ellery queen [=] el sello negro de un penique

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5/24/2018 ElleryQueen[=]Elsellonegrodeunpenique-slidepdf.com http://slidepdf.com/reader/full/ellery-queen-el-sello-negro-de-un-penique 1/43 Ellery Queen Ellery Queen Ellery Queen Ellery Queen E E S S E E L L O N N E E G G R R O D D E E  U U N N  P P E E N N I I Q Q U U E E  

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  • Ellery QueenEllery QueenEllery QueenEllery Queen

    EELL SSEELLLLOO NNEEGGRROO

    DDEE UUNN PPEENNIIQQUUEE

  • Ach! gimi el anciano Uneker . Es algo

    terrible, Mr. Quveen... terrible! Adonde famos a

    parar? Todo cay sobre mi negocio: polizei und

    derramamiento de sangre, und cachiporrazos en la

    capeza... ste es uno de mis ms antiguos clientes,

    Mr. Queen. l tambin ha sufrido los asaltos... Mr.

    Hazlitt, Mr. Quveen... S, Mr. Quveen es ese

    famoso detectife del que tanto hablan los diarios,

    Mr. Hazlitt. Hijo del inspector Quveen.

    Ellery Queen, riendo, se estir y estrech la

    diestra de Hazlitt.

    Otra vctima de esa oleada de crmenes,

    Mr. Hazlitt? Uneker me estuvo regalando el odo

    con historias de sangrientas fechoras.

    De modo que es usted Ellery Queen?

    dijo el endeble hombrecillo, que usaba anteojos de

    vidrios gruesos y cuya persona trasuntaba algo

    indefiniblemente suburbano . Vaya una suerte la

    ma! S, he sido robado.

    Ellery examin, incrdulo, la librera del

    anciano Uneker:

    Pero no aqu, verdad? El comercio de

    Uneker estaba en un callejn de Manhattan,

    apretado entre la Zapatera Britnica y Mme.

  • 2

    Carolyne, y sera el ltimo lugar del mundo que

    escogera un delincuente para perpetrar sus

    desmanes.

    No respondi Hazlitt . Si as hubiera

    sido, me habra ahorrado el precio de un libro. No;

    fue anoche, a las diez. Sala de mi oficina de la

    calle 45, en donde trabaj hasta tarde, y cruzaba

    la ciudad, cuando me detuvo un individuo so

    pretexto de pedirme fuego. La calle estaba obscura

    y desierta y no me gustaron las maneras del

    hombre; pero, no cre perjudicarme prestndole la

    caja de fsforos. Mientras buscaba los fsforos,

    advert que miraba el libro que yo llevaba. Creo

    que intentaba leer el ttulo.

    De qu libro se trataba? pregunt,

    vidamente, Ellery, pues los libros eran su pasin.

    Nada de importancia respondi . Era

    Europa en Caos, el ltimo xito de librera, en

    cuestin de ensayos; trabajo en exportaciones y me

    agrada mantenerme al da en cuanto a la situacin

    internacional. Sea como fuere, ese individuo

    encendi su cigarrillo, me devolvi los fsforos y,

    dndome las gracias, se apart de mi lado.

    Enseguida, algo me golpe la cabeza y se me nubl

  • 3

    la vista... Cuando recobr el sentido, me encontr

    en el arroyo, el sombrero y los anteojos sobre los

    adoquines y la cabeza hecha una olla de grillos.

    Naturalmente, sospech que haba sido robado;

    llevaba encima bastante dinero y unos gemelos de

    diamantes; pero...

    Pero slo lo despojaron de Europa en

    Caos interrumpi Ellery, risueo . Un

    problema fascinante! Podra describir al

    asaltante? Usaba bigotes frondosos y anteojos

    ahumados y... Eso es todo. Yo...

    l no sabe describir nada! terci Uneker

    . Es como todos los norteamericanos... ciego, un

    dummkopf! Pero, ese libro, Mr. Quveen? Por qu

    quisieron robar ese libro? Eso no es todo dijo

    Hazlitt . Cuando llegu anoche a casa (vivo en

    East Orange, New Jersey) comprob que mi casa

    haba sido tambin asaltada. Y qu cree que me

    robaron, Mr. Queen?

    El delgado rostro de Ellery se ilumin.

    No soy adivino contest , pero dira

    que le substrajeron otro libro.

    Exactamente! Y se trataba de un segundo

    ejemplar de Europa en Caos!

  • 4

    Ya comienza a interesarme! articul

    Ellery . Por qu tena usted dos ejemplares?

    Adquir aqu otro volumen para regalrselo

    a un amigo. Lo dej encima de mi biblioteca... y

    desapareci de all! La ventana estaba abierta,

    forzada; descubr rastros de dedos sobre el

    alfizar. Aunque hay muchos objetos de valor en la

    casa (alhajas de oro y plata), los asaltantes no se

    llevaron nada. Inform del hecho a la polica de

    East Orange; pero se limitaron a recorrer la casa,

    mirndome con expresin curiosa, y terminaron

    por marcharse. Imagino que me creyeron loco.

    No faltaban otros libros?

    No; slo Europa en Caos.

    En realidad, no veo cmo... Ellery se

    sac el pince-nez, comenzando a limpiar los vidrios

    con aire absorto . Pudo ser el mismo hombre,

    Mr. Hazlitt? Tuvo tiempo como para llegarse a su

    finca de East Orange y perpetrar su fechora antes

    de que usted arribara a ella?

    S, Mr. Queen. Despus de levantarme de la

    cuneta en que haba cado, decid denunciar el

    atraco a un polica, quien me condujo hasta la

    comisara, acribillndome a preguntas. S; tuvo

  • 5

    tiempo de sobra... No llegu a casa hasta la una de

    la madrugada.

    Amigo Uneker manifest Ellery ,

    barrunto que su historia comienza a tener inters.

    Con su permiso, Mr. Hazlitt, seguir mi camino.

    Auf wiedersehen!

    Abandonando la librera, Ellery descendi por

    Center Street. Subi los peldaos del Departamento

    de Polica y, saludando al teniente de guardia,

    encaminse al despacho paterno.

    El inspector no estaba. Ellery empez a

    juguetear con una estatuilla de Bertillon, y despus

    de mucho cavilar, sali con premura, lanzndose a

    la caza del sargento Velie, jefe de operaciones del

    inspector Richard Queen. Descubri al mastodonte

    sermoneando a un periodista en la oficina de

    prensa.

    Velie dijo Ellery . Basta de hacerse el

    malo y vaya a buscarme algunas informaciones.

    Hace dos das persiguieron, infructuosamente, a un

    individuo en la calle 49, entre la Quinta y la Sexta

    Avenida. La cacera concluy en la librera de mi

    amigo Uneker; l me cont toda la historia, pero

    deseo menos detalles coloridos. Consgame el

  • 6

    informe de la comisara local.

    El sargento Velie fulmin con la mirada al

    cronista y sali. Diez minutos despus regresaba

    con un papel, cuyo contenido devor Ellery al

    instante.

    Los hechos parecan bastante escasos. Dos

    das antes, al medioda, un hombre sin saco y sin

    sombrero, con la faz ensangrentada, se haba

    precipitado fuera de un edificio de oficinas situado

    tres puertas ms all de la librera del alemn,

    vociferando:

    Socorro! Auxilio!

    Acudi el patrullero McCallum, y el

    desconocido manifest haber sido despojado de una

    valiossima estampilla:

    Mi sello negro de un penique! Mi sello negro

    de un penique!, repeta sin cesar, aclarando luego

    que el ladrn, un sujeto de bigotes negros y

    anteojos ahumados, haba escapado con su presa.

    McCallum haba advertido la presencia de un

    hombre que responda a esa descripcin

    penetrando minutos antes en un comercio contiguo.

    Seguido por el vocinglero filatelista, el patrullero

    entr en la librera de Uneker, revlver en mano.

  • 7

    Cuando se le pregunt si haba visto a un individuo

    con bigotes negros y anteojos ahumados en su

    comercio, el alemn asinti, informando que esa

    persona se encontraba en la trastienda,

    examinando unos libros. Precipitronse McCallum

    y el filatelista en la trastienda de la librera y la

    hallaron desierta. Una puerta que conduce al

    callejn estaba abierta de par en par; el sujeto

    haba escapado por ella, atemorizado por la

    irrupcin del polica y de su vctima en la librera.

    McCallum revis las vecindades; el ladrn haba

    desaparecido.

    El polica tom declaracin al filatelista. Se

    llamaba Friederich Ulm, comerciante en

    estampillas raras y antiguas. Su oficina estaba en

    el dcimo piso del edificio situado tres puertas ms

    all de la librera, oficina que comparta con su

    hermano Albert. Estaban exhibiendo unos sellos

    valiosos a tres coleccionistas, y dos de stos se

    marcharon; Ulm tuvo entonces la malsima

    ocurrencia de volverse de espalda; y el tercer

    cliente, el de los bigotes negros y anteojos

    ahumados, que se presentara como Avery

    Beninson, aprovech la oportunidad para golpearle

  • 8

    en la cabeza con una barra de hierro en el

    momento en que Ulm se volva de nuevo; el golpe

    le produjo una herida en la mejilla, abatindolo,

    casi desvanecido; acto seguido, con estupenda

    sangre fra, el ladrn emple la misma barra de

    hierro para fracturar la parte superior de un

    gabinete con una tapa de vidrio, en el que

    guardaban escogidos ejemplares de estampillas. El

    bribn substrajo de una cajita de cuero un sello

    particularmente costoso y raro: El Reina Victoria

    negro, de un penique, lanzndose fuera del

    despacho y echando la llave; necesit la vctima

    algunos minutos para incorporarse, abrir la puerta

    y perseguir al ladrn. McCallum fue con el

    filatelista hasta su oficina, examinaron el gabinete

    violentado, y el polica anot los nombres y

    domicilios de los tres coleccionistas presentes esa

    maana (con especial mencin del sospechoso

    Avery Beninson) y luego de garabatear su

    informe, se march.

    Los nombres de los otros dos coleccionistas

    eran John Hinchman y J. S. Peters. Un detective

    de la comisara local les visit por turno,

    marchando luego al domicilio de Beninson; ste, de

  • 9

    quien se sospechaba que era el asaltante de bigote

    negro y anteojos ahumados, ignoraba por completo

    el suceso; y su aspecto fsico difera de la

    descripcin de Ulm. No haba recibido invitacin

    alguna de los hermanos Ulm, declar, en cuanto a

    la venta privada de sellos de valor.

    S, haba tenido un empleado de bigotes negros

    y anteojos ahumados, que trabaj con l unas dos

    semanas; este individuo haba contestado un aviso

    de Beninson solicitando ayudante-cuidador de su

    coleccin particular de sellos de correo; a pesar de

    rendir servicios satisfactorios, desapareci, sin dar

    explicacin alguna, tras dos semanas de labor. El

    detective advirti que su desaparicin ocurri la

    misma maana de la venta privada de Ulm.

    Todas las tentativas de rastrear la pista del

    misterioso asaltante, que haba dado su nombre

    como William Planck, fracasaron. El hombre se

    haba desvanecido en la multitudinaria Nueva

    York.

    La historia no conclua ah. Al da siguiente

    del hecho, el anciano Uneker haba formulado

    extraas declaraciones al pesquisante de la

    comisara local. La noche anterior, segn explic

  • 10

    Uneker, haba abandonado su comercio para cenar;

    su vendedor nocturno qued a cargo de la librera;

    un hombre entr en ella y pidi ver Europa en

    Caos; ante el asombro del dependiente, el

    desconocido adquiri los siete ejemplares en venta.

    El hombre de la extraordinaria compra llevaba

    anteojos ahumados y bigotes negros!

    Un loco, verdad? gru el sargento.

    No, seor! respondi, risueo, Ellery ;

    creo que la explicacin es sencillsima.

    Algo ms. Uno de los muchachos acaba de

    informarme que otros dos hurtos fueron

    denunciados anoche en las comisaras

    jurisdiccionales; uno de ellos acaeci en el Bronx;

    un hombre llamado Hornell declar que su

    departamento haba sido violentado durante la

    noche y a que no adivina usted? El ladrn se

    llev un ejemplar de Europa en Caos adquirido

    en la librera de Uneker hace dos das! Por otra

    parte, una mujer llamada Janet Meakins, de

    Greenwich Village, sufri un atropello similar en el

    curso de la misma noche. El ladrn rob su

    ejemplar de Europa en Caos, adquirido la tarde

    anterior en la misma librera de Uneker. Cosas de

  • 11

    locos, eh?

    No, Velie, no! Aguce el ingenio! Ellery

    encasquetse el sombrero . Venga, Coloso!

    Vamos a charlar un poco con el viejo Uneker.

    Salieron del Departamento Central de Polica,

    encaminndose calle arriba.

    Uneker dijo Ellery, palmeando,

    amistosamente la reluciente calva del germano .

    Cuntos ejemplares de Europa en Caos

    guardaba en depsito cuando el ladrn escap por

    la trastienda?

    Once.

    En ese caso, si slo haba siete ejemplares

    cuando el ladrn retorn para comprarlos

    murmur el muchacho los otros cuatro

    volmenes haban sido adquiridos entre el

    medioda y la hora de la cena de anteayer. Oiga,

    Unky! Tiene usted un registro de sus clientes?

    Ach! S! De mis poqusimos parroquianos

    respondi el librero, tristemente . Quiere fer

    la lista?

    No hay nada que anse ms en este

    momento.

    Uneker les condujo a la trastienda, junto a la

  • 12

    cual haba un cuartillo atestado de papeles y libros

    viejos. El anciano abri un gran libraco y

    humedeciendo su ndice, comenz a pasar las

    hojas:

    Quiere saber los nombres de los cuatro

    clientes que compraron Europa en Caos el otro

    da?

    Ja respondi Ellery.

    Uneker, calndose un par de verdosos

    anteojos, comenz a leer.

    Mr. Hazlitt, el cliente que conoci ayer, Mr.

    Quveen. Compr su segundo ejemplar, el mismo

    que le robaron en su residencia. Luego figura Mr.

    Hornell, un fiejo parroquiano. Sigue una cierta

    Miss Janet Meakins. Ach! Estos nombres

    anglosajones! Schrecklich! Und el cuarto fue Mr.

    Chester Singermann, que fife por la calle 65 Este.

    Eso es todo!

    El cielo bendiga su alma teutnicamente

    ordenada! exclam Ellery . Velie, vuelva sus

    ciclpeos miradores hacia este lado.

    El cuartucho tena una puerta que conduca al

    callejn posterior. Ellery se inclin sobre la

    cerradura y comprob que haba sido violentada;

  • 13

    abri la hoja; el pestillo estaba mellado y mutilado.

    Velie asinti.

    Forzada mascull . El hombre es un

    nuevo Houdini.

    Forzada! balbuce el alemn . Pero,

    esta puerta nunca se usa! No adfertimos nada, ni

    menos el detectife que...

    Lindo trabajito el del polica local...!

    murmur Ellery . Uneker, hurtaron algo de

    aqu?

    El viejo librero precipitse hacia un antiguo

    anaquel atiborrado de volmenes; abri la caja con

    dedos trmulos; luego exhal un prolongado

    suspiro:

    Nein jade . Los folmenes raros... No

    robaron ninguno...

    Felicitaciones! Otra cosa ms, Uneker

    puntualiz Ellery, speramente . Esa lista de

    clientes contiene tambin los domicilios de sus

    parroquianos?

    El librero asinti. Mejor que mejor! Por

    lo visto, Unky, podr relatar una interesante

    historia a sus clientes cuando acabemos el caso.

    Velie, vamos a hacerle una visita a Mr. Chester

  • 14

    Singermann.

    Abandonando la librera, echaron a andar por

    la Quinta Avenida y doblaron hacia el norte, ciudad

    arriba.

    Es evidente como su nariz, Velie!

    bisbiseaba Ellery, alargando sus trancos para

    acomodarlos a los de Velie . Y creo que su nariz

    es bastante notoria.

    Pues a m el asunto me parece cosa de

    locos.

    Al contrario! Nos vemos ante una lgica

    serie de hechos. Nuestro ratero hurt un sello

    valioso. Entr al negocio de Uneker, logrando

    introducirse en la trastienda. Cuando oy entrar al

    polica y a Ulm, comenz a exprimir el meollo. Si le

    atrapaban con el sello... La nica explicacin para

    esta cadena de hurtos de un mismo libro (de

    escaso valor intrnseco) es que el ladrn, Planck,

    desliz la estampilla entre las pginas de uno de

    los libros de los anaqueles mientras estaba en la

    trastienda del comercio (por casualidad, se trataba

    de un ejemplar de Europa en Caos), y enseguida

    escap. Enfrentaba, empero, el problema de

    rescatar el sello (cmo lo llamaba Ulm? El negro

  • 15

    de un penique, verdad?). Esa misma noche

    regres, y luego de comprobar que Uneker no

    estaba, penetr en el comercio y compr todos los

    ejemplares de Europa en Caos. Compr siete! La

    estampilla no deba estar en ninguno de ellos; en

    caso contrario, por qu hurt luego otros

    ejemplares adquiridos esa tarde al alemn? Hasta

    el momento, todo marcha bien. Como no descubri

    el sello en los siete volmenes comprados, el

    ladrn retorn a la librera, y forzando la entrada,

    examin los nombres y domicilios de las personas

    que adquirieron ejemplares del libro durante la

    tarde. A la noche siguiente, Planck rob el de

    Hazlitt; evidentemente, lo sigui desde su oficina;

    sin embargo, no tard en comprobar su error; el

    estado de aquel volumen debi indicarle que ste

    no era el ejemplar recientemente adquirido; as

    pues, volvi a prisa a East Orange, pues conoca

    tanto la direccin comercial de Hazlitt como su

    domicilio particular, y hurt el ejemplar que

    acababa de adquirir la vctima; la suerte no le

    sonri tampoco y por ello debi realizar sendas

    visitas a Hornell y a Janet Meakins,

    substrayndoles sus respectivos ejemplares. Ahora

  • 16

    bien, falta an un cliente por investigar y con tal

    motivo, vamos a visitar a Singermann. Como

    Planck fracas en sus intentonas anteriores, es

    lgico suponer que visitar a Mr. Singermann, por

    lo cual nosotros debemos adelantarnos, si es

    posible.

    Chester Singermann era un estudiante que

    resida con sus padres en un viejo edificio de

    departamentos; s, aun conservaba su ejemplar de

    Europa en Caos (indispensable, afirm, para sus

    estudios de economa poltica) y lo entreg en el

    acto al detective. Ellery lo examin con cuidado,

    pgina por pgina, sin encontrar la estampilla.

    Mr. Singermann, hall usted un viejo sello

    de correo entre las hojas del libro? interrog

    Ellery.

    El estudiante sacudi la cabeza:

    Todava no lo haba abierto, seor. Una

    estampilla? Qu estampilla? Sabr usted que

    tengo una pequea coleccin de sellos de correo y...

    Oh! Poco importa! exclam con premura

    Ellery, que conoca el fantico entusiasmo de los

    filatelistas y, seguido por Velie, se bati en

    retirada . Es evidente, Velie explic luego al

  • 17

    sargento , que nuestro Planck descubri el sello

    en el libro de Hornell, o en el de Miss Meakins.

    Cul robo ocurri el primero?

    Creo recordar que la Meakins fue asaltada

    despus de Hornell.

    Entonces el sello se hallaba en su

    ejemplar... Ah! Aqu est el edificio de oficinas

    que buscbamos. Vamos a hacerle una visita a Mr.

    Friederich Ulm.

    El nmero 1026 del dcimo piso de la finca

    llevaba un cartelillo en la puerta, de vidrios

    opacos, que rezaba as:

    ULM SELLOS ANTIGUOS Y RAROS

    Ellery y el sargento entraron en una vasta

    oficina. Los muros estaban atestados de vitrinas,

    dentro de las cuales, montados por separado,

    veanse centenares de sellos, obliterados o no.

    Varios gabinetes especiales, dispuestos sobre

    mesillas, contenan, evidentemente, ejemplares de

    mayor jerarqua. La salita estaba llena de trastos,

    y toda ella exhalaba un tufillo rancio que

    recordaba el de la vieja librera de Uneker.

    Tres hombres levantaron la vista. Uno de ellos

    deba ser el propio Friederich Ulm, a juzgar por el

  • 18

    emplasto cruzado sobre la mejilla; alto y anciano,

    su teutnico continente trasuntaba esa expresin

    fantica del filatelista. El segundo era tan alto y

    anciano como el anterior; llevaba visera verde y se

    pareca mucho a Ulm, si bien deba ser mucho ms

    viejo, a juzgar por sus movimientos nerviosos y el

    senil temblor de sus manos. El tercero era un

    hombrecillo rechoncho, de rostro impasible.

    Ellery se present y el tercer hombre aguz

    los odos:

    No ser usted Ellery Queen? inquiri,

    arrastrndose hacia ellos . Soy Heffley,

    investigador que trabaja por cuenta de la compaa

    de seguros. Encantado de conocerle! Zamarre

    la diestra del joven . Estos caballeros son los

    hermanos Ulm, Friederich y Albert, propietarios

    del establecimiento. Mr. Albert estaba ausente de

    la oficina cuando ocurri el robo. Es una lstima!

    Talvez hubiera podido apresar al ratero.

    Friederich Ulm rompi a hablar en

    exaltadsimo alemn; Ellery, escuchando con una

    sonrisa a flor de labios, asenta cada cuatro

    trminos:

    Comprendo, Mr. Ulm! La situacin, pues,

  • 19

    se plantea as: usted remiti invitaciones por

    correo a tres conocidos filatelistas para que

    asistieran a una exhibicin especial de estampillas

    raras. Tres personas se le presentaron anteayer,

    pretendiendo ser los seores Hinchman, Peters y

    Beninson; a los dos primeros los conoca de vista,

    mas no as al ltimo. Muy bien! Algunos

    ejemplares fueron adquiridos por los primeros

    coleccionistas. El hombre que aparentaba ser Mr.

    Beninson, asaltndole por la espalda, le asest

    un... Bien! Ya lo sabemos! Ensenme el gabinete

    violentado, caballeros.

    Los dos hermanos le guiaron hasta una mesa

    en el centro del saln, sobre la cual haba un

    cajoncito plano, con tapa de vidrio ordinario,

    enmarcado en un estrecho rectngulo de madera.

    Bajo el vidrio reposaban varias estampillas, cuyo

    colorido y forma destacbanse sobre un fondo de

    negro terciopelo. En el centro de la tela haba un

    estuche de cuero, abierto y vaco. En el lugar en

    que el cajoncito haba sido forzado, vio Ellery

    seales inconfundibles de una palanca, cuatro en

    total. El gancho de cierre haba sido dislocado y

    fracturado.

  • 20

    Demontres! respondi el sargento .

    Esa tapa podra haber sido forzada empleando slo

    los dedos.

    Los ojos del joven parecan saturarse de

    cuanto haba ante ellos.

    Mr. Ulm dijo . Esa estampilla que

    ustedes llaman la negra de un penique, se

    encontraba en ese estuche abierto?

    S, Mr. Queen; pero estaba cerrado cuando

    el ladrn forz el gabinete.

    Entonces, cmo saba tan bien lo que deba

    hurtar? Friederich acaricise la mejilla:

    Las estampillas de ese gabinete no estn en

    venta; son la crema de nuestra coleccin; cada una

    de ellas vale cientos de dlares. Sin embargo,

    cuando los tres hombres estaban aqu conversamos

    sobre ejemplares raros, y abrimos esa vitrina para

    mostrarles nuestras estampillas ms valiosas; de

    ese modo, Mr. Queen, el ladrn consigui ver

    nuestro sello negro de un penique. Deba ser

    coleccionista, para haber escogido ese sello. Su

    historia es curiosa y...

    Qu? prorrumpi Ellery . Acaso esas

    cosas tienen historia?

  • 21

    Heffley, el pesquisante de la compaa

    aseguradora, rompi a rer:

    Desde luego, Mr. Queen! Estos caballeros

    son bien conocidos en el ambiente por poseer dos

    de las estampillas ms raras que existen en el

    mundo. El negro de un penique, como lo llaman

    los filatelistas, es un sello britnico impreso en

    1840; existen muchsimos en manos de

    coleccionistas y aun los no cancelados valen diez y

    siete dlares. Pero los dos sellos en poder de estos

    caballeros valen 30.000 dlares cada uno, de modo

    que este asunto es serio. Mi compaa est

    sumamente interesada, puesto que las estampillas

    fueron aseguradas por su valor total.

    Treinta mil dlares! balbuce el joven .

    Parece demasiado dinero por un papelito sucio

    Por qu cuestan tanto?

    Albert Ulm baj sobre sus ojos la visera verde:

    Pues, porque ambos sellos fueron

    autografiados por la reina Victoria. Sir Rowland

    Hill, creador y fundador del sistema britnico de

    estampillas, tuvo a su cargo la impresin del

    negro de un penique. Su Majestad experiment

    tanta satisfaccin (Gran Bretaa, como los dems

  • 22

    pases, haba tropezado con numerosos

    contratiempos para establecer un sistema de

    estampillas de correo prctico y conveniente) que

    autografi las primeras dos estampillas impresas,

    regalndoselas al autor del diseo. Su autgrafo las

    volva inmensamente valiosas. Nosotros tuvimos la

    suerte de conseguir los dos nicos ejemplares

    existentes.

    Dnde est la gemela? Deseara admirar

    un sello que vale el rescate de una reina.

    Los hermanos se precipitaron hacia la caja de

    hierro que haba en un rincn. Regresaron,

    trayendo Albert un estuche de cuero como si se

    tratara de oro en barras, en tanto que su hermano

    Friederich le sostena el codo, como si fuera un

    escuadrn de guardias armados, destacado para

    custodiar el oro. Ellery revolva el papelito entre

    sus dedos y al tacto not su grosor y su rigidez

    poco comunes. Era una estampilla de tamao

    normal, rectangular, no perforada, bordeada de un

    diseo negruzco; contena un grabado del perfil de

    la reina Victoria, realizado con tonos negros; en la

    parte clara del rostro aparecan dos iniciales,

    trazadas con desvada tinta negra:

  • 23

    V. R.

    Son exactamente iguales! seal

    Friederich Ulm . Ni en las iniciales existen

    diferencias...

    Interesante! afirm el joven,

    devolviendo el estuche

    Ambos hermanos lo guardaron en la caja

    fuerte y echaron la llave con infinitas

    precauciones.

    Desde luego, ustedes cerraron la vitrina

    despus que sus tres visitantes examinaron las

    estampillas, verdad?

    Oh, s! replic Friederich . Cerr yo

    mismo el estuche del negro de un penique y

    luego ech la llave a la vitrina.

    Remiti usted mismo esas tres

    invitaciones? Veo que aqu no tienen mquina de

    escribir.

    Utilizamos los servicios de una estengrafa,

    en la oficina 1102, para despachar nuestra

    correspondencia, Mr. Queen.

    Agradeci Queen la gentileza de los filatelistas

    y saludando al colega de la compaa aseguradora,

    sali con Velie de la oficina. En el cuarto 1102

  • 24

    encontraron a una mujer joven, de facciones duras.

    El sargento Velie exhibi su credencial y Ellery se

    puso a leer las copias carbnicas de las tres

    invitaciones Ulm. Una vez que tomaron nota de

    nombres y domicilios, partieron.

    Visitaron primero a John Hinchman, anciano

    rechoncho, con cabellos blancos y ojuelos vivos.

    Era brusco y poco comunicativo. S, haba estado

    en la oficina de Ulm das atrs; s, conoca a

    Peters; no, nunca haba visto antes a Beninson. El

    sello negro de un penique? Claro que s! Todo

    coleccionista conoce el valioso par perteneciente a

    los Ulm: esos trozos de papel con las iniciales de la

    reina Victoria, eran famossimos entre los

    filatelistas. El ladrn? Puaff! l, Hinchman, nada

    saba de Beninson o del individuo que lo

    personificara. l, Hinchman, haba partido antes

    que el ladrn. l, Hinchman, senta escassimos

    deseos de romperse la cabeza pensando quin

    haba substrado ese tesoro filatlico; todo cuanto

    quera era que le dejaran absolutamente solo.

    El sargento Velie exterioriz ciertas seales de

    hostilidad; pero Ellery se limit a sonrer y

    hundiendo sus fuertes dedos en los msculos del

  • 25

    sargento, lo arrastr hacia la entrada del

    subterrneo.

    J. S. Peters, segn comprobaron un rato

    despus, era un hombre de edad madura, alto,

    delgado y amarillento como lacre chino; se mostr

    ansioso por ayudarlos; s, Hinchman y l haban

    abandonado juntos la oficina de los Ulm,

    precediendo al tercer interesado; nunca le haba

    visto previamente, aunque su nombre no le era

    desconocido, como filatelista; s, conoca la historia

    de los sellos de un penique y aun haba intentado

    adquirir uno a los Ulm, pero stos se negaron a

    realizar la transaccin.

    La filatelia dijo Ellery al sargento, ya en

    la calle , es una chifladura curiossima. S, la

    Diosa Filatelia llega a castigar a sus vctimas con

    una especie de mana. No dudo que esos filatelistas

    se asesinaran unos a otros por conseguir un

    ejemplar raro.

    El sargento Velie frunca sus narizotas:

    Es hermosa esa diosa... ejem!... filatelia?

    pregunt.

    Velie respondi el joven , es hermosa

    y diferente a todas!

  • 26

    Descubrieron a Avery Beninson en una vieja

    finca de ladrillos parduscos, cercana al ro; de

    suaves maneras y mirada gentil, encarnaba al

    anfitrin perfecto.

    No, nunca vi esa invitacin respondi a

    una pregunta . Tom a mi servicio a William

    Planck, quien deba encargarse del cuidado de mi

    coleccin y del despacho de la abultada

    correspondencia que recibimos todos los filatelistas

    serios. El hombre conoca tanto de estampillas

    como yo. Durante dos semanas me prest servicios

    inestimables. Sospecho que debi interceptar la

    invitacin de los hermanos Ulm, y vio la

    oportunidad de entrar en la oficina y hacerse

    pasar por m... El coleccionista se encogi de

    hombros . Un ardid sencillsimo, a mi entender,

    para un hombre inescrupuloso.

    Desde luego, usted no supo nada de l

    despus del robo, verdad?

    Naturalmente que no! Li sus petates y se

    fue.

    Qu trabajos efectuaba para usted, Mr.

    Beninson?

    Pues los ordinarios de un ayudante de

  • 27

    filatelista, Mr. Queen: clasificar, catalogar, montar,

    contestar correspondencia. Residi conmigo las dos

    semanas que estuvo en el empleo Beninson

    sonri, desdeosamente . Soy soltero, caballeros,

    vivo solo en esta casona. Su compaa me alegraba

    un tanto, aun cuando el hombre no poda ser ms

    raro.

    Raro?

    S respondi Beninson . Era muy

    retrado. Posea algunos escasos efectos

    personales, cuya desaparicin verifiqu hace dos

    das. Siempre se refugiaba en su cuarto cuando me

    visitaban amigos mos o coleccionistas notables,

    como si no quisiera codearse con ellos...

    De modo, pues, que no conoce a nadie en

    condiciones de complementar su descripcin, Mr.

    Beninson?

    Por desgracia, no. Planck era muy alto, de

    edad casi avanzada; sin embargo, con sus anteojos

    ahumados y sus espesos bigotes negros, se

    destacara en cualquier parte.

    Ellery extendi su largo cuerpo sobre la silla.

    Los hbitos del hombre me interesan en

    grado sumo, Mr. Beninson. La idiosincrasia de

  • 28

    cada cual es, con frecuencia, el inocente expediente

    con que se apresan los peores criminales, como

    podra decirle el sargento Velie. Recapacite a

    fondo, caballero! No not en ese hombre alguna

    particularidad?

    Beninson frunci los labios, ensimismado; su

    faz se aclar:

    Por Dios, s, Mr. Queen! Sola tomar rap.

    Ellery y el sargento cambiaron miradas:

    Interesante opin el joven, sonriente .

    Igual que mi padre, el inspector Queen; he tenido el

    dudossimo placer de asistir a las evoluciones

    raperianas de mi progenitor desde mi lejana

    infancia... Plank inhalaba rap regularmente?

    No puedo afirmarlo con certeza

    respondi Beninson, saudo ; en las dos semanas

    que trabaj conmigo le vi tomar rap una sola vez,

    a pesar de que estbamos juntos aqu todo el da.

    S, ocurri la semana pasada; sal unos minutos y

    al regresar, le vi reteniendo entre los dedos una

    cajita tallada, aspirando una pulgarada de algo

    pardusco... Planck escondi rpidamente la cajita,

    como si no quisiera que se la viera, cosa que poco

    se me hubiese importado, mientras no fumara

  • 29

    aqu... En una ocasin, uno de mis secretarios

    provoc un incendio por fumar con descuido y, en

    verdad, no querra que se repitiera el desastre.

    El rostro de Ellery se encendi de satisfaccin;

    irguindose en la silla, comenz a acariciar,

    lentamente, el puente de su pince-nez:

    Usted conoce el domicilio de Planck?

    El otro mene la cabeza:

    No, Mr. Queen; deploro decirle que lo tom

    a mi servicio sin adoptar las precauciones de rigor

    . El coleccionista suspir . Creo que puedo

    considerarme afortunado de que no me haya

    robado. Mi coleccin vale mucho.

    No lo dudo respondi Ellery,

    incorporndose . Podra usar su telfono?

    Desde luego, Mr. Queen! Consult el joven

    la gua telefnica, y sostuvo varias conversaciones

    en voz tan baja que ni Beninson ni Velie lograron

    or lo que deca. Cuando colg el auricular,

    manifest:

    Si puede usted disponer de media hora, Mr.

    Beninson, le invito a acompaarnos.

    El coleccionista pareca perplejo; luego sonri,

    diciendo:

  • 30

    Encantado! y extendi la mano hacia su

    sobretodo.

    Ellery llam un taxmetro y se dirigieron a la

    calle 49.

    Excusndose cuando llegaron a la librera,

    precipitse Ellery dentro de la misma, saliendo al

    rato con Uneker, quien cerr la puerta del

    establecimiento con dedos trmulos.

    En la oficina de los hermanos Ulm

    encontraron a Heffley, el pesquisa de la compaa

    aseguradora, y a Mr. Hazlitt, uno de los clientes de

    Uneker, quienes les estaban aguardando:

    Gracias por haber venido, seores

    expres alegremente Ellery . Buenas tardes, Mr.

    Ulm! Una pequea conferencia... y creo que

    resolver el asuntillo a gusto de los Queen. Ja, ja!

    Friederich rascse la cabeza; Albert, sentado en un

    rincn, mene la suya.

    Aguardemos un poco, caballeros agreg

    el joven . Tambin he invitado a Mr. Peters y a

    Mr. Hinchman. Insino la conveniencia de que nos

    sentemos todos.

    Guardaron silencio los concurrentes a la

    singular reunin, todos ellos visiblemente

  • 31

    inquietos; ninguno dirigi la palabra a Queen

    mientras ste paseaba por la oficina, examinando

    los sellos con curiosidad y silbando entre dientes;

    el sargento le miraba con aire de duda.

    La puerta se abri y aparecieron Hinchman y

    Peters; se detuvieron en el umbral y tras cambiar

    miradas intrigadas, se encogieron de hombros y

    entraron. Hinchman frunci el ceo:

    Qu es esto, Mr. Queen? mascull .

    Recuerde que soy un hombre atareadsimo!

    Una condicin que no le es privativa

    sonri el joven . Ah! Salud, Mr. Peters! Buenos

    das! Creo intiles las presentaciones, caballeros...

    Sintense! agreg, en tono ms rspido, y ambos

    se sentaron, automticamente.

    La puerta volvi a abrirse y desde el vano les

    observ un hombrecillo grisceo, en algo semejante

    a un pjaro. El sargento abri tamaos ojos y

    Ellery asinti, jubilosamente:

    Adelante, pap! Llegas a tiempo para el

    primer acto. El inspector alarg su cabecita curiosa

    y estudiando a los circunstantes con aire artero,

    cerr la puerta.

    Qu diablos significa esta llamada, hijo?

  • 32

    pregunt.

    No se trata de nada excitante, pap. Ni es

    un homicidio ni nada que entre en tu esfera; pero,

    el caso te interesar. Caballeros, el inspector

    Richard Queen.

    El polica gru, tom asiento y extrayendo su

    vieja tabaquera inhal profundamente una

    pulgarada de rap, exhalando el voluptuoso suspiro

    de una larga prctica.

    Ellery se plant, serenamente, en el centro del

    crculo de sillas, contemplando los rostros vueltos a

    l:

    El hurto del sello negro de un penique,

    como lo denominan ustedes, viejos cazadores del

    sello raro comenz diciendo el joven ,

    presentaba un problema de inters. Y digo

    presentaba con toda intencin, pues el caso ya ha

    sido solucionado.

    Se trata del asunto de la estampilla

    hurtada de que se conversaba en el Departamento?

    pregunt el inspector.

    S, pap.

    Solucionado? inquiri Beninson . No

    entiendo, Mr. Queen. Descubri ya el paradero de

  • 33

    Planck?

    Ellery agit su mano, desdeosamente:

    Confieso que nunca fue muy grande mi

    saa para atrapar a Planck. Recordarn que

    llevaba anteojos ahumados y bigotes negros. Ahora

    bien, cualquier persona familiarizada con la

    investigacin de delitos podra decirles que el

    individuo comn identifica los rostros por detalles

    superficiales. Un bigote negro, entra por los ojos.

    Unos anteojos ahumados impresionan vivamente la

    memoria. Mr. Hazlitt, hombre poco observador,

    segn afirma Mr. Uneker, recuerda haber visto

    que su asaltante llevaba anteojos ahumados y

    bigotes negros, a pesar de que la callejuela estaba

    obscura... Pero esos rasgos son fundamentales,

    generales. Nada ms razonable que presumir que

    Planck deseaba que se recordaran esas

    caractersticas faciales. Yo tena la conviccin de

    que Planck estaba disfrazado, de que sus bigotes

    eran falsos y de que ordinariamente no usaba

    anteojos ahumados.

    Todos asintieron.

    ste fue el ms sencillo y el ms inmediato

    de los tres mojones psicolgicos del pillastre

  • 34

    Ellery sonri, volvindose, de sbito, al inspector

    . Pap, t eres un inveterado adicto al rap.

    Cuntas veces por da inhalas ese detestable

    polvillo castao? El polica parpade:

    Oh! Cada media hora, poco ms o menos. A

    veces, con la misma frecuencia con que t fumas

    cigarrillos.

    Precisamente! Bien, Mr. Beninson declar

    que, durante las dos semanas que Planck haba

    estado viviendo en su casa, y a pesar de que

    trabajaban juntos todo el da, no le haba visto

    tomar rap ms que una sola vez. Srvanse

    observar que esto nos seala algo altamente

    sugestivo y esclarecedor.

    A juzgar por la expresin de los semblantes,

    era evidente que no entendan nada. Slo haba

    una excepcin: el inspector Richard Queen;

    asintiendo, se removi en su asiento y, framente,

    estudi los rostros de los circunstantes.

    Ellery encendi un cigarrillo:

    Muy bien! continu, expeliendo

    pequeas bocanadas de humo . Ah tienen

    ustedes el segundo factor psicolgico. ste es el

    tercero: Planck, en un lugar sobradamente pblico,

  • 35

    aporre el rostro de Mr. Ulm con la intencin de

    hurtarle un valioso sello. Cualquier ladrn, en esas

    circunstancias, apresurara en lo posible las cosas.

    Mr. Ulm slo estaba aturdido a medias; en

    cualquier momento podra recobrar los sentidos y

    dar voces en demanda de socorro; o bien podra

    llegar un cliente; o acaso Mr. Albert Ulm

    regresara inesperadamente...

    Un momento, hijo! dijo el inspector .

    Entiendo que hay dos estampillas de sas en

    danza. Deseara ver la que no fue robada.

    Ellery asinti:

    Caballeros, alguno de ustedes me hara el

    obsequio de traer ese sello? Friederich se incorpor

    y arrastrndose hasta la caja fuerte, accion los

    resortes, abri la puerta de acero, hurg el interior

    y regres con el estuche de cuero que contena el

    segundo negro de un penique. El inspector

    examin el papel con curiosidad. Casi lo dej caer

    al suelo cuando oy a Ellery decir al sargento:

    Velie, quiere prestarme su revlver? El

    polica, tras rebuscar en el bolsillo posterior,

    extrajo un revlver de largo can. Ellery lo tom,

    pensativamente. Luego sus dedos apretaron la

  • 36

    culata y avanz hacia la vitrina fracturada

    colocada en mitad del saln:

    Srvanse observar, caballeros, con respecto

    al tercer factor, que Planck, para abrir esta

    vitrina, emple una barra de hierro; y que, para

    violentar la tapa, crey necesario insertar la

    barra, entre sta y la tabla frontal, nada menos

    que cuatro veces, como indican las marcas

    existentes.

    Ahora bien, como pueden ver, la vitrina est

    cubierta con un vidrio simple. Adems, se

    encontraba cerrada, y el sello negro de un

    penique estaba acondicionado en ese estuche de

    cuero; Planck se coloc frente a la vitrina, segn

    presumo, con la barra en la mano y... Qu

    suponen que efectuara un ladrn, trabajando

    contra el tiempo, en tales circunstancias? Todos le

    miraron. La boca del inspector se afirm y una

    sonrisa comenz a extenderse por el rostro del

    sargento.

    Clarsimo! exclam Ellery . Yo soy

    Planck; el revlver en mi mano es una palanca de

    hierro; de pie ante la vitrina... sus ojos

    chispearon tras el pince-nez al levantar el revlver

  • 37

    por sobre su cabeza; y en seguida,

    deliberadamente, empez a bajar la mano armada

    contra la delgada hoja de vidrio; un alarido agudo

    sali de los labios de los hermanos Ulm; Friederich

    Ulm se incorpor a medias; la mano de Ellery se

    detuvo a media pulgada del vidrio.

    No lo rompa, imbcil! bram el

    filatelista de la visera verde . Slo hara un...

    Dando un salto, se irgui ante la vitrina,

    abriendo los brazos trmulos cual si protegiera

    vitrina y contenido. Ellery sonri y clavando la

    punta del revlver en el palpitante vientre del

    hombre, exclam:

    Celebro que usted me haya contenido, Mr.

    Ulm. Arriba las manos! Pronto!

    Cmo? Pero, qu es esto? chill Albert,

    alzando los brazos con frentica rapidez.

    Esto significa que usted es William Planck y

    que su hermano Friederich es su cmplice

    respondi suavemente Ellery.

    Los hermanos Ulm se desplomaron en sus

    sillas; el sargento Velie se plant ante ellos,

    sonriendo aviesamente. Albert Ulm era hombre

    acabado; temblaba como una hoja al azote del

  • 38

    huracn.

    Una simplsima, casi elemental, serie de

    circunstancias estaba diciendo ahora Ellery

    sealaban con claridad el tercer punto del caso.

    Por qu el ladrn, en lugar de seguir el lgico

    procedimiento de quebrar el vidrio con la barra de

    hierro, escogi el de perder tiempo usando una

    palanca cuatro veces para forzar la tapa? Para

    proteger las otras estampillas guardadas en la

    vitrina, cosa que Mr. Albert Ulm acaba de

    demostrarnos grficamente. Y quin se

    preocupaba mayormente en proteger las dems

    estampillas? Acaso Hinchman, Peters, Beninson,

    o el mtico Planck? No! Slo los hermanos Ulm,

    propietarios de los sellos.

    El viejo Uneker comenz a rer por lo bajo;

    code al inspector, dicindole:

    No le dije que el muchacho es fifo como el

    demonio? Confieso que nunca pens en eso. Oh!

    Ja, Herr Inspektor!

    Y por qu Planck no hurt esas otras

    estampillas del gabinete? Un ladrn comn habra

    arrasado con todo. Pero Planck, no! En cambio, si

    los Herren Ulm eran los ladrones, el robo de los

  • 39

    dems sellos careca de objetivo.

    Cmo explica lo del rap, Mr. Queen?

    pregunt Peters.

    S! La conclusin surge del hecho de que

    Planck, al parecer, slo tom rap una vez durante

    los das que trabaj con Mr. Beninson. Dado que

    los adictos al rap lo toman con mucha frecuencia,

    Planck no poda ser uno de ellos. Qu otro

    producto poda inhalar de ese modo? Herona, una

    droga pulverulenta! Cules son las caractersticas

    del heroinmano? Semblante desencajado por la

    tensin nerviosa; delgadez, casi escualidez; y lo

    que es ms importante de todo, ojos traicioneros,

    pupilas que se contraen bajo la atroz influencia de

    la droga. Luego, sta era otra explicacin de los

    anteojos ahumados usados por Planck. Servan un

    propsito doble: como disfraz fcilmente

    identificable y asimismo, como velo para ocultar

    sus ojos, que revelaran su aficin al vicio. Pero

    cuando observ que Mr. Albert Ulm Ellery se

    dirigi hacia el abatido filatelista, y quitndole la

    visera verde, revel dos ojillos, con pupilas

    estrechsimas llevaba siempre visera, comprend

    que eso era una confirmacin psicolgica de su

  • 40

    identificacin como Planck.

    S, pero, esos extraos robos de libros...?

    pregunt Hazlitt.

    Oh! Todo eso formaba parte de un

    hermoso, pero descabellado plan! contest Ellery

    . Siendo Albert Ulm el supuesto ladrn del sello,

    Friederich tena que ser su cmplice. De acuerdo,

    con esto, result fcil inferir que el robo de los

    libros era una vulgar treta para despistarnos. El

    ataque contra Friederich, la triquiuela de la huida

    de la trastienda de Uneker, la pista de los hurtos

    de Europa en Caos, todo esto constitua una serie

    de incidentes, diestramente planeados, destinados a

    autenticar la supuesta existencia de un ladrn de

    afuera, a fin de convencer a la polica y a la

    compaa de seguros de que la estampilla haba

    sido realmente hurtada. Su objeto estribaba, por

    cierto, en cobrar la indemnizacin del seguro, sin

    separarse de la estampilla. Estos individuos son

    filatelistas fanticos! Heffley removi su corpacho

    con evidente incomodidad:

    Todo eso est muy bien, Mr. Queen; pero,

    dnde diablos se encuentra el sello que se robaron

    a s mismos? En dnde lo escondieron esos...?

  • 41

    Reflexion largo y tendido sobre ese punto,

    Heffley, dado que, si bien mi tro de deducciones

    constitua tres indicaciones psicolgicas de la

    culpabilidad de los hermanos Ulm, el

    descubrimiento del sello robado en poder de ambos

    sera una prueba contundente y material el

    inspector volva, mecnicamente, la segunda

    estampilla entre los dedos . Pues bien, yo me dije

    esto a m mismo agreg el joven al

    reconsiderar el problema: cul sera el lugar ideal

    para esconder el sello? Y entonces record que las

    dos estampillas eran idnticas, aun en las iniciales

    trazadas por la bondadosa reina Victoria. Y me

    dije: si yo fuera los seores Ulm, ocultara la

    estampilla (como el personaje del famoso cuento de

    Poe) en el lugar ms visible. Y cul es el lugar

    ms visible? Suspirando, volvise Ellery hacia el

    sargento Velie, al cual devolvi el revlver:

    Pap dijo al inspector, quien se

    sobresalt con aire culpable creo que si permites

    que uno de los filatelistas de la polica examine el

    segundo negro de un penique, que ahora

    revuelves entre tus dedos, descubriremos que el

    primero ha sido encolado, con cemento que no

  • 42

    perjudica el sello, sobre el segundo. El uno

    exactamente sobre el otro!