ensayo final de renzo aroni
TRANSCRIPT
1
Asignatura: Fotografía para antropólogos II
Maestra: Yoatzin Balbuena Mejía
Alumno: Renzo Salvador Aroni Sulca
Ensayo fotográfico sobre la ausencia, memoria y nostalgia “Soy viuda. Analfabeta. Tengo cuatro hijos y una hija. Ellos viven en Lima. Algunos no conocen
a su papá y siempre preguntan por él. Los militares lo detuvieron aquí en la plaza [de Hualla, en 1983], luego lo desaparecieron. No olvido a mi esposo. A veces lloro al ver su foto.”
Benedicta Inca, entrevista en quechua, 29/9/09, Ayacucho, Perú.
“Estamos con el corazón hecho trizas; soy mamá de Daniel Cantú y hace cinco años y cuatro meses que mi corazón no está completo, pero aquí estamos cientos de madres
con dolor que hemos transformado en fuerzas para continuar su búsqueda”. Diana Iris, “Una marcha con 10 mil ausentes”, Proceso 1854, 13/05/12, México, D.F.
“Estas ausencias que nos hacen vivir”.
Rainer María Rilke
¿Por qué escoger (fotografiar) tal objeto, tal instante, y no otro? Se pregunta Roland
Barthes en La cámara lúcida. Las fotos son signos referentes: “Sea lo que fuere lo que
ella ofrezca a la vista y sea cual fuere la manera empleada, una foto siempre es
invisible: no es a ella a quien vemos.” (1989: 32). Con lo que quiere decirnos que
veamos la imagen fotográfica no como una descripción de la realidad, sino como una
valoración emocional de un tiempo vivido. Puesto que lo invisible está cargado de
significados, sentidos y formas de vida. A su vez la valoración de una imagen, como el
foto-retrato, nos sitúa en el tiempo recordado. Así el tiempo vivido y recordado nos
remiten, desde nuestras interpretaciones al tiempo histórico, como un acto de magia.
Son imágenes que reencarnan de manera instantánea momentos vividos, en palabras
del propio Barthes, nos muestran “el retorno de lo muerto”. Pues para él, la foto es el
espectro de la muerte. Es decir, la foto nos representa la ausencia de lo vivido. En esa
dirección, pienso en la imagen foto del desaparecido-muerto, que muestran los
familiares, como Benedicta Inca o Diana Iris. A su vez el familiar al ser fotografiado le
da vida a la muerte.
Esta aventura por el lenguaje fotográfico me llevó a una secuencia de imágenes de lo
que Barthes llama “eso ha sido”. Me veo en la foto. Yo, sujeto fotografiado –por un
excelente fotógrafo– y convertido en objeto (imagen). En ese sentido, también soy
espectro de la muerte en el plano temporal. Fue una madrugada de viento frío, en el
corazón del Ande peruano (29/9/2009). Estoy en la comunidad de Hualla, localizado
sobre el río Pampas y bajo la montaña de Antapillo, en la región centro-sur de
Ayacucho. Entré –empujando por una puerta maltrecha– a la casa de Benedicta Inca,
Yoatzin Balbuena� 12-7-15 20:55Comment [1]: Lo escrito en son errores de dedo o en un solo caso, una pregunta directa. En verde están las paráfrasis que me parecen más valiosas y mejor empleadas. En morado están las ideas que me parecen mejor punto de partida para un trabajo más profundo sobre la fotografía y la muerte. Te recomiendo muchísimo que busques a Peter Witkin. TIENES 10
Yoatzin Balbuena� 12-7-15 19:08Comment [2]: En efecto considero que la fotografía le da vida a la muerte, es una de las formas que hemos escogido para entender la finitud. El “eso ha sido” es la prueba de que no podemos entender nuestro presente, cada día dejamos de ser y hay fotos que lo atestiguan. Me gusta mucho tu acercamiento literario al tema. La prosa poética puede tomarse de la mano con la teoría antropológica.
2
viuda de más de setenta y cinco años. La fotografía me lleva a mi primer encuentro
con Hualla y Benedicta. Aquella foto fue capturada por el fotógrafo norteamericano
Jonathan "Jonás" Moller. Recuerdo que viajamos por varias comunidades de
Ayacucho buscando a los familiares de las personas desaparecidas durante el
conflicto armado interno desarrollado en el Perú, entre 1980 y 2000. Una labor
incasable que realiza el Equipo Peruano de Antropología Forense (Epaf), que nos
motivó en este camino de hacer visible la invisibilidad de los desaparecidos, a través
de la experiencia cotidiana de sus familiares, que llevan el peso de las huellas de la
ausencia. ¿Qué hacían con los familiares una vez que los encontraban?
Recuerdo que estábamos en su humilde casa de paredes de adobe y techo de tejas.
Sentados en pequeños banquitos. Sus ovejas hambrientas –atadas con soga a una
estaca. Su rostro de vejez a la unión de sus huesos lastimeros. Me relata en quechua
su experiencia vivida y recordada de la desaparición de su esposo, en septiembre de
1983. Se lo llevaron los militares instalados en la base Canaria (un pueblo vecino).
Desde entonces a criado a sus hijos con puñaditos de maíz (principal alimento de los
huallinos). Con sus manos callosas forjó a sus cinco niños para hacerlos hombres. No
sólo para apagar su hambre sino también para producir sonrisas. Con el tiempo sus
hijos migraron a la ciudad de Lima. Ella se quedó sola. En Hualla, cuida sus ovejas y
ara la tierra para sobrevivir. Entre llantos y lamentos relata sus sufrimientos. Escribo
cada detalle de sus recuerdos en mi cuaderno de notas.
Un año después (6/8/2010) regresé a Hualla. Benedicta estaba allí, en la misma casa.
Sola, sin cariño de nadie. Pareciera convivir con su propia sombra y el recuerdo de su
desaparecido. Le di las fotos. Sonrío de emoción. También yo. Observa su foto. Otra
en la que estamos juntos. Nos abrazamos. Era la misma mujer de siempre, con alma y
sangre andina, forjada de la misma tierra de sus ancestros. Una mañana ávida me
servía tunas frescas. De sus ojos caían rocíos de llanto. Con el gemir de las cuerdas
de mi guitarra, cantamos a viva voz un huayno, qachwa y pumpin –las formas
musicales de Hualla y de otros pueblos andinos. Al no completar la lírica de las
canciones, nos reímos. Nos abrazamos. Y, otra vez, nos despedimos.
Estas fotos cargadas de emociones me conmueven el corazón. Siento en mi interior a
ella. A pesar de la distancia en el tiempo y espacio puedo sentir su sufrimiento. Está
ausente y la vez presente en mi memoria. Como dice Sussan Sontag: “Una fotografía
es a la vez pseudopresencia y un signo de ausencia. Como el fuego del hogar, las
fotografías –sobre todo las de personas, de paisajes distantes y ciudades remotas, de
Yoatzin Balbuena� 12-7-15 19:17Comment [3]: Renzo, tengo la duda de en qué consistía el proyecto de la EPAF, no me queda claro si buscan a los familiares de los desaparecidos para trabajar con ellos una cuestión referente a la imagen? O es más bien buscando los testimonios y luego se hace el registro de ellos?
Yoatzin Balbuena� 12-7-15 19:18Comment [4]: Me gustó muchísimo este diálogo, donde presentas la acción, la reacción de Benedicta, luego la tuya y concluyes con una nueva acción de ella.
3
un pasado desaparecido– incitan a la enseñanza” (2006: 33). Es decir, tiene la
capacidad pedagógica de evocar el pasado ausente. En ese sentido, concluye Sontag:
“Las fotografías pueden ser más memorables que las imágenes móviles, pues son
fracciones de tiempo nítidas, que no fluyen” (pág.35).
Para mí la fotografía es eso, un dispositivo de memoria del “eso ha sido”, que
permanece en el tiempo. Es inmóvil. Retiene la memoria. Tiene la capacidad mágica
que activa sentimientos y nostalgias. Así lo puedo entender desde la semántica de mi
corazón. Sin embargo, dice Sontag:
Sufrir es una cosa; otra es convivir con las imágenes fotográficas del sufrimiento, que no necesariamente fortifican la conciencia ni la capacidad de compasión. También pueden corromperlas. Una vez que se han visto tales imágenes, se recorre la pendiente de ver más. Y más. Las imágenes pasman. Las imágenes anestesian. Un acontecimiento conocido mediante fotografías sin duda adquiere más realidad que si jamás se hubiera visto: piénsese en la guerra de Vietnam […]. Pero después de una exposición repetida a las imágenes también el acontecimiento pierde realidad. (pág.38).
De hecho las motivaciones e intereses del acto de fotografiar pueden ser de índole
moral o utilitaria. En ese sentido, dice Barthes: “la fotografía transforma al sujeto en
objeto e incluso, si cabe, en objeto de museo” (pág. 41). Es decir, en una obra de arte,
o –por último– lo que la sociedad haga con ella. El acto de fotografiar establece una
relación dialéctica entre la valoración selectiva (capacidad subjetiva frente a lo
objetivo) y la esencia de la realidad. Por ello dice Sontag: “El contenido ético de la
fotografía es frágil. Con la posible excepción de imágenes de horrores como los
campos nazis, que han alcanzado la categoría de puntos de referencia éticos, la
mayor parte de la fotografía pierde su peso emocional.” (p. 39). Antes nos conmovía,
ahora, tal vez ya no. La distancia estética y la experiencia misma se vuelve dialectico
con el tiempo. Entonces, concluye: “El tiempo termina por elevar casi todas las
fotografías, aun las más inexpertas, a la altura del arte.” (Ibídem). Por lo tanto, para
que la fotografía se convierta en arte solo hace falta el tiempo.
No pretende minimizar la experiencias de los familiares, menos la vida de su
desaparecido, pero con el tiempo, puede que la foto-experiencia de lo real, “llegado a
un punto de saturación” se transforme en algo trivial, como la imagen del Holocausto
nazi. En palabras de Antonio Molina: “Como parte de esas operaciones dirigidas a
especificar el consumo estético como prioritario, están precisamente el
desvanecimiento de la huella (su pérdida de nitidez en el entramado sígnico de la foto)
y el reblandecimiento del soporte (en principio, la pérdida de importancia del soporte
Yoatzin Balbuena� 12-7-15 19:20Comment [5]: Esta capacidad pedagógica es la que posibilita que la imagen también sea un arma de batalla.
Yoatzin Balbuena� 12-7-15 19:35Comment [6]: Justo esa síntesis es el acto fotográfico. Por ello, el resultado visual es tanto real como ajeno a la realidad.
Yoatzin Balbuena� 12-7-15 19:38Comment [7]: El arte está emparentado con la perpetua búsqueda de lo que falta en la sociedad, el presente necesita al pasado y siempre le está faltando, la fotografía es una de las posibilidades de asir el pasado.
4
en relación con el contexto).” (2010: 6). Es decir, “una práctica que prioriza el efecto
estético”, más que la “huella de la realidad”. Entonces ¿Cómo dilatar la realidad en el
tiempo sin caer en la estética de lo real? Es una preocupación contemporánea para
una fotografía comprometida, que puede ayudar despertar la conciencia, más que
adormecerla (Sontag, 2006; Molina, 2010). Demás decir, que fue una preocupación
nostálgica de la pérdida del aura –autenticidad de una relación en el encuentro del
individuo con la obra de arte–, que anunció Walter Benjamin (2011) a comienzos del
siglo XX, con la “reproducción técnica del arte”, y consecuentemente la “estetización
de la vida cotidiana”:
Es el culto a la memoria de los seres queridos ausentes o muertos donde el valor del culto encuentra su último refugio. En las primeras fotografías el aura hace su última aparición en la expresión fugaz de las caras. Es lo que las vuelven tan melancólicas e incomparablemente bellas. Pero cuando los seres humanos desaparecen de las fotografías, el valor de exposición supera con creces el valor cultual. (2011: 21).
En efecto, cuando se banaliza el valor de la exposición fotográfica, pierde su
autenticidad (historicidad, trascendencia, contexto), es decir, el aura. Con la
masificación del arte, en la “era de su reproducción técnica” se masifica también su
consumo, a través de la industria cultural. Benjamin presagiaba para la liberación o la
democratización del arte al servicio de las “masas”, sin embargo, vence la valoración
estética, primero con la fotografía, luego con el cine. Con la estetización del arte,
pierde no sólo su carácter original por la repetibilidad, sino también se contempla su
representación, como instrumento de poder político. A través del arte se controla o se
excluye al otro. Pero, también es un arma de batalla para los excluidos.
Desde mi lugar de enunciación, observo mi imagen, también la imagen de Benedicta y
de Diana, y la foto de sus seres queridos, en el que confluyen mis interpretaciones
históricas, emocionales y estéticas. Cierto, observo la forma, la falsedad, la huella,
pero no me quedo allí. Voy más allá, voy a la esencia de la forma. Mis reflexiones me
llevan al sentido de una forma de vida en el tiempo. Soy consciente de tal valoración
pragmática. Parafraseando a Barthes la certeza de la fotografía está en el plano
temporal y en el plano de la percepción. Con lo que la foto tiene múltiples significados
dependiendo de la percepción del interpretante, pues –dice Barthes– “es evidente que
hay códigos que influyen en la lectura de la foto”. Por eso, la fotografía es “una magia,
no un arte” (pág.137).
En esa dirección, Philippe Dubois, resalta el referente indicial de una imagen: a) “el
principio básico de la conexión física entre la imagen foto y el referente que ella
Yoatzin Balbuena� 12-7-15 20:39Comment [8]: Valoro mucho las relaciones conceptuales que entablaste con Sontag y Molina, finalmente ambos y por supuesto Benjamin también, son librepensadores que buscan una sociedad más honesta y más constructiva y saben que para ello es necesaria también una fotografía más consciente y útil. Te recomiendo ver la nueva campaña de la empresa CANON, ellos dicen: “tomar fotos, es disparar todo el tiempo”, “hacer foto es esperar el momento”. Es nteresante cómo la publicidad siempre ha sabido interpretar y aplicar el conocimiento antropológico.
Yoatzin Balbuena� 12-7-15 20:41Comment [9]: Esta es la dialéctica de Benjamin. ¿Qué crees que esté pasando ahora? Me gustaría saber si ves un ejemplo claro de combate visual.
Yoatzin Balbuena� 12-7-15 20:44Comment [10]: Es una idea interesante si entendemos como magia “artificio”. Me gustaría que profundizaras en este detalle.
5
denota: es todo lo que la convierte en una huella”; y b) “en virtud de este mismo
principio, la foto llega a funcionar también como testimonio; ella atestigua la existencia
(pero no el sentido) de una realidad” (1986: 50). En el plano de la fotografía, sentido y
existencia son diferentes. Las fotografías, “no tienen significación en sí mismas”, pero
indican una existencia, puesto que “su sentido es exterior a ellas, está esencialmente
determinado por su relación efectiva con su objeto y con su situación de enunciación”
(Ibídem). Por eso Barthes no nos muestra la foto de su madre, que le motiva escribir
La cámara lúcida, porque, el sentido de la existencia, está en su relación activa con la
enunciación de donde proviene la imagen. Es la conexión íntima entre la foto y él, la
que tiene significación. Para lectores como nosotros la foto no tiene sentido. En
síntesis: “La foto es ante todo índex. Es sólo a continuación, que puede llegar a ser
semejanza (icono) y adquirir sentido (simbólico)”. (1986: 51).
En conclusión, pienso en la lógica de Barthes, que mi imagen fotografiada junto con
Benedicta tiene sentido, en tanto me conmueve emociones y comparto su duelo en
forma simbólica. Por su puesto, la foto de su esposo desaparecido tiene más peso
emotivo para ella, que para mí. O, para las madres que marchan por las calles del D.F.
haciendo pública la foto de sus hijos. La conexión íntima del dolor lo viven ellas. El
duelo no culmina hasta que atestigüen su muerte. Mientras tanto para ellas sus seres
queridos están presentes en su cotidianidad. Y la foto de su desaparecido es una
arma de batalla. Eso puedo sentir en la proximidad afectiva con Benedicta (en tanto
conozco a ella y el contexto de la desaparición de su esposo), pero no con Diana, por
que no sé quien es ella y tampoco conozco a su desaparecido. Por último, la lectura
de la fotografía de los familiares mostrando a sus desaparecidos puede ser banal,
estético, moral, etc. Son diferentes los códigos de interpretación para la humanidad.
Pero el referente indicial nos dice una realidad que se vivió o aún se vive.
Bibliografía LARRABURRE, Cecilia Ciertos vacíos. Un ensayo fotográfico sobre orfandad, violencia y memoria en el Perú. Lima, PUCP - Fondo Editorial, 2007. BARTHES, Roland La cámara lúcida. Nota sobre la fotografía, Barcelona, Paidós, 1989. BENJAMIN, Walter La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, Buenos Aires, El cuenco de Plata, 2011 SONTAG, Susan Sobre la fotografía, México, Alfaguara, 2006
Yoatzin Balbuena� 12-7-15 20:48Comment [11]: Me gusta mucho que enuncies tu postura como una bandera y que seas consecuente. Al cobijo de Barthes te das permiso de no incluir en este ensayo ninguna imagen. Esta clase de enunciación me parece sumamente valiosa y la considero parte de la confesión que puede constituir a una imagen un documento.
Yoatzin Balbuena� 12-7-15 20:51Comment [12]: El reto está en el análisis de lo subjetivo, sin afanes de objetividad, sino de investigación.
6
DUBOIS, Philippe El acto fotográfico, Barcelona, Paidós, 1986 MOLINA, Antonio “La historia a contrapelo. Modelos visuales y teóricos para el análisis de la fotografía contemporánea en América Latina”, en Situaciones artísticas Latinoamericanas. San José de Costa Rica, TEOR/éTICA/The Getty Foundation, 2005