hugh thomas el imperio español

Download Hugh Thomas  El Imperio Español

If you can't read please download the document

Upload: whitemike

Post on 01-Dec-2015

889 views

Category:

Documents


6 download

TRANSCRIPT

Para llevar a cabo la conquista de tantos pases, cruzar tantos mares, tantos ros, valles, bosques y montaas; para seguir el curso del Amazonas, desde su nacimiento , en Per, hasta el Atlntico, como hizo el asombroso Orellana; para desafiar a Moct ezuma y a Atahualpa en su propia tierra, como hicieron Corts y Pizarro; para sobr evivir a las marchas a lo largo del cauce del maravilloso ro Magdalena, era preci so atesorar una gran idea, adems de la voluntad humana la voluntad humana mitiga e l clculo; se precisaba algo que centrase la mente, al igual que tambin era precisa alguna idea para sostener a los espaoles durante los setecientos aos que dur su luc ha contra el islam. AMRICO CASTRO Cuantos valles e flores, llanos y deleitosos! Cuantas costas de mar con muy extend idas playas y muy excelentes puertos! Cuantas fuentes fras y calientes, muy cercan as de otras...!1 GONZALO FERNNDEZ DE OVIEDO No puedo por menos que ensalzar la paciente virtud de los espaoles. Pocas nacione s, o acaso ninguna, han soportado tantas desdichas y padecimientos como los espao les durante su descubrimiento de las Indias. Y, sin embargo, persistiendo en sus empresas, con indomable constancia, han anexionado a su reino tantas extraordin arias provincias como para enterrar el recuerdo de todos los peligros afrontados . Tempestades y naufragios, hambre, derrocamientos, motines, el fro y el calor, l a peste y todo tipo de enfermedades, antiguas y nuevas, junto a una extrema pobr eza y carencia de lo ms necesario, han sido los enemigos que han tenido que afron tar, en un momento u otro, todos y cada uno de sus ms nobles descubrimientos.2 SIR WALTER RALEIGH, History ofthe WorldIntroduccin Este libro trata de las hazaas de las dos primeras generaciones de exploradores, colonizadores, gobernadores y misioneros que abrieron el camino al enorme imperi o americano de Espaa, que permaneci durante mucho tiempo incontestado y que dur ms d e trescientos aos, ms que el Imperio britnico, el francs, el holands o el ruso. Mucho s pases tuvieron posteriormente momentos de colosal energa; Francia, en el siglo X VIII; el Reino Unido, en el XIX; Alemania, a principios del XX, y Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XX. La era ms extraordinaria de Espaa abarca desde finales del siglo XV hasta principios del XVI. Cada uno de los captulos de este libro se centra en acontecimientos que hicie ron poca y de perdurable importancia mundial: la cada de Granada; la formacin de la Espaa unida; la expulsin de los judos espaoles; el descubrimiento del Nuevo Mundo a cargo de Coln; las conquistas espaolas de la mayora de las islas del Caribe; el pr incipio de la colonizacin del continente en Darin; las primeras protestas de los d ominicos por los malos tratos a que era sometida la poblacin indgena; el inicio de la incansable labor del padre Bartolom de Las Casas en nombre de la poblacin indge na; el comienzo de la trata de esclavos negros; la eleccin de Carlos V como emper ador del Sacro Imperio Romano de Occidente; la conquista de Cuba y de Mxico por D iego Velzquez de Cullar y de Hernn Corts, y el viaje de Magallanes alrededor del mun do. He viajado a prcticamente todos los lugares mencionados en el libro. He visto la tierra natal de Diego Velzquez, en Cullar, y el lugar en el que tena sus tertul ias en Santiago de Cuba. He estado en Madrigal de las Altas Torres, donde naci la reina Isabel, y en la iglesia de San 6 EL IMPERIO ESPAOL Miguel, de Segovia, donde fue proclamada reina. He pasado momentos muy felices e n Sevilla y en Sanlcar de Barrameda, y he paseado desde Moguer hasta Palos, antes de visitar el monasterio de La Rbida. He estado en Sos, donde naci Fernando el Ca tlico, en Madrigalejo, donde muri, y en Molins de Rei, donde el padre Las Casas ha bl tan elocuentemente con el emperador Carlos I. Conozco Santa Fe y el puente don de Coln fue alcanzado, en enero de 1492, por un mensajero real durante su caminoa Granada. He visitado la casa donde Ponce de Len vivi en lo que actualmente es la Repblica Dominicana, y he visto la baha donde desembarc por primera vez en Puerto Rico. Conozco Co-zumel, Isla Mujeres y Veracruz, y he recorrido el camino desde all hasta Mxico/Tenochtitlan, que recorrieron Corts y sus quinientos hombres en 151 9. He visitado la costa norte de Sudamrica y Cartagena de Indias. He visto desde el aire el cabo Gracias a Dios, donde Coln se entrevist con los mercaderes mayas, y tambin la baha de Santa Ana (Nueva Sevilla), donde pas un triste ao en Jamaica en 1503. La principal excepcin a mis viajes a los lugares de los que trata este libr o ha sido la primera colonia continental espaola en Darin, en el golfo de Urab, en el norte de Colombia y cerca de la frontera con Panam. Este territorio se halla e n manos de la guerrilla, que no creo que estuviese muy interesada en ayudar a un historiador de visita. Para compensarlo he tenido en mis manos la primera edicin del Amads de Gaula (1508). Quiero agradecer aqu la ayuda que me han prestado nume rosos amigos para escribir este libro: Hornero y Betty Aridjis (Mxico); Ricardo A rtola, de la Editorial Planeta; Rafael Atienza (Ronda); Guillermo Baralt (Puerto Rico); Mariluz Barreiros (Tenerife); Anthony Che-etham; el profesor Eduardo Coo per; Jonathan Doria (Roma); David Jones (bibliotecario de la Cmara de los Lores); sir John Elliott; Antonia Fraser; Felipe Fernndez-Armesto; Carlos y Silvia Fuent es; Manuel Antonio Garca Arvalo (Santo Domingo); Ian Gibson; Juan Gil (Sevilla); G loria Gutirrez, de la agencia Carmen Balcells; Mauricio Gonzlez (Jerez); John y Su kie Hemming; David Henige; Eusebio Leal (Cuba); Vicente Lle, Carmen Mena; Francis co Morales Padrn (Sevilla); Benzion Netanyahu; Mauricio Obregn (el Caribe); Gerard a de Orlans; Juan Prez de Tudela (Madrid); Richard e Irene Pipes (islas Vrgenes); M arita Martnez del Ro de Redo (Mxico); scar y Annet-te de la Renta (Repblica Dominican a); Arthur Ross (Jamaica); fray Vicente Rubio; Ignacio y Mara Gloria Segorbe (Sev illa); Santiago e Isabelle Tamarn; Consuelo Vrela; Enriqueta Vila Villar (Sevilla) ; AnINTRODUCCIN J drew Wylie, y los directores de la British Library, del London Library, de la Bi bliothque Nationale de Pars, de la Biblioteca Nacional de Madrid, del Archivo Histr ico Nacional de Simancas, del Archivo Histrico de Indias de Sevilla y del Archivo Histrico de Madrid. Mi esposa, Vanessa, tambin ha ledo el original y me ha hecho n umerosas sugerencias tiles. Tambin les estoy muy agradecido a Lucrecia Herrera y a Teresa Velasco por mecanografiar una y otra vez el manuscrito. Debo dar mis gra cias a Mercedes Villena por toda su ayuda en el verano caliente de 2003, complet ando la traduccin. HUGH THOMAS, 15 de febrero de 2003 Notas En la Espaa del siglo XVI, la gente elega sus apellidos de cualquiera de sus cuatr o abuelos. As, dos hermanos podan tener nombres muy diferentes: un Las Casas poda s er hermano de un Pealosa. He equiparado las referencias monetarias, de manera que todo est expresado en mar aveds.LIBRO PRIMERO El pasado espaol ' " El frontispicio de Amads de Gaula, la novela ms popular del siglo XVI. cCAPTULO 1 Esta ciudad es una esposa, cuyo esposo es la sierra Qudate un momento en la terraza de la Alhambra y mira a tu alrededor. / Esta ciudad es una esposa, cuyo esposo es la sierra. / Rodeada est de agua y de flores que resplandecen ensu garganta, / ensortijada de arroyos, y contempla cmo los rboles de los bosquecillos son los invitados de la boda, cuya sed es saciada por los canales de agua. La Alhambra se asienta como una guirnalda en la frente de Granada, / entretejida de estrellas, y la Alhambra, Dios la guarde!, / es el rub que corona la diadema. Granada es la novia y la Alhambra su tocado / y las flores son sus joyas y adornos. Ibn Zamrak, 14501 El ejrcito espaol y la corte se hallaban en Andaluca, en Santa Fe, una nueva poblac in de casas encaladas que los Reyes Catlicos haban mandado construir como apoyo par a el sitio de Granada, la ltima ciudad islmica de la Pennsula que an resista a los cr istianos. Transcurra el otoo de 1491. Quienes hayan visto en esa estacin la frtil ll anura, la vega de Granada, en la que se asienta la ciudad, recordarn el cielo azu l del medioda, el ligero fresco de las hermosas maanas y los destellos de la alta sierra que se alza al sur, con sus nieves semiperpetuas. Santa Fe la construyero n soldados, en tan slo ocho das, a base de piedra y argamasa, una retcula en forma de cruz de cuatrocientos pasos de longitud y trescientos de anchura. Casualmente , cuando Fernando ya haba tomado la decisin de construir la poblacin, un incendio d estruy en las inmediaciones un antiguo enclave espaol.2 La reina estuvo a punto de morir carbonizada en su tienda, y tuvo que cambiar sus vestiduras por las de un a amiga. Varios pueblos haban sido saqueados por los soldados para proveerse de l os materiales necesarios para la construccin de la nueva poblacin. Pero Santa Fe t ena ahora establos para mil caballos e incluso alcalde, un cortesano que haba sido uno de los hroes en una fase anterior de la guerra contra Granada, Francisco de Boba-dilla, comendador de la orden militar de Calatrava, una de las hermandades semirreligiosas que representaron un papel importantsimo en la 12 EL IMPERIO ESPAOLreconquista cristiana de Espaa. Era tambin maestresala de los monarcas, y hermano de la mejor amiga de la reina, Beatriz, marquesa de Moya.3 El temor a que el enc lave fuese una base permanente y la celeridad con que Santa Fe fue construida (t ardaron menos de tres meses en terminarla) constituyeron un arma psicolgica contr a los musulmanes.4 7oa Santa Fe sigue siendo en la actualidad una pequea, blanca y resplandeciente poblacin. Si nos situamos en el centro de la plaza, frente a la iglesia de Santa Mara de la Encarnacin, construida en el siglo XVI, veremos en to das direcciones calles de casas encaladas. En el centro de cada uno de los cuatr o lados de lo que fue muralla, se abren sendas puertas que conducen a pequeas cap illas que, con su reluciente pintura, parecen a la vez nuevas e inmortales. En e l dintel de la entrada de la EL PASADO ESPAOL I 3 iglesia han sido esculpidas una lanza y las palabras Ave Mara, en memoria del cabal lero cristiano Hernn Prez del Pulgar, el de las hazaas,'' que, una noche del invier no anterior a la conquista, entr secretamente en Granada a travs de un canal subte rrneo para clavar con su daga un pergamino con ese lema en lo alto de la mezquita principal.6 Su accin fue un recordatorio de que, para muchos, el conflicto en el que se h allaban enzarzados cristianos y musulmanes era una guerra noble en la que unos h ombres valientes queran demostrar su valor. La mayora de los nobles espaoles estaba n all y competan en la conquista no slo de Granada, sino tambin de la fama. Granada se encuentra situada a ms de ochocientos metros de altitud y a diez k ilmetros al este de Santa Fe. Desde el campamento espaol, la poblacin pareca una acu mulacin de palacios y casitas que, en su mayora, disponan de agua de la cercana sie rra Nevada a travs de los ros Darro y Genil que, como entonces decan, se casaban casi al lado de la ciudad. Por qu alardear tanto El Cairo de su Nilo si Granada tiene mi l Nilos?, se preguntaban conmovedoramente los poetas musulmanes. Desde altas torr es, el muecn llamaba a los fieles a la oracin; desde lo alto de las mezquitas quelos cristianos esperaban convertir pronto en iglesias. Porque, ocho aos antes, lo s monarcas espaoles haban obtenido del tolerante papa genovs Inocencio VIII, Giovan ni Battista Cibo, el derecho de patrocinio sobre todas las iglesias y conventos que fundasen en los territorios conquistados.7 Los soldados espaoles que realizaban operaciones de reconocimiento podan ver l a ciudad sitiada: posar la mirada en la Bibarambla, barrio de artesanos, y en el Albaicn, zona residencial densamente poblada. La poblacin guardaba ms similitud co n las del norte de frica que con las de la Espaa cristiana, como ms de un veterano soldado espaol comentara. La belleza de los azulejos de Granada no poda verse desde la lejana; ni tampoco podan ver los cristianos los lemas y proverbios en rabe, com o No seis indolentes, No hay ms conquistador que Dios o Bendito sea l, que le concedi imn Muhammad la ms hermosa de las moradas. Pero, aunque no pudiesen verlo, en el ca mpamento cristiano todos se hacan lenguas del lujo de Granada. Muchos castellanos crean que haba oro en el Darro. Pero los jefes militares espaoles ms realistas saban que el principal producto de Granada era la seda, que en parte importaban cruda de Italia pero que, bsicamente, proceda de los morelades del valle de Las Alpujar ras, que se abre al sur, al otro lado de sierra Nevada, y que vendan en muchos co 14 EL IMPERIO ESPAOL lores sobre todo sbanas en el mercado que entonces llamaban la alcaicera. En lo alto seoreaba el maravilloso palacio musulmn de la Al-hambra, construido casi en su totalidad en el siglo XVI, aunque gran parte de los trabajos ms duros fueron realizados en el siglo XIII por esclavos cristianos. Desde el campamento tampoco era posible ver la multitud de arcos que conducan de unos espacios bonit os a otros, a cual ms hermoso. Pero s se podan entrever las slidas torres y algunas galeras de madera que las comunicaban. Ms arriba, al final de un sendero flanquead o de arrayanes y laureles, se extienden los hermosos jardines del Generalife, re bosantes de frutos deliciosos entre esplndidas fuentes, como aseguraban los espas. 8 Los sitiadores tambin podan entrever con regocijo una multitud de hombres y mu jeres con la indumentaria musulmana. Las mujeres tenan un extrao aspecto, porque c on sus burkas parecan vestir sudarios que les cubran el cuerpo y gran parte del ro stro; por la noche, parecan espectros.9 All vivan no slo refugiados que haban huido d e los cristianos en anteriores batallas, sino tambin hombres y mujeres que se haba n negado a vivir como musulmanes sometidos, o mudejares, de acuerdo con las cond iciones de rendicin que se les ofrecieron en poblaciones como Huesear, Zahara, Mla ga, Alcal de los Gazules y Antequeruela.10 Por entonces haba en Granada pocos mozrabes (cristianos que sobrevivieron a la s generaciones de gobierno musulmn). Los dems haban sido deportados, porque los gob ernantes de la ciudad los consideraban una amenaza militar. En Granada tambin viva n judos, pero sus costumbres y su alimentacin eran musulmanas, y su idioma oficial , el rabe. Granada era la capital de un emirato fundado en el siglo XIII, tras el colap so de otras monarquas musulmanas en Crdoba, Valencia, Jan y Sevilla. Los emires per tenecan a la familia de los nazars, que ascendieron en los aos cuarenta del siglo X III cuando un avispado general de la pequea ciudad de Arjona, situada a doce kilme tros al sur de Andjar, se autoproclam rey con el nombre de Muhammad I; firm la paz con los cristianos en Jan, envi quinientos hombres para ayudar a la campaa de Ferna ndo III para tomar Sevilla y pag tributo a los castellanos. Esta relacin prosigui y Granada estuvo pagando tributo en oro a Castilla hasta 1480, a cambio de que se le permitiese seguir con su estatus de emirato, aunque no est muy claro que fues e en virtud de lo que los cristianos llamaban vasallaje. EL PASADO ESPAOL I 5 La ciudad sitiada en 1491 fue el ltimo reducto de la Espaa musulmana que, en o tros tiempos, se extenda hasta ms all de los Pirineos y abarcaba regiones del norte de Espaa como Galicia y, durante cierto tiempo, Asturias. En otra poca, la civili zacin musulmana en Espaa haba sido rica, refinada y culta y, al igual que otros cri stianos, los castellanos haban aprendido mucho de ella. Pero ya no era as. La civilizacin europea ya no se inspiraba en el mundo musulmn. Granada haba sido elegida c omo reducto militar y religioso. Aunque la poltica de Granada haba sido escandalos a, ya que el asesinato y la traicin eran frecuentes entre los nazars, la familia g obernante (llamados as porque el fundador de la dinasta era hijo de Yusuf ibn Nasr , o Nazar, segn las antiguas transcripciones del apellido), sus mullahs eran seve ros.11 Los musulmanes que vivan en otros lugares eran animados por el estamento r eligioso a huir y a refugiarse all: Por Dios, oh, musulmanes, Granada no tiene igua l, y no hay nada como servir en la frontera durante la guerra santa... Al-Andalu s, donde los vivos son felices y los muertos son mrtires, es una ciudad a la que, en tanto perdure, los cristianos sern conducidos como prisioneros...12 A pesar de tan firmes consejos, muchos musulmanes siguieron viviendo en ciud ades de la Espaa cristiana, en las moreras; unos treinta mil en Aragn, principalmen te en el valle del Ebro; 75 000 en Valencia, y entre 17 000 y 25 000 en Castilla .13 Su situacin era la misma tanto si eran vctimas de recientes conquistas como si sus antepasados se rindieron a la Espaa cristiana en el siglo XIII o incluso ant es. Cuando los cristianos tomaban una ciudad musulmana, solan expulsar a los musu lmanes, pero si la ciudad se renda pasaban a ser mudejares.1 Esta ltima opcin pareca muy peligrosa para el islam. Un jurista musulmn escribi: Hay que estar muy alerta acerca del profundo efecto de su modo de vida [cristiano], de su lenguaje, de su indumentaria, de sus objetables hbitos y de su influencia en quienes viven con e llos durante un largo perodo de tiempo, como ha ocurrido en el caso de los habita ntes [musulmanes] de vila y otros lugares, porque han olvidado el rabe, y cuando l a lengua rabe muere, muere tambin su devocin.15 Pero, por otro lado, era contrario a la ley islmica que un Estado pagase tributo al rey cristiano, como hizo el emira to de Granada durante casi toda su existencia. Las normas cristianas variaban. En algunos lugares eran ms tolerantes que en otros. En Navarra, un pas que tericamente todava era independiente, a horcajadas de los Pirineos, eran ms indulgentes que I 6 EL IMPERIO ESPAOL en el sur. En Valencia se toler el uso del rabe durante ms tiempo que en cualquier otro lugar de la Pennsula, y, la mayora de las autoridades cristianas de Castilla, permitan las costumbres musulmanas. El cdigo de Las siete partidas de Alfonso X el Sabio prescriba que deben vivir los moros entre los cristianos en aquella misma manera que... lo deben hacer los judos, guardando su ley y no denostando la nuestra... en seguridad de ellos no l es deben tomar ni robar lo suyo por fuerza.16 Muchos de los cristianos que eran jefes militares del ejrcito espaol acantonad o en Santa Fe conocan bien el mundo rabe. Algunos tenan sus lealtades divididas. Va rios de los caballeros del ejrcito cristiano eran de ascendencia musulmana. Y, co nversos y traidores, representaron un papel importante en estas guerras durante generaciones. Los conflictos surgidos durante la ltima generacin haban propiciado, entre ambos bandos, contactos de dudosa respetabilidad. Una famosa familia musul mana, los abencerrajes, tan citados en las baladas, se haba refugiado en los domi nios del duque de Medina Sidonia en los aos sesenta del siglo XV.17 En la propia Granada, un monarca reciente, Abu-I-Hasan, convirti en su esposa favorita a una hermosa cristiana, Isabel de Sols, a la que llam Zoraya, lo que di o lugar a muchos odios dinsticos entre las familias de las dos esposas de Abu Has an; el enfrentamiento se produjo entre los partidarios de la favorita, Zoraya, y la sultana Aisa, madre de Boabdil. La suerte de la guerra contra Granada haba parecido a veces incierta. Los esp aoles haban sufrido varias derrotas pero ahora pareca seguro que el emirato no tard ara en claudicar y que la guerra terminara con el triunfo cristiano. Despus de casi ochocientos aos, toda la Pennsula quedara libre del gobierno musulmn. En el caso de producirse, la victoria se debera a dos factores: por un lado, la agricultura mu sulmana de la vega de Granada haba sido arruinada por las reiteradas incursiones espaolas, llevadas a cabo a partir de 1482 desde la recin conquistada ciudad de Al hama, que haban destruido trigales y olivares; por otro, la presin castellana fue muy eficaz, y las ciudades musulmanas haban ido cayendo una tras otra, incluso la bien amurallada Ronda, que tena fama de inexpugnable. Adems, la rendicin de la ciudad portuaria de Mlaga en 1487 ante Castilla pareci decidir la guerra. Miles de mu sulmanes fueron hechos prisioneros y centenares reducidos a la esclavitud.18 EL PASADO ESPAOL I7 Granada conservaba todava salida al mar a travs de las montaas que se alzan al sur de la poblacin, por el pueblo pesquero de Adra. De ah que, en teora, pudiesen l legarle refuerzos desde el norte de frica. Pero la ayuda no lleg. Los emiratos mus ulmanes del Magreb mantenan relaciones amistosas con los nazars pero eran ineficac es. Slo un pueblo fuera de Granada, Alfacar, situado a ocho kilmetros al este de l a ciudad, en las estribaciones de la sierra de Hutor, segua suministrando fruta y verduras. El vacilante emir de Granada, Boabdil, haba sido prisionero de los cris tianos y, aunque haba incumplido, por lo menos en una ocasin, los acuerdos que su familia concert con los cristianos, su lealtad a su propio pueblo era por entonce s puesta en tela de juicio. Las divisiones internas en el seno del emirato de Gr anada representaron un importante papel en las victorias cristianas, especialmen te a partir de 1485, cuando los ejrcitos espaoles dividieron el emirato en dos mit ades. No estaba muy clara la razn por la que la campaa contra Granada hubiese empeza do a principios de los aos ochenta. En el emirato vivan medio milln de musulmanes, a cuyos gobernantes sin duda se I 8 EL IMPERIO ESPAOL podra haber presionado para que volviesen a pagar el tributo que, durante doscien tos cincuenta aos, haban satisfecho con bastante regularidad. No cabe duda de que los cristianos ansiaban borrar el recuerdo de 1481, cuando Muley Hasan, to del re y Boabdil, se apoder de la poblacin cristiana de Zahara (mientras su gobernador, G onzalo Saa-vedra, se diverta en Sevilla) y pas a cuchillo a gran parte de los habi tantes. Pero ese recuerdo ya se haba logrado borrar mediante victorias como las d e Alhama, Lucena y Ronda. La decisin de anexionar Granada a Castilla fue tomada e n las Cortes de Toledo en 1480. El cronista Alonso de Palencia, que tuvo ocasin d e conocer bien a la reina Isabel, estaba convencido de que ella y su esposo el r ey Fernando decidieron poner fin a la independencia de Granada al principio de s u reinado. Concertaron treguas con el emirato en los aos setenta, porque tenan pro blemas internos que atender, pero una vez solucionados dieron instrucciones a Di ego Merlo, un burcrata sevillano, para que organizase una ofensiva contra Granada .19 Lo cierto es que, a lo largo del siglo XIII y durante la mayor parte del sig lo XIV, los cristianos haban considerado Granada como poco ms que un seoro musulmn de ntro de Castilla, a cuya monarqua pagaban tributo los emires granadinos. Los gobe rnantes de Granada haban enviado en ocasiones soldados para luchar al lado del re y de Castilla. Pero, acaso aprovechando la ventaja de las guerras civiles en Cas tilla, y al amparo de una de las treguas concertadas con la reina Isabel, haban r oto los viejos lazos. Haba llegado el momento de restablecer antiguos acuerdos (sa fue la explicacin que Fernando les dio a los gobernantes de Egipto).20 La riquez a de Granada, aunque sobrevalorada, era un atractivo adicional, a pesar de que g ran parte de esa riqueza dependa de los mercaderes genoveses (los Centurin, los Pa lavicini y los Vivaldi), as como de Datini de Prato, cuyo comercio haba vinculado Granada al norte de frica y, por tanto, a Italia, y que poda no perdurar despus de la derrota militar de los ltimos nazars. Los genoveses eran cristianos, claro est, pero muchos de ellos profesaban su fe de un modo bastante superficial. Fernando e Isabel anhelaban sin duda complacer al papa, y el nuncio de Sixto IV, Niccol Franco, coment en los aos setenta el peligro de la supervivencia de un enclave musulmn en Espaa, adems de hablar negativamente de los judos de Castilla. El papa haba publicado una bula de la Santa Cruzada llamando a la guerra contra Gra nada en 1479, y repiti este llamamiento en la bula Orthodoxaefidei de 1482. El cr istianismo era un factor bsico del ejrcito castellano. En las batallas, EL PASADO ESPAOL I 9 los soldados de Castilla iban precedidos por una cruz de plata, regalo del papa Sixto IV; iba por delante de la ensea de Santiago, patrn de Espaa. El ejrcito portaba siempre la espada de san Fernando, el rey que conquist Sevilla en el siglo XII, as como el estandarte de san Isidoro, el sabio arzobispo de Sevilla del siglo VI I. Los sacerdotes estaban siempre dispuestos a entonar un Te Deum, y los arzobis pos y obispos solan estar presentes en las batallas. La rpida conversin de las mezq uitas en iglesias, con profusin de cruces y campanas ornamentales, era caractersti ca indefectible de la toma de toda poblacin por los cristianos. En aquellos tiemp os, los papas y los cardenales aspiraban a ganar las batallas por s mismos. Los o bispos estaban rodeados por sirvientes que incluan contingentes armados, y rivali zaban por el esplendor de sus tropas. Cuando era necesario, no slo podan luchar, s ino que de hecho luchaban, con tropas que, en ocasiones, eran reforzadas con mer cenarios. El obispo de Jan, Luis Ortega, fue un competente gobernador de Alhama d espus de su conquista en 1482, y el arzobispo Carrillo condujo tropas en la batal la de Toro de 1475. Los obispos de Palencia, vila y Salamanca condujeron 200, 150 y 120 lanceros respectivamente, pagados por ellos, en la guerra contra Portugal .21 Uno de los propsitos de la guerra contra Granada era estratgico: librar la cos ta sureste de Espaa de un poder vinculado a la temida amenaza internacional de lo s turcos.22 Por lo menos en dos ocasiones, el rey de Navarra haba tratado de cons eguir una alianza con Granada, con objeto de enfrentar a Castilla a la perspecti va de una guerra en dos frentes.23 En tales circunstancias, poda parecer, como se lo pareci al nuncio Franco, que era un ultraje que an subsistiese una monarqua mus ulmana en la Espaa continental. Los musulmanes del Magreb podan recobrar la confia nza y ayudar a Granada en el futuro. Adems, a lo largo de los casi cien aos anteri ores, hubo muchas escaramuzas sobre la frontera cristianoislmica. Temerarias e in cluso absurdas incursiones perturbaban cada tregua y amenazaban el comercio aunqu e inspirasen hermosas baladas acerca de valientes jefes militares de ambos bando s que montaban esplndidos corceles a la jineta, al estilo rabe, y cortejaban a her mosas damas con elegancia o picarda , porque tales incursiones no solan reportar a l a postre ms que la captura de un rebao de vacas. En estas baladas, cristianos y mu sulmanes eran presentados con las mismas virtudes admirables, y no haba villanos. Esta indisciplina de la vida en la frontera les pareca peligrosa a los monarc as imbuidos del espritu de la eficiencia, a quienes, adems, desa2O EL IMPERIO ESPAOL gradaba la idea de que determinados aristcratas se labrasen gran fama en conflict os que no podan controlar. Tambin exista siempre el riesgo de que incursiones menor es desembocasen en una guerra importante por accidente, en momentos que, por otr as razones, no fuesen convenientes. Tambin es posible que el rey Fernando, que en guerras anteriores demostr ser u n buen estratega y jefe militar victorioso, temiese que la ventaja militar de qu e disfrutaban los cristianos debido a su artillera pudiese ser en el futuro equil ibrada por similares innovaciones musulmanas.24 El florentino Maquiavelo, gran admirador del rey, daba una explicacin ms cnica: veinticinco aos despus, en El Prncipe, al referirse concretamente a Fernando, seala ra que nada aporta ms prestigio a un soberano que grandes campaas militares y asombr osos alardes de sus habilidades personales. De modo que tal vez la campaa de Grana da no fue sino la definitiva respuesta a un reto nacional, algo en lo que enemis tados nobles pudieran unirse lealmente en un acuerdo. Maquiavelo crea que Fernand o haba utilizado el conflicto para comprometer las energas de los "barones" de Cast illa que, al concentrar su mente en la guerra, no tendran tiempo para causar prob lemas en casa. De este modo, sin reparar en lo que aconteca, aument su ascendiente y su control sobre ellos.25 El duque de Medina-Sidonia, jefe de la familia Guzmn, se haba reconciliado con su enemigo, el marqus de Cdiz, jefe de los Ponce de Len, c uando aport sus refuerzos para salvar al marqus ante las murallas de Alhama. El se rvicio comn a una causa nacional condujo a estos aristcratas a colaborar, de una m anera que jams hubiesen imaginado en tiempos de paz. Juan Lpez de Pacheco, marqus d e Villena, viejo enemigo de la reina y que en otros tiempos fue valedor de su he rmanastra Juana, que an viva, aunque recluida en un convento, se haba mostrado muy activo, haca apenas un ao, contra los musulmanes en las Alpujarras, la frtil comarca montaosa que se alza al sur de la ciudad. Y Rodrigo Tllez Girn, maestre de la Ord en de Calatrava, que en los aos setenta apoy a la Beltraneja en la guerra civil, m uri por la causa de la reina Isabel en Loja, en 1482. Una nobleza nacional, con l ealtades nacionales, estaba en proceso de creacin. CAPTULO 2 El nico pas feliz Espaa es el nico pas feliz. Pedro Mrtir, acerca de Espaa, 1490 La corte espaola que haba organizado la guerra contra Granada era itinerante. Sus desplazamientos anuales semejaron durante generaciones a los de los rebaos de mer inas, que en verano partan en busca de mejores pastos y luego regresaban al lugar del que haban salido. Recientemente, los desplazamientos regios haban tenido luga r todos ellos en la zona sureste, a causa de las exigencias de la guerra. Pero, antes de las hostilidades, el centro del poder espaol y del estamento judicial y administrativo haban sido nmadas.1 En 1490, por ejemplo, los monarcas se detuviero n en veinte ciudades distintas, as como en muchos pueblos en donde ellos y su squi to pasaban noches poco confortables entre dos poblaciones importantes. Haban esta do en las regiones productoras de cereales del sur y del oeste, as como en la cue nca del Ebro, pero no haban olvidado los territorios que importaban cereales, com o Galicia y el Pas Vasco. Fueron a las tierras vincolas, como la rica comarca que se extiende alrededor de Sevilla pero tambin al valle medio del Duero y a la zona sur de Galicia. Saban tanto de los feudos de los grandes seoros como de las propie dades del clero y de la Corona, los tres grandes sectores en que estaba dividida la propiedad de la tierra. En 1488, la corte haba pasado el mes de enero en la t radicional Zaragoza, cruzaron Aragn hasta la ilustrada ciudad portuaria de Valenc ia a finales de abril, y luego fueron a Murcia, una ciudad con unas impresionant es murallas que guardaban poco inters. Los monarcas siguieron itinerarios distint os; el rey se dirigi a un campamento militar cerca del mar, en Vera, y la reina s e qued en Murcia. Pero, en agosto, la corte volvi a reunirse, regres a Castilla, pa s algunos das en Oca-a, cerca de Toledo, que con sus numerosos manantiales, era uno de los 22 EL IMPERIO ESPAOL lugares de recreo favoritos de la reina, antes de llegar a la austera Valla-doli d en septiembre, donde Isabel pas el resto del ao, mientras Fernando se diriga a la s ricas dicesis de Plasencia y Tordesillas, a orillas del Duero.2 Tales viajes marcaron los quince aos de reinado de los Reyes Catlicos, al igua l que caracterizaron el gobierno de sus antepasados.3 Para los soberanos de ento nces, gobernar implicaba tener que cabalgar durante miles de horas, y la silla d e montar era el verdadero trono de Espaa.4 Armarios y cajas que contenan documento s y registros, cofres repletos de tapices y pinturas flamencas, lujosas prendas de los Pases Bajos, en cada parada, archivos y lacre para sellos, iban cargados a lomos de mulos, que luego habra que descargar y desembalar.5 Todos los viernes, tanto si estaban en Sevilla como en Segovia, en Murcia o en Madrid, los monarcas reservaban tiempo para audiencias pblicas en las que ellos mismos impartan justic ia.6 Los palacios, los conventos y los castillos en los que se instalaba la corte guardaban mucha semejanza entre s. Solan alzarse alrededor de patios abiertos, y el exterior no estaba diseado para fines decorativos, sino para la defensa que, i ndefectiblemente, se instalaba en el muro de la entrada. Desde el exterior nada permita entrever cuntas plantas tena el edificio. En la mayora de ellos, en cada esq uina haba unas torres circulares, rematadas por sillares, que contrastaban con el diseo rectangular del recinto. Los monarcas espaoles vieron as muchas construccion es burdas en estas moradas de los nobles en las que pasaban tanto tiempo. Por entonces, Valladolid, la ciudad ms grande de Castilla despus de Sevilla, e ra ms visitada por los monarcas y la corte que cualquier otra poblacin. Lo cierto es que prcticamente era la capital y sacaba partido de ello: la nueva Cancillera, o Tribunal Supremo, de Castilla tena all su sede permanente desde 1480. El primoro so edificio del Colegio de San Gregorio, fundado por el ex confesor de la reina,el culto Alonso de Burgos, que despus fue obispo de Patencia, era una de las joy as arquitectnicas de la poca. Aunque, al igual que el no menos primoroso edificio del Colegio de Santa Cruz, encargado por el cardenal Mendoza al destacado arquit ecto espaol Enrique de Egas, an no estaba completamente terminado. Estos nuevos col egios eran considerados por la nueva generacin de obispos y profesores fundamental es para la cultura. Los reyes espaoles no envidiaban y menos an tenan intencin de est ablecer una capital fija, como hicieron mucho EL PASADO ESPAOL 23 tiempo atrs sus sedentarios vecinos de Portugal, Francia e Inglaterra y, por supu esto, Granada. Acaso no fueron tambin itinerantes los emperadores romanos?7 Estos interminables viajes eran duros tanto para la corte como para los consejeros, y tambin para los propios monarcas (sobre todo para aquellos aquejados de gota). Fe rnando de Rojas puso en boca de la sabia alcahueta Celestina la siguiente observ acin: Quien vive en muchas partes no descansa en ninguna; y citaba a Sneca diciendo: los errantes tienen muchas moradas pero pocos amigos. Es cierto que Isabel, que p or entonces estaba encinta, haba permanecido bastante tiempo en Sevilla, mientras que su esposo Fernando volva a Barcelona y a Zaragoza para afrontar lo que se co nsideraban amenazas del islam y de Francia. Asimismo, en ocasiones, el rey elega un lugar en el que poder quedarse unos das, porque haba buena caza en los alrededo res, y ambos monarcas se alojaban a veces en monasterios de los Jernimos,8 como e l enclavado en la hermosa finca La Mejorada, cerca de Medina del Campo; o en dep endencias de los franciscanos, como la de El Abrojo, cerca de Valladolid, con ob jeto de apartarse temporalmente del mundo.9 Sin embargo, estos viajes tenan sus ventajas. Fernando e Isabel haban visitado casi toda Espaa e impartido justicia en muchos pleitos. Algunos monarcas inglese s pasaban casi toda su vida en su condado natal, y los franceses rara vez salan d e la regin de le de France. De manera que los monarcas espaoles conocan sus reinos m ejor que la mayora de los soberanos. Cuando trataban de establecer un equilibrio entre las conflic-tivas pretensiones de obtener tierras, saban perfectamente de l o que hablaban. Se reunan con destacadas personalidades de provincias que, como s ealaron, podan convertirse en buenos servidores pblicos.10 Estos viajes eran tanto ms importantes debido a la fragmentacin de sus reinos. Fernando e Isabel se reunan siempre que era necesario con sus cuatro cortes o parlamentos, las de Catalua, Ar agn, Valencia y Castilla. Incluso haban estado en la remota Galicia, en 1486, bsica mente para reprimir la insurreccin del conde de Lemos, aunque, una vez all, no slo supervisaron la destruccin de veinte castillos de los nobles, sino que visitaron Santiago para rezar ante la tumba del apstol en la catedral, al lado de un edific io en el que esperaban instalar una escuela para la formacin de doctores de la Ig lesia, as como un refugio para los peregrinos.11 Los monarcas visitaron tambin Bilbao, en dos ocasiones, mientras Fernando est aba en Guernica en 1476, donde jur respetar los fueros de Vizcaya. La nica regin de l pas que no visitaron fue Asturias, 24 EL IMPERIO ESPAOL pese a ser la cuna del reino. La antigua capital, Oviedo, segua aislada tras las montaas, que un antepasado comn de Fernando e Isabel, el rey Garca de Asturias, cru z en 912, para nunca regresar.12 Los viajes de los monarcas fueron emulados, aunque no igualados, por sus nob les ms destacados, porque tambin ellos solan tener propiedades en diferentes partes del reino.13 Las ciudades de Castilla en las que los monarcas permanecan algn tiempo pueden verse en los dibujos del pintor flamenco Antn Van den Vyngaerde. Ciertamente, el artista trabaj dos generaciones despus, y algunas de las poblaciones que l plasm fi elmente crecieron mucho en los aos transcurridos, algo que, a mediados del siglo XVI, indujo a fray Ignacio de Buenda a escribir su curiosa obra teatral El triunf o de la llaneza, protestando contra la migracin de campesinos a la ciudad en busc a de dinero. Mientras que en 1512 Barcelona tena 25 000 habitantes, en tiempos de Vyngaerde tena ya 40 000.u En tiempos de Buenda, la despoblacin asolaba las zonas rurales, y tambin cambi el aspecto de algunas ciudades. En 1490 an no se haba terminado la catedral de Sevilla, que no se complet hasta 1522. Pero no hay gua ms detall ada que la de este pintor flamenco, y muchas de las torres, los palacios, las ca lles y las murallas eran en 1490 muy parecidas a como las represent l en sus metic ulosas obras. El pintor alemn Christoph Weiditz, de Estrasburgo, plasm el aspecto de los esp aoles. Tambin en este caso, su excelente libro de indumentaria fue compilado un poco despus, pero en aquellos tiempos las modas no cambiaban tan rpidamente, y los cab alleros, las damas, los capitanes de barco y los esclavos negros y musulmanes de 1528 hubiesen sido perfectamente reconocibles para los monarcas en 1490 durante sus viajes. Son caricaturas los mercaderes que ren, las condesas de generosos sen os, los pensativos capitanes de barco, los criados y los esclavos que trabajan d uramente y los pomposos caballos?15 Basta una lectura superficial de una obra ma estra espaola de la poca, La Celestina, de Fernando de Rojas que conserva todo su e ncanto en la actualidad para reparar en que los hombres y las mujeres de 1490 tena n un aspecto muy similar al que plasm Weiditz. La corte significaba, principalmente, la presencia de la reina y del rey, y conviene mencionarlos en este orden, porque la reina era la ms poderosa de ambos. La colaboracin con el rey Fernando fue considerada una maravilla en su tiempo, y es difcil pensar en otro ejemplo de EL PASADO ESPAOL 25 un matrimonio de soberanos que actuase conjuntamente con tanto xito. Guillermo y M ara de Inglaterra? Guillermo tena muchsimo ms poder que la reina. Hubo en Esparta un reino bicfalo y un consulado bicfalo en Roma, pero tales precedentes parecen inad ecuados. Tal vez lo sorprendente sea que su xito no haya inducido a repetir la ex periencia. En 1491 se vea mucho a los monarcas en Santa Fe, generalmente a caballo. Pode mos imaginar la resuelta expresin de Isabel, mirando su estatua, rezando en la ca pilla real de la catedral de Granada, diseada por Felipe de Bigarny.1 Rubia, de o jos azules y piel blanca, al igual que la mayora de los miembros de su familia, l os Trastmara, la vemos tambin as en sus retratos.17 La reina tena cuarenta aos en 1491, ya que naci en 1451, en un palacio de su pa dre, el rey Juan II de Castilla, convertido posteriormente en convento de las mo njas agusanas, en la pequea pero fortificada poblacin de Madrigal de las Altas Tor res, que se encuentra a un da a caballo de la ciudad e importante mercado de Medi na del Campo. No se trataba de un edificio monumental, sino simplemente de una r esidencia ocasional para alojarse en los viajes reales. Al morir el rey Juan en 1454, y ser sucedido por el hermanastro de Isabel, Enrique IV, Isabel se traslad a Arvalo, situada a 32 km al este, donde vivi durante siete aos con una madre cada vez ms senil. Haba muchos edificios mudejares y otros vestigios de lo que los cris tianos haban conquistado y, por supuesto, poblacin mudejar. En Arvalo, mudejares y judos eran minoras toleradas, y el rabino y su hijo eran famosos por su elocuencia . De pequea, Isabel tambin acuda con frecuencia al monasterio franciscano que se en cuentra a las afueras de la poblacin y que, segn la tradicin, fund el propio san Fra ncisco, y se hizo muy devota de esta orden, hasta el punto de expresar su deseo de ser enterrada con el hbito franciscano. Su educacin y la de su hermano Alfonso, al principio, fue confiada a Lpez de Barrientos, un dominico tolerante que lleg a ser obispo de Segovia. Posteriormente, su educacin cont con la participacin del cu lto Rodrigo Snchez de Arvalo, obispo de Palencia, que haba sido representante de Ca stilla en Roma. Se trataba de un terico que haba propugnado la idea de la supremaca de la monarqua castellana en Europa, y en su Historia hispnica aseveraba que, en la Antigedad, Castilla no slo era preponderante respecto a Portugal, Navarra y Gra nada, sino tambin respecto a Francia e Inglaterra. Sus altisonantes afirmaciones acerca del papel de Espaa, as como de la monarqua, debieron de influir extraordinar iamente en su alumna. 2.6 EL IMPERIO ESPAOL De uno u otro de estos tutores, Isabel aprendi a admirar asimismo la memoria de Juana de Arco. Al casarse le regalaron una crnica de un poeta annimo acerca de la famosa doncella de Orleans, lo que alent a Isabel a pensar que quiz tambin ellapodra, en el futuro, recuperar los reinos perdidos por sus antepasados y, en su c aso, concretamente Granada. Isabel y su hermano Alfonso no tardaron en ir a vivir a la corte con el squit o de la reina Juana en Segovia; su madre. La reina Isabel, ya apenas cuerda, se qued en Arvalo durante el resto de su vida.18 A pesar de los encantos de Segovia, que por entonces estaba siendo reconstruida merced al patrocinio real, debi de se r una mala poca, porque la reina, aunque hermosa, era indisciplinada e impredecib le.19 El rey Enrique finga adoptar las costumbres musulmanas, el cristianismo era objeto de mofas y la guerra contra el islam se haba descartado. Se propusieron v arios matrimonios para Isabel, todos ellos por intereses polticos: con el duque d e Guyenne, hermano del rey de Francia, que sera til para la poltica respecto al rei no transpirenaico de Navarra; con el viejo rey Alfonso de Portugal, que evitara t odo riesgo de guerra en el oeste de la Pennsula; y acaso con Ricardo, duque de Yo rk, el clebre Ricardo III, el futuro monarca asesino inmortalizado por Shakespear e, y tambin con el poderoso noble Pedro Girn, hermano del marqus de Villena, que te na autoridad para hacer que gran parte de la aristocracia terrateniente se someti ese a la Corona. Pero tampoco haba que descartar al prometedor heredero de la Cor ona de Aragn, su primo segundo Fernando, que adems tena una buena base para reivind icar el trono de Castilla, y cuyo matrimonio con Isabel poda significar la unin de los reinos de Espaa. Entretanto, la causa de Isabel como potencial reina era propagada por los en emigos de su hermanastro el rey. La guerra civil entre dos grupos de nobles cast ellanos empez con un bajo perfil en 1468, despus de que Alfonso, hermano de Isabel , muri en su presencia, en Carde-osa, cerca de vila, y ella se convirti en la candid ata al trono para los enemigos del rey Enrique. Apostaron por Isabel porque crean que podran manipularla. Pero ella, por su parte, pareca resuelta a conquistar la Corona de Castilla, y a hacer lo que fuese necesario para garantizar el xito de s u objetivo. A partir de entonces, y durante algunos aos, la vida de Isabel fue muy comple ja, y quiz slo comprensible para un genealogista, un notario o un chismoso. Sin em bargo debemos hacer un esfuerzo para EL PASADO ESPAOL 1~/ comprender lo que se coca, ya que tales acontecimientos explican el resto de la v ida de Isabel. Fue una historia que se desarroll en ciudades como Segovia, Madrig al de las Altas Torres, Arvalo, Ocaa y, hasta cierto punto, Madrid, llamada a conv ertirse en la ciudad del futuro. El rey Enrique era un personaje singular, acaso homosexual y, por lo menos d urante ciertos perodos, impotente (su primer matrimonio con Blanca de Navarra haba sido anulado por esta razn). Era un hombre impulsivo, negligente, a veces activo y otras indolente, aunque no era nada tonto,20 pero los aristcratas lo considera ban manipulable. El clrigo dominante, el turbulento arzobispo de Toledo, Alfonso Carrillo de Acua, quera que Isabel fuese proclamada reina de inmediato, mientras q ue un amigo de la infancia del rey y poderossimo noble, Juan Pacheco, marqus de Vi llena y mayordomo del reino, quera que se limitasen a nombrarla heredera. Alfonso Carrillo confiaba en que Isabel contrajese matrimonio con Fernando de Aragn. Per o el candidato que Pacheco prefera para ella era Alfonso de Portugal, y l y el rey Enrique urdieron un meticuloso plan para lograr este objetivo.21 Al final, Isab el se postul a s misma como heredera, no como reina, y titube an ms acerca de su matr imonio, algo nada sorprendente porque apenas contaba diecisiete aos. El rey Enrique acept a Isabel como heredera, convencido de que, por lo menos durante cierto tiempo, aunque joven, sera una candidata ms convincente que su prop ia hija Juana, que entonces tena cinco aos (apodada la Beltraneja, del apellido Be ltrn, duque de Alburquer-que, el buen caballero ( hay fundamentos para pensar que l po dra ser el padre ).22 Sigui una ceremonia de reconciliacin de todos los bandos en el monasterio que los Jernimos tenan en Guisando, en las estribaciones de la cordille ra de Gredos. Convertida formalmente en princesa de Asturias, fue a vivir al bal neario de Ocaa, cerca de Toledo, una fortaleza de Pacheco, donde el rey tambin pas aba mucho tiempo. La infanta dispona ya del mecanismo-esencial para el poder polti co, una buena casa. La casa de Isabel la diriga el esposo de su dama de honor, Gonzalo Chacn, ex camarero de Alvaro de Luna, que durante mucho tiempo fue primer min istro del rey Juan I, y su primo Gutierre de Crdenas,23 el maestresala, hbilmente situado por la casa del arzobispo Carrillo. Ocaa se convirti en el cuartel general de Crdenas, que tena all su palacio, cuya estructura y escudo de armas son todava v isibles, y all fue donde Isabel tuvo sus aposentos. Tanto Crdenas como Chacn eran m uy jvenes en 1469 y estaban resueltos a alcanzar las rutilantes re28 EL IMPERIO ESPAOL compensas del xito en la vida pblica. El culto Alfonso de Palencia,24 historiador y humanista, adems de excelente latinista, tena ya cincuenta aos y era el secretari o de Isabel. Su manual Tratado de la perfeccin del triunfo militar fue muy ledo po r los futuros soldados. Haba trabajado para Alonso de Cartagena, un converso que lleg a ser obispo de Burgos y que, durante su estancia en Italia, haba conocido a los hombres ms brillantes y mejores de la generacin del papa Eugenio IV. Un histor iador lo saluda como lo ms parecido a un humanista italiano que produjo Espaa en la p oca.25 La distincin de los consejeros de Isabel fue una de las razones bsicas de su xi to como reina. Beatriz de Bobadilla, que posteriormente sera marquesa de Moya, y Menca de la Torre fueron sus principales damas de honor. El rey Enrique le regal a Isabel la ciudad e importante mercado de Medina del Campo, con objeto de que pu diese contar con unos ingresos adems de autoridad sobre la casa de la moneda de vi la.26 Isabel se decidi finalmente por Fernando de Aragn para contraer matrimonio. Er a el nico varn de la casa real de los Trastmara, a la que perteneca la propia Isabel , y muchos lo consideraban su heredero. Fernando era aguerrido y bien parecido. Isabel an no lo conoca, pero comprendi las ventajas que tena para Castilla casarse c on l. Probablemente, el matrimonio con Fernando le garantizara su control del rein o. Adems, con la Corona de Aragn fortalecera a Castilla, en lugar de comprometer a la nacin a apoyar aventuras en el Atlntico, como hubiese ocurrido de haber contrado matrimonio con el rey de Portugal. La corte de Aragn haba apostado fuerte por esta solucin. Ciertamente, la boda f ue un triunfo sobre todo para Aragn, pese al hecho de que la unin slo pudo ser lega l mediante un documento falsificado por Antonio Veneris, el legado pontificio en Espaa, que permita a Fernando contraer matrimonio con una prima hasta el tercer g rado de tal parentesco. Un documento secreto previo al matrimonio fue firmado en 1469. Isabel an no haba cumplido los dieciocho aos y Fernando tena slo diecisis.27 Aragn significaba mucho ms que la regin interior de ese nombre. La Corona agrup aba a Catalua, Valencia y Baleares, adems de Sicilia y Cerdea. Aragn tena un sistema constitucional en el que el orden y la libertad estaban equilibrados y en cuya e laboracin interviEL PASADO ESPAOL 29 nieron los mercaderes del sector textil. Barcelona tena un buen servicio postal, la Confederacin de Marcus y haba importantes organizaciones profesionales. El Parl amento, las Cortes de los territorios aragoneses, era poderoso, y el Justicia de Aragn era un magistrado independiente que representaba un importante papel en la observancia de las leyes. Los parlamentarios de Catalua, los diputis, velaban asi mismo para garantizar la libertad poltica. El rey Alfonso el Magnnimo, to de Fernan do, que rein antes que el padre de Fernando, se asegur el control aragons del sur d e Italia, aunque sus largas ausencias de Espaa debilitaron su posicin all.28 A primera vista, el reino de Aragn pareca ms dinmico y ms diversificado que el de Castilla. Pero Catalua se encontraba en declive econmico. Los prsperos tiempos en los que dominaba econmicamente el Mediterrneo oriental haban tocado a su fin, aunqu e el floreciente comercio valenciano compensara en parte. Adems, Castilla tena bue nos mercados en el norte de Europa, como Flandes e Inglaterra, a travs de sus imp ortantes exportaciones de lana. Esto aport prosperidad a la costa norte de Espaa, especialmente a las ciudades portuarias de La Corua, Santander, Laredo y San Seba stin, cuyos comerciantes fundaron en el siglo XIII la Hermandad de las Marismas p ara proteger sus intereses. Las ferias de Medina del Campo, los comerciantes de Burgos, los capitanes de barco y los comerciantes de Sevilla eran cada vez ms famosos fuera de Espaa.29 Las Cortes de Castilla eran menos importantes que las de A ragn, porque la Corona dependa menos de ellas, ya que tena recursos financieros alt ernativos. Las Cortes eran inadecuadas como poder legislativo,30 pero Castilla e staba en pleno crecimiento econmico. El rey, al conocer los planes de matrimonio de su hermanastra Isabel, dijo q ue la detendra si no dejaba que tales decisiones las tomase l. Fue una reaccin razo nable, pero la de Isabel fue disponer que el arzobispo Carrillo enviase tropas p ara escoltarla hasta Valladolid, donde estara a salvo en el palacio de Juan de Vi vero, casado con una Enrquez y sobrino del arzobispo, que fue en otro tiempo teso rero real. Luego envi a fray Alonso de Palencia y a Gutierre de Crdenas a buscar a Fernando de Aragn. No fue necesaria mucha persuasin para convencer al prncipe de q ue fuese con ellos, algo que hizo romnticamente y sin escolta, lo que le cost resu ltar herido por una piedra que le lanzaron a l y a su squito en Burgo de Osma.31 E n el rectangular castillo de Dueas, una poblacin perteneciente a Pedro de Acua (con de de Buenda 3 O EL IMPERIO ESPAOL y hermano del arzobispo), que se encuentra entre las ciudades de Va-lladolid y P alencia, Crdenas present a Fernando y a Isabel, el 14 de octubre de 1469, y dijo a l referirse al prncipe: se es, se es, una frase que a partir de entonces figur en su e scudo de armas como un acr-nimo fontico: SS. Isabel y Fernando quedaron favorablemen te impresionados; un notario dej constancia escrita de sus votos, e Isabel escrib i a su hermano, el rey Enrique: Por mis cartas y mensajes, notifico a Vuestra Alte za mi decidida voluntad respecto a mi matrimonio. Isabel profes gran devocin a Fern ando a partir de entonces, y se dola de sus continuas infidelidades;32 tambin l par eca entusiasmado.33 El arzobispo presidi la ceremonia nupcial en el palacio de Viv ero de Valladolid, y a ella acudieron pocas personalidades nacionales, salvo Fad rique Enrquez, almirante de Castilla y to de Fernando. Tambin asistieron los hijos ilegtimos de Fernando, Alfonso y Juana de Aragn.34 Fray Pero Lpez de Alcal ley una di scutible bula del papa Po II que exima de todo pecado por la consanguinidad de los consortes; aunque posteriormente lleg otro documento, ms autntico, de Roma. El hecho de que Castilla tuviese una poblacin de unos cuatro millones de habi tantes y Aragn probablemente menos de medio milln daba ventaja a Isabel.35 Pese a ello, el matrimonio fue calurosamente apoyado, y puede que incluso planeado, por el rey Juan II de Aragn y sus amistades entre los aristcratas y clrigos de Castill a.36 Y Fernando, seguramente, engendrara una familia de reyes. A Fernando le gust aba cazar, jugar y participar en justas y, sobre todo, cortejar a las mujeres.37 Fernando de Aragn naci en 1452, un ao despus que Isabel, en un palacio de la fam ilia Sada, en Sos, en el alto Pirineo aragons, donde su madre, Juana Enrquez, la s egunda esposa de su padre, acudi a dar a luz por los sanos aires de la comarca. E n aquellos tiempos, los nobles aragoneses solan viajar al valle del sera, que cond uca a Benasque, para veranear, y all pueden verse vestigios de sus palacios. El hi storiador Hernando del Pulgar dijo del joven Fernando que E habia una gracia sing ular, que cualquier que con el fablase, luego le amaba e le deseaba servir.38 Un historiador moderno escribi que era el ms simptico de los gobernantes del Renacimien to.39 Era afable, hbil y gallardo, pero su lema era como el yunque, guardo silencio a causa de los tiempos. En comparacin con su padre, fue un hombre frugal, y de ah que algunos lo considerasen tacao. Al igual que en el caso de Isabel, podemos ver su aspecto en disEL PASADO ESPAOL 3 I tintos retratos. Tena la tez ms bien oscura, el pelo castao y la barba recia, como en el retrato que se conserva en el real monasterio de las Huelgas de Burgos. En el Prado los vemos rezar quedamente en una pintura de la Virgen de los Reyes Ca tlicos, y en la colegiata de Santa Mara Daroca, lo vemos con su hijo, el precoz in fante Juan.40 Era primo segundo de Isabel por parte de padre, porque durante casi cien aos Aragn haba sido gobernado por una rama menor de los Trastmara castellanos, y l y su familia tenan extensas propiedades en Castilla. Fernando haba pasado toda su vida en los aledaos del poder. Haba sido adjunto de su padre en Catalua a los nueve aos yse convirti en teniente del reino a los diecisis. Eran aqullos aos de guerra civil. Fernando se habitu a tomar decisiones conjuntamente con su resuelta madre, Juana Enrquez, hermana del almirante de Castilla,41 pero su madre muri de cncer en 1469 y el joven prncipe les dijo a los notables de Valencia: Seores, sabis las muchas pen alidades con que mi madre ha sostenido la guerra para conservar Catalua en el sen o de la Corona de Aragn. Veo a mi padre viejo y a m demasiado joven. Por lo tanto, a vosotros me encomiendo y me pongo en vuestras manos, y os pido que me conside ris vuestro hijo. Como es natural, Fernando era consciente de que su matrimonio poda conducir a la unin de los reinos de Aragn (con Valencia y Catalua) y Castilla, una perspectiv a que lo entusiasmaba. Su abuelo paterno, el rey Fernando, llamado Fernando de A ntequera a causa de su victoria contra los musulmanes en esa poblacin, haba predic ho y deseado esa unin. El futuro rey pensaba introducir en Castilla innovaciones que en Aragn y en C atalua haban sido eficaces, pero se comprometi, respecto a cualquier autoridad que pudiera ejercer en Castilla, a respetar las normas tradicionales y a firmarlo to do conjuntamente con la reina Isabel. Despus de su inteligente matrimonio, Isabel envi una conciliadora embajada ant e su hermanastro el rey Enrique, en la que le aseguraba su lealtad y la de Ferna ndo. Pero el matrimonio real tuvo que retirarse de Valladolid porque la ciudad n o tard en ser sitiada por un noble leal al rey, el conde de Benavente. En 1470 pa reca que ellos slo controlaban Medina del Campo y vila, y tampoco all se sentan segur os. Enrique deshered a Isabel y declar a su hija Juana su heredera, rompiendo as el compromiso de Guisando. Isabel se traslad a Medina de Ro Seco, sede de la familia Enrquez, y en marzo de 1471 redac-3 2 EL IMPERIO ESPAOL t una denuncia contra el rey. Estallaron disturbios, y ambos bandos parecan perder el control de sus territorios en favor de los nobles rebeldes. Los disturbios no cesaron hasta 1473, tras largas negociaciones. Un represen tante de Isabel, su contador, el meticuloso Alonso de Quinta-nilla,42 realiz, al parecer, treinta y seis visitas a la corte del rey Enrique en Alcal. Otro que se distingui por su prudencia fue Andrs de Cabrera,43 comandante del alczar de Segovia , que se cas con la amiga de Isabel Beatriz de Bobadilla. Otro personaje apacigua dor fue el astuto Pedro Gonzlez de Mendoza, el joven cardenal y obispo de Calahor ra que (bajo presin papal) cambi de bando junto al resto de la familia Mendoza, pa ra iniciar un perodo de veinte aos al servicio de Isabel.44 El caso fue que el rey y su hermanastra pasaron juntos la festividad de la Epifana de 1474 en el remode lado alczar de Segovia; Enrique cant e Isabel bail.45 Pero sa sera la ltima fiesta que celebrasen juntos porque, casi un ao despus, en diciembre de 1474, el rey Enrique muri de repente en Madrid. Cuando Isabel recibi la noticia, en Segovia, tuvo la a udacia de ir, de inmediato, de luto (con sarga blanca) a misa a la iglesia de Sa n Martn. Luego parti hacia el alczar y, a la maana siguiente, a la ms pequea y ms cerc na iglesia de San Miguel, en donde, con un deslumbrante vestido brocado en oro y sobre un estrado, fue proclamada reina de Castilla.46 Prest juramento, y su pequ ea corte (Andrs Cabrera, Gonzalo Chacn, Gutierre de Crdenas y Alonso de Palencia) se arrodill, al igual que el concejo municipal de Segovia, ciudad que fue bsica para hacerse con el poder. Crdenas cabalg al frente del cortejo con la espada desenvai nada, para recordar que la autoridad real poda castigar a los malhechores.47 El j oven historiador Hernn del Pulgar, que haba sido instruido en la escuela por secre tarios reales, se ocup de confeccionar una lista de las reinas que haban accedido al trono de Castilla desde el siglo VIII (no podra haber hecho lo mismo respecto a Aragn, cuya ley Slica privaba a las mujeres del derecho a gobernar). La reina ta mbin poda felicitarse de que el tesoro real siguiera en el alczar de Segovia y que, por tanto, estuviese vigilado por sus ntimos amigos, los Moya. Entretanto, Ferna ndo, que estaba en Aragn cuando muri Enrique, sali de inmediato hacia Segovia y, de spus de lo que al parecer fueron algunas disensiones, sus consejeros y los de Isa bel redactaron un nuevo acuerdo entre ambos, que firmaron el 15 de enero de 1475 . En virtud de este acuerdo, la Corona de Castilla recaa en la reina.EL PASADO ESPAOL 33 Pero se acord que Fernando e Isabel podran firmar cdulas conjuntamente, y aprobar l a acuacin de moneda y la impresin de sellos. El nombre de Fernando precedera al de l a reina en los documentos de Estado, pero sera el escudo de armas de Isabel el qu e aparecera en primer lugar. Se le jurara lealtad a Isabel, las guarniciones de lo s castillos la obedeceran, y ella sera la nica que podra nombrar a todos los cargos oficiales en Castilla. Aunque Fernando podra, al igual que ella, aportar ingresos , Isabel sera la nica que tendra la capacidad de conceder subvenciones. La reina no mbrara a los comandantes de las fortalezas (a los alcaides), aunque su esposo, de bido a su demostrada competencia castrense, nombrara a los altos jefes militares del ejrcito. Todas las rdenes que diese Fernando en relacin con la guerra seran auto mticamente cumplidas, pero no las de la reina. Ambos administraran justicia conjun tamente cuando estuviesen juntos, pero podran hacerlo a ttulo propio cuando no lo estuviesen, y esto sera vlido en ambos reinos, aunque siempre deberan tener en cuen ta la opinin del Consejo Real, la influyente institucin de Castilla cuyos miembros eran nobles, clrigos y algunos letrados. Ambos seran considerados reyes de Castil la, Len y Sicilia, y prncipes de Aragn. En el caso de que Fernando muriese antes qu e la reina, Isabel heredara la Corona de Aragn, a pesar de que las mujeres nunca h aban gobernado all. Se daba por sentado que, en caso de que fuese la reina quien m uriese antes, el heredero no sera Fernando, sino uno de los hijos del matrimonio. Fernando acept este acuerdo, pero, contrariado por las concesiones que los co nsejeros de Isabel lograron que aceptasen los suyos, hizo planes para abandonar Segovia. El arzobispo Carrillo, furioso por no haber sido consultado, reprendi du ramente a Isabel y a Fernando, y anunci que tambin l se marchaba. Isabel hizo caso omiso del anuncio del arzobispo, pero le rog a Fernando que se quedase. ste accedi, e Isabel acept algunas modificaciones menores como, por ejemplo, que tendran un e scudo de armas conjunto, que slo se utilizara un sello real y que en todas las mon edas aparecera la efigie de ambos. Tambin compartiran la casa real. Estos acuerdos institucionales, con Castilla como primus interpares, ya no se modificaron duran te su reinado. Isabel fue asesorada a partir de entonces, adems de por su astuto esposo, por otras dos personalidades. En primer lugar, por Mendoza,48 el cardenal arzobispo de Sevilla (y, posteriormente, de Toledo), y en segundo lugar, por Hernando de Talavera, su confesor desde 1475, prior del monasterio de los Jernimos de Nuestra Seora del Prado, en Valladolid. 34 EL IMPERIO ESPAOL El competente, sutil y apuesto cardenal Pedro Gonzlez de Mendoza, el aristcrat a de la Iglesia espaola, el tercer rey de Espaa, como dieron en llamarlo, con su cap elo y su capa prpura, presida el Consejo de Castilla y cabalgaba junto a la reina en las batallas. En 1491 tena sesenta y dos aos y era el noveno y ms joven hijo del ilustrado igo Hurtado de Mendoza, marqus de Santillana, poeta, humanista y aristcra ta, un hombre que poda rivalizar en cultura con cualquier soberano italiano. El p adre Las Casas, en su historia, se refiri a su gran virtud, prudencia, fidelidad a los reyes y generosidad de linaje y de nimo.49 No eran muchos ms quienes subrayaba n sus virtudes personales, pero sus otras caractersticas eran difcilmente discutib les. La familia Mendoza era la ms poderosa de Castilla y muchos de sus miembros o cupaban cargos influyentes en diversos estamentos. Cuando todava era muy joven, enviaron a Mendoza a vivir con su primo Gutierre Gmez de Toledo, obispo de Palencia, aunque l viva en Toledo, ciudad de la cual fue nombrado arzobispo en 1442. El futuro cardenal fue primero prroco de Hita, a vei nticinco kilmetros al norte de Guadalajara, de donde fue luego archidicono. Fue a la Universidad de Salamanca y estudi leyes. Aprendi griego y latn tan bien que su i lustre padre le pidi que le tradujese la Ilada, la Eneida y algunos poemas de Ovid io. En 1454, fue nombrado obispo de Calahorra, que de hecho era una sede familia r. Luego se traslad a la corte, negoci un acuerdo entre su familia y el rey, ahora que su padre, que haba sido un rebelde, haba muerto, y bautiz a la presunta hija d el rey Enrique, la desdichada Juana. Busc un compromiso en el enfrentamiento entr e los nobles y Enrique, y les advirti que quienes no obedecan a un mal rey era cismticos. Gracias a la amistad del inteligente y hedonista legado del Vaticano, Rod rigo Borgia, que ya era cardenal y que estaba en Castilla en 1472, fue nombrado c ardenal de Espaa, luego arzobispo de Sevilla y despus de Toledo. A partir de 1474, Mendoza pas a ser la mano derecha de la reina, un ministro de talante ms moderno q ue el formidable arzobispo Carrillo, que haba ayudado extraordinariamente a la re ina diez aos antes. Asimismo, Mendoza luch en la batalla de Toro, donde result heri do. En 1485 fue nombrado arzobispo de Toledo y primado de Espaa. Mendoza era muy proclive a conceder cargos a sus protegidos que, sin embargo , solan ser los mejores para el cargo que les asignase. Se mostr activo en la guer ra contra Granada hasta el punto de actuar como comandante de campo en una ocasin . Tras la rendicin de Guadix y AlEL PASADO ESPAOL 35 mera, orden que se grabasen escenas de la rendicin de cincuenta y cuatro poblacione s musulmanas para el coro de Toledo. Esta obra se debe a muchos artistas, pero u na buena parte la realiz Rodrigo Alemn. La obra, al igual que la campaa, estaba an i ncompleta en 1491. En ella se ve al cardenal en un bajorrelieve de Felipe de Bor goa, a caballo, con talante de resuelto obispo-guerrero, con cota de malla sobre la sobrepelliz, junto a los monarcas. Tambin lo vemos representado en piedra, ant e el altar mayor de la catedral de Granada, a lomos de un mulo, con guantes, nar iz aguilea y rostro demacrado que contrastaba con las facciones ms bien Uenitas de los monarcas.50 Ms castrense an es el retrato del cardenal Mendoza en el techo de l colegio de San Gregorio, en Valladolid.51 El cardenal Mendoza profesaba una lealtad a la doctrina religiosa que podramo s llamar selectiva. Su mesa era la ms suculenta de Espaa. Tuvo hijos ilegtimos con Me nca de Lemos, por ejemplo, una de las alocadas damas de honor de la libertina rei na Juana, que fueron concebidos mientras era obispo de Sigenza. La reina Isabel, aunque puritana, le pregunt en cierta ocasin a su confesor, fray Hernando, si no le pareca que los pecados del cardenal eran bastante guapos.52 El cardenal Mendoza d ispuso la legitimacin de estos hijos, y el mayor, Rodrigo, fue conde del Cid y ma rqus de Cnete. Por entonces, Mendoza contaba con un competente y muy cercano colaborador, H ernando de Zafra, principal instrumento de los monarcas en sus negociaciones con los musulmanes. Tambin poda contar en todo momento con Hernando de Talavera, el c onfesor de la reina, que tena sangre juda y que, en el futuro, se vera en un serio aprieto a causa de ello. Pero en los aos setenta, l, Talavera, un protegido de Mendoza, reescribi su ser mn sobre el tema cmo todos los cristianos leales deben renovar su espritu durante Ad viento como un espejo de prncipes para Isabel, instando al poder real a ser virtuoso , argumentando que si sois reina, debis ser un modelo y una inspiracin para vuestro s subditos. Elevaos, elevaos y contemplad la corona de gloria... porque, a travs de estas obras y consideraciones, preservaris, como el guila [el smbolo de san Juan Evangelista, que Isabel haba adoptado para inspirarse],53 la fuerza y el vigor d e vuestra juventud. Renovad a travs de Dios vuestro noble espritu y acceded a la p erfeccin, porque vos tenis un rango de dama y seora tan perfecto y tan lleno de vir tud y bondad como el del guila entre las aves.54 Hernando de Talavera ingres en el Consejo Real a propuesta del cardenal Mendo za, y sigui ejerciendo desde su cargo una poderosa in36 EL IMPERIO ESPAOL fluencia en Isabel durante veinticinco aos, haciendo todo lo que poda por ella, ha sta el punto de redactarle un programa para que pudiese organizar su tiempo lo m ejor posible. Se daba por cierto que, mientras que los confesores solan escuchar de rodillas las confesiones de las personas reales, Talavera permaneca en pie y e ra Isabel quien se arrodillaba. En 1475 escribi una gua para la vida espiritual de sus frailes, e Isabel le pidi que le explicase lo mismo a ella. El titube, aducie ndo que lo que estaba bien para los religiosos no era aplicable al mundo laico, pero ella insisti en que fray Hernando le recomendase nueve libros para su orient acin espiritual.55 Isabel era seria, decidida, inflexible y resuelta. Era tambin muy franca. Nosola sonrer, pero tena el don de la irona. Admiraba la cultura, saba leer el latn cuan do era sencillo, adoraba la msica y sola viajar con un coro de veinticinco o ms per sonas. Escuchaba a menudo la vihuela, la antigua guitarra, y posteriormente el C ancionero de palacio de Juan del Encina, cantado, como la mayora de sus poemas, a los sones de la viola de seis cuerdas o del lad. Cabe preguntarse cmo hubiese int erpretado ella estos versos: Ms vale penar sufriendo dolores qu 'estar sin amores? Isabel consideraba el ceremonial y la msica una til ayuda para gobernar, y de ah que aumentase el lujo del estilo de vida de la corte. Por esta razn, gastaba mu cho en ropa, aunque en tiempos de Granada sola vestir de negro y con cierto desal io.57 Pero tambin le gustaban los bailes de gala. Admiraba a los pintores flamenco s y compr por lo menos un Memling (actualmente, en la capilla Real de Granada). T ambin le gustaban los perros y los loros, y a menudo iba acompaada de gatos. Poda s er vengativa, pero casi siempre se mostraba piadosa. Era ms culta que Fernando, s u esposo, y tena una biblioteca de cuatrocientos volmenes que, en aquellos tiempos , eran muchos. Foment el nuevo arte de la imprenta. Su capelln italiano, Lucio Mar ineo Sculo, deca que, en los aos noventa, oa misa a diario y que rezaba en las horas cannicas como si fuese una monja. Recordaba el adagio los monarcas que no tienen temor de Dios tienen temor a sus subditos. Es posible que llegase a ser hermana s eglar de la orden franciscana en el convento de San Juan Pablo de Valladolid. Ot ro italiano, Pedro Mar-EL PASADO ESPAOL 37 tir, escribi: Hasta la misma Reina segn dices , a quien el mundo entero, en parte resp eta, en parte teme y admira, cuando se te ha permitido el libre acceso a ella, l a has encontrado hermticamente entristecida. Acaso se deba se preguntaba l a que pensa a que las muchas muertes habidas en la familia (tres de sus hijos murieron antes que ella) se deban a que Dios la haba abandonado?58 La obra de Isabel en los diez primeros aos de su poca, como heredera y luego c omo reina de Castilla, fue sin embargo muy notable desde cualquier punto de vist a. Ninguna mujer en la moderna era del feminismo ha superado sus logros. Una cancin popular deca: Flores de Aragn, flores de Aragn dentro de Castilla son. Flores de Aragn en Castilla son. Al ingresar en la orden borgoona del Vellocino de Oro, Fernando adopt como emb lema el yugo y las flechas; el yugo simbolizaba la unin de los reinos, la F de fl echas simbolizaba a Fernando, y la Y, a Isabel. Los conflictos en Castilla no terminaron cuando Isabel se hizo con el poder. Aunque en la mayor parte del norte de Espaa apoyasen a Isabel con festejos, gran parte del sur se mostr ambivalente. El rico marqus de Villena, hijo de Pacheco, e ra un decidido partidario de Juana, la hija del difunto rey Enrique, que estaba bajo su control y a quien los amigos de Isabel se referan con la ambigua designac in de la hija de la reina. La poblacin de sus tierras en el sur y el este bastaba pa ra formar un ejrcito. Adems, Pacheco contaba ahora con el apoyo del descontento ar zobispo Carrillo, conde de Benavente, muy poderoso en el noroeste de Castilla; d e Rodrigo Ponce de Len, en Sevilla, y de Alvaro de Stiga, duque de Bjar, en Extremad ura. El rey Alfonso de Portugal anunci su intencin de casarse con Juana y, al decl ararse muchas otras poblaciones partidarias de ella, estall la guerra. Un ejrcito portugus penetr en Castilla por el noroeste; segn algunos, aqulla fue una guerra fri vola.59 Pero, de haber vencido los portugueses y la Beltraneja, el futuro de la Pennsula habra sido muy distinto y, en lugar de una unin castellanoaragonesa, se ha bra producido una unin castellano-portuguesa, que hubiera cambiado la historia no slo de la pennsula sino del mundo. Tras muchas escaramuzas y maniobras, algunas incursiones en 38 EL IMPERIO ESPAOL Portugal y esfuerzos por parte de Isabel y Fernando para negociar la paz, Fernan do se enfrent a Alfonso en marzo de 1476, en Peleagonza-lo, a las afueras de Toro , la fronteriza ciudad fortificada que se alza a orillas del Duero. Aunque sus hombres estaban cansados y su artillera no lleg, la victoria de Fernando fue abruma dora. La guerra continu durante cierto tiempo en Extremadura y frente a la costa de frica, pero la causa de Juana era ya una causa perdida.60 Alfonso haba abdicado del trono de Portugal a favor de su hijo, e intent convencer a Francia de que lo ayudase, aunque sin xito. Al ao siguiente, Fernando sucedi a su padre en el trono de Aragn, y se mostr tan incansable en la prosecucin de los intereses de su reino como en servir a los de su esposa. Como hombre de sangre castellana pero criado en Aragn, Fernando era idneo para representar su complejo papel. Aport el conocimiento de todas aquellas prcticas q ue en Aragn y en Catalua haban tenido xito, para servir a Castilla. Era ms indolente que la reina, pero era tambin ms implacable, ms calculador y ms cnico. Estas caracters ticas encajaban bien con lo profetizado por algunos frailes de que sera el rey qu e reconquistara Tierra Santa para la cristiandad.61 Fernando era un hombre muy tr abajador y eficiente, y tena un sentido del humor del que careca su esposa. Tendi a buscar soluciones moderadas para los problemas, con la esperanza de que as fuese n ms duraderas.62 Cuando lo crea necesario, el rey no dudaba en hacer afirmaciones categricas: En todos mis reinos tengo la costumbre de pensar en el bien pblico ms que en mi inte rs personal, le escribi una vez a su mejor general, Gonzalo Fernndez de Crdoba, el Gr an Capitn, que le haba sugerido hacer concesiones especiales acerca del abastecimi ento de trigo en Sicilia.63 A pesar de las afectuosas palabras que prodigaba a s u esposa, era mucho ms calculador que apasionado. Sin embargo, el viajero alemn Mnz er lo llam el rey ms sereno.64 En tiempos de los Reyes Catlicos, Espaa empezaba a mira r hacia afuera, no hacia el Mediterrneo, donde Aragn tuvo gran actividad durante g eneraciones, sino hacia el Atlntico. La conquista de las islas Canarias puede par ecer una conquista menor; sin embargo, del mismo modo que en invierno un rayo de sol a veces seala la proximidad de la primavera, el inters espaol por el archipilag o canario prometa una autntica vocacin mundial. El cortesano italiano Pedro Mrtir pe nsaba que, como consecuencia de ello, Espaa era el nico pas feliz.65 CAPTULO 3 Gran orden y tranquilidad Los Reyes Catlicos eran muy elogiados en aquellos tiempos por su sabidura y por ha ber aportado gran orden y tranquilidad a sus reinos. Guiccardini, Historia de Italia Durante los aos que compartieron el poder, Isabel y Fernando tuvieron un gran xito . Resulta difcil detectar cuestiones importantes acerca de las que disintiesen. S u lema: Tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando indicaba su igualdad; que a mbos monarcas podan gobernar en ambos reinos e, indistintamente, en el de su cnyug e. Pero empezara con una personal alusin de Fernando acerca de que, si algo era co mplicado, era mejor cortarlo, como hizo Alejandro Magno con el nudo gordiano.' Tan to Isabel como Fernando heredaron de sus antepasados la fe en una justicia real que protegiese al dbil sin dejar de recompensar al triunfador. Tenan un sentido ta n serio de sus obligaciones como de su gloria, y posean asimismo el don de inspir ar confianza, incluso entre sus subditos ms pobres. Acabaron con las crnicas guerr as civiles que haban caracterizado las relaciones entre la Corona y ios nobles en ambos reinos. Todos los cronistas de la poca daban testimonio de la violencia de los viejos tiempos, aunque cargasen un poco las tintas en este sentido para com placer a los nuevos reyes.2 Sus logros han sido comparados a los de sus contempo rneos en Francia e Inglaterra. Los monarcas de estos dos pases restauraron el orde n civil despus de aos de guerra civil. Pero en esos dos reinos no hubo la unificac in que se produjo entre Castilla y Aragn. Mediante sus continuos viajes, la dura represin de las revueltas y la sabia c oncesin de ttulos y recompensas, los dos monarcas empezaban a reducir a la nobleza a un estamento del reino, mientras que anteriormente sta haba sido rival de la Co rona. Los nobles castellanos podan seguir dominando la poltica local, pero ya no i mponan su opinin en cuestiones de alcance nacional. Por ejemplo, en otros tiem4-O EL IMPERIO ESPAOLpos, haban tenido mayora en el supremo consejo del reino, el Consejo Real.3 Pero, a partir de las Cortes de 1480, celebradas en Toledo, la institucin tuvo un prela do como presidente (el cardenal Mendoza fue el primero) y ocho o nueve letrados entre sus miembros, adems de tres caballeros. Los nobles y los altos cargos de la Iglesia podan seguir asistiendo pero no tenan derecho a voto. Era una institucin q ue empez siendo judicial pero que se estaba convirtiendo en el elemento rector de la administracin del Estado.4 La Audiencia Real, cuyos jueces (oidores) se reunan en Valladolid, realizaba cada vez ms trabajo jurdico. La potenciacin de las corregiduras,5 que ahora existan en la mayora de las grand es ciudades, fortaleci el poder real, porque los corregidores representaban a la Corona, a menudo eran miembros de la baja nobleza y presidan las reuniones de los concejos municipales. Un tpico corregidor (el de Toledo) fue un poeta, Gmez Manri que, cuyo hermano fue maestre de la Orden de Santiago.6 Por entonces haba cincuen ta corregidores en distintas poblaciones de todo el reino, portavoces del poder real es decir, del poder centralizador , incluso en territorios poco propicios, com o el marquesado de Villena. El historiador florentino Francisco Guiccardini, un diplomtico enviado a Espaa en 1512, escribi que ambos soberanos eran muy celebrados por entonces se refera a su propio tiempo , muy reputados por su sabidura y por haber aportado gran tranquilida d y orden a sus reinos que, anteriormente, haban sido muy turbulentos.7 Hasta los tiempos de Isabel y Fernando, la mayora de los ingresos de la Coron a procedan de los impuestos sobre las ventas (alcabala) o de los derechos aduaner os (almojarifazgo) pero, aunque la monarqua unida no desde estos ingresos, nuevos h ombres concibieron nuevos medios para ingresar un dinero que, en teora, estaba de stinado a la guerra contra el islam, pero que esperaban seguir ingresando despus (un impuesto conocido como cruzada, una parte de los diezmos y subsidios de asambl eas eclesisticas, as como gravmenes directos sobre obispados y ciudades). La Corona lleg a provechosos acuerdos con la Mesta, la cmara que controlaba los dos millone s y medio de ovejas merinas de Castilla y sus movimientos trashumantes.8 En 1488, la Corona haba tratado de armonizar los distintos mtodos de pesos y m edidas, ya que haba innumerables discrepancias entre las distintas onzas, decreta ndo que los pesos de todos los productos deban ajustarse a las recientemente difu ndidas normas para los metales preciosos.9 EL PASADO ESPAOL 4I Fernando quera llegar a ser Gran Maestre de las tres rdenes militares importan tes (Santiago, Alcntara y Calatrava), ya que ello reportaba riquezas y poder, por que tales organizaciones posean una gran cantidad de tierras y en el pasado haban constituido la base de la influencia de los nobles ms destacados, como Alvaro de Luna y Juan Pacheco. La Corona de Castilla pudo permitirse no convocar las Cortes durante largos perodos de tiempo. Entre 1480 y 1498 no se convocaron, aunque, como ya hemos come ntado anteriormente, dicha institucin era menos influyente que en los reinos de F ernando. No se requera la asistencia de representantes del clero y de la nobleza y, por tanto, rara vez asistan. Las ciudades que enviaban procuradores a las Cort es eran slo diecisiete,10 y durante gran parte del siglo XV, los representantes d e las ciudades se haban limitado a dos por cada una. Esto significaba que, cuando la reina tena que convocar las Cortes como ocurri en los aos ochenta, gracias a la necesidad de recaudar dinero para la guerra , slo tena que afrontar y convencer a tr einta y seis hombres, muchos de los cuales eran amigos suyos, y otros podan ser i nducidos a serlo. El rey de Portugal permaneca apaciguado despus de la derrota del rey Alfonso e n los aos setenta, y ya no era un rival para la autoridad de Castilla, ni, por su puesto, en las islas Canarias, que ya prcticamente estaban bajo control espaol, al igual que la costa africana paralela al archipilago, si bien en 1491 Tenerife y La Palma no haban sido todava conquistadas del todo.11 Tambin reinaba la paz con Fr ancia, aunque el futuro de Perpin y del Roselln (conquistado por Francia en los aos sesenta del siglo XV) pareca incierto. Inglaterra estaba ligada a Castilla en vir tud de un tratado de proteccin mutua contra Francia firmado en Medina del Campo e n 1489. Estos xitos internacionales se debieron, en parte, a que Fernando nombr embajadores permanentes en cinco capitales europeas, lo cual le permiti estar mejor informado que los monarcas coetneos. Pero el xito se debi tambin a que ahora Castil la y Aragn, aunque muy distintas internamente, hablaban con un sola voz en la esf era internacional. El desarrollo, a instancias del consejero de Isabel, Quintanilla, en las Cor tes de Madrigal de las Altas Torres de 1476, de una versin nacional de las herman dades armadas, fundadas para mantener el orden a nivel local, cre una especie de polica castellana, con funciones jurdicas y policiales: toda ciudad deba aportar un jinete armado por cada cien vecinos, y estas fuerzas estaran al mando del herman o bastardo de Fernando, Alfonso de Aragn, duque de Villahermosa.12 42 EL IMPERIO ESPAOL Finalmente los monarcas se embarcaron en una reforma de la Iglesia espaola, i mpulsada para hacer innecesaria una reforma o contrarreforma.13 Como de costumbre, cuando los monarcas parecen ser los responsables de los g randes cambios, no faltan quienes afirman que la transformacin empez mucho antes d el reinado de los Reyes Catlicos. Por ejemplo, Tarsicio de Azcona, considera a la familia de los Trastmara y a sus valedores como revolucionarios.14 Pero el logro de aquellos dos ltimos Trastmara, Isabel y Fernando, fue ms que notable. Es difcil precisar cuntos soldados se concentraron en Santa Fe en 1491 para la batalla final contra el islam. Quiz quepa estimar que los efectivos totales fuer on de 80 000 hombres,15 entre los que debieron de integrarse entre 6000 y 10000 de caballera y entre 10000 y 16000 de infantera. Fernando se haba mostrado muy prudente como comandante en jefe del ejrcito, un a caracterstica que haba quedado patente en las campaas contra Portugal y contra lo s rebeldes castellanos. La destruccin de Tajara, el sitio de Mlaga, la toma de la supuestamente inexpugnable Ronda y la de plazas menores como Setenil (donde su a buelo Fernando haba sido derrotado) y Alora, la bien cercada, t que ests en par del ro, haban sido triunfos personales, y el rey haba aprendido a improvisar con eficaci a en circunstancias adversas. Tambin la reina, durante sus preparativos en Crdoba en 1484, as como en el siti o de Burgos, haba demostrado su eficiencia. Fund hospitales militares y organiz los pertrechos, el aprovisionamiento y la recluta para proporcionar al ejrcito artil lera, forraje y alimentos para los soldados. Tambin precisaron del concurso de ing enieros, constructores de caminos, herreros y bueyes. Organizar todo esto no era una tarea menor, ya que el ejrcito de Castilla consuma trescientos quintales de t rigo y cebada al da.16 Entre los jefes militares espaoles destacaba el pelirrojo Rodrigo Ponce de Len , marqus de Arcos, un hombre impetuoso, hroe del cronista coetneo Bernldez y del his toriador estadounidense del siglo XIX Prescott. Rodrigo Ponce de Len encarnaba la s virtudes caballerescas, y veneraba, o por lo menos amaba, virtudes tales como el honor, el valor, la lealtad al monarca, la cortesa y la generosidad. David Hum e coment que en el siglo XV en Espaa la caballerosidad y lo caballeresco se elevaro n, debido a la desbordante imaginacin popular, al nivel de culto.17 Pese a que en otros tiempos haba apoyado a Juana la EL PASADO ESPAOL 43 Beltraneja y a los portugueses, y haba roto la tregua real con Granada en 1477 pa ra tomar dos pequeos pueblos musulmanes, al ao siguiente, don Rodrigo Ponce de Len haba salvado la vida a Fernando.18 Era un consumado jefe militar. En 1482 reuni un contingente formado por 2 500 hombres a caballo y 3 000 de a pie en la poblacin de Marchena, y los condujo sin ser detectados a travs de un terreno difcil para tomar por sorpresa la poblacin de Alhama. Fue la gesta ms notable de la guerra. Tambin mand construir un fuerte de m adera capaz de albergar a 14 000 hombres de infantera y 2 500 de caballera para se rvir a las fuerzas sitiadoras a las afueras de Mlaga en 1487. Un militar ms cosmopolita era Iigo Lpez de Mendoza, el magnfico conde de Tendill a, sobrino del cardenal que fue el primer gobernador de Alhama despus de su cada. Haba sido nombrado embajador en Roma y haba asombrado al Vaticano por el boato de su conducta.19 Tambin formaba parte del ejrcito castellano Juan Ortega de Prado, un leons que fue otro de los hroes de la toma de Alhama. Tampoco podemos olvidar al condestable de Castilla Pedro Fernndez de Velas-co, conde de Haro, que fue herid o en la cara en Loja (la condestabla pas a ser hereditaria en su familia en 1472, al igual que el almirantazgo de Castilla lo fue para la familia Enrquez, algo que constitua un medio eficaz de asegurar lealtades). El duque de Medina-Sidonia, el monarca sin corona de Sevilla, haba ofrecido cien galeras llenas de provisiones al ejrcito real para el sitio de Mlaga. Estos y muchos otros nobles intervinieron en la guerra como si por lo menos hubiesen hojeado obras tales como el Tratado de la perfeccin del triunfo militar, obra del secretario de la reina, Alonso de Pa-lencia, o Doctrinal de los caball eros, del ex obispo de Burgos Alonso de Cartagena. En otros tiempos los historiadores solan tratar de la indumentaria utilizada en aquella itinerante y belicosa corte. Por entonces, tanto los hombres como las mujeres se vestan para impresionar. As, por ejemplo, consta que, el caballero ing ls sir Edward Woodville iba enfundado en malla sobre la que llevaba un manto francs d e seda oscura brocada. Tambin los caballos llevaban sedas en su enjaezado, y las m uas sobre las que cabalgaban las damas de la reina iban ricamente engualdrapadas. A veces, la reina llevaba una falda brocada. Su amiga, Felipa de Portugal, luca un os bordados tan pesados en su vestido que desviaron la daga de un presunto asesi no en Mlaga. Muchas de estas prendas procedan del extranjero; de Flandes, Venecia e incluso de Inglaterra. 44 EL IMPERIO ESPAOL La mayora de los cortesanos de la poca llevaban el pelo largo pero no barba; la mo da de la barba no surgi hasta despus de la muerte de Fernando.20 Los hombres que mandaban estos jefes militares procedan de todas las regiones de Espaa. El ejrcito lo formaban ocho contingentes distintos. El grueso estaba fo rmado por fuerzas enviadas por multitud de municipios, tanto de caballera como de infantera, aunque con predominio de la caballera. Todas las regiones espaolas envi aron hombres, incluso Galicia y Vizcaya. En segundo lugar, estaban las tres rdene s militares ms importantes, es decir, las de Santiago, Alcntara y Cala-trava, que haban representado un importantsimo papel en las anteriores guerras contra el isla m; fueron movilizadas por ltima vez para la guerra contra Granada. La Orden de Sa ntiago aport unos mil quinientos jinetes y unos cinco mil hombres de a pie, y las otras dos rdenes algo menos cada una de ellas.21 Pero no siempre su intervencin f ue eficaz. El comandante de la Orden de Santiago, Alonso de Crdenas, que estuvo a l mando de las tropas en Ecija en 1483, condujo un ataque a Mlaga desde Antequera , pero se perdi en la sierra de La Ajarqua y sufri una dura derrota, aunque logr sal var la vida. En tercer lugar, los monarcas disponan de una guardia real de mil lanceros a caballo al mando de Gonzalo Fernndez de Crdoba, miembro de una de las grandes fami lias cordobesas. En su juventud haba sido paje del arzobispo Carrillo, luch sin ce sar en la guerra contra Granada desde la toma de Alhama en adelante, result herid o en Zumia y fue sumamente eficaz en la nada romntica operacin de la tala, o sea, la destruccin de la agricultura de la vega de Granada. Lo consideraban ya espejo d e cortesa, seor entre los seores, soldado entre los soldados, desenvuelto en palacio s y entre los cortesanos, capaz de conservar el equilibrio en cualquier circunst ancia, especialmente en combate. Su dominio del rabe lo converta en buen negociado r, adems de buen guerrero, y era el ms temido de los jefes militares castellanos. Fue un Aquiles sin su adusta vanidad y, ciertamente, sin su taln.22 Todo monarca de Castilla contaba, adems, con una guardia personal de cincuent a hombres, llamados los monteros de Espaa, que tra-dicionalmente procedan del pint oresco pueblo castellano de Espinosa, situado en un bonito valle al sur de las e stribaciones de la cordillera Cantbrica, armados con ballestas; su misin era velar da y noche por la vida del rey.23 En cuarto lugar, haba tropas procedentes de la Santa EL PASADO ESPAOL 45 Hermandad, la fuerza policial fundada a nivel nacional en 1476 pero que, debido a la guerra, se convirti en un contingente militar de unos mil quinientos lanceros y unos cincuenta arcabuceros divididos en capitanas. Estas tropas solan ir al ma ndo de nobles, y se utilizaban como