Corporación Universitaria Minuto de DiosFacultad Ciencias Humanas y SocialesFilosofía Actual IGenealogía de la moral, F. NietzscheCergio Luis Becerra MartínezOctubre 13 del 2015

En el presente documento daré cuenta del texto Genealogía de la moral, del filósofo alemán Friedrich Nietzsche, centrándome en el prólogo y los §1-51; su objetivo principal, es hacer un análisis de la moral y sus juicios desde su origen histórico y conceptual para mostrar la forma en cómo los mismos se han configurado, rechazando la idea presente que toma la moral en un origen casi divino y establecido de manera determinista.

“Nuestro tesoro está allí donde se asientan las colmenas de nuestro conocimiento” (Nietzsche, 2005, pág. 21), el primer numeral del prólogo presenta esta idea haciendo referencia a un texto bíblico sobre aquello que se considera fundamental en la vida de una persona y el corazón como recinto de aquello fundamental, en este sentido, para el autor, la búsqueda del conocimiento constituye una de las tareas más preocupantes para el hombre, a tal punto que el conocimiento mismo lo configura, pero cuando su búsqueda no es sobre su propia vivencia, ocurre una confusión, descansa sobre cosas distintas: “Necesariamente permanecemos extraños a nosotros mismos, no nos entendemos, tenemos que confundirnos con otros” (Nietzsche, 2005, pág. 22); al parecer el hombre queda disuelto en la masa y en lo que ella determina, y no hay un retorno a sí mismo.

Siguiendo el texto nos habla de los prejuicios morales, estos hacen parte de su presente investigación, la cual inició con el texto Humano, demasiado humano. Un libro para espíritus libres, que comenzó a escribir en Sorrento, entre 1876 y 1877. Su investigación le ha llevado a la idea de que existe una voluntad fundamental de conocimiento que orienta las búsquedas del hombre para hacer emerger una interrelación de los propios valores, pensamientos, preguntas, dudas, etc., y es allí donde aparece el hombre como sujeto, podríamos decir, adquiere un rostro. Este camino de indagación ha llevado a Nietzsche a preguntarse por el origen del bien y el mal: “siendo yo un muchacho de trece años me acosaba ya el problema del origen del mal: a él le dediqué, en una edad en que se tiene «el corazón dividido a partes iguales entre los juegos infantiles y Dios», mi primer juego literario de niño, mi primer ejercicio de caligrafía filosófica” (Nietzsche, 2005, pág. 24), esto le lleva a separar el prejuicio teológico, Dios como origen del mal, a un análisis histórico y filológico del mal:

“¿en qué condiciones se inventó el hombre esos juicios de valor que son las palabras bueno y malvado? ¿y qué valor tienen ellos mismos? ¿Han frenado o han estimulado hasta ahora el desarrollo humano? ¿Son un signo de indigencia, de empobrecimiento, de degeneración de la vida? ¿O, por el contrario, en ellos se manifiestan la plenitud, la fuerza, la voluntad de la vida, su valor, su confianza, su futuro?... acabé por poseer un país propio, un terreno propio, todo un mundo reservado que crecía y florecía” (Nietzsche, 2005, pág. 24).

Con esto el autor ha logrado mostrar tres cosas: que cuando el hombre piensa e investiga se encuentra a sí mismo, que el ostentar un conocimiento le abre otras posibilidades y, que la moral tiene su origen en el mundo humano, no en lo abstracto, no es negación de la vida sino afirmación de la misma.1 Para efectos de claridad, cuando citemos páginas nos referiremos al prólogo, y cuando citemos parágrafos (§) nos referiremos al texto como tal.

El interés por mostrar el valor de la moral lo lleva a leer textos de autores ingleses de corte psicologista que toman una vía de naturalización del origen de la moral pero los lee no para entrar en discusiones con ellos, sino para complementar ideas, en especial con Paul Reé y su texto El origen de los sentimientos morales: “me referí, con ocasión y sin ellas, a las tesis de aquél, no refutándolas -¡qué me importan a mí las refutaciones!-, sino cual conviene a un espíritu positivo, poniendo en lugar de lo inverosímil, algo más verosímil, y, a veces, en lugar de un error, otro distinto” (Nietzsche, 2005, pág. 25). La crítica que hace a ellos reside en que ven la moral como algo normativo faltándoles el espíritu histórico; es esta la idea clave de Nietzsche, buscar el origen en el desarrollo histórico (Nietzsche, 2005, §1), esto le sirvió de ocasión para sacar a la luz sus hipótesis.

En su hipótesis tiene especial importancia el valor de lo moral, siguiendo a su maestro Schopenhauer, y las ideas de “lo «no-egoísta», de los instintos de compasión, autonegación, autosacrificio” (Nietzsche, 2005, pág. 26); este tipo de valores, a diferencia de su maestro, no los ve importantes en sí, sino como una negación de la vida. Por ello cree necesaria una crítica a los valores, pues surge en él una desconfianza hacia la moral y sus valores ya que intuye en ellos una negación de la vida y se propone un análisis histórico de los mismos:

“necesitamos una crítica de los valores morales, hay que poner alguna vez en entre dicho el valor mismo de esos valores –y para esto se necesita tener conocimiento de las condiciones y circunstancias de que aquéllos surgieron, en las que se desarrollaron y modificaron” (Nietzsche, 2005, pág. 28).

Posteriormente su análisis se va a centrar en los conceptos bueno y malo. Previamente expresa la forma en qué los estudiará, por medio de una genealogía que dé cuenta de “las condiciones y circunstancias” en que surgieron, esto implica darle a la historia y a la filología. Para una mayor comprensión del lector, aclara que es importante haber leído sus obras anteriores y tomar sus aforismos rumiando, como un método de interpretación, se constituye en un arte: “Desde luego, para practicar de este modo la lectura como arte se necesita ante todo una cosa que es precisamente hoy en día la más olvidada…el rumiar” (Nietzsche, 2005, pág. 31).

El origen de lo bueno y lo malo reside en dos ámbitos: el histórico y el filológico (conceptual), ambos están relacionados. Como concepto lo bueno y lo malo tienen sentido en la idea de un ser superior (raza arya), haciendo el rastreo en el latín malus, malo, el hombre vulgar de piel oscura; el griego como bueno ymalo, dando el sentido de la diferencia entre el noble –bueno- y el plebeyo –malo-; y el alemán como sclechz, lo malo es el hombre simple. Todos estos conceptos responden a un establecimiento histórico de orden político que ubica a unos hombres por encima de otros:

“fueron los buenos mismos, es decir, los nobles, los poderosos, los hombres de posición superior y elevados sentimientos quienes se sintieron y se valoraron a sí mismos y a su obrar como buenos, o sea como algo de primer rango, en contraposición a todo lo bajo, abyecto, vulgar y plebeyo” (Nietzsche, 2005, §2).

Nietzsche muestra que la historia y el concepto se entretejen para mostrar que los valores morales no son naturales al hombre, sino que son el resultado de construcciones de sujetos impuestas hacia otros, afirmar la vida de unos y negar la de otros.

Bibliografía:

Nietzsche F. (2005) Genealogía de la moral. (Andrés Sánchez Pascual trad.). Madrid: Alianza