de obediencia y responsabilidad de libertad y lealtad

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El texto que estudiamos hoy habla del caso de Coré, un levita, alguien muy importante con una gran misión por delante, pero cuya soberbia lo hizo cometer una gran desinteligencia. Coré se dejó llevar por sus impulsos y se rebeló contra sus líderes. Organizó un motín junto a otros 250 levitas, se juntaron aquellos que primeramente se habían rebelado ante Dios y cuya rebelión les había significado volver al desierto para morir. La rebelión arriba se transformó en rebelión abajo. Coré organizó una campaña de desprestigio y desobediencia. Quiso asumir funciones que no le correspondían y estar a la altura del sacerdote. Trataron de desmerecer y desprestigiar a Moisés y a Aarón, cargándolos con las culpas de sus malas decisiones.

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De Obediencia y Responsabilidad. De Libertad y Lealtad. Esta semana estudiamos y reflexionamos sobre los capítulos 16, 17 y 18 del libro de Números. El tema central que vamos a abordar tiene que ver con el título elegido. La Obediencia, la lealtad, la libertad y la responsabilidad, ante Dios y ante los hombres. La palabra OBEDIENCIA es en hebreo “SHAMÁ” y significa ESCUCHAR INTELIGENTEMENTE, ESCUCHAR CON ATENCION, TENER EN CUENTA, ATENDER CON ESPECIAL CONSIDERACION. La palabra LEALTAD es la que se traduce de EMUNÁH y es la FUERZA que persigue el bienestar altruista, tiene que ver con la identificación en nuestro interior del bien que anhelamos para todos, en lugar de un bien egoísta para nosotros mismos. EMUNÁH tiene que ver con el deseo de DAR en lugar del egoísmo de simplemente RECIBIR. La palabra LIBERTAD es CHOPHSHIY y tiene que ver con estar exonerado de obligaciones. En griego es la palabra ELEUTHEROS y es la misma que emplea el evangelio según San Juan cuando dice que la verdad libera. Significa no ser esclavo y andar sin restricciones haciendo lo que uno quiera. Y finalmente la palabra RESPONSABILIDAD tiene que ver con RESPONDER, con CONSIDERAR. De manera que si la OBEDIENCIA tiene que ver con lo que escuchamos, la RESPONSABILIDAD es la respuesta que damos, a través de lo que decimos o hacemos. Y si la LIBERTAD nos permite hacer cualquier cosa sin restricciones, la LEALTAD es la fuerza que nos guía a hacer lo correcto en beneficio de los demás. De esto tratan los capítulos que estudiamos hoy. Cuando le preguntan a JESÚS cuál es el mayor de los mandamientos, responde citando Deuteronomio 6:5 , Amarás al Señor tu Dios por encima de todo, y el mandamiento siguiente en importancia, Amar al Prójimo como a uno mismo, citando a Levítico 19:18, el mismo versículo que nos insta a no hacer justicia por mano propia. La misma palabra que se usa para amar a Dios, es la que se usa para amar al prójimo y tiene que ver con ANHELAR LO BUENO. Amar a Dios es desear lo bueno para Dios, y amar al prójimo es desear lo bueno para los demás. Esa es la responsabilidad nuestra ante Dios, es la respuesta adecuada que tomamos en libertad y con lealtad, al escuchar y obedecer. Claro que estamos hablando de la situación deseada a la cual tenemos que llegar y/o permanecer. Cuando uno escucha a un ateo hablar mal de Dios, de las guerras, de la pobreza, de la miseria en el mundo… está hablando de RESPONSABILIDADES de los hombres. Cuando el hombre no cumple con estas responsabilidades, no ama a Dios y viola el primer mandamiento, porque su omisión lleva a que hablen mal de Dios, y eso no es desear lo bueno para Dios, por lo tanto no es amor. Cuando uno no cumple con estas responsabilidades, tampoco considera el segundo mandamiento de amor al prójimo, porque evidentemente no está dando respuesta a las necesidades de los demás, y en

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definitiva es algo que lo mantiene en su cascarón egoísta, el espíritu no trasciende, no se desarrolla, no crece, sigue ensimismado. En medio del nerviosismo de nuestras sociedades, todos anhelamos la paz, pero muchas veces ni siquiera sabemos de qué se trata. La paz no es la ausencia de guerra la paz no tiene que ver con el relax, no tiene que ver con aislarse del mundo a través de una meditación y olvidarse de los males; la paz es una relación cooperativa, donde todos se preocupan por el bienestar de todos y se ayudan mutuamente. La paz es la consecuencia de la escucha adecuada de lo que Dios nos dice. La palabra EMUNAH está relacionada con la palabra griega PISTIS que se traduce como fe, la misma fe o lealtad que viene como respuesta de escuchar adecuadamente la palabra de Dios. Cuando comprendemos exactamente lo que Dios nos dice, terminamos haciendo lo correcto, y nos va bien. Ayudando a los demás, nos ayudamos a nosotros mismos. Este es el camino que Dios estableció. Vivimos en un mundo hermoso, no obstante, aún es imperfecto. El plan de Dios antes de llegar al séptimo día, es que los hombres finalmente seamos imagen y semejanza Suya. (Podemos decir que aún estamos viviendo en el día 6 de la Creación del mundo. Si consideramos que para Dios un día son como mil años y que el calendario judío va por el año 5771, nuestra afirmación parece cobrar un sentido mayor.) Dios dispuso de todos los mecanismos tendientes a lograr ese orden final previsto, el séptimo día de descanso al cual estamos invitados a entrar, a un nuevo tiempo donde no será necesario que nadie enseñe sobre Dios porque todos lo conocerán. El Reino de los Cielos está en camino, se ha acercado, está en marcha, pero aún no está establecido, por eso tanta violencia y por eso anhelamos el retorno del Mesías para que establezca definitivamente ese Reino de Paz. Para su obra, Dios ha establecido personas que están a su servicio. Son los ministros y Dios los ha escogido para ayudar a hacer la tarea. Nadie viene por casualidad a la Tierra, la misión de cada uno no está relacionada con la satisfacción de intereses egoístas, sino que busca el interés de todos, es decir ese reino de paz, ese lugar donde los hombres cooperan entre si, y donde todos se preocupan por el bienestar de todos y se ayudan mutuamente. La misión tiene que ver con el amor. El corporativismo es una forma de egoísmo organizado. La ayuda “entre nosotros”, la hermandad y la fraternidad “entre nos” … pero es una forma más de egoísmo, no tiene que ver con el amor del cual Dios habla. No quiere decir que esté mal el amor entre los integrantes de un grupo, puede ser sano, si no se ven como superiores a los demás y si las acciones que desarrollan para su beneficio grupal no perjudica los intereses verdaderos de otros. Un grupo de empresarios de la industria de la alimentación que deciden subir el precio de los alimentos para que puedan ganar más…podrán tener mucho afecto entre si, pero es solo corporativismo, no es amor. Un grupo de empleados del transporte que dejan a otros trabajadores en la calle porque decidieron hacer un paro para ganar más, es puro corporativismo, no hay amor. Una mesa de negociación entre patrones y obreros donde cada uno trata de sacar el máximo beneficio para si, no tiene amor, solo lucha de intereses. La paz implica la cooperación, la operación en conjunto, no la explotación de unos hombres por otros, sino la cooperación, el operar en conjunto, buscando el beneficio recíproco, para ellos y para toda la sociedad.

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Siempre hubo un orden establecido por Dios. En lo referente al servicio divino el esquema era : Dios > El Sacerdote > Los Levitas > El Pueblo de Israel. En la actualidad, el pueblo de Israel son todos los que creen en Dios, los levitas son los sabios que se dedican a desarrollar las tareas inherentes a la obra de Dios, y el Sumo Sacerdote es JESÚS, nuestro Mesías, el Hijo de Dios. La palabra sacerdote en hebreo es KOHEN que significa PRINCIPAL y que deriva de KAHAN que significa MEDIADOR. El esquema en la actualidad es: DIOS > JESÚS > Ministros > Creyentes Comprender esto es importantísimo. Saltearse el orden de alguna manera implica quitarle importancia a lo que Dios nos enseña y hacer lo que a nosotros nos parece, cargando con las consecuencias naturales de nuestras decisiones. La función de los levitas en la antigüedad y de los ministros en el día de hoy, es la de representar al pueblo ante el Sacerdote (JESÚS), proteger al pueblo de las amenazas existentes y ayudar en las tareas del tabernáculo de reunión, principalmente en lo que respecta a la purificación y la dedicación, también en la enseñanza. Un levita leal y responsable estaba al servicio del sacerdote Aarón; un ministro leal y responsable, está al servicio de JESÚS. Jesús les decía a sus discípulos “permanezcan en mi, porque separados de mi nada pueden hacer”. Jesús también decía YO soy la VID, ustedes los pámpanos, el Padre es el Viñador que plantó la VID, y el pueblo de los creyentes son los racimos que deben colgar de los pámpanos, cuyo fruto da un vino nuevo, un Espíritu Nuevo. La Vid dará su fruto y el cielo dará el rocío, y el Señor nos dará todas las cosas por añadidura. La tarea del Sacerdote es presentar nuestros sacrificios y ofrendas delante de Dios, hacer expiación por el pecado, interceder por el pueblo, administrar justicia y bendecir. En el orden de Dios se da una interrelación armoniosa entre las partes. Los ministros tienen responsabilidades ante Dios, ante JESÚS y ante el pueblo. Jesús tiene responsabilidades ante Dios, ante los ministros, y ante el pueblo. Y el pueblo tiene responsabilidades ante Dios, ante Jesús y ante los ministros. Dios tiene responsabilidades para con Jesús, para con los ministros y para con el pueblo. Dios siempre cumple con sus responsabilidades, Jesús también. Los ministros debemos cumplir con nuestras responsabilidades y el pueblo también debe cumplir con sus responsabilidades. Ser responsable es tener una respuesta adecuada hacia las obligaciones que se tienen. Cuando el pueblo o los ministros, haciendo uso de su libertad, deciden no responder adecuadamente hacia aquello que Dios manda, las cosas no están bien. Y el mundo no está bien porque el pueblo y los ministros no se encargan de lo que se deben encargar. Los ministros están preocupados por su sustento y gastan horas predicando del diezmo, porque el pueblo es egoísta y cree que la labor del ministerio es un espectáculo gratuito. Cuando al pueblo se lo llama a la corrección, el pueblo se ofende y castiga económicamente a los ministros no haciendo aportes. A la vez el ministro cuando alguien del pueblo lo necesita se esconde, porque si el pueblo no cumple con su función, entonces el ministro tampoco, y en lugar de darse aquella relación de cooperación donde

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todos se preocupan por el bienestar de todos, se da una relación de egoísmo donde en los peores casos el ministro saquea al pueblo y el pueblo vampiriza al ministro, y no hay paz. Como el pueblo no se da cuenta de sus responsabilidades, el ministro debe estar siempre con lo mismo. Como el ministro está siempre hablando del diezmo y las ofrendas, el pueblo se ofende y rompe el vínculo con el ministro. Entonces va y se presenta directo ante Jesús, pero siente que no es escuchado, porque no está preparado adecuadamente y se va secando espiritualmente. Lo mismo con el ministro que quiere saltarse a Jesús y quiere hacer el trato directo con Dios, pero no es tenido en cuenta por querer saltearse al sacerdote. Menos aún cuando el pueblo quiere saltearse al ministro y a Jesús para ir directo con Dios. Y lo mismo también cuando el ministro no cumple con su función ante el pueblo. Las cosas no andan bien cuando no se cumple con la obligación, y en un mundo donde Dios dio libre albedrío, libertad para que cada uno haga lo que quiera, las obligaciones son de conciencia, cada uno es libre de hacer lo que quiera y cada uno recogerá lo que siembre. El texto que estudiamos hoy habla del caso de Coré, un levita, alguien muy importante con una gran misión por delante, pero cuya soberbia lo hizo cometer una gran desinteligencia. Coré se dejó llevar por sus impulsos y se rebeló contra sus líderes. Organizó un motín junto a otros 250 levitas, se juntaron aquellos que primeramente se habían rebelado ante Dios y cuya rebelión les había significado volver al desierto para morir. La rebelión arriba se transformó en rebelión abajo. Coré organizó una campaña de desprestigio y desobediencia. Quiso asumir funciones que no le correspondían y estar a la altura del sacerdote. Trataron de desmerecer y desprestigiar a Moisés y a Aarón, cargándolos con las culpas de sus malas decisiones. Aarón representa la derecha de Leví. Leví la derecha del pueblo. La derecha representa la Misericordia y la Sabiduría, la izquierda, el Juicio y el Poder. En la Lógica Divina, la Sabiduría va a la derecha del Poder, y la Misericordia, a la derecha del Juicio. Esto es un esquema que no se puede revertir. No se puede poner el Juicio por sobre la Misericordia, ni el Poder por sobre la Sabiduría. Ese fue el error de Coré. El arma fue su lengua. La munición el desprestigio. El sonido de los disparos decían “¿Quién eres tu para hacer esto? . ¿quiénes son ustedes para que quieran gobernarnos a nosotros? , Nosotros somos tan santos como ustedes y ustedes no tienen ningún derecho” , pero Dios les demostró que estaban equivocados. La intercesión de Moisés permitió que mucha gente inocente se salvara, pero aún así , quienes no escucharon sus recomendaciones perecieron. Moisés advirtió de los peligros de permanecer en la tienda de los rebeldes porque serían destruidos los que allí estuvieran. Pero muchos desestimaron el aviso y murieron. Moisés era una persona humilde y honesta, pero tuvo que soportar difamación. Murmuraron contra su familia -lo vimos unos capítulos más atrás- y ahora contra su capacidad y su dignidad de líder, lo acusaron de demagogo, de mentirle al pueblo, hasta de inepto. Pero Dios lo sostuvo, lo amparó y todos quienes se levantaron contra él, terminaron mal, aunque en la grandeza de este hombre, siempre pidió e intercedió ante Dios para que las penas les fueran más leves a todos los culpables. La actitud de Coré fue una actitud de soberbia. Pensó que no necesitaba a nadie para su desarrollo

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espiritual e intelectual. Pensó que solo podía pero no pudo. Lo contrario de la soberbia es la humildad. Jesús decía “aprendan de mi que soy humilde y manso de corazón”. Nos dijo también, siempre, las cosas de frente, aunque algunos no estuvieran preparados para escuchar esas verdades, aunque muchos no lo comprendieran en ese momento y quisieran apedrearlos pensando que estaba cometiendo una blasfemia, pero siempre fue de frente y nunca ocultó sus planes. Coré en cambio ocultó sus verdaderas intenciones. Podemos pensar que él efectivamente tenía el deseo de servir a Dios desde el sacerdocio, y por eso no se dio cuenta de la importancia de lo que tenía. Tuvo envidia de Aarón y de Moisés, codició lo que no le pertenecía, y fue camino a la muerte, llevándose con él a una cantidad enorme de cómplices. Quiso honor y poder, pero encontró la muerte por la desinteligencia de su sublevación. Quiso hacer lo que les correspondía a otros, y no se ocupó de lo que le correspondía. Hoy vemos ministerios enteros que se dedican a murmurar contra otros, y en lugar de hacer lo que deben hacer, se preocupan de crecer tratando de hundir a los demás. Embanderados con una supuesta VERDAD, tratan de derribar a los que creen equivocados y todo esto a través del desprestigio, de la murmuración. Enfocándose en lo negativo, en lugar de tratar de crecer por méritos propios, enfocándose en lo positivo. El gran pecado de Coré fue un pecado de disputa, de división, algo que contradice la Unidad de Dios. Jesús decía que debemos ser Uno. Todos debemos ser capaces de vernos como Uno, y cumplir con nuestra parte, desde donde nos haya tocado estar y no debemos tratar de alterar ese orden divino. De más está decir que el concepto de orden divino, jamás debe utilizarse para justificar regímenes totalitarios de opresión, ni a nivel nacional, ni a nivel grupal, ni a la interna de sectas o grupos religiosos, pues la liberación de todas las formas de opresión está dentro de lo previsto por Dios, así como Él mismo liberó al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto. Romper las cadenas del mal está bien. Lo que está mal es tratar de destruir lo que está bien, por avaricia, egoísmo o por la vanidad de creer que nosotros lo haremos mejor, cuando lo único que hemos hecho es criticar y dificultar la gestión. Coré manipuló con fines egoístas, no tuvo conciencia ni le importó que su rebelión pudiera conducir a muchos a la muerte pero igual siguió adelante. La reflexión final para finalizar, es que debemos comprender el funcionamiento de las cosas, comprender el orden divino, y no querer cambiarlo. Por supuesto que el orden divino está muy lejos de estar en pleno funcionamiento en un mundo con tanto egoísmo y vanidad, pero no es responsabilidad de Dios, ni tampoco de JESÚS , sino de los escalafones más bajos de esta pirámide: del pueblo y de los ministros. Debemos desarrollar la lealtad para saber vivir en libertad y debemos saber escuchar, para vivir responsablemente, es decir teniendo una respuesta adecuada, hacia todo aquello que Dios nos dice. Soy el Hno Alejandro y es mi deseo que Dios te bendiga y te proteja. Alejandro Andrada (Hno Alejandro)