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  • 7/24/2019 Criollismo y anarquismo: de la deconstruccin del gaucho al descubrimiento del arrabal Leandro Delgado

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    Criollismo y anarquismo:

    de la deconstruccin del gauchoal descubrimiento del arrabal

    Leandro DelgadoUniversidad Catlica del Uruguay

    Resumen.El anarquismo del Ro de la Plata de nes de siglo diecinueve y principios delveinte particip muy activamente en la elaboracin de un repertorio de tipos humanosrepresentativos del ser nacional rioplatense reclamando la participacin de sectores socialesmarginales en los proyectos de construccin de la nacin. El nuevo escenario se trasladdel campo al arrabal en un desplazamiento que transform la gura del gaucho en ungrupo heterogneo de personajes suburbanos inaugurando nuevos territorios simblicosde identidad nacional. Estos desplazamientos y transformaciones fueron armados ycelebrados por los escritores anarquistas mediante una apropiacin original de la tradi-cin cultural. Este artculo analiza el proceso de transformacin poltica y cultural deuna tradicin histrica problematizando originalmente la gura del gaucho y el esquemasarmientino civilizacin y barbarie y sealando, hacia el nal, al arrabal como el mbitodonde se vern las seales dolorosas del impulso autoritario de la modernizacin urbana.

    Palabras clave:1. anarquismo, 2. criollismo,3. literatura anarquista, 4. literatura gauchesca.

    Abstract.By the end of 19th Century and the beginning of 20th Century, anarchistwriters from the Rio de la Plata region were committed to the discovery and literarycreation of a whole group of human types that were novel representations of the ser

    nacional thus claiming for the participation of marginal social groups in the nationbuilding plans. The cultural scenario moved from the countryside to the outskirts ofthe cities transforming the rural traditional gaucho gure into a heterogeneous group ofsuburban characters as being part of new aspects of national identity. These displace-ments and transformations were celebrated by anarchist writers through an originalappropriation process of cultural tradition elements. This article analyzes the processof cultural and political transformation of the gaucho gure and Sarmientoss schemecivilization vs. barbarism pointing out that the outskirts were the place where painfulsignals of authoritarian modern impulse could be seen.

    Keywords:1. anarchism, 2. criollismo,

    3. anarchist literature, 4. gauchesca literature.

    culturalesVOL. VIII, NM. 16, JULIO-DICIEMBRE DE 2012

    ISSN 1870-1191

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    LOSESCRITORESANARQUISTASCOMPLEJIZARONYDECONSTRUYERONLAguradel gaucho, a quien atribuyeron caractersticas positivas y ne-

    gativas que deban ser discriminadas de acuerdo con un procesomoral regenerativo tpicamente anarquista. Al mismo tiempo,vieron la supervivencia del espritu gauchesco en los nuevosactores que emergan del suburbio. Este grupo humano con-trastaba y se opona a la visin esencialista de la nacionalidadrepresentada por la gura heroica del gaucho promovida por elnacionalismo conservador. La capacidad del anarquismo para

    distinguir y celebrar estos nuevos actores surgi de una expe-riencia amplia y cercana al mundo vivido con fundamento en elinters y la compasin por la naturaleza humana y no humana.

    El artculo comienza con una descripcin de circuitos cultos ypopulares que promovieron, por motivaciones muy diferentes, lagura del gaucho como representativa del ser nacional. A partirde entonces, se describe un complejo proceso de apropiacinde esta gura que incluy, tambin, su muerte simblica y elnacimiento de nuevos actores sociales que heredaron parte desu espritu. El artculo se concentra en el debate nacionalistaargentino y en algunos textos relevantes de escritores uruguayosque participaron en este proceso. En particular, analiza elementosde la narrativa de ccin, ensayos, teatro y crnicas de Flix Bas-terra, Alberto Ghiraldo y Florencio Snchez. Finalmente, proponeel anlisis de las cciones y crnicas naturalistas de personajes y

    territorios suburbanos que surgieron en el mismo periodo.

    Martn Fierro: folletn criollo anarquista

    La inmigracin de europeos entre nes del siglo diecinueve yprincipios del veinte determin el crecimiento acelerado de la

    ciudad de Buenos Aires y otros centros urbanos del Ro de laPlata. Llegados principalmente de Italia y Espaa, as como deFrancia, Inglaterra y Alemania, estos inmigrantes fueron atradospor una economa en crecimiento basada en la exportacin de

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    cereales y de carne. Buenos Aires pas de tener alrededor de180 000 habitantes en 1869 a 1 575 814 en 1914 (Gallo en Bethell,

    2008:84). Hacia ese mismo ao, la proporcin de extranjerosen Buenos Aires era sustancialmente mayor que la de nativos(Rock, 1987:166).

    La poblacin urbana creca de manera explosiva tambin porla migracin interna de habitantes rurales a las ciudades. En supormenorizado anlisis sobre la formacin de la cultura criollistaen la Argentina del cambio de siglo, particularmente Buenos

    Aires, Adolfo Prieto seala cmo las nuevas redes comercialesy las nuevas formas de explotacin de la tierra provocaron ladesaparicin progresiva de los asentamientos rurales del interioren benecio del crecimiento de las ciudades. Este desplazamientoconstante hacia la capital contribuy, explica Prieto, a una rpidadiseminacin de los hbitos de vida campesina en el contextociudadano conformando un dinmico y singular carcter urbano(Prieto, 1988:17). Al tiempo que la ciudad exhiba las seales dela ferviente modernizacin integrando a una dispar y numerosacomunidad de inmigrantes, lograba conservar y cultivar unaserie de modos y costumbres del campo que se manifestaron ennuevas formas de relacionamiento as como en la circulacin yel consumo de novedosos productos culturales. Estos hbitosfueron difundidos a travs de los centros criollos, tanto del circocriollo y, para este anlisis, del folletn criollo.

    En los numerosos centros criollos que se formaron entonces,paisanos e inmigrantes convivieron en un mbito que reproducalos rituales del mundo rural. Las nuevas pautas de sociabilidadfueron determinadas, por un lado, por la voluntad de los paisanosde armar y conservar los hbitos campesinos que perciban enpeligro de extincin en un momento cuando las bases materialesde la mitologa gauchesca desaparecan en el mbito urbano

    modernizador. Al mismo tiempo, los inmigrantes extranjerosintentaban adquirir y exteriorizar estas mismas costumbrescomo va para garantizar su integracin a un sistema social queno siempre vea su llegada con buenos ojos (Prieto, 1988:19).

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    En todos estos mbitos, la cultura popular estuvo dominadapor la gura de Juan Moreira, un personaje surgido de la crnica

    periodstica del argentino Eduardo Gutirrez, que pronto adquirirasgos legendarios y se convirti en un mito de las clases popu-lares. El payador Santos Vega tambin fue de gran popularidad,tambin surgi de las crnicas de Gutirrez y fue llevado luegoa la poesa por Rafael Obligado. Con el modelo de Santos Vega,paisanos y extranjeros lean, recitaban, componan textos; perotambin cantaban, bailaban, se vestan, coman de acuerdo con

    las pautas de esa particular versin del tradicionalismo nativista(Prieto, 1988:146).El circo criollo fue otro gran mbito de difusin de los hbitos

    camperos. La pantomima gauchesca fue la primera representa-cin teatral del drama criollo donde se incorporaron, gracias ala intervencin de los empresarios teatrales, los elementos prin-cipales de la vida de Juan Moreira. La forma teatral denitivadeJuan Moreirafue escrita recin en 1886 por el empresario,actor y director teatral uruguayo Jos J. Podest. Se trataba de unaadaptacin de las partes habladas del folletn y de una seleccinde las pantomimas habituales.

    Los hbitos aprendidos en centros y circos eran, a su vez, dise-minados en la profusin de folletines criollos, que tuvo su augeen las ltimas dcadas del siglo diecinueve. Este auge determinun vasto mercado que domin el horizonte cultural de las clases

    populares. La propagacin masiva de folletos ya haba comenzadocon El gaucho Martn Fierro(1872) yLa vuelta de Martn Fierro(1879) de Jos Hernndez y luego continu con Juan Moreira(1880) del mencionado Gutirrez, quien, luego de escribir otrofolletn de similar inspiracin, Santos Vega(1880), vio aparecerla versicacin de su obra en los poemas de Rafael Obligado(1877-1882). Este fenmeno editorial se vio amplicado por la

    aparicin innumerable de imitaciones, plagios, versicaciones yteatralizaciones de estas obras, la mayora de escasas ambicionesliterarias, y la aparicin de cientos de nuevos autores y personajescriollos que actuaban a la manera de Juan Moreira y Santos Vega.

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    Prieto seala cmo algunas caractersticas del protagonistadeMartn Fierrode Jos Hernndez se trasladaron al deJuanMoreirade Gutirrez y, a su vez, al de Santos Vegaconformandoun mbito de lectura masiva donde predominaba la gura delgaucho rebelde en conicto permanente con la autoridad. En suenfrentamiento permanente con las autoridades policiales y la

    justicia, la gura de Juan Moreira en particular fue denindo-se como el modelo del ser argentino imaginado por las clasespopulares.

    Aunque tanto Gutirrez y Obligado pertenecieron a las clasesdominantes,Juan Moreiray Santos Vegano fueron bien recibi-dos por los letrados del siglo diecinueve, quienes vieron en estospersonajes el resultado de una degradacin moral y, en esas obras,una perversin lingstica que sus autores enfrentaron con mayoro menor conicto. Aunque el Santos Vegade Obligado intentredenir positivamente al personaje creado por Gutirrez, pocologr en su combate contra la gura rastrera denida enJuanMoreira. Tal conducta idiosincrtica, denominada moreirismopor sus crticos, estuvo caracterizada por los hbitos penden-cieros, la arrogancia y el espritu sanguinario que subyaca a laresistencia contra toda forma de autoridad. El trmino morei-rismo fue utilizado con frecuencia por las clases gobernantes(Prieto, 1988:173) para referirse a los hbitos incivilizados dela poblacin argentina.

    A nes del siglo diecinueve estos personajes comenzaron aesbozar una cierta polarizacin o antagonismo entre dos formasde concebir el prototipo del ser nacional criollo, uno representadopor el matrero Juan Moreira y el otro que intent presentar unaspecto ms creador, vinculado al arte y la poesa, en el payadorSantos Vega (Prieto, 1988:120). Esta tensin no lleg a denirningn resultado demasiado evidente pero concluy con la rei-

    vindicacin de Leopoldo Lugones en 1914 de la gura de MartnFierro, personaje a quien atribuy entonces una dimensin picavinculada a la antigedad clsica en El payador. Sin embargo, estaapropiacin de la literatura gauchesca con el objetivo de revisar

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    y emplear polticamente el mito del ser nacional haba tenido unantecedente importante en la aparicin de la revista cultural anar-

    quistaMartn Fierroen 1904. Dirigida por Alberto Ghiraldo,1larevista fue un suplemento literario del diario anarquistaLa Protestaquereinterpretaba e intervena, tambin con objetivos polticos yde manera muy opuesta a la de Lugones, a la literatura gauchesca.

    La estrategia de apropiacin de Ghiraldo perciba con clari-dad la dimensin de la cultura popular criollista difundida porfolletines y centros y en este sentido se puede ver como una

    novedad en el contexto anarquista de entonces, tradicionalmentecrtico de toda forma popular de entretenimiento, en particularde los encuentros sociales en el baile, el carnaval y el ftbol.2Sin embargo, frente al folletn criollo y en particular a la guradel gaucho, Ghiraldo encontraba, al frente de la publicacin,un elemento demasiado atractivo como para ser rechazado. Porun lado, la apropiacin anarquista de las guras gauchescas sepuede ver como forma de ampliar el pblico lector anarquistacircunscrito a la prensa obrera anarquista. Por otro lado, estaapropiacin se puede ver tambin como una de las tantas inter-pretaciones del mito gauchesco de parte de diferentes sectores

    1El argentino Alberto Ghiraldo (1875-1946) tuvo una actuacin decidida yfundamental en el movimiento sindical argentino. En su juventud fue un radical,seguidor de Leandro Alem, luego se hizo anarquista y nalmente abandon elanarquismo. Dirigi las revistas El SoleIdeas y Figuras,pero su mayor con-

    tribucin al periodismo fue su pasaje por la direccin del diario anarquistaLaProtesta.Este diario fue uno de los ms importantes de Amrica Latina en granmedida gracias a la actividad de Ghiraldo, quien moderniz las lneas editorialesintegrando, en un solo espacio, la informacin poltica y la crtica cultural deacuerdo con un criterio de amenidad. A su cargo estuvo tambinMartn Fierro,revista semanal deLa Protesta,cuya originalidad provino de un despliegue visualinusual as como de la participacin de escritores no vinculados al anarquismo.Ghiraldo fue enormemente prolco y escribi decenas de trabajo en prcticamentetodos los gneros: poesa, cuentos, crnica, ensayo, drama y novela.

    2Para los anarquistas, estas manifestaciones eran vlvulas de escape, las cuales,lejos de crear una conciencia crtica entre las masas, slo prolongaban y perpetua-ban las condiciones de alienacin del trabajador. Por el contrario, estas condicionesexigan formas de accin mucho ms decididas para el esclarecimiento colectivo(Suriano, 2001:145-47).

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    sociales que pujaban por incluirse en los proyectos moderniza-dores y de construccin de la nacin y que encontraban en el

    mito anidades que les permitan armar tanto su anarquismocomo su participacin y trascendencia en la historia nacional.

    El gaucho representaba la libertad individual celebrada tantopor las corrientes individualistas como por las sindicalistas. Elmayor atractivo del gaucho era su rebelda, su rechazo permanen-te a la autoridad policial y judicial, que eran vistas habitualmentepor el anarquismo como las herramientas represivas y autorita-

    rias del Estado. El permanente deambular por el campo en totallibertad y la independencia respecto de la autoridad de ningnpatrn eran elementos polticamente valiosos y culturalmentemuy expresivos. En el gaucho, el anarquismo encontr una -gura que, si bien estaba en franca desaparicin ya en la dcadadel ochenta, era central en el imaginario de la poca y poseacaractersticas que el anarquismo dena como virtudes morales.

    En su anlisis sobre el criollismo anarquista argentino, PabloAnsolabahere seala la facilidad del anarquismo para adentrarse,pese a su tendencia internacionalista, en la mitologa criollista y porlo tanto en los relatos del origen nacional. Como doctrina interna-cionalista, explica, el anarquismo posee sus propia tradicin y undeterminado repertorio de acontecimientos no siempre vinculadosal anarquismo, pero cuya apropiacin le permita reinterpretar elpasado a su manera: la Revolucin Francesa, la Comuna de Pars

    o los asesinatos de Sacco y Vanzetti. Ansolabehere seala quela eleccin de estos acontecimientos histricos de una tradicindeterminada fue, precisamente, lo que determin la apertura delanarquismo para seleccionar y denir su propia tradicin de acuerdocon su carcter abierto y expropiador (Ansolabehere, mimeo:s/p).

    Es importante sealar tambin que el internacionalismoanarquista no entra en conicto necesariamente con el espritu

    nacional. En particular la Comuna de Pars, uno de los aconte-cimientos ms emblemticos que el anarquismo vio como suyo,es especialmente ilustrativa de esta convivencia entre corrientesinternacionalistas y nacionalistas. En ese acontecimiento, la toma

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    de la ciudad por parte del movimiento obrero, tuvo el doble ob-jetivo de rebelarse contra la burguesa y al mismo tiempo resistir

    la invasin prusiana.3El alcance de la apropiacin anarquista de la gura de Martn

    Fierro se puede apreciar en la tapa del primer nmero de la re-vista donde un gaucho contempla un intenso amanecer. El textoa continuacin identica la rebelda del personaje con el espriturevolucionario del anarquismo.

    Martn Fierro es el smbolo de una poca de nuestra vida, la encar-nacin de nuestras costumbres, instituciones, creencias, vicios yvirtudes, es el grito de una clase luchando contra las capas superioresde la sociedad que la oprimen, es la protesta contra la injusticia, es elreto varonil e irnico contra los que pretenden legislar y gobernar sinconocer las necesidades de los que producen y sufren, es el cuadrovivo, palpitante, natural, estereotpico de la vida de un pueblo. Y JosHernndez su creador.

    El espritu gauchesco de la publicacin contina en las seccionesdedicadas a la literatura criollista propiamente dicha. En la seccindenominada Clsicos criollos se incluyen poemas gauchescosque provienen de la tradicin gauchesca tanto popular comoculta: Jos Hernndez, Hilario Ascsubi, Estanislao del Campo,Esteban Echeverra y Bartolom Mitre. Asimismo se presentala Crnica gaucha, una seccin de crtica social que arma las

    caractersticas del habla popular bajo las rmas de Juan Pueblo(seudnimo de Alberto Ghiraldo) y Camilucho Tresmaras. Eneste primer nmero se publican adems dos vidalitas, un gneropotico y musical del mundo rural donde, particularmente en Pri-sionera de Luz Penas, el cantor se lamenta de la vida en prisin.

    La pgina es extremadamente signicativa de la posicinanarquista frente a la inmigracin del extranjero y del criollo a la

    3El alzamiento y la toma de la ciudad tuvo un importante carcter de defensacontra el invasor extranjero. Los trabajadores parisinos combatieron la colabora-cin entre la burguesa francesa y los invasores con la creacin de un gobierno dedefensa nacional (Marianetti, 1971:80-81).

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    ciudad. Al mismo tiempo que presenta las dos vidalitas en la partesuperior, la mitad inferior es una crnica periodstica titulada Los

    gringos. All se denuncia el maltrato a los europeos al llegar a lanueva tierra junto con una foto de los inmigrantes acomodndoseen la cubierta de un barco. Seguramente, esta convivencia detextos del mundo inmigrante y criollo era la visualizacin grcade una convivencia que exista en el mundo del relacionamientosocial. En ambos casos, tanto la eleccin de las vidalitas como delas crnicas estaban orientadas a denunciar una situacin social

    opresiva. A travs de la tarea editorial en este caso, la apropiacindel folletn criollo habilitaba una crtica social que ubic en unmismo plano dos mundos que, considerados tradicionalmente enoposicin, estaban unidos en su lucha contra la dominacin declase. De esta forma, el folletn criollo como vehculo de evasiny entretenimiento se transformaba, en la apropiacin anarquista,en un instrumento poltico integrador y clasista.

    La gran innovacin de Martn Fierro no fue slo lograr laintegracin de la literatura gauchesca culta y popular o delmundo criollo y extranjero. Tambin promovi el eclecticismocaracterstico de la literatura del perodo pues, junto con losgauchescos, se incorporaron varios autores modernistas talescomo Runo Blanco Fombona, Salvador Daz Mirn o RicardoJaimes Freyre. Esta voluntad eclctica es tpica del anarquismoindividualista, en particular del anarcoindividualismo en lo que

    reere al concepto de individuacin,4as como su devocin poruna literatura entendida en su sentido ms clsico y tradicional.Pero fundamentalmente la eleccin por el eclecticismo respondea una voluntad de Ghiraldo por ampliar el horizonte intelectual

    4La armacin o la revelacin de la heterogeniedad responde a una incor-poracin que el anarquismo dene como individuacin, es decir, un procesodonde el individuo como tal emerge de una serie de circunstancias a partir de un

    fondo ilimitado que aora con todo su poder en cada uno de ellos, sin postas ofases intermediarias (Colson, 2003:133). Se puede considerar a la individuacinanarquista como un proceso que logra conciliar aspectos dismiles de un contextodeterminado, que los reproduce en el interior de una nueva entidad individual ynalmente los exhibe en la prctica literaria.

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    del pblico al que se dirige, an cuando sus instrumentos nosparezcan hoy toscos o inapropiados, segn arma Hernn Daz

    (1991:51). Como es previsible, la variada oferta literaria de larevista se completa con clsicos del anarquismo como EliseoRecls, Leon Tolstoi y Pedro Kropotkin, entre muchos otros.

    Sin embargo, la apropiacin del folletn criollo exiga alanarquismo discriminar aspectos indeseables de aquellos otrosque consideraba positivamente. La apropiacin de la gura delgaucho implicaba tener que aceptar, tambin, aspectos comba-

    tidos denodadamente por los anarquistas como las tendenciascriminales, el alcoholismo o el espritu brbaro y pendencie-ro que representaba, tambin como ninguno, la gura de JuanMoreira. Por eso, la apropiacin de la gura del gaucho corriparalela con una crtica que intentaba destacar las caractersticaspositivas del gaucho y poner en evidencia las negativas, a las quededicar abundantes pginas, en un pormenorizado esfuerzo dedeconstruccin del mito gauchesco.

    La degradacin moral y fsica del hombre, entendida entoncescomo degeneracin, era un asunto que preocupaba al mundointelectual y poltico tanto en el Ro de la Plata como en Europa.Producto de un pensamiento evolucionista e higienista, la dege-neracin era la decadencia que se vea invadiendo las ciudades,un producto de los excesos de la civilizacin que provocabanla perversin de la conducta as como el empobrecimiento del

    rendimiento fsico (Tern, 2000:114). Para el anarquismo, ladegeneracin estaba directamente asociada con las condicionesde explotacin de los trabajadores. La apropiacin y decons-truccin de la gura del gaucho as como la discriminacin desus aspectos positivos y negativos se pueden ver entonces comopartes de un proceso anarquista de regeneracin de acuerdo conuna observacin moral determinada.

    En esta apropiacin, la degeneracin del gaucho y su carcterbrbaro se presentaban como el resultado de las circunstanciassociales del hombre de campo, circunstancias que se describenen el texto de Marco Nereo (seudnimo de Alberto Ghiraldo)

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    titulado El matrero. La pgina no es un relato propiamentedicho sino la exposicin pormenorizada de las caractersticas

    de este tipo de gaucho, cuya conducta delictiva responde a lascondiciones sociales que padece.

    Por que (sic)el hroe legendario, que ha impresionado nuestras ima-ginaciones juveniles se convierte, forzosamente, perseguido muertepor las autoridades del pago, en el salteador asesino obligado a robar mendrugo que ha de alimentar su estmago.

    En el fondo de estos hechos hay una gran culpable: la justicia:y

    por eso vemos, al evocar la gura de estos aventureros del crimen,cruzar sus siluetas valientes, mezcladas en el entrevero de la pelea,y al pensar que ellos, los perseguidos por la civilizacin, son losmismos,segn se encargan de proclamarlo cada rato los vocerosde nuestras glorias deslumbrantes,que en las luchas por la libertadcerraban el paso al conquistador de Amrica, estalla en los labios laprotesta viril (sin nmero de pgina, nfasis de M.N.).

    En este caso, la apropiacin anarquista exige determinar lascausas de sus aspectos indeseables. La apropiacin se sirve deuna explicacin histrica o sociolgica que revela un sustratomoral por debajo de cualquier manifestacin censurable. La no-ble y valerosa participacin en las guerras de la independencialatinoamericana ha degenerado, por causa de la justicia, en laconducta caracterstica de un criminal. El revolucionario de ayer

    es el ladrn o asesino actual y slo la accin anarquista puedetransformarlo en lo que fue alguna vez. Si la transformacin re-sulta imposible por el momento, el mito gauchesco parece guardarel germen latente de la revolucin, como se ver ms adelante.

    El cuento criollista anarquista

    Varios de los cuentos de Ghiraldo publicados en la revistaMartnFierroaparecieron luego en el volumen Carne doliente(cuentos argentinos); son los que se analizan a continuacin. En

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    buena parte de ellos, el autor se preocupa por mostrar el carctercontradictorio del gaucho, capaz de mostrar su aspecto brbaro

    y sanguinario junto con momentos de sensibilidad extrema enuna tensin romntica caracterstica de la literatura gauchesca.En La pendencia, el matrero llega a un almacn en el mediodel campo luego de atravesar un extenso matorral.

    Cruzaba el matorral rumbo al poblado en busca de aguardiente y dependencia. En la frente el ceo ero, en los ojos la mirada torva y enlo interior, hinchando el nervio y el msculo, la levadura salvaje dela raza. El viento, que soplaba del Norte, empujbale con sus euviosclidos, de fuego; el sol cruel, terrible, le hera las anchas espaldascon sus mil dardos gneos, y el ambiente todo, pareca azuzarlo, es-polearlo, precipitarlo hacia la lucha violenta, hacia el choque rudo,hacia el encuentro brutal, hacia la expansin primitiva de las fuerzascombativas, latentes en nuestra naturaleza (Ghiraldo, 1917?:71-2).

    Aunque hay una predeterminacin del protagonista por lapendencia, el contacto con la naturaleza reaviva los instintoscriminales. Como una prolongacin o extensin del ambiente, elhombre pierde su condicin humana. La particular inuencia dela naturaleza sobre el hombre es caracterstica del determinismoambiental en la literatura del perodo. Sin embargo, la apelacina la naturaleza tiene, en el texto de Ghiraldo, una insistenciaretrica que revela cierta voluntad por ver, en las condiciones

    ambientales, una metfora de las condiciones sociales que hanllevado al gaucho a convertirse en un criminal. El gaucho se veazuzado y espoleado por el ambiente as como puede sermaltratado por el orden establecido, maltrato que lo preparapara la manifestacin violenta que representa el choque rudo.De este modo, el instinto natural de rebelin para conservar sulibertad se ha visto pervertido por las condiciones de explotacin

    transformando sus ansias liberadoras en una furia inconducentesin otro n que el asesinato.Sin embargo, el protagonista ha de encontrar todava la esperanza

    de su recuperacin cuando divisa el ms respetado almacn de la

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    colonia llamado signicativamente La Esperanza. All habr deencontrarse con el avance civilizatorio representado en un grupo

    de agricultores judos que est descansando tranquilamente ytomando cerveza durante un alto en sus rudas tareas semanales(Ghiraldo, 1917?:72). Pero el gaucho pierde su oportunidad. Elinstinto agresivo no se hace esperar y, luego de provocar un al-tercado con el grupo, acuchilla a uno de ellos y huye a su rancho.Una vez que recapacita, sabe que vendrn a buscarlo y decidehuir despidindose de su mujer y de su hijo en una escena tierna,

    que no debe asombrar a nadie por cuanto tambin los tigres sabenacariciarse (Ghiraldo, 1917?:76). No han terminado de despedirsecuando llegan los judos a caballo. En defensa de su familia, elgaucho se transforma repentinamente en hroe cuando demuestrael amor por sus seres queridos y el coraje para defenderlos.

    Transformado en hroe, pues, el gaucho acababa de aparecer en lapuerta del rancho. Cien caones de muerte apuntaron a su pecho. La

    prenda sali arrastrndose, con el chico en brazos, empujada por lavoluntad frrea del compaero hacia el costado izquierdo. En tanto ldaba un brinco de acrbata en opuesto sentido, pretendiendo descargarsu viejo trabuco lleno de recortados hasta la boca (Ghiraldo, 1917?:79).

    La transformacin en hroe ocurre con la transformacin dela violencia. Si la accin criminal del matrero estaba originadapor causas sociales determinadas, hay un instinto de violenciaque subyace y que debe transformarse en accin moral, en estecaso la defensa de los seres queridos. A partir de entonces, elinstinto asesino se desplaza a los gringos, quienes son los queahora demuestran una conducta salvaje acribillando a su vcti-ma y persiguiendo a lo que qued de la familia: Y mientras ladescarga formidable haca estremecer el corazn de la Pampa,sofocaba el estruendo el lamento de una madre y el vagido de

    un nio huyendo, sombras dolientes, en fuga desesperada, delfuror de los hombres (Ghiraldo, 1917?:79).

    En ambos pasajes es evidente la ambigedad con que Ghiraldotrata la gura del gaucho. La transformacin permanente de hroe

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    en brbaro parece ms la imposibilidad de denir una conductacontradictoria que la opcin caracterstica del anarquismo por

    hacer de la contradiccin o la inconsistencia intelectual un valoren s mismo.5De esta forma, el tratamiento de la gura del gauchose remite a una caracterizacin contradictoria con el slo n deestablecer una literatura moralizante o ejemplar en la tradicinde un gnero. Las contradicciones de los personajes gauchescosde Ghiraldo estn ms vinculados a generar ciertas tensionespropias de un romanticismo arraigado en el gusto popular que a

    presentar una densidad psicolgica o existencial.Mientras en La pendencia el gaucho es descrito en su as-pecto ms salvaje, el autor presenta un caso muy distinto en Latraicin, donde el protagonista es traicionado por la autoridad.La descripcin de la geografa de la Pampa tambin arma, eneste caso, el carcter del matrero Ibez, un gaucho malo(Ghiraldo, 1917?:92). Pero ahora el ambiente ennoblece los

    rasgos del gaucho, que surge denido con los rasgos heroicosde una gura sobrehumana. Esta dimensin no surge de la luchasino cuando el gaucho reconoce su derrota y ve su captura in-minente por la patrulla que lo sigue. El gesto adusto descrito loreviste de una dignidad completamente opuesta a la pasin porla sangre del gaucho de La pendencia. En esta descripcin,el autor tambin se apropia de los elementos descriptivos paratransformarlos en emblemas del imaginario anarquista, en estecaso la bandera negra.

    La melena otando a los vientos, como una negra bandera llena depliegues; la mirada intensa y ja, con reejos de lanza nueva, clavadaen el grupo armado; el ademn sereno, resuelto, del que ha jugadosu vida y slo teme al cautiverio, dbale al gaucho todo el aire de unhroe legendario digno de ser cantado por un homrida o esculpidoen mrmoles vivientes (Ghiraldo, 1917?:95).

    5En su anlisis sobre cultura y anarqua, David Weir seala la contradiccin,es decir la incoherencia intelectual o la contradiccin terica como denitoriadel pensamiento anarquista. Se trata de una contradiccin fundamental entre unaretrica y una poltica a la que denomina inconsistencia retrica (Weir, 1997:12).

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    El regimiento alcanza al matrero. El comisario, que dirige laoperacin, sale a su encuentro. En su infancia, explica el narra-

    dor, este hombre haba aprendido a montar a caballo gracias algaucho Ibez. De esta forma el comisario usa esta relacin afec-tiva como medio para acceder y persuadir a su antiguo maestrode deshacerse de sus armas y entregarse paccamente. Ibezacepta y ambos hombres logran reunirse. Entonces el comisariotoma ventaja y le dispara en el pecho al gaucho viejo con unapistola que llevaba escondida. En este caso, mientras el gaucho

    se presenta como el hombre leal que cumple con su palabra,el comisario es ahora el mensajero de la barbarie: El gauchohaba muerto de pie, con los ojos jos en los de su matador, sinpoder ver en ellos ya los reejos del nio de ayer, la era de hoyconvertida en autoridad (Ghiraldo, 1917?:98).

    Tambin el hombre que proviene de la civilizacin ha vistocorrompida su conducta bajo la injusticia determinada por las re-laciones de autoridad. As como el gaucho se ha visto corrompidopor las condiciones sociales, tambin el representante de la civi-lizacin se ha convertido en una gura autoritaria y corrompidaa partir de la inocencia original que disfrut en su infancia. En lamayora de los cuentos gauchescos de Ghiraldo, tanto oprimidosy opresores, hombres de campo y de ciudad aparecen intercam-biando rasgos positivos y negativos en un conicto irreconciliabledeterminado por una autoridad que los oprime a todos por igual.

    Se trata de una variacin particular del esquema civilizacin ybarbarie donde ambos extremos, sin dejar de oponerse uno alotro, estn intercambiando sus lugares constantemente.

    Es imprescindible sealar la referencia permanente del anar-quismo a los elementos tradicionales del esquema sarmientinoy su preocupacin por insertarse en la tradicin del pensamientonacional. Indudablemente la referencia a Ibez como gaucho

    malo emplea sin ninguna modicacin la denicin establecidapor Sarmiento en Facundopara referirse al matrero. Asimismo,la psicologa brbara del gaucho es el producto de la inuenciaambiental de acuerdo con una forma de comprender la conducta

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    humana en total consonancia con Facundo. Como en el texto deSarmiento, Ghiraldo tampoco oculta una mezcla de rechazo y de

    fascinacin hacia el brbaro. En la aplicacin sistemtica del es-quema, el anarquismo vino a ubicarse en el lugar de la civilizaciny en esta apropiacin se present como la recticacin del rumboinaugurado por el pensamiento de la generacin argentina del 37,que habra sido desvirtuado por las generaciones posteriores.

    El anarquismo en la tradicin del 37

    Es necesario volver a contextualizar el debate nacionalista delcambio de siglo, principalmente en los diez aos previos a losfestejos del Centenario argentino, cuyas lneas de discusin fue-ron muy diferentes a las planteadas a nes del siglo diecinueve.En particular voy a presentar las caractersticas principales delpensamiento nacionalista conservador, con el cual el anarquismotuvo algunas semejanzas, sobre todo en el caso de Ghiraldo, ascomo diferencias considerables que se observan en la crnica yel teatro de Florencio Snchez.

    La opcin del anarquismo por identicarse con el pensamientosarmientino est, en gran medida, vinculada con su distanciarespecto del pensamiento conservador denido principalmentepor los escritores y ensayistas Manuel Glvez y Ricardo Rojas.

    En un perodo marcado por la inmigracin masiva, estos na-cionalistas argentinos advirtieron sobre el peligro de perder lasincipientes tradiciones nacionales que no se habran consolidadocompletamente (Delaney, 2002:625). A nes del siglo dieci-nueve, el gaucho constitua el mito del ser nacional imaginadopor las clases populares integradas por inmigrantes y criollos.Sin embargo, durante el Centenario se consolid tambin una

    corriente del pensamiento conservador de fuerte tendencia na-cionalista que ver en el gaucho la esencia del ser nacional yen el campo el origen de la nacin argentina. En particular, lasconexiones entre el criollismo populista y el pensamiento de

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    Glvez estn sealadas en el mencionado trabajo de Prieto. Endenitiva, demuestra Prieto, la infancia y juventud de muchos de

    estos intelectuales haba sido tambin moldeada en el consumode una cultura popular criollista que consista en la lectura delfolletn y en la asistencia a las representaciones gauchescas.6

    Tanto Glvez como Rojas denieron representaciones de unser nacional argentino habitante del campo adems de repre-sentaciones del campo como origen de la nacionalidad. Estarelacin del hombre con la tierra provena de una concepcin

    buclica de la nacin la cual, en su vinculacin entre pueblo ygeografa, era tomada de la tradicin romntica. En su anlisissobre la relacin entre el pensamiento conservador argentino yel romanticismo alemn, Jean Delaney observa, en la obra deGlvez y Rojas, el fundamento de una concepcin esencialistade la identidad. Para la tradicin romntica alemana, la nacinse presentaba como una entidad orgnica y coherente que debaemerger de forma natural desde el fondo de la historia, de estemodo adquiriendo su pueblo un carcter nico y distintivo parael resto del mundo ((Delaney, 2002:629).

    La coherencia espiritual y la homogeneidad racial necesariaspara la construccin viable de una nacin estaban amenazadaspor la llegada masiva de extranjeros. Para Rojas, los argentinosdeban renunciar a la imitacin de los hbitos culturales europeos((Delaney, 2002:630). La esencia de un verdadero ser argentino

    provena de una mezcla original entre las razas europeas e ind-genas que, iniciada en un remoto pasado, haba conformado sucarcter distintivo y la unidad tnica y cultural. Para Glvez, porsu parte, la inuencia extranjera haba sido determinante en el pa-sado. Su versin de la argentinidad tena un fundamento espaol

    6Las veces que habr vistoJuan Moreira, Santos Vega, Martn FierroyJu-lin Gimnez!dir Glvez. Tanto como los dramas mismos, me interesaban

    las canciones intercaladas en la representacin. Cmo penetraban hasta lo hondode mi alma de adolescente los tristes, las vidalitas, el canto por cifra de HctorNava, formidable intrprete de esas tonadas de la tierra! No me cabe duda de quelos espectculos gauchescos y las dolientes canciones nativas me impregnaron elalma de sentimientos nacionales! (Glvez en Prieto, 1988:158).

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    y catlico y a su vez adverta sobre los peligros de importar lareligin protestante y las doctrinas sociales internacionalistas

    entre las que se encontraba el anarquismo ((Delaney, 2002:632).El pensamiento de ambos hombres de letras contribuy a crear

    la idea de un ser nacional esencial y a prolongar el atractivo por elmundo rural entre las clases dominantes. La tradicin romnticapermita pensar en una esencia argentina que slo poda divisarseen los connes de la pampa. Aquellos que vivan en el camporepresentaban, en s mismos, una encarnacin o incorporacin del

    verdadero ser argentino mientras que los habitantes de la ciudadestaban alejados de este espritu y, por lo tanto, no podan ser lamanifestacin de ninguna tradicin ((Delaney, 2002:636). De estemodo, el pensamiento nacionalista conservador elabor la ideade un ser nacional que permaneca invisible en algn punto delhorizonte inalcanzable del campo, visin de la que slo gozabanaquellas almas sensibles y capacitadas. Esta visin romntica de lapampa y sus connes presentaba al origen nacional siempre mslejos del contacto del hombre, en otro espacio y tiempo, un pasadoremoto anterior incluso a la idea de nacin republicana.7

    En la revisin del mito del gaucho, los anarquistas van a tomardiferentes posiciones, ms o menos alejadas de las lneas princi-pales del movimiento conservador. Como se pudo observar, lagura del gaucho propuesta por Ghiraldo tiene muchos elementosque comparte con los conservadores, principalmente la tenden-

    cia romntica a considerar al campo como un lejano horizontepromisorio y al gaucho como la encarnacin individual de unespritu nacional (una vez regenerados sus aspectos brbaros). Sinembargo, esto parece ms que nada una forma de insertarse en una

    7Delaney seala una distancia considerable entre el nacionalismo cultural ar-gentino y el iluminismo del siglo diecinueve, sobre todo en su defensa de valorescomo la igualdad y la participacin ciudadana. En este sentido seala el nacimiento

    de una versin de la argentinidad alejada de todo fundamento constitucional yde toda idea de soberana popular contradiciendo y oponindose abiertamente ala defensa republicana promovida por la generacin del 37. Delaney agrega queGlvez y Rojas consolidaron una lnea de pensamiento nacionalista autoritario queiba a convertirse en la base ideolgica del golpe de Estado de Uriburu en 1930.

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    tradicin literaria de origen romntico y la descripcin permanentede la naturaleza en la obra de Ghiraldo es una referencia directa a

    la generacin del 37. A pesar de la tendencia a idealizar el lejanopaisaje, Ghiraldo hace el mismo nfasis que Sarmiento para de-terminar la inuencia ambiental en la conducta del gaucho. Hayuna obsesin permanente por enfatizar las condiciones climticasque operan sobre el individuo de acuerdo con un naturalismoambiental que tuvo su auge en el siglo diecinueve.

    En Facundo, la crtica contra la tirana de Rosas estaba plantea-

    da como el avance de la mentalidad brbara del caudillo instaladaen la ciudad. Los anarquistas van a emplear esta misma idea paradeterminar, con mayor o menor ecacia, la inuencia de un am-biente social en la conformacin de una psicologa indeseable. Esdecir que, a partir de una explicacin de la conducta brbarapor la inuencia nociva de un ambiente natural, el anarquismova a explicar, anlogamente, la conducta brbara del criollo porla inuencia nociva de un ambiente social.

    La crtica contra el carcter ruralista es el tema central del ensa-yo El crepsculo de los gauchosde Flix Basterra,8un intento deanlisis sociolgico y econmico que denuncia los hbitos y viciospolticos criollos que dominan la ciudad y que deende la accincivilizadora de los gringos inmigrantes. El afn continuador deesta defensa por el europeo ubica a los inmigrantes, y al anarquis-mo, como los portadores de la civilizacin y a los criollos como los

    culpables de impedir la puesta en prctica del proyecto civilizadorde la generacin del 37: Han tenido los criollos dos argentinos inte-ligentes, como lo son pocos, en cuestiones nacionales, Sarmiento yAlberdi, y este ltimo dejles explicado lo que jams concluyeron deaprender... (Basterra, 1903:31). La voluntad de vincular al anarquis-mo con esta generacin est asegurada en la particular profusin deepgrafes y dedicatorias. Mientras cada una de las partes del ensayo

    abre con un epgrafe de Alberdi, los captulos estn precedidos de8Periodista y propagandista anarquista argentino. A pesar de su encendida

    defensa de la inmigracin y sus reivindicaciones sociales, pronto abandon elanarquismo.

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    una dedicatoria del autor a escritores y propagandistas anarquistastales como Eliseo Reclus, en Bruselas (Basterra, 1903:49) o Al-

    berto Ghiraldo, en Buenos Aires (Basterra, 1903:67).El informe de Basterra es uno de los pocos ensayos del

    anarquismo destinado a una crtica social desde el positivismocientco. De acuerdo con un tpico mecanismo de la escrituraanarquista, el ensayo rene informes econmicos extensos juntocon textos de retrica encendida, grandes generalizaciones so-ciolgicas y la ancdota puntual. En su defensa de la presencia

    extranjera, Basterra titula a su introduccin Al bajar presen-tando as una observacin como la de alguien que llega desdeel exterior as como el inmigrante europeo desembarcaba en elpuerto. En esta introduccin, Basterra presenta al ingenuo ex-tranjero en un extremo y a los males heredados del caudillismoen el otro, en una evocacin deliberada a Facundode Sarmiento.

    En efecto, cuando menos imaginse el pobre extranjis (sic), que-d enterado de la sombra historia de la tirana de Rozas (sic), ungobernador-presidente con allegados tales como Cuitio, famosodegollador de los enemigos del Gran Turco criollo; Moreira, caudillochocarrero, apualeador y cercenador de testas, quien tuvo un da lahumorada feroz, en un carrito, de ir vender, por duraznos, cabezasde hombres, fresquitas, no ha mucho desgarradas de los rboles...

    Y pasan las guras de mueca horrible, criminales aclamados todava:los Quiroga, Chacho, Quequn, Cuello, Mataco, Hormiga-Negra...

    tipos todos de anlogo jaez antropolgico (12, nfasis de F.B.).

    La introduccin abunda en detalles sobre las malas condicionesde alojamiento que esperan al recin llegado, la explotacin delos patrones, los vicios de la corrupcin gubernamental y el pre-

    juicio hacia el extranjero tanto de parte de los habitantes criolloscomo del gobierno.

    El captulo siguiente, El estado econmico, presenta infor-

    macin sobre las condiciones de empleo, salarios, inmigraciny pobreza cuestionando las cifras ociales. La crtica tambin seconcentra en las falsas promesas a los inmigrantes para trabajar

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    en las tareas del campo, donde es mnima el rea destinada alcultivo. En este sentido, se puede observar, respecto de Facundo,

    una diferencia considerable en la descripcin de las condicionesque han llevado al estado de barbarie. Mientras Sarmiento setomaba su tiempo para describir las condiciones geogrcas,ambientales e histricas que habran determinado el surgimientode la barbarie, en este caso la barbarie est determinada por lascondiciones econmicas injustas. Mientras Facundoest mar-cado por un determinismo ambiental, el trabajo de Basterra est

    inuido por un determinismo econmico y social.Sin embargo, a pesar del afn cientco del informe, el hbitoperezoso del criollo se justica por s mismo y la mera ubicacindel criollo en el contexto del esquema civilizacin y barbarie loexime de cualquier explicacin. El criollo o el gaucho son br-baros porque as fue entendido por la tradicin civilizatoria. Deacuerdo con el informe, el extranjero es naturalmente trabajador,deseoso por iniciar su trabajo en la tierra que ocupa, pero debesoportar la pereza del criollo (Basterra, 1903:42).

    Se aprecia tambin el esfuerzo por establecer conexiones yrelaciones entre los hbitos cotidianos y la evidencia estadstica.Su queja apunta, por un lado, a una economa que ni exportani produce lo necesario para el abastecimiento. Esta ausenciade polticas econmicas se fundamenta en el carcter brbarodel criollo cuya conducta abunda en fraudes, pactos de usura,

    hbitos de saqueo y moralidad de bancarroteros punibles (Bas-terra, 1903:45). La explicacin de la barbarie como la causade la corrupcin poltica y econmica es explcita, as como ladeterminacin de su origen rural:

    Y es que en el poltico criollo, el nima gaucha vive inconmovible,como esencia involucionable, alma primitiva, con una lejana y franocin del bien y del mal extraos, preferiblemente con tendencias gozar en el perjuicio ajeno, en el dolor ajeno.

    [. . .]Y es que la civilizacin no vino jams de la pampa.Hay que ver al poltico cuando reentra en su medio, al bonaerense

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    que va la campaa, las provincias, los territorios apartados, don-de se halla a campo traviesa con sus instintos despiertos la accin

    atvica, y no como en la cmara, obligado contenerse por aquellode que... el mundo les contempla... (Basterra, 1903:61-62).

    La ubicacin del anarquismo en el lugar de una tradicin repu-blicana habilit la crtica del presente de acuerdo con una lecturadel pasado. La identicacin del anarquismo con el pensamientode la generacin del 37 implicaba, en el caso de Basterra, unaadaptacin a las lneas generales de aquel pensamiento em-pleando la terminologa econmica, sociolgica y positivistadel cambio de siglo. Esta actualizacin logr llevar ms lejos laestrategia apropiadora: justicar la necesidad de una revolucinsocial presentndose como continuacin de la revolucin polticaplanteada por las generaciones anteriores.9

    En el contexto latinoamericano del momento, la identicacincon la revolucin poltica supona adems una identicacin y com-

    promiso mucho mayores. En denitiva, los principios de igualdad,libertad y justicia inaugurados en la Revolucin Francesa y pues-tos en prctica en Argentina por la generacin del 37 haban sidotambin el fundamento ideolgico de las revoluciones libertadorashispanoamericanas. Al presentarse como herederos ideolgicos deaquella generacin, el anarquismo presentaba a la revolucin socialcomo una continuacin de la revolucin libertadora de este modo

    desplazando la dominacin colonial hacia la dominacin de clase.Por otra parte, tanto el proyecto de la generacin del 37 comoel anarquismo tuvieron en la educacin una justicacin esencial.Mientras el proyecto civilizador de aquella generacin estuvoorientado a la educacin de todos los habitantes para la creacinde ciudadanos, el anarquismo vio en la educacin la tarea princi-pal en la formacin de seres libres y revolucionarios. Por ltimo,

    9La recticacin del rumbo abierto por el Iluminismo es central en la tradicindel pensamiento anarquista, que se presenta como la continuacin del pensamientorevolucionario entendido como una extensin del mensaje radical humanista delIluminismo (Chomsky, s/n). De este modo, la idea de la revolucin social sustituya la idea de la revolucin instalada por la Revolucin Francesa (Colson, 2003:230).

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    la identicacin entre anarquismo y pensamiento republicanose estableca tambin en el lugar de origen de la doctrina, pues

    ambos se identicaban con la civilizacin europea.La referencia a la generacin del 37 es central en la crnica

    de Florencio Snchez10El caudillaje criminal en Sudamrica(Ensayo de psicologa). Como en el caso de Basterra, el art-culo tambin pretende una justicacin cientca y se presentoriginalmente como un ensayo de psicologa que fue publicadopor primera vez en Buenos Aires en losArchivos de psiquiatra

    y criminologa dirigidos por Jos Ingenieros. A la manera deFacundo, la crnica de Snchez presenta una breve descripcinde las caractersticas geogrcas de la zona donde viva el te-mible caudillo brasileo Joo Francisco, en este caso el sur deRio Grande, explicando previamente:

    Quien estas lneas escribe ha vivido largo tiempo en aquellas regiones;ha frecuentado sus hombres y observado las costumbres, de modo que

    se considera habilitado para abordar el tema, verazmente aunque msno sea, desenvolvindolo en la forma a su juicio menos montono(sic): la forma episdica y anecdtica.

    Vamos, pues, a hacer crnica, que parecera novela a no mediar enla historia del caudillaje criminal americano un documento tan genialcomo el Facundode Sarmiento. (Snchez, 1968:187).

    10El uruguayo Florencio Snchez (1875-1910) fue un escritor y propagandista

    anarquista. Despus de participar en numerosas colaboraciones de diarios uru-guayos, se uni a las las nacionalistas en Uruguay bajo el liderazgo de AparicioSaravia durante la Guerra Grande. Pero el contacto directo con los caudillosrurales desalent a Snchez, quien entonces se acerc al anarquismo en el recinfundado Centro Internacional de Estudios Sociales de Montevideo donde estrensus primeras obras dramticas y dict sus primeras conferencias. Aunque seguacolaborando con diarios no anarquistas de Argentina y Uruguay, organizaba sindi-catos en Rosario y asista a reuniones en las sociedades anarquistas de resistencia.En pocos aos Snchez se convirti en el primer dramaturgo del Ro de la Plata

    estrenando lo mejor de su produccin teatral entre 1903 y 1905: Mhijo el dotor,Canillita, Las cdulas de San Juan, La gente pobre, La gringa, Barranca abajo, Enfamilia y Los muertos, entre otros. Aunque el teatro de Florencio Snchez no sepuede considerar propaganda anarquista propiamente dicha, sin duda su planteoapela a un cambio revolucionario (Cappelletti, 1990:LXX).

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    Snchez tambin establece la continuidad con el discursocivilizatorio. En una primera instancia, el empleo de la crnica

    para construir el relato est justicado por la calidad de la obrade Sarmiento que, en palabras de Snchez, le impedira redactaruna novela. La continuidad est armada en una actualizacino adaptacin a nuevas formas de escritura y nuevas exigencias delectura que incluyen la brevedad y la concisin de los textos. Lacapacidad de la crnica para persuadir al lector no est ofrecidaslo por su carcter anecdtico y episdico sino tambin por la

    presencia del cronista en el lugar de los hechos. La proximidadcon los acontecimientos es una circunstancia exigida por el lectordel cambio de siglo para ofrecer legitimidad testimonial.

    La crnica de Snchez parte de su desencanto respecto delprofundo espritu partidista en Uruguay luego de su participacindirecta en los alzamientos rurales contra el gobierno de la ciudadde Montevideo. Antes de ser anarquista, Snchez haba combatidoen las las del partido blanco o nacional, de tendencia nacionalis-ta y rural, partido hacia el que dirige sus ms duras crticas. Lasguerras civiles en Uruguay haban determinado una visualizacinmuy poderosa del enfrentamiento entre el campo y la ciudad, puesMontevideo estaba separada del resto del pas por las murallas dela plaza fuerte que haban sido construidas durante la colonia.11

    Snchez no disimula su fascinacin contradictoria por el cau-dillo de su crtica, del mismo modo que Sarmiento por Facundo

    Quiroga. Es decir que el discurso anticaudillista de Snchez secie muy estrictamente al planteo original tambin en el tono yen la impronta del reclamo. La descripcin de los atractivos delcaudillo aparece a continuacin de un pormenorizado detalle de

    11La Guerra Grande en Uruguay, consecuencia directa del enfrentamientoentre unitarios y federales argentinos, haba enfrentado a los partidos polticosuruguayos. Una muestra del rechazo anarquista hacia el partido blanco y hacia

    su caudillo Aparicio Saravia (as como de la conexin entre el anarquismo deBuenos Aires y Montevideo) surgi durante el ltimo alzamiento de los blancosen 1904. En la tapa de la mencionada revistaMartn Fierro,esta guerra ocupa unlugar destacado en la primera pgina con una ilustracin de Saravia a caballo, queincluye una calavera con guadaa sentada a la grupa.

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    las atrocidades cometidas. La capacidad persuasiva de Snchezaparece en la forma en que se adelanta al lector. Luego de pre-

    sentar las caractersticas que cualquiera podra imaginar de uncaudillo (un indio alto, empacado, cerdudo, con la cara llena detajos, viruelas y costurones) Snchez describe a Joo Franciscocomo un individuo provisto de la ms inesperada sosticacin:

    Imaginaos al coronel Ricchieri, o a cualquier otro militar nuestro tanarrogante pero ms esbelto, que use como l barba y perilla renegridas,aunque ms discretamente proporcionadas; que vista uniformes mo-dernos con mundano desempacho; ni muy alto ni muy bajo: de gestoapacible; graduado por la expresin sonriente, un tanto aduladora, delos labios; nariz perfectamente perlada; ojos muy negros, curioseandoa travs de una pestaas que se diran crayonadas por un Moussincualquiera; afeminadlo un poco ms, suponindole manos pequeas,suaves, devotamente cuidadas, y, en la tez, pigmentaciones de mujerilsonrojo y, toque ms o menos, tendris al caudillo en pinta.

    Complementan estas exterioridades, la ms correcta desenvoltura

    de modales, la fuerza y pulcritud de diccin, amoldada la voz a lasblanduras del idioma portugus, tan melodioso (Snchez, 1968:198).

    La descripcin revela a un hombre de rasgos delicados y feme-ninos. Esta ambigedad de gnero que Snchez insina le permiteubicar, en la descripcin fsica y gestual, elementos contradicto-rios generalmente atribuidos al mundo de la ciudad. La sostica-

    cin del gesto y los modales, la delicadeza de sus rasgos tienenque ver tanto con aspectos femeninos como con unas formas derelacionamiento tpicamente urbanas. El aspecto renado del pro-tagonista junto con sus comportamientos criminales enriquecenel texto y problematizan la gura del caudillo en mucha mayormedida que la gura del criollo perezoso descrito por Basterra.

    La metamorfosis del gaucho

    Tanto los relatos de Ghiraldo como la crnica de Snchez presentanal gaucho reuniendo una serie de atributos positivos y negativos

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    complejizando la oposicin sarmientina. Sin embargo, mientrasla evocacin nostlgica de Ghiraldo presenta al gaucho como un

    ejemplar cuya extincin coloca el ideal anarquista como perdidoen el pasado, en un pensamiento teido de romanticismo, el irnicoretrato de Snchez ubica al caudillo y, por extensin, a los habitantesdel mundo rural, en un presente crtico que debe ser combatido conurgencia para alcanzar el n civilizatorio. La misma ptica, sin menosvuelo literario, la presentaba Basterra en su diagnstico pesimista.

    Florencio Snchez va a llegar ms lejos en la apropiacin de la

    gura del gaucho. En una accin tpicamente anrquica no slose apropia de su gura para atribuirle elementos del imaginarioanarquista sino tambin para determinar su muerte denitiva, sudestruccin como smbolo. Al nal deBarranca abajo,conside-rado uno de sus mejores dramas y uno de los pocos de tema gau-chesco, el protagonista Don Zoilo, un hombre de campo, se suicidacolgando un lazo al nal del ltimo acto. El suicidio de Zoilo esconsecuencia de la angustiosa situacin en la que, como gaucho,ha visto caer sobre l. Lo han despojado de su tierra y de sus bienesy la justicia no reconoce su derecho a la posesin de sus dominiospor el solo hecho de haberlas trabajado toda su vida. El trabajode la tierra, que debera ofrecerle derecho a la posesin, slo loconna a una relacin de subordinacin a sus propietarios legales.

    En un planteo claramente anarquista, Don Zoilo se queja de laaccin de la justicia para administrar los bienes de los habitantes

    del campo y de la autoridad policial para asegurar las relacionesde dominacin. El encuentro entre el propietario Juan Luis, elcomisario Gutirrez y Don Zoilo, al nal del primer acto, esilustrativo de estas relaciones y de la sumisin del gaucho alnuevo poder ciudadano.

    Es principal en esta obra el nal, marcado por la anunciacindel suicidio. El impacto que tuvo este nal fue mal recibido por la

    crtica y considerado una accin fuera de lugar, impropia del ver-dadero carcter gauchesco, que no inclua el suicidio, de acuerdocon la noble y sacricada losofa de vida tradicionalmente adju-dicada. El crtico teatral Arturo Berenguer Carisomo seal, en

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    aquel momento, que la recndita mansedumbre india de nuestrogaucho y su quietismo desrtico [. . .] hacen de l muy rara, por no

    decir extravagante, esta actitud compleja y urbana del suicidio (enLafforgue, 1968:44). La cita es ilustrativa desde varios puntos devista y es posible asegurar que semejante desenlace no escap alclculo de Snchez. El suicidio aparece como una opcin extraaal comportamiento esperable del gaucho para Berenguer, quien yesto es lo ms relevante ve en esta accin una actitud urbana.

    La accin de Snchez implica mltiples aspectos a tener en

    cuenta en la complejizacin de la oposicin ciudad y campo.Por un lado, se puede hablar de una observacin de ciertos as-pectos urbanos como participando del carcter rural. Por otro,hay una armacin de la ciudad como lugar de observacin delos hbitos rurales. Al mismo tiempo, la muerte del protagonistapresenta al eje civilizacin y barbarie como una oposicinde extremos irreconciliables que slo puede resolverse con ladestruccin de uno de ellos. Pero fundamentalmente, la muertedel protagonista estaba presentando, precisamente, la destruc-cin del gaucho como smbolo del ser nacional, de este modooponindose frontalmente a toda concepcin esencialista delnacionalismo criollo.

    El suicidio del personaje es una estrategia poderosa paradeterminar la muerte de un tipo social sobre el que todos venaspectos identitarios. No se trata de la muerte honorable en un

    duelo a cuchillo ni de la muerte fabulosa en una payada con eldemonio como suceda en el Santos Vegadel folletn criollo.El suicidio de Zoilo presenta una conducta que es el productode una prolongada reexin del protagonista, y se va haciendoevidente a lo largo de toda la obra, con breves escenas de unZoilo silencioso acariciando un lazo.

    La destruccin simblica del gaucho como gura canonizada es

    una accin anarquista poderosa precisamente porque est elimi-nando toda forma autoritaria y esencialista de concebir el pasado,as como de construir la memoria social perpetuando un sistemadominante de creencias. En el cambio de siglo, el gaucho era una

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    idea legitimada por un relato histrico que vinculaba a la nacincon un pasado cada vez ms impreciso. Por el contrario, para el

    anarquismo ms ortodoxo no es concebible un tiempo lineal o his-trico sino un tiempo cclico denominado eterno retorno dondetodo tiempo pasado se revive y se reedita en el instante presente,que es la sntesis de todos los momentos (Colson, 2003:90).

    En la concepcin del eterno retorno, central en el anarquismodel cambio de siglo, el pasado vuelve al tiempo presente de formade ser vivido una y otra vez tantas veces como sea necesario,

    de forma de poder ser modicado y, por lo tanto, modicar uncomportamiento anterior y autoritario que libere al individuo. Elser humano se vuelve entonces parte integrante de una realidadque siempre est presente y de la que puede ser responsable yparte activa (Colson, 2003:90). Lejos de ser una forma de per-petuar y mantener inmvil una realidad, el eterno retorno es unavuelta permanente al presente que faculta al individuo a deter-minar su propio rumbo. En la concepcin lineal del tiempo, porel contrario, la idea de un pasado sin retorno obliga al individuoa someterse a un engao, porque toda referencia va perdiendocontacto con el presente y por lo tanto con la realidad misma.

    La muerte del gaucho que Snchez determina tiene mltiplesimplicancias con respecto a la relacin con el pasado y la historia.Antes que nada se trata de la destruccin del pasado histrico y dela completa separacin del individuo con una tradicin de la que

    no puede o no quiere hacerse responsable porque slo ha provistode justicacin histrica a las relaciones de subordinacin. Lo quemortica a Zoilo es precisamente su incapacidad para comprenderel mundo presente y su nostalgia de tiempos mejores. La comple-

    jidad del personaje est determinada tanto por la compasin queinspira su condicin como por su incapacidad para liberarse y adap-tarse a los tiempos que corren. En denitiva, Don Zoilo no puede

    mantener intacto el espritu gauchesco en las nuevas circunstanciasprecisamente porque se aferra a mantenerse gaucho. Es decir queSnchez pone en juego la validez del mito en el tiempo presente alliberarlo de toda concepcin autoritaria para interpretarlo.

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    La muerte de Zoilo permite al espectador interpretar librementeel mito gauchesco en el nuevo contexto de la modernidad. Y esta

    muerte del gaucho est determinando, paradjicamente, la actua-lizacin del mito porque, al despojarlo de todo pasado histrico,el mito se pone a prueba presentndose en todo su alcance y entodas sus limitaciones. De esta forma, el espritu gauchesco, sies que an existe, no se hace presente en el hombre solitario desombrero y bombacha determinado por la tradicin sino quevuelve a nacer actualizado bajo nuevas formas de rebelda que

    son sealadas oportunamente por la urgencia anarquista.Estas formas de concebir el mito del gaucho no forman partede una evolucin lineal que comienza en el romanticismo deGhiraldo y culmina en el realismo pesimista de Snchez, pueslas diferentes representaciones se dan casi simultneamente.Incluso Ghiraldo seguir insistiendo en su inclinacin romnticatodava en Triunfos nuevosde 1910. Se trata, por el contrario,de un espectro amplio y variado de la temtica gauchesca queabarca desde la heroicizacin y la descripcin sobrehumanahasta el temible salvaje vinculado con la naturaleza. Ambosextremos presentan al gaucho en mbitos fuera de lo huma-no. En el centro de este espectro, el recurso del suicidio deZoilo presentado por Snchez determina, por primera vez, ladimensin humana del mito gauchesco, pero sin apartarse dela tradicin romntica.

    Las representaciones romnticas del ser nacional empiezanentonces a convivir entonces con las nuevas representacionesrealistas, es decir con personajes mucho ms concretos y con-temporneos surgidos en los suburbios de Buenos Aires dondesobrevive el espritu del gaucho desaparecido: el compadrito, elmalevo y el guapo, junto con toda una nueva gama de personajescon los que convive y sufre el mismo sometimiento de clase:

    el gringo recin llegado, la obrera tuberculosa, la prostituta en-ferma, la madre pobre y sacricada, la costurerita engaada porsoar un futuro mejor, el nio hambriento o el nio vendedorde diarios.

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    Este nuevo y variado repertorio de personajes, que transformdenitivamente el imaginario urbano del Ro de la Plata, fue desta-

    cado permanentemente por el anarquismo a partir de una percepcindolorosa de la realidad donde la experiencia directa de sus autoresdeni una nueva experiencia literaria. Esta transformacin, dis-persin o disolucin de personajes representativos del ser argentinoa partir de una gura original y orgnica se presenta como unaarmacin de la diversidad tnica y cultural determinada por lainmigracin tanto de europeos como de los hombres del campo.

    El hombre del suburbio es el mismo gaucho desplazado delcampo, tal como comenta ngel Rama a partir de un pasaje deDomingo F. Casadevall sobre el circo criollo. Tanto el pasajede Casadevall como el comentario crtico de Rama son clarospara distinguir los procesos de desplazamiento y urbanizacindel hombre rural.

    Los pobladores de los suburbios porteos, hermanastros del gauchoy del paisano en las llanuras, cultores de la guapeza, de los juegosde destreza y de azar, del canto, del baile y de los entreveros por elamor, resentidos contra la clase rica y culta del centro de la ciudad,vieron en Juan Moreira un arquetipo real, un modelo de la familia deSantos Vega, el triunfador de payadas y amores... En Moreira vieronun vengador de los criollos amenazados por los ricos que se valan dela violencia, del enredo, del pleito, de la chicana y de otras aagazas dela ciudad para desplazarlos del suelo en que haban sido felices. Cabe

    consignar que los pobladores de los suburbios no eran hermanastrosdel gaucho, sino los mismos gauchos, desplazados del campo, quecomenzaban a auir a las ciudades, golpeados resentidos, perdidos...(Casadevall y Rama, en Rama, 1968b:344).

    La precisin que hace del gaucho como un personaje despla-zado del campo permite ver la transformacin entre campo yciudad no como un proceso paulatino sino como un momentoabrupto que sufre un solo individuo. No se trata solamente dever en el hombre suburbano un derivado o un sucesor del gauchosino que se trata del mismo hombre de campo que ha sufrido la

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    metamorfosis ciudadana. Este carcter cambiante y transformadode la personalidad del habitante del suburbio es signicativo en

    su contraste con la presencia inmutable y esttica del gauchoromantizado y heroicizado por los discursos conservadores.12

    En el volumen de cuentos Carne dolientede Ghiraldo se puedeapreciar, principalmente en la forma en que fueron ordenadospor su autor, el proceso de transformacin y metamorfosis queatravesaron los habitantes de la ciudad de Buenos Aires y loscampos aledaos as como toda la regin americana en su am-

    plitud. En este sentido, el trabajo de edicin de Ghiraldo vuelvea ser fundamental pues ordena cuidadosamente sus relatos demanera de ubicar geografas y personajes de acuerdo con unmovimiento centrpeto que comienza en terreno abierto y terminaen el interior de la ciudad, que comienza en el pasado y que cul-mina en el presente. Los cuentos son otra muestra de su escrituragrandilocuente, retrica, didctica y bsicamente ejemplarizantede Ghiraldo. Sin embargo, una descripcin muy somera de estosrelatos es ilustrativa de estos crculos concntricos que facilitanla comprensin de los desplazamientos y las transformacionesmencionados. En esta descripcin voy a detenerme en Cruz,en la mitad del volumen, porque es el cuento transicional quedetermina la transformacin del hombre de campo en un hombredel suburbio.

    El personaje principal de Cruz, cuenta el narrador, se haba

    enrolado en su juventud en un cuartel regional y haba combatidocontra los caudillos sin que l supiera nunca por qu (Ghiraldo,1917?:101). La descripcin de la vida del hombre es reveladora

    12Clara Rey de Guido y Walter Guido tambin sealan y denen la conforma-cin de los nuevos tipos derivados del gaucho surgidos en el suburbio. En primerlugar estaba el compadre, orgulloso, altanero y capaz de las mismas provocacio-nes que el antiguo gaucho, un hbrido del campo y la ciudad (1989:XXXI). Tanto

    el compadre como el guapo podan ser tanto caudillos como una autoridadpolicial degradada (1989:XXXI). Los compadritos, adems de ser pendencieros,eran alegres, cantadores y buenos bailarines de tango, siempre preocupados de lavestimenta. Por su parte, el malevo era el derivado del gaucho malo, tambinperseguido por la justicia con muchas entradas en la comisara (1989:XXXI).

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    de una condicin natural para habitar el campo y trabajar la tierra,condicin alterada por la conscripcin forzada y el traslado a la

    ciudad, motivo inicial de su degeneracin fsica y moral.

    Nio, arrancado de las faenas campestres, no conoci otra vida que lainfecunda y agitada del cuartel. Antes de manejar bien el lazo, aprendera arriar una tropa, ordear una vaca y esquilar una oveja, se le llev juntoal fogn militar, se le at al cinto el sable homicida y se le prendi un ojalde la chaqueta de la divisa de un caudillo, el cacique poltico del pago,seor moderno, no de horca y cuchillo como los de feudo antiguo, pero

    s de bota y espuela, facn al cinto, poncho a la rastra y cinta azul en elsombrero de ala ancha y requintado en la nuca. (Ghiraldo, 1917?:102)

    La llegada a la ciudad es un doloroso proceso de desarraigo. Ensu lejana del lugar original, en contacto con la tierra, el hombreinicia su proceso de alienacin. Esta separacin del hombre de sumbito natural y la idea de la ciudad como foco de la corrupcin

    permite observar nuevamente la semejanza romntica entre elanarquismo y el pensamiento conservador. En estos textos deGhiraldo es difcil saber de qu lado est el anarquista. Por unlado ve en la ciudad el origen de la fuerza civilizatoria, por otrove al campo como un lugar de bienestar original, anterior a laaccin del Estado, y en la ciudad el foco de corrupcin. En suanarquismo de base romntica, Ghiraldo elabora un nacionalismoalternativo que, viendo el origen de la nacin en el confn ame-

    ricano, se distancia del nacionalismo conservador en su defensade clase y en la denuncia a todo sometimiento a la autoridad.

    Hacia el descubrimiento del arrabal

    Como fue mencionado, las diferentes guras del gaucho fue-

    ron elaboradas y reinterpretadas de manera simultnea por losescritores anarquistas en un variado repertorio de rasgos cuyadescripcin apuntaba a la deconstruccin con nes polticos. Asu vez, fueron varios los crticos posteriores que mencionaron

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    la transformacin del gaucho en los distintos personajes subur-banos. Sin embargo, no es necesario esperar a las dcadas pos-

    teriores para encontrar esta sustitucin entre una y otras guras.El nuevo repertorio de tipos humanos fue advertida como unanovedosa virtud, as como una necesidad, para ser incluida enlas nuevas formas de representacin.

    En sus propias palabras, Florencio Snchez expresa la nece-sidad de acompaar este cambio y abandonar los elementos deldrama gauchesco tradicional para enfocar los centros de inters

    en aquellos puntos crticos de la modernizacin urbana y de lasformas del ascenso social que ganaban terreno conforme avanzabala primera dcada del siglo. As explicaba las causas del xito desu obraMhijo el dotoren una conferencia leda en el Ateneo deMontevideo en junio de 1908, publicada en Buenos Aires ochoaos despus, y que resulta ilustrativa para concluir este artculo.

    Se escriban costumbres desconocidas. Un rancho de paja y terrnpor decorado, por lenguaje caracterstico unos cuantos canejos yahijunas, cuando no expresiones de la jerga lunfarda portea, conpasiones y sentimientos de importancia teatral.

    Con esos elementos se fabricaba una obra nacional. El pblico, afalta de cosa mejor y ms verdica, amparaba y protega esos bodrioscon estimulante complacencia.

    Mhijo el dotor, reejando costumbres vividas produjo una revo-lucin. Su xito estrepitoso se debe a la verdad y la sinceridad con que

    fue escrita la obra. El pblico lo comprendi as y compens mi laborcon las ovaciones ms grandes que haya recibido en mi carrera artstica.

    [. . .]Ah el teatro criollo, las escenas campesinas!El pblico no toler ms paisanos declamadores ni ms costumbres

    falsicadas. Denme verdad como esa y las aplaudir (Snchez enProteo,Buenos Aires, I, 13, 1916:1-5).

    Si el anarquismo iba a concentrar su atencin en el suburbio,no fue solamente para acompaar el desplazamiento del hombredel campo hacia la ciudad, intentando una mera actualizacinestratgica de la rebelda gauchesca en el nuevo habitante. El

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    suburbio ser para el anarquismo el lugar donde la ciudad mos-traba el verdadero conicto de clase, donde era posible ver el

    sometimiento y la abyeccin en la que vivieron sus habitantes,donde se pudo ver la lucha por la supervivencia y donde la tareaanarquista ver necesaria la aplicacin de la doctrina de autoges-tin y el establecimiento de relaciones de solidaridad. La accinde los centros obreros fue principal en los suburbios, as como suaccin educadora en circuitos hasta el momento no contempladospor la educacin ocial (Golluscio). En su establecimiento en

    los mrgenes de la ciudad, el anarquismo pudo ver a la ciudaddesde la periferia sealando todas sus posibilidades de encuentroy enriquecimiento, as como de sometimiento y alienacin. Desdela periferia, el anarquismo reinterpret la ciudad de acuerdo consus propias premisas.

    El suburbio fue el lugar que los anarquistas vieron como lu-gar de observacin y diagnstico de una nacin en crecimientodonde sus habitantes lucharon por incorporarse a un proyectonacional que, desde el centro, los negaba permanentemente. Laliteratura del suburbio surgi, entonces, desde la percepcin quelos escritores, poetas y dramaturgos anarquistas adquirierongracias a la insistencia permanente por la preeminencia, en laproduccin literaria, de un tiempo presente que reuna, a untiempo, pasado y futuro. En el tiempo presente, la percepcindel mundo surge de una experiencia que slo se hace posible

    en una relacin igualitaria, o abierta, con el mundo en todossus trminos.

    Son numerosos los relatos anarquistas dedicados a describir lospadecimientos fsicos y morales de los personajes suburbanosde acuerdo con las lneas de un naturalismo pesimista y, pormomentos, de ribetes expresionistas que van a pregurar losposteriores movimientos de vanguardia. El despliegue en detalle

    de estos nuevos tipos humanos en el nuevo territorio queda fueradel alcance de este artculo, pero vendr a sustituir a la gura delgaucho canonizada durante toda la mitad del siglo diecinuevey principios del veinte como representante del ser nacional.

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