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Franciscanum. Revista de las ciencias del espíritu ISSN: 0120-1468 [email protected] Universidad de San Buenaventura Colombia SÁNCHEZ HERNÁNDEZ, Olvani Fernando Hechos y palabras: hermenéutica de la revelación a la luz del Vaticano II Franciscanum. Revista de las ciencias del espíritu, núm. 143, 2006, pp. 47-58 Universidad de San Buenaventura Bogotá, Colombia Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=343529894004 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Page 1: Franciscanum. Revista de las ciencias del espíritu · piensa Torres Queiruga, "la salvación del hombre y el amor como esencia de Dios, ¿cómo puede tener lugar una Revelación

Franciscanum. Revista de las ciencias del

espíritu

ISSN: 0120-1468

[email protected]

Universidad de San Buenaventura

Colombia

SÁNCHEZ HERNÁNDEZ, Olvani Fernando

Hechos y palabras: hermenéutica de la revelación a la luz del Vaticano II

Franciscanum. Revista de las ciencias del espíritu, núm. 143, 2006, pp. 47-58

Universidad de San Buenaventura

Bogotá, Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=343529894004

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Sistema de Información Científica

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Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Hechos y~ ~~~~~~~as:,~~[~enéuticade la revelación a la luz del

Vaticano 1I

Olvani Fernando SÁNCHEZ HERNÁNDEZ'

El saber teológico no se puede construir a espaldas de la vida del teólogo que lo

dinamiza. Ni la vida del teólogo puede permanecer inmune a las opciones teológicas que

éste asuma. Convencido de esto, quiero abrir esta intervención poniendo de presente

algunos factores que han confluido en mi horizonte teológico: En primer lugar, una

temprana pertenencia militante a la comunidad eclesial; en segundo lugar, una creciente

convicción cristiana, esto es, una apuesta cada vez más consciente por el proyecto de

Jesús; en tercer lugar, una amplia acogida de la tradición filosófica que ha hecho empatía

con las preocupaciones de la sensibilidad moderna; y en cuarto lugar, una creciente

preocupación por las implicaciones sociales y políticas de la existencia humana y cre­

yente. En la lucha y el diálogo entre ellos se pueden establecer las coordenadas de la

teología que procuro hacer y enseñar, y de las reflexiones que me dispongo a compartir.

Un saber se mueve, afirma Heidegger, no tanto por la ampliación de sus objetos

como por la revisión de sus categorías y estructuras fundamentales 1 • Ahora bien, creo

que podemos coincidir en la afirmación de la revelación como fundamento del saber

teológico, como su relato fundante, al decir de los hermeneutas. La teología seria,

desde esta postura, un saber sobre la revelación en cuanto ella es su "objeto" y, al

Docente de la Facultad de Teología en la Universidad de San Buenaventura, Filósofo de la UniversidadSanto Tomás de Bogotá, Teólogo de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, Magíster enteología de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá.

HEIDEGGER, Martín. El Ser y el Tiempo. México: Fondo ce Cultura Económica, 1967. 18-19

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-----------------_._--_._----

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como vivencia creyente del encuentro, enla finitud humana, con el que trasciende la

finitud, y sin embargo, se dona en ella; do­nación que "se realiza incorporando lacarne y la sangre del esfuerzo humano"3.En este horizonte, se asume el desafíoacercar la comprensión de este acontecerde la revelación de Dios a la experiencia

real de vida, al mundo de la vida de loshombres y mujeres a los que Dios se hadonado y continúa donándose.

Con este trasfondo, propongo reco­rrer cuatro momentos: (l) aporte del Vati­cano ll; (2) una propuesta de comprensiónde la trascendencia desde la inmanencia; (3)

el acercamiento a un testimonio de la tradi­ción judeocristiana; y (4) una enunciación

de implicaciones que, a su vez, perfilan el

rumbo de posibles trabajos futuros.

(DV 2). No se trató, sin embargo, de un

paso simple; fue el resultado de un largoproceso que buscaba salir de la compren­sión intelectualista y extrinsecista de la re­

velación y promovía una comprensión más

histórica de la misma4• Una comprensión

tiempo, un saber desde la revelación en

cuanto ella se constituye en su horizonte.Se comprende, entonces, la importancia queesta categoría y su comprensión cobran

frente a las dinámicas de la vida creyente ydel saber teológico. Así, queda justificadala opción temática de mi intervención.

TORRES QUEIRUGA, Andrés. La revelación de Dios en la realización del hombre. Madrid: Cristian­dad 1987. p. 57.

¡bid., p. 81. Resaltados propios

Cfr. SCHOKEL, Luis Alonso. Unidad y composición de la Dei Verbul1l. En: AA.VV. Concilio VaticanoSegundo, Comentarios a la constitución Dei Verbul1l. Madrid: BAC, 1969., p. 130-132.

OLVANI FERNANDO SANCHEZ HERNANDEZ

También es oportuno explicitar el in­terés que ha movilizado estas letras. La pre­sente reflexión, enmarcada en la conside­

ración de los aportes del Vaticano II a lacomprensión del misterio de la revelaciónde Dios, busca, tomando prestadas pala­

bras de Torres Queiruga, "intentar perci­bir, más allá de la teorización, el brote mis­mo, vivo y real de la experienciareveladora"z. La revelación, y esta es la

intuición originante, no nace como pala­bra dada sino como experiencia vivida;

El Concilio Vaticano II ha significadola apertura a una nueva y fecunda com­prensión de la revelación. Hemos pasado

del Dios que comunica verdades sobrena­turales (Vaticano 1) al Dios que se auto­comunica a sí mismo y su plan salvífico

1) Hechos y palabras: esencia y acontecer de la revelación desde elVaticano 11

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HECHOS y PALABRAS: HERMENÉUTICA DE LA REVELACIÓN A LA LUZ DEL VATICANO Il

49

Cfr. lbid., p. 134-135

Cfr. DE AQUINO, Tomás. Suma Teológica. 1. Q. 1, Art. 1

BRAVO, Carlos, SJ. "La Revelación, Cambio del Vaticano I al Vaticano Il". En: Theologica Xaveriana.Vol 33. núms. 3-4 Gulio-sept 1983) p. 261-269.

Destinatarios de la revelación: el ser

humano

Modo de realización de la revelación:

son las obras y palabras de Dios acon­

tecidas en la historia, que se relacio­

nan de forma orgánica en la confir­

mación y proclamación.

El centro y plenitud de la revelación:

Cristo, en quien resplandece la ver­

dad de Dios y del hombre.

De forma menos esquemática, pode­

mos distinguir dos momentos que respon­

den a dos cuestiones centrales: ¿qué es la

revelación? Y ¿cómo acontece? A lo pri­

mero se responde que la revelación no es,

como antaño se pensaba, la comunicación

de verdades sobrenaturales a la mente del

hombre6 ; sino la auto-comunicación de

Dios y de su plan salvífica. La revelación

es la autodonación de Dios en la mostra­

ción de lo que Él ha querido ser para el

hombre? Ahora bien, es oportuno afirmar

aquí, un poco más allá del texto conciliar,

la destinación universal y nunca excluyente

de esta autodonación. La voluntad de re­

velación de Dios, al ser tan generosa e in­

cluyente como su amor, se realiza siem­

pre y en todo lugar8 • Estando implicados,

Principio de la revelación: Dios mis­

mo cuya iniciativa lo hace sujeto re­

velador.

Objeto de la revelación: el mismo

Dios y el misterio de su voluntad; lo

primero da un carácter personal no

objetivante a la verdad revelada, y lo

segundo, al ser presentado como pro­

yecto salvífica trinitario, refuerza la

dimensión personal y relacional de la

revelación.

Fin de la revelación: llevar a la co­

munión personal con Dios a los hom­

bres, a quienes Él considera amigos

y les habla como a tales.

El primer capítulo de la Constitución

Dei Verbum, denominado De ipsa

revelatione, específicamente el numeral

dos, recoge los aspectos esenciales de esta •

renovada comprensión. Schokel presenta

esos elementos en el siguiente esquema5 :

pusiera de manifiesto, desde el seno •del testimonio bíblico, cómo el Dios de la

historia se ha hecho fenómeno de sí mis-

mo en las dinámicas de la historia y en su •

reverso, precisaría Gustavo Gutiérrez.

io Vaticano

o, de unun largoompren­

de la re­ión más

d: Cristian-

Page 5: Franciscanum. Revista de las ciencias del espíritu · piensa Torres Queiruga, "la salvación del hombre y el amor como esencia de Dios, ¿cómo puede tener lugar una Revelación

Este asunto es tratado de fonna más amplia en: SÁNCHEZ, Olvani Fernando. ¿Qué significa afirmarque Dios Habla? Revelación en Andrés Torres Queiruga y a su aporte a la elaboración de unateología fundamental. Bogota: PUJo 2005 (tesis de maestría en teología)

TORRES QUEIRUGA, Andrés. "Revelación". En: FLORISTÁN, Casiano y TAMAYO, Juan José(Eds). Conceptos fundamentales del Cristianismo. Madrid: Trota, 1993. 1225.

Concilio Vaticano n. Constitución Dei Verbum. n.o 2

Este asunto es tratado de fonna más amplia en: SÁNCHEZ, Olvani Fernando. Op. Cit.

Cfr. TORRES QUEIRUGA, Andrés. La revelación de Dios en la realización del hombre. Op. Cit., p. 60 s

OLVANI FERNANDO SÁNCHEZ HERNÁNDEZ

piensa Torres Queiruga, "la salvación del

hombre y el amor como esencia de Dios,

¿cómo puede tener lugar una Revelación

particularizada, retrasada y oscurecida por

designio divino?"9.

La respuesta al segundo interrogante

asume una vía histórica: la revelación se rea­

liza no por oráculos pronunciados desde el

cielo, sino por la actuación salvífica de Dios

en la historia a través de hechos y palabras.

¿Qué implicaciones trae esta nueva perspec­

tiva? En primer lugar, no se trata de una re­

velación mítica atemporal, puesto que se rea­

liza en las coordenadas y limitaciones de la

historia donde acontece la vida y se marcan

las posibilidades de sus destinatarios. Esto,

contrario a lo que puede pensarse, no some­

te a Dios a la historia, simplemente atiende al

ser humano para el cual, las limitaciones de

su condición histórica son, al tiempo, la es­

fera de sus posibilidades de sentido.

En segundo lugar, marca el concurso

de hechos y palabras. La revelación, dice

el Concilio

lO

11

12

Se realiza, por obras y palabras

intrínsecamente ligadas; las obras

que Dios realiza en la historia de

la salvación manifiestan y confor­

man la doctrina y las realidades

que las palabras significan; a su

vez, las palabras proclaman las

obras y explican su misterio10.

De esta forma, se evitan las polari­

zaciones a favor de la palabra (Barth) o

del hecho histórico (Pannenberg), o de la

separación entre acontecimiento y signifi­

cado (Bultman). Desde el Concilio se re­

conoce que sin la palabra el aconteci­

miento quedaría sumido en la oscuridad

de sentido, mientras que sin el aconteci­

miento la palabra sucumbiría en la vacuidad

de referente ll.

Se puede afmnar, entonces, que la re­

velación acontece en la experiencia históri­

ca (acontecimiento) interpretada a la luz de

un proyecto de sentido (palabras). Pense­

mos, por ejemplo, como sugiere Torres

Queirugal2, en la experiencia fundacional del

50

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HECHOS y PALABRAS: HERMENÉUTICA DE LA REVELACiÓN A LA LUZ DEL VATICANO 11

Éxodo. ¿Qué pasó para que en un mismo

hecho, la huída de unos esclavos, los egip­

cios vieran sólo la pérdida de mano de obra;

mientras los hebreos vieran la actuación de

Dios a favor de ellos, en medio de su causa

de liberación? Dicho deforma general, ¿qué

ha ocurrido para que un mismo evento

constituyera para algunos una revelación y

para otros no? Es claro que el sentido

revelatorio de la historia no emerge sólo de

la materialidad de los hechos; pero tampo-

en qué lengua habla? ¿Significa que hay

comunicación directa en lenguaje articu­

lado entre Dios y un hombre? ¿Significa,

en suma, que interviene ocasionalmente

en el devenir causal de las dinámicas de

la historia? Creo decididamente que no.

Responder afirmativamente estas cuestio­

nes sería camuflar las concepciones tra­

dicionales tras las expresiones promovi­

das desde el Vaticano.

Hablaré primero de la "palabra" como

metáfora. La expresión "palabra de Dios",

analogía valiosa en la comprensión de la re­

velación, puede conducir a equívocos. Pue­

de dar la impresión, y así lo ha hecho, que

ca se trata solamente de la superposición

de sentido dado en la interpretación. Las

conciencias religiosas viven y leen los even­

tos en una dinámica de sentido particular y,

en esta vivencia y lectura, caen en la cuen­

ta de la presencia del Dios que salva. Este

"caer en la cuenta", inaugura una nueva lí­

nea de sentido que redefme los destinos de

aquellos para quienes ha acontecido la re­

velaciónl3, y reorienta su relación con Dios

y su relación con la historia.

51

Cfr. lbíd., 57-242

Cfr. lbíd.. , 164-166

KepelnSélr la trascendencia2)

Un conocido teólogo colombiano, el

padre Gustavo Baena, suele afirmar que

la tarea de un teólogo es hacer que 10 evi­

dente, en la confesión de su fe, deje de

serlo. En este sentido la afirmación de la

revelación de Dios en la historia puede

parecer evidente, una especie de leitmotif

sugerente. Sin embargo, ¿qué significa

que Dios actue en la historia con hechos

ypalabras?14 ¿Significa que interviene di­

rectamente en la producción de ciertos

eventos? ¿Significa que procede como

"causa eficiente" alIado de otras causas?

¿Significa que construye una historia al

lado de la nuestra? ¿Significa que pronun­

cia palabras al modo humano? ¿Si lo hace,

su

las

ras

ras

de

far­

des

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TORRES Q., Andrés. La revelación de Dios en la realización del hombre. Op. Cit., p. 38.

Cf. [bíd., p. 39. en esta línea, afirma Ricoeur, que si bien no todo es lenguaje, nada en la experienciaaccede al sentido, sino a condición de ser llevado al lenguaje. (Cfr. SILVA, Eduardo. "Paul Ricoeur y losDesplazamientos de la Hermenéutica". En: Teología y Vida. Vol. XLVI, núms. 1-2, 2005. p. 181.)

TORRES QUEIRUGA, Andrés. "El Vaticano II y la teología". En: Concilium n° 312 (septiembre de 2005)

OLVANJ FERNANDO S,(NCHEZ HERNÁNDEZ

se está ante un Dios "que hace oír su pala­

bra, que transmite mensajes concretos, que

enuncia verdades, que pronuncia oráculos,

que, finalmente, dicta los libros sagrados"15.

Sin embargo, la revelación surge, ya lo he­

mos dicho, no como palabra dada sino como

experiencia interpretada y, en esta lógica, la

afmnación de ella como "palabra" tiene un

sentido eminentemente analógico, que des­

cubre la fuerza develadora de la experien­

cia y reconoce la necesidad del lenguaje en

el emerger de su sentido.

En efecto, la revelación vivida como ex­

periencia de la presencia de Dios, demanda

ser comprendida y comunicada, como es

propio de toda vivencia humana. Ahora bien,

para que la comprensión y comunicación sean

posibles, ella tiene que ser expresable en pa­

labras o acciones que se hagan palabra16•

Atendiendo a esto, en el proceso de la reve­

lación podemos identificar tres momentos

de traducción lingüística de la experiencia

hierofánica: la traducción lingüística de la

experiencia en la comprensión que de ella

hace el propio sujeto; la traducción oral de

corte narrativo que realiza el sujeto a la hora

de comunicar la experiencia y su carga de

sentido y, finalmente, la sedimentación en

15

16

17

lenguaje escrito cuyo testimonio son los tex­

tos bíblicos.

Abordaré ahora el asunto de las obras

de Dios en la historia. También aquí puede

haber lugar para interpretaciones disonan­

tes. Cuando se afmna la actuación de Dios

en el mundo, no creo que se puedan seguir

sosteniendo las intervenciones puntuales, esto

es, la acción causal directa de Dios en un

evento específico, con coordenadas

espaciotemporales definidas. El respeto a la

autonomía de las realidades creadas es pre­

supuesto de la fe en la creación, y no consi­

derar este principio nos lleva a dificultades

insolubles de cara a nuestra compresión de

la actuación de Dios, afirmada desde la fe, y

la autonomía inmediata del mundo17, defen­

dida desde la sensibilidad moderna.

Un ejemplo de estas dificultades pue­

de ilustrarse con la llamada "parábola del

jardinero invisible":

En una ocasión dos explorado­

res se toparon con un claro en la

selva. En el claro crecían muchas

flores y plantas. Uno de los ex­

ploradores le dijo al otro: ~gún

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HECHOS y PALABRAS: HERMENÉUTICA DE LA REVELACiÓN A LA LUZ DEL VATICANO II

Tomado de: BECKWITH, Francis J. La filosofía y la creencia en Dios: el resurgimiento del teísmo enlos círculos filosóficos. Disponible en: http://www.menteabierta.orglhtml/articulos/acresurgimiento_teismo.htm

RAHNER, Karl y K, Weger ¿Qué debemos creer todavía? Propuesta para una nueva generación.Santander: Sal Terrae, 1980, p. 69.

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jardinero debe atender este jar­

dín'. El otro no está de acuerdo y

afirma: 'No hay jardinero'. Así

que montaron sus tiendas de

campaña y echaron un vistazo.

No se veía a ningún jardinero.

'pero quizá es un jardinero invi­

sible', afirma el creyente. Así que

instalaron una cerca de alambre

con púas. La electrificaron. Patru­

llaron con perros. Pero ni un solo

grito sugirió que alguien podría

haber sido herido con la cerca.

Ni siquiera un solo movimiento

del alambre descubrió a un tre­

pador invisible. Los perros sa­

buesos nunca dieron alerta. Sin

embargo el creyente no estaba

convencido e insiste: 'Pero hay

un jardinero, invisible, intangi­

ble, insensible a las descargas

eléctricas, un jardinero que no

tiene olor ni hace ruido, un jar­

dinero que viene secretamente a

cuidar del jardín que ama'. Al fi­

nal el escéptico se desespera, y

pregunta: '¿pero qué se deduce

de tu afirmación original? ¿Qué

queda de ella? tEn qué difiere

lo que tu llamas un jardinero in-

visible, intangible, eternamente

evasivo, de un jardinero imagi­

nario, o incluso de ningún jardi­

nero en realidad? '18.

En el intento de asumir estas dificul­

tades, acojo las palabras de Karl Rahner

cuando, en el intento de dar respuesta a su

inquietud central: ¿cómo se puede ser

moderno y creyente?, afirma:

También nosotros los cristianos

nos vamos lentamente acostum­

brando a no descubrir ninguna

intervención puntual y espacio­

temporal de Dios dentro de nues­

tro mundo; para los cristianos ac­

tuales Dios tampoco es un

elemento particular más inserto en

la totalidad de la realidad que "ac­

tuase" sobre los demás y cuyo

efecto e inmediata procedencia de

parte de Dios, pudiera ser cons­

tatada, sino que constituye un

presupuesto capaz de soportar la

pluralidad del mundo juntamente

con la mutua determinación de las

realidades concretas de ese mun­

do, sin entrar en ese contexto como

un momento particular más 19.

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OLVANI FERNANDO SÁNCHEZ HERNÁNDEZ~~~~,

Cf. RAHNER, Karl. "Sobre las relaciones entre naturaleza y gracia". En: Escritos de Teología l.Madrid: Tauros, 1961. p. 325-347.

Cfr. TORRES Q. Andrés. La revelación de Dios en la realización del Hombre. Op Cit. p. 42-249

Ahora bien, para atender a las consi­

deraciones hechas, en el marco del cami­

no abierto por el Vaticano Il, considero

pertinente repensar de forma radical las

dinámicas de comprensión del acontecer

de la revelación. Una lectura interven­

cionista, regularmente recubierta de espec­

tacularidad, que termina favoreciendo he­

chos causados y palabras dictadas, está

fundada en la comprensión de Dios y del

hombre como polos distantes que, de for­

ma misteriosa, se encuentran porque, de

cuando en cuando, el todopoderoso rom­

pe el abismo y "viene" al mundo del hom­

bre. Hacer intelección de este proceso de

comunicación entre lo ontológicamente

separado conduce, según hemos visto, a

aporías insostenibles en el camino de ex­

plicar la entrada de lo "sobrenatural" en el

plano de lo "natural".

Una vía distinta de comprenSlOn

arranca por repensar la comprensión de lo

"sobrenatural". Para esto, es preciso su­

perar el planteamiento dualista que conci­

be la naturaleza como un estado acabado,

sobre el cual llega la gracia, como algo

extrínseco y estrictamente sobre-natural.

En línea con Karl Rahner, es necesario

concebir la naturaleza como un concepto

20

21

teológicamente secundari020; pues, en sen­

tido estricto, si se acoge el principio fun­

damental de la creación, la "naturaleza

pura" es impensable. A partir de esta con­

cepción, lo fundamental o primero desde la

teología, no es la naturaleza; puesto que ella

adquiere condición de fundamentada por la

gracia. Así las cosas, la gracia no necesita

"venir desde afuera", sobre-añadirse a la na­

turaleza, porque es en ella, en Dios, que lo

natural está siendo todo lo que es21•

Desde esta perspectiva, pensar la re­

velación no es descifrar la unión entre lo

que está separado, sino considerar la dis­

tinción de lo que está fundamentalmente

unido. Con Heidegger hemos aprendido que

hay una comunión ontológica, antes que

gnoseológica, entre lo conocido y quien co­

noce; antes de preguntar por las cosas del

mundo, compartimos con ella el mundo,

aunque se trate de formas distintas de exis­

tencia en el mundo. Si nos resulta lícito afIr­

mar esto entre el hombre y los entes, cuan­

to más lo será afrrmarlo entre el Creador y

la creatura. Desde esta perspectiva, se plan­

tea la pregunta por la revelación suponien­

do no la separación sino la comunión

ontológica, antes que gnoseológica, entre

el fundamento y lo fundamentado. Las

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HECHOS y PALABRAS: HERMENÉUTICA DE LA REVELACiÓN A LA LUZ DEL VATICANO II

El profeta Oseas, un caso paradigmático

Para un mayor desarrollo de este aspecto, ver: SÁNCHEZ HERNÁNDEZ, Olvani. Op. Cit.

Cf. Biblia de Jerusalén. 3' Ed. Bilbao: DDB.1998. Aparato crítico: Nota a Os.11

Así pues, "la revelación no acontece en

la facticidad del hecho acaecido primero y

narrado después, ni en la iluminación

intimista del sujeto humano, ni como un dic­

tado venido del cielo, ni como una interven­

ción maravillosa y directa de Dios en el de­

venir de lo creado. Ella se realiza para el

hombre siempre de forma indirecta, a través

de una experiencia interpretada, por la que el

hombre cae en la cuenta de la presencia de

Dios como fundamento de la realidad. Pre­

sencia de un Dios generoso que toma siem­

pre la iniciativa de donarse, y hace todo 10

que está a su alcance para que el hombre

caiga en la cuenta, 10 descubra. Como el sol,

que ilumina todo y deja penetrar su luz don­

de encuentra una abertura, así es la presen­

cia de Dios en las criaturas"22.

La narración nos habla, en primer lu­

gar, de un profeta a quien Dios le manda,

primero, tomar a una "mujer dada a la

prostitución" (Os 1:3) y, luego, amar a

"una mujer que ama a otro y comete adul­

terio" (Os 3:1). A través de él, del profeta,

habla YHWH y pone pleito por la infideli­

dad, el adulterio y la prostitución de su

Propongo ahora acercarnos a un testi­

recogido y transmitido en nuestra

tradicléin religiosa: al profeta Oseas y a su

de descubrimiento de Dios, cuyo

incondicional más allá de todo pro­

El texto nos regala dos hermosas

metátiJras: el amor conyugal traicionado y

amor paterno/materno desconocid023 .

La revelación no es posible, pues,

porque el Dios que estaba fuera del mun­

do venga a él, sino porque el que está pre­

sente desde siempre, como presencia que

posibilita toda presencia, emerge a la con­

ciencia del creyente al hacerse fenómeno

de sí mismo en el acontecer de la historia.

Esto engendra una dinámica distinta en la

vida del creyente, para quien solamente a

través de la pregunta por el fenómeno, por

su hondura y su sentido, le es posible ac­

al Dios que se revela.

formulaciones más cercanas serían: ¿Cómo

puede el hombre hacerse consciente de la

comunión, caer en la cuenta de ella? ¿Cómo

puede realizar la distinción y expresarla en

su propio lenguaje?

Igía l.

149

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Page 11: Franciscanum. Revista de las ciencias del espíritu · piensa Torres Queiruga, "la salvación del hombre y el amor como esencia de Dios, ¿cómo puede tener lugar una Revelación

OLVANI FERNANDO SÁNCHEZ HERNÁNDEZ--------------~.

Biblia de Jerusalén. 3' Ed. Bilbao: DDB 1998. Introducción a los profetas. p. 1088

Oseas no aprendió del amor incondi­

cional de YHWH por dictado "caído" del

cielo, lo aprendió en medio de su dura y

dolorosa experiencia de amar en la tierra.

Luego de amar a su esposa, de ser traicio­

nado por ella, de seguir amándola, de no

poder abandonarla a su suerte, de superar

su ira, de no ceder a sus deseos de vengan­

za, en fin, de verse invadido de un amor

Ahora bien, los estudios críticos han

precisado que detrás de las narraciones del

texto en cuestión está la vida del profeta y

su drama personal: "Oseas se habría ca­

sado con una mujer a la que amaba y que

lo abandonó, pero que siguió amándola y

la volvió a tomar después de ponerla a prue­

ba"24. En el corazón de esta revelación no

habría, según esto, una verdad dictada a

priori, sino una experiencia vivida, sufrida

y significada: la experiencia del amor que

supera la traición, que contiene la vengan­

za, que viabiliza el perdón. La dinámica no

ha sido, pues que Dios le haya comunica­

do a Oseas la verdad sobre su amor in­

condicional para que éste, a su vez, se

casara con una infiel como estrategia peda­

gógica; no, desde el seno de nuestra tradi­

ción bíblica podemos afirmar que el proce­

so del acontecer de esta revelación,

sedimentada en este bello texto fue distinto:

24

pueblo, (Os 1:2; 4:1). En medio del des­

concierto del amante (Os 7:1) aparece la

amenaza de abandono (Os 5:15), la pre­

gunta constante YHWH "¿qué voy a hacer

contigo Efraín?" (OS 6:4; 11:8) y las du­

ras metáforas que, por momentos, hacen

presagiar la venganza ante la imposibilidad

de remedio(Os 7:11ss; 9:1ss). "Efraín es

una torta a la que no se ha dado vuelta"

dice el profeta (Os: 7:8).

Junto a la metáfora del amor conyugal

traicionado aparece, en segundo lugar, la

metáfora del amor paternal y maternal no

reconocido. La dinámica es similar: amor

donado desde siempre que se encuentra con

la dura cara del desprecio (Os 11:1-4); ame­

naza de abandono y peligro de venganza

(11:5-6; 13:1ss). Sin embargo, aparece la

confesión majestuosa"de YHWH por medio

del profeta: por encima de todo, el amor

vencerá; su victoria no se refleja en la con­

versión definitiva del amado, sino en la no­

venganza del amante, quien, aún frente al

desprecio, experimenta su corazón conmo­

vido y sus entrañas estremecidas (Os 11:8b­

9). Todo esto, dice YHWH, "porque soy

Dios y no hombre, el Santo en medio de ti"

(11 :9). Aparece así la lógica del amor que

es locura que desborda los esquemas de la

lógica retributiva.

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HECHOS y PALABRAS: HERMENÉUTICA DE LA REVELACIÓN A LA LUZ DEL VATICANO II

Cfr. TORRES QUEIRUGA, Andrés. La revelación de Dios en la realización del hombre. Op Cit., p.117-160.

Escenarios de implicacionesposibles

bargo, el precio no se paga en vano. El

creyente que asume el donarse de Dios no

como la intempestiva irrupción del que no

estaba y llega, sino como el emerger del

que ha estado siempre procurando, como

diría Ireneo, que el hombre viva; ese cre­

yente abre su mirada para reconocer la pre­

sencia de Dios allí donde los demás no ven

más allá de la facticidad, incluso allí don­

de los acostumbrados dualismos de nues­

tra tradición se niegan a reconocer pre­

sencia del Dios amante.

damente divina del profeta, aconteció

para él la revelación del Dios amante.

También en medio de esta experiencia

nacieron las metáforas que leemos en el

texto bíblico; relatos que no sólo nos

cuentan la revelación de ayer, sino que,

al tiempo, posibilitan la revelación de

hoy, en tanto en cuanto nos sirven de

parteras25 para que, en medio de nues­

tras experiencias, también nosotros

como el profeta, caigamos en la cuenta

de la presencia amorosa del Dios que

fue, que es y que será; del Dios que amó,

que ama y que amará.

57

La lectura que he intentado presentar,

en forma quizá demasiado breve, puede

resultar muy fecunda para la considera­

ción de muchos, quizá todos, los aspec­

tos del saber teológico y la vida creyente;

acondición de que sea considerada de for­

ma reposada e integral. Reconozco que,

en una primera aproximación, puede re­

ultar un poco inquietante en tanto en cuan­

o puede restar espectacularidad al acon­

ecer del misterio central de la conciencia

reyente como es la revelación. Sin em-

En medio de esta experiencia pro­

fundamente humana y, por eso, profun-

que su finitud misma no podría producir,

cayó en la cuenta de la presencia amante de

YHWV en su vida, en su amar. Al leer esta

experiencia desde el horizonte de la tradi­

ción religiosa de su pueblo, descubrió, en

su amar, al Dios de Abrahán, de Isaac y de

Jacob -al abbá de Jesús, diremos los cris­

tianos- que se ha revelado desde siempre

como el amante apasionado y misericor­

dioso, cuyo amor está más allá de toda ló­

gica de retribución y de venganza.

vez, se

apeda­

a tradi­

lproce­

lación,

iistinto:

ncondi­

(do" del

l dura y

la tierra.

: traicio­

a, de no

:superar

vengan­

un amor

's hanesdel

feta y

ía ca-

yque

:lola y

lprue­

ión no

tada a

;ufrida

.or que

engan­

licano

mnica­

llar in-

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58

prometido con ella, con quienes sobrevi­

ven en su revers026•

En este mismo horizonte, se pue­

den repensar asuntos tan vitales como

la espiritualidad, la oración, la pastoral,

las misiones, el encuentro con otras tra­

diciones religiosas, la relación con los

que no confiesan ninguna religión y la

responsabilidad sociopolítica de los cre­

yentes, entre otros. Algunas de estas ta­

reas ya se han emprendido, otras aún no.

Todas, empero, son caminos en espera

de ser recorridos por la vida y el trabajo

de los teólogos.

Asumir esta lectura del acontecer de

Dios en el mundo, de su revelación como

actuación salvadora en la historia a través

de hechos y palabras, ayuda a perfilar una

forma particular del ser cristiano en el mun­

do: una existencia convencida de que apren­

der a considerar el misterio de la revela­

ción de Dios es aprender a contemplar,

desde adentro, el misterio del mundo27•

En esta medida, no es necesario apar­

tarse de la vida cotidiana para "encontrar"

a Dios y luego involucrarlo en ella. Todo

lo contrario, es imprescindible asumir a

plenitud las circunstancias en que aconte­

ce la vida, porque es ahí donde se hace

diáfano el rostro del Dios de la vida.

26 En efecto, la tradición judeocristiana nos ayuda a ver, por ejemplo, que Moisés estuvo muchoante esa realidad y no siempre descubrió en ella a Dios. Sólo cuando su sensibilidad se sintonizó condolor del pueblo oprimido, cuando se descubrió parte de ese mismo pueblo, pudo descubrir al Dios queno está con la injusticia, pero se muestra siempre al lado de quien la padece. Moisés, nos enseña el textobíblico, no descubrió a Dios al lado de la opresión, porque ella impide la realización del hombre; le fueposible hacerlo al lado de los oprimidos, en la búsqueda de justicia que a~re. las posibilidades. derealización plena del mismo. Fijémonos bien, Moisés no descubrió a los o~nmldos al lado ~e DIOS,descubrió a Dios al lado de los oprimidos, cuando se hizo uno de ellos. (SANCHEZ HERNANDEZ,

Olvani. Op.Cit.)

27 Cfr. SÁNCHEZ HERNÁNDEZ, Olvani. Op Cit., (Horizontes abiertos).

OLVANl FERNANDO SÁNCHEZ HERNÁNDEZ

Una teología elaborada desde aquí no

se convierte en la elaboración de teorías

que corrigen teorías desde otras teorías.

Se convierte en un saber que, en medio de

esta historia que nos ha correspondido vi­

vir, Dios se sigue manifestando a favor de

la vida y, en consecuencia, afina su mira­

da para disponerse a "caer en la cuenta"

de cómo nuestro Dios se sigue haciendo

historia a la fuerza, aún contra aquellos que,

creyendo o no en Él, intentan hacerlo in­

diferente al sufrimiento de su pueblo. So­

lamente que, como nuestra tradición reli­

giosa nos enseña, estas lecturas de

revelación no se pueden hacer desde el

puesto de los espectadores de la historia,

sino desde el lugar de quienes se han com-