el principio de las responsabilidades comunes pero

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El Principio de las Responsabilidades Comunes pero Diferenciadas en el Acuerdo de París: Un nuevo régimen de cambio climático justo y efectivo Andrés Felipe Morales Arias 201113897 Investigación Dirigida Facultad de Derecho Universidad de Los Andes

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Page 1: El Principio de las Responsabilidades Comunes pero

El Principio de las Responsabilidades Comunes pero Diferenciadas en el Acuerdo de París: Un nuevo régimen de cambio climático justo y efectivo

Andrés Felipe Morales Arias 201113897

Investigación Dirigida Facultad de Derecho

Universidad de Los Andes

Page 2: El Principio de las Responsabilidades Comunes pero

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La interferencia humana en el sistema climático es clara. Sus efectos son evidenciables

desde inicios del siglo XX. Para 1950 estos no tenían precedentes en los últimos decenios o

milenios. Pese a los esfuerzos de la comunidad internacional, el crecimiento económico y

demográfico han llevado a que la atmósfera y el océano se calienten, los mantos de hielo

pierdan su masa y el nivel del mar aumente (IPCC, 2014).

Hoy, sin embargo, existe gran expectativa alrededor del futuro de la lucha contra el cambio

climático. Esto en razón a que las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas

sobre el Cambio Climático (CMNUCC) se reunieron en la sesión 22 de la Conferencia de

las Partes (COP 22) en Marrakech el pasado mes de noviembre de 2016 con ocasión de la

entrada en vigor del Acuerdo de París; instrumento que marca un hito en la lucha contra el

cambio climático. Dicho instrumento se adoptó en la COP 21 en París en 2015 y entró en

vigor el 4 de noviembre de 2016 con lo que se marca el inicio de un nuevo régimen que

regulará el panorama de cambio climático con el claro objetivo de evitar que el aumento de

la temperatura global por emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI) sea superior a 2ºC.

Esto para estabilizar las concentraciones de GEI en la atmósfera a un nivel en el que se

prevengan interferencias peligrosas con el sistema climático y se ponga fin a la afectación

que ya tiene lugar.

El Acuerdo tiene un acercamiento novedoso que consiste en un régimen ‘aplicable a todos’.

Esto quiere decir que, contrario al régimen anterior regulado por el Protocolo de Kioto,

todas las Partes y no sólo aquellas que sean países desarrollados, tendrán obligaciones de

mitigación y adaptación frente al cambio climático. Este es un cambio mayor pues, como se

verá adelante, el tema de quién está en cabeza de qué obligaciones no ha sido uno ajeno a

controversia al interior de las negociaciones de cambio climático. Este problema se

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encuadra en uno mayor: la falta de consenso en la aplicación y alcance de uno de los

Principios rectores del Derecho Internacional del Medio Ambiente, el Principio de las

Responsabilidades Comunes pero Diferenciadas y Capacidades Respectivas (CBDR-RC

por sus siglas en ingles), contenido en el artículo 3(1) de la CMNUCC.

En aplicación de este Principio y antes de la adopción del Acuerdo de París, algunas Partes

(especialmente aquellas que son países desarrollados), consideraban justo un régimen en el

que todas las Partes tuvieran obligaciones, sin importar su grado de desarrollo. Ello pues,

por disposición del Principio, las responsabilidades frente al cambio climático deben ser

comunes. Esta interpretación ha sido denominada en la doctrina de diversas formas

incluyendo homogénea (Winkler & Rajamani, 2013), de completa auto-diferenciación

(Rajamani, 2015) o bottom-up (Lee, 2015) . Por otro lado, otras Partes (especialmente 1

aquellas que son países en desarrollo), creían que un régimen de cambio climático debía

aplicar una diferenciación marcada entre quienes se consideraban países desarrollados y

quienes no, imponiendo obligaciones a los primeros y excluyendo de las mismas a los

segundos, desconociendo a su vez que las responsabilidades deben ser comunes. Esta

interpretación se ha conocido en la doctrina como una interpretación binaria (Winkler &

Rajamani, 2013), de categorización explícita (Rajamani, 2015) o top-down (Lee, 2015) . 2

Estas dos interpretaciones del Principio de CBDR-RC, una homogénea en la que se

argumenta que todas las Partes deberían tener obligaciones sin importar su grado de

desarrollo y otra binaria en la que las obligaciones deben ser exclusivas de las Partes que

más han contribuido al problema del cambio climático, causaron una tensión entre las

Partes al interior de las negociaciones de cambio climático (Cameron, Shine, & Bevins,

2013). Esta tensión, que también ha sido descrita como aquella entre países desarrollados y

Para efectos del presente trabajo, las interpretaciones “homogénea”, “de completa auto-diferenciación” y “bottom-up” se 1

usarán de manera indistinta para designar un régimen en el que las obligaciones frente al cambio climático corresponden a todas las Partes.

Para efectos del presente trabajo, las interpretaciones “binaria”, “de categorización explícita” y “top-down” se usarán de 2

manera indistinta para designar un régimen en el que se imponen obligaciones a unas Partes y no a otras basado en una categorización prestablecida.

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en desarrollo o tensión norte-sur, parte de dos interpretaciones que además de ser

incompatibles, resultan problemáticas como se verá adelante.

Hoy, con la entrada en vigor del Acuerdo de París, debido a su ratificación por más de 109

Partes, incluyendo a Estados Unidos y China, dos de los actores más importantes en esta

materia debido a su volumen de emisiones , parece que dicha tensión ha desaparecido. Pero 3

¿cómo se superó? ¿se impuso una interpretación sobre la otra?

Teniendo en cuenta lo señalado hasta ahora, será el objetivo de este trabajo de investigación

dar cuenta de cómo el Acuerdo de París pone fin a la tensión norte-sur al aplicar el

Principio de CBDR-RC, pero sin favorecer una interpretación sobre otra. En su lugar, el

Acuerdo de París ofrece una nueva visión del Principio que concilia la homogénea y la

binaria sin incurrir en los problemas que cada una presenta individualmente.

Para alcanzar este objetivo se procederá a dar cuenta en primer lugar de i) por qué es

necesario el Principio de CBDR-RC en el régimen de cambio climático. Luego, ii) se

examina cómo surgieron las dos interpretaciones del Principio. Esto permitirá iii) exponer

los problemas que presenta cada interpretación y la necesidad de una nueva. Lo siguiente

será iv) indicar cuáles podrían ser las posibles nuevas interpretaciones. Acto seguido, v) se

expondrá cuál fue la nueva interpretación del Principio de CBDR-RC que acoge el Acuerdo

de París, al igual que el cómo elude los problemas que se derivan de las interpretaciones

homogénea y binaria, poniendo fin a la tensión norte-sur y dando lugar a un régimen

aplicable a todos. Con todo lo anterior, vi) se procederá a concluir que en efecto el Acuerdo

soluciona los problemas en la aplicación del Principio. Pero, advirtiendo que pueden surgir

nuevas controversias en torno a esta nueva interpretación.

Según el Carbon Dioxide Information Analysis Center (Boden, 2015), las emisiones de GEI de Estados Unidos 3

representan un 16% del total de emisiones y las de China un 28%

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i) El porqué del Principio de CBDR-RC

El Principio de CBDR-RC, de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 3 de la CMNUCC,

consiste en reconocer que todas las Partes tienen responsabilidades en torno al problema del

cambio climático. Pero, estas responsabilidades se reconocen de conformidad con su grado

de participación en el aumento de la temperatura global al igual que la capacidad que tiene

cada Parte para afrontar esta problemática; lo que lleva a un trato diferenciado. Ahora,

como se vio en la introducción de este trabajo y se explorará en detalle a lo largo del

mismo, este trato diferenciado ha causado tensión al interior de las negociaciones de

cambio climático debido a su interpretación.

Con esto, si las diferentes interpretaciones de este Principio, no sólo resultan ser

aparentemente irreconciliables, sino que han sido un obstáculo en las negociaciones de

cambio climático y sumado a esto varios autores lo consideran inútil e innecesario ¿por 4

qué aplicar este Principio? Lo que es más, ¿por qué debe haber un trato diferenciado en el

régimen de cambio climático en primer lugar?

Frente a estas preguntas, lo primero es dar cuenta que, además de la obligación de las Partes

de proteger el sistema climático, ello debe hacerse sobre la base de la equidad. Esto hace

del problema del cambio climático uno de justicia que consiste en la distribución equitativa

de las cargas que se impondrá a unos y a otros para proteger el sistema climático (Cameron,

Shine, & Bevins, 2013). Esta distribución debe tener en cuenta que no todas las Partes

contribuyeron de igual forma al problema del cambio climático y no todas las Partes tiene

la misma capacidad de afrontarlo; razón por la que debe darse lugar a un trato diferenciado.

Autores como Cristopher Stone (2004) o Susan Biniaz (2002) 4

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Con respecto a lo primero, no todas las Partes contribuyeron en igual medida al problema

del cambio climático. En otras palabras, no todas las Partes son igualmente responsables.

Esto justifica un trato diferenciado desde la perspectiva de justicia correctiva, noción

concebida por Aristóteles. Bajo esta visión, estará obligado a la reparación quien cometa un

daño (Aristóteles, trad. en 2006). Con esto, la carga de protección del sistema climático se

impondrá en la proporción del daño que a este se haya ocasionado, lo que implica un trato

diferenciado por definición.

Por otra parte, un trato diferenciado en el sistema de cambio climático es necesario porque

no todas las Partes cuentan con la misma capacidad de afrontar esta problemática. Es decir,

no puede imponerse una obligación igual a Partes que son esencialmente diferentes. Desde

un acercamiento al concepto de justicia distributiva, concepto también explorado por

Aristóteles, sólo será justo un trato igual a quienes son esencialmente iguales y uno

diferente a quienes esencialmente lo sean (Aristóteles, trad. en 2006). Bajo esta misma

premisa, el filósofo estadounidense John Rawls en su obra A Theory of Justice, considera

que además la diferenciación debe mejorar la situación de aquellos que no han sido

favorecidos por circunstancias que los han puesto en mejores condiciones. Con esto en

mente, Rawls crea el método del velo de ignorancia que consiste en un escenario hipotético

en el que se diseñarán los principios de justicia bajo un velo que imposibilita saber las

condiciones de vida de uno y otro. Ello permite tomar decisiones que tengan en cuenta las

necesidades de aquellos que no tienen ventajas dadas por dinámicas históricas,

contingencias sociales, relaciones de poder o el azar y, por ende, se dé lugar a un trato que

busque nivelar unos sujetos con otros (Rawls, 1971). En materia del cambio climático y

siguiendo estos lineamientos, una distribución equitativa de las cargas para la protección

del sistema climático debe hacerse acorde a la capacidad de cada Parte de manera que se

evite la creación de ventajas creadas por contingencias sociales, políticas o el azar.

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De lo anterior, se tiene que un trato diferenciado es necesario en el régimen del cambio

climático para hacer frente al problema de justicia que este implica. También que, en una

aproximación desde la filosofía moral, ese trato diferenciado será justo en la medida en que

sea mayor la responsabilidad de las Partes que más han contribuido al problema del cambio

climático y que cuenten con mayor capacidad para asumirlo.

Ya que se ha establecido el porqué de un trato diferenciado en el régimen del cambio

climático, debe indicarse por qué debe existir el Principio de CBDR-RC en el mismo

régimen. La razón es que sólo con la aplicación de este Principio del derecho internacional

será posible hacer una distribución equitativa de las cargas que supone la protección del

sistema climático. Es decir, se podrá interponer una mayor carga a quien tenga un mayor

grado de responsabilidad en el cambio climático y también a quien tenga mayor capacidad

de afrontarlo. Esto se deriva de la consagración del Principio en la CMNUCC que reza:

“Las Partes deberán proteger el sistema climático en beneficio de las generaciones

presentes y futuras, sobre la base de la equidad y de conformidad con sus

responsabilidades comunes pero diferenciadas y sus respectivas capacidades. En

consecuencia, las Partes que son países desarrollados deberán tomar la iniciativa

en lo que respecta a combatir el cambio climático y sus efectos adversos.” (Negrilla

fuera de texto). (Artículo 3(1) de la CMNUCC).

Entonces, de las expresiones en negrilla se tiene que la ‘equidad’ hace referencia a la

distribución equitativa de cargas que supone el problema del cambio climático. La

expresión ‘responsabilidades comunes pero diferenciadas’ se refieren al componente de

responsabilidad e integra el concepto de justicia correctiva que faculta la imposición de más

obligaciones a quienes más han contribuido al aumento de la temperatura global. Por su

parte, la expresión ‘respectivas capacidades’ reconoce que las obligaciones en cabeza de

cada Parte se impondrán en razón a sus capacidades, lo que integra el concepto de justicia

distributiva y permite que aquellas Partes con mayor capacidad, asuman mayores

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responsabilidades. Así pues, la aplicación de la diferenciación mediante el Principio de

CBDR-RC en el régimen del cambio climático se hace necesaria para lograr un régimen

justo bajo las perspectivas de justicia distributiva y correctiva como fueron exploradas.

Ahora que se ha argumentado que la aplicación del Principio de CBDR-RC en el régimen

del cambio climático es necesaria para dar lugar a un régimen justo, también se tiene que

con este se logrará un régimen efectivo. Esto pues un régimen justo, o al menos justo a

consideración de las Partes, facilitará el consenso y permitirá compromisos ambiciosos

(Winkler & Rajamani, 2013). Un régimen que sea considerado justo por todas las Partes

permitirá la participación universal con lo que se logrará una mayor efectividad (Rajamani,

2015).

El consenso es especialmente importante en materia del derecho internacional donde la

adopción y ratificación de tratados y en últimas el principio de pacta sunt servanda

constituyen una fuente principal (mas no la única) de las obligaciones en el campo

internacional. Por esto, no sólo es importante que el Principio de CBDR-RC dé lugar a un

trato justo y equitativo, sino que también es fundamental que así lo consideren las Partes

quienes decidirán en últimas si adoptarlo y ratificarlo. Entonces, debe aplicarse el Principio

de CBDR-RC no sólo para garantizar que el régimen de cambio climático sea uno justo,

sino que también sea susceptible de ser adoptado y ratificado por los Estados.

Pese a todo lo anterior y como se mencionó antes, hay quienes consideran que este

Principio no es útil ni necesario. Entre ellos, el jurista estadounidense Christopher Stone

quien argumenta que el Principio de CBDR-RC no es necesario pues puede darse lugar a la

diferenciación mediante otros mecanismos fuera de un acuerdo de cambio climático. Según

Stone, puede establecerse un régimen de cambio climático que dé un trato igual a todas las

Partes, pese a sus profundas diferencias, siempre que se les otorgue a quienes tengan menor

capacidad incentivos como side payments entendidos como ayuda financiera o créditos

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diplomáticos entendidos como el acceso a un grupo económico, todo con el fin de nivelar a

unas Partes con otras (Stone, 2004).

Frente los side payments, debe decirse que el alcance del Principio de CBDR-RC trasciende

el mero aspecto financiero. Este principio se materializa además con las obligaciones de

mitigación, adaptación, transferencia de tecnología, construcción de capacidad, etc., por lo

que no se considera posible sustituir el Principio con el sólo apoyo financiero. En otras

palabras, no es aceptable que la carga de una Parte sea igual a la de otra con la que guarde

profundas diferencias, sólo por la ayuda financiera que esta le brinda.

Con respecto a los créditos diplomáticos, si bien pueden ser un incentivo que lleve a una

participación más amplia en el panorama ambiental, su otorgamiento no tiene ninguna

injerencia en el reconocimiento de las diferencias entre las Partes. Por el contrario, el

otorgar membresías a algunas Partes como medio de nivelar las diferencias, tiene el efecto

de crear un mundo de falsos iguales.

Por último, si bien el objetivo del Principio de CBDR-RC es el de nivelar a unas Partes con

otras, también lo es el hacer responsable en mayor medida a quien ha contribuido más en el

aumento de la temperatura global. Entonces, aun si con los side payments se lograra nivelar

a unas Partes con otras, se desconocería el elemento de responsabilidad. Por esto y lo

mencionado antes, debe decirse que el Principio de CBDR-RC no puede ser reemplazado

por estos medios y que su consagración en el régimen del cambio climático sigue siendo

necesaria.

De todo lo anterior, es correcto afirmar que el Principio de CBDR-RC es necesario en el

régimen del cambio climático, no sólo porque permite hacer una distribución equitativa de

las cargas para hacer frente al problema del cambio climático, sino porque hace que el

régimen también sea útil y efectivo al permitir consenso. El Principio también es necesario

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en la medida en que es la única garantía de un régimen justo y efectivo pues no puede ser

sustituido por otros métodos de diferenciación como side payments o créditos diplomáticos.

Entonces es claro que el Principio de CBDR-RC busca una distribución equitativa de las

cargas que le corresponden a cada Parte en la lucha contra el cambio climático, pero no es

claro a qué partes le corresponden estas cargas en concreto. De ahí que las Partes hayan

dado con diversas interpretaciones.

ii) Interpretaciones del Principio de CBDR-RC

Desde sus inicios en la CMNUCC, el Principio de CBDR-RC establece que todas las Partes

tiene compromisos (no obligaciones) en materia de cambio climático. Pero que estos están

dirigidos especialmente a aquellas Partes que sean países desarrollados. De lo anterior es

claro que el Principio de CBDR-RC en esta etapa sólo indica que las Partes que sean países

desarrollados deberán “tomar la iniciativa” en la lucha contra el cambio climático. Lo que

no impide que las Partes que sean países en desarrollo también puedan contribuir en esta

lucha. El Principio como se señala aquí, no resultaba problemático en la medida en que no

implicaba obligaciones a ninguna de las Partes, pero partía de una diferenciación entre ellas

que consistía en si son países desarrollados o en desarrollo. La manera en la que hacía esta

distinción era mediante Anexos. Así, el Anexo I de la CMNUCC contenía a las Partes

consideradas países desarrollados. Igualmente, las Partes no contenidas en el Anexo I se

consideraban como países en desarrollo. Esto da lugar a una interpretación del Principio de

CBDR-RC que consiste en llevar a cabo una clasificación de todas las Partes en dos

categorías y que llamamos binaria.

Más adelante y a pesar de los logros que alcanzó la CMNUCC en la creación de un régimen

que regule el cambio climático, pronto fue claro que no bastaría con esta para enfrentar el

problema. Era necesaria una reglamentación adicional que tomara medidas más específicas.

Es así como en 1997 se adopta el Protocolo de Kioto cuyo fin es el de establecer metas y

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calendarios específicos encaminados a evitar el aumento de la temperatura global para el

periodo de cumplimiento comprendido entre 2008 y 2012. En este tratado, las metas fijas

sólo fueron establecidas para los países listados en el Anexo I de la CMNUCC. Con esta

distinción se enfatiza aún más la diferenciación binaria. Bajo esta interpretación, se

imponen obligaciones a unas Partes sobre otras argumentando que, las Partes Anexo I

cuenten con la capacidad para afrontar el problema y además son las mayores responsables

del aumento de la temperatura global. Por ende, el Principio de CBDR-RC debe imponer

obligaciones únicamente a estas Partes (Cameron, Shine, & Bevins, 2013).

El Protocolo de Kioto entró en vigor en 2004 tras haber sido ratificado por casi toda la

comunidad internacional, hecho que da a entender que la interpretación binaria era aquella

aceptada entonces. Estados Unidos, un actor que brilló por su ausencia al no ratificar el

Protocolo, no compartía esta interpretación. Detrás de esta decisión se encuentra la

resolución Byrd-Hagel, aprobada por el congreso estadounidense 5 meses antes de la

adopción del Protocolo de Kioto. Esta resolución prohíbe al gobierno estadounidense

asumir obligaciones de reducción de GEI mientras las Partes que sean países en desarrollo

no hagan lo propio (Hovi, Sprinz, & Bang, 2010). Esta decisión sienta la segunda

interpretación problemática del Principio, que llamamos homogénea. Esta, como se explicó

antes, consiste en eliminar la marcada diferenciación que existía en el Protocolo de Kioto

de manera que se impongan obligaciones tanto a las Partes que son países desarrollados

como a las que no lo son.

La no ratificación del Protocolo de Kioto por esta razón marcaría el inicio de las tensiones

al interior de las negociaciones de cambio climático. Esto pues, con las dos interpretaciones

del Principio de CBDR-RC, la binaria y la homogénea, se da lugar a resultados

abiertamente excluyentes.

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Como el primer periodo de cumplimiento del Protocolo de Kioto finalizaría en 2012, fue

necesaria una enmienda para un periodo posterior, de acuerdo con el Artículo 3.9 del

mismo. Se preveía que la enmienda fuera adoptada en la COP 15 en Copenhague. En esta

COP, la interpretación homogénea había tenido acogida al interior de las delegaciones de

los países desarrollados, razón por la que se concibió un documento llamado Acuerdo de

Copenhague en el que se renunciaba a una interpretación binaria basada en calendarios y

metas fijas para las Partes Anexo I y se proponía un esquema en el que todas las Partes (no

sólo las Anexo I) manifestaran su meta de reducción y calendario en un sistema de auto-

diferenciación. Esta visión homogénea, no fue acogida por un grupo de cinco Partes

(Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Sudán), todas pertenecientes al grupo no-Anexo I, que se

opusieron a la adopción del Acuerdo. En este momento la tensión norte-sur era evidente; las

Partes desarrolladas buscando cambiar a una interpretación homogénea y las Partes en

desarrollo buscando mantener la diferenciación binaria. En consecuencia, la COP 15

finalizó sin un acuerdo, siendo considerada un fracaso significativo.

No fue sino hasta la COP 18 en Doha, que se logró un acuerdo sobre el segundo periodo de

aplicación del Protocolo de Kioto. En esta oportunidad, la COP adoptó un instrumento que

extiende la vigencia del Protocolo de Kioto hasta el 31 de diciembre de 2020 sin ninguna

modificación al régimen, es decir, manteniendo una interpretación binaria. Los efectos de

este acuerdo sólo se hacen extensivos a un número reducido de Partes que representan

apenas el 14% de las emisiones globales de GEI. Puede considerarse como causa de la baja

participación (aunque no la única) la imposición de una interpretación binaria que, como en

el caso estadounidense, llevó a que Canadá, Japón, Rusia, Ucrania y Nueva Zelanda no

ratificaran el Acuerdo (Erbach, 2016).

Estas interpretaciones, binaria y homogénea, han causado tensión al interior de las

negociaciones desde el Protocolo de Kioto en 1997. Por un lado, las Partes que son países

en desarrollo tendían hacia una visión binaria, mientras que las Partes que son países

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desarrollados se identificaban con una visión homogénea (Cameron, Shine, & Bevins,

2013).

Lo anterior nos deja con que el régimen de cambio climático que operaba antes del Acuerdo

de París fue el producto de una pugna frente a la interpretación del Principio de CBDR-RC.

También que este régimen no logró conciliar las dos interpretaciones antagónicas del

Principio; razón por la que Estados Unidos no ratificó el Protocolo de Kioto, Venezuela,

Bolivia, Cuba, Nicaragua y Sudán se opusieron a la adopción del Acuerdo de Copenhague y

Canadá, Japón, Rusia, Ucrania, Nueva Zelanda y Estados Unidos no participaran de la

prórroga del Protocolo de Kioto. Esto llevó a que, en ese régimen únicamente los países

que representan el 14% de las emisiones de GEI tuvieran obligaciones frente al cambio

climático, dejando fuera a Partes como Estados Unidos y China. Al bajo nivel de

compromiso, se suma un contexto en el que “las emisiones antropógenas recientes de gases

de efecto invernadero son las más altas de la historia” (IPCC, 2014), los desastres

naturales cada vez son más intensos, la atmósfera y el océano se han calentado, los

volúmenes de hielo han disminuido y el nivel del mar se ha elevado. Igualmente, los

ecosistemas de algunas especies han desaparecido o desaparecerán en pocos años y las 5

pérdidas directas y aseguradas a raíz de desastres naturales relacionados con meteorología

son más frecuentes (IPCC, 2014).

En ese orden de ideas, se tiene que la falta de compromiso bajo el régimen que sentó el

Protocolo de Kioto a partir de su prórroga en 2012 es la consecuencia de dos

interpretaciones del Principio de CBDR-RC aparentemente irreconciliables. Pero además

de ser disímiles, estas interpretaciones también impidieron un mayor grado de compromiso

al ser problemáticas en su fundamento. Esto se describirá a continuación.

iii) Problemas con las Interpretaciones binaria y homogénea del Principio de

Según el estudio de la Universidad de Princeton llamado “Causes and Consequences of Species Extintions”, el cambio 5

climático antropogénico, ha causado la extinción del sapo dorado (Incilius periglenes), la rata de Cayo Bramble (Melomys rubicola) y ha puesto en peligro de extinción al Oso Polar (Ursus Marítimus) y a los arrecifes de coral (Sodhi, Brook, & Bradshaw, 2009).

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CBDR-RC

Como se ha visto a lo largo de este trabajo, el Principio de CBDR-RC es en esencia la

aplicación de la diferenciación en el régimen del cambio climático; diferenciación necesaria

para alcanzar un régimen justo y efectivo. También se ha explorado cómo la aplicación de

este Principio ha sido problemática al interior de las negociaciones sobre el cambio

climático debido a sus interpretaciones. De la evolución descrita antes, puede decirse que

estas interpretaciones son al menos dos: una en la que existe un régimen estricto en el que

prima una tajante diferencia en materia de las obligaciones que se imponen a las Partes

(interpretación binaria). La otra es una interpretación que renuncia a los calendarios y metas

en un instrumento vinculante para que estos sean establecidos por las mismas Partes en un

esquema de auto-diferenciación, alejándose de la tajante división entre las Partes

(interpretación homogénea). A continuación, se describirá lo problemático que estas

interpretaciones resultan y cómo impiden consenso.

iii.i) Interpretación binaria

Esta interpretación del Principio de CBDR-RC ha sido acogida por las Partes que son

países en desarrollo porque integra una noción de responsabilidad histórica que considera

como máximos responsables a las Partes que son países desarrollados. Pero más importante

aún, esta interpretación destaca la importancia de la búsqueda del desarrollo de las Partes

que son países en desarrollo (Cameron, Shine, & Bevins, 2013). Estas razones, la búsqueda

del desarrollo y la responsabilidad histórica de los países desarrollados, justifican eximir de

obligaciones a las Partes que sean países en desarrollo.

La búsqueda del desarrollo ha estado presente en muchos instrumentos de derecho

internacional anteriores a la CMNUCC, por lo que no habría lugar a pensar que el Principio

de CBDR-RC debe ser interpretado de manera diferente. En primer lugar, la parte IV del

Acuerdo General sobre Comercio y Tarifas (GATT) da lugar a una diferenciación binaria

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con base en este argumento. Esta parte del Acuerdo reconoce por primera vez la diferencia

en el grado de desarrollo de los países que conforman la Organización Mundial del

Comercio y otorga un trato diferenciado que consiste en la no exigencia de reciprocidad en

el comercio internacional a países en desarrollo, entre otros beneficios. Esta diferencia se

fundamenta en el reconocimiento de las profundas desigualdades entre dos grupos: Países

desarrollados y países en desarrollo.

Más adelante, otro instrumento de derecho internacional de vital importancia y que tiene un

componente de diferenciación binario es el Convenio de Viena para la protección a la Capa

de Ozono de 1985. En este instrumento, la diferenciación se hace presente desde el

preámbulo cuando se habla de las necesidades especiales de los países en desarrollo. Así

mismo, el artículo 4 en su numeral 2 habla de hacer compatible los ordenamientos jurídicos

de las Partes para fomentar su desarrollo y la transferencia de tecnología. La diferenciación

se reitera en el numeral 3 del Anexo I que insta a las Partes a promover la capacitación

científica de aquellas que sean países en desarrollo. En últimas, la capacidad medida por el

grado de desarrollo, determina la pertenencia al grupo de países desarrollados o en

desarrollo.

Otro instrumento de Derecho Internacional que incluye este criterio de diferenciación es el

Protocolo de Montreal que hace parte de la Convención de Viena mencionada atrás. Este

instrumento hace diferenciaciones más claras aún entre las Partes bajo el mismo criterio de

desarrollo. La diferenciación está presente a lo largo de todo el documento desde el

preámbulo con el reconocimiento de necesidades y circunstancias diferentes para los países

en desarrollo. El artículo 5 de manera expresa otorga una prerrogativa a los países en

desarrollo que, en circunstancias especiales, les permite diferir el cumplimiento de las

obligaciones del protocolo hasta por 10 años; esto en procura de sus necesidades básicas

internas. Por último, el artículo 9 describe el procedimiento de transferencia de tecnologías

a las Partes que sean países en desarrollo. De nuevo, el modelo de distinción es uno basado

Page 16: El Principio de las Responsabilidades Comunes pero

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en el grado de desarrollo y que solo distingue dos categorías: País desarrollado o país en

desarrollo.

De este recuento, se tiene que el concepto de diferenciación en el campo internacional se

entiende en estos instrumentos como una noción binaria, es decir, que se diferencia entre

dos categorías de conformidad con el grado de desarrollo (desarrollado o en desarrollo) y

que impone obligaciones a unos, pero no a otros.

En lo que respecta al régimen del cambio climático, no es una sorpresa que el criterio de

diferenciación en el Protocolo de Kioto haya sido uno en el que no sólo existe esta

categorización binaria (ya establecida por la CMNUCC en los grupos Anexo I y no-Anexo

I) sino que dé lugar a la imposición de obligaciones con base en esa diferenciación . Esto 6

pues así se había entendido el concepto de diferenciación en los demás tratados

internacionales que dan lugar a un trato diferenciado. Entonces, la interpretación del

Principio de CBDR-RC bajo la óptica del Protocolo de Kioto, acogida por los países en

desarrollo, es aquella en la que se dé lugar a una diferenciación binaria que proteja el

derecho al desarrollo.

Aparte de la búsqueda del desarrollo, se acoge una interpretación binaria del Principio

porque la consideran justa al incluir la noción de responsabilidad histórica. Esto significa

que unas Partes (países desarrollados) han contribuido en mayor medida en el aumento de

la temperatura global, razón por la que deben tener obligaciones de mitigación. Estas dos

razones justifican el hecho de que las Partes que sean países en desarrollo no tengan

La obligación más importante se encuentra en el artículo 3 del Protocolo y consiste en asegurar que las emisiones de 6

Gases de Efecto Invernadero (GEI) de origen antropógeno, no excedan una cantidad determinada para cada Parte perteneciente al Anexo 1, en aras de que las emisiones de cada Parte sean menores en al menos un 5% a aquellas de 1990. El mismo artículo 3, al igual que los artículos 2, 4, 5 y 7, contemplan otras obligaciones exclusivas de las Partes Anexo I.

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ninguna obligación concreta en materia de mitigación, adaptación, financiación o cualquier

otra bajo esta interpretación (Cameron, Shine, & Bevins, 2013).

De lo anterior, es claro que la interpretación binaria del Principio contenida en el Protocolo

de Kioto y que fue acogida por los países en desarrollo se justifica por dos razones: Primero

porque se garantiza su derecho al desarrollo. Segundo porque los componentes de

responsabilidad histórica la hacen más justa. Sin embargo, son varias las objeciones a estos

dos argumentos, lo que hacen problemática esta interpretación.

En primer lugar, debe advertirse que una interpretación binaria es problemática desde que

se hace una distinción en dos categorías: desarrollados y en desarrollo o Anexo I y no-

Anexo I. El clasificar a todas las Partes en dos grupos, desarrollados o en desarrollo, ha

dado lugar al desconocimiento de diferencias al interior de cada grupo. (Saran, 2010). Esta

objeción la han puesto de presente los países desarrollados quienes manifiestan que los

mayores contribuyentes al problema del cambio climático se encuentran en ambos grupos

(Cameron, Shine, & Bevins, 2013).

Pero lo que resulta aún más problemático es el argumento de necesidad de desarrollo según

el cual, la categorización en país desarrollado o en desarrollo se justifica para garantizar

que algunas Partes alcancen el grado de desarrollo de otras. Si bien debe garantizarse la

posibilidad de desarrollo, esta división ha sido manejada como inamovible y perpetua en

los tratados internacionales en cita, incluyendo la CMNUCC y el Protocolo de Kioto. Esto

es problemático pues los criterios que determinan el desarrollo de una Parte (PIB per cápita,

índice de Gini, etc.) están en constante cambio. Con esto, aunque la aplicación de la

diferenciación haya sido binaria antes, una aplicación binaria del Principio de CBDR-RC

desconocería el carácter evolutivo de las Partes, lo que lleva al supuesto en el que estas no

han cambiado desde 1992 (fecha en la que se adopta la CMNUCC) hasta la actualidad.

Supuesto que no corresponde a la realidad en tanto algunos países de economías

emergentes, considerados como países en desarrollo en 1992, hoy podrían ser considerados

como países desarrollados; especialmente aquellos que conforman el bloque BASIC

Page 18: El Principio de las Responsabilidades Comunes pero

18

(Brasil, India, China y Sudáfrica). En últimas, una aplicación binaria del Principio de

CBDR-RC, con el fin de garantizar el derecho al desarrollo, parece suponer que las Partes

no evolucionan, desconociendo la realidad y aplicando un criterio de diferenciación que no

corresponde al momento actual; razón por la que el diplomático indio Shyam Saran la

considere un anacronismo (2010).

En sintonía con lo anterior, una clasificación de estas lleva a la generalización de que una

Parte que sea un país en desarrollo, no tiene ningún tipo de responsabilidad frente al cambio

climático y tampoco la capacidad para enfrentarlo, hecho que no corresponde a la realidad

en todos los casos, siendo los ejemplos más claros los de China y Brasil , ambas Partes 7 8

consideradas países en desarrollo y al mismo tiempo grandes emisores de GEI en la

actualidad.

Por otra parte, si bien es cierto que un régimen de cambio climático debe tener en cuenta la

responsabilidad histórica, no sólo este criterio debe gobernar el régimen. Por tanto, no

puede dar lugar a que la imposición de obligaciones sea exclusiva de las Partes Anexo I. Si

bien las Partes que son países en desarrollo han contribuido en mayor medida al aumento

de la temperatura global, ello no exime un grado de responsabilidad menor de las Partes

consideradas en desarrollo. Igualmente, debe tenerse en cuenta que la responsabilidad tiene

una dimensión temporal. Es decir que no sólo cobija aquellas emisiones pasadas, sino

también aquellas presentes y futuras (Winkler & Rajamani, 2013). Por lo que no puede

concebirse que la responsabilidad (pasada, presente y futura) sea exclusiva de las Partes

Anexo I; más aún cuando las emisiones de Partes Anexo I se han mantenido iguales entre

1990 y 2008 y aquellas de Partes no-Anexo I han aumentado un 223% (Parikh & Baruah,

2012).

Responsable del 28% de las emisiones globales según el Carbon Dioxide Information Analysis Center (Boden, 2015)7

Responsable del 2,34% de las emisiones globales según el CAIT Climate Data Explorer (Friedrich, Clark, Bostock, & 8

Davis, 2012)

Page 19: El Principio de las Responsabilidades Comunes pero

19

Con esto, debe decirse que la interpretación binaria del Principio de CBDR-RC creó una

asimetría entre las obligaciones en cabeza de las Partes que inicia con la distinción entre

Anexo I y no-Anexo I. Esta distinción corresponde a un periodo diferente al actual,

desconociendo la realidad y resultando en un trato profundamente injusto desde las

perspectivas de justicia correctiva y distributiva en la medida en que no impone

obligaciones a todos los responsables y da lugar a un trato diferenciado a quienes están en

iguales condiciones en la práctica.

Estas razones han sido la causa del inconformismo de las Partes que son países

desarrollados. Estas Partes sostiene que las obligaciones en esta materia no deben ser

impuestas sólo a unas Partes. Esta es la razón por la que, como se vio antes, Estados Unidos

no ratificara el Protocolo de Kioto y que Canadá, Japón, Rusia, Ucrania, Nueva Zelanda y

Estados Unidos no participaron de su prórroga.

iii.ii) Interpretación Homogénea

Ante el inconformismo de una visión binaria del Principio de CBDR-RC y con base en los

argumentos antes expuestos, las Partes que son países desarrollados (especialmente Estados

Unidos) consideran que el Principio debe ser aplicado sin dar lugar a distinciones tajantes

en materia de obligaciones entre las Partes. En ese sentido, las Partes que son países

desarrollados proponen como manera de superar esta interpretación inadecuada del

Principio, un sistema en el que cada Parte, independiente de la categorización por Anexos

de la CMNUCC, tenga metas y calendarios lo que extendería las obligaciones a todas las

Partes. En este sistema de obligaciones recíprocas consiste la ya mencionada interpretación

homogénea (Winkler & Rajamani, 2013).

Las Partes que son países desarrollados acogen esta interpretación que se manifestó de

manera clara en el Acuerdo de Copenhague porque la consideran más justa que la visión

binaria. Esto es así porque establece obligaciones para todas las Partes, cumpliendo con lo

sentado por el Principio de CBDR-RC en lo que respecta a las ‘Responsabilidades

Page 20: El Principio de las Responsabilidades Comunes pero

20

Comunes’. Bajo la versión más extrema de esta interpretación todas las Partes tendrían las

mismas obligaciones sin tener en cuenta su capacidad o responsabilidad (Lee, 2015).

Un sistema como el que se describe, cuya base es la reciprocidad y la igualdad en términos

de obligaciones, desconoce de facto un trato diferenciado en la medida en que insta a

algunos países en desarrollo a asumir obligaciones que, por su grado de desarrollo, no

pueden cumplir (Winkler & Rajamani, 2013). Igualmente, se desconocería el factor de

responsabilidad teniendo en cuenta que no es equiparable la contribución al aumento de la

temperatura global por emisiones (sean estas pasadas, presentes o futuras) de una Parte que

sea un país desarrollado a una que sea un país en desarrollo cuya economía no sea

emergente (Lee, 2015).

Con lo anterior, se tiene que una visión homogénea en la que todas las Partes tengan las

mismas obligaciones desconoce los fundamentos del Principio, dando lugar a un régimen

que no sería ni justo ni efectivo. No sería justo pues crearía un mundo de falsos iguales, en

el que las obligaciones que se imponen a países desarrollados, sean las mismas que las de

los países en desarrollo, cuenten o no con la capacidad para asumirlas. Imponer las mismas

obligaciones también implica desconocer la responsabilidad histórica de las Partes que más

contribuyeron al aumento de la temperatura global. Tampoco sería un régimen efectivo

pues, partiendo del hecho en el que el consenso sea posible, si las Partes no cuentan con la

capacidad, seguramente no cumplirán con sus metas de mitigación (Winkler & Rajamani,

2013).

iii.iii) Problemática en la práctica

Del recuento de los problemas que presenta cada una de las interpretaciones, se derivan las

razones que esgrime cada Parte para oponerse a la imposición de una interpretación sobre

otra. Las Partes que son países desarrollados no aceptarán un régimen en el que la

interpretación de CBDR-RC sea una binaria. Esto pues la consideran como una

interpretación anacrónica que no corresponde a la realidad. La distinción Anexo I y no-

Anexo I, parte del supuesto en el que las circunstancias de una Parte son las mismas hoy a

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21

como lo eran hace más de 30 años. Por esto, en caso de que se mantenga una interpretación

binaria sobre una homogénea, las Partes que son países en desarrollo procederán (como ya

lo hicieron en la prórroga del Protocolo de Kioto) a no tomar parte del régimen de cambio

climático. (Saran, 2010)

Por otro lado, las Partes que son países en desarrollo no aceptarán una visión homogénea

que se base en igualdad de obligaciones porque esto desconocería sus necesidades de

desarrollo y la mayor responsabilidad histórica en cabeza de los países desarrollados. De

imponerse esta visión, los países en desarrollo se opondrían a la adopción de un

instrumento que cambie la interpretación que opera en el Protocolo de Kioto (Saran, 2010).

Frente a este panorama, la única alternativa para alcanzar un régimen justo y efectivo es

una nueva interpretación del Principio de CBDR-RC que no caiga en los extremos de una

visión puramente binaria o puramente homogénea, pero en un punto medio entre las dos. Se

busca por tanto una interpretación híbrida (Rajamani, 2015).

iv) Interpretaciones Híbridas del Principio de CBDR-RC

Como se ha expuesto hasta ahora, tanto la interpretación binaria como la homogénea

resultan problemáticas pues representan extremos de una misma noción de diferenciación.

Por una parte, la interpretación binaria concibe únicamente dos categorías de Partes,

imponiendo obligaciones a sólo unas. Por otra parte, la interpretación homogénea renuncia

a la categorización explícita e impone obligaciones a todas las Partes sin observancia de su

capacidad o responsabilidad.

Con el ánimo de superar este impase y como ya se dijo, se debe buscar una nueva

interpretación que se ubique en medio de las dos anteriores. Aunque la doctrina sobre el

tema concibe de manera inequívoca como la solución el llegar a esta interpretación híbrida,

esa misma doctrina no está de acuerdo en una misma interpretación. Wrinkler, Brouns y

Kartha proponen crear nuevas categorías además de las descritas en la CMNUCC. Estas

categorías serían las siguientes: i) Nuevos Países Industrializados, ii) Países

Industrializándose Rápidamente, iii) Otros Países en Desarrollo y iv) Países Menos

Page 22: El Principio de las Responsabilidades Comunes pero

22

Desarrollados. Con estas categorías se pretende atender al problema de la diferenciación

binaria especialmente al de las diferencias al interior de cada grupo con lo que se permitirá

hacer una asignación de cargas acorde a las capacidades y responsabilidades de cada Parte

(Winkler, Brouns & Kartha, 2004). Sin embargo, no puede ser concebida esta

aproximación como la solución al problema en la medida en que sólo representa una

solución parcial a los problemas de la interpretación binaria. Si bien reconoce las

diferencias que existen entre las Partes no-Anexo I, desconoce el carácter evolutivo de las

Partes que, al cabo de un periodo corto, se identifique con un sub-grupo diferente al que le

fue asignado inicialmente.

Otra propuesta consiste en permitir la fácil movilidad entre las Partes. Esto daría lugar a

que con el cumplimiento de criterios objetivos como el PIB per cápita, balances de

crecimiento económico o contribución en emisiones de GEI, una Parte pueda entrar al

grupo de los Anexo I o II (Government of New Zealand, 2008). Sin embargo, esta

aproximación también falla en resolver el problema pues no podría haber acuerdo con

respecto a los criterios objetivos que determinen la movilidad. (Winkler & Rajamani,

2013).

Se propone igualmente la movilidad de categorías basada en la pertenencia a un grupo

internacional como la Unión Europea o la OCDE. Así, los países que ingresen a estas

organizaciones serán tenidos en cuenta como Partes Anexo I (Winkler & Rajamani, 2013).

Esta aproximación presenta los mismos problemas que se expusieron con la diferenciación

mediante créditos diplomáticos y consiste en que las Partes que adquieren la membresía a

cualquier organización de este orden, no los convierte ipso facto en Partes con una mayor

cuota de responsabilidad o con mayor capacidad. Se corre el riesgo de dar un trato igual a

quienes en esencia son diferentes.

Si bien estas nuevas propuestas para reinventar el Principio de CBDR-RC no pueden ser

consideradas como binarias u homogéneas en sentido estricto, sí mantienen los problemas

de la interpretación binaria concretamente al mantener una clasificación que, como se vio,

Page 23: El Principio de las Responsabilidades Comunes pero

23

es problemática en el sentido de hacer perpetua una situación de constante cambio, además

que corre el riesgo de asignar una carga igual a Partes diferentes.

Existe, sin embargo, otra propuesta de interpretación del Principio de CBDR-RC que se

aleja de los problemas de las visiones binaria y homogénea. Se trata de una visión que

renuncia a una clasificación explícita, alejándose de una visión binaria y acercándose a una

homogénea. Esta es la interpretación que adopta el Acuerdo de París, que soluciona la

pugna que existía alrededor de la interpretación del Principio de CBDR-RC y que se

expondrá a continuación.

v) La nueva interpretación del Principio de CBDR-RC en el Acuerdo de París:

ni binaria ni homogénea

Como se vio en el aparte anterior, no sólo las interpretaciones binaria y homogénea del

Principio de CBDR-RC son opuestas y problemáticas. También las otras interpretaciones

alternativas lo son. Esto se debe a que mantienen una categorización explicita de las Partes

que desconoce el carácter evolutivo de las realidades nacionales de cada Parte. Con esto, el

Acuerdo de París concibe como la solución al problema de la interpretación del Principio

de CBDR-RC una nueva interpretación híbrida que deje atrás una aproximación de

categorización explícita. Es por eso que se llega a un esquema de auto-diferenciación

moderada o de “diferenciación sutil” en lo que se llamó un régimen aplicable a todos. 9

Bajo esta interpretación, todas las Partes tendrán obligaciones frente al cambio climático

destacando el elemento de ‘responsabilidades comunes’ del Principio de CBDR-RC.

Igualmente, estas obligaciones serán diferenciadas reconociendo las responsabilidades,

capacidades y necesidades de desarrollo de cada Parte. Como en el pasado esto fue

imposible con la categorización de las Partes en dos grupos (Anexo I y no-Anexo I) pues

Término utilizado por Kennedy Liti Mbeva Pieter Pauw en Self-Differentiation of Countries' Responsibilities Addressing 9

Climate Change through Intended Nationally Determined Contributions (Mbeva & Pauv, 2016) para designar la diferenciación que tiene lugar en el Acuerdo de París.

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24

ello implicaría hacer estática una realidad dinámica y desconocer las diferencias al interior

de cada grupo, la nueva interpretación del Principio rechaza esta categorización. Para que

las obligaciones sean diferenciadas, se establece un mecanismo de auto-diferenciación que

consiste en que cada Parte proponga y cumpla sus metas de mitigación. Esto se hará

mediante la presentación de Contribuciones Determinadas Nacionalmente (NDCs en

inglés) (artículo 4(2) del Acuerdo de París). De nuevo, este sistema de auto-diferenciación

corresponde a cada Parte, sin distinción de si pertenece al Anexo I o no, con lo que se da

lugar a tantos tratos diferenciados como Partes de la CMNUCC.

Igualmente, el hecho de que estas NDCs deban ser comunicadas cada 5 años (artículo 4(9)

del Acuerdo de París) es una garantía de que estas serán un reflejo de la realidad nacional

de cada Parte. Con esto superando el anacronismo que significaba una distinción por

Anexos en la que era lo mismo una Parte hoy a como era en 1992.

Por otra parte, la determinación de NDCs no depende del arbitrio de las Partes, sino que

debe referirse a la cifra más ambiciosa posible y tener en cuenta el Principio de CBDR-RC

a la luz de las circunstancias nacionales. (artículo 4(3) del Acuerdo de París). Con esto se

garantiza que las NDCs que se presenten a futuro sean progresivamente más ambiciosas y

que correspondan a la realidad de las Partes, lo que implica necesariamente un trato

diferenciado.

Con esto, aunque se dé lugar a un régimen aplicable a todos, no con ello se está

desconociendo un trato diferenciado, esencia del Principio de CBDR-RC. Por el contrario,

este esquema resuelve el problema de las Partes cuyas economías son emergentes. En el

régimen anterior, porque estas Partes eran consideradas países en desarrollo, se eximían de

toda obligación, pese a su alto volumen de emisiones de GEI. El régimen del Acuerdo de

París reconoce las realidades de las Partes y su carácter dinámico. Con esto, China, Brasil,

Page 25: El Principio de las Responsabilidades Comunes pero

25

India entre otros países de economías emergentes tendrán que afrontar obligaciones de

mitigación.

Con lo anterior es claro que la reinvención del Principio de CBDR-RC en el Acuerdo de

París cambia definitivamente su aplicación en materia de mitigación al imponer

obligaciones a cada Parte y renunciar a una categorización explícita en Anexos;

característica del régimen anterior.

Con respecto a los demás elementos que componen el Acuerdo (adaptación, transferencia

de tecnología, construcción de capacidad, financiación y pérdidas y daños) también se

rechaza cualquier tipo de diferenciación basada en categorización explícita al no hacer

mención de los grupos Anexo I y no-Anexo I. En su lugar, establece una diferenciación

entre países en desarrollo y países desarrollados e impone algunas cargas exclusivamente a

estos últimos. Se dispuso, por ejemplo, una distinción entre las Partes que deben contribuir

con el apoyo financiero para la mitigación y adaptación. Según el artículo 9 del Acuerdo de

París, serán las Partes que sean países desarrollados quienes deben ofrecer apoyo financiero

a las Partes que sean países en desarrollo. Esto se replica en las obligaciones de

transferencia de tecnología (artículo 10), en adaptación (artículo 9(1)) y en construcción de

capacidad (artículo 11). El renunciar a una distinción por Anexos y acoger una en la que se

hable de países desarrollados, permitirá que este término se ajuste a la realidad de cada

Parte. Esto implica una mayor flexibilidad en la distinción entre desarrollado y en

desarrollo, lo que permite que los países en desarrollo pasen a ser países desarrollados y por

ende a asumir mayor responsabilidad (Mbeva & Pauv, 2016).

En suma, aunque aún exista la distinción entre las Partes Anexo I y no Anexo I sentada por

la CMNUCC, con los problemas que ello implica, la diferenciación tajante entre unas

Partes y otras ha sido superada en el Acuerdo de París en la medida en que todas las Partes

tendrán obligaciones de mitigación de emisiones de GEI con la presentación y

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26

cumplimiento de sus NDCs. Igualmente, las obligaciones de adaptación y financiación

corresponden a las Partes que son países desarrollados, pero estos ya no serán enlistados en

un Anexo, lo que permitirá mayor dinamismo y el reconocimiento de las circunstancias

nacionales. Esto soluciona la problemática de Partes que son países en desarrollo de

economías emergentes que no tenían ninguna obligación frente al cambio climático.

Igualmente, se tiene en cuenta la necesidad de desarrollo al conservar elementos de apoyo

financiero y transferencia de tecnología a los países en desarrollo.

Si bien la interpretación del Principio de CBDR-RC que contiene el Acuerdo de París pone

fin a la tensión al interior de las negociaciones de cambio climático, provocadas por la

tajante diferenciación entre las Partes, esta misma trae consigo varios aspectos que podrían

devenir en una nueva tensión.

Un primer aspecto que podría llevar a nuevas tensiones es el hecho de no tener certeza

sobre a quién le corresponden las obligaciones que contiene el Acuerdo. Si bien es claro

que las obligaciones de mitigación le corresponden a todas las Partes, las obligaciones de

apoyo financiero para mitigación y adaptación de países en desarrollo, no son igualmente

claras. Esto pues, aunque el Acuerdo impone estas obligaciones a las Partes que sean países

desarrollados, en el Acuerdo no existe una definición de qué es un país desarrollado. Esto

lleva a la incertidumbre de las Partes frente a sus obligaciones quienes deben identificarse

con un grupo o el otro al presentar sus NDCs, sin ningún tipo de criterio.

En el régimen anterior, la clasificación por Anexos que distinguía a los países desarrollados

en el Anexo I, en una abierta interpretación binaria del Principio de CBDR-RC, resolvía

este problema. Pero, como se vio, esta visión fue descartada debido a que desconocía el

carácter evolutivo de las Partes y sus circunstancias nacionales. En el nuevo régimen, el no

contar con esta definición podría causar el mismo efecto de desconocer las circunstancias

nacionales pues, una Parte que pueda ser entendida como un país desarrollado, puede

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27

determinarse a sí misma como uno en desarrollo, con lo que se eximiría de sus obligaciones

de financiación. Este es el caso de Qatar, un país que con uno de los PIB per cápita y

emisiones per cápita más altas, se considera a sí mismo un país en desarrollo (Mbeva &

Pauv, 2016). El reto para enfrentar este problema consiste en llegar a una definición de país

desarrollado que sea dinámica y represente las circunstancias nacionales de las Partes;

definición que no está presente en el Acuerdo de París.

Otro aspecto problemático al interior del Acuerdo de París consiste en la falta de consenso

sobre las características específicas de las NDCs. El determinar el contenido de las NDCs

no es un tema menor pues de estas se deriva la distribución de las cargas para enfrentar el

problema del cambio climático, es decir, las obligaciones que tendrá cada Parte. En otras

palabras, las NDCs son la materialización del Principio de CBDR-RC en el nuevo régimen

del cambio climático.

Como ya se dijo antes, el Acuerdo de París dispone que las NDCs deben ser el reflejo de la

mayor ambición posible además de concebirse en observancia del Principio de CBDR-RC a

la luz de las circunstancias nacionales (artículo 4(3)). Pero de esto no se puede determinar

si las NDCs deben referirse a mitigación exclusivamente o también a adaptación,

transferencia de tecnología, capacidad o pérdidas y daños, todos elementos del Acuerdo.

De un análisis de las NDCs que se han presentado, surge una nueva tensión norte-sur. Se

tiene que aquellas que provienen de Partes tradicionalmente asociadas con países

desarrollados, comprenden únicamente un esfuerzo en materia de mitigación. Por otra

parte, las NDCs de Partes asociadas con países en desarrollo comprenden no sólo aspectos

relativos a la mitigación sino también a la adaptación y financiación. Como del Acuerdo no

se establecen criterios que determinen el contenido de las NDCs, no hay una manera clara

de determinar a qué se obligan las Partes con la presentación de las NDCs (Mbeva & Pauv,

2016).

Page 28: El Principio de las Responsabilidades Comunes pero

28

La tensión norte-sur que revive la presentación de NDCs consiste nuevamente en la

discusión sobre una distribución equitativa de cargas para enfrentar el cambio climático;

distribución que debe ser guiada por el Principio de CBDR-RC. Con esto, las Partes que

son países desarrollados podrían considerar que con la presentación y cumplimiento de una

obligación de mitigación que represente sus circunstancias nacionales, capacidades y

responsabilidades y que sea lo suficientemente ambiciosa al interior de sus NDCs, se da

lugar a una distribución equitativa de cargas con base en el Principio de CBDR. Esta

posición es soportada por la Unión Europea, Suiza y Estados Unidos (IISD, 2015).

En contraste, las Partes que son países en desarrollo consideran que una NDC debe tener en

cuenta no sólo las obligaciones en materia de mitigación, sino también obligaciones de

adaptación y particularmente de financiación para que sea posible una distribución

equitativa de cargas. Esta posición fue manifestada por Malí en representación del Grupo

Africano y por Brasil en representación del grupo AILAC en la COP 20 en Lima (IISD,

2015). Pero más aún, estas Partes consideran que es tal la importancia de las obligaciones

de adaptación y financiación que las metas de mitigación que se proponen en sus NDCs

están condicionadas al apoyo financiero de las Partes que son países en desarrollo (Mbeva

& Pauv, 2016).

Esto implica que la nueva interpretación del Principio de CBDR-RC en el Acuerdo de París

puede no ser inequívoca. Por un lado, las Partes que son países desarrollados consideran

que la diferenciación debe manifestarse únicamente en materia de mitigación. Por otro lado,

las Partes que son países en desarrollo, consideran que la diferenciación comprende además

de la mitigación, obligaciones diferenciadas en materia de adaptación y particularmente de

financiación.

Page 29: El Principio de las Responsabilidades Comunes pero

29

Esta nueva problemática, al igual que la falta de certeza respecto de la categoría de país

desarrollado o en desarrollo, son dos aspectos importantes que aún deben resolverse. Sin

embargo, ello no resta mérito al logro del Acuerdo de París que, con su reinvención del

Principio de CBDR-RC en un sistema de auto-diferenciación, logró poner fin a las tensión

norte-sur que se hacía presente durante el régimen anterior.

vi) Conclusión

Al reconocer la importancia de un trato diferenciado en la consecución de un régimen de

cambio climático justo y efectivo, el Acuerdo de París es uno sin precedentes. Por primera

vez se da lugar a un régimen ‘aplicable a todos’ con lo que se quiere decir que todas las

Partes tendrán obligaciones frente al cambio climático. Esto es un cambio mayor en lo que

respecta a la aplicación de uno de los Principios rectores del derecho del medio ambiente, el

ya citado Principio de CBDR-RC. Bajo esta nueva óptica, se descarta una diferenciación

basada en Anexos, elemento característico del régimen anterior, y se acude a un sistema de

auto-diferenciación. Este acercamiento logró poner fin a la tensión que se hizo presente en

las negociaciones de cambio climático, donde se discutía sobre la imposición de una

interpretación sobre otra.

Esta nueva interpretación del Principio de CBDR-RC deja de lado los problemas que se

derivan de las interpretaciones puramente binarias u homogéneas. Con respecto a la

interpretación binaria, el Acuerdo de París reconoce que el que se establezca una

diferenciación basada en las categorías Anexo I y no-Anexo I, al igual que imponer

obligaciones basadas en esta diferenciación a unas Partes y no a otras, implicaba la

imposición de una carga desproporcionada. Esto pues se partía del supuesto en el que la

responsabilidad histórica era exclusiva de estas Partes Anexo I, que así también lo era la

responsabilidad presente y futura y que además las Partes no-Anexo I no tienen

responsabilidades frente al cambio climático ni capacidad para asumirlo. Este supuesto no

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30

corresponde a la realidad pues, como se mostró, algunas Partes que son países en

desarrollo, pero cuyas economías son emergentes (BASIC), sí cuentan con la capacidad

para asumir obligaciones y del mismo modo pueden ser considerados responsables hasta

cierto grado de emisiones pasadas, y en definitiva de emisiones presentes y futuras. Es por

esto que, en aplicación del Principio de CBDR-RC a la luz del nuevo acuerdo, se debe

diferenciar ya no con base en una estricta clasificación por Anexos, sino con base en las

circunstancias nacionales de cada una de las Partes. Esta es la razón por la que se logra

establecer compromisos auto-determinados que consisten en la presentación y

cumplimiento de NDCs como manera de distribuir las cargas del cambio climático de

manera equitativa.

De igual forma, el Acuerdo logra superar los problemas de la interpretación homogénea

pues con la nueva interpretación del Principio de CBDR-RC, se entiende que un régimen de

cambio climático no puede dar lugar a un mundo de falsos iguales en el que se impongan

las mismas obligaciones a cada una de las Partes. Es por esto que las NDCs que se deben

presentar, se hacen con base en el Principio de CBDR-RC a la luz de las circunstancias

nacionales y en observancia de las responsabilidades, capacidades y necesidades de

desarrollo de todas las Partes. Esto evita el que las obligaciones que decida asumir cada una

de las Partes sean iguales y se dé un trato acorde con las profundas diferencias que tienen

las Partes entre sí.

Sin embargo, esta nueva interpretación no está exenta de problemas. En primer lugar, al

abandonar una interpretación binaria en la que se hacía una clasificación explícita de los

países desarrollados, en el nuevo régimen del cambio climático existe incertidumbre con

respecto a quienes componen este grupo. Cuestión importante pues de esta clasificación

dependen las obligaciones de apoyo financiero para la mitigación y adaptación de los países

en desarrollo.

Page 31: El Principio de las Responsabilidades Comunes pero

31

En segundo lugar, existe una diferencia en la interpretación del contenido de las NDCs;

aspecto del que el Acuerdo tampoco da luces. Las Partes tradicionalmente concebidas como

países desarrollados creen que las NDCs deben limitarse a las obligaciones de mitigación,

mientras que las Partes que son países en desarrollo entienden que las NDCs deben

contemplar también las obligaciones de adaptación y especialmente las de financiación.

Aún con estas objeciones, no puede negarse el inmenso valor del Acuerdo de París en la

lucha contra el cambio climático. Esto pues logró poner fin a la tensión norte-sur que se

hizo presente en las negociaciones del cambio climático desde la no participación de

Estados Unidos en el Protocolo de Kioto. Con la reinvención del Principio de CBDR-RC al

interior del nuevo régimen del cambio climático, que consta de un sistema de auto-

diferenciación, se logró un alto grado de participación lo que permitió su entrada en vigor

con la ratificación de más de 55 Partes que representan más del 55% de las emisiones

globales de GEI. También se logró crear un alto grado de expectativa con respecto al

cumplimento de la meta de evitar el aumento de la temperatura global a más de 2ºC. En

últimas, el Acuerdo de París tiene la capacidad de cumplir con el objetivo último que se

propone al igual que aquel de la CMNUCC: evitar cualquier interferencia peligrosa en el

sistema climático, al igual que permitir el desarrollo económico de manera sostenible.

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