doña paula: un salto al vacío

228
1 Mujeres del campo Doña Paula: un salto al vacío Jorge Estrella Instituto Estatal de las Mujeres · Nuevo León Noviembre de 2006

Upload: anibal-estrella

Post on 13-Mar-2016

266 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Lic. Jorge Estrella Peñamedrano * Maestría en Psicoanálisis * Maestría en Desarrollo Humano * Postgrado en Comunicaciones. * Miembro del Consejo de participación ciudadana. Instituto Estatal de las Mujeres. * Miembro y colaborador del Comite Editorial de la Revista “VIOLETA” Instituto Estatal de las Mujeres * Autor del primer libro de la colección Mujeres del campo titulado “Doña Paula: un salto al vacío”, Instituto Estatal de las mujeres y patrocinado por el Gobierno Estatal. * Director De Sinapsis Empresarial S.A. de C.V.

TRANSCRIPT

Page 1: Doña Paula: Un salto al vacío

1

Mujeres del campo

Doña Paula: un salto al vacío

Jorge Estrella

Instituto Estatal de las Mujeres · Nuevo LeónNoviembre de 2006

Page 2: Doña Paula: Un salto al vacío

2

Mujeres del campoDoña Paula: un salto al vacío

Primera edición, noviembre de 2006

Derechos reservados conforme a la Ley por:

© Instituto Estatal de las Mujeres de Nuevo León

Morelos 877 Ote., Barrio Antiguo,Tels.: (01 81) 2020 9773 al 76 y 8345 7771Monterrey, N.L., 64000

Ninguna parte de esta obra puede ser reproducida o transmitida, mediante ningún sistema o método,electrónico o mecánico (incluyendo el fotocopiado, la grabación o cualquier sistema de recuperación yalmacenamiento de información), sin consentimiento por escrito de la institución responsable de la edición.

Impreso en México. Printed in México

Page 3: Doña Paula: Un salto al vacío

CONSEJO DE PARTICIPACIÓN CIUDADANA

Elizabeth AguilarPresidenta

Anaeli S. de A. de MárquezVicepresidenta

Graciela Jaime

Jorge Estrella

Juan Gómez Jayme

Luis Manuel Garza

Manuel Pérez Ramos

María de la Luz Molina

Teresa Almaguer

Úrsula W. de Bolaños

JUNTA DE GOBIERNO

Lic. José Natividad González ParásGobernador Constitucional del Estado

Sra. Cristina Maiz de González ParásInvitada especial

Lic. Rogelio Cerda PérezSecretario General de Gobierno

Comisario Jefe Antonio Garza GarcíaSecretario de Seguridad Pública

Lic. Luis Carlos Treviño BerchelmannProcurador General de Justicia

Lic. Rubén Martínez DondéSecretario de Finanzas y Tesorero General

Profra. María Yolanda Blanco GarcíaSecretaria de Educación

Dr. Gilberto Montiel AmorosoSecretario de Salud

Ing. Alejandro Páez AragónSecretario de Desarrollo Económico

Lic. Alejandra Rangel HinojosaPresidenta del Consejo de Desarrollo Social

Profra. Gabriela del Carmen Calles GonzálezDirectora General DIF Nuevo León

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES · NUEVO LEÓN

María Elena Chapa H.Presidenta Ejecutiva

María del Refugio ÁvilaSecretaria Ejecutiva

Dipna Ruth De CosDirectora de Administración y Planeación

María del Consuelo ChapaDirectora Operativa de Programas

Page 4: Doña Paula: Un salto al vacío

Mujeres del campo

Doña Paula: un salto al vacío

1

Page 5: Doña Paula: Un salto al vacío

Índice

Mensaje del GobernadorPresentación

Introducción

Capítulo I. Más allá de lo ordinarioRepetir lo aprendidoA la orilla del lagoMi hogar: un refugio

Reflexiones

Capítulo II. Todo final es un comienzoEmpatíaCongruencia

Reflexiones

Capítulo III. Día de MuertosJugando en el espacio/tiempo

Reflexiones

Capítulo IV. Bienvenido a MonterreyVerano Más allá de películas y libros El contexto antes del primer encuentro El primer encuentro Reflexiones

911

19

2728314245

51587682

9191109

113113117121124127

Page 6: Doña Paula: Un salto al vacío

Capítulo V. Argentina, 1976Culpable28 de noviembre de 1976Reflexiones

Capítulo VI. La noche de San JuanReflexiones

Capítulo VII. La recurrencia de las pesadillasUna televisión en el desierto Algo acerca del silencioLa ‘forma de ser’La nieblaAtrapado por el ‘conocimiento ordinario’ Reflexiones

Capítulo VIII. Reflexión final

GlosarioBibliografía

133135141171

177

191195197199202211214

225

237

188

Page 7: Doña Paula: Un salto al vacío

Mensaje del Gobernador

 

 Todos los derechos para todas las mujeres es una estrategia del Plan Estatalde Desarrollo. Las mujeres nuevoleonesas, por lo general, son creadoras de culturaen su ámbito geográfico, ya sea que vivan en las ciudades o en el campo; igual sucedeen la vida doméstica, transmiten lenguaje, normas y actitudes a sus hijas e hijos. Ellasy sus parejas construyen las familias en el Estado.

 Podemos afirmar que hay mujeres sabias, plenas de experiencias, que compartenen su entorno formas diferentes de ver la vida. Una de ellas es Doña Paula, eje de estelibro que presenta el Instituto Estatal de las Mujeres.

 El ejercicio de los derechos y las obligaciones se dirigen a todas las mujeressin discriminación alguna. Nuestra tarea es aplicar políticas públicas que permitanlograr la igualdad y la equidad de género. ¡Enhorabuena!

 

 

Lic. José Natividad González ParásGobernador Constitucional del Estado

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s9

Page 8: Doña Paula: Un salto al vacío

Presentación

 Como toda actividad sustantiva que realiza el Instituto Estatal de las Mujeres

de Nuevo León, la publicación del libro Mujeres del campo. Doña Paula: un salto alvacío fue consultada, en reunión ordinaria, al Consejo de Participación Ciudadana.El autor, Jorge Estrella, es consejero activo 2006-2007 de este organismo. Fueaprobado previa lectura y se compartió con la Junta de gobierno bajo las premisasde: a) ser una obra interesante para hombres y mujeres; b) Doña Paula era una mujercampesina con sabiduría que remite a los orígenes de nuestra tierra, y c) el Institutono había publicado ninguna otra obra de un autor masculino; lo que tenemos sonreferentes de contenido, pero no la autoría en su construcción.

 La consejera Anaeli Sánchez de Aparicio de Márquez elaboró un comentarioescrito que presenta el contenido del libro, y que transcribo:

 “Quedé gratamente sorprendida del contenido, al margen de los temassecundarios que me son de profundo interés, pude observar un texto que le da granvalor a las mujeres a través de sus sólidos y espléndidos personajes femeninos y sobretodo, las presenta como seres íntegros y empoderados, lo que resulta en un homenajea nuestro género.

 Aunque este libro podría considerarse una novela por su alto contenido deficción, la historia que relata Jorge Estrella es verídica y los personajes son reales, loque le da un doble valor: el literario y el testimonial. El manejo de elementos maravillososy aparentemente mágicos en la construcción del mundo narrativo hace atractiva sulectura. La magia es parte de los grandes estimulantes para satisfacer las muchasincógnitas de nosotros los humanos, de ahí que la ciudad de Monterrey tenga el primerlugar en ventas de libros esotéricos, según estudios realizados.

 En nuestra sociedad es común ver que muchos individuos buscan soluciones‘mágicas’ a sus conflictos internos como externos. Sin embargo, el mundo de Estrellalejos de postular soluciones fáciles y ‘mágicas’ a nuestras búsquedas existenciales,

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s11

Page 9: Doña Paula: Un salto al vacío

ofrece una amplio y diverso panorama de teorías y caminos basados tanto enautoridades del Desarrollo Humano, como en la experiencia vivencial y transformadorade fuentes alternas de conocimientos, donde las mujeres son una pieza clave comoportadoras de sabiduría filosófica y pragmática. Nos lleva de la mano como Virgilioconduce a Dante, a conocer su mundo interno en el cual las mujeres son enaltecidaspues les reconoce su esencial participación de su crecimiento espiritual y emocional.

En un mundo fracturado, las mujeres sin lazos de sangre devienen en guíaspara restablecer el equilibrio y funcionar propiciamente en el mundo. Nos presentaa dos grandes mujeres: una italiana, de Sicilia, Giovanna, que vive en Argentina yotra mexicana, nuevoleonesa, Doña Paula. Giovanna es un personaje clave, quienayuda al protagonista, alter ego de Jorge, a enfrentarse con él mismo, aresponsabilizarse de sus actos y a tomar una decisión basada en una realidad, quevenía postergando durante varios años.

La otra mujer es Doña Paula, la protagonista de esta obra. Una personacampesina analfabeta, aparentemente ignorante. No obstante, aun sin saber leer niescribir, Doña Paula, con sencillez y total convicción de sus creencias, conduce a Jorgea la reflexión y la introspección, a practicar lo aprendido y estudiado de sus diferentesmaestros, humanistas, filósofos y místicos reconocidos. La teoría deja de ser tal, yano está convencido de lo que él creía porque grandes humanistas así lo establecieron.El personaje de Jorge se transforma y ahora es. Ha podido volver el conocimientoexperiencia, integrarlo en su ser, y esa mujer es la que se muestra como su mejor ymás grande maestra.

 Doña Paula es una mujer de edad avanzada, quien vive en un rancho dondeuna de sus actividades es criar marranos. Vive con sus hijos, nuera y nietos. Es buscaday reconocida como curandera, tal vez más curandera del alma que del cuerpo físico.Ella es un modelo de la mujer independiente, quien sabe asumir sus roles con valentíay orgullo, de la mujer que dejó de ser esclava para convertirse en reina de su propioimperio. Se hizo cargo de sus hijos cuando falleció su esposo y los niños eran pequeños.Su rol de madre lo interpretó con naturalidad, formando a sus hijos con disciplina ycon amor, por lo que era muy respetada y admirada por ellos. Nunca manipuló a sufamilia haciéndose víctima de sus circunstancias, por el contrario, se enfrentó yresolvió sus problemas y los de todos. Su sabiduría es realmente una gran incógnita,sus métodos terapéuticos no eran nada ortodoxos, su trato aparentemente frío y aveces agresivo estaba envuelto de un silencioso calor lleno de amor. Es un personajemuy desconcertante; no obstante, lo que ella practica lo hace con una gran fe en Diosy sus resultados eran positivos.

 Doña Paula encarna los valores de la Mujer-Diosa, la que ofrece seguridad yprotección y tiene la fortaleza y la convicción de armonizar la vida humana con sufuente primigenia: la naturaleza. Con ella se evidencia el predominio de una culturamatriarcal enmascarada por la cultura patriarcal y que obliga a preguntarnos ¿quién

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s12

Page 10: Doña Paula: Un salto al vacío

enseña a la mujer a ser sumisa?, ¿quién enseña al hombre a ser macho?, ¿quiéntransmite de generación en generación los paradigmas socioculturales que determinannuestras conductas y roles? Tradicionalmente las mujeres hemos sido las portadorasde los valores culturales y sociales y responsables de formar y educar a los hijos,mujeres y hombres. Sin embargo, Doña Paula encarna a una mujer que, lejos de repetirlos patrones de dominación de la cultura androcéntrica, es canal para que un hombrepueda contactarse con su ser interior, con su lado afectivo; reconstruir su identidadsobre otras bases y reconciliarse con él mismo y con el mundo.

 Es así que Mujeres del campo. Doña Paula: un salto al vacío no sólo estádirigido a las mujeres, no es sólo un llamado de auto análisis y auto responsabilidada nuestro género, sino también es un texto dirigido a los hombres. En estos momentoshistóricos en los que, al igual que nosotras, el género masculino está en búsqueda denuevos modelos que le permitan disfrutar plenamente su masculinidad y relacionarseen términos equitativos con las mujeres en sus vidas, la historia de Jorge es un saltoque resulta en cuántico y pudiese ser de inspiración y hasta terapéutico para laspersonas lectoras”.

 Para el Instituto Estatal de las Mujeres es un gran gusto compartir con ustedesel proceso de crecimiento de un ser humano conducido por Doña Paula. Este es unlibro de aliento de un tipo de relación humana amistosa, libre y nutritiva.  

 

Lic. María Elena Chapa H.Presidenta Ejecutiva del Instituto Estatal

de las Mujeres de Nuevo León

 

 

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s13

Page 11: Doña Paula: Un salto al vacío

A mis hijos, Ulises Ramiro y Aníbal Jerónimo:

He tratado, muchas veces, de plasmar en palabras aquello que sientemi alma al pensar en ustedes, no hay palabras que puedanabarcar el profundo amor y respeto que despiertan en mí.No me queda más que retornar a las expresiones simples,

pronunciadas tantas veces y que, sin embargo, lejos de gastarse, emergen con mayor intensidad inundando mi corazón

con la emoción más hermosa que he sentido en toda mi vida.

Los amo, los extraño, los admiro.

Jorge Estrella

Profesor universitario, periodista y publicista nacido en Córdoba, Argentina. Estudió laLicenciatura en Ciencias de la Información en la Universidad Nacional de Córdoba, realizó unposgrado en Organización y Métodos y participó en el Programa de Graduados Latinoamericanosen la Universidad de Navarra, España, donde realizó su tesis sobre “La función educativa dela imagen”. En México estudió la Maestría en Desarrollo Humano y la licenciatura en Psicología,continuando su formación académica en la Maestría en Psicoanálisis en un programasemipresencial administrado por la Universidad de Barcelona, España.

Ha sido profesor del Diplomado Historia de las Religiones, y de Mercadotecnia en el InstitutoTecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM); catedrático de ComunicaciónInterpersonal en el Diplomado y Maestría de Desarrollo Humano en la UniversidadIberoamericana, extensión Monterrey y Saltillo, y de Consultoría en Comunicación en laUniversidad de Monterrey.

En la actualidad dirige Sinapsis Empresarial, S.A. de C.V., empresa consultora en diferentescompetencias laborales; es profesor en la Universidad Iberoamericana y miembro cofundadordel Círculo de Estudios de Masculinidades, A.C. Es integrante del Consejo de ParticipaciónCiudadana, periodo 2006 - 2007, del Instituto Estatal de las Mujeres de Nuevo León.

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s15

Page 12: Doña Paula: Un salto al vacío

Reconocimientos

Al Instituto Estatal de las Mujeres de Nuevo León (IEMNL).

 A las y los miembros del Consejo de Participación Ciudadana 2006-2007 del IEMNL.

 A Guadalupe Elósegui, Coordinadora de Investigación del IEMNL.

 A Rosilú Marrufo, entrañable amiga.

 A Mona, Nabor y Verónica, hija, yerno y nieta de Doña Paula.

 A los habitantes del ejido de Sabanillas, en García, Nuevo León.

 Y a todos los seres humanos que he ido encontrando en el camino, que me hacenvivir las palabras de mi madrina: “La gente cree que estoy solo, pero no estoy solo”.

El autor

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s16

Page 13: Doña Paula: Un salto al vacío

Mujeres del campo

Doña Paula: un salto al vacío

1

Page 14: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Introducción

Al decir aprendizaje significativo, pienso en una forma de aprendizaje que es más queuna acumulación de hechos. Es una manera de aprender que señala una diferencia—en la conducta del individuo, en sus actividades futuras, en sus actitudes y en supersonalidad—; es un aprendizaje penetrante que no consiste en un simple aumentodel caudal de conocimientos, sino que se entreteje con cada aspecto de su existencia.

Rogers, C., 1996: 247

La libertad asusta, y a pesar de esto el ser humano la busca, aspira a ella. En su intentopor lograrla muchos empeñan su vida, otros se dedican a investigar y a trabajararduamente para alcanzarla y, los más, llegan al final del recorrido con los mismostalentos con que emprendieron el viaje.

Aunque parezca demasiado obvio, creo que si nos decidimos a re-significar “algo” esporque anteriormente ese “algo” tuvo, al menos para nosotros, una significacióndeterminada. Ésta surgió como consecuencia de una vivencia y de toda una experienciacondicionante. Ante un acontecimiento o hecho vivido, sacamos conclusiones quedejamos como válidas en algunas ocasiones, o como cosas a resolver en otras; tal vez,porque en ese momento nos fuera útil esa interpretación o porque los elementos conque contábamos no nos permitían realizar un encuadre diferente. Sin embargo,algunos de esos significados, frutos de nuestra evaluación, han quedado sin seractualizados de acuerdo a las nuevas demandas de nuestro ser. En un mundopermanentemente cambiante, necesitamos ir adecuándonos a las propuestas que vansurgiendo, esto podemos hacerlo con una mayor armonía si no existen cosascristalizadas que nos impidan adaptarnos a estos cambios, o más aún, a ser nosotrosmismos los agentes propositivos de esos cambios.

“Re-significar” es actualizar las experiencias de vida para que nos permitan,a la luz de nuevos elementos o de diferentes encuadres, potencializar nuestro ser ydesarrollarnos en una mayor plenitud.

Un encuentro significativo produce algo más que “un simple aumento en elcaudal de los conocimientos”. Ni siquiera se puede decir que produce un aumento,también pudiera ser válido el decir que, en ocasiones, provoca una disminución dealgo, tal vez del ego, y que esta merma brinda una nueva perspectiva para ver nuestroentorno.

En todo encuentro significativo hay una transformación. Algo sucede, algoimportante pasa en la vida que hace que la visión de la existencia sufra una lectura

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s19

Page 15: Doña Paula: Un salto al vacío

diferente. ¿Mejor?, ¿peor? No sería agradable empezar con juicios de valor, preferiríaque se abrieran al relato.

¿No es acaso la historia personal un relato? ¿Se puede aseverar que estanarración, con el correr del tiempo, no siga transformándose en un sinnúmero dehistorias? ¿Tendremos la capacidad de seguirnos descubriendo como un “yo” en todosestos pasajes? Quizás sea bueno recordar que el relato no sólo transforma a quien lonarra, sino también a quien lo escucha.

El encuentro con Doña Paula me permitió “darme cuenta” de la capacidadde la mente para tejer historias y también de la posibilidad de transformar esashistorias para darles un significado diferente, para comprender que el narrador tieney adquiere poder, o lo pierde, a través del relato.

Curiosamente estas historias tenían siempre un mismo protagonista y sinembargo, dependiendo de el, la / las y los interlocutores el relato sufría modificaciones.Doña Paula dejaba al descubierto mi capacidad histriónica y la búsqueda de aceptacióna través de mi narración, pero, a la vez, recalcaba cómo el discurso me encadenabaa una visión sesgada de lo que ella llamaba “realidad”. Al dejarme como narrador decuentos en descubierto, me brindaba la posibilidad de recuperar el poder sobre mipropia historia y descubrir nuevos significados, de recrearla y enriquecerla.

Un narrador tenía que ser impecable, sin importar el juicio de valor acercade si estuvo bien o mal lo acontecido. Lo que cobraba realmente importancia era lacapacidad de hacerse cargo del relato sin identificarse con él, ya que esto nos privaríade la posibilidad de seguirlo desarrollando y perfeccionando. Un relato estácontinuamente sufriendo cambios, se mantiene vivo e invita al narrador a una continuaactualización de sí mismo, para realizar una sinergia que continuamente enriquecea ambos.

El narrador, para Doña Paula, era lo narrado. Si tenía la posibilidad demodificar mi relato tenía, por lo tanto, la oportunidad de transformar mi existenciay si podía ver esto, no me quedaba otra alternativa que hacerme responsable de todolo acontecido.

Cuando le compartía a Doña Paula la idea del Desarrollo Humano en loconcerniente a las posibilidades que éste brindaba para la realización de las personasy de los procesos graduales que facilitaban este desarrollo, la percibía confundida,como si no supiera de qué estaba hablando. A ella le gustaban los conceptos, pero noaceptaba la idea del desarrollo a través del tiempo ni que éste debía incluir un ayery un mañana. Permanentemente me invitaba a vivir “este” instante y a desconfiar detodo lo que se buscara explicar utilizando como excusa al tiempo, tanto por lo quesucedió o por lo que mi mente me sugería que iba a suceder. Todo intento de justificarse

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s20

Page 16: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

por el pasado o por el futuro era para ella una especulación malsana, un querercontrolar lo incontrolado, predecir lo impredecible, una barrera más para alcanzarla verdadera libertad.

Recuerdo mis réplicas y la invitación que le hacía para que viera y contemplarala naturaleza, de cómo se daban las cosas y se desarrollaban a través del tiempo lasplantas, las aves y todo lo que nos rodeaba. Su respuesta no se dejaba esperar: “Nometa lo de afuera adentro, porque así estamos perdidos. Lo que vale allí afuera nosirve en una cabeza libre”.

Cierto día, emocionado por una lectura que compartimos algunos compañerosacerca de “la persona del mañana” a la que hace referencia Carl Rogers, fui al ejidoen el que vivía Doña Paula, me senté cerca de ella, tomé el libro en mis manos yempecé a leerle:

¿Quién será capaz de vivir en ese mundo tan extraño? Creo que serán los quetengan una mente y un espíritu joven, que generalmente significa los quetambién tienen un cuerpo joven…

Y continué con “Las cualidades de la persona del mañana”. Pasé a describirlas,siguiendo el libro y tratando de obviar las palabras complicadas o de explicarlas. DoñaPaula me escuchaba atentamente.

1. Sinceridad...; 2. Deseo de autenticidad…; 3. Escepticismo en cuanto a la ciencia ya la tecnología…; 4. Aspiración a la totalidad…; 5. El deseo de la intimidad…; 6. Personasproceso…; 7.Cariño…; 8. Actitud hacia la naturaleza…; 9. Anti-institucionales…; 10.La autoridad interna…; 11. Las cosas materiales carecen de importancia…; 12. El anhelode lo espiritual… Al finalizar este punto seguía otro: ¿Podrá sobrevivir la persona delmañana?

Rogers, C., 1995: 186-187

Hice una pausa y miré a Doña Paula. Ella se levantó en silencio, se dirigió alfogón, tomó un tizón ardiendo y encendió su cigarro. Le pregunté: “¿Qué le parece,Doña Paula?”. Me respondió: “Me parece que usted todavía no se ha dado cuenta queel mañana es hoy”. Cerré el libro y me sentí muy tonto.

¿Podríamos aseverar que lo que percibimos es la realidad? Doña Paula meintroducía en una “realidad” para mí desconocida, en un mundo en que las descripcionesde los libros no eran suficientes para abordarlo, en el que mis conceptos me impedíanver con claridad los acontecimientos cotidianos, como si la experiencia de vida estuvieracondicionada por todo mi bagaje cultural. Me acordé de ese personaje que utilizanlos sufíes para transmitir el conocimiento: el Mulá Nasrudin, cuando responde a lainterrogación acerca de la diferencia existente entre un intelectual y alguien que nunca

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s21

Page 17: Doña Paula: Un salto al vacío

leyó nada, dice: “La diferencia es la misma que existe entre un burro que no llevanada en su lomo y otro que lleva un par de alforjas cargadas de libros”.

En un comienzo pensaba que Doña Paula estaba, premeditadamente,intentando una y otra vez desbaratar el mundo como yo lo percibía. Ahora sé que noestaba equivocado. Ella sabía que la percepción era condicionante de todo eso queyo llamaba, con mucha soberbia “mi experiencia”, y que me llevaba a ordenar elmundo de una manera excluyente de seres o cosas, que por mi incapacidad decontenerlos eran dejados afuera. En ese dejar afuera, en ese enjuiciamiento quemarginaba a “otros”, estaba mi incapacidad de trabajar sobre mis partes oscuras,sobre esa sombra también negada y excluida. Esto limitaba mi posibilidad de autoconocerme y, por lo tanto, restringía mi libertad. Estaba encadenado a mis propiosprejuicios. Por esto tal vez, Doña Paula nunca me daba la razón, siempre descubríauna nueva forma de percibir lo que para mí era obvio, y en este cambio incluía a losque, a mi parecer, estaban equivocados.

Esta otra forma de conocer la “realidad” le permitía estar permanentereconstruyendo y reinventando su entorno, a la vez que enriqueciéndose en un mundoen constante cambio. Por ello difícilmente se oponía a otras perspectivas, al contrario,se divertía con ellas y acompañaba a su interlocutor en ver nuevas posibilidades.

En una recopilación de artículos que realizó Paul Watzlawick titulada La realidadinventada, diversos autores sostienen que la realidad no es más que una construcción,una invención, que surge del modo en que cada observador ve el mundo, pero creemosque nuestra visión es la realidad, y por tanto, nos oponemos a otros que no concuerdancon nuestra manera de captarla, pensando que se equivocan o lo hacen con malaintención.

Klurlan, H., 1999: 206

Tal vez, si pudiéramos tener la capacidad de aceptar que nuestra percepcióny construcción de lo que llamamos realidad corresponde a la respuesta de nuestrosintroyectos transformados en paradigmas, seríamos más humildes y tolerantes a laspropuestas de los demás, considerándolos no “de más” sino vitales para nuestraexistencia y desarrollo personal.

El Desarrollo Humano nos permite a través de la empatía, de esa capacidadde ponernos en el lugar del otro “como si” fuéramos el otro, comprender que existendiferentes maneras de percibir lo que llamamos la Realidad o la Verdad. Este “comosi“ nos permite mantenernos en un punto equidistante entre la simple simpatía y laidentificación, lo que nos posibilita comprometernos sin enajenarnos con unaexperiencia que no nos pertenece, pero a la vez ampliar nuestro encuadre y nuestrapercepción del mundo.

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s22

Page 18: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Cada persona tiene su propio punto de vista sobre lo que sucede en sus relaciones.Llamamos “historia” a estas explicaciones para enfatizar el hecho de que nuestrospuntos de vista no constituyen “la Verdad”. Todos recurrimos a historias que explicanlo que nos pasa. La mayoría de nosotros nos vemos afectados por historias que creemossobre nosotros mismos, sobre otras personas y sobre las relaciones que mantenemoscon ellas. Pero nos olvidamos que son sólo historias que hemos inventado. Entonces,terminamos creyendo que esa es la verdad (…).

Klurlan, H., 1999: 207

Debo de confesar que cuando leí a Carlos Castaneda, su famoso libro Lasenseñanzas de Don Juan y sus demás publicaciones, no dejaba de maravillarme delo que consideraba una frondosa imaginación y una gran capacidad para expresar susideas. Sin embargo, debo aclarar que nunca, hasta conocer personalmente a DoñaPaula, le atribuí a sus relatos la credibilidad de que éstos hubieran surgido de laexperimentación directa. Para mí, sus libros se limitaban a especulaciones, muy bienhechas por cierto, y que para fundamentarlas había creado un personaje, Don Juan,a quien atribuía poderes especiales para desestructurar su percepción de la realidad.

Tuvo que aparecer Doña Paula para posibilitarme reinventar mi historia, paradejar de evaluar “otra” historia como creíble o increíble, al fin y al cabo, tal como noscomparte Carlos Castaneda, lo que llamamos “realidad” está compuesto por la“descripción”, que desde nuestra más temprana infancia nos relatan los adultos, yque termina superponiéndose y reemplazando nuestra percepción inicial y lo queempezamos a acumular como resultado de “nuestra experiencia personal”. Ambas,“descripción de la realidad” y “experiencia personal”, estructuran el mundo de talmanera que cualquier nueva idea o forma original de percepción que quieramanifestarse, tiene que luchar contra este cúmulo cristalizado de conocimientos.(Castaneda, Carlos, 1997).

Al decir de Confucio: «La experiencia le sirve al hombre como ir por un caminooscuro con una linterna alumbrando hacia atrás», o el conocido dicho popular: Laexperiencia es un peine que te da la vida cuando ya estás calvo, nos refiere, de unau otra manera, que el conocimiento adquirido en el pasado, al que llamamos experiencia,no es de gran utilidad. En el mundo de Doña Paula, el enjuiciamiento a los seres o alas cosas negaba la realidad de su continua transformación. El juicio es pretendercreer que todo lo que nos rodea no cambia, y uno juzga por lo aprendido en el pasado:“Jorge, ¿para qué voy a juzgar si al rato ya no va a ser el mismo, y tampoco yo voy aser la misma? Mejor que Diosito nos ayude y nos vamos en paz, ¿no le parece?”. Otrasveces me decía: “Si nuestro Señor Jesús Cristo no juzga, ¿quién soy yo para hacerlo?”.

En ese mundo que era vivido en una concatenación de hechos que se sucedíanvertiginosamente, quedé atrapado por mucho tiempo. Un tiempo que se estructurabay se hacía añicos según el conocimiento que me quería transmitir Doña Paula.

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s23

Page 19: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Al finalizar estas reflexiones, quiero compartirles que decidí iniciar cadacapítulo de este libro con un hexagrama del I Ching, el libro de los cambios. Cadauno de ellos fue obtenido al arrojar al azar tres monedas chinas y fui, de maneragradual, construyendo cada símbolo. En cuanto al contenido del hexagrama, es decir,qué parte transcribir, fue elegido según mi propia convicción e interés.

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s24

Page 20: Doña Paula: Un salto al vacío

Capítulo I

Más allá de lo ordinario

Page 21: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s27

Capítulo I

Más allá de lo ordinario

1. Ch’ien. Lo Creativo

Arriba: Kien, Lo Creativo, El CieloAbajo: Kien, Lo Creativo, El Cielo

El signo se compone de seis trazos no partidos. Los trazos no partidos correspondena la protoenergía o energía primaria, luminosa, fuerte, espiritual, activa. El signo estotal y uniformemente fuerte en su naturaleza. Puesto que no lo afecta ningunadebilidad, en sí mismo, de acuerdo con su cualidad intrínseca, representa la fuerza,la energía. Su imagen en el cielo. La fuerza, la energía, se representa como entidad nocondicionada por determinadas circunstancias especiales. Se la concibe, por lo tanto,como movimiento. Debe considerarse como fundamento de este movimiento el tiempo.Así pues, el signo involucra también el poder del tiempo y el poder de la perseveranciaen el tiempo, de la duración.

En la exégesis del signo ha de tenerse en cuenta, constantemente, una dobleinterpretación. La macrocósmica y la que corresponde a la acción en el mundo humano.Con respecto al acontecer universal, se expresa en el signo la fuerte acción creativade la divinidad. Aplicado el signo al mundo humano, denota la acción creadora delsanto y del sabio, el gobernante y conductor de los hombres, que merced a su fuerzadespierta y desarrolla en estos últimos su esencia más elevada.

El Dictamen

Lo Creativo obra elevado,propiciado por la perseverancia.

De acuerdo con su sentido primitivo, los atributos aparecen agrupados por pares. Parael que obtiene este oráculo, ello significa que el logro será otorgado desde lasprofundidades primordiales del acontecer universal, y que todo dependerá de quesólo mediante la perseverancia en lo recto busque su propia dicha y la de los demás.

Ya antiguamente fueron objeto de meditación estas cuatro cualidades intrínsecas enrazón de sus significaciones específicas. La palabra china que se reproduce por “elevado”significa “cabeza, origen, grande”. Por eso en la explicación de Kung Tsé se lee: “Grandeen verdad es la fuerza original de lo Creativo, todos los seres le deben su comienzo.Y todo el cielo está compenetrado de esta fuerza”. Esta primera cualidad traspasa, porotra parte, a las otras tres.

El comienzo de todas las cosas reside todavía, por así decirlo, en el más allá, en formade ideas que aún deben llegar a realizarse. Pero en lo creativo reside también la fuerza

Page 22: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

destinada a dar forma a estas imágenes primarias de las ideas. Es lo que quedaseñalado con la palabra “logro”, “éxito”. Este proceso se ve representado por mediode una imagen de la naturaleza. “Pasan las nubes y actúa la lluvia y todos los seresindividuales penetran como una corriente en las formas que les son propias.”Transferidas al terreno humano, estas cualidades muestran al grande hombre encamino hacia el gran éxito: “Al contemplar con plena claridad las causas y los efectos,él consuma en tiempo justo las seis etapas y asciende en tiempo justo por estos seispeldaños como sobre seis dragones, elevándose al cielo”. Los seis peldaños son lasseis posiciones individuales del signo, que más adelante se representan bajo la imagendel dragón. Como camino hacia el logro aparece aquí el reconocimiento y la realizacióndel sentido del universo que, en cuanto ley perenne y a través de fines y comienzos,origina todos los fenómenos condicionados por el tiempo. De este modo toda etapa,alcanzándose, se convierte a la vez en preparatoria para la siguiente, y así el tiempoya no constituye un obstáculo, sino el medio para la realización de lo posible.

I Ching. El libro de los cambios, 1995: 79-80

Repetir lo aprendido

Salté por el techo, ya me habían quitado la llave del portón que yo hice poner; entrépor la ventana que daba al patio trasero, ya sabía cómo abrirla y me senté en una delas camas. Los dos dormían, aparentemente ajenos a todo. Ulises se destapabasudoroso, mientras que Aníbal se tapaba toda la cabeza y sólo dejaba un huequitopor donde respiraba plácidamente. Aquellos dos pelirrojos de ojos celestes eran mishijos, y en ese instante no comprendía porqué me arrancaban de mi casa, porquéahora tenía horarios de visitas, porqué tenía que tocar el timbre, porqué no podíarecibir todas las noches el beso de mis hijos antes de acostarme, y así podía seguircon una interminable lista de porqués, todos inútiles. Con el tiempo comprenderíaque la respuesta no estaba en la pregunta, a lo mejor, tal vez, se encontraba en elaprendizaje, o mejor dicho, en el condicionamiento que recibí durante los primerosseis años de mi vida. Ahora, todo lo que antes no tenía importancia adquiría unsignificado superlativo.

Salí por donde entré: como un ladrón, por la ventana. Lleno de tribulaciones,de pensamientos oscuros, no había nada de claridad, lo único que me repetía es:“Tienes que sobrevivir”. Ni siquiera sabía de dónde provenía esa voz, profunda,abismal, distante y sin embargo, tan mía, tan extraña y a la vez tan reconocida.

Se mezclaban las imágenes, confundía a mis hijos conmigo mismo, los papelesde mi padre se barajaban con los míos, a decir verdad todo se fusionaba en mí y sihubiera tenido que definirme en una sola palabra, ésta sería: confusión.

En cuanto a las escenas de los últimos días, no sabía si había sido yo elprotagonista, o si mi padre había encarnado en mí para repetir otra vez la mismahistoria. La que vivió un niño de seis años y que desde entonces había deambulado

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s28

Page 23: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s29

por la vida hasta encontrarse con 31 años, los cuales no sabía cómo se instalaron ensu cuerpo ¿Qué había pasado? Si yo estaba tomado del pasamanos de una escalerade granito, un pasamanos de hierro negro, frío. Mi madre le gritaba enloquecida a mipadre; lo empujaba, lo jaloneaba, le aventaba todo lo que iba encontrando a su paso.Él cogió su saco gris que estaba colgado de una silla en la sala. Yo los seguía, atónito,no sabía qué hacer, era un vacío total, me convertí en un zombi detrás de esas dossiluetas que se golpeaban y se gritaban. Mi madre agarró una escoba y empezó agolpear a mi padre, él se defendía. De repente yo tenía 31 años y el palo de escoba seestrellaba en mi ceja y un chorro de sangre brotaba cubriéndome el rostro y deslizándosepor mi camisa celeste; una línea espesa, roja, dibujaba imágenes absurdas. Pero noera yo… no, esta no es mi realidad, ése era mi padre, ¿qué hago yo aquí?, ¿qué hagoen este cuerpo de un hombre, si yo soy sólo un niño que está tomado de la barandade la escalera cuando mi padre es empujado fuera de nuestra casa? La que lloraba ygritaba era mi esposa… ¿Alguien me puede explicar qué pasa, qué está pasando? Mimadre cogió mi mano y salió corriendo detrás de mi padre, en su estado alterado nose daba cuenta de que me iba casi arrastrando. “¡Vete! ¡Vete! No quiero volver a verte”.¿Qué hace mi esposa aquí?, no puedo entenderlo. ¿Por qué me echa? ¿Qué hice?¡Dios! ¿Qué hice?

Ahora me iba como mi padre, sólo con lo puesto, sin casa, sin hijos, sin familia,sin nada. Me sentía tan confundido como se debió haber sentido él. ¿A dónde ir? Noimporta, hacia cualquier lado. ¿Qué voy a hacer? Tampoco importa.

Durante muchos días anduve merodeando las inmediaciones de mi casa. Nodormía, no comía. Recuerdo que por las noches de insomnio me dirigía a esos baresen los que se daban cita los personajes nocturnos: taxistas trasnochados, prostitutasal acecho, uno que otro travesti, y a lo mejor alguno como yo; alguno que hubieraperdido a su esposa y a sus hijos y que por las noches deambulaba confundido, tratandode encontrarse.

En mi mente apareció la idea de pedir ayuda. La verdad es que no sé cómosurgió, ya llevaba cerca de tres meses en esa suerte de abandono. Esta idea empezóa crecer y se tornó una necesidad, así que empecé a averiguar quién podía ayudarme.Me quedaban claras dos cosas: la primera, que solo no iba a poder salir del estado enel que me encontraba, o que me resultaría muy difícil; y la segunda, que no queríaestar mucho tiempo en ese infierno. Sin embargo, el factor detonante fue habermeencontrado con un amigo, el cual, coincidentemente, había estado casado hasta hacíatres años con una de las compañeras con las que compartía el departamento mi esposacuando la conocí. Me invitó a tomar un café y como lo vi muy dispuesto a escucharme,abrí mi corazón y dejé que todos mis miedos afloraran como un torbellino.

Cuál sería mi sorpresa cuando mi amigo se echa a llorar y empieza a contarmesu propia desgracia al haberse alejado de su esposa y de su pequeña hija. En esepreciso instante me asaltó un gran pánico. Si él hacía tres años que se había separado

Page 24: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

y todavía estaba pegado en ese sufrimiento, yo tenía la certeza de que no iba a tolerarvivirme de la manera como lo estaba haciendo por más de un par de meses, así queredoblé mis esfuerzos por encontrar a alguien que me inspirara confianza para poderentregarme a una terapia que me facilitara el proceso de salir, cuanto antes y lo másíntegro posible, de esa situación.

Al fin alguien me recomendó a una persona, por cuyos antecedentes estabaseguro de que algo iba a poder hacer con “mi caso”. Me dijeron que era una psicólogamedio bruja que había tratado con éxito a mucha gente, pero que era muy difícilconseguir un turno para ser atendido. Pero, como sucede en las ciudades relativamentepequeñas, una amiga de mi madre era a su vez conocida del sobrino de esta enigmáticamujer, y por intermedio de él me pudieron conseguir una cita.

Una persona pequeña de estatura, de pelo blanco, muy corto, gruesos anteojosy vestido largo abrió la puerta, me miró de arriba abajo y dijo: "Usted debe ser Jorge…mucho gusto, yo soy Giovanna. Adelante".

A pesar de su dominio del castellano no había perdido su acento siciliano.Tomó asiento en una butaca con sus piernas muy juntas, las manos sobre el regazoy con una sonrisa me dijo: "Usted dirá, Jorge".

Empecé a platicar, y por supuesto, como es habitual en esas circunstancias,la culpa la tiene cualquiera menos uno, y si pienso que ahora, al relatar hablo de“uno”, recuerdo aquel consejo oportuno que me dejó en descubierto: “Uno es ninguno”,así que, retomando… en esa época cualquiera podía tener la culpa, menos yo. Deentrada me ubiqué con relativa comodidad en el papel del mártir y, para completarel cuadro, puse a mi ex esposa en el papel del verdugo.

En el transcurso de mis reproches la mencionaba una y otra vez: su incapacidadpara comprenderme, su mala conducta como esposa, su insensibilidad para con sushijos, etc., etc. De repente, Giovanna se pone de pie y levanta el almohadón de subutaca, lo vuelve a acomodar, mira debajo de una mesita baja, detrás de una macetay como me pareció curiosa su actitud, le dije: "Disculpe, Giovanna, ¿se le perdióalgo?”, a lo que me respondió: "No, pero por un momento creí que su ex-esposaestaba con nosotros, ya que lo único que usted ha hecho es hablar de ella. Sin embargo,acabo de constatar que los únicos que estamos aquí somos usted y yo. Como yo yasoy demasiado vieja y no creo que a usted le interese hablar de mí, creo que la únicaalternativa es hablar de usted, hablar de Jorge, así que empecemos de nuevo. Usteddirá, Jorge”.

Por un momento, después de haber visto todo ese despliegue de histrionismo,y de sentir que ahora, tal vez, por primera vez, sentía todos los faros apuntándomea mí, frente a esa primera invitación a hacerme responsable de mis actos, enmudecí.

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s30

Page 25: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s31

Estuve así un buen rato. Mi mente funcionaba de una manera totalmente aceleraday no lograba recomponer el libreto que me había aprendido de memoria con tantasrepeticiones. Amigos, parientes y cuantos hubieren querido escuchar mi versión delos hechos tuvieron que soportar mi auto justificación, como si a alguien le interesara,del porqué de lo acontecido y de mi propia desgracia provocada, por supuesto, pormi despiadada esposa. De todas maneras, yo había construido una simpática y estúpidarecreación de lo que llamaba realidad, en la cual yo tenía razón y mi esposa estabacompletamente equivocada.

Interrumpió mis desvaríos: "Mire, Jorge, vamos a hacer lo siguiente: si esque usted quiere realmente que yo lo ayude, usted se olvida en este mismo instantede su esposa; se va al campo, bien lejos, tal vez a una montaña, se lleva una bolsa delimones y no come absolutamente nada, sólo se toma el jugo de los limones y bebeabundante agua. Se queda todo el tiempo que pueda y camina muchas horas, despuésregresa y hablamos”. Se puso de pie, en un claro mensaje de que la comunicaciónhabía terminado.

Me levanté sin mirarla, me sentía como el libretista al que le acaban de tirardelante de él la obra que sentía maestra. Me subí a mi camioneta y anduve deambulandopor la ciudad. Sí, no se equivocan, no pasé una, sino un montón de veces por la puertade mi casa; hasta me asomé temeroso por las ventanas intentando ver a alguno demis hijos. Estaba confundido, la única receta que tenía eran las palabras de Giovannay se me hacía muy duro cumplirla. Trataba de pensar en una terapia alternativa, peroya había estado, mi ansiedad no la hubiera tolerado. Me dirigí a un parque, rodeadode enormes árboles, estacioné el carro en un callejón oscuro, coloqué las manos sobreel volante y me puse a llorar. No sé cuánto tiempo estuve en esa posición, lo querecuerdo es que mi camisa se iba empapando y que mi cuerpo se mecía por lasconvulsiones del llanto. No tenía una mejor opción, tal vez si era obediente ocurriríaun milagro. Encendí el motor y me dirigí a las montañas. Capilla del Monte quedabaa 108 kilómetros de Córdoba, llegaría de noche. ¿Y después? El después empezabaa dejar de existir en mi mente, todo era aquí y ahora, todo era esta inmediata inspiración,lo que vendría no podía pensarlo. Mi vida, el proyecto de mi vida, lo que alguna vezcreí que sería la puerta de mi felicidad ya no existía: ahora partía con rumbo inciertoa un lugar del cual no estaba seguro de regresar.

A la orilla del lago

Caminé cerca de 12 kilómetros por las sierras, oscurecía rápidamente y el camino sedesdibujaba con las sombras. Sin embargo, y a pesar de lo inhóspito del lugar, nohabía en mi alma cabida para nada que no fuera mi auto conmiseración. En eseinstante nada me importaba, al contrario, hasta un accidente lo percibía como unabendición. Quería llamar la atención aun dando lástima.

Page 26: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Mi único equipaje era un pequeño bulto con un par de mantas para pasar lasnoches y una bolsita con limones; iba deseoso de cumplir con lo indicado por Giovanna,con la esperanza de que ocurriera un acto de magia o un milagro. La noche se terminóde cerrar y ya era imposible continuar. Debajo de unos árboles frondosos al lado deun arroyo, tiré mi atado de mantas, las extendí y haciendo caso omiso a cualquierriesgo de posibles animales o insectos, me recosté sin poder conciliar el sueño peroobservando a través de las copas de los árboles el fondo estrellado del cielo. Así estuvehasta el amanecer, escuchando los miles de ruidos del campo: el agua del arroyopasando entre las piedras, el viento entre el follaje, el croar de las ranas, los grillos,los pájaros nocturnos. Con el pasar del tiempo fueron mudando unos sonidos porotros y junto con los ruidos también fue cambiando el paisaje. El cielo pasó desdeuna profunda oscuridad matizada con los dibujos de las estrellas a un tenue naranjaque se fue convirtiendo en un azul suave y diáfano; recordé una canción popular demi provincia de Córdoba: “Hay que andar y hay que andar para comprender que nohay cielo como el cordobés...”.

Me acerqué al arroyo de aguas cristalinas y sumergí las manos y el rostro, elagua estaba helada. Cogí mis escasas pertenencias y reanudé la marcha, todavíafaltaban muchos kilómetros por recorrer.

Hacía tiempo que no transitaba por esos parajes, sin embargo, retenía lasimágenes con bastante nitidez, sabía que al finalizar esa cuesta iban a aparecer eldique y la casa que sirviera de refugio a los que lo construyeron. Sentía que las fuerzasme flaqueaban, habían sido demasiadas emociones. Llegué con el último aliento, merecosté en el fresco de la galería de piedra y así me quedé dormitando y ensoñando.No sé cuánto tiempo transcurrió… horas, minutos. Me levanté y me acerqué a la orilladel dique. Pero he de platicarles un poco de ese curioso espejo de agua que se encuentraa unos mil 700 metros de altura. El dique “Los alazanes” fue construido a mediadosdel siglo XX, es un pequeño espejo de agua que sirve para abastecer del preciadolíquido al poblado de Capilla del Monte. Todo el material utilizado para su construcciónfue acarreado a lomo de mula. Se sembraron truchas en los arroyos que en éldesembocan y no es muy visitado, ya que su único acceso es caminando a través delas sierras por caminos sinuosos y muy empinados. A excepción de algunos fanáticosde la pesca con señuelo, única forma permitida en la región, casi nadie llega. En esaépoca del año mi privacidad era total. No sé si esto era bueno o malo.

De repente me asaltó la pregunta de qué estaba haciendo allí, sin comida, sinotra ropa que la que traía puesta. Sólo estaba cumpliendo con la recomendación deGiovanna. No, no sólo con eso, estaba aferrándome a una posibilidad ¿De qué?, nolo sabía, pero algo tenía que hacer, algo que me generara la esperanza que, de repente,todo volvería a ser como antaño. Ni siquiera podía darme cuenta de que no habíatenido la capacidad de cristalizar ese sueño, ese sueño de contar con esa familiaarquetípica que nunca tuve, tal vez por eso era tan idealizada, tal vez por eso la

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s32

Page 27: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s33

realidad en torno a este tema me generaba tanta violencia. Mi sueño: papá, mamá ehijos, viviendo en armonía.

Me acerqué al espejo de agua, se podía ver el fondo y las nubes reflejadas enél como submarinos o enormes monstruos reptantes sobre las plantas acuáticas. Devez en cuando una trucha atravesaba raudamente el lago. Empecé a cumplir con laconsigna que recibiera: caminar, caminar y caminar. Cada tanto me sumergía desnudoen las frías aguas del arroyo, dejaba que mi cuerpo se secara al sol y retomaba lacaminata. Para el atardecer no sé cuántos kilómetros llevaba recorridos, la mayoríaen círculos, de esa manera, estaba seguro de no perderme. Más que por temor, erapor no quedarme sin la provisión de limones, los había dejado en el refugio y mehabía comprometido a hacer esa dieta rigurosa, no iba a fallar. Si la cumplía al pie dela letra quizás todo se convertiría en mi sueño. Regresaría a mi casa, y ahora sí,reinarían la armonía y el amor. No comprendía que estaba atrapado en lo que se llamael “círculo de la violencia”, tal como se lo escuchara decir a Jorge Corsi, famosopsicólogo argentino, quien aborda este tema, y que romper este círculo me demandaríamucho más tiempo del que mis ingenuos deseos me hacían vislumbrar.

¿Cuántos días estuve en el refugio de piedras?, creo que entre siete y ocho.En esos días mi mente deambulaba extrañada por parajes ignotos, distantes, los cualesse asemejaban a sueños y pesadillas más que a la realidad. A decir verdad, no podríacontar toda esa porción de historia; una parte del tiempo me la pasaba alucinando,entre un reloj y un espacio inexistente, y la otra parte, sollozando, implorando, rezando,a veces en silencio, a veces a los gritos ¡Por qué! ¡Por qué! El eco me respondía lamisma letanía…así se fueron agotando las horas.

El último día, casi desfalleciendo entre las largas caminatas que duraban todoel día desde el amanecer hasta el atardecer, y la estrictísima dieta, sólo limones y unpar de jarros de agua cogidos del arroyo, sumados al estrés y la angustia que no cesaba,decidí regresar. Esta decisión me produjo una sensación grata, la primera queexperimentaba en muchos días. Tenía fe en que todo se iba a solucionar, como otrasveces había pasado. Emprendí el regreso, me sentía como flotando en el aire, afiebrado,quemado por el sol intenso, sin fuerzas, pero así y todo, no me detuve ni un momento.

Llegué a “La Toma”, así se llamaba el paraje en el que una hermosa olla naturalrepleta de agua cristalina, de aproximadamente unos tres o cuatro metros deprofundidad, me aguardaba con su hermosa caída de agua. Sin pensarlo un segundo,tiré a un lado mi atado de mantas y, vestido como iba, me sumergí en el helado espejo.Fue como recibir un fuerte shock. Mi cuerpo, sudado y caliente después de unas sietehoras de intensa marcha, se puso en contacto con las gélidas aguas de vertiente. Lapiel me ardía, pude aguantar sólo unos minutos y cuando salí el aire frío multiplicóla sensación gélida. Sin embargo, me reanimó muchísimo, tanto como para decidirmi regreso inmediato a la ciudad de Córdoba.

Page 28: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s34

Mi camioneta me aguardaba a escasos metros del lugar donde tomé el baño,pero mi ropa chorreaba agua. Me la quité y me quedé en calzones, había dejado enel asiento trasero una sudadera, ya que cuando emprendí la marcha no hacía frío, asíque ahora me venía como anillo al dedo. No obstante, encendí la calefacción, no pormucho tiempo, ya que al empezar a bajar desde lo alto de la sierra el aire comenzóa templarse.

Fueron pasando los pueblos y desde lejos divisé las luces de mi ciudad; lleguéa la casa de unos amigos que me habían asilado momentáneamente hasta queencontrara un lugar donde vivir. Todavía no había buscado nada, ya que la sola ideame provocaba mucha angustia, estaba seguro de que todo se iba a arreglar. Me vestícon unos pantalones y una camisa que había comprado recientemente, y sin importarmela hora o si ella pudiese estar ocupada, me fui a ver a Giovanna.

Toqué el timbre y en el acto ella apareció con una dulce sonrisa. Abrió lapuerta de rejas y se hizo a un costado para permitirme el paso. Había un sillón enfrentede otro, parecía que me hubiera estado aguardando. Caí pesadamente, como si medesmoronara. Ella tomó asiento con mucha delicadeza, y ahora sí, sin perder lasonrisa me preguntó:

— ¿Cómo le fue, Jorge?

— Me siento afiebrado, cansado, no sé qué pensar. No he dejado de caminarpor entre las sierras, horas, días. No tengo ningún otro deseo que no sea elvolver a mi casa, estar con mi esposa, con mis hijos…

— Perdone, Jorge, ¿sería tan amable de recordarme, cuál dijo que era susueño más importante, el primer día que vino a verme? Ese sueño que,según usted, lo viene acompañando desde hace muchos años.

— Trascender— respondí con seguridad.

— Fíjese qué curioso, Jorge. Yo escucho que usted dice que su sueño másimportante es trascender, ¿estoy en lo cierto?

— Sí.

— Sin embargo, cuando la vida le quita de encima todo eso que usted seempecina en llamar “mis” cosas: mi casa, mi esposa, mis hijos, mi trabajo,y todas esas otras “cosas”, usted, en vez de salir corriendo a esa cima que leaguarda y que representa su más ferviente anhelo, se pone a llorar y quiereempezar a recoger todo lo que ya está desparramado. Bueno, Jorge, ahora lerecomiendo que se vaya otros tres días al campo, pero no busque sierras ni

Page 29: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s35

montañas, busque el llano y camine sin parar de la mañana hasta el atardecer,y cuando llegue la hora del ocaso, rece.

Al ver mi cara de sorpresa, reiteró:

—Sí, escuchó bien, rece, a ver si rezando y caminando se le disminuye esasoberbia que le impide ver más allá de sus narices—. Y sin agregar una palabramás, se levantó del sillón y se dirigió hacia la puerta.

Me alejé tan sólo sollozando un buenas noches. Volví a mi camioneta y enfiléde nuevo para el campo, sólo que ahora debería ser un campo llano, así que tomérumbo al sur, hacia la llanura pampeana. Otros tres días, para colmo empezó a caeresa lluvia que en España la conocen como calabobos y en Buenos Aires le dicen garúa.Es una llovizna finita que se va metiendo entre las ropas y te va empapando hasta loshuesos. Ni la lluvia me impidió realizar mis caminatas. Al llegar la noche me estiraba,todo dolorido, sobre el asiento posterior de la camioneta y dormitaba. Estaba comoembriagado, recuerdo la sensación: un sabor fuerte en la boca, un olor rancio que loasociaba al miedo y la cabeza embotada de tantos pensamientos. Pero no hay fechaque no se llegue, así que al tercer día me encontré, peor que antes, volviendo a tocarel timbre de la que estaba empezando a percibir como la bruja de Hansel y Gretel; sinembargo, había algo que me inspiraba confianza, tal vez la misma confianza que leproduce a un náufrago encontrarse sólo un ancla hundiéndose en el medio del océano,por lo que se aferra a ella como a su única salvación.

De nuevo la sonriente y chaparra viejecita abriéndome la puerta; de nuevolos sillones esperándome; de nuevo mi cuerpo, más afiebrado que hacía unos días,desplomándose sobre los mullidos cojines y otra vez la misma pregunta:

— ¿Cómo le fue, Jorge?

Esta vez me tardé en responder. Es más, ni siquiera levanté la vista cuando le dije:

— No doy más, quiero volver a mi casa, quiero pedirle perdón a mi mujer, quiero estar con mis hijos. ¿Puede usted entender eso?

— Yo lo puedo entender. ¿Podrá su esposa entenderlo? Si el pájaro escapade la jaula, ¿usted cree que es tan tonto para que regrese?

— Voy a regresar a mi casa.

— Está bien, inténtelo y regrese para platicarme cómo le fue.

Mi casa no estaba muy distante de donde vivía Giovanna, así que en menosde diez minutos estaba estacionando mi carro en la puerta de la cochera. No me

Page 30: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s36

alcancé a bajar y ya mi esposa estaba tras la ventana enrejada de la sala diciéndome:

— Tienes un minuto para subir a tu auto y regresar por donde viniste o llamoa la policía.

— Pero… vengo a hablar contigo…

— No tengo nada de qué hablar. ¡Lárgate!

Quedó el eco del ventanazo flotando en el aire. Me aferré a las rejas de lacochera y me solté a llorar en silencio. Di media vuelta y de nuevo me dirigí a casade Giovanna, no sabía a que otro lugar ir. Aparte, tenía una incapacidad total deaceptar esta realidad, la cual percibía como un condenarme a la orfandad, es más,como un despiadado abandono. No en vano, con el tiempo, la psicóloga con quientomé terapia le puso un nombre a ese sentimiento: “síndrome de abandono”. Ahorasí, no quedaba ninguna duda de que Giovanna me estaba esperando, aparte me lodijo:

— Jorge, no se tardó mucho, y no pierda el tiempo contándome cómo le fueporque yo ya lo sé, además no podía ser de otra manera.

— ¿Y ahora, qué hago?

— Mañana por la mañana temprano va, busca un abogado, e inicia laseparación y el divorcio.

Fue como un mazo asestándome con violencia en la cabeza: divorcio,separación. Si a eso le había estado huyendo por diez años. Ahora, por más quehubiera corrido ya me alcanzó, me alcanzó la misma historia de mis padres. Ahoramis hijos pasarían lo mismo que yo. No, no podía ser, tenía que haber otra solución.No hice nada; a los tres días recibí un citatorio de un abogado. Mi esposa estabapidiéndome el divorcio. Accedí, no sin antes intentar un par de veces más dialogarcon ella, inútilmente, por cierto.

— Así fue, Doña Paula, a lo mejor me olvido de algunas cosas, pero esto eslo que recuerdo. Me encantaría que un día pudiera conocer a Giovanna.

— En lo que respecta a esa señora, estoy segura de que un día la conoceré,y no sólo la conoceré, además la reconoceré porque entendí su palabra y haycosas “de verdad”. En cuanto a lo que usted recuerda, eso es lo importante,y nosotros trabajamos con lo importante. Lo otro lo dejamos por la paz. Mire,Jorge, estoy viendo que usted mira todo separado…Y antes que me pregunte,yo le voy a decir qué es eso de estar mirando todo separado ¿Todo esto queme platica pasó hace muchos años?

Page 31: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s37

— Sí, como seis o siete años.

— Entonces, ¿para qué lo sigue cargando?

— Doña Paula, no sé. No tengo idea, es como si formara parte de mí.

— Ya veo, se le metió en todo el cuerpo y lo está envenenando.

— ¿Y qué hago?

— Nada, usted quiere resolver todo haciendo algo, no tiene que hacer nada; sólo darse cuenta que no tiene que hacer nada, y que ese no hacer nada también es no hacer de burro, cargando las cosas que ya no están.

— ¿Cómo es eso de estar separado?

— Así, mire: Este pan, ¿lo ve?, está unido; ahora, si yo lo jalo de una de laspuntas para un lado y la otra punta para el otro, mire lo que pasa. Se convierteen dos pedazos. ¿Es este el mismo pan que hace un rato? No, usted no mediga nada, escuche mis preguntas, pero no son para que las responda comoloro enjaulado, es más, no son para que me las responda de ninguna manera.Usted ya debe entender que existen muchas clases de preguntas, de todo tipo.Algunas “son” para que uno dé razón de las cosas, otras “son” para llevárselasen silencio hasta que hagan su propio trabajo, otras preguntas “son” paradestrabar la mente y nunca llegar a las respuestas, porque no la tienen.

A cada “son” mi madrina le ponía un énfasis especial, como si recitara unareceta de cocina en la que fuera vital recalcar sus componentes. Y continuó:

— La pregunta no es para dividir a la persona, la pregunta es para unir a lapersona, para hacer que la mente se centre en toda su atención y no ande deun lado para otro. Pero la vida de la pregunta la crea el hombre de conocimiento,el que sabe qué quiere lograr con esa pregunta, no con otra, sino con ésa.Puede ser como un dardo, fuerte y poderoso, a través de la pregunta correctase puede lograr la acción, el movimiento de la mente para “agarrar” las cosasy sus derivados. Por eso no se apure, escuche la pregunta y después vemos.

— Creo que comprendo, Doña Paula.

— Dígame madrina hasta que conozca mi nombre “efectivo”, al fin y al caboyo lo bauticé con el agua sagrada del Río Jordán, la misma con la quebautizaron a nuestro Señor Jesucristo. Ya le platiqué de la señora que fue aTierra Santa, ¿no?

Page 32: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s38

— Sí, ya me platicó, pero para mí usted es mucho más que una madrina. Para mí, en esta parte de mi vida, usted es la persona que me está acompañandoa comprender cuál es el sentido de todo este deambular.

— Bueno, le decía que usted está separado y voy a batallar mucho en tratarde unirlo si usted no me echa una mano.

— Y ¿qué puedo hacer?

— ¡Órale con el hacer! Cuántas veces le tengo que decir que no hay que hacernada, ¿cómo va a hacer algo si ya está todo hecho? ¿Se cree que le resultófácil a Diosito hacer todo, para que usted meta la mano? Nada de eso. Ahoraverá la explicación que le damos a esta separación. Fíjese, a usted le contaronun montón de cuentos, ¿se acuerda de alguno?

Sé que había en esa aseveración un doble significado: por un lado se referíaa mi credulidad respecto a las lecturas compartidas junto a los “lectores” o al tiempoinvertido con ellos en nuestras pláticas, y por otro lado, efectivamente, se refería alhecho que, de niño, mi madre nos narraba algunos cuentos a mis hermanas y a mí.

— Recuerdo un cuento que solía contar mi mamá. Venía en un libro que sellamaba Corazón, y éste, en particular, era “De los Apeninos a los Andes”.

— ¿Y de qué se acuerda de ese cuento?

— Bueno, la verdad que de muy poco; se trataba de un niño que había perdidoa su mamá y salía a buscarla. También recuerdo que pasaba por un montónde peripecias recorriendo muchos países hasta reencontrarse con ella. Recuerdoque era muy triste y que con mis hermanas llorábamos cada vez que nos locontaba.

—Tantos cuentos que escuchó, que al final uno lo atrapó.

— ¿Y cuál cuento es ese que me atrapó, madrina?

— El propio, su propio cuento, ese cuento que se cuenta cada vez que puedey que lo hace llorar, que lo hace sentirse triste y dar vueltas y vueltas sobrecada asunto.

— Pero si no es cuento, es como yo viví las cosas que sucedieron.

— Por eso mismo, es como “usted” vivió las cosas, pero las cosas tienen supropio movimiento, las cosas cumplen con su destino y usted no puede andarordenándolas de aquí para allá. Las cosas son las cosas, y me voy a cansar de

Page 33: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s39

decirle que por más que usted haga muchas historias y cuente muchos cuentos,eso no quiere decir que “agarra” las cosas en un tanto. No tiene las cosas porefectivas, por lo que son, usted le pone otros nombres y así se pierde de lomejor.

— Por favor, madrina, explíqueme lo de la separación. ¿Cómo es eso del pany de que yo estoy separado en dos mitades?

— Yo no dije en dos mitades, a decir verdad, está separado en un montón demitades. Un pedazo por aquí, mire, más o menos por aquí, otro por allá y másallá otro, y hasta estoy segura que debe estar todo el camino regado de pedazossuyos. ¿Sabe por qué?

— No, la verdad no sé por qué pude haber dejado pedazos míos por todoslados.

— Porque su cabezota no para, su mente no encuentra reposo, a una aficiónpor una cosa sigue una afición por otra, y así nunca va a estar en un tanto conlo importante. Lo importante sólo se “agarra” en el silencio.

— ¿Cuándo uno empieza a dividirse?

— Uno es ninguno. Yo le puedo decir cuándo usted empezó a dividirse. Ustedempezó a dividirse cuando se dio cuenta de que podía ser diferente a lo queera. La mayoría se divide por lo mismo, algunos no; algunos nos dividimospara aprender más rápido, pero no le puedo explicar eso ahora.

— Madrina, ¿cómo me dividí?

— Todos nacemos como una pieza entera, así como este bastón no tieneningún nudo ni está pegado o atado, pero cuando empezamos a mirar losnombres de las cosas y a utilizar esos nombres y meterlos en nuestra cabezaempezamos a tejer historias que no son efectivas frente a lo importante. Ustedcarga con todo lo que los demás quieren que usted sea. Ahora llora porquese separó, mañana se lamenta porque no tiene dinero, pasado porque un hijose fue de su casa, y anda uno rodando. Como dice la canción: “una piedra enel camino me enseñó que mi destino era rodar y rodar…” ¿La escuchó? Bueno,así es la vida de la mayoría de la gente que viene por aquí a consultarme sobreun asunto y otro asunto. Siempre su mente está poniéndole afición con lo quepudo ser y no pudo, con lo que le hubiera gustado a mamá, con lo que lehubiera gustado a papá, con lo que a usted le hubiera gustado para sus hijos.Y así, uno trata de disfrazarse como si fuera todo eso que no es. Y se da airede “importoso” (de importante o engreído). Es un gatito y quiere gruñir comoun león, y para colmo de desgracias, cada vez que gruñe escucha que es un

Page 34: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s40

gatito y confía en que los demás no se den cuenta de que usted es un gatitolleno de miedos. Todos le escuchan, pero al gatito, no al león ¿Cómo van aescuchar al león, si no existe? El león está sólo en su cabezota. Entonces,siempre está esforzándose inútilmente para parecer un león y descuida algatito. Hasta que el león se come al gatito y ya no hay posibilidades. Porqueel gatito es lo real, con el gatito se puede hacer algo, con el león no podemoshacer nada porque no es real. Así es como se separa, se divide. Despuésaparece el águila, el gorrión, la serpiente y el gusano, y cada vez se divide enmás partes, y luego viene el lío: si le pasa algo y alguno que sepa lo quiereajustar, no sabe por dónde empezar.

— Madrina, ¿me dice que yo me separo por no aceptar lo que realmente soy?

— No sólo es no aceptar lo que es, además es querer mostrarse de otra forma,así se complica mucho más la cosa. Porque si a usted no le gusta como es,bueno, ni modo, así le tocó y ya, usted sigue caminando y en el camino puedensuceder cosas. Pero, si usted vive mintiendo que es otra cosa, ¿cómo va allegarse a conocer, si ni siquiera se acepta? Piense, Jorge, ¿se puede conocerlo que uno está negando? ¿Puede saber acerca de la realidad de algo cuandotodo lo que encuentra se lo pone encima para esconderse? Se pone difícil,¿no? Si a mí viene alguien a verme yo me doy cuenta, antes de que ponga unpie, a qué viene. Sin embargo, cuando le pregunto ¿qué la trae por aquí?, aveces me responde: “Aquí nomás, sin asunto”. Entonces ahí nomás las agarroen el aire y le digo: ¿Sabe qué?, ahorita mismo se me va de aquí, porque yono tengo tiempo que perder con gente sin asunto. Entonces cambia la cosa,ya me dice: “No, ¿sabe qué, Doña Paulita?, es que tengo a mi hijito en el‘bote’”. Entonces, ahora sí podemos hacer algo. ¿Entiende, Jorge? Con lamentira no se puede ni empezar a trabajar. Y la mayoría de la gente se formade la mentira, de no querer aceptar lo que son, por eso es que se separa enun montón de pedazos, y mientras la cabezota trata de juntarlos para que losdemás no se den cuenta que están mintiendo, más se vuelve torpe la cabeza,porque no le encuentra sentido; y sin embargo, allí está todo el día dándolevueltas al trapiche, dice que para hacer miel y lo único que hace es acumularpenas. ¿Cómo ve? Por eso yo le digo que no cargue con todas esas cosas,porque mientras más cosas carga, más se separa, más pedazos suyos haydesparramados por todos lados. Así está difícil parar la cabezota, y la mentese va a atormentar más hasta que la vida se haga insoportable.

— Madrina, ¿a usted le parece que por agradar a otras personas, como a mimadre o a mi padre, yo dejé de ser yo para convertirme en un montón depedazos, esperando satisfacer las expectativas de otros?

— No, no me parece, estoy segura de que usted está separado porque yo loestoy viendo, y no estoy ciega para no verlo. Ya le dije, puedo decirle por

Page 35: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s41

dónde andan sus pedazos, pero no ganaría nada: al rato estarían de nuevodispersos por todos lados. Menos mal que hoy tengo la medicina efectiva.Vamos a intentar el parar un poco la mente. Para eso tenemos que concentrarlos pensamientos en un punto de la cabeza, para que todo el resto se sosiegue.Veamos. Siéntese en esta silla, córrala aquí, más cerca del fogón, porque tengoque calentar la medicina. Ponemos un poco de aceite de abeto, ceniza y unode esos chicles blancos; ahora lo mezclamos bien mezclado, lo calentamospara que se derrita. Tome, mastique bien este chicle, lo vamos a poner alúltimo. Y ahora, déjeme que busque un pedacito de papel o de lienzo blanco.

— Madrina, aquí ya tengo el chicle bien masticado.

— A ver. Ahora lo pongo en esta cazuelita junto con lo otro y vuelvo a mezclarbien. Arrímese y baje tantito la cabeza porque si no, no veo bien.

Doña Paula hizo con sus dedos una pequeña bolita con la mezcla entibiaday me la pegó justo en la coronilla, luego la aplastó con sus dedos contra mi cabeza yle asentó el pedacito de papel blanco sobre la sustancia resinosa. Me lo toqué paracerciorarme de que no se me iba a desprender fácilmente y cuando sentí que estababien asegurado bajé los brazos y me retiré del fogón. Oí la voz de Doña Paula:

— Bien, ahí se lo deja… se le va a caer dentro de como un mes.

— Madrina, ¿para qué es esto?

— Ya le dije, es para que todo el ruido de la mente se concentre en un puntoentonces la mente deja de estar atormentada por tantas historias. Así puedeseguir cada uno de sus cuentos y ver dónde está la raíz. Una vez queencontramos la raíz de las cosas nos damos cuenta de sus derivados. Laarrancamos y seguimos podando todas las derivaciones que echó, hasta quelo poco que queda se va secando y ya no le tenemos que poner ninguna afición.

— ¿Podemos hablar más de esta separación?

— ¿Para qué? Si ahora usted va a experimentar sin hablar de que la mentese puede quedar más tranquila con esta medicina, es bien efectiva. Si no llegaa funcionar, siempre tendremos el cuarto ese de abajo para dejarlo una noche,y ahí sí que está peor. Busque alguno de esos libros suyos a ver si encuentraalgo de la separación de la mente, a ver si consigue otro remedio y me comparte.

— Le prometo que así lo haré, madrina.

— Usted no ande prometiendo nada ni a nadie. ¿Qué es eso de andarprometiendo?, usted haga lo que pueda y si no se puede, no se puede. En

Page 36: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s42

cuanto a toda esa historia que me contó, de su papá y de su mamá y todo eso,me entristeció por el niño, pero ahora le digo al hombre que no se la crea,que así no fueron las cosas, fueron muy diferentes… pero bueno, así lasacomodó porque de algo le sirvió.

— No entiendo bien.

— Ya entenderá, algún día entenderá. Y ahora mejor se va porque se vienela tormenta y me parece que esta vez va a estar bien recia, si crece el arroyoya no se va a poder regresar. Váyase tranquilo y me le manda muchos saludosa sus muchachitos.

— La bendición, madrina.

Con su bendición y su imagen recortada sobre el umbral de la puerta, medespedí desde el carro. Las primeras gotas se estrellaron contra el parabrisas. Alcruzar el arroyo seco éste traía un hilo de agua, tenía que apurarme, en el otro recodotendría que volver a cruzarlo, pues si venía lloviendo desde el sur era muy probableque empezara a bajar agua de las montañas y eso era muy peligroso. Agudicé el oídoy aceleré. En el otro cruce ya el agua bajaba con fuerza, pero me sentí confiado paraatravesarlo y no tuve ningún problema. Cogí el camino paralelo a la vía del tren yenfilé para mi casa en Monterrey. El camino recibiendo la lluvia, en ese lugar desértico,era realmente una bendición. Bajé los vidrios y dejé que el agua y el olor a tierramojada se deslizaran por las ventanas. Lamenté tener que volverlas a cerrar porqueel agua se metía copiosamente y mojaba el tapizado. Entre luces de carros, sorteandoenormes charcos llegué a mi casa. No había nadie. Sobre la mesa una pequeña nota:“Papi: nos fuimos con Aníbal a comer sushi, enseguida regresamos. Ulises”.

Mi hogar: un refugio

Subí al cuarto en el que había montado mi improvisada biblioteca; los libros eran misamigos, no los podía dejar por el simple hecho de sentirme solo. Aparte, había tomadopor rutina que, cada vez que mi madrina sacaba un tema nuevo, tenía que ponermea investigar como rata de librería, a ver si encontraba algún material que reforzarao aclarara lo que ella platicaba. Todavía no me resultaba fácil seguir una conversaciónfluida, ella usaba expresiones que no me eran familiares. Así que, si encontraba algoparecido y en un lenguaje más accesible, podía reordenar con un poco más de claridadmis ideas.

Comencé mi pesquisa. Este libro es nuevo, me lo regaló la esposa de un amigoa la que le encanta: Osho, me voy a fijar en el índice a ver si tiene algo interesante.Aquí dice algo que tal vez esté relacionado con lo último que me dijo mi madrina: “Lavíctima”. Al menos algo así entendí que me había tratado de decir en torno a mihistoria y a la separación que ésta me producía. Al libro lo había leído hacía tiempo,

Page 37: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s43

de hecho estaba como acostumbro, todo subrayado, así que me limité a leer esas partesresaltadas en amarillo:

¿Por qué no te conoces a ti mismo? (…) Y el error es que se ha creado dentro de tiuna división. Has perdido tu integridad.

(…) siempre estás interesado en el ideal “cómo deberías ser”, olvidándote de quiéneres.

Tu lenguaje se ha convertido en un idioma de deber y convenir mientras que larealidad sólo consiste en ser.

La rosa no intenta convertirse en una flor de loto, y la flor de loto nunca intentaconvertirse en una rosa. Por tanto, no están neuróticas.Deber y ser son enemigos.

(…) Y cuando no hay ningún ideal, te encuentras con la realidad. Entonces tus ojosestán aquí y ahora, están presentes en lo que eres. Desaparece la división, la separación.Eres uno. Por eso eres incapaz de conocerte. ¿Cómo te vas a conocer si no te aceptas?

El dolor psicológico existe porque estás dividido. El dolor significa separación y lafelicidad significa no-separación. La alegría no es una meta, es un derivado. Es laconsecuencia natural de la unidad, de la unión.

Osho, 2000: 23-25

No podía decir a ciencia cierta si era a esto a lo que se refería mi madrinacuando me decía que estaba separado; de lo que no me podía quedar ninguna dudaera que me vivía al menos en dos estadios muy diferentes. El primero, se caracterizabapor un esfuerzo continuo por estar aquí y ahora; el segundo, por los recuerdos quesurgían en mi mente, de un tiempo que llamo pasado.

La lucha que se producía entre estos dos espacios me generaba ansiedad, caside manera permanente, por la tensión, no sólo psicológica, sino también física yemocional. A veces, hasta me impedía conciliar el sueño o estar atento a una plática,por más interesante que ésta fuera. Había aprendido a detectar algunas cosas opalabras que actuaban como disparadores de mi mente. Cuando algunos de estosdetonantes irrumpían en mi vida, me llevaban a esos recuerdos y me hundían en unmar complejo de especulaciones y sensaciones. Éstas me generaban angustia, corajey otros sentimientos, los cuales bloqueaban cualquier intento de relajación o de fluiren la circunstancia en la que me encontraba. Las manifestaciones físicas eran unsudor profuso de las manos y axilas, respiración agitada, tensión muscular, sobre todoen la espalda; psicológicamente me ganaba una confusión, algo así como unembotamiento general de todos los sentidos, que me impedía eslabonar un pensamientoprofundo, comprometido. Eran más las ganas de salir corriendo, que las de enfrentar

Page 38: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s44

una situación que desde todos los ángulos me enajenaba. Había logrado detectarestas dos fuerzas encontradas, pero me sentía impotente para que la confrontacióncesara; al contrario, mientras más trataba de eludir a una de las fuerzas, parecía quelas alimentaba y se volvían más intensas, sólo aminoraban cuando física, emocionalo psicológicamente quedaba exhausto, ahí me entregaba al proceso de fluir o,simplemente, a observar la contienda.

Tenía la esperanza de que mi madrina pudiera explicarme el origen de estasdos fuerzas. ¿De dónde provenían? ¿Qué las causaba? Siguiendo el consejo de mimadrina quise dejar las preguntas en el aire. Releí la oración que me regaló un amigoque practicaba Kung Fu:

Credo de un guerrero

Carezco de padres: la tierra y el cielo serán mis padres.Carezco de hogar: la conciencia será mi hogar.Carezco de vida y muerte: el ritmo de la respiración será mi vida y mi muerte.Carezco de fuerza divina: la honestidad será mi fuerza divina.Carezco de riqueza: la comprensión será mi riqueza.Carezco de secretos mágicos: el carácter será mi secreto mágico.Carezco de cuerpo: la resistencia será mi cuerpo.Carezco de ojos: el destello del rayo será mis ojosCarezco de oídos: la sensibilidad será mis oídos.Carezco de miembros: la presteza será mis miembros.Carezco de estrategia: lo no oscurecido por el pensamiento será mi estrategia.Carezco de proyectos: tomar la ocasión al vuelo será mi proyecto.Carezco de milagros: la acción correcta será mi milagro.Carezco de principios: la capacidad de adaptación a las circunstanciasserá mi principio.Carezco de táctica: la vacuidad y la plenitud será mi táctica.Carezco de amigos: el espíritu será mi amigo.Carezco de talento: la agudeza será mi talento.Carezco de enemigos: el descuido será mi enemigo.Carezco de armadura: la benevolencia y la virtud serán mi armadura.Carezco de castillo: el espíritu inmutable será mi castillo.Carezco de espada: la ausencia de interés propio será mi espada.

Samurai (anónimo) siglo XIV

Así me sentía, lleno de carencias y sin la fuerza moral de este guerrero samurai;el releer este credo me brindaba la fuerza para confiar en mi propio proceso. Tambiénlas carencias son un buen comienzo. Tal vez algún día pudiera aceptar la renuncia alo externo y que lo interior brillara con esa misma fuerza, por lo pronto sabía quetenía que trabajar en mí mismo, en esa separatividad que sufría, pero cuyas causas

Page 39: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s45

me eran desconocidas. Escuché el ruido de la cerradura de la puerta, seguro eran mishijos que regresaban de cenar. Dejé los libros y los recuerdos. Bajé a recibirlos y mesenté en la sala. Los escuché, los observé y me descubrí en sus gestos, en sus palabras,en sus risas. Simplemente escuché y descubrí más de mí que si hubiera dado ciendiscursos.

Reflexiones

Muchas veces consideré que había encontrado en Doña Paula a la madre que habíadejado en Argentina; en torno a ella había restablecido un vínculo afectivo que mehacía sentir seguro. Estaba convencido de que podía contar con ella. Sin embargo,sus métodos no ortodoxos hacían que mi mente estuviera permanentemente alerta,no podía especular con ella, siempre me dejaba en descubierto, y al hacerlo me sentíadesnudo, es más, me sentía como un verdadero tonto. El bucear entre mis apuntesde maestría, entre los libros o el intentar platicar con alguno de los pocos amigos conque contaba mitigaba mi ansiedad, pero no me liberaba de la necesidad de ir “másallá”, eso era lo que yo sentía que me prometía Doña Paula. Para mí cobraba vida elmundo mágico de tantos autores que me han cautivado, un mundo cuyo caminoiniciaba en el panteón de Villa de García y se extendía hasta Sabanillas, un caminoque nunca transitaba el mismo Jorge que salía de Monterrey, por eso era un caminosin retorno. Mi madrina me brindaba una manera muy original de darme cuenta cómorespondía a constructos cristalizados de manera arbitraria, y de cómo estoscondicionantes me impedían ver una realidad “viva”, por lo tanto cambiante, llena deposibilidades. Cuando lograba conectarme con la idea del cambio, a la que me instabami madrina, la ansiedad, alentada en gran medida por todos mis sentimientos deculpa, desaparecía. El mundo se transformaba en algo sin límites, sin definiciones,en el cual todo era factible. Era tan amplio este concepto, que estoy seguro de que sino lo hubiera abordado de su mano me hubiera producido un miedo espantoso, pueslos márgenes se desdibujaban de tal manera que aquello, aparentemente absurdo,estallaba en infinitas posibilidades.

Cuando recapitulo sobre los conceptos de Carl Rogers acerca de lo que élllamó aprendizaje significativo, observo que punto por punto era conocidointuitivamente por Doña Paula. Digo intuitivamente porque no sé de qué otra manerallamarlo, dada su condición de analfabeta en un medio sumamente rudimentario; nonecesito argumentar acerca de su potencialidad natural hacia el aprendizaje, tal vezno el aprendizaje convencional, pero sí un aprendizaje tan significativo que le posibilitó,junto a su supervivencia, su desarrollo integral como persona comprometida consigomisma y con los demás. Doña Paula no enseñaba absolutamente nada, por el contrario,me hacía recordar el diálogo de Zaratustra con el viejo que se encuentra en el bosque,quien le sugiere que no se dirija al valle a dar su conocimiento a los hombres, sinomás bien que les quite algo, ya que su carga es demasiado excesiva. Ella aventabaalguna historia o invitaba a realizar un recorrido, y a través de su acompañamiento,no sólo con la palabra sino con todo su cuerpo, con toda su emoción, exigía reflexionar

Page 40: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s46

acerca de lo que cada uno veía. El permanente juego de cambiar los encuadresperceptuales o referenciales invitaba a buscar respuestas más allá de las consabidasy estereotipadas, a transformarse en creativo, a recrear los propios espacios y areelaborar la propia historia de vida.

Tal vez sus métodos poco ortodoxos pudieran hacer creer a los escépticos quesus resultados no eran totalmente efectivos; sin embargo, la certeza, su fe en lasabiduría organísmica y su entrega al proceso de expansión del ser interno, a laarmonía de la naturaleza y a las fuerzas que convergen en ésta para facilitar losprocesos de desarrollo la llevaban a vivir, como ella misma decía, “en manos de laProvidencia”. La educación humanista no es una realidad hasta que no se transformaen un aprendizaje significativo. Doña Paula se vivía tan en contacto con su concienciay con los movimientos naturales de ésta, que resultaría sorprendente —al evaluar losconceptos de experiencia cumbre o de personas trascendidas, ya no hablemos depersonas realizadas, citadas por Abraham Maslow—, darnos cuenta de que vivía enun estado expansivo, más allá del tiempo y de las limitaciones de los sentidos ordinarios.Recordar a mi querido amigo y maestro José Gómez del Campo, al compartirnos susaprendizajes y sus propias vivencias en la búsqueda de la congruencia, la empatía,la asertividad y la aceptación incondicional, me hace constatar que el conocimientoes uno, no importa cuál sea la fuente en la que se abreve, pero, sin lugar a dudas, escoincidente.

La educación humanista. Hipótesis de Rogers sobre el aprendizaje significativo:

1. El ser humano posee una potencialidad natural para el aprendizaje.

2. El aprendizaje significativo tiene lugar cuando el estudiante percibe el tema deestudio como importante para sus propios objetivos, su supervivencia y su desarrollo.

3. La enseñanza es una actividad sobrevalorada y relativamente pocoimportante. El aprendizaje es la actividad más importante y no suficientementevalorada.

4. No se puede enseñar directamente a otra persona, sólo se puede facilitar suaprendizaje.

5. El tipo de aprendizaje que implica un cambio en la organización del self esamenazador y existe la tendencia a rechazarlo.

6. Los aprendizajes amenazantes para el self se perciben y asimilan con mayorfacilidad si las amenazas externas son reducidas.

7. Cuando no existe una amenaza al self, la experiencia se percibe de otra maneray resulta más fácil el aprendizaje.

8. La mayor parte del aprendizaje significativo se logra mediante la práctica.

Page 41: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s47

9. El aprendizaje significativo se facilita cuando el alumno participa de maneraresponsable en el proceso de aprendizaje.

10. El aprendizaje auto iniciado que abarca la totalidad de la persona (suafectividad y su intelecto) es más perdurable y profundo.

11. La independencia, la creatividad y la confianza en sí mismo se facilitan si laautoevaluación y la autocrítica son básicas y la evaluación de los demás es relegadaa segundo término.

12. El aprendizaje social más útil en el mundo moderno es el aprendizaje del procesodel aprendizaje, que significa adquirir una continua actitud de apertura frente a lasexperiencias e incorporar al self al proceso de cambio.

Objetivos del aprendizaje significativo:

Ayudar a los estudiantes a convertirse en personas que:

ß Sean capaces de tener iniciativas propias para la acción, y de ser responsables de sus acciones.

ß Puedan elegir y auto dirigirse inteligentemente.

ß Aprendan críticamente y tengan capacidad de evaluar las contribuciones de los demás.

ß Tengan conocimientos relevantes para la resolución de problemas.

ß Sean capaces de adaptarse flexible e inteligentemente a situaciones problemáticas nuevas.

ß Utilicen sus experiencias en forma libre y creadora.

ß Cooperen eficazmente con los demás en diversas actividades.

ß Trabajen no para obtener la aprobación de los demás, sino en términos de sus propios objetivos socializados.

Maestro José Gómez del Campo (apuntes de su clase).

Cuando mi madrina jugaba con los escenarios, cuando desarmaba los patroneshabituales de conducta, cuando desestructuraba la inercia de los sentidos ordinarios,me brindaba la posibilidad de descubrir, a través de la inocencia y de la espontaneidad,un mundo mucho más real, un mundo vivo en el cual el ser tenía no sólo cabida, sino

Page 42: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s48

un lugar de privilegio. He ahí lo significativo de compartir junto a ella este siemprecambiante y nuevo mundo.

Quizá la forma de llegar sea renunciar antes de empezar a esforzarse. “Elesfuerzo lo aleja”, decía mi madrina, “tal vez le sea útil cuando arranca, pero despuéslo tendrá que dejar”. Carl Rogers inició su vida con mucho esfuerzo, y con el tiempo,con el verdadero conocimiento, se fue transformando en un niño y, a través de losgrupos de encuentro, a vivirse para los demás. Creo, que este vivirse para los demáses alejarse del ego, como diría Jesús Vergara (SJ) en una de sus conferencias, la cualtuve el gusto de escuchar: «Mientras exista el ego, el “otro” no puede tener ningunacabida en nosotros». Los grupos de encuentro funcionan cuando el facilitador deponesu ego para acompañar a “otros” en contactarse con su verdadero self. Doña Paulavivía en el encuentro con “otros” y con todo lo que la rodeaba.

Page 43: Doña Paula: Un salto al vacío

Capítulo II

Todo final es un comienzo

Page 44: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s51

Capítulo II

Todo final es un comienzo

11. Tai, La Paz

Arriba: Kun, Lo Receptivo, La Tierra.Abajo: Kiën, Lo Creativo, El Cielo.

Lo Receptivo que desciende está arriba. Lo Creativo que asciende está abajo.Sus influencias se encuentran y están en armonía, de manera que todos losseres florecen y prosperan. Este hexagrama pertenece al primer mes (febrero-marzo), durante el cual, las fuerzas de la naturaleza organizan la nuevaprimavera.

El Juicio

Paz. Lo pequeño parte:viene lo grande.Buena fortuna. ¡Éxito!

El hexagrama alude a una época de la naturaleza cuando el Cielo parece estaren la Tierra. El Cielo se coloca debajo de la Tierra; así ambas energías se unenen íntima armonía. Se genera la Paz y bendición para todos los seres.En el mundo de los hombres esto corresponde a un tiempo de armonía social.Los hombres de alta posición muestran condescendencia con sus inferiores;éstos a su vez se encuentran bien dispuestos para con los de arriba. Asíterminan las hostilidades.

La Imagen

El Cielo y la Tierra se unen:la imagen de la Paz,así el soberano separa y perfeccionael curso del Cielo y de la Tierra,impulsa y ordena los donesdel Cielo y de la Tierraapoyando la causa del pueblo.

I Ching, El libro de los cambios, 1976: 112,113

Salí de la oficina a la hora habitual: una y media de la tarde. Cogí la calle Simón Bolívary al llegar al Hospital Universitario di la vuelta a la derecha. Justo a mano izquierda

Page 45: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s52

estaba el estacionamiento; hacía un calor espantoso, di un par de vueltas dentro delestacionamiento buscando algún lugar donde dejar el carro, descendí y, en el momentode abrir la puerta, me llegó todo el bochorno del exterior. Los guardias de la casetaya me conocían, me habían visto casi a diario. Pagué los cinco pesos de cuota y crucécomo un robot la calle.

Hacía tiempo que había dejado de pensar en un posible milagro, esperabael final. Lo único que mi corazón deseaba era que el desenlace fuera suave, que fueraun despegarse lentamente de esta vida y empezara a transitar algo que yo ignorabapero que, por lo visto, mi madrina sí conocía, al menos quería pensar eso. Comojustificación me decía que mi madrina contaba con la brújula necesaria para guiarseen ese tránsito hacia la muerte o a ese otro estado desconocido.

Estos pensamientos inundaban mi mente cuando, de repente, me vi en ellobby del hospital. Estaba, como siempre, lleno de gente. Parecía un gran campamentoimprovisado, como si hubiera habido un gran desastre y este reducto fuera parte delcampamento de refugiados. Algunos estaban durmiendo en el piso al lado de susbolsas de ropa y alimentos; otros, recostados en las sillas, y el grupo de burócratasindolentes detrás del mostrador, otorgando permisos para poder ver al paciente queesperaba con ansias esa visita.

Miré para todos lados a ver si podía identificar a algunos de los hijos de DoñaPaula. No me extrañó para nada ver a Mona y Nabor, mis ahijados, mis compadres,la hija y el yerno de mi madrina. Ni por un momento se habían alejado de su madre.Silenciosos, a veces pasando hambre, descansando donde podían, siempre ahí estaban.A veces, tan estaban que se confundían con el paisaje humano, había pasado juntoa ellos sin siquiera verlos; sólo cuando me llamaban y volteaba hacia donde proveníanlas voces podía distinguir en sus rostros una sonrisa, diría que de gratitud, por mipresencia. ¡Qué poco hace falta para sentirnos humanos!

— ¿Cómo ha estado tu mamá, Mona?

— Parece que la iban a sacar de donde estaba para llevarla a una sala.

— ¿Han comido?

— Anoche vino Tito y nos trajo unos tacos.

— Vamos a comer algo, después subo con tu mamá.

Nunca necesité un papel para ir a ver a mi madrina, pasaba con la seguridadque inhibe al otro de cualquier reclamo, lo aprendí en las épocas en que trabajabaen la administración pública. Uno mira fijamente a los ojos del guardia, lo saludacon seguridad, como si fuera el dueño de la propiedad por la que transita, y en ningún

Page 46: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s53

momento hay que dudar, tan sólo seguir adelante. En tantos días de ser persistentecon esa actitud ya los guardias me saludaban: “¿Cómo le va, doctor?”, o “Buenos días,doctor”. Irrumpía con tanta resolución, que muchas veces me pasaba de largo elrecodo donde estaba la escalera que me llevaría al quinto piso, a cuidados intensivos.Entraba a la sala y me dirigía a la cama donde estaba mi madrina. Las enfermeras memiraban con curiosidad, a tal punto que un día ya no soportaron más y me preguntaron:“Perdón, ¿usted es algo de la señora?”. Muy orgulloso respondí: “Sí, soy su ahijado”.Me miraron de arriba a abajo y creo que la confusión en sus mentes, en ese momento,fue mayor que cuando sólo era un interrogante no manifiesto.

Ese día el sorprendido, el confundido, iba a ser yo. Al dirigirme a la cama enla que solía yacer mi madrina la encontré vacía; ese instante, entre mi percepción yla localización de la sensación angustiosa en la boca del estómago, se me hizo eterno.Giré la cabeza como clamando ayuda y allí, en el acto, estaban la jefa del piso y unaenfermera. “A Doña Paulita la llevaron hoy a la mañana a la sala del cuarto piso.Todavía no se les avisó a los familiares, avíseles por favor”.

Al salir de la sala de cuidados intensivos me encontré con Amado, uno de lostreinta nietos de mi madrina.

— ¡Eh!, argentino, vino a ver a ’buelita. Venga conmigo, yo lo llevo porqueestá medio difícil. Es por esta otra escalera.

— ¿Cómo estás, Amado?, ¿cómo anda tu abuelita?

— Yo creo que muy mal. Ya no habla, es como si no reconociera. Le quitaronese aparato para que respirara y parece que hoy nos la vamos a llevar alrancho.

— Veamos. Te sigo.

El calor era insoportable, me asomé a la puerta de la sala y dudé en entrar.Era un cuarto como para seis personas y había por lo menos diez. Una cama pegadaa la otra. Mitad confundido, mitad sorprendido por un cambio tan radical de la salade cuidados intensivos a esa otra área del hospital, giré la cabeza para ambos ladosen un intento por comprender dónde realmente estaba. Había hombres y mujeres,indistintamente. En un primer golpe de vista no encontré a mi madrina.

Recordé otro hospital, por los mismos olores a yodo, alcohol, sueros, gasasesterilizadas, sangre y desinfectantes. Me vi, siendo un niño, caminando de la manode una enfermera hacia una cama; allí estaba mi madre, nunca supe porqué estabaallí, nunca supe porqué no estaba en casa. Creo que siendo grande le pregunté, estoyseguro de que me contó la verdad, pero ya la olvidé.

Page 47: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s54

—Argentino, ahí — Amado me señaló la cama que tenía justo enfrente.

Sobre una sábana blanca, bajo la luz y el calor que entraba por la ventana, elcuerpecito de una anciana desnuda estaba arrumbado. Sus pechos caían como pasasde higo seco, como frutos que vertieron su néctar para amamantar a hijos, para ararla tierra. Su piel morena se veía ajada, como un mapa arrugado hasta el hartazgo yvuelto a aplanar displicentemente con la palma de la mano; la piel era como unamezquina bolsa que albergaba diminutos y raídos huesos; los glúteos sumidos; parecíauna niña de esas fotos de Biafra o de cualquier otro país africano azotado por lahambruna. No, no podía ser esa mi madrina; podría haber sido cualquier otra personapero ella no, ella no, por Dios, ella no.

Tomé la punta de la sábana caída en el piso y con suavidad, como quien tapaa un niño sin querer perturbar su sueño, cubrí su cuerpo. Ese cuerpo con el cual ellahabía sido tan pudorosa. A medida que lo iba cubriendo, mi vista recorríacompasivamente el despojo que iba dejando una muerte lenta. Me detuve en sushombros y por primera vez vi su cabello blanco y los retazos de esa trenza que llevaracon orgullo por su rancho. Siempre había visto el cabello renegrido por las tinturas,extendido hacia atrás y rematado en una trenza que llegaba casi hasta la cintura.

Temía enfrentarme con sus ojos, sentía que había violado su intimidad, meavergoncé de mi impudicia; sin embargo, armándome de valor giré por el estrechoespacio que me dejaba la cama de al lado, busqué sus ojos negros que otrora parecíanazabaches pulidos reflejando el brillo del sol que se mezclaba con el brillo de su alma,y tan solo me encontré con dos carbones apagados, tristes, profundos túneles quellevaban a un abismo inconmensurable donde más allá no había nada. De su bocamanaba un vómito amarillo, sin esfuerzo, continuo, como si fuera un manantial demuerte anunciada. Miré con desesperación, buscaba algo para detener ese torrentepor donde sentía que se escapaba la vida, no había nada.

Busqué a una enfermera, la llevé casi a rastras y en un instante ese serinsensibilizado a costa de rutinas se dirigió a ese otro ser de una dimensión mágica,que ahora agonizaba como si fuera una cosa más de todo el mobiliario de esa sala depesadillas. Le arrebaté la toalla, la empujé sin brusquedad pero con firmeza y empecéa limpiarle el rostro a Doña Paula, ese rostro que había visto llorar y reír, ese rostroque hasta el último momento se empeñaba en que comprendiera el verdaderosignificado de la vida.

Ahí, en ese segundo, próximo a bajarse el telón de su representación magistralen esta vida, se manifestaba en toda su generosidad; parecía que me decía: “Mire,Jorge, para esto vivimos, si no trasciende en vida el apego al placer, arrastrará hastasu tumba el dolor; espero que comprenda ésta, mi última enseñanza”. Salí del cuarto,no soportaba más esa imagen. Mi mano izquierda aferró mi brazo derecho, lo tocócon desesperación; sentí mi cuerpo sostenido con firmeza por mis piernas, me sentía

Page 48: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s55

joven, me sentía vivo. Sin embargo, lo que acababa de ver me involucraba en undestino y era imposible huir de él, tal vez podía demorarlo. ¿Cuánto?, ¿veinte años?,¿treinta años? Y qué era ese tiempo, nada más que una postergación de lo inevitable.No, tenía que haber algo más, ella me lo estaba gritando con símbolos mucho másfuertes que las palabras, lo estaba viendo, más aún, lo estaba viviendo, lo sentía enmi cuerpo, me palpitaba en el alma.

Sí, este cuerpo que me produce hoy tanto placer, tanta sensualidad, se estácorrompiendo y todavía no me doy cuenta de lo acelerado de esta descomposición.También, si bien me va, terminaré como mi madrina en una cama de un hospital ode una clínica privada, para el caso es lo mismo, agonizando, sufriendo por misrecuerdos de una vida llena de placeres y sensaciones.

A pesar de las enseñanzas de Doña Paula, a pesar de las lecturas de budismo,a pesar de todo, tenía una sensación de angustia indescriptible. Por primera vez estabasolo con lo inevitable, y vuelvo a hacerme la misma pregunta que me hice en esemomento: ¿Cómo liberarme del sufrimiento? Ahora ya no es sólo una pregunta, ahoraes una necesidad de mi ser, necesito liberarme del sufrimiento, ya no quiero estaratrapado en esta rueda de búsqueda de la felicidad y encuentro del dolor.

Amado hablaba y repetía sus preguntas como una letanía, yo no contestaba,estaba demasiado absorto con mis propias ideas, acababa de descubrir que me estabamuriendo, que yo también estaba inmerso en la agonía con Doña Paula, con mimadrina, con la abuela de Amado. Se estaba muriendo una parte mía, se moría mifantasía de la búsqueda de la felicidad como meta. No existe la felicidad si no nosdesprendemos del dolor, mientras más busquemos la felicidad más nos sobrevieneel dolor y el dolor surge de nuestros apegos; este eco me acompañaba, retumbaba enmi mente.

De una u otra manera, desde temprana edad, compré la idea de que la libertad,de que la felicidad, alguien te las podía otorgar. Cuántas veces había escuchado:“Cuando termines tu carrera…”, “cuando tengas un buen trabajo…”, “cuando te cases”,“cuando tengas tu carro…”, “cuando tengas tu casa…”, apegos, apegos y mientras másapegos más miedos; y mientras más miedos, más infelicidad. Y ahí, frente a mí, lamuerte, reduciendo todo sueño a cenizas, reduciendo mis pertenencias a la nada,reduciéndome a mí mismo a otra nada. Ya no era una mera posición intelectual, yano eran las charlas con Doña Paula, tomando un café o fumándonos un cigarrito. No,ahora era el momento de saltar al abismo o quedarme para siempre confinado en miorilla. En esta orilla que la hice pinche a costa de mi mediocridad, a expensas de mismiedos, a expensas de mi ego, a expensas de mis apegos. ¡No! No quiero quedarmeen esta orilla, quiero saltar. ¡Quiero saltar!

Como un autómata me dirigí al estacionamiento, no me despedí de Mona nide Nabor, ni siquiera de Amado; a decir verdad, ni siquiera me di cuenta cómo llegué

Page 49: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

a estar dentro del auto. Era como si alguien más condujera, yo no podía conducir, yosentía la necesidad de ser conducido. Ni siquiera sabía hacia dónde me dirigía. Porla hora, tenía que estar en la oficina, pero ¿tenía deseo de estar en la oficina? Erainútil pensar a dónde ir, no tenía muchas opciones, y fuera donde fuera no podíacompartir con nadie lo que sentía. Percibía a todo el mundo que me rodeaba llenode frivolidades, de comodidades compradas a expensas de un dinero ni siquieraganado; de un refugio sumamente vulnerable en el que los únicos que no lo percibíanasí eran sus dueños. No, el mundo del que yo venía era un mundo que no tenía cabidaen éste, ni siquiera la gente que decía amarme o que yo decía amar podía comprenderlo.El mundo de ellos excluía este mundo, les atemorizaba, lo negaban y no iban a darsecuenta hasta que algo ocurriera en sus propias vidas o hasta que fuera muy tarde, porlo pronto estaban muy ocupados en tratar de burlar la muerte o en prolongar unoscuantos años más la vida, da igual. No podía llorar, qué sentido tendría el llanto,estaba seguro de que esto no se pasaba llorando, y si lloraba, ¿por qué lloraba?, ¿pordescubrir mi soledad?, ¿por Doña Paula?, ¿por saber que ya no la volvería a ver convida?... ¿Por qué?

Llegué a mi casa y, por suerte, no había nadie. Busqué refugio en mi cuarto.El rostro de Krishnamurti se desprendía de la portada de un libro, lo cogí más portener algo en la mano que con la intencionalidad de leerlo. Sin embargo, lo abrí alazar y me enfoqué en el párrafo central:

¿Por qué sientes dolor? No me des una explicación porque eso sólo será una construcciónverbal de tu sentimiento y no un hecho real. Así, cuando te hagamos una pregunta,por favor no la respondas. Sólo escucha, y descúbrelo por ti misma. ¿Por qué existeel dolor de la muerte en todo hogar, pobre o rico, desde los más poderosos a losmendigos? ¿Por qué sientes dolor? ¿Es por tu marido o por ti misma? Si lloras por él,¿pueden ayudarlo tus lágrimas? Él se fue irrevocablemente. Haz lo que quieras, peronunca lo traerás de regreso. Ninguna lágrima, creencia, ceremonia o dioses puedendevolvértelo. Es un hecho que tienes que aceptar; no puedes hacer nada al respecto.Pero si lloras por ti misma, por tu soledad, por tu vida vacía, por los placeres sensualesque tuviste y la compañía, entonces lloras por tu vaciedad y tu autoindulgencia. Quizápor primera vez eres consciente de tu propia pobreza interna. Invertiste en tu marido,si pudiéramos decirlo así, y él te dio comodidad, satisfacción y placer. Todo lo quesientes ahora, la sensación de pérdida, la agonía de la soledad y la angustia, es unaforma de autoindulgencia. Velo de ese modo. No endurezcas tu corazón contra ello ydigas: “Amo a mi marido y nunca pensé en mí misma, sino que quería protegerlo,aunque con frecuencia intenté dominarlo; pero fue todo en su provecho y nunca tuveun pensamiento para mí misma”. Ahora que él se fue, te das cuenta de tu propioestado. Su muerte te sacudió y te mostró el verdadero estado deprimente de tu corazón.Posiblemente no tengas deseos de verlo; puedes rechazarlo po r temor, pero si observasun poco más, te darás cuenta de que lloras por tu propia soledad, por tu propia pobrezainterna que proviene de la autoindulgencia.

...Si buscas consuelo, estás destinada a vivir en la ilusión, y cuando esa ilusión serompe te entristeces porque te arrancan el consuelo. Así, para comprender el dolor

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s56

Page 50: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s57

o trascenderlo, lo que debe hacerse es ver lo que ocurre en el interior y no cubrirlo. Lamuerte es inevitable para todos nosotros; nadie puede escapar de ella. Tratamos dehallar cualquier clase de explicación, aferrarnos a cualquier creencia con la esperanzade trascenderla, pero hagas lo que hagas siempre está ahí; mañana, o al pasar unaesquina, o dentro de muchos años, siempre estará ahí. Nos es necesario entrar encontacto con este enorme hecho de la vida.

Krishnamurti, J., 1996: 25

Cerré el libro y lo volví a dejar donde lo encontré, pero con la portada haciaabajo, leí por simple curiosidad la contraportada: «Al cambiar uno mismo, cambiael mundo».

Sentí vívidamente que me urgía cambiar; que el mundo en el que vivía seestaba cayendo a pedazos y que la única manera de reconstruirlo era asumiendo mipropio cambio.

Doña Paula me había mostrado el camino, con su agonía estaba concluyendosu enseñanza. Esa noche, alrededor de la dos de la mañana, expiró en su rancho,donde siempre había vivido, rodeada de sus hijos, de sus nietos y de un amigo. Yo mehabía despedido de ella en el hospital, como si ahí su espíritu hubiera remontado elvuelo, tan sólo faltaba que su cuerpo dejara de funcionar, como un engranaje que seobstina, por inercia, en durar unas horas más.

Al día siguiente regresé al rancho. Estaba dormida en un fino féretro y nopude pasar por alto la ironía. Ella, que vivió toda su vida por elección propia comouna mendiga, estaba en un sepelio de primera; como si a mi madrina le hubieraimportado, pero lo dejé pasar, tal vez era importante para ellos, tal vez de esa manerano quedaban dudas de que ella vivió como quiso vivir y ahora le tocaba decidir a losdemás cómo querían despedir sus despojos.

Cómo te extraño, madrina. Cómo te extraño, guerrera, eterna sacerdotisa deldía y de la noche.

Nada sería igual, lo supe en ese momento, ahora mi camino sería poblado desoledad, tan solo su recuerdo me acompañaría cuando por necesidad la invocara. Suvida y su muerte le dieron sentido a mi vida. ¿Se la darían también a mi muerte? Nolo sé, no sé cuánta agua tenga que pasar por debajo de este puente. Lo único quepuedo aseverar es que, al lado de Doña Paula, aprendí a ver y a reconocer algunasherramientas valiosas para salir de la inercia mecánica en las que nos atrapa nuestra“forma” de vida.

De no haber tenido esta gran maestra de la vida, quizás los conocimientosque he adquirido hasta ahora hubieran quedado como una nueva capa de barniz

Page 51: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

intelectual, sumado a mi estructurada soberbia. En un intento de darle más sentidoa su vida, aunque sé que no le hace falta, creo que sería justo ejemplificar lo que digocon algunas de las vivencias compartidas en el rancho de mi madrina.

Empatía

Hacía rato que me encontraba en el rancho. Doña Paula ocupaba su silla, sentadajusto en la esquina de la mesa. Desde esa posición me observaba, y a la vez podíaobservar cualquier movimiento que ocurriera en el amplio patio de tierra que seextendía al frente de la casa. Yo siempre me sentaba en el mismo lugar, Doña Paulalo sabía. Si por algún motivo, cuando yo llegaba a ese lugar estaba ocupado, sindudarlo, mi madrina hacía levantar al que ahí se encontraba y me lo cedía. Si era unapersona mayor le pedía disculpas con la aclaración de que yo siempre me sentaba enese lugar. Prácticamente me sentaba de espaldas a la pared y justo enfrente de laúnica abertura que tenía la cocina, la cual oficiaba de puerta, ventana y tragaluz.

Aquel día, lo recuerdo especialmente, era uno apacible como pocos; el solcaía a plomo sobre la siesta y hasta los nietos de Doña Paula, que siempre revoloteabancomo las moscas, habían desaparecido. El silencio reinaba en el rancho, sólo roto porel rebuznar de algún burro o el paso apresurado de algún marrano, al que yo saludabay le decía: “¡Adiós, pariente!”, a lo que mi madrina respondía con una risita contenida.Como siempre, estaba enfrascado en mis preguntas tratando de obtener respuestasa como diera lugar, pero cuando mi madrina se ponía a desatinar, cada respuesta deella se asemejaba más al absurdo que a cualquier otra cosa.

— Madrina, ¿qué tengo que hacer para poder, como usted dice, “agarrar” lascosas?

— Nada.

— ¿Cómo nada?

— Lo que le digo: nada. Ya le he explicado que esto es como las viejas, mientrasusted más las persigue ellas más se alejan, pero no vaya a ser que se dencuenta de que usted no tiene interés en ellas y no lo dejan en paz.

— Madrina, pero, ¿cómo no hago nada? Tengo que trabajar, comer, dormir, atender a mis hijos...

— Todo eso hágalo como si no importara, porque de verdad no importa.Déjele las cosas del mundo al mundo, entonces ahí va a tener tiempo deocuparse de lo importante. Mientras tanto no se haga bolas, porque no sólono va a comprender nada sino que, encima, le va a dar más importancia a loque no lo tiene. Y así no vamos a acabar más.

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s58

Page 52: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s59

— Entonces, madrina, ¿cómo me va a enseñar?

— Yo le he dicho muchas veces que yo no puedo enseñarle nada. Yo sólo lemuestro y a ver usted de qué es capaz. A ver si “agarra” algo o todo se leescapa.

Mientras mi madrina me contestaba recordé un cuento del padre jesuitaAnthony de Mello:

El Gobernador dimitió de su elevado cargo y acudió al maestro en busca de enseñanza.

— ¿Qué quieres que te enseñe?, le preguntó el maestro.

— La sabiduría

— Lo haría con mucho gusto, amigo mío, si no fuera porque existe un gran obstáculo...

— ¿Y cuál es ese obstáculo?

— Que la sabiduría no puede enseñarse.

— Entonces, ¿no tengo nada que aprender aquí?

— La sabiduría no puede enseñarse, pero sí puede aprenderse

De Mello, A., 1993: 6

Como siempre, algo inesperado tenía que suceder en el rancho justo cuandoempezaba a acariciar la idea de irme. Llegaron dos camionetas, primero bajaron unoshombres jóvenes, corpulentos, vestidos al más puro estilo norteño: pantalón demezclilla, botas, camisas a cuadros y sombrero. Muy solícitos ayudaron a descendera una mujer toda vestida de negro, con su rostro demudado por la pena, se le notabael calvario por el que estaba atravesando con el simple hecho de observar su miradaperdida, sus ojos rojos de tanto llorar y la falta de equilibrio en todo su cuerpo. Losjóvenes la sostenían con sus fuertes brazos y ella se dejaba conducir.

Seis personas se detuvieron en la puerta del rancho y no pasaron el umbralhasta que Doña Paula les dijo: “Adelante, pásenle, no se queden ahí afuera”. En cuantoempezaron a subir los dos escalones que los separaban del patio, mi madrina ya losestaba recibiendo en la puerta. Abrazó a la mujer enlutada y empezó a llorar juntocon ella, mientras le acariciaba el pecho y la espalda. Eran como dos vertientessollozantes que se mezclaban en un solo caudal de lágrimas. Los jóvenes bajaron lasmiradas y se quitaron los sombreros en señal de respeto a mi madrina y al instanteque se había gestado. Doña Paula la condujo a una silla, la hizo sentarse con muchaternura y le dijo: “Yo la comprendo, pobrecita. Yo también he perdido un hijo y sólo

Page 53: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

las madres que hemos pasado por esa pena podemos comprendernos”. Al ver esecuadro yo me sentía un intruso, un metiche que estaba sobrando. Todos mis devaneosintelectuales habían sido arrancados de cuajo frente a esa realidad que me estabaaplastando, a esa angustia que estaba pasando a ser mía, y no encontré mejor remedioque intentar una silente retirada. Pero, como era de esperar, mi madrina estaba alpendiente de todo y en el mismo instante en que hice el ademán de pararme, me mirómuy fijo a los ojos y me hizo un ademán bastante severo; no me quedó ninguna dudade que me debía quedar ahí, quieto.

La escena continuó sin muchas variantes. Por lo que pude entender, al hijode esa señora lo habían apuñalado en una cantina hacía dos días. La señora y sus treshijos, los otros eran sobrinos, venían de enterrarlo. Por las muestras de afecto ytristeza que mostraba mi madrina llegué a pensar que, seguramente, el hombreasesinado era algún miembro de su propia familia.

Doña Paula se metió hasta el fondo del sufrimiento de esa madre, y desdeahí, desde ese lugar oscuro anegado por las lágrimas, la tomó con toda sus fuerzas yempezó a jalarla hacia arriba. Ella comprendía el sufrimiento, pero no sólo elsufrimiento sino las reglas que lo rigen, y una a una las fue cumpliendo, hasta queal fin logró emerger con la señora. La respiración, hasta hacía un rato entrecortadade las dos mujeres, el llanto, los espasmos, la postura del cuerpo, la imagen de derrota,la imagen de abandono, empezaron a ceder. La respiración se hizo más profunda, laslágrimas fueron agonizando en un sollozo lento; éste también se fue disipando y losdos rostros, hasta hacía un rato compungidos, empezaron a transformarse, a relajarse.

Era sorprendente, no lo podía creer, pero todo había pasado ante mis ojos.Ahora Doña Paula le estaba dando indicaciones de qué tenía que hacer para superarel trance tan doloroso por el que acababa de pasar. Miró a todos y se dirigió a mí.“Ahora sí, venga conmigo”. Me levanté en el acto y la seguí hacia el cuarto contiguoa la cocina. Me miró con una amplia sonrisa y me entregó un paquetito de hierbasmedicinales, a la vez que me decía: “Tómese unas tres tacitas al día”. No pude evitarel comentario:

— Pero, Doña Paula, si recién estaba llorando desconsoladamente con esamujer y ahora se le ve como si nada hubiera pasado.

— Realmente nada ha pasado en mi vida. Es la vida de ella la que ha cambiado.Su hijo era un pendenciero al que, si no lo mataban hace dos días, lo hubieranmatado dentro de tres. Hacía tiempo que corría tras su muerte. Yo sólo hecumplido con mi papel. Ella vino buscando consuelo, yo se lo he dado. ¿Ustedqué cree?

— Yo… A mí me parece increíble.

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s60

Page 54: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s61

— ¿Qué? Jorge, hay demasiado dolor en el mundo como para que uno seaindiferente, pero tampoco usted puede tentar a Dios tratando de cargarlo todosobre sus hombros. Recuerde, haga lo que pueda y hágalo bien. Yo puedocomprenderla, yo también perdí un hijo, pero no puedo evitar su sufrimientoni sufrir por ella, sólo puedo acompañarla y trato de ser una buena compañía,pero no debo de perder de vista que el problema es de ella, no es mío. Y serámejor que vaya comprendiendo rápido, si no, va a sufrir a lo tonto y no setrata de eso.

— Bueno, madrina, muchas gracias por las dos cosas.

— ¿Cuáles dos cosas?

— Las hierbas y la enseñanza.

— Diosito lo ha de acompañar. Que cómo están sus hijos y que cómo está sumamá.

— Cuando le hable el domingo, le doy sus saludos.

— Diosito la ha de ayudar.

Ni siquiera me dio chance de despedirme de la gente que aguardaba en lacocina, me hizo salir por la puerta del cuarto que servía de dormitorio, se despidió demí y aguardó a que subiera a la camioneta; sólo cuando hube arrancado, y luego desaludarme con la mano, desapareció tras la puerta.

Todo el camino de regreso fui pensando en el sentido del término “empatía”.Había estudiado los conceptos pero nunca había visto una experiencia práctica acercade ser empático. Tal vez sea injusto al decir que nunca había presenciado una experienciaen torno a la capacidad de ponernos en el lugar del “otro”, lo que quiero decir es quenunca me había impresionado una vivencia de manera tan contundente.

Por si esto no fuera suficiente, al poco tiempo fui a visitarla con mi amigo ymédico Arturo Wong. Doña Paula andaba con algunos problemas de hipertensión yle habían recetado una serie de medicamentos para controlársela. Sin embargo, ellano quería ingerir ningún medicamento sin que mi amigo le diera su consentimiento.A pesar de que el Dr. Arturo Wong es una persona sumamente ocupada, sentía unaespecial simpatía por Doña Paula y no dudó en acompañarme en su día franco paraauscultarla, tomarle la presión y supervisar sus medicamentos. Al finalizar su chequeoclínico, Doña Paula nos invitó un café y nos aprestamos a disfrutar de una interesanteplática. No habían transcurrido 10 minutos de iniciada nuestra tertulia cuando ingresóa la cocina Mariano, el hijo mayor de Doña Paula. Como era habitual en los domingos,estaba totalmente borracho.

Page 55: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

— Con su permiso. ¿Cómo le va, doctor? Qué bueno que nos visite, y ustedtambién, argentino. Qué bueno contar con gente como ustedes. Con respeto...

— ¿Cómo anda, hijito?—, le preguntó Doña Paula con una gran ternura.

— Porque mi santa madre, señores...—interrumpió Mariano—No, ustedes nosaben... porque primero murió mi padre y esta santa mujer se quedó sola connosotros y… —señalando con la mano hacia el piso— éramos ansí de chiquitos.Después se fue mi hermano mayor y ella sacó fuerzas para criarnos, ellasolita...

— Vaya, m’hijito, vaya acuéstese a descansar— con todo su amor le dijo sumadre.

— Con todo respeto, yo… —Mariano se echó a llorar— sé que ustedes songente grande, por eso con respeto. Pero ansí como ven a esta mujer, ella solapudo salir con nosotros. Ella con la ayuda de Dios, siempre con Dios. Ustedesno saben todo lo que hemos pasado. Con todo respeto, ¿no tendrán uncigarrito? Ándele, argentino, uno de esos tabacos que usted fuma—. Se referíaa los puros que de vez en cuando yo solía llevar al ejido.

— No, Mariano, hoy no traje puros.

— Y ¿no tendrá uno en el “mueble”? (carro).

— No, seguro que no—, le respondí.

Miré a Arturo y le hice una seña para ver si nos marchábamos. Doña Paulala captó en el acto y me levantó la mano, en un gesto que yo ya había aprendido ainterpretar como “Ahí quédese”.

— M’hijito, váyase a su cuarto y descanse, después se da una vuelta paradespedirse de los amigos.

Era tal el amor que sentía en el modo en que se dirigía a su hijo, que hastagolpeó mi soledad. Cuando mi madrina se dirigía a su hijo no quedaba nadie a sualrededor, estaba ella y él solos. Se dirigía a él como si fuera un chiquillo que requeríatoda su ternura y su comprensión, con una paciencia infinita, no sólo sus palabras,todo su cuerpo hablaba de cariño y dulzura. Se levantó de su silla, tomó la cabeza desu hijo entre sus dos manos, le dio la bendición y lo acompañó hasta la puerta, no sinantes decirle: “Vaya con cuidado, m’hijo, que Diosito lo acompañe”.

Como buen terco insistí: “Madrina, si quiere nos vamos para que usted atiendaa su familia”. Su mirada me lo dijo todo, pero para ella no fue suficiente y acotó:

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s62

Page 56: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s63

— Jorge, ahora usted se cree que yo tengo tiempo para perder con borrachos.No me queda mucho tiempo y si encima lo pierdo con éstos cuando estántomados, no vamos a llegar a ningún lado y no se trata de eso. Ustedes quédenseaquí que ahora justo empieza lo bueno y no vamos a distraernos con cosas degente corriente.

Arturo me miró sorprendido, y para que mi amigo se sorprendiera, sí debíaser algo importante. Conocedor y estudioso de Las enseñanzas de Don Juan, me dijoal trasponer el umbral: “Jorge, he presenciado uno de los actos más impecables de‘desatino controlado’ que he visto en mi vida. Hasta creo que esta vieja ha hecho desu vida un permanente desatino”. Yo le respondí: “Aquí en el rancho, vivo lo que heleído en muchos libros. Carl Rogers diría que mi madrina estableció una relaciónempática con su hijo, tuvo la habilidad de ponerse en sus zapatos, y no sólo ponérselos,sino caminar con ellos. A pesar del tiempo que hace que vengo, nunca deja desorprenderme. Estoy seguro de que ella tiene en claro algo que no alcanzo a comprender.Permanentemente me está bombardeando con estímulos, con experiencias, te diríaque casi límites, y sin embargo algo se me escapa. Me voy con la sensación de que notermino de hilvanar el mensaje; sólo estoy convencido de que me llevo una parte delas piezas, pero que no son suficientes para tener el rompecabezas terminado. Ellame muestra algo y yo intuyo que ese algo no lo puedo percibir con mis sentidosordinarios. Como si hiciera un juego que a mis sentidos le resultara incomprensible,esto me genera cierta tensión, no sé si llamarle angustia, pero esa tensión me haceestar alerta, expectante, pareciera que algo fuera a ocurrir de un momento a otro,como si algo estuviera por cambiar mi vida de una manera irreversible, contundente”.

Arturo es de muy pocas palabras, sólo se limitó a mirarme. Guardó silencioy en ese silencio nos fuimos comunicando todo el viaje de regreso.

No esperé mucho, al día siguiente, a primera hora de la mañana, partí parael rancho. No había podido dormir en toda la noche, me había metido a buscar en misapuntes, en los libros, en las fotocopias, hasta creía comprender qué era empatía ymientras buscaba me iban asaltando mil y una preguntas en torno a la experienciaque había vivido con mi madrina.

Esa vez ni siquiera tomé conciencia del camino, que a mi sentir unía la cabezaal corazón. Trataba de estar en el “aquí y ahora”, pero me resultaba muy difícil, mimente se negaba rotundamente a acompañar a mi cuerpo. Divagaba por las anécdotasy cuentos orientales:

— Maestro, ¿cómo se llega a la verdad?

— Sigue caminando.

Page 57: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Me deleitaba viendo la estela de tierra que dejaba la camioneta atrás. La tierracaía como en cascada por la luneta trasera, creo que hasta con los ojos vendadospodría haber recorrido ese camino. Me conocía cada pozo, cada curva, cada piedray, por más que cada tanto lo arreglaban, al poco tiempo volvía a estar idéntico, comosi estuviera programado para reciclarse y continuar manteniendo su misma identidad.

La vía del tren corría paralela al camino y cuando me topaba con los largostrenes de carga, éstos me hacían compañía durante un buen trecho, algunas veceshasta jugaba carreras con el gusano de fierro, se trataba de llegar antes que él alrecodo que forma el camino antes de entrar en la estación de Soledad. Allí tenía queatravesar las vías, pero si el tren ganaba, tenía que esperar que hiciera en la estaciónde Soledad las maniobras necesarias para salirse de la vía central y esperar que eltren proveniente del sur pasara hacia Monterrey. A veces, el esperar y ver las maniobrasme resultaba entretenido, sobre todo cuando los vagones de carga estaban llenos degraffiti; otras, como en esa ocasión, quería ganarle y no demorarme ni un segundoen atravesar las vías y llegar lo antes posible al rancho. Tenía un montón de dudas ysentía que la única que me las podía aclarar era Doña Paula. Las locomotoras, cuatropara ser preciso, iban dejando su estela de humo y el olor a diesel por todo el desierto;entré en el último recodo casi derrapando, la camioneta brincó la vía y casi enseguidael tren dejó oír su silbato largo, quejumbroso y penetrante. Yo ya estaba del otro lado,ahora corría hacia los cerros que franqueaban la quebrada, pasaría las tres vueltasdel río seco, treparía por la cuesta que separaba la última curva del río y el ejido deSabanillas, desde la cima vería el rancho de mi madrina al final del camino, y parami suerte constataría desde lo alto que no tenía visitas, ni camioneta ni carro se habíanaventurado entre semana. Me aseguré de que ningún chico anduviera por el patio detierra y me estacioné frente al muro del rancho. A pesar de que todavía era tempranoel calor estaba arreciando, sin lugar a dudas con el correr de las horas se haríainsoportable. No me equivoqué, pero a la sombra del techo de adobe y paja, con elaire venteando por las aberturas, hasta podría decir que estaba confortable.

— ¿Qué le pasa, que anda tan deprisa?

— Es que tenía muchas ganas de verla. (Cogí su mano y la besé suavemente)

— ¿Cómo ha estado?

— Bien, madrina… Es que ayer me fui con muchas dudas.

— A ver, ¡Mona!, aquí está tu compadre, hazle un cafecito y unas gorditas.Primero vamos a almorzar algo y luego vemos, si es que hay algo que ver. Secome un aguacate y hay un queso de cabra que me manda mi consuegro, estábien rico, ándele, pruébelo. Tráete unas tortillas, Mona, que estén biencalientitas.

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s64

Page 58: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s65

— Mire, madrina, ayer, cuando vine con Arturo... (Doña Paula me hizo unaseña con la mano, invitándome a guardar silencio).

— Buena persona el doctor. Ahora cuando se vaya usted le va a llevar unabolsita de frijoles, me da pena que no me quiera cobrar, pero ahí usted le diceque esto se lo mandamos nosotros, porque nosotros necesitamos de él. Si nofuera por gente como ustedes qué sería de nosotros, aquí en el rancho, lejosde todo, sin una ayuda… y le dice que cuando estén los chivitos le mando uno,para que se lo coma con usted.

En ese momento, Mona y su cuñada Tema abandonaron la cocina; me quedésólo con mi madrina y una taza de café humeante frente a mí. Las tortillas dejabanescapar un aroma a casa, a hogar, ese hogar que hacía mucho había abandonadobuscando todavía no sé qué cosa, pero sí sabía que esa búsqueda me había llevadohasta aquí, y delante de mí estaba esa mujer increíble a quien yo había hecho depositariade toda mi confianza, de todas mis inquietudes.

— Madrina, ¿ya podemos hablar?

— Termine el café, cómase unas gorditas con esos frijolitos que cosechamosen la labor y ya va a sobrar tiempo para hablar.

Mi madrina encendió un cigarro, ese día fumaba Faros. Como siempre,procedió a su ritual de acariciarlo, amasarlo hasta que el tabaco saliera por los extremosdel papel. Miró a su alrededor como buscando a quién encargarle la tarea de encenderlo,hice el intento de levantarme, pero nuevamente su gesto con la mano me detuvo. Selevantó, caminó hacia el fogón y tomó un palo encendido, giró la cabeza de costadoy regresó aventando una profunda bocanada de humo. Se sentó en el extremo de lamesa y relajándose miró hacia fuera, su mirada fue más allá de los límites conocidosy con una voz profunda, tranquila, próxima pero a la vez lejana, me dijo:

— ¿Qué quiere saber?

— Cuando estuve ayer y entró Mariano, ¿qué fue lo que realmente pasó?

— ¿Usted dónde estaba?

— Yo estaba aquí, junto a usted, justo donde estoy ahora. Usted sabe quesiempre me siento aquí.

— Sí, yo sé que ese es su lugar. Pero yo le pregunto, ¿dónde estaba usted?

— Pero, ¿por qué, Doña Paula?, si yo estaba aquí.

Page 59: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

— Usted puede haber estado aquí, pero si hubiera estado aquí no vendríahecho un loco al otro día a preguntarme qué fue lo que pasó ayer. Si ustedhubiera estado aquí, usted hubiera hecho lo que tenía que haber hecho, esdecir “agarrar” lo que tenía que “agarrar” y dejar de perder el tiempo tratandode explicarse tonterías.

— No le entiendo.

— Vamos de nuevo. Si usted no sabe qué es lo que pasó aquí mismo anoche,quiere decir que usted no estaba aquí mismo anoche. Ahora, ¿le queda claro?

— ¿Puedo haber estado y no entender qué es lo que pasó?

— Lo veo muy difícil, pero si así le gusta verlo...

Mi madrina encogió los hombros, dio otra pitada fuerte al cigarro y siguiómirando hacia afuera. Yo me estaba desesperando, se me había producido un vacíoen la boca del estómago y un mareo que me orillaba al vómito, esta sensación seadueñó de mi cuerpo. Doña Paula me miró de reojo y se puso a reír.

— ¡Ay, qué compadre este! Si no es para preocuparse tanto por tan poca cosa.

— Es que, madrina, yo me di cuenta de que usted anoche trató de enseñarmealgo...

— No, Jorge, yo ayer me desprendí de algo y era para que usted hubiera estadoabusado y lo hubiera recogido, pero quién sabe por dónde andaba y se leescapó. Tal vez, la próxima.

— Madrina, ¿puedo decirle lo que yo percibí?

— Si eso lo ayuda, pero dudo que sirva para algo.

— Yo, madrina, estaba platicando con usted y Arturo, de repente entraMariano...

— No entró de repente, hacía rato que merodeaba por la puerta, sólo queusted no se dio cuenta.

— Bueno, es cierto, no me di cuenta. Entra Mariano y usted lo atiende, loescucha, lo consuela y con todo cariño le dice que se vaya a descansar...

— Así fue. Pobre m'hijito.

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s66

Page 60: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s67

— Bueno, por eso, por qué cuando él se fue y nosotros le preguntamos siquería que nos fuéramos para que usted pudiera dedicarse a su familia, nosdijo: “¿Cree que tengo tiempo para perder con borrachos?”. ¿Cuál de las dosera doña Paula? ¿La que trataba con todo cariño a su hijo o la que nos respondiótan duro a la realidad que estábamos viviendo en torno a un hombre borracho?

— Ay, Jorge, Jorge… ¡Cómo vamos a batallar con usted y su cabezota! Si ledoy una muestra de mi actuación, lo que me llevó gran parte de mi vida: serimpecable, lo único que consigo es que usted se haga bolas y encima mejuzgue. ¿Cómo voy a hacerle con usted?

— Téngame paciencia.

— No está tan fácil. Voy a tratar de explicarle, aunque no sé si tenga sentidodarle más palabras. Ustedes los lectores mientras más palabras aprendenmás creen conocer la realidad, y las cosas no van por ese camino. A ver, ¿quéestá viendo ahora?— Tomó la hoja de un cuaderno arrugado y sucio e hizo,a mi entender, unos símbolos compuestos de rayas y círculos, al finalizar melo extendió.

— A ver, dígame, ¿qué ve, qué está viendo?

— Bueno, yo veo algo así como un cuadro y un círculo, más allá hay como unamontaña y la línea del horizonte y...

Mi madrina se rió a carcajadas, y hasta Mona, mi ahijada, dio vuelta a la carapara dar rienda suelta a su risa, eso sí, evitando faltarme al respeto. Doña Paula meretiró el cuaderno y lo tomó con una mano mientras que con la otra aferró la plumay empezó a hablar como si fuera una niñita en el colegio:

— Aquí dice que si usted no se apura va a perder el último tren, entonces yano van a aparecer tantas oportunidades y se va a quedar como el huerquilloal que siempre lo dejan al último. Entonces (dándose todo el tiempo delmundo para pronunciar “entonces”), cuando salga el sol por este lado—señalando el dibujo—, ¿usted se ve aquí?

— No, madrina.

— Claro, cómo se va a ver si ni siquiera está. Por eso le digo, cuando salga elsol por este lado y usted no esté, ya va a ser demasiado tarde. Entonces vamosa empezar por el comienzo… (siguió hablando como quien le habla a un niño,o a un tonto, que era lo peor) ¿Qué es ser impecable?

— Bueno, impecable es algo que no tiene mancha.

Page 61: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

— Impecable es alguien que no tiene pecado. Usted ¿conoce a alguien que notenga pecado?

— Yo, la verdad es que no sé si conozca a alguien que no tenga pecado.

Doña Paula pegó un salto de su silla, fue tan abrupto su movimiento que mehizo brincar hacia atrás, no me di cuenta en qué momento me puse de pie, pero allíestaba yo y mis rodillas, que no sabía porqué me temblaban. Mi madrina levantó lamano derecha hacia el cielo, mientras extendía la izquierda hacia la tierra, y mirandoa lo alto, atravesando el techo con su mirada, pronunció con total solemnidad:

— ¡Esta vieja chorreada en este rancho mugriento juró no ofender ni a Diosni al mundo! Yo elegí, por obra y gracia de mi Dios misericordioso, ser unalimosnera, no poseer más que estos andrajos y vivir de las sobras de mi gente:los pobres del mundo.

Y con la misma solemnidad tomó asiento, tampoco supe cómo de nuevo meencontraba sentado al frente de mi madrina, sentí que la mandíbula me colgaba yque no podía articular palabra. No sé cuánto tiempo pasó, pero cuando volvió amirarme a los ojos ya era el atardecer. Quise decir algo, mi madrina me sonrió y medijo: “Ya vamos a cambiar de opinión, por lo pronto vamos a comer algo… ¡Mona!”

En un instante estaban Mona y Tema, su nuera, preparándonos un guisadode cabrito, salsa roja hecha en el molcajete, unas gorditas de harina de nixtamal, unosaguacates criollos, un queso fresco de cabra y los infaltables frijolitos. Se comía muybien en casa de mi madrina. El contactarme con mis sentidos primarios, la secreciónde saliva frente al aroma del guisado, lo suavemente irritante de la salsa, los colores,los sabores, todo hizo que volviera la tranquilidad a mi cuerpo y que me invadierauna paz que hacía varias horas había perdido.

Mi ahijada puso al frente un plato con gorditas calientes, pues sabía que meencantaban; en un pequeño plato, un montículo de sal fina y al lado, un limón decorteza muy delgada. Ya me conocían el gusto en el rancho. Tomé el limón sin dejarde mirar todo el concierto gastronómico que me rodeaba y dejé correr las gotas sobreuna tortilla humeante, le agregué una pizca de sal y la enrollé como si eso formaraparte del ritual.

Con el estómago lleno me sentía más seguro de empezar el interrogatorio,sin esperar que mi madrina, avezada en estas lides, dijera: “Yo primero”. Y así lo hizo.Apenas las mujeres terminaron de levantar las mesas y sirvieron sendos caféshumeantes, disparó la pregunta:

— ¿Le quedó claro lo que es impecabilidad? Si usted busca el conocimiento,como dice que lo busca, y no es antes impecable, el poder se lo echa en un

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s68

Page 62: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s69

dos por tres, el poder se lo acaba y de usted, del que nosotros conocemos, noqueda nada. Hay que prepararse para el poder ¿Cómo? Renunciando a élantes de tenerlo. Si usted no renuncia al poder y eso es lo que busca, antessería mejor no haberse metido nunca a tratar de averiguar el devenir de lascosas. Sólo alguien impecable puede servir a Dios, sólo alguien que hayajurado no ofenderle ni a Él ni al mundo; porque quien ofende al mundo, a Élle está ofendiendo. ¡Mucho cuidado!

Lo único que nos puede acercar al conocimiento es el servicio, el serviciodesinteresado a éstos, a todos estos pobrecitos que no tienen nada. ¿Usted secree que yo siempre fui así? No, yo no era esta persona, yo era una personainstruida, trabajé en la corte de Edimburgo, Texas, sólo que entre esta genteme hice así, rústica como ellos, porque a ellos me propuse servir, y cómo ibaa servirlos si no vivía como ellos, si no sentía como ellos, si no sufría lo queellos mismos sufrían.

— ¿Usted sabe, madrina, que hubo un poeta indio llamado RabindranathTagore?, él escribió un pensamiento que decía algo así: “Dormía y soñaba quela vida era alegría, desperté y descubrí que la vida era servicio, serví y descubríque el servicio era alegría”.

— Muy bonito, pero si no lo vive, no le sirve de nada. Ése es el problema delos lectores, que se quedan con la cáscara del huevo pero no saben nada delsabor de la clara y de la yema. Se atascan como marranos, pero sólo de lacáscara, y no saben que lo sabroso está adentro. Escriben páginas y páginas,del viento, de la tierra, de los ríos, de los cerros, de la mujer, de los hijos, hastadel sexo, pero no tienen la capacidad de sentir. Tal como le dije, se quedansólo con la cáscara del huevo, por dentro hay sólo un vacío, un vacío inútil,un vacío de soledad, de egoísmo, de mezquindad. ¿Usted dice que quiereaprender? ¿Qué es lo que quiere aprender? Sólo viviendo, Jorge, sólo quitándoseel pan de su boca y dándoselo a ese que lo necesita, a ese que tiene hambre.¿Cómo quiere que le enseñe eso? ¿Verdad que está difícil? Tal vez, usted vengaaquí y diga: “A ver qué me puede enseñar Doña Paula”. Desde ya le digo: nada.Aquí sólo platicamos, como diría el compadre Tito, “nos hacemos sapos”, peropara aprender sobran todas las palabras. Claro, nosotros platicamos y así senos pasan las horas y por ahí, a lo mejor pasa algo importante y alguno denosotros agarra algo. Tal vez, pero es difícil.

— ¿Entonces qué, madrina?

— Si usted quiere podemos empezar de nuevo, busque las preguntas que loinquietan, pero no lo haga sólo con la cabeza, trate de unir...

Y mi madrina se señaló el corazón, dirigiendo su mano hacia la cabeza. Repitió

Page 63: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

varias veces el mismo movimiento como si se tratara de un pase hipnótico; mientrassu mano subía y bajaba me iba ganando una paz, un relajamiento de todos losmúsculos, sobre todo los de la espalda, ni siquiera me había dado cuenta de que enel transcurso de la plática se habían tensionado.

En ese estado de calma empecé a buscar la idea que me había llevado aquellamañana al rancho. Comprendí que realmente me había asustado la posibilidad deque mi madrina no fuera sincera. ¿Por qué a su hijo lo había tratado con tanto afectoy luego había pronunciado esas palabras tan duras? No sabía cómo planteárselo,aunque sabía que no era necesario formular ninguna pregunta, ella ya sabía qué meinquietaba. De repente empezó a hablar como si continuara, ahora en voz alta, undiálogo que sostenía con alguien invisible o con ella misma.

— La gente, y en este caso usted, cree que la imagen que tiene de usted esuna copia de usted. Cree que usted es una verdad en este mundo. Que sufre,s ríe, camina, y hasta cuando mira alguna parte de su cuerpo se dice conorgullo: Este soy yo. Entonces llora, ríe, come, piensa, y todo por ese queusted llama yo. Muy poca gente se da cuenta de que está actuando, y comono se da cuenta de que está actuando, se va muriendo, creyendo que es unomismo el que se está muriendo, sin ni siquiera darse cuenta de que el que seestá muriendo es un desconocido para uno.

— Pero, madrina, ¿cómo es posible?, yo creo que éste que está frente a ustedsoy yo, y creo que pese a todas mis sombras me estoy conociendo cada díaun poco más.

— Ese es el problema, que usted cree muchas cosas y da por sentado otras,y ninguna de ésas son reales. A decir verdad hay muy poco de real en usted.Usted es un montón de cosas que leyó y que como salen en los libros ustedcree que son verdad, y vive dando por hecho un montón de cosas de las queno comprende nada. Después andamos a los tumbos y también creemos queesas maromas son reales y nos hacemos bolas con todo.

Mientras mi madrina hablaba me empezó a ganar una tristeza. En pocaspalabras había hecho una síntesis de toda mi vida. Sentía que me estaba quitando elsoporte que me había sostenido por años. Ese intelecto del que me enorgullecíaempezaba a desgranarse, tenía ganas de ponerme a llorar, de pedirle que por favorme ayudara; que comprendía lo que me decía, pero no sabía cómo salir de esa prisión.Sabía que yo mismo la había construido y ahora no sabía cómo salir de ella. Me habíaconvertido en prisionero y carcelero de mí mismo. De repente me observé, o mejordicho, percibí una imagen inédita de mí: encorvado, mirándome las dos manoscruzadas sobre mis piernas, con vergüenza, sin el valor necesario de levantar la cabezay mirar a mi madrina a los ojos. Después de ese doloroso silencio, mi madrina retomóla palabra:

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s70

Page 64: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s71

— El otro día, Jorge, para que usted comprendiera el significado de todo estoque ahora le estoy platicando hice una actuación impecable, pero usted quiénsabe por dónde andaba. Sólo un actor impecable puede darse cuenta delderivado de las cosas. Sólo un actor puede elegir sus personajes para poderconservar la energía que le permita ser impecable. Si usted anda por ahíllorando y cree que eso es sufrimiento, o si anda desbalagándose y a eso lellama vivir, usted se está muriendo y ni cuenta se está dando. El sufrimientoreal no tiene nada que ver con lo que la gente llama sufrimiento. La gentesufre porque las cosas no son como ella quisiera y si usted escuchara y sediera cuenta de lo que a veces es la causa de su sufrimiento no lo creería; perouna, como eligió estar aquí, tiene que poner las orejas y no hay más remedioque escuchar y a ver cómo le hace.

En todos los años que decidí ser esta que usted ve, nunca nadie vino a decirmeque sufre por piedad hacia la gente y el mundo. Entonces, ahora le voy aexplicar. Como madre de Mariano, ¿se cree que no me duele que mi hijo andeborracho por esos caminos?, a la buena de Dios, porque quién sino Él lo puedeproteger entre toda esa bola de borrachos con quienes se junta. Pero como lamujer impecable que soy, no puedo ponerle afición a los temas de borrachos,porque mi misión va más allá de lo personal. Yo no tengo tiempo de detenermea pensar en lo que a mí me gustaría, yo soy obediente de Dios y lo que Él memanda eso es lo mejor para mí. Para juzgar sólo Él, a mí me toca obedecer.Espero que ahora sí comprenda. Tenemos que seguir trabajando porque nonos queda mucho tiempo.

— ¿Por qué, madrina, dice que no nos queda mucho tiempo?

— No me haga caso, sólo decía; quizá porque se está haciendo de noche y seva a tener que ir con cuidado. Y ya no ande tan desesperado en el mueble,vaya más tranquilo. La gente de por acá ya no quiere ni que le eche un “raid”porque siempre anda volado. Bueno, Diosito lo ha de guiar.

Me puse de pie, le besé la mano y le pedí su bendición. Trajo una cubeta delcuarto de al lado llena de agua bendita, salpicó mi rostro y luego todo mi cuerpo, metomó con ambas manos la cabeza y pronunció una larga oración, clamando por laprotección de Dios sobre mi persona. Volví a besar su mano y me despedí.

Al pasar el umbral que separaba los dos espacios, uno resguardado del rocíode la noche y el otro abierto hacia la inmensidad, sentí en mí la profundidad del cielo,las estrellas e intuí el reflejo de la luna todavía oculta. Un grillo dejaba oír su canto yel ladrido de algún perro a lo lejos me hizo recordar esa hermosa metáfora de FedericoGarcía Lorca en uno de sus poemas (“La casada infiel”):

Page 65: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Sin luz de plata en sus copaslos árboles han crecidoy un horizonte de perrosladra muy lejos del río.

Abrí la puerta de la camioneta, no tenía ganas de marcharme, había tantapaz en mi corazón, tanta paz en ese lugar, o quizá el lugar espejeaba mi estado interior.No importaba, nada importaba demasiado en ese momento.

Al mirar hacia el costado vi la silueta de mi madrina recortada contra el marcode la puerta, encendí la luz interior del carro y me despedí levantando la mano, ellame devolvió el saludo. Esta vez partí despacio, sin ninguna prisa, sin ninguna pregunta.Tal vez mañana me vuelva a ganar ese deseo ineludible de encontrar una respuestaque le dé sentido a esto que llamo mi vida; mientras tanto, el cielo está hermoso. Unpar de liebres cruzaron retozando el camino y el viento se metió en el carro parahacerme compañía. Ni el más mínimo recuerdo enturbiaba mi deleite, todo eraperfecto. No pude evitar sonreír al contemplar la quietud de la mente, era comomirarme sobre un espejo de agua cristalina, apenas ondeada por la suave brisa. Nosupe cómo ya abandonaba el camino de terracería y entraba en la larga avenida deGarcía.

Llegué a casa y, más por costumbre que por necesidad, cogí un libro, pero enel instante de hacerlo sentí en mi interior una pequeña inquietud, mi lago comenzabaa agitarse, volví a dejar el libro en el estante de donde lo había tomado y quitándomelos zapatos, me arrojé sobre la cama. Así me sorprendió la madrugada, así me despertómi compañero, el viento fresco de la alborada. Me tapé como pude con el cobertor yseguí durmiendo hasta que el sol develó la realidad de las cosas: formas y sombras.

El nuevo día me deparaba más sorpresas, ahora sí las preguntas se agolpabannuevamente en mi mente, pero sin agobios, eran sólo preguntas que buscaban unarespuesta, que buscaban armonizar con la experiencia.Había entendido que uno delos pilares de la terapia humanista era la empatía, la cual, junto a la aceptaciónincondicional y la congruencia, permitían al facilitador generar el clima necesariopara despertar la confianza y la apertura en el “cliente”. El “cliente” no se sentía nievaluado, ni juzgado, sino aceptado incondicionalmente, sin importar lo que hubierehecho ni el proceso por el cual estuviera transitando.

La empatía permite tener la capacidad de comprender al “cliente”, poniéndoteen sus zapatos, “como si” fueras él. Remarco el “como si”, porque la identificacióncon el “cliente” podría llevar al facilitador a un nivel de enajenación en el cual correríael riesgo de perder la posibilidad de acompañar a éste en su proceso. El “como si”protege tanto al “cliente” como a su acompañante, de que no se cumpla el dichobíblico: «Un ciego intenta guiar a otro ciego». Tal vez lo que vi en mi madrina fueramás allá de mi comprensión intelectual de lo que era empatía; lo que sí me quedaba

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s72

Page 66: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s73

claro es que si de eso se trataba, se requería una gran capacidad, un gran entrenamientoy una constante actitud de servicio para poder ser verdaderamente empático. Esto,sin hablar de la enorme sensibilidad y experiencia de vida para poder comprender yrespetar los procesos por los que atraviesa “el otro”, aun cuando éstos difieran de todonuestro bagaje cultural.

Estando atento a esta nueva enseñanza de mi madrina, empecé, cada vez queella me daba la oportunidad de estar presente cuando recibía a sus visitas, a comprendercómo entablaba ella esas relaciones.

En cierta ocasión, estaba almorzando en el rancho y de repente entró unaseñora acompañada por un hombre mayor y un muchacho de unos 30 años. Meextrañó que mi madrina no repelara por esa intromisión. Yo había visto otros casosy no habían permanecido ni un minuto ante su presencia. Con mucha firmeza lesdecía que si no estaban impuestos a pedir permiso o a esperar que se los invitara apasar. No sólo eso, sino que, para mi sorpresa, esa vez Doña Paula se puso de pie einvitó a sentarse a la mesa a la señora y con mucho cariño le acarició el rostro almuchacho, a quien casi se le saltaron las lágrimas. El señor, que se veía bastanteacabado, sostenía con sus manos un sombrero norteño y miraba el piso; cuandolevantó la mirada para responder el saludo de mi madrina, tenía los ojos rojos. A míse me había quedado atragantado el pedazo de taco de cortadillo e hice ademán delevantarme. No sé cómo me vio mi madrina si me estaba dando la espalda, pero unasola mirada suya bastó para que en el acto yo desistiera de mi propósito; como pude,terminé de tragar el bocado, pero no pude volver al plato.

Ese cuadro sin palabras se me hacía patético, pareciera que todos tenían unpropósito al estar ahí y yo no encontraba cuál era el mío; en esas situaciones se meolvidaban todas las palabras de mi madrina: “Jorge, yo lo hago quedarse para ver siagarra algo”.

Traté de relajarme, observar y sentir todo lo que acontecía a mi alrededor. Doña Paula tomó la palabra:

— Yo sé, m’hijito, por todo lo que has pasado, yo conozco de esas noches desoledad, pero esa parte ya es historia, ahora hacia delante y con buen paso.

— Gracias, Doña Paula, por todo lo que hizo por mí— dijo la madre delmuchacho.

— Qué menos podía hacer, pobrecita, yo sé del sufrimiento de una madre,pero le dije que a su muchacho lo traíamos sano o, ¿qué se cree que íbamosa andar perdiendo el tiempo? Y ahora verá, le voy a dar unas hierbas paraque se haga unos baños y enseguida se nos olvida todo el mal paso—dirigiéndose al señor— ¡Y a ver si usted le echa un poco de ganas! Ya se nos

Page 67: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

está acabando, no puede andar así todo amola’o. Ahora verá, también le voya dar algo. Si ya el mal trago pasó, ahora nos queda jalar para adelante, denada nos va a servir andar llorando por lo que ya pasó

— Así es, Doña Paulita—dijo el señor— son muchos años que nos conocemos...

— Ni tantos, no se haga el igualado ahora, ¡qué tanto nos conocemos ustedy yo!—. Doña Paula lanzó una carcajada y se cubrió con la mano la boca.

— Cierto, mire que han pasado años, desde que se casó con ésta, si hasta meacuerdo cuando se la robó de por allá, creo que de Los Fierros, si mal norecuerdo. Pero yo ya me olvidé de todo eso, ¿para qué recordar cosas queestorban y no ayudan? Las historias —me miró— entorpecen la mente, lallenan de cosas inútiles. ¿Sabe por qué son inútiles?

— No, madrina.

— Porque ni siquiera son ciertas, son sólo una partecita muy pequeña delderivado de las cosas, pero no puede abarcar todas las cosas, sólo una parte;entonces se queda rengo y los rengos no pueden ir muy lejos, salvo que tenganun buen “mueble”, y para eso hay que fregarse, ¿ahora comprende? —Yañadió, volteando hacia el muchacho— Y a ti, ¿cómo te va?, ¿tienes algúnplan?

— Ninguno por ahora, sólo buscar alguna chamba.

— Te vas a ir bien tranquilo hasta que pase un tiempo, si es posible te me vasa ir de aquí.

— ¿A dónde?

— Qué importa a dónde, míralo a éste— señalándome a mí— viene desdeArgentina y ha tenido que viajar mucho para llegar hasta aquí. Te puedes ira cualquier lado, no te digo que para siempre, sino por un tiempo. Tú vas asaber cuándo volver, pero ahorita te me mandas mudar –— y mirando a lamadre— Usted me entendió. ¿Le queda claro?

La mujer asintió con la cabeza y mi madrina agregó:

— Cuidado con los marranos porque aunque uno no quiera salpican de esoque huele. Ahorita si me disculpan, voy a despedir a mi compadre y enseguidaestoy con ustedes.Mi madrina se levantó de su silla, se ayudó sosteniéndose de la mesa y una

vez de pie llamó a su hija: “¡Mona!, sírveles a los amigos unos taquitos para almorzar”.

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s74

Page 68: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s75

Ellos respondieron: “Gracias, Doña Paulita, pero ya almorzamos”, y mi madrina lesdijo: “Pues almorzarán dos veces. Sírveles, m’hijita, y a mí no me vengan”.

—Usted —dirigiéndose a mí— sígame.

No me hice repetir la orden otra vez, ya estaba de pie pidiendo permiso ysiguiendo a mi madrina al cuarto contiguo.

— Siéntese, señor—. A veces así me trataba y se quedó mirándome comoesperando que empezara a hacer mis habituales preguntas, sólo me limité adecirle:

— ¿Qué le pasó?

— ¿A mí o al pendenciero ese?

— Sí, al muchacho.

— Lo metieron al “bote” por mal llevado, pobrecito, puede que se hayasosegado, pero era bastante difícil, pudo haber terminado peor y la cosa noacaba aquí porque el muchacho al que hirió tiene hermanos y ésos no son dearrear con mecate, son muy pesados. Veremos qué se puede hacer. Por lopronto tenemos que sacarlo de aquí porque los otros lo van a buscar y estetonto no es de los que se rajen, aunque ahora quién sabe, después del sustoque le metieron estuvo en el “bote” cerca de un año. ¡Pobre madre! Si loshijos pensaran en su madre no andarían metidos en las cantinas armandopleitos, ahí tiene las consecuencias.

— ¿Y el padre?

— ¿Qué tiene el padre?

— ¿Qué acaso no sufre?

— El padre tiene gran parte de la responsabilidad. Si desde chico lo hubierapuesto a jalar no andaría de grande metido en esos pleitos de cantina. Ése,así como ahora lo ve, todo amola’o, lo llevaba desde huerquillo a esos lugares,y ¿qué quiere?, una vez que se ladea ya no lo endereza ni a palos. Ahí tiene,para que aprenda: a los hijos, mecate corto, porque si se los suelta ya parapronto es tarde. Así como mi rancho es grande, mi corazón lo es más, ¿se creeque yo no me pongo en el lugar de esos padres y también en el del muchacho?,¿ha estado alguna vez en la cárcel?

— Durante un año fui todos los sábados a visitar a un amigo que cayó en

Page 69: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

desgracia.

— Entonces ya conoce algo de lo duro que es estar preso. Ahí la gente no tienecompasión. Durante treinta años iba casi todos los días a tratar de arrancardel penal a esos pobres hijos que estaban ahí encerrados. Me iba con mirebozo y me hacía pasar por sus madres y veía qué podía hacer por ellos.Fueron años muy duros. Las pobres madres me esperaban para que les dierarazón de sus hijos y alguna esperanza. Tiene que sentir lo que ellas sentíanpara realmente comprenderlas; si no las comprende, siempre se va a apartardel camino de los que sufren. Para comprender el sufrimiento hay que pasarpor el sufrimiento, igual que para conocer si el chile pica no hay otra queprobarlo. Bueno, ya se me secó la lengua de tanto hablar, voy a regresar conesta gente. Llévese este paquetito de hierbas y se toma una al levantarse yuna al acostarse, es para que no se torture tanto pensando, mientras arreglamos,como dice usted, la cabezota.

— Gracias, madrina.

— ¿Cuándo se va a dar otra vuelta?, así lo esperamos con un chivito.

— No se moleste, madrina.

— ¿Cuál molestia?, no es ninguna molestia.

— ¿Qué le parece el sábado?

— Aquí lo esperamos. Que Diosito lo bendiga.

— Gracias, madrina, y hasta el sábado.

No podía con mi genio, tenía que platicar con alguien, pero era demasiadotarde para ser sábado, seguramente que la mayoría de mis conocidos se estaríanpreparando para salir a cumplir con sus compromisos. Pero, ¿qué pasa conmigo?Nunca tengo un compromiso los fines de semana que no sea ir al ejido. Bueno, tambiénes cierto que ya se deben haber cansado de invitarme y de siempre escuchar la mismaexcusa. ¿Qué tal algún libro? Quizá no sea el magnífico plan, pero siempre hanresultado una excelente compañía. Además aprovecharé para leer algo de Carl Rogersacerca de la empatía, estoy seguro de que aclararé más de una duda.

Congruencia

A lo largo de los años que compartí con mi madrina nunca vi en ella un acto que nofuera la resultante de su propia impecabilidad. A partir de escuchar su solemne

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s76

Page 70: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s77

juramento hecho quién sabe cuántos años atrás, en el que se comprometía a no ofenderni a Dios ni al mundo, estaba seguro de que toda su existencia era la manifestaciónde su congruencia. Incluso cuando dormía.

Todo indicaba que no podía pasar nada importante en las horas que faltabanpara que sucumbiera, no sabía si el día o yo. Estoy seguro de que quien se sentía asíera yo, para colmo no tenía ningún interés en modificar mi actitud. No obstante, enun arranque de voluntarismo, me dirigí a la camioneta y enfilé para el ejido.

Esta vez iba entrenándome en un ejercicio que había estado comentando conunos amigos. Consistía en ampliar al máximo el ángulo visual e intentar mantenerlotodo el tiempo hasta llegar a nuestro destino. Por supuesto, se me cruzaban tantasideas, que cada rato me veía obligado a retomar el ejercicio. No obstante, el tiempotranscurrió más deprisa que de costumbre.

Los nietos de Doña Paula rodearon la camioneta y comenzaron los saludos:“¡Eh, argentino!, ¿me da para comprar?”. Ese parecía ser el saludo obligado de losniños en el ejido, como también eran obligados los pleitos si yo no era lo suficientementeequitativo, dándoles a todos por igual. De todas maneras, siempre había pleitos entrelos niños. Esquivándolos como pude, llegué a la puerta de la cocina y me asomé:

— Buenas tardes, madrina.

— Pásele. ¿Cómo le ha ido?

— Bien, ahí como Dios quiere.

— Siéntese.

— Sí, madrina.

— ¿Un cafecito?

— No, gracias. ¿Y Mona?

— Se fue con Nabor a Los Fierros, a visitar a sus suegros, pero no debentardar porque iban con Verónica —hija de Nabor y Mona— y más tarde se vaa poner fresco. No anda muy bien su ahijada.

— ¿Qué le pasa?

— Anda con los bronquios medios cargados. Pero qué bueno que viene, loestaba esperando. Tenemos tema de qué platicar.

— ¿De qué se trata?

Page 71: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

— El tema va a ser el que usted quiera. Digamos que hoy usted me puedepreguntar.

— De haber sabido, madrina, me venía preparado.

— ¿Cuál preparado? Míreme, ni siquiera he dormido.

— ¿Y eso?

— Es que anoche me la pasé ayudando a sacar gente de un camión que seestaba incendiando en la carretera a Saltillo.

— ¿Y en qué se fue desde aquí hasta la carretera?

Al terminar la pregunta percibí algo extraño, mi madrina bajó la vista al pisoy se quedó mirando la brasa que dibujaba el cigarro. No quise insistir con la pregunta,pero me ganó la curiosidad:

— Qué, ¿la vinieron a buscar?

Se levantó en silencio y se dirigió al fogón, muy cabizbaja, como si buscaraalguna respuesta que pudiera hacer comprensible para mí, sin embargo eludió eltema:

— ¿Le hago un cafecito?

— La acompaño, madrina.

Volvió con dos tazas de agua humeantes y colocó sobre la mesa el tarro abiertode Nescafé y una bolsa con azúcar.

— No crea que no le voy a responder, sólo que estaba buscando cómo. Creoque lo único importante es que estuve allí en la carretera a Saltillo y ayudéa mucha gente a poder salir de entre los fierros retorcidos antes que sequemaran.

— ¿Cómo le hizo, madrina?

— Bueno, ya le he dicho que yo soy natural y me resulta muy difícil podercontarle a usted, sin asustarlo, de todo este mundo en el que yo me muevo.

— Inténtelo, madrina, tal vez si usted me ayudara, poco a poco yo podría ircomprendiendo más.

— Si eso es lo que estamos haciendo.

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s78

Page 72: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s79

— Madrina, ¿lo que usted me quiere decir es que puede estar en dos lugaresal mismo tiempo?

— No, no se puede estar en dos lugares al mismo tiempo, necesitaría dosconciencias y sólo tenemos una.

— ¿Entonces?

— Entonces, anoche yo estaba acostada aquí, con mi nieta, y estaba en lacarretera a Saltillo porque allí era donde me necesitaban, ¿comprende?

— Más o menos.

— Bueno, ya es algo. Vamos despacio.

— Madrina, ¿me quiere decir que usted está consciente de todas las horasdel día?

— Jorge, ¿me quiere decir que usted no está consciente de todas las horasdel día? ¿Cómo le hace para estar vivo y no darse cuenta? Si usted no se dacuenta, ¿cómo puede decir que es libre?, ¿cómo puede decir que esresponsable?, ¿dónde está cuando pierde la conciencia?, ¿se da cuenta quelas preguntas que hacemos a veces, son absurdas?

— Aunque a veces me doy cuenta de que pierdo la conciencia estando despierto.¿Por qué no puedo decir que siempre me estoy dando cuenta de lo que estápasando? Estoy seguro de que cuando duermo no estoy consciente de nada.

— Yo le puedo asegurar que nunca duermo. Siempre mi conciencia vela.

— Madrina, pero eso es imposible.

— Para usted y para la mayoría de la gente que andan tan ocupados roncando,no para mí. Anoche vinieron por mí unos médicos, había entre ellos algunosque ya había visto, a otros era la primera vez que los veía. Yo pensé que veníana buscarme porque había alguna operación médica, nunca pensé que se tratabade sacar gente de un camión. Así que dejé mi mascada de seda, que es la queuso para operar, y me fui con ellos.

— ¿Y después?

— Después, nada. Sólo que no pude descansar en toda la noche. La semanapasada también me vinieron a buscar, había algunos de los que vinieronanoche, pero esa vez fuimos a una Cruz Verde, no sé bien a cuál, la cuestión

Page 73: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

es que ahí estábamos. Enfrente de mí había un niño, batallaba mucho pararespirar porque tenía un problema en los pulmones. Entonces uno de losmédicos me miró y dijo: “Hoy le toca operar a Paulita”. Cuando estoy en esasoperaciones, ya le platiqué, tengo una mascada de seda blanca, entonces laextiendo sobre la parte que voy a operar y sobre esa tela hago mi trabajo. Elhecho es que ahí lo dejé al angelito descansando, ya respiraba bien, así quenos fuimos a ver a otros enfermos, nunca faltan.

— Madrina, me doy cuenta de que batallo en entender cómo es eso. ¿Ustedme está tratando de decir que tiene integradas las 24 horas del día a suexperiencia de vida?

— No sé qué es lo que me pregunta, pero yo no estoy tratando nada, yo leestoy contando algo y usted está haciéndose bolas. Además, no entiendo otramanera de vivir. Si usted tiene 24 horas al día, cómo puede desafanarse dealgunas de esas horas, ¿dónde se esconde o qué? Yo me doy cuenta de lo queme pasa durante todo el día, si no, ¿qué le voy a reportar a Diosito cuandome llame? No le voy a decir: “Durante ese tiempo no sé qué estuve haciendo,a lo mejor estuve dormida, ¿quién sabe?”, tiene que hacerse responsable detodo lo que le pase.

— ¿Tiene eso algo que ver con el regalo que le traje el otro día y usted se lodio a su nieta?

— Muchas veces le he dicho que todo tiene que ver con todo. Aunque lo delregalo forma parte de como yo he decidido ser.

— ¿Cómo está eso, madrina?

— Por ejemplo: ¿quién es usted?

— ¿Cómo?

— Sí. ¿Quién es usted? ¿Usted ya tomó la elección de quién ser? ¿Usteddecidió cómo cruzar este puente que nos separa de la muerte? Si usted noeligió quién ser, es que todavía ni se ha dado cuenta de quién es. Mire quédifícil andar por el mundo sin ni siquiera saber quién es uno, y encima,andarse muriendo como un desconocido. Entonces lo primero que tenemosque hacer es saber quiénes somos y luego decidir quiénes queremos ser. Porejemplo: míreme a mí (se puso de pie y con mucha gracia dio una vuelta), yosoy una limosnera. Yo elegí ser esta limosnera y como limosnera soy impecable.Por eso no le puedo aceptar regalos nuevos; yo me visto con las “garras” quelos demás tiran, yo me alimento con las sobras de los otros, por eso nunca

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s80

Page 74: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s81

como con los demás, salvo cuando usted me insiste mucho, por no despreciarlo.¿Ha visto dónde duermo? Sígame.

Poniéndose de pie, se dirigió al cuarto contiguo a la cocina y me señaló unavieja cama toda desvencijada, la cubrían unas mantas todas raídas y era, sin lugar adudas, la más pobre de todas las que allí estaban.

— ¿Se da cuenta? Y esto no es porque soy humilde o porque soy pobre, sinoporque yo decidí ser esta. Ya le dije que no quiero ofender ni a Dios ni almundo. Cuando a este rancho mugriento viene un hermano en desgracia,aquí encuentra consuelo. Algunos pensarán: “¿Qué me puede dar esta viejachorreada?”, pero otros, los que verdaderamente necesitan que una les tireun mecatito para que puedan salir del pozo, ésos ven otra cosa. Yo no voy aofenderlos con que soy más que ellos. Ellos vienen, como usted ha visto,porque sufren y ¿quién soy yo?, una limosnera, nadie que vaya a ofenderlos.Por eso me visto de “garras”, como las sobras, y cuando vienen los que menecesitan miro el piso para que mi mirada no los ofenda, para que no sesientan juzgados por esta vieja que vive de las limosnas. Aquí siempreencontrarán consuelo los desposeídos de todo y también encontrarán paloslos que se andan mezclando con marranos... ¡Ah, porque también hay de esos!

Mi fuerza, Jorge, no está en las cosas de este mundo, por eso no le pongoafición a qué me voy a poner y a ver qué como hoy; ni a que si la del ranchoaquel dice, y que si el otro me miró feo, y que “mire, Doña Paulita, hay quehacer algo para que éste se tranquilice”; y que “se me fue la muchacha”. Asíuno se acaba. Entonces ¿qué queda para lo que usted dice, “lo sagrado”? Yole voy a contestar, lo único que queda es el eco de las cosas, y es el eco de lascosas lo que queremos evitar, lo que atormenta nuestra mente. Una menteatormentada no nos sirve para nada. Hay que interrumpir el eco de las cosaspara “agarrar” el derivado de las cosas. Es como si tiene aquí un mecatito ylo va recogiendo, primero le da una vuelta, y otra y otra, y cuando menos seda cuenta ya tiene un ovillote —mientras platicaba, mi madrina iba haciendola mímica de que se envolvía un mecate en la mano— Después veremos quéhacemos con tanta cuerda pero, mientras tanto, ya tenemos algo y lo másimportante: nos alejamos del eco de las cosas.

— Madrina, creo que me quedan muchas cosas en claro. Al poco tiempo quela conocí me preguntaba: ¿por qué vive así? Yo sé que usted podría vivir muybien, he visto mucha gente que le trae cosas: dinero, mercadería, ropa, animalesy un montón de regalos, hasta carros, que usted no ha aceptado.

— Así es, Jorge ¿para qué? Si no voy a llevarme ninguna de todas esas cosasque usted dice y es más lo que me van a estorbar que otra cosa. Más vale irligera que cargar cosas que nos van a entorpecer la caminata. Además, tal

Page 75: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

como le he dicho, si ya elegí ser una limosnera quiero vivir como limosneray para ello tengo que confiar en Dios, Él me va a proveer de lo que necesitocada día. Si yo me afanara o el miedo me llevara a meterle ruido a mi cabeza,yo ya no sería impecable, ya no sabría cuál es mi misión en la vida, ya pensaríaalgo y haría otra cosa distinta a la que pensé. Creo que esto tiene que hacer,darse cuenta de quién es y elegir quién quiere ser para cumplir con su trabajo,de lo contrario, va a andar como anda la mayoría de la gente por este puente:sin asunto.

Reflexiones

Tres cosas me llevaba como tarea: La primera era la concepción de la unidad temporalde mi madrina. Ella no segmentaba su vida en horas de sueño, horas de diversión,horas de trabajo, es decir, como lo hacemos la mayoría de las personas. Para ella todoel tiempo era una simultaneidad de experiencias que se daban aquí y ahora; claro,que el aquí y ahora de ella era un continuum que no admitía ninguna interrupción.Para que nos comprendamos, en ningún momento ella separaba o diferenciaba laexperiencia de permanecer en un estado de vigilia a la de estar dormida. Ellapermanentemente estaba aprendiendo, por lo tanto no hacía ninguna distinción entredespierta o dormida, ya que ella estaba siempre despierta, aunque estuviera acostadaen su cama y todo indicara que dormía.

La experiencia no sólo se reducía a estar siempre despierta, sino que además,en cierto estado que explicaré más adelante, ella podía trasladarse de un lugar a otroy cumplir con el propósito que tenía en su vida: Estar al servicio de Dios y de losdemás. Sé que no es fácil de entenderlo, tampoco de explicarlo, pero así era.

La segunda era su concepción de inmediatez. Todo se daba en un “aquí yahora”, dentro del cual tanto el pasado como el futuro adquirían su verdaderasignificación. Si las cosas no eran vistas bajo esta perspectiva entraban, a los ojos demi madrina, bajo la categoría de chismes. Quienes le ponían afición a los chismeshacían perder el tiempo a la gente que estaba comprometida con el verdadero trabajo,por lo que, si uno quería estar en el trabajo, no debía ponerle atención a esta gente.

Y por último, mi tercera tarea era buscar un concepto de congruencia queinvolucrara las otras dos cuestiones. Ya no se trataba de ser congruente cuando seestaba interactuando con el otro, tampoco abarcar sólo las 16 horas de vigilia; ahoraser congruente adquiría, para mí, un nuevo significado, un significado que a la vezera un desafío. Estaba integrado a una concepción espacio-temporal diferente, a unadimensión que se manifestaba siempre en un “aquí y ahora”.

Cuando le comenté a mi madrina las tareas que me llevaba, me dijo: “No leva a servir de nada meterse en sus libros y escarbar más lejos. Es que ¿acaso no

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s82

Page 76: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s83

entendió nada?, ¿cómo va a buscar en otro lugar y más tarde las respuestas que debeencontrar ahorita mismo, aquí mismo? Olvídese, Jorge, vaya y haga lo que tiene quehacer, aunque, sepa que de nada le va a servir, a lo sumo terminará repitiendo lalección como el perico, y como se la habrá aprendido, creerá que por fin agarró algo”.Al abandonar el rancho me ganó, otra vez, cierta decepción. Me sentía incapaz deaventar todo a la basura, es más, ni siquiera sabía cómo hacerle, pero iba creciendoen mí algo, algo que no podía denominarlo ni tampoco abarcarlo, algo que pudierallamar no ordinario, para sacarlo del contexto en el cual me había movido toda mivida.

Cogí, debo confesarlo, uno de los libros que más me habían subyugado en mivida: Perspectivas desde el Mundo Real, de G.I. Gurdjieff, y, como era costumbre loabrí para leer el párrafo que apareciera ante mis ojos. El libro y su texto me eran bienconocidos, ya que lo había leído por lo menos las tres veces que él aconsejaba leer suslibros. Abrí una de sus páginas y continué leyendo hasta que mi vista se posó en lossiguientes párrafos:

Debemos esforzarnos por la libertad si nos esforzamos por el conocimiento de sí.La tarea de un más amplio conocimiento y desarrollo de sí es de tal importancia yseriedad, demanda tal intensidad de esfuerzo, que es imposible intentarladescuidadamente y en medio de otras cosas. La persona que emprende esta tareadebe darle preeminencia en su vida, la que no es tan larga para permitirse elmalgastarla en trivialidades. ¿Qué podría darle al hombre la posibilidad de emplearel tiempo ventajosamente en su búsqueda, sino la libertad de toda clase de apego?Libertad y seriedad. No la clase de seriedad que se asoma bajo cejas fruncidas ylabios arrugados, ademanes cuidadosamente reprimidos y palabras filtradas entrelos dientes, sino la clase de seriedad que significa determinación y persistencia enla búsqueda, intensidad y constancia en ella tal, que un hombre, aun cuando descansa,continúa con su tarea principal.

Gurdjieff, G. I., 1973: 52

Era tal el compromiso de Doña Paula que logró algo que para nosotros, loshombres ordinarios, es incomprensible, algo que a nuestros ojos raya en el absurdopero, para ella, formaba parte de su cotidianeidad: la integración de la dualidad comoparte de la manifestación misma de la vida. En ese filo caminaba mi madrina, con lasoltura de alguien que sabe bien lo que tiene que hacer. En la convergencia de lo quetenía y de lo que quería se manifestaban su impecabilidad y su congruencia. Ella, auncuando descansaba, continuaba su tarea principal, su misión en la vida.

Por mi parte, sentía que algo importante de la tarea lo tenía resuelto, perotodavía me faltaban otros aspectos. Sabía que la Gestalt había tomado partes importantesdel budismo, del taoísmo, del sufismo y del existencialismo. Sobre todo, en lo referenteal “aquí y ahora”. No me costó mucho encontrar entre mis libros alguno que hablaradel tema.

Page 77: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

El existencialismo considera a la experiencia humana como una permanenteactualización. Esa actualización se da de una manera continua, en la inmediatez dela propia existencia. El ser humano está de manera constante re-creándose a sí mismo,participando de un todo, confiriéndole, por lo tanto, a la realidad, un carácter holístico.

No es el individuo aislado el que vive la experiencia; es para él, inmerso enel contexto, para quien cada cosa que lo rodea adquiere una significación que le espropia. El ser humano influye y es influido por el medio en el cual interactúa. Se nutrey nutre a ese entorno que se le manifiesta pletórico de posibilidades y esas posibilidadesse le presentan en cada instante de su existencia.

Tanto en el budismo Zen como en el taoísmo, sería imposible dividir laexperiencia en categorías espacio-temporales, ya que bajo la perspectiva de estasenseñanzas el Universo es uno, y el uno contiene a todas las cosas.

Tal vez la manera más ejemplificadora es cuando en el budismo Zen el maestrole dice a su discípulo: “Abandona el cuerpo y la mente”. Esto al parecer acabaría contoda división, ya no sería yo y el mundo, sino esa hermosa imagen de una gota en elocéano, el uno en el uno. Existe un diálogo en uno de los libros más completos y clarosque he leído de budismo Zen, a continuación lo transcribo:

Estudiante: Hace como una hora durante el zazen, de pronto el dolor de las piernasdesapareció, las lágrimas empezaron a correr sin darme cuenta y sentí como si mederritiera por dentro. Al mismo tiempo me sentí envuelta por un sentimiento de amor.¿Qué significa todo esto?

Roshi: Al practicar zazen con energía y devoción, se destruye nuestro sentido dealineación de las personas y las cosas. El hombre ordinario piensa dualísticamente:piensa en términos de sí mismo y aquello opuesto a él y esto es lo que causa susufrimiento puesto que da pie al antagonismo y al aferramiento que a la vez llevan alsufrimiento. Pero a través del zazen esta dicotomía poco a poco se desvanece. Entoncesla compasión se profundiza y amplía naturalmente, puesto que tus pensamientos ysentimientos ya no estarán enfocados en un “yo” no existente. Esto es lo que te estápasando. Por supuesto que es muy gratificante, pero debes ir más lejos. Continúaconcentrándote de todo corazón.

Kapleau, R. P., 1988: 129

Lo mismo ocurre en el taoísmo. Este pensamiento se refleja desde los dosprimeros versos expresados en el Tao:

IEl Tao que puede ser expresadono es el verdadero Tao.

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s84

Page 78: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s85

El nombre que se le puede darno es su verdadero nombre.

Sin nombre es el principio del universo;y con nombre, es la madre de todas las cosas.

Desde el no-ser comprendemos su esencia;y desde el ser, sólo vemos su apariencia.

Ambas cosas, ser y no ser, tienen el mismoorigen, aunque distinto nombre.Su identidad es el misterio.Y en ese misteriose halla la puerta de toda maravilla.

II

Todo el mundo toma lo bello por lo bello,y por eso conocen qué es lo feo.Todo el mundo toma el bien por el bieny por eso conocen qué es el mal.

Porque el ser y el no ser se engendran mutuamente.Lo fácil y lo difícil se complementan.Lo largo y lo corto se forman el uno del otro.Lo alto y lo bajo se aproximan.El sonido y el tono armonizan entre sí.El antes y el después se suceden recíprocamente.

Por eso, el sabio adopta la actitud de no obrary practica una enseñanza sin palabras.

Todas las cosas aparecen sin su intervención.Nada usurpa ni nada rehúsa.No espera recompensa de sus obras,ni se atribuye la obra acabada,y por eso, su obra permanece con él.

Lao Tse, 1995: 13

Todo está compuesto de polaridades, y las polaridades se manifiestan consimultaneidad. Si nos damos cuenta de la simultaneidad en el “aquí y ahora” de nuestraexperiencia, habremos eliminado la ansiedad y la angustia que se produce por estardesfasados en el tiempo, por vivirnos en esa percepción de separatividad.

El Aquí y el Ahora se refiere a estar en el momento presente. La Angustia y laAnsiedad surgen cuando se pasa del Ahora al Futuro.

Salana Penhos, H., 1996: 21

Page 79: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s86

En el sufismo encontramos la misma idea de la unidad, conteniendo ésta auna dualidad que se manifiesta con simultaneidad. Es la presencia de la realidad laque tiende a eliminar los opuestos y permitir a nuestro ser captar el Todo, sin juiciosy sin discriminaciones. Los cuentos sufíes provocan cierta gracia, tal vez porque suestructura presenta una respuesta que no es la esperada por una mente racional, porlo que las respuestas parecen absurdas. Frente a este absurdo, la mente no puedeencontrar una solución lógica y la respuesta a la tensión acumulada es la risa. Algosimilar ocurre con los koanes dentro del budismo Zen, si bien éstos no mueven a risa,su estructura no nos permite un fácil acceso a una respuesta racional, en sentidoordinario, sino que nos demanda un esfuerzo, el cual una y otra vez sucumbe en losvanos intentos de encontrar una respuesta que satisfaga la expectativa rutinaria denuestros pensamientos. Por ejemplo, ¿cuál era tu rostro antes de haber nacido?

Si estuviéramos abiertos a la experiencia holística que representa la vida,aplazando el juicio y fluyendo como lo hace el viento o los ríos, tal vez comprenderíamosel verdadero significado de los koanes o de los cuentos sufíes:

— ¡Felicítame!— gritó Nasrudin a su vecino—. Acabo de ser padre.

— ¡Felicitaciones! ¿Es un varón o una niña?

— ¡Sí! Pero, ¿cómo te diste cuenta?

Idries Sha, 1985: 67

La mayoría de las escuelas orientales nos invitan a percibir la aparentepolaridad de las cosas como lo que realmente son: partes complementarias de unamisma realidad. Sin esta complementariedad no existiría el equilibrio, éste cobra viday presencia en los opuestos: vida-muerte, luz-oscuridad, amor-odio, atracción-repulsión, y así en todo lo manifiesto- inmanifiesto.

Thorwald Dethlefsen y Rüdiger Dahlke abordan en su libro, La enfermedadcomo camino, desde una perspectiva psicológica e histórica el problema de ladesintegración del ser humano a partir de su percepción antagónica de la dualidady no como partes complementarias de una misma realidad:

El versículo 22 del Shinjinmei, el más antiguo y sin duda más importante texto delbudismo Zen, dice así: “Si queda en nosotros la más mínima idea de la verdad y elerror, nuestro espíritu sucumbirá en la confusión”. La duda que divide las polaridadesen elementos opuestos es el mal, pero es necesario pasar por ella para llegar a laconvicción. Para ejercitar nuestro discernimiento, necesitamos siempre dos polospero no debemos quedarnos atascados en su antagonismo, sino utilizar su tensióncomo impulso y energía en nuestra búsqueda de la unidad. El ser humano es pecador,es culpable, pero precisamente esta culpa lo distingue, ya que es prenda de su libertad.

Dethlefsen, T. y Dahlke, R. 1993: 68

Page 80: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s87

Mi madrina vivía conscientemente esta dualidad, conteniéndola en sí misma,en cada acto de su vida. Por esto, a los ojos de la mayoría de la gente su comportamientoera absurdo, o dicho de manera más elegante, excéntrico. Pero era esa capacidad decontener los opuestos la que le permitía ser un gran contenedor de la experienciahumana, incluso de aquella que pareciera absurda o siniestra a los ojos acostumbradosa mirar pero no a ver. Ella vivía apartada del juicio al prójimo; al contrario, en suimpecabilidad contenía al prójimo, lo acompañaba en el trecho del camino que él sedejara acompañar. En su congruencia ella había hecho realidad la cita bíblica:

No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréisjuzgados, y con la medida con que medís, os será medido. ¿Y por qué miras la pajaque está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?¿O cómo dirás a tu hermano: déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en elojo tuyo? ¡Hipócritas! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bienpara sacar la paja del ojo de tu hermano.

Mateo: 7, 2, 3, 4 y 5

Para Carl Rogers, el concepto de congruencia está vinculado al auto conceptoque tenemos de nosotros mismos y a su manifestación en la interacción entre elorganismo y el ambiente. De esta relación surge un constructo al que denominamos“yo”. En la medida que la manifestación de la auto percepción responda a las necesidadesreales del organismo nos acercaremos a la congruencia. El problema es que muchosde los valores que aceptamos como válidos son tomados de otras personas y noconstituyen experiencias propias del organismo. Bárbara Engler, en su libro Teoríasde la personalidad, comenta acerca de Rogers:

Las experiencias que ocurren en la vida son simbolizadas, ignoradas, negadas odistorsionadas. Si una de éstas es simbolizada, es aceptada en la conciencia, percibiday organizada en una relación con el yo. Las experiencias son negadas o distorsionadassi parecen ser inconsistentes con la estructura del yo. Rogers no cree que la estructuradel yo deba estar formada con base en la negación o distorsión.

Engler, B., 1996: 331

La posibilidad del desarrollo de la conciencia de un individuo va a estar dadapor la coincidencia que exista entre su auto concepto y lo que es percibido comorealidad. Es fundamental responder a la necesidad que existe en asumir esa congruenciaentre el yo y la necesidad del organismo en actualizarse.

Cuando las experiencias negadas o distorsionadas son las que marcan laspautas de la manifestación, existe en el individuo una sensación de ansiedad y angustia.Esta manifestación incongruente genera una tensión en la relación con uno mismoy, por ende, con los demás. Si profundizamos un poco más en el concepto de tensión,

Page 81: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s88

nos daremos cuenta de que ésta se produce al existir una fuerza que tiende a deformarun cuerpo, en términos de Rogers a un organismo, impidiéndole fluir con naturalidad.

Cuando la persona actúa congruentemente con el concepto que tiene de símisma, sustentado en su propia experiencia organísmica, podemos decir que lapersona está adaptada psicológicamente. La congruencia nos posibilita un contactopleno con la realidad, un intercambio de experiencia a través del propio organismo,sin que esta experiencia se encuentre mediatizada por las tensiones que origina ladistorsión o negación de las experiencias anteriores.

Esta congruencia debe darse en un continuum llamado “aquí y ahora”, endonde las experiencias anteriores o las proyecciones futuristas no atenten contra elorganismo, disociándolo en el tiempo. De esta manera, ni la ansiedad que se generapor tratar de predecir el futuro, por demás incierto, ni la culpa que surge en contactocon un pasado irreversible pueden distorsionar la experiencia de vida.

Ahora sí, las tres partes que habían conformado mi tarea encontraban unsentido. Además, sentía que la tensión que originalmente tenía ante tanto choqueque se generaba con Doña Paula, disminuía paulatinamente. El rompecabezas adquiríaforma, y la forma correspondía a un modelo en el que los conceptos se eslabonaban,era como si todo encajara, como si se estableciera una comunión entre lo exterior ylo interior.

Mi mente se detenía para contener los opuestos, mientras mi intelecto roíalos huesos de dinosaurio que le había arrojado con tanta información. Me daba cuentade que mientras mi cabeza se encontraba ocupada tratando de dilucidar algún temaque revestía cierta complejidad, mi mente se detenía en una actitud contemplativa.Lo mismo me pasaba después de un gran esfuerzo intelectual o frente a una situaciónque mi mente considerara extremadamente absurda.

Ahora podía continuar con mi libro, tal vez quieran continuar su lectura, talvez quieran adentrarse en un mundo donde la secuencia narrativa no coincide, apropósito, con la cronología de las experiencias ¿Es que acaso la mente respeta eltiempo cronológico? ¿O ésta ha inventado su propio tiempo? Ahora sí podía descansar,sentía que había cumplido con mis expectativas, había organizado un cúmulo deconocimientos dispersos; ahora tenían forma, imprecisa, tal vez, pero era un buencomienzo, el inicio de mi propia congruencia.

Sentía que podía contactarme con mis pensamientos y reconocerlos comopropios; me energetizaba el contacto tan postergado con mi emoción, ésta meimpulsaba a discurrir entusiastamente y percibía, simultáneamente, la sensacióncorporal con una actitud dispuesta a la acción, a la ejecución de lo que pensaba ysentía. Creo que nunca había logrado ese estado de comunión entre mi ser y el entorno.Si esto era la congruencia, acababa de enamorarme de ella.

Page 82: Doña Paula: Un salto al vacío

Capítulo III

Día de Muertos

Page 83: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s91

Capítulo III

Día de Muertos

48. Ching, el pozo de agua

Abajo está la madera, arriba el agua. La madera desciende al interior de la tierra afin de elevar el agua. Es la imagen de un pozo de palanca de la antigüedad china.La madera no hace referencia a los cubos que en la antigüedad eran de barro cocido,sino a la vara de madera mediante cuyos movimientos se extraía el agua del pozo.La imagen alude asimismo al mundo vegetal que en sus arterias eleva el agua de latierra. El pozo del que se extrae el agua contiene, además, la idea de un inagotabledon de alimento.

I Ching, El libro de los cambios, 1995: 269

Jugando en el espacio/tiempo

Me levanté con el alba, miré su foto sobre la improvisada repisa de mi cuarto. Hacíadías que estaba inquieto, otra noche que pasaba sin poder conciliar el sueño. Sentíaque me faltaba el aire. Como si el aire se hubiera vuelto espeso y cada inhalación fueraun acto voluntario. Comprendí a los asmáticos y me contacté con el miedo a la asfixia¿Pero era el miedo a la asfixia, o había un miedo anterior que producía esa situacióntan desesperante? Como sea, no pude dormir y me levanté con la boca pastosa, seca,los labios partidos y el cuerpo sudoroso. Busqué una toalla, me quité la ropa y con elcuerpo dolorido me sumergí en la cortina de agua.

Mi cabeza estaba embotada, los pensamientos fluían en cámara lenta, no sécómo pero ya me encontraba sentado en mi camioneta rumbo al panteón de Rinconada.Sintonicé la radio, quería escuchar una voz conocida, una voz que me conectara almundo. ¿A cuál mundo?, a cualquiera. Quería aferrarme a algo conocido. Felipe(compañero de estudios) recién comenzaba a conducir su programa “En voz alta”. Suvoz, a pesar de las noticias habitualmente trágicas, me hizo recordar otros escenariosmás afables. Disfruté de su compañía por varios kilómetros hasta que entré en elcamino sinuoso de la carretera que conduce a Saltillo. Ahí la señal comenzó a serdifusa, hasta perderse casi por completo. Apagué la radio, lo que implica: me quedésolo.

La salida lateral irrumpió en mi sueño, apenas logré salir hacia el costado ytomar la calle principal de Rinconada. Primero me pareció extraña, pero sabía queno me perdería, ya la había transitado otras veces, no muchas pero sí las suficientescomo para saber que no había otra calle asfaltada en todo el pueblo. Más deteriorada,

Page 84: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s92

por momentos los baches y el asfalto comido por el tiempo captaron mi atención. Talvez fueron unos segundos, después volví a la nada.

Estacioné la camioneta en el mismo lugar donde lo dejé el año pasado. Miréa mi alrededor, no había nadie, eso me sorprendió, esperaba encontrar mucha gente.Miré la hora: 7:30. ¿Sería todavía muy temprano? Tal vez.

Entré al panteón. Cementerio de pueblo chico. En un perímetro deaproximadamente hectárea y media, bardeado con bloques de cemento, veía unoscuantos montículos de tierra y las diferencias sociales, aun en el camposanto. Algunastumbas con sus lápidas talladas y hasta con esculturas religiosas, otras con una cruzde madera mal enterrada y otras invadidas de maleza que impedía ver los límitesentre el piso y la tumba.

Mirando hacia ambos lados lo atravesé de extremo a extremo, hasta llegara la tumba que tenía por sola inscripción a mano: “Doña Paula Banda Calderón”. Mesenté en una piedra justo a los pies de la tumba:

— Hola, madrina. ¿Cómo ha estado? Al parecer aquí no los tratan muy bien.He visto mejores panteones que este...

— Jorge, Jorge, nunca me interesó aparentar nada en vida. ¿Se cree que meva a interesar ahora, después de dos años de muerta? Acaso no es usted elque no se cansa de repetir lo que le dije el primer día que llegó a mi casa.Para que sepa, no he cambiado, sigo siendo la misma. Lo que no aprenda allíno se lo van a regalar aquí.

— Madrina, ¿qué sentido tiene todo esto? (Mirando alrededor y viendo elpaisaje desierto, donde lo único que crecían eran tumbas).

— ¿Usted qué cree?

— No lo sé. Lo único que sé es que extraño los diálogos y los cortadillos queme comía en el rancho, en su compañía. A veces siento que la soledad mepesa aquí, sí aquí, en el centro del pecho y vuelve a asaltarme el miedo de“morir como un perro”. ¿Recuerda?

— Claro que me acuerdo, pero al parecer el que no se acuerda es usted. Yole dije: ¿cuál perro?, si de lo que estamos rodeados son más de marranos quede perros (Risa) Usted no se haga problemas, que ahorita le doy una enderezadapara que deje de hacerse bolas. Usted no va a terminar como ningún perro.No, señor. No sería yo esa que abandone a un amigo, ¿o usted se cree quesólo porque estoy muerta voy a dejar de dar lata? Nada de eso. Ya le dije unavez que usted no es esa persona que se ande quejando. Usted no nació para

Page 85: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s93

tener miedo a nada, sólo respetar lo que es, lo que se tiene que respetar. Todolo demás se va acomodando mientras seguimos al pasito.

— Madrina, ¿dónde está?

— ¿Usted qué cree?, ¿no me está escuchando acaso?

— Sí, pero eso es mi imaginación, yo me estoy acordando de cómo erannuestros diálogos y por eso ahora los evoco.

— Espere, Jorge, una cosa es estar muerta y otra muy distinta es ser pendeja.Yo le estoy hablando, y ahorita mismo me estoy encabronando porque no hevenido aquí, al lado suyo, para que usted me salga con esas cosas que ya sele deberían haber quitado. No me haga sentir que perdí siete años de mi vidaacompañándolo para que no llegue a ningún lado, ni para que no tenga lahabilidad de agarrar ni un puñado de tierra de toda la que lo rodea. Mire asu alrededor y deje todo lo que le molesta para ser usted mismo. Ahorita tieneotra oportunidad. Los restos de todos los que están bajo tierra son purapodredumbre, ya no les queda nada de la vanidad ni de todo lo que se cansabanpor aparentar o en sostener las mentiras. ¿Recuerda cuando le decía esperea que vuelvan? Aquí ya se siguieron de largo, aquí cada uno es lo que es...

— Madrina, entonces ¿qué sentido tiene seguir vivo?, si al final todos vamosa terminar igual, bajo esos montículos de tierra.

— No se equivoque, bajo esos montículos de tierra ya no queda nada. ¿No meescuchó? Todo lo que era vanidad allí quedó. Ahora lo único que queda es loque somos.

— ¿Y qué somos?

— ¡Ah!, ahora quiere que la chamba suya la haga otro. Esto está fácil. Pero yono puedo quitarle la oportunidad de que usted lo descubra. ¿Cómo va a darlevalor a lo gratis? Le va a costar y pagará con el orgullo y con la soberbia, laenvidia también es buena moneda de pago, y también haber andado como elchuparrosas, ¡ja! ¡ja!

— Madrina, pero le vuelvo a preguntar lo mismo ¿Cuál es el sentido de seguirbatallando por la vida?

— En la pregunta está la respuesta. Eso, encontrarle el sentido a la vida. Y sise tomara un tiempo y mirara a su alrededor se daría cuenta de que tal vezla respuesta esté en el final. Tal vez el final sea el principio de todas las cosas.

Page 86: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s94

Pregúntese: ¿Qué piensa? ¿Qué siente? ¿Cree realmente que está rodeado demuerte por el solo hecho de estar en el panteón? Mire un poco más allá delos muros, un poco más allá de la barda. ¿No ve los cerros? ¿no ve el sol quese levanta tras la montaña? Dígame, Jorge, ¿no le parece una buena razónpara estar vivo? Recuerde: que su cabeza siempre esté donde está su cuerpo.

— Madrina, me siento vacío... vacío

— Ojalá lo estuviera. El problema no es que esté vacío, el problema es queestá lleno, pero lleno de cosas que no le sirven. Se tendría que aligerar unpoco para dejar de andar cargando el mundo sobre sus espaldas. Vuelva amirar a su alrededor. Todos éstos se creyeron alguna vez que nadie podíacambiarlos, así, igual que usted, y ¿qué lograron?, ¿usted cree que vivieronmás que cualquier otro? Jorge, si no agarramos las cosas en su propio tantotodo va a seguir igual, sin que nada importante suceda en su vida. Usted secree que por vivir cansado, lleno de preocupaciones va a lograr cazar esaliebre que se le ha estado escapando una y otra y otra vez.

— La pregunta de siempre… ¿cómo?, ¿cómo?, ¿cómo? Supongamos que yasé todo lo que estoy haciendo mal. Pero ¿cómo desprogramo la cabezota paraempezar a hacer las cosas bien?

— Bien, por lo visto usted cree que tiene... ¿cómo dijo?, desprogra... no séqué... la cabezota. El problema es que usted no tiene la solución y cree quelo va a arreglar con eso. La solución no está en usted. No al menos comousted cree. No se puede recetar usted mismo. Usted sabe cómo se siente perono tiene la palabra justa para romper el encantamiento de la mente. Tenemosque encontrar las palabras precisas, las palabras de la verdad, soloconociéndolas usted se libera del tormento de la mente. Mientras tanto, nole queda más que ir de aquí para allá como ahora. Si no tiene asunto, mejorse queda en un lugar para no andar corriendo riesgos innecesarios. Porejemplo, ¿qué está haciendo usted aquí? Yo ya lo vi desde que salió de sucasa bien recio, y siguió recio por esa carretera que está bien peligrosa, comoalma que se las trae... y ¿para qué? Pone en riesgo su vida, su mueble...imagínese que le pasa algo, ¿qué será de sus muchachos? Y de su pobremadre, ¿qué me cuenta?, ¿cree que podría sobreponerse a un dolor tan grandecomo lo que representa la muerte de un hijo?

— Madrina, me está diciendo lo mismo que me decía cuando estaba viva.¿No se supone que la visión de alguien que está más allá de todo este relajosería diferente?

— Ya le dije que no podemos cambiar de un momento para otro. Quizás deun momento para otro nos morimos, pero no porque hayamos muerto nos

Page 87: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s95

vamos a volver más listos de lo que éramos. ¿O usted se cree eso de los premiosporque sí? Váyase quitando esas ideas de la cabeza. Nada se consigue si noentiende y avanza. Si no hay veintes usted sigue pobre, si le caen veintes ytiene la maña de guardarlos, entonces hablamos. Mientras tanto no le quedamás remedio que escucharme. Para algo vino, de perdido que no se vaya conlas manos vacías. Claro, no depende de mí si usted no quiere “agarrar” algo.Durante mucho tiempo he tratado de acompañarlo como mejor he podido...

— Y lo ha hecho muy bien, Doña....

— No me interrumpa, que se me va lo importante por quedarnos en lasapariencias. Le decía que he tratado de acompañarlo como mejor he podido.También sé que no ha sido fácil ni para usted ni para mí, porque todo estopara usted es nuevo y como usted nunca había conocido una persona así,natural como yo, más difícil le debe resultar. Pero ni modo, así nos tocó a losdos. Yo, sin saber porqué mi destino lo puso en mi camino, y sin embargo, atratar de “agarrar” lo que me toca si es que me toca algo, y usted, a tratar dehacerse cargo de lo que pueda cazar. En ese camino que trazamos juntos peroseparados han sucedido muchas cosas, algunos las llaman buenas y malas,yo a todas las llamo “cosas”. Sería imposible vivir sin que las cosas pasaran;cada una a su ritmo pasa y vienen otras para reemplazar a las que se acabande ir, y así se nos hace de noche para luego reanudar otro día. Se da cuenta,Jorge, si sólo pudiéramos contemplar el curso de las cosas. ¿De dónde nacen?,¿hacia dónde van? ¿qué importancia tienen? Y tratando de encontrar respuestasnos pasamos en averiguaciones: que si dicen que ésta viene de tal lado y quesiempre no, que viene de tal otro y el chisme no para, y la cabezota empiezaa crecer y surge el tormento. Es muy poco, por no decir nada, lo que puedehacer una mente atormentada. Yo lo que le dije es que vamos a “agarrar” lascosas en un tanto, desde la raíz. Pero, para “agarrar” las cosas desde la raízsin dañar la planta, ¿qué hay que hacer?

Con voz experta le dije:

— Primero hay que cavar alrededor de la planta...

— Eso, eso es la que hemos estado haciendo y allí estamos atorados, en quela raíz de esta planta es muy sensible y no está acostumbrada a aguantar vara,por eso nos vamos al pasito. Hasta donde lleguemos es bueno.

— Doña Paula, acláreme qué es eso de que usted es natural.

— Se lo he explicado varias veces, pero al parecer usted necesita que lemachaquen. Soy así. A mí nadie me enseñó nada. Yo ya vine así. Yo no tuve

Page 88: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s96

que hacer como los mentalistas que van a estudiar sus cosas o como loslectores, que andan presumiendo con palabras que les son ajenas. Nunca megustó saludar con sombrero ajeno. Yo así soy, siempre he sido así, desde queera bien huerquilla me he ganado unas buenas palizas con esas varillas deretama por andar de metiche: Que tómese esta hierbita que le va a hacer biena ese dolor de panza, que dese un baño de agua de rosas, y que esto y que lootro, y ¡órale que otra vez la jaladera de orejas por andar de médica! Piensoque mis papás sufrieron mucho por ser yo como soy. Con siete años ya veníana consultarme desde bien lejos y ¿qué podía hacer yo, si apenas levantabauna cuarta del suelo?

Podía imaginarme a Doña Paula con lágrimas en los ojos, recordando aspectosde su infancia

— ¡Imagínese! Yo ni sabía lo que hacía, pero era como si una voz me dictaralo que tenía que recetar y allí estaba yo, a veces creyéndome mucho y otrassin saber qué estaba haciendo. Fue muy duro...

— Pero, y ahora que ya no está en este mundo, ¿de qué le sirvió todo eso?

— Lo más triste: De casi nada. Como usted puede ver alrededor de su personalas cosas siguen pasando, al igual que cuando yo estaba compartiendo la mesacon usted. Las cosas no se acaban ni se van a acabar, pero nosotros sí nosacabamos, así que es mejor buscar una manera mucho más útil de pasar elpuente que nos separa entre la vida y esto que llamamos muerte. Pero, ¡aguas!Le dije que “casi” de nada y usted con el “casi” ya la hace. Pero desde aquí yano puedo hacer recetas.

— ¿Qué, le quitaron el recetario?

— No es eso, ahora sólo puedo acompañarlo a ver si todo lo que le enseñé fuesuficiente para que la planta no se vaya en vicio y dé fruto. Usted no pierdade vista el movimiento de las cosas, aunque no se deje hipnotizar por lascosas. Si se va con las cosas ya lo habremos perdido y todo el trabajo habráresultado inútil. Todo esto ya se lo dije cuando tomábamos café, sólo le estoyrefrescando la memoria. Es como si hubiera estado paralizado de las piernasy sólo pudiera caminar con muletas, pues bien, ahora hay que quitar lasmuletas y ver cómo resultó la operación.

— ¿Y usted qué piensa, madrina?

— ¡Ah!, cierto que soy su madrina, y cada vez que se le empiezan a ponerdifíciles las cosas me lo recuerda. Creo que ni con eso se libra, aunque ustedsea mi ahijado no le sirve para escaparse de la realidad.

Page 89: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s97

— Madrina, ¿por qué a veces me parece que escucho cosas contradictorias?Usted me ha dicho muchas veces que no busque fuera de mí, y hace un ratome dice que yo no puedo darme el diagnóstico y recetarme ¿En qué quedamos?,¿necesito a alguien para que me ayude o puedo hacerlo yo sólo?— A veces sí y otras veces, no. Lo verdaderamente difícil es saber cuándo unoy cuándo lo otro.

— Pero, madrina, ¿todo es así, doble?

— Doble sería una forma de decir, pero no sería lo correcto. Yo no le diríadoble, sino de muchas formas y de más contenidos. Las cosas para mí no sony no eran lo mismo que para otras gentes. Tiene que aprender que tododepende de muchas cosas y que no basta la cabezota para atraparlas, y sinembargo, hace falta una buena cabezota para mantenerse en un tanto.

— ¿Qué es mantenerse en un tanto?

— ¿Qué entiende usted cuando yo le digo: hay que mantenerse en un tanto?

— Bueno, yo entiendo que uno tiene que quedarse quieto hasta que hayacomprendido la verdadera naturaleza de las cosas.

— Uno no se puede quedar quieto, ya que todo se mueve y bien rápido. Lomejor sería no tomar decisiones porque cuando uno decide, deja de ladomuchas cosas importantes. Por allí cortamos la pierna que no era y la otrasigue mala.

— ¿Cómo es posible? A mí siempre me enseñaron que tenía que tomardecisiones y que eso era un signo de madurez. Que mientras más decisionestomara y las llevara adelante, eso hablaría bien de mí.

— Como le dije hace un rato: A veces sí y a veces no. Sin embargo, la mayoríade las veces no es usted el que toma las decisiones. Son las cosas y la gentelas que lo empujan a tomar las decisiones. Por eso lo mejor es no tomarninguna decisión hasta saber quién es el que va a dar el paso al frente paraque lo fusilen. ¿Para qué o quién va a ser ajusticiado? En cuanto a lo que usteddice que todo lo que digo tiene otra cara, quiero decirle que así es. Todo loque yo digo tiene no una sola cara sino muchas caras. Algunas más simpáticasque otras y algunas muy feas, pero ni modo, así es esto de querer “agarrar”las cosas.

— Madrina,”agarrar” las cosas, ¿tiene que ver con la conciencia?

Page 90: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s98

Mi imaginación voló hasta centrarse en una imagen conocida y allí volví aencontrarme con mi madrina. Miró hacia el piso, inclinó la cabeza y escupió unahebra de tabaco, luego dirigió su mirada al cigarro que hacía girar entre sus dedos.Hizo un gesto con la boca acompañado de un leve movimiento de hombros. Todoesto me indicó que no iba a ser fácil obtener una respuesta, al menos una respuestaconvencional.

— ¿Para qué quiere saber qué es la conciencia?

— He escuchado muchas veces decir que la conciencia juega un papel muyimportante cuando el hombre busca el verdadero conocimiento.

— ¿Dónde lo escuchó?

— Bueno, en algunos de los grupos en los que he andado, también en cursoso en pláticas y lo leí en libros que tratan acerca del conocimiento.

— ¡Ah!, lo leyó. Ustedes los lectores creen que porque se aprenden el nombrede las cosas, ese es el nombre real de las cosas. Lo único que tiene es elnombre, pero no tiene la palabra “efectiva”. La palabra “efectiva” es la quepuede ayudarlo a “estallar” la cabezota.

— ¿Y cuál es esa palabra?

— Ésas no salen en los libros y cada cosa tiene su palabra “efectiva”. De nadale serviría conocer la palabra efectiva de la conciencia.

— Pero, madrina, ¿cómo puede ayudarme para que comprenda..?

— A lo mejor le sirve que la conciencia es “darse cuenta”, pero no con lacabeza. Ustedes los lectores creen que todo pueden atraparlo con la cabeza,pero uno no puede darse cuenta o volverse, como usted dice, consciente conla cabeza. La cabeza tiene que “estallar” para poder “agarrar” algo de larealidad, y cuando esto pasa usted sabe lo que tiene que saber, las cosas estánen un tanto, y esa palabra ahora es “efectiva”.

— Madrina, ¿por qué hablan de que existen diferentes niveles de conciencia?

— Se lo he dicho muchas veces, la gente habla porque no sabe hacer otra cosa,y mientras más habla, más cree que sabe. Lo único que hacen es ponerleafición al chisme y a repetir lo que dicen otros que aprendieron del chisme¿Cuáles niveles? O está dormido o está despierto; o se da cuenta o no se dacuenta. Lo demás es puro borlote, puro cuento.

Page 91: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s99

— Pero, por ejemplo, hay gente que tiene mucha capacidad, otra tiene unpoco menos y también hay gente que no tiene nada de capacidad. Tambiénhay gente negra, morena y blanca ¿Por qué no puede haber diferentes gradoso niveles en la conciencia o en el darse cuenta?

— Ese es el problema suyo, Jorge, y el de muchos otros que se pierden conlas palabras: el creer que lo que vale en este mundo sirve para el otro. Todolo aprendido en este mundo en el que usted vive, entre todas esas palabras,no sirve para nada en el “otro mundo”. Todo lo que usted cree es lo que nolo deja ver “lo otro”. Si quiere ver la televisión de verdad tiene que ponerlaen el canal verdadero, si no, va a perder mucho tiempo.

— ¿Cuál es ese “otro mundo”?

— Vamos despacio. El “otro mundo” está aquí, sólo que no puede verse conlos ojos comunes, hay que tener otros ojos para ver lo real.

— Madrina, ¿entonces no podemos ir progresando poco a poco, haciéndonoscada vez más conscientes, comprendiendo cada día un poco más?

— Claro que no. Esa es otra trampa de la cabezota. La cabezota le hace creerque el “otro mundo” funciona como éste, y el “otro mundo” no tiene nadaque ver con éste. Mire hacia fuera.

Estábamos sentados en el lugar de siempre, al menos así vivía ese instante.Doña Paula en la cabecera de la mesa, con sus pies sin tocar el suelo, mirando a travésdel hueco que dejaba la puerta abierta. Yo, en mi lugar, a la izquierda de Doña Paulay casi de frente hacia la abertura. Mi cuerpo estaba levemente inclinado, de tal maneraque podía observar a mi madrina y con solo ladear la cabeza, mirar el desierto quese extendía tras el umbral de la puerta. Giré la cabeza y observé los matorrales, elcielo, la tierra navegando en cada brisa, en cada impulso del viento. No sé cuántotiempo pasó, sólo recuerdo que la voz de mi madrina en un susurro me sacó deltrance:

— ¿Qué ve?

— Veo el paisaje.

— No. Más que eso, descríbame que está viendo.

— Veo el cerro, los matorrales y árboles chaparros. Tal vez sean mezquites,en Argentina les decimos chañar. También veo rocas, el cielo azul...

— Fíjese en el medio de ese cerro. ¿Qué ve?

Page 92: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s100

— Como una sombra, como si estuviera un poco más oscuro que a su alrededor.

— Trate de olvidarse de sus ojos, de los ojos con que ve todos los días. Tratede ver sin los ojos.

En ese instante se produjo en mí un vacío. No sabía con qué estaba viendo,sentí que el que observaba era todo mi cuerpo; no veía nada diferente, pero habíadesaparecido el observador, era como si me hubiera fundido en el desierto. Como siel observador y lo observado fueran lo mismo.

— ¿Y, Jorge, ahora qué ve?

La voz de mi madrina volvió al rescate. Sentí una pequeña convulsión y tratéde explicar la experiencia que acababa de tener, me había puesto sumamente ansioso,pero mi madrina hizo un gesto que yo ya conocía, para que no hablara.

— Mire, Jorge, le voy a decir lo que hay en el centro del cerro. Hay una cueva,cuya entrada está tapiada así (se ayudaba con las manos para dibujar en elaire la posición de los tablones que cubrían la entrada a la cueva). Las tablasno llegan hasta mero arriba, sino que dejan todo un hueco. Por ese hueco seasoma la cabeza de un hombre que mira como hacia el poniente, tiene unbrazo sacado por el hueco, está como esperando a alguien. A un costado dela puerta de tablas hay una canasta con comida, pero está cubierta con unmantel de cuadrados rojos y blancos, y más hacia la izquierda hay un mezquitedel que cuelga una ropa, como si la hubieran puesto a secar.

— ¿Y qué hace ese hombre ahí, madrina?

— Quién sabe, pero allí está.

— Madrina, y ¿por qué yo no puedo verlo

— Tampoco sé porqué usted no puede ver lo que yo veo. Tal vez sea porquelas cosas del otro mundo nunca se pueden “agarrar” con las cosas de estemundo. Mire, Jorge, váyase a caminar hacia ese cerro. Desde aquí se vacaminando tranquilo hasta donde llegue. Como no está muy alto, lo buenosería que llegue hasta la mera punta y desde allí me manda un saludo. ¿Quéle parece?

— Muy bien, madrina, hacia allá voy.

La tarde declinaba y las sombras comenzaban a dar los mismos matices atodo el entorno. Volví a sentir esa inquietud que me producía el enfrentar todo mibagaje intelectual, teórico, con la forma de ver las cosas de mi madrina. Me venían

Page 93: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s101

a la mente conceptos como los de desarrollo gradual, paso a paso, desarrollo de laconciencia, esfuerzo sostenido, voluntad, y mientras acudían estas ideas empecé a verla analogía entre el camino hacia la cima del cerro y el progreso gradual. Creí haberencontrado la respuesta. Estaba convencido de que mi madrina me había enviado alcerro para que encontrara el significado del esfuerzo. Así continué con misespeculaciones. A medida que avanzaba iba viendo con más claridad el entorno. Desdelo alto se divisa más lejos, al acercarse a la cima hay menos obstáculos que entorpezcanla visión, y así iba mi mente hilvanando una y otra cosa. Seguí las indicaciones de mimadrina al pie de la letra. Al llegar a la cima agité el brazo varias veces, seguro de quemi madrina me estaba observando. Inicié el retorno con la confianza de que habíaencontrado algo; sin embargo, no estaba feliz, sentía que todo era demasiado obvioy, conociendo a mi madrina, sabía que no era por ahí. Para llegar a esas conclusionesno hubiera hecho falta realizar esa caminata, era todo muy lógico, muy simple, muypredecible, algo estaba mal, pero no sabía qué era.

— Listo, madrina. Misión cumplida.

— ¿Cómo le fue?, ¿se dio cuenta de algo?

— Muchas ideas llegaron a mi cabeza. Por ejemplo, tenía que ir paso a paso,viendo cómo a través del tiempo iba avanzando; la importancia del esfuerzo;el mirar hacia atrás y darme cuenta de la distancia recorrida; cómo al llegara la cima veía el cielo y podía observar qué pasaba más lejos...

— ¿Algo más?

— Sí. Sin embargo, siento que hay algo más que no logro atrapar. Todo estoque le digo me parece muy simple, mas no es lo simple lo que me molesta,sino una sensación de que hay algo más, pero no sé qué es.

— Bien. El asunto es como ya le dije, usted trata de usar las cosas que sirvenen este mundo para tratar de “agarrar” las cosas del otro mundo, y así no vaa “agarrar” nada. Jorge, usted salió de aquí, de esta cocina, atravesó esa puertay se dirigió hacia el cerro ¿Fue así?

— Así fue, madrina.

— Usted tenía un propósito y era llegar a la cima y desde allí saludarme¿Vamos bien?

— Sí.

— La cabezota nos hace creer que todo está separado, así como las palabras

Page 94: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s102

en los libros están separadas unas de otras y la cabeza les da un sentido, elque la misma cabeza quiere. Es fácil pensar que usted y la punta del cerro noson lo mismo, que están separados y que hay toda una distancia que lossepara. Eso es de este mundo y es real en este mundo, pero no en el que usteddice que le interesa. En el “otro mundo” no hay distancia, todo es aquí y esahorita.

— ¿Por qué me ha dicho muchas veces que tengo que ir “agarrando” las cosascomo si llevara un morral y que ahí las tengo que ir juntando para cuando seofrezcan?

— ¿Se da cuenta cómo nos enredan y nos hacen bolas las palabras? Ustedtiene que ir “agarrando” las cosas en un tanto para que cuando esté listo parapegar el salto, o como le he dicho, para cuando la cabeza estalle, usted sepade qué se trata, y no quede peor de como estaba. Todo es lo mismo, la cabezase afana en separarlo y mientras más palabras se aprende, más separado vaa quedar, más solo, aunque esté rodeado de mucha gente y de muchas cosas.

— Entonces, ¿no es como una escalera, por la cual uno va subiendo paso apaso hasta llegar a la punta?

Se limitó a mirarme con cierto dejo de tristeza, como quien mira a alguienque a pesar de estar al lado de lo que busca, no lo ve. Tal vez mi madrina tenga razón,he leído tanto, poseo tantas palabras, podría describir paso a paso el desarrollo gradualde la conciencia, hasta he experimentado experiencias cumbres, inducidas yespontáneas, sin embargo, siento esa tensión permanente entre el deseo de saltar alabismo, deponer el control y el miedo a perderme de vista, a confundirme en untorbellino en el cual mi propia identidad pudiera desvanecerse.

Me sentía atrapado en el universo mecanicista de Newton o en el relativistade Albert Einstein, pero mi madrina vivía en armonía en un universo cuántico. Paraella no había distancias, todo lo vivía en una simultaneidad permanente, todo se dabacita en una visión unitiva donde no había separatividad. Los días eran un instante,las horas eran un instante, no había espacio entre lo que llamamos sueño y vigilia,es más, no había sueño, había un estar permanentemente despierto. Estoy seguro deque nunca leyó y ni siquiera escuchó hablar de Teilhard de Chardin ni de Assagiolio Ken Wilber, pero de lo que sí estoy plenamente seguro es que ella vivía en uninstante, en un permanente y consciente instante.

— Madrina, si no existen diferentes niveles de conciencia, ¿por qué haydiferentes niveles de personas?

— ¿Usted se refiere a que por qué hay gente que parece más buena que otra?

Page 95: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s103

— Sí, porque no podemos decir que somos todos iguales, yo veo que hay genteque se preocupa por los demás y otra que vive fregando a los demás.

— Nada de eso tiene una verdadera importancia. Véalo así, hay dos bienes enel mundo, uno es el bien menor y el otro es el bien mayor. El primero puedellevarlo a ser una “buena” persona. Cuando actúa en el otro, en el bien mayor,nada de eso importa, sus actos no pueden ser juzgados por la gente corriente.Tal vez digan que está loco o que es un santo, no tiene ninguna importancia.Se lo vuelvo a repetir, lo que sirve aquí no es siempre “real”. Aquí, entrenosotros, la gente cambia porque le conviene cambiar, porque se cansó desufrir o porque descubre más beneficios siendo así que siendo asá, detrás deellos siempre hay un propósito, siempre esperan ganar algo a cambio de serasí. En el mundo que yo vivo nada de eso sirve o importa, a decir verdad,nada es importante, sólo estar despierto para “agarrar” las cosas como son.

Haga de cuenta que usted está dormido y, mientras duerme, sueña. De repente,usted mismo o algo lo despierta, entonces deja de soñar. Usted comprendeque todo lo que estaba en su sueño era pura fantasía, que no eran imágenesde realidad. Algo parecido es cuando la cabeza “estalla”. Primero la luz, comocuando hay una explosión puede ser que primero vea una luz muy pequeñita,pero a medida que se va acercando ya lo encandila y por un tiempo no va aver nada y todo va a ser como una gran “lucezota”. Nada va a ser lo mismopara usted, nunca más usted va a ser el mismo. Sin embargo, aquí se va aquedar, ¿qué le hace uno si todavía no le toca el tiempo de irse? Como yo,aquí estoy entre toda esta gente, viviendo entre las cabras, pero yo soy otra,no ésta que parezco ante los ojos de los demás, yo ya estoy en el otro mundo.Por eso, cuando usted me llame, no lo haga por mi nombre de pila o con elnombre que me conoce la gente, llámeme por mi verdadero nombre, minombre “efectivo”. Jorge, no hay distancia, la distancia la pone la cabezota.Y si no hay distancia ¿Cómo va a creer que paso a paso va a llegar a algúnlado? Entienda de una vez por todas, no hay un lugar a dónde ir. Todo estáaquí. No se quede atrapado en eso que usted dice… ¿Cómo es que le llama?¡Ah, sí!, niveles. ¿Cuál nivel? Eso lo inventaron los mentalistas y lo repitenlos lectores. Usted no le ponga afición al chisme y con eso por ahora tiene.

Mi madrina vivía en un mundo holístico donde la sincronicidad, los camposmorfogénicos, el universo holográfico y todas esas palabras que adquieren nuevossignificados con el avance de la ciencia, se daban cita en un ser humano, un ser humanocuya dimensión trascendía lo personal y lo proyectaba a un universo único, en el cualla palabra libertad, la palabra compromiso, la palabra ética, se manifiestaninsignificantes para abarcarlo. Tal vez sería más fácil comprenderlo en sus propiaspalabras: “Esta vieja chorreada, en este rancho mugriento juró no ofender ni a Diosni al mundo”. ¡Y vaya si lo cumplió!

Page 96: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s104

Un viento frío me trajo abruptamente del rancho de mi madrina, de repenteme encontraba de nuevo sentado en una piedra a los pies de su tumba. Unas vocesme hicieron girar la cabeza, los primeros visitantes entraban al panteón: había llegadola hora de partir. Me levanté de mi improvisado asiento. El sol ya estaba en lo alto.

Tomé una tarjeta personal y le escribí unas líneas a Mona, la hija de DoñaPaula, la deposité sobre la tumba, seguro que la encontraría y partí sin mirar atrás.

Lo más duro en la relación con mi madrina, cuando la visitaba, eran siemprelos retornos, lo eran cuando vivía y lo seguían siendo después de muerta. Tal vezporque me regresaban a un mundo lleno de contradicciones, mis propiascontradicciones, a mi falta de congruencia. Esta vez no fue la excepción. Su voz volvióa cobrar presencia, una presencia de imágenes en los que se embonaban los recuerdoscon la nueva experiencia que iba surgiendo, y a ésta se le suma, en este instante, elrecuerdo, y al recuerdo las palabras que busca mi mente para ser fiel a este presente:

— ¿Recuerda, Jorge?, usted es la escalera, ¿recuerda la plática que tuvimoscon Miguel, aquella vez que platicamos de la neblina?

— Claro que la recuerdo, pero yo no abrí la boca.

— Ni falta que hizo.

Como si el parabrisas se transformara en una pantalla de cine, empezaron aacudir las imágenes tal cual como había sucedido, tenía todas las escenas ante misojos. Recuerdo a Miguel sentado de espaldas a la abertura que oficiaba de puerta.Doña Paula en la cabecera de la mesa, como era su costumbre, y yo de frente aldesierto, en mi lugar favorito. Doña Paula, al menos cuando yo estaba, no dejaba quenadie más lo ocupara.

¿Quién era Miguel? Otro de los personajes que merodeaba el rancho paraver, al igual que yo, qué se le pegaba de ese conocimiento extraño que poseía DoñaPaula. Nacido en Colima, egresado como arquitecto de Harvard, con maestría en lamisma Universidad, un año becado en Japón, con cursos en Italia, etc., etc. ¿Quéhacía allí? Lo que ya dije: buscar algo, tal vez una respuesta. ¿A qué?, a sus propiaspreguntas.

— Mire, Miguel, es que hay algo especial. No sé qué es, pero algo especial...La neblina por donde pasa el agua va llevando ecos de la noche. El agua y elrocío que van cayendo como rosas en la arbolada. Una neblina que se llevael sol... te vas con la neblina y luego llegas con el sol. (Sancho Mezcua, comose refería mi madrina al astro rey).

Page 97: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s105

Doña Paula se levantó de la mesa y se dirigió al fogón a buscar un poco deagua de la olla negra de grasa y hollín. El vapor subía suavemente. Con sus manoscurtidas por mil fogones, retira la olla del fuego y con una taza vierte el agua hirviendoen unos jarros. Como en un ritual sin tiempo busca el tarro de café instantáneo y sacauna cucharada generosa, la vacía en el jarro y revuelve concienzudamente. Repite losmismos movimientos un jarro tras otro, hasta que todos quedamos servidos. Entoncesse sienta. Nos mira y repite:

— Es una historia triste...

Miguel le pregunta: “¿Por qué, Doña Paula, por qué es una historia triste?”. Y ella le responde:

— ¡¿Por qué?! ¿No entiende? ¿No le pone usted sentimiento a estas historias?Lo necesitas en la soledad... Caminas, vas por el mundo como un sonámbulo,sin esperanza. Sólo Dios, y la compasión de saber que somos una escalera alcielo. Necesitamos un tanto de razón, un tanto de compasión para ser loshombres grandes. Muy despacio, muy calmada la cosa, hay que llegar a lacompasión por la humanidad.

Doña Paula hace silencio. Coge su taza de café y le da un prolongado sorbo.Se queda un rato observando el vapor que se desprende de la taza y continúa:

— Las cosas... se hacen con sacrificio y sufrimiento, si no nunca llegamos ala compasión de lo humano, de la pobreza. ¿Y de dónde nace? de tenerconciencia... conciencia de los esfuerzos y sacrificios de tus papás. Claro, unopuede sufrir por andar neceando y ese sufrimiento, lejos de mejorarnos, noshace peores personas. El que sirve, el sufrimiento que sirve es el de la renuncia,dándonos cuenta de a qué estamos renunciando. Si desde el comienzo no seda cuenta del sacrificio de sus papás, usted no puede darse cuenta de nadade lo que sigue. Allí uno renuncia sin haber comenzado a andar. ¿Se da cuenta?

Se hizo un silencio denso, pesado. Yo no pude dejar de pensar en mis padres,uno enterrado en el país en que nací; el otro, viviendo muy lejos de donde yo moraba.Me ganó una profunda tristeza. ¿Qué será de mi madre?, ¿cuántos días pasaban sinsaber nada de ella? Levanté la mirada del suelo y vi a Miguel taciturno, sumido en suspropios recuerdos, tal vez parecidos a los míos. Miguel rompió el silencio. Despuésde escucharlo me pareció que para salir del marasmo que nos envolvía y que se ibahaciendo tangible:

— Doña Paula, me he sentido un poco cansado. ¿Qué será?

Doña Paula adquirió una postura más digna, hasta solemne, como quien se

Page 98: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s106

aprestara a dar una receta magistral convalidada por muchos años de experienciaprofesional en el arte de curar:

— Lo que tiene que hacer es poner un vaso de agua junto a la puerta, en laventana o cerca de la cabeza. Con eso puede “agarrar” espíritus que sonsombras que no podemos agarrar. Es un trabajo que tiene que hacer, quedesarrollar. En mí fue, como tantas veces le he dicho, natural, pero ustedtiene que desarrollarlo.

— ¿Cómo, Doña Paula?

— Yo le enseñaría a usted las partes espiritistas, más cercas, más abundantesque lo de nosotros... lo de nosotros es de muchos años. Necesita como 18 ó16 rosas rojas, rosal rojo para las prácticas de la santidad, mentalidad...Santidad es revelar, hacer parte redonda. Mentalidad es revelar lo que hayen la sierra. Espiritista... es mortal... platica con el muerto. El paraíso es unsilencio. Tranquilo, callado. Para su nacimiento hay que hablar con los quefueron efectivos santos o apóstoles. No pensar. Hay que encontrar cuálesfueron las efectivas promesas de los que platicaron de la santidad. Pero, hayque pagar renta por estar en el paraíso. Es una lectura muy bonita porqueenseña a conmover montañas... La sabiduría de nosotros debe ser lacomprensión. “Designorarse” de lo que hablaron los hombres cuando salieronal encuentro de lo que tenía el mundo con la tierra. Señales se dieron de queno tenía que haber inocentes.

Doña Paula hizo un profundo silencio, no sé por qué Miguel se levantó y salióa la noche. Mi madrina me miró como si saliera de un trance. No pude quedarmecallado, la pregunta la tenía en la garganta:

— Madrina, ¿por qué le habló a Miguel de esas cosas?

— Eso es para él. Él sabe de qué le hablo. Claro que si usted aprovecha y“agarra” algo, mejor para usted.

— Pero a mí se me hizo muy raro.

— Tal vez ya se lo arrebató la noche y hoy no le tocaba. Ni modo, quizás otrodía.

— A lo mejor mañana se me da. Ya que pensamos quedarnos, ¿tendría unrincón para tirar un petate?

— Usted sabe que sí.

Page 99: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s107

Volví a poner atención a la carretera. Tengo que estar aquí y ahora, al menoseso me dije. Venía del cementerio y mi mente no paraba ni un segundo, estabadisociado, una parte de mi ser iba de regreso por la carretera, la otra seguía en elrancho, y como si esto fuera poco, el eco de las palabras de mi madrina, en losmomentos que estuve sentado en su tumba, seguían martillando mis sienes. Sinembargo, tuve la fortaleza de decirle a mi madrina: “Ya recordé la escalera, pero juntoa ese recuerdo acudieron otros a mi mente”. La respuesta no se hizo esperar: “Poralgo será, quizás ahora le sean útiles para algo”.

El destino estaba empeñado en no soltarme. A los pocos metros de mi “aquíy ahora”, volvió mi recuerdo al rancho. El día siguiente también fue para Miguel.Como si Doña Paula me estuviera dando una lección, prácticamente me ignoraba,aunque yo sabía que no era así, sino que había algo que se me escapaba, que no podíaasirlo. Mirando directamente a Miguel, comenzó a hablar:

— Tenemos que averiguar dónde está la raíz. El primer viento que dio elprimer suspiro a la tierra, y como raíces son reveladas en la tierra. El primersuspiro... Tenemos que comprender... Esta es una escuela que requiere fortalezapara no decir: “Me reúno con mujeres. Me reúno y divierto con hombres”. Lafortaleza, la fuerza, la usa uno para alentar muchas grandes cosas. Si no,será dominado uno muy fácilmente.

Doña Paula miró a Miguel de reojo, él estaba leyendo lo que había hecho elfin de semana anterior, cuando había salido con un par de amigos y un grupito de“amigas”. Miguel, como ella lo sabía, quedaba al descubierto en sus “andanzas” y estaprueba que le daba era parte de su increíble percepción, algo que no dejaba deasombrarme. No contenta con el golpe que le había asestado, prosiguió:

— Yo no desperdicio mi energía en cosas que no... ayudan a la sabiduría. Laenergía hay que usarla bien. Se trata de entender las señales que se presentan...¿Por qué se abre una puerta? ¿Por qué cae algo? ¿Cuál es el sentido de lasseñales?

Miguel, acusando el impacto y no pudiendo esgrimir nada para justificarse,le dijo cabizbajo:

— Sí, ya veo lo que dice. Pero, si uno estudia todo eso, si uno vigila el sentidode las señales, ¿cómo sé lo que estoy aprendiendo?, ¿cómo sé que estoyaprendiendo algo?

— Usted puede estar aprendiendo cosas ahora mismo, sin que usted lo piense...

Me descubrí en la carretera de nuevo apretando con desesperación el volante,

Page 100: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s108

las manos sudadas y el corazón palpitando intensamente. Recordé el conocimientodirecto practicado por los sufíes y por los budistas Zen. Todo un sistema dirigido aromper con la estructura cognoscitiva lineal, lógica, racional; existe otra forma deabordar la realidad, otra manera de percibir esto que llamamos realidad, otra formade bucear en lo profundo para desentrañar un conocimiento mucho más acorde conla necesidad del alma. Volví a ver el abismo a mis pies, y sin embargo, no podía pegarel salto. No todavía, no todavía. Leopoldo había sido mi maestro en Argentina, habíaaprendido de él todo lo que sabía al conocer a Doña Paula, entre todos sus conocimientoshabía uno que incorporé rápidamente a mi vida, ya que lo corroboré una y otra vez:“La finalidad es el principio de todas las cosas”, mi madrina me lo había repetido,exactamente con las mismas palabras. Entonces me dije: Si la muerte es la finalidadde todas las cosas, tendría que partir desde allí para encontrarle un sentido a estetrayecto lleno de curvas que cada vez se me tornaba más absurdo. ¿Sería la muertela finalidad o sólo un nuevo nacimiento? No quise ir a mi oficina. Recordé un libroque me regaló la novia de mi hijo cuando vio cuanto me interesaba el tema: 101historias Zen. Tenía una dedicatoria, reconocí la letra de Aníbal:

«8 de julio del ‘99

Montse: No he leído mucho de Zen, pero lo poco que leí me llegó a tocar. Espero quepuedas profundizar más sobre el tema y de paso yo también. Por eso te lo regalo.Así compartimos más cosas juntos.

Te quiere, Aníbal».

Entre sus páginas encontré una en cuyo borde superior había un ideogramachino y más abajo su traducción:

El portal sin puerta, de Ekai, llamado Mu-Mon,trascrito por Nyogen Senzaki y Paul Reps.

Una sentencia cautivó mi atención y no pude dejar de sonreír:

El gran camino no tiene puertas,millares de caminos entran en él,

cuando uno cruza su portal sin puertascamina libremente entre el cielo y la tierra.

Nyogen Senzaki y Reps, P., 1998: 109

Hoy, 2 de noviembre de un año que fenece, de un milenio que inicia, transitéun espacio entre el cielo y la tierra. Sé que mi madrina mora en ese espacio, que ella“Camina libremente entre el cielo y la tierra”. Yo, por mi parte sigo buscando la puerta.Intelectualmente comprendo, pero sé que la verdad está un paso más allá:

Page 101: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s109

La iluminación se produce después de que el camino del pensamiento esté bloqueado.

Nyogen Senzaki y Reps, P., 1998: 111

Reflexiones

Cada cita con Doña Paula, con ella mientras vivía y con su espíritu ahora que partió,me deja la misma sensación: nada real puede existir en la separación. La separaciónno es amor, el verdadero amor es la fuerza que todo lo une, pero, ¿de dónde surge?,¿cómo contactarme con ese sentimiento que elimine mi ego, que disuelva de una vezy para siempre una concepción falsa de “mi yo”?

Doña Paula me repetía que era necesario que “estallara” la cabeza, que sóloasí podía llegar a “ver” la realidad; que existía una forma de captar la realidad, dondela razón y lo aprendido eran un verdadero estorbo. La razón servía para las cosas deeste mundo, pero no para “agarrar” lo verdadero, no para las cosas que tenían unsentido por sí mismas. Como dijera el gran maestro sufí Jalalud Din Rumi:

Además de los principios de la razón hay otros principios de la luz y gran precio paraser ganados por el amor a Dios. Además de esta razón tuya, Dios tiene otras razonesque te procurarán alimento celestial. Por tu razón carnal puedes procurarte alimentoterrenal, por la razón dada por Dios puedes subir a los cielos. Cuando, para conseguirel permanente amor de Dios sacrificas la razón, Dios te da una recompensa diez vecesmayor, sí, setecientas veces mayor.

Jalalud Din Rumi, 1998: 300

Cada vez me quedaba más claro que existen otras maneras de abordar la“realidad”, y que esas otras maneras eran más incluyentes de todos los seres y lascosas que me rodeaban. Hasta la separatividad producida por la división del tiempome confundían en presencia del recuerdo de mi madrina. Lo había acabado de viviren el panteón, estaba seguro de que no me había movido del panteón y sin embargo,había estado con ella en el rancho, había subido a una sierra. ¿Cuándo habían acontecidotodas estas experiencias? ¿En qué tiempo? ¿Podemos amar en esta dimensión en laque nos encontramos separados, escindidos unos de otros?

Creemos que tal como somos podemos amar, pero no es así; por eso estamosfrustrados. El amor es una dimensión distinta. Si tratas de amar a alguien en ladimensión del tiempo, fracasarás en el intento porque en ella no es posible amar.

Osho, 1995: 24

Page 102: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s110

Doña Paula jugaba con el tiempo, nunca percibí en ella la separatividad, nisiquiera cuando estaba en su lecho y aparentemente dormía dejaba de ser la misma.Si me acercaba, solamente abría los ojos y me decía: lo estaba esperando, lo vengoacompañando desde el cruce de García, o desde que salió de su casa. Nunca se refirióa acontecimientos en el pasado sin jugar con un tiempo absurdo que rompía una yotra vez la linealidad de la percepción. Había en su discurso un permanente aquí yahora, a tal punto, que muchas veces me perdía en el relato porque estabapermanentemente esforzándome en darle una secuencia lógica, lineal, temporal y,lamentablemente, perdía muchos significados preciosos.

Dividimos el tiempo en tres: pasado, presente, futuro. Esa división es falsa,absolutamente falsa. El tiempo es, en realidad, pasado y futuro. El presente noforma parte del tiempo; es parte de la eternidad. Lo que pasó, es tiempo; lo que hade llegar, es tiempo. Lo que es, no es tiempo, porque nunca pasa, siempre está aquí.Este ahora es eterno.

Osho. 1995: 23

Por eso esta narración a veces se transforma en absurda desde la perspectivadel tiempo, porque no puede existir el tiempo en presencia de Doña Paula. La sucesiónde palabras puede hacernos creer que a una cosa le sigue otra, y así, sucesivamente.Esto sería incurrir en un grave error, perderíamos el espíritu de la narración, lanarración misma forma parte de la desestructura a la que me sometía Doña Paula.

Este era su ejercicio, llevarme de un tiempo a otro sin importarle midesconcierto, divirtiéndose con él, facilitándome el proceso de aceptar todo aquelloque de ordinario rechazaba por no estar integrado en mi proceso cognitivo.

El absurdo, no sé qué nombre pudiera darle, volvía a cobrar presencia en mí,lo está haciendo mientras escribo estas líneas. Sé que ya nada puede volver a ser igual,tampoco lo deseo, a pesar de sentir que tengo sólo unas piezas del rompecabezas, queme falta mucho por desaprender y la sensación, más aún, la certeza, de que heemprendido un camino sin retorno.

Page 103: Doña Paula: Un salto al vacío

Capítulo IV

Bienvenido a Monterrey

Page 104: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s113

Capítulo IV

Bienvenido a Monterrey

45. Ts’uí. La Reunión (La Colección)

Son regentes del signo el nueve en el quinto puesto, y en segundo término, tambiénnueve en el cuarto puesto. En el hexagrama son únicamente estos dos trazos Yanglos que ocupan puestos más elevados, reuniendo así en torno de ellos a todos lostrazos Yin.

La Secuencia

Cuando los seres se encuentran unos a otros, van aglomerándose. Por eso sigue elsigno: La Reunión. Reunión significa aglomeración.

El Dictamen

La Reunión. Logro. El rey se acerca a su templo. Es propicio ver al gran hombre.Esto traerá el logro. Es propicia la perseverancia. Ofrendar grandes sacrificios aportaventura. Es propicio emprender algo.

La Imagen

El lago está sobre la tierra: la imagen de La Reunión. Así renueva el noble sus armaspara enfrentarse a lo imprevisto.

I Ching, El libro de los cambios, 1995: 703-705

Verano

Fue el 31 de agosto de 1989. La canícula me recibía con un calor espantoso. El choferque fue por mí al aeropuerto se llamaba Jaime, hace mucho que no sé nada de él. Mecayó muy simpático, hablaba bastante pero realmente yo no le entendía nada y noporque no fuera clara su dicción, sino porque usaba un montón de palabras que yoantes nunca había escuchado. Así que mi improvisado cicerone señalaba los cerrosque corrían paralelos al cauce seco de un río (entendí se llamaba Santa Catalina ydespués aprendí que era Santa Catarina), que faltaban pocos días para cumplirse unaño en que un tornado bajó de los cerros y el agua iba de orilla a orilla; que los“paracaidistas” de la época de no sé quién se habían tirado no sé por qué sobre loscerros, y que después ya no los habían podido sacar.

Yo, ante todo esto, me imaginaba que había sido una guerra, que los“paracaidistas” a los que se refería Jaime, habían tomado posesión de los cerros y

Page 105: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s114

había sido muy difícil quitarlos de esa posición. Bueno, para qué continúo. Como sedarán cuenta, yo no entendía nada y lo poco que entendía lo componía de tal maneraque no tenía nada que ver con un sentido más o menos aceptable de esto que porconvención llamamos realidad.

Sin dejar de sonreír y muy feliz de haberme guiado por una parte de la ciudad,de la cual evidentemente se sentía muy orgulloso, me dijo Jaime al frente de unaenorme plaza: “Licenciado, hemos llegado”.

El viaje desde el aeropuerto hasta mi primer destino fue muy ameno, a pesarde que ya estaba sintiendo síntomas de cansancio. Hacía más de 20 horas que habíasalido de mi casa. El carro tenía muy buen clima, así que la temperatura exteriorhabía pasado a ser una anécdota o al menos una mala percepción, pero cuando mebajé frente al Mesón del Olivo, donde me esperaban mis nuevos jefes, pensé —bueno,si se puede decir que con ese calor se puede pensar— “No, esto no debe ser cierto.No, no puede ser que sea cierto, este calorón nadie puede aguantarlo. ¿Cómo se puedevivir con este clima?”.

Imagínense, acostumbrado al verano en mi provincia de Córdoba, Argentina,en el que los aparatos de aire acondicionado ni hacen falta. Para colmo, yo venía delpleno invierno, con temperaturas entre 5 y 15 grados. El contraste con los 46 a losque me enfrentaba era demasiado para mí. De repente, todo el agobio del mundo seempeñó en aplastarme. Como pude, me mantuve de pie rogando que en el restaurantehubiera aire acondicionado o de perdido unos cincuenta abanicos de techo. Creo queno caminé más de setenta metros entre el estacionamiento y la puerta del restaurante,ya estaba convencido de que estaba en el lugar incorrecto y en el momento no preciso.Es decir, que no veía muchas posibilidades de sobrevivir.

De entrada, en el restaurante me recibió la sombra, y el fresco del aireclimatizado fue como una bendición. El chofer me guió por el salón hasta una mesaun poco separada de las demás, allí dos hombres de aproximadamente mi edad seponían de pie dispuestos a recibirme. Uno era gordito, con cara de bonachón, eltiempo me demostraría que su presencia física era totalmente congruente con suactitud. Raúl, al decir de mis paisanos era, y debe seguir siendo, un “buen tipo”. Elotro, delgado, de cabello muy canoso y bigote oscuro era un poco rígido, contrastabacon lo afable de Raúl, no obstante, me cayó muy bien. Hablaba poco, era mesuradopero sumamente claro. Después aprendería de Pipe uno de sus argumentos: “Jorge,hay que ser preciso, conciso y macizo, y no profuso, confuso y difuso”. Me gustó tantoeste dicho que lo utilizo muchas veces como argumento con mis alumnos.

Después del protocolo me dijeron que tenía que ponerme a “chambear” demanera urgente porque tenían muchísimos pendientes, a lo que les respondí que notenía ningún inconveniente, siempre y cuando me dijeran qué era eso de “chambear”.Me relajé sobre la silla y me dije: “Jorge, bienvenido a tu nueva casa”.

Page 106: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s115

Sin querer abundar mucho en detalles les comento que, desde el trayecto delaeropuerto al restaurante del gordo Javier Olivo, sospeché que me iba a costar bastanteaprender este “nuevo idioma”. En el restaurante lo confirmé, y le dije a mi recienteamigo: "Pipe, hoy he comprendido que nos separa un mismo idioma", cosa que lecausó mucha gracia y sé que hasta el día de hoy saca este argumento a colación cuandola situación lo amerita.

Por aquella época, al centro de Monterrey no lo rescataba nadie. Era horribley, para colmo, estaba hospedado en un hotelucho localizado en medio de la partevieja, que es lo mismo decir simplemente en medio, porque todo era viejo, sucio yfeo. Cuando ahora paseo por el Barrio Antiguo me deleito caminando por sus callecitas,por sus bares, cafés y alguna que otra galería de arte. Nada de eso había cuando llegué.

Como no conocía nada y temía perderme, cosa que sucedió más de una vez,andaba solamente a tres cuadras a la redonda. Recuerdo la primera noche: enfiléhacia una nevería que tenía un cartel grande en la entrada, un rectángulo verde conuna cereza roja y la leyenda Helados Sultana, ahí, en la calle Zaragoza, me acuerdomuy bien, porque desde entonces he sido fiel a esa marca, ni los gringos con sus nievesimportadas pudieron convencerme.

Empecé a trabajar el mismo día en que llegué y ese mismo día conocí a todosmis nuevos compañeros de trabajo. Me recibieron como sólo en México saben hacerlo,con calidez y afecto. Con el correr de los días me demostrarían que no se trataba sólode una cuestión protocolar, sino que era algo que genuinamente sentían. Medemostraron con hechos que realmente querían que me sintiera muy bien y meintegrara lo más rápido posible a la empresa, al estado y a México.

Ser creativo publicitario, sin entender el lenguaje ni los modismos del paísal que uno emigra, significa entrar perdiendo. Además, no quería ni pensar en laposibilidad de regresarme, creo que si lo pensaba lo haría así que me puse a charlar,luego cambié el verbo por platicar, con la gente. ¿Con quiénes?, con mi prójimo, esdecir, con quienes tenía más cerca.

Me fascinaba descubrir en otros modismos, en otros refranes populares, elsentimiento y la sabiduría popular. Muchos eran diferentes, aunque el sentido fueraexactamente el mismo. Por ejemplo, recuerdo que producía mucha hilaridad cuandoyo hacía, a través de un refrán, alusión a cómo nos condicionan las experienciasdolorosas del pasado cuando enfrentamos una situación aparentemente similar. Yoacostumbro decir, según tradición de Argentina: el que se quema con leche, ve la vacay llora. En más de una ocasión, cuando iniciaba el refrán y como si fuera obligatoriointerrumpir y que el interlocutor lo continuara, se modificaba la segunda parte. Esdecir, yo empezaba: el que se quema con leche… y mi interlocutor añadía: hasta aljocoque le sopla…, terminándolo de una manera diferente a como yo lo había aprendido.

Page 107: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s116

Se abría ante mis sentidos otro mundo, un mundo que me seducía, que meinvitaba a expandirme, a acrecentar mi propio mundo, mi propia cultura y también,a empezar a ver como nuevas muchas de las cosas aprendidas y repetidasmecánicamente. Por ejemplo, los refranes o frases con las que me crié y repetía sinponer mucha atención en su significado.

No faltaron los chistes, las situaciones cómicas, las duras enchiladas que mepuse cuando me decían: “Prueba de esta salsita, que al fin y al cabo no pica casi nada”.Aprendí a desconfiar del juicio acerca del picante y de la tolerancia de los mexicanosal sabor fuerte de las salsas; de no hacerlo así, no hubiera sobrevivido.

Recordando las situaciones cómicas, tengo presente el primer reporte verbalde una ejecutiva de cuentas: “Jorge, tienes que hacer la campaña de productos aPastelerías Monterrey, aquí tienes un brief, aunque lo más urgente es realizar unapromoción a las conchas y a las empanadas de cajeta...”. Me quedé mirándola,convencido de que me estaba tomando el pelo, ahora diría “madreándome”. Al parecerCristina, así se llamaba mi reciente compañera de trabajo, tuvo un par de amigosargentinos y reaccionó rápidamente: “¡Ah, no!, no es lo que tú crees, ya sé lo quesignifican concha y cajeta para los argentinos, pero aquí es otra cosa”.

Otra experiencia simpática fue el día que salí manejando de la agencia elcarro que me habían asignado. Me acompañaba un ejecutivo de cuentas pues nosdirigíamos a visitar a un cliente, de repente mi acompañante me dice: “¡Aguas!, ¡aguascon el perro!”. De más está decirles que yo miraba para todos lados buscando uncharco de agua o un animal, específicamente un perro, y lo único que encontré fueun policía uniformado con toda la intención de aplicarme una infracción por norespetar el límite de velocidad en una zona escolar. Encima, mi flamante compañerode trabajo me dice: “Te avisé”. Yo a esas alturas no sabía si reír o llorar. Así que optépor tratar de explicarle que esa expresión que había utilizado no convencería a ningúnargentino del mensaje que quería transmitir. Ahora sí, estaba convencido de queaprender a hablar en términos mexicanos era una necesidad de vida o muerte.

Pasando ese encuentro divertido, y a la vez nefasto, me puse a leer cuantoautor de historietas, cuentos, novelas, corridos, ensayos, comedias, etc., cayera enmis manos, la mayoría de los libros eran prestados por solícitos amigos, tal vez tanpreocupados como yo de que aprendiera rápidamente la manera usual de expresarsepor estas tierras. De esta manera empecé a compartir mis noches y fines de semanacon Juan Rulfo, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Julio Torri, Alfonso Reyes, GuadalupeLoaeza, Irma Salinas, Rosario Castellanos, Enrique Krauze, entre otros; pero no sóloleía a los grandes de la literatura mexicana, sino también cuanto escrito anónimocayera en mis manos, además de letras de rancheras, corridos y ni hablar de laspelículas, desde las de Cantinflas, Tin Tan y los hermanos Almada; con los añosterminé siendo un adicto del nuevo cine mexicano. Así fue como frente a mis ojosdesfilaron las películas Danzón; Como agua para chocolate; Dos crímenes; La tarea;

Page 108: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s117

Santitos; La ley de Herodes; Todo el poder; Sexo, pudor y lágrimas; El callejón delos milagros; Amores perros, por citar las que me gustaron y obviando todas aquellasque se opacaron por el despliegue del nuevo talento.

Con estos notables amigos y amigas: escritores, directores de cine, pintores,escultores y gente común de la calle logré dos cosas inmediatamente: la primera, yano estaba tan solo y la segunda, me ayudó a comprender la visión de un pueblo através del lenguaje de su propia gente.

Más allá de películas y libros

No iba a poder pasar mucho tiempo sin alguien con quien conversar de los temas quemás me interesaban; si bien éstos eran variados, los estudios acerca de las religionescomparadas, el desarrollo de la conciencia y todo lo que tuviera que ver con las escuelasde autoconocimiento seguía gravitando en mi interés de manera preponderante.

Sabía por experiencia que en torno a las librerías llamadas esotéricas sejuntaba una serie de personajes, algunos sumamente interesantes. Al menos así eraen Argentina, pensé que aquí sería igual y no me equivoqué.

Averigüé dónde había una librería de estas características y hacia ahí medirigí. Estaba debajo de la Macroplaza, junto a otras tiendas. El dueño de la libreríaque abarcaba temas de filosofía oriental, ciencias ocultas, medicina alternativa y otrostemas diversos pero emparentados, era conocido por el apodo de “El grillo”. Norecuerdo el nombre de la librería, pero sí recuerdo muy bien a su dueño. Preguntépor él a un dependiente y en el acto apareció. Voy a obviar su descripción, baste saberque era una persona que desde hacía mucho tiempo estaba dedicado a la venta delibros de esoterismo y era un gran conocedor de la bibliografía y de los autores devarios de ellos. Le comenté acerca de mis inquietudes, de las actividades que habíadesempeñado en Argentina y de mi interés de contactarme con gente que estuvieratrabajando en los caminos del autoconocimiento. Ya hablaré más adelante de algunosde éstos.

Después de un par de horas de plática, en las que con toda generosidadcompartió su tiempo, muy solícito me pidió mi número de teléfono y me dijo quealguien me llamaría en el transcurso de la semana, un ingeniero llamado Carlos G,y así fue. No habían transcurrido más de dos días cuando en mi oficina recibí unallamada telefónica del mentado ingeniero. Concertamos una entrevista para el mismodía y esa noche reanudé mi “trabajo” (autoconocimiento) junto con otras tres personas.

Volver al “trabajo” sobre el autoconocimiento me llenaba de esperanzas, porfin me reencontraba con gente con quien compartir un mismo lenguaje, una mismabúsqueda. Al poco tiempo constituíamos un grupo de unas doce personas. Para

Page 109: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s118

contactarlas realizamos un improvisado cartel y lo pegamos en cuanta librería oescaparate nos permitieran. El anuncio decía:

“Cuarto camino – Gurdjieff – Laboratorio de autoconocimiento”

A continuación poníamos los días, la duración de cada una de las jornadasy los números de teléfono para la inscripción. El pequeño cartel, hecho con unafotocopiadora, en tamaño oficio y distribuido por nosotros, dio inicio a toda unaépoca de Trabajo y compromiso sobre lo que consideramos sagrado: “trabajar” sobresí mismo.

Durante cuatro años el trabajo en las oficinas del ingeniero Carlos G. sedesarrolló de manera ininterrumpida. Se abarcaron los ejercicios y las prácticas másvariadas. En ese espacio, compartíamos junto a otros “buscadores” ese algo que noshermanaba: la necesidad de encontrar respuestas a muchas interrogantes acerca delverdadero sentido de la vida. Tal vez nada nuevo, pero yo encontré, también en eseespacio, el cariño y el respeto de un grupo de amigos.

Gimnasia, ejercicios de “observación de sí”, de “recuerdo de sí”, sacrificiosconscientes, super esfuerzos, viajes, conducción de grupos que día a día tenían másmiembros, fue parte de nuestra dedicación. En ese entonces mi vida transcurría entreel trabajo ordinario y ese otro Trabajo, que prometía la transformación de la vida delser humano que se entregara a él, en algo consciente, en algo que justificara el hechode estar muriendo.

Todo este trabajo empezó a cambiar cuando conocí a Doña Paula, y fueronlas mismas palabras citadas por Gurdjieff las que me hicieron desistir de la conducciónde estos grupos: «Mata, Señor, a aquel que sin saber nada, osa enseñar a los demásel camino que conduce a las puertas de Tu Reino». (Gurdjieff, G.I. 1995. p. 224), muysimilares en su significado a las de Jesús: « ¿Es que acaso puede un ciego guiar a otrociego?».

Cierto o no, sentí que, de una manera u otra, estaba siendo un impostor.Además percibía que toda la gente que se acercaba a nuestros grupos iba buscandotodo hecho. Tal vez eso me provocaba cierta angustia, ya que era consciente de queaparte de enseñarle un puñado de técnicas, no era mucho lo que yo podía hacer porella. Yo era consciente de que ni siquiera podía hacer nada por mí, si a esto sumábamosque la mayoría de las personas que asistían no traían una actitud de trabajo que lespermitiera cumplir con las cosas más insignificantes que asignábamos, el cuadro eramás o menos patético.

A decir verdad, y como nos pasa habitualmente, las personas que acudían alincipiente grupo esperaban que Carlos o yo satisficiéramos todas sus inquietudes ydudas. Fue así como cierto día, en medio de la reunión del grupo de Monterrey, me

Page 110: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s119

levanté y le dije a Carlos: “Ya no estoy dispuesto a perder más el tiempo con todosestos. ¿No te das cuenta de que ninguno quiere, realmente, trabajar? Lo único quehacen es venir aquí como parásitos. Creo que para mí se acabaron los grupos. Si algúndía uno de ustedes quiere trabajar en serio, ya sabe dónde encontrarme”. Me levantéy me fui, ocultando, tal vez, la impotencia de asumir mi propia carencia de unconocimiento verdadero, un conocimiento que mitigara esa ansiedad que meacompañaba permanentemente y que frente a los “otros” se manifestaba en suverdadera dimensión.Hoy me doy cuenta, puedo decirlo con certeza, que lo que mehizo reaccionar de esa manera tan poco considerada fue mi temor a no poder satisfacerlas expectativas de las personas que nos rodeaban, muchas de ellas esperanzadas enque pudiéramos brindarles algunas respuestas a sus innumerables preguntas. Sí, enaquella época sentía que tenía que responder a las expectativas de los demás. Estabaconvencido de que no era posible estar solo en ese camino, los demás nos brindabanla posibilidad de retroalimentarnos en los instantes que nuestras fuerzas flaqueaban,y que esto nos permitiría mantener una actitud persistente en el Trabajo delautoconocimiento. Al pasar el tiempo y comentarle a Doña Paula esta necesidad, medijo:

— Jorge, ya no tiene que perder el tiempo con los lectores, ahora le toca austed realizar un trabajo de verdad, el trabajo que lo puede llevar a que sucabeza encuentre esa luz que anda buscando.

— Doña Paula, ¿podré solo?

— ¿Cómo solo?, ¿para qué estoy yo?

— Pero es que usted me dijo que no podía ayudarme, que usted es “natural”y que sería muy difícil transmitirme su percepción de las cosas.

— Sí, es cierto. Pero podemos crear ciertas condiciones para que aprenda, porusted mismo, a “agarrar” las cosas del otro mundo.

— No me queda muy en claro, pero confío en usted.

— No le queda de otra, salvo que quiera empezar de nuevo todo de nada. Mepuede contar qué hacían en grupo. Yo los he visto, he estado ahí varias nochesen que ustedes se juntaban, pero quiero que me lo diga con sus palabras, yquiero que se fije bien en lo que dice, porque quiero que me lo diga conpalabras de verdad.

— Doña Paula, ¿usted cree que yo le mentiría?

— No es que usted me mienta, ese no sería el problema. Lo serio es que ustedse mienta, ahí sí que estaríamos en problemas…y muy serios.

Page 111: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s120

— Entonces tal vez, Doña Paula, sería conveniente que conociera el CuartoCamino en las propias palabras del responsable de haberlo traído a Occidente.Déjeme que vaya por uno de sus libros al carro. Si bien no tengo aquí ningunode él, tengo el de uno de sus discípulos.

Bajé uno de los libros que a mi modo de ver eran sumamente claros respectode este camino. No me quedaba mucho tiempo de luz, y la verdad es que ya con mivista me resultaba muy difícil leer a la luz de un candil. Además, lo que menos hubierapensado es que le terminara leyendo a Doña Paula, pero sabía que si ella lo aceptaba,por algo era. Cogí el libro y busqué el fundamento del nombre: “Cuarto Camino”, mepareció un buen comienzo.

Después de tantos años de estar en este camino, se lo hubiera podido explicarcon mis propias palabras. Sin embargo, quise seguir al pie de la letra los conceptosde la tradición, no quería tergiversar nada para que Doña Paula tuviera una idea deprimera mano y no mediatizada por mis propias apreciaciones:

— Mire, madrina, Gurdjieff, así se llama el hombre que difundió estas ideas,dice que existen tradicionalmente tres caminos, a estos caminos los llama:el camino del faquir, el camino del monje y el camino del yogui. El primerode estos caminos centra todo su esfuerzo en alcanzar la inmortalidad a travésdel cuerpo físico…

Doña Paula asentía con mucho interés con su cabeza, como si estuvieraescuchando a un maestro. Sus ojos tenían un brillo extraño. Sin embargo, continué:

— El segundo, el del monje, es el camino de la fe, de la emoción, del sentimientoreligioso; y el tercero, es el camino de la inteligencia, del intelecto, delconocimiento. Sin embargo, Gurdjieff propone un Cuarto Camino y, aunquetodos los caminos persiguen lo mismo, la inmortalidad, cada uno, como leexplico, tiene una forma diferente de alcanzarla. Ahora le leo qué dice Gurdjieffdel Cuarto Camino…

— Órale, órale… —, comentó Doña Paula con manifiesto interés.

— Bueno, voy a saltarme esta partecita y empiezo desde aquí:

… el Cuarto Camino difiere de los otros, en que exige del hombre ante todo, lacomprensión. El hombre no debe hacer nada sin comprender, salvo a título deexperimento, bajo el control y la dirección de su maestro. Cuanto más comprendaun hombre lo que hace, tanto más valor tendrán los resultados de sus esfuerzos. Esun principio fundamental del Cuarto Camino. Los resultados obtenidos en el trabajoson proporcionales a la conciencia que uno tiene de ese trabajo. No se requiere “fe”en ese camino, por el contrario, la fe de cualquier naturaleza que fuera, es aquí un

Page 112: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s121

obstáculo. En el Cuarto Camino, un hombre tiene que asegurarse por sí mismo dela verdad de lo que dice, y en tanto que no haya adquirido esta certidumbre, no debehacer nada.

Ouspensky, P.D., 1968: 79

— ¿Continúo?— le pregunté y añadí—, ya no veo tan bien que digamos,porque se puso oscuro de golpe.

Mi madrina hizo un gesto con la mano, el cual yo interpreté como que había sidosuficiente.

—Me sorprende, Jorge— dijo con voz solemne— Si la gente comprendiera loque está escrito ahí, haría falta muy poca cosa para pegar el salto que le digo.Pero estoy segura que lo único que ve es el chisme, y todo queda en purocuentos de vieja. No le voy a preguntar qué es lo que dice, usted tampoco loentiende. Es decir que lo escucha, pero no con la mente clara, sólo lo escuchacon la cabezota y ésa convierte todo en inmundicia de marrano, y para quésirve seguir juntando mugre, si con la que tenemos ya está bueno. Este es elriesgo de los libros, los lectores aprenden un montón de palabras y creen queesa es la realidad, no por saber un montón de nombres de las cosas uno tienepoder sobre las cosas. Para tener poder sobre las cosas uno tiene que saberlas palabras efectivas. Nada más.

Pero déjenme contarles cómo fue que empezó esta historia. Cómo conocí aDoña Paula.

El contexto antes del primer encuentro

Llevaba unos seis meses en Monterrey. El proceso de integración todavía no llegabaa su culminación. A decir verdad, después de doce años tampoco, sin embargo, creoque he hecho adelantos importantes, de perdido no me han vuelto a multar luego deser advertido y me queda claro que la expresión ¡Aguas! se refiere a un llamado deatención inmediata, algo así como ¡Alerta! En Argentina te dirían: ¡Cuidado!

Toda la tensión emocional que había acumulado desde mi llegada a Monterrey,el esfuerzo por acoplarme a un sistema de vida, entiéndase desde la comida, hábitos,manera de relacionarse, etc., causaron estragos en mi organismo. Terminé en el Centrodel Diagnóstico, en consultorios privados, busqué a mis antiguos médicos homeópatasy con gusto hubiera acudido con cualquier curandero o chamán, si alguien me hubierarecomendado o llevado con alguno. La enfermedad parecía agravarse sin que todavíatuviera un diagnóstico claro. Día tras día perdía peso, mi cuerpo sudaba copiosamentey ya no estábamos en el verano norteño. El pulso, el cual siempre había hecho galade excelente, se había vuelto tan tembloroso que me era imposible sostener una taza

Page 113: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s122

de té sin derramar parte de su contenido. Aparte, y como si fuera poco, había empezadoa sentir calambres musculares en diferentes partes del cuerpo. Hasta que al fin, unmédico homeópata me mandó a realizarme unos análisis que contemplaban un perfiltiroideo. Cuál sería la grata sorpresa al descubrir que mi pobre tiroides estabamultiplicando por tres los valores normales de tiroxina. A todo esto ya estaba cayendoen estados alucinatorios, de repente mi cuarto se llenaba de hadas y duendes. Frentea estas visiones yo me preguntaba qué era lo que me estaba pasando. Despuéscomprendería los efectos de la autointoxicación y el porqué de los efectos que padecía.

Digo grata sorpresa, porque a partir de ahí me empezaron a medicar con baseen un diagnóstico cierto y no al azar, como venía sucediendo. No obstante la buenavoluntad del médico, el problema continuaba. El próximo paso fue enviarme a queme realizaran un gamagrama de tiroides. Recuerdo que tuve que presentarme enayunas en un conocido hospital, me dieron a beber un líquido radiactivo y estuve unpar de horas en una camilla para cumplir con los requisitos. Los resultados no fueronmuy halagüeños, tenía una inflamación de la tiroides y la solución que brindaba elhospital era que había que radiar la glándula para suprimir la producción de tiroxina.

En esa época tenía 36 años, vivía solo, me veía con un futuro incierto y encimaprivado de una glándula. A pesar de mi ignorancia en lo que se refiere al sistemaendocrino, no era tan ignorante como para desconocer las consecuencias de estaintervención. A decir verdad, estaba desolado, una depresión me fue invadiendopaulatinamente a partir de conocer el remedio sugerido después del diagnóstico. Loque inicialmente fue una grata sorpresa se convirtió en la causa de la tristeza que meinundaba. Para colmo, no podía diferenciar entre qué era causa de mi problema detiroides y qué era causado por mi sentimiento de soledad, desarraigo, incertidumbre.Así podría seguir enunciando una extensa lista de justificaciones. Se acentuaban losauto reproches. ¿Para qué abandoné mi país? Al menos allá hubiera contado con elcariño de mi familia, de mis amigos. Aquí no conocía a casi nadie, y era tan poco eltiempo compartido con esos recientes conocidos con quienes ni siquiera existía laconfianza como para decirles mi verdadero estado de ánimo, que más me deprimía.Si no fuera por la sensibilidad de una cliente, difícilmente hubiera librado sinconsecuencias trágicas el trance.

En efecto, Nelda trabajaba como secretaria de redacción de un periódicoempeñado en recuperar el mercado, y nuestra agencia de publicidad y mercadotecniale brindaba asesoría en las campañas que se estaban planeando. La secretaría deredacción es un desafío para cualquier intelectual que se precie de ser brillante. Enmi deambular por diferentes países, y conectado al periodismo, había tenido laoportunidad de conocer a algunos de los secretarios de redacción de importantesmedios gráficos, pero nunca había conocido a ninguna mujer en ese puesto. Con estoquiero decirles, y espero que sea claro, Nelda era más que brillante para haber accedidoa él.

Page 114: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s123

Fue después de una junta realizada en el periódico para definir el conceptorector de la campaña, que Nelda se acercó y me preguntó:

— Jorge, ¿qué te sucede? Te veo deprimido.

— Gracias por interesarte en mí, realmente lo estoy—, y sin ningún respetole aventé todo el rollo de cómo me sentía: de mi salud, del diagnóstico, delmiedo que le tenía a una intervención quirúrgica, de la solución que meofrecían a través de la cauterización de la tiroides, etc., etc. Y lo mássorprendente, al menos para mí en ese momento, fue que Nelda me escuchócon respeto y cariño.

— Jorge, te voy a dar un número de teléfono para que mañana mismo tepongas en contacto con un médico amigo. Él es alguien muy especial, se llamaArturo, pídele a su hermana una cita y no dejes de ir—. Y me narró en quécircunstancias de su vida había conocido a Arturo y cómo la había librado dela mesa de operaciones.

Como dice el dicho: De lo perdido, lo que aparezca… me puse en contactocon el médico de mi reciente amiga. Cuál fue mi sorpresa que, al cabo de seis mesesde un tratamiento que me llevaba aproximadamente de cuatro a cinco horas todoslos sábados, estaba curado y además trabé amistad con Arturo, el médico recomendado,con quien hasta el día de hoy me une una de las relaciones de amistad más significativasque he tenido en mi vida. Simultáneamente a estos acontecimientos, apareció demanera curiosa —porque lo conocí por una chica con quien yo empezaba a salir— unjoven inquieto llamado Mario, con un gran talento creativo, quien se convirtió en pocotiempo en un importante proveedor de la agencia de publicidad en la que yo trabajaba.Sostuvimos un par de pláticas acerca de áreas que a él le interesaban, como hacerproyectos de inventos que iban desde un carro propulsado con turbinas hasta laconstrucción de un plato volador. Entre estos temas, apareció un día algo relacionadocon una mujer a quien se le atribuían poderes especiales, sobre todo una forma decurar que rayaba en lo milagroso.

Les comenté que toda la literatura que caía en mis manos era rápidamentedevorada sin piedad y con voracidad por un servidor, ya que consideraba que estaactitud iba a reducir el tiempo de integración a las costumbres, para mí extrañas, delos mexicanos. Pues bien, entre los libros figuraban algunos de chamanismo, recuerdouno, especialmente, que narraba las experiencias curativas de Pachita, una curanderade Parras, Coahuila; otro del Niño Fidencio; de María Sabina y de varios curanderosfamosos de diferentes regiones del territorio mexicano. Sobra decirles que cada unode estos textos acrecentaba mi curiosidad y mi imaginación, por demás exuberante,en torno a estos temas, así que no hice esperar la manifestación de mi interés de partircuanto antes a visitar a esa señora que respondía al nombre de Doña Paula, y quevivía a la vera de un camino de terracería en un ejido de García, Nuevo León.

Page 115: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s124

Doña Paula venía avalada por este pintoresco conocido, quien había irrumpidoen mi vida como tantos otros que, así como aparecieron, partieron sin dejar otrahuella que el recuerdo. La relación de Don Mario (así lo llamábamos por la formalidadcon la que platicaba) con Doña Paula, se iniciaba desde que ella había tratado conéxito al hermano de aquél, de una fobia que lo tenía prácticamente recluido a un radiomuy limitado de su vivienda, so pena que si se alejaba de él caía en un estado depánico o como le llaman ahora, “ataque de ansiedad”. Con esos antecedentes, aldomingo siguiente nos montamos Don Mario y un servidor en una camioneta ypartimos para Sabanillas, nombre del ejido en el que vivía la mentada señora depoderes mágicos.

El primer encuentro

— ¿Se acuerda de mí, Doña Paula?—. Así se dirigió mi guía a una señorachaparrita, de rostro añoso y quemado por muchos soles.

— No.

— Usted trató a mi hermano…

— Será, pero sigo sin acordarme.

— Yo soy el hijo de fulanita y menganito, hace un par de años vinimos porusted y la llevamos para que viera a mi hermano. Vinimos con perenganita…

— Y ahora ¿qué quiere?— interrumpió la anciana, a la cual, a pesar de susaños, se le veía mucho carácter.

— Bueno, traigo a este amigo...

— Sí, pero ahora no tengo tiempo— y mirándome a los ojos me preguntó—¿Y usted, cómo dijo que se llama?

— Jorge— respondí.

— Jorge cuánto— inquirió.

— Jorge Estrella.

— Ahora no puedo atenderlo, pero venga el miércoles— y ya casi dándosevuelta— Usted no es de aquí, ¿no?

— No, soy argentino. ¿A qué hora puedo venir, señora?

Page 116: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s125

— A ver ¿a qué hora sería bueno?.. venga, si le parece, a eso de las diez.

— Hasta el miércoles entonces, Doña Paula.

— Si Diosito quiere.

El miércoles

— Buenos días, Doña Paula.

— ¿Quién era usted?

— Vine el domingo con fulano, usted me dijo que regresara hoy.

— Sí, pero hoy no puedo atenderlo. No me han traído la medicina.

— ¿Y cuándo le parece bien que regrese?

— A ver si para el sábado ya me han traído la medicina.

— ¿A qué hora le parece bien, Doña Paula?

— Véngase el sábado como a esta hora.

El sábado

— ¿Y usted, a quién espera?— preguntó Doña Paula, asomándose por la puertaentreabierta de la cocina.

— Buenos días. A usted, Doña Paula.

— Sabe, seguimos sin la medicina. Es que no ha habido ningún viaje y tengoque traerla de por San Luis Potosí. Por aquí no se consigue. A ver cuándo seecha una vuelta.

— ¿Qué día puede ser?

— El martes quizás tengamos suerte.

— Hasta el martes, entonces.

— Primero Dios. ¿Cómo me dijo que se llamaba?

— Jorge, Jorge Estrella.

Page 117: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s126

— ¿Y el que lo trajo no vino?

— No, pero le mandó saludos.

— Está bien. Que Diosito lo acompañe.

El martes

— Buenos días— saludó Doña Paula al verme sentado debajo del jacal paracubrirme del sol.

— Buen día— respondí poniéndome de pie.

— ¿A quién espera?

— A usted, ¿se acuerda?, usted me dijo...

— Yo sé lo que le dije, pero estamos mal con usted. Necesito unas ratas parahacerle un caldo, pero estos huercos no han ido a traerlas...

— Está bien, será mi suerte...

— Dese una vuelta el fin de semana o más adelante.

— Hasta luego…

Me fui pensando con coraje e impotencia: “pinche vieja y pinche suerte lamía, que ni siquiera esta vieja quiere atenderme. Tan poco soy, no valgo nada.”

Hasta ese día había conservado la paciencia, o mejor dicho, tenía esperanzasde que en el próximo viaje pudiera entablar una conversación que aliviara las tensiones,no sólo de mi cuerpo pues ya había tomado cuenta de que éstas provenían de mialma. En ese instante sentía que perdía las esperanzas. Sentía que la vida me arrebatabauna oportunidad, no tenía en claro cuál era esa oportunidad, pero tenía un sentimientode pérdida. Con estos sentimientos me alejé del rancho, sentía que las lágrimas seme escapaban, me subí a mi carro y sin mirar hacia atrás me fui tragando la angustia.No transcurrió mucho tiempo cuando me encontré con el alto murallón de piedraque enmarcaba la quebrada. De repente, cruzando el río seco, me solté a reír acarcajadas, y reía y lloraba; una emoción para mí desconocida se había apropiado detodo mi ser. Tenía ganas de reír, de bailar, de llorar, de cantar, gritar, insultar, zapatear,correr, volar; y sin esfuerzo, en ese supremo instante una luz de comprensión inundómi ser. Al rato pude verbalizarla de esta manera: Pero, ¡qué bruto he sido!, tantosaños buscando lo sagrado y no me había dado cuenta de que mi trabajo, mi verdaderotrabajo es venir. Es recorrer este intrincado camino de tierra, lleno de abruptas

Page 118: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s127

barrancas, de piedras, este desierto en el que cada planta lucha denodadamente porsobrevivir un día más, tan sólo un día más. ¡Cuánto tendría que aprender de esedesierto! ¡Cuánto tenía para enseñarme ese pequeño cactus rodeado de tierra ardiente!¡Cuánto, ese enorme cuervo que se había convertido en mi silencioso acompañantede cada día, en mi aparentemente inútil peregrinar!

Parecía que una parte de mi inconsciente se hubiera desbloqueado, que todala ansiedad que me embargaba hasta hacía unos instantes y cuya causa había depositadofuera de mí mismo, se liberaba, dándome cuenta de que era yo el que la provocaba,o mejor dicho, era todo ese sentimiento que subyacía en mi inconsciente y al cual notenía, por lo pronto, acceso. De repente recuperaba el poder sobre mí mismo, sobremi estado emocional. Esto generaba una energía que inundaba todo mi ser. Retorné,cantando a todo pulmón, a otro desierto. A un desierto más cruel, tal vez el más cruelde todos: la gran urbe, donde la indiferencia acompaña a la mayoría de las almasdesoladas. Pero esta vez había aprendido algo. La aridez de la tierra, la aridez de lagente del ejido me permitió comprender un poco esta otra realidad, y me enfrenté alos hombres-cactus, a los carros-piedras, al asfalto-tierra ardiente, a los postes-magueyes, como si fueran parte de mi muerte y, a la vez, la verdadera razón de miexistencia. Doña Paula me había dado mi primera lección. Por lo pronto era su pacientey, como la palabra lo indica, decidí ser un buen paciente.

Ahora recuerdo esa canción de Alejandro Lerner que, casualmente, se llama“Y todo a pulmón”, que comienza así:

“Qué difícil se me hace, mantenerme en este viajelejos de la transa y la prostitución.Defender mi ideología, buena o mala, pero mía,tan humana como la contradicción”.

Si había algo que en ese período me pudiera caracterizar eran miscontradicciones, a tal punto que recuerdo el obsequio de un amigo, que hacía unaclara alusión a mi conducta recurrente, era una estampa de un hombre con las manosen los bolsillos y que a modo de los globos de las historietas decía: “Antes era unindeciso, ahora no estoy seguro”.

Reflexiones

Aunque Doña Paula no me recibiera, algo se produjo en mí y ese algo me acompañadesde entonces. Es una mayor confianza en el proceso por el cual me toque atravesar.Esto no quiere decir que mis sentimientos o estados emocionales queden inertes oanulados, por el contrario, vivo todas esas contradicciones y sentimientos. Sin embargo,existe la confianza en que después de la experiencia quedará una comprensión másamplia, como una confirmación de que era necesario atravesar por esa vivencia. Noes una comprensión que pueda ser intelectualizada, es como un sabor, como una

Page 119: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s128

certeza de que esa experiencia en particular tuvo un sentido y que ese sentido ampliómi percepción de la realidad. El Desarrollo Humano la llama tendencia formativa otendencia actualizante. Esta tendencia, tal como la plantea Carl Rogers, no es privativade los seres humanos, sino que es una de las características de todos los seres vivos,es algo así como un precepto universal, cósmico, por el cual todo ser busca cumplircon el móvil de su existencia. Por difíciles que parezcan algunas experiencias humanas,el ser siempre va a estar buscando su realización. Refiriéndose a las personas «…cuyasvidas han sido terriblemente desbaratadas», Carl Rogers agrega:

Las condiciones en las que esa gente se ha desarrollado han sido tan adversas, quefrecuentemente sus vidas parecen anormales, retorcidas, apenas humanas. Sinembargo, se puede confiar en su tendencia direccional. La pista para comprender suconducta es el hecho de que luchan, en las únicas formas de las que según su percepcióndisponen, para avanzar hacia el crecimiento, hacia la existencia. A las personas sanas,sus esfuerzos les pueden parecer grotescos y fútiles, pero ellos son el intento desesperadode la vida por realizar su propia existencia. Esta potente tendencia constructivaconstituye la base fundamental del enfoque personalizado.

Rogers, C. 1995: 64

Curiosamente, una de las cosas que más me llama la atención de la tierraárida de García, Nuevo León, es esa lucha desesperada por sobrevivir de cada una delas especies que ahí cumplen con su ciclo vital. Cada planta, cada animal, se debateen su espacio para ver el amanecer siguiente, y cuando llega la escasa lluvia es unabendición que a todos colma. Es como si cada ser cumpliera con una función específica,como si se aferrara a esa tierra que lo vio nacer y lo verá morir, pero esa tendenciaactualizante no sólo lo mantiene con vida, sino que lo impulsa a su desarrollo pleno,aprovechando al máximo sus posibilidades. Así, tal cual, sentía mi vida. Como sipermanentemente estuviera buscando mis propios espacios, aquellos que mepermitieran encontrar las respuestas que me desatoraran, así percibía en ese momentomi existencia. Todo mi ser era un dique en el cual se acumulaba información,experiencias de vida, pero no veía una salida, una válvula que pudiera direccionarhacia algún lado. Como agravante, sentía que la pared del dique comenzaba aresquebrajarse. Doña Paula se convertía en una esperanza, la esperanza de que alguienme pudiera decir qué hacer con tantas cosas acumuladas.

El camino de terracería se convertía en el sentido inmediato de encontrarrespuestas a tantas preguntas; por lo pronto me había hecho reír, hacía mucho quemi ansiedad me impedía hacerlo. Al llegar a casa me recosté en el viejo sillón compradoen una venta de garaje. No me sentía solo, ahora me acompañaba un camino, mipropio camino, aunque fuera de terracería. Sabía que tarde o temprano descubriríasu sentido. Cogí el libro de poesías de San Juan de la Cruz y lo abrí al azar:

Page 120: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s129

Corazón desnudo

Para buscar a Diosse requiere un corazón desnudo y fuerte,libre de todos los males y bienesque puramente no son de Dios…los cuales son en tres maneras:temporales, sensuales, espirituales.Y porque los unos y los otrosocupan el corazóny le son impedimentopara la desnudez espiritual,cual se requierepara el derecho camino de Cristo,si reparase o hiciese asiento en ellos,de todos ha de desnudarse.Donde es de notar que no sólolos bienes temporales y deleites corporalesimpiden y contradicen el camino de Dios,más también los consuelosy deleites espirituales,si se tienen con propiedad o se buscan,impiden el camino de la cruz del Esposo Cristo.

De la Cruz, S. J., 1998: 123

No pude leer ninguna otra poesía del famoso místico cristiano. Entrecerrélos ojos y traté de comprender esa realidad que él nos trasmite más allá de lasdualidades, más allá de toda posible separatividad; esa realidad que nos invita afundirnos en un abismo de infinitud, en ese mar de la conciencia plena.

Abraham Maslow describe los valores que forman parte de esta sensación ovivencia, a la cual él llama “valores-S”, que son los valores propiamente del Ser y queforman parte de lo que denomina “experiencias cumbres”:

1. Totalidad (unidad; integración; tendencia a la unicidad; interconexión;

simplicidad; organización; estructura; superación de la dicotomía; orden).

2. Perfección (necesidad; justicia; determinación; inevitabilidad; conveniencia;

equidad; plenitud; inmejorabilidad).

3. Consumación (terminación; finalidad; justicia; estar terminado; realización; finis

y telos; destino; hado)

4. Justicia (rectitud; orden; legitimidad; autenticidad)

Page 121: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s130

5. Vida (proceso; no estar muerto; espontaneidad; autorregulación; funcionamiento

pleno).

6. Riqueza (diferenciación; complejidad; intrincación).

7. Simplicidad (honestidad; desnudez; esencialidad; estructura abstracta; esencial;

esquemática).

8. Belleza (rectitud; forma; vida; simplicidad; riqueza; totalidad; perfección;

terminación; unicidad; honestidad).

9. Bondad (rectitud; apetecibilidad; inmejorabilidad; justicia; benevolencia;

honestidad).

10. Unicidad (idiosincrasia; individualidad; ausencia de comparabilidad; novedad).

11. Carencia de esfuerzo (facilidad; ausencia de fatiga; empeño o dificultad; atractivo;

funcionamiento perfecto).

12. Alegría (diversión; placer; gozo; viveza; humor; exuberancia; carencia de esfuerzo).

13. Verdad; honestidad; realidad (desnudez; simplicidad; riqueza; rectitud; belleza;

puro; limpio y carente de adulteración; consumación; esencialidad).

14. Autosuficiencia (autonomía; independencia; carencia de necesidad de ser uno

mismo; autodeterminación; trascendencia; del medio; separación; vivir de acuerdo

con las propias reglas).

Resulta obvio que no se excluyen mutuamente. No son distintos o separados, sino quese entrecruzan y compenetran mutuamente. Básicamente son todas facetas del Ser yno partes del mismo.

Maslow, A. 1998: 116 y 117

Qué distante de todo eso veía mi mundillo de conflictos y contradicciones.Traté que este sentimiento no me generara más ansiedad de la que ya de por sícargaba. Respiré profundo y me puse en contacto con mi cuerpo, este cuerpo que mehabía rescatado de tantos naufragios, de tantas pesadumbres, este cuerpo que ahorase negaba a andar corriendo en los amaneceres para mitigar mi angustia, que senegaba a cansarse para poder dormir por las noches, y en contacto con él y con mirespiración me quedé suavemente dormido.

Page 122: Doña Paula: Un salto al vacío

1

Capítulo V

Argentina, 1976

Page 123: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s133

Capítulo V

Argentina, 1976

7. Shi. El Ejército

Arriba: Kun, Lo Receptivo, la Tierra.Abajo: Kan, Lo Abismal, el Agua.

Este hexagrama se compone de los dos trigramas: Kan-Agua y Kun-Tierra,simbolizando así el Agua subterránea acumulada en la Tierra. De la misma maneralas fuerzas militares se reúnen en la masa del pueblo; invisibles en tiempos de paz,pero siempre a disposición como fuente de poder. Los atributos de los dos trigramasson: Peligro en el interior y obediencia hacia el exterior. Esto alude a la condicióndel Ejército que en su núcleo presenta peligro, mientras que hacia el exterior muestradisciplina y obediencia.

I Ching, El libro de los cambios, 1976: 92

Nos amontonábamos contra la puerta de entrada, era la segunda o la tercera lista queaparecía en la vitrina. El grupito que quedaba se fue apartando con mi llegada, unapersona se quedó y mirándome de frente, me dijo: “Estás en la lista”. No hacía faltamás, todos sabíamos que estar en la lista significaba estar expulsado de la Universidad,además de todas las otras posibles consecuencias, como pasar, en cualquier momento,a engrosar la lista de desaparecidos. Ahora, había una causa por la cual luchar.

Esperé, no sé cuánto tiempo. Para ellos no tenían importancia las esperas,pero al fin estaba al frente del Mayor, Mayor de Aeronáutica y flamante Interventorde la Facultad. Me invitó a sentarme y luego me cedió la palabra. Le pregunté cuálera el motivo de mi expulsión, a lo que me respondió que tenían una denuncia en laque se me atribuía ser comunista, yo contesté que no era cierto... “Mire, Mayor, nome molesta que me expulsen por decir lo que pienso o por ser un gritón. Tampocome molestaría que me expulsaran por no agradarme la izquierda ni la derecha, lo querealmente me duele es que me expulsen esforzándose en encasillarme en algo que noes verdad. Salvando las distancias, quiero recordarle que hace más de cien años huboun hombre, quien luego llegaría a ser presidente en nuestro país, que en una situacióntal vez muy similar a ésta, tuvo que huir atravesando la Cordillera de los Andes y enuna roca dejó una inscripción que durante generaciones nos la hemos ido transmitiendo.¿Recuerda? Ese hombre fue Domingo Faustino Sarmiento y su pensamiento ha vencidoal tiempo: ‘Bárbaros, las ideas no se matan’”.

Me levanté, le di la espalda y sin saludar me alejé de su oficina, de la Facultady de todo aquel absurdo mundo que se pintaba de botas y de uniformes verdes.

Page 124: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s134

Tenía que irme, salir de ahí, era un lugar irrespirable, la ciudad se habíaconvertido en un laberinto en el que el miedo se enseñoreaba de todo. Yo no sentíamiedo, poco a poco me invadía un coraje para mí desconocido, me daba cuenta deque estaba perdiendo mis sueños, que una maquinaria enferma, absurda, iba aplastandotodo a su paso.

Creía que había llegado la hora de abandonar mi país, ya no era mío, ahoraera de ellos, y para que no te quedara ninguna duda te lo recordaban cada minutocon muertos, con tiros, con allanamientos, con las atrocidades de las que te enterabaso que vivías a cada instante.

Un amigo de mi familia vivía en Venezuela, era director de una estación deradio; fui a verlo a San Luis, nunca había estado en esa provincia. Me recibió muyamable, pero no pudo hacer mucho por mí. Regresé un tanto decepcionado. Noobstante, nada me iba a frenar, al menos eso creía. Ya no me importaba a dónde, sóloquería irme, alejarme de los rostros conocidos que apresaban y desaparecían. Tuveque ir al atardecer. Tenía que hacer fila toda la noche para poder tramitar el pasaporte.Llené papeles, pasé por puertas y cerca del mediodía salí a la calle. Cuando regresépor mi documento, transcurrida una semana comenzó una nueva pesadilla.

“¡Acompáñeme!”, retumbó la voz. Me hicieron subir una escalera, luego memetieron en un cuarto que servía de oficina. Un policía de civil estaba sentado trasel escritorio y dos más de pie. La puerta del cuarto daba a un pasillo por el que nodejaba de pasar gente, con y sin uniforme, todos apestaban a policía.

— ¡Quítese la ropa!

Sin preguntar, sabía que con ellos era inútil, me fui quitando los zapatos, elpantalón y así, hasta quedar completamente desnudo.

— Levante los brazos y dé la vuelta contra la pared— inspección de rutina,no había golpes ni heridas punzocortantes ni balazos—. Quítenle los cordonesde los zapatos, el cinturón, vacíenle los bolsillos y llévenlo al sótano hastaque lo interroguen.

Hacía frío allá abajo. Una silla de madera frente a la pared blanca. La paredblanca y el ruido de pasos permanentes a mis espaldas. Nadie me había preguntadonada, yo tampoco había abierto la boca, ya sabía que todo era un juego pero que eneste juego de vida o muerte no había sentido, sólo la estupidez humana lo alentaba.Pasó el tiempo ¿Cuánto? No lo sé, me enteraría afuera, por los días que había estadodesaparecido. Sólo sé que una de las noches hacía mucho frío, estaba aterido, temblabacomo una hoja sacudida por el viento; y un sargento, movido por no sé qué sentimientoextraño, me prestó una frazada.

Page 125: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s135

— ¡Súbanlo!— escuché la voz estridente que provenía de la planta alta.

Alguien me dijo: “¡Arriba!”. Y de repente, sin saber cómo me respondieronlas piernas, subí una y otra escalera conducido por dos guardias, por dos carceleros,hasta otra habitación. En ella había un hombre de espaldas.

— ¡Siéntese!— retumbó la misma voz, antes de que el engranaje de la estupidezempezara a moverse.

Agregó, en el mismo tono, sin darse vuelta: “¡Déjennos solos!”, y escuché elsonido de la puerta a mis espaldas, que se cerraba con firmeza. Se volvió hacia mí, eraun tipo joven vestido de civil, barba y cabello pelirrojo, que pudiera haber pasado poruno más en la calle. Arrojó un libro sobre el escritorio, no pude dejar de leer la portada:¡Sésamo, ábrete!, por Jorge Estrella. No pude dejar de sorprenderme y les aseguroque, en aquella época, pocas cosas podían sorprenderme. “¿Vos lo escribiste?”, parecíala pregunta obligada y llegó:

— ¿Vos lo escribiste?

— No, nunca publiqué nada.

— Lo que pasa es que tenés la mala suerte de llamarte igual que éste (señalandoel libro), hace tiempo que lo estamos buscando.

— Lo sé, me expulsaron de la Universidad.

— Ya te reincorporaron. Para colmo es parecido a vos, te vas a tener quecuidar un tiempo, porque a pesar de que ya pasamos tus datos para que note jodan, hay muchos loquitos entre nosotros, y si te agarran, sos "boleta"(asesinado).

Salí a la calle, el sol golpeó mis ojos. No me importó, miré como un alucinadoel cielo azul, ¡Dios! ¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo?

Culpable

— Mire, Doña Paula, yo sé que tengo la culpa...

— ¿Cuál culpa? Si no andamos buscando a nadie para ponerle el saco. ¿Paraqué se lo pone usted? Ninguna culpa...

— Es que yo sé, madrina, que hice mal las cosas.

Page 126: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s136

— Sígale con eso. Usted hizo las cosas como mejor podía en ese momento.Aparte, las cosas no están todas dichas. Al rato vamos a ver. Mire, usted dejeque hagan todo el borlote que quieran, al rato usted dice: “Bueno, ustedes yamovieron, y dijeron, y que para aquí y que para allá, ahora me toca a mí”.Entonces allí vamos a saber dónde estaban las cosas. Pero si se está poniendoen el papel de que usted es el que tiene la culpa, no vamos a saber cómodeviene el asunto. Por ahora déjelos, como ya le he dicho en otras ocasiones,usted déjelos, al rato los ponemos en un tanto, entonces sí vamos a ver quiénes quién.

— Madrina, es que yo dije...

— Ya sé lo que usted dijo y que quiere seguirlo repitiendo. Sosténgase,tranquilícese y vamos al pasito.

Me costó muchos años el saber por qué me sentía culpable en aquel angostotúnel. Hacía muchos años que había leído El proceso, de Franz Kafka. Cuando lo leíme pareció una novela fantasiosa, hasta pensaba: “ese tipo sí que estaba bien loco”.Toda su narrativa, aparte de parecerme irreal, imposible, absurda, me parecía llenade angustia, una angustia sólo explicable conociendo la frustración de su autor.

Sin embargo, aquel 24 de noviembre de 1976 me encontraba en la mismasituación que Joseph K. Me habían ido a buscar, no sabía por qué me habían arrancadode mi casa, de mis seres queridos, y a pesar de todo, una parte muy importante demí se sentía culpable. En ese momento, no hubiera podido decirles de qué. Era unaculpa profunda, ontológica, ancestral. Me preguntaba una y otra vez si realmentenunca había estado metido en nada, me hacía preguntas tan absurdas como: ¿no eresdel ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo)? Me había convertido en mi propiocarcelero, no necesitaba guardianes. Creo que si me hubieran dejado solo no mehubiera ido, allí hubiera seguido, esposado, con los ojos vendados y con ese enormemuro que se iba levantando sin prisa pero sin pausas entre mi mente y eso que aprendía percibir como “realidad”.

Una pistola sobre la sien derecha —todavía, cuando me acuerdo, vuelvo asentir el caño duro y frío sobre el costado de mi cabeza—, aceleró la construcción delmuro. ¿Miedo? Lamentablemente no, algo peor, algo contra lo que tuve que batallarmucho tiempo.

— A ver, batí (dime) ¿quiénes son los que venden la revista Estrella Roja enla Facu? (Facultad).

Escuché el cerrojo de la pistola, pero entre él y yo había un muro, un gruesoy pesado muro, un cruel y despiadado muro, un muro que me arrastró durante añosa la peor de las muertes: a la indiferencia. El tiempo se detuvo. Grité tras el muro:

Page 127: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s137

“¡No sé!”. Del otro lado del muro me gritaron: “¡Ya vas a cantar! (confesar) ¡Llévenselo!”.

Tal vez ellos también vieron el muro. Tal vez, en su simplicidad de máquinasfamiliarizadas con la muerte entendieron que yo, una parte de mi yo, ya era inalcanzable;o tal vez vieron una pared igual a la que los atormentaba cada día, o peor, cada nochede su absurda y aburrida vida, o quizás debiera decir, de su absurda y aburrida muerte.

Cuando salí, en ese entonces, encontré que poder caminar por esa ciudad,ahora totalmente extraña, era un hecho fortuito y azaroso. La libertad, tan habladay enseñada en mi formación, pasó a ser una verdadera utopía. La vida acababa dedarme un curso práctico e intensivo acerca de mi falacia: mi libertad era algo ingenuode mi ser, mi libertad era un concepto, un simple concepto que acababa de hacerseañicos. Ahora simplemente andaba por las calles, mas no era libre; el andar por lascalles era sólo una circunstancia que podía ser modificada en cualquier momento, sinque mediara ninguna causa aparente, sin que hiciera o no hiciera nada. Deberíaempezar cuestionándome el inicio de este párrafo: “Cuando salí...” ¿Salí?

Así, de golpe, empecé a transitar el absurdo. Mi mente se expandió sin desearlo,o mejor dicho: así, de golpe, había pegado un salto a un vacío en el que todas lasposibilidades se daban cita, todo se volvió unitivo, todo tuvo cabida, todo, todo loaprendido se desdibujó cuando la pistola fue gatillada en mi sien y esperé el estampidoque nunca llegó ¿Por qué? Nunca lo supe, quizás el destino me tuviera deparadas mássorpresas. Lo único cierto es que nunca pude juzgar a los militares que me detuvieron,siempre sentí que para ellos, para su forma de pensar, yo soy y seré siempre culpable.Gracias a Dios.

— Otra vez lo agarré ensoñando.

— Más quisiera, madrina, me agarró con mis pinches recuerdos.

— ¿No se da cuenta de que gracias a eso que tiene para recordar, usted es elque es ahorita?

— Bueno, pero no está para presumirse

— Vea, Jorge, toda su posibilidad está aquí y ahorita. Esto no es nuevo, se lohe dicho de muchas maneras. Atrás no quedó más que el eco de las cosas, yusted sigue trayendo aquí ese eco que lo asalta y lo atormenta. Por eso es quehay que acallar el eco. El eco atormenta la mente, y una mente atormentadano puede “agarrar” gran cosa. Donde hay eco no hay vacío y donde no hayvacío nada puede entrar. Tiene que “agarrar” eso, si no va a andar por loscaminos sin nada que lo guíe, viendo sólo la sombra de las cosas.

Page 128: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s138

— Pero, cómo, madrina. ¿Cómo ponerle un límite a la mente? ¿Usted se creeque yo no quisiera decir basta?

— Asómese a la puerta y dígame qué ve.

— Veo la montaña, la maleza, piedras, cactus, veo un rancho con unaempalizada, veo un molino de viento...

— Bien, ¿y lo ve al viento?

— No, pero lo siento.

— Y desde aquí adentro, ¿ve el sol?

— No.

— Sin embargo, puede sentir el calor.

— Sí.

— Así le pone un límite a la mente, sintiendo las cosas que no se ven. Váyasehasta la cruz, siéntese allí donde usted siempre se sienta y escuche el viento.Para escuchar el viento su mente tiene que estar en un tanto con el viento,y si se cruza algún pájaro, que su mente busque la comprensión en el cantodel pájaro; sienta el sol y se va a dar cuenta cómo la mente puede ser aquietada,poniéndola al nivel de las cosas de Dios. Después viene y cambiamos deopiniones. Tal vez hasta comprenda qué es la libertad, la verdadera libertad.

— ¿Cómo supo, madrina, que estaba recordando esa etapa de mi vida?

— Quizá porque mi mente está nivelada a las cosas que quiero saber. Ahoraváyase hasta la cruz, y luego se echa unas gorditas.

Salí de la cocina y, al bajar el escalón que me separaba del amplio patio detierra, el sol me encandiló por un momento, sentí el aire caliente del mediodía. Unosperros flacos se me acercaron meneando sus colas, con las cabezas agachadas; unmarrano pasó corriendo y un par de gallinas hurgaban entre la basura buscando algopara comer. El viento levantaba pequeños remolinos de tierra que quedabansuspendidos por un rato. Las piedras rojizas delimitaban los senderos del rancho,tomé uno al azar, pasé por el costado de la casa de Mariano y desde ahí divisé la cruzy su base de piedras blanqueadas con cal. La cuesta era suave, sin embargo, siemprese me hacía más empinada de lo que realmente era, como si me costara arribar a midestino pero, una vez allí, sentía que me desplomaba, un gran cansancio se apoderabade todo mi ser.

Page 129: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s139

Junto al cansancio una gran calma me iba inundando, lentamente, hastainvadir cada resquicio de mi cuerpo, cada resquicio de mi alma. Me sentaba en miimprovisado banquito de piedra volcánica y giraba mi vista hacia el poniente, a dondetantas veces viera el ocaso, la caída del sol, la muerte de la tarde que siempre culminaen una nueva resurrección. Y ahí me quedé sin hacer nada, percibiendo todo.

Mi mente se fue aquietando, y a medida que lo hacía me resultaba más y másdifícil hilvanar un pensamiento. Desistí de hacerlo y todo comenzó a tener sentido,como un concierto en que los pájaros, las cigarras, las gallinas, los lejanos ladridosde los perros, el viento, el silencio, todo estaba en perfecta armonía, lo único que teníaque hacer para disfrutarla era quitarme del medio, aquietar mi mente, contemplar lamaravillosa perfección de lo que me rodeaba.

No sé cuánto tiempo estuve en ese estado. Me levanté y regresé al rancho.Doña Paula estaba sentada en el rincón de siempre, abarcando con su mirada elhorizonte que se abría tras la puerta. Iba a decirle lo que había experimentado, hizoun gesto para mí más que elocuente, guardé silencio, ella sonrió y me dijo: “Ya estánsus gorditas, ándele que no se le enfríen”. Comí en silencio. Al terminar le dije:“Madrina, pájaro que comió, voló”. Ella me respondió: “Diosito lo ha de ayudar”.

Así abandoné, por ese día, el rancho. Cuando di la vuelta con la camionetapara enfilar hacia el sendero volví la vista, Doña Paula estaba junto al marco de lapuerta y con la mano me saludaba, bajé el vidrio y le devolví el saludo. Al mirar porel espejo sólo vi la nube de polvo que levantaba la camioneta. Llegué a mi casa, nohabía nadie. Busqué en el antiguo mueble una de mis pipas, la llené de tabaco, loapisoné como si tuviera todo el tiempo del mundo, la puse en mi boca y acerqué elencendedor hasta la tronera. Aspiré con fuerza, una y otra vez, hasta que el humo yel aroma dulzón del tabaco comenzaron a elevarse. Me senté en el sillón de la sala yempecé a descubrir las curiosas formas que tomaba el humo a medida que ascendía,desde ahí se desparramaba indolente pero lleno de vida por la superficie áspera deltecho. Miré el sillón contiguo y me imaginé que Doña Paula compartía ese momento.Fue tan intensa mi necesidad de que ella estuviera en ese instante conmigo que, sinquitar la vista del sillón, le pregunté:

— Doña Paula, he comprendido que la quietud de mi mente me libera de losrecuerdos dolorosos del pasado, pero, ¿cómo me puedo liberar de raíz deellos?

— No se va a liberar de ellos hasta que no se libere del miedo.

El escuchar esta respuesta me hizo sobresaltarme, me asusté, ¿cómo podíaresponderme si ella no estaba allí? Seguro que era mi imaginación, pero por qué laescuché con tanta claridad. ¿Qué me estaba pasando? Pero mientras en mí sucedíantodas estas cosas volví a escuchar su voz:

Page 130: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s140

— ¡Déjese de perder el tiempo!... Justo ahora que estamos por entrarle a algointeresante.

— Pero, Doña Paula, ¿cómo le hace?

— Eso no importa ahorita. Aprovechemos este tiempo, le decía que no se vaa liberar de nada hasta que no se libere del miedo.

— Doña Paula, yo no tengo miedo...

— No, tiene pánico.

— Pero, si usted sabe por todas las cosas que he pasado y todas las que heenfrentado y nunca me he rajado.

— Todo resentimiento, todo coraje, es miedo. Si realmente fuera valiente notendría que andarlo presumiendo, ni andar a los gritos ni confrontando a lagente. Todo eso es la pura manifestación del miedo. Y si no lo quiere ver esporque tiene demasiado temor para enfrentarse con él. A mí no me tiene quetratar de convencer de que usted es muy valiente. A decir verdad, a mí no meimporta si usted es valiente o un cobarde, al que le tiene que importar es austed, de perdido para conocerse un poco más. Lo que sí puedo asegurarlees que nunca se va a liberar del coraje, del resentimiento y de todos esosrecuerdos que atormentan su mente si antes no se libera del miedo. Y éstees muy canijo, no lo va a dejar así nomás. Porque usted se levanta y se va asícomo así, y a veces quedan cosas por aclarar, ésta es una de ésas. ¿No leparece? Sobre todo lo que tenemos que ver es la raíz de ese sentimiento.Porque si lo vamos a arrancar hay que arrancarlo de raíz si no vuelve a creceruna y otra vez, y como le dije, el miedo es muy canijo.

— Bueno, Doña Paula, ¿cuál es la naturaleza del miedo?

— Al parecer es el tiempo. Mírese usted mismo, algo le pasó hace un montónde años y todavía sigue cargando con ello, así que no puede ser otra cosa queel tiempo, ya que yo no veo que todavía lo estén apuntando con un revolveren la cabeza. Me parece que algo se le quedó en la cabeza en ese tiempo y nose lo ha podido sacar en este otro tiempo.

— Pero hasta los animales tienen miedo.

— Sí, pero no cargan con él. Vuelven a vivirlo cuando se sienten de nuevoamenazados. Fíjese, por ejemplo, veamos una rata. ¿Qué hace una rata cuandoalguien la ataca?

Page 131: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s141

— Huye.

— Así es, si puede huye o al menos eso intenta, pero primero se queda comoparalizada, como si no supiera qué hacer, como si no supiera qué es lo querealmente está pasando. Luego huye, pero si se da cuenta de que no tienesalida, si se da cuenta de que está acorralada, la rata se volverá y atacará.¿Cree, Jorge, que la rata tuvo miedo?

— Estoy seguro que sí… que tuvo miedo.

— Bien, entonces podemos decir que el miedo hace que alguien, igual que larata, se quede quieto, huya o ataque.

— Así es.

— Lo mismo pasa en el hombre, el miedo lo deja quieto, lo hace huir o lo haceatacar. Toda agresión parte del miedo, todo resentimiento tiene su raíz en elmiedo, toda indiferencia tiene su raíz en el miedo, toda huida es provocadapor el miedo. ¿Entiende ahora?

— Pero, ¿y en mi caso?

— Pregúntese: ¿Por qué estoy resentido? ¿Por qué tengo tanto coraje por loque hicieron los militares? ¿Por qué mi odio?

28 de noviembre de 1976

No sabía cuál era la profundidad del túnel, lo único que sentía era que las paredes seme venían encima. Estaba convencido de que era muy angosto y su altura no superabael metro setenta, esto era obvio, ya que tuve que agachar la cabeza después de habermedado un golpe cuando me apuraban a empujones.

Las esposas no eran tan molestas, tal vez un poco; lo espantoso era esa vendaen los ojos. Estaba sentado en un banco de cemento empotrado contra la pared, yésta, por su forma abovedada, me obligaba a estar medio inclinado hacia adelante.¡Ay!, cómo me acordaba de Espronceda, ese famoso escritor de Salamanca, cuandoen una de sus prosas dice algo así: «Loado sea Dios que me echó al mundo con tantosdones, no para mi ventura sino para su divertimento, porque uno a uno me los ha idoquitando todos».

Lentamente me di cuenta de que no estaba solo, otros sentidos se medesarrollaban rápidamente. Podía sentir la respiración de uno, dos, tres... y así aprendía distinguir seis personas aparte de mí. Unas estaban a mi lado; otras, enfrente, adiviné

Page 132: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s142

que sentadas en un banco similar al que me encontraba. Había transcurrido una hora,o dos, quién sabe, es espantoso el chiste que nos hace el tiempo cuando cambiamoslas circunstancias. Allí comprendí la relatividad, sentí una vocecita que pronunciabami nombre, al comienzo no la reconocí, pero poco a poco se me fue antojando familiar.Además me llamaba por mi segundo nombre: Ulises, eso estrechaba el núcleo de misconocidos a dos campos: el primero a mi infancia, a los amigos del club con quienesme crié desde los tres hasta los 18 años, o al más reciente, a mis compañeros deFacultad.

— ¡Ulises, soy yo, María Inés... levanta tu cabeza y mira por debajo de lavenda!

— ¡A ver si guardan silencio!, ¿o quieren que se la hagamos peor?— gritó unavoz aguardentosa, acostumbrada a gritar, acostumbrada a imponerse en esemundo donde los otros deambulábamos entre sombras.

Sí, en eso el gritón no mintió, a muchos se las hicieron peor que a los que lalibramos. La señora De la Peña, delegada gremial del Banco Social, estuvo detenidacon nosotros, luego engrosó la interminable lista de desaparecidos. Hasta tuvo tiempode hablarme de sus hijos, era muy valiente, sólo le apenaba dejar a sus niños solos. Dios la bendiga y perdone a sus verdugos.

Allí, en el túnel, mi cabeza funcionaba a mil kilómetros por hora. ¿Qué hacíaallí?, ¿por qué me habían traído?, ¿qué había hecho de malo? Seguro que habíandetenido a alguien que tenía mi dirección, de ser así, me interrogarían, o ¿habrá sidopor aquella vez que increpé al director de la Facultad cuando él estaba haciendo unaapología del nazismo?, ¿qué estoy haciendo aquí?, ¿hasta cuándo estaré aquí? Si almenos pudiera ver. Todo esto y mucho más pasaba por mi mente; pero, sobre todohabía algo, algo invisible, algo que gravitaba en mí con un sentimiento de culpabilidad. Comprendí que prefería estar donde estaba a ocupar el lugar de mis captores. Esome convertía en cómplice de los "zurdos", de los "bolches", de los "troskos", o de los"maoístas", como llamaban habitualmente a los militantes de izquierda. Es decir que,sin quererlo, había caído en un silogismo idiota, pero a tono con la realidad que sevivía en Argentina. Así de fácil: si no pertenecía a “A”, a la fuerza tenía que pertenecera “B”. Y aunque no me interesara en absoluto ni por “A” ni por “B”, la vida me poníadel lado de “B”, ya que “A” me consideraba su enemigo.

En honor a la verdad, tengo que confesar que tenía muchos amigos "zurdos"y ninguno militar o policía, al menos hasta ese momento. No podemos negar que losmilitantes de izquierda eran en su mayoría gente informada, y de perdido se podíadiscutir y cambiar puntos de vista, mientras que con los "canas" (policías) lo mássabio que podía hacerse era mantenerse todo lo alejado que uno pudiera. Claro, ahorame habían alcanzado y sentía que me estaban pasando por arriba.

Page 133: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s143

Pero estos mismos pensamientos hacían que una parte de mí se sintiera, apesar de no haber militado nunca en agrupaciones ni de izquierda ni de derecha,culpable. Por lo tanto, y siguiendo la mentalidad simplista de la época, estaba dondetenía que estar. No sé por qué mecanismo psicológico, ante los captores la mayoríade la gente se vuelve sumisa, se transforma en un cordero. Sin embargo, a pesar desentirme culpable, lo reconozco, nunca pude dejar de sentirme un ser humano, nuncame callé ni dejé de decir cómo me sentía, ni de repetir lo que pensaba de la violenciay del atropello del que me sentía víctima. Nunca, ni siquiera con una pistola amartilladaen la cabeza dejé de defender aquello que consideraba la parte más sensible y humanade mi vida. Si me la hubieran quitado, nada, a partir de ese momento, habría tenidosentido.

Por la condición en la que me encontraba, lo más probable era que nuncapudiera identificar a mis captores. Ese pensamiento me acompañó muchas veces enel transcurso de mi vida ¿Les habré estrechado la mano, alguna vez, a los que medetuvieron? Aunque parezca un cuento oriental ellos sabían quién era yo y yo no podíasaber quiénes eran ellos, al menos esto se daba en lo físico porque en lo psicológico,en lo ideológico, yo llevaba la delantera; ellos me prejuzgaban y yo tenía la certeza,por sus procedimientos, de la clase, o tal vez debería decir la calaña de personas queeran. Bienvenido Franz Kafka. El Proceso era una realidad, lo único que cambiabaera el protagonista: en vez de llamarse Joseph K, se llamaba Jorge Estrella.

— ¡Esta vez sí que lo agarré lejos!

Todavía ni siquiera había salido del túnel. La inercia de mi recuerdo fue loque hizo que me preguntara ¿qué hace Doña Paula en el túnel? de repente vi unasombra enorme que traía más oscuridad a mi visión. Me caí de la piedra sobre la cualdormitaba y mi estrepitosa caída fue acompañada por la risa de Doña Paula y el corode todos sus nietos.

— ¿Ven lo que les digo? Si se duermen al sol les pasa lo que al argentino: yano van a saber dónde andan, si aquí o allá. Para eso hizo Dios la sombra, paraque nos guarde de los espejismos de la mente, para que nuestra menteatormentada repose.

— Es que, madrina... yo hubiera jurado que me encontraba en mi casa y quesalía de un recuerdo, no sé cómo regresé a la cruz...

— Déjese de jurar tan rápido, es mejor saber a dónde uno anda.

— No, madrina, lo que pasa es que me dormí con todo este rollo delSubcomandante Marcos y no pude evitar recordar algunos pasajes de mi vida.Son algunas cosas de las que ya hemos platicado.

Page 134: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s144

— Sería mejor que se quedara un rato aquí mismo para que el viento se laslleve y ya deje de andar cargando con ellas. Es muy difícil tener un objetivoen la vida si hay tantos recuerdos. Los recuerdos nos enturbian la vista y yano podemos ver lejos, sólo vemos hasta nuestra nariz, entonces nos tropezamoscon las cosas que son importantes, pero no nos damos cuenta y ahí se quedan,esperando a alguno más abusado. ¡Ay, Jorge!, si yo le contara ya no hablaríamosde lo que nos importa, sólo nos acordaríamos de los chismes… y no se cambianada con los chismes, ¿o sí?

— Tiene razón, madrina.

— Mire, desde hace rato que lo estoy viendo y también estaba viendo suprograma de televisión, estoy convencida que de nada le sirve ese programa.Hay programas mucho muy buenos en la tele, pero hay que saber elegir elcanal; en cambio, usted ve lo primero que le ponen y allí se me queda. Nadade eso. Tenemos que trabajar mucho para que todas esas historias sean sóloeso: historias. Ahora véngase adentro a que nos echemos un cafecito, ymientras se lo sirven yo me fumo mi cigarrito. Ya no ande con esas historias.¿Estamos?

— Hacía mucho que no recordaba… ¡qué raro!

— ¿Cuál raro? Si a la labor no se le quita la maleza, se llena de mala hierba.Hay que estar abusado, estar al tanto con las cosas, si no ahí seguimos conlas manos sin nada, el costal vacío, entonces sí que estamos amolados.

— Así es, madrina.

— Vea, compadre, todo ocurre aquí. Todo es ahorita, esto se lo voy a repetirhasta que se me seque la lengua, así que agárrelo rápido para que no lleguemosa esa situación. Aquí está lo que le llaman pasado, aquí merito, junto a ustedy a mí. También, aquí está lo que le llamamos mañana, así que si no nosocupamos de ahorita, todo lo que vivimos no sirvió de nada, y como nosabemos si mañana Diosito va querer que estemos, ¿para qué nos vamos aocupar de mañana? No sé por qué a la gente le gusta ir cargando todo sobrela espalda y así se va doblando, pero ni así tira las cosas que le pesan. Si unoles dice: “Tiren todo eso que los está doblando”, ni caso le hacen, porquecreen que uno les dice eso para quedarse con todas sus mugres ¿Qué le vamosa hacer? Diosito los ha de ayudar. Y también a los que lo maltrataron allá ensu tierra, también tiene que ayudarlos a ellos; sería conveniente que losincluya en sus oraciones, ahí les echa un padrenuestro para que los haga másbuenos.

— Madrina: mataron, violaron… De mucha de esa gente ni siquiera se supo

Page 135: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s145

qué fue de su vida o de su muerte. Algunos fueron mis amigos. En ese mismotúnel abusaron de una compañera, yo estaba allí y no pude hacer nada. ¿Esque tengo que olvidarme de todo eso?, ¿tengo que olvidarme del día que fuia buscar a una compañera y el padre me dijo que huyera, que unosencapuchados se la habían llevado y que me andaban buscando? ¿Cómoolvidar? A los 50 días apareció, la bajaron de un camión y la dejaron cerca dela estación del ferrocarril. Había estado en un campo de concentración, nuncahablamos de lo ahí sucedido. ¿Por qué? Tal vez ambos queríamos olvidarnos.y lo único que hicimos fue postergar el encuentro con el pasado, porque undía, como usted sabe, me tuve que enfrentar con él, con todos esos recuerdosingratos.

— Lo primero que le voy a preguntar es si usted quiere olvidarse, porque sino quiere, tampoco tiene que olvidarse. Y lo segundo es: ¿de qué le sirvecargar con todo ese dolor?

— Madrina, a veces, cuando estoy solo, cuando llego a mi casa me asaltanimágenes y recuerdos de toda esa época. ¿Cómo poder superar esa parte demi historia? En esa época aprendimos a vivir con miedo, más aún, aprendimosa vivir dentro del miedo. Se sentía en la calle, en las casas, en nuestro propiocuerpo. Un día iba caminando con mi hijo, en aquella época Ulises tenía cercade dos años. No recuerdo para qué tenía que ir al centro de mi ciudad deCórdoba, de repente se empezaron a escuchar tiros. En ese instante no supesi la gente que caía era porque se tiraba al suelo para protegerse o si habíasido alcanzada por las balas. Levanté a mi hijo y lo cargué en mis brazos, corríhacia un pasaje y me tiré al piso cubriendo a mi niño con el cuerpo. Esasensación de saber que salías pero ignorar si regresarías, era una constante. Los autos a toda velocidad, los balazos, las mentiras, la prepotencia de lasarmas se adueñaron de la ciudad. Nosotros, los que no estábamos en ningúnbando, los que luchábamos por ser mejores personas y creíamos que con estobastaba, los que no comprendíamos ni la irracionalidad ni la tortura ni lamuerte absurda, estábamos compartiendo el mismo destino que los verdugosde uno y otro lado. Madrina, ¿cómo puedo hacer para olvidar? ¿Dónde estáel botón que me haga acallar los gritos de los torturados, de los sacrificados,de las mujeres violadas?

— Jorge, también he visto horrores, continúo viendo no sólo aquellos quepresencié con estos ojos, sino todos aquellos que vi a través de ojos como lossuyos. ¿Qué ganamos con apegarnos al recuerdo?, ¿de qué nos sirve seguirligados con acontecimientos que pertenecen al pasado?

— Madrina, si uno estuviera convencido de que esos acontecimientos pertenecenal pasado, tal vez sería más fácil olvidarlos, el problema es que se siguenrepitiendo, en diversas partes del mundo siempre hay alguien que está

Page 136: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s146

aplastando a otro. Hasta hoy, en mi país siguen clamando las abuelas por susnietos nacidos en prisión, las madres fueron asesinadas y ellos fueron dadosa sus asesinos, a sus captores. ¿Cree que será fácil curar tanto dolor?

— Ésa es otra historia. Entonces tendríamos que plantearnos qué hacer, sies que podemos hacer algo, por esa gente que vive bajo esas penas. Mientrastanto vamos a hacer algo por usted, de nada nos va a servir pensar en la gentesi no podemos hacer algo por nosotros mismos. La pregunta sería: ¿qué puedohacer aquí y ahorita por esa gente que sufre? Si no puedo hacer nada, tampocovoy a cargar con lo imposible; y si puedo hacer algo, lo hago y ya, tampocoquiero cargar con lo posible.

— Doña Paula, estuve dos años en terapia, sacando todas estas cosas que vivíy que habían quedado tapadas, pero que no me dejaban tranquilo. Sin embargo,creo que todavía me ha quedado mucho rencor, mucho resentimiento. Estoyseguro de que usted se da cuenta de ese sentimiento que traigo atorado.Siento como un nudo aquí, en la garganta, cuando recuerdo estas cosas.

— Venga, Jorge, vamos a salir a caminar.

— ¿Dónde vamos?

— No importa mucho hacia dónde nos vayamos. Tal vez lo importante seaque vamos a buscar algo que le sea útil, antes de que sea demasiado tarde yya no lo recuperemos. Siento que todas esas ideas que guarda en su cabezalo están arruinando, tenemos que buscar a la tierra. Se ha olvidado de lospies y con la cabeza sola no podrá llegar a ningún lado. Es mala amiga lacabeza, cuando no se ha logrado tender el puente entre la cabeza y el corazón.El cuerpo es noble, pero necesita que lo sujeten, si no, agarra por dondequiera y allí se nos desbalaga. Por eso es que conviene trabajar todas laspartes juntas, para que vayamos todos en uno y no que vivamos separados. Así una parte anda por cada lado. Si algo pasa, nadie se quiere hacerresponsable. La cabeza le echa la culpa a los sentimientos, éstos al cuerpo,el cuerpo a sus necesidades y así no se puede, así nadie aguanta vara. Leaseguro, Jorge, que hay que aguantar. Si no aguanta se quiebra, y si se quiebra,se acabó la única posibilidad que tenía de hacerla ahorita. Venga, vamos aver qué nos dice la tierra, a ver si “agarramos” algo para alejar el tormentode la mente. Creo que va a estar bien duro el hueso, pero usted dice quéquiere. A ver cómo le va.

Salimos a la explanada de tierra, el sol estaba rodeado de un halo rojizo y unviento suave agitaba ligeramente los escasos matorrales; el desierto se extendía pordoquier y las montañas quebraban la tarde con su presencia. De entre la leña, DoñaPaula cogió una vara. Mientras la miraba como una investigadora responsable de su

Page 137: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s147

trabajo dijo para sí misma: “Ahorita verá”. Al mismo tiempo que comprobaba laresistencia y flexibilidad de la rama con una serie de pruebas, miraba hacia la distancia,como buscando algo, como tratando de precisar algo. Cogiendo la rama por uno desus extremos dibujó un círculo en el suelo y puso la rama de punta en el medio. Luegomiró el sol y posteriormente la sombra que proyectaba la vara. Me miró y dijo: “Vamospara allá”.

Tomamos un sendero que le saca la vuelta a la casa por el oeste; le dimos lavuelta a la aguada y pasamos entre ésta y el corral de las chivas, enfilando hacia elsur. Nos dirigimos a la entrada occidental de la labor, pero continuamos bordeandola alambrada. El sendero se angostaba y la maleza se hacía más tupida. De repentemiré las manos de Doña Paula, no sé, pero algo me había llamado la atención: en unamano llevaba extendida la rama como si fuera ésta la que la guiara y en la otra, uncuchillo de mango de hueso apuntaba hacia el suelo. No me había percatado en quémomento mi madrina había tomado el cuchillo, pero, como iba muy ensimismada,no me atreví a sacarla de su aparente trance.

Levanté la vista y contemplé las montañas, se encontraban detrás de una finanube de tierra. El viento empezó a soplar más fuerte, entonces Doña Paula extendióel brazo con el cuchillo y me detuvo con su antebrazo, sin mirarme me dijo: “Creoque hemos llegado”. Iba a preguntar ¿a dónde? pero algo me calló, no pude articularpalabra. Ella me miró y casi en un susurro murmuró: “No deje que el viento se llevetodo lo que acaba de ‘agarrar’”. En ese instante un remolino, de esos que se hacen enlos desiertos, envolvió a un mezquite, se quedó girando a su alrededor por unossegundos y luego se alejó en dirección opuesta a donde nos encontrábamos. DoñaPaula me miró y con seriedad agregó: “Vamos bien”.

Seguimos caminando un trecho sin apartarnos del sendero. La postura deDoña Paula parecía más relajada. Volvió a detenerse y señaló un maguey con la rama,aventó el cuchillo al piso y sin mirarme dijo: “Vaya a pedirle permiso y corte unascuatro hojas de las más grandes, tenga cuidado con las espinas”. Tomé el cuchillo yme sentí un tonto ¿Cómo le iba a pedir permiso al maguey? No sabía si era un chiste,giré mi cabeza y esperé que Doña Paula me dijera algo, sin embargo, ella estaba deespalda haciendo unos círculos con la vara sobre la tierra.

Con el cuchillo en la mano recorrí los seis pasos que me separaban de laplanta, a medida que me acercaba era como si la planta creciera. Dirigí el cuchillohacia una de las hojas y percibí, en todo mi ser, el temblor que emanaba del maguey. Me detuve, no sabía qué hacer, realmente me parecía estúpido. Allí estaba yo, conun cuchillo en la mano frente a un maguey que estaba temblando de miedo y yopercibiendo su temblor, y poco a poco su miedo. De repente sentí la voz inconfundiblede mi madrina:

— Si no le pide permiso no va a poder— a lo que le repliqué:

Page 138: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s148

— ¿Cómo le pido permiso?

— De la misma manera que alguien a usted le debe haber pedido permiso,sólo que con más respeto. Usted está a punto de mutilarlo, pero si le explicaque necesita sus hojas para un trabajo él comprenderá y no habrá ningúnproblema. Ahora, si usted no le pide permiso a esta planta no podrá cumplircon su trabajo, y como ya la ha amenazado es muy probable que cada vez quevea un maguey tenga que salir corriendo. Así que no le queda otra cosa quepedirle permiso y cortar de una vez las cuatro hojas que necesitamos parahacer el trabajo.

Miré el centro del maguey y con todo respeto me dirigí a él: “Querida hermanaplanta, te pido permiso para cortarte cuatro de tus hojas, las necesito para un trabajoque me va a solicitar mi madrina. No te molestaría de no ser una necesidad, esperoque me comprendas y yo agradeceré tu generosidad”.

Dicho esto levanté el cuchillo y lo hundí en la hoja carnosa. De la hendidurabrotó un reguero de savia fresca, sentí en todo mi ser una resignación y sabía que novenía de mí, sino de la propia planta. Miré a mi madrina, necesitaba preguntarle siera necesario, pero ella seguía de espalda. Como un cirujano terminé mi tarea, lascuatro hojas quedaron apiladas en el suelo.

Sin girar la cabeza, Doña Paula me dijo: “Levante las hojas y vámonos”, cosaque hice de inmediato. No me atrevía a preguntar nada. Puse las hojas unas encimade otras y arriba deposité el cuchillo. Doña Paula iba caminando apresuradamentesin decir nada.

Al llegar al rancho, todavía sin voltear la cabeza, me dijo: “Deje eso en lapuerta, después le quita las espinas”. A un lado de la puerta bajé las hojas y llevé elcuchillo a la cocina, lo metí en una cubeta llena de agua y me senté en la silla queDoña Paula me tenía asignada.

Mi madrina estaba muy pensativa, pero de repente algo cambió, me miró,sonrió, y dijo:

— ¿Qué tal si ahora nos echamos un cafecito bien calientito?

— Madrina, ¿me va a explicar o no?

— Al rato, qué apuro tiene. Ya tiene que aprender, si nos apuramos nologramos nada, mientras más rápido queramos ir todo sale más lento. Asíque mejor nos vamos calmados, ¿no le parece?

— Está bien, pero tengo muchas preguntas.

Page 139: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s149

— Al ratito nos ocupamos de las preguntas, primero nos ocupamos del cafecito.

Como siempre, Mona ya estaba allí, al lado del fogón, avivando el fuego yponiendo una cacerola con agua sobre la parrilla. El fogón proyectaba una sombrasobre la pared y las llamas que empezaban a levantarse grababan en los objetos queestaban colgados imágenes antojadizas. De repente me sentí hipnotizado. Doña Paulahabía encendido un cigarro y el humo se sumó a la danza espacial que poblaba elrecinto. El sol caía en la tarde, el canto de los pájaros era cambiado por el de los grillosy una que otra rana que habitaba la presa, formada de tierra apisonada, que servíapara almacenar la poca agua de lluvia.

Traté de salir del trance mirando más allá de ese escenario, pero caí en otro;el viejo camino de tierra se teñía de rojo, los cerros que contrastaban en la puertacobraban un color violeta, y los otros colores no los podría describir, eran únicos y ala vez maravillosamente naturales. Algunos animales se cruzaban de un extremo alotro de la puerta, eran animales fantásticos, con reminiscencias de aves, marranos,perros, gatos, pero diferentes, se asemejaban más a los animales mitológicos que alos animales de granja que hoy conocemos. El movimiento de mi comadre sirviéndonosel café me hizo percatarme de que el penetrante aroma subía lentamente hasta misfosas nasales.

— ¡Ah!, ya está aquí. Lo atrapó la tarde—, dijo sonriendo mi madrina.

— Sí, ya estoy aquí, al menos eso creo—, le respondí.

— Ahora sí le voy a decir para qué son esas hojas de maguey, pero no mepuede hacer ninguna pregunta hasta después que haga lo que le voy a decir.¿Estamos?

— Está bien, madrina.

— Lo primero que va a hacer es quitarles esas espinas que tienen en los bordesy la uña que tienen en la punta. Luego va a prender un fuego y esperar quese hagan brasas, después va a poner las hojas sobre las brasas hasta que secocinen. Cuando ya estén medias oscuras, usted se va a dar cuenta, las quitay las raspa con una piedra para sacarles un poco de carne. Con las cuatrohojas descarnadas se mete en el baño y se encuera. Agarra fuerte una hojapor la punta más delgada y se azota los pies y las piernas hasta que la hoja sedeshilache toda, después toma otra y otra, hasta que no quede ninguna.

Mi madrina debe haber visto mi cara de perplejidad, porque hizo un gestoque me hizo recordar mi promesa de no hacer ninguna pregunta hasta después dehaber cumplido la tarea.

Page 140: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s150

Cuando abandoné el rancho era de noche. La luna todavía no se levantaba.Esperaba como en tantas noches que se me cruzara algún animal, no sé por qué, perome gustaba ver a las liebres o a los zorros cruzarse por mi camino. A veces tenía lasuerte de ver a un tejón o a una familia de zorrinos; cuando esto me pasaba disminuíala velocidad y veía cómo se alejaban, a veces presurosos y otras a paso lento, comointuyendo que yo no era de temer, que no tenía intención de hacerles daño.

Ya lanzado al camino de terracería era como si la camioneta reconociera cadahondonada, cada curva, cada cruce del río, cada charco de agua. Yo disfrutaba elcamino y disfrutaba recordar cada palabra de las que me decía mi madrina. Al llegara mi casa armaría de nuevo los diálogos, las escenas y las anotaría en la misma libretaque ella me prohibió llevar conmigo cuando la visitara. “Nadie puede tocar la campanay escuchar misa —me había dicho— así que mejor se deja de hacer esas rayas en lalibreta y nos ponemos en un tanto con las cosas que están pasando aquí”.

Al evocar esa amonestación no pude dejar de sonreír. Sin embargo, al recordarla tarea que me encomendó sentí un escozor en las piernas y en los pies, no sabía elporqué de esa sensación pero, de repente y sin haber hecho nada todavía, me diocomo una urticaria que poco a poco se fue mitigando al bajar las hojas de la camioneta.

Llegué a mi casa y no quise perder un minuto; no había hecho todo aquellopara quedarme a mitad del camino. Coloqué un par de bolsas de carbón en el asadorque tenía en el patio y, una vez encendido, acerqué un ventilador para usarlo a modode fragua. No bien estuvo el carbón bien prendido tiré sobre la parrilla las cuatrohojas de maguey, a duras penas pudieron entrar todas. Al cabo de una hora,aproximadamente, ya estaban, según mi parecer, listas para ser descarnadas. Sinembargo, tuve que esperar un buen rato hasta que se enfriaran lo suficiente porqueera imposible manipularlas. No obstante, no me iba a ir a dormir sin cumplir mitarea. ¡Qué ingenuo!, pensaba que iba a poder dormir.

Al fin ya tenía mis hojas listas con las fibras colgando como látigos. Dudé unsegundo antes de comenzar la flagelación de mis piernas. Antes de asestar el primergolpe me dije que no iba a provocarme ningún daño físico, así que, si me dolía, en elacto iba a desistir de esa azotaína. Tenía una pésima imagen de la flagelación y detodos esos penitentes que se desgarraban la carne pretendiendo agradar al Creador.Siempre había visto estos actos como algo enfermo, y de repente, me veía a mí mismohaciendo cosas parecidas, claro, con las que no estaba dispuesto a lastimarme.

Me metí en la regadera y comencé la faena siguiendo el refrán al mal pasodarle prisa. Realmente no era doloroso, el golpe se amortiguaba por la fibra todavíacarnosa de las hojas, así que en unos veinte minutos había terminado con las hojasdeshechas, esparcidas por todo el baño. Decidí, antes de darme un regaderazo, recogertodo el mugrero que había hecho, así que bajé a buscar una bolsa de esas delsupermercado y me puse a meter en ella lo que había quedado desparramado por

Page 141: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s151

piso y paredes. Una vez que hubo quedado todo limpio, me dije: “Bueno, ahora te tocaa ti”. En el momento que me metí debajo de la regadera empecé a sentir un leveescozor, como una picazón suave, parecida a lo que había sentido en el trayecto desdeel rancho hasta la puerta de mi casa, la verdad es que no llegaba a sentirse como unasensación desagradable. Pensé que una vez que me enjabonara las piernas y los piespasaría de seguro. Claro que no fue así, como tantos pronósticos hechos en mi viday que fallaron, ésta no fue la excepción. El escozor creció y creció hasta hacerseinsoportable, me rascaba con ambas manos hasta hacerme sangrar las piernas, mepuse alcohol, una crema con vitamina A, otra con vitamina B, y mientras más cosasme ponía, era como si estimulara más la reacción alérgica que tenía en mis piernas.Cuatro días estuve con las molestias que me obligaban a cada rato a descalzarme,subirme los pantalones y rascarme frenéticamente hasta lastimarme las piernas.Todavía no comprendía cuál había sido el propósito de tal tarea, pero si éste habíasido dejar de pensar con la cabeza y estar pendiente de los pies y de las piernas, habíafuncionado. Nunca antes mis piernas y pies fueron objeto de tantos cuidados. Masajescon agua tibia, con agua caliente, y si éstos no funcionaban, probaba con agua fría,alcohol, cremas, talco… todo lo que se me cruzaba por la cabeza y pensara que podríafuncionar, en el acto lo ponía en marcha, pero sólo el tiempo hizo que las ronchasdesaparecieran.

También pasó algo curioso: a la irritación de mis piernas tenía que sumarlela irritación de todo mi sistema nervioso. Andaba de mal humor, como si me hubierapuesto en contacto con mi agresión, no con un enojo cualquiera sino con la fuente demi agresión, y ésta se mezclaba con una sensación de miedo. Creo que nunca habíasido tan consciente de la relación entre el coraje y el miedo como hasta ese instante.Entre rascarme y todo el trabajo de la oficina no pude ir al rancho hasta el sábado.Como siempre, mi madrina ya me esperaba; no me pregunten cómo, pero lo ciertoes que lo sabía.

— ¡Órale!, pásele, compadre. Que cómo le ha ido.

— Yo creo que bien, madrina, sólo que ráscale y ráscale, pero me imagino que usted ya lo sabía.

— Pues, que para eso era.

— ¿Por qué?

— Porque, si no, usted ya se nos iba. Usted no se daba cuenta pero ya su cabezalo estaba jalando para arriba y después no íbamos a encontrar quién lo bajara.Teníamos que hacer algo para traerlo aquí, todavía usted tiene que hacercosas aquí, y para eso, hay que tener los pies en la tierra. ¿Sabe cómo lo veía?—dijo riéndose— Como una calabaza de esas que hacen los gringos para esafiesta rara. La calabaza tenía dos piecitos bien pequeños y no podía sostenerse

Page 142: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s152

y ahí iba de un lado a otro, siempre por caerse, tambaleándose como borrachay llevándose todo por delante. ¿Cómo va a andar así por la vida? Después yono iba a saber si saludaba al argentino o si saludaba a la calabaza.

— Madrina, y ¿por qué no me lo dijo?

— ¿Para qué? No hubiera servido de nada. Enseguida usted se hubiera puestoa pensar y a darle vueltas por aquí y por allá, y nada hubiera servido parajalarlo para abajo. Así estuvo bien. Lo atrapamos por los pies y no le dimoschance de pensar, entonces pudimos sacar el cuerpo que se estaba comiendola calabaza.

— Madrina, ¿por qué habla en plural?

— ¿Cómo?

— Sí, usted habla como si fuera más de una persona, habla como si fuerandos o varias. Dice: “lo atrapamos...”, “no le dimos...”

— ¡Ah! Ahorita entiendo. Sí, así hablo. Así hablamos.

— ¿Por qué?

— Pos verá... no está fácil. Creo que mejor ahora no hablamos de eso porqueya veo que se lo vuelve a tragar la calabaza. Usted esté ahorita aquí, tranquilo,vamos a ver cómo el sol se levanta y cómo las sombras se hacen pequeñas ya ver qué nos enseña nuestro padre Mezcua (el sol). Él puede ahuyentar lasdudas, mis respuestas sólo pueden generar intranquilidad en su alma, almenos por hoy no vamos a tratar nada de la cabeza. Serénese y deje que laclaridad del sol lo ilumine, así su mente alcanza el reposo. ¿No ha ido hastala cruz?

— No, todavía no, madrina.

— Vaya, dese una vueltecita y luego se viene para que nos echemos unostaquitos de barbacoa que nos trajo el compadre David.

— Bueno, madrina, al rato regreso.

— Pero no se demore mucho.

— Está bien.

El calor arreciaba, el sol estaba en el cenit, casi nada proyectaba sombra.

Page 143: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s153

El brillo intenso de la atmósfera me hacía entrecerrar los ojos, ni una nubele daba movimiento al paisaje, todo estaba estático, detenido. Las piedras volcánicasde color rojizo estaban extendidas de tal manera que siempre dudaba si alguien lashabía acomodado o si así estaban desde siempre. Me descubría pensando estas cosasabsurdas y me agarraba un coraje, no entendía qué me pasaba, por qué me permitíapensar esas tonterías. Qué me importaban las piedras, además, ¿quién perdería eltiempo acomodándolas de una u otra manera?

Divisé la cruz, un vapor se levantaba en torno a ella, o mejor dicho como sise estuviera formando un espejismo, porque todo alrededor de ella se agitaba, tal vez,rodeada de fantasmas que se empeñaban en darle algo de movimiento para diferenciarlade la quietud de su entorno.

Me detuve un instante y levanté la vista hacia el sol, recordé las palabras deDoña Paula y traté que mi mente fuera inundada por sus rayos. No sé si por el calor,por la presencia del espejismo que no se disipaba o porque estaba condicionado porlas palabras de mi madrina, pero, de repente, sentí la cabeza llena de oro fundido.Ningún pensamiento, ningún movimiento, sólo cierta pesadez, un brillo interior y eloro derretido que bajaba lentamente por mi garganta. Incliné la cabeza para dar unpaso más, no pude, me dejé caer en el suelo de tierra, entre todas esas piedras rojasdistribuidas de manera curiosa y sólo volví en mí cuando uno de los nietos de DoñaPaula me tocó con su pie y me dijo:

— ¡Eh!, argentino, ya le dijo ‘buelita que no se quedara dormido al sol.

Como pude me levanté, me dirigí a la pila de agua y sumergí la cabeza. Elagua fue una bendición, un bálsamo. Giré rápidamente y sentí los ojos de mi madrinaclavados en mi ser. Se llevó la mano a la boca y sus hombros se movieronconvulsivamente, se estaba riendo. Volteó y se metió de nuevo en la cocina. La seguí,me senté en mi lugar, la miré y ella se llevó la mano derecha hasta el borde de lacomisura de sus labios y con un movimiento corto y brusco me indicó que no hablara.

Después de quedarse un largo rato observando la inmensidad que se abríatras el umbral de la puerta, sin mirarme, empezó a hablar:

— La cabezota le sirve para las cosas de este mundo, pero para las cosas delotro lado del mundo, para lo que a nosotros nos interesa, la cabezota no sirvepara nada. Trate de imaginarse a un carcelero ¿Dejaría el carcelero escapara su prisionero?, ¿verdad que no?, ¿sabe por qué?, porque la razón de ser delcarcelero es que haya un prisionero. Para que no se haga bolas, aquí no estamoshablando de si el carcelero es bueno o malo, eso no nos importa a nosotros.La labor del prisionero es tratar de escapar, y la del carcelero, evitar que elprisionero se escape. Sólo los muy hábiles escapan.

Page 144: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s154

— Madrina, ¿de qué depende esa habilidad?

— La cabezota puede hacerle creer que hay una forma para escapar, entoncesusted se pone a estudiar, a investigar, y le pone afición a todas las cosas,aunque siempre lo que más lo va a distraer es el chisme; y así se pasa todala vida entre los libros que encuentre en la cárcel. Toodo rodeado de libros,y más allá de los libros, los barrotes gruesos que le impiden ir a donde ustedquiere. Sólo si para la cabezota, si se aleja del ruido que producen las personasy las cosas, sólo así, tal vez pueda “agarrar” y entender que el preso y elcarcelero tienen el mismo origen, por lo tanto comparten el mismo destino:el chisme dentro del “bote”.

Mientras más bonita la cárcel más difícil es escapar de ella. Por eso casi nadiese da cuenta de que está preso, porque se pasan la vida colgando adornitospara que la jaula se vea bonita, bien arregladita.

Para que los directores de la cárcel no batallen, han creado todo un sistemamucho muy efectivo: fiestas, reuniones, iglesias, escuelas de mentalidad otodo eso que a la gente la entretiene. En esos lugares le hacen creer a la genteque ya es libre, o peor tantito, que nunca estuvo y menos que está presa.La cabeza nos aprisiona y ve sólo una parte, por eso es que tenemos quehacerla estallar. Porque si no estalla sigue viendo esta misma mala películatoda la vida. Pero, ¿puede acaso la cabeza liberar a la cabeza? ¿Puede acasola cabezota, que es la responsable de todos nuestros males, sacarnos de laprisión? ¿Usted qué piensa? ¿Podrá la mente liberar a la mente?

— Creo que sería imposible sin ayuda.

— ¡Hasta que por fin! Así es, el preso no puede salir solo de la cárcel, necesitade la ayuda de alguien que se haya escapado. Para algunos, muy pocos, lacárcel no existe, es sólo lo que tejió la mente; tampoco existe para ellos elcarcelero y el prisionero, los dos son una misma persona.

— ¿Por qué?

— Las preguntas de ese tipo para lo único que sirven es para reforzar losbarrotes. Ya le dije que no es con la cabezota que uno puede escapar. Pararomper los barrotes no sirven las palabras o las preguntas, o el esfuerzo quehacen los lectores; todo eso no sirve de nada. Para salir de la cárcel, una buenapala o una buena sierra, o dinamita si es necesario, pero de nada sirve unacabezota entrenada para pensar como preso o como carcelero. Ser libre esotra historia. Una vez que sea libre tendrá que aprender a vivir como libre,allí son leyes y reglas diferentes a las que están en la prisión.

Page 145: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s155

En prisión hay un horario para desayunar, para comer, para bañarse, paradormir, para todo. En cambio, cuando uno es libre, ¡ya! Ahí es donde está elverdadero comienzo de la vida. Para empezar, no duerme y tampoco hayhorarios para nada, porque nada es tan importante como para hacerse bolas.Pero mejor no perder el tiempo platicándole a un preso de lo que es la libertad,o peor tantito, cuando tal vez ni siquiera se ha dado cuenta de que está preso.

— Muchas veces he sentido que no puedo hacer nada por mí mismo, muchasveces me he sentido atrapado y no sé qué puedo hacer para salir de esesentimiento.

— Para empezar, esto es más que un sentimiento, esto es una realidad, tal vezla primera realidad que debamos enfrentar. Cuando uno se da cuenta delestado en el que se encuentra, no le queda otro camino que intentarlo o moriren ese intento. Pero son muy pocos los que están dispuestos a arriesgarlo todopor ese salto al vacío que se llama libertad. Prefieren seguir como hasta ahorita,llorando y riendo por cosas que no son, siendo seres sentimentales que hoysienten así y mañana asá. Utilizando de ejemplo eso que usted cada tanto dice,que no quiere morir como un perro, ¿cómo no?, si ahí vamos con el collar, lacadena y moviendo la cola cuando nos tiran un hueso. Aquí, lo que yo le digono es buscar un hueso; aquí, lo que yo le digo es buscar el huesotote. El únicohueso que puede darle sentido a todas estas cosas que nos rodean.

— ¿Cómo?

—Para empezar ninguna pregunta tiene respuesta, porque si le pone unarespuesta ésa no es cierta y usted se confunde más; y como ya le puso palabrascree que las cosas son así, como usted las llama, y para nada. No va por ahí.Puede ir por cualquier lado, pero no por ahí.

No sé si usted se ha dado cuenta, pero desde que nos conocemos hemos estadohaciendo algunas cosas. Algunas le deben haber parecido tontas; sin embargo,usted las hizo. Si se conectara con la sensación que le provocaba cada hecho,tal vez comprenda algo, tal vez se dé cuenta de la imposibilidad que tiene lacabezota de liberar a la cabezota, por eso le digo que una mente atormentadaes una mente atormentada, y ninguna cabeza en esas condiciones puede hacernada por uno. Lo único que nos queda es que la mente estalle, o arrojarnosen manos de la providencia a ver si ésta se apiada de nosotros y nos regalaalgo. Este camino es más difícil aún, porque hace falta algo que casi nadieconoce: la fe.

— Madrina, me siento atado de manos, de pies, con los ojos vendados y nosé qué puedo hacer, me siento desolado.

Page 146: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s156

— Tal vez sea un buen comienzo, de perdida se está dando cuenta de laimposibilidad de que uno solo puede hacer algo. Y realmente así está, hechotamal. Pero no pierda lo único que puede salvarlo: la esperanza.

— Si la cabeza, la razón, mis pensamientos, no pueden ayudarme, ¿quiénpodrá hacerlo?

— El preso tiene que conocer la prisión, conocer los horarios de los guardias,de los que vigilan las torres, la resistencia de los barrotes, la altura delmuro, darse cuenta de quién muere y quién sobrevive en la cárcel. Él tieneque conocer muy bien la prisión. Sin embargo, eso es lo de afuera; si sequeda ahí, de nada sirvió todo lo que trabajó para conocer lo que le rodea.A partir de allí comienza lo verdaderamente bueno. El preso se tiene quedar cuenta de quién es él y qué está dispuesto a arriesgar a cambio de sulibertad. Si arriesga poco, el resultado va a ser poco; si arriesga mucho, elresultado puede ser bueno. Nada va a garantizar que pueda escapar. Heconocido a algunos que justo cuando estaban por escapar les dio miedo, yvuelta de nuevo atrás. A hacerse mensos de nuevo y a ver si la vida les daotra oportunidad que, por cierto, no nos brinda muchas. El preso cree saberlo que está dispuesto a arriesgar, eso no lo sabe hasta la mera hora de fugarse.Bien, ahora él tiene que saber con qué cuenta. No con qué herramientascuenta, sino cuál es su capacidad, cómo está su temor o su valor en cadamomento de su vida, cuáles son sus miedos, qué le gusta, qué no le gusta,conocer cada parte de su cuerpo, sus enojos, por qué se enoja, hay que tenernervios de acero cuando uno planea una fuga, en síntesis: tiene que conocertodo, tanto del cuerpo, de las emociones y de lo que produce su cabeza.

Ahora bien, ya conoce todo, ahora puede saber si con lo que tiene puedeintentarlo. Aquí pueden pasar dos cosas: la primera es que se dé cuenta deque ya está listo para intentar escapar; la segunda, es que comprenda quenecesita mejorar algunas cosas. Si es esto último, ahí nomás se pone manoa la obra, a trabajar duramente. Para todo esto, usted se dará cuenta quetiene que haber un gran y profundo deseo en ese hombre, si no, ¿para quése va a esforzar uno?, más vale quedarse de huevón y no correr ningún riesgo.Pero si está el deseo, difícilmente puede contenerse y hasta la calle no para.No vaya a creer que con la fuga se acaba todo, digamos que en la calle comienzalo verdaderamente difícil.

— ¿Por qué, madrina?, ¿acaso la calle no significa que uno ya es libre, queuno puede hacer por sí mismo sin depender del carcelero o de la prisión?

— Jorge, usted ha vivido toda su vida preso, todo lo que usted aprendió lesirvió para vivir en prisión, pero no sabe nada de lo que es vivir afuera, porquenadie le enseñó a vivir en libertad. Para usted la libertad es sólo una palabra

Page 147: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s157

más. Usted nunca la experimentó, entonces, ¿cómo va a saber moverse enella?

— Doña Paula, ¿cómo se le hace entonces al salir de la prisión?, ¿puedesobrevivir alguien en un medio que no conoce?

— Ése es el segundo desafío, por eso le dije que ahí empezaba el verdaderotrabajo, todo lo otro fue sólo lo indispensable para comenzar, realmente, atrabajar ¿Cómo ponérselo en palabras? Mire, lo que aprendió en prisión servíapara la prisión, allí hay leyes y papeles que afuera no sólo no sirven, sino queestorban. Si sigue afuera con los mismos papeles, es casi como si siguierapreso. Fíjese que le digo casi, no igual, porque siempre existe la posibilidad,cuando uno está afuera, que lo socorra la sociedad de los que se escaparon dela prisión.

— ¿Cómo es eso, madrina?

— (Riéndose) No me haga caso, fue sólo una broma, aunque haya algo decierto. ¿Recuerda que platicamos que para salir de la cárcel hacía falta laayuda de alguien que estuviera afuera? Bueno, si alguien lo ayudó a salir, nocreo que lo deje a la buena de Dios, sino que tenía interés en que saliera. Talvez vio en el preso algo, algo que pudiera ser útil para la misión que él teníaen la Tierra. ¿Quién sabe?

— Madrina ¿usted cree que estoy metido en la cárcel?

— Hasta con traje a rayas.

— ¿Usted está tratando de ayudarme a salir?

— Hacemos lo que podemos.

— ¿Cuál cree que es mi principal obstáculo?

— No creo, estoy segura. Es su cabezota, como usted mismo la llama.

— ¿Qué puedo hacer?

— En primer lugar, dejar de darle de comer.

— ¿Cómo es que le estoy dando de comer a la cabezota?

— Así, preguntando. Cada vez que usted hace una pregunta su cabeza se ponecomo un marrano enfrente de una batea llena de mugre. ¡Ja!, ya lo tengo,ahora me atasco, ahora voy a comprender y es inútil, nada puede “agarrar”la cabeza, de nada puede servir una pregunta que busca una respuesta bienarmadita. Cuando pare la cabezota no le va a “caer un veinte”, le van a llovercentenarios. Mientras tanto, continúe dándole algo al marrano, de perdido

Page 148: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s158

para que no moleste tanto.

— Doña Paula, concretamente, ¿qué me quiere decir cuando se refiere a quemi cabeza debe estallar?

— En primer lugar, Jorge, concretamente un ladrillo o una piedra es lo másconcreto que puede encontrar por aquí. En segundo, cuando yo le digo quesu mente debe estallar, lo que le estoy diciendo es que su mente debe estallar.

— Pero, madrina, ¿qué significa estallar la mente?

— ¿Usted vio cómo estallan los petardos? Pues así, como si fuera un petardo.Se amontona pólvora y luego se le arrima un cerillo y ¡pum! La mente estalla,hay como un relámpago y todo se llena de luz. Si no hay pólvora ya puedeestar arrime y arrime fuego y nada, no estalla. A veces hay pólvora, pero comola mente está atormentada, es como si la pólvora estuviera mojada y tampocoestalla. Otras no hay nada más que tormento, entonces estamos atrapados,sin ninguna posibilidad, al menos por el momento.

— Madrina, y ¿qué representa la pólvora?

— La pólvora es la cantidad de conocimiento real que haya acumulado. Loque sepa de usted mismo. No lo que la vida hizo de usted, sino lo que supersona es. Lo que la vida hizo de usted es triste, porque lo llenó de chismesy usted cree que se puede construir algo cierto sobre los chismes, pero nimodo, no se puede hacer nada en ese terreno, sólo encomendarse a Dios paraque se apiade de nosotros. En ese estado no hay camino, no hay brújula paranavegar. En ese estado no sabemos hacia dónde vamos, y lo más probable esque lleguemos, por lo tanto, a cualquier lado. Por el contrario, si tenemos laoportunidad de guardar algo real de la vida, de haber salvado una parte denuestra realidad, es posible que podamos hacer un buen estallido, entoncesnos encontraremos con nuestro verdadero destino. Desde el punto de vistadel preso, éste se encontrará en la calle, confundido, a lo mejor desesperado,pero con posibilidades reales de ser él mismo. Aquí el capitán sabe que escapitán, todavía no tiene mucha experiencia, pero si lo toma un viejo marino,puede enseñarle muchos trucos para aprender a navegar bien despierto.

— Madrina, ¿quién puede acercar el cerillo para que la pólvora explote?

— Cualquier experto en explosivos. Cualquiera que se dé cuenta que haysuficiente pólvora y que los cartuchos están en el lugar indicado.

— ¿Cuál es el riesgo?

— Depende. A algunos se les ha explotado la pólvora y han volado por losaires. Imposible hacerlos regresar. Otros hasta se han muerto o quedaronmutilados, ¿quién sabe?

Page 149: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s159

— Pero, ¿cómo puede la pólvora explotar sola?

— Todo es posible. A veces algunos irresponsables se largan a experimentarcon drogas, alcohol u otra babosada y así les va. Lo que sí quiero que le quedeclaro es que nunca el pensamiento, o como usted dice, la cabezota, puedeencender la pólvora. Para encender la pólvora hace falta que la realidad sea“agarrada” de otra manera, con otras herramientas, con cerillos especiales.

— ¿Puede la intuición encender la pólvora?

— Tal vez. Yo no le he puesto nombre, para qué le voy a poner nombre. Mejorpensamos que si le ponemos nombre no es la mejor forma de intentarlo.

— Madrina, ya no sé qué decirle.

— Mucho mejor así.

El silencio entró por la puerta. Un perro se metió bajo la mesa a husmearalgunas sobras, se encontró un pedazo de tortilla seca, primero gruñó y luego gimiócon miedo. Pensé: así somos también los seres humanos, primero agresivos hasta quelogramos obtener lo que queremos y después gemimos con miedo, no vaya a ser quealguien nos lo quite.

Un marrano cruzó el patio y detrás de él, la majada de cabras que descendíadel cerro rumbo al corral. La tarde se detuvo un instante, miré de reojo a mi madrina.Como era habitual, a esa hora ella estaba contemplando algo a lo cual yo no teníaacceso. Esperé. Después de un rato de observar el cambiante paisaje de colores, mimadrina se puso de pie y me dijo que se iba a recostar un rato. Tomé su mano, le diun beso y partí en silencio.

No vi a nadie alrededor del rancho, todos habían desaparecido, hasta losanimales que hacía un rato merodeaban por un mendrugo. Miré el horizonte dondeel sol se había sumergido y un tenue resplandor rojizo lo denunciaba.

Pensé en la prisión, en mi cárcel, en mi traje a rayas y en mi deseo de escaparde algo que en realidad no existía y que, sin embargo, se manifestaba con toda crueldad.Había construido mi propia cárcel y ahora me preguntaba ¿podré destruirla?

Por el camino de regreso recordé a esos “locos embriagados por Dios”, a esosexploradores de la conciencia que se atrevieron a plasmar en poesía, cuentos y relatosla maravillosa experiencia de vivir la unidad con el espíritu divino. Tal es el lenguajede los sufíes, un lenguaje que trasciende la linealidad de la lógica, la linealidad obtusade la razón, para sumergirse en el océano insondable de la analogía, para comulgarcon lo sagrado en una experiencia directa, no mediatizada por métodos o sistemas.

Page 150: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s160

No pude pasar por alto a mi madrina, tal vez ella no conozca nunca a Kabir,a Rumi, a Omar, a El Ghazali, a Omar Khayyam y a tantos otros, pero tampoco necesitaconocerlos pues su actitud, su impecabilidad, su manera, a mis ojos absurda, deabordar la realidad, la ponen más allá de los métodos convencionales. Doña Paulase encuentra mucho más allá de una verdad limitada por las definiciones, más alláde una verdad que constriñe, que estrecha cada vez más y que llega a asfixiar a losque de una u otra manera nos sentimos impelidos a la búsqueda de lo sagrado. Recordéen mi desandar el camino un poema de Rumi:

Si hay un amante en el mundo, oh, musulmanes, ése soy yo.Si hay un creyente o un eremita cristiano, ése soy yo.Las heces del vino, el copero, el trovador, el arpa y la música.El amante, la vela, la bebida y la alegría del bebedor, ése soy yo.

Los setenta y dos credos y sectas del mundo no existen:juro ante Dios que todo credo y toda secta están en mí.Tierra, aire, agua y fuego y hasta el cuerpo y el alma, la verdad, la mentira,lo bueno y lo malo, lo sencillo y lo difícil desde el principio hasta el fin,el saber y el aprender, el ascetismo, la piedad y la fe, todo eso soy yo.

El fuego infernal, podéis estar seguros, con sus limbos flamígeros,sí; y el Paraíso y el Edén y las huríes,la tierra y el cielo y todo cuanto contienen,ángeles, genios y humanidad, todo eso soy yo.

Idries Sha, 1996: 61

Después de recordar tan hermosos pensamientos, me propuse que al llegara casa tendría una cita con los sufíes. Estaba seguro de que, al escucharlos, seguiríaescuchando a mi madrina; no había diferencia en su amor al mundo, en su respetode no reducirlo a un concepto frío y vano, y la experiencia viva y desbordante de lossufíes. Me alentó un nuevo recuerdo, el de un hermoso poema de Omar Khayyamfrente a los implacables mecanicistas:

¡Oh, ignorantes! ¡La senda no es esta ni es aquella!

Idries Sha, 1996: 229

Imbuido de estos pensamientos llegué a casa. El estar con mi madrinatransformaba mi energía, los retornos cambiaban con el correr de las horas y de losdías en una experiencia que se iba resignificando a sí misma. Era como si en mi serse hubiera plantado una semilla que día a día iba creciendo, incluso aquellas sentenciaso anécdotas aparentemente intranscendentes iban redimensionándose hasta convertirseen algo imposible de soslayar, en algo ciertamente significativo.

Page 151: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s161

Así que, en el instante mismo en que llegué a mi casa no dudé ni un segundo,quería continuar conectado a la experiencia, y tal como lo fui hilvanando en todo elcamino de regreso, creí que conectándome con los poetas sufíes iba a lograr dos cosas:la primera, alejarme de los autores muy racionalistas, y la segunda, conectarme através del lenguaje poético y de los relatos con el sentimiento que me estaba desbordandoy necesitaba ser reencauzado, no reprimido.

Por Doña Paula me daba cuenta de que había otra forma de percibir la realidady que esa forma ordinaria, a la que yo estaba impuesto, se debía justamente a laexistencia de una manera preestablecida de observar lo que nos rodea. Toda nuestrapercepción entra en esa forma y en ella encuentra significado a través de nuestroproceso racional. Lo comprobé en los chispazos de vislumbre de realidad que compartíjunto a mi madrina.

Carlos Castaneda dice que lo que llamamos realidad es la consecuencia de la“descripción del mundo” y la resultante de nuestra “historia personal”. El mundo, talcual nos fue descrito y tal como nosotros lo hemos experimentado, se mantiene deesa manera gracias a nuestro diálogo interior. De manera permanente estamossosteniendo con nuestra razón un mundo, al parecer inexistente, salvo en nuestropensamiento lógico. Nuestra posibilidad es parar ese diálogo interno, reemplazarlopor el silencio interior. (Castaneda, C. 1986).

Si algo me quedaba en claro a partir de la relación con Doña Paula, era queel verdadero conocimiento requería de un nivel de percepción diferente del ordinario.La cárcel a la que se refería mi madrina era, justamente, la cárcel de nuestros sentidos,aprisionados en una lógica que nos impedía vivenciar de una manera directa la realidad.Lo que pudiera experimentarse como una experiencia análoga entre el sujeto y suentorno se transforma en una experiencia mediatizada por un juicio condicionado ycondicionante, hecho que nos atrapa en una existencia de “todos los días lo mismo”o “siempre más de lo mismo”.

Me cuestionaba sobre la posibilidad de que existieran otros órganos sensorialesfuera de los conocidos. Así como el cuerpo físico posee cinco sentidos conocidos¿pudiera existir otro aún no descubierto? También barajaba la posibilidad de laexistencia de otro cuerpo, y que fuera este otro cuerpo el que tuviera sus propiossentidos perceptivos. Si esto fuera posible ¿cómo ponerme en contacto con ese otrocuerpo? O tal vez me debiera preguntar, ¿todos poseemos ese segundo cuerpo quenos posibilitaría acceder a esa “otra” realidad?

Evidentemente no podía solo con el paquete. Recordé el trabajo que mecostaba abordar el pensamiento sufí, me parecía absurdo y lo más cruel es que ellosaceptaban ese calificativo. Pero, por ser absurdo los llevaba a transitar una dimensiónmucho más vasta, una dimensión que mi intuición me decía: ellos me contienen, a mí

Page 152: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s162

y a la descripción de lo que llamo realidad. ¿Acaso no decía San Agustín que las causasdel mundo fenoménico pueden ser comprendidas por la razón, pero lo que hace a laesencia de las cosas sólo puede ser captado por la intuición? ¿No sería la intuiciónese otro sentido que estaba buscando para percibir esa “otra” realidad? ¿No sería laintuición el órgano sensorial de ese otro cuerpo?

Tal vez buscamos, como en el cuento del Mulá Nasrudin, donde creemos quehay más luz, pero no por eso estemos en lo correcto:

— ¿Qué has perdido, Mulá?

— Mi llave —repuso Nasrudin—. Al cabo de un rato de ayudarle en su búsqueda, el

vecino preguntó:

— ¿Dónde se te cayó?

— En casa.

— Entonces ¿por qué estás buscando aquí?

— Porque aquí hay más luz.

Idries Sha, 1996: 104

Este cuento del Mulá Nasrudin deja en claro cómo «el mecanismo de laracionalización es uno de los que impide con efectividad el aumento de la percepción».He encontrado una gran similitud entre los relatos y los cuentos que me contaba mimadrina y los cuentos sufíes, muchos de ellos, como ya dije, se me antojaban absurdos.Sin embargo, con el correr de los días iban actuando de una extraña manera, digoextraña porque no podría explicarlo con palabras sin que mi propio relato me sueneabsurdo. Era como si cada relato, una vez narrado, cobrara una vida independientey empezara a ejercer una influencia en una parte de mi inconsciente. Como si actuaraa la manera de un detonante, o como un portero que empieza a dejar pasar cosas poruna puerta prohibida o clausurada desde hace tiempo o desde siempre.

Mi madrina me contaba un sueño o una visión, pero lo hacía de manerarecurrente, era siempre el mismo, sin ninguna variable perceptible. Al finalizar elrelato me preguntaba siempre lo mismo: “¿Qué le parece, qué puede significar?”. Afuerza de haberlo escuchado una treintena de veces me lo aprendí de memoria:

“Salí por esa puerta. El cielo estaba azul, pero de un azul profundo. No asícomo está la mayoría de las veces por aquí, así con tierra. Era bien azul. De repenteaparecieron unas nubes blancas, y entre las nubes un guerrero con una lanza. Alprincipio no lo distinguía bien. Yo veía algo que se movía entre las nubes, pero, ¿cómome iba a imaginar que había un guerrero? Pero el guerrero no estaba solo, iba montado

Page 153: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s163

en un caballo que echaba espuma por la boca y él le jalaba con fuerza de las riendas.El sol le pegaba en toda una armadura color oro y tenía un casco con crines de caballo.Al llegar al borde de las nubes el caballo se levantaba de patas y el guerrero me miraba,entonces me señalaba con la punta de su lanza. Se quedaba un buen rato, hasta queel sol ya no lo alumbraba y las nubes lo envolvían. Ahí lo dejaba de ver. ¿Qué le parece,qué puede significar?”.

Recuerdo otro que, si bien no me lo narraba con tanta frecuencia, era comosi dependiera del momento, de mi estado de ánimo, o no sé de qué otra variable. Locierto es que podía pasar meses sin contármelo, pero llegaba un día en que me lovolvía a narrar. Yo sabía que ese día y todos los que transcurrieran durante esa semana,serían para mí importantes:

— Fíjese, Jorge, anoche fui a la cárcel, y allí estaba como siempre. Pero mellamó la atención que en los muros, donde siempre están los guardias, nohabía nadie. Yo me dije: “habrán salido a comer algo”. Así que me puse aesperar, pero como pasaba el rato y no aparecía ninguno, me dirigí hacia lapuerta. Tampoco había nadie en la puerta y eso sí se me hizo más raro. Empujéla puerta, esa puerta grandota, ¿vio?, la que está en la entrada del penal. Yotenía que llevarles un poco de comida y algo de ropa a unos muchachos.Pobrecitos… Bueno, ya estaba adentro y ahora ¿qué le hacía si ya estabaadentro?, seguí caminando por el patio… ¡y nadie! No había nadie, era comosi todos se hubieran ido, todo estaba abandonado. Crucé el patio y me metípor donde están los calabozos, todas las puertas estaban abiertas y todo estabamedio oscuro. Pero yo seguí, alguien tenía que haber quedado, aunque fuerapara cuidar. Para acabarla no sé cómo llegué a los muros, por ahí por dondese pasean los guardias y vi algo que se movió. Avancé con un poco de temory veo, ahora con claridad, un hombre con el cuerpo desnudo, llevaba un arcoy unas flechas; yo creí que me iba a disparar pero seguí caminando, ¿qué otracosa podía hacer? Y aunque no me lo crea, desapareció. Cuando yo creía queestaba todo perdido porque ahí estaba él con todas las flechas, desapareció.¿Qué le parece, qué puede significar?

Yo indefectiblemente le contestaba: “No tengo la menor idea, madrina, y ¿austed qué le parece?”. Ella se quedaba un rato pensativa y me decía: “No, si de eso setrata, que usted le piense”.

Este desarrollo gradual de la conciencia interna es característico del método súfico deNasrudin. El chispazo de iluminación intuitiva que originan los relatos es en parte unpequeño esclarecimiento por sí mismo y no una experiencia intelectual. También esun paso hacia la reinstauración de la percepción mística en una mente cautiva,despiadadamente condicionada por los sistemas de adiestramiento de la vida material.

Idries Sha, 1996: 104

Page 154: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s164

A la importancia que tienen, sin lugar a dudas, los relatos por sí mismos,quisiera agregarle la importancia del narrador. El narrador cautiva con el relato, semete en nuestro ser y ejerce un influjo del cual es difícil sustraerse. El relato aparecevinculado al relator como si ambos pasaran a formar parte de una unidad indivisible.Cuando mi subconsciente elaboraba los relatos de Doña Paula, en otro nivel de miconciencia, indefectiblemente, aparecía mi madrina. Su mirada, sus gestos, su tonode voz, todo se conjugaba en esa unidad que impactaba una parte desconocida de miser. Cuando mi madrina comenzaba a narrar, las primeras veces yo la interrumpíapara decirle que ya me había contado esa historia, ella hacía caso omiso a miinterrupción y continuaba con el relato. Fue así como descubrí que había algo másallá de la simple narrativa. Esto se complicó el día que ella me dijo que debía consultarlea otras personas acerca del significado de estos relatos.

Cierto día, me vi narrando a un par de amigos los relatos de mi madrina, ydescubrí que en el narrador, a medida que el relato avanzaba, también se operabanciertos cambios en la percepción de lo que llamamos realidad. Al contar la historia,al escucharla, iba descubriendo nuevos significados, por lo general esos significadosestaban muy ligados a cuestiones emocionales profundas, por la intensidad o por loolvidadas.

Así que me dediqué a contar los relatos que me transmitía Doña Paula, alfinalizar la narrativa concluía preguntando: “¿Qué les parece, qué puede significar?”.Algunos osados intentaban dar alguna explicación racional a estos relatos, pero porlo general la razón terminaba arguyendo alguna ridiculez y optaban, al final, porcallarse. Era como si le diéramos a nuestra mente racional un enorme hueso, ymientras ésta se entretiene royéndolo, el cuento actúa en otros niveles de nuestraconciencia.

A fin de llegar al Camino sufí, el buscador debe comprender que en gran parte es unproducto de lo que ahora llamamos condicionamientos: ideas y prejuicios fijos,respuestas automáticas derivadas del entrenamiento ajeno. El hombre no es tan librecomo cree. El primer paso que debe dar el individuo es dejar de creer que comprende,y comprender realmente. Pero al hombre le han enseñado que puede comprenderlotodo por el mismo proceso, el proceso de la lógica. Esta enseñanza le ha perjudicado.

Idries Sha, 1996: 170

Así como cité la famosa frase de San Agustín: «En el interior del hombrehabita la verdad», Rumi, uno de los más claros hombres de la tradición sufí, nos dice:«Jesús está en vuestro interior, buscad su ayuda».

Estas narraciones o cuentos, al parecer absurdos, nos llevan a contactarnoscon nuestro interior, nos invitan a una autoexploración por un territorio desconocido,que muchas veces nos asusta, un espacio que para mantenerse en él nos exige de un

Page 155: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s165

valor al cual no estamos acostumbrados. Pero en esa internalización, tal vez sea posibleencontrarnos con la Verdad o con Jesús, el premio bien vale el desafío.

Estos cuentos, estos diálogos con Doña Paula me permitían dar nuevossignificados a la manera de ver y sentir “mi” historia, me posibilitaban darme cuentade que había diferentes encuadres y que, también, podía aspirar a romper con undiscurso que se había convertido en mi propia prisión. Cuando le preguntaba a mimadrina si era posible que me transmitiera todo lo que ella sabía, me reiteraba:

— Jorge, yo soy así, “natural”. Siempre, desde que recuerdo, yo era ésta.

— Madrina, entonces, ¿para mí no hay esperanzas?

— Nadie dijo eso. Yo puedo acompañarlo un trecho por el camino, pero lascosas las tiene que “agarrar” usted solo, y si se le escapan yo ya no puedohacer mucho.

— Madrina, ¿se puede aprender solo?

— Tal vez. Pero yo no lo aconsejo. Yo no me atrevería a meterme por todosesos lados sin un buen guía. Me buscaría el mejor de todos, uno que sepadónde hay que poner los pies para que no nos lleve la fregada. ¿O usted leconfiaría su vida a cualquiera?, y aquí estamos hablando de la vida, no democo de guajolote.

Todos los hombres, cuando llegan a cierta fase del mero desarrollo personal, creenque pueden encontrar por sí solos el camino del discernimiento. Los sufíes lo niegan,porque se preguntan cómo una persona puede encontrar algo que no conoce. –Todosse han convertido en buscadores de oro –dice Rumi –, pero en general ninguno loconoce cuando lo ve. Si no puedes reconocerlo, únete a un hombre sabio.

Idries Sha, 1996: 173

— Madrina, ¿es posible que un hombre pueda alcanzar el verdaderoconocimiento sin ningún esfuerzo?

— Voy a suponer que cuando usted habla de encontrar la verdad, tanto ustedcomo yo entendemos lo mismo aunque difícilmente sea así. Mire, Jorge, elhecho de que yo le haya repetido muchas veces que yo soy así, “natural”, noquiere decir que no haya pagado un precio, ya le he contado que pagué unprecio y que el precio fue muy alto. Ni modo. Así me tocó. Nadie se apropiade nada de lo cierto sin pagar un precio. Lo que funciona en la política o enlos negocios de los marranos no funciona con lo que usted llama verdaderoconocimiento. Digamos que son otras leyes las que mandan del otro lado deeste mundo.

Page 156: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s166

— Entonces, madrina, ¿hay que esforzarse?

— A veces sí y a veces no. El problema es saber cuándo sí y cuándo no. Porquea veces nos esforzamos y nos gastamos sin asunto y nadie nos devuelve todala energía que tiramos; si no tenemos energía no tenemos trabajo, y si notenemos trabajo no podemos darnos cuenta de nada. Para alcanzar a ver otrosprogramas de televisión hay que fregarse. Nadie le va a venir a poner la mesapara que usted se siente a tragar. Usted se tiene que cocinar los frijolitos, yponer los huevitos, y hacerse las gorditas, y poner todo en un platito y ahorasí, a ver si le queda fuerza para comer algo o se lo arrebata alguno más abusado.Ya le he dicho, se tiene que andar bien abusado. Camarón que se duerme selo lleva la corriente.

Según el criterio sufí, lo que vemos, sentimos y experimentamos en la vida ordinariaincompleta es sólo una parte de la totalidad. Hay dimensiones que sólo podemosalcanzar mediante un esfuerzo.

Idries Sha, 1996: 175

— Hay que tener cuidado, Jorge, porque a veces uno se está esforzando, peropara engordar al marranote.

— ¿Cómo está eso, madrina?

— Uno puede llegar a creer que porque está sudando mucho ya anda en elcamino, pero lo que está haciendo es alimentar esa parte más oscura de usted.Y aunque ya hayamos hablado mucho de esto, es necesario que se lo repita:la cabezota es un gran marrano que mientras más le da de comer más hambretiene y hasta que no se traga todo, no le para, y cuando se para es porque yaes tarde. Ya, si llegamos a ese estado, no hay ninguna posibilidad para ustedde nada. Porque no sé si sabía, pero esta es la única oportunidad que tenemosde hacer algo con nosotros mismos, después, sólo Dios. Pero yo creo quedespués está difícil. Aunque mucha gente, sobre todo esos que están en lamentalidad, digan que después de muertos volvemos a nacer y otras cosasmás raras, yo no creo mucho en esas cosas. Por las dudas no me confiaría eneso y hago la tarea ahorita, no sea cosa que para mañana sea tarde. Lo mismole aconsejaría a usted, más vale, échele todas las ganas ahorita y pídale aDiosito que no le falten las fuerzas para cumplir con lo que tiene que hacer.De mañana no nos vamos a ocupar ahorita, sería perder el tiempo.

— Entiendo lo que usted me dice, pero siento que me habla a diferentesniveles. Hay una parte de lo que me dice, que lo escucho y mi cabeza me dice:suena lógico. Pero sus palabras me quedan flotando, no sé por dónde, y

Page 157: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s167

empiezan a actuar independientemente de la cabeza. ¿A qué se debe eso?

— Lo que usted llama cabeza es muy útil para las cosas corrientes. Si la genteordinaria no tuviera cabeza, tal vez las cosas del mundo estarían peor, ¿quiénsabe?, pero si nos queremos ocupar de cosas del otro mundo, de ese mundoal que a usted le interesa entrar, las cosas que funcionan en lo corriente nosirven. Los ojos ven la realidad ordinaria, para ver la otra realidad hacen faltaotros ojos.

— ¿Dónde estarían ubicados esos otros ojos, madrina?

— Están distribuidos en diferentes partes, pero los primeros que tiene queabrir son los ojos del corazón. Sólo despertando a ésos usted podrá pensar endespertar los otros. Pero antes hay que tender el puente que va de aquí hastaaquí — dijo señalándose, como si empezara a persignarse, la frente y luego elcentro del pecho.

— Madrina, ¿y qué voy a poder ver con los ojos del corazón?

— Cierre los ojos. Ahora párese y camine por la cocina, luego vaya hacia elpatio y se da una vuelta por la pila de agua y después regresa.

Cerré los ojos e hice el recorrido que me trazara mi madrina. Me paré y apoyésuavemente la palma de la mano sobre la orilla de la mesa. Así me fui desplazandohasta la punta opuesta. Sabía que al frente de ese extremo, aproximadamente a unostres pasos largos estaba la puerta que daba al patio.

El soltarme de la mesa acrecentó mi inseguridad. A pesar de tener los ojoscerrados, el resplandor que provenía de la puerta era bastante fuerte, así que extendiendolos brazos di los tres pasos que me separaban de la abertura. Apoyé las manos en elmarco y extendí el pie derecho hacia el primer escalón, queriendo tantear su firmeza,ya que era una piedra superpuesta a un montículo de tierra apisonada. Bueno, yahabía bajado el primero, los otros dos fueron más fáciles. No había tomado concienciade lo disparejo del piso de tierra hasta ese momento. Trataba de utilizar mi imaginaciónpara reconstruir el trayecto y sus obstáculos. A duras penas logré llegar hasta la pilade agua, a unos 40 metros del lugar en los que se encontraba Doña Paula. Pensé queel regreso sería más fácil, pero nada de eso: fue más difícil. A la dificultad del ejerciciose sumaba una ansiedad creciente, no sé a qué se debía, pero era como si un temorinundaba poco a poco mi emoción. Antes de llegar a la puerta sentí la voz de DoñaPaula: “Ya puede abrir los ojos”.

De nuevo nos encontrábamos sentados en la mesa de la cocina.

— ¿Qué me puede contar, Jorge?

Page 158: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s168

— Al principio pensé que me iba a resultar muy fácil, pero a medida quetranscurría el tiempo me iba sintiendo cada vez más inseguro. Pensé en loduro que debe ser quedarse ciego.

— Lo mismo sentiría yo si dejara de ver con los otros ojos, no con estos de micuerpo. Para mí las cosas tienen sentido porque las veo de una manera diferentea como usted las ve. Cuando las veo con los ojos del corazón, la diferencia esparecida a cuando usted andaba a ciegas y luego volvió a abrir sus ojos. Larealidad no es la misma para usted cuando tiene los ojos cerrados a cuandolos tiene abiertos. Usted está acostumbrado a ver con los ojos del mundo. Yo,aparte de ver con esos ojos, veo con los ojos del corazón, y cuando se requiere,veo con otros ojos más profundos, pero hasta para mí sería difícil ver siemprecon los otros. Para eso tendría que vivir sola y ése no es mi destino.

— Madrina, ¿por qué no nacemos con todos los ojos para ver la realidad?

— No sería justo. No todos nacen para guaje. Unos son para una cosa y otrosson para otras. El verdadero problema son ustedes.

— ¿Quiénes?

— Usted y otra gente como usted, que están entre uno y otro lado. Por ejemplo:yo soy esta que usted ve. Pero a pesar de ser natural, yo, como ya le he dicho,me elegí. Yo soy una mendiga porque es lo mejor para mí. Este es mi papelen el mundo, ser una pordiosera. Este papel lo represento con toda la dignidadde ser la mejor pordiosera y no hay orgullo en eso, porque siempre encuentroen el camino gente más pobre que yo. Usted ha visto que todas las cosasnuevas que usted o la gente me traen se las reparto a ellos, a los que lasnecesitan. A unos les doy unos huaraches, al otro un abrigo, al otro unacamiseta, al otro una chamarra, y ahí voy, dando todo. Con lo único que yome quedo es con las “garras” que ellos desprecian. Decidí ser la más pobreentre las pobres. Igual con la comida, ha visto que muy pocas veces lo acompañoa comer, y sólo cuando usted insiste mucho y yo no quiero faltarle. Tambiéndecidí comer sólo las sobras, lo que los demás dejan. Ese es mi trabajo y noviene al caso tratar de explicárselo. Para que me entienda mejor, lo que tratode decirle es que yo sé cuál es mi papel, pero como le decía, hay gente comousted y como otros que están buscando su propio papel. Entonces algo seagita adentro de ustedes y los lleva de un lado a otro, a veces sin ningúnresultado que no sea cansarse o deprimirse porque no encontraron nada, yotras veces, alguno tiene suerte y logra “agarrar” algo. Lo más probable esque desista de seguir buscando, y al poco tiempo, hasta lo que había encontradolo tire por ahí en algún rincón y se olvide. A lo mejor alguno más abusado loencuentra en ese rincón y se lo lleva. Por aquí han pasado muchos como usted.Sienten algo o alguien les platicó que en Sabanillas vive una vieja mugrienta

Page 159: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s169

que tiene algunos poderes y que habla de una manera extraña, entonces sedejan caer por aquí. La mayoría lo único que encuentra es una vieja que hablacosas sin sentido, que no sabe leer ni escribir, y un rancho lleno de moscas;hasta se diría que la vieja es medio mensa o que está un poco tocada. Otrasveces, yo los ayudo a que vean eso o cosas peores y, por el bien de ellos y elmío propio, ya no vuelven. A veces se pierden algunos que hubieran sidovaliosos para el trabajo que nos interesa, pero ya están muy debilitados porla vida y no tienen de dónde sacar lo que necesitan. Hace falta mucho valorpara esto. Cuando los veo que se van yo sólo digo “Diosito los ha de ayudar”.Como usted puede darse cuenta, no es fácil, pero es lo mejor que puedo hacerpor ellos. Si no existe aunque sea una partecita de alma dispuesta al sacrificioes mejor no entrarle, porque una vez adentro está difícil rajarse.

— Madrina, y ¿por qué yo?

— Lo mismo me he preguntado, y me pregunto muchas veces que usted viene¿y por qué el argentino? Pero no soy yo la que decide. Lo que decide son lasseñales. O ya se olvidó usted…

— ¿Olvidarme de qué?

— De aquella noche en la que estaba en ese grupo y que en el mero mediohabía un viejo parado con su bastón de mando, y que el viejo los señalaba auno por uno, y que cuando lo señaló a usted, bajó esa cosa como un diamantea su cabeza...

No la dejé seguir. Volví a pegar un salto hacia atrás de la silla, no sé cómo lohice, aunque fuera la segunda vez que me ocurría, el susto fue mucho mayor que laprimera. ¿Qué actuaba en mí para que mi cuerpo reaccionara de esa manera,impulsándome como un resorte hacia atrás, salvara los obstáculos y me viera derepente con la pared en la espalda? Nadie podía saber de esa experiencia, aquí, enMéxico. Aparte había ocurrido hacía 20 años y hasta yo dudaba de su realidad. Nisiquiera me atrevo a escribirla, fue demasiado absurda. Hasta casi me había olvidadode ella. Pero ahora la volvía a tener presente. Empecé a dudar de mi cordura. No podíasaber eso Doña Paula, era imposible. ¿Cómo pudo describir esa escena y empezar anarrar la experiencia? Estaba más que seguro que nunca se lo conté a nadie. La únicagente que realmente sabía todo lo ocurrido era quienes participamos del grupo conLeopoldo. Junto al salto se me erizaron, literalmente, los pelos de la nuca; sentí unescalofrío y una leve convulsión en todo el cuerpo. Caí abatido en la silla, a la vez queen tono de súplica le pregunté a mi madrina:

— Madrina, ¿cómo supo de esa experiencia?

— No tiene mucha importancia cómo supe, porque usted no entendería. Lo

Page 160: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s170

único que le puedo decir es que eso es ver con los otros ojos. Y los otros ojosme permiten darme cuenta de esas señales que los ojos del mundo corrienteno pueden ver. Si yo no lo hubiera visto no podría hablarle de esto, o ¿haescuchado que yo le haya hablado al lector o a los otros, como le hablo austed? Y le aseguro que cuando yo lo vi, antes de que mis ojos me mostraranla señal, usted para mí no era más que otro de esos que vienen a husmear yse van rápido, no sea que se les pegue algún piojo.

— Madrina, ¿me puede hablar de esa experiencia?

— ¿Usted me pide que yo le hable de lo que usted vivió? ¡Qué compadre éste!Jorge, le diga lo que le diga, para usted no tendrá ningún sentido si no aprendea ver con los otros ojos, y cuando vea con los nuevos ojos ya no le va a importarlo que yo le tenga que decir. Primero hay que recorrer el camino que va de lacabeza al corazón.

— Madrina, ¿cómo fue que vine a parar aquí?

— Lo trajo un marrano.

— No me refiero a eso. Él tal vez fue la circunstancia, pero si no hubiera sidoése, ¿me hubiera traído otro?

— Téngalo por seguro que si no lo hubiera traído el marrano, usted hubierallegado de cualquier forma. La luz no lo hubiera dejado solo.

— ¿Qué luz?

— La que le entró en la cabeza esa noche del viejito del bastón. No sé por qué,pero yo ahí estaba. Nadie me vio y yo vi todo. Es que a veces uno anda muylejos y ni sabe cómo llega hasta ahí.

— Madrina, entonces, ¿usted conoce mi país?

— Bueno, a decir verdad yo no sabía ni qué país era, ni qué era lo que estabahaciendo ahí. Yo estaba mucho más nueva y simplemente iba a donde mellevaban.

— ¿Cómo a donde la llevaban, es que hay más gente?

— Más de las que usted se imagina. Pero no puedo responderle a las preguntasque en su cabeza están apareciendo porque nunca me interesó saber de dóndevienen o quiénes son. Lo único que sé, por nuestro trabajo, es que hay muchosmédicos y que son de todas partes del mundo. Algunos que todavía están en

Page 161: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s171

este mundo y otros que trabajan desde el otro lado. Aunque a la hora de lachamba nos juntamos todos. Jorge, si se quiere quedar usted sabe que estaes su casa, yo tengo que salir un momentito.

— No, gracias, madrina. Aprovecho para despedirme, así voy a estar un ratocon mis hijos.

— Ahí me saluda a sus muchachitos y, cuando hable con su mamá, le mandamis saludos.

— El próximo sábado me doy una vuelta, madrina.

— Dígame si viene a la hora del almuerzo para que lo esperemos con un cabrito.

— Bueno, madrina, aquí estoy el sábado a mediodía.

— Tráigase a sus muchachos. Y que Diosito lo bendiga. Váyase con cuidado,que me han dicho que anda manejando muy recio.

— No se preocupe, madrina, me voy despacio.

Reflexiones

Siempre me pareció una contradicción lo que enseñan algunas escuelas y el conceptoque maneja Krishnamurti acerca de la necesidad o no de un maestro. Al contrario deeste maravilloso pensador, al que muchos tienen por iluminado, tanto los sufíes comoDoña Paula transmiten la necesidad de que es imposible alcanzar otro nivel depercepción sin la ayuda de alguien que haya transitado el camino. Con el tiempoaprendí a descubrir que no era una contradicción, sino que eran dos maneras deasumir un compromiso con uno mismo. Krishnamurti nos invita a que nuestra mentecese de pensar, el camino que nos sugiere es el estar permanentemente aquí y ahora,y pone énfasis en que no existe un método o un sistema para lograrlo. Por el contrario,cualquier medio racional es una nueva trampa, la cual se vuelve más sutil cuanto másorganizada se encuentra. La mente es esclavizada por la propia mente, por eso es muydifícil que sea la mente la que nos libere.

La creencia no tiene nada que ver con la percepción; al contrario, la creencia impidela percepción. Si tiene una fórmula, una tradición o un prejuicio, si es hindú, judío,árabe, o comunista, etc., entonces esa misma división engendra antagonismo, odio,violencia, y lo incapacita para ver la realidad. En cualquier división entre el conceptoy la acción tiene que haber conflicto; este conflicto es neurótico, insano.

Krishnamurti, J.1998: 194

Page 162: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s172

Esta división a la que alude insistentemente Krishnamurti, entre el observadory lo observado, entre un pensamiento formado en el pasado y la capacidad de observarla realidad, es lo que genera esta sensación de separatividad, y por ende, violencia enel ser. La percepción carente de responsabilidad y compromiso por parte del observadorhace que exista el enjuiciamiento del “otro” y de “lo otro”. Esta actitud nos impidevivir y apreciar la realidad como algo único e irrepetible, y requiere una permanenteautoafirmación del yo o del ego, para tener una percepción engañosa de la continuidady control sobre una realidad inexistente, salvo en nuestra fantasía. Este hecho nosimpide ser realmente creativos o descubrir cosas nuevas en nuestro entorno y ennosotros mismos, ya que la percepción es sustituida por el diálogo interno, en labúsqueda de mitigar el temor de abandonar lo conocido. A esto atribuye la causa detodos nuestros males. Este planteamiento guarda una estrecha analogía con la formade percibir la realidad que tenía Doña Paula: “La cabezota no puede ‘agarrar’ nadapor sí misma; para ‘ver’, la cabeza tiene que estallar”. Esto lo interpreto como unaforma de detener este monólogo interior que nos da la idea de separatividad, agudizandonuestra neurosis y limitando nuestra capacidad de ser. Por ello es que acentuamosgran parte de nuestro “conocimiento” en el juicio a todo aquello que percibimos comoamenazante para nuestra estructura cognitiva, o tal vez deberíamos llamarla “estructuraegoica”. Krishnamurti insiste en que nunca el “conocimiento”, que pertenece al pasado,puede observar con frescura y libre de prejuicios el instante presente, por lo que estapercepción condicionada no puede liberar la mente.

El cerebro es el resultado del tiempo, ha sido condicionado a través de miles de años.Su pensamiento es la respuesta de la memoria, del conocimiento, de la experiencia,ese pensamiento nunca podrá descubrir nada nuevo porque es el producto de esecondicionamiento; es siempre lo viejo; nunca es libre. Cualquier cosa que el pensamientoproyecta está dentro del campo del tiempo; puede inventar a Dios, puede concebir unestado intemporal, puede inventar un cielo, pero todo eso es aún producto de sí mismoy, por lo tanto, del tiempo, del pasado y es irreal.

Krishnamurti, J., 1998: 195-196

Doña Paula tenía una apreciación muy definida con respecto a los que ellallamaba “lectores”, y se refería de una manera muy particular a la soberbia y pedanteríaque este tipo de prácticas generaba en quienes rendían culto a los libros.Coincidentemente, los sufíes guardan cierta analogía con la forma de transmitir ese“algo”, de lo que mi madrina intentaba enseñarme, sin que medien otras palabrasque no sean las que surgen de la experiencia directa con nuestro entorno inmediato.Dicen al respecto:

Algunos tienen la impresión de que el Buscador (salik) puede alcanzar estailuminación leyendo libros sobre el sufismo y haciendo prácticas personales. Estono es correcto teóricamente ni ha sido corroborado por la experiencia, aparte denuestra cognición interna sobre su falsedad. Un Guía es absolutamente esencial.

Idries Sha, 1996: 375

Page 163: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s173

Cuando leo a Krishnamurti o a los sufíes no puedo dejar de maravillarme desus mentes prodigiosas, cómo logran desentrañar desde los hechos más simples hastalos más complejos, un conocimiento que intuyo y percibo como verdadero. Sin embargo,no puedo negar que, luego de experimentar esta sensación, me gana un estado deangustia en el cual me contacto con la impotencia de revertir mi discurso interior enuna experiencia en el silencio. Mi mente es mi tirana. ¿Dónde esta el botón paraapagarla aunque sea momentáneamente? Me siento impotente ante su propuesta dedetener mis pensamientos. Yo soy de los que se suman a la necesidad de ser conducidos,al menos por el tiempo necesario para aprender a valernos por nosotros mismos, adarnos cuenta de que es posible dejar de recrear y sostener el mundo con nuestrodiálogo interno, que éste es posible transformarlo en ese silencio interior que trazaráel puente entre nuestra cabeza y nuestro corazón. Por otro lado, el Desarrollo Humanome invitaba a generar la confianza que surge de la existencia de una “sabiduríaorganísmica”, la que busca de una manera u otra, incluso a través de las más profundascrisis, actualizar el verdadero “yo”. Pero cómo confiar en esa sabiduría, acaso essuficiente haberlo leído o que nos lo hayan contado o intentado transmitir en un aulacompartida con otros seres humanos tan llenos de miedo como nosotros mismos.Arrojarse a la vida con la suficiente confianza como para saber que nuestro ser internonos llevará a un feliz puerto, no es un camino trazado. Carl Rogers lo señala endiferentes puntos de su obra:

Digamos que la motivación para el aprendizaje y el cambio surgen de la tendenciaauto realizadora de la vida misma, de esa inclinación del organismo a fluir en todaslas direcciones de desarrollo potencial, en la medida en que estas experiencias seanenriquecedoras.

Rogers, C. 1996: 251

Tengo que confesar que esta corroboración que realizaba, o mejor dicho quebuscaba en la literatura después de convivir con mi madrina, me alejaba, aunque seapor un momento, de la ansiedad que me generaban sus comentarios. Al finalizar mispesquisas entre los textos que tenía a la mano, ya no sólo tenía la seguridad de quela intuición estaba en el lugar correcto, en el momento preciso; ahora tenía pruebasde que estaba donde tenía que estar, que mi esfuerzo sostenido por todos estos añosme había llevado a ese pequeño caserío y que esa búsqueda, a veces obstinada, estabadando frutos.

Page 164: Doña Paula: Un salto al vacío

Capítulo VI

La noche de San Juan

Page 165: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s177

Capítulo VI

La noche de San Juan

30. Li, Lo Adherente, El Fuego

El fuego no tiene forma definido, sino que adhiere a las cosas que arden y así brillaen su claridad. Como el agua desciende desde el cielo, así el fuego asciende llameantedesde la tierra. Mientras que K’an simboliza el alma encerrada en el cuerpo, Li simbolizala naturaleza en su radiante transfiguración.

El dictamen

Lo adherente. Es propicia la perseverancia, pues aporta el éxito. Dedicarse al cuidadode la vaca trae ventura.

Lo oscuro adhiere a lo luminoso y perfecciona así la claridad de lo luminoso. Lo claro,al irradiar la luz, requiere la presencia de lo perseverante en su interior, para noquemarse del todo y estar en condiciones de iluminar en forma duradera. Todo lo queexpande luz en el mundo, depende de algo a lo cual quedar adherido para poderalumbrar de un modo duradero. Así el sol y la luna adhieren al cielo; los granos, lashierbas y los árboles adhieren a la tierra. Así, la doble claridad del hombre predestinadoadhiere a lo recto y, por consiguiente, es apto para modelar al mundo. El hombre quepermanece condicionado en el mundo y no es independiente, al reconocer estecondicionamiento y entrar en dependencia de las fuerzas armoniosas y benignas delorden universal, obtiene el éxito. La vaca es símbolo de máxima docilidad. Al cultivarel hombre dentro de sí esta docilidad, esta voluntaria dependencia logrará una claridadnada hiriente y encontrará su puesto en el mundo.

I Ching, el libro de los cambios, 1995: 200

Las hogueras ardían por doquier y los rostros iluminados por el fuego y por la nocheparecían fantasmas emergidos de un cuadro de Goya.

El círculo se dividía en dos mitades bien diferenciadas, a simple vista, por laropa: elegantes en unos, harapienta en otros. Si nos deteníamos a observar un pocomás, nos dábamos cuenta de que además de la ropa había rasgos diferentes, como siunos pertenecieran a otra raza, sus huellas denotaban que a quienes conformabanuno de los semicírculos sí los había alcanzado el mestizaje: narices un poco aplanadas,pelos negros enrulados, ojos oscuros, pómulos levantados, bocas anchas, estaturasmás bien bajas. Estas características contrastaban con los rasgos europeos de lacontraparte del frente: longilíneos, más bien altos, cabellos que iban desde un castañoclaro hasta el rubio dorado, pieles blancas, ojos claros.

Page 166: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s178

En el medio del círculo los dos pequeños gladiadores arremetían una y otravez uno contra otro. Revolcados entre la tierra y la ceniza ya no había diferencias derazas ni de vestimentas, eran iguales, por ese momento cualquiera de los dos pudierahaber pertenecido a cualquier bando.

Creo que tenía unos cinco años, no sentía los golpes, tal vez mi contrincantetampoco. Para mi corta edad era de contextura fuerte y en un breve tiempo tuve a midesconocido enemigo debajo, aprisionado por mis brazos. El olor a humo erainsoportable y cuando vi el rostro asustado, avergonzado y vencido de mi contrincante,me puse a llorar, y sobre las voces y los gritos de las dos pandillas enfrentadas se fueelevando un sollozo y más tarde un llanto que prorrumpió en grito. Era mi voz quesurgía desde lo más profundo de mi pequeño ser: “¡No quiero pelear!, ¡no quieropelear!, ¡no quiero pelear!”. Alguien se apiadó de mí, nunca supe quién fue, pero unamano me levantó en vilo y me alejó de aquel infierno. A veces, cuando contemplouna fogata o el fuego de un hogar, de las llamas surge un montón de rostros y entreellos se mezclan amigos y desconocidos, con sus caras tiznadas por el humo. En eseinstante dantesco recuerdo el destino de aquel pequeño gladiador, que al igual queyo fuera empujado al ruedo, él para ser derrotado por otro niño igual a él, que a lahora de la victoria lloró y gritó: “¡No quiero pelear!, ¡no quiero pelear!, ¡no quieropelear!”.

El día siguiente de aquel acontecimiento que guardo en mi memoria, amaneciófrío, como todos los meses de junio en mi antiguo país. Con pasitos cortos, las manosen las bolsas de mis pantalones, me fui caminando despacio por la cortada SantosVega, así se llamaba la calle que desembocaba en el corredor verde por el que circulabanlas vías del tren. Al final de la breve caminata llegué a los rieles en cuya orilla habíasido la contienda. Tal vez con el temor de encontrar tirado sobre la hierba seca elcuerpo inerte de mi contrincante. Respiré con alivio al contemplar sólo los montículosde ceniza que rodeaban la arena. Corrí hacia las barrancas y miré el caserío míserodel frente; entre sus calles, las cuales dibujaban absurdos laberintos, corrían unmontón de niños, traté, entre todos ellos, de identificar al que peleó conmigo, perofue inútil. Me quedé parado en el borde de un abismo que se me hacía insondable,contemplando la nada y uno que otro cometa que empezaba a elevarse con sus fuertescoloridos, contrastando con el cielo de color plomizo del frío invierno del Sur. Retornécabizbajo. No había nadie de este lado de la “frontera” delimitada por las dos pandillas,estaba solo y regresé a mi casa.

En el camino de regreso me formulé, tal vez, mi primera pregunta en tornoa la violencia: ¿Por qué? Había algo que todavía no me explicaba. ¿Por qué se teníaque pelear? ¿Por qué si a mí me dolía tanto oír cuando se peleaban mis padres, teníaque repetirlo? ¿Es que acaso yo tenía que aprender lo mismo? ¿Esto era la vida:pelear, pelear y pelear? Regresé con la cara húmeda en lágrimas y cuando mi madreme preguntó: “¿Hijo, qué le pasó?”, le respondí: “Nada, se me metió una basurita enel ojo, pero ya me la quité”.

Page 167: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s179

Pasaron tres años, y en esas mismas vías, brincando por sobre los vagonesenmovimiento, nuestro deporte favorito, un niño fue arrollado por el tren. Más tardeme enteré de que fue el mismo niño con el que me peleé en la noche de San Juan.Estuve convencido de que en aquella noche, sin proponérmelo, había cambiado sudestino. En mi mente infantil, poblada de rituales mágicos, estaba convencido de quepor haberlo vencido le había arrebatado algo para él importante, lo había transformadoen un perdedor, por eso el tren había cobrado su fácil presa. Este sentimiento meacompañó durante mucho tiempo.

Pobre niño. ¿Por qué tuvo que morir? Tal vez, porque desprovisto de simpatía,acompañado de su miseria a pesar de contar sólo con 8 años, todo lo que se argumentaraa su favor fueron pobres monedas para completar el soborno a la muerte. Sus tristesojos negros no sufrieron ningún cambio; quizás porque hacía tres años, en medio delas hogueras, ya había una parte de él muerta. Las burlas se elevaban sobre los vencidosy a los vencedores los cargaban en hombros entre vítores y palmadas.

Al poco tiempo, nadie se acordaba de él. Los trenes volvían a ser potros dehierro a los que había que domar y, para ingresar a nuestra pandilla, de la cual yo erael más chico, había que correr sobre sus lomos, por lo menos desde la cortada SantosVegas hasta la calle Urquiza, donde el tren forzosamente tenía que aminorar su marchapara atravesar el paso a nivel, cosa que aprovechábamos para descolgarnos de losvagones y regresarnos caminando. Sobre un montículo de tierra, al lado de la vía unapequeña cruz blanca aferraba un recuerdo, siempre tenía flores, y a pesar que durantemuchos días espié para ver quién le llevaba esas flores blancas, nunca pude descubrira nadie, tal vez era otro fantasma.

Pasaron los años ¿Cuántos? Muchos. ¡Qué importa!, cuando volví a la vía,todo se había empequeñecido. El caserío del frente de la barranca ya no existía, sulugar había sido usurpado por un barrio residencial y sus antojadizos laberintos habíansido cambiados por calles perfectamente trazadas. Ningún cometa se alzaba, ni deeste ni del otro lado del barranco. A todo le habían robado la magia, ya nada interesantevolvería a pasar en ese lugar otrora mágico, hasta la muerte se marchó con tantapulcritud. “Mi” espacio, se había convertido en un ladrillo más de la gran urbe en quese transformó la ciudad. Ya nunca volveré a la cortada, ya no existe, sólo gracias a miimaginación puedo recordarla, con eso me basta.

— ¡Eh, argentino! Échenos la mano con el marrano. Si lo atamos, usted lopuede jalar con la camioneta hasta el fogón.

— ¿Cómo?

— ¿Qué le pasa, amigo?, ¿lo ha hipnotizado el fuego, o qué?

El fogón ardía. Unas cazuelas de chicharrones pendían de unos ganchos. Los

Page 168: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s180

niños corrían de un lado para otro y los preparativos de la boda mantenían a todo elmundo ocupado. A todos menos a mí, hasta ese momento, que me había dejado llevarpor el fuego, los gritos y el recuerdo a ciertos abismos olvidados de mi mente.

— Argentino, ¿nos echa la mano?

— Claro, ahí estoy puesto. ¿Dónde está el marrano?, ¿tienen un mecate?, ¿quéles parece si lo amarramos de las patas y luego lo atamos de la defensa?

— ¡Órale! Ya estuvo.

El marrano iba dejando un surco de tierra marcada por un reguero de sangre.Me detuve al frente del fogón y descendí de la camioneta, más por mostrarme solícitoque por el deseo de ayudar en esa macabra escena. Sin embargo, el grito de mi madrinallegó al rescate:

— ¿Dónde se mete? Venga para acá, si usted es el padrino no el cocinero. Ahídéjelos que se las arreglen como puedan, yo tengo tiempo de echarme uncigarrito y tomarme un café con usted.

— Madrina, si usted me consiente tanto, aquí me van a empezar a hacer elfeo.

— ¿Cuál feo? Y si así fuera, peor tantito para ellos. Usted venga aquí conmigoy vamos a platicar de lo que usted quiera.

— ¿Seguro?

— Nada es seguro, pero hacemos el intento.

— Madrina, ¿qué pasa después de la muerte?

— ¿Qué le importa?

— ¿Cómo? Si usted me dijo que podría preguntar lo que yo quisiera.

— Por eso... Aproveche a preguntar algo que sea de utilidad y no algo que nole va a servir de nada. El hablar de lo que pasa después de la muerte es comosi usted quiere saber lo que pasa en la casa de su vecino. ¿De qué le sirve? Denada. Mire, Jorge, usted lo único que tiene es esto, y esto es aquí y ahora.Como si fuera poco, no sabemos qué hacer con este aquí y ahora. ¿Para quénos vamos a meter con una tarea más difícil?

— Doña Paula, pero, ¿a usted nunca le interesó qué hay del otro lado?

Page 169: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s181

— Yo no estoy hablando de mí, yo estoy hablando de usted. Yo le estoy diciendoque usted no pierda el tiempo para saber qué hay del otro lado, porque de estelado ya tiene suficiente.

— ¿Y qué, madrina, con esos que creen en la reencarnación?, esos que dicenque uno se va y vuelve indefinidamente.

— ¿Sabe lo que creo?, que están locos. Que es una buena manera de eludir elcompromiso que tienen con esta vida. La única que Dios les ha dado está aquí,y que en vez de ocuparse de mejorar y hacer el bien se andan distrayendo concosas que ni siquiera pueden conocer. No me diga que a usted no le parecesospechoso que le pongan tanta afición a lo desconocido y descuiden dóndetienen las obligaciones. Usted no pierda el tiempo con esas cosas. Esas cosaslo distraen y le hacen perder el rumbo.

— Pero, Doña Paula, los budistas dicen...

— No sé quienes serán esos, pero estoy segura que son bastante flojos para noocuparse de lo que tienen en sus narices y andarse preocupando donde notienen asuntos.

— Entonces, Doña Paula, ¿no existe nada después de la muerte?

— Cuando se le mete algo es duro de quitarlo. Mire, yo no he dicho que nohaya nada después de la muerte. Tampoco he dicho que usted no puedaregresar a esta vida después que se haya muerto, lo que yo le estoy diciendoes que a duras penas podemos con todas las cosas de ahorita y usted le quieremeter más ruido a la boda. Si con los músicos tenemos. Deje en paz a los delotro lado, ellos sabrán cómo resolver sus cosas, y usted dedíquese a éste, quecon eso tiene bastante.

— Creo que me quedó claro.

— Más le vale, si no lo seguimos hasta que lo comprenda. Yo creo que es muyfácil; primero nos vamos a ocupar de lo que es primero y luego de lo segundo.Todavía no nos hemos muerto y Jesús dice: “Bástele al día su propio afán”, ycomo nosotros somos obedientes, nos vamos a ocupar de lo del día. Si algunavez nos sobra el tiempo, después de haber trabajado como el burrito y tenemosfuerzas y ganas de hablar de lo que no nos es útil ahorita, entonces hablaremosde qué es lo que pasa después de la muerte. O mejor dicho, qué le puede pasara usted después de su muerte, porque sepa que a todos no les pasa lo mismo.Mejor que desde ahorita se prepare para que lo que a usted le pase no sea loque le pasa a la mayoría. Y ahora, no se hable más del tema.

Page 170: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s182

— Madrina, ¿todavía me queda chanza de hacerle otra pregunta?

— Sí, al fin y al cabo hay un montón de gente jalando y a nosotros nos tocódescansar.

— ¿Cómo podemos comunicarnos con lo superior?

— Espérese. Siempre tan apurado. Ya hemos dicho que lo primero es loprimero, y usted quiere empezar por la última parte del libro. ¿Qué entiendeusted por comunicarse con lo superior?

— Bueno, a mí me enseñaron que comunicarse es hacer común algo entre doso más personas.

— Bueno, no sólo entre dos o más personas. Usted me está diciendo que quierecomunicarse con Dios, o con lo superior. Eso porque usted tal vez crea queDios es una persona ¿para usted Dios es una persona? Mejor no nos metemosen un lugar del que no estemos seguros de salir. Por lo pronto vamos a decirque, como en casi todo, también hay tres para comunicarse. Están los dosque están interesados y después siempre aparece un metiche. ¿Puedocomunicarme con Dios sin poderme comunicar conmigo? ¿Se puede parar lacabeza y hacer silencio para escuchar la voz de adentro? ¿Puedo comunicarmecon Dios sin poderme comunicar con los otros? ¿Por dónde debo empezar?¿Qué es lo que debo hacer para realmente comunicarme? Usted cree que sonsólo habladurías. No, no lo son. Es muy difícil eso que usted dice. Nosotrossabemos mucho de todo, pero es sólo chisme. De las cosas que importansabemos muy poco. No, si no es tan fácil. El problema es que nosotros hacemosde todo poca cosa. Como el sebo que se derrite, una vez que lo agarra el fuegono deja nada, así como el fuego somos a veces nosotros. Vaya a ver la sarténcon chicharrones ¡Nooo, si están que se desparraman! Al cabo de un ratoquedan menos de la mitad, y cuando se terminen de cocer no queda ni latercera parte. Así hacemos con todo. ¿Cómo voy a hablar conmigo misma? Y¿cómo voy a tener algo en claro para decirles a los demás si yo no lo tengoclaro? Lo que primero tengo que hacer es saber qué quiero decir y a quién,y cómo. Después viene lo otro.

— Pero, ¿cómo voy a saber lo que quiero decir?

— Usted ya sabe, porque lo hemos platicado mucho que todo esto que llamamosrealidad es puro chisme. Que unos dicen que güiri güiri y que los otros lesiguen, y el chisme no se acaba y ya no hay nadie que lo pare. Así andanpobrecitos la mayoría de los hijos del Señor, de un chisme en otro chisme ysin poder hacer nada. Entonces, lo primero que tenemos que hacer es pararel chisme. Porque, ¿dónde nace el chisme?

Page 171: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s183

— En la cabezota

— Ándele, en la cabezota. Entonces, lo primero que hay que parar es la cabezota.Porque si no para la cabezota, no puede parar el chisme y con el chisme nollegamos a ningún lado. ¿Está claro?

— ¿Qué pasa cuando se para la cabezota?

— Ya no hay chisme. Por un lado. Pero lo más interesante es lo que pasacuando ya no hay chisme. Porque la naturaleza no puede dejar nada vacío.Entonces, donde hubo chisme tiene que aparecer otra cosa y esa cosa es loque nos interesa, esa cosa es nuestro asunto. Lo triste es que no se puedehablar de ello, porque si hablamos de ello ya lo convertimos en chisme. Yparece que estamos en el mismo lugar que empezamos. ¿No le parece a ustedque estamos en el mismo lugar en el que empezamos?

— Bueno, sí y no.

— Eso ya suena interesante. A ver cómo está eso.

— Madrina, yo creo que si volvemos a ponerle palabras a eso nuevo queempieza a manifestarse en nuestra mente, estamos haciendo una teoría ocomo usted le llama: “un chisme”. Es como si tuviera que volverme respetuosode eso nuevo. Siento, además, que no tendría herramientas para clasificarloo para describirlo.

— Bien, Jorge, por ahí va, está cerca. Tome todo esto que le dije como unchisme, para que no llene de nuevo su cabezota de otro cuento. Entonces,vamos a quedar en que para podernos hablar a nosotros mismos y juntarnoscon eso que en nosotros es verdad, tenemos que aprender a parar el chisme.A ver cómo le hacemos. Si lo hacemos, si somos capaces de hacer esto, silogramos detener el güiri güiri y escuchar al que sabe dentro de nosotros yatendríamos algo qué decir, que no sean palabras huecas. Ahora sí, podríamosintentar entendernos con el otro, ponernos en un tanto. Pero no lo vamos ahacer hablando. No, señor. Lo vamos a hacer escuchando. Entonces, cuandoescuchemos, el que sabe dentro de nosotros va a sopesar las ideas, va a desecharlas que sean chisme y le va a poner atención a las que sean realidades y a ésasles va a contestar, si es que hay alguna y si él considera que vale la pena romperel silencio. Si no, se queda callado, al fin de cuentas en boca cerrada no entranmoscas. ¿Va agarrando algo?

— Creo que sí, madrina.

— ¿Cuál creo? ¿Sí o no?

Page 172: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s184

— Es que no estoy muy seguro de comprender todo lo que usted me estádiciendo. Una parte mía está segura de que lo que está escuchando es así, yla otra duda si está comprendiendo todo.

— Eso es todo. Me doy cuenta de que está agarrando. Por último, nos quedala plática más interesante, con eso que usted llama lo superior. Primero vamosa cambiar de opinión acerca de a qué nombramos como superior. La formamás simple es decir que es todo aquello que usted siente por sobre usted, porencima de todo y por sobre las cosas de este mundo. Podríamos decir quetambién llena todo lo desconocido y lo conocido, lo ordinario y lo extraordinario.También que es todo aquello y todo esto, que aunque usted no sepa bien quées, usted le obedece y respeta. Y aquí está la sorpresa: cuando detengo elchisme y se empieza a manifestar en mí eso otro, me doy cuenta de que loque tengo adentro y lo superior tienen las mismas palabras, se entienden sinningún lector de por medio, sin que tenga que agarrar algún libro porque noalcanzo; con eso pueden platicar de las cosas como son. Esa es la verdaderacomunión, más allá del ruido que hacen las que usted llama cacatúas. En eselugar, todo y todos nos entendemos. Hay que fregarse para llegar a ese lugar,y no se vaya a creer que es estar ahí y se acabó. Uno sufre mucho ahí, pero yano por uno, ya no es el sufrimiento mezquino, ya no es el sufrimiento egoísta,ya uno sufre dándose cuenta, ya uno sufre por que ese es el camino que eligió,ya uno sufre para ganarse la verdadera libertad. Ahora acompáñeme a vercómo van los preparativos para la boda. Al fin y al cabo, para cuando terminede rumiar todo lo que le he aventado ya será una nueva semana. ¡Ah! porcierto, si usted me hubiera preguntado acerca de la muerte, hubiera sido otrocantar. Sobre la muerte hay mucho que platicar, pero después de ella, nada.

— Con lo que me llevo, ya tengo bastante por ahora. A decir verdad, no sé pordónde empezar.

Afuera del rancho todo era ajetreo y algarabía, adentro de mi cabeza todo erauna revolución. Si no hubiera yo sido el padrino de la boda, me hubiera montado enmi camioneta y hubiera huido del patio de tierra. ¿Hacia dónde? Creo que se losospechan. Estaría inspeccionando mi biblioteca, buscando calmar la ansiedad queme producían las palabras de mi madrina. Así que allí estaba, atrapado en el padrinazgomexicano, experimentando ese nuevo papel que siempre me había llenado decuriosidad. Ahora tendría compadres y comadres. Ese pensamiento me distrajo dela plática que había mantenido con mi madrina.

Me senté y recosté la espalda sobre la pared del rancho, había un pequeñozócalo de material y más allá se extendía la explanada de tierra humedecida, listapara el baile. Unos hombres extendían los cables de la fuente de energía para losinstrumentos de los músicos; otros acomodaban mesas y sillas, acarreaban bolsas dehielo, cajones de cerveza y refrescos, todos hacían algo, chicos y grandes, sólo yo

Page 173: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s185

observaba. Entre todo el movimiento, Doña Paula impartía órdenes a diestra y siniestra.En un momento, pasó cerca de mí, me miró, sonrió y me dijo: “yo soy la directora dela orquesta”, y siguió compenetrada en su papel.

Entre el tumulto de gente se iba abriendo paso, todos la saludaban con respeto,de repente sentí una necesidad imperiosa de preguntarle algo:

— ¡Madrina!, ¿cómo paro la cabezota?

— (Sin siquiera voltearse) Mantenga la cabezota donde está su cuerpo.

A partir de ahí, lo único que hubo fue boda. Hasta terminé bailando en lapista de tierra remojada. Antes que empezara a clarear me estaba despidiendo de misrecientes ahijados y de mi ahora comadre, Doña Paula.

— Padrino, ¿por qué no se queda a descansar aquí con nosotros? Le preparamosun cafecito…— me invitó mi reciente ahijada de boda.

— Gracias, Mona, pero mejor me voy para casa porque están mis hijos solosy no les avisé que no llegaría a dormir. Quizás estén preocupados. Pero entresemana vengo a visitarlos.

— Váyase con cuidado— con voz firme dijo Doña Paula—. Al fin y al cabo másvale llegar tarde seguro y no ir arriesgándose por esos caminos con tantoslocos sueltos.

— Descuide, comadre—estrené la nueva relación que tenía con mi madrina,ahora también era mi comadre —, me voy bien despacio.

— Que cómo están sus hijos, y si tiene noticias de su mamá me le mandamuchos saludos. Diosito la cuide para que esté bien la pobrecita.

— Cómo no, yo se los doy de su parte, comadre.

Como era habitual en mí, después de saludar a Doña Paula hacía un recorridopara despedirme de sus hijos, de sus nueras y de los niños que iba encontrando a mipaso; luego me subía a mi carro, mientras Doña Paula y su hija aguardaban en elmarco de la puerta de la cocina, abría la ventanilla y me despedía nuevamente con unsaludo de mano. Ahora sí podía arrancar y partir.

Como siempre reflexioné, ahora le tocaba a mis idas y venidas, no sólo alrancho, sino a mis permanentes idas y venidas, sobre las veces que me sorprendió lavida en los andenes de los trenes, en los aeropuertos, las terminales de autobuses; lasbienvenidas y las despedidas, formaban parte inherente de mi vida, eran una constante.

Page 174: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s186

Recuerdo una, especialmente significativa. Era de noche y el frío invierno seenseñoreaba en mi provincia de Córdoba. Sentado frente a mí, fumando un cigarrocomo era habitual en él y deleitándose con el aroma del humeante café expreso, seencontraba mi padre. En unas dos horas saldría su tren. Su mirada navegaba conlentitud sobre sus recuerdos, como si al conjugarse el vapor de la taza humeante conel denso humo del cigarro se generara un espacio en el que se daban cita los fantasmasde los sueños.

No sé, no recuerdo quién rompió el silencio. Creo que fui yo. En aquella épocatenía un montón de reproches. A mis 26 años había acumulado una extensa lista. Asaber: ¿Por qué nos abandonaste? ¿Qué culpa teníamos nosotros si éramos unosniños de 3, 6 y 8 años? ¿Por qué a la hija de tu segundo matrimonio y a los hijos detu mujer les diste todo lo que necesitaban para crecer, y a nosotros nada? ¿Por quéa pesar del talento de mis hermanas ellas tuvieron que abandonar sus estudios paraponerse a trabajar por tu falta de apoyo? ¿Por qué a tu hija cuando cumplió 15 añosle regalaste un carro, mientras a nosotros estaban por desalojarnos por no tenerdinero para pagar la renta?

Una larga lista de porqués, todos ellos para mí sin ninguna respuesta que nofuera el resentimiento contra ese hombre que estaba sentado frente a mí y era mipadre. Un resentimiento que se mezclaba con la profunda admiración que sentía porél y el amor de un niño de seis años, el cual seguía viviendo en ese hombre de 26 queera yo. Y empecé, tranquilo, también yo me había contagiado del ritual del café. ¿Papá,por qué…? Y así fueron brotando uno a uno. Sin lugar a dudas eran un reproche, unalarga ristra de reproches, pero no salidos del coraje, sino salidos del dolor, de esedolor profundo que a veces se instala en el alma como un tornillo y es difícil de quitar.

Le conté de mi hermana más pequeña, quien había empezado su carrera deMedicina y que, siendo una alumna brillante, tuvo que desertar en tercer año porquesu trabajo de medio día no era suficiente para completar el ingreso que la familianecesitaba para subsistir. Entró a trabajar en una nevería, en la cual trabajaba cercade doce horas por día.

Le conté de mi impotencia, de mis esfuerzos, de mis madrugadas a las cincode la mañana para ir a buscar el furgón de repartos y visitar 60 changarros diarios,repartiendo cigarros; de las dos veces que me asaltaron; de cuando mi compañero novio a una señora y la atropelló. De cuando asesinaron a mi patrón porque se resistióa que lo despojaran del dinero recaudado en el día. De mi hermana mayor trabajandocomo secretaria y deambulando de una empresa a otra para sortear los intentos deabusos. De la carrera que tuve que abandonar aunque era mi vocación porque trabajabatodo el día. De cuando a los trece años entré a trabajar en una carnicería, y a losquince acomodaba carros en una cochera. De mis estudios de noche, y también leconté de lo cansado que llegaba a mi casa.

Page 175: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s187

Le compartí cómo me sentía, siendo todavía un niño, al luchar además pormantener mis calificaciones para que no me quitaran la beca de estudios. Tambiénle hablé de la vez que fui seleccionado para recitar una poesía y no pude ir porque notenía zapatos; de mis experiencias como vendedor de cremas, sellos de goma, libros,avisos publicitarios, etc. etc. Tenía dos horas para hacer un cuadro comparativo delas injusticias, de las diferencias existentes entre la nueva casa que él había formadoy lo que había sido nuestra realidad. A todo esto, deberíamos sumar algo que todavíame genera un poco de inseguridad: la amenaza mensual de desalojo por atraso en elpago de la renta. Siempre debíamos cuatro, cinco o seis meses de renta. Bueno, paraqué abundo en detalles, los que han pasado por alguna de estas situaciones locomprenderán en el acto y los que no, batallarán para hacerlo o no lo comprenderánnunca.

Mi padre me escuchó, en ningún momento me interrumpió. Era la primeravez que sentía que todo su ser estaba receptivo. Terminé de platicarle esa parte tandolorosa para mí de la historia, de mi propia historia. Él hacía unos momentos quese había quedado cabizbajo, levantó su mirada, tenía los ojos brillosos por las lágrimascontenidas, cogió la taza de café y le dio un pequeño sorbo como para aclararse la voz.Esa noche escuché la voz áspera, ronca, de mi padre:

— Hijo, han pasado tantas cosas. No he sido un buen padre con ustedes y ajuzgar por como han salido los hijos de mi mujer y la hija que tuve con ella,tampoco he sido un buen padre con ellos. Pareciera que todo lo que más heamado en mi vida lo he destruido. Creo que de nada te serviría que te pidieradisculpas. Sin embargo, quiero decirte algo. Los he visto, tanto a ti como a tushermanas, luchar, forjarse como seres íntegros; tus logros te pertenecen, sontuyos, incluso a pesar de mi falta de apoyo, eso debe de enorgullecerte. Tambiénme siento orgulloso de tus hermanas. No puedo decir lo mismo de mi otrahija y de los hijos de mi mujer, tú sabes que los corrí de la casa. A mi manera,estoy seguro que no fue la mejor, los quiero, y creo que hice lo mejor paraustedes: apartarme de su camino, y eso lo demuestra el que cada uno deustedes está preparado para vivir con dignidad. Ahora, hijo, esto que te voya decir quizá te parezca cruel, pero puedes usar toda tu vida para culparmey decidirte a ser un mediocre porque tu padre te abandonó, o partirte el almay hacerte cargo de tu propia vida. No va a ser fácil, pero no veo otra manera,es muy difícil reparar el pasado…

El largo silbato del tren anunciaba su pronta partida. Con movimientos lentosapagó el cigarro y bebió el último trago de café. Se puso de pie, seguí sus movimientos,tal vez un poco más ágil. Cargué su maletín de mano y lo acompañé en silencio hastael andén. Buscó en las bolsas del saco su boleto y levantó la vista buscando el númerode vagón. En la puerta del vagón el guarda lo invitaba a apresurarse, era el último ensubirse, dejé su maletín en el suelo y nos dimos un largo y sentido abrazo. Mereencontraba con mi padre.

Page 176: Doña Paula: Un salto al vacío

Desde ese instante, hasta el día de su muerte cuatro años más tarde, no huboreproches ni reclamos. Me decidí a amarlo y a respetarlo. Como nadie puede serindiferente al amor, él hizo lo mismo y fuimos los mejores amigos. No pasaba un día,si él se encontraba en nuestra provincia pues viajaba mucho, sin que nos habláramosy repitiéramos el ritual del café.

Sé que sin ese encuentro mi vida no hubiera sido la misma, tendría un montónde interrogantes que nadie podría responder. Sé, también, que la respuesta de mipadre a muchos les pudiera parecer una justificación, pero a mí no. Yo vi sus ojos,yo escuché su corazón hablándole a su hijo amado, yo sentí su soledad, su tristeza,su deseo de que todo hubiera sido diferente, yo sentí en él mis propios sueños, mispropios deseos, mi propia sangre fluyendo por sus venas y la suya entremezclándosecon la mía. Aquella noche, aquel andén, aquella estación de ferrocarril, aquel instantecambió mi vida.

El salto y el ruido que sentí debajo del carro me sobresaltaron. Una piedrahabía golpeado el carro. Miré hacia atrás, no alcancé a divisarla, la tierra engullíatodo. Otro tren se dibujaba en el horizonte y yo seguía paralelo a la vía. Jugué con laspalabras, vida, vía, y después de escoger un número al azar me puse a contar losvagones. También el tren quedó atrás, junto con los recuerdos. Divisé la silueta delpanteón y supe que estaba llegando a García.

Quería estar en casa, reencontrarme con mis hijos, ahora me tocaba estar delotro lado, ahora era padre ¿Estaría haciendo bien las cosas? ¿Qué es hacer bien lascosas? ¿Me llegarán a amar mis hijos como yo amé a mi padre? Me di cuenta de quelas respuestas no me importaban por mí, sino por ellos. Dios quiera que un día seencuentren con esa relación profunda y significativa que puede surgir en el encuentrode padre e hijo. Yo estaré siempre esperando ese encuentro.

La mañana se había enseñoreado y la ciudad había adquirido su ritmo habitual,el llegar a mi casa se había convertido en una necesidad imperiosa. Al cerrar la puertade la calle y sentir el olor inconfundible de mi hogar todo mi ser se relajó, esperaríaa que mis hijos regresaran de la Facultad. Empezaba un nuevo día.

Reflexiones

Demasiado doloroso para reflexionar. Pareciera que hay que tomar cierta distanciapara poder hacerlo y hasta ahora no he podido. Tal vez mi conciencia me guarda lomás difícil. Mi única reflexión pudiera ser una invitación al encuentro, desde unarealidad que no sea la histórica, sino que sea mucho más liberadora, mucho máscomprometida, y con la capacidad de desdibujar un mapa lleno de recuerdos yreemplazarlo por la infinita ternura de los reencuentros.

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s188

Page 177: Doña Paula: Un salto al vacío

Capítulo VII

La recurrencia de las pesadillas

Page 178: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s191

Capítulo VII

La recurrencia de las pesadillas

47. Kun, la opresión, el agotamiento

El juicio

Los tiempos de adversidad son el reverso del éxito; sin embargo la tribulación puedeconducir al éxito, si le sobreviene al hombre capaz. Cuando un h zombre fuerte seencuentra ante la adversidad, se mantiene sereno a pesar del peligro; esta serenidades la base de sus éxitos posteriores. La imperturbabilidad es más fuerte que el destino.El hombre que deja quebrantar su espíritu, seguramente no tendrá éxito. Mas, si laadversidad lo doblega solamente, crea en él la capacidad para reaccionar. Esta fuerzatendrá que manifestarse paulatinamente. Ningún hombre inferior tiene la capacidad.Sólo el Gran Hombre crea buena fortuna y se mantiene sin mácula. Suele carecer deinfluencia exterior; sus palabras no tienen efecto. Por eso es importante durante eltiempo de la Adversidad, mantener la fuerza interior y ser parco en palabras.

I Ching. El libro de los cambios. 1976: 281-282

Sentí la dureza del FAL (fusil-ametralladora liviano) en mi estómago mientras unamano me arrojaba contra la pared. Un teniente que parecía escapado de alguna malaserie de televisión gringa daba órdenes a gritos al resto de los soldados, éstos corríanpor toda la casa con sus pesadas botas. En pocos segundos todo era un desastre. Unsargento me tenía encañonado, lo miré fijamente a los ojos, los encontré vacíos, nopercibí nada. Un niño lloraba, era mi hijo, no había ningún otro niño en la casa. Todose transformó en una pesadilla, mi mente no encontraba ninguna respuesta, a decirverdad ni siquiera la buscaba. Había escuchado contar a mis compañeros de Facultadacerca de los allanamientos de domicilio que estaba realizando el ejército en sushogares, en operativos conjuntos con la policía. Sin embargo, esto superaba miimaginación.

Irrumpieron a eso de las tres de la mañana. Escuché un violento sonido deláminas, después deduje que habían sido las compuertas traseras de los camiones deasalto; todavía medio entre sueños escuché el ruido de las botas corriendo por elasfalto y los gritos que surgían de todos lados, por último el golpe feroz, despiadado,contra la puerta de calle de la casa. No sé cómo, pero ya me encontraba abajo,encendiendo la luz del pequeño vestíbulo de la casa de mi madre, la cual compartíamoscon mis hermanas, mi esposa e hijo.

“¡Aquí vive Jorge Luis Estrella!”, vociferó el teniente de guantes de piel negra,

Page 179: Doña Paula: Un salto al vacío

cuyo rostro, a pesar del tiempo, no he podido desdibujar. “Jorge Ulises Estrella”,corregí. No alcancé a terminar mi nombre cuando fui arrojado violentamente contrauna esquina de la entrada, e inmediatamente encañonado por una pistola y un rifleautomático. Todo sucedía tan deprisa que parecía una película, y lo peor del casoera que todavía no tomaba conciencia de que el protagonista era yo y, por supuesto,toda mi familia.

Mi hermana menor dormía en el cuarto contiguo al nuestro. Siempre se habíacaracterizado por tener un sueño muy profundo, al decir nuestro, podríamos tirar lapuerta abajo y ella no se despertaba, esta vez no fue la excepción. A pesar de todo elalboroto, ella seguía plácidamente durmiendo. Luego me enteré de que cuando lossoldados encendieron las luces y la encañonaron con sus armas, ella los miró, se diovuelta, se tapó la cabeza y dijo: “estoy soñando”. No les quedó más remedio quelevantarla como ellos están acostumbrados a levantarse, a los gritos. Una gransabiduría la de aquel que dijo: “Todo reprimido es un represor”. Tal cual, en este casofue infalible.

Durante tres horas se ocuparon sistemáticamente en dar vuelta a toda lacasa. No quedó cajón, closet, puerta que no se abriera, colchón que no se tirara alpiso. Y delante de toda mi familia, de mi mujer, de mi bebé de ojos azules y caritasorprendida, me cargaron en un camión, me esposaron, me vendaron los ojos y loúltimo que escuché antes del pesado y ruidoso movimiento de los hombres máquinasfue el clamor de mi madre.

Lo demás fue una pesadilla, no puede haber sido cierto. Creo que nunca másvolví a ser el mismo. Comprendí en carne propia el sentido de esa película que sellamó Todos estamos bajo libertad condicional. Me di cuenta de que el concepto delibertad "exterior" es una fantasía de nuestra mente. No existe nada tan frágil, encualquier lugar del mundo, como nuestra pretendida libertad exterior. Quizás allícomenzó mi búsqueda, tal vez, a partir de ese momento en el que comprendí mipropia fragilidad, decidí buscar algo más real, algo que no se agote tras unos barrotes,algo que no pudiera destruir una bala o un golpe, siempre irracionales.

Recuerdo, en este momento, aquel diálogo entre un capitán inglés y MahatmaGandhi cuando este último estaba en prisión y el militar le decía que lo único quehabía conseguido era estar privado de la libertad, a lo que el gran líder de la revoluciónpacifista respondió: “Yo, estando tras estos barrotes, soy libre; usted, allí afuera, esel prisionero.”

Pero, en esa época, como en tantas otras de mi vida, lo único que hacía erasobrevivir y además, intentar sobrevivir con una fuerte formación católica. Doce añoscon los sacerdotes franciscanos habían sido suficientes para que mi concepto del bieny del mal estuviera muy cristalizado y limitara mis posibilidades de cuestionarmemás profundamente mis principios. Mi vida, en ese entonces, transcurría con esa

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s192

Page 180: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s193

frase gastada por la clase media: “Pobre pero honrado”, y trataba de no profundizaren ella, de perdido hoy me pregunto qué es ser honrado y cuál es el significado de lapobreza. El solo hecho de preguntármelo me abre la puerta a otros horizontes, almenos a la posibilidad de cuestionarme si quiero seguir repitiendo mecánicamenteese paradigma, si puedo intentar vivirlo de manera más consciente o simplementeabortarlo de mi repertorio.

Por esta misma formación católica, lo primero que hice fue refugiarme en laoración. Una oración silenciosa, una sumisión que no sabía de dónde me venía, si dela impotencia de saber que nada podía hacer o de la convicción de que nada iba apasarme. Por supuesto que esa convicción surgía de algún lugar fuera de toda lógica.Por el contrario, creo que la lógica indicaba que mis posibilidades eran mínimas.

Con el tiempo esta sumisión se transformaría en rencor, en un sentimientode agresión hacia mis captores. El origen de ambas tal vez, fuera el mismo: El miedo.Quizás debería comprometerme más en esta respuesta, estoy seguro de que el origende ambas fue el miedo, y ahora sí, tal vez, eso fue lo que más coraje me dio: el reconocermi vulnerabilidad. No importa qué tan seguro creyera estar, qué tan a salvo mesintiera, nada de esto era cierto, nunca iba a estar seguro, nunca iba a estar a salvo.

Independientemente del juicio de mis captores, comprendí que ni yo, ni mishijos, ni mi compañera, ni los millones de habitantes de mi país estábamos a salvo.Quizás nunca lo estuvimos, pero ahora lo sabíamos, ahora estábamos conscientes denuestra vulnerabilidad. Eso fue lo espantoso. Lo realmente espantoso, al menosdurante el período que duró la denominada “guerra sucia” en Argentina, fue comprenderla relatividad de nuestra propia seguridad y la de los seres que nos rodeaban. Enaquella época el sentimiento de vulnerabilidad estaba totalmente vinculado al deincertidumbre, y la incertidumbre generaba angustia y ansiedad.

La oración dio lugar a la creación de otro espacio, un espacio distante de miscaptores, distante de la pesadez de la máquina de guerra desgarrando nuestras calles,un espacio de vacuidad, de ausencia, de silencio, ni siquiera quedó el monólogointerior, ni siquiera la especulación de qué sería de mí. De mí, de mi derredor, de losdemás, no quedó nada, literal y realmente nada.

A mi alrededor empezó a surgir un muro. Sus paredes eran blancas, lisas,pulcras, se extendían por doquier, ni siquiera mi vista podía encontrar sus límites,sus bordes. El silencio producía un silbido continuo, penetrante, nada podía sucedermedetrás del muro, pero a la vez me condenó a una prisión de la cual tardé diez años enpoder escapar.

No puedo negar que el muro funciona, claro que funciona y lo hace muy bien,todavía, cuando veo militares puedo sentir el recuerdo de sus paredes opresivas y sublancura absurda, su blancura de nada.

Page 181: Doña Paula: Un salto al vacío

La camioneta en la que viajaba me sacó de los recuerdos, los brincos entrelas piedras, la tierra y el sol me lanzaron a otra realidad, no sé si mejor o peor, perosí muy diferente. Me dolía la espalda, no había manera de sostenerme y el olor ranciode la gente de campo se mezclaba haciendo imposible que siguiera recapitulandoaquellos pasajes de mi historia. Y a decir verdad, ¿qué era mi historia comparada contodo lo que vivía aquí y ahora?

De nuevo el olor penetró en mi nariz, justo cuando el “mueble” disminuyósu marcha, traté de separarlo: tierra mezclada con un sudor dulzón y pesado, hierbasaromáticas del campo y el olor medio ácido del sexo cuando no se oculta tras losperfumes de jabones o se atenúa con el agua, por allí inexistente.

Recordé el libro El perfume; ahora sabía cómo se podía estructurar elconocimiento a partir de los olores, cómo ese sentido tan primitivo sigue vivo ennosotros, suavizado, tal vez, pero hay tantas cosas que se han ido suavizando, parecieracomo si nos fumigaran con anestesia todos los días. Es la única explicación que aveces encuentro para justificar tanta indiferencia.

Sentí la piel reseca, ardiente; las mujeres cotorreaban de una boda, perocomo lo hacían todas a la vez, no alcanzaba a entender nada. Un viejo con su sombrerode paja, de piel apergaminada, piel como cuero curtido por mil soles y arrugas queparecían pictogramas tallados con mano dura, observaba la inmensidad; haciendogala de un equilibrio asombroso un par de muchachos jóvenes estaban sentados enla compuerta trasera, hablaban bajo y de repente se quedaban en silencio.

¿Qué hacía allí?, ¿qué buscaba?, entre esa gente, en ese desierto, donde loúnico que había visto eran unas cuantas lagartijas, algunas liebres o conejos, un parde zorros, muchas serpientes de cascabel y tierra por doquier, árida, pero llena deuna vida desesperada.

En ningún lado como en esa tierra semidesértica, había sentido el deseo detodos los seres de aferrarse a la vida con tanto ahínco, con una obstinación que llevaal matorral más insignificante a convertirse en un sobreviviente implacable. ¡Oh,sorpresa! Dije sobreviviente implacable, tal vez encontré la respuesta a mi pregunta,tal vez eso haga aquí en esta tierra: observar a otros con los cuales la vida me hahecho empatizar sin que me diera cuenta. Las personas, las plantas, los animales quepueblan estas tierras viven un delirio de vida, tienen que estar conscientes de queestán vivos, pueden morirse sin siquiera darse cuenta. Tan lejos de las fuentes en lasque abrevamos los intelectuales, tan simples, tan llanos, tan parcos y, sin embargo,tan repletos de la sabiduría silenciosa de esta tierra.

¿Dónde quedó el teniente de guantes de piel negra? Parecía sacado de unacaricatura grotesca, de un remedo del absurdo, con su voz chillona, castrado por sumiedo; sí, sentí más su propio miedo que el mío, o mejor dicho su miedo que se

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s194

Page 182: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s195

mezclaba con el mío hasta confundirse en una masa pegajosa, informe. Tal vez en miinconsciencia no me daba cuenta qué sucedía. Me parecía tan absurdo que quizás merefugié en alguna de las tantas películas o en una novela de ficción ¿Qué tal Fahrenheit451, de Bradbury? La cuestión era que yo seguía siendo yo y podía mirar a los ojos amis captores, y lo único que veía eran máquinas deshumanizadas en sus uniformesde correas, pistolas, botas y estupidez.

Como me pasaba a menudo, había vuelto a caer en la trampa de mi mente;cada tanto me pasaba, aun a tantos miles de kilómetros del escenario de estosacontecimientos volvía mi mente a caer en el sopor de la trampa de los recuerdos.Volvía a aparecer el rostro de la violencia. Tenía que hacer algo para liberarme de estacárcel sin barrotes, de esta cárcel que existía porque, como ahora, yo le estaba dandovida. Pero, ¿cómo? cómo liberarme de los fantasmas que acuden presurosos a unacita a la que nadie los invitó y sin embargo, llegan puntuales, siempre llegan.

Otro brinco de la camioneta volvió a sacarme del recuerdo, del sufrimiento,y otra vez sentí el olor, pero esta vez lo sentí muy cerca de la vida. El otro, el de losmilitares que sacrificaron tanta juventud inocente, era un olor pestilente en el que semezclaba grasa, pólvora, acero y muerte. El olor de la camioneta me supo a vida, ariqueza, a sueños, a despertares de cara al sol, a atardeceres que sucumben con elajetreo de los pájaros buscando sus nidos, a hierbas, a hombres y mujeres que leapuestan cada mañana a la vida.

En ese momento me sentí vivo, me sentí libre, me sentí responsable de mímismo, comprendí que allí estaba muy cerca de lo que buscaba. Más tarde encontraríaconceptos que me ayudarían a entender con la cabeza aquello que en ese instantecomprendía con el corazón. Si quisiera sintetizarlo con una expresión diría, refiriéndomea ese instante, ¡Aquí se vive! Claro, después comprendería el sentido del viejo dicho:No todo lo que brilla es oro. Pero lo hermoso era que en ese momento, para mí, allíestaba la “realidad” y ellos como parte de la realidad; no había conceptos, ni palabras,ni imágenes entre ellos y la realidad; a veces creo que ni sueños, tal vez, ni siquieraesperanzas, como si nada se interpusiera entre esos instantes y la percepción.

Una televisión en el desierto

La camioneta se detuvo y la voz de Doña Paula me sacó del trance:

— ¿Qué le pasó a su mueble? Cuando me levanté hoy a la mañana vi que lodejó aquí afuera ¿O ahora se decidió a viajar de aventón? ¡Mona! — vociferó— Aquí llegó tu compadre. Prepárale unas gorditas y pon unos frijolitos. ¡Ándele,atienda bien a su compadre!, pon agua para un café. Pásele, siéntese. ¿Cómole ha ido?

Page 183: Doña Paula: Un salto al vacío

— ¿Qué tal, madrina? (Tomé su mano y le di un beso). Tuve que dejar el carroporque me quedé sin batería, no me di cuenta y dejé la luz de adentro encendida.Esta mañana tuve que pedir un aventón e ir a buscar una batería nueva, asíque espero que ahora arranque. Pero en este viaje de vuelta venía viendotelevisión. No para la cabezota.

— Sí, pero el canal equivocado. Si usted quiere “agarrar” el canal correcto dejela cabeza de lado. Póngale un hasta aquí y va a ver televisión ¡Qué digotelevisión! ¡Televisionzota!

— ¿Cómo está eso, madrina?

— Primero coma, luego vamos a cambiar opiniones.

Mona, mi ahijada de boda y también comadre, ya que le había ayudado abautizar una niña, trabajaba afanosamente en la cocina; Tema, la nuera de DoñaPaula, hacía gorditas de harina de nixtamal y dos de sus niños acarreaban leña haciael fogón que empezó a crepitar rápidamente. Con gran diligencia me atendían lasmujeres del rancho bajo la mirada supervisora de Doña Paula, a quien no se le pasabani el vuelo de una mosca; todo giraba a su alrededor, no había ninguna duda de quiénmandaba en el rancho, ¡qué digo en el rancho!, su radio de influencia llegaba muchomás allá del propio ejido de Sabanillas.

— Madrina, ¿me explica?

— Espere, si no andamos corriendo, primero termínese el café mientras yome echo el cigarrito. Hay tiempo de sobra.

Tomaba el cigarro con los dedos de la mano derecha y, en un ritual atemporal,comenzaba a amasarlo entre los dedos hasta que parte del tabaco salía por sus puntas,se lo quitaba con delicadeza, miraba la tarea realizada y con un gesto de satisfacciónse dirigía a las mujeres y ordenaba: “A ver, tráeme fuego”, o “tú, chico, enciéndemeel cigarrito”. Daba una fuerte fumada, contemplaba cómo el humo denso subía hastalas vigas y se desvanecía, me miraba y decía:

— Bueno, ¿qué quiere saber?

— Lo de la televisión… ¿cómo elijo el programa?

— En primer lugar, no corra. El peor pecado que han inventado ustedes enla ciudad es el de ir cada vez más rápido. Como si tuvieran un lugar a dóndeir, ni siquiera se dan cuenta de que se los está llevando la fregada, no importa,quieren llegar más rápido. No se dan cuenta de que todo está aquí (se señalala cabeza). Si la cabeza no estalla, si no se pone en un tanto con las cosas, todo

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s196

Page 184: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s197

lo que creemos que agarramos no sirve. Ustedes, los de la ciudad, creen quemientras más cosas tengan les va a servir de algo, o mientras más palabras delas cosas se aprendan, más conocen. Vea, Jorge, es todo al revés: mientrasmenos cosas cargue la cabeza, menos atormentada va a estar, entonces usted puede ser más libre. Pero si se quiere aferrar a todos esos libros que lee ycargar a cuestas con toda esa gente que a usted no le interesa, o con carros,cosas y toda esa basura, no habrá con el tiempo ninguna diferencia entre ustedy un marrano. Tiene que entender. Si su cabeza está ocupada en lo propio, ensus historias, no va a tener espacio para lo que nos interesa a nosotros. No eshaciendo como usted se va a dar cuenta de lo que es realmente importante.Pare la cabezota, y va a ver lo que tiene que ver. No corra y se va a dar cuentaque no hay ningún lado a dónde ir. Todo está aquí, frente a su propia nariz yno lo quiere ver.

— Madrina, ¡claro que quiero verlo!

— Eso es lo que usted dice. Pero si quiere verlo ¿para qué le anda poniendotanta afición a las cosas y a lo que la gente dice? ¡Aguas con los lectores! Haymucha cerrazón en sus cabezas, y si llegan a “agarrar” algo de las cosas, tienenque pasar muchos años para vaciar la cabeza de tanto ruido.

El Camino Integral depende de la disminución, no del aumento:para corregir tu mente, confía en el no hacer.Deja de pensar en complicaciones y de aferrarte a ellas.Conserva tu mente despejada y plena.Mantén tu mente clara como el cristal.Evita fantasear y deja que emerja tu pura percepción interior.Calma tus emociones y mora en la serenidad...Recuerda: si puedes cesar toda tu incansable actividad,aparecerá tu naturaleza integral.

Lao Tsé, 1995: 79

Abrí mis oídos y se llenaron de silencio, el canto de un pájaro inundó la cocina. Doña Paula sonrió y señaló el espacio, en el cual todavía flotaba el trino.

Algo acerca del silencio

Posterior al eco del trino sobrevino el silencio. Comprendí que éste retornaba porqueel ruido se había marchado. Sin embargo, nada indicaba que no regresaría; es más,continuaba latente, como si algo señalara que todo volvería al bullicio, el mismo quela mayoría de las veces reinaba en el rancho. Me dirigí a Doña Paula y fue como si lasacara de un letargo, primero me miró con dulzura, me sentí como un niño abandonado,

Page 185: Doña Paula: Un salto al vacío

luego sus ojos volvieron a arder como dos carbones, profundos, penetrantes, repetíla pregunta que se había perdido en el aire: “Doña Paula, ¿qué pasa con el silencio?”.Con ese fino humor que la caracterizaba me respondió: “Lo acaba de romper”. Y riócon picardía. Luego se puso solemne, en esos momentos sufría una verdaderatransformación, se alejaba del lenguaje ordinario o cotidiano y se expresaba de unamanera sorprendente:

— Escuche, Jorge… el ruido sólo se ha marchado, cuando regrese invadirá elespacio que hasta ahora ha guardado silencio. Lo real, lo que siempre está esel silencio, el alboroto es sólo un intruso, lo que pasa es que nos hemosacostumbrado a él. El ruido es como esa parte egoísta que todos tenemos,realmente no viviría por sí misma, necesita que permanentemente la estemosalimentando, si no la alimentamos se muere, pero como no sabemos vivir sinella casi siempre la estamos engordando. Si la cabezota se parara no habríaegoísmo, y por lo tanto, tampoco existiría la maldad. Por eso, si las cosas queproducen el ruido se sosegaran, reinaría de nuevo el silencio.

Esto fue suficiente, era la señal que estaba esperando para entablar un diálogosobre un montón de dudas que tenía, sabía que era inútil forzarlo. Doña Paula meestaba dando pie a iniciarlo y no iba a desaprovecharlo.

— Doña Paula, ¿el ruido exterior es el mismo que el interior?

— Sí y no.

— ¿Cómo está eso?

— No es tan sencillo, verá. La naturaleza del ruido es una naturalezadependiente, como todas las cosas que nos rodean, incluso nosotros mismos.Existimos porque existen todas las cosas que nos rodean, de no ser así nosotrosseríamos sólo un chisme más entre todas las palabras de los lectores. Desdeese punto de vista el ruido está porque nosotros estamos. Sin embargo, creosaber a lo que usted se refiere, usted quiere saber si su cabezota estáproduciendo todo este alboroto o si el alboroto es independiente de su cabezota.Desde una parte, y como le digo, el alboroto está porque usted y yo estamos.Si no estuviéramos, ¿cuál sería el barullo? Ahora veamos del otro lado de latortilla. ¿Puede mi cabezota guardar silencio a pesar de todo el borlote queempiezan a hacer los que viven en este rancho? ¿Puede mi corazón estarsesosegado de tanto clamor? ¿Puede mi cuerpo estarse quieto, en reposo a pesarde tanto grito? Ahora yo le pregunto dónde está el ruido: ¿adentro o afuera?

— En los dos lados, es como si fueran independientes pero a la vez se relacionan,porque frente a todos esos ruidos me inquieto, me agito, y pienso acerca delruido y no acerca de lo que me interesa.

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s198

Page 186: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s199

— Lo que le interesa realmente es el ruido, por eso lo mete adentro. Mire, yoescucho lo mismo que todos, a veces puro alboroto, pero no soy tan tonta parameterlo adentro, si se cuela por mis ventanas ya estoy toda confundida y nosé si estoy afuera o estoy siendo dueña de mi cabeza.

— Pero es muy difícil conservar la calma cuando las cosas de afuera se agitan.

— Eso es lo que usted dice, pero no es lo que yo digo. Lo que yo digo es quelo de afuera es lo de afuera y lo de adentro es lo de adentro, y que yo desdeadentro decido cómo estar frente a lo de afuera.

Si yo perdiera esta capacidad de decidir yo sería otra, sería como un chango.Usted vendría a visitarme y yo no tendría una palabra efectiva para decirle,tendría que andar buscando las cosas debajo de las piedras, como alguna vezlo hice. Ahora ya no necesito estar buscando entre las macetas para saber quées lo mío y qué es lo “otro”. A veces lo “otro” hace ruido, ya no me afecta, yolo espero en silencio. Sólo cuando comprenda esto será capaz de darse cuentade que tampoco hay un afuera y un adentro, pero, por lo pronto, así lo tieneque ver, después ya no importará. ¿Cree que pueda con eso?

La pregunta quedó flotando en el aire y crearía el espacio para otro tema.

Aunque las paradojas de Doña Paula me producían un estado de enajenaciónmental en que no sabía si se estaba burlando o utilizando un método desconocido,algo sucedía en alguna parte del discurso lógico, a tal punto que éste quedabainterrumpido, expectante. Otras veces me preguntaba qué pretendía Doña Paula conese juego que la mayoría de las veces se tornaba en algo absurdo y me generaba unaangustia indescriptible. Con el tiempo llegaría a respetar esta manera de transmitir“algo”, algo que se encontraba fuera de la percepción ordinaria de los sentidos y dela propia mente.

La ‘forma de ser’

No sabía si intentar responder a la pregunta: “¿Cree que pueda con eso?”. A decirverdad no sabía ni siquiera a qué se refería, así que intenté salirme por la tangente yjustificarme. A final de cuentas, era algo que había aprendido a hacer durante granparte de mi vida y si casi siempre me había funcionado, ¿por qué esta vez no lo haría?

— Doña Paula, es que mi forma de ser es así, ¿cómo poder cambiarla, si esque fuera necesario hacerlo?

— Ése es el problema. Usted está atrapado en su “forma de ser”. Ha convertidoa su “forma de ser” en una prisión y todo usted está preso. La “forma” que

Page 187: Doña Paula: Un salto al vacío

atrapó a un hombre y pasó a ser más importante que él. ¿Qué le parece?

— No suena tan bien.

— No. He visto a mucha gente morir atrapada por su “forma de ser”. Algunosempiezan a batallar para respirar porque su “forma de ser” los tiene realmenteacorralados. Otros viven toda su vida en prisión, creyendo que son libresporque su “forma de ser” se hizo lista, entonces les hace creer que son elloslos que deciden… bueno, de todas maneras están fregados.

— ¿Puedo hacer algo para liberarme de mi “forma de ser”?

— En primer lugar, ¿cómo va a poder hacer algo para liberarse de su “formade ser”, si usted se siente muy orgulloso de ella? Es más, si alguien quiereliberarle, aunque sea un pie de ella, usted sería capaz de matarlo. No, Jorge,usted tiene una “forma de ser” bien maciza y necesitaría un trancazo muyfuerte para que reaccione y se dé cuenta de la trampa que creó.

— Entonces, ¿no puedo hacer nada?

— Tal vez, si aceptara que no puede hacer nada podría dar el primer paso. Noes haciendo como uno puede liberarse de la “forma de ser”. El primer pasoes darse cuenta que está atrapado en algo que usted creó y que sigue allíporque le está dando muchos beneficios.

— ¿Cuál beneficio?, si usted dice que me está matando.

— ¿Se da cuenta? Ni siquiera puede reconocer que está atrapado, para ustedsigo siendo yo la que le está diciendo que está atrapado. Esta “forma de ser”ha aprendido mucho y le ha permitido sobrevivir a muchas cosas, lo único esque cobra un precio muy caro, tan caro que uno deja de ser alguien paraconvertirse en una forma.

— Doña Paula, ¿y usted tiene una “forma de ser”?

— Claro que no. Lo que usted ve es lo que a mí me conviene para que ustedpueda comunicarse conmigo. Así como le confié que tengo varios nombres,también tengo varias formas de ser, son como los vestidos de las niñas ricas,ellas se ponen un vestido para cada ocasión y yo me pongo una “forma de ser”para cada ocasión.

Entonces no daño al mundo, no ofendo a Dios ni a los hombres. Estoy encomunión con todos. Además no tengo que defender ninguna forma; si éstaofende, la tiro y se acabó, empezamos de nuevo.

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s200

Page 188: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s201

Tampoco me enojo o me ofendo si sé que yo uso esa forma pero no soy esaforma. Imagínese si después de todo lo que he vivido estuviera dispuesta amorirme en mi propia jaula, ni aunque fuera de oro. ¿No le parece?

— Me siento un poco confundido.

— Espere, ¿se siente confundido o tiene miedo? Es importante que se dé cuentade la diferencia, aunque las dos sensaciones son defensas bien conocidas dela “forma de ser”.

— Creo que es miedo, como si me sintiera descubierto.

— Eso es, a la “forma de ser” no le gusta sentirse descubierta, ella quiere serla dueña de todas las situaciones y cree que tiene derecho a meterse en todoslos asuntos, por eso en cuanto se siente amenazada, como ahora, no le gusta.Dentro de un rato comienza a hacer su enojo.

— ¿Esta “forma de ser” es lo que la gente llama personalidad?

— Es sólo una parte de ella, es la parte que más creemos que somos nosotros.Es la que vivimos defendiendo, nos enfermamos por ella, pagamos muchodinero, hasta matamos si creemos que corre peligro. Y lo curioso es que no esreal, es sólo un personaje de un circo, un circo cruel, tan cruel que nos hacemorir por una mentira.

— ¿Es como si fuera nuestra sombra?

— Creo que quiere decir otra cosa, pero no, la sombra nos pertenece, es unaparte de nosotros mismos, tenemos que aprender mucho de nuestra sombra.Ya hablaremos un día de la sombra, o mejor, un día saldremos a pasear conella y le enseñaré a escucharla, se va a sorprender de todo lo que sabe susombra de usted, ella de perdido no tiene que cargar con una “forma de ser”.La sombra es una parte respetable de nuestra persona, toda persona que serespete a sí misma tiene que tener una buena sombra.

Para que comprenda esto tiene que observarse, tiene que ver qué le molesta,qué le gusta, y descubrir en las cosas simples, en sus berrinches, en sus risas,en todo lo que usted hace, a quién responde, quién está al frente y detrás detodo esto, y así descubrirá que usted no está solo, que hay algo que se estáalimentando de usted, cuando lo sienta descubrirá que está engordando a unaforma, y así, simplemente es una forma, y las formas pueden ser cambiadasde acuerdo a los fines que usted persiga.

Page 189: Doña Paula: Un salto al vacío

La niebla

Detrás de la niebla viene el poder.

Doña Paula.

— Doña Paula, me demoré un poco porque casi no se ve el camino por laniebla.

Me miró con curiosidad, de arriba a abajo, y volvió a repasarme con la mirada,como si buscara algo en mi cuerpo. Era tan obvia su actitud que me sentí obligado apreguntarle:

— ¿Pasa algo, Doña Paula?

— Al parecer no, pero podría pasar.

En ese momento no supe qué pensar, salvo que era otro de los juegos mentalesa los que me exponía Doña Paula. Sin embargo, no pude dejar de volver a sentir elfamoso escalofrío, al cual no me acostumbraba, por mi espalda. De repente me asaltóel miedo de que pudiera tener algún animal adherido a mi ropa. La voz de doña Paulame sacó del ataque de pánico en el que estaba cayendo.

— ¿Qué vio?

— Casi no vi nada. A duras penas sólo el camino que me trajo a Sabanillas.En ningún momento se abrió la niebla, así que lo hice como pude y aquí estoy.¿Es que tenía que ver algo?—Como si no escuchara mi pregunta volvió apreguntarme:

— ¿Y qué más?—. Me quedé en silencio, confundido, sin saber qué decir.

— ¿Dónde estaba la niebla?— volvió a inquirir.

— Ya le dije, a lo largo y ancho de todo el camino. Empezó en el río, pasandoel panteón hasta que crucé todo el cañón, ya desde aquí no puedo verla.

— Hábleme de la niebla. ¿Cómo era?

— Era como son todas las nieblas, no sé que puede tener una niebla enparticular. Tal vez un poco más cerrada que otras a las que me enfrenté enmi vida, pero…

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s202

Page 190: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s203

— ¿Qué le pasa? Me parece que está tratando de “agarrar” algo.

— Bueno, no sé por qué, pero recordé otra niebla, cuando tenía unos 17 años.

— ¿Cómo estuvo eso?

— Fue una época muy extraña en mi vida. Un amigo de mi familia tenía unrancho en las sierras…—. Doña Paula me interrumpió abruptamente.

— Deje de lado el chisme, hábleme de la niebla, eso es lo que nos trae ahorita.

— Salí de la casa cuando recién amanecía, el zacate estaba mojado, conservabael rocío matinal, mis tenis se humedecían rápidamente. No sé cuánto caminé,pero de seguro que no fue tanto, tal vez un par de horas. La niebla llegó deimproviso, en ese instante yo estaba en la cima de una sierra. Vi que empezabaa subir, desde el arroyo, velozmente, y de repente estaba rodeado, lo primeroque observé fue cómo mis piernas iban siendo cubiertas por un manto espeso,giré y traté de buscar alguna referencia en los árboles o en otras sierras, peroya fue inútil, mi vista no podía ir más allá que unos cuantos centímetros. Enese instante tomé la peor decisión, después me lo explicaron detenidamente,salí corriendo, tropezando con piedras y ramas. Sentía que la niebla meengullía, que si me atrapaba no iba a poder salir de ella. Me desesperé. Subía una loma, casi sin ver dónde colocaba los pies, recuerdo que una lechuzasalió escandalosamente de entre unas piedras, mi corazón dio un brinco, peroni así me detuve, al contrario, más iba de un lado al otro, como alguienenloquecido.

Llegué a una cima, ya no había piedras, el zacate húmedo me brindabatranquilidad, sentí una voz interna que me decía: siéntate. La obedecí. Doblémis piernas y las abracé, cruzando mis manos, metí la cabeza entre mis brazosy así me quedé, tratando de recuperar mi respiración, es más, recuerdo quepuse toda mi atención en la respiración, hasta que logré que se transformaraen un hálito profundo, acompasado. Me quedé aletargado, sin importar eltiempo, me sacó del trance el sol, calentándome la espalda ¿Dónde meencontraría? Estaba perdido. Lentamente me puse de pie, tenía el cuerpomisteriosamente relajado, aspiraba el aroma de las hierbas mojadas y delvapor que se desprendía de la tierra.

Traté de observar alrededor, giré mi cabeza hacia uno y otro lado, y cuál seríami sorpresa que allí, a menos de veinte metros de distancia, bajando unapendiente suave, se encontraba la casa, el lugar de donde partiera. No lo podíacreer, era más fácil que fuera un espejismo que una realidad. Corrí hacia ella,pero no desaparecía, no se desdibujaba, seguía aguardándome. Recuerdo eleco de mis pisadas corriendo por la galería, el huir de los pájaros asustados.

Page 191: Doña Paula: Un salto al vacío

Me derrumbé en una hamaca que había colgada de sendos ganchos clavadosen la pared de piedra, y la risa empezó a entremezclarse con mi llanto. El cielobrillaba como hacía mucho no lo hacía y el olor dulzón de la miel de abejasimpregnaba el aire ¿Qué fue? ¿Qué pasó allá arriba? No lo sé, tal vez nuncalo sepa, pero ahora que me preguntó lo recuerdo vívidamente, hasta se mepone la piel chinita.

— ¡Espere! Qué bien que cuenta sus historias. Es un buen narrador, pero novaya tan deprisa, que para saber el significado es que estamos aquí; si no espara saber el verdadero nivel de las cosas, para qué vamos a perder el tiempo¿No le parece? No quiero que se vaya creyendo que perdió el tiempo. A ver,Jorge, descríbame la niebla, como si fuera una persona que recién conoce yque usted quiera enterarme.

— Era un vapor parecido al que se desprende de las ollas cuando está hirviendoagua, pero más denso, más apretado. Como si bajaran las nubes del cielo yse quedaran un rato aquí, a nuestro nivel sobre la tierra. De vez en cuandosoplaba el viento, y se abría algo similar a una pequeña puerta invitándomea pasar, si yo la seguía más me perdía, porque una vez que pasaba por esapuerta se volvía a cerrar. Al mirar hacia atrás ya no había más que niebla,igual, pareja, cerrada. De nuevo el viento, otra vez una puerta por la cual sepodía ver un espacio con árboles y divisar un poco más hacia lo lejos, ynuevamente la decisión de aceptar la invitación de pasar, seguida por lafrustración de sentir que cada vez estaba más perdido. Al principio me rodeócomo si desconfiara de mí, porque no me envolvió, sólo se limitó a rodearmey dejar unos centímetros entre ella y yo, pero a medida que fue cobrandoconfianza me fue abrazando completamente, tanto, que batallaba para vermelas manos y no se diga los pies. Fue desesperante, hasta que decidí sentarmey esperar, ahí todo cambió. Empecé a sentir una paz que invadía mi alma, meencantaba sentir mi respiración acompasada y el ritmo de mi corazón que ibaespaciando sus latidos. Sin embargo, sigo sin entender qué pasó.

— Oiga, Jorge, no me describió la niebla como se lo pedí, pero está bien, asílo vamos a dejar por ahora ¿Cómo vamos a entender si no nos preguntamos?¿Alguna vez se había preguntado por lo que le dijo ese día la niebla?

— No, la verdad no. ¿Qué me dijo, Doña Paula?

— Cómo voy a saberlo si yo no estaba, y parece que usted tampoco, si no,sabría bien claro qué le entregó la niebla. Ya le he explicado muchas vecesque son las cosas las que nos enseñan, y que si no aprende a amarrarlas seva a tener que pasar el resto de su vida como su amigo el pelón, buscandoentre los libros y repitiendo como loro junto a los lectores. Jorge, hay queponerse buzo, no toda la gente tiene la oportunidad que a usted le dio la niebla

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s204

Page 192: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s205

de “agarrar” algo en comprensión verdadera. No un chisme más en su vida,no, sino comprensión verdadera. ¿Entiende eso?

— Sí.

— Bueno, a ver ¿cómo estuvo eso?

— No, yo dije que sí entiendo esto último que me dijo, pero ayúdeme acomprender el significado de la niebla, qué es lo que tengo que aprender.

Se levantó de su silla como sopesando las últimas palabras, como meditandosi me debía explicar algo o si mejor se quedaba callada. No sé si esto era mi percepcióno si era real. Buscó en la bolsa de un saco que colgaba de una silla y sacó una cajetillaarrugada de cigarros. La planchó entre sus manos y con suma delicadeza sacó uncigarro, al cual contempló por largo rato entre sus dedos, como si esperara de él unarespuesta. Ni me miró, sólo se limitó a hacer un gesto para que la siguiera. Me levantérápido y fui hacia la puerta donde me aguardaba. Flexionó tantito sus rodillas e hizoun gesto con la mano, extendiendo todo el brazo como si alisara la tierra. Luego fuesubiendo la mano como si acompañara una suave melodía que sólo ella escuchaba,para finalizar señalando con el índice el firmamento.

— Ahora, dígame.

La miré, aguardé un rato, no sabía si abrir mi boca o quedarme callado, sentíaque no tenía la respuesta, y realmente no sabía si su pregunta la esperaba. De repentemi boca se abrió y comenzó, primero tímidamente y luego con más seguridad, a hablar.

— Desde la superficie de la tierra, tal vez desde sus profundidades empieza abrotar la niebla, es como si fuera una planta que necesita crecer, desarrollarse.Toda la información que posee es de la entraña misma de la madre Tierra.Nos invita a detenernos, nos invita a hacer un alto en el camino, a quedarnosinmóviles, a guardar silencio para que escuchemos su mensaje. Si obedecemosel llamado de la madre, si reposamos sobre su regazo, podremos escuchar loscuentos de los antiguos y aprender de ellos. Cuando nos reclinamos en suvientre empezamos a comprender el ascenso de las cosas y los seres. Lo queen un comienzo nos impedía ver empieza a disiparse, a subir primero sobreel tronco de los árboles, luego sobre sus copas, sobre los cerros y finalmentese eleva llevando nuestra oración hacia lo alto de los cielos…

Algo me obligó a hacer silencio. Comprendí que ya no había nada más quedecir. Giré la cabeza y contemplé a Doña Paula. Sus ojos se llenaron de lágrimas ysonrió iluminando todo nuestro entorno. Lentamente su rostro se fue transformando,sus ojos empezaron a brillar como dos teas, sus facciones se endurecieron y asintiócon un suave y lento movimiento de cabeza.

Page 193: Doña Paula: Un salto al vacío

— Ya decía yo que no era tan tonto...

Antes de que pudiera replicar y adivinando mi intención, me interrumpióabruptamente, cortando el aire con su mano extendida y agregó:

— No pierda el tiempo con eso, menos cuando agarró algo, no vaya a ser quese le escape...

Había en Doña Paula algo que no podía precisar, no podía comprendercómo una anciana analfabeta, metida en un ejido de una zona semidesértica deMéxico, pudiera haber accedido a un sistema de vida del cual yo sólo tenía referenciaa través de complicados libros orientales o de complejos psicólogos humanistas otranspersonales.

— Madrina, ¿cómo desarrolló esa manera de percibir el mundo?

— Yo soy así, natural. Yo ya vine con esto y no se crea que es fácil. Cuandoera tan solo una niña agarraba un carrizo y lo ponía en un charco de agua,cuando mis padres me preguntaban qué estaba haciendo, yo les respondíaque estaba escuchando cosas del otro mundo. Era muy triste soportar lasburlas de todos. También fue muy triste la vez que estaba cortando unas floresde un jardincito que tenía y sentí que esas flores eran para mi hijo. A las doshoras me vinieron a avisar que mi hijo estaba muerto. ¿Cómo quiere que leenseñe? Yo le puedo decir algunas cosas, pero… lo otro, lo que a usted leinteresa, sólo Dios.

Me quedaba en silencio, tratando de nivelar mi mente con la de mi madrina,ella miraba a través de la puerta de la cocina, siempre abierta, yo miraba su rostrode rasgos indígenas, silencioso. De repente giraba y me sonreía, como si hubieraestado viendo cosas de ese otro mundo.

— ¿No se come un taquito?

— Gracias, madrina, al ratito; voy hasta la cruz a estirar un poco las piernasy al rato regreso. Al cabo allí hay gente esperándola.

— Yo no tengo ningún asunto con esa gente, usted quédese aquí, enseguidaellos se van. Sólo se acuerdan de uno cuando precisan algo.

Y gritándoles desde la cocina se dirigía al grupo de personas que aguardabapacientemente bajo la enramada del patio: “¡Eh!, ¿se les perdió algo o qué andanhaciendo por aquí?”.

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s206

Page 194: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s207

Una mujer que se veía joven pero avejentada se acercó hasta el marco de lapuerta que separaba la cocina del patio y se dirigió con toda deferencia a Doña Paula:

— No, Doña Paulita, yo soy la nieta de ‘Ña María y vine a verla porque tengoa mi niño malo. Le traigo los saludos de mi ‘buelita.

— ¿Y quién dice que es su abuela?

— ‘Ña María.

— Pues fíjese que no conozco a ninguna de ese nombre.

— Yo soy hija de Clotilde.

— Menos. Pero pásele o qué espera, con la resolana que hay su muchachitose va a poner peor.

— Él es mi esposo, Doña Paulita.

— Sí, cara de sinvergüenza que tiene. ¿Cómo te trata, m’hijita?

— Bien, Doña Paulita.

— Si se te descalabra, acá te lo compongo de un solo tirón.

— (El esposo) Mucho gusto, Doña Paula.

— Lo de un gusto está por verse.

— (Doña Paula, dirigiéndose a mí) Venga compadre, venga a ver qué lindohuerquillo. ¿Qué tiempo tiene?

— (La madre) Nueve meses, pero está malito y ya lo he llevado con muchosdoctores y no le hallan.

— Ahorita verá. ¡Mona!, consígueme un poco de grasa de cabrito. Ahorita verá.

— Madrina, ¿le parece que ahora me vaya a caminar?, así la dejo atendertranquila.

— No, si usted a mí no me intranquiliza. Se quiere ir justo cuando va a empezarlo mero bueno. Quédese ahí sentado y no se mueva mucho.

Metió en una sartén negra de tanto hollín un poco de grasa de cabrito, a eso

Page 195: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s208

le agregó un manojo de romero, un puñadito de orégano y lo puso al rescoldo. Lagrasa comenzó a freírse y el aroma a romero fresco, mezclado con orégano inundótoda la cocina.

— A ver, ¡pero muévase, mujer! tráigame el crío, descúbrale el pechito. ¡Ay,qué bonito que está el mugroso!

Sus pequeñas manos se sumergieron en la grasa entibiada con su aliento yempezó a frotarle el pecho al bebito, luego lo arropó bien y le dijo a la madre:

— Llévatelo al cuarto de al lado y allí le das el té que te voy a mandar. Dile aese que viene contigo que se quede allí afuera, no me gusta que estén haciendonada en mi casa.

La mujer, con los ojos llenos de esperanza tomó su bebé y se fue dando lasgracias hacia el cuarto contiguo a la cocina, allí se acababa el rancho. Al esposo notuvo que decirle nada, Doña Paula había hablado lo suficientemente fuerte como paraque él se enterara sin necesidad de repetir su orden.

De nuevo nos quedamos solos. Se levantó, agarró una jarrita de peltre y vertióagua de una jarra, le agregó un manojito de hierba y lo puso a las brasas, a un costadodel fogón. Me miró con seriedad, como toda la experta que era, y me dijo:

— Manzanilla cimarrona, muy buena para toda inflamación de estómago,hígado e intestinos, alta y baja palpitación— hizo un gesto sobre el vientre —también es muy buena para los envaramientos. Cuando hubo vertido lainfusión en un vasito de vidrio, llamó: “¡Mona!”.

Al instante, no sé de dónde apareció; allí estaba Mona, tan servicial con sumadre como siempre y sin necesidad de que le dijera nada, tomó el vasito y se lo llevóa la habitación de al lado.

— ¿Y de qué se dio cuenta?— me preguntó Doña Paula.

— ¿Cómo?— respondí.

— Ve, ni siquiera se da cuenta de que no se da cuenta de nada, y después diceque usted quiere aprender. Hay que estar más abusado. No se nos puedenescapar así tan fácil las cosas. No señor. Si su cabeza no puede parar, no vamosa ir a ningún lado. ¡Pero qué compadre este! No nos podemos dormir.

— ¿De qué me tengo que dar cuenta, madrina?

— ¿No vio el pela’o ese con que anda esta pobre vieja?, mal entraza’o, con la

Page 196: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s209

pulserota de oro, y la pobrecita casi en andrajos. Tiene la leche de los pechosavinagra’os de tanta angustia y usted no se da cuenta de nada. O qué se cree,¿que un niño con leche angustiada puede estar bien? El pobrecito estáresintiendo todo lo de su pobre madre. Esto yo lo veo seguido, un pela’osoberbio, seguro que hasta le pega a la pobrecita. Déjeme, ya verá.

Saliéndose al patio le grita al hombre: “¡Usted!, váyase más lejos que no megusta que ande merodeando por el patio”. Ahora, dirigiéndose a mí: “Es que un “ca’ón”como ese se robó a mi nieta de 16 años, sólo para darle mala vida”.

— Madrina, y ¿por qué yo no me doy cuenta? ¿Por qué yo no vi? Ahora queusted me lo dice lo veo claro, pero ¿por qué antes no?

— Mucha soberbia.

— ¿Cómo?

— Lo que escuchó. O quiere que se lo grite.

— No, pero ¿por qué me lo dice?

— Usted tiene llena la cabeza de “sus” cosas y no hay espacio para las cosasde los demás. Mucho ruido, mucho egoísmo, mucho tormento en la cabeza.La cabeza le roba toda la libertad, la cabeza le impide ver eso que usted quierever, pero no hay espacio para su cabezota y otra cosa. La cabeza de un lectores un marrano bien gordo— y riéndose—, un marranote. ¿Ha visto usted losmarranos cuando les ponen la comida ahí en el tronco? Ese hueco. Todos seatragantan y se empujan, por allí llega el marranote y: “A ver, háganse a unlado que aquí estoy yo”. Y hasta que no se atasca, no para. Pero, ¡aguas!,¿nunca le conté el cuento del marrano y el burrito?

— No, madrina.

— Pues ahí le va. Había una vez un burro que a la caída del sol llegaba todogolpeado al corral. Se le veía cansado, lleno de mataduras y tierra, iba haciael agua y luego a comer algo de hierba seca y luego se tiraba a descansar dondetuviera un espacio. En el mismo corral vivía un marranote, que casi no sepodía mover de gordo. Cada vez que llegaba el burro, el marrano le decía: “¿Y,cómo te fue hoy, burrito?” A lo que el burro casi no respondía por lo cansado.Entonces continuaba el marrano: “Nooo, si tú vieras qué bien me trata lapatroncita, si ya hasta parezco de la familia. Pa’ que veas, hoy cuando te fui’tescon el patroncito, escuché que le decía: ‘A ver si le das de comer bien al marranopara que esté gordo y en esta Navidad le hacemos tamales’”. Por eso le digo,Jorge, cuando a usted le estén dando palos como al burrito, agradezca; mientras

Page 197: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s210

que, cuando le soben mucho el lomo, desconfíe, no le vaya a estar pasandocomo al marrano y lo estén engordando para hacerlo tamales. Usted siemprediga: Diosito me ha de ayudar.

— Doña Paula, usted sabe que una vez llegué a casa de mi madre y me habíaido de la fregada: un cliente no me había pagado, mi novia me había dejado…Bueno, para qué le cuento, era una de esas malas rachas por las cuales me hatocado pasar…

— Bendito sea Dios.

— Entonces le digo a mi mamá: “Mira, mamá, me pasó esto y esto…”. Mimadre me interrumpe y me dice, como usted dijo recién: “¡Bendito sea Dios!”,Y yo le pregunté: “¿Qué tiene que ver Dios, si me va de la patada?” A lo queella respondió: “Dios no tiene que ver nada si te va mal, yo digo que benditosea Dios que no te saca la mano de encima y todavía te sigue enseñando,porque cuando veas que te deslizas sobre aceite y en tu vida no pasa nada,allí te debes comenzar a preocupar”.

— Mucha sabiduría en su santa madre. Pobrecita, ¿se cree que ella no sepreocupa de saber que usted anda navegando tan lejos? A veces se preguntará:¿dónde andará mi hijo, por qué lugares, habrá alguien que le arrime unatortilla si tiene hambre? Sólo las madres conocemos esas penas.

Luego se quedaba mirando la nada, como navegando en un mundo para míinaccesible. Era tal la quietud de sus ojos mirando la distancia, que no me atrevía nia moverme, como si cualquier movimiento fuera capaz de romper el hechizo. Al rato,no sé cuanto tiempo habría transcurrido, era imposible medir el tiempo cerca deDoña Paula, me miraba, me sonreía como si recién acabara de llegar y me estuvieradando la bienvenida.

— ¿Otro cafecito, compadre?

— Ni hablar, ya me voy, madrina.

— Diosito lo ha de acompañar

— Ahí les deja mis saludos a Mona y Nabor.

— Que cómo están sus hijos y que cómo está su mamá.

— Yo le mando sus saludos

Y con un beso en la mano me despedía de mi madrina.

Page 198: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s211

Atrapado por el ‘conocimiento ordinario’

Coloqué la batería nueva en el carro y me comprometí con Mariano, el hijo de DoñaPaula, a que si la batería que había desechado tenía algún arreglo, en mi próximo viajese la llevaría. Arranqué el carro y, como muchas veces en esos viajes de retorno,comenzaba mi delirio. Cada vez que arrancaba el carro, estacionado al sol en la puertadel rancho, no podía hilvanar un solo pensamiento, era como si supiera que eraimposible utilizar mi cabeza para dar explicación a lo que allí me sucedía.

Todavía no sabía si era el lugar o qué, había llegado a sospechar que ése eraun lugar de poder. Una parte mía se iba, pero otra, no sé cuál, se quedaba y mealcanzaba un poco más tarde. Para ser más preciso, creo que esa otra parte, para mítodavía incomprensible, me daba alcance cuando atravesaba el cañón que unía losdos recodos del río seco.

Hasta ese lugar muchas veces llegué llorando, riendo o cantando, pero justoallí mi cabeza empezaba a girar como si estuviera en una licuadora. Como si el filoque separara la ficción de la realidad hubiera encontrado un puente y ese puente fuerala unión de dos brazos del viejo cauce.

Mi mente se debatía entre mis experiencias, todo el material leído en loslibros y las vivencias al lado de mi madrina. Nunca comprendí tanto el famoso cuentodel Mulá Nasrudin:

Hallándose en la plaza del mercado, Nasrudin se puso de pie y dijo a la multitud:

“¡Oh pueblo! ¿Queréis el conocimiento sin dificultad, la verdad sin falsedad, el logrosin esfuerzos, el progreso sin sacrificio?

Enseguida se apiñó gran cantidad de gente que gritaba: “¡Sí, sí!”.

¡Excelente!— dijo el Mulá— sólo quería saberlo. Podéis estar seguros de que si algunavez llego a descubrir algo semejante os lo haré saber.

Idries Sha, 1986: 138

Mientras estaba cerca de ella yo sentía que entraba de su mano a un mundotodavía inaccesible para mí, pero cuando me alejaba sentía que había llevado partede ese mundo conmigo y que no sabía moverme solo en él. Su presencia me hacíasentir que la verdad estaba al alcance de mi mano y que podía obtenerla sin esfuerzo,sin falsedad, sin sacrificio. Pero, al partir de su lado comenzaba a sentir ciertodesasosiego.

Volvía a asaltarme la misma pregunta que les he compartido casi obsesivamente:¿cómo era posible que alguien, en un ejido miserable, pudiera haber accedido a un

Page 199: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s212

conocimiento al cual yo lo creía privativo de los “grandes arquetipos” de la humanidad,o al menos de los grandes filósofos, psicólogos o pensadores? Sé que ya les hecompartido esta pregunta, tal vez sea repetitivo dos o tres veces más, pero yo me locuestionaba cien o mil veces al día.

¿Por qué mantenía una forma reflexiva que a veces rayaba en lo absurdo, ypresentaba ante mis ojos cosas que yo hubiera descartado por fantásticas como sifueran reales? Pero lo más sorprendente es que de una manera u otra me metía enesos relatos y allí me encontraba viviendo esa “realidad no ordinaria”.

A veces este método, si es que era un método, me provocaba una gran angustia.Mi mente se atormentaba, como si en cualquier momento fuera a ser cierto lo queella me decía:

— Es que su cabeza tiene que estallar, sólo así las cosas estarán en un tanto,si no, todo es un sueño más de la cabeza— y agregaba con cierta picardíainfantil— y ya estamos cansados de sueños, ¿no? Lo que queremos es “agarrar”las cosas desde su raíz.

Y terminaba haciendo un gesto con la mano que más se parecía a un mudra (signos sagrados hindúes realizados con posturas de manos y dedos), que a unamímica. Levantaba la mano abierta y cerraba el puño en el aire, giraba la mano y sela llevaba hacia el pecho. Yo miraba ese movimiento esperando ver qué era lo queestaba atrapando. Ella veía algo que a mí se me escapaba, ella lo había atrapado denuevo. Esa parte del conocimiento estaba entre la palma de su mano y sus dedos, yoestaba seguro de ello. Pero ¿de dónde me venía esa seguridad? Todo, o mejor dichocasi todo, se me hacía absurdo.

Tal vez, el entorno de estos buscadores de la verdad tuviera ciertas afinidades.Quizá sea un cambio en la percepción, la única manera de acceder a la Realidad. Pero,¿es que acaso no todos observamos? ¿Por qué algunos, al dirigir la vista al mismolugar que nosotros, perciben algo diferente? y al contárnoslo, nosotros lo incorporamoscomo un nuevo paradigma, pero la verdad es que nunca pudimos acceder de maneradirecta, por nosotros mismos, a esa forma diferente de percibir la realidad. Por lotanto, nos conformamos con que otros nos platiquen de sus “viajes” porque nuestrabarca nunca se atrevió a zarpar. Yo estaba dispuesto a no quedarme en la orilla. Comosea, estaba decidido a partir rumbo a ese universo para mí desconocido, en direccióna esa percepción no ordinaria de la realidad, camino a esa dimensión más allá de larutina, de lo obvio, de la muerte.

Volvía a sentir el miedo de morir como un perro, sin conciencia de mi propiaextinción, sin siquiera darme cuenta de que me estaba muriendo, que desde el mismoinstante de mi nacimiento había comenzado mi viaje inexorable hacia mi muerte.Estaba agonizando y quería que mi agonía tuviera un significado; un significado que

Page 200: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s213

fuera más allá del ciclo biológico de nacer, crecer, reproducirse y morir.

De nuevo la vía del tren, tendría que cruzarla para atravesar la vieja estaciónde Soledad ¿Sería ahora? ¿Pasaría el tren y yo no me daría cuenta? ¿Y si no es ahora,cuándo sería? ¿Cuándo vendría por mí la señora que termina con los sueños?

Mi única esperanza en ese momento era Doña Paula y a ella me aferraba, casicon desesperación. Después me diría que la distancia entre ella y yo era, justamente,mi desesperación, que si no dejaba de “buscar” nunca iba a “agarrar” nada:

— Mire, Jorge, haga de cuenta que usted está loco.

— ¿Cómo es eso, madrina?

— Sí, mire, no le estoy diciendo que usted esté loco, sino que vamos a hacerde cuenta que usted está loco. Por ejemplo, que a usted le contaron un cuento.Bueno, como un cuento, y ese cuento se lo contaron una y otra y otra vez. Laverdad es que se lo contaron tantas veces que usted se lo terminó creyendo,el resultado es que ahora usted se ha dado cuenta de algo, como si hubiera“agarrado” un pedacito chiquito de luz, no mucho, pero algo. El problema esque no encuentra la salida del cuento, y allí está atrapado en el cuento.

— Madrina, ¿qué puedo hacer?, ya no quiero estar atrapado en un cuento.

— Tranquilo. Usted no puede hacer nada. Al contrario, mientras más trate dehacer, peor le va. Haga de cuenta que está atrapado en una tela de araña,mientras más se mueva y mientras más trata de salir, más se atrapa. ¿Sabepor qué?

— No, por ahí me confundo más.

— Muy fácil —riéndose a carcajadas— Porque sólo los tontos creen en loscuentos.

— Madrina, me quiere decir tonto.

— Ni Dios permita. (Muy seria) Usted es un señor que va a estar por encimade mucho personal. Yo no sería ésa si pensara que usted es un tonto. Claro,a veces, tal vez un poco desesperado, y la desesperación aleja la posibilidadde “agarrar” cosas en el ensueño.

— Es que, ¡me lleva, madrina!, no entiendo nada.

— Al rato. Tiene que saber que nada es real mientras su cabeza no estalle.

Page 201: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s214

Mientras usted le siga poniendo afición a salir del cuento y se enfurruñe todoy se haga bolas (Mientras me iba diciendo esto se había puesto de pie haciendogala de un histrionismo que le hubiera servido para ganar un premio de laAcademia), ni soñando lo saco de la película.

Reflexiones

La camioneta seguía devorando tierra y el cañón se abría como un tajo en la roca delos cerros que rodeaban el pequeño valle, poco a poco iba recuperando mi mentelógica, empezaban los cuestionamientos, las dudas, las preguntas y los intentos derespuestas, de las llamadas satisfactorias. Me costó más de diez años dentro del CuartoCamino, a veces trabajando en grupo, otras solo, para poder acceder a estos conceptos,sólo conceptos; y ahora Doña Paula me aventaba a la caverna de Platón, diciéndomeque yo era una de esos prisioneros con las manos encadenadas viendo sólo sombras.Pasó ante mi cabeza el título del libro de Gurdjieff, La vida es real sólo cuando yosoy, al llegar a casa recurrí a leer uno de sus párrafos:

Para nosotros, gente contemporánea —continuó leyendo el secretario—, el malprincipal es que al alcanzar la edad responsable adquirimos, gracias a las diversascondiciones de nuestra existencia ordinaria establecidas por nosotros mismos,principalmente como consecuencia de eso anormal que llamamos “educación”, unapresencia común que corresponde sólo a esa corriente del río de la vida que finalmentese vierte en “regiones inferiores” y, entrando en ella, permanecemos pasivos y sinreflexionar en las consecuencias de ese estado nos dejamos llevar más y más por lacorriente. Mientras permanezcamos pasivos, en el curso del resto de nuestraexistencia tendremos que someternos como esclavos a los caprichos de toda clasede eventos ciegos y como resultado servir inevitablemente sólo como medios paralas construcciones evolutivas o involutivas de la naturaleza.

Gurdjieff, G. I. 1995: 119

Estaba más claro en las palabras simples y directas de mi madrina: mi cabezame impedía ver la realidad, o lo que es lo mismo, mi cabeza atormentada me impedíaser “yo mismo”; por lo tanto, la vida para mí no era real, era un simple y mediocrecuento. Además, me encontraba atrapado en el cuento y, para acabarla de amolar nopodía hacer nada para salir de él; al contrario, mientras más lo intentara, más iba aquedar atrapado en la tela de la araña. De esta forma, no era nada más que otroeslabón de la cadena alimenticia de la naturaleza, esperando que la araña, o lo quefuera, viniera a merendarme. Me pasé mi vida comiendo carne, vegetales, minerales,pero nunca me había puesto a pensar que también yo pudiera ser el bocado de alguien,y tal vez ese alguien se considerara superior a todas las especies, incluyéndonos, dela misma manera que nosotros, no sé por qué estupidez, nos sentimos superiores alos demás seres de la creación. Revaloré las palabras de Freud refiriéndose a estepunto. Claro, con la resistencia de no quererme ver confinado a su imagen, pero sí

Page 202: Doña Paula: Un salto al vacío

con la humildad de replantearme esta posibilidad a los fines de reducir mi propiaprepotencia frente a los demás seres de la creación:

En el curso de su desarrollo hacia la cultura, éste (el hombre) adquirió una posiciónde dominio sobre sus semejantes en el reino animal; no contento con tal supremacía,comenzó a colocar una barrera entre su propia naturaleza y la de aquéllos; negándolesla posesión de la razón, se atribuyó un alma inmortal y un origen divino que lepermitió destruir el nexo comunitario entre sí mismo y el reino animal...Todossabemos que hace poco más de medio siglo, las investigaciones realizadas por CharlesDarwin y las de sus predecesores y colaboradores, pusieron final a la soberbia. Elhombre no constituye un ser diferente ni superior a los animales: ha surgido de laraza animal y está ligado más estrechamente a algunos de sus miembros y de modomás lejano, a otros.

Goble, Frank, 1970: 16

Estoy seguro de que nosotros, los que nos hemos adherido a las corrienteshumanistas y transpersonales no estamos totalmente de acuerdo con este conceptodel gran maestro Sigmund Freud. No queremos vernos reducidos al nivel de losanimales, tampoco nos gusta vernos reducidos a un listado de pulsiones inconscientes,pero también es cierto que nuestra soberbia nos está poniendo en peligro, por lo tantoestá poniendo en peligro a todo el sistema.

Esa posición de “dominio”, de la que habla Freud, tendría que haber venidoaparejada de una posición de responsabilidad frente a los demás seres que compartennuestro hábitat, en vez de aprovechar esa “superioridad” para tiranizar a las demásespecies, hasta el punto del exterminio de varias de ellas.

Ahora volviendo a mi sentimiento ¿Qué hay de nosotros? ¿Por qué la cadenaalimenticia ha de finalizar siendo nosotros comensales y no siendo nosotros tambiénplatillo? Tal vez, vuelva a aparecer aquí nuestra soberbia bíblica: «Te enseñorearásentre todas las especies». Y si es que hay alguna posibilidad de escabullirse del menú,¿cuál es esa posibilidad?

Me atrapaba la idea de que yo había encontrado a mi Don Juan y que, al igualque a Carlos Castaneda, me iniciaría en una serie de conocimientos que me permitiríanentrar en una “realidad aparte”. No podía dejar de hacer el parangón entre el “cuento”de Doña Paula y la “descripción de la realidad” de Don Juan. También, de diferentemanera, me había explicado la confusión que se originaba en mi mente a partir de mi“experiencia personal”, de como ésta fragmentaba el Todo, quedándome con unapartecita y haciéndome luchar y desgastarme defendiendo esa pequeña parte de“nada”. Mi experiencia personal conformaba todo un “mapa”, en términos gestálticos,que me alejaba del “territorio”. Si quería tener una percepción holística de la realidaddebería deponer mis juicios racionalistas, ya que sentía que éstos me alejaban de todoy de todos. Era yo y los demás, pero los demás eran inaccesibles por mi incapacidad

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s215

Page 203: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s216

de contenerlos. Mi recipiente estaba lleno de lo mío, y lo mío impedía el acceso delo otro. En síntesis: mi ego hacía imposible cualquier contacto con una realidaddiferente a la de mi propia percepción. El atreverme a hacer esto implicaba laposibilidad de exponerme y no pensaba sacarme las “máscaras”, aunque me dieracuenta que eran éstas las que me mantenían en el “atolladero”

La Gestalt me había suministrado algunas herramientas, me sonaban bastanteconocidas, hasta el punto que un día me atreví a decir, sin valorar el esfuerzo de losque estructuraran esta terapia: “Se fusilaron todo de las disciplinas orientales”.Reconocía en ella las fuentes del budismo, del taoísmo, del sufismo, despuéscomprendería que nadie se había “fusilado” nada, sino que la Gestalt reconocía lasfuentes de donde había abrevado. Había estructurado una serie de conocimientos apartir de la fenomenología, el existencialismo y del aporte de la filosofía oriental,sobre todo del budismo Zen. Quizás fuera esta mezcla de pensamientos orientales loque más me atraía a esta organización del conocimiento.

En contacto con Doña Paula sentía que ella utilizaba muchas de estas técnicasgestálticas u orientales, sobre todo una que raya en el absurdo y que al comienzo nolograba comprender. A pesar de haber leído que en el budismo Zen se utilizan confrecuencia koanes (acertijos y adivinanzas), cuando me vi envuelto en estosinterrogantes paradójicos, y sintiéndome impelido a dar una respuesta lógica a unapregunta, aparentemente también lógica pero con un alto componente absurdo, penséque me estaba volviendo loco. Ahora me quedaba bien en claro la diferencia entreteoría y práctica, sobre todo en lo referido a este tipo de conocimientos que escapana nuestra formación academicista. ¿Qué es lo que persigue este tipo de acertijos opreguntas paradójicas? Cuando Doña Paula hacía estos tipos de cuestionamientos enel acto yo intentaba una respuesta. Ella no me decía si estaba bien o estaba mal, porlo general se quedaba mirando el piso y haciendo un gesto que yo interpretaba como“Es inútil, nunca va a ‘agarrar’ nada”; si le pedía retroalimentación en cuanto a mirespuesta me miraba, levantaba las cejas en un gesto que yo volvía a interpretar como“Si a usted le parece que esa respuesta estúpida resuelve algo, está perdiendo eltiempo”.

Un día, casi desesperado, de regreso del rancho fui a mi pequeña bibliotecay tomé un libro en el cual recordaba que citaba algunos ejemplos de esta práctica deaprendizaje utilizada por los monjes budistas, para mi fortuna encontré el siguientecaso:

Dos monjes miraban ondear una bandera y discutían al respecto. Uno de ellos afirmaque “la bandera se está moviendo” y el otro insiste en que “lo que se mueve es elviento”. Un maestro que por allí pasaba les dice: “Son sus mentes lo que se estámoviendo”. Los preceptores aseguran que ni siquiera esta última respuesta es ladefinitiva o verdadera.

Salana Penhos, H. 1996: 18

Page 204: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s217

Si a este juego intelectual le sumamos un alto contenido histriónico, dondemezclamos el cuerpo y las emociones, el resultado puede llegar a ser una suerte degranada sin seguro colocada en el cuerpo, sin saber dónde. La respuesta está fuera,posiblemente, de la linealidad del pensamiento. La lógica se da contra una pared yhay que salir a buscar la respuesta en un área inexplorada de nuestra mente. Unaparte mía quería aferrarse al raciocinio, y la otra me impulsaba a buscar en otro lado,pero al ser ese otro lado algo desconocido me infundía temor.

Mi madrina era una especialista en generar ciertos espacios en los cuales lascosas perdían el centro de gravedad que yo les había conferido. Quiero compartir unade estas experiencias: había tenido una serie de problemas emocionales, una nuevaruptura de pareja, y ya no tenía el justificativo de que la culpa era de ella. Despuésde tres separaciones había decidido hacerme cargo de la parte que me correspondía.Claro que en el escenario habían intervenido una serie de variables que particularizabanesta nueva experiencia. A decir verdad, esto es puro rollo: me sentía de la patada, mesentía el hombre más infeliz del mundo, sentía que toda la culpa era mía y que nuncaiba a poder ser feliz en pareja y ese hecho me angustiaba más todavía. Hubiera hechocualquier cosa por recuperar el “amor”. Me sentía carenciado, necesitaba sus caricias,volver a verla aunque fuera una vez más, no soportaba la idea de que pudiera estarcon otro hombre. Bueno, para qué continúo, si alguna vez pasaron por una separaciónme comprenderán y si no, ojalá nunca me entiendan.

Como les platicaba, estaba viviendo una situación que me hubiera gustadosaltarla. Mi refugio era el rancho, mi consuelo era mi madrina, así que allá iba todoslos días. No alcanzaba a salir del trabajo, a veces ni iba y ya salía corriendo a todavelocidad para llegar al rancho. Si Doña Paula estaba ocupada, allí me hacía nopal,me quedaba quietecito al sol, ni aunque se me asentaran las moscas me movía. A losumo me iba caminando hasta la cruz, la cual estaba a unos ciento veinte metros delrancho, aunque creo que sería conveniente referirme a ella.

El rancho de Doña Paula estaba justo al finalizar el ejido, parecía que la callede tierra desembocaba en la puerta de entrada de su casa. El rancho se veía como unaestructura sólida, construido en piedra y con pequeñas aberturas cubiertas por madera.Si uno hacía un rodeo a la casa podía divisar la cruz, ésta se levantaba sobre una lomay se asentaba sobre un montículo circular de piedras que a modo de cilindro le servíade base. Era una cruz de hierro forjado, humilde pero con personalidad. Lo que másme llamaba la curiosidad era la base de piedra, estaba blanqueada con cal y poseíanumerosos nichos o huecos a su alrededor. En los nichos podían verse cosas extrañas,por ejemplo una trenza con un moño, un ramo de flores de plástico o el velo de unanovia, pero lo más común eran las veladoras. Nunca se amontonaban las ofrendas,cada día que iba ya no estaban las que había visto el día anterior. Allí había, y todavíadebe estar, una piedra que parecía un tronco petrificado y que yo usaba a modo deimprovisado banco. Allí me sentaba mirando al poniente y no me levantaba hasta queel sol ocultara sus rayos entre las montañas que rodeaban a Sabanillas.

Page 205: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s218

Lentamente me levantaba y como arrastrando los pies volvía a asomarmepor la puerta de la cocina...

— Qué tal, madrina, ¿se puede o sigue ocupada?

— Pásele. ¿Cómo le ha ido?, ¿cómo le va?

— No sé. ¿Cómo me ve?

— Ya se le va a pasar. Aparte tiene que andar muy abusado.

— ¿Por qué?

— Es que han mandado una camioneta desde el sur para que le hagan pasarun mal rato.

— ¿Cómo está eso, madrina?

— Como lo está oyendo. Dice: —señalando unos dibujos que terminaba dehacer con un pedazo de lápiz— una camioneta amarilla con redilas amarillasviene desde el sur, como por más allá de México, y vienen unos hombresmorenos, malos, y usted se tiene que andar con mucho cuidado. Si se llega atopar con esta camioneta, o la ve por su casa o su trabajo, usted córrale. Meparece que a éstos los contrató alguien para que le metan un susto.

— Pero, ¿por qué, madrina?

— ¡Ay, qué muchacha esta!, mire que querer andar de pleito.

— No, madrina, si lo que yo menos quiero son pleitos.

— Ándele, para que vea como es cierta clase de gente.

— Y ahora ¿qué voy a hacer?

— Nada, sólo estar bien abusado. Como debió estar siempre.

— Pero, ¿quieren matarme o qué?— Y allí mi madrina miraba al piso y hacíaun gesto como diciendo “quién sabe”.

— No importa, usted no debe preocuparse—, me decía mi madrina.

— Cómo no voy a preocuparme, me está diciendo que vienen unos tipos aquerer matarme y encima dice que no me preocupe.

Page 206: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s219

— En vez de preocuparse yo le digo que se ponga abusado. Por ejemplo, nole abra la puerta a nadie, antes fíjese bien y si no es un conocido ni para quéle abre, y si llega a ver una camioneta amarilla que viene para aquí, usted seme va para allá… (haciendo un gesto con sus manos).

A partir de ese instante toda mi atención y mi preocupación estuvieron en lacamioneta amarilla, soñaba con la camioneta amarilla. Mi dolorosa pérdida emocionalhabía pasado a un plano muy remoto, ahora todo mi ser estaba alerta. Era como siDoña Paula me hubiera inyectado unos cuantos litros de adrenalina. Salí de la angustiadel abandonado a vivir un estado paranoico que me llevaba a levantarme por lamadrugada y espiar por la ventana a ver si no estaba la camioneta amarilla estacionadaal frente de mi casa. Un par de cuchillos de monte estaban al alcance de mi mano, porcualquier cosa. Claro, al poco tiempo no me importaban ni la lamentable pérdidaemocional ni la truculenta camioneta amarilla. De nuevo iba al rancho a tratar de“agarrar” algo que valiera la pena.

La camioneta amarilla fue mi koan, mi pregunta sin respuesta, quería sabercon mi cabeza ¿Por qué me querían matar?, ¿qué había hecho para merecerme talsuerte? y no encontraba ninguna respuesta lógica, pero no podía negar que estaba lasveinticuatro horas del día alerta, me daba cuenta de todo lo que estaba pasando a mialrededor. Mi percepción se había vuelto holística, mis oídos se habían sensibilizadoa tal punto que identificaba rápidamente los pasos de las personas conocidas; miolfato, mi vista, mi intuición, era como si estuviera bajo el poder de una fuerte drogaque me hacía estar en todo momento aquí y ahora, alerta, sumamente alerta.

No podía creer que mi suegro fuera capaz de hacer una cosa así, sabía que eramedio delincuente, al fin y al cabo había llegado a nuestra casa refugiándose de lastransas que había hecho en el sur. También era cierto que yo le responsabilizaba demi separación, me resultaba más fácil echarle la culpa a alguien que hacerme cargode mi falta de capacidad de tener una pareja, y qué mejor que a mi suegro, al fin y alcabo mi compañera se había refugiado en su padre. Una noche hasta estuve a puntode golpearlo porque según yo me había faltado el respeto, cualquier excusa me eraválida para responsabilizarlo de todo lo que me sucedía. Pero, de ahí a que hubieracontratado gente para que me matara, me resultaba medio increíble, aunque unonunca sabe dónde o con quién se mete. ¡Ah! Estas frasecitas estereotipadas, uno nuncasabe con quién se mete, me recuerdan la forma de pensar de mi madre, tan afecta alos refranes y... creo que me estoy volviendo loco, y esto es sólo por recordarlo.

No sé bien qué es volverse loco, pero mi cabeza funcionaba a mil revolucionespor minuto, todo giraba; trataba que todas las piezas encajaran de alguna manera queparecieran lógicas, tal como me contaron que era la realidad, y sin embargo, éstaestaba totalmente desarticulada. Y encima la camioneta de redilas amarillas. ¿Quéhabré hecho mal?, me preguntaba y como única respuesta me respondía: “Todo.Hiciste todo mal y ahora está por llevarte la fregada.” ¿No tendré una nueva

Page 207: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s220

oportunidad? “Quién sabe, a ver cómo te va con la camioneta”. Me di cuenta de queme estaba preguntando y respondiendo a mí mismo ¿Sería esto la locura?

Todo eso quedaba atrás, ahora los kilómetros pasaban y lo único que ibadejando era una estela de polvo. Me gustaba mirar por el espejo retrovisor y ver sólola tierra; como que venía de la nada, de una nube de nada, como que no había unatrás, sólo podía ver el adelante.

Tal vez todo era un sueño, tal vez sea sólo eso, un sueño; pronto sonará eldespertador, me levantaré de la cama, iré derecho al baño y un regaderazo me va ademostrar que era un sueño, sí, eso es lo que está pasando.

Atrás quedaba la tierra, el camino de terracería y de nuevo estaba en la puertadel panteón de Dolores, la larga avenida que transitan los muertos. Recordé la Avenidade los Muertos en Teotihuacan, desde la Pirámide del Sol hasta la Pirámide de laLuna. En el otro extremo del panteón, la pequeña tienda donde de vez en cuandoparaba a comprar un trozo de pulpa para que me hicieran un cortadillo en el rancho.De nuevo me falló la premonición, no estaba durmiendo, y la garganta reseca meindicaba que sería una buena idea parar a comprar una botella de agua fresca.

El tendero y su esposa me conocían por tantas veces que paraba de ida o devuelta, siempre solícitos me sonreían y a mí me parecía que ellos sabían de dóndevenía y qué era lo que me estaba pasando. ¿Me estaba volviendo paranoico? A vecestrataban de sacarme plática y yo la evadía hablando del calor o de cualquier otra cosaintranscendente. Aunque estaba seguro de que ellos sabían que yo iba a visitar a DoñaPaula y ahí quería dejar todo.

Al llegar a mi casa buscaría de nuevo un marco conceptual, algo que aliviarala tensión emocional que estaba viviendo, pero… ¿cómo?, si ya había llegado a micasa. No importa, no voy a ponerme a ver esos detalles, tal vez fui y regresé, tal veznunca salí del rancho, tal vez se han superpuesto dos o más historias. ¿Qué importa?

El propósito es oponer al intelecto una barrera que el pensamiento lógico no puedepenetrar, es decir, se pretende lograr que la persona descubra que la respuesta es “noresponder” la pregunta. El budismo Zen enseña que con cada momento de iluminaciónva cediendo terreno el modo de pensar racional del individuo y que surge en él unconocimiento nuevo y más profundo. Esta transformación es acompañada por lacapacidad de disfrutar el presente, sean cuales fueren las circunstancias y la sensaciónde vivir sin ataduras en el mundo cotidiano.

Salana Penhos, H., 1996: 18

Todo era perfecto, el único pequeño inconveniente era que todavía no habíallegado al punto de “disfrutar el presente”, y que mi madrina se convertía en un sercada vez más enigmático. Además, seguía sin poder responder a mis propias preguntas:

Page 208: Doña Paula: Un salto al vacío

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s221

¿Quién era Doña Paula? ¿Dónde había aprendido esa forma de percibir la realidad?Sin darme cuenta ella misma se había convertido en mi koan, en mi enigma a resolver,y por lo que llevaba experimentado, era inútil tratar de seguir intentando a través demi proceso lógico y racional. Lo único que percibía con certeza era que estaba en uncamino sin retorno, tan cierta era esta percepción que aún continúo en el mismocamino, un camino a cuyo término intuyo el cumplimiento de la promesa que mehiciera mi madrina: “Jorge, le prometo que usted no va a morir como un perro”. Estafrase, dada su importancia, ha gravitado a lo largo de este relato.

Para calmar la ansiedad que embargaba todo mi ser después de las fuertesvivencias en el rancho buscaba algún libro que me permitiera ordenar mis pensamientos.Cogí El camino del despertar. No necesité bucear entre sus páginas, tan solo abrí unade sus solapas. También eso era mágico, encontraba los mensajes que necesitaba alalcance de mis manos, en el momento preciso y en el lugar adecuado:

Según el budismo chan (Zen), todos estamos presentes en la naturaleza del Buda,cada uno es un despierto que se ignora como tal. De esta manera carece de sentidoobtener el despertar, estado en el cual desaparece la distinción sujeto-objeto así comolas nociones de pérdida y obtención. Sin embargo, el hombre corriente debe realizarel Despertar y, para hacerlo, debe recorrer un camino al término del cual redescubreese inconcebible e inexpresable estado.

Despeux, Catherine, 1991, (solapa).

Si bien algunos textos budistas emplean el razonamiento y la lógica, otrosrecurren a metáforas. Éstas no buscan explicar sino volver accesibles los puntosesenciales de la doctrina y suscitar, de esta manera, el estado del despertar. Recordéel comentario de un amigo que vivía en la celda contigua a Sai Baba, ese santo quevive en India y que es, para sus seguidores, la encarnación de Dios en la Tierra; es,para ellos, el Dios viviente:

— Jorge, una vez un periodista gringo le preguntó a Sai Baba: “¿Usted esDios?”. A lo que Baba le respondió: “Usted también, sólo que no se ha dadocuenta”.

Darnos cuenta, darnos cuenta, parecía que esa era la clave, pero me faltabala receta. Me sentía igual que el cuervo en el relato del Mulá Nasrudin:

Cierto día, Nasrudin se dirige a su casa con un pedazo de hígado y la receta para hacerpastel de hígado. De pronto, un ave de presa se lanza sobre él y le arrebata de la manoun trozo de carne. Mientras se aleja en el cielo, Nasrudin le increpa: “¡Pájaro estúpido!Ya tienes el hígado, pero ¿qué harás sin la receta?”.

Idries Sha, 1996: 121

Page 209: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s222

Como ser humano sabía que contaba con todo para acceder a cualquierconocimiento, pero también estaba dándome cuenta de que no tenía la receta, notenía el cómo, y todavía creía que había un cómo, que tenía que existir una forma, unmétodo para lograr llegar a ese estado de conciencia acrecentada en el que las cosasy los seres adquirieran sentido, o de otra manera: en el que yo mismo tuviera sentido,un sentido propio, un sentido de pertenencia a mí mismo, un yo real, no este montónde fragmentos que trato de descubrir cada mañana para no perderme totalmente devista, para poder reconocerme como un ser humano.

Enterré mis recuerdos de pareja, enterré la camioneta de redilas amarillas,al fin y al cabo todo estaba en mi cabeza. Una cabezota atormentada que se resistíaa estallar, pero dispuesta a seguir adelante, a pedir, a clamar ayuda. Lo único que“tenía” era a Doña Paula y a ella me aferraba como el náufrago que se aferra a loque sobrevivió del naufragio. Toda mi existencia se reducía, en ese momento, atratar de rescatarme, a salvar lo único que me quedaba: mi vida.

Resignificar una pesadilla es invocar a todas las pesadillas, ya que parecieraque una invoca a todas las que se han ido tejiendo a partir de aquélla. Es como unamadeja cuyos nudos centrales no pueden desatarse hasta no haber desenredado losque están más cerca de la superficie.

El miedo al abandono, a ser arrojado en esa intemperie con sabor a muerte,provoca aquello de lo que se trata de huir. Es tanto el empeño por escapar del dolor,que vivimos doblegándonos una y otra vez ante el sufrimiento.

Parece difícil de comprender cómo la mente asocia una y otra vez escenasque se convierten en detonantes del miedo introyectado.

Los militares, la violencia, los gritos, las imposiciones, las huidas, las armas,son pésimos aprendizajes; y sin embargo, una y otra vez volví a encontrarme conellos, de tal manera que llegué a cuestionarme si realmente estaban afuera o formabanparte de mí mismo.

Me costó mucho trabajo erradicar estos fantasmas de mi mente, y Doña Paulafue la partera para brindarme la oportunidad de un nuevo nacimiento. Siento quetuve que morir a muchas cosas, entre ellas a mi propia y gastada narrativa.

Page 210: Doña Paula: Un salto al vacío

Capítulo VIII

Reflexión final

Page 211: Doña Paula: Un salto al vacío

Capítulo VIII

Reflexión final

40. Hsieh. La Liberación

Aquí el movimiento se abre paso y sale del peligro. El impedimento quedó eliminado,las dificultades están en vía de solución. La Liberación no se ha cumplido todavía,sino que precisamente ahora se inicia, y sus diversos estadios encuentran expresiónen este signo.

El Dictamen

La Liberación. Es propicio el Sudoeste.Si ya no queda nada a donde uno debiera ir,es venturoso el regreso.Si todavía hay algo a donde uno debiera ir,entonces es venturosa la prontitud.

Se trata de una época en la cual comienzan a disolverse, a disiparse tensiones ycomplicaciones. En tales momentos es preciso retirarse cuanto antes hacia lascondiciones comunes o normales: he aquí el significado del Sudoeste. Tales épocasde viraje son muy importantes. Semejante a una lluvia liberadora que afloja y disuelvela tensión de la atmósfera haciendo estallar brotes y pimpollos, también un tiempode liberación de cargas oprimentes obtiene efectos salvadores y estimuladores que semanifiestan en la vida. Pero hay por cierto algo muy importante al respecto: en talesépocas es necesario que nadie intente exagerar el valor del triunfo. Es cuestión de noavanzar más allá de lo indispensable. Retornar al orden de la vida no bien alcanzadala liberación, he ahí lo que aporta ventura. Cuando aún quedan restos por elaborares cuestión de hacerlo lo más pronto posible, a fin de que todo quede bien aclaradoy no se presenten demoras o dilaciones.

La Imagen

Trueno y lluvia se levantan:La imagen de la Liberación.Así el noble perdona las faltas y exime de culpa.

La acción de la tormenta purifica la atmósfera. Así procede también el noble conrespecto a las faltas de los pecados de los hombres que provocan estados de tensión.Mediante su claridad promueve él la liberación. Sin embargo, cuando las transgresionessurgen a la luz del día, no se detiene para insistir en ella; sencillamente pasa por altolas faltas, las transgresiones involuntarias, tal como va perdiéndose el sonidoreverberante del trueno, y perdona la culpa, las transgresiones deliberadas, al igualque el agua que limpia todas las cosas y quita toda suciedad.

I Ching. El libro de los cambios, 1995: 238, 239

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s225

Page 212: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s226

Nació un 5 de marzo de un año desconocido, en un lugar indeterminado. Partió deesta dimensión el 17 de agosto de 1997. Al decir de ella misma, ese día se completó.Recogí su última mirada, su último suspiro, su última bendición, y con ella el pactode no traicionar su enseñanza. Desde ese instante han sucedido muchas cosas en mivida. Como si un ciclón hubiera arrasado todo a mi alrededor, como si una catarsisprofunda hubiera reconstruido todo el mapa sobre el cual me movía. Todavía misestructuras están tambaleantes, pero ni aún así he perdido el propósito de mi existencia:trascender.

Sé que en el camino de la búsqueda de la trascendencia tendré quereplantearme muchas cosas, muchos objetivos, y también sé que en este caminoestaré solo, al menos durante un tiempo bastante prolongado, quizás hasta que sepacon certeza que por lo que estoy muriendo vale realmente la pena.

¿Quién fue, o quién es, Doña Paula? Esta interrogante tan solo puedoresponderla desde mi propia experiencia, y sé que ésta va a ser muy limitada. Paramí Doña Paula fue mi madrina, mi amiga, mi maestra, de ella aprendí a darle a miexistencia una dimensión totalmente diferente. El proceso de asimilación de supresencia, de su contacto con mi vida, adquiere con el tiempo nuevas significaciones,más profundas, más comprometidas.

Doña Paula ha sido y es una presencia que no pasa, que se queda, que seenraíza como los mezquites de esta tierra semiárida del Norte. Cuando están llenosde savia vital, brindan sombra a los peregrinos y descanso a todo aquel que se acerque,y cuando mueren, siguen dando calor y luz con la lumbre que producen sus ramasy troncos. Ramas y troncos inagotables.

Al igual que ustedes, estoy seguro, conocí a mucha gente, algunos másinteresantes que otros, al menos así me han parecido. Pero Doña Paula rompía todosupuesto, era difícil sustraerse a su presencia, era difícil no sentir desnudada el almaen su presencia. Yo no fui la excepción. Su presencia me cautivó y allí me quedéformando parte de su rancho. A decir verdad, sigo formando parte del rancho, de suspiedras, del fogón, de las aberturas que ofician de puertas y ventanas, de los atardeceres,de los silencios, de los juegos detenidos en el tiempo, de los niños, del paisaje, de lavida y de la muerte. De todo lo que se mueve o agita en esos parajes tan diferentesa los citadinos.

Durante esos ocho años de presencia física, de amistad y de aprendizaje juntoa mi madrina, no sólo llegué a descubrir un mundo inexplorado por mi mente, sinoalgo mucho más importante: aprendí a contactarme con mis verdaderos sentimientos,a reconocerlos, a aceptarlos, a vivirlos en toda su intensidad y a no dejarme arrastrarpor ellos. Fueron años ricos en vivencias, en experiencias. Reí, lloré, tuve miedo,cambiaron cosas externas y me di cuenta de cosas internas. Mi vida empezó a transitarpor dos caminos paralelos pero en dos dimensiones diferentes: Uno el presente, el

Page 213: Doña Paula: Un salto al vacío

otro el pasado. A la luz de una nueva visión del mundo enseñada por mi madrina, eranecesario recapitular todo el bagaje de experiencias y resignificarlas. Ni siquiera puedodecir que se trate de un proceso consciente, es como si a medida que voy viviendoempiezan a surgir recuerdos que adquieren un nuevo sentido, y este nuevo sentidose encuentra perfectamente embonado en un cúmulo de conocimientos que propendena la libertad. En esa búsqueda de la libertad junto a Doña Paula, el tiempo pasó deuna percepción lineal: pasado, presente y futuro, a una percepción total, integrada,simultánea, única. Un tiempo que se daba aquí y ahora, permanentemente aquí yahora.

Doña Paula me decía que difícilmente se puede hacer algo si no tenemos lacapacidad de comprometernos, y en ese compromiso tenemos que poner todo, inclusola propia vida, y que si no estamos dispuestos a poner todo es “mejor no entrarle”.Hoy, me queda muy claro que solamente el compromiso total puede ejercer algunainfluencia sobre nuestra percepción de la realidad, y si esto no es hecho como un actoheroico, como un saltar al vacío sin pedir ninguna seguridad, lo más probable es queno obtengamos nada.

Al referirse a ese compromiso total, hacía alusión a que para alcanzar elverdadero sentido de la vida había muchos caminos, que tal vez todos fueran válidos,menos uno, y ese que no era válido era la cobardía:

— Jorge, nunca un cobarde puede ver la verdad, aunque esté frente a ella nopodrá verla. El cobarde se siente amenazado por todo, cuanto más por laverdad que pide todo a cambio. Uno no puede ver la verdad si no renuncia atodo lo que cree que es, a todo lo que cree que sabe. Si usted cree que sabealgo, la verdad no puede entrar; si usted se cree alguien importante la verdadno puede entrar. Cómo va a entrar la verdad donde la cabezota llena todo elespacio con la importancia que usted se da y está llena de las cosas que a ustedle interesan. Para aceptar esto hace falta valor ¿Usted cree tener el valor paraparar la cabeza? ¿Usted cree que tiene el valor necesario para seguir por uncamino desconocido por todos? ¿Está usted dispuesto a trazar su propiocamino? ¿Está dispuesto a morir, si es necesario, en el intento?

Así era mi madrina, íntegra, impecable. Su ejemplo me acompaña en cadainstante de mi vida, en las flaquezas, en las alegrías; ella vive en mi corazón, ella meacompaña en mi desafío permanente de ser yo mismo, de ser yo el artífice de mi propiocamino. Ella me enseñó que: “El mundo tiene muchas formas de ser visto y sólo eltrabajo interior nos puede dar una forma ‘especial’ de ver el mundo. El trabajo interiorcomienza por parar la cabezota, por poder poner a tono nuestra mente con el cantode un pájaro y develar qué es lo que el pájaro dice, por ponerse en un tanto con elviento, por ‘agarrar’ las cosas importantes, por aprender a leer en el libro abierto dela vida. Las respuestas no están en los libros. Los libros se entienden sólo cuando un

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s227

Page 214: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s228

hombre se transformó en maestro y ¿a qué maestro le interesa leer libros si él yasabe? El conocimiento de los lectores es pedante, incierto y nos mete en el sueño. Laúnica realidad es poder verla, allí no hay duda. Si hablo de algo que no conozco soyuna tonta, sólo los tontos hablan de lo que no saben”.

Así es el conocimiento vivo que dejó sembrado en el mundo. Todos los quela conocimos, todos los que compartimos su mesa, no podemos ser indiferentes a esahuella indeleble que quedó grabada en nuestra alma. Algunos de los que nos sentábamosa su mesa nos cruzamos de vez en cuando, algo de nuestra vida cambió. Algunos nosaben, todavía bien, qué es lo que cambió. En otros, fue tan evidente que no podemosnegar que alguien con la fuerza de un huracán arrasó con parte de nuestra existencia,justo con la parte cuyo peso se nos hacía insoportable.

Cierto día me preguntó, luego de garabatear en un cuaderno con un lápiz:

— ¿Qué me puede decir de esto?

— Bueno, yo veo unas rayas y unos círculos—, respondí.

— No me refiero a lo que hay en esta hoja, sino al significado de estas rayasy estos dibujos. A ver qué es lo que dicen.

— La verdad, madrina— cogí la hoja y la giré en diferentes sentidos— es queno alcanzo a ver ningún significado. A pesar de que se me hacen extrañosesos símbolos.

— ¿Se da cuenta?, tanto leer para nada. Ni siquiera puede aprovechar laoportunidad de ver una parte de la verdad. Así es la cabeza de los lectores. Loque aquí puse no puede ser comprendido con la cabeza del lector. El serinstruido lo aleja de “esto”, y “esto” es lo importante.

— Madrina, ¿cómo puedo hacer para poder entender, para poder ver eso queusted llama “esto”?

— En primer lugar, no puede la cabeza estar en el recuerdo y “agarrar” algode lo que es cierto. Le he dicho muchas veces que a mí me resulta muy difícilpoder decirle el cómo, porque yo soy así, natural. Cómo puedo explicarle algoque para mí es así, porque siempre viví así. Sin embargo, lo voy a intentar:usted está separado en un montón de pedazos...

— ...Fragmentado.

— Si así le gusta, fragmentado. Entonces un pedazo de usted está en un lugar,en un tiempo, y otros pedazos de usted están por cualquier otro lado. Usted

Page 215: Doña Paula: Un salto al vacío

se refiere a usted mismo, cuando habla, como si fuera un montón de Jorges,y sin embargo se esfuerza en tener una sola imagen. Yo veo un montón depedazos luchando entre sí y tratando de unirse con un propósito que todavíano tiene en claro. Lo peor es que todo eso que sólo existe en su cabezota esseparado una vez más por eso que usted llama tiempo. Y ahí anda usted conuna agenda de tiempo, y que si mañana va a hacer esto y pasado va a haceresto otro; y que cuando era chico y que cuando sea viejo, y que lo que mehicieron y en lo que me equivoqué. Todo lo pone fuera de usted, sin embargo,ese sueño está sólo en su cabezota.

— Bueno, madrina, pero volvemos al punto de partida: ¿qué es lo que puedohacer?

— Nada.

— ¿Cómo nada?

— Usted cree que todo se va a solucionar haciendo algo. Ya se va a dar cuentade que no se puede hacer nada. Nunca la cabeza va a liberar a la cabeza. Lacabezota lo metió en la trampa, ¿cree que lo va a dejar salir así como así? Sieso es lo que cree, va a perder mucho tiempo. Para que le quede claro: nuncala cabezota va a soltar a la cabezota, porque las dos son la misma cosa.

— ¿Y entonces?

— Por lo pronto, renunciar a esa enfermedad de siempre querer hacer algo.Y peor tantito, creer que la forma de salir es hacer algo… o creer que hay quesalir de algún lado. Todo eso lo fabrica la cabeza. Nada de eso es verdadero.Todo eso responde al tormento de la mente.

— Madrina, ¿por qué la mente está atormentada?

— No importa tanto porqué está atormentada, lo importante es que la mentetiene que estallar si es que quiere “agarrar” algo de lo que es real.

— ¿Es que hay algo que no es real?

— Tal vez no. Pero en usted es sólo una palabra, porque no se ha dado cuentaque todo es real. Mientras siga separando todo, los frijoles por un lado, lacarne por el otro, el arroz por otro, nada va a tener sentido para usted y lamente, o como a usted le gusta decir, la cabezota, seguirá atormentada.

— Madrina, pero si separamos todo para aprender. El tiempo mismo está

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s229

Page 216: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s230

dividido, en horas, minutos, segundos. Hablamos de un ayer, de un hoy, deun mañana...

— Y usted, Jorge, ¿se cree que porque la gente habla, lo que dice es verdad?La gente habla porque no sabe hacer otra cosa, pero no necesariamente esverdad lo que dice. Es más, la mayoría de lo que dice es puro chisme, hastaahí les da su cabezota, hasta el chisme. ¿A qué le ha llevado a la gente dividirel tiempo?, ¿la ha hecho más feliz? Lo único que ha conseguido es que vivancomo locos detrás de nada. Imagínese corriendo toda su vida detrás de nada,a la nada que deja le llama pasado, y tras la nada que corre la llama futuro,y a esta nada de ahorita, que es la única cierta, le ha puesto presente. A todole ponen nombres y por ese hecho creen que saben, pero no ven nada y siguenmuriendo por nada. Es muy triste ver eso, y más triste es que uno no puedehacer mucho, en la mayoría de los casos sólo puede tener lástima y pedir aDiosito que tenga piedad por tantos locos corriendo por nada.

— Pero, madrina, ¿y el tiempo?

— ¿De qué tiempo me habla? ¿Del que inventaron los hombres? ¿Podríamosdecir que el tiempo es real? ¿Una máquina que se mueve y marca las horases el tiempo? Mire, Jorge, fíjese para afuera, fíjese cómo todo se mueve. Adecir verdad, todo se mueve. El hombre vio ese movimiento y a eso le llamótiempo... Sí, lo que pasa es que nunca los lugares son los mismos lugares,porque como están vivos siempre están cambiando. No hay nada que sea lomismo. Al contrario, nada ni nadie es lo mismo, en un solo segundo ya semurieron a lo que eran y son otros aunque ellos crean que son lo mismo,porque ni siquiera se dan cuenta que no están siendo los mismos. Ni siquierase están dando cuenta que se están muriendo a cada instante para renacer aotra cosa, una cosa diferente.

El viento entró por la puerta entreabierta golpeándola contra la pared, yo measusté y mi madrina sonrió mirando la puerta abierta, luego miró hacia el patio detierra y dijo: “El viento está de acuerdo conmigo, ya no tengo nada más que decir”.

También yo me quedé en silencio, tratando de entender algo de todo aquello,pero mientras más me esforzaba, más me alejaba de la comprensión. Era como si micabeza empezara a girar en un torbellino de palabras donde las nuevas ideas semezclaban con las viejas. Como si todos los archivos fueran removidos una y milveces, pero de repente, como si todo el sistema entrara en un conflicto tan grande,tan imposible de resolver, que tronaba, y en ese preciso instante surgía, no sé dedónde una paz, un silencio, que antes nunca había experimentado. En esa quietud,en esa ausencia de pensamientos, desde mi rincón, desde ese lugar que se habíatransformado en mi centro observaba el vacío. Un vacío insondable, único. Un vacíodel que sólo podía sacarme la palabra o la sonrisa de mi madrina. No sé cuánto tiempo

Page 217: Doña Paula: Un salto al vacío

estuve así, pudiera haber sido la eternidad. Me levanté, me arrodillé frente a mimadrina y pronuncié quedito: “La bendición, madrina”.

Recorrí los kilómetros que me habían traído hasta ese punto del universo sinser yo, sin ser el que pensaba, sin ser el montón de ruidos conocidos. Se cruzó unaliebre y otra y otra, sonreí: ¡Dios! ¡Estoy vivo! ¡Increíblemente vivo y no me habíadado cuenta! Grité, grité todo lo fuerte que pude. Lloré, tanto que tuve que detenerel carro, caí en convulsiones provocadas por un llanto visceral, mi cuerpo se sacudíacon espasmos tan violentos que ni siquiera me daban tiempo de volver a inspirar,perdí el conocimiento. Cuando volví en mí, el asiento estaba húmedo, la boca seca yme ardían los ojos, afuera veía cómo soplaba el viento. Me estremecí, por primera vezlo sentía vivo, allí afuera estaba un ser al que yo desconocía y dentro del auto habíaotro ser que también desconocía, pero que me había propuesto conocer. No másmuertes de partes desconocidas, no más partes, no más fragmentos esparcidos porel mundo.

Quise regresar al rancho, necesitaba contarle a Doña Paula todo lo que habíavivido, pero mi cuerpo me detuvo, mi cuerpo me obligaba a vivir en plenitud eseinstante, a no empezar a poner mi atención fuera de mí. Comencé a reír por sucomplicidad, por su sabiduría atávica, comprendí que en el camino no estaría solo,que tendría poderosos aliados. Aliados a los que nunca había escuchado. Recordécada una de las palabras de Doña Paula y al llanto le sobrevino la risa, pero una risadesconocida, una risa liberadora, una risa que nunca antes había emergido de mi ser.

Ahora comprendía el significado de los dibujos en el cuaderno de mi madrina.Pero esos dibujos habían dejado de ser el mensaje para Jorge, los dibujos representabanel absurdo de nuestra mente estática, soberbia, corriendo detrás de metas que danvueltas en círculos interminables, círculos que acaban en una extinción absurda. Tanabsurdo como la aguja del reloj analógico girando y girando sobre su propio eje sinmoverse del mismo cuadrante. Los dibujos también representaban el caballo atadoa la noria de la molienda, estaba tan condicionado que, cuando lo desataban del yugo,lo único que había aprendido era a seguir dando círculos. No había mucha diferenciaentre esos dibujos y mi propia experiencia de vida. Lo único que había hecho, hastaentonces, era repetir los errores.

Recordé ese refrán árabe: Si vives en el error, tendrás experiencias en elerror. Nadie se convierte en sabio por haberse equivocado muchas veces. Sentía lanecesidad de comprender el sentido de mi propia existencia y tenía la certeza de quela respuesta estaba en mí, pero me daba cuenta que pese a todo mi esfuerzo nuncahabía logrado nada más que algunos trucos. Hoy eran más lo que me molestaban quelo que me ayudaban a conocerme.

Sin embargo, en ese supremo instante comprendí, sin que mi cabezotainterfiriera, parte de lo que mi madrina había tratado de explicarme en cada visita al

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s231

Page 218: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s232

rancho. Fue todo mi ser el que lo comprendió, sin palabras, sin ejerciciospredeterminados, sin esfuerzos. Simple y llanamente comprendí con toda la sensaciónde mi organismo, en ese instante me sentí vivo, más vivo que nunca.

Salí del carro, miré el cielo, sentí el viento y empecé a sacarme la camisa,sentía la necesidad de desnudarme, quería que el viento acariciara todo mi cuerpo,más aún, quería que el viento acariciara todo mi ser. Y lo hizo, por Dios que lo hizo.Empecé a bailar y recordé a Zorba el griego, y me olvidé de él, del viento y de mímismo, y nunca antes fui tan yo mismo como en ese instante. Lo demás fue subirmeal carro y regresar, aunque ya nunca regresó el mismo. Comprendí, en un solo instante,a lo que se refería Osho cuando hablaba de Zorba:

Me gustaría que fueses a la vez Zorba el griego y Gautama el Buda, simultáneamente.No me conformo con menos. Zorba representa la tierra con las flores y el follaje, lasmontañas, los ríos y los mares. Buda representa el cielo con todas las estrellas, lasnubes y los arco iris. El cielo sin la tierra estaría vacío. El cielo no se puede reír sinla tierra. La tierra sin el cielo estaría muerta. La unión de ambos, y nace un baileen la existencia. El cielo y la tierra bailando juntos… hay risa, hay alegría, haycelebración. Si un hombre puede ser un auténtico Zorba no estará lejos de ser unBuda. Habrá hecho la mitad del camino. Y la primera mitad es la más difícil, porquetodas las religiones se oponen.

Osho, 2000: 79

Sí, desde entonces algo se desprendió, algo estalló en mi pecho e iluminó mi cabeza. Por fin encontré la semilla de la que me había hablado Doña Paula, sabíaque faltaba mucho, que esto era sólo el principio. Contemplé la lucecita a lo lejos,sabía que no estaba afuera, y sin embargo, me indicaba que hasta en la percepcióndel túnel había una abertura, sólo me restaba dar un paso más, sólo un paso más, yesa era toda la realidad.

Leo y releo este libro, intento sentirme ajeno, distante, trato de encontrar loseslabones que forman esa cadena que llamamos historia, cuyo último eslabón seríaeste instante y me descubro en cada fragmento, en cada recuerdo. Vuelvo a cobrarpresencia en el relato y a través de él invoco a todos los que me acompañaron en esetrayecto tan significativo. Siento como si mi médula espinal estuviera graficada enlas líneas, en los párrafos que he ido creando a partir de un movimiento de miinterioridad. Comprendo la necesidad del movimiento del alma, sin éste sería imposibleprofundizar en las relaciones interpersonales.

Recuperar nuestra historia a través de la narración es un buen intento deintegrarnos, de madurar, de liberarnos de la ignorancia que nos mantiene sumidosen el sufrimiento. Sufrimiento generado en ese tiempo pretérito e inexistente, en elcual se eslabonan alternativamente la culpa y el miedo, produciéndonos ansiedad ypor lo tanto, una pérdida en nuestra calidad de vida

Page 219: Doña Paula: Un salto al vacío

El relato se produce en el “aquí y ahora”, esto es importante tener siemprepresente, es un continuum que se manifiesta cada vez que alguien toma la palabra yempieza a eslabonar una historia. Esta historia no tiene nada que ver con el pasado,las únicas conexiones con el pasado son algunos hechos dispersos, los cuales sonrescatados y resignificados con los “ojos nuevos” de un narrador permanentementeactualizado por las nuevas vivencias. Vivencias que evidentemente prometen unhorizonte mucho más claro, mucho más pleno.

Si la narración no se actualizara implicaría que el narrador siempre es elmismo, que se ha condenado a no devenir, a no desarrollarse, a quedarse atrapadoen un tiempo que fue y que, por lo tanto, ya no existe. El continuo cambio brindanuevos significados, nuevos símbolos, nuevas interpretaciones, y cada una de ellosnos acerca a ese contacto tan ansiado con nuestro self.

La narración, como todo lo existente, forma parte de ese proceso de continuocambio, se actualiza, se enriquece o empobrece, a veces parece que muere y otras quees rescatada por el protagonista o por otros, cuyas percepciones brindan nuevos ydiferentes matices al relato.

Como sujeto que se ha dejado seducir por las historias de “otros”, me deboel regalo de intervenir con mi propia historia; como narrador me permito recrear mipropia vida, y partiendo de la evocación de los recuerdos rompo la linealidad deltiempo para narrar los “hechos” a la luz del hoy, del “aquí y del ahora”.

Los recuerdos surgen en la mente de golpe, de manera inesperada, tal vezrespondiendo a hechos que actúan como detonantes, o tal vez siguiendo un ritmopara nosotros desconocido. Estas imágenes se extinguen bajo las mismas reglas, derepente, como si fueran exorcizadas parten o se desvanecen, dejando, sin embargo,toda una carga emocional en el cuerpo, o regresando a esa parte del cuerpo en dondehabían quedado grabadas en el hecho histórico. Si quisiéramos ser más representativosdiríamos que nuestra historia está escrita en cada centímetro de nuestro cuerpo, ennuestros músculos, en nuestros huesos, en el ritmo de nuestras respiraciones y denuestro corazón.

Como lo he venido expresando, el relato posee un poder sanador, poder quese manifiesta tanto en quien lo escucha como en quien lo narra, si es que ambos seabren a la experiencia de ser tocados por la magia creadora y recreadora de la narración.En este caso, quien narra se sumerge en su inconsciente, profundizando, buscandonuevas respuestas a la luz de las nuevas herramientas que posee, con la finalidad desanar, de deconstruir aquello que se transformó en una barrera para acceder a unalibertad más plena. Como narrador puedo compartir el hecho de la sanación, no puedohablar del milagro de la sanación, no ha sido un hecho de radiación de manos o deuna palabra mágica, tal vez fue el hecho de un montón de palabras encadenadas alsentimiento.

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s233

Page 220: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s234

El hablar desde mí mismo, de mis propias experiencias, me confiere podery responsabilidad sobre mis sentimientos, pensamientos y actos; y como todo entraen ese vaivén comunicacional, también soy receptor de las necesidades de exteriorizarsede los demás, enriqueciéndonos mutuamente en ese intercambio de vivencias ysignificados.

Entre estos dos encuentros significativos, quien narra ve y se enriquece conlas diferencias, y en una danza dialéctica su propio ser las integra en la narración,generándose una nueva experiencia, más allá de diferencias semánticas ointerpretativas. Por un lado Doña Paula, por el otro, y muchas veces de maneraparalela, el Desarrollo Humano. El resultado: una experiencia de vida, una oportunidadpara quitar los velos de una mente, muchas veces mecánica, muchas veces enajenadapor el dolor de los recuerdos, y así, volver a sentir ese dinamismo propio de nuestroser.

Vuelve a cobrar presencia la experiencia de vida y la nueva oportunidad deinvocarla a través del relato, a ejercer su poder sanador sobre el narrador, exorcizandoaquellas experiencias cuya lectura había sido incompleta, en la mayoría de los casospor no disponer de los recursos necesarios para una interpretación más liberadora.

El poder comunicar mis experiencias personales en una relación que para míha sido, y sigue siendo, significativa, me llena de gozo, y aunque me había propuestono poner ninguna cita en las conclusiones, creo que no sería justo si no compartieraestas palabras de Carl Rogers, ya que expresa mejor que nadie lo que quiero compartir:

Experimento una sensación de satisfacción cuando me atrevo a comunicar mi realidada otro. Esto está lejos de ser fácil, en parte debido a que lo que experimento varía encada instante. Normalmente hay un desfase de tiempo, de momentos, días, semanaso meses, entre la experiencia y la comunicación. Tengo una experiencia, seguida deuna sensación, pero sólo me atrevo a comunicarla cuando se ha enfriado lo suficientepara arriesgarme a compartirla con otro. Sin embargo, cuando logro comunicar loque hay de verdadero en mí en el momento que ocurre, me siento auténtico, espontáneoy vivo.

Rogers, C., 1994: 22

Doña Paula también nos invita a recrear ese mundo en el cual podemossentirnos auténticos, espontáneos y vivos, nos invita a un mundo que existe, quevive, que palpita, lleno de significados por sí mismo, que nos permite compartir loque hay de verdadero en nosotros, nos conmina a la libertad, a la responsabilidad,al compromiso, y una y otra vez insiste en el perjuicio que trae aparejado el eludir elencuentro con el verdadero ser, con el verdadero sentido de la vida. Entonces DoñaPaula nos invita a detener la mente, a no utilizar la lectura como un escapismo más,a guardar silencio, a buscar esa comunión con la sabiduría interna.

Page 221: Doña Paula: Un salto al vacío

Tal vez la única diferencia real entre estas dos posturas son los escenariosdiferentes, los caminos, los atajos, pero no así sus metas. La promesa es la misma: la libertad del ser.

No me siento capaz de concluir nada ¿Por qué? Porque el relato se siguehilvanando, cada vez aparecen en la vida de este narrador nuevas vivencias, y éstasse manifiestan como si generaran un efecto dominó, impactan de manera importanteen cada uno de los significados de los signos y símbolos acuñados en mi vida.

Es a partir de este autoconocimiento como nos transformamos en seres libresy responsables, con la capacidad, ahora sí, de comprometernos; el relato nos posibilitadescubrirnos. El escenario, en el que todos los recursos se dan cita no pudiera ser otroque la cotidianeidad. Ese estar siendo e intentar darme cuenta a cada instante, quesoy yo mismo el protagonista, que soy yo quien mueve, quien siente, quien piensa. Eldetener el monólogo interno es la gran oportunidad de que el "otro” cobre realmentesignificado en mi existencia; de lo contrario, el ego, en su necesidad permanente deautoafirmaciòn, tal como lo expresáramos, no deja cabida a nada ni a nadie.

En cuanto a los lectores, sé que algunos que se aventuren a leer este trabajose preguntarán “¿será esto cierto?” y otros más audaces se atreverán a decir: “es unrelato de ficción”. A ambos grupos quisiera decirles que estas preguntas careceríande una verdadera importancia, y me atrevería a proponerles que intenten narrar suspropias vidas, entregándose al relato con pasión, en cuerpo y alma. Que abran lascompuertas de los recuerdos y que los dejen salir, en el orden que sea, tal como losvayan sintiendo. Les aseguro que les va a costar cerrar las compuertas que conteníantantas alegrías, tantas tristezas. Cuando se vacíen de esa tensión interior que producenlas historias contenidas, quedará un gran espacio vacío y el flujo de vuestra propiavida, que con su propio caudal retomará su verdadero rumbo.

Por mi parte, como narrador he respetado los verdaderos nombres, tanto delugares como de personas, a efecto de que si algún escéptico quisiera constatar estahistoria, pueda hacerlo.

Estoy convencido, al finalizar este trabajo, de que me he convertido en unamejor persona; que el tiempo y dedicación al estudio y práctica de lo aprendido hancolaborado en este desarrollo, y lo más importante: que puedo decirlo sin temores ofalsas modestias.

Este desaprendizaje me llevó a una resignificación de mis verdaderos recursos,lo que se traduce en una mayor confianza en mi propio self, en una mayor toleranciahacia mis propias equivocaciones, a vivirme más en un tiempo presente, con unaconciencia atemporal, a aceptar y hasta apoyar lo inevitable. El aprender a respetarmeme hizo aprender a respetar a los seres que me rodean, aprendí a ser más asertivo, a

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s235

Page 222: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s236

acercarme a aquellas personas con las que me interesa relacionarme y a tomar distanciade aquellas personas a quienes permitía abusar de mí por la necesidad de ser aceptadoy querido. En síntesis, soy un ser humano en proceso de reencontrarme cada día, acada instante, conmigo mismo y con los demás en una mayor libertad, responsabilidady compromiso.

Page 223: Doña Paula: Un salto al vacío

Glosario

Constructo: Deriva de la observación de patrones repetidos de los eventos. La personalidadde un individuo se forma a partir de un sistema de constructo. Una persona utiliza los constructospara interpretar el mundo y anticipar sucesos. Los constructos que ella emplea definen sumundo Si se quiere entender a una persona debe saberse algo acerca del sistema de constructosque ella utiliza, los eventos incluidos bajo estos constructos, la manera en que éstos tienden afuncionar y el modo en que están organizadas sus relaciones para formar un sistema.

Holístico: Es el estudio del todo, relacionándolo con sus partes pero sin separarlo del todo.Es la filosofía de la totalidad.

Koan: Literalmente: documento público. Acertijo dado por el maestro al discípulo para provocarun impacto intelectual y despertarle a una dimensión más allá del intelecto. Los koanes hansido recogidos, sistematizados y utilizados durante siglos para instruir y probar a los estudiantesen el entrenamiento Zen. Existen unos mil setecientos koanes registrados. El mejor koan esaquel que provoca una indagación perpleja que surge de modo natural de nuestra propiaexperiencia y que no puede abandonarse hasta haberla resuelto. Todos los fenómenos deluniverso son un koan.

Sabiduría organísmica: Es nada más y nada menos que la capacidad natural del ser humanoo del organismo, de saber lo que necesita.

Self: Para Jung, el arquetipo más importante es el de self (empleamos aquí el término self quequiere decir “sí mismo”, por su aceptación literal en la psicología de habla hispana). El self esla unidad última de la personalidad. El self, en palabras de Omar Joray, es el encargado de quelo complejo se transforme en unidad, que lo oculto se transforme en evidente, que la dificultadse transforme en facilidad, que uno se adapte a las circunstancias (según como las circunstanciaslo indiquen y no como uno quiere) y el self permite ver claro nuestras intenciones, de las cualesnacen obras y consecuencias.

Sufismo: En el sufismo coexisten diferentes métodos que persiguen la purificación del almahumana, la consecución del Conocimiento divino y la realización de la Realidad Divina, a travésde las enseñanzas espirituales que brinda la Revelación (El Corán y la Sunna, principalmente),de forma secundaria a los dichos y experiencias de otros profetas y los santos, y la práctica deun camino espiritual a través de la guía de un maestro autorizado. El sufismo es el camino quepretende purificar el corazón, que es el órgano donde se concentra el espíritu, siguiendo eldicho profético que dice: "en el ser humano hay un trozo de carne que si está sano, todo él estásano, y si está corrupto, todo él está corrupto, y ese órgano es el corazón". Es el camino delamor profundo a Dios. Según un maestro actual, Shaij Nazim al-Qubrusi: "es otorgar a cadacosa su realidad", o como dicen otros, "vestirse con las más nobles características" (makarimal-ajlaq)

Transpersonal: El término Psicología transpersonal suele englobar a una serie de pensadoresy psicólogos que habiendo desarrollado diferentes estilos terapéuticos tienen en común laaceptación de la espiritualidad del ser humano. La Psicología transpersonal considera que lapsique es multidimensional. Existen diversos "niveles de conciencia", cada uno tiene diferentescaracterísticas y se rige por distintas leyes. Tal como sostiene Stanislav Grof: «el mayor problema

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s237

Page 224: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s238

de la psicoterapia occidental parece ser el hecho de que, por diversas razones, cada investigadorha fijado primordialmente su atención en un determinado nivel de conciencia y ha generalizadosus descubrimientos a la totalidad de la psique humana». Esta corriente surge a finales de losaños 60 y, pese a contar con brillantes exponentes como Abraham Maslow, Stanislav Grof yKen Wilber, ha sido ignorada  sistemática en el ámbito académico de la Psicología. No se enseñaprácticamente en ninguna universidad aun siendo, probablemente, la corriente psicológicamás abarcadora de todas.

Page 225: Doña Paula: Un salto al vacío

Bibliografía

CASTANEDA, CARLOS.Las enseñanzas de Don Juan. Fondo de Cultura Económica, México,1986.

— Una realidad aparte. Fondo de Cultura Económica, España, 1997

DE LA CRUZ, SAN JUAN. Las páginas más bellas de San Juan de la Cruz. Editorial MonteCarmelo, España, 1998.

DE MELLO, ANTHONY. Un minuto para el absurdo. Sal Terrae. España, 1993.

DESPEUX, CATHERINE. El camino del despertar. Editorial Ibis, España, 1991.

DETHLEFSEN, THORWALD Y DAHLKE, RÜDIGER. La enfermedad como camino. Plaza &Janes. Barcelona. España, 1993.

DOCUMENTO DE LA MAESTRÍA EN DESARROLLO HUMANO. Universidad Iberoamericana,México, 2002.

ECHEVERRÍA, RAFAEL. Ontología del Lenguaje. Dolmen Ediciones, Argentina, 1994.

ENGLER, BÁRBARA. Introducción a las Teorías de la Personalidad. McGraw Hill, México,1996.

GOBLE, FRANK. The Third Force. Grossman, New York, 1970.

GÓMEZ DEL CAMPO, JOSÉ. Apuntes de la clase impartida por el Maestro. Del libro Freedomto learn for the 80's, Libertad y creatividad en la educación.

GROFF, STALISNAV Y OTROS. La conciencia transpersonal, por Marc-Alain Descamps.Historia del movimiento transpersonal. Editorial Kairós, España, 1999.

GURDJIEFF, G. I. Perspectivas desde el mundo Real. Hachette. Argentina, 1973.— Encuentros con hombres notables. Ghanesa. Venezuela, 1995.— La vida es real sólo cuando yo soy. Editorial Sirio. España, 1995.

I Ching, El libro de las mutaciones. Editorial Hermes. México, 1995.I Ching, El libro de los cambios. Editorial Cuatro Vientos. Chile, 1976.

IDRIES SHA. Las ocurrencias del increíble Mulá Nasrudin. Paidós. Argentina. 1986.— Los Sufíes. Editorial Kairós. España, 1996.

JALALUD DIN RUMI. El Masnavi, Las enseñanzas de Rumi. Edicomunicaciones, España,1998.

JUNG, CARL G. Y WILHELM, RICHARD. El secreto de la flor de oro. Editorial Paidós.Buenos Aires, 1991.

D o ñ a P a u l a : u n s a l t o a l v a c í o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s

Page 226: Doña Paula: Un salto al vacío

M u j e r e s d e l c a m p o

Gobierno del Estado de Nuevo León I n s t i t u t o E s t a t a l d e l a s M u j e r e s

KAPLEAU, ROSHI PHILIP. Los tres pilares del Zen. Árbol Editorial, México, 1988.

KLURLAN, H. De matrimonios, creencias y terapias. En A. Sánchez (Ed.) CounselingHumanístico: Teoría y Práctica. Vol. 2, Buenos Aires: Instituto Holos, Centro Argentino dePsicología Humanística y Counseling, 1999.

KRISHNAMURTI, JIDDU. Las Enseñanzas de Krishnamurti. Grijalbo. México, 1996.— Más allá de la violencia. Editorial Planeta. México. 1998.

LAO TSÉ. Hua Hu Ching 81 meditaciones taoístas. Editorial Arca de sabiduría. España, 1995.— Tao Te King. Luis Cárcamo editor. Madrid, 1995.

MAJÍA ARAUZ, REBECA Y SANDOVAL, SERGIO ANTONIO. Tras las vetas de la investigacióncualitativa. Perspectiva y acercamiento desde la práctica. ITESO. México, 1998.

MASLOW, ABRAHAM. El hombre autorrealizado, Editorial Kairós. España, 1998.

NYOGEN SENZAKI Y PAUL REPS. 101 Historias Zen. Editorial Martínez Roca, España, 1998.

OUSPENSKY, P. D. Fragmentos de una enseñanza desconocida. Hachette. Argentina, 1968.

OSHO. Tantra, espiritualidad y sexo. Arcano Books, España, 1995.— El libro del Hombre, Debate Editorial. España, 2000.

REYNAGA OBREGÓN, SONIA. Perspectivas cualitativas de investigación en el ámbitoeducativo. La etnografía y la historia de vida. ITESO. México, 1998.

ROGERS, CARL. El proceso de convertirse en persona. Paidós. Buenos Aires, 1996.— El Camino del ser. Editorial Kairós. Barcelona. 3ª. Edición: 1995.

ROGERS, CARL Y STEVENS, BARRY. Persona a persona. Amorrortu Editores. Argentina.1994.

SALANA PENHOS, HÉCTOR. Gestalt, De persona a persona. Instituto Mexicano de PsicoterapiaGestalt. México, 1996.

WILBERT, KEN. La conciencia sin frontera. Editorial Kairós, 7ª edición, España, 1998.

Page 227: Doña Paula: Un salto al vacío

Coordinación general y edición

Guadalupe Elósegui M.Coordinadora de Investigación

Diseño y formato:

Emilio Federico Campos Hernández

Portada

Se me subió (Oaxaca), de Lorena Rodríguez Ayala.Acrílico, 150 x 110 cm. Colección privada.

Lorena Rodríguez Ayala

Nació en Monterrey, N. L., México, el 14 de septiembre de 1972. Autodidacta, desde niña estuvoen contacto con la pintura en el taller de su madre, la maestra y pintora Elsa Ayala. Estudiómercadotecnia en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM),donde montó su primera exposición individual en 1992. A partir de entonces y hasta la fecha,ha mantenido una sólida trayectoria que la ha llevado a exponer en importantes galerías ymuseos nacionales y de países como Estados Unidos, Canadá, España y Hong Kong, entre otros.

En octubre del 2003 fue seleccionada entre 700 artistas de más de 85 países para formar partedel proyecto “Imagining Ourselves” del International Museum of Women de San Francisco,California, en Estados Unidos. Su obra ha aparecido en diversas publicaciones.

“Yo pinto manos, pinto el cuerpo humano, pinto a la mujer en diferentes aspectos, retrato ala mujer latina pero no sometida y triste, sino fuerte y actual; reflejo en imagen y en idea lastradiciones y costumbres de la bellísima Latinoamérica y en especial de mi México mágico,pero en un contexto más contemporáneo”.

Page 228: Doña Paula: Un salto al vacío

Mujeres del campoDoña Paula: un salto al vacío

se terminó de imprimir en el mes de noviembrede 2006, en los talleres de:

El tiraje consta de 1,000 ejemplaresmás sobrantes para reposición.