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Ficha Analítica D.O.S.E. Juan Esteban Sierra Ramiro Delgado Salazar FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUAMANAS DEPARTAMENTO DE ANTROPOLOGIA

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La Saga del Negro.Nina S de Friedemann.negritudes.diáspora africana.afrocolombiano.

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Page 1: Ficha - La Saga Del Negro 2

Ficha Analítica D.O.S.E.

Juan Esteban Sierra

Ramiro Delgado Salazar

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUAMANAS

DEPARTAMENTO DE ANTROPOLOGIA

CURSO DE METODOS Y TECNICAS DE INVESTIGACION ETNOGRAFICAS

MEDELLÍN, SEPTIEMBRE DE 2015

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FICHA ANALÍTICA D.O.S.E.

UBICACIÓN: Dirección Electrónica URL

http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/antropologia/la-saga-del-negro

Localización Física Biblioteca Carlos Gaviria Díaz – Colección General Piso 2- 305.8/F911s e2

Referencia: Friedemann, Nina S. de. La Saga del Negro: Presencia Africana en Colombia. Santa Fe de Bogotá, Bogotá, 1993.Tipo Documento LibroPalabras clave Negros, África, Colombia, diáspora, huellas, africanía, aportes,

esclavitud, inserción, origen, cabildo. Resumen Los negros de habla criolla e inglesa en San Andrés y Providencia,

los ganaderos de Palenque y los ritos funerarios (lumbalú) allí mismo, los cabildos de esclavos en la Cartagena colonial y el carnaval de Barranquilla, cuyas comparsas de congos tienen tanta figuración, todos estos temas y muchos más, se tocan en este libro que es una prodigiosa síntesis de africanidad en Colombia en donde aparece, así sea como simple referencia, mucho de lo que se ha escrito sobre los negros en nuestro país y en donde se comentan las más recientes publicaciones de autores africanos sobre su propio continente.Aquí en este libro puede confirmarse la facilidad con que la autora se mueve en el tema de los negros en las minas de oro de la costa Pacífica, su organización social (cuadrillas y troncos), sus métodos de trabajo y la vida cotidiana del minero, sus anhelos y necesidades. Y también en otros muchos temas como el aporte cultural africano en Colombia, en su música, arte e instituciones.

Metodología Trabajo de campo: etnografía. Revisión completa y exhaustiva de material bibliográfico

referente al tema. Investigación cualitativa: rastreo de datos demográficos.

Introducción, poblaciones trabajadas y resultados

Introducción:

En Colombia, el 21 de mayo de 1851 la ley de abolición dispuso que todos los esclavos fueran libres a partir de enero 1 de 1852. Pero la controversia jurídica y filosófica que acarreó la aprobación de ese mandato, duró tanto como las mismas guerras de independencia de España. Por su parte, éstas se nutrían y alimentaban de conflictos de clases y de castas. En tanto que las huestes realistas en los llanos venezolanos y granadinos azuzaban a pardos e indios con el grito ¡Guerra a los blancos! y el español Boyes recorriendo poblados le decretaba la libertad a los esclavos, los caudillos criollos blancos, nacidos en América, también vislumbraban un modo de captar el potencial de las masas populares para sus fines políticos (González 1976: 217-340). Negros y pardos fueron activos protagonistas en la con tienda

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aliándose con españoles y luego con criollos. La moneda que en 1815 jugaban los negros en este drama tenía un valor: la libertad.La resistencia de los negros que durante la esclavitud había sido una constante en sus relaciones con amos y señores, tomó nuevo ímpetu con las tácticas de la huida y el enfrentamiento (Carrera Damas 1977, Friedemann 1979). Las mismas que habían sido utilizadas durante la Colonia en la guerra de cimarrones, que en el territorio de la Nueva Granada duró cerca de 300 años. En la República, la resistencia sería reinventada acogiendo la " integración" propuesta por la sociedad dominante. El callejón era tan estrecho en ese período de post-abolición, que el blanqueamiento socio-genético, pareció ser la única alternativa para lograr una emancipación real y el acceso a sus derechos civiles concedidos por ley, pero negados en la práctica social. Más cerca de nuestra actualidad al bordear el siglo XXI, la meta sigue deletreándose en términos de alcanzar legitimidad social y cultural en el marco del Estado. Y por ende, el reconocimiento de ser una de las tres raíces en la génesis de la nación y la nacionalidad colombiana: la negro-africana, junto a la aborigen-americana y a la europea.Para el efecto, grupos e individuos negros de la intelectualidad en Colombia, se esfuerzan por alcanzar que en el campo de la educación y de la ciencia se hagan visibles la historia, la sociedad y las culturas africanas y negro-americanas. La invisibilidad como una expresión de la discriminación hacia los africanos y sus descendientes en países como Colombia ha sido firme y sutil y ha tomado una variedad de formas desde el mismo momento de la llegada de los europeos. El mestizaje, como ideología de acción política ha sido una de ellas y sigue siendo útil para aniquilar diversidades socio-raciales que reclamen derechos de identidad.La labor de interpretación teórica del devenir del negro en Colombia como una tarea de las ciencias sociales es parte de la épica de la diáspora africana. Pero es asunto que todavía no tiene muchos años. Roger Bastide a propósito de la diáspora en América anotaba (1967), que estos estudios antes de la abolición de la esclavitud eran sencillamente inconcebibles. Porque la ideología de la ciencia de occidente consideraba al individuo proveniente de África apenas como una herramienta para el trabajo físico y nunca como un portador de cultura.Una evaluación de los estudios de negros en Colombia, realizada en 1984 (Friedemann), muestra que sólo 100 años después de la abolición en la última parte del decenio de 1940 y en el decenio de 1950, en la periferia de la antropología, empiezan los trabajos etnográficos n los cuales las comunidades negras aparecen como sujetos de investigación (Friedemann 1993). Los trabajos pioneros de Rogerio Velásquez (1948), José Rafael Arboleda (1952), Aquiles Escalante (1954) y Gregorio Hernández de Alba (1956), son los más prominentes. A partir de 1963, la obra del historiador Jaime Jaramillo Uribe en torno a las relaciones de señores y esclavos en la sociedad colombiana del siglo XVII estimularía el

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trabajo de otros investigadores cuyos estudios han permitido interpretaciones verídicas sobre la participación económica, social y cultural del negro en nuestro país.El campo de la lingüística debió esperar un decenio más. Los estudios de Germán de Granda (1968,1971) y de Dereck Bickerton con Aquiles Escalante (1970) seguidos por los de Nicolás del Castillo (1982, 1984) y Carlos Patiño Rosselli (1983) demostraron que en Palenque de San Basilio, una comunidad residual de cimarrones coloniales, existía un habla con memorias africanas. Del mismo modo, en el archipiélago de San Andrés y Providencia, el Caribe isleño colombiano, los estudios de Jay Edwards (1970) descubrieron también la presencia africana en el habla criolla de sus gentes.La conmemoración de 1492 en 1992, por su parte, generó una coyuntura para entender que no fueron dos, sino tres o cuatro mundo los que se encontraron, y ha permitido discutir la participación de África y los negros en la construcción de las Américas. En Colombia propició un ambiente de reflexión a partir de reclamos de derechos a la diversidad que convergieron en junio de 1993 en la ley 70 en el marco de una nueva constitución que en 1991 definió a la nación como un ente pluriétnico y multicultural. A los negros -de modo similar que a los indios- se les ha reconocido su estatus étnico y sus derechos territoriales y culturales.Las nuevas condiciones jurídicas del negro, con seguridad contribuirán a devaluar aquellas ideas que, por ejemplo en el campo de la antropología coadyuvaron a desechar a las comunidades negras como sus sujetos de estudio y que en la historia sociocultural de Colombia, han invisibilizado a África como continente ancestral de núcleos importantes de gente negra en amplios territorios nacionales. Claro que experiencias similares de negación de la historia son también parte del transcurso africano. El estudioso senegalés Cheikh Anta Diop, sucintamente evalúa el fenómeno cuando afirma que " borrar, destruir la conciencia histórica siempre ha formado parte de las técnicas de colonización, sumisión y embrutecimiento de los pueblos" (1983:60). El proceso sin embargo no alcanzó a aniquilar la memoria histórica africana, porque de acuerdo con Yoro FalI "los europeos no tuvieron la fuerza necesaria para conquistar el alma y los cerebros de todos los africanos" (1992:19).Pero en África misma en el siglo XVII, durante la formación del imperio Ashanti, que estuvo mediada por la conquista de muchos grupos, entre los vencidos (Towa 1985:148), a los griots, historiadores tradicionales, especie de trovadores, especialistas de música, genealogistas o embajadores se les prohibió seguir contando la historia de su gente. Cualquier violación era castigada con la muerte. Los griots debían aprenderse la versión de una historia oficial que bajo la nueva hegemonía debía ser relatada para sepultar los verdaderos orígenes de los grupos dominados, y lograr unidad y armonía bajo el nuevo imperio.Si bien en Colombia la historia de los aborígenes americanos

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también fue víctima de este tipo de técnicas, la de África y la de la diáspora africana en América han resultado más afectadas. No obstante, en África, desde finales de 1950 comenzó a tomarse conciencia en torno a los efectos de la destrucción del conocimiento sobre el pasado ya la urgencia de su restauración. Actualmente, en este proceso participan intelectuales africanos que con el dominio de técnicas europeas de investigación y las suyas propias se esfuerzan por establecer un enfoque propio para dar a conocer en su continente y en el mundo occidental, la historia africana desde su propia visión (Fage 1982:60, Curtin 1982:78, Fall 1992:17-37). Su trabajo ha contribuido a erosionar algunos de los mitos racistas seudocientíficos que llegaron a desfigurarla al punto de proclamar que " África no tenía un pasado". Esos mitos se servían de una escala de valores socioculturales, espejo de una pirámide de pigmentación epidérmica en cuyos segmentos inferiores se colocaba a los negros como parte de los no-civilizados, de los otros. La historia de los africanos y de sus descendientes en el Nuevo Mundo resultaba así una cuestión sin importancia ni valor, y hablar de sus contribuciones en las sociedades donde vivían era más que un exabrupto.El proceso de descolonización en África también generó ímpetus para afirmar la identidad de sus pueblos y naciones. La conmoción sociopolítica y económica de la poscolonia alcanzó los ámbitos de la educación y la ciencia. En la batalla por aniquilar los prejuicios racistas, la conciencia de una enseñanza de historia descolonizada se adoptó como un arma estratégica. A partir de 1960, en un lapso de 20 años, y de modo simultáneo al proceso de descolonización, alcanzaron a prepararse más de quinientos historiadores africanos con doctorado o grados equivalentes, quienes han emprendido investigación, publicación y enseñanza de sus análisis y materiales (Curtin 1982:86).Su recopilación de fuentes escritas europeas, árabes, hindúes y chinas anteriores y posteriores al siglo XV (H. Djait 1982, 1. Hrbek 1982) dan cuenta de encuentros de África con otros mundos, mucho antes de 1492.Otra instancia que permite examinar el alcance de la invisibilidad de África en la conceptualización de las comunidades afrocolombianas se refleja en el campo de estudios de la familia negra. El manejo etnocéntrico que varios estudiosos le han dado al tema explicando la situación africana a la luz de conceptos como los de familia nuclear y monógama, ha conducido a errores y tergiversaciones.En Colombia, como en otros países latinoamericanos, la familia nuclear, monógama y cristiana se yergue como paradigma dentro de los análisis históricos y contemporáneos de organización social a nivel nacional. De esta suerte, es inexistente la consideración de huellas de la familia extendida africana en la familia negra. Más bien el encuentro de formas poligínicas, ha servido para estereotipar los roles de la mujer y de los hombres, tanto en el campo de la responsabilidad socioeconómica como en el afectivo (Friedemann y Espinosa 1992). Y tal estereotipia se ha

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manifestado en las ciencias sociales, en la literatura, en el pensamiento religioso y filosófico. La propuesta entonces es la de emprender el análisis de la mujer y la familia negras, por fuera del concepto etnocéntrico de familia nuclear. Así, el modelo clásico de familia extensa propuesto por Murdock (1949), compuesto por dos o más familias nucleares, no parecería definir la realidad ni en África ni en Afroamérica.En la familia extendida africana, la importancia del vínculo con sanguíneo ha sido mayor que la del conyugal, apuntan los estudios de Niara Sudarkasa (1980: 43).Y el ciclo conyugal consta de una fase monógama seguida de una polígama, donde ambas son equivalentes. Si un hombre tenía o tiene una esposa e hijos, dos esposas e hijos o muchas esposas e hijos, su familia era y es una familia. Claro que cuando se trata de definir la fase monógama de esta familia, aunque parezca reiterativo, es necesario desvincularse de la ideología que sustenta la noción de la familia nuclear monogámica en la sociedad occidental. Porque en la familia extendida africana, institucional mente dicha fase no es insular ni en su formación, ni en su funciona miento (ibídem: 43).Este punto es el que según los africanistas, ha sido ignorado y trastocado en las discusiones teóricas sobre el tema, cuando se propone que tales familias eran " múltiples familias" con un esposo-padre en común (Sudarkasa 1980:43). Así mismo cuando se ignora que su estabilidad no depende de la unión conyugal en cualquiera de sus fases monógama o polígama, sino del ejercicio de derechos de consanguinidad en el grupo familiar que, por lo general, tiene una base poligínica.Al referirme a huellas de africanía o cadenas de asociaciones icónicas, me sitúo cerca de los planteamientos de Gregory Bateson (1972) sobre el lenguaje de los iconos, ideas que podrían relacionarse a su vez con el concepto de " orientaciones cognoscitivas" propuesto por Mintz y Price (1976), para aproximarse a los problemas de la evolución de las culturas afroamericanas. En la misma vena, es que Niara Sudarkasa (1980) antropóloga africanista, opina que el más importante legado africano en la diáspora americana es el que proviene de la familia extendida, la cual recreó principios éticos, modos de comportamiento, rasgos estructurales y orientaciones cognoscitivas en nuevos lenguajes de parentesco, que le permitieron al negro sobrevivir biológica y culturalmente en el Nuevo Mundo.El ensayo que esta introducción presenta en torno a los grupos negros colombianos es un homenaje de admiración a su saga de 500 años en América. A su vitalidad y a su creatividad, a la capacidad de la diáspora africana para vivir y sobrevivir en tantos mundos.

Poblaciones trabajadas:

Poblaciones negras del litoral pacífico colombiano: departamentos del Chocó, Valle del Cauca, Cauca y

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Nariño. Comunidades negras del caribe: San Andrés y

Providencia. Comunidades negras del Atlántico: departamentos de

Bolívar (En especial el poblado conocido como San Basilio de Palenque), Guajira y del Atlántico.

Resultados:

Dibujo de la construcción de los cimientos que originarían la presencia de una diáspora africana en países como Colombia y su concreción en la cultura negra de los descendientes de los africanos. Así como el proceso de impregnación de esta cultura en conglomerados de composición socioracial diversa.

Copias directas de apartados fundamentales de la lectura.

NEGROS, ESCLAVOS Y CRONISTAS DE INDIAS

‘‘Han transcurrido casi cinco siglos desde cuando los primeros africanos empezaron a llegar a Colombia, no precisamente como parte de los cautivos en la empresa de la trata. Hubo africanos que viajaron con los españoles en la aventura del " descubrimiento" pero que se perdieron en las crónicas de conquista. El hallazgo de algunos nombres como el de Ñuflo de Olano, que al lado de Vasco Núñez de Balboa subió a la cumbre de Quareguá y miró también por primera vez la inmensidad del Mar del Sur -el océano Pacífico- el 25 de septiembre de 1513 es un testimonio. Afortunadamente en este caso, el escribano Andrés de Valderrábano, miembro de la expedición de Balboa anotó la presencia de Olano y su escrito fue a dar a las manos del cronista Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés. ’’

‘‘Ñuflo de Olano debía hacer parte de esos africanos conocidos como negros ladinos, negros de Castilla o negros de Portugal, llamados así por estar familiarizados con el lenguaje y la idiosincrasia de españoles y portugueses. Provenían de aquellos que desde antes de 1445 habían comenzado a llegar a la península Ibérica a bordo de las barcas y barineles de Enrique el Navegante que, merodeando por las costas de Guinea, ya se habían dado mañas para agarrar y transportar cautivos. Tanto que en 1552, de los 100.000 habitantes de Lisboa 10.000 eran esclavos negros. A su vez, a fines del siglo XVI en España, el 2.5% de sus nueve millones de almas también era de esclavos negros (Álvarez Nazario 1974:24). ’’

‘‘El documento en que por primera vez en la historia americana aparece autorizada la entrada de esclavos negros a las colonias de ultramar (Díaz Soler 1974:20) fue la Instrucción que el 16 de

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septiembre de 1501, los reyes le dirigieron a don Nicolás de Ovando, Gobernador de las Indias. La tal Instrucción especificaba que no se permitía introducir " moros nin xudios, nin erexes, nin rreconcyliados, nin personas nuevamente convertidas a Nuestra Fée, salvo si fueren esclavos negros u otros esclavos que fayan nacido en poder de crystianos, nuestros subditos é naturales" (ídem). La proporción de población es clava negra que vivía en la península Ibérica facilitaba con holgura el cumplimiento de la Instrucción. Así en 1538 la expedición de Juan Vadillo que salió de Cartagena en un bergantín hacia Sebastián de Urabá, (Del Castillo 1990:137), para luego seguir por tierra, llevaba como lo apunta la crónica de fray Pedro Simón, un " gran número de negros y negras, pues eran más de ciento" (Ed. 1981: T. IV: 188). Pero, ¿cuántos de éstos en España eran esclavos y cuántos eran negros residentes libres y que voluntariamente engrosaban la aventura? Estas son preguntas que aún no tienen respuestas precisas, aunque es factible presumir que estas dos categorías de negros debieron llegar con los conquistadores: los esclavos y los libres, ambos procedentes de España en un principio. Ello a juzgar por la investigación histórica sobre el transcurso de los africanos en la península Ibérica, desde antes de la mitad del siglo XV. Además, porque durante el siglo XVI muchos de los residentes llamados " de color" con ascendencia africana, cuando se embarcaron en Sevilla hacia el Nuevo Mundo, entre 1509 y 1559 anotaron su procedencia peninsular en el Catálogo de pasajeros a Indias (Álvarez Nazario 1974:25). ’’

‘‘Según la crónica de Fray Pedro Simón (Ed. 1981, T. V: 224), en Cali se repartió el pillaje de oro entre los que quedaron después de haber perdido noventa y dos españoles, ciento diecinueve caballos y " muchos indios e indias y muchos negros esclavos". Aunque en esta crónica también se perdieron los nombres de los indios y de los negros y el número de sus muertos, en el transcurso del relato su presencia aunque esporádica es un testimonio valioso. Tal es el caso de aquellos diez negros que son enviados a las labranzas de los indios para robarles el maíz y otra comida. Dos de ellos caen abatidos cuando los indios les salen. La narración también anota cómo en ocasiones en el fragor de los enfrentamientos, los negros huyen de la expedición y seguramente se vuelven cimarrones. Cuenta la crónica que algunos ya heridos se escondían para morir en paz. Lo que no indica es si aquellos que alcanzaron a llegar a Cali recibieron algo de la repartija del botín que produjo cinco pesos en oro para cada soldado. ’’

‘‘Por el mismo tiempo, en 1540 salió de la península la expedición

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del licenciado Alonso Luis de Lugo. Luego de llegar al Cabo de la Vela, arrancó por tierra, " con baquianos y gente que ya había estado en otras expediciones, llevaba doscientos soldados y otros tantos caballos y bestias para carga y treinta y cinco vacas con sus toros" (Simón Ed. 1981. T.IV: 140). Aunque en un comienzo el cronista no menciona negros, a medida que avanza su narrativa los esclavos surgen como personajes de trajín. Hay un momento de crisis cuando las provisiones escasean y los ánimos le flaquean al mismo don Alonso. Entonces salta el esclavo Gasparillo quien habiendo hecho parte de una expedición anterior con Jerónimo de Lebrón y conociendo las trochas y serranías de la región, dijo que podría llegar hasta la ciudad de Vélez y conseguir ayuda. Pero lo haría -dijo- " si vuestra señoría se sirviese de darme carta de libertad". A lo cual don Alonso le contestó que no sólo le daría una carta de horro sino cuarenta si fuera necesario, escritas en letras de oro, con tal de que consiguiera socorro (ibídem: 152).’’

‘‘Por su parte, Juan de Castellanos en su Historia de Cartagena sí menciona el hecho de que Pedro de Heredia llevaba negros en su expedición del Cenú. Dato que aparece confirmado en el juicio de residencia que en 1537 le siguen y donde se le acusa de " permitir a los cincuenta negros que había traído para trabajar en las sepulturas... “que robaran los mantenimientos de los indios en los alrededores (Borrego Pla 1983:54). ’’

‘‘Sobre estos negros se sabe que algunos de ellos se fugaron y en 1540 fueron localizados en cercanías de San Sebastián de Buenavista. Pero es interesante el encuentro en 1545 de un palenque situado en las inmediaciones del pueblo de Tofeme en el partido de Tolú y que según documentación existía desde 1525. Así cuando la campaña de exterminio sale de Cartagena hacia Tolú, al regreso el parte fue que habían encontrado y abatido como trescientos cimarrones (ibídem: 430). La pregunta que sigue entonces es la de si estos negros provenían de España y Portugal a través del goce de licencias que en ese tiempo la Corona concedía a particulares. Y cómo lograron constituir un grupo de rebeldes tan considerable en número. Un ensayo de respuesta es el de Borrego Pla (1985: 431) que supone la llegada de cimarrones desde Panamá y Tierra Firme.’’

‘’De cualquier modo, los datos anteriores permiten presumir que buen número de ladinos, o conforme algunos autores señalan, negros españolizados llegaron con los conquistadores a tierras de nuevo mundo. Así, la crónica aludida por Juan Friede en sus Documentos inéditos para la historia de Colombia (1955 -1960)

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puede contar cómo en Ada (actual Panamá), músicos y bailarines negros en 1520 entretenían a los caciques Darién. ’’

LOS AFRICANOS: CIFRAS Y ORIGEN

La diáspora africana y el péndulo de las cifras.

‘‘La gente negra en Colombia desciende de aquellos individuos que llegaron con los primeros conquistadores y de los miles de africanos que desde el siglo XVI oficialmente desembarcaron como parte de la trata, en Cartagena de Indias, y de contrabando en otros lugares como Buenaventura, Chirambirá, Gorgona y Barbacoas en el litoral Pacífico y en Riohacha, Santa Marta, Tolú y el Darién sobre la costa Atlántica.’’

‘‘Actualmente, encontramos grupos negros descendientes de africanos, en regiones de las costas Atlántica y Pacífica y en sitios de los valles interandinos así:

Región del Caribe: departamentos de la Guajira, Magdalena, Atlántico, Bolívar, Córdoba, Cesar, Sucre y Antioquia.

Costa del Pacífico: departamento del Chocó y zonas costeras de los departamentos del Valle del Cauca, Cauca y Nariño.

Valles interandinos de los ríos Cauca y Magdalena, incluyendo algunos de sus afluentes y el valle transversal del río Patía.

Departamento de San Andrés, Providencia y Santa Catalina en el Caribe isleño.’’

‘‘Mucho se ha escrito en torno a la trata como un tráfico de vergüenza, que produjo ganancias económicas para las naciones europeas participantes y grandes pérdidas humanas, culturales y económicas para África y América.’’

‘‘Desde luego que hay suficiente literatura sobre las circunstancias de movilización de las víctimas en terrenos de captura, prisión, devastación cultural transporte en hacinamiento, trasplante en medios hostiles y sujeción a trabajo forzado. Esto, para mencionar algunas de las condiciones que encararon aquellos que alcanzaron a llegar a América. Porque se habla de 15%, 20% o 25% de africanos que habiendo salido de su continente nunca desembarcaron en el nuevo mundo: murieron o se suicidaron.’’

‘‘Empezaban a desfallecer en las factorías de las costas africanas y expiraban durante el viaje trasatlántico. Se enfermaban de melancolía fija (Triana y Antorveza 1989). Acurrucados, con la

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barbilla sobre las rodillas y los brazos alrededor de las piernas, rehusaban alimentos hasta que morían. De los bidyogos o bijagos que eran guerreros, se sabe, que sin tener nada a la mano, se doblaban la punta de la lengua hacia adentro, y empujando la glotis sobre la tráquea la obliteraban impidiendo la entrada y salida del aire de los pulmones. El frecuente suicidio en el viaje trasatlántico, siguió ocurriendo entre los cautivos una vez colocados en los frentes de trabajo esclavo.’’

‘‘La historia del sufrimiento corporal de los africanos en las armazones de los barcos de la trata es conmovedora. En los navíos se carecía de servicios médicos. Enfermedades como escorbuto, infecciones en los ojos, viruela, disentería, a la llegada de los puertos de desembarque eran anotados en los documentos como tachas o defectos físicos. Que para los esclavistas tenían significado en cuanto eran impedimento para presentar al cautivo como mercancía apetecible en el mercado de compra-venta de trabajadores (Triana y Antorveza 1989: 39-66). La agonía física de males incurables como el de Loanda, el nombre de uno de los puertos de embarque, en la costa de Angola, era pavorosa. A las víctimas se les hinchaban los cuerpos, se les pudrían las encías y generalmente morían. La crónica relata cómo el firmamento del océano se poblaba de seres que antes de morir se retorcían con recias calenturas y otros padecimientos como viruelas, tabardillo y sarampión (Valtierra 1980: T. II: 56).’’

‘‘En esta terrible historia las víctimas debieron apelar a sabidurías propias, decisiones y acciones para aliviar y curar las dolencias físicas. ¿Qué dioses y fuerzas protectoras invocaron? ¿Qué plegarias elevaron? Develar lo ocurrido en este trance permitiría dibujar la construcción de los cimientos que originarían la presencia de una diáspora africana en países como Colombia y su concreción en la cultura negra de los descendientes de los africanos. Así como el proceso de impregnación de esta cultura en conglomerados de composición socioracial diversa.’’

‘‘Aunque hay numerosos estudios en relación con el transporte forzado de los africanos a América, aún no se ha aclarado ni el número de personas que fueron arrancadas de sus territorios, ni el de los que llegaron. Como tampoco su procedencia exacta. Entre los estudios demográficos de la trata, la controversia sobre la magnitud numérica se desenvuelve en cifras que van de los 9 millones hasta los 100 millones, pasando por apreciaciones intermedias de 25 millones y cifras menores de 3 millones (Friedemann y Arocha 1986:33). Germán Colmenares (1979)

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anota más de 9 millones, en tanto que Edward Dunbar (véase Curtin 1969) señala unos 14 millones en la trata en América, cifra que se compara con las de Herbert S. Klein (1986: 93) que oscilan entre 10 y 15 millones. Este a su vez anota el hecho de que cuatro quintos del total de esclavos africanos llegado al nuevo mundo fueron transportados en 150 años, desde el siglo XVIII hasta mediados del XIX. ’’

‘‘Y en cuanto a Colombia, Curtin (1969: 46) consigna una cantidad de 200.000 esclavos importados durante el período total de la trata para lo que hoy son Colombia, Panamá y Ecuador. ’’

‘‘Posteriormente, el cotejo de esta cifra con análisis cuantitativos de Germán Colmenares (1979) y cuentas minuciosas de Nicolás del Castillo (1981), ha complementado las estimaciones de Curtin. Por un lado, Colmenares concluye que de los 200.000 esclavos que Curtin asigna a la Nueva Granada, Panamá y la Audiencia de Quito podría especularse que algo más de la mitad le cupo al actual territorio colombiano. ’’

‘‘Ya esa cantidad, le agrega las partidas por contrabando, que habida cuenta del costo de transporte y alimento, según él, no debieron ser siquiera el 50% de las legales. Así, Colmenares fija el número total de esclavos introducidos en Colombia en alrededor de 120.000. ’’

‘‘Según Curtin (1969:46) para 1810 en la Nueva Granada la población de origen africano sin mezcla era de 72.270, pero la proporción de mulatos en la población total ya era del 50%. Ello sugiere que en esta fecha la población de origen africano contenía una alta proporción de criollos, es decir que había un crecimiento natural de la misma. Entonces, surge la pregunta sobre el porcentaje de negros que existían en ese 50% de mestizaje mulato, i.e. blanco-negro. Por otro lado T. L. Smith (1966: 215) apoya el concepto de Curtin anotando que la población negra de Colombia ha mantenido los mismos porcentajes desde el siglo XVIII en relación con la totalidad. De todos modos, el censo de 1964 (Atlas de economía colombiana) trae el dato de que en Colombia un 30% de la población es negra y mulata. De acuerdo con proyecciones actuales, un 10% de esa cifra podría considerarse actualmente como población negra y el 20% restante como impregnada en términos genéticos y de cultura negra. ’’

‘‘Estamos así frente a un péndulo de cifras, algunas de las cuales se mueven en un escenario demográfico y de intereses políticos similar a aquel de leyenda rosa y negra de los indios durante la

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Conquista y en relación con el proceso de su aniquilamiento (Friedemann 1975, Friedemann y Arocha 1986). Desde luego que el creciente número de negros en la actual Colombia tiene un significado distinto al del estrecho 1.2% de la población indígena cuya recuperación sigue siendo leve. ’’

LOS ORÍGENES Y EL PREDOMINIO ÉTNICO.

‘‘La preocupación en torno a los orígenes de los africanos que llegaron a América tiene, por supuesto, una razón: descubrir las huellas que los distintos grupos dejaron en las nuevas culturas y sociedades americanas, con el propósito de dibujar el proceso de algunos de los perfiles de la diáspora africana. ’’

‘‘En la discusión académica de la trata negrera, durante mucho tiempo se hizo hincapié en la estrategia de separación de gentes de una misma región para romper la comunicación lingüística, la identificación religiosa o la solidaridad tribal. Entonces, las consecuencias deculturadoras de la disgregación se volvieron argumentos para sostener la incuria cultural del africano en América. No obstante, la deculturación total es imposible y conforme anota Moreno Fraginals (1977:14) antes bien, en un sistema de explotación puede suceder que la clase dominante estimule la permanencia de algunos valores culturales de la clase dominada, con miras a reforzar la estructura establecida. Efectivamente, durante la Colonia, la constitución de cabildos negros como los que existieron en Cartagena al borde del mar primero como enfermerías que congregaban gentes procedentes de una misma tribu o nación fue una táctica de las autoridades con la cual se intentó erosionar cualquier brote de solidaridad rebelde. Además, se trataba de propiciar la continuidad de las hostilidades intertribales. Esas que en algunas regiones africanas habían sustentado la venta de hombres y mujeres a los traficantes negreros. Empero, con esa táctica, los cabildos, conocidos en Cartagena en un principio como casas de cabildo, se convirtieron en refugios culturales de africanía (Friedemann 1988). Con el tiempo, esa africanía elaborada y transformada penetro y modificó la sociedad en amplias regiones. En la rutina y en la fiesta, en lo sagrado, lo profano y lo funéreo. ’’

‘‘En el transcurso de la trata es preciso distinguir un proceso de reintegración étnica del africano y sus descendientes en América, a lo largo de varios siglos (Friedemann y Arocha 1986: 37). Es cierto que la táctica de agrupar a los trabajadores cautivos manteniendo un patrón de heterogeneidad tribal o regional buscaba ejercer un dominio más certero mediante la atomización

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cultural de cada víctima. Sin duda alguna, la técnica fue eficaz. No obstante, debió llegar un momento cuando las posibilidades de mantener esa heterogeneidad fueron desbordadas por la abundancia de esclavos con afinidades culturales. A esa situación debió llegarse por diversos caminos. Uno de ellos, originado en las mismas costas africanas, en las factorías, donde a los cautivos se les concentraba para esperar a los barcos negreros que a veces demoraban en atracar o en despegar de los puertos. ’’

‘‘La agregación de personas de la misma procedencia en el estadio africano del cautiverio seguramente propició formas de reintegración étnica a las que podría denominarse pasivas, en oposición a las activas que se darían en circunstancias como el cimarronaje (Friedemann 1988). Otro de los caminos para la reintegración pasiva debió propiciarlo la captura selectiva de esclavos procedentes de de terminados grupos y preferidos en los mercados americanos por sus habilidades como trabajadores o por ciertas cualidades de educación que los tornaba " apetecibles" (Escalante 1964: 105 -110). Al respecto de la captura, vale mencionar que de acuerdo con investigaciones sobre la trata (Klein 1986: 97), los datos muestran que fueron los africanos quienes dominaron el mercado de la oferta en su propio continente. Quienes abastecían los esclavos eran jefes locales (Meillassoux 1990: 79) o miembros de determinada clase de alguna sociedad africana, a veces mulatos u otros oriundos también de África. En la costa de Guinea a esas generaciones que surgieron a raíz de las necesidades del comercio europeo y cuyas gentes fueron engendradas por portugueses con mujeres africanas, se les conoció como hijos de la tierra. Entre éstos están los lançados o cazadores de gente a quienes ya en 1508 se les encuentra en Guinea, viviendo entre los africanos. El mismo fenómeno se encontraría en Angola y a quienes se ocupaban de la cacería se les conoció como pombeiros. Su oficio consistía en hacer prisioneros en las orillas de los ríos y riachuelos para cargar los navíos anclados al borde del mar con destino a los mercados de Lisboa y luego hacia América (Rodney 1970).’’

‘‘El pillaje esclavista con destino a los europeos se generalizó entre muchos grupos africanos cuando éstos fueron instigados por los mercaderes europeos mediante el acicate comercial y el poder que algunas tribus empezaron a tener sobre otras y sus territorios, gracias al respaldo de las armas de fuego. Los conflictos intertribales, las venganzas personales, las diferencias entre clases gobernantes y gentes de menor rango estimularon la agresividad

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que prendió la contienda. ’’

‘‘A partir de 1483 cuando las primeras carabelas portuguesas llegaron al Congo, las relaciones con el reino de Portugal desembocaron en el comercio de africanos que fueron enviados a Lisboa y a Santo Tomé.’’

‘‘Durante la trata, las naciones poderosas europeas se involucraron disputándole a Portugal desde el siglo XVI sus derechos sobre las costas occidentales del continente africano. La franja de la ambición empezaba en Senegambia y se extendía hasta Angola. ’’

REGIONES Y PROCEDENCIAS

‘‘Los orígenes de los africanos que llegaron al territorio que hoy es Colombia han sido discutidos, particularmente cuando se ha ensayado atribuir " rasgos culturales" a determinados conglomerados de gentes en ciertas regiones (Escalante 1964, Arboleda 1952).’’

‘‘Sin embargo, de acuerdo con uno de los historiadores de la trata en Colombia, Jorge Palacios Preciado (1982: 231) las conclusiones sobre el origen tribal siguen siendo muy generales y vagas. Palacios precisa sin embargo, que durante los siglos XVI y XVII, los sitios de donde fueron extraídos estuvieron establecidos por las licencias y los asientos que marcaron a las llamadas Islas de Cabo Verde, y ríos de Guinea. Pero al final, él mismo admite que de acuerdo con la documentación, incluyendo registros de compradores, documentos notariales y testamentos, entre otros, a la Nueva Granada llegaron esclavos de todas las zonas de extracción africana: " de los ríos de Guinea, Sierra Leona, Arará, Mina, Carabalí, Congo y Angola".’’

‘‘Germán Colmenares apoyándose en una regionalización de Curtin (1969) y usando un número de patentes o registros de venta al por mayor de esclavos traídos durante la primera mitad del siglo XVIII, que totalizan 3.000 cautivos (1979: 46-49), presenta una aproximación al problema. La dicha patente era expedida a favor del comprador por los factores del asiento o quienes tenían una licencia, y servían a modo de salvoconducto en Mompox y en Honda, lugares de tránsito obligado de los esclavos. ’’

‘‘Sin embargo, cuando se trata de hacer análisis culturales de la diáspora, estos datos tienen que entenderse considerando el predominio de unas etnias sobre otras en los diversos escenarios donde se daba la interacción: en las minas, en las haciendas, en el servicio doméstico urbano y también de acuerdo con el estatus del

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individuo: esclavo, libre, urbano, rural. ’’

EL NEGRO EN LA SOCIEDAD COLONIAL

DE SOL A SOL: NEGROS Y CÓDIGOS

‘‘Al llegar a Colombia, el destino del africano fue su trabajo bajo el sol. Pasados los primeros años de la búsqueda de El Dorado, en cuyas rutas participaron numerosos africanos en su mayoría " españolizados", y con el inicio de la Colonia, las circunstancias de la explotación minera como base de la economía hicieron necesario el uso de la mano de obra africana. Alrededor de 1543, el conquistador Sebastián de Belalcázar le solicitaba a la Corona autorización para introducir 100 esclavos para que trabajaran en las minas. Colmenares anota que se trataba de continuar la empresa de la conquista (1973:187) que para 1580 seguía avanzando a pasos gigantescos ocasionando más derrumbe poblacional de los indios. Palacios Preciado, historiador de la trata (1982) opina al respecto, que aunque la visión de historiadores de la economía de la sociedad y de la demografía colonial sostengan que la extracción de los minerales y la vida económica general en la colonia se basó en la explotación de los indios, debe reconocerse la participación importante de los negros que precisamente fueron traídos para remplazar a los indios y para contrarrestar su aniquilamiento demográfico del que nunca se recuperaron. Es así como el Nuevo Reino de Granada entre 1590 y 1640 ya un 75% de los trabajadores en las minas eran negros, e indígenas tan sólo un 25% (Colmenares 1973 240). ’’

‘‘Germán Colmenares (1973: 188) muestra cómo las fronteras geográficas de la colonia se abren a medida que termina un ciclo de explotación minera. Así, destaca cómo los distritos de Cáceres y Zaragoza tuvieron su auge en 1580; en 1590 los de Nechí y Remedios en Antioquia, para luego proceder en 1630 hacia Barbacoas en el litoral Pacífico y en 1668 hacia Nóvita en el Chocó. Esta historia agitada permite trazar las rutas de movilización de la gente negra, en el tiempo ya lo largo de vías terrestres y fluviales. ’’

‘‘Pero aun cuando la dedicación primordial de la mano de obra estuviera concentrada en la minería, muchos esclavos también fueron destinados a ganadería, agricultura, boga de champanes y canoas, oficios domésticos y artesanales. El que en sus comunidades de origen los grupos africanos cautivos tuvieran un desarrollo avanzado los hacía más deseables en actividades distintas a la minería. Entonces muchos trabajaron en albañilería,

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carpintería, herrería y metalurgia; en los trapiches y en labores de mecánica. ’’

‘‘Para el siglo XVIII, la economía de la Nueva Granada era impensable sin el concurso de los negros. Sobre sus hombros reposó el desarrollo de la minería, agricultura, ganadería, artesanía, comercio, trabajo doméstico y extracción de perlas en el Caribe (Jaramillo Uribe 1963). Por su parte, durante 350 años le dieron vida al comercio, bogando champanes por el Río Grande de la Magdalena y otras arterias (Friedemann y Arocha 1986:177). ’’

‘‘A diferencia de lo que sucedía con el indio, el negro como entidad humana y pieza clave en el desenvolvimiento económico, estuvo totalmente desprotegido en el ámbito jurídico colonial. La cédula real firmada en Aranjuez el 31 de mayo de 1789, con la pretensión de "proteger" a los negros, es más bien un reflejo atenuado del pensamiento consignado en códigos anteriores expedidos en Portugal, Francia, Holanda e Inglaterra, con respecto al trabajo de los esclavos negros (Friedemann y Arocha 1986: 15). Y por su puesto en la misma España donde abundaron instrucciones, ordenanzas y reglamentaciones sobre el comportamiento social y laboral del negro. Tales códigos negros como se les conoció, conforman con la dicha cédula un cuerpo jurídico de apoyo a la esclavitud como sistema socio-económico, los cuales se han denominado los códigos del sol (ibídem). ’’

‘‘La transgresión que provocó los más violentos castigos durante más de tres siglos fue el cimarronismo, una reacción subversiva que empezó a ocurrir desde los primeros momentos de la llegada de los esclavos con los conquistadores. En 1540 provocó la expedición de la cédula real de septiembre 7 que ordenaba no proceder contra los alzados si se entregaban voluntariamente, lo cual no ocurrió (Arrázola 1970: 12). ’’

‘‘Era tal el celo de la Corona con la esclavitud como institución clave para el transcurso económico de la Colonia en el siglo XVII y su preocupación con la subversión, que expidió legislación que premiaba en dinero a aquellos que denunciaran a los cabecillas o los planes del movimiento cimarrón; y que arreciaba contra cualquier relación de comercio o de abastecimiento de productos agrícolas que tuviera que ver con negros. Las medidas represivas llegaron a prohibirle a los negros libres que existían en Cartagena y que trabajaban para los blancos, el porte de armas, el vestido con adornos de lujo y el caminar de noche por las calles: Aunque la cédula de Aranjuez de 1789 fue considerada por muchos amos de esclavos atentatoria de sus intereses económicos, pese a que

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reiteraba el sentido punitivo y confinaba a los negros a labores del campo excluyéndolos de oficios de vida sedentarios, el cumplimiento de sus capítulos " protectores" no tuvo mayor efecto. Pero sus motivaciones tampoco puede decirse que residían en una visión humanitaria y digna para los negros. ’’

CASTAS, MESTIZAJE Y BLANQUEAMIENTO.

‘‘Buscando un marco de interpretación para la sociedad de la época colonial, en una periodización histórica socioeconómica de ciclos de minería, con agricultura y comercio, Germán Colmenares (1982) muestra el origen de las diferenciaciones sociales. Dos pilares parecerían sustentar el orden de tal sociedad: las circunstancias de la conquista como una empresa que vinculó el Atlántico a la red comercial que unía a Europa, África y América a través de la cuenca mediterránea (1982: 229) y el privilegio institucionalizado que le fijaba a cada participante un estatus. Con todo, añade el historiador, semejante estratificación fue desbordada cuando la encomienda cayó en decadencia y la competencia profesional en actividades económicas entró en juego. El reclamo de sitiales sobre esta base en la nueva sociedad marcó entonces los perfiles de la ubicación social. Así, el tope horizontal del escenario colonial una vez que la preeminencia de los descendientes de los conquistadores había concluido, aparece compartido por mineros, terratenientes y comerciantes aliados todos con descendientes de la burocracia imperial. Debajo de éstos en una verticalidad de variadas condiciones están los indígenas encomendados, los esclavos negros y los peones malamente pagados o compensados. Esta división vertical de la sociedad basada en una sujeción de origen racial se expresa en una dualidad étnica-cultural que persiste a lo largo del período colonial y se convierte en los cimientos de un orden social de castas. Efectivamente, la confrontación entre europeos, indígenas y negros esclavos africanos en un primer momento constituye una polaridad, que con el transcurso de las circunstancias en el siglo XVIII empieza a designar como castas a aquellas gentes resultado de combinaciones genéticas que empezaron a mostrar matices fenotípicos variados. ’’

‘‘Al comienzo de la colonia el término casta se había usado para señalar la tribu o el lugar de origen de los esclavos negros. Así eran negros de casta congo o bien biafra o lucumí y a la vez podían especificarse como bozales si eran recién llegados del África con su lengua o lenguas nativas. También se les llama negros de nación, africanos de nacimiento, y si estaban bautizados

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y tenían algunas experiencias europeas se volvían ladinos. Desde luego que a comienzos del siglo XVII en Cartagena, no sólo era posible ver africanos recién llegados, ladinos o bozales, que fuera de sus lenguas africanas debían conocer el idioma criollo afroportugués (Megenney 1982), sino que ya había negros nacidos en las Indias, a quienes se les denominaba criollos o con cualquiera de los muchos apelativos que hacían hincapié en las cualidades o defectos físicos, y también en el grado de pigmentación de la piel. ’’

‘‘Con el tiempo, el vocablo casta empezó a usarse de manera despectiva para señalar a aquellos que no eran blancos y por ende especificar las mezclas genéticas y más tarde en el siglo XVIII sirvió a las mismas castas para reclamar una posición socioeconómica en ese escenario de dominio blanco-español. Resultaron entonces mulatos, zambos, tercerones, cuarterones y hasta quinterones, que ya eran otra vez blancos. Aquellos que genéticamente se aproximaban al quinterón, pero volvían a tener hijos con un cuarterón o con un mulato, eran signados como tentenelaire el primero y como saltatrás el segundo. Y para designar a un zambo o a un mulato libres, apareció el término pardo. Desde luego, que frente a todas estas castas se alzaban, en Cartagena y en toda la Nueva Granada, los chapetones o españoles y sus hijos, a quienes se reputaba como blancos criollos. En esta taxonomía, el fenotipo preponderaba sobre condiciones sociales, económicas o religiosas. La cuestión racial era de tal monta, que aún los grados de mezclas entre blancos y la combinación de éstos con descendientes de negros y blancos o de negros e indios y blancos se expresaban en una gama de términos a la vez que en dibujos y pinturas costumbristas que en sus leyendas registraron las líneas de la sociedad de ese tiempo (Friedemann y Arocha 1986). ’’

‘‘Entonces las castas eran categorías de gente que sin ser blanca aspiraba o andaba en la senda de lograrlo. La referencia a " lo blanco" en las clasificaciones de cuarterones, quinterones o tercerones o la ausencia del mismo en el caso del zambo, indio o negro es bastante explícita. El mestizaje que fue así sustento en la construcción de la sociedad de castas cuyo tope ideal era ser o convertirse en blanco, llevaba implícita la ideología del blanqueamiento. Que a su vez se convirtió en un proceso sociogenético. Dentro de éste entonces, pasar de una casta a otra requería una sucesión de generaciones y no pocos sinsabores. ’’

‘‘Pero en el litoral Pacífico, la escasez de los blancos y el

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derrumbe demográfico de los indios y su migración hacia las cabeceras, propiciaron en la Colonia la inserción demográfica de una población negra que paulatinamente le cambió el rostro indio al litoral Pacífico y convirtió la región en un territorio de dominio demográfico negro.

En el valle del río Cauca, en el siglo XVII las haciendas de trapiche y de ganadería reclamaron el uso masivo de esclavos como mano de obra, la cual fue surtida muchas veces por cuadrillas procedentes de las minas del litoral. Descendientes de estos trabajadores se asentaron al borde de las haciendas y más tarde constituyeron pueblos que hasta el presente muestran una concentración socioétnica negra. Aquí vale considerar la migración que hace hoy parte de urbes como Cali y Popayán, a partir de estas fincas familiares o del proletariado de la caña en este siglo. ’’

PALENQUES O LA TEMPRANA EPOPEYA LIBERTARIA

‘‘En Colombia los rebeldes o cimarrones que se alzaron contra la esclavitud y conformaron palenques no tuvieron sitial en calidad de casta en la sociedad de la colonia. ’’

‘‘En los primeros momentos de rebeldía fueron los bozales o recién llegados quienes unidos en pequeñas bandas huyeron hacia los montes. Entonces se les denominó negros zapacos (Arrázola 1970: 21).’’

‘‘Desafortunadamente, el estado de la investigación actual en el ámbito de los palenques en Colombia aunque permite mirar el movimiento a través de los sitios, todavía no puede proponer cifras sobre el número de negros que en un momento dado ni tampoco a lo largo de tres siglos participaron en los palenques. ’’

‘‘En gran parte los nombres de los palenques son de origen español. Ello indica que tampoco sabemos los nombres con que los palenqueros los autoidentificaban. Esta circunstancia destaca el problema de invisibilidad que ha sufrido la historiografía sobre los negros en Colombia. Hay una carencia profunda de datos sobre el transcurso diario de la vida no sólo de las gentes en los palenques-lo cual es comprensible- sino también sobre la vida del esclavo en las minas, en las haciendas o en el servicio doméstico. Poco anotaron los cronistas y los escribientes de la época, que no fueran datos económicos de su valor o de su producción. No sucedió lo mismo con los indios, que cuentan con descripciones atentas sobre su trabajo, sus rituales y aún sobre su organización social, de

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suerte que su historia cotidiana puede reconstruirse con trazos bastante verídicos. Y lo mismo ha sucedido con las gentes en el tope de la pirámide. ’’

‘‘Un intento de reconstrucción histórica del palenque y de su organización social, así como de algunos rasgos de su cultura debió apelar a la investigación antropológica del palenque de San Basilio, la comunidad que vive cerca a Cartagena. Su gente desciende de palenqueros antiguos que con seguridad habían sido miembros de otros palenques de la región. La primera referencia documental sobre San Basilio aparece en 1713 (Escalante 1954, Arrázola 1970, Friedemann 1979). Sin embargo, el nombre de santo se lo dio el arzobispo de Cartagena de apellido Casiani quien sirvió de intermediario entre el jefe palenquero y el gobernador de Cartagena en ese año de 1713, cuando se pactó una amnistía con los rebeldes: se les concedió el terreno donde estaban asentados permitiéndoles su propio gobierno. En una reciente investigación lingüística, el nombre del palenque antes de llegar el arzobispo parece haber sido Guarumá (Schwegler 1990) y el sitio original de asentamiento también uno distinto, aunque dentro de la misma área donde hoy se halla el poblado. Todo esto destaca la necesidad de emprender una investigación arqueológica que aún no se ha iniciado en el campo de la diáspora negra. ’’

‘‘El estudio de la organización social del palenque de San Basilio (Friedemann 1979, 1983) permitió delinear perfiles históricos del funcionamiento del palenque como una organización de guerrilla en los tiempos coloniales. El cuagro, un grupo de edad con una mitad masculina y otra femenina, en el poblado que también tiene dos mitades, aún existe en la comunidad y parece provenir del antiguo palenque. El cuagro así, se convirtió en clave medular. Debió originarse como respuesta a la situación de constante lucha que enfrentaban los poblados y que requería asiduo entrenamiento, disponibilidad y ordenamiento de acciones. Aparece como en otras sociedades donde la guerra es la preocupación principal para la sobrevivencia. (Stewart 1977, Kuper 1964, Gulliver 1953). ’’

‘‘A comienzos del siglo XIX se habían dispersado, los mantuvo relativa mente alejados de las corrientes del blanqueamiento sociocultural. Ello le confirió a la comunidad el carácter de refugio etnocultural donde las huellas de africanía mantuvieron algunos contornos. ’’

‘‘El asentamiento de la comunidad detrás de las montañas de María protegió a sus gentes del acoso discriminatorio agudo y propició el que no solamente la lengua en alguna medida

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permaneciera, sino también rituales tan importantes como los de la funebria y aquellos de iniciación de los cuagros. Estos que en 1974 aún celebraban lo que podría considerarse como rituales y juegos de guerra, facilitaron el examen de la fisonomía de su sociedad guerrillera en la colonia.’’

‘‘En el horizonte histórico y contemporáneo de los grupos negros cualesquiera que hayan sido sus ciclos económicos, o sus etapas migratorias en el litoral, el parentesco se ha manejado como un recurso social efectivo. Si un minero de la selva requiere ayuda en el puerto, lejos de su caserío, él busca algún pariente de su tronco y acude a él, avivando de este modo una relación recíproca. Whitten (1969: 235) muestra cómo la movilidad en pueblos y ciudades en el litoral se da así por entre la trama de una organización que él define como " ramajes rotos". Que a su vez al conjugarse con el hallazgo de los troncos o ramajes en la selva aurífera, da cuenta de un proceso evolutivo social. El juego de la genealogía y el parentesco tienen así papeles cruciales en el manejo rural-urbano y desde luego en puertos y ciudades dentro de la sociedad de gente negra y aquellos que en el marco del mestizaje son considerados como morenos, el término cortés con el cual en la sucesión racial moderna, la sociedad dominante sigue señalando a los negros o a aquellos con rasgos visibles de negro. ’’

‘‘En el valle del río Cauca, como en otros lugares, el negro tuvo escaso acceso a la tierra. Cuando fue posible, aquellos que compraron su libertad ocuparon terrenos baldíos que convirtieron en parcelas de cultivos. Palenques como El Castigo en tierras occidentales del Patía fueron otra manera de acceder a la tierra. Las leyes de abolición de la esclavitud de 1851 por su parte, nunca consideraron la concesión de tierra o de herramientas a ningún negro. Por el contrario se autorizó la compra estatal de esclavos a los dueños de latifundios, haciendas y minas, con el objeto de indemnizarlos. Así, se propició el peonaje de negros sin tierra que entraron al servicio de haciendas y minas de los antiguos dueños (Friedemann 1976). ’’

‘‘Hubo por otra parte, mecanismos de captación de mano de obra de negros, como reacción a la abolición. Y ahí aparece la acción de Sergio Arboleda en 1853 con los negros libres a quienes enroló para trabajar dentro del sistema de terraje que era un pago que el negro debía hacer a la hacienda en productos de siembra y en dinero (Mina 1975: 54). Arboleda les permitía asentarse en los bordes boscosos de la hacienda para tumbar monte e iniciar cultivos. ’’

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‘‘Pero en la hacienda una vez terminada la siembra de 15.000 árboles de cacao, 20 plataneras y 50 suertes de caña, en vista de que allí el trabajo disminuyó, Arboleda resolvió cobrarles el terraje en dinero tasado por cada fanegada ocupada por las familias negras (Mina 1975:55). ’’

‘‘Así, los antiguos barracones de la esclavitud apenas parecían cambiar de forma. Para salir de la hacienda, los trabajadores tenían que pedir permiso por un tiempo estrecho, se les permitía pocas celebraciones entre ellos mismos y además, tenían que dar cuenta de cómo empleaban su propio dinero. Por supuesto que muchos tomaron el camino del éxodo y se fueron a los montes a lo largo del río Palo, donde sabían que había existido un palenque. Allí iniciaron nuevas labranzas (Friedemann y Arocha 1986:206). Entonces, cuando en ciertos lugares y momentos las urgencias de mano de obra se agudizaron surgieron reclamos y la respuesta fue la creación de mecanismos coercitivos. Los jefes de policía tenían facultades legales para obligar a trabajar en las haciendas a los llamados "vagos". Más aún, la ley autorizaba al patrón para azotar y privar de alimento al trabajador rebelde. Todo esto sucedía en 1876, 25 años después de que a los negros se les había declarado libres. ’’

‘‘APORTES DEL NEGRO A LA CULTURA COLOMBIANA

Raíces africanas y visiones culturales ’’

‘‘Con todo, al hablar de huellas de africanía es preciso referirse a los procesos de reintegración étnica ocurridos entre los esclavos desde el siglo XVI, de manera simultánea a la trata, cuando gente de igual o similar procedencia volvió a encontrarse en escenarios distintos a los de su cotidianidad africana (Friedemann y Patiño 1983, Friedemann y Arocha 1986). Esos procesos de reintegración étnica serían marcos para la génesis de nuevos sistemas culturales afroamericanos que debieron haberse iniciado tan pronto como en las factorías de las costas africanas se juntaron las primeras víctimas. La dinámica interétnica de esta génesis ha sido discutida por Mintz y Price (1976) con relación a la diáspora africana. Dinámicas análogas, como parte de una propuesta de explicación teórica sobre control cultural en la formación de grupos étnicos diferenciados, también referidas a culturas negras han sido examinadas por Bonfil Batalla (1987). A esas dinámicas en las relaciones interétnicas, este autor ha denominado etnogénesis. ’’

‘‘Otras expresiones estéticas del Caribe colombiano influidas por la cultura negra con huellas de africanía aparecen en lo que se ha

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de nominado la música " costeña" (González Henríquez 1989: 3), que a su vez ha penetrado distintos ámbitos de las clases sociales como un elemento de la personalidad cultural colombiana. Algunas de ellas son la cumbia, el bullerengue, el chandé, el mapalé, el abozado, la gaita o porro tapao, el vallenato, los cantos de zafra, de vaquería y los cantos del Lumbalú (Abadía Morales 1977). La cumbia, una danza de hombres y mujeres, otro de los símbolos regionales de cultura negra que han sido adoptados como emblemas de nacionalidad empezó a configurarse en el ámbito de la esclavitud en Cartagena de Indias (D. Zapata 1962: 187-204). ’’

‘‘Con el correr del tiempo, la cumbia definió sus perfiles. Los músicos se subieron a tocar en tarimas altas alrededor de las cuales negros, mestizos y mulatos disfrutaron las fiestas. Y durante muchos años, antes de que las danzas populares fueran integradas al carnaval de Barranquilla, allí los grupos danzantes se reunían en barrios tradicionales como Rebolo a bailar en sitios llamados cumbiambas. Este término según Abadía Morales (1977: 205) por un lado al apocoparse produce la voz cumbia y a su vez se relaciona con el vocablo cumbancha cuya raíz kumba proviene del occidente africano: es gentilicio mandinga, también el país del Congo y su rey se llamó rey de Cumba. Cumba entre los congos significa además gritería, es cándalo, regocijo y nkumbi es un tambor (Ortiz 1985: 184). ’’

‘‘Desde luego que la controversia en torno a la configuración de la cumbia no ha faltado, particularmente a raíz de su evolución como símbolo nacional de identidad estética. La tradición india la reclama a través de las gaitas y la tradición española reclama el atuendo. Aquiles Escalante (1964:148) menciona como instrumental auténtico de la cumbia en la cual el canto no existe, lo siguiente: una tambora o bombo, dos tambores troncónicos, guache, maracas y flauta. Los tambores y el guache de origen africano. Este último, hecho de hojalata de forma cilíndrica, perforado con agujeros y lleno de semillas. Las maracas de origen caribe y las flautas de origen indígena. Abadía Morales (1977) la dibuja como mulata y negra, señalando que tiene una melodía originaria en la música de las gaitas y cañas indígenas pero que su ritmo dominante es el de los tambores africanos. ’’

HACIA EL SIGLO XXI

‘‘La continuidad de un mundo posible de cultura negra, referido por Arocha como un escenario de sobrevivencia para los negros colombianos, tiene los componentes de la innovación frente a la incertidumbre del medio ambiente social, económico y ecológico,

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de la creatividad sociocultural frente a las condiciones del cambio continuo. En el litoral Pacífico, una zona de alta densidad demográfica negra, las leyes nacionales no le han permitido arraigarse en sus tierras de uso consuetudinario. A tiempo que allí capitales y tecnologías multinacionales intensifican las industrias de minería, cría de camarones y siembra de palma africana, con la tala de bosques tropicales y de manglares, la expulsión de la gente negra será un hecho. ’’

‘‘La nueva Constitución que permitió el ingreso definido de los aborígenes o indios como sujetos de derecho, apenas mencionó pálidamente a los negros en su expresión étnica diferenciada. Así la legitimidad de su identidad para los propósitos del ejercicio territorial con la especificidad de una diversidad ancestral quedó ausente. ’’

‘‘No obstante, por fuera del proceso de dicha Constitución, distintas agrupaciones culturales y políticas de negros, adoptaron posiciones analíticas reflexivas y críticas. Las vicisitudes del transcurso de los negros en el panorama nacional, las contribuciones que desde la colonia han venido realizando, la marginalidad que han sufrido sus gentes son temas de su discusión. El debate entre algunos, se encamina al examen de las consecuencias que ha tenido la estrategia del blanqueamiento como acción sociopolítica de participación a nivel individual y grupal (Arocha y Friedemann 1984). El debate atañe al estudio de la conciencia acrítica del mestizaje como ideología discriminatoria con resultados de invisibilidad sobre la historia, su actualidad y los derechos de los negros, impartida ella por diversos niveles de la sociedad colombiana. Pero con seguridad, el nuevo siglo presentará como sucedió en el actual, alternativas vibrantes que permitirán con creces la permanencia de la diáspora africana. ’’

Reflexión crítica y utilidad para el proyecto

Este libro está llamado a convertirse en texto fundamental para los estudiantes de antropología y sociología y en obligada obra de consulta para los profesores y conocedores de estos temas.

Considero oportuna y apropiada la revisión bibliográfica de elementos como el presente libro y respectiva ficha, debido a lo completo y detallado en cuanto al tema que refiere. La importancia de conocer y reconocer el ‘‘aporte del negro a la cultura colombiana’’ radica también en reconocernos como producto de una cultura que a la vez es producto de un complejo entramado cultural enriquecido especialmente, tanto por la América precolombina, por Europa y la imponderable África, en donde ningún aporte se puede hallar fuera o excluido de tal tarea en constante desarrollo: la construcción de América.

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Por otra parte, hallo en igual grado de importancia el acercamiento y el posterior encuentro con dicha historia cultural, como la africanía, de la que se refiere la autora, que a través de herramientas académicas como ‘‘La Saga del Negro’’ y que no solo se limitan a un público en especial, sino a uno más general, encontrarnos así como americanos frente a nuestra historia y situarnos en la capacidad humana de asumir las riendas del presente, los desafíos que un territorio como el americano nos presenta a diario como naciones pertenecientes a él. Es significativo valorar, reconocer, respetar y dignificar las partes que han sido invisibilizadas y que han sido elementos fundamentales en la formación de éste ‘‘todo. ’’

Formato DigitalAutor(es) Nina S. de FriedemannPeriodo Referenciado 1687 – 1993 Número Páginas 117Idioma EspañolEmail de Contacto [email protected]

[email protected]@hotmail.com

Elaborada por y fecha Juan Sierra – 11 de septiembre de 2015