don justo sierra la universidad...y la • la velocidad, sencillez y precisión con que la su madora...

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DIVISION DE EQUIPOS DE OFICINA AV. JUAREZ B7 MEXICO. D. F. TELS. lB-l0-70 y 38-31'" {) i DIAS DE TRABAJO... EN SOLO HORAS! POR EL DR. ALFONSO PRUNEDA Director General de Difusión Cultu'ral línea a guiar a la nación, a gobernarla probablemente".-¿ Pensaba ya don ] usto Sierra en el Gobierno de los uni- yersitarios?- La Universidad debe ser el "coronamiento de una grande obra de educación nacional". Será la encar- cada de dictar sus leyes propias, las reglas propias de su dirección cientí- fica; pero el Estado, en uso de su de- recho, dará la aprobación última. Al señalar así Don Justo Sierra las ba- ses fundamentales de la Universidad, recordó también lo que había dicho 25 años antes, que no podía haber compa- ración entre ella y la antigua niversi- dad Mexicana, que en buena hora mu- rió porque de hecho habia muerto antes. Yendo al encuentro de quienes de- fendían la autonomía de nuestra muy querida Escuela Nacional Preparato- ria, cuya cátedra de historia general había honrado singularmente, y de quienes pensaban que por su índole educativa no cabía dentro de la nueva Universidad, el Ministro explicó que la incluía porque nuestra Preparatoria es sui genrris; porque se basa en una se- rie científica establecida por uno de los grandes legisladores del pensamien- to de nuestro tiempo (sin nombrarlo, aludía a Augusto Comte) ;. porque ha dado pruebas de su eficacia; porque un diferentes teclados -ban- cario y de diez teclas- en modelos eléctricos y manua- les que cuentan con el moderno dispo- sitivo para resta directa y repetida, que contribuye o hacer el trabajo ton ser.lcillo, rápido y agradable como sólo con una Sumadora Victor puede TQ- grarse. Solicite folletos y demostró- ciones, gratis y sin compromiso. de sus tres secciones: de humanidades; de ciencias exactas, físicas y naturales; de ciencias sociales, políticas y jurí- dicas, y cón la ayuda de los institutos Patológico, Bacteriológico, Observatorio Astronómico, etc.) que dependían del Gobierno Federal y pa- saban a formar parte de la Escuela de Altos Estudios en cuanto fuera indis- pensable para realizar sus fines. 19 días más tarde, el 26 de abril de 1910, el Ministro Sierra presentaba en la Cámara de Diputados el proyedo de ley constitutiva de)a Universidad Na- cional de México y al hacerlo pronun- ciaba un discurso, elocuente como to- dos los suyos, del que se van a extraer y comentar los conceptos fundamenta- les. "La Escuela Primaria ha prepa- rado al mexicano; pero se necesita for- mar los grupos que deben guiar a los otros, que' deben contribuir en primera Universidad DISTRIBUIDORES EXCLUSIVOS 7f 4' S:umadora,s y la La velocidad, sencillez y precisión con que la Su- madora Victor sumo, resta, multiplica, divide, hace descuentos y otros problemas numéricos; simplifi- ca y acelero la contabilidad i por días! Silenciosa, de tamaño portátil, cómo- do teclado -y amplia visibilidad para verificar las cifras impresas y los re- sultados; Victor le ofrece además dos ----------cón------:--- . : .... q 1 lFillllmr 7 m N'"''' El fracaso de la iniciativa hizo que don Justo Sierra viera aplazado para 25 años después, cuando esa base edu- cativa era ya propicia, el cumplimiento de su convicción y de su credo. En 1905, el Presidente Díaz le encargaba la flarnante Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, en la que cul- minaría su obra <1e Maestro; y ya por iniciativa suya, se expedía el 7 de abril de 1910 la ley que establecía la Escuela Nacional de Altos Estudios, antece- dente indispensable de la inminente Universidad, porque 'no existía un es- tablecimient.o educativo en que se per- feccionaran estudios anteriores, en que hubiera medios para realizar investi- gaciones científicas y en donde se pre- pararan profesores de escuelas secun- darias y profesionales. Tales activida- des, notoriamente universitarias, las iba a realizar la nueva Escuela, 'por medio Sierra Don Justo Para nuestra Universidad, el mes de septiembre no es sólo el de los aniversa- rios patrióticos que conmemora todo México: la proclamación de nuestra independencia en 1810 y el sacrificio de los de Chapultepec en 1847. Septiembre es también para nosotros los universitarios, el mes en que el Maestro de Maestros don. Justo Sierra rest;¡blcció en 1910 la Universidad y, además, el mes que tres años más tarde, en 1913, marcó el fin de la exis- tencia terrenal de tan insigne mexica- no. Por eso es oportuno recordar esas fechas y, al hacerlo, rendir homenaje a tan ilustre maestro y celebrar también el XX XIX aniversario de la Universi- dad. Don Justo Sierra, nacido en Campe- che el 25 de de 1848, ocupó en la vida de nuestro país un lugar de excep- ción, al que muy pocos mexicanos po- drían aspirar justificadamente. Su ac- tividad, iniciada desde muy joven, se realizó en campos diversos, y en .cada uno de ellos resaltaron sus altas dotes de político, escritor, poeta, historiador, periodista, diplomático y educador. So- bre todo, esto último, ya que se le con- sidera, con justicia, como el que plan- teó por primera vez entre nosotros el concepto de la Educación Nacional, y a ella consagró, con extraordinario amor y con ejemplar actividad, los úl- timos años de su fecunda vida. Dentro de esa labor educativa, 10 más trascendente fué sin duda alguna la fundación de la Universidad Nacio- nal uc México, que en realidad resulta- ba una restauración. En ello había pen- sado desde mucho antes de ser en 1905 el primer Ministro de Instrucción. Pú- blica y Bellas Artes; desde 1885, en que, siendo diputado, presentó un pro- yecto de creación de una Universidad N acional, lo que era para él, según sus frases textuales; "una fe, una devoción, un principio, una convicción, un cre- do". El proyecto no fué aceptado des- pués de que en el Congreso se preguntó por qué se trataba de resucitar una cosa muerta, que había muerto bien, y des- pués de que se afirmó que la Universi- dad, en 1833, era un cuerpo que había cesado de tener funciones adaptables a la marcha de la Sociedad, y por eso el Partido Liberal había hecho bien en matarla y enterrarla. También'se obje-:- tó entonces que el Gobierno no podía consentir en desprenderse de una suma de facultades para que otro gobernara 10 que el Gobierno pagaba y, por últi- mo, se arguyó que para fundar una Universidad se necesitaba una base su- ficiente de educación primaria, secun- daria y profesional. UNIVERSIDAD DE MEXICO * 21

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Page 1: Don Justo Sierra la Universidad...y la • La velocidad, sencillez y precisión con que la Su madora Victor sumo, resta, multiplica, divide, hace descuentos y otros problemas numéricos;

DIVISION DE EQUIPOS DE OFICINA

AV. JUAREZ B7 MEXICO. D. F. TELS. lB-l0-70 y 38-31'"

{) i DIAS DE TRABAJO...EN SOLO HORAS! ~

POR EL DR. ALFONSO PRUNEDADirector General de Difusión Cultu'ral

línea a guiar a la nación, a gobernarlaprobablemente".-¿ Pensaba ya don] usto Sierra en el Gobierno de los uni­yersitarios?- La Universidad debe serel "coronamiento de una grande obrade educación nacional". Será la encar­cada de dictar sus leyes propias, lasreglas propias de su dirección cientí­fica; pero el Estado, en uso de su de­recho, dará la aprobación última. Alseñalar así Don Justo Sierra las ba­ses fundamentales de la Universidad,recordó también lo que había dicho 25años antes, que no podía haber compa­ración entre ella y la antigua niversi­dad Mexicana, que en buena hora mu­rió porque de hecho habia muerto antes.

Yendo al encuentro de quienes de­fendían la autonomía de nuestra muyquerida Escuela Nacional Preparato­ria, cuya cátedra de historia generalhabía honrado singularmente, y dequienes pensaban que por su índoleeducativa no cabía dentro de la nuevaUniversidad, el Ministro explicó que laincluía porque nuestra Preparatoria essui genrris; porque se basa en una se­rie científica establecida por uno delos grandes legisladores del pensamien­to de nuestro tiempo (sin nombrarlo,aludía a Augusto Comte) ;. porque hadado pruebas de su eficacia; porque un

diferentes teclados -ban­cario y de diez teclas- enmodelos eléctricos y manua­

les que cuentan con el moderno dispo­sitivo para resta directa y repetida,que contribuye o hacer el trabajo tonser.lcillo, rápido y agradable como sólocon una Sumadora Victor puede TQ­grarse. Solicite folletos y demostró­ciones, gratis y sin compromiso.

de sus tres secciones: de humanidades;de ciencias exactas, físicas y naturales;de ciencias sociales, políticas y jurí­dicas, y cón la ayuda de los institutos(M~dico, Patológico, Bacteriológico,Observatorio Astronómico, etc.) quedependían del Gobierno Federal y pa­saban a formar parte de la Escuela deAltos Estudios en cuanto fuera indis­pensable para realizar sus fines.

19 días más tarde, el 26 de abril de1910, el Ministro Sierra presentaba enla Cámara de Diputados el proyedo deley constitutiva de)a Universidad Na­cional de México y al hacerlo pronun­ciaba un discurso, elocuente como to­dos los suyos, del que se van a extraery comentar los conceptos fundamenta­les. "La Escuela Primaria ha prepa­rado al mexicano; pero se necesita for­mar los grupos que deben guiar a losotros, que' deben contribuir en primera

Universidad

DISTRIBUIDORES EXCLUSIVOS

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• La velocidad, sencillezy precisión con que la Su­madora Victor sumo, resta,multiplica, divide, hace descuentos yotros problemas numéricos; simplifi­ca y acelero la contabilidad i por días!Silenciosa, de tamaño portátil, cómo­do teclado -y amplia visibilidad paraverificar las cifras impresas y los re­sultados; Victor le ofrece además dos

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El fracaso de la iniciativa hizo quedon Justo Sierra viera aplazado para25 años después, cuando esa base edu­cativa era ya propicia, el cumplimientode su convicción y de su credo. En1905, el Presidente Díaz le encargabala flarnante Secretaría de InstrucciónPública y Bellas Artes, en la que cul­minaría su obra <1e Maestro; y ya poriniciativa suya, se expedía el 7 de abrilde 1910 la ley que establecía la EscuelaNacional de Altos Estudios, antece­dente indispensable de la inminenteUniversidad, porque 'no existía un es­tablecimient.o educativo en que se per­feccionaran estudios anteriores, en quehubiera medios para realizar investi­gaciones científicas y en donde se pre­pararan profesores de escuelas secun­darias y profesionales. Tales activida­des, notoriamente universitarias, las ibaa realizar la nueva Escuela, 'por medio

SierraDon Justo

Para nuestra Universidad, el mes deseptiembre no es sólo el de los aniversa­rios patrióticos que conmemora todoMéxico: la proclamación de nuestraindependencia en 1810 y el sacrificiode los h~roes de Chapultepec en 1847.Septiembre es también para nosotroslos universitarios, el mes en que elMaestro de Maestros don. Justo Sierrarest;¡blcció en 1910 la Universidad y,además, el mes que tres años mástarde, en 1913, marcó el fin de la exis­tencia terrenal de tan insigne mexica­no. Por eso es oportuno recordar esasfechas y, al hacerlo, rendir homenaje atan ilustre maestro y celebrar tambiénel XX XIX aniversario de la Universi­dad.

Don Justo Sierra, nacido en Campe­che el 25 de e~ero de 1848, ocupó en lavida de nuestro país un lugar de excep­ción, al que muy pocos mexicanos po­drían aspirar justificadamente. Su ac­tividad, iniciada desde muy joven, serealizó en campos diversos, y en .cadauno de ellos resaltaron sus altas dotesde político, escritor, poeta, historiador,periodista, diplomático y educador. So­bre todo, esto último, ya que se le con­sidera, con justicia, como el que plan­teó por primera vez entre nosotros elconcepto de la Educación Nacional, ya ella consagró, con extraordinarioamor y con ejemplar actividad, los úl­timos años de su fecunda vida.

Dentro de esa labor educativa, 10más trascendente fué sin duda algunala fundación de la Universidad Nacio­nal uc México, que en realidad resulta­ba una restauración. En ello había pen­sado desde mucho antes de ser en 1905el primer Ministro de Instrucción. Pú­blica y Bellas Artes; desde 1885, enque, siendo diputado, presentó un pro­yecto de creación de una UniversidadNacional, lo que era para él, según susfrases textuales; "una fe, una devoción,un principio, una convicción, un cre­do". El proyecto no fué aceptado des­pués de que en el Congreso se preguntópor qué se trataba de resucitar una cosamuerta, que había muerto bien, y des­pués de que se afirmó que la Universi­dad, en 1833, era un cuerpo que habíacesado de tener funciones adaptables ala marcha de la Sociedad, y por eso elPartido Liberal había hecho bien enmatarla y enterrarla. También'se obje-:­tó entonces que el Gobierno no podíaconsentir en desprenderse de una sumade facultades para que otro gobernara10 que el Gobierno pagaba y, por últi­mo, se arguyó que para fundar unaUniversidad se necesitaba una base su­ficiente de educación primaria, secun­daria y profesional.

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numeroso grupo de la nuera generaciónmexicana está conforme con haber sidoeducada ahi y Yería como una especiede sacrilegio en el orden intelectualque eSe sistema se transformara fun­damentalmente; porque la preparaciónque da esa Escuela es especial y propiadel método que ha de servir para la in­ycstigación científica, y porque si laEscuela Nacional Preparatoria depen­diera del :Ministerio de Instrucción PÚ­blica, podría producirse alguna vez unadiferencia de orientación que pudieraperturbar las funciones de la UniYersi­dad. Don Justo Sierra hacía en esasfrases, no la defensa dd positivismocomo filosofía, sino del método esta­blecido por ese sistema, el método cien­tífico. Y con cuánta razón afirmabaque eran numerosos los educados en laEscuela Nacional Preparatoria (el au­tor de estas líneas es uno de ellos)que estaban conformes con esa educa­ción, a la que debimos orientacionesfundamentales, que mucho nos han ser­

.vido en la vida profesional y social.

En el discurso que Se comenta, donJusto Sierra explica por qué, a pesarde haber sufrido en otros tiempos gra­ves faltas de respeto de los estudiantes,los incluye dentro del Gobierno de laUniversidad, ya que deberían formarparte del Consejo Universitario; por­que, a pesar de todo, cree que el senti­miento que los domina es el de la jus­ticia. "En la Universida_d -dice- elelemento estudiantil es el elemento al­ma, forma parte integrante de ella, esella misma, por decirlo así es ella enmarcha". Pero, debe darse a los alum­nos una representación genuina, natu­ral, legal, dentro de las cuestiones cuyaresolución a ellos más que a nadie inte­resa; deben tener voz informativa enasuntos de métodos, programas y ·exá­menes; pero no voto, en previsión deque fueran elemento perturbador. ElMaestro, que no sólo había conocido ytratado a los preparatorianos, sobre to­do en su cátedra de historia general, si­no también se había puesto 'en contactocon alumnos de otros establecimientos,conocía la psicología estudiantil y, qui­zás por la época que se vivía, abriga­ba temores de su actuación. Aconteci­mientos posteriores y todavía más re­cientes han servido para definir mejoresa psicología, que, en fin de cuentas yantes que nada, es una psicología de laadolescencia o ya de la juventud. Rela­cionando a la Universidad con su ante­cesora, la Universidad de la Colonia, ytal vez sin proponérselo, el discursojustificaba la creación del "doctorado",señalando sus propósitos y sus venta­jas, entre las que destacó el derecho dequien adquiriera ese grado, de ir a com­pletar sus estudios al país escogido porél, a expensas de la 'Universidad, y laprerrogativa, a su regreso, de impartirenseñanzas en los planteles que la for­man, en cursos libres o de otro orden.La trascendental iniciativa del Minis­tro don Justo Sierra fué acogida conpatriótico entusiasmo por el Congresode la Unión, quien la aprobó el 24 de

mayo de 1910, el año del centenario dela proclamación de nuestra independen­cia. Dos días después Se promulgaba laley constitutiYa de la Universidad Na­cional de México, que le señaló comoobjeto primordial realizar en sus ele­mentos superiores la obra de la educa­ción nacional. La nueva instituciónquedó constituida por las Escuelas Na­cionales Preparatoria, de J urispruden­cia, de Medicina, de Ingenieros, de Be­llas Artes (en 10 referente a arquitec­tura) y de Altos Estudios; Y tuvo des­de un principio personalidad jurídicaque la capacitó para adquirir bienes de­dicados a su objeto, señalándosele dosespecies de fondos: los que el GobiernoFederal pusiera a su disposición y losque, en calidad de bienes propios, ad­quiriera por otros medios.

La Universidad fué inaugurada so­lemnemente en el Anfiteatro de la Es­cuela N. Preparatoria el 22 de septiem­bre de 1910, en una ceremonia extra­ordinaria, cuyo brillo y cuya significa­ción quedaron grabados indeleblemen­te en todos los que tuvimos la fortunade asistir a ella y que se vió coronadapor la también inolvidable procesiónuniversitaria, en la que tomaron partelos miembros del primer Consejo Uni­versitario; los delegados de las 28 uni­versidades extranjeras invitadas, entreellos los de las de París y California,que con la de Salamanca habían sidodesignadas madrinas de la nueva insti­tución mexicana; el Presidente de laRepública y su Gabinete; señalandocon la presencia de tan altos funciona­rios el interés que el Gobierno de laRepública tenía por la naciente institu­ción, can la cual se reanudaba en nues­tro país la tradición universitaria. Alfundarse la Universidad fueron desig­nados como sus primeros doctores ho­noris causa diez personalidades nacio­nales y extranjeras, entre las que con­viene recordar ahora al insigne hombrede letras español don Rafael Altamiray Crevea, que actualmente vive en estacapital; los ilustres sabios Carlos Al­fonso Laveran, Emilio Adolfo Behringy José Lister; el generoso filántropodon Gabriel Mancera y el egregio his­toriador don Agustín Rivera; y reci-

bieron entonces el grado de doctoresex-of ficio los directores de las escuelasuniversitarias doctor Manuel Flores, li­cenciado Pablo Macedo, doctor Eduar­do Licéaga, ingeniero Luis Salazar,arquitecto Antonio Rivas Mercado ydoctor Porfirio Parra, y otros igual­mente distinguidos catedráticos mexi­canos, entre los cuales se recuerdaahora a los que siguen: licenciado donJoaquín Casasús, doctor Jesús Díaz deLeón, ingeniero Valentin Gama, licen­ciado Julio García, arquitecto CarlosLazo, licenciado Emilio Pardo, profe­sor Francisco Rivas, doctor Jesús Sán­chez, ingeniero Miguel E. Schulz, ar­quitecto Nicolás Mariscal, profesor Ra­fael Sierra, doctor José Terrés, doctorManuel Toussaint, doctor Manuel M.Villada, doctor Regino González y doc­tor Fernando Zárraga, quienes se ha­bían destacado señaladamente en la cá~

tedra, en la investigación científica oen su vida profesional. De ellos viventodavía para satisfacción de sus fami­liares, amigos y discípulos, los arquitec­

tos Lazo y Mariscal.El primer Consejo Universitario se

instaló con siete consejeros ex-officio,que fueron los directores de las escue­las universitarias y el director generalde educación primaria, siendo éste elcontacto que se establecía entre· esarama tan importante de la educaciónnacional y la Universidad; cuatro con­sejeros nombrados por la Secretaría deInstrucción Pública y Bellas Artes; 16consejeros profesores y 10 consejerosalumnos, representantes de sus respec­tivas escuelas y elegidos por el perso­nal de las mismas. El Consejo, estable­cido así, fué la verdadera representa­ción democrática de la Universidad,por más que ésta no perdía su depen­dencia del Gobierno Federal. Lós mo­tivos de esta relación fueron explicadoselocuentemente, en la sesióñde insta­lación del Consejo, por el licenciadoEzequiel A. Chávez, Subsecretario de•Instrucción Pública y Bellas Artes,colaborador insigne del Maestro JustoSierra, y cuya valiosa participación enla obra educativa que éste realizó sedebe siempre tener en cuenta por ser

de absoluta justicia. En el discurso queentonces pronunciara el también in­olvidable Maestro Chávez, dijo textual­mente 10 que sigue: "No sería prudenteque la Universidad Nacional, destina4aa realizar la independencia espirit,ualen México, naciera desde luego con ab­soluta libertad del Gobierno que la fun­da. No sería prudente porque ningunade las escuelas que la integran estáacostumbrada a la vida propia y la ex­periencia de la libertad se encuentrallena de peligros. La Universidad prin­cipia, como principia a vivir todo ser·nuevo: fortalecida por sus padres, sos­tenida por ellos; pero está destinada ala existencia plena, a la independenciaperfecta." La Universidad Nacional deMéxico no nacía, pues, autónoma; perodesde que nació ya se anunciaba su au­tonomía, que le fué concedida 19 añosdespués y de la que, en ocasiones, pa­rece no haber hecho el uso debido.

Al nacer nuestra Universidad ~onta­

ba con un personal docente formadopor 380 personas, de las que 238 eranprofesores y 142 ayudantes. El númerode alumnos fué de 1,969, distribuídoscomo sigue: 991 de la Escuela Prepara­toria, 229 de la de Jurisprudencia, 443de la de Medicina, 232 de la de Inge­nieros, 31 de Arquitectura y 43 quehacían estudios en el Museo N. de Ar­queología, institución que en esa activi­dad docente, entró a form8.r ,parte de laflamante Escuela de Altos Estudios. Elprogresivo crecimiento del profesoradoy del alumnado de nuestra Universidaden los 39 años que se acaban de cum­plir, indica que no se equivocó don J us­to Sierra al señalarle la ruta que debíaseguir para honor y provecho de nues­tro México, camino que en ocasiones seha visto obstaculizado por propios yextraños, pero que sigue y seguirá re­corriendo a la sombra augusta de suinsigne fundador.

El autor de estas líneas, que tuvo lasatisfacción de colaborar con sus ilus­tres maestros don Justo Sierra y donEzequiel A. Chávez, de 1905 a 1910, yque de 1924 a 1928 disfrutó la' honrade ser Rector de la Universidad, con­sidera que el homenaje que estas líneassignifican, será más patente si se glosacomo se va a hacer, conservando aveces sus frases textuales, el magnífi­co discurso que pronunciara don J us­to Sierra en la ceremonia de inaugura­ción de la Universidad. Refiriéndoseal pasado, decía: la Universidad no tie­ne antecesores, tiene precursores; laReal y Pontificia Universidad no es elantepasado, es el pasado. Dentro delcriterio liberal, esa Universidad no ha~

bía sido sino una parlante casa de es­tudios; la base de su enseñanza era laescolástica; con el tiempo se convirtióen un caso de vida vegetativa y des­pués en un ejemplo de vida monacal.Firme creyente en la obra de la Cien­cia, al comparar aquella institución dela Nueva España con la nueva Univer­sidad, don Justo hizo la apología delconocimiento científico que, según dijo,

22 * UNIVERSIDAD DE MEXICO

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INSTITUTO TECNOLOGlCO DE MEXICODE LA.

ASOCIACIÓN MEXICANA DE CULTURA, A. C.

Escuela Preparatoria49 y 59 años

Escuela de EconomíaJ9, ~, 39 Y 49 años

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Palma Norte, 518, 69 piso. Te1s.: 18-68-43 y 36-35-74MEXICO, D. F.

Director General:LIC. EDUARDO GARCIA MAY~EZ

no cupo en la institución colonial, y sepreguntó con la duda angustiosa que noen raras ocasiones le atenaceó: "¿ Seráque la ciencia del hombre es un mundoque viaja en busca de Dios?" Y si­guiendo el parangón, agregaba "deci­mos a los universitarios de hoy: la ver-'dad se va definiendo, buscadla". "Soisun grupo en perpetua selección dentrode la substancia popular, y tenéis en­comendada la realización de un idealpolítico y social que se resume así: de­mocracia y libertad". Conceptos atre­vidos en la época en que se iniciaba laUniversidad, pero que le señalaban uncamino bien definido, que habría decristalizar en el lema que le diera suilustre, fundador: "En el amor de laciencia y de la patria está la salud delpueblo."

I

y a cn otro lugar de su admirablediscurso, afirmaba qUe "el interés dela ciencia y el interés de la patria debensumarse en el alma de todo estudiantemexicano". Y en otro párrafo, particu­larmente expresivo, agregaba: "LaUniversidad tendrá la potencia sufi-.ciente para coordinar las Hneas direc­trices del carácter nacional y. delantede la naciente conciencia del pueblo me­xicano mantendrá siempre alto, paraque pueda proyectar sus rayos en todaslas tinieblas, el faro del ideal, de unideal de salud, de verdad, de· bondady de beIleza." Hay que tener fe en laciencia, en el método, en el cómo delUniverso, no en el porqué; pero laUniversidad no adopta un credo filosó­fico, que entonces hubiera podido ser elpositivismo, porque el Maestro era unescéptico de la filosofía, como todavíalos hay y seguirá habiéndolos. Tambiénparecía serlo de la ciencia por la cien­cia, de la cienCia pura.

Sería una desgracia, anotaba con fir~

meza, que se formase u~acasta de laciencia, cada vez más alej.ada de su fun­ción terrestre, cada vez más alejada del

.suelo q~e la sustenta, cada vez másindiferente a las pulsaciones de la rea­lidad social, turbia, heterogénea, cons­ciente apenas, de donde toma su savia.y añadía: "Nosotros no queremos queen el templo que hoy se erige se adoreuna Atena sin ojos para la Humanidady sin corazón para el pueblo; queremos

.. que aquí vengan las selecciones mexi­canas en teorías incesantes para adorara Atenas promaka, a la Ciencia que·defiende a la Patria." Es preciso na:'cionalizar la Ciencia, mexicanizar el sa­ber. Aplicar el telescopio y el micros-

. copio a nuestros fenómenos; ~cuparnos

de nuestra geografía; estudiar nues­

tros fenómenos sociales, económicos,demográficos, históricos. Su principalpreocupación, me atrevo a interpretaryo, era saber cómo eran entre nosotros

esos fenómenos. Señalaba de ese modoinnumerables pero inaplazables temasde estudio para nuestros obreros inte­

lectuales; ya don Justo les llamaba asíhace 39 años.

Porque era un sociólogo, cuando to­daví,a .no se profesaba estadiscipliná

en nuestras cátedras, pero sobre todoera fundamentalmente un educador entoda la extensión de este nobilísimo vo­cablo, le oímos decir también en el dis­curso que se está glosando: en el fon­do, todo problema, ya social,' ya políti­~o, implica necesariamente un proble­ma pedagógico, un problema de educa­ción. Y como asimismo era un hombreque sentía y amaba la bondad y la be­lleza nos señaló en la forma que él sa­bía hacerlo que "es preciso imantar deamor a los caracteres; precisa saturaral hombre de espíritu de sacrificio pa­ra hacerle sentir el valor inmenso de lavida social, para convertirlo en un sermoral en toda la belleza serena de laexpresión". ¿ Por qué afirmaba esto alinaugurar la Universidad? Seguramen­te porque estaba convencido d~ queella debía saturarse de esos nobles pro­pósitos, ya que la veía "encargada de laeducación nacional en sus medios su­periores e ideales".

Don Justo Sierra no era solamenteun gran mexicano; se considerabamiembro activo de la Humanidad. Poreso afirmaba: "No es lícito al uni­versitario pensar exclusivamente parasí mismo; no podremos normalmeriteolvidarnos nunca ni de la Humanidadni de la Patria." Por eso agregaba sen­tenciosamente: "El dí,a en que las Uni­versidades se liguen y confederen en lapaz y el culto qel ideal en el progreso,se realizará la aspiración profunda dela historia humana." Asi vislumbradalos venideros movimientos de coopera­ción intelectual, especialment~ univer­sitaria, y así también resuftaba el pre­cursor de las reuniones, como las re­cientes de Holanda y de Polonia, comola que acaba de celebrarse en Guatema­la, en que los hombres de estudio, losintelectuales como también se les llama,han afirmado Sl}S propósitos de traba­jar por la concordia entre las na<;ionesy por la paz mundial.

Las preocupaciones idealistas delilustre fundador de nuestra Universi­dad no le hacían olvidar las finalidadesinmediatas y pragmáticas _de la nuevainstitución. Teniéndolas muy en cuen­ta decía: el Estado encarga a la Uni­versidad que prepare para las carrerasprofesionales, "porque juzga necesarioal bien de todos que haya buenos abo­gados, buenos médicos, ingenieros yarquitectos; así 10 exigen la paz social,la justicia social, la riqueza y el deco­ro social, satisfaciendo necesidades deprimera importancia". Dé nuevo resal-·ta el educador sociólogo; el hombre quepiensa en la nación y en sus necesida­des. Y, al referirse a la naciente Escue­la de Altos Estudios, con la que se com­pletaba la obra universitaria, señalaba'que "nuestra ambición sería que en esaescuela se enseñase a investigar .Y apensar, investigando y pensando, y quela substancia de la investigación y elpensamiento no se cristalizara en ideasdentro de las almas, sino que esas ideasconstituyeran dinamismo permanente-'mente traducidas en enseñanza y en ac­ción, que sólo así las ideas pueden

llamarsé fuerzas". De ese modo, co­mento yo, la Ciencia se pondrá al ser­vicio de la Patria, como el Maestro 10deseaba.

Porque tenía esa convicción, explica­ba que el Estado, al fundar la Univer­sidad, con las prerrogativas que le da­ba y que se exaltaban por la época enque esto sucedía, "espontáneamente seha desprendido para constituirla de unasuma de poder que nadie disfrutaba,convencido de que el gobierno de laCiencia en acción debe pertenecer a laeiencia misma" ; pero se preguntaba enseguida ¿Sabrá el nuevo organismorealizar ese fin? Y con gran fe en eldestino de la Universidad, se respon­día; "Lo esperamos y 10 deseamos."

Nos preparamos a celebrar en sep­tiembre de 1951 el cuarto centenario dela fundación de la Universidad de Mé­xico, de la Universidad en México; ycon ese motivo· se ha preguntado si alhacerlo nos olvidamos de lo que donJusto Sierra pensaba en cuanto a lasrelaciones entre la Real y PontificiaUniversidad y la que él vió nacer en1910. La respuesta se encuentra si selee detenidamente el admirable disctitr­so alrededor del cual se ha pensadorendir el homenaje que se está rindien­do. En uno de sus párrafos, el Maes­tro dice textualmente: "La imprentaengendró el libro, que puso al espkituen contacto consigo mismo, y el descu­brimiento de América completó a lahumanidad que se sentía deficiente, 'yreemplazó la fe teológica con la fe cien­tífica. De entrambas nació la edad mo­derna: de entrambas nació la Universi­dad de México que, con la de Lima,constituye la primera tentativa de losmonarcas españoles para dar alas alalma americana, que comenzaba a for­marse dolorosamente." Y ya para con­cluir, al explicar y agradecer por qué·la Universida'd Nacional de México ha­bía escogido como una de sus tres ma­drinas a la Universidad de Salamanca(las otras dos fueron la de París y lade Califomia), don Justo dijo: "LaUniversidad de Salamanca, en cuyosestatutos se sembró la planta exóticade nuestra Universidad Colonial, por­que representa nuestra tradición, por­que en ella queremos proclamar nues-

tro abolengo, del que, a riesgo de sertenidos no sólo como ingratos, sino in­capaces de sentido histórico, es decir,por incapaces de cultura, no podemosrenegar, como no renunciamos tampocoa nuestro abolengo indígena; dígalonuestro orgullo al refundir en la mismareligión cívica las memorias del aztecaCuauht~oc, del ,criollo Hidalgo y delzapoteca Juárez". Es indudable que enlas .frases trascritas, su autor, el insig­ne fundador de la Universidad Nacio­nal de MéxicO;, el que por eso fUé elilustre restaurador de la Universidaden Méxi~o, reconoce que ésta nació en1551. La vida que desde entonces hallevado, con sus variadas peripecias(que a veces la tuvieron clausurada),refleja la vida de nuestro México, quese ha reflejado en la Universidad comoen todas las instituciones nacionales.

Lo que se ha dicho justifica por quéla Dirección General de Difusión Cul­tural quiso que no pasara el mes' deseptiembre sin recordar el testableéi­miento de la Universidad en 1910 y sinrendir homenaje al' tr~s veces ilustremaestro don Justo Sierra, cuyo nombreestá ya asociado para siempre al denuestra instituCión.

La fecha recordada marca el iniciode una etapa de gran trascendencia enla vida de México. La actividad .cre­ciente de la Universidad y los cambiosnaturales propios de una vida intensano la han hecho apartarse fundamen­talmente ge la ruta que le trazara donJusto Sierra. Quienes creemos en laUniversidad; quienes la amamos y poreso estamos resueltos a servirla en lamejor forma posible, cualquiera quesea nuestra situación dentro de ella;quienes pensamos que su progFeso re­quiere el orden y, por eso, condenamostodo lo que, interno o externo, tiendaa perturbarlo; todos, alumnos, profeso­res, investigadores y autoridades, cele­bramos que el 22 de septiembre de 1910haya resurgido la Universidad en Mé­xico, y al hacerlo, rendimos respetuosoy cordial homenaje al tres veces ilustreMaestro· don Justo Sierra, a quien porsus altos merecimientos, se está lla­mando ya en diversos países de nuestroContinente: Maestro de América.

UNIVERSIDAD DE MEXICO * 23