conventillo en la narrativa chilena ingridodgers
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Ponencia "Conventillo En La Narrativa Chilena" Ingrid Odgers en Biblioteca Central Universidad de Concepción.TRANSCRIPT
PONENCIA:
EL CONVENTILLO EN LA NARRATIVA CHILENA
Ingrid Odgers
INTRODUCCION
Corresponde iniciar esta exposición manifestando que la lectura de la novela de
Roxana Heise, despertó mi interés en realizar un breve estudio del conventillo como
espacio en la narrativa chilena.
Vamos a reflexionar sobre los elementos que convergen con la narrativa de
destacados escritores chilenos del período fines S. XVIX-S XX.
1.- Definición conventillo e imagen popular
2.-Vidas mínimas de González Vera-Premio Nacional de Literatura 1950 (1897-
1979), ganándose, por supuesto, el odio y la envidia de los otros candidatos. "Es
apenas un fotógrafo de provincia", dijo Pablo de Rokha.
3.-Hijo de Ladrón Manuel Rojas-Premio Nacional 1957 (1896-1973)
4.-La sangre y la esperanza – Nicomedes Guzmán - Premio Municipal de Literatura
1944 (Chile, 1914-1964)
5.-El roto de Joaquín Edwards Bello- Premio Nacional 1953-1954 y Premio
nacional Periodismo 1959 (1887-1968)
6.- Frenético sosiego RoxanaHEISE (1964- )
[1]
Iniciaremos esta exposición aclarando el término conventillo.
1.- DEFINICION:
RAE.ES
CONVENTILLO
1. m. casa de vecindad.
2. m. desus. Casa de mujeres públicas.
DEFINICION DE VECINDAD.
(Del lat. vicinitas, -atis).
2. f. Conjunto de las personas que viven en las distintas viviendas de una misma casa, o
en varias inmediatas las unas de las otras.
Pero ¿cuál es la imagen popular del conventillo?
Los conventillos: Percepción de barrios y viviendas marginales
(secundarios)
Imagen popular del conventillo
El concepto de conventillo deriva del convento religioso, en cuanto conventus significa
congregación, reunión. Por abandono, los conventos terminaban siendo el albergue de los
pobres, que los ocupaban colectivamente a manera de vivienda social (35). El conventillo
ocupa, por lo tanto, un lugar en el imaginario como la representación mental de un tipo
de vivienda colectiva que existió en el pasado, identificada con los grupos sociales
más pobres, con la estrechez del espacio y el hacinamiento de personas. Por otra
parte, el concepto representa también un "modo de vida", porque al pronunciar la
palabra "conventillo" la asociamos mentalmente a las habladurías sobre terceros y que
llamamos "conventilleo" en lenguaje popular, cuyo origen está en que la vida privada
quedaba expuesta y a merced del comentario del resto de los co-habitadores(36). En
cierto modo tiene su paralelo en la frase "pueblo chico, infierno grande", precisamente
porque todos se conocen. Entonces, además del ámbito físico del conventillo, se alude
también al tipo de vida o "vida de conventillo".
[2]
Desde otro punto de vista, el concepto está lleno de contenido negativo en lo social y
moral: insalubridad, vicios, delincuencia y perversión. Hoy, el concepto conventillo se
ha extendido también al cité, absorbiéndola como sinónimo, aunque originalmente no eran
lo mismo, sino que el segundo era una versión mejorada y más moderna que el primero.
En la actualidad, lo que la gente llama conventillos no son sino cités modernos e
higiénicos. Pero la imagen ha sobrevivido al tiempo, y la opinión generalizada es que en
la ciudad "aún quedan conventillos", dicho con cierta morbosidad, porque se sabe que
eso significa suciedad, pobreza, violencia promiscuidad, aunque en ocasiones se
reconoce también que el concepto encierra relaciones de solidaridad entre los vecinos. La
palabra conventillo dibuja mentalmente un cuadro que representa una vivienda,
olores, colores, ropa tendida, mujeres ocupadas en algo, numerosos niños
jugueteando, miseria, violencia en el lenguaje, y antro o tugurio peligroso para el
foráneo.
Manuel Rojas dice:
"Muy poca gente sabe la diferencia que existe entre un individuo criado en un hogar donde hay
limpieza, un poco de orden y ciertos principios morales...y otro que, o ha tenido lo que se llama
hogar, una casa aparte o unas piezas en ellas y no un cuarto de conventillo en que se hacinan el
padre con la madre, los hijos y el yerno, algún tío o un allegado, sin luz, sin aire, sin limpieza, sin
orden, sin instrucción, sin principios de ninguna especie, morales o de cualquiera otra índole; el
padre llega casi todos los días borracho, grita, escandaliza, pega a la mujer, a los niños y a veces
al tío, al yerno o al allegado"(37).
No obstante, cierta áurea tenía los conventillos. Estaban llenos de vida, no eran
anónimos y eran reconocidos por sus nombres. Se diferenciaban de otros edificios
porque tenían un olor particular que era la suma de todos los olores, de ellos "surgían
tufaradas de humedad, ráfagas de aire pegajoso, tibio, como muchas respiraciones
exhaladas a un mismo tiempo..."(38). Podía reunir todos los defectos, pero para el
morador debió ser una conquista: un cuarto, un techo y una colectividad vecinal
por compañía que con mucho superaba el primitivo y débil rancho colgado de la
ladera.
No era necesario el número de la casa o el nombre de la calle para identificarlo, bastaba
decir "El Cabo de Hornos", famoso por su hacinamiento y por los delincuentes que allí se
refugiaban, igual que "La Troya", el "Billa", o "La Unión". Otros tenían nombres curiosos
como "El 14 Puertas", "La Parafina", "La Compañía", o la "Recova Vieja", este último en el
[3]
cerro Cordillera, o nombres de país lejano como el "Liguria", tal vez bautizado por su
propietario Oreste Cingarotti y situado en calle Chacabuco(39)
Personas que durante su infancia vivieron en conventillos a pesar de describir
pormenorizadamente la estrechez, la existencia de un único excusado para numerosa
población y de una llave del agua con su escaso líquido, al recordar aquellos años
destacan los aspectos positivos, sobre todo el sentido comunitario y la solidaridad. Se
valora que nadie estaba completamente solo, que nunca se abandonaba a un enfermo
ni a un anciano, que los cumpleaños, matrimonios y bautizos se celebraban en el
patio del conventillo, que el 18 de septiembre y el Año Nuevo eran fiestas de la
vecindad antes que familiar o de la ciudad, y a nadie le faltaba algo que comer,
porque el egoísmo no era posible en esa situación. Se recuerda con cierta nostalgia la
vida en colectivo, donde cada morador pasaba a ser "un personaje" dentro de la
cotidianeidad, donde todos conocían el horario y las costumbres de cada uno, y los
niños ponían sobrenombres a los vecinos, cuando se hablaba de "mi" conventillo,
con un sentido de pertenencia, de hogar común y de familia grande, tal como
suelen recordarse las casas de antaño.
2 – VIDASMINIMAS -EL CONVENTILLO - GONZALEZ VERA
“Vivo en un conventillo.
La casa tiene una apariencia exterior casi burguesa. Su fachada, que no
pertenece a ningún estilo, es desaliñada y vulgar. La pared, pintada de
celeste, ha servido de pizarrón a los chicos de la vecindad, que la han
decorado con frases y caricaturas risibles y canallescas [González Vera 21]”
Ese es el comienzo de la novela, así presenta el espacio en la cual se desarrolla
la novela, la estilística de la prosa de González Vera se nos presenta como una
especie de disonancia a lo que se estaba escribiendo en esa época; el tono
intimista y honesto desde un narrador en primera persona más la ausencia de acción
o conflicto en el “Conventillo” .
González Vera: Fino, sutil, analista íntimo, habita un conventillo, entre
lavanderas y zapateros remendones; pero en vez de lamentarse y huir de ese
medio inadecuado, lo mira minuciosamente, lo estudia con ojo atento y lo
describe detalle por detalle, sin repugnancia ni aspavientos de odio. Otros
escritores nacionales, hijos de millonarias, han pitado la vida de nuestro bajo
[4]
pueblo clamando misericordia, maldiciendo al rico explotador, derramando
torrentes de palabras caústicas. González Vera no se inmuta […]
[Alone 13]
Las auspiciosas palabras que Alone le dedica a González Vera en el prólogo de
Vidas Mínimas, condensa claramente el trabajo realizado en “el conventillo”.
La mirada intimista y filosófica de un narrador que pareciera estar siempre
tranquilo, quieto en su cama leyendo u observando todo lo que sucede a su
alrededor. Su mundo es el conventillo. Lo acepta: quiere mover a la gente del
espacio, pero él por ahora no.
De cierta forma Vidas mínimas puede ser llamada una novela de iniciación o de
aprendizaje: el humor, la ironía, la falta de estímulos, la duda y el existencialismo
están presentes. El mayor conflicto que se le presenta al protagonista es la
incapacidad de concretar una relación con su amiga Margarita y
entusiasmarse infantilmente con una muchacha que llega al conventillo:
Alicia.
La introspección sicológica y como comprende el espacio [conventillo] nos
traslada hacia la perspectiva de un narrador que está traduciendo al mundo:
lo observa desde arriba con cierta ironía, pero no arriba en el sentido
despectivo, sino que con una visión de mundo totalizadora del espacio. La
prosa minimalista de González Vera, sumándole la narración en primera
persona, funciona bien para descifrar este tipo de información, elementos
que se potencian con un narrador honesto y profundamente sensible. Hasta el
momento más insignificante lo reflexiona profundamente, se matiza ese movimiento
por la nula importancia que se le da a un argumento. En este caso el espacio que
el narrador esta descifrando – en el sentido de leer, aprehender- se trata de
un conventillo, que es un lugar donde habitan personas de la clase social más
baja.
"No execra ni lamenta la baja condición humana. Sólo trata de comprender.
Cierto que a ratos un tedio devorante se apodera de su espíritu en aquel refugio de
todas las promiscuidades. Mas, él mitiga su pena observando cuanto vive y muere a
su vista.
La tísica sin remedio, el pescador borrachín, la mayordoma verbosa, el coleccionista
de desperdicios, le merecen páginas de honda penetración psicológica y fino
humorismo.
[5]
Una fresca muchacha que toca el arpa y canta en el patio, dónde algún domingo se
baila y bebe de lo lindo, lo atrae y repele de tal modo que, bien mirado, resulta “El
Conventillo”. Un humilde romance proletario. Es, sin duda, el primero y más perfecto
de la literatura chilena contemporánea.”
[Espinoza 171]
3.-HIJO DE LADRON- MANUEL ROJAS
“Hijo de Ladrón” permite, a través de la vida de Aniceto Hevia, interiorizarnos con la
marginalidad y descubrir como un individuo de ese ambiente logra encontrar un sentido a
su existencia. La novela presenta el frecuente problema de la injusticia y de la
discriminación que viven algunas personas; pero lo más destacable, es la visión
humana que se hace de los ladrones y de los indigentes, que según el estereotipo
actual son seres perversos sin conciencia por el resto. El autor contradice esa
visión dándole a cada una de las relaciones de Aniceto con sus pares una gran
cantidad de valores como la austeridad y solidaridad, lo que demuestra que por
superioridad y egocentrismo de algunos muchos no tienen la posibilidad de surgir.
En este relato predomina la angustia, la soledad, la injusticia, la discriminación, la
incesante búsqueda de mejores horizontes, de algún rumbo definido, todo de una
manera muy difícil ya que la sociedad en general no escucha el llamado de ayuda
de estas personas, por lo cual la gente marginal, aparte de ser pobres en cuanto a
lo material se refiere, comienzan a serlo también de espíritu, de esperanza.
Esta obra nos hace reflexionar acerca de nuestra actitud, percatarnos de la realidad
social en la que estamos insertos, con realidades tan distintas, condiciones
socioculturales diferentes, que no se deberían juzgar por mera apariencia, sino que
habría que analizarla antes de emitir una opinión, de realizar un hecho, tratando de
buscar una solución a esto y así revertir la situación en que muchos se encuentran,
siendo esta obra una ventana, una opción esperanzadora, un intento de cambio,
demostrándose no de forma concreta, sino a través de la reflexión y los símbolos,
como por ejemplo el mar, el cual refleja las ansias de cambio y libertad o el viaje a
Chile, como una forma de buscar mejores horizontes.
[6]
4.-LA SANGRE Y LA ESPERANZA – NICOMEDES GUZMAN
Enrique Quilodrán es un niño de ocho años que vive junto a sus padres y hermanos en un
conventillo ubicado en unos de los barrios más pobres del Santiago de Chile de 1921.
El niño es en realidad el autor del libro, el escritor Nicomedes Guzmán . Es la historia
de su infancia. Pero también es la historia que nos llevará, con pluma desgarradora,
a conocer el forjamiento del movimiento social chileno obrero.
Enrique a pesar de todas sus limitaciones vive dentro de una familia pobre pero bien
constituida. Su padre, un chofer de tranvías, hombre trabajador y amante de su esposa y
su familia, es también un valiente dirigente sindical que luchará con todas sus fuerzas
contra el poder de la oligarquía que oprime y explota a los trabajadores.
Su madre es una mujer humilde dedicada a su casa y a su familia; su más preciado
tesoro.
Su hermana Elena es una adolescente que debió dejar el colegio por falta de recursos y
ahora trabaja como obrera en una fábrica para ayudar a su familia.
La unión de su familia contrasta con lo que Enrique puede ver sobre la forma de vida de
los habitantes del conventillo. Padres alcohólicos y violadores, mujeres
maltratadas, niñas abandonadas que dan a luz a sus hijos en la calle.
El niño se enfrente día a día a la violencia de la pobreza. Muy temprano es testigo
de como asesinan a su mejor amigo en una barraca a donde ambos iban de vez en
cuando a trabajar buscando viruta. Luego su pequeña amiga Angélica es violada por el
conviviente de su madre y ya no la volverá a ver más.
A la vez Enrique ve a su padre luchar contra toda esta violencia y contra la
desesperanza de la pobreza.
El libro está dividido en capítulos que van contando diferentes historias que vive el
pequeño personaje protagónico. Muchos de los capítulos están titulados con los nombres
de las personas que el niño conoce o comienza a conocer ¡Como olvidar al viejo Pan
Candeal! Un mendigo que llega un día a dormir en las escaleras del conventillo.
Nadie sabe de donde viene, está lleno de dolor y mugre, pero pronto se irán revelando los
misterios con respecto a él.
Y así continúan apareciendo muchos más personajes e historias entrañables. La sangre
está en las batallas contra el poder que mata a sangre fría en protestas y paros. La
esperanza, en un niño que está por nacer en la familia de Enrique. Tal vez, Guzmán
[7]
quiso simbolizar en ese niño la esperanza que tenía de un Chile nuevo, más justo y
solidario.
Para conocer de cerca la formación a través de los años de la capa más pobre de la
sociedad chilena, se debe leer este libro. Pero también les es necesario leerlo a
quienes quieran acercarse a la esencia de la pobreza humana; la pobreza de dinero
y la de corazón.
Se encuentra en Santiago una pequeña casa antigua con una placa en su exterior. Dice
que ese era el barrio de "La sangre y la esperanza". Pero Enrique no vivía en una casa,
sino en un conventillo. A pocos pasos se encuentra una destartalada puerta abierta que
da a un pasillo estrecho y humilde lleno de puertas cerradas con candado. Un lugar
abandonado, una cápsula en el tiempo con paredes color ladrillo; el olor del libro, olor a
ladrillo.
5.-EL ROTO JOAQUIN ANDRES EDWARDS BELLO
El Roto, supuso un nuevo escándalo de Edwards, crítico acérrimo de la sociedad chilena,
por contener una cruda presentación del hampa y los prostíbulos de Santiago.
Las obras de Edwards marcaron un estilo inconfundible: una ambientación siempre
urbana, ya fuera en Santiago, Valparaíso o París, sumada a cierto grado de protesta y
crítica a la sociedad chilena, por sus vicios e injusticias sociales. Edwards Bello fue
un áspero e insobornable testigo de su tiempo y su sociedad, un crítico feroz y
despiadado. Según Gabriela Mistral, "hijo más reprendedor de su patria no le nació a
nuestro Chile".
La construcción discursiva del roto chileno se complementa en la época con estatuas,
fiestas cívicas y actos. Benedicto Chuaqui recuerda como hacia 1907 se celebraba
todos los 20 de enero la Fiesta del Roto Chileno en la Plaza Yungay, "convertíase -dice-
en un verdadero mar de gente de todo pelo. Había allí ventas de dulce, de helados y
frituras que consumían rápidamente los paseantes" (Memorias de un emigrante, 1945).
En los años del Centenario -nacionalismo integrador mediante- "roto" se transformó en
una categoría identitaria, en una síntesis de la chilenidad, con rango similar a la que tuvo
la voz "gaucho" en Argentina. Resulta imprescindible tener en cuenta dicho clima para
aquilatar el carácter iconoclasta y deconstructor de un imaginario ya instalado
que tuvo la novela El roto (1920), de Joaquín Edwards Bello.
[8]
El protagonista de la novela es un roto prostibulario, síntesis no de la raza sino de los
vicios que se solazan en un barrio aledaño a la Estación Central. El mundo que se
muestra es el del prostíbulo y la cárcel, espacios en que campean parásitos, chinches,
vinchucas y sarna, una miseria física que -con óptica determinista- trasunta la miseria
moral de casi todos los personajes, incluidos los "futres". El próposito deconstructor de
la novela se reafirma en los nombres: el protagonista se llama Esmeraldo y el
lenocinio "La Gloria" (la primera edición publicada en París, en 1918, se tituló La
cuna de Esmeraldo, ironías obvias a la pratmanía y al nacionalismo imperante). No
es casual entonces que la novela haya sido leída como una obra iconoclasta, destructora
de los valores, tal cual se "leyó" en nuestros días el Bolívar de Juan Pablo Dávila
(recuérdese la imagen del libertador con pechos femeninos y el dedo cordial hacia arriba,
indicando lo que todos sabemos que ese gesto indica).
Una condena circunstancial
Fernando Santiván, en sus memorias, recuerda que cuando apareció la novela el pintor
Benito Rebolledo, alarmado, lo fue a visitar. "Edwards Bello ha cometido -le dijo- un
atentado contra mi clase. El "roto" que presenta no es un genuino hombre del pueblo, es
un rufián. Quien lea la novela puede pensar que toda la clase baja es eso... ¿No existe
acaso el "roto" héroe de la guerra? ¿Dónde están los obreros honrados y sobrios?" El
Diario Ilustrado publicó una crítica acusando a Edwards Bello de haber confundido la raza
con la casta, falseando "a nuestro tipo nacional". El protagonista de su novela -decía- es
"producto de burdel: un sujeto patibulario, de belfo caído y de mirada asesina, ahíto de
alcohol y de vicio... ¡Menudo favor el que le ha hecho el señor Edwards al pueblo de
Chile!". Incluso la madre de Vicente Huidobro, que era -para la época- una mujer de
avanzada, escribió, con el seudónimo de Monna Lisa, una crítica feroz "con ese título tan
sencillo, tan emocionante como los emblemas de la bandera patria, la novela de Edwards
Bello ofrece (solo) un montón de mugre, de degeneración, y para colmo de vulgaridad,
¡extrae el alma del roto de un prostíbulo!. ¡C'est trop fort!" (El Diario Ilustrado, 31, 8, 1920).
En la valoración negativa que se hizo de la novela operó un prejuicio estético y un
prejuicio moral. Considerar que el arte debe ser reflejo o reproducción de la
realidad y que debe tener solo un fin edificante corresponde a una perspectiva
decimonónica (anticuada) de la literatura, a una visión, hoy día ampliamente
superada. Resulta interesante constatar que desde un punto de vista estético, la
[9]
novela de Joaquín Edwards Bello es considerada actualmente una de las más
importantes de la literatura chilena, lectura recomendada en la Enseñanza Media.
6.- FRENETICO SOSIEGO
TOPICO ESPACIAL: CONVENTILLO en la novela de Heise
"La palabra mentira le zumbaba al oído perturbando sus pasos, desgranando sus
letras sílaba tras sílaba, cuadra tras cuadra. Como un grito baldío en su interior o
una huella chillona sobre el asfalto reseco, la palabra mentira era una forma de
guarecerse ante la imagen de Bastián derrotado sobre aquel lecho; gélido y
transparente como sus sueños.
Roxana en las primeras frases ya nos entrega el tono de su novela, la atmósfera que va a
regir el lenguaje. En las primeras frases está la arquitectura entera de la novela.
“..sus sollozos ahogados parecían extinguirse entre bocanadas de humo que se
esparcían como las premonitorias palabras de Andrés: Debes olvidarte de Bastián, nada
te espera junto a él. Pero ya no tenía sentido dejar que la culpa le jalara las espaldas
como un niño malcriado, por lo que decidió serenarse, mirar el calendario que
descansaba sobre el anémico velador. Hacía justo un año había llegado a Santiago.”
Se inicia el RACCONTO. Un 15 de enero de 1995 llega a Matucana 305-A, Estación
Central, y llega "inescrutable como el olvido".
Aurora es la protagonista atrapada por la soledad y la incertidumbre se mueve en un
escenario hasta ese momento ignorado.
El mundo desconocido del Conventillo. Sus características:
-ventanas de nylon -ducha fría -pozo negro alternativo-lavaderos
-planchas de zinc, tablones y neumáticos sobre los techos-goteras-pulgas-afiches en las
paredes
- la cuelga del lavado, etc.
[10]
Heisse a través de un narrador omnisciente, nos presenta a los personajes de este
espacio de miserias, chismorreos, y riñas.
Juana, el Chicharrón, El Lalo, El Gato, el Chincol, Nacho López, la Lucha. Su vecina
Marina con la que logra mantener una relación cercana y la dueña del conventillo llamada
secretamente Doña Miseria, madame Miseria.
Todo transcurre en una atmósfera de reflexiva soledad con el tono quedo de la
incertidumbre y el temor en medio de profusos diálogos bien elaborados, claros,
precisos.
No hay ambigüedades en esta escritura simple donde encontramos el lenguaje popular:
huevón, caureado, caallero, mieo, etc.
Un mundo de fugitivos sin quererlo, despreciados sin quererlo, quebrantadores de la ley
sin quererlo.
Así podemos distinguir en esta novela un eje de disputa valórica donde
interactúan clases sociales distintas: una representada por la “clase alta” ( o elitista),
mezquina, fría, egoísta y la otra, la clase baja representada por los habitantes del
conventillo, bien delineados en sus valores por la autora.
Destacamos que Heisse se atrevió a retomar un tópico de grandes autores chilenos como
González Vera, Manuel Rojas, Oscar Castro, Nicomedes Guzmán, Joaquín Edwards Bello
y nos entretiene, emociona, asombra al entregarnos un espacio casi olvidado, que
tanta falta hace recordar y es que existe aún hoy en el siglo XXI: El conventillo. Esta
osadía logra llamar nuestra atención.
Crítica
Relato realista que hace sentir lo que verdaderamente pasa en esos lugares, lo que se
vive y comparte, una buena forma de mostrar las cosas tal y como son, sin ocultar
acciones que influyen en la vida de muchas personas. Da a conocer como es la pobreza y
lo que es no tener para comer.
COMENTARIO LITERARIO
Nos adentramos en la obra de Heise y luego de dos páginas quedamos ante la lectura de
un racconto que asombra por su lenguaje popular al cual no estamos habituados desde
hace tiempo: el lenguaje de los barrios bajos de un cité miserable de Santiago de Chile.
Pensamos sin equivocarnos que es esta costumbre algo extraviada en las plumas
[11]
chilenas la que ha coronado a esta autora nacida en Victoria y que consideramos
penquista por sus años de vida y trabajo transcurridos en Concepción, con la apetecida
beca a la creación literaria del Fondo Nacional del Libro. No es un valor menor que de una
escritora cultísima tengamos a la vista los dichos y hechos más prosaicos de nuestra
tierra y de los bajos fondos. Pero hay más que descubrir y todo de la mano de esta
traductora-protagonista que recibe trabajos en el conventillo y que llega de Puerto Varas,
temerosa y llena de un misterio que nos va seduciendo página a página. Vislumbramos
ese misterio en profusos diálogos y reflexiones de Aurora con sus vecinos y de Aurora
consigo misma. Cuando ya se ha develado lentamente el ambiente en que se mueve la
protagonista, ajeno y desconocido para un gran segmento de la población chilena,
(sabemos que existe pero no andamos por sus calles), el temor a interactuar con
“burreros” y ladrones es siempre un impedimento para conocer su diario vivir. Tenemos
lenguaje y ambiente y nos consultamos si habrá más en esta obra que leemos con
atención atraídos por su peculiar estilo y encontramos al infaltable varón bien parecido
que irrumpe con lujos en este cité para impresionar y tomar el corazón de nuestra joven
mujer y por supuesto hacerlo pedazos con algunas actitudes incomprensibles. Pronto
sabemos que Aurora es buscada por la brigada de delitos económicos, que debe una
suma cuantiosa y que vive escondiéndose de la policía. Ha dejado un hijo de cuatro años
en Puerto Varas a cargo de su hermana. Bastián resulta ser un narcotraficante que
sospecha que Aurora es un nombre falso. En el relato nos encontramos con diversos
personajes de nombre tan estrafalarios como “Chicharrón”, “el Gato”, “el Chincol” o la
Doña Miseria, dueña del cité.
La autora construye una historia muy entretenida, utiliza en ocasiones un lenguaje casi
poético, de reflexiones profundas y metafóricas, donde el tema central es el paralelo entre
el arribismo (¿o ambición?) y el fracaso o como el arribismo nos conduce por las fauces
del fracaso. Bastián y Aurora, producto de atender las exigencias sociales y amor al lujo
(EXITISTA), hay que decirlo, de diferente forma se desploman en el cómodo colchón del
dinero (bancos, prestamistas, en el caso de Aurora) para terminar, ella arrancando de la
vergüenza de la familia y la policía y Bastián (tráfico de drogas), prácticamente eliminado
por la mafia de narcos.
Tenemos un final que corresponde a los azarosos caminos de ambos y que deja a
nuestra protagonista con sentimientos de dolor y culpa pero libre de deudas y libre para
retornar en busca de su pequeño hijo.
[12]
Heise describe perfectamente el ambiente santiaguino, el tumulto, el zoológico humano:
trasvestis, traficantes, prostitutas.
“Santiago es un demente que corre sin sosiego. El centro es un gran nicho de cemento,
profanado por el smog y el tráfico infernal de autos y microbuses que transgreden la
velocidad máxima permitida, compitiendo por pasajeros. Las calles atestadas de gente
son testigo mudo de la ausencia de alegría, de las almas carcomidas por la nada…Todo
rápido, agitado.”
“Traductora de inglés La niña al fin se tituló. Ahora tendrá una vida apacible. Una vida
plena de sosiego me digo a mí misma mientras el peso de la conciencia me pisotea.
Ahora sólo tengo una carrera de segundos sobre la giba de mi espalda que pronto se hará
notoria y todos verán tu carga Todos verán que estás sufriendo hija. Debes disimular Eres
una mujer de familia no cualquier niñita con segundo medio. Tienes la obligación de
mantener tu imagen Tienes una familia a quién responder Debes hacerlo por ti. or quienes
serán tus hijos a través de los años De todos los años...Bastián ¿A qué hora
llegarás?....Cuando tú llegues sólo quedará mi ausencia....No debí venir…”
(Ahora ya sabemos su verdadero nombre)……. Gloria.
“Voy alejarme de ustedes por un tiempo. Nadie sabrá de mi existencia. Nadie podrá
recriminarme. Sé exactamente cuál es el lugar donde debo estar. Tal vez allí
encuentre algo de sosiego. No es posible hablar de paz en ciertas circunstancias,
¿verdad Bastián? “
Su estilo destaca por lo sobrio, sencillo y depurado, y fuera de lo común en la narrativa
contemporánea chilena.
No podemos eludir preguntarnos: ¿Sosiego en Santiago?. ¿Sosiego con Bastián?
Este es el Frenético sosiego de nuestra escritora Roxana Heise.
Y las reflexiones sobre el espacio narrativo que pocas veces se menciona y existe:
EL CONVENTILLO. (el antihéroe)????
CONCLUSION:
Todas estas obras tienen un denominador común la marginalidad, la visión humana del
conventillo. Rompen esquemas, cánones de diversos tiempos, nos ayudan a abrir (o
[13]
reabrir) los ojos y darnos cuenta de la realidad social en la que estamos insertos, en un
mundo de injusticias y discriminación, con realidades tan distintas, condiciones
económicas y socioculturales diferentes. Encontramos una crítica social reflejo del
compromiso que tenemos como escritores y escritoras de entregar a la sociedad, revelar
ese mundo subterráneo del cual podemos aprender y aprehender (aprisionar, aferrar)
para motivar (nos) un cambio intrínsicamente ligado a nuestra condición de seres
humanos.
FIN
ESQUEMA
1. Introducción
2. Definición Conventillo e imagen popular
3. Vidas mínimas de González Vera-Premio Nacional de Literatura
1950 (1897-1979), ganándose, por supuesto, el odio y la envidia de los otros
candidatos. "Es apenas un fotógrafo de provincia", dijo Pablo de Rokha.
Mirada del narrador
4. Hijo de Ladrón Manuel Rojas-Premio Nacional 1957 (1896-1973)
5. La sangre y la esperanza – Nicomedes Guzmán - Premio Municipal
de Literatura 1944 (Chile, 1914-1964)
6.-El roto de Joaquín Edwards Bello- Premio Nacional 1953-1954 y
Premio nacional Periodismo 1959 (1887-1968)
7.- Frenético sosiego RoxanaHEISE (1964- )
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