etienne souriau. la correspondencia de las artes

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La correspondencia entre las artes.

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  • Etienne Souriau: La correspondencia de las artes

    Si miramos un cuadro, basta con una mirada para abarcarlo en su totalidad: todo cuanto

    es, puede decirlo en la intuicin de un instante. La obra del msico es una sucesin: slo

    se entrega en su desarrollo, a lo largo del tiempo. Una es para la vista, la otra para el odo.

    Una, como en un universo aparte, ordena sin modelo los elementos de un ser al que nada

    en la naturaleza se le asemeja; un ser cuyo rostro, cuyas evoluciones, cuya presencia son

    como la transparencia de unas realidades de otro mundo, evocadas un momento tan slo

    para las almas. La otra les pide a las formas, a los espectculos cotidianos del mundo

    sensible, todas sus apariencias, sus claridades y sus sombras, sus coloridos y sus

    contornos.

    Y, sin embargo, a pesar de tamaas diferencias, sabemos - con un saber intuitivo y casi

    imposible de justificar detalladamente - que estas dos actividades son ntimamente

    hermanas y que sus obras tienen entre s profundas y misteriosas afinidades.

    Pero tambin se ve el esfuerzo que requiere alcanzar esas afinidades, hacerlas aflorar. Si

    uno quiere penetrar hasta el corazn de cada una de las artes, captar las correspondencias

    capitales, las consideraciones cuyos principios son idnticos en las tcnicas ms diversas,

    o incluso descubrir unas leyes de proporcin, o esquemas de estructura, vlidos por igual

    para la poesa y la arquitectura, la pintura o la danza, ser menester instituir una

    disciplina completa, forjar nuevos conceptos, organizar un vocabulario comn, y hasta, tal

    vez, inventar medios de exploracin realmente paradjicos. Pues, al cabo, entre una

    catedral, un cuadro, una sonata, un ballet cmo establecer una comparacin, si se desea

    llegar hasta el fondo de las cosas? Qu comps habr de aplicarse a la sonata para

    establecer sus proporciones en relacin a la catedral? Qu regla podr darse que sirva

    por igual al que talla la piedra y al que toca la flauta?

    La arquitectura, deca Plotino, es lo que queda del edificio una vez despojado de la piedra.

    No hay definicin ms cabal. Ahora bien cules sern las experiencias que permitan

    quitar la piedra y todo cuanto a la piedra pertenece, respetan a la vez y haciendo aflorar

    todo lo dems? El nico mtodo posible consiste en hacer que el sonido presente su

    testimonio contra la piedra, el cuerpo animado contra la pasta aceitosa, el barro contra las

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    slabas; situarlas a todas, unas por medio de las otras, entre parntesis; darles a las artes lo

    que las hace distintas entre s y al arte lo permanente. Lo permanente: no un factor

    burdamente invariable, sino el acto, la ley de las correspondencias, una esttica

    comparada.

    Para comparar entre s las distintas artes es preciso buscar primero hasta qu lmites se

    extiende el arte. Un concepto general sera: "el arte es la actividad instauradora". Es el

    conjunto de las bsquedas, orientadas o motivadas, que tienden expresamente a conducir

    a un ser desde la nada, o desde un caos inicial, hasta la existencia completa, singular,

    concreta, de la que da fe su presencia indiscutible. En esas bsquedas se trata del espritu

    que las anima: exactamente los motivos de todos los actos gracias a los cuales se opera esa

    anafora1, ese progresivo desarrollo de un ser desde la nada hasta su plena realizacin. El

    arte es lo que decide de los efectos que conviene producir, y de las causas que habrn de

    producirlos; de la justa disposicin de las calidades que habrn de brotar progresivamente

    en la obra. Del caminar del ser, objeto de sus preocupaciones, hacia ese trmino definitivo

    y culminante, umbral de su existencia plena: su realizacin. El arte no es nicamente lo

    que produce la obra; es lo que la gua y orienta. Por eso, algo hermticamente, puede

    decirse que el arte es la "dialctica de la promocin anafrica" o, en trminos menos

    esotricos, la sabidura instaurativa. Dejando sentado que esta palabra, sabidura, que

    implica la adquisicin intuitiva, y la posesin, el uso activo y concreto de una ciencia

    rectora que divisa en lontananza las consecuencias futuras y las armonas de conjunto, no

    excluye ni la potencia ni el amor. Sabidura. Este trmino slo podr chocar a aquellos que

    en el arte ven una locura, una desorbitacin, una inconsistencia, por ignorar todo lo que

    en sus exaltaciones ms febriles encierra de conocimiento y control de equilibrio, de

    normas de medida y de exactitud. Y tambin chocar, a la inversa, a los que no

    reflexionan, en todo cuanto se supone que existe de arte en un mundo, cuando se cree ver

    en este mundo la sabidura de un creador.

    Cada pincelada, en el caso de un pintor, tiene su razn de ser, rpida y ardientemente

    calculada, aunque sin palabras, como en un relmpago. Qu repentino sopesar de mil

    relaciones de formas, de claridad, de color, de evocacin de los relieves, o de la vida! Qu

    aparicin tan rpida y sutil de la apreciacin del conjunto que una nica pincelada es

    1 Em retrica, anfora a repetio da mesma palavra ou grupo de palavras no princpio de frases ou versos consecutivos. (Wipedia)

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    susceptible de producir! Qu movilizacin instantnea de toda una ciencia! Y a travs de

    todo esto, ese hilo conductor en la extraa condicin que de continuo vuelve a aparecer en

    cada manifestacin; ese hilo conductor que, pincelada tras pincelada, redondea, camina

    paso a paso, en direccin a la realizacin, hacia la presencia definitiva y plena de un ser.

    Un tono demasiado vivo o mal armonizado; una pincelada torpe, carente de energa y de

    brillo, o demasiado enrgica, demasiado acentuada: todo el camino recorrido se pierde de

    pronto. El ser a medias extrado del limbo retrocede, torna a la nada de la cual iba

    aflorando. O modifica su destino y se convierte en otro. "Ya ves, hijo mo - le dice a su

    discpulo el pintor de 'La obra maestra desconocida' de Balzac -, slo cuenta la ltima

    pincelada". Cada pincelada anterior slo ha sido un inicio del camino, una salida unnime

    en caravana de todos esos actos conscientes y minuciosamente meditados, hacia esa

    pincelada postrera, objetivo de la cooperacin entre todos ellos. Por ltimo, conviene

    pensar que el acto final, por negativo y de abstencin que sea el negarse a una pincelada

    ms, el juicio de que una obra est acabada representa, por s solo, apreciacin del

    conjunto, apreciacin del xito, confrontacin de la presencia con el sueo y del ideal con

    la realidad.

    Todo este encaminarse, esta decisin final, este conjunto de actos motivados, es lo que

    constituye la dialctica del arte, la clave de la promocin anafrica de la obra. Y todos los

    motivos que dictan estos actos, que forman en su sistema global, una suerte de ciencia

    rectora; una suerte de ciencia propulsora o de sabidura instauradora, constituyen el arte

    propiamente dicho, en lo que entraa de ms fundamental y ms esencial. El arte es lo que

    existe de comn entre una sinfona y una catedral, una estatua y un nfora; es lo que hace

    equiparables entre s la pintura y la poesa, la arquitectura o la danza.

    Reconocemos en una obra de arte cuatro modalidades de existencia, simultneamente

    utilizadas por ella, y que, en el vocabulario tcnico de la filosofa, son: la existencia fsica, la

    existencia fenomenolgica, la existencia "reica" (es decir, por interpretacin perceptiva

    directa o por ilusin figurativa) y la existencia trascendente. O sea, una obra de arte es a un

    tiempo una cosa material, una disposicin concertada y concertante de cualidades

    sensibles, susceptibles de ser referidas a un sistema ordenado, formando una especie de

    gama; un conjunto coherente, csmico, de seres y de cosas ms o menos anlogos a los de la

    representacin humana ordinaria; bien sea que estos objetos estn en correspondencia

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    (como en el retrato) con objetos del mundo real extrao a la obra, o bien que sean

    puramente ficticios (como en un dibujo imaginativo), y no tengan ms ser que el que les

    confiere la ilusin artstica; o bien sea que se confundan con la obra misma, como una

    organizacin realista (ms o menos directa, o ficticia, o de fabulacin) de los datos

    fenomenolgicos y materiales de la obra; y, en fin, una especie de nimbo, o de culminacin

    en presencias superiores, ms o menos indecibles, y como vislumbradas a travs de las

    presencias ms obvias.

    Cuando decimos que la obra es a un tiempo todo esto, se ha de entender: primero, que se

    extiende por toda esta profundidad en cuatro planos existenciales, y que los ocupa a la vez,

    ms o menos opulenta y sustancialmente; y, adems, que todo este conjunto forma

    realmente un solo ser, un ser nico, reconocido, pudirase decir, en distintos niveles, en

    distintos planos, que ofrecen, cada uno, tan slo una imagen parcial e insuficiente. Entre

    estos cuatro rdenes de realidades, existen mil armonas, mil correspondencias, que hacen

    vibrar resonancias interiores en las mil correlaciones de un todo orgnico y arquitecturado.

    Hay quien, al contemplar un cuadro, solo cree ver en l una representacin ilusoria, una

    imitacin de la naturaleza, y no se da cuenta de que gran parte de su emocin, y del

    hechizo que le domina, procede de una combinacin muy sabia de formas y colores, que

    forman un acorde, una especie de armona y de meloda fenomenolgica, acertadamente

    dispuesta para simbolizar, con los objetos representados, y proporcionarnos con ellos una

    especie de acompaamiento musical. Hay quien contempla un edificio religioso, pondera

    su orden perfecto, su solidez y su atrevimiento material, la buena disposicin de su

    iluminacin, y no sospecha que si, a la vez, siente un respeto misterioso hacia una presencia

    que interpreta conforme a sus creencias teolgicas, ello obedece al hecho de que todo, en

    este edificio, concurre a obligar estticamente un impulso del alma, una voluntad de

    sobrepasar todos estos datos visibles y tangibles, a la construccin artstica de una regin

    de misterio y de sugestiones, llegan a la impresin de presencia, por un universo de

    realidades imposibles de analizar, y que se imponen como un contenido ms rico que la

    aparente totalidad del microcosmos concretamente brindado.

    Podramos resumir todo esto en una definicin nueva del arte, ms dinmica, ms

    estrechamente relacionada con sus misiones operatorias, con los medios de su accin sobre

    el espectador, y as diramos: el arte, en este sentido (y esta definicin caracteriza especialmente

    las bellas artes) consiste en encaminarnos hacia una impresin de trascendencia con relacin a un

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    mundo de seres y de cosas que nos ofrece nicamente por medio de una accin concertada de "qualia"

    sensibles, sostenido por un cuerpo fsico dispuesto con vistas a producir tales efectos.

    Los que gustan de pormenorizarlo todo, quiz pregunten: mas por qu justamente cuatro

    modalidades existenciales? Y por qu precisamente estas cuatro?

    Fcil sera edificar una teora que justificara a priori esta cudruple modalidad existencial

    de la obra de arte. Pero conviene desconfiar de esta clase de justificaciones apriorsticas. Y,

    sobre todo, conviene cuidarse de invocar una necesidad que, de un da para otro, puede ser

    desmentida por un progreso en el campo del arte.

    De hecho, es posible, fuera del arte, y por otros procedimientos de anlisis, encontrar en el

    macrocosmos completo de la representacin corriente esta pluralidad de los modos de

    existencia. El inters del arte estriba en proporcionarnos un caso particularmente ntido,

    puro y arquitectnico de la extensin de un ser nico en una diversidad de planos

    existenciales. Y quiz en alguna parte, fuera del arte, sea posible observar tamaa unidad, a

    la vez que una disposicin tan firmemente arquitectnica, de este mltiple aspecto

    existencial de un mismo ser. Es sta una entre mil razones que, desde el punto de vista

    filosfico, hacen tan pleno de significado el anlisis esttico.

    Y puede decirse (justificando de esta suerte esta cudruple modalidad de manera ms viva,

    ms sustancial, ms til que con un discurso a priori), que estos cuatro planos cardinales

    son suficientes - quiero decir que para la experiencia artstica se han revelado suficientes -

    para proporcionar al cosmos de la obra de arte, una riqueza estructural simplificada,

    estilizada, organizada, susceptible de equipararse a la complejidad ms inquietante y ms

    confusa del universo real, en el cual se vuelven a hallar ms diversa, ms oscura, ms

    multiplicadamente quiz, pero no en mayor dimensin total, los mismos elementos

    arquitectnicos.

    Pero, si hubiera en la complejidad de lo real, algn modo de existencia importante e inslito

    para el espritu humano, an no utilizado por el arte, ni integrado formalmente a sus obras,

    quin habra de impedirle al arte, establecerse en l, conquistarlo y apropiarse sus

    riquezas? Acaso han concluido sus conquistas?...Acaso no tiene ya ningn porvenir? No

    existe ya, en el futuro, ninguna gloria para un poeta que supiera proporcionar, al arte, una

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    nueva emotividad, alcanzar una regin todava virgen de la realidad, anexarla a sus obras,

    y hacerla en stas presente, activa y manifiesta? No pongamos lmites al arte del maana.

    En La correspondencia de las artes

    Trad.: Margarita Nelken

    Mxico, FCE, 1965

    Fuente foto

    http://bibliotecaignoria.blogspot.com/2007/03/la-correspondencia-de-las-artes-e.html#ixzz1wvuixM7P