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Page 1: Dolo Navas · 2017. 1. 28. · 1 MORAZA, J.L. Filometría. Catálogo Joxerra Melguizo. Casa de Cultura de Basauri, 1997. 2 COLAIZZI, G. Género y tecnología(s} Revista de Occidente

T X A R O F O N T A L B A

Dolo Navas

Jugar a vestirse en un mar de objetos (de desecho)

Nuestra época está de te rminada p o r la crisis de la ident idad del sujeto, po r u n a urgencia compulsiva a la au tocomprens ión , a la reflexión y al control en unas circunstancias de reflexividad generalizada. Los espacios públ ico y privado se art iculan según sus propios ó rdenes referenciales internos , pe ro n o po r ello dejan de estar vinculados en su o rdenamien to : lo privado se en tender í a como u n a creación de lo públ ico y viceversa. El trabajo de Dolo Navas habi ta estos umbra les o espacios de transición. La utili­zación en su obra de la máscara, del vestido y del a d o r n o es test imonio de u n conflicto en t re territorios: lo ín t imo y lo intersubjeti­vo, la p leni tud y el vaciamiento, la mater ia y la ingravidez, la impureza y lo sublime, la n o r m a y lo abyecto, el consumo y el desecho, el j u e g o y el drama. Se trataría de u n espacio d o n d e las fronteras en t re el sujeto y el objeto se disuelven, o al menos quedan en suspenso.

En 1994 la escultora realiza u n a obra titulada Arrópame, que es toda u n a declaración de intenciones. Aparecen colocadas en el suelo unas agujas de tricotar con u n a labor de p u n t o a med io hacer. La lana, a m o d o de co rdón umbilical, está un ida a u n a gran bola del m u n d o — c o m o si del ovillo se t ratara— a r ropada con u n "vestido" h e c h o de lana de diversos colores d o n d e se repre­senta u n m a p a m u n d i . Dolo Navas parece increpar al o t ro amorosamente para que re r sugerirnos que la intersubjetividad n o deriva

de la subjetividad sino al contrar io . El sujeto establece trayectorias con sentido po r la utilización vinculante del e n t o r n o social más extenso. El cuerpo expuesto a u n con­t inuo proceso de socialización sería ese lugar ex t r emadamente frágil, vulnerable e inestable d o n d e se realiza u n equilibrio de adaptación s iempre precar io y que , al mismo t iempo, posibilita vincular el cambio social y la acción personal . U n a experiencia arriesgada que despoja al individuo de seguridad. La coraza pro tec tora se enten­der ía en el sent ido de control autorregu¬ lado y de adaptación corporal y emocional , lo que implicaría u n compromiso con el m u n d o social más que u n a re t i rada de él. La ident idad del yo se h a de o rdena r y reor¬ dena r en la acción; u n tejer y destejer con­t inuo sobre el trasfondo de las experiencias cambiantes de la vida diaria y social.

El interés constante en la obra d e Dolo Navas po r el desarrol lo corporal , el vestido y el o r n a m e n t o n o r e sponde a u n a experien­cia de u n cuerpo ensimismado y autorrefe¬ rencial. El vestido n o es j u e g o frivolo de simulación o imitación de ident idades, sino voluntad y compromiso comunicativos, implicados en u n proyecto de construcción de u n yo interrelacional y vinculante. La idea c o m ú n del vestido como la máscara más evidente, es d e u d o r a de u n concepto del yo identi tario caracterizado ontológica¬ men te . Es la convicción de que la civiliza­ción y la sociedad falsifican u n a presun ta ident idad originaria previa. La máscara y el vestido se en tende r í an como e lementos fronterizos que delimitan y encarcelan nues­tra ident idad y nues t ro cuerpo . La confianza en los fenómenos de imitación, simulación, fingimiento o apropiación como prolife­ración de máscaras, n o parecen p o n e r en cuestión u n a presun ta "verdad" del cuerpo , del sexo, del género , sino q u e a m o d o d e marco o envoltura los enc ie r ran y naturali­zan. En el proyecto de u n yo múlt iple impli­cado en u n a relacionalidad intra e intersub­jetiva, n o bastarían las figuras de u n yo

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O P I N I Ó N

al terado que busca salir de sí mismo, repli­carse, ex-presarse. El yo repl icado va tras su imagen, dobles de sí, y n o busca desem­barazarse de sus representaciones , sino que quiere salvarse en los múltiples reflejos. Síntoma de u n a ident idad que sabe de su incapacidad para decir o de te rmina r el "yo". Muchos discursos nos dicen que n o existe u n a ident idad predefinida, sino u n comple­j o de relaciones que nos identifican 1 ; la ident idad es más bien u n signo, es decir, u n a articulación de diferencias en el inter ior de u n sistema; u n a posición en u n hor izonte de sentido sobrede te rminada po r vectores de lenguaje y poder ; u n a serie abierta de iden­tificaciones s iempre parciales e inestables 2 .

La artista realizó u n a pe r fo rmance en la Sala CM2 de Vitoria, t i tulada también Arrópame. Aparec iendo desnuda implicaba al o t ro , en u n acto participativo d o n d e se significaba el vestido como condición de intersubjetividad, al mismo t iempo que se problematizaban los significados del desnudo femenino y su impor tancia simbólica en la tradición occidental del arte. Se plantear ía la posibilidad de sustituir el "desnudo" por el "cuerpo despojado de ropa" que , a u n q u e n o escapa de las representaciones y n o cabe el recurso de u n cuerpo sin mediaciones e irreductible, sí al menos pe rmi te u n cuerpo semiót icamente más abierto a otras posibili­dades de representación. U n a subjetividad n o art iculada sobre la fijación de los límites de la corporeidad, sino en t o rno a su perma­nen t e movilidad y permeabi l idad. Juga r a vestirse para desplazar la mera cuestión del cuerpo femenino como u n a forma enmarca­da y contro lada den t ro de unos límites, con el fin de trazar líneas de compor tamien to que tratan d i rec tamente el deseo, la repre­sentación visual y el cuerpo femenino, abierto a otros flujos: vegetalidad, (la artista realizó en 1994 u n vestido u n i e n d o mul t i tud de eucaliptos); animalidad o flujos alimenticios, como en la obra ti tulada Para tener un cuerpo danone, que construyó con tapas de yogures. La artista n o parece p r imar su p rop ia expe­riencia corporal y emocional en mayor med ida que su experiencia cultural y social. En este sentido, se advierte que el yo con­t e m p o r á n e o parece pe rde r sustancia, se queda en los huesos como el cuerpo ano¬ réxico que , en u n in ten to suicida de repre­sentar con el p rop io cuerpo el "yo integral verdadero", de hacer converger la forma y los límites exteriores del cuerpo con el aden t ro y la ident idad, deviene nada.

El p lanteamiento sobre los bordes del cuerpo femenino se traslada a la figura d e l caracol. El de snudo femenino en la historia ha sido represen tado como forma enmarcada y cerrada he rmét icamente a cualquier trasvase de lo inter ior y lo exterior y ha servido de dispositivo simbólico d o n d e se intensifica el proceso regulador de la ident idad. Y si "toda estructura es vulnerable en sus márgenes" 3 , po r ello mismo el cuerpo es también territo­rio de ansiedad emocional y existencial, sometido a u n a serie de regímenes y técnicas que regulan su funcionamiento , sus inter­cambios con el exter ior y todo aquello que excede a sus límites. Los lugares de la fron-

Dolo Navas S / T ( euca l ip tos e hi lo) 1994

tera corporal que amenazan esta unidad , que son más proclives a intercambios, a pérdidas , a trasvasar el inter ior o a engullir el exterior son los orificios. En ellos, si seguimos a Mary Douglas, es d o n d e la estructura de ideas se hace más vulnerable. De esta m a n e r a se p u e d e pensar que el cara­col es metáfora de los orificios corporales, u n umbra l p e r m a n e n t e m e n t e abier to en t re u n exterior y u n interior, que deja huellas, rastros, que sufre u n a pérdida . Es la experi­encia de lo abyecto como reconocimiento de que el individuo n o es una ent idad estable y p e r m a n e n t e m e n t e fijada. En este sent ido es el cuerpo materno , el cuerpo embarazado, el que abre más los agujeros de las categorías, de la ident idad cerrada.

Y al mismo t iempo las conchas son protec­ción, pe ro las de Dolo Navas serían más bien redes, tramas de agujeros, superficies agu­je readas que pe rmi ten u n a osmosis; utensi­

lios protectores que n o fuerzan a n ingún confinamiento, sino q u e sirven de filtraje, de transición en t re el sujeto y el espacio de los objetos, en t re descubrir al o t ro y sepa­rarse. Lo que sin embargo parece interesar a la artista es, que esta aper tu ra del caracol es la que le pe rmi te la formación lenta y con­tinua de su concha. El propio caracol rezuma la mater ia con la que construye su protec­ción, destila a su med ida su envoltura, se viste de su prop ia materia, de lo que excede de su cuerpo , de lo abyecto que bo rdea la frágil identidad. U n utilitarismo desenfrenado que niega la l ínea irreversible del t iempo, la degradación de los sistemas orgánicos, la descomposición y las pérdidas . En su obra más reciente la artista, median te la utiliza­ción del cristal extraído de objetos de dese­cho, parece buscar u n a especie de alquimia que persigue la t ransparencia luminosa del desperdicio más allá del imperativo de lo útil. Ya en la obra Columna se advertía u n a mayor renunc ia al espectáculo de la propia imagen en beneficio de lo t ransparente , de la mixtura de capas, de lo inter ior y lo de afuera; se hace pa ten te la necesidad de cons­truir u n a zona in te rmedia de experiencia que n o quiere ser u n a duplicación del cuer­po , sino u n intervalo. La acentuación de las fronteras, la intensificación de los bordes se ve contrar res tada po r u n a bar re ra transpa­ren te p e r o muy real. El inter ior se vacía, p ierde aire, se descorporaliza. El sí mismo n o es el cent ro , t ampoco es lo inaccesible ocul to en algún lugar en los pliegues de la ident idad, sino que es u n a transición, como un ión ambivalente en t re distancia y deseo, u n lugar de descanso, u n "cojín" (como la propia autora titula algunas de las esculturas de esta serie) o zona in te rmedia "para la pe rpe tua tarea de m a n t e n e r separadas y a la vez interrelacionadas la realidad in te rna y la exterior". En la instalación presentada rec ien temente en la Sala Recalde de Bilbao, Dolo Navas dispone las esculturas como si se trataran de joyas en una vitrina, construyendo u n a escenografía del consumismo. Sus tra­bajos de joyas con estos mismos materiales convierten también al cuerpo en u n exposi­tor, joyas-grilletes que inmovilizan al cuerpo . Parece hablarnos de u n a resistencia a enten­der el deseo como consumir o ser consumi­do . Resistencia al deseo que cada vez es más u n a pasión de espera, dirigida a bienes o satisfacciones imaginadas de futuro. En contraposición, la artista p r o p o n e imágenes materiales, objetos transitivos, espacios de la fantasía y el sueño, u n espacio d o n d e sen­tirse vivo, más allá de la adaptación, que s iempre es u n a forma más o menos intensa de ser sumiso. •

TXARO FONTALBA es artista y vive en Pamplona.

N O T A S Y R E F E R E N C I A S

1 M O R A Z A , J.L. Filometría. Catálogo Joxerra Melguizo. C a s a d e

C u l t u r a d e B a s a u r i , 1 9 9 7 .

2 C O L A I Z Z I , G . G é n e r o y t e c n o l o g í a ( s } Revista de Occidente.

M a r z o , 1 9 9 7 .

3 D O U G L A S , M . P u r e z a y peligro. B u e n o s A i r e s : S i g l o X X I , 1973

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