotidianamente en el presente
y establece ciertos fundamentos para el futuro.
4) Una de las críticas más elaboradas que ha recibido el pensamiento contrac-
tual se halla en el pensamiento de Hegel. Para este autor, la idea de un contrato
original y continuado entre las personas y el monarca asume de manera poco
reflexiva la separación y autonomía de los individuos y olvida su previa unidad
en diferentes dimensiones: biológica, ontológica, etc. Se concibe, por tanto, elEstado como una asociación voluntaria con obligaciones libremente elegidas
y se proporciona prioridad al derecho privado sobre el público, ignorando que
el primero depende completamente del segundo. El Estado no es una relación
contractual designada para proteger los derechos individuales de propiedad,
ni para vigilar los de los ciudadanos o salvaguardar la figura del monarca. El
Estado es un horizonte del desarrollo de la razón humana, la línea hacia la
que tiende su evolución. Es un orden ético en el que los individuos realizan
sus máximas capacidades y potencialidades. No hacen ninguna elección, na-
cemos para ello, con la disposición para lograr ese estado de organización, que
primero es racional y mental y más tarde, material y físico.
A pesar de estas críticas conviene no perder de vista que el pensamiento con-
tractual constituye el núcleo central del pensamiento político liberal. A conti-
nuación, como cierre de este apartado, revisaremos las principales caracterís-
ticas de tal doctrina.
Lecturas recomendadas
Para ampliar el contenido delsegundo argumento consúl-tese:
A. McIntyre (1981). After Vir-tue. London: Duckworth.
M. Walzer (1983). Spheres of Justice. Oxford: Blackwell.
Lectura recomendada
C. Taylor (1992). Multicultu-ralism and the Politics of Re-cognition. Princeton: Prince-ton University Press.
En esta obra se pueden en-contrar más elementos paradesarrollar el tercer argumen-
to de crítica al pensamientocontractual.
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2.4. La doctrina liberal
1) El principal supuesto del liberalismo político tiene que ver con el individuo.
Se considera a la persona como una estructura individual y autónoma, y esta
condición está por encima de todo aspecto social o colectivo.
En relación con esta cuestión se plantea la idea de libertad como un derecho
inviolable de la persona que se refiere a diversos aspectos: libertad de pensa-
miento, de expresión, de asociación, de prensa, de culto, etc. Su único límite
se halla en la libertad de los demás. Semejante concepción constituye una ga-
rantía frente a la intromisión del Gobierno en la vida de los individuos.
2) El segundo supuesto es la igualdad. Para el liberalismo todos los ciudadanos
son iguales ante la ley y para el Estado.
3) El tercero hace referencia al respeto a la propiedad privada como fuente de
desarrollo individual y como derecho inobjetable que debe ser salvaguardado
por la ley y protegido por el Estado. En ese sentido, el denominado liberalismo
económico defiende la no intromisión del Estado en las relaciones mercan-
tiles entre los ciudadanos (reduciendo los impuestos a su mínima expresión y
eliminando cualquier regulación sobre el comercio, la producción, la banca,
etc.), sin dejar de lado la protección a los "débiles" (subsidios de desempleo).
Normalmente se identifica liberalismo económico con sistema capitalista, no
obstante, este último no tiene que ser necesariamente liberal, ni el liberalismo,
por definición, requiere un sistema capitalista.
La doctrina liberal inspiró la organización del Estado durante el siglo XIX.
Pero para conseguir cambiar y consolidar un nuevo sistema de gobierno era
precisa una profundacrítica y transformación social y económica, de modo
que todos los individuos tuvieran los mismos privilegios y unas posibilidades
de acción idénticas. Éste será el horizonte en el que se forjará la tradición
marxista del pensamiento político.
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3. La tradición marxista
Las propuestas y análisis de Karl Marx han tenido una impronta tremendaen la historia factual e intelectual de Europa. No obstante, su reconocimiento
académico se dará de manera extremadamente tardía. Hasta la década de los
años sesenta del siglo pasado no se reconocerá la importancia que tiene en el
nacimiento de la sociología académica, hasta los setenta su relevancia en el
pensamiento histórico y hasta hace muy poco tiempo no se le concedió que su
obra haya permitido una completa reformulación de nuestra manera de en-
tender las relaciones sociales. Su herencia se ha prolongado en pensadores tan
relevantes como Louis Althusser , que reivindicó el carácter eminentemente
científico de la obra de Marx, Jürgen Habermas, que lo ha adaptado a una
sociedad profundamente mediática en su funcionamiento o Alain Badiou,
que ha articulado sus propuestas con desarrollos de la teoría matemática de
conjuntos.
La mejor manera de comprender el amplio espectro de las propuestas de Marx
sobre el pensamiento político consiste en iniciar su análisis a partir de la crítica
que plantea a las teorías del contrato social.
3.1. La crítica marxista a las teorías del contrato social
Marx fundamenta su crítica al pensamiento contractual, en concreto, y al libe-
ralismo, en general, en la posición sobre el contrato social que defiende Hegel.
Al igual que éste, niega que los individuos tengan una existencia pre-social o
que sus identidades dispongan de una constitución anterior a la aparición de
la sociedad civil. De hecho, Marx sostiene que la situación de estado natural
de conflicto que, por ejemplo, describe Hobbes señala, precisamente, un mo-
mento histórico específico en la evolución de la humanidad: el modo de pro-
ducción capitalista, que enfrenta a los individuos entre sí y los hace competir
por recursos escasos.
Marx denuncia cuatro aspectos de la tradición del contrato social:
1) Asumir y reforzar premisas individualistas que universalizan y deshistorizan
una concepción de la naturaleza humana que no es más que un producto de
un modo concreto de producción (el capitalista).
2) Postular una libertad formal que proviene de un marco social en el que la
mayoría de las personas disfrutan de poca libertad sustantiva (el liberalismo).
En contraste con la idealización del individuo abstracto, Marx sostiene que el
sistema de producción capitalista niega la posibilidad de una verdadera exis-
tencia a las personas que venden su fuerza de trabajo al mercado.
Karl Marx
Karl Heinrich Marx nació en laantigua Prusia (1818) y murióen Londres (1883). Se le con-sidera filósofo, historiador, so-ciólogo, economista y pensa-dor socialista. Estableció las ba-ses teóricas del denominadosocialismo científico y del comu-nismo.
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3) Soslayar que cualquier compromiso legitimado en un contrato social sólo
refleja la asimetría de fuerzas que establece el modo de producción capitalis-
ta. Así, cualquier compromiso realizado en estas condiciones no puede tener
ningún tipo de legitimidad.
4) No entender que dado que la política está determinada por el modo deproducción, cualquier intento de asegurar la emancipación humana sólo es
posible con una revolución que desborde y anule el sistema capitalista. Exclu-
sivamente a través de ella se puede alcanzar una comunidad genuina que per-
mitirá al ser humano realizar todos sus deseos y su potencial creador.
En definitiva, el estado de paz y seguridad civil que permita a los seres
humanos alcanzar su desarrollo pleno no se puede lograr a través de un
contrato o pacto social; por el contrario, ese estado llegará tras un mo-
vimiento revolucionario que transforme completamente las relacionesde producción.
3.2. El pensamiento político
A pesar de rescatar el pensamiento de Hegel en su crítica anterior, Marx in-
vierte los argumentos hegelianos en el momento de analizar las funciones del
Estado y de la democracia.
Considera que el mundo real no puede deducirse de ningún tipo de
abstracción ideal o teórica. El sujeto de nuestra realidad cotidiana vive
en un mundo material y está afectado inmediata y directamente por las
instituciones políticas del Estado.
Para Hegel la sociedad civil incluía todas las relaciones familiares y económicas
que están fuera de la estructura jurídica y política del Estado. Tal sociedad es de
por sí un ámbito de egoísmo donde cada hombre compite contra los demás.
Los seres humanos son racionales y ordenados en la medida en que aceptanel orden inherente del Estado que limita los intereses egoístas de las acciones
humanas. El Estado está separado de las vidas de los individuos y tiene priori-
dad lógica sobre ellos. El individuo que crea realmente la historia debe subor-
dinarse a los ideales de participación política que encarna lo estatal. Para Marx,
no obstante, el Estado es una forma de alienación de la actividad política
y da cuerpo a unos derechos efímeros. Para Hegel los derechos políticos de
representación ejercen el papel de mediadores entre el individualismo egoísta
de la sociedad civil y el universalismo del Estado. Para Marx, sin embargo, la
realidad es la prosecución de intereses particulares y la participación general
en la vida política, sólo un ideal.
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Para que se realice una verdadera democracia debe superarse la aliena-
ción entre individuo y comunidad política.
Marx aboga por vincular la crítica teórica de la política con la experiencia de
un grupo social concreto que se ha vuelto revolucionario por su posición en
la sociedad. Así, en el proletariado encontró el carácter universal que Hegel
buscó en los ideales encarnados en el Estado racional.
El proletariado es universal puesto que sus sufrimientos y su dolor lo
son. Esta clase condensa en sí misma los peores males de la sociedad. Sus
condiciones de vida de extrema pobreza no son naturales ni resultado
de la falta de recursos materiales. Constituyen el producto artificial de la
organización contemporánea de la producción industrial. El proletaria-
do recibe la irracionalidad completa de la sociedad y su emancipación
es, por lo tanto, la emancipación global de la sociedad.
En esa línea, Marx denuncia los escritos de la mayoría de economistas políticos
porque presuponen las condiciones de producción del capitalismo en todas las
formas de economía. Los economistas asumen de manera acrítica la economía
de mercado y la propiedad privada. La búsqueda del propio interés y el afán de
lucro se consideran, de este modo, características naturales del ser humano.
Del mismo modo, los economistas sostienen que las relaciones económicas
pueden tratarse de manera abstracta y sus conceptos tienen vida al margen de
la mediación de los propios seres humanos. Todo lo reducen a la experiencia
de un homo economicus. Para Marx, sin embargo, los fenómenos económicos
son fenómenos sociales y la existencia de un tipo de economía presupone un
tipo de sociedad. Y, por otro lado, los economistas soslayan sistemáticamente
lo que es intrínseco a la producción capitalista: la división de clases, el con-
flicto endémico entre éstas por la distribución de los frutos de la producción
industrial y el predominio de la clase capitalista.
Marx constata un hecho económico histórico: cuanto más avanza el capita-
lismo más se empobrecen los trabajadores. El trabajador es expoliado, pier-
de sistemáticamente el fruto de su trabajo y corre la misma suerte que los ob-
jetos que produce. Es decir, la desvalorización del mundo humano crece con
la valorización de las cosas. A través de su trabajo, el ser humano transforma
la realidad natural y en el sistema capitalista se produce el fenómeno de que
el trabajador no ejerce control sobre lo que produce. Sus productos se tornan
objetos extraños e independientes, se objetivan y acaban siendo más impor-
tantes que su creador. Ésta, y no otra, es la verdadera raíz de la alienación.
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El trabajador no tiene capacidad de decisión sobre el destino de su esfuerzo
y se aliena en su misma actividad productiva. Y puesto que las relaciones eco-
nómicas son relaciones sociales, la alienación tiene dos grandes consecuencias
socioculturales:
1) En primer lugar, las relaciones humanas se reducen a relaciones de mercado.
2) En segundo lugar, el individuo acaba concebido como entidad autónoma
aislada en sí misma.
El ser humano nace en sociedad y es modelado por ella (sus facultades, gustos,
deseos, capacidades...). Todo individuo es el término de la cultura acumulada
por las generaciones precedentes. Y todo esto se subvierte y anula en el capi-
talismo. A pesar de tal cosa, Marx se considera un pensador optimista y cree
que la alienación se puede superar si se consigue abolir la propiedad privada.
Si se extirpa la relación entre ésta y el trabajo asalariado se acabará reorgani-
zando la sociedad. El producto de tal reorganización es denominado realidad
comunista. En ella no se niega la individualidad de cada persona, al contrario,
se respeta y permite la expansión de las capacidades y potencialidades de cada
individuo y, entre otras cosas, esa realidad es profundamente material.
3.3. El materialismo histórico
La obra de Marx sostiene que la historia es la sucesión de diversas gene-
raciones, cada una de las cuales explota los materiales, capitales y fuer-
zas productivas transmitidas por las precedentes. Es decir, se prosigue
en condiciones completamente distintas la actividad precedente y se
modifican las circunstancias anteriores mediante la actividad presente.
Marx denomina a esa actividad "trabajo". El concepto se define como
intercambio con el medio, una acción que utiliza los recursos que el ser
humano tiene a su alcance y que le permite intervenir y modificar la
naturaleza. Por tanto, la actividad productiva humana está en la raíz dela sociedad. Con sus acciones cotidianas todo individuo vuelve a crear y
reproducir la sociedad que le ha tocado vivir. Tal evento es la dimensión
más estable que se puede hallar en la organización social.
Para Marx nuestra sociedad es la culminación de un proceso acelerado de divi-
sión del trabajo que ha provocado una masiva alienación y la intensificación
de la propiedad privada. Él rechaza la mencionada división porque al identi-
ficar a los hombres con su especialización profesional les niega sus capacida-
des de productor universal. El principal corolario de este estado de cosas esel surgimiento de las clases sociales. Ellas surgen allí donde las relaciones de
producción entrañan una división diferenciada del trabajo que permite una
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acumulación de producción excedente. Ésta puede pasar a manos de un gru-
po determinado que, de esa manera, se coloca en una relación explotadora
respecto a la masa de productores.
Las clases no deben identificarse con la fuente de ingresos o con la posición
funcional en la división del trabajo. Al contrario, se constituyen a través dela relación que establecen algunos grupos con la posesión de los medios de
producción. Por tanto, las clases son sencillamente un aspecto más de las re-
laciones de producción. Además, como ya hemos indicado, la noción de cla-
se siempre implica por definición una relación conflictiva. Las relaciones de
clase, y no otro tipo de relaciones, son el eje a partir del cual se distribuye y
depende el poder y la organización política.
Por tanto, en la obra de Marx se torna evidente que la forma de gestión
política se relaciona con el modo de producción: poder político y eco-nómico aparecen completamente unidos.
Debido a todo lo anterior, en las sociedades clasistas, la clase dominante pro-
duce formas ideológicas que legitiman su dominio. Cuando se poseen los me-
dios para la producción material, se ostentan, también, los medios para la
creación intelectual.
Marx, frente a muchos autores de su época, defiende que la concienciaestá completamente enraizada en la praxis y, como hemos indicado,
ésta es completamente social.
Su obra es una crítica directa contra el idealismo que pretende analizar las
propiedades de una sociedad deduciéndolas del contenido de los sistemas de
ideas que predominan en ella. Esa posición no tiene en cuenta que la relación
entre valores y poder no es unilateral: los propietarios de los medios de pro-
ducción también producen los medios para difundir las ideas que legitiman
su predominio. La ideología, por tanto, debe analizarse en conexión con lasrelaciones sociales que la incluyen. Por tanto, si deseamos conocer bien un
sistema ideológico, hay que estudiar los procesos concretos que dan origen a
sus ideas y los factores que determinan qué ideas se colocan en lugar destaca-
do dentro de una determinada sociedad. Ni la continuidad ni el cambio de
ideas pueden explicarse con las meras categorías internas de su contenido. Las
ideas evolucionan como elementos de la conciencia de unos seres humanos
que viven en sociedad, desplegando en su vida cotidiana una praxis muy es-
pecífica. De este modo, las circunstancias sociales en que acontece la actividad
de los individuos condicionan la percepción que éstos tienen del mundo en
el que viven.
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Ejemplo
Por ejemplo, el lenguaje es expresión de la conciencia práctica de los hombres, y, portanto, se entenderá que Marx sostenga que en las sociedades clasistas, las ideas de lasclases dominantes son las que predominan en cualquier época.
En el caso concreto de la sociedad burguesa, observamos que las capacidades
productivas humanas se han realizado como nunca ocurrió en otros momen-
tos históricos. Se han universalizado las relaciones de clase y se han organizado
a partir de la dicotomía burguesía-proletariado. Tal cosa es la que distingue
a la sociedad burguesa de otras formas de sociedad clasista y su desarrollo se
explica a partir de las características peculiares que tiene el sistema capitalista.
3.4. Teoría del desarrollo capitalista
La bolsa en acción
Sin duda alguna, la obra más conocida de Marx es el Capital. En ella intentó
explicar la dinámica de la sociedad burguesa y desvelar poco a poco la leyeconómica que preside su movimiento de desarrollo.
El Capital arranca su examen mostrando que en el sistema capitalista no se
produce exclusivamente para cubrir las propias necesidades. Hay un mercado
de intercambio con unas dimensiones terriblemente amplias. Así, toda mer-
cancía producida tiene dos valores: un valor de uso y otro de cambio.
Marx toma de Ricardo y Adam Smith la premisa de que cualquier objeto sólo
tiene valor en la medida en que se ha desempeñado cierta fuerza de trabajo
humano para producirlo. Y las condiciones de producción industrial permitenque un trabajador produzca en un día mucho más de lo necesario para cubrir
el coste de su subsistencia. Todo lo que produce y va más allá de lo que nece-
sita es plusvalía, un excedente de valor que queda en posesión del capitalista.
Categorías tradicionalmente importantes en la economía como pueden ser los
precios, las rentas, los tipos de interés, etc. son relevantes para Marx, pero no
tanto como la relación social que está en la raíz de todas ellas: una profunda
explotación.
El sistema capitalista busca competitivamente la plusvalía. Esto, a su vez,
define una profunda paradoja en su interior que consiste en lo siguiente:
a) El capitalismo aumenta sin cesar su producción aspirando a maximizar sus
beneficios. No obstante, cuando la producción sobrepasa el nivel que puede
absorber el mercado cae la cuota de ganancia.
b) Si los beneficios de los propietarios de los medios de producción disminu-
yen, dejan de invertir en tales medios y se despide fuerza de trabajo.
c) El despido masivo hace caer la capacidad adquisitiva del consumidor, eventoque todavía acentúa mucho más la pérdida de beneficio de los productores.
El Capital de Karl Marx
El Capital se concibió comoun tratado de crítica de la eco-nomía política. Sin embargo,puede interpretarse como unanálisis de la especificidad his-tórica de la sociedad moderna.En tanto que Marx arguye quela esfera económica (el capital)condiciona el funcionamien-to de la sociedad moderna, elexamen de ese saber se con-vierte en el punto de partidapara comprender cómo fun-ciona tal sociedad. La obra sedivide en cuatro tomos: TomoI. El proceso de producción delcapital; Tomo II. El proceso decirculación del capital; TomoIII. El proceso global de la pro-ducción capitalista; Tomo IV.La teoría de la plusvalía.
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d) Finalmente, cierran medios de producción.
e) El cierre de fábricas y empresas aumenta el paro, cosa que, a su vez, hace
que caiga el salario que se paga por la fuerza de trabajo.
f) No obstante, la anterior condición permite que los medios de producciónque han aguantado la crisis sin quebrar repunten su cuota de beneficio: pagan
menos a sus trabajadores y se incrementa su margen de beneficio.
g) Lo anterior permitirá aumentar el nivel de inversión, se activará la produc-
ción, contratación de nueva fuerza de trabajo, se incentivará el consumo y se
aliviará la crisis. Alcanzado este punto, comienza de nuevo todo el ciclo.
Con este análisis Marx muestra que las crisis del capitalismo no son un colap-
so o riesgo del sistema sino un mecanismo regulador que permite restaurar
cierto equilibrio cuando se alcanza un nivel determinado de sobreproducción.
Además, el capitalismo necesita una cuota de parados, un ejército de reserva
que sirve para controlar los salarios. Para Marx, mientras la clase capitalista
acumula cada vez más riqueza, los salarios de la clase obrera no pueden subir
más allá del nivel de subsistencia. Y, por otro lado, el capitalismo presenta la
tendencia hacia la concentración y la centralización del capital. Esto lleva a la
constitución de unidades productivas cada vez mayores.
Reflexión
Como hemos mencionado hace un instante, a pesar de su diagnóstico social, la obra deMarx es profundamente optimista. Sostiene que el capitalismo encierra el germen de supropia destrucción y trascendencia. Esto es así en tanto que los cambios sociales objetivosasociados a la producción capitalista permiten que el proletariado adquiera concienciade su condición de expolio. Esa conciencia es el primer paso para desplegar una praxisrevolucionaria que permita el advenimiento de otro tipo de sociedad: la comunista.
3.5. Valoración y crítica de la tradición marxista
Uno de los principales logros de las obras de Marx consiste en documentar
ampliamente la metamorfosis que experimentan en la modernidad las relacio-
nes humanas y que la convierten en fenómenos de mercado. Tal cosa se debe
esencialmente a la universalización de las relaciones sociales que ha llevado
a cabo una sociedad burguesa que transforma todo tipo de relaciones en un
asunto de clases.
De este modo, Marx muestra que la esencia del capitalismo no es tanto el
beneficio pecuniario como unas relaciones antagónicas entre el capital
que se acumula incesantemente y el trabajo asalariado de una fuerza
que para subsistir tiene que vender su trabajo.
Toma del palacio de invierno (1917, SanPetersburgo)
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Entre los elementos que Marx soslayó en sus análisis y ya comenzaban a des-
puntar en su momento histórico conviene destacar el auge del capitalismo
especulativo. Éste se prefigura como un sistema que no se apoya en la pro-
ducción directa de bienes y que no se ciñe estrictamente al ciclo de desarrollo
que hemos comentado anteriormente.
Del mismo modo, su análisis también fue opaco a la enorme capacidad de
adaptación y transformación que exhibe el sistema capitalista ante sus reitera-
das crisis. Esa adaptación implica transformar completamente la sociedad eu-
ropea, asumir cierto nivel de intervención del Estado en la economía, el creci-
miento del sector de empleados de cuello blanco o la sustitución de la antigua
clase alta de propietarios por un pluralismo de elites más amorfo y difuso.
A continuación revisaremos brevemente alguna de sus expresiones más im-
portantes en la filosofía política actual.
3.6. El marxismo en el siglo XXI: Steven Lukes y la teoría crítica
La propuesta de Steven Lukes desarrolla hasta sus últimas consecuencias el te-
ma marxista de la falsa conciencia que la sociedad capitalista impone a la clase
trabajadora. En ese sentido, sus propuestas más conocidas parten de la asun-
ción de que el poder opera de tal manera que los sometidos a su influencia tie-
nen una falsa comprensión del lugar en que residen sus verdaderos intereses.
Reflexión
En cualquier caso, la obra deMarx ha dejado una profundahuella en el pensamiento eu-ropeo. Su legado ha sido reco-gido, reelaborado y renovadopor numerosos autores y diver-sas escuelas de pensamiento.
O sea, el poder interviene especialmente manipulando el pensamiento de sus víctimas:
"¿Acaso no consiste el ejercicio supremo del poder en lograr que otro u otros experimen-ten los deseos que usted desea que tengan, es decir, en garantizar su sumisión medianteel control de sus pensamientos y deseos?
Lukes, S. (1985). El poder: un enfoque radical (p.23). Madrid: Siglo XXI.
No obstante, la propuesta de Lukes hace referencia a un ejercicio que más
que actuar sobre individuos aislados lo hace sobre colectivos amplios, crean-
do conductas socialmente estructuradas y culturalmente pautadas. Desde esta
perspectiva, los ciudadanos son considerados agentes libres e independientes
y, al mismo tiempo, entidades sometidas potencialmente a la regulación desus características por parte del Gobierno. De tal manera que la conformación
de pensamientos y deseos hace que el pueblo yerre en su juicio y por eso actúe
libremente en perjuicio de sus intereses. Para Lukes este peligro se puede exor-
cizar si la toma colectiva de decisiones se realiza bajo condiciones de absoluta
participación democrática.
Muchas interacciones sociales cotidianas son consideradas por este autor co-
mo instrumentos de poder. Por tanto, la sociedad civil es conceptualizada co-
mo esfera de interacción cotidiana y terreno de liza de fuerzas sociales con
intereses contrapuestos. La sociedad civil está dominada, material e ideológi-
Lectura recomendada
Steven Michael Lukes (1941)es autor de multitud de artí-culos y libros en los que revi-sa y actualiza el pensamien-to de Marx desde la ópticade nuestra actual sociedadde consumo. Su obra más re-conocida es Power: A RadicalView (2005, 2.ª ed.), Hamps-hire: Palgrave MacMillan.
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camente, por una poderosa minoría. El hecho de que se impida a la mayoría
reconocer sus verdaderos intereses garantiza el consentimiento y su subordi-
nación.
En las propuestas de Lukes resuenan ampliamente las formulaciones de auto-
res pertenecientes a la teoría crítica, especialmente la obra de Marcuse y laposterior de Habermas.
El primero, en un libro titulado El hombre unidimensional, arguye que las socie-
dades industriales avanzadas han convertido la libertad en un simple ejerci-
cio de dominación. Las elecciones libres que realizamos cada uno de nosotros
sirven para perpetuar las relaciones de poder que promueven los intereses de
aquellos que dominan. Lo que permite que tales decisiones tengan semejante
efecto es el hecho de que el propio sistema de dominación proporciona a sus
víctimas ideas falsas acerca de sus intereses, deseos y necesidades. Actuamos
libremente sobre la base de una ideología que nos han impuesto desde fuera a
través de la propaganda, los medios de comunicación y la cultura en general.
Para Marcuse, nuestra sociedad civil es producto de un proceso de racionaliza-
ción que ha destruido cualquier espacio que el individuo pudiera utilizar para
elaborar una crítica moral de su presente.
Teoría crítica
Habitualmente se denomina teoría crítica a las propuestas del conjunto de pensadoresasociados a la Escuela de Frankfurt. Los más conocidos son Theodor Adorno, Walter Ben-jamin, Max Horkheimer, Herber Marcuse y Jürgen Habermas. Tales propuestas abarcan
diferentes ámbitos del pensamiento –estética, artes, antropología, sociología y filosofía–y hacen una relectura creativa del marxismo, enfatizando su mirada eminentemente re-volucionaria y transformadora. Precisamente, esa explícita voluntad de cambio distinguea la Escuela de Frankfurt de otras lecturas y tradiciones que también han recurrido alpensamiento de Marx.
Medios de comunicación
En ese sentido, Habe