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Ediciónenformatodigital:mayode2018Títulooriginal:Trent’sOwnCaseEncubierta:ImagecourtesyoftheAdvertisingArchivesDiseñográfico:EdicionesSiruela©E.C.Bentley,1936©Delatraducción,GuillermoLópezGallego©EdicionesSiruela,S.A.,2018Todoslosderechosreservados.Cualquierformadereproducción,distribución,comunicaciónpúblicaotransformacióndeestaobrasolopuedeserrealizadaconlaautorizacióndesustitulares,salvoexcepciónprevistaporlaley.DiríjaseaCEDRO(CentroEspañoldeDerechosReprográficos,www.cedro.org)sinecesitafotocopiaroescanearalgúnfragmentodeestaobra.EdicionesSiruela,S.A.c/Almagro25,ppal.dcha.www.siruela.comISBN:978-84-17454-29-6Conversiónaformatodigital:MaríaBelloso

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Índice

CapítuloI.RumboalsurCapítuloII.UnahojitadepapelCapítuloIII.LamuertedeunfilántropoCapítuloIV.NoeradurodeoídoCapítuloV.TrentsequedaatónitoCapítuloVI.HahabidounarrestoCapítuloVII.EnbandejayguarnecidodeperejilCapítuloVIII.LablancaflordeunavidasintachaCapítuloIX.LadiademadeMegabizoCapítuloX.CuestióndetemperamentosCapítuloXI.UncallejónsinsalidaCapítuloXII.ElcondeexplicaCapítuloXIII.FelixPoubellede1884CapítuloXIV.LosgeniostienenquevivirCapítuloXV.EuniceconfiesaCapítuloXVI.LapalabrasusurradaCapítuloXVII.UncuerpoexcelenteCapítuloXVIII.InformaciónrecibidaCapítuloXIX.ResurrecciónCapítuloXX.UnapartidadegolfCapítuloXXI.LaTíaJudithhacepunto

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ἔνθ᾽αὖτ᾽ἄλλ᾽ἐνόησ᾽ἙλένηΔιὸςἐκγεγαυῖα:αὐτίκ᾽ἄρ᾽εἰςοἶνονβάλεφάρμακον,ἔνθενἔπινον,νηπενθέςτ᾽ἄχολόντε,κακῶνἐπίληθονἁπάντων.ὃςτὸκαταβρόξειεν,ἐπὴνκρητῆριμιγείη,οὔκενἐφημέριόςγεβάλοικατὰδάκρυπαρειῶν,οὐδ᾽εἴοἱκατατεθναίημήτηρτεπατήρτε,οὐδ᾽εἴοἱπροπάροιθενἀδελφεὸνἢφίλονυἱὸνχαλκῷδηιόῳεν,ὁδ᾽ὀφθαλμοῖσινὁρῷτο.

Odisea,IV219-226

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CapítuloI

Rumboalsur

—He de marcharme —dijo Philip Trent—. Tengo un compromiso, como tehabía dicho, y no puedo llegar tarde. Sigue con la cena, Slick... Toma unasgambasWaldorf;verásquébuencolor se tepone.Simañanapasoa recogerteconelcochehacialasdiez,¿estarásmásomenospreparado?—Creoquemenos—gruñóSlickPatmore—.Salvoqueestanochemejoreel

tiempo. Un paseo de dos horas con frío y llovizna no es mi idea de placermatinal.—Vaa cambiarpor la noche—le aseguróTrent—.Loqueno sé es cuántas

veces.Poresolosclimasvariablescomoelnuestrosontanentretenidos;ytodoel mundo sabe que en abril están en su mejor momento. Oh, qué privilegio,encontrarse en Inglaterra ahora que ha llegado abril, y que quien amanece enInglaterranotienelamenorideadesivanacaerchuzosdepuntaovaasalirelsol, los pájaros y las flores. Además, lo de mañana no es placer, sino deber,Slick,undebercuyoimperativoinexorablenosimponelaproezadeasistiralabodadeJulianPickett.—Ydebrindarcon loque, segúnelbuenodeBlinkyFisher, eschampán—

añadióPatmore,sirviéndosedemalaganaotracopadeLaTour-Figeac.—¿Es que no puede tener imaginación, solo por que sea el canónigo de

Glasminster?—preguntóTrent—.Me parece que va a hacerle falta cuando leentregue su sobrina a Julian y haya de fingir que tiene cierta responsabilidadsobreunachicamoderna.¡Ja!Yaloestoyviendo.«¿Quiénentregaalanovia?».Vamos, Blinky; ¿a qué verde altar, oh, misterioso sacerdote, llevas a esabecerra1?SeguroquepierdelasgafaseintentaentregaraJulian.—¿Nohasdichoqueteníasuncompromiso?—dejócaerPatmore.

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AlbajarlaescaleradelclubCactus,Trentsedetuvoenelumbralyencendióuncigarrillomientrasreuníafuerzasparadespedirsedesutíapreferida,quesalíaenel transbordador ferroviario de Newhaven. Forma parte del patrimonio denuestraisla,razonó,que,cuandoestamosapuntodesalirdelpaís,eltiemposeaatroz.Diosaprieta,peronoahoga,yelbritánicoqueestáapuntodesepararsedelsuelonatalsueleversealiviadoyconsoladoporlaideadequeelclimadellugaralquevanopuedesertandesagradablecomoelquedeja,ideaestatalvezerrónea, pero ¿qué idea, se preguntó, no lo es? Al menos aquella velada enconcretoeralobastanteespantosaparajustificarlasprediccionesmásoptimistasacerca de cómo iba a hacer al otro lado del canal de laMancha, fuera dondefuera.¡Sí,quésuerteteníaTíaJudith!MirabamásalládePiccadilly,yelaireestaballenodeunalloviznaamarillenta

quenoteníasuficientepersonalidadparaserniebla.DetrásdelaverjadeGreenPark,losárbolesdejabanverunassiluetasmortecinaseimprecisasquesugeríanlaescenografíadeuninfiernoenelquenoreinabaelsufrimiento,sinoeldolorde una depresión sorda. Se veía por doquier el fango fino y exiguo que lasciudadesmodernasdignificanconelnoblenombrede«barro».Trent echó un vistazo al reloj de la portería. Le había dicho a Patmore la

verdad,ynadamásquelaverdad,peronotodalaverdad,que,alfinyalcabo,nuncasedice,aunquesoloseaporquenadietienetiempo.Teníauncompromiso,ynopodía llegar tarde,dadoqueel trenquesalíade laestaciónVictoriaa lasochoyveintenoesperabaanadie;peronielhechodequequisierapresentarsecon un cuarto de hora de adelanto ni el motivo de que lo quisiera habríaninteresado a su amigo.AunqueTrent, como casi todos nosotros, aborrecía lasdespedidas prolongadas, sabía que Tía Judith esperaba que se siguieran lasconvencionessocialesdelamaneraapropiada;yleparecíaquequinceminutosconstituíanelfelizpuntomedioentreelexcesodeceloylaindiferencia.Duranteelcortotrayectohastalaestaciónpodíadevanarselossesos—¡fútilesperanza!—enbuscadeunafórmuladedespedidaafortunadayoriginal.Cuando se estaba abotonando el abrigo, oyó fuera que alguien cerraba un

cochedeunportazo.Lapuertabatientedelaentradaseentreabrió,yunhombrealto,quereíaacarcajadas,sedetuvoconunpieenelumbralyhablómirando

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porencimadelhombro:—GuteNacht,dualteguteKerl—gritó—,undherzlichenDank.—Ach Quatsch —ladró en respuesta una voz áspera, mientras el coche se

alejaba—.Wiederseh’n!2.El recién llegado franqueó la puerta y cruzó el zaguán a grandes zancadas.

Trent lo conocíabien; lo suficienteparanoquerer conversar con él.Por reglageneral, un egoísta sin vergüenza ni escrúpulos no es la mejor compañía, nisiquiera si uno no tiene—y Trent las tenía— razones personales para ver suexistencia con malos ojos. Por otra parte, había muchas posibilidades de queEugeneWetherillnotratasedeserlamejorcompañía.Lascostumbresdeaquelbrillanteliteratoincluíanlatendenciaalataquegratuito,yTrentyahabíatenidomásdeunencuentrodesagradableconél.Al llegara lasescaleras,Wetherillvolvió lacabeza ,vioaTrenty lo saludó

conlamano.—Tieneustedunaspectocondenadamenteserio—observóconmuecalobuna

—.Esperoquenohayasidoelverme loquehadesterradosusonrisa triunfal.Olvide sus problemas, querido amigo. Aún puede salir todo bien. Olvidenuestraspequeñasdesavenenciaspasadas.Ahoguesuspenasenelbarconmigo...Essorprendentetodoloquepuedeahogarseenunsimplecócteldeajenjo.—Gracias, pero he demarcharme—dijo Trent. Y añadió—:No tiene usted

aspecto de tener gran cosa que ahogar. Yo estaré serio, pero usted parecebastantesatisfecho.—Asíes.—Wetherillriomientrassequitabaelsombreronegrodealaanchay

labufandablancaparaquepudieraversequedebajodelabrigollevabatrajedeetiqueta—.Muy satisfecho.No tengonadaque ahogar, comoobserva con eseinfalible criterio suyo; así que voy a tomar ese cóctel por pura cuestión deprincipios... Sin propósito práctico alguno. ¡Satisfecho! Ya lo creo que estoysatisfecho. Ayer hice un buen negocio, querido amigo, y todavía no me herepuesto.—Hizo una breve pausa, como si recobrase la compostura; y luegoprosiguió—: Cuando eso ocurre, tengo un impulso irracional de perdonar almundoporsercomoes,yaloshumanosporsercomoson.—También a Eugene Wetherill, espero —sugirió Trent con simpatía—. No

debería juzgarsecon tantadureza,¿sabe?...Esuna tendencia fatal.Combátala.No permita que lo domine. Ahora tengo que esfumarme, pero no olvide mis

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palabras.CruzólapuertaatodaprisaybajóalapringosaaceraendirecciónaPiccadilly.Pensó que, sin duda, Wetherill estaba muy satisfecho. La expresión de

desprecioquesolíaexhibirprobablementefuera,comoelrestodesuaparienciaexterna, un efecto cuidadosamente estudiado; pero aquella velada la expresiónhabíacedidosulugaraungestodeverdaderoplacer,yTrentsepreguntabaquépodríacausarlo.ErabastanteprobablequeloqueagradaseaWetherilltuvieraunefecto muy diferente en mentes más normales; y casualmente Trent sabía—como,pordesgracia,muchagente—deunsucionegociodeWetherillenelquemuypocoshabríanqueridoverse involucrados.Sin embargo, de aquello hacíameses; era evidente que este otro era reciente, y le llamaba la atención queWetherillhubiesevaciladoclaramentealahoradeexplicardequésetrataba.Porregla general, no era nada discreto con sus asuntos, ni siquiera con los másindignos; le gustaba presentarse como un dechado de inmoralidad. Resultabadifícillidiarconunhombrequepresumíadehaberdestruidosuamorpropio.UnpolicíacolosalacechabaenlaesquinadelacalleCharles.—Vayanochecita,agente—observóTrent.—Yquelodiga,señor—murmuróelguindillaenuntonoquesugeríaquela

sucia neblina había penetrado su pesado impermeable y calado todo su ser—.Peroparecequeaalgunoslesgusta.¿Veaesoscorredoresquevienenporelotroladodelacalle?¡Madremía!Conmigoquenocuenten.Bonitaformadepasarelrato,¿verdad,señor?,conunanocheasí.—Paraellos,espléndida,enrealidad—dijoTrent—.Despuésdeunasbuenas

friegasyconropacaliente,estarántancontentoscomolosreyesdePersia.Eslajuventud, agente... Juventud que ligera camina hacia el alba3, o hacia elPolitécnico,oaalgúnlugardelicioso.Deberíamosestarcelosos.Dejandoatrásladispersaprocesióndemuchachoszarrapastrososenpantalón

cortoycamisetaquecorríandedosendosyde tresen tresporelbordede laacera,Trentencontrólaparadadetaxisquebuscaba.

Sentado en el taxi,Trent volvió a darle vueltas a la conversación con el viejoJamesRandolph que había precedido a la cena en el clubCactus.Había sido,caviló, más breve de lo que había pensado; más breve y todavía más

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desagradable.Nocabíaesperarqueunosealegrasealdescubrirquealguienquenoledeseabanadabuenoconocíaunsecretosuyo,eindudablementehumillante,por cierto. Aun así, la rabia incontrolable de Randolph había excedido conmucholoquerequeríalaocasión;alfinyalcabo,siseportababien,nadahabíadeperder,nidineronireputación.Deesonocabíalamenorduda.Obviamente,laamenazadeTrentdeponerloenevidenciahabíaresultadomuyefectiva.Fuerao no sincero Randolph al asegurar que no había tenidomala intención, ahoraindudablemente estaba asustado, y se comportaría en consecuencia. TodoescándalorelacionadoconladiademadeMegabizoasestaríaungolpemortalala hinchada autoestima del viejo. En fin, Tía Judith podía marcharse muytranquila.Si sehubiera idoalbergando lamenorpreocupaciónporEunice,esosololehabríaestropeadoelviajequetantohabíaanhelado.Toda su vida Trent había estado íntimamente unido a su tía, esa insólita

anciana.AqueleraungranmomentoenlavidadelaseñoritaJudithYates.Ibaasalir de Inglaterra por primera vez en casi cuarenta años.Había crecido en elcrepúsculo de la época victoriana, y en su juventud había recorrido muchomundo; pero luego llegó el momento en que un hermano excesivamenteconfiadohabíamalgastado lamayorpartede la fortunade la familia en ciertaempresa creada por un financiero todavíamás optimista.Después de eso, TíaJudith había vivido en el campo con muy poco, sin protestar... Es más,especialmente feliz. Mantenía contacto con un amplio círculo de amigos,muchosdeloscualesestabanalcabodelacalledelaactualidad;respectodelosasuntosdelmundo,oíatodoloquesehacíapúblico,ybuenapartedeloqueno,ylomássórdidodelaaltasociedadylapolíticaapenasteníasecretosparaella.Suaspectoremilgadoescondíaunamentesumamenteactiva,bienamuebladayexperimentada.Aveces,paradiversiónsuya,alguna jovenmoderna imaginabahaberla asombrado; lo cierto es que, en su momento, la señorita Yates habíacontemplado con calma transgresiones de las convenciones sociales másalarmantesquecualquiercosaquelafilosofíadeaquellajovenpudieraconcebir.Solopedíaquehubieseenla infracciónalgoquemereciera lapenaconsiderar;poníaellímiteenlamezquindadylafutilidad.Ellazoafectivomásestrechodesuvida,efectivamente,eraunaamistad,queempezódeformabastantefortuita,con Eunice Faviell, la actriz más brillante de su generación, cuya historiapersonal estaba centrada en una relación que no tenía secreto alguno para el

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mundoenelquevivía.Unos meses antes, la señorita Yates había recibido una herencia, e

inmediatamente había decidido volver a ver algo delmundo europeomientrastuvierasalud.«Mepropongo»,ledijoaTrent,«viajarconlujo,yseguirviajandohastaqueseacabeeldinero».Elperiploqueteníaenperspectivaeraunavisitaaunos amigos de Roma, y declaró estar tan ilusionada como cuando fue a suprimerbaile,preparadaparapaladearcadamomentoycadaincidente...Fue casualidad que fuese por la ruta de Dieppe. Había tenido intención de

disfrutar de las comodidades del transbordo más corto, pero sucedió que unencargoquelehabíahechoasusobrinoPhilipnopudollevarseacabohastalanoche del día de su salida, así que, recordando haber sido una marineracompetente,decidiócogerelservicionocturno.Fue este cometido el que condujo a Trent a su agria entrevista con James

Randolph;yahora,eneltaxiquelollevabaalaestaciónVictoria,repasabalosfundamentosdesuconviccióndequehabíacumplidocorrectayplenamenteconsumisión. Sabía que Tía Judith tenía ojosmuy penetrantes, y, simostraba elmenorsignodeincertidumbre,notardaríaendarsecuenta.Alllegaralaestación,conunpocomásdemargendeloquehabíaplaneado,

se dirigió al andén del tren-barco, haciendo una parada por el camino paracompraralgoenlafloristeríadelrecinto.Parasusorpresa,novioaTíaJudith.Por supuesto, tenía un asiento reservado; pero Trent, conociendo bien suscostumbres,y sabiendoademásqueera laprimeravezqueviajabaenprimeraclase, había dado por supuesto que, cuanto más tiempo dedicase a losprolegómenos,másdisfrutaría.Noobstante,alrenunciaralabúsquedadeuncochedeprimerainexistenteen

lacabeceradel tren, encontróa su tía supervisandoel trasladodelequipajedemanoenunaseccióndelapartetrasera.Debíadehabercruzadolabarreramuypoco después que él. Mientras él se acercaba, ella departía con el mozo delvagóndeprimera,ydichooptimistaprofesionalestabaexpresandounaopiniónfavorable sobre las perspectivas para el cruce del canal de la Mancha. Trentpresentósuhomenajedeclavelesexuberantes.—¡Oh!Muyamableportuparte,Philip.¡Misfloresfavoritas!Yjustoloque

hacía falta para poner el toque final en esta etapa de la aventura.Cielo, no tehacesideadeloquerepresentaparamí.Estodotandiferentedecomoera...O

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sea,todolorelacionadoconlosviajesalextranjero.Desdeluego,TíaJudithparecíaestargozandoalmáximodelentusiasmoque

había saboreado de forma anticipada. Sus ojos brillaban, y había un ruborinsólitoenlasmejillas.Trentserefirióinmediatamentealoqueocupabaelprimerplanodesumente.—TealegrarásaberquelodeEuniceestáarreglado.HevistoaRandolphesta

tarde, como habíamos quedado, y me he cerciorado de que no vuelva amolestarla. Ya sabes, Tía Ju, que me di cuenta de que no te quedabas muyconvencidacuandotecomentéquepodríaconseguirqueelviejojurasedejardeimportunarla.Bueno,puesesomismohehecho;puedesestartranquila.Nopudeexplicartecómoibaahacerlo,ytampocopuedocontárteloahora.Verás,ledijequeleguardaríaelsecreto,almenosmientrasviviera;fueuntrato.Peroyaestá.—Qué alivio saberlo, Philip. —La señorita Yates hundió la nariz en los

clavelescongratitud—.Tienestodalarazón,nohepodidoevitarestarunpocopreocupadahastasaberquequedabagarantizado.—Detodasformas—prosiguióTrent—,tengolaimpresióndequeEuniceme

vaamontarunaescenitaporesto.Porlovisto, leescribistediciéndolequemehabíascontadoloquepasaba,yquemeestabasazuzandoencontradelviejo.Nole hace gracia. Ayer recibí una nota suya, y no era agradable, aunque,conociéndola,nomesorprendiódeltodo.LabarbilladelaseñoritaYatesselevantódeformaleveperoperceptible.—¿Quéquieresdecirconesode«conociéndola»,Phil?—Notepongasaladefensiva,TíaJu.Claroquenomereferíaa...—Queridomuchacho,nomepongoaladefensiva,pero...—Bueno,puesllámaloaladefensiva.Nosoportasescucharlamenorcríticade

Eunice; lo sabe todo elmundo.Yo tampoco, por cierto. Pero no hay nada demaloendecirquenomesorprendióenabsolutoquemedijeraquesusasuntospersonales no son cosa mía, maldita sea, y que mucho agradecería quemantuvieralanarizalejadadelossusodichos,yqueeracompletamentecapazdecuidardesímisma...,yotrascuantaslindezasporelestilo.Sonriendo,laseñoritaYatesposóunamanopulcramenteenguantadasobresu

brazo.—Siterefieresaesocuandodices«conociéndola»,Phil,bueno,claroquesí...

AnadieseleescapacómolasgastaEunice.Sospechoqueyalehasoídocosas

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enesetono.Yotambién,aveces.Ytambiéntumujer,aunquesonamigasdesdehacemuchomástiempoquevosotros.Nomecabedudadequeningunonoslotomamosalatremenda.Todossabemos...—Cómoes.¿Noibasadecireso,TíaJu?Asíquehenosaquídenuevoenel

punto de partida de nuestro malentendido, y nos hallamos plenamente deacuerdo...,comoministrosdeAsuntosExterioresenuncomunicadooficial.—Sí;pero,ennuestrocaso,esverdad,cielo.Teconfieso,Phil,quemepareció

muy posible que te escribiese algo así, y esperaba que no se lo tuvieras encuenta. Siempre ha insistido enmanejar su propia vida como le parezca, y enecharlaaperdercomoledélagana...YsabeDiosqueasíhasido.Trentasintió.—Dioslosabe,enefecto.Hablandodelocual—añadió—,mehecruzadocon

Wetherill justo antes de venir. Lamento decir que tenía muy buen aspecto.Siemprequemeencuentroaesefulano,medanganasdeasesinarlo.—Ojalálohicieras,porloqueamírespecta—dijolaseñoritaYatescongran

sentimiento—, aunque no hay forma de hacerlo que no sea demasiado buenaparaél.—Sí;yotrapegaesqueaesejuegopuedenjugardos.Podríadarmeconsejos.

Wetherillnoeseltípicomalofacilónquesiemprepermitequeelprotagonistaledé su merecido sin mover un dedo. Seguro que es capaz de salir airoso decualquierescaramuza;notienemiedoanadieyleencantanlasbroncas.¿Sabesqué?EstáprobadoquematóaunhombreenundueloenLaSpeziadespuésderecibirdosheridas.—Seguro que hizo trampa —dijo la señorita Yates—. Nunca me ha

entusiasmadoLaSpezia,yapartirdeahoramegustatodavíamenos.WetherilldeberíahabervividoenItaliaenelsigloXV,conlosSforzaylasdemásbestiasdelRenacimiento.—Tienes razón —convino Trent—. Pero siempre ha dejado inacabadas las

cosasquedeberíahaberhecho.—Hacetiempoquenotienerelaciónconél...Melodijoellamisma.Peroha

ocurridoantes,ynuncadura.OjaláEunicehubierapodidoencapricharseasídecualquier otro—dijo con ansiedad la señorita Yates—. ¡Sabe Dios que teníadónde elegir! Y muchos eran tipos decentes, no me cabe duda, como aquelmédicojovenamigotuyo,nomeacuerdodecómosellama...

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—BryanFairman.—Sí.Nolleguéaconocerlo,perosiemprepenséqueseríabonitoquesecasara

conunamigotuyoydeMabel,y,porcómohablabaislosdosdeél,sabíaqueeralo que le convenía. Lo que lo hace todavía másmolesto es que a sumanerasiemprelehatenidocariño.—No sé—dijo Trent— cuántas veces ha rehusado casarse con él... Nome

extrañaríaqueamboshayanperdidolacuenta.Peroestoysegurodequesiemprelo ha hecho de la manera más afectuosa. ¡Pobre Tía Ju! Cuando decidisteprohijaraunachicacomoEuniceFaviell,nosabíasdóndetemetías.LaseñoritaYatessonrió,traviesa.—¡Cuando«decidí»!FueEunicelaqueresolvióadoptarme...,ylosabes.Me

imaginoqueniellasabeporqué.LaseñoritaYatesdesviólaconversaciónasusplanesdeviajeyaloscambios

acaecidosenRomadesde ladécadade1890.LasprevisionesdelpropioTrentpara el futuro inmediato también fueron objeto de examen. Al día siguientetemprano iba a ir a Glasminster para asistir a la boda de Julian Pickett. A lomejorTíaJudithseacordabadeJulian.ClaroqueTíaJudithlorecordaba.EraelmuchachoquecojeabadesdequeuntigrelemordiónosédóndeenelHimalaya.—Enelgluteusmaximus—musitóTrent.—Sabíaqueeraporahí—dijoTíaJudith—.Sí;yeldíaquelollevasteaverme

enrollóunapartituraylausóparaimitaraunapantera,conloqueaElizabethselecayólabandejadeltéenlaalacena,yhuboquedarlesalesdeamoniaco.A las 8:15, la señorita Yates estaba instalada en su asiento, y continuaba la

conversación a través de la ventanilla abierta. A las 8:19 y tres cuartos, unhombre que llevaba un morral cruzó la barrera a toda prisa. Corrió hasta elvagóndeprimerayentródeunsaltocuandoeltrenempezabaamoverse.Estabade pie en la puerta, y el mozo acarreaba su bolsa, cuando se volvió porcasualidadymiróaTrentalacara.Trent, que al mirar sin prestar atención tan solo había visto en él a un

desconocido con un abrigo amplio, un traje de tweed marrón y un sombreroblandocaladohastalosojos,profirióunaexclamación.—¡Bryan!¡Cielos,unpocomásypierdeseltren!—¡Phil!¡Quésorpresa!—Conungestobrusco,elhombreseasomódesdeel

vagónquesealejaba—.¿Quédiablos...?

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Elrestodelgritoquedóahogadoporelruidosordodeltrenqueaceleraba.Porla sorpresa, Trent apenas se acordó de responder al saludo de su tía desde laventanilla.¿Quépodía significar el estadode agitacióndeBryanFairman?¿Porqué su

amigo, por lo general estrictamente circunspecto, parecía y actuaba como unhombredesmoralizadoydesesperado?1Fragmentodela«Odaaunaurnagriega»,deJohnKeats.(Todaslasnotassondeltraductor).2«—Buenasnoches,queridoKerl,ymuchasgracias.—Bah,esunatontería.¡Hastapronto!».3Paráfrasisdelpoema«TheDayoftheDaughterofHades»,deGeorgeMeredith.

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CapítuloII

Unahojitadepapel

La señorita Yates, por su parte, no se había percatado de la breve escenaprecedente,yahoraestabaentregadaencuerpoyalma,ycongransatisfacción,aobservarloqueocurría.Tomónotadelcambioenelambientedelvagóncuandoel trendejó atrás la estacióny fueganandovelocidad.Algunospasajeros, quehabíanestadoenfrascadosendespedidasprolongadasydolorosas,recobraronlacompostura.Parecíanmásvivacesymenosinhibidos.Estabanenpuertasdeunaespecie de vida nueva, en la cual, durante un tiempo, se verían libres de lasconvenciones sociales y la curiosidad del prójimo. Consciente oinconscientemente, esperaban poder ser ellosmismos.Además, iban rumbo alsur,dejandoatráslaneblinaylallovizna.Prevalecíalasensacióndealivioalaque se refieren losmédicos cuando utilizan la delicada expresión «cambio deaires».Sonriendo, la señorita Yates se puso cómoda e inspeccionó el vagón con la

mirada.Habíaun toquecitode lujoque lepareció tremendamente relajante.Elmenúnoteníaunaspectodemasiadoapetecible,peroparaellacenarabordodeltrenteníaalgodeaventura.Yelcamareroeratanagradableycortés,sobretododespuésdepedirmediabotelladeborgoña...Cuando sirvieron la cena, empezó a observar con tranquilidad a sus

compañerosdeviaje,ysehizounacomposiciónimaginariadesusvidas.PorquelaseñoritaYatessentíaunaardientecuriosidadpor todoslosdesconocidosconlosqueentrabaencontacto,yseentreteníaatribuyéndoleshistoriaspersonales.Avecesdisfrutabadelplaceradicionaldecotejarloquesuponíaconloshechosqueserevelabanmástarde.Apenas dudó a la hora de tomarle la medida al hombre alto, envarado y

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distinguido,vestidodemaneraatildadayconuncuidadísimobigotegris,queeraquien tenía sentado más cerca, leyendo una revista. Casi militar, pero no deltodo, decidió; más intelectual. Algo diplomático, sin duda alguna; tal vez unembajador recién nombrado o un ministro. Su conjetura no le habría hechogracia a su objeto, que se envanecía de su porte completamente marcial. Enrealidad,erauneminentísimocatedráticodeHistoriadecaminoaTúnez,dondeesperaba poder comprobar nuevos datos relativos a la batalla de Tapso quedestrozaríanlareputacióndeotrohistoriógrafoeminentealqueselateníajuradadesdehacíaaños.La señorita Yates no estuvo mucho mejor encaminada con el joven bien

vestidoydemagníficapresenciaenquiense fijóacontinuación.Pensóque lanariz ligeramente torcida aumentaba no poco su atractivo; había observado amenudoqueenloshombreslosrasgosdemasiadoregularesconfrecuenciaibandelamanodeunapresunciónindeseable.Talvezsepudieraconsiderarqueteníaelpechoyloshombrosdemasiadodesarrollados,peroesosolíaocurrirlesalosremeros, que normalmente eran chicos estupendos; y la señoritaYates decidióqueaqueljoveneraununiversitariodeCambridgequeibaavisitarasuspadresenelextranjero.Sindudalaropaquellevabaeracomoteníaqueser.Durantelacena,diomuestrasdetenermuybuenapetito,ynobebiómásqueunossorbosdeaguamineral,mientrasestudiabafelizunacartaquelaseñoritaYatessupusolehabríaenviadounachica.Sepreguntóquélehabríahechoeljovenasuorejaizquierda.Elestadodedichoórgano,¡ay!,noerapropiodeunjovencomoél.Laseñorita

Yates estaba contemplando los inicios de una deformación causada por losgolpesdeBaker Isaacs,deHoxton;yel joveneraelCañoneroBrand,antiguocampeón de los pesos pesados del Ejército, poseedor del cinturón Abingdon,ganadordeuna seriede lucrativos combatesprofesionalesy aspirante al títulomundial que se celebraría tres meses más tarde. Iba a encontrarse con suentrenadorensuretirodelcabodeAntibes,ysehallabaleyendoyreleyendounalargacartadesuprometida,queensuopiniónnoteníarivalenelmundoentero.LaseñoritaYateserrómenosensujuiciodelaparejavecina.Surápidaojeada

captó una multitud de detalles de expresión y apariencia. A la bellísimamuchacha la catalogó, sin vacilar y con toda la razón, como una estúpidavanidosa, egoísta y de mal corazón. Su actitud con los camareros del tren,

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cuandosirvieronlacena,seleantojóalaseñoritaYateselcolmodeesaclasedealtaneríadelaaltasociedadinglesaqueretratanlaspelículasestadounidenses.Eljoven, con quien a todas luces acababa de contraer matrimonio, era un neciodébil, aunque no exento de encanto. Todo en ellos traslucía una riquezaconsiderable;ylaseñoritaYatesmeditó,noporprimeravez,acercadelpeligrosogradoenqueaparecerepresentadaentrelosricoslamáscompletainutilidad.Talvezaquienmejorentendíaeraaltipodehombrequehabíaestadoapunto

deperdereltren.Legustabasucara,conlaslíneasbiendefinidasyelhoyueloenlabarbilla.Deunostreintaaños,sedijo;unsujetoserio;dementecurtidaytrabajador; médico, tal vez; comedido por lo general, pero que ahora dabaseñalesde enfermedadyde agitacióncasi incontrolable.Suaspecto tenía algotemerario y atormentado.A la pocomodernamente de la señoritaYates se leocurriólapalabra«byroniano».¿Talvezlehubieranrotoelcorazón?LaseñoritaJudithcreíaenloscorazonesrotos,perohabíaaprendidoquepuedenrompersede diversas maneras. Sin duda, aquel hombre estaba desesperadamentepreocupadoporalgo.Apenascenó,ysebebióunabotelladechampánenterasinqueporelloparecieraanimarse.Cuandolevantabalacopa,letemblabalamano.LaseñoritaYatespensóquetalvezestuvierahuyendodelajusticia;sinembargonoconcebíaquefueraunfacineroso.Encuantohuboacabadoelchampán, llamóalcamareroparaque limpiase la

mesaalaquesesentabaasolas.Unavezdespejada,pusoencimasumorralyloabrió.LaseñoritaYatespudoverquesobreloqueconteníahabíaunoscuantosfajosdepapeles,todosaseguradoscongomas;yelhombreprocedióareunirlosenunpaquetecompacto,envueltoenunahojadeperiódicoyatadoconcordel.Trasvolverameterloenlabolsa,sacóunoscuantosfoliosquepusoantesíenlamesa.Cerrandolabolsacomosiestuvieraocultandounsecretoculpable,sepusoa

escribirafanosamenteconunlapicero.LaseñoritaJudithpodíaseguirlasidasyvenidasdesuinspiracióndesdedondeestabasentada.Llenabahojasdegrandesgarabatosyacontinuación,dandomuestrasdedesaprobación,parecíavolveraempezardecero.«¿Seráescritor?»,sepreguntabalaseñoritaYates.«Perosindudanadiepuede

componera semejantevelocidad.Yno tieneaspectode literato.A lomejoresperiodista...,aunque¿unperiodistavacilaría tanto?A lomejorestápreparando

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undiscurso...Sinembargo,porotraparte,parecelaclasedehombrequesiempresabeloquequieredecir,ylodicesinrodeos».Mientras la señorita Yates se divertía con estas elucubraciones, el hombre

seguía escribiendo. A la postre, rechazando el enésimo borrador, se detuvo yreflexionó;acontinuación,garrapateóloqueparecíaundocumentomásbreve.Al soltar el lapicero, sus ojos se encontraron con los de la señorita Yates, ypareciócomosisusazulesojos,atentosaalgoqueestabamuchomás lejos, laatravesaran.Almenos, eso esperaba ella, porque lo vio temblar violentamenteantesdeapartar lamirada,con la sensacióndequeestabaviendoahurtadillasalgoquenoteníaderechoaver.Miró distraída alrededor del vagón, y se dio cuenta de que los pasajeros se

estaban preparando para llegar a Newhaven. Algunos se guardaban en losbolsillos,conairemediofurtivo,loscigarrillosoeltabacodelasmaletas,paraesquivar a la Aduana francesa. Otros, todavía más avergonzados, engullíanpíldorasypastillasdemedicamentosqueprometíanplantarcaraaldemoniodelmareo.LaseñoritaYatessiguiósuejemploysepreparóparapasaralbarco.Notenía

miedo a marearse, ni tabaco que esconder, pero preparó los billetes y elpasaporte. Su mirada volvió a detenerse en el viajero alterado. Este habíadoblado la última versión y la había introducido en un sobre largo.Enrolló elrestodeloquehabíaescritoylometiódebajodelpaqueteforradodeperiódicoquelaseñoritaYatesyahabíavisto.Cuando el tren se detuvo en el andén, fue el primero en salir del vagón de

primera, y la señorita Yates reparó en que, al levantarse de su asiento, unacorrientedeairemovióunadelgadahojadepapel,sinqueélsedieracuenta,ylahizocaeralsuelodeltren.Setrataba,sindudaalguna,deunapáginaarrancadadeuna agenda, yaque tenía un encabezamiento con fecha impresa engruesasletrasmayúsculasy,debajo,notasborroneadasconlapicero.LaseñoritaYatesnopudopormenosqueverloalagacharsepararecogerla.Paraentonceselhombreya iba encabezando un torrente de pasajeros que salía, y, cuando ella pisó elandén,nolovio.«Peroseguro—pensó—quecruzaaDieppe,yhedeverloabordodelbarco».Efectivamente, allí estaba, recorriendo la cubierta superior con rápidas

zancadasporel ladodeestribor.LaseñoritaYatesseocupó,antesdenada,de

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dejarsupropioequipajebiencolocado.Alapostre,eltumultodelaestibaydelas amarras al ser soltadas desapareció; el vapor comenzó a navegar haciaFrancia lentamente. En aquelmomento, la señoritaYates se acercó al hombrequetantasimpatíalehabíadespertado.—Señor,alsalirdeltren—dijosinningunaclasedeprolegómenonervioso—,

sehadejadoestahojitadepapelquesehabíacaídodesuasiento.Hepensadoquepodríaserimportanteyquedebíadevolvérsela.Elhombrelamiróconciertahosquedad;luegomirólahojaquelealcanzaba.

Entornó los ojos al examinarla a lamedia luz de las lámparas de la cubierta;luegoapartólavista,conlacararetorcida,comosituvieramiedoosufrieradeunaansiedadaguda.DeprontosegiróymiróalaseñoritaYates.—Se ha equivocado, señora—dijo con voz trémula—. Esmuy amable por

habersemolestado,peroesepapelnoesmío.Nolohabíavistonunca.Entodocaso,muchísimasgracias.Hizo una reverencia brusca y de inmediato volvió a recorrer la cubierta,

intranquilo.Naturalmente,laseñoritaYatessequedóperpleja.Eraincapazdeconcebirpor

quéaquelhombrerehusabasusbuenasobras.Sindudaalguna,elpapelsehabíacaído de su asiento. Es más: lo había visto examinar atentamente ese mismopapelmásdeunavezmientrasescribía,perplejoyconelceñofruncido.Podríahaberladominadolaindignación,perolaseñoritaYateseradeesaspersonasquesiempreencuentranlamaneradedisculparaquienesparecentanangustiadosyalterados como su compañero de viaje. Notó el agradable escalofrío de lomisteriosomientrasconcuidadoguardabaelescritorepudiadoenunbolsillodesubolso.Lamayoríadelospasajerossehabíainstaladoensalonesycamarotesparala

travesía, porque hacía una noche húmeda y fría. La señorita Yates,resplandecientedelibertadyaventura,estabaresueltaanoperderseunasoladelas sensacionespropiasdelviaje;prefirió recluirseconunamantaalabrigodeunodelosbotes.Cuandovolvióaverlo,elhombrequetantohabíadespertadosuinteréspudopensarqueeseextremodelacubiertaestabadesierto.Saliendodeuncamarotedelacubiertasuperior,reanudósurecorrido;yellasediocuentadequeahorallevabaelpaqueteinformedebajodelbrazo.Pocodespués,sedetuvo

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juntoa labarandilla;y se alejódeella sobresaltadocuandounmiembrode latripulaciónpasócercadecaminoasusresponsabilidades.UnminutodespuéssucedióloquelaseñoritaYates,másomenos,habíaestado

esperando. El viajero misterioso se acercó de nuevo a la barandilla ydiscretamentedejócaerporlabordaloquellevaba,fueraloquefuera,hecholocual,bajóydesapareció;ylaseñoritaYatesnoseloencontróotravezhastaquedesembarcaronenDieppe.SefijóenquefueunodelosprimerosensalirdelagaritadelaAduana,peronieneltrennienningúnotrolugarvolvióaponerlosojos en el hombrequede forma tan sorprendentehabía repudiado la hojita depapel.

La señoritaYates no pensó en la cuartilla que había intentado devolverle a sudueño hasta media hora después, tras saborear el placer de hojear el primerperiódico francés que veía en muchos años. Prescindiendo de las animadaspolémicas del Homme Trompé, que había hallado no poco desconcertantes,repasódenuevo losdetallesdel rompecabezasque tantohabía intensificado lafelicidaddesuliberacióndelavidacotidianaenFarnham.¡Aver,elpapelito!Sisu propietario había optado por negar todo derecho sobre él, estaba claro quepodíaleerlocualquiera.LaseñoritaYatessacóelpapeldesubolsoeinmediatamentesefijóenqueel

encabezamientollevabalafechadeaquelmismodía.Noobstante,loqueleyóacontinuación,escritoconletraseguraeinteligible,fueunasorpresatodavíamásemocionantequetodoloquehabíaocurridohastaentoncesenelbrevecasodelpasajeromisteriosodeDieppe.Varias cabezas se volvieron bruscamente y otras tantas miradas se fijaron

sobresaltadas en aquella inglesita tranquila que exclamó en voz alta: «¡Madremía!».

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CapítuloIII

Lamuertedeunfilántropo

Para la experimentada mirada del inspector jefe Gideon Bligh, la escena seexplicabaporsísola...,hastaciertopunto.ElcompetentefuncionarioestabadepieenmitaddeldormitoriodeldifuntoJamesRandolph,enelpisodearribadelnúmero5delaplazaNewbury,queenunaépocamássencillaseconocíacomoCaballerizas deNewbury. Era un recinto pequeño, al que se llegaba por unospasajesabovedadosdesdelascallesquehabíaaamboslados,enlosalrededoresdeParkLane;delapulcrafiladeestablosycocherastransformadasenviviendasacomodadas,elnúmero5eraelquesehallabamáscercadelacalleBullingdon4.Mientras reflexionaba sobre su posición, el señor Bligh se acarició con una

manode buen tamaño el cráneo prematuramente calvo. Su apariencia siemprehabíacausadorespeto.Eraaltoydesgarbado.Ibabienafeitado,ysurostro,derasgosenormesyvigorosos,mostrabahabitualmenteunaexpresiónadusta.Teníalapielalgobronceada,peroporlodemásincolora.UnsargentodelaPolicíaestabadepieenlapuerta,siguiendoatentamenteel

trabajo del hombre de la central. Ya había informado a su superior de lo quehabíaaveriguadodesdequeunallamadatelefónicahabíaconvocadoalaPolicíaenaquellugar,pocodespuésdemedianoche;habíamencionadolomásnotablede lo que había revelado el examen del dormitorio, y lo que consideraba una«prueba rara» en la sala que había debajo.Eran ahora las ochoymedia de lamañana.ElmédicodelaPolicíahabíadejadoelcuerpotalcomolohabíaencontrado,

tumbado bocabajo delante del aparador. Habían disparado al anciano por laespalda,yestehabíamuertoalinstante,ylabalahabíapenetradopordebajodelomóplatoizquierdo.Enaquelmomento—tuvieraonoimportancia—,sehallaba

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ensituacióndeparticularindefensión;porque,vestidodepiesacabezaconropadediario,habíaestadoquitándoseelabrigo.Lamangaizquierdalaencontraronala mitad del brazo correspondiente, y la derecha acababa de resbalar hombroabajo,demaneraquemomentáneamenteteníalosbrazosinmovilizados.Atodasluces,nohabíapensadoquecorríaelmenorpeligrodequeloatacasen.La habitación, mantenida en un estado de inmaculada pulcritud, estaba

amueblada con cierta sobriedad; sin embargo, el inspector Bligh sabía losuficiente del tema como para darse cuenta de que los escasos muebles eranartículos de valor..., probablemente, dada la reputación de sibarita que habíatenidoelmuerto,degranvalor.EraevidentequeRandolphhabíaestadoapuntodevestirsepara lacena.Su

ropadeetiquetaestabadispuestaconesmeroendossillas.Loquehabíallevadoenlosbolsillosestabaamontonadodelantedelespejodecualquiermanera:unabilletera que contenía siete libras; un puñadodemonedas; un reloj de bolsilloconunafinacadenadeeslabonesdeoroyplatino;unestucheparalasgafas;unllavero de cuero; unas cuantas cartas, correspondencia comercial corriente; unlapicero; y, sin congruencia alguna con los demás artículos, un tapón dechampán.Elinspectorexaminóestoúltimoconciertointerés.Sinduda,eraextrañoque

Randolph,siunosedejaballevarporlasapariencias,lohubierallevadoencima.¿Lohabríautilizadoparacubrirlapuntadeunobjetoaguzado?Elagentedelaley llegó a la conclusióndequeno era el caso.El tapónnopresentabamarcaalguna,ytodoparecíaindicarqueestabaenelmismoestadoquecuandosaliódela botella; llevaba la marca «Felix Poubelle 1884». El inspector se frotó labarbillamientrasexaminabaestosdatos;sinembargo,nofuecapazdeatribuirleselmenorsignificado.Cercadelapiladeefectospersonalessehallabanlaspiezasdeunamaquinilla

deafeitardesmontadaalaquelefaltabalacuchilla.Losotrosutensiliosparaelafeitado, como no tardó en averiguar el señorBligh, se encontraban entre losartículos deun estante del cuarto debaño contiguo.Nohabían sidoutilizadosrecientemente.Enelmismoestanteestabael estuchede lamaquinilla,yenelinterior había dos cuchillas nuevas dentro de unos envoltorios intactos. Por lotanto,lapresenciasobreelaparadordelamaquinillasolitaria,desmontadaysincuchillaerallamativa.

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Acontinuación, el inspector se volvió hacia una cómoda pequeña que habíacontralapared,alladodelapuertaquedabaalpasillo.Sobreelcaminodemesabordadodelinoazulquecubríalapartesuperior,habíaunajarradeaguamediovacíayunvasodelquealpareceralguienhabíabebidoagua.Bastabaunaojeadapara ver que tanto en la una como en el otro habían quedado las inevitableshuellas dactilares (probablemente, las del propio Randolph, concluyó triste elinspector). Aun así, más valía asegurarse. En general—así pensaba el señorBligh—,losasesinosnoerancomolosdemásdelincuentes.Todosloscriminalescorrientes conocían las huellas dactilares; y ninguno asesinaba de maneradeliberada.Losasesinostendíanasermuyrespetables;porlomenos,anosabernada de losmétodos de los delincuentes, ni tampoco de los de la Policía.Detodasformas,unavezmás,eramejorasegurarse.Posponiendo esa cuestión hasta una investigación posterior, se giró hacia el

hogar. La Policía había averiguado que, cuando hacía frío, Randolph siempretenía encendido un buen fuego de carbón. El fuego de la víspera se habíaapagado,yelinspectorexaminólascenizasconelatizadorpequeñoqueestabaamano.Sinembargo,subúsquedafueinfructuosa.Luego recorrió con lamirada el suelo de la habitación, y se detuvo bajo la

ventana,dondehabíaungurruñodepapeldeestrazaycordelesenredadosqueechaba a perder el escrupuloso orden del lugar. Un breve examen reveló quehabíanabiertovariospaquetes,atadosconcordelsellado,quesucontenidohabíadesaparecido,yque los envoltorios estaban tirados sinordenni concierto.Delaspectodedichosrestos,elseñorBlighdedujoquesetratabadepaquetesfinosquehabíancontenidocartasoalgunaclasededocumentos,yquecadapaqueteestabamarcadoclaramenteconunnúmerotrazadoconunlapiceronegroblando.Entodosloscasos,lossellosestabanintactosyhabíancortadoelcordelconuninstrumento particularmente afilado, como saltaba a la vista por la secciónperfectamentelimpiadeloscabos.El inspector entornó los ojos al tiempo que sus hábiles dedos alisaban los

envoltoriosarrugadosparadevolverlessuformaoriginal...Conchasahoravacíasdematerialtalvezexplosivo.¿HabíandisparadoaRandolphporloquehabíaenlos paquetes? ¿Era ese el botín que buscaba el asesino? ¿Cartas, papeles? Nidinero ni objetos de valor, estaba claro—de eso quedaba bastante encimadelaparador—.¿Yquétipodecartasopapelespodíajustificarquitarlelavidaaun

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hombre?Apartede tratados secretosyotros elementos típicosde los librosdesuspense,quenosetomabamuyenserio,alseñorBlighseleocurríaunoquehubiesevalidosuprecioenculpaypeligro,yellonopocasveces.No obstante, ¿en qué cabeza cabía que el anciano James Randolph, el

hacendoso arquitecto de obras de caridad, tuviera el menor interés en elchantaje? Aunque Scotland Yard estaba al corriente de algunas pequeñasexcentricidadessuyas—tantoesloquesabedetantospersonajespúblicos,porpoco que estos lo imaginen—, no había nada que sugiriera la más leveilegalidad. Además, hacía años que el hombre era inmensamente rico, y losorígenesdesuriquezanoeranningúnsecreto.Nohabíapodidoestartentadodecometerunodelosdelitosmássórdidos.Dejando esta dificultad de lado por el momento, el señor Bligh hurgó con

diligencia en el papel de estraza y el cordel, y no tardó en descubrir debajo,encimadelaalfombra,unacuchilladeafeitar.Frunciólos labiosenunsilbidomudo.Nocabíadudadequesetratabadelinstrumentoelegidoapresuradamentepara abrir los paquetes: una cuchilla sacada de lamaquinilla en la que estabacolocadaypreparadaparaserusada.Alagacharse,elinspectorreparóenqueerauna cuchilla de la marca que correspondía a la maquinilla desmontada deltocador, igual a las dos que había dentro de sendos envoltorios sin abrir en elestuchedelamaquinilla.El señor Bligh pensó que, si quien había cortado los cordeles con aquella

cuchilla no había dejado huellas, solo podía ser porque había tomadoprecaucionesparanodejarlas.Elinspectorusósupropianavajapararecogerlalaminita de acero de la alfombra y colocarla al lado de la jarra de agua y delvaso,queyaestabanapartadosparaserexaminadosporlosexpertos.Entonces empezó a explorar con la mirada la pared de aquella área de la

habitación, y al punto descubrió la diminuta cerradura de una caja fuerteempotrada;unacajarudimentaria,sugeríalaexperienciadelseñorBligh.En el momento en que esto ocurría, se escucharon unos pasos pesados y

veloces en las escaleras, y el rostro rojo y emocionado de un joven agenteapareció por encima del hombro del sargento que se hallaba en la puerta. LafórmulaqueelseñorBlighhabíaempleadocientosdevecesenlosiniciosdesucarreraleacudiódenuevoaloslabios:—Aver—dijo,malhumorado—,¿sepuedesaberquépasa?

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—Eselchicoqueestádeguardiaenlapuertadelacalle—explicóelsargentoconlacadenciadequienestáacostumbradoalosdisparatesdelainexperiencia—.¿Quéhay,Clarkson?—Señor,acabodeencontrarestoenlaesquinadelpasillo,nadamásentrar—

dijoeljoven—.Meparecequepodríaserimportante.—Enseñóunaetiquetadeequipaje verde a la que, por lo que fuera, se le había roto la cuerda—.Es unrincónoscuro,ylaetiquetaescasidelmismocolorquelaalfombra.Lapuertadaaunpasadizoestrecho,comosabe,señor,ytienequesercomplicadosalirdeprisa con una bolsa, sea del tamaño que sea. La etiqueta ha debido deengancharseenalgúnsitio,ysehabrácaídosinqueeltiposehayadadocuenta,siibadeprisa...semeocurre,señor.Elinspector,quehabíaescuchadoconimpasibilidadpétrea,cogiólaetiqueta.

Con letra temblorosa pero bastante legible, estaba inscrito: «Bryan Fairman,pasajeroaDieppe».—AsíqueDieppe,¿eh?—dijoelseñorBligh,pensativo—.¿Noserá...?—Se

dirigió al solícito sargento, cortante—:Póngame inmediatamente conScotlandYard.Elaparatoestabaencimadeunadelasmesillasqueflanqueabanlacama;yel

sargentosedirigióaélatodavelocidad.—Muybien,Clarkson—dijo el inspector—.Esmuy posible que esto tenga

queverconelcaso.Voyaseguirestapista.Vuelvaasupuesto.Cogióelteléfono.Enseguida estaba al habla con un colega de la central, y daba instrucciones

apresuradas para que se averiguara si un pasajero que decía llamarse BryanFairman había viajado en el barco nocturno que había llegado a Dieppe esamañana. Había que pedir a la Policía francesa, dijo, que, si el hombre eraidentificado, y suponiendo que se hubiera quedado en Dieppe, colaborasereteniéndolo. Si no, sería de gran ayuda si pudieran averiguar su paradero, yaquetalvezpesarasobreélunaacusacióngrave.ElseñorBlighsedespidió.

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4TantolaplazaNewburycomolacalleBullingdon,aligualquemásadelanteelcallejónTorringtonyla

calleWigram(capítuloVIII),parecenserficticias.

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CapítuloIV

Noeradurodeoído

—Y,ahora—ledijo el inspectorBligha su subordinado—,vamosa echarunvistazoalasalayaesapruebarara,comousteddice.Bajóenprimer lugar lasescalerasque llevabana lahabitacióndedebajodel

dormitorio.Eraunaestanciadeaspectomenosespartanoquelaotra,dadoquelamullidamoqueta gris y sin dibujo, que cubría el suelo de un extremo a otro,producíadeinmediatounaimpresióndecomodidadmássuntuosa.Dossillonesderespaldobajoygruesoscojinesflanqueabanunhogaranticuado.Entreunodeellos—elqueestabadeespaldasalaventana—ylapared,habíaunamesadeltamañoprecisoparasostenerunaparato telefónicoesmaltadodegris,unaguíade teléfonos de Londres y un ordenado montón de periódicos y documentosimpresos. En el centro había una mesa ovalada, y delante de la ventana, unescritoriopequeño;ambos,comoelinspectorsupusocorrectamente,«piezas»degran valor. En ángulo recto respecto de este últimomueble, un acogedor sofácon reposabrazos estaba pegado a la pared; a su lado había una estrechaestanteríadepocomásdesesentacentímetrosdealto.Eneldormitorionohabíalibros a la vista. Aquí la estantería parecía abarrotada de libros de consulta,abarcandodesde laausteridaddeBradhsaw,BaedekeryWhitaker5alatractivomásseductordeunagranfiladeanuariosdesubastasdearte.ElseñorBlighpasópocotiempoexaminandolahabitaciónyloquecontenía.

Todoparecíaestar justoenelestadodepulcritud inalteradaqueunhombredecostumbres rígidamentemetódicas exigiría en su hogar.Ungesto del sargentohizoquecentrasesuatenciónespecialmenteenelescritorio.Encimasehallabadispuestaenordenla típicacoleccióndeartículosdeescritorio,enunarmaritochinolacadoencuyosestanteshabíacolocadospapeldecartas,foliosblancos,

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tarjetasysobresdevariostamaños.Encimadel armarito seveíauncalendariodemesa.Acadadíacorrespondía

unahoja separada, conunacitade laBiblia alpie,y lashojas estaban sueltasparapoderpasarlasalrededordeunosarosdemetalconcadanuevodía.Sobrelaque ahora se ofrecía a la vista estaban apuntadas dos citas vespertinas endireccionesdelaCity,seguidasdelaspalabras:«17:30.VisitadeT.Searle»,quepresuntamente se referirían a una visita que Randolph esperase en su propiacasa.Lahojaexpuestaeraladeldíaqueacababadeempezar;no,comohabríasidonatural,ladeldíaanterior,eldíadelcrimen.Esahojafaltaba,yunosrestosde papel mostraban que la habían arrancado del calendario sin miramientos.Manejandoelcalendariocondelicadeza,elinspectorcomprobóqueeralaúnicahojaquefaltaba.Sabíaquenadiehabíatocadoelcalendariounashorasantes,cuandolaPolicía

examinó el lugar por primera vez, y tomó nota de que una hoja había sidoarrancada.Analizó el dato con el ceño fruncido.Alguien, antes o después delhomicidio,habíaalteradoaquelregistrodeloscompromisosdeRandolph,ylohabía alterado con algún fin.Los dedos de lamano izquierda del señorBlightamborileaban suavemente sobre su cráneo pelón... En él eso era señal deemocióncontenida.—Pues tenía razón—sedirigió al sargento satisfecho—.Esto es importante.

Aunquenosésiescorrectodecirqueesraroqueunasesinodestruyalaúnicapruebadirecta de queha estado en el lugar.Y ahora quiero ver al talRaught.Tráiganmeloaquí.El criadodeRandolph, al quehabíandichoque sequedase en el dormitorio

contiguoalasala,notardóenpresentarse.Erauntipoenjuto,pequeño,conelrostro oscuro y la mirada huidiza (un individuo sospechoso en circunstanciasnormales,pensóelinspector;yqueahoraparecíaenfermoyasustado).ElseñorBligh lomirócondurezaunosmomentos; luego,dijoconunacalmaque soloparecióaumentarlaincomodidaddelhombre:—AsíquesellamaustedSimonRaught.—Sí,señor.—EraustedelcriadopersonaldeldifuntoseñorRandolph,ysiempredormía

enestelugarcuandoélestabaaquí.¿Meequivoco?—No,señor.

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—¿Habíamáspersonal?—Aquí no, señor. El señor Randolph vivía en la casa de Yorkshire, donde

pasabacasi to el tiempo.Apartedemí, solohayuna señora, la señoraBarley,que se ocupa de este sitio. Tiene llave y es la que limpia to el año.Al señorRandolph le gustaba mantenerlo de manera que pudiera venir a Londres encualquiermomentosinavisar.Siempreycuandoélseloencontraseapunto...,ytengo que decir que siempre fue el caso..., la señoraBarley podía organizarsecomomejor le pareciera. Cuando estábamos aquí, yomismome ocupaba deldesayunoydehacerlosdormitorios.ElseñorBligh,queseguíaclavandoenRaughtunamiradaqueestecontinuaba

esquivando,dijoafablemente:—Comocriado,noessutrabajo,¿no?—Yo no lo veía así, señor... Trabajando pa el señor Randolph, no —dijo

Raught.Tragósaliva,nervioso,yprosiguió—:Medabaigualhacerloquefueraporél,porqueselodebíato,porasídecir.Elinspectorgruñóconescepticismo.—¿Y la señora Barley? —preguntó—. ¿No tendría que haber venido esta

mañana?—No sé cuándo llegará, señor —declaró Raught—. Estaba aquí cuando

bajamosdeYorkshireantesdeayer,yayerporlamañanavinounahora.Pero,encuantoseenteredeloquehapasao,notardaráenvenir,nolodude.—¿Quépuededecirmesobreella?—Esunaseñoraperfectamenterespetable,señor;nohayniquedecirlo.Antes

dequeelmaridomuriese,meparecequeera carpintero..., vivíanalquilaosenuna casa del señor Randolph en Humberstone. Me han contao que el señorBarleyandabaconmalascompañíasyquesemetióennoséquélío,señor,yqueel señor Randolph le echó una mano; pero contra la señora Barley nunca hahabidona.Desdequemurióél,viveconlahermana,quetieneunapensiónqueusan sobre todo extranjeros, que yo sepa... Está en Bayswater, en OldburyTerrace,nomeacuerdodelnúmero.El inspector tomó nota de estos detalles en su cuaderno; luego consultó un

apunteanterior.—Cuando esta mañana lo interrogaron por primera vez, mencionó a un

secretario.

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—ElseñorVerney,sí.EselcaballeroqueseocupabadelascausasbenéficasdelseñorRandolph...,desusbuenasobras,digamos.CuandoelseñorRandolphestabaaquí...—¿CuándoestabaaquíelseñorRandolph?¿Cuántotiempopasabaaquí?—No habíana fijo, señor. Cada pocas semanas... No sabría precisarmás; a

vecesconmásfrecuencia...Bajábamosdosotresdías.Estavezllegamosantesdeayer,elmartes.—Bueno,¿yelseñorVerney?—SubíamuchoaBrinton,señor,lacasadeYorkshire;peronovivíaallí.Tenía

un piso aquí, en Londres, en la calle Purvis Crescent, 36..., cerca de la calleWillesley. Tengo entendido que pasa mucho tiempo ocupándose del InstitutoRandolph,señor,enKilburn...Esunaespeciedeasociacióndeniñosyjóvenes.Cuandoestábamosaquí,elseñorVerney,quetiesupropiallave,veníaahablardenegocios.Esperabaverloaquíantesdetoesto,señor.El señor Bligh volvió a apuntar algo; luego siguió clavando una mirada

intimidatoriaenelhombrequeteníadelante.—¿Ydóndediceustedqueestabaanoche,cuandoasesinaronasujefe?Raught repitió el resumende susmovimientosqueel inspectoryaconocía a

grandesrasgos.Eraeldíalibredelcriado,comotodoslosmiércoles.Nohabíasalidohastapocoantesdelasseisymedia,despuésdedejarpreparadalaropadelseñorRandolphparalacenaenlaqueteníaquehabersepresentado.Alsalir,RaughthabíaidodirectamenteaLosTresToneles,enlacalleRowington,dondehabíapasadounrato,yacontinuaciónhabíavisitadoElCiervoCorredor,enlacalleGooch.Amenudohabía«utilizado»amboslugaresestandoenLondres,yenambos loconocíanbien.LaseñoritaWhicker,de losToneles,yArchie,delCiervo,podríancorroborarsudeclaración.LuegoRaughtsehabía reunidoconsuhermana,laseñoraLivings,yelmaridodeestaenelrestaurantePilatus,delacalleWarsaw,a las sieteymedia.Despuésdecenar fueronaBattersea,dondevivían sus parientes, y visitaron el cine Parthenon, donde ponían una películallamadaTerrorcondosrevólveres.Despuéstomóunacopaencasadesucuñadoy volvió a la plaza Newbury justo antes de las doce. No se esperaba quevolviera, explicó, antesdemedianoche,dadoqueel señorRandolphera«muyhumano»enesesentido.—¿Yluego?—preguntóelseñorBlighconsumolestotonoincoloro.

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Raught subió para ver si su jefe había regresado. Encontró la puerta deldormitorioabiertadeparenpar,lasluces,encendidas,yasujefe,muertoenelsuelodelantedelaparador;lehabíadado«unsusto,señor,comonunca».«Notó»alpuntoqueelseñorRandolphestabamuerto.Nocabíalamenorduda,dijoelcriado,viéndolo«ahítirado».Porlotanto,llamóalaPolicíadeinmediato,concuidadodedejartodotalcomoestaba.Alentrar,novioseñalesdequehubierahabido un desconocido. En respuesta a una pregunta, Raught declaró que nohabíatocadoelcadáver;nisiquieralohabíaexaminadodecerca,yaque«selehabíanpuestolosnerviosdepunta».¿Cómohabíasabidoentoncesquesetratabadeunasesinato,yqueteníaquellamaralaPolicía?Raughtnolosabía;tansolohabía«supuestoquedebíadeserlo».ElinspectorBlighreanudóentoncessuestudiomudodelpocoatractivorostro

deRaught.Elcriado,cuyosojosvagabanentodasdirecciones,sacóunpañueloyloestrujóentrelaspalmasdelasmanos.Depronto,elinspectorledisparóunapregunta:—¿Nosemetióustedenproblemashaceunosaños?—Bueno,señor—dijoRaughtconesetonosincerocaracterísticodequienesse

sientendescubiertos—,hubounasuntillo,unfraude...—Querrádecirchantaje—intercalósiniestroelinspector—.Yameparecíaque

mesonabasucara...Veomuchasparecidas.Raughtsepasólalenguaporloslabiosyadoptóunaexpresiónofendida.—De veras que no fue chantaje, señor. ¿Qué gano mintiéndole? Estaba un

pocoapurao,señor...Esqueapostaba.Enaquellaépoca,trabajabaparaelseñorRandolph,y, con lamemoriaque tiene, señor, se acordaráusteddequeéldioreferenciasdemibuencarácter.Nosepuedesermásgeneroso.Mecayeronseismeses, y, cuando salí, volvió a contratarme. No hay muchos caballeros quehubieranhecho eso...; evitar que fuera demal en peor, por decirlo así.Habríadadolavidaporél,señor.La sentida confesión de Raught no hizo mella en el inspector, para cuyo

experimentado oído no sonaba auténtica. Tampoco se fiaba de la coartada deaquel individuo.SegúnelcirujanodelaPolicía,eraprobablequelamuertedeRandolphsehubieseproducidoentre lassietey lasdiez.Anoserque tanto laseñoritaWhickercomoArchie fuesencapacesdedarcuentade la llegaday lasalida de su cliente con cierta precisión, en la historia de Raught había un

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margen de incertidumbre antes de que llegase a su cita verificable en la calleWarsaw.Dejandodeladodichoasuntoporelmomento,elinspectorabrióotrofrente.—¿Sabe usted si alguien tenía cita para ver al señor ayer por la tarde, o si

alguienpudovenirporlatardeporelmotivoquefuera?—Bueno,señor,laúnicacitaqueteníaelseñorRandolph,queyosepa,claro...,

eraa lasseis,conelseñorTrent,elartista,quehacetiempoestuvoenBrintonpintandosuretrato.Elinspectoresbozóunasonrisa.—¡Ajá!Asíqueel señorTrent,elartista, teníacitaa lasseis.¿Porqué?¿Es

que el señor Randolph no estaba contento con el retrato que le hizo el señorTrent,elartista?—¡Oh!De eso nada, señor... Todo lo contrario.A todo elmundo le gustaba

muchoelretrato,ymepareceque,cuandocitóalseñorTrent,elseñorRandolphteníalaintencióndeponersedeacuerdopahacerotroretrato;mejordicho,unacopiadelprimero.Ibaaserpaelsalóndelinstituto,señor,elsitioqueledije.ElseñorVerney estaba entusiasmado con la idea, y, aunque al principio el señorRandolpherareacio,alfinalleparecióbien,señor.—Ya veo. Claro que le pareció bien.—El señorBlighmiró por la ventana,

pensativo—.Asíque ibaaserunacopia...Parael instituto...Bien,bien.¿Estásegurodequeeraparaelinstituto?—Oh,sí,señor.ElseñorVerneynoveíaelmomentodetenerlo.Loestuvieron

hablandolasemanapasada,cuandoelseñorVerneyestuvoenBrinton,señor,yelseñorRandolphdijoqueleibaamandarunanotaalseñorTrentdeinmediato.Depronto,elinspectorvolvióaclavarlamiradaenRaught.—Ustednotieneproblemasdeoído,¿verdad?—comentóafable;y,mientrasla

pálida cara del hombre se ponía roja, añadió—: ¿Seguro que no ha olvidadootrosdetallesnimiosdeesaconversaciónprivadaentresuseñorysusecretario?¿No?Bueno.Entonces,¿elseñorTrentllegóalasseis?—Acababan de dar las seis cuando le abrí la puerta, señor —dijo Raught,

cabizbajo—.Fuecasualidad,señor,pordecirloasí,queestuvieracuandollegó,porquelosmiércoleslibroapartirdelastres.Peroyasabe,señor,lomaloquehizoayer,ynoteníanadaquehacerantesdeveramihermanayasumaridoalassieteymedia,asíquemeechélasiesta,yluegoamitrajebuenolehacíafalta

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unrepasoconlaplancha,yentreunacosay...—Déjesedemonsergas—cortóelseñorBligh—.Alasseisseguíaaquí,¿no?—Sí,señor.Y,cuandofuiaabrirlapuerta,elseñorRandolphestabasaliendo

delasalaparaabrir;«¡Oh!Estáustedaquí»,dice.«Bueno,sieselseñorTrent,tráigaloaquí»,dice.AsíquellevéalseñorTrent.—¿Ydequéhablaron?—Nosabríadecirle,señor.—Me imaginoquenoescuchó—comentócon tononeutroel señorBligh—,

porqueyalosabíatododeantemano.Bueno;luego¿qué?—Másomenosuncuartodehoradespuésoíabrirselapuertadelasala,yel

señorRandolphme llamaparaqueacompañeal señorTrent a la salida,y esohice.Ynosénadamás,señor.SiayervinoalguienmásaveralseñorRandolph,notengolamenoridea,porquesalípocodespués,ynovolvíhastacasilasdoce,comolehedicho.ElseñorBlighreflexionóduranteunmomento,conlatorvamiradafijaaúnen

eldesgraciadodeRaught.—Diceustedquesalió—resumióalapostre—alasseisymediacomomuy

tarde. Y el señor había quedado para cenar en la City. Le ha dicho aquí alsargentoquelacenaeraalasocho,yqueelseñorRandolphsolíapediruntaxicuandoteníacompromisosdeesaclase.¿Meequivoco?—Enabsoluto,señor.EnLondresnoteníacoche.—¡Ajá!Da tiempo—musitóel inspector;y luegopreguntó—:¿Quésabede

untalBryanFairman?Raughtpareciósinceramentesorprendidoporlapregunta.—SupongoquesetratadeldoctorFairman,señor.—Puedeser—gruñóelseñorBligh—.¿Quiénes?—Meparece,señor,queesunodelosmédicosdelmanicomiodeClaypoole,

que lleva el nombre del señor Randolph y, como seguramente sabe, señor, semantienesoloconsudinero.—ElseñorBlighasintió—.SolohevistoaldoctorFairmanunavez,unanochequeestuvocenandoenBrinton.Meparecequelohabíaninvitado,señor,parahablardeloquehacíaenelmanicomio.—¡Le parece! —comentó el señor Bligh con énfasis devastador—. Querrá

decir que escuchó lo que hablaba con el señor Randolph.Así que ha visto aldoctorFairman.¿Cómoes?¿Alto,bajo?¿Rubio,castaño?Descríbalo.

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Raught,claramentealiviadoporqueotrapersonahubiesellamadolaatencióndelaPolicía,reflexionóduranteunosinstantes.—Sololoviesavez,señor,yharádeesotresmesesmásomenos;nopuedo

precisarle la fecha exacta. Pero recuerdo a un caballero de estatura, diríamos,mediana,bastanteflaco,conelpelooscuroyunbigotito,unpocopálidodecara.—¿Quéedadleechó?¿Llevabagafas?—Diría que anda por los treinta, señor.No le vi gafas;me pareció que veía

bien, con lamirada como penetrante cuando temiraba, como quien dice. Norecuerdo na fuera de lo normal, salvo que parecía un poquito nervioso (dabarespingoscontinuamente,yameentiende).—¿Yelgesto?¿Amable?—Quéva,señor.Yodiríaqueserio...Aver,noesquefueradesagradable,nada

deeso,perocomoquenoeraderisafácil.Simepermite—añadióRaughtconaire de astucia rastrera—, el gesto del doctor Fairman es un poco como el deusted,señor.—Noeradesagradable,¿eh?—dijoelseñorBligh—.Bueno,siustedlodice...

Bien,prosigamos;apartedelaspecto,¿quésabedeldoctorFairman?—Nada, señor; solo lo que he oído comentar al señor Randolph y otras

personas,cuando...—...cuandocasualmenteteníalaorejacercadelacerradura—sugirióelseñor

Bligh,afable.—No,señor—dijoelcriado,comoquienarmadodepacienciadejamargena

las cavilaciones de un temperamento suspicaz—. En mi posición, señor, amenudooigolasconversacionesdelagentesinescucharlas,inclusoenunacasatan grande como Brinton. Y en un sitio pequeño como este (usted mismo lopuedever,señor)notengomásremedioqueoírgranpartedeloquesehabla,ano ser que quieran mantenerlo en secreto. Con las puertas abiertas, y yotrabajandodeacápa allá...Y,conociendoal señorRandolph—añadióRaughtcon el primer ramalazo de verdadero sentimiento que había advertido elinspector—, si queríamantener algo en secreto, lomantenía en secreto; se lodigoyo.—Yniunmalditoerror—apuntóelseñorBlighconunasonrisalevísima.—Biendicho, señor—dijoRaught—.Peroconesto soloquierodecirqueel

viejo...,perdón,el señorRandolph...,noera tonto,porgenerosoque fuera.Lo

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que puedo decirle, señor, es que, si quería ver a alguien aquí sin que nadieescuchara,solíaquedarelmiércolesporlatarde,queescuandolibro,yatendíalapuertaélmismo.—Noeratonto,comodice—comentóelinspector,ácido.Raughtpasóporaltoestecomentarioinjurioso.—EncuantoaloquesedecíasobreeldoctorFairman,sunombresaliómásde

una vez en las conversaciones entre el señor Randolph y el señor Verney. ElseñorVerney,porlovisto,teníabuenísimaopinióndeunproyectoespecialqueeldoctorFairmanllevabaenelmanicomio;nosédequésetrataba.Medabalaimpresión de que el señor Randolph no lo veía con los mismos ojos... Lomencionabadeformacortante.Meacuerdoqueunavezdijoquelopeordelosloqueros...—¿Dijo«loqueros»?—interrumpióelseñorBligh.Elcriadovaciló.—No, señor;perousóunaexpresiónque significabaobviamente eso.Ydijo

quelopeordelos loquerosesque,cuandoselesmetealgoentrecejayceja...Esosílodijo,selojuro.Elinspectorvolvióasonreírconfrialdad.—Yadecíayoquenoeradurodeoído—comentó—.¿Oyóalgomássobreel

taldoctorFairman?—Norecuerdonamás,señor.El señor Bligh suspiró suavemente. En aquel momento, el buscadísimo

Fairman,sisehabíasubidoalbarconocturno,comotodoparecíaindicar,podíaseguir en Dieppe. Por otra parte, era más probable que su verdadero destinofuera otro, y podría estar alejándose por momentos del largo brazo de la leyinglesa.Elinspectorseacercódandograndeszancadasalteléfonodelasalaynotardó en estar al habla con elmismo agente con el que se había comunicadoantes. Repitió en pocas palabras, para que fuese transmitida a Dieppe, ladescripciónqueRaughthabíafacilitadodelsospechoso,ypidióquesehicieranaveriguaciones inmediatamente en la Clínica Psiquiátrica Randolph deClaypoole,decuyaplantillamédicaformabaparte.—Bien,veamos—prosiguió,volviéndosehaciaelcriado,queesperabadepie

e intranquilo a que volviera a prestarle atención—, antes de salir, ¿dejópreparadalaropadeetiquetadesuseñor?

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—Sí,señor.—¿Lesacólamaquinilladeafeitar?—No,señor.Queyosepa,nuncalehizofaltaafeitarseporlatarde.Coloquéla

maquinillaenelestantedelbaño,conlasotrascosasdeafeitado.—¿Lamaquinillateníacuchilla?—Puseunacuchillanuevaparalamañanasiguiente,señor.AlseñorRandolph

legustabausarcuchillanuevacadadía.—Y,cuandoencontróelcuerpo,¿sefijóensilamaquinillaestabaencimadel

aparador?—No,señor.Estabademasiadoafectadocomopafijarmeenalgoasí.—¿Tampocosediocuentadequehabíaunmontóndepapeldeestrazaycordel

enelsuelo?Raughtbajólamirada.—Ahora que lo menciona, señor, de eso sí que me di cuenta... Una pila

desordenada debajo de la ventana, como si alguien se hubiera puesto a abrirpaquetes.Nomeacordaba,señor...,deverasqueno.Ynolatoqué.Elinspectorgruñó.Teníalaimpresióndequeelcriadoestabarespondiendoa

laspreguntascontantasinceridadcomoeracapazdemostrar.—¿Sabe—preguntó— si normalmente el señor tenía objetos de valor en el

dormitorio?Elcriadovaciló.—Que yo sepa, no, señor, solo gemelos y cosas así. Pero me parece... Me

parecequeteníaunacajafuerteenlapared,alladodelaventana.ElrostrodelseñorBlighseendureció.—¡Vaya!—dijosinlamenorcortesía—.¡Leparece!¿Noestáseguro?—Bueno, señor —dijo Raught a regañadientes—, sí que he visto una

cerradura...—Claroquelahavisto—dijoelinspectorbrutalmente—.Ylosbordesdela

puertatambién.Loqueleestoypreguntandoessisabeloquehabíadentro.—Esosíqueno, señor—protestóelcriado—.Ynuncaestuvoabiertaenmi

presencia.ElseñorBlighsiguióexaminándolocondesprecio.—A ver, Raught—dijo—, ¿quéme dice de eso?—Señaló el calendario de

encimadelarmaritochino—.¿Normalmentevaahí?

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Elcriadopareciósorprendersesinceramente.—Claro que no, señor —declaró con vehemencia—. Eso... No recuerdo

haberlovistoahíjamás.Lohevistomuchísimasveces,ytodossabíamosloqueera, señor, por supuesto. Vi al señor Randolph apuntar ahí sus compromisosmuchasveces.Peronuncaera...comunicativoalrespecto.Noeraasuntomío,esevidente.Yesecalendario,señor,siempreloconsideróespecialmentepersonal.Siempreloguardabaconllaveenuncajóndelescritorio...Nuncalohabíavistoporahí.Esdelomásextraño,conociendolascostumbresdelseñorRandolph.Moviólacabezadeformaexagerada.—Bueno, pues esto ya está —observó el inspector después de frotarse la

barbillaunmomento—.Ahoravamosarriba—ordenósinmiramientos.La tezplomizadeRaughtsefuevolviendoperceptiblementemás insalubrea

medidaqueseacercabanalahabitaciónenlaqueaúnyacíaelcuerpo.—Bueno, aquí hay otra cosa llamativa sobre la que quiero que me dé su

opinión.—ElseñorBlighseñalóelmontoncitodeobjetosquehabíaencimadelaparador—.¿ElseñorRandolphteníacostumbrededejarahíloquellevabaenlosbolsillos?—Sí,señor.Siempresevestíaaquí.Nohayvestidorindependiente.—¿Y alguna vez ha visto usted algo así entre sus efectos personales?—El

inspector,sindejardeobservarelrostrodelhombre,indicóeltapóndechampán—.¿Seleocurreporquépodíallevarloencima?Raughtmiróperplejoasuinterrogador.—EnloscincoañosquellevoconelseñorRandolph,señor,jamáshevistoun

tapónconsuscosas.Ytambiénesraroqueseaese tipode tapón.Noparecíangustarle losvinosespumosos.Encasa...,en lacasadeYorkshire,merefiero...,nolostocaba,aunquesolíatenerchampánpalosinvitados.—Bueno—dijoelinspector,cortante—,alomejorinvitóaalguienacomero

acenaraquíy lediochampánoalgoporel estilo.Pero supongoqueusted losabría.Elcriadonegóconlacabezaenfáticamente.—Jamáscomíanicenabaaquí,señor;ymenosaúnrecibía.Cuandoestabaen

Londres, casi siempre comía en el club Lansdowne6... Tenía que llamarlo allícuando había algo urgente. Un huevo, alguna tostada y una taza de té por lamañana... Nunca lo vi tomar nadamás aquí. No era un hogar, señor, semire

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como semire. Yo tenía que ocuparme demis comidas. Estaba incluido en elsueldo, y generosamente. Ayer y antes de ayer comió y cenó fuera, como decostumbre.Esverdadquenoestabaaquíalahoradecenar,porquehabíasalido;pero le aseguro que no había comida suficiente para lo que es una cena encondiciones. Y lo único que solía haber para beber era algo de coñac y unasbotellasdesoda,porqueaveceselseñorRandolphtomabaunalagrimitaantesde acostarse. Además —prosiguió Raught tras una breve pausa—, sin dudaanoche pensaba cenar fuera, señor... Era la cena de la Compañía deTabarderos7...,ynuncaseperdíalasactividadesdelacompañía.ElseñorBlighdiomuestrasdeinterés.—Ah,¿no?—preguntó—.¿Yesoporqué?—Bueno, verá, señor —explicó Raught—, el señor Randolph donaba

muchísimo a las obras de la compañía. Tengo entendío que era de lo másgeneroso,señor;y,naturalmente, legustabalaposiciónenqueesoloponíaensusactospúblicos.ElseñorBlighasintió.—Por supuesto —dijo—. ¿A quién no le gustaría? Así que —añadió

rápidamente— estaba usted al corriente de que era la cena de los Tabarderos,aunquenoveíanuncaloquehabíaenelcalendario,yaunqueelseñorRandolphnoera,creoquehadicho,comunicativorespectodesuscompromisos.Esmás:sabía qué pensaba exactamente de la cena de losTabarderos. Parece que sabemuchomásdeloquedaaentender,Raught.El vacilante autocontrol del criado cedió ante esto. Empezó a retorcerse las

manos y con voz sollozante rompió a pronunciar un alegato bruscamentedegenerado:—¡Claro! ¡Siempre igual! Venga a darte cuerda y más cuerda hasta que te

ahorcas tú solo. Le he contao la verdad del Evangelio, y usted me deja pormentiroso.Y¿porquénoibaasaberqueeralacenadelosTabarderos,aver?Tengo oídos, ¿no?Aunque amí nome contara nada, le oí decírselo al señorVerneymediadocenadeveces,paqueseentere;y,sidigoquelegustabaqueledierancobayquelerepitieranqueera lagenerosidadpersonificada,¿acasonohayservicioparaaburrirenBrinton,ynohablandeljefeysusmanías?¡Vamos,hombre!—exclamóRaught con fervor lacrimoso—.Hay que sermu cruel paacosarasíaalguienquenohahechomásquecumplirconsudeberdesdequeha

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empezaoesto...¡Quehellamaoalapoli,ynohecontaomásquelaverdadytolaverdad!Meteslapataunavez,yyanadietedalamásmínimaoportunidad...Aquílaemociónseadueñódeldesdichadocriado,queseenjugólaslágrimas

sindecirpalabra.—Bueno,yaestábien—dijoelseñorBlighsinlamenorcompasión—.Meha

dichomuchomás,muchacho,deloquelehabríasacadotratándoloconguanteblanco.Ahoravamosaverlacajafuerte.Cogióelllaveroyexaminólasllavesensilencio.—Estallavedeaquíesladelapuertadelacalle—gimoteóRaught—.Losé

porquetengounaigual.Delasdemásnosénada.Yamegustaría...—Basta—cortóelinspector.Apartósinvacilar la llavequeencajabaen lacerradurade lapared,ypronto

quedó a la vista el interior de una caja fuerte pequeña y poco profunda... ycompletamentevacía.Desviólamiradaalmontoncitodeenvoltoriosqueseguíatiradocasidebajodelacajafuerteyvolvióaacariciarseelcuerocabelludo.5Respectivamente,librosdehorariosdeferrocarriles,guíasdeviajeyalmanaques.6Clubprivadofundadoen1935,situadoenlaplazaBerkeley,nolejosdeParkLaney,porlotanto,dela

ficticiaplazaNewbury.7Lostabarderos(tabardersotabiters)sonestudiantesdelQueen’sCollegedeOxford.

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CapítuloV

Trentsequedaatónito

Trentestabadepieal ladode laventanade lasaladeestardesucasitadeSt.John’sWood, mirando al cielo y meditando acerca de la envidiable vida quellevabanhombrescomoelbuenodeBlinkyFisher,enretirostanbonitosybiencuidados como la casa de la catedral de Glasminster. Era la tarde del díasiguiente a su despedida de Tía Judith en la estaciónVictoria. Por lamañanahabía bajado en coche aGlasminster con su amigo Patmore, había asistido alespectáculodelabodadeJulianPickett—queparecíabastantemásenervadodeloqueunoesperaríaenunaficionadoalacazamayor—conunajovenquenoteníaunaspecto tanterrible,sehabíareunidoconviejosamigosenlacasadelcanónigoFisheryhabíaregresadoigualquehabíaido.El efecto en su espíritu, como ya esperaba, había sido que lo desagradara

cualquier estilodevidaqueno fueraelde«lasmonásticas caras apacibles, ensilenciosos claustros eclesiásticos»8. Dado que no era especialmente devoto,estaba lejos de ser un erudito y disfrutaba de la compañía de sus congéneres,Trentnuncaentrabaencontactoconlavidadedevoción,erudiciónyreclusiónsinanhelarformarpartedeella.Comoseexplicabaasímismoenunaconocidafrasequerezumacontemplaciónysapiencia,eranegadoparalaspalabras.—¡Quéespléndidapuestadesol,señoraMcOmish!—dijoTrent.Elamadellaves,queestabaponiendolamesaparaunacenasolitaria,miróde

reojoelcielollameante.—Lashevistopeorres9—dijo.Normalmente,eraunapersonadepocaspalabras,pero,tambiénnormalmente,

estas estaban cargadas de sobrentendidos. En este caso, la señora McOmishconsiguiócomunicarqueensuinalterableopiniónnosesacabanadaensalzando

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aquellapuestadesol,olaspuestasdesolengeneral.Trentsacudiólacabeza.—¡Artificioso!—dijoapesadumbrado—.Meimaginoque,parausted,señora

McOmish, toda la naturaleza está anticuada y pasada demoda. La sublime einasequibleautonomíadelarte...Heahísucredoalcompleto.—Alcompleto,no—replicóconcautela laseñoraMcOmish—.Noentiendo

esoquedicedelarrte,ybienpuedeserrqueforrmeparrtedelaconfesióndelaIglesia de laUnidadPrresbiterriana,perro aparrte de eso haymuchasotrrascosas,seloasegurro.—No lo dudo —dijo Trent, pensando en otra cosa—, pero vamos a darle

tregua a la teología, señoraMcOmish. Nos hallábamos departiendo animadosacerca de la puesta de sol, y usted estaba a punto de recordarme esosconmovedores renglones en los que sir Walter Scott describe un fenómenosemejanteenlosTrossachs.Pero¿quédiceeseotropoeta,señoraMcOmish,elquenuncadecíagroserías,peroavecesdecíatonterías?Es,decía,unahermosatarde,apacibleylibre10...—Bueno,queesgrratis11losabemostodos—admitiólaseñoraMcOmish.—...callaelsagradotiempocomounareligiosa,aquienlaadoraciónquitael

aliento...—Quépena—comentólaseñoraMcOmishconciertaaspereza—queelpoeta

nopudiesedisfrrutarrdelbuentiemposinponerrsecatólico.Estáentrrandouncaballerro porr la verrja, señorrTrrent. ¿Es amigo suyo? ¿Va a quedarrse acenarr?Trentobservóaljovenaltoydiscretamentevestidoqueseacercabaalacasa.—Séquién es—dijo—, aunque estámuy cambiado.Meda la impresión de

queahoramismonolesentaríabienlacena...Yodiríaqueacabadellevarseunbuen susto. ¡Anda! —Trent se acercó a la ventana—. ¿Se puede saber quédiantresesesoquehacogidodelcamino?LaseñoraMcOmish,queseaferrabaloscodosconambasmanos,tambiénse

acercóparasupervisarlasaccionesdelvisitante.—Alomejorr esun trrocitodecarrbón—opinó,mostrandomás interésdel

quesolíapermitirse—.Elcarrbónnuevonosllegóhacetrresdías.Recogerruntrrocitodecarrbóntrraemuybuenasuerrte...Yunviejoclavooxidado,todavíamás.Perroelclavo tienequeestarrdoblado,¿sabe?Ah,sí,esunclavo;se lo

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estáguarrdando enelbolsillo.Veinteaños,porr lomenos,haceque tengounclavooxidadoquemeencontrréalladodelaestatuadeTammasCoats12en laplazaDunn...¡Oh,queelSeñorrnosayude!¡Menudosaltohadadoalverrloaustedenlaventana,señorrTrrent!—Debe de tener los nervios destrozados—dijo Trent—. Yo nunca he dado

miedo, ¿verdad, señora McOmish? Las fieras que recorren la llanura ven mifiguraconindiferencia13;ymáslossecretariospersonalesdecongregacionalistasmillonarios.Bueno,pues,siquiereverme,¿leimportallevarloalestudio,quenoestátanenloquecedoramenteordenado?YTrentsefuealapuertaquecomunicabaconsulugardetrabajo.—¡No me extrraña! —dijo lúgubre el ama de llaves—. Ha pasado en el

estudiomediahorraenterradesdequehavuelto.Salióparaabrirlelapuertaalvisitante.—HavenidoaverloelseñorVerney,señor—anunciólaseñoraMcOmishcon

loquehabríadescritocomoacentoinglés.El señor Verney, a quien uno habría echado veintisiete años, más o menos,

tenía un aspecto un poco ajado, porque parecía atormentado y consternado engrado sumo. No obstante, en lo esencial su apariencia no daba sensación dedebilidad.Eradecomplexióndelgadayatlética,andabaerguido,yensurostro,de buen color y rasgos aguileños, sus inquietos ojos de un azul brillante nosugeríanperezaespiritual.Fueelprimeroenhablar,altiempoquedabalamanoaTrentenunsaludomás

bienapresurado.—¿Quépiensa—dijomortalmenteserio—delaespantosanoticia?—¿Aquéserefiere?—dijoTrent—.Noheoídoningunanoticiaespantosa,se

loaseguro,queridomuchacho.Esperoquenoseademasiadomala...parausted.Verneylomirófijayvehementemente.—¿Cómo puede no haberse enterado? —preguntó, con perplejidad en su

mirada tan expresiva—. Ha salido en todos los periódicos de la tarde... EnLondresno sehabladeotracosa. ¿Oquieredecirque lamuertedelbuenodeJamesRandolphleresultaindiferente?Trentsequedódeltodoatónito,yconrazón.Lavíspera,unpocoantesdelas

seisdelatarde,élmismohabíadejadoalsusodichoJamesRandolphnosoloconvida,sinodemalhumor,furioso—elvivoretratodelavitalidadcolérica—.

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—¡Randolphhamuerto!—dijo,perplejo—.¿Yeso?¿Ha tenidoun infartooalgo?—Ledispararon,Trent—dijoVerneyconfrialdad—.Nomeimagino...—¡Oh!¡Lehandisparado!—EnlamentedeTrentsehizolaluz—.Ahoralo

entiendo.Verá,Verney, estamañana he estado en una boda enGlasminster, yacabodevolverdelacelebración.Nosésialguiensehabíaenterado,peroenmipresencia nadie lo ha mencionado. Pero ¡las ediciones matutinas! Estaba entodas, claro..., ahora me lo explico. Pero ya sabe lo que les gusta echar elanzuelo. Creo que al volver he visto una docena de carteles que decían quehabían disparado a un conocido millonario. Como su hubieran disparado acincuentamillonarios,acualmásconocido.Nosemehapasadopor lacabezaquefueraRandolph.Queridomuchacho,¡menudosusto!Paraustedhadebidodeserunmazazo,conlarelaciónquetenían.Cuéntemequéhapasado.—Eso precisamente no se lo puedo decir —dijo Verney en tono apagado.

Estaba sentado con las manos entrelazadas metidas entre las rodillas, ycontemplaba el suelo—. Solo sé que anoche alguien le pegó un tiro en eldormitoriodesucasadelaplazaNewbury,cuandonohabíanadie...Eralatardelibredelcriado,queseencontróasujefemuertoalvolveracasa,yllamóalaPolicíainmediatamente.Nopuedeniimaginarselasorpresaquemehellevado...NisiquierasabíaqueRandolphestuvieraenLondres.Meheenteradoaprimerahora de la mañana, cuando me ha llamado un agente del Departamento deInvestigaciónCriminalparapreguntarsisabíaalgoquepudieraponerlossobrelapista.Solohepodidodecirlesqueelancianonoteníaenemigos,queyosepa.YleshedichoquelaúltimavezqueviaRandolphfuelasemanapasada,cuandoestuveenBrintonLodge,porqueteníaquehablarconéldevariascosas,yqueentoncesparecíatranquiloydespreocupado.Desdequeheoídolanoticia,vivoenunaespeciedepesadilla.Mesentíamuycercanoalanciano;loveneraba,másquenada.Yestosuponeuncaoscatastróficoquevamásalláde loquepuedaconcebir usted. Al cabo, me he puesto a pasear sin rumbo por la calle, paracalmarmelosnervios;y,alvermedeprontocercadelacasadeusted,semehaocurrido asomarme para hablar. ¿Supongo que no había visto a Randolphúltimamente?Trent miró atentamente a su visitante. Lo que Verney acababa de contarle

aclarabaunacosa:Trentteníaqueserunadelasúltimaspersonasquehabíavisto

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a Randolph antes del asesinato. Y tenía buenas razones para esperar que suconversaciónconelancianosiguierasiendounasuntoprivado.Habíagiradoentorno a la reputación de unamujer que tenía en altísima estima; y había sidoindiscutiblemente desagradable, por no decir escandalosa. Cuanto menos sedijera al respecto, mejor, en lo concerniente a Trent; sobre todo, a quienesguardabanunrecuerdohonorabledeRandolph.AlaPolicíateníaquecontárselo,por supuesto; para empezar, la información limitaría, por un lado, el lapso detiempo durante el cual se había cometido el asesinato. Sin embargo, Trent noveíamotivoalgunoparahacerconfidenciasaVerney.—Hacíaalgúntiempoquenoloveía—respondióTrent,porlotanto,conmás

verdadquesinceridad—.Yameimaginoqueseráinútilofrecerlealgodebeber,¿no?—preguntó;yVerneynegóconungesto—.Loscigarrillossuelenayudararecobrarlacompostura—prosiguióTrent—.Tieneustedmalapinta.Pruebeuno.Verneylevantólamirada,agradecido.—Sí,gracias—dijo,extendiendounamanotrémulahacialacajaqueleofrecía

Trent—. Conozco bien el tabaco y sus efectos, aunque hace mucho que nofumaba.—EncendióuncigarrillodeVirginiaeinhalóhondo—.Verá,elprimerañoenOxfordfumabademasiado,comomuchosotrosnovatos.Luego,cuandoempecéasoñarconserblue14,lodejédeltodo.—Ydiríaqueobtuvosurecompensa.Verneysonrió,olvidandoporunmomentolamalanoticiadeldía.—¿Leinteresanesascosas?Sí:corríalastresmillas;tambiéncampoatravés,

porcierto.—No,notengoniidea—dijoTrent—,pero,encuantohadichoquequeríaser

blue, me he dado cuenta de que probablemente su sueño se hiciera realidad.Tieneaspectodeblue.CuandoNokesaStokesaventajaenazuleshazañas15,yasesabe,suelequedarmarcadodeporvida.ElabatimientovolvióaadueñarsedeVerney.—Bueno,mevinobiencuandoempecéatrabajarparaRandolph—dijo—.El

equipoinfantilsiemprefuelapartedeltrabajoquemásmeatrajo.Meimaginoqueconoceel InstitutoRandolph.Nadasectario;educativo,socialydeportivo.Meencanta...Laverdad,casisiempreestoyallí,porquehayuncuartoqueusodeoficinageneralparatodaslasobrasbenéficasdeRandolph.Y,claro,eltenerunpocoderenombreenelatletismomehizomásinfluyentedecaraaloschicos

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quecasicualquierotracosaquepudierahaberhecho.Ynoserfumadortambiénayudó,¿sabe?Nopuedeimaginarseenquéestadotienenelaparatorespiratorioesosjóvenesquefumantabacobaratosincesar.Nohaynadacomolascarreraspara el tipo de muchachos que nos llega, siempre y cuando estén sanosfísicamente...Ejercicioduroalairelibre:lesdatiempodespuésdeltrabajoynolescuestacasinada.—Paraustedesbueno—dijoTrent—.Supongoquehacetodoelejercicioque

necesita.—Todoloquenecesito...,sí.Pero,silesoysincero—dijoVerney,comoquien

admiteunviciosecreto—,desdequeempecéa jugar,hacemásomenoscincoaños, prefiero un partido de golf a cualquier deporte al aire libre..., y tengobastanteexperiencia.Encuantopuedo,meescapoaMatchamajugar.Noesunbuencampo,ymuchasvecesno tienescaddy,pero,de todas formas,nunca loquiero,yeselcampomásbaratoqueconozcoaesteladodeLondres,queparamíeslomásimportante.Meencantaría...,aunquedenadasirvehablardeello.Nomefaltanoportunidadesparamantenermeenforma,comousteddice.Paraeso,nohaynadacomocorrer,sobretodo.—Tiene muchas ventajas, sin duda —dijo Trent—, poner a alguien con

experienciaalfrentedealgoasí.—Sí—dijoVerney sencillamente—, las tiene, claro.Loschicoscuentancon

uncomité,peroenrealidadlodejantodoenmismanos,yestoyorgullosísimodelobienquelesvaanuestrosmuchachosdesdequeestoyalfrente.Enenero,elClubAtléticoRandolphquedósegundoenelcampeonatodecampoatravésporequiposdeMiddlesex16, y puso a losCorredores deSouthgate en aprietos.Elprimero y el segundo en llegar fueron dos de los nuestros, y ganamos sinproblemaslacarrerajuvenil.Yahora,supongo...—Tirólacolillaalfuego—.ElInstitutoRandolphestáacabado.Trent sintió una gran compasión, porque la actitud de Verney era la de un

hombreaquienseleharotoelcorazón.—¿Osea,quesumuerterepresentadeverdadelfinaldetodoesetrabajo?—

preguntó—.¿Nohabíaunafundaciónoalgo?Porlomenoshabráunlegadoensu testamento paramantener las diversas organizaciones que creó (¿cómo eraaquellafrasequelegustabatantousar?)...enbeneficiodelacomunidad.Porloquetengoentendido,diríaqueelcierredeeseinstitutoesundesastresocialpara

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esazonadeLondres.Nopuedeser.—Pues lo es—dijo Verney, al tiempo que aceptaba otro cigarrillo—. Verá,

Trent, elbuenodeRandolph teníaunapeculiaridaden su facetade filántropo.Hizo una fortuna enorme bastante pronto y dedicó casi todos sus ingresos aobrasdecaridadyproyectospúblicos.Siguióganandodineroaespuertas,perocreoquecasinopodíaevitarlo.Suverdaderapasióneraocuparsepersonalmentedetodoloquegastaba,queeramucho,enobrasdecaridadyproyectospúblicos.A veces destinaba una gran suma a algo en concreto; sin embargo, cuando lohacía,siempreeracomogastodecapital.Pongamosqueconstruíayequipabaunhospitalparaunpuebloounadelasgrandesinstitucionesdebeneficencia;nuncaentregabadinero.Loquesolíahacererasuscribirunacontribuciónanualparasumantenimiento, y siempre decía que poner en marcha algo así era dar unaoportunidadalagenerosidaddelosdemás.Trentasintió.—Noes infrecuente, ya lo sé—dijo—.Pero ¿y los sitios comoel instituto?

Tenía entendido que era un proyecto particular suyo que manteníaexclusivamente. No puede haberlo dejado a dos velas, por decirlo de algúnmodo.—Ahíqueríallegar—dijoVerney—.Lasituacióndelinstitutoestalcomola

hadescrito.Estabaen susmanosporcompleto, lo financiabacomosi formarapartedesupropiacasa.Yllevabaotrasinstitucionesdelamismamanera,comoel Orfanato Infantil Randolph, en Bishopsbridge, o la Clínica PsiquiátricaRandolph de Claypoole. Y estabamuy orgulloso de ellas; se ocupaba de quefueran lasmejor gestionadas de su categoría en todo el país. Le costaban unafortuna,Trent;selodigoyo,ymeconsta.Perojamástuvieronunsolopeniqueenfondospropios;yloqueRandolphgastaba,muchoopoco,enesto,aquelloolodemásallá,siempresabíadóndeibaaparar.Sediríaquenopodíasoportarlaidea de que alguien controlase la riqueza que él había acumulado. En eso seresumía todo. Y tampoco me parece mal, puesto que dedicaba esas enormessumas a los demás y no escatimaba esfuerzos en vigilar cómo se gastaba eldinero.Peroladesafortunadaconsecuenciaesqueahora...—Alzóunamanoconlapalmahaciaabajoyladejócaerconbrusquedadsobreelreposabrazosdesusilla.Trentlomirófijamente.

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—¿Quieredecirquenohadejadonadaaesossitiosquecreó,enlosquegastótantodineroyalosquedebíacasitodasureputación?Verneysepusoenpieysecruzódebrazos.—Quierodecirlosiguiente—dijoconacritud—:Randolphnohadejadonada.

Nohizotestamento.8EstribillodelanovelaenversoAmoursdevoyage,canto3.º,parte9.ª,deArthurHughClough.9Eneloriginal,alaseñoraMcOmish,porsuacentoyléxico,selapuedeidentificarcomoescocesa.10 Del poema «Es una hermosa tarde, apacible y libre», de William Wordsworth. La siguiente

intervencióndeTrentcontinúalacita.11Juegodepalabrasqueusaladobleacepcióndeloriginalfree:«gratis»y«libre».12ThomasCoats(1809-1883),productordehiloescocés.EnlaciudadescocesadePaisley,dondenació,

hayunaestatuaensuhonor.13Citadelpoema«TheSolitudeofAlexanderSelkirk»,deWilliamCowper.14 Estudiante que representa a la Universidad de Oxford (o a la de Cambridge) en competiciones

deportivas.Elnombrevienedelcolorazuldeloscalcetinesquellevan.15Paráfrasisdelpoema«Popularity»,deRobertBrowning.16CondadohistóricodeInglaterraqueformapartedeláreametropolitanadeLondres.

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CapítuloVI

Hahabidounarresto

SehizounbrevesilenciomientrasTrentasimilabaaquellaincreíbledeclaraciónyloqueimplicaba.—El hombre que asesinó a Randolph —dijo Verney— ha liquidado

probablemente media docena de valiosísimas instituciones benéficas y otrascausas excepcionales con la misma bala. Además, ha dejado seco un anchocaudal de magnanimidad que se extendía en todas direcciones. Porque estoysegurodequenohay testamento;y, sinohay testamento, sabeDiosquévaapasarconlafortunadeRandolphyconlascausasqueapoyaba.Meimaginoquealguienlaheredará;peronoseráinmediato,y¿cómosabemosloquevaahacerconeldinero?Alomejorledaporlascarrerasdecaballos,oporlosyates,oporproducirobrasdeteatro,oporcualquierotraformadedeshacersedeldineroacarretadas.Unacosaescasisegura:novaavivirconunospocosmilesdelibrasalañoyadedicarlodemásalacaridadbiendirigida.»Otracosa—prosiguióVerney,levantandoundedoamododeexplicación—:

puede haber más de un heredero, y por lo tanto un pleito que se prolongueindefinidamente,porque,queyosepa,Randolphnoteníaparientescercanos.Alo mejor ha oído que tenía un hijo, un hijo único, que se fue de casa a losdieciséisaños,másomenos,ydelquenohavueltoasabersenada.Elancianohizo todo lo que pudo para averiguar qué había sido de él, pero nunca seencontró el menor rastro, y lo dieron por muerto hace mucho. Sin embargo,quizáhayamásparientes.Yaveeldesastrequepuedellegaraseresto,yellosincontar la pérdida personal de un hombre como él, y de una influencia tanbeneficiosa.»Hayundetalle—continuóVerney tras unabrevepausa—que le interesa a

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usted.RandolphestabamuypreocupadoporqueustedpintaseunacopiadesuretratodelosTabarderosparacolgarloenelsalóndelinstituto.—Memandóunanotaal respecto—le informóTrent—,perono llegamosa

ningúnacuerdo.—Pues ya no lo van a hacer, nunca —dijo Verney; y luego estalló

desesperadamente—: ¿Qué quiere que le diga, Trent? Entre la impresión y elhorrorquemecausatodoesto,ylaperspectivadetantascatástrofespordelante,estoyapuntodevolvermeloco.EntoncesVerneyhundiólacabezaentresusmanos,atrapandoelpeloentrelos

dedos.Trent, si bien torció los labios en unamueca dubitativa, le puso al joven la

manoenelhombro.—Másvalequenosepongaen lopeor—le recomendó—.Al finyalcabo,

todo depende de su convicción de que Randolph no hizo testamento. ¿Quémotivohayparapensarquepudoincurrirensemejanteactodeimprudencia?Laverdadesqueresultacasiincreíble.Verneyseencogiódehombrossinlevantarlamirada.—Desgraciadamente,haybuenosmotivosparacreerlo.Elhechoesqueestaba

pensando seriamente en arreglar sus asuntos por primera vez justo cuando hamuerto. Sus abogados llevaban tiempo sugiriéndole que había llegado elmomento de que hiciera testamento. Yo mismo se lo dije más de una vez(obviamente, pensaba que erami deber, por desagradable que fuera). Siempremedijoconmuchaclaridadquetodavíanohabíatestamento.Solíacomentarquequedabatiempo,queteníaañospordelante.Detestabaqueselemencionara.Meimaginoquenolegustabala ideademorir,comoamuchos;pero,sialgúnservivotienederechoaconfiarensusposibilidadesenlaotravida,eraRandolph.Yde pronto, al final, empezó a tomárselo en serio. Me dijo varias cosas quesugeríanqueestabapensandocómodisponerdesupatrimonio.Y,antesdellegaradarunpasoconcreto,selollevólamuerte.Trentreflexionóunosinstantesantesdedecir:—Aun así, pudo haber hecho testamento en otro momento (al casarse, por

ejemplo.Tengoentendidoqueesfrecuenteentreloshombres).Verneyhizoungestodeimpaciencia.—Puedeser...,sí;cuandoerarelativamentepobreynoteníagrandesintereses

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filantrópicos en los que pensar. No obstante, si lo hubiera hecho, creo que lohabría mencionado; y, de todas formas, no hay razón para suponer que lostérminosdeuntestamentodeesaclasebastaríanparaimpedirquetodosevayaalgarete.Porotrolado,apartedesuspropiasfundaciones,estántodaslascausasque teníanexpectativasen relaciónconelpatrimoniodeRandolph,que teníanderecho a tenerlas, quiero decir, dado que las venía apoyando frecuente ygenerosamentedesdehacíaaños.—¿Aquéserefiere?—preguntóTrent—.Comonuncahesidounmillonario

filántropo,megustaríasabercómofunciona...,sinolepareceirreverentequelodiga.Verneymiróalvacío,comosiestuvierarecapitulando.—Bueno—contestó—, voy a explicárselo de la formamás sencilla posible.

Debedehaberhabidodocenasdesecretariosypresidentesdecomitésque,enunmomentouotro,han tratadodepreguntarmediscretamentepor los legadosdeltestamentodeRandolph.EstáelHospitalGeneraldeHumberstone,laFundaciónpara lasBecasEscolaresdeHumberstone, la iglesiacongregacionalde lacalleMoss de la misma localidad, la SociedadMisionera de Londres, la SociedadBíblica Británica y Extranjera, la Unión Congregacionalista de Yorkshire, elFondo de Pensiones de los Pastores Congregacionalistas, la Universidad deLeeds,laAcademiaUnidaIndependientedeScalbridge,laInstituciónNacionaldelBoteSalvavidas, el Institutode losMarinerosdeHarrowby,el InstitutodelosSordomudosdeDewsbyyy,¡oh!,podríanombrarleunadocenadesitiosmásquetienenuninterésdirectoenloquesucedaconelpatrimoniodeRandolph.—¡Gracias!¡Gracias!—dijoTrentconunasonrisa—.Nohacefaltaquesiga,

Verney;yamehagouna idea.Nomepodía imaginarquesuámbitode trabajofueratanamplio.Noesasuntomío,claro,perometemoqueestovaasermuygraveparaustedenconcreto.Verneyvolvióaencogersedehombros.—Voy a tener que ponerme a buscar trabajo, después de dos años con un

empleocomonohabíaotro.Sinembargo,ahoramismoesoeslodemenos.Loque quiero —dijo con ferocidad— es que al tipo que mató a Randolph lodetengan y lo ahorquen..., a la bestia cobarde que disparó por la espalda a unanciano indefenso, y truncó una vida dedicada a las obras de caridad yhumanitarias.Meimaginoqueencontraránalfulano,Trent...Ustedsabedeeso.

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¿Creequeesprobablequeescape?—No, no es probable —respondió Trent—. Ocurre de vez en cuando, por

supuesto. De todas formas, hay que darle a la Policía un margen razonablecuandosetardavariashorasendescubrirunasesinato,siheentendidoloquemehacontado.Verneyasintió.—Sí,naturalmente.Supongoquedependedelosrastrosquedejeelasesino(el

arma,lashuellas,lashuellasdactilares),loquesaleenlosperiódicos.—Si llevó cuidado—señaló Trent—, puede que no dejara ningún rastro. A

menudolosdelincuentesnodejan;pero,aunasí,puedenencontrarlosfácilmente.¿Recuerdaconexactitudloquehancontadolosperiódicosestamañana?—Llevounoaquí.—VerneysacóunejemplardobladodelSundelbolsillode

suabrigo—.Aquítiene.Esbastanteparco.Debajodeunsurtidodetitularesydelretratodeunancianobarbilampiñode

aspectoduro,Trentleyólosiguiente:Estamañana a hora temprana, la Policía acudió a una llamada de la plazaNewbury, número 5, Mayfair, residencia londinense del señor JamesRandolph,millonario cuyo largo historial de actividades filantrópicas y debeneficencialoconsagrócomopersonajeilustreentodoelpaís.Habíarecibidoundisparoenelcorazón,yelcuerpoyacíaenelsuelodel

dormitorio,donde—seespecula—debíadehallarsevistiéndoseparaacudiralbanquetedelaCompañíadeTabarderos.Muchosorprendiósuausenciadelbanquete,siendocomoeramiembrodel

ConsejodelaCompañía,yestandoprevistoquehablaseenelbrindisporelinvitado de honor en dicha ocasión, el ministro del Interior. Nuestrasinvestigacionesestamañanaen laCasade losTabarderoshanreveladoquedurante laveladasehicieronvarias llamadasa lacasadel señorRandolph,peronotuvieronrespuesta.ElcriadodelseñorRandolph,elúnicomiembrodelservicioquedormíaen

la residencia, pasó la tarde fuera y fue él quien descubrió el cuerpo alregresaralacasa,telefoneandoinmediatamentealaPolicía.El número 5 de la plaza Newbury forma parte de una fila de antiguos

establos y cocheras reconvertidos en cinco pequeñas residencias, ocupadas

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todas ellas por personas prominentes. Una casa de esas características eraadecuada para el estilo de vida sencillo del que gustaba el difunto señorRandolph,yaquepasabapocotiempoenLondres,yresidíahabitualmenteenBrintonLodge, sucasadecampoen lasproximidadesdeHumberstone, enYorkshire.—Puesesoestodo—observóTrent—.Lamayorpartefueescritaenlaoficina

delSun,despuésdequehicieransuspropiasaveriguaciones.Sobreelcrimenensínodicecasinada,¿no?—Casi nada—repitióVerney—.Perome imagino que es todo lo que se ha

hecho público. Los demás periódicos de lamañana cuentan lomismo; ni unasílabamás.Losheleídoatentamente.Trent estudió en silencio el rostro macilento de su interlocutor durante un

instante.—Bueno —sugirió—, ¿y el policía al que ha visto esta mañana no le ha

contado nadamás? Por cierto, es el tipo de caso que le asignan a Bligh, meparece, si todavía no está demasiado ocupado. ¿Quien lo ha visitado era unsujetoaltoydeaspectopoderoso,conlacabezacomounaboladebillar?—Sellamabaasí—dijoVerneyconunalevesonrisa—,ylohadescritousted

perfectamente. No, nome ha dicho ni una palabramás que lo que hay en elperiódico.Hesidoyoelqueha tenidoquehablar:quesi sabíadealguienquepudiera querer atacar a Randolph, que si parecía preocupado o se estabacomportando demanera inusual últimamente, que si sabía qué guardaba en lacajafuertedeldormitorio,etcétera.Yherespondidoatodoqueno,noyno.Elinspectortambiénqueríasaberdóndepasélatarde.Trentrio.—Claro—dijo—.Esunapreguntaderutina.—Hatenidolabondaddedejármeloclaro—replicóVerney,respondiendocon

un brillo de macabro divertimento en la mirada—. Por suerte, he podidoconvencerlo de que estuve muy ocupado y en presencia de otras personas.Teníamos el entrenamiento semanal del club de atletismo del instituto por latarde, ¿sabe? Nunca me pierdo las carreras con los chicos, y, después decambiarme, me quedé con ellos en Kilburn hasta las diez y media, como decostumbre.Yahoradeberíamarcharme.Mehavenidomuybienlaconversación.

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Trentllamóconlacampanilla.—Si quiere, quédese y así lee la última edición —dijo—. Ya deberían de

haberlarepartido.LaseñoraMcOmishaparecióenlapuertaconunejemplardelSunenlamano

extendida.—Sideseaelperiódico...—dijo.Pero fue interrumpida por una exclamación de Trent, que ya había visto la

línea de mayúsculas que recorría la parte superior de la portada. Le quitó elperiódicoyleyóenaltoelbrevepárrafoquesehabíaañadido,engruesostiposde imprenta, a la noticia que ya había visto sobre el asesinato de la plazaNewbury.—Segúnhemossabido—leyó—,yahahabidounarrestoenconexiónconeste

crimenabominable.

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CapítuloVII

Enbandejayguarnecidodeperejil

Verney se despidió, y Trent tomó nota de que parecía verdaderamenteimpresionado—pornodecirasombrado—porelhecho,sieraunhecho,dequela cacería oficial del asesino de Randolph hubiese tenido un éxito tanvertiginoso. Trent se afanó inmediatamente por conseguir ejemplares de lasúltimas ediciones y comparar el contenido; luego, tras una cena meditativa,llamóaciertonúmerodelbarriodeBloomsburyyseofrecióahacerunavisitaprivadayamistosaalinspectorjefeBligh,alqueporsuerteencontróalotroladodelalínea.Trent tenía pocos amigos en los diversos rangos de laPolicíametropolitana,

perosurelaciónconelloserademutuoafecto,yconnadieseentendíamejorqueconelseñorBligh,unoficialdeuntalentoinsólito,cuyosinteresesibanmuchomás allá de su notable acervo de profundos conocimientos profesionales. Enconcreto, se había aficionado a la historia de la guerra civil estadounidense, yposeíaunanotablecoleccióndelibrossobredichoasunto.Eran las nueve en punto cuando Trent encontró al inspector completamente

absortoenunlibroyfumandounapipaensucómodaresidenciadesoltero.—Sientomucho estropearle la velada—dijo Trent, al tiempo que dejaba el

sombreroencimadeunasilla.—Nosepreocupe—lo tranquilizóel señorBligh—.Sihubierapensadoque

cabíaesaposibilidad,leshabríadichoalossirvientesquelesoltaranelperro,envezdequesubieranlasbebidasparausted.Yconunamanoenormeseñalóunabandejahospitalariaencimadeunamesa

confaldadefelpa.Trentsesentóenelsillónqueestabaenfrentedelanfitriónyempezóacargar

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lapipa.—¡Oh,benditosseansuamablerostroysucabelleraausente!17—dijo—.En

todocaso,heinterrumpidosulectura.¿Puedopreguntarledequélibrosetrata?Pero la pregunta es ociosa... Se trata de laVida, campañas, correspondencia,opiniones y charlas de sobremesa del general Joseph Eggleston Johnston,vencedordePumpkinCreek.—Eselibronoexiste—replicórotundamenteelseñorBligh—;y—añadiótras

pensarunmomento—nohubo talbatalla.Estaba leyendoaBernardShaw,miautorfavorito.—¡Otrolazoquenosune!—exclamóTrent—.¿YquéleatraetantodeShaw?Elinspectordiounaspalmadasafectuosasalvolumenquedescansabasobresu

rodilla.—Shaw —declaró— es la literatura de escape. La expresión —añadió, en

respuestaalamiradadeasombrodeTrent—noesmía.—Nosabe—dijoTrentconvozentrecortada—cuántomealiviasaberlo.—No—respondióel inspectorhaciendomemoria—.Es loquedijodeShaw

quienme lo descubrió.Hace unos años, tuve que interrogar a un preso sobreciertoasunto.Erauncriminalreincidente.LollamabanJoeelFarsante,porquesolíaponerse estupendoen los juicios.Vamos,quepor lomenoshabréoídoamedia docena de jueces decirle a Joe en una vista que su juzgado no era unmusichall.Joeteníaestudios,y,cuandolovisitéensucelda,nomesorprendióencontrármeloleyendounlibrodelabibliotecadelpenal.Meloenseñó:Obrasagradables18, porG.B. Shaw. «¿Esto qué es?», le dije.Me sonrió de oreja aoreja.«Estoesliteraturadeescape,Blighter»,respondió,usandounapodoidiotaquemepusieronélylossuyos19.Penséqueparecíaunalecturararaenmanosdeun hombre que se ha pasadomedia vida en la cárcel, perome explicó lo quequeríadecir.—Atiza,¿yquéqueríadecir?—preguntóTrent.—Pues para Joe significaba—dijo el inspector—, y estoy de acuerdo, que

Shawteapartadelasrealidadesbrutalesdelavida.Leaseguroque,despuésdeun día en nuestro trabajo, con todo el rencor, la codicia, la crueldad y ladepravaciónquenosrestrieganporlasnarices,sentarsealeerunaobradeShawes como salir a respirar el aire fresco del campo. No hay cretinos, no haybrutalidad,nohaynadiequeterevuelvaelestómago.Y,siporcasualidadtrata

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demeterunmalo,notienenadaqueverconlarealidad.Ynoteaburresnunca.Cadamaldito personaje tiene algo que decir; hasta losmás estúpidos.Todo elmundohumillaalosdemás.¿Yquiénhatenidolasuertedeescucharalgoasíenlavidareal?Enserio,esotromundo.Trentasintióparaseñalarquecoincidía.—Pero—dijotrasunbrevesilencio—queríapreguntarleporelmundoenque

vivimos.—El asesinato de Randolph—se anticipó el señor Bligh—.Ya lo sé; lo ha

dichoporteléfono.Yustedpintósuretrato,ysealojóenBrinton.Y,lasemanapasada,el tipoquellevaelInstitutoRandolphdijoqueseríabuenaideacolgarallíunacopia.YpersuadióaRandolphparaqueaccediera,yleescribióparaquefueraaverloalaplazaNewburyayeralasseisdelatarde,yustedfue.Luegosemarchó,hacialasseisycuarto...,demaneraquefueunodelosúltimosenveralancianoconvida.¡Bueno!Esperoquetengaalgoquecontarmequenosepaya.Trentlomirófijamente,comosobrecogido.—Meparece—dijo con humildad—que no puede haber nada que usted no

sepa.Demomento,quizá,haolvidadoquetuvimosunpequeñodesencuentroyquerehuséelencargo.Apartedeeso,nadatengoqueañadirasuresumendelosacontecimientos. ¿Cómo lo hace, inspector? Por muy transparente que sea laexpresióndemicara,nomecreoquehayaleídotodoesoenmirostro.¿Estabaustedescuchándonosescondidoenlachimenea,oqué?ElseñorBlighsonriódeformaforzada.—Hemos recibido información..., como decimos habitualmente—explicó—.

Por loque respectaaescuchar,SimonRaught,elcriadodeRandolph,escuchatodo lo necesario cuando se encuentra en el lugar. Casi todo lo que hemencionadolooyóenBrintonlasemanapasada,porcasualidad,claro;y,enloconcernienteasuvisita,porsupuesto,melohacontadotodo.—Por supuesto—concedió Trent—. Permita que le cuenten, dulce Bligh, y

dejequequienquiera seasutil; sindeducir,escuchecosasútiles,hastael finaldel día20. Con todo y con eso, no va a lograr convencerme de que toda esainformación excelente se cruzó en su camino, por decir algo, sin que sepercatase.Hevisto poco aSimonRaught (esmás, ni siquiera llegó a decirmecómosellamaba,cuandoestáclaroqueaustedselohadicho),peronomediola impresión de que fuera de los que, en un brete, insistirían en cantar sus

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secretosdetuoídoenlasuavecaracola21.Novoyapreguntarcómoselosacó...,ya sé que haymaneras ymaneras. Lo que sí quería preguntarle al venir aquíparece que ya se ha respondido solo. Es usted el que lleva el caso, comoesperaba.—Suponebien—observósardónicamenteelinspector.—Yquieresabersitengoalgoquecontar(meimaginoqueserefiereacómo

estabaRandolphdurantenuestra conversación).No,no tengonadaquecontar.Nodijosiesperabaaalguiendespués.Nodijosiesperabaquelepegasenuntiro,y tampocomedioesa impresión.Parecíaeldesiempre,sanísimoy totalmentesatisfechoconsigomismo.—¡Uf!Nomeayuda—dijoelseñorBligh—.Bueno,entonces,¿porquéquería

hablardelcasoconmigo?Pensábamosqueyahabíadescartadosuvertientededetectiveaficionadohacíatiempo.—PuesporquecasualmenteconocíaaRandolph,ysécosasinteresantessobre

él,cosasqueoíantesdeconocerlo,cuandopintésuretrato,ycosasqueheidodescubriendo.Yestamismatarde,susecretario,Verney,aquienconocíencasadeRandolphenenero,mehacontadomuchasmás.Por loque sé, élyahabíahabladoconusted.Elinspectorasintió.—Pero nomeha aportado casi nada que no supiera.Está lo del testamento,

claro, y efectivamente parece que no hay, aunque, ¿qué quiere que le diga?,tampocoes laprimeravez,ni siquiera entre los ricosnormales,y elbuenodeJamesRandolphnoeraprecisamenteuntipocorriente.—Precisamente.Meconstaquenoeranadacorriente,yporesome interesa.

Además, una de las razones por las que renuncié ami afición, como usted lallama, fuequemiesposasienteunaaversiónenfermizapor loscrímenes;peroahoramismosehallaenlosCotswolds.Estoysoloylibre,comoelpersonajedeChesterton;desvergonzado,anárquico,infinito22.—Anárquicoeinfinitonosé—repusoconintenciónelseñorBligh—.Bueno

—añadió,dandomuestrasdesimpatíaypesar—,nosabecuántolosiento,peronohacefaltaquesigadevanándoselosperspicacessesos,pimpollo.Tenemosalculpable.—Esoleshandichoalosperiódicos,yalohevisto.Yporesohevenido,para

sabermás.

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—Alosperiódicosnoleshemosdichonadadenada—aclaróelseñorBligh,exasperado—.Ellossoloshanaveriguadoquehahabidounarresto,ypuedequehayandescubiertoqueeldetenidoestabarelacionadoconunodelosproyectosdeRandolph,yqueacababandedespedirlo.Peronohandichoqueseael tipoquedisparóaRandolph,porque,porsupuesto,noseatreven.Seacomofuere,esél.—Sí, ¿eh? —Trent escrutó el rostro curtido del otro—. Vaya vaya. Qué

rapidez.¿Estánsegurosdequeesél?¿Deverdadtienenelcaso,digamos...,enelbote?LasonrisadelseñorBligheraforzada.—Entrenosotros,comosiempre,no tengo reparosendecirlequecuentocon

pruebasfehacientesdequeestuvoencasadeRandolphporlatarde,cuandoesteestabasolo.Tambiéntengo...—Sí—musitóTrent—.Noestaríademásun«también».—...también—prosiguióelinspector,trasexhalarunpardeelaboradosanillos

dehumo—tengo laconfesiónmanuscritay firmadadelhombrequeasesinóaRandolph.Trentserecostóenlasilla,sorprendido,altiempoqueelseñorBlighvolvíaa

fumarycontemplabaunrincóndeltechoenunaensoñación.—Por lo visto, eso le ha dado que pensar—observó un momento después,

reparandoastutoenunligerofruncimientodelceñohabitualmenteimperturbabledesuhuésped—.Nomeextrañaríaquehubieraestadoocupadoelaborandosupropiateoríasobreelcaso.Siesasí,adelanteconlosfaroles.Unasbuenasrisassonelmejorreconstituyentedelmundo.¡Vamos!¿Meequivoco?—Con frecuencia, estoy seguro —dijo Trent, volviendo rápidamente a su

maneradeserhabitual—.Ahorano.Noteníanielmenoratisbodeteoríasobreelcaso.Hacesolotreshorasquemeheenterado.Noobstante,comolehedicho,meinteresa,ypensaba,enmiarchiconocidoafándeservicio,quequizáquerríahablareinclusodejarmeecharunvistazoalaescenadelcrimen,peroalomejorahora,estandoasílascosas,prefierenohacerlo.ElseñorBlighsefrotólabarbilla.—Noestétanseguro—dijodespacio.Después,traspensarlounosmomentos,

añadió—:Aver.Todaslaspruebasestánahí.Agrandesrasgos,lehecontadoenquéconsisten.Aunasísiguehabiendocosasraras,y,yaqueestamos,podríamos

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darlesunavuelta.—Meencantaría.Yasabequesoydefiar.—Sino lofuera,muchacho,noestaríaaquí.—Unarisaentrecortadaagitó la

arrugadasuperficiedelchalecodelseñorBligh—.Bueno,yahabráleídolopocoquedicenlosperiódicos,porsupuesto.—Evidentemente; y bien poco es, cierto. ¿Puede decirme una cosa que no

mencionan,porejemplo?¿CómoledispararonaRandolphexactamente?—Ledispararonenelcorazónpor laespalda,probablementedesde lapuerta

deldormitorio, cuando se estabaquitandoel abrigo.Tienepintadehaber sidoalguienqueestabacitadoparaverlo,yaquienélmismoabrieralapuerta,yaqueel criado tenía la tarde libre. El disparo se hizo con un Webley .455,probablementeequipadoconsilenciador.—¡Ah!—Trentrecibióestainformaciónconungestopensativo—.Asíquefue

así.Y,porloquemedice,sololosabelaPolicía...yelmédico,claro.—Bueno,supongoquequienloasesinólohadesaber—observóelinspector.—Sí,esonosemeescapaniamí—replicóTrent—.Y,yaqueestamos,¿quién

loasesinó?—Aún no estamos. —Estaba claro que el señor Bligh disfrutaba de forma

inocente dejando para el final el clímax de su relato—. Vamos por orden.Primero,habíaquepensarenlasposibilidadesobvias.—Osea,laservidumbre.—Yaha leído en la prensa que solo había un criado que dormía en la casa.

Había salido, y encontró el cuerpo al volver; telefoneó a la Policíainmediatamente.Segúnél.Trentasintió.—Raught...,sí,loconozco.Ylosometióaltercergrado,claro.—Pensé —dijo el inspector, dubitativo— que lo había exprimido hasta la

últimagota,peronohaymaneradeestarseguro.Entodocaso,teníaunahistoriabastante verosímil, se fue justo después que usted, y pasó la velada fuera conunosparientes;yno teníamotivos aparentes.Declaróque, cuandoencontró elcuerpo,estabademasiadoalteradoparaentendercómohabíamuertoRandolph.Puede ser; pero no lo descarté, evidentemente. Solo hay otra sirvienta, unaasistenta,laseñoraBarley,queseocupabadellugarcuandonoestabaRandolph.Tambiénlahevistoestamañana...Unamujersencilla.Omuchomeequivoco,o

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no sabe nada del crimen..., ni de nada digno de consideración. Luego, comosabe, he visto aVerney, el secretario, que siempre andaba por la casa cuandoRandolph se encontraba enLondres, ymediouna explicación satisfactoria desusmovimientoslatardedelasesinato.—Movimientos—musitó Trent—.Admirable palabra. Encamina tu pecho a

PrimroseHill,velozcomotorrentecorredesdesucima,conbrevepasomuelledeja atrás ahora la plazaHamilton y luegoMarbleArch23. Esa poesía no estámuyallá.—Laexplicaciónquehadadoerabastantemásdetallada—dijoelseñorBligh

confrialdad—.Despuésdelacarrera,queporlovistoyaconocíausted,estuvoenelInstitutoRandolphhastalasdiezymedia,ycincominutosdespuésestabaen casa, cerca deMaida Vale. Está todo comprobado. Por lo que respecta almóvil,loúnicoqueparecesacardelcrimenesquehaperdidounbuentrabajo.—Igual que Raught..., sí —convino Trent—. Y ahora, si me permite una

pregunta,¿sabenquéarmaseusó?Meimaginoquelatienen.—¿Yporquéloimagina?—respondióelinspector—.Noesfrecuentequelos

asesinosvayandejandoelarmaporahí,¿no?—Tampocoesfrecuentequeconfiesen—señalóTrent,yelseñorBlighgruñó,

taciturno—. Solo se me ocurría —prosiguió Trent— que..., es un suponer...,podíahaberpreparadolaconfesióndejándoseelrevólver.—Bueno,puesnolotenemos,ynohaymásquehablar—dijomalhumoradoel

señorBligh—.Perosabemosdequémarcaera,ydequécalibre,porlabalaylasseñales que tiene...Más fácil, imposible, por cierto, con ese tipo de balas. Loúnico que le puedo decir es que seguramente esté en el fondo del canal de laMancha,peronoesmásqueunahipótesis.—Loquequierosaber—porfióTrent—esporquéelsusodichoWebleyhade

estar de visita en las profundidades de este mundo monstruoso, cuando elasesinohaconfesado.Elinspectorvolvióafrotarselabarbilla.—Ya, bueno, yo también... Pero, ¡ea!, nos estamos adelantando. Si quiere

enterarsedeloquepasóenrealidad,dejequeselocuenteamimanera.A continuación, relató brevemente a Trent su investigación acerca del

escenario del crimen.Le habló de la caja fuerte; de las señales de que habíanrobadodocumentos;delashuellasdactilaresenlajarrayelvaso,yenlacuchilla

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deafeitarhalladaenlaalfombra;deltapóndechampán;delahojaquefaltabaenelcalendariodelasala.Trent,quehabíaescuchadoconatenciónenunsilencioactivo,lointerrumpió

enesepunto:—¡Uncalendario!—dijo—.¿Yestabaenunlugardondeseveíafácilmente?—Lo podía ver cualquiera. Se encontraba sobre un armarito que a su vez

estabaencimadelescritorio,justodelantedelaventana.¿Y?—Puesqueestoysegurodeque,cuandovialancianoenesahabitación,alas

seis, no estaba allí.Me llamó la atención el armario enano; es unaminiaturapreciosa.—¡Ejem!Sí.—ElseñorBlighvolvióatocarselabarbilla—.Precisamenteese

es uno de los detalles curiosos. Porque Raught, el criado, asegura que nuncaandabaporahí,yqueRandolphsiemprecuidabadeguardarlobajo llave.Aunasí,puedequelosacaraparaconsultarlo,claro,pocoantesdequeledispararan.—Puede.Yluego,porsupuesto,elquefueaverlo,ycuyonombreestabaenel

calendarioporqueestabacitadoparaverlo,arrancómuyastutamentelahojayselallevó;destruyendoasíunapruebadirectadequesepersonóallíesatarde.—Sí.—Yacontinuaciónvayconfiesaurbietorbiquehaestadoallíyhadisparado

aRandolph.¡Quésujetotanvoluble!Elinspectorsuspiró,cansado.—Yalosé,yalosé.Ya lomejorelpropioRandolpharrancólahoja,por lo

quefuera.Pero,¡mire!,hayotracosaquenohemencionadoaún.Cuandolahevisto,parecíaunameteduradepatafatal;ylohabríasido,sielidiotanohubieracogido y... Pero dejémoslo de lado por ahora, le estoy contando las cosas talcomopasaron.Prosiguióconladescripcióndelúltimohallazgodelamañana, laetiquetade

equipajerecogidaenelpasillo;y,cuandorepitióelnombrequeestabaescritoenella,Trentnopuedocontrolarunmovimientodesorpresa.—¡BryanFairman!—exclamó.—Esohedicho.Fueél—añadióelseñorBligh.—¿Me está diciendo que es él quien usted sabe que estaba en casa de

Randolph cuando le dispararon, y el que ha confesado el asesinato?¡Repámpanos,loconozco!

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—Pero¿hayalguienenestemalditocasoquenoconozcausted?—preguntóquejumbrosoelinspector—.Seacomofuere,siconoceaBryanFairman,conoceaunpuñeteroestorbo...¡Élysuconfesión!—Supongoquenoesmuchodecirdeunasesino—admitióTrent—.Perode

verdad,inspector,esincreíble.Fairmanesunodemisamigosmásantiguos.¿SeacuerdadequehaceuntiempoestuvimoshablandodeEuniceFaviell,ydecómotantosseñoreshanperdidoeloremusporella?Lemencionéqueunbuenamigomíoeraunadesusvíctimas.MereferíaalmismoFairman.Hacemediavidaquelo conozco, y, de todos los hombres que calificaría de honrados ciudadanos,puede que sea el más intachable. Pero si lo vi anoche... —Y aquí Trent sedetuvo, al darse de cuenta de pronto de la posible importancia de eseencontronazo.Elinspectorentrecerrólosojos.—Ah,¿sí?—dijo,afable.—Cogió el tren de las ocho y veinte en la estación Victoria —dijo Trent

despacio—.Estuvoapuntodeperderlo.Yesetreneseltren-barcodeDieppe...Yofuiadespediraotrapersonaqueembarcó.Pero¡madremía!¡BryanFairman!¿Sabe?Espocomenosqueimposiblecreer...—Espereaoírtodoloquehayquecreer—leaconsejóelseñorBligh—.Que

es mucho. Para empezar, en la etiqueta estaba escrito «PASAJERO ADIEPPE»,como estaba a punto de contarle. Bueno, con eso tenía un sospechoso al quebuscar;yesohice,claro.SiibaaDieppeenelbarconocturno,comoparecíamásprobable,habíamilposibilidadescontraunadequesoloestuvieradecaminoaotro sitio, y llevaba varias horas de ventaja, fuera adonde fuera..., porque elbarco llega a primera hora de lamañana. Pero, por si acaso iba a Dieppe deverdad,hicequelobuscaranallí;y,mirapordónde,notardéentenernoticias...,y muchas. La primera información fue que el doctor Bryan Fairman, conpasaporte y todo, había llegado en barco y había cogido una habitación en elhotelBeau-Rivage.Saliódeallíhacialasnueveymedia,sintomarmásqueuncafé.Luegosesupoquehabíanvistoauninglésconmochilaenunsitioquesellama Impasse de la Chimère24, en las afueras, con aspecto de haber perdidoalgo. La Policía francesa no tiene ni la más remota idea de qué podía andarbuscando;dicenquehanhechotodaslaspesquisasposibles...,ynoselesocurrequépintabaallí.

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—Esotambiénesllamativo—afirmóTrent,pensativo—.SilaPolicíafrancesanohapodidoobtenerloqueandababuscandodelosresidentesylosporterosdelazona,seráquenohabíanadaqueobtener.Porloquerespectaaquevieranami amigo Fairman paseando por las afueras de Dieppe, no me lo explico,sencillamente.PasóunañoestudiandoenelHospitaldelaSalpêtrièredeParís,y,queyosepa,notienemásexperienciadeFrancia.¿Quémáshansabidodeél?—En el mismo lugar—prosiguió el inspector— hay una fonda, y Fairman

entró y tomó otro café antes demarcharse. El sujeto que lo lleva dice que elinglésparecíaenfermoyunpocochiflado.—¿Deverdadhadichoeso?—preguntóTrentconvivointerés.—Según nos han informado —respondió el inspector, entre cuyos méritos

profesionales figuraban conocimientos básicos de francés—, el dueño de lafonda dijo que el hombre parecía souffrant y un peu toqué, y, si logra ustedencontrarles a esas palabras un significado algo diferente de lo que he dicho,adelante.Bueno,comoibaadecirlecuandomehainterrumpido,losiguientequesesupodeFairmanesqueestabareservandounbilletedevueltaenelbarcodelatardederegresoaNewhaven.Unodelosnuestros,queestabadeservicioenelpuerto,lohareconocidoporladescripciónquehabíamosenviadoporteléfono,así como por las iniciales de la mochila. Así que el mozo también sacó unbillete,paratenerlovigilado.Yentonces,¡mecachis!,¿sabeloquehizoelmuyimbécil? El barco acababa de salir del puerto, y fue a la barandilla, pasó porencima,y estaba apuntode tirarsepor laborda cuandoel sargentoHewett loagarró por la chaqueta y los pantalones, y se aferró a él hasta que llegó latripulacióny lo arrastró a bordo.SegúnHewett, fue unapelea en toda regla...Tieneunpreciosoojoalafunerala,ylaboca,quepareceunkilodehígadoconuntajoenmedio.LuegoHewettloarrestóporsuicidioengradodetentativa;yenestemomentolotenemosdetenidobajoesaacusación.Trentsehabíaquedadopatidifuso.—¡Fairmanintentóahogarse!Ydicequeluego...—Espere un poco—lo atajó el inspector—. Déjeme contarlo a mi manera.

Poco después de traer a Fairman y acusarlo, en ScotlandYard recibieron unacartaqueechóalbuzónenNewhaven,justoantesdezarparaDieppe.ConteníanadamenosqueunaconfesióndequehabíadisparadoaRandolph...,breve,perobastanteconcluyente.Aquítengounacopia.

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El señorBligh sepuso enpie, y abrióunmaletínque estaba encimadeunamesilla.Sacóundocumentomecanografiado.—Antesdequelolea,lepuedocontarelresultadodenuestrasinvestigaciones

enClaypoole, que ya se había recibido en Londres. Fairman tenía referenciasexcelentes,aunqueerabastantereservado;deduzcoquenose llevabamuyallácon lagente.Dicenquevivíaparael trabajoenelpsiquiátrico.Ademásde lastareascorrientes,estabadedicadoanoséquéinvestigación,yhacíatiempoquedabamuestras de fatiga.Luego, hace unmes, tuvo una gripemuygrave, y alparecervolvióatrabajarantesdeestarrestablecido.»Losiguientefuequelodespidieronbruscamente,conseismesesdesueldoen

vez de preaviso. Ayer por la mañana recibió una carta en ese sentido que leenseñó a un colega.La carta no citabamotivo alguno; y el que la escribió, elsupervisormédico,eldoctorDallow,noshadichosinmásquenotieneporquéexplicarnos lo que hace, y que no va a hacerlo, dado que el hospital es unainstitución de gestión puramente privada. Eso, claro, ha sido esta mañana,cuandonoteníalamenorideadeporquélaPolicíamostrabaeseinteréssúbitoenFairman...,cuandonisiquieranosotrossabíamosnada,porcierto,salvoquelaetiquetadeFairmanhabíaaparecidoenelescenariodelcrimen.»Noshan informadodequeFairman se entrevistó conDallow tras recibir la

carta de despido, de que la conversación no durómucho, y de que al salir aFairman se leveíademacradoyparecíadesesperado.Se fuedelhospital a lastres,másomenos,consumochila,sindecirestabocaesmía.Unmaleteroqueloconocíalovioenlaestación,ycogióeltrendelastresydiez,quellegaalaestación de St. Pancras a las siete ymedia. En este punto, puedo decirle queentre las cosas que llevaba encima cuando lo hemos arrestado había un papelarrugado con la dirección de Randolph en Londres. Dicho lo cual, ¿qué leparece?—Espantoso—dijoTrentmirandoal suelo—.Nosécómopodría tenerpeor

pinta.—No puede—contestó el señor Bligh—, teniendo en cuenta que Randolph

controlabacompletamentelagestióndelhospital.—Bueno, eso sí lo sabía; por eso estoy de acuerdo en que pinta mal. Por

supuesto,Dallow dirá lo que quiera sobre su negativa a explicar susmotivos;pero,situvieraquedeclararcomotestigo,otrogallocantaría.

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ElseñorBlighsefrotólasmanos.—Tiene toda la razón.Y tendríaqueexplicarotracosa... ¿Dequéhablócon

RandolphcuandosevieronenBrintontresdíasantesdelasesinatoalascincodelatarde?Loheencontradohojeandoelcalendario.Bueno,entiendoqueestamosdeacuerdoenqueelresponsabledeldespidofueRandolph.Esmás,porloquefuera, le había puesto la proa a Fairman... Lo sé por Raught, el criado. Bien,prosigamos...Loqueacabodecontarleeselresultadodelasaveriguacionesquehemos hecho en el frente de Claypoole esta mañana. Se lo han dictado porteléfonoaScotlandYard,yhabíarecibidocasitodoparalahoradecomer.Sobrelo que ocurrió después de que llegase a Londres solo tenemos lo que nos hacontado él... Es un poco somero, pero bastante incuestionable, dadas lascircunstancias.Trentcogióeldocumentoqueelinspectorlealcanzóeneseinstante.—Buentrabajo—observó,sombrío—.Actividadentodoslosfrentes,Londres,

Claypoole y Dieppe..., y además un combate naval, por llamarlo de algunamanera.Empiezaatrabajardespuésdeundesayunotemprano,y,paralahoradelté,yalotienetodobienempaquetado.ElseñorBlighemitióungruñidodespectivo.—Nodigoquelamaquinarianohayafuncionadocorrectamente.Asíhasido...,

yquizádemasiado,aunquealomejorlesueneraroquelodigayo.Noacabadegustarme que las cosas vengan ami encuentro, como si fuera un imán, caray.¡Mecachis!Escomosimehubieranpuestoelcasoenbandejayguarnecidodeperejil;y,cuantomáslopienso,menosmegusta.Trentasintió.—Meparecequeloentiendo.Tienelasensacióndequetalvezeldestinotenga

unacachiporraescondidaypreparadaparaasestarleungolpe inesperadoen laregióncervical.—Algo de eso hay—gruñó el inspector—. No sería la primera vez. Y, sin

embargo...Peroécheleunvistazoaesepapel,yveamosquépiensa.Trentpusotodasuatenciónenelfoliopulcramentemecanografiadoquetenía

enlamanoyleyólosiguiente:Eneltren.Londres-Newhaven21:20

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EstatardehedisparadoymatadoaJamesRandolph.FuiasucasadelaplazaNewbury hacia las 19:45; no puedo precisar más. No había nadie más.Tuvimosunapeleaviolenta,yelresultadofuequeledisparé.Llenéunvasodeaguaconlajarraquehabíaencimadelacómodaymelobebí.Luegodejéla casa y cogí un taxi a la estaciónVictoria, donde subí al expreso de las20:20aNewhaven,comohabíaplaneado.VoyacruzaraDieppe.Prefieronoexplicarporquéhehecholoquehehecho.

BRYANFAIRMAN

Después de leer y releer este breve documento, Trent levantó la mirada,

arqueandolascejas,ylacentróenlosojosexpectantesdesuanfitrión.—Interesante,¿no?—preguntóelinspectorsecamente—.Prefierenoexplicar

por qué ha matado a alguien, pero le da igual mencionar que después decargárselo bebió agua. Nos dice que planeó huir del país tras disparar a suvíctima; luego cambia de idea, da la vuelta, y de camino a casa trata desuicidarse.¿Entiendeustedalgo,malditasea?Trentsemesóelpeloduranteunosinstantesconlamiradaperdida.—Supongoqueesunasugerenciaidiota—dijoalapostre—,pero¿hatenido

encuentalaposibilidaddequeestétratandodeprotegeraalguien?—Sí, claro. La confesión, la hoja arrancada del calendario y el cuidado que

poneenatribuirsetodomehicieronpensarenesodeinmediato.Perolaverdadesquenotieneningúnsentido.Paraempezar,confesarunasesinatoquenohascometido, por muchas ganas que tengas de hacerle un favor a alguien, no escualquier cosa. Además las confesiones de asesinatos auténticas son bastantecorrientes. Sin contar con que tenía un móvil: el rencor por cómo lo habíantratado. A más de uno lo han liquidado por menos de lo que le hicieron aFairman. Aparte de lo cual, ¿cómo cuadra la idea de que está protegiendo aalguienconlavisitarelámpagoaDieppe,inexplicable,yconquevolvieraacasainmediatamente después, y con el intento de suicidio? No. Repito, ¿ustedentiendealgo?Trentvolvióamirarelpapelqueteníaenlamano.—Esverdad—dijo—quedejamuchascosasenelaire.Pero...—Sedetuvoun

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momento—...Nomehadadotiempoapensarlodetenidamente,claroestá,peronomeparecequeestaconfesión,pormuycriticableque sea, cambie tanto lascosas,caramba.La nube de pesadumbre que cubría los rasgos del señor Bligh se hizo más

oscura.—Enciertaforma,cambiamuypoco.Yahayelementosdepesoensucontra.

Sabemosqueteníaunmóvil.YsabemosqueestuvoenellugardelcrimenmásomenoscuandodispararonaRandolph.Lehemostomadolashuellas,ycoincidenconlasdelvasoquecontantocuidadomenciona.—Y,evidentemente,tambiénconlasdelacuchilla.—Pues no —dijo el inspector de manera sucinta—. Ese es uno de los

elementos que en su momento he pensado que va a darnos quebraderos decabeza.ElexpertoenhuellashaencontradomuchasdeRandolphydelcriado,naturalmente, y ha encontrado algunas, y no solo en la jarra y el vaso, quecorrespondenconlasdeFairman.Peroenlacuchillahaencontradohuellasquenosondeningunodelostres,ynolashaencontradoenningúnotroartículodetodalacasa.SegúnRaught,eraunacuchillanueva,quesacódelenvoltorioporlamañana.Siescierto,alguienmástocólacuchilla;todoindicaquelasacódelamaquinillaparaabrirlospaquetes.—¿YquédiceFairmanalrespecto?—Nada. Se ha negado a respondernos, o a pronunciar una palabra, desde el

arresto. Al poco de que presentáramos la acusación contra él, ha tenido uncolapsonerviosocompleto...,meparecequenoselohabíadicho...Ahoraestáenla enfermería de la prisión, y no está ni para interrogatorios ni para nada. Esdictamen del médico; así que el caso se ha parado hasta que se recupere losuficiente para que podamos proseguir. Vamos a pedir una prórroga de lainvestigaciónpreliminar,claro...Habríamostenidoquepedirladetodasformas.Trentsepusoenpieyempezóapasearporlahabitación.—Entenderá—dijo—queestomeresultamuypenoso.Enterarmedelestado

enquesehalla,despuésdetodolodemás...Bueno,nodigomás.Peroatienda.TienepruebasgravísimascontraFairman,inclusodejandodeladolaconfesión...Noloniego.Noobstante,desdeelprimermomentomehedadocuentadequenoestásatisfecho,ymeimaginoquelashuellasnoidentificadasdelacuchillasonunodeloselementosquenolecuadran.Amítampoco.

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—Asíes—convinoelinspector—.Noparecequeencajen,sinduda...,porlomenos,aprimeravista. Igualque lospapelesquehandesaparecido.Seacomofuere, tengounaideaacercadelashuellas,ydelospapeles, también.Dígame,¿conocebienaRaught,elcriadodelbuenodeRandolph?—MehaninvitadoaBrintontresveces,cuandoRandolphestabaposandopara

elretrato.Raughtseocupabademí,comoseocupabadesujefe.—¿Yquéimpresiónlecausa?—¿Comoayudadecámara,quieredecir?ElseñorBlighasintióconunasonrisa.—Pueseracómico,claro—respondióTrent—.Raughtesuntipointeligente,

con las ideasclaras, supongoqueestádeacuerdo...—el inspector asintió—...,peroescomosi llevaraun sambenitogigante.Está sucio...Nome refieroa lasuperficie,sinoaquelasuciedadselevislumbraenelalma.ElseñorBlighgruñó.—Bueno,aunquenoséquéquieredecirconeso,casualmentemedicuentade

que había pasado por las prisiones de sumajestad; en cuanto le puse la vistaencima,recordésucara.Pero,aunsineso,esobvioqueestámuypordebajodelnivel de un criado de esa categoría. Para mí que es otra obra de caridad delanciano.Entodocaso,mitesisesqueanoche,alvolveracasa,Raughtllegóconuncolega.Alomejoribanatomarseunpardecopasdelcoñacdelanciano,sieste estaba en la cama. Luego Raught se lo encuentra muerto; puede quedecidieranprobarsuerteconlacajafuerteantesdellamaralaPolicía,otalvezelamigo insistieraenhacerlo.NomegustócómorespondióRaughtcuando lepreguntéporlacajafuerte...Fingióquenoestabasegurodequehubierauna.Siocurrióeso,oalgoporelestilo,puedequeeltipoqueestabaconRaughtcortaseloscordelesdelospaquetes,yquelashuellasdelacuchillaseansuyas.Luegodesaparecióconlospapeles,mástodoloquehubieraqueparecieraútil,antesdequeRaughtllamasealacomisaría.Trentserecostóycontemplóconadmiraciónasuamigo.—Nomeextrañaquehayallegadotanlejosensuprofesión—afirmó—.Puede

quetodoesosucediera,sinduda...,ypuedequeno.Elinspectorvaciólapipaenuncenicerodebuentamañoquepresidíaunperro

moteadodeporcelanadeaspectomelancólico.—Bueno—dijo—, encaja con los hechos, y la experiencia lo sugiere, nada

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más;yenrealidadtampocoimporta.Porloquerespectaalasesinato,teníamosaFairman agarrado por el pescuezo. Y luego, cuando todo iba viento en popa,aparecelapuñeteraconfesión.Trentselevantóysedispusoadespedirse.—Perosigosinentender—señalódespacio—porquélaconfesióndeFairman

ensombreceesarisueñaperspectiva.—¡Sigue sin entenderlo! —El tono del señor Bligh expresó cansancio y

resignación—.Echeotrovistazo...Écheleotrovistazoalasunto,caray.Ytengaencuentacómohaactuadoeltipodesdeelprimermomento.Trent releyó el documentomecanografiadoque tenía en lamano, y volvió a

mirarasuamigoalosojos,exasperados.—¿Serefiere...?—Merefieroaquehaperdidoel juicio—dijoel inspectorconvoz ronca—.

Noesunameracrisisnerviosa;esdemencia...,yunfinalidiotaparaloqueamijuicioparecíauntrabajorespetable.17ParáfrasisdeunversodelpoemaTheMayQueen,delordAlfredTennyson.18Nombredeunacoleccióndeobraspublicadaen1898porShaw,queconteníaElhombreylasarmas

(ArmsandtheMan,1894),Cándida(Candida,1894),Elhombredeldestino(TheManofDestiny,1895)yLuchadesexos(YouNeverCanTell,1896).

19 Blighter, juego lingüístico a partir del apellido del inspector Bligh, puede traducirse como «tío»,«pollo»o«menda»,oincluso,conunmatizpeyorativo,como«cabrón»o«rata».

20Paráfrasisdelpoema«AFarewell»,deCharlesKingsley.21Paráfrasisdela«OdaaPsique»,deJohnKeats.22Paráfrasisdeldramaenverso«Elcaballerosalvaje»,deG.K.Chesterton.23ParáfrasisdeLadamadellago,desirWalterScott.PrimroseHill, laplazaHamiltonyMarbleArch

sonlugaresdeLondres.MerecelapenaseñalarqueprovienedelamismaestrofaquelacitaqueapareceenElúltimocasodePhilipTrent,página48.

24«Callejóndelaquimera».

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CapítuloVIII

Lablancaflordeunavidasintacha

Aquella noche, cuando volvía paseando a su casa después de despedirse delinspectorBligh,Trentmeditósobrelopatéticodelatragediapolicialalaqueseenfrentaba dicho funcionario. Ese liderazgo vigoroso y atinado, esa marchavelozdeunarutinadealtapotencia,¡paraacabararrestandoaunlunático!Peromuchomásqueaquelloloafligíanlasespantosasnoticiasdealguienconquienlo unía un vínculo antiguo y estrecho. Estaba totalmente seguro de que elFairmanalqueconocíaeraincapazdeperpetrarsemejantecrimen.Quehubiesedisparadoalancianoporlaespaldaeraundetallequeseañadíaaloinverosímilde la hipótesis. Pero todo aquello no podía sino hacer más inevitable laconclusión de que Fairman, si era culpable, debía de estar trastornado. Sucomportamiento,comocontantavehemenciarecalcabaelinspector,noeraeldeunhombreensusanojuicio.Por lo que respecta a los hechos que podían explicar dicho colapso, había

escasomargenparaladuda.Detrásdetodoaquellodebíadeestar,comosugeríael señor Bligh, la caprichosa ojeriza que Randolph le tenía al joven médico.Trentrecordababienunavelada,unosmesesantes,enlaqueFairmanyélfueronaBrintoninvitadosporRandolph.Saltabaalavistaqueningunoestabaagustoencompañíadelotro.Sehabríadichosencillamentequeelancianodisfrutabadeforma extraña fingiendo que no creía en las líneas de investigación de laenfermedad mental a las que Fairman se dedicaba en la Clínica PsiquiátricaRandolphdeClaypoole,o inclusoquedesconfiabadeellas.ATrent lepareciócomprensiblequeFairman,conelcuerpoyelcerebro todavíaafectadosporeltósigo de la gripe, perdiese la razón como consecuencia de la impresiónproducida por separarse repentinamente del trabajo para el que vivía. Trent

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recordaba otra cosa con una sombra de incomodidad. Fairman sabía deldesagradablegalanteodelancianoconEuniceFaviell,porqueelpropioTrentselohabíamencionadoenunacartamuyreciente,enlaqueañadíaquesabíacómoponerfinadichacircunstanciayqueteníaintencióndehacerlo.A la mañana siguiente, mientras Trent repasaba la situación y tomaba un

desayunoligero, lo llamaronpor teléfono,yescuchóunavozdeultratumba, ladelinspectorBligh.—¿EsMonteagle,3473?—Nadamenos—contestóTrent—.Yyaséconquiénhablo.¿Aquésedebe,

inspector,quepor teléfonohable siemprecomosi laviday la luz sehubieranextinguido?—Ojalá—replicó el señorBligh con acento aúnmás sombrío— fuera usted

capazdehablarenserioporunavez.—Enrealidadnoestoyespecialmentetravieso.Trasestanoche,puro,yparael

día,espléndido25,evidentemente,peronoexactamentefrívolo.Sinembargo,silehadadoesa impresión,no se lo tomeamal—rogóTrent—.Recuerdeque,aunque parezca libre de nociones solemnes, no por ello soymenos divino denatura26.Además,porunamigo,siemprepuedoponermeserio.Veamos..., sonlasochoycuarto.Puedoser laseriedadenpersonacasi toda lamañana.A lasdoceenpunto,vieneelalmirantesirDensmoreffinch...,yasabe,condosefesyunapierna...,aposarparasuretrato.Esunodelosinterlocutoresmásdivertidosque conozco. Hasta entonces, puedo ser serio, e incluso grave como unaepidemiadecólera.¿Quéqueríadecirme?—Anochecomentó—contestóelseñorBligh—quequeríaverelescenariodel

crimen en la plaza Newbury. Bueno..., si yo respondo de usted, no hayimpedimento. Pero ya verá que el único pájaro que quedaba ha volado.Estoyaquíahoramismo.Trentvacilóuninstante.—¿SerefiereaRaught,elcriado?—Sí,sehalargado.—¿Deveras?¿Comofuentequehasecadoelestío,cuandomásacucianteera

lased27?¡Atiza!AsíqueRaughthapuestopiesenpolvorosa.—Si le gusta esa expresión tan vulgar—respondió el inspector—, sí. Otra

formaramplonadedecirloesquehaahuecadoelalaantesdequeleecháramos

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elguante,porqueyohabíavenidoparadetenerlo.—¿Porqué?¿EsquetienepruebasdesuteoríasobreRaught,suamigoCharles

ylacajafuerte?Unacarcajadacavernosasaliódelauricular.—Siquiere,páseseylecuentotodoslosrepugnantesdetalles.

Cuando Trent llegó a la pequeña morada de la plaza Newbury, el saludo delagente de servicio le hizo comprender que lo esperaban. En la planta baja nohabía señales de vida. Al subir las escaleras, encontró al inspector Bligh,acompañado por un sargento de cara alargada que estaba ocupado midiendodistanciassobrelamullidaalfombradeldormitorio.—Con eso basta por ahora, Mills —dijo el inspector, y su subordinado,

captando la indirecta, cerró el cuaderno y se retiró—. Raught —comenzó elseñorBlighsinprolegómenos—seesfumóanoche.Habíaunagentedeguardiaenlapuerta,claro;peroalparecernuestroamigosaliósinmásporlaventanadesudormitorio,queestáenlaplantabaja,cruzóesepatiopequeñodeahí,saltólatapia que da al callejónTorrington, y luego tiró hacia la calleWigram, en unlado, o la calleBullingdon, en el otro, y de ahí, cruzandoLondres,Dios sabeadónde.Tuvosuerte,ynadieloviosalirdelcallejón;peroprobablementeestuvoescuchando desde el patio, esperando a que pasara el agente que recorre elcallejónaintervalosregulares,ylediotiempoaescabullirse.—¿YporquéleshadadoesquinazoRaught?ElseñorBlighsesacóunsobrelargodelbolsillodelachaqueta.—Tenía sus razones, la verdad. Esta carta, dirigida al comisario, llegó a

Scotland Yard anoche en el último reparto. La enviaron los abogados deRandolph, que deberían haber hecho mejor su trabajo y despacharla con unrecaderoencuanto seenterarondel asesinato.Pero se lo tomaronconcalma...Debedeserunbufetequenollevaasuntospenales.Estoesloquehanmandado.Trentcogiólacarta,queestabafechadatresañosantes,yescrita,comoviode

inmediato,enlaletraclara,aunqueunpocoenmarañada,deRandolph.Decíalosiguiente:Señor:

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Deberíacentrarsusinvestigacionesenmicriado,SimonRaught.Nos hemos hecho amigos, porque volví a darle empleo en mi servicio

domésticodespuésdequecumplieraunapenadeprisión,ademásdelocual,mi silencio lo ha salvado de las consecuencias de un delito más grave.Adjunto a esta carta una confesión, firmada por él, relativa al papel quedesempeñó en el asalto al banco de Maidstone en 19___, en el que unvigilanteyunpolicíaresultaronheridosgraves.Cómoaverigüé losucedidoescosamía.AmenacéaRaughtcondivulgar

los hechos, a menos que firmase dicha confesión, pero personalmente notengointencióndeutilizarla.Siemprehesidopartidariodelareinserciónporlavíadelainfluenciapersonalynodelcastigoaldelincuente;noobstante,aun cuando en el caso de Raught he hecho enormes esfuerzos, no se meoculta que con los sujetos de su estilo no es prudente descuidar ciertainfluencia disuasoria.Me temo que, cuando se presenta la tentación, siguesiendopeligroso.Lehedichoquesuconfesióngarantizasubuenaconducta,yquenoseráutilizadaensucontraentantoencuantosigasiéndomefiel.Porlotanto,hedadoinstruccionesamisabogadosparaquedestruyanesta

carta sinabrirla, juntocon laconfesióndeRaught, cuandomuera, ano serquemuerade formaviolentao encircunstancias sospechosas; enese caso,debenenviárselaausted.Suyo,etc.

JAMESM.RANDOLPH—¿Quéleparece?—preguntóelinspector,sombrío.—Paraempezar—dijoTrent—,paratratarsedeuncasofácil,diríaquehayun

superávitdecartasaScotlandYardyunacantidadinusualdeconfesiones.ElseñorBlighsemostrósardónicoeimpaciente.—Puede comprobar por sí mismo —saltó— que la carta de Randolph fue

escritahacetiempo,yquelaconfesióndeRaughtnotieneabsolutamentenadaqueverconelasesinato.Trentsuspiró.—Me doy por reprendido. Solo me extrañaban tantas coincidencias. Y esta

confesión,comodice,nopuedetenernadaqueverconelasesinatocometidoporBryanFairman.Porcierto,¿dóndeestálaconfesióndeRaught?

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—LaestáncomprobandoenScotlandYard.Esbastanteclaraydetallada,estáfirmada por Raught, y la firma tuvo testigos. Pero, evidentemente, no se leescapaque,sibienlaconfesiónnoinfluyeenelasesinato,influyemuchísimoenmi tesis de que Raught, y probablemente algún amigo suyo, examinaron losdocumentos de la caja fuerte tras encontrar el cuerpo de Randolph. Raughtesperaba encontrar la confesión. Cuando se dio cuenta de que no estaba, elamigo semarchó con los papeles, fueran los que fueran, yRaught, en vez demarcharsetambién,llamóalaPolicía.Trentfruncióelceño.—Meparecequeveopordóndeva.Sabíaqueenalgunapartelaconfesiónse

cernía sobre él y que, si huía aquellamisma noche, dejando que otra personadescubriera y comunicara el asesinato, todo apuntaría a que él mismo habíadisparadoaRandolph.Nopodíaesperar,claro,queelauténticoasesino,despuésdeirse,fueraaprocederadelatarse,comohahechoFairman.—Exacto. Tuvo suficientes luces para darse cuenta de que, si su confesión

llegabaalaPolicíayloarrestábamosaquísincomplicacionesylecaíaunapenalarga por el delito deMaidstone, ello seríamás cómodo que ser perseguido yjuzgado por asesinar a su jefe, crimen este por el cual tendría bastantesposibilidadesdequeloahorcaran.Yluego,¿sabe?,aldíasiguientesepercatódequenorecaíansobreélsospechasgraves,yporlatardeoyóquehabíahabidounarresto.Conlocual,RaughtpensóquesoloteníaqueresponderporeseantiguoasuntodeMaidstone,asíquedecidióquemásvalíadarnosesquinazo.Yestuvoapuntodelograrlo.—¿Yquéposibilidadestienedeesquivarlos?ElseñorBlighriobrevemente.—Pocas.Tenemossu fotoysushuellasdactilaresdesdeel fraudeporelque

fuecondenado.Sabemosdóndevivesufamilia.Vayadondevaya,habráalguienbuscándolo. Pero deje de preocuparse por él. Quería enseñarle este lugar ycharlarunpocoacercadeRandolph.EnseñarleellugaraTrentimplicabaunexamenatentodetodaslaspistasque

elinspectoryahabíahallado,yqueledescribiólatardeanterior.Trent,quesabíaquesuamigonoteníarivalenesecampo,siguiósuexposiciónconatenciónypreguntasfrecuentes.PesealasconjeturasdelseñorBligh,aTrentlacuchillaleparecía el detalle más extraño de todo el asunto, con las huellas que no

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coincidían con las muchas impresiones tomadas in situ por el experto de laPolicía.Tambiéncreíaqueeltapóndechampánconstituíaunmisteriofascinanteensímismo,sieraciertoqueaRandolphnolegustabadichabebida.—Deacuerdo—dijoelseñorBlighaloírestoscomentarios—.Voyadejarle

lashuellasparaquelesdéunavuelta,siquiere.—Sevolvióhaciaelmaletín—.Lléveseesteduplicadode las fotosampliadasdeldedoydelpulgar,y, si sacaalgoenclaro,meencantaráoírlo.Pornuestraparte,loquesacamosenclaroesquenofiguranen laOficinadeAntecedentesPenalesdeScotlandYard,yqueprobablemente quien las dejó no tiene más de noventa años, no debe de sermecánico,y,sitieneunaenfermedadcutáneadesagradable,nosehaextendidoaese dedo ni al pulgar. ¿A que es útil? Y aquí tiene el tapón. No se lo puedoprestar,peromírelocuantoquierayfíjeseenlamarca;y,sidescubrequeFelixPoubelle1884dejólashuellasdelacuchilla,empezaremosasituarnos,claro.Impasible ante este pésimo chiste, Trent examinó con cuidado el tapón, lo

encontróenbuenestadoysefijóenlamarca,que—pensóparasusadentros—presentabaciertointerésensímisma.—Yahora—sugirióelinspector—,¿intentamosdarconalgoútilhablandodel

anciano, dado que, según dijo, lo conocía un poco?Sugiero que bajemos a lasalaynospongamoscómodos.Abrióelpasorumboalahabitacióndelaplantabaja,ysesentóenelextremo

del sofá que estaba junto a la estantería, al tiempoque sacabaunapipa y unabolsadetabacodeunbolsillo.—Ahíestáelcalendarioconlahojaarrancada,comoleconté—dijoapuntando

conlapipa.Trentinspeccionóelcalendarioconinterés,pasandocuidadosamentelashojas

conlasyemasdelosdedos;ydescubrióparasusorpresaquefigurabaunacitaconWetherillalascuatroymedialavísperadelcrimen.Quesupiera,solohabíaunWetherill,ynolograbaimaginarquérelaciónpodíatenerconRandolph.Noobstante, parecía un detalle sin importancia, y se sentó en el sofá al lado delseñorBligh.—Para empezar —tomó la iniciativa el inspector—, volvamos a esta

sorprendentecartasuyasobreRaught.LealcanzóeldocumentoaTrent,quelocogióyvolvióaleerlo.—SediríaqueelcarácterdeRandolphseestáabriendocomounaflorecillaal

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sol desde su fallecimiento—observó—.He aquí unamuestra debenevolenciaque nadie sospechó jamás. Por una vez, en cierta forma, hizo el bien ahurtadillas,y,dehabersesabido,habríalelafamasacadoloscolores28.—Habríasidounadelascosasquehabríanocurrido—admitióelseñorBligh

—.Sinembargo,siestebelloasuntosehubiesehechopúblicomientrasvivía,lehabría valido la trena. «Mi silencio lo ha salvado», dese cuenta.Randolph notuvoreparosensercómplicedeundelito.—No, si solo salía a la luz tras su muerte. Pero, por lo visto, Randolph

tampocoponíareparosamuchasotrascosas.Notuvoreparosentenercercaaunhombrequelotemíayloodiaba.Nopensabasoltarlo...,«entantoencuantosigasiéndome fiel», como dice la carta. Ahora bien, tampoco tuvo reparos endestrozarlacarreradeunjovencientíficointachablesencillamenteporque,hastadondesemealcanza,lehabíatomadoantipatía.Puedequenofueramásqueeso.Fairman es uno de esos tipos quemantienen la boca cerrada...O sea, tiene lacostumbrefísicadetenersiemprelabocacerrada,anoserquelaestéutilizandoconalgúnfin,y lacostumbremoraldenohablarsinotienenadaquedecir.Amuchagentenolegusta(quizásehayadadoustedcuenta),especialmentealosqueestánacostumbradosaseradoradoscomodiosecillosde latón.Esperanungestodeadulación,opor lomenosunsobrecogimiento respetuoso.TengoquedecirqueFairmanesincapaztantodeunacosacomodelaotra.—¡Pues como yo!—dijo el inspector, no sin cierta complacencia, mientras

acababadellenarlapipa—.Porlomenos,esoespero.—Sí, pero en su trabajo tienen que tenerle miedo, no quererlo, ¿no se da

cuenta?EneldeFairman,no.Aunquepuedequemeequivoqueporcompleto;quizáme esté dejando llevar por la imaginación. En todo caso, a Fairman lodespidieronsindarningunaexplicación,presuntamenteporordendeRandolph.Y,dadoqueRandolphestámuerto,yFairman,loco(estoydeacuerdoenqueloparece), es posible que nunca lleguemos a conocer el secreto del asunto. Sinembargo, en cuanto a la personalidaddeRandolph, de la queusteddesea quehablemos, tiene que haber opiniones muy diferentes al respecto. Casi todo elmundo,porlovisto,loteníaporunsantoaltruistaconeldesconcertanteropajedeunempresariodelnorte.Puedoentenderloenelcasodelosquesoloconocíansufacetadebienhechorpúblico,peroesesecretariosuyo,Verney,quesupongoque estaba más cerca de él que nadie, habla de él de la misma manera. Sin

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embargo, cuando estuve en Brinton para pintar el retrato del anciano, no meparecióquesemostrasemásagradableconVerneyqueconcualquierotro.—¿Aquéserefiere?—Veamos,paraempezar—dijoTrent—,laprimeravezqueviaVerney,yno

sabiendoquéposiciónocupabaallí, lepregunté sino lohabíavistounosañosantesenelcercleprivédeMontecarlo,dondemehallaba jugandounasmanos.Dije esto al alcance del oído de Randolph. Verney me aseguró que meequivocaba,quenohabíaestadoenMónacoensuvida.Fueracomofuere,tuvela impresióndeque,despuésdeeso,RandolphtratabaconciertabrusquedadaVerney,aunquemefiguréqueprobablementesiemprefueraasí...NuncaanteslohabíaoídodirigirseaVerney.Ylociertoesqueeramásomenosdesagradablecon todos los que tenía alrededor. En sus tratos conmigo no fue precisamenteamigable.Creoquenosabíaserlo.—Preferíaamarasuscongéneresdesdelejos—observóelinspector,reflexivo

—.Esmásfácil,sinduda.Ypuededecirseque,enciertomodo,saleacuenta.Raught, el criado,medijoqueel ancianoobteníagrandes satisfaccionesde sureputación de benevolencia. Ya lo había oído, y, al fin y al cabo, no es tansorprendente.Trentsonrióconironía.—Lacaridadquenoempiezaporunomismo.Aunasí,eracaridad...,loquela

gente llama caridad, por lo menos; y, en el caso de Randolph, bastanteauténtica... Supongoqueya sabeque tenía un solo hijo que se fue de casa dejoven.ElseñorBlighasintióconungruñido.—No sé por qué se fue, y quizá no lo sepa nadie, pero, que yo sepa, no ha

vueltoaaparecer,aunquesehizotodoloposibleparadarconél.—¡Todoloposible!—exclamóelseñorBligh—.Caramba,puedodecirleuna

cosaqueeraposibleynosehizo,porquemeconsta.NosepidióalaPolicíaquecolaborase en localizarlo. No fue informada de que había desaparecido.Oficialmente,adíadehoy,aúnnosabenadadelcaso, locualmerecuerdaunasunto curioso. Hará un año, diría yo, averiguamos, de forma indirecta..., daigualcómo...—Digamosquellegóasusoídos—sugirióTrent.—Laverdadesquesíllegóanuestrosoídos—dijoelinspector,desafiante—

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queRandolphhabíacontratadoaciertaagenciaprivadadeinvestigación...—SupongoquenosetratabadeladelexinspectorjefeTargett.—Esoeslodemenos.Lahabíacontratadoparaaveriguarelparaderodetodos

susparientescercanos.—Ah, ¿sí? Interesantísimo —comentó Trent—. Parece que es verdad que

estaba pensando seriamente en ordenar sus asuntos, como cree Verney. Peroentiendoquenodieronconelhijoperdido.—No. Y, pasados más de veinte años, no es raro. Pero encontraron a otro

pariente... Sin embargo—se interrumpió el señor Bligh, mirando a Trent dereojo—,noesasuntomío,nideusted.Estábamoshablandode ladesapariciónde su hijo, que no tuvo nada de secreta. Diomucho que hablar, como puedeimaginar,porqueporentoncesRandolphyaempezabaaserconocidoenelnorte,y,cuandosupersonalcomenzóadifundirlahistoria,notardóenserdedominiopúblico. No cabía la menor duda al respecto. La madre del muchacho muriócuandoesteteníadiecisieteaños,yéltrabajabadeaprendizenunacompañíadeingeniería.Pocodespués les dijo a sus amigosdel trabajoque estabahartodevivirencasayqueibaalargarse.Semarchóaldíasiguiente,yRandolphnuncaquiso decir nada al respecto, salvo que el chico había decidido abandonarlo yqueyaapareceríacuandosehartaradebuscarselavida.Bueno,jamásapareció,ynosémás.—Quéhistoriatanrara—consideróTrent,pensativo—.Noesdifícilimaginar

que esa casa, en la que curiosamente no había caridad, debía de ser un pocodifícildesoportar;peroelchicotienequehabersidodebuenapastaparairseasíynovolver,cuandoteníaunpadreacomodadoquesindudasehabríaocupadodeél.Elinspectorasintió.—Sí,esunahistoriarara,comodiceusted.PerotodalavidadeRandolphfue

unahistoriarara.Alomejorhaoídoqueestablecióloscimientosdesufortunaenelnegociodecaseroen losbarriosbajosdeHumberstone...Sí,ysolía irélmismo a cobrar el alquiler, incluso cuando hacíamucho que podía permitirsepagar aotrosparaquehicieranel trabajo sucio.Propiedad inmobiliaria, astutaespeculación con el suelo por aquí y por allá... Así se hizo rico. Entendía elnegocio,yteníafamadenocometererrores.Presidiódosgrandesinmobiliarias.Luego lediopor invertirenotrascosas,ydicenquese fuehaciendocadavez

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másrico...,apesardetodoloquegastabaencaridadyproyectospúblicos.Perono podemos olvidar, por supuesto, que gastaba poquísimo en su propiacomodidad y sus aficiones.Mire esta chabola que hacía las veces de casa enLondres, por ejemplo.Y, aunque supongoquemantenerBrinton costaría algo,debedehabersidounaminucia,coningresoscomolossuyos.—Acuérdese —dijo Trent— de su posición como donante a los museos y

colecciones de arte. Eso tiene que haber ayudado a mantener el dinero enmovimiento.Sémássobreesoquesobresufilantropía,ycreoqueesuncasosinparangón.Nosécuándoempezóainteresarseporlapinturayelarteengeneral,pero,paracuandomeencargóqueloretratase,habíallegadoasabermuchísimomássobresucompraventadeloqueyosabréjamás.Sinembargo,nocreoqueen realidad tuviera madera de sibarita. Coleccionó muy poco para sí mismo.Aunque todo lo que tenía en Brinton era absolutamente de primera (y, yapuestos,tambiénenestaminiaturadecasa),aunquenotuvelaimpresióndequele interesara en absoluto. Lo que hacía seguramente era conseguir el mejorasesoramientoparasusadquisiciones.—He oído hablar, por supuesto —dijo el señor Bligh—, de su afición por

regalarcosasagaleríasdearteextranjeras.Algunos tenemosuna ideabastanteaproximada de lo que había detrás de eso. Pero no tengo ni idea de cómo lohacía...Noesmiespecialidad.—Bueno, lo que puedo decirle es que apenas hay colecciones nacionales en

Europaalasquenoregalasealgoqueestasestuviesenencantadasdeconseguir.En ocasiones, el regalo era escogido con inteligencia según los interesesparticularesdelpaísencuestión,comoelmanuscritodeDanteque regalóa laBibliotecaVíctorManuel. En otras, era algo que cualquiermuseo delmundorecibiría con los brazos abiertos, como aquel Rembrandt pequeño, tituladoElalquimista,quedecidióregalaralaPinakothek.Llevaañoshaciéndolo,ytodoslos comisarios y bibliotecarios y pollos de ese plumaje, bueno, aguzaban losoídoscuandosemencionabasunombre.—Curioso—comentó el inspector, absorto en escarbar en la cazoleta de su

pipaconuncortaplumas—,porqueobviamentenosacabanadaacambio.Trentlomirópensativoyconelceñofruncido.—¿Quétieneenesapuramentesuya?—preguntó.ElseñorBlighsevolvióhacialaestanteríaquecubríalaparedasuderecha.

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—¿Ha leído su entrada en el Quién es quién? —preguntó hojeando dichovolumen turgente—. Aquí está. Hay casi una columna entera sobre él, queconsistefundamentalmenteen...¿Quécree?Trentnegóconlacabeza.—Merindo.—Condecoracionesdeórdenes—dijoelinspector—,todasextranjeras:Legión

deHonor,ÁguilaRoja,CoronadeItalia, ídemdeSuecia,Daneborg,Redentor,Sol Naciente, Estrella de Rumanía, San Vladimiro y muchas otras. Debía detenerlas a espuertas. He observado que en general a los capitostes no se lesponentodasestascosas,peroaRandolphnolefaltabauna.Trentcogióelvolumenyechóunvistazoa las impresionantespruebasde la

alta estima en que losGobiernos extranjeros habían tenido a JamesMewburnRandolph.—Noestandiferentedecoleccionarsellos—observó.—Perobastantemáscaro—añadióel señorBligh—.Sedacuentade loque

quiere decir, ¿no? Cada uno de esos pequeños homenajes representa unacontribuciónbiencaraalosmuseosygaleríasdeartedelmundocivilizado...,ode aquellas regiones del susodicho que tienen joyería que regalar para dejarconstancia de su aprecio. También debe de haber untado a unos cuantos, o amuchos(yasabecómosonlascosas).Randolphquerríaestarseguroderecibirelquid antes de desprenderse del quo. Ya hemos oído que le gustaban losreconocimientos.—Y, sin embargo—caviló Trent—, nunca tuvo ningún título inglés. Podría

haberloconseguidosinproblemashacetiempo.AlomejorpensabaqueparaunhombredesuposicióneramásdistinguidonosersirNosequéNosecuántos.ElseñorBlighriobrevemente.—¡Seguro que no! Precisamente porque lo deseaba tanto, debió de empezar

todoestodelacazadelascondecoracionesextranjeras.Oporlomenosesomehan dicho. En todo caso, es indiscutible que hace años quería un título. Unsubcomisarioseenteródetodoporentonces,yporéllosé.LaprimeravezqueRandolph hizo saber que pensaba que había llegado el momento de que locondecoraran,yqueestabadispuestoaapoquinar,hubounatrabanosédónde...Alomejorlalistayaerademasiadolarga.OalomejoraunodelossecretariosdelprimerministronolegustabaRandolph.Nuncasesabe.Fueracomofuera,le

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dijeronquetendríaqueesperaralañosiguiente.Randolphmontóencólera,ynosepusodemejorhumorcuando la lista salióa la luzyencontróenellaadosnuevosparesalosquehabíatratadoenpersona,ylomejorquepodíadecirsedeellosesquehabíanlogradoquenolospillaranmetiendolamanoenlacaja,pordecirlodealgunamanera.—Yavecesatravésdelespejoazul,acaballollegabanlosparesdeados29—

musitóTrent.—No sé nada —dijo el inspector— acerca de cruzar espejos a caballo

(peligrosopasatiempo,diríayo).En todocaso,Randolph llegóa laconclusióndeque,sinoestabaalaalturadelanoblezainglesa,lesibaaenseñarquepodíaconseguirqueenotroslugaresloreconocieran.Yvayasilohizo.Trent asintió; a continuación, clavó la mirada en su compañero, que se la

devolvióconimpasibilidadprofesional.—Bueno,¿quépiensa?—preguntóalapostre.—Todoestodelprofundo interésdeRandolphpor lascoleccionesdeartede

los demásme recuerda—confesóTrent—una experiencia bastante pintorescaquevivíhaceunosaños.Enciertaforma,fueelprólogodelaespeciedepeleaquetuveconRandolph,comolehecontado,pocoantesdequeloasesinaran.Ibaa mencionar la causa de la pelea de todas maneras, porque da lugar a unapreguntaquepuederesultarleinteresante.¿AlgunavezoyóqueRandolph(avercómo lo digo con tacto) se volvió un poco desenfrenado con la edad? Elproblemillaque tuveconélparecía indicarlo;y¿noesposibleque suacosoaFairman,enaparienciaarbitrario,yelextremísimoprocedimientodeFairmanensuinquinapudieranesconderunadisputadelmismotipo...?¿DeuntipodelqueademásFairmannoquerríadecirnada?Elinspectorfruncióloslabiosenungestodeduda.—¡Uf!Cherchezlafemme30,¿no?—dijodespacio—.Bueno,Randolphestuvo

enelcandeleroduranteaños,comosabe,ysehablabamuchodeélparabienypara mal, pero nunca oí que se mencionara nada..., digamos..., inmoral quetuvieraqueverconél;ypuedeestarsegurodequesehabríahabladomucho,sihubierahabidoelmenormotivoparaello,oaunlamásligerasospecha.—Supongo que sí—coincidió Trent—. Y, sin embargo, me consta que fue

groseroconciertamujerqueconozco.—¿Cómodegrosero?

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—Voy a contarle lo que sé, y a lomejorme dirá que lo juzgué a la ligera.Tengo una tía que es una señora notabilísima, y ella y mi amiga la señoritaTanville-Tankerton, si no le importa que la llame así, son amigas íntimas. Sellevanmás omenos treinta años, y se han adoptadomutuamente, no sé simeexplico.Bien,puesestaúltimaledijoamitíaquehabíarecibidounascartasdeRandolphquelahabíanangustiadoydisgustadomucho.Yonoentendíaporqué,ya que en cierta forma es célebre y recibe montones de cartas de cretinosdesconocidosquelaadmiran,ynotieneunpelodetonta...—¿EstamoshablandodelaseñoritaFaviell?—preguntóelseñorBligh.—¿Cómolohaadivinado?—Tampoco era tan difícil.Recuerdoque hace tiempome contó que era una

antiguaamigade su esposayque la conocenmucho,y ahoramencionaaunamujer famosa que recibe correo de sus admiradores y tiene el placer deconocerlo.¡Noesparatanto!Yenhorabuena,sinoleimporta,porseramigodelaseñoritaFaviell.Noheconocidoanadiequeselepuedacomparar.Asíque—retomó el inspector, con otra rápida mirada de reojo a Trent— recibió cartasangustiosasdelviejoRandolph(asaberquédecían).—Cuandomiraasí,delado—observóTrent—,quieredecirquesabealgoque

elotro tiponosabe.Lohahechohaceunrato,cuandoestábamoshablandodelosparientesperdidosdeRandolph.Estosnomeinteresanypuedenseguirtodoloperdidosquequieran,peromepreocupaelembrollodelascartasqueEuniceFaviell recibió de Randolph. No se me ocurre cómo puede ser que esté alcorriente,peroquizáloesté,yquizánomegustaríaoírlo.—Nohabíaoídohablardeesascartashastaahoramismo—dijoelseñorBligh

—.Encuantoamismiradas,nosepasedelaraya.¿Quéhabíaenlascartas?—Noseloquisodeciramitía.ElseñorBlighgruñóvariasveces,ycadagruñidoeraunapruebaelocuentede

suprofundaexperiencia.—Ajá—comentó—.Asíquesutíasospechólopeor.Naturalmente.—Esopenséyo.Y,cuandolabuenamujermelocontódemaneraconfidencial

ymepidióquemediaraenelasunto,ledije:«¡Alaorden!»,oalgoporelestilo.Porque...,verá... casualmente sabíaunacosaquemeveníaalpeloparaacabarconeseocualquierotrojuegosuyo.Asíquefuiaverlo,ylausé.Elinspector,atodaslucesimpertérrito,lomiróconbenevolencia.

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—Para su edad, es usted un chantajista de lo más competente, sin duda—observó—.Pero,sinoleimporta,¿quédijoelviejo?Trentfruncióelentrecejoconunasombradedesazón.—Loúnicoquedijo—admitió—nohacesino justificaresosplausibilísimos

gruñidos que ha emitido. Negó indignado haber albergado malas intencionesrespecto de la señora y dijo que tan solo quería tener un detalle con ella.Tambiénañadióqueloquelehabíaescritonoeraasuntomío.Asíque,claro,notuvemás remedioquedecirleque, sivolvíaamolestarla, le contaríaa todoelmundolahistoriadeladiademadeMegabizo.—Claro—coincidió el inspector—. En su lugar, cualquier caballero habría

hecholomismo.¿YquédemonioseslahistoriadeladiademadeMegabizo?—Una—dijo Trent— que paso a relatarle ahoramismo, dado que no la ha

oído.Acontinuación,contólaexperienciaquesedescribeenelsiguientecapítulo.25Paráfrasisdelpoema«LoveintheValley»,deGeorgeMeredith.26Paráfrasisdelpoema«Esunahermosatarde,apacibleylibre»,deWilliamWordsworth.Véasenota10.27NuevaparáfrasisdeLadamadellago,desirWalterScott.Véasenota23.28ParáfrasisdelEpiloguetotheSatires,«DialogueI»,deAlexanderPope.29Citadelpoema«LadamadeShalott»,delordAlfredTennyson.30 Literalmente, «busca a lamujer». Esta expresión, popularizada porAlejandroDumas (padre), da a

entenderquelasmujeressuelendesencadenarlosdelitosporloquebuscaralasmujeresimplicadasayudaaresolverlosmisterios.

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CapítuloIX

LadiademadeMegabizo

Sucedió en el transcurso de una larga excursión por Francia con la que Trentestabarenovandosuespíritu trasun largoperiodode trabajoqueduró todounbochornoso verano londinense. Septiembre andabamediado, y durante quincedíashabíacargadoconsumochilaporLorenayBorgoña,manteniendonuestrareputación nacional de lunáticos con largas marchas a las que no estabaobligado, evitando las ciudades, y haciendo altos para comer y dormir enpequeñasposadascampestresdondelaimagendeuningléseratanpocofamiliarcomoladeuncocodrilo.A Trent no le importaba nada ser objeto de una curiosidad que siempre era

amistosa;y,cuandosusanfitrionesdabanaentender,comoavecessucedía,queesa manera suya de entretenerse era incomprensible, trataba de explicar quehabíamétodo en su locura31. Estaba haciendo acopio de salud en abundancia.Gozabadelabellezadelatierra,que,comosueleocurrir,lespasabainadvertidaa los nativos. Además, casi todas las posadas en las que se alojaba estabanadaptadas a las necesidades del viajante francés; un ser queno es en absolutofácildecomplacerenlotocantealascomodidadesesenciales,yque,almismotiempo, como casi toda su nación, prefiere pagar poco. En todas partes leofrecíancomidaexcelente,vinopotableyhabitacioneslimpias;vivíabienporunterciodeloquecostaríavivirmalenInglaterra,detalleestequeTrentseabsteníade mencionar —hemos de aclararlo para defender su cordura— hasta haberrecibidolacuenta.Habíaempezadolavendimia,yaTrent,encalidaddecaminantequerecorría

la Côte-d’Or32, le permitieron en más de una ocasión asistir a esosprocedimientos preliminares hermosos y sencillos, que se desarrollan en un

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extremo del viñedo y que tienen como resultado los vinos más nobles queconocenuestracivilización.Estuvoencorroconlosdemásalrededordellagar,con un pisón en lamano, y había tomado parte en el estrujado de la fragantemezcla de uvas, rabillos, polvo, arañas, et tout le bazar33—como uno de susamigosvignerons34localificó—conlaquelosvendimiadoreshabíanllenadoamediaslagrantina.Ahorasedirigíaa regionesmásaltasydeairemáspuro.Al Jura.Amedida

queatravesabalosatestadosplieguesdetierramontañosa,habíadossonidosqueescuchabasincesar:el tintineoapagadodeloscencerrosdelganadoyelruidodelossaltosdeagua.TrentconocíamuybienFrancia,sugente,suscostumbresysulengua;peroaquelrincóndelpaíseranuevoparaél.Pormuysalvajequefueraelaspectoquetenía,descubrióquelollevabancomounnegocio.Cuantomásdensaeralapoblaciónbovinadelcampo,másdifícilsevolvíaconseguirelvasodelechequeTrentconsiderabaunderechocuandosehallabaenunpaisajebucólicoamediodía.Lahabíantransportadoencarro,calienteaún,alafábricadequesoymantequillalocal.Así fue como a la postre llegó a Lons35, la prefectura del Departamento, y

decidió interrumpir su rutinayquedarseunosdíasen lapequeñacapital, entrelasmontañas;porqueerauncentroidealparanuevasexpedicionesaunaregiónnuevayfascinante.ComoelentornodelSnark,consistíafundamentalmenteen«abismosyriscos36»,cubiertosdebosquesoscurosyllenosdelamúsicadelascataratas. Sin embargo, al explorarla aquella tarde, a Trent le pareció que lapropiacapitalseguíamuydecercaelmodelodeesaclasedecentrosalolargoyanchodeFrancia.Teníasuhôteldeville37,supalaisdejustice38,museo,teatroycallemayorconsoportalesaamboslados.EnmediodelaPlacedelaLiberté39habíaunabonita estatuadeungeneral, nacido enLons, en actitud imponente.Trent fue incapaz de recordar las hazañas, ni siquiera el nombre, del generalLecourbe40;peroeraobvioquehabíaformadopartedelagalaxianapoleónica,ynohayrincóndeFranciaqueolvidefácilmenteaunsoldadodelImperioalquepuedallamarhijo.EnlaPromenadedelaChevalerie41habíaunaestatuatodavíamásbonita,enactitudaúnmásimponente,deRougetdeLisle,nacidocercadeLons,representadoenelmomentoderecitarlaMarsellesa.Trentreflexionósobreelhechodeque,engeneral,cuantomássomnolientay

monótona es una capital de provincias francesa,más ostentosas e interesantes

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tiendenasersusestatuas.Pensóqueojaláelmismoprincipiodecompensaciónpudieraobservarseenladisposicióndelospueblosdelacampiñainglesa;perose recordó a símismoque sería difícil erigir estatuas enmemoriadehombresque, por muy indudablemente grandes que fueran, por lo general, no erandemasiado interesantes.Mientras estas frivolidades flotaban en sumente, y altiempoquecontemplabaelbrazoderechoalzadoylasimpresionantesbotasaltasdeRougetdeLisle,ocurrióquedeprontolacapitaldelJuraempezóarefutarlareputaciónqueyalehabíaatribuidoTrentdelugarenelquenuncatetropiezasconnada,exceptoconfrancesesfamosos.La cabeza de una columnade infantería—del 5.º batallóndeChasseurs42—

entróen laPromenadeapaso ligero,caminodesucuartelen lasafuerasde laciudad.Parecíancompetentesyformidables,sibienunpocodescuidadosenlotocanteasuaspecto.Asupaso, losperros ladraban, laspalomas levantabanelvuelo, los carros se hacían a un lado, sus conductores gritaban epítetosimperdonablesasuscaballos,yunosobrerosenloaltodeunedificioelevadosedistrajeronyporunmomentoolvidaronsucometido.Trentseencontrabadepieantedichoedificio.Cuandoseprodujolatonificante

aparicióndelosmilitares,estabacontemplandocómolosladrillosquehabíaenuna carreta al lado de la acera subían al tejado mediante una polea. Ahoraapreciaba, con ojo de pintor, el aspecto intensamente gálico de un caballerorechoncho, con barba bifurcada rizada, gafas ahumadas y un aire general devivacidad combinada con dignidad, que se había detenido a pocos metros dedistanciaconelprimersonidodelarítmicamarchadelatropa.Amedidaquelacolumnaibaacercándose,elperezosochirriardelapoleade

los obreros fue convirtiéndose de pronto en un estridente alarido de fricción.Trentmiró hacia arriba y apenas tuvo tiempode echarse encimadel caballerorechoncho,empujarloviolentamentehaciaatrásysaltaraunladoantesdequeunaenormecestaredondallenadeladrillos,unidaaunalargacadena,cayesealsueloatodavelocidadenelpuntoexactoenelquesehabíadetenidoelcaballerorechoncho.Este, tras girar un momento en un fandango vertiginoso sobre la acera, se

quedó sentado apoyado en la pared del edificio, y los jóvenes de las filas,lamentablemente, rieronde corazón ante el incidentemientras lodejaban aunlado.

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Apesardelsustoquesehabíallevado,elcaballerorechonchosehizocargodelasituacióninmediatamente.Deunbotecomoeldeunbalóndefútbolsepusoenpiey,abalanzándosesobreTrent,leestrechóambosmanosyselasestrujó.—Intrépide!43—jadeó—.¡Mehasalvadolavidaconriesgodelasuya!¡Esos

malditosanimalesdeahíarribahanestadoapuntodematarnosalosdos!Acontinuación,elcaballero rechonchovolvióaponerse lasgafasahumadas,

que colgaban de su oreja derecha al final de una cadenita, y se entregó a laurgente tareadedenunciaragritos,precedidosdel término«¡Asesinos!»,a losmalditos animales del tejado. Estos, a su vez, se encogieron de hombrosprofusamente, con gestos de disculpa y explicación. Ya se había reunido unamultitudconsiderablequediscutíaelasuntoenvozmuyalta;y,acontinuación,dospolicías,partiendoendoselgentíodesdedireccionesopuestascongritosde«Allô!Allô!»44, procedieron a tomar nota de los nombres y las direcciones detodoslosinvolucrados.Enresumen,hubounaescena.Cuando se restableció el orden, el nuevo amigodeTrent le ofreció a este el

brazoyloguioaunrestaurantecercano,elPlatd’Argent45.Enlapartedelanteradedicholocalunoscuantosciudadanosyahabíandadocomienzoaunextensoprólogodelacenaconaperitivosyconversación,porqueparaentoncesyaerancasilasseis.Trentestabaencantadoconlacordialidaddelcaballerorechoncho,quien,amododepresentación,encuantose sentaronenunsofáde terciopelorojoaunamesademármol, leofrecióunaformidabletarjetadevisitaconunareverencia.—Elhombrequeledebelavida—observó,setocóelpechoconlasyemasde

losdedosdeambasmanos,y luegoextendiéndolas ligeramenteconlaspalmasvueltashaciaarriba.Al parecer el nombre del tipo en cuestión era Monsieur Calixte Dupont, y

residíaenlaVilladuPuits46enlaRuedesHirondelles47.Trent,disculpándose,escribiósunombreydirecciónenelreversodelatarjeta,traslocualMonsieurDupontlediootra.LeyóenaltoloqueTrenthabíaescritocomolohabríahechouninglés.—¡Ajá!—exclamó,reluciendodesatisfacción—.Séleeringlés,inclusohablar

inglés,sihacefalta.VivíytrabajédosañosensucolosalLondres.Pero,amigomío,¡conquéfacilidadhablaustednuestroidioma!Nadadeingléspormiparte,sinoleimporta.

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A continuación, tras consultar a Trent,MonsieurDupont pidió dos vasos deexport-cassis48yunpaquetedecigarrillosMaryland.—Vaacenaraquíconmigo—insistió—,alassiete.EntodoLonsnosecome

mejorenningúnsitio,yovengo todos losdomingos.Seríauna lástimaquemisalvadornocomieraunbocadoamicosta.En respuesta a la petición de su anfitrión, Trent explicó el motivo de su

presenciaenLons.—¡Viaja a pie! —gritó Monsieur Dupont—. ¡Típico de Inglaterra! —Trent

observóquetalvezeramáscaracterísticodeAlemania,ensuexperiencia—.Esmuyposible—dijoMonsieurDupontconairededesgana—.Losalemanesnoposeenmuchointerésparamí.LoquesíleinteresófueescucharaTrenthablardesuspaseosporFranciaen

esaocasióny enotras anteriores,ydescubrirqueconocíabien la regiónen laqueMonsieurDuponthabíahechoelserviciomilitar.Cuando Trent reveló que era artista de vocación, redobló el placer de su

compañíaparaMonsieurDupont.Tambiénél,declaró,eraartista.¿Quiénteníamásderechoallevaresenombrequeeldiseñadoryartíficedeunaartesaníamásantiguaaúnqueladelpintor:ladelorfebre?Losorfebresdeprimerorden,dijoMonsieurDupont—dandoaentender,contodamodestia,quepertenecíaadichacategoría—, tenían algo en común con los arquitectos de antaño; su trabajoperdurabaparaadmiraciónydeleitedelahumanidad,perosusobrasnoestabanfirmadas, el nombre del artista era desconocido. Monsieur Dupont no podíacalcular,dijo, elnúmerodeobrasmaestras suyasqueahoraeranpropiedaddericosdetodaspartes.Porqueelmundodelorfebre,recalcó,noteníafronteras.Para entonces, la hora elegida por Monsieur Dupont para la cena estaba

próxima, y llevó a su huésped a la espaciosa habitación que estaba dispuestaaparte para tentempiés más serios. Trent rogó a su anfitrión que tuviera labondaddeelegirtantoelvinocomolacomida,yMonsieurDupont,ardiendoendeseos de dejar claro que era ungourmet de categoría, obedeció.La cena fueexcelente.Elvino—ChâteauChalon, seguidodeunvind’Arboisadmirable—no lo fue menos. A medida que transcurría la velada, Monsieur Dupont fuevolviéndose cadavezmás locuaz.Hablaba animadamente acercadel oficio deorfebre,yTrent,aquiennadalegustabamásqueescucharaotroshablardesutrabajo,mantuvoelfluirdelaconversaciónconpreguntasycomentarios.

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Cuandollegóelmomentodelcaféydelcoñac,MonsieurDupontempezóadarseñalesdeteneralgomásmisteriosoquecontar,asícomodehabergozadodelamayorpartedetresbotellasdevino.Miróconcuidadoasualrededor,seacercóun poco a su invitado y levantó un índice con una mirada llena de hondosignificado.Como el restaurante estaba repleto, la conversación de los presentes pudo

desarrollarseenunaclavequefavorecíalasconfidencias.Monsieur Dupont comenzó dando a entender que su actual situación de

cómodoretiroensulugardenacimientonosedebíasoloasupropianaturalezaahorrativa.Siemprehabíasidoprevisor,admitió—yTrentsediocuentadequelos franceses no eran capaces de dar más detalles acerca de su patrimoniopersonal—, pero había otra fuente de ingresos. Esta se debía a la amablegenerosidad—aquíMonsieurDupontmiródereojoasuinvitado,arqueandolascejas—deuncompatriotadeTrent.AlmostrarTrentuncauto interésanteesaafirmación,MonsieurDupontselanzóasuhistoria.Másomenosseisañosantes,cuandosureputacióncomoartesanoestabaenlo

másalto,ciertoarqueólogo,queteníafamadesertanexcéntricocomorico,sepusoencontactoconélenprivado.Dichoclientenecesitaba,yestabadispuestoa pagarla bien, una pieza original a la manera de las arcaicas muestras deorfebrería persa antigua conocidas. Monsieur Dupont señaló que la labor erapropia de un artista por excelencia. Cualquier artífice competente, si lesuministraban los costosísimos materiales necesarios, podía hacer una réplicaaceptabledeunapiezaexistentedelperiodo.Loquese requeríadel talentodeMonsieurDuponteraundiseñocompletamentenuevoquecapturaseelestilo,elespíritu mismo del arte ornamental de dicha época. Mantuvo numerososencuentrosconsucliente,ypasóconélmuchashorasexaminandolasmejoresmuestras, antes de tomar la decisión de que la obra debía consistir en unadiadema. Entonces diseñó, y materializó, una diadema, una pieza bella ysuntuosa,apesarde sucalidadvetusta.Nose ledijoaMonsieurDupontparaquéhacíafalta,ypreguntarloestabadescartado.Estabademasiadobienpagado.EnaquellaépocaMonsieurDupontrecibióunaofertadeempleo,entérminos

irresistiblemente tentadores, al servicio de una casa de Londres. Aceptó sinvacilar, y durante dos años no tuvo contacto íntimo con la vida de Francia.Después,cuandodisfrutabadeunasbrevesvacacionesenParís,visitóelLouvre

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pararefrescarelrecuerdodelostriunfosdeloficioqueaquelalbergaba.¡Cuálnofuesusorpresaalencontrar,enlugardehonorentrelosobjetosdeartepersadelsiglo V a. C., su propia obra maestra! Había sido tratada hábilmente parareproducir los estragos del tiempo; pero su creador podía responder de losmenores detalles de la diadema de Megabizo, como entonces se llamabaoficialmente la pieza. Se la había donado al museo, como mostraba lainscripción,unbienhechoringlés,elseñorJamesM.Randolph.AMonsieurDupontlefaltótiempoparahaceraveriguaciones.Descubrióque

el regalo del señor Randolph había sido descrito sencillamente como lo queparecía ser en elmomentode su entrega alLouvre, sin información relativa acómohabíallegadoamanosdesupropietario.Lasautoridadesdelmuseosabíanperfectamentequeamenudoesaclasedeobjetosdearteentrabaenelmercadoatravés de personas que preferían no decir cómo los habían adquirido; que elsaqueo de tumbas antiguas, por ejemplo, había enriquecido numerosascolecciones europeas tanto públicas como privadas. Al Louvre solo lepreocupaba que la pieza fuera auténtica, y a los expertos del museo, tras unexamenminuciosísimo,nolescabíalamenorduda.Eraauténtica,rotundamente.Fueaceptadacongratitud;seleconcediólaposiciónenqueMonsieurDupontlavio;yelreconocimientodelGobiernofrancésantelagenerosidaddeldonantesemanifestóconsuinvestiduracomocomandantedelaLegióndeHonor.—¿Aqueesunabonitahistorieta?—preguntóasuinvitadoMonsieurDupont

—.Pero¡espere!Estoessoloelprincipio.LasaveriguacionesdeMonsieurDupontenParís,prosiguió,habíandesvelado

además que, en el momento de su visita, acababa de aplacarse una enérgicadisputa que afectaba a la autenticidad de la diadema. Un tal doctor VonRieseneck—a quienMonsieur Dupont describió de manera sucinta como unsaligaud d’Allemand49—había alzado la voz desde un recoveco arqueológicodelMuseoKáiserFederico,afirmandoqueladiademaeraunafalsificación,unaobramaravillosamente inteligente,pero falsa.Losdetallesde lapolémica,dijoMonsieur Dupont, no interesarían a Trent. Bastaba decir que los expertos delLouvreyotros arqueólogos franceses, comoun solohombre,habían salidoendefensadeladiademadeMegabizo.Sedesarrollóunacontroversia furiosaquedurómeses,enel transcursode la

cualelhijodeldoctorVonRieseneck,tenientedelEjército,sebatióenunduelo

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que nada concluyó con un sabio francés, y dio una paliza a otro al que noconsideró socialmente competente para cruzar espadas con él. El escándaloconcluyó—quizáafortunadamente,podríadecirse—conelcolapsonerviosodeldoctorVonRieseneck.Comoexperto,habíasidoformidable.Comolunático,erainocuo, y los campeones de la diadema quedaron en posesión del campo debatalla.¿Qué debía hacerMonsieur Dupont? A fuer de hombre honrado, pensó que

teníaeldeberdeinformaralseñorRandolphdequealguienlohabíaengañado.AlregresarasutrabajoenLondres,escribióalseñorRandolphpidiéndoleuna

citadiscreta.VioalseñorRandolphylecontóloshechostalcomoeran.ElseñorRandolphquedóabrumado.—También leconfesé—dijoMonsieurDupont,volviendoamirardereojoa

Trent— que no estaba seguro de que la disputa por la diadema no fuera aresurgir,ylepedíquemeaconsejaraquécaminoseguir.El señorRandolphmeditóun rato.Miró aMonsieurDupont a los ojosd’un

regard indéchiffrable50. A continuación, dijo que estaba al corriente de ladesgracia del doctor Von Rieseneck, y que, a decir verdad, había recibido unbuen número de cartas obviamente dementes de dicho personaje, no soloinsultándolo,sinoamenazándoloenlostérminosmásviolentos.El señor Randolph le dijo después, pareciendo escoger con cuidado las

palabras,queensuopinióndenadaserviríaenaquelmomentodarunpasoquepodríatenerresultadoshumillantesparaFrancia.Sinembargo,setratabadeunaopiniónquenoseleocurriríaimponeraMonsieurDupont,quienpodíajuzgarsupropia responsabilidad mejor que nadie. En otro orden de cosas, queríaproponerlealgoaMonsieurDupont.Enaquelescándalohabíadadopruebastannotables de su talento y su olfato en su propio departamento artístico que elseñorRandolphqueríapedirlequepasaraasersuasesorpersonalentodoasuntodeesaclaseenelfuturo.EsperabaquelosdemáscompromisosdelseñorDupontle permitiesen asumir esa responsabilidad. De ser así, proponía que el señorDupont aceptase unos honorarios de cierta suma anual, pagaderatrimestralmente.En ese punto de su relato, Monsieur Dupont hizo una pausa artística y

encendióuncigarrillo.—Espero—dijoTrentconunagravedadequivalentealadeMonsieurDupont

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cuando había descrito aquella solemne transacción— que la cantidadmencionadafueradignadesuconsideración.—¡Teniendo en cuenta que la sigo recibiendo!... —replicó sencillamente

Monsieur Dupont—. Los banqueros del señor Randolph la pagan conregularidad. Hasta ahora no ha tenido ocasión de consultarme, pero siempreestoyasudisposición.—¿Y la controversia?—preguntó Trent—. ¿Ha vuelto a surgir, como tenía

motivosparaprever?—Intervinieron ciertas circunstancias que lo impidieron —respondió con

gravedad Monsieur Dupont—. Poco después de mi entrevista con su amablecompatriota,unobjetodevalor inestimable fue robadodelLouvre.Cualquierahabría imaginado que el robo de la soberbia obramaestra deDaVinci, pocosaños antes, habría puesto en guardia a los vigilantes. ¡Quéva!LadiademadeMegabizo desapareció. ¿Quién sabe—dijo con tristezaMonsieurDupont, queacababasuterceracopadecoñac—sialgúndíaserádevueltaalmundo?Paraentonces,elrestauranteestabacasivacío,yTrentsugirióquetalvezfuera

hora de que un viajero fatigado se retirase a su hotel y a su cama.MonsieurDupontinsistióenvanoenqueambostomasenotracopita,ybebióunamientraspagaba la cuenta y contaba la vuelta. Fue hasta la puerta con esmeradaseguridad,pero,encuantosalió,elfríoairedelasmontañasempezóaafectarloligeramente.—Vivomuycerca,amigomío—dijo,apoyándoseconunamanoenunadelas

mesasdelaterraza.Trentrogóqueleconcedieraelplacerdeacompañarlo,yMonsieurDupontlo

tomódelbrazo,agradecido.—Noussortons—observó,solemne—des...desportesdeTrézène51.Reanudando desde ese punto el larguísimoparlamento deFedra52 en el que

TerámenesdescribelamuertedeHipólito,MonsieurDupontsiguiódeclamando,convozcadavezmenosclara,peroconmemoriainfalible,losnoblesversosdeRacine, mientras se dirigían de forma más o menos vacilante a la Rue desHirondelles.No se detuvo, ni soltó el brazodeTrent, que lomantenía enpie,cuandocruzaronlapuertadelanteradel jardíndeunafeacasitapintadadegriscon un atisbo de rosa. Llegado al pareado Excusez ma douleur; cette imagecruelle / Serapourmoi de pleurs une source éternelle53,MonsieurDupont se

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echó a llorar. Sacó la llave, no sin dificultad, y Trent le abrió la puertaamablemente.MonsieurDupontloabrazó,lediounbesoencadamejillayentródando tumbos por un pasillo iluminado por una lámpara que desprendía unfuerteoloracera.Mientras se encaminaba al Hôtel des Cascades, Trent se preguntó cuánto

recordaría a lamañana siguienteMonsieurDupontde la charla de la veladayquépensaríadeloquerecordase.

Esa fue la insólitahistoriaqueTrent resumióenbeneficiodel inspectorBligh,mientras dicho funcionario fumaba su pipa en atento silencio en la sala de laplazaNewbury.—A Randolph no le dije todo lo que acabo de contarle —concluyó—. En

realidad,nohicemásquemencionarquecasualmente sabía laverdadsobre ladiademaysuorigen.Esobastóparaquesepusieramuynervioso;medicuenta.¿Yquéopinademibonitahistorieta,comolallamómiamigofrancés?El señor Bligh se sacó la pipa de la boca y apretó el tabaco con un índice

enorme.—Demuestra —observó— que estaba en lo cierto cuando he dicho que al

ancianoledabaigualsercómplicedeuncrimen.¡Muyinteresante!Yonuncamehe topadocon falsificacionesde esa clase...Noes lomío.Pero, claro está,yasabíaqueocurremucho.Inclusodiríaque,sisesupieralaverdad...Enaquelmomentolointerrumpieronunosgolpesrápidosenlapuerta.—¡Aquí!—gritóelseñorBligh.AparecióelsargentoMills.—Inspector—dijo—,enlapuertahayunseñorquequierehablarconeloficial

encargadodelcaso.—¡Vaya!¿Yquiénes?—Lemandaestatarjeta,señor.Elsargentolealcanzóunafichadecartóndeltamañodeunapostal.—Joshua B. Waters —leyó en alto el inspector—. Alquiler de coches

particulares. Con y sin conductor. Ambulancias particulares con expertosacompañantes.Ventadecochesnuevosdetodaslasmarcas.CalleKemble,146,Salisbury.—MiróaTrent—.¿YquiénrayosesWaters,sipuedesaberse?

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—Elaguacorrehermosayagraciadaenlanocheestrellada54—observóTrent,pensativo.—YonodiríaqueesteWaterstieneeseaspecto(dedía,no)—dijoelsargento,

sinrastrodeexpresiónensualargadorostro—,pero,simiraenlapartedeatrásdelatarjeta,señor,veráquehaescritoamanootronombre.ElseñorBlighmiróelreversodelatarjeta.—¡Vaya...,que...me...aspen!—dijodespacio.Trent, cogiendo la tarjeta de su mano extendida, leyó el nombre «JAMES

RANDOLPH».31ParáfrasisdeHamlet,actoII,escena2,segúneltextomoderno.32DepartamentodelaregióndeBorgoña-FrancoCondado.33«Ytodoelpotaje».34«Viticultores».35 Probablemente, Lons-le-Saunier, capital del Departamento de Jura, y no Lons, localidad del

DepartamentodePirineosAtlánticos.36Citadelpoema«LacazadelSnark»,deLewisCarroll.37«Ayuntamiento».38«Juzgados».39«PlazadelaLibertad».40En laplazade laLibertaddeLons-le-SaunierhayunaestatuadelgeneralClaude-JacquesLecourbe

(1759-1815).41«PaseodelaCaballería».42«Cazadores»,soldadosdetropasligeras.43«Intrépido»,«valiente».44«¡Bueno!¡Bueno!».45«PlatodePlata».46«VilladelPozo».47«CalledelasGolondrinas».48Cóctelcondospartesdevermúsecoyunadecremadegrosellanegra.49Un«canallaalemán».50«Conunamiradaindescifrable».51«Salimosde...delaspuertasdeTrecén».52ObradeteatroescritaporRacine.53«Disculpadmidolor;estaimagenamarga/hadeserparamífuenteeternadelágrimas».

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54Citadela«Odaalainmortalidad»,deWilliamWordsworth.Eneloriginal(Watersonastarrynightarebeautifulandfair),secreaunjuegodepalabrasconelapellidodelreciénllegado.

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CapítuloX

Cuestióndetemperamentos

Trent y el inspector intercambiaron una mirada de asombro cuando entró elnuevopersonaje,quien,aunabruscaordendel señorBligh, fueescoltadoa lahabitación en esemomento. Era un hombre vigoroso que debía de rondar loscuarenta,bajoycompacto,ybienvestido,mássegúnladefinicióndelaPolicíaquesegúnladeSavileRow55.Todoensuaspectolomarcabacomoprovincianoresuelto e independiente al que le habían ido bien las cosas, y al que no leimportaba un comino lo que el mundo pensase de él. Pero lo que habíasorprendido a Trent y al oficial de la Policía de forma tan transparente era elrostro; un rostro afeitado, cuadrado, duro y rubicundo, chato, y con unos ojosquerelucíanastutosconlospárpadosentrecerrados.El recién llegado tomó nota de su sorpresa con lúgubre regocijo; luego,

mirandoprimeroaunoyluegoaotro,hizolaelecciónevidente.—¿EsustedelinspectorBligh?—preguntó.Yrecibióunarespuestabrusca:—Asímellamo.—Miaspectoesmidocumentación...; seve fácilmente—observóelhombre

derostrocuadradoconundébilrastrodeacentodelnorte—.Sí,caballeros,soyelhijodelviejo;elhijoúnicoquesefuedecasa.ElseñorBligh,queseguíaexaminandolosrasgosdelpretendientedelapellido

deRandolph,tomólasriendasdelasituación.—Siento mucho, señor Randolph —dijo—, que tenga que volver en

circunstanciastantrágicas.Cuandodicequeeselhijoquesefue,entiendoquese refiereaquenohavueltohastaahora..., aquenuncahizo laspacesconsupadre,enrealidad.Esodebedehacerlasituacióntodavíamásdolorosa.

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Aldurorostronoletraicionólamenoremoción.—Anadielegustaoírquehanasesinadoaalguiendesufamilia.Respectoasi

habíamos hecho las paces, tiene razón.Mi padre y yo no nos habíamos vistodesde que yo era un muchacho, ni habíamos prestado atención a nuestrarespectiva existencia.No sabíamásde él de lo quepudiera saber quien lea laprensa,y,porloqueélsabíademí,yopodíallevarañosmuerto.Supongoquequedaría bien decir que no esperaba volver a su casa en circunstancias tantrágicas, comodiceusted.Sinembargo,no soyde losquedicencosasquenopiensan.Siemprehesabidoquenoeraprobablequevolvieramientrasmipadreviviese.Cuando ledijeque tenía intenciónde irmedecasa,me respondióquemefuera,siquería,yvolviesecuandohubieseentradoenrazón,peroquenosemeocurrieraque iba aponerse abuscarme.Losdos éramos tipos ásperos, asíqueconesopusopuntofinal.Mientras ofrecía este resumen de un capítulo de la historia familiar, James

Randolphdejóelsombreroencimadelamesaysesentócontranquilidadenunodelossillonesquehabíadelantedelhogar.Acontinuación,conlasmanossobrelasrodillas,miróasupúblico.Trent conocía lo suficiente a su amigo para saber que, aunque su rostro

careciese de expresión, esta insólita presentación no le había causado buenaimpresión.—Bueno,señorRandolph—dijosinunatisbodesonrisa—,meparecequeno

cabedudadequiénerasupadre;nuncahevistounparecidotanevidente.Salvounascuantasarrugasen lacara,que lesaldránconel tiempo,esustedsuvivoretrato.Siseponeunodeesossombreroshongossuyosconlacopaplanayllevalabolsitaqueteníasiempre,cualquieralotomaríaporelanciano.Perodiceustedqueespartidariodelasinceridadylohademostrado,asíquenoleimportaráqueyo también sea sincero. Su afirmación de que es el hijo legítimo del difuntoseñor Randolph va a tener que ser confirmada legalmente, si espera obtenerbeneficiosdesupretensión.Yalosabe,claro.—Sí,desdeluego—dijoRandolph—.Nohabráningúnproblema,noobstante.

Porloquerespectaabeneficiarmedeserhijodemipadre,sabeDiosquejamásloheesperado;peronuncasesabeloquepuedepasar,asíquesiemprehesidocapazdeprobarmiidentidad,porsihicierafalta.Y,porloqueheoído—añadiócon frialdad JamesRandolph—,pareceque es posible queme toque algoque

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usted llamaría «beneficio», así que heme aquí, y aquí me quedo, hasta queaclaremos mi posición. He dejado mi negocio en buenas manos, y no tengoprisa.ElseñorBlighlomiróconloslabiosfruncidos.—Loprimeroque tendríaquehacer, señorRandolph,esponerseencontacto

conlosabogadosdesupadre.Puedodarlesunombreysudirección.Alomejorteníaesoenmentealveniraquí.—Oh,no—dijoRandolph,conunatisbodesonrisadeautosatisfacción,que

porprimeravezhizoqueparecieramuyhumanoymuydeYorkshire—.Noteníaeso en mente. Yo también he aprendido alguna cosa que otra sobre la vida,inspector.Cuandoleílanoticiaenelperiódico,ayerporlatarde,fuiaveramiabogadoenSalisbury,quemeconocecomoWaters.ConseguíquellamaseasusagenteslondinensesparaaveriguarquiéneseranlosabogadosdeldifuntoseñorRandolphenLondresyobtuvelainformaciónenseguida.Bajéencocheayerporlatarde,mealojéenelhotelWoburn,yestamañanaaprimerahorahepasadopor el bufete. En cuanto he preguntado si podían recibir al señor JamesRandolph, no he tenido la menor dificultad para que me concediesen unaentrevista.—No—dijoelinspectorconunasonrisa—,yameimaginoqueno.Deduzco

entonces que ha venido para ver cómova la investigación del crimen y quizáparaayudar.JamesRandolphasintiófugazmente.—Esoes.Ayudar,puestoquehacíaveinticincoañosquenoteníarelacióncon

mipadre,nosésipodré.Peroquerríaquemehablasedelainvestigación,siestádeacuerdoconmigoenquetengoderecho,ydequéposibilidadeshaydeponeradisposición de la justicia al que lo hizo. Las diferencias que mi padre y yopudiéramos tener eran cosas de familia, y no eran asunto de nadie. Si teníamotivos para hacer lo que hice, dichosmotivos no se extendían a desearle elmenormalensusúltimosaños.Comohijodemipadre,quieroquearrestenalquelomatóyquehaganquepagueporello.ElseñorBlighseacariciólasrodillas,pensativo.—Antesdenada—dijo—,megustaríasaberenquéposiciónestamos...,oen

qué posición está usted, señor Randolph, hablando en plata. ¿Le importaríacontarmesucintamenteloqueleshacontadoaMuirheadySoamesestamañana?

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Puedehablarcontotallibertadenpresenciadeestecaballero,elseñorTrent,queesamigomío,yavecesmeayudaencalidaddeasesorconfidencial.Trent,escuchandoconapropiadagravedadestadescripciónmásbienambigua

desuposición,intercambióunsaludóconlacabezaaRandolph,queledevolvióelsaludoydijo:—Nome importa.No tengo nada de que avergonzarme, desdemi punto de

vista,ylasopinionesdelosdemásmepreocupanbienpoco.Asíque,aver,solovoyadecirsobremipadrequenoerafácilvivirconél.Teníaideasmuyestrictassobre la conducta.Encontraba algoque criticar en casi todo lo quehacían losdemás, fueraquien fuera.Según sus creencias, losquehacían algomal teníanquesufrirporelbiendesuspropiasalmas,ysudebercristianoeracerciorarsedequesufrían,siestabaensumano.Naturalmente,supropiafamiliasebeneficiómásquenadiedetodoello.—¿Ynoseloagradecían?—sugirióTrent.—Eran débiles, señor... Eso habría dicho mi padre—replicó Randolph con

aplomo—.Suhermana,quevivióconélhastaquecelebróunabodaconlaqueélestabaentotaldesacuerdo,debedehabersidomásomenoscomoyo;saliódesu vida y permaneció al margen, y en casa de mi padre su nombre no semencionaba nunca. Mi madre fue la mejor de las madres conmigo, y meestremezcodeimaginarcómohabríasidomiinfanciasinella;peroeraincapazdecomplaceramipadre.Nogozabadebuenasaludyteníaunaenfermeraquelacuidaba. Cuando murió mi madre, mi antigua aya se quedó con nosotros ysiemprefuecasiunamadreconmigo,perosecasópocodespués,yyanopudesoportarlo.Ahítienelahistoriadecómomefuidecasa.»CuandomemarchédeHumberstone,no ledijeanadieadónde iba.Loque

hicefue irdirectamenteaSalisbury,dondevivíanmiantiguaayaysumarido,para ver si podían darme trabajo.Él se llamabaWaters, comoha visto en esatarjeta que he enviado. Sabía que había abierto un pequeño negocio deautomóviles,y,despuésdepasarunpardeañosenlafábricadeTownrow,semedababastante bien lamecánica.Waters era un tío estupendo, y ademáshabríahecholoquefueraparacomplacerasumujer.Accedióacogermeaprueba,yanodecirquiénerayo.Sedifundióqueeraunsobrinosuyoqueteníaelmismoapellido.Alprincipionocobrabamásquelamanutención,peroalcabodeseismeses ya tenía un buen sueldo, y me lo ganaba. Entre ambos levantamos el

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negocio.Watersmehizosocio,y,cuandomurió,seguíadelanteconelantiguonombre,comoahora.ElseñorBlighechóunvistazoalatarjetadevisitadeRandolph.—Yaveo.Buennegocioadíadehoy,señorRandolph,diríayo.Sutonoexpresabauninterésafable.—Noestámal—dijo,campechano.—Nohaynadamejorparaunnegocio—cavilóelseñorBligh—queteneral

frenteaalguienquehacomenzadodesdeabajo.Paraempezar,sabeescogeralagente.Ysupongoqueesunconductordeprimera,señorRandolph.—Ensumomento—declaróRandolph—,elapellidoWaterseraconocidísimo

enloscircuitos.Perolodejéhacemucho.Notengotiempo.—¿LaseñoraRandolphhavenidoaLondresconusted?—Nunca he estado casado—dijo Randolph—. Tampoco tengo tiempo para

ello.LabuenadeAggie...,o sea, laviudademi socio,miantiguaaya...,viveconmigo y sigue ocupándose de mí. Ahí lo tienen, caballeros; ya saben todosobremío,porlomenos,todolonecesario.Randolph,queseguíasólidamentesentadoensusilla,sacóunpañueloenorme

ysesonólanarizruidosamente,comodesafiandolaincredulidadylasospecha.Trent, observando el gesto, volvió a intercambiar unamirada elocuente con elinspector,quiendeinmediatopasóahacerelcomentarioqueeloradorparecíaestaresperando.—Asíqueesoesloqueleshacontadoalosabogados,señorRandolph—dijo

—.Una solución bastante sencilla al enigma de su desaparición. ¡Bien, bien!Unavezsabido,estodomuyfácil.Meparecequehadichonoséquéacercadequepuedeprobar su identidad, si alguienpusieraenduda la legitimidadde sulinaje.Supongoquesebasaeneltestimoniodesuantiguaaya.—¡Sí!Yenotrascosas—dijoRandolph—.Cuandomefuidecasa,mellevé

varioschismes,porsillegabanaserútiles.Estánloscertificadosdenacimientoybautismo,queemitieroncuandoempecéairalaescueladeFreynePark(melos dio mi madre). Y está la taza de plata que me regalaron cuando mebautizaron, conminombrey la fechagrabados;y labibliaquemeentregaroncuando aprendí a leer, con una dedicatoria firmada por mi padre, «De suafectuoso padre, JamesM.Randolph», dice; y la fotografía demi padre ymimadre, tomadacuandoacababandecasarse,quemedioella(tienealgoescrito

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—añadióRandolphtrasunmomentodevacilación—yllevasufirma).MetrajetodasesascosascuandovinedeSalisburyayerporlatardeyselashedejadoalosabogadosestamañana.Consideradasenconjuntoconelairedefamiliahanresultado bastante concluyentes, y les he pedido a Muirhead y Soames queinicienelprocedimientoydeterminenmisituacióndesdeelpuntodevistalegal.Elinspectorasintió.—Deduzco,señorRandolph,quesehaenteradodequesecreequesupadre

muriósinhaberhechotestamento.—Esome han dicho; y nadie puede estar más sorprendido que yo. Cuando

supedesumuerte,penséquehabríahechotestamento,claro,yenesecasopodíahabermedejadoalgoono.Verá,tampocoesquemeecharaymedesheredara;nofue para tanto.Y, de todas formas, nunca se sabe.Así que pensé que, cuantoantesreclamaseminombrelegal,mejor.Ojo,demomentonotengotanclaroqueno haya testamento, aunque los abogados dicen que muchas veces lo habíaninstadoahacerlo,yélsiempre lohabíadejadoparamásadelante.—Randolphcerróloslabiosenungestoinflexible;luegoañadió,conuntonomáscordial—:Yahora,sinotienemásquepreguntar,inspector,¿porquénomecuentaloquehadescubiertolaPolicíayquéesesoquedicenlosperiódicosdequehahabidounarresto?En ese momento, Trent se puso en pie para marcharse, porque la hora del

compromiso que había mencionado al señor Bligh estaba próxima. JamesRandolph,queahoraparecíacómodamenteconscientedequeteníaciertocontrolsobrelasituación,sedespidiódeformabreveperoamistosa.

Mientrasvolvíaacasaentaxi,TrentpensóenRandolphconunasimpatíaqueatodasluceseralaúltimaemociónqueestedeseabadespertarensuscongéneres.Los indicios trilladosy sucintosquehabíaproporcionadoacercade lavida encasadesupadresehabíanconvertido,enlafértilimaginacióndeTrent,enunahistoria de rigor vigilante y mojigato y de espíritus rotos o atrofiados por lafrustraciónincesante.Eracurioso—Trenthabíavistoanteslamismacuriosidad—que,apesardequeenelmejorde loscasoselniñodebíadehabersentidoresentimientoyrebelión,habíaheredadodesupadrenosolounparecidonotableenelrostroyelfísico,sinotambiénsemejanzasenlapostura,elandaryelgesto

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queunaimitaciónmeramenteconscientenohabríapodidoproducir.Elinspector,comohabíaobservadoTrent,sehabíaquedado tansorprendidocomoélpor lamanera en que ello se manifestaba incluso en minucias como la postura alsentarse enuna silla o la formademanejar el pañuelo.El gatito sinpadresniquien le enseñe, agazapado junto a la ratonera y meneando la cola, no dabapruebasmáselocuentesdesuherencia.Una hora de trabajo en el retrato de sirDensmore ffinch, y de atisbos de la

colección de recuerdos escandalosos del veterano, apartó el pensamiento deTrentdelcasoRandolph;perovolviórefrescadoaestecuandosesentóacomerasolas. Había transcurrido mucho tiempo desde que decidió no volver ainvolucrarse, demodo casi profesional, en problemas delictivos. Sin embargo,nopodíadejardeladoelasesinatodeunhombrealquehabíaconocido,yquehabía despertado su interés con su curiosidad humana; y la aparicióncompletamente inesperada de un viejo amigo en el papel de asesino confesohabía sacado punta al renaciente interés de Trent por ese negocio lúgubre yfascinante.SeguíaconvencidodequeBryanFairmaneradeltodoincapazdecometerun

homicidio deliberado, y menos aún de disparar a alguien por la espalda. Noobstante,siemprehabíaalgoenelcarácterdeFairman—admitióTrentahora—quenoexcluíalaposibilidaddeque,enunestadodetensiónnerviosaextrema,pudieraserculpabledeunaviolenciafatal.Sucaracterísticoairedefríareservaenlasrelacionessocialesnormales,quehabíahechodeélunhombreconpocosamigosymenospopularidad,encubríaunanaturalezasensibilísima.Sialguienhubiera sugerido que era lo que suele llamarse «temperamental», lo habríarechazadoasqueado;sinembargo,asumanera,loeraengradosumo.Ellopodíaverse en la intensidad de su devoción—por muy carente de esperanzas quehubierasidosiempre—porEuniceFaviell;peroesaeraotrafacetadelproblema.Trent, una de las pocas personas que conocía totalmente a Fairman, podíaenumerar unas cuantas cosas que calentaban su irascibilidad al rojo vivo yllevabansuférreocontroldesímismoalbordedelaruptura.Entreellasestabala crueldad; también la injusticia; y también la estupidez satisfecha y por asídecir meditada que desdeñaba ignorante todo trabajo innovador en el anchomundodelainvestigacióncientífica.NocabíadudadequeRandolphhabíasidoculpabledelasdosprimeras;dequealejaraFairmandelainvestigaciónparala

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quevivía había sido cosa suya; y el anciano, como aTrent le constaba, habíaexhibidodeliberadamentelatercera.Todoello,juntoconlaverdadevidentedequelaenfermedaddeFairmanhabíaafectadoasuestadomental,nohacíanadadifícilcreerquehubieraidoaveraRandolphenunestadomentalpeligroso.Trent,querecorríasuestudiomientrasdabavueltasaestasideasinaceptables,

palpósubolsilloparacogersupipay,juntoaella,encontrólasfinastarjetasenqueestabanimpresaslasfotografíasampliadasdelashuellasdactilareshalladasen la cuchillade afeitar en el dormitoriodeRandolph.Lasmiró sinprestarlesapenasatención,altiempoquerecordabaelingeniosointentodelinspectorBlighde hacer encajar esas huellas sin identificar en su hipótesis de lo que habíaocurrido la noche del crimen. Había transcurrido mucho tiempo —Trent norecordabacuánto,perosindudaunoscuantosaños—desdequehabíaestudiadoatentamente el sistema utilizado por la Policía para preservar y clasificar lashuellas dactilares. Para practicar, durante una temporada se había entretenidotomando huellas de los dedos de todos los amigos suyos que aceptabansometerse a esa engorrosa operación. Se dijo a símismoque en esa rama delconocimientoestabadefinitivamenteoxidado.Almirarlasnítidashuellasdeundedo y un pulgar, no le vino más que un vago recuerdo de los términosdactiloscópicosqueseutilizabanparadescribirlas.Sepusoahurgarenuncajónde un armario alto y no tardó en sacar un fajo de fotografías sujetas con unagoma.Las extendió sobre lamesa.Cada una consistía en un juego de huellasidentificadas con un nombre, y con las características de cada huella anotadaspor él con letra pequeña pero clara en tinta roja. Buen trabajo, caviló; unapérdidadetiempo,perobueno.¡Ah!,sí;ahíestabalapalabraquehabíaestadotratandode recordar (lapalabra«ulna»).Lahuelladel índice sobre la cuchillamostrabaunbucleulnary—contódelicadamentelascrestasconlapuntadeunlapiceromuyafilado—diecisietedobleces.Undibujomuycorriente;vioqueensu colección había muchos iguales. Pero la huella desconocida tenía otracaracterística;unarayitablancaquedividíacuatrocrestasjustoalaizquierdadeldelta.¿Lacicatrizdeuncorte?No,nohabíadesplazamientonifruncidodelascrestas. ¿Cómo era la palabra?Hojeó sus propias fotografías rápidamente. Sí;¡esoera!,unpliegue.Y,acontinuación,Trentestallóenunjuramento,ylasangreseleagolpóenla

cabezaalcontemplarconsternadolahuellajuntoalaquehabíaleídolainocua

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palabrita.Cogió la fotografíade laPolicía,yconmanos trémulascomparó lasdos atentamente. No había duda. Eran dos huellas de índices exactamenteiguales en todos los detalles, hasta los mínimos rasgos que en cada crestarevelabaelprocesodeampliación.Lediolavueltaalahuelladelpulgardesupropiatarjetayvolvióacompararlas.Eranidénticas...,¡evidentemente!Trentsederrumbóenunasillayseenjugólasgotasdesudordelafrente.Se

sentía como si estuviera en lo peor de una pesadilla. Era una locura; no teníasentido.Peronoeraunsueño;ahíestabanloshechosobjetivos.Tratódeponerfrenoalaceleradotumultodesuspensamientos;ahíestabanloshechos.Ahí tenía,por lo tanto, la respuestaasudecisión,que tancelosamentehabía

respetado hasta ese momento, de no volver a tener que ver con misterioscriminales.Suscontactospersonaleslohabíantentadotantoquehabíabuscadoinformación,porlomenos,sobreeltranscursodelainvestigaciónoficial.Luego,el descubrimiento de la incriminación en el caso de un viejo amigo cercanohabíadespertadoenéluninterésabsortoyprofundamenteangustioso.Yahoraesta desconcertante complicación, esa sugerencia directa de que tenían quevérselas con algo mucho peor que la acción vengativa de un desequilibrado,había surgido para poner a prueba el pleno ejercicio de todo el ingenio y laimaginaciónqueTrenthabíapuestoanteriormenteenproblemassemejantes.Noteníamásremedioquerecogerelguanteydescubrir laverdaddelcaso,sielloeraposible,porsuspropiosmedios.

ElenfoquemásrápidoydirectoconsistíaenhacerunapeticiónpersonalaBryanFairmanparaqueconsintieraenadornarcontantodetallecomolefueraposibleelbocetodeloquehabíaocurrido,oloquehabíavistouoído,aquellanocheenla plaza Newbury. Era obvio que de manera deliberada había hecho sudeclaracióntandesnudaycarentedeinformacióncomonecesitabaparalograrsuobjetivo.PeroTrentsediocuentainmediatamentedequeeranecesariodescartartal petición.Aun cuando Fairman hubiese estado en condiciones de contestar,teníaderechoanomostrarsuscartas,silohabíadecididoasí,ynoerahombrefácil de persuadir, ni siquiera para su mejor amigo. Además, Fairman estabaenfermoyfueradesualcance;nisiquieralapropiaPolicíapodíainterrogarlo,ynoibanaconcederledejarlohablarasolasconél,ensemejanteestado,anadie

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quelosolicitaseencalidaddeamigodelacusado.AjuiciodeTrent,soloquedabaabiertaunalíneadeinvestigación,nocarente

deposibilidades.Lehabíallamadomucholaatención—más,alparecer,quealinspector Bligh— la declaración de la Policía de Dieppe, según la cual losagentes habían sido totalmente incapaces de descubrir por qué un extranjero,souffrantyunpeutoqué56,habíaidoaciertobarriodesuciudadyallíhabía,alparecer,buscadoalgo.Comoquedadicho,TrentconocíaFranciabastantebien.Habíavividoallídos

años,fundamentalmenteenParís,yenotrasocasioneshabíaexploradomuchasde las ciudades y buena parte del campo. No se le ocultaba que todos loscuartelesdelaPolicíalocal,porlosmotivospúblicosmássensatos,semarcabancomo objetivo cierta familiaridad con los asuntos privados de cada casa, y engeneral lograban darle un cumplimiento satisfactorio, de manera que de sernecesariopodíaecharsemanodeloshechosregistrados.Fairman,estuvieraenelestadomental en que se encontrara, había tenido, sin duda, alguna razón paraviajar directamente a ese barrio de Dieppe en concreto cuando se fue deInglaterra...,paradirigirseallí,yparabuscaralgoque,segúnlaPolicía,nohabíalogradoencontrar.LaPolicíadeDieppe,conformehabíadichoelseñorBligh,sedeclaraba absolutamente incapaz de explicar las acciones de Fairman, aunquehabíanhechotodaslaspesquisasposibles.Puedequefueracierto.Porotraparte,puedequelaPolicíadeDieppetuviera

losmotivospúblicosmássensatosparaserincapazdeencontrarpistassobrelasactividadesdeFairmanenaquellaocasión.Trentpodíarecordarmásdeuncasoenquehechosmuchomásextraordinarioshabíandesconcertadoaagentesque,sin duda, habrían podido descubrir la verdad si tal hubiera sido su objetivo.Efectivamente, se acordó de que no era insólito que la Policía francesamultiplicaralosesfuerzosafindequenadiemáspudiesedescubrirlaverdad.Enconjunto, se inclinaba a creer que, dado que en las actividades deFairman enDieppe habría probablemente más de lo que parecía a primera vista,probablementehabríamásde lo queparecía a primeravista en la incapacidadoficialdesuministrarpistasalrespecto.Almenoshabíaalgoquehacerenlabúsquedadelaimpenetrableverdad,yla

tardesiguienteTrentpisóelmuelledelAvantPortdeDieppe.

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55CalledeLondresconocidaporsusexclusivassastrerías.56VéaseelcapítuloVII.

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CapítuloXI

Uncallejónsinsalida

«IMPASSE DE LA CHIMÉRE». Trent repitió las palabras para sus adentros,deleitándoseensuaurademisterio,segúnsalíadelabahíadeDiepperumboasu misión. Un nombre así, pensó, tiene que conferir un atractivo mágico alúltimocallejónsinsalida.Como todos los lugares que merece la pena descubrir, el Impasse de la

Chimèreeradifícildeencontrar.Trent tuvoquepreguntaravarios transeúntesantes de descubrir que el camino al impasse pasaba por una vieja callejuelaperpendicular a una calle atestada de vehículos y plagada de tranvías. Unacallejuelaaúnmásestrechasalíaalaizquierdadelaprimera.Tuvo la impresión de adentrarse en la soledad y lo desconocido. Las casas

grises permanecíanmudas ymisteriosas; las calles estaban vacías. Por fin vio«IMPASSEDELACHIMÉRE»,grabadotoscamenteycasiborradoporeltiempo,enlaesquinadeunangostopasajeporelqueaduraspenaspasaríauncarro,conloscubos rozando las paredes de ambos lados. Era un espacio vacío, porque elcallejón iba rectodurantemásomenos cincuentametros entreparedes altasyformidablessobrelasquepodíanverseramasdeárbolesantiguos.LosadoquinesdesigualesdelacalzadapodíandatardelosdíasdelReySol.Depronto,elcallejóngiróaladerechayseensanchódescribiendounacurva.

A su diestra había una puerta rematada por un animal de piedra maltrecho einsulso,quebienpodíaserlaQuimeraquedabanombrealimpasse.Lacasaquehabíadetrás,visibleatravésdelaverjadehierro,eraclaramenteunlugardignoycon tradición.Afaltade ladignidaddeunnombreenelmuro, ladistinguía,comoauncondenado,unnúmero(7A)enunafeaplaquitademetalesmaltadoqueunobrerodescuidadohabíafijadotorcidaenlapared.ParaTrent,elquelas

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autoridadesdelaciudadhubiesenotorgadoesacombinacióndenúmeroyletraalacasamásgrandedelimpasse,comosinohubiesesuficientesnúmerosenterosenelmundo,eraunenigmaquecarecíaderespuesta.Enrealidad,habíacuatrocasas,1,3,5y7A,sinhuecosqueexplicasenlaausenciadenúmerosparesodel7desaparecido.Meditandoacercadelaltoniveldeéxitoconelque la lógicafundamentalde

lospuebloslatinosseescondealextranjeroinquisitivo,Trentsiguióadelante.Labrisa suspiraba en las ramas en flor. La sensación de abandono se hizo casiinsoportable.Conunescalofrío,pensóenlaspalabras:«Dondenovienenadie,/nihavenidodesdequeelmundoesmundo»57.

PasadalapuertadelaQuimera,habíaotraaberturaenellargomurodelrecinto,cerrada con una puerta de madera. Estaba muy desgastada, y a través de lasgrietassevislumbrabaunacasamáspequeña,separadadesuvecina,peromuyparecida tanto en estilo arquitectónico como en las huellas del tiempo. En elmuro, debajo del 5 oficial, estaba grabado el curioso nombre «PAVILLON DEL’ECSTASE»58, y encimade la puerta había un basto cartel demadera encaladaqueanunciaba«VILLAÀLOUER»59.MientrasTrentpermanecíadepiepensandoenelpoéticocontrasteentreambas

inscripciones,ocurrióunmilagro,unodeesosqueamenudopasaninadvertidos,perocambianlafazdelmundo.Elsolsaliótrasunanube,unrayosúbitoiluminóelImpassedelaChimèreyunagranmanchadecolorardiótraslaspuertasquehabíaestadoobservando.Unaenormecalabaza redonda (unapotiron), todaderojo y oro, a la que le faltaba un trozo cortado con precisión matemática,llameaba comounahoguera a la puertade lamodesta tiendaque constituía elnúmero 3 del impasse, y una montaña próxima de naranjas marchitas, unascuantasmanzanasverdesyvariasverdurasmezcladasseconvirtióenunaescenaesplendorosa.LadepresióndeTrentsedesvaneció.Dejódepensarenlasoledad,lasparedes

ylaspuertasgrisesquesedesmoronaban,laatmósferadedecliveydesolaciónqueporunmomentolohabíaparalizado.SealejódelPavillondel’Ecstase.Lagloriadelacalabazalehabíadescubiertolaverdaddequeelfinaldel impasseeratanacogedorcomolóbregohabíasidosucomienzo.Unaantiguafonda,una

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de cuyas alas era contigua a la frutería, estaba construida atravesando el ladociegodelcallejónydabalavueltaporelotrolado,enformadeEsineltrazodelmedio;yestaencantadoraposadallevabaelnombredeHôtelduPetitUniversetde laChimère60.CuisineBourgeoise,VinsdeTouraineetd’Anjou,QuetschdeLorraine,ArmagnacVieux61 se contaban entre las atraccionesqueprometía, yTrent descifró con éxito un cartel prehistórico: «ICI ON LOGE À PIED ET ÀCHEVAL»62.Sin duda, era allí donde Fairman había tomado el café que mencionaba el

breve informe de la Policía de Dieppe, antes de volver al muelle del vapor.Estabaclaroqueeraellugardondedebíacomenzarconsuspropiaspesquisas,yevidentementenopodíahabercomienzomásgrato.—Vamosallá—dijoparasusadentros—,alHoteldelPequeño.¡Yheaquíal

mismísimoGargantúa,quevienearecibirme!¿Quémásselepuedepediraldiosdelosviajeros?Gargantúa,efectivamente,habíaaparecidoenlapuertaconlaaparienciadeun

hombre enormeydescomunalque llevabaungorrode cocinero.Tenía la cararedonda, rubicunda y alegre, y el cinturón de cuero que llevaba en la cinturahabríaceñidoadoshombresdemedianacorpulencia.Trent, descubriéndose, se dirigió educadamente a dicho ser en su propia

lengua:—Señor—dijo—,vengodelotroladodelmarparadarlesaludosdelcuréde

Meudon,porquelógicamenteesustedunturonensedelaregióndeRabelais63.Conformehablaba,señalóelcartel«VINSDETOURAINE».Gargantúasequedóimpertérritoanteloextravagantedelsaludo.Conungesto

desusgrandesbrazos,pidióaTrentquepasase,diciendosencillamente:—Bienvenido.Monsieurtienerazón,soydeChinon.Tenemosbuenvino.El Hotel del Universo Pequeño y la Quimera era una fonda de las que los

sabiosesperanencontrarenelfindelmundo.Lashabitacioneseranampliasydetecho bajo, y habían sido diseñadas por un mago excéntrico con sentido delhumoryaficionadoalageometríacomplicada.Aquíyallálaoscuridaddelrobleviejoseveíailuminadaporelresplandordelcobrebruñido.Trent se encontró en una habitaciónmitad comedor, mitad café. Unamujer

rubiayalta,dehermososrasgos impasiblesyojososcuros,estabasentadaa lacaisse64.Trenthabíadecididoque,almenosaquellanoche,habríadealojarse«a

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pie»enaquellafondafantástica,y,cuandodeclarósuintención, laseñora,a laqueGargantúallamabaLouise,dejódeladosulabordepuntoylollevóporunadesquicianteescaleraenzigzagaldormitorioprincipal.Eraesteunaestanciaconunacamadematrimoniocondosel,conelsuelodesigual,y lasparedesajadasporunavariedaddebultosyángulosinesperados.Elaireestabacargado,peroloperfumabagratamenteelaromadefloressecas.Abrióunaventanaycontemplóunamaraña de árboles y arbustos que rodeaba una casa gris que debió de seralegre y alborozada en tiempos de la Pompadour, pero que ahora, con susventanasclausuradasysuairedeabandono,parecíabastantedesolada.—Tiens!65—exclamóTrent—,¿eseeselPavillondel’Ecstase?Nohuborespuesta.Sorprendidoporelsilencio,sevolvióyvioqueLouiseya

estabasaliendodelahabitación,olvidadalavehementecortesíaconquesehabíadetenidoenlascualidadesdelamejordesushabitaciones.¿Habríaprocedidoaaquellaapresuradaretiradaparaevitarlapregunta?Larepitióconformelaseguíapor las empinadas escaleras, y ella musitó algo que sonaba a Mais oui,monsieur66.Dejó claro que el Pavillon de l’Ecstase no era asunto que tuvieraintencióndeabordar.Pusotodasuatenciónprimeroenenviaraladoncellaaquepreparase la habitación de Trent para que la ocupara, y luego en mandar albotonesaquerecogiesesuequipajedelaconsigne67delaestación.TrentsepusoahablarconGargantúaenelcafé.Notardóenenterarsedeque

ensupresenteencarnaciónsellamabaAlphonseLegros,aquienporsusmejillasde querubín sus íntimos apodaban Le Joufflu68. Su esposa era de Lorena yresponsabledelquetsch, el licorquehacía con las endrinasde supadre.Trentpidió un Pernod, y no le costó nada persuadir a su anfitrión para quereflexionase,porelbiendelacasa.—Bienvenido al Hotel del Universo Pequeño—dijo Gargantúa, alzando la

copa,cuandounaalegredoncelladeojosnegrosloshuboatendidodiligente.TrentdesterróporelmomentosunaturalcuriosidadporelPavillondeextraño

nombre, y su preocupaciónmás honda por los acontecimientos que lo habíanllevadoaDieppe.Serefirióalmisterioagradableeinmediatodelnombredelafonda,elHoteldelUniversoPequeñoydelaQuimera.Sinduda,laQuimera—unamezclafabulosadeleón,cabraydragón,siTrentlorecordabacorrectamente— podía adornar razonablemente el escudo de armas de una familia noble; yseguramente el nombre estaba tomado de aquel monstruo inidentificable de

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piedra envejecida que se alzaba sobre la puerta delchâteau69 vecino. Pero ¡elUniverso Pequeño! Recordó que en el cartel estas palabras estaban pintadasencima de «de la Quimera», como si hubieran sido añadidas posteriormente.Gargantúa no podía haber pensado por sí mismo en algo tan filosóficamentesatisfactorioyacogedor.—Monsieur Garg... —comenzó— o sea, Monsieur Legros, a su salud. ¿Le

importacontarme,ennombredeRabelaisy todoslosquevivenlabuenavida,quémoscalepicóparaponerleasuposada«elUniversoPequeño»?Gargantúaserascólacabeza.—Fueunaidea—dijo—.Unaideadelseñorconde.Enlosviejostiemposera

soloelHoteldelaQuimera,comoelimpasseycomolaCasadelaQuimera,lacasagrandequepertenecealconde.Amipadreyamínosparecíabien.Peroundía...,harácincoaños,osiete...¿Cuándofue,Louise?Louise estaba sentada a lacaisse, en silencio e inescrutable, y sus agujas de

puntoparecíanvolardelorápidoqueiban.—Fue el añode la tormenta—dijo con tranquilidad—, cuando el granizo le

echóaperderlacosechaatuhermano.Gargantúaasintió.—Eso es. Ese año no hicieron ni una gota de vino decente en el Loira. Por

suerte, al año siguiente lo compensaron.Aún tengounasbotellasdeChinonyRochecorbondetrásdelaleña.Fuebuenañoparaeltintoyelblanco.AlomejorMonsieurlosquiereprobar.Claro que Monsieur quería, pero en ese momento el Universo Pequeño

acaparabasuinterés.Gargantúaretomólahistoriacongranesfuerzo.—Undíade19...Aver,¿fueenprimaveraoenverano?Trentsugiriótímidamentequequizánofuesetanimportante.—Bueno, da lo mismo. El señor conde vino y me dijo: «Eh, Le Joufflu»,

porquemellamaasí,«voyabajarleelalquiler».Mequedépatidifuso;esquenosestaba costando mucho llegar a fin de mes, con lo caro que está todo y losimpuestos.Oui,Monsieurlecomteestgentil,maisiladesidées,quoi?70.Gargantúahablóconprevenciónacercadelasocurrenciasdelconde,comosi

fuesenposesionespeligrosas,casidemalareputación.Trent esperó con paciencia a que Gargantúa desarrollase su historia. Estaba

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claroquenoerahombrealquesepudierameterprisa.—Enfin71, bajó el alquiler el 10 por ciento, y a cambio llamé al hotel «El

UniversoPequeñoylaQuimera».Çaluifaitplaisir.Voilà72.Evidentemente, consideraba que el problema estaba explicado de manera

adecuada.—Pero—preguntóTrent—¿nodijoporquéhabíaelegidounadenominación

tanextraña?Gargantúaseencogiódehombros.—Monsieurlecomteadesidées73—repitió,comosiesoloexplicasetodo—.

Se le habíametido en la cabeza comer en un hotel que se llamase Hotel delUniverso Pequeño. Es que, dese cuenta,muchas veces come en esamesa delrincón.Teníanoséquéverconunlibroquehabíaescrito.Sí,elseñorcondeeshumilde,aunquehaescritolibros,ysunombresaleenlosperiódicos...Hélas!74.Gargantúameneólacabezaysuspiró.Madame Louise cloqueó secamente, como una gallina, desde detrás de la

caisse,ysellevóundedoaloslabios,frunciendoelceño.Sumaridorecobrólacompostura.—Sí, el conde de Astalys es un sabio famoso, un psycho... psycosophe75...

¿Cómosedice,Louise?—Psychologue76—dijoLouise,frunciendoloslabios—,peromejorharíamos

nometiéndonos en sus asuntos. Las ocurrencias del señor conde no son cosanuestra.—No,esverdad—dijoGargantúa—.Ymenosdespuésdeladesgracia...Louiselointerrumpióconunsiseoofidio.—Alphonse,¿quieresdejartedechácharayocupartedelosclientes?Ahítienes

aMonsieurGautier,esperandoaquelorecibas,ynadielehacogidoelabrigoyelsombrero.Gargantúa se puso en pie, y Trent no tuvo más remedio que armarse de

paciencia. Al parecer estaba sobre la pista de un asunto oscuro—tal vez unescándalo—del que aquellas dos buenas personas, pormotivos desconocidos,eranreaciasahablar,yahípodíaestarlaclavedelsecretodelavisitadeFairmanalImpassedelaChimère.Elreciénllegado,MonsieurGautier,unhombreenjutoycargadodehombros,

con la barba corta y grandes gafas tras las cuales podían verse unos ojos

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inyectadosensangre,conellazomoradodelaOrdendelasPalmasAcadémicasenelojal,sesentóenunabanquette77alamesacontiguaaladeTrent.Resultóser un librero del barrio, y por lo tanto un hombre erudito y especialmenteindicado, como de pronto se le ocurrió a Gargantúa, para explicarle a aquelextranjerocuriosolas«ocurrencias»delcondesobreelnombredelhotel.AsíqueTrentyMonsieurGautierfueronpresentados,sedieronlamanoyel

libreroaccedióa tomarunaperitivoconelvisitante,quiena suvezaceptóuncigarrillodesunuevoamigo,alqueGargantúasedirigíacomoHégésippe.Acontinuación,MonsieurGautier,despuésdetomarunsorbodeAmerPicon

—esa formidable bebidamarrón que, según la leyenda, con una sola gota sindiluir puede hacerle un agujero a un puño de camisa, pese a lo cual haceprosperar al francés medio—, trató de explicarle a Trent las ideas del condesobreelUniversoPequeño.—ElcondedeAstalys,cuyafamiliaespropietariadelaCasadelaQuimeray

delascasasdelimpassedesdehacemuchasgeneraciones...—¿IncluidoelPavillondel’Ecstase?Una extraña expresión recorrió el rostro del librero, y este arqueó

imperceptiblementelascejas.—Sí, pero antes se llamaba Pavillon de la Chimère —dijo bruscamente; y

prosiguió, como si tuviera prisa por dejar de lado un asunto incómodo—. LafamiliaAstalyssiempresehadestacadoporsuamorycuriosidadporelsaber.Se decía que el conde Balthazar, el alquimista ymago, fue el que incluyó laQuimera en su escudo de armas. Hizo una gran fortuna, que los menosfavorecidosatribuyeronalasmalasartesyaunaintimidadimpíaconelDiablo,yconstruyólaMaisondelaChimère.Elcondeactualhaseguidolatradicióndela familia en su búsqueda de conocimientos. En concreto, le interesa lanaturalezadelaconsciencia.Estudióhipnotismoyexperimentóconnarcóticos.MonsieurGautiernoescondíahastaquépuntocensurabaesasinvestigaciones.

En su opinión, cuanto menos supiera un hombre sobre paraísos artificiales,mejor. En cambio, admitió que el conocimiento que había adquirido el condehabíaresultadotenerutilidadpráctica,dadoquelehabíavalidounaltocargoenel Departamento de Gases Venenosos del Cuartel General francés durante laguerra. Después, el conde se había dejado seducir por la nueva ciencia de lapsicología, y había publicado variasmonografías y tratados—bouquins78, los

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llamóMonsieurGautier—gracias a los cuales había adquiridouna reputaciónconsiderableentrelosexpertos.—Jenesuispaspsychologuepourdeuxsous79—dijoellibrero,subrayandola

observación con un gesto de sus largas manos de artista—. Soy de la viejaescuela,delageneraciónquevivióel187080.Paramí,estavidaymipaís,notrebelleFrance81,sonlasúnicasrealidadesquehay,y,despuésdemuertos,nada.En cambio, el señor conde tiene ideas. Sus investigaciones lo han llevadoporcaminosextraños,yavecesmehaceelhonordediscutirconmigoenmilibrería,cuando hojeamos las novedades. En sumomento escribió un librito que titulóL’Univers particulier82, y de ahí sacó el nombre del «Universo Pequeño», elmundoparticulardecadauno,delquenadieescapa.—Ahoraloentiendo—exclamóTrent—.Loheleído.Setradujoconeltítulo

deEluniversoprivado.Desdequehabíavistoelcuriosonombredelhotel,teníaunvagorecuerdode

eselibroenunrincóndelamente.Lehabíaparecidonotable,enparticular,porel encantode lapersonalidadde suautor,quehabía encontradounaexpresióninolvidableaunatravésdelcristaloscurodelatraducción.Elafectoyelrespetoevidentes del librero hacia alguien con cuyas ideas estaba en tan profundodesacuerdohacíannaturalque el conde fueseunhombre así.El libro lohabíapublicadounadeesaseditorialesespecializadasenobrassobremagia,astrologíayloocultoengeneral.NoesqueEluniversoprivado tuvieranadadeocultoomágico. Era un mero desarrollo de Berkeley y Kant, y mantenía que nuncapodemosconocerlascosasensímismas,demaneraqueelhombreviveenununiverso particular que es suyo, del que es el único centro, aunque este tengamuchoencomúnconeldesuscongéneres.Elobjetivodelaexistencia,porlotanto, debe ser el desarrollo de la consciencia. La parte central del libro laocupaba una serie de experimentos con sustancias narcóticas y excitantes quetienenelpoderdemodificarlaconscienciaparabienoparamal,transformandoel universo particular en un infierno de pesadillas, o bien enriqueciendo ytrascendiendosucontenidomásalládeestaexistenciatridimensional.—Pero—dijo Trent— el autor se llamaba... Nome acuerdo, pero creo que

D’Astalys,no.—El conde nunca ha escrito con su nombre verdadero. Usa el seudónimo

PierreDeffaux. Era un libro raro y, enmi opinión, peligroso. Como decía, je

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n’aimepaslesparadisartificiels83.¡Ay!,eltiempomehadadolarazón.—Yo no he leído el libro del conde—intervinoGargantúa de repente y sin

venir a cuento, precisamente cuando Trent iba a preguntar a qué se refería ellibreroconsuúltimocomentario—.SololeoLePetitParisien84.MonsieurGautiermeneólacabezaconunasonrisaamableyprosiguió:—Paraelconde,lossueñoserantanrealescomolavida,yesaideahasidosu

perdición.Se detuvo bruscamente. De nuevo habían llegado al límite de un asunto

peligroso.Paraanimarloacontinuar,Trentrepitióenvozbajalossiguientesversos:Leseulrêveintéresse;vivresansrêve,qu’est-ce?Moi,j’aimelaPrincesseLointaine85.—Noera unaprincesa lejana—dijoMonsieurGautier conpesar—.Esmás,

Monsieur...Y una nueva interrupción dejó a Trent con la miel en los labios. Un

hombrecillo rechoncho, con una barba muy corta y ojos pequeños yextraordinariamentebrillantesentródeunsaltoenelcaféconunbullicioso:—Bonjour,MadameLouise;bonjour,LeJoufflu;bonjour,lacompagnie86.Setrataba,alparecer,deunbufónoficial;porquelebesólamanoaMadame

con gran ceremonia, y una sonrisa rompió por un momento la serenidad deestatuadeesta.LeJouffluyMonsieurGautierlollamaronBibiconafectoy,unavez satisfecha la indispensable formalidad de los apretones de manos, se lopresentaronaTrentcomoMonsieurWilliamRond-de-Cuir.MientrasleestrechabalamanoaBibi,Trentpensóquelehabíafalladoeloído.

William,camufladocomoViyiamm,noesinfrecuenteentrelosfranceses,queloprefierenaGuillaume;peroRond-de-Cuireraunapellidodelomásimprobable,puesto que se trataba de un mote peyorativo para chupatintas u oficinistas,derivado de los cojines redondos de cuero sobre los que suelen sentarse enFrancia.BibileyóeldesconciertoenelrostrodeTrent,yconunareverenciademodesta satisfacción se sacó de la cartera una tarjeta enorme que llevaba la

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inscripción:

WILLIAMROND-DE-CUIR(G.DUMANET)

RÉDACTEURÀLAGAZETTEDELAMANCHE.

ÉCHOTIERETCOURRIÉRISTE87.Bibi se apoyó en lamesa y, con un índice rechoncho,manchado de tinta y

tabaco,señalóaTrent«William».—Viyiamm—dijo—.Ínglish.Así(WilliamRond-de-Cuir)firmolosecosenla

GazettedelaManche;peroenelCafédelUniversoPequeñosoyBibiparatodoelmundo,soloBibi,toutcourt88.Como requería el honor,Trent sacó a cambio sumiserable recorte de cartón

que entre los ingleses hace las veces de tarjeta de visita. Estaba debidamenteimpresionadoantelaimportanciadeladescripcióndeBibi.Comoéchotier,seríaresponsabledelasnotasmisceláneasqueadornasenlaportadadesuperiódico.Conunafirmaasí,teníanquesercómicas,yestabaclaroqueBibiintentabaestara la altura de su trabajo.En pago, tendría derecho a incluir cierta cantidad deanunciosdescarados,apenasdisfrazadosdenoticias,ylessacaríaloquepudiesea los anunciantes. Como courriériste, probablemente escribiría una crónicaparisina,obtenidayelaboradaconmásomenosastuciaapartirdelosperiódicosdeParís.Comorédacteur,sindudaestaríaalcorrientedelmásmínimoatisbodeescándaloensuciudad,yporlotantoerajustoelhombrequeTrentnecesitaba.Sin embargo, Trent se vio relegado. Bibi retó al librero a una partida de

trictrac,tambiénconocidocomobackgammon.EsteeraunpasatiempoqueTrentsolo había practicadodeniño, y conmínimo entusiasmo; pero, en elCafé delUniverso Pequeño, el único deporte atlético queDouglas Jerrold dominó89 setomaba tan en serio como el críquet o el fútbol. Todas las tardes—según LeJoufflu lecuchicheóaTrent—,BibiyHégésippese jugabanlasbebidasenunduelodesesperado.Un camarero que apareció de pronto en un estado que daba a entender que

había dormido con la ropa de trabajo y acababa de levantarse dispuso todo lonecesario. Los antagonistas se sumergieron en su combate. Por el momento,según parecía, hablar con cualquiera de ellos sería una pérdida de tiempo; así

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queTrent intentóunnuevoacercamientoaLeJoufflu,queestabasiguiendo lapartidaconlamiradadeunaficionado90enunacorridadetoros.—Monsieur Legros—dijo—, ¿vio aquí a un compatriotamío el otro día, a

primerahoradelamañana?,¿untipobastanteflaco,conelpelooscuro,másomenosdemiedad?...Meparecequesetomóuncafé.Estabaenfermo,elpobre,y...Trentsedetuvo.Estabaclarísimoqueahorahabíametidoelloboenelredil.Le

Joufflusesonólanarizviolentamenteytragósalivacomosihubieraengullidoun emético. Monsieur Gautier, que sin pretenderlo había oído la fatídicapregunta, siguió agitando el cubilete como si a la postre pudiera darles larespuesta.Bibivolvió lacabezacomounpájaro,paraquesusojillosbrillantespudierantaladrarlosdeTrent,ypreguntócomoquiennoquierelacosa:—¿MonsieuresdelaPolicía?...DelaPolicíainglesa,bienentendu91.—Maisnon,jamaisdelavie92.—Entonces,¿alomejorMonsieuresdelaprensa?—Bueno —dijo Trent con cautela—, no tengo el honor de ser échotier y

courriériste, comoMonsieur Rond-de-Cuir.—Hizo una reverencia—. Pero esciertoqueheescritoparalosperiódicosdeLondres...,paraelRecordyelSun.Bibi sonrió de oreja a oreja y se puso en pie de un salto para volver a

estrecharlelamanoaTrent.—Mon cher confrère93, me hago cargo. No sé cómo no he reconocido su

nombre.EnDieppeconocemosbienlosperiódicosdeLondres.Créame,estoyasuenteradisposiciónparainformarlodetodoloquenecesite,yestoysegurodequeesdefiar...Lesecretprofessionnel,quoi?94.TrentcontestóqueBibipodíaconfiarensuhonorysudiscreción.—Moncherconfrère,nomecabeduda...,perodiscúlpemeuninstante;tengo

quetranquilizaramigruesoamigo.Cogió a Le Joufflu del brazo y lo llevó a la caisse, donde comenzó una

animada conversación en voz baja entre los dos hombres y Louise.MonsieurGautier se quedó contemplando el tablero de backgammon abandonado,claramente temerosodequeTrent lepreguntasealgoquenopudieracontestar.Sinembargo,nolodejaronsolonienlaincertidumbremuchotiempo.MadameLouise,queparecía tenerloporunconsejeromássabioqueelvolubleBibi, lollamó con un gesto autoritario, y se juntó con los demás. La conversación

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prosiguióentresusurros,yBibilepusofinenvozalta:—C’estconvenu.Fautpass’enfaire.Jem’enoccupe.Comptezsurmoi95.Bibi y Hégésippe volvieron a su partida de backgammon. Otros habitués96

empezaronaentrarenelcafé,yhubounaorgíageneraldeapretonesdemanos,saludos y presentaciones. Trent empezó a sospechar que los astros se habíanalineadoensucontra,yyanocreíaposiblellegaraobtenerlainformaciónqueBibilehabíaprometido.Depronto,Bibiseinclinóhaciadelanteylemurmuróaloído:—Mon cher confrère, no desespere. Confíe en mí, pero entienda que mis

amigosestánasustados...,laPolicía,yasabe...Yelcasoyaestáclassé97.Lesheprometido que no lo vamos a hablar bajo este techo, para que no seanresponsablesdenada.Onneveutpasd’histoires98.Lo que Bibi podía querer decir con que el caso ya estaba encasillado

sobrepasaba el entendimiento de Trent; pero estaba claro que el hombrecilloqueríaayudar.—MonsieurBibi...—Paraunconfrère,nadadeMonsieurBibi...Bibitoutcourt.—Muy bien—dijo Trent, riendo—, Bibi; pero ¿no tiene usted los mismos

motivosquelosdemásparaevitarlashistoires?—Yo, querido confrère —respondió Bibi con un gesto sublime—, soy

periodistaynoletemoanadie.—Entonces, estimado colega, concédame el honor de cenar conmigo esta

noche, y, dado que aquí no podemos, le ruego que elija el mejor local de laciudad.57Citadelpoema«LamuertedeArturo»,delordAlfredTennyson.58«PabellóndelÉxtasis».59«Sealquilacasa».60«HoteldelUniversoPequeñoylaQuimera».61«Comidacasera,vinodeTurenayAnjou,aguardientedeendrinasdeLorena,armañacañejo».62«Aquíalojamosapieyacaballo».

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63FrançoisRabelais (1494-1553),nacidoen laantigua regióndeTurena (gentilicio: turonense)ycura(curé) de la localidad de Meudon, fue el autor de la serie de sátiras sobre los gigantes Gargantúa yPantagruel.

64«Cajaregistradora».65«¡Atiza!».66«Puesclaro,señor».67«Consigna».68«ElMofletudo».69«Palacio»,«palacete».70«Sí,elseñorcondeesmuyamable,peromenudasocurrenciasquetiene,oiga».71«Enresumen».72«Lehaceilusión.Yaestá».73«Lasocurrenciasdelseñorconde».74«¡Ay!».75«Psico...psicósofo».76«Psicólogo».77«Banqueta».78«Libros»;puedetenerunmatizdespectivo(«libracos»).79«Yonosoypsicólogo,paranada».80Esdecir,laguerrafranco-prusiana(1870-1871),queincluyóelsitiodeParísyacabóconlacaídadel

SegundoImperiofrancés.81«NuestrahermosaFrancia».82«Eluniversoparticular».83«Nomegustanlosparaísosartificiales».84Unode los periódicos francesesmás importantes de laTerceraRepública francesa, publicado entre

1876y1944.85«Soloel sueño interesa; /vivir sinsoñarpesa. /Yoamoa laPrincesa /Lejana».Citadeldramaen

versoLaprincesalejana,deEdmondRostand.86«Buenastardes,MadameLouise;buenastardes,LeJoufflu;buenastardesatodos».87«RedactordelaGacetadelaMancha.Responsabledeecosycronista».88«Sinmás».89DouglasWilliamJerrold(1803-1857)fueundramaturgo inglésfamosoporsu ingenio.Lafrase«El

únicodeporteatléticoquehedominadoeselbackgammon»provienedesubiografía.90Encastellanoeneloriginal.91«Porsupuesto».92«Claroqueno,deningunamanera».93«Queridocolega».94«Elsecretoprofesional,¿eh?».95«Deacuerdo.Nosepreocupe.Yomeencargo.Cuenteconmigo».96«Clienteshabituales».97«Cerrado».Tambiénpuedeentendersecomo«clasificado,encasillado»,comohaceTrentmásadelante.98«Nadiequieretenerproblemas».

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CapítuloXII

Elcondeexplica

Una hora más tarde, Trent se hallaba sentado frente a un Bibi que era todosonrisasysatisfacción,conelrobustopechocubiertoporunaservilletadesdeelcuello de la camisa hasta abajo. Era un restaurante sin pretensiones, pero elpequeñoperiodistaaseguróque tanto lacocinacomo labodegamerecían todorespeto.Conmucho tacto, Trent evitó todamención al asunto que los había reunido

hastaquesuhuéspedhubollegadoalasegundacopadeMeursaultde1906consusmoules marinières99. Bibi se relamió, murmurando que eso era vino deverdad,quesepodíamorder.Noprobabanéctarasíamenudo.—Y, ahora —dijo Trent—, ¿quiere explicarme, querido amigo, por qué

tenemosquecenaraquícomoconspiradores?¿Quéterriblesecretoesesequenoseatreveamusitarsiquieraentre lasparedesdelHoteldelUniversoPequeño?¿Qué diantres puede decirme, o yo a usted, que atraiga el desastre sobre susamigosLeJoufflu,MadameLouisey,porlovisto,tambiénMonsieurGautier?—Pero si seguro que lo comprende—exclamó Bibi en un tono que daba a

entenderquehastaciertopuntohabíasobrevaloradola inteligenciadeTrent—.Está el estanco de la sobrina deMadameLouise.Están las ganas queGautiertienedeobtenerel lazomorado.HastaLe Jouffludeseaelpremiodelpoireau(puerro)100,puestoqueyaganóelpremiodelsouffléenelúltimoConcoursdelaCuisine101 delCasino,yeldiputado lehaprometidouncoupdepiston102. Entodocaso,nadiequierehistoiresquetenganqueverconelseñorconde.—¡Nombredeunnombre!—explotóTrent—, ¿qué tengoyoquever con el

estancode la sobrinadeMadameLouise? ¿Cómo iba a impedir el ascensodeMonsieurGautieraoficiald’Académie103?¿Cómoibaa interponermeentreLe

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Jouffluyellazoverdeyamarillo?¿Porquéibanadieadiscutirconelcondepormiculpa?¿AcasohetopadoconunsecretodeEstado?Era evidente queBibi estaba consternado ante la ignorancia deTrent.Bebió

otro sorbo de Meursault, frunciendo el ceño mientras pensaba, antes deresponderconotrapregunta:—Moncherconfrère,¿seríatanamabledeexplicarmesinceramenteporquéha

idoalImpassedelaChimère?—Consumogusto—dijoTrent—.Esmás,yahe intentadoexplicárseloasu

amigoLe Joufflu, que senegó a escucharme.Verá.Haceunosdías, un amigomío,untaldoctorFairman,llegóaDieppeenelbarconocturno.Pornoséquémotivo misterioso, visitó el Impasse de la Chimère y volvió en el siguientevapor.Enelviajedevuelta,tratódesaltarporlabordayfuedetenidoacusadodeintentodesuicidio.—¡Ah,sí!—dijoBibi—.Ustedesarrestanalagenteporintentarsuicidarse.Es

una pena que no puedan castigarlos cuando consiguen cometer el delito.Ça,c’estbienanglais104.—Tiene razón; pero desgraciadamente sobre mi amigo pesa otra acusación:

una acusación de asesinato, el asesinato de cierto millonario de nombreRandolph.Porahora,comprenderá,nohasidoacusadodeesedelito;perohayunoscuantosdetallesmisteriososdelcasoquenohaexplicadoyque,segúnhadeclarado,novaaexplicar.UnodeesosdetallesesesabrevevisitaaDieppe.Bien,laPolicíadeustedesdicequeselevioenelImpassedelaChimèreentrelos dos trayectos en barco. He venido para tratar de encontrar pistas sobre laverdadqueFairmanocultacontantapertinacia.—Sí—dijoBibi—,heoídohablardelasesinatodeRandolph,evidentemente.

En loque respecta a la visita de su amigo al impasse, es ciertoque laPolicíaanduvopreguntandopor allí cuando se fue, y pusonervioso a todo elmundo.Perotambiénescierto,meparece,queteníanbastanteclaroporquéhabíaido.PoresoMadameLouiseysumaridonoqueríanquelecontasenada.Sinduda,amigomío,ustedmismohaadivinadoquelavisitadesudoctorFairmanpodríaguardarrelaciónconelcasodelPavillondel’EcstaseyelescándalodelaMujerFatal.Bibi había bajado la voz demanera impresionante, aun cuando nadie podía

oírlos,porqueel restaurante estabavacíoyel camareroestabaocupadoconel

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RomanéeSaint-Vivantde1904,queibaaseguiralMeursault.—Leaseguro—dijoTrent,serio—queenmividaheoídosiquieraunsusurro

sobreelPavillondel’EcstaseyelescándalodelaMujerFatal.Bibisoltóelcuchilloyeltenedor,levantólasmanosylasdejócaerenungesto

deasombroydesesperación.—Çam’épate!105Yaséquetaparonyarchivaronelcasoconunaprecipitación

quepodríaparecerindecente,peropensabaquelagranprensadeLondresestabatanbieninformadaquenoseleocultabanada.AriesgodedestrozarunodelosídolosdeBibi,Trenttuvoquereconocerque,

queélsupiera,enInglaterranosehabíapublicadounapalabrasobrelosasuntosquehabíadescritodemaneratanelectrizante.Bibi nodejóque sudecepción ante las carencias de la prensadeLondres le

impidiesedisfrutardeaquellacenamilagrosa.Elpouletencasserole106 era unespectáculo, y, por lo que respecta al Romanée Saint-Vivant, del que habíanservidolaprimeracopa,sebesólosdedosenunéxtasisdereconocimiento.—DiosnuestroSeñor—dijo,devoto—podríahacerunvinomejorsiquisiera,

sinduda,perodudomuchoquequisiera.Imagíneseanhelarunparaísoartificial,cuandoelzumonaturaldelauvaestáparaalegrarelcorazóndeloshombres.»Deduzco, mon cher confrère —prosiguió tras un intervalo de placentero

silencio—, que tiene la misión de hacer sus propias averiguaciones sobre losplanesdeltaldoctorFairmanalveniraDieppe.Notendráintencióndeescribirartículossensacionalistassobreunsucesodesafortunadoquehasidoarchivadoysuprimido,¿verdadqueno?—Tiene razón. En este caso, mi único propósito es descubrir qué hacía en

Dieppemidesgraciadoamigo,yledoymipalabradehonordenoescribirunasolapalabrasobreesteintrigantesuceso.—Tantmieux107—dijoBibi,ysuspirócomosolopuedenhacerlolosqueestán

ahítos—.De nada serviría reabrir ese escabroso caso. Podría ser fatal para elGobiernoenunmomentodecrisis,ysindudairíaendetrimentodelosdeseosdemisamigos,alosqueyamehereferido.Dio otro sorbo a su borgoña, y dejó de lado las frívolas ocurrencias que

caracterizabanaRond-de-Cuir.Seinclinóhaciadelanteyempezósurelato:—Dejoven,elcondedeAstalyseramuyserio.Teníauntalentoenormeyvivía

para sus estudios. Salió a la palestra con su investigación de los efectos del

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protoxyded’azote108sobrelaconsciencia.—Unmomento—dijoTrent—.¿Quéeselprotoxyded’azote?—Yonosoyquímicocomoelconde,perosíséqueeselgasquelosdentistas

usan para tener contentos a los pacientesmientras les sacan lasmuelas...,gazhilarant109,enrealidad.—¡Ah!, nosotros lo llamamos «gas de la risa». Sí, me parece que es óxido

nitroso,oalgoporelestilo.Nomeacordabadequeazotees«nitrógeno».—Peut-être bien110—dijo Bibi con vaguedad—. Solo lo conozco porque el

dentistamepusogasunavez,ymeencontréalcondecuandoaúnteníalacaraverdeymesentíararo.Medionoséquéparaquemerepusieraymecontóquehacemucho,cuandosedescubrió, lagentedabafiestascongasde la risaparaque los invitados tomasen un poco y disfrutasen de las sensaciones másexquisitas.Alprincipio,parecíade lomás inocente.Lagenteno recordaba lassensaciones.Luego,unsabiodescubrióqueeratrèsexcitant,quoi?111.A Trent no le hizo falta el guiño de Bibi para entender el especialísimo

excitant, que ha traicionado a no pocas damas inglesas intachables que hanhorrorizadoafamiliasfrancesasrespetables.—Así que, al parecer, esas fiestas acabaron bruscamente. No obstante, eso,

claro,noimpidióqueelcondeprosiguieseconsusexperimentos.EnlaguerralollevaronalCuartelGeneralfrancésdespuésdelprimerataquecongasalemán,yfueunodelosdirectoresdelDepartamentodeGasesVenenosos.Despuésdelaguerra, volvió a sus experimentos. No es solo sabio, sino que también esfilósofo,ytantoHenriPoincarécomoBergsonsehanalojadoenlaMaisondelaChimère.—Elcondepareceuntipopolifacético.—Después, desgraciadamente, se interesó por esa nueva ciencia que llaman

psicología.Çal’adétraqué112.Pormiparte,noséquéesesode lapsicología,peroporlovistoesunmachinBoche113consusFreudsysusJungs.—Tampocoestanalemana—objetóTrent—.Freudesaustriaco,yJung,suizo.—¿Quémásda?Detodasformas,lapsicologíalearruinólavidaalconde.Se

enamoró.—¿Quérayostuvoqueverlafilosofíaconqueseenamorase?—Todasuvidafue tellementsageetsérieux114.Hastaentoncesnohabía jeté

sagourme115...Ensuvidanohabíamujeres.

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—Amientender—observóTrent—,laexpresión«echarunacanaalaire»esmás pintoresca que el giro francés, que, según tengo entendido, alude a unaenfermedadequina, o al sarpullidodeuna enfermedad infecciosa.Fuera comofuere,¿quéconexiónhayentrelapsicologíaysuamor?—Seenamoróde laMujerFatal, lamujerdelcasodelPavillonde l’Ecstase,

MariseSylvain,hijadeRaymondSylvain,elpsicólogo.ElcondejamáslahabríaconocidodenohabersidoporsurelaciónconSylvain(¡ahítienelaconexión!).El conde tenía cuarenta y cinco años, eramuy amable, estudiosoy serio.Ellateníaveintidósyera trèsrusée116, durae inmoral.Se la trajoa lagrandiosaysosaMaisondelaChimère,yellaseaburría.EnDieppelosabíatodoelmundo,porquelaveíanportodaspartesconsusjovencitosparisinos,yescandalizabaatodoelmundoconsustrajesdebaño.Elcondevolvióasusexperimentos,peroyanoerarico.SehabíagastadounafortunaenMarise.—Noesunahistoriainsólita.—No, el conde se casó con una parisina y tuvo que hacer frente a las

consecuencias.Comootrosburguesesdeprovincias,Bibiconsiderabaalasfrívolasmujeresde

lacapitalodiosasycodiciosas.—Lacosafueapeor.Nohubodivorcio.Elcondevivíaconsussustanciasy

sus libros en la Maison de la Chimère. Según dicen, todavía la quería. Lacondesa estaba en París casi siempre y, cuando venía a Dieppe, se traía unapanda de parisinos que faisaient la noce117 en el Pavillon de la Chimère. AlPavillondel’Ecstaseelnombrelevienedeella.Luego,elcondesededicóalapolítica y los políticos. Conquistó a... —Bibi se inclinó hacia delante ycuchicheó aTrent el nombre de un personaje conocidísimo que seguía siendoministro—.Paraentonces, el condeyellaestabancompletamenteendeudados.Las fiestas alegres había que pagarlas. Entonces se le ocurrió traficar conparadisartificiels118, lasdrogasextrañasquesumaridodescubríaycomponía.Ojo,noeraun trapicheocorriente (cocaína,morfina,hachís,etc.).Erandrogasdesconocidas para las autoridades, drogas que hacían jugarretasmisteriosas alcerebro y que a veces, en las orgías, pasaban del éxtasis y del arrebato a lamuerte.TrentrecitóparasusadentrosunodesuspasajesfavoritosdelaOdisea:—Entonces Helena, nacida de Zeus, pensó en otra cosa, y en el vino que

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estabanbebiendolespusounadroga,granremediodehielydoloresyaliviodemales;beberíalocualquieradisueltoencolmadavasijayquedaraportodoaqueldíacuradodellantosaunqueenél leacaecieraperderasupadreysumadreocayera el hermanoo el hijoqueridodelantede susojos, heridodemuertepormanoenemiga119.Dejándosellevarporelritmodelhexámetrohomérico,Trentsoltóunaretahíla

deversosgriegoscomosiesperasequeBibipudieseentenderlos.Bibi,quedeuninglés esperaba cualquier locura, escuchó y observó a su huésped conmiradainquisitiva.—La dorada Helena —explicó Trent— sirvió a Telémaco una poción de

nepenteyolvido.Fuelaprimeraendispensarelparaísoartificial.—Oh,yalosé—dijoBibiparasusorpresa—.LaOdiseaesunodemislibros

preferidos.—¡Repámpanos!¿Loleeengriego?—¡Ay,no!—dijoBibi—,perololeoenprovenzal.Acontinuación,amododevenganza,empezóadeclamarparaTrent:—Alor,Elano,chatodeJupitèr,aguèunoautropensadoetoutd’untèmsvuejè

dinslouvinquebevienloutrassegunquedounolademembrançodimau.Aquèuqu’auriébegud’aquèuboucounpourriépastoumba’nolagremodetoutunjour,emai fuguèssonmortsipaireemaire,emaidavanséu fuguèssonmatapèr loufèrrisounfraireosounfiéubènama,equandmemedesisiuevesèntlouveirié.Bibi miró a Trent con un brillo en sus ojos centelleantes y un aire de

satisfacciónque recordabaalalumnoqueha repetido la lecciónconéxitoysesienteenigualdaddecondicionesconelmaestro.—Eramásomenosasí,seguro.JamásviaMariseD’Astalyssinpensarenla

doradaHelena,tanbellayfatal.LatraduccióndelaOdiseadeCharlounesunodemis libros de cabecera desde que tengomemoria.Verá,mimadre es de laCamargay,cuandosecasóconmipadreysevinoalnorte,meenseñósulengua,ymehacíahablarlaconella.Pero¡sigamos!,moncherconfrère.NoestábamoshablandodeHelena, sinodeMariseD’Astalys, que traficaba con subellezaycondrogasaunenplenosigloXXextrañas.—Supongo—dijoTrent—queelcondenoestabainvolucradoeneltráfico.—No,vivíaenunmundodesueños.Hacíacasoomisode losamantesdesu

mujer.Erademasiadoamableparamanejaraunamujerasí.Ellase fueporsu

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lado,yélsequedótrabajandoenlaMaisondelaChimère,consucriadoRobert,tratando de olvidar. Luego se supo que Robert, en quien confiaba, robaba lasdrogasyselaspasabaaLucette,lacriadadelacondesa,parisienne120,yademásdelasmalas.Bibisedetuvounratoparaocuparsedelacena.Luegoretomósurelato:—EnDieppelagentechismorreabacadavezmás,peropasóuntiempoantes

dequeelescándalosalieraalaluz.Primero,huboalgunoscasosdeplorablesenParís, entre las amistades de la condesa, casos que dejaron perplejos a losmédicos y a la Policía. Uno de sus amantes (de quien se decía que se habíaarruinadoporella)sevolvióloco,literalypermanentemente,ylosmédicosnoencontraron nada que explicase su afección. A otros jovenzuelos ricos quehabían hecho el tonto (des fils à papa, quoi?121) se les perdió un tornillo ymurieronigualdemisteriosamente.»Así que la Policía ya tenía echado el ojo a losD’Astalys cuando estalló el

escándalodelPavillondel’Ecstase.Ellaestabaenelpabellónconelministrodelquelehehablado,variosdiputadosysabeDiosquémujeres.Ibanainhalarungasquedebíadeproducirarrebatosindescriptibles.Asíquehubootraorgía.»A las cuatro de la mañana, un policía que estaba de guardia al final del

ImpassedelaChimère(JulesDuphot,sellama)tuvounavisión.Vioaunachicaguapísima, que no llevabamás que un par de zapatillas, bailando y cantandosobrelosadoquines.Julesnopodíacreerloqueestabaviendo,aunquesospechoquelointentó.Luegoleechóporencimaelabrigoalamuyfrescaylallevóarastrasalposte122.»LaseñoraresultóserMadameCloclo,danseusenue123delCasinodeParís,

así que estaba acostumbrada a la situación, pero, cuando llegó a comisaría, seechóareírcomosileestuvieranhaciendocosquillas,hastaquesedesmayódeagotamiento.Tuvieronquellevarlaalhospital.Ylopeornofueeso.»Másomenosalamismahoraturbia,uncriadoasustadollamóporteléfonoal

doctorLambertparaquefueraalPavillondel’Ecstase.Encontróunasituaciónterrible.Elministroylacondesaestabaninconscientesenundiván;undiputadoagonizabaentregruñidosenelsuelo,ymediadocenamásdehombresymujeresseencontrabanenelmismoestado.ElmédicollamóalaPolicía.Loprimeroquehizofuedeteneratodoelmundo,peroparaentonceselministrohabíarecobradoel sentido. Como decía, había varios diputados y también estaba implicada la

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mujerdeunministro.»Puesbien,todoestoocurrióenunmomentopocoafortunado.Eraunodeesos

periodos en que todo elmundo tiene la sensación de que la propiaRepúblicacorrepeligro.Por lo tanto,elescándalo teníaquesersilenciadocostase loquecostase...Otragotaenelvaso,yelrégimensehabríafichu124.Enlaprensanoaparecieronmásqueunospárrafos,enlosquelaverdadquedabaveladaporlasinsinuaciones. Por lo que a Dieppe respecta, nadie quería jugársela al conde,peroeldoctorLambertlecontóasumujerloquevioenelPavillondel’Ecstase;yesofueunaimprudencia.Imagíneselashistoriasqueempezaronacircularporlaciudad;porqueMadameLambertesbavarde125.Peroalapostrelosrumoresseacabaron.Lacondesadesapareció,y,segúndicen,ahoraandaporÁfricaconunmarchanddecomestibles126.Trent había escuchado con gran atención este sabroso capítulo de historia

política.—Metemo—dijoentonces—que,másquesimplificarlo,surelatocomplicael

problema.NoexplicaenabsolutoporquéFairmanhabríadesalircorriendoalaMaison de la Chimère. Un científico serio y sobrio como él sería el últimohabitantedelmundoenparticiparenunaorgíadedrogasosumirseenunparaísoartificial.—Metemoqueahínopuedoayudarlo.Noconozcoasuamigo.¿Alomejor

eraamantedelacondesa?—Rotundamenteno.ErayesvíctimadeunromancedesgraciadoenInglaterra.Bibiseencogiódehombros.—Bueno, como comprenderá, después de lo que le he contado, el ministro

implicadoveíaconbuenosojosalagentedeporaquíqueconoceloshechosyestá dispuesta a echar una mano para mantenerlos en secreto. Ponía a sudisposiciónsuinfluenciaencualquierasuntillorelacionadoconlaclasedecosasque los Gobiernos conceden. Pero, por otra parte, ¿qué habría sido de lasmodestas ambiciones que le he mencionado, que tanto significan para misamigos,sielescándalohubieserevividoporculpadeunapalabraindiscretaquese lehubieseescapadoacualquieradeellos?Yentonces,de forma totalmenteinesperada,aparecesuamigoFairman.CuandoLeJoufflumirópor laventanaaquella mañana, lo vio andar errante como un fantasma. Entró en la fonda ypidió un café, y a continuación empezó a preguntar dónde podía encontrar al

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condedeAstalys.ConformeBibipronunciabaestaspalabras,Trentdiounmanotazoenlamesa.—¡Bien!—exclamó—.Entoncesesoquedaclaro,porlomenos.Fairmanvino

paraveralcondedeAstalys.Loconocíaosabíadesuexistencia.¿EstásegurodequemencionóelnombredeD’Astalys?Bibilomiróconlosojoscomoplatos.—¡Puesclaro,sinlamenorduda!¿Acasonofuelamencióndeesenombrelo

que hizo que Le Joufflu, con todo lo afable que es, lo tratase con tan pocasimpatía?Seloheoídoaélmismo.LedijoaldoctorFairman,sindemasiadosmiramientos,queelchâteau estaba cerradoyqueno sabíadóndehabía ido lafamilia.Enrealidad,elcondesehabíaidoaParíshacíauntiempo,ylacondesa,evidentemente,habíadesaparecidoconsumarchanddecomestibles.Asuinglésno lebastóelcafépara restablecerse,pero,despuésdeunpardecoñacs,saliótambaleándose. Y volvieron a empezar los problemas. La Policía llegó mástarde. Interrogaron a todo el vecindario sobre los movimientos del extranjeromisterioso, y tomaron nota de lo que le dijo a Le Joufflu y de lo que esterespondió.Daba la impresióndequeelescándaloestabavolviendoasalira laluz. Pero aquel día no pasó nada más, y al siguiente, tampoco. Y entonces,cuando empezábamos a sentirnos seguros otra vez, entra usted en escena yvuelveaponernosatodosdelosnervios.Trent, llamandoal camarero, pidió algo, y a continuación sevolvióhacia su

invitadoconunasonrisadedisculpas.—Ahora entiendo por quémi curiosidad fue tanmal recibida. Sin embargo,

sigoigualdelejosdesolucionarmiproblema.AhoraestáprobadoquemiamigovinoconelobjetivodeveralcondedeAstalys,pero¿porqué?Siseconocen,quizáelpropiocondepuedaayudarme.¿SigueenParís?—No. Me parece que ha vuelto a la Maison de la Chimère esta mañana,

aunque,comosupondrá,norecibevisitas.—Tengoquehablarconélcomosea.Esmiúnicaesperanza.Bibi,coloradoydigno,estabaocupadooliendoconsatisfacciónmanifiestauna

copadecoñacañejoypareciósentirseinspiradoporelaroma.—Enlaprensa—observó—noestamosacostumbradosaquenosnieguenlas

entrevistas,y la solidaridadprofesionalexigeque loayudeausted.Tengounaidea.CuandoestáenDieppe,elcondedaunpaseopor laGrandeRue127cada

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mañana antes de almorzar.Mantuvo la costumbre durante todo el escándalo ynunca dio la impresión de que notase que la gente de la calle lo miraba concuriosidad.Se deja caer por la librería deGautier para hojear libros y charlar.Hégésippe y él mantienen grandes discusiones. Pues bien, mañana por lamañana, voy a llevarlo a usted a la librería deGautier, y, si está el conde, sepresenta.Obviamente,nosabenadadeloquelehecontadoestanoche;loúnicoque tiene entre manos es el caso de su compatriota. Con tacto, usted hará elresto.Trent aceptó la oferta inmediatamente, y el resto de la velada transcurrió en

unaconversaciónmenosseriainspiradaporunacenaexcelente.Aquellanoche,Trent,ensuhabitaciónperfumadaconfloressecas,en laque

siglosdefantasmasrondabandemaneraencantadora,tratódeordenarsusideas.Sesentójuntoalaventanaabierta,mirandoalPavillondel’Ecstase,quealaluzde la luna tenía un aspecto etéreo y menos desolado. Fue construido para elplacer,peroparaunasdeliciasexigentesydelicadas.Drogasylocura...,enciertaforma, el escándalo del Pavillon de l’Ecstase era vulgar y corriente; pero eratípicamente francés que tuviese ramificaciones políticas, y que disparates yviciosprivadossehubiesenconvertidoencuestióndeEstado.Y,concluidoelsórdidorelato,lamuertedeRandolphylascircunstanciasque

larodeabanseguíansinaclararse.Bueno,alomejorelcondedeAstalyslograbaesclareceralgo.Trentseacostóysequedódormido.

EnlaLibrairieGautierhabíaunaatmósferadepaz.Loslibrosactualesmorabanen los recintos exteriores del templo; los últimos libros de París, que allíesperabanaquealguienllegaseahojearlossinpensarencomprarlos.ElpropioGautier iba amorosamente de uno a otro, con el gusto exigente del buenconocedor, feliz dehablar sobre ellos con todovisitante capazde apreciar susméritosycarencias.Allí llevó Bibi a Trent la mañana siguiente. Hégésippe no los recibió

gustosamente, aunque tan imposible era para él ser descortés en su propialibrería como para un árabe olvidar la ley de la hospitalidad. Temía por elanhelado lazo morado, porque le parecía muy posible que aquel extranjeroinoportunoremovieseelescándaloquecontantocuidadohabíasidoenterrado.

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Pero su cautela se desvaneció como la escarcha al sol cuando descubrió queTrentsabíaapreciarloslibroshermosos.TrentleyódeunaedicióndeVerlainequehabíaencimadelmostrador:Ilpleuredansmoncoeur,commeilpleutsurlaville...128—¡Paraqueluegodiganquenohaylíricaenfrancés!¡Quéplacerproduceleer

estaspalabrasenunapáginaperfecta!El librero,consusamables rasgos transfiguradosporelamordesuvida—a

Trent su expresión le recordó alCaballeroBlanco—, se lo llevó consigo paraenseñarleunaedicióntrasotra,desdeunasorprendenteAfroditadePierreLouysa un Montaigne circunspecto, pero divertido y confidencial. El entusiasmotranquilodeHégésippehabíacautivadohastatalpuntoaTrentquesesobresaltócuandoBibiletocóelhombroymurmuróasuoído:—Voilàmonsieurlecomte:jemesauve129.BibileestrechólamanoaTrentypusopiesenpolvorosa,saludandoalsalira

unreciénllegadoconunfloreodesusombreroyun:—Bonjour,monsieurlecomte130.Trent percibió a contraluz la silueta de una figuramuy alta y encorvada. El

librero corrió hacia la puerta, murmurando frases de bienvenida. Avanzaronjuntos, y hubo un momento de silencio incómodo; Gautier no dio la menormuestradeinterésenpresentarasuvisitanteinglés.Trentcogióeltoroporloscuernos.—Señorconde—dijo—,permitaquemepresente.—Lealcanzósutarjeta—.

Creoquepuededecirmealgoqueesdevitalimportanciaparaunamigomíoquees,segúntengomotivosparapensar,amigodeusted,eldoctorBryanFairman.Puedequesetratedeuncasodevidaomuerte.El conde había retrocedido en un principio con un gesto involuntario de

desagrado,perosuactitudcambióalescucharelnombredeFairman.CogiendolatarjetadeTrent,letendiólamanoydijo:—Estoyasudisposición,Monsieur.LosamigosdeFairmansonmisamigos.

Permitaquelolleveaunsitiodondepodremoshablarenprivado.Loguioaunrecovecoacristaladodelatrastienda.Ahoraelcondeestabaerguido,demaneraquelaluzledabaenlacara.Trent,

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como pintor de sujetos humanos que era, se quedó fascinado ante los ojoslustrosos,hundidosbajounascejasespesasencimadeunanarizaguileñayunlargo bigote blanco desaliñado. Eran ojos entre verdes y grises, con la pupilarodeadaclaramenteporunalíneaoscura,yproducíanlaextrañasensacióndenomirarhaciafuera,sinohaciadentro.ConlasprimeraspalabrasdeTrent,huboensumiradaunatisbodemiedo,oalmenosdedesasosiego,comosi trasdichosojoselalmasehubieseasomadoalmundoexterioryno lehubiesegustado lavista;perolaserenidadvolvióaelloscasialinstante.—Talvezhayaoídohablar—dijoTrent—delasesinatodelseñorRandolph,

unfamosofilántropoinglésquemurióenLondreshaceunosdías.Alparecer,eldoctorFairmantuvoalgoqueverconelcrimen;hastahayciertoriesgodequeloacusenporello.ElcondedeAstalyslevantólasmanos.—¡QueFairmanhayaasesinadoaalguien!C’est inconcevable!131No, señor;

nohabíaoídonadaalrespecto.Noleolosperiódicos.—Tampocoyo—declaróTrent—podíacreerquefueraculpabledeuncrimen

semejante,yporesohevenidoapedirleayuda,dadoqueelpropioFairmannomelapresta.Esposiblequeustedsepaalgoqueexpliquesuextrañaconducta.Acontinuación,expusosucintamenteloshechosrelativosa la implicaciónde

Fairman en el delito, aunque no mencionó lo que había sabido de maneraconfidencialporelinspectorBligh(quelaPolicíateníalaconfesióndelpropioFairman).—Lanochedelasesinato—prosiguió—vinoaDieppe.Alamañanasiguiente

lovieronenelImpassedelaChimère,ymehaninformadodequepreguntóporusted.Alverquenoestabaencasa,volvióaInglaterraenelbarcosiguiente,yde camino lo detuvieron cuando estaba a punto de saltar por la borda ysuicidarse.Senegóaexplicar sucomportamiento;en realidad, senegóadecirnada;yactualmenteestátanenfermoquenilosamigospodemosverlo.Elcondemeneólacabezaconpesadumbreysetapólosojosconlasmanos.—Suspalabrasmeafligendeunmodoinexpresable—selamentó—.Perome

temoqueapenassipuedoayudarlo.Nosemeocurreporquéhabríadeveniravermeentanterriblescircunstancias.Créame,Monsieur,estoymuyunidoasuamigo. Vivimos juntos en París durante un año, de estudiantes, y llegué aconocerlomuy bien.Admiraba sobre todo su integridad y su intrépida lógica.

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Haría lo que fuera por él, pormuchoqueme costara; sin embargo, tengoqueconfesarquenoséquéhacer.—A lo mejor—aventuró Trent—, dado que conoce tan bien el carácter de

nuestro amigo, logra dar con el resorte de esa conducta inexplicable. Pensabaqueyoloconocíabien,peroquizáustedloconozcamejor.—Sihablamosdeesotanintangiblequeeselcarácter—observóelconde—,

solopuedodecirquetengolacertezamoraldequejamáspodríaserunasesinocorriente; es decir, jamás podría haber matado por beneficio personal o porpasión. A pesar de ello...—vaciló unmomento—, no es imposible que, si larazóndurayfríadelaquehahechosudiosrequiriesesupropiamuerteoladecualquier otra persona, obedeciese sumandato, aunque fuera a regañadientes.Tengo que hablarle un poco de nuestra base intelectual. Usted sabe, claro, lafilosofíaqueFairmansiemprehaseguido.—Meparecequesépordóndeva—dijoTrent—.Cienciasinartenireligión;

intelectosinemoción.Esunaesclavitud.Puedetraicionaralosquecaenenella.Fairman ha descubierto que la emoción sabe hacer peticiones que no puedenrechazarse.Elcondesonriódébilmente.—Nome sorprende. En esto Fairman y yo nunca hemos estado de acuerdo,

aunquegracias a nuestras diferencias éramosmejores amigos.Verdadhayunasola,conreflejosincontables.Ningunodelosdostratódeimponersuverdadalotro.Mi filosofíame ha causado problemas para dar y tomar, pero el sentidocomúnyelmaterialismodeFairmanparecenhaberlometidoendificultadescasiidénticas.Siemprefueuncientíficopuro.Desdeelprimermomentososteníaquelamenteesunafuncióndelcuerpo,ycreíaqueloexternovisiblecondicionalointerior invisible. Tenía que ver y tocar las cosas para creer en su existencia.Nuncasedesviódeeseprincipio,yentodoelnotabletrabajoquerealizabaconlos enfermos mentales veía a sus pacientes como máquinas, aunque eso noimpedíaquefueraconelloselcolmodelaamabilidadylaconsideración.»Porotraparte,amísiempremehaparecidomásdifícilcreerenlarealidadde

loquesevequeenladeloquenoseve.Jamásheestadosegurodelasolidezdelosobjetosexternos;encambio,notengolamenordudadelaexistenciademispropiospensamientosysentimientos.Esacontraposicióndeperspectivasera laquenoshacíatanbuenosamigosynospermitíahacerunalaborvaliosajuntos...

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»HuelgaquelehabledelacarreradeFairman.Usteddebedeconocerlamejorque yo.Mis inclinaciones ymi verdadme llevaron por otro camino. Solomeinteresaba el mundo interior, y, cuando la tentación me hizo salir, pagué unamargoprecio.Peronuncaheperdidoelinterésenmiviejoamigo,ymuydevezen cuando nos carteamos..., lo suficiente para percibir que él tampoco hacambiadodeopinión.Yesoes,Monsieur,loúnicoquepuedodecirlesobrelasideasyelcarácterdeFairman.Meparece,ylolamento,queapenasesclareceráelenigmadesuconducta.Trentnotratódeescondersudecepción.—Señorconde,leagradezcoquehayaatendidomipetición—manifestó—.Al

fin y al cabo, no era más que una remota esperanza, aunque no pude evitarhacerme ilusiones.Desgraciadamente,me veo abocado de nuevo a la primerateoríaqueconcebí;mejordicho,que lapropiaPolicíame sugirió.Leconfiesoquehepeleadoparanoaceptarla.—Lo comprendo demasiado bien —dijo el conde—, aunque dudaba si

decírseloaunamigodemiamigo.Creeque talvezhayaperdidoel juicio.Laposibilidad es más que evidente, basándonos en los hechos que me hapresentado.—Esoesloquemepreocupa—confesóTrent—.Bien,notengonadamásque

decirohaceraquí.Esperoqueno tardenenautorizarmeavisitaraFairman,yentonces podré hacermeuna ideamás precisa de su estadomental.De nuevo,señorconde,muchasgraciasyadiós.VuelvoaInglaterraenelbarcoquezarpadentrodeunashoras.99«Mejillonesalamarinera».100Siceneloriginal.101«Concursodecocina».102«Echarleunamano».103 «De Academia». Oficial de Academia era, hasta el establecimiento de la Orden de las Palmas

Académicasen1955,elgradomásbajodelasPalmasAcadémicasfrancesas,quereconocenaquienessehandistinguidoenloscamposdelaculturaylaeducación.Entodoslosgrados,lainsigniasellevaconun

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lazomorado.104«Esoesmuyinglés».105«Medejadepiedra».106«Guisodepollo».107«Bien».108«Óxidonitroso».109«Gashilarante»o«gasdelarisa».110«Puedeser».111«Muyexcitante,¿eh?».Laacepciónrelacionadaconelestímulosexual,casiinexistenteenelinglés

excite,esmásfrecuenteenfrancésqueencastellano.112«Lovolvióloco».113«Chismealemán».Bochetieneunmatizpeyorativo.114«Tanprudenteyserio».115 Literalmente, gourme puede significar «gurma» (adenitis equina o papera) o «impétigo». El

significadodelaexpresiónseencuentraenlarespuestadeTrent.116«Muyastuta».117«Secorríanjuergas».118«Paraísosartificiales».119SegúnlatraduccióndeJoséManuelPabón,Madrid,Gredos;2001.p.52.120«Parisina».121«Hijosdepapá,¿eh?».122«Comisaría».123«Bailarinadesnuda».124«Escacharrado».125«Parlanchina».126«Tendero».127«CalleMayor».128 «Llora dentro de mi corazón, / como llueve en la ciudad», cita del poema «Il pleure dans mon

coeur...»,dePaulVerlaine.129«Aquívieneelseñorconde;melargo».130«Buenosdías,señorconde».131«Esinconcebible».

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CapítuloXIII

FelixPoubellede1884

TrentvolviódeDieppeenunestadodeagudadecepciónyperplejidadcreciente.Sindarsecuentadel todo,había albergado la esperanzadeencontrarunapistaque explicara la implicación personal deBryanFairman en el casoRandolph.PeronohallólamenorayudaenlareticenciaquepredominabaenelHoteldelUniversoPequeño,nienlospicantísimoschismorreosdeRond-de-Cuir,nienlafranqueza filosóficadel condedeAstalys.Loque este le contó tan solohabíadadomáspesoalaexplicaciónmássencilla,aunquemástrágica,delasunto;y,sielinspectorBligh,elpropioTrentensumomentoyfinalmenteelconde—contodoloquesabíadelcarácterdeFairmanyelafectoqueleteníacomoamigo—habíanllegadoalaconclusióndequelaideadelalocuradeFairmanteníaqueser estudiada, los argumentos que apoyaban esa solución tan inaceptable eranirrefutablementesólidos.A pesar de ello, Trent, y quizá solo él —dado que nadie más sabía de la

monstruosa insinuación de las huellas de la chuchilla de afeitar—, seguíateniendoclaroqueesasoluciónerademasiadofácil.TodavíacabíalaposibilidaddequeFairmanactuasecomolohizoparaprotegeraalguien.Dichaopciónsehabía tenido en cuenta de forma oficial, y después se había descartado porrazonesaparentementebuenas;peroTrent,porsuparte,noestabatanseguro.Noexplicaba todos los hechos, sin duda, pero ¿qué falta hacía? Trent se lopreguntabadesdeel interésapasionadoendemostrar la inocenciadesuamigo,motivación esta que desde luego no influía en el inspector Bligh y la graninstituciónquerepresentaba.Soloquedabaundetallecuriosoentrelaspruebasdequedisponíanenelcaso

Randolph; no constituía un reto insuperable para el ingenio detectivesco, ni

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muchomenos,pero,aunasí,eraunpormenorque,desdeelprimermomento,yen opinión de Trent, debía ser explicado. Se trataba del tapón de champánhallado en un bolsillo del muerto. Aunque uno podía imaginar cómo habíallegado a esa colección heterogénea de una docena demaneras, estas no eranverosímiles.Podíapensarqueeraunamuletoountalismán,conservadopor lamisma razón que llevaba a gente como la señora McOmish o Verney, elsecretario, a atesorar los clavos herrumbrosos que encontraba en la calle. Sinembargo,sinlamenorduda,Randolphnohabíasidodelosquehacencosasasí.¿Se trataba entonces de uno de los muchos objetos absurdos que se suponetienenelpoderocultodemantenerarayaellumbago,elcatarroolaepilepsia?¿Era un recuerdo de una orgía disoluta de la Asociación para la Moral y laHigieneSocial?¿OunsalvoconductoparaloscónclavessecretosdelaSociedadProtestante de la Verdad? Ni una sola de estas posibilidades parecíaintrínsecamenteprobable;peroaTrent se lehabíaocurridounamássencillaysatisfactoria.Porotraparte, lamarcadel tapónconstituíaunproblemillaensímisma.Sin

aspirar a las cumbres del discernimiento cabal, a Trent siempre le habíaninteresado el vino y su peculiar ciencia; entre sus amigos había expertosreconocidos;ysabíasuficienteparaadvertir,encuantoelseñorBlighleenseñóel tapón en cuestión, que Felix Poubelle de 1884 tenía que ser un productodefinitivamentefueradelocomún.Creíaquetodoslosdetallesextrañosdelcasomerecían ser estudiados; y, por lo menos, el primer paso no era nada difícil:consultar a un experto que conociera como nadie el vino, y por lo tanto lostapones.WilliamClerihew132, el renombrado y erudito bodeguero de la plazaFountain,eraelcandidatoobvio.LacasaHermanosClerihewyCía.examinaba,adquiríayofrecíavinosrarosy

añejos con una dignidad reverente al lado de la cual las piedras preciosasparecían vulgares y corrientes. La tienda era un oasis de paz en el jaleo y elbulliciomercenariodelWestEnd;el revestimientodemaderade lasparedesylossuelosvetustos,queseinclinabanentodoslosplanossalvoelhorizontal,lacolección de botellas de vino históricas y singulares, y la excelencia sinparangón de los vinos degustados en el local la convertían en un lugarexcepcional.MientraselrestodeLondresandabademoliendoloviejoyvelandolas bellezas del pasado con la fea monotonía de la modernidad, el señor

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Clerihew, a la chita callando, se había preocupado por preservar la tradicionalsencillez de su local y rescatar de la capa de mal gusto posterior el peculiarencantodeledificiooriginal.Allí, a lamañana siguiente, en la tranquilidad de unmundo olvidado, Trent

jugaba con una copa de excelente jerez secomientras hablaba con su amigo,quien,comoledijo,conelpasodeltiempocadavezseparecíamásalretratodeJacobusvanderGeestporVanDyck.Trentnotardóenllevarlaconversaciónalasuntodelostapones.—¡Lostapones!—dijoWilliamClerihewconuncarraspeointroductorio.(No

eradeltodoindiferentealsonidodesupropiavoz)—.Soncasitaninteresantescomoelpropiovino.Elvinoviveloquevivaeltapón.Elvalientetapónquehapreservadode losataquesdesus innumerablesenemigos labellezadeunvinoañejodurantemediosigloomásesfascinante.Silográsemosdescubrirunosolodelossecretosdeltapón,valdríaelrescatedeunrey.¿Porquémotivodevezencuandoun tapón, seleccionado cuidadosamente y a todas luces acreedor de sualtodestino,cambiadechaquetaeinfectaelvinoquetieneconfiadoconelsaboryelaromadelacorrupción?¿Procedeelmaldefueraodelinteriordelabotella,o acaso se halla latente en el propio tapón? La ciencia no tiene respuestas.Millares y millares de libras se malgastan en vino picado, y se han gastadomillaresymillaresdelibraseninvestigacionesparadescubrirelmicrobio(siesqueesunmicrobio);peroesquivaelmicroscopio,elfiltroytodoslosaparatosdelaquímica.Al tratarse del asunto favorito de Clerihew, este se había lanzado. Trent

empezóasugerirqueaquelnoeraexactamenteelpuntodevistadesdeelqueleinteresaban los tapones, y la elocuencia de su amigo cambió de rumbo alinstante.—¡Ah!,estáspensandoenlahistoriadeltapón,claro.Queyosepa,losgriegos

nousabantaponesparaelvino.Porotraparte,losromanoslosutilizabanavecespara cerrar las ánforas (acuérdate deHoracio), a lomejor para esas pequeñasánforasdevidriodevinosrarosdelasquehablaPetronio.EnlaEdadMediaseolvidaron los tapones, como casi todo. Durante siglos el vino se bebía de labarrica,ylabotellaempezósiendounajarradevidrioenlaquellevarelvinodelabarricaalamesa.Segúnlaleyenda,DomPérignon,unmonjedeHautvillers,en Champaña-Ardenas, descubrió a finales del sigloXVII que el corcho podía

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servir para tapar botellas, y en virtud de ello el mundo le debe el chispeantechampán.Ami juicio, creo que esmás halagador considerarlo una aportaciónpersonaldelbuenbenedictinoenlugardesuponerqueseacordódeHoracioyselimitóareintroducirelusoromanodelacortezadelalcornoque.Clerihewsedetuvoparatomaraliento,yTrentaprovechólafugazocasión.—Precisamentequieroconsultarteacercadeuntampóndechampán.Describió tan exactamente como pudo el tapón hallado en el bolsillo de

Randolph.—Untapónexcelente,estáclaro—dijoelbodeguero—.Laformagrácil...,la

textura que se ha hecho firme con los años de presión constante. Por lo querespectaalamarca...—Sedetuvo,paladeandosusrecuerdosdeunagranañadacontantoamorcomosisehubieratratadodelpropiovino—:FelixPoubellede1884, un vino hermoso, un vino para el recuerdo, un vino de gran carácter ydelicadeza que todavía, en su vejez, es soberbio. Contenía, me parece, unaproporcióninusualmenteelevadadeuvablanca.Yasabesqueengenerallauvanegra entra en la composición de la mayoría de los champanes... Ahora esviejísimo,claro;pero,amijuicio,ungranchampánconquistalascumbresmásnobles cuando,mediante la alquimiadel tiempo, dejade lado la efervescenciainconscientedelajuventud,esasospechadevulgaridad...Ungestoimprecisocompletólafrase,yTrentseapresuróahacerlapregunta

prácticaqueeramotivodesuvisita.—¿SabesdealgúnrestaurantedeLondresquetengaFelixPoubellede1884en

lacartadevinos?Clerihewmeneólacabeza,pensativo.—Yotengounascuantasbotellas,peronoesfácilqueloencuentresenlacarta

de un restaurante. Los champanes añejos son vinosmuy poco habituales. Sondemasiado caros; representan un montón de capital improductivo mientrasenvejecen,yademássolosobreviven lasbotellascon losmejores tapones.No;loschampanesañejosnosonvinosparaelrestauradorcorriente.NopondríaelFelixPoubellede1884enlacarta...Lamayoríadelosclientespensaríaqueyaestádemasiadoviejo.—Volvióamenear la cabeza.Acontinuación, añadió—:Peroalomejorentresocuatrorestaurantesanticuadospuedesencontrarunpardebotellasquesehayanextraviadoenlabodega.LamiradadedecepcióndeTrentsedesvaneció.

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—¡QueridoWill!—exclamó—. ¡Oráculo y profeta! Cuéntame el secreto deesosescasosy,metemo,onerososlocalesderefección.Clerihewmencionólosnombresdecuatrorestaurantes;todospequeños,todos

exclusivosytodosescandalosamentecaros.—¡Ajá!Esopensaba—dijoTrent—.Nosonexactamenteeltipodesitioque

elijocuandotengounbanquete tontoysin importanciaenperspectiva.Nodanpanconunaalbóndiga,comodicelacanción133.Bueno,William,yavesmiidea.Segúnparece,Randolph,como tehedicho, llevabaeste tapónenelbolsilloeldíaquelomataron.Meinteresaaveriguar,comoalaPolicía,quiénlohizo.Esposibleque,silogramosaveriguardedóndesalióeltapón,yporquélollevabaencima,nosaclaremosunpoco.Probablementeseloquedódelalmuerzodeesedía,porqueelcriadodiceque,queélsepa,antesnuncahabíatenidountapónensuposesión.Y,sialmorzóconalguien,megustaríaconocerloyescucharloquepuedacontaral respecto,y loquehablaronconelvinoy lasnueces.Además,porpuracuriosidad,agradeceríatodasugerenciaquepuedahacersobreporquéuna persona en su sano juicio se marcha después de comer con un tapón dechampán.Clerihewreflexionóunosinstantes.—Sí; me imagino que puede merecer la pena seguir la pista. Por lo que

respectaalasugerenciaqueagradecerías...Yomismopuedohacerteuna,nosésiteconvencerá;alomejorno.—¡William!Eresunpríncipe.—Trentalzólacopadejerez—.Largavidaala

ConfederacióndeLadronesdeTapones,yalseñorClerihew,queacontinuaciónpronunciará unas palabras acerca de la situación actual y los objetivosinmediatosdeestaantiguainstitución.UnasonrisadereminiscenciaafloróaloslabiosdeClerihew.—Unanochemeguardéuntapóndechampán—dijo—,ymelollevé,poruna

razónespecial.Laverdadesquehabíamontadoencólera.AlomejorelseñorRandolphllevabaeltapónenelbolsilloporquetambiénmontóencólera.Volvió a sonreír según ofrecía esa esclarecedora sugerencia. Trent dio una

palmadaalasilla.—¡Claro!—exclamó—.¿Cómonosemehabíaocurrido?Cuandomontasen

cólera, te guardas un tapón en el bolsillo... Una costumbre pintoresca y muyextendida,queenúltimotérminoseremontaalcultoalanaturalezaylosritos

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matrimonialesde los indígenasde las IslasSalomón,comomencionaLaramadorada134. El tapón puede emplearse para morder, a fin de evitar apretar losdientes;opuedeshacérselotragaralenemigo;opuedequemarse,paradejarlelacara negra como la de un negro de la costa. Sí; el tapón es esencial para elhombreenfadado.Tieneinfinitasposibilidades.—Vale, vale —dijo Clerihew, sosegado—. Sé lo que me digo, y es una

explicación,aunquemuyprobablementenosealacorrecta.Mehaspedidoquetelocuente,¿no?Bien,¿puedesdecirmeprimerosiRandolphsabíaalgodevino?SupongoqueteníabodegaenlacasadeYorkshire.—Sí—afirmó Trent—, tenía; y ademásmuy cuidada.Me lo dijo él mismo

cuandomealojéallí;ysindudaloquetoméerabueno.Élbebíapoquísimovino,peromedijo(comonopodíasermenos,claro)quecreíaque,sihacesalgo, lohacesbien.ComprabaelvinoaHughes&Saunders.—Son óptimos—observóClerihew con amistosa condescendencia—. Puede

que les escuchara a ellos lo que voy a contarte...Aunque..., ojo..., no todo elmundolosabe,nisiquieralosdelaprofesión.Y el bodeguero procedió a impartir la lección esotérica para la que había

allanadoelcaminocontantocuidado.Armadoconesainformación,TrentpartióalabúsquedadelFelixPoubellede

1884. En primer lugar, visitó el rinconcito misterioso llamado L’ÉcrevisseSouffrante,tímidamenteescondidoenelsótanodeunedificiograndecercadelmercado. Fue recibido con empressement135por el jefe de camareros, que erafrancés,ysussecuaces,queibandeunladoaotroconmuchaanimación;perosu solicitud quedó sin recompensa, porque se negó a quitarse el abrigo hastahaberinspeccionadolacartadevinos.Loscamareroscirculabanmuyajetreadoscon elmenú; pero, como en Londres era temprano para el almuerzo, pasaronunosminutosantesdequepudiesensacaralsumillerdeprofundidadesaúnmáshondas,probablementedesuqueridabodega.Mientrasesperaba,Trentsedirigióconmáspenaqueiraaljefedecamarerosy

asussatélites:—Quién ibaapensarqueun restaurante tan famosohabría caídoen la tonta

costumbre de elegir la comida antes que el vino. ¿Acaso la gente compra unmarcoyluegoescogeuncuadroquelevayabien?Estoyhastalacoronilladelosqueempiezanlacasaporeltejado.Hevenidoaquíapropósitoenposdecierto

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vino...,unchampán,en realidad.Si lo tienen,pediréunacomidapensadapararealzarsusmejorescualidades.Sino,diréadiós,ysanseacabó.Los camareros subalternos —casi todos italianos— fueron de lo más

comprensivos,porquesoloteníanunaideavagadeloqueTrentdecía;perohastaellosdieronmuestrasdealiviocuandoaparecióeldelosvinos,haciéndosecargoapresuradamentedesuoficio.Al oír «champán», su resentimiento hacia el cliente que lo molestaba por

almorzardemasiado temprano sehabía templado,porque«champán» sonabaabuena propina. Tenía el pelo entrecano, con el bigote blanco propio de suprofesión;yparecíaperteneceraesatribuanónimaquehablatodaslaslenguasigualdefluidaeincorrectamente,peronotieneunapropia.Trentdejódeladolacartadevinostrasunabreveinspección.—Estosvinosnomesirven—dijo—.¿Notienenchampanesquepuedanpedir

los clientes especiales...? ¿Vinos fuera de carta? ¿Felix Poubelle de 1884, porejemplo?—Perdona, signor, le vino de champania no es gut cuando es viego. Dopo

vinteanniloperdesubriyoydevientcomodicenustedesplat.—No he venido—dijo Trent, severo— para queme den lecciones sobre el

champán.QuierounabotelladeFelixPoubellede1884,y,sinotienen,mevoyaotraparte.El sumiller lo sintió«molto»,y loscamareros, también.Trent semarchódel

CangrejodeRíoEnfermo.NotuvomássuerteenlaHuîtreauxPerles.Puedequelaostratuvieraperlas,

peroFelixPoubellede1884,no.DeallífueentaxiaunrestaurantellamadoPorter’s.Erafamosoporsucocina

inglesaysuscamarerosingleses;encambio,elagentequemandabaenelvinoerafrancés.CasillorósobreelhombrodeTrent,tantaerasualegríaalencontraraunclientequepedíaelvinoantesquelacomida.—¡Ah!—dijo—.TalvezaMonsieurleapetezcaelborgoña.LacaralecambiócuandoTrentmanifestósuintencióndebeberchampán.Él,

por lomenos, no tenía elmenor respeto a los clientes que pedían esa bebida.Trent notó el cambio en la conducta del hombre y, por lo tanto, fue másimpertinenteensuinspeccióndelacartadevinos.Unavezmás,nohabíanirastrodeFelixPoubellede1884.

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Contristezallenadereproche,meneólacabeza.—Esperabamásdeustedes.Necesitounchampánañejodeverdad.Esmás,en

estemomentosolohayunvinoquemeapetezca...FelixPoubellede1884.Unamiradadesorpresarelampagueóenlosojosdelcamarero.—¡Felix Poubelle de 1884! Por una casualidad extraordinaria, Monsieur,

tenemostresbotellas;perohaceañosquenoestáenlacarta.Antes de que Trent pudiera decir esta boca es mía, el sumiller se había

esfumado. Trent, con la sensación de que había llegado a lameta, se sentó ypidióunacomidaalaalturadelaocasión.Enunoodosminutoslepresentaronlabotellaparaquelepasararevista.LareputacióndeTrentganóenteroscuando,trasasegurarsedequelabotellaestabafrigidísima,dijoquelaqueríatomaralatemperaturadelabodega.—Meimagino—lecomentóalcamarero—quenovendenmuchoschampanes

tanañejos.Lascejasdelsumillervolvieronacorrerpeligrodemezclárseleconelpelo.—Es extrañísimo, Monsieur, pero la semana pasada vendí una botella del

mismovino,cuandohacíaañosquenadie lopedía.Monsieur sabe, seechadever,queesunvinosobresaliente,perosonpocos losque locreen...,pocos,enrealidad,losquepuedenapreciarlo.Paracasitodoelmundoesdemasiadoañejo;exigenloquellaman«eltoque»,n’est-cepas?136.—Chasqueólosdedosamododeilustración;acontinuación,añadióconpesarytolerancia—:Nosabenloquehacen.—Sin duda, somos pocos los que conocemos este vino, por lo menos —

admitióTrent,guardándosequenolohabíaprobadoensuvida—.Esmás,alomejorconozcoaeseclientedelasemanapasada.¿Cómoera?Los labios, lascejasy loshombrosdel sumillercolaboraronhábilmentepara

sugerirciertodesagrado.—Era mayor..., mucho mayor que Monsieur, d’un air bourru137, la mirada

dura,ynomuysimpático,paraquénegarlo.Perosabíadevino.Medijoque,yaqueteníaquebeberchampán,queríaunvinoañejo,ylecomentéqueesteeselmejor.Trentlomiró,pensativo.—Sí;debedehabersidomiamigo.Lohadescritoperfectamente.Y,sinome

equivoco,hubocierta...situacióndesagradable,¿verdad?

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Elcamarerosequedócallado,concentradoenabrirlabotella.LedioaTrenteltapón(hermano,comopudocomprobar,delquelehabíaenseñadoel inspectorBligh).Acontinuación,respondió:—Ehbien138,estáclaroqueMonsieuryalosabe.—Si he venido —dijo Trent con frialdad—, es solo porque sabía que el

caballeroencuestióntomóunabotelladeestevino.ElcamareroasintióconformeacababadellenarlelacopaaTrent.—Sí;escierto,hubounpequeñoincidente.Verá,suamigoseencontrabaenun

reservado,yestabaacargodelserviciouncamareroinglés(aquíelpersonalesinglés, como probablemente ya sepa Monsieur), un hombrecillo que sabebastantepocodevino.Engeneral,noatiendolosreservadosyomismo.Cuandoelseñormayorhablódechampán,estecamarerotuvolaosadíaderecomendarunvinoespumoso(yasabeMonsieuraloquemerefiero),nochampán,sinounvinodefantasía.—Efectivamente,séaloqueserefiere...,unblancobaratoalqueleinyectan

gascarbónicoparaquetengaburbujas.—Parfaitement139,Monsieur.Enestepaíshaygentequebebevinodeese.Es

másbarato, claroestá.Pero suamigo se irritómucho (ycon razón)cuandoelcamarerolesugirióquebebieseEspumadePlata,queescomosellama.Etvoilàtoutel’histoire!140.Trentyaestabaocupadoconlacucharadadecaviarqueacababandecolocarle

delante.—Quizánoseatodalahistoria—sugirióconcalma—.¿Nopasóalgoconun

tapón?Elcamareroapartólamirada.—Noentiendo,Monsieur.—Nolotengotanclaro.Escuche;voyaimaginarenaltoloqueocurrió.Este

conocido mío estaba molesto, no solo porque le recomendaron el vino delnombre poético..., sino también porque sabía por qué se lo recomendaron. Yustedtambiénlosabe,naturalmente.Eldúctilrostrodelcamareroexpresóunaperplejidadvacua.—Es unamala costumbre—prosiguióTrent—, pero, al fin y al cabo, no es

culpa de los restaurantes, ni de su personal. Empezó con los productores dechampán.Lacompeticiónentreelloseratanfuertequeunoiniciólaprácticade

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pagarunacomisiónporcada tapónqueel camareropresentaseal agentede lacompañía.Ytodostuvieronquehacerlo.Y...,puestoquevivimosenunaeradeorganizaciónempresarial...,seformóunabolsadetaponespararecogertaponesypagarcomisiones.Perollegóelmomentoenquetodoaquelloseacabó.Aquí el sumiller se permitió una sonrisa contenida, al tiempoque sumirada

errabundasedeteníaenladeTrent;noobstante,siguiócallado.—LacompañíaqueconfeccionaelbrebajellamadoEspumadePlatapagamás

deloquesepagaporcualquiertapóndechampánauténtico.Poresosucamareroinglésensalzólosméritosdeeselíquidosoberbio.Y,siporcasualidadelclientesabíadeesetráficovil,talvezporesomontóencólera.Yporeso,quizá,mandóllamar al sumiller, y obtuvo de él el excelente consejo de probar el FelixPoubellede1884.Yporeso,enfin,seguardóeltapónenelbolsilloencuantoelcamareroculpablehuboabiertolabotella.ElcamarerodejódeladolavergüenzaymiróaTrentconexpresióninocente.—Sindudaalguna—dijo—,Monsieurestábieninformado.Nopuedenegarse

que ese sistema deplorable existe, y que de cuando en cuando puede llevar aciertosbêtises141.Elcaballeroseguardóeltapónporeso,seguro.Lolamento.—Yo no—dijo Trent—, puesto que me ha traído a su local, donde espero

obtenerciertainformación.Tengoeldeberdeexplicarlequeelcaballerodelquehemosestadohablandomurióasesinado.Se llamabaJamesRandolph,y,comopuede que haya leído en la prensa, lo asesinaron el miércoles pasado por lanoche...,eldíaquealmorzóaquí.—MonDieu!142—exclamóelcamareroconexpresióndesorpresa.Sediouna

palmada en la frente—.Vi la fotografía en el periódico, pero no recordaba sucara.Ahoracaigoenqueeralamisma.MonDieu!—EloficialdelaPolicíaquellevaelcaso—prosiguióTrentrápidamente—es

amigomío,yestoyechándoleunamanoconlainvestigación.Estoytratandodeaveriguar todo lo posible sobre ese almuerzo, porque puede haber algoimportante(nuncasesabe).Ahora,siquiere,puedecontarmeciertascosas...Yaveque,dadaslascircunstancias,nohaymalenello.Enprimerlugar,sielseñorRandolphestabaenunreservado,supongoquenocomiósolo.Elcamarerovacilóyparecióincomodarse.—Monsieur,comprenderáqueenestaprofesiónesnecesariosermuydiscreto.

Sin embargo, dadas las circunstancias, como diceMonsieur, voy a hablar sin

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tapujos. Hay que asistir a la justicia, al fin y al cabo; y, si hubiese unainvestigaciónoficial...—Nolodude—leaseguróTrent—,amenosqueaverigüelosuficienteahora.—Entonces, vale: el señor Randolph estaba acompañado de una dama,

efectivamente.—¡Unadama!Quéinteresante.¿Puededescribírmela?—¡Ah!Eso,comodiceMonsieur,es interesantísimo.Sinomeequivoco,era

una dama muy conocida, una dama cuya fotografía ve todo el mundo en laprensa,unadamaqueyomismohevistoenescenamásdeunavez.Trent se quedó boquiabierto. Había vuelto a recibir un golpe inesperado e

incapacitante.—¿OseaqueelseñorRandolphestuvoaquíconlaseñoritaEuniceFaviell?—Estoyseguro,Monsieur.Trent,recuperandoeldominiodesímismo,recompensógenerosamentealtipo

yprosiguióconunacomidaparalaqueahoraapenassiteníaapetito,altiempoqueconsiderabaelnuevogiroquehabíadadoelcaso,enaparienciasinsentido.SiEuniceeralainvitadadelanciano,encondicionesdeintimidadquesugeríanal menos alguna clase de relación íntima, ¿qué pasaba con el escándalo quehabía armado por sus desagradables insinuaciones? ¿Qué papel tenía elpersonajecaballerosoalquehabíallamadoensudefensayquecontangenerosoardor había afrontado la empresa..., esto es, el propio Trent? Aunque no eraespecialmente sensible, por naturaleza, en lo relativo a su dignidad personal,todavíanohanacidoelhombrequedisfrutehaciendoel ridículosinsaberporqué.Nolegustaba;ytodavíalegustabamenosquelohicieraunamujeralaquesiemprehabíacreído incapazdeengañosy tejemanejes.LaEuniceFaviella laque tan bien había llegado a conocer era impulsiva, impaciente, obcecada,incapaz de controlar sus emociones, pero nunca había encontrado untemperamentomásabiertoyfrancoqueelsuyo.Hubiera lo que hubiera detrás de todo aquello, su siguiente paso lo dictaban

tantolalógicacomolainclinación.TeníaqueveraEunicecuantoantes.AntesdemarcharsedePorter’s,graciasalosbuenosoficiosdelsumiller,hablóconel«inglesito»queatendióaRandolphysuinvitada.Elhombre,cuyamemoriaserefrescóconmediacorona,solopudodecirlequereconocióalaseñoritaFaviell;que parecía tener una relación cordial con su anfitrión, hasta el final de la

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comida,momentoenquesemarchósola,atodaprisa,yalparecerdemuymalhumor;yque,porloqueescuchócuandoestabaenelreservado,laconversacióndeambosversósobreasuntosteatrales.Cuando Trent llamó al apartamento de Eunice Faviell en la calle Ovington

desde una estafeta cercana, le respondió la doncella.La señoritaFaviell no seencontrabaencasa.Llevaba fueradesde la tardedel juevesprevio.Solohabíadejado dicho que se iba de la ciudad y había pedido que no le remitiesen elcorreo.132WilliamCleriheweselprotagonistadevariosrelatosynovelasdetectivescosdelcoautordelanovela,

H.WarnerAllen, autor asimismo de varios libros sobre el vino. El apellidoClerihew es, por cierto, unhomenajeaBentley,cuyonombrecompletoeraEdmundClerihewBentley.

133UnacanciónpopularinglesademediadosdelsigloXIX,delaqueseconocennumerosasversiones,enlaqueunclientequesolo tienedineroparapagarunaalbóndigapidepanaldueñodelrestaurante,quiencontestaqueconunasolaalbóndiganosirvenpan.

134 Obra del antropólogo escocés J. G. Frazer, cuya primera edición apareció en 1890, pionera en elestudiocomparativodelamitologíaylasreligiones.

135Puedetraducirsetantopor«diligencia»comopor«calidez».136«¿No?».137«Teníaunairearisco».138«Bueno».139«Efectivamente».140«Yesoestodo».141«Errores».142«¡Diosmío!».

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CapítuloXIV

Losgeniostienenquevivir

Que Trent supiera, no era la primera vez que Eunice Faviell se marchaba,cortandoduranteun tiempo toda comunicación con elmundo.Engeneral, susdesaparicionesestabanrelacionadasconpapelesdifícilesqueteníaqueestudiar,y, por lo que sabía, también en aquella ocasión podía ser ese el motivo. Almenos, deseaba ardientemente que así fuera. Con cada nuevo giro, el casoRandolphparecíamássiniestroymásincomprensible.De una cosa podía estar seguro. Si de verdad quería desaparecer por el

momento, Eunice era plenamente capaz de hacerlo de manera tan eficaz quetodo intento de dar con su pista tendríamuchas papeletas para fracasar. Sabíavolverse irreconocible conunos pocos retoques y unos cuantos cambios en suaspecto,ylohacíadecuandoencuando;además,teníaunaintuiciónúnicaparadescubrirlugaresenlosqueeramuypocoprobablequelosnativosreconociesenaunpersonajecélebre.Sin embargo, la posibilidad de no lograr ponerse en contacto con ella era

inaceptable para Trent. Debía remover cielo y tierra para encontrar el menoratisbodeverdadsobreelasesinatodeRandolph.NocabíadudadequeEuniceestaba entre las últimas personas en ver y tratar a Randolph, y ello habíaocurridoencircunstanciasmásqueextrañas.Encondicionesnormales,aTrentlehabría parecido completamente imperdonable entrometerse en su deseo deintimidad;ahorano.Conforme cruzaba despacio la plaza Leicester en dirección oeste, tuvo una

idea.Noeraagradable,peronopodíapermitirqueunapreferenciapersonal loapartase de su rumbo mientras estuviese en marcha una investigación comoaquella.SiEunicequeríaretirarsedeincógnito,habíaunapersona,porlomenos,

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alaquepodíahaberlereveladodóndeiba.Trentdecidiótratardesonsacarlealgoa quien encabezaba la corta lista de gente a la que detestaba cordialmente, einmediatamentesalióasuencuentro.Tuvo suerte al primer intento. El gran salón de fumadores del club Cactus

estabahastalabandera,peroenunrincón,alladodelaventana,habíaunaislitadesillasvacías.EugeneWetherillestabasentadoenelcentrodeaquelhueco.Sulenguaysureputacióncreabanunvacíoasualrededorhastaenloslugaresmásabarrotados. Su impopularidad, que tomaba como el más sincero de loshomenajesdelachusmaaunespíritusuperior,leresultabaplacentera.Amenudo,elgeniofloreceencamposextraños.Loscotillasincluíanentrelas

maravillasdelmundoeléxitodeWetherillcon lasmujeres,porqueesteeradeuna fealdad atroz.Una pronunciada calva en el pelo negro y crespo dejaba aldescubierto laabultada frente.Lanarizgrandey retorciday los labiosgruesosproducíanunefectorepelentequelabarbayelbigoterecortados,consusombrade fanfarronería isabelina, no lograban remediar. Los fríos ojos grisesbizqueaban de manera repulsiva; pero en la mirada que lanzaban bajo laspobladas y prominentes cejas ardía un fuego fuera de lo común..., amenudo,incluso con un toque de locura. Su voz era áspera y desagradable. La escasabellezaqueteníaresidíaenlahechuradelcuerpo,altoybienmoldeado,yqueWetherillmanteníaenformamedianteejerciciosconstantes.AmedidaqueTrent, trasavistarsupresa,cruzabalahabitación, losaludaron

variosconocidosqueleofrecíanunhuecoenunreposabrazos,oespacioenunsofá;pero,con reverenciasalegres, llegóhastael rincón.Wetherill,queestabaestudiandouncuadernitoa travésdelmonóculoqueformabapartedesupose,levantólamiradacuandoseacercóylosaludóconsorprendenteamabilidad.—¡Ah!Trent—dijo—.Precisamentequeríaverloausted.TrentnologróimaginarporquéqueríaverloWetherill,anoserporelsencillo

placerdeinfligirsucompañíaaquiennoladeseaba.EraeseunsentimientoqueTrent jamáshabía tratadodeesconder,ymuchasveces lohabíasubrayadoconunadescortesíaquehabríallevadoacasitodosloshombresahacercasoomisode su presencia en lo sucesivo. Pero sus encuentros ocasionales siempre lehabíancausado la sensaciónexasperantedequenohabíapalabraenelmundocapazdehacermellaenlaimpenetrablearmaduradelamorpropiodeWetherill.Los malos modales, la ironía, incluso la risa resultaban inermes frente a una

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vanidad prodigiosa que no ofrecía el menor resquicio. Lo peor era que a sumaneraWetherill era un genio poético; como dramaturgo y prosista, tenía undominio de la belleza de las imágenes y un podermágico con la palabra quearrastrabantodoasupaso.Pormuchoquesuscríticosdijeranquedetrásdetodaesafelicidadexternanohabíamásquelosescombrosdeunhedonismopasadodemoda,nopodíannegarelencantodelafachada.TrentestirósuslargaspiernasenunsillónvecinoaldeWetherill,ysesacóuna

pitilleradelbolsillo.—Laúltimavezquenosvimos—dijoal tiempoquelaofrecía—,teníatanta

prisaquenopudimostomarunacopa.¿Quieretomarlaahora?Wetherilllomiróconunaligerasonrisaqueseñalabaconmáselocuenciaque

laspalabrascuántodesconfiabadesuhospitalidad;acontinuación,conunarisaronca, cogió un cigarrillo y abrió una conversación que, según le decía suinstintoacertadamente,notardaríaendaraltrasteconlapacienciadeTrent.—Paraserunpecadorespléndido—dijo—,elhombredebeprivarse.Elgran

amante tienequeserunasceta, tenerpocoqueverconlabebidao lanicotina.Noprueboelalcohol,salvodevezencuandoparatomarposesióndelalmadeunvinonoblequesesonrojacomounavirgen.—Laúltimavezquenosvimos—dijoTrentsucintamente—,hablabadetomar

uncócteldeajenjo.—Por lo que respecta al tabaco —prosiguió Wetherill, como si Trent no

hubiese dicho nada—, la regla demi abstinencia es no fumar nada que hayapagadoyo.Mepermitolaabyeccióndeunodesuscigarrillos.—Puede que sea un gran pecador —admitió Trent—. Recuerdo que san

Agustíninsistíaenqueél loera,asíqueprobablementeestéustedenlocierto.Fueracomofuere,haceloquepuede,segúndicen,ynadiepuedehacermás.Porloquerespectaalamor...,¿quésabelaorugadelabellezadeunarosa?Wetherillhizounamuecadedeleite,exhibiendounafiladegrandesdientestan

blancoscomolosdeunanimal.—¡Quégranfrase!—exclamó—.Sesupera,queridoamigo.Alagentelesuele

pasarcuandohablaconmigo(lotengoobservado).—Volvióaabrirelcuaderno—.¿Leimportaquelaapunteparausarlamásadelante?...Melapuederegalarenvezdepagarmeunacopa.—Garabateóconsulapicero—.Mimemoriaesloúnico de mí que no me satisface. ¡Ya está! Registrada..., un comentario con

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malísimaidea.¡Felicidades!Loshombres—añadió,reflexivo—siempretienencelosdemí,ynomeextraña.Pero,discúlpeme,todavíanolehecontadoporquéqueríaverlo.¿QuésabedelcasoRandolphese?Meinteresa.Laúltimavezquelovi,abajoenelzaguán,fuejustoeldíadespuésdehaberlesacadoalviejounabuenacantidaddedinero,redonda,cómoda.TrentcontemplócondurezaaWetherill,quienledevolviólamiradacontotal

serenidad.—Recuerdo que dijo algo sobre un buen negocio que había hecho. Y nos

vimos lamismanochequeasesinaronaRandolph.¿Cómoconsiguiócobrarelchequeatiempo?—Nohubocheque,queridoamigo.Entrelasleccionesquemehaenseñadola

vidaestáestaverdad:enciertastransaccionesesmejoreldinerodeverdadenelbolsilloqueuncheque.Paracobrarunchequehace falta tiempo.El signatariopuede cambiar de idea y cancelarlo. O pueden ocurrir otras cosas. En unaocasión(yahacebastante)leganéunacantidadmuyaceptable(casi400librasalcambio)aunjovencompatriotanuestro,enunaagradablepartiditadebacaráenOstende.Aceptéuncheque;sabíaqueeraricoyquenoibaarepudiarunadeudadehonor.¿Quéocurrió?Aquellanochesefuedelclubalvolantedesupropiocoche;habíabebidodemasiado;chocóconunafaroladeldigue143ysedejóallílos sesos; el cheque perdió todo su valor; y sus albaceas rehusaron pagar unadeuda de juego. No, querido amigo; Randolph no me dio un cheque. Porsugerenciamía, fuimosencochea subanco,dondemeentregó lacantidadenbilletes, y en menos de una hora estaba ingresada en mi propia cuenta enHenson’s.Peronosestamosapartandodelasunto.Dígame,¿porquédisparóalviejoesetalFairman?Trentfingióunasorpresaquenosentíaniporasomo.Habíaprevistoesegiro

inevitabledeloschismorreos.—¡LedisparóFairman!¿Quédice?Queyosepa,noestáacusado.Alzando unamano larga y cuidada,Wetherillmeneó la cabeza con gesto de

reproche.—Queridoamigo,nometomeporuntontointegral.Estoyseguro(yoytodoel

mundo,yaqueestamos)deque,auncuandoFairmanestédetenidopor intentode suicidio, en realidad lo acusan del asesinato. Y usted tiene amigos en laPolicía,comosabemos.Estoyconvencidodequeestámejorinformadoquelos

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demás.¿Porquélohizo?—Bueno,yaque le importa tantomiopinión—dijoTrent,condesagrado—,

creoquenolohizo,piensenloquepiensenustedylaPolicía.¿Aquévienetantaprisapordarporsentadoqueesculpable?Nosabíaqueloconocierasiquiera.—Nolohevistoenmivida;aunque,obviamente,nopuedoevitarsaberque

albergaunapasiónsinesperanzaporciertaamiganuestra,pasiónalaqueella,¡ay!, no puede corresponder. —Wetherill se limpió el monóculo, volvió aponérselo en el ojo, y contempló tranquilamente a Trent según proseguía—.Podríaentenderquemeasesinaseamí,pero¿porquéaRandolph?Sientomuchacuriosidad.Eunicetambién,estoyseguro,porquetienebuenaopinióndeél.Trentnotóqueseestabaponiendocolorado,y lasonrisadeWetherill lehizo

verqueestelohabíaadvertido.Dominósusemocionesypreguntóconcalma:—¿Novolvióaveralancianodespuésderecibireldinero?—Nunca jamás, querido amigo. No fui yo, si es lo que está pensando.

Curiosamente,noobstante,síqueamenacéconmatarlo;justoantesdequenosdespidiéramos.Verá, después de darme el dinero, le pareció oportuno ponersemuydesagradableconmigo,y laverdadesquemedisgustómuchísimo loqueme dijo (no se trató de un mero caso de grosería deliberada de esos queencuentrosencillamenteentretenidos,queridoTrent).Lerepliquéquecualquierdíaibaavolarlelatapadelossesos.¡Conquéfacilidadlevienenaunoalabocaesas viejas frases pintorescas cuando se enfurece! Sí, eso le dije.—Wetherill,quenohabíadejadodetomarnotadelefectoquecausóenelhumordeTrentquedieraporsentadalaculpadeFairman,añadiócondesgana—:Creoque,dehabersabidoqueFairmanibaadispararlepormí,habríasonreído.Trenthizocasoomisodelapulla.—Cuántasinceridad...Imaginoqueesosignificaqueustedestáacubierto...,es

decir,quepuedeexplicardeformasatisfactorialoqueestabahaciendolanochedelasesinatodeRandolph.Wetherillalzólasmanos.—¡Queridoamigo,hayqueverquéexpresioneslehanenseñadosusamigosde

Scotland Yard! «Explicar de forma satisfactoria...». Luegome va a decir quetengo derecho a guardar silencio, pero que todo lo que diga..., y el resto delparlamento.¿Sabe?Lesentaríamuybienelcascoazuloscuro,Trent;haríajuegoconsusojosyledaríaasuexpresióneltoquecitodeausteridadquelehacefalta.

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Bueno,voyacontárselo.Despuésdevernos,solomequedéunosminutosenelclub;acontinuación,volvíamisaposentosyestuvetrabajandohastaquesalióelsol.Me estaba costando una barbaridad (yme sigue costando, en realidad) elúltimoactodemiCrucifixióndeAfrodita.No—prosiguióWetherill,pensativo—,nomatéaRandolph;pero,sideverdadhubierapensadoqueteníaalgoqueganarconello,¿acasonohabríacometidoelcrimenperfecto?Mediráqueloscriminales siempre cometen errores...; un cliché estúpido, sin duda. Solodescubrena losquecometenerrores.Escomodecirque losmeteorossiempresonvisibles,aunquesabemosqueenelespacioabundanloscuerpossinluz.Sipuedo crear mi propio mundo con la imaginación, ¿no podría concebir unproblemacriminalirresoluble?Perodiscúlpeme;estoesunsoliloquio.QueridoTrent,hecontestadoasuspreguntas,yusted,encambio,haesquivadolaúnicapreguntaque le hehechoyo.Ahívaotra, sumamentepráctica: ¿sabe algodeltestamentodeRandolph?Trent, a quien la conversación afectada de Wetherill no causaba el menor

efecto, no pudo evitar que la directa sencillez de esa interpelación lo pillasedesprevenido, y tampoco pudo suponer lo que había detrás.Más aún, fue unrecordatorio desagradable deque aúnno le había hecho la pregunta sencilla ydirectaquehabíaidoaplantearleaWetherill,ydequesudesvergonzadaalusiónasusrelacionesconEuniceFavielllehabíapuestomásdifícilquenuncapedirleesainformación.Porlotanto,respondióconlamismanaturalidad:—Tengoentendidoquenodejótestamento.—¡Atiza! —Wetherill se incorporó con la primera manifestación de interés

sincerohastaelmomento—.Queridoamigo,¿estásegurodeloquedice?MirófijamenteaTrentconansiedadatodaslucesauténtica.—Nocabeduda.Estabaapuntodehacertestamentocuandolomataron,pero

nollegóahacerlo.Esodicensusabogados.Detodosmodos,¿austedquémásleda, Wetherill? ¿Esperaba que lo admirase tanto como para dejarle un legadosustancioso?¿Ocreíaquesehabíaganadosuafectoamenazandocondispararle?Wetherill, con los ojos entornados en honda reflexión, se limitó a hacer un

gestovagoconlamanoycallóduranteunosinstantes.Porfin,dijo:—Disculpe, querido.He tenido que revisarmis ideas al escuchar lo queme

dice. Son buenas noticias; no son decepcionantes, en absoluto, sino un casoinesperadodebuenasuerte,basándomeenelcualacabodedecidirmeadarun

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pasotremendamenteserio.VoyacasarmeconEunice,yusted,silodesea,seráelprimeroendarlelaenhorabuena.Lasorpresayelascoestuvieronapuntodeecharportierraladeterminaciónde

Trentdenoperderlacompostura.Respiróhondoy,acontinuación,comentó:—Notengonilamásremotaideadeloquesignificaeso.Wetherill,queseguíapensativo,seatusóelbigote.—No,supongoqueno—respondióconfrialdad—.Apesardeello,nopiense

que lo tomo por imbécil, querido amigo.Al contrario, tiene usted el rarísimotalentodesercapazdefrustrarmismásdenodadosesfuerzosporsacarlodesuscasillas.No:es imposiblequesepa loquesignifica.Peropuedeestar tranquiloacercadeloimportante.EsverdadquevoyacasarmeconEunice.—No lo creo —sentenció Trent yendo al grano—. Está dando demasiadas

cosas por sentadas. Sé que hace tiempo que ella no tiene contacto con usted.Todassusamigascreenqueharotoconustedparasiempre—añadiódemanerauntantoinexacta;acontinuación,mirandoconcandoraWetherillalosojos,dijo—: Me resulta completamente incomprensible que haya podido rebajarse arelacionarseconunrufiáncomousted.Wetherillsepusoalimpiarelmonóculodenuevo.—Naturalmente—dijo—.Ustednoentiendealasmujeres,queridoamigo.Ya

séqueesunlugarcomún;unadeesascosasqueunconcejalpodríadecirleaotroconcejal.Peroen sucasoescierto, como incontestablemente seríaciertoenelcasodelotroconcejal.Alomejorhayqueenvidiarlelaignorancia;¿quiénsabe?Loderufián...¿Sabequé,queridoamigo?Meencantaelepítetoquehaelegido.Sontantosloshombres,ytantaslasmujeres,quehanhechotodoloposibleporencontrar insultos mordaces y, aun así, nadie ha dado con algo adecuado ysignificativo. En realidad, es un asunto interesante. Que un mentecato al quepodría romperle el cuello con una sola mano me compare con una especieinferior, o un tipo social inferior, nome impresiona, naturalmente; y siempretengo la sensación, además, de quemi denunciante no está satisfecho con suspropiosesfuerzos.Peromeestoydesviandodeltema.Leruegoquemeperdonedenuevo,queridoamigo;hacequemevuelvalocuaz.DecíaqueEuniceharotoconmigo. Ha malinterpretado la situación (quizá a propósito). Fui yo el querompióconEunice.Encambio, ahora tengo intencióndecasarmeconella,dellevarlaalaltar,comosueledecirse.Nopuedeparecerlemal.

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—¿Eso cree? —preguntó Trent—. Le aseguro que me han parecido malbrutalidadesmuchomenosrepugnantesquelasuya.Sipensasequeloquediceesposible,nosolomepareceríamal;haría todoloposiblepor impedirlo.Peronolopienso.Wetherillsonrióydescartósusdudasconungestodelamano.—Bueno, querido amigo, ya lo verá; haga lo quepueda.Se lo escribiré esta

noche.—ObservóaTrentatravésdelmonóculoconairedediversióncortés—.Recibirámihonorablepeticióndemanoenlacasadeusted.Trentsesobresaltóyperdiólasriendas.—¿Dequédemonioshabla?—exclamó,empujandolasilla.—Sí,ensucasa—dijoWetherill,arrastrando laspalabrasysacudiéndoseun

pocodecenizaquelehabíacaídoenlamanga—.Estamañanaherecibidounacartasuya,fechadaenlamansióndeDidbury,que,meparece,espropiedaddeusted.Trent lo miró fijamente, callado, conforme asimilaba aquella afirmación

sobrecogedora. Sabía lo suficiente deWetherill y su proceder para saber quedecía laverdad.Sabíaquesuesposa,quesehallabaen lamansión,era íntimaamigadeEuniceFaviell.Sinembargo,nolehabíadichonadadeaquellavisita;así que tuvo la sensación, y no por primera vez, de que estaba saliendomalparadodeuna entrevista que élmismohabía buscado.Noobstante, por lomenoshabíaalcanzadosuúnicoobjetivo:sinpreguntar,habíaaveriguadodóndeencontraraEunice.—Me ha escrito a propósito de... digamos que de cosas de negocios —

prosiguió Wetherill, como si desease ser de ayuda y poner fin a un silencioincómodo en la conversación—. Debo confesar, por cierto, que es una cartadesagradable. Pero hay antecedentes; no se lo tengo en cuenta; su corazón notardará en triunfar, como siempre. Ah, su carta trataba de nuestro pobreRandolph.Nopuedodecirlemás.Yaveoqueesotambiénlopilladesprevenido;queridoamigo,eldíadehoynotienemásquesorpresitasparausted.Reaccionausted de forma muy visible a las emociones, como el poeta francés quecomparaba su corazón con un laúd suspendido, ¿recuerda? Aussitôt qu’on ytouche,ilrésonne144.Nopensará—continuó,pensativo—quelapropiaEunicemataraalviejo,¿verdad?Parecedecididoacreerqueelcandidatomásevidentenolohizo.Losdossabemosquetieneunprontotemible.Esamaneraquetiene

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detirársetealcuelloderepente...Eseesunodesusmayoresencantos.RecuerdecómosesentíaFaustocuandoMargaritasepusodeuñasensuprimerencuentro.Wiesiekurzangebundenwar,DasistnunzumEntzückengar!145.Estoysegurodequehahabidomomentosenlosquehaqueridomatarme.TrentsabíaqueWetherillteníarazóncuandodijoqueleresultabamuydifícil

ocultarsusemociones.Dehecho,sequedóblanco,yelfríolecalóenloshuesos,cuandoestehizoaquellasugerenciafrívola.Sinembargo,replicócontonoduroydespectivo:—SitantolegustaFausto,mepermitorecordarleloqueledijoalaBrujaensu

cocina: «Habla como un coro de cien mil idiotas». Solo un imbécil podríaimaginarqueEuniceFavielltuvieraqueverconlamuertedeRandolph;yvoyahacerleelfavordedarporhechoquenolopiensadeverdad.Paraempezar,noteníaelmenormotivoparadesearsumuerte.Wetherill juntó las yemas de los dedos y se recostó en la silla, como si

estuviesepreparadoparaunadiversiónintelectual.—Bueno,alomejortendríamosquediferenciar.Unacosaesdesearlamuerte

deunapersona,yotra, alegrarse al enterarsede lamuertedeunapersona, sinduda.Casualmente,séqueEunicedebedehabersealegradoalenterarsedeladeRandolph.—¿Porqué?—Trentsesentía,ysonaba,apuntodeestallar.—Porque,queridoamigo,sumuertelahaconvertidoenunamujermuyrica.Wetherill miró plácidamente por la ventana, como si no hubiera vistas más

hermosas que las de las chimeneas del otro lado de la calleDown.Ante esteúltimogiroinsensatodelaconversación,Trenttuvolasensacióndequeestabaperdiendoeljuicio.Sellevóunamanoalafrenteypreguntósinfuerzas:—¿Leimportaríaexplicarse?—Enabsoluto—dijoWetherill,afable—.Esdedominiopúblico(oenseguida

loserá,porlomenos).EuniceFaviellessobrinadeJamesRandolph,hijadesuúnica hermana, con la que discutió hace no sé cuántos años. Lo sé de buenatinta; me lo dijo Randolph.Me lo dijo la última vez que nos vimos, cuandoaligerésubolsarepleta,comoyahemencionado.MedijoquehabíadescubiertoqueEuniceeraparientesuyayquehabíahechotestamentoparaqueheredaselamayorpartedesufortuna.Trentsemetiólasmanosenlosbolsillosyrioacarcajadasunbuenrato.

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—¿Es su última revelación? —preguntó—. En realidad, da lo mismo. Meparece que ya he perdido la facultad de sorprenderme; se me ha agotado lacapacidaddemaravillarme.Dígamequeacabademeterseacura.DígamequeelpresidentedelJockeyClub146eschino.Dígamequemehasalidocola.Yanadame puede sorprender. Pero me gustaría saber una cosa. Aún puedo sentircuriosidad.Sinoqueríaquesesupiese,¿cómoesqueselocontóausted?Wetherillmeneólacabeza,triste.—Metemoquemelodijoparaserdesagradable.Meparecequeyaselohabía

mencionado.—Aunasí—apuntóTrent—,semeocurrenmanerasmássencillasdehacerle

dañoquedecirlequeteníaunasobrina.Y,porloquerespectaaldinero,supongoquenoseoponefrontalmentealaideadequelotenga.Hablabamásomenosporhablar,peroensufuerointernotratabadeentender

quésignificabanesaasombrosanovedadytodoloquelahabíaprecedido.¿Lo sabía Eunice? Si lo sabía, ¿desde cuándo? ¿Explicaba eso lamisteriosa

citaenPorter’s?¿Eraunaexplicacióndelodecentedelinterésydelafectoporelladelquehabíadadomuestraelanciano,yqueella,alignorarlaverdad,habíatratadocomogalanteríasreprobablesdeunenamoradomayor?Porotraparte,siWetherill llevabaunasemanapensandoqueEuniceibaaheredardeRandolph,¿por qué había esperado tanto antes de decidirse a «casarse con el dinero» deRandolph tras la muerte de este? Y, de nuevo, ¿por qué se lo había dichoRandolph, que no podía saber que iba amorir y a hacer «rica» a Eunice, tanpronto?Sin embargo, Wetherill estaba preparado para ayudarlo con esta última

dificultad. Su peculiar afición a hacer públicas sus maldades era demasiadofuerte.—Voyarevelarle—anunció,trasunabrevepausa—porquéRandolphdecidió

contármelo, como usted señala. A lo mejor encuentra interesante la historia.Verá,latransacciónquenostraíamosentremanoseralaventadeunlibromío,unaobrainéditadelaquedebiódeoírhablar,sinduda,cuandoandabahaciendoaveriguacionessobreEunice.EnlamentedeTrentsehizolaluz.—Yaveo—dijodespacio—.Serefiereallibroqueescribióparachantajeara

Eunice.Esasabrosapartedelahistoriaesconocidísima.

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—Nomesorprende—dijoWetherill—.PeromenospreciarElala rota es unerror,queridoamigo.Esunaobramaestra;enalgunosaspectos,lomejorqueheescritoenmivida,unaposesiónparasiempre.CuandoEunice lo leyó, tuvo laamabilidad de pagarme todo lo que pudo para que no circulase; sin embargo,aunquemehubiesedadounmillón,habríasidomonstruosopormipartenegaralmundotamañaobradearteparalaposteridad.—Peroaceptóeldinero.—Queridoamigo,mehacíafalta.Losgeniostienenquevivir,reconózcalo;y,

para vivir en cualquier acepción tolerable del término, necesitan lujo.En todocaso, están sujetos a las reglas de su propia naturaleza y a ninguna otra.Y, siEunicehallegadoasergenial,hasidograciasamí,noloolvide.—Las demás razones por las que aceptó el dinero no me sorprenden en

absoluto —dijo Trent—. He oído esa clase de sandeces muchas veces, y enocasionesdebocadepersonasqueeranartistasdeverdad.Perolaúltimanolapuedopasarporalto.Euniceeraloqueera,yes,muchoantesdetenerlamalasuertedeconocerloausted,odeactuarenunaobrasuya.LadignidaddeWetherillpermanecióinconmovible.—Eunicesabeloquemedebe,aunqueotrosfinjannosaberlo.Poresomedio

todo lo que pudo juntar.Aun así, reconozco que fue una tontería por su partetratar de impedir que El ala rota circulase. Con ese romance la he hechoinmortal;alomejornocomoaellalehabríagustado,sinoenelpersonajedeunamujer, una gran artista, que libra una batalla lamentable contra un amordestructivoeimplacable,ycontraelpasodelosaños.Esunestudio...Trentcortóporlosano:—Tengomuypocoaguanteparaestascosas.Sinoleimporta,vamosapasar

página.LoquenoentiendoesquépintabaRandolphentodoesteasunto.—Ah,eso—explicóWetherillconafablesinceridad—;pintabaqueporsuerte

apareciócuandomehabíagastadotodoeldinerodeEunice.Habíaoídohablardel libro.Memandó llamar y se ofreció a comprármelo.Entonces no tenía niideadelverdaderomotivo,porqueningunodelosdosmencionamoselnombrede Eunice. Estaba dispuesto a pagar una suma bastante considerable por losderechosdeautor.Lepedímás;llegamosaunacuerdo;yesemismodíafuiasucasa con el manuscrito y le cedí los derechos en un documento que teníapreparado.Enmiinocencia,penséquebuscabaelreconocimientodeofrecerla

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obraalmundobajosuresponsabilidad;yenaquelmomentounbuenmontóndedinero en el bolsillome importabamás que la posibilidad de cobrar regalías.Seguroquelocomprende.—Estupendamente, pero sigo esperando que me cuente por qué le habló a

usteddesuparentescoconEunice.—Cadacosaasutiempo,queridoamigo.Unavezquetuvoelmanuscritoyel

contrato,ycuandomehuboentregadoeldinero,meinformócortésmentedequenoteníaintencióndepublicarellibro,sinoqueibaaquedárseloparasuspropiosfines.Entoncesfuecuandoperdílosestribos.Loinsultédeformanadahabitualen mí. Él sonrió y parecía encantado. Amenacé con asesinarlo, y dio laimpresióndedisfrutartodavíamás.Acontinuación,comosifueralomásnaturaldelmundo,mecontóquehabíadescubiertoqueEuniceFaviellerasuparientemáspróximaviva,yquecasitodosudineroseríaparaellacuandomuriese.»Como puede suponer, me sorprendió que saliese a relucir un nombre que

nadiehabíapronunciadohastaaquelmomento.Noobstante,ledeclaré,sinfaltaralaverdad,queestabaencantadodeoírlo.¿Cómono?Medijequenadapodíabeneficiarmemásque teneraEuniceparamísoloyconvertidaenherederadesemejantefortuna,yconunmillonario,mientrastanto,dequiendependerparaelsustentoencondicionesadecuadasdedichacondición.Meprometíamímismotomarmedidasparareunirnosdeinmediato.—Sí;melopuedoimaginar—dijoTrentconrápidasimpatía—.Vislumbróel

paraíso: toda la vida exprimiendo a una mujer con dinero que estáincurablementelocaporusted.Wetherillalzóunamanoengestodelevereproche.—Palabras—replicóconmansedumbre—.Noolvide,queridoamigo, loque

hedichoacercadelasnecesidadesdelosgenios.Permítameproseguir.Acababade informarme de que Eunice era pariente suya y estaba llamada a ser suheredera.Me entretuve imaginando la agradable perspectiva así desvelada. ¿Yqué dijo a continuación aquel viejo perverso..., aquel prodigio de prejuiciosgroserosyciegos?—Soytodooídos.—Dijoquepretendíacortar todo lazoentreEuniceyyo.Lodijocondeleite

patente y desnudo, como si estuviera paladeandouna esencia deliciosa.Tengoque admitir que me quedé boquiabierto de asombro e indignación, y a

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continuaciónexplicóaquéserefería:añadióque,segúnestabaestipuladoensutestamento,Eunicenoheredaríanadadenadayqueenvidadeélnorecibiríaniun penique, si no prometía romper toda relación conmigo de inmediato ymanteníaestrictamentedichocompromisoenelfuturo.Wetherill se detuvo, comoparadejar que calase toda la bajezade semejante

atrocidad.—Y, a juzgar por cómo lo contó—prosiguió—, concluí que ya había hecho

testamentoyquehabíapuestofinamisexpectativas.Yasíhabríasidosihubiesevivido lo suficiente para llevar a cabo lo que planeaba. ¡Maldito viejosinvergüenza!Bueno,yotambiéntengounpocodefilosofía.Cuandomefui,mequité de la cabeza la idea de Eunice. Al fin y al cabo, le había sacado unacantidad suficiente para hacer frente a mis necesidades durante un tiempoconsiderable, y había salido ganando en la misma proporción. Y ahora, hoy,querido amigo, ¡imagine lo que he sentido (el resplandor repentino de lafelicidad renovada y consolidada) cuandome ha dicho que al final Randolphmuriósindejartestamento!Abriólosbrazosenungestosoberbio.—¡Yaveo!¡Yaveo!—exclamóTrententrerisas—.Poresosehaincorporado

tan bruscamente al recibir las buenas noticias. Como dice, imagino lo que hasentido.Eunicesequedacontodo,ustedsequedaconEunice,yelamorguíaalasrebeldesdisonanciasmontesagradoarriba147.¡Diosmío!¡Esparamorirsederisa!Estalló en un grito de júbilo que hizo que muchas cabezas se volvieran

interrogantesensussillas.—No se le da bien hacer de gato—dijoWetherill. Se había quedado pálido

bruscamentey la voz le temblabaunpoco—. ¿Le importadecirmequé es tangracioso?Trentsepusoenpieysevolvióparamarcharse.—¡Escuche, cretino! Ha aparecido el hijo de Randolph, con pruebas de su

identidadytodo.AEuniceFaviellnolevaaquedarniuncéntimo.

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143«Dique».144«Resuenaconelmenortoque».Escitadelpoema«LeRefus»,dePierre-JeandeBéranger.Losversos

sonconocidosporqueconstituyenelepígrafedelrelato«LacaídadelaCasaUsher»,deEdgarAllanPoe.145«Quécortantehasido,yquédeleitesientoahora».CitadeFaustodeGoethe,actoI.146ElJockeyClub,fundadoenelsigloXVIII,eslaprincipalinstitucióndelahípicadelReinoUnido.147Paráfrasisdelpoema«ThePromiseinDisturbance»,deGeorgeMeredith.

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CapítuloXV

Euniceconfiesa

Trentdescubrió la regiónde losCotswoldssiendomuy joven,cuando tambiénacababadedescubrirelvalorde la tierra,y loatrajodeformairresistible.Haylugaresque,inclusolaprimeravezqueunolosve,parecenevocarunrecuerdo.«Yaheestadoaquí»,nosdecimos,«yestaesunademiscasas».Ellono tienemisteriopara los filósofos, que sostienenque todo loquehemosdever, juntocontodoloquehemosvistoyestamosviendo,existeyaenunpresenteeterno;quenuestracasa son todos los lugaresque, eneldibujodenuestravida, enelpasado, el presente y el futuro, entrelazan zarcillos de recuerdos alrededor denuestroscorazones.Amenudo,ensusviajes,Trenthabíaidoadarconunacasa,unaciudadoun

trozo de campo que en términos de experiencia normal le resultabandesconocidos,pero lo reclamabanpara sí con infaliblecertidumbre.Lomismoque antaño le ocurrió un día mágico en la Toscana, subiendo en coche aMontalcino, le pasó con la contraescarpade losCotswoldsque sobrevolaba elvalledeEvesham.Asíqueseencaprichódeunacasaalargada,gris,depiedra,flanqueadaportejospodadosyquesealzabaenunterrapléncortadoenlacimade laabruptacolina,conbosques,camposypueblosqueseextendíanhacia lolejosbajolalindedeMalvernHillsyunatisbodelasmontañasdeGalesalotrolado.Una calzada romana recorría la cresta de la colina, solitaria entre losmuros

bajosdepiedraquedelimitabanloscampos;lagentelallamabaelCaminoViejodeCampden.Eratananchaquelascuadrigaspudieronhabertransitadoporellaen filadedoce;y enverano las floresy lahierba llegabanamediomuslo.Elpuntomásaltoestabacoronadoporunhayedo,unjalónconocidodelunoalotro

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confín como laMata deCromwell, desde la cual, decía la leyenda,Cromwellhabía contemplado y dirigido una batalla librada en la llanura de abajo. Noobstante,Olivereraunintrusomodernoentrelosespíritusguerrerosqueposeíanel lugar.Y es que las hayas demarcaban lamuralla de un castro romano, quehabía sido erigido a su vez sobre los cimientos de una fortificación indígenamuchomásantigua.Dicenquequiendesea algo lo suficientenopuededejarde alcanzarlo.Poco

después de la boda de Trent, la casa que anhelaba pasó a sus manos con lasuavidadde loqueestápredestinado,porquesequedóvacíay lapusierona laventaenunmomentoenquesehabíahecholosuficientementericocomoparaconvertirseensupropietario.El día despuésde su conversación conEugeneWetherill,Trent cruzó a toda

velocidadlasondulacionesdesnudas,hastaqueelcampodesapareciódesuvistaylacarreterasehundiómásalládeunbosquedeárbolesaltos.Unapronunciadacurvaalaizquierdalollevóalaccesodelamansión,yentróenelgaraje,entrelasdependenciasdelagranja.Conformecerrabalaspuertasdelgaraje,unafigurapequeñabajóalacarrera

los escasos peldaños que descendían de la terraza delantera de la casa y, acontinuación, recobrando la compostura, caminó con solemnidad hacia él. Eraunniñopequeñodeojosenormes,deunosseisaños,ataviadoconunacamisarojaengalanadaconabaloriosyunpenachodeplumaserizadas,conrayasenlasmejillasylafrente,pintadasconloqueTrentsupusoeracarmín,yunhachademaderaaferradaenlamanoizquierda.—¡Jau!—dijolaaparición,alzandolamanoderechaenungestosolemne.—¿Perdón?—dijoTrentconcaradepóquer.—¡Jau!—repitióelniño;añadiendoamododeexplicación—:¡ToroPisador

granjefe!—¡Ah, ya!Sí, claro—respondióTrent, recurriendo a sus recuerdos.Alzó la

mano—. ¡Jau! El rostro pálido de las regiones de la mañana saluda a ToroPisadoryatodasutribu.—Asímejor—replicó el gran jefe con una sonrisa de oreja a oreja—.Toro

Pisadoralegredeverarostropálido.Rostropálidollegaracomerporlospelos...patadeoso,jorobadebúfalo.¡ToroPisadortenermuchahambre!—¿ToroPisadorpuededecirme—preguntóTrent—si lasquaw rostropálido

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está...,veamos...,entrelossuyos?—Tortuga-Que-Ríeestareneltipi—contestócondignidadeljefe—.También

haber otra rostro pálido..., llamarCol-De-Primavera, venir semana pasada, sermuy buena.—Aquí el noble salvaje cambió de conversación bruscamente—.¡ToroPisadormuycruel,querermatar,querer cabelleras!—chilló,y subió lasescaleras corriendo y blandiendo su tomahawk, mientras Trent lo seguía másdespacio.Otravoz,ladeEuniceFaviell,losaludódesdeelbordedelaterraza.—Philip—llamó—,estoydeincógnitoynoteconozco.Vete.Trent alzó la vista ymiró el rostro pequeño y vivaz, ahora retorcido en una

muecaexagerada.—¿A esto lo llamas gratitud?—preguntó—. ¿A esto lo llamas justicia?Me

batoporunadama,soyelPerseodesuAndrómeda,yportodarecompensameprohíbeentrarenmipropiacasaeintentaparecerseaMedusa.—¿A qué te refieres, Phil?—En su voz había un dejo de ansiedad que no

sonaba a broma—. Perseo... ¿no es el que mató al dragón que amenazaba aAndrómeda?—Elmismo...Burlándosedeellasinpiedad.Peronotelostomesliteralmente,

niaPerseoniaAndrómeda.Alfinyalcabo,noestabasencadenadadesnudaaunaroca,esperandoaquetecomieran...Porlomenos,siloestabas,tuagentedeprensasehadescuidado.Me limitéasacarle losdientesaldragón,cortarle lasgarras y los pinchos de la cola, y, en general, a domesticarlo..., y luego lomataron de forma totalmente innecesaria. Ya sabes que los dragones nuncamueren;hayquematarlos.Igualquelasprisasnosonbuenasconsejerasynopormuchomadrugaramanecemástemprano.—Dejadedecirbobadas,Phil;noayuda.Tengomiedo;enserio.EuniceFaviell eraunacriatura instintiva,que semetía en lospapelesque le

tocaban en la vida con tanta naturalidad como en los que interpretaba en elteatro.Noeradecampo,niporgustoniporcostumbre,peroahoraparecíacomosihubieranacidoycrecidoenél.Laropadetweedquellevaba,conunpuntodenaranja que ardía en el cuello, la camuflabamás omenos en el paisaje, y suelectrizantevozestabaenarmoníaconlascolinasylosbosques.Peseatodalaangustia y la inquietud que su rostro reflejaba, parecía más joven que en laciudad, con todo su arte. Cuando aparecióMabel Trent, a quien Toro Pisador

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arrastróalafuerzaparaqueselesuniera,subellezaoscurayregularrecordabamuchomásalavidaenlametrópolisqueladelamujerqueraravezpisabaotroescenario.LamiradadeTrent sedetuvounmomentoen la imagende lasdospersonalidadesvívidasycontrastadas,conlacasagrisdetrásyelverdeoscurodelostejosaamboslados;acontinuación,subiólasescalerasparasaludarlas,yabrazóasumujercomosiseaferraraaellabuscandosuprotección.—Mabel—dijo—, túpor lomenosnomeecharás como si fueraun leproso

piojosoquemerodeaplaneandocometerundelito.¿Quéhaceaquíesteser?Haestadodiciéndomequemevayaconvientofresco,oalgoporelestilo,aunquesaltaalavistaquememuerodehambreydesed.ToroPisador,hazelfavordedecirlesalasseñorasdeltipiqueelrostropálidoquiereaguadefuegoconsoda,porqueseencuentracomounbúfaloherido,trassulargoperiploporlapraderavirgen.—Sí, Toro—asintió sumadre—.Dile aMaggie que se lo traiga a tu padre

aquí.—Aguade fuegoparagranpadreblanco—repitióel jefe,yentróen lacasa

corriendoygritando.—¿Cómonohasavisadodequevenías,Phil?—lerespondióMabelTrent—.

Menosmalquehasllegadojustoalahoradecomer;ynovasapasarhambre,porqueEuniceapenashacomidodesdequehallegado.Ytienesquecomer;estásmásflaco.—Trazódoslíneasdeinaniciónensusmejillasconundedográcil—.Hasestadopreocupado,otrabajandodemás...—O de parranda —sugirió Eunice—. Eso son líneas de imprudencia y

depravación,mujer,ynolamarcadelossuspirosporestarseparadodeti,comotratasdedaraentender.—Lomismodaquedalomismo—explicóTrent—.Cuandotratodealejarme

delmaldelamor148, loprimeroquehagoes tirarmeaunocéanodealcoholylibertinaje,porsupuesto.Y,yaqueestamosconlosporqués,¿porquénomehasavisadodequetenemosunaactrizencasa?—Porquenomehadejado.Llamólasemanapasada,dijoquequeríaalejarse

de todo y de todos, y pidió que le diera cobijo. Le dije que faltaría más; y,cuando llegó, me hizo jurar que no iba a decirle a nadie que estaba aquí, nisiquieraati.Asíquepenséque,sisehabíavueltounpocoloca,eramásseguroseguirlelacorriente;sobretodoporquenoteníalamenorimportancianiparati

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niparanadie.Enesemomento, lasirvienta, reciaysonriente,saliócon labebidadeTrent,

anunciandoqueel almuerzo se serviría enunosminutos;yEunice,que sediocuentadequehabíallegadoelmomentodetenertacto,desaparecióenlacasa.Mabellasiguióconlamirada,preocupada.—¿Sabes qué, cariño?Me temo que es grave. Conozco a Eunice de toda la

vida, y nunca la he visto tan mal como el viernes pasado, cuando llegó,preocupada, conmiedo y agotada.He hecho lo que he podido, y en principioestámuchomejor,peroyavesquealgoandamal.Aunquenolehepreguntadoqué,situvieraintencióndecontármelo,aestasalturasyalohabríahecho.Yesbastantepreocupantequeinsistaenquenadiesepaqueestáaquí,nisiquieratú.A lo mejor es preferible que no hayas dicho que ibas a venir..., quizá habríasalido pitando para no verte. No lo entiendo. ¿Podrás convencerla para quecuentealgo?—Voyaintentarlo—confesó—.Hevenidoapropósitoparaeso.Ymealegro

dequelehayashechocasoynomehayasdichonada.Porlovisto,sehallevadounsusto,yponerleperoshabríasidopeor.—Yasabíayoqueibasadecireso.Esasensaciónteníayo.

Trent se ocupó, con la diestra ayuda de su hijo, de que la comida no fuerademasiadoseria.—Laúltimavezquenosvimos—ledijoasuesposa—,nuestrohijoestabaen

laetapade losanimales...,podía sercualquieranimal, siempreycuando fueraferoz.Cuandonosdespedimoseneltren,eraunchimpancéferoz,yjustoanteseraunantílopeferoz.Entiendoqueahoraesunchoctaw.—Choctaw no, pottawattomie —corrigió el jefe con cierta aspereza—.

Choctawnobueno;grangallina,comerserpiente.¡Puaj!—DalelasgraciasaEunice—dijoMabel—.Lehaenseñadoaserunpielroja

completo, como si sus amiguitos y él no fueran ya bastante salvajes. Lo havestido,lehapintadolacara,lehahecholoqueélllama«elgorrodeplumasdepollo»,ylehaenseñadounidiomatotalmentenuevo...,incluidosnombresrarosparatodalagentedecasa.Esunafuentedeinformaciónalrespecto.—Másomenos es loúnicoque aprendí en condiciones en el colegio—dijo

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Eunice—,ysiemprehetenidobuenamemoria.—Las dos pasamos por esa fase en el colegio—señalóMabel—. Solo que

todasqueríamosserguerreros,claro,y,comoyoeradelasmáspequeñas,teníaquesersquaw,ysupongoquenomeinteresódemasiado.—No le ponías ganas; tú naciste civilizada.Eso te pasa por tener un abuelo

francés—observó Eunice—. Phil, has acabado el café, ¿verdad? ¿Te importaquemelolleveunrato,Mabel?Quierocontarlemistribulaciones.

Mientras se dirigían a un asientomás arriba de la casa que daba a la llanura,Eunicedijo:—Lohedichoenserio;quierohablardemisproblemas.Ahoraqueestásaquí,

yquenoshemossumergidoenelambientetradicional,resultaidiotaquepensaradejartealmargenoevitarte.Laverdadesquelasemanapasadanoestabaenmiscabales;notengomásexcusa.Vamosasentarnosaquíyllenarnosdeestapazunratito;luego,tedejoqueempiecesapreguntarme,sinoteimporta.—Bueno,¿porquéhasdesaparecidodeestamanera?—dijoTrent llegadoel

momento—.En general, no te gusta que la gente semeta en tus asuntos (meparece recordar que diste a entender algo por el estilo en una carta que memandaste la semana pasada), pero, si me pides que me inmiscuya en ellos,sorprendentemente, espero que sea porque puede venirte bien. Estamosencantadosdequeestésaquídelamaneraquesea(huelgadecirlo),pero,cuandosetratadeti,nopuedoevitarquererayudar.—Yalosé—dijoella,mirandoalolejos—.Noeresentrometido,ymeparece

queteimportauncarajocómomecomporte.AMabeltampoco;aunqueellanodiría«carajo».Supongoqueenrealidadestoyaquíporeso(quierodecirporelhechodequenoleimporte,noporquenodigapalabrotas).Nosemeocurriríametermepor lasbuenasencasadenadiemás..., salvoencasadeJudith,claroestá;peroseencuentraenelextranjero.—Prácticamente acabas de definir cualquier amistad que valga la pena...No

nos importauncarajocómotecomportes.Tampocoesquenoshayaspuestoapruebamuchasveces.—Bueno, te lovoyacontar.Queríadesaparecer,en lamedidade loposible.

Teníamiedo.Sipor lomenos Judithhubieraestadoen Inglaterra,habría idoa

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verlaaella,ymehabríadichoquéhacer.PeroestabaMabel.—Tambiénestabayo—observóTrent—.YenLondres...,auntirodepiedra,

comoquiendice.—Sí, ya lo sé; pero estabas implicado en las cosas de las que precisamente

tratabadehuir.Entiéndeme,cuandomeenterédelamuertedeRandolph,ydequeelpobreBryanhabíaintentadosuicidarse,fuecuandotuvelasensacióndequenopodíaseguirafrontandolasituación.QueríaalejarmedelaPolicía.Trentexpresósusdudasconunatosecilla.—Eso no es nada fácil..., desde luego, no para una aficionada. Si te andan

buscando, probablemente no tardarán en dar contigo. Pero ¿por qué demoniosibanabuscarte?—¡Nomedigasqueno te lo imaginas!SéqueJudith tecontóqueRandolph

meestabaincordiandoconunascartasquenoentendíbien...,o,cuandomenos,pensé que las entendía, pero me disgustaron mucho más de lo que me sueledisgustaresaclasedemolestias.Norespondí,yélseguía,rogandoquefueraaverlo, porque tenía que decirme algo importantísimo que concernía a todomifuturo...,dandoaentenderquenovolveríaasufrirproblemaseincertidumbres...,todoenesetono.Y,cuandounviejoescribeaunamujerenmiposiciónconeseestilodeprosa,estasabequépensar.Ocreequelosabe.¿Yquiénno?—¿Estásintentandodecirme—sugirióTrent—quelomalinterpretaste?—Bueno,verás.Voyaconfesar.Peroloqueestabadiciendoesqueseloconté

aJudith,yellatelocontóati;yluegomeescribióqueibasatirarledelasorejasa Randolph y que podías ponerle fin al asunto. Yo no veía cómo y de todasformasteníareparosenquecirculasesinpermisomíoundetalleasísobremí;asíque, como de costumbre, perdí los papeles y te escribí una carta totalmenteimperdonable.Por lomenos, esa erami intención...; nome acuerdode loquedecía.—Oh,eraimperdonable.Tuvisteunéxitototal.Menudotrajemehiciste.Meter

lasnaricesencosasque...—Noseascanalla,Phil.Sabesquelosientodeveras,yhablandodenarices,no

me lo restriegues. Siempre me siento fatal después de ponerme como unaenergúmena;yescribirteesofueespecialmentehorrendo.Sinembargo,lopeornoeseso.Verás,antesdeeso,escribíaBryan(unadeesascartassobrenadaenparticularquenosenviamosdevezencuando)ycomentéalgo,noenserio,para

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nada,sobreelviejoy lomolestasqueeranesascartas idiotas.Estabaentreunmontóndechácharapersonal,ynovolvíapensarenello...,hasta...,hastaquemeenterédelodeRandolph,ydelodelpobreBryan,además.Lagentedecíaquedebíadehabersidoél; loescuchéen todaspartes.¿Te imaginascómomesentó?Trent digirió esta información con el ceño fruncido porque él también había

escritoaFairmansobreesas«cartasidiotas».Efectivamente,imaginabacómolesentóaEunice; tambiénimaginabacómolesentaríaenterarsedequesuamigohabíaconfesadoqueeraelasesino:muchopeor.Peronopodíadecírseloanadiesintraicionarunaconfianzaquesiempresehabíaesmeradoenrespetar.Aunqueno fuera así, ¿de qué servía demostrar que los miedos de Eunice estabanfundados?Porqueerainevitablequeselotomasedeesamanera.—Loentiendes,¿verdad?—dijoella,triste—.SilohizoBryan,quizátodosea

culpamía.Yasé,obviamente,queseríaunasandezcogerymataraalguienporsemejantemenudencia; pero, de todas formas, es la clase de cosa que saca aBryandesuscasillas,yfueunaestupidezintegralmencionárselo.Poresoteníamiedo. Por eso temía las preguntas de la Policía. Todo lo que podía aportarhabríasidoperjudicialparaél.Aunquenodijeranada,podíaserqueencontrasenmicarta...;alomejorlaguardó.—Esmásqueprobable,diríayo—admitióTrentconunasonrisaburlona.—Pero,Phil,¿túcreesquefueél?Dimeloquepiensasdeverdad,parabieno

paramal.—Solopuedodecirtequenoséquépensar.Nolodigopordecir;deverdadque

no sé. El caso tiene demasiadas complicaciones; cosas sin pies ni cabeza. SípuedodecirtequeestoydandoporhechoqueBryannoesculpable.Peroparasacarlo de esta, si es que lo consigo, voy a tener que dedicarme en cuerpo yalma.Euniceaplaudió.—Entonces,¿hasvueltoahacertedetective?¿Yesperaspodersacarlodeesta?

¡Benditoseas,querido;esaofertaesinmejorable!Sabiendoqueestástrabajandoenelloyhaciendo todo loquepuedes,mesiento..., ¡oh,muchísimomejor;notengopalabras!—Sí, he recaído.Tepresento aPhilipTrent, el célebre hombre lobo, queha

sido humano unos años y ahora ha vuelto a convertirse en sabueso. Pero no

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quería.Mehevistoobligado.—¿PorquesospechandeBryan?—Solo en parte. También porque descubrieron a la señorita Eunice Faviell

vagando sin rumbo en las afueras del caso. Lo averigüé antes de que me lodijeras.Esmás,poresohevenido.Ellalomirófijamente.—NoteestoypreguntandosifuistetúquienmatóaRandolph—latranquilizó

—,porqueunnoséquéentuactitudmedicequenotegustaríaquesugiriesealgoasí.Peroestabasmuymolestaconél.Y,segúntengoentendido,volvisteaestar muy molesta con él tan solo unas horas antes de que encontrasen elcadáver.Además, está laminuciadeuna fortunaqueesmásgrandede loqueuno pueda imaginar. ¿No te dijo Randolph que su muerte te haríadesmesuradamenterica,hicieraonotestamento?—¡Madremía!—dijoellaconvozentrecortada—.Asíque,segúntú...¡Perosi

nosemehabíapasadoporlacabeza!Segúntú,¿alomejoracabansospechandodemí?—Nonecesariamente,aunquesí incluyéndoteenla listadeposibles.Esmás,

esprobablequeyatehayanmetido.Laúltimavezquevialencargadodelcaso,diomuestrasdeuninterésvagoportiqueyonoacababadeentender.Ahoramedoycuenta,porotrascosasquemencionó,deloqueteníaenmente.EntoncesnoignorabaqueerassobrinadeRandolphyqueteníasbuenasexpectativassiestemoría;peroélsí,yelviejotejónnomedijonada.Estoysegurodequelosabía.—Ytúlohasaveriguadoportucuenta.—No—dijoTrentconaspereza—.Noteníalamenorideaynosabíaqueeras

pariente del viejo.Me lo contaron ayer...Me lo contó EugeneWetherill, queestabamuchomejorinformadoqueyo.Porejemplo,sabíadóndeestabasytuvolabondaddedecírmelo.Meinteresómucho.—¡Quédiablillo!—mascullóEunice,comosiestuviesecontándoleunsecreto

alpaisaje—.Merefieroati—añadió,mirandoaTrent.—Notepreocupesporaquéespeciepertenezco—dijoTrent,afable—.Verse

atrapadoenlamaquinariadeuncasocomoestenotieneningunagracia,ynomegustó la ideadequeteocurrieraa ti,especialmentecuandoyateníaaBryanya...,ejem...,otraspersonasdelasquepreocuparme.Asíque,sinohayobjeción,¿puedesaclararmeunacosita?

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—Si puedo, claro que sí. Ya te he dicho que iba a confesar, ¿sabes?, y enrealidadnoheempezado.Ahoraquehastomadocartasenesteasuntobrutal,notengoganasdesalircorriendo.¿Quécositaes?—A lo mejor no merece la pena mencionarlo —advirtió Trent a modo de

disculpa—. Es lo siguiente: tras quejarte amargamente de que Randolph teestabapersiguiendo,ydehacersaltarenpedazoslareputacióndelviejomozo,ydecomportarteengeneralcomoLucreciaentrelasgarrasdeTarquinio...—Noséquésignificaeso,perosuenadeshonesto.—Bueno,daigual,despuésdemontarunescándalo,¿cómoesquecomistecon

éleníntimotête-à-têteelmismodíaqueloasesinaron?Mira,loestoydiciendosin rodeos, y sin rodeos se hablaría de ello, si se supiera. Así que, Eunice,vamos,¿quédices?Ellasuspiróconpicardía.—Sí;nocabedudadequeconestecasohasvueltoalasandadas.Asíquelo

sabes,¿eh?...Cuándo,ydónde,yquéllevabapuesto,ycuántomeretrasé,yquéfloreshabíaenlamesa,yelnombredepiladelcamarero,yquébebimos...Trentsacóacolaciónloquehabíanbebido.Ellaasintióyañadió,comoreflexionando:—Cuandoestabaaprendiendoeloficio,actuandoen laclasedesitiosqueno

hasvistoentuvida,alpúblicoleencantabanlasobrasenlasquelosbuenoseranbuenos,losmaloseranmalos,losgraciososerangraciosos,ylagentenohacíamásqueataraotragentealasvíasdeltren,oecharlaalacalleconsubebéenmedio de una nevada, o derretirle el corazón al alcaide diciendo: «¡Soyinoceeenteee!».Loqueacabasdedecirmedaelpieparaagarrartedelamuñecaymascullarentredientes:«¿Quésabes?».Peronolovoyahacer,porquemedaigualloquesepas.Quieroquesepastodo,asíquemásvalequeempieceporelprincipio,aunqueestáclaroqueyasabesbastante.—Melotienesquecontartodo—recalcóTrent.—Porestasquesoncruces—dijocoloquialmenteEunice,ycontósuhistoria.Conoció a Randolph más o menos un año antes, en un enorme hotel de

Escocia,alquehabíallevadoinvitadaalaseñoritaYatesparaunabrevevisita.Élapareciópocodespuésdesullegada;entablaronconversaciónconél,yélhizoloquepudoporseragradable, sinmuchoéxito.AEunice le llamó laatenciónquenohicieselamenorreferenciaasutrabajoenlastablas...,«aunquetodoel

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mundo sabía quién era yo, claro», dijo sencillamente. En cierto momento, élmencionóque tenía que encargar un retrato suyoy le preguntó a ella si habíaalgún artista que le gustase para ese tipo de obra. Él apostilló que, sin duda,debíandehaberlaretratadomuchasveces(estofuelomáscercaqueestuvodehacerleuncumplido).EuniceledijoquePhilipTrenteraelmásadecuado.—Traté—prosiguióEunice—deque se llevara la impresióndeque eres un

genioextraordinarioporcuyaobrasepelearánloscoleccionistasdurantesiglos.Despuésmeenterédequetesalióelencargo,perofuigenerosaynotepedíel10porcientohabitual.Pocodespuéssemarcharondelhotel,yEunicenovolvióaverlo.No transcurrió mucho tiempo antes de que empezasen a ocurrirle cosas

desagradables profesionalmente. Se diría que a su prestigio le había pasadoalgo...,«enespecialenlaprensa».Unimportantegrupodeperiódicosnoocultósu decepción para con su actuación en una obra, y de otra no encontró nadabuenoquedecir.Lellegabanpárrafosvagamentemaliciososenlascolumnasdesociedadatravésdesuoficinadeprensa;dabanaentenderquesureputaciónsehallabamásomenosgravementeenentredicho.—No te haces idea—le dijo a Trent— de cómo cambian las cosas cuando

estásanteelpúblicoytepasaalgoasí.Escomosihubieraalgovenenosoenelaire.Medijequenomeibaamorirporeso;nisiquierapodíahacertambalearmiposición, con tal de que no se extendiese demasiado. Sabía que nunca habíaactuadotanbien,ysabíaqueelpúblicolosabía.Perodetodasformasloodiabacon todami alma.Y, justo cuandoestaba empezandoapreocuparme,descubríque teníaqueentregarunacantidadconsiderablededinero.No teníanadaquever con el teatro; un asunto privado, nada más. Fue totalmente inesperado ydolorosísimo, y no hubo forma de evitarlo...; no, si quería seguir llevando lacabeza alta. Pero de nada sirve contártelo, porque no lo sabes, y no puedoexplicárteloAl revés,Trent lo sabíamuybien, perono teníaningunaganadehablar del

infamelibrodeWetherill,ydecómoestelahabíachantajeado.SiEunice,ensuinocencia,creíaquenadieestabaaltantodeaquellatransacción,mejorparaella.Asíquedijosencillamente:—Muybien;sigue.Estabasdiciendoquetehacíafaltadinero.—Me costó todo lo que tenía y todo lo que logré conseguir. Fue un golpe

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durísimo, pero pasé página, y tenía en perspectiva una gira por los EstadosUnidos con la que ponerme a flote. Y luego se hundió. Empecé a tener lasensación de que los dioses me la tenían jurada. Sin embargo, siempre heconseguidoganarmeelpan,yconelpapelprincipalenlaobradeNorthmournotardé en recuperarme. Justo en aquelmomento empecé a recibir las cartas deRandolphdelasquetehablé.Supongoquesolomefastidiarontantoporque,porloquesabíadeél,parecíancompletamenteantinaturalesyfuerade lugar.Alolargo de los años, he conocido amuchísimos viejos verdes, y, aunque nomesorprendería que para muchas cosas Randolph fuese un canalla, en esto enconcretonuncaloviasí,sencillamente...,nomásquealaestatuadeCobdendelacalleHampstead149.Asíquemefuiponiendocadavezmástensa,yprimeroselocontédepasadaaBryan,yluegomedespachéagustoconJudith,yluego...,bueno,loquepasóluegomesorprendiódeveras.—¿Osea,queRandolphsequitólamáscara,ydesvelóquealfinyalcaboera

delomásrespetable?—Sí,siserrespetablenoesmásqueeso.Recibíunacartasuyadiciendoque

había querido explicarme todo en persona, pero que debía de habermalinterpretadosuscartasanteriores.Decíaquedosañosanteshabíaencargadoauna agencia de investigaciónque averiguase si tenía parientes vivos, porquecreíaquehabíallegadoelmomentodedecidirquéibaapasarconsudinero,oalgoporelestilo.Losdetectivesnodieronconelrastrodesuhijo,perodieronconsuúnicahermana,Caroline,yprobaronqueeramimadre,quemuriócuandoyoteníadiecinueveaños.Dabadetallesquenodejabanlugaradudas.Decíaquesu hermana se fue de casa para casarse con un actor que se apellidabaHunt.Bueno, siemprehe sabidoqueeraelapellido realdemipadre,yya sabíaquehubonoséquédiscusiónconocasióndelaboda,porquemimadrenuncadijouna palabra sobre su familia enmi presencia y nunca quiso decirme cómo sellamabadesoltera.Mipadretampoco,nisiquieracuandonoestababorracho,loquenoeramuyfrecuente.»LacartadeRandolphmencionabami lugardenacimientoy lasdirecciones

dondehabíanvividomispadresdesdeentoncesy...¡oh!,muchasmáscosas,perotodoseresumeenqueestabaclaroqueerasobrinadelviejo.Yfueunasorpresamás bien desagradable, la verdad. Mira, Phil, mi padre tenía cualidadesencantadoras y tenía muy buena planta, y era un actor bastante bueno, con

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reputaciónpropiafueradeLondres;peroteníagravesflaquezasymurióalpocodecumplirloscuarenta.Despuésdeeso,mimadrepusounacasadehuéspedesenPortsmouth,y le fue lobastantebienparaque lasdos fuésemosdecentesyparamandarmeaunbuencolegio.Peromeimaginoqueestabaamargada,comodicen.Nunca lavi contentay, aunque siempreme tratóbien, no era loque sedice una madraza. En resumen, no tuve una infancia feliz y casi nunca meacuerdo de mis años mozos. Y de repente aparece alguien a quien apenasconozco y que nome gustamucho, con unmontón de información sobremifamilia ymi infancia, ymedemuestra que es un tíoqueni siquiera sabíaquetenía.Según escuchaba el relato de Eunice, Trent pensó que tal vez no hubiese

muchasmujeresindependientesconunaprofesióntanarduaquesellevasenundisgustoaldescubriruntíomillonarioenbuscadealguienqueheredesufortuna.PerosabíaqueEunicesiemprehabíasidodelasqueparecencapacesdenavegarmásomenosfelicesporlavidasinpreocuparseporeldinero.NoporquefueradelosSkimpole150delatribuactoral;sededicabaasuarteencuerpoyalma,erauna trabajadora infatigable, y llevaba años disfrutando de un éxito tan grandeque, si le hubiese dado por ahí, ya podría haber echado los cimientos de unafortuna.Enlapráctica,aunquelaindependenciasignificabatantoparaellacomosupropiavida,nuncahabíahechonadaparaasegurárseladesdeelpuntodevistapecuniario.Eragenerosayextremadamentedescuidada.Avecesdescubríaqueteníaun saldopositivo respetable en el bancoy se llevabaunagrata sorpresa;otras veces tenía tantas deudas que un espíritu menos mercurial se habríaasustado.Confiabaenquesubuenaestrellaysugenialidadbastaranparallegarafindemes;y,cuandodabanparamás,noerapormuchotiempo.—Esodecíalacarta—dijoella—,yacababapidiéndomequefueseaalmorzar

con él parahablar de todo ello en cierta fecha enque estaría enLondres..., elmiércolespasado,claroestá,elúltimodíadesuvida.Se encogió de hombros en un movimiento de angustia y cerró los ojos un

instante.—Entonces,esoexplicaquetereunierasconél—dijoTrentenvozqueda—.

Ahora encaja un montón cosas que he oído y descubierto... No todo,desgraciadamente,perosíbastante.¿Mepuedesexplicarquéocurriócuandoosvisteis?

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—Demilamores.Fuelopeordelasunto.ÉlestabaenBrinton;lerespondíyaceptélainvitación.Aunquenoquería,nomequedabamásremedio.Alfinyalcabo,eracompletamentelógicoquehicieraloquehizo;eralógicoquequisieraverme; y había sido injusta con él, aunque seguía sin sentirme culpable enabsoluto.Asíqueaceptéy,llegadoeldía,fuiaverlo,comosabes.Alprincipio,fuemuysinceroyagradable;hablóunpocosobremimadreymedijoquemeparecíamuchomásamipadre(locualsabíayomejorqueél)ymecontóqueconlosañoshabíaempezadoapreocuparleestarsoloenelmundo.Luegohablóde laúltimavezquenosvimos,enEscocia,yconfesóquefuealhotelporquesabíaqueyoestabaallí,porquequeríasaberquéclasedepersonaera.Trentasintió.—Losospechaba—observó—.Perohasdichoquefuehacemásomenosun

año. Supongo que le gustaste..., como sueles. Pero, digo yo, ¿por qué tardótantísimoenpasara laacción?Lonormalhabríasidoquemencionaseelárbolgenealógicosintardanza,unavezestuvosegurodequeerascomoéldeseaba.Euniceendureciólamirada.—Bueno, no comprendías a mi tío, nada más —dijo—. Me imagino que

muchoshombresno locomprendían..., ojaláno.Enseguidavasaentenderporqué tardó. Después de hablar de aquel encuentro en Escocia, empezó apreguntarmepormicarrera.Asípudehablardealgoymeanimé;lecontécómoempecéycómoseguí...,unaautobiografíaentodaregla.Mediolaimpresióndequeasimilabatodo,aunquesequedóunpocoserio;yluegomepreguntócómomeibaúltimamente.Asíqueledijequefrancamenteeraelpeorañodesdequealcancéelestrellato.Mehizopreguntas,y lecontécómoestabancriticándomelosperiódicosdeWestlake,yque,porloquefuera,migiraestadounidensenosehabíamaterializado;tambiénledijequehabíaperdidomuchodinero,aminivel,enunnegocioprivado(mereferíaaeseasuntoquetehemencionadosindecirtedequésetrataba).Randolphquisoquelecontasemás,ylerespondíquepreferíanohablardeello.»Y, a continuación, Phil, soltó la bomba que me tenía reservada. Vino a

decirmelosiguiente:“Bueno,querida,yavesquenopuedescontarconganartela vida actuando. Has tenido tumomento, pero parece que tu reputación estáentrandoendeclivey,sinohasestadoahorrando, tienesunfuturoinciertopordelante,pordecirlodeunamanerasuave.Perosoytuparientemáscercano.Soy

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rico. Quiero colocarte en la posición que mereces como sobrina mía y tepropongo dejarte en herencia la mayor parte de mi patrimonio, aunque concondiciones; y una de ellas es que dejes el teatro, que considero una formainmoralyvergonzosadeganarselavida.Prefieroveraalguienquemeimportamuertoamispiesantesquetriunfandoenelteatro”.Eunice,quehabíapuestotodosutalentoenlaimitacióndeladustoancianoy

habíareproducidosudejoconunefectismoasombroso,sesacudiólamelenitayledirigióaTrentunaampliasonrisa.—¿Qué te ha parecido?—preguntó—.Comopoco,me sientomuchomejor.

Nopuedoasegurarqueseanlaspalabrasexactas,excepto«unaformainmoralyvergonzosadeganarse lavida»,y elhallazgode«muerto amispies»;pero síprometo queme enteré delmensaje general. ¡Y ya podrás imaginar cómomepuse!¡Estabaapuntodeestallar!Peronomelopermití.Ledijesencillamenteque no quería dinero suyo, que ya había salido adelante sin él en el pasado ypodría salir adelante sin él en el futuro. Le dije que estaba acostumbrada acuidarmesolaymásquedispuestaajugármelayqueentodocasoloprefería.»Enseguidamealegrédenohabermedejadollevar,porquesepuso lívidode

rabia, y, si al final hay que ponerse absolutamente desagradable, siempre hepensadoqueesmuchomásconvenienteparaunoqueempiecelapartecontraria.Medijoqueeraestúpida,quetodoelmundoquieredinero.Dijoque,sihubieratenidodinero,nuncahabríaoptadoporestaexistenciavagabunda(literalmente,querido).Asíquemeloquedémirando...,deestamanera...,comosi tuvieselapeste,yyosupusiesequenohabíapodidoevitarlo.Seenfadótodavíamás,claro.Dijoquepodía jugármela todo loquequisiera, peroqueyono tenía lamenoroportunidad, y que él podía ocuparse de que no la tuviera. Dijo que no leimportabadecirmequehabíasidoélelquese lashabíaarregladoparaque losperiódicosdeWestlakemehicieranuncortedemangasyparadesbaratarmigiraestadounidense, pero que solo era el principio, para enseñarme que las tablaseranunapésimaopción,yque,siqueríamás,habíadesobra.—Literalmente,comodices—sugirióTrent.—Claroqueno...,nofastidies,Phil.Soloestoyformulandoloquedijolisay

llanamente.Dijo que no retiraba su oferta porque pensaba salirse con la suya.Dijo que sabía que no tardaría en volver con el rabo entre las piernas y queentonces tendríaque aceptarotra condiciónque todavíanohabíamencionado.

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Anteeso,mehiceaúnmáslaestirada,yfaltópocoparaqueledieraalgo.Dijoque la otra condición era que rompiesemi asociación conEugeneWetherill ycualquier otro canalla con el que estuviera relacionada.Bueno, llegados a eseextremo, me levanté y empecé a ponerme el abrigo. Prosiguió con que erademasiado desinhibida en mis relaciones con los hombres, a juzgar por losinformes que había recibido, y tuvo la puñetera insolencia de mencionar elnombredeBryan.—¡Ajá! Mencionó a Bryan, ¿eh? —dijo Trent—. Eso aclara bastante otro

enigma.NoentendíaquépodíatenercontraBryan.—Odiabaa todohombremediodecentequesecruzaseenmicamino—dijo

Eunice brutalmente—.Y esto es lo último.Dijo que antes demarcharme solohabíaunacosamásquedebíatenerencuenta.Novoyadecirteloqueera,Phil,porque se trata de un asunto privado. No tenía ni lamás remota idea de quesupieraalgoalrespecto,y,cuandolooímencionarlo,estuveapuntodecaermeredonda.Solo puedodecirte que él le había comprado... una cosa... aEugene,porlaquesegúnélpagóunprecioaltísimo;y,siyoloobligaba,estabadispuestoa usarla. Siento no poder hablar sin tantos rodeos. Pero, por cierto, rodeos nohubohaceunosdías,cuandoleescribíaEugenesobreesto.—Bueno, eso da igual—dijo Trent—. Fuera lo que fuera, Randolph iba a

usarloparadoblegarte.Alparecereraaficionadoaesascosas.—Sienaquelmomentohubiesetenidounaespada...,unaespadadeverdad...,

habría dejado de tener aficiones—dijo Eunice—. Esa última amenaza fue lopeorquedijo.Justoenaquelmomento,elcamareroentróenelreservado,yyocogí mi bolso y me marché sin decir una palabra. Sabe Dios lo que habríasoltado,sihubiesehablado...,probablemente,habríasidocomolaschicasdelasnovelas, que se escuchan decir palabras que ni siquiera sabían que hubiesenoído.Bueno,esoestodo,Phil;lahistoriaalcompleto.Bonita,¿no?Eunicecerrólosojos,estirólaspiernasydejócaerlosbrazos,alamanerade

losboxeadoresenlosdescansosentreasaltos.—¿Ynovolvisteasabernadadeél?—preguntóTrent,dándosecuentadeque

estaba respirandomás rápidocomoresultadodel torrentede ímpetudiscursivodeEunice.—Niunapalabra...,nitampocounalínea,siterefieresaescritos.Casinodio

tiempo,¿no?Cuandolodejé,estabatanfuriosaquenohabíaenmiinteriorsitio

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para nada más; en cambio, cuando me calmé, empecé a pensar en lasperspectivas que tenía, y ya te puedes imaginar cómome sentí.Cuando sabesque un hombre con semejante temperamento va a utilizar todo su poder paraaplastarte, no tiene ninguna gracia, créeme. No podía aprenderme mi nuevopapel. No podía dormir. Hasta bien entrado el día siguiente, no puderecomponermeyrecobrarelvalor.Yentonces,encuantopuseunpieenlacalle,meenterédequehabíandisparadoaRandolph.Sinohubierasidomásqueeso,habríasido...,bueno,novoyadecirte la respuestaamisoraciones;comosi tellega el indulto cuando están a punto de colgarte, digamos; pero lo que losperiódicos decían sobre Bryan me hizo trizas, como te he dicho. Solo podíapensarenalejarmedetodoytratardevolveraencontrarelequilibrio.Trentsequitóelsombreroyseabanicóconél.—Lohashechotanapasionante—dijo—queahoratengocalorypálpitos.Por

cierto, puedo contarte una cosa que guarda relación con la historia.No corresningúnpeligrodeheredar el dinerodelviejo.Haaparecidoelhijopródigo,y,salvo error u omisión pormi parte, recibirá hasta el últimopenique de lo quequede después de que el Tesoro se lleve lo que pueda. Así que tú, querida,estarásjustodondeestabasantesdequelaorquestaempezaseatocar.—¡AlabadoseaDios!—dijoEuniceconfervor—.Nopidomás.—Sepusoen

pieyestirólosbrazos—.Mabelyeseinocentecríovuestromehanhechomásbien de lo que creía posible; pero sacarme de encima esta larga, larguísimahistoria,meparece, ha rematado subuenaobra; esoy saberquehasvuelto alsendero de la guerra, como diría Toro Pisador. Ahora, lo que necesitan sobretodomiscuerdasvocalesesdescansar.—Locogiódelbrazo—.Novoyadecirunapalabramáshastahabertomadoporlomenosdostazasdeté.Llévame.148Versode la semióperaLareina india, conmúsicadeHenryPurcelly libretode JohnDrydeny su

cuñadosirRobertHoward.149 Probablemente, se trate de la estatua del político y empresario Richard Cobden (1804-1865), en

CamdenHighStreet,enelbarriolondinensedeHampstead.

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150ProbablereferenciaaHaroldSkimpole,personajedelanovelaCasadesolada,deCharlesDickens,queesunartistadelsablazo.

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CapítuloXVI

Lapalabrasusurrada

Un largodíade trabajo en el estudio siguió al regresodeTrent deDidbury, yapartósumentedel tormentode lasdudasquesurgíanconcadarevueltaenellaberintodelcasoRandolph.Cenótarde,yahora,transcurridaunahoraconunapipa y un tomo de Boswell151, estaba sentado y pensando en el siguientemovimientodelaempresaquehabíahechosuya:rastrearlaverdadquecontantapertinacia le había dado esquinazo hasta entonces. En realidad, apenas habíaduda respectodequémovimientodebía ser ese.Aquellamañanahabía sabidoquelehabíandadopermisoparavisitaraBryanFairmanenlaenfermeríadelacárceldeNewhaven,queFairmanqueríaverloyqueprobablementeestaríaencondicionesderecibirlodosdíasdespués.Sisuamigoteníaintencióndeponerfinaldesconciertoaquehabíadadolugarlaadmisióndequeeraculpable,queparecíaunalocura,yaltercosilencioposterior,erainútilcontinuarelucubrandoenelínterin.LomejorquepodíahacererarepasarlospuntosqueFairman,cabíaesperar,podíaaclarar.Trentseguíaenelestudio,elcentrodesuvidaprivada,dandovueltasatodas

esascosas.Sabíaquefueralanocheestabaplomizaynocorríaelaire;yporfinsediocuentadequehacíaratoquedesdelacristaleraquedabaaljardínllegabaunruiditodifícildeexplicarensemejantescondiciones.Ahoraescuchó,atento.Eraungolpeteosuaveenelvidriodelaventana;unos

cuantosgolpesleves,unintervalodequincesegundosomás,ymásgolpesleves.Losgatosylosperrosnoproducíanesossonidos.Podíaserunaramitamecidaporlabrisa;peronohabíaramascercadelaventa,nibrisaquelasmoviera,sihubiesehabido.Unashorasanteshabíacaídounchaparrón,yTrentpensóenlaposibilidad de que fuera agua que goteaba de un canalón o una cornisa. Sin

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embargo, estaba casi seguro de que los golpes venían de la superficie de laventana.Volvióaoírseelruido,yTrentseacercóraudo,apartólascortinasyabrióla

cristaleradeparenpar.Nohabíaluna,ydelacalleiluminadaporlasfarolasalotroladodelacasanollegabaunsolorayodeluz.Másalládelcaminoradianteque proyectaba la ventana abierta, el jardín estaba demasiado oscuro paradistinguirsiquieralassiluetasdelosárbolescontraelcielo.Habíaunfuerteolora tierra mojada. Trent pensó que la noche, como noche, era prácticamenteimpecable.Eldonsanadorde lanaturalezaquees laoscuridadabundaba tantocomoconjusticiapuedeesperarsedentrodelosconfinesdeSt.Marylebone152,yenlacálidahumedadsesentíabullirlavidadelatierra.Peroestabaeseruido.Trent, adorando, como siempre, el mero sonido de las palabras, empezó a

murmurarparasusadentros:—Lavistahundíenaquellaoscuridad,ypaséun largoratoallí, / indagando,

temiendo,dudando, soñandosueñosque jamásmortalalgunoosósoñar; /masnadarompióelsilencio,tampocodioseñaleslaquietud,/ylaúnicapalabraallídichafuelapalabrasusurrada...—¡Jefe!153.Lapalabrasusurradallegódelassombrasnegrasalpiedelmurodeladerecha.—Jefe—repitiólavozronca—.¿Podemoshablarunmomento?Porelamorde

Dios...Había en el susurro una súplica urgente. Trent, decidiendo que en realidad

estabadespierto,ysiempredispuestoaacogeryaceptarloinsólito,contestóenvozbaja:—¿Quiénandaahí?—¿Estásolo,señor?—preguntólavozconacentosensiblementemejorado;y

Trent,vagamenteconscientedequeyalahabíaoído,contestó:—Sí.—Ustednoesdelosquetraicionanalosdesgraciados,señor,estoyseguro.—Eso va a tener que dejarlo en mis manos —puntualizó Trent—. Es un

intruso,ylosabe.¿Quiénes,yquéesestahistoria?Delosarbustosescondidosllegóunruidodehojas,yunhombrecilloavanzó

vacilante hacia la zona de césped iluminada. Llevaba un uniforme de chófer.Conformeavanzaba,sequitólagorraconvisera,yduranteuninstantesufurtiva

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miradaseclavóenladeTrent.Sehizounbrevesilencio.—Claro,loconozco—dijoTrententonces—.EsRaught,elcriadodeldifunto

señorRandolph;seocupódemícuandoestuveenBrinton.Nosemeocurreporquéquierequehablemos,pero,siesimportante,notengonadaqueobjetar.Queyosepa,laPolicíanoloacusadenada,peroloestánbuscando...Supongoqueyalosabe.—Efectivamente,señor—afirmóRaught—.Poresoysoloporesohevenidoa

verlo de esta..., de esta forma irregular, que espero que pueda usted pasar poralto.Nomeheatrevidoaarriesgarmeallegarhastalapuertailuminada,niaquemeviesenadiede la casamásqueusted.Mehe colaopor el pasodel lateral,señor,cuandonopasabanadieporlacalle,yhedaounosgolpesenlaventanadondehe podidoverlo por entre las cortinas. Por favor, señor, ¿puedohacerleuna o dos preguntas? Para mí son vitales; si no, en buena hora estaría aquíimportunándole.Raught,estrujandolagorra,volvióaclavarsuinquietamiradaenelrostrode

Trent.—¿Por qué cree usted —dijo Trent— que estoy en posición de contestar

preguntasvitalesparausted?Noentiendo.Raughtasintió.—Claro que no, señor. Verá, antes de venir, he decidido que tenía que

contárselo todo. Lo primero es lo siguiente, señor: sé que visitó la casa de laplaza Newbury y sé que el inspector que lleva el caso estaba allí en aquelmomento.Estuvoustedmásdeunahora,señor.Debierondehablardelcaso,y,silohicieron,probablementeoyóloquequierosaber,señor.Nolepidoquehaganamalo,señor;solo,queseportebienconunhombrequehatenidomuymalasuerte,yalquehanmaltratadoduranteaños.En su escasa experiencia personal acerca de Raught, Trent no había

descubierto nada que le gustase, pero lo que recientemente había averiguadosobreélloconvenciódequesusúltimaspalabraseranciertas.Lapeticióneradeunaclaseque lecostaba resistir;además, teníamuchasganasdedescubrirquéhabíadetrásdetodoaquelloynopodíaevitarlo.—Cálmeseunmomentomicorazón,yvamosaexplorarestemisterio—dijo

—. ¿Sabe,Raught?Es asombroso lo bien que encaja usted en el esquemadel

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gran poema que justo estaba recordando, cuando de pronto me ha llamado«Jefe»; como si hubiera vertido su alma en esa única palabra. Hasta tiene unpoco de cuervo..., más que de ave del paraíso, por lo menos. Yme llena defantásticosterroresquenuncahabíasentido.Entreyexplíquemelos.—Muchasgracias,señor.Raughtcruzóelumbraly,mirandolapuertaconaprensión,sesituócercadela

mesa.—NopuedoofrecerleunbustodeAteneaparaqueseencarame—sedisculpó

Trent—,peroeneseestantehayunodeGeorgeRobeyquehiceyo,ysegúnmisamigos tiene cierto parecido. Si no le apetece, siéntese donde quiera. No sepreocupe,queaestahoranovaavenirnadieamolestarnos.Mifamiliaestáaunasnoventamillasdedistancia,yelamadellavesqueseocupademídebedeestardormidaysoñandoconPaisley.Siporcasualidadviniese,lediréqueestoypensandoencontratarlocomomodeloparamicuadrodeApoloexpulsadodelOlimpo.Raught,quesehabíasentadoenelbordedel falso trono, inquieto,empezóa

incorporarse.—No,no;quédesedondeestá.LediréqueesOdiseorelatandolahistoriade

sus tribulacionesaAlcínoo.YoseréAlcínoo;y,deentrada,meparecequemegustaríasabercómoesquesabetantodemisúltimosmovimientos.Raughtserelamióysepasólamanoporlasmejillasylabarbilla.—Bueno, señor, en cierta forma, es unpocoviolento.O sea, esa parte de la

historianomeconcierne soloamí.Ustednuncaharía algodeshonesto, señor;estoyseguro.—Esperoqueno,Raught.—Laverdad,señor,esqueapartirdenuestrasvisitasaLondreselañopasado,

entablérelacionesconlacocineradelacalleBullingdon,46;osea,lacasadesirHector Findhorn. Es viuda, se llama señoraLeather y surgió un vínculo entreambos, o como se diga. Íbamos al cine cuando yo libraba, y ella cambió dehorarioparaquecoincidieraconelmío.Además,comolasdoscasasestántancerca, lo teníamos facilísimo para vernos un rato de cuando en cuando. Elnúmero46estájustoenlaesquinadelaplazaNewbury,ylasventanasdeatrás(bueno, las de los pisos de arriba) dan justo ahí; es decir, a la casa del señorRandolphyalasotrascuatrodelafila.Selocuento,señor,y,cuandollegueel

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momento,yaentenderáporqué.—Me parece que empiezo a vislumbrar algo —dijo Trent—. La casa de

Randolphestababajovigilanciacuandofuiaverla...,¿eseso?—Sí, señor..., y le pido perdón por la indiscreción. Como he dicho, voy a

contarle todo. Lo vi yo mismo, cuando vigilaba desde una de las ventanastraserasdelúltimopisodelnúmero46.Trentobservóalhombrecondeleiteyasombro.—¿Cuandovigilaba?¿Quieredecirquelamañanadespuésdedesaparecerde

lacasadelseñorRandolph,dandoesquinazoalaPolicía,estabaescondidoenlacasadelaesquina,casiensusbarbas?—Sí,señor.Verá,sirHectorFindhornysufamiliaestánpasandounosmeses

en el extranjero y han dejao la casa al cuidado de la señora Leather, comomuchas otras veces, ya que es persona completamente de fiar, y estáacostumbrada a cuidarse sola. Cuando bajamos deYorkshire la última vez, lepedíalaseñoraLeatherquesalieraconmigoelmiércolesporlatarde,peronoseencontraba bien, tenía problemas de digestión, lo cual le ocurre de vez encuando.Así que llamépor teléfono ami hermana, la señoraLivings, y quedéparatomaralgoyverunespectáculoconellayconsumarido;yesohicimos,yeso le conté a la Policía cuando me preguntaron dónde estaba la noche delasesinato.Peromeguardéunacosa,señor.TrentrecordabavívidamentelareservaconlaqueelseñorBlighlerepitiólo

queleshabíadichoRaught.—Alomejor—sugirióTrent,encendiendouncigarrillo—nolossorprendesi

seenteran.—Tienerazón,señor—declaróconpasiónRaught—.Siempretetratancomoa

unperroeintentanquetedelates.Loúnicoquemeguardéfueunacosasinlamenor importancia, pero sin duda se habrían puesto desagradables. O sea,cuandomemarché,unpocoantesde lasseisymedia,primeropaséavera laseñoraLeather,parapreguntarlequétalestaba,yestuveallíconellahastaquefuelahorademarcharme,ensudormitorio,queestáenelúltimopiso,ydaalaplazaNewbury,comolehedicho.En ese momento, Trent, que había estado observando al sujeto con gran

atención, sorprendió una mirada furtiva que este dirigió de pronto a su cara.Raught,claramentedesconcertadoalencontrarseconsusojosatentos,prosiguió

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deformaatropellada.—DespuésfuiaveralosLivingsenelSoho,parandoatomaralgoenunpar

de sitios que están de camino; al inspector le conté eso y todo lo demás queocurrió,contotalsinceridad,hastaelmomentoenquelleguéacasaydescubríelcuerpoyllaméalaPolicía.Leestoydiciendolapuraverdad,señor;esperoquenolodude.—La verdad es que sí, bastante—dijoTrent, amable—, si de verdad quiere

saberlo.Essolounaideaquetengo,yalomejorandoequivocado;pero¿nohayotracosillaque,comousteddice,seestáguardando,queocurrióduranteelpocotiempo que estuvo con la señora Leather?Me ha dado esa impresión, por suactitud.ElcolorvolvióalpálidorostrodeRaught,yestesepusomohíno.—Meestájuzgandomal,señor.Entoncespasóalgo,comodiceusted,yselo

ibaadecir,deverasquesí.Peronoteníanaqueverconmipropiahistoria,niconlarazónporlaquelepidoquemeayudeconunpocodeinformación.Antesdenada,queríaqueentendieracómoesqueestoyescondíoenelnúmero46.—Muybien,cuéntelocomoquiera—concedióTrent—.Eldiseñodelrelatoes

suyo,nomío.Peroimitaustedtanbienauntipoquenosabesicontarlotodoonoqueduranteuninstantemeheengañadoporcompleto.AunqueelairederecelodeRaughtnodesapareciódeltodoconestediscurso

conciliador,prosiguiósurelato.—Verá,señor,cuandoencontrémuertoalseñorRandolph,mellevéelsustode

mivida.Estabademasiadonerviosoparapensar ydi por hechoque lohabíanasesinado(porloquefuera,eraloqueparecía).Ysabía,señor,que,silohabíanasesinado, se me podían complicar las cosas. No me refiero solo a que seríasospechosodesdeelprimermomento,antesdequeempezase la investigación.Habíaotracosa.—¿Serefiere—preguntóTrent—aquenopodríadecirdóndeestabacuándo

sucediósinexplicarsuvisitaalaseñoraLeather,yaqueesodejaríaalaseñoraLeather en una posición muy desagradable, y a que aun así podía ser que laseñora Leather no fuera muy creíble como única coartada? Dadas lascircunstancias,puedequeno,claro...Mehagocargo.Selepodíancomplicarlascosas, comodice.Erandoshalconesatrapados, condenadosa revolotear comomurciélagos.

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—No,señor,nomereferíaaeso.Detodasmaneras,esciertoquenolesdijenadasobremivisitadeesanochealnúmero46,nisobrelaseñoraLeatheryyo.¿Para qué, si ello no iba a dejarme libre de sospechas?Y, además, señor..., leestoydiciendolaverdad...Semeocurrióqueelnúmero46podíasermeútil...,encasodequequisieraalejarmeyescondermeunatemporada.Sabíaquesiemprepodíairallá,mientrasnovolvieralafamilia.—Ya,yaveo—dijoTrent—.Teníaeseasenlamanga.Yentonces, lanoche

despuésdelanochedelasesinato,lojugó.—Sí,señor.Notuvemásquesalirporlaventanademihabitaciónysaltarla

tapiadel fondodel jardín,al callejónquepasapordetrás.Luego fuia lacalleBullingdon,alnúmero46,yallíbajélaescaleradelsótanoyllamétresvecesaltimbrede servicio, como siempre.La señoraLeather se levantóyme abrió, yestoyallídesdeentonces,señor,nomeheatrevidoasalirhastaestanoche.Meprestó el segundo uniforme de su chófer, que se lo dejó en el dormitorio.Mecambiaunpocoelaspecto;sobretolagorra.Trentrio.—Parece lomás sencillo delmundo.El buen generalato es así.No obstante

(perdónporlacuriosidad),¿porquédecidióhacereso,despuésdequedarseencasacuandoencontróelcuerpoydeinformar,comounbuenciudadano?Raughtvolvióatocarselabarbillaylasmejillasconmanonerviosa.—Bueno, señor, de eso se trata;me refiero almotivo de que haya venido a

verloestanoche.Verá,cuandolehedichoqueelasesinatodelseñorRandolphmecomplicabalascosas,noteníaenmentealaseñoraLeatherysusrelacionesconmigo.Lamentodecirquehabíaalgomuchomásgrave.Trenttirósucigarrilloalfuego.—Lo sé. Ahora que lo ha mencionado usted, Raught, puedo decírselo... El

inspectorBlighmelocontótodo.—¿Ah, sí, señor? —Raught se incorporó con torpeza, y se quedó en pie,

temblando—.¿Lode...,lodelgolpeenelbancodeMaidstone?—Tienen su declaración firmada. Los abogados del señor Randolph se la

remitieron a la Policía. La recibieron la mañana después de que usteddesapareciera.Raughtvolvióasentarseconunsuspirodefatiga,lacabezagachaylasmanos

entrelaspiernas.Sequedóasíunosinstantes;acontinuación,alzandolamirada

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yconlavistaalfrente,vertiósobrelamemoriadesudifuntojefeuntorrentedemaldicioneseinsultosmusitadosquerebasóconmuchotodoloqueTrenthabíaoídoensuamplísimaexperienciadelanatema.Finalmente,Raughtsequedócallado,yTrentseacercóalaparadoralfinaldel

estudio.—Tómeseunacopa—dijo—.Asubocalevaasentarbien.Novoyadecirle

quesécómosesiente,porquenuncahetenidoquesertanelocuente,pero,sisehubieradadoelcaso,nolehabríallegadoalasueladeloszapatos.—LealcanzóunvasochatoaRaught,queloaceptóconagrado—.¿Yuncigarrillo?Asímejor.Lagentequenosabedepalabrotasdicemuchastonterías,¿noleparece?Osea,devezencuandooyeshablardeunexpertoquepasavariosminutosseguidosechando sapos y culebras sin repetirse. Ahora bien, está claro que usted haestado maravilloso, pero diría que no ha tardado más de treinta segundos enquedarsesinmunición,yaunasíharepetidounapalabranueveveces.Raughtserecompusorespirandohondoydejóelvasoaunlado.—Leestoymuyagradecidoporesto,señor,ypornoenfadarsecuandomehe

dejaollevar.Dicenqueespeorlaincertidumbre,peroduranteunmomentomehadejadofueradecombate.Entoncesyasabe,señor,loquelequeríapreguntaryharespondidoantesdequedijeranada.Queríasabersiseguíapendientelodelgolpe del banco; eso... y la confesión queme obligó a firmar. Sime hubieradicho que no se sabía nada,me habríamarchado tan feliz comonome sentíadesdehacedías...,odesdehaceaños,yapuestos.Tenía laesperanzadequesehubieraperdidoolahubierandestruido,odequeestuvieraentrelospapelesquese llevaron de la caja fuerte. Bueno, tendría que haberme imaginado que elviejo...,tendríaquehabermeimaginadoqueelseñorRandolphhabríahechoalgoasí.»Ya ve a lo que me refería, señor, cuando he dicho que el asesinato podía

complicarmemucholascosas.SielpapelquefirmécaíaenmanosdelaPolicía,haríarecaerenmítodaslassospechascomosujetopeligrosoquequeríaajustarcuentasconelviejoporhacérmelofirmar.Yseguroquehabríanpensadoquefuia la caja fuerte por sime hacía con la confesión y que de algunamaneramehabíaesfumadocontodoslospapelesalnoencontrarla.Y,comohadichousted,señor, no tenía una coartada creíble. Así que decidí que lo único que podíaempeorar la situación eramarcharme y tratar de desaparecer tras encontrar el

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cuerpo. Y pensé que, si informaba a la Policía inmediatamente y contaba laverdad,causaríabuenaimpresión,ytalvezsesaldaríatodoconunmerojuicioporaquelviejogolpedeMaidstone.Trentasintióconadmiración.—Lohaexplicadomuybien.Y,¿sabe?,lospolicíassonclarividentes...Esoes

exactamenteloqueelinspectorjefeBlighcreyóquepensóusted.—¡Malditaseasuestampa!—dijoRaughtconviolencia.—Y pensó que, cuando al día siguiente descubrió que no había sospechas

seriasyquehabíanarrestadoaotrapersona,decidióintentaresfumarseycorrerelriesgodequeaparecieralaconfesióndelgolpedeMaidstone,porquesuhuidanocambiaríanada,tratándosedeuncrimenquehabíaconfesado.Raughtfruncióelceñoconamargura.—Bueno,acertó.Yasíestánlascosas,señor.Yaveloquesuponeparamíque

tenganesadeclaración.Significaque,aunquenomeechenelguante,voyatenerqueseguirescondiéndomeyescabulléndome,ytratandodecambiardeaspecto;y,vayadondevaya,nihablardetrabajar,salvoenlopeordelopeor,puestoquenotengoreferencias.Esasperspectivastengo,señor.Bueno,ahílotiene.Sepusoenpiedespacio.—Lo sientoporusted—se sinceróTrent—.Lo sientopor todo el que seha

puestoalalcancedelasleyesdelderechopenal;esmás,enotrasocasioneslohesentido por tipos que tenían en su contra mucho más que usted, por lo queparece,yquenolopasarontanmal.—Bueno,señor—dijoRaught—,ustednohahecholasleyes...,yalosé,yno

tuvonadaquever conque empezase conmal pie.Ymeha trataobien, comopensaba;mejordeloquehabríanhechomuchos.Perohayotracosa,señor.—Loqueocurriócuando fueavisitara la señoraLeather, ¿no?Me imagino

quedebedetratarsedealgoquemerecelapenamencionar.—Ya lo juzgará usted cuando lo oiga. Solo le pido que nome implique, si

decidehaceralgoconello.Mehepuestoensusmanos,señor,confiandoenqueactúeconhonor.—Muybien.—Bueno, señor, voy a contarle lo que pasó. Cuando fui a ver a la señora

Leather,justodespuésdesalirdelacasadelseñorRandolph,mequedéunpocomásdemediahora.OímosdarlassieteenSaintChad,yunosminutosdespués

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le dije que tenía que irme. Estábamos en la habitación de arriba, como le hedicho.Fuera estabaoscuro, evidentemente,y, conformemeponía enpie,mirépor laventanaporcasualidadyviaalguienenlapuertadelnúmero5.Erauncaballero que entraba por la puerta en aquel momento. No lo vi más que uninstante,señor,alaluzquesalíadelaentrada;lapuertasecerróacontinuación,ynovimás.Peroesolovi,señor,tanclarocomoloveoausted.Enelmomentonoleprestémásatención,porquesabíaqueaveceselseñorRandolphrecibíaagentecuandoyonoestaba.BajélasescalerasysalíalacalleBullingdonporlapuertadelsótano.Ynadamás,señor.Escuchando este breve relato, Trent sitió la emoción de la aventura en cada

nervio y cadamúsculo, y tuvo que hacer un esfuerzo para hablar con su tonohabitual:—Esofuepocodespuésdelassiete.Ydicequevioauncaballero.¿Porquéun

«caballero»?,¿porcomoibavestido?—Sí, señor; en parte por eso, y en parte por cómo se comportaba. Tenía

aspecto...,bueno,nolosé,señor.Teníaaspectodistinguido,comoquiendice.—Yaentiendo;pero, ¡mecachis!, segúnusted, lovio solounmomento.Y, si

estabaentrando,meimaginoqueleestaríadandolaespalda.¿Habíaalgodeluzdelacalle,ademásdelaluzdedentro?—EstálafaroladelaentradadelaplazaNewbury,enelladodeallá,señor.Sin

embargo,aduraspenaspodríadecirlequéaspectotenía,conesaluz,no.Vibiensusilueta,con lapuertaabierta,cuandoentró.Llevaba trajedeetiqueta,señor,consombrerodecopayunabrigooscuro,yalcancéaverlapartedearribadeunabufandablancaporencimadelabrigo.—¿Ylacara,nadadenada,entonces?—No,señor.—Bueno,¿yquémásobservó?¿Eraaltoydelgado,obajoycorpulento?¿Era

patizambo, jorobado, tenía las orejas de soplillo? ¿Algo que personalizara sufiguravistadeespaldas?—Diría que no era bajo, señor. No puedo decir nada más; solo lo vi un

segundo.—¡Vaya!Retratodecaballero.Alturaindeterminada,complexiónimprecisa,su

alientoeraelrayo;suvoz,latormenta.Enloquerespectaalpeloylatez,alomejorerahastanegro.Sipudieratenerunoesacaritasuyapintadaconfondode

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oropálido,comoprefiereelartetempranodelaToscana,cuántosproblemasseahorraría.Porcierto,¿quéhaydelseñorRandolph?¿Lovioentonces?—No,señor,peroesfácilabrirleesapuertaaalguiensinservisto.Laentrada

es mu angosta, ¿recuerda?, que hay que pegarse a la pared, casi detrás de lapuerta,paradejarlepasoaunvisitante.Lohehechomuchasveces,señor;séloquedigo.Trent digirió esta información en silencio durante unos instantes; luego,

preguntó:—¿Elhombrellevabaunabolsa?—Estoysegurodequeno,señor.Habríavistoalgodeesetamañosilohubiera

llevado,delaformaenqueestabafrentealaluz.Diríaquenollevabanadaenlasmanos,señor.—¡Viva,viva!—exclamóTrent—.Lacosanohacemásquemejorar.¡Ropade

etiqueta,noerabajo,sinrostroysinbolsa!Unaspocaspinceladasdiestrasyyatenemos a nuestro hombre. ¿Recuerda algo más? ¿Cómo era el sombrero decopa,porejemplo?¿Erabrillante,oeraunodeesosplegables?—Nosabríadecirle,señor.Sololoviuninstante,yluegolapuertasecerró.Trentvolvióareflexionar.—Lapuertasecerró.Naturalmente.Peronosecerraríasola,¿no?¿Lacerróel

caballeroofueotrapersona?—No lo vi, señor; sucedió muy rápido. Pero me ha recordado una cosa,

señor...:lapuertasecerróensilencio.—¿Esqueengeneralsecerrabaconunportazo?—Bueno, señor, al salirhabíaquedarunportazo..., esdifícildecerrar.Pero

pordentropodíacerrarseensilencio.Yhablandodesilencio,señor;esomehatraído a la memoria otra cosa, que recuerdo haberle comentado a la señoraLeather en sumomento.Teníamos abierta la parte de arriba de la ventana delcuarto, porque, con la estufa, hacía mucho calor; y a los dos nos extrañó nohaber escuchado los pasos del caballero de camino al número 5. Estando tancerca, no podíamos dejar de oír todos los pasos en los adoquines de la plazaNewbury,salvolosdegatosyperros.Raughtcogiósugorrayfuealaventanaabierta.—Noquieroentretenerlomás,señor.Eshoradequemevaya.—Desde luego,me ha dado bastante que pensar—dijo Trent—. Por cierto,

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Raught,antesdequesemarche,tengoquepreguntarleunacosa.Puedequeseaustedelúnicoquelosepa,dadoqueeraelcriadodeldifuntoseñorRandolph.—¿Dequésetrata,señor?—¿Siempreusabacuchillasdeafeitardelamismamarca?—No, señor. Casi todo el tiempo que estuve con él usó una maquinilla

Oswego,viejayconelchapadomuygastado.DespuésledioporusarunaBok,unmodelomásmoderno,señor.—¿Yesofuehacepoco?—Haceunassemanas,señor.¿Cómolosabía?—Nolosabía;soloteníalaesperanzadequeasífuera.—Trentsoltóunarisa

breve y desagradable—. Las maquinillas de afeitar pueden ser peligrosas.Hablandodelocual,Raught,meparecequehadichoquelaPolicíayalotendríafichadocomopersonajepeligroso.¿Esustedunpersonajepeligroso?Raught lo miró a la cara directamente por primera vez, y su expresión se

endureció.—Puedoserloparalosquesecruzanenmicamino.Peroustedmehatratado

bien,yseloagradezco.Buenasnoches.Yselotragólaoscuridaddelanoche.151Probablemente,untomodeLavidadeSamuelJohnson,deJamesBoswell.152St.MaryleboneoMaryleboneasecasesunbarrioacomodadodelcentrodeLondres,cercadelWest

End.153Eloriginaltieneaquíunjuegodepalabrasimposibledetraducir.Trentcitacuatroversosdelpoema

«Elcuervo»,deEdgarAllanPoe,sinllegaraacabarelúltimodeellos;enesepunto,el«Lenore!»dePoe(encastellano,Leonora)essustituidoporel«Guv’nor!»(quehetraducidopor«Jefe»)deRaught,idénticoaefectosdemetroyrima.Enlassiguienteslíneashayotrascitasyparáfrasisde«Elcuervo».

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CapítuloXVII

Uncuerpoexcelente

Raught estaba de un humor de perros mientras regresaba a su refugio en laesquinadelaplazaNewbury.Siemprehabíasidoinestable,yenlosúltimosdíashabíavividoconansiedaddesesperada,comoaplastanteculminacióndelosañosdeodio incesante, latosoy sofocadoal serviciodeRandolph.Sinnadaenqueocuparse,lalástimaporsímismolohabíadominadoporcompleto,alentadaporel cariño de la mujer que se había hecho amiga suya. Ahora sabía que sustemores se habían hecho realidad; que, en sumezquindad, incluso después demuerto, el viejo lo había denunciado como culpable del crimen deMaidstoneque había pasado hacía tantos años.Mientras recorría la semioscuridad de lascalles iluminadas por las farolas, casi desiertas a aquella hora, iba dándolevueltasasumalasuerte.¿Habíatenidoacasolamenoroportunidad?Randolph,por cierto, como muchos otros en su misma situación, estaba lejísimos decomprenderhastaquépuntohabíatenidomalasuerte,quépocasoportunidadeslehabíadadolavida.Elabandonoylacrueldadlomarcarondeniño;enningúnmomentohabíatenidonadaquecontrarrestarasuefecto.Peroentodoelpasadoque recordabaypodía entender lehabían sobradocosasque almacenar en susreservasderesentimiento,deconvicciónpropiadeldelincuentedealmaenfermadequenodebealmundomásdeloquepuedapagarleconsumismamoneda.Apesardelentrecejofruncido,lapequeñafigurasemovíaconalegríafingida.

Raughtsabíaquenodebíaparecerunhombreperseguido;encarnabaeluniformedechóferquevestíalomejorquepodía.Eraunhombrecualificadoconunbuentrabajo, un hombre con carácter y perspectivas; no era el pelele de nadie. Lohacíabien,y,cuandosecruzóconunoodospolicías,estossololededicaronunamiradarápida.

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Aún menos motivos, se diría, había para esperar problemas de la personasolitaria que Raught vio al entrar en la larga acera del lado oeste de la plazaPurbeck.Elhombrealtoqueseleestabaacercandodesdeelotroextremodelafiladerotundascasasgeorgianasera,paracualquiermiradaexperta,uncaballeroligeramenteintoxicado.Suropaysusandares,ladesviaciónapenasperceptibledelalínearectaalandar,lapausaocasionalparaexaminarconatenciónnadaenparticularseapreciabanfácilmentealaluzdelasfarolas.Teníamenosmiedodeloscaballerosquedecasicualquierotraclasedehombre;porqueel instinto ledecíaque,pordetestablequefueraelcarácterdeuncaballero,normalmentenotendíaacensurarosiquieraainteresarseporlaconductadesuscongéneres.Porlo que respecta a la condición en que se hallaba aquel caballero en particular,Raught, como era natural, supuso que, en lo que a todas luces era una etapatempranadeborrachera,estalollevaríaaunaamabilidadquemerecíaaúnmáselogiosquelaindiferencia.Encambio,Raughtseequivocaba.Haynaturalezasdemasiadocomplejaspara

amoldarseacualquierpatróndeconductareconocido;queson,enotraspalabras,naturalezasdesagradables.Estoeraespecialmenteciertoenelcasodelapersonaa la que ahora Raught pudo reconocer, a medida que se acercaban, y ambospasabanbajolosblancosrayosdeunafarola.EraEugeneWetherill,quevolvíaacasadeunlugardeencuentroprivadocuyoprincipalreclamoeraeljuego,yenel que el champán era unamotivación social. Por una vez, en cierta forma, aWetherilllehabíaidobienenambasfuentesdediversión.Estabadebuenhumory tenía lapeculiaridaddeponersemolestocuandoestabadebuenhumor.A lasazón, estaba lejos de ser un borracho agresivo (estado en el que se hallaba aveces, y en el que siempre se convertía, como poco, en una bestia violenta ypeligrosa),perosesentíatravieso.Losdossereconocieron.EnlasdosocasionesrecientesenqueRaughtabrióla

puerta a Wetherill en la pequeña vivienda de la plaza Newbury, amboscoincidieron con la predisposición pública predominante y se detestaron aprimera vista. La segunda vez, cuando a Raught se le cayó el sombrero delhuéspedalcogerlodesusmanos,Wetherillloinsultó,yasuvezfueinsultadoensilencioconpalabrasmuchomenossusceptiblesdeserimpresas.Ahora,cuandoRaughtestabaapuntodepasarasuladoconexpresióndeliberadamenteneutral,Wetherillextendióraudounbrazoyagarróalhombrecillodelhombro.

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—¡Vaya, vaya! ¡Usted por aquí! —graznó—. El miserable criado delmillonario asesinado, feo como un demonio y desaparecido en sospechanciasmuycircunstosas...¿Dóndeva,hermosadoncella?¿SabequelaPolicíaloandabuscando?Hayquetenerelgustoenlastémporasparaquererverloausted,perolaPolicíasiemprehatenidoungustoespantoso...;esfamosaporello.Uncuerpoexcelente,admiraciónyenvidiadelmundocivilizado,pero,enloquerespectaalgusto...,¡sencillamente‘plorable;esaeslapalabra!Ojo,semecaeelalmaalospies,perohayquedecirlo...,sencillamentedeplorable.Raughttratóenvanodezafarsedelvigorosoapretón.—Déjeme en paz —gruñó—. ¡Suélteme el hombro, desgraciado! No lo

conozcoynosédequéestáhablando.—Quenome conoce—lamentóWetherill, sacudiendo la cabeza conpenay

reproche—.Dándomeuncorteenlacalle,abiertayoshtentoshamente.SecreeBeau Brummel154... ¡Lo conozco! Dígalesh a sus dishtinguidos amigosh deWhite’sh155:mecrucéconesefulanoinmundo,Wetherill...,mehiceelsuecoylodejéconunpalmodenarices.Loquepashaesqueesusteduneshtirado...,ytodoporquedesapareceenciscontanchasmuysospitales,y lobusca laPolicía.Muybien..., nopienso imponermi compañía anadie.—Depronto, levantó lavozhastagritarconfuerza—.QuédeseconlaPolicía...¡Policía!—Suéltemeololamentará—musitóRaught,echandoporlabocauntorrente

deobscenidadesaltiempoqueforcejeabaparaescaparse.Estabaciegoderabiaeimprudencia.—¡Policía!—volvióarugirWetherill.—¡Ustedlohaquerido!LamanodeRaughtfuedisparadahaciaelbolsillointerior,ehincólabocade

una automática en el epigastrio de su verdugo. Se oyó un ruido sordo, yWetherill,conunatoshonda,cayóalsueloysequedóinmóvil.Al instante,unsilbatosonóalotro ladode laplaza,en laesquinapor laque

habíaentradoRaught.—¡Vamos! ¡Toque el... flautín! —gritó Raught. Dio patadas al cuerpo, sin

piedad—.¡Estenovaavolver!Disparó a bulto hacia la figura uniformada que ahora veía correr hacia él, y

escapóensentidocontrario.

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A mitad de la calle Lapworth, saliendo a la derecha de la plaza Purbeck, enángulo recto, el gato negro del número 38 estaba sentado en los peldaños,accediendo con condescendencia y dignidad a que el agenteMavor le hiciesecosquillas detrás de las orejas. Para dicho funcionario, aquella clase deatenciones hacia todo animalillo era automática. Lo que de verdad tenía enmenteenaquelmomentoeransusposibilidadesdeentrareneloncetitularenelprimer partido de la temporada de críquet.Era elmomento, pensaba; lo habíademostrado.Porpococriterioquetuvieran,deberíansacarlo,aunquesolofuerapor sus lanzamientos,yesoqueeraun jugadorbastantecompleto;ynoeraelúnico que lo pensaba, como felizmente sabía, sino que hasta sus superioresestabandeacuerdo.PeroelagenteMavorteníaotrointerésenlavida,ymásapremiante:eldeseo

de ascender en su carrera.Casi siemprepensaba en ello.Había consagrado suinteligencia, capaz y alerta, a los estudios de técnica policial y de losmecanismosdelaleyqueformabanpartedeldíaadíadelcuerpo;yteníaideaspropias.Cuandollegaseelmomento,estaría,pensaba,totalmentepreparado.EseladodelanaturalezadeMavorentróentensaacciónconunsobresaltoal

escucharelgritolejano«¡Policía!»alavueltadelaesquina,enlaplazaPurbeck.Elgatonegro,decuyasorejassehabíaapartadosumanotanbruscamentecomosiestuvieranalrojovivo,lomiróconfríodesdénconformesealejabaencarrerarauda,atlética,sacandoelrelojytomandonotadelahorasegúncorría.Mavorestabapreparado.Seoyóotrogrito,yacontinuaciónotroruidoquehizoqueMavorabrieseaún

más losojos,yqueestos sehiciesenaúnmásbrillantes.Era ese sonidoplanoparaelquelosexpertosestadounidensesenhomicidioshanacuñadolaexpresivapalabra «¡Ker-bap!», e inmediatamente lo siguió el profundo zumbido de unsilbato de la Policía. Conforme apretaba el paso, Mavor se caló el cascofirmemente,apretólacorreadebajodelabarbillaparaobtenerlamáximatensiónysacólaporra.Sonóotrodisparo,yacontinuaciónunhombrecillodiolavueltaalaesquina

de la plaza, a unos veintemetros y corrió hacia él a toda pastilla. Cuando elfugitivoalzólamanoconungritodeamenaza,Mavoralcanzóaverelbrillodelafarolareflejadoenlaautomática.Agachólacabezaalinstante,«cubriéndose»

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conelcascoylosbrazos,ycargócontraélcomountoro.Uninstanteantesdelimpacto,sintióundolordesgarradorenelhombroizquierdo,yelchasquidodela pistola lo ensordeció; a continuación,Raught cayó, peleando como un locoparaquitarsedeencima losochentaydoskilosdepesodeMavory liberar elbrazoderechoacuyamuñecaseaferrabaMavorcon laúnicamanoquepodíamover.Todoacabóenunossegundos.Antesdequealprimerpolicíalediesetiempoa

llegaralaescenadeaquellapeleadegatossalvajes,yaltiempoquelasventanasypuertas se iban abriendodepar enpar a lo largode toda la calle, un cuartodisparohendióeltumultocrecientedealaridosygritos.Sincasco,sinaliento,lívidoporeldolordelhuesorotoyconsangrecayéndole

porlosojosdeuncorteenlafrente,elagenteMavorsearrodillóycontemplólafeaimagenqueteníadelante.—¡Dios...! —jadeó, mientras con la mano derecha se apretaba el hombro

herido—.¡Alfinalsehapegadountiro!154 George Bryan Brummell (1778-1840), conocido como el Bello Brummell, fue el «árbitro de la

elegancia»enInglaterra.155White’sesunodelosmásexclusivosclubeslondinenses.BeauBrummellfuesocio.

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CapítuloXVIII

Informaciónrecibida

Cuando Raught se despidió, después de la entrevista secreta en el estudio deTrent,yaeramedianoche;y,hastapasadamásdeunahora,Trentsiguiósentado,fumandoymirandoelfuego,mientrassumentejugabavehementementeconelnuevohilodeideasevocadoporlahistoriaqueacababadeoír.Elfuegoestabacasiapagadocuandovaciólaúltimapipayfuealdormitorio.Susueño,cuandoalfinllegó,fuedesapacibleyapenasreparador;perounaperspectivaclarayunobjetivo difícil habían empezado a tomar forma tras darmuchas vueltas en laoscuridad.Nofuehastabienentradalamañanasiguientecuando,mientrastrabajabaenel

estudio,lollamaronporteléfonoy,parasusorpresa,oyólaclaravozdeVerney,quepreguntabaporél.—Lohellamado—dijoVerney—poralgoqueestoysegurodequequerráoír,

y,además,nosemeocurrenadiemásquepuedahaceralgoalrespecto.SetratadeldoctorFairman.Séqueesamigodeusted.Esunahistoriademasiadolargaparareferírselaporteléfono.¿Tieneunmomentoparaqueselacuentehoy?—Sí, claro.—Trent pensó a toda velocidad durante unos instantes—. Si no

recuerdomal,me dijo que está casi siempre en el InstitutoRandolph. Si va aestarestatarde,¿quétallevienequepaseaverlohacialasseis?Nuncaheestadoallí,¿sabe?,ymegustaría,siesposible.Nopuedoirantes,porquevoyaestartrabajandoaquímientrashayaluz.—Perfecto —convino Verney con entusiasmo—. Justo entonces es cuando

empezamos a tener lío, y así podrá hacerse una idea de lo que el institutorepresenta en esta parte delmundo.Ya sabe dónde está: en la calleMarigold;cualquierpersonaconlaqueseencuentreleindicaráelcamino.Yoandarépor

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allíyestaréencantadodeverlo.—Muybien.Allíestaré.

PasabanunosminutosdelasseiscuandoTrent,alvolantedesucoche,invadióelterritoriodelInstitutoRandolph.Aparcóypreguntócómollegaraunharagándeciertaedadquesehallabaapuntalandolapareddeunpub.Haciendoungranesfuerzo,eltiposesacóunapipabaqueteadadelaboca,escupióconparsimoniayseñalóconelpulgarporencimadelhombroderecho.—Laprimeraaladerechaylasegundaalaizquierda.Verálaslucesyoiráa

losmalditosniñosjugandoalbalón.Volvió a poner la pipa en su sitio y se centró en su titánica tarea con una

determinaciónquesecótodapreguntaulteriorenlalenguadeTrent,quienteníacuriosidad por saber cómo los niños, estuvieran en el estado espiritual en queestuvieran,podíanjugaralbalónenaquellascallesangostasyabarrotadas.Tuvolarespuestanadamásllegaralasegundaalaizquierda.Deloaltodeun

edificio elevado se escapaba un resplandor. Su tejado plano estaba delimitadoporunagranjauladealambre,esplendorosamenteiluminada,ylosgolpessordosde los balones de fútbol, golpeados violentamente contra las paredes ymezcladosconbrevesráfagasdeaplausos,proclamabanquevariospartidosdefugsoccer156 se estaban jugando almismo tiempo en el aire de las alturas deLondres.Entoncessediodebrucesconlaentradadeledificio.Unapotentelámparade

arcoemitíaciertacantidaddeluzentornoaunapuertaancha,quecuatroocincojóvenes franqueaban en ese momento. Trent dejó el coche junto a la acera yentrótrasellosaunvestíbuloalicatadoalquedabamediadocenadepuertas,conunasescalerasdesubidaenfrente.Dirigiéndoseaunjovenenjutoquelomirabaconcuriosidad,TrentlepreguntódóndepodíaencontraraVerney.—Arriba,meimagino—fuelarespuesta—.Siesperaaquí,voyabuscárselo.

¿Nombre?Trent confesó que tenía nombre y dijo cuál era. El servicial joven subió las

escalerasa la carreraydejóalvisitante enmediodelvestíbulo, saboreandoelsutilaromadellugar,queparecíaunamezcladejabónmedicinal,fibradecoco,cuero y otros elementos más difíciles de identificar (un olor que no era

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desagradable;esmás,queinspirabaconfianza,pensóTrent).Aun ladodelvestíbulo,aciertadistancia,unaplique lanzabasus rayosaun

tablerodepañoverdeanteelcualungrupitodejóvenesexaminabalosanunciosexpuestos.—Alguiensehadejadoelrelojporahí—proclamóunodeellos—.Encontrado

enelvestuariodearriba.¿Alguienlobusca?—¿Dicesiesunrelojconlapulseradeplatinoycuarentaynueveagujeros?—

preguntóotroconfingidaansiedad—.Nosédóndelohepuestoyanocheestuveahíarriba.—¡Quégracioso!—observóelprimero,deformadesapasionada—.De todas

maneras, no serámuybueno, o lo habrías robado. ¡Anda!Aquí estáPelirrojo.¿QuéhacesquenoestásasesinandoratonesenSouthKensingtonestahermosatarde,Pelirrojo?¿Yanoteinteresalaciencia?¿Osehaacabadoelsuministrodepobresanimalitossinvoz?—Ojaláalgunosdevosotros fueraispobresanimalitos sinvozparavariar—

replicóunjovenaltoconelpelorojoyrebeldeygafasqueacababadesumarsealgrupo—.SabeDiosquenopuedopermitirmeperdereltiempo,conlosfinalesdebiologíadentrodedossemanas,peroestatardehayreunióndelcomitédelabiblioteca.—¡Mentira!—dijo otro joven—. La reunión del comité de la biblioteca es

mañana,comosiempre.—¡Diosmío!—exclamóeldelasgafas—.Pensabaquehoyeraviernes.Maldijo fervientemente, y hubo un estallido entusiasta de regodeo entre sus

solidariosamigos.—Undíatevasaolvidardecómotellamas—advirtióuno.—Todavía no eres catedrático, ¿sabes, Pelirrojo? —dijo otro—. Cuando lo

seas, dará lo mismo que seas tan despistado..., como el viejo que le pusomantequillaalperiódicoyleyólatostada.—MeparecequePelirrojoestáborracho—replicóotro.—Borrachodesangredepobresanimalitossinvoz—corrigióeljovenqueya

habíahecholaobjeciónhumanitaria.—Vale,vale;¡reíostodoloquequeráis!—gruñóeljovenllamadoPelirrojo.Élmismosonrió,lúgubre;yTrent,escuchandolaconversacióncondiscreción,

percibió algo de la afabilidad de Pelirrojo que sus compañeros estaban

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reconociendoasupeculiarmanera.—¡Queyosoydespistado!—prosiguió, rascándose lanarizconuncuaderno

grande—. Entre todos tenéismenos sesos que una rana diseccionada. ¡Y otracosa!Sies jueves,¿porquéel jovenPetersnoestáencalzoncillosen lacalle,corriendo sus siete millas y media con el resto del circo, en vez de jugar alsubibajaélsolo?—¡Oye,listo!—intervinoeljovenPeters,quien,enpantalonescortosyjersey,

yconunapiernaestirada,ejecutabarápidayrepetidamentesentadillas—.Ahoraentrenamoslosmiércoles,tontolaba...,desdehaceunmes—prosiguiósincejarensutonificanteejercicio—.Estásenlainopia,Pelirrojo...Tevendríabiendejardescansaralosconejosmásamenudoyvenirparaquetengamosalgodeloquereírnos.Cambiódepierna.—Por lomenosa tuaparatorespiratoriono lepasanada—observóPelirrojo

—.Sichupastanbiencomoresoplas,alomejorteconsigotrabajodebombaenellaboratoriodefísica.Aquísedetuvo laconversación,yaqueVerneyaparecióbajandoa lacarrera

las escaleras desde las regiones superiores, y fue cordialmente recibido por elgrupo.—Espero que no lleve mucho rato esperando —le dijo a Trent—. ¡Hola,

Pelirrojo! Últimamente, no se te ve el pelo. Trent, permita que le presente aPelirrojo Stimpson, el mejor portero que hemos tenido...; ahora es científico.Vengaconmigo,subamosamidespacho(estáenelprimerpiso).Lo llevó por las escaleras recubiertas de linóleo hasta un amplio salón de

lectura,queenunextremoteníaunmostradorcomoeldeunbar,presididoporunamujer mayor que estaba ocupadísima remendando un calcetín. Había allíunoscuantosjóvenessentadosentornoalalargamesacargadadeperiódicosyrevistas,ydisfrutandodetentempiésentrelosqueelchocolateocupabaunlugarpredilecto.De arriba llegaba vagamente un ruido deping-pong,mezclado conpisotones y carreras que sugerían formas de ejercicio más robustas (boxeo ygimnasia,supusoTrent).Verneyabrióunapuertaamitaddelsalóndelectura,descubriendouncuartito

de aspecto estrictamente utilitario, con un secreter, una mesa sencilla y unarchivadordemetalpintadodeverdecomomueblesprincipales.Segúnentraban,

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unancianoaltoyflacoconunapulcrabarbitablancaygafasconmonturadoradase levantóalertade lamesa,dondehabía estadoatareadoconuna reglayunapluma.—Le presento al señor Bowes, que tiene la amabilidad de ahorrarme un

montóndetrabajoenestelugar—dijoVerney—.Esteeselamigodelquelehehablado,Bowes...,elseñorTrent.ElsonrosadorostrodelseñorBowesteníaunaexpresiónabiertaygenerosa.—Encantado de conocerlo—le dijo, estrechando sumano vigorosamente—.

Creoqueustederaelque ibaahaberpintadoel retratodel jefe.Quécosa tanterrible, señor..., terrible. Estaba fuera de la ciudad cuando ocurrió, y no meenteré hasta que vi los titulares en el periódico. Nuncame había llevado unaimpresiónsemejante.VolvíaLondresde inmediato...;noporquepudierahaceralgooserútil;peroyasabecómosonestascosas.MeinteresamuchoelInstitutoRandolph,yqueríaaveriguarquéibaapasarconélyhablardelasituaciónconnuestroamigoVerney.Esperabaquelainvestigaciónpreliminaresclarecieraalgoelmisterio del asesinato; pero se suspendió (supongo que lo vería) en cuantotomarondeclaraciónalmédico,quenodijomásqueloqueveníandiciendolosperiódicosdesdeelprincipio.—Es lo que suele pasar —explicó Trent— cuando la Policía sigue

investigando.—Esoheoído—respondióelseñorBowes—.Bueno,nosabemosloquevaa

significar para nosotros, aquí, si es cierto que Randolph no dejó testamento,como creeVerney. Pero el Señor proveerá, comodigo siempre.En todo caso,vamos tirando, señor, incluso a la sombra de lamuerte.Estoyocupado con lalistadelcampeonatodeboxeo,Verney;tendríaquehaberestadoapuntoantes.Tenía toda la razón, querido muchacho: necesitaba irme de vacaciones; mesientootro;peroesomeharetrasadounpocoenalgunastareas.Voyaseguirconellos en la biblioteca, y colgaré la lista antes de irme. Ya sé que ustedes dostienenquehablarenprivado.—Muchas gracias, Bowes —dijo Verney, conforme el anciano caballero

recogía sus papeles y salía—. Es uno de los mejores amigos del instituto—prosiguióVerney—.Unhombrerico,jubiladoysolteroquesededicaatrabajaren su parroquia y a labores filantrópicas. Y conmigo ha sido la generosidadpersonificada.Bowestienepocosamigos(yesopeseasucorazóndeoro),yme

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parecequeestaessuúnicavidasocial.Pasa lamitaddel tiempoaquí,ynoséquéharíasinél.HizoseñasaTrentparaquesesentaseenelsillóndemaderacurvadaqueel

señorBowes acababa de dejar libre y, expulsando con suavidaddel que habíaanteelsecreteraungatonegroovillado,sesentó.—¿Legustanlosgatos?—aventuróTrentmientrassesentaba.—Engeneral,no—dijoVerney—.Nomehorrorizan,comodicenquelespasa

aalgunos;pero,sipuedoelegir,prefierosuausenciaasucompañía.Claroquelacosacambiacuandoungatitonegrosecuelaentuhabitaciónyseponecómodo,comohizoestehacemásomenosunasemana.Loquenecesitojustoahoraesunpoco de suerte, para variar.—Alcanzó aTrent una pitillera—.Por favor, cojauno,yperdonequenoloacompañe.Elcigarrilloquemefuméensucasafueelprimerodesdehacecosadedosaños,y,detodasformas,aquínodeberíafumarnunca.Esunacostumbrequenoayudanadaa loschicos(siemprese lesva lamano).Desdeluego,eramicaso.—Tienetodalarazón.—Trentcogióuncigarrilloyloencendió—.Simeven,

siempre puede decirles que soy un degenerado irrecuperable con un pie en latumba,yquetodoempezóconeltabaco.Verneysonriócontruculencia.—Metemoquenodaeltipo.Bueno,supongoqueahoranohedepreocuparme

poresascosas...Alomejorustedestabapensandolomismo.Esprobablequenomequedemuchotiempodetrabajaraquí.Nosécuánto.El instituto tieneunospocosamigos,hombresconrecursos,quesehanunidoycorrenconlosgastosdurante un tiempo. El bueno de Bowes se ha puesto al frente del grupo. Engeneral,damosporhechoqueapareceránunaovariaspersonasdiciendoquesonparientesdeRandolph(puedeinclusoqueyahayanaparecido)yesperamosquequien acabe heredando su dinero decidamantener abierto el instituto. Pero elfuturoesabsolutamenteincierto.Nopodemosmásqueesperaraverquépasa.»Y, por lo que respecta a su amigo, el doctor Fairman, está en una posición

verdaderamente asombrosa. Para empezar, sabemos que lo arrestaron el díadespuésdelasesinatoyloacusarondeintentodesuicidio;y,comolosperiódicoshanpublicadoquehabíaperdidosuempleoenelHospitalRandolph,elconsensoesquetambiénessospechosodeasesinato.Puesbien,meresultasencillamenteincreíble.No lo conozco íntimamente (usted sí), pero lo traté bastante cuando

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llevaba los asuntos del Hospital Randolph y no puedo creerlo. Lo tengo porhombredeprincipiosy conuncarácter insólitamente fuerte, laúltimapersonadelmundoquetendríaqueverconuncrimenasí.Notengolamenorideadeporquélodespidierondesupuestoenelhospital,perodeducirqueunhombrecomoFairmanseconvirtióenasesinoporesoesunasandezcompleta.—Totalmente de acuerdo —coincidió Trent—. Por mi parte, estoy

absolutamenteconvencidodequeesinocente.Quizáhayaoídotambiénquehatenidounacrisisterribleyestáenlaenfermeríadelacárcel.—No, no lo había oído. Lo siento mucho. Sin duda sabremos mucho más

cuandoserecupereypuedacompareceranteeltribunal.Verneysedetuvo,comosiinvitaseaquienalparecerestabamejorsituadoque

él a compartir la información que tuviera; peroTrent decidió dejar de lado elprocesodeFairman.Siemprehabía sido escrupulosoy cuidadoso a lahoradehacerseacreedordelaconfianzadelseñorBlighyotrosagentesdelaleyconlosqueteníarelacionesamistosas.SabíaquelaconfesióndeFairmanseguíasiendounsecretooficialbienguardado,yesotambiéneraciertoacercadeotrosdetallesdelcrimenalmargendelcomunicadosomeropublicadoalprincipio.—Bueno,novaaserfácilconvencermedequefueél—dijoporfinVerney—.

De todas formas, no quería hablarle de eso, sino de lo siguiente. Dos díasdespuésdequeasesinaranaRandolph,yantesdequesesupieraqueel tipoalquehabíanarrestadoeraFairman,recibíunacartadeldoctorDallow,queeseldirectormédicodelhospital.Meconocía,claro,comorepresentantedelviejoenlosasuntosdelhospital,yempezabadiciendocuánhondamentesobrecogidossequedaron él y todo el personal cuando se enteraron del crimen. Luego añadíaalgoquenomesorprendió,porquesabíaquehacíatiempoqueestabaenelaire.Decíaqueteníarazonesparacreerque,si laposicióndelhospital llegaseaserdifícil,porlarazónquefuera(supusequesereferíaalamuertedeRandolphyaquehubieraproblemasconsuherencia),laAdministracióndelCondadodeWestRidingestabadispuestaaasumirporcompletolaresponsabilidaddelhospitaltaly como estaba, incluidos él y el resto del personal, y a gestionarlo solo comopartedesuspropiosserviciospsiquiátricos,sipodíaarreglarse.—Yaveo—dijoTrent,pensativo—.Elcondadohabíadisfrutadogratisdeuna

institución óptima, y laAdministración no tenía reparos en tomar el testigo ycontinuarlasoperaciones.Meimaginoquehaceunalaborindispensable.

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—Asíes,ymuyespecial...; de eso se trata.Bueno, loque lehabíandichoaDalloweraeso,yyomismolohabíaoídooficiosamente.Pero loquereferíaacontinuación síme sorprendió. Preguntaba si estaba en contacto con el doctorFairman, o si sabía dónde localizarlo. Recuerde que, cuando escribió eso,ignorabaqueFairmanestuviesearrestado.DijoquelasalidadeFairmansehabíadebidoaunlamentabilísimomalentendido,queestabadeseosodecorregirconlamayor brevedad, si era posible. Fairman había estado haciendo un trabajovaliosísimo,decía,y,sipodíanconvencerlodequevolvieraen lascondicionesprevias, todos estarían encantados, pero nadie tanto comomi seguro servidorMaxwell Dallow. Eso decía la carta. Le diré que me quedé boquiabierto. ¿Austednolehabríapasado?—Me habría pasado. Y lo estoy —afirmó Trent—. Uno no puede evitar

preguntarsequéhaydetrás.NadieprescindedelosserviciosdeunhombrecomoBryan Fairman sin óptimas razones, efectivamente. Si hubo unmalentendido,tengoquedecirquea suseguroservidor,MaxwellDallow,deberíacaérsele lacaradevergüenza.Sedetuvo,pensandoqueprobablementeeldoctorDallowsentíalomismo,si

las conjeturas conjuntas del señor Bligh y del propio Trent tenían el menorfundamento. Cometer una injusticia cediendo ante una amenaza no podía sergrato para la autoestima de nadie. Si la repentina muerte de Randolph habíasupuesto para Dallow la emancipación de un yugo secreto, y si de inmediatohabía tratado de deshacer lo que le habían impuesto, el doctor tenía ciertomérito;porque,pararestauraraFairman,élmismoteníaquehumillarse.—SideverdadDallowquieredecirque...—comenzó.—Oh, claro que sí—dijo Verney—. La carta no deja lugar a dudas. La he

citadodememoria,perolatengoenmipiso,ypuedeleerla,siquiere;Fairmantambién.Yestáenlocierto,porotraparte,respectodelfuturodelhospital.LaAdministración tiene intención de salvarlo, si hace falta; me lo ha dicho elresponsabledeSanidad, enprivadoperomuycategóricamente, enmásdeunaocasión,yprobablementeDallowlosabeporelpresidente,sirNormanConnors,porque son viejos amigos.No; si Fairman sale sin tacha del lío en que se hametido,todoindicaquetendrálaspuertasabiertas,encasodequedecidavolvera su puesto. Al parecer, Dallow está dispuesto a esa cura de humildad, si esnecesario. Pero me extrañaría que Fairman sea de esos idiotas que exigen

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disculpas por escrito y todo lo demás. Solo parecía importarle lo que estabahaciendocon la invasióndelcerebropor toxinas,y, sipuedevolveraellocontodosloshonores,meparecequelohará.—Yamí—dijoTrent—.Voyaocuparmedequelosepacuantoantes.Puede

quesacarlodelpozoenquesehallasumidoactualmentenosea tanfácil,perotambiéntengoesperanzasdelograrlo.—Lo queme deja perplejo es cómo demonios se sumió en el pozo. Parece

todo...AquíVerneysedetuvo,yempezóajugarconunaplumaquehabíaencimadel

secreter.—¿Decíausted?—sugirióTrent.—Bueno, iba a decir —Verney hablaba a regañadientes— que parece una

absolutalocura.Esunaformadehablar,evidentemente;perocasualmenteencajaen una posibilidad que se me ha ocurrido. ¿Es inconcebible que Fairmanperdiera el juicio, y que al fin y al cabo asesinase aRandolph cuando no eraresponsabledesusactos?Aunquemerepugnalaidea,ymucho,nopuedoevitarpensar que puede haber algo de eso; y lo que acaba de contarme sobre esaespeciedecolapsoquetuvo,enprincipio,laapoya.Trentsepusoenpie.—Sí; como bien dice usted, no es inconcebible. Esmás, le confieso que yo

mismo lo concebí en un primer momento del caso. Como muchos otros,probablemente.Aunasí,depocosirveespecularsobreeso,¿no?Llegaremosalos hechos a su debido tiempo. Y ahora, antes de irme, tengo que darle laenhorabuena por la labor que hacen aquí. Ha debido de cambiarles la vida amuchosdeestosmuchachos,diríayo.ElrostrodeVerneyseensombreció.—La enhorabuena habría que dársela a quien lo hizo posible—dijo—, y a

JamesRandolphyanolellegannuestrosbuenosdeseos.Trenttamborileósobreelvidriodelaventanaconlosdedos.—¿Sabe,Verney?—dijo,contemplandoladeprimentecalle—.Esteasuntole

estápasandofactura.Seleveenlacara.Hatenidoqueserespantosoparausted,claro,peronodebepermitirqueleafecte.Mire.—Volviólacarahaciaelotro—.Voyasugerirlealgo.Meacuerdodequemecontóquelegustajugaralgolfdecuandoencuando;esmás,hablabacomounverdaderodevoto.Sideverdadle

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gusta tanto,meparecequeel tratamientoquenecesitaesunpartidito.¿Qué leparecevenirajugarconmigoenMolesworthunatarde...,ellunesqueviene,porejemplo?Puedollevarloencoche,ypodemostomaralgoenelclub.LamiradadeVerneyseencendiódemodoinconfundibleantelapropuesta.—Nosemeocurrenadaquepuedaapetecermemás—dijo—.Aunqueconozco

Molesworth desde hace mucho, hace bastante que no voy a jugar. —Se diocuentadequeTrent lomiraba inquisitivo,yañadióconcierta torpeza—:Verá,antes jugaba mucho mejor que ahora; he jugado en un montón de camposfamosos y sé lo que es el buen golf. ¡Molesworth! Paramí, el hoyo cinco deMolesworthesunodelosmejoresquehay.EsunamezcladelGadger’sHoughdeStrathinveryeldiecisietedeKempshill.Tieneesacorrientecondosrevueltasque hay que salvar con el segundo golpe, y luego ese green estrecho con elbúnkerdelanteynosécuántoshorroresdetrás.Trentrioacarcajadas.—Veoqueheabarcadomuchoyvoyaapretarpoco.¿Quéhándicapconfiesa?—Cinco.—Entoncesvoyapedirle...,vamosaver...,tresgolpesdeventaja.¿Yleviene

bienellunesporlatarde?—Sí;pero—dijoVerney—nopuedobajaracomer,lolamento.Lamañanava

asercomplicada,ynocreoquepuedaescaparmeantesde lasdos.¿Qué talsivoy en mi propia tartana y me sumo lo antes que pueda? Tomaré algo en lacantinadeaquímientrastrabajo...Lohagoamenudo.—No, no —dijo Trent—. Vamos juntos. Almorzaré temprano y pasaré a

recogerlohacialasdos.¿Deacuerdo?Entonces,perfecto;hastalavista.Conformebajabalasescalerashaciaelvestíbuloahoradesierto,Trentledaba

vueltasenlacabezaaunasunto.Sumiradasedetuvoeneltableroverde,yseacercó a inspeccionarlo más atentamente. Había un horario de reunionessemanales de comités. Había avisos sobre objetos perdidos. Estaba la lista defijosdelclubdefútboldel instituto.Habíaunmapade larutade lacarreradefondo semanal delClubAtlético..., una obramaravillosamente pulcra, con losnombresdelascallesylosmonumentosentintaroja;obra,Trentestabaseguro,mientrasloestudiaba,delexcelenteseñorBowes.Habíaalgunosanunciossobreviajesenautobúslossábados,conelestadiodealgúnequipodefútbolfamosocomoobjetivo en todos los casos.Había dos anuncios de lugares de culto del

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barrio,quedetallabanlosasuntosquelosrespectivospastorespensabanabordaraldirigirseasuscongregacionesduranteelmesactualylossiguientes;yTrenttomó buena nota de que, mientras una lista empezaba en tono serio con lapregunta «¿De qué hablamos cuando hablamos de los Sacramentos?», la otracomenzabapreguntando,conironíallenadecariñoyreproche«¿Solounchelínportrayecto?».Lalistadelcampeonatodeboxeoaúnnohabíadebutado.Alsalirdeledificio,Trentencontróotrocoche,másgrande,enlacunetayaun

chóferderostroagradablequeestabainspeccionandoelsuyoconlasmanosalaespalda.—Bonito coche, señor—dijo el tipo, cuando Trent hizo ademán de abrir la

puerta.—¿Conocelamarca?—preguntóTrent—.Ustedsabemásqueyo.—Hacedosaños trabajéconuno,unmodelomásantiguo—dijoelchófer,a

todas luces aliviado ante la perspectiva de un poco de conversación—.Enmiopinión,nohaymejorrelacióncalidad-precioenelmercado.Sitienenunfallo...Aquíelchófersesumióendetallestécnicos,hastaqueTrent,expresandoque

ensustanciaestabadeacuerdoconlasobservaciones,leofrecióuncigarrillo.—¿Nosabrásimijefeestáparasalir...,elseñorBowes?—preguntóelhombre

—.Gracias,señor;correréelriesgo.—Supongo que conoce al señorVerney, si vienen amenudo—dijoTrent al

tiempoqueencendíaelcigarrillodelchóferyelsuyo—.¿Quécochetiene?—Un Ludford Comet —dijo el chófer—. Es viejo, pero sigue siendo una

carroza maja, y le queda mucha vida, casi no hace ruido, si no lo aprietas,acelera bien...—El catálogo de detalles acabó con un—:El señorVerneymedijoloquepagó,desegundamano,yledijequehabíasidounaganga.—Alparecerconoceelcocheperfectamente.—Más me vale —dijo el chófer—. Llevo un año ocupándome de él. Está

aparcadoennuestrogaraje(haysitioparadoscochesgrandes,yelseñorBowessolotieneuno).ElseñorVerneylecaebien,dadoqueaamboslesinteresaunabarbaridad este sitio. No digo que no hagan bien, ojo. Solo digo que ojaláhubiera tenido yo algunas de estas ventajas en Bermondsey, cuando era unchaval.CuandoelseñorVerneycompróelcoche,eljefeinsistióenquelodejaseennuestracasa,yélnodijoqueno,loquepodríadecirquehabríasidounapena,silohubierahecho,puestoqueelespacioestabalibreyquevivebastantecerca,

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en la calle Purvis Crescent. Además, es un placer hacer lo que sea por uncaballerocomoél.—Entonces, ¿dónde vive el señor Bowes? Esta zona de Londres tiene esa

peculiaridad,queundistritoricosejuntaconundistritocomoestemuyrápido.—Es cierto, así es—dijo el chófer—.Nuestra casa, que se llamaSilkwood,

estáamenosdeunminutopor la carreteraprincipal, en laesquinade lacallePilbeam.ElseñorBowesvienecasitodoslosdías,menosunaquincenaquepasaenTorquaydevezencuando.—Hanestadoporalláhacepoco,¿no?—preguntóTrent—.Yonoloconozco,

peromuchagentetienecostumbredeir.—Volvimoshaceunasemana—leinformóelchófer—.No,noestámal.Para

oleramar,prefieroMargate;Torquaymerecuerdaa losJardinesdeKew157ellunesdePentecostés.Perotodovalecontaldecambiar,comodigoyo.Eljefesehacequerer,peroesverdadqueaquílavidaesunpocoplana.Escasicomoladeun pez en una pecera. No se preocuparía más por estos chicos si fueran suspropioshijos.Sinovenimosaquí,vamosaverunpartidodefútbolodecríqueten el que juega el equipo de Randolph; o, si toca una de esas carreras deobstáculos que tanto le gustan al señorVerney, el jefe se sienta delante de laventanaylosvepasaral trote.Sidemídependiera,habríamásvariedad.Pero¡quéselevaahacer!Esunbuentrabajo,ynosepuedetenertodo,¿no?—Noparecequelehayaafectadoalasaludoalafelicidad,porlomenos—

dijoTrentsegúnsesentabaensucocheyarrancaba.—Sí,sigoenplenaforma—sonrióelchófer—.Buenasnoches,señor.

Talcomohabíasupuestoelchófer,enmenosdeunminutoTrentfrenóycondujodespacioalladodelacasallamadaSilkwood.Aquelnombreagradable,inclusopoético,resultócorresponderaunagrancasadelaépocavictorianatemprana,deaspectolúgubre,conunsoportalceñudoalquesesubíaporpeldañosdepiedra,y conuna cacatúametida enuna jauladoradaquedesdeunaventanavigilabagravemente el denso tráfico de la calleWillesley.Podía adivinarse que antañoSilkwoodhabíadadoacomodoaunagranfamiliayaunserviciodomésticoenproporción.Queahoraresidieraallíuncaballerosolteroymayordenaturalezareservada era, pensóTrent, unade esas cosas contra las que está condenado a

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pelearenvanoelextranjeroestudiantedelcarácterylascostumbresingleses.Laentradadelgarajeestabaalavueltadelaesquina,enlacallePilbeam,una

vía públicamás pequeña ymuchomás tranquila, con el muro de una fila depistasdetenisenlaaceradeenfrente.Alentrarenaquelremansodelacorrientedel tráfico, Trent detuvo el coche y realizó un reconocimiento somero. Seentrabaenelgaraje,queanteshabíaservidocomocaballerizaycocheraaalgúnmagnatede losnegociosde laépocadeThackeray,a travésdeunaaltapuertadobledemadera;y,dadoqueunadelashojasestabaabiertaenaquelmomento,podía apreciarsequedabaaunpequeñopatio adoquinado.Enelotroextremodel patio estaba el garaje propiamente dicho, que también tenía las puertasabiertas,limpio,secoy,comohabíadichoelchófer,muyespacioso.En el rincón más apartado había un coche, más pequeño que el del señor

Bowes...,uncochequeTrentdeseóardientemente tuvieseeldonde lapalabraconferidoporladivinidadalaburradeBalaam,oalcaballodePatroclo.Noobstante,sibienelcocheestabamudo,elgarajeysuemplazamientoeran

delomáselocuentes;esmás,tantocomoTrentsehabíaatrevidoaesperar.

Cuando Trent aparcó, poco después, ante el inmenso montón rojo del HotelWoburn, eran casi las siete y media. En recepción, le dijeron que no habíaningún huésped llamadoRandolph; pero, cuando recapacitó y preguntó por elseñor J. B. Waters, de Salisbury, tuvo más suerte. El señor Waters seguíaalojándose en el hotel; casualmente, había vuelto hacía diez minutos yprobablementesehallaraensuhabitación.Cuando JamesRandolphbajó con la tarjetadeTrent en lamano, noparecía

disgustadoconlavida,aunquesíconfesóqueestabaunpocohartodesupropiacompañía y de inmediato sugirió que, fuera lo que fuera lo que Trent queríahablar con él, lo haríanmás cómodamente en el bar del hotel con unas copasdelante.—Hasidounasuerte—observódespuésdepedirlasbebidas—queselehaya

ocurridopreguntar pormí por el nombre deWaters.Hace tantos años quemehagollamarasíquemecuestarecordarcómomellamoenrealidad;pero,aunqueme hubiese acordado, no me habría alojado aquí como James Randolph. Lanoticiahabríacorridocomolapólvora,ylosperiódicosnomehabríandejadoen

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paz hasta conseguir toda la historia. No quiero que me molesten, si puedoevitarlo,ydetodasformasnotardaráensabersetodo,cuandomipeticiónllegueal tribunal. Supongo que puedo hablar con usted en confianza, como dijo elinspector, señorTrent.Me imaginoquehavenidopor algo relacionadocon lainvestigaciónpolicial.—Relacionado con ella..., sí —dijo Trent—. Estoy siguiendo una línea de

investigaciónalaquemeparecequelaPolicíanohaprestadoatención.Perohallegado el momento de presentar mis resultados, para bien o para mal, alinspector Bligh. En realidad, tengo la intención de ponerlo por escrito yenviárseloestanoche;soloqueríatratardeverloaustedantes.Randolphlomiróconpreocupación.—Quemeaspensientiendoloquepintoyoeneso—confesó.—Nopintanada,sinoquiere;pero,sirehúsa,señorRandolph,vaasermucho

másdifícilprobarloquecreoqueeslaverdaddelamuertedesupadre.Tengoen mente un plan que quiero exponerle. Depende por completo de sucooperación.—La tendrá,yconsumogusto—dijoRandolph;añadiendo,cauteloso—:Es

decir, si el planme parece tan bueno como a usted. No tengo por costumbremeterme a ciegas en nada, ¿sabe?; pero yame imagino que no se le ocurriríasugeriralgoasí.—No,claroqueno—dijoTrent—.Miideaesponerlascartassobrelamesa,

señor Randolph, y, en primer lugar, contarle todo lo que he descubierto, y, acontinuación, la manera en que podemos tratar de probar lo que estoyconvencido es la verdad.Después, si cree queme equivoco, o no le gustamipropuesta,nohaymásquehablar.—Bueno, lo veo justo—admitió Randolph—. No soy de los que no saben

decirno, simedapor ahí.Vamosahacer lo siguiente, señorTrent; esto tienetoda lapintade irpara largo,y,además,convienequenosaseguremosdequenadienosescucha.¿Quéleparececenaraquíconmigo(leconfiesoquenoveoelmomento), y después entramos en materia en mi habitación? Hoy he ido aCambridge en coche y he vuelto para ver un negocio que estoy pensandocomprar,ytengounhambredelobo.Esperoqueustedtambién.¿Quédice?Trent,quesesintióratificado,entantoencuantolapersonalidaddirectísimay

sinadornosdeRandolphlehabíagustadodesdeelprimermomento,porinstinto,

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dijoquesí,ylodijoconentusiasmo.Encontraronunamesaenelgrancomedorabarrotado.Trentnohabíapuestoaúnapruebalareputacióndelaqueelhoteldisfrutaba,discretamente,porelladomássustancialdesucocinayhallóqueeramerecidísima. James Randolph se declaró convencido de que, cuando tieneshambre, nada supera a un buen filete de buey bien hecho; y disertó sobre losdetallesdelacorrectapreparacióndelmismoconunaplomoquedabamuestrasde que lo había pensado en detalle, así como de su experiencia al respecto.También dijomaravillas del repollo cocido con un chorrito de vinagre. Trent,que desde el colegio había albergado prejuicios precisamente contra esos dosplatos, sedecantópor lapiernadecordero,pero se sumóconentusiasmoa suanfitrión,quebebíaloqueRandolphdescribiócomolamejorcervezaquejamáshabíatomadoenLondres.—Esta cervezame recuerda—comentóTrent— lo que todos los poetas han

dicho sobre la cerveza.Esmás de lo que pueda pensar, señorRandolph.A lomejornolegustalapoesía;amí,sí.Estomehacepensarenloquelallamauno:«esasuave,lujosa,inteligentebebida,lacerveza158».—Noessololacerveza;escómolacuidan—contestóRandolph,pensativo—.

Porloquerespectaalapoesía,tienetodalarazón:noeslomío;perotodopoetaalquelegustelacervezaesunpoetaquemegustaamí(porlomenos,cuandotrataeseasunto).Por loqueveo,voyaser rico;peromeparecequenovoyadejar la cervezahasta quemedeje ella amí.Hayquien la tienequedejar, yasabe,conlaedad;ojalánoseamicaso.—Cuandodicequevaaserrico—aventuróTrent—,¿quieredecirquenohay

problemasconsusderechosalpatrimoniodesupadre?—Nadadignodemención—contestóRandolph—.MuirheadySoamesdicen

queleshacefaltaeltestimoniodelaseñoraWaterssobremiidentidad,yahoraestáimpedidaconunesguinceeneltobillo,asíquenopodrántomarlomientrasnopuedaviajar.Perometratancomosiestuvieratodosolucionado.Verá,sabenquenohaytestamento.Elviejolesdejóbienclaro,antesdemorir,quenohabía,yqueporprimeravezen suvidaestabapensandoenhacerlo.Esmás, llegóadecirles el nombre de la persona que probablemente se quedaría casi todo eldinero.Lesorprenderíasaberlo,sipudieradecírselo.—Meparecequeno,laverdad—dijoTrent—.Verá,supropiopadreselodijo,

justoantesdemorir.

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—Ah,¿sí?¡Recórcholis!—exclamóRandolph.—Sí,yellamelodijoamíantesdeayer.Laconozcomucho.Esmás,pensé

quecomoamigoteníaqueavisarladequenoteníanadaqueesperardelamuertede su padre, porque la idea de que era su pariente viva más próxima eraincorrecta.Randolphmiróasuhuéspeddeformaextraña,mientrasseservíaquesotostado

congenerosidad.—Asíquelaavisódeeso—observótrasunabrevepausa—.Bueno,íbamosa

reservarlosasuntospersonalesparaconversararriba,ahoraquelopienso.Volvióahablardecomida,mencionandolascuriosassustanciasquehoyendía

prefierecomermuchagente.Unodesusmejoresmecánicos,dijo,untipoqueseganababien la vida, porfiaba en cenarmedio kilo de salmón en lata todas lasnoches.TrentpreguntósieseEpicurohabíaprobadoelsalmónfresco.—Mecontó—dijoRandolph—quealgunavezlohaprobado,peronosabíaa

nada,yeratirareldinero,conlocaroquees...,sincontarlasalsadeWorcesterquehacefaltaparaqueseamínimamentecomestible.Luegoconozcoaotrotipoquesolotomaunacomidaaldía,alahoradecomer.Alomejortendríasentido,si fuera como la cena que nos han servido; pero no toma más que gachas,manzanayfrutossecos.—¿Dequévive?—preguntóTrent.—Nohacemuchoesfuerzofísico,puedeestarseguro—comentóRandolph—.

Estécnicodecontroldecostes,nosésisabeloquees.—No —admitió Trent—. Pero recuerdo haber leído algo sobre otro tipo

famoso por hacer una sola comida al día, que, en cierto sentido, tambiéncontrolabaloscostes...EldoctorFordyce,catedráticodeQuímica,quevivíaenlaépocaenquesecenabaalascuatro.¿Haoídohablardeél?Durantemásdeveinteaños,siemprecomióesaúnicacomidaenelmismoasadordelaCity159,empezandoconmediopolloymediapintadecoñac,luego,trescuartosdekilodefiletedecaderaconunlitrodecervezafuertey,paraacabar,unabotelladeoporto.DespuésbajabapaseandoalacalleEssexydabasuclasedeQuímica.—Meparecequelaquímicadesusentrañashabríadadoparaunaclasedigna

de escuchar —observó Randolph—. Y ahora, señor Trent, si le apetece unabotelladeoportodespuésdelacena,notienemásquedecirlo...,perotendráque

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perdonarmesinolosigo.¿No?Entonces,vamosarribaypongámonoscómodosmientrasmehabladesuidea.Abrió el paso hacia el ascensor, y de ahí a una amplia habitación del tercer

piso.Se sentaron uno frente a otro en sendos sillones después de que Randolph

sacaseunacajadecigarros.—Antesdeempezar—dijo—,quierodecirlealgo,yaquedicequeesamigode

laseñoritaFaviell.Eslosiguiente:cuandosupeporlosabogadosdelfollónydellíoqueibanaresultarporqueelviejohubiesemuertosindejarsusasuntosenorden,decidíhacerloquedeberíahaberhechoél,sirecibíaeldinero.Nopiensequeme refiero a repartirlo todo... ¡No tema!Me basto para ocuparme de unagranfortuna;tengomispropiasideasdenegocioymepropongoprobarlas.No,me refiero a esoshospitales, y esasobrasde caridady todo eso, que fundó élmismo, y a las que puso su nombre, y que financiaba completamente de subolsillo, aldía,por asídecir.Tengo intenciónde llegaraunacuerdoconcadaunodeellos,paraquesepanenquésituaciónquedan.Trent empezó a decir lo que le parecía, pero Randolph lo interrumpió con

impaciencia.—Noesparatanto.Tienenderechosquetodohijodevecinodeberespetar,a

menosqueseauncanalla.Además,merepresentan,enciertaforma.Encuantoalosdemás(lasorganizacionesdecaridadencuyaslistasdebenefactoresfigurabamipadre),tendránquevalerseporsímismos.Noconsideroquelesdebanada,poreselado;nisiquierahepreguntadoquéson.Loquedonealabeneficenciaserácosamía,vayaaquienvaya.Sinembargo,hayotracosa.Nocabedudadequeelviejoqueríaportarsebienconsuamiga,laseñoritaFaviell;yahoralehequitadoelsitio.—AquíRandolphdiomuestrasdeazoramiento,yelacentodeYorkshiresevolviómásevidente—.Lacosaescomosigue, señorTrent.Diceusted (yo no lo sabía) que el viejo le contó que tenía intención de dejarle elgruesode supatrimonioa ella, loquehabría sidounmontóndedinero.Bien,somosparientescercanos;ellateníaexpectativaslegítimas,ycreoquenohabríaque ignorar por completo las intenciones de mi padre. Cuando esté todoarreglado, me gustaría que aceptase algo sustancial, que podría considerar sulegado...,ysanseacabó.Randolph se recostó en su silla, le dio una larga calada al cigarro ymiró a

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Trentconlosojosentrecerrados.—Esmuygenerosoporsuparte—dijoTrent.—Deesona—dijoRandolph,demanerabrusca—.Quierodecir,señorTrent,

que paramí la diferencia estriba en que el viejo se lo dijera. Si no le hubieradicho nada, me parece que no se me habría ocurrido. Pienso en mi propiareputación.—Llámelo como quiera —dijo Trent entre risas—. Conociéndola, es muy

posibleque,sealoquesea,rehúserecibirlo.Semantienesinproblemas...,y,siaceptasealgo—añadió,nosinciertaamargura—,probablementeno lo tendríadurantemuchotiempo.EstabapensandoenelinsaciableWetherill,porqueaúnnolehabíanllegadolas

noticiassobreaquelornamentodelasletrasinglesas.—Siquieredaraentenderqueesunamanirrota,tengoentendidoquenoesla

únicaentrelasdesusexo—observóRandolph—.Seacomofuere,escosasuya.Bueno,guárdemeel secreto, señorTrent, por favor.Solo se lohemencionadoesperandoenterarmedeloqueacabodeoír(osea,enquésituaciónsehalla).Yaveremosquédicedemi ideacuando llegueelmomento.Y,ahora,¿quéqueríaproponerme?Trentselopropuso.

JamesRandolphescuchócongranatención,yselequedóunaexpresiónfijayferoz.Decuandoencuando,preguntabaalgo,peronohizoelmenorcomentario.—¡Y ya está!—dijo Trent para terminar—. Con esto concluyo mi alegato,

comodicenlosabogados.¿Quéleparece?La respuesta de Randolph fue breve y blasfema, pero dejó clarísimo que la

exposicióndeTrentteníapiesycabeza.Sepusoenpie,seenderezóysehundiólasmanosenlosbolsillos.—Yahora,señorTrent—dijo—,veamosquépropone.Nohaymuchoqueno

estédispuestoahacer,despuésdeloquemehacontado,asíquedispare.ConformeTrentpresentabasuplan,losrasgosdeRandolphsefueronrelajando

ydieronpasoaunasonrisaforzada.—Esunaideararísima,desdeluego—dijoporfin—,peropuedefuncionar,y

valelapenaintentarlo,siloquedicedemíescierto.Bienpensado,elinspector

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BlighdijolomismoeldíaqueaparecíenlaplazaNewbury,ynoseanduvoconchiquitas, sino todo lo contrario.Muy bien; cuente conmigo. Tampocome hadado tanto quehacer..., lo que llamanun cameo, y además corto.Menosmal,porquenosoyactor.—Notienequeactuarenabsoluto—leaseguróTrent—.Solohadeserusted

mismo.Ahorahablemosdelospreparativos.Mañanaessábado,ytengoqueveral doctor Fairman... en la enfermería de la cárcel, como le he dicho. Perodebemosecharunvistazoalescenarioyplanearlotodoencondiciones;asíquepodemoshacerloeldomingoporlamañana,silevienebien.Después,ellunesporlamañana,podemostratardeconseguirlelosadornos;yluego...—Yluegosoltamoselglobo—dijoJamesRandolph,conunbrilloheladoen

susdurosojosazules—.Muybien,muchacho;pormí,perfecto.156Deportepracticadoenalgunoscolegiosprivadosinglesesquesejuegacontralasparedes.157Másexactamente,elRealJardínBotánicodeKew,alsuroestedeLondres.158Citadelpoema«Beer»,deCharlesStuartCalverley.159ElbarriofinancierodeLondres.

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CapítuloXIX

Resurrección

En un cuartito que daba a un ala de la enfermería de la cárcel deNewhaven,Trent estaba sentado frente aBryan Fairman, quien estaba recostado, cubiertoconunabata,enunasillamásbiendesgastada.LaúltimavezqueTrentvioasuamigo, y solounos instantes, fue la noche enque estuvo apuntodeperder eltren-barcodelaestaciónVictoria.EntoncesFairmanparecíasalvajeyexcitado,asícomopálidoypostradoporlaenfermedad—enambosaspectos,diferentedelapersonalidadaustera,compuestayvigorosaqueTrentconocíadesdesuépocadeestudiantesenParís—.Hoyteníaaspectolánguidoydeprimido;semovíaconindiferencia,ysuvoz,alsaludarasuvisitante,eraapática.ATrent lebastóelprimervistazoparadecidircómoabordarloquelollevabaallí.—Mira, Bryan—dijo con ligereza—. Antes de hablar de otra cosa, quiero

darteunanoticiasobretimismo;unabuenanoticia,porcierto...;porlomenos,esperoqueloveasasí.Fairmanfruncióelceñolevemente.—Una buena noticia sobre mí estaría bien, para variar. No puedo imaginar

siquieradequésetrate.—Nolointentes—leaconsejóTrent—.Nolovasalograr.Lanoticiaesqueel

bueno deDallow ha hecho acto de contrición.Viene a decir que todo fue unerror,yquesientehaberhechoelidiota.Diceque,sipuedessalirdeestelíoenquetehasmetido,volveratrabajaryolvidarquevuestroamorseagostó,estaráencantadodevolveraverte.El efecto que estas palabras tuvieron sobre Fairman fue instantáneo y

transformador.Abriódeparenparlosbrillantesojos,seruborizó,suexpresiónperdiótodalarigidez,unainspiraciónprofundalehinchóelpechoyleenderezó

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laespalda.Seincorporóenlasilla,conlasmanosaferradasalosreposabrazos,ymiró a su amigo con la intensidad que tan bien recordaba este. Su voz teníanuevovigor,cuandodijo:—Teconozcodemasiado,Phil,parapensarquepodríasdecirmeunacosaasí

sin estar seguro. Ya entiendes lo que supone para mí. ¿Te importa hacermepartícipedelosdetalles?AunqueTrenthabíacontadoconalgoasí,sequedósorprendidoanteelalcance

del cambio de Fairman. No obstante, sin gastar saliva en eso, procedió atrasladarleelresumendeloqueVerneylecontóensuúltimaentrevistalomejorque pudo. Fairman escuchó atentamente y, cuando la historia concluyó, serecostóenlasillayvolvióarespirarhondo.—¡Diosmío!—dijo,apretándoselascostillasconlasmanos—.Siestonome

poneenmarchaelmetabolismo,Phil...Meparecequevoyapoderplantarcaraalalmuerzoporprimeravezdesdehacesemanas.Ahoravoyacontarteyoalgo.El asunto de Dallow tiene otra cara, y vas a oírla enseguida; pero, primero,¿cómovoyaarreglármelasparaescaparde loquedeformatanpoética llamas«ellíoenelquemehemetido»?Paraempezar,tienesmuchoqueexplicar...—¿Yotengomuchoqueexplicar?—exclamóTrent.—Sí, tú. Por fin me interesa, ¡gracias a Dios! Lo queme has dichome ha

puestoenmarchaelcorazón.—Supongoquequieresdecirquehaestimuladolasfuncionescardiacas—dijo

Trent, con reproche—. Y me acusas a mí de usar expresiones líricas. ¡Te hapuestoenmarchaelcorazón!Caramba,deberíanexpulsartedelRealColegiodeCirujanos, porque su majestad puede prescindir de tus servicios. Bueno, teexplicarétodoloquequierasencuantosepaloquetetengoqueexplicar.Fairmansonrióconreserva.—Muy bien. Entonces, antes de nada, quiero que respondas a una o dos

preguntassencillas.¿TuvistealgoqueverconelasesinatodeRandolph...,fueracomofuera,inclusodemaneraindirecta?—Absolutamente nada, Bryan. ¿Eso te basta? Pero ¿cómo se te ha ocurrido

semejante cosa?No han dado flor tres veces tus frondosos limeros desde quecontempléaesapersonamuerta160.¿Puedesabersecómodemonioshaspodidoimaginar que yo pudiera tener algo que ver con eso? Nomemiréis agitandovuestros cabellos teñidosde sangre161, compañero; no podéis decir que fui yo

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quienlohizo...Espera,¿puedes?¿Lodices?¿Lohasdicho?—Nopuedodecirquelohicieras—respondió,grave,Fairman—.Simedices

que no, es que no. No obstante, recordarás que me escribiste que Randolphandaba importunandoaEuniceFaviell, ydijisteque irías averloyque sabíascómo poner fin a la situación. Cuando lo vi tendido en el suelo, muerto, meacordédeello.Aunasí,sienaquelmomentohubieraestadoenmiscabales,niseme habría pasado por la cabeza que le hubieras disparado realmente. Pero lapreguntaimportante,Phil,es:¿alguiencreequefuistetú?Trentlomirófijamenteduranteunosinstantes.—¿Teacuerdas—preguntóporfin—deloquecontestóelfrancéscuandosan

Pedroledijoquepodíaentraralcielo?Dijo:Jevousentendslabouchebée162.Así me siento ahora mismo. ¿Que si alguien cree que fui yo? ¿A quién terefieres?—MerefieroalaPolicía—contestóFairmanenvozbaja.Trentvolvióamirarlofijamenteysepusocolorado.—¡Oh!,laPolicía—dijodespacio—.Osea,Bryan,quesabesalgoque...Pero

no; es imposible, claro. De todas formas, debiste tener algún motivo paraimaginarquepodíansospechardemí.—Quepodíansospechar...;sí.Ymeparecíaunbuenmotivo.—Bueno,teequivocaste;yaestá.Yvoyadecirteporqué.Efectivamente,fuia

visitar aRandolph aquella tarde, a las seis; perome abrió la puerta su criado,Raught,yvolvióaabrirmecuandomemarché,hacialasseisycuarto.YomismoselocontéalaPolicía,sinesperaraquepreguntasen,yRaughtleshabíadicholomismo,antesdequelosvierayo.Otrodetalleesqueelforensecalculóqueelmomentomás temprano en que pudieron disparar a Randolph fue a las siete,cuandodesde las seisymediayoestabaenel clubCactus conel comandanteRobertSellickPatmore,DSO163.Nosedeshizodemíhastaquefuelahoradeiren coche a la estación Victoria, donde compré flores con gran ostentación,despedíaunapersonaeneltrendelasochoyveinte,yviqueestuvisteapuntode perderlo. Diez minutos más tarde estaba ayudando a montar la fiesta deinauguracióndelacasadelosOastler,enlacalleBloomfield,dondeestuvehastamedianoche. Y eso es todo. Philip Trent, el conocidísimo visitante de presos,salió de la audiencia sin mácula sobre su reputación, entre vítoresensordecedoresquelosmagistradosenningúnmomentotratarondeacallar.

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—Aunasí,teníabuenosmotivosparasospechar—dijoFairman—.Encuantotelocuente,medaráslarazón.Pero,sinosospechandeti,tengootrapregunta.¿Sospechandeotrapersona...alaqueconozcamoslosdos?—Meestásdandodolordecabeza—sequejóTrent—.Ojaláparases;loodio.

No,noyno.Enotraspalabras, larespuestaesnegativa.Queyosepa,elúnicosospechoso que ha habido hasta la fecha, querido amigo, eres tú, con tusmisterios...,tambiénporbuenosmotivos,escritosdetupuñoyletrayenviadosporcorreoaScotlandYard.—¡Ah!—exclamó Fairman—.Así que lo sabes. Forma parte de la historia,

claro.—Yaloimaginaba.—Bueno —dijo Fairman—, ahora que hemos despejado el terreno, voy a

contartelahistoria,yyamedirásquéteparece.»ComienzalamañanadeldíaenquedispararonaRandolph,cuandorecibíuna

nota de Dallow (mi jefe, como sabes) que decía sin rodeos que no estabacontento con mi trabajo y que me despedían con una indemnización de seismeses de sueldo. Tú no conoces a Dallow, evidentemente. Nome sorprendiódemasiadoqueseexpresasedeaquellaforma,secaysinrodeos.Dallowesasí.Sihubiesesorprendidoaunmiembrodelequipohaciendoalgoinapropiado,osiestuvieraconvencidodequealguienestabaremoloneando, lohabríadespedidojustoasí.Loquemesorprendiófuequemetrataseamídeaquellamanera.Nosoloporquesabíaquenohabíaabsolutamentenadaquesemepudierareprochar(esmás,muchasveceshabíaalabadomitrabajo,yyomismosabíaqueeltrabajoera correcto), sino también porque, verás, Dallow siempre ha sidoescrupulosamente justo y, en general, en su estilo áspero, buena persona...,aunque,porlapartequemetoca,podíasercomoledieralaganamientrasfueseelgranalienistaquesindudaalgunaes.»Asíquemedejóperplejoquemedijeraaquello.Contodo,diporhechoque

setratabadeunerrorfácildeexplicarcaraacara.Perodeeso,nada.Cuandolovi, seguía en sus trece: tenía que marcharme y no había más que hablar; y,cuandomedicuentadeque,enefecto,nohabíamásquehablar,mevineabajo,sencillamente.Comosabes,Phil,entoncesnoestabaencondicionesdellevarmesorpresas. Acababa de pasar una gripe espantosa después de muchos mesestrabajandomásdelacuenta,ysabíaperfectamentequeibadirectoaunacrisis

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grave a menos que descansase. El propio Dallow me lo había advertido lasemana anterior y me había pedido que me largase. Lo habría hecho, si nohubieseestadoenlafasecríticadeunexperimentocontrolado(noeraalgodeloquepudieradesentendermeyvolverluegoaempezardecero).»No recuerdo apenas lo que le dije a Dallow cuando quedó claro que la

decisiónestabatomadayqueteníaqueirme;peroséquenofuecortés.Luegomedirigíacasay(ereselúnicoalquepuedodecírselo,Phil)lloréporprimeravez desde que era niño. No sabes cómo es una fatiga nerviosa aguda. Ya esbastantemala cuando realmente no tienes nada de que preocuparte; cuando tehasquedadosinfuerzas,ynadamás.Inclusoenesascircunstanciaspuedestenerlasensación,puramenteinmotivada,dequelavidanosolonomerecelapena,sino que es insoportable. Muchos se quitan de en medio sin razón aparentecuandosehallaneneseestado.Pero,cuandoademástearrebatanbruscamenteloúnico que temanteníamás omenos equilibrado..., bueno, se acabó.O eso teparece.CuandodejéaDallow,creíaquemeeraimposibleseguirviviendo;yalmismotiempo,conlosúltimosvestigiosdesentidocomúnquemequedaban,mehorrorizabalaideadelsuicidio(delascircunstanciasdolorosasyrepulsivasqueacompañanalmismo).»No obstante, de nada sirve explicarte lo que sentía, ya lo sé. Era

completamentemalsano,y,sinuncatehassentidoasí,nopuedescomprenderlo.Tediré solo loque semeocurrió cuandoestaba sentadopasando lasdeCaín.Pensé en mi viejo amigo Raoul d’Astalys, con quien viví cuando ambosestudiábamosenlaSalpêtrière.Meparecequenoloconoces.Trent, que sabía que su visita a Fairman tenía el tiempo limitado, ya había

decididonoperderlodescribiendosuinfructuosoviajeaDieppe,asíquedijo:—Enrealidad,síloconozco.ElcondedeAstalys...,untipoaltoconlosojos

grandesymelancólicos.—El mismo. No era un estudiante corriente, para nada. No creo que nadie

supiera tanto como yo del trabajo que estaba haciendo, especialmente de susestudios sobre la eutanasia. Verás, se le había ocurrido que no va a tardar enllegar el momento en que acabar con la vida de una manera agradable estéreconocidoporlaleyynoseadelito,sinopartedelfuncionamientoregladodelasociedad.Puesbien,sabíaqueD’Astalyshabíaseguidoinvestigando.Laúltimavezquesupedeél,haceunosaños,habíadadounaconferenciasobremétodos

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orientalesdeanalgesiaenlaAcadémiedeMédecine164quediopieaunafuertediscusión. Le escribí entonces y respondió con un remite de Dieppe (la cartadecía que era una casa que pertenecía a su familia desde hacía variasgeneraciones,peroeraconocidaoficialmenteconelbuennombrerepublicanodeImpassedelaChimère,7A).Dedujequenosesentíamuyunidoalarepública.¡ElImpassedelaChimère—exclamóFairmanconconvicción—,menudositiodejadodelamanodeDios!—¿Enserio?—preguntóTrent,deformainocente.—Sí..., pero da igual. Iba a decir que, después de recibir aquella carta, me

llegaronporcasualidadrumoresimprecisossobreunescándaloenelqueestabainvolucrado; algo que las autoridades habían enterradomuyhondo.Me enterégracias a unmédico francés que vino a ver lo que estábamos haciendo en elhospital.Eraunahistoriadeorgíasdedrogadictosquesecelebrabanenunsitiode Dieppe con el extraño nombre de Pavillon de l’Ecstase, que pertenecía aD’Astalys.Cuandolooí,laverdadesquenopodíacreerqueD’Astalyshubieratenidoqueverconalgoasí;pero,cuandomellevéelmazazoquetehecontado,me bastó que existiera una posibilidad remota de que D’Astalys se hubieraconvertidoenunpersonajesinescrúpulos.Sabíaqueaprobabalaeutanasiaporprincipio, y esperaba que no le importase saltarse la ley. Decidí en aquelmomento iraverloysacarlealgocon loquequitarmedeenmediocómodayalegremente,ydeformaqueparecieraquenolohabíahechoapropósito.Estabaseguro de que podía, y esperaba que quisiera, sime comprometía a dejarlo almargen.Peronopenséseriamenteenlosobstáculosquepudiesehaber;tansoloquería irme, hacer algo, así que encontré el pasaporte y me puse a hacer lamaletadeinmediato.»Mientras andaba en aquello, se me ocurrió otra cosa. De pronto caí en la

cuentadeque,sinduda,lodedespedirmenohabríasidocosadeDallow,sinodeRandolph.Yamehabíadejadoclarovariasvecesqueleresultabaantipático;noalcanzabaaimaginarporqué,ynoleconcedíimportancia,porquenuncasemeocurrióquellegaseaarruinarmelavidaporuncapricho.Peroahora,cuantomáslopienso,másmeconvenzodequeaquellotuvoqueserlaexplicación,tuvieraDallowlasrazonesquetuvieraparaprestarseasemejanteultraje.»Bajéatelefoneardeinmediato,yconseguícomunicarconBrintonLodge.Me

dijeronqueRandolphestabaenLondresymedieronladirección(tantomejor,

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pensé; de todas formas, tenía quepasar porLondres).Decidí tratar de verlo ysuplicarle (no me importaba lo que tuviera que hacer, con tal de volver atrabajar).Porcierto,Phil,¿tienesuncigarrillo?Estápermitidofumar.Trent le dio lo que pedía y se quedó en pie a su ladomientras el humo le

entrabaenlospulmones.—¡PobreBryan!—dijo,poniéndolelamanoenelhombro—.¡Quémallohas

pasado!Supongoquenoimportanadaqueteregodeestantoconlosdetallesdelrelato.Quierodecir,comomédico,sabesloqueteconviene.—¡Mesientabien!—dijoFairman—.Hedescansadomucho,y,sialgoséde

psicología,soltartodoloqueheestadocallandoeselmejorremedioparaloquetengo.Además,loquehesabidoportiestamañanaaclaraelmisterioquemásmepreocupaba.¡Nolosabes!Alcanzóyapretóduranteuninstantelamanoqueteníaenelhombromientras

proseguía.Después de conseguir la dirección deRandolph, dijo, cogió el primer tren a

Londresyllegóconcasiunahorademargenantesdequesalieraeltren-barcodela estación Victoria. Fue en taxi de Euston a la plaza Newbury. Se sentíaexhausto y enfermo, pero estaba resuelto a seguir el programa que se habíapreparadovagamente.Llamóaltimbreunavez;comonooyóruidoenlacasita,volvió a llamar. Seguía sin aparecer nadie, así que se alejó de la entrada paramirar en el piso de arriba. Vio que había luz en la habitación de arriba. Laventana tenía gruesas cortinas, pero había una rayita de luz donde estas no sejuntabandeltodo.Mientrasllamabaaltimbreporterceravez,pusolamanoenlapuertaporcasualidad,yparasusorpresaresultóquenoestabacerrada.La abrió, entró en el pasillo iluminado y preguntó a voz en cuello si había

alguien.Nohuborespuesta,yFairman,aquienensuestadodeturbaciónmentalsolo lepreocupaba suobjetivo (verse las caras conRandolph),dejó labolsayempezóa rebuscarpor lacasaa todaprisa.Lashabitacionesdelpisodeabajoestabanaoscuras,asíquesubió.Yendoalaizquierda,sedetuvoantelapuertadeunahabitaciónmuyiluminada,yalprimervistazovioelcadáverdelhombrealquebuscaba,queyacíadondehabíacaído.Fairman entró corriendo en el dormitorio. Comomédico, le bastó un rápido

examenparacerciorarsedequeyanohabíanadaquehacer,ynollegóatocarelcuerpo.La emoción del susto tuvo un efecto tranquilizadormomentáneo, y el

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hechoevidentedequesetratabadeunasesinatoprodujounareaccióninstintivadeinteréshorrorizado.Inmediatamentelellamólaatenciónunapiladepapeles,envoltoriosycordelquehabíaenelsuelodelantedelacajafuerteabierta,yfueaverdecercaloqueallíestabadesperdigado.Enaquelmomento,aFairmanlointerrumpióunaexclamacióndeTrent.—¡Papeles!¿Te refieresapapelesescritos,Bryan...,manuscritoso impresos;

nosoloaenvoltoriosdepapeldeestraza?—Sí; unos cuantos fajos de papeles..., siete, para ser exactos (los conté

después).Cadafajoteníaunagoma.Medicuentaalmomentodequelaprimerahojadecadafajoestabaencabezadaporunnombreengrandescaracteres,conrenglonesdetextoapretadoypulcrodebajo.Tambiénhabíaunmanuscritoenunfajocontapasdepergamino.—¡Documentos!Lacosaestáponiéndoseinteresante,Bryan;porquelaPolicía

(resultaquemeconsta)noencontrónadadeeso.—No—dijoFairman—.Comoati,resultaquemeconstaquenoencontraron

nadadeeso;porqueresultaqueallínohabíanadadeesocuandomiraron.Voyacontarteloquepasó.Fairman se agachó para mirar los papeles de cerca, dijo, y de inmediato le

llamólaatenciónelnombrequefigurabaenunodelosfajos.EraelnombredeDallow.Fairman cogió el fajo. Era fino y ligero, y en apariencia consistía en unas

cuantas cartas escritas en papel corriente..., al igual que casi todos los fajos,como descubrió más adelante. Leyó por encima la primera hoja, que estabaescrita en la peculiar caligrafía de Randolph, y, tras leer el primer párrafo,comprendió perfectamente la naturaleza de la coacción bajo la que el doctorDallowsehabíavistoobligadoaactuarcomolohabíahechoaquellamañana.—Novoyacontarteloqueera—dijoFairman—.Siestuvierasenmilugar,tú

tampocoloharías,Phil.Bastedecirqueeraalgoquesupondríalaruinaabsolutade Dallow, si llegaba a saberse. Debo añadir, por cierto, que fue algo queprobablementehizoporquetienebuencorazón.Esjustoreconocerlo.»Bueno,mequedéunoodosminutos,digiriendoloquehabíadescubierto.No

me hizo sentirmejor; que yo supiera, no cambiabami situación.Randolph sehabíaensañadoconmigo.Otroalquetambiénteníasojuzgado,meimagino,selohabía agradecido con una bala, y se había largado con los papeles que lo

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comprometían.Pero,pormiparte,seguíaenlamismasituación;y,allídepie,laoladedepresióninsoportablevolvióainundarme.Mesudabanlaspalmasdelasmanos,mezumbaban losoídosy tenía lospies comosi los zapatos fuesendealgodón en rama. Seme ocurrió una cosa. Eché una hojeada a las notas quehabía en los demás fajos. Estaba clarísimo que eran todos del mismo tipo.Aunque nome sonaba ningún nombre, decidí hacerles a esos desgraciados elfavor de destruir las pruebas de sus indiscreciones pasadas, y me los guardétodos,incluidoeldeDallow,enlosbolsillosdelabrigo.»Y entonces, Phil, miré la primera página del fajo del manuscrito. ¿Te

imaginas loque resultóser? Imposible,claro;peroerael textodeun librodelquemehashabladovariasveces.EsacosadeWetherill.—¡Cómo!—exclamóTrent—.¿TerefieresaElalarota?Yloteníaenesacaja

fuerte... Claro, es justo donde le correspondía tenerlo. ¿Y qué pasó con él,Bryan?¿Telollevaste?LaPolicíanoloencontró.Fairmanasintióbajandolamirada.—Melollevé...,sí.Lorobé,siquieres,porqueporlomenosesoerapropiedad

legítimadeRandolph,supongo,meimagino,aunquenomeexplicocómollegóasupoder.Alomejorseloprestólabestiarepugnantequeloescribió.Medabalomismo.Solosabíaquenopodíadejaraquellainfamiatiradaallíparaquelavieracualquiera. Así que me la puse debajo del brazo y me la llevé; y en estemomentoestáenel fondodel canalde laMancha, atadaenunhatillocon losdemáspapeles.—¡Bien!—dijoTrentcontantasatisfaccióncomoentusiasmo—.¿Yquépasó

después,Bryan?—Puesque,altenerenlasmanosaquellosfajosdecartas,queesloquetenían

casitodos,meacordédealgo.Penséenmandarteunacartadedespedida,Phil,porque eresmimejor amigo, diciéndote algunas de esas cosas que uno sueledejarseeneltinteroantesdedarelúltimopaso.Ibaaescribirlaeneltren-barco.Llevabaencimaunaplumayun lapicero,y tenía sellosenelmaletín,peronotenía papel. En el dormitorio no parecía que hubiera, y bajé deprisa pensandoregistrarelsalónantesdeirme.Fairmanentróenelsalóndelaplantabajayencendiólaluz.Deinmediatovio

el escritorio y, encima, el armarito abierto con su amplia selección de lo queestaba buscando.Cogió unas cuantas hojas en blanco y unos pocos sobres, y,

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conforme lo hacía, fijó la mirada en los nombres escritos en la página delcalendarioquequedabaalavistaencimadelarmario.Miróperplejoelregistropulcramente manuscrito que hablaría elocuentemente a quienes tratasen deesclarecerlamuertedeRandolph.«13:15,Eunice,Porter’s», leyó.«18,Trent».Yal finalde lapágina:«19:45,

Tabarderos»,seguidodeunafraseimpresadeunadelasEpístolas.Enaquelcontexto,elnombredeEunicenoledecíanadaaFairman.Elmero

hecho de que apareciera su nombre allí era una puñalada a su sensibilidad; y,durante un instante, se preguntó confusamente cómo conciliar aquella nota deuna cita con Randolph con lo que había oído de su resentimiento ante losintentosdelviejodeobtenersufavor.Sinembargo,loquelellamólaatenciónfueelnombredesuamigo,apuntadoparaunavisitatansolopocomásdeunahoraantesdesupropiaapariciónimprevistaenelescenariodelfatalcrimen.—Yatepuedesimaginar,Phil—dijoFairman—,loqueleparecióaalguienen

estadodeincoherenciamental.Conloconfusoqueestaba,eraincapazdepensarcon lógica,sencillamente.Lomáscercaqueestuvedehilar ideas fuealgoasí:«AquíestáRandolphmuertodeundisparo...PhilhaestadoaquíconRandolphhacepoco...Philvinocon intencióndediscutirconRandolph...Philpuedesersospechoso,tantosilohizocomosino».Yenaquelmomento,¿sabes?,tuvemibrillanteinspiración.Trentmirófijamenteasuamigo.—Sí—dijodespacio—.Empiezoacomprender.—Si ibaasuicidarme,comosindudaalgunapensabahacerde todasformas,

aquellaeramioportunidaddelograralgodepaso.Mesalvastelavida,yunonoolvidaalgoasí...—Cualquiera podría hacerlo—lo cortóTrent con impaciencia—.El quepor

casualidadsabenadarnoesningúnhéroeporrescataraalguienquenosabe;sinolohiciera,élmismodeberíaahogarse.Habríahecholomismoporcualquiera,ylosabes.Fairmanrioamablemente.—Sí,losé.Peroporcasualidaderayo,ynoporculpatuya,yesunadeesas

cositasdenadaquesetegrabanenlamemoria,comodecía.Asíque,cuandovitu nombre escrito, llamando a voces a quien investigase el asesinato deRandolph,medecidíenuninstante.Acontinuación,nohicemásqueloprimero

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que me vino a la mente. Arranqué la página del taco y me la guardé en elbolsillo. Salí al pasaje, arranqué la etiqueta conmi nombre que llevaba en labolsa, y la tiré en un rincón. Luego, según salía, me acordé de las huellasdactilares; así que volví a subir al dormitorio, donde había visto una jarra deaguayunvaso,ybebí.»Después, me marché tan rápido como pude y paré un taxi en la calle

Bullingdon.ComohabíapasadomuchomásratoencasadeRandolphdeloquehabíaprevisto,solomediotiempodepedirunbilleteysubíaltrenporlospelos,comoviste.Eso supusootro golpeparamí.—Fairman cerró los ojos conunasonrisadereminiscencia—.Allíestabas,impávido,yalparecersinintencióndehuirdelpaís(esmás,penséqueteníasciertoairedeaburrimiento),yallíestabayo, aturdido, febril y en las últimas, sintiéndome mucho peor que si hubieradisparadoalviejo.Despuésdeaquelrápidovistazoasuamigo,contóFairman,sesentóalamesa

delvagónyempezóapensarquéharía.YateníaclaroqueibaadejarunacartaparalaPolicía,declarándoseculpabledelasesinatodeRandolph.Decidircómoescribirlacartanofuetanfácil.Empezóyluegodesechólaprimera;luego,otra;al final, sediocuentadeque,cuantosmásdetallesañadieraa suhistoria,másposibilidadeshabíadequequedasedesacreditadaporalgúnerrormínimoqueselepasaseporalto.Seconvenciódequelacartadefinitivahabíadeserlaformamás escueta que pudiera dar a su confesión en falso y la echó al correo en laestafetadelaestacióndeNewhaven.Durante el cambio del tren al vapor, en Newhaven, ocurrió algo

desconcertante.LahojaquehabíaarrancadodelcalendariodeRandolphsecayóal suelo sin que se diera cuenta, y la recogió una anciana, que a continuacióntrató de devolvérsela.Tras la confusión inicial, pensóque en la hoja nohabíanadaquepudieradelatarlo,porloqueselimitóanegarquefuerasuya.AmitaddelCanal,selasingenióparairauncostadodelbarcosinquelovieranytirarpor la borda el hato que había preparado con los documentos que se habíallevadodeldormitoriodeRandolph.Al llegar a Dieppe, hacia las dos de lamañana, tomó una habitación en un

hotel y, gracias a los sedantes pudo dormir varias horas , aunque de modoentrecortado.LuegoselevantóypidióqueleindicasencómollegaralImpassedelaChimère.Despuésdepreguntarunascuantasvecesporelcamino,llegópor

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fin a aquel barrio remoto. La casa le pareció inconfundible cuando la tuvodelante..., un château típico..., pero todo indicaba que estaba desierta. Llamórepetidamentealtimbredelaentradaexterior,untantodestartalada,envano,yen la propia casa no había señales de que estuviera habitada. La casa máspequeña, cuya finca lindaba con la de lamansiónD’Astalys, y que llevaba elnombre del que le habían hablado (Pavillon de l’Ecstase), también se hallabadesiertayensilencio.Aunque cansado y angustiado, Fairman no dejó de darse cuenta de que lo

observabanconcuriosidaddesdelasventanasdelafondagrandeyanticuadaalfinal del impasse. Obviamente, era donde tenía que ir para informarse delparaderodelagentedelacasagrande,yalláfueentoncesFairman,ypidióquelesirviesenuncaféyuncoñacenelcuartoquedabaalacallesilenciosa.PerodescubrióqueenelHôtelduPetitUniversnoibaaenterarsedenada.Elcolosoque regentaba el lugar evitómirarlo a los ojos cuando le preguntóymascullóque estaba demasiado ocupado para vigilar además los movimientos de losvecinos... Si el conde no estaba en casa, no era asunto del posadero; tampocosabíadeotradirecciónenlaquepudieraencontraralconde.Trasaquellarecepción,aFairmannolequedaronfuerzasparaseguirtratando

deponerseencontactoconelcondedeAstalys.Exhausto,enfermoysumidoenla más oscura desesperanza del alma, volvió al puerto arrastrando los pies ycompróunbilleteparaelbarcodelaunaaNewhaven.—Fue —le dijo a Trent— lo único que se me ocurrió. Tenía intención de

destruirme y para entonces estaba demasiado perdido para pensar en algomínimamenteapartadodelcaminotrillado.¿Meentiendes?Merefieroaque,alhaberllegadopormar,naturalmente,cuandomiréalaguaytirélospapelesporla borda, pensé en ahogarme, y ahora, tras fracasar en la locura en la quemehabíaembarcado,volvíapensarlo(dehecho,nopodíapensarenotracosa).»Loquepasódespuésya lo sabes,me imagino.Tratéde saltarpor laborda,

cuando pensé que nadieme estaba prestando lamenor atención; y, en cuantohiceelprimermovimiento,untipograndeyfuerte,alquehabíavistoyqueserascaba la cabeza delante de un crucigrama,me cayó encima como el gato alratón.Sinohubieseestadoenunacondición tan lamentable—añadióFairmancon compunción—, le habría enseñado a no inmiscuirse en los asuntospersonalesdelosdemás.

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—No lo hiciste tanmal, por cierto—le aseguróTrent—.Mehan dicho quedejastealsargentoHewitthechounabirria.—¡Qué se levaahacer!—dijoFairman—.Si es así, lo siento.Nodecía en

seriolodedarleunalección;esunadeesascosasquesedicensinpensar.Porsupuesto,notardéenenterarmedequeeraagentedePolicíaydequecumplíaconsu infernaldeber;pero,cuandosemeechóencima, lehabríaarrancadoelcorazónymehabríaquedadotantranquilo.—Notelotomestanapecho—dijoTrent—.CreoqueelsargentoHewittno

selotomaapecho.Lospuntosquelepusieronlosmédicosdesaparecerán,perolosquehaganadopordetenertelevendránestupendamenteconelascenso.Asíque te prendieron por suicida, y luego, por lo que he oído, te derrumbaste.Ahora, veamos, Bryan; tenemos que pensar en la mejor manera de que tesuelten. Si quieres mi opinión, lo mejor que puedes hacer es contar toda lahistoria cada vez que alguien te pregunte, sin guardarte nada, ni siquiera losmotivosqueteníasparaacumularpruebasentucontra.—Muybien—dijoFairman—.Detodasformas,esloquepensabahacer.Sitú

estás al margen, no tiene sentido que siga callando. Pero no van a creerme.Tienenmuchaspruebascontramí.—Desde tu punto de vista.Bueno, por eso no te preocupes; quizá no tienen

tantascomocrees.Todavíanotehanjuzgadoporasesinato,¿sabes?,y,sisedael caso, puede que no sea precisamente delmodo que esperas. Sabes por quéestásdetenidoactualmente,claroestá.—Claro.Porsuicidio.—Eso pensaba; pero, por lo visto, la designación oficial es bastante más

rimbombante.Uncríticocapciosopodríainclusodecirqueesartificiosa.Aojosdelaley,cuandotratastedetirarteporlaborda,lohicistedolosamente,yluegodelictuosamente, de forma deliberada y con premeditación y alevosía, paramatarteyasesinarte.Esposiblequeesasealaúnicaacusacióndeasesinatoalaque tengas que enfrentarte, y no me parece que deba preocuparte. Cuandovuelvasacompareceranteeltribunal,queserábienpronto,laspruebasrelativasa tu estado de salud, tanto antes como después del acto impulsivo que semalogró,deberíanbastarysobrar.Loquevaasuceder(segúnmehandicho)esque, si aceptas una instrucción sumaria, quedarás en libertadprovisional hastaqueteconvoquen,locual,siteportasbien,noocurrirá.Yahorametengoque

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marchar,Bryan,antesdequemepongandepatitasenlacalle.Lapróximavezquetevea,creoyespero,volverásaserlibre...,libreparacenarconmigo,paraempezar.Trentsepusoenpieparamarcharse,perosedetuvo.—Ah,semeolvidabaunacosa—dijo—.Mehasoídomencionaramitía,la

señoritaYates,¿verdad?Estamañanahe recibidounacartasuya,diciendoquepronto volverá deRoma, donde ha visitado brevemente a unos amigos suyos.Describeunaexperienciararaquetuvoporelcamino,entreLondresyDieppe.Fairmansequedóperplejo.—¿Y?—dijo.—Adjuntó un pequeño documento que pensó queme interesaría. Yo pienso

queteinteresaráati.Sacódelmaletínunatiradepapelqueledioasuamigo,unatiraimpresa,con

unaspocaspalabrasmanuscritasquedecían:12ABRIL13:15Eunice-Porter’s18Trent19:45TabarderosPor lo demás,me está guardada la corona de justicia, la cualme dará el

Señor,juezjusto,enaqueldía.IITimoteo4,8

Unashorasdespués,enScotlandYard,el inspectorBlighconsiguiócontactar

telefónicamente conTrent en su casa, trasvarios intentos.Suspalabras fueronbrevesycautas.—Herecibidosucarta—dijo—,ymeparecequevaporbuencamino.Porlo

que respecta a su propuesta, estoy dispuesto a intentarlo. Pero no podemoshablardeestascosasporteléfono.¿Cuándopodemosvernosaquí?

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—Dentrodemediahora,másomenos.—Vale.Venga.—Hayunacosa—dijoTrent—quenohemencionadoenlacarta.Seríabueno

quepensaraenellamientrasllego.Lashuellasdelacuchilladeafeitar...nolashanidentificado,¿verdad?—No.—Esopensaba.Eranmías.YTrentcolgóelauricular.160Paráfrasisdelpoema«LadyClaraVeredeVere»,delordAlfredTennyson.161ParáfrasisdeMacbeth,actoIII,escenaIV.162«Loescuchoboquiabierto».163OrdendelServicioDistinguidos,condecoraciónmilitarbritánicaotorgadaporserviciomeritorioen

tiempodeguerra.164 «Academia de Medicina». La Academia Nacional de Medicina francesa asesora al Gobierno en

materiadesaludpública.

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CapítuloXX

Unapartidadegolf

Eraunatardedeabril,luminosayanimada,cuandoVerneyviajóenelcochedeTrentaMolesworth,elescenariodelapartidadegolfquehabíanconcertadodeantemano. Desde luego, el secretario era un hombre diferente de aquel serangustiadoyalteradodeldíadespuésdelasesinatodesujefe,ytambiénmásenformadeloqueleparecióaTrentcuatrodíasantes,cuandolovioenelInstitutoRandolph.Elairefrescoylimpioylaperspectivadealgodelibertadlejosdelasservidumbres del deber habían coloreado un poco su rostro firme y aquilino.Aunqueseguíapareciendountantotenso,yaunqueensuslímpidosojosazulesseguíahabiendounvestigiodeexpresióntaciturnaqueestabaausentetresmesesantes, cuando Trent lo conoció en Brinton Lodge, sin duda alguna estaba demejorhumor,yhablabadecosasintrascendentes,odiscurseabasobreelgolfconesa grave seriedad que a Trent siempre le había parecido una característicaasombrosadelosauténticosdevotos.NodejódedarsecuentadequeVerneynodijo una palabra sobre sus cualidades, ni sobre los triunfos que quizá hubieracosechado; pero Trent nunca lo había incluido entre los descerebrados de esafraternidad.Verneyseexplayósobresusbuenosrecuerdosdelcampoqueestabanapunto

de visitar, cuyos detalles parecía rememorar con tanta facilidad como si solohubierantranscurridodías(ynoaños)desdelaúltimavezquehabíajugadoenél.Cuandoelcochedejóatrás lazonadeperiferiamásalnortedeLondres,sequitó lagorrayrespiróhondo.ATrent leparecióque jamás lohabíavisto tansatisfechoconestemundo.Elfuturodelinstituto,dijoenrespuestaaunapreguntadiscreta,seguíasiendo

bastante incierto, pero había recibido más de una oferta, lo cual sugería que

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alguienconsuexperienciaconcretateníamásoportunidadesdeloquepensaba.Laadministracióndelabeneficencianoparecíaunaprofesiónsaturada,locualeraunasuerte,dijosencillamente,dadoqueyanoleinteresabanadamás.—No solo es una suerte, sino que es natural—sugirió Trent—, ya que me

imaginoquelossueldosapenasdaránparavivir.Ytampocoabrepuertas,¿no?—Soloaunomismo—dijoVerney.Empezóahablardeltrabajoalquesehabíaconsagrado,yTrenteraunpúblico

interesado. Verney tenía información privilegiada sobre el funcionamiento decasitodoslostiposconocidosdefilantropíaorganizada,desdeelmantenimientode los fondos de jubilación de los pastores no conformistas a la provisión debotessalvavidas,ydemostrótenerbuenojo,aunquetambiénciertafrialdad,paralassituacionesabsurdasquedecuandoencuandosevivíanjustocuandomenosgraciososdeseabanserlosafectados.Había,aseguróaTrent,unfondopequeño,constituidorecientementegraciasaunlegado,paraelsuministroanualdedoceparesdepantalonesbombachosalosniñospobresdeciertaparroquia,habiendoprescritocuidadosamenteeltestadorquelosbombachosdebíanirajustadospordebajodelarodilla,paraevitarlarepulsivaindecenciadelasprendasconocidascomocalzones.Tambiénmencionóelcasodeunancianobenefactorque,sinrepararengastos,

había donado un gimnasio moderno a un orfanato. Dicho caballero, al queinvitaronapresidirlaceremoniadeinauguracióndeledificio,perdiólospapelesalenterarsedequenoestabaprevistoquelefueranaentregarunallavedeoroenrecuerdo del acontecimiento, y el comité, asfixiado por las dificultadesfinancieras,tuvoqueconcedérsela,bajolaamenazaporpartedelbenefactorderetirarsunombredelalistademecenasdelainstitución.Para entonces, estaban llegando a su destino, y Trent advirtió con alivio,

conforme franqueaban la puerta de un camino que llevaba al campo, uncochecitoamarilloaparcadoaciertadistancia.—Nuncallevocaddie...¿Leimporta?—dijoVerneyenelvestuario,mientras

sepreparabanparael combate—.Paraempezar,nopuedopermitirme lujos,y,además,trabajandoentreniños,esaclasedetrabajosnoesquemeencante.—Creo que ya lo había mencionado —dijo Trent, que en realidad había

tomadobuenanotadeeseprincipiodeVerney—.Nomeimporta.¿Apostamos?Hayaquienlegusta.Amímedalomismo.

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—Prefieroqueno—dijoVerney—.Cuandounosiempreseestápeleandoconlosdemásparaquenoapuesten,meparecequedeberíaevitarlo.Apocoqueaunolegusteestedeporte,nolehacefalta.Erancasi las trescuandofueronalprimer tee,yVerney,que lehabíadadoa

Trenttresgolpesdeventaja,abrióelpartido.Suswingteníaunafácilperfeccióndeestilo,ydejóadmiradoaTrentconelvigordesudrive.Noteníanjugadorescerca, ni detrás ni delante. Como las condiciones eran ideales en todos lossentidos,ambosseentregaronalplacerpurodeunpartidodisputadoconardor.Durante la primeramitad de la ronda, estuvieron igualados, e iban empatadoscuandosalierondelnovenogreen.—Untipoqueconozco—dijoTrentconformecaminabanhaciaeldécimotee

—sueledecirqueelgolfeseldeportemástonto.—Sijuegaalgolf—dijoVerney—,selepuedeperdonar,enciertaforma.No

esmásqueunaespeciedeirreverencia.Probablemente,loquepasarafuerasoloque estaba jugando peor de lo que acostumbraba y no entendía qué estabahaciendomal.Eselmismofenómenoque,engradoextremo, llevaaalguienatirarlospalosalmaryajurarquenovolveráatocarlos,yluegoapareceenelprimer tee con un equipo nuevo lamañana siguiente. Pero, si el tipo del quehablanojuega,meparecequeeselmástontodesusamigos.—No—locorrogióTrent—,nimuchomenos.Tienemuybuenacabeza.Pero

creeque sudeberes fustigaranuestroscontemporáneos,puestoque,desde supuntodevista,todosellossededicanabobadasycorruptelas.Asíque,cuandovequenuevedecadadiezpersonasqueconocehacenalgoenparticular,daporsentadoquesetratadeunerrorounaidiotezycreequedebecondenarlo.—Bueno, me parece que el golf sobrevivirá —dijo Verney—. Si ha

sobrevividoalostontosexcesosdelagolfmanía,noesprobablequeleafectelagolf-fobia.Sobretodo,porquemuchosseconviertendemanerainesperadaynosponenlacabezacomounbomboalosdemás,hablandodesuspropiasproezas.De todas formas, en general a quienes fustigan a sus contemporáneos se lesprestapocaatención,¿no?...Hastacuandotienenrazón.—Nosésiestoydeacuerdo—replicóTrent,altiempoqueponíalapelotaen

el tee—.Meparecequese lesprestabastanteatención...;esmás, sonbastantepopulares, y se espera de ellos que digan cosas divertidísimas. Como loscoronelescómicoscuandosemetenenlosbúnkeres.

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Trentelogiósinceramente los tresgolpesbrillantesquepusieronaVerneyencabeza en el hoyoonce.Enel siguiente,Trentvolvió a empatar, y en el hoyotrece,hizoloshonores.Habíaquetirarcuestaarriba,conunafranjaespesadeárbolesqueflanqueaba

lacallepor la izquierda,yunsetoaltoa laderecha.Amedia subida, seveíanpostesblancosaamboslados,quemarcabanladireccióndeuncaminopúblicoquellevabadirectamente,cruzandolacalle,deunapuertadelavallaaunclarodelbosque,yaesapuertamirabaTrentconelrabillodelojomientrascolocabalabola.—Escuriosolodelnúmerotrece—observó—:apesardequelorodeantantas

supersticiones,nohaycampodegolfquenotengaunhoyotrece.Muchasveceslosaltancuandoponennúmerosalascasas,oacasicualquiercosa,menosaloshoyos del golf. A lomejor es así porque de todasmaneras alguien tiene queperderenellos,ytalvezesocuentayacomomalasuerte.Encualquiercaso,amuchagentenolegustaelhoyotrece,nadamásqueporelnúmero.Verneyfruncióelceñomientrasloescuchaba.—Losé—dijosinextenderse,yTrent sepusoacolocarelpalodetrásde la

bola.—¡Espere!—dijoVerneydepronto—.Notiretodavía.Hayalguiencruzando

lacalle.Podríadarlefácilme...Aquísedetuvotomandoalientobruscamente,ylabolsadepalosquellevaba

cayóalsueloconestrépito.LacaradeTrent,queprimeromiróaVerneyfijamenteyacontinuaciónmiró

cuestaarriba,eralavivaimagendelasombroylapreocupación.—¡Hay alguien cruzando!—repitió sin expresión—. ¡Está soñando, querido

muchacho!¿Seencuentrabien?Lapreguntanonecesitabarespuesta,porqueVerney,apoyadoenel troncode

unárbol,sehabíapuestoblanco.Conlamiradaaúnfijaenladistancia,sepasóuna mano por la frente desnuda, y parecía como si le costara respirar.Finalmente,volvióladolientemiradaaTrentytratóderecobrarlacompostura.—No, no muy bien—dijo con voz entrecortada—. Pero no es grave.—Se

llevó unamano al pecho—. A veces... me sucede.Me imagino cosas... y meempiezoasentirfatal.Enseguidasemepasa.Trentlehablódeformacomprensiva.

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—Bueno, es un mal final para un buen partido —concluyó, recogiendo supelota—.¿Seguroquenoleapeteceseguir?—No podría—declaró Verney vehementemente, con los ojos aún llenos de

espantoyfijosenelclarolejano—.Nopuedo,deverdad...;poresacuesta,no.Nomeatrevo.Estosataques...medejanenunestadopésimo.Losientomucho.—Remojósupañueloenelaguadelacajadel teeyse lopusoenlafrente—.¿Leimportaquevolvamos?—Noestálejos—respondióTrent—.Yalellevoyolospalos.Pero Verney no dejó que lo ayudase. Aunque se fue recuperando un poco

conformeibanllegandoalclub,seguíaalteradoyrespondiódeformasucintaeinconexaalosintentosdeTrentdedarleconversación.Rehusóbeberenelbar,aunque a todas luces no sin conflicto interno; sin embargo, aceptó agradecidouna tazade café y parecía casi recuperado cuando se sentó junto aTrent paravolveraLondres.ATrentlebastóunaojeadaparacomprobarqueelcocheamarilloyanoestaba

aparcadoenelcaminojuntoalcampo.Cincominutosmástarde,cuandodejaronatrásunafondaenuncrucedecaminos,volvióaavistarloaparcadoalladodeledificio. Comprobó satisfecho que estaba vacío. Todo estaba yendo según loplaneado.Ahora se extendía ante ambos un tramo largo y recto de carretera rural sin

casas, jalonada aquí y allá por formas peatonales. Un instante más tarde, elhombrequeteníaalladoprofirióunaexclamaciónahogadadeterror.—¡Estáahí!—dijoVerneyconvozentrecortadayterrible—.¡Estáahí...otra

vez!—¿Dónde exactamente? —preguntó Trent en tono celosamente

despreocupado, como si estuviera decidido a desalentar un posible brote dehisteriadesucompañero.—Enelsendero..., justoahídelante...,andandodeespaldasanosotros.¡Dios

mío!¿Nolove?—Veoadosseñoras—contestóTrent,mirandoalfrentefijamenteycongesto

funesto—quellevanaunperroconunacorrea.Yeracierto.—Elviejo...consubolsa.Vamosapasarlo.¡Noquieroverlelacara!Verneyseagachóysetapólosojosconlasmanos,temblandoviolentamente.

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Trent aminoró la marcha del coche y no dijo nada mientras Verney se ibatranquilizandopocoapoco.Estabasentadoensurincón,agazapado,tapándoseaúnlosojosconunamanoysinmirarfueradelcoche,nia laderecha,nia laizquierda,nidelante.Cuandopocodespuéselcocheamarillolosadelantóylosdejóatrásconunrechinarespeluznante,nolomiró.—Perdone —dijo a la postre con voz grave— que haya dado semejante

espectáculo.Nuncaheestadotanmal...;nomeloexplico.—Tendrá que ir inmediatamente a ver a un médico, ¿no?—dijo Trent por

conversar—. No gana nada preocupándose de esa manera; no puede ser tangrave.Caramba, hace una hora era la salud personificada.Me imagino que ledirán que repose, y dentro de nada estará fresco como la proverbial lechuga.Pero,porahora,enunminutovamosapasarpormicasa,yustedvaaentraryatomarseunreconstituyente; loquequiera,de téasales,sinolvidar lasbebidascristianas. ¿Sabe?—añadió, serio—.Diríaqueestabamás trastornadodespuésdelsegundo(ejem)ataquequedespuésdelprimero.Meparecequenecesitauntónico,deverdad.YVerney,conauténticagratitud,aceptólaoferta.El coche se detuvodelante de la casita y estudio deTrent en la calleGrove

End.—Yaestamos—dijo,segúnabríalapuertadelanteraycedíaelpasoaVerney

—.Aladerechaestálapuertademisalón,míseroyprácticamenteinhabitable,como diría Kai Lung165. Dentro encontrará unos sillones insulsos, un hogarcorrientísimo y, esperándonos, unas bebidas que pican como una víbora ymuerdencomounaserpiente,seloaseguro.Parausted,quizáuncoñacy...Oiga,¿quédiablospasaahora,hombre?Y es que Verney, que había entrado primero, se había echado en brazos de

Trentconungrito.—¡Ahí!—sollozó—.¡Estáahí!—¿Quédice?¿Dónde?PorelamordeDios,contrólese,Verney—dijoTrent

conasperezaysacudióaltrémulodesdichadoporloshombros—.Dígasequenoes real, sea lo que sea. Dígase que se lo está imaginando. Vaya y dele unpuñetazo. Aquí no hay fantasmas, Verney; se lo está imaginando... No hayfantasmas.Estádelosnervios,nadamás;otienemalelestómago...,comoaquelfulano deKipling, ¿no se acuerda?Cuando vio lo que creyó que vio, esto se

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levantódelasillayfuealahabitacióndeatrás;peroenrealidadnohabíanada.—¡Eso es lo que está haciendo! ¡Eso es lo que está haciendo! —sollozó

Verney,agarrándoleelbrazo—.Selevantadeesasillajuntoalescritorio...,vaalahabitacióndeallado...,volviéndomelaespalda,siempre.¡Mire!Hacerradolapuerta...,¿nolohavisto?Estáahídentro...,¡ahídentro,hágamecaso!¡Diosmío!Sisaley leveo lacara... ¡Suélteme,malditasea! ¡Apártesede lapuerta,noseinterpongaenmicamino,olomatotambién!¡Déjemesalir!Y forcejeó furiosamente con Trent, cuyas anchas espaldas estaban apoyadas

contralapuertaporlaquehabíanentradoalahabitación.—No,hastaquemedigaloquehavisto...,aquiénhavisto—dijoTrentcon

vozentrecortada,sujetandoférreamentelosbrazosyelcuerpodelotro.—¡A James Randolph, malnacido! —gritó Verney—. ¡Al viejo James

Randolph!¡Déjemesalir!—James Randolph está muerto, Verney. A James Randolph lo asesinaron.

¿Cómopuedehabervistoaunmuerto?¿Porquéibaaveniraporusted,Verney?¿Porquéibaa...?—¡Porque fuiyo,porque lomatéyo!¿Medeja salir ahora? ¡Ah!Noquiere,

porqueintentécolgárseloausted...Sí,fuiyo,perodéjemesalir,Trent,porloquemás quiera. ¡Apiádese demí! Se lo diré todo,me entregaré a la Policía, harécuanto quiera, pero déjeme... ¡Oh, Dios!—Porque acababa de oír un ruiditodesde la puertaquedaba al estudio—. ¡Mire! ¡Lapuerta se estámoviendo, seestáabriendo!Yvolvióaforcejearparaescapar,enloquecido.Un sonido horrible salió de los labios de Verney cuando sintió una presión

ligeraenelhombro.Perolaformaquevieronsusojossobresaltadoscuandosevolviónoeraunfantasma.Unhombrealtoydesgarbadoconmiradadebasiliscosealzabaasulado,ydijo:—Henry Malcom Verney, soy agente de Policía, y está arrestado por el

asesinatodeJamesRandolph,aquiendisparóel12delmescorriente.ElinspectorBlighhizoentonceslasadvertenciashabituales.

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165ProtagonistadeunaseriedenovelasdeErnestBramah,publicadasdesde1900.

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CapítuloXXI

LaTíaJudithhacepunto

El inspector jefe Bligh se fue acomodando en un sillón del estudio de Trent,piezaapieza,lanochedeldíadespuésdelarrestoydelcacheodeVerney.BryanFairman, que aquella mañana había quedado en libertad provisional enNewhaven,y la señoritaYates, recién llegadade suvisita aRoma,ya estabanallí.Trentloshabíainvitadoacenar,ylosdedosdelaancianaestabanactivosyatareadosconunalabordepuntoquealparecernoleimpedíamostraruninterésvivoentodoloacontecido.—Noofrecióresistencia—lesdijoelseñorBligh—.Esmás,estababastante

abatido,contodoloquehabíapasado.Sinembargo,paracuandolohanacusadoformalmente, esta mañana en la calle Marlborough, se había restablecido losuficienteparanegarseahablar.Vaatenerquedevanarselossesosparasalirdeesta. Seguramente sea de los que tratan de boicotear la acusación haciendoalguna tontería; pero ya se ocuparán de eso en Brixton166. Si todo va bien,tendremos todo preparado para continuar con la investigación pospuesta elviernes.Esusteduntíolisto—añadió,mirandopensativoasuanfitrión.—Aunque tirando a sucio, querrá decir —sugirió Trent, con las manos

entrelazadasdetrásde lacabeza—.Escierto,nomeapetecía tratarconmuchaamabilidadauntipoquellevabasemanasplaneandohacerquemecolgasenporun asesinato que había cometido él mismo. Verney es un animal salvaje,peligrosoy traicionero,peronohabíapruebassuficientesparadetenerlo,comodijoustedmismo,ytuvequetratardeconseguirloquehicierafalta...,endefensapropia,sencillamente.Adecirverdad,funcionómejordeloqueesperaba.—Lomismodigo—apuntósucintamenteelseñorBligh;luegoriouninstante

—. Ojalá hubiese podido verle usted la cara a Bloom,mi taquígrafo, cuando

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Verneyllegóadecirquequeríaentregarseporelasesinato.Fuihacialapuerta,cuandolooímos,yBloommeguiñóunojo,comodiciendo:«¿Aquelegustaríaquenosotrostambiénpudiéramosjugaraeso?».—¿Yporquénopueden?—preguntólaseñoritaYates.—Porque, señora —explicó el inspector, envarado—, si un agente de la

autoridad induce a un sospechoso a realizar una declaración, no sirve comoprueba.PoresosonreíaBloom.Encambio,Randolphnosonriónada—añadió,pensativo—.Caramba,cuandoentródondeestábamosporaquellapuerta,conelsombrerodecampesino,labolsitayelgestoadusto,separecíatantoasupadrequeestuveapuntodepegarunbrinco.Tiróelsombreroy labolsa,yvaymedice:«Sinecesitanayudaparallevárselo,agente,soysuhombre.Sifueselegal»,añadió,«yomismomeocuparíadeél,yconsumogusto».—Bueno,alomejoraélyaustedlesgustóeltrabajo;amí,no—dijoTrent—.

Soloqueríaqueesejovenencantadorfueseapararaunlugarseguro,dondenopudiesemolestarme,niamínianingunaotrapersonaqueporloquefueranolecayerabien.Voyaestartensounasemana,meparece.Porloquerespectaaloque la ley haga con él ahora, eso ya no es asuntomío, pero se lo tendrámásmerecidoquemuchosquetienenquehacerfrentealomismo.Fairmanloconfirmóconungestojuicioso.—DeberíahaberselimitadoadispararaRandolph—dijoconseveridad.—Exactamente;moderaciónentodaslascosas—coincidióTrent.La señorita Yates, que seguía haciendo punto tranquilamente, observó sin

levantarlamirada:—Séperfectamente loque el inspectorBlighha estado apuntode sacar del

bolsillomediadocenadevecesenlosúltimoscincominutos.Philipsabequenotengoelmenorreparo,asíque,¿quierenhacerelfavordefumar?El señor Bligh aceptó su sugerencia, agradecido, y Fairman, a quien

suministraronun largo cigarro, hizo lo propio.Ahora las agujas de la señoritaYates,entrechocandodébilmente,parecíanemitirseñalesde impacienciaenuncódigoparticular,yTrentrespondióalmismo.—Estabahablándolesdelcasocuando llegóusted—ledijoal inspector—,y

acababadecontarleslavisitadelpobrediablodeRaught.—Querrá decir Raught, el peligroso delincuente —gruñó el señor Bligh—.

Cuando pienso que ese individuo estuvo escondido todo el rato delante de

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nuestrasnarices,dondeloteníacasialalcancedelamano...—Yopienso—interpusolaseñoritaYates—quenodeberíamoshablarasíde

esepobredesgraciado,ahoraquehamuerto...,aunquedisparaseaunhombrealqueprobablementenadievaaechardemenos.—No se preocupe —tranquilizó Trent al desconcertado inspector—. Se le

pasará.Comodecía, les estaba hablando de cómovino y de todo lo que dijo,como le conté a usted la semana pasada..., incluida la extraña historia delhombrequevioentrandoenelnúmero5unpocodespuésdelassietelanochedel delito. Y estaba a punto de decirle cómo, gracias a esa historia, me pusedefinitivamente,porprimeravez,traslapistadeVerney.—Amínomedijoeso.—No; porque entonces no tenía mucha importancia. Le conté los puntos

materialesde laacusaciónque tomabaformacontraVerney,unavezempecéaconsiderarlo sospechoso seriamente. Pero pensaba que a todos ustedes lesinteresaríasaberquémeorientóensudirección,porasídecir,porquedemuestraloimportantequeeslabuenasuerteenestaclasedeasuntos.ElinspectorBlighloreconocería,sialgunavezllegaseareconoceralgo.Lesdiríaqueencualquierinvestigaciónprefiereconmuchounaracióngrandedebuenasuertealamuestramásbrillantedetrabajodetectivesco.Elinspector,absortoenlacontemplacióndelapunteradesubotaizquierda,no

replicó.—En este caso —prosiguió Trent— fue un recuerdo fortuito que me vino

cuando escuchaba a Raught; algo de lo que hasta ese momento no me habíaacordadodesdehacíaaños.EmpezóconRaughtdiciendoqueelhombrequevioentrandoencasadeRandolphparecíaloqueélllamabauncaballero.Loexplicódiciendoqueelhombreteníabuenporte,llevabaropadeetiquetay,pensaba,noera bajo.Bien, ya saben que solo vio al tipo desde atrás, y solo durante unossegundos; asíque lepedíque revisase sus impresiones,yentoncesañadióquellevabaabrigo,unabufandablancayunsombrerodecopa.—Bueno,naturalmente—interpusoFairman—.Unabrigo,unabufandayun

sombrerodecopa...sonunaespeciedeuniforme,cuandovasdeetiqueta.Perono entiendo cómo eso pudo ayudarte a localizar al usuario. BasándoteúnicamenteenlaexplicacióndeRaught,podríaserunodecientosqueaesahoradelanochevanporelWestEnd.

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Trentasintiócordialmente.—Oh, salvajeWestEnd, alientodel ser deLondres167, como canta el poeta.

Comobiendices,podríahabercientos.Siquieres,piensaenunaciframásalta.Diezmilvecesdiezmil, luminososconsusbrillantesatuendos168,podíanestarsubiendoamontonadoslascuestasdePiccadillyocualquiervíapúblicacercanaenesemomento.PeroestabapensandoenelnúmerobastantemásreducidodepersonasmásomenosimplicadasenelcasoRandolph,ymepreguntabaacuáldeellaspodríapertenecerlafiguravistadeespaldasquedescribióRaught.—Pues de entrada parece haber habido unas cuantas —observó Fairman,

lúgubre—.Y,porloquerespectaaladescripción,elvisitantepodríahabersidocualquieradelosqueestamosenestahabitación,queyosepa.LaseñoritaYates,sindejardehacerpunto,observótranquilamente:—Yono.Fairmannologrósofocarporcompletounresoplidoantesemejantefrivolidad;

peroelsonidoseperdióenelcomentarioinmediatodeTrent.—¡Exacto!Esaes laclave,ounade lasclaves.Acuérdese, inspector,deque

antaño,enlosdíasoscurosyapagadosmásalládelrecuerdo169,circulólaideamalsana(queseabstuvodemencionarme)dequehabíaunamujerimplicadaenelcaso.Peroelvisitantemisteriosonoeraunamujer.ElseñorBligh,anteeldesafío,lomirósevero.—Eso dice ahora—comentó—.Todos sabemos ya quién fue. Sin embargo,

¿cómopodíaestarseguroentoncesdequeloquevioRaughtnoeraunamujerquesehacíapasarporunhombre?Trentrio.—¡Efectivamente! Puede argüir eso. Podía haber sido la alcaldesa de

BruddersfieldvestidadeencargadodeNegociosdeRuritania.Peroenrealidadsolo podía tratarse de una mujer, Eunice Faviell, ¿no? Todos sabemos quéaspecto tiene. Todos sabemos que, llevase lo que llevase, y desde cualquierángulo,esimposiblequedieselasensacióndeseruncaballero.Uncaballeronodaría jamás esa impresión. Si se hiciese pasar por un hombre, parecería algoque...—Basta —dijo con firmeza la señorita Yates—. Ibas a decir una grosería,

Philip,losé.EstabassegurodequeelhombrequevioRaughtteníaqueserunhombre;conesobasta.

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ElseñorBlighserevolvióenlasillaconciertaimpaciencia.—De acuerdo—dijo—. Lo acepto. Vayamos al grano. Estome interesa. El

señor Trent dice que el relato de Raught lo puso tras la pista de Verney demanera definitiva.Me imagino que eso quiere decir que pudo convencerse dequeelrelatodescartabaatodosmenosaVerney.MiróaTrent,queselimitóahacerunacortésinclinacióndelacabeza.—Entonces—prosiguió el inspector—,me gustaría saber, sin duda, por qué

descartabaa todos,yespecialmenteporquédiablos(¡perdón!)nodescartabaaVerney,que,alahoradelavisitamisteriosa,supuestamente,estabatrotandoporlacallellevandosololojustoparaquenoloarrestaranporescándalopúblico.Osea,esosupusousted,igualquelosdemás.Tomandolahistoriaalpiedelaletra,podemosadmitirquedescartabaalpropioRaught.YestoydispuestoaadmitirquedescartabaalaseñoritaFaviell.Bueno,¿yquiénmásestabaimplicadoenelcaso y podría haber sido el visitante? Podría haber sido usted mismo, paraempezar.PodríahabersidoaquíeldoctorFairman.PodríahabersidoWetherill,quesegúnustedlohabíaamenazado.PodríahabersidoRandolphhijo.Y,claroestá,podríahabersidoVerney,puestoquesabemosquefueél.—Muybiendicho—dijoTrent—,soloque, enhonora laverdad,nopodría

habersidoyo,puestoquesabemosquenolofui.Porloquerespectaalosdemásquehamencionado, empecemosporRandolphhijo.Bien, sabíaperfectamentequéaspecto tenía(teníaexactamenteelmismoaspectoquesupadre),mientrasque el desconocido tenía el aspecto que segúnRaught tiene un caballero.MeacuerdodequesirWalterScottdijolomismodeotramaneracuandodescribióalcélebreClaver’se170;dijoqueteníaairedehabersepasadolavidaentregentenobleyalegre.Medijeentoncesquenisiquieradeespaldasyconpoca luzniRandolphpèreniRandolph filshabríancausadoexactamenteesa impresiónenunobservadorfortuito.»YpenséquehabíabuenosmotivosparadescartaraWetherill.Meloencontré

en el clubCactus, es cierto, cerca de casa deRandolph, poco después de queRaughtvieraaldesconocido;yesciertoque,cuandomeloencontré,Wetherillllevaba más o menos las prendas que describió Raught. Pero había unaexcepción...:elsombrero.CuandoviaWetherill,llevabaunsombreronegro,deala anchayblando, como siempre.Eraun elementovital de su apariencia.Esdecir,EugeneWetherill llevaba toda lavida encarnandoaEugeneWetherill, y

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siempresecaracterizabaconcuidado.Estabasegurodequenisiquieraposeíaunsombrero de copa del tipo que fuera; así que no pensé que el visitante fueraWetherill.»Porotraparte,laideadequefueraFairmannoteníamuchosentido,porquevi

aFairmansubiraltren-barcodelasochoyveinteenlaestaciónVictoria;yenlaestación llevaba un sombrero marrón y un abrigo marrón, con pantalonesmarronesyzapatosmarrones(estabahechounadán,laverdad).Claroestá,sabíaqueFairmanestuvoencasadeRandolphaquellanoche,peroesofuedespuésdelhombrequevioRaught.LahoradellegadadeltrendeFairmandeClaypooleaLondres lo dejaba claro. Sin embargo, supongamos, pensé, que Raught sehubiese equivocado con la hora. Bueno, seguía sin entender por qué Fairmanhabría ido a ver a Randolph vestido de etiqueta; y, aunque así hubiera sido,¿cómoydóndehabríapodidocambiarsederopaatiempodellegaralaestaciónycogerel trende lasochoyveinte?Meparecíaunnúmerode transformismoimposible. —Trent se volvió hacia Fairman—. Así entiendes por qué pensé,despuésdeoíraRaught,queelhombrequevionopodíassertú.»Yentonces,depronto,mientrasestabadándolealdesgraciadouncigarrilloy

unacopa...—Instigaciónycomplicidad—observósombríoelinspectorBligh.—¿Así llaman enScotlandYard a un cigarrillo y una copa?—preguntó con

interés Trent—. Bueno, le di al pobre diablo lo que claramente necesitaba. Yjustoentonces,comodecía,tuveunaideacompletamentenueva.MientrasestabapensandosiaFairmanlehabríadadotiempoacambiarsederopa,mevinoalamente la frase«númerode transformismo», como les acabodedecir; y ahí sequedó,ensegundoplano.Mispensamientoslaatisbabandecuandoencuando...,y,derepente,enunabrirycerrardeojos,medicuentadelporqué.Trentsedetuvo;yelinspectorBligh,mirándolofijamenteenactitudlevemente

aturdida,observó:—Quemeaspensientiendodequéhabla.—Yamí—dijolaseñoritaYatessindejardehacerpunto,yelseñorBlighse

enderezóensusillauninstante.EldoctorFairmantosióvacilante.—Trent quiere decir—explicó—, en pocas palabras, que cierto concepto se

habíaimplantadoensusubconsciente,dondeseprodujounaasociacióndeideas

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queemergióbruscamente,de formaespontáneayautónoma,en laesferade laconsciencia.Elinspectorobservólúgubrementeasuinterlocutorunosinstantes.—¡Oh!Sinoesmásqueeso—dijo finalmente—,¿porquéno lohadicho?

Menudopesomehaquitadodeencima.—SevolvióhaciaTrent—.Tuvisteunaintuición, ¿no?, que, por lo que fuera, desencadenó la idea del número detransformismo.—Exacto—dijoTrent—.Verá,deprontomeacordédeCharlesHawtrey171.Sustresespectadoressemiraronentresíestupefactos.—EnMensajedeMarte—seapresuróaexplicarTrent—.¿Nadielovio?—Yosí—dijolaseñoritaYates,queahorasentíaungraninterés—.Fuiaverla

con los Petherton... Acuérdate, Philip; su segunda hija, Juliet, había estado apunto de casarse con un oriental de no sé dónde, y recuerdo que, como elcompromisosehabíaroto,estabandeunhumor...Enlaobrahabíaunseñorquevenía de Marte a la Tierra, una especie de mago, que hacía saltar todos losmuebles cuando se enfadaba. Y Hawtrey interpretaba a un rico inútil, muyperezoso y egoísta. Elmarciano lo convirtió en un vagabundo sin techo,muyharapientoysincamisa.Trentrio.—Eso era (el número de transformismo).No puede describirsemejor. ¿Y te

acuerdasdecómoibavestidoantesdeconvertirseenvagabundo,TíaJudith?—¡Toma,claro!—exclamólaseñoritaYates—.Ibadeetiqueta,estabaapunto

desaliracenarnosédónde.—¿Estáscompletamenteseguradequeibadeetiqueta,Tía?LaseñoritaYatesrecapacitó.—¡Caramba,sí!Lorecuerdoperfectamente.Unsombrerodecopareluciente...—Yunabrigonegromuypatricio—añadióTrent rápido—y,pordentrodel

cuello del abrigo, una bufanda blanca que le tapaba por completo hasta labarbilla.Esoestodoloquevistedelaropadeetiqueta.Esmás,nolavisteenabsoluto, salvo dos cabos de perneras negras debajo del abrigo; tenía los piestapadospornoséquéobstáculopequeño...,¿teacuerdas?Sabíasqueteníaqueirdeetiqueta,poreluniforme,comolollamaBryan.Enesemomento,Fairmanexclamó:—¡Ja!

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La señoritaYates, dejando que la labor le cayera sobre el regazo,miró a susobrinoalosojos.—Sí—dijo,pensativa—.Yaveopordóndevas,Phil.ElinspectorBlighesbozóunasonrisadeesfinge.—Y entonces—prosiguió Trent, animado—, de pie contra el decorado, de

frentealpúblico, lequitaronelsombrero, labufandayelabrigodesdeatrásalmismotiempo;enunabrirycerrardeojos,¿verdad?...Demaneraqueapenastedistecuentadequedesaparecieronporunatrampilladelescenario.—No vi cómo desaparecieron—dijo la señorita Yates—. Se esfumaron sin

más...,yahíestaba,unpobredesgraciado,harapientoytembloroso.Trentvolvióaretomarlahistoria.—Y,cuandodiounpasoalfrente,temblandoyresguardándosedelfríoconlas

manos, se le vieron los bajos andrajosos de sus pantalones y sus botasagujereadas.Yahílotienes;esofueloquemeabriólosojos.Porlomenos,medicuentadequeeraprobablequeRaughthubiesevistoaalguienquellevabaeldisfrazmássencilloyefectivo.Nonecesitabamásqueunospantalonesdevestir(conlostirantesajustadosya,seguramente),unabrigo,bufandaysombrero.»Pero,aunqueaquelloloteníaclaro,ytambiénquepodíallevaraalgunaparte,

no me llevó a la idea de Verney de inmediato. Aunque sí que empecé apreguntarme si al fin y al cabo el tipo podía haber sido Bryan, dado que elcambio de ropa inusualmente rápido ahora parecía posible. Solo tendría quehaberse cambiado los pantalones, los zapatos y el sombrero, si sencillamentellevabalaotraropadebajodeldisfraz todoel tiempo.Podríahaberlohechoenuntaxi.Soloque,inclusoenesecaso,¿quésentidohabríatenido?Sinduda,elconductordeltaxisehabríadadocuentaysehabríaacordado,sihubierasubidoun pasajero con una ropa determinada y unos minutos más tarde se hubiesebajadoenlaestaciónVictoriaconotratotalmentediferente.Además,silaropade etiqueta era un señuelo, era difícil explicar el señuelo, salvo dando porsentadoque alguien estaba apuntodedisparar aRandolphyde alguna formaqueríaborrarsushuellas.Y,claroestá,Bryannuncatratódehacereso;todolocontrario. Se limitó a poner pies en polvorosa públicamente, además de dejarhuellaspor todaspartes,ydeconfesardespués.Esoera loquemedecía;yenaquelmomentosemeocurrióotracosita.El señor Bligh, que había estado escuchando tan atentamente que se había

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olvidado de fumar, suspiró suavemente y empezó a rebuscar en sus bolsillos,abstraído.—No sabe dónde está el calor prometeico172 —musitó Trent—. Tiene las

cerillasencimadelamesa,alladodelcodo,inspector,dondelashadejado.—¡Ja!Gracias—farfullóelseñorBlighyseocupódevolveraprenderlapipa.—¡Cuando quieren, tienen una sangre fría espantosa! —estalló Fairman—.

Quierooírelresto.LaseñoritaYatessiguióhaciendopuntocongranostentacióndepaciencia.—Perdón,nohasidoculpamía—dijoTrent—.Hasidoculpasuya...,pordejar

queseleapagaselapipacuandoestaballegandoalapartequeharáquesusseisojos, como estrellas, se le salgan de las órbitas. Lo que seme ocurrió fue losiguiente.Raughthabíamencionadoquelosorprendióveralhombrealapuertadelnúmero5,porquenohabíaoídopisadas,aunquelaventanaporlaquehabíafisgoneadoestabaabiertaporarriba...,yesoqueRaughtteníaeloídofino.Bien,si fue así, el visitante tenía que haber caminado con un sigilo de lo másantinatural,ysemeocurrióquealomejorllevabazapatosconsueladegoma.»En cuanto lo pensé, mi imaginación empezó a dispararse rapidísimo.

Funciona así; en cuanto acercas una cerilla a lamecha, los fuegos artificialessalendisparados.Notodoeslógicoocientífico,supongo;peroasíeslavida.Lasecuenciadelasideasfuemásomenoslasiguiente:enLondresnoeshabitualcalzar zapatos con suela de goma por la noche; en cambio, Verney y susmuchachos los llevan a esa hora, cuando salen a brincar por caminos ycarreteras.HastaahoranohepensadoenVerney,porquesesuponíaqueestabacorriendo cuando apareció el hombre misterioso. Sabemos que empezó yterminólacarrera,porquelohizodelantedetestigos;sinembargo,¿essiquieraposible quedesapareciera un ratomientras la carrera progresaba?Si así fuera,¿pudoiralaplazaNewburyyvolverenesetiempo?»Yallíestaba,lanzadoalahipótesisdeque,alfinyalcabo,alomejorVerney

era el tipo al quebuscábamos.Entonces, como siempreocurre cuandopor findas con la idea correcta, unmontónde cosas empezó a encajar por símismo.Primero, se me ocurrió que los zapatos con suela de goma no solo sonapropiados para el atletismo de carretera, sino que serían igual de útiles paraentrarenunacasasinhacerruido(siempreycuandounotengalallave)ysubirdepuntillas lasescaleras sinque looigaelmoradordel lugar.Alprincipio, se

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pensó (¿saben?) que el tipo que disparó aRandolph estaba citado con él; queRandolphloesperaba,yélmismoleabriólapuerta...,yaqueenaquelmomentoestaba a solas en la casa. Lo hacía de cuando en cuando, tal comoRaught lecontó a laPolicía; pero también eraposibleque lo sorprendiera, de lamaneraque he descrito. Y ya ven que para Verney era importante sorprenderlo. Noquería que el viejo se resistiese, o pidiese ayuda. Era imposible saber lo queocurriríasinolopillabadesprevenido.»Luego,medicuentadeque,porloquerespectaalcambioderopa,Verneyno

tendría que haberse cambiado. Lo que llevaba para correr equivalía a la ropainteriorveraniegamásligera,ylehabríabastadoconecharseencimaeldisfrazy,después,quitárselo.Noteníaquequitarseloszapatosenningúnmomentodelarepresentación.Se trataríadezapatosnegros, ¿saben?; apropiadospara la ropadeetiqueta.Porcierto,inspector,¿lostienen?El señor Bligh se volvió hacia los demás con una breve inclinación de la

cabeza.—Esloquemeaconsejóquebuscase—dijo—.Unpardezapatosdegimnasia

negros con la suela de goma. Fueron casi lo primero que encontré cuandoregistré el apartamentodeVerneypor lamañana.Sinembargo,noencontré elarma —añadió, dirigiéndose a Trent—. Era mucho pedir. Podría estar encualquierpuntodelosalrededoresdeLondres,puestoquetuvocasiquincedíasparaesconderla.—Bueno, afortunadamente, no importa —dijo Trent—. Volviendo a lo que

estaba diciendo: en cuanto hube empezado, recordé muchas cosas.Especialmente, detalles de una conversación que tuve con Verney al díasiguientedelasesinato,porlatarde,cuandovinoaverme.Fingió,claroestá,quenisiquierasabíaqueRandolphestabaenLondres;quesehabíaenteradode lamuertedeRandolphaquellamañana,cuandoelinspectorBlighfueavisitarloenbusca de información. Verney me dijo entonces que lo único que le habíacontadoelinspectorfueelhechodequeaRandolphlohabíanasesinado.—Naturalmente—intervinoelseñorBligh—.Noeracuestiónderevelarnada.—Losé.Eracuestióndequesedelataseélmismo.—Cosa que no hizo—señaló el inspector—. Tengo que decir que llevó la

situaciónalaperfección.Alprincipioestabatranquilísimo;curiosoporsaberloquequeríayo.Luego,suangustiacuandoseenteró...;caramba,fueunlujoverlo.

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TrentsevolvióhacialaseñoritaYates.—Enrealidadnoesasídedesalmado—latranquilizó—.Soloserefiereaque

habríasidounlujo,sihubiesesabidoentoncesqueVerneyeraculpable.Asíseentretiene la Policía..., viendo al delincuente sudar la gota gorda, y pensandomientras que se va a ir de rositas.—Los austeros rasgos del señor Bligh serelajaron en una sonrisa—. ¿Lo ven? Es cuando sonríe una sonrisa másespantosa que su espantoso ceño fruncido173. Pero, como estaba diciendo...,Verney me dijo que no había sabido casi nada por el inspector; y, cuandoaparecióelperiódicodelatarde,solodecíaquehabíandisparadoaRandolphenelcorazón,ylohabíanencontradomuerto,tiradoenelsuelodeldormitorio.Sinembargo,cuandoVerneyvinoaverme,estabaindignadísimoporqueelasesinohubiesecometido lacobardeatrocidaddedispararpor laespaldaaunancianoindefenso. Y ese «por la espalda» fue unametedura de pata, en realidad.Mellamó la atención cuandome detuve a pensarlo, después de que se fuese. Detodasformas,porentonceslaideadequedeverdadVerneysupiesealgoacercadelcrimenmeparecíaridícula;ylamentodecirquelleguéalaconclusióndequeelinspectorBlighfueunpocomáscomunicativodelonecesariocuandopasóaVerneyporelrodillo.ElseñorBlighfulminóaloradorconlamirada,ylaseñoritaYates,queseguía

haciendopunto,preguntóplácidamente:—¿Pordónde,Philip?—Porelrodillo—explicóTrent—.UnaparatoqueutilizalaPolicíaparaque

lagenteconfiese.Porsupuesto,fueunerrorpormipartellegaraesaconclusión,yeste caso siempreme recordaráque solodebopensar cosashermosasde losagentes de la ley. Si lo hubiese hecho entonces, quizá habría calado aVerneyantes.Peroenloquedijohabíaotrascosasquemeparecieronextrañas,aunqueenelmomentosoloreparéenellasdemaneracasual.Porejemplo,queafirmasequenosabíaqueelviejoestabaenLondresaqueldía.Hastayosabía,porcomomehablóRandolphcuandoposóparamí,queestabaespecialmenteorgullosodeserunafiguraimportantedelaexcelentísimaCompañíadeTabarderosyquenoseperdíalascenaspornadadelmundo.Erararo,penséentonces,queVerneynosupieranadadeesecompromiso.»Porotraparte,habló repetidamentedeldifuntoRandolphcomosi se tratase

deunsantoenvida,inmaculado(dijoqueloveneraba,yquenosabíadeunsolo

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enemigo que el viejo tuviera en el mundo). Pues bien, entonces yo no sabíamuchodeRandolph(menosqueahora),perosísabíasuficientesobreélparanoincluirloenlacategoríadelosprodigiosdelabellezaespiritual;ynoacababadecreer que Verney, después de pasar dos años cerca de él, pudiera verlo asísinceramente.»Recordé otra cosa de aquella conversación que tuve con Verney el día

siguiente del crimen. Dijo una o dos cosas que sonaban a que estabasondeándomeparasabersihabíaestadoencasadeRandolphelmiércolesporlanoche.No piqué, porque fui con intención de hacerle pasar unmal cuarto dehora a Randolph; no para hablar de trabajar para él, como creía Verney. MiintenciónnoeracosadeVerney,asíquenoleaclarésihabíaidoalacitaono.No podía preguntármelo directamente, porque estaba fingiendo no saber queestabacitadoconRandolph.DebiódesacardequicioaVerney;porqueparasuplanecito era necesario que yo hubiese ido. Si, por lo que fuese, no habíaaparecido por allí, probablemente podría probar mi coartada, si llegaban asospechardemí.Verán,pasóporaquíesperandoyconfiandoenencontrarseconque la ley ya me habría atrapado con sus garras de hierro. Entonces me viosonriendo por la ventana, como si no hubiera pasado nada; y, estando ya, sinduda, un poco nervioso (tenía que estar pasando un día de mucha ansiedad),aquellolohizosaltarcomosilehubierandisparado.Asíqueentróparatratardeaveriguarcómoestabalacosaysoltarunasartadementirassobrelodeshechoque estaba por la muerte de Randolph. En aquel momento pensé que estababastantemásdesencajadodeloquehabríasidonaturalenuntipojoven,sanoyque semantiene enbuenísima forma.Loque lepasaba en realidad eraque sellevó una sorpresa desagradable, además de tener mala conciencia por elasesinato.»En realidad,Verney no tienemadera de asesino. Es un tipo osado y, como

buenjugador,noleimportacorrerriesgosqueasustaríanaunhombrecorriente.Pero tiene otro rasgo de jugador: es terriblemente supersticioso. Lo sabía porvariascosasenlasquehabíareparado;y,cuandollegóelmomento,meservídeellosinlamenorvacilación.»Bueno, les he contado lo que recordaba de aquella conversación, mientras

dabavueltasa la ideadequeVerneyfueseelculpable.Yentonces,ademásdetodoeso,recordéunarazóndenadaqueyateníaparapensarqueVerneypodría

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noserunespejodesinceridadabsolutamenteinmaculado.Fairmanarqueólascejas.—¿Yeso?—preguntó—.Meparecequecasitodoelmundopensabaqueera

ingenuocomounniño.Yosololoviunascuantasveces,porcasualidad,cuandoveníaaClaypooleporcosasdelhospital;perosiempremedio la impresióndequeerajustolaclasedepersonaenlaquesepuedeconfiar...:abierto,sinceroyunpocosevero;podríainclusodecirsequeeraunmoralista.Trentsacudiólacabeza.—Esotepasaporserexpertoenpsicología—observó.—¡Oh!,yaséqueestabaequivocado—dijoFairman,malhumorado—.Nunca

lotuvebajoobservación,claro.Yséquehayuntipodefingidoresquetienenlaclave de dar esa impresión exactamente. ¿Cómo diagnosticaste tú su puntodébil?—Te diré. Como sabes, Verney tiene un rostro bastante atípico: picudo,

barbilludo y de estructura sutil, con los ojos muy abiertos y ese aire de «lasbarrerasmortalesnoconfinanmiespíritu».¿Nuncahaspensado,Bryan,quelamenor contracción de los músculos (una pincelada entre las cejas y en lascomisurasdelaboca)transformaríaesaexpresiónenmuchomásqueseveridad?—¡Ja!—exclamóFairman—.Hablasdecrueldad...,¡sí!—Impiedad —matizó Trent—, más bien. Al cruel le gusta infligir daño,

absolutamente.ElbuenodeJamesRandolpheraasí,metemo;complicadoporloqueélpensabaqueera religión...,unamezcladeprimente.Perounhombresinpiedad inflige daño con un objetivo y no necesariamente por diversión. Puesbien, solo había visto a Verney en una ocasión antes de conocerlo (se lomencioné a usted, inspector). Fue cuando lo vi jugando a la ruleta enMontecarlo..., y él nome vio. No tenía ni idea de quién podría ser, peromellamólaatenciónsuaspecto.Estabasentadoalamesayconcentradoeneljuego.LaseñoritaYatessuspirósuavemente.—Sentarsealamesa—comentóasusagujas—esmuymalaseñal.—Sí —dijo Trent—. Pero por lo menos no tenía uno de esos cuadernitos

horriblesynoapuntabalosresultadosdespuésdecadavuelta.Sabíaqueestabaanteunjuegodeazarynoqueríaquefueseotracosa.Seechabadeverqueteníapráctica,ysucaradejugador,comoleocurreamuchagente,noeraexactamenteladelinvitadoaltédelavicaría.Meatrajocomoretratista.Meparecióqueera

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unamezclaentreelcardenalManningyLucreciaBorgia...—¡Phil,querido!—interrumpiólaseñoritaYates.—O sea, pensé que era una cabeza que no dejaría de reconocer si volvía a

verla. Luego, unos años más tarde, volví a encontrármela, con una expresiónbastantemásbeatífica,encasadeRandolph,enBrinton;y,cuandoledije,deesamaneracomotanteandoquetenemoslascriaturaseducadas,quecreíaqueyalohabíavistoenMontercarlo, lacabezarespondiósinparpadearquenuncahabíaestado ni remotamente cerca de dicho lugar. Por eso archivé a Verneymentalmente entre quienes, entre la espaday la pared, tal vezno admitanquefueronellos,consushachitas174.»Yesoestodo.AhoraVerneyparecíaunhombrecapazdedecirunamentira

flagrantesintitubearysinlamenorseñaldenerviosismo.Unhombreaquienlegustanlasdiversionesqueamenudometenalagenteenlíosyquenoacabandeencajar con el carácter de un trabajador social esencialmente puritano, aunquejovial.Unhombreque,cuandobajalaguardia,puederesultarmuysiniestro.Unhombreque,mepareció,sabíaunpelíndemasiadodelosdetallesdelasesinatode Randolph y demasiado poco de los movimientos de Randolph antes delcrimen.Y un hombre que, por su altura y complexión, podría ser el visitantemisterioso que vio Raught. Esmás, antes de que Raught se fuera del estudioaquella noche, yoya andabadándolevueltasmuy seriamente a la ideadequeVerneypodríaserelasesinodeJamesRandolph.»Aquellanoche,antesdeacostarme,ledimuchasmásvueltas.Unavezaquella

ideaaparecióenmente,medicuentadequenadapodíahaberleresultadomásfácilquehacerseconunacuchilladeafeitarconmishuellasdactilares,detalleesteque,comolesheexplicado,meparecíataninexplicablequeestuveapuntodevolvermeloco.Enmiasnalestupidez,nosemeocurrióquehubiesepasadosemanas a buen recaudo antes de que la colocaran en la escena del crimen;aunqueenrealidadesasmarcaspuedenpermanecerenelmetalduranteaños,sinadielasaltera,ydeberíahaberlorecordado.DebiódehacerlocuandoestuveenBrinton,probablemente,durantemisegundavisita.»Lo que sucedió, me imagino, fue que, después de hacer ese comentario

indiscretosobreVerneyyMontecarlo,queRandolphescuchó,elviejodebiódepensarunpocosobreello.Quizádecidierarepasarmásatentamentelascuentasdelinstitutoydeotroslugares;y,silohizo,ydescubrióquehabíasucedidoalgo

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raroenese...—¡Algoraro!—exclamóelseñorBligh—.Caramba,loquelosauditoreshan

encontradoya,desdequearrestamosaVerney,bastaríaparaqueleecharandosaños.Estuvosisandodurantediecisietemeses,hastamediadosdeeneropasado;desde entonces, las cuentas sonbastante correctas.Todavía no sabemosdóndefue aparar el dinero; pero enLondresun tipoque está en la pomada siemprepuedeencontrarlaclasedediversiónqueaVerneylegustaba.Sinduda,eralode siempre...: pensaba arreglarlo todo cuando su suerte cambiase. También esmuy posible que la gente que llevaba la timba se enterase de quién era, yamenazasecondarleelchivatazoalviejo,yllevarloajuicio,sinosacabamásdinero.Esascosaspasanamenudo.—A Verney eso le daría igual —observó Trent—, si el viejo lo había

averiguadoporsucuenta.LoimportanteesquedejóderobarpocodespuésdequeyopusieraaRandolphsobre lapistasin intención.Randolph,comodecía,debedehabersepuestoainvestigar;yentoncesparaVerneyseacabóloquesedaba.Randolphlotendríajustocomolegustabateneralagente...,ensusmanos;noporsórdidosmotivospecuniarios,sinoporelmeroplacerdehacérselaspasarmoradas.Además,todoindicaquetratabaaVerneyigualquetratóaRaught(loobligaría a firmar una confesión que pudiera tener archivada para cuando lehiciera falta).SiRandolphhizo todoeso,Verneyno erade losque aceptan lasituaciónsinhacernadaparacambiarla;y,siseproponíamataraRandolph,esnatural que prefiriese que se sospechase de otro, así como que tratase depergeñarse una coartada. ¿Qué objeto de sospechamás adecuado que el neciometomentodo cuyo comentario había puesto todo patas arriba tan completa ydesastrosamente?»Por lo que respecta a la cuchilla, no tuvomás que visitarmi habitación...,

cuandoestabaenelbaño,porejemplo...,averiguarquécuchillasutilizo,hacerseconunacajita,yaldíasiguienterobarlaquehabíausadoytocado,ysustituirlapor otra. Entonces (y este detalle se lo debo a Raught) debió de aconsejar aRandolph que se deshiciese de su maquinilla anticuada, y se pasase a lamaquinilla y las cuchillas que prefiero yo, como multitudes sin cuento decaballeros (me remito a los anuncios). Sabemos que Randolph seguía losconsejos de Verney en ciertas cosas. Por ejemplo, por lo que dijo Raught,sabemosquefueVerneyquienloconvenciódequemellamaseparapintaruna

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copia de su retrato, cuando Verney fingió que fue a Randolph a quien se leocurrióesaideatanplausible.»Fuera como fuere, el asunto es que Randolph cambió de maquinilla; y,

cuandolohubohecho,Verneytuvotodoenbandejaparaecharmeelmochuelo.El asesino de Randolph, según todo indicaba, había sacado la cuchilla de lamaquinilladeRandolphparacortarelcordeldelosfajos,yluegolohabíatiradotodoporahíconsushuellas(esdecir,lasmías).»Luegosemeocurrióotracosa,cuandomeditabaaquídespuésdequeRaught

sefuese.Yatehecontado,TíaJudith,queencontraronelcalendarioencimadelamesaenelsalóndeRandolph,conlahojacorrespondientealdíadelasesinatoarrancada.—Sí—dijolaseñoritaYatessonriendoamablemente—.Lahojaquerecogíen

el tren-barco, y que el doctor Fairman me aseguró que no había visto jamáscuandolesugeríqueselehabíacaído.—¡Bueno,bueno!Lasaventurasde lahoja son lodemenos—seapresuróa

decirTrent,sinperderdevistalacaradeFairman,queenrojecíapormomentos—.Cuandolaadjuntastealacartaquememandaste,nohizomásqueconfirmarquelaúnicavisitaqueRandolphesperabaenlaplazaNewburyantesdelacenaera lamía.Como el taco estaba a la vista para informar a la Policía de aquelimportantísimo hecho, Bryan arrancó la hoja para impedir que la Policía loaveriguase.Pero¿quiénpodíahaberlodejadoenesaposición?,mepreguntaba,mientras le daba vueltas.Raught declaró, y no habíamotivos para ponerlo enduda,quenuncaestabaalavista,sinodentrodeuncajónybajollave.AdemásdeRaught, ¿quiénmás sabía de su existencia y dónde encontrarlo?PenséquesoloVerneyylosigopensando.Trent se detuvo para encender un cigarrillo, y el inspector Bligh observó,

meditabundo:—Algunavezheoídohablardeindividuosquenocallannidebajodelagua.LaseñoritaYates,lanzándoleunamiradadehitoenhito,dijo,cortante:—Muy bonito, señor Bligh. Quizá usted ya lo haya oído, pero el doctor

Fairmanyyo,no.Nospareceinteresantísimo.Elinspectorencajóelgolpeconhabilidad.—Tiene toda la razón, señora—dijo—.Lohabíaolvidado.Sí,no solo lohe

oídoya, sinoquehe escrito y enviadounanota sobre todos los puntos que el

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señorTrenttuvolaamabilidaddeescribirpormí.Enalgunoslugares,estáenunlenguajebastantemásoficial;nadamás.BryanFairmanhizounsonidodeligeraimpaciencia.—Seguroquenoesmejorporestarenese lenguaje—replicó—.Como todo

investigador, sémejor que nadie cuántas cosas verdaderamente importantes sepierdenporque los informeshayqueescribirlosen jerigonzaoficial.Tienequeserasí,porquemuchosdelosnuestrosnosetomannadaenserio,sinolohacesaburrido.PeroloquealaseñoritaYatesyamínosgustaríasaber,Phil,escómose las arreglóVerney para cometer el crimen.Has dejado clarísimo que pudopasar de atleta semidesnudo a comensal deplena etiqueta enmediominuto, yviceversa.Sinembargo,¿cómolohizomientrasibacorriendoporLondresconlosmuchachos,ydóndesecambió,cómollegóa laplazaNewburyycómosefue?Trentyelinspectorsemiraronconairedivertido.—Esexactamente lomismoque lepreguntéyo—comentóelseñorBligh—,

cuandomeexplicóeltrucodelcambioderopa.—Y exactamente lo queme pregunté yomismo—dijoTrent—.Veía, creía,

que era posible, o aun fácil, escaparse de la procesión en algún momento yvolvermástardesinquenadiesedieracuenta.Siloshanvistocorrer,alomejorhanadvertidoquevanengrupitosdedosotres;paranointerrumpirel tráfico,me imagino. Y a nadie le sobran energías para estar pendiente de los demás.Nadamásfácil,diríayo,quedescolgarseparaatarseelcordón,oloquefuera,enun rincón favorable; y podría volver a sumarse después, cuando la carreraestuvieseapuntodeacabar,poniéndosealacoladeunodeesosgrupos,sinquenadiellegaseapercatarsedesuausencia.—Escierto—dijo el inspector—.Nadie sedio cuenta.Hemos interrogadoa

todoslosmuchachosquesalieronesatarde.Puedeprobarsequeempezóypuedeprobarsequeacabó,peroniunopuededecirquetuvieraaVerneyalavistaenningúnmomento,salvoalprincipioyalfinal.Nocayeronenellohastaquelespreguntamos.—¡Bien!Evidentemente,elsitiodondeabandonóteníaqueestarresguardado.

Yloestaba,comovoyaexplicarles.Pero,cuandosehubodesvanecido,Verneytodavía teníaquellegaracasadeRandolph,ypasarallíunrato(por lomenosdiezminutos,calculé)yvolverairse;porque,aunqueeltrazadodelacarrerano

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quedalejosdelaplazaNewbury,nopasaporallí.»Solo seme ocurría una respuesta: un coche; y tenía que ser un coche que

estuviera preparado en un lugar conveniente; y ese lugar sería el lugar dondeVerneyabandonasealacompañía.—¡Quéinteligente!—exclamólaseñoritaYates.—Muchasgracias,Tía.—Me refería aVerney, querido Phil. Se le ocurrió a él primero—señaló la

señoritaYates.—Esverdad—admitióTrent—.Esmás,vistoasí,mealegrounabarbaridadde

no ser yo el criminal y él el sabueso.Probablementehabría tardadomenos enecharmeelguantequeyoaél.Detodasformas...,cuandolleguéaesepuntoenmis meditaciones, el siguiente paso, evidentemente, era buscar informaciónpertinente sobre estos asuntos; así que, cuandoVerneyme llamódiciendoquequería hablar conmigo de Bryan, tuve la astucia demoniaca de responder quepasaríaaverloporelInstitutoRandolph,dondeesperabapoderenterarmedeunaodoscosas.¡Yasífue,sí,señor!»Novoyaentrarendetallesacercadecómoconseguílainformación,porque

seríademasiadoprolijo.Melimitéaescucharaunoscuantoschicosdelinstituto,y hablar con una o dos personas que estaban por allí. Pero salí con un buenmontóndedatosútiles.Paraempezar, estudiécuidadosamenteel trazadode lacarrerasemanal,queestabacolgadoeneltablóndeanuncios.Tambiénmeenteréde que hacía poco que el día de la carrera había cambiado del día habitual almiércoles,lanochedelasesinato.YasabíaqueVerneyteníauncocheque,segúnél,eraunaantigualla;yentoncesmeenterédeque,porviejoquefuera,erauncochefiableyóptimo.Tambiénmeenterédequeusabagratiselgarajeadosadoa la casa de un anciano simpatiquísimo, que estaba ayudando a Verney agestionar el instituto. También, de que el garaje estaba en un sitio agradable,tranquilo, no muy lejos del instituto, y a la vuelta de una esquina que seencontraba justo en el recorrido de la carrera. También, de que Verney habíaconvencidoalancianosimpáticoparaquefueseaTorquayadescansarycambiarde aires, llevándose consigo su propio coche y su chófer; así que Verneydisponíadetodoelgarajelanochedelcrimen.Ymeparecequeesoestodo.—Yademásessuficiente,diríayo—farfullóelseñorBligh—.Ojalátuvierayo

tantasuertealgunavez.

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—Alomejorlatienemuchasveces,ylaconsidera,encambio,elresultadodeun genio detectivesco deslumbrante—sugirió Trent amablemente—. No te lovas a creer,Tía Ju, ahoraquehabla así, pero, cuando le conté todohaceunosdías,estabaencantado.Coneso,cuentanconlamateriaprimadelcrimen,porasídecir. Verney tenía el coche esperando en el garaje antes de que la carreraempezase.Dentrodelcoche,estabanelsombrero,laropayelrevólvercargado,probablementeconunsilenciador.Abandonólacarrerayfuealgarajeevitandolasmiradas,cerróelportón,sepusoeldisfraz(sinolvidarlosguantes)yluegosacóelcocheyfuealWestEndhechounpimpollo.DejóelcochealaentradadelaplazaNewbury,cruzóalnúmero5conloszapatosdesueladegoma,abriólapuerta en silencio con su llave, subió al piso de arriba de puntillas, yprobablementedisparóaRandolphsinqueelviejollegaseaverlouoírlo.Luegose guardó el revólver en el bolsillo, cogió las llaves deRandolph de lamesa,abriólacajafuerteysacólosfajos.IdentificódeinmediatoeldeVerney,dadoque todos estaban etiquetados (nos lo ha dicho Bryan). Probablemente se lometiera en el bolsillo sin abrirlo siquiera. Luego quitó la cuchilla de lamaquinilla de Randolph y se la guardó también; sacómi cuchilla, la quemetenía reservada,y lausó (conmuchocuidado,paranoborrar lashuellas)paracortarloscordelesdelosdemásfajos.—¿Porquésemolestóenhacereso?—quisosaberFairman.—Porqueteníaquehaberunmotivoparaquelacuchillaestuviesefueradela

maquinillaytiradaenelsuelo.Asíquelosabriótodosylosdesperdigóporahí,dondeBryanlosvioyselosllevó.—¡Abominable! —apostilló con énfasis la señorita Yates—. ¡Los secretos

desagradablesdeotraspersonasahítirados,paraquelosencontraselaPolicía!ElseñorBlighgruñócongranelocuencia.—¡Síqueleimportabamucho!Evidentemente—añadió,conciertamelancolía

—,noshabríanvenidodeperlas.—Pero ¿por qué —insistió Fairman— utilizó tu cuchilla para cortar los

cordeles,cuandocabíalaposibilidaddeborrarlashuellas?PodíahaberutilizadolacuchilladeRandolphy,alno tenerque llevar tantocuidado,habría idomásrápido.—Verney es inteligente, como dicemi tía. Sabía que, cuando se usa un filo

muyfinoparacortarunmontóndecordeles,quedanseñalesmuypatentesdeesa

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malautilización.Sevenasimplevista.Lacuchillaqueteníamishuellasdebíatenertambiénesasseñales.Bueno,cuandoacabó,volvióacogerlasllaves,bajó,sacóelcalendariodelcajónenelqueRandolphsolíaguardarlocuandoestabaenlaplazaNewburyylodejóalavista.—Esonofuetaninteligente—comentóelseñorBligh—.Detodasformas,no

habría tardado en dar con él, y dejarlo fuera de esa manera fue artificioso.Deberíahabersedadocuenta.—Sí; fue un lapsus—admitió Trent—.Usted no lo habría hecho, inspector.

PeroVerneynoteníasuexperiencia,compréndalo.Ahoraquelopienso,esmuyposible que todos los delitos perfectos de verdad los cometan agentes delDepartamentodeInvestigaciónCriminal.Entodocaso,fueloquehizo;y,luego,creoquenotuvomásquesaliryvolveralcoche.Unacosaquesíhizofuedejarlapuertadelanteraentornada,comoBryandescubriómástarde.Verán,noqueríahacerruidosinnecesarios.Irandandotranquilamentedelapuertaal lugarjustodespuésdecruzarelarco,dondecreoquedebiódeaparcarelcoche,llevaunosdiezsegundos(lohecronometrado).—¡Caramba,Phil!—exclamólaseñoritaYates—.¡Diezsegundos!¡Esonoes

nada!—Ydejandounmargengeneroso,teloaseguro—dijoTrent—.Todoelmundo

piensaqueunsegundoesmásomenosloquetardasenpestañear.Peroendiezsegundossepuedencorrercienmetros...,o,porlomenos,hayquienpuede.Yenlos Estados Unidos han demostrado que a un buen asesino le da tiempo adispararaseispersonasenunsegundo.—Vale,peroimagínate—dijoFairman—sisehubieseencontradoaalguienen

elarcoalsalir.Lehabríavistolacaraylahabríareconocido.—No,sienesemomentoseestabasonandolanariz,comohabríasucedido,si

eselhombrequecreoquees.AsíqueentoncesVerneyregresóalcoche,volvióatodavelocidadalgarajeenelnortedeLondres,dejóelcocheaparcadoyluegoesperódetrásdelportóndelgarajeaqueapareciesenlosprimeroscorredoresdevuelta.Entoncesnotuvomásquequitarselaropadeabrigo,saliryunirsealacoladeunodelosgrupitos.¡Yseacabó!ElsilenciobreveperopensativoquesiguiófuerotoporelinspectorBligh.—Y fue un trabajo excelente—comentó admirado, al tiempo que volvía a

cargarlapipa—.Másquenada,fuecasualidadquetodosevinieraabajo.

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—Serefierealacasualidaddequemicerebroanduviesemetidoenelcaso—sugirióTrent—.Algodeesohay,estáclaro.—Me refiero—contestó Bligh con un toque truculento— a la pura y mera

casualidaddequeRaughtvieseaunhombreconloqueparecíaropadeetiquetaentrandoenlacasacuandolohizo.Prendiólanuevapipa.—Locual,comoestabaapuntodedecir,fueunbuenpuntodepartidaparalas

operacionesdemiflamígerainteligencia.Sí,esverdad—dijoTrent—.Elhechoconcomitantedequeelhombrequeviollevasezapatosquenohacíanruidonofuecasualidad,evidentemente.SoloporqueVerneyfuetancuidadoso;yesolodelató, como suele suceder en este valle de lágrimas. Pero hubo otra enormecasualidad.—¿Qué,Phil?—preguntólaseñoritaYates.—MerefieroaqueRaughtsalieseunashorasmástardedeloquesolíaensu

díalibre.Verán,Verneycreíaqueelviejoestaríaasolasenlacasacuandofuiaverlo,yqueyonopodríaprobarqueestabavivocuandomefui.Pero,graciasaltiempoespantosoquehacía,Raughtsequedóenelnúmero5,ynosolomeabriólapuerta,envezdeRandolph,sinoquetambiénmedespidiódespués.Y,comotenía una masa sólida de coartada coagulada para el resto de la velada, esacasualidadarruinóporcompletolapartedelplanqueestabaplaneadaparamí.Yasí, paso a paso, ni ami viejo amigo el inspectorBligh se le habría ocurridorelacionarmeconelcrimen,yquedélibreparaestarapuntodeperdereljuiciopreocupándome por el caso, y por fin para dar con la clave (y esto lo admitolibrementeydecaboarabo,puestoqueesevidente)porpuracasualidad.—Bueno, ya que hablas de accidentes, Phil—observó Fairman—, todo este

horroroso asunto comenzó con esas palabras que descuidadamente se teescaparon delante de Verney, como nos decías, cuando lo conociste. EsaspalabraslecostaronlavidaaRandolphalfinal.MeimaginoqueaVerneyselacostarántambién.Él,desdeluego,queríaquetelacostasenati.—¿Puedesretrocederunpoco—dijoTrent—yhacerqueellíodatedeldíaen

que el príncipe deMónaco concedió la licencia de juegos de azar aMonsieurLouisBlanc?La cadena no tiene fin.Con todo, no negaré que lo que dije demanera tan imprudente enBrinton fue un eslabónmás. ¡Qué espantoso podertienen las observaciones fortuitas! Pero ¡escuchen! Veo que el inspector está

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aguzando los oídos. ¿Qué es ese feble sonido musical..., como si una manoseráficade tactoardienteestuviesedisponiendolascopasenunabandejaen laalacena? Inspector Bligh, la hora ya anda cerca, y el sol ha abandonado lapradera175.—Sí, hace rato—dijo el mencionado agente, ahora amable y expectante—.

Peronoséenquémeafecta.—Elchivato,quehapiadotodoeldíasubalada,haquedadoensilencio176...—Quédeseustedensilencio—sugirióelinspectorBligh.166PrisiónmasculinadelsurdeLondres,paraacusadosalaesperadejuicio.167Paráfrasisdelpoema«OdetotheWestWind»,deP.B.Shelley.168Citadelhimnoreligioso«TenThousandTimesTenThousand»,conletradeHenryAlfordymúsica

deChristopherMiner.169Paráfrasisdelpoema«Love’sOldSweetSong»,deGeorgeClifton.170PersonajedediversospoemasynovelasdeWalterScott.171SirCharlesHenryHawtrey(1858-1953),actor,director,productoryagenteinglés,conocidoporsus

papelescómicos.MensajedeMarte(1899),deRichardGanthony,fueunodesusmayoreséxitos.172CitadeOtelo,actoV,escenaII.173Citadelpoema«LaysofAncientRome»,desirThomasMacaulay.174ReferenciaalrelatopopularsobrelainfanciadeGeorgeWashingtonyelincidenteenqueconfesóa

supadre,cuandoestebuscabaalculpable,habercortadounvaliosocerezoconsuhachitanueva.175Citadelpoema«ASerenade»,desirWalterScott.176 Trent continúa citando «A Serenade», pero sustituye la alondra del original (lark) por un chivato

(nark).