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ÁNGEL CARRASCO PERERA Catedrático de Derecho Civil Garantías y registro internacionales sobre equipo aeronáutico en el Convenio de Ciudad del Cabo 22 de marzo de 2018

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ÁNGEL CARRASCO PERERA

Catedrático de Derecho Civil

Garantías y registrointernacionales sobre equipoaeronáutico en el Convenio

de Ciudad del Cabo

22 de marzo de 2018

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Ilmo Sr. Decano, Sras y Srs.Yo no elegí el tema de esta conferencia, cuya impartición en este

foro de Notarios constituye para mí un timbre de honor. De hecho, mefue propuesta por el Sr. José Aristónico, en su presuposición, que yo nome atreví a desmentir, de que yo era un experto en materia de garantíasinternacionales sobre equipo aeronáutico. Todo lo más, yo era y soy unconnaisseur de la materia y había escrito alguna cosa desde que Españase adhiere al Convenio; algo más que un diletante, pero no tan avanza-do como un experto.

A medida que con el tiempo he ido ganando en ciencia y manejo dela sistemática y de la semántica del Convenio, me fue preocupando másy más cómo iba a ser posible que este instrumento internacional ratifi-cado por España llegara a ser efectivo en nuestro país. Me fui dandocuenta de sus enormes lagunas. Aprecié que lo que en él se regulaba nohabía sido de ninguna manera contrastado en el fondo ni en la forma conlas particularidades o prejuicios de una cultura clásica de civil Lawcomo la española, acostumbrada desde años, además, a manejarse en eltema de aviones con una estructura de garantías de formato clásico:documentación pública, calificación registral plena y rígidos parámetrospara la ejecución judicial1. En algún momento, creo recordar, me posi-cioné públicamente contra la irremediable e ignara tentación de dar elpaso adelante, que lo dimos, de ratificar el Protocolo de material aero-náutico.

Hemos vivido hasta ahora la primavera de las inscripciones degarantías internacionales del sistema del Convenio de Ciudad del Cabo.Y nos hacemos cruces de lo fácil y barato que es registrar una garantíainternacional sobre un avión. Los abogados se regocijan por el invento,los operadores aeronáuticos se regocijan por el invento, los financiado-

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1 El grado de desconocimiento de esta tradición por los supporters anglosajones delConvenio es tal que se llega a afirmar que, salvo en jurisdicciones como Canadá y USA,las garantías mobiliarias no posesorias sobre aviones eran desconocidas en el resto delmundo (un ejemplo, WINN, THe Cape Town Convention’s International Registry: deco-ding the secrets of success in global electronic commerce, Cape Town Convention Jour-nal, September 2012, pag. 37).

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res se regocijan por el invento. Creo que son Notarios y Registradoresespañoles los únicos que no se regocijan por el invento.

Pero esto es sólo la primavera. El invierno está por llegar, un «invier-no de nuestro descontento» que propongo entender en un sentido contra-rio al del afamado verso shakespeariano. Algún día tendremos que poneral sistema en fricción con el terreno, esa «horrenda fricción» de quehablaba Clausewitz2 como capaz de arruinar la más elaborada tácticadiseñada sobre el papel. Ese será el día en que haya que resolver en Espa-ña un conflicto de preferencias o el día, todavía ignorado aquí, en que porprimera vez haya que ejecutar una garantía «Ciudad del Cabo» sobre unaaeronave o haya que ejecutar la reserva de dominio sobre un motormediante el expediente de desmontarlo clandestinamente y sacarlo deEspaña sin que se entere la fuerza pública que custodia el aeropuerto.

Intentaré demostrar que la aventura de la adhesión al sistema de Ciu-dad del Cabo será para España un gran fracaso si no va acompañada dereformas sustantivas, concursales y procesales de nuestro Derechocomún, o, al menos, del aeronáutico. Estas reformas no se esperan. Estesombrío juicio es contrario al común que se lee y escucha, promovidoespecialmente por quienes están interesados en mantener la prevalenciade la ley inglesa y el monopolio de los muchos réditos que genera estetráfico para las plazas financieras y su clase de juristas3.

No voy a analizar con detalle el Convenio. Sería imposible e inútil.Una parte de los oyentes ya conocen lo suficiente del sistema como parano ganar mucho con una exposición prolija del texto internacional. Ypara quienes ignoren la regulación, cualquier exposición extensa seríafarragosa y pesada de seguir. Por eso, haré una síntesis de la normativa,que pueda ser provechosa, y después reflexionaré sobre el contraste dela norma internacional con la realidad normativa española.

1. EL CONVENIO DE CIUDAD DEL CABO Y LA LEY APLICABLEEN DEFECTO DEL CONVENIO

El Convenio de Ciudad del Cabo, promovido por UNIDROIT y laOACI4, relativo a garantías internacionales (international interests)

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2 Vom Kriege [1832], Nikol Verlag, 2017, pag. 98.3 Véase el elocuente y desinhibido ejemplo de GLAISTER, MURPHY, CHAN, DUNNE,

ACRATOPULO, Lex situs after Blue Sky: is the Cape Town Convention the solution?, CapeTown Convention Journal, september 2015, pags. 3-23

4 Y el patrocinio de la IATA y del AWG, http://www.awg.aero/projects/capetownconvention/

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sobre elementos de equipo móvil, firmado el 16 noviembre 2001, y suProtocolo referido a los elementos de equipo aeronáutico, de la mismafecha, son obligatorios para España, con fuerza superior a la de ley (art.96 CE)5. El contenido normativo de ambos textos no pretende (princi-palmente) la imposición de deberes a los Estados contratantes ni la pro-gramación de obligaciones de resultado que aquéllos podrían cumplir demaneras diversas. Es, por el contrario, sustancialmente un compendio deDerecho privado material de eficacia interprivada. Ambos textos hanentrado en vigor para la Comunidad Europea6 –pero sólo en lo respecti-vo al ámbito de competencia de la Unión– el 1 de agosto de 2009, sinque ello comporte la obligación de los Estados Miembros de adherirseal Convenio. España se adhiere al Convenio el 28 de junio de 2013, ycon fecha de 1 febrero de 2016 se publica en el BOE el instrumento deadhesión al Protocolo. De acuerdo con art. 49.2, entonces, el Convenioy Protocolo entran en vigor en su conjunto para España el 1 de marzo de20167. En caso de discrepancias entre los dos instrumentos, el Protoco-lo es de aplicación preferente (art. 6.2).

En lo sucesivo, denominaré CCC al conglomerado normativo delConvenio y del Protocolo (cfr. arts. 6.1 y II.2). La numeración de artícu-los en arábigo se corresponde con preceptos del Convenio; la numera-ción en romano son preceptos del Protocolo. Las Normas yProcedimiento para el Registro Internacional, séptima edición, 2016,serán referidos como el Reglamento8.

El Convenio no es una ley nacional a los efectos del Reglamento UERoma I, sino que forma parte de la ley nacional de cada Estado adheri-do. Por eso, la designación de la española como ley aplicable comporta-rá la aplicación por ese mismo hecho del CCC tal como éste ha sidorecibido en España por los instrumentos de adhesión. Aunque un análi-sis más cuidado podría cuestionar la siguiente afirmación, creemos queel CCC no puede ser aplicado por la sola elección del mismo como ley

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5 Sobre la relación del Convenio de Ciudad del Cabo con otros Convenios interna-cionales, CASTELLANOS RUIZ, Compraventa internacional de grandes aeronaves civiles,2017, pags. 226-230.

6 Como Organización Regional de Integración Económica. Decisión del Consejo2009/370, de 6 abril 2009 (DO L 121, 15 mayo 2009).

7 Por un perverso juego de fechas, la cuestión es dudosa respecto de las declaracio-nes que España hizo al Convenio después de haberse adherido a él y aprovechando elinstrumento de adhesión al Protocolo: son las declaraciones hechas en virtud de los arts.39.1 a), 40 y 53. Con todo, el tiempo ya pasado hace innecesario emplear recursos endiscusiones sobre este extremo.

8 www.internationalregistry.aero.

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aplicable por las partes del contrato, si no se da algún factor de conexiónprevisto en el CCC.

Los extremos que no hayan sido regulados por el CCC están sujetosa la ley aplicable, que es la que resulta de aplicar las normas de Derechointernacional privado del Estado del juez que está conociendo del caso.Si el juez es español, la ley aplicable a los aspectos contractuales será laque resulta del Reglamento Roma I y la ley aplicable a los efectos jurí-dico-reales la lex rei sitae conforme al art. 10 CC.

Aunque este extremo no pertenece al ámbito normativo del CCC,puede ser útil recordar que ni la LNA (arts. 16, 18) ni el RD 384/2015(arts. 11, 16), ni el Reglamento UE 1008/2008 [arts. 4 a), c), 12; contras-tar con art. 5.2 a) OM 12 marzo 1998] determinan que ciertos tipos deaeronaves o que las aeronaves pertenecientes a cierto tipo de personasdeban estar obligatoriamente matriculadas en España; pueden estarlo encualquier país del EEE, incluso si la licencia del operador está expedidaen España.

2. SÍNTESIS DE LA REGULACIÓN DEL CCC

1. El Convenio crea tres tipos de «garantías internacionales» (inter-national interests). Lo que el CCC llama security interest y nosotrospodríamos denominar garantía pignoraticia, pero que puede ser tambiénuna venta fiduciaria en garantía o un derecho de realización de valor atí-pico, la reserva de dominio del vendedor y la posición dominical delarrendador. El Protocolo añade la venta simple, aunque en este caso elvendedor es el «deudor» a efectos de determinar la aplicación del Con-venio. Dejamos sin desarrollar la cuestión de si se pueden (que sí se pue-den) crear nuevos subinterests sobre estas garantías primarias. De todasformas, en el certificado registral no figura cuál de las tres clases deinternational interest es la registrada.

2. Están protegidos los titulares de garantías internacionales, inscri-tas o no inscritas, pero también el comprador bajo reserva de dominio oel arrendatario encuentran protegidos su ius possidendi si está inscrito elcorrespondiente interest de su contraparte. Esta posibilidad da lugar aextrañas combinaciones de preferencias e inoponibilidades que no voy adesarrollar en este lugar.

3. Las garantías internacionales pueden recaer (sólo) sobre unacélula de aeronave (airframe), un motor de aeronave o un helicóptero.No pueden recaer conjuntamente sobre la aeronave como cosa unitaria.Dejamos sin desarrollar cuestiones propias del derecho de accesión, en

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parte, pero no en todo, tratadas por el CCC y omitimos la discusión acer-ca de la posibilidad de inscribir una garantía sobre motores de helicóp-tero. El documento contractual puede ser común para las tres clases deobjetos aeronáuticos.

4. Una garantía no es «internacional» porque recaiga sobre unsupuesto negocial de tráfico con elemento extranjero (como ocurre, porejemplo, con el Convenio de Viena de venta internacional de mercade-rías), ni porque se exprese en el contrato que se constituye como tal (esdecir, como una garantía «específica del CCC»), ni porque se inscribaen el Registro internacional sito en Dublín, porque las garantías interna-cionales pueden no estar inscritas. Dado que España no ha hecho ladeclaración correspondiente, existe una garantía internacional desde elmomento en que se constituye –con el nombre que las partes elijan– uninterest de los especificados por el CCC –bajo cualquier nombre imagi-nable– sobre una de las tres clases de objetos aeronáuticos y con un con-tenido negocial tan sumario como se establece en el art. 7, que ni tansiquiera requiere el establecimiento de un máximo de responsabilidadcuando se constituye una garantía omnibus. Realmente, el único requi-sito positivo del «acuerdo» es la identificación del objeto9.

5. En consecuencia, salvo por detalles menores que no voy a expo-ner, no existe utilidad en constituir una garantía «española» sobre célu-la de aeronave más el motor, ni inscribirla en el RBM ni elevarla adocumento público, porque se puede constituir esa misma garantíacomo garantía CCC a menor coste. Cualquier garantía posesoria o noposesoria (incluyendo la reserva de dominio) constituida en España porespañoles sobre una célula de aeronave matriculada en España o sobreun motor sito en España o sobre un helicóptero matriculado en Españaes una garantía del CCC, sin perjuicio de que pueda ser también unagarantía española si se constituye conforme al Derecho común españolo la LHMPSD.

6. En España, al menos, las garantías del CCC se suelen otorgar endocumento público (póliza) y el contrato contiene todos los detalles queson usuales en un contrato de garantía de documentación completa. Peroel contrato como tal no se inscribe en el Registro Internacional ni tam-poco en el RBM español.

7. El CCC se aplica si el deudor está situado en un país adherido alConvenio en el momento de perfeccionarse el contrato o si la aeronave

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9 La norma exige que el titular del derecho a constituir tenga poder de disposición.Pero esto es algo que no se revela ni del acuerdo ni de la inscripción. De hecho, no esun extremo controlado por el sistema.

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está matriculada en el Registro de Matrícula en un Estado adherido alCCC. A estos efectos, si el motor está instalado en la aeronave, se con-sidera que se halla sito en el lugar de matrícula de ésta. Dejamos de con-siderar en este segundo caso los problemas que generaría ladesmatriculación cuando falta otro punto de conexión, como la situacióndel deudor. En principio, el conflicto móvil es irrelevante.

8. Las garantías internacionales inscritas son preferentes frente a lasulteriormente inscritas y frente a las no inscritas, aunque el acreedor pre-ferente conociera el derecho no escrito preexistente. Los subinterest ins-critos son preferentes frente a las garantías internacionales no inscritas.La adquisición de propiedad por venta, si inscrita, es preferente frente atoda garantía anterior no inscrita (pero no preferente al dominio no ins-crito, contra la tesis repetida por el AWG). Una garantía que es unagarantía internacional del CCC, aunque sea igualmente una garantía«española» y se halle inscrita en el RBM, es una garantía no inscrita aefectos del CCC si no está inscrita en el Registro Internacional, y, porende, está postergada en rango. Salvo que se trate de garantías españo-las válidamente constituidas como tales antes de la adhesión de Españaal CCC, cuya prioridad se respeta. Una garantía española (no preexisten-te al CCC) sobre aeronave que esté inscrita en el RBM no puede ser unagarantía del CCC, pero sucumbe frente a las garantías del CCC poste-riormente inscritas que recaigan sobre una célula o un motor de aerona-ve.

9. El CCC no establece ni presupone ningún sistema para solucio-nar las colisiones de garantías de distinto rango. En ningún caso se diceque sólo el acreedor de primer rango pueda hacer uno de los remediosespecíficos a los que luego me refiero. No establece ningún sistema desubsistencia ni de purga de cargas concurrentes10.

10. Cada Estado puede declarar conforme al art. 39 qué derechos yprivilegios no contractuales son absolutamente prioritarios frente a unagarantía internacional11. España ha hecho esa declaración, pero en térmi-nos amplísimos, pues en el Instrumento de adhesión al Protocolo se dice

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10 El art. 8.6 parece suponer la existencia de un sistema de purga de cargas posterio-res. Pero más bien está dando a entender que por principio es el acreedor de primer rangoel que puede ejecutar. El art. 9.5 debería haber especificado, en lugar de expresarse enlos términos que lo hace, que la dación en pago barre las cargas posteriores, no que esprioritaria frente a las cargas posteriores.

11 Cfr. PRITCHARD/LLOYD, Analysis of Non-Consensual Rights and Interests underArticle 39 of the Cape Town Convention, Cape Town Convention Journal, September2013, 3-40.

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al respecto que «todas las categorías de derechos o garantías no contrac-tuales que conforme a la ley española tienen y tendrán prioridad en elfuturo sobre una garantía relativa a un objeto que sea equivalente a la deltitular de una garantía internacional inscrita, tendrán prioridad en igualmedida sobre una garantía internacional inscrita, tanto dentro comofuera de un procedimiento de insolvencia, y tanto si fue registrada anteso después de la adhesión del Reino de España».

11. Ante el incumplimiento del deudor, el titular de la garantía inter-nacional (o de las distintas y concurrentes garantías internacionales) quees un security interest está facultado para tomar posesión o control delobjeto, vender o arrendar el objeto, percibir del objeto con carácter anti-crético los provechos que produzca, siempre que proceda de una mane-ra «comercialmente razonable». En el CCC estas medidas sonautoejecutivas y no necesitan de concurso judicial ni cursan a través deun procedimiento judicial. Puede también, bajo ciertas condiciones(incluida la autorización judicial) atribuirse el bien en pago. El titular deuna reserva de dominio o el arrendador pueden resolver unilateralmen-te el contrato incumplido y reposeer la cosa. También aquí los conflic-tos de preferencias pueden dar lugar a situaciones turbadoras.

12. España ha hecho una declaración del tipo de las impuestas porel art. 54.2 CCC, en virtud de la cual, ninguna de las medidas anterior-mente descritas podrá ser efectiva sin autorización judicial previa. Claroes que España sólo puede exigir esta autorización si las medidas ejecu-tivas se realizan en territorio español.

13. El acreedor puede instar también la adopción judicial de medi-das cautelares12. Después me referiré a un solo extremo de esta comple-ja materia.

14. El titular de un interest sobre cualquiera de los objetos aeronáu-ticos del CCC puede proceder, si el deudor13 lo autoriza y otorga al res-pecto una autorización irrevocable (IDERA Route), para desmatricularla nave y exportarla fuera de la jurisdicción, sin perjuicio de poderseguir al respecto la vía judicial (Court Route). No voy a desarrollar losproblemas específicos que esta autorización plantea14. En cualquier caso,también para España son autoejecutivas las medidas de desmatricula-ción y reexportación.

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12 Sólo las del art. 13, pero no las del art. X.13 Sólo si el deudor es aquél a cuyo nombre está matriculada la nave en el Registro

de Matrícula.14 Cfr. GERBER/WALTON, De-Registration and Export Remedies under the Cape Town

Convention, Cape Town Convention Journal, November 2014, 49-68.

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15. El Registro internacional está sito en Dublín y se define comoun medio para practicar y consultar inscripciones. Es un registro auto-matizado, que incorpora y publica sólo datos sumarios sobre el objeto ytipo de garantía (es un sistema notice based, arts. 3.2 y 5.3 del Regla-mento)15. No existe calificación. El Registro no es constitutivo y sóloparcialmente un Registro acorazado por el principio de inoponibilidad.Los tribunales nacionales no pueden dar órdenes ni revocar decisionesdel Registrador ni cancelar inscripciones hechas en el Registro Interna-cional, salvo que acudan (aunque la cosa ni se menciona en el CCC) alsistema nacional o convencional de reconocimiento y ejecución de deci-siones judiciales extranjeras.

16. Se registran las garantías internacionales, las garantías interna-cionales futuras, los derechos y garantías no contractuales del art. 39 quesean susceptibles de inscripción por una declaración de equiparaciónhecha por el Estado miembro conforme al art. 4016, las cesiones y cesio-nes futuras de garantías internacionales, los subinterests que se constitu-yan sobre las posiciones contractuales del comprador con reserva dedominio o del arrendatario, la adquisición de garantías por subrogacióny los acuerdos de subordinación de rango. La inscripción puede ser prac-ticada por cualquiera de las partes con consentimiento de la otra. Pordeclaración española relativa al art. 40, pueden inscribirse como garan-tías internacionales «los derechos de una persona que haya obtenido unaorden judicial que autorice el embargo de un objeto aeronáutico para elcumplimiento total o parcial de la resolución de un tribunal y los gravá-menes u otros derechos de una entidad estatal en relación con impues-tos u otros tributos no abonados».

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15 Según el art. 5.3 del Reglamento, la información contenida en la inscripción deun international interest consiste sólo en a) la firma electrónica de la persona queefectúa la inscripción; b) el nombre de cada una de las partes nombradas; c) lasiguiente información que identifica el objeto aeronáutico: i) nombre del fabricante;ii) designación genérica del modelo del fabricante; y iii) número de serie del fabri-cante asignado al objeto aeronáutico; d) la fecha de expiración de la inscripción, si lainscripción ha de extinguirse antes de solicitar la cancelación; e) en el caso de unagarantía internacional o de una garantía internacional futura, el consentimiento de laspartes nombradas, dado en virtud de una autorización; f) las direcciones electrónicasde las personas a las que el Registro internacional enviará avisos de información encumplimiento del Artículo 6; y g) si entre las personas nombradas se incluye más deun acreedor, el nombre del acreedor que ha de tener el derecho exclusivo de consen-tir la cancelación de esa inscripción.

16 Cfr. PRITCHARD/LLOYD, Analysis of Non-Consensual Rights and Interests underArticle 39 of the Cape Town Convention, Cape Town Convention Journal, september2013, 3-40.

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17. Para las células de aeronaves y helicópteros matriculados enEspaña, el RBM de Madrid es el «punto de entrada» al Registro Interna-cional. Se solicita del RBM que autorice la transmisión de la informaciónal Registro Internacional con el otorgamiento de un número (UniqueAutorization Code) que se pide y se obtiene del Registrador de BienesMuebles que oficia de punto de acceso para realizar la inscripción en elRegistro Internacional. El Registrador español no califica el contrato niel derecho real que se crea. El otorgamiento de un número de Registro nocomporta que la garantía internacional tenga que inscribirse ni anotarseen España. De hecho, no se hace. De hecho, también, y a pesar de lo dis-puesto en el art. 29 del Reglamento del Registro de Matrícula de Aerona-ves, las garantías del CCC no se inscriben ni anotan en el Registroespañol de Matrícula. Los problemas que ello plantea en caso de ejecu-ción de la autorización de desmatriculación son casi irresolubles.

18. El art. 42 crea un foro electivo sobre «reclamaciones presenta-das con arreglo al presente Convenio». El CCC sólo exceptúa de estefuero por elección la competencia judicial relativa a las medidas caute-lares y la competencia judicial para dictar órdenes contra el Registrador.Pero es evidente que el CCC olvida la competencia específica del juezde la ejecución, que no está comprendida en el art. 4217. España no tieneninguna competencia judicial exclusiva para la ejecución sobre objetosaeronáuticos matriculados en España o sitos en España y a estos efectos,entre países de la UE, debe aplicarse el Reglamento Bruselas I. Pero laelección de un foro internacional en el contrato de garantía no exime dela competencia del juez español, si es requerida, para proceder a la eje-cución de bienes sitos o matriculados en España. Observemos finalmen-te que una ejecución autoejecutiva llevada a cabo fuera de Españaunilateralmente por un acreedor no es una decisión judicial que estésujeta a ningún régimen particular de reconocimiento de resolucionesjudiciales extranjeras; aquí el problema es de ley aplicable, no de com-petencia judicial. Los problemas que ello plantea son también de granenvergadura, pero no los consideraré.

19. Por limitaciones impuestas por la UE, que no voy a explicar–pero cuya razón de ser tampoco entiendo–, los países de la Unión nopueden elegir ninguna de las opciones previstas en el art. XI del Proto-colo18. En consecuencia, el CCC no comporta para España ningún régi-men particular de insolvencia, sin perjuicio de lo que el legislador

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17 Entre otras razones, porque la ejecución judicial no es «cualquier reclamacióninterpuesta conforme a esta Convención.

18 Cfr. Decisión del Consejo 2009/370, de 6 abril 2009 (DO L 121, 15 mayo 2009).

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español quisiera conseguir mediante su competencia legislativa sobreDerecho concursal interno, que no parece estar prevista.

3. LA EFECTIVIDAD DEL CCC EN ESPAÑA

3.1. La «garantía internacional» constituida como «garantíanacional» y la praxis española

En la praxis de los operadores en España se ha hecho común, mer-ced a la fuerza de atracción de la ley inglesa en todo contrato de finan-ciación, que los contratantes celebren una charge (mortgage) sujeta aDerecho inglés y al mismo tiempo una garantía internacional del CCC,todo ello sobre células de aeronave matriculadas en España. La razón deeste proceder tan extraño se explica en parte por el seguidismo que exis-te en este sector de la abogacía y por las posibilidades de actuación queesta garantía británica, que no tiene que estar inscrita para ser eficaz,otorga al acreedor garantizado. Naturalmente, los juristas ingleses estáninteresadísimos en defender este proceder a toda costa, básicamentemediante la pretensión mercenaria de que en el asunto de los avionesdebería cambiarse el foro de conexión que es la lex rei sitae por la leydel contrato, que es mayoritariamente la inglesa por elección de las par-tes19. El Registrador de Bienes Muebles competente en el punto de entra-da no puede controlar esta práctica, como tampoco puede hacerlo elRegistrador internacional. En consecuencia, el interest se inscribe.

Téngase presente que no existe norma del CCC ni norma españolasupletoria que imponga que tenga lugar obligatoriamente en España laejecución sobre células de aeronaves y helicópteros sitos en España. Portanto, podría perfectamente ejecutarse en Gran Bretaña. Esta ejecuciónbritánica no sería necesariamente judicial, incluso podría no ser siquie-ra una ejecución fundada en un «documento público» en el sentido delart. 58 del Reglamento UE Bruselas I. Si no es una ejecución judicial,no podría ser «reconocida» en España, ni tampoco podría ser «ejecuta-da» (¡ya está ejecutada!) en el sentido de los arts. 36 y 39 del Reglamen-to UE Bruselas I; y todo ello sin contar ahora que una consecuenciaesperable del Brexit será que Gran Bretaña se quede fuera del espacio dereconocimiento judicial europeo.

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19 Cfr. GLAISTER, MURPHY, CHAN, DUNNE, ACRATOPULO, Lex situs after Blue Sky: isthe Cape Town Convention the solution?, Cape Town Convention Journal, september2015, pags. 3-23.

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Pero si la ejecución tuviera lugar en España por «vía judicial» (luegovolveré sobre este epíteto) el juez español tendría que aplicar el art. 10.2CC, y considerar imperativamente como estatuto jurídico real la ley delEstado de matrícula, que es España en nuestro caso, y extender estaregla a los motores instalados en la aeronave [art. IV.2 b)]. Por tanto, sinprofundizar sobre la conducta a seguir por el juzgador, lo cierto es quela garantía inglesa en cuestión no podría ejecutarse en España como seejecuta un charge ni sería aplicable ningún privilegio del acreedor eje-cutante que no estuviera reconocido en la ley material o en la ley proce-sal española, salvo los que se contengan en el CCC en la forma en queéste es vigente para España.

Reparemos que el objeto del interest de CCC es la «célula de aero-nave» (airframe) – más eventualmente los motores– pero no la «aerona-ve» (aircraft), y que el art. 10.2 se refiere a la aeronave como cosacompuesta. Sin embargo, considero que a los efectos de ley aplicable elconcepto de aeronave del Código Civil debe entenderse comprensivo dela célula de aeronave como tal, que de hecho es el objeto de la matrícu-la de aeronave, y así se desprende sin duda del art. IV.2 a).

Los operadores españoles no podrían actuar constituyendo al mismotiempo una garantía del CCC y una garantía real no posesoria «españo-la», porque en España se requeriría inscripción registral en RBM, a dife-rencia de la charge anglosajona, y ningún operador cometería lainsensatez de afrontar los costes de constitución de una garantía regis-tral española si se los puede ahorrar de otra forma. Pero todavía quedala opción de constituir una garantía española no posesoria «perfecta» enla medida en que la LHMPSD pueda extender los derechos más allá delos que confiere el CCC20 y no sea evidente que esta extensión ergaomnes pudiera ser conseguida con meras cláusulas contenidas en el con-trato de garantía internacional.

Los operadores españoles tampoco precisan de una «garantía espa-ñola subyacente» para completar las eventuales lagunas del CCC en fasede ejecución de la garantía. Según el art. 12, toda medida adicional «per-mitida por la ley aplicable» puede ejercerse por el titular de un interna-tional interest. Entiendo que esta casi desmañada oración tiene unalcance tan importante como el siguiente. Si el titular dispone de un títu-lo ejecutivo del art. 517 LEC (¡hay que constituir en póliza notarial lagarantía internacional!), también podrá proceder contra los objetos gra-

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20 Los «repuestos de almacén» forman parte integrante de la hipoteca española deaeronaves (art. 39 LHMPSD), pero no son componente de la garantía internacional nipueden ser objeto de garantía internacional independiente.

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vados conforme al procedimiento procesal ejecutivo especial contrabienes pignorados, de los arts. 681 y sgts LEC, porque, sin necesidad dedescansar en una «garantía pignoraticia española», la garantía interna-cional ya vale como garantía pignoraticia «española». Efectivamente, la«ley aplicable», por definición no va a conceder estos remedios adicio-nales precisa y expresamente a las garantías de CCC, porque la ley espa-ñola ni pensaba ni piensa en las garantías CCC expresamente, por lo quedebe tratarse de medidas nacionales referidas a garantías nacionales. Esmuy importante que esta interpretación prevalezca en la judicatura espa-ñola si queremos que el CCC tenga posibilidades reales en su contactocon nuestro territorio. Si no es así, no tendremos más remedio que vol-ver a constituir garantías registrales españolas subyacentes al internatio-nal interest, porque España no tiene la suerte de disponer de una garantíareal no posesoria innominada y no registral. Con todo, por razones prag-máticas debemos extender este tratamiento propio de las garantías espa-ñolas sólo a las garantías CCC que estén registradas, porque de otromodo incurriríamos en la inconsistencia de permitir que se ejecutara enEspaña como garantía internacional CCC no inscrita una prenda sin des-plazamiento española sobre motores que tampoco estuviera inscrita yque no sería válida como garantía española.

3.2. La resistencia del ecosistema ejecutivo

Para un jurista continental, la redacción del CCC, con todos los méri-tos creativos que hay que reconocer a esta obra normativa, genera una sen-sación de cultura jurídica naif, una obra de juristas en estado puro que nosufren la resistencia del medio ni parecen conocer el desgaste que laimplementación práctica impone a todo constructo normativo. Tiene unola tentación de pensar que los juristas que intervinieron en su redacciónhan sido invigorados únicamente por la soledad creativa de sus estudioslibrescos, mientras que los técnicos intervinientes –es decir, los que sabí-an de aviones– carecen de la más rudimentaria noticia de cómo opera elDerecho cuando inevitablemente tiene que desgastarse con el frotamientoconstante con el medio, haciendo este frotamiento que la velocidad idealdel sistema vaya perdiendo progresivamente momentum. Incluso cuandoun juez deba intervenir (pocas veces será ello en el entender del CCC), sepronunciará con la velocidad del rayo, sin que se generen odiosos costesde impasse temporal, condición genuina para que el sistema funcione.

Pero sería injusto reducir la reflexión a esta mera crítica. Se trata másbien de sustanciales y radicales diferencias de cultura jurídica, que no

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pueden ser desarraigas por muchos convenios armonizadores que se fir-men. La cultura de la financiación de aviones en USA es una culturadonde reina la repossession unilateral sin otro límite que la no «rupturade la paz» social21. La cultura jurídica española es una cultura del proce-dimiento institucionalizado y de la firme tipicidad jurídica de los reme-dios ejecutivos puestos a disposición del acreedor, como muyelocuentemente demuestra la reciente STS de 2 febrero 2018 a propósi-to de la tipicidad procesal y material imperativa del procedimiento dereposesión de los bienes vendidos bajo reserva de dominio conforme alart. 16 LVPBM.

Se puede evitar el desgaste del rozamiento con el medio adversocuando se regulan las condiciones de inscripción, porque hasta estepunto el proceso funciona de una manera no conflictual, sin roce con elmedio. El Registrador de Madrid «traga» lo que le presenten y el deDublín «traga» también, porque de hecho es una máquina. Pero cuandohay que proceder a la ejecución o a la resolución del conflicto de prefe-rencias, entre otras cuestiones polémicas posibles, este desgaste esinapelable. Es entonces cuando la norma del sistema CCC se muestracon las mejores galas de su apabullante ingenuidad. El CCC pareceescrito para «un mundo sin conflictos». Ni tan siquiera el radical enfren-tamiento que supone de suyo poner frente a frente a un acreedor garan-tizado y a un deudor incumplidor es descrito en el CCC con los trazosfuertes de una relación de conflicto y más parece un certamen de corte-sías mutuas: el deudor debe dejarse ejecutar en términos «razonables» yel acreedor procede a llevarse el avión en términos «razonables».

Parece claro que el CCC no se ha representado el desenvolvimientode un conflicto de aplicación en el seno de un procedimiento de ejecu-ción con intervención judicial. Es asombroso que en el Cap. XII (Juris-dicción), el CCC ni siquiera haga mención de esta competencia judicialinsoslayable. Y que el art. 54.2 no haya reparado que la aparente exten-sión del supuesto del precepto es irreal, pues ningún Estado adherido alCCC puede imponer que una garantía internacional ejecutada fuera de sujurisdicción sólo pueda ser eficaz en España por vía de reconocimiento siha sido cursada la ejecución extranjera con autorización judicial. La auto-rización judicial del art. 54.2 es para España la que se requiere sólo paralas ejecuciones que tengan lugar dentro de la jurisdicción española. Dehecho, ningún otro juez competente extranjero deberá aplicar el CCC con

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21 Cfr. por ejemplo el conflicto entre Delta y Oasis Airlines que llegó finalmente alTS en un pleito sobre competencia judicial internacional (STS 31 octubre 2007, RJ6815).

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las reservas y declaraciones hechas por España, aunque el deudor estésituado en España o la aeronave esté matriculada en España.

¿Cómo se puede iniciar y resolver una ejecución con interesadosplurales con las previsiones ilusorias de los arts. 8-10 CCC? ¿Quién,cómo y cuándo dice que una forma de ejecución no es «comercialmen-te razonable»? ¿Quién determina que la cláusula contractual es «excesi-va», si el CCC ni siquiera ha reparado –aunque no puede prohibirla, porsupuesto– en la competencia naturalmente exclusiva del juez de la eje-cución, distinto del juez elegido por las partes? ¿Cómo sabe el titular dela garantía cuáles son las «personas interesadas» a las que debe dar avisode la ejecución, cuanto más que puede tratarse del titular de un interestque no se halle inscrito o de una garantía inscrita sólo en un registronacional, o, más grave, de un derecho preexistente del art. 60? O a lainversa, ¿cómo se enteran los «interesados» del art.8.4 b) que existe unacreedor garantizado que pretende vender o arrendar, para que puedan«avisarlos» de sus derechos? ¿De qué manera puede, incluso el mejorintencionado acreedor, hacer de juez en causa propia y «distribuir» jus-tamente entre los interesados el producto de la ejecución y cómo se pue-den oponer estos interesados cuando les convenga a su derecho? ¿Quémisterioso tribunal es el que fantasmalmente aparece como apoderadoen el art. 8.6 o en el art. 9.2? ¿Ignora el redactor del CCC que casi siem-pre que un «interesado» pretenda abonar una garantía preferente parasubrogarse en ella hay disputas contenciosas, mucho más en el sistemade CCC, donde el acreedor subrogante puede «sobrepasar» al acreedorintermedio con un montante de deuda muy superior a la que era debidaal garante senior?

Como se ha dicho anteriormente, los arts. 29 y XIV determinan elrango de las «garantías concurrentes». Pero si hay conflicto, y el tribu-nal que conoce del asunto es español, que aplicará por ende la ley pro-cesal española sin importar la jurisdicción a la que se hayan sometido laspartes, no tendrá otro recurso para solventar este conflicto que median-te una tercería judicial. ¿Será de mejor derecho o de dominio? Aunquela lógica del CCC casi impone la necesidad que fuera una tercería dedominio –de otra forma el acreedor senior no podrá obtener el controldel objeto para su posterior ejecución, si le interesa– la lógica procesalespañola aboca muy probablemente a que se resuelva como una terceríade mejor derecho, y esto se traduce en una convulsión de los fundamen-tos de ejecución del sistema de CCC, en un fracaso mismo del sistema.

Mas incluso esta última especulación que hacemos es irreal. Nopuede existir tercería de ningún tipo porque no se introduce ningún inci-dente en un procedimiento de ejecución de título crediticio ajeno, ya que

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el «juez» español de la autorización en CCC no es propiamente el juez dela ejecución, sino el juez de primera instancia que resuelve un expedien-te de jurisdicción voluntaria de naturaleza innominada, como explicaré.

Y es que el ejercicio de interests por titulares de international inte-rests que son subordinados en el rango de las inscripciones CCC es unafuente de enigmas irresolubles. ¿Se conserva y mantiene el rango el inte-rest senior? ¿Se extinguen todas las cargas como ocurre en la venta for-zosa del buque? ¿Puede el ejecutante junior reexportar la aeronave yrematricularla, a pesar de que el IDERA esté eventualmente nominadoen la persona del titular del interest senior? Con todo esto podemosespecular, pero no tiene sentido hacerlo antes de que nos enfrentemos aexperiencias de conflictos, porque el CCC no da base para nada y per-mite que cada cual obtenga sus conclusiones arbitrarias.

Imagino entonces que el conflicto de preferencias acabará siendopoco menos que un conflicto estratosférico, disputándose abstractamen-te en un foro internacional y en un proceso ad hoc una cuestión quepuede prolongarse por años. Al final, se llevará «el gato al agua» el quedisponga de un fuero de competencia cautelar en su propio domicilio,que será el lugar en que físicamente se encuentre el objeto (cfr. art. 43).

Digo lo propio cuando me represento otro conflicto hartamente pro-bable. El titular de la garantía o derecho senior quiere ejercitar el reme-dio correspondiente de los arts. 8 a 10, pero el objeto se encuentra enpoder de otro interesado con un derecho o garantía junior (vgr. unembargo sobre el avión, art. 40). De nada vale que los arts. 8-10 y IXprevean medidas autoejecutivas si sólo son practicables con una repose-sión que el acreedor no puede procurarse de propia mano. Me represen-to el conflicto más que probable en el que el titular de la garantía ointerest senior quiere reposeer el avión que está en pista y embargado enfavor de un tercero, que, por supuesto, no va a dejar que el titular de lagarantía se lleve el avión.

3.3. El fracaso del sistema de insolvencia

Como el art. XI ha dejado de ser operativo, por las razones explica-das, no existe ningún régimen especial para las garantías internaciona-les dentro de un procedimiento de insolvencia. La cuestión aquí pareceque debe reducirse a la de una simple remisión. A saber, las garantías delCCC tienen en el concurso español la misma posición que tendrían lasgarantías nacionales españolas sobre aeronaves, con la particularidad deque no están sujetas a las formalidades de efectividad que son exigibles

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a las garantías españolas por el art. 90.2 LCon, como creo que resulta delo dispuesto en el art. 30.1 CCC.

El art. 76.3 LCon (cualquiera sea su alcance), se aplicaría también ala garantía internacional. Y es curioso que sea esta norma nacional laque crea un escenario mucho más interesante que el CCC para los finan-ciadores de aeronaves.

Pero también gozarán de un status equivalente a un interest interna-cional en la insolvencia del deudor los «derechos no contractuales» delart. 39.1 a) y a que se refiere la declaración española correspondiente, loque obliga a una integración bien compleja de la LCon; lo mismo ocu-rre con los «derechos no contractuales» que pueden inscribir en CCCcomo garantías internacionales, de acuerdo con el art. 40. Mientras noexistan normas de insolvencia española específicas para el CCC, parececlaro que la reserva de dominio del art. 10 CCC será «eficaz» en el con-curso sin el cumplimiento de las formalidades registrales españolasimpuestas en el art. 56 LCon, pero poco más.

Pero la dificultad no se queda aquí. Las normas españolas del con-curso constituyen la ley material aplicable con independencia de cual-quier otra consideración. Y aquí viene la duda, a saber, si las garantíasdel sistema de CCC están también sujetas eventualmente a una recalifi-cación de los procedimientos de ejecución que sea congruente con la leyconcursal española. Creo que será así, al menos para quien conozcacómo funciona el ecosistema concursal. El administrador del concursono permitirá que el acreedor garantizado tome por su cuenta posesióndel objeto para venderlo ni para arrendarlo, aunque hayan transcurridoel plazo de espera del art. 56 LCon. No va a permitir que este acreedorembargue los rendimientos de explotación posteriores al incumplimien-to, no va a permitir que exista, fuera del sistema de liquidación concur-sal, una dación en pago. No va a permitir que el acreedor garantizado leoponga una resolución contractual postconcursal de propia mano.

Creo que hay que proponer un nivel de coexistencia en complemen-tariedad. El contenido del derecho y la forma y requisitos de constitu-ción que es propio de cada forma de international interest según el CCCno pueden ser recaracterizados conforme al art. 56 LCon, porque lo quepermite el art. 2.4 del CCC es que la ley aplicable pueda determinar siun contrato de interest internacional tiene que ser incluido en uno u otrode los nichos clasificatorios del art. 2.2, pero no que el contenido de eje-cución de cada uno de los nichos calificatorios se tergiverse como con-secuencia de la situación de concurso. Lo que ciertamente no puedemantenerse es la unilateralidad de la ejecución dentro del concurso.Siempre que una garantía real pueda ser ejecutada dentro del concurso,

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el acreedor podrá, y tendrá (al margen de que sea una solución impues-ta por la adhesión española) que solicitar «autorización» al juez del con-curso para sacar la garantía de la masa u obtener el beneplácito de laadministración concursal.

Especialmente es confusa la cuestión anterior cuando el interest inter-nacional es el simple arrendamiento (ni siquiera financiero), modalidadde «garantía» prevista en los artículos 2.2 c) y 10 CCC. Podría pensarseque en el concurso español del arrendatario, esta garantía atípica habríaentonces de ejecutarse conforme a las reglas propias de las garantías rea-les, no a las específicas de los contratos bilaterales. No se aplicaría el artí-culo 62 de la Ley Concursal; el administrador concursal podrá hacer uso,en la medida factible, del artículo 155 de dicha ley, pero no de su artícu-lo 62.3. Si al arrendador no se le ofrece el pago (art. 155.2 LCon), puededar por terminado el arrendamiento, incluso extrajudicialmente, aunque—dada la declaración española conforme al artículo 54.2 CCC requeriráautorización judicial para retirar el bien afecto de la masa del concurso.Pero yo creo que no es así y que tanto la reserva de dominio como elarrendamiento operativo tienen que cursar en el concurso español comocontratos bilaterales a todos los efectos y con sus correlativas desgracias.

Todos los derechos y ventajas que conforme a la ley concursal espa-ñola (o a la ley no concursal española que se aplique en el concurso)correspondan a una garantía nacional se aplicarán en favor del titular deeste international interest, aunque derechos y ventajas no estén mencio-nadas en el CCC (art. 30.2 CCC)22. Con todo, ninguna norma específi-camente nacional relativa a derechos de garantía se aplicará alarrendamiento (simple) de aeronave, porque este derecho arrendaticiono es una garantía conforme a la ley aplicable (española) y lo mismoocurrirá con la compraventa simple a que se refiere el artículo III, apesar de que este precepto remita al artículo 30 CCC.

Finalmente queda en pie el asunto más problemático. ¿Sobreviven alconcurso español las medidas de los arts. IX y XIII (IDERA) y la auto-rización irrevocable emitida para cancelar y exportar? En mi opinión,estas medidas están sujetas al mismo control que el resto de las que se

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22 El art. 30.2 es equívoco. Como la ley aplicable será la lex concursus, podría leer-se la norma como si la ley material del concurso estuviera expresamente reconociendoa la garantía de CCC determinada eficacia. Pero yo creo que se refiere a una garantíanacional, y viene a decir que, por lo menos, la garantía de CCC vale en el concurso comocualquier garantía nacional equivalente. Por ejemplo, el art. 76.3 LCon (cualquiera seasu alcance) sería aplicable a la garantía internacional aunque al mismo tiempo no estu-viese soportada en una garantía nacional (por ejemplo, por no estar inscrita en elRBM). La explicación del Official Commentary, pag. 343, no es clarificadora.

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pretendan ejecutar en un entorno concursal. En el fondo, se trata demodalidades de ejecución de garantías.

En consecuencia, o el sistema concursal español se modifica sustan-cialmente en una reforma de la LCon (improbable a medio plazo) en lorelativo a aeronaves, mimetizando soluciones tomadas del desactivadoart. XI del CCC, o el sistema de interest internacional se hundirá porhaberse roto su eslabón más precioso, que es también el más débil.

3.4. La inestabilidad del sistema

De resultas de lo dicho, se infiere que el sistema de inscripciones delCCC es muy inestable. Sobre la inscripción no se apoyan derechos deterceros de los que no se fuera titular ya conforme al derecho material–salvo la lista de prioridades de los arts. 29 y XIV–, el Registrador nopuede hacer nada para reforzar la calidad de los derechos inscritos y larectificación no voluntaria del Registro conducirá a unos soberanos pro-blemas de jurisdicción y ley aplicable, donde no se sabe qué jurisdicciónpuede dictar una «orden» (sic, art. 44.3) que de hecho tendrá que ser«reordenada» por el tribunal del situs del Registrador internacional, sinque, por otro lado, se instaure, ni se mencione, ningún particular siste-ma de reconocimiento y ejecución de resoluciones jurisdiccionalesextranjeras por parte del situs del Registro internacional.

No existe una jurisdicción centralizada ni tribunales internacionalesespecíficos para la aplicación del CC ni a los que se puedan elevar cues-tiones incidentales sobre la aplicación de estos instrumentos internacio-nales. No existe vía de recurso «internacional». Cada jurisdicción podrásostener la interpretación de estos instrumentos que más le acomode,pudiéndose producir finalmente una desarmonía generalizada en la apli-cación del CCC23, incluso a nivel interno. Reparemos hasta qué extremollega esta descentralización con un ejemplo: si una «modificación» deun interest inscrito permite conservar el rango o crear un nuevo interestes algo que no solo no se precisa en el CCC, sino que no puede ser fil-trado preventivamente por el Registro, ni es competencia de los tribuna-les de Dublín, sino de cualquier juez nacional, que decidirá extremo tanimportante conforme a su exclusive criterio.

La inscripción internacional no es un documento público ni un asien-to protegido por ley. No existe un principio de veracidad de lo inscrito

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23 El Official Commentary del CCC no es una interpretación «auténtica» que vincu-le a los tribunales nacionales.

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ni de presunción de la titulación del derecho que de la inscripción resul-ta. Cualquiera puede discutir judicialmente el asiento. Ningún adquiren-te conforme al sistema del CCC consolida su adquisición a non dominoen circunstancias similares a como se opera en el artículo 34 de la LeyHipotecaria o en el artículo 8 del Reglamento del Registro Mercantil,salvo que ocasionalmente el CCC provea un sistema de protección de laapariencia representativa, como ocurre en el importante supuesto del art.VI (sobrevenida falta de legitimación representativa del agente o trusteelegitimado para operar en el Registro)24. En cualquier caso, y sin menu-dear en ello, es muy complicado llegar a una conclusión segura sobre siel CCC instaura algún modo de adquisición a non domino basada en laincorrección del Registro, y hasta dónde llega esa protección25.

A diferencia de, por ejemplo, lo dispuesto en el artículo 6 del men-cionado RRM, el registrador internacional no califica «bajo su respon-sabilidad» la legalidad de las formas extrínsecas, la capacidad y lalegitimación real de los otorgantes, la suficiencia de la representación nila validez sustancial del contenido del acuerdo.

Los errores producidos en la entrada de inputs en el sistema no son neu-tralizados por el Registro. Los errores de búsqueda pueden dar acaso ori-gen a responsabilidad del registrador, pero no atribuyen ni consolidanderechos inter partes. La autoridad supervisora no tiene competencia pararesolver recursos jurídicos contra el registrador (cfr. arts. 17, 18.2, 20.4, 24,25.4 y 28). El sistema del CCC no proporciona ninguna «seguridad contrala verdad material» adversa ni sana ninguna imperfección del título, de lacapacidad, de la forma, del objeto ni del poder de disposición26; ni tansiquiera asegura que el derecho registrado sea un derecho de los que sepueden registrar conforme al CCC ni si de hecho se está o no aplicandoel CCC, porque el sistema registral tampoco expulsa prima facie lo que no

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24 En mi opinión, el art. XIV.1 no puede interpretarse con esta extensión, porque dehecho el poder de disposición en el enajenante es un requisito constitutivo de la consti-tución material del international interest. El comprador puede triunfar sobre el titular deun security interest, sobre el vendedor con reserva de dominio, sobre el arrendador; perono frente al propietario como tal.

25 Especialmente, porque, como sabemos, el art. 29 ha elaborado un sistema de pre-ferencias basadas en la inoponibilidad de lo inscrito que prescinde de la buena fe dequien inscribe. Pero es claro que no puede existir protección de la apariencia en otroscasos de adquisición según Registro, cuando, por ejemplo, la entidad que inscribe sabeque el derecho que se le cede proviene de un título extinguido y que debería haber pro-vocado, pero no lo ha hecho, una cancelación registral.

26 Por mucho que el art. 7 exija poder de disposición para «constituir» una garantía inter-nacional. Porque el resultado de la norma no es que la inscripción convalidara la falta depoder de disposición, sino simplemente que la garantía, inscrita o no inscrita, sería ineficaz.

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podría ser registrado, siempre que se trate de un objeto aeronáutico con lascondiciones exigidas en el Protocolo y en el Reglamento del Registro.Nadie asegura que un sujeto interesado no proceda a inscribir un derechoque está fuera del ámbito de cobertura del CCC. El propio valor de los cer-tificados registrales como prueba prima facie es bastante limitado27.

El derecho que se registra puede haber sido ya extinguido por reso-lución contractual o puede serlo más tarde, y el procedimiento para obte-ner una discharge contra la voluntad del que figura como titular esengorroso y presumiblemente muy largo28.

Los conflictos relativos a la validez y eficacia del derecho inscrito nose podrán litigar ante el registrador internacional ni ante la autoridadsupervisora del Registro Internacional ni ante la Corte (de Dublín) com-petente para dictar órdenes a la autoridad o al registrador, sino ante eljuez que corresponda conforme a las reglas ordinarias de competenciajudicial, que, por su parte, no podrá (dudoso en el caso del juez de lainsolvencia) dar instrucciones ni órdenes al registrador internacional, porlo que las sentencias así obtenidas tendrán que hacerse llegar a la juris-dicción irlandesa por la vía ordinaria de reconocimiento y ejecución desentencias extranjeras, con lo que «largo me lo fiais», dirá el acreedor29.

3.5. La ejecución de remedios por vía judicial

Como ya se ha hecho notar, en el Instrumento de Adhesión al Con-venio se establece que «en base a lo dispuesto en el artículo 54.2 del

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27 Art. 24.28 El artículo 25 se quita el problema de encima dando por supuesto que el titular ins-

crito cancelará sin demora a petición escrita de la parte afectada. La jurisdicción de lostribunales irlandeses para dictar órdenes de cancelación es limitada, como resulta delartículo 44.2. Tanto litigar en España acudiendo luego al procedimiento de reconoci-miento internacional como litigar en Irlanda se presentan como opciones terribles paraquien tiene que conseguir una sentencia en la que se declare la inexistencia o extinciónde un derecho inscrito. Incluso el AWG (Practitioner’s Guide, pag. 99) da por descon-tado que el Registro pueda llegar a plagarse de inscripciones de derechos extinguidos yno cancelados, apelando a la necesidad de acudir a modalidades de búsqueda no regis-tral. Obsérvese que, como no se sabe cuánto será el efectivo grado de descoordinaciónentre Registro y realidad, el operador bien avisado tiene finalmente que prescindir de lainformación que suministra el Registro y acometer averiguaciones por su cuenta.

29 El art. X.6 a), que sí contempla el exequatur para la orden de desmatriculación,revela cómo los autores del CCC ignoran los costes temporales de las actuaciones judi-ciales. Después del tiempo invertido en un procedimiento de exequatur, poca importan-cia tiene ya si la autoridad del registro de matrícula debe atender la orden en cinco días.

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Convenio, España declara que todo recurso de que disponga el acreedorde conformidad con cualquiera de las disposiciones del presente Conve-nio, y cuyo ejercicio no esté subordinado en virtud de dichas disposicio-nes a una petición al tribunal, podrá ejercerse únicamente con laautorización del tribunal». En el Instrumento de adhesion al Protocolose declara que «El Reino de España declara que todos los tribunales yautoridades competentes de conformidad con las leyes del Reino deEspaña serán los tribunales relevantes a efectos del artículo 1 y el Capí-tulo XII del Convenio».

Repárese que la última de las declaraciones transcritas se hace con-forme, y a los fines, del art. 53, no del art. 54.2. Esto quiere decir que elresto de «autoridades competentes» que no sean un «tribunal» no estánhabilitadas para otorgar la «autorización» a que se refiere el ultimo pre-cepto. Es decir que, por ejemplo, los Notarios, que podrían ser conside-rados «autoridades competentes», no están comprendidos entre lasagencias legitimadas para autorizar una ejecución por vía de jurisdicciónvoluntaria notarial.

El CCC está sustentado en un fundamento de ejecución extrajudicialde los remedios de ejecución. Es el modelo clásico de ejecución degarantías reales en el Common Law30 y lo que resulta casi más específi-co del sistema de garantías mobiliarias del artículo 9 UCC estadouni-dense. Sobre este modelo pivota el sistema, porque, en búsqueda de lamayor efectividad de estas garantías, que previsiblemente se traduciránen un abaratamiento del crédito, resulta casi de esencia que el acreedorpueda vender, arrendar, poseer, controlar o rentabilizar la aeronave encaso de incumplimiento del deudor. Pero el Convenio quería ser respe-tuoso con otras tradiciones jurídicas, y de ahí el art. 54.2, para despejarlos temores sobre el extremo a que podría conducir una justicia privaday una casi fáctica legitimación del pacto comisorio. España podía hacerlo que hizo, pero al hacerlo ha terminado provocando una herida fatal ala arquitectura y racionalidad del sistema. Si a ello unimos, como tam-bién se ha dicho, que el art. XI ha sido desarticulado por una decisióncomunitaria, y que, por ende, el CCC ha dejado de proveer a paísescomo España de un régimen excepcional de ejecución en situaciones deinsolvencia, el resultado final es poco esperanzador.

Porque si se gana en efectividad y ahorro de costes en la fase de ins-cripción y constitución de la garantía, sin embargo no se produce avan-

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30 Sect 87(1) Property Law 1925. Incluso en el crédito al consumo (NIELD, «SecuredConsumer Credit in England» en ANDERSON/ARROYO, The Impact f the Mortgage Cre-dit Directive in Europe, 2018, pags. 175-6.

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ce alguno frente al status quo en fase de ejecución del derecho garanti-zado, con la salvedad de las medidas específicas del art. IX, que cursanpor el procedimiento no contencioso del art. XIII (IDERA), que Españaha dejado fuera de la declaración relativa al art. 54.2.

Pero también en la concesión al Derecho «continental» que se haceen el art. 54.2 el sistema normativo del CCC ha sido incapaz de liberar-se de cánones procesales anglosajones y, de hecho, ha demostrado unaignorancia suprema del resto de los sistemas normativos31. Nada másnormal en el Derecho anglosajón que un sujeto interesado se dirija a untribunal para obtener autorizaciones o consejos. Pero el sistema proce-sal contencioso español no conoce una justicia civil rogada de este tipo32.Tendríamos que acudir al régimen de la jurisdicción voluntaria y buscarallí un nicho normativo, o, al menos, espacios de analogía para construirun régimen de autorización específica del CCC, que, como era de espe-rar, la LJV española de 2015 no ha sospechado siquiera.

Dejando de lado de momento el régimen de jurisdicción voluntaria,el sistema civil contencioso no es capaz de suministrar ningún modelode actuación para el ejercicio de los derechos contenidos en los arts. 8 a10 CCC. La ejecución privada del remedio no se convierte en ejecuciónde la LEC por el hecho de que «autorice» un tribunal su prosecución,sino porque el acreedor esté dotado del correspondiente título ejecutivodotado de los requisitos propios de la ejecución judicial y de los especí-ficos para la ejecución especial de bienes hipotecados y pignorados. Sinapurar más el análisis, es obvio que una inscripción de garantía interna-cional del tipo del art. 7 CCC no va a cumplir nunca tales requisitos siel interesado no tiene la prudencia de constituir esta garantía con losrequisitos de contenido y forma (notarial) que serían propios de unahipoteca mobiliaria o prenda sin desplazamiento conforme al ordena-miento específico español. No me consta que ninguno de los operadoresesté actuando de esta manera desde la adhesión por España al CCC, aun-que sí todos documentan el contrato al menos en póliza notarial. De esta

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31 El grado de desconocimiento de esta tradición por los supporters anglosajones delConvenio es tal que se llega a afirmar que, salvo en jurisdicciones como Canadá y USA,las garantías mobiliarias no posesorias sobre aviones eran desconocidas en el resto delmundo (un ejemplo, WINN, Te Cape Town Convention’s International Registry: deco-ding the secrets of success in global electronic commerce, Cape Town Convention Jour-nal, September 2012, pag. 37).

32 Creo que incorrectamente, ARAGONÉS SEIJO sostiene que el procedimiento paraobtener esta autorización es el juicio ordinario de la LEC (Dificultad ejecutiva en Espa-ña de las garantías internacionales sobre elementos de equipo aeronáutico, Revista deDerecho del Transporte 20 (2017), pag. 57).

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forma conseguiría los efectos no ejecutivos de una garantía internacio-nal y los ejecutivos propios de una garantía nacional.

Si el acreedor dispone de título ejecutivo, no veo por qué no podríahacer uso del procedimiento de ejecución ordinario judicial de la LEC.Pero también del procedimiento especial contra bienes pignorados, delos arts. 681 sgts. LEC, con fundamento en el art. 12 CCC, que habrá queleer con un empeño más atrevido que el que resulta de su simple tenor.

Fuera de esta última posibilidad, sólo se me ocurre la extravaganciade que el acreedor obtenga un título de ejecución judicial con el conte-nido de arts. 8 a 10 mediante la interposición de una demanda en juicioordinario declarativo, cuyo contenido sea precisamente el de obteneruna declaración judicial de que el acreedor puede ejercitar los remediosdel CCC.

Observemos además que las medidas cautelares judiciales del art. 13pueden en alguna medida (así el arrendamiento, gestión del objeto y desus ingresos) alcanzar un valor casi ejecutivo. Y lo serían más si el art.X se aplicara a España, que, sin embargo, no ha hecho la declaraciónnecesaria para ello, haciendo imposible que se pueda conseguir por víacautelar la venta ejecutiva del objeto (cfr. art. X.3). Lo que de hechohubiera hecho innecesaria habilitar una vía ejecutiva judicial distinta dela vía judicial cautelar misma.

A pesar de las posibilidades anteriormente expuestas, si el sistema deremedios del CCC ha de tener alguna efectividad en España es precisopostular que el régimen procesal se corresponda con el de los expedien-tes de jurisdicción voluntaria del Cap. II del Tit. I de la Ley 15/2015, enla medida en que no existe ninguna modalidad de expediente específicapara este supuesto (art. 13 de la ley). Aunque España no hubiese hecho ladeclaración correspondiente al art. 54.2 CCC, siempre podría el acreedorgarantizado acudir a un tribunal solicitando la autorización correspon-diente [arts. 8.2 y 10 b) CCC].

Para acomodarnos al proceso de jurisdicción voluntaria tenemos queforzar necesariamente los términos del art. 1.2 de la ley, sosteniendo apriori y sin posibilidad de discusión que «no existe controversia» pro-piamente –no es un ejecutivo con fase de oposición– cuando el titular dela garantía se limita a solicitar la autorización judicial correspondiente.No existe dificultad en acomodar al art. 14.1 la iniciación de un expe-diente como el que estamos considerando, seguida de la citación a losinteresados (art. 17), entre los que habrá que incluir a los titulares degarantías posteriores o anteriores a la que se pretende ejecutar, ademásdel garante y del deudor, si fuera distinto. Se articula el incidente deprueba, si es preciso, conforme al art. 5 de la ley. Muy importante, la

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oposición no convierte en contencioso al expediente (art. 17.3), que sesustancia conforme a las reglas del juicio verbal (art. 18.2). Tampoco esmucho consuelo, porque, aunque no se produzca el sobreseimiento delprocedimiento, en el fondo el protocolo de «autorización» judicial seconvierte en un juicio contradictorio con imprevisibles partes e imprevi-sible contenido, que, además, no es un juicio de ejecución.

Una vez autorizada la medida correspondiente, y si ésta es una ventadel objeto, el titular podrá proceder en la forma prevista para las subas-tas judiciales en los arts. 72 y sigts de la Ley del Notariado. Pero tam-poco existe imperatividad de esta vía, porque la venta del objeto gravadono es propiamente el «cumplimiento» de una resolución judicial del art.72.1 II de esta ley33, y el CCC no impone ningún trámite imperativo deenajenación cuando se ha obtenido la autorización judicial.

Sospecho que la autorización judicial –si algún día llegamos a veralguna– no se limitará a levantar la prohibición de autotutela, sino quedeterminará positivamente la modalidad y límites de la ejecución y delcurso ulterior del producto de ejecución. No es improbable que impon-ga la necesidad de acudir a una entidad especializada. Casi inevitable esla fijación judicial de un tipo de ejecución, lo que requerirá de un ava-lúo del activo, salvo que las partes hayan proveído una valoración con-vencional en el título. E cosí via, fino al infinito.

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33 ¿Tampoco en el caso del art IX.6? La terminología no es segura en este punto.Como tampoco lo es en el art. 9.2, de expresión inapropiada («ordenar»).

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