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CAPITULO I
ETIMOLOGÍA DE LA PALABRA PODER
La palabra poder tiene su raíz etimológica en el término latino “potere", que
deriva del latín arcaico "posse". La conjunción del verbo "posse" es el resultado
de una complicada combinación de reacciones analógicas entre el verbo simple
"potere", y la combinación de "pottis esse", que significa ser capaz. De ahí que
quien tiene poder es capaz de hacer algo.
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española ofrece una serie de
definiciones sobre poder:
1. Dominio, imperio, facultad y jurisdicción para mandar o ejecutar una cosa.
2. Fuerza de un Estado, en especial los militares.
3. Acto o instrumento en que consta la facultad que uno da a otro para que, en
lugar suyo y representándole, pueda ejecutar una cosa.
4. Posesión actual o tenencia de una cosa.
5. Fuerza, vigor, capacidad, posibilidad, poderío.
6. Suprema potestad rectora y coactiva del Estado.
Como se puede apreciar, la palabra poder en castellano significa una serie de
situaciones y una variedad de acciones. Puede significar dominio e imperio,
también facultad y jurisdicción que una persona tiene para mandar o ejecutar
una cosa. Es, pues, por un lado, un atributo y, por el otro, una situación de
hecho. Evidentemente el concepto de poder está ligado al de fuerza, ya sea
que esta fuerza sea ejecutada por un individuo, por un grupo de personas o por
una institución como el Estado. Además ele ser una facultad y una capacidad,
el poder es una posibilidad para mandar a hacer o a no hacer algo, es una
situación que permite ejecutar una acción determinada u obligar a ejecutarla.
El concepto de poder está ligado al Estado, considerado como la única
institución con potestad para regular la vida intersubjetiva y con la facultad de
hacer cumplir las órdenes, apoyado en la coacción que la ejerce por medio de
la aplicación de mecanismos legales o por medio del uso de la fuerza
institucionalizada, a través de los institutos aunados y policiales.
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Se puede apreciar, entonces, que el poder es un concepto difícil de determinar
y definir porque su naturaleza es compleja y porque refiere a una serie de
manifestaciones de la conducta sumamente variables. Por eso, muchas veces
se habla indistintamente de poder social, poder político, poder religioso, poder
económico, poder estatal, poder local, poder central, poder nacional, etc. Otras
veces el concepto de poder está ligado y se confunde con el de autoridad,
influencia, control, dominación y liderazgo. Sin embargo, hay por lo menos el
consenso que todas estas formas de poder son expresiones del poder social.
En tal sentido, el poder es un hecho o un fenómeno social que acontece en la
interacción intersubjetiva y dentro de una estructura social determinada. Por
consiguiente, el poder se expresa como un conjunto de relaciones sociales.
Según Lucio Mendieta y Núñez, el poder como relación social tiene que estar
sujeto a tres condiciones fundamentales:
Es un proceso de transacción entre los diversos intereses de la sociedad.
En torno al poder debe haber cierta coincidencia de orientaciones generales
"universales". Es decir, en los que están de acuerdo el mayor número de
personas.
El uso de la fuerza que dispone quien tiene poder, para imponer sus intereses
particulares en cierta medida, cuyo límite está en la oposición y hasta en la
rebelión de los gobernados.
Se dice, también, que el estudio sistemático, analítico y crítico del poder ha
dado origen a una "ciencia del poder" que se llama Cratología; del griego
"cratos", que significa poder y "logos", tratado; es decir, tratado del poder. Sin
embargo, esta disciplina, que no ha contribuido decisivamente a la
comprensión del poder, ha sido dejada de lado por los modernos estudios que
la Ciencia Política está haciendo sobre la naturaleza, estructura, dinámica y
fundamentos del poder social y político.
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CONCEPTO DE PODER
Desde que aparecen las primeras formas de organización social, encontramos
que en las pequeñas comunidades existe un grupo reducido de personas que
toman decisiones en relación al resto, quienes deben cumplir la orden
emanada de quienes deciden. Hay, entonces, una relación mando-obediencia.
No se trata, únicamente, de una relación simple de carácter familiar, profesional
o laboral, sino de una relación compleja que de alguna manera afecta a la
colectividad en su conjunto. Como observó agudamente Platón, la decisión
política se diferencia de las otras formas de decisión porque afecta a la
totalidad. Por su naturaleza colectiva, esta decisión es impersonal, algo
parecido a los mandatos y normas jurídicos, que son universales porque tienen
validez para todos los miembros de una sociedad. Que las decisiones políticas
emanadas de la autoridad sean acatadas o no, dependerá de una serie de
factores objetivos y subjetivos existentes en un momento determinado.
Al lado de la decisión impersonal están las decisiones personales, que recaen
directamente sobre un individuo o un reducido grupo de individuos. Es el caso
del dictador, que ejerciendo todo su poder, encarcela al opositor político. Se
puede decir, entonces, que las decisiones de poder político son, por un lado,
impersonales y, por el otro, personales y recaen sobre los individuos; pero las
decisiones políticas también pueden dirigirse sobre las cosas. Así, un gobierno
puede mandar destruir todo un conjunto de tugurios y en su lugar construir un
complejo habitacional adecuado. Desde luego, estas decisiones siempre
afectan a los individuos.
Generalmente quien tiene la capacidad de ejercer el poder político lo hace
porque cuenta con los instrumentos adecuados para hacerlo. Los gobiernos
cuentan con esa capacidad legal para ejercer el poder político pero, al mismo
tiempo, sobre todo en las sociedades modernas, existen otras instituciones no
gubernamentales que también gozan de la capacidad de ejercer poder. Los
llamados grupos de poder económico y político gozan de esa capacidad.
Tienen poder las iglesias, las empresas transnacionales, los sindicatos obreros
y patronales, los partidos políticos, los grupos de presión, las instituciones
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militares y los medios de comunicación de masas. Su decisión será política
cuando no sólo afecta la conducta de quienes gobiernan una nación, sino de
quienes integran la sociedad global.
Esta puede ser una forma de ejercer poder extra gubernamental o extra estatal,
si se quiere, fuera de lo que es la autoridad, las constituciones y las leyes; pero
decisión política al fin y al cabo, que se respalda en la mayoría de los casos en
la influencia de quienes toman las decisiones. En último término, una decisión
política es siempre en relación de seres humanos.
Empero, acontece algo más significativo, porque al interior de estas
instituciones también se ejerce poder sobre sus miembros. En una empresa
particular el poder está en la gerencia; en un partido político el poder está en
los líderes. Por eso, de igual manera que en la sociedad global, en donde "el
poder está concentrado en el gobierno, el Estado o la clase dominante," en las
pequeñas instituciones también hay concentración del poder decisional.
El ejercicio del poder es relacional y plural. Se desenvuelve en un ámbito de
dos o más personas. A ejerce poder sobre B, y entre ellos se establece una
relación de mando-obediencia, dependencia, interdependencia y
subordinación; pero A puede ejercer su poder sobre un universo mayor, sobre
B, C, D, E... etc., manteniendo la misma relación de mando-obediencia; con la
diferencia que, en el primer caso, la decisión recae sobre una persona; en
cambio, en el segundo, sobre una pluralidad; de ahí que la relación de poder es
dinámica, compleja y cambiante aunque también muestra regularidades.
Sucede que estas relaciones son en muchos casos conflictivas y poco
solidarias. El conflicto se produce porque no todos los miembros que integran
un universo social están de acuerdo con tal o cual decisión política y, por
consiguiente, se oponen a ésta, lo que va a generar diversas formas y
expresiones de conflicto. Como hay antagonismo, quien o quienes ejercen el
poder utilizan medios coactivos para imponer su voluntad y generar obediencia
para hacer prevalecer su decisión contra la voluntad de los opositores, incluso
aunque la oposición sea la mayoría. De este hecho se deduce que, en la
mayoría de los casos, la relación de poder es asimétrica porque su ejercicio y
su dinámica se desenvuelven sobre relaciones de desigualdad. Es muy difícil
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encontrar relaciones de poder simétricas, aunque pudiera haberlas en los
casos en que dos poderes sean iguales y uno de ellos pugne contra el otro
hasta someterlo estableciendo la desigualdad, o sea, la asimetría. Esta
asimetría se produce porque la decisión de un grupo está siempre en relación
inversa a la decisión de otro grupo en condiciones de la inferioridad, situación
que tiene su raíz en la dominación.
La decisión política que emana de quienes tienen el control del poder afecta no
sólo la conducta intersubjetiva, la acción social ensimisma, sino que puede
afectar el sistema de valores existentes en una sociedad y el funcionamiento de
las instituciones para asegurar cierta forma de orden social, lo que representa
procesos de cambio que van hasta las revoluciones.
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ORÍGENES DEL PODER
Uno de los problemas cruciales, y al que la Ciencia Política no ha prestado
mucha atención, es el de los orígenes del poder. Para lograr una explicación
más o menos razonable respecto al tema, la politología ha recurrido al auxilio
de la historia, pero fundamentalmente de la Antropología Política. La
interrogante planteada consiste en saber si los orígenes del poder están en la
fuerza, el mito o el conocimiento científico-técnico. Al respecto, los autores no
se han puesto de acuerdo porque, si bien es cierto que la fuerza es una
manera de tener poder sin control y quien la posee domina a los demás, el mito
como instrumento de poder y mecanismo de control social ha serado para
justificar el poder. Si analizamos la evolución histórica del poder organizado y
de la idea de poder, no cabe duda que mientras más primitiva es una
comunidad su concepción del poder es más mitológica. Uno de los grandes
mitos fue el del poder absoluto y soberano de los reyes otorgado por Dios. La
divinización, o si se quiere la sacralización del poder, ha sido durante mucho
tiempo una constante histórica. El mito ha servido como instrumento de
dominación y sojuzgamiento de los pueblos y de alguna manera nos sirve para
explicar estos fenómenos; pero también se debe destacar la capacidad de
quienes manejan una ciencia determinada o una técnica específica, sobre todo
porque quienes lo hacen tienen capacidad de ejercer poder, ya sea direc-
tamente o por influencia. "Saber es poder", decía Francis Bacon.
Así como el poder antiguo estaba en el guerrero que es la fuerza, también
estaba en aquellas personas (sacerdote, "chamán" o brujo) que interpretaban
las creencias ancestrales racionalmente no explicables como la religión, o en el
hombre de ciencia que sobre bases reales podía hacer algunas predicciones
que causaban admiración, respeto y sumisión.
Las tendencias hacia la desconcentración del poder que se han agudizado en
la sociedad moderna son, en el fondo, el producto histórico de la acción
humana frente a los mecanismos de dominación, del triunfo de la razón y el
conocimiento científico sobre el mito, de la libertad sobre la tiranía. Sin
embargo, el proceso no ha terminado, porque aún en nuestra sociedad
moderna se crean mitos como el de la eficacia del industrialismo, el
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desarrollismo y el cientificismo, que se diferencian de otros mitos primitivos por
ser menos inmanentes o sacralizados y más racionalizados; o en su defecto,
que obedecen a una lógica y racionalidad distintas.
De una manera general, puede afirmarse que las fuentes del poder, en último
término, se encuentran en la diferenciación social que otorga a grupos distintos
el control, posesión o manejo de recursos escasos básicos en una colectividad,
tales como riqueza producida, medios para crearla, conocimientos y técnicas.
Tal diferenciación, variable según distintos tiempos de sociedades, se expresa
en la asimetría mencionada anteriormente. En términos más sociológicos
puede afirmarse que las diferentes capacidades de decisión (o sea de poder)
se deben al control de recursos para aplicarlos a propósito de acción y estos
medios tienen relación con el número, organización, capacidad económica o
capacidad de desempeño, en el marco de una sociedad determinada o en el
amplio campo de las relaciones intersocietales.
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PODER Y ÉLITE
Si el poderles un fenómeno posicional y relacional, en que un pequeño grupo
de individuos manda y la gran mayoría obedece, es un hecho que esta
situación se debe a la desigualdad social.
Este pequeño grupo está compuesto por gobernantes, directores, jefes,
administradores, dirigentes, etc., que tienen capacidad de tomar, ejercer e
imponer sus decisiones sobre los demás y constituyen lo que se ha
denominado "élite".
El término español "élite" ha sido tomado del francés "élite", palabra que
corresponde a la voz latina "eligere", que quiere decir escoger, elegir. Dicho
término, hasta el siglo XVI, fue sinónimo de choice (elección), pero ya en el
siglo XVII empezó a cambiar de significado.
Dice Juan Ferrando Badía que a partir de este siglo se utilizó el término "para
designar el objeto de la elección" y, más especialmente, en el lenguaje
comercial, los bienes de una especial calidad. Elite significa, así, la "melior
pars" o "sanior pars" de un conjunto de cosas; es decir, lo que llamamos
metafóricamente "la flor" o "la crema".
Durante el siglo XVIII, el término se aplicó para designar a ciertos grupos
sociales que formaban los cuerpos militares escogidos y con este concepto
pasó al inglés y a otros idiomas durante el siglo XIX.
El término fue muy usado durante la "belle epoque "y posteriormente por los
autores llamados "maquiavelistas": Pareto, Mosca y Michels. Pareto lo
introduce en el léxico sociológico y político en su famoso "Trattato di
Sociología Genérale” en donde nos habla de "la circulación de las élites".
Mosca, en su "Elementi de Scienza Política" se refiere a la "clase política"; y
Michels nos habla de la "Ley de hierro de la oligarquía en el seno de los
partidos", en su famosa obra sobre los partidos políticos. Estos conceptos
esgrimidos por los teóricos "maquiavelistas" se pueden resumir en Ia teoría de
las minorías directoras"; incluso, se llegó al extremo de afirmar que la Ciencia
Política se reducía al estudio de las élites y que era una "ciencia italiana", así
como la economía política era una "ciencia inglesa".
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Cabe aclarar que esta teoría de las élites, vale decir, de las minorías directoras,
está impregnada de ideología, sobre todo en su período clásico; pues, al lado
de las explicaciones científicas que al respecto hacen Pareto, Mosca y Michels
sobre el hecho que en toda sociedad las élites circulan, y que son grupos
minoritarios que ejercen y participan en el proceso de decisiones políticas, se
trata de presentar este fenómeno como una cualidad propia de la naturaleza
humana, como una necesidad histórica inevitable.
Este criterio forma parte de lo que Ferrando Badía llama "la noción
sustancialista de la élite", que tiene sus antecedentes en Platón con los "reyes
filósofos"; Aristóteles con "la clase media"; la doctrina brahmánica de las
castas; Maquiavello, Guiciardini, Manzini; las tesis racistas de Henri De
Boulainvilliers, Joseph de Gobinau, Huston, Chamberlain; y los
pangermanistas.
Dentro del contexto de esta "noción sustancialista", indica Gaetano Mosca: "Si
examinamos el sistema elaborado por Aristóteles, vemos en seguida que es
imposible que un hombre gobierne sobre millones de súbditos sin la ayuda de
una jerarquía de funcionarios o de una clase gobernante, y que lo es,
igualmente, que una democracia funcione sin un organismo directivo y
coordinador que a su vez será una minoría organizada, otra clase gobernante
"Agrega que " hay en la actualidad todo un nuevo método de análisis político
que consiste en estudiar la formación y organización de ese estrato
gobernante al que en Italia ya se conoce, en general, con el nombre de clase
política; una expresión que junto con el término élite, utilizado por Pareto,
empieza a ser universalmente aceptado". Posteriormente, el mismo autor dirá:
"Dado que una clase gobernante es necesaria para el funcionamiento de todos
los órganos políticos, es evidente que el estudio de los fenómenos políticos
debe concentrarse en el examen de los diversos sistemas de formación y
organización de la clase gobernante. Criterio interesante y que significó un
aporte para el estudio de las relaciones de poder, como relaciones de mando-
obediencia, y de las formas de gobierno; pero insuficiente porque el estudio de
la política no puede reducirse sólo al proceso de decisiones gubernamentales
y a las formas de gobierno; pues, de ser así, no podríamos comprender otros
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hechos y fenómenos políticos, como el del conflicto, la revolución, el cambio
de un sistema político por otro, etc.
Se sabe que las tesis de Pareto, Mosca y Michels, como bien indica Lucas
Verdú, "fueron elaboradas en un clima de pesimismo y desilusión sobre las
instituciones democráticas. En este sentido, los tres autores prestaron un
servicio eficaz -claro que involuntariamente a la crítica fascista de la
democracia". Consecuentemente, también advierte Ferrando Badía "que no se
deba pasar por alto la proyección de las élites en el terreno ideológico. El
fenómeno exige, al contrario, una especial atención crítica, puesto que el
estudio no debe confundir la realidad con la distorsión ideológica... buena parte
de las doctrinas minoritarias clásicas adoleció de contaminación ideológica, que
mermó mucho su validez científica".
Ferrando Badía dice que "actualmente la Ciencia Política es mucho más amplia
y diversa que en aquellos tiempos. El concepto, entonces omnipresente de élite
ha perdido mucho terreno, aunque esté muy lejos de haber sido descartado.
Frente a la noción "sustancialista" de élite está la "relacional". Esta concepción,
como explica Ferrando Badía, "concibe a la élite como una posición social, es
decir, como un conjunto de relaciones dentro de un marco que es la estructura
social. La élite existe, pues, en virtud y en función de esa estructura y no
gracias a sus propiedades inherentes".
La noción relacional de élite es una respuesta a los planteamientos
"sustancialista" y trata de comprender cuál es la función de las élites en la
democracia. Por otro lado, constituye una denuncia contra la formación de
nuevas oligarquías.
Son representantes de esta tendencia Karl Mannheim, Joseph Schumpeter,
Maurice Duverger, Wright Mills, Simone de Beauvoir, Milovan Djilas, Rostas
Papaionnau y Herbert Marcuse.
Estos pensadores, aunque desde diversos ángulos, critican la formación de
élites oligárquicas, tanto en las sociedades regidas por la democracia
representativa como en las democracias populares. Pero esta denuncia es, a la
vez, un estudio sistemático y riguroso de las causas económicas, políticas y
sociales, que permiten la formación de élites en las sociedades modernas. El
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germen de esta "nueva noción" de élite, lo podemos encontrar en los trabajos
de De Toquevillc, Marx y los anarquistas del siglo XIX, quienes ya habían
observado que el poder político, dentro de una "democracia formal", estaba
concentrado en un reducido grupo que tenía bajo su control el aparato
productivo y gobernaba a expensas de la mayoría.
"La teoría de las minorías directoras, dice Lucas Verdú, evidenció la
contradicción existente entre la organización formalista de la democracia y el
hecho innegable de la existencia de esas minorías que ejercen efectivamente
el poder".
La teoría clásica de las élites reconoce la formación de éstas en una
sociedad política, y pretende justificarlas al sostener que tales "minorías
directoras" constituyen grupos "escogidos" con capacidad para gobernar
y dirigir la sociedad, porque gozan de una especie de "disposición natural".
Son los "mejores", los "superiores", los "predestinados", para mandar
y gobernar, se dice. En cambio, la teoría moderna estudia el fenómeno de las
élites con un afán de superarlo, con miras a democratizar la sociedad,
buscando adecuados mecanismos de participación política. Ello, desde luego,
supone el desarrollo de nuevas formas de convivencia política, no sólo a nivel
de relaciones políticas sino también económicas.
Como dice Peter Bachrach: "La intolerancia y la propensión antidemocrática
del hombre común es un hecho innegable que debemos enfrentar, pero
enfrentarlo con realismo no implica apoyarse en las élites para el
mantenimiento del sistema. En primer lugar, porque hay pocos motivos para
suponer que las élites están más dispuestas que las no élites a defender con
riesgo de poner en peligro su propio status, prestigio y poder personal. En
segundo lugar, porque pensar que existe armonía entre los intereses creados
de las élites y el funcionamiento de la democracia es privar a esta última de la
audacia y la capacidad imaginativa que la caracterizó en el pasado. En tercer
lugar, porque es difícil comprender de qué manera las élites, con intereses
sustantivos antagónicos, puedan alcanzar un consenso suficiente como para
resguardar a la democracia de todo ataque; y, por último, porque aun cuando
las élites pudieran lograr ese consenso, parece dudoso que pudieran estar en
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condiciones de generar democráticamente poder suficiente como para poner
límites a las demandas excesivas y a las acciones extremas de la masa
antidemocrática y de sus dirigentes".
Desde nuestro punto de vista, hay élites porque existe diferencia de clases,
porque hay desigualdades en cuanto a las oportunidades económicas, porque
la sociedad, aun la contemporánea, no está lo suficientemente democratizada
para que la mayoría de la población participe en el proceso de decisiones
políticas.
Es cierto que en el mundo moderno existen élites capacitadas, movibles y no
rígidas, como en el pasado; pero debemos aceptar también que a lo largo de
la historia se han hecho esfuerzos para deselitizar la sociedad, y ello parece
ser una tendencia del mundo moderno.
La Ciencia Política estudia la formación de las élites como un hecho y un
fenómeno histórico, fruto de la realidad, pero no las justifica como una
necesidad natural e histórica.
Se sabe por diversos estudios empíricos que, por lo general, las élites de los
países que constituyen lo que se llama el Tercer Mundo son un obstáculo
para la modernización y democratización de estas sociedades. Se trata de
élites conservadoras.
Se sabe, también, que en las actuales sociedades pos capitalistas de
economía socializada se han formado élites políticas que son el producto de
la burocratización del aparato estatal, que son elites funcionales en la
economía y en la ciencia, y cuyo origen se encuentra en un riguroso
reclutamiento sujeto a lealtades de tipo partidario e ideológico; que en las
sociedades occidentales, económicamente desarrolladas y con un sistema
democrático representativo, también se han formado élites económicas y
políticas.
Al respecto, el politólogo germano occidental Behrmann señala que la actitud
de estas élites se valora "de acuerdo a las exigencias de eficiencia
(capacidad de percibir problemas políticos, de obtenerlas informaciones
relevantes y de elaborarlas, así como de formular e imponer estrategias de
solución de alcance intermedio); de apertura (igualdad de oportunidades en el
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acceso a las posiciones más elevadas); y de control del poder (la explicación
de los procesos de decisiones y de la legitimación democrática del poder).
La función de las nuevas élites de Europa Occidental y de los Estados Unidos
es la resultante de la forma como está organizada la sociedad industrial y de
las normas democráticas existentes, con respecto a los niveles de
participación en el poder político.
En América Latina sociólogos de la política y politólogos se han ocupado de
las élites, con más ("Los que mandan "sobre Argentina), Quijano ("Elites
campesinas" tratándose del Perú) y, sobre todo, la conocida compilación de
Aldo Solari ("Eites y desarrollo"), que contiene trabajos sobre diversas élites
en distintas sociedades latinoamericanas.
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CAPITULO II
DIVERSAS CONCEPCIONES SOBRE EL PODERSEGUN BERTRAND DE
JOUVENEL: MANDO OBEDIENCIA Y OBEDIENCIA CIVIL
Para Bertrand de Jouvenel el poder de un grupo fundamentalmente radica en la
obediencia del otro grupo. Desde esta perspectiva, el poder de un grupo
fundamentalmente radica en la obediencia del otro grupo., por eso dice: "todo
reposa sobre la obediencia. Conocer las causas de la obediencia es conocer la
naturaleza del poder".
La apreciación del politólogo francés nos plantea el problema central de la
obediencia. ¿Por qué los hombres obedecen? ¿Es la obediencia necesaria
para el mantenimiento de toda estructura de poder? Son palabras mayores. Al
parecer se obedece por diversos motivos.
Por costumbre, por temor, por condicionamiento cultural, por necesidad para
cohesionar un sistema social, por inercia estructural, por interés o simplemente
por alienación. Desde una somera apreciación, no cabe duda que la relación de
poder es una relación de mando-obediencia porque para que el poder ejercido
produzca los efectos que persigue quien lo ejerce tiene que existir un
destinatario que cumple el mandato. Esta relación de mando-obediencia es una
constante en la historia y existe en lodos los sistemas políticos, a pesar de las
diversas formas de organización que éstos puedan contener.
Esta relación de mando-obediencia, que para De Jouvenel es mensurable,
tiene sus límites porque "la experiencia demuestra que la obediencia tiene unos
límites que el poder no sería capaz de superar, como también hay una
limitación de los medios sociales de que se puede disponer".
Teniendo en cuenta este criterio, el liberal francés ilustra la relación mando-
obediencia, que existe en toda relación política, en donde obvia mente se
ejerce el poder. Se trata, como veremos posteriormente, de una relación de
poder simple. "A, representa el papel activo. B, el papel pasivo. H, la acción a
la que se incita. En primer lugar, A sugiere a B la acción H y a esto se le llama
instigación. En segundo lugar, B ejecuta H y a esto se le llama obediencia, o
bien no ejecuta H y a esto se le llama desobediencia. Una instigación seguida
de obediencia es eficaz; en caso contrario es ineficaz".
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OBEDIENCIA Y DESOBEDIENCIA CIVIL
¿Por qué los hombres obedecen? Se puede obedecer por el llamado "proceso
de socialización". Es decir, porque los individuos que entran a formar parte de
un grupo social, desde la infancia y durante todo el proceso de su formación,
han sido educados para obedecer. Se puede obedecer porque se cree en mitos
o se tiene fe en ideas, valores y personas.
Desde luego, la obediencia no es un fenómeno mecánico, absoluto, porque los
hombres desobedecen también por múltiples razones: porque no acatan o no
consideran justa la orden o la decisión de la autoridad y la voluntad del líder;
porque reciben y asimilan nuevas ideas y valores distintos a su sistema de
creencias y los asumen como pautas de conducta, oponiéndose a los valores
con que son educados.
En el terreno político la desobediencia de [os individuos y grupos se llama
desobediencia civil. De la desobediencia civil a la revolución social sólo hay un
paso; se han presentado y continúan presentándose casos de desobediencia
civil que abren el camino hacia la revolución, pero también hay casos en que la
desobediencia civil no abre el camino hacia la revolución.
En torno a este concepto, dice Walzer: "La desobediencia civil no significa
un enfrentamiento revolucionario con el Estado. Una persona transgrede
una ley, pero no cuestiona la legitimidad básica del sistema legal o político.
Se siente moralmente obligado a protestar, pero reconoce al mismo tiempo
el valor moral del Estado". Casos de desobediencia de este tipo hay
muchos. Por ejemplo, la de los "objetores de conciencia", que
desobedecen la ley del servicio militar, por considerar que la guerra es lesi-
va a la paz y el bienestar de la humanidad. La de las minorías raciales,
como sucedió durante el liderazgo de Martin Luther King en los Estados
Unidos. La de los disidentes soviéticos como Sakarovy Soltzhenitzin que
se opusieron a la conculcación de las libertades públicas y civiles en la
URSS antes de los cambios que introdujera Gorbachov con su política de
transparencia.
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Son posibles actos de desobediencia contra gobiernos que, aunque
democráticos en la forma, en la realidad defienden intereses de oligarquías
económicas nacionales y extranjeras que son minoritarias.
Es indudable que los pueblos tienen el pleno derecho a desobedecer a
gobiernos que usurpan sus derechos políticos y civiles. Más aún, la simple
desobediencia no basta, hay que rebelarse contra el poder usurpador. Este
planteamiento a nuestro parecer es inobjetable desde el punto de vista
democrático, incluso algunas constituciones reconocen dicho derecho. Pero
¿qué pasa cuando quienes detentan el poder constituyen un gobierno legítimo
fundado en el consentimiento popular para gobernar?
Desde luego que en una situación normal se deben acatar las leyes que
emanan de un poder legítimo y democráticamente constituido. Pero puede
suceder que este gobierno legítimamente constituido no proceda de acuerdo a
los intereses de las grandes mayorías ni de acuerdo a las leyes, sino que
gobierna para proteger oligarquías económicas y transgrede las leyes
fundamentales de una nación. En este caso los gobernados deben
desobedecer a la autoridad, sobre todo cuando no existen mecanismos
constitucionales que permitan a los ciudadanos someter decisiones y normas
emanadas de las autoridades a consulta popular, o cuando el ordenamiento
constitucional no establece normas para el recambio, alternado de las
autoridades políticas para darle mayores opciones a la oposición, cuando la
norma no autoriza por razones de desacuerdo entre el Parlamento y el
Gobierno, la convocatoria a nuevas elecciones que permitan no sólo una
recomposición de los mandos políticos, sino la estabilidad del sistema
democrático amparado en la voluntad popular.
La desobediencia civil es, por eso, un deber y un derecho de los pueblos, pero
ante todo debe ser moralmente responsable y seria. De allí q en gran medida
se justifica el hecho de que deben usarse todos los mecanismos legales para
formular los reclamos exigidos, hasta que agotad éstos no hay otra alternativa.
"La desobediencia civil no constituye una forma de escape; es una reclamación
contra el Estado, expresada públicamente también a través de la acción. Esa
disposición de actuar públicamente y de brindar explicaciones a los demás
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sugiere también una dispsición a pensar y a preocuparse por los posibles
resultados de la acció para el conjunto de la sociedad".
Este derecho a la desobediencia civil tiene sus fundamentos en la teoría liberal
clásica, es democrática y se basa en la responsabilidad moral.
Admitamos que los hombres obedecen y desobedecen por diverso motivos,
seguramente habrá una larga lista por detallar; admitamos también que dadas
ciertas circunstancias "ciertas condiciones objetivas" y sólo esas, la
desobediencia civil puede ser la antesala para la revolución con lo fue durante
la revolución francesa y rusa.
En este contexto, cabe aclarar que la desobediencia civil también se diferencia
de la revolución, porque puede funcionar, y de hecho funciona, dentro de un
Estado relativamente estable y con un gobierno legítimamente constituido. En
cambio la revolución, con toda su secuela de violencia, implica el cambio de
una sociedad por otra, la constitución de nuevos valores y creencias, nuevas
expresiones culturales, sociales, políticas y económicas, sobre todo un cambio
total en la estructura del poder, en donde la élite revolucionaria reemplaza a la
élite anterior.
Desgraciadamente, muchas revoluciones que han sido determinantes para el
progreso de la humanidad se han frustrado o truncado, quizás porque la nueva
camarilla que toma el poder empieza a preocuparse más por los medios para
mantenerse en el poder que por los fines de liberación, libertad, justicia,
igualdad y dignidad plena del individuo, objetivo que toda revolución debe
seguir y plasmar en la realidad.
Según Norberto Bobbio, la desobediencia civil es una forma particular de
desobediencia, en cuanto que es llevada a cabo con el f in inmediato de
demostrar públicamente la injusticia de la ley y con el fin mediato de inducir al
legislador a cambiarla; como tal, es acompañada por parte de quien la cumple
con justificaciones tales que pretenden ser consideradas no sólo como lícitas
sino también como debidas y que exige ser tolerada, a diferencia de cualquier
otra transgresión, por las autoridades públicas". Ligado a la desobediencia civil
está el concepto y la práctica de la resistencia.
En su «Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil», John Locke sostiene que el
pueblo puede resistir al poder. Es decir, sublevarse contra las autoridades, si
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éstas atenían contra un gobierno que nace de la voluntad popular y viola los
derechos naturales. Esta resistencia se justifica porque está orientada a
defender el orden democrático establecido por la voluntad popular y por las
leyes. De acuerdo a Locke, el principio de la resistencia contra la autoridad
usurpadora sirve para hacer reflexionar al príncipe y obligarlo a respetar las
leyes.
La expresión Desobediencia Civil, "Civil Desobedience" tiene un origen
anglosajón. El primer ensayo moderno sobre este tema perteneció a Henry
David Thoreau, quien en su obra «CivilDesobedience» plantea rechazar el
pago de impuestos a gobiernos que los emplea para realizar una guerra injusta.
Thoreau se refería a la guerra de Estados Unidos contra México.
Passerin D'Entreves distingue 8 modos diferentes de compartimiento
ciudadano frente a la ley: "1)Obediencia consciente. 2) Respeto formal. 3)
Evasión oculta. 4) Obediencia pasiva. 5) Objeción de conciencia. 6)
Desobediencia Civil. 7) Resistencia pasiva. 8) Resistencia activa".
La desobediencia civil es una acción intermedia entre la obediencia pasiva y la
resistencia activa.
Las diversas prácticas relacionadas con el derecho a la resistencia, se pueden
distinguir según que una acción de desobediencia sea:
a) Omisiva o Comisiva: Consiste en no hacer lo que se ordena (por
ejemplo, el servicio militar) o en hacer lo que está prohibido (es el caso
del negro que se va a sentar a un lugar público vedado a los hombres de
color).
b) Individual o Colectiva: Es individual cuando es cumplida por un
individuo aislado (objeto de conciencia). Es colectiva cuando la ejercen
grupos cuyos miembros comparten los mismos ideales (las campañas
gandhianas por la liberación de la India del dominio británico).
c) Clandestina o Pública, o bien preparada y cumplida en secreto:
Es clandestina como sucede y puede no suceder con el atentado
anarquista, que debe contar con la sorpresa. En este caso la acción es
cumplida en secreto. Es pública, es decir proclamada antes de su
cumplimiento, como son habitualmente las ocupaciones de fábricas, de
18
casas, de escuelas hechas con el fin de obtener la revocación de
normas represivas o prohibitivas consideradas discriminantes.
D) Pacífica o Violenta: Es pacífica cuando la resistencia a la autoridad
se cumple con medios no violentos (siting in) y en general toda forma de
huelga. Es violenta cuando se usan armas propias o impropias, como
sucede generalmente en toda si marión revolucionaria. En este caso,
Bobbio advierte que es notable que el pasaje de la acción no violenta a
la acción violenta coincida a menudo con el pasaje de la acción omisiva
a la acción comitiva.
e) Dirigida al cambio de una norma o de un grupo de normas o bien
a todo el ordenamiento: En este caso, explica Bobbio, no se pone en
cuestión sobre el ordenamiento.
f) Desobediencia Pasiva y Activa: Es pasiva la que está dirigida a la
parte preceptiva de la ley y no a la parte punitiva. Es activa aquella
acción que está dirigida tanto a la parte preceptiva como a la punitiva.
En el primer caso el acto de resistencia no reconoce al Estado el derecho de
imponer obligaciones a su conciencia, pero le reconoce el derecho de castigar
toda violación de las propias leyes.
En el segundo caso se actúa contra la norma en sí y trata por todos los medios
de librarse de la pena.
La acción de grupo y la no violencia son las características más importantes
de la desobediencia civil. La acción de grupo sirve para diferenciar a la
resistencia individual relacionada con las doctrinas de la resistencia en la
historia de las luchas contra las múltiples formas de abuso del poder. Como
se ha indicado, el típico caso de la resistencia individual es
la del objetor de conciencia.
La no violencia sirve para diferenciar a la desobediencia civil de aquellas
manifestaciones de resistencia de grupo en donde se utiliza la violencia.
También se puede diferencia a la desobediencia civil de la contestación. Según
Bobbio, la mejor forma de distinguirlos es recurrir a los dos respectivos
contrarios: "El contrario de la desobediencia es la obediencia".
19
Cabe diferenciar esta desobediencia civil de la protesta. No en forma de
discurso si no de atención ejemplar, como son los casos de ayuno prolongado
o el suicidio público, como hacen los sacerdotes budistas (Bonzos), clamorosas
forma de autodestrucción, como es el prenderse fuego luego de rociar en el
cuerpo material inflamables.
La desobediencia y la desobediencia civil son formas de expresión de poder,
siempre y cuando quien o quienes desobedecen puedan modificar decisiones
gubernamentales, modificar la conducta de la autoridad o impactar sobre la
opinión pública.
CONCEPCIÓN DEL PODER SEGÚN KARL DEUTSCH: VALOR Y
VOLUNTAD
Afirma Deutsch que "el poder es la capacidad de hacer que sucedan cosas
que de otro modo no habrían sucedido". Partiendo de este concepto del poder,
para Deujsch hay por lo menos ocho valores sobre los cuales descansan la
mayoría de los individuos, a saber: poder, respeto, rectitud, riqueza, salud,
ilustración, habilidad y afecto. Deutsch estima que el poder puede
considerarse como el instrumento con el cual se obtienen todos los valores, de
ahí que el poder no es sólo un valor en sí mismo, sino que se convierte en un
medio para conseguir otros valores considerados fundamentales en la vida de
un ser humano. Ligado al poder, como valor en sí y como instrumento para
obtener otros valores, está la voluntad. Al respecto, indica Deutsch "en el
lenguaje cotidiano entendemos por poder la capacidad de salirse 'con la suya'
o de hacer 'su' voluntad".
Al lado de la voluntad y del valor, el otro elemento importante del poder es la
fuerza que se usa para modificar las conductas dentro de un sistema social y
este poder lo ejerce el hombre, tanto sobre la naturaleza como sobre los
demás hombres. En tal sentido, explica Deutsch, que el poder es un concepto
cuantitativo. Por consiguiente, puede medirse la capacidad de un individuo
para ejercer "su" poder.
20
CONCEPCIÓN DEL PODER SEGÚN ARNOLD ROSE: EL PODER
COMO EFECTO DELIBERADO
Coincidiendo con Wright Mills, para quien el poder tiene con cualquier decisión
que los hombres adopten en relación con las disposiciones de acuerdo con las
cuales vivirán, en la medida que se tomen dichas decisiones, el problema
básico del poder consiste en determinar quiénes intervienen en su decisión", y
también en gran parte con la definición de Bertrand Russell, Rose dice:
"definimos el poder en términos del comportamiento real con efectos
deliberados". Explica Rose que el poder tiene dos aspectos: la oferta y Ta
demanda, y que históricamente la mayor parte de los autores se ocuparon de
la oferta, es decir, de la existencia de un grupo de personas y organizaciones
con capacidad para controlar a los demás, y que, por el contrario, se descuidó
el problema de la demanda. En torno a este planteamiento, Rose indica que
en los últimos años hay una mayor preocupación por estudiar las demandas
de poder, porque para que todas las sociedades u organizaciones sigan
existiendo "deben disponer de un medio capaz de ordenarlas relaciones entre
los hombres, a fin de satisfacer al menos sus necesidades mínimas"
PODER SOCIAL Y PODER POLÍTICO
21
CAPITULO III
DIVERSAS CLASIFICACIONES DEL PODER
CLASIFICACIÓN DEL PODER SEGÚN THOMAS HOBBES
En su obra “Leviathán”, el filósofo inglés Thomas Hobbes dice que “el poder
en un hombre (universalmente considerado) consiste en sus medios presentes
para obtener algún bien manifiesto futuro”.
Indica Hobbes que el poder puede ser original (poder natural) o instrumental.
El poder natural radica en las facultades del cuerpo o de la inteligencia.
Entiende Hobbes que la fuerza, la belleza, la prudencia, la aptitud, la
elocuencia, la liberalidad y la nobleza extraordinaria son los elementos
característicos del poder natural.
Por otra parte, Hobbes precisa que son instrumentales todos aquellos poderes
que pueden adquirirse por las facultades personales que constituyen el poder
natural, pero también se puede alcanzar por medio de la fortuna. Tal como su
nombre lo indica, este poder puede obtenerse gracias a los medios o
instrumentos que sirven para disfrutar más de él, como son la riqueza, la
reputación, los amigos y los secretos designios de Dios, que es lo que los
hombres llaman suerte.
Según Hobbes, "el mayor de los poderes humanos es el que se integra con los
poderes de varios hombres unidos por el consentimiento de una persona
natural o civil; tal es el poder del Estado, o el de un gran número de personas,
cuyo ejercicio depende de las voluntades de distintas personas particulares,
como el poder de una facción o de varias facciones coaligadas".
Lo interesante de esta observación de Hobbes es que advierte que no sólo el
poder político es del Estado, sino que puede existir en un contexto extra
estatal; es decir, en «facciones» o alianzas de facciones; una forma más en
que se organizan las relaciones de poder, o en otras palabras, lo que
modernamente conocemos como partidos políticos, grupos de presión, grupos
de poder, etc.
Para Hobbes, tener siervos es poder; tener amigos es poder, porque son
fuerzas unidas. También es tener poder poseer riqueza, sobre todo cuando
22
ella está unida a la libertad. La reputación es poder y, son poder, como hemos
visto, la prudencia, la elocuencia, la nobleza, la afabilidad, las buenas
maneras. Las ciencias también son poder, aunque dice Hobbes que es un
poder pequeño porque no es eminente para todos, sino en algunos.
Finalmente, las artes de utilidad pública (fortificaciones, la confección de
armas ingeniosas y otros artefactos de guerra) son poder.
La concepción del poder, como factor esencial del ser humano, es central en
la teoría política de Hobbes. Para él existe en el hombre una inclinación
perpetua hacia el poder, un incesante afán de poder que sólo cesará con la
muerte. Desde la perspectiva de Hobbes el poder no es un fenómeno
sociocultural adquirido, sino connatural al hombre.
CLASIFICACIÓN DE BENJAMÍN CONSTANT
Benjamín Constant distingue dos clases de poder: el poder ministerial y el
poder real. La distinción entre el poder ministerial y el poder real, según
Constant, "se debe sólo al hecho que el monarca sea inviolable y los ministros
responsables, pone de manifiesto esta separación. No se puede negar que los
ministros detentan un poder que únicamente, hasta cierto punto, les pertenece
en propiedad. Si se les considerase únicamente como agentes pasivos y
ciegos, su responsabilidad sería absurda e injusta; a parte que sólo serían
responsables ante el monarca de la estricta ejecución de sus órdenes". Como
podrá advertirse, la clasificación de Constant corresponde a una época ya
superada, en donde el poder político estaba concentrado en el monarca; sin
embargo, dentro de este contexto se puede advertir que para la administración
de los asuntos públicos el monarca delegaba parte de su poder a sus
ministros, quienes tienen una relativa independencia del poder "real" en la
toma de ciertas decisiones específicas, pero que implica una responsabilidad
ante el monarca y las leyes del Estado.
23
CLASIFICACIÓN DE BERTRAND DE JOUVENEL
Bertrand de Jouvenel entiende que el poderse clasifica de dos maneras: en
función al número de los miembros que actúan en torno a él y en función a las
relaciones de participación. En cuanto al número de miembros que
interactúan, De Jouvenel explica que el poder concentrado en un grupo
reducido que lo detenta sólo puede mantenerse con el uso de la fuerza. En
cambio, el poder, que está respaldado por el consenso popular, se
fundamenta en la participación generalizada. Hay, pues, dos clases de poder:
el de las minorías, caso de la monarquía, aristocracia, oligarquía, y
plutocracia; y el poder que radica en la participación del pueblo en los asuntos
políticos; es decir, un poder de naturaleza democrática.
CLASIFICACIÓN DEL PODER SEGÚN JOHN KENNETH GAL-BRAITH LAS
TRES CLASES DEL PODER Y SUS FUENTES
Para el economista canadiense John K. Galbraith, el poder es dé tres clases:
Condigno, Compensatorio y Condicionado. Estas clases tienen tres fuentes: la
personalidad, la propiedad y la organización. Explica Galbraith que el poder
condigno "obtiene sumisión por la capacidad de imponer las preferencias del
individuo o del grupo una alternativa lo suficientemente desagradable o
penosa como para que sean abandonadas esas preferencias".
Por principio, el poder condigno se sustenta en el castigo y en la amenaza. El
hombre o los hombres obedecen por temor al castigo, o acepta la opinión del
poderoso, porque oponerse a ella puede producir repulsa entre los que
ejercen algún tipo o forma de autoridad.
El poder compensatorio "obtiene sumisión mediante el ofrecimiento de una
recompensa afirmativa, mediante el otorgamiento de algo valioso para el
individuo que se somete".
Hay diversas formas de lograr sumisión por medio de la compensación,
trátese de una compensación pecuniaria, en especies, reconocimiento
personal, premios, títulos, cargos, etc. En el mundo capitalista contemporáneo
el pago de dinero por los servicios prestados es la máxima expresión del
poder compensatorio.
24
El poder condicionado radica en la creencia y se diferencia del condigno y del
compensatorio, porque en ambos casos el individuo que se somete tiene
conciencia de su sumisión. El poder condicionado "se ejerce modificando la
creencia".
Dice Galbraith: "La persuasión, la educación o el compromiso social con lo que
parece natural, correcto o justo, hacen que el individuo se someta a la
voluntad de otros. La sumisión refleja el comportamiento preferido; no se
advierte el hecho de la sumisión. El poder condicionado, más que el condigno
y el compensatorio, es central para el funcionamiento de la economía moderna
y de la sociedad, tanto en las capitalistas como en las comunistas".
Estos poderes (condigno, compensatorio y condicionado), tienen sus pilares
en tres fuentes, como se ha indicado.
"La personalidad es la cualidad del aspecto físico, la inteligencia, la facilidad
de palabra, la certidumbre moral u otro rasgo que da acceso a uno o a más de
los instrumentos de poder", explica Galbraith.
De la propiedad, o de la riqueza, el economista indica que "otorga un aspecto
de autoridad, una certeza de objetivos y esto puede conducir a la sumisión
condicionada. Pero, evidentemente, está asociada de manera fundamental
con el poder compensatorio. La propiedad -los ingresos-suministra medios
económicos con los que comprar sumisión".
Finalmente, con respecto a la organización, agrega Galbraith que es "la fuente
más importante de poder en las sociedades modernas, se halla relacionada
principalmente con el poder condicionado. Se da, por supuesto, que cuando
se busca o se necesita un ejercicio de poder es preciso disponer de una
organización".
Quien quiere poder político, por ejemplo, persigue el control del Estado, que
es la máxima organización de poder en una sociedad. Hay muchas formas de
llegar a controlar el Estado, pero esto implica constituir otras organizaciones
que generen mecanismos de sumisión entre sus miembros, como sucede con
los partidos políticos y los grupos de presión o de poder. En otras palabras, en
el mundo moderno quien dice organización dice poder.
25
Las grandes corporaciones económicas, que son formas de organización,
algunas tan gigantes que sus presupuestos son mayores que los de muchas
repúblicas del Tercer Mundo, tienen poder y lo ejercen sobre los gobiernos y
sobre la dinámica económica internacional, porque la controlan creando
mecanismos de creencias colectivas que o preferencias del consumidor.
Cabe advertir, siguiendo los planteamientos de Galbraith, que los tres tipos de
poder están interrelacionados y lo mismo sucede con las fuentes del poder.
Hay diversas combinaciones de los tipos de poder y de sus fuentes. Unas se
desarrollarán más que otras, según la evolución histórica de las sociedades y
de acuerdo a las características de una colectividad.
En el mundo moderno tiene más importancia el poder condicionado que el
condigno y no deja de tener presencia el poder compensatorio. Lo mismo se
puede decir de las fuentes del poder, en donde la organización predomina
sobre la personalidad y la propiedad.
En las grandes corporaciones hay una apariencia de propiedad que es formal
en los accionistas, pero quienes realmente ejercer el poder son los que dirigen
y controlan; los gerentes, managers y tecnócratas que pueden ser accionistas
como no serlo. Se conocen muchos casos en donde los accionistas son meros
observadores-propietarios, de una entidad de la cual reciben algún beneficio
pecuniario, pero nada o casi nada sabe de su funcionamiento.
Algo similar a la situación descrita sucede con el Estado moderno gobernado
por la tecno burocracia. Nos encontramos ante de la coordinación,
autorregulación y control entre los poderes del estado, frente a la realidad del
poder gubernamental, que llamamos Ejecutivo, porque, como se sabe,
muchos parlamentos y tribunales son meras cajas de resonancia de los
gobernantes, administradores y directores públicos, que realmente manejan
con mayor eficacia los instrumentos técnicos que disponen y que forman parte
de la estructura, organización y dinámica del Estado, en cuanto medios para el
ejercicio y control del poder político.
Sin embargo, nos parece que el sustento de todo poder; cualquiera que fuera
su forma constitutiva de gobierno, radica en la creencia; en la posibilidad real e
26
instrumental de hacer creer lo que las autoridades quieren que se crea. Esta
forma de conseguir sumisión se sustenta en los valores internalizados
existentes en una comunidad. Hay una mecánica subconsciente, un
subconsciente colectivo, que contribuye con quienes quieren imponer su
voluntad y hacer prevalecer todo un sistema de creencias.
Este hecho es propio de las sociedades con democracias representativas y
pluralistas y en las totalitarias, con la diferencia que en esta última el poder
condigno, compensatorio y condicionado constituyen la esencia del poder
organizado en Estado. Están concentrados en él y, junto con ellos, también,
las fuentes del poder.
En las sociedades democráticas y pluralistas, las formas del poder y sus
fuentes no están concentradas en un ente absoluto, sino que se encuentran
dispersos entre diferentes organizaciones, pero aún ahí, y a través de ellas, el
condicionamiento al poder es latente y concreto. No lo ejerce sólo el
gobernante, sino el manager de la corporación, el líder del partido político, la
dirigencia sindical, etc.
El fenómeno hasta aquí explicado no es tan mecánico como se cree,
desarrolla su propia dinámica, su propia dialéctica, al formarse estructuras de
contrapoder, que se oponen al poder dominante y condicionante.
Los tipos de poder y sus fuentes persiguen la sumisión, pero, por otra parte,
hay una acción de respuesta a este poder dominador, son aquellas
expresiones de lo que entendemos como poder liberador.
27
PODER FORMAL Y PODER REAL
Los politólogos nos hablan de dos formas de poder: el poder formal y el poder
real. El poder formal nace de la relación que hay entre el rol que desempeña
un funcionario público y el ordenamiento jurídico constitucional que lo ampara.
Es indudable que desde el más alto funcionario hasta el de categoría más
baja, se puede advertir la facultad de tomar decisiones; por ende, de ejercer
poder de acuerdo a los niveles y ubicación que se tiene en el Estado. Este es
un poder vigente y formal porque la norma lo define como tal. Fuera de este
caso hay otra forma de poder que se llama real. Aquel poder que lo ejerce una
persona o un grupo de personas, que sin ocupar una posición en el Estado y
sin estar facultado por la ley, sino por gozar de una posición específica en la
estructura social desigual y jerarquizada, puede conservar, mantener o
transformar situaciones políticas, económicas y sociales. Es una especie de
poder que se ejerce «detrás del trono», ya sea porque se tiene el control de
los medios de producción, porque se goza de prestigio e influencia o porque
se tiene lazos de parentesco y amistad con las autoridades, entre otros casos.
Este poder rea] no formal se adquiere por la ubicación de un individuo dentro
de una clase social. El poder de las oligarquías terratenientes en las
sociedades tradicionales y el poder financiero y tecnológico, el poder de las
asociaciones partidarias y de presión. El poder de los medios de comunicación
es uno de los tantos casos y ejemplos de poder real organizado.
La clasificación propuesta, sin embargo, tiene sus limitaciones. Pues pueden
presentarse casos, y de hecho se presentan, que quienes gozan de poder
formal también tienen poder real y viceversa. De allí que para de-terminar
quién tiene más poder, el funcionario público o el plutócrata, habría que
estudiar el caso de manera específica. Una generalización ligera nos puede
conducir a formular afirmaciones simplistas y, por consiguiente, al
desconocimiento de los verdaderos mecanismos y dinamismos de poder en
una sociedad.
La tarea de la Ciencia Política es, pues, explicar cómo se desarrolla toda esta
compleja dinámica del poder, expresado institucional y social-mente. Muchas
veces el poder real no está en un gobierno sino en un grupo de interés,
28
comúnmente llamado "grupo de poder", cuyos miembros toman decisiones de
verdadero valor político.
Desde luego, esta tarea de la Ciencia Política no debe estar desprovista de
consideraciones estimativas, valorativas y morales (nos referimos a la moral
social), porque no basta explicar los mecanismos de poder tal como se
presentan realmente en las sociedades, con toda su crudeza y con toda su
fuerza, sino proponer alternativas de solución adecuadas, valederas y
responsables para transformar una estructura social injusta y deshumanizada.
Una explicación científica en sí misma es un significativo avance, porque nos
permite acercarnos a la verdad, pero podría ser un avance insuficiente, pues
una vez conocido un hecho que a simple vista es deleznable, no puede
ahogarse por su permanencia o mantenerse indiferente en una especie de
«imparcialidad científica», indiferente. No queda otra alternativa que
transformar la realidad para mejorar la condición humana y superar esos
mecanismos de poderes reales basados en la dominación y sustentados en la
explotación, y crear otros mecanismos de poder reales fundados en la
igualdad de oportunidades y en la solidaridad social, en donde el poder como
proceso de decisiones colectivas sea una expresión democrática de
voluntades y no el producto de sistema y redes de intereses inspirados en
metodologías subalternas de dominación, explotación y marginación social. En
otras palabras, superar las relaciones asimétricas de poder para alcanzar el
ideal de la simetría, dentro de las opciones posibles y viables, en cuanto a la
participación de las personas en el control de aquellos recursos disponibles,
que son los medios esenciales para usar el poder y ejercerlo.
29
CAPITULO IV
LA ESTRUCTURA DEL PODER
Si observamos la estructura de cualquier sociedad política, en donde hay
relaciones de poder, encontramos un hecho común; a saber: que hay en ella
un grupo de individuos que mandan y otros que obedecen. Esta característica
se presenta en cualquier estructura social, desde la más simple hasta la más
compleja. Existen, pues, relaciones de mando-obediencia que constituye uno
de los aspectos centrales de toda relación de poder. Por eso, aunque desde
un punto de vista genérico, podemos afirmar que las estructuras sociales son
estructuras de poder.
La estructura del poder se sustenta en la jerarquía: supone diferencia de
funciones por los cargos y roles que desempeñan los individuos en toda
sociedad. Esta jerarquía del poder está en gran medida sancionada y definida
por las leyes, que regulan y ordenan el comportamiento de las personas y la
naturaleza de los cargos al interior de las instituciones. Esta estructura del
poder, jerarquizada y diferenciada según el cargo y el rol que se desempeñe,
se manifiesta el interior de las instituciones, públicas o privada.
Podemos observar en las sociedades que siempre hay un grupo de personas
que tienen el control de la dinámica y funcionamiento de las instituciones y,
por lo mismo, por esa posición de mando gozan de capacidad de tomar
decisiones que afectarán a los demás miembros del grupo. Las razones para
que existan estos grupos con capacidad de ejercer poder son diversas y están
en relación directa con el desarrollo histórico de cada sociedad; encontramos
también, los llamados grupos intermedios que tienen, según el nivel que
ocupan en la estructura social, cierta capacidad de mando pero que, a su vez,
cumplen y ejecutan las órdenes provenientes de quienes ocupan roles más
elevados en la jerarquía social.
Por último están aquellos que no tienen ninguna capacidad de mando decisión
política y que sólo acatan y cumplen órdenes.
En este sentido, habrá tres niveles o categorías en una estructura de poder.
• El primer nivel (A), está integrado por aquellas personas que toman
decisiones, sin estar sometidas a un poder superior. Constituyen la elite social,
30
política, económica y cultural. Está compuesta por gobernantes, altos
funcionarios políticos, accionistas, gerentes, ejecutivos y managers de alto
rango.
• El segundo nivel, (B), está integrado por los "mandos medios del poder”,
compuesto por una pluralidad de individuos con un poder limitado, respecto de
quienes constituyen el escalón más alto en la estructura social.
• El tercer nivel (C), está la mayoría de la población sin ninguna capacidad de
decisión política, o sea sin posibilidades de ejercer directamente el poder
político.
Por supuesto que el esquema hasta aquí propuesto es referencial y variará
según el avance y el desarrollo socio-económico y político de cada sociedad;
es decir, que según el tipo de sociedad la estructura del poder será más rígida
o flexible porque las relaciones de poder pueden variar en a medida que
evoluciona una sociedad, cuando disminuyan las diferencias de clase y de
acuerdo al grado de participación y movilidad social de un pueblo en los
asuntos políticos y económicos.
Una estructura demasiado rígida puede llegar a ser flexible. Por ejemplo
porque se ha efectuado un cambió socioeconómico o una revolución que
reemplaza la estructura anterior jerarquizada, por otra más participatoria y
funcional, por ende, más democrática.
Ante esta realidad los famosos esquemas "tipo pirámide", que se usa en
ciencias sociales para "granear" la estructura del poder, son insuficientes.
Podrían servir para sociedades en donde hay grandes diferencias económicas
y escasos mecanismos de participación política, pero son ya objetos para
aquellas sociedades en donde existen menos diferencias económicas y hay
mayor grado de participación política.
31
LA RELACIÓN DE PODER SEGÚN BERTRAND DE JOUVENEL
El politólogo francés Bertrand de Jouvenel, en su obra "Teoría Pura de la
Política", sostiene que en la dinámica del poder hay una relación instigación-
respuesta.
Explica De Jouvenel que es instigador" aquél que provoca un "evento", es
decir, quien intenta provocar la acción de otro. Es "receptor" aquél que recibe
la provocación del "instigador" que le pide que haga algo. Al respecto, dice De
Jouvenel: "A representa el papel activo, B el papel pasivo y H la acción que se
incita. En primer lugar, A sugiere a B ejecute H, y a esto llamamos instigación;
en segundó lugar, B ejecuta H y a esto llamamos obediencia, o bien no
ejecuta H y a esto llamamos desobediencia. Una instigación seguida de
obediencia es eficaz: en caso contrario es ineficaz".
Siguiendo el planteamiento "cuasi formal" de De Jouvenel, se puede afirmar
que la manifestación hecha por A es un estímulo dirigido a B, quien puede
responder o no responder a la orden. De allí que la relación A-B es una
relación "instigación-respuesta", que se puede formalizar en los términos
siguientes:
A B ᴐ H. Si aplicamos lógica de primer orden, la relación "instigación-
respuesta" de De Jouvenel quedaría formalizada como sigue: (X O Y) ᴐ (YR
Z). Estos símbolos lógicos significan que:
X = A
O = ordena
Y = B
ᴐ = entonces, que puede también simbolizarse así:
R = realiza
Z = H
~ = es falso que. También se puede simbolizar así ᴐ ~
Pero qué sucedería si "Y" no obedece la orden de "X", simplemente no se
realizaría "Z". Entonces la acción de "X" es ineficaz, desde luego para "X";
pero puede ser eficaz para "Y", si con su desobediencia cumple con el objetivo
que persigue. En este caso formalizando sucedería que: (XOY) ᴐ ~ (YRZ)
32
El modelo "instigación-respuesta" propuesto por el politólogo francés, puede
aplicarse con mayor precisión en sistemas micropolíticos básicos que en los
macropolíticos, en donde las relaciones de poder son más complejas y
difusas.
Al respecto, anota Lucas Verdti: "El problema consiste en averiguar si los
análisis micropolíticos de Dejouvenel bastan para una teoría completa de la
política; es decir, si puede pasar cómodamente desde la relación política
basada en la instigación y precisada en la ley de exclusión conservadora, a las
consideraciones estructurales macropolíticas".
Por otro lado, es evidente que si A logra la obediencia de B para que realice
M, no cabe duda que la acción de A es eficaz. Si no logra la obediencia es
ineficaz. Pero como hemos indicado en la formalización de la desobediencia,
B al desobedecer puede alcanzar un objetivo propuesto y si logra que dicho
objetivo se cumpla o sea cumplido por A, la acción desobediente de B es
eficaz. Si no logra el objetivo será ineficaz.
La eficacia o ineficacia de la relación instigación-respuesta dependerá de que
se cumpla o no el o los resultados queridos por cualquiera los elementos (A-B)
de la relación, ya sea por quienes obedecen o quienes desobedecen.
33
LA RELACIÓN DE PODER SEGÚN CARLJ. FRIEDRICH
Para Friedrich el poder no es sólo una forma de posesión, sino cierta medida
una relación. "El poder, lo que vemos, es aquella relación que se manifiesta en
una conducta de seguimiento. El seguimiento indica que A, B y C hacen lo que
L quiere".
Esta relación de poder, en donde A, B y C obedecen a L es una de Y tantas
formas de la relación. Por eso indica Friedrich, "es cierto que ni chas veces el
mando explícito de una persona (L) y el comportamiento de otras (A, B, C) son
la manifestación de una relación basada en la obediencia, pero esta base es
tan sólo una ele las posibles formas que una relación de este tipo puede
presentar. Especialmente en situaciones liderazgo dinámico y altamente
fluido. L no manda, sino que induce y persuade; puede, incluso, ser seguido
por otros en cuanto prevén sus deseos o reacciones. Esta última forma de
poder puede ser llamada influencia pero existen también situaciones de poder
'discutido' o equilibrado, en las cuales los signos manifiestos del poder
implicado son la negociación y el compromiso".
En parte, la afirmación de Friedrich es correcta, sobre todo para los casos en
donde las relaciones de poder se presentan muy fluidas y muy variadas.
Puede ser que quien influya o negocie pretenda imponer su voluntad a los
demás miembros de la relación por medio de la persuasión pero cuando logra
el objetivo perseguido y ha generado obediencia en los demás miembros de la
relación su poder es evidente.
Ha ejercido poder por otros medios "no convencionales", nacidos en la
práctica y costumbres políticas.
34
LA LUCHA DEL PODER
Cuando analizamos las relaciones del poder, vemos que éstas se expresan a
través de un proceso en donde se desarrolla una lucha entre grupos opuestos
por el control, mantenimiento y ejercicio del poder. La "dinámica amplia del
poder", para utilizar una expresión de Galbrailh, se expresa en forma dialéctica
y es asimétrica.
Esta lucha por el poder puede revestir múltiples formas. Está presente en la
estructura social y al interior de las instituciones que existen en esta
estructura, hay, como dice Duverger, un "marco de la contienda", en donde los
actores políticos, aceptando ciertas reglas, llamadas "reglas del juego",
participan en el conflicto. Pero la lucha por el poder puede presentarse fuera de
estas reglas de juego y entonces adquiere visos de violencia. En esencia, en
toda lucha por d pode está la presencia de la violencia, desde la verbal hasta la
física.
La lucha por el poder, como hemos señalado, se produce al interior de las
instituciones u organizaciones políticas y no políticas: “Por ejemplo, al interior
de los partidos políticos, de los sindicatos, organizaciones patronales,
empresas públicas y privadas, iglesias y otras asociaciones. Siempre está
orientada a ocupar los cargos de autoridad que existen en las instituciones.
Puede ser entre clases distintas, o intercalases, entre las autoridades y las
élites políticas, entre gobernados y gobernantes. Esta lucha por el poder puede
tener también un carácter macro político y micro político.
Si partimos del hecho de que el fin de quién o de quiénes tiene poder es
lograr la sumisión por medio de la obediencia para alcanzar un objetivo
deseado, es cierto también que hay individuos y grupos que se resisten a
obedecer, que no quieren someterse y, en este sentido, desobedecen
oponiéndose por diversos medios y razones a las órdenes y decisiones de la
autoridad. He aquí el punto de partida de toda lucha por el poder: el deseo y la
voluntad de un individuo o de un grupo de no dejarse imponer la voluntad de
otro individuo o de otro grupo.
La lucha por el poder es un fenómeno histórico, político y psicosocial. Hay
lucha por el poder entre civilizaciones, naciones y etnias, entre clases sociales
35
y al interior de las instituciones. De igual manera, según se ha indicado, esta
lucha por el poder puede ser violenta o estar limitada racionalmente por las
leyes y la costumbre, de acuerdo a ciertas "reglas del juego". De ahí que la
lucha por el poder es un hecho universal, pero esta constatación no significa
que el desarrollo y evolución de las sociedades sólo puede explicarse a partir
del conflicto que hay en torno al control, disfrute y ejercicio del poder. Sin
embargo, existe el hecho y hay que ponerle mucha atención porque está
presente en toda problemática social, relacionada con la evolución de los
pueblos y con los procesos de cambio, reforma, revolución y regresión.
La percepción de que la lucha por el poder es un hecho universal, se
expresa en frases como la de Bertrand de Jouvenel, quien sentencia: "La
historia es una lucha por poderes” y siempre y en todas partes, el hombre se
sirve del hombre para plegarlo ya su voluntad, haciendo que le sirva en sus
deseos: de modo que la sociedades una constelación de poderes, sin cesar
se elevan, crecen y se combaten. Entre poderes de especie diferente, como
el poder político y el poder familiar, o el señorial o el religioso hay, a la vez,
colaboración y conflicto. Entre poderes de la misma especie y entre ellos cuyo
carácter no les impone límites, el estado natural es la guerra".
En una dirección similar a la de De Jouvenel, Calbraith nos dice: "la
historia se escribe en torno al ejercicio del poder". Este poder es ejercido por
los emperadores, reyes, la Iglesia, los dictadores, los demócratas, el ejército
y las corporaciones. El conocido economista estima que la historia sobre el
ejercicio del poder "podría igualmente escribirse en torno a las fuentes del
poder y a los instrumentos que lo imponen. El cambio histórico sería
entonces el cambio operado en los papeles relativos de la personalidad, la
propiedad y la organización; y de castigo condigno, recompensa
compensatoria y las manifestaciones explícita e implícita del poder
condicionado".
El politólogo español Blanco Ande es del mismo parecer que De Jouvenel y
Galbrailh; para él, la historia de la humanidad se ha desenvuelto,
invariablemente, como una tenaz lucha por el poder1.
1 BLANCO ANDE, Joaquín, Teoría del poder, Pirámide, Madrid, 1977, p. 211.
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Se puede citar a otros autores, muy anteriores a los mencionados que
tienen una idea similar sobre la lucha por el poder. Por ejemplo, Maquiavelo y
Hobbes e incluso Marx, para quien "toda lucha de clase es una lucha política”.
Sin caer en generalizaciones ni determinismos', es evidente que la lucha
por el poder es un hecho histórico pero, por otro lado, constituye una realidad
social constante. La simple observación de las diversas modalidades en que se
expresa la acción política, no sólo nos facilita apreciar las formas en que el
poder político se ejerce en una sociedad y las relaciones de mando-obediencia,
también nos permite conocer y en gran medida explicar la dinámica de la
acción política y de los conflictos que por el poder desarrollan los diversos
actores políticos en su deseo de lograr el control y conquistar las instituciones
que, como el Estado y otras, sirven para ejercer el poder.
"Querer es poder" dicen los chinos. "Saber es poder" afirma Bacon. El
hombre persigue el poder y lo puede perseguir por diversos motivos. Hay,
pues, un impulso hacia el poder. “Entre los deseos infinitos del hombre, los
principales son los deseos de poder y gloria”, precisa Russell, y Nietzche se
preguntará: ¿y sabéis qué es para mí el mundo? Este mundo es la voluntad de
poder y nada más. Y también vosotros mismos sois esa voluntad de poder y
nada más". La voluntad de poder nietzcheana tiene tres aspectos;
1. Puede entenderse como concepción del mundo.
2. Como conflicto de las pasiones en la subjetividad.
3. Como conflicto de fuerzas en el resto de los organismos vivientes.
Para Nietzche, el hombre en sí mismo es voluntad de poder. concepción del
poder de Nietzche, Dolores Castrillo Mirat explica: “ desde este punto de vista,
voluntad de poder no significa, entonces, que el hombre quiere poder, el poder
no es algo así como una meta, que se propusiera alcanzar la voluntad, porque
la voluntad en Nietzche no es deseo, ni carencia, sino virtud creadora y
donadora. La voluntad no aspira, no codicia, no busca el poder. Al contrario, el
poder es la voluntad. La voluntad de poder es un elemento móvil, variable,
plástico, que interpreta, modela, confiere sentido y da valor a Jas cosas. La
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voluntad de poder es esencialmente artística". 2 En síntesis, la voluntad de
poderes querer ser más.
Por eso, en la acción política, el hombre persigue los instrumentos que le
permiten ejercer poder, "satisfacer" su voluntad de poder. Estos instrumentos
son las instituciones que, en cuanto organizaciones tienen una estructura
jerárquica, la misma que sirve para que una minoría que tiene el control de los
cargos al interior de dicha estructura, tendrá la capacidad de tomar decisiones
y, por ende, ejercer poder sobre la mayoría de individuos o de ciudadanos.
Por consiguiente, el afán de poder, la voluntad de poder, no es algo que se
nos presenta como negativo, lo condenable moralmente es el mal uso, el uso
arbitrario o irracional del poder. Como dice Salgado: "El psicoanálisis ha
demostrado que la búsqueda del poder sobre los demás existe en todas las
personas. No se trata de algo exclusivo de un tipo agresivamente dominador,
sino que, adaptado a diversos aspectos, evidentes algunos y otros
irreconciliables, late en cada individuo y en todos los grupos sociales, sin que
deba considerarse como una tendencia ni esencial, ni puramente agresiva".
Se entiende, entonces, que aspirar a ocupar posiciones de poder, a ejercer
el poder, e incluso a conservarlo no significa una actitud patológica; es por el
contrario, normal. No obstante, habría que considerar dos aspectos de
fundamental importancia: Si partimos del principio de que es normal que el
hombre aspire al poder, lo lógico es que la gran mayoría tenga acceso al
mismo. Así, mientras más personas participan en el proceso de toma de
decisiones, el poder se encuadrará en el marco de una estructura social, más
democrática. Este es un principio político digno de tomar en consideración, y
que tiene que ver con la dinámica política, la organización del Estado, del
gobierno y de las instituciones, no sólo de aquellas estrictamente políticas sino
de aquellas otras que no lo son. La forma de gobierno que se acerca más a
este ideal participatorio es la democracia con sus múltiples variantes. También
observamos conductas patológicas en tomo a la posesión, control y ejercicio
del poder. Es decir, la lascivia por el poder, el afán desmedido de poder cuya
práctica consiste en la dominación sádica sobre el prójimo. Muchos de los
2 CASTRIILO MIRAT, Dolores, “Prólogo” a Nietzche, La voluntad de poder, cit, p. 18.
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grandes dictadores, calificados de tiranos, pueden ser considerados dentro de
esta característica. A la conducta patológica del poder, nosotros la
denominamos cratolagnia, del griego éralos, que significa poder, y lagneia,
que quiere decir lascivia.
"El dictador somete a un proceso de extinción a todos los individuos. Los
regímenes dictatoriales inhiben, hasta suprimir/ la conciencia política del pueblo
y acaban con las vocaciones políticas. Eliminan a los hombres capaces de regir
un Estado cuando la dictadura muere en quien la ha desarrollado y mantenido",
dice Salgado".
Con el uso total del poder, el dictador satisface su necesidad de auto
estimación y el ansia de notoriedad. Hay casos en que unida a la Cratolagnia
está la Fenolagnia el afán desmedido de figuración que se presenta en los
líderes carismáticos de tipo weberiano. Por lo general, el líder cratolágnico es
fenolágnico, pero estos dos elementos no tienen que ir necesariamente juntos
en todos los comportamientos políticos anormales.
En condiciones normales, el afán por conseguir el poder puede obedecer a
múltiples causas. Diversos politólogos y psicólogos de la política sostienen que
el ser humano persigue el poder político porque un status de poder le otorga
una serie de sensaciones y beneficios. Sensaciones de naturaleza psicosocial,
como la posibilidad de lograr prestigio y reconocimiento en una comunidad,
adquirir fama, seguridad, afecto, autoridad, riqueza, también beneficios, no sólo
de tipo personal sino colectivo, como mayor libertad, igualdad, fraternidad y
justicia.
Desde un punto de vista ético, solamente se puede justificar que un
individuo acceda y ejerza el poder político con el propósito de servir a los
demás y no servir a sus propios intereses o los del grupo que él representa,
según sucede en la mayoría de los casos.
En la lucha por el control del poder los hombres se enfrentan entre sí en un
dinámico juego de intereses. Estos intereses pueden ser personales,
económicos, políticos, ideológicos y culturales. Esta lucha por el poder puede
expresarse en términos violentos como acontece en las revoluciones, golpes
de Estado, terrorismo del individuo contra un orden social determinado, o
terrorismo del Estado contra el individuo.
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La presencia de la violencia en la lucha política es histórica y es un
fenómeno actual. La violencia se ha "politizado", porque en los últimos años
las masas han logrado un mayor grado de politización.
Según sostiene Barbu, "resulta fácil, mucho más fácil, justificar la violencia
gratuita con razones políticas, politizar, en suma, la violencia. Por el hecho de
que los que practican la violencia se acojan a una bandera o a un ideario
político es suficiente para que se sientan, por lo menos ante sí mismos ante su
conciencia, refrendados éticamente y en posesión de un pasaporte ideológico
del que carecerían en caso contrario".
Por otro lado, como ya hemos visto, esta lucha por el poder puede ser
encausada de acuerdo a ciertas "reglas del juego" y a normas específicas. Es
decir, que la lucha por el poder deberá ser "encuadrada" en el conjunto de una
práctica social y de acuerdo a leyes y normas jurídicas. Esta regulación de la
lucha por el poder es uno de los grandes logros de la historia y acontece en
las sociedades democráticas y pluralistas. En todo caso, los que participan en
la contienda por el poder, los candidatos, tratarán de convencer al electorado
para que con sus votos los instalen en el poder político. Los candidatos
deberán competir entre sí. Se trata de una lucha institucionalizada, civilizada, y
en cierta medida aceptada por la gran mayoría de las personas, aceptación
que se sustenta en la creencia de que la democracia es la mejor forma de
gobierno.
En esta lucha por el poder, sea por medios violentos o legales, un grupo
deberá alcanzar el control de las instituciones creadas para ejercer el poder,
sobre todo el Estado y constituir gobierno. Los otros serán derrotados.
Como se sabe, cuando la forma de gobierno es totalitaria y autocrática las
"reglas del juego" impuestas no admiten oposición, o en todo caso, limitan la
esfera de la oposición a espacios políticos muy reducidos; pero si la forma de
gobierno es democrática, quienes han sido derrotados en la contienda electoral
ocupan una parcela del poder en su condición de grupo de oposición. Esta es
una de las características de la democracia, pues no puede haber un sistema
democrático sin oposición libre, sea de una mayoría o de una minoría. Los
niveles y grados de participación de la oposición y su influencia en la vida
política de una nación dependerán del grado de desarrollo de la democracia,
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pues, no puede haber democracia sin oposición, como tampoco lo puede haber
sin participación.
Como indica Blanco Ande: "En la lucha por el poder político concurren
fuerzas de diversa índole y naturaleza. En la consecución del mismo,
lógicamente saldrán triunfantes aquellas fuerzas, que por su corriente ideo-
lógica y su respaldo popular, pongan en el platillo de la balanza todos los
resortes de influencia, capaces por sí mismos de controvertir o anular la fuerza
desplegada por otros competidores. En esa lucha, el fiel de la balanza se
inclinará a favor de aquel sujeto que ponga en juego mayor cantidad y calidad
de argumentos "ideológicos y de instrumentos materiales". Por supuesto que
estas palabras de Blanco Ancle se refieren a los casos en donde la contienda
por el poder se ajusta a las reglas impuestas por la práctica y normas
democráticas.
La solución definitiva en la lucha por el poder en una democracia es de tipo
cuantitativo. Ganará aquel que obtenga mayor cantidad de votos. Por lo
menos hasta el momento no se ha encontrado mejor fórmula para poner
término final a una contienda electoral. Ello no significa que incluido el proceso
electoral terminó la lucha por el poder, solamente significa que concluyó en esa
instancia. Ella continuará y tendrá diversas expresiones.
Para poder tener acceso al poder, el hombre ha creado organizaciones, Las
organizaciones más conocidas son los partidos políticos. Para influir sobre
quienes ejercen poder también se han creado organizaciones a las que
comúnmente se llama grupos de presión, a veces grupos de poder. Tales son
las asociaciones de empresarios, sindicatos, federaciones y confederaciones
obreras, asociaciones familiares, juveniles, de mujeres, religiosas, etc. Pero, y
he aquí lo más importante del caso, como también seria mencionado al inicio
de esta sección, resulta que al interior de estas organizaciones también se
produce una lucha por el poder. Hay, pues, una lucha por el macro poder y al
interior del micro poder.
Las formas de esta lucha son iguales a las que se presentan en el nivel
societal, pueden tener expresiones violentas o adecuarse a las normas internas
de estas organizaciones, a sus estatutos, o a las "reglas del juego" aceptadas
por sus miembros.
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La universalidad de la lucha por el poder es evidente, puede producirse a
nivel macro y micro político. La relación en este caso no será un simple
proceso dinámico de mando-obediencia. "A" impone a "B" su voluntad con el fin
de someterlo para que ejecute la acción "H". Por el contrario, "A" no podrá
imponer su voluntad de a "B", "B" se opondrá a la voluntad de "A", no la
aceptará, entonces no sólo no ejecutará la acción "H” que es el objetivo que
persigue "A" sino otra acción "Z", que es el resultado del proyecto político de
"B".
"Independientemente del sistema arbitrado para la conquista del poder,
bien se trate de un régimen de partido único, el régimen multipartidista, un
partido dominante, del régimen multipartidista sin partido dominante o del
régimen bipartidista, lo cierto es que la lucha por el poder es algo
consustancial con cualquier tipo de sociedad política", dice Blanco Ande.
También explica Raymond Aron que, "todos los regímenes están
esencialmente definidos por la lucha por el poder, por el hecho de que éste lo
ejerce un pequeño número de individuos. "Luego, Aon pregunta, ¿Qué es la
política? y responde". La lucha por aquél (el poder) y por la ventaja que él
suministra. Esta lucha es permanente".
La lucha por el control del poder político es un fenómeno empírico e
histórico que reviste diversas formas y prácticas. Es un hecho social que nos
permite comprender, en gran medida, la dinámica y el desarrollo de la sociedad
política. Esta lucha no es una particularidad de la sociedad global, se presenta
en cualquier organización social, en donde existen estructuras aunque sea en
su expresión más simple, relaciones asimétricas y diversidad de intereses.
Esta lucha por el poder se expresa en formas de contienda, que se
manifiesta dentro de un marco global, como son los sistemas políticos
nacionales e internacionales.
Por regla general, la lucha por el poder reviste formas de organización; la
contienda se produce entre líderes que representan intereses políticos,
ideológicos, culturales, institucionales, económicos, religiosos, etc. Esta
organización de la contienda institucionalmente está representada por los
partidos políticos y los grupos de presión.
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Finalmente, como en toda contienda, quienes luchan por acceder al poder o
mantenerse en él recurren al uso de un conjunto de "armas" para "derrotar" al
enemigo, como son la violencia física y verbal, el dinero, los medios de
comunicación de masas, y otras estrategias de lucha, como pactos, acuerdos,
alianzas, coaliciones, simulaciones, etc.
Este último método consiste, según Duverger, "en disimular los fines y los
motivos reales de la acción política tras unos pseudo fines y pseudo-motivos,
que son más populares y que gozan, por tanto, de mayor sostén por parte de la
opinión pública".
Por lo expuesto, podemos sostener que hay algunas características básicas
que son propias de la lucha por el poder:
1. La lucha por el poder es un fenómeno empírico. Un hecho que
se presenta en toda la sociedad.
2. Es un fenómeno histórico, porque a través del desarrollo histórico de
las diversas culturas y civilizaciones, siempre existió lucha por el poder.
3. La lucha por el poder puede tener formas relativamente desorganizadas,
pero en la mayoría de los casos reviste formas de organización
institucional.
4. No solamente hay lucha por el poder en sistemas macro políticos, sino
en sistemas micro políticos. Es decir, al interior de las instituciones.
5. La lucha por el poder se organiza de acuerdo a ciertas reglas y normas
que establecen sus límites.
6. Mientras exista asimetría en las relaciones sociales, habrá lucha por el
poder.
7. La lucha por el poder es un fenómeno universal.
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CAPITULO V
ESQUEMA DE LA ESTRUCTURA DEL PODER EN EL PERÚ
1) Poder político estatal gubernamental
Lo poseen quienes desempeñan roles y funciones en el gobierno y ocupan
cargos en la estructura del Estado.
1A) Presidente de la República
1B) Ministros de Estado
1C)Funcionarios públicos de alto rango (poder de la burocracia)
1D)Parlamentarios, Poder fiscalizador y legislativo
1E) Poder de la judicatura. Capacidad de aplicar leyes. En las condiciones
reales es un poder limitado
1F) Poder militar. Un poder dentro de otro poder (poder condigno
y de presión).
2) Poder político no estatal, no gubernamental
Lo poseen quienes controlan instituciones y recursos, independientes del
poder estatal. Su poder es de influencia, presión, persuasión, con-
dicionamiento y compensación.
2A) La Iglesia. Poder condicionado
2B) Grupos de poder económico. Poder compensatorio
2C) Medios de comunicación social. Poder sobre la opinión. Poder
condicionado.
2D) Partidos políticos. Poder de movilización y de presión 2E) Poder de los
trabajadores organizados que interactúan al interior del sistema
sociopolítico y económico. (Federaciones, confederaciones,
sindicatos). Poder de presión.
2F) Poder subversivo. Poder de los grupos alzados en armas, guerrillas,
terrorismo.
Este poder radica en las instituciones y grupos, que sin estar en el gobierno
o controlar directamente el Estado, poseen recursos suficientes para influir
sobre las autoridades y la opinión pública.
3) La gran mayoría de peruanos que no participa en ninguna de la .
Instancias del poder y carece de poder de decisión, influencia, presión y
control.
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CAPITULO VI
CONCLUSIONES
el poder de un grupo fundamentalmente radica en la obediencia del otro grupo,
el poder de un grupo fundamentalmente radica en la obediencia del otro grupo. Las causas de la obediencia pueden ser muchas. Se puede obedecer por temor a una sanción o a la represión, porque los individuos creen que las órdenes y decisiones emanadas de la autoridad son necesarias para la estabilidad y ajusticia en una sociedad., Puede presentarse el caso del líder carismático, quien debido a sus cualidades especiales genera obediencia entre sus seguidores.
la fuerza es una manera de tener poder sin control y quien la posee domina a los
demás, el mito como instrumento de poder y mecanismo de control social ha serado para justificar el poder.
El poder puede obtenerse gracias a los medios o instrumentos que sirven para
disfrutar más de él, como son la riqueza, la reputación, los amigos y los secretos designios de Dios, que es lo que los hombres llaman suerte.
ANEXOS
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LEY DE CONSULTA PREVIA - RECONOCIMIENTO DE CIUDADANÍA Y NUEVO EJERCICIO DEL PODER
HECHO SIMBÓLICO E HISTÓRICO
09, setiembre, 2011.- El Presidente Ollanta Humala acaba de promulgar la esperada Ley de Consulta Previa, Ley N° 29785. Fue un acto simbólico e histórico de promulgación.Simbólico, porque el escenario escogido para promulgarlo fue la ciudad de Bagua, lugar donde dos años atrás se produjo un injustificado e irracional enfrentamiento entre peruanos produciéndose una grave secuela que ha de quedar en la memoria colectiva como un hecho que nunca jamás debe repetirse.Histórico, porque se notó a una población indígena protagónica del acontecimiento y en compañía de un Jefe de Estado, diferente de cuando a veces se suele utilizar a la población indígena sólo como invitados meramente pasivos y para aparecer ante las cámaras.Es histórico también porque esta ley es producto del esfuerzo y el sacrificio de los propios pueblos y de sus organizaciones, acompañados por una sumatoria de esfuerzos de instituciones y personas que apostaron por que se concretice la aprobación de esta norma como un paso necesario para reconocernos como peruanos y fortalecer la democracia.
WUILLE M. RUIZ FIGUEROAII. RECONOCIMIENTO DE CIUDADANÍA Y NUEVO EJERCICIO DEL PODER
La ley de consulta previa es un reconocimiento de ciudadanía a los pueblos indígenas u originarios. Eran los excluidos y ninguneados históricamente, seres a quienes la posesión de un DNI poco o nada servía para algunas autoridades,
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y que por el hecho de tener una cultura diferente a otra se la descalificaba y desconocía en su condición de ciudadano. La ciudadanía trae consigo el ejercicio y goce de derechos pero también el cumplimiento de deberes, son caras de una misma moneda.
A ello apunta esta ley de consulta, no otorga ciudadanía sino que la reconoce, reconoce que quienes forman parte de los pueblos indígenas u originarios también son ciudadanos y como todo ciudadano merecen el debido respeto conforme a una sana convivencia y por tanto, tienen derechos y deberes. Es una ciudadanía colectiva que sale fortalecida.Además, con la ley de consulta se abre una nueva forma de ejercicio del poder en el país. La arbitrariedad y el autoritarismo deben ser proscritos para dar lugar al diálogo intercultural y a la búsqueda de consensos. Se da paso a que los pueblos indígenas u originarios sean escuchados y tomados en cuenta, a ser informados debidamente, entre otros aspectos, y que las decisiones del Estado, aún cuando no se llegue a un acuerdo luego de producida la consulta, no pueden ser arbitrarias, sino que deben ser tomados adoptando las medidas que resulten necesarias para garantizar los derechos colectivos de estos pueblos.
En tal sentido, es acertada la invocación del Presidente Humala al momento de promulgar esta disposición que alcanza a todas las personas e instituciones, “no abusar de esta ley”. El ejercicio de todo derecho no es absoluto, ni aún el derecho a la vida lo es. El ejercicio de todo derecho admite limitaciones, el más genérico y que alcanza a todos es el respeto a los derechos fundamentales. De allí que este reconocimiento de ciudadanía y de ejercicio de poder debe ser así entendido.
El significado de esta ley es de suma transcendencia e importancia a pesar de algunos aspectos que luego podrían irse mejorando. En su contenido, tiene como base la autógrafa de la ley que se aprobó el 19 de mayo del 2010 y que luego fue observada por el Ejecutivo, devuelta al Parlamento, ingresado a comisiones y allí quedó sin volver a discutirse en el pleno durante el gobierno anterior, hasta su vuelta a debate y aprobación unánime por todas las bancadas por este nuevo Congreso.
Si bien esta ley de consulta no es la varita mágica que ha de solucionar todos los problemas y conflictos, sí constituye una herramienta básica para solucionarlos y sobre todo para prevenirlos, por lo que se requiere de un adecuado reglamento y voluntad concertada para su aplicación y cumplimiento.
III. ALGUNAS APRECIACIONES SOBRE EL CONTENIDO DE LA LEY
En lo que sigue, presento un resumen y breves comentarios de los contenidos de esta disposición.
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EL MARCO REFERENTE DE INTERPRETACIÓN DE LA LEY DE CONSULTA
Es el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo- OIT sobre Pueblos Indígenas. Este Convenio es un tratado de derechos humanos aprobado por la OIT en 1989 con representación de trabajadores, empresarios y de los Estados. Su ratificación fue aprobada mediante Resolución Legislativa No. 26253, y vigente desde el 2 de febrero de 1995 en nuestro derecho nacional.Sobre este Convenio, el Tribunal Constitucional reiteradamente ha afirmado que todo tratado de derechos humanos de los que el Perú es parte y que ha seguido un curso regular para la ratificación y entrada en vigencia, forma parte del derecho nacional y ostenta rango constitucional. Es decir, su contenido se equipara a una norma constitucional, y parte de ese contenido es el derecho a la consulta.En realidad esta ley no sólo ha de interpretarse conforme al Convenio 169 tal como lo establece el artículo 1º, pues toda norma admite diversas fuentes para su interpretación. En este caso, por ejemplo ha de tomarse en cuenta la jurisprudencia emitida por el Tribunal Constitucional, donde ha desarrollado diversos criterios y parámetros para la aplicación del derecho a la consulta, en particular lo relacionado a la Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, el cual no constituyendo en estricto un tratado, conlleva una fuerza moral y marca una evidente orientación de la comunidad internacional hacia el respeto de los pueblos indígenas.
ASUNTOS QUE PUEDEN SER CONSULTADOS
La consulta no sólo será respecto de las medidas legislativas o administrativas que afecten directamente sus derechos colectivos, su existencia física, identidad cultural, calidad de vida o desarrollo de los Pueblos Indígenas. También se hará la consulta previa respecto de los planes, programas y proyectos de desarrollo nacional y regional que afectan directamente estos derechos. Debiendo ser el Estado quien implemente el proceso de consulta.
FINALIDAD DE LA CONSULTA
Alcanzar un acuerdo o consentimiento entre el Estado y los Pueblos Indígenas u Originarios es la finalidad establecida por la ley, esto ha de realizarse en base al diálogo intercultural.Principios.- Entre los principios rectores del derecho a la consulta se han considerado:
1. Oportunidad.- La consulta ha de ser previa a la medida a ser adoptada por el Estado.
2. Interculturalidad.- Se hará la consulta reconociendo, respetando y adaptándose a las diferencias existentes entre las culturas.
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3. Buena fe.- Se debe propiciar un clima de confianza, colaboración y mutuo respeto. Tanto el Estado como los representantes indígenas deben actuar de buena fe, prohibiéndose todo proselitismo partidario y conductas antidemocráticas.
4. Flexibilidad.- Deben establecerse procedimientos apropiados al tipo de medida legislativa o administrativa que se pretende adoptar, así como tenerse en cuenta las circunstancias y características especiales de los pueblos indígenas involucrados.
5. Plazo Razonable. El plazo debe ser tal que permita a los representantes indígenas conocer, reflexionar y realizar propuestas concretas.
6. Ausencia de coacción o condicionamiento.- La participación ha de ser libre sin coacción o condicionamiento alguno.
7. Información oportuna. Se establece como derecho que los pueblos indígenas reciban de parte del Estado toda la información que sea necesaria para manifestar su punto de vista, debidamente informados. Se hace énfasis en que la obligación del Estado es brindar esta información desde el inicio del proceso de consulta y con la debida anticipación.
CRITERIOS DE IDENTIFICACIÓN
Respecto a los criterios de identificación de los pueblos indígenas u originarios prácticamente se han tomado los establecidos en el Convenio No. 169, esto es, los criterios objetivos y el subjetivo, esto es, la conciencia del grupo colectivo de poseer una identidad indígena u originaria. Los criterios objetivos son:
a.- Descendencia directa de las poblaciones originarias del territorio nacional.b.- Estilos de vida y vínculos espirituales e históricos con el territorio que
tradicionalmente usan u ocupan.c.- Instituciones sociales y costumbres propias.d.- Patrones culturales y modo de vida distintos a los de otros sectores de la población nacional.
Al interpretarse la segunda parte del artículo 7º de la ley, no debería incurrirse en un error de comprensión respecto a las comunidades campesinas. Una interpretación literal del texto sería que sólo son beneficiarias de esta disposición las comunidades campesinas andinas y las comunidades nativas, lo que excluiría a comunidades campesinas asentadas en zonas costeras que cumplan con los criterios establecidos.Este artículo 7º debería ser interpretado de manera amplia a fin de no excluir a comunidades campesinas asentadas en zonas costeras y que cumplan los criterios de identificación como pueblo indígena u originario. Recordemos que precisamente, una de las primeras observaciones que fueron planteadas a la OIT por incumplimiento del Estado peruano del Convenio 169, lo realizó la Comunidad Indígena de Santo Domingo de Olmos, el cual es una comunidad campesina ubicada en zona de costa, reconocida en 1544(2). En tal sentido, sería necesario una mejor redacción del texto en este punto.CORRESPONDE IDENTIFICAR LAS MEDIDAS A SER CONSULTADAS
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La identificación de las medidas objeto de consulta no sólo corresponde al Estado sino también a los propios pueblos u organizaciones representativas de los Pueblos Indígenas, artículo 9º.
DECISIÓN FINAL
Un aspecto también relevante de esta ley de consulta es que cuando no se llegue a un acuerdo entre el Estado y los pueblos indígenas u originarios, la decisión final a adoptarse corresponde al Estado pero esta decisión no debe ser arbitraria, sino que ha de adoptar las medidas necesarias para garantizar los derechos colectivos de los pueblos indígenas u originarios.
EL IDIOMA
En relación al idioma a emplearse en los procesos de consulta, en el artículo 16º existe una redacción que debería mejorarse, pues tal como está daría a entender que en el Perú existe un solo idioma oficial, lo que es errado, ya que en nuestro país existen varios idiomas oficiales. “Son idiomas oficiales el castellano y, en las zonas donde predominen, también lo son el quechua, el aimara y las demás lenguas aborígenes, según la ley”(3) Lo importante es que pueda contarse con intérpretes durante el desarrollo del proceso de consulta.
BASE DE DATOS OFICIAL
Un aspecto también a destacar es la creación de la base de datos oficial de pueblos indígenas u originarios así como de sus instituciones y organizaciones representativas, el cual estará a cargo del órgano técnico especializado en materia indígena del Poder Ejecutivo, que según la primera disposición complementaria de la ley, corresponde al Viceministerio de interculturalidad del Ministerio de Cultura.
CONSULTA Y PARTICIPACIÓN.
Respecto a que la segunda disposición complementaria de la ley de consulta no deroga o modifica las normas sobre el derecho a la participación ciudadana, considero que ante todo prevalece el proceso de consulta, y que la participación ciudadana debe entenderse también como una parte esencial de los derechos de los pueblos indígenas u originarios pero en este caso específico sobre la aprobación de medidas legislativas o administrativas, así como de los planes, programas y proyectos de desarrollos que los afecten directamente, prevalece la consulta.
MEDIDAS LEGISLATIVAS Y ADMINISTRATIVAS DADAS CON ANTERIORIDAD
En esta misma disposición se ha establecido que esta ley no modifica o deroga las medidas legislativas ni deja sin efecto las medidas administrativas
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dictadas con anterioridad a su vigencia. Considero que por razones de seguridad jurídica esta parte resulta apropiada. El ideal máximo sería que una vez entrado en vigencia esta ley de consulta debería modificar y derogar automáticamente las medidas legislativas cuestionadas por los pueblos indígenas u originarios y que fueron aprobadas a partir del 2 de febrero de 1995, fecha de vigencia del Convenio 169 en el país, hasta las que se aprobaren antes de que entre en vigencia esta ley, lo que daría lugar a una situación de inseguridad jurídica. Esto no quita que pueda hacerse un mapeo de aquellas situaciones que están resultando conflictivas y que están colisionando con el sentido y contenido de esta ley de consulta a fin de buscar las alternativas más apropiadas para resolverlas.En síntesis, estamos ante un nuevo escenario que hace posible mejores posibilidades para un adecuado ejercicio de ciudadanía y de una nueva forma de ejercicio del poder donde las decisiones no se toman arbitrariamente sino con plena consulta y participación activa de los pueblos indígenas u originarios. La ley carecerá de sentido si los propios pueblos indígenas u originarios no impulsan el ejercicio efectivo de los derechos y deberes allí contenidos. Ello demanda al liderazgo y a los propios pueblos indígenas u originarios una gran responsabilidad, lo que pasa por fortalecer sus organizaciones, articular esfuerzos, prepararse adecuadamente en las herramientas técnicas necesarias y sobre todo, mantener la apertura al diálogo intercultural constituyéndose en interlocutores idóneos que transmitan las necesidades y propuestas de sus pueblos.
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