desolación en el lugar santo

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  • 7/29/2019 Desolacin en el lugar Santo

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    Gloria Riestra

    Desolacin en el lugar SantoApuntes esenciales sobre la cuestin actual

    de la nueva misa

    EDICIONES TRENTO l

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    Todos los derechos reservados.

    Prohibida su reproduccin total o parcial.Ediciones Trento20 de Noviembre #156Aguascalientes Mxico

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    La misa es una cena

    La misa es una asambleaLa misa es un memorial

    (Definicin de la Misa en el Nuevo Ordo de Paulo VI)

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    ndice

    Introduccin ................................................ 9Explicitacin de los concilios de la Iglesia catlica 11La misa catlica de Trento ante el ritual de Paulo VI 53Particularidades del rito de Paulo VI segn el Vaticano II 71

    Oferta de un falso retorno a la tradicin por parte de Juan Pablo II 85

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    Introduccin

    Ante los problemas surgidos de la existencia de dos ritos o formas de celebrar laMisa que existen actualmente en la Iglesia, la Misa Catlica del Concilio Dogmticode Trento y el rito experimental evolutivo o Misa de Paulo VI, surgido del ConcilioVaticano II, se impone una breve exposicin de cuestiones fundamentales al alcancede todos los catlicos y otros lectores interesados en el tema.

    Lo que ante todo hay que exponer es la clase de Concilios de donde emergen losdos ritos, uno, un Concilio Dogmtico, el de Trento, celebrado en los aos de 1545 a1565, bajo los Papas Paulo III, Julio III y Po IV; el otro un Concilio Pastoral delVaticano II iniciado por Juan XXIII en 1962 y culminado por Paulo VI en 1965. Elprimero del cual emanan definiciones irreformables que son continuacin yreafirmacin de doctrinas seculares de la Iglesia; el segundo que comprobadamentese opone a las doctrinas dogmticas del primero, tanto en la documentacinexpresa emitida (del Vaticano II) como en lo concerniente a las reformas posteriores

    del culto y la disciplina.

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    Explicitacin de los Conciliosde la Iglesia catlica

    Hay que recordar ante todo en qu consiste un Concilio. Este es la reuninplenaria de todos los Obispos del mundo y Abades (presentes y por delegacin)

    presidida por el Romano Pontfice para tratar asuntos relacionados con la fe ycostumbres segn la doctrina de la Iglesia, u otras cuestiones. Un ConcilioDogmtico es aqul donde precisamente se definen verdades de fe, o se renueva lafe de la Iglesia de dichas verdades. En cuanto al dogma, es una verdad revelada porDios propuesta a la fe de los fieles por el Magisterio infalible del Papa quien define yconfirma las decisiones de los padres conciliares. Las definiciones de los ConciliosDogmticos no pueden ser jams reformadas ni abrogadas por su mismanaturaleza, o sea en cuanto a divinamente reveladas.

    La perpetuidad de los Cnones dogmticos se sustenta en la infalibilidad delRomano Pontfice. La infalibilidad que significa que el Papa no puede errar se fundaen la asistencia del Espritu Santo prometida por Cristo a Pedro y sus sucesorescuando le dice: T eres Pedro, y sobre esta piedra fundar mi Iglesia, y las puertasdel infierno no prevalecern sobre ella... a ti te dar las llaves del Reino de los Cielos;lo que atares sobre la tierra ser atado en el cielo, y lo que desatares sobre la tierraser desatado en el cielo (San Lucas 22, 31-32).

    Esta infalibilidad tiene condiciones. El Papa es infalible: 1. Cuando al hablar lohace en su calidad de Pastor y Maestro Universal de la Iglesia, 2. Que manifiestavoluntad de dirigirse a la Iglesia Universal y no slo a un grupo particular, 3. Quedefina sobre una verdad revelada tratndose de fe o costumbre, lo cual significa

    afirmar que dicha verdad est contenida en el depsito de la divina revelacin, o seaque la podemos encontrar expresamente manifiesta en una de las dos fuentes de larevelacin que son la Sagrada Escritura y la tradicin. Si no habla bajo estasestrictas condiciones el Papa puede errar hablando como Doctor privado o sea nohablando ex cathedra. As pues, la infalibilidad no constituye una divinizacin de supersona; es un atributo divino que precisa de condiciones especiales para serejercitado; el Papa puede errar inclusive enseando la hereja en sus sermonesprivados, en sus audiencias pblicas en sus documentos a grupos particulares, ensus disposiciones disciplinarias, inclusive, en sus obras escritas como autor privado.El Papa no ha sido puesto para la destruccin sino para la edificacin de la Iglesia,dice la doctrina catlica, y es fcil deducir de sus enseanzas si est edificando o

    destruyendo la Iglesia.

    La Sede Romana puede estar vacante por enseanza hertica de un Papa. Sedesignifica silla, sitio central donde radica un poder, en este caso el poder del Papa; sellama tambin Santa Sede, Sede Apostlica, Sede Papal. De dos modos ensea laIglesia que la Santa Sede puede estar vacante, o sea vaca de poder, sin Papaexistente. Esto puede suceder de dos modos: Por defecto de eleccin invlida aldescubrirse que un Papa es hereje con anterioridad a su eleccin, o en el caso de unPapa electo evidentemente cado en hereja. Es de fe que en la Iglesia ha de existir

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    perpetuamente un sucesor de San Pedro, pero no es de fe que no pueda haberinterregnos, o sea espacio de tiempo hasta prolongados, en que la Sede se encuentrevacante. Esta cuestin es de vital importancia en la actualidad ya que lospostconciliares aducen ante los catlicos que consideramos que la Santa Sede estactualmente vacante debido a la hereja de los Papas del Vaticano II, un axioma quedice: La Santa Sede por nadie puede ser juzgada, pero omiten el resto de la frase

    que dice: ... a menos que sea cogida en desviacin de la fe. Esta es la doctrina deSantos, Doctores y Papas, recogida en los ms antiguos cnones de la Iglesia.

    Los Papas mismos han hablado sobre la posibilidad de la hereja de un Papa y porconsiguiente de la vacancia de la Sede, adems de la obligacin de resistirlos. Eldocumento ms antiguo en el cual un Papa habla nada menos a un Concilio de laposibilidad de la hereja de un Papa es el de Adriano II dirigido al VI ConcilioEcumnico III de Constantinopla (aos 678-681); en l, invocado a propsito deHonorio (un Papa declarado por el Concilio excomulgado despus de muerto) elderecho de los fieles a resistir al Papa hereje dice: todos deben resistir la hereja ycombatirla aun si viene del Papa... dijo, que si se considera la Iglesia Romana como

    encarnada en su cabeza, es decir en el Pontfice, es cierto que puede errar aun en lascosas que se refieren a la fe, afirmando la hereja por su determinacin o por algndecreto.

    Por su parte el Papa (Inocencio IV, dice en su sermn en consagracin delPontfice Romano, Patrologa latina CCXVII, col. 653: Puede el Pontfice ser juzgadopor los hombres o mejor dicho dado a conocer si cayere en la hereja, porque el queno cree ya est juzgado. Afirma l mismo: si por mis pecados propios -o sea,personales-, en cuanto a simple hombre no puede juzgarme la Iglesia, en cambiopuede hacerlo si fallare en lo que respecta a la fe. Santo Toms recoge esta

    doctrina cuando escribe: Hay que saber que cuando hay un peligro inminente parala fe deben los prelados ser argidos, aun pblicamente, por sus sbditos. Por estoPablo que era sbdito de Pedro, por el peligro inminente de un escndalo contra lafe, arguy contra Pedro, y dio ejemplo a los que gobiernan, para que si alguna vezabandonaran el camino recto no lleven a mal ni crean que es contra su dignidad, elque sus inferiores les hicieran esta correccin (Santo Toms de Aquino,Comentario a la Epstola a los Glatas II, VIII).

    Tambin el Doctor de la Iglesia San Roberto Belarmino siguiendo esta doctrinaafirma: El Romano Pontfice s cayere en hereja notoria y pblicamente divulgada,por el mismo hecho, y aun antes de cualquier sentencia declaratoria de la Iglesia,

    queda privado de su potestad de jurisdiccin (San Roberto Belarmino, Del RomanoPontfice 1, 2, cap. 30).

    Mas existe un documento que puede ser considerado fundamental en la cuestinque nos ocupa, se trata de una Bula Papal. La Bula es uno de los ms solemnesdocumentos pblicos emanados de Romanos Pontfices, que tiene una formaexterna fija y un contenido vario segn el fin pretendido por el Papa. El contenidopuede ser dogmtico o disciplinar. Ejemplo de bula dogmtica, la bula QuoPrimum del Papa S. S. Po V, por la que entrega a la Iglesia el Misal Romano

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    restituido en el Concilio de Trento; en ella el Papa habla infaliblemente. La Bulafundamental de la que hablamos en referencia a la posible vacancia de la SantaSede es la titulada Cum ex - apostolatus officio del Papa Paulo IV.

    En sta el Pontfice confirma el acuerdo tenido con todos los cardenales en loreferente a asegurar la defensa de la Iglesia en el caso de un Papa hereje.

    Reproducimos:

    Considerando la gravedad particular de esta situacin y sus peligros. Al puntoque el Romano Pontfice en la tierra es Vicario de Dios y Nuestro Seor y que harecibido una plena potestad sobre pueblos y reinos, y a todos juzga y no puede ser

    juzgado por nadie en este mundo, si fuese sorprendido en una desviacin de la fe,podra ser acusado; y dado que donde surge un peligro mayor, ah es precisoresolver con mayor diligencia, para que los falsos profetas y otros personajes quedetentan jurisdicciones seculares no tiendan lamentables lazos a las almas simples,y arrastren consigo hasta la perdicin y la muerte eterna a pueblos innumerables,sometidos a su gobierno en las cosas espirituales; y para que no acontezca algn

    da, que nosotros veamos en el lugar Santo la abominacin de la desolacin,predicha por el profeta Daniel... con el deseo de rechazar los lobos lejos del rebao,no sea que parezcamos perros mudos que no puedan ladrar, declaramos que si enalgn tiempo cualquiera... un Romano Pontfice, se hubiese desviado de la fecatlica, hubiese cado en hereja, o incurrido en cismas, o los hubiese suscitado ocometido, la promocin o la asuncin, incluso si sta hubiese ocurrido en acuerdo yunanimidad de todos los Cardenales, es nula, rrita, y sin efecto; de ningn modopuede considerarse que tal asuncin haya adquirido validez, por aceptacin delcargo y su consagracin..., o por la misma entronizacin como Romano Pontfice opor su adoracin, ni por la obediencia que todos le han prestado, cualquiera que sea

    el tiempo transcurrido, despus de los supuestos antedichos. Tal asuncin no sertenida por legtima en ninguna de sus partes, y no ser posible considerar que seaotorgado o se otorgue ninguna facultad de administrar en las cosas temporales oespirituales a los as promovidos en tales circunstancias, en funcin de RomanoPontfice, sino por el contrario, todos sus hechos, actos y resoluciones, carecen defuerza y no otorgan ninguna validez, ningn derecho a los que as hubiesen sidopromovidos; por esa misma razn y sin necesidad de hacer ninguna declaracinulterior, estn privados de toda dignidad, lugar, honor, ttulo, autoridad, funcin ypoder.

    Y menciona el Papa que su declaracin abarca a los que en el futuro fuesen as

    promovidos, previniendo a la Iglesia acerca de la posible situacin de un Papahereje. Manifiesta adems que en tanto los fieles catlicos estn obligados aresistir al Papa hertico pudiendo sustraerse en cualquier momento impunemente asu obediencia... permaneciendo unidos en la obligacin de prestar estrictaobediencia a los futuros jerarcas y Romano Pontfice, que sea cannicamenteelecto.

    Como vemos, en esta Bula el Papa Paulo IV confirma lo que es DerechoCannicamente en la Iglesia: 1. Que es posible que la Santa Sede pueda estar

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    vacante alguna vez por las circunstancias antedichas, 2. Que es necesario que paraque un individuo funja como Papa tenga la fe catlicamente necesaria para tenerlegtima jurisdiccin en la Iglesia, 3. Que en caso de descubrirse que un sujeto queocupa la Sede Apostlica ensea una hereja o provoca un cisma los fieles tienen laobligacin de resistirle, 4. Que existe en este caso la solucin de buscar la eleccincannica de un verdadero Papa.

    Los de la Iglesia conciliar -o del Vaticano II- alegan que esta Bula es obsoleta, osea que no tiene ya validez o que ha sido abrogada. Lo cierto es que no ha sidoabrogada por ningn Papa, y que, si ciertamente no se trata de una bula dogmticaya que en ella no se define ningn dogma, las cuestiones que trata tienen un valorperenne pues se encaminan a defender todos los dogmas de la fe, y a la institucindivina de la Iglesia contra el gravsimo peligro que puede darse de existir un sujetohereje usurpador de la Sede Romana, ya sea invlidamente electo por herejaanterior o bien cado en hereja, tal como hemos visto.

    Insistencia sobre el nexo Fe y Jurisdiccin

    Es preciso insistir en la cuestin del nexo ineludible que debe existir entre la fe yla jurisdiccin; o sea, que la jurisdiccin del Romano Pontfice exige que el Papatenga la fe catlica, ya que el actual problema de la Iglesia es un problema deautoridad; no puede tener autoridad Maestro Supremo de la fe el que no tiene la fe,y esto es de lgica elemental aun en el mundo profano o no catlico. Valgmonos deejemplos comunes y simples: los gobernadores de un pueblo no eligen a sugobernante, ni los indgenas a su chamn, ni los musulmanes a su imn, ni los

    judos a su rabino, ni les conceden autoridad si stos no representan sus propiasconvicciones. Cmo podra aceptar la Iglesia como su cabeza -y en este caso, por

    sucesin de origen divino- a uno que no tenga ni represente la fe de la Iglesia? Eldesconocimiento del nexo fe- jurisdiccin durante los cuarenta aos posteriores alVaticano II es lo que ha vuelto a la Iglesia Catlica irreconocible ante el mundo,reduciendo a una condicin de dispora del clero y de los fieles resistentes a ladestruccin ocasionada por los pseudopapas de dicho Concilio.

    Ahora bien, en la presente situacin de la Iglesia, cuando sigue vigente en elDerecho Cannico la excomunin, sea cual sea la Sede, a propsito de cisma o dehereja segn el Canon 188 que dice: Quedan vacantes todas las Sedes si el clrigoapostata pblicamente de la fe, en los delitos contra la fe estn incluidos la hereja yel cisma (2314). La insistencia en esta cuestin es redundante.

    El Clero y los fieles catlicos podemos reconocer la hereja de un Papa

    Decimos Papa en cuanto a identificar de algn modo al sujeto que ocupa laSede de Pedro en razn de referencia; como llama la historia a los Papas en general.Mucho se alega hoy, como una argucia para defender a los Papas del Vaticano IIcontra quienes denunciamos y no aceptamos sus herejas, que en particular losfieles no tenemos derecho a juzgar lo que viene de parte de lo que muchos suponenque es una legtima autoridad. Pero que los fieles somos capaces de reconocer de

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    aquello que se nos impone como recto o contrario a la fe, est consignado en elmismo derecho cannico (2316) que dice: Es sospechoso de hereja todo aquel queayuda espontneamente y a sabiendas de cualquier modo a la propagacin de lahereja.

    Si los catlicos no furamos capaces de discernir dnde se encuentra la hereja,

    no tendra razn de ser esta ley, pues no puede ser sospechoso de nada el incapazde conocer las que seran razones de sospechas. Es doctrina de la Iglesia que todoslos bautizados catlicos tenemos lo que se llama por gracia divina el sentido de la feque nos permite discernir cuando algo atenta a nuestra misma fe. Ademsposeemos los dones del Espritu Santo que actan al respecto, como los delentendimiento y sabidura, que ayudan a conocer las cosas de Dios. El sentido de lafe de los fieles no es un sentido como el que puede ser el de los electores o juecesdel mundo sino que tiene un origen divino por la gracia de nuestro bautismo.

    Ante la evidencia del intento de la destruccin de la Iglesia y de la imposicin dela hereja por parte de Papas herticos, los fieles podemos, pues, juzgar; pero es

    necesario aclarar que no con el derecho oficial de la autoridad de la Iglesia a la quecorresponde el juicio definitivo, en este caso sera aposteror, como ha habido casosen la historia, como en el caso del Papa Honorio I declarado excomulgado despusde muerto en el VI Concilio III de Constantinopla (678-681). Es sobre el clero y losfieles que resisten en la Iglesia en estado de dispora en quienes recae la enormeresponsabilidad de la supervivencia de la Iglesia Catlica, pues si bien la institucinde origen divino no puede tener fin, como confiado a los hombres -que no a losngeles- han sido los hombres y aun mujeres de todos los tiempos (versus SantaCatalina de Siena) a quienes ha confiado el Seor guardar y trabajar por defender elSagrado depsito de la fe en medio de las tinieblas de muchas pocas.

    Si actualmente los catlicos ante tantas evidencias como existen de pretendidadestruccin de la Iglesia no furamos capaces de reconocer y sealar a los herejesque comprobadamente realizan esta destruccin, y no consideramos un deberresistirles, habra que afirmar que teniendo conocimiento de todo el mal tendramosal contrario el deber de aceptarlo y colaborar con los herejes, esto perpetuamente,colocndonos voluntariamente bajo la misma pena de excomunin en la que seencuentran los detractores de la fe.

    La apostasa de la iglesia del Vaticano II es reconocible

    La apostasa de la Iglesia conciliar o del Vaticano II no es una conjetura;apostasa, o sea la negacin total de la fe. A estas alturas no se precisa minuciososestudios para afirmarlo. Si un profano que desee conocer la situacin catlica alpresente se le da a estudiar la doctrina anterior al Vaticano II y la doctrina surgidade este ltimo, fcilmente encontrar que se trata de doctrinas opuestas entre s: dedos Iglesias como enfrentadas, y no slo eso, sino que se sorprender ante elcontrasentido que significa que desde la ms alta Sede del Magisterio de la IglesiaCatlica y en su nombre, se est estableciendo una nueva Iglesia contraria a lamisma.

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    Esto es lo que ha llamado el mundo autodestruccin de la Iglesia. Ciertamenteha sido negada toda la doctrina, destruidos el culto litrgico y la disciplina,desbastadas las instituciones y arrasado lo ms posible, lo que identificara a laIglesia Catlica ante el mundo como Institucin visible, de tal manera que habastado una generacin para que los catlicos nacidos en la nueva Iglesia no tengan

    manera de conocer lo que es la antigua.

    Para conocer la hereja enseada desde la usurpacin no es necesarioprofundizaren la abundante literatura surgida del Vaticano II, donde se observa suevolucin. Existe una hereja fundamental traducida en doctrina, leyes y disciplinasque rigen hoy la vida de la Iglesia conciliar. Se trata de una apostasa total, encuanto a negacin de la fe. Esta es la doctrina de la salvacin universalincondicional: Esta hereja est implcita en documentos del Vaticano II, fuente detoda la revolucin. Podemos afirmar que sta ha motivado todas las reformas y es elorigen del ecumenismo y la sinarqua de las religiones predicada e impuesta por losPapas conciliares.

    Pero como hemos dicho antes, no hay que ir muy lejos para descubrir laapostasa evidente. Ha sido Juan Pablo II quien se ha encargado de resumir para suIglesia en pocas palabras la hereja arriba mencionada, con un cinismo propio dequien se sabe dueo de la situacin por no haber hallado oposicin a sus herejas, nia las de sus antecesores. Su predicacin sobre la salvacin universal incondicionalha tenido ya lugar bajo la forma de una encclica, documento oficial del Magisteriode la Iglesia Catlica. Tal es la titulada Redemptor Hominis (El Redentor delHombre) Actas Apostolicae Sedis 1979, pgs. 283 y sigs., dirigida a la Iglesia nadamenos que como inicio de su pontificado. He aqu lo que textualmente dice:

    Se trata pues aqu del hombre en toda su verdad, en sus plenas dimensiones. Nose trata del hombre "abstracto" sino real, del hombre "concreto", "histrico". Se tratade cada hombre, porque cada uno ha sido incluido en el Misterio de la Redencin, y

    Jesucristo est unido a cada uno para siempre a travs de ese Misterio. Todo hombreviene al mundo siendo concebido en el seno materno y naciendo de su madre, y -precisamente a causa del Misterio de la Redencin- l es confiado a la solicitud de laIglesia. Esta solicitud se extiende al hombre completo y est centrada sobre l demanera singular. El objeto de esta singular atencin es el hombre en su realidadhumana nica e imposible de repetir, en la cual viven intactas la imagen ysemejanza de Dios mismo (Gen. 1, 27). Es esto lo que seala el Concilio Vaticano II

    cuando hablando de esta semejanza recuerda que "el hombre es la nica criaturasobre la tierra que Dios ha querido por s misma" (Gaudium et Spes, No. 24). Ethombre, tal como querido por Dios, elegido por l, llamado, destinado a la Gracia y ala salvacin, es el hombre en toda la plenitud del misterio en el que llega aparticipar por Jesucristo, y del cual llega a participar cada uno de los cuatro millonesde hombres que viven sobre nuestro planeta, desde el instante de su concepcincerca del corazn de su madre.

    La hereja es tan explcita que parece no habra necesidad de comentario. Pero

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    extraigamos las conclusiones de Juan Pablo II, resumiendo: 1. Que cada hombreconcreto desde el vientre de su madre, ha sido incluido en el Misterio de laRedencin, por lo cual Jesucristo est unido a cada hombre para siempre a travs deeste misterio... 2. Que cada hombre goza de toda la plenitud del Misterio de laGracia y la salvacin por Jesucristo, y que de esta salvacin participan cada uno delos cuatro mil millones de hombres existentes, desde el instante de su concepcin

    en el seno materno.

    Aqu cabra decir con las palabras de Cristo: El que quiere entender queentienda. Aqu est negada la totalidad de la revelacin, en particular el Evangelio,contradicho el Evangelio de la Iglesia en cuanto al Dogma de la Redencin. Aquexpresa claramente Juan Pablo II que no es necesario ni siquiera creer en Dios paraalcanzar la salvacin que consiste en la vida eterna con Dios. Ni qu decir que aqula Iglesia resulta obsoleta, y que se echa abajo todo deber moral y toda ley divina yhumana. De cualquier manera, da a entender, que desde Adn hasta el ltimo delos hombres ha sido redimido sin condicin. Esto es la apostasa. No es posibleentender cmo despus de esta afirmacin de incondicionalidad para la salvacin

    eterna, afirmada como doctrina bsica para iniciar su pontificado pueda hablar JuanPablo II acerca de la Iglesia. Pero bien, l habla -cuando lo hace de una Iglesiaentendida a la manera del Vaticano II, donde es posible alcanzar la perfectaliberacin y la iluminacin perfecta con auxilio divino- en el hinduismo.

    La Iglesia suya consiste en la comunidad tipo masnico que Paulo VI llamapalingenesia de la humanidad: La Iglesia no es otra cosa que la construccin deesta unidad de la familia humana (L'Osservatore Romano, 18 de mayo de 1975Audiencia General). Aqu podemos entender la sinarqua de la religin con la IglesiaCatlica como una secta esotrica ms.

    Hay que insistir en el hecho de que esta teora de Juan Pablo II no constituaninguna novedad en la Iglesia antes de su eleccin. Haba sido conocida y aceptaday traducida en disposiciones de reformas de todas clases. Juan Pablo II yaanteriormente como Cardenal haca gala de ser expositor de esta herejaexponindola en distintas ocasiones. Un ejemplo significativo lo constituye lomanifestado por l durante unos ejercicios espirituales a que fue invitado por PauloVI a dar a la Curia Vaticana. Los sermones ah pronunciados fueron publicadosposteriormente en un libro de Juan Pablo II titulado Signo de Contradiccin, queha recorrido el mundo, traducido a numerosas lenguas y tenido como alimentoespiritual para los ingenuos o los cmplices. As dice en este expresivo prrafo:

    Al redimir al hombre con su sacrificio Jesucristo lo hizo "todo nuevo": Este espor as decirlo concebido de nuevo, entran en la trayectoria nueva del designio deDios, que el Padre prepar en la verdad de la palabra y en el don del amor. Este es elpunto en que la historia del hombre comienza de nuevo, independientemente, si aspodemos hablar, de los condicionamientos humanos. Este punto pertenece al ordenDivino, al modo Divino de ver al hombre y al mundo. Las categoras humanas deltiempo y del espacio son casi absolutamente secundarias. Todos los hombres, desdeel principio del mundo hasta el final, han sido redimidos y justificados por Cristo y

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    por su Cruz (Signo de contradiccin, pg. 4).

    Aqu hay que hacer notar cmo Juan Pablo II emplea la Cruz, reafirmando lasalvacin mediante la negacin de la Cruz (no es sta una brbara y diablicateologa?). Porque segn esta enseanza no es necesaria la aceptacin de la Cruzpara ser salvado mediante la Cruz, lo cual podemos encontrar explcito en otra obra

    titulada Cruzando el umbral de la esperanza de Juan Pablo II, otro vehculo de lamisma hereja cuando dice:

    Todo hombre que busque la salvacin, aun el no cristiano, debe detenerse ante laCruz de Cristo. Aceptar la verdad del Misterio Pascual o no? Creer? Esto ya esotra cuestin. Este misterio de salvacin es un hecho ya consumado (la fraseaparece subrayada en la obra). Dios ha abrazado a todos con la Cruz y laResurreccin de su Hijo. Dios abraza a todos con la vida que ha revelado en la Cruz yen la Resurreccin, y que se inicia siempre de nuevo por ella. El Misterio est yainjertado en la historia de la humanidad, en la historia de cada hombre, como quedasignificado en la alegora de la Vid y los sarmientos recogida por Juan (Cf. Juan XV,

    1, 8) (Signo de contradiccin, pg. 88).

    Segn eso, despus de la muerte todo hombre puede ser abrazado por Cristo,despus de haber negado su Cruz. Para quien desee una prueba ms he aqu esteprrafo tomado de los sermones dirigidos a la Curia de Pablo VI:

    Todo hombre moribundo lleva en s el Misterio de la vida que Cristo ha trado einjertado en la humanidad. Toda muerte humana sin excepcin tiene esadimensin, aunque el moribundo, o quienes lo rodean, puedan no ser conscientesde tal realidad. Esto no se desprende de la conciencia del hombre, sino del designio

    de la Revelacin de Dios. Como todos los hombres han sido santificados en CristoJess (Cf. Corintios 1, 2, 3) as tambin el significado de su muerte consiste enprolongar esta vida en Cristo (Meditaciones pg. 206). Existe un vnculo con el Diosvivo, vnculo indisoluble y que se ha realizado con toda persona y con todo el gnerohumano a travs de la muerte liberadora de Cristo y de su resurreccin (Signo deContradiccin, Meditaciones pg. 120).

    As, segn la teologa o doctrina esotrica surgida del Vaticano II que encuentrasu mximo expositor en Juan Pablo II, el Cosmos entero ha sido restituido a Dios pormedio de Jesucristo: Jesucristo es el nuevo comienzo de todo; todo en l converge,es acogido y restituido al Creador de quien procede... si por una parte Dios en Cristo

    habla de S a la humanidad, por otra, en el mismo Cristo la humanidad entera y todala creacin hablan de s a Dios; es ms, se donan a Dios. Todo retorna de este modoa su principio; Jesucristo es la recopilacin de todo (dem pg. 92).

    Que se trata de una doctrina esotrica oriental lo expresa el mismo Juan Pablo IIclaramente cuando dice: Si el mundo no es catlico desde el punto de vistaconfesional, ciertamente est profundamente penetrado por el Evangelio. Se puedeincluso decir que est presente en cierto modo en l de manera invisible el misteriode la Iglesia, cuerpo mstico de Cristo... la verdad segn la cual el hombre es llamado

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    a hacer todo en funcin del fin ltimo de su vida, la salvacin, y la divinizacin,tiene su expresin en la tradicin oriental bajo la forma del llamado sinergismo. Elhombre "crea con Dios el mundo"... La obra de la redencin es la obra de laelevacin de la creacin a un nuevo nivel. Todo lo que ha sido creado quedapenetrado por una santificacin redentora, ms an, por una divinizacin. Quedacomo atrado por la rbita de la divinidad; de la vida ntima de Dios (Cruzando el

    umbral de la esperanza, pg. 125, 194, 142).

    Ahora bien, hay que explicar someramente cul es el origen de esta negacintotal de la doctrina de la Iglesia Catlica suplantada por doctrinas esotricasorientalistas, que el mismo Juan Pablo II expresa que lo son. Ciertamente larevolucin doctrinal tendiente a la destruccin de la Iglesia ha tenido muchosincitadores a lo largo de los tiempos, pero a fines del siglo XIX (1881) naci el mayorde todos en cuyo pensamiento se inspira el Vaticano II; el que fuera jesuita PierreTeilhard de Chardin cientfico evolucionista que metido a telogo, y como discpulode una secta esotrica fue el creador de extraas teoras, que hizo circular en elseno de la Iglesia, encontrando expositores y comentaristas que influyeron en

    generaciones de clrigos, todo ello impulsado por la infiltracin judeo-masnica quehaba venido teniendo lugar en la Iglesia a partir de la Revolucin Francesa.

    Las teoras fundamentales de Teilhard de Chardin que encontramos en ladoctrina del Vaticano II y de los Papas Conciliares son: Un concepto de unincreadora que hace la creacin casi necesaria para Dios; un concepto de lasrelaciones entre el Cosmos y Dios por lo cual la evolucin del Cosmos transforma aDios mismo. La admisin de una tercera naturaleza en Cristo, no humana ni divinasino csmica; la presentacin de Cristo como la culminacin natural csmica.Theilhard afirma que no hay creacin sin encarnacin del Verbo, ni encarnacin sin

    redencin; de lo que deriva La encarnacin por s misma redentora. De ah todoaquello de la palingenesia de la humanidad, de que habla Paulo VI; el Cristo queest en todo hombre del Vaticano II; el hombre que crea con Dios el mundo osinergismos de Juan Pablo II (Signo de contradiccin, pg. 16).

    Entre las obras ms significativas de Teilhard se encuentran la Energa humana,El porvenir del hombre, El medio divino y El fenmeno humano. Durante su vidarecibi en distintas ocasiones, tanto de la Santa Sede como de sus superiores

    jesuitas, sanciones y prohibiciones de publicar sus obras y ejercer la docencia, ydespus de su muerte en 1957, el Santo Oficio orden retirar de bibliotecas,seminarios e institutos religiosos, as como de las libreras catlicas todas las obras

    de Teilhard. Pese a todas estas sanciones y medidas contra sus herejas, las teorasde Teilhard invadieron los mbitos de la Iglesia infestando a los telogos, teniendouna multitud de comentaristas a favor de sus obras que difundieron sus ideas portodo el mundo, de modo que los peritos del Vaticano II pudieron proponer sus tesisa travs de los Decretos del Concilio.

    Prueba de cmo el pensamiento de Teilhard haba infestado al clero desdeprincipios del siglo, es la manera como los Papas del Vaticano II se han mostradoinmersos en sus herejas. La intencin manifiesta de Teilhard fue, como l deca, la

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    de cambiar la fe, y cambiando la fe, cambiar la Iglesia de la cual deca que serevita liza ra, para aceptar que el cristianismo no era otra cosa que una regin delpensamiento humano y la Iglesia misma no ms que una forma de la manifestacinde un estado evolutivo del amor. Estas no son sino unas cuantas de las ideasherticas contenidas en la llamada Cristognesis.

    Cmo pudo suceder esto en el seno de la misma Iglesia? Para entenderlo habraque repasar la historia retrocediendo cuatrocientos aos atrs, como hemosanotado, a la conspiracin masnica desarrollada a partir de la Revolucin Francesaen particular, abordando la inmensa cantidad de literatura en la que miembros de lamasonera, lo mismo clrigos que profanos, fueron pronosticando, segn ellos, el finde la Iglesia Catlica Romana hacia el ao dos mil; el Abate Roca, los documentos dela Alta Venta, el jesuita Malachi Martin, y as sucesivamente hasta el da de hoy.

    Los frutos de la doctrina del Vaticano II

    Conociendo estas teoras podemos explicarnos en qu consiste lo que llaman el

    espritu del Vaticano II. Este Espritu es el que inspira todos los cambiosdoctrinales, litrgicos y disciplinares en la Iglesia conciliar, hoy apoderada de lasms altas Sedes y de todas las instituciones. Aqu no es el propsito de tratarexhaustivamente estos cambios, tema al cual se han dedicado ya numerossimosestudios por parte de telogos catlicos. Pero podemos insistir en la cuestin de lasalvacin universal incondicional que es hereja fundamental de la IglesiaConciliar, siendo oportuno al respecto recordar la doctrina catlica sobre la

    justificacin obtenida por medio de Cristo; dos Cnones Dogmticos del Concilio deTrento son aplicables: Si alguno dijere que la fe justificante no es otra cosa que laconfianza de la Divina misericordia que perdona los pecados por causa de Cristo, o

    que esa confianza es lo nico con lo que nos justifican sin la justicia de Cristo, por laque nos mereci justificarnos, o que por ella misma los hombres son formalmentejustos, sea anatema (Cnones sobre la justificacin, 12 y 10 Concilio de Trento).

    El Vaticano II, fundamento de la gran sinarqua de las religiones, la salvacinincondicional en la base

    Se puede afirmar que todo el Vaticano II est orientado, bajo la premisa de lasalvacin universal incondicional, hada la sinarqua religiosa, o unin de todas lasreligiones en una gran fraternidad de la cual forma ya parte la Iglesia delpostconcilio. Sin necesidad de citar exhaustivamente los puntos doctrinales en que

    se puede fundamentar esta afirmacin, ya que como dice Cristo: Por sus frutos losconoceris, a estas alturas, con tantas evidencias, es fcil deducir que la intencindel susodicho concilio era promover esta sinarqua, hundiendo a la Iglesia Catlicaindistintamente, en la marejada de las religiones paganas y de las sectasprotestantes.

    El Ecumenismo como primera va hacia el sincretismo religioso

    El Ecumenismo del Vaticano II fue la primera va para promover la sinarqua

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    religiosa. El Ecumenismo protestante consiste en un movimiento para procurar launificacin de todas las Iglesias bajo una confederacin pancristiana. EsteEcumenismo excluye a la Iglesia Catlica concretndose a procurar la unin entrelas diversas ramas del protestantismo. Pero el Ecumenismo de la Iglesia conciliar delVaticano II consiste en la unificacin de la Iglesia Catlica con las iglesiasprotestantes considerada como una ms entre ellas, sin ninguna diferenciacin. El

    movimiento se inicia en el Decreto sobre Ecumenismo del Vaticano II y culmina enla actualidad con una conclusin inaudita; la iglesia conciliar ecumenista haconseguido abatir el nombre mismo de la Iglesia Catlica y nada ms diablico queeste triunfo.

    Hoy podemos leer y escuchar cmo la Iglesia es llamada por el clero catlicoiglesia cristiana catlica a la cual pertenecen los cristianos catlicos. Lostrminos los encontramos constantemente expresados en escritos, prdicas, y todaclase de enseanzas, mansamente aceptados por los catlicos que en obedienciaciega y por ignorancia no se han dado cuenta de la enormidad de la hereja a quehan sido conducidos. Las notas distintivas de la Iglesia Catlica sealadas en el

    Concilio Niceno Constantinopolitano (ao 553-555) contenidas en el smbolo de losapstoles, definen a la nica Iglesia de Cristo como distinta de las sectas ya desdeaquel entonces con el ttulo de Una, Santa, Catlica y Apostlica Iglesia, tal comoha sido reconocida en el mundo a travs de los siglos. Menos mal que la Iglesiaespuria del Vaticano II ha renunciado ella misma a ostentar el ttulo definitorio,designndose como una ms entre las iglesias cristianas. Los catlicos que hanquedado atrapados en la red de la Iglesia Cristiana Catlica ni siquiera saben queya son protestantes. Pero se ha cumplido la consigna del Vaticano II de dar a laIglesia una definicin ms exhaustiva.

    El Vaticano II sent bases expresas para iniciar el proceso comenzando pordecretar la nueva traduccin de la Sagrada Escritura de las lenguas originales contralo decretado en el Concilio de Trento con intencin de preservar la integridad de lafe en un solo sentido y una misma sentencia: Que se conservase en la Iglesia latraduccin latina de la Biblia llamada Vulgata (hecha por San Jernimo en el ao420) y que de este texto se hicieran estrictamente en lo futuro las traducciones a laslenguas vernculas. Este decreto fue dado a causa de la libre interpretacin de losprotestantes que basaban sus errores en falsas traducciones, afectando con elloentre otras doctrinas al rito del Santo Sacrificio de la Misa, a cuya destruccinapunta ahora ciertamente el ecumenismo postconciliar. El Concilio de Trento habadefinido la autenticidad, su inmunidad de todo error en materia de fe y de moral

    como fuente divina de la Revelacin.

    Siguiendo un decreto vlido para todos los tiempos la Iglesia siempre prescribien la enseanza, en la predicacin, y en la liturgia que las traducciones fueranhechas de la Vulgata. El Vaticano II derrumb el monumento seguro de exposicin ydefensa de la fe que constitua la Vulgata latina, prescribiendo nuevas traduccionesde las lenguas originales que distan mucho de la traduccin de la Vulgata. Pero hizoan ms para consumar la destruccin: en la constitucin Dei Verbum prescribeque se redacten traducciones de la Biblia con la colaboracin de los hermanos

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    separados, o sea, los protestantes, traducciones que dice podrn usarse para todoslos cristianos. Esto ha abierto la puerta a una inaudita libertad para la falsificacinde los textos y las interpretaciones equvocas. Esto afecta directamente a la libretraduccin del texto de la misa nueva, ya que el clero de la nueva iglesia no secontenta con la traduccin al vernculo que le es oficialmente ofrecida sino querealiza variaciones a su antojo en vista de que segn en el Vaticano II, cada

    sacerdote tiene libertad para hacer adaptaciones en todos sentidos segn lascostumbres locales y modos de hablar de los distintos grupos. Esto explica ademsque el clero emplee en toda clase de sermones y plticas sus propias versionesescritursticas.

    A todo esto podemos llamar liberalismo bblico, que junto con otras desviacionesha hecho desertar de la Iglesia integrndose al protestantismo a ms de 60 millonesde catlicos, en particular latinoamericanos, que se han ido al protestantismo, a lassectas esotricas, o han perdido la fe. En la nueva iglesia no existe una unidad de fe;se trata de una iglesia antidogmtica que ha derrumbado por sus bases todos losdogmas a travs de las falsas traducciones bblicas, pues como dice el Papa Po VII

    en su Encclica Magno et Acerbo hablando sobre las falsas traducciones bblicas:Estas son capaces de hacer vacilar la misma fe, sobre todo cuando se conoce laverdad de un dogma por razn de una sola slaba.

    A partir del Vaticano II se ha hecho cada vez ms evidente la protestantizacinde la Iglesia llevada al nivel del pueblo de Dios; es fcil constatar cmo lasactividades de los cristianos catlicos y de los protestantes se confunden a ojosvistas; no basta sino observar y or los programas televisivos y radiofnicos de unosy otros; el mismo estilo, las mismas expresiones y alabanzas en las prdicas, losmismos ritmos y cantos piadosos, las mismas excentricidades de las llamadas

    sanaciones e imprecaciones al Espritu Santo por parte de los mismos pentecostales,danzas, aplausos, gritos y contorsiones, tal como est prescrito para los cristianoscatlicos en el ritual de la celebracin Eucarstica dentro de los templos.

    Existe el trabajo en comn de las traducciones bblicas; el estudio conjunto decatlicos y protestantes sobre temas teolgicos, cuyos resultados son siempre endesmedro de la fe catlica. Est adems prescrito el llamado EcumenismoEspiritual que consiste en facilitarse catlicos, protestantes y ortodoxos, los lugaresde culto para sus celebraciones, rituales y reuniones.

    As bajo Paulo VI se puso en marcha el plan del Secretariado para la unin de los

    cristianos bajo la premisa de una fe fundamental del que surgira un ritualecumnico de la Misa apropiado para catlicos y protestantes, como veremos msadelante.

    Paulo VI a su vez se luci ante el mundo realizando actos significativos como:obsequiar un Cliz -objeto sagrado de la transubstanciacin en la Misa Catlica-, alluterano Max Thurian que no cree en ella, y observador para la elaboracin delnuevo rito; aparecer un domingo en el balcn principal del Palacio del Vaticano

    junto con el arzobispo anglicano Ramsey ponindole a ste en el dedo su propio

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    anillo Papal, invitndole a bendecir a la multitud catlica; cediendo en Roma elTemplo de San Esteban de los Abisinios para la celebracin de su rito a un grupo declrigos anglicanos acompaados de sus esposas, y as por el estilo susinnumerables actividades ecumnicas. Paulo VI hizo saber desde el inicio de supontificado que era un hecho consumado la protestantizacin de la Iglesia, a travsde su amigo luterano de Baviera; todo el mundo conoci lo sucedido durante el

    Congreso Eucarstico Internacional de Colombia cuando a dicho Obispo le fue dado apronunciar, como en foro a nivel mundial, la homila inicial diciendo estas palabras:

    Yo pertenezco a la iglesia que agradece a Dios por la reforma luterana, y hoy mepermito saludar al Congreso Eucarstico de Bogot; cmo ha sido esto posible? Antetodo agradezco a Dios y al Espritu Santo, que en estos das ha puesto enmovimiento a toda la cristiandad sobre la tierra, y en todo lugar ha hechoresplandecer la verdad tan olvidada de que la cristiandad es una: la santa, catlica,apostlica iglesia, y se descubre as la injusticia de la propia autosuficiencia, en laque nosotros cristianos de todas las confesiones y doctrinas nos hemos encontradodurante tanto tiempo; y aade la nota que durante el mismo congreso en emotivo

    acto de fraternidad, se otorg la Sagrada Comunin a los protestantes quemanifestaron su deseo de recibirla. Esto ltimo constituy un adelanto de lo quePaulo VI hara: abrir las puertas oficialmente a la participacin de los protestantes ala comunin eucarstica.

    Juan Pablo II y la salvacin incondicional de Lutero

    La primera etapa del proyecto para la protestantizacin de la Iglesia se llev acabo bajo el signo justificacin por la sola fe de Lutero. Juan Pablo II sigue estapostura dentro de su teora de la salvacin incondicional que acaba por afirmar la

    salvacin sin fe. Pero siguiendo a la Iglesia Cristiana Catlica (este nuevo ttuloaparece en los documentos del Vaticano II) pone nfasis directo en la reivindicacindel mismo Lutero; en vista de nuestro reducido espacio basta citar algunosejemplos: una inclinacin a favorecer en particular la Iglesia de la Reconciliacinde Taiz, comunidad ecumnica fundada por luteranos a la que elogian en repetidasvisitas. En una de ellas llama a la comunidad o Iglesia Agua viva prometida porCristo y en otra les impulsa el propsito que les dice serles comn: ayudaris atodos los que encontris a ser fieles a su pertenencia eclesial que es el fruto de sueducacin y de la eleccin de su conciencia.

    Su reivindicacin de Lutero es conocida de todo el mundo durante sus visitas a

    los pases de origen del protestantismo particularmente en Alemania; bastan slounas frases; en Frankfurt: Hoy vengo a vosotros, hacia la herencia espiritual deMartn Lutero, vengo como un peregrino. En ocasin del quinto centenario delnacimiento de Lutero dirige al cardenal Willebrands una carta donde dice: se harevelado de manera convincente el profundo espritu religioso de Lutero, animadode una pasin ardiente por la bsqueda de la salvacin eterna (as el espritureligioso del destructor de la Misa).

    Entre otras muchas actividades conocidas a nivel mundial sobresalen: la visita a

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    un templo protestante para una ceremonia con motivo del mencionado aniversario,donde el ritual comienza con la lectura de una oracin compuesta por Lutero; visitaa la Catedral de Westminster en la que manifiesta va al servicio de la humildad enel amor humilde y realista del pecador arrepentido; visita la catedral anglicana deCanterbury donde declara: Yo tambin estoy dispuesto a lamentar esta largaseparacin entre los cristianos... a dar gracias al Seor por la inspiracin del Espritu

    Santo que nos llena de un deseo ardiente de superar nuestras divisiones y aspirar aun testimonio comn de Nuestro Seor y Salvador. Es evidente que la doctrina delVaticano II seguida por los Papas conciliares pretende, no el retorno de losprotestantes a la Iglesia, sino la realizacin del pancristianismo protestante con laIglesia Catlica incluida. Es as como es posible que Juan Pablo II ensee a travs desus obras escritas dirigidas al gran pblico que: la Iglesia se alegra cuando otroscristianos anuncian con ella el Evangelio (Cruzando el Umbral de la Esperanza).

    Puede decirse que la protestantizacin es la primera humillacin de la Iglesia.sta ha tenido lugar segn el espritu del Vaticano II, espritu que puede decirseresume el padre Yves Congar, uno de los expertos consejeros del Vaticano II que

    colabor en la elaboracin de los documentos. As declar al diario francs LeMonde: Lutero es uno de los ms grandes genios religiosos de toda la historia, aeste respecto le pongo en el mismo plano que San Agustn, Santo Toms de Aquinoo Pascal, y en cierto modo mayor que ellos. Congar es autor de numerosas obrasampliamente difundidas a nivel mundial.

    Origen de la Iglesia Universal Sinrquica del Vaticano II

    A la protestantizacin de la Iglesia creada en el Vaticano II sigue el plan de lasinarqua de las religiones, que concuerda abiertamente con el proyecto de la

    Masonera. sta haba anunciado desde principios del siglo XVIII el establecimientode una religin que las englobara a todas en una Iglesia Universal Sinrquica. Estasinarqua tendra una finalidad precisa: la de la creacin de un Nuevo OrdenMundial bajo un gobierno mundial; esto no podra tener lugar sin el abatimiento delas fronteras religiosas, principal obstculo para la unificacin del mundo en unaque llama Juan Pablo II (aldea global). Como el hombre tiene por naturaleza unespritu religioso, lo que haba que conseguir era la abolicin de los dogmatismos,bajo la premisa de una fe fundamental en un Dios nico. La gran barrera la habaconstituido la Iglesia Catlica, a la que haba que hacer no slo renunciar a suautoridad dogmtica, sino convertirla, dada su poderosa influencia en el mundo, enel puntal final del movimiento.

    He aqu cmo describe el plan sinrquico el masn de la secta Martinista SaintYves D'Alvedrey en su obra, Misin de los soberanos; la unin de las religiones serealizara en este orden:

    1. La Iglesia Evanglica -o Catlica- con sus autoridades, episcopado, Papa, Concilio.2. La Iglesia Mosaica con la Tora y su autoridad el Gaon de Jerusaln.3. La Iglesia de los Vedas -o sea el hinduismo con sus ramas- y su autoridad y la

    Logia Agartha.

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    Aade que el protestantismo de Lutero con el islam de Mahoma y el budismo,son las tres ramas de este triple tronco de la Iglesia Universal.

    Este plan data de tiempos anteriores a la Revolucin Francesa, centrando laatencin en la colocacin, a travs de la infiltracin, de un masn en el Vaticano, o

    Papa, que presidira un Concilio que transformara totalmente a la Iglesia. Si stashubieran sido falsedades o simples suposiciones, la Iglesia no hubiera denunciado ycondenado abiertamente los proyectos masnicos.

    Esta denuncia y condena comienza en 1738 con el Papa Clemente XII y continaal correr del tiempo bajo seis pontificados hasta llegar S. S. Len XIII (1884) quien ensu Encclica Humanum Genus habla expresamente de la sinarqua pretendida porla masonera, manifestando estar bien enterado de dicho proyecto al que llamasuprema iniquidad, afirmando que el plan masnico est totalmente comprobadopor indicios manifiestos, por procesos instruidos, por la publicacin de sus leyes,ritos y anales, aadindose a esto muchas veces las declaraciones mismas de los

    cmplices. En particular haba conocido el Papa los planes de la Alta Venta de losCarbonarios de Italia sobre la pretensin del Papa masn.

    Evidentemente la realizacin del antiguo plan sinrquico de hacer aparecer a laIglesia Catlica a la cabeza de la sinarqua ha tenido lugar, y de ello se jactanabiertamente judos y masones. Las abundantes pruebas que al respecto seraposible reunir, pueden condensarse en lo escrito en los ltimos aos por el Jesuita

    judo Malachi Martin -discpulo del judo Cardenal Agustn Bea, miembro de la CuriaVaticana-; Malachi resume en pocas palabras el triunfo de la conspiracin en suobra, El cnclave final, difundida a nivel mundial, donde escribe:

    El gran acontecimiento ha tenido lugar... mucho antes del ao dos mil, no habrninguna institucin religiosa reconocible como la Iglesia Catlica Romana de hoy.Esto estuvo preparndose durante alrededor de cuatrocientos aos, y convertirse enuna realidad slo ha tomado cuarenta aos (con seguridad se refiere a losanteriores al Vaticano II).

    Tal ha sido el fruto comprobado de la infiltracin masnica en la Iglesia. Espreciso recordar que mucho antes que la Revolucin Francesa la Masonera habainfiltrado al clero con su filosofa, de manera que un buen nmero de clrigos noopuso resistencia a la revolucin o abiertamente colabor con ella tal como el clero

    de hoy en da se conduce respecto a la hereja del Vaticano II.

    La infiltracin dentro de la Iglesia procedi particularmente a travs de la SectaMartinista, el Gran Oriente de Francia, la Gran Logia de Inglaterra, la Secta de losCarbonarios de la Alta Venta de Italia, y la Orden de los Rosacruz, surgiendo de estaltima la titulada significativamente Orden Cabalista de la Rosacruz Catlica. Lassectas mencionadas han tenido a su vez ramificaciones extendidas por todo elmundo.

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    Los tres Papas del Vaticano II no slo han consumado la labor sinrquica, sinotambin abogado por o que es su finalidad ltima: el establecimiento que hemosmencionado, de un gobierno mundial. Paulo VI y Juan Pablo II lo han hechoabiertamente en sus discursos durante sus viajes a la ONU. Paulo VI abandonasignificativamente el Concilio para ir a rendir homenaje -segn lo expresaabiertamente- a los miembros de la organizacin, manifestando su adhesin a sus

    ideales, y es preciso hacer notar entre otras palabras de su discurso stassumamente significativas: Llego a vosotros como el viajero que despus de unlargo viaje entrega la carta que le ha sido encomendada. Aqu cabe decir el quequiera entender, que entienda; Juan Pablo II a su vez realiza dos visitas a la ONU yreitera la necesidad de la creacin de una Autoridad Internacional que acte en elplano jurdico y social. Aqu se precisa un comentario: por quines estaraconstituido ese Gobierno Mundial?, quin dictara las leyes que ese gobiernoimpondra al mundo entero?, quines seran sujetos de delito bajo ese TribunalInternacional?; esta es la sospechosa Aldea Global por la que aboga Juan Pablo II.

    Es de hacer notar que las palabras de ste en sus discursos a la ONU

    corresponden abiertamente al lenguaje esotrico masnico; abunda en simbolismosde la piedra angular, el templo que se construye, y otras cuyo sentido seraprolijo desentraar, pero que evidencian una ideologa comn con los sectarios.

    Los dos ltimos Papas conciliares se han significado por sus frecuentes contactosfraternales con la judeo-masonera y de manera especial Juan Pablo II se hadeclarado abiertamente partidario de los ideales de la Revolucin Francesa; durantesu visita a Francia al dirigir su discurso al Primer Ministro manifest que elmasnico lema libertad, igualdad, fraternidad haba sido un precioso legado deFrancia a la humanidad.

    Los testimonios a manifestar de la identificacin de los Papas conciliares con losideales masnicos llenaran libros, pero lo citado es suficientemente significativo.

    El documento fundamental del Vaticano a favor de la sinarqua

    El documento fundamental donde se descubre la trama del sincretismocristiano catlico es el titulado Nostra Aetate, declaracin sobre las relacionesde la Iglesia con las religiones no cristianas. De este documento puede decirse queconstituye la aberracin de las aberraciones y la blasfemia de las blasfemias; lanegacin y repudio de toda la Revelacin Cristiana, y por lo mismo, el desprecio

    pblico y total de Jesucristo; la consumacin de la apostasa de los conciliares y laltima humillacin de la Iglesia. El documento abunda en sarcasmos y respondemuy bien a la nueva definicin de la Iglesia que proclama el Vaticano II desde elprincipio: Sacramento y signo de la unidad de todo el gnero humano. Ladeclaracin exalta vivamente los valores de las religiones no cristianas expresandoinclusive que en ellas hay algo santo, y que se puede a travs de ellas alcanzar loque la Iglesia ensea que slo se realiza por obra del Espritu Santo. Puede decirseque en la presentacin elogiosa de las religiones paganas se da implcitamente aescoger entre ellas, o siendo posible alcanzar la salvacin y la santificacin al

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    margen de Jesucristo. Este es el ltimo paso de la salvacin incondicional quepredica Juan Pablo II.

    Cabe citar exactamente los prrafos ms significativos del documentoencaminado a conseguir el sincretismo de las religiones encabezado por la Iglesia,dice as:

    En el hinduismo los hombres investigan el Misterio Divino y lo expresan (o seaque lo conocen por s mismos) mediante la inagotable profundidad de los mitos ycon los penetrantes esfuerzos de la filosofa, y buscan la liberacin de las angustiasde nuestra condicin, ya sea mediante las modalidades de la vida asctica, ya sea atravs de profunda meditacin, ya sea buscando refugio, con amor y confianza enDios.

    ... En el budismo, segn sus varias formas, se ensea el camino por el que loshombres, con espritu devoto y confiado pueden adquirir, ya sea el estado deperfecta liberacin, ya sea la suprema iluminacin, por sus propios esfuerzos o

    apoyados en un auxilio superior.

    ...As tambin las dems religiones que se encuentran en el mundo se esfuerzanpor responder de varias maneras a la inquietud del corazn humano, proponiendocaminos, es decir, doctrinas, normas de vida y ritos sagrados..., la Iglesia miratambin con aprecio a los musulmanes, que adoran al nico Dios viviente ysubsistente, misericordioso y todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, quehabl a los hombres (o sea que la revelacin de Al a Mahoma es verdadera) a cuyosocultos designios procuran someterse con toda el alma, como se someti a DiosAbraham, a quien la fe islmica mira con complacencia....

    La Iglesia Catlica no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo yverdadero; considera con sincero respeto sus modos de obrar y de vivir, lospreceptos y doctrinas, y exhorta a sus hijos a que con prudencia y caridad medianteel dilogo y colaboracin con los adeptos de otras religiones..., reconozcan, guardeny promuevan, aquellos bienes espirituales de ellas as como los valoressocioculturales que en ellas existen.

    As se presentan en nivel de igualdad la religin Catlica y las religiones paganas.De ninguna manera se invita a la conversin de los infieles, y por el contrario seincita a los catlicos a respetar e incluso a promover sus errores, dejndoles en la

    ignorancia de Jesucristo; esto ha constituido la grave disminucin de las Misiones,desembocando algunas congregaciones misioneras en una actividad simplementefilantrpica, como la de la Madre Teresa de Calcuta en cuya Casa Principal en laIndia figura la llamada Rueda Budista, crculo en que aparecen el budismo, elhinduismo, el cristianismo y el islam. La no conversin del mundo, pauta expresadapor el Vaticano II, tiene su mxima manifestacin en las palabras de Paulo VI en sudiscurso de apertura de la Segunda Seccin del Vaticano II -29 de septiembre de1963-:

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    Que lo sepa el mundo: la Iglesia lo mira con profunda comprensin, con sinceraadmiracin y con sincero propsito, no de conquistarlo, sino de servirlo; no dedespreciarlo, sino de valorarlo, no de condenarlo, sino de confortarlo y de salvarlo.

    El judaismo en la Sinarqua del Vaticano II

    El Vaticano II pone nfasis en lo que se refiere al judasmo, haciendo hincapi enlos vnculos con que el pueblo del Nuevo Testamento est espiritualmente unidocon la raza de Abraham, y en torno a esto gira todo el escrito abundando ensofismas como los siguientes: Cristo, nuestra paz, reconcili a judos y gentiles y deambos hizo una sola cosa en S mismo; aqu aparece tergiversado el sentido de lafrase del Apstol San Pablo que en lo que en realidad expresa es la unin en Cristode judos y gentiles convertidos a l.

    Instando al mutuo amor entre judos y cristianos afirma implcitamente que,pues, dice San Juan: Que el que no ama a todos los hombres no conoce a Dios, elque no ama a los judos no conoce a Dios. Aade: Este Sagrado Concilio quiere

    fomentar y recomendar el mutuo conocimiento y aprecio entre ellos -judos ycristianos-, que se consigue sobre todo por medio de los estudios bblicos yteolgicos y con el dilogo fraterno... El Sagrado Concilio exhorta a que judos ycristianos procuren sinceramente una mutua comprensin y defiendan ypromuevan unidos la justicia social, los bienes morales, la paz y la libertad paratodos los hombres. Aqu cabe hacer una observacin: no se ve cmo puedantrabajar juntos en la preservacin de los bienes morales, la paz, etctera, quienestienen opuestos conceptos sobre el bien y una visin distinta a partir del punto devista religioso.

    Despus del Vaticano II Paulo VI comienza a dar cumplimiento a lo prescritosobre el judasmo; establece las relaciones religiosas de la Iglesia con el judasmo -como quien dice el abrazo entre Caifs y San Pedro-. De ah surgen las llamadasOrientaciones y Sugerencias para la aplicacin de la declaracin Nostra Aetate alas relaciones de la Iglesia con el judasmo. Entre otras afirmaciones significativascontenidas en este documento sobresale lo siguiente: los catlicos debenesforzarse en comprender la dificultad que el alma hebrea experimenta ante elMisterio de la Encarnacin, dada la nocin tan alta y pura que ella tiene de latrascendencia divina (o sea, que los catlicos tenemos una nocin baja e impura alrespecto).

    En este espacio no es posible consignar las actividades de Paulo VI en elcumplimiento del mandato del Vaticano II respecto a los judos pero es suficiente elconocimiento de algunos hechos: Paulo VI abri las puertas del Vaticano a lascomunidades judas para el dilogo fraterno y colaboracin conjunta, quitandoinclusive el Crucifijo de una de las salas para recibirlas, y en ocasiones luca sobre elpecho el Efod, emblema del Sumo Sacerdote judo; objeto cuadrangular con docepiedras preciosas incrustadas simbolizando las doce tribus de Israel.

    En lo que respecta a Juan Pablo II por principio es de mencionar que a raz de su

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    eleccin numerosas comunidades judas le mostraron su complacencia desendolexito en su pontificado... (?); Ha creado numerosos comits de estudios conjuntos

    judeo-catlicos, y recibido en el Vaticano a los miembros de ms de veinteorganizaciones judas contenidas en el Comit Mundial Judo, internndoles parasus reuniones en la Sala del Consistorio donde se eligen a los Cardenales en elVaticano, dirigindoles efusivos discursos y confirmando el propsito de la mutua

    colaboracin en el trabajo por ej bien de la humanidad.

    Ha visitado las Sinagogas de Jerusaln y Roma siendo recibido efusivamente conhimnos judaicos y discursos elogiosos, dndosele lugar preferente junto al GranRabino (su gran amigo es el Gran Rabino Elio Toaff) en la Teva -lugar de lectura delas escrituras de los judos-. Fue en una de estas visitas donde Juan Pablo IIproclam que los judos son nuestros hermanos mayores en la fe (en cul fe?).Para entrara la sinagoga acept a solicitud de los judos quitarse el crucifijo.

    El lema sinrquico de los Papas Conciliares

    Desde el inicio de su pontificado Paulo VI comenz a propagar el mito de quetenemos un mismo Dios, judos, musulmanes y cristianos. Aqu cabe hacer notarla gravedad de este sofisma blasfemo. No es posible afirmar por parte de unverdadero Pontfice en nombre de la Iglesia Catlica -pero es ste un PapaCatlico?- que los pertenecientes a las que llaman Paulo VI y Juan Pablo II tresgrandes religiones monotestas indistintamente tenemos el mismo Dios; laSantsima Trinidad y el Verbo encarnado no son lo mismo que la fantasa deMahoma sobre su Al, o el Yahv milenario de los judos que constituye la negacinde la Revelacin Cristiana. Esta aberracin coloca al cristianismo en nivel deigualdad con las otras religiones mencionadas.

    Teniendo estas teoras como fundamento, a partir del Vaticano II se suceden lasactividades en comn con los no cristianos, en particular con los musulmanes porparte de Paulo VI y Juan Pablo II en evidente actividad sinrquica; las relaciones noson nicamente en plan de comunicacin sino adems de participacin activa en elculto. Por ejemplo, Paulo VI invita a setenta y cinco bonzos budistas a llevar lasofrendas en la misa en la celebracin del Ao Santo de 1975.

    Por su parte Juan Pablo II lleva hasta el final el plan sinrquico; actossignificativos son las reuniones de todas las religiones para las Oraciones de la Paziniciadas en la ciudad de Ass en 1975 a donde asistieron representantes de ms de

    ciento cincuenta religiones a orar a sus respectivos dioses en plano de igualdad conla Iglesia; ah se pudieron ver cosas como una estatua de Buda junto a un Sagrario.

    Las reuniones han continuado en el Vaticano dirigidas por la Comunidad SanEgirio y los focolares, instrumentos del Papa para la sinarqua. As, el Vaticano se haconvertido en punto de reunin de budistas, hindes, africanos, mahometanos, ytodas las religiones y religin-cillas, convocadas no para invitarles a la conversinsino para demostrar la fe en el Dios nico de los conciliares. Juan Pablo II se hasignificado durante sus viajes fuera de Roma por su identificacin con los

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    adoradores de todos los dioses de los pases de infieles; en el frica bebicomplacido el licor de los adoradores de serpientes, pero en particular son notablessus acciones durante sus viajes al Asia. Ah se dej poner en la frente el crculo rojode los adoradores de Shiva, Diosa considerada la tercera encarnacin de Diosdespus de Brahma por los hindes.

    Aqu es de hacer notar especialmente la marcada inclinacin de Juan Pablo II porel hinduismo; basta recordar sus alusiones al sinergismo, teora hinduista que lrepite acerca de todo el universo atrado hacia la rbita divina (Cruzando el umbralde la esperanza). Pero lo ms elocuente es lo que afirma en su Encclica Fe yRazn; ah se puede leer algo inaudito; manifiesta que la Iglesia Catlica no poseeuna filosofa propia... debe tomar elementos de la filosofa hind paraenriquecerse.

    Acerca del budismo liberador e iluminador que recomienda el Vaticano II,tambin da muestras de su complacencia al respecto. En una visita a Bangkok,Tailandia, se rene con Vasana Tara, patriarca supremo de los budistas, siguiendo el

    ritual del saludo que consiste en verse mutuamente largos minutos a los ojos ensilencio absoluto.

    En cuanto a los musulmanes hay mucho que consignar; sobresale la invitacin alos servidores de Al a tener en el Vaticano reuniones con los telogos para elestudio conjunto de sus respectivas religiones y mtodos de proselitismo. En mayode 1996 tiene lugar el Coloquio de la World Islamic Cali Society y el ConsejoPontificio para el dilogo interreligioso. El resultado de dicho coloquio es apareceren igual plano la D'Wah y la Misin Catlica. Un comentario autorizado dice:musulmanes y cristianos han subrayado la importancia de vivir su propia fe y

    fomentar a su manera la Alianza de la Humanidad con su respectivo Dios; seestudiaron los respectivos mtodos de proselitismo dentro de fraternal coloquio.

    Juan Pablo II ha propiciado de muchas maneras la propagacin en Europa delislamismo: auspici en la ciudad de Roma la construccin de la mezquita msgrande de Europa pese a las protestas inclusive de miembros de la Curia. Paulo VIhaba devuelto significativamente a los turcos la bandera ganada a ellos por loscatlicos en la batalla de Lepanto (1571) y que estaba a los pies de una imagen de laVirgen. Juan Pablo II por lo visto ha hecho mucho ms con sus convencionescatlico-islmicas con los resultados conocidos a nivel mundial; y en esto no hacesino cumplir lo prescrito por el Vaticano II en cuanto a promover los bienes morales,

    costumbres, etctera, de las religiones paganas. El islamismo est supliendo a lacatolicidad decadente en Europa. Es fcil ver cmo los templos catlicos vacos defieles particularmente en Espaa son entregados a los musulmanes para serempleados como mezquitas, al mismo tiempo que los catlicos fcilmente contraenmatrimonio con stos. La segunda invasin mahometana de Europa ha llegado, estavez para quedarse para siempre, y pacficamente, creciendo sobre la base de los msde diez millones de mahometanos repartidos en diversos pases y a travs de laconstante inmigracin. Pero irnicamente, en das recientes Juan Pablo II ha pedidoa los catlicos no contraer matrimonio con los musulmanes.

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    Los cristianos catlicos arrojados a la vorgine de la Gran Sinarqua

    De los cristianos catlicos puede decirse que no es posible discernir en realidadqu cosa son, arrastrados a la vorgine del sincretismo religioso. Lo mismo se leshace actuar como protestantes imponindoles el rito hertico de Lutero y Cranmer

    que se les impone actitudes y rituales judaicos y orientales. As respecto al judasmola representacin que se les ensea a hacer de la cena pascual juda al mismotiempo que la presentacin de la ltima Cena de Cristo, se les impone en lostemplos la presencia del candelabro de siete brazos, smbolo de la Ley Mosaica -entanto se destierra el Crucifijo-; se les ensean cantos en hebreo -que no es latn-:Shalom, Shalom! e ignoran que la oracin por la cual est cambiada la delOfertorio de la Misa es la bendicin juda de mesa.

    Respecto a identificarlos con otras religiones y preservar ellos mismos sussantidades, se les hace orar en actitud de yoguis o de budistas, indicndolesmantenerse erguidos durante la oracin, respirar profundamente cerrando los ojos

    y cruzar las manos sobre el pecho -yoga catlico-. Se les indica ponerse cada quiende frente con su compaero de culto y mirarse fijamente a los ojos como en el ritualdel saludo budista; slo falta -y eso no tarda- que se les ordene postrarse como losmahometanos y exclamar Al es grande.

    Los cristianos catlicos que se postran ante la mesa vaca en los templosusurpados a la Iglesia Catlica ignoran ante qu smbolos terribles lo hacen. Dichamesa significa a la vez la Teva de los judos, la Caaba de los mahometanos, el Altarde buda, la Columna de Shiva, la mesa de Lutero..., y el Sitial de la risa del demonio.

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    La misa catlica de Trento anteel ritual de Paulo VI

    Consideraciones generales

    Tal vez muchos dirn: Por qu hacer todo el prembulo anterior para tratar lacuestin del cambio de la Misa? Es que para conocer el sentido pleno de ambos ritos-el Catlico y el de Paulo VI- es preciso tener en cuenta algunos antecedentes. Elcambio de la Misa Catlica por el ritual surgido del Vaticano II no es algo fortuito nibanal; en torno a esto existen cuestiones que implican no slo la Misa sino latotalidad de la fe.

    Ambos ritos no estn constituidos por sus simples caractersticas visibles; hayuna historia secular detrs de cada palabra y a travs de los smbolos y signos quelos rodean; una Misa en sus antecedentes y su entorno. La Misa Catlica entraa unsentido de la fe. La gravedad del cambio actual de la Misa Catlica por el rito -llammosle as- Paulino, o de Paulo VI, no radica como muchos creen nicamenteen el cambio de las palabras de la consagracin; hay una historia distinta y unsentido opuesto detrs de ambos ritos.

    Dos Concilios, un Misal, y un ritual evolutivo

    Las diferencias entre los dos ritos son evidentes: El Misal Romano Catlicollamado tambin Misal Tradicional o de Trento es fruto del Concilio Dogmtico deTrento (1545, 1563), convocado por el Romano Pontfice Paulo III con la finalidad deconfirmar la doctrina ante los errores del protestantismo y llevar a cabo la reforma

    de las costumbres en la Iglesia. En los documentos se reafirma en particular lasdoctrinas sobre la Sagrada Escritura, La Justificacin, y El Santo Sacrificio de la Misa,acerca de las cuales versaban los errores de los protestantes, y se promulgaronexcomuniones a quienes no prestasen asentimiento al Magisterio Infalible delConcilio.

    Habiendo fallecido S. S. Po IV, consumador del mismo, su sucesor San Po Vtom por su cuenta la edicin del Misal Romano segn las decisiones del Concilio -editando adems el Catecismo de Trento y el Breviario-. El documento por el queentrega a la Iglesia el Misal es la Bula Quo Primum Tempore (dado en Roma el ao1570). Reproducimos lo ms sobresaliente de la misma:

    Este Misal es editado para que los Sacerdotes sepan con certeza qu oracionesdeben utilizarse, cules son los ritos y cules las ceremonias bajo obligacin deconservar en adelante en la celebracin de las Misas, para que todos acojan yobserven lo que les ha sido transmitido por la Iglesia Romana, Madre y Maestra detodas las otras iglesias, y para en adelante para el tiempo futuro perpetuamente entodas las Iglesias no se canten y no se reciten otras frmulas que aquellas conformeal Misal que Nos hemos publicado... A este Misal nada se le aada, quite o cambieen ningn momento, y en esta forma Nos lo decretamos y Nos lo ordenamos a

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    perpetuidad, bajo pena de nuestra indignacin... Nadie podr permitirse aadir en lacelebracin de la Misa otras ceremonias o recitar otras oraciones que las contenidasen el Misal.

    Y aun por las disposiciones de la presente y en nombre de nuestra autoridadapostlica, Nos concedemos y acordamos que este mismo Misal podr ser seguido

    en su totalidad en la Misa cantada o leda en todas las Iglesias sin ningn escrpulode conciencia y sin incurrir en ningn castigo, condenacin o censura, y que podrvlidamente usarse, libre y lcitamente, y esto a perpetuidad. Y de una maneraanloga Nos hemos decidido y declarado que los Sacerdotes de cualquier nombreque sean designados no pueden ser obligados a celebrar la Misa de otra maneradiferente a como Nos la hemos fijado, y que jams nadie, quienquiera que sea,podr contrariarles o forzarles a cambiar de Misa, o anular la presente instruccin oa modificarla sino que ella estar siempre en vigor y vlida con toda su fuerza.

    Absolutamente nadie, por consiguiente pueda anular esta pgina que expresanuestro permiso, nuestra decisin, nuestra orden, nuestro mandamiento, nuestro

    precepto, nuestra concesin, nuestro indulto, nuestra declaracin, nuestro decreto ynuestra prohibicin, ni ose temerariamente ir en contra de esas disposiciones. Si,sin embargo, alguien se permitiese una tal alteracin, sepa que incurre en laindignacin de Dios Todopoderoso y sus Bienaventurados Apstoles Pedro y Pablo.

    Cuando un Concilio Dogmtico o un Papa decretan algo a perpetuidad estosignifica que su doctrina ha de permanecer tal como se expresa vlida y en vigorpara siempre. La perpetuidad de una doctrina de la Iglesia se fundamenta en elderecho de definir -de derecho Divino- o legislar con la autoridad recibida a travsde los Apstoles, particularmente concedido al Apstol San Pedro: Lo que atares

    sobre la tierra ser atado en el cielo y lo que desatares sobre la tierra quedardesatado en el cielo. La Bula de San Po V es dogmtica ya que resume lasdefiniciones del Concilio de Trento, expresando la intencin de mantener laintegridad del rito del Santo Sacrificio libre de todo error. As, acertadamente escribeel cardenal Ottaviani que El Misal Romano constituye una barrera infranqueablecontra las herejas (Breve Examen Crtico).

    Inicuamente Paulo VI deroga implcitamente la Bula Quo Primum promulgandoun Nuevo Ordo que para nada hace falta y que constituye la negacin de lasdoctrinas del Concilio de Trento, como expresa el cardenal Alfredo Ottaviani -cuyo

    juicio es seguido por innumerables telogos catlicos- en una carta titulada Breve

    examen crtico dirigida a Paulo VI con motivo de la promulgacin: El Nuevo Rito seaparta impresionantemente tanto en conjunto como en detalle de la doctrina sobreel Santo Sacrificio tal como fue promulgada por el Concilio de Trento. El juicio delCardenal -que es el de los Obispos y Telogos que estudiaban el documento- no escualquier cosa; Ottaviani fue Prefecto del Santo Oficio durante cuatro pontificados ya la edad de setenta y nueve aos estaba perfectamente lcido.

    La supresin repentina y sin razn aparente del Misal Romano constituy por asdecirlo, un duro golpe a los fundamentos de la Iglesia Catlica y al decir de muchos

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    de la misma civilizacin cristiana. La historia de las religiones comprueba que lapermanencia de los ritos constituye la supervivencia de las religiones; el judasmoconserva ntegra desde hace cinco mil aos su Cena Pascual, el islam sus rituales deoracin, y en Asia, frica o Amrica, los aborgenes cuidan sus ritos de adoracininmutables a travs de los tiempos. Acaso no particip Juan Pablo II hace tiempo enun ritual de adoradores de serpientes en el frica?

    Si dioses y diosecillos como los monos de la India tienen cultos precisos ysignificativos con centenarias ceremonias propias. Por qu slo la Iglesia Catlicano poda tener un rito perdurable cuyas partes esenciales datan del siglo IVconfirmado por Concilios Dogmticos y en vigencia en la Iglesia durante ms decuatro siglos? Misteriosas razones debe haber cuando el mismo Paulo VI al principiode la Constitucin en la que promulga su nuevo Misal, reconoce las bondades delantiguo Misal Romano diciendo:

    El Misal Romano, promulgado en 1570 por nuestro Predecesor San Po V, enconformidad a los Decretos del Concilio de Trento, ha sido siempre considerado

    como uno de los numerosos admirables frutos que aquel Sacrosanto Conciliodisemin por toda la Iglesia de Cristo. En efecto, durante cuatro siglos constituy lanorma de la celebracin del Sacrificio Eucarstico para los sacerdotes del rito latino yfue llevado adems a casi todas las naciones del mundo por los heraldos delEvangelio. Ni se debe olvidar que innumerables Santos alimentaron su piedad y suamor a Dios con las lecturas bblicas y las oraciones del Misal, cuya ordenacingeneral remontaba en lo esencial a San Gregorio Magno (siglo IV) y aade paraterminar su documento, este reconocimiento: Cuando nuestro Predecesor San PoV promulg la edicin del Misal Romano lo present al pueblo cristiano como uninstrumento de unidad litrgica y como un documento de la pureza del culto en la

    Iglesia... Pero... (aqu expone la razn para rechazar el benemrito Misal): Laadaptacin del Misal Romano a las exigencias de la mentalidad contemporneasegn el Espritu del Concilio Vaticano II.

    Ya hemos visto anteriormente algo sobre este espritu. En particular el Decretosobre la Sagrada Liturgia est impregnado de l; abundante en contradicciones,ambigedades y sofismas, constituye el germen de la destruccin total de la liturgiacatlica como si un viento del infierno hubiera pasado arrasando todo.

    El Concilio Dogmtico de Trento tuvo razn de ser; el protestantismo devorabalas naciones catlicas y adems exista una gran relajacin de las costumbres del

    pueblo y del clero; todo el mundo clamaba entonces por un Concilio que definieselas cuestiones y pusiese el orden y as se hizo. Los resultados fueron la confirmacinen la fe del pueblo catlico, la reforma de las costumbres y el renacimiento de lavida religiosa con admirables frutos.

    Surgieron grandes rdenes Religiosas dedicadas a la enseanza y las obras decaridad; los Seminarios Tridentinos abundaron en vocaciones y las MisionesCatlicas desde el frica hasta Amrica llevaron con xito la Evangelizacin de lospueblos. El catecismo de Trento llevado a todas partes constituy un instrumento

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    incomparable para la difusin de la doctrina en el pueblo catlico de todo el mundo.El Concilio de Trento (segn los historiadores Merkle, Jedin), por sus definicionesdoctrinales, disposiciones constitucionales y disciplinares, por el prestigio de lossabios que dejaron or su voz en l, y finalmente por sus efectos ulteriores, hadejado en la sombra a todos los dems Concilios.

    Comparativamente el llamado Concilio Vaticano II -Concilibulo, que noverdadero Concilio de la Iglesia- puramente pastoral tal como fue, no haca faltapara nada; un verdadero Concilio de la Iglesia Catlica en el tiempo presente nopodra haber sido ms que dogmtico, y habra condenado los errores y herejas quedieron paso al Vaticano II. ste fue obra de los llamados modernistas que venantrabajando dentro de la Iglesia desde el siglo XVIII y de la masonera; ambosmovimientos haban estado siendo reprimidos por los Romanos Pontfices ensucesivas Encclicas y Decretos en particular (Po VI, Auctorem Fidei, Snodo dePistoya; Po VII, Magno et Acerbo; Len XIII, Humanum Genus; San Po X, At Diem;Po XI, Ubi Arcano; Po XII, Mediator Dei.

    Los frutos del Vaticano II estn a la vista. De ellos se quejan los que hanterminado por declararse Iglesia cristiana catlica y su mismo Presidente General,

    Jefe de la Nueva Cristiandad o Pontfice; la llamada civilizacin del amor -tretamasnica- para suplir la civilizacin cristiana y suprimirla es cuna de unacorrupcin inaudita.

    Por otra parte, a raz del Vaticano II, durante los primeros cinco aos, diez milsacerdotes dejaron el ministerio -arrojados al mundo por la nueva mentalidad o pordecepcin-; se cerraron seminarios, conventos, y colegios catlicos, disminuyeron ysiguen disminuyendo las vocaciones sacerdotales y religiosas y, en una palabra,

    sera largo enumerar todo lo que ha producido el susodicho Espritu del VaticanoII, tal como lo describe en el Snodo de Obispos de 1985 -dedicado a estudiar losresultados del Concilio- el Cardenal Joseph Ratzinger abominando del susodichoespritu. Del mencionado Snodo puede decirse que podra ser llamado Snodo delas Lamentaciones.

    Con toda verdad puede decirse que en la nueva Iglesia Cristiana Catlica triunfanlas herejas protestantes y los errores de los modernistas particularmenteexpresados a travs del rito Paulino: la justificacin por la sola fe -o contra la fecomo ensea Juan Pablo II-; la libre interpretacin de la Escritura, y la copia exactadel ritual del memorial de la cena del hereje Cranmer, discpulo fiel de Lutero, quien

    siendo Arzobispo de Canterbury aprovech el cargo para substituir el Misal Catlicopor el llamado Prayer Book de su invencin, que constituye la total negacin delSanto Sacrificio de la Misa, efectuando, entre otros, estos cambios importantes: elnuevo rito no podra celebrarse sin asistencia de la asamblea la cual estabapresidida por uno llamado as presidente; deba celebrarse en una mesa vaca quesera el centro de atencin de los fieles; la misa no fue llamada ms as, sinomemorial de la Cena del Seor en la que participaba toda la asamblea; cambi elCanon por una simple plegaria cambiando la palabra muchos por todos, estopara afirmar la salvacin por la sola fe; para adecuar los templos al nuevo rito hizo

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    derrumbar los altares.

    Los protestantes enseaban que era supersticin ensear sobre la presencia realde Cristo en la Eucarista y que venerarla era una forma de idolatra; de ah queCranmer orden que se comulgara de pie poniendo el pan en la mano de los fieles, ydesde luego vaci los templos de imgenes y cualquier otra cosa que pudiera

    recordar la Misa Catlica.

    Imposible negar las coincidencias entre el ritual de Paulo VI y el hertico deCranmer, efectu su reforma a partir del ao 1547; faltaba decir que impuso lalengua verncula en su santa cena.

    Los decretos del Concilio de Trento ante las herejas del Vaticano II

    Aqu conviene transcribir los Decretos del Concilio de Trento donde aparecenexplcitamente condenadas bajo pena de excomunin todas las herejasprotestantes y otras nuevas que profesa la nueva iglesia del Vaticano II. De este

    modo ensea el tridentino:

    Sobre la Sagrada Escritura

    Nuestro Seor Jesucristo mand que el Evangelio fuera predicado por elMinisterio de los Apstoles... La Vulgata latina es el texto bblico sobre el cualsiempre ha acostumbrado la Iglesia Catlica leer la Sagrada Escritura, y nadie ha dedespreciar esta traduccin; que nadie apoyado en su prudencia sea osado ainterpretar la Escritura Sagrada en materia de fe y costumbres que pertenecen a ladoctrina cristiana retorciendo la misma Sagrada Escritura conforme al propio sentir,

    contra aquel sentido que sostuvo y sostiene la Santa Madre Iglesia a quien ataejuzgar del verdadero sentido e interpretacin de las Santas Escrituras, y tambincontra el unnime sentir de los Padres; la impresin de la Sagrada Escritura segn laVulgata debe tener autorizacin eclesistica y haber sido examinada y aprobada...esto para reprimir los ingenios petulantes.

    Decretos sobre la justificacin

    Antes de comenzar a transcribir las partes esenciales de este Decreto, queremoshacer notar cmo en l estn explcitamente condenadas las herejas de la salvacinuniversal incondicional y de la aplicacin indistinta de los mritos de la muerte de

    Cristo a todos los hombres. Dice el Decreto:

    En primer lugar declara el santo Concilio que, para entender recta ysinceramente la doctrina de la justificacin es menester que cada uno reconozca yconfiese que, habiendo perdido todos los hombres la inocencia en la prevaricacinde Adn, hechos inmundos como dice el Apstol, hijos de ira por naturaleza, segnexpuso en el Decreto sobre el pecado original, hasta tal punto eran esclavos delpecado y estaban bajo el poder del demonio y de la muerte, que no slo las nacionespor la fuerza de la naturaleza, mas ni siquiera los judos por la letra misma de la Ley

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    de Moiss podan librarse de levantarse de ella, aun cuando en ellos de ningnmodo estuviera extinguido el libre albedro, aunque s atenuado en sus fuerzas einclinaciones.

    De ah result que el Padre Celestial, Padre de la misericordia y Dios de todaconsolacin, cuando lleg aquella bienaventurada plenitud de los tiempos, envi a

    los hombres a su Hijo Cristo Jess, el que antes de la Ley y en el tiempo de la Ley fuedeclarado y prometido a muchos Santos Padres, tanto para redimir a los judos queestaban bajo la Ley como para que las naciones que no seguan la justicia,aprendieran la justicia y todos recibieran la adopcin de hijos de Dios. A stepropuso Dios como propiciador por la fe en Su Sangre por nuestros pecados y noslo por los nuestros sino tambin por los de todo el mundo.

    Ms an, cuando El muri por todos, no todos, sin embargo, reciben el beneficiode Su muerte, sino slo aquellos a quienes se comunica el mrito de su pasin. Enefecto, al modo que realmente si los hombres no nacieran propagados de la semillade Adn, no naceran injustos, como quiera que por esa propagacin por aqul

    contraen, al ser concebidos, su propia injusticia; as, sino renacieran en Cristo nuncaseran justificados, como quiera que, con ese renacer se les da, por el mrito de laPasin de Aqul, la gracia que los hace justos. Por este beneficio nos exhorta elApstol a que demos siempre gracias al Padre, que nos hizo dignos de participar enla suerte de los Santos en la luz, y nos sac del poder de las tinieblas, y nos trasladal reino del Hijo de su amor, en el que tenemos redencin y remisin de los pecados(Col. 1, 13 ss.).

    Por las cuales palabras se insina la descripcin de la justificacin del impo, desuerte que sea el paso de aquel estado en que el hombre nace hijo del primer Adn,

    al estado de gracia y de adopcin de hijos de Dios por el segundo Adn JesucristoSalvador nuestro; paso, ciertamente que despus de la promulgacin del Evangelio,no puede darse sin el lavatorio de la regeneracin. Por el bautismo o su deseo,conforme est escrito: Si uno no viene renacido del agua y del Espritu Santo, nopuede entrar en el reino de Dios (San Juan 3, 5).

    Explicacin sobre el bautismo de deseo; la Iglesia ensea que los hombres debuena voluntad que sin su culpa no conocen a Cristo, mas que si lo conocierancreeran en l y viven conforme a la Ley natural pueden salvarse. De esto se diceque pertenecen al Alma de la Iglesia; al Cuerpo de la Iglesia pertenecen losbautizados.

    Resumen de los anatemas del decreto de la justificacin:

    Can. 1 Si alguno dijere que el hombre puede justificarse delante de Dios por susobras que se realizan por las fuerzas de la humana naturaleza o por la doctrina de laLey, sin la gracia divina por Cristo Jess, sea anatema.

    Can. 3 Si alguno dijere que, sin la inspiracin proveniente del Espritu Santo ysin su ayuda, puede el hombre creer, esperar y amar o arrepentirse, como conviene

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    para que se le confiera la gracia de la justificacin, sea anatema.

    Can. 4 Si alguno dijere que el libre albedro del hombre, movido y excitado porDios, no coopera en nada asintiendo a Dios que le excita y llama para que sedisponga y prepare para obtener la gracia de la justificacin, y que no puededisentir, si quiere, sino que, como un ser innime, nada absolutamente hace y de

    comportamiento meramente pasivo, sea anatema.

    Can. 9 Si alguno dijere que el impo se justifica por la sola fe, de modo queentienda no requerirse nada ms con que coopere ha de recibir la gracia de la

    justificacin, y que por parte alguna es necesario que se prepare y disponga por elmovimiento de su voluntad, sea anatema.

    Can. 10 Si alguno dijere que los hombres se justifican sin la justicia de Cristo porla que nos mereci justificarnos, o que por ella misma formalmente son justos, seaanatema.

    Can. 11 Si alguno dijere que los hombres se justifican o por la sola imputacinde la justicia de Cristo, o por la sola remisin de los pecados, excluida la gracia y lacaridad que se difunde en sus corazones por el Espritu Santo y les queda inherente;o tambin que la gracia, por la que nos justificamos, es slo el favor de Dios, seaanatema.

    Can. 12 Si alguno dijere que la fe justificante no es otra cosa que la confianza enla Divina Misericordia que perdona los pecados por causa de Cristo, o que esaconfianza es lo nico con que nos justificamos, sea anatema.

    Can. 14 Si alguno dijere que el hombre es absuelto de sus pecados y justificadopor el hecho de creer con certeza que est absuelto y justificado, o que nadie estverdaderamente justificado sino el que cree que est justificado, y que por esta solafe se realiza la absolucin y justificacin, sea anatema.

    Can. 19 Si alguno dijere que nada est mandado en el Evangelio fuera de la fe, yque lo dems es indiferente, ni mandado, ni prohibido, sino libre; o que los diezmandamientos nada tienen que ver con los cristianos, sea anatema.

    Can. 33 Si alguno dijere que por esta doctrina catlica sobre la justificacinexpresada por el Santo Concilio en el presente Decreto, se rebaja en alguna parte la

    gloria de Dios o los mritos de Jesucristo Seor Nuestro, y no ms bien que se ilustrala verdad de nuestra fe, y en fin, la gloria de Dios y de Cristo Jess, sea anatema.Sesin VI (18 de enero de 1547) Denz 811 y sigs.

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