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John Flanagan Las ruinas de Gorlan ~1~

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montaraces

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  • JJoohhnn FFllaannaaggaann LLaass rruuiinnaass ddee GGoorrllaann

    ~~11~~

  • JJoohhnn FFllaannaaggaann LLaass rruuiinnaass ddee GGoorrllaann

    ~~22~~

    JJOOHHNN FFLLAANNAAGGAANN

    LLAASS RRUUIINNAASS

    DDEE GGOORRLLAANN 11 MMOONNTTAARRAACCEESS

  • JJoohhnn FFllaannaaggaann LLaass rruuiinnaass ddee GGoorrllaann

    ~~33~~

    Para Michael.

  • JJoohhnn FFllaannaaggaann LLaass rruuiinnaass ddee GGoorrllaann

    ~~44~~

    NNDDIICCEE

    AARRGGUUMMEENNTTOO ............................................................................. 6

    PPrrllooggoo ...................................................................................... 7

    CCaappttuulloo 11 ................................................................................ 10

    CCaappttuulloo 22 ................................................................................ 16

    CCaappttuulloo 33 ................................................................................ 22

    CCaappttuulloo 44 ................................................................................ 27

    CCaappttuulloo 55 ................................................................................ 31

    CCaappttuulloo 66 ................................................................................ 37

    CCaappttuulloo 77 ................................................................................ 41

    CCaappttuulloo 88 ................................................................................ 47

    CCaappttuulloo 99 ................................................................................ 54

    CCaappttuulloo 1100 .............................................................................. 59

    CCaappttuulloo 1111 .............................................................................. 64

    CCaappttuulloo 1122 .............................................................................. 70

    CCaappttuulloo 1133 .............................................................................. 75

    CCaappttuulloo 1144 .............................................................................. 80

    CCaappttuulloo 1155 .............................................................................. 87

    CCaappttuulloo 1166 .............................................................................. 92

    CCaappttuulloo 1177 .............................................................................. 99

    CCaappttuulloo 1188 ............................................................................ 103

    CCaappttuulloo 1199 ............................................................................ 108

    CCaappttuulloo 2200 ............................................................................ 114

    CCaappttuulloo 2211 ............................................................................ 119

    CCaappttuulloo 2222 ............................................................................ 124

    CCaappttuulloo 2233 ............................................................................ 134

    CCaappttuulloo 2244 ............................................................................ 142

    CCaappttuulloo 2255 ............................................................................ 150

    CCaappttuulloo 2266 ............................................................................ 156

    CCaappttuulloo 2277 ............................................................................ 162

    CCaappttuulloo 2288 ............................................................................ 168

    CCaappttuulloo 2299 ............................................................................ 173

    CCaappttuulloo 3300 ............................................................................ 179

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    ~~55~~

    CCaappttuulloo 3311 ............................................................................ 185

    CCaappttuulloo 3322 ............................................................................ 189

    EEppllooggoo .................................................................................. 193

    SSoobbrree eell aauuttoorr........................................................................ 199

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    ~~66~~

    AARRGGUUMMEENNTTOO

    Will es un chico de 15 aos, bajo para su edad, pero gil y lleno de energa. Toda su vida ha querido ser guerrero para seguir los pasos de ese padre que nunca lleg a conocer. Cuando le rechazan como aprendiz en la Escuela de Combate del castillo Redmont, se hunde en la desesperacin, y an ms todava cuando le asignan como aprendiz del enigmtico Halt para formar parte del Cuerpo de Montaraces.

    Los montaraces son un grupo misterioso. Entrenados para el uso del arco y las flechas, los movimientos silenciosos y el arte del camuflaje.

    La gente comn y corriente teme a los montaraces y cree que son brujos, que su habilidad para moverse sin ser vistos tiene algo que ver con la magia negra. Will comparte ese temor supersticioso, pero mientras su entrenamiento progresa descubre que las cosas son distintas de como siempre pens.

    Cuando se ve envuelto en una conspiracin, tiene que utilizar todo el talento para salvar a su compaero y mentor y no perecer en el intento

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    ~~77~~

    PPrrllooggoo

    Morgarath, seor de las Montaas de la Lluvia y la Noche, antiguo barn de Corlan en el reino de Araluen, contemplaba el paisaje de su inhspito dominio barrido por el viento y la lluvia y, quizs por milsima vez, maldijo.

    Esto era todo cuanto le quedaba ahora: un cmulo de abruptos acantilados de granito, pedregales y montaas heladas; de escarpados desfiladeros y angostos pasos pronunciados; de grava y roca, sin un rbol o signo de verdor que rompiera la monotona.

    Aunque haban transcurrido quince aos desde que le obligaron a retirarse a este imponente reino que se haba convertido en su prisin, an poda recordar los agradables claros verdes y las colinas densamente arboladas de su antiguo feudo. Los arroyos repletos de peces y los campos ricos en cosechas y caza. Corlan haba sido un lugar bello y vivo. Las Montaas de la Lluvia y la Noche estaban muertas y yermas.

    Bajo l, una seccin de wargals haca la instruccin en el patio del castillo. Morgarath los observ durante unos segundos, escuchando los cantos guturales rtmicos que acompaaban todos sus movimientos. Eran seres bajos y fornidos, deformes, con caractersticas medio humanas, pero con un largo hocico y colmillos de bestia como un oso o un perro grande.

    Los wargals haban vivido y medrado en estas montaas remotas desde tiempos ancestrales, evitando cualquier contacto con los humanos. Ya no viva nadie que hubiera visto alguno, pero persistan rumores y leyendas de una tribu salvaje de bestias semiinteligentes en las montaas. Morgarath, que planeaba una revuelta contra el reino de Araluen, envi a las gentes de Corlan en su busca. Si existan tales criaturas, le proporcionaran una ventaja en la guerra que se avecinaba.

    Le llev meses pero al final las encontr. Aparte de su canto mudo, los wargals no disponan de un lenguaje hablado, se basaban en una forma primitiva de transmisin del pensamiento para comunicarse, aunque sus mentes eran simples y su intelecto, bsico. Debido a esto haban sido susceptibles al dominio por parte de una inteligencia y voluntad superiores. Morgarath les hizo ceder a su voluntad y se convirtieron en un ejrcito perfecto para l: feos a ms no poder, absolutamente despiadados y limitados por completo a sus rdenes mentales.

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    ~~88~~

    Ahora, al verlos, recordaba el esplendor de los caballeros ataviados con brillantes armaduras que solan competir en los torneos del castillo de Corlan, alentados por sus damas con trajes de seda que aplaudan sus habilidades. Al compararlos mentalmente con estas criaturas deformes de pelaje negro, volvi a maldecir.

    Los wargals, en sintona con sus pensamientos, notaron su alteracin y se agitaron inquietos mientras hacan una pausa en su actividad. Enojado, les orden volver a su instruccin y se reanud el canto.

    Morgarath se apart de la ventana sin cristales en direccin al fuego, que pareca totalmente incapaz de disipar la humedad y el fro del lgubre castillo. Quince aos, pens para s de nuevo. Quince aos desde que se rebel contra el recin coronado rey Duncan, un joven veinteaero. Haba planeado todo con sumo cuidado segn avanzaba la enfermedad del viejo rey, contando con la indecisin y la confu-sin que seguiran a su muerte, que separaran a los otros barones y le daran a Morgarath la oportunidad de hacerse con el trono.

    Haba entrenado en secreto a su ejrcito de wargals, concentrndolos aqu arriba, en las montaas, listos para el momento del ataque. Despus, en los das de confusin y luto que siguieron a la muerte del rey, cuando los barones viajaron al castillo de Araluen para los funerales dejando sus ejrcitos sin lderes, l atac, invadiendo la parte sureste del reino en cuestin de das y aplastando las confusas fuerzas sin mando que intentaron hacerle frente.

    Duncan, joven e inexperto, nunca habra sido capaz de oponerle resistencia. El reino estaba a su merced. El trono estaba a su disposicin.

    Entonces lord Northolt, comandante supremo de los ejrcitos del viejo rey, reuni a algunos de los barones ms jvenes en una confederacin leal que dio fortaleza a la determinacin de Duncan y endureci el coraje titubeante del resto. Los ejrcitos se encontraron en el monte Hackham, cerca del ro Slipsunder, y el resultado de la batalla se mantuvo en el aire durante cinco horas, con ataques y contraataques y una enorme cantidad de bajas. El Slipsunder era un ro poco profundo, pero sus peligrosas cuencas de arenas movedizas y lodo formaban una barrera infranqueable que protega el flanco derecho de Morgarath.

    Pero entonces uno de esos entrometidos de capa gris, conocidos como montaraces, dirigi un grupo de caballera pesada a travs de un vado secreto diez kilmetros corriente arriba. Los jinetes armados aparecieron en el momento crucial de la batalla y cayeron sobre la retaguardia del ejrcito de Morgarath.

    Los wargals, entrenados en los pedregales de las montaas, tenan un punto dbil. Teman a los caballos y no pudieron hacer frente a un ataque como aqul, por sorpresa, de la caballera. Se vinieron abajo y se retiraron a los estrechos confines del Paso de los Tres Escalones y de vuelta a las Montaas de la Lluvia y la Noche. Morgarath, frustrada su rebelin, se march con ellos. Y all ha estado exiliado

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    ~~99~~

    durante estos quince aos. Esperando, conspirando, odiando a los que le hicieron esto.

    Ahora, pens, era el momento de su venganza. Sus espas le contaron que el reino se haba vuelto complaciente y descuidado y que su presencia all casi se haba olvidado. En esos das el nombre de Morgarath era una leyenda, un nombre que las madres usaban para hacer callar a los nios protestones, con la amenaza de que si no se comportaban, el seor oscuro Morgarath vendra a por ellos.

    Haba llegado el momento. De nuevo, dirigira a sus wargals al ataque. Pero esta vez tendra aliados. Esta vez sembrara la incertidumbre y la confusin de antemano. Y esta vez ninguno de los que antes conspiraron contra l quedara vivo para ayudar al rey Duncan.

    Pues los wargals no eran las nicas criaturas ancestrales, terrorficas, que haba hallado en estas montaas sombras. Contaba con otros dos aliados, ms aterradores incluso: las horribles bestias conocidas como los kalkara.

    Haba llegado el momento de soltarlos.

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    ~~1100~~

    CCaappttuulloo 11

    Intenta comer algo, Will. Maana es un gran da, a pesar de todo dijo Jenny. Rubia, guapa y alegre, Jenny gesticul hacia el plato casi intacto de Will y le sonri dndole nimos. Will hizo un intento por devolverle la sonrisa pero fue un rotundo fracaso. Picote del plato ante s, amontonando sus alimentos favoritos. Esa noche, la tensin y las expectativas le provocaban un nudo en el estmago, y difcilmente podra obligarse a probar bocado.

    Maana iba a ser un gran da, lo saba. Lo saba demasiado bien, de hecho. Maana iba a ser el da ms grande de su vida, porque maana sera el da de la Eleccin y determinara a qu se iba a dedicar el resto de su vida.

    Nervios, imagino dijo George, al tiempo que dejaba su tenedor cargado y se coga las solapas de la chaqueta en un gesto reflexivo. Era un muchacho estudioso, delgado y larguirucho, fascinado por las normas y los reglamentos y aficionado a examinar y debatir ambos lados de cualquier tema, a veces de manera muy extensa. Cosa horrible, los nervios. Pueden paralizarte hasta el punto de que no puedes pensar, no puedes comer, no puedes hablar.

    No estoy nervioso dijo Will rpidamente al darse cuenta de que Horace haba levantado la mirada, listo para hacer un comentario sarcstico.

    George asinti varias veces, considerando la afirmacin de Will.

    Por otro lado aadi, en realidad un poco de nerviosismo puede mejorar el rendimiento. Puede elevar tu percepcin y agudizar tus reacciones. As que el hecho de que ests preocupado, si en realidad lo ests, no es necesariamente, de por s, algo por lo que preocuparse, por as decirlo.

    A pesar de la falta de ganas, Will esboz una sonrisa irnica. Saba que George posea un talento innato para el mundo de las leyes. Sera, casi con certeza, la eleccin del maestro escribano a la maana siguiente. Quizs, pens Will, aqul era el meollo de su propio problema. l era el nico de los cinco compaeros que senta algn temor sobre la Eleccin, que tendra lugar en doce horas.

    Debera estar nervioso! se burl Horace. Despus de todo, qu maestro le va a querer como aprendiz?

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    ~~1111~~

    Estoy segura de que todos estamos nerviosos dijo Alyss. Dirigi una de sus extraas sonrisas a Will. Seramos estpidos si no lo estuviramos.

    Bueno, yo no lo estoy! dijo Horace, ponindose rojo al tiempo que Alyss levantaba una ceja y Jenny soltaba una risita.

    Era tpico de Alyss, pens Will. Saba que a la esbelta y elegante muchacha ya le haban prometido una plaza de aprendiza con lady Pauline, responsable del Servicio Diplomtico del castillo de Redmont. Su forma de fingir que estaba nerviosa por el da siguiente y su tacto al no mencionar la pifia de Horace mostraban que ya era una diplomtica de cierta habilidad.

    Jenny, por supuesto, se dirigira de inmediato a las cocinas del castillo, dominio del maestro Chubb, primer chef de Redmont. Era un hombre reconocido en todo el reino por los banquetes que se servan en el enorme comedor del castillo. A Jenny le encantaban la comida y cocinar, y su naturaleza de trato fcil y su infalible buen humor haran de ella un miembro inestimable del personal en la agitacin de las cocinas del castillo.

    La eleccin de Horace sera la Escuela de Combate. Will observ entonces a su compaero, que atacaba hambriento el pavo asado con jamn y patatas con el que haba colmado su plato. Horace era grande para su edad y atleta de nacimiento. Las probabilidades de que le rechazaran eran prcticamente inexistentes. Era justo el tipo de recluta que sir Rodney buscaba en sus guerreros aprendices: fuerte, atltico, en forma. Y, pens Will con una pizca de amargura, no muy brillante. La Escuela de Combate era la senda hacia la condicin de caballero para chicos como Horace, nacidos plebeyos pero con la capacidad fsica necesaria para servir como caballeros del reino.

    Y que daba Will. Cul sera su eleccin? Ms importante an, como apunt Horace, qu maestro de oficios le aceptara como aprendiz?

    El da de la Eleccin era el momento fundamental en la vida de los pupilos del castillo. Se trataba de nios hurfanos educados gracias a la generosidad del barn Arald, seor del feudo de Redmont. En la mayora de los casos, sus padres haban muerto al servicio del feudo y el barn tom como su responsabilidad el cuidado y la educacin de los hijos de sus antiguos sbditos y el darles la oportunidad de mejorar su situacin en la vida siempre que fuera posible.

    El da de la Eleccin daba esa oportunidad.

    Cada ao, los pupilos del castillo que rondaban los quince podan solicitar ser aprendices de los maestros de los diversos oficios que atendan el castillo y a su gente. Normalmente se seleccionaba a los aprendices en funcin de la ocupacin o la influencia de sus padres sobre los maestros. Los pupilos no solan tener tal influencia y sta era su oportunidad de labrarse su propio futuro.

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    ~~1122~~

    Aquellos que no fueran elegidos o para quienes no fuera posible encontrar una vacante seran asignados a familias granjeras del pueblo cercano como mano de obra para cultivar las cosechas y criar los animales con que se alimentaban los habitantes del castillo. Will saba que algo as era poco frecuente. El barn y sus maestros se esforzaban mucho en encajar a los pupilos en uno u otro oficio. Pero poda ocurrir y era un destino que tema ms que a cualquier otra cosa.

    Horace llam su atencin y le brind una sonrisa de suficiencia.

    Todava piensas en solicitar la Escuela de Combate, Will? pregunt con la boca llena de pavo y patatas. Entonces mejor come algo. Te va a hacer falta coger unas pocas fuerzas.

    Solt una risotada y Will lo fulmin con la mirada. Algunas semanas atrs, Horace oy cmo Will le confiaba a Alyss que tena unas ganas desesperadas de ser elegido para la Escuela de Combate, y desde ese momento le hizo la vida imposible, asegurando cada vez que se le presentaba la ocasin que la complexin delgada de Will era por completo inapropiada para los rigores del entrenamiento de la Escuela de Combate.

    El hecho de que con toda probabilidad Horace tuviera razn no haca sino empeorar las cosas. Mientras que ste era alto y musculoso, Will era bajo y flaco. Era gil, rpido y sorprenda su fuerza, pero simplemente no tena el tamao que saba que se requera a los aprendices de la Escuela de Combate. Durante los ltimos aos haba confiado contra todo pronstico en poder dar lo que la gente llamaba el estirn antes de que llegase el da de la Eleccin. Pero aquello nunca sucedi y ahora ese da ya estaba a la vuelta de la esquina.

    Como Will no dijo nada, Horace sinti que sus palabras haban hecho blanco. Esto era una rareza en su turbulenta relacin. Durante los ltimos aos Will y l haban chocado en repetidas ocasiones. Al ser el ms fuerte de los dos, Horace sola vencer a Will, aunque muy ocasionalmente la agilidad y velocidad de ste le permitan dar una patada por sorpresa o un puetazo y escapar antes de que Horace pudiese atra-parle.

    Pero aunque Horace por lo general se llevaba la mejor parte en sus enfrentamientos fsicos, para l era raro ganar uno de sus encuentros verbales. El ingenio de Will era tan gil como todo l y casi siempre se las apaaba para tener la ltima palabra. De hecho, esta tendencia era la que sola generar los problemas entre ambos: Will an deba aprender que tener la ltima palabra no siempre era una buena idea. Horace haba decidido ahora hacer ms grande su ventaja.

    Necesitas msculos para entrar en la Escuela de Combate, Will. Msculos de verdad dijo al tiempo que miraba a los dems alrededor de la mesa para ver si alguien estaba en desacuerdo.

    El resto de los pupilos, incmodos ante la creciente tensin entre los dos muchachos, se concentr en sus platos.

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    ~~1133~~

    Entre las orejas, especialmente replic Will, y, por desgracia, Jenny no pudo evitar una risita.

    La cara de Horace enrojeci y comenz a levantarse de su asiento. Pero Will era ms rpido y ya estaba en la puerta antes de que Horace se librara de su silla. Se content con lanzar un insulto final ante su compaero en retirada.

    Eso es! Huye, Will No-s-qu! Eres un desconocido y nadie te va a querer como aprendiz!

    Fuera, desde la antesala, Will escuch la pulla de despedida y sinti cmo la sangre le sonrojaba las mejillas. Era la burla que ms odiaba, aunque haba intentado evitar que Horace lo supiera pues senta que en tal caso le estara dando un arma al grandulln.

    Lo cierto es que nadie conoca el apellido de Will. Nadie saba quines haban sido sus padres. Al contrario que sus compaeros, que ya vivan en el feudo antes de la muerte de sus padres y de cuyas familias se conoca la historia, Will surgi prcticamente de la nada, como un beb recin nacido. Le haban encontrado envuelto en una pequea manta dentro de un canasto en las escaleras del edificio de los pupilos, la Sala, quince aos atrs. Una nota acompaaba la manta; tan slo deca:

    Su madre muri en el parto.

    Su padre muri como un hroe,

    Por favor, cuiden de l. 5u nombre es Will.

    Aquel ao slo hubo otro pupilo. El padre de Alyss fue un teniente de caballera que muri en la batalla del monte Hackham, cuando el ejrcito de wargals de Morgarath fue derrotado y conducido de vuelta a las montaas. La madre de Alyss, destrozada por su prdida, sucumbi a la fiebre unas semanas despus de dar a luz. As que haba sitio de sobra en la Sala para el nio desconocido y el barn Arald era, en el fondo, un hombre bondadoso. Aunque las circunstancias no eran las habituales, dio permiso para que Will fuera aceptado como pupilo en el castillo de Redmont. Pareca lgico suponer que, si la nota era cierta, el padre de Will habra muerto en la guerra contra Morgarath, y como el barn Arald tuvo una destacada participacin en aquella guerra, se sinti en la obligacin de honrar el sacrificio del padre desconocido.

    As que Will se convirti en un pupilo de Redmont, que creci y se educ por la generosidad del barn. Segn pas el tiempo, los otros se unieron gradualmente a Alyss y a l hasta que fueron cinco en el grupo de su edad. Pero mientras que los otros tenan recuerdos de sus padres o, en el caso de Alyss, gente que los haba conocido y le poda hablar de ellos, Will no saba nada acerca de su pasado.

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    ~~1144~~

    Aqul era el motivo de haber inventado la historia que le sostuvo durante su infancia en la Sala. Y, conforme pasaron los aos y aadi detalles y color al relato, l mismo acab por crerselo.

    Saba que su padre haba muerto como un hroe, as que tena sentido crearse una imagen de l como tal: un caballero, un guerrero, con su armadura completa, en plena lucha contra las hordas de wargals, acabando con ellos a diestro y siniestro hasta que finalmente se vio superado por pura cuestin de nmero. Will haba dibujado muy a menudo en su mente a tan alto personaje, viendo cada detalle de su armadura y los complementos de sta, pero sin ser capaz nunca de ver su rostro.

    Como guerrero, su padre esperara de l que siguiera sus pasos. Por eso era tan importante para Will que le seleccionaran para la Escuela de Combate. Y por eso, cuanto menores eran las posibilidades de que le seleccionaran, ms de-sesperadamente se asa a la esperanza de que ocurriese.

    Sali del edificio de la Sala al patio ensombrecido del castillo. El sol se haba puesto haca rato y las antorchas situadas cada veinte metros sobre las murallas del castillo emitan una parpadeante luz irregular. Vacil un momento. No regresara a la Sala para enfrentarse a las continuas burlas de Horace. Hacerlo slo conducira a otra pelea entre ambos, una pelea que Will saba probablemente perdida. George intentara analizar la situacin por l, mirando ambos lados de la cuestin y convirtiendo el tema en algo totalmente confuso. Saba que Alyss y Jenny intentaran reconfortarle en particular Alyss, ya que haban crecido juntos, pero en aquel momento ni quera su compasin ni poda enfrentarse a las pullas de Horace, as que se dirigi al nico lugar donde saba que poda encontrarse a solas.

    La enorme higuera que creca cerca de la torre central del castillo le haba proporcionado con frecuencia un refugio. A Will no le daban miedo las alturas y trep al rbol sin problemas, siguiendo mucho ms all de donde otro poda haberse parado, hasta llegar a las ramas ms delgadas, en la misma copa ramas que oscilaban y cedan bajo su peso. En el pasado haba escapado de Horace all arriba muchas veces. El grandulln no poda igualar la velocidad de Will en el rbol y era incapaz de seguirle tan alto. Will encontr una horqueta apropiada y se encaj en ella, abandonando ligeramente su cuerpo al movimiento del rbol segn las ramas oscilaban en la brisa del anochecer. Abajo, las figuras escorzadas de la guardia hacan sus rondas por el patio del castillo.

    Oy abrirse la puerta del edificio de la Sala y, mirando hacia abajo, vio aparecer a Alyss, que le buscaba en vano por el patio. La esbelta muchacha dud unos instantes, pareci encogerse de hombros y regres dentro. El alargado rectngulo de luz que la puerta abierta arrojaba sobre el patio se cort cuando ella la cerr con suavidad tras de s. Es extrao, pens, lo poco que la gente tiende a mirar hacia arriba.

    Se produjo un susurro de plumas ligeras y una lechuza se pos en la rama contigua a la vez que giraba la cabeza, capturando con sus enormes ojos cada uno de

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    ~~1155~~

    los ltimos rayos de la tenue luz; le estudi despreocupada, con la aparente conviccin de que nada deba temer de l. El ave era una cazadora. Una voladora secreta. La duea de la noche.

    T por lo menos sabes quin eres le susurr a la rapaz. sta gir la cabeza de nuevo y parti hacia la oscuridad dejndole a solas con sus pensamientos.

    Gradualmente, durante el tiempo que pas all sentado, las luces de las ventanas del castillo se fueron apagando, una por una. Las antorchas quedaron reducidas a cscaras humeantes y el cambio de la guardia las sustituy a medianoche. Por ltimo, slo qued prendida una luz que l saba era del estudio del barn, donde el seor de Redmont presumiblemente an se encontraba trabajando, enfrascado en papeles e informes. El estudio estaba casi al nivel de la posicin de Will en el rbol y pudo ver la corpulenta figura del barn sentada a su mesa. Por fin el barn Arald se levant, se estir y se inclin hacia delante para extinguir la lmpara y salir de la habitacin, dirigindose a sus aposentos en la planta superior. Ahora el castillo dorma, excepto los guardias en las murallas, que mantenan una vigilancia constante.

    Will se dio cuenta de que en menos de nueve horas se enfrentara a la Eleccin. En silencio, abatido, temiendo lo peor, descendi del rbol y tom el camino de su cama en el dormitorio de los chicos, a oscuras, en la Sala.

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    ~~1166~~

    CCaappttuulloo 22

    Muy bien, candidatos! Por aqu! Y que se os vea alegres!

    El que hablaba, o mejor dicho gritaba, era Martin, secretario del barn Arald. Su voz reson por la antesala y los cinco pupilos se levantaron dubitativos de los largos bancos de madera donde haban permanecido sentados. Con nervios repentinos ahora que el da haba llegado, comenzaron a andar hacia delante arrastrando los pies, cada uno reacio a ser el primero en atravesar la gran puerta de herrajes que Martin mantena abierta para ellos.

    Vamos, vamos! grit Martin con impaciencia, y finalmente Alyss escogi encabezar la marcha, como Will imagin que hara. Los dems siguieron a la esbelta muchacha rubia. Ahora que alguien haba decidido ir a la cabeza, el resto era feliz yendo detrs.

    Will mir con curiosidad a su alrededor al entrar en el estudio del barn. No haba estado nunca en esta parte del castillo. La torre, que albergaba la seccin administrativa y los aposentos privados del barn, rara vez reciba la visita de los de clase baja, como los pupilos del castillo. La estancia era enorme. El techo le pareci altsimo y los muros estaban hechos de bloques de piedra maciza, unidos entre s slo por mnimas capas de argamasa. En el muro del este haba un enorme ventanal, abierto a los elementos pero con unas contraventanas de madera maciza que se podan cerrar en caso de mal tiempo. Advirti que era la misma ventana a travs de la cual haba mirado l la noche anterior. Hoy, la luz del sol entraba y se posaba sobre la enorme mesa de roble que el barn utilizaba como escritorio.

    Vamos ya! Id en fila, id en fila! Martin pareca estar disfrutando de su momento de autoridad.

    El grupo se puso en fila lentamente y los estudi, al tiempo que haca una mueca de desaprobacin.

    Por estatura! El ms alto aqu! e indic el extremo en que quera que se pusiera el ms alto de los cinco.

    Poco a poco el grupo se recompuso. Horace, por supuesto, era el ms alto. Alyss ocup su sitio tras l. Despus George, media cabeza ms bajo que ella y tan delgado que daba pena. Se coloc en su habitual postura encorvada. Will y Jenny dudaron. Jenny sonri a Will y le hizo un gesto para que se situara antes que ella, aunque

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    ~~1177~~

    probablemente era un peln ms alta que l. Tpico de Jenny. Saba cuntas vueltas le daba l al hecho de ser el ms bajo de todos los pupilos del castillo. Cuando Will se puso en la fila, la voz de Martin le detuvo.

    T no! La siguiente es la chica.

    Jenny se encogi de hombros disculpndose y se coloc en el lugar que Martin haba indicado. Will ocup el ltimo lugar en la fila deseando que Martin no hubiera hecho tan llamativa su falta de estatura.

    Venga! Arreglaos, arreglaos! Veamos cmo os ponis firmes continu Martin, para detenerse cuando una voz profunda le interrumpi.

    No creo que eso sea absolutamente necesario, Martin.

    Era el barn Arald, que haba entrado inadvertidamente por una puerta ms pequea tras su escritorio macizo. Ahora era Martin quien se haba puesto en lo que l considerara una posicin de firmes, con los huesudos codos separados de los costados, los talones juntos a la fuerza de manera que sus piernas inequvocamente arqueadas quedaban muy separadas por las rodillas, y la cabeza echada hacia atrs.

    El barn Arald mir al cielo. A veces, el fervor de su secretario en estas ocasiones poda ser abrumador. El barn era un hombre grande, ancho de hombros y cintura y muy musculoso, como corresponda a un caballero del reino. Era bien sabido, sin embargo, el aprecio del barn Arald por la comida y la bebida, as que su considerable mole no era totalmente atribuible al msculo.

    Tena una corta barba negra, arreglada con esmero, que, como su cabello, comenzaba a mostrar las trazas grisceas acordes con sus cuarenta y dos aos. Posea una mandbula prominente, una nariz larga y unos penetrantes ojos oscuros bajo las pobladas cejas. Era una cara poderosa pero no desagradable, pens Will. Haba un sorprendente atisbo de humor en esos ojos oscuros. Ya lo haba notado antes, en las infrecuentes ocasiones en que Arald visitaba las dependencias de los pupilos para ver cmo avanzaban sus clases y la evolucin de cada uno.

    Seor! dijo Martin a todo volumen, propiciando que el barn se estremeciera ligeramente. Hemos reunido a los candidatos!

    Ya lo veo replic el barn con paciencia. Tendra usted quizs la bondad de pedir tambin a los maestros que participen?

    Seor! respondi Martin intentando hacer sonar sus talones al chocar.

    Como llevaba un calzado de cuero blando flexible, el intento estaba condenado al fracaso. Todo codos y rodillas, march en direccin a la puerta principal del estudio. A Will le record a un gallo. Cuando Martin pos su mano en el pomo de la puerta, el barn le detuvo una vez ms.

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    ~~1188~~

    Martin? dijo en voz baja. Continu en el mismo tono, a la vez que el secretario se giraba y le diriga una mirada inquisitiva: Pdaselo. No les grite. A los maestros no les gusta.

    S, seor dijo Martin con apariencia algo desinflada. Abri la puerta y, haciendo un esfuerzo evidente por hablar en un tono ms bajo, aadi: Maestros, el barn ya est listo.

    Los responsables de la Escuela de Oficios entraron en la estancia sin ningn orden de prioridad. Como grupo, se admiraban y respetaban unos a otros y rara vez procedan de forma estrictamente ceremonial. Sir Rodney, responsable de la Escuela de Combate, entr el primero. Alto y ancho de hombros como el barn, llevaba el traje de campaa normal de camisa de cota de malla bajo una sobrevesta blanca blasonada con su propio escudo, una cabeza de lobo escarlata. Se haba ganado aquel escudo en su juventud, combatiendo a los navos de los saqueadores del mar de Skandia, que constantemente hostigaban la costa este del reino. Portaba un cinto y una espada, por supuesto. Ningn caballero se mostrara en pblico sin una. Era ms o menos de la edad del barn, con ojos azules y una cara muy bien parecida de no haber sido por la nariz destrozada. Luca un inmenso bigote pero, al contrario que el barn, no llevaba barba.

    Detrs entr Ulf, el maestro de doma, responsable del cuidado y entrenamiento de los poderosos caballos de combate del castillo. Tena unos vivos ojos marrones, fuertes antebrazos musculosos y muecas slidas. Vesta un sencillo chaleco de cuero sobre una camisa de lana y calzas. Las botas altas de montar de cuero flexible le llegaban por encima de las rodillas.

    Lady Pauline sigui a Ulf. Delgada, de pelo cano y elegante, haba sido una gran belleza en su juventud y an conservaba la gracia y el estilo para hacer que los hombres se volvieran. Lady Pauline, a quien se le haba concedido el ttulo por derecho propio debido a su trabajo en la poltica exterior del reino, diriga el Servicio Diplomtico de Redmont. El barn Arald tena sus habilidades en alta estima y ella era uno de sus confidentes y consejeros cercanos. Arald sola decir que las chicas eran los mejores reclutas para el Servicio Diplomtico. Tendan a ser ms sutiles que los chicos, atrados de forma natural hacia la Escuela de Combate. Y mientras que los chicos vean los medios fsicos como el modo de solucionar los problemas, se poda confiar en que las chicas utilizaran su ingenio.

    Quizs se tratase slo de algo natural el que Nigel, maestro escribano, siguiera muy de cerca a lady Pauline. Haban estado discutiendo algunos temas de inters mutuo mientras esperaban a que Martin los convocara. Nigel y lady Pauline eran amigos ntimos y compaeros de trabajo. Eran los escribanos entrenados por Nigel quienes preparaban los documentos oficiales y comunicados que tan a menudo enviaban los diplomticos de lady Pauline. l tambin asesoraba sobre la formulacin precisa de aquellos documentos ya que contaba con una extensa experiencia en asuntos legales. Nigel era un hombre bajo y enjuto con un rostro vivo,

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    curioso, que a Will le recordaba a un hurn. Su pelo era de un negro brillante; sus facciones, delgadas; y sus ojos oscuros nunca dejaban de recorrer la estancia.

    El maestro Chubb, primer chef, entr en ltimo lugar. Como era inevitable, se trataba de un hombre gordo, barrign, ataviado con una blanca chaqueta de cocinero y un gorro alto. Era clebre su terrible carcter, capaz de inflamarse tan rpido como el aceite derramado en el fuego, y la mayora de los pupilos le trataba con una precaucin considerable. De cara rubicunda y pelo rojizo en rpido retroceso, el maestro Chubb llevaba un cucharn de madera dondequiera que fuese. Era un bastn de mando no oficial. Tambin lo empleaba a menudo como arma ofensiva, que aterrizaba con un crujido sonoro sobre las cabezas de los aprendices de cocina descuidados, olvidadizos o lentos. nica entre los pupilos, Jennifer vea a Chubb como algo parecido a un hroe.

    Haba confesado su intencin de trabajar para l y aprender sus habilidades, con o sin cucharn de madera.

    Haba otros maestros, por supuesto. El maestro armero y el herrero eran dos de ellos. Pero hoy slo se presentaran aquellos que tuvieran plazas vacantes para nuevos aprendices en ese momento.

    Los maestros estn reunidos, seor! dijo Martin subiendo el volumen de su voz.

    Martin pareca relacionar de forma directamente proporcional el volumen con la importancia de la ocasin. El barn elev de nuevo la mirada al cielo.

    Ya lo veo dijo con calma, aadiendo despus en un tono ms formal: Buenos das, lady Pauline; buenos das, caballeros.

    Le respondieron y el barn se gir hacia Martin una vez ms.

    Podramos proceder, quizs?

    Martin asinti varias veces, consult un fajo de notas que sostena en una mano y march a encarar la fila de candidatos.

    Bien, el barn est esperando! El barn est esperando! Quin es el primero?

    Will, con la mirada baja, cambiando nervioso el peso de su cuerpo de un pie a otro, tuvo de repente la sensacin de que alguien le observaba. Levant la vista y dio un respingo de sorpresa cuando se encontr con la oscura e insondable mirada de Halt, el montaraz.

    No le haba visto entrar en la habitacin. Se dio cuenta de que el misterioso personaje deba de haberse deslizado hacia el interior por la puerta lateral mientras todo el mundo centraba su atencin en los maestros segn hacan su entrada. Ahora se encontraba de pie, tras la silla del barn y ligeramente a un lado, vestido con sus habituales ropas de color marrn y gris y envuelto en su larga capa de montaraz, mo-teada de gris y verde. Halt era una persona desconcertante. Tena el hbito de

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    ~~2200~~

    acercarse a ti cuando menos te lo esperabas, y nunca le oas llegar. Los supersticiosos aldeanos crean que los montaraces practicaban una forma de magia que los haca invisibles ante la gente comn. Will no estaba seguro de creer aquello, pero tampoco lo estaba de no creerlo. Se pregunt por qu Halt estaba hoy all. No se le reconoca como uno de los maestros y, hasta donde Will saba, no haba asistido a ninguna Eleccin anterior a sta.

    Sbitamente, la mirada de Halt se apart de l y fue como si se hubiera apagado un foco. Will advirti que Martin estaba hablando de nuevo. Se percat de que el secretario tena la costumbre de repetir las frases, como si le persiguiera su propio eco.

    Vamos a ver, quin es el primero? Quin es el primero?

    El barn suspir de forma audible.

    Por qu no empezamos por el primero de la fila? sugiri en tono razonable, y Martin asinti varias veces.

    Por supuesto, mi seor. Por supuesto. El primero de la fila, un paso al frente y presntese al barn.

    Tras un instante de duda, Horace dio un paso al frente saliendo de la fila y permaneci firme. El barn le examin unos segundos.

    Nombre? dijo, y Horace respondi atrancndose ligeramente con la forma correcta de dirigirse al barn.

    Horace Altman, seor... mi seor.

    Y tienes alguna preferencia, Horace? pregunt el barn con el aire de alguien que conoce cul ser la respuesta antes de orla.

    Escuela de Combate, seor! dijo Horace con firmeza.

    El barn asinti. No esperaba menos. Mir a Rodney, que estaba analizando al chico pensativamente, evaluando su validez.

    Maestro de combate? dijo el barn. Por lo general se habra dirigido a Rodney por su nombre de pila, no por su ttulo. No obstante, sta era una ocasin formal. De igual modo, lo habitual era que Rodney se dirigiese al barn como seor, pero en un da como hoy mi seor era la manera apropiada.

    El corpulento caballero avanz, con la cota de malla y las espuelas tintineando levemente segn se aproximaba a Horace. Mir al chico de arriba abajo y se situ detrs de l. La cabeza de Horace comenz a girar con l.

    Quieto dijo sir Rodney, y el muchacho dej de moverse, fijando la mirada al frente. Parece lo suficientemente fuerte, mi seor, y siempre me vienen bien nuevos reclutas se rasc el mentn. Montas, Horace Altman?

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    ~~2211~~

    Una mirada de inseguridad cruz el rostro de Horace cuando se percat de que poda ser un obstculo para que le seleccionaran.

    No, seor. Yo...

    Estaba a punto de aadir que los pupilos del castillo tenan muy pocas oportunidades de aprender a montar, pero sir Rodney le interrumpi.

    No importa. Eso se puede ensear el corpulento caballero mir al barn y asinti. Muy bien, mi seor. Lo tomo para la Escuela de Combate, sujeto al habitual perodo de prueba de tres meses.

    El barn tom nota en una hoja de papel que tena delante y sonri brevemente al encantado, y muy aliviado, joven ante s.

    Enhorabuena, Horace. Presntate en la Escuela de Combate maana por la maana. Ocho en punto.

    S, seor! replic Horace con una amplia sonrisa. Se volvi a sir Rodney e hizo una leve reverencia. Gracias, seor!

    No me lo agradezcas an replic crpticamente el caballero, no sabes la que te espera.

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    ~~2222~~

    CCaappttuulloo 33

    Quin es el siguiente? llam Martin mientras Horace volva a la fila con una gran sonrisa.

    Alyss se adelant con elegancia, fastidiando a Martin, a quien le hubiera gustado designarla como el siguiente candidato.

    Alyss Mainwaring, mi seor dijo con su tono suave y equilibrado. Acto seguido, antes de que pudieran preguntarle, continu: Solicito, por favor, el ingreso en el Servicio Diplomtico, mi seor.

    Arald sonri a la muchacha de solemne apariencia. Tena un aire de confianza en s misma y desenvoltura que le vendra muy bien en el Servicio. El barn mir a lady Pauline.

    Mi seora? dijo.

    Ella asinti varias veces con la cabeza.

    Ya he hablado con Alyss, mi seor. Creo que ser una candidata excelente. Aprobada y aceptada.

    Alyss inclin ligeramente la cabeza en direccin a la dama que iba a ser su mentora. Will pens en cunto se parecan: ambas altas y de movimientos elegantes, ambas de actitud seria. Sinti una pequea oleada de alegra por su ms antigua compaera, consciente de lo mucho que haba deseado ella esta seleccin. Alyss regres a la fila y Martin, para que no se le anticiparan esta vez, ya estaba sealando a George.

    S! Eres el siguiente! Eres el siguiente! Dirgete al barn.

    George se adelant un paso. Su boca se abri y se cerr varias veces pero de ella no sali nada. Los otros pupilos miraron sorprendidos. A George, considerado de largo por todos ellos como el abogado oficial de prcticamente todo, le estaba superando el miedo escnico. Al final consigui decir en voz baja algo que nadie en la estancia pudo or. El barn Arald se inclin hacia delante llevndose una mano de-trs de la oreja.

    Perdona, no he entendido nada dijo.

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    ~~2233~~

    George levant la mirada hacia el barn y, con un esfuerzo tremendo, habl en un tono apenas audible.

    G-George Carter, seor. Escuela de Escribanos, seor.

    Martin, siempre un purista de las normas de conducta, tom aire para reprenderle por lo truncado de su discurso. Antes de que pudiera hacerlo, y para el evidente alivio de todos, el barn intervino.

    Muy bien, Martin. Djalo Martin se mostr un poco ofendido aunque se soseg. El barn mir a Nigel, su primer escribano y oficial en temas legales, con una ceja levantada a modo de interrogante.

    Aceptable, mi seor dijo Nigel, y aadi: He visto alguno de los trabajos de George y lo cierto es que tiene un don para la caligrafa.

    El barn pareci dudar.

    Si bien no es el ms contundente de los oradores, no, maestro escribano? Eso podra ser un problema si alguna vez tiene que ofrecer consejo legal en el futuro.

    Nigel minimiz la objecin.

    Le prometo, mi seor, que con el entrenamiento apropiado ese tipo de cosas no representa ningn problema. Ningn problema en absoluto, mi seor.

    El maestro escribano junt las manos en el interior de las anchas mangas de la tnica que vesta, similar al hbito de un monje, mientras se meta entusiasmado en su terreno.

    Recuerdo a un chico que se uni a nosotros har unos siete aos, bastante parecido al muchacho que tenemos aqu, de hecho. Tena esa misma costumbre de hablarle al cuello de su camisa, pero enseguida le enseamos a superarlo. Algunos de nuestros ms renuentes oradores han llegado a desarrollar una elocuencia absoluta, mi seor, elocuencia absoluta.

    El barn inspir para hacer un comentario, pero Nigel continu con su discurso.

    Le puede llegar a sorprender incluso or que, cuando era un muchacho, yo mismo sufr el tartamudeo nervioso ms terrible. Absolutamente terrible, mi seor. Apenas si poda decir dos palabras seguidas.

    Lo cual veo que ya no es un problema consigui terciar con sequedad el barn, y Nigel sonri aceptndolo.

    Le hizo una reverencia.

    Exactamente, mi seor. Pronto ayudaremos al joven George a superar su timidez. Nada como la agitacin y el jaleo de la Escuela de Escribanos para eso. Absolutamente.

    El barn sonri a su pesar. La Escuela de Escribanos era un lugar de estudio donde rara vez, si acaso, se levantaba la voz y donde imperaba el debate lgico y

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    ~~2244~~

    razonado. Personalmente, en sus visitas a aquel sitio, lo haba encontrado aburrido en extremo. No era capaz de imaginarse nada con una atmsfera de menos agitacin y jaleo.

    Le tomar la palabra al respecto replic, y despus le dijo a George: Muy bien, George, peticin concedida. Presntate maana en la Escuela de Escribanos.

    George arrastr los pies con torpeza.

    Sshhs-guissh-shsuis dijo, y el barn se volvi a inclinar hacia delante, frunciendo el ceo mientras intentaba descifrar las palabras en tono grave.

    Qu ha sido eso? pregunt

    George por fin mir hacia arriba y consigui susurrar:

    Gracias, mi seor.

    Arrastr apresuradamente los pies de vuelta al relativo anonimato de la fila.

    Ah dijo el barn recuperando un poco su posicin, no es nada. Y el siguiente ahora es...

    Jenny ya estaba dando un paso al frente. Rubia y guapa, era tambin, haba que admitirlo, un poco gordita. Pero ese aspecto le iba bien, y en cualquiera de los actos sociales del castillo era una de las parejas de baile ms solicitadas por los muchachos, tanto los compaeros de su edad como los hijos del personal del castillo.

    Maestro Chubb, seor! dijo ella al tiempo que avanzaba hasta el borde del escritorio del barn. ste observ la cara redonda, vio la emocin brillar en los ojos azules y no pudo evitar sonrerle.

    Qu pasa con l? pregunt con amabilidad, y ella dud al percatarse de que, en su entusiasmo, haba violado el protocolo de la Eleccin.

    Oh! Disculpe, seor... mi... barn... su seora improvis precipitadamente, dejndose llevar por su lengua, mientras destrozaba la forma correcta del discurso.

    Mi seor! le apunt Martin.

    El barn le mir con las cejas arqueadas.

    S, Martin? dijo. Qu pasa?

    Martin tuvo la gentileza de parecer avergonzado. Saba que su seor estaba malinterpretando intencionadamente su interrupcin. Respir hondo y dijo en tono de disculpa:

    Yo... tan slo deseaba informarle de que el nombre de la candidata es Jennifer Dalby, seor.

    El barn asinti y Martin, leal sirviente del fornido barbudo, vio una mirada de aprobacin en los ojos de su seor.

    Gracias, Martin. Bien, Jennifer Dalby...

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    ~~2255~~

    Jenny, seor dijo la irrefrenable muchacha, y l se encogi de hombros con resignacin.

    Jenny, pues. Supongo que ests solicitando ser aprendiza del maestro Chubb, no?

    Oh, s, seor, por favor! replic Jenny sin aliento, a la vez que dedicaba una mirada de adoracin al corpulento cocinero pelirrojo.

    Chubb frunci el ceo pensativo y la contempl.

    Mmm... Podra ser, podra ser mascull mientras caminaba hacia delante y hacia atrs frente a ella, que le sonri de manera encantadora. Pero Chubb se encontraba fuera del alcance de tales tretas femeninas.

    Trabajar duro, seor le dijo de todo corazn.

    S que lo hars! le contest con cierto temple. Me asegurar de ello. Djame decirte que en mi cocina no se holgazanea ni se hace el vago.

    Con el temor de que su oportunidad pudiera estar escapndose, Jenny jug su baza.

    Tengo el tipo adecuado para ello dijo.

    Chubb debi admitir que estaba bien rellenita. Arald tuvo que ocultar una sonrisa, no por primera vez esa maana.

    En eso tiene razn, Chubb indic, y el cocinero se gir en su direccin aceptndolo.

    El tipo es importante, seor. Todos los grandes cocineros tienden a estar... rellenitos se volvi hacia la chica, an considerndolo. A todos los dems les haba ido muy bien aceptando a sus aprendices en un abrir y cerrar de ojos, pensaba. Pero cocinar era algo especial. Cuntame dijo a la ansiosa muchacha, qu haras con un pastel de pavo?

    Jenny le dedic una sonrisa deslumbrante.

    Comrmelo respondi de inmediato.

    Chubb la golpe en la cabeza con el cucharn que llevaba.

    Quiero decir que cmo lo cocinaras pregunt.

    Jenny dud, orden sus pensamientos y a continuacin se zambull en una extensa descripcin tcnica sobre cmo elaborara ella tal obra maestra. Los otros cuatro pupilos, el barn, sus maestros y Martin escuchaban algo intimidados, sin la menor comprensin de lo que ella deca. Chubb, sin embargo, asinti varias veces conforme ella hablaba, e interrumpi en el instante en que detallaba cmo estirar la masa.

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    ~~2266~~

    Nueve veces, dices? pregunt con curiosidad, y Jenny asinti, segura de dnde pisaba.

    Mi madre siempre deca: Ocho veces para conseguir el hojaldre y una ms por amor le respondi. Chubb asinti pensativo.

    Interesante, interesante dijo l, y despus, levantando la vista hacia el barn, asinti. La tomar, mi seor.

    Qu sorpresa dijo gentilmente el barn, y despus aadi: Muy bien, presntate en las cocinas por la maana, Jennifer.

    Jenny, seor le corrigi de nuevo la muchacha con una sonrisa que iluminaba la estancia.

    El barn Arald sonri. Mir al pequeo grupo ante s.

    Y esto nos deja con un candidato ms.

    Ech un vistazo a su lista y levant la mirada en busca de los angustiados ojos de Will, con un gesto de nimo.

    Will dio un paso al frente, tan nervioso que la garganta se le sec de repente de forma que su voz surgi casi en un susurro.

    Will, seor. Me llamo Will.

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    ~~2277~~

    CCaappttuulloo 44

    Will? Will qu? pregunt Martin, exasperado, al tiempo que lea por encima las hojas de papel con los detalles escritos de los candidatos.

    Era el secretario del barn desde haca slo cinco aos y no saba nada de la historia de Will. Se dio cuenta de que no figuraba ningn apellido en los papeles del chico y, asumiendo que se le haba pasado por alto el error, se enfad consigo mismo.

    Cul es tu apellido, muchacho? pregunt con severidad.

    Will le mir, dubitativo, odiando la situacin.

    Yo... no tengo... comenz, pero el barn intercedi compasivo.

    Will es un caso especial, Martin dijo con calma y una mirada que le deca al secretario que dejara el tema. Se volvi hacia Will, a la vez que sonrea para alentarle. Qu escuela te gustara solicitar, Will? pregunt.

    Escuela de Combate, por favor, mi seor contest intentando parecer seguro en su eleccin.

    El barn frunci el ceo y Will sinti que sus esperanzas se desvanecan.

    La Escuela de Combate, Will? No crees que eres... un poquito bajo? pregunt el barn con amabilidad.

    Will se mordi el labio. Casi se haba convencido de que si lo deseaba con la suficiente fuerza, si crea lo bastante en s mismo, le aceptaran; a pesar de sus obvios inconvenientes.

    An no he dado el estirn, seor dijo desesperado. Todo el mundo lo dice.

    El barn se pellizc el barbudo mentn con el pulgar y el ndice mientras contemplaba al chico que tena delante. Mir a su maestro de combate.

    Rodney? dijo.

    El alto caballero avanz, estudi a Will por un instante o dos y sacudi lentamente la cabeza.

    Me temo que es demasiado bajo, mi seor dijo.

    Will sinti que una mano fra le aferraba el corazn.

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    ~~2288~~

    Soy ms fuerte de lo que parece, seor dijo, pero al maestro de combate no le afect la splica. Mir al barn, descontento a las claras por las circunstancias, y mene la cabeza.

    Alguna otra eleccin, Will? pregunt el barn. Su voz era amable, incluso preocupada.

    Will dud un largo rato. Nunca haba considerado ninguna otra posibilidad.

    La Escuela de Doma, seor? pregunt por fin.

    La Escuela de Doma cuidaba y entrenaba los poderosos caballos de combate que montaban los caballeros del castillo.

    Al menos era un nexo con la Escuela de Combate, pens Will. Pero Ulf, el maestro de doma, ya estaba negndolo con la cabeza antes incluso de que Arald solicitara su opinin.

    Necesito aprendices, mi seor dijo, pero ste es demasiado pequeo. Jams controlara a uno de mis caballos de combate. Le tiraran al suelo nada ms verle.

    Will contemplaba ahora al barn a travs de un velo acuoso. Luch desesperadamente por evitar que las lgrimas se deslizaran por sus mejillas. Aqulla sera la peor humillacin: ser rechazado por la Escuela de Combate y desmoronarse despus llorando como un cro delante del barn, los maestros y sus compaeros.

    Qu habilidades tienes, Will? le pregunt el barn.

    Se estruj el cerebro. No se le daban bien las clases y los idiomas, como a Alyss. No era capaz de dar forma a letras claras, perfectas, como haca George. Ni tampoco tena el inters de Jenny por la cocina.

    Y estaba claro que no tena los msculos y la fuerza de Horace.

    Soy un buen escalador, seor dijo por fin, viendo que el barn aguardaba a que dijera algo. Se percat al instante de que haba sido un error. Chubb, el cocinero, le mir enfadado.

    Muy bien, sabe escalar. Recuerdo cuando trep por un desage hasta mi cocina y rob una bandeja de dulces que se estaba enfriando en el alfizar de la ventana.

    Will se qued con la boca abierta ante aquella injusticia. Haba ocurrido dos aos atrs! Quiso decir que era un cro entonces y que fue una simple travesura. Pero el maestro escribano tom tambin la palabra.

    Y justo la pasada primavera escal hasta nuestro estudio del tercer piso y solt dos conejos durante uno de nuestros debates legales. De lo ms perturbador. Desde luego!

    Conejos, dice, maestro escribano? dijo el barn, y Nigel asinti enfticamente.

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    ~~2299~~

    Un macho y una hembra, mi seor, si usted me entiende contest. De lo ms perturbador, sin duda!

    Sin que Will lo viera, la muy seria lady Pauline ocult su boca con una de sus elegantes manos. Pudo haber estado disimulando un bostezo, pero cuando retir la mano las comisuras de sus labios apuntaban an hacia arriba.

    Bueno, s dijo el barn, todos sabemos cmo son los conejos.

    Y, como ya he dicho, mi seor, era primavera prosigui Nigel, por si acaso el barn no lo haba cogido.

    Lady Pauline solt una tos impropia de una dama. El barn mir en su direccin, con cierta sorpresa.

    Creo que nos hacemos a la idea, maestro escribano dijo, y volvi la vista a la figura desesperada que permaneca en pie frente a l.

    Will mantuvo la barbilla alta y mir al frente. En ese momento el barn sinti lstima por el joven chaval. Pudo ver las lgrimas que brotaban de sus inquietos ojos marrones, contenidas slo por una determinacin infinita. Fuerza de voluntad, pens abstrado, reconociendo el mrito del muchacho. No disfrutaba obligando al chico a pasar por todo aquello, pero haba que hacerlo. Suspir para sus adentros.

    Podra alguno de ustedes sacar partido a este muchacho? pregunt.

    Contra su deseo, Will dej que su cabeza girara y mirara suplicante a la fila de maestros, rezando por que alguno de ellos transigiera y le aceptase. Uno por uno y en silencio, todos menearon la cabeza.

    Sorprendentemente, fue el montaraz quien rompi el horroroso silencio de la estancia.

    Hay algo que debera saber sobre este muchacho, mi seor dijo.

    Will jams haba odo hablar a Halt. Su voz era grave y baja, con el ligero deje del acento de Hibernia an perceptible al pronunciar las erres.

    Avanz y entreg en mano al barn un papel dos veces doblado. Arald lo desdobl, estudi las palabras all escritas y frunci el ceo.

    Ests seguro de esto, Halt? dijo.

    Totalmente, mi seor.

    El barn dobl de nuevo el papel y lo coloc sobre su mesa. Tamborile pensativo con los dedos en el escritorio y dijo:

    Tendr que pensar en ello esta noche.

    Halt asinti y retrocedi, dando al hacerlo la sensacin de que se desvaneca contra el fondo. Will le mir inquieto, preguntndose qu informacin le habra pasado al barn el misterioso personaje. Como la mayora de la gente, Will haba

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    ~~3300~~

    crecido pensando que era mejor evitar a los montaraces. Se trataba de un grupo reservado, arcano, rodeado de un velo de misterio e incertidumbre, y esa incertidumbre conduca al temor.

    A Will no le gustaba la idea de que Halt supiese algo sobre l, algo que sinti que era lo bastante importante como para traerlo hoy, de entre todos los das, a la presencia del barn. La hoja de papel descansaba ah, tentadoramente cerca pero increblemente lejos.

    Advirti el movimiento que se estaba produciendo a su alrededor y que el barn hablaba al resto de la gente en la estancia.

    Enhorabuena a todos aquellos que habis sido seleccionados hoy aqu. Es un gran da para todos vosotros, as que podis disfrutar del resto de la jornada libre y pasarlo bien. Las cocinas os servirn un banquete en vuestras habitaciones y tenis libertad durante todo el da para salir por el castillo y el pueblo.

    Lo primero que haris maana por la maana ser presentaros a vuestros nuevos maestros y, si me aceptis un consejo, os aseguraris de ser puntuales sonri a los otros cuatro y se dirigi a Will con un tono de comprensin en su voz: Will, maana te har saber lo que he decidido para ti se volvi hacia Martin y le hizo un gesto para que acompaara a los nuevos aprendices a la salida. Gracias a todos dijo, y abandon la estancia por la puerta tras su escritorio.

    Los maestros le siguieron y Martin acompa a los antiguos pupilos a la puerta. Charlaban emocionados, aliviados y encantados de haber sido admitidos por los maestros que haban escogido.

    Will se qued rezagado del resto, vacilando mientras pasaba por delante de la mesa sobre la que an descansaba la hoja de papel. La mir por un momento, como si de alguna forma fuera capaz de entender las palabras escritas en el anverso. Tuvo entonces la misma sensacin que haba percibido antes, que alguien le estaba vigilando. Levant la vista y se encontr contemplando los oscuros ojos del montaraz, que permaneca detrs del alto respaldo del silln del barn, casi invisible en su extraa capa.

    Will se estremeci en un repentino escalofro de temor y se apresur a salir de la estancia.

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    ~~3311~~

    CCaappttuulloo 55

    Era bien pasada la medianoche. Las parpadeantes antorchas del patio del castillo, ya reemplazadas una vez, comenzaban a apagarse de nuevo. Will haba vigilado pacientemente durante horas, en espera de este momento, cuando la luz era baja y los guardias bostezaban en la ltima hora de su turno.

    Haba sido uno de los peores das que era capaz de recordar. Mientras que sus compaeros lo celebraban, disfrutando de su festn y empleando el tiempo en juguetees desenfadados por el castillo y el pueblo, Will se escabull al silencio del bosque, ms o menos a un kilmetro de las murallas del castillo. All, en el frescor del verde oscuro entre los rboles, pas la tarde reflexionando amargamente sobre los sucesos de la Eleccin, cuidndose el profundo dolor por la decepcin y preguntndose por lo que deca el papel del montaraz.

    Conforme transcurri el da y las sombras comenzaron a alargarse en los campos abiertos junto al bosque, lleg a una conclusin.

    Tena que saber qu haba en el papel. Y tena que saberlo esa noche.

    Regres cuando empezaba a oscurecer, evitando tanto a los aldeanos como a la gente del castillo, y se ocult otra vez en las ramas de la higuera. Antes, se haba deslizado en las cocinas sin que le vieran y se haba hecho con pan, queso y manzanas. Las haba mordisqueado de forma malhumorada, sin apenas saborearlas, segn pasaba la tarde y el castillo comenzaba a acomodarse para la noche.

    Observ los movimientos de los guardias, mientras se haca una idea de lo que tardaban al hacer sus rondas habituales. Adems de la vigilancia de la tropa, haba un sargento de guardia en el camino a la puerta de la torre que conduca a los aposentos del barn Arald. Pero estaba demasiado gordo y somnoliento y era poco probable que supusiera un riesgo para Will. Al fin y al cabo, no tena intencin de utilizar la puerta o la escalera.

    A lo largo de los aos, su curiosidad insaciable y su aficin por ir a sitios donde no se le supona haban desarrollado en l la habilidad de moverse por espacios aparentemente abiertos sin ser visto.

    Cuando el viento agitaba las ramas superiores de los rboles, stas creaban formas en movimiento a la luz de la luna, formas que Will utilizaba ahora con un gran resultado. De manera instintiva ajust sus movimientos al ritmo de los rboles,

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    fundindose con facilidad con las sombras del patio, convirtindose en parte de l, y qued as encubierto por ste. En cierto modo, la ausencia de una proteccin evidente facilit su tarea. El sargento gordo no esperaba que nadie cruzase el espacio abierto del patio. As que, como no esperaba ver a nadie, no consigui hacerlo.

    Sin aliento, Will se peg a la spera piedra de la pared de la torre. El sargento estaba apenas a cinco metros de distancia y Will poda or su profunda respiracin, pero un pequeo contrafuerte del muro le ocultaba de su vista. Estudi la pared que tena delante, echando la cabeza hacia atrs para mirar arriba. La ventana del despacho del barn se hallaba a bastante altura, y ms lejos, dando la vuelta a la torre. Para alcanzarla tendra que escalar, desplazarse despus por la cara del muro hasta un punto ms all de la vertical de donde haca guardia el sargento y ascender otra vez hasta la ventana. Nervioso, se humedeci los labios. Al contrario que las lisas paredes interiores de la torre, los enormes bloques de piedra que componan el muro exterior tenan grandes huecos entre s. Escalar no sera ningn problema. Contara con todo tipo de apoyos para manos y pies hasta arriba. Era consciente de que en algunos lugares la piedra se habra ido alisando por el clima al pasar los aos y debera ir con cuidado. Pero ya haba escalado las otras tres torres en alguna ocasin anterior y no esperaba encontrar ninguna verdadera dificultad con sta.

    No obstante, esta vez, si le vean no podra hacerlo pasar por una travesura. Estara trepando en medio de la noche a una parte del castillo en la que no tena ningn derecho a estar. Despus de todo, el barn no haba apostado guardias en la torre por diversin. Se supona que la gente no deba acercarse a menos que tuviera algo que hacer all.

    Se frot nervioso las manos. Qu podran hacerle? Ya le haban pasado por alto en la Eleccin. Nadie le haba querido. Estaba condenado a una vida en el campo. Qu poda haber peor que eso?

    Pero una duda persista en el fondo de su cabeza: no tena la absoluta seguridad de estar condenado a esa vida. An le quedaba una dbil llama de esperanza. Quizs el barn transigiera. Quizs, si Will se lo suplicara por la maana y le hablara de su padre y de lo importante que era para l que le aceptasen en la Escuela de Combate, habra una muy ligera posibilidad de que se le concediera su deseo. Y entonces, una vez fuese aceptado, podra mostrar cmo su entusiasmo y dedicacin le convertiran en un estudiante de mrito, hasta que diera el estirn.

    Por otro lado, si le pillaran en los minutos siguientes, ni siquiera le quedara esa pequea oportunidad. No tena ni idea de lo que le haran si le atrapaban, pero poda estar razonablemente seguro de que no incluira el ser aceptado en la Escuela de Combate.

    Vacil, necesitado de un empujoncito extra que le pusiera en marcha. Fue el sargento gordo quien se lo dio. Oy la profunda inspiracin de aire, el arrastre de las botas tachonadas contra las losas mientras reuna el equipo, y se percat de que el

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    sargento estaba a punto de comenzar uno de los recorridos irregulares de su ronda. Por lo general esto supona desplazarse unos pocos metros alrededor de la torre, a ambos lados de la puerta, para volver despus a su posicin original.

    Tena ms el propsito de mantenerse despierto que cualquier otra cosa, pero Will se dio cuenta de que aquello les llevara a encontrarse cara a cara en los prximos segundos si no haca algo.

    Rpido, con facilidad, comenz a trepar el muro. Recorri los primeros cinco metros en cuestin de segundos, desplegndose por la piedra rugosa como una araa gigante de cuatro patas. Oy entonces las fuertes pisadas a sus pies y se qued quieto, pegndose al muro por si algn leve ruido alertaba al centinela.

    De hecho, le dio la impresin de que el sargento haba odo algo. Se detuvo justo bajo el punto del que Will colgaba, al tiempo que escudriaba en la noche, intentando ver ms all de las sombras veteadas proyectadas por la luna y los rboles en su balanceo. Pero, tal y como Will pens la noche anterior, la gente rara vez mira hacia arriba. Satisfecho con que no haba odo nada significativo, continu su marcha alrededor de la torre.

    Aqulla era la oportunidad que Will necesitaba. Tambin le dio la posibilidad de moverse por la cara de la torre. As que se encontraba justo bajo la ventana que quera. Encontrando con facilidad donde agarrarse con las manos y los pies, se movi casi tan rpido como un hombre al andar, siempre ms y ms arriba en el muro de la torre.

    En cierto punto mir hacia abajo y aquello fue un error. A pesar de su buena cabeza para las alturas, se le fue ligeramente la vista y vio lo lejos que haba llegado y lo lejos que estaban las duras losas del patio del castillo bajo l. El sargento apareci de nuevo: una pequea silueta vista desde esa distancia. Will se sacudi de los ojos el momento de vrtigo y continu escalando, algo ms despacio, quizs, y con algo ms de cuidado que antes.

    Se produjo un momento de infarto cuando, a la vez que estiraba su pie derecho hasta otro apoyo, el izquierdo resbal sobre el borde redondeado por la erosin de los bloques macizos y se qued colgando slo por las manos, mientras escarbaba otro apoyo desesperadamente. Se recuper y continu movindose.

    Sinti una oleada de alivio cuando sus manos se aferraron por fin al antepecho de piedra de la ventana y con esfuerzo se elev y se introdujo en la estancia, balanceando las piernas por encima del alfizar y cayendo dentro con ligereza.

    Por supuesto, el despacho del barn estaba desierto. La luz de la luna en cuarto creciente penetraba a raudales por la gran ventana.

    Y all, sobre la mesa, donde el barn la haba dejado, descansaba la hoja de papel que contena la respuesta sobre el futuro de Will. Nervioso, ech un vistazo a la habitacin. La enorme silla del barn, de respaldo alto, permaneca como un

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    centinela tras la mesa. Los dems muebles se erguan oscuros e inmviles. En una pared, un retrato de uno de los antecesores del barn le miraba acusador.

    Se sacudi estas imaginaciones y avanz rpidamente hacia el escritorio, sin hacer ruido con las suaves botas sobre los tablones desnudos del suelo. La hoja de papel, que brillaba blanca con el reflejo de la luz de la luna, estaba a su alcance. Slo mirarla, leerla y salir, se dijo. Eso era todo cuanto tena que hacer. Alarg una mano para cogerla.

    Sus dedos la tocaron.

    Y una mano salida de la nada le agarr por la mueca!

    Del susto, Will lanz un fuerte alarido. Se le puso el corazn en la boca y se encontr mirando a los fros ojos de Halt, el montaraz.

    De dnde haba salido? Will se haba asegurado de que no haba nadie ms en la estancia. Y no haba odo abrirse ninguna puerta. Record entonces cmo Halt era capaz de envolverse en esa extraa capa suya, moteada, gris y verde y desaparecer en el entorno, fundindose con las sombras hasta volverse invisible.

    Daba igual cmo lo haba hecho Halt. El verdadero problema es que le haba cogido all, en el despacho del barn, Y aquello significaba el final de todas las esperanzas de Will.

    Pens que podras intentar algo as dijo el montaraz en tono grave.

    Will, con el corazn bombeando por la impresin de los ltimos instantes, no dijo nada. Baj el rostro, avergonzado y desesperado.

    Tienes algo que decir? le pregunt Halt, y l neg con la cabeza, sin querer levantar la vista y toparse con esa mirada oscura, penetrante.

    Las siguientes palabras de Halt confirmaron lo que Will ms tema.

    Bien, veamos qu piensa el barn de esto.

    Halt, por favor! No... Will se detuvo. No haba excusa para lo que haba llevado a cabo y lo menos que poda hacer era enfrentarse a su castigo como un hombre. Como un guerrero. Como su padre, pens.

    Qu? dijo Halt de manera cortante.

    Will mene la cabeza.

    Nada.

    El montaraz agarraba a Will frreamente de su mueca mientras le conduca por la puerta hasta la ancha escalera en curva que ascenda a los aposentos del barn. Los centinelas, en lo alto de la escalera, levantaron la mirada sorprendidos ante la visin del rostro adusto del montaraz y el chico a su lado. A un leve gesto de ste, se apartaron y le abrieron las puertas de la habitacin del barn.

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    La estancia estaba muy iluminada y, por un instante, Will mir confuso a su alrededor. Estaba seguro de haber visto cmo se apagaban las luces en esta planta mientras esperaba y vigilaba desde el rbol. Observ entonces las pesadas cortinas echadas en la ventana y lo entendi. Al contrario que las dependencias de trabajo en la planta inferior, con escasos muebles, esta habitacin era un confortable revoltillo de sofs, banquetas, alfombras, tapices y butacas. El barn se hallaba sentado en una de ellas, leyendo una pila de informes.

    Levant la mirada de la hoja que sostena cuando Halt entr con su prisionero.

    As que tenas razn dijo el barn, y Halt asinti.

    Tal y como dije, mi seor. Atraves el patio del castillo como una sombra. Esquiv a los centinelas pasando inadvertido y subi por la torre como una araa.

    El barn dej el informe en una mesilla auxiliar y se inclin hacia delante.

    Escal la torre, dices? pregunt un peln incrdulo.

    Sin cuerda. Sin escalera, mi seor. La escal con la facilidad con la que usted se sube al caballo por la maana. Ms fcilmente, de hecho dijo Halt con la leve sombra de una sonrisa.

    El barn frunci el ceo. Tena cierto sobrepeso y a veces necesitaba ayuda para subirse al caballo tras una noche larga. No pareci sorprendido en absoluto de que Halt se lo recordara.

    Bien dijo mientras miraba a Will con dureza, esto es algo muy serio.

    Will no dijo nada. No tena la seguridad de si deba estar de acuerdo o no. Cada camino tiene sus peligros. Pero hubiera preferido que Halt no pusiera al barn de mal humor recordndole su peso. Ciertamente con aquello no conseguira que a l le fueran mejor las cosas.

    Bueno, qu vamos a hacer contigo, joven Will? prosigui el barn. Se levant de su silla y comenz a caminar. Will le observ al tiempo que trataba de calibrar su humor. El fuerte rostro barbudo no le dijo nada. El barn se detuvo y se mes la barba, pensativo. Cuntame, joven Will dijo, ponindose de espaldas al pobre chico, qu haras t en mi lugar? Qu haras con un chico que irrumpe en mi despacho en mitad de la noche e intenta robar un importante documento?

    No estaba robando, mi seor! Will explot en el desmentido antes de ser capaz de contenerlo. El barn se gir hacia l con una ceja levantada en aparente descrdito. Will prosigui dbilmente: Slo... quera verlo, eso es todo.

    Quizs sea as dijo el barn con la ceja an levantada, pero no has respondido a mi pregunta. Qu haras en mi lugar?

    Will baj de nuevo la cabeza. Poda rogar misericordia. Poda disculparse. Poda intentar explicarlo. Pero cuadr los hombros y tom una decisin. Conoca las

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    consecuencias de que le cogieran. Y haba decidido aceptar el riesgo. No tena derecho ahora a suplicar el perdn.

    Mi seor... dijo vacilante, consciente de que se era un momento decisivo en su vida.

    El barn le prest atencin, vuelto an a medias hacia la ventana.

    S? dijo, y Will hall de algn modo la resolucin para continuar.

    Mi seor, yo no s lo que hara en su lugar. S s que no hay excusa para mis actos y aceptar cualquier castigo que decida.

    Segn hablaba levant la vista para mirar al barn a los ojos. Y al hacerlo caz un fugaz vistazo de ste a Halt. Pudo ver que haba algo en aquella mirada. Por muy raro que pareciese, era casi una mirada de aprobacin o acuerdo. Vista y no vista.

    Alguna sugerencia, Halt? pregunt el barn en un cuidadoso tono neutro.

    Will mir entonces al montaraz. Su rostro estaba serio, como siempre. La barba entrecana y el pelo corto le hacan parecer an ms disgustado, ms amenazador.

    Quiz deberamos mostrarle el papel que tantas ganas tena de ver, mi seor dijo al tiempo que extraa la hoja del interior de su manga.

    El barn dej que se le escapara una sonrisa.

    No es mala idea dijo. Supongo que, en cierto modo, el papel deja bien claro cul es su castigo, no?

    Will altern la mirada de uno a otro hombre. All estaba pasando algo que no entenda. El barn pareca pensar que lo que acababa de decir era bastante gracioso. Halt, por el contrario, no le segua la broma.

    Si usted lo dice, mi seor le contest sin alterarse.

    El barn le hizo un gesto agitando la mano con impaciencia.

    Acepta una broma, Halt! Acepta una broma! Bien, anda, mustrale el papel.

    El montaraz cruz la habitacin y le entreg a Will la hoja que tanto haba arriesgado por leer. Al tomarla, le tembl la mano. Su castigo? Pero cmo saba el barn que merecera un castigo antes de lo que acababa de pasar?

    Advirti que el barn le miraba expectante. Halt, como siempre, era una estatua impasible. Will desdobl la hoja y ley las palabras que Halt haba escrito all.

    El muchacho Will tiene potencial para ser entrenado como montaraz.

    Le aceptar como mi aprendiz.

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    CCaappttuulloo 66

    Will contempl las palabras del papel totalmente confuso. Su primera reaccin fue de alivio. No iba a recibir la condena de una vida de trabajo en el campo. Y no iba a ser castigado por sus actos en el despacho del barn. Luego, aquella inicial sensacin de alivio dio paso a una sbita y persistente duda. No saba nada de los montaraces ms all del mito y la supersticin. No saba nada de Halt, aparte de que el adusto personaje de la capa gris le pona nervioso cada vez que se acercaba.

    Ahora, al parecer, le estaban enviando a pasar todo su tiempo con l. Y no tena nada claro que le gustara la idea en absoluto.

    Observ a los dos hombres. Pudo ver que el barn sonrea expectante. En apariencia, senta que Will deba recibir su decisin como si fueran buenas noticias. No lograba ver la cara de Halt con claridad. La profunda capucha de su capa proyectaba una sombra sobre su rostro.

    La sonrisa del barn se borr ligeramente. Pareca algo perplejo por la reaccin de Will o mejor dicho, la ausencia de reaccin visible alguna ante las noticias.

    Bueno, qu dices, Will? pregunt con un tono de nimo.

    Will respir profundamente.

    Gracias, seor... mi seor dijo con inseguridad.

    Y si la broma anterior del barn acerca de que la nota contena su castigo iba ms en serio de lo que l pensaba? Quizs su asignacin como aprendiz de Halt fuera el peor castigo que poda haber elegido. Pero no pareca que el barn pensase as. Daba la impresin de estar muy complacido con la idea. Dej escapar un suspiro de gusto al sentarse en una butaca. Mir al montaraz e hizo un gesto hacia la puerta.

    Quizs podras dejarnos unos momentos a solas, Halt. Me gustara tener unas palabras con Will en privado dijo.

    El montaraz hizo una reverencia solemne.

    Por supuesto, mi seor dijo con esa voz que sala de las profundidades de la capucha.

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    Se desplaz con su habitual silencio, pas por delante de Will y sali por la puerta que conduca al pasillo. sta se cerr tras l sin apenas ruido. Aquel hombre era increble!

    Sintate, Will el barn seal una de las butacas bajas frente a la suya. Will, nervioso, se sent en el borde, como en disposicin de echar a volar. El barn percibi su lenguaje corporal y suspir. No pareces muy complacido con mi decisin dijo, decepcionado.

    La reaccin confundi a Will. Jams se habra imaginado que un personaje tan poderoso como el barn se hubiera preocupado de una u otra forma por lo que un insignificante pupilo pudiera pensar de sus decisiones. No saba cmo responder, as que permaneci sentado en silencio hasta que el barn, por fin, continu.

    Preferiras trabajar de mozo en el campo? pregunt.

    Le costaba creer que un muchacho tan animado y activo como ste prefiriese una vida tan aburrida y apacible, pero quizs se equivocaba. Will se apresur a tranquilizarle en ese sentido.

    No, seor! dijo precipitadamente.

    El barn hizo un leve ademn interrogativo con ambas manos.

    Bien, entonces, preferiras que te castigase de algn modo por lo que has hecho?

    Will comenz a hablar pero entonces se percat de que su respuesta podra ser insultante y se detuvo. El barn gesticul para que prosiguiese.

    Es slo que... no estoy seguro de que no lo haya hecho, seor al ver la arruga que haba crispado la frente del barn mientras l hablaba, continu con rapidez: Yo... yo no s mucho sobre los montaraces, seor. Y la gente dice...

    Dej que sus palabras se apagaran. Era evidente que el barn tena a Halt en cierta estima y no crey que fuera diplomtico por su parte exponer que la gente comn y corriente tema a los montaraces y pensaba que eran brujos. Vio que el barn asenta y que una mirada de comprensin reemplazaba la expresin de perplejidad que haba mantenido.

    Por supuesto. La gente dice que hacen magia negra, no? reconoci, y Will asinti, sin darse cuenta incluso de que lo estaba haciendo. Dime, Will, encuentras que Halt es una persona que d miedo?

    No, seor! dijo Will con precipitacin, pero, como el barn segua mirndole, aadi de mala gana: Bueno... puede que un poco.

    El barn se ech hacia atrs, cruzando los dedos. Ahora que entenda las razones de la renuencia del chico, se reproch mentalmente el no haberlas previsto. Al fin y al cabo, tena un mejor conocimiento del Cuerpo de Montaraces de lo que caba esperar

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    de un joven muchacho que acababa de cumplir los quince, susceptible a los cuchicheos supersticiosos del personal del castillo.

    Los montaraces son un grupo misterioso dijo, pero no hay nada que temer de ellos, a menos que seas un enemigo del reino.

    Pudo apreciar que el chico se estaba quedando con todas y cada una de sus palabras, y aadi, en tono de broma:

    T no eres un enemigo del reino, verdad, Will?

    No, seor! dijo ste con un temor sbito, y el barn suspir de nuevo.

    Odiaba que la gente no se diera cuenta de que bromeaba. Por desgracia, como cacique del castillo, la mayora se tomaba sus palabras muy en serio.

    Est bien, est bien dijo para tranquilizarle, s que no lo eres. Pero, creme, pens que te agradara esta asignacin: un chaval aventurero como t debera hacerse a la vida de montaraz como un pato al agua. Es una gran oportunidad para ti, Will hizo una pausa, estudiando minuciosamente al muchacho al ver que no terminaba de sentirse seguro con todo el asunto. Muy pocos chicos son elegidos para ser aprendices de montaraz, ya lo sabes. La oportunidad slo se presenta en ocasiones extraordinarias.

    Will asinti, pero an no estaba totalmente convencido. Pens que deba darlo todo por su sueo y hacer un ltimo intento por entrar en la Escuela de Combate. Al fin y al cabo, el barn pareca estar de un buen humor poco comn esta noche, a pesar del hecho de que Will irrumpiese en su despacho.

    Quera ser guerrero, seor dijo con cautela, pero el barn mene la cabeza de forma inmediata.

    Me temo que tus cualidades van en otra direccin. Halt lo supo la primera vez que te vio. Por eso te reclam.

    Ah dijo Will. No haba mucho ms que pudiera decir. Sinti que debera estar tranquilo con todo lo que el barn haba dicho y, hasta cierto punto, con lo que l era. Pero pens que an haba mucha incertidumbre en todo aquello. Es slo que Halt parece tan hurao siempre... dijo.

    Cierto es que no tiene mi brillante sentido del humor reconoci el barn, y despus, mientras Will le miraba sin comprender, murmur algo entre dientes.

    Will no estaba seguro de qu haba hecho para contrariarle, as que pens que sera mejor cambiar de tema.

    Pero... en realidad qu hace un montaraz, mi seor? pregunt.

    De nuevo, el barn mene la cabeza.

    Eso te lo contar el propio Halt. Son un grupo extrao y no les gusta demasiado que los dems hablen de ellos. Bueno, quizs deberas regresar a tu cuarto e intentar

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    dormir un poco. Tendrs que presentarte en la cabaa de Halt a las seis en punto de la maana.

    S, mi seor dijo Will levantndose de su incmoda posicin elevada en el borde de la silla.

    No tena claro que fuera a disfrutar la vida de un aprendiz de montaraz, pero no tena otra eleccin. Hizo una reverencia al barn y ste le asinti ligeramente en respuesta, despus se volvi en direccin a la puerta. La voz del barn le detuvo.

    Will? Esta vez, usa las escaleras.

    S, mi seor contest con seriedad, y se sinti un poco confuso por la forma en que el barn levant los ojos al cielo y de nuevo mascull algo para s. Esta vez Will pudo entender algunas palabras. Era algo sobre bromas, pens.

    Atraves la puerta. Los centinelas an estaban de servicio en el descansillo de la escalera, pero Halt se haba marchado.

    O, por lo menos, eso pareca. Con el montaraz, nunca se poda estar seguro.

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    ~~4411~~

    CCaappttuulloo 77

    Fue raro abandonar el castillo tras todos esos aos. Will se gir al llegar al final de la colina, con el hatillo de sus pertenencias al hombro, y contempl los muros macizos.

    El castillo de Redmont dominaba el paisaje. Levantado en lo alto de una pequea colina, se trataba de una estructura maciza de tres lados, ms o menos orientada al oeste, y con una torre en cada uno de sus tres vrtices. En el centro, protegidos por el teln de los tres muros, se encontraban el patio y la torre del homenaje, la cuarta torre, que se elevaba por encima de las otras y que acoga las dependencias oficiales del barn y sus aposentos privados, junto con los de sus oficiales de alto rango. El castillo estaba construido con pedernal rico en hierro; una roca casi indestructible que en los momentos de sol bajo como el amanecer o el atardecer pareca brillar con una luz roja interior. Fue esta caracterstica la que le dio al castillo su nombre: Redmont, o Montaa Roja.

    Al pie de la colina y al otro lado del ro Tarbus se extenda la villa de Wensley, un alegre conjunto irregular de casas, con una posada y los comercios de los artesanos necesarios para satisfacer la demanda del da a da de la vida campestre: un tonelero, un carretero, un herrero y un fabricante de arneses. Las tierras de alrededor se haban despejado hasta una cierta distancia, tanto para proporcionar campos de labranza y pastos a los aldeanos como para evitar que los enemigos se pudieran ocultar al aproximarse. En las pocas de peligro, los habitantes de la villa conducan sus rebaos por el puente que cruzaba el Tarbus, retiraban la parte central de ste tras de s y buscaban refugio dentro de los muros macizos de pedernal del castillo, protegidos por los soldados del barn y los caballeros entrenados en la Escuela de Combate de Redmont.

    La cabaa de Halt se hallaba a una cierta distancia, lejos del castillo y el pueblo, situada al refugio de los rboles en el lmite del bosque. El sol sala justo por encima de los rboles cuando Will lleg a la choza de troncos. Un hilo de humo en espiral se elevaba desde la chimenea, por lo que pens que Halt ya estaba en pie. Subi a la veranda que corra a lo largo de uno de los lados de la casa, dud un instante y luego, tras una respiracin profunda, llam con firmeza a la puerta.

    Pasa dijo una voz desde dentro. Will abri la puerta y entr en la cabaa.

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    ~~4422~~

    Era pequea pero sorprendentemente bien organizada y cmoda en su interior. Se encontr en la estancia principal, un rea a medias saln y comedor, con una cocina pequea en un extremo, separada de la zona central por un banco de pino. Haba confortables sillas distribuidas alrededor de un fuego, una mesa de madera bien fregada y cazuelas y sartenes que relucan de tan frotadas como estaban. Haba incluso un jarrn con flores silvestres de brillantes colores sobre la repisa de la chimenea y el primer sol de la maana penetraba con alegra por una ventana grande. Desde la estancia principal se acceda a otras dos habitaciones.

    Halt se sent en una de las sillas, a la vez que apoyaba en la mesa los pies calzados con botas.

    Al menos llegas a tiempo dijo bruscamente. Has desayunado ya?

    S, seor dijo Will, contemplando fascinado al montaraz.

    Aquella era la primera vez que vea a Halt sin su capa verde y gris y la capucha. El montaraz llevaba puesta una sencilla ropa de lana gris y marrn y botas que parecan de cuero blando. Era ms mayor de lo que Will haba pensado. Su barba y su pelo eran cortos y oscuros, pero salpicados con mechones grises como el acero. Los llevaba recortados de forma irregular y Will pens que daba la impresin de habrselos cortado l mismo con su cuchillo de caza.

    El montaraz se puso en pie. Era de complexin sorprendentemente pequea. Otra cosa ms de la que Will nunca se haba percatado. La capa gris haba ocultado mucho de Halt. Era delgado y en absoluto alto. De hecho, era ms bajo que la media. Pero daba tal sensacin de fuerza y carcter fustigador que su falta de altura y corpulencia no hacan de l un personaje menos intimidador.

    Has acabado de mirar? pregunt de repente el montaraz.

    Will dio un respingo nervioso.

    S, seor! Perdn, seor! dijo.

    Halt gru. Seal hacia una de las pequeas habitaciones que Will haba visto al entrar.

    sa ser tu habitacin. Puedes dejar tus cosas ah dentro.

    Se desplaz hacia el hornillo de lea que haba en la zona de la cocina y Will entr vacilante en el cuarto que le haba indicado. Era pequeo pero, como el resto de la cabaa, tambin estaba limpio y pareca cmodo. Una cama pequea se extenda a lo largo