general gómez damas

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http://www.lavoz.circulocarlista.com/menu-el-carlismo-visto-por-lo-no-carlistas/el por-los-no-carlistas/laexpediciondelgeneralgomezporpiobaroja . http://hispanismo.org/reynos-del-andaluzia/463-origenes-del-tradicionalismo-andal I.- EL PROTAGONISTA Yo he tenido gran afición por el reporterismo. Si no lo he pasada, fue, más que por otra cosa, porque no encontré peri los encargara. El reportaje que yo hubiera hecho con gusto semigeográfico, semisocial. Ahora, el reportaje poltico és interesa. !ampoco me interesa el estético y el arqueológico "o pude hacer reportajes más que ya de #iejo, y por dentro cuando ya era uno algo conocido. %e jo#en los hubiera hecho gusto& ahora, si hubieran tenido é'ito o no, eso, naturalme saber. A principios de siglo escrib unos artculos en ()os )unes sobre tierras de Soria y el monte rbión, y alg-n oficinist #olante de un ministerio ur ta muy irritada, diciéndome que monte y que no contal mentiras. /ué estupide01 "i que el pico del rbión fuera el 2iliman3jaro1 4or ciert Eche#arra, hombre curioso, #iajante de comercio de telas, durante unos meses para ir después en la bodega de un barco 5frica o a las islas 6hinchas a pasar fatigas y trabajos, 2ilimanjaro. Se puede suponer que estas fatigas y trabajos Es muy agradable recorrer un pas cualquiera con buen tiemp no sea una estepa árida y desierta. !eniendo conocimientos geológicos e históricos es más agradable a-n. En este caso, impregnado de recuerdos, de sugestión y de e'plicaciones, y parece desolación y abandono se llena de figuras y de recue

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General Carlista

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http://www.lavoz.circulocarlista.com/menu-el-carlismo-visto-por-lo-no-carlistas/el-carlismo-visto-por-los-no-carlistas/laexpediciondelgeneralgomezporpiobaroja .

http://hispanismo.org/reynos-del-andaluzia/4632-origenes-del-tradicionalismo-andaluz-3.html I.- EL PROTAGONISTAYo he tenido gran aficin por el reporterismo. Si no lo he practicado en poca pasada, fue, ms que por otra cosa, porque no encontr peridico que me los encargara. El reportaje que yo hubiera hecho con gusto hubiera sido el semigeogrfico, semisocial. Ahora, el reportaje poltico se ya no me interesa. Tampoco me interesa el esttico y el arqueolgico.

No pude hacer reportajes ms que ya de viejo, y por dentro de Espaa, cuando ya era uno algo conocido. De joven los hubiera hecho con mucho gusto; ahora, si hubieran tenido xito o no, eso, naturalmente, no lo puedo saber.

A principios de siglo escrib unos artculos en Los Lunes de El Imparcial, sobre tierras de Soria y el monte Urbin, y algn oficinista me escribi en un volante de un ministerio ur ta muy irritada, dicindome que yo tado en este monte y que no contal mentiras.

Qu estupidez!

Ni que el pico del Urbin fuera el Kiliman-jaro! Por cierto, Espinosa Echevarra, hombre curioso, viajante de comercio de telas, que ahorraba durante unos meses para ir despus en la bodega de un barco a la India, al frica o a las islas Chinchas a pasar fatigas y trabajos, subi a la cima del Kilimanjaro. Se puede suponer que estas fatigas y trabajos le gustaban.

Es muy agradable recorrer un pas cualquiera con buen tiempo, siempre que no sea una estepa rida y desierta. Teniendo conocimientos geogrficos, geolgicos e histricos es ms agradable an. En este caso, el pas est impregnado de recuerdos, de sugestin y de explicaciones, y hasta lo que parece desolacin y abandono se llena de figuras y de recuerdos.

Ya en unos viajes con J. Ortega y Gasset, entre discusiones literarias, le oamos al profesor Dantn Cereceda hablar de la formacin geolgica de unos terrenos y de sus cambios y transformaciones como quien oye una ancdota dramtica e interesante.II.- LA EXPEDICIN

La expedicin de Gmez fue la ms curiosa de las militares de la guerra carlista. Ahora que han pasado ms de cien aos que se llev a cabo, no queda de ella ms que un ligero rastro, un vago recuerdo, y eso en muy pocos lugares.

Gmez y sus fuerzas trazaron muchas vueltas y revueltas sobre el mapa de Espaa. Es difcil seguirles en su trayectoria. Exigiran marchar a caballo y pasar seis meses, como pas l haciendo ziszs por la Pennsula.Don Miguel Gmez y Damas fue uno de los militares ms clebres de la primera guerra civil.Muy discutido en su tiempo por su famosa expedicin, despus cay su recuerdo en la oscuridad y qued completamente olvidado.

Tena al comenzar su marcha, en 1836, cuarenta y un aos.Era Gmez de cara larga, correcta; nariz bien perfilada, ojos claros y expresin melanclica. Borrow, que lo conoci, en su libro La Biblia en Espaa dice que tena estatura regular, el tipo grave y sombro.DON BRUNO VILLARREALEn 1836 el general don Bruno Villarreal, ministro del pretendiente, al ver que el jefe de las fuerzas liberales del Norte, don Luis Fernndez de Crdova, pensaba, en vez de aventurarse en pequeas batallas, mantenerse en las mrgenes del Ebro y bloquear las provincias rebeldes, ide enviar una columna a Asturias y a Galicia y provocar en ellas la guerra.

Miguel Sancho Gmez Damas (Torredonjimeno, Jan; 5 de junio de 1785 - Burdeos, Francia; 11 de junio de 1864)Comenz a estudiar Derecho en Granada pero abandon los estudios tras el alzamiento espaol contra la ocupacin francesa de 1808. El 9 de junio de 1808 ingresa como subteniente en el ejrcito y participa en la batalla de Bailn. Toma parte en otras acciones blicas hasta que el 21 de julio de 1812 es capturado por los franceses en Castalla. Es enviado prisionero a Autun (Francia) pero logra escaparse y vuelve a incorporarse al ejrcito. En septiembre de 1812 ya es capitn. Se cas en Madrid con Vicenta de Parada en 1815. Poco despus se retira del servicio activo el (8 de mayo de 1816).

El matrimonio se estableci en Jan, donde Miguel Gmez trabaj como administrador de bulas. Pero, tras el golpe del general liberal Rafael de Riego de 1820, Miguel Gmez, defensor acrrimo de las ideas absolutistas, comienza a conspirar contra el gobierno liberal. Intenta sublevar al regimiento provincial de Jan pero no lo consigue. Como consecuencia de este acto, tiene que abandonar Jan.

Despus de la restauracin absolutista, propiciada por la intervencin militar de los Cien Mil Hijos de San Luis (1823), Miguel Gmez regresa a Andaluca. En Cdiz logr frenar un levantamiento y consigui la comandancia de Algeciras, cargo del que ser depuesto durante la regencia de Mara Cristina de Borbn por sus ideas absolutistas.

Estando en Madrid estalla la Primera Guerra Carlista. Pronto se encamina hacia Navarra para ponerse a las rdenes del general carlista Toms de Zumalacrregui. Fue nombrado jefe de su Estado Mayor y particip en los combates de Asarta, Accin de Alegra de lava, Accin de la Venta de Echavarri y Alsasua. En 1834 acompa a don Carlos y fue nombrado Comandante General de Vizcaya. Posteriormente, pas a ser Comandante General de Guipzcoa y tras la accin de Guernica y la toma de Tolosa alcanz el grado de Mariscal de Campo. En 1834 recibi el ttulo de marqus de Orbaiceta.

Pero, si Miguel Gmez entra en historia de Espaa, es por su famosa Expedicin de 1836.

Tras la rendicin de Rafael Maroto (1839), Miguel Gmez decide exiliarse, junto con su esposa, en Francia. Volvi a Espaa durante la Segunda Guerra Carlista (1846-1849), siendo Comandante General de Andaluca. Tras el nuevo fracaso carlista, volvi al exilio francs, a Burdeos, donde vivir hasta su muerte.Villarreal expuso su proyecto al pretendiente don Carlos, que lo aprob. Este llam a don Miguel Gmez y le ofreci el mando de la columna. Don Nazario Egua y sus amigos consideraron que el proyecto no tendra xito y que la eleccin de Gmez como jefe era desacertada.

Los tres generales carlistas de la primera guerra civil espaola, los tres a su modo geniales, fueron Zumalacrregui, Cabrera y Gmez.

Zumalacrregui era un gran tcnico, el hombre reflexivo del Norte de Espaa; Cabrera, fogoso y ardiente, el tipo del Mediterrneo, y Gmez, el idel centro de la Pennsula, medio castellano, me dio andaluz, el que sabe sortear las dificultades con arte y con malicia.

Narvez y Prim fueron tambin hombres de mucho talento, quiz ms destacados an como polticos que como militares.

Gmez era de Torredonjimeno (Jan).

Su inscripcin de bautismo consta en la parroquia de Santa Mara, de esta ciudad.

Naci Miguel Sancho Gmez y Damas el 5 de junio de 1785. Era hijo de Juan Francisco Gmez y de Juana Josefa de Damas.Miguel Gmez, siendo an nio, luch contra los franceses en la guerra de la Independencia, cuando el general Dupont invadi Andaluca. Gmez tard poco en distinguirse en el ejrcito por su valor y su ingenio, y tuvo la desgracia de caer prisionero y de ser conducido a una ciudad francesa, de donde logr escapar al cabo de un ao, despus de varias tentativas infructuosas.

En 1820 figur entre los absolutistas. En 1825 era capitn de Granaderos y Cazadores en el batalln que mandaba Zumalacrregui, y se bata en Navarra.

Al obtener los carlistas varios triunfos, fue nombrado Gmez comandante en el mismo regimiento de que era coronel Zumalacrregui.

En 1832 se encontraron otra vez reunidos los dos jefes en Madrid, donde estrecharon sus relaciones llevados por la simpata de sus caracteres y la identidad de situacin y de ideas polticas.

Cuando enferm Fernando VII ofrecieron los dos sus servicios a don Carlos, y a la muerte del monarca marcharon al campo a acaudillar a los absolutistas, despus de haber fomentado en el pas el descontento y la rebelda contra el Gobierno, que consideraban revolucionario.

Gmez se dirigi primeramente a Cuenca, donde intent levantar a los carlistas. Frustraron su tentativa, y reunido con Zumalacrregui, ste le nombr su jefe de Estado Mayor.

Muerto Zumalacrregui, sigui Gmez su carrera, y gracias a su inteligencia y a su arrojo, fue ascendido a mariscal de campo.

El tipo de Gmez era de hombre fino, a juzgar por el retrato que hizo de l el dibujante francs Isidoro Magues. Era Gmez hombre de cara larga y correcta, nariz bien perfilada, ojos claros y expresin melanclica. Vesta bien y llevaba la boina con ballestilla y borla.

Gmez mand durante mucho tiempo una brigada de guipuzcoanos.

Con esta brigada tuvo un primer encuentro con las tropas de la Legin inglesa liberal, mandada por Lacy Evans.

En 1836 Gmez hizo su fantstico recorrido por Espaa, traz en la Pennsula, de Norte a Sur, como una Z invertida y tard en su excursin cinco meses y veinticuatro das.

La expedicin de Gmez no se estudi, al parecer, en las escuelas militares espaolas; en cambio, segn se asegura, se ha estudiado en el extranjero, sobre todo en Alemania y en Rusia.

La expedicin de Gmez fue una improvisacin a la espaola. Los militares del tiempo, entre ellos Fernndez de Crdova, no quisieron darle importancia.

El barn Guillermo de Rahden, jefe del Estado Mayor del ejrcito carlista de Aragn y de Valencia, public un suplemento a su libro Wanderun-gen eines Alten Soldaten Excursin de un viejo soldado, en Berln, 1850. En este suplemento, Miguel Gmez: Ein Lebenslichtbild, hay una silueta muy perfilada del general.

En l se insert un itinerario de la expedicin, traducido del espaol, y varios comentarios y ancdotas.

Al llegar Gmez de vuelta de su viaje por Galicia, Castilla y Andaluca a las provincias vascongadas fue sometido en Ordua a un proceso por no haber cumplido las rdenes que le haban dado ni el objeto para el cual se organiz la expedicin.

Todava duraba la causa en el tiempo de los preliminares del convenio de Vergara.

Al firmarse este convenio, Gmez entr en Francia.

No deba ser aficionado a escribir, porque no se le ocurri jams defenderse en un peridico o en un folleto.

Otro cualquiera hubiera explicado su expedicin y las causas de sus fallos. Esto, sin duda, a l no le interesaba.

Por lo que dice Rahden, Gmez debi de ser un hombre indolente, que se las echaba de andaluz perezoso.

El general prusiano cuenta que a veces sus ayudantes le preguntaban a su jefe:Desea usted algo, mi general?No; tengo lo que necesito contestaba l, mostrando con cierta sorna la hoja de papel de fumar, que doblaba entre sus dedos.

Gmez vivi despus de la guerra en una buhardilla de Burdeos, adonde iban a visitarle sus antiguos compaeros de armas, Villarreal y Sope-lana, y su amigo Meyer, cnsul del reino de aples en Burdeos. A Gmez le gustaba el sol, las naranjas, las almendras y las granadas, el tabaco de La Habana y el vino blanco.

Gmez muri oscuramente en Burdeos, sin que nadie se enterase.

Se dice que el emperador de Rusia, Nicols I, preguntaba con frecuencia a algn agregado en San Petersburgo de la embajada espaola: Qu se hizo del bravo Gmez?

En Espaa, despus de su muerte, nadie se acord de l.III.- COMIENZA LA EXPEDICIN

Las grandes expediciones carlistas: la del general Gmez (verde) y la Expedicin Real con el propio Carlos V (rojo) recorriendo casi toda EspaaEl da 25 de junio de 1836 se reunieron en Amu-rrio (lava) todas las fuerzas de las columnas que iba a mandar Gmez. Las pas revista el pretendiente con todo su Estado Mayor. Debi de ser una ceremonia muy decorativa y vistosa.

Salgo yo en automvil de Vera, con un chfer y un fotgrafo, y voy a seguir la ruta de Gmez.

Los dos compaeros de viaje mos son muy expeditivos. El chfer est siempre pendiente de su aparato. Cuando se detiene ste, lo examina con atencin, y despus canturrea.

Amurrio est cerca de la Sierra Salvada y de la Pea de Gorbea. No queda hoy en el pueblo ni el ms lejano recuerdo de la expedicin de Gmez, que en su tiempo sera sonada.

Ando de aqu para all, pregunto a uno y a otro. Nadie sabe nada.

Un seor me dice que si alguien tiene algn dato sobre Gmez ser un procurador apellidado Llandera, que es de familia carlista y que tiene simpata por el tradicionalismo.

Voy a su casa y me recibe amablemente.

El seor Llandera ley hace tiempo la historia de la guerra civil, y sabe que de este pueblo sali Gmez, pero no sabe en dnde revist don Carlos a sus fuerzas, aunque supone que sera en la carretera que cruza el pueblo y en un campo que haba antes, cerca de la iglesia, y que se ha convertido en un paseo.Y cree usted que no habr alguien en Amu-rrio que tenga, por tradicin, algn recuerdo lejano de lo sucedido entonces?Creo que no.

Le dejo al procurador en su despacho y bajo a tomar el auto.

Nos adelantamos hacia el Norte, a buscar Respaldiza.UNA VIEJA DESCONFIADAAl pasar cerca de Respaldiza veo una casa solariega, magnficamente colocada dentro de una huerta.

Me asomo a una saetera de la tapia y veo, a travs de ella, a una mujer joven y a una vieja. Las saludo, pero las dos desaparecen.Usted, que es joven le digo al fotgrafo, a ver si las conquista para que digan algo.

Mientras tanto yo me siento en el tronco de un rbol.

El fotgrafo fracasa como yo. Hay que seguir adelante.QUEJANAEl primer pueblo curioso por donde pas Gmez y su expedicin fue Quej ana, dentro de la zona alavesa.

Quejana es un grupo pequeo de caserones antiguos, al lado de un arroyo; pueblo con varias torres almenadas, un castillo y una iglesia. Hay un puente ojival para cruzar el ro, y un edificio con unos soportales que deben servir de mercado. Una mujer, considerndonos turistas, abre la puerta de la iglesia o capilla, en donde hay varias sepulturas yacentes y en un rincn unas cajas de gaseosas para las fiestas prximas.

Los dos sepulcros del centro, aunque se dice que son de don Pero Lpez de Ayala, el canciller historiador y poeta, y de su mujer doa Leonor de Guzmn, parece que son de los padres de l, don Fernn Lpez de Ayala y de doa Mara Sarmiento.

Salimos de la cripta y en marcha.

Ahora vamos en una direccin paralela a la costa del Atlntico, camino de Reinosa. Dejamos Quejana y entramos, por Menagaray, a Arcinie-ga, pueblo de ms importancia y con ayuntamiento. Pasamos por una calle estrecha, con casas antiguas, con jardines, y vemos un hermoso torren de piedra. A un viejo, que est en la puerta, le pregunto:Usted ha odo hablar de la guerra carlista?S.Y oy contar que en este pueblo tuvo presos don Carlos, en la primera guerra civil, a unos generales carlistas?No; no lo he odo nunca.Entonces no le sonar a usted el nombre de Gmez?Gmez? No; no me suena.

Indudablemente, son estas historias demasiado viejas para que quede un recuerdo de viva voz en los pueblos.

Dejamos Arciniega, y entramos en el valle de Mena. Mena no debe ser palabra vasca. No s de dnde procede esta voz. En los naturales del valle hay la idea de que antiguamente no pertenecan a Castilla, sino a Vizcaya. Esto parece que no est claro. El aspecto fsico del valle tiene ms de vasco que de castellano. Confina con Vizcaya, con lava y con Santander.

Los montes que dominan este valle son el Ordunte o la Ordunte (segn que se llamen el monte o lo pea) y algunos otros menos destacados.

De los ros del valle, el principal es el Cada-gua, pero hay otros ms pequeos: el Ordunte, el ngulo y el Sienes.

En el valle se ven todava algunas casas y torreones ms o menos destrozados.EL VALLE DE MENAEl valle de Mena, por su aspecto y por su frondosidad, es un valle vasco. Parece que fue separado de Vizcaya a fines de la Edad Media. Antiguamente se llamaba Maina, palabra que no suena a vasca.

El valle se extiende paralelamente a la costa del Cantbrico y tendr unos treinta a cuarenta kilmetros de extensin.

El eje del valle de Mena es el ro Cadagua, que baja desde la Sierra Salvada en arroyos y en cascadas, y despus de recorrer el valle aparece cerca de Valmaseda, a reunirse con el Nervin.

El comienzo del valle est entre los montes de Ordunte y la Sierra Salvada. Ordunte es un monte vasco y la Sierra Salvada es una sierra castellana burgalesa. Ordunte tiene hayas y robles y helchos en abundancia. La Sierra Salvada, en sus alturas, est sin vegetacin y presenta un aire severo y trgico.

Quiz los habitantes del valle de Mena presentan este mismo contraste del paisaje seco y del frondoso, pero yo no he conocido bastante gente del pas para asegurarlo.

En Villasana de Mena nos detenemos un momento, y examino el mapa de la regin.EL GENERAL TELLOAqu cerca hubo un encuentro entre las tropas de Gmez y las del general Tello.

Cuando Tello supo el 29 de junio, por la noche, que Gmez haba llegado a Arciniega, avis inmediatamente a Espartero.

A las dos de la maana del da 30, Tello sali de Villasana.LECIANAPasamos por Leciana, el primer pueblo del valle de Mena hacia el Ebro. El pueblo se encuentra a la izquierda de la carretera. A la derecha hay un barrio llamado Laya. Me detengo a interrogar a un hombre.Usted ha odo hablar de que por aqu lucharon carlistas y liberales?

Conocer ms.- El carlismo en Andaluca. La expediicin del General Gmez.- El general Gmez y las guerras carlistas en Gaucn.- La vida aventurera del general Miguel Gmez Damas El Carlismo en Andaluca.S!, he odo, pero yo era pequeo cuando la carlistada.Y de la guerra anterior, sabe usted algo?De la de los franceses?No; de otra carlista que hubo antes.No; de sa no he odo nada.

Cmo se borra en los pueblos todo recuerdo histrico!

Seguimos adelante, y pasamos por Bercedo, que tiene una pequea iglesia romnica. A travs de una puerta nueva, con una reja tambin nueva, se ve el arco de entrada.

El ao 1836, por junio, la divisin liberal de Tello y las carlistas de Gmez marchaban paralelamente por el valle de Mena. Al llegar a Ber-cedo se avistaron las divisiones y desplegaron frente al pueblo de Baranda, separadas por el pequeo ro de Trueba, que separaba las dos lneas.

Las fuerzas de Gmez eran mayores y mejor pertrechadas; las de Tello inferiores en nmero y en calidad. Tenan stas un regimiento de quintos, el provincial de Ty, los cuales no saban manejar el fusil y no haban disparado un tiro. El encuentro dur hasta el anochecer; se verific en las cercanas de Baranda, la Colina y las Ri-vas. Los carlistas dieron pruebas de que tenan fuerzas bien preparadas. Entre los liberales hubo de todo.

Al pasar el ro las fuerzas de Gmez, los quintos de Ty tiraron las armas y echaron a correr. Siempre ha pasado lo mismo en Espaa. El reaccionario ha sido reaccionario de veras, el liberal ha sido muchas veces liberal falso, de pacotilla.

En el encuentro el coronel del provincial del Ty, don Atanasio Aleson, qued prisionero. De los cristianos se lucieron Tello, el brigadier Castaeda y don Saturnino Abun, el Manco, antiguo teniente del Empecinado, nombre duro, de gran valor y de gran audacia.

El general Tello se retir a Espinosa de los Monteros, y no encontrando aqu municiones ni vveres fue a Quintana de Soba. Cuando se ape, el general llevaba veintids horas a caballo, sin haber comido ni bebido.

Nos acercamos a Villasante, con el objeto de ver el campo de accin de las tropas enemigas de hace un siglo. Ha comenzado a echarse la bruma sobre el valle. Las nubes bajas no permiten ver las cimas y en algunas partes no se divisan ni aun las faldas de los montes.

Tomamos hacia Espinosa de los Monteros.

Al marchar camino de Espinosa se despeja el cielo un momento, y vemos, a la izquierda del camino, una serie de picos, todos iguales. El fotgrafo nos dice que se llaman las Siete Gemelas. E! fotgrafo capta dos de estas Gemelas en su placa.LAS CHICAS BILBANAS DE ESPINOSAAl llegar a Espinosa de los Monteros me siento en un banco de piedra, donde hay unas nias.Cmo se llaman las chicas de Espinosa? les pregunto a las mayores del grupo.Nosotras no somos de Espinosa; somos de Bilbao contestan ellas.Bilbao? Mal pueblo les diyo yo, en broma.S, malo. El mejor del mundo.Seris un poco maketas, verdad?S; mucho. Todas somos vascongadas.Pero no sabis vascuence. , Que no? Ms que usted.Eta zu? me pregunta una de ellas.Ni guchi.Yo no s lo que quiere decir guchi replica ella. En un raso de la entrada, sostenida entre dos piedras, en un rincn se vea una blanca calavera. Me pareci de un caballo, por su tipo de osamenta; tena un aspecto triste de dolor y displicencia. Probablemente algn chico, quiz al salir de la escuela, encontrndola en el campo y metida bajo tierra, la haba dejado en broma a que los dems la vieran. Esta calavera blanca, puesta all de centinela en esta tarde brumosa en son de burla y de befa, me pareci una irona, un sarcasmo y una afrenta para aquellos que trabajan y no tienen recompensa.Cmo decs vosotras poco en vascuence?Guich.Pues nosotros decimos guchi, y creo que es lo verdadero. Bueno, chicas, hasta el ao que viene.No tiene usted nada que hacer en el pueblo?No. Yo soy un viajante que no tiene comercio.ARGOMEDOSeguimos a Quisicedo, donde los carlistas, victoriosos de la accin de Baranda y Colina, estuvieron acantonados. Pasamos por Argomedo. Aqu y en algunas otras partes voy a poner algunos versos de las Canciones del suburbio, que, al escribirlos, no he pretendido ms que hacerlos caractersticos para divertirme. No he pensado en la sonoridad, que es cosa que me preocupa poco.LA CALAVERA DEL CABALLOParamos en Argomedo, pueblo del valle de Mena, delante de una iglesuca, que se hallaba en la carretera. l da, claro al comienzo, se va llenando de niebla, y no se ve a treinta pasos el contorno de la aldea. Aquella iglesia o ermita, tan pobre como pequea, tena delante un arco con un cubierto de tejas, y a ambos lados, dos pilastras, que limitaban la puerta, formada por seis listones, cual las barras de una reja. Desde ella advert en la sombra una imagen de madera y ramilletes de flores y candeleros con velas.LA NIEBLAAl llegar a Soncillo, la niebla y la noche se nos echan encima, y vamos envueltos en bruma gris. Los focos del auto no sirven para marcar bien los lmites de la carretera. Marchamos despacio durante varios kilmetros, en medio de estos cendales de niebla. Hace fro. Nuestro fotgrafo, que no lleva gabn tirita.

El auto debe parecer un gusano de luz en la oscuridad de la noche.Sabe usted le digo a nuestro chfer que los amigos de Madrid decan que esta excursin se podra hacer muy bien en enero o febrero.En enero o en febrero contesta l nos hubiramos helado o hubiera habido que quedarse en el camino.

Al acercarnos a Reinosa la niebla se va desvaneciendo y se ven brillar las luces del pueblo. Entramos en la fonda y vamos al comedor y cenamos.LOS ALREDEDORES DE REINOSAMe despierto por la maana y me asomo al balcn del hotel. Da gris; fro y niebla en la cima de los montes! Al final de junio! Enfrente,, quiz para dar un poco de calor a la atmsfera,, se lee en la fachada de una casa:

Camaradas! Honremos a Matteoti acabando-con el fascismo!

Luchemos por la libertad de Thaelmann.

Exijamos la libertad de Thaelmann.

Queremos el comunismo.

Viva la revolucin social!

Es cosa rara, yo no me acuerdo ya ni quin era Thaelmann ni Matteoti. Supongo que Thaelmann era alemn y Matteoti italiano; pero no recuerdo qu eran ni qu les pas.

Reinosa es pueblo antiguo, con casas con escudos, y el Ebro es aqu como un nio pequeo. Se ven ms letreros revolucionarios en las calles.VALENCIAGA, EL VASCOEstamos en el hotel Valenciaga. El propietario actual nos habla del amo antiguo de su fonda, un vasco maquinista del tren, que lleg a ser un gran cazador de osos.

Tena siempre en su casa oseznos y los cuidaba mejor que a sus huspedes. Los huspedes no le interesaban, y tena razn. Seguramente eran menos divertidos que los osos y de peores intenciones.

Qu contraste el de este Valenciaga quitando la piel de los osos y el otro Valenciaga, modisto de Pars, adornando con pieles las pieles de las seoras elegantes!

Valenciaga, el cazador-fondista, al cabo de cincuenta aos de vivir en Reinosa, no saba apenas castellano y hablaba slo con infinitivos, estilo de negro de zarzuela. Coma, cazaba y cantaba. Me lo figuro despus de una cena pantagrulica. Los vascos hemos cantado con mucho entusiasmo la comida, a estilo de Iparraguirre, que compuso esta cancin:

Viva Rioja! Viva Naparra!

Arcume onaren itztarra

Emen guztioc anayac gera

Uztu dezagun picharra.(Viva Rioja! Viva Navarra! La buena pierna de carnero. Aqu todos somos hermanos. Vaciemos la jarra!)

En el comedor del hotel, mientras desayunamos, un seor extremeo habla de cuestiones de ganadera y de las caadas, esas misteriosas caadas para el paso de los rebaos, que slo conocen los pastores trashumantes.REINOSALa expedicinComnmente llamada Expedicin Gmez. Su objetivo inicial fue conducir una tropa del ejrcito del Norte carlista fuera del territorio en el que se encontraba acosado para alentar los focos carlistas del norte de Espaa. Pero, Gmez, desacatando las rdenes de su alto mando, emprendi un curioso recorrido.

Comenz en junio de 1836, su tropa estaba compuesta por los batallones 2, 4, 5 y 6 de Castilla, un pelotn de granaderos de la Guardia Real pasados del bando isabelino y dos escuadrones, en total, unos 2.700 infantes y 180 jinetes. Parti en direccin a Asturias y Galicia. Sali de Amurrio y tom Riao, Oviedo, Lugo, La Corua y Santiago de Compostela. Desde aqu, decidi hacer una incursin que le llevara hasta Andaluca. De forma efmera conquist Len, Palencia, Valladolid, Sigenza, Requena, Albacete, Villarrobledo, Baeza, Crdoba, Pozoblanco, Almadn, Cceres, Alcntara, cija, Osuna, Ronda, Arcos de la Frontera, Pedro Muoz y El Burgo de Osma. Acab la expedicin en diciembre de 1836.

Durante este recorrido, logr formar un ejrcito de hasta 6.000 hombres gracias a los carlistas que se le unieron en el camino (como Ramn Cabrera) y se enfrent a los generales liberales en varias ocasiones: venci a Tello en Baranda y a Lpez en Matilla; fue derrotado por Espartero en Escaro y por Alaix en Villarrobledo. Adems, los generales Rodil y Narvez lo persiguieron infructuosamente (batalla del Majaceite), llegando a movilizar tras de s, en el momento culmen, a casi 25.000 soldados liberales. Su empeo por provocar y consolidar levantamientos carlistas en los territorios que atravesaba le fueron imposibles de realizar ya que no poda permanecer largo tiempo en ninguna poblacin, debido a la permanente persecucin a la que era sometido por las tropas isabelinas"Las poblaciones haban visto aparecer a Gmez en silencio y en silencio aguardaban, no tomando apenas parte en la contienda y contentndose con tener dos ayuntamientos, uno para recibir las tropas carlistas y otro para las de la Reina". Volvi a las proviniciasvascas de las que haba salido con 3.000 soldados aunque no todos eran los mismos que haban partido sino que las bajas haban sido cubiertas con hombres que encontr en el recorrido y que incorpor a su tropa, los unos lo hicieron voluntariamente, los otros fueron obligados. A pesar de estas acciones, Gmez fue juzgado y encarcelado por sus superiores por no cumplir las rdenes que le haban sido dadas.Yo vuelvo a Gmez que es el leit motif de esta excursin. Es lstima que utilizando una licencia potica no se le pueda llamar don Gmez al caudillo andaluz.

Esto le dara un aire ms pico y no sera un disparate, porque aunque Gmez es probablemente un patronmico de Gomesano, se emple tambin como nombre de pila. Ahora llamar a un espaol don Hijos, como le llama Balzac a uno de sus personajes, esto ya sera excesivo.

El general Gmez, despus del encuentro con Tello, supo que en la maana del 30 de junio haba una partida de doscientos hombres cerca de Soncillo, y envi al brigadier Villalobos, jefe de caballera, a que la persiguiese. Los fugitivos entraron en Reincsa y se dispersaron por el campo.

El general Gmez mand que cada uno de los batallones de su divisin diera un capitn y dos subalternos y se formara, a las rdenes de stos, un cuerpo de prisioneros.

Gmez, al salir de Vizcaya, se desentendi de las instrucciones que le haban dado don Carlos y Villarreal, y comenz a obrar por cuenta propia. Una de las primeras rdenes que dio fue la de sustituir al tesorero de la divisin, Bocos, por un cuado suyo.FONTIBRESalimos del hotel; se echa gasolina al auto y vamos a Fontibre, donde est el nacimiento oficial del Ebro.

El agua sale por debajo de unas peas, burbujeando, y forma un remanso verde. A poca distancia, el ro se hace caudaloso. Sobre las peas, donde brota el manantial subterrneo, hay un hito, con algunos letreros y fechas grabadas. Los enemigos de nuestras venerandas tradiciones aseguran que el origen verdadero del Ebro es el ro Hjar.

El pueblo de Fontibre est ms bajo que la carretera. Al salir a sta encontramos a un cura, que ha bajado con la sotana y el sombrero llenos de polvo del autobs.

Le pregunto yo si queda algn recuerdo por los alrededores de la guerra carlista.

No lo sabe. nicamente ha odo decir que hubo carlistas en el castillo de Argeso.EL CASTILLO DE ARGESOVamos camino de este castillo, con un tiempo hmedo y fro. Argeso es un pueblecito pequeo, situado en una hondonada, que forman varios cerros, prolongacin de la Sierra de Isar (probable y primitivamente Izar, en vasco, estrella). El nombre del ro Ijarilla, prximo al pueblo, debe venir tambin de Izar. He aqu el Ebro, naciendo de una estrella vasca y muriendo en un mar latino.

El castillo de Argeso se nos aparece en un cerro, ya medio derruido y ruinoso. Es un castillo fantasma. Podramos asaltarlo con facilidad y entrar a verlo, pero parece que por dentro est todo en ruinas.

Sopla un viento helado, y volvemos.MONTES CLAROSAl da siguiente de la accin contra Tello, Gmez tuvo noticia de que el general Espartero sala en su persecucin. Espartero supo la derrota de Tello en Puente Larra y march decidido a vengarle.

Lleva a sus rdenes al brigadier Alaix, liberal fantico y acometedor brioso, y al coronel Lina-ge como ayudante de campo, militar culto y entendido. Gmez inmediatamente decidi la retirada de su divisin. Los batallones suyos salieron de Son-cillo y de los pueblos de alrededor y marcharon por Santa Gadea que no es Santa Gadea del Cid, que est en la provincia de Burgos a Arroyo y a Montes Claros.

Arroyo es un pueblo que debi de tener alguna industria de fabricacin de cristal y minas de hulla; pueblo que va a desaparecer, porque en su terreno se va a formar un pantano.

El prximo monasterio de Montes Claros es de fundacin muy antigua, pero no queda en l nada arcaico. A un fraile dominico con hbito blanco le pregunto si no hay en el convento o en sus alrededores restos arqueolgicos. Al parecer no queda nada.

La comunidad fue expulsada de su convento tres veces, y la ltima vez que sali debi de ser cuando la desamortizacin; dur su ostracismo quince aos y desaparecieron muchos libros y objetos artsticos. Le pregunto al fraile por un edificio grande, que se ve en el alto, y me dice que es la hospedera.

Al bajar del cerro donde se encuentra Montes Claros, a las orillas del Ebro, hay una familia vagabunda: dos mujeres y unos chicos, que se preparan a comer.LOS CARABEOSSeguimos marchando a orillas del Ebro. Llueve y la temperatura es baja. El ro va trazando una ese por una tierra rida y sin rboles, por entre piedras y espadaas.

Los montes nevados, que se divisan a la derecha, son los Carabeos, y el de la izquierda, el Oiguenzo. Ni unos ni otros tienen una etimologa clara en castellano, quiz ms fcil sera encontrrsela en vascuence, pero tampoco parecera muy convincente ni muy exacta.

Los Carabeos, adems de indicar unos montes, era el nombre de un municipio, que comprenda varios lugares, y, entre ellos, el monasterio de Montes Claros. A esta comarca se llamaba tambin los Rianchos.

Este nombre de Montes Claros es extrao; parece que en los poemas de la Edad Media se llama Montes Claros a una regin de frica, que se extiende al Sur del Atlas. En el poema de Alejandro se dice:

Trocir luego a frica, conquerir estas yentes,

Marruecos con las tierras que son subiientes,

ganar los Montes Claros logares conuenientes,

que non son mucho fros, nen son mucho calientes.

Al cruzar los Rianchos, el Ebro toma proporciones de ro serio.

Segn un relacin carlista, el paso del Ebro fue una de las jornadas ms penosas de la expedicin de Gmez. Tuvieron los soldados que vadear el ro de noche y despus deslizarse por unos desfiladeros estrechos, que una persona sola poda pasar.

Cruzando el ro, Gmez y su gente tomaron el camino de Asturias, en direccin del famoso puerto de Tarna.CERVATOSVamos nosotros a comer a Reinosa, y por la tarde salimos a recorrer sitios prximos por donde pas Gmez con sus fuerzas.

El general carlista segua el borde de las sierras, buscando los sitios estratgicos, buenos para la defensa en caso de ser atacado. Naturalmente, no le interesara lo arqueolgico.

A nosotros, que padecimos hace mucho tiempo el morbo arqueolgico, nos queda algn pequeo brote de la enfermedad de la piedra.

En el camino que recorri Gmez est Cervatos, con su Colegiata.

El pueblo es un pueblo pequeo, prximo al ro Isarilla; la Colegiata, edificio amarillento, se yergue con una torre ancha y cuadrada.

La iglesia es romnica, del siglo xu, como otras muchas de Asturias y de Santander, con un portn y un bside, al parecer restaurados.

Las caractersticas de esta iglesia en el exterior es el predominio de las representaciones lbricas y flicas.

En muchas iglesias de esta poca se advierte la delectacin de los autores en representar alucinaciones sexuales, pero aqu, en Cervatos, en un pas fro y triste, es cosa extraa.

Se dira que un Osear Wilde de la poca o un Maree! Proust haban dirigido el ornamento exterior de la fachada.

El fotgrafo, que no ha tenido tiempo ni luz para captar las figuras del exterior de la iglesia, quiere pescar con su mquina la figura de un cerdo vivo, bravia, con un aire salvaje y una jeta rara, quiz el espritu familiar del ornamentador de la Colegiata; pero el animal se escapa y toma un trote cochinero por el campo y se esconde entre matorrales.AGUILAR DE CAMPOODe Cervatos avanzamos a Quintanilla de las Torres. Por aqu estuvo tambin el jefe carlista Gmez. Nos detenemos a contemplar un molino antiguo sobre el ro Camesa, que desemboca en el Pisuerga, y seguimos a Aguilar de Campo (Falencia).

Aguilar de Campo es un hermoso pueblo. Tiene, a lo lejos, una pea alta, la Pea Bernovio, y un cerro con un castillo, con sus torres derruidas, muy dramtico.

Desde este cerro se divisa el casero, agrupado alrededor de una iglesia, hoy la principal.

En la misma cima, aislada y sin caseros alrededor, est la iglesia romnica de Santa Cecilia, que antiguamente es muy probable que estuviera rodeada de viviendas.

A la salida de Aguilar, camino de Cervera del Ro Pisuerga, aparece uno de los monumentos ms importantes de la comarca, el monasterio, primero de benedictinos y luego de premonstra-tenses. Su fachada da la impresin de que se est arruinando por momentos.

Desde la puerta de la tapia, con tres arcos de entrada, se ven puertas sin ventanas y tejados derruidos.

En este monasterio hay un magnfico claustro, que no he hecho ms que entrever, y una cueva, donde se dice que est enterrado Bernardo del Carpi, a pesar de su inexistencia en la vida de los fenmenos y de su nica realidad en un poema de don Bernardo de Balbuena.

Esta figura de Bernardo del Carpi es, al parecer, invencin literaria. El poema de Balbuena lo le, en trozos, de chico, y me pareci un poco pesado.

En el poema de Fernn Gonzlez se dice:

Sopo Bernald del Carpyo que frraneses pasaban

que a Fuente Rrabya todos y arrybauan

por conqueryr Espanna segunt que ellos cuydavan

que ge la conquerryan, mas non lo byen asmauan.CILLAMAYORVamos a Cillamayor. Atravesamos un riachuelo por un puentecillo y entramos en el pueblo.

En la plaza hay camiones, con vivienda, de titiriteros, del tipo de lo que se llama en francs roulotte. Tienen letreros que dicen:CIRCO - VARIETES.Yo husmeo el pueblo y vuelvo a la plaza.

Los cmicos y gimnastas de los camiones tienen aire de aldeanos. Hay unas chicas bastante bien vestidas y sonrientes.Por qu no nos hacen una fotografa? nos dicen.La. haremos.

Salen dos o tres chicas a las ventanas y aparecen dos o tres hombres.

A una de las chicas le pregunto yo:Os vais a quedar aqu?S; somos artistas dice una de ellas, con timidez. Y ustedes?Nosotros somos viajantes de comercio contesta el fotgrafo.No; son ustedes periodistas. Se ve que tienen penetracin.PUEBLO DE CARBNLlegando a Barruelo de Santulln se entra en una cuenca de minas de carbn. Los pueblos estos tienen aire minero y grandes montones de escombros negros. Seguimos a Braosera, aldea pobre, en una barranca, entre robledales y carrascas.

Por el camino vemos a un minero borracho. Va muy digno, haciendo grandes eses por la carretera. Tiene la cara tan negra como los falsos negros que se ven en Londres tocando la guitarra y cantando. El pecho se le ve blanco entre la camisa abierta. Se le pregunta algo, pero no quiere contestar. Quiz va demasiado intoxicado por el alcohol.

Volvemos a Reinosa para dormir.DE REINOSA A OVIEDOSalimos por la maana de Reinosa, con lluvia y tiempo fro. Vamos camino de Cervera. Hemos cambiado de vertiente fluvial al avanzar por el camino. Estas aguas ya no van al Mediterrneo, sino al Atlntico.

Slo pensando cmo son los ros de Espaa se comprende que los espaoles no nos entendamos siempre bien. El Ebro es vasco, castellano, rio-jano, aragons y cataln. Los ros grandes que van al Atlntico, en su curso alto son espaoles y en el bajo portugueses. Slo el Guadalquivir es un gran ro casi completamente andaluz. Sus aguas cantan con el mismo acento. Los dems ros espaoles, al menos los grandes, son un poco mezclados en su lenguaje y en su poltica.

Cervera del Ro Pisuerga es un pueblo de mu- cho aspecto, con una plaza grande rectangular, de soportales llenos de tiendas pequeas. Hay en los alrededores restos de tres castillos y un antiguo palacio del conde de Cervelln.LA ABADA DE LEBANZADe Cervera vamos a San Salvador de Cantamuga. Este pueblo tiene una iglesia romnica, que de lejos hace gran efecto. De cerca se ve que el campanario est muy restaurado.

Nos dicen que a poca distancia est la abada de Lebanza. Por estos pueblos pas Gmez. No se comprende en dnde se podra alojar con su tropa en aldeas tan pequeas. Tendra que acampar al aire libre. Era entonces verano y, al parecer, haca calor. Ahora tambin es verano, pero hace fro.

Llegamos a la aldea de Lebanza, y tomamos el camino de la abada. Me figuro que voy a encontrar un monasterio romnico arruinado. En escrituras del siglo xi se habla de Sanctis Salvato-ris de Campo de Muga (San Salvador de Canta-muga) y de Santa Mara de Lebanza, hoy slo Lebanza.

La abada de Lebanza, desde el punto de vista pintoresco, es un fiasco. El edificio no tiene aire antiguo, parece del final del siglo xvni.

En una campa, prxima a la abada, hay una nube de chicas, con gorros blancos, jugando al baln.Qu es esto? Un colegio? le pregunto yo a una de las chicas.No; es una colonia escolar.Pero vosotras sois madrileas.S.

Tienen todas un aire de ronda de Embajadores que trasciende. Me dicen que va a llegar un diputado socialista por la tarde. Ser algn pedagogo. Como no es mi fuerte ni la pedagoga ni el socialismo, decido marcharme en seguida.

Volvemos a Cervera del Ro Pisuerga, y vamos hacia Riao, por una zona de embalses de agua recogida de los arroyos que vienen de los montes de Len.LOS PANTANOSEl primer pantano que bordeamos es el de La Ventanilla. Inundados los campos y las huertas con la obra, emergen del agua, como pequeas islas, las copas de los rboles, entre ellas las de algunos frutales.

Unos kilmetros ms lejos aparece un pantano prximo a Triollo (Falencia), muy grande, muy hermoso, de un azul admirable.

No sabemos qu pensara Gmez, si viviera, al ver convertidos en lagos romnticos las tierras secas que recorri l con su gente.

A Triollo, pueblo insignificante, le ha salido un lago, como a quien le toca la lotera, pero los vecinos no se han dado cuenta. No hay en l ni una lancha ni un bote.

Se ve que a los de Triollo el agua les estorba.CAMPORREDONDODe Triollo vamos a Camporredondo. Este pueblo es una aldea colocada en un hoyo circular, rodeado de alturas. Metidos en una cazuela, los camporredondinos deben de tener mucho fro en invierno y mucho calor en verano.

Antes, segn dicen, en los alrededores del pueblo haba rebecos, pero desaparecieron hace aos.RIAODe Camporredondo seguimos a Riao (Len), y como se nos ha retrasado la hora de comer, vamos en seguida a la fonda.

Nos llevan a un cuarto con las paredes encaladas, separado por una cortina de color, de otra habitacin, que es crculo o caf, en donde varias personas hablan y juegan al mus.

Nos sirve la comida una criada amable; probamos las truchas del Esla, y despus de comer saco yo mi mapa y pregunto a la chica si se puede pasar por el camino de Tama, a salir a Asturias. Ella no lo sabe. Llamar a un seor que est en el caf.

Este seor nos dice que no se puede pasar; pero uno ms enterado nos asegura que s, que se puede subir pasando por delante de Tarna, tomando despus por Burn y desvindose luego a Cofial.DATOS DEL PEN CAMINEROTomamos el auto. Tenemos que ir un poco hacia el Norte, a buscar Oviedo.

A la salida de Riao hallamos un pen caminero, que nos explica que las peas que dominan Riao se llaman Las Yordas.

Desde los altos podemos ver all Pea Dorada. Al lado contrario, y a la derecha, Pea Santa, Pea Prieta y Pea Vieja; y a la izquierda, los picos de Mampodre, por los que pasaremos cerca si vamos a Cofial.Y Escaro? pregunto yo.Est cerca de Burn.

Al seguir el camino para Burn vemos el nombre de Escaro en un poste del crucero.Est cerca el pueblo de Escaro? pregunto yo a un hombre rojo e inyectado que recoge lea.Escaro? dice l, acentuando ms la e inicial. Est aqu, a un paso. Hasta pueden ustedes ir en auto.

Escaro es la aldea donde Espartero atac a Gmez, no al ir ste a Oviedo, sino al volver de Len.

Escaro es una pequea aldea encerrada en un valle estrecho, cercado de cerros y de montes con robles y hayas. Es un lugar un poco sombro. Tiene muchas casas cubiertas de chamizo. Antiguamente la iglesia estaba en un altozano prximo, y, sin duda, se derrumb y no qued de ella ms que sus paredes destruidas y el cementerio. Quiz la ruina comenz tras de la lucha de las tropas de Espartero contra las de Gmez.

Quedaron tambin en el altozano dos campanas, que colocaron en medio del campo colgando de una viga sostenida por varios postes.

Gmez haba pensado en batir a Espartero, que estaba acantonado en Guardo, en el puerto de Tarna, no muy lejos de Riao. La divisin liberal, cansada y aspeada, no haba podido encontrar rincones en los pueblos de alrededor para comer y descansar. A pesar de esto, tenan los oficiales y soldados tanto entusiasmo que fueron hacia el pueblo de Tarna, decididos a atacar a Gmez. ALAIX

Al llegar al alto del puerto encontraron a los carlistas, y el brigadier Alaix, con sus fuerzas, se lanz contra ellos sobre la marcha.

Don Isidoro Alaix era un militar decidido y valiente, de los que llegan desde soldado a general a fuerza de batirse. Por los retratos que quedan de l se vea que era hombre de pocos amigos.

Alaix, con su ataque imprevisto, desorden a las fuerzas de Gmez, las oblig a tomar la defensiva y las detuvo hasta que pudo llegar Espartero con el grueso de la divisin.

Los carlistas treparon a las alturas a tomar posiciones. El convoy que traan se hallaba detenido en el estrecho valle de Burn, protegido por dos escuadrones. La entrada en el valle estaba dominada por los carlistas. Entonces el bravo Alaix, a la cabeza del regimiento de Almansa, en columna cerrada y en medio de una granizada de balas, cruz un estrecho barranco y se lanz a desbaratar a los escuadrones del convoy enemigo. Los soldados de Espartero se lanzaron con entusiasmo a trepar a las cimas y a desalojar a los batallones carlistas.

La accin de Escaro trastorn los proyectos de Gmez.EL ALTO DEL CEMENTERIODesde lo alto, en que se encuentra el cementerio del pueblo, vernos los montes prximos.

Contemplo el cementerio, medio derruido, con sus cruces entre hierbas parsitas.

Cerca de l y de las antiguas campanas colgadas en una viga, a sus pies, se ven montones de huesos humanos.

Algunos quiz de los carlistas y liberales que cayeron all en la accin de hace ms de cien aos.UNA VIEJA CURIOSAAl bajar del cerro nos encontramos a una vieja, que dice que ella oy que all haban peleado liberales y carlistas y que haban quedado muchos muertos en el campo. Luego la vieja nos pregunta, al ver la mquina fotogrfica:Y ustedes, para qu toman estas vistas?Nada. Por entretenimiento.No vayan ustedes a traer otra guerra al pueblo.No; no tenga usted cuidado. Dos somos pocos para eso. Ahora, si furamos quince o veinte, ya sera otra cosa.LOS PUERTOSVamos a pasar por cerca del pueblo de Tarna, marchando hacia Cofial. Las peas de Mampo-dre estn llenas de grandes manchones de nieve. Comienzan a dominar la niebla y el cielo est encapotado. Las perspectivas del paisaje son tristes y melanclicas.

De Cofial pasamos a Isoba. Se ve el puerto de Tarna cerca, con un casa a lo lejos, y al aproximarnos notamos que est deshabitada. Despus seguimos a Cabaaquinta, que ya pertenece a Asturias, y comenzamos a bajar una cuesta larga y accidentada del puerto de San Isidro, por una carretera nueva todava mal arreglada, llena de guijarros y de grandes pedruscos.

Ya al llegar a la parte baja, en tierra de Asturias, vamos con rapidez, y a poca distancia de Oviedo el auto, cansado de tantos vaivenes y traqueteos, se para.No podremos llegar? le pregunto al chfer.S; creo que s.

Efectivamente, por la noche llegamos a Oviedo.EN OVIEDOOviedo, hermosa ciudad, con un parque frondoso en el mismo centro, una gran catedral y esas dos iglesias primitivas en los alrededores: Santa Mara de Naranco y San Miguel de Cilla, es una ciudad atractiva.

En Oviedo, por la maana, mientras revisan y ponen el auto en punto, me dedico a la inaccin y a la pereza.

La muchacha de la fonda canta, mientras arregla el cuarto prximo:

Si se va la paloma ella volver; si se va la paloma ella volver.

No se va la paloma, no. No se va que la traigo yo.

No me disgustara vivir as; una temporada corriendo por los caminos, otra dedicndome al comentario y a or si la paloma vuelve o no.

Me llaman. El chfer necesita todava una hora para arreglar el auto.

Me levanto y salgo de casa.

En Oviedo doy una vuelta por el Campo de San Francisco y me encuentro a un conocido, que me lleva a una bodega, en donde me ofrecen sidra echada en un vaso desde una altura de dos metros para que haga espuma.

Me parece un ejercicio de prestidigitacin.

Pienso luego en mi reportaje.

Al llegar los carlistas de Gmez a la capital de Asturias fueron recibidos por la mayora del pueblo con gran regocijo.

El general public un bando, en el cual hablaba de sus pacficas intenciones, y mand que se disolviese el Cuerpo formado por los prisioneros en la batalla de Baranda, del valle de Mena, y que cada cual hiciese lo que le pareciera.

Muchos de los soldados cristinos quisieron ingresar en las filas carlistas. Se constituy el primer batalln de Asturias, al mando del coronel don Jos Duran. El botn de Gmez debi de ser enorme.

Al tercer da de estancia en Oviedo los carlistas supieron que el general Pardias estaba en el puente de Soto del Barco o Soto de la Ribera.

En el parte de Gmez se dice que Pardias tena mil quinientos hombres, pero parece que no contaba ms que la mitad: un batalln, el Provincial de Pontevedra, y milicianos.

Don Ramn Pardias era un gallego muy exaltado, muy valiente, que muri en la batalla de Maella (provincia de Zaragoza), luchando solo y a pie contra los soldados de Cabrera. Haba nacido en Santiago.SOTO DEL BARCOGmez envi a su segundo, el marqus de Bveda, con cuatro batallones y un escuadrn a combatir a Pardias. Soto del Barco o Soto de la Ribera es una pequea aldea que est a orillas del Naln. El ro, como casi todos los que van al Cantbrico, tiene orillas escarpadas y rboles frondosos. El puente de Soto, aunque est restaurado, parece que es antiguo. Pardias se encontraba en la aldea.

El marqus de Bveda lanz sus carlistas por el puente y por el vado, y pas con facilidad a la orilla opuesta. Los cristinos se dispersaron, y a no ser por la niebla hubieran cado la mayora prisioneros.

Pardias hizo esfuerzos sobrehumanos para dominar a su gente.

No lo consigui.

Jefes, oficiales y soldados, todos desertaban.

Das ms tarde de su fcil xito, Gmez no poda sostenerse en Oviedo. Espartero se acercaba. Gmez abandon la capital asturiana, camino de Grado, y poco despus entraba en ella el general don Jos Manso, antiguo guerrillero de la guerra de la Independencia.

Manso mand fiiar en las calles una proclama, ofreciendo el perdn, en nombre de la reina, a los ilusos que haban credo en las promesas del pretendiente.TINEO

Po Baroja en TineoComo hemos perdido el tiempo en el arreglo del automvil y en averiguar si el puente del Soto del Barco es ste que vemos u otro que est cerca de Trubia, y que algunos llaman con el mismo nombre, salimos por la tarde camino de Galicia. Marchamos hacia el Sur. Vamos por Grado y Salas, y en Tejero tomamos hacia Tineo, que ya es Asturias.

En la carretera se ven algunos seores, con aire de indianos, que pasean.

Tineo, pueblo nuevo, tiene buen aspecto; se destaca a nuestro paso en una altura y brilla al sol poniente con un resplandor rojo.EL PUERTO DEL PALOPasamos por Pola de Allende, pueblo de pocas casas, metido en un barranco, y comenzamos a subir un monte y otro monte, hasta llegar a Gran-das de Salime.

Esta serie de cuestas que hay que subir y bajar constituyen el Puerto del Palo.

Grandas de Salime es un pueblo de sierra, cerca de un arroyo, con una iglesia de piedra oscura y casas cuadradas, bajas, con tejados de pizarra, lo que le da un aire nrdico y feudal. Acenta el aspecto grave y siniestro el cielo del crepsculo, anubarrado y gris.

Un hombre nos dice que este invierno pasado han estado incomunicados mes y medio por las nieves. Al salir de Grandas de Salime, la niebla y la noche se nos echan encima.Amigo le digo al chfer, chese usted hacia el lado del monte.No tenga usted cuidado me contesta. Si no veo bien, me parar. Usted mire al otro lado de la carretera.

Se adivina entre brumas el fondo oscuro, lleno de niebla, de un barranco, profundo y siniestro.

Hacemos algunos chistes acerca de lo que nos ocurrira si nos deslizramos hacia el lado del barranco.Ni con lente se nos encontrara dice el fotgrafo.

El chfer tiene que abrir las ventanas del coche y sacar la cabeza para poder ver algo. El fotgrafo pregunta:Y habr osos por aqu?Bah! le digo yo. Un oso echara a correr al ver nuestro auto y cuento, para amenizar la oscuridad, una historieta que o hace aos, al subir al Urbin, en Soria.UN OSO EN LIBERTADBajbamos del monte Urbin unos amigos y yo, en compaa de dos guardias civiles. Uno de ellos nos cont una historia, una historia triste y lamentable, acaecida en el monte: la de un oso.

Era un pobre oso, que iba con unos titiriteros ganndose honradamente la vida, bailando al son de una pandereta. Un da, en un pueblo no lejano del Urbin, sinti pujos de independencia y se ech al monte.

El pobre animal, al encontrarse en libertad, entre la nieve, debi creerse en el paraso. Se arranc el bozal, rompi las cadenas, que le opriman, como cualquier ciudadano libre, y se dedic a robar ovejas. Se acercaba a los rebaos, en dos pies, palmeteaba como oso civilizado y se llevaba la oveja que mejor le pareca. A veces que la alimentacin de carne le hartaba, iba a coger el postre a las colmenas.

Se baaba previamente en un arroyo, se revolcaba despus en el barro, para cubrirse de una costra que no pudieran atravesar los aguijones de las abejas, cargaba con una colmena y coma la miel en un sitio apacible y tranquilo.

A pesar de su inteligencia, y de que no se meta con nadie, el pobre oso, perseguido y acorralado, fue muerto en Regumiel.FONSAGRADAAl paso de carreta llegamos a Fonsagrada (Lugo) a medianoche.

En la calle principal, continuacin de la carretera, hay una posada, donde nos dan de cenar. No es una fonda clsica de pueblo, es un hotel casi modernista. La chica de la casa, que nos sirve la cena, ha ledo libros modernos de literatura. Qu decadencia! Conoce tambin a Prtela Valladares, que ha sido diputado por el distrito. En el piso bajo del hotel hay un caf, y todava hay algunos concurrentes, con los cuales charlamos un rato.

De Fonsagrada salimos ya cerca de las dos de la noche, y llegamos una hora y media despus a Lugo.

Ahora se ha despejado el cielo y brilla la luna. Esta parte de camino, que recorri Gmez, tiene para m un carcter espectral y fantstico.LUGO

Portada de la Revista Estampa, de 1935, donde se publicn el presente artculo.Por la maana, que es domingo, se oyen campanas sonoras.

Salgo del hotel y paseo por la plaza Mayor, con sus soportales y su jardn en medio. Hay bastante gente, seoras, seores, curas, aldeanos y mendigos.

Hay muchos campesinos con bigote y vestidos de ciudadanos. A m me choca. Est uno acostumbrado a verlos afeitados y con un traje sencillo. Los hombres de la ciudad quiz estn mejor algunos con barba y bigote, pero los hombres del campo no. Parecen oficinistas pobres, obreros desastrados y hasta mendigos. Con los pelos de la cara ocurre lo mismo que con la pizarra en la arquitectura. La pizarra en una gran casa, con sus torres, est muy bien; en una casa pequea da una impresin pobre y mezquina.

Lugo es hermosa ciudad; la muralla es grandiosa, con sus torres altsimas; la plaza tiene mucho empaque, y la catedral y su claustro son imponentes.

En Lugo no entr Gmez, pero estuvo varias horas a poca distancia de la ciudad. El general Latre, que tena algunas fuerzas, permaneci en actitud expectante.

Gmez tema, sobre todo, a Espartero, pues conoca su intrepidez, su acometividad habituales y su entusiasmo liberal.

Espartero estuvo el 16 de julio conferenciando con Latre, y el 17 dirigi al Gobierno una comunicacin enrgica, relatando los antecedentes de la expedicin de Gmez. Al mismo tiempo expona la miseria de las tropas Cristinas, la escasa colaboracin que encontraba en las gentes del campo, que le haca comprender que atajar en su marcha al jefe carlista, sin recursos y abandonado de todos, era imposible.

La muralla de Lugo, que, segn dicen, es de origen romano, en algunas partes es soberbia. Desde sus torreones, que tendrn, creo yo, diez o doce metros de altura, se descubren hermosos panoramas.MELLIDSalimos nosotros por el antiguo camino real de Santiago, con un da de sol caluroso.

Nos detenemos en Mellid (provincia de La Co-rua), para tomar gasolina.

Hay en el pueblo gran mercado de domingo.

Mellid est a orillas del ro Furelos, del que se canta una cancin, que comienza diciendo:

Rio d'aguas nunca quedas

canta rusio Furelos.

A orillas de este ro Furelos parece que haba un hermoso palacio. Tambin nos dicen que en las fiestas salen unos gigantones y un papamos-cas. Hay en el pueblo gran mercado de domingo.

Nuestro fotgrafo se lanza a impresionar placas entre los grupos de campesinos y ciudadanos.

Contemplo la fuente de la plaza del pueblo, en donde noto quedan an herradas antiguas, aunque stas no son de madera, como las que conoci uno en la infancia, sino de metal y con aros de hierro.

En un extremo de la plaza los campesinos examinan con cuidado, en los puestos en donde se venden, el acero de las hoces y de las guadaas. El pblico lo forman gentes que esperan a que salga algn autobs, mujeres que se preservan del sol con un paraguas y muchachas con trajes y pauelos de colores.

Excepcin hecha de esta indumentaria, en general tiene poco carcter. Sobre todo en los hombres no tiene ninguno.

El sombrero flexible y la boina dominan.ROMERA EN EL CAMINOSalimos de Mellid, y poco despus nos encontramos en la carretera con un grupo de gentes que bailan en un campo. Se celebra la romera de Santa Mara de Castaeda.

Santa Mara de Castaeda es una feligresa que pertenece al Ayuntamiento de Arza. En un campo, adornado con follaje y con papeles de colores, debajo de unos rboles, bailan los campesinos al son de una banda de msicos encaramados en un pequeo tablado.

El pblico parece que est dividido; a un lado abundan las mujeres y al otro los hombres.

Bailan las parejas, como en todas las ciudades, el paso doble, con ciertas complicaciones de char-lestn yanqui.

De cuando en cuando, para respetar el color local, la msica toca la mueira, que en el baile no se diferencia mucho de la jota o el fandango. Cerca de los bailarines aparecen unos frailes, gruesos y bien vestidos. Nos dicen que son pa-sionistas. Llevan unas placas blancas en el hbito. Estn all, sin duda, para dar el visto bueno a la fiesta.

Dejamos la romera, avanzamos rpidamente, y una hora despus vemos de lejos las torres de Santiago de Compostela.

Llegamos a Santiago ya entrada la tarde, y vamos a comer a un hotel grande y pomposo. Son las cuatro.

Hace mucho calor, un sol de fuego. No hay apenas gente en las calles.

La hermosa ciudad, desierta y llena de luz, parece una decoracin.

Contemplamos la plaza de las Plateras y la puerta del mismo nombre. Algunos mendigos pintorescos dormitan en las escaleras.

Recorremos la plaza de los Literarios y descansamos a la sombra de unos arcos, prximos a la catedral.EL CARLISMO DE LOS COMPOSTELANOSEl da 19 de julio de 1836, por la maana, ocup Gmez Santiago, y public una alocucin y un bando. En la alocucin deca que iba a defender la libertad del reino de Galicia y la santa religin, y exhortaba a los gallegos leales a que siguieran el ejemplo de constancia y valor de los vascos, navarros y castellanos, para que cesaran los sacrilegios y las profanaciones de los templos.

Esta era la parte romntica de su proclama.

En el bando ordenaba un alistamiento de los mozos solteros de diecisiete a cuarenta aos.

Gmez se apoder, con la complicidad de los empleados, del dinero que haba en el Ayuntamiento y en otras dependencias oficiales y de las armas y municiones de los cuarteles.

El pueblo, absolutista en su mayora, celebr con gran entusiasmo la entrada del general carlista. El clero se mostr ilusionado y lleno de esperanzas.

La ilusin fue corta. Al da siguiente, a las ocho de la noche, Gmez, que tuvo la noticia de que Espartero haba llegado a San Tirso, a dos leguas de Santiago, dispuso, para las diez de la noche, la salida de sus tropas por el camino de La Corana. De los doscientos voluntarios que se incorporaron a las fuerzas de Gmez, muchos viejos militares, empleados y jovencitos dbiles,

tuvieron que quedarse en los caminos aspeados y rendidos.

Al da siguiente, despus de una ligera escaramuza, Espartero entraba en Santiago, y variaba el aspecto y la decoracin de la ciudad.

La marcha de Gmez desde Santiago de Galicia a Falencia fue bastante difcil y complicada. Sali de nuevo a Asturias, pas despus a Len y en el camino Espartero le atac en Escaro.

No es posible seguir su ruta en automvil. Habra que recorrerla a caballo.A ORENSECuadro de texto

Interior de la Revista EstampaDe Santiago tomamos el camino para Orense. La tarde es sofocante. Aldeanos y aldeanas se les ve tendidos en los prados, algunos boca abajo, lo que da la impresin de que estuvieran muertos. Marchamos a toda velocidad. El nico pueblo grande que pasamos es Laln.

Me sorprende la cantidad de viedos. Esta parte de Galicia debe producir mucho vino.

La gente que se ve al pasar en pueblos y aldeas no tiene carcter especial por su indumentaria.

Las casas son de piedra; algunas cubiertas de pizarra, otras de teja, pero casi todas sin alero saliente, como si no se hubiera querido emplear dinero en un gasto superfluo. No digamos que lo superfluo es necesario, pero s que es muchas veces la flor de la vida.

La falta de aleros en las casas y la falta casi absoluta de escudos en las fachadas me hace pensar . que estos pueblos seran de grandes terratenientes, que habitaran en las ciudades y no daran a sus pecheros ms que lo indispensable para vivir.

Llegamos a Orense al anochecer. Orense es una ciudad moderna, a orillas del Mio, que es un ro muy hermoso. Tiene un puente magnfico, de los ms grandes y monumentales de Espaa.

Sobre Orense hay un cantar que dice as:

Tres cosas hay en Orense

que no las hay en Espaa:

el Santo Cristo, la Puente

y La Burga, hirviendo el agua.La Burga o Las Burgas son manantiales de agua, que brotan del suelo a una temperatura superior a la normal.

En el ro no se ve una lancha. Qu poco entusiasmo tiene el espaol por el agua! En una ciudad del centro de Europa estara el ro lleno de botes y de balandros.

En el comedor del hotel hay gran reunin de personajes conservadores, que ocupan una larga mesa del centro del comedor.MONFORTE DE LEMOSAl da siguiente salimos de Orense, y nos desvamos del camino de Len, marchando a Mon-forte de Lemos, provincia de Lugo. Aqu tambin le sorprende a uno la cantidad de viedos.

Paramos un momento en Pantn, y entramos en el patio de un convento. No hay nadie; reina el silencio y la soledad.

Seguimos a Monforte. Monforte, sobre todo desde lejos, ofrece una silueta arcaica, con su castillo cuadrado en una eminencia y sus torreones de la muralla.

En el mismo cerro hay algunos edificios antiguos y grandes que tienen aire de conventos; uno de ellos parece que es una abada de benedictinos. A la entrada del pueblo me sorprende una casa pequea, en cuyo tejado crece tanta hierba que parece un jardn.

El ro Cabe, que pasa bordeando el pueblo, se une con el Mio a no mucha distancia. Es un ro oscuro y sombro, con un puente slido y espacioso. Hay rboles en las orillas y lanchas y chalanas en el agua.

Monforte de Lemos tiene aire de pueblo antiguo importante. Uno de los grandes edificios que se ve en la altura es el colegio de Humanidades, despus convento de frailes, donde se encontr el famoso cuadro de Van der Goes, que se vendi en Berln.

El fotgrafo fija en sus placas la silueta de una muchacha, joven y fuerte, que vuelve del ro, y la de una vieja con cierto aire medieval.

De Monforte volvemos a la carretera, y cruzamos el ro Sil, que corre en el fondo de una garganta pedregosa.

Este ro aurfero, por todo el cauce por donde lo he visto, marcha serpenteando en el fondo de tajos y peascales pizarrosos. Es un ro dramtico y teatral.CASTRO - CALDELASEl camino termina en Castro-Caldelas (provincia de Orense), pueblo que era cabeza de la jurisdiccin del mismo nombre, de la cual era seor el conde de Lemos.

El pueblo fue incendiado por los franceses en 1810 y de l quedan los restos de un hermoso castillo.EL LAGO DE CARUCEDODe Castro-Caldelas marchamos a gran velocidad, bordeando el Sil, a Carucedo (Len). El lago de Carucedo se encuentra al lado de la carretera. El lago es pequeo. Est entre montes ridos, y en las orillas hay muchas espadaas.

De este lago tena yo un recuerdo romntico, por haber ledo de chico una novela de Enrique Gil, titulada El seor de Bembibre. Bembibre tiene un castillo arruinado y una iglesia que fue sinagoga. El lago de Carucedo, al parecer, se achica mucho en vereno.

En la orilla hay una barca, ancha y plana, con su palo y su vela cada, y una escalera, puesta ho-rizontalmente, para pasar a la barca. Un muchacho nos invita a dar una vuelta a la laguna.

Es tarde. Seguimos nuestro camino y llegamos a Ponferrada.PONFERRADAPonferrada, sobre el ro Sil, tiene aire de ciudad seorial, con su iglesia gtica, sus arboledas y su gran castillo con sus torreones en lo alto. Este castillo parece que fue de los Templarios. La parte baja del pueblo, a orillas del ro, es ms humilde y proletaria.

Comemos en una fonda, donde nos amenizan la existencia unos viajantes catalanes, que no paran de hablar y de discutir a gritos.

De Ponferrada tomamos hacia el Norte, hacia El Vierzo, por una excelente carretera, y despus vamos en busca de Len, por otra calzada ya peor, que pasa por Villablino, Muras de Paredes, Riello, etc.

El cielo, un poco gris, y el ambiente, nebuloso, armonizan bien con las grandes praderas verdes y con los montes lejanos, velados por ligeros cendales de niebla en las cumbres.

Por aqu pas Gmez, pero no dej rastro de su paso.

Estn recogiendo el heno en los prados.

Una bella campesina, fuerte y sonriente, de aire gtico, y una hilandera, vieja y cabizbaja, se acercan a nuestro auto y el fotgrafo las retrata.SARIEGOSSi Gmez sigui en lnea recta, camino de Len, debi de pasar por Sariegos.

Sariegos es un pueblo pobre, de adobes. Para llegar a entrar en esta aldea hay que cruzar un paso a nivel, meter el auto por un charco y marchar por un sendero detestable.

A la entrada hay una casa pequea moderna, tienda de comestibles y panadera, llamada El Desengao.

El Desengao! Qu ttulo para una tienda! Hay que suponer que el que construy la casa y puso la tienda no tuvo xito. Si hubiera sido escritor o poeta, hubiera hecho una novela o un poema, y atribuido su desengao a una bella

dama.

De Sariegos, Gmez se dirigi al barrio de Tro-bajos, de Len, y entr en esta ciudad.LEN

Miguel Gmez Damas, ilustracin de Magus, M. IsidoreLen, Legio septimia gemine, de los romanos, es hermosa ciudad, con una magnfica catedral. Len no debi recibir a Gmez con tanto regocijo como Oviedo y Santiago. Los carlistas se incautaron de lo que pudieron. Se les presentaron doscientos voluntarios, a quienes se les puso como mentor a don Marcelo Francisco Garca, que les dio instrucciones.

Descansaron el 2 y 3 de agosto, y pens Gmez en volver a Riao y esperar all a Espartero, a pesar de que ste le haba vencido con Alaix en las alturas de Escaro.

Gmez, al abandonar Len, se dirigi al Norte, pensando en preparar una emboscada a las tropas liberales en el puerto de Tarna, emboscada que no tuvo xito, y que termin de manera pocofeliz para l.

No es cosa de desandar lo andado, y le buscaremos al jefe carlista a su vuelta, cuando se decidi a pasar a Castilla.

Marchamos por la carretera de Valladolid, y nos desviamos a Albices, para seguir por Santorcaz del Campo a Carrin de los Condes (provincia de Falencia).ENTRE ZORITA Y VILLADAAl acrcanos a Zorita de la Loma (Valladolid), la carretera es detestable, con unos agujeros grandes llenos de polvo, en donde se hunden las ruedas del auto.

A la sombra de un rbol hay un pen caminero

descansando.

Debe descansar de no hacer nada. Es un tipo un poco sanchopancesco.Pero cmo est esta carretera le decimos.S; hace veintiocho aos que no se ha echado aqu grava.

Dan ganas de preguntarle:Y entonces, qu hacen ustedes los peones camineros?

El auto va dando saltos en los baches y tiene crujidos un tanto alarmantes.

Al llegar a un pueblo le preguntamos al chfer:No se habr roto algo?S; me parece que s.

Salta del coche al suelo, mira y, efectivamente, se ha roto una ballesta.

Estamos delante de un pueblo, llamado Villada, de la provincia de Falencia.

Un hombre, vestido de mecnico, pasa con dos vacas, que lleva a beber a un abrevadero.Oiga usted, maestro le dice nuestro mecnico, no habra por aqu algn sitio de reparacin de autos?Yo tengo un taller. Espere usted, vuelvo en seguida.

Vuelve, efectivamente, con sus vacas, las mete en un callejn; se sube en el estribo del coche y lo dirige a un corral. Es el taller suyo.

Nuestro chfer se pone el mono; empujan, entre l v el mecnico del pueblo, el auto hasta un pequeo foso, lo levantan con una gra y andan los dos hasta que sacan la ballesta rota.

La llevan a un tornillo de presin y all, aadiendo y quitando, improvisan otra ballesta y la colocan.

El auto est presto. El del taller nos muestra el camino de Carrin.Y este pueblo se llama...? pregunta el mecnico.Villada dice el del taller. Es que quiere usted volver?No. Al menos en automvil, no.CARRIN DE LOS CONDESCarrin no conserva el menor recuerdo de estos condes emparentados con el Cid.

En el puente, sobre el ro que tiene el mismo nombre del pueblo, nos encontramos con un vecino, que nos obsequia con una disertacin acerca de la arqueologa de esta ciudad.

Contemplamos la portada romntica de la iglesia de Santa Mara del Camino, y aqu otro ciudadano nos da noticias de las casas antiguas que hay por estas calles.

Dice que una de las ms viejas, aunque restaurada, es una prxima, que est enfrente de la iglesia, y cuyo zagun es ahora taller de carros.VILLASIRGAPasamos por Villalcizar o Villasirga. Supongo que este nombre de Sirga ser por alguna maroma que se empleara en el prximo Canal de Castilla.

Esta aldea, en medio de campos polvorientos, tiene una iglesia magnfica, que fue mencionada y elogiada por Alfonso X el Sabio en sus Cantigas. El prtico es inmensamente alto, y en el fondo se ve el arco romntico de la entrada y encima una serie de imgenes de piedra en varios tramos.

Son cerca de las dos de la tarde. El cielo est turbio por el calor. No se ve un alma. A un chico le pregunto si se puede ver la iglesia. Me dice que s, pidiendo permiso al cura. Supongo que estar echando la siesta y no es cuestin de molestarle.

Salimos. Estamos en Tierra de Campos. Las casas de las aldeas son de adobes y en algunas partes los pueblos parecen asentados sobre escombros. En medio de esta llanura de ocre, los rboles, tupidos en el borde del Canal de Castilla, dibujan una cinta verdosa oscura.PALENCIANos detenemos en Frmista a contemplar su magnfica iglesia romnica; seguimos a Falencia por el mismo camino que sigui Gmez. Falencia, ciudad antigua, a orillas del ro Carrin, tiene gran aspecto y gran catedral.

El general carlista celebr aqu, en el pueblo, una junta de oficiales para resolver si era ms prudente, para continuar la guerra, volver a Asturias y a Galicia, y en parte a las provincias vascongadas, o marchar hacia el Sur de la Pennsula. La opinin general fue que era mejor avanzar hacia el Sur.

Con esta resolucin el 22 de agosto tomaron el camino de Falencia, pensando en avanzar a Pe-afiel.

Seguimos su ruta y pasamos por un pueblo con un hermoso palacio.VERTAVILLOAl pasar por Vertavillo supieron que el general Puig Samper iba camino de Jariego. Puig Samper contramarch en direccin de Valladolid, donde entr al anochecer.

Los carlistas llegaron a Peafiel y all pernoctaron. Los nacionales se encerraron en el castillo y propusieron no hacer fuego si no se les atacaba. La divisin de Gmez pas al pie de la fortaleza y no son un tiro. Los dos bandos quedaron en sus posiciones.

Prosiguieron los invasores su avance, con la idea de dirigirse a Segovia, pero supieron que algunos batallones haban entrado en la ciudad y reforzado su guarnicin.

Pensaron marchar por Somosierra y caer sobre Madrid. El Gobierno haba concentrado fuerzas en Buitrago.JADRAQUEEntonces los carlistas retrocedieron por Riaza y Atienza.

Riaza y Atienza no tenan condiciones para albergar mucha gente.

En vista de ello, marcharon a Jadraque (Gua-dalajara), en donde se aloj el cuartel general de Gmez, la brigada de prisioneros, el hospital y varios batallones. El castillo estaba ya en ruinas.

En las casas de Jadraque y en los pueblos prximos, Bujalaro y Villanueva de Argecilla, se instalaron los carlistas, y algunas compaas tuvieron que ir a Hita y a Cogolludo.

En estos pueblos, donde no haba sufrido el vecindario ninguna depredacin, pensaron que dejaran pasar las tropas sin protesta, lo que as ocurri.DON NARCISO LPEZGmez supo que una columna enemiga, al mando del brigadier don Narciso Lpez, que se hallaba a dos leguas de distancia, por la parte de Si-genza, vena hacia ellos.

Comunic la noticia a los jefes acantonados en los pueblos prximos para que se replegaran en Jadraque. El jefe, que se hallaba en Bujalaro, oy los primeros tiros del enemigo al anochecer. Lpez haba venido por el monte y entr e hizo veinticuatro prisioneros.

Narciso Lpez era un venezolano, nacido a final del siglo xvin, llegado a Espaa con el general Morales. Segn el escritor militar B. Villegas, era valiente y manejaba la lanza con tal habilidad que se le consideraba a la altura de don Diego Len; pero Lpez, al parecer, era un impulsivo, sin serenidad y sin calma para dirigir una accin militar.

Lpez, a quien el prusiano Rahden llama mulato de Costa-firme, era como todos los criollos que sirvieron en el ejrcito espaol, inquieto y de poco fiar.

En la batalla de Mendiogorra pudo dar un golpe mortal a los carlistas, lanzar su caballera y coger prisionero al mismo don Carlos, pero no lo hizo no se sabe por qu; quiz por no dar un xito a un rival joven, como don Luis Fernndez de Crdova.

Lpez muri agarrotado en Cuba, como jefe de una intentona separatista en 1851.ACCIN DE MATILLASPor la maana del 30 de agosto el general G- 1 mez, que haba sabido que Espartero, su contrin- J cante ms peligroso, estaba enfermo y que Rivero no poda llegar a tiempo al sitio de la lucha, mand al coronel Fulgosio, que, dando un rodeo por el flanco, se acercara a Bujalaro. El se present delante de la aldea, a poco ms de un tiro de bala, con su columna.

Don Narciso Lpez emprendi una retirada precipitada a Malillas.

Malillas (Guadalajara) es un poblado en una colina, con un riachuelo y unos montes que, por lo que nos dijeron, se llaman los Distercios. Esta voz, de primera intencin suena a palabra latina, como si significara lmites.

Los de Lpez crean que la posicin era fuerte. No se comprende por qu, porque es un poblado pequeo, a orilla del ro, sin defensa natural.

Los carlistas envolvieron a los soldados de Lpez y los hicieron prisioneros. No se salv ni uno.

Un francs, testigo presencial, que firm un libro titulado Campaas y aventuras de un voluntario realista en Espaa, dice que todos los oficiales de Narciso Lpez, algunos americanos, eran exaltados, que llevaban en la solapa una cinta con estas palabras: Jur mi suerte a Isabel II. Constitucin o muerte. Segn el francs realista, cuando se rindieron los oficiales cristinos se apresuraron todos a quitarse aquellas cintas, a romperlas y algunos a tragrselas.

Lpez, los comandantes, capitanes y subalternos de todas las armas, en nmero de treinta y siete, e incluso los capellanes y cirujanos, cayeron en mano de los carlistas.

Tuvieron buena suerte, porque conducidos a Cantavieja, fueron rescatados pronto por el general don Evaristo San Miguel cuando ste tom la plaza.

Aunque no hubo muchas muertes en esta accin, se puede ver en un libro de la poca una lmina titulada Batalla de Maullas, pueblo que no aparece en la mayora de los mapas.MARCHAN A ARAGNDe Malillas, las tropas de Gmez fueron a Bri-huega, y de aqu a Cifuentes, perseguidas por la vanguardia de Alaix.

Al subir la cuesta que hay a la salida del pueblo, camino de Canredondo, vieron que no era posible arrastrar la artillera que haban cogido el da anterior a Lpez, por lo escabroso y malo del sendero, y decidieron clavarla, es decir, romper el odo de los caones con una punta de acero a golpes de martillo.

Quisieron tambin destrozar las cureas y los carros, pero uno de stos, cargado de municiones, estall e hiri a varios artilleros.

Llegaron los carlistas a Esplegares, en donde Gmez supo que su compaero Basilio Garca (don Basilio) repasaba el Ebro perseguido por los generales Manso, Azpiroz y Buerens. Gmez se dirigi a Orihuela del Tremedal, provincia de Teruel.

Pensaba seguir a Cantavieja, pero como supo que el general San Miguel estaba en el camino, cambi de rumbo y se acerc a Utiel, adonde lleg el 7 de septiembre.UTIELA Utiel, pueblo castellano, que pertenece a la provincia de Valencia, llegamos con tiempo oscuro y nebuloso.

l pueblo en este ao 1935, en que lo visitamos, parece que se republicaniza. Se ven rtulos en las calles, dedicados a personajes republicanos, y uno que tiene este largo letrero: Calle de don Francisco Ferrer Guardia, fusilado por la reaccin.

El que tenga que mandar un telegrama con estas seas est divertido.

Habr en este pueblo alguien que sepa de Gmez y de su expedicin? No es muy probable.

Un viejo, que est sentado en la plaza, delante de la Albndiga, con quien hablo, confunde a Cu-cala con Cabrera.

Me interno en la parte vieja del pueblo. He aqu la calle del Sarratillo, como una decoracin arcaica, y dos mujeres, que se asoman a un balcn de una casa del fondo.

Las mujeres de Utiel hablan un castellano descarnado y emplean con frecuencia interjecciones de un aticismo dudoso.

Como no hay en las inmediaciones de la calle del Sarratillo informe verbal sobre Gmez, daremos una noticia de sus pasos lo ms escueta posible.

Gmez lleg a Utiel el 11 de septiembre de 1836. Alaix, al saberlo, haba marchado con su columna a Cuenca, donde pudo pertrecharse.LOS CABECILLAS DEL MAESTRAZGOGmez escribi a los cabecillas Quilez y el Serrador desde Jadraque. Les deca que tena un nmero excesivo de prisioneros, que convendra internar en Cantavieja, y les preguntaba si los dos jefes que se incorporaban podran preparar las operaciones para entrar en Murcia.

De don Joaqun Quilez, cabecilla aragons, no he visto nunca ningn retrato. El Serrador (Jos Miralles), leador y mozo de posada en la infancia, nacido en el Maestrazgo, era un gigante, tosco, brbaro e inculto.

Gmez propuso a Cabrera una conferencia. Temeroso de que Alaix le atacara en Utiel, Gmez sali para Cantavieja, por Chelva; pero a la mitad de la jornada recibi el aviso de que Qulez y el Serrador llegaban a Utiel. Entonces retrocedi. Qulez vena con tres batallones y el Serrador con dos. En conjunto, dos mil quinientos hombres de Infantera y ochocientos caballos.CABRERA Y FORCADELLEl da 12 apareci Cabrera, que, segn algunos escritores, entre ellos Pirala, dicen que hizo con su escolta cincuenta leguas en slo veinte horas.

Cabrera era ya el dolo de los carlistas, el azote de los impos, el gran Macabeo. Un cura del Maestrazgo le haba dedicado estos versos inspirados:

Viva el nclito Cabrera y muera todo fracmasn! Viva la brillante lumbrera, alma y prez de la religin!

Cabrera tena la vitola de un gato montes. Era hombre genial, tipo neto del Mediterrneo, sin el menor sentimentalismo; mixto de nervio, de ener- | ga y de bilis.

Cabrera vena acompaado de Arnu, Acevedo, el cura Cala y otros.

Con las fuerzas carlistas del Maestrazgo lleg poco despus don Domingo Forcadell, llamado de apodo Pebreroig (pimiento rojo o pimentn), porque tena la cara muy encendida. Forcadell gozaba fama de ser ms humano que su jefe.

Cabrera por estos das estaba un tanto desanimado por el ataque sin xito a Gandesa.

El ejrcito que haba reunido Gmez en Utiel era aguerrido, con buenos tcnicos, y al mismo tiempo con gente dura y fuerte.ATAQUE A REQUENAEl primer propsito de los jefes carlistas fue embestir contra Requena. Cabrera le tena ganas a este pueblo, donde haba fracasado el ao anterior.

Actualmente la muralla que circunda el pueblo est derruida. De los torreones no queda ms que algn montn de piedras que parecen no talladas y tapias de huertos que quiz eran traveses en otro tiempo.

Entonces, durante esta guerra, tampoco la muralla estaba bien conservada y haba sitios tapados con trozos de rbol, cascote y alambres.

En el pueblo hay ahora dos barrios antiguos: el de la Villa, de casas empinadas, viejas y estrechas, con una cpula en lo alto, y el de las Peas. Entre ambos est el Arrabal, que sin duda no tiene categora de barrio.

El de la Villa, por lo escarpado, tiene que ser fcil de defender, no as el de las Peas, ni tampoco el Arrabal.

El de la Villa mostraba, entre las casas pequeas de la calle de la Pursima y de la Gomera, un viejo alczar que llamaban y que siguen llamando el palacio del Cid.

A Requena le defenda un antiguo militar, el coronel Albornoz, y no tena ms fuerzas que los milicianos y una compaa formada de convalecientes y gente vieja de varios cuerpos del ejrcito.

En el pueblo haba armas en abundancia y se repartieron en el vecindario. Hombres, mujeres y nios fueron a la muralla dispuestos a impedir la entrada de los carlistas, porque saban cmo las gastaba Cabrera, a quien le tenan

miedo.

Gmez y los dems jefes mandaron compaas de asalto a abrir brechas en los muros y comenzaron el fuego con dos piezas de artillera.

Fue intil; no pudieron escalar la colina. Un oficial viejo de los cristinos, que tena un can en una galera del palacio del Cid, dispar con" l varias veces y lleg a desmontar uno de los caones carlistas.

Gmez mand un parlamentario con bandera blanca y los de Pequea recibieron al parlamentario a tiros. Despus envi al antiguo prior del convento de franciscanos a decir a los requenen-ses que si se rendan respetara la poblacin, que si no, entraran al saqueo.

Los requenenses contestaron: Que vengan!

Por la noche Gmez y Cabrera se retiraron a Utiel. Esto es en conjunto lo que ocurri en la primera intentona de los carlistas reunidos.

Para adquirir algunos detalles y para comer vamos a la fonda.

En Requena se habla castellano puro, no se oye el valenciano.

El fondista, a quien explico mi curiosidad y la razn de mi viaje, me indica dos o tres personas a quien puedo dirigirme en el pueblo. Una de ellas est muy enferma.

De los interrogados por m, uno, con simpatas carlistas, dice que si Gmez no entr en Requena fue porque temi que los generales cristinos anduvieran cerca y porque el prior de los franciscanos le asegur que el asalto costara mucha sangre. Tambin afirma que el can de los nacionales no vala nada y que no consigui ms que incendiar un pequeo batn, por lo cual le llamaron luego en broma el can del Batanejo.

El liberal dice que hombres, mujeres y chicos se defendieron heroicamente, que los carlistas fusilaron a todos los que encontraban en el campa y que esto acentu la furia y el valor de los sitiados.

Asegura tambin que hasta hace poco se vean cruces en el campo, entre ellas, la de un liberal apodado el Gallo. A un molinero a quien fueron a prender dispar el trabuco por la gatera, perniquebrando a varios, y luego escap por la acequia del molino.

No es cuestin de insistir ms. Retrocedemos unos kilmetros hasta una aldea llamada San Antonio, en la carretera de Utiel. Hay en el pue-blecito dedicado al santo un gran rbol, con el tronco hueco, cerca de un camino.

Un hombre del campo me cuenta que en la primera guerra carlista un liberal conocido, vindose rodeado de carlistas, se subi al rbol, se escondi en el hueco y se salv.

Despus, en recuerdo, restaur la ermita prxima.CASAS IBAEZVamos ahora camino de Casas Ibez (Albacete). Cruzamos el ro Cabriel.

En un pueblo, sobre la cpula de la iglesia, ondea una gran bandera nacional. Antes de llegar a Casas Ibez, los de Gmez encontraron en el campo los cuerpos muertos de los voluntarios carlistas de la expedicin de Batanero, y como en esta clase de guerras, cuando se mata a la gente enemiga se mata correctamente, y cuando matan a los del propio bando se considera que se les asesina, pensaron que estaba muy legitimado el incendiar el pueblo.

En Casas Ibez se recuerda por tradicin algo ocurrido all hace cien aos.

Hablo con la gente de la plaza y recojo algunos datos de poca monta, que no quiero exponer porque esto se alargara demasiado.

Uno de los hombres recuerda haber odo a los viejos cuando era nio que se quemaron la calle del Rosario y la de la Amargura. Dice que se llevaron tres mujeres: una la Morena, otra la Colora y otra la Abuela de Paco Perea. Aade que los soldados a caballo, con las lanzas, cogan lo que haba en las ventanas y que uno se llev a un nio. Tambin en Alborea hubo sus violencias.

Doy una vuelta por las calles de Casas Ibez, contemplo a una mujer gruesa, sonriente, en un grado avanzado del embarazo, que est en la fuente. Al ver que se le va a fotografiar, dice:Me van ustedes a llevar a Madrid, as con esta barriga?Eso pasar tambin le digo yo, y cuando se vea usted libre le har gracia.

Me detengo en un portal en el que unas mujeres estn haciendo la colada.Nos van ustedes a sacar en algn peridico? preguntan.Si no les importa, s.Bueno.M AHORASalimos de Casas Ibez y vamos a Mahora.

Cerca de Mahora pasa un ro que debe ser el Jcar. El pueblo no tiene mucho que ver. En las afueras se destacan unas ruinas.

Mahora es un pueblo manchego clsico, con hermosas casas, con su portaln y su escudo encima. Me detengo en la plaza y pregunto a los viejos algo de la expedicin de Gmez.Eso ser para la poltica dice un aldeano de gorra y bigote.No; es para un peridico de monos. No creo que les convenzo. La gente no sabe nada de la expedicin de Gmez.Ahora a los carlistas les llaman facciosos, verdad, usted? me pregunta uno.El faccioso es siempre el enemigo contesto yo.Ahora les llaman agrarios replica un viejo de anteojos.

No parece que se ponen de acuerdo en cmo se les llama.

El hombre de los anteojos recuerda haber odo que en Sarradell, en la primera guerra civil, hubo un encuentro entre carlistas y liberales.

Fue el descalabro del general don Francisco Valds, hombre valiente, que tuvo que batirse con fuerzas cudruples a las suyas.

En el pueblo de Mahora mataron los carlistas a varios, y Cabrera debi de quedar como tipo de hombre templado y valiente, porque de la gente audaz decan los vecinos:Este es un Cabrera.

Recorro las calles del pueblo y veo en las paredes escritos con pintura blanca y negra varios letreros polticos. Los hay revolucionarios y conservadores, para todos los gustos.

Uno ha puesto Biba el comunismo! Otro: Votar a las izquierdas es votar a Casas Viejas. No votar! No os fiis, espaoles. Un monrquico ha escrito: Biba el clero y el rey XIII! Abajo la Repblica! Y un amigo de sta, para completar la epigrafa, ha fijado esta inscripcin: Fuera esos escalabajos caverncolas!UNA CHICA SENSATAEn una plazoleta encontramos a una mucha-chita que va a la fuente con un cntaro pequeo.Quieres que te retratemos y aparecer en los peridicos?Bueno.Si se te ocurre algo as como que te gustara ser actriz de pelcula o aviadora, lo dices, para que yo lo escriba.No se me ocurre nada contesta la chica

riendo.Veo que tienes ms talento que la mayora de las cmicas y de las cupletistas. Si sale bien el retrato, ya mandaremos aqu el peridico.ALBACETEDe Mahora partimos para Albacete, adonde llegamos al anochecer.

Gmez entr en la ciudad el 16 de septiembre.

Huyeron del pueblo autoridades y particulares.

Se llevaron las tropas a varios albacetenses, secuestrados para pedir rescate por ellos, y algunos miles de duros de la caja de la Administracin del Canal.

El caudillo carlista, al saber que se acercaba Alaix con algunos escuadrones de don Diego Len, sali de la ciudad. Llevaron los carlistas el intento de apoderarse de Madrid. Tomaron por la carretera general y al da siguiente fueron a dormir a La Roda.LA RO D ALa Roda es un pueblo manchego, plano, en medio del cual se destaca la iglesia, con una torre de tejado puntiagudo. Est colocado en una extensa llanura, sobre el declive de una pequea colina. El pueblo se dedica principalmente a explotacin de granos, de ganado y de azafrn.

Entramos al centro del lugar. En esta esquina que da hacia la plaza, hay un letrero no completamente amable, porque dice con cierto laconismo:

Comidas y piensos.

Me dirijo a tres viejos sentados en la calle en fila: el del centro est cubierto con una manta y lleva un gorro como un solideo y un palo en la mano, tiene cara de zorro malicioso y burln. Le llaman, segn me dicen, el to Cuco.

El de la derecha es pequeo, con la misma clase de gorra, una especie de gabn con cuello de pana y la colilla en la boca. El de la izquierda tiene el tipo corriente del aldeano con blusa negra y gorra.

El to Cuco oy algo en su juventud de lo que pas en el pueblo en la primera guerra carlista. Recuerda el nombre de Cabrera, pero no el de Gmez.

Al to Cuco y a sus compaeros les interesa ms lo que va a pasar que lo que pas.Qu dicen en Madrid? Las cosas se van poniendo muy malas.

Esto, a uno como reprter, no le interesa gran cosa.

Vamos a la posada del Sol. La posada tiene un vestbulo ms bien corredor abovedado, con un arco a la entrada con las letras del rtulo en las piedras de la clave. En medio del arco, una estrella pintada de blanco, que es el sol.

Despus de este corredor hay un patio. No encuentro a nadie dentro con quien hablar. Recorremos las calles del pueblo. En algunos de estos lugares de la Mancha hay la costumbre de que los novios adornen con un arco de pintura ocre la puerta de la casa de su prometida.

Salimos de La Roda, en direccin de Villarro-bledo. Los carlistas de Gmez, al partir de La Roda, pensaban que les haran torcerse a la derecha para atacar a las tropas de Alaix; tenan ms f